los nuevos utensilios de cocina un mal...

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*sss*i OTOTMM«MM EL MUNDO, SAN JUAN, f. R.,~ DOMINGO 13 DE NOVIEMBRE DE 1938. —. LOS NUEVOS UTENSILIOS DE COCINA El ama de caía de hoy obtiene una gran ayuda de eita época mecanizada. Hay muchos nuevos utensilios que ciertamente a'.lge- Por ELIZABETH M. BOYKIN ran su trabajo, sino lo eliminan por completo. Veamos, por ejemplo, la cocina. Los fregadores han progresado Estas campanillas son eléctrica* y le dan una seAal distinta para rada miembro de la familia. Se manipulan desde cualquier lugar de la rasa. rocina ron una estufa de plataforma y un lavadero que haré las delicia» de una ama de casa. El dibujo en la pared le aflade interés decorativo. mucho recientemente. Hay uno que tiene dos compartimientos, uno redondo, para lavar los pla- tos, y el otro cuadrado, con un cas- to de alambre donde se escurren y secan los platos. Una regadera que sale de la pared es muy con- veniente lo mismo para fregar los platos que para lavar vegetales y otras cosas análogas. Todos los fregaderos más nuevos constan de varios compartimientos unidos, y el otro día vimos uno arreglado de modo que el latón de la basura, escondido debajo, se abre automáticamente al abrir ti' vajillero. Hay también un frega- dero que tiene a uno de sus lados un recogedor de basura; ello nos parece tan prácticc que estamos seguras de que antes de poco ese sistema se encontrará en gran de- manda. Otra pieza del nuevo equipo de una cocina es la máquina de lavar "todo en uno". Se trata de un aparato pequeño que lo hace todo sin esfuerzo. La ropa se mete su- cia y sale de la máquina lista pa- ra el planchado. Las estufas mis nuevas Las estufas, lo mismo que los la- vaderos, los refrigeradores, etc., cada día tienden más a hacer ins- talaciones unidas. Quiero de cu- que se compran como parte de la cocina. He aquí algunos de los nuevos artefactos: el asador, en forma de gaveta que se mete y se saca; el reloj de campana que le recuerda cuando un plato se ha co- cinado ya bastante; dos hornos pa- ra platos especiales; un horno es- pecial que se coloca sobre la hor- nilla; encendido automático, etc. Refrigeradoras automáticas Los refrigeradores st abren aho- ra con un pedal de pie, cuya como- didad Ud. apreciará perfectamen- te cuando se acerque a él con am- bas manos ocupadas. Tienen tam- bién un compartimiento especial para carne donde una buena can- tidad de dicho producto puede ser conservado, casi helado, durante largo tiempo. Tienen también otro compartimiento, perfectamente cu- bierto, que se dedica al pescado, de manera que su olor no se psse al resto del refrigerador. Bande- jas movibles para leche y cestas movibles para los huevos forman también parte de las comodidades del nuevo refrigerador, que tienen también espacio para depositar en él botellas altas. La mejor adver- tencia que se le puede hacer al ama de casa que quiera obtener un refrigerador es: cómprelo bien grande. Casi nsdle lo hsee, pero a la larga será un gran economfa tener un refrigerador de amplio es-acio. Señales eléctricas Aunque no es esencial para la vida, por el hecho de que contribu- yan a la agradable atmósfera de la casa a que nos estamos refirien- do, mencionaremos su sistema de señales, consistentes en campani- llas eléctricas adaptadas de mu- chos modos: en la pared, para dar la señal de la hora de la comida, para llamar a los diferentes miem- bros de la familia al teléfono, etc. Hay un botón al lado de cada telé- fono que hace funcionar la campa- nilla, y ese botón es tocado un dis- tinto número de veces para cada persona. UN CUENTO BREVE UN MAL MARIDO Por GEORGE V. MALCOLM Aunque habla cesado dt llover, las gotas de agua permanecían ad- heridas a loa cristales de la ven- tena, brillando con destellos tem- blorosos, como diamantes, al ser he- ridas por la luz del farol de la ace- ra Sus reflejos eran alegres, como lanzados por piedras preciosas en la garganta de una mujer hermosa. Pero el hombre que de pie Junto a la ventana vela sin ver, estaba enteramente ajeno a estos esplen- dores, obra del Supremo Hacedor. EL NIÑO PERFECTO Por ANGELO PATKl Al escuchar ciertos adultos diri- giéndose a los niños o hablando do tDot. pensaríamos que ante nos- otros tenemos un ser verdadera- mente perfecto, un ángel en todo el sentido de la palabra, una perso- na sin la menor falta, sin la más mínima culpa terrenal. Sin embar- go, cada una de estas personas, de verse acusada, al punto negarla con énfasis sentlm'entns de esa na- turaleza. Inmediatamente admitirla que nadie es perfecto, que no hay quien siquiera se acerque a la per- fección, aunque después de todo, ¿no es mejor que el nlfto siempre proceda correcamente, que tenga la perfección como norma e Inspira- ción? Ahora, si el nlfto supiera lo que es perfección, si tuviera la capaci- dad para proceder correctamente, serla enteramente innecesario Indi- cárselo. El nifto, como todo ser hu- mano, quiere hacerlo todo bien, an- hela lograr el éxito, suena con elo- gios y aplausos. Cuando no los ob- tiene sufre profundamente y el do- lor del fracaso le Impele a veces a rosas desastrosas. Todo adulto com- prende este estado de ánimo y, no obstante, este