macondo visto por leo matiz

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Mac Leo Mati Macondo visto por Leo Matiz Ministerio de Relaciones Exteriores El hijo de Macondo

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Macondo visto por Leo Matiz

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MacondoLeoMatiz

Macondo vistopor Leo Matiz

Ministerio de Relaciones Exteriores

El hijo de Macondo

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Sobre Leo Matiz Macondo visto por Leo MatizSergio UribeLa muestraSu arteCronologia

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Aracataca, Magdalena, un pueblo ardiente localizado al norte de Colombia, posee un lugar seguro en la historia cultural del país y de América Latina. En ese terri-torio caluroso y marginado, nació el Nobel de literatura Gabriel García Márquez y allí también vino al mundo en 1917 el fotógra-fo Leo Matiz, considerado como uno de los más importantes protagonistas de la foto-grafía del siglo XX.

Fotógrafo, caricaturista, pintor, crea-dor de periódicos y galerías de arte, Leo Ma-tiz capturó con su cámara y durante su vida de trotamundos por los cinco continentes, instantes decisivos de la historia contem-poránea. En su oficio de galerista realizó en 1951 la primera exhibición de pinturas del artista Fernando Botero en la Galería de Arte Leo Matiz en Colombia.

En su carrera de fotógrafo estuvo vin-culado con las revistas Así de México y en publicaciones norteamericanas como Life, Norte, Harper Magazine, Look y Seleccio-nes del Reader´s Digest durante los años 1940 y 1950. Leo Matiz fue condecorado en 1995 con los premios Horus Sicof en Milano, Italia.

En ese mismo año recibió del gobierno francés el título de Chevalier des Arts et de Lettres (Caballero en la Orden de las Artes y las Letras.) En 1997 el Estado italiano lo condecoró con el Filo d´ Argento (Hilo de Plata), en Florencia. En 1998 por medio del Ministerio de Cultura se le rindió tributo al reconocerle su aporte al desarrollo de la fo-tografía del siglo XX en el país.Leo Matiz murió en Bogotá, Colombia, el 24 de octubre de 1998, dejando un lega-do extraordinario de imágenes que él supo comunicar de modo riguroso y con fuerza expresiva.

SobreLeo Matiz

Macondo

Leo Matizvisto por

Sergio UribeJurista de formación, originario de

México. Íntimo amigo de la familia

Matiz. En la actualidad escritor, críti-

co, marchand y consultor de arte.

Leo Matiz, el hijo de Macondo

Macondo. Nombre enigmático, evo-cador y poderoso de un lugar del planeta, el apelativo simbólico, cósmico y esotérico que define la Aracataca geográfica pero idea-lizada y sublimada por la imaginación y la poesía.

Macondo-Aracataca, un rincón de América que ha sido fuente de inspiración de artistas, origen y espacio vital de perso-najes mágicos, excepcionales e inolvidables: todos los miembros de la estirpe de los Buen-día, con sus bastardos, esposas, concubinas e hijos legítimos, su personal de servicio; esce-nario transitado por el Judío Errante y lugar donde los niños nacen con cola de cerdo.

Dicho territorio poblado por perso-najes extravagantes y temperamentales fue la cuna y perfecto hábitat natural de sus hijos predilectos: Gabriel García Márquez, premio Nobel de literatura, y Leo Matiz, el

del ojo divino, amigo de los caballos, paqui-dermos y tigres. Leo Matiz se calificó a sí mismo como un personaje de Macondo y su contribución en la difusión de la población mítica de sus raí-ces es innegable.

Por medio de su trabajo como re-portero gráfico, Leo Matiz plasmó con su cámara la exhuberancia, los personajes, acontecimientos y el drama humano de los seres oriundos de esa aldea de “casas de ba-rro y cañabrava” en la proverbial descripción de García Márquez, un espacio en el Caribe latinoamericano que hoy tiene rango uni-versal. Un mundo “tan reciente que muchas cosas carecían de nombre”. Imágenes silen-ciosas pero de profunda expresividad dra-mática y perfección técnica.

Con anterioridad a la publicación de la obra cumbre de la literatura colombiana Cien años de Soledad, Matiz ya había con-signado, hace sesenta años, en imágenes fotográficas y en una frase, la realidad de Aracataca, que precedería la celebérrima y acabada expresión literaria de su insigne compatriota García Márquez. Leo Matiz decía: “no teníamos los inventos recientes del ape-

nas iniciado siglo veinte, pero poseíamos el escena-

rio vivo y cambiante de la naturaleza.

