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La increíble y triste historia de la naturaleza femenina según la filosofía y la ciencia desalmada Nuestra constitución psicosocial hace del amor y del poder alternativas irreconciliables, que juegan un papel central en el desarrollo emocional de mujeres y varones, y que traen aparejada una oposición entre el amor y conocimiento y hace siniestra la ecuación entre conocimiento y poder contaminando la objetividad de dominación. Diana Helena Maffia * (Profesora de Filosofía de la UBA-Docente de la cátedra de Gnoscología de la Facultad de Filosofía y Letras. Investigadora en temas de epistemología feminista (Ciacso, Programa ’“Mujer y Sociedad*). Directora del Programa “Ciencia y Ética desde la teoría del género" (UBACYT). Coordinadora del Foro Interdisciplinario de Estudios de Género (Centro de Estudios Avanzados - U11A). Los filósofos se han ocupado tradicionalmente no tanto dé los medios cuanto de los fines de la educación. El establecimiento de los fines, a su vez, se apoya en concepciones políticas y religiosas, así como en ciertas ideas muy básicas, sobre la naturaleza del hombre, su puesto en el mundo. y el establecimiento de cuál sea la más destacada de las facultades que lo distinguen. También han sido importantes las ideas mantenidas acerca de la naturaleza del individuo y su relación con la comunidad, así como ha sido persistente la discusión sobre la parte que le toca en educación a la “espontaneidad” del individuo y la que corresponde desempeñar a los “bienes culturales”. En sus posiciones extremas podrían dibujarse dos teorìas: Según una, hay que dar rienda suelta a la espontaneidad individual para no forzar la asimilación de los bienes que no valen por sí mismos sino que son relativos a una sociedad y período históríco. Según otra hay que conducir al individuo tratando de hacerle asimilar los bienes culturales, inclusive, si fuera necesario, con amenazas o castigos, pues de lo contado la educación sería insuficiente e imperfecta. La primera

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Maffia - La Increíble y Triste Historia de La Naturaleza Femenina Segúnlafilosofía y La Ciencia Desalmada

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La increíble y triste historia de la naturaleza femenina según lafilosofía y la ciencia desalmada

Nuestra constitución psicosocial hace del amor y del poder alternativas irreconciliables, que juegan un papel central en el desarrollo emocional de mujeres y varones, y que traen aparejada una oposición entre el amor y conocimiento y hace siniestra la ecuación entre conocimiento y poder contaminando la objetividad de dominación.

Diana Helena Maffia *(Profesora de Filosofía de la UBA-Docente de la cátedra de Gnoscología de la Facultad de Filosofía y Letras. Investigadora en temas de epistemología feminista (Ciacso, Programa ’“Mujer y Sociedad*). Directora del Programa “Ciencia y Ética desde la teoría del género" (UBACYT). Coordinadora del Foro Interdisciplinario de Estudios de Género (Centro de Estudios Avanzados - U11A).

Los filósofos se han ocupado tradicionalmente no tanto dé los medios cuanto de los fines de la educación. El establecimiento de los fines, a su vez, se apoya en concepciones políticas y religiosas, así como en ciertas ideas muy básicas, sobre la naturaleza del hombre, su puesto en el mundo. y el establecimiento de cuál sea la más destacada de las facultades que lo distinguen. También han sido importantes las ideas mantenidas acerca de la naturaleza del individuo y su relación con la comunidad, así como ha sido persistente la discusión sobre la parte que le toca en educación a la “espontaneidad” del individuo y la que corresponde desempeñar a los “bienes culturales”. En sus posiciones extremas podrían dibujarse dos teorìas: Según una, hay que dar rienda suelta a la espontaneidad individual para no forzar la asimilación de los bienes que no valen por sí mismos sino que son relativos a una sociedad y período históríco. Según otra hay que conducir al individuo tratando de hacerle asimilar los bienes culturales, inclusive, si fuera necesario, con amenazas o castigos, pues de lo contado la educación sería insuficiente e imperfecta. La primera tendencia sería “progresista” frente a la segunda, “conservadora", que confía de un modo casi absoluto en el valor de un determinado complejo o sistema de bienes culturales.

