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Conducta de la vctima e imputacin objetiva
Autor: Dr. Manuel Cancio Meli
Profesor Titular interino en la Universidad Autnoma de Madrid
I. Introduccin
1. Es prcticamente un lugar comn la afirmacin de que el nacimiento del Derecho penal
moderno se genera "con la neutralizacin de la vctima" (HASSEMER), en el momento en el
que la satisfaccin del sujeto lesionado es sustituida por la retribucin de un hecho injusto. El
ordenamiento jurdico-penal, se dice, es consecuencia de una evolucin histrica que ha dis-currido desde la reaccin privada de la vctima o de su grupo familiar, pasando por los pactos
de paz de la Edad Media hasta llegar al monopolio en la imposicin de penas y en el ejercicio
de la violencia establecido a favor del Estado en la sociedad actual, o, dicho de otro modo, el
proceso de publificacin del ordenamiento penal es al mismo tiempo una evolucin de
"desvictimizacin". Con independencia de que esa imagen -la de una "edad de oro" originaria
de la vctima y de las soluciones de carcter privado en el marco de la reaccin frente a agre-
siones, sustituida a lo largo de la historia por una marginacin de la vctima y un creciente
protagonismo del Estado- sea correcta en trminos histrico-sociolgicos, parece que existe
cierto consenso en torno a la idea de que la dogmtica jurdico-penal no ha sido ajena a esta
desatencin hacia la figura de la vctima. En este sentido, se afirma que el Derecho penal
tradicionalmente ha dispensado una atencin tan slo secundaria a la vctima, incluso se dice
que la "vctima del delito" ha llegado a ser "tambin una vctima de la dogmtica de la teora
del delito"(ESER). En este contexto, sin embargo -y en el marco de una evolucin mucho ms
amplia-, en los ltimos aos se ha producido lo que se ha llamado el "redescubrimiento" de la
vctima por parte de las ciencias penales. Este redescubrimiento se manifiesta en muy diversossectores. Por un lado, en el marco de la poltica criminal, pueden encontrarse tendencias tanto
dirigidas a una mayor proteccin de la vctima por parte del ordenamiento penal como
preocupadas por reducir la responsabilidad de aquellos sujetos que atentan contra los bienes de
vctimas que son especialmente "descuidadas" con stos. En el plano del Derecho procesal
penal, se est desarrollando en algunos pases un intenso debate acerca de las modalidades de
intervencin de la vctima en el proceso. Dentro del Derecho penal material, las considera-
ciones ligadas a la vctima van desde determinados aspectos de la legtima defensa, pasando porla relevancia que debe corresponder a la reparacin de la vctima en el sistema de sanciones,
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hasta la cuestin del significado dentro del sistema general de imputacin de la conducta de la
vctima en el suceso que conduce a la lesin de sus bienes.
2. La problemtica enunciada en ltimo lugar -de la que se ocupan estas pginas-, la
hiptesis de que en Derecho penal la conducta de la "vctima", de la persona lesionada por una
conducta de otro, puede adquirir relevancia de algn modo en la produccin de la lesin de sus
propios bienes, y, concretamente, tambin en la valoracin jurdico-penal del comportamiento
del otro sujeto interviniente, del "autor", abre, en principio, un campo de una amplitud enorme,
y, en numerosos supuestos, la contribucin de la vctima parece irrelevante, al igual que muchas
intervenciones del autor ya desde un principio carecen de significado delictivo. Desde el mero
hecho de encontrarse la vctima en un determinado lugar en un determinado momento, siendo
lesionada por el autor, hasta la ejecucin por parte de la vctima de una autolesin a la que un
tercero realiza alguna contribucin menor, la "vctima" y el "autor" pueden jugar muchos pape-
les en el suceso, y en muchos casos estar claro que una u otra de las intervenciones -la de la
vctima o la del autor- carece de toda relevancia jurdico-penal. Sin embargo, pueden hallarse
con facilidad mltiples supuestos en los que la valoracin de las conductas de autor y vctima
no resulta unvoca, ni en el sentido de excluir la relevancia de una ni de otra: pinsese slo en
dos sujetos que emprenden conjuntamente una competicin irregular de motocicletas, o en
quien reabre una herida que otro le ha provocado sufriendo lesiones por la infeccin
consiguiente, o en dos sujetos que mantienen relaciones sexuales siendo uno de ellos portador
del virus causante de una peligrosa enfermedad.
