los sueños, ¿sueños son? (carpeta y libreto)
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Paseo genealógico novoaurisecular de piojos o de actores, con loa sorjuanina, famosa tragicomedia calderoniana, pasos entremesados cervantinos y canon final escandaloso de instrumentos informales; dedicado a Isidoro Enríquez Calleja.TRANSCRIPT
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SINOPSIS ARGUMENTAL
Como es su costumbre, Sor Juana Inés de la Cruz se ha dispuesto a preparar la
representación de una nueva comedia entre las paredes de sus tres celdas, las que
citando a Valle-Inclán describiera Isidoro Enríquez Calleja.1 Para ello, ha invocado a un
par de cómicos de la legua, Nicolás de los Ríos y Agustín Solano,2 quienes al tiempo que
reflexionarán sobre su oficio llevarán al futuro, presente nuestro, la «Loa» que ella ha
escrito para el auto sacramental de El Divino Narciso, como punto de arranque al resto
de la comedia.
Así, siguiendo la estructura de los espectáculos teatrales que tenían lugar en los
corrales del siglo XVII, Sor Juana, Ríos y Solano se colarán por las que quizás sean las
obras más emblemáticas de la dramaturgia y la narrativa de los Siglos de Oro en
español: La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca, y El ingenioso hidalgo Don
Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra. Lo harán para, a través del
juego de espejos que sugiere el barroco, entretejer la urdimbre que servirá de reposo a
la gran paráfrasis sobre el Poder que emprenderán por la vía de una forzada analogía
entre las turbulencias del imaginario calderoniano y las asonadas del llamado México
Independiente, por un lado, y entre la fabulosa ilusión del universo cervantino y la
hipótesis idealista de la supuesta Revolución Mexicana, por el otro.
Por último, como no hay corral que se precie de serlo sin su mojiganga, la
Décima Musa y sus dos cómicos que la acompañan terminarán aqueste paseo
novoaurisecular con una burla, si se quiere inútil, pero burla al fin y al cabo, para con
el poder instituido. Y ésta, canon escandaloso,3 quizás el único patrimonio nacional por
excelencia, se significará además como el bastión último de la tragicomedia que para
decirlo con José Agustín es la historia de México.4 A lo mejor desde allí podamos
finalmente preguntarnos, ora ingenuos, ora utópicos, si los sueños sólo sueños son.
1 Enríquez Calleja, Isidoro, Las tres celdas de Sor Juana, México, Instituto Mexiquense de Cultura, 2000.
2 Sanchis Sinisterra, José, Ñaque, o de piojos y actores, México, El Milagro, 2009.
3 Les Luthiers, Canción regia (canon escandaloso), en Cardoso en Gulevandia, Buenos Aires, Estudios Ion,
1991. 4 Agustín, José, Tragicomedia mexicana, Tomos I, II y III, México, Planeta, 2007.
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DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO
Los sueños, ¿sueños son? es un espectáculo teatral a través del cual, mediante un
ejercicio genealógico de reflexión sobre el quehacer del actor, pretendemos acercar al
espectador para con un fenómeno escénico cuya performatividad pueda servir de marco
a la tarea dialógica de repensar el que quizás sea el Gesto que por antonomasia marcó
los procesos históricos que conocemos como Guerra de Independencia y Revolución
Mexicana: la pugna y el ejercicio por y del Poder.
Para ello, la Generación 2007-2011 de la Licenciatura en Teatro de la Escuela
Superior de Artes Escénicas y su actual guía, responsable de conducirles por la segunda
práctica escénica que contempla la currícula de su proceso académico, han puesto la
mirada en una de sus tradiciones teatrales fundamentales: los Siglos de Oro de la
lengua española; como una asignatura imprescindible para la tríadica reflexión poiética
de su oficio en tanto actores y actrices de habla hispana y mexicanos: entre el teatro del
cuerpo y el teatro de la palabra, entre su herencia euro-occidental y su herencia indo-
oriental, y entre su carácter por un lado aristocrático y por el otro popular.
Entre los personajes que consideramos fundacionales de lo que algunos
estudiosos han dado en llamar el discurso identitario del ser nacional, suerte de
metanarración abigarrada y paradójicamente compleja que reviste la reduccionista
concepción de “lo mexicano” que privó en las políticas públicas del Estado-nación
hegemónico a lo largo de todo el siglo pasado, se encuentra uno cuyas características,
sabidas y por descubrir, puede ser punta de lanza para abocarnos a una renovada
mirada desde la cual creemos que podemos replantearnos qué es eso de ser mexicana o
mexicano en los umbrales del siglo 21: sor Juana Inés de la Cruz.
Como mujer, como criolla (y por lo tanto nacida en estas tierras), como hija
natural, como dama de la Corte, como religiosa, como mujer de teatro y, por supuesto,
como nuestra más grande escritora en la época dorada de las letras hispánicas, sor
Juana es el personaje ideal para reflexionar en torno a la “trenza cómica” que
proponemos de cuerpo-palabra, occidente-oriente, aristocracia-pueblo. Porque con ella,
o desde ella, podemos ampliar nuestro horizonte teatral y aproximarnos a los actuales
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caminos por los que circulan la dramaturgia de texto, de escena y de actriz desde la
única patria, ¿o matria?, posible: la del propio cuerpo, a través del doble significado de
la noción de “verbo”: acción y palabra; porque podemos acercarnos al mundo indígena
como lo hizo ella, reconociéndolo y reconociéndose, sin por ello renunciar a su herencia
occidental, siempre con respeto y compasión de y por el Otro, y porque podemos,
finalmente, tejer el puente desde el cual el actor y el espectador se miren y se
reconozcan, parafraseando a Calderón, como actores y actrices de un teatro más
grande: su propia sociedad, su mundo; con una mirada que, porque sabe de dónde
viene, podrá visualizar e imaginar, acaso soñar, hacia dónde irá.
Eso es, justamente, lo que explica la frase y su neologismo de “paseo
novoaurisecular”: Los sueños, ¿sueños son? es, además de un espectáculo, la invitación a
caminar por éstas y otras reflexiones; pero, lejos de lo que pudiera pensarse, de lo que
se trata es de que éste caminar, más que respuestas, lo que genere sea un cúmulo de
preguntas. Dicho “caminar”, pues, acontece, es decir: resulta de pasar por una
determinada experiencia, y, para que ocurra, la misma sor Juana, conforme a su
costumbre de organizar representaciones en su propia celda, se convertirá en autora de
la comedia por la cual el espectador del siglo 21 transitará como transportado a un
juego de espejos, que también lo es del tiempo, a una función en un corral de comedias
del siglo XVII.
Lo primero que hará será invocar a un par de cómicos de la legua, atrapados de
por sí en mitad del viaje cósmico de ser y dejar de ser, entre beckettiano y pirandéllico,
recogido por José Sanchis Sinisterra en Ñaque, o de piojos y actores, para que lleven de
un tiempo a otro la «Loa» que ha escrito para un auto sacramental en el que aborda el
encuentro inicialmente violento entre la cultura europea colonizadora y la cultura nativa
colonizada, dando pie a la primera reflexión sobre el ejercicio del poder en estas tierras:
La «Loa» al auto sacramental de El Divino Narciso; misma que, gracias a la intervención
para estudiantes que de ella ha hecho el también poeta y dramaturgo José Ramón
Enríquez, puede servir de piedra de toque para asomarse a ese momento fundacional
que es el de la Colonia o, más bien dicho, el del Reinado de la Nueva España, preludio
histórico de nuestra Guerra de Independencia.
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De allí, toca su turno a las tres jornadas de la comedia, como lo dicta el canon
de los corrales, y sor Juana ha decido que para emprender la segunda reflexión del
poder pasará revista a la obra quizás más emblemática de uno de los autores que más
influencia tuvo en su pluma: La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca, donde la
misma sor Juana hará las partes de Clarín, el único gracioso que muere en toda la
literatura dramática de los Siglos de Oro en español; todo ello a modo de una gran
paráfrasis sobre los episodios históricos que caracterizaron al turbulento México
Independiente de los imperios de Iturbide y Maximiliano, las intervenciones
estadunidense y francesa, la Guerra de Reforma y la instauración de la pax porfiriana.
Fiel al formato del corral, sor Juana echará mano de una suerte de pasos a
intercalar en la comedia, tomándolos de la mejor pluma que los pudo haber creado:
Miguel de Cervantes Saavedra; pero, en lugar de recurrir a los entremeses del “Manco
de Lepanto”, extraerá algunos fragmentos de aquellos capítulos en los que Sancho
Panza funge como Gobernador de la ilusoria ínsula de Barataria, haciendo ella misma
del Quijote; de esta suerte, se hace una especie de aproximación al imaginario
ideológico que supone a la Revolución Mexicana como el momento histórico en el que
el depositario del poder sería finalmente el pueblo, haciendo del mítico gobierno en
Barataria una metáfora, cual forzada analogía, de la zapatista Comuna de Morelos y la
administración villista de la Hacienda de Canutillo.
Tras éstas reflexiones, la tragicomedia que para decirlo con José Agustín es la
historia de México, como todo buen corral no puede sino concluir en su mojiganga. Así,
sor Juana y sus dos cómicos terminarán el viaje que emprendieron con el que quizás
sea el gesto más democráticamente nuestro, culto al escándalo, patrimonio nacional por
excelencia: la burla para con el poder instituido. Burla que, inútil si se quiere, pero
burla al fin y al cabo, se significa como el bastión último desde el que solemos
preguntarnos, utópicos renacuajos, si los sueños, ¿sueños son?
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CRÉDITOS
DRAMATURGIA (basada en los siguientes textos): Ñaque o de piojo y actores, de José Sanchis Sinisterra. «Loa» para el auto sacramental de El
Divino Narciso, de Sor Juan Inés de la Cruz; intervención para estudiantes, de José Ramón Enríquez. La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca y edición de Evangelina Rodríguez Cuadros;
reducción a 1375 versos de Sebastián Liera. Capítulos XLIII, XLIV, XLV, XLVII, XLIX, LI y LIII de la Segunda Parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes
Saavedra; con un poquito de El cuento de los mágicos conejitos de chocolate y El neoliberalismo, las pantuflas, los peines, los cepillos de dientes y las bolsas (las nuestras y las de ellos), de Don
Durito de La Lacandona. Una canción regia (canon escandaloso), del conjunto musical Les Luthiers.
REPARTO (por orden de aparición):
Nicolás de los Ríos Marilú Bolívar Agustín Solano Desireé Solís
Sor Juana Inés de la Cruz Sussi Estrada El Occidente/Sancho Panza/Basilio Addy Teyer
La América/Ganadero/Doctor Pedro Recio/Criado 1 Verónica Mora El Celo/Labrador/Criado 3 Lupita Sagredo
La Religión/Mujer Honrada/Criado 2 María José Pool Rosaura Yenny Ávila
Segismundo Paris Gasca Clotaldo/Anciano 1 Eduardo Hernández
Estrella/Sastre Alee Sánchez Astolfo Abdiel Mena
Soldado Teo Flores
EQUIPO DE COORDINACIÓN DE LA PRODUCCIÓN:
Escenografía Marilú Bolívar Addy Teyer Yanny Ávila Sussi Estrada Desireé Solís
Vestuario Lupita Sagredo Verónica Mora
Utilería Alee Sánchez Zac-Mucuy Rojas Abdiel Mena
Instrumentos Eduardo Hernández Alee Sánchez Addy Teyer
Gestión María José Pool Desireé Solís Teo Flores Verónica Mora
Montaje-desmontaje Teo Flores Paris Gasca
Logística Yory Jacob G. Betancourt
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EQUIPO AUXILIAR DE LA ESAY-ESCÉNICAS:
Biblioteca Maritza Avilez Ac Mantenimiento y limpieza Javier Hernández Lugo
Claudia Delgado Durán Vigilancia Mario René Góngora González
Francisco Sosa Niño Secretaría de la Licenciatura en Teatro Susana Canché Herrera
EQUIPO DE COORDINACIÓN ACADÉMICA Y ADMINISTRATIVA DE LA ESAY:
Coordinación Administrativa de Artes Escénicas Pablo Isaac Herrero Quezadas Coordinación Académica de la Licenciatura en Teatro Patricia Ostos Mondragón
Dirección de Artes Escénicas Mtra. Xhaíl Espadas Ancona Coordinación de Extensión y Vinculación Lic. Tere Góngora Basterra
Dirección Administrativa C.P. Mercedes Gómez Brito Secretaría Académica Mtra. Gladys Cervantes Alpizar
Dirección General Mtra. Beatriz Rodríguez Guillermo
EQUIPO CREATIVO ASESOR:
Coreografías Addy Teyer Pedagogía Nelly Torres
Combate escénico y movimiento Carlos Castro Canto Lázaro González
Interpretación textual en verso Analie Gómez Análisis de texto dramático Karla Marrufo
Diseño de programa de mano Tere Góngora Basterra Camteru
Realización de vestuarios Socorro Loeza Belem Argüelles Aguilar María Nelly Chi Alcocer El Pájaro de la Luna
Asesoría musical y composiciones Rogelio Vargas Producción musical Juan Luis de Pablo Enríquez Rohen Producción teatral Óscar Urrutia
Intervención para estudiantes de la «Loa» al Divino Narciso José Ramón Enríquez Dramaturgia de la puesta en escena Sebastián Liera
Agradecimientos: Adis Eduardo López Rodríguez, Jessica Cortés Aguilar, Hortencia Sánchez, Issaí García Seba,
Luis Rius Caso, Leticia Fernández, Carolina Canul, Dirección de Teatro del Instituto de Cultura de Yucatán, Conchi León, Juan de Dios Rath, Ariadna Medina, Salvador Lemis, Raúl Lugo,
Bruce Swansey, Miguel Ángel Canto, Christian Rivero
Imagen de la portada de la carpeta: Collage a partir de la obra de Miguel de Cabrera, Jorge Sánchez, Antonio Saura y
Athanasius Kircher, S.J.
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LOS SUEÑOS, ¿SUEÑOS SON?
Paseo genealógico aurisecular de piojos o de actores, con loa sorjuanina, famosa tragicomedia calderoniana, pasos entremesados cervantinos y canon final
escandaloso de instrumentos informales; dedicado a Isidoro Enríquez Calleja.
[Des]composición: Sebastián Liera.
† Libreto de trabajo †
PERSONAS QUE HABLAN EN ÉL
NICOLÁS DE LOS RÍOS, juglar cómico de la legua AGUSTÍN SOLANO, juglar cómico de la legua
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ, monja y poeta EL OCCIDENTE, indio galán LA AMÉRICA, india bizarra
EL CELO, capitán general LA RELIGIÓN, dama española
ROSAURA, dama CLARÍN, gracioso
SEGISMUNDO, príncipe CLOTALDO, viejo
SANCHO PANZA, escudero gracioso MAYORDOMO, criado
MUJER HONRADA, dueña GANADERO, hombre rico
SASTRE, viejo LABRADOR, viejo
ANCIANO 1 ANCIANO 2
ESTRELLA, infanta ASTOLFO, infante
PEDRO RECIO AGÜERO, médico BASILIO, rey de Polonia
Soldados Criados Músicos
Basado en: Ñaque o de piojo y actores, de José Sanchis Sinisterra. «Loa» para el auto
sacramental de El Divino Narciso, de Sor Juan Inés de la Cruz; intervención para estudiantes, de José Ramón Enríquez. La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca y edición de Evangelina Rodríguez Cuadros; reducción a 1375 versos, de Sebastián Liera. Capítulos XLIII, XLIV, XLV, XLVII, XLIX, LI y LIII de la Segunda Parte de El ingenioso hidalgo
Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra; con un poquito (casi nada) de El cuento de los mágicos conejitos de chocolate y El neoliberalismo, las pantuflas, los peines, los
cepillos de dientes y las bolsas (las nuestras y las de ellos), de Don Durito de La Lacandona. Una canción regia (canon escandaloso), del conjunto musical Les Luthiers.
Licenciatura en Teatro † Escuela Superior de Artes de Yucatán † Área de Artes Escénicas
Mérida, Yucatán, México.
Generación 2007-2011
17 de abril de 2010. 315 Aniversario luctuoso de Sor Juana Inés de la Cruz.
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ESCENA 1. INTROITO.
Cuadro primero.
Suenan voces por todas partes y de distintos puntos, llamándose: “¡Solano..!” “¡Ríos..!”.
Desde luego, igual de distintos puntos, van entrando los actores y las actrices de la
farándula, vistiendo hábitos que hagan suponer las vestimentas monjiles de religiosas
jerónimas, particularmente una de ellas: Sor Juana Inés de la Cruz. Caminan por todos
lados disponiendo el nuevo espacio para la comedia, sacando del interior de un arcón o
cajón de madera lo suficientemente grande cajas de cartón de diversos tamaños, colocadas
de modo que asemejen una suerte de telón de fondo, periactos, mamparas, bastidores,
fermas y demás elementos de una escenografía tridimensional, todos de distintos tamaños,
en los que estén siendo representados, a veces, un librero y, en todo momento, dibujos del
padre Athanasius Kircher, S.J.
Cuadro segundo.
A medida que el espacio ha quedado dispuesto para la primera escena van quedando sólo
las voces de dos de los cómicos llamándose, que, al descubrirse, se desprenden del hábito
que cada uno porta para aparecer desharrapados. Han quedado, junto al arcón y uno de
ellos lleva al hombro, además, dos largos palos unidos, con un bulto arrollado al extremo,
a modo de hato. Al verse en escena se interpelan con evidente satisfacción, se unen en
estrecho y alborozado abrazo y, finalmente, miran con sorpresa a su alrededor.
1. RÍOS ¿Dónde estamos?
2. SOLANO En un teatro…
3. RÍOS ¿Seguro?
4. SOLANO … o algo parecido.
5. RÍOS ¿Otra vez?
6. SOLANO Otra vez.
7. RÍOS ¿Esto es el escenario?
8. SOLANO Sí.
9. RÍOS ¿Y eso es el público?
10. SOLANO Sí.
11. RÍOS ¿Eso?
12. SOLANO ¿Te parece extraño?
13. RÍOS Diferente…
14. SOLANO ¿Diferente?
15. RÍOS … otra vez.
16. SOLANO Yo lo encuentro igual.
17. RÍOS ¿Sí?
18. SOLANO Sí.
19. RÍOS ¿Tú crees?
20. SOLANO Mira a aquel hombre.
21. RÍOS ¿Cuál?
22. SOLANO Aquél. El de la barba.
23. RÍOS Todos tienen barba.
9
24. SOLANO El de los lentes.
25. RÍOS Todos tienen lentes.
26. SOLANO El de la nariz.
27. RÍOS ¡Ah, sí!
28. SOLANO ¿No lo recuerdas?
29. RÍOS No sé…
30. SOLANO Ya estaba la otra vez.
31. RÍOS Sí…
32. SOLANO Y todas las otras veces.
33. RÍOS Qué fatigoso, ¿no?
34. SOLANO Mucho.
35. RÍOS ¿Y los demás?
36. SOLANO También.
37. RÍOS ¿Todos igual?
38. SOLANO Más o menos.
39. RÍOS ¿Y nosotros? (Silencio.) ¿Y nosotros?
40. SOLANO De modo que… (Gesto de poner manos a la obra.)
41. RÍOS ¿Tú crees?
42. SOLANO Seguro. Están esperando.
43. RÍOS Otra vez.
44. SOLANO Y habrá más veces.
45. RÍOS ¿Y diremos lo mismo?
46. SOLANO Lo mismo.
47. RÍOS ¿Y haremos lo mismo?
48. SOLANO Sí.
49. RÍOS ¿Hasta cuándo? (Silencio.) ¿Hasta cuándo?
50. SOLANO Hay que empezar. (Ríos toma los palos que Solano dejó en el suelo y
éste se precipita para quitar el bulto que está atado en ellos.) ¡Eh, deja
eso..!