Hasta aquí, una versión escueta y tradicional de lo que la filosofía puede ofrecer a la educación(l). Pero si como piensa Piaget, una concepción del desarrollo humano depende de su punto de madurez (2), fijar un fin en la educación es determinar el grado de progreso. definir el progreso mismo, y condenar de antemano a la marginalidad todo aquello que no apunte hacia el vértice elegido. Leído con mirada femenina, el primer párrafo encierra amargas experiencias históricas. La historia de la filosofía es quizás, por su lenguaje universalista de aparente neutralidad, el más acabado producto de la mirada androcéntrica; y por la autoridad que le confiere ser tronco primigenio de la ciencia y la teología, constituye la base misma del fórceps con que la cultura patriarcal ha oprimido desde siempre a las mujeres.

Un recurso clásico de la teoría feminista para denunciar la falsa universalidad del concepto de “hombre" (sobre todo en escritos filosóficos) consiste en someter los enunciados en que dicho concepto aparece al “test de cambio de sexo”. Si el enunciado se sostiene, poniendo “mujer” donde antes decía “hombre”, la universalidad podría ser genuina. Pero por lo común ocurre que nos encontramos con que los enunciados suenan sencillamente ridículos. El problema con los enunciados que sí pasan el test es que los filósofos construyen muchas veces grandes

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sistemas, algunas de cuyas partes rara vez o casi nunca son estudiadas en los cursos regulares de formación filosófica.

Valga, el excursus, así como un país no interrumpe sus relaciones internacionales con otro por el maltrato que en él se cometa o las violencia contra las mujeres, pero sí por sus violaciones a los derechos “humanos", un filósofo puede ser anatemizado por sus ideas políticas o sus concepciones sobre el “hombre”, pero resultará del todo indiferente lo que opine sobre las mujeres. En todo caso, si la opinión es muy antipática, se considerará como un rasgo idiosincrático o como un resabio de otra época que puede perfectamente escindirse del cuerpo principal de su doctrina.Por más brutales que sean, sin embargo no todas las opiniones que los filósofos han expresado sobre las mujeres tienen la misma importancia al justar el sexismo implícito en la filosofía como disciplina. Debe preocuparnos principalmente aquellas opiniones que desmienten la pretendida universalidad de los sistemas éticos y políticos. Las opiniones de los filósofos sobre las mujeres no fueron consideradas un tópico importante en la formación filosófica universitaria, ni siquiera en estudios de filosofía moral y política. Por eso puede ser una desagradable sorpresa encontrarnos con afirmaciones profundamente misóginas en filósofos influyentes y admirados, en los que cimentaron sistemas morales y políticos considerados hitos en el progreso de la humanidad. ¿Es que puede hablarse de progreso de la humaijidad sin el progreso de las mujeres? Habremos hecho una mirada crítica sobre esos sistemas filosóficos si podemos mostrar que un cambio en la concepción de las mujeres hace colapsar el sistema de sus ideas, o al menos su pretendida universalidad.

En las preguntas tradicionales de. la filosofía, las preguntas sobre la razón, el conocimiento humano, la naturaleza humana, la vida social y sus metas, la cuestión de la mujer no aparece o lo hace de un modo muy periférico; casi siempre para afirmar su inferioridad. Y estas son las cuestiones que subyacen en una filosofía de la educación. Por eso es que cualquier propuesta igualitaria en las normas y métodos de la educación requiere una revisión de sus fundamentos, una lectura sensible a los sesgos de género.

El filósofo más conocido e influyente en la histeria de la filosofía, Aristóteles, defiende un orden jerárquico social fundamentándolo en un orden jerárquico natural. Asi, en la Política afirma que el macho es por naturaleza superior y la hembra inferior. Uno gobierna, pues tiene mayores aptitudes para el mando, y la otra es gobernada. Esta relación dominador-dominado es beneficiosa para ambos términos, aunque entre ellos no pueda haber “ni justicia en el plano jurídico ni amistad en el plano ético". De este modo, Aristóteles fundamenta, en un plano ontológico, la relegación social, jurídica y economica de la mujer; otorgándole validez universal a la sociedad en que vivió, e instituyendo la estructura jerárquica característica de su Estado cómo válida por naturaleza para toda época y lugar.