mismo adulto se ufa- na de presentar ante el nifto una norma de perfección Imposible de alcanzar, con lo cual hace aún mes hondo su fracaso porque el nlfto comprende que no puede obtenerla. Esta disposición, que podemos ca- PASATIEMPOS —¿De manera que eata ee la Arboleda del Pato? —SI, ea un lugar muy bonito, todo cubierto de vegetación. —Faro ea que aquí no hay lugar ni para plantar una... Haya tra- to línea* rectas entre loa números,) lificar de error, se debe a dos cau- sas: al orgullo y al efecto. El adul- to quiere que el pequefto reciba de la vida lo mejor y, sabiendo que el éxito en cualquier» de sus manifes- taciones, es el pináculo de la dicha para el ser humano, trata de empu- jo r al nlfto hacia ese éxito en todo cuanto emprende. El éxito completo rara vez se al- canza: lo más que puede esperarse es un éxito parcial con un esfuerzo verdaderamente noble. El hombre ro está capacitado para lograr más ni tampoco para lograr menos. Sa- biéndolo, y dándose cuenta del pro- fundo dolor que la Idea del fracaso inflige al nlfto, no concede la im- portancia merecida a este éxito porclal. obtenido con gran esfuerzo; nc se siente satisfecho y exclama: ¡bien hecho! En este sentido citaré varios ejemplos reales: en el guardarropa de una escuela se halló una vez una muchacha llorando amarga- mente. Sólo habla obtenido noventa y cinco puntos en latín y su padre se enfadaba cuando no lograba los cien puntos máximos. El padre no habla estudiado larln en su vida. Un muchacho dejó de asistir al fi- nal de un curso porque no habla logrado hacerse Inscribir en la lista de honor, que requería por lo me- nos un promedio de noventa y el chico sólo habla logrado ochenta y nueve y tres décimos. Sus hermanos estaban en la lista y íl otro se ate- rró ante el fracaao. Otra muchacha, terminando la escuela secundaria, deseaba asistir * una fiesta, pero comprendía que de pedir el permiso éste le seria ne- :sdo con una desaprobación que da- rla que hablar a la familia pot va- rios días. En vista de ello, decidió ir cubriendo la escapatoria con mentiras. Descubierta, sus sesudos padres estudiaron muy seriamente la posibilidad de enviarla a un ron- vento. Dt haber sido varón, le ha- brían enviado, con gran vergüenza, a una escuela militar. Por fortuna, el mismo director la escuela les disuadió del equivocado propósito, advlrtléndoles que su acción disemi- narla un concepto de maldad com- pletamente en desproporción con la verdad. Los padres de unos y oíros amaban Indudablemente a sua hijos y deseaban que se destacaran en sus labores, juegos y reputaciones. exigiéndoles normas de perfección imposibles de alcanzar; al probarse esta imposibilidad. Inexorables acu- saron a loa hljoi, no a las normas —Deade eata noche quedarás solo, le había dicho au mujer. —El Supremo Hacedor pensa- ba un Dios remoto, perdido en algún planeta más dichoso absorto en alguna vaga ocupación. —Desde esta noche quedarás só- lo habla dicho su mujer. El marido se volvió hacia ella ra- diante de alegría. —Esta es, pues, tu decisión res- pondió alegremente. —Supongo que es una curiosidad mórbida de parte mía, pero deseo me digas por qué os vals y el nifto. —¡Cómo si no lo supieras! res- pondió ella. —Sé que tengo tantos defectos como estrellas hay en el firmamen- to declaró él levantando las ma- nos hacia el cielo —¿Cuál dt ellos ha resultado ser tan insoportable? Dejando de arreglar la maleta que preparaba, ella le miró y se mordió los labios, pero no respon- dió. —¿Es porque he revelado de pronto algunas tendencias atávi- cas? —¿Para qué hablar de ello? dijo ella con desaliento. —Pero, querida, ¿por qué no? Tu partida debe ser memorable, con banderas, trompetas y todo lo de- más. Debes salir con tu frente muy en alto, con el cuerpo todo muy erecto. Pon tu bandera en el co.*he del nifto, haz lo que quieras... pero y i te he ganado. Hablamos de *u partida, de cómo debes salir... —¡Calla, calla! A eso precisamen- te me refiero, a ese modo que ie gastas desde hace cuatro meses. Antes de que quebrara tu negocio, eras comedido y bondadoso, paro de pronto te has convertido en un pa- yaso... en un bufón. Gesticulas, te ríes, te ríes constantemente, te ríes de todo. Todas las cuentas que te- nemos sin pagar te provocan risa, siempre risa... ¡Oh! La pobre mujer comenzó a llorar. —Para marcharme ht ttnido qut pensarlo mucho dijo entre lágri- mas. —Pero estoy decidida, pues veo que todo es intúil... Aunque lo mucho que tendré que sufrir... —¿Quién fué el que dijo que la gente es quisquillosa, que piensa con exceso, que se atreve a muy poco y que se arrepiente demasiado pronto?... —Algún valetudinario como tú!