magic - la guerra de los hermanos - ciclo de los artefactos - libro i (jeff grubb)

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    La Guerra de los

    Hermanos Ciclo de los Artefactos Libro I

    Jeff Grubb

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  • 5

    ndice Prlogo: Atracciones Opuestas (63 AR)..7

    Parte 1: Estudio de las Fuerzas (10 - 20 AR)

    Captulo 1: Tocasia. . 13 Captulo 2: Ornitptero . 23 Captulo 3: Koilos...31 Captulo 4: Visiones........45 Captulo 5: Cataclismo....59

    Parte 2: Objetos en Movimiento (21-28 AR)

    Captulo 6: Kroog ..73 Captulo 7: Mak Fawa...93 Captulo 8: Tawnos..111 Captulo 9: Ashnod..121 Captulo 10: Korlis...131 Captulo 11: Asuntos de Estado...149 Captulo 12: Pirexia ..............157 Captulo 13: Conversaciones de Paz. ..... .167 Captulo 14: Movidas Nocturnas..181 Captulo 15: Ataque y Defensa.191 Captulo 16: Secuelas....................207

    Parte 3: Trayectorias Convergentes (29-57 AR)

    Captulo 17: El Taller de Mishra......213 Captulo 18: La Torre de Urza ....221 Captulo 19: Intercambio de Informacin .. .... ..... ..229 Captulo 20: Transmutadores233 Captulo 21: Torres de Marfil...243 Captulo 22: La Mitra de Urza..251 Captulo 23: Crculos de Proteccin.257 Captulo 24: El Tercer Camino.263 Captulo 25: El Potro269 Captulo 26: Mecanismos.279 Captulo 27: Sylex287 Captulo 28: Argot295 Captulo 29: Man y Artefactos303

    Parte 4: Masa Crtica (57-63 AR)

    Captulo 30: Tambores de Guerra.313 Captulo 31: Magia y Mquinas319 Captulo 32: El Camino al Apocalipsis.331 Captulo 33: Tawnos y Ashnod.343 Captulo 34: Urza y Mishra...349

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    Eplogos: Caminos Divergentes (64).357

    Mapas de Terisiare (Durante La Guerra de los Hermanos) ..359

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    Prlogo

    Atracciones Opuestas

    (63 A.R.)

    Era la noche anterior al fin del mundo. Los dos ejrcitos se haban reunido en lados opuestos de un valle destruido.

    Mucho tiempo atrs ste haba sido un exuberante valle, su extendida llanura surcada

    por un amplio y serpenteante arroyo, sus colinas laterales cubiertas de robustos

    robledales, Maderaplida y Raicesprofundas. Ahora estos rboles se han ido, no quedan

    ms que algunos troncos irregulares, el pasto calcinado, y una tierra seca y estril. El

    arroyo no es ms que un lento hilo de agua oculto por una capa gruesa de aceite, cuya

    superficie se quiebra solo por ensombrecidas masas de slidos innombrables.

    Espesas y entintadas nubes ocultaban de toda vista a las lunas y las estrellas.

    Haba estado nublado y fro en Argoth, a pesar de haber tenido una temporada

    ms clida en otras partes de Terisiare. Cuando la guerra se haca ms prxima ambos

    bandos comenzaron a incendiar los bosques que encontraban a su paso aunque slo sea

    para negar a sus oponentes los suministros de apoyo. Durante el da la nube semejaba a

    un dosel gris mate, una hoja de acero laminado y sin terminar.

    Por la noche iluminada slo desde

    abajo, por las miles de fogatas y

    fundiciones que ahora salpicaban el

    paisaje. A lo largo de los bordes

    opuestos del valle iluminado por las

    llamas, las fuerzas invasoras

    brillaban en la oscuridad como ojos

    malficos.

    Atravesando el pequeo

    arroyo haba un par de gigantes

    derribados, restos de una batalla

    anterior entre los invasores y los

  • 8

    habitantes originales de esta tierra. Uno de los gigantes cados estaba hecho de madera

    viva, y se haba dividido en mas de mil fragmentos. Su enorme cabeza selvtica

    descansaba en el suelo, gritando en silencio a la noche indiferente. Haba sido el ltimo

    campen de los nativos de Argoth, el avatar de su diosa, y con su muerte muri toda

    esperanza para la gente de la isla.

    El vencedor de la batalla tambin haba sido destruido en la lucha. Este enorme

    monstruo humanoide era de piedra, sus articulaciones construidas con multitudinarias

    lminas seas de hierro y grandes engranajes de bronce. Su cuerpo ltico haba sido roto

    y remendado infinitamente, y grandes hojas de metal haban sido atornilladas a su piel

    para mantenerlo unido. La batalla con la bestia del bosque haba sobrecargado sus

    pistones y armaduras. Su estocada final haba dividido a su oponente, ahora yaca

    tendido hacia delante, boca abajo, un puente sobre la tibia corriente. Uno de los brazos

    del gigante de piedra haba sido arrancado en medio de la batalla y estaba tendido a

    algunos cientos de metros de distancia, sus dedos alzados queriendo desgarrar el cielo.

    En la parte posterior del cadver silencioso del gigante de granito una figura

    solitaria esperaba. En su juventud haba sido ancho de hombros y guapo, pero los aos

    de la guerra y el servicio a su amo le haban agotado. Hoy sus hombros estn hundidos,

    y su cuerpo lleva el peso adicional tanto de sus responsabilidad como de su edad. Su

    pelo rubio, alguna vez alborotado lo llevaba corto, y un primer lunar de piel se haca

    evidente en la corona de su cabeza, heraldo de la calvicie final. Sin embargo, como era

    ms alto que la mayora de sus compaeros, los otros no le vean a menos que estuviera

    sentado. Por el momento se paseaba a lo largo de la espalda del gigante.

    Tawnos se quit su amarronada capa de lana de alrededor de su cuerpo,

    maldiciendo el fro y la oscuridad. Mientras lo haca con los dedos roz la coraza de

    metal que le colgaba por debajo. No encajaba con l, ya que no haba sido hecha

    especficamente para su gran cuerpo, y solo la haba trado como una ocurrencia tarda.

    El mensaje haba sido clido y acogedor, pero lleg desde el campamento enemigo.

    Urza se hubiera irritado si su ex-alumno hubiera bajado la guardia tan fcilmente.

    Hubo movimiento a lo largo del otro lado de la espalda del gigante, cerca de

    donde su cabeza destrozada yaca en un ngulo retorcido con el resto del cuerpo.

    Tawnos no la vio subir, pero de repente all estaba -un destello de pelo rojo rodeado por

    un manto de bano. Pareca como si ella llevara un pedazo de la noche misma. Y lo

    llevaba tan bien.

    Estaba sola, como haba prometido. Al cruzar hacia l, Tawnos sac un pequeo

    dispositivo de bolsillo. Era una esfera achatada con la mecha de una lmpara que

    sobresala de la parte superior. Apret un clavo del costado de la esfera, y el dispositivo

    chisporrote. La mecha estall en una llama breve, amarilla, que cambi a un tono

    naranja suave cuando Tawnos la manipul utilizando el perno lateral. Ashnod se acerc

    a la luz, y vio que ella tena esa sonrisa

    perpleja que l siempre haba

    encontrado atractiva. Tambin vio que

    ahora haba cabellos plateados entre los

    de color escarlata.

    "Haba odo que estabas

    muerto", dijo.

    "No creas todo lo que oyes,

    patito", respondi Ashnod indiferente

    con una amplia sonrisa. "He odo de mi

    muerte al menos cinco veces en los

    ltimos diez aos."

  • 9

    La sonrisa se desvaneci y la voz se volvi solemne. "Haz venido. Gracias."

    "Enviaste un mensaje ", dijo Tawnos.

    "Podra haber sido una trampa", dijo Ashnod.

    "Podra haber sido", admiti Tawnos y abri su capa. Su coraza reflej la

    pequea luz que brill fuera de los dos conjuntos de armas ornamentadas montadas en

    sus caderas. Ashnod sonri de nuevo.

    "Es bueno saber que ests siendo cauto", dijo.

    "Preparado", observ Tawnos. "Eso es todo. Preparado".

    Ashnod descolg la mochila en el suelo y se arrodill junto a l. Tawnos vacil,

    luego se uni a ella. Se sentaron en relativo silencio durante un largo rato. Lejos, en la

    distancia a cada lado del valle, los martillos de la forja preparaban los asuntos

    sangrientos del da siguiente.

    "Me enviaste un mensaje," repiti Tawnos.

    "Este ser el ltimo, sabes." dijo Ashnod mirando hacia fuera en una noche

    atravesada por fuegos de color rojo. "La ltima batalla. El conflicto final. De una forma

    u otra, la resolucin de la guerra entre tu maestro y el mo."

    "Entre Urza y Mishra," dijo Tawnos asintiendo.

    "Ambos estn aqu", agreg Ashnod. "No hay refuerzos. No hay retirada posible

    para cualquier lado. De una forma u otra, todo termina aqu."

    Tawnos se movi incmodo. Haca mucho tiempo que no se haba sentado con

    las piernas cruzadas sobre la piedra dura. "Es un buen momento para un final", dijo.

    "Todo esto ha durado demasiado tiempo".

    Frente a l, Ashnod inclin la cabeza en la luz. "Y se ha perdido mucho."

    "Si, muchos han perdido sus vidas", asinti Tawnos.

    Ashnod ri, un sonido enfermizo que puso los pelos de punta del cuello de un

    irritado Tawnos. "Vidas?" dijo. "Las vidas no son nada. Piensa en todos los bosques

    destripados, los lagos drenados, las tierras saqueadas para llegar a este punto. Piensa

    que hubiramos hecho con esos recursos. Y la gente: s, la forma en que podran

    haberlos utilizado."

    Mientras hablaba Tawnos poda sentir como su cara se estiraba en seal de

    desaprobacin. Incluso en el tenue resplandor Ashnod poda sentir su irritacin en

    silencio. Lo siento dijo al fin. "He hablado sin pensar." "Es bueno saber que hay constantes universales", dijo Tawnos framente.

    "Lo siento". Hubo otra pausa, y en la distancia algo traquete. Sonaba como un

    demonio riendo mecnicamente. "Cmo est?" dijo al fin.

    "Lo mismo, slo que ms", respondi Tawnos. "Y el tuyo?"

    Ashnod neg con la cabeza. "Algo est mal ...". Tawnos levant una ceja y

    aadi rpidamente, "Mishra est ms fro que nunca. Ms calculador. Estoy

    preocupada."

    "Yo siempre estoy preocupado", dijo Tawnos. "Urza se ha vuelto cada vez ms

    retrado con el paso de los aos."

    "Retirado", dijo Ashnod. "Esa es la palabra. Como si no estuviramos all. Como

    si no hubiera nadie ms." Ella extendi la mano para tocarle el hombro. Tawnos se puso

    rgido, lejanamente inclinado, y ella dej caer el gesto. Tienes razn acerca de que todo es una prdida", dijo al fin. "Pero se puede evitar, incluso ahora."

    "Cmo?" los ojos de Tawnos se estrecharon.

    "Darle lo que quiere", dijo Ashnod. "Darle a Mishra la otra mitad de la piedra."

    "Rendirse?" dijo Tawnos, con voz muy fuerte. "Despus de todo esto,

    entregarse? Cuando maana debemos ir al campo de batalla? Antes de venir a Argoth,

  • 10

    podra haber sido una opcin, tal vez." Pens un momento y dijo ms para s que para su

    compaero: "No, ni siquiera antes."