Las virtudes morales son dote de todos en general, pero la templanza masculina y la femenina, el valor y la justicia de un hombre y una mujer, no son iguales: el valor de un hombre se demuestra por autoridad, el de una mujer por obediencia. Los seres humanos se distinguen por su racionalidad del resto de animales. Es célebre la definición del hombre como animal racional, pero yo tardé años en enterarme de que como mujeres estábamos más cerca de la animalidad que de la humanidad. El alma humana era para Aristóteles un compuesto de racionalidad y emotividad; y como toda diferencia es resuelta en jerarquía, una de las partes (racional) gobierna a la otra (emocional). Es por eso que el hombre tiene autoridad sobre el esclavo (que carece de toda capacidad deliberativa), y sobre las mujeres (cuya emocionalidad predomina, opacando su facultad deliberativa).

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Que no se crea que Aristóteles no reconoce virtudes en las mujeres. Las tienen, y “por naturaleza” Ellas han sido engalanadas con: incapacidad para el mando, sumisión y pasividad, debilidad corporal, arete propia de las tareas domésticas, valentía subordinada, moderación y modestia e irreflexiva emotividad.

Así, aunque la marca distintiva de los seres humanos reside en su poder de razonar, hay sin embargo cierta dase de seres humanos que están excluidos del ejercicio pleno de la razón humana, y son los esclavos y las mujeres. La vida del esclavo es simplemente un medio para un fin, el de permitir al amo perseguir una vida de libertad y virtud entre otros ciudadanos de la polis. La vida de la mujer es similarmente funcional: la mujer del ciudadano es necesaria para producir herederos. La familia es una asociación inferior que existe en beneficio de la polis, y proporciona los medios para que los hombres libres puedan vivir su vida entregada a propósitos intelectuales y políticos.

Ante esta versión aristotélica de la mujer como inferior y deficiente ¿podríamos omitir sin mas esta opinión y mantener el resto de su filosofía? Parece que si él concediera a la mujer el status de ser racional, le seria imposible sostener una de las premisas principales de su teoría política: la creencia de que cierta clase de seres humanos estan destinados a ejecutar labores reproductivas para que otros puedan llevar una vida libre y productiva. Dos mil años de antigüedad le han quitado a estas ideas. Subyacen las posiciones conservadoras en educación, e instauran un hábito intelectual persistente en nuestros días: el de justificar desigualdades sociales en diferencias “de naturaleza”. La ciencia ha servido no pocas veces de aliada para la implementación de políticas racistas y sexistas, de las que es una prueba candorosa la siguiente afirmación: "El desarrollo intelectual de las mujeres se logra sólo a un altó costo de su desarrollo, reproductivo: en la medida en que el cerebro se desarrolla y se accede a la lógica, los ovarios encogen”.(3)

Puede suponerse que un filósofo que haya fundamentado posiciones diferentes del conocimiento y la moral tal vez no haría afirmaciones que resultaran en posiciones tan retrógradas. Podríamos intentar con Kant, quizás el filósofo más admirado por Piaget. Para él el valor moral de una acción no se define por su fin; lo que se pretende del sujeto ético es que actúe por principios (y uno de los propósitos principales de su filosofia moral es tratar de identificar un principio universal oue pueda servir de piedra fundamental de toda acción moralmente correcta). Pero una vez más, ¡ay!, las mujeres quedamos fuera de concurso. Y es que la especie humana no es toda de una misma clase. Hay (otra vez) diferencias de naturaleza entre hombres y mujeres. No es que los hombres y las mujeres tengan diferentes cualidades, sino que las virtudes, iguales en ellós, se combinan de diferente manera para resaltar sus caracteristicas. Por ejemplo, los hombres tienen inteligencia profunda y las mujeres inteligencia de lo bello. No es que no sean ambos inteligentes, pero como se ve, una educación destinada a desarrollar ambas inteligencias deberá emplear bien distintos métodos.