51. RÍOS (Pensativo, mientras Solano deja cuidadosamente el bulto en un lado.)
Solano…
52. SOLANO ¿Qué?
53. RÍOS ¿Les importa?
54. SOLANO (Se sienta en el suelo y trata de quitarse un zapato.) ¿Qué?
55. RÍOS Lo que decimos, lo que hacemos.
56. SOLANO ¿A quién?
57. RÍOS (Por el público.) A ellos.
58. SOLANO Han venido, ¿no?
59. RÍOS Bueno: venir…
60. SOLANO ¿Han venido, sí o no?
61. RÍOS Sí, pero…
62. SOLANO Entonces…
63. RÍOS Pero no vienen al teatro. Están en él. Somos nosotros quienes venimos.
Ellos ya están aquí.
64. SOLANO ¿Siempre?
65. RÍOS Claro: en el teatro.
66. SOLANO ¿Por qué?
10
67. RÍOS Por eso. Porque es el teatro. Y ellos el público.
68. SOLANO Entonces, ¿no les importa?
69. RÍOS ¿Qué?
70. SOLANO Lo que decimos, lo que hacemos.
71. RÍOS No sé: escuchan, miran…
72. SOLANO ¿Eso es todo?
73. RÍOS Ya es bastante, ¿no?
74. SOLANO (Logra quitarse un zapato; saca de él un ajo y lo tira al suelo.)
Escuchan…
75. RÍOS Sí.
76. SOLANO … y miran.
Inquietos, miran en silencio al público.
77. RÍOS (Yendo hacia el lateral por donde entró.) Anduvimos demasiado.
78. SOLANO ¿Cuándo?
79. RÍOS Demasiados caminos.
80. SOLANO No te entiendo.
81. RÍOS Debimos detenernos
82. SOLANO ¿Cuándo?
83. RÍOS Alguna vez.
84. SOLANO ¿Quieres decir… entonces?
85. RÍOS Sí. Quedarnos. Nadie nos perseguía.
86. SOLANO ¿No?
87. RÍOS No…
88. SOLANO ¿Estás seguro? (Silencio.) ¿Estás seguro?
89. RÍOS El hambre.
90. SOLANO ¿Cómo dices?
91. RÍOS El hambre, digo. Ham-bre.
92. SOLANO ¿Tienes hambre?
93. RÍOS Sí.
94. SOLANO ¿Ahora?
95. RÍOS Sí, ahora también. (Busca en su zurrón, que había dejado sobre el
arcón.)
96. SOLANO (Va a arrebatarle el zurrón.) Siempre tienes hambre.
97. RÍOS (Saca una zanahoria antes de que Solano le quite el zurrón.) Lo mismo
que tú.
98. SOLANO Pero hay que empezar… Están esperando.
99. RÍOS (Comiendo.) ¿Tú no tienes hambre?
100. SOLANO Sí, claro…
101. RÍOS Entonces…
102. SOLANO ¡Tenemos que actuar!
103. RÍOS ¿Actuar?
104. SOLANO Sí, actuar…
105. RÍOS ¿Llamas actuar a esto que hacemos?
106. SOLANO ¿Cómo, si no?
107. RÍOS (Deja de comer y piensa.) ¿Representar?
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108. SOLANO No.
109. RÍOS Recitar.
110. SOLANO No.
111. RÍOS Relatar.
112. SOLANO No… ¿Remedar?
113. RÍOS No… ¿Rememorar?
114. SOLANO ¿Recordar?
115. RÍOS ¿Resucitar?
116. SOLANO ¡No! ¿Quién está muerto?
117. RÍOS (Comiendo.) Todos. Todo aquello.
118. SOLANO ¿Nosotros también? (Silencio.) ¿Nosotros también?
Salen, por distintos puntos, los actores y las actrices de la farándula, vistiendo igual los
hábitos sorjuaninos y disponiendo el nuevo espacio; mientras, RÍOS y SOLANO se ocultan
dentro del arcón.
ESCENA 2. LOA.
Cuadro primero.
Estamos en la celda de Sor Juana, llena de libros y de dibujos del padre Athanasius
Kircher S. J. Las sor juanas de la farándula hacen mutis quedando una de ellas. Sor Juana
abre el arcón y habla hacia dentro.
SOR JUANA Pasad por este arcón muy suavemente
de vuestro tiempo al mío
para poder llevar una memoria
envuelta en los ropajes de una loa,
sacramental también, 5
que anteceda a mi auto
el famoso entre todos por más pío.
RÍOS ¿Escuchas cuanto dice?
SOLANO Habla de algo que es mío
pero también es pío. 10
RÍOS Pues mientras ella pía,
¡tú quítame la pata de la oreja!
SOLANO Y habla también de un auto y del ropaje.
RÍOS ¡Y, mientras, yo me asfixio! ¡Socorro! ¡Auxilio!
SOR JUANA ¡No despertéis más monjas! 15
Sor Auxilio, con ella Sor Socorro,
me escucha por las noches y chismean.
12
RÍOS ¡Ya, de verdad, me ahogo!
SOLANO habla a SOR JUANA.
SOLANO Que lo pide sin gritos: ¡que se ahoga!
SOR JUANA Salid los dos, por Dios. 20
RÍOS, blasfemando mientras sale.
RÍOS Dos por Dios, ¡y un demonio!
SOR JUANA Sin blasfemias, señores, en mi celda.
Que he buscado en mi arcón
dos juglares piadosos
que puedan trasladarse hasta mi tiempo 25
para llevar al suyo las coplillas
que muestren la armonía del universo.
SOLANO Ay, madre reverenda, usted perdone,
pero mi compañero…
RÍOS Me asfixiaba.
Muy oscuro ese tubo y sin ventanas 30
en que viajar de un tiempo hacia el pasado.
SOR JUANA Ya. Respirad, hermanos.
Hay agua en esa mesa y hay dos vasos.
SOR JUANA dice, tras la pausa durante la cual se refrescan y mira hacia todos los
rincones.
SOR JUANA Se trata de una loa.
SOLANO De una loa.
RÍOS dice mirando al público.
RÍOS Sí. Ha dicho que se trata de una loa. 35
SOR JUANA Imaginad dos grupos,
“con mantas y cupiles,
al modo que se canta el Tocotín”,
“con plumas y sonajas en las manos”.
13
SOLANO ¿Tocotín..?
SOR JUANA Tocotín, 40
la danza antigua a la cual da su nombre el teponaztle.
Repiten, imitando el sonido de un teponaztle.
RÍOS To-co-tín.
SOR JUANA To-co-tín.
SOLANO ¿Y el teponaztle?
SOR JUANA El que llaman tuncul en otros pueblos.
Pero, seguid la imagen que construyo:
Enfrente de este grupo
se encuentra el Occidente “con corona”, 45
“la América a su lado”,
“India bizarra” una,
“Indio galán” el otro.
Y “siéntanse en dos sillas”.
“Bailan Indios e Indias, 50
por una parte y otra”,
como suele cumplirse en esta Danza
y mientras bailan ellos,
viene a cantar la Música estas rimas:
Cuadro segundo.
MÚSICA Nobles Mejicanos,
cuya estirpe antigua, 55
de las claras luces
del Sol se origina:
pues hoy es del año
el dichoso día
en que se consagra 60
la mayor Reliquia,
¡venid adornados
de vuestras divisas,
y a la devoción
se una la alegría, 65
y en pompa festiva,
celebrad al gran Dios de las Semillas!
MÚSICA Y pues la abundancia
de nuestras provincias
se Le debe al que es 70
Quien las fertiliza,
14
ofreced devotos,
pues Le son debidas,
de los nuevos frutos
todas las primicias. 75
¡Dad de vuestras venas
la sangre más fina,
para que, mezclada,
a su culto sirva;
y en pompa festiva, 80
celebrad al gran Dios de las Semillas!
Los danzantes quedan congelados y Sor Juana habla a los Juglares.
SOR JUANA Llegados a este punto
siéntase el Occidente con su América,
mientras cesa la música.
SOLANO ¿Si llamas Occidente 85
al Indio coronado
cómo llamas a España?
SOR JUANA La Metrópoli.
RÍOS Pues allá, en otro tiempo,
llamamos Occidente a las Europas
y Oriente son los chinos o los turcos. 90
SOR JUANA Forma sólo de hablar.
Quedan al occidente las Europas
de la América hermosa.
SOLANO Pues si extrañas las formas del lenguaje
hablan en realidad de cosas simples. 95
RÍOS Pero quiero volver a los danzantes
y a los morenos reyes que los miran.
SOR JUANA Pues va a hablar Occidente con América
de su dios venerado.
OCCIDENTE Pues entre todos los Dioses 100
que mi culto solemniza,
aunque son tantos, que sólo
en aquesta esclarecida
Ciudad Regia, de dos mil
pasan, a quien sacrifica 105
en sacrificios crüentos
15
de humana sangre vertida,
ya las entrañas que pulsan,
ya el corazón que palpita;
aunque son (vuelvo a decir) 110
tantos, entre todos mira
mi atención, como a mayor,
al gran Dios de las Semillas.
AMÉRICA Y con razón, pues es solo
el que nuestra Monarquía 115
sustenta, pues la abundancia
de los frutos se Le aplica;
y como éste es el mayor
beneficio, en quien se cifran
todos los otros, pues lo es 120
el de conservar la vida,
como el mayor Lo estimamos:
pues ¿qué importara que rica
el América abundara
en el oro de sus minas, 125
si esterilizando el campo
sus fumosidades mismas,
no dejaran a los frutos
que en sementeras opimas
brotasen? Demás de que 130
su protección no limita
sólo a corporal sustento
de la material comida,
sino que después, haciendo
manjar de sus carnes mismas 135
(estando purificadas
antes, de sus inmundicias
corporales), de las manchas
el Alma nos purifica.
Y así, atentos a su culto, 140
todos conmigo repitan:
ELLOS, Y MÚSICA ¡En pompa festiva,
celebrad al gran Dios de las Semillas!
Se congelan para que hablen los Juglares y Sor Juana.
SOLANO ¿Y quién es este Dios de las Semillas?
SOR JUANA Huichilobos le llaman. Sanguinario. 145
RÍOS Huitzilopochtli, hoy se le conoce.
16
SOR JUANA Como sea que le llamen
he preferido yo ocultar su nombre
para evitar la sangre en la memoria
de esta América dulce. 150
Y por eso tan sólo aquí lo nombro
por su gran atributo, al que aquí cantan
SOLANO Huitzilopochtli, ¿Dios de las Semillas?
SOR JUANA Era el teocualo un rito en honor suyo
en el que era comido entonces Huichilobos 155
en maíz amasado
con sangre de sus víctimas
que a él se le ofrendaban.
RÍOS ¿Cómo en la hostia, el dios era comido?
¿Pensarlo no es blasfemia? 160
SOR JUANA Pensarlo es demostrar
que todo corresponde
en la armonía celeste y providente
de un Dios que deja huellas
para luego, por fin, 165
eucarísticamente revelarse.
De eso trata mi Loa
y eso debéis llevar a vuestro tiempo.
SOLANO ¿No es tan sólo una forma
de engañar al indígena? 170
SOR JUANA Es demostrar la esfera en su armonía.
RÍOS Pues tan sólo juglares: tal diremos.
SOR JUANA Mas atended ahora que hacen mutis
la América, Occidente y los danzantes,
al tiempo que aparecen “la Religión Cristiana” 175
sobria “Dama Española” con “El Celo
Capitán General” muy bien “armado”
y con él los “Soldados Españoles”.
SOLANO ¿Y con llamarle “Celo”, ya disfrazas
que vino a conquistar a los indígenas? 180
SOR JUANA Pero también deseaba bautizarles
y aquí, como veréis,
17
la Religión detiene sus excesos.
RÍOS Serán o no serán
tan sólo tus deseos 185
pero, al final de cuentas, es tu Loa.
SOR JUANA Y deberéis vosotros entenderme
para nunca cantarla de otra forma.
Convocados a ello habéis llegado.
Escuchemos entonces 190
y salgamos de escena.
Vanse SOR JUANA, RÍOS y SOLANO.
Con su mutis cambia la escenografía para dejar el ámbito alegórico que pide la Loa.
Cuadro tercero.
RELIGIÓN ¿Cómo, siendo el Celo tú,
sufren tus cristianas iras
ver que, vanamente ciega,
celebre la Idolatría 195
con supersticiosos cultos
un Ídolo, en ignominia
de la Religión Cristiana?
CELO Religión: no tan aprisa
de mi omisión te querelles, 200
te quejes de mis caricias;
pues ya levantado el brazo,
ya blandida la cuchilla
traigo, para tus venganzas.
Tú a ese lado te retira 205
mientras vengo tus agravios.
Salen, bailando, el OCCIDENTE y AMÉRICA, y Música, por otro lado.
MÚSICA ¡Y en pompa festiva,
celebrad al gran Dios de las Semillas!
CELO Pues ya ellos salen, yo llego.
RELIGIÓN Yo iré también, que me inclina 210
la piedad a llegar (antes
que tu furor los embista)
a convidarlos, de paz,
a que mi culto reciban.
18
CELO Pues lleguemos, que en sus torpes 215
ritos está entretenida.
MÚSICA ¡Y en pompa festiva,
celebrad al gran Dios de las Semillas!
Llegan el CELO y la RELIGIÓN.
RELIGIÓN Occidente poderoso,
América bella y rica, 220
que vivís tan miserables
entre las riquezas mismas:
dejad el culto profano
a que el Demonio os incita.
¡Abrid los ojos! Seguid 225
la verdadera Doctrina
que mi amor os persüade.
OCCIDENTE ¿Qué gentes no conocidas
son éstas que miro, ¡Cielos!,
que así de mis alegrías 230
quieren impedir el curso?
AMÉRICA ¿Qué Naciones nunca vistas
quieren oponerse al fuero
de mi potestad antigua?
OCCIDENTE ¡Oh tú, extranjera Belleza; 235
¡oh tú, Mujer peregrina!
Díme quién eres, que vienes
a perturbar mis delicias.
RELIGIÓN Soy la Religión Cristiana,
que intento que tus Provincias 240
se reduzcan a mi culto.
OCCIDENTE ¡Buen empeño solicitas!
AMÉRICA ¡Buena locura pretendes!
OCCIDENTE ¡Buen imposible maquinas!
AMÉRICA Sin duda es loca; ¡dejadla, 245
y nuestros cultos prosigan!
MÚSICA y ELLOS ¡Y en pompa festiva,
19
celebrad al gran Dios de las Semillas!
CELO ¿Cómo, bárbaro Occidente;
cómo, ciega Idolatría, 250
a la Religión desprecias,
mi dulce Esposa querida?
Pues mira que a tus maldades
ya has llenado la medida,
y que no permite Dios 255
que en tus delitos prosigas,
y me envía a castigarte.
OCCIDENTE ¿Quién eres, que atemorizas
con sólo ver tu semblante?
CELO El Celo soy. ¿Qué te admira? 260
Que, cuando a la Religión
desprecian tus demasías,
entrará el Celo a vengarla
castigando tu osadía.
Ministro de Dios soy, que 265
viendo que tus tiranías
han llegado ya a lo sumo,
cansado de ver que vivas
tantos años entre errores,
a castigarte me envía. 270
Y así, estas armadas Huestes,
que rayos de acero vibran,
ministros son de Su enojo
e instrumentos de Sus iras.
OCCIDENTE ¿Qué Dios, qué error, qué torpeza, 275
o qué castigos me intimas?
Que no entiendo tus razones
ni aun por remotas noticias,
ni quién eres tú, que osado
a tanto empeño te animas 280
como impedir que mi gente
en debidos cultos diga:
MÚSICA ¡Y en pompa festiva,
celebrad al gran Dios de las Semillas!
AMÉRICA Bárbaro, loco, que ciego, 285
con razones no entendidas,
quieres turbar el sosiego
que en serena paz tranquila
20
gozamos: ¡cesa en tu intento,
si no quieres que, en cenizas 290
reducido, ni aun los vientos
tengan de tu ser noticias!
Y tú, Esposo, y tus vasallos,
negad el oído y vista A OCCIDENTE.
a sus razones, no haciendo 295
caso de sus fantasías;
y proseguid vuestros cultos,
sin dejar que advenedizas
Naciones, osadas quieran
intentar interrumpirlas. 300
MÚSICA ¡Y en pompa festiva,
celebrad al gran Dios de las Semillas!
CELO Pues la primera propuesta
de paz desprecias altiva,
la segunda, de la guerra, 305
será preciso que admitas.
¡Toca al arma! ¡Guerra, guerra!
Suenan cajas y clarines.
Dentro.
¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!
Tocan.
¡Viva España! ¡Su Rey viva!
Trabada la batalla, van entrándose por una puerta, y salen por otra huyendo los INDIOS, y
los ESPAÑOLES en su alcance; y detrás, el OCCIDENTE retirándose de la RELIGIÓN, y
AMÉRICA del CELO.
Cuadro cuarto.
RELIGIÓN ¡Ríndete, altivo Occidente! 310
OCCIDENTE Ya es preciso que me rinda
tu valor, no tu razón.
CELO ¡Muere, América atrevida!
RELIGIÓN ¡Espera, no le des muerte,
que la necesito viva! 315
21
CELO Pues ¿cómo tú la defiendes,
cuando eres tú la ofendida?
RELIGIÓN Sí, porque haberla vencido
le tocó a tu valentía,
pero a mi piedad le toca 320
el conservarle la vida:
porque vencerla por fuerza
te tocó; mas el rendirla
con razón, me toca a mí,
con suavidad persuasiva. 325
CELO Si has visto ya la protervia
con que tu culto abominan
ciegos, ¿no es mejor que todos
mueran?
RELIGIÓN Cese tu justicia,
Celo; no les des la muerte: 330
que no quiere mi benigna
condición, que mueran, sino
que se conviertan y vivan.
AMÉRICA Si el pedir que yo no muera,
y el mostrarte compasiva, 335
es porque esperas de mí
que me vencerás, altiva,
como antes con corporales,
después con intelectivas
armas, estás engañada; 340
pues aunque lloro cautiva
mi libertad, ¡mi albedrío
con libertad más crecida
adorará mis Deidades!
OCCIDENTE Yo ya dije que me obliga 345
a rendirme a ti la fuerza;
y en esto, claro se explica
que no hay fuerza ni violencia
que a la voluntad impida
sus libres operaciones; 350
y así, aunque cautivo gima,
¡no me podrás impedir
que acá, en mi corazón, diga
que venero al gran Dios de las Semillas!
22
Cuadro quinto.
RELIGIÓN Espera, que aquésta no 355
es fuerza, sino caricia.
¿Qué Dios es ése que adoras?
OCCIDENTE Es un Dios que fertiliza
los campos que dan los frutos;
a Quien los cielos se inclinan, 360
a Quien la lluvia obedece
y, en fin, es El que nos limpia
los pecados, y después
se hace Manjar, que nos brinda.
¡Mira tú si puede haber, 365
en la Deidad más benigna,
más beneficios que haga
ni más que yo te repita!
RELIGIÓN ¡Válgame Dios! ¿Qué dibujos, Aparte.
qué remedos o qué cifras 370
de nuestras sacras Verdades
quieren ser estas mentiras?
¡Oh cautelosa Serpiente!
¡Oh Áspid venenoso! ¡Oh Hidra,
que viertes por siete bocas, 375
de tu ponzoña nociva
toda la mortal cicuta!
¿Hasta dónde tu malicia
quiere remedar de Dios
las sagradas Maravillas? 380
Pero con tu mismo engaño,
si Dios mi lengua habilita,
te tengo de convencer.
AMÉRICA ¿En qué, suspensa, imaginas?
¿Ves cómo no hay otro Dios 385
como Aquéste, que confirma
en beneficios Sus obras?
RELIGIÓN De Pablo con la doctrina
tengo de argüir; pues cuando
a los de Atenas predica, 390
viendo que entre ellos es ley
que muera el que solicita
introducir nuevos Dioses,
como él tiene la noticia
de que a un Dios no conocido 395
23
ellos un altar dedican,
les dice: «No es Deidad nueva,
sino la no conocida
que adoráis en este altar,
la que mi voz os publica.» 400
Así yo... ¡Occidente, escucha;
oye, ciega Idolatría,
pues en escuchar mis voces
consisten todas tus dichas!