— replicó ella con desesperación. —Al- gún intelectual sin corazón, que st ríe de las emociones de los demás! —Hubo una pausa, y al fin el ma- rido rompió el silencio: —Tu madre se encantará de te- nerte en la finca con el nlfto. Aunque dijo esto pensativo, de pronto se echó a reír ruidosamente. —Allí el nlfto podrá tener un ter- nero, un potro, pollos, patos y... ja, ja, Ja... podrás tener abe- jas! La mujer se dirigió a la aleba y a poco salló con el nlfto en sus brazos. El pequefto tenia dos anos. —¡Qué lindo! dijo él sonriendo. —Dámelo mientras te pones el abri- go El chiquillo recostó su cabeza en el hombro del padre y continuó durmiendo. El padre le acarició los cabellos y lo besó. De pronto lanzó otra carcajada que despertó al nlfto. Este abrió penosamente los oios y exclamó so- ñoliento "Pa...pá"! —Buenos días, querido. dijo el padre. —¿Cómo está hoy mi here- dero? El nlfto balbuceó algo, movió la cabeza para evitar la luz, y se re- costó nuevamente del 'ombro del podre para continuar durmiendo. Esto pareció divertir sobre ma- nera al hombre, que rió estrepito- samente. La mujer le quitó al pe- quefto, le miró por un instante con una mezcla de lástima y desprecio, y sin pronunciar una palabra se In- clinó para asir la maleta. Ya con ella se volvió hacia él. —Supongo, comenzó que nada... —¡Nada! ¡Nada! interrumpió el marido burlonamente. —¡Vete! La puerta se cerró suavemente detrás de ella. El corrió a la ventana que daba hacia la entrada. La vio salir lle- vándose al hijo. La siguió con la vista hasta que desapareció en la esquina. —¡Lo logre, lo logré! —se repetía una y otra vez. La lluvia cala de nuevo en grue- sas gotas. Los ruidos de la calle se oían como remotos, dominados por la campana de un tranvía. Se es- cuchaba también la corneta de un automóvil. —Automóviles dijo. —¡Todavía hay quien los tenga! Bajó la cabeza y se cubrió el ros- tro con las manos, recordando sus últimas palabras: —Supongo que no hay nada... —No, murmuró no hay na- da, no queda nada. Una semana rcás y hubiera pasado hambre... Pero ahora, allá, tendrán casa y todo lo necesario... De nuevo trató de reír, pero lo que salió esta vez de su garganta fué un sollozo... CONFIDENCIAS Y LENITIVOS SENTIMENTALES Bondad, única arma invencible con la juventud descarriada No muchas mujeres en este mun- do lleno de mujeres dolientes e In- decisas hacen frente a un proble- ma más extraño que el de Susana. Tiene Safios, ea casada con un hombre veinte aftos msyor que ella, un distinguido hombre de ciencias. El problema concierne a su hija ahora de 23 aftos. "MI primer matrimonio, me es- cribe, fué un desastre. Tenia yo 17 y mi marido 19. Desde el co- "Ea una desgracia que nuestro» hijo* tengan que aprender, por medio de la desdicha, coaaa que podrían aprender como parte na- tural de au educación doméstica... Lo que corresponde a nosotras sua mayores ea tratarlos con In- finita bondad y ser generosos y syudarlos cuando caen en los pre- cipicios que nosotros mismos los dejamos construir para ellos..." -Por KATHLEEN NORRIS su marido y usted adoptasen a ese, da, será más juiciosa, posiblemente nifto, y le den su nombre y lo crien será una hija cariñosa con usted y eduquen como corresponde. No y volverá a su casa, habrá manera mejor de que usted Es una gran desgracia qut nues- corresponda a la finezas y bonds- tros hijos tengan que aprender por des de su marido. Todo el mun-1 medio de la desdicha, cosas que Conocimientos y curiosidades Shaw y Chesterton Shaw es muy delgado y come só- lo vegetales. G. K'. Chesterton era gordísimo y murió a edad relativa- mente temprana de tanto comer. Un dia se encontraron tn la calle. Di- jo Chesterton: —Mirándolo a usted. Shaw, uno creerla que hay hambre en Ingla- terra. Replicó Shaw: —"Y yo de mirarlo a usted uno creerla que la causa de esa hambre es usted". (Kralie) Es de todo punto acertado instar a los niños a lograr el mayor gra- do de perfección. El error consiste en nuestra ciega determinación de presentar como norma para el nlfto la perfección absoluta qut sofismos, sin considerar qut queda fuera del alcance éa a* mayor esfuerzo. jOuc rrror hay ftfJRa? 81 no encuentra el error busque la solución ea loa Anuncio* Claat- mienzo, fué una continua querella infantil. Los dos éramos indisci- plinados no teníamos dinero. Ocio- sidad, juego y alcohol de su parte; mala salud, malos nervios, malas maneras y mala administración doméstica de la mía. Mi madre y la suya hicieron las cosas peores. Nuestro único hijo fué un caso hospiciano; tiene ahora 14 aftos, de los cuales ha pasado 11 en asi- los. "Tenia 20 aftos cuando me divor- cié de mi primer marido que poco después moria en un accidente de automóvil. Tras aftos de penurias encontré trabajo en el laboratorio del más fino y mejor del hombre del mundo. Un viudo, bondadoso, gentil, comprensivo. Tenia una hi- ja de 16 aftos que ahora tiene 22. Cuando este hombre m e honró proponiéndome matrimonio, salté de una situación de insignificancia a una de respetablidad que cum- plía mis más. locos sueftos. A éste se agregó en los cinco aftos que llevamos casados un amor de mi parte que es la emoción más ab- sorbente de mi vida. Deseaba hijos pero no los tuvi- mos. Sólo tenemos a Ruth, la hi- ja de mi marido. Resolví ser »u madre, su amiga, su confidente, pe- ro este sueño no pudo realizarse. Nunca me ha querido. Su padre vivía absorbido en su trsbajo; vi- vían con ella una hermana de su madre y la madre de ambas que la mimaron en exceso. Cuando yo entré a la familia, ellas se fueron y parece que nun- ca me ha perdonado eso. Su padre se ha hecho más joven y Jovial a ojos vistas, y Ruth parece que tam- poco me ha perdonado esto. Dt todas maneras ha hecho su vida aparte. Duerme hasta tarde, em- plea horas en aderezarse, sale to- das las noches a comidas y bailes, llega