3. Desde principios de los aos noventa, en la doctrina jurdico-penal -sobre todo en la
doctrina alemana- viene producindose la plasmacin en varios estudios monogrficos de una
etapa de efervescencia doctrinal y jurisprudencial. La discusin terica, en este caso, no sedeba a consideraciones acadmicas alejadas de los problemas de la prctica forense. Por el
contrario, fue impulsada de modo decisivo por la aparicin de supuestos concretos ante los
tribunales. En efecto, el intenso debate al que se acaba de aludir se haba iniciado sobre todo a
partir del ao 1984 con una sentencia del Tribunal Supremo Federal alemn de 14 de febrero -
en el llamado caso de la jeringuilla- en la que este tribunal constataba que la autorresponsa-
bilidad de la vctima deba tenerse en cuenta en la valoracin jurdico-penal de un suceso en el
que sta haba intervenido. En el caso concreto, el tribunal -rompiendo as con su praxis
anterior- absolvi de la acusacin de homicidio imprudente al sujeto que le haba
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proporcionado a un heroinmano una jeringuilla con la que inyectarse la sustancia
estupefaciente que le produjo la muerte. Poco despus, en Espaa, una sentencia del TS, dictada
el da 17 julio de 1990, siendo ponente el magistrado Enrique Bacigalupo Zapater, y relativa aun supuesto prximo, llam la atencin de la doctrina de modo muy especial. Se trataba de un
caso en el que con ocasin de un juego irresponsable con un arma de fuego, quien haba retado
al portador del arma a realizar un alarde de puntera, resultaba muerto al ser alcanzado por el
disparo. En su sentencia, el TS lleg a una solucin -salomnica en lo material: se pronunci
una condena por homicidio imprudente, pero atenuando la pena- en la que se discutan con
inusual profundidad las ltimas aportaciones de la literatura.
4. Desde un principio llama la atencin que pueden hallarse con facilidad mltiples
supuestos en los que la valoracin de las conductas de autor y vctima no resulta unvoca, ni en
el sentido de excluir la relevancia de una ni de otra. Hay casos en los que incluso puede decirse
que lo que est en juego en la valoracin jurdico-penal del suceso es la cualidad misma de
"vctima" en quien ha sufrido el dao y, correlativamente, de "autor" en quien ha intervenido
junto a la persona lesionada. Esta problemtica muestra una peculiaridad decisiva: se trata de
introducir la figura de la vctima en el contexto de la valoracin normativa del comportamiento
del autor, especialmente, de determinar si la conducta de la vctima puede resultar relevante
para constatar si siquiera existe una conducta tpica. Ha de adoptarse, por lo tanto, una
perspectiva que tenga en cuenta la interdependencia entre ambos sujetos. Es en este sentido que
se trata de comprobar que haya, en realidad, "vctima" y "autor". Por ello, el trmino "vctima"
se utiliza en el presente contexto en el discurso dogmtico en muchas ocasiones en un sentido
impropio -sencillamente, por razones de comodidad y economa-, como "persona lesionada", al
igual que el trmino "autor" se usa en el sentido de "persona que ha intervenido en la lesin".
Pues la determinacin de que se trata en realidad de una "vctima", y, correlativamente, de un"autor", no es una mera constatacin fctica, sino un proceso de valoracin que requiere un
anlisis previo que tenga en cuenta la interdependencia existente entre las conductas de vctima
y autor. Dicho de otro modo, constituye un problema jurdico-dogmtico.
5. Realizando una primera ordenacin del material de casos, puede decirse que en los
ltimos tiempos han atrado la atencin de la doctrina jurdico-penal en este contexto sobre todo
dos grupos de casos. Por un lado, supuestos en los que en la gnesis del riesgo que acaba
lesionando a la vctima han intervenido tanto la vctima como el autor. A este respecto, se han
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planteado, por ejemplo, los casos en los que se hace entrega a alguien de una determinada cosa
o sustancia -por ejemplo, de un medicamento, de una mquina o de una sustancia estupefa-
ciente-, y quien lo ha recibido resulta lesionado al hacer uso del objeto o consumir la sustancia.Tambin han despertado mucho inters los supuestos en los que se produce un contagio de una
persona a otra de una enfermedad mortal -en particular, del Sndrome de Inmunodeficiencia
Adquirida- o las numerosas constelaciones de casos en los que en el trfico rodado quien resulta
lesionado por una colisin se ha comportado de alguna manera de modo descuidado. Por otro
lado, se han debatido numerosos supuestos en los que la conducta descuidada de la vctima se
produce despus de un comportamiento del autor que lesiona o pone en peligro los bienes de
sta. As, por ejemplo, en los casos en los que una vctima lesionada por un ataque