Esos milagros que cuentas, 405
esos prodigios que intimas,
esos visos, esos rasgos,
que debajo de cortinas
supersticiosas asoman;
esos portentos que vicias, 410
atribuyendo su efecto
a tus Deidades mentidas,
obras del Dios Verdadero,
y de Su sabiduría
son efectos. Pues si el prado 415
florido se fertiliza
si los campos se fecundan,
si el fruto se multiplica,
si las sementeras crecen,
si las lluvias se destilan, 420
todo es obra de Su diestra;
pues ni el brazo que cultiva,
ni la lluvia que fecunda,
ni el calor que vivifica,
diera incremento a las plantas, 425
a faltar Su productiva
Providencia, que concurre
a darles vegetativa
alma.
AMÉRICA Cuando eso así sea,
dime: ¿será tan propicia 430
esa Deidad, que se deje
tocar de mis manos mismas,
como el Ídolo que aquí
mis propias manos fabrican
de semillas y de sangre 435
inocente, que vertida
es sólo para este efecto?
RELIGIÓN Aunque su Esencia Divina
es invisible e inmensa,
24
como Aquésta está ya unida 440
a nuestra Naturaleza,
tan Humana se avecina
a nosotros, que permite
que Lo toquen las indignas
manos de los Sacerdotes. 445
AMÉRICA Cuanto a aqueso, convenidas
estamos, porque a mi Dios
no hay nadie a quien se permita
tocarlo, sino a los que
de Sacerdotes Le sirvan; 450
y no sólo no tocarlo,
mas ni entrar en Su Capilla
se permite a los seglares.
CELO ¡Oh reverencia, más digna
de hacerse al Dios verdadero! 455
OCCIDENTE Y dime, aunque más me digas:
¿será ese Dios, de materias
tan raras, tan exquisitas
como de sangre, que fue
en sacrificio ofrecida, 460
y semilla, que es sustento?
RELIGIÓN Ya he dicho que es Su infinita
Majestad, inmaterial;
mas Su Humanidad bendita,
puesta incrüenta en el Santo 465
Sacrificio de la Misa,
en cándidos accidentes,
se vale de las semillas
del trigo, el cual se convierte
en Su Carne y Sangre misma; 470
y Su Sangre, que en el Cáliz
está, es Sangre que ofrecida
en el Ara de la Cruz,
inocente, pura y limpia,
fue la Redención del Mundo. 475
AMÉRICA Ya que esas tan inauditas
cosas quiera yo creer,
¿será esa Deidad que pintas,
tan amorosa, que quiera
ofrecérseme en comida, 480
como Aquésta que yo adoro?
25
RELIGIÓN Sí, pues Su Sabiduría,
para ese fin solamente,
entre los hombres habita.
AMÉRICA ¿Y no veré yo a ese Dios, 485
para quedar convencida,
OCCIDENTE y para que de una vez
de mi tema me desista?
RELIGIÓN Sí verás, como te laves
en la fuente cristalina 490
del Bautismo.
OCCIDENTE Ya yo sé
que antes que llegue a la rica
mesa, tengo de lavarme,
que así es mi costumbre antigua.
CELO No es aquése el lavatorio 495
que tus manchas necesitan.
OCCIDENTE ¿Pues cuál?
RELIGIÓN El de un Sacramento
que con virtud de aguas vivas
te limpie de tus pecados.
AMÉRICA Como me das las noticias 500
tan por mayor, no te acabo
de entender; y así, querría
recibirlas por extenso,
pues ya inspiración divina
me mueve a querer saberlas. 505
OCCIDENTE Y yo; y más, saber la vida
y muerte de ese gran Dios
que estar en el Pan afirmas.
RELIGIÓN Pues vamos. Que en una idea
metafórica, vestida 510
de retóricos colores,
representable a tu vista,
te la mostraré; que ya
conozco que tú te inclinas
a objetos visibles, más 515
26
que a lo que la Fe te avisa
por el oído; y así,
es preciso que te sirvas
de los ojos, para que
por ellos la Fe recibas. 520
OCCIDENTE Así es; que más quiero verlo,
que no que tú me lo digas.
Cuadro sexto.
RELIGIÓN Vamos.
AMÉRICA ¡Que ya mi agonía
quiere ver cómo es el Dios
que me han de dar en comida, 525
Cantan la AMÉRICA y el OCCIDENTE y el CELO:
diciendo que ya
conocen las Indias
al que es Verdadero
Dios de las Semillas!
Y en lágrimas tiernas 530
que el gozo destila,
repitan alegres
con voces festivas:
TODOS ¡Dichoso el día
que conocí al gran Dios de las Semillas! 535
Éntranse bailando y cantando.
Cuadro séptimo.
119. RÍOS Solano.
120. SOLANO ¿Qué?
121. RÍOS ¿Cuántos años vive un piojo?
122. SOLANO Depende.
123. RÍOS ¿De qué?
124. SOLANO De muchas cosas.
125. RÍOS ¿Por ejemplo?
126. SOLANO Por ejemplo, de… ¿Por qué lo preguntas?
127. RÍOS (Mostrándole algo entre los dedos.) Mira éste.
128. SOLANO Sí.
129. RÍOS ¿Lo ves?
130. SOLANO Sí, lo veo.
27
131. RÍOS ¿Y no te resulta… familiar?
132. SOLANO A ver…
133. RÍOS Ya lo tenía la otra vez.
134. SOLANO ¿Sí?
135. RÍOS Y todas las otras veces.
136. SOLANO Qué fatigoso, ¿no?
137. RÍOS Mucho.
138. SOLANO ¿Y los demás?
139. RÍOS También.
140. SOLANO Pero, entonces, ¿qué haces tú cuando te despiojas?
141. RÍOS ¿Qué hago?
142. SOLANO Sí; ¿qué haces con los piojos?
143. RÍOS Pues… me los busco…
144. SOLANO Sí.
145. RÍOS … los atrapo…
146. SOLANO Sí.
147. RÍOS … los sujeto así con los dedos…
148. SOLANO Muy bien.
149. RÍOS … y…
150. SOLANO ¿Y qué?
151. RÍOS Bueno, depende…
152. SOLANO ¿No los…? (Gesto y sonido de aplastar.)
153. RÍOS (Con un escalofrío.) ¡Calla, por Dios!
154. SOLANO ¿Entonces…?
155. RÍOS Pobrecillos… ¿Qué mal hacen?
156. SOLANO Chupar la sangre.
157. RÍOS Sí, pero tan poca…
158. SOLANO Y dan picores.
159. RÍOS Ya.
160. SOLANO Y hay que rascarse.
161. RÍOS Eso entretiene, ¿no?
162. SOLANO ¿Te gusta que te piquen?
163. RÍOS Bueno… al menos sientes algo…
164. SOLANO ¿Sentir algo?
165. RÍOS Sí, sentir… ¿No te pasa que, a veces, no sientes nada?
166. SOLANO ¿Dónde?
167. RÍOS En… ninguna parte.
168. SOLANO Sí, muchas veces.
169. RÍOS Y entonces, ¿qué?
170. SOLANO ¿Qué? Para eso somos actores.
171. RÍOS ¿Para qué?
172. SOLANO Para sentir algo.
173. RÍOS No te entiendo.
174. SOLANO Pon el culo.
175. RÍOS ¿Qué?
176. SOLANO Que pongas el culo.
177. RÍOS ¿Dónde?
28
178. SOLANO Aquí… (Le hace doblar el espinazo y le da una patada en el trasero.)
179. RÍOS ¡Ay! ¿Por qué…?
180. SOLANO ¿Sientes algo?
181. RÍOS ¡Tú sí que vas a sentir…!
Va a pegarle, Solano huye. Persecución.
182. SOLANO ¡Espera, hombre…! ¡Deja que te explique…!
183. RÍOS ¿Qué tienes que explicar?
184. SOLANO Lo del piojo…
185. RÍOS (Se detiene.) ¿El piojo? (Lo busca en su cuerpo y por el suelo.)
186. SOLANO Sí… Eso que decías de no sentir nada…
187. RÍOS (Buscando.) ¿Dónde diablos…?
188. SOLANO Déjalo estar. ¿Qué falta nos hacen los piojos?
189. RÍOS Era un buen piojo.
190. SOLANO No lo necesitas. Tú eres un piojo… Quiero decir: un actor.
191. RÍOS ¿Un piojo?
192. SOLANO Un actor… somos actores…
193. RÍOS Actores…
194. SOLANO … o algo parecido.
195. RÍOS Mitad mendigos, mitad rameras.
196. SOLANO Pero sentimos, ¿no?
197. RÍOS ¿Qué sentimos? ¿Patadas en el culo?
198. SOLANO Sí, y golpes y estocadas y pasiones…
199. RÍOS ¿Qué pasiones?
200. SOLANO Todas… (Mimándolas exageradamente.) El amor… los celos… la
cólera… el dolor… el ansia…
201. RÍOS Oye… ¿cuándo sientes tú todo eso?
202. SOLANO Al actuar. ¿Tú no sientes nada?
203. RÍOS Las patadas, sí, pero lo otro…
204. SOLANO ¿Sólo las patadas?
205. RÍOS Bueno, y también el hambre… y la sed… el calor, el frío… la fatiga, el
sueño… y los piojos.
206. SOLANO ¿Eso es todo?
207. RÍOS ¿Te parece poco? (Silencio.) ¿Te parece poco?
208. SOLANO Ríos…
209. RÍOS ¿Qué?
210. SOLANO Devuélvemela.
211. RÍOS ¿Qué te he de devolver?
212. SOLANO La patada. (Se dobla, ofreciéndole el trasero.)
213. RÍOS ¿La patada?
214. SOLANO Sí, anda; devuélvemela.
215. RÍOS Está bien, si te empeñas… (Le da la patada.) Pero no comprendo qué
tiene que ver esto con…
216. SOLANO (Que se ha estado buscando un piojo, se lo da.) Toma. Un buen piojo
Estamos en paz. Y ahora, sigamos. Hay que empezar.
217. RÍOS (Sigue comiendo.) ¿No sería mejor acabar?
29
218. SOLANO ¿Acabar? Es demasiado tarde.
219. RÍOS Demasiado tarde…
220. SOLANO Debimos haberlo pensado hace una eternidad.
221. RÍOS Hacia 1600.
222. SOLANO Hace una eternidad.
223. RÍOS Entonces, por lo menos, éramos algo…
224. SOLANO Poco.
225. RÍOS … hacíamos algo.
226. SOLANO Poco.
227. RÍOS Debimos detenernos. Quedarnos.
228. SOLANO En un teatro.
229. RÍOS El teatro, sí… (Mirando al público.) Solano.
230. SOLANO ¿Qué?
231. RÍOS ¿Y si cambiáramos los papeles?
232. SOLANO ¿Quiénes? ¿Tú y yo?
233. RÍOS No… Nosotros y ellos.
234. SOLANO ¿Te refieres al público?
235. RÍOS Sí…
236. SOLANO ¿Cambiar..? ¿Cómo?
237. RÍOS Ellos actúan y nosotros… miramos y escuchamos.
238. SOLANO ¡Vaya idea!
239. RÍOS ¿No te gustaría?
240. SOLANO No sé… No creo…
241. RÍOS Sería divertido.
242. SOLANO Sería aburrido.
243. RÍOS ¿Aburrido? ¿Por qué? Imagínate: nosotros aquí, mirando, y ellos…
244. SOLANO Ellos ¿qué?
245. RÍOS Actuando.
246. SOLANO ¿Y si no actúan?
247. RÍOS Algo harán.
248. SOLANO ¿Y si no hacen nada? (Silencio.) ¿Y si no hacen nada?
249. RÍOS Vamos a probar.
250. SOLANO Será aburrido.
251. RÍOS Será divertido.
252. SOLANO Si tú lo dices…
253. RÍOS Ven, siéntate aquí…
Se sientan en el borde del proscenio y observan al público, juzgando en silencio sus
previsibles reacciones. Por fin, Solano da muestras de aburrimiento e impaciencia.
254. SOLANO (Despectivo, por el público.) ¿Te das cuenta?
255. RÍOS (Decepcionado.) Me doy cuenta.
256. SOLANO Entonces, ¿empezamos nosotros?
257. RÍOS Sí, empecemos.
Aclarándose burdamente la voz, van al arcón y toman unos cuernos de cabra –RÍOS- y una
flauta –SOLANO. Luego se sitúan en el proscenio, a ambos lados del escenario, y desde
30
allí, con una tosca coreografía, avanzan rítmicamente hacia el arcón y se suben a él,
haciendo sonar sus respectivos “instrumentos”. Al acabar, declaman:
258. RÍOS Habéis de saber, señores, que hay ocho maneras de compañías y
representantes, y todas diferentes.
259. SOLANO Y llámanse: bululú, ñaque, gangarilla, cambaleo, garnacha, bojiganga,
farándula y compañía.
260. RÍOS ¿Cómo has dicho?
261. SOLANO He dicho: bululú, ñaque, gangarilla, cambaleo, garnacha, bojiganga,
farándula y compañía.
262. RÍOS Bululú, ñaque, gangarilla…
263. SOLANO Cambaleo, garnacha, bojiganga…
264. RÍOS Farándula y compañía.
265. SOLANO Ocho maneras y todas diferentes.
266. RÍOS Bululú, ñaque, gangarilla, cambaleo, garnacha, bojiganga, farándula y…
y…
267. SOLANO Y compañía.
268. RÍOS Y compañía.
269. SOLANO Lo diré al revés: compañía, farándula, bojiganga, garnacha, cambaleo,
gangarilla, ñaque y bululú.
270. RÍOS Compañía, farándula, bojiganga…
271. SOLANO Garnacha, cambaleo, gangarilla…
272. RÍOS Ñaque y… y…
273. SOLANO Y bululú.
274. RÍOS Y bululú.
Han efectuado una tosca coreografía que concluye con ambos ocultos tras el arcón.
275. SOLANO (En tono normal, asomándose.) No está mal.
276. RÍOS ¿Qué?
277. SOLANO Que no está mal.
278. RÍOS No está mal, ¿qué?
279. SOLANO El principio.
280. RÍOS ¿Ah, sí?
281. SOLANO Sí. Que hemos empezado bien. Mejor que otras veces.
282. RÍOS Ya. Y por eso lo cortas.
283. SOLANO ¿Lo corto?
284. RÍOS Sí, lo interrumpes: “No está mal…” Y lo cortas.
285. SOLANO ¿Es que no es verdad?
286. RÍOS ¿Qué?
287. SOLANO Que no está mal.
288. RÍOS ¿Y eso a quién le importa?
289. SOLANO ¿A quién? No sé… Al público, por ejemplo.
290. RÍOS Ya. Al público… ¡Al público no le importa tu opinión!
291. SOLANO ¿No?
292. RÍOS No.
293. SOLANO ¿Y qué le importa, entonces?
31
294. RÍOS (Va a contestar, mira al público con inquietud.) Dejémoslo.
295. SOLANO Sí, será lo mejor.
296. RÍOS Sigue tú.
297. SOLANO ¿Yo?
298. RÍOS Sí. Te toca a ti… Compañía…
299. SOLANO Ah, sí… ¡Compañía..! En las compañías hay gente muy discreta,
personas bien nacidas, hombres muy estimados y aun mujeres muy
honradas… que, donde hay mucho, es fuerza que haya de todo. Traen
cincuenta comedias, trescientas arrobas de hato, dieciséis personas que
representan, treinta que comen, uno que cobra… ¡y Dios sabe lo que
hurtan..! ¡Farándula!
Mientras Ríos continúa…
300. RÍOS La farándula es algo menor que la compañía. Hay tres mujeres y diez
hombres, llevan ocho o diez comedias, dos arcas de hato, caminan en
mulos y a veces en carros. Entran en buenos pueblos, tienen buenos
vestidos, con plumas en el sombrero, y viven contentos… Digo, los que
no son enamoradizos…
Mientras habla RÍOS, ambos cómicos van disponiendo el nuevo espacio; cuando hayan
terminado, cerca de las últimas palabras, hacen mutis para que sus palabras den paso a
los primeros versos de ROSAURA, quien sale en hábito de hombre, de camino, y en
representando sus primeros versos va bajando.
ESCENA 3. JORNADA PRIMERA.
Cuadro primero.
ROSAURA Hipogrifo violento,
que corriste parejas con el viento,
¿dónde rayo sin llama,
pájaro sin matiz, pez sin escama
y bruto sin instinto 5
natural, al confuso laberinto
de esas desnudas peñas te desbocas,
te arrastras y despeñas?
Quédate en este monte,
donde tengan los brutos su Faetonte; 10
que yo, sin más camino
que el que me dan las leyes del destino,
ciega y desesperada,
bajaré la cabeza enmarañada
deste monte eminente 15
que arruga el sol el ceño de la frente.
Mal, Polonia, recibes
a un extranjero, pues con sangre escribes
32
su entrada en tus arenas;
y apenas llega, cuando llega a penas. 20
Bien mi suerte lo dice;
mas ¿dónde halló piedad un infelice?
Sale CLARÍN, quien no es sino SOR JUANA que se ha vestido con sus ropas.
CLARÍN Di dos, y no me dejes
en la posada a mí cuando te quejes;
que si dos hemos sido 25
los que de nuestra patria hemos salido
a probar aventuras,
dos los que entre desdichas y locuras
aquí habemos llegado,
y dos los que del monte hemos rodado, 30
¿no es razón que yo sienta
meterme en el pesar y no en la cuenta?
ROSAURA No quise darte parte
en mis quejas, Clarín, por no quitarte,
llorando tu desvelo, 35
el derecho que tienes al consuelo;
que tanto gusto había
en quejarse, un filósofo decía,
que, a trueco de quejarse,
habían las desdichas de buscarse. 40
CLARÍN El filósofo era
un borracho barbón. ¡Oh, quién le diera
más de mil bofetadas!
Quejárase después de muy bien dadas.
Mas ¿qué haremos, señora, 45
a pie, solos, perdidos y a esta hora
en un desierto monte,
cuando se parte el sol a otro horizonte?
ROSAURA ¡Quién ha visto sucesos tan extraños!
Mas si la vista no padece engaños 50
que hace la fantasía,
a la medrosa luz que aún tiene el día
me parece que veo
un edificio.
CLARÍN O miente mi deseo,
o termino las señas. 55
ROSAURA Rústico nace entre desnudas peñas
33
un palacio tan breve
que el sol apenas a mirar se atreve;
con tan rudo artificio
la arquitectura está de su edificio 60
que parece, a las plantas
de tantas rocas y de peñas tantas
que al sol tocan la lumbre,
peñasco que ha rodado de la cumbre.
CLARÍN Vámonos acercando; 65
que éste es mucho mirar, señora, cuando
es mejor que la gente
que habita en ella generosamente
nos admita.
ROSAURA La puerta
(mejor diré funesta boca) abierta 70
está, y desde su centro
nace la noche, pues la engendra dentro.
Suena ruido de cadenas.
CLARÍN ¡Qué es lo que escucho, cielo!
ROSAURA Inmóvil bulto soy de fuego y hielo.
CLARÍN Cadenita hay que suena. 75
Mátenme, si no es galeote en pena;
bien mi temor lo dice.
Dentro SEGISMUNDO.
SEGISMUNDO ¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!
ROSAURA ¡Qué triste voz escucho!
Con nuevas penas y tormentos lucho. 80
CLARÍN Yo con nuevos temores.
ROSAURA Clarín...
CLARÍN Señora...
ROSAURA Huigamos los rigores
desta encantada torre.
CLARÍN Yo aún no tengo
34
ánimo de huir, cuando a eso vengo.
ROSAURA ¿No es breve luz aquella 85
caduca exhalación, pálida estrella,
que en trémulos desmayos,
pulsando ardores y latiendo rayos,
hace más tenebrosa
la obscura habitación con luz dudosa? 90
Sí, pues a sus reflejos
puedo determinar (aunque de lejos)
una prisión obscura
que es de un vivo cadáver sepultura;
y porque más me asombre, 95
en el traje de fiera yace un hombre
de prisiones cargado,
y sólo de la luz acompañado.