lerdísimo, tira sus vestidos en el suelo y se echa a dormir. Esa era su vida. Fué en vano que yo tratara de hacerme su amiga, de atraer su confianza. De nada sir- vieron nuestros consejos y menos nuestras amenazas. Tenia su ren- ta propia y nada podíamos hacer. Hace dos meses se marchó a visi- tar a su smiga. Fué por esa épo- ca que observé que mi msrido se vela más viejo y cansado. Por fin me dijo que habla recibido una carta de Rulh. No estaba con una amiga: habla ido a esconderse en una casa de pensión de una gran ciudad, tenia un empleo que le guslaba ideando trajes para da- mas. Anuncisba de la manera más natural del mundo que espe- raba familia para pronto. Nunca habla visto a mi marido desesperado. Después de varias sugestiones, pro- puse que fuéramos a verla. La encontramos fría y dura. Dijo que no quería ver a su hijo cuando ns- riera. que poco le importaba si vi- vía o moría. Habla hecho todos los arreglos necesarios incluso para la adopción. Prácticamente nos dijo que nosotros nada teníamos que ver con sus asuntos. Me abrazó y besó, sin embargo, cuando dijo qut no Irla al Hospital: "Este asunto está asesinando a mi marido. Hablaba ya de su "n)eto". y estará amargado con :a idea de que ha de vivir entre ex- traños. Le he dicho que Ruth pue- ¡ de volver a vivir con nostros, que ; todo lo olvidaré y perdonaré. Esto i me parece bastante porque, en ver- I dad. merecía castigo. Le escribo para saber si conoce usted de al- gún caso en que los parientes de un nlfto adoptado pueden seguir teniendo conocimiento y relacio- nes con él. Creo que serla lo úni- co que calmarla a mi marido". Mi querida Susana: conozco la do sabe que ustedes han deseado hijos y a nadie extraftará que adopten uno. Deje la cuestión del castigo de Ruth a un Tribunal más alto. No podemos ser simplemente justos en esta vida; tenemos que ser generosos. Ruth rehará su vl- podrían aprender como parte natu» ral de su educación doméstica. Aprender a tener control sobra ai mismos a no confiar en sus impul- sos a medirse en el comer, be- ber, bailar y amar. El hecho de que aprendan estas cosas no ea siempre sólo culpa de tilos. Ho- gares quebrados, padres Indiferen- tes, demasiado libertad, exceso de dinero a veces tienen la culpa. Lo que corresponde a nosotros sus .mayores es tratarlos con Infinita bondsd y ser generosos y ayudar- los cuando caen en los precipicios que nosotros mismos los dejamos construir para ellos. Esmaltes con tonalidades de uvas Por Patricia Lindsay ' Los tonos de uva son la última palabra en esmaltes para laa uñas, por su exquisitez y porque hacen resaltar la belleza de laa manos bien cui- dadas y acentúan loa tono* ciruela, morado, etc. tan en boga para los vestido* e*ta temporada. Recorren la gama de colore* deade el rosa pá- lido hasta el lujoso y exótico violeta oscuro, habiendo una variada *e lección para combinar con el tono de cada piel. Los nuevos esmaltes para uñas son definitivamente de un matiz purpurino porque acentúaún el ne- gro (el color preferido de las fé- minas) y también porque combi- nan con los tonos en boga esta temporada "de uva". El color básico, por supuesto, es el rosa pálido y después hay infi- nidad de tonos, hasta llegar al exó- tico morado de uva. Nuevo y exó- tico... Pero, ¡pobre de la belleza que trate de usa:- estos nuevos ma- tices con unas manos que estén pi- diendo a gritos más cuidados! Ellos requieren una* manos suaves con unas cutículas bien arregla- das como complemento necesario. Las manos bellas son admiradas y deseadas Por supuesto, todas queremos lu- cir unas manos bellas. La expre- sión y las caricias de unas manoa bien cuidadas son como es natural, más admiradas y deseadas que la de aquellas que se descuidan. Aun- que las manos tengan que servir su tarea cotidiana, el atenderlas unos pocos minutos semanalmen te, las conservará de buen aspec- to. Hágase el hábito de usar una loción o crema después de lavarse laa manos, y por la noche. Esta ea una costumbre excelente, pues las solución y ea muy sencilla. Es que' conserva suaves y atractivas. El resto es puramente una tarea dt la manicura, tarea que ha sido simplificada con nuevos productos, que hasta una niña puede apren- der a practicarla. Recientemente uno de los exper- tos en este campo, ha hecho posi- ble una manicura gllcerlnada—tá- bido es la fama de qut goza la glicerina como suavizadora y pro- tectora de la piel. Ha mezclado es- te producto con otros ingredientes beneficiosos para cbtentr un re- movedor del esmalte de resultados magníficos para la cuna de la ufla y la cutícula. Para proteger la ufla existo una capa sin color, que se aplica antea del esmalte. Se recomienda ti uso del palito de naranja en lugar dt uno de metal, y una lima de esme- ril, tan fina y eficiente como la dt acero, pues éstas son más benefi- ciosas para la salud de las uftss. Diez minutos dos veces a la se- mana, serán suficientes para con- servar las uftas en buena forma. listas para llevar los atractivos co- lores que predominan ea loa nue- vos esmaltes. Una vez que apren- da a conservar su mano firme al aplicar el esmalte gorazá de ratoa divertidos, cambiando de un color a otro, y tamben será muy admira^ da y envidiada por sus amigas mi indolentes.