    Ashnod levant ambas manos en un gesto pacfico. "Slo una sugerencia,

    patito."

    "l te ha enviado con ese mensaje?"

    No, son mis propias palabras, le espet Ashnod. "l no confa en m", aadi en voz baja.

    "Quin podra, en este momento?" pregunt Tawnos. Las palabras salieron de

    su boca antes de darse cuenta lo que dijo.

    Bien, gru ella, y se levant de repente. Agarr la mochila, que desapareci de nuevo en las sombras de su capa voluminosa. "Si hasta traa regalos".

    "Cualquier regalo proveniente de ti sera tratado con desconfianza," dijo Tawnos

    revolviendo sus pies y colocndose junto a ella.

    Se detuvieron por un momento, y un viento fro pas entre ellos. Luego Ashnod

    dio la vuelta para marcharse.

    "Tal vez ..." comenz Tawnos. Ella dud de sus palabras. "Tal vez podramos

    conseguir unir a nuestros dos maestros", continu. "Sin sus armas. Sin sus ejrcitos. Tal

    vez hay una manera de hacer que ambos se entiendan."

    Ashnod neg con la cabeza. "Estn congelados en sus acciones ahora, tan

    mecnicos como sus propias invenciones, tan implacables como las fases de la Luna

    Brillante". Ella mostr una triste sonrisa. "Sueas con un momento en que pudieran

    entenderse entre s. Ese momento nunca existi."

    Ella se alej de l, luego se detuvo y se volvi. "Maana s cuidadoso. Que

    sobrevivas a la batalla." Camin hasta el otro extremo del gigante derribado, y se puso

    su capucha. Su cabello escarlata desapareci y se fundi una vez ms con las sombras.

    "T tambin ten cuidado", dijo Tawnos a la muda oscuridad y se volvi en

    silencio hacia su propio campo. Mientras retornaba, una parte de su mente tom nota de

    las condiciones del terreno, ya que tendra que evitar las trampas del ejercito de Urza.

    Pero otro segmento de su conciencia medit las palabras de Ashnod, repitiendo

    una y otra vez.

    Ese momento nunca existi..."

  • 11

    PARTE I

    Estudio De Las

    Fuerzas

    (10 - 20 AR)

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    Captulo 1

    Tocasia

    La arqueloga Argiviana se quit los lentes y se frot los ojos cansados. La arena del desierto estaba en todas partes, ms an cuando la brisa soplaba hacia el este

    desde los yermos del interior. El aire del desierto era tan clido como carbones

    encendidos, pero Tocasia se alegr por el viento

    suave. Sin la brisa la excavacin sera simplemente

    insoportable y sofocante.

    La anciana investigadora se sent en una mesa

    adornada, un monstruosidad enorme con piernas

    gruesas, estriadas y con una pesada incrustacin

    superior de cscara brillante. Era un regalo de una de

    las familias de la nobleza Argiviana, una recompensa

    por "enderezar" a un vstago andante de su lnea. La

    herencia pareca casi cmica asentada en el

    afloramiento que Tocasia haba reclamado como su

    cuartel general, debajo de una lona plidamente gris de muselina de Tomakul.

    El regalo haba sido bien intencionado, y ella slo poda imaginar los gastos

    derivados del envo de la tabla hasta ella. El desierto ya haba tomado su peaje: el pulido

    a mano final haba sido casi completamente arruinado por el viento cargado de arena, y

    la madera se haba agrietado debido a la evaporacin del lquido que contena su

    interior. Adecuado para una sala de tocador Argiviana, era mucho menos aceptable en el

    desierto. Sin embargo, era un espacio plano, y Tocasia lo apreciaba.

    La mesa estaba llena de

    pergaminos a medio introducir en sus

    estuches y mapas de sobrevivencia

    sostenidos debajo de trozos de metal

    oxidado, los bordes rotos de los papeles

    revoloteaban en la brisa. Una parte

    particularmente grande de metal azulado

    se hallaba directamente frente a Tocasia,

    maldicindola con su enigma.

    Pareca una parodia de un crneo

    humano, con una cara como de

    murcilago y ojos fros, impasibles, de

    cristal de colores en el metal azul

    desconocido.

    El propio metal pareca tan dctil y blando como el cobre, pero al doblarlo slo

    hizo que recobrara lentamente su forma original. Un conjunto de glifos Thran corra a

    lo largo de la parte inferior del crneo, que Tocasia haba traducido aproximadamente

    como su-chi. Si este era el nombre de la criatura, su propietario, o su fabricante era un misterio para ella.

  • 14

    La mandbula inferior del crneo sobresala hacia adelante, terminando en un

    puado de colmillos. La parte superior del crneo se haba desprendido para revelar una

    maraa de cables de metal azul. Situado entre ellos haba una solitaria piedra grande, era

    opaca como un vidrio viejo, desgastada antiguamente y afectada por una grieta

    longitudinal a lo largo de la parte superior.

    Tocasia suspir. Incluso si su excavadores pudieran encontrar el resto del cuerpo

    de este artefacto Thran, era poco probable que alguna vez vuelva a funcionar. El dao

    era demasiado extenso, e incluso si pudieran volver a recrear su forma, la piedra

    preciosa que le daba su poder estaba hecha aicos. Slo haban encontrado un puado

    de piedras enteras y funcionando. Brillando en tonalidades del arco iris, podan

    alimentar los dispositivos Thran de mas edad. La mayor de esas piedras haba sido

    enviada de regreso a Argivia para un estudio adicional a cambio de ayuda y suministros.

    Una sombra toc la esquina de su mesa, y Tocasia salt ligeramente. Haba estado

    tan concentrada en el crneo que no haba visto acercarse a nadie. Mir la cara oscura

    de Loran y se pregunt cunto tiempo haba estado all la nia.

    Loran era la hija de unos nobles y una de las mejores alumnas de Tocasia, aunque

    eso no era decir mucho, dada la actual cosecha de estudiantes. Temprano en la carrera

    de Tocasia haba aceptado la ayuda financiera de muchas de las casas nobles de

    Penregon. A cambio, las casas solan enviar sus miembros ms jvenes mas

    recalcitrantes o rebeldes al desierto durante el verano para unirse a la loca arqueloga en

    su excavacin de artefactos Thran.

    Para ser honestos, Tocasia pensaba, que la mayora de los jvenes que reciba eran

    culpables nada ms que de ser tpicos adolescentes y sus padres slo trataban de

    sacarlos de sus mansiones. Una vez en el sitio, su inters en el pasado oscilaba entre

    mnimo e inexistente. Ellos estaban contentos de estar lejos de las cortes perfumadas y

    protegidas de Penregon, sus pequeas intrigas, y lo ms importante, sus padres. Tocasia

    les encomend de tanta responsabilidad de como ellos fueran capaces. Algunos

    supervisaban a los excavadores Fallaji, mientras que otros ayudaban a recoger y

    catalogar los dispositivos que salan a la luz. Sin embargo otros se contentaron con

    manejar las catapultas de metralla que flanqueaban el campo y que servan como

    elemento disuasorio para los ladrones del desierto y los rocs carroeros. Los jovencitos

    y las jovencitas llegaban, cumplan su tiempo, y huan a las ciudades con suficientes

    cuentos como para impresionar a sus amigos y con la madurez suficiente para apaciguar

    a sus padres.

    Y algunos, como Loran, tena la inteligencia, la sabidura, y la presencia de nimo

    como para volver despus de su primera experiencia. Loran estaba en su tercera

    temporada y entrando en la plena floracin de su feminidad. Tocasia saba que era slo

    cuestin de tiempo antes de que la chica comenzara a preocuparse ms por vestidos de

    gala y cenas que de artefactos y sitios de excavacin, pero para este verano, al menos, le

    complaca tenerla all para ayudarle a catalogar, organizar, y coordinar.

    Tocasia parpade, empuj sus gafas mas arriba de su nariz, y arque una ceja

    hacia la estudiante. Loran nunca hablara hasta que se le hablara, aunque Tocasia estaba

    tratando de romper esa costumbre.

    Hubo una pausa, y luego Loran dijo en voz baja, "La caravana de Argivia ha

    llegado."

    Tocasia asinti con la cabeza. Ellos haban estado observando la nube de polvo

    que se levantaba desde el este durante toda la maana, pero haban pensado que no sera

    hasta la tarde cuando los vagones de Bly llegaran a destino. El viejo capitn del vagn

    habra tenido la posibilidad de adquirir nuevas bestias, o bien el viejo uro, haba

    finalmente sucumbido. Lo que quera decir Loran era que los vagones de Bly haban

  • 15

    pasado a travs de las puertas de la empalizada, y era mejor que Tocasia estuviera all

    para salvar a sus estudiantes del mal humor del mercader si la duea del campo no

    estaba all para darle la bienvenida.

    Loran no se movi, y Tocasia agreg: "Voy a estar abajo tan pronto como sea

    posible. Si a Bly no le gusta, que se espere." Los labios de Loran se comprimieron en

    una delgada lnea, luego la nia asinti con la cabeza y desapareci. Tocasia suspir de

    nuevo. En dos o tres aos Loran estara dndole ordenes a los comerciantes como Bly

    sin ningn esfuerzo, pero ahora ella, y la mayora de los otros estudiantes, estaban

    intimidados por las bravatas del comerciante.

    Tocasia observ como se retiraba Loran, vestida con el traje de trabajo color

    crema que utilizaba la mayora de las estudiantes mujeres. Not que la nia tena su pelo

    ms largo, a la moda que se llevaba en la capital. El cabello de Loran era largo, oscuro y

    espeso, lo que la haca mas extica entre la mayora de sus compaeros. "Un toque del

    desierto" era la expresin que utilizaba la nobleza Argiviana. No era un elogio sino una

    acusacin tcita de que algn brbaro del desierto estaba al acecho en el rbol familiar.

    Tal vez por eso Loran regresaba todos los veranos -no poda ser solo por la presin de la

    familia. La ltima vez que Tocasia visit Penregon, la madre de Loran haba dejado

    bien en claro que Loran deba frenar esos tontos esfuerzos por hurgar en el polvo en

    busca de desechos de metal.

    Tocasia mir hacia el campamento, un enorme muro construido en torno a un

    conjunto de colinas. Las suaves colinas estaban talladas por lava seca y result ser muy

    productiva en artefactos Thran. La empalizada era ms una demarcacin de territorio

    que una verdadera proteccin, pero mantena a los bandidos del desierto, como diran

    ellos acorralados. La barricada de piedras apiladas estaba flanqueada por un par de catapultas de gran tamao cargadas con ripio suelto para mantener los rocs a distancia.

    Dentro de las paredes la mayor parte de la actividad del campo era lenta por el calor del

    verano. Una colina en particular, aquella en la que se haba recuperado el crneo su-chi,

    result ser particularmente prometedora, y ahora estaba cubierta con una malla de

    cuerda y estacas para un examen ms detenido. Las patas de los lentos pebeteros se

    movieron pesadamente para alcanzar a los vagones, dirigidos por los nios nobles que

    gozaban de aporrear a los animales albinos con sus aguijones improvisados.