Pues hüir no podemos,
desde aquí sus desdichas escuchemos; 100
sepamos lo que dice.
Cuadro segundo.
Descúbrese SEGISMUNDO con una cadena y a la luz, vestido de pieles.
SEGISMUNDO ¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí 105
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor; 110
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber,
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos, 115
el delito de nacer),
qué más os pude ofender,
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron, 120
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
35
apenas es flor de pluma, 125
o ramillete con alas
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma: 130
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas, 135
gracias al docto pincel,
cuando, atrevido y crüel,
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto: 140
¿y yo con mejor instinto
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas 145
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío: 150
¿y yo con más albedrío
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata, 155
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad,
el campo abierto a su ida: 160
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho 165
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal, 170
que Dios le ha dado a un cristal,
36
a un pez, a un bruto y a un ave?
ROSAURA Temor y piedad en mí
sus razones han causado.
SEGISMUNDO ¿Quié[n] mis voces ha escuchado? 175
¿Es Clotaldo?
CLARÍN Di que sí. Aparte, a ROSAURA.
ROSAURA No es sino un triste, ¡ay de mí!
que en estas bóvedas frías
oyó tus melancolías.
SEGISMUNDO Pues la muerte te daré, Ásela. 180
porque no sepas que sé,
que sabes flaquezas mías.
Sólo porque me has oído,
entre mis membrudos brazos
te tengo de hacer pedazos. 185
CLARÍN Yo soy sordo, y no he podido
escucharte.
ROSAURA Si has nacido
humano, baste el postrarme
a tus pies para librarme.
SEGISMUNDO Tu voz pudo enternecerme, 190
tu presencia suspenderme,
y tu respeto turbarme.
¿Quién eres? Que aunque yo aquí
tan poco del mundo sé,
que cuna y sepulcro fue 195
esta torre para mí;
y aunque desde que nací
(si esto es nacer) sólo advierto
este rústico desierto,
donde miserable vivo, 200
siendo un esqueleto vivo,
siendo un animado muerto;
y aunque nunca vi ni hablé
sino a un hombre solamente
que aquí mis desdichas siente, 205
por quien las noticias sé
de cielo y tierra; y aunque aquí,
porque más te asombres
37
y monstruo humano me nombres,
entre asombros y quimeras, 210
soy un hombre de las fieras,
y una fiera de los hombres;
y aunque en desdichas ta[n] graves
la política he estudiado,
de los brutos enseñado, 215
advertido de las aves,
y de los astros süaves
los círculos he medido,
tú sólo, tú, has suspendido
la pasión a mis enojos, 220
la suspensión a mis ojos,
la admiración al oído.
Con cada vez que te veo
nueva admiración me das,
y cuando te miro más 225
aun más mirarte deseo.
Ojos hidrópicos creo
que mis ojos deben ser;
pues cuando es muerte el beber,
beben más, y desta suerte, 230
viendo que el ver me da muerte,
estoy muriendo por ver.
Pero véate yo y muera;
que no sé, rendido ya,
si el verte muerte me da, 235
el no verte qué me diera.
Fuera, más que muerte fiera,
ira, rabia y dolor fuerte;
fuera muerte; desta suerte
su rigor he ponderado, 240
pues dar vida a un desdichado
es dar a un dichoso muerte.
ROSAURA Con asombro de mirarte,
con admiración de oírte,
ni sé qué pueda decirte, 245
ni qué pueda preguntarte.
Sólo diré que a esta parte
hoy el cielo me ha guiado
para haberme consolado,
si consuelo puede ser, 250
del que es desdichado, ver
a otro que es más desdichado.
Cuentan de un sabio, que un día
tan pobre y mísero estaba,
38
que sólo se sustentaba 255
de unas yerbas que comía.
¿Habrá otro -entre sí decía-
más pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo 260
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.
Quejoso de la fortuna
yo en este mundo vivía,
y cuando entre mí decía: 265
¿Habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?,
piadoso me has respondido;
pues volviendo en mi sentido,
hallo que las penas mías, 270
para hacerlas tú alegrías,
las hubieras recogido.
Y por si acaso mis penas
pueden aliviarte en parte,
óyelas atento, y toma 275
las que dellas me sobraren.
Yo soy...
CLOTALDO Guardas desta torre, Dentro, CLOTALDO.
que, dormidas o cobardes,
disteis paso a dos personas
que han quebrantado la cárcel… 280
ROSAURA Nueva confusión padezco.
SEGISMUNDO Este es Clotaldo, mi alcaide.
Aún no acaban mis desdichas.
CLOTALDO ... acudid, y vigilantes, Dentro.
sin que puedan defenderse, 285
o prendeldes o mataldes.
TODOS ¡Traición! Dentro.
CLARÍN Guardas desta torre,
que entrar aquí nos dejasteis,
pues que nos dais a escoger,
el prendernos es más fácil. 290
39
Cuadro tercero.
Sale CLOTALDO con escopeta, y SOLDADOS, todos con los rostros cubiertos.
SEGISMUNDO Primero, tirano dueño,
que los ofendas y agravies,
será mi vida despojo
destos lazos miserables;
pues en ellos, vive Dios, 295
tengo de despedazarme
con las manos, con los dientes,
entre aquestas peñas, antes
que su desdicha consienta
y que llore sus ultrajes. 300
CLOTALDO Si sabes que tus desdichas,
Segismundo, son tan grandes,
que antes de nacer moriste
por ley del cielo; si sabes
que aquestas prisiones son 305
de tus furias arrogantes
un freno que las detenga
y una rienda que las pare,
¿por qué blasonas? La puerta
cerrad desa estrecha cárcel; 310
escondelde en ella.
Ciérranle la puerta, y dice dentro.
SEGISMUNDO ¡Ah cielos,
qué bien hacéis en quitarme
la libertad! Porque fuera
contra vosotros gigante,
que, para quebrar al sol 315
esos vidrios y cristales,
sobre cimientos de piedra
pusiera montes de jaspe.
CLOTALDO Quizá porque no los pongas,
hoy padeces tantos males. 320
¡Hola!
SOLDADOS Señor...
CLOTALDO A los dos
quitad las armas, y ataldes
los ojos, porque no vean
40
cómo ni de dónde salen.
ROSAURA Mi espada es ésta, que a ti 325
solamente ha de entregarse,
porque, al fin, de todos eres
el principal, y no sabe
rendirse a menos valor.
CLARÍN La mía es tal, que puede darse 330
al más ruin; tomadla vos.
ROSAURA Y si he de morir, dejarte
quiero, en la fe desta piedad,
prenda que pudo estimarse
por el dueño que algún día 335
se la ciñó. Que la guardes
te encargo, porque aunque yo 340
no sé qué secreto alcance,
sé que esta dorada espada
encierra misterios grandes; 340
pues sólo fiado en ella
vengo a Polonia a vengarme
de un agravio.
CLOTALDO (¡Santos cielos! Aparte.
¿Qué es esto? Ya son más graves
mis penas y confusiones, 345
mis ansias y mis pesares.)
¿Quién te la dio?
ROSAURA Una mujer.
CLOTALDO ¿Cómo se llama?
ROSAURA Que calle
su nombre es fuerza.
CLOTALDO ¿De qué
infieres agora, o sabes, 350
que hay secreto en esta espada?
ROSAURA Quien me la dio, dijo: «Parte
a Polonia, y solicita
con ingenio, estudio o arte,
que te vean esa espada 355
los nobles y principales;
que yo sé que alguno dellos
41
te favorezca y ampare»;
que por si acaso era muerto
no quiso entonces nombrarle. 360
CLOTALDO (¡Válgame el cielo! ¿Qué escucho? Aparte.
Aun no sé determinarme
si tales sucesos son
ilusiones o verdades.
Esta espada es la que yo 375
dejé a la hermosa Violante,
por señas que el que ceñida
la trujera, había de hallarme
amoroso como hijo,
y piadoso como padre. 370
Pues ¿qué he de hacer, ¡ay de mí!,
en confusión semejante,
si quien la trae por favor
para su muerte la trae,
pues que sentenciado a muerte 375
llega a mis pies? ¡Qué notable
confusión! ¡Qué triste hado!
¡Qué suerte tan inconstante!)
Venid conmigo, extranjeros.
No temáis, no, de que os falte 380
compañía en las desdichas;
pues en duda semejante
de vivir o de morir,
no sé cuáles son más grandes.
Toma el acero bruñido 385
que trujiste; que yo sé
que él baste, en sangre teñido
de tu enemigo, a vengarte;
porque acero que fue mío,
digo este instante, este rato 390
que en mi poder le he tenido,
sabrá vengarte.
ROSAURA En tu nombre
segunda vez me le ciño,
y en él juro mi venganza,
aunque fuese mi enemigo 395
más poderoso.
CLOTALDO ¿Eslo mucho?
ROSAURA Tanto que no te lo digo;
no porque de tu prudencia
42
mayores cosas no fío,
sino porque no se vuelva 400
contra mí el favor que admiro
en tu piedad.
CLOTALDO Antes fuera
ganarme a mí con decirlo;
pues fuera cerrarme el paso
de ayudar a tu enemigo. 405
ROSAURA (¡Oh, si supiera quién es!) Aparte.
Porque no pienses que estimo
tan poco esa confianza,
sabe que el contrario ha sido
no menos que Astolfo, duque 410
de Moscovia.
CLOTALDO (Mal resisto Aparte.
el dolor, porque es más grave
que fue imaginado, visto.)
Apuremos más el caso.
Si moscovita has nacido, 415
el que es natural señor
mal agraviarte ha podido.
Vuélvete a tu patria, pues,
y deja el ardiente brío
que te despeña.
ROSAURA Yo sé 420
que, aunque mi príncipe ha sido,
pudo agraviarme.
CLOTALDO No pudo,
aunque pusiera, atrevido,
la mano en tu rostro.
ROSAURA (¡Ay cielos!) Aparte.
Mayor fue el agravio mío. 425
CLOTALDO Dilo ya, pues que no puedes
decir más que yo imagino.
ROSAURA Sí dijera; mas no sé
con qué respeto te miro,
con qué afecto te venero, 430
con que estimación te asisto,
que no me atrevo a decirte
43
que es este exterior vestido
enigma, pues no es de quien
parece. Juzga advertido, 435
si no soy lo que parezco,
y Astolfo a casarse vino
con Estrella, si podrá
agraviarme. Harto te he dicho.
Vanse ROSAURA y CLARÍN.
CLOTALDO ¡Escucha, aguarda, detente! 440
¿Qué confuso laberinto
es éste, donde no puede
hallar la razón el hilo?
Mi honor es el agraviado,
poderoso el enemigo, 445
yo vasallo, ella mujer.
Descubra el cielo camino;
aunque no sé si podrá,
cuando en tan confuso abismo
es todo el cielo un presagio, 450
y es todo el mundo un prodigio.
Vase CLOTALDO.
ESCENA 4. PRIMER ENTREMÉS.
Cuadro primero.
301. SOLANO (Entrando.) ¡Garnacha!
302. RÍOS (Ídem.) Garnacha son cinco o seis hombres, una mujer que hace la dama
primera y un muchacho la segunda. Llevan un arca con… (Se
interrumpe.) Solano…
303. SOLANO ¿Qué?
304. RÍOS A veces también siento miedo.
305. SOLANO ¿Miedo?
306. RÍOS Sí, miedo.
307. SOLANO ¿De qué? ¿De quién? (Ríos señala al público.) ¿Del público? ¿Por qué?
308. RÍOS Míralos…
309. SOLANO (Lo hace.) ¿Qué?
310. RÍOS Tan quietos, tan callados… ¿Quiénes son? ¿Qué piensan?
311. SOLANO No piensan nada.
312. RÍOS ¿Sólo miran?
313. SOLANO Y escuchan.
314. RÍOS Pero de pronto pueden… (Gesto vago.)
315. SOLANO ¿Qué?
316. RÍOS No sería la primera vez.
44
317. SOLANO ¿Atacarnos? ¿Pegarnos?
318. RÍOS Sí… O insultarnos. No sería la primera vez. Cuando algo no les gusta…
319. SOLANO Éstos parecen buena gente.
320. RÍOS Nunca se sabe. Mira a ese hombre.
321. SOLANO ¿Cuál? ¿El de la barba?
322. RÍOS Y fíjate qué mirada…
323. SOLANO ¿Qué le pasa?
324. RÍOS No lo sé, pero… parece que no le gusta. Frunce las cejas, bizquea…
325. SOLANO Calla. No le provoques… Lo que pasa es que nos desviamos demasiado.
Hay que seguir: con alegría, con brío…
326. RÍOS ¿Con brío?
327. SOLANO Sí… (Recita con exagerada jovialidad.) Garnacha son cinco o seis
hombres, una mujer que hace la dama primera… ¿Te das cuenta?
328. RÍOS Ya… ¿Así les gustará más?
329. SOLANO Claro. Prueba y verás… (Ríos va a comenzar, pero Solano le
interrumpe.) Sonríe.
330. RÍOS ¿Qué?
331. SOLANO Que sonrías. (Lo hace.) Así.
332. RÍOS (Le imita muy mal.) ¿Así?
333. SOLANO (Tolerante.) Más o menos.
334. RÍOS (Con forzada jovialidad.) Garnacha son cinco o seis hombres, una
mujer que hace la dama primera y un muchacho la segunda. Llevan un
arca con dos sayos, tres pellicos, barbas y cabelleras y algún vestido de
mujer. El arca en un pollino, la mujer a las ancas, gruñendo, y todos los
compañeros detrás, arreando. Traen tres o cuatro comedias, tres autos y
otros tantos entremeses. Tienen el vino por adarmes, la carne por onzas,
el pan por libras y el hambre por arrobas…
335. SOLANO Ríos.
336. RÍOS ¿Qué
337. SOLANO ¿No tenías hambre?
338. RÍOS Sí.
339. SOLANO ¿Y ya no tienes?
340. RÍOS Siempre tengo hambre.
341. SOLANO Yo también.
342. RÍOS ¿Por qué lo dices?
343. SOLANO Tanto hablar de comida…
344. RÍOS ¿Qué?
345. SOLANO … se me han despertado las tripas.
346. RÍOS ¿Y quieres comer?
347. SOLANO Sí.
348. RÍOS ¿Ahora?
349. SOLANO Sí, ahora.
350. RÍOS ¡Estamos actuando!
351. SOLANO ¿Actuando?
352. RÍOS Sí: actuando.
353. SOLANO ¿A esto le llamas actuar?
354. RÍOS Actuar, representar, recitar, relatar, remedar…
45
355. SOLANO Bueno está. Pero tengo hambre.
356. RÍOS También yo.
357. SOLANO ¿Entonces…?
358. RÍOS ¿… Comemos?
359. SOLANO ¿Sobre la marcha?
360. RÍOS ¿Mientras actuamos?
Sacan apresuradamente alimentos de sus zurrones.
361. SOLANO (Al público.) Sólo dos bocados, para engañar el hambre…
362. RÍOS (Ídem.) Eso es, porque… “De casada y ensalada, dos bocados y dejala.”
363. SOLANO Y “Duelos con pan, son menos.”
364. RÍOS Y “Al que es de la vida, el comer le es medicina.”
365. SOLANO (Saca un cuenco.) “A chico manjarete, chico pucherete.”
366. RÍOS (Saca una bota de vino.) “A buen o mal comer, tres veces beber.” (Le
da tres tiempo y se la pasa a Solano.)
367. SOLANO (Saca tocino.) “El vino y el tocino añejo, son como el amigo viejo.”
368. RÍOS (Saca queso.) “Pues el melón y el queso, tómalo a peso.”
369. SOLANO (Saca melón.) “Y la mujer y el melón, se huelen por el pezón.”
370. RÍOS (Saca pan.) “Dios sea loado: el pan comido y el corral cagado.”
371. SOLANO (Está ya comiendo.) “Pero… lo que caga, alguno se lo traga.”
372. RÍOS (Molesto.) “Muchos ajos en un mortero, mal los maja un majadero.”
373. SOLANO (Agresivo.) “Las grandes narices, no huelen bien las perdices.”
La hostilidad va creciendo.
374. RÍOS “Lo que en la leche se mama, en la mortaja se derrama.”
375. SOLANO “No hay generación sin puta ni ladrón.”
376. RÍOS “A la puta y al juglar, en la vejez les va mal.”
377. SOLANO “¡Puta me veas y tú que lo seas!”
Van a llegar a las manos, pero a Ríos le estalla un tomate que lleva en una de ellas y su
pulpa les salpica a ambos. Ríen y vuelven a la cordialidad inicial.
378. RÍOS “No hay mejor espejo que el amigo viejo.”
379. SOLANO “En largo camino y chico mesón, conoce el hombre su compañón.”
380. RÍOS “Palabras y plumas, el viento las tumba.”
381. SOLANO “Necio es quien piensa que el otro no piensa.”
382. RÍOS “Común conviene que sea, quien comunidad desea.”
383. SOLANO “Por eso es aquél cornudo, porque pueden más dos que uno.”
Entran SOR JUANA-QUIJOTE y SANCHO.
Cuadro segundo.
384. SOR JUANA ¡Oh, maldito seas de Dios, Sancho! ¡Sesenta mil satanases te
lleven a ti y a tus refranes! Una hora ha que los estás ensartando y
46
dándome con cada uno tragos de tormento. Yo te aseguro que estos
refranes te han de llevar un día a la horca; por ellos te han de quitar el
gobierno tus vasallos, o ha de haber entre ellos comunidades. Dime,
¿dónde los hallas, ignorante, o cómo los aplicas, mentecato, que para
decir yo uno y aplicarle bien, sudo y trabajo como si cavase?
385. SANCHO Por Dios, que vuesa merced se queja de bien pocas cosas. ¿A qué
diablos se pudre de que yo me sirva de mi hacienda, que ninguna otra
tengo, ni otro caudal alguno, sino refranes y más refranes? Y ahora se
me ofrecen cuatro que venían aquí pintiparados, o como peras en
tabaque, pero no los diré, porque al buen callar llaman Sancho.
386. SOR JUANA Ese Sancho no eres tú, porque no sólo no eres buen callar, sino
mal hablar y mal porfiar; y, con todo eso, querría saber qué cuatro
refranes te ocurrían ahora a la memoria que venían aquí a propósito, que
yo ando recorriendo la mía, que la tengo buena, y ninguno se me ofrece.
387. SANCHO ¿Qué mejores que "entre dos muelas cordales nunca pongas tus
pulgares", y "a idos de mi casa y qué queréis con mi mujer, no hay
responder", y "si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, mal
para el cántaro", todos los cuales vienen a pelo? Que nadie se tome con
su gobernador ni con el que le manda, porque saldrá lastimado, como el
que pone el dedo entre dos muelas cordales, y aunque no sean cordales,
como sean muelas, no importa; y a lo que dijere el gobernador no hay
que replicar, como al "salíos de mi casa y qué queréis con mi mujer".
Pues lo de la piedra en el cántaro un ciego lo verá. Así que, es menester
que el que ve la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el suyo, porque no
se diga por él: "espantóse la muerta de la degollada", y vuestra merced
sabe bien que más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena.
388. SOR JUANA Eso no, Sancho, que el necio en su casa ni en la ajena sabe
nada, a causa que sobre el aumento de la necedad no asienta ningún
discreto edificio. Y dejemos esto aquí, Sancho, que si mal gobernares,
tuya será la culpa, y mía la vergüenza; mas consuélome que he hecho lo
que debía en aconsejarte con las veras y con la discreción a mí posible:
con esto salgo de mi obligación y de mi promesa. Dios te guíe, Sancho,
y te gobierne en tu gobierno, y a mí me saque del escrúpulo que me
queda que has de dar con toda la ínsula patas arriba, cosa que pudiera yo
escusar con descubrir al Duque quién eres, diciéndole que toda esa
gordura y esa personilla que tienes no es otra cosa que un costal lleno de
refranes y de malicias.