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En un artículo llamado “Lo bello y lo sublime” afirma Kant que la naturaleza, de acuerdo a su plan, nos ha dotado de disposiciones. Nuestra tarea es desarrollar esas disposiciones de acuerdo con los fines de la naturaleza. Por eso la tarea peculiar de cada sexo es desarrollar sus cualidades distintivas: la inteligencia bella femenina debe rescatar lo simple y hermoso, mientras que la inteligencia masculina debe dedicarse a los conocimientos profundos y fundamentales. Los hombres, nos dice Kant por si la bella inteligencia nos hiciera también suspicaces, no son superiores las mujeres sino que son llamados a tareas diferentes. La mujer

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no está incluida en ese ámbito de la racionalidad sino en el de la sensibilidad En el plano moral, la conducta de las mujeres no está regida por las reglas generales sino por juicios personales. La moral de la mujer no consiste en evitar lo injusto como algo malo sino como algo feo. Por eso los hombres deben tratar de que lo bueno les parezca bello. Por si hiciera falta un broche, dado que la suprema virtud de la mujer es la belleza debe desarrollar las cualidades que la realcen: limpieza, pudor y modestia. Es justamente el pudor el que me impide avanzar sobre este tema.

Quizás no es éste el Kant que teníamos visto. Aquí todo lo distintivamente humano (nobleza, profundidad, reflexión, abstracción, razón) quedan del lado masculino, pero no en nuestras valoraciones personales sino en la del propio sistema filosófico. Luego no sólo ha establecido diferencias entre hombres y mujeres cuándo describe sus rasgos: si las mujeres son incapaces de principios, entonces son incapaces de la forma más alta de virtud, y por tanto son inferiores al hombre. Para no insistir con los ejemplos, dejo a lectoras y lectores interesados en filosofía de la educación el placer de comparar la educación de Emilio y la de Sofía en el Emilio de Rousseau, y sacar (si su inteligencia se lo permite) conclusiones generales similares.El descaro de la filosofía para hacer de toda diferencia una jerarquía, sugerí antes, sólo es comparable al de la ciencia. Y forman con la teología un respaldo inmejorable en cuya autoridad descansa con recíproco sustento las “verdades” del patriarcado. La definición de esencia” femenina dada por la medicina antigua (Hipócrates y Galeno) es inseparable .de la filosofía platónica y aristotélica. Galeno crea un sistema coherente, que sintetiza el conocimiento de la antigüedad y propone un análisis del cuerpo humano, donde puede leerse la voluntad divina en una adecuación perfecta de los órganos a su función. Este finalismo seduce a sus contemporáneos (130 d.C): El clero médico de la Edad Media ve allí una. ratificación del orden de las cosas. El lugar de la mujer es subordinado, la medicina se ubica bajo la autoridad de la filosofía. En el occidente cristiano, la cultura eclesiástica dominante define a la mujer como una pecadora por esencia; su cuerpo no es para el hombre sino una fuente de tentación y de perdición que debe procurar evitar, por lo que la castidad vía Pureza son más valoradas que el matrimonio y la procreación. Como durante la Edad Media la mayoría de los médicos provenían del clero, se explica la ausencia de un discurso autónomo.

En el Renacimiento, la práctica de la disección condenada por la Iglesia marca una tímida emancipación, pero habrá que esperar la Ilustración para asistir a una verdadera liberación del discurso teórico. La medicina filosófica propone entonces una definición global de la “naturaleza femenina” que encuentra un consenso tan amplio que se integra perfectamente al contexto cultural. ¿Y en qué consiste el pasaje de la definición eclesiástica a la definición médica? En que el estereotipo de la pecadora cede su lugar al estereotipo de la reproductora. La "naturaleza femenina" deviene una entidad filosófica, como esencia eterna y universal, creada para cuidar el hogar.

Cierto es que la modernidad dio a la ciencia una nueva impronta y un fuerte impulso. Quizás Bacon fue el primero que articuló una ecuación entre conocimiento científico y poder, identificando los propósitos de la ciencia con el control y la dominaron de la naturaleza. El Novum Organum era la visión dé una ciencia que condujera a la soberanía, al dominio y la supremacía del hombre sobre la naturaleza, Al ser ciencia, a la vez, poder y salvación, se convirtió en una responsabilidad moral de los hombres el asumir y ejercer ese poder. (4) Quizás tenga también su origen en Bacon la metáfora que convierte a la naturaleza en una mujer (novia o esposa) que debe ser dominada, conquistada y sometida (pero no violada) de manera activa, a través de la experimentación.

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La imaginería masculina de dominio que usa "Bacon para describir la relación de la mente con la naturaleza requiere previamente una “restauración”, que limpie la influencia de falsos filósofos que corrompen nuestras mentes: Platón, Aristóteles, Hipócrates y Galeno son presentados como los hombres que originaron la ciencia antigua, un vástago femenino en contraste con el nacimiento masculino anunciado por Bacon.