    La puerta se cerr con el paso del ltimo vagn, y una figura de gran

    circunferencia de cabeza salt, agitando los brazos de una manera animada. Bly pareca

    disfrutar aterrorizando a los estudiantes, tal vez porque tena que doblegarse a sus

    padres de vuelta en Penregon.

    Tocasia sonri ante la idea de Bly de vuelta en la capital Argiviana, sombrero en

    mano, inclinando ligeramente la cabeza, tratando de enunciar sus demandas sin tener

    que recurrir a las maldiciones. El desierto era probablemente el mejor lugar para l.

    La arqueloga se pas las manos por el pelo canoso corto, tratando de sacudir

    algn enredo inexistente. Cuando ella era joven su pelo haba sido tan largo y casi tan

    oscuro y exuberante como el de Loran. Podra haber habido un toque del desierto en el

    rbol de su familia. Sin embargo, la edad tiende a hacer iguales a todos las personas, y

    su mechones rapados eran ms fciles de cuidar en el desierto.

    Tocasia dio a la calavera azul de metal una palmadita cariosa y se levant de su

    silla de campamento. Cogi su bastn, un fragmento roto de madera y acero brillante de

    algn mecanismo Thran desconocido. Todava estaba lo suficientemente activa como

    para justificar su uso como una ayuda extra en el recorrido del terreno irregular y no

    como una muleta. Pero los dolores en sus articulaciones durante el fresco amanecer del

    desierto contaban una historia diferente.

  • 16

    Tocasia se tom su tiempo para descender de su elevada posicin. Bly se

    embroncara y se quejara, pero eso nunca le impidi comerciar. Los artefactos y botn

    vendibles que traera de vuelta desde el sitio haca valer la pena del viaje largo y difcil

    hacia el interior.

    No fue una sorpresa, entonces, que una vez que lleg a los vagones haba un

    amplio crculo de estudiantes y carreteros que rodeaban al patrn del vagn. La sorpresa

    se la llev una pareja de jvenes a los que Bly reprenda.

    Los dos le eran completos desconocidos. Uno de ellos era moreno y fornido, y

    daba un respingo cada vez que Bly bramaba. Estaba medio escondido detrs del otro, un

    muchacho delgado, de pelo aleonado, que estaba firmemente parado, recibiendo la

    tremenda explosin de truenos que lanzaba el patrn vagonero.

    "Engaadores! Tramposos! Mentirosos!" gritaba Bly.

    La pareja era de diez aos de edad, segn Tocasia poda adivinar. Doce como

    mucho. Esa era la edad en la que los nobles enviaban por primera vez a sus hijos al

    campamento de Tocasia. Pero estos no eran sus alumnos, y no se esperaban nuevos

    arribos hasta el comienzo de la siguiente temporada. Loran estaba a un lado de la

    multitud, pareca tanto avergonzada por la escena como aliviada de no ser el objeto del

    temperamento de Bly.

    "Trataban de engaarme! Ahora ocpense de la descarga, perros asquerosos!"

    farfull Bly, con un tono carmes arrastrndose a travs de su cara.

    El muchacho de cabello oscuro levant los puos y dio un paso hacia adelante. El

    muchacho rubio que era mayor extendi un brazo para bloquear a su compaero, pero

    sus ojos no se apartaba del maestro vagonero.

    "Sirrah", dijo con calma, aunque lo suficientemente fuerte como para que la gente

    que le rodeaba le escuchara, "hicimos una trato. Trabajaramos para ti solo para pagar

    nuestro pasaje hasta aqu. Ahora que hemos llegado, ya no vamos a trabajar mas para

    ti."

    Bly se volvi apopljicamente prpura. "Estuvieron de acuerdo en servir como

    ayudantes durante todo el viaje. El viaje no ha terminado todava; an tenemos que

    volver a Penregon!"

    "Pero entonces tendremos que volver aqu por nuestra propia cuenta!" explot el

    nio rechoncho, inclinando hacia adelante el brazo que le sujetaba el otro.

    "Qu est pasando aqu, Bly?" dijo Tocasia.

    El capitn de los vagones se gir ante la acadmica, parpadeando como si recin

    ahora se hubiera dado cuenta de ella. "Este es un asunto privado, seora Tocasia. Nada

    ms."

    El ms delgado de los dos jvenes se adelant. "T eres Tocasia la Acadmica?"

    "No hemos terminado", quiso comenzar Bly, pero Tocasia levant una mano y

    respondi a los jvenes.

    Si, lo soy, dijo. Soy Urza," dijo el joven. "Este es mi

    hermano Mishra." El ms robusto de los dos

    nios asinti con la cabeza, y el mas delgado de

    los jvenes sac un sobre maltratado desde el

    interior de su chaleco. El sello en la solapa, la

    impresin de una familia noble conocida, estaba

    intacto, pero pareca como si la carta haba hecho

    todo el viaje junto a la piel del nio. Bly respir profundamente cuando la vio.

    Tocasia mir a los dos jvenes, luego al patrn del carro. Ella desliz una ua

    pulida por la arena del desierto debajo de la aleta y abri la carta. La caligrafa era fluida

  • 17

    y bien formada, dictada a un escribano, pero la firma en la parte inferior era reconocible,

    aunque dbil y entrecortada.

    Por un momento se hizo un silencio mientras ella lea, durante el cual tanto Bly

    como Mishra cambiaban de posicin con impaciencia, esperando la oportunidad de

    comenzar de nuevo la discusin. El joven Urza estaba impasible, con sus manos

    cruzadas delante de l.

    Tocasia dobl la carta de nuevo y dijo pensativamente: "Bueno, eso es todo." Y a

    los dos nios, dijo, "Tomen vuestras cosas, y sigan a Loran hasta sus cuartos." A Bly,

    respondi, "Estos dos son de mi responsabilidad. Ellos se estn uniendo como

    estudiantes."

    El color prpura regres al rostro de Bly. "Pero me deben medio viaje! Me ests

    diciendo que tengo que dejar que estos sabandijas rompan un acuerdo justo, solo por esa

    carta!"

    Tocasia dej que el patrn vagonero se quejara. Vio a los nios sacar un par de

    mochilas delgadas de un vagn y poco despus la forma delgada de Loran corriendo

    presurosamente. Slo cuando pasaron a travs de la multitud y esta se dispers para

    atender inmediatamente los asuntos de la descarga de suministros puso su atencin en

    Bly.

    "El acuerdo era que trabajaran a lo largo de su viaje," dijo ella bruscamente.

    "Cuando llegaron aqu, ese viaje termin. Ellos estn tomando residencia aqu.

    Entiendes?". Haba cierto sonido metlico en su voz, e incluso Bly saba que no podra

    hacer cambiar de opinin a la erudita cuando utilizaba ese tono. As que, respir hondo

    y se conform con calmarse.

    Tocasia levant la carta. "Esto es de su padre, de quien no he odo durante muchos

    aos. Qu sabes de l?"

    Bly balbuce por un momento y luego dijo: "No est muy bien que digamos. Se

    ha vuelto a casar recientemente con un marimacho, una verdadera zorra de una buena

    familia con sus propios hijos. Se haba puesto gravemente enfermo aproximadamente

    un mes antes de salir de Penregon. Podra ser que ya est muerto. "

    "Podra ser," dijo Tocasia solemnemente, "o podra estar demasiado enfermo

    como para ver el bienestar de sus hijos. T no sabas nada de esta carta, verdad?"

    El capitn mir a los pies de su vagn, avergonzado. "No, no lo sabas", continu

    Tocasia. "Porque si lo hubieras sabido, no habras tratado de empujar a esos nios a una

    negociacin tan difcil. Viaje completo Cuando no! Conocindote, probablemente habras hecho trabajar a esos dos, tan duramente como lo haces con tus uros, o quizs

    an peor. Porque sabas que sin esa carta no les tomara slo por su palabra!"

    "La nueva madre, es una engendro", dijo Bly en voz baja, a modo de explicacin.

    "Buscaba que se fueran, pero no gastara un molino en su bienestar. No quera echar

    mano del dinero de la familia, ya que probablemente es todo suyo ahora mismo."

    "As que distes a los chicos un descanso, hacindoles trabajar como esclavos, y

    tratando de retenerlos, ya que nadie se dara cuenta de su suerte", dijo Tocasia. "Eso es

    bajo, incluso para ti, Bly. Ahora descarga los suministros, y s, voy a hacer un

    inventario completo, gracias. Y luego vamos a cargar los vagones para tu regreso. Hay

    algunos elementos que te proveern un beneficio excelente, a pesar de tu conducta

    escandalosa."

    Tocasia quera darle algunas lecciones ms Bly, pero Loran lleg corriendo.

    "Seora Tocasia, los chicos nuevos!"

    Tocasia frunci el ceo hacia la estudiante. La joven al fin haba hablado, por lo

    que deba ser importante. "S?"

    "Se estn peleando", dijo Loran. "Con Richlau y un par de los otros chicos."

  • 18

    Tocasia pronunci una leve maldicin. Bly se ri entre dientes. "Puedo llevarlos

    de vuelta si as lo deseas, acadmica" dijo.

    La erudita le dispar al patrn de los vagones una mirada que pondra los pelos de

    punta a un buey detenido a quince pasos. Dijo a Loran, "Busca a Ahmahl y a un par de

    los otros excavadores para que los separen. Y enva a los chicos a mi tienda." Loran

    vacil, y Tocasia prcticamente pate el suelo. "Ahora!"

    La joven desapareci en una nube de polvo, y Bly, dijo, "Creo que ese par traern

    ms problemas de lo que valen, si no te importa que lo diga."

    "No me sorprende", gru la erudita. "Su padre fue siempre un bicho malo". "As que al final te los vas a quedar?" pregunt el maestro vagonero, moviendo

    la cabeza.

    Tocasia suspir. S. Le debo mucho a su padre. Por un favor muy antiguo." "Debe haber sido un gran favor", dijo Bly. "Qu te dio?"

    "Slo mi libertad ", dijo Tocasia, y se alej del maestro vagonero sin esperar

    respuesta.

    Bly mir la espalda de Tocasia mientras caminaba de vuelta por la colina. Era su

    imaginacin, o pareca ser ms anciana y ms frgil de lo que haba sido hace solo un

    momento? Entonces oy gritos roncos entre los vagones, y la idea huy de su cabeza.

    "Eh!" grit a los camioneros, arrojndose de nuevo en el trabajo. "Nunca has

    transportado mercancas antes? Esa cosa es delicada! Manjalo como lo haras con el

    recin nacido de tu hermana, o nosotros no cobraremos!"

    La colina le pareci ms empinada a Tocasia en la subida de lo que haba sido en

    el camino hacia abajo, y los muchachos ya estaban esperando all cuando lleg a la

    cima. Ahmahl y Loran estaban all tambin.

    El lder de la tribu de excavadores del desierto asinti con la cabeza bruscamente

    hacia Tocasia. En Fallaji, la lengua del desierto, dijo, "Mire al pequeo. Era todo puos

    y mordiscos cuando le alejamos. Tanto fuego en alguien tan pequeo. El grande hizo

    sangrar la nariz de Richlau, pero no est rota."

    Tocasia respondi en el mismo idioma, Richlau merece tener la nariz ensangrentada. Dile que est de servicio en la cocina por el resto del mes. Y traslada las

    cosas de los chicos a las tiendas de Havack en su lugar." Ahmahl asinti con la cabeza y

    sali del lugar . Loran no hizo ademn de irse hasta que Tocasia le dio instrucciones de

    vigilar a Bly.

