lourau, r. libertad de movimientos. introducción al análisis institucional

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LIBERTAD DE MOVMENTOSUna iiNTRoducciN aI anLss insttucoinaI

REN LOURAU

TRAducciN, pRloqo, posfAcio y NOTAS dE GREqORO KAMlNskyR E V S N TCNCA CRST'IN V A R E I A

eudeba

Eudeba Universidad de Buenos Aires I a edicin: abril de 2001

2001 Editorial Universitaria de B u e n o s Aires S o c i e d a d de E c o n o m a M i x t a Av. R i v a d a v i a 1571/73 ( 1 0 3 3 ) C i u d a d de Buenos Aires Tel: 4 3 8 3 - 8 0 2 5 / Fax: 4 3 8 3 - 2 2 0 2 www.eudeba.com.ar Diseo de interior y tapa: J u a n C r u z Gonella C o r r e c c i n y c o m p o s i c i n general: E u d e b a

ISBN 9 5 0 - 2 3 - 1 1 4 0 - X Impreso en A r g e n t i n a . H e c h o el depsito q u e establece la ley 1 1 . 7 2 3 No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informtico, ni su transmisin en cualquier forma o por cualquier medio, electrnico, mecnico, fotocopia u otros mtodos, sin el permiso previo del editor.

CRcqRio KAiviNsky quienes ilustran el valor antiguo de la palabra 'champs' (en plural) como 'espacio libre'...". En cuanto a su empleo moderno, "donner la cl des champs" corresponde a "poner en libertad": "Il est d'une humeur bien bigearre [bizarre] et bien contraire celle de tous les autres qui veulent avoir la clef des champs, car il ne dsire rien tant que de se voir en cage". Ch. Sorel, Histoire comique de Francion, p. 79. "L chez-le pour de bon! Passez du chlore dans l'armoire et donnez-lui la clef des champs avec la clef des lieux!" J. Valls, L'insurg, p. 192.

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PRLOGO A LA EDICIN EN CASTELLANO

No parece aventurado apuntar que el libro, que hoy encuentra su edicin castellana, constituye una anunciada y largamente esperada crnica del institucionalismo. En primer lugar, esta introduccin representa un recorrido por los antecedentes histricos, sus polmicos orgenes, al tiempo que la evaluacin de las fuentes genealgicas. Tambin examina los alcances simblicos y sus imaginarios sostenes que configuran aquello que el institucionalismo suele denominar la novela familiar del anlisis institucional. Es que, en tanto corriente siempre preocupada por la implicacin del analista, se interesa tambin en elucidar el vector implicacionista del anlisis institucional antes como proceso que como institucin, esto es: el institucionalismo como movimiento y no como una entidad cientfico-intelectual instituida. En este aspecto, tambin aqu sorprende el espritu instituyente de Ren Lourau. Inscripto en los orgenes mismos del movimiento, no se detiene tampoco se solaza en evacuar y el carcter de tipo exegtico de un puado de nombres casi todos emblemticos o en santificar en nombre propio la configuracin grupuscular de un conjunto de iniciados.7

GREGORIO

KAMiNsky

Este texto trata, ms bien, de una introduccin que da cuenta de importantes momentos -polticos, intelectuales- que configuran la creacin, la produccin, el emplazamiento mismo de un movimiento que adquirir un significativo crecimiento en extensin y asimismo, en intensidad. > Cabe destacar el espacio preponderante que el autor atribuye a los movimientos latinoamericanos y, muy especialmente, al argentino desde el movimiento grupalista encabezado por Pichn Rivire, hasta su consignacin en la dispora, debida a la persecucin que sufrieron, con la dictadura militar, muchos intelectuales vinculados al institucionalismo. Podrn leerse tambin aqu los vnculos que ese grupo de socilogos y pedagogos franceses mantuvieron con las corrientes norteamericanas, con los intelectuales agrupados en revistas como Socialismo o Barbarie tales como Castoriadis, Lefort, Lyotard, entre muchos otros. Se puede advertir la simultnea procedencia con dos campos de estudio y trabajo: la escuela y el hospicio, y, a partir de ellos, con dos corrientes paralelas e interferidas, la pedagoga institucional y la psicoterapia institucional. Sin embargo, este texto introductorio, que da testimonio de tiempos, momentos y fuentes, es tambin un material de actualizacin y de puesta al da. Ren Lourau detestaba constituirse en exegeta de s mismo, y expone en este libro no slo el estado de la cuestin, sino la cuestin misma de los dos problemas que considera fundamentales para la concepcin institucionalista: el problema de la implicacin y el proceso de institucionalizacin. En cuanto al primero, Lourau desarrolla una de las pginas ms hermosas y apasionantes que le conocemos en esta lengua. Se trata de un estudio en torno a la concepcin lacaniana de la contratransferencia, ms precisamente, al rechazo de Lacan al empleo de este concepto. Y, por las mismas vas que tiende este autor, Lourau se remite al Banquete, el famoso dilogo de Platn.

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pRbqO A IA EdiCiN EN CASTEIIANO

El anlisis que realiza, un anlisis del discurso y del discurso como instirucionalizacin del lenguaje, no slo nos restituye al origen de este concepto en el anlisis institucional (la concepcin de Werner Heisenberg, premio Nobel de fsica: el ojo del observador est implicado en el campo de observacin), sino que es una actualizacin de los procesos transferenciales-implicacionales tanto de actores como del staff analista en el dispositivo institucional. Respecto del segundo, Lourau evoca a un autor que, junto a Emile Durkheim, ha sentado las bases de la sociologa moderna. Nos referimos a Max Weber, de quien destaca muy especialmente los denominados tipos de dominacin (legal, racional y carismtico). De estos tipos, en particular el carismtico, es que Lourau desarrolla el PMW\ proceso Max Weber de institucionalizacin. Cabe destacar que Weber desarrolla estos conceptos al mismo tiempo que Freud se encuentra escribiendo la obra donde formular su concepto de institucin: Psicologa de las masas y anlisis del yo (debe destacarse, aqu, su concepto de masa artificial). La cuestin de lo poltico no es un captulo especial y diferente, antes bien, se trata de una tensin cuya lectura podr encontrarse de principio a fin, y quienes se interesen por ello advertirn que no existe un plano o nivel poltico diferenciado, sino un vector indispensable que atraviesa la dimensin institucional. La institucin es tambin un campo, un campo de concentracin de espacios y tiempos interferidos. No se superponen planos sino que se interfieren dimensiones. La institucin como campo interferencial nos parece una adecuada sntesis de esta puesta al da a la que denomina Libertad de movimientos. Adoptar estas libertades; integrar sin corporativizarse a estos movimientos. En el mes de enero de 2000, durante el viaje en tren que usualmente lo llevaba a su trabajo en la Universidad de Pars

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C R E Q O R O KAMINSKY

VIII, Rene Lourau sufri un ataque cardaco que le produjo la muerte a los sesenta y siete aos de edad. Saba que este texto estaba prximo a ser publicado en Buenos Aires; ahora que ya no est, nos parece que lo escribi a ttulo postumo. Gregorio Kaminsky

PRMERA

PARTE

UNA INTRODUCCIN AL ANLISIS INSTITUCIONAL

PRESENTACIN

El primer captulo de esta pequea introduccin al anlisis institucional presenta casi arbitrariamente uno de los orgenes posibles de nuestra corriente. Es la denominada "revolucin psicosociolgica", la entrada en escena de lo microsocial cuando la observacin directa estaba reservada a la antropologa de campo. Intent reemplazar al grupalismo lewiniano dentro del contexto francs de su aparicin. Este contexto, desde el punto de vista poltico y de los hbitos de la intelligentsia comprometida con el marxismo que inici su "retirada de Rusia" al principio de los aos '60-, est ejemplificado por las ltimas apariciones de la revista Arguments, en las cuales se manifiesta aquello que, desde esa misma poca, iba a inventar el anlisis institucional (A.I.) en el sentido en que lo comprendemos desde entonces: Georges Lapassade. Retengamos de estas breves evocaciones una idea importante para la comprensin del proyecto, del paradigma y del programa del A.I.: nace al comienzo de un proceso, hoy todava activo, de crtica de lo instituido (en materia de formas polticas de accin). Y esta crtica es una autocrtica que lleva en germen la nocin de implicacin del observador respecto de lo que observa.

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RFN LOURAU

En el segundo captulo, la fuerza de la novela familiar del A.I. se muestra a travs del examen de uno de sus orgenes ms o menos mticos: la psicoterapia institucional. Aqu, es todava el imaginario francs el que habla. Para los argentinos, la novela familiar invocara razonablemente el encuentro y las interferencias entre, por una parte, la corriente grupalista de Pichn Rivire, los grupos operativos, y, por otra, una politizacin en referencia a los escritos de Politzer y de Althusser. El contexto poltico de comienzos de los aos '70 debera ser tomado en cuenta. Este perodo, de intensa actividad crtica y creativa, es, por desgracia, brutalmente detenido en 1976 por la dictadura militar. Una consecuencia "afortunada" de este nuevo contexto es que se produce una dispora de los intelectuales argentinos, que permite la difusin de las investigaciones de la escuela argentina de A.I. en gran parte de Amrica Latina, as como de la escuela francesa. Otro caso de diversificacin de las novelas familiares del A.I. es Italia. En primer lugar, habr que considerar el contexto poltico del "mayo rampante". Se ver, entre otras cosas, la importancia de la especificidad del partido comunista italiano, la riqueza de sus izquierdismos y de los pequeos grupos anarquistas (igual que en Argentina y Uruguay). La crtica radical de lo instituido de las formas polticas deviene poltica activa, virulenta, violenta, a veces hasta la lucha armada. La garanta y la legitimacin de toda institucin -quiero decir de la superinstitucin estatal, de la que no pocos italianos decan, rindose, que en Italia no tena la pregnancia que posee por ejemplo en Francia, ha sido puesta al desnudo por los analizadores histricos. Levantando la hoja de parra con la que intenta disimular su desnudez, se advierte que el Estado-terrorista est munido del aparato transexual de la mafia. Por otra parte, desde los aos '60, la novela familiar del A.I. dar cuenta, ampliamente, de la crtica activa de la institucin psiquitrica, gracias a la corriente animada por Franco Basaglia. La estrategia de la institucin negada, la teorizacin del mandato

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socialy sus desarrollos pragmatistas (en el verdadero sentido de la palabra) con la ley 180, que marca la decadencia de la institucin asilar, hacen de la corriente basagliana, fuertemente impregnada de marxismo a la italiana, un movimiento mucho ms consistente polticamente que el de la psicoterapia institucional francesa, cuya institucionalizacin, en esa misma poca, est cimentada por la hegemona del psicoanalismo. Sea como fuere, en lo que respecta a Francia, la novela familiar del A.I. se apoya en parte sobre otra novela familiar extremadamente curiosa, la de la psicoterapia institucional: se nota - y ello se debe retener para la comprensin de la gnesis terica y social de nuestra corriente que la plataforma politzeriana del neodesalienismo ha sido, resueltamente, tirada a la basura (salvo por la tendencia de Lucien Bonnaf), en beneficio de una psicologizacin que va a la par con la despolitizacin de la teora institucional. Si el acto fallido de la corriente psiquitrica repercute sobre nuestra novela familiar-institucional, no puede decirse lo mismo respecto de nuestra investigacin-accin pedaggica y su referencia con la autogestin? La autogestin, en el contexto modernista de los aos sesenta, poda, sin razn, ignorar las diferencias fundamentales entre las colectivizaciones de 1936-1937 de la Espaa republicana y el sistema establecido por Tito en Yugoslavia inmediatamente despus de su ruptura con Stalin. Sin embargo, una de las claves de la libertad de movimiento (cls du champ) del A.I. est en este sondeo experimental de un manojo de claves polticas. Visto desde 1996, algunos pueden pensar que la autogestin fue una falsa clave. O que nosotros hicimos mucho ruido alrededor de rarsimas experiencias en las que la nodirectividad, el grupalismo lewiniano, la crtica de la institucin escolar, intentaban fundirse dentro del proyecto macrosocialista de la autogestin. Fusin o confusin que se desplazaba sorprendentemente a la corriente paralela y rival de la pedagoga institucional, ella misma confundida con el psicoanalismo.