389. SANCHO Si a vuestra merced le parece que no soy de pro para este gobierno,
desde aquí le suelto, que más quiero un solo negro de la uña de mi alma
que a todo mi cuerpo; y así me sustentaré Sancho a secas con pan y
cebolla, como gobernador con perdices y capones; y más que, mientras
se duerme, todos son iguales, los grandes y los menores, los pobres y los
47
ricos; y si vuestra merced mira en ello, verá que sólo vuestra merced me
ha puesto en esto de gobernar: que yo no sé más de gobiernos de ínsulas
que un buitre; y si se imagina que por ser gobernador me ha de llevar el
diablo, más me quiero ir Sancho al cielo que gobernador al infierno.
390. SOR JUANA Por Dios, Sancho, que, por solas estas últimas razones que has
dicho, juzgo que mereces ser gobernador de mil ínsulas: buen natural
tienes, sin el cual no hay ciencia que valga; encomiéndate a Dios, y
procura no errar en la primera intención; quiero decir que siempre
tengas intento y firme propósito de acertar en cuantos negocios te
ocurrieren, porque siempre favorece el cielo los buenos deseos. Y
vámonos a comer, que creo que ya estos señores nos aguardan.
Al decir sus últimas palabras señala a RÍOS y SOLANO, quienes, entre sorprendidos y no,
han presenciado la discusión entre SOR JUANA-QUIJOTE y SANCHO.
391. SANCHO (Desconfiado, la mirada puesta en RÍOS.) Señora, o a mí me ha de
llevar el diablo de aquí de donde estoy, en justo y en creyente, o vuestra
merced me ha de confesar que el rostro deste mayordomo del Duque,
que aquí está, es el mesmo de la Dolorida.
392. SOR JUANA (Mirando atentamente a RÍOS.) No hay para qué te lleve el
diablo, Sancho, ni en justo ni en creyente, que no sé lo que quieres decir;
que el rostro de la Dolorida es el del mayordomo, pero no por eso el
mayordomo es la Dolorida; que, a serlo, implicaría contradición muy
grande, y no es tiempo ahora de hacer estas averiguaciones, que sería
entrarnos en intricados laberintos. Créeme, amigo, que es menester
rogar a Nuestro Señor muy de veras que nos libre a los dos de malos
hechiceros y de malos encantadores; y darásme aviso de todo lo que en
este caso descubrieres y de todo aquello que en el gobierno te sucediere.
Salen SANCHO, RÍOS y SOLANO. SOR JUANA los despide con un guiño a estos últimos
que los juglares corresponden de la misma manera.
Cuadro tercero.
393. SOR JUANA (Luego de verles salir.) ¡Oh perpetuo descubridor de los
antípodas, hacha del mundo, ojo del cielo, meneo dulce de las
cantimploras, Timbrio aquí, Febo allí, tirador acá, médico acullá, padre
de la Poesía, inventor de la Música: tú que siempre sales, y, aunque lo
parece, nunca te pones! A ti digo, ¡oh sol, con cuya ayuda el hombre
engendra al hombre!; a ti digo que me favorezcas, y alumbres la
escuridad de mi ingenio, para que pueda discurrir por sus puntos en la
narración del gobierno del gran Sancho Panza; que sin ti, yo me siento
tibia, desmazalada y confusa.
(Al público.) Salió, en fin, Sancho, acompañado de mucha gente, vestido
a lo letrado, y encima un gabán muy ancho de chamelote de aguas
48
leonado, con una montera de lo mesmo, sobre un macho a la jineta, y
detrás dél, por orden del Duque, iba el rucio con jaeces y ornamentos
jumentiles de seda y flamantes. Volvía Sancho la cabeza de cuando en
cuando a mirar a su asno, con cuya compañía iba tan contento que no se
trocara con el emperador de Alemaña. Con todo su acompañamiento
llegó Sancho a un lugar de hasta mil vecinos, que era de los mejores que
el Duque tenía. Diéronle a entender que se llamaba la ínsula Barataria,
o ya porque el lugar se llamaba Baratario, o ya por el barato con que se
le había dado el gobierno. Al llegar a las puertas de la villa, que era
cercada, salió el regimiento del pueblo a recebirle; tocaron las
campanas, y todos los vecinos dieron muestras de general alegría, y con
mucha pompa le llevaron a la iglesia mayor a dar gracias a Dios, y
luego, con algunas ridículas ceremonias, le entregaron las llaves del
pueblo, y le admitieron por perpetuo gobernador de la ínsula Barataria.
El traje, las barbas, la gordura y pequeñez del nuevo gobernador tenía
admirada a toda la gente que el busilis del cuento no sabía, y aun a todos
los que lo sabían, que eran muchos. Finalmente, en sacándole de la
iglesia, le llevaron a la silla del juzgado y le sentaron en ella; y el
mayordomo del Duque le dijo:
394. MAYORDOMO Es costumbre antigua en esta ínsula, señor Gobernador, que el
que viene a tomar posesión desta famosa ínsula está obligado a
responder a una pregunta que se le hiciere, que sea algo intricada y
dificultosa, de cuya respuesta el pueblo toma y toca el pulso del ingenio
de su nuevo gobernador; y así, o se alegra o se entristece con su venida.
En tanto RÍOS-MAYORDOMO dice esto a SANCHO, está él mirando unas grandes y
muchas letras que en la pared frontera de su silla están escritas.
395. SANCHO ¿Qué son aquesas pinturas que en aquella pared están?
396. MAYORDOMO Señor, allí está escrito y notado el día en que Vuestra Señoría
tomó posesión desta ínsula, y dice el epitafio: “Hoy día, a tantos de tal
mes y de tal año, tomó la posesión desta ínsula el señor don Sancho
Panza, que muchos años la goce”.
397. SANCHO Y ¿a quién llaman don Sancho Panza?
398. MAYORDOMO A vuestra señoría, que en esta ínsula no ha entrado otro Panza
sino el que está sentado en esa silla.
399. SANCHO Pues advertid, hermano, que yo no tengo don, ni en todo mi linaje le ha
habido: Sancho Panza me llaman a secas, y Sancho se llamó mi padre, y
Sancho mi agüelo, y todos fueron Panzas, sin añadiduras de dones ni
donas; y yo imagino que en esta ínsula debe de haber más dones que
piedras; pero basta: Dios me entiende, y podrá ser que, si el gobierno me
dura cuatro días, yo escardaré estos dones, que, por la muchedumbre,
49
deben de enfadar como los mosquitos. Pase adelante con su pregunta el
señor mayordomo, que yo responderé lo mejor que supiere, ora se
entristezca o no se entristezca el pueblo.
A este instante entra en el juzgado dando grandes voces una MUJER HONRADA asida
fuertemente de un hombre vestido de GANADERO rico.
400. HONRADA ¡Justicia, señor Gobernador, justicia, y si no la hallo en la tierra, la iré a
buscar al cielo! Señor Gobernador de mi ánima, este mal hombre me ha
cogido en la mitad dese campo, y se ha aprovechado de mi cuerpo como
si fuera trapo mal lavado, y, ¡desdichada de mí!, me ha llevado lo que yo
tenía guardado más de veinte y tres años ha, defendiéndolo de moros y
cristianos, de naturales y estranjeros; y yo, siempre dura como un
alcornoque, conservándome entera como la salamanquesa en el fuego, o
como la lana entre las zarzas, para que este buen hombre llegase ahora
con sus manos limpias a manosearme.
401. SANCHO Aun eso está por averiguar: si tiene limpias o no las manos este galán.
402. GANADERO (Turbado.) Señores, yo soy un pobre ganadero de ganado de
cerda, y esta mañana salía deste lugar de vender, con perdón sea dicho,
cuatro puercos, que me llevaron de alcabalas y socaliñas poco menos de
lo que ellos valían; volvíame a mi aldea, topé en el camino a esta buena
dueña, y el diablo, que todo lo añasca y todo lo cuece, hizo que
yogásemos juntos; paguéle lo soficiente, y ella, mal contenta, asió de mí,
y no me ha dejado hasta traerme a este puesto. Dice que la forcé, y
miente, para el juramento que hago o pienso hacer; y ésta es toda la
verdad, sin faltar meaja.
403. SANCHO ¿Traes contigo algo de blanca en plata?
404. GANADERO Hasta veinte ducados, vu señoría, en una bolsa de cuero.
405. SANCHO Pues, bien, así como está sácala y entrégala a esta mujer sin demora.
Temblando, el GANADERO entrega la bolsa de cuero con dinero.
406. HONRADA Muchas gracias, señor Gobernador, Dios lo tenga siempre en su santa
gloria, cuide de su vida y de su salud por mirar con tanta gracia y
justicia a por las huérfanas menesterosas y doncellas que en el mundo
habemos.
Y con esto, sale del juzgado llevando la bolsa asida con entrambas manos, no sin primero
mirar si era de plata la moneda que lleva dentro. Mientras, al GANADERO se le saltaban
las lágrimas, y los ojos y el corazón se iban tras su bolsa.
50
407. SANCHO Buen hombre, id tras aquella mujer y quitadle la bolsa, aunque no
quiera, y volved aquí con ella.
Y no lo dice a tonto ni a sordo, porque el GANADERO parte como un rayo a lo que se le
manda. De allí a poco, todos los presentes suspensos, vuelven el hombre y la mujer más
asidos y aferrados que la vez primera: ella la saya levantada y en el regazo puesta la
bolsa, y el hombre pugnando por quitársela; mas no era posible, según la mujer la
defiende.
408. HONRADA ¡Justicia de Dios y del mundo! Mire vuestra merced, señor Gobernador,
la poca vergüenza y el poco temor deste desalmado, que, en mitad de
poblado y en mitad de la calle, me ha querido quitar la bolsa que vuestra
merced mandó darme.
409. SANCHO Y ¿háosla quitado?
410. HONRADA ¿Cómo quitar? Antes me dejara yo quitar la vida que me quiten la bolsa.
¡Bonita es la niña! ¡Otros gatos me han de echar a las barbas, que no
este desventurado y asqueroso! ¡Tenazas y martillos, mazos y escoplos
no serán bastantes a sacármela de las uñas, ni aun garras de leones: antes
el ánima de en mitad en mitad de las carnes!
411. GANADERO Ella tiene razón, y yo me doy por rendido y sin fuerzas, y
confieso que las mías no son bastantes para quitársela, y déjola.
412. SANCHO Mostrad, honrada y valiente, esa bolsa.
Ella le entrega la bolsa y SANCHO se la vuelve al hombre.
413. SANCHO Hermana mía, si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para
defender esta bolsa le mostrárades, y aun la mitad menos, para defender
vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza. Andad con
Dios, churrillera y embaidora.
Espántase la mujer y vase cabizbaja y mal contenta.
414. SANCHO Buen hombre, andad con Dios a vuestro lugar con vuestro dinero, y de
aquí adelante, si no le queréis perder, calenturiento este, procurad que
no os venga en voluntad de yogar con nadie.
El hombre, tras darle las gracias lo peor que sabe, vase. A este otro instante, enmedio de la
admiración de los presentes por el anterior juicio, éntranse dos hombres, el uno vestido de
LABRADOR y el otro de SASTRE.
51
Cuadro cuarto.
415 SASTRE Señor Gobernador, yo y este hombre labrador venimos ante vuestra
merced en razón que este buen hombre llegó a mi tienda ayer (que yo,
con perdón de los presentes, soy sastre examinado, que Dios sea
bendito), y, poniéndome un pedazo de paño en las manos, me preguntó:
''Señor, ¿habría en esto paño harto para hacerme una caperuza?'' Yo,
tanteando el paño, le respondí que sí; él debióse de imaginar, a lo que yo
imagino, e imaginé bien, que sin duda yo le quería hurtar alguna parte
del paño, fundándose en su malicia y en la mala opinión de los sastres, y
replicóme que mirase si habría para dos; adivinéle el pensamiento y
díjele que sí; y él, caballero en su dañada y primera intención, fue
añadiendo caperuzas, y yo añadiendo síes, hasta que llegamos a cinco
caperuzas, y ahora en este punto acaba de venir por ellas: yo se las doy,
y no me quiere pagar la hechura, antes me pide que le pague o vuelva su
paño.
416. SANCHO ¿Es todo esto así, hermano?
417. LABRADOR Sí, señor, pero hágale vuestra merced que muestre las cinco
caperuzas que me ha hecho.
418. SASTRE De buena gana.
Y, sacando encontinente la mano debajo del herreruelo, muestra en ella cinco caperuzas
puestas en las cinco cabezas de los dedos de la mano.
419. SASTRE He aquí las cinco caperuzas que este buen hombre me pide, y en Dios y
en mi conciencia que no me ha quedado nada del paño, y yo daré la obra
a vista de veedores del oficio.
Ríanse los presentes de la multitud de las caperuzas y del nuevo pleito.
420. SANCHO (Interrumpiendo las risas.) Paréceme que en este pleito no ha de haber
largas dilaciones, sino juzgar luego a juicio de buen varón; y así, yo doy
por sentencia que el sastre, por burlón, pierda las hechuras, y el
labrador, por ambicioso, el paño, y las caperuzas se lleven a las hijas de
los presos de la cárcel, para sus muñecas, y no haya más.
Vuelven las risas de los presentes, al tiempo que se presentan dos hombres ancianos; el
uno trae una cañaheja por báculo, y el otro viene sin báculo.
Cuadro quinto.
421. ANCIANO 1 Señor, a este buen hombre le presté días ha diez escudos de oro
en oro, por hacerle placer y buena obra, con condición que me los
volviese cuando se los pidiese; pasáronse muchos días sin pedírselos,
52
por no ponerle en mayor necesidad de volvérmelos que la que él tenía
cuando yo se los presté; pero, por parecerme que se descuidaba en la
paga, se los he pedido una y muchas veces, y no solamente no me los
vuelve, sino que los niega y dice que ya me los ha vuelto. Yo no tengo
testigos ni del prestado ni de la vuelta, porque no me los ha vuelto;
querría que vuestra merced le tomase juramento, y si jurare que me los
ha vuelto, yo se los perdono para aquí y para delante de Dios.
422. SANCHO ¿Qué decís vos a esto, buen viejo del báculo?
423. ANCIANO 2 Yo, señor, confieso que me los prestó; y, pues él lo deja en mi
juramento, baje vuestra merced esa vara, que yo juraré como que se los
he vuelto y pagado real y verdaderamente.
Baja entonces SANCHO la vara que tiene por cetro, en tanto, el ANCIANO 2 da el báculo
al ANCIANO 1 que se le tenga en tanto que juraba, como si le embarazara mucho; luego
pone la mano en la vara de SANCHO.
424. ANCIANO 2 Digo ante vuestra señoría que es verdad que aqueste hombre
me ha prestado aquellos diez escudos que se me piden; pero, así
también, que yo ya los he devuelto de mi mano a la suya, y que por no
caer en ello se los vuelvo a pedir por momentos.
425. SANCHO (Al ANCIANO 1.) ¿Qué respondes aquesto, buen hombre?
426. ANCIANO 1 Pues… si dice que me los ha devuelto… así será, señor
Gobernador, porque le tengo por hombre de bien y buen cristiano;
seguramente a mí se me debe de haber olvidado el cómo y cuándo me
los ha vuelto. Pero, desde aquí en adelante jamás le pidiré nada.
Acto seguido, el ANCIANO 1 devuelve su báculo el deudor, quien, bajando la cabeza, sale
del juzgado.
427. SANCHO Dadme, buen hombre, ese báculo, que le he menester.
428. ANCIANO 2 De muy buena gana: hele aquí, señor.
429. SANCHO (Poniéndoselo en la mano al ANCIANO 1.) Andad con Dios, que ya vais
pagado.
430. ANCIANO 1 ¿Yo, señor? Pues, ¿vale esta cañaheja diez escudos de oro?
431. SANCHO Sí; o si no, yo soy el mayor porro del mundo. Y ahora se verá si tengo
yo caletre para gobernar todo un reino. Aquí, delante de todos, rómpase
y ábrase la caña.
Hácese así, y en el corazón della han los diez escudos en oro quedando todos admirados.
53
432. ANCIANO 1 Pero, ¿cómo ha podido saber vuestra señoría que en aquesta
cañaheja estaban los diez escudos?
433. SANCHO De haberle visto dar a este viejo aquél báculo, en tanto que hacía su
juramento, jurar que se los había dado real y verdaderamente y que, en
acabando de jurar, tornar a pedirlo el báculo de nuevo, rapidito, rapidito.
434. SOR JUANA Los circunstantes quedaron admirados de los juicios y
sentencias de su nuevo gobernador, y el que escribía las palabras,
hechos y movimientos de Sancho no acababa de determinarse si le
tendría y pondría por tonto o por discreto. Pero quédese aquí el buen
Sancho, que es mucha la priesa que nos da seguir con la famosa
comedia.
ESCENA 5. JORNADA SEGUNDA.
Cuadro primero.
Salen músicos cantando, y criados, dando de vestir a SEGISMUNDO, que sale como
asombrado.
SEGISMUNDO ¡Válgame el cielo, qué veo!
¡Válgame el cielo, qué miro!
Con poco espanto lo admiro,
con mucha duda lo creo.
¿Yo en palacios suntuosos? 5
¿Yo entre telas y brocados?
¿Yo cercado de criados
tan lucidos y briosos?
¿Yo despertar de dormir
en lecho tan excelente? 10
¿Yo en medio de tanta gente
que me sirva de vestir?
Decir que sueño es engaño;
bien sé que despierto estoy.
¿Yo Segismundo no soy? 15
Dadme, cielos, desengaño.
Decidme: ¿qué pudo ser
esto que a mi fantasía
sucedió mientras dormía,
que aquí me he llegado a ver? 20
Pero sea lo que fuere,
¿quién me mete en discurrir?
Dejarme quiero servir,
y venga lo que viniere.
54
SOLANO ¡Qué melancólico está! 25
RÍOS Pues ¿a quién le sucediera
esto, que no lo estuviera?
CLARÍN A mí.
SOLANO Llega a hablarle ya.
RÍOS ¿Volverán a cantar?
SEGISMUNDO No,
no quiero que canten más. 30
SOLANO Como tan suspenso estás,
quise divertirte.
SEGISMUNDO Yo
no tengo de divertir
con sus voces mis pesares;
las músicas militares 35
sólo he gustado de oír.
ASTOLFO ¡Feliz mil veces el día,
Oh, Príncipe, que os mostráis,
sol de Polonia, y llenáis
de resplandor y alegría 40
todos estos horizontes
con tan divino arrebol,
pues que salís como el sol
de debajo de los montes!
Salid, pues, y aunque tan tarde 45
se corona vuestra frente
del laurel resplandeciente,
tarde muera.
SEGISMUNDO Dios os guarde.
ASTOLFO El no haberme conocido
sólo por disculpa os doy 50
de no honrarme más. Yo soy
Astolfo, duque he nacido
de Moscovia, y primo vuestro;
haya igualdad en los dos.
SEGISMUNDO Si digo que os guarde Dios, 55
¿bastante agrado no os muestro?
55
Pero ya que, haciendo alarde
de quien sois, desto os quejáis,
otra vez que me veáis
le diré a Dios que no os guarde. 60
SOLANO Vuestra Alteza considere A ASTOLFO.
que como en montes nacido
con todos ha procedido.
Astolfo, señor, prefiere... A SEGISMUNDO.
SEGISMUNDO Cansóme cómo llegó 65
grave a hablarme; y lo primero
que hizo, se puso el sombrero.
SOLANO Es grande.
SEGISMUNDO Mayor soy yo.
SOLANO Con todo eso, entre los dos
que haya más respeto es bien 70
que entre los demás.
SEGISMUNDO ¿Y quién
os mete conmigo a vos?
Sale ESTRELLA.
ESTRELLA Vuestra Alteza, señor, sea
muchas veces bien venido
al dosel, que agradecido 75
le recibe y le desea,
adonde, a pesar de engaños,
viva augusto y eminente,
donde su vida se cuente
por siglos, y no por años. 80
SEGISMUNDO Dime tú agora, ¿quién es
esta beldad soberana?