    La arqueloga camin alrededor de la mesa, deslizando el bastn de vuelta a su

    estuche, una canasta en forma de tambor hecho de un piel de pebetero. Se apoy con las

    palmas sobre la mesa y mir a los dos muchachos. Sus chalecos haban sido destrozados

    en la batalla, y los bolsillos de Urza estaban completamente desfondados. Mishra haba

    adquirido un ojo negro, y ambos muchachos mostraban numerosas marcas de araazos.

    Tocasia suspir y se sent en su asiento. Los muchachos se movieron incmodamente.

    "Quince minutos", dijo al fin. "Quince minutos y ya estn en una pelea. Un nuevo

    registro, incluso para este lugar."

    Los dos chicos empezaron a hablar a la vez. Urza dijo: "Me gustara pedir

    disculpas en nombre de todos los involucrados"

    Mishra revent con un, "Lo siento, pero en realidad no fue culpa nuestra si" "Silencio!" dijo Tocasia golpeando la mesa duramente, fue tan fuerte el golpe que

    el crneo su-chi subi ligeramente, y un pedazo de la incrustacin de perlas rebot fuera de su entorno. Los dos muchachos se calmaron inmediatamente y comenzaron a

    mecerse nerviosamente.

    Tocasia se reclin en su silla. "Qu pas?"

  • 19

    Los muchachos se miraron entre s, como si cada uno concediera al otro la

    oportunidad de hablar. Por un mutuo consentimiento tcito, Urza gan la oportunidad.

    "Uno de los chicos mayores quiso pegarle a mi hermano. Yo le detuve", dijo

    remilgadamente. Un nio grande, con pelo rojo y pecas. "Ya lo veo," dijo Tocasia. Mirando a Mishra dijo, "Y por qu Richlau se meti

    contigo?"

    "No hay ninguna razn", dijo Mishra. Urza empez a decir algo, pero Tocasia

    levant una mano para silenciarlo. Despus de un largo silencio, Mishra agreg, "Me

    dijo que estaba en su cama."

    "Y estaba en lo cierto?" pregunt la sabia.

    Mishra se encogi de hombros. "Supongo". Entonces, despus de una pausa,

    solt: "Pero l no tena por qu ser grosero al respecto!"

    "Richlau es grosero con todos ", dijo Tocasia. "Vas a tener que acostumbrarte si te

    quedas por aqu." Enfrentando a Urza, dijo, "T eres el hermano mayor, correcto?"

    "As es", dijo Urza, pero Mishra hizo un pequeo ruido de tos. Urza hizo una

    mueca y aadi: "Debo decir que Mishra y yo nacimos en el mismo ao, yo nac en el

    primer da del ao, Mishra naci en el ltimo. As que salvo ese ltimo da , yo tengo un

    ao ms."

    "En el ltimo da, somos iguales!" chill Mishra, como si estuviera contento de

    que su hermano se hubiera corregido.

    Tocasia levant la carta del chaleco de Urza. "Saben lo que dice?"

    Una vez ms, los dos muchachos se miraron entre s. Tocasia sinti que hablaban

    en un lenguaje secreto, un lenguaje que solo ellos podan escuchar.

    No exactamente, respondi Urza al fin. "Su padre era un querido amigo mo a quien le debo mucho", observ Tocasia. "l

    quiere que yo cuide de ustedes, que los cuide por si algo le ocurriera a l. Eso significa

    que van a quedarse por aqu un buen rato. Y eso significa trabajar conmigo y con mis

    alumnos. Si se sienten incmodos con este acuerdo, puedo enviarles de vuelta con Bly,

    pero para ser honesta no s qu clase de bienvenida les esperar en Penregon ".

    Una vez ms los chicos se miraron entre s. Fue Mishra el que habl en esta

    ocasin, "Qu es lo que haces?"

    "Excavo", dijo Tocasia. "O, mejor dicho, superviso a otros que excavan. Estamos

    buscando artefactos aqu. Sabes de que estoy hablando?"

    "Restos del pasado", dijo Urza. "De una civilizacin que estaba aqu mucho antes

    de Argivia o de cualquiera otra nacin de Terisiare. Antigedades."

    "As es", dijo Tocasia. "Artefactos cuyo

    poder abarca desde juguetes pequeos hasta

    grandes mquinas, mquinas que pueden hacer el

    trabajo de muchos hombres."

    "Al igual que esas cosas grandes blancas

    parecidas a bueyes?" pregunt Mishra, casi en

    silencio.

    Tocasia arque una ceja hacia el hermano

    menor. "S, por supuesto. Los pebeteros que

    utilizamos aqu como bestias de carga son

    artefactos, los cre yo hace un tiempo en base a

    los diseos que hemos reconstruido de la raza Thran, una raza constructora de

    artefactos. Los pebeteros son fuertes y leales mquinas irreflexivas, unos trabajadores

    incansables. No requieren agua ni comida, y cuando se rompen, los fluidos de sus

  • 20

    articulaciones se utilizan para preparar una bebida fuerte que comerciamos con las

    tribus del desierto a cambio de informacin y otros artefactos".

    "Suenan muy tiles", dijo Urza.

    Tocasia se reclin en su silla. "Mishra, estoy impresionada. El esqueleto est

    cubierto por cueros cosidos para proteger el funcionamiento de las arenas del desierto.

    Tuve una estudiante que era muy til con la aguja. La mayora de los nuevos estudiantes

    asumen que los pebeteros estn vivos, puesto que la nica cosa comparable son los

    uros.. Tocasia ri. "Una de las bromas que Richlau y los otros muchachos probablemente estaran preparando sera asignarte a alimentar a un pebetero y no volver

    hasta que hubiera terminado su comida. Cmo has adivinado que no estaban vivos?"

    Mishra parpade, y luego frunci el ceo. "No lo adivin. Slo lo saba."

    Urza dijo: "Su marcha no es la correcta de un ser vivo. Se lanza hacia adelante

    cada vez que da un paso. Una criatura real sera ms suave." Mir a Tocasia y se

    encogi de hombros. "Yo tambin lo saba, pero no crea que fuera lo suficientemente

    importante como para mencionarlo. Los Thran deben haber sido gente maravillosa para

    haberlos creado."

    Tocasia dijo: "Y qu sabe usted de los Thran, joven Urza?"

    El nio de pelo rubio separ sus pies y se llev las manos a la espalda en una

    posicin de recitacin que Tocasia recordaba de su propia juventud.

    "Los Thran fueron una antigua raza que vivi en esta tierra muchos miles de

    aos atrs. Crearon una serie de dispositivos maravillosos, slo unos pocos de los cuales

    han sobrevivido hasta nuestros das. El gran reloj de la Corte Suprema de Penregon se

    dice que es un artefacto Thran."

    Tocasia reprimi una sonrisa, el dispositivo que haba en el corazn del reloj

    haba sido uno de sus primeros hallazgos. "Pero quines eran?" -pregunt ella.

    "Quines fueron los Thran? Eran humanos?"

    Urza se asombr, como si la pregunta fuera imparcial. "Por supuesto. Por qu

    no habran de serlo?"

    "Qu pruebas puedes ofrecer?" pregunt Tocasia.

    Urza pens por un momento, y Tocasia not que baj un poco la cabeza como si

    tratara de apoyar un crneo lleno de pensamientos contra su pecho. "Yo no me acuerdo

    de nada que diga que no lo eran. Po eso

    supuse que lo eran."

    "La mayora de la gente lo hace",

    dijo la acadmica. "Pero la verdad del

    asunto es que no sabemos. En efectivo,

    pueden haber sido humanos. Ahmahl,

    uno de los Fallaji, tiene algunos cuentos

    populares acerca de cmo los Thran eran

    poderosos dioses que condujeron a su

    pueblo a este mundo, pero las historias

    estn muy descuidadas en detalle. Los

    Thran podran haber sido minotauros,

    elfos, enanos, duendes" "Oh, espero que hallan sido

    minotauros!" dijo Mishra. "Esos si que

    tienen un buen aspecto!"

    Urza extendi las manos delante de l y dijo secamente: "Tuvimos un carnaval

    en Penregon cuando ramos ms chicos. La mayor parte de lo que sabe Mishra de

    minotauros viene de haber visto uno all."

  • 21

    "Pero el hecho es que no sabemos quines fueron los Thran", continu Tocasia.

    "Y por ello excavamos, examinamos y tratamos de juntar las piezas del pasado. Los

    pebeteros son el resultado de lo que hemos aprendido. As como, en menor medida, las

    catapultas de metralla que custodian el campamento. Lo que s sabemos es que muchos

    de los dispositivos Thran fueron impulsados por fuentes de energa cristalina. Las

    llamamos piedras de poder. Como las llamaban los Thran es una incgnita. Tenemos

    una idea aproximada de su lengua, aunque muy poco se halla escrito. No hemos

    encontrado estatuas, arte, cermica o nada que implique las artes creativas. Sabemos

    que destruyeron esta tierra y la dejaron casi desnuda, pero no sabemos cmo murieron,

    si por una guerra interna, hambre o peste."

    Suspir. "No tenemos ni siquiera idea de cmo eran fsicamente. Podran haber

    sido como nosotros. O podran haberse visto como nuestro amigo de aqu." Empuj

    hacia adelante al su-chi del escritorio y le acarici.

    Mishra se adelant y cogi el crneo. Tocasia se sorprendi por la velocidad que

    slo los depredadores del desierto y los nios pequeos pueden manejar. Le dio vuelta

    una y otra vez en sus manos.

    "Detente", comenz Tocasia. Quiso decir: "Deja eso y ponlo en su sitio," pero

    era demasiado tarde. Al primer sonido suyo Urza se lanz hacia su hermano pequeo.

    "Djalo donde estaba!" grit el muchacho de pelo rubio. "Podra ser

    peligroso!"

    "No es peligroso", gru su hermano de pelo mas oscuro. "Si fuera peligroso, lo

    habra tenido en un lugar donde no podramos tocarlo!"

    Entonces, es frgil! "grit Urza. "Lo vas a romper!" "Si lo rompo, ser por tu culpa!" dijo Mishra. La pareja form un nudo

    apretado, el crneo, su-chi entre ellos.

    "Dselo!" grit Urza.

    "No!" respondi Mishra.

    "Basta!" rugi Tocasia, haciendo tronar las dos manos en la parte superior de la

    mesa. En un momento los nios estaban derechos otra vez, y el crneo qued

    balancendose suavemente contra la incrustacin de perlas en la que haba estado unos

    minutos antes.

    La erudita frunci el ceo ante los muchachos. "Ustedes hablan mucho y parecen

    tener bastante energa para quemar. Es suficiente. Van a pasar lo que queda del mes

    aprendiendo desde el principio. Empezarn trabajando en la cocina. Junto con Richlau,

    por lo que les recomiendo que encuentren la manera de tratar con l. Si tengo ms

    problemas con ustedes, voy a enviarlos de vuelta con Bly. Tocasia les ech una mirada. "Me he expresado con claridad?"

    Como si fueran uno, ambos nios asintieron con la cabeza.

    "Bien". Tocasia dej caer su delgado cuerpo en la silla. "Ahora, reprtense a la

    tienda de campaa y empiecen a pelar tubrculos. Estn preparando una gran fiesta esta

    noche para los hombres de Bly. Confo en que no habr ms problemas"

    Ambos nios asintieron nuevamente al unsono con la cabeza. Tocasia les hizo

    seas de que se retiraran, y desaparecieron de su tienda, dejando rastros de polvo detrs

    de ellos mientras correteaban por la ladera.