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Aun cuando los aportes de la investigacin proveniente de la autogestin pedaggica no sean para desdear, es tal vez desde otro campo, el de la intervencin socioanaltica, de donde proceden las interrogaciones ms heursticas. No hay que olvidar que, aunque en el plano terico Henri Lefebvre nos ha enseado a ver la clave de la institucin sobre el plano ausencia/presencia del Estado, es por un desvo sobre el plano prctico de la intervencin psicosociolgica que Lapassade ha tenido la intuicin del A.I. Los principales conceptos socioanalticos han devenido centrales y continan alimentando la imaginacin socioanaltica. El campo de intervencin ha jugado un rol comparable al del trabajo de transformacin institucional en el asilo o en los otros tipos de establecimientos de salud mental. Las profundas modificaciones del contexto poltico, a partir de fines de los aos '70, han dado luz no solamente a las contradicciones prcticas entre profesionalizacin y militantismo (crtica radical en acto de lo instituido, por la colectivizacin del anlisis), sino tambin a las contradicciones tericas entre nuestro paradigma y los paradigmas instituidos en las ciencias humanas. La lgica de la implicacin, en la medida que se desplaza ms all de algunas restituciones psicologistas o sociologistas, cuestiona la lgica hipottico-deductiva, binaria, antidialctica, de los neopositivismos. Las condiciones de intervencin devienen ultrasensibles. La sensibilidad ante las condiciones iniciales, puesta al da por las teoras del caos, juega un rol en el primer plano. Para el A.I. en situacin de intervencin, el anlisis de los encargos (commande) y de las demandas, de las implicaciones de los socioanalistas en ese anlisis, aparece como una clave muy delicada de manejar. La ideologa capitalista neoliberal ha sacado provecho de nuestra distraccin al cambiar todas las cerraduras. Ahora, la libertad de movimientos {cides champs) corre el peligro de ser percibida como una invitacin a mirar para otro lado, para ver si estoy del lado de los tratamientos "cualitativos", que trastornan ms que progresan en el problema

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del reino de la cantidad, o de aquel que plantea ms que nunca una teora del (de los) campo (s). Quin habla de quin? Quin observa a quin (y jams "qu"), en las ciencias humanas? A partir de estas preguntas que la ciencia olvida plantear, reuniendo, sin saberlo, al sentido comn, sus rumores y sus chismes, se puede abordar tmidamente el problema de un campo de investigacin. Cul es, con el paradigma, el proyecto, el programa del A.I., el grado de colectivizacin y de restitucin es decir, de socializacin de una gestin verdaderamente cientfica? Los dos o tres fsicos que, incluso sin el fax ni la red Internet, despus de haber obtenido el asentimiento de Einstein, han depositado sobre el escritorio del presidente Roosevelt la idea del proyecto Manhattan, obscena madre portadora de Hiroshima y de Nagasaki, hubieran podido operar una consulta mucho ms ampla de la ciudad cientfica. Las implicaciones materiales (vencer a Alemania) les habran entonces aparecido bajo el signo de las relaciones de incertidumbre de Heisenberg, y su decisin habra ganado situndose dentro de la lgica ambivalente de Schrdinger, de Broglie y de la mecnica ondulatoria. Al parecer, ellos se contentaron con la lgica de la deduccin y la induccin, que las implicaciones formales de sus investigaciones no obstante hubieran sobrepasado. Implicacin, transduccin, institucionalizacin, stos son conceptos que luchan contra el rechazo salvaje a la temporalidad de la historia y sus horrores. En la ltima parte de esta introduccin al A.I., se intenta, pues, hacer notar, ms all de las definiciones que vitriolan el devenir, su importancia heurstica. Se ver que la libertad de movimientos (ci des champs) no intenta ser la ganza de un ladrn ni la llave maestra de un portero o sereno, en esta fbrica de tinieblas que es la barbarie neoliberal, cuyos "programas cientficos" propagan terror, cuando sueo con el oscuro futuro que a velocidad ultrasnica se cierne sobre mis hijos.

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LA REVOLUCIN PSICOSOCIOLGICA

Cuando durante los aos '60 los mtodos de grupo, a menudo confundidos bajo el vocablo "dinmica de grupo", comenzaron a ser difundidos en Francia, los psiclogos devenidos psicosocilogos ms crticos o politizados empezaron a interrogarse acerca de lo que an no se denominaba implicaciones del trabajo grupal en torno a aquello que exclua, a saber: toda la "sociologa" de la "psicosociologa", lo sociolgico o, ms generalmente, el campo social. Este reproche de exclusin es recurrente desde la aparicin de los mtodos de formacin y de intervencin grupales. Desde el fin de los aos '50, la sociologa durkheimiana y la corriente de la sociologa marxista haban denunciado la maniobra de "manipulacin" de lo macrosocial por medio de las tcnicas microsociales (ignorando, a menudo, todo de estas tcnicas!). Si la intelligentsia se interesaba en las experiencias teatrales en crculo y en los primeros happenings, as como en la tcnica del brain storming, los especialistas de las ciencias del hombre, salvo algunos psiclogos de tendencia sobre todo clnica, se esforzaban en descalificar o en marginalizar los enfoques microsociolgicos, metiendo en la misma bolsa las tcnicas teraputicas y pedaggicas

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de la no-directividad (Cari Rogers), tachando todo (no sin razones!) de psicologismo. Comienzos de los aos '60: casi el apogeo de este perodo que luego se ha denominado de los Treinta gloriosos del capitalismo modernista exportado a Francia por el Plan Marshall; debilitamiento de la Guerra Fra gracias a la desestalinizacin emprendida por Kruschev. En Francia, el fin de la guerra de Argelia marca un viraje para la intelligentsia "comprometida", tal como lo seala, el mismo ao 1962, la autodisolucin de la revista y del grupo Argumentsy su nmero final de autodisolucin, planteado bajo el signo de "la cuestin poltica (II)". El nmero precedente ya haba sido consagrado a la cuestin poltica y, en gran medida gracias a la intervencin de Georges Lapassade, dedica su primera parte a seis artculos reunidos bajo el copete: "Hacia una psicosociologa poltica". Canto del cisne del reagrupamiento relativamente eclctico de los marxistas crticos, el nmero doble y ltimo de Arguments seala el debut de la institucionalizacin del enfoque grupal en las ciencias del hombre. Naturalmente, y para la misma poca, las revistas cannicas se ocupaban completamente de otra cosa... El otro elemento de esta pequea revolucin, tan importante para el nacimiento del anlisis institucional, es que este enfoque grupal es de entrada "crtico", as como "comprehensivo", proceda ya sea de ex comunistas, como de izquierdistas o ex izquierdistas. Si uno juzga por el ndice de la primera parte del nmero 25-26 y anteltimo: Georges Lapassade firma, junto a Edgar Morin el artculo de cabecera, "La cuestin microsocial". El psicosocilogo Jean Claude Filloux, de la Asociacin para la investigacin y la intervencin psicosociolgicas (ARIP), que est en sus comienzos, escribe "Decisin colectiva y socialismo". Otro miembro fundador de ARIP, Max Pags, defiende "Por una psicosociologa poltica", mientras que su homnino Robert Pags, del Laboratorio de psicologa experimental de la Sorbona, confronta "Marxismo,

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anarquismo, psicologa social". Los dos experimentalistas, Serge Moscovici y Claude Faucheux, proponen "Notas crticas acerca de la cuestin microsocial" y, por fin, Joseph Gabel hace enfrentar "Marxismo y dinmica de grupo". Al menos, el tratamiento de su texto no se retrasa de una visin "comprehensiva" del nuevo fenmeno en las ciencias del hombre, un poco a la manera de Gurvitch, quien prefera excomulgar de la ciudad sociolgica la nocin de institucin ms que la de grupo. El artculo de Gabel, como el resto de los otros artculos, merecera ser analizado en detalle. Gabel se pregunta "cul es la orientacin de la evolucin social que ha hecho posible y necesario el auge de estas investigaciones y en qu medida este hecho impone a los marxistas una revisin de su doctrina?". Tal es la buena cuestin sociolgica del "revisionismo" entonces atacado por los stalinistas ortodoxos. Uno de los elementos de la respuesta que propone Gabel es el siguiente: "El elemento ideolgico y utpico tiende a desaparecer de los programas polticos, incluso de los partidos obreros". Y, en nota, precisa lo "Utpico" en el sentido de Mannheim y de Emst Bloch, es decir, no como proyecto irrealizable, sino como elemento de "trascendencia del ser" (Seinstranszendenz). Es necesario insistir sobre la forma en que se plantea la cuestin, porque ah reside el criterio de la imaginacin cientfica. Gabel no se entrega a una crtica metdica de la "dinmica de los grupos", efectuada por otros antes de 1962 y retomada a menudo posteriormente. Se interroga por las condiciones de posibilidad de su aparicin y su xito. Haciendo as debe, como no se deca todava, "deconstruir" el marxismo como interpretante final (en el sentido de Charles S. Pierce, fundador del pragmatismo y la semitica). En ocasin de esta ensima crisis del marxismo, bastante menos grave que la actual, que conoce una suerte de desterritorializacin total en Europa y una deslocalizacin en lo global bastante

