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    El terrorismo y su atomización del hombre

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    Leo Lowenthal

    El terrorismo y su atomización del hombre*

    Resumen

    Este artículo perteneció a una serie de trabajos que tuvieron como objetivo instalar enla mente de algunos líderes intelectuales en Estados Unidos y Europa un problema básicode aquella época: “La crisis del individuo”.

    El problema puede definirse de la siguiente manera:En la actualidad, el ser humano individual se ha visto degradado con mucha más

    violencia que en muchos siglos anteriores. Todos los aspectos de la personalidad huma-na –derechos civiles, individualidad, estatus, la dignidad conferida por otros– han sidoviolados. Millones de personas fueron torturadas y asesinadas… Aun así, la inviolabilidaddel ser humano es parte de la civilización occidental hace tanto tiempo que se la da porsentada. Cualquier avance que esperábamos de nuestra cultura se basaba en ese ideal…

    No se trata solamente de que ese ideal fue aplastado por líderes tiránicos sino que,además, se teme que esté desapareciendo del corazón de los hombres. Pero esto impli-

    caría una alarmante degradación de la vida moral y política.La serie buscaba responder algunos interrogantes como, por ejemplo: “¿Por qué nospasa esto?”, “¿Dónde se equivocó la civilización occidental?”, “¿Estamos ante una meratransición a una nueva sociedad con mejores valores?”, “¿La crisis actual se debe a latecnología y al planeamiento a gran escala o al mal uso que se les da en el presente o a ladistorsión de ideales básicos que hace necesario el renacimiento de la creencia religiosao de alguna reevaluación interna de los valores?”.1

    * Leo Lowenthal, “Terror’s Atomization of Man (in the series The Crisis of the Individual)”, in Commentary , 1 (1945/1946),pp. 1-8. Traducción: Natalia Giollo.

    1 Extraído del texto original de presentación del artículo firmado por “el Editor”.

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    Se encuentra ampliamente difundidala opinión de que el terrorismo fascista fue

    solo un episodio efímero de la historia mo-derna, afortunadamente ya dejado atrás.

     Yo no puedo opinar lo mismo. Creo queestá profundamente enraizado en las ten-dencias de la civilización moderna y, espe-cialmente, en los patrones de la economíamoderna.

    En realidad, el hecho de que exista unareticencia a enfrentar y explorar en formadirecta y profunda los fenómenos del terro-rismo y sus consecuencias es en sí mismo

    un fenómeno persistente de ese terrorismo.Quienes viven el terrorismo desdeadentro tienen una fuerte compulsión ano reflexionar sobre el tema o a no quererconocerlo en detalle, pero eso no expli-ca la completa reserva y resignación delmundo occidental, que tanto ama conocerlos hechos, ante el terrorismo totalitario.Occidente no admitió los actos terroris-tas del fascismo, aunque la informaciónprovenía de fuentes confiables, hasta queestos hechos se impusieron por sí mismos

    cuando quedaron al descubierto las atro-cidades de Buchenwald, Oswiecim, Bel-sen y Dachau. Sigue sin admitir los actosdel terrorismo que vienen después del finde la guerra militar. El adormecimiento enpos de la autopreservación, característicode los países bajo régimen terrorista, se veacompañado por la represión psicológicamasiva y la negación inconsciente de larealidad propia de los países donde sobre-vive la civilización.

    En pocas palabras, el sistema moder-no de terrorismo equivale a la atomizacióndel individuo. Nos estremecemos ante lastorturas físicas infligidas en el cuerpo de loshombres; tendría que horrorizarnos tam-bién la amenaza ejercida sobre el espíritudel hombre. El terrorismo cumple su tareade deshumanización impulsando primeroque la población se integre completamentey forme comunidades, para luego quitarleslos medios psicológicos necesarios paracomunicarse de forma directa a pesar del

    –mejor dicho, debido al– tremendo aparatode comunicación al que están expuestas.En las condiciones impuestas por el terroris-mo, el individuo nunca está solo y siempreestá solo. Se adormece y se vuelve rígidono solo con el vecino sino también consigomismo; el miedo le roba la capacidad de re-accionar mental o emocionalmente de for-ma espontánea. La posibilidad de pensar sevuelve un delito estúpido y pone la vida enpeligro. La consecuencia inevitable es quela estupidez, como una enfermedad conta-giosa, se propaga entre la población aterro-

    rizada. Los seres humanos viven en esta-do de estupor, en estado de coma moral.Examinemos ahora en forma detallada

    los principales fenómenos del terrorismoen acción.