    A pesar de todo Tocasia sonri. Eran tan parecidos en edad, pero su orden de

    nacimiento estableca sus actitudes. Urza tena diez aos pero se comportaba como si

    fuera mucho mayor y se senta responsable de su hermano menor. Mishra tena casi

    diez, pero actuaba ms juvenilmente y era ms exuberante. Probablemente siempre

    estara dispuesto a probar cosas nuevas, pens Tocasia, porque su hermano mayor

    estara all para cuidar de l.

  • 22

    An as, pens, sera razonable dedicarle algunas palabras a Richlau. Hacerle

    saber que a ella no le gustara escuchar que le estaba haciendo la vida difcil a los dos

    estudiantes ms nuevos y jvenes. Eso podra crear sentimientos contrarios si los "nios

    nuevos" eran conocidos por ser sus favoritos, pero sera un pequeo precio, y algo

    temporal. Al final de esta temporada, este grupo de jvenes nobles regresaran a

    Penregon y un nuevo contingente tomara su lugar. Los hermanos deberan ser capaces

    de manejarse por s mismos para ese entonces, pens, o se habran ido.

    La sonrisa de Tocasia se desvaneci mientras coga el crneo metlico su-chi. Lo

    examin cuidadosamente para ver si los muchachos lo haban daado an ms en la

    refriega. De alguna manera, observ, las dos mitades del cristal de poder se haban

    unido durante la lucha. La grieta longitudinal se haba desvanecido, y el cristal ahora era

    una pieza slida. An ms interesante, haba un parpadeo de luz en lo ms profundo del

    cristal, una luz dbil, pero que indicaba que el cristal segua manteniendo parte de su

    energa.

    Tocasia mir el crneo y su cerebro cristalino hasta que Loran lleg a buscarla

    para la cena con los hombres del capitn de las carretas y sus propios alumnos. Pero sus

    ojos y sus pensamientos se desviaban muy a menudo durante la comida hacia los dos

    chicos que haba llegado recientemente al campamento.

  • 23

    Captulo 2

    Ornitptero

    Tocasia no envi a los chicos de vuelta con Bly en ese viaje, ni en ningn otro viaje a Penregon durante los siguientes seis veranos. Urza lleg a un acuerdo con

    Richlau, y Mishra era ms cuidadoso al sentarse en literas que no le pertenecan. Loran

    volvi a Penregon y se qued all por cinco aos. A Bly comenzaban a desgastrsele los

    bueyes nuevos y trat de comprarle uno de los pebeteros a Tocasia sin xito. Tocasia

    sigui excavando y cuidando de los dos muchachos.

    Al principio Tocasia pens en Urza y Mishra como dos partes de una misma

    entidad. Su inclinacin se vio reforzada por la manera en que los dos se miraban entre s

    antes de contestar una pregunta. Sin embargo, eran personas muy diferentes, y el

    desierto recalc diferentes partes de su personalidad.

    Urza se hizo ms estudioso, devorando cada trozo de informacin que Tocasia

    haba reunido de los Thran. Examinaba minuciosamente las listas de artefactos de

    temporadas anteriores e incluso los montones de desechos de material que haban sido

    descartados. De esta manera encontr varias piezas que pertenecan a descubrimientos

    ms recientes, pero haban sido descartadas por no concordar con aquellas encontradas

    por aquel entonces.

    Tocasia se dio cuenta que Urza estaba intrigado por la manera en que

    funcionaban las cosas. A los doce aos separ las extremidades anteriores de uno de los

    pebeteros, volvindolas a montar slo despus de que Tocasia le amenazara con

    terribles consecuencias. l y Mishra se quedaron reconstruyendo a la bestia durante toda

    la noche, y su rediseo improvisado detuvo el tambaleo que haba experimentado el

    equipo previamente.

    El hermano mayor creca fuerte pero se

    haca cada vez ms delgado en el sol caliente.

    Su cabello se ti de un rubio pajizo, y ahora

    lo llevaba recogido en forma de cola de

    caballo colgando de la parte posterior de su

    cuello. Sus conocimientos eran enciclopdicos

    y sus ideas perspicaces.

    Mishra tambin floreci en el aire seco

    del desierto. Mientras Urza urgaba entre rollos

    hechos jirones y mapas, Mishra aprendi a

    remover, tamizar, y excavar. El hermano

    menor pasaba ms tiempo fuera en el campo

    que su congnere. Trepaba entre las expuestas

    paredes rocosas y los ridos despojos . Al poco tiempo poda observar el sitio de una

    excavacin y aventurar una respuesta sobre a que profundidad deberan llegar las

    excavadoras para encontrar los artefactos Thran. Sus suposiciones eran cada vez mas

    acertadas.

    Tocasia se dio cuenta de que Mishra pasaba ms tiempo con los otros estudiantes

    y excavadores, as como con Ahmal, de lo que lo haca su hermano. Despus de la cena,

  • 24

    mientras Urza estaba encorvado sobre las ligaduras de algn artefacto esqueltico,

    Mishra se encontraba en el campo con los buscadores, escuchando las leyendas del

    pueblo Fallaji. Haba cuentos de incursores y hroes y genios del desierto, de grandes

    ciudades encerradas en botellas y almas desgraciadas transformadas en burros. As,

    Mishra se enter de que la gente del desierto consideraba a los Thran como una raza de

    semidioses que haban utilizado sus artefactos para crear ciudades terriblemente

    maravillosas.

    Tocasia sospechaba que los excavadores le dejaban probar a Mishra su nabiz, el vino poderosamente fermentado y condimentado con canela preferido por la Fallaji,

    pero no dijo nada. Le pareca bien que Mishra se hubiera alejado un poco de debajo del

    ala protectora de su hermano. Por otra parte, como Urza pasaba la mayor parte de su

    tiempo envuelto en sus estudios a Tocasia le pareci que este no se dio cuenta de que su

    hermano pasaba ms tiempo con los dems que a su lado.

    El trabajo en el sol del desierto fortaleci a Mishra. Se volvi ms musculoso, y

    como resultado de las largas horas pasadas en los sitios de excavacin, su carne tom un

    bronceado tan profundo como el de aquellos que trabajaban all. Su pelo oscuro se

    arrastraba tras l como un estandarte, adornado con trenzas a la moda del desierto. Tena

    los hombros ms anchos y un esqueleto mas firme que su hermano mayor y ahora poda

    manejar la chatarra sin la ayuda de Urza.

    Ambos muchachos eran trabajadores incansables, y Tocasia se dio cuenta porque

    Bly haba tratado de quedrselos. Pero algo ms que su trabajo los vinculaba a ella.

    Cada uno de los hermanos tena un entusiasmo por sus tareas que era contagioso.

    Tocasia no senta la necesidad de hablar con ellos como si fueran nios, sino que

    hablaba con ellos como lo hara con adultos de confianza, y ellos le devolvan esa

    confianza.

    Pronto, la pareja fue considerada tan vital y permanente por una parte del

    campamento como lo era Tocasia misma. Luego de dos aos, los jvenes nobles

    procedentes de Penregon tenan la misma edad que Urza y Mishra, y los hermanos ya

    conocan la disposicin de la tierra. Recordando sus propias experiencias, la pareja

    siempre buscaba a los futuros matones entre el grupo y dejaba en claro que no

    permitiran la persecucin de los estudiantes ms pequeos. Dos aos mas tarde los

    hermanos ya eran considerados como los lderes de facto del contingente de estudiantes,

    lo que permita a Tocasia ms tiempo para su propio examen de los artefactos y las

    piedras de poder.

    En el otoo del segundo ao lleg la noticia al campamento, a travs de las

    caravanas de Bly, de que el padre de Urza y Mishra haba fallecido despus de una larga

    enfermedad. La carta haba sido escrita breve, rpidamente, por la madrastra de los

    nios. La misiva no hablaba nada acerca de una herencia, y Tocasia sospech que tal

    vez nunca se hara mencin de ella.

    Le dio la noticia primero a Urza. Quin estaba trabajando debajo de la tienda de

    Tocasia, limpiando el polvo de un dispositivo que se haba encontrado ese mismo da, y

    que se hallaba impulsado por un resorte en espiral. Tocasia sospechaba que no era ms

    que un mecanismo de reloj, pero el joven haba encontrado smbolos grabados a lo largo

    de la longitud del resorte, smbolos que pareca tener una relacin conocida con los

    glifos Thran. Cuando ella le habl de su padre, Urza dej sus herramientas y se qued

    mirando un largo rato hacia la incrustacin de perlas que tenan en la parte superior. Se

    frot los ojos y agradeci a Tocasia la informacin, a continuacin, tom sus

    herramientas de nuevo, y contino ocupndose del dispositivo.

    Mishra respondi de manera muy diferente. Cuando Tocasia le dio la noticia

    huy del lugar de la excavacin, subiendo por el lado rocoso sobre el campamento de

  • 25

    Tocasia. Su hermano mayor quiso ir tras l, pero Ahmahl se lo impidi. Mishra necesita desahogarse a solas, le dijo el Fallaji. Sin embargo, despus de la cena, Tocasia vio a Urza subir el afloramiento, y sentarse junto a su hermano durante mucho

    tiempo para ver como la Luna Resplandeciente se alzaba sobre el desierto. Ninguno de

    los hermanos mencion despus este incidente, y Tocasia siempre se pregunt que se

    habran dicho el uno al otro en aquella colina rocosa .

    En la primavera del sexto ao de la llegada los muchachos Loran regres, esta

    vez como representante oficial de su casa en lugar de como una simple estudiante. Ella

    tambin haba crecido y ahora era una dama de alta cuna (Bly inform a Tocasia con un

    guio y un codazo poco sutil) con una serie de pretendientes que deseaban tanto su

    mano como el dinero de su familia. Oficialmente, Loran estaba all para inspeccionar el

    campamento debido a los logros recientemente adquiridos y para recomendarle a su

    familia el aumento del patrocinio de los trabajos de Tocasia. En realidad, esa decisin

    podra haber sido tomada en Penregon, un nmero creciente de jvenes lderes de las

    diversas familias haban pasado al menos un verano trabajando para Tocasia, y sus

    buenos recuerdos ahora volvan convertidos en grandes aportes. A la Corona Argiviana

    no le importaba el trabajo de Tocasia, ella lo saba, pero la Corona Argivian era dbil y

    trataba al asunto como trata todo lo que no le importaba: ignorando el problema.

    Loran haba hecho el largo y difcil camino hacia el campamento, sobre todo

    para ver a Tocasia otra vez, y Tocasia lo saba. La mayora de las formalidades y la

    suavidad de la principiante desaparecieron al final de la primera noche, y para el

    medioda del segundo da Loran rondaba junto a Tocasia mientras esta se mova de

    excavacin en excavacin.

    Tocasia tena algo para mostrar a Loran, una historia que ella podra llevar de

    nuevo a los otros estudiantes antiguos de la capital Argiviana. Se haba producido un

    repentino aguacero el mes anterior, una lluvia implacable que haba amenazado a varios

    de los sitios de excavacin. Rahud, uno de los buscadores de Ahmahl, haba odo decir a

    un miembro de la familia nmada que la lluvia haba llegado an ms lejos al norte.