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inestable de Asia, la crisis de los grandes interpretantes finales de tipo mstico, comenzando por el comunismo, no est suficientemente avanzada para que sea decretado "el fin de las ideologas". Como prueba, en todo el ltimo nmero de Arguments, otro artculo de Lapassade (con Romain Denis), "Aprendizaje de la autogestin". En el nmero precedente, el mismo Romain Denis publicaba un texto titulado "La voz del PSU", este pequeo partido de disidentes que a fines de los aos '60 y al comienzo de los '70 deba llevar a la vez la crtica de la poltica instituida y la idea de autogestin, presente en eJ anlisis institucional desde sus inicios, a comienzos y mitad de los aos '60. Mientras la autodisolucin de Arguments permita presagiar un curso nuevo para la intelligentsia, de Socialismo o Barbarie, con Castoriadis, Lyotard, Lefort y la Internacional Situacionista alrededor de Debord, aun cuando muy confidenciales, nos eran accesibles y mantenan los derechos de la utopa, el ARIP se franqueaba una va en el mundo de la formacin y de la intervencin psicosociolgica. Su rol no podra ser subestimado. En 1962, aparece el nmero especial de L'Education Nationale, revista semioficial, sobre "El grupo maestro-alumnos". En 1964 aparece Pedagogie etpsychologie desgroupes, bajo el padrinazgo directo del ARIP Y en 1966 ser La Psychosociologie dans la cit. Estas apariciones son el resultado de discusiones, de coloquios organizados por el ARIP, la Fundacin Royaumont... Si los dos primeros estn centrados en la formacin, el ltimo aborda el problema del lugar de la intervencin psicosociolgica no solamente desde un punto de vista epistemolgico, sino desde un punto de vista poltico. La introduccin del lobo en la manada es ayudada por "porteros" como Giles Ferry (lo que no convendr a su carrera en el Instituto Pedaggico Nacional), M. Debesse y Juliette FavezBoutonier, profesores de la Sorbona. Procedentes del catolicismo militante de las juventudes obreras, son las ediciones del Epi, y no un gran editor, quienes publican los dos volmenes.

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Esta ojeada de la situacin intelectual y cientfica en los aos '60 no pretende en modo alguno la exhaustividad, tampoco el punto de vista de mi simple autobiografa intelectual. Quisiera poner el acento sobre el fenmeno de politizacin y de interrogacin de la visin macrosocial de las ciencias del hombre que los mtodos de grupo han permitido emprender. El anlisis institucional debe mucho a estas circunstancias. Tambin en otra parte, por ejemplo en Argentina, es a partir de los grupos operativos de Pichn Rivire que, hacia la misma poca, se produce una inflexin en el medio psicolgico y psiquitrico. La historiografa de las corrientes de investigacin ligadas al anlisis institucional permanece en los limbos, la historia que se cuenta y que uno se cuenta es todava una novela familiar: uno se imagina que tiene padres a menudo diferentes de nuestros verdaderos padres... Se derivan consecuencias molestas, y la corriente francesa lapassadiana de anlisis institucional tiene su parte en la produccin de imaginario. Nosotros nos hemos referido regularmente a la psicoterapia institucional de los aos '40, aun cuando esta ltima est mucho ms ntidamente en el origen, al menos en cuanto a la etiqueta, ms prxima de la pedagoga institucional de tendencia psicoanaltica. La pedagoga institucional de orientacin psicosociolgica y autogestionaria (Fonvielle, Lapassade, Lobrot, Lourau, etc.) habra debido denominarse "autogestin pedaggica". Ella es mucho ms una sociopedagoga que una psicopedagogia. El deseo de inventarse ancestros es bien conocido: nos ha jugado una mala pasada. La nocin de institucin, que va a devenir paradigmtica en nuestra corriente, explica este acto fallido: los psiquiatras de Saint Alban, otros como Daumezon, haban puesto el acento en la necesidad de "curar la institucin", en este caso el establecimiento psiquitrico. Nuestra corriente de anlisis institucional ha producido la autogestin pedaggica y la intervencin socioanaltica, lo que no est tan mal. Otra confusin, muy21

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perjudicial, ya haba desfigurado el proyecto de la psicoterapia institucional, con la victoria del psicoanalismo (lacaniano, etc.) sobre el marxismo (Bonnaf) y el anarquismo (Tosquelles) desde los comienzos. Y es verdad que actualmente yo me siento mejor "en fase" con el siempre comunista Lucien Bonnaf que con algunos de los participantes de nuestra corriente, incluido su fundador... Habiendo sido bosquejado el contexto de la revolucin psicosociolgica, aun muy rpidamente, ser ms fcil captar el proyecto y las experiencias de la autogestin pedaggica, as como el del socioanlisis. Lo ms importante, segn yo lo veo, estimando lo que ocurre desde hace algunos aos, se trata de la existencia en la ciudad cientfica, entre otras corrientes, de un anlisis institucional como mtodo de trabajo cientfico, que pone el acento en la descripcin de las condiciones de investigacin, sobre la implicacin permanente y no slo mencionada puntualmente, sobre el lazo entre implicacin e institucionalizacin y ms particularmente sobre la puesta en cuestin de la escritura (o toda otra forma de exposicin) de las ciencias del hombre.

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Q Z

PSICOTERAPIA INSTITUCIONAL

Es solamente intentando levantar si esto fuera posible! la confusin nacida de la inflexin de la psicoterapia institucional en direccin de un psicoanalismo puro y duro, que se podra, en rigor, conservar para la corriente pedaggica llamada a menudo "lapassadiana" la apelacin de "pedagoga institucional". En efecto, la psicoterapia institucional, en su origen, no es de ningn modo freudiana, menos an, por el simple hecho de la cronologa, lacaniana (no obstante, Lacan forma parte de los jvenes formados en el ambiente de la revolucin psiquitrica de preguerra, bajo el signo del desalienismo, y Lucien Bonnaf seala en diversas ocasiones sus fructuosos encuentros con el Lacan anterior al lacanismo). Lo que Balvet, Tosquelles, Bonnaf, Daumezon, etc., en Saint Alban y otros lugares, experimentaron durante la ocupacin alemana en Francia en algunos "asilos" (futuros HP, futuros CHS) y que el largo artculo (1952) de los Annales portugaises de psychiatrie, bajo la firma de Daumezon y Koechlin, denomina "La psicoterapia francesa contempornea", es ms de inspiracin politzeriana que freudiana. La hegemona del freudismo ha hecho olvidar, en las historias oficiales de la psiquiatra, el nombre de Politzer,filsofoy psiclogo, austraco y despus francs, antiguo miembro del grupo "Philosophie"

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durante los aos '25 (con los futuros socilogos Henri Lefebvre y Georges Friedmann, etc.), fusilado por los alemanes en 1943 en tanto que resistente, comunista, judo. Entonces, vala ms ser de buena familia catlica y no-resistente si uno esperaba hacer una brillante carrera en la posguerra. Bajo el nombre de "psicologa concreta", Politzer propona una teora que en mucho toma nota positiva de ciertas precisiones freudianas (en particular, el inters por el material concreto de los sueos, y, en general, la superacin o la voluntad de superacin de la psicologa tradicional, calificada como "abstracta"). Pero le reprochaba a Freud haber cado en la abstraccin al inducir, de la presencia de este material, la existencia de un inconsciente con todo su aparato concebido in abstracto. Esta crtica, recurrente desde la poca de Politzer, ha sido fuertemente descalificada por el estructuralismo, donde se pone el acento sobre el lenguaje como substrato escondido tanto de la institucin (Lvi-Strauss) como del inconsciente (Lacan). Sin embargo, la epistemologa actual, que critica el mecanismo newtoniano y la lgica aristotlica, muestra, siguiendo los descubrimientos de la fsica, la necesidad de una nueva batalla contra el "realismo" y el "sustancialismo", que son las bases filosficas de la teora freudiana del inconsciente. Retomando la energa de los filsofos nominalistas de la Edad Media, de Abelardo a Buridan, de Duns Scoto a Ockham, los epistemlogos modernos, como el fsico David Bohm, el psiclogo Simondon, el matemtico Ravatin, etc., con la ayuda de conceptos tales como el holomovimiento (Bohm), la transduccin (Simondon), la ultratransduccin global/local (Ravatin), intentan construir otra visin del mundo que la que nosotros creemos natural y racional bajo la presin de la razn clasificatoria y de la lgica binaria. Lupasco, por su lado, ha propuesto una nueva dialctica o lgica antagonista, basada en el reino absoluto de la contradiccin. La clasificacin instituida de las ciencias del hombre est forzosamente puesta en cuestin, como ella lo ha estado y no cesa de estarlo en las ciencias de la naturaleza.

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La nocin de "concreto" en la teora de Politzer es ciertamente muy problemtica. Ella tiene, sobre todo, una virtud polmica contra los montajes de abstracciones que se hacen pasar por seres, substancias, esencias que metafsicamente no se ponen en cuestin. La psicologa concreta se interroga por la realidad del relato de sueos, relato "segundo" de algo que no pertenece al dominio del lenguaje articulado, ni sobre todo a la narracin, al sentido donde el etnlogo, el socilogo, el cineasta, el novelista, transcriben acontecimientos, fenmenos producidos con toda claridad diurna en una serie temporal (la seleccin de los elementos transcriptos plantean un problema ms general). Un sentido es atribuido no a un verdadero relato sino a la interpretacin-reconstruccin imaginaria de un fenmeno que es bien concreto. La teora edpica organiza el material onrico (como tambin el de las "asociaciones libres", los lapsus y actos fallidos, material diurno y "sociolgico" muy diferente del sueo). Aunque Daumezon no recusa la validez del material onrico o asociativo en la clnica dual clsica, l se opone a la utilizacin del fantasma (de los enfermos mentales) en la terapia que l denomina gustosamente "colectiva" jams, aparte y del ttulo del artculo, "institucional"-. La psicoterapia institucional segn su texto princeps es socioterapia, basada en la instauracin de actividades sociales de trabajo, de ocio. Es una tentativa de resocializacin por la restitucin de una cualidad total de la socialidad de la institucin psiquitrica. Tal es el sentido de la famosa frmula: "es necesario curar la institucin". Treinta o cuarenta aos ms tarde, los establecimientos que se ubican bajo el signo de la psicoterapia institucional e incluso de un "psicoanlisis institucional", han conservado del paradigma inicial lo que ste tena de ms dudoso la institucin que designa el establecimiento y no la construccin social global que es la psiquiatra y a menudo ha puesto en segundo plano el proyecto poltico global en beneficio de una concepcin localista de la institucin y de una concepcin individual de la psicoterapia: es, en efecto, demasiado evidente que