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Page 1: LOS NUEVOS UTENSILIOS DE COCINA UN MAL MARIDOufdcimages.uflib.ufl.edu/CA/03/59/90/22/00314/00221.pdf · Otra pieza del nuevo equipo de una cocina es la máquina de lavar "todo en

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EL MUNDO, SAN JUAN, f. R.,~ DOMINGO 13 DE NOVIEMBRE DE 1938. —.

LOS NUEVOS UTENSILIOS DE COCINA

El ama de caía de hoy obtiene una gran ayuda de eita época mecanizada. Hay muchos nuevos utensilios que ciertamente a'.lge-

Por ELIZABETH M. BOYKIN ran su trabajo, sino lo eliminan por completo.

Veamos, por ejemplo, la cocina. Los fregadores han progresado

Estas campanillas son eléctrica* y le dan una seAal distinta para rada miembro de la familia. Se manipulan desde cualquier lugar de la rasa.

rocina ron una estufa de plataforma y un lavadero que haré las delicia» de una ama de casa. El dibujo en la pared le aflade interés decorativo.

mucho recientemente. Hay uno que tiene dos compartimientos, uno redondo, para lavar los pla- tos, y el otro cuadrado, con un cas- to de alambre donde se escurren y secan los platos. Una regadera que sale de la pared es muy con- veniente lo mismo para fregar los platos que para lavar vegetales y otras cosas análogas.

Todos los fregaderos más nuevos constan de varios compartimientos unidos, y el otro día vimos uno arreglado de modo que el latón de la basura, escondido debajo, se abre automáticamente al abrir ti' vajillero. Hay también un frega- dero que tiene a uno de sus lados un recogedor de basura; ello nos parece tan prácticc que estamos seguras de que antes de poco ese sistema se encontrará en gran de- manda.

Otra pieza del nuevo equipo de una cocina es la máquina de lavar "todo en uno". Se trata de un aparato pequeño que lo hace todo sin esfuerzo. La ropa se mete su- cia y sale de la máquina lista pa- ra el planchado. Las estufas mis nuevas

Las estufas, lo mismo que los la- vaderos, los refrigeradores, etc., cada día tienden más a hacer ins- talaciones unidas. Quiero de cu- que se compran como parte de la cocina. He aquí algunos de los nuevos artefactos: el asador, en forma de gaveta que se mete y se saca; el reloj de campana que le recuerda cuando un plato se ha co- cinado ya bastante; dos hornos pa- ra platos especiales; un horno es- pecial que se coloca sobre la hor- nilla; encendido automático, etc. Refrigeradoras automáticas

Los refrigeradores st abren aho- ra con un pedal de pie, cuya como- didad Ud. apreciará perfectamen- te cuando se acerque a él con am- bas manos ocupadas. Tienen tam- bién un compartimiento especial para carne donde una buena can- tidad de dicho producto puede ser conservado, casi helado, durante largo tiempo. Tienen también otro compartimiento, perfectamente cu- bierto, que se dedica al pescado, de manera que su olor no se psse al resto del refrigerador. Bande- jas movibles para leche y cestas movibles para los huevos forman también parte de las comodidades del nuevo refrigerador, que tienen también espacio para depositar en él botellas altas. La mejor adver- tencia que se le puede hacer al ama de casa que quiera obtener un refrigerador es: cómprelo bien grande. Casi nsdle lo hsee, pero a la larga será un gran economfa tener un refrigerador de amplio es-acio. Señales eléctricas

Aunque no es esencial para la vida, por el hecho de que contribu- yan a la agradable atmósfera de la casa a que nos estamos refirien- do, mencionaremos su sistema de señales, consistentes en campani- llas eléctricas adaptadas de mu- chos modos: en la pared, para dar la señal de la hora de la comida, para llamar a los diferentes miem- bros de la familia al teléfono, etc. Hay un botón al lado de cada telé- fono que hace funcionar la campa- nilla, y ese botón es tocado un dis- tinto número de veces para cada persona.

UN CUENTO BREVE

UN MAL MARIDO Por GEORGE V. MALCOLM

Aunque habla cesado dt llover, las gotas de agua permanecían ad- heridas a loa cristales de la ven- tena, brillando con destellos tem- blorosos, como diamantes, al ser he- ridas por la luz del farol de la ace- ra Sus reflejos eran alegres, como lanzados por piedras preciosas en la garganta de una mujer hermosa.

Pero el hombre que de pie Junto a la ventana vela sin ver, estaba enteramente ajeno a estos esplen- dores, obra del Supremo Hacedor.

EL NIÑO PERFECTO Por ANGELO PATKl

Al escuchar ciertos adultos diri- giéndose a los niños o hablando do tDot. pensaríamos que ante nos- otros tenemos un ser verdadera- mente perfecto, un ángel en todo el sentido de la palabra, una perso- na sin la menor falta, sin la más mínima culpa terrenal. Sin embar- go, cada una de estas personas, de verse acusada, al punto negarla con énfasis sentlm'entns de esa na- turaleza. Inmediatamente admitirla que nadie es perfecto, que no hay quien siquiera se acerque a la per- fección, aunque después de todo, ¿no es mejor que el nlfto siempre proceda correcamente, que tenga la perfección como norma e Inspira- ción?

Ahora, si el nlfto supiera lo que es perfección, si tuviera la capaci- dad para proceder correctamente, serla enteramente innecesario Indi- cárselo. El nifto, como todo ser hu- mano, quiere hacerlo todo bien, an- hela lograr el éxito, suena con elo- gios y aplausos. Cuando no los ob- tiene sufre profundamente y el do- lor del fracaso le Impele a veces a rosas desastrosas. Todo adulto com- prende este estado de ánimo y, no obstante, este mismo adulto se ufa- na de presentar ante el nifto una norma de perfección Imposible de alcanzar, con lo cual hace aún mes hondo su fracaso porque el nlfto comprende que no puede obtenerla.