    Esta tormenta haba inundado gran parte de una zona rida en la que haca muchos aos

    no llova revelando lo que pareca una mquina Thran. Rahud le dijo a Mishra, Mishra

    inform a Tocasia, y un da despus el grupo haba realizado una pequea expedicin al

    norte.

    Lo que haban encontrado era un dispositivo, y sin ninguna duda de origen

    Thran. Al principio pareca como una especie de embarcacin de vela, algo imposible

    en el desierto. Largos mstiles de madera balsa sobresalan de orillas opuestas, a los que

    se haba unido lo que pareca ser el aparejo de una vela. Urza lo examin y, a

    continuacin, para sorpresa de Tocasia, declar con confianza que era un artefacto

    volador, algo nunca visto en los cielos de Terisiare salvo en la ms antigua de las

    historias.

    Para la siguiente semana la actividad del campamento se traslad al nuevo sitio,

    en busca de hacer palanca para soltar la mquina de vuelo parecida a un pjaro y

    trasladarla de vuelta al campamento principal. Las excavadoras tuvieron que trabajar

    rpidamente para evitar la atencin de los Fallaji menos amistosos as como los rocs

    depredadores color arena. Mientras los estudiantes trabajaban a presin acarreando

    tierra y removiendo los escombros, Urza y Mishra acamparon en el sitio para proteger

    el nuevo hallazgo.

    Al cabo de algunos das el dispositivo se hall libre de la tierra circundante y las

    rocas, y a Urza le fue dada la razn. Lo qu Tocasia haba tomado como velas en

    realidad eran las alas. El artefacto pareca moldeado con forma de pjaro as que

    Tocasia lo llam ornitptero. Ambas alas estaban intactas, aunque el conjunto de la

  • 26

    cola haba sido aplastado. Un pequeo laberinto de cables y tubos en el corazn de la

    nave resguardaba una piedra de energa, ahora destrozada.

    Dos das antes de la llegada de

    Loran el ornitptero estaba de vuelta

    en el campamento, y Tocasia se

    alegr de ver la cara de la joven dama

    cuando vio los restos andrajosos. Para

    cualquier otro Argiviano era un lo de

    mstiles fracturados, metal

    destrozado, y pedazos de tela antigua,

    pero para cualquier antiguo alumno

    de Tocasia era un tesoro. Ver este

    gran dispositivo despus de pasar un

    verano entero tratando de liberar

    fragmentos de roca con un cepillo

    pequeo hizo indescriptiblemente

    felices a la arqueloga y a sus alumnos.

    Tocasia tambin observ que con el paso del tiempo Loran se haba vuelto ms

    segura de s misma. Ya no dudaba en hablar. Tampoco se pasaba todo el tiempo con su

    antiguo mentor. Durante los primeros das se qued cerca de Urza, quin haba quitado

    el cristal del ornitptero y estaba ocupado desmontando y limpiando el pequeo

    dispositivo. Entonces, repentinamente y sin previo aviso, dedic su tiempo y atencin a

    Mishra, quien trabajaba en la reconstruccin del enorme esqueleto de la nave. Tocasia

    no saba lo que haba ocurrido, si algo haba ocurrido, para que Loran cambiara su

    inters, y ninguno de los dos jvenes nunca la mencion en presencia de la estudiosa.

    La joven regres a Penregon prometiendo apoyar a Tocasia, llevando un pedido

    de telas livianas para velas , y los hermanos regresaron a su trabajo. Mishra haba

    reconstruido el esqueleto del ornitptero, pero la naturaleza del conjunto de la cola le

    desafiaba. Casi por acuerdo tcito, Urza se hizo cargo de la reconstruccin de las alas,

    descubriendo por donde corran los cables y cmo iban a funcionar en vuelo. Fue Urza

    quien descubri que las alas con forma de vela deban ir cruzadas con delgadas cuerdas

    con el fin de mantener su forma durante el vuelo. Por su parte Mishra confirm esto al

    traer delgados arcos rotos con forma de costillas junto con filamentos de alambre

    pelado. Urza vio que era mejor utilizar alambre para controlar la forma de las alas que

    las simples cuerdas , as que se curs otro pedido para Bly. Los dos jvenes se pasaron

    horas leyendo el diseo, tratando de determinar cmo haran funcionar la cola.

    En total se tard ocho meses para reconstruir el ornitptero. La clave fue la caja

    de cables y discos que servan como motor de la nave. Ni Urza, ni Mishra, e incluso ni

    Tocasia saban exactamente cmo el pequeo motor podra hacer funcionar al enorme

    ornitptero, slo saban que lo haca. Urza utiliz el dbil y pequeo cristal que haba

    pertenecido al crneo su-chi para alimentar el dispositivo.

    Era el ltimo da del ao, el cumpleaos de Mishra, cuando la nave finalmente

    estuvo lista . El da era sorprendentemente clido, y un viento suave soplaba del

    desierto. Hubo cierto debate sobre quin tendra el honor y el peligro del primer vuelo

    de prueba.

    "Debo hacerlo", dijo Urza. "Despus de todo, yo soy el nico que comprende el

    funcionamiento del cristal de energa."

    "Yo debo hacerlo", respondi Mishra. "Las palancas de control de vuelo de las

    alas son testarudas, y necesitarn una mano fuerte para mantenerlas en lnea."

    "Yo soy ms ligero", dijo Urza.

  • 27

    "Pero yo soy ms fuerte", espet Mishra.

    "Yo soy capaz de mantener las palancas en su lugar", dijo Urza.

    "Pero yo tambin entiendo como funcionan los cristales de energa", aadi

    Mishra rpidamente.

    "An as yo soy el mayor," dijo con aire de suficiencia Urza.

    "Y es mi cumpleaos!" grit Mishra, la sangre corriendo por su rostro. "As que

    estamos iguales".

    Tocasia mir a los dos jvenes y dej escapar un profundo suspiro. Estos

    desacuerdos eran poco frecuentes, pero eran lo suficientemente graves como para

    crearle varios problemas. Por fin, dijo, "Si ustedes no pueden decidir, entonces voy a

    tener que arriesgar mi viejos huesos en este dispositivo."

    Los dos jvenes miraron Tocasia, a continuacin, se miraron entre s. Cada uno

    seal al otro y dijo: "l debe volar."

    Al final, arrojaron una moneda. Ganado Urza, mientras Mishra hizo un trabajo

    aceptable al contener su decepcin con el ltimo de los preparativos. Se haba preparado

    un amplio sitio nivelado fuera de las puertas de empalizada para hacer despegar la nave.

    El joven rubio subi a la cubierta en la parte delantera del ornitptero y poco a poco

    presion las dos palancas principales, acoplando el cristal arcano en el laberinto de

    engranajes y ruedas que l haba reconstruido cuidadosamente en los ltimos meses. La

    nave entera tembl cuando el ltimo de los cables fue energizado y las alas se doblaron

    en forma de acorden conformando un par de velas grandes.

    Las alas golpearon el suelo: una primera, segunda, y luego una tercera vez. El

    ornitptero dio un pequeo salto en la tercer batida, y Tocasia vio a Mishra asustarse.

    El nio ms joven no dijo nada, sus ojos parecan paralizados por la vista, y sus manos

    estaban cerradas. Tocasia se pregunt si estaba preocupado por su hermano o

    preocupado de que su hermano daara la mquina antes de que tuviera la oportunidad

    de probarla.

    El dispositivo dio otro salto corto, luego otro, ms grande. El polvo de los

    fuertes aleteos vol en todas direcciones, y los estudiantes se retiraron, cubriendo sus

    ojos y sus bocas de los remolinos de arena. Un ltimo salto, y esta vez el ornitptero no

    volvi a bajar.

    Sobrevol el suelo, sus alas luchando contra el aire caliente. Tocasia y el resto

    de los estudiantes poda or el sonido de los cables debido a la tensin mientras la

    pequea embarcacin, como una cra de Roc dejando por primera vez el nido, salt por

    los aires.

    El ornitptero subi a los cielos, y hubo un ruido agudo cuando Urza coloc el

    mecanismo de bloqueo en su lugar, fijando las alas solidamente, para poder planear.

    Urza estuvo en el aire durante diez minutos. Dio la vuelta al campamento dos

    veces, y hubo cierto nerviosismo cuando la nave cay repentinamente tres metros, pero

    rpidamente subi de nuevo. Urza vol en crculos una vez ms y, a continuacin,

    apunt el ornitptero hacia la plataforma de despegue. Las alas desbloqueadas

    golpearon el suelo al aterrizar. Los soportes del esqueleto gimieron pero mantuvieron a

    la nave en posicin horizontal.

    Urza sali. "Sent que el aire se tornaba algo ms fro", dijo brevemente a

    Tocasia.

    "Debe ser un efecto derivado de su capacidad para mantenerse en alto".

    "Djame probar", dijo Mishra.

    Urza no se alej del dispositivo. "Debemos comprobar todos los acoplamientos

    por si hubo algn desgaste", observ, hablando a Tocasia, "Y los puntales en busca de

    fracturas. Por no hablar de la integridad del cristal de poder".

  • 28

    Mishra mir a Tocasia, su rostro se ensombreci.

    "Urza," dijo Tocasia en voz baja, "deja que tu hermano utilice el ornitptero."

    Urza abri la boca para discutir, a continuacin, mir a su hermano y en silencio

    se hizo a un lado.

    Cuando Mishra se coloc en el dispositivo de vuelo, Urza apoyndose en la

    carcasa le dijo "La palanca derecha se traba, as que tendrs que poner algo de fuerza".

    Mishra slo sonri y grit: "Aljate!" Coloc las dos palancas en su lugar

    haciendo batir las alas.

    Urza dio marcha atrs alejndose rpidamente de las enormes alas. La arena que

    no haba sido desperdigada esta vez desapareci en un cicln de viento.

    El ornitptero se elev casi verticalmente en un rebote individual. El

    campamento entero pudo or el agudo crujido de los puntales de madera balsa y el

    ensordecedor zumbido de los cables mientras pasaban a travs de los aros de metal y las

    poleas. Urza hizo una mueca como si el sonido le hiriera fsicamente.

    "Hubiera sido mejor inspeccionar la nave antes de haberla hecho volar

    nuevamente", dijo a Tocasia con los dientes apretados.

    Hubiera sido mejor, pero no hubiera sido lo ms sabio, respondi la anciana erudita.

    Mishra subi unos treinta metros, cerr las alas, y luego oblig a la nave a dar un

    salto precipitndose sobre el campamento. Ovejas y cabras encerradas en sus corrales

    soltaron balidos aterrorizados cuando el ornitptero pas tan slo a unos metros por

    encima de ellos. Mishra tir de las palancas, contrajo nuevamente las alas, y la nave

    subi de donde haba provenido.

    "No crees que el artefacto necesita un piloto ms ligero, ahora?" dijo Tocasia.

    Urza se encogi de hombros. "En realidad creo que las alas son suficientemente

    fuertes como para levantar a tres o cuatro personas. Solo hara falta ampliar la cabina."

    "As que el argumento que habas expuesto a tu hermano de que t eras el ms

    capaz para volarlo por ser el ms ligero ha sido refutado", contest sonriendo la anciana.

    Urza despleg una mueca de dolor, pero no dijo nada.