¿Quién es esta diosa humana,
a cuyos divinos pies
postra el cielo su arrebol? 85
¿Quién es esta mujer bella?
CLARÍN Es, señor, tu prima Estrella.
SEGISMUNDO Mejor dijeras el sol.
Aunque el parabién es bien
56
darme del bien que conquisto, 90
de sólo haberos hoy visto
os admito el parabién;
y así, del llegarme a ver
con el bien que no merezco,
el parabién agradezco, 95
Estrella; que amanecer
podéis, y dar alegría
al más luciente farol.
¿Qué dejáis que hacer al sol
si os levantáis con el día? 100
Dadme a besar vuestra mano,
en cuya copa de nieve
el aura candores bebe.
ESTRELLA Sed más galán cortesano.
ASTOLFO Si él toma la mano, yo Aparte. 105
soy perdido.
SOLANO El pesar sé Aparte.
de Astolfo, y le estorbaré.
Advierte, señor, que no
es justo atreverte así,
y estando Astolfo...
SEGISMUNDO ¿No digo 110
que vos no os metáis conmigo?
SOLANO Digo lo que es justo.
SEGISMUNDO A mí
todo eso me causa enfado.
Nada me parece justo
en siendo contra mi gusto. 115
SOLANO Pues yo, señor, he escuchado
de ti que en lo justo es bien
obedecer y servir.
SEGISMUNDO ¿También oíste decir
que por un balcón, a quien 120
me canse, sabré arrojar?
SOLANO Con los hombres como yo
no puede hacerse eso.
57
SEGISMUNDO ¿No?
¡Por Dios, que lo he de probar!
Cógele en los brazos y, tras acercarse al proscenio, le arroja al público.
ASTOLFO ¿Qué es esto que llego a ver? 125
ESTRELLA Llegad todos a ayudar.
SEGISMUNDO Cayó del balcón al mar.
¡Vive Dios que pudo ser!
ASTOLFO Pues medid con más espacio
vuestras acciones severas; 130
que lo q[ue] hay de hombres a fieras
hay desde un monte a palacio.
SEGISMUNDO Pues en dando tan severo
en hablar con entereza,
quizá no hallaréis cabeza 135
en que se os tenga el sombrero.
Sacan las espadas. Mientras se desarrolla el combate, RÍOS llama a SOLANO, quien se
encuentra sentado cómodamente en el patio de butacas.
Cuadro segundo. Un Paso.
435. RÍOS ¡Solano! (Continúa la pelea. Silencio de SOLANO.) ¡Solano!
436. SOLANO (Desde la sala.) ¿Qué?
437. RÍOS ¿Qué haces?
438. SOLANO ¿Yo? Nada…
439. RÍOS ¿Nada?
440. SOLANO Nada.
441. RÍOS ¡Estabas galanteando a la moza!
442. SOLANO ¿Yo? ¿A qué moza?
443. RÍOS A ésa.
444. SOLANO ¿A ésta?
445. RÍOS No, a ésa.
446. SOLANO ¿Galanteándola, dices?
447. RÍOS ¿Pues qué, si no?
448. SOLANO Una cortesía.
449. RÍOS ¿Cortesía, tan de cerca?
450. SOLANO Es que… está muy oscuro, por aquí…
451. RÍOS Razón de más. (Va al proscenio.)
452. SOLANO Razón de más, ¿para qué?
453. RÍOS Para que no te acerques.
454. SOLANO Exageras…
58
455. RÍOS ¿Exagero? ¿Qué no recuerdas lo que pasó en Sevilla con aquella dama?
456. SOLANO Era casada.
457. RÍOS ¿Y con aquella monja de Toledo?
458. SOLANO Fue culpa de los celos de la priora.
459. RÍOS ¿Y aquél comediante, Íñigo de Velasco?
460. SOLANO ¿Qué le pasó?
461. RÍOS ¿No te acuerdas? Lo degollaron en Valencia por andar galanteando
como cualquier caballero, olvidando su condición.
462. SOLANO Su condición…
463. RÍOS Sí. La nuestra. No somos nadie.
464. SOLANO ¿Nadie? Somos actores.
465. RÍOS Menos que nadie.
466. SOLANO Exageras…
467. RÍOS Mírate: Agustín Solano, farandulero de notable ingenio… ¿Quién sabe
nada de ti? Anda, pregunta… (Solano vacila.) No eres nadie, ¿te das
cuenta?
468. SOLANO (Regresa al escenario.) Pues anda que tú: Nicolás de los Ríos, famoso
representante… ¿Quién te conoce? Aparte de la justicia, claro, por
ciertos excesos que…
469. RÍOS ¡Nadie! No soy nadie y nadie me conoce. Igual que tú. Por eso.
470. SOLANO Por eso, ¿qué?
471. RÍOS Por eso podemos hacer lo que hacemos y decir lo que decimos… Porque
no somos nadie… (indica el escenario) fuera de aquí.
472. SOLANO ¿Y por eso no puedo decir dos requiebros a una moza?
473. RÍOS Desde aquí arriba, sí. Y aún mejor si es en verso.
474. SOLANO ¿Tú crees?
475. RÍOS Estoy seguro…
476. SOLANO (Después de pensarlo, a la espectadora cortejada.) Más tiran dos buena
tetas…
477. ASTOLFO (Interrumpiendo.) Oigan. Si no les importa, ¿podemos seguir?
478. SOLANO ¡Eh! ¡Ah! Sí, sí. Perdón.
Vanse RÍOS y SOLANO. Quedan ESTRELLA y ASTOLFO.
Cuadro tercero.
ASTOLFO ¡Qué pocas veces el hado
que dice desdichas miente,
pues es tan cierto en los males
cuanto dudoso en los bienes! 140
¡Qué buen astrólogo fuera,
si siempre casos crüeles
anunciara, pues no hay duda
que ellos fueran verdad siempre!
Conocerse esta experiencia 145
en mí y Segismundo puede,
Estrella, pues en los dos
59
hizo muestras diferentes.
En él previno rigores,
soberbias, desdichas, muertes 150
y en todo dijo verdad,
porque todo, al fin, sucede.
Pero en mí (que al ver, señora
esos rayos excelentes,
de quien el sol fue una sombra 155
y el cielo un amago breve)
que me previno venturas,
trofeos, aplausos, bienes
dijo mal y dijo bien;
pues sólo es justo que acierte 160
cuando amaga con favores
y ejecuta con desdenes.
ESTRELLA No dudo que esas finezas
son verdades evidentes;
mas serán por otra dama, 165
cuyo retrato pendiente
trujistes al cuello cuando
llegasteis, Astolfo, a verme;
y siendo así, esos requiebros
ella sola los merece. 170
Acudid a que ella os pague;
que no son buenos papeles
en el consejo de amor
las finezas ni las fees
que se hicieron en servicio 175
de otras damas y otros reyes.
Sale ROSAURA al paño.
ROSAURA ¡Gracias a Dios q[ue] han llegado Aparte.
ya mis desdichas crüeles
al término suyo, pues
quien esto ve nada teme! 180
ASTOLFO Yo haré que el retrato salga
del pecho, para que entre
la imagen de tu hermosura.
Donde entra Estrella no tiene
lugar la sombra, ni estrella 185
donde el sol; voy a traerle.
Perdona, Rosaura hermosa, Aparte.
este agravio, porque ausentes,
no se guardan más fe que ésta
60
los hombres y las mujeres. 190
Vase ASTOLFO. ESTRELLA, descubriendo a ROSAURA-ASTREA.
ESTRELLA Astrea.
ROSAURA Señora mía.
ESTRELLA Heme holgado que tú fueses
la que llegaste hasta aquí;
porque de ti solamente
fiara un secreto.
ROSAURA Honras, 195
señora, a quien te obedece.
ESTRELLA En el poco tiempo, Astrea,
que ha que te conozco, tienes
de mi voluntad las llaves;
por esto, y por ser quien eres, 200
me atrevo a fiar de ti
lo que aun de mí muchas veces
recaté.
ROSAURA Tu esclava soy.
ESTRELLA Pues, para decirlo en breve,
mi primo Astolfo (bastara 205
que mi primo te dijese,
porque hay cosas que se dicen
con pensarlas solamente)
ha de casarse conmigo,
si es que la fortuna quiere 210
que con una dicha sola
tantas desdichas descuente.
Pesóme que el primer día
echado al cuello trujese
el retrato de una dama. 215
Habléle en él cortésmente;
es galán y quiere bien;
fue por él, y ha de traerle
aquí. Embarázame mucho
que él a mí a dármele llegue. 220
Quédate aquí y cuando venga
le dirás que te le entregue
a ti. No te digo más.
Discreta y hermosa eres;
61
bien sabrás lo que es amor. 225
Vase.
ROSAURA ¡Ojalá no lo supiese!
¡Válgame el cielo! ¿Quién fuera
tan atenta y tan prudente
que supiera aconsejarse
hoy en ocasión tan fuerte? 230
¿Habrá persona en el mundo
a quien el cielo inclemente
con más desdichas combata
y con más pesares cerque?
¡Ay de mí! ¿Qué debo hacer 235
hoy en la ocasión presente?
Si digo quién soy, Clotaldo,
a quien mi vida le debe
este amparo y este honor,
conmigo ofenderse puede; 240
pues me dice que callando
honor y remedio espere.
Si no he de decir quién soy
a Astolfo, y él llega a verme,
¿cómo he de disimular? 245
Pues aunque fingirlo intenten
la voz, la lengua y los ojos,
les dirá el alma que mienten.
¿Qué haré? ¿Mas para qué estudio
lo que haré, si es evidente 250
que por más que lo prevenga,
que lo estudie y que lo piense,
en llegando la ocasión
ha de hacer lo que quisiere
el dolor? Porque ninguno 255
imperio en sus penas tiene.
Y pues a determinar
lo que ha de hacer no se atreve
el alma, llegue el dolor
hoy a su término, llegue 260
la pena a su extremo y salga
de dudas y pareceres
de una vez; pero hasta entonces
¡valedme, cielos, valedme!
Sale ASTOLFO con el retrato.
ASTOLFO Éste es, señora, el retrato; 265
62
mas ¡ay Dios!
ROSAURA ¿Qué se suspende
Vuestra Alteza? ¿Qué se admira?
ASTOLFO De oírte, Rosaura, y verte.
ROSAURA ¿Yo Rosaura? Hase engañado
Vuestra Alteza, si me tiene 270
por otra dama; que yo
soy Astrea, y no merece
mi humildad tan grande dicha
que esa turbación le cueste.
ASTOLFO Basta, Rosaura, el engaño, 275
porque el alma nunca miente;
y aunque como a Astrea te mire,
como a Rosaura te quiere.
ROSAURA No he entendido a V[uest]ra Alteza,
y así no sé responderle. 280
Sólo lo que yo diré
es que Estrella (que lo puede
ser de Venus) me mandó
que en esta parte le espere,
y de la suya le diga 285
que aquel retrato me entregue,
que está muy puesto en razón,
y yo misma se lo lleve.
Estrella lo quiere así,
porque aun las cosas más leves, 290
como sean en mi daño,
es Estrella quien las quiere.
ASTOLFO Aunque más esfuerzos hagas,
¡oh qué mal, Rosaura, puedes
disimular! Di a los ojos 295
que su música concierten
con la voz; porque es forzoso
que desdiga y que disuene
tan destemplado instrumento,
que ajustar y medir quiere 300
la falsedad de quien dice
con la verdad de quien siente.
ROSAURA Ya digo que sólo espero
el retrato.
63
ASTOLFO Pues que quieres
llevar al fin el engaño, 305
con él quiero responderte.
Dirásle, Astrea, a la Infanta
que yo la estimo de suerte
que, pidiéndome un retrato,
poca fineza parece 310
enviársele; y así,
porque le estime y le precie,
le envío el original:
y tú llevársele puedes,
pues ya le llevas contigo, 315
como a ti misma te lleves.
ROSAURA Cuando un hombre se dispone,
restado, altivo y valiente
a salir con una empresa
aunque por trato le entreguen 320
lo que valga más, sin ella
necio y desairado vuelve.
Yo vengo por un retrato,
y aunque un original lleve
que vale más, volveré 325
desairada; y así, déme
Vuestra Alteza ese retrato,
que sin él no he de volverme.
ASTOLFO Pues ¿cómo, si no he de darle,
le has de llevar?
ROSAURA Desta suerte. 330
Suéltale, ingrato.
ASTOLFO Es en vano.
ROSAURA ¡Vive Dios! que no ha de verse
en manos de otra mujer.
ASTOLFO Terrible estás.
ROSAURA Y tú aleve.
ASTOLFO Ya basta, Rosaura mía. 335
ROSAURA ¿Yo tuya, villano? Mientes.
64
Sale ESTRELLA.
ESTRELLA Astrea, Astolfo, ¿qué es esto?
ASTOLFO Aquésta es Estrella.
ROSAURA (Déme, Aparte.
para cobrar mi retrato,
ingenio el amor.) Si quieres 340
saber lo que es, yo, señora,
te lo diré.
ASTOLFO ¿Qué pretendes?
ROSAURA Mandásteme que esperase
aquí a Astolfo, y le pidiese
un retrato de tu parte. 345
Quedé sola, y como vienen
de unos discursos a otros
las noticias fácilmente,
viéndote hablar de retratos,
con su memoria acordéme 350
de que tenía uno mío
en la manga. Quise verle,
porque una persona sola
con locuras se divierte.
Cayóseme de la mano 355
al suelo. Astolfo, que viene
a entregarte el de otra dama,
le levantó, y tan rebelde
está en dar el que le pides
que, en vez de dar uno, quiere 360
llevar otro. Pues el mío
aun no es posible volverme
con ruegos y persuasiones,
colérica y impaciente
yo se le quise quitar. 365
Aquel que en la mano tiene
es mío; tú lo verás
con ver si se me parece.
ESTRELLA Soltad, Astolfo, el retrato.
Quítasele.
ASTOLFO Señora...
ESTRELLA No son crüeles 370
65
a la verdad los matices.
ROSAURA ¿No es mío?
ESTRELLA ¿Qué duda tiene?
ROSAURA Di q[ue] ahora te entregue el otro.
ESTRELLA Toma tu retrato, y vete.
ROSAURA Yo he cobrado mi retrato Aparte. 375
venga ahora lo que viniere.
Vase.
ESTRELLA Dadme ahora el retrato vos
que os pedí: que au[n]que no piense
veros ni hablaros jamás,
no quiero, no, que se quede 380
en vuestro poder, siquiera
porque yo tan neciamente
lo he pedido.
ASTOLFO (¿Cómo puedo Aparte.
salir de lance tan fuerte?)
Aunque quiera, hermosa Estrella 385
servirte y obedecerte,
no podré darte el retrato
que me pides, porque...
ESTRELLA Eres
villano y grosero amante.
No quiero que me le entregues; 390
porque yo tampoco quiero,
de que yo te le he pedido,
con tomarle, que me acuerdes.
Vase.
ASTOLFO ¡Oye, escucha, mira, advierte!
¡Válgate Dios por Rosaura! 395
¿Dónde, cómo o de qué suerte
hoy a Polonia has venido
a perderme y a perderte?
Vase.
66
Cuadro cuarto.
Descúbrese SEGISMUNDO como al principio, con pieles y cadena, durmiendo en el suelo.
Salen CLOTALDO, CLARÍN y los dos criados.
CLOTALDO Aquí le habéis de dejar,
pues hoy su soberbia acaba 400
donde empezó.
RÍOS Como estaba,
la cadena vuelvo a atar.
CLARÍN No acabes de despertar,
Segismundo, para verte
perder, trocada la suerte, 405
siendo tu gloria fingida
una sombra de la vida
y una llama de la muerte.
CLOTALDO A quien sabe discurrir
así, es bien que se prevenga 410
una estancia donde tenga
harto lugar de argüir.
Éste es el que habéis de asir
y en ese cuarto encerrar.
CLARÍN ¿Por qué a mí?
CLOTALDO Porque ha de estar 415
guardado en prisión tan grave
Clarín que secretos sabe,
donde no pueda sonar.
CLARÍN ¿Yo, por dicha, solicito
dar muerte a mi padre? No. 420
¿Arrojé del balcón yo
al Ícaro de poquito?
¿Yo muero ni resucito?
¿Yo sueño o duermo? ¿A qué fin
me encierran?
CLOTALDO Eres Clarín. 425
CLARÍN Pues ya digo que seré
corneta, y que callaré,
que es instrumento rüin.
67
Llévanle.
SEGISMUNDO Salga a la anchurosa plaza En sueños.
del gran teatro del mundo 430
este valor sin segundo:
porque mi venganza cuadre,
vean triunfar de su padre
al príncipe Segismundo.
Mas ¡ay de mí!, ¿dónde estoy? Despierta. 435
CLOTALDO (A mí me toca llegar Aparte.
a hacer la deshecha ahora.)
¿Es ya de despertar hora?
SEGISMUNDO Sí, hora es ya de despertar.
CLOTALDO ¿Todo el día te has de estar 440
durmiendo? ¿Desde que yo
al águila que voló
con tarda vista seguí,
y te quedaste tú aquí,
nunca has despertado?
SEGISMUNDO No, 445
ni aun agora he despertado;
que según, Clotaldo, entiendo,
todavía estoy durmiendo,
y no estoy muy engañado.
Porque si ha sido soñado 450
lo que vi palpable y cierto,
lo que veo será incierto;
y no es mucho que rendido,
pues veo estando dormido
que sueñe estando despierto. 455
CLOTALDO Lo que soñaste me di.
SEGISMUNDO Supuesto que sueño fue,
no diré lo que soñé;
lo que vi, Clotaldo, sí.
Yo desperté, y yo me vi 460
(¡qué crueldad tan lisonjera!)
en un lecho que pudiera,
con matices y colores,
ser el catre de las flores
que tejió la primavera. 465
Aquí mil nobles rendidos
68
a mis pies nombre me dieron
de su príncipe, y sirvieron
galas, joyas y vestidos.
La calma de mis sentidos 470
tú trocaste en alegría,
diciendo la dicha mía;
que, aunque estoy desta manera,
príncipe en Polonia era.
CLOTALDO Como habíamos hablado 475
de aquella águila, dormido,
tu sueño imperios han sido;
mas en sueños fuera bien
entonces honrar a quien
te crió en tantos empeños 480
Segismundo; que aun en sueños
no se pierde el hacer bien.
Vase.
SEGISMUNDO Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición 485
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña 490
que el hombre que vive sueña
lo que es hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando; 495
y este aplauso que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha suerte!);
¡que hay quien intente reinar, 500
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece 505
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende;
69
y en el mundo, en conclusión, 510
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado 515
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño; 520
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
ESCENA 6. SEGUNDO ENTREMÉS.
Cuadro primero.
479. SOR JUANA Cuenta la historia que desde el juzgado llevaron a Sancho
Panza a un suntuoso palacio, adonde en una gran sala estaba puesta una
real y limpísima mesa; y, así como Sancho entró en la sala, sonaron
chirimías, y salieron cuatro pajes a darle aguamanos, que Sancho recibió
con mucha gravedad. Cesó la música, sentóse Sancho a la cabecera de la
mesa, porque no había más de aquel asiento, y no otro servicio en toda
ella. Púsose a su lado en pie un personaje, que después mostró ser
médico, con una varilla de ballena en la mano. Levantaron una riquísima
y blanca toalla con que estaban cubiertas las frutas y mucha diversidad
de platos de diversos manjares; uno que parecía estudiante echó la
bendición, y un paje puso un babador randado a Sancho; otro que hacía
el oficio de maestresala, llegó un plato de fruta delante; pero, apenas
hubo comido un bocado, cuando el de la varilla tocando con ella en el
plato, se le quitaron de delante con grandísima celeridad; pero el
maestresala le llegó otro de otro manjar. Iba a probarle Sancho; pero,
antes que llegase a él ni le gustase, ya la varilla había tocado en él, y un
paje alzádole con tanta presteza como el de la fruta.