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nada en la o las teoras psicoanalticas permite pensar lo institucional. Esta observacin trivial vale tambin para el resto del uso habitual, anticientfico, del trmino institucin (identificada con un establecimiento, esto es, una asociacin) como para un uso conceptual, correcto, de este trmino, segn el cual la institucin no es de ninguna manera limitada (solamente vuelta visible) por los muros del asilo o las fronteras del grupo asociativo. Un gran mrito de la tendencia marxista, comunista, de la psicoterapia institucional ha sido poner en primer plano el combate desalienista, englobando alienacin social y alienacin "mental" dentro de una misma estrategia poltica. Pero, justamente este acento puesto sobre lo global no est acompaado de una reflexin dialctica sobre las relaciones entre lo local y lo global y, sin duda tambin a causa del error terico de Marx concerniente a concebir la institucin solamente como superestructura, ha dejado el campo libre para la designacin cristiana tradicional de establecimiento como institucin. El psicoanalismo poda precipitarse en este vaco terico del marxismo. Es lo que ha ocurrido no solamente en Francia sino en Argentina, pas donde, sin embargo, haca 1970 la corriente crtica en psiquiatra tuvo un momento inspirado en Politzer, al punto incluso de publicar una revista ubicada bajo el signo de la psicologa concreta. En Francia, el fusilado del Mont-Valrien no tuvo siquiera derecho a esta palabra postuma. Este pequeo interludio para especialistas, acerca de los metamorfismos sufridos por la psicoterapia institucional, tendr tal vez la ventaja de hacer menos oscuro el trayecto de la "pedagoga institucional" lapassadiana, de la que los defensores del psicoanalismo, asociado a las tcnicas Freinet, juzgan con pleno derecho que ella no tiene gran cosa que ver respecto de lo que Fernand Oury y Ada Vzquez denominaron en la editorial Maspro "pedagoga institucional", cuando, al mismo tiempo, Michel Lobrot, en la editorial Gautier-Villars y gracias a Ardoino, designaba con el mismo nombre un proyecto y una experiencia por completo diferentes (1966-1967).28

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AUTOGESTIN PEDAGGICA

La corriente llamada "lapassadiana" no habra denominado "pedagoga institucional" a las experiencias y proyectos que convocaba si no hubiera existido ya, desde hace una veintena de aos, aquello que tardamente se denomin "psicoterapia institucional". Lo que se trama al comienzo de los aos '60 con los disidentes del movimiento Freinet de la regin parisina se refiere globalmente a una suerte de equivalente del desalienismo, aplicado a la institucin escolar: alienacin del alumno (nio, adolescente) y alienacin del maestro dentro de un dispositivo autoritario donde la (supuesta) transmisin de un saber garantiza ante todo la perpetuacin de un poder, como si la "buena comunicacin" exigiera este "despotismo" que Marx analizaba en los comienzos de la empresa industrial, despotismo que, an hoy en da, y a pesar de todas las correcciones sucesivas en el sentido de las "relaciones humanas", parece una evidencia para la mayora de nuestros contemporneos! Un estado de espritu libertario es pues innegable entre los primeros experimentadores-investigadores de la autogestin pedaggica. La referencia a la autogestin est afirmada. Como se lo ve a raz de los ltimos nmeros de la revista Arguments consagrados a

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la cuestin poltica e incluso micropoltica, la revolucin epistemolgica en favor de una rehabilitacin de la intervencin microsocial forma parte de un nuevo paradigma, ligado, sin ninguna duda, con la aparicin de los mtodos grupales. Esto es lo que no entiende la tendencia psicoanaltica, cuando estaba en plena sumisin al lacanismo. Nosotros ramos sospechados de importar tcnicas adaptativas made in USA al tiempo que refractarios al famoso psicoanlisis "del Yo", ortopdico, perdonado por Lacan. La tendencia psicoanaltica, por otras razones ideolgicas (resabios del marxismo estrecho), no vea, tal como nosotros veamos siguiendo, por ejemplo, a Robert Pags, la filiacin entre los mtodos de grupo y las grandiosas construcciones "utpicas" de Fourier u otros "iluminados, precursores del socialismo", para retomar el ttulo del bello libro de Grard de Nerval, aplicado a los curiosos "iluminados" del siglo dieciocho. La creacin del Grupo de pedagoga institucional en los prados del Centro Cultural de Royaumont, cerca de Pars, en el otoo de 1964, es redhibitoria en cuanto a la fijacin de la etiqueta "pedagoga institucional". Aun cuando en sus casi tres aos de existencia atrajo a personas muy diversas, su nudo inicial, "operacional", es caracterstico de su proyecto y su programa de trabajo. Por una parte, se trata de "controlar" la difciles relaciones entre observadores/observados, las que, en la escuela de Gennevilliers, se anudan por una parte entre dos capacitadores {instituteurs) y dos observadores, colaboradores de Lapassade, l mismo investigador en el CNRS (Centro Nacional de Investigacin Cientfica, N. delT.). El dispositivo espontneamente instalado en el curso de las primeras reuniones de trabajo comprende a: los dos practicantes observados y sus clases; los dos estudiantes de psicologa observadores; los dos supervisores externos, Michel Lobrot y yo mismo. Estos dos supervisores son ellos mismos practicantes y experimentan en sus lugares de trabajo; Lobrot en un centro de formacin

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de instructores de enseanza especial, yo en un liceo donde soy profesor de letras. Cada semana sta es la segunda parte, ms general, y del programa, Lobrot y yo, despus de otros docentes, exponemos las actividades y dificultades; y este material es analizado colectivamente, y los menos exigentes no eran los dos jvenes estudiantes a la vez militantes de extrema-izquierda y atrados por el "lapassadismo". Qu es pues el "lapassadismo"? Entonces, Georges Lapassade acababa de publicar su tesis La entrada en La vida (Madrid, Fundamentos, 1973, N. delT.), manifiesto cientficamente fundado en un rechazo biolgico, psicolgico, social y poltico de la nocin de adulto. Tal vez, nadie ha medido la importancia de esta investigacin que, apoyndose en la teora del biologista Bolk acerca de la neotenia (el inacabamiento del hombre), propona una nueva antropologa, la cual, aun cuando subyacente, no ha sido todava formulada con todas sus implicaciones tericas y polticas por el anlisis institucional. La tesis de una continuidad, de una ausencia de ruptura entre el nio y el adulto, tan a menudo sugerida por poetas y novelistas, acuerda perfectamente con la prctica de la no-directividad de Cari Rogers, quien se comenzaba a conocer en Francia. Ella tambin concuerda con la idea de la autogestin pedaggica, variante extrema de la pedagoga centrada en el grupo, de la que los primeros psicosocilogos franceses haban mostrado la necesidad desde el nmero especial de L'Education Nationale, que ha sido tratado. Por cierto, nuestra cultura poltica, libertaria y ultraizquierdista (tambin trotskista, o postrotskista, en lo que respecta a Lobrot y Lapassade, miembros o ex miembros de Socialismo y Barbarie, el grupsculo de Castoriadis), era relativamente frgil para defender la autogestin dentro de los debates rituales con los comunistas y los trotskistas dogmticos de tendencia "lambertista". La actualidad nos ofreca obras, artculos, intercambios en proximidad con Yugoslavia, respecto de la cual nos mantenamos escpticos: la autogestin "instituida" desde arriba, no nos pareca de mejor cosecha que la

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Ucrania de Makhno, lo de Cronstadt a los comienzos de los aos veinte, o la de Espaa republicana de 1936-1939. Por otra parte, de las experiencias de comunidades de trabajo todava vivientes nos interesaba la muy reciente de los fellahs argelinos, al finalizar la guerra de Argelia, en 1962-1963. Nos entusiasmaban las frases lricas de la Carta de Argelia. El PSU, en particular con el socilogo Serge Mallet, nos serva de referencia (vase ms arriba los ltimos nmeros de Arguments), as como Socialismo y Barbarie, adonde Castoriadis preconiza la autogestin en relacin con una nueva teora de la institucin, la cual, tambin, iba a inspirarnos mucho (lo instituyente y lo instituido). Lewin y la psicologa americana de grupos, en particular la experiencia llamada de los "tres climas" de Lippit y White, estaba en el corazn de las referencias cientficas. Clima autoritario, clima laisser-faire y clima democrtico: los anlisis colectivos del GPI y nuestras propias experiencias en el campo de la Educacin nacional buscaban ah recursos. La extensin del Consejo de cooperativa de clase por disidentes del movimiento Freinet, como Raymond Fonvieille (uno de los dos practicantes de Gennevilliers, l mismo un antiguo miembro dirigente de la Eco le Moderne y lder, con Fernand Oury, de la disidencia parisina), converga junto a la idea de una colectivizacin por el grupo-clase: colectivizacin de la gestin del trabajo y del anlisis del funcionamiento de la clase. El mismo Raymond Fonvieille ha podido definir claramente "nuestra" pedagoga institucional a partir de estos tres elementos: - anlisis colectivo del grupo-clase; - autogestin de la clase; - relaciones no-directivas. Segn los temperamentos o los matices ideolgicos, cada uno de nosotros poda poner el acento sobre tal o cual de estos

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elementos constitutivos. Fonvieille era tal vez el ms activista autogestionario; Lobrot ms radicalmente no-directivo; y yo mismo ms inclinado al anlisis colectivo. Para la misma poca, 1964-1967, tuve la posibilidad de una formacin en el Centro de socioanlisis de Van Bokstaele. Naturalmente, es en el GPI, en los fines de semana y pasantas de formacin o de debates organizados por nosotros o por otros, a menudo en Royaumont, una vez en una sala mediana de la Mutualidad (en colaboracin con Socialismo o Barbarie), y ante todo sobre el campo profesional de nuestras clases, que se efecta nuestra autoformacin. Por mi lado, y por consejo de Lapassade en la Sorbona, me inscrib en el seminario de posgrado en psicologa clnica de Madame Fauvez-Boutonier; y otra preciosa supervisin, hacia el fin del primer ao (equivalente al futuro DEA), un "oral" frente a mi profesor y a Didier Anzieu. Paralelamente, yo continuaba bajo la direccin de Henri Lefebvre (del cual iba a convertirme en asistente de sociologa en Nanterre en 1966) la preparacin de una tesis de Doctorado de Estado: el tema inicial era el surrealismo, y devino... el anlisis institucional (el ttulo fue encontrado por Lapassade). Existieron relaciones poco regulares, algunas veces conflictivas, con lo que para ese entonces se constitua, al margen de la psicoterapia institucional de la clnica La Borde (Jean Oury, Flix Guattari), como pedagoga institucional en funcin sobre todo teraputica. Es verdad que los contactos eran ms directos con los psicosocilogos del ARIP, como Jean-Claude y Jeanine Filloux, Eugne Enriquez, Andr de Perreti, Max Pags, etc. Todo esto que pasaba antes de 1968 da para pensar que la autogestin pedaggica constitua ua "oveja negra" ms o menos aceptada en los bordes de la ciudad cientfica. Y, como las primeras intervenciones resueltamente colocadas bajo el signo del socioanlisis (concepto tomado de Van Bokstaele) tuvieron lugar simultneamente, el nombre de pedagoga socioanaltica (propuesto bastante despus por Yves Etienne) me parece en retrospectiva ms pertinente.