Esta disposición, que podemos ca-

PASATIEMPOS

—¿De manera que eata ee la Arboleda del Pato? —SI, ea un lugar muy bonito, todo cubierto de vegetación. —Faro ea que aquí no hay lugar ni para plantar una... Haya tra- to línea* rectas entre loa números,)

lificar de error, se debe a dos cau- sas: al orgullo y al efecto. El adul- to quiere que el pequefto reciba de la vida lo mejor y, sabiendo que el éxito en cualquier» de sus manifes- taciones, es el pináculo de la dicha para el ser humano, trata de empu- jo r al nlfto hacia ese éxito en todo cuanto emprende.

El éxito completo rara vez se al- canza: lo más que puede esperarse es un éxito parcial con un esfuerzo verdaderamente noble. El hombre ro está capacitado para lograr más ni tampoco para lograr menos. Sa- biéndolo, y dándose cuenta del pro- fundo dolor que la Idea del fracaso inflige al nlfto, no concede la im- portancia merecida a este éxito porclal. obtenido con gran esfuerzo; nc se siente satisfecho y exclama: ¡bien hecho!

En este sentido citaré varios ejemplos reales: en el guardarropa de una escuela se halló una vez una muchacha llorando amarga- mente. Sólo habla obtenido noventa y cinco puntos en latín y su padre se enfadaba cuando no lograba los cien puntos máximos. El padre no habla estudiado larln en su vida. Un muchacho dejó de asistir al fi- nal de un curso porque no habla logrado hacerse Inscribir en la lista de honor, que requería por lo me- nos un promedio de noventa y el chico sólo habla logrado ochenta y nueve y tres décimos. Sus hermanos estaban en la lista y íl otro se ate- rró ante el fracaao.

Otra muchacha, terminando la escuela secundaria, deseaba asistir * una fiesta, pero comprendía que de pedir el permiso éste le seria ne- :sdo con una desaprobación que da- rla que hablar a la familia pot va- rios días. En vista de ello, decidió ir cubriendo la escapatoria con mentiras. Descubierta, sus sesudos padres estudiaron muy seriamente la posibilidad de enviarla a un ron- vento. Dt haber sido varón, le ha- brían enviado, con gran vergüenza, a una escuela militar. Por fortuna, el mismo director dé la escuela les disuadió del equivocado propósito, advlrtléndoles que su acción disemi- narla un concepto de maldad com- pletamente en desproporción con la verdad.

Los padres de unos y d» oíros amaban Indudablemente a sua hijos y deseaban que se destacaran en sus labores, juegos y reputaciones. exigiéndoles normas de perfección imposibles de alcanzar; al probarse esta imposibilidad. Inexorables acu- saron a loa hljoi, no a las normas

—Deade eata noche quedarás solo, le había dicho au mujer.

—El Supremo Hacedor — pensa- ba — un Dios remoto, perdido en algún planeta más dichoso absorto en alguna vaga ocupación.

—Desde esta noche quedarás só- lo — habla dicho su mujer.

El marido se volvió hacia ella ra- diante de alegría.

—Esta es, pues, tu decisión — res- pondió alegremente. —Supongo que es una curiosidad mórbida de parte mía, pero deseo me digas por qué os vals tú y el nifto.

—¡Cómo si no lo supieras! — res- pondió ella.

—Sé que tengo tantos defectos como estrellas hay en el firmamen- to — declaró él levantando las ma- nos hacia el cielo —¿Cuál dt ellos ha resultado ser tan insoportable?

Dejando de arreglar la maleta que preparaba, ella le miró y se mordió los labios, pero no respon- dió.

—¿Es porque he revelado de pronto algunas tendencias atávi- cas?

—¿Para qué hablar de ello? — dijo ella con desaliento.

—Pero, querida, ¿por qué no? Tu partida debe ser memorable, con banderas, trompetas y todo lo de- más. Debes salir con tu frente muy en alto, con el cuerpo todo muy erecto. Pon tu bandera en el co.*he del nifto, haz lo que quieras... pero y i te he ganado. Hablamos de *u partida, de cómo debes salir...

—¡Calla, calla! A eso precisamen- te me refiero, a ese modo que ie gastas desde hace cuatro meses. Antes de que quebrara tu negocio, eras comedido y bondadoso, paro de pronto te has convertido en un pa- yaso... en un bufón. Gesticulas, te ríes, te ríes constantemente, te ríes de todo. Todas las cuentas que te-

nemos sin pagar te provocan risa, siempre risa... ¡Oh!

La pobre mujer comenzó a llorar. —Para marcharme ht ttnido qut

pensarlo mucho — dijo entre lágri- mas. —Pero estoy decidida, pues veo que todo es intúil... Aunque sé lo mucho que tendré que sufrir...

—¿Quién fué el que dijo que la gente es quisquillosa, que piensa con exceso, que se atreve a muy poco y que se arrepiente demasiado pronto?...

—Algún valetudinario como tú!— replicó ella con desesperación. —Al- gún intelectual sin corazón, que st ríe de las emociones de los demás!

—Hubo una pausa, y al fin el ma- rido rompió el silencio:

—Tu madre se encantará de te- nerte en la finca con el nlfto.

Aunque dijo esto pensativo, de pronto se echó a reír ruidosamente.

—Allí el nlfto podrá tener un ter- nero, un potro, pollos, patos y... ja, ja, Ja... tú podrás tener abe- jas!

La mujer se dirigió a la aleba y a poco salló con el nlfto en sus brazos. El pequefto tenia dos anos.

—¡Qué lindo! — dijo él sonriendo. —Dámelo mientras te pones el abri- go

El chiquillo recostó su cabeza en el hombro del padre y continuó durmiendo. El padre le acarició los cabellos y lo besó.