    Mishra dio vuelta al campamento dos veces mas que lo que Urza lo haba hecho

    antes. Tocasia imagin que el muchacho fue a buscar el mismo lugar de aire fro para

    poder afirmar lo que haba dicho su hermano. Tambin se dio cuenta de que, si bien

    Urza se haba concentrado en mantener nivelado el artefacto, Mishra continuamente se

    abalanzaba haciendo movimientos parecidos a los de las aves, ladeando a un lado y

    luego al otro.

    Mishra vol sobre el campo una vez ms y dirigi la nave hacia el oeste a lo

    profundo del desierto.

    La forma de la ornitptero se convirti en un borrn, y luego una mancha en el

    horizonte. Tocasia y Urza se miraron entre s.

    "Tal vez uno de los cables de direccin se rompi", dijo Tocasia.

    "O el pequeo tonto quera ver hasta dnde poda ir", se quej Urza, corriendo

    hacia la elevacin rocosa para tener una mejor vista.

    Urza haba subido slo la mitad de la colina, cuando el sonido de las alas

    cortando el aire caliente anunci el retorno de Mishra. El hermano ms joven dio la

    vuelta al campo dos veces y luego aterriz poco ms all de las puertas de la

    empalizada. En el momento que Mishra aterrizaba Urza le estaba esperando con el

    rostro tan severo como la piedra.

    "Qu crees que ests haciendo?" -grit hacia Mishra cuando este sala de la

    cabina. "Ya era suficiente con que hayas esforzado las poleas con tu zambullidlas!

  • 29

    Como para volar fuera de la vista del campamento! Podras haber sido atacado por

    rocs!. Si te estrellabas en el desierto, tal vez no te habramos encontrado mas!"

    Mishra no pareca estar escuchando. En su lugar, dijo, "Qu no vistes los

    dibujos? Porque yo si lo hice"

    Urza se asombr y mir a Mishra, desconcertado.

    El hermano de cabello oscuro se volvi hacia Tocasia. "Afuera en el desierto,

    hay dibujos. Montculos de tierra oscura rodeados de arena ms ligera. Los hemos

    pasado por arriba cuando fuimos de a pie, pero nunca nos dimos cuenta. Pero desde

    arriba, se pueden ver que son grabados! Hay dragones, genios, rocs, incluso minotauros.

    Se volvi hacia su hermano. "Los has visto, no?"

    Urza lo mir estupefacto. Entonces, con ms cautela, respondi: "Estaba ms

    preocupado por el rendimiento de la nave."

    Mishra no se molest en escuchar. "Rodean un montculo de gran tamao.

    Apuesto a que si se comprueba, hallaremos un especie de antiguo campamento Thran."

    "Podra ser un lugar Fallaji sagrado", coment Urza, pero Mishra neg con la

    cabeza.

    "No, dijo enfticamente. "No hay nada en los cuentos legendarios sobre asentamientos Fallaji en esta rea inmediata. Creo que es Thran, y creo que debemos

    investigar".

    "Lo que debemos investigar es el dao que con los vuelos sufri el ornitptero,"

    dijo Urza, ya rondando a lo largo de las alas, tirando de las telas y pasando sus manos a

    lo largo de los puntales.

    Tocasia extendi las manos en un gesto que abarcaba a los dos hermanos.

    "Tenemos que celebrar", dijo. "Habr suficiente tiempo para hacer todo lo dems en la

    maana."

    Esa noche los estudiantes y excavadores construyeron una gran hoguera en el

    campamento y se reunieron alrededor de las llamas que iban en aumento. Haba un aire

    de entusiasmo entre los estudiantes. Los jvenes nobles tenan nuevos cuentos para

    llevar a Argivia. Ellos haban estado presentes cuando Urza tom el primer vuelo y

    cuando Mishra encontr los grandes dibujos en el desierto. Despus de largos meses de

    agotador trabajo realizado en zanjas poco profundas, limpiando detalladamente largos

    pedazos de metal muerto, aqu al final haba algo para estar orgullosos. Hubo canciones,

    y corra el nabiz. Rahud trat de ensear a varios de los muchachos nobles una danza

    tradicional Fallaji. Los muchachos no tenan un concepto del ritmo de la danza, pero ya

    que se trataba de agitar palos puntiagudos se unieron con espritu de aventura. Mishra

    relat una y otra vez la historia de su vuelo, y Tocasia saba que todos los jovencitos y

    jovencitas del campamento pediran a gritos una oportunidad de volar ellos mismos en

    un futuro prximo.

    Urza se mantuvo alejado de la hoguera, sin bailar, sin beber, y sin hablar.

    Tocasia se acerc a l. "La ests pasando bien?"

    "Bastante bien", respondi el joven. "Pero creo que deberamos revisar los

    aparejos en busca de cualquier desgaste. Y si usted quiere podemos poner una cabina

    ms grande"

    "Maana," dijo la anciana. "T eres lo suficientemente joven como para disfrutar

    de un montn de maanas. Disfruta de esta noche."

    "Me gusta trabajar en los dispositivos", dijo Urza, viendo a su hermano a travs

    de la fogata. El nio ms joven haba sido rodeado por los estudiantes, as como por

    algunas de las excavadoras. A Tocasia le pareca que su historia se haca cada vez ms y

    ms emocionante cada vez que la repeta.

  • 30

    "Hay otros placeres", dijo Tocasia, siguiendo la mirada de Urza. "Tu hermano

    parece haber descubierto eso."

    Los dos permanecieron en silencio durante un momento iluminados por los

    destellos que producan las fogatas. Luego Urza, dijo, "Yo no tena nada en contra de

    que Mishra tomara su vuelo."

    "Yo nunca dije lo contrario," declar Tocasia.

    "Es slo que hay cierto desgaste en cualquier objeto que se pone a prueba por

    primera vez", continu el hermano mayor. "Tendramos que haber hecho una revisin

    completa antes de dejarlo ir por el aire."

    "Por supuesto", dijo Tocasia en un suave susurro.

    "Adems su temeridadpodra haber resultado herido", dijo Urza. "S," dijo Tocasia haciendo una pausa. "Pero dile eso a un joven que quiere ser

    igual a su hermano."

    "Yo slo estaba siendo prudente."

    "Y habras sido tan prudente si perdas el sorteo?" pregunt Tocasia.

    Urza no respondi, pero se qued mirando a su hermano a travs de las llamas.

  • 31

    Captulo 3

    Koilos

    Mishra estaba en lo cierto haba dibujos en la arena del desierto al oeste de su campamento. Eran grandes figuras hechas de montculos de tierra seca, ms oscura que

    la de sus alrededores, y mejor visibles desde el aire. Tocasia haba llevado a cabo

    expediciones anteriores en esa zona antes de colocar el actual sitio del campamento,

    pero nunca haba supuesto su verdadera naturaleza.

    Los dibujos eran una mezcla extraa. Haba figuras humanoides de todo tipo,

    cualquiera de las cuales podra ser la representacin de un Thran. Haba tambin toda

    clase de animales: ciervos, elefantes y camellos. Haba una coleccin impar de smbolos

    geomtricos, curvas, espirales y ngulos agudos que cruzaban y volvan a cruzar las

    figuras, dividiendo algunas, dejando a las dems sin tocar. Garabatos, pens Tocasia,

    creados por una raza de titanes del desierto.

    Los dibujos eran de origen Thran como Mishra haba adivinado. Estaban

    dispuestos en torno a un solo lugar, un gran montculo. Este result ser un rico campo

    de artefactos, incluyendo un esqueleto casi completo de su-chi que finalmente cumpli el sueo de Tocasia de armar una de las bestias enigmticas. Tambin estaban

    los restos de varios ornitpteros. Sin embargo, el descubrimiento del su-chi y los ornitpteros eran secundarios con respecto al rico tesoro de cristales de poder hallados

    en el montculo central. Muchos de los cristales estaban agrietados o destruidos, pero

    entre la escoria haba muchsimos ms que estaban operativos: joyas vibrantes y

    ondulantes que brillaban con un arco iris de chispas y patrones en su interior. Haba

    joyas ms que suficientes como para mantener el propio trabajo de Tocasia, con un

    supervit suficiente como para enviar a otros estudiosos y varios partidarios nobles de la

    capital de Penregon. Esto a su vez suministrara un suficiente inters de la nobleza que

    le permitira abrir un segundo campamento permanente en el lugar encontrado por

    Mishra.

    El descubrimiento de los dibujos en el desierto fue posible gracias a la

    observacin area. El mismo mtodo revel campos similares de dibujo, aunque

    ninguno tan grande e intacto como el primero. Un arco de ellos se extenda en el

    desierto en una amplia extensin hacia fuera de la Cordillera Kher. Algunos de los

    dibujos tenan rasgos de razas reconocidas, mientras que otros no se parecan a nada

    conocido. Todos contenan un patrn estilizado de curvas y lneas en zigzag en torno a

    un montculo central repleto de artefactos destrozados y piedras de poder. Durante los

    siguientes dos aos los investigadores ubicaron casi veinte montculos parecidos.

    Sin embargo las grandes preguntas eludan a Tocasia y a los hermanos. Nadie

    encontraba restos seos de los propios Thran, ni ninguna clase de arte. La arqueloga no

    descubri nada acerca de su lenguaje ms que algunos fragmentos que parecan poco

    ms que etiquetas y un conjunto claro de smbolos numricos. Durante la cena, la

    estudiosa, los dos hermanos, y algunos de sus estudiantes ms antiguos acostumbraban

    hablar de la posible naturaleza de los Thran.

    "Deberan haber sido humanos", dijo Urza en el curso de una de estas

    conversaciones. "Todo lo que hemos encontrado es capaz de ser utilizado por individuos

  • 32

    de tamao humano. Ellos eran probablemente unos antepasados mas exitosos de las

    personas mas ancianas de los Fallaji que dominaban a los dems a travs de su ciencia

    avanzada. Los sobrevivientes Fallaji de hoy convirtieron a sus hermanos mas

    emprendedores en seres divinos."

    En desacuerdo Mishra dijo: "El hecho de que nos sentimos cmodos con sus

    herramientas no significa nada". "Los enanos, los elfos o los orcos podran haber

    utilizado estos artefactos. Incluso los minotauros".

    "Los minotauros son demasiado grandes", dijo Urza. "Sus manos seran

    demasiado grandes para utilizar la mayor parte de los dispositivos."

    "Los minotauros podra haber estado a cargo, con los seres humanos haciendo el

    trabajo," replic Mishra. Tocasia not que el hermano menor se negaba a conceder a su

    hermano hasta el ms mnimo punto. "Imaginen", continu. "A los minotauros como

    gobernantes de la nacin Thran, y a los seres humanos como una clase inferior. Al igual

    entre los orcos, los grandes estn en la parte superior, y los trasgos hacen todo el trabajo

    duro."

    "No hemos encontrado restos de minotauros, hermano", dijo con frialdad Urza.

    "Tampoco hemos encontrado restos humanos, hermano", dispar Mishra,

    levantando su copa de nabiz en un brindis burlndose de su propia lgica.

    Tocasia se reclin en su silla (recin llegada de la capital, un asiento cmodo y

    acolchado) y dej discutir a los dos hermanos. Este era un viejo argumento, revisado al

    menos una vez al mes. Siempre terminaba de la misma manera: admitiendo de que no se

    saba lo suficiente. Esta confesin siempre pareca frustrar mucho a los jvenes.

    Los dos hermanos haban cambiado a lo largo de los aos de descubrimiento.