    1. Acción directa y omnipotencia

    Una de las funciones básicas del te-rrorismo es borrar la relación lógica entrelas decisiones gubernamentales y el desti-no individual. Acciones como la detención

    sistemática de personas y la mezcla en loscampos de concentración de los sectoresmás diversos de la sociedad por los másdiversos motivos cumplen precisamentecon la función de eliminar los reclamos ylas diferencias individuales ante el aparatode poder. La diferencia cualitativa que exis-te entre la persona arrestada por quebrarla ley y el resto de la población no existeentre las víctimas del terrorismo dentro delcampo de concentración y los que estánafuera. El principio de selección de lostrabajadores forzosos para los campos espuro cálculo terrorista. En su mayoría, selos captura en arrestos masivos, sin que seplantee la cuestión de la culpa individual nila esperanza de un castigo limitado.

    La idea de que los campos de con-centración son más representativos de lapoblación que las instituciones penales tra-dicionales se manifiesta de forma alarman-temente clara en el hecho de que los cam-pos no son supervisados por un cuerpo de

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    empleados públicos sino por las unidadesde la misma policía secreta que oprime a la

    población en general.La interrupción de la relación causal

    entre lo que una persona hace y lo que lesucede logra uno de los objetivos principa-les del terrorismo moderno, a saber:

    2. La ruptura del continuumde experiencia

    Con la ruptura de la racionalidad legal ysu relación directa con el destino individual,

    este se vuelve en sí mismo tan enigmáticoque pierde todo sentido. El individuo nosabe qué va a sentir y lo que haya sentidoya no es importante ni para él ni para sufuturo. El ritmo normal de vida –con el pasode la juventud a la vida adulta y luego lavejez, o de la etapa de formación educativaa la carrera profesional y el posterior éxito ofracaso– queda completamente interrumpi-do. Las facultades creativas, como la fan-tasía, la imaginación y la memoria, pierdensu sentido y tienden a atrofiarse cuando ya

    no pueden provocar ningún cambio desea-do en el destino del individuo.

    Es claro que la transformación del serhumano, que pasa de ser un individuo cuyaesencia es la continuidad de la experienciay la memoria a ser una unidad de reaccio-nes atomizadas, se realiza en mayor me-dida entre las víctimas encarceladas queentre la población en general, pero es solouna diferencia de grados y, aunque en estetrabajo solamente citamos ejemplos extraí-dos de los informes de los campos de con-centración, siempre hay que recordar quela población en general tenía conocimientotanto de las detenciones masivas como delas atrocidades que ocurrían dentro de loscampos. Por lo tanto, el terrorismo efectiva-mente realizado sobre los cuerpos de los ju-díos, los de “tendencia radical”, los polacos,etc., también aterrorizó la mente de todos,lo cual era, de hecho, su función principal.

    La ruptura de la memoria y la experien-cia es descripta por Kurt Bondy, un psicó-

    logo alemán que estuvo detenido duranteun tiempo en un campo de concentración:

    La incertidumbre de la dura-ción del encierro probablementees lo que más angustia a los hom-bres… todos tratan de olvidar. Elpasado se vuelve incierto y nebu-loso, la imagen de la familia y losamigos pierde forma…en estepunto nacen la falta de esperanza,la apatía, la indiferencia, la deses-peración, la falta de confianza y elegocentrismo. (“Problemas de los

    campos de detención”, Revista de psicología anormal y social, 1943).

    En consecuencia, la vida se vuelve unacadena de ataques esperados, evitados orealizados y por lo tanto las experienciasatomizadas realzan la atomización del in-dividuo. Paradójicamente, en una sociedadterrorista, en la que todo está cuidadosa-mente planificado, el plan para el individuoes no tener ningún plan: volverse y conti-nuar siendo un mero objeto, un manojo

    de reflejos condicionados que respondenmayormente a una serie de ataques mani-pulados y calculados.