De pronto lanzó otra carcajada que despertó al nlfto. Este abrió penosamente los oios y exclamó so- ñoliento "Pa...pá"!

—Buenos días, querido. — dijo el padre. —¿Cómo está hoy mi here- dero?

El nlfto balbuceó algo, movió la cabeza para evitar la luz, y se re- costó nuevamente del 'ombro del podre para continuar durmiendo.

Esto pareció divertir sobre ma- nera al hombre, que rió estrepito- samente. La mujer le quitó al pe- quefto, le miró por un instante con una mezcla de lástima y desprecio, y sin pronunciar una palabra se In- clinó para asir la maleta.

Ya con ella se volvió hacia él. —Supongo, — comenzó — que

nada... —¡Nada! ¡Nada! — interrumpió

el marido burlonamente. —¡Vete! La puerta se cerró suavemente

detrás de ella. El corrió a la ventana que daba

hacia la entrada. La vio salir lle- vándose al hijo. La siguió con la vista hasta que desapareció en la esquina.

—¡Lo logre, lo logré! —se repetía una y otra vez.

La lluvia cala de nuevo en grue- sas gotas. Los ruidos de la calle se oían como remotos, dominados por la campana de un tranvía. Se es- cuchaba también la corneta de un automóvil.

—Automóviles — dijo. —¡Todavía hay quien los tenga!

Bajó la cabeza y se cubrió el ros- tro con las manos, recordando sus últimas palabras:

—Supongo que no hay nada... —No, — murmuró — no hay na-

da, no queda nada. Una semana rcás y hubiera pasado hambre... Pero ahora, allá, tendrán casa y todo lo necesario...

De nuevo trató de reír, pero lo que salió esta vez de su garganta fué un sollozo...

CONFIDENCIAS Y LENITIVOS SENTIMENTALES

Bondad, única arma invencible con la juventud descarriada

No muchas mujeres en este mun- do lleno de mujeres dolientes e In- decisas hacen frente a un proble- ma más extraño que el de Susana. Tiene Safios, ea casada con un hombre veinte aftos msyor que ella, un distinguido hombre de ciencias. El problema concierne a su hija ahora de 23 aftos.

"MI primer matrimonio, me es- cribe, fué un desastre. Tenia yo 17 y mi marido 19. Desde el co-

"Ea una desgracia que nuestro» hijo* tengan que aprender, por medio de la desdicha, coaaa que podrían aprender como parte na- tural de au educación doméstica... Lo que corresponde a nosotras sua mayores ea tratarlos con In- finita bondad y ser generosos y syudarlos cuando caen en los pre- cipicios que nosotros mismos los dejamos construir para ellos..."

-Por KATHLEEN NORRIS

su marido y usted adoptasen a ese, da, será más juiciosa, posiblemente nifto, y le den su nombre y lo crien será una hija cariñosa con usted y eduquen como corresponde. No y volverá a su casa, habrá manera mejor de que usted Es una gran desgracia qut nues- corresponda a la finezas y bonds- tros hijos tengan que aprender por des de su marido. Todo el mun-1 medio de la desdicha, cosas que

Conocimientos y curiosidades

Shaw y Chesterton Shaw es muy delgado y come só-

lo vegetales. G. K'. Chesterton era gordísimo y murió a edad relativa- mente temprana de tanto comer. Un dia se encontraron tn la calle. Di- jo Chesterton:

—Mirándolo a usted. Shaw, uno creerla que hay hambre en Ingla- terra.

Replicó Shaw: —"Y yo de mirarlo a usted uno

creerla que la causa de esa hambre es usted". (Kralie)

Es de todo punto acertado instar a los niños a lograr el mayor gra- do de perfección. El error consiste en nuestra ciega determinación de presentar como norma para el nlfto la perfección absoluta qut sofismos, sin considerar qut queda fuera del alcance éa a* mayor esfuerzo.

jOuc rrror hay ftfJRa?

81 no encuentra el error busque la solución ea loa Anuncio* Claat-

mienzo, fué una continua querella infantil. Los dos éramos indisci- plinados no teníamos dinero. Ocio- sidad, juego y alcohol de su parte; mala salud, malos nervios, malas maneras y mala administración doméstica de la mía. Mi madre y la suya hicieron las cosas peores. Nuestro único hijo fué un caso hospiciano; tiene ahora 14 aftos, de los cuales ha pasado 11 en asi- los.

"Tenia 20 aftos cuando me divor- cié de mi primer marido que poco después moria en un accidente de automóvil. Tras aftos de penurias encontré trabajo en el laboratorio del más fino y mejor del hombre del mundo. Un viudo, bondadoso, gentil, comprensivo. Tenia una hi- ja de 16 aftos que ahora tiene 22. Cuando este hombre m e honró proponiéndome matrimonio, salté de una situación de insignificancia a una de respetablidad que cum- plía mis más. locos sueftos. A éste se agregó en los cinco aftos que llevamos casados un amor de mi parte que es la emoción más ab- sorbente de mi vida.

Deseaba hijos pero no los tuvi- mos. Sólo tenemos a Ruth, la hi- ja de mi marido. Resolví ser »u madre, su amiga, su confidente, pe- ro este sueño no pudo realizarse. Nunca me ha querido. Su padre vivía absorbido en su trsbajo; vi- vían con ella una hermana de su madre y la madre de ambas que la mimaron en exceso.