Macondo, Leo Matiz 1995

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Leo Matiz

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El hijo de Macondo

En ese espacio yo era un niño campesino y

salvaje. Cazaba patos, micos, trabajaba la herrería

y arreglaba armas. A los diez años tuve mi primera

escopeta y es una evidencia de la libertad con la que

se vivía en el campo” expresó el fotógrafo.El ojo de Leo Matiz, quien, en sus pro-

pias palabras, vino a ver el infinito, abarcó con su sentido de la vista la realidad de Ma-condo y con ella, al mismo tiempo, la rea-lidad de los pueblos latinoamericanos, bajo el filtro de la belleza, con la curiosidad y el asombro propios de la mirada de un niño: “Yo disfruté el oficio de la fotografía porque estaba

dominado por el ansia de conocer. De niño sólo ob-

servaba. Cuando descubrí la fotografía y aún aho-

ra, pienso que he observado previamente. Soy un

observador de la naturaleza. Permanezco horas

“...poseíamos el escena-rio vivo y cambiante de la naturaleza...”Una vista al mar. Leo Matiz 1995

viendo el vuelo de una garza. La mayoría de

los fotógrafos se cansan. No desean insistir en el

tema. Yo siempre, miraba, revisaba y empezaba

de nuevo”.

Los ojos de Leo Matiz se posaron en los datos inmediatos proporcionados por la vista, pero indagando, al mismo tiempo, el significado y el ser de las cosas.

Su mirada no fue únicamente apre-hensiva sino descriptiva.

Las fotos hechas por el colombiano de la exuberante y cálida Macondo nos con-vierten en testigos de una mirada repleta de carga emotiva y estética, portadora de una historia de una vida vivida, por Matiz, hijo de Macondo, con pasión desbordada.

Pescador en Macondo. Leo Matiz 1995

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El hijo de Macondo

La mirada amorosa, descriptiva y pe-netrante de Leo Matiz se actualiza una vez más en la iniciativa del Ministerio de Rela-ciones Exteriores de Colombia que ha or-ganizado, a partir de 2007, una exposición itinerante: Macondo visto por Leo Matiz.

Es la intención de las autoridades colombianas el difundir la exposición a to-dos aquellos lugares donde Colombia tenga relaciones y vínculos culturales. La muestra que se ha efectuado ya en las ciudades de Ottawa, Toronto, Montreal, México y la más reciente llevada a cabo en octubre de 2008, en la sede del Instituto Cervantes de Tokio, Japón, constituye un esfuerzo del gobierno colombiano por difundir su riqueza cultural y la obra de uno de sus mayores exponentes, en el ámbito de la fotografía, al unísono con la voz literaria del creador de Macondo, Ga-briel García Márquez.

La puesta en marcha en Aracataca de dos museos como espacios para el desarrollo de actividades culturales: el museo y la Casa de la Cultura Leo Matiz y la reconstrucción de la casa natal del premio Nobel de litera-tura, constituyen dignos homenajes a dos colombianos distinguidos que, como pocos, han añadido belleza al mundo con su obra.

La muestra

La curaduría de la exposición ha co-rrido a cargo de Alejandra Matiz, hija del artista y presidenta de la Fundación Leo Matiz, y por Miguel Ángel Flórez Góngo-ra. La Fundación Leo Matiz, ha perseguido apasionadamente durante su vida el obje-tivo de recordar la obra del fotógrafo, y en este caso particular, resaltar la importancia de Macondo como lugar a un tiempo real y mítico, pero de rango universal. “Por su im-

portancia, como hija y como colombiana, es mi res-

ponsabilidad presentar el legado de mi padre a un

número cada vez mayor de personas, centrando la

atención del público en su producción artística y en

su talento fotográfico”.

Alejandra Matiz ha afirmado, con ocasión de dicha muestra, que si alguna obra visual perteneciente a la cultura colombia-na encarna la esencia de lo que representa el universo de Macondo, son las fotografías de Leo Matiz por su extraordinaria visión del mestizaje, su cautivante imaginación para aproximarse a los personajes y a las situacio-nes que se cruzan en los territorios de lo real maravilloso.

”...encontrar belleza en lo que para algunos es fealdad o tristeza; como es la miseria, la soledad

de los niños, la desnutrición, yo he creído presentar la crudeza de la vida”

Soledad de los niños. Leo Matiz 1995

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Leo Matiz

Su arte

La fotografía de este hijo de Ma-condo excede el ámbito de lo meramente periodístico y supera el tono de la crónica social para alcanzar el grado de verdad des-carnada. Quedan de manifiesto y proyecta-das por la lente algunas de sus referencias inconscientes, psicológicas y culturales. Leo registró Macondo con su mirada particular y privilegiada en una sucesión de imágenes que a su vez crean emociones.

Macondo y Matiz son complejos en términos de referencias pero la obra foto-gráfica es abundante en elementos como la vegetación, las bananas, el circo, los gallos que lo unifican con el mundo natural del que él se nutrió y participó. “No espero, voy

como el agua, con el mismo espíritu. El agua ha

compenetrado mi existencia, crecí cerca del agua,

durante toda mi infancia estuve en contacto con

este elemento.

Desde pequeño montaba en mi caballo hasta el

río, me gustaba verlo nadar. He tratado el tema

del agua con mucho amor”

Muchas voces desprovistas de mirada esté-tica manifiestan su desagrado al enfrentarse con las realidades más crudas de la vida y Leo retrató su realidad.

Muchas voces desprovistas de mirada esté-tica manifiestan su desagrado al enfrentarse con las realidades más crudas de la vida y Leo retrató su realidad. El mundo perma-nece irredento, Macondo es un lugar idea-lizado por la imaginación, pero Leo lo ha enriquecido con las fotos de algunos de los voluptuosos temas del Caribe.