    3. La ruptura de la personalidad

    En un sistema que reduce la vida a unacadena de reacciones inconexas, la comu-nicación entre las personas tiene a perdertodo significado. El súper ego –sede de laconsciencia– en donde se almacenan losmecanismos de decencia moral, se reprimeante lo que podría llamarse un Hitler-ego, locual implica que las inhibiciones produci-das por la consciencia ceden el paso a lasinhibiciones o impulsos producidos por imi-tación o reacción mecánica. Tanto el terro-rista como su víctima dejan de tener perso-nalidad en el sentido tradicional. Son merasustancia que se adapta a las situacionescreadas por un poder completamente in-dependiente a ellos mismos. En un informeclandestino hecho por un prisionero que

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    escapó de Oswiecim, se relata el modo enque el sistema del campo de concentración

    “destruía todos los lazos sociales de la vícti-ma y reducía su vida espiritual al deseo, im-pulsado por el miedo, de prolongar la exis-tencia, aunque fuera solo por un día o unahora”. En este sentido, Bruno Bettelheim,un agudo observador con experiencia per-sonal en dos campos y que ahora trabajaen la Universidad de Chicago, estudió estedeterioro que culmina con la pérdida de lasemociones vitales:

    El mundo exterior que continuó

    con su vida como si nada hubieseocurrido estaba representado en lamente de los nuevos prisionerospor aquellas personas a las queconocían, es decir: sus familiaresy amigos. Pero incluso este odioestaba muy apagado en los viejosprisioneros. Parecía que, así comohabían olvidado cómo amar a susfamiliares, también habían perdi-do la capacidad de odiarlos…noeran capaces de tener sentimien-tos fuertes hacia nadie. (“Compor-tamiento individual y masivo ensituaciones extremas”, Revista de

     psicología anormal y social, 1943).

    Un fenómeno similar de reducción dela personalidad a una cadena de reflejoscondicionados se observa en los guardias.En el informe Un año en Treblinka, YankelWiernik describe a los perpetradores del te-rrorismo como autómatas privados de todaemoción o remordimiento, que llevaban a

    cabo la tarea asignada como respuesta in-mediata cuando algún superior presionabael botón. Bettelheim describe su deshuma-nización en los siguientes términos:

    Como se habían formado enun mundo que rechazaba la bruta-lidad, se sentían incómodos con loque estaban haciendo. Parecía queellos también tenían, ante los actosde brutalidad, una actitud emocio-nal que podría describirse como un

    sentimiento de irrealidad. Despuésde ser guardias de campo duran-

    te un tiempo, se acostumbrabanal comportamiento inhumano, se“acondicionaban” a él, y pasaba aser parte de su vida “real”.

    Fundamentalmente, la prueba que co-rrobora lo expuesto está en los testimoniosde estos autómatas en los juicios que seestán realizando actualmente en Alemania.

     Admiten las acciones más atroces pero nomuestran ni el más mínimo sentimiento deculpa. Sostienen que su conducta inhuma-

    na estaba justificada porque era lo que or-denaban sus superiores.

    4. La lucha por la supervivencia

    El antiguo sistema de cultura, desdela metafísica filosófica abstracta hasta lasinstituciones religiosas y educativas, im-pregnó en la humanidad la idea de quesolamente el comportamiento racional, queincluía el respeto por los derechos, los re-

    clamos y las necesidades del otro, podíagarantizar la propia supervivencia. Bajoun régimen terrorista, tal comportamientopodría equivaler a la autoaniquilación. Elterrorismo borra la relación causal entre laconducta social y la supervivencia y con-fronta al individuo con la fuerza bruta de lanaturaleza –en realidad, de la naturalezadesnaturalizada– representada en la to-dopoderosa máquina terrorista. El objetivodel terrorismo, que se ve reforzado con losactos de tortura, es lograr que las perso-

    nas lleguen a actuar en consonancia con laley del terrorismo, es decir, que solamentepiensen en un único objetivo: la autoper-petuación. Así, comienzan a buscar des-piadadamente la propia supervivencia ycuanto más la buscan, más se conviertenen títeres psicológicos de un sistema queno tiene otro propósito que mantenerse enel poder.

    Los ex presos de los campos de deten-ción nazis confirman la regresión al darwi-

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    nismo puro o a lo que quizás podríamosllamar infantilismo:

    El instinto de autopreserva-ción, la ferocidad del miedo, elhambre y la sed llevaban a la com-pleta transformación de la mayoríade los prisioneros… en muchoscasos, el sentido de responsabi-lidad hacia los otros desaparecíapor completo, así como el mínimosentimiento de consideración porla suerte compartida. Muchos pri-sioneros emprendieron una lucha

    salvaje, implacable y completa-mente sin sentido por asegurar lasupervivencia individual.