Cuando yo entré a la familia, ellas se fueron y parece que nun- ca me ha perdonado eso. Su padre se ha hecho más joven y Jovial a ojos vistas, y Ruth parece que tam- poco me ha perdonado esto. Dt todas maneras ha hecho su vida aparte. Duerme hasta tarde, em- plea horas en aderezarse, sale to- das las noches a comidas y bailes, llega lerdísimo, tira sus vestidos en el suelo y se echa a dormir. Esa era su vida. Fué en vano que yo tratara de hacerme su amiga, de atraer su confianza. De nada sir- vieron nuestros consejos y menos nuestras amenazas. Tenia su ren- ta propia y nada podíamos hacer. Hace dos meses se marchó a visi- tar a su smiga. Fué por esa épo- ca que observé que mi msrido se vela más viejo y cansado. Por fin me dijo que habla recibido una carta de Rulh. No estaba con una amiga: habla ido a esconderse en una casa de pensión de una gran ciudad, tenia un empleo que le guslaba ideando trajes para da- mas. Anuncisba de la manera más natural del mundo que espe- raba familia para pronto. Nunca habla visto a mi marido desesperado. Después de varias sugestiones, pro- puse que fuéramos a verla. La encontramos fría y dura. Dijo que no quería ver a su hijo cuando ns- riera. que poco le importaba si vi- vía o moría. Habla hecho todos los arreglos necesarios incluso para la adopción. Prácticamente nos dijo que nosotros nada teníamos que ver con sus asuntos. Me abrazó y besó, sin embargo, cuando dijo qut no Irla al Hospital:

"Este asunto está asesinando a mi marido. Hablaba ya de su "n)eto". y estará amargado con :a idea de que ha de vivir entre ex- traños. Le he dicho que Ruth pue-

¡ de volver a vivir con nostros, que ; todo lo olvidaré y perdonaré. Esto i me parece bastante porque, en ver- I dad. merecía castigo. Le escribo

para saber si conoce usted de al- gún caso en que los parientes de un nlfto adoptado pueden seguir teniendo conocimiento y relacio- nes con él. Creo que serla lo úni- co que calmarla a mi marido".

Mi querida Susana: conozco la

do sabe que ustedes han deseado hijos y a nadie extraftará que adopten uno. Deje la cuestión del castigo de Ruth a un Tribunal más alto. No podemos ser simplemente justos en esta vida; tenemos que ser generosos. Ruth rehará su vl-

podrían aprender como parte natu» ral de su educación doméstica. Aprender a tener control sobra ai mismos a no confiar en sus impul- sos a medirse en el comer, be- ber, bailar y amar. El hecho de que aprendan estas cosas no ea siempre sólo culpa de tilos. Ho- gares quebrados, padres Indiferen- tes, demasiado libertad, exceso de dinero a veces tienen la culpa. Lo que corresponde a nosotros sus .mayores es tratarlos con Infinita bondsd y ser generosos y ayudar- los cuando caen en los precipicios que nosotros mismos los dejamos construir para ellos.

Esmaltes con tonalidades de uvas Por Patricia Lindsay '

Los tonos de uva son la última palabra en esmaltes para laa uñas, por su exquisitez y porque hacen resaltar la belleza de laa manos bien cui- dadas y acentúan loa tono* ciruela, morado, etc. tan en boga para los vestido* e*ta temporada. Recorren la gama de colore* deade el rosa pá- lido hasta el lujoso y exótico violeta oscuro, habiendo una variada *e

lección para combinar con el tono de cada piel.

Los nuevos esmaltes para uñas son definitivamente de un matiz purpurino porque acentúaún el ne- gro (el color preferido de las fé- minas) y también porque combi- nan con los tonos en boga esta temporada "de uva".

El color básico, por supuesto, es el rosa pálido y después hay infi- nidad de tonos, hasta llegar al exó- tico morado de uva. Nuevo y exó- tico... Pero, ¡pobre de la belleza que trate de usa:- estos nuevos ma- tices con unas manos que estén pi- diendo a gritos más cuidados! Ellos requieren una* manos suaves con unas cutículas bien arregla- das como complemento necesario. Las manos bellas son admiradas y deseadas

Por supuesto, todas queremos lu- cir unas manos bellas. La expre- sión y las caricias de unas manoa bien cuidadas son como es natural, más admiradas y deseadas que la de aquellas que se descuidan. Aun- que las manos tengan que servir su tarea cotidiana, el atenderlas unos pocos minutos semanalmen te, las conservará de buen aspec- to.

Hágase el hábito de usar una loción o crema después de lavarse laa manos, y por la noche. Esta ea una costumbre excelente, pues las

solución y ea muy sencilla. Es que' conserva suaves y atractivas. El

resto es puramente una tarea dt la manicura, tarea que ha sido simplificada con nuevos productos, que hasta una niña puede apren- der a practicarla.

Recientemente uno de los exper- tos en este campo, ha hecho posi- ble una manicura gllcerlnada—tá- bido es la fama de qut goza la glicerina como suavizadora y pro- tectora de la piel. Ha mezclado es- te producto con otros ingredientes beneficiosos para cbtentr un re- movedor del esmalte de resultados magníficos para la cuna de la ufla y la cutícula.

Para proteger la ufla existo una capa sin color, que se aplica antea del esmalte. Se recomienda ti uso del palito de naranja en lugar dt uno de metal, y una lima de esme- ril, tan fina y eficiente como la dt acero, pues éstas son más benefi- ciosas para la salud de las uftss.

Diez minutos dos veces a la se- mana, serán suficientes para con- servar las uftas en buena forma. listas para llevar los atractivos co- lores que predominan ea loa nue- vos esmaltes. Una vez que apren- da a conservar su mano firme al aplicar el esmalte gorazá de ratoa divertidos, cambiando de un color a otro, y tamben será muy admira^ da y envidiada por sus amigas mi indolentes.