Por cierto que la antigüedad se tenía merecido el epitafio. Aunque con argumentos diferentes (y desde el punto de vista moderno, todos engañosos) sostuvieron persistentemente la inferioridad de una supuesta “esencia femenina”. Para Aristóteles, la mujer es de naturaleza fría mientras que el hombre es de naturaleza caliente. Por sí mismo no dice nada, pero debe agregarse que a su juicio los mejores son los que tienen a la vez sangre caliente y. pura, porque son condiciones excelentes para producir a la vez coraje e inteligencia. Consecuentemente (?) las partes superiores por comparación a las inferiores, lo masculino por comparación a lo femenino, la parte derecha por comparación a la izquierda, presentan las mismas diferencias (5).

¡ Para el presocrático Anaxágoras, retomándola última referencia espacial, lo que determinaba el sexo del feto era su lugar de implantación en el útero: por supuesto, si el implante era del lado derecho (el mejor) seria varón, mientras que el lado izquierdo cobijaba a una mujer. Aristóteles, en cambio, creía que el sexo femenino se debía a una deficiencia del embrión cuando estaba mal nutrido.

Para Hipócrates la esencia del varón era densa y seca, mientras la de la mujer era esponjosa y húmeda. Como la enfermedad consistía en la plétora ( acumulación de líquidos), ellas estaban casi determinadas por naturaleza a la enfermedad. Para Galeno ellos eran secos y ellas húmedas. El alma es afectada por lo seco y lo húmedo, de tal manera que lo húmedo entraña el desvarío y lo seco la inteligencia.

Antes de tomar partido por el progreso, repasemos cómo sigue la historia. Los supuestos científicos de la antigüedad se incorporan al pensamiento medieval y dominan la literatura médica hasta bien entrado el siglo XVII. Entre el siglo XVIII y comienzos del siglo XIX se produce un cambio fundamental en la definición de las diferencias sexuales, reemplazando la doctrina de los humores (que durante tanto tiempo había proporcionado una explicación del carácter físico y moral de las mujeres.) porto craneología, que establecía sus distinciones en base a los métodos de la ciencia moderna. Los anatomistas afirmaron entonces, después de prolijas mediciones, que un cráneo mayor (por supuesto, el masculino) contiene un cerebro más pesado y poderoso. Y se hacen serios intentos por demostrar que el cráneo femenino es demasiado pequeño para el razonamiento científico. Esa lógica tan masculina según la cual el mérito del sexo fuerte está en el tamaño, como vemos, tiene ya sus años.

A mediados del siglo XIX los darwinistas sociales invocarán el evolucionismo para argumentar que una mujer es un hombre cuya evolución –tanto física como mental- se ha detenido en un estadio primitivo. En el mismo período, la autoridad de la ciencia sirve para disuadir a las mujeres de intentar acceder a una educación superior, pues el desarrollo intelectual en su caso sólo se logra a un alto costo de su desarrollo reproductivo (como en el candoroso ejemplo ya citado).

¿Pero entonces en qué se diferencia la ciencia antigua de la ciencia moderna? ¿La filosofía antigua de la filosofía moderna? ¿Qué respuesta nos da la ciencia actual? Es triste decirlo,

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pero los viejos prejuicios sólo reciben en nuestro siglo nuevos ropajes. La naturaleza diferente (e inferior) de las mujeres se basa actualmente en investigaciones sobre hormonas, sociobióloga y lateralización cerebral.

Como corolario, el sexo femenino y la educación han tenido un largo desencuentro, por lo menos en lo que se refiere a los productos más preciados de la cultura (como la producción científica). En la Edad Media los convenios constituían un lugar importante de estudio para las mujeres, pero allí estaban separadas de la sexualidad y la reproducción (o al menos así se procuraba mantenerlas). Quienes unían conocimiento y sexualidad, las brujas, fueron duramente sancionadas en un genocidio que aún no nos ha espantado como es debido. El surgimiento de las universidades europeas, entre los siglos XII y XV, secularizó la educación para los hombres, pero no para las mujeres, que paradójicamente redujeron sus oportunidades de educación porque tenían el ingreso vedado. También las academias del siglo XVII les prohibían la membresía.