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SOCIOANLISIS

En el espritu de Lapassade, el vnculo entre el nuevo socioanlisis y el del grupo de Van Bokstaele era, tal vez, menos estrecho que para m. Van Bokstaele formaba parte de aquellos que haban importado directamente los mtodos grupales procedentes de Lewin, despus de un curso en Bethel, Maine (USA). La filiacin lewiniana era inmediata. Pero, en su prctica y en sus investigaciones socioanalticas (en particular la bsqueda de una "transferencia sociolgica" equivalente de la transferencia psicoanaltica, pero, de hecho, poco propicia hacia una apertura de lo que iba a devenir en la teora de la implicacin), el grupo Van Bokstaele, bajo el impulso de su lder, deseaba darle la espalda a la psicologa social y en general a todo enfoque psicolgico, en provecho de un paradigma resueltamente sociolgico. En este sentido haba una convergencia entre el enfoque que Daumezon haba privilegiado en su estudio sobre la psicoterapia institucional francesa, a expensas de la clnica psicoanaltica. Ms tarde, se retoma, en los comienzos de los aos '60, para la clnica de la Educacin nacional en La Verrire, la misma preocupacin por trazar un puente entre los datos psiquitricos de orden psicolgico y los datos sociolgicos de la contratransferencia llamada "institucional".

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Todo esto apareca confusamente en la poca, cuando (1967), de acuerdo a las experiencias conducidas por Lapassade junto a un primer pequeo grupo de psicosocilogos de tendencia "institucional", l y yo experimentamos, primero con la Parroquia estudiantil de la Universidad de Tours, un mtodo de intervencin por el cual el paradigma grupal, aunque presente, tiende a ceder el primer lugar al paradigma de la institucin. Sin volver a hablar sobre la experiencia princeps que algunos aos antes, en Royaumont, durante un curso de formacin de la Mutual estudiantil de los estudiantes de Francia (MNEF), haba visto surgir espontneamente (o casi!) la dimensin institucional oculta de la dinmica de grupos, digamos que durante las intervenciones de Tours (luego, en el mismo ao, Hendaya, al lado de una PU, Parroquia universitaria que reuna a profesores de segundo grado de la enseanza pblica, de obediencia catlica) el concepto de implicacin no era suficientemente operatorio para evitar numerosas y tal vez molestas interferencias entre los dos paradigmas antecitados. Sin embargo, en Tours I la presin invisible de la institucin romana se manifiesta por una forma de competencia entre el grupalismo de la intervencin y el grupalismo religioso. Despus de todo, iglesia ecclesia, significa "asamblea", y la AGS (asamblea general socioanaltica) tiene lejanas filiaciones con el funcionamiento de los primeros cristianos, donde los oficios institucionalizados, como la misa, no son sino una plida caricatura. Precisamente a propsito de institucionalizacin, el estado de nuestra teorizacin, centrada ante todo en la dialctica instituido/instituyente, no permita poner en evidencia el tercer trmino la institucionalizacin indispensable para develar y enunciar, en el devenir y no en el cuadro binario de las dos primeras instancias, las implicaciones de cada uno en la situacin de intervencin. Si el ttulo de mi pequea monografa sobre Tours I, "La plegaria sobre las estrellas", subrayaba lo que todava no se

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denominaba la sobreimplicacin grupalista (con su ideologa comunitarista, etc.) de la iglesia, el de la monografa deTours II, "El burdel de las finanzas del clero" (frmula tomada prestada de un capelln!), revelaba la importancia de la base material, del analizador dinero, dentro de una empresa de salvacin. En Hendaya, bajo el signo de la "misa de la condesa" estaba, una vez ms, el poder material y poltico (de nuestra hospedante, la "condesa") que surga junto con la susodicha condesa, precedida de dos o tres grandes perros, para exigir a los sacerdotes presentes "su" misa, en "su" capilla que funciona en forma privada gracias a un viejo privilegio desde hace mucho abolido el indulto! (Estas intervenciones han sido reeditadas por R. Lourau en Interventions socianalytiques 1996, Pars, Anthropos, 1997, nota de Remi Hess.) El campo de la Iglesia romana y, un poco ms tarde, aunque en grado menor, el de la Iglesia reformada de Francia, se ha ofrecido como un regalo epistemolgico en los comienzos de socioanlisis, del anlisis institucional en situacin de intervencin. Pero precisamente, a qu era, en esta fase de profeca inicial, segn los trminos de Max Weber, lo que iba a devenir enseguida, junto con otros analistas como el GAI de Pars (Savoye, de Schietere, Ville, luego Laurence Gavarini, luego Dominique Jaillon, etc.) esta cosa exaltante: la intervencin? Si bien el ANDSHA de Ardoino es anterior al ARIP, es cierto que es esta ltima asociacin de psicosocilogos la que, desde su misma demonizacin, enarbola la bandera de la intervencin. No obstante, no cabe duda que el "consultante" segn Ardoino no est muy alejado del "interviniente" segn el ARIP o segn... Lapassade y la corriente socioanaltica. Ms tarde, Touraine, firmemente opuesto a la nocin y a la actividad que ella designa, y para subirse al tren puesto en marcha, har conocer lo que denomina la intervencin sociolgica. Haca un buen rato que Van Bokstaele y su equipo la practicaban y la teorizaban bajo el nombre de "socioanlisis".

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En Francia, no somos muy consientes de las connotaciones militares de la palabra intervencin. En Amrica Latina, por ejemplo en Brasil, an actualmente, tal como me lo sealaba Heliana Conde, en Ro de Janeiro, estas connotaciones, nacidas de la dictadura, son muy fuertes y entorpecen el empleo del trmino. Las connotaciones mdicas no son menos evidentes. Y en nuestro pas centralista es frecuente el tema de la intervencin estatal. La intervencin se define, desde el origen del socioanlisis, como una operacin (aun la connotacin militar y tambin mdica!) externa de nuestro campo de actividad habitual, especialmente profesional. Esta exterioridad est puesta de relieve por la comparacin entre anlisis interno (sin convocatoria a un interviniente externo) y anlisis externo, sinnimo de intervencin de un "hechicero", facilitador, experto, consultante, evaluador e, incluso, cada vez ms a menudo desde las leyes de 1970-1971 sobre la formacin continua: formador. Del mismo modo que "institucin" e "implicacin", la nocin de intervencin es conocida por su empleo muy extendido. Su comprehensin sufre, como siempre ocurre cuando una nocin se institucionaliza, se generaliza, se banaliza. La finalidad de una intervencin es un punto capital, pero su enunciado no puede estar disociado de las condiciones sociales que permiten o no materializarla, con el fin de no dejarla en el estado de una pura buena intencin ideolgica. La organizacin de estas condiciones es lo que nosotros denominamos dispositivo. Teniendo el cuidado de evitar el dispositivismo, neologismo que me parece til crear con el fin de designar un retorno solapado de cierto empirismo abstracto y del instrumentalismo, se puede hablar del dispositivo como la puesta a prueba de nuestras ideas. La puesta a prueba no es la "aplicacin" y no tiene nada que ver con la as llamada "ciencia aplicada". Ella se inscribe, conforme al pragmatismo original, el de Pierce y de Dewey (no el de William James, ya contaminado por el utilitarismo) en el movimiento

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mismo del pensamiento, en el momento que este pensamiento se sabe responsable (y no que se pretende responsable, es decir, culpable). La culpabilidad (judeocristiana?) forma parte de espectro semntico (en el sentido de espectro de colores) de la implicacin. Por no tenerla en cuenta se volvera a proclamar implcitamente una culpabilidad. La puesta a prueba, dentro de la nueva lgica que suscita el socioanlisis, funciona como dentro del cientificismo oficialmente enseado. La administracin de la prueba, consigna del cientificismo, abandona el lugar para la puesta a prueba de una situacin de investigacin dentro de una "configuracin" social-histrica. En esta configuracin y dentro de este contexto, existe una inclusin del dispositivo de investigacin, de investigacin-accin, de intervencin. Y, al mismo tiempo, dialcticamente, exclusin de este contexto por la ciencia, en la medida en que ella se pretende autnoma, privilegiando las implicaciones lgicas, formales, a expensas de las implicaciones materiales, existenciales. Es necesario tener en la cabeza este doble proceso concomitante, de inclusin y exclusin, para comprender el dispositivo a la vez como artefacto y como praxiologa (prolongacin de la prctica social general en un momento dado). He aqu por qu los viajes a pases polticamente exticos son tiles epistemolgicamente: durante aos de dictadura militar, algunos pases de Amrica Latina vivan la interdiccin profesional de los mtodos grupales, muy simplemente porque este dispositivo de formacin, terapia, intervencin, caa bajo el golpe de la interdiccin de toda reunin. Aqu, la exclusin no tiene por origen a la ciencia sino a la poltica, es el Estado cuando se pone obscenamente en cueros "su fuerza desnuda", como deca Max Weber. Por lo tanto, uno no debe asombrarse si los conceptos que constituyen el dispositivo socioanaltico son, en tanto que conceptos operatorios, tal como lo haba notado contundentemente Grard Althabe durante la efmera existencia del GRI (Grupo de

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investigaciones sobre la implicacin, Maison des sciencies de l'homme, hacia 1982), directamente polticos. Qu ocurre cuando los socioanalistas parecen escuchar hablar de una demanda, de un eventual encargo (commande) de intervencin? En el curso de esta breve descripcin, intentar mencionar las inflexiones que sobrevienen entre el estadio original y los estadios sucesivos. La negociacin de un encargo, con uno o varios individuos, consiste en discutir la demanda de este o estos individuos por lo general, responsables en un cierto nivel y eventualmente tambin de otras demandas de las que han sido encargados (commandi taires). Esta o estas demandas previas preceden pues al encargo oficial, el cual tal vez no es ms que una etapa en la elaboracin progresiva e interminable del encargo "provisoriamente definitivo". Esta propagacin del encargo a partir de un centro o germen inicial (all cuando las personas han tomado el primer contacto con los socioanalistas), en la direccin de la o las demandas iniciales, despus las demandas que aparecern en el curso de la intervencin, y en la direccin de la oferta del interviniente o del staff interviniente, presenta un carcter fluido y caracteriza a la lgica transductiva, en oposicin a la lgica habitual, clasificatoria, binaria, no-contradictoria, que rige a la ciencia instituida. Desde el primer contacto, la elaboracin del dispositivo acompaa la del encargo y la de la constitucin del staff-cliente (el staff-interviniente que est por lo general constituido antes, aunque tal vez slo sea en el curso de negociacin del encargo). La pelcula ya ha comenzado cuando uno entra en la sala... La temporalidad muy intensa de la intervencin est marcada por la dbil localizacin de los puntos de orientacin, disponibilidad y fluidez de la situacin. Es cierto que la lgica tradicional tambin se impone, por la exigencia de seales de orientacin espacio-temporales de la futura intervencin. Estos puntos, tanto como