Dicha proximidad con la vida de todo ser humano la vuelve cercana y entrañable. Hay belleza en la verdad alegre o dolorosa pero Matiz se une a la categoría de artistas excepcionales que lograron explicar y elevar lo cotidiano, el absurdo, la miseria y la natu-raleza a un rango de belleza.

Las imágenes evocadoras del Macon-do de Leo Matiz suscitan toda clase de sen-saciones y asociaciones. Si como dijo García Márquez, cuando uno siente muchas ganas de vivir es porque ya está llegando al mar, la mítica y cotidiana Macondo se nos ofre-ce como un espejo de la vida misma, donde todas las aldeas son Macondo y Macondo es todas las aldeas, por encima del dato sen-sorial preciso para revelar el enigma de este lugar mágico, un mundo nuevo añadido al mundo.

El agua y sus hijos. Leo Matiz 1995

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El hijo de Macondo

Leo Matiz

Cronología

Leonet Matiz Espinosa nace el 1º de abril en Aracataca, Colombia.

1933 Publicó en la revista Civilización,

impresa en Barranquilla, sus primeras caricaturas. Realizó su primera expo-sición de caricaturas en la confitería Excelsior de Santa Marta.

Ingresó a la Escuela Nacional de Be-

llas Artes en Bogotá.

El Tiempo publica sus caricaturas en Bogotá y realiza una exposición de di-bujos en el teatro Variedades de Santa Marta. Ingresa a estudiar al taller del fotógrafo y pintor Luis B. Ramos. En-rique Santos Montejo, director de El Tiempo, vincula a Matiz como fotó-grafo de ese diario.

Se desempeña como director gráfi-

co, caricaturista y fotógrafo de la re-vista Santafé. Colabora en la revista Folletón como ilustrador y fotógrafo.

Inicia su primera gira por Colom-bia como reportero gráfico de la revis-ta Estampa. Igualmente labora como corresponsal gráfico del diario El Es-pectador.

Viaja a Panamá con el interés de realizar varias exposiciones de sus caricaturas en Centroamérica y el de proseguir a pie su viaje hacia México. Exhibe sus dibujos en la sede diplo-mática de Colombia en Costa Rica.

Expone en el Casino de San Sal-

vador dibujos y caricaturas junto con Francisco Amighetti, pintor y graba-dor costarricense. Viaja a México con su primera esposa Celia Nicholls y se incorpora como reportero gráfico de la revista Así. Participa en una mues-tra colectiva de pintores y escultores colombianos realizada en el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana.

En la galería de arte Decoración en Ciudad de México realiza una exhi-bición de fotografías sobre el pue-blo mexicano, captadas durante su primer año de estadía en ese país. Se vincula como fotofija en los Estudios Churubusco, bajo el apoyo de los fo-tógrafos de rodaje Gabriel Figueroa y Manuel Álvarez Bravo.

Inaugura una muestra de su obra en su propio estudio bajo el título de Exposición de Tipos y Costumbres de México.

Realiza una exposición de acuarelas y pinturas en el Advertising Club of New York.

Trabaja junto con el pintor mexica-no David Alfaro Siqueiros en el pro-yecto del mural Cuauthémoc contra el mito. Realiza reportajes para las revis-tas Norte y Life como enviado especial a Suramérica.

Es enviado a cubrir la IX Conferen-

cia Panamericana en Bogotá como reportero de la Agencia de prensa Pix Corporation y cae herido el 9 de abril en la revuelta popular por el crimen del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán. El 2 de agosto viaja a Oriente Medio enviado por las Naciones Unidas para cubrir como observador y fotógra-fo los acuerdos de paz del conflicto árabe-israelí bajo la Misión del Conde Bernardotte.

La Organización de las Naciones Unidas, ONU, realiza una exposición en Lake Sucees, Nueav York, sobre las imágenes captadas por Leo Matiz en

1933

1917

1935

1939

1940

1941

1942

1943

1944

1947

1948

1948

1950

1951

1952

1954

1938

1937

Oriente Medio. Es reconocido como uno de los 10 mejores fotógrafos del mundo.

Viaja al Brasil para realizar repor-tajes para la revista Selecciones del Reader´s Digest. Labora en Venezuela junto con el editor y político Plinio Mendoza Neira en la Revista El Mes Financiero y Económico en la sección gráfica Así es Caracas.

Funda las Galerías de Arte, una de las pioneras de su género en Colombia y expone por primera vez las pinturas de Fernando Botero.

Realiza en las Galerías de Arte la

segunda exposición del pintor colom-biano Fernando Botero.

Cubre como enviado especial la X

Conferencia Panamericana celebrada en Caracas y es invitado a realizar una retrospectiva de su obra fotográfica en ese evento continental. Inició sus cola-boraciones para la revista venezolana La Esfera, suplemento ilustrado.

Para la presidenta de la fundación “su ojo

incisivo y alerta ofrece la esencia inmediata de

los lugares más olvidados y vitales de la geo-

grafía macondiana, pertenecientes al mundo

rural y urbano del Caribe”.

Canto a la vida. Leo Macondo 1995