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100 AñosEsplendor en centenario del santuario inca que Pachacútec erigiera para el placer de sus sentidos.
Machu Picchu
Monumento a la audacia y poder de Pachacútec,
Machu Picchu fue el lugar sagrado de descanso para
la panaca real. Aquí, en majestuosa foto a cargo de
José Álvarez Blas.
HISTORIA
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Explorador nato, aquí Bingham (der.) luego
de largo viaje en la cima del nevado
Coropuna, Arequipa.
Luchando contra la maleza, Bingham descubriría la ciudadela que tanto había buscado en julio de 1911.
Las construcciones de piedra albergaban
cientos de piezas que Bingham llevaría a Yale para volver al
Perú un siglo después.
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Machu Picchu estaba destinado a ser ocupado solo por Pachacútec, un lugar donde la corte podía “comulgar con los dioses que residían en las montañas”.
Bingham y familia en Connecticut, 1908, cuando aún no se erigía como el gran descubridor. Magnificencia de la piedra en foto de Álvarez Blas, autodidacta admirador de Chambi. La imagen forma parte de un próximo libro suyo sobre las 7 maravillas del mundo moderno.
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Bingham junto a su esposa Alfreda Mitchell, nieta del fundador de la joyería Tiffany en EE.UU.
Conociendo más del Perú, aquí Bingham junto al subprefecto de Cotahuasi y su escolta militar inspeccionando la industria de alfombras.
Arquitectos y picapedreros debían hacer realidad en granito el diseño exacto que Pachacútec trabajara en barro en un modelo a escala.
Machu Picchu y todo su esplendor captado por Álvarez Blas en imagen que forma parte de su archivo fotográfico que viene trabajando desde hace 20 años.
Bingham ofrecía un sol por cada ruina a la que fuera guiado. Sería recién en julio de 1911 cuando le enseñaron el camino a la ciudadela.
(MDP)