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otros, particularmente financieros, forman parte de la negociacin, y quedando sobreentendido (al menos en el modelo princeps) que todo podr ser puesto en cuestin por la AGS (asamblea general socioanaltica). La lgica transductiva de la "puesta en escena" socioanaltica (donde algunos no han querido ver sino una falta de rigor de carcter anrquico o anarquista) produce an antes de la instalacin del AGS, esta famosa perturbacin que Patrice Ville y el GAI de Pars, ya nombrado, han teorizado. La prdida de las marcas, las deslocalizaciones espacio-temporales de la prctica cotidiana "el tiempo crtico", segn la feliz expresin de Jacques Guigou no son simples detalles molestos o estimulantes, sino un complejo emocional muy rico, en el que nuestros instrumentos conceptuales sin duda no han sabido an dar cuenta. Los lectores que han conocido experiencias erticas y/o estticas y/o polticas intensas, fuertemente cargadas de libido, comprendern ms fcilmente que otros hasta qu punto el socioanlisis moviliza fuerzas y formas en general eyectadas por los dispositivos de trabajo (investigacin, formacin, etc.) ms consagrados. De hecho, lo que es eyectado no son estos fenmenos de orden ntimo, pasional, emocional, sino su enunciado... Porque la emocin, la pasin, la intimidad de la vida privada en interferencia con las mscaras de la vida pblica, estn siempre presentes, a menos que imaginemos una ciudad de sabios locos, lobotomizados y castrados. La temporalidad de una intervencin es diferente segn se trate de una intervencin breve (lo que en general era el caso en el primer perodo) o de larga duracin por lo tanto dividida en semanas, en meses, aos. De golpe el dispositivo tambin est modificado por estas condiciones de trabajo. Durante el dispositivo princeps, de la intervencin breve, el AGS ocupa el centro del trabajo del staff-interviniente. El xito de su desarrollo depende ampliamente de una cooperacin entre los dos staffs; y entre los dos staffs y el colectivo de todas las personas concernidas,

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por estar implicadas en la intervencin. Si Lapassade ha podido decir que "el socioanlisis" es el anlisis de la institucin del anlisis, yo lo precisara en el mismo sentido diciendo: es el intento de colectivizacin del anlisis del dispositivo. Los elementos de este "anlisis" (tal vez no sea sta la palabra que convenga!) estn todos ligados a la instalacin y por el funcionamiento del dispositivo. He aqu que el riesgo del "dispositivismo" debe ser combatido por aquello que denomin ms arriba las finalidades, y que, junto con Jacques Ravatin, se inspiran en el hechicero don Juan de Castaeda. Uno puede igualmente denominarlo la intencin, que no implica solamente un "sujeto", sino, como lo ha mostrado fuertemente Lacan hablando del deseo, en su slida crtica a la nocin de contratransferencia y el ser por completo (ver ms abajo, parte). En el origen, la autogestin de la sesin socioanaltica de algunos das determina intencionalmente la instalacin y el funcionamiento del dispositivo AGS. Este concepto, salido directamente de lo poltico, se lo ha visto a propsito de la autogestin pedaggica y de lo que debe al Grupo-T lewiniano, no se contenta con producir la perturbacin en la materialidad espaciotemporal. Tambin, sobre el plano ideolgico, a veces ocasiona tal vez una prdida de las marcas habituales, de los que se sabe que son metafsicamente los supuestos heterogestionarios, en conformidad con la racionalidad instituida no slo a propsito de gestin, de administracin, de gobierno, sino aun filosficamente, por la creencia en un dualismo forma/materia. En la temporalidad crtica de la intervencin, la colectivizacin del anlisis significa autogestin del trabajo socioanaltico. El interviniente o el staff-interviniente efecta el trabajo que consiste en preservar permanentemente, en sus discursos y en sus actos, la referencia a la autogestin del dispositivo. Para ello, ste se apoya en ciertos conceptos, como el de perturbacin o el de analizador; este ltimo designa elementos o acontecimientos que

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en la situacin son ms provocativos que otros, ms perturbadores, aunque sean aparentemente banales, "insignificantes". Por ejemplo: la presencia/ausencia de tales o cuales categoras del personal del establecimiento o de la asociacin o del servicio; o la cuestin del financiamiento de la sesin, incluido el o los intervinientes. El analizador dinero es el de los ms sensibles en el socioanlisis, lo que no impide en modo alguno abordar multirreferencialmente, en otro campo de anlisis, la cuestin del financiamiento desde un punto de vista ideolgico, econmico o psicoanaltico... Aun cuando el dispositivo princeps expone de manera atrevida la regla del "decir todo", transpuesto de las "asociaciones libres" de la cura psicoanaltica, la evolucin de nuestra corriente hace que sea preferible hablar de la restitucin de los acontecimientos, informaciones, conversaciones intercambiadas fuera de sesin, etc. Tomado del socioanlisis de Van Bokstaele, el concepto de restitucin tambin es operatorio por fuera de la intervencin. (Por ejemplo, por el mtodo del "diario" en el que se apoya la elaboracin terica. En este punto, ver R. Lourau, Implication/transduction (1996) donde el autor, adems, formula una conceptualizacin a la manera de un diario de esta elaboracin. Nota de Remi Hess.) La restitucin de Van Bokstaele contribuye a mantener la tensin y la intencin con vistas a reducir tanto como se pueda la indeterminacin de la situacin, mantenida y reforzada por la prdida de las orientaciones profesionales habituales (marcas de orientacin no solamente existenciales sino, como se ha visto, lgicas, porque la transduccin contamina el tranquilo juego de las deducciones e inducciones). Nada muestra de antemano esta perturbacin por "otra lgica" sino las relaciones, o ms bien las interferencias, entre lo que denominamos el campo de intervencin y el campo de anlisis. Estas interferencias, producidas por los desfasajes permanentes41

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entre los dos campos, producen el tercer trmino de esta dialctica: la implicacin. Para captar en qu la implicacin es libertad de movimientos {ci des champs) interferenciales no alcanza con dictar una regla segn la cual "todo el mundo debe enunciar sus implicaciones". Una regla "implicacionista" de este tipo es incluso un freno, una "resistencia" al anlisis colectivo de la implicacin del staff-interviniente como la del grupo-cliente en su conjunto, comprendiendo al staff-cliente y al conjunto de las personas positivamente concernidas, participantes, lo que por el principio de la implicacin negativa obliga a interesarse en el anlisis de los no-participantes, cuya postura es tan activa e implicada como la de los participantes. Sin estos "desertores" cuya defeccin o la desafectacin son altamente significativas en relacin a la situacin de intervencin, la implicacin positiva no existira. Es lo que uno constata, en resumen, en las formas de sociabilidad que exigen consenso, unanimismo, ausencia de negatividad, de crtica: agrupamientos religiosos o polticos que, con el fin de descartar el peligro del anlisis colectivo de la implicacin, optan por la sobreimplicacin de los miembros, es decir, un compromiso inanalizable. El campo de intervencin comprende un conjunto inmobiliario, de mobiliario y de personas cuyas relaciones espacio-temporales estn regladas por un organigrama y un sociograma implcito. Junto a los elementos ms visibles y, de este conjunto, otros elementos tambin incluidos en el conjunto, escapan a la visibilidad del exterior: relaciones jerrquicas y empleo del tiempo de cada uno pertenecen al campo y permiten recortar en lo imaginario un dentro y fuera de la organizacin, del establecimiento, de la asociacin, etc. En la situacin socioanaltica, un afuera se inscribe arbitrariamente entre el grupo-cliente y la totalidad de las personas, espacios y temporalidades constitutivas del funcionamiento cotidiano. Un caso lmite es aquel donde las

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fronteras del grupo-cliente coinciden perfectamente con esta totalidad. Otro caso lmite reside en la existencia de un grupocliente que se mantiene minoritario en relacin a la totalidad de la unidad social considerada. Figura IEstablecimiento ^ ^

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El campo de anlisis es paradjicamente poco tomado en cuenta por las teoras del campo en las ciencias del hombre, por ejemplo la de Lewin (que toma directamente de la Gestalthorie) o la de Bourdieu. Para Lewin, experimentalista ms prximo que Bourdieu al laboratorio de fsica, el campo es tan metastable como para la Gestalthorie-, es un "espacio de fases" y no un simple conjunto bien cerrado sobre sus elementos. Adems, la cuestin de la inclusin del observador dentro de este espacio de fases se plantea, al menos tericamente: en su mtodo de investigacin-accin, se ha notado a menudo que Lewin permaneca clsico, directivo, apenas "participacionista", porque el equipo de especialistas controla las operaciones de cabo a rabo y se cuida de proponer el anlisis colectivo del encargo (commande) por lo general estatal (encuestas para ministerios) o apoyadas por comandatarios privados (Fondo judo internacional). En fin, la ltima obertura acerca del "campo

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social" hace del fundador de la dinmica de los grupos, como se ha visto en el primer captulo, un epistemlogo muy sensible, no solamente a la metastabilidad interna del campo, sino a la metastabilidad de las "fronteras de grupo". Se reconoca implcitamente que los conceptos utilizados por la psicosociologa de los pequeos grupos, que permitan analizar su dinmica, son nociones procedentes de la vida social, incluso si el pasaje al laboratorio aporta nociones polticas que refinan la observacin microsocial. La experiencia llamada de los "tres climas" pedaggicos es construida sobre un protocolo que podra ser, a nivel macrosocial, el de Montesquieu o de Rousseau. Los climas autoritario, democrtico y laissez-faire son marcas para clasificar, sin solucin de continuidad entre lo micro y lo macrosocial, no importa qu situacin de la vida colectiva. Pero si existe transduccin de lo local a lo global, la clasificacin da testimonio de un anclaje en la razn clasificatoria, aristotlica: es la propagacin de lo uno a lo otro de estos tipos de "climas" polticos, por el juego de sus contradicciones, lo que constituye la verdadera "dinmica" histrica, la de la institucionalizacin analizada por Max Weber y por sus politlogos contemporneos tales como Makhsnki, Pguy, Michels (a propsito de la negacin del movimiento socialista por los partidos socialdemcratas). ! El campo de anlisis como conjunto no estable y no cerrado de nociones que sirven para describir el campo de intervencin y en primer lugar para hacerlo existir recortndolo en lo social est, pues, en interferencia con lo social. Tal es la versin ms general de los campos de interferencia. Esta visin, antes que se la apropie el anlisis institucional, estaba implcita en la sociologa del conocimiento, la cual ha tenido la tendencia de evacuar lo microsocial, lo que le ha impedido el acceso a la nocin de interferencia. Pero, epistemlogos tales como David Bloor y Pierre Naville, entre otros, se asomaron sobre la sociologa de la