'"Visto de este modo puede suponerse que el ingreso femenino a las universidades a fin de siglo pasado, y a las academias científicas a mediados de éste, significa el accesoirrestricto de las mujeres a la educación y la cultura, a los más altos niveles de producción de conocimiento, en un pie de igualdad. ¿Y ahora qué más quieren? Pues precisamente desde estos nuevos lugares en el ombligo mismo de la ciencia, muchas feministas se han esforzado por enfrentar el determinismo biológico y erradicar concepciones erróneas de la naturaleza femenina que se han usado para limitar los derechos de las mujeres. Las críticas parten sobre todo de la biología y la neurofisiología, y parte de su fuerza radica en que evalúan los sesgos sexistas de la ciencia en términos estrictamente científicos.

Con esto las teorías ponen en cuestión la pretendida neutralidad del conocimiento científico criticando sus sesgos desde adentro, pues de hecho la naturaleza y capacidades de las mujeres fueron investigadas por una comunidad científica de la cual la mujer (y lo femenino) estaban casi enteramente ausente. La constatación de este sesgo las lleva a discutir la relación semántica entre el discurso científico y la realidad. Así se afirma que mientras el discurso científico parece ser el descubrimiento de la verdad, de hecho se apoya en y encubre la lucha entre aquellos que tienen el poder del discurso y los que no lo tienen. Tanto por sus prácticas de exclusión como por sus definiciones de lo que es, lo que ha de ser discutido, lo que es verdadero o falso, el discurso produce más que revela la verdad.

Algunas filósofas han argumentado que es posible identificar un grupo de concepciones sobre el conocimiento, la razón, la naturaleza humana y el yo que pueden ser vistos como “masculinos”, como expresando un punto de vista típica y característicamente masculino que ha tendido a dominar la teoría. Y afirman que sería posible similarmente expresar un punto de vista femenino, que habría una "voz femenina” que aún no ha sido realmente escuchada en filosofía.

Por cierto hay en el feminismo posiciones radicalizadas que prefieren una renuncia a la racionalidad tanto en el plano teórico (racionalidad científica y argumentativa) como en el plano práctico (ética, jurídica y política). Algunas de las construcciones teóricas del feminismo radical se apoyan en provocativas críticas de la filosofía postmodernista a la metafísica occidental, la subjetividad, la objetividad, la universalidad del discurso y otras patrañas pasadas de moda. Pero me parece qué el intento más fructífero (y la vez más difícil), de reconstrucción feminista consiste , en pasar de la crítica del androcentrismo en ciencia y filosofía a un reclamo de genuina universalidad. Esa renuncia a la ciencia y la filosofía me

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parece suicida, y la subordinación del conocimiento a la política disuelve el arbitrio de la verdad en favor de la ideología y el relativismo. Ninguna de estas alternativas favorece una función emancipadora del conocimiento, ni una promoción de los derechos de las mujeres.

Destinaré un párrafo final, por lo tanto, al proyecto epistemológico; a mi juicio más interesante fructífero del feminismo actual, así como más rico a la hora de reformular un fundamento filosófico para la educación: Proyecto que consiste precisamente en decodificar esa “voz femenina” sin caer un falso esencialismo, y sin aspirar a una addenda, sino buscando un nuevo producto intelectual y moral.

Una fuerte influencia en está reconstrucción ha sido el libro de Carol Gilligan(7) publicado hace diez años que desato una polémica en el campo intelectual americano y sigue mereciendo una lectura atenta; (que parece no haber precedido a muchos de los artículos críticos que suscitará). Luego de extensos años de investigación junto Lawrence Kohlberg, un prestigioso cognitivista americano; Gilligan cree detectar un sesgo en la teoría de los grados de evolución moral, inspirada en Piaget y apoyada en abundantes datos empíricos, para la cual las mujeres nunca o raramente alcanzan los grados superiores del desarrollo.La autora sospecha que si se admitiera un concepto diferente de madurez evolutiva, se abriría un ámbito nuevo de desarrollo, con sus propias normas internas pero igualmente legítimo. Aunque su hipótesis no esta referida específicamente a las mujeres, es el discurso femenino el que investiga y el que resulté iluminado con una nueva luz que repercute profundamente en la concepción de naturaleza femenina como subordinada y deficiente. .