480. SANCHO ¡Bueno! ¿Qué he de comer aquesta comida como juego de maesecoral?
481. MÉDICO Yo, señor, soy su médico, y estoy asalariado en esta ínsula para serlo de
los gobernadores della, y miro por su salud mucho más que por la mía,
estudiando de noche y de día, y tanteando la complexión del
gobernador, para acertar a curarle cuando cayere enfermo; y lo principal
que hago es asistir a sus comidas y cenas, y a dejarle comer de lo que
me parece que le conviene, y a quitarle lo que imagino que le ha de
hacer daño y ser nocivo al estómago. Mandé quitar el plato de la fruta,
por ser demasiadamente húmeda.
70
482. SANCHO Y el plato del otro manjar; ¿por qué?
483. MÉDICO Por ser demasiadamente caliente y tener muchas especies, que
acrecientan la sed; y el que mucho bebe mata y consume el húmedo
radical, donde consiste la vida.
484. SANCHO Desa manera, aquel plato de perdices que están allí asadas, y, a mi
parecer, bien sazonadas, no me harán algún daño.
485. MÉDICO Ésas no comerá el señor Gobernador en tanto que yo tuviere vida.
486. SANCHO Pues, ¿por qué?
487. MÉDICO Porque nuestro maestro Hipócrates, norte y luz de la medicina, en un
aforismo suyo, dice: Omnis saturatio mala, perdices autem pessima.
Que quiere decir: "Toda hartazga es mala; pero la de las perdices,
malísima".
488. SANCHO Si eso es así, vea el señor doctor de cuantos manjares hay en esta mesa
cuál me hará más provecho y cuál menos daño, y déjeme comer dél sin
que me le apalee; porque, por vida del Gobernador, y así Dios me le
deje gozar, que me muero de hambre, y el negarme la comida, aunque le
pese al señor doctor y él más me diga, antes será quitarme la vida que
aumentármela.
489. MÉDICO Vuestra merced tiene razón, señor Gobernador; y así, es mi parecer que
vuestra merced no coma de aquellos conejos guisados que allí están,
porque es manjar peliagudo. De aquella ternera, si no fuera asada y en
adobo, aún se pudiera probar, pero no hay para qué.
490. SANCHO Aquel platonazo que está más adelante vahando me parece que es olla
podrida, que por la diversidad de cosas que en las tales ollas podridas
hay, no podré dejar de topar con alguna que me sea de gusto y de
provecho.
491. MÉDICO Absit! ¡Vaya lejos de nosotros tan mal pensamiento: no hay cosa en el
mundo de peor mantenimiento que una olla podrida! Allá las ollas
podridas para los canónigos, o para los retores de colegios, o para las
bodas labradorescas, y déjennos libres las mesas de los gobernadores,
donde ha de asistir todo primor y toda atildadura.
492. SANCHO Entonces, dígame usted, ¿qué diablos puedo comer?
493. MÉDICO Lo que yo sé que ha de comer el señor Gobernador ahora, para
conservar su salud y corroborarla, es un ciento de cañutillos de
suplicaciones y unas tajadicas subtiles de carne de membrillo, que le
asienten el estómago y le ayuden a la digestión.
71
494. SANCHO ¿Su nombre, buen doctor?
495. MÉDICO Yo, señor Gobernador, me llamo Pedro Recio de Agüero, y soy natural
de Tirteafuera, que está entre Caracuel y Almodóvar del Campo, a la
mano derecha, y tengo el grado de Doctor por la Universidad de Osuna.
496. SANCHO Pues, señor doctor Pedro Necio de Mal Agüero, quíteseme luego
delante, si no, voto al sol que tome un garrote y que a garrotazos,
comenzando por él, no me ha de quedar médico en toda la ínsula, a lo
menos de aquellos que yo entienda que son ignorantes; que a los
médicos sabios, prudentes y discretos los pondré sobre mi cabeza y los
honraré como a personas divinas. Y vuelvo a decir que se me vaya,
Pedro Necio, para afuera; si no, tomaré esta silla donde estoy sentado y
se la estrellaré en la cabeza; y pídanmelo en residencia, que yo me
descargaré con decir que hice servicio a Dios en matar a un mal médico,
verdugo de la república. Y denme de comer, o si no, tómense su
gobierno, que oficio que no da de comer a su dueño no vale dos habas.
Suena una corneta de posta en la calle. A lo que el MAYORDOMO va y se asoma a la
ventana.
Cuadro segundo.
497. MAYORDOMO Correo viene del Duque mi señor; algún despacho debe de
traer de importancia.
Entra el correo sudando y asustado, y, sacando un pliego del seno, le pone en las manos de
SANCHO, quien le pone en las del MAYORDOMO para que le lea.
498. MAYORDOMO A don Sancho Panza, Gobernador de la ínsula Barataria, en su
propia mano o en las de su secretario.
499. SANCHO ¿Quién es aquí mi secretario?
500. MAYORDOMO Yo, señor.
501. SANCHO Ah, ¿también?
502. MAYORDOMO Porque sé leer y escribir, y soy vizcaíno.
503. SANCHO Con esa añadidura, bien podéis ser secretario del mismo emperador.
Abrid ese pliego, y mirad lo que dice.
El MAYORDOMO comienza la lectura y algo susurra al oído de SANCHO, diciéndole que
aquello era negocio para tratarle a solas. Manda SANCHO despejar la sala, y que no
quedasen en ella sino el mayordomo y él.
72
504. MAYORDOMO “A mi noticia ha llegado, señor don Sancho Panza, que unos
enemigos míos y desa ínsula la han de dar un asalto furioso, no sé qué
noche; conviene velar y estar alerta, porque no le tomen desapercebido.
Sé también, por espías verdaderas, que han entrado en ese lugar cuatro
personas disfrazadas para quitaros la vida, porque se temen de vuestro
ingenio; abrid el ojo, y mirad quién llega a hablaros, y no comáis de
cosa que os presentaren. Yo tendré cuidado de socorreros si os viéredes
en trabajo, y en todo haréis como se espera de vuestro entendimiento.
Deste lugar, a 28 de diciembre, a las cuatro de la mañana.
“Vuestro amigo,
El Duque”.
505. SANCHO Lo que agora se ha de hacer, y ha de ser luego, es meter en un calabozo
al doctor Recio; porque si alguno me ha de matar, ha de ser él, y de
muerte adminícula y pésima, como es la de la hambre.
En esto, entran personas con antorchas encendidas en las manos y con las espadas
desenvainadas, gritando todos a grandes voces.
506. TODOS ¡Arma, arma, señor Gobernador! ¡Arma, que han entrado
infinitos enemigos en la ínsula, y somos perdidos si vuestra industria y
valor no nos socorre!
507. CRIADO 1 ¡Ármese luego vuestra señoría, si no quiere perderse y que toda esta
ínsula se pierda!
508. SANCHO ¿Qué me tengo de armar, ni qué sé yo de armas ni de socorros? Estas
cosas mejor será dejarlas para mi amo don Quijote, que en dos paletas
las despachará y pondrá en cobro; que yo, pecador fui a Dios, no se me
entiende nada destas priesas.
509. CRIADO 2 ¡Ah, señor gobernador! ¿Qué relente es ése? Ármese vuesa merced, que
aquí le traemos armas ofensivas y defensivas, y salga a esa plaza, y sea
nuestra guía y nuestro capitán, pues de derecho le toca el serlo, siendo
nuestro Gobernador.
510. SANCHO Ármenme norabuena.
Al momento, le ponen encima de la camisa, sin dejarle tomar otro vestido, un pavés delante
y otro detrás, y, por unas concavidades que traían hechas, le sacan los brazos, y le lian
muy bien con unos cordeles, de modo que queda emparedado y entablado, derecho como
un huso, sin poder doblar las rodillas ni menearse un solo paso. Pónenle en las manos una
lanza, a la cual se arrimó para poder tenerse en pie. Y cuando así le tienen, le dicen que
camine, y los guie y anime a todos; siendo él su norte, su lanterna y su lucero.
73
511. SANCHO ¿Cómo tengo de caminar, desventurado yo, que no puedo jugar las
choquezuelas de las rodillas, porque me lo impiden estas tablas que tan
cosidas tengo con mis carnes? Lo que han de hacer es llevarme en
brazos y ponerme, atravesado o en pie, en algún postigo, que yo le
guardaré, o con esta lanza o con mi cuerpo.
512. MAYORDOMO (Señalando el arcón.) Aguarde aquí dentro, señor Gobernador.
Bastará con que desde su sitio nos vaya nombrando todas las baratijas e
instrumentos y pertrechos de guerra con que defenderemos el asalto de
la ínsula.
Le cargan y ponen dentro del arcón, quedando como galápago encerrado y cubierto con
sus conchas. Unos tropiezan en él, otros caen, y tal hay que se pone encima un buen
espacio, y desde allí, como desde atalaya, gobernaba los ejércitos.
513. CRIADO 3 ¡Aquí de los nuestros, que por esta parte cargan más los enemigos!
¡Aquel portillo se guarde, aquella puerta se cierre, aquellas escalas se
tranquen! ¡Vengan alcancías, pez y resina en calderas de aceite
ardiendo! ¡Trinchéense las calles con colchones!
Al cabo de un tiempo, viendo que la burla se haya agotado, algunos comienzan a gritar el
fin de la contienda.
514. TODOS ¡Vitoria, vitoria! ¡Los enemigos van de vencida!
515. MAYORDOMO (Abriendo el arcón.) ¡Ea, señor Gobernador, levántese y salga
de allí vuesa merced, y venga a gozar del vencimiento y a repartir los
despojos que se han tomado a los enemigos, por el valor dese invencible
brazo!
516. SANCHO (Doliente.) Levántenme.
Luego de que le han ayudado a salir del arcón y levantarse, y, puesto en pie.
517. SANCHO El enemigo que yo hubiere vencido quiero que me le claven en la frente.
Yo no quiero repartir despojos de enemigos, sino pedir y suplicar a
algún amigo, si es que le tengo, que me dé un trago de vino, que me
seco, y me enjugue este sudor, que me hago agua.
Cuadro tercero.
Le limpian, le traen vino, le deslían los paveses. Se sienta, entre el temor y el sobresalto y
el trabajo. Pregunta por la hora que es, le responden que ya casi amanecía. Calla, y, sin
decir otra cosa, comienza a vestirse, todo sepultado en silencio, y todos le miran y esperan
en qué ha de parar la priesa con que se viste. Vase dentro, siguiéndole todos los que allí se
hallan con la mirada. Cuando sale de nuevo, viene abrazando al rucio, entre besos y
lágrimas.
74
518. SANCHO Abrid camino, señores míos, y dejadme volver a mi antigua libertad;
dejadme que vaya a buscar la vida pasada, para que me resucite de esta
muerte presente. Yo no nací para ser gobernador, ni para defender
ínsulas ni ciudades de los enemigos que quisieren acometerlas. Mejor se
me entiende a mí de arar y cavar, podar y ensarmentar las viñas, que de
dar leyes ni de defender provincias ni reinos. Bien se está San Pedro en
Roma: quiero decir, que bien se está cada uno usando el oficio para que
fue nacido. Mejor me está a mí una hoz en la mano que un cetro de
gobernador; más quiero hartarme de gazpachos que estar sujeto a la
miseria de un médico impertinente que me mate de hambre; y más
quiero recostarme a la sombra de una encina en el verano y arroparme
con un zamarro de dos pelos en el invierno, en mi libertad, que
acostarme con la sujeción del gobierno entre sábanas de holanda y
vestirme de martas cebollinas. Vuestras mercedes se queden con Dios, y
digan al Duque mi señor que, desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo
ni gano; quiero decir, que sin dineros entré en este gobierno y sin ellos
salgo, bien al revés de como suelen salir los gobernadores y las
gobernadoras de aquestas y otras ínsulas que mejor no menciono porque
nomás no acabo. Yo soy del linaje de los Panzas. Quédense en esta
caballeriza las alas de la hormiga, que me levantaron en el aire para que
me comiesen vencejos y otros pájaros, y volvámonos a andar por el
suelo con pie llano, que, si no le adornaren zapatos picados de cordobán,
no le faltarán alpargatas toscas de cuerda. Cada oveja con su pareja, y
nadie tienda más la pierna de cuanto fuere larga la sábana; y déjenme
pasar, que se me hace tarde; cuanto más que saliendo yo desnudo, como
salgo, no es menester otra señal para dar a entender que he gobernado
como un ángel.
519. MAYORDOMO Tiene vuesa merced mucha razón en cuanto ha dicho, y yo
ofrezco en nombre de todos los insulanos desta ínsula que habemos de
servir a vuestras leyes con toda puntualidad, amor y benevolencia,
porque el suave modo de gobernar que en estos principios vuesa merced
ha dado no nos da lugar de hacer ni de pensar cosa que en deservicio de
vuesa merced redunde, y que estamos admirados de ver que un hombre
tan sin letras como vuesa merced, que, a lo que creo, no tiene ninguna,
diga tales y tantas cosas llenas de sentencias y de avisos, tan fuera de
todo aquello que del ingenio de vuesa merced esperaban los que nos
enviaron y los que aquí venimos. Cada día se ven cosas nuevas en el
mundo: las burlas se vuelven en veras y los burladores se hallan
burlados.
520. SOR JUANA Abrazáronle todos, y él, llorando, abrazó a todos, y los dejó
admirados, así de sus razones como de su determinación tan resoluta y
tan discreta. Y amaneció el día que se siguió a la noche; la primavera
siguió al verano; el verano, al estío; el estío, al otoño, y el otoño, al
invierno, y el invierno a la primavera, y así tornó a andarse el tiempo
75
con esta rueda continua en aquél lugar donde aun mucho tiempo después
se siguen las ordenanzas tocantes al buen gobierno de la que Sancho
imaginaba ser ínsula: ordenó que no hubiese regatones de los
bastimentos en la república, y que pudiesen meter en ella vino de las
partes que quisiesen, con aditamento que declarasen el lugar de donde
era, para ponerle el precio según su estimación, bondad y fama, y el que
lo aguase o le mudase el nombre, perdiese la vida por ello; moderó el
precio de todo calzado, principalmente el de los zapatos, por parecerle
que corría con exorbitancia; puso tasa en los salarios de los criados, que
caminaban a rienda suelta por el camino del interese; puso gravísimas
penas a los que cantasen cantares lascivos y descompuestos, ni de noche
ni de día; ordenó que ningún ciego cantase milagro en coplas si no
trujese testimonio auténtico de ser verdadero ciego, por parecerle que
los más que los ciegos cantan son fingidos, en perjuicio de los
verdaderos; hizo y creó un alguacil de pobres, no para que los
persiguiese, sino para que los examinase si lo eran, porque a la sombra
de la manquedad fingida y de la llaga falsa andan los brazos ladrones y
la salud borracha; consagró aquello de que los frascos de plástico
blanco, de esos que se usan para llevar nieve o helado, siempre tuvieran
helado de nuez, por sus potencialidades de todos conocidas, y que
aquello otro de que una bolsa que no pueda guardar un cepillo de
dientes, un peine y unas pantuflas, es una bolsa que no vale la pena. En
resolución, él ordenó cosas tan buenas, que hasta hoy se guardan en
aquél lugar, y se nombran: “Las Constituciones del Gran Gobernador
Sancho Panza”.
Mientras va diciendo sus últimas líneas vemos a SOR JUANA vestirse de CLARÍN y
disponerse para la siguiente escena. Es importante que en ésta y todas las demás
participaciones de CLARÍN se denote que es la misma SOR JUANA, en una suerte de juego
metateatral que la llaman, teatro dentro del teatro, quien le encarna.
ESCENA 7. JORNADA TERCERA.
Cuadro primero.
CLARÍN En una encantada torre,
por lo que sé, vivo preso.
¿Qué me harán por lo que ignoro,
si por lo que sé me han muerto?
¡Que un hombre con tanta ha[m]bre 5
viniese a morir viviendo!
Lástima tengo de mí.
Todos dirán: «Bien lo creo»,
y bien se puede creer;
pues para mí este silencio 10
no conforma con el nombre
Clarín, y callar no puedo.
76
Quien me hace compañía
aquí, si a decirlo acierto,
son arañas y ratones. 15
¡Miren qué dulces jilgueros!
De los sueños desta noche
la triste cabeza tengo
llena de mil chirimías,
de trompetas y embelecos, 20
de procesiones, de cruces,
de disciplinantes; y éstos,
unos suben, otros bajan,
unos se desmayan viendo
la sangre que llevan otros. 25
Mas yo, la verdad diciendo,
de no comer me desmayo;
que en esta prisión me veo,
donde ya todos los días
en el filósofo leo 30
Nicomedes, y las noches
en el concilio Niceno.
Si llaman santo al callar,
como en calendario nuevo,
San Secreto es para mí, 35
pues le ayuno y no le huelgo;
aunque está bien merecido
el castigo que padezco,
pues callé, siendo crïado,
que es el mayor sacrilegio. 40
Cuadro segundo.
Ruido de cajas y gente, y dicen dentro.
SOLDADO 1 Ésta es la torre en que está.
Echad la puerta en el suelo;
entrad todos.
CLARÍN ¡Vive Dios!
que a mí me buscan es cierto
pues me dicen que aquí estoy. 45
¿Qué me querrán?
Salen los SOLDADOS que pudieren.
SOLDADO 1 Entrad dentro.
SOLDADO 2 Aquí está.
77
CLARÍN No está.
TODOS Señor...
CLARÍN ¿Si vienen borrachos éstos?
SOLDADO 2 Tú nuestro príncipe eres;
ni admitimos ni queremos 50
sino al señor natural,
y no príncipe extranjero.
A todos nos da los pies.
TODOS ¡Viva el gran príncipe n[uest]ro!
CLARÍN ¡Vive Dios, que va de veras! Aparte. 55
¿Si es costumbre en este reino
prender uno cada día
y hacerle príncipe, y luego
volverle a la torre? Sí,
pues cada día lo veo; 60
fuerza es hacer mi papel.
SOLDADOS Danos tus plantas.
CLARÍN No puedo,
porque las he menester
para mí, y fuera defeto
ser príncipe desplantado. 65
SOLDADO 2 Todos a tu padre mesmo
le dijimos que a ti solo
por príncipe conocemos,
no al de Moscovia.
CLARÍN ¿A mi padre
le perdisteis el respeto? 70
Sois unos tales por cuales.
SOLDADO 1 Fue lealtad de nuestros pechos.
CLARÍN Si fue lealtad, yo os perdono.
SOLDADO 2 Sal a restaurar tu imperio.
¡Viva Segismundo!
TODOS ¡Viva! 75
78
CLARÍN ¿Segismundo dicen? Bueno. Aparte.
Segismundos llaman todos
los príncipes contrahechos.
Sale SEGISMUNDO.
SEGISMUNDO ¿Quién no[m]bra aquí a Segismu[n]do?
CLARÍN ¡Mas que soy príncipe huero! Aparte. 80
SOLDADO 2 ¿Quién es Segismundo?
SEGISMUNDO Yo.
SOLDADO 2 Pues ¿cómo, atrevido y necio,
tú te hacías Segismundo?
CLARÍN ¿Yo Segismundo? Eso niego.
Que vosotros fuisteis quien 85
me segismundasteis; luego
vuestra ha sido solamente
necedad y atrevimiento.
SOLDADO 1 Gran príncipe Segismundo
(que las señas que traemos 90
tuyas son, aunque por fe
te aclamamos señor nuestro),
tu padre, el gran rey Basilio,
temeroso que los cielos
cumplan un hado, que dice 95
que ha de verse a tus pies puesto,
vencido de ti, pretende
quitarte acción y derecho
y dársela a Astolfo, duque
de Moscovia. Para esto 100
juntó su corte, y el vulgo,
penetrando ya y sabiendo
que tiene rey natural,
no quiere que un extranjero
venga a mandarle. Y así, 105
haciendo noble desprecio
de la inclemencia del hado,
te ha buscado donde preso
vives, para que, valido
de tus armas y saliendo 110
desta torre a restaurar
79
tu imperial corona y cetro,
se la quites a un tirano.