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lgica, mientras que los historiadores de las ciencias ofrecen algunas rebanadas de la historia de la razn. Si un campo de intervencin (o de observacin) puede ser arbitrariamente recortado, por ejemplo, como campo profesional, y si este arbitrio puede ser justificado por motivos de accesibilidad o inaccesibilidad al campo, no sucede lo mismo con el campo de anlisis, que se construye dentro de una dinmica social y construye simultneamente el campo de intervencin. Aqu lo arbitrario tiende a reducirse, o ms bien la tarea del investigador, que lucha contra la indeterminacin de la situacin de investigacin, consiste en interrogarse acerca de lo que est en tren de construir. Se ver ms abajo que esta postura implica el doblegamiento de la epistemologa en la temporalidad misma del acto de investigacin. La interrogacin acerca de la construccin del campo de anlisis, por ejemplo el de la intervencin socioanaitica, se opera a medida que surgen las implicaciones del campo de anlisis dentro del campo de intervencin, y recprocamente. Lo global social trabaja los conceptos del campo de anlisis: encargo (commande), demandas, asamblea general, autogestin, perturbacin, etc. Y lo local de la intervencin es trabajado por los conceptos del campo de anlisis, incluso antes que se manifieste el discurso de los intervinientes: aqu el postulado es el del pragmatismo, parcialmente retomado por la etnometodologa, de un connuum ( y no de un foso entre lo sagrado y profano) entre la actividad mental de cada hijo de vecino. Aqu la transduccin, modo primitivo de inteligencia para Piaget, modo nuevo de la lgica para Lefebvre y modo universa], tanto de la organizacin del mundo como de la organizacin del pensamiento, para Simondon, parece ser el concepto necesario que se espera, por parte del anlisis institucional. Esta espera, como Elisabeth Marx lo ha mostrado en su tesis Implication et connaisance, proviene de la consciencia cada vez ms neta de que es ms que difcil "injertar" una teora de la implicacin sobre la lgica heredada. "Conjuntista-identitaria": la

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aproximacin crtica de Castoriadis es paralela a la marcha transductiva en cuanto ella releva dentro del pensamiento conjuntista la ausencia de contradiccin, el carcter binario y la creencia en la identidad nocin antidialctica, si la hubiera. La teora matemtica de los conjuntos y la teora psicosociolgica de la forma han tenido, ciertamente, avances notables. Pero ellas han, tal vez sin saberlo (los profetas no pueden controlar el trabajo de integracin de los "patrones"!), confortado lo que tiene de ms conformista dentro de la antropologa implcita o explcita del "neoliberalismo" y de lo que Castoriadis ha cruelmente denominado su "pop ideologa" (ella hace furor, incluso en el seno del anlisis institucional). La lgica conjuntista gestltica privilegia la "buena forma", en detrimento del anlisis de la contradiccin. Ella es "positiva" suponiendo la "lealtad" de su adoradores con respecto al orden establecido. Ella se prohibe y ella prohibe tomar las interferencias, por lo tanto, las implicaciones entre los campos. El lingista y semilogo ruso Mijal Bajtin descubre, en el curso de sus investigaciones sobre literatura, centradas en el carcter "textual" y "dialgico" de todo enunciado, un nuevo modo de interferencia: no solamente en las fronteras del campo, como en Lewin, sino en el interior mismo del campo. Es mejor citar el pasaje de su estudio sobre "Rabelais y Gogol. Arte del relato y comicidad popular": "Es importante que este mundo de risa est constantemente abierto por nuevas interferencias. La nocin tradicional, habitual, de un conjunto, en el cual cada elemento no recibe su sentido ms que relatado (reunido? nota de R. L.) por este conjunto, debe ser reconsiderada en profundidad. En efecto, cada uno de los elementos es al mismo tiempo el representante de otro conjunto (de la cultura popular, por ejemplo) que de antemano le da su significacin" (destacado mo, R. L.). Y Bajtin agrega: "Es as que la entidad del mundo gogoliano se presenta radicalmente como no estando ni cerrada, ni es suficiente para s misma". Aquellos que como yo han sido marcados para siempre por Las almas muertas,

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que describe el choque frontal del capitalismo con la visin del mundo feudal (Cervantes en el Quijote haba descripto el mismo conflicto pico, en el estadio precapitalista), captaron inmediatamente la importancia, para la lgica, de la tesis de Bajtin sobre los conjuntos. Ni estos ltimos, ni las partes o elementos que los componen, pueden reivindicar una identidad de observables, como es todava el caso de la teora del campo de Bourdieu. Todos los conjuntos, y no solamente todas sus partes, estn en ligazn transductiva, y el recorte (necesario?) de un campo de anlisis cualquiera, incluso no designado como tal, y en la misma huella el recorte de un campo de observacin o de intervencin, no escapan a las interferencias, a la transduccin a partir de un centro la situacin de un observador, del investigador, del interviniente donde las implicaciones, en modo alguno fijadas y de hecho poco objetivables por los mtodos tradicionales, pueden ser muy esquemticamente representadas en una curva de desfasajes: Figura 2 Curvatura del concepto de

implicacin

Pertenenc (identidad

Compromiso (investimiento)

Desimplic

Sobreimplicacin

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Los desfasajes en la curvatura del concepto entre pertenencias, participacin, compromiso, corresponden a las interferencias que trabajan los dos campos, quedando claro que en las zonas de "participacin" tal vez ms que en las otras zonas, el desfasaje es muy fuerte, sobre todo si uno le confiere a este concepto la extensin que le pertenece, por ejemplo en la "ley de participacin" de Lucien Lvy-Bruhl o en "el universo implicado" y sometido al "holomovimiento" de David Bohm. En cuanto a la lnea horizontal discontinua, ella figura en el grafo la frontera bien terica de lo analizable (por encima de la barra) y lo inanalizable (por debajo). Cortando la curva de Gauss, ella traza los dos lmites o trminos de la extensin del concepto de implicacin: a la izquierda del grado cero de la desimplicacin, de la objetividad, de la identidad pura, ms pura que la de un cadver que conoce a pesar de todo el devenir de la descomposicin. A la derecha, el grado extremo de la "participacin" afectiva que caracteriza la sobreimplicacin de la subjetividad. Desde un punto de vista ms dinmico que descriptivo, la curva de Gauss debera ceder su lugar a una curva casi cerrada, como en la "herradura" que Jean Pierre Faye reconstituye a propsito de lo que se denomina habitualmente "el abanico de partidos": un abanico completamente desplegado, revelando todo lo que en l estaba implegado ( i m p l i , sinnimo de implicado en David Bohm) se ofrece como un crculo casi cerrado. El lector est pues invitado a tomar en sus dos manos las dos extremidades de mi grosera curva de Gauss con el fin de plegarla en forma de crculo casi cerrado. La dbil distancia que subsiste entre las dos extremidades de la herradura es para Faye la zona de "descarga ideolgica" donde se confrontan y se confunden los extremos. En el caso de la Figura 2, sta produce el componente "implicacionista" de los identitarismos (identitarismes) religiosos, polticos o... pasionales. El anlisis de la implicacin es ah imposible, sea por prohibicin, sea por ceguera.

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Este anlisis - d e la implicacin- es posible?, y en qu condiciones, por encima de la barra antepecho que he, precipitadamente, trazado? Debemos al socioanlisis habernos planteado con insistencia la cuestin. La evolucin en el sentido de una sociedad neoliberal, en base al desempleo y la exclusin, conduce a muchos de nosotros a separar o a instrumentalizar (otro modo de dejar afuera) el concepto de implicacin. Este fenmeno es muy instructivo para el devenir del anlisis institucional. Obliga a interrogarse sobre la posibilidad de construir un campo de coherencia que comprenda a la implicacin como concepto central. Ms all del socioanlisis como modo de intervencin en lo social -en vistas, tal vez, de un socioanlisis general- la investigacin de la implicacin conduce a poner en bandeja la cuestin de la implicacin en la investigacin.

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LA INVESTIGACIN EN ANLISIS INSTITUCIONAL

Investigacin en el A.I.? Es un estado de nimo, una marcha en la cual, tanto como la deduccin o la induccin, interesa la transduccin. Tarde o temprano, todos los investigadores se han rozado con la imaginacin socioanaltica y todos han sucumbido alguna vez en ella. Platn, en El Banquete, cuando opta por un dispositivo de dinmica de grupo y no expresa lo que tiene para decir ni bajo la forma embrutecedora de los as llamados "dilogos" socrticos, ni solamente en la confrontacin de exposiciones de symposium (esta palabra significa "banquete", gracias, Dimitri, por habrmelo sealado), sino a travs de las tensiones de grupo en las cuales Scrates, simulando como siempre estar menos ebrio que los otros, toma plena posicin de parte de su ex amante Alcibades. Como cuando, en lugar de continuar sus construcciones polticas y pedaggicas, Rousseau se pone a copiar msica para ganarse la vida (como Spinoza que pula cristales de lentes) y a escribir sus Confesiones. Hegel, quien, en su correspondencia, pasa de una larga carta a un desconocido estudiante, que le plantea cuestiones embarazosas, a una carta menos larga a su proveedor de vinos de Burdeos. Comte, quien consagra51

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muchas veces por semana gran parte de su precioso tiempo a !a pera, y en escribir a Clotilde. Freud, al final de su vida, todava produciendo algunas obras de circunstancia pero soando da y noche en su libro "imposible" publicado, no obstante, antes de su muerte, el Moiss. Investigacin en el A.I.? Es algo ms modesto que esto lo que aqu est en cuestin. Las dificultades de la investigacin en A.I. remiten en parte a sus orgenes y a su novela familiar, modificadas sin cesar por los comentadores-espectadores exteriores, as como por los institucionalistas mismos. Es significativo que sea Roberto Maero, un mexicano que vino a preparar y defender su tesis en Francia (Pars VIII, 1986) quien acomete este problema del relato mtico, de la novela familiar (La novela institucional del socioanlisis, Mxico, Colofn, 1992). Nuestra sagrada familia, ttulo de un boletn del seminario de doctorado de A.I. en Pars VIII, no es un "afuera", como lo fue cuando Marx designaba por medio de esta polmica metfora a los hegelianos llamados "de derecha", quienes competan duramente dentro del mercado cultural. Ella es un "adentro" en interferencia permanente con el "afuera" de la ciudad cientfica, del mercado de trabajo, del combate poltico... Red multinacional que se institucionaliza diferencialmente segn los pases y en el interior mismo de un pas, por ejemplo Francia, donde a veces las tendencias y "fracciones" suscitan turbulencias. Se han visto ms arriba los extravos, errancias y errores que presiden la construccin de la imagen de la psicoterapia institucional. Las divergencias y malentendidos existen en el seno del A.I. actual, entre tales o cuales "pragmticos" y tales o cuales que siguen tomando en serio el proyecto poltico y cientfico de nuestra corriente, proyecto que de ningn modo es considerado como "pasatista" en otras latitudes. La cacofona, muy audible en el plano editorial (donde una obra puede ser percibida o reivindicada como