La concepción del yo y de la moralidad (dos tópicos muy relevantes para la filosofía de la educación) se dibujan con trazos propios. El yo masculino (permítaseme este abuso sexista del lenguaje, que Gilligan no alienta) aparece individualizado, recortado en el transfondo del mundo, con una identidad que depende de la separación de la figura materna. Su moralidad es la ética de la justicia, la del punto de vista objetivo, y los valores universales; y sus conflictos son resueltos según la jerarquía de dichos valores. El yo femenino, en cambio, mantiene identificación con la figura materna (y es en todo caso la separación lo que resulta amenazante), aparece ligado al mundo en una red compleja de vínculos, y desarrolla una singular capacidad empática. Su moralidad permite formular una ética del cuidado, destinada a resolver contextualmente los conflictos, de un modo narrativo, manteniendo la integridad de los vínculos y la red afectiva.

Como vemos, dos sujetos distintos. No sólo como sujetos morales sino también como sujetos epistémicos. Porque si el conocimiento nos proporciona poder (como afirma Bacon) también nos proporciona entendimiento, la forma específicamente humana de descubrir conexiones en el mundo. Podemos volver a vincular así conocimiento y sexualidad. En la obra citada en (4), Evelyn Fox Keller relata la siguiente anécdota: en una clase, después de leer el Génesis, la docente pidió a los alumnos que pensaran por qué se utilizaba la palabra conocimiento simultáneamente en el sentido sexual y en el sentido epistemológico. Uno de los estudiantes respondió “¡Es obvio!" ¡Ambos tratan del poder!”. Y una estudiante replicó “Nada de eso. Es porque ambos se refieren a estar en contacto”. Y se lamenta Fox Meller (pág.125) “La alumna o el alumno que pudieran haber dicho que ambas respuestas eran correctas no estaba allí”.

Nuestra constitución psicosocial hace del amor y del poder alternativas irreconciliables, que juegan un papel central en el desarrollo emocional de mujeres y varones, y que traen aparejada una oposición entre amor y conocimiento y hace siniestra la ecuación entra

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conocimiento y poder contaminando la objetividad de dominación. Fox Keller propone distinguir dos concepciones de objetividad: “dinámica y estática”. Define la objetividad como la búsqueda de un entendimiento del mundo que nos rodea que sea lo más auténtico posible y que, por ello, sea lo más fiable posible. Dicha objetividad es dinámica en la medida en que, como fuente de ese entendimiento, recurre en forma activa a los elementos comunes que se dan entre mente y naturaleza. La objetividad dinámica aparece así hermanada a la empatía, una forma de conocimiento de las otras personas que recurre explícitamente a la comunidad de sentimientos y experiencias. La objetividad esotérica, por el contrario, comienza con la separación del sujeto y el objeto. Esta visión erótica del conocimiento no se encuentra por cierto incorporada a las normas y métodos de la ideología científica, pero sí puede rastrearse en su práctica. Por eso, la historia de mujeres en ciencia que construyen las feministas ya no asume la forma de enciclopedias sino biografías, autobiografías e historias de vida. La epistemología feminista A trata así de fundar otro modo de autonomía, otro modo de racionalidad, que sea más genuinamente universal y nos incluya. Por cierto éste requiere una mirada más atenta y menos prescriptiva, una educación más libre y respetuosa de las diferencias y los matices que hacen de cada hombre y de cada mujer una criatura única, una pieza sin reemplazo en el universo.

NOTAS BIBLIOGRAFICAS(1) FERRATER MORA, José, Diccionario cíe Filosofía, Buenos Aires, Sudamericana, 5® edición, 1971. Entrada “Educación".

(2) PIAGET, Jean, S/.ructiLralism, New York, Basse Books,1970. (3) CLARKE, Edward, Sex in educaiion, Boston, 1873.

(4) FOX KELLER, Evelyn, Reflexioncs sobre ¿¡citcro y cienciu, Valencia, Edicions Alfons cl Magnonim, 199 L

(&) SCHIELHNGER, Londa, -The history and Pllilosuphy of Woinen in Science" Sintis, vol 12, N! 2, 1987. (fi) BLEIR, Ruth, Sciencie and Gender: A Cri-¡.¡(¡ite of Biology and Us Theories of Women, Now York, Perganion Press, 1984.