Sal, pues; que en ese desierto
ejército numeroso 115
de bandidos y plebeyos
te aclama. La libertad
te espera; oye sus acentos.
VOCES ¡Viva Segismundo, viva!
SEGISMUNDO ¿Otra vez (¿qué es esto, cielos?) Dentro. 120
queréis que sueñe grandezas
que ha de deshacer el tiempo?
¿Otra vez queréis que vea
entre sombras y bosquejos
la majestad y la pompa 125
desvanecida del viento?
¿Otra vez queréis que toque
el desengaño, o el riesgo
a que el humano poder
nace humilde y vive atento? 130
Pues no ha de ser, no ha de ser.
Miradme otra vez sujeto
a mi fortuna. Y pues sé
que toda esta vida es sueño,
idos, sombras, que fingís 135
hoy a mis sentidos muertos
cuerpo y voz, siendo verdad
que ni tenéis voz ni cuerpo;
que no quiero majestades
fingidas, pompas no quiero. 140
Fantásticas ilusiones
que al soplo menos ligero
del aura han de deshacerse
bien como el florido almendro,
que por madrugar sus flores, 145
sin aviso y sin consejo,
al primer soplo se apagan,
marchitando y desluciendo
de sus rosados capillos
belleza, luz y ornamento, 150
ya os conozco, ya os conozco,
y sé que os pasa lo mesmo
con cualquiera que se duerme.
Para mí no hay fingimientos;
que, desengañado ya, 155
sé bien que la vida es sueño.
80
SOLDADO 2 Si piensas que te engañamos,
vuelve a ese monte soberbio
los ojos, para que veas
la gente que aguarda en ellos 160
para obedecerte.
SEGISMUNDO Ya
otra vez vi aquesto mesmo
tan clara y distintamente
como agora lo estoy viendo,
y fue sueño.
SOLDADO 1 Cosas grandes 165
siempre, gran señor, trujeron
anuncios; y esto sería,
si lo soñaste primero.
SEGISMUNDO Dices bien, anuncio fue;
y caso que fuese cierto, 170
pues que la vida es tan corta,
soñemos, alma, soñemos
otra vez; pero ha de ser
con atención y consejo
de que hemos de despertar 175
deste gusto al mejor tiempo;
que llevándolo sabido,
será el desengaño menos;
que es hacer burla del daño
adelantarle el consejo. 180
Y con esta prevención
de que, cuando fuese cierto,
es todo el poder prestado
y ha de volverse a su dueño,
atrevámonos a todo. 185
Vasallos, yo os agradezco
la lealtad; en mí lleváis
quien os libre, osado y diestro,
de extranjera esclavitud.
Tocad al arma, que presto 190
veréis mi inmenso valor.
Contra mi padre pretendo
tomar armas y sacar
verdaderos a los cielos;
presto he de verle a mis plantas. 195
Mas si antes desto despierto Aparte.
¿no será bien no decirlo
81
supuesto que no he de hacerlo?
TODOS ¡Viva Segismundo, viva!
Vanse, y tocan el arma. Queda CLARÍN. Sale ROSAURA.
Cuadro tercero.
CLARÍN Señora, ¿es hora de verte? 200
ROSAURA ¡Ay, Clarín! ¿Dónde has estado?
CLARÍN En esta torre, encerrado
brujuleando mi muerte,
y si me da, o no me da;
y a figura que me diera 205
pasante quínola fuera
mi vida; que estuve ya
para dar un estallido.
ROSAURA ¿Por qué?
CLARÍN Porque sé el secreto
de quién eres, y en efeto, 210
Dentro, cajas.
Clotaldo... Pero ¿qué ruido
es éste?
ROSAURA ¿Qué puede ser?
CLARÍN Que del palacio sitiado
sale un escuadrón armado
a resistir y vencer 215
el del fiero Segismundo.
ROSAURA Pues ¿cómo cobarde estoy
y ya a su lado no soy
un escándalo del mundo,
cuando ya tanta crueldad 220
cierra sin orden ni ley?
Vase.
UNOS ¡Viva n[uest]ro invicto Rey! Dentro.
82
OTROS ¡Viva nuestra libertad! Dentro.
CLARÍN ¡La libertad y el Rey vivan!
Vivan muy enhorabuena, 225
que a mí nada me da pena,
como en cuenta me reciban;
que yo, apartado este día
en tan grande confusión,
haga el papel de Nerón 230
que de nada se dolía.
Si bien me quiero doler
de algo, y ha de ser de mí;
escondido, desde aquí
toda la fiesta he de ver. 235
El sitio es oculto y fuerte
entre estas peñas. Pues ya
la muerte no me hallará,
dos higas para la muerte.
Va a esconderse. Suena ruido de armas. Disparan y cae CLARÍN, dentro.
Cuadro cuarto. Otro Paso.
Mientras cae CLARÍN entra, simultáneamente, SOLANO. Parecía que iba a decir algo;
pero súbitamente se ha interrumpido aun antes de empezar. Queda inmóvil, totalmente
inexpresivo. Luego ríe nerviosamente.
521. SOLANO (Susurrando.) Ríos… Ríos…
522. RÍOS ¿Qué? (Silencio.) ¿Qué te pasa? (Silencio.) Solano…
523. SOLANO (Igual.) Un blanco… un hueco…
524. RÍOS ¿Un hueco? ¿Dónde?
525. SOLANO (Se toca la frente.) Aquí… Nada aquí… No recuerdo nada…
526. RÍOS ¿Cómo que no recuerdas nada?
527. SOLANO Que no recuerdo nada… De pronto… (Gesto de vacío.)
La luz, si la hubiera, comienza a oscilar y a disminuir.
528. RÍOS (Va junto a él y, con risa nerviosa, le palmea la cara.) Vamos, vamos…
No tiene importancia… Un pequeño olvido… ¿Qué estabas diciendo?...
529. SOLANO (También con risa nerviosa.) Es como sí… (Gestos vagos.) Vacío…
dentro y fuera… Vacío...
530. RÍOS ¡Te digo que no tiene importancia! Cualquiera puede olvidar…
531. SOLANO Nosotros no…
532. RÍOS ¿Por qué no?
533. SOLANO ¡Nosotros no…! Es horrible…
534. RÍOS (Cada vez más inquieto.) ¡No te asustes! ¡Haz un esfuerzo! Tienes que
recordar… (Le zarandea con violencia.) ¡Solano!
83
535. SOLANO (Cayendo al suelo, como sin fuerzas.) ¿Qué?
536. RÍOS (Débilmente, junto a él.) ¿Dónde… dónde estás?
537. SOLANO No sé…
538. RÍOS ¿Qué te está pasando? (Nota que la luz disminuye e intenta enderezar a
Solano.) ¡No te dejes ir! ¡Recuerda! ¡Tienes que recordar!
539. SOLANO ¿Recordar?
540. RÍOS Sí; recordar, rememorar, recitar, relatar…
541. SOLANO ¿Resucitar?
542. RÍOS (Aterrado, lo deja caer.) ¡No! ¿Quién está muerto?
543. SOLANO Todos… Todo aquello…
544. RÍOS ¿Nosotros también? (Silencio.) ¿Nosotros también?
Cuadro quinto.
Tocan al arma, y salen CLOTALDO, BASILIO y ASTOLFO huyendo. Después,
SEGISMUNDO y toda la farándula.
CLOTALDO ¡Huye, señor!
BASILIO ¿Para qué? 240
ASTOLFO ¿Qué intentas?
BASILIO Astolfo, aparta. 245
CLOTALDO ¿Qué intentas?
BASILIO Hacer, Clotaldo, 250
un remedio que me falta.
SEGISMUNDO Corte ilustre de Polonia,
que de admiraciones tantas
sois testigos, atended,
que vuestro príncipe os habla. 255
Lo que está determinado
del cielo, y en azul tabla
Dios con el dedo escribió,
de quien son cifras y estampas
tantos papeles azules 260
que adornan letras doradas,
nunca miente, nunca engaña,
porque quien miente y engaña
es quien, para usar mal dellas,
las penetra y las alcanza. 265
Mi padre, que está presente,
por excusarse a la saña
de mi condición, me hizo
84
un bruto, una fiera humana;
de suerte que, cuando yo 270
por mi nobleza gallarda,
por mi sangre generosa,
por mi condición bizarra,
hubiera nacido dócil
y humilde, sólo bastara 275
tal género de vivir,
tal linaje de crianza,
a hacer fieras mis costumbres.
¡Qué buen modo de estorbarlas!
Si a cualquier hombre dijesen: 280
«Alguna fiera inhumana
te dará muerte», ¿escogiera
buen remedio en despertalla
cuando estuviese durmiendo?
Si dijeran: «Esta espada 285
que traes ceñida ha de ser
quien te dé la muerte», vana
diligencia de evitarlo
fuera entonces desnudarla
y ponérsela a los pechos. 290
Si dijesen: «Golfos de agua
han de ser tu sepultura
en monumentos de plata»,
mal hiciera en darse al mar,
cuando soberbio levanta 295
rizados montes de nieve,
de cristal crespas montañas.
Lo mismo le ha sucedido
que a quien, porque le amenaza
una fiera, la despierta; 300
que a quien, temiendo una espada
la desnuda; y que a quien mueve
las ondas de una borrasca;
y cuando fuera (escuchadme)
dormida fiera mi saña, 305
templada espada mi furia,
mi rigor quieta bonanza,
la fortuna no se vence
con injusticia y venganza,
porque antes se incita más. 310
Sirva de ejemplo este raro
espectáculo, esta extraña
admiración, este horror,
este prodigio; pues nada
es más que llegar a ver, 315
85
con prevenciones tan varias,
rendido a mis pies a un padre,
y atropellado a un monarca.
Sentencia del cielo fue;
por más que quiso estorbarla 320
él no pudo, ¿y podré yo
que soy menor en las canas,
en el valor y en la ciencia
vencerla? Señor, levanta,
dame tu mano; que ya 325
que el cielo te desengaña
de que has errado en el modo
de vencerle, humilde aguarda
mi cuello a que tú te vengues;
rendido estoy a tus plantas. 330
BASILIO Hijo, que tan noble acción
otra vez en mis entrañas
te engendra, príncipe eres.
A ti el laurel y la palma
se te deben. Tú venciste; 335
corónente tus hazañas.
TODOS ¡Viva Segismundo, viva!
SEGISMUNDO Pues que ya vencer aguarda
mi valor grandes vitorias,
hoy ha de ser la más alta 340
vencerme a mí. Astolfo dé
la mano luego a Rosaura,
pues sabe que de su honor
es deuda y yo he de cobrarla.
ASTOLFO Aunque es verdad que la debo 345
obligaciones, repara
que ella no sabe quién es;
y es bajeza y es infamia
casarme yo con mujer...
CLOTALDO No prosigas, tente, aguarda; 350
porque Rosaura es tan noble
como tú, Astolfo, y mi espada
lo defenderá en el campo;
que es mi hija, y esto basta.
ASTOLFO ¿Qué dices?
86
CLOTALDO Que yo hasta verla 355
casada, noble y honrada,
no la quise descubrir.
La historia desto es muy larga;
pero, en fin, es hija mía.
ASTOLFO Pues siendo así, mi palabra 360
cumpliré.
SEGISMUNDO Pues, porq[ue] Estrella
no quede desconsolada,
viendo que príncipe pierde
de tanto valor y fama,
de mi propia mano yo 365
con esposo he de casarla
que en méritos y fortuna
si no le excede, le iguala.
Dame la mano.
ESTRELLA Yo gano
en merecer dicha tanta. 370
SEGISMUNDO A Clotaldo, que leal
sirvió a mi padre, le aguardan
mis brazos, con las mercedes
que él pidiere que le haga.
SOLDADO 1 Si así a quien no te ha servido 375
honras, ¿a mí, que fui causa
del alboroto del reino,
y de la torre en que estabas
te saqué, qué me darás?
SEGISMUNDO La torre; y porque no salgas 380
della nunca hasta morir,
has de estar allí con guardas;
que el traidor no es menester
siendo la traición pasada.
BASILIO Tu ingenio a todos admira. 385
ASTOLFO ¡Qué condición tan mudada!
ROSAURA ¡Qué discreto y qué prudente!
SEGISMUNDO ¿Qué os admira? ¿Qué os espanta,
si fue mi maestro un sueño,
87
y estoy temiendo en mis ansias 390
que he de despertar y hallarme
otra vez en mi cerrada
prisión? Y cuando no sea,
el soñarlo sólo basta;
pues así llegué a saber 395
que toda la dicha humana,
en fin, pasa como sueño.
Y quiero hoy aprovecharla
el tiempo que me durare,
pidiendo de nuestras faltas 400
perdón, pues de pechos nobles
es tan propio el perdonarlas.
ESCENA 8. MOJIGANGA.
Cuadro único.
Entran SOR JUANA, RÍOS y SOLANO con hábitos monjiles, como al inicio de la comedia,
y portando algunos instrumentos informales; parecen una especie de trío de boleros, sólo
que jerónimos.
545. SOR JUANA ¡Majestad! Hemos compuesto una pequeña canción en
homenaje a vuestra prima y próxima esposa.
546. SEGISMUNDO Oh, qué bien. Pues, adelante; escuchémosla.
La farándula entera se acomoda dónde y cómo puede.
SOR JUANA Dulce reina mía,
una nueva fantasía en cada nuevo verso,
deseo mostrarte,
no quiero decir más,
lo que tú ya sabes. 5
El día en que te conocí me pareció
muy grande
tu inteligencia,
vi tu nariz
diminuta, 10
vi tu cabellera
cayendo sobre tu cintura
y tus pechos
maternales.
Y ahora ves la sombra 15
de uno que sin esperanzas te ama,
ves el llanto
del infeliz,
porque tú perteneces a otro,
88
sólo eres 20
de tu marido.
547. SEGISMUNDO ¡Bravo, bravo! Quisiera escucharla una vez más; pero me
gustaría que fuera a dos voces.
548. SOR JUANA Pero, tengo una sola, majestad.
549. SEGISMUNDO Que canten aquellos otros músicos, haciendo la segunda.
550. RÍOS Es que… nosotros no nos sabemos la letra, majestad.
551. SEGISMUNDO Oh, bien; entonces, cantadla en canon.
552. SOLANO ¿En dónde?
553. SEGISMUNDO En canon, esa manera en que primero canta uno y luego otro
hace la imitación: comienza tú, y ustedes, que no saben la letra, van
repitiendo lo que ella canta. ¿Qué ocurre? ¿No sabéis lo que es un
canon? Oh, sí, sí que sabéis; vamos.
SOR JUANA Dulce reina mía,
una nueva fantasía en cada nuevo verso,
RÍOS/SOLANO Dulce reina mía,
SOR JUANA deseo mostrarte, 25
RÍOS/SOLANO una nueva fantasía en cada nuevo verso,
SOR JUANA no quiero decir más,
RÍOS/SOLANO deseo mostrarte,
SOR JUANA lo que tú ya sabes…
Voces de sorpresa, aún condescendientes y de buen humor.
SOR JUANA El día en que te conocí me pareció 30
RÍOS/SOLANO El día en que te conocí...
SOR JUANA muy grande
RÍOS/SOLANO me pareció
SOR JUANA tu inteligencia,
RÍOS/SOLANO muy grande 35
SOR JUANA vi tu nariz…
Voces de desconcierto que comienzan a ser de desaprobación.
89
RÍOS/SOLANO tu inteligencia,
SOR JUANA diminuta…
Voces de desaprobación manifiesta.
RÍOS/SOLANO vi tu nariz
SOR JUANA vi tu cabellera 40
RÍOS/SOLANO diminuta,
SOR JUANA cayendo sobre tu cintura
RÍOS/SOLANO vi tu cabellera
SOR JUANA y tus pechos
RÍOS/SOLANO cayendo sobre tu cintura… 45
Voces de molestia, enfado e indignación; casi escandalizadas.
SOR JUANA Y ahora ves la sombra
de uno que sin esperanzas te ama,
RÍOS/SOLANO Y ahora ves la sombra
SOR JUANA ves el llanto
RÍOS/SOLANO de uno que sin esperanzas te ama, 50
SOR JUANA del infeliz,
RÍOS/SOLANO ves el llanto
SOR JUANA porque tú perteneces a otro,
sólo eres
RÍOS/SOLANO del infeliz, 55
SOR JUANA de tu marido…
Voces escandalizadas en pleno, ad libitum, hasta que SOR JUANA detiene la escena con
una palmada, quedando todos quietos, estáticos.
90
SOR JUANA Hasta aquí llega, señores,
esta historia, este paseo;
dejo a ustedes sopesarla
en su pienso y su deseo, 60
esperando nos disculpen
nuestras faltas, nuestros yerros,
desta parábola áurea
del poder, ése veneno.
¿FIN DE LA COMEDIA?
91
TEXTO PARA EL PROGRAMA DE MANO
Con Los sueños, ¿sueños son? se pretende descubrir en los Siglos de Oro, no un
capítulo de historia literaria o de estilística escénica, más o menos aburrido, sino el
reflejo de una sociedad injusta que ha llegado intacta hasta nuestros días en muchos
más aspectos de los que sospechábamos. Los hispanohablantes conocemos muy
mal cuanto se dijo en los escenarios, desde el Renacimiento hasta la culminación
del Barroco en Sor Juana, a pesar de la censura y de la autocensura tan celosa y
despiadadamente vigiladas por la Santa Inquisición. Es nuestra responsabilidad
transmitir su palabra.
Son voces de los más débiles que se han dejado oír en un teatro sin paralelo
en otras partes del mundo, y que, por ello, resulta hoy tan importante conocer en la
forma tradicional de la fiesta escénica: loa, comedia, con sus respectivos entremeses,
y mojiganga o fin de fiesta.
Y somos responsables de conocerlo y rescatarlo, en primer término, los
cómicos de hoy, herederos no sólo de la misma lengua de los de ayer, sino de luchas
muy parecidas y de manifestaciones sociales paralelas.
Debemos colocarnos frente al “poder, ese veneno”, que se ha ejercido sin
cortapisas desde hace siglos, para entender las formas para burlarlo tanto en la
picaresca cervantina, como en la gran pregunta calderoniana o en el sincretismo
sorjuanista.
Como viejo compañero del Sancho cervantino, doy la bienvenida a estos
cómicos áureos del Siglo 21 y, con ellos, saludo con profunda reverencia a nuestro
público.
José Ramón Enríquez.
92
REQUERIMIENTOS TÉCNICOS
ESCENARIO:
Foro a la italiana, cuyas dimensiones aproximadas sean: 8 metros de bocaescena,
por 6 metros de fondo. Preferentemente, espacios abiertos o, por razones
climatológicas, cubiertos o cerrados.
ILUMINACIÓN:
General, con base en pares y/o fresneles (los que cada espacio disponga); sin
especiales (puede ser iluminación natural si se hace al aire libre con luz solar
suficiente). Y cuerpo de técnicos que maneje y se haga responsable de la consola de
luces en dado caso de que se use iluminación artificial.
Camioneta de tres toneladas para transportar escenografía antes y después de la
función.
Transporte para 16 personas, antes y después de la función.
SONIDO:
No se precisa equipo de ningún tipo, en los casos de espacios cerrados o
cubiertos; en espacios abiertos y con mucho público: cuatro micrófonos ambientales,
consola con canales para cuatro micrófonos y salida de audio, reproductora de discos
compactos y dos bocinas.
TIEMPO DE MONTAJE Y DESMONTAJE:
Tres horas antes de la tercera llamada para montar. Una hora después de haber
terminado la función para desmontar.
CONTACTO:
Sebastián Liera (autor de la comedia): [email protected] Yory Jacob G. Betancourt (logística): [email protected]
Susana Canché Herrera (secretaria de la licenciatura): [email protected] Tere Góngora Basterra: (extensión y vinculación): [email protected]