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"institucionalista" solamente porque su autor forma parte de esta corriente), es menos sensible, porque es menos pblica, en los planos de la investigacin y de la enseanza. Con todo, la cacofona existe. En estas condiciones, se puede ensear el A.I.? Se puede ensear la investigacin en A.I.? Se puede calificar a una investigacin como siendo "del A.I"? Aqu, nos contentaremos con puntualizar algunos de los temas que dan existencia a estas preguntas. La mayora han aparecido con mayor o menor insistencia en los captulos precedentes: temas de la colectivizacin y de la restitucin, de la implicacin epistemolgica (y tica) en la institucionalizacin, de la lgica transductiva, de la teora de los campos... Este ltimo tema se abrir, subsidiariamente, con la pregunta en torno de un programa de investigaciones. Por su dimensin poltica (la autogestin) y, paradigmticamente (centrar el anlisis en la institucin), la pedagoga grupal que nos gratific con la revolucin psicosociolgicaya era para nosotros, tal vez sin saberlo, un campo de implicacin de la imaginacin socioanaltica. Ms all de una ideologa comunicacional que, con instrumentos tcnicos mucho menos avanzados que los de hoy, nos influa; ms all de la exaltacin del modelo democrtico considerado y, de manera utilitaria, como el ms eficaz (y no ms legtimo!), se perfila la idea metagrupalista de un doblamiento de lo global sobre lo local; proyectos democrticos, autogestionarios, dentro del espacio-tiempo del aula. Atenerse a este programa microsocial, referido a lo macrosocial, permita ciertamente no salir de las fronteras del pedagogismo utpico (utopa de creer que los colectivos infantiles, de adolescentes, etc., podan realmente practicar lo que las instituciones polticas, dentro de la sociedad global, enuncian y no ponen ms que prudentemente en prctica). El pasaje a la utopa poltica se efectuaba cuando la mayora de nosotros (desde entonces, el

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nmero de esos utopistas ha disminuido fuertemente) pensbamos que el movimiento de abatimiento de lo global sobre lo local poda y deba, dialcticamente, acompaarse del movimiento inverso, de lo local a lo global. En el lxico guattariano, era la revolucin molecular como condicin de una revolucin molar. Estas curiosas ideas se inscriban sin demasiadas dificultades en el clima de la modernidad triunfante. Era antes de la Crisis... Muchos institucionalistas han sacado de este cambio consecuencias derrotistas. Dejan a lo instituido el cuidado de ocuparse de lo global, de lo macrosocial, lo que epistemolgicamente equivale a un renunciamiento, porque nuestra singularidad estaba y est siempre en el proyecto de luchar contra la despolitizacin de lo local, tomando en cuenta, en el anlisis colectivo, de la transversalidad estatal (que no se reduce a los burcratas de la administracin). Son raros aquellos que, tal como Jacques Guigou, continan interrogndose sobre el devenir, sobre las metamorfosis de la modernidad, en lugar de contentarse con levantar actas del cambio de perodo. Es, adems, sobradamente significativo que la revista que desde hace algunos aos anima Guigou lleva por ttulo el mismo sintagma casi en plural- que la frmula propuesta hace tiempo por el mismo Guigou para caracterizar la temporalidad de la intervencin socioanaltica: Temps critique(s). El socioanlisis como intervencin bajo encargo (commande) no hizo ms que poner de relieve, de cara a los avatares asociativos y asociacionistas del "clima democrtico" caro a Lewin, la necesidad de repensar la nocin de colectivo y de colectivizacin. El paradigma asociativo, que fuera de la familia mononuclear tradicional domina todas las formas institucionales sin excepcin (comprendidas las que se inscriben morfolgicamente en el espacio: la ciudad), ha conocido durante los atroces aos neoliberales 19801990 una inflacin tal que la irresponsabilidad, la desimplicacin (rechazo de analizar las implicaciones) han franqueado un peligroso

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umbral para la sobrevivencia de la especie. Entre decenas de miles de otras nuevas asociaciones, la Sociedad de Anlisis Institucional ha experimentado la triste constatacin de la cada asociativa. El campo libre est abandonado, desde la otra extremidad de la curva del concepto de implicacin (cf. captulo precedente) hasta el sobreimplicacionismo del carcter religioso y su rechazo (simtrico del rechazo por desimplicacin), a cuestionar lo instituido. Colectivizar no significa magnificar las "interacciones" ms o menos "simblicas" entre individuos atomizados y orgullosos de serlo, sino, al contrario, cooperar, actuar en conjunto, sobre la base de un paradigma comn (comnmente discutido); en lo concreto de un programa de investigaciones totalmente abierto con la pasin "que revolotea" de Fourier sin por ello privarse de todas las referencias, en el pensamiento de un proyecto que no se disocia, por un lado, de lo cientfico-profesional o, por el otro, de lo poltico. Una actividad de intercambio y de confrontacin de los proyectos individuales o de subgrupos supone que sea puesto de antemano, permanentemente, la restitucin de lo que se hace y de lo que no se hace, lo positivo y lo negativo. Aun cuando, tcnicamente (?), la regla de restitucin va casi de suyo en la intervencin socioanaltica y tambin en la pedagoga socioanaltica, ella tiene mucho ms para actualizarse en la investigacin. Su urgencia se hace sentir al menos para algunos, sobre todo, en la pedagoga de la investigacin, en el acompaamiento de estudiantes-investigadores por enseantes-investigadores. Un trabajo de a dos tres es siempre institucionalmente posible, en la o universidad como en la editorial. Es excepcional desde la perspectiva de los estudiantes. Lo es mucho menos desde la perspectiva de los enseantes en general, y particularmente para aquellos de la corriente del A.I. o prximos: Ardoino, Boumard, Hess, Gilon, Lapassade, Lourau, Marchat, Savoye, Ville, etc. Ntese

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de paso que el vocabulario usual deforma la realidad permitiendo pegar la etiqueta "colectivo" sobre trabajos que renen contribuciones individuales. De hecho, se trata de publicaciones "plurales" que se deberan designar con mayor propiedad como "publicaciones asociadas". Del mismo modo, un conjunto de personas, sean del mismo status, sean de status diferentes, no constituye automticamente un colectivo. Esto es as porque la institucin lo ha querido o autorizado, y el primer cuidado autorreferencial, narcisista de grupo, es no analizar esta implicacin inmediata y mayor. El A.I. comienza desde el momento que, no importa en qu agolpamiento, alguien exclama "Pero, qu es lo que hacemos aqu?". Cuestin banal, que los investigadores regularmente olvidan plantear y ms an de formular pblicamente. La idea que este grupo podra estar ah, con o sin el mandato o el beneplcito de la institucin, para ser cooperativo, en el mejor de los casos realza por desgracia la grata locura. Colectivizar nuestra neurosis de investigacin, socializar nuestra pasin (cf. Gregorio Kaminsky y su reflexin socioanaltica a partir de Spinoza), he aqu quien es pasatista, como si los constructores de porvenir no hubieran actuado siempre de tal modo, del homo habilis al homo erectus y al homo sapiens. frica, cuna de la humanidad, tiene bellas lecciones para ofrecernos. No es por azar si la insistencia sobre el paradigma colectivo emana particularmente de un estudiante-investigador de origen angoleo, Perpetuo de Andrade. Dicho esto, no hagamos multiculturalismo fcil: los africanos, en lugar de colectivizar su capital cultural, tambin ellos tienen muy a menudo la tendencia a adoptar el individualismo autorreferencial tomado de Occidente y favorecido -con excepcin del A.I. por la enseanza universitaria. Pueden ellos autorizarse, en el sentido puesto a luz por Ardoino, en descolonizarnos de nuestro colonialismo? Colonizadores-colonizados por los deseos imperiales de la institucin, nosotros, los enseantes, tenemos consciencia de

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nuestra complicidad activa o pasiva con lo que en lo instituido parece ir de suyo en materia de restitucin por la escritura de los resultados de un trabajo cualquiera? La escritura es la piedra de toque, el interpretante final de nuestras teoras y metodologas; lenguaje sombro, clerical, santurrn, siempre reverencial ante el dolo completamente desvencijado del Rigor Cientfico. Intentar describir comprendiendo, eventualmente, con el apoyo del diario de investigacin, cmo transcurre la investigacin es, no obstante, ms riguroso y cientfico que autojustificarse tirando incienso sobre "los materiales empricamente utilizados" y sobre "el mtodo hipottico deductivo". Desde el momento en que se llega, incluso modestamente, a colectivizar por poco que sea a la investigacin, uno no se atreve ms a consumir sin rerse a este bajo latn de sacrista. Un cientfico verdaderamente serio sabe que restituir una investigacin es describir y analizar las condiciones de su investigacin. Por eso, no hay que contentarse slo con las herramientas de la deduccin y de la induccin, las que tienen el inconveniente de reducir una situacin existencial de investigacin en una situacin cognitiva y virtuosa de investigacin. Una otra lgica, una otra racionalidad estn puestas a trabajar en la informacin de un acto que nada tiene de "natural" con respecto a las preocupaciones de la vida cotidiana de la masa y del investigador mismo (incluso si los instrumentos cognitivos son idnticos). Las vacilaciones, las contradicciones, los silencios de una exposicin oral improvisada acerca del estado de una investigacin, lo dicen todo sobre la lgica de ninguna manera hipottico-deductiva de nuestras prcticas que se quieren cientficas. Esta lgica, que hace estallar las implicaciones del investigador, sea por medio de enunciados intempestivos, sea por silencios "cargados de sentido", rehabilita la singularidad del fenmeno, de la marcha, de la situacin. Contra la lgica instituida, clasificatoria, que recorta la singularidad del acto de investigacin en rebanadas cognitiva, epistemolgica, tica, etc., la lgica

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transductiva intenta tomar en cuenta los encadenamientos de circunstancias, las propagaciones de seales dentro de un desfasaje permanente, a partir de un centro, el que, sin ningn privilegio subjetivista, es la situacin (individual o colectiva) de investigacin. Una contradiccin muy productiva se introduce con la utilizacin del fuera de texto diarstico dentro de la textualizacin definitiva de los resultados de una investigacin. Por cierto, an se trata de una yuxtaposicin, de un collage, de una suerte de trasposicin de procedimientos estticos en la escritura de las ciencias del hombre. El texto institucional y el fuera de texto institucional se confrontan, se enfrentan, y el efecto de espejo deformante as producido es el comienzo de un tercer trmino: el futuro hipertexto de las ciencias del hombre, de modo tal que he sugerido la realidad virtual en las aproximaciones posibles entre el texto institucional de algunos investigadores y su fuera de texto diarstico (Malinowski, Condominas, Favret-Saada, Leiris, Morin, Ferenczi, etc.). En el Journal de Recherche (Diario de investigacin, N. del T.) aparecido en 1988, he mostrado cmo el anlisis de la implicacin poda ser textualizado por la yuxtaposicin "multimedia" de dos tipos de textos. Uno de los dos aportes del fuera de te