(7) GILL1GAJ4, Carol, In a Different Voice. Psychological Theory and Women’s Develop-menI, Cambridge, Harvard University Press, 1982.

Texto complementario al artículo de D.Maffía.

“La mujer debe adorar al hombre como a un dios. Cada mañana debe arrodillarse nueve veces consecutivas a los pies del marido y, con los brazos cruzados, perguntarle: Señor, ¿que deseáis que haga?”Zaratustra (filósofopersa, Siglo VIIa.C)

"Todas las mujeres que sedujeran y llevaran al matrimonio a los súbditos de Su Majestad mediante el uso de perfumes, pinturas, dientes postizos, pelucas y relleno en caderas y pechos, incurrirían en delito de brujería y el casamiento quedaría automáticamente anulado."Constitución Nacional Inglesa (Ley del Siglo XVIII)

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“Aunque la conducta del marido sea censurable, aunque éste se dé a otros amores, la mujer virtuosa debe reverenciarlo como a un dios. Durante la infancia, una mujer debe depender de su padre; al casarse, de su marido; si éste muere, de sus hijos, y si no los tuviera, de su Soberano. Una mujer nunca debe gobernarse a sí misma."Leyes de Manu (Libro Sagrado de la India)

“Cuando un hombre fuera reprendido en público por una mujer, tendrá derecho a golpearla con el puño o el pié y romperle la nariz para que así, desfigurada, no se deje ver, avergonzada de su faz. Y le estará bien merecido, por dirigirse al hombre con maldad y lenguaje osado."Le Ménagier de París (Tratado de conducta moral y costumbres de Francia, Siglo XIV)

“Los niños, los idiotas, los lunáticos y las mujeres no pueden y no tienen capacidad para efectuar negocios. ”Enrique VII (rey de Inglaterra, jefe de la Iglesia Anglicana, Siglo XVI)

“Cuando una mujer tuviera una conducta desordenada y dejara de cumplir sus obligaciones del hogar, el marido puede someterla y esclavizarla. Esta servitud puede, incluso, ejercerse en la casa de un acreedor del marido y, durante el período que durase, le es lícito (al marido) contraer un nuevo matrimonioCódigo de Hamurabi (Constitución de Babilonia, otorgada por el rey Hamurabi, que la concibió bajo “inspiración divina”, Siglo XVII a.C.)

“Los hombres son superiores a las mujeres porque Alá les otorgó la primada sobre ellas, dio a los varones el doble de de lo que dio a las mujeres. Los maridos que sufrieran desobediencia de sus mujeres pueden castigarlas, abandonarlas en sus lechos e incluso golpearlas. No se legó al hombre mayor calamidad que la mujer."El Corán (libro Sagrado de los musulmanes, dictado por Alá a Mahoma en el Siglo VI)

"Que las mujeres estén calladas en las iglesias, porque no les es permitido hablar. Si quisieran ser instruidas sobre algún punto, pregunten en casa a sus maridos.”San Pablo (apóstol cristiano, año 67 d.C.)

“La naturaleza solo hace mujeres cuando no puede hacer hombres. La mujer es, por tanto, un hombre inferior."Aristóteles (filósofo griego. Siglo IVa.C.)

“El peor adorno que una mujer puede querer usar es ser sabia. “ Lulero (teólogo alemán, reformador protestante, Siglo XVI)

“Quiso la naturaleza que las mujeres fueran nuestras esclavas...Son nuestra propiedad...nos pertenecen tal como el árbol que pare frutos pertenece al granjero... La mujer no es más que una máquina de producir hijos... ”Párrafo del Código Napoleónico.

“La femme criminal y la prostituta consideró que si bien la civilización tiende a borrar poco a poco la maldad atávica, la mujer esconde todavía una criminalidad latente... Solo es cuestión de que encuentre un hombre capaz de resquebrajar las formas para que ella descubra sus inclinaciones naturales arrancando la lengua de su víctima y ultrajando su virilidad,

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prolongando su agonía, sedienta de verlo sufrir más tiempo. En suma el carácter principal de la maldad femenina es siempre la necesidad de hacer sufrir”Párrafo de César Lombroso.