    Urza estaba ms delgado que nunca, a pesar de que finalmente obtuvo un buen par de

    hombros. Su cara era lisa, y se enorgulleca de no perder los estribos como lo haba

    hecho cuando era un nio. Mishra, por su parte, era tan impulsivo como lo haba sido el

    da de su primer pelea. Su cambio ms evidente era una barba rala oscura que

    enmarcaba su boca sonriente.

    Los estudiantes mayores sentados a la mesa tambin vean la discusin, pero no

    participaban. Urza y Mishra eran mayores que la mayora de los estudiantes de ahora, y

    en algunos pocos aos ms seran considerados como adultos en su propio derecho. Los

    estudiantes nobles haban aprendido desde un principio que expresar una opinin

    contraria, cuando los dos estaban peleando de esa forma, era una manera segura de

    colocar a ambos hombres en contra del intruso.

    Tocasia estaba orgullosa de los muchachos y sus logros, y a su vez ellos se

    dedicaban totalmente a ella. Pero una y otra vez volvan esta discusin y no poda ir ms

    all de ella. Todava no haban aprendido la identidad de los Thran.

    Como las voces de los jovencitos comenzaban a elevarse, Tocasia se inclin

    hacia delante, con la esperanza de llevar a los hermanos a un nuevo rumbo.

    "Por qu no lo hemos hecho?" interrumpi.

    Ambos jvenes miraron con asombro a la anciana erudita mientras repeta: "Por

    qu no hemos encontrado restos humanos o de otra raza?"

    "Carroeros?", dijo Mishra inmediatamente. Urza hizo un ruido grosero.

    "Entonces por qu no hemos encontrado algn resto de esa carroa?" -pregunt

    con sorna. "No hay criaturas muertas de ningn tipo entre los restos. Debera haber

    alguna, incluso por accidente."

    "Tienes una teora, hermano?" pregunt Mishra.

    "La peste", dijo con calma Urza. "Algo se extendi que no slo mat a los Thran

    sino que tambin destruy sus restos. Eso tambin explicara por qu los restos estn

    dispersos tan ampliamente."

  • 33

    Mishra neg con la cabeza. "Peste no. Guerra. La peste no explica por qu no

    hallamos arte. La guerra si lo hara ya que los vencedores quemaron todo lo que

    pudieron:..... pinturas, libros, cuerpos. Luego destruyeron el resto. Hemos encontrado

    pozos de ceniza entre los diversos sitios."

    "Esos son el resultado de la fabricacin, no de la batalla", observ Urza. "Y en el

    caso de que tuvieras razn, qu fue de los vencedores? "Se convirtieron en los carroeros", replic triunfalmente Mishra, dejando su

    vaso. "Eso es lo que tuvo que suceder. Una raza esclava de hombres que destruy a sus

    maestros minotauros y entonces se vinieron abajo ya que la sabidura de los minotauros

    ya no estaba all para apoyarlos."

    Urza se ri entre dientes. "Un argumento perfecto. Cada punto utiliza como

    prueba otro punto cuestionable, que eventualmente requiere que creas lo que ests

    tratando de demostrar, en primer lugar. As que, hermano, por qu estos carroeros

    sobrevivientes no crearon alguna clase de arte despus de la guerra? "

    Mishra frunci el ceo ligeramente, considerando el argumento. "No eran lo

    suficientemente capaces de realizar arte", dijo finalmente. "As que no hay arte de

    aquella poca."

    "Con excepcin de los dibujos en el desierto", dijo Urza.

    "Con excepcin de los dibujos en el desierto", coincidi su hermano.

    "Excepto que no lo son, sabes," dijo Urza con una pequea sonrisa.

    Mishra neg con la cabeza, mirando perplejo. "Acaso no son dibujos los del

    desierto? No hay nada natural que puede producir" "Eso no es arte", interrumpi Urza. "O, las figuras humanas podran serlo, o

    pueden ser simplemente un reconocimiento de una de las razas que los Thran haban

    conocido. Pero todas esas lneas, ngulos y garabatos, no son arte. Son instrucciones."

    Tocasia mir a Urza, tambin intrigada. Qu haba descubierto ahora?

    Urza se levant de la mesa y sali de la tienda sin decir una palabra ms.

    Regres con un gran mapa de la zona, que despleg sobre la mesa. Los otros estudiantes

    retiraron rpidamente los restos del asado de liebre del desierto y meln salvndolos

    para que no quedaran cubiertos por la hoja. El mapa mostraba el arco de ruinas que

    haban descubierto.

    "Estas son las ubicaciones de los distintos puestos de avanzada Thran que hemos

    encontrado", dijo, golpeando con su dedo delgado en el mapa. Sigui sealndolos de

    uno a otro, trazando la curva de los restos. "En cada lugar, la coleccin de extraos

    ngulos y lneas parecen apuntar en una sola direccin. Desde nuestro segundo

    campamento, apunta ligeramente al oeste del norte."

    Dibujando una flecha, el estudiante rubio esboz una lnea que se extenda hacia

    el norte. "En el prximo, algo ms al oeste, la mayora de las lneas tambin indican una

    direccin en particular, stas un poco ms al norte que la primera", dijo, dibujando otra

    flecha recta. "Y la prxima muestra otra lnea, casi en direccin norte, los siguiente

    apunta al norte y ligeramente al este;. y as sucesivamente para cada uno de los sitios

    descubiertos hasta ahora" El lpiz llev a cabo una serie de nuevas lneas.

    Urza se apart del mapa para que los dems pudieran ver. Las ruinas se

    encontraban en un arco, como todo el mundo saba, pero las lneas que Urza haba

    dibujado apuntaban a un lugar determinado: el centro de un crculo, de los cuales los

    montculos de ruinas eran puntos a lo largo del permetro.

    "Los Thran no fueron un pueblo artstico", dijo Urza, mirando a su hermano. "Por qu

    entonces dejar arte en el desierto? La respuesta es que no lo hicieron. Dejaron

    instrucciones. Instrucciones acerca de dnde estaban sus asentamientos ms grandes.

  • 34

    Hemos visto las figuras, que hemos reconocido, pero ignoramos las lneas, que no

    conocamos. Pero las lneas son ms importantes."

    Mishra se inclin sobre el mapa y frunci el ceo. "Lneas sobre un papel,"

    resopl. "Vistes el arco y calculaste el centro, y luego buscaste la justificacin en las

    lneas de los diferentes montculos."

    "As que no ests de acuerdo con mi argumento, hermano?" pregunt en voz

    baja Urza.

    Mishra sonri, la blancura de sus dientes roz la barba circundante. "Hermano,

    me encanta tu argumento! Es perfecto. Cada punto utiliza como prueba otro punto

    cuestionable, que eventualmente requiere que creas lo que ests tratando de demostrar,

    en primer lugar! El argumento que mas me encanta! Son tus conclusiones las que creo

    que estn equivocadas. Urza enroll su mapa lentamente. "Supongo que eso significa que no quieres

    venir maana, cuando vaya a averiguarlo?"

    Mishra se qued parado, e incluso Tocasia lanz una mirada penetrante sobre el

    hermano mayor.

    "Con su permiso, seora, me gustara tomar un ornitptero para comprobar

    esto", dijo Urza. "Como mi hermano no quiere acompaarme, puedo manejar uno de los

    ms pequeos"

    "Yo no he dicho que no ira," interrumpi Mishra bruscamente. "De hecho, creo

    que debo ir adelante, aunque slo sea para impedir que veas ruinas que no estn all."

    Urza asinti con una sonrisa determinada. Luego se agach debajo de la tienda y

    entr en la creciente oscuridad. "Tengo planes que hacer", grit por encima del hombro.

    Buenas noches a todos!" Cuando Urza se fue la mesa qued en silencio. Ninguno de los otros estudiantes

    quiso hacer comentarios sobre la teora de Urza, y Tocasia necesitaba tiempo para

    digerir lo que el hermano mayor haba dicho.

    Tentativamente, la conversacin volvi a asuntos ms mundanos. Un estudiante

    aventur que su rea de la excavacin estaba produciendo algunos discos de inters

    marcados con nmeros Thran. Otro mencion que su trabajo estaba siendo retrasado por

    un estudiante de secundaria que declaraba a todas las rocas como artefactos de la

    antigua raza. Eso llev a una pequea risa de los dems y a Tocasia a contar una historia

    de un estudiante, que unos aos antes, pensaba que deba cavar en la cima de las

    montaas, porque si ella fuera una de las Thran, sera all donde dejara los artculos

    ms valiosos.

    Mishra se sent en silencio alejado del fuego y se acarici la barba sin afeitar.

    Despus de unos minutos se excus tambin y abandon la mesa. No se dirigi a los

    cuarteles que comparta con Urza, sino que camin hacia abajo, hacia donde los

    excavadores Fallaji haban hecho su campamento. Tocasia se dio cuenta de que el

    hermano menor tena una mirada de preocupacin en su rostro, pero aquella vez no le

    dio mucha importancia.

    Esa noche, despus de que limpiaron los platos, Tocasia trabajaba montando la

    pierna su-chi en su mesa. El diseo que haban descubierto del espcimen casi completo result ser mas diferente de lo que Urza o ella haban previsto. Era casi,

    pens, como si las piernas se montaran hacia atrs, las rodillas apuntando hacia la parte

    posterior. Era este el diseo escogido por los Thran, se pregunt, o este era un modelo

    de su apariencia real?

    Una sombra apareci en la entrada de la tienda, y vio de repente como entraba

    Ahmahl. El Viejo Ahmahl como era conocido ahora, record; su cabello se haba

    vuelto gris cayendo a lo largo de ambos lados de su rostro. ltimamente se haba estado

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    quejando de que su edad se estaba finalmente poniendo al da con l. Tocasia saba que

    era abuelo, y algn da, muy pronto abandonara el campamento. Tocasia lo echara de

    menos, porque representaba todo lo que ella senta que era admirable entre la gente

    Fallaji. Era directo, franco y honesto.

    Ahora, por la mirada severa de su rostro, Tocasia tuvo la sensacin de que estaba

    a punto de recibir una dosis desordenada de la mejor calidad.

    "He odo que vuestros jvenes volaran maana a las montaas, dijo. Su acento del desierto segua al rojo vivo a pesar de todos estos aos entre los Argivianos.

    "Cmo te..." Tocasia empez a hablar, pero se dio cuenta de que Ahmahl haba

    sido informado. Mishra le habra preguntado por el anillo de ruinas y el punto central

    del arco que Urza haba localizado. Y la noticia haba perturbado, obviamente, al

    anciano Fallaji.

    Ella asinti con la cabeza e hizo un gesto hacia una silla de campamento. El

    antiguo lder de los buscadores se sent con cuidado sobre ella, como si l o la silla se

    fueran a romper debido a la experiencia.

    "Urza tiene algunas ideas sobre hallar los restos de un gran asentamiento Thran

    all."

    El Viejo Ahmahl mir la alfombra gastada, llena de polvo bajo sus pies. "Yo no

    creo que sea una buena idea. Los Fallaji lo desaprobarn."

    Tocasia levant su frente. Ahmahl y sus excavadores nunca haba expresado

    antes la idea de una tierra tab. De hecho, en la mayora de los asentamientos tribales

    que haban visitado, los habitantes se hallaban sumamente orgulloso de mostrar, incluso

    de comerciar, los artefactos Thran que haban descubierto.