    5. Reducción a material natural

     Aquello que los líderes terroristas mástemen es que las víctimas recuperen laconciencia de pertenecer a un todo, a lahistoria humana. La victoria total del to-talitarismo equivaldría al olvido total de lahistoria, es decir, un escenario donde los

    hombres estén completamente faltos dereflexión o, en otras palabras, donde loshombres se conviertan exclusivamente enmaterial natural. Citando a Hitler:

    Una juventud activa, dominan-te, intrépida, brutal, eso es lo queestoy buscando. La juventud tieneque tener todas esas característi-cas. Tiene que ser indiferente aldolor. No tiene que tener rastrosde debilidad o ternura. Quiero ver

    una vez más que en esos ojos bri-llen el orgullo y la independenciadel animal depredador…Quiero te-ner una juventud atlética, eso es loprimero y lo central. De este modo,lograré erradicar los miles de añosde domesticación humana. Des-pués tendré frente a mí el materialnatural en estado puro y noble. Ycon ese material puedo crear unnuevo orden. (Hermann Raüsch-ning, Hitler Speaks, 1939).

    Si quitamos la adjetivación florida, enla cita anterior tenemos la clásica admisión

    de los objetivos y los fines fascistas. Lahumanidad, tras haber sido domesticadanuevamente, se vuelve parte de la super-abundancia de la naturaleza. En conse-cuencia, se vuelve efectivamente materialpara ser explotado cuando se lo necesitay aniquilado cuando no; cualquiera seael caso, es material para ser  procesado.El terrorismo moderno siempre mira a laspersonas con ojos de gran monopolista enbusca de materia prima o con ojos de di-

    rector de funeraria pensando cómo desha-cerse del cadáver humano inútil.Esta actitud queda perfectamente ilus-

    trada en los informes que describen la eta-pa inicial de los presos en los campos deconcentración nazis de Europa del Este:

    En una parte, teníamos queentregar la valija; en otra parte, nosteníamos que desvestir y entregarla ropa y los accesorios de valor.Una vez desnudos, entrábamos enotro barracón, donde nos afeita-ban la cabeza y la barba y las des-infectaban con lysol. Cuando salía-mos de este barracón, a cada unole daban un número…Con ese nú-mero en la mano, nos hacían entraren un tercer barracón, donde serealizaba la recepción. La “recep-ción” consistía en que nos tatua-ban el número en la parte izquierdadel pecho. Después, tomaban losdatos personales de cada uno y

    nos llevaban, en grupos de a cien-tos, a un sótano y después a otrobarracón, donde nos daban el trajea rayas de prisioneros y zapatosde madera. (Die Judenausrottung

     in Polen. Augenzeugenberichte.

    Dritte Serie. Ginebra. 1944).

    Resulta impactante la analogía entrela forma de tratar a los seres humanos yla forma como la mercadería se envía a labodega de una gran tienda de compras

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    o una fábrica. Es la administración de losmateriales, cuidadosamente planificada,

    con fines específicos. De acuerdo con eltestimonio de los testigos, el sistema llegóa ser tan eficiente que solo se etiquetaba lamercadería humana realmente útil. El queno tenía número era marginado, había quedesecharlo. Y al igual que en cualquier otraunidad administrativa de dimensión desco-munal, nadie se preocupaba por hacersecargo de los errores. Aun en el caso de quela mercadería hubiera sido rechazada porerror, se la destruía:

    Como el control de los prisio-neros se hacía con los números yno con los nombres, fácilmentepodía cometerse un error con unresultado desastroso. Si el que lle-vaba los registros había marcadocomo “muerto” a un número que enrealidad estaba vivo –lo que puedesuceder en situaciones extremas,con altas tasas de mortalidad–, laforma de corregir el error era ma-tando al que tuviera ese número.

    Wiernik describe de este modo la re-ducción del ser humano a una cosa conla misma importancia o valor que tiene unfuturo cadáver:

    Era un continuo ir y venir ymuerte sin fin. Aprendí a mirar acada persona viva como a un po-sible cadáver en un futuro cerca-no. Lo evaluaba con la mirada ypensaba en su peso, en quién iba

    llevarlo a la tumba, cuán fuerte ibaa ser golpeado mientras lo llevara.Era terrible, pero no por eso menoscierto. ¿Pueden creer que un serhumano, viviendo en estas condi-ciones, podía a veces hasta sonreíro hacer bromas?.

    Estos son hechos concretos y justifi-can la afirmación de que, dentro de la lógi-ca terrorista, el hombre se vuelve en esen-cia materia prima y la muerte cobra el sen-

    tido racional de poner en uso el excedentede material humano:

    “Los alemanes realizabanenormes redadas de judíos en laciudad. No dejaban escapar nia hombres, ni a mujeres ni a ni-ños. Asesinaban a los adultosy entregaban a los niños a losgrupos de la Juventud Hitleria-na para que fueran los objetivosdel tiro al blanco”. (Cita extraídadel Boletín de noticias, Repre-sentación de los judíos polacos,

    División estadounidense, 1945).

    6. Asimilación con el terrorista

    El terrorismo alcanza su punto máximode éxito cuando la víctima pierde toda con-ciencia del abismo que lo separa de quie-nes lo torturan. A la par de la ruptura com-pleta de la personalidad, la imitación –lafuerza histórica más primitiva– comienza aprevalecer en la atmósfera deshumanizadadel totalitarismo. Bruno Bettelheim descri-be el estadio último de la regresión:

    El prisionero había alcanza-do el estadio final de adaptación alas condiciones de vida del campocuando cambiaba su personalidadde modo tal que asumiera comopropios los valores de la Gestapo…

    Los prisioneros de mayor an-tigüedad parecían tener una ten-dencia a identificarse con la Ges-tapo, pero no solamente en lo querespecta al comportamiento agre-sivo. Además, trataban de apro-piarse de pedazos viejos de losuniformes de la Gestapo… Esteproceso de identificación con suspropios torturadores llegaba hastael extremo de copiar las activida-des recreativas. Uno de los juegosde los guardias era encontrar alprisionero que soportara ser gol-peado sin emitir queja alguna du-

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    rante más tiempo. Los prisionerosviejos copiaban el juego, como si

    no fueran suficientes los golpesque ya recibían, sin necesidad derepetir la experiencia como juego.

    Entre las cuestiones en lasque la mayor parte de los prisio-neros viejos hacían las paces conlos valores de la Gestapo estabala cuestión de la raza, a pesar deque la discriminación racial nohabía formado parte del esquemade valores que tenían antes de

    ser llevados al campo de concen-tración.

    ¿Es posible imaginar un triunfo mayorpara cualquier sistema que el hecho de quelas víctimas indefensas adopten los valoresy el comportamiento del propio sistema? Sirecordamos nuevamente que la diferenciadel efecto del terrorismo sobre la poblaciónque estaba dentro del campo y la que es-taba afuera es una diferencia cuantitativa yno cualitativa, tenemos entonces un indicio

    atroz de la dimensión del llamado proble-ma de la reeducación en Europa Central.

    Hemos hablado hasta aquí de la ato-mización del individuo. Veamos ahora cuá-les son algunas de las consecuencias so-ciales de un régimen terrorista.

    Es lo propio de un régimen terroristaque las herramientas y prácticas utilizadasse vuelvan más eficientes, más numerososy más crueles. El terror crece en base a loque lo alimenta: sus excesos engendran lanecesidad de más terror. Bajo condicionesde opresión creciente, las víctimas dejande prever el fin del terror, solo esperan unpoco de alivio.En consecuencia, el terror,por su propia dinámica, se perpetúa en elpoder. Las víctimas pierden la capacidadde imaginar otro estilo de vida. Se vuelvencompletamente dependientes, tanto en lomaterial como en lo espiritual. Viven de lacaridad, porque los beneficios de la orga-nización “Kraft durch Freude” (Fuerza a tra-vés de la alegría) llegaban hasta la comida

    podrida y el agua contaminada del campode concentración.

    Creo que de este modo se explica elcomportamiento de muchos soldadosalemanes ante el ejército de los Aliados.Es una continuidad de reacciones fijas.La actitud distante de algunos y la actitudde vil adulación de otros hacia el ejércitoparecen ser el resultado de haber estadoalienados durante tanto tiempo, sin convic-ciones ni valores genuinos.

    Otra consecuencia es el surgimientode una sociedad infantil. La atomización

    terrorista lleva a la destrucción casi com-pleta de las viejas instituciones sociales y,principalmente, al debilitamiento de los la-zos familiares, dado que la familia es la uni-dad social básica. Ciertas prácticas comola completa dependencia de los padres alos caprichos de los líderes terroristas, lapolítica estatal de entrenar a los niños paraque delaten a los padres, la militarizaciónde los jóvenes, la ingeniería social de tras-ladar a las personas en masa, sin la másmínima consideración por los lazos familia-

    res, como en las peores épocas del tráficode esclavos, y la creación de millones dehuérfanos como consecuencia de la ex-terminación masiva de adultos nos resul-tan ahora terriblemente familiares graciasa los gobiernos totalitarios y lo que hacenestas acciones, de forma inevitable y pre-meditada, es romper las relaciones entrelos miembros de la familia y quitarles a losmás jóvenes la confianza en la calidez y laseguridad de la vida en familia.

    El resultado es el surgimiento del senti-miento de una sociedad adolescente, des-arraigada y despiadada, en la que el con-cepto de familia se reemplaza por la imagende una comunidad cínica, fuerte, destructi-va, contenta de su crueldad y extremada-mente resentida, una comunidad con tene-brosas reminiscencias de la visión de Hitlersobre el material natural en bruto, luego dehaber sido brutalmente domesticado.

    Por último, el sistema de opresiónterrorista tuvo consecuencias en el com-

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    portamiento de las personas y los gruposliberados. Sin intención de moralizar sobre

    la venganza como práctica legítima o apro-piada, debe decirse que las represaliasque dejan en evidencia la utilización de losmismos medios empleados por el enemigotienen un peso significativo para la tarea derestablecer la paz. Se afirma correctamen-te que el sistema de terror que introdujoMussolini en Europa Occidental tuvo sutriunfo siniestro con la orgía de venganzahecha con los cadáveres del dictador y suamante. También tuvo otro triunfo cuando

    se hizo a las jóvenes francesas desfilar conla cabeza rapada ante un gentío que lasinsultaba a gritos, como castigo por habertenido relaciones íntimas con soldados ale-manes. El traslado humanitario y pacíf ico de los alemanes de Polonia después de laliberación se vio opacado por el comenta-rio hecho a Jan Karski por una joven de laresistencia polaca:

    Cuando venzamos a los ale-manes, debemos organizar un te-rrorismo de masa despiadado. Te-nemos que echar a los alemanesque vinieron aquí con los mismosmétodos que ellos usaron parainstalarse en la zona: la fuerza y laexterminación despiadada.

    ¿Qué elemento de la civilización mo-derna hizo que se desatara el terrorismoentre nosotros? Me gustaría aventurar lasiguiente hipótesis: hoy en día, la humani-dad mejoró a tal punto la tecnología que elhombre mismo se convirtió en un elementosuperfluo. Las maquinarias y los métodosde organización de la modernidad permi-ten que una minoría considerablemente re-ducida, compuesta por gerentes, técnicosy trabajadores calificados, logren manteneren marcha todo el aparato industrial. La so-ciedad llegó a una etapa en la que el des-empleo masivo es un escenario posible,crecientemente manipulado por el poderestatal y entidades con poder estatal me-diante la conducción del cauce excedente

    de hombres al sector del empleo público–que incluye el ejército y organizaciones

    políticas oficiales o semioficiales–, con elobjetivo de mantenerlo al mismo tiempovivo y bajo control.

    Es decir que una enorme cantidad detrabajadores perdieron por completo la re-lación creativa con el proceso productivo.Viven en un vacío social y económico. Sudilema es la condición necesaria para elterrorismo, que le da al grupo totalitario uncamino al poder y un objeto sobre el cualejercer el poder. Para el régimen totalitario,

    el terrorismo es la administración institucio-nalizada de una gran cantidad de hombresconsiderados como material excedente.

     Además, se pueden señalar ciertastendencias culturales provenientes de lacrisis de la era liberal como elementos quecontribuyen al establecimiento de un régi-men terrorista.

    Debido a los efectos de la produc-ción en masa, la gente aprendió a vivirrespetando modelos, no solo materialessino también espirituales. Tienden a acep-

    tar sistemas de opiniones y actitudes sincuestionarlos, como si se les impusierala compra de paquetes ideológicos. Serprogresivo es ipso facto defender la de-mocracia y el New Deal, defender a los ne-gros, los judíos y a la Rusia soviética, entremuchas otras cosas. Ser aislacionista es,o era, ipso facto estar en contra de GranBretaña y la Rusia soviética, estar en con-tra de los intelectuales y los judíos, entremuchas otras cosas.

    En realidad, no es que la gente creaen estas configuraciones de estereotipossino que ellos mismos se convirtieron enapéndices estereotipados de tal o cualmonopolio cultural o político. La razón, laconsistencia y la experiencia personal de-jan de importar. Por ejemplo, podría decir-se que ya no hay verdaderos antisemitasporque el antisemitismo ya no se definetanto como el rechazo de lo consideradocomo específicamente judío sino como unpatrón de conducta que viene incluido al

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    adherir a un determinado paquete cultural. Y esta reducción de la experiencia genuina

    hace que sea aun más difícil reaccionar encontra de los estereotipos distorsionadosy falaces. El monopolio cultural, que inclu-ye toda una serie de actitudes, ejerce en elámbito psicológico un poder terrorista quevence al individuo.

    La atemorizante discrepancia entrelas tradiciones morales del individualismoy los asesinatos en masa del colectivismomoderno deja al hombre moderno en unterreno moral sin ley. Todavía se aferra a

    los conceptos morales de la sociedad declase media: consciencia, decencia, amorpropio, la dignidad del hombre, pero lasbases sociales sobre las que se fundanesos conceptos se van desmoronando.La abrumadora magnitud del poder, eltamaño, la destrucción y la exterminacióndel mundo moderno hacen que los proble-mas, los conflictos y los escrúpulos mora-les del individuo parezcan insignificantes eirrelevantes.

    Para citar un ejemplo drástico, el pro-

    blema ético planteado en Hamlet , obra quepuede considerarse como un documentoclásico de la moralidad después de la di-solución de la cultura medieval, consiste enla cuestión de si es posible o no corregirun tiempo “dislocado” si Hamlet se vuelvejuez y verdugo del asesino de su padre.

     Ante la catástrofe física y moral del presen-te, el problema es casi ridículo.

     Actualmente, el individuo se da cuen-ta, en forma más o menos consciente, deque los valores morales propios no tienengran importancia porque ya casi nada enel ámbito material o espiritual depende desus decisiones. Se siente solo, desposeídode la herencia moral y material sobre la quese basaba su existencia en la sociedad li-beral. Se ve expuesto a una ola tremendade furia y agresión. Se vuelve un paranoicoen potencia y, bajo estas condiciones, estápredispuesto a aceptar ideas y hábitos dedominación y persecución completamentedesquiciados.

    Los fascistas fueron los primeros endetectar la relación entre la pobreza mate-rial potencial y la pobreza espiritual real yen explotarla racional y sistemáticamente yde forma masiva. Se dieron cuenta de que,para controlar y subyugar a la poblaciónexcedente, era necesario grabar a fuegoen su mente la conciencia de una amena-za física y espiritual y extirpar todo el mar-co de referencia moral y emocional dentrodel cual los hombres tradicionalmente in-tentaban sobrevivir a la calamidad perso-nal. Incluso Hitler expresó una vez, en una

    conversación con Raüschning, la necesi-dad de terror y brutalidad que era propiadel fascismo:

    No le gustaban en lo más míni-mo los campos de concentraciónni la policía secreta ni nada pare-cido pero esas cosas solo erannecesidades de las que no habíamanera de escapar. “Si no estáspreparado para no tener piedad,no irás a ningún lado… La domi-nación jamás se funda en la hu-manidad sino, considerada desdeel reducido punto de vista civil, enel crimen. El terrorismo es absolu-tamente indispensable para todafundación de un poder nuevo…

     Aún más importante que el terro-rismo es la modificación sistemá-tica de las ideas y los sentimientosde la masa. Tenemos que con-trolar esas dos cosas.” (HermannRaüschning, ob. cit.).

    Hegel dijo una vez: “Qué afortunadala institución que no tiene historia”. Nues-tra época de terrorismo es historia y unode los capítulos más negros de la historia.Pero los sueños de libertad y felicidad queel terrorismo destruyó también son partede la historia.

    Únicamente empleando el poder de larazón –en teoría y en práctica– para analizarlas raíces, las consecuencias y los fenóme-nos del terrorismo, la humanidad tendrá es-

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    peranza de arrancarse a sí misma de la ame-naza más siniestra y del destino más paté-

    tico en que jamás se haya visto envuelta.Los sueños de la civilización occiden-

    tal todavía pueden hacerse realidad si la

    humanidad logra liberarse de la utilizaciónde seres humanos como excedente o mer-

    cancías o medios. De otra forma, es posibleque nosotros también nos enfrentemos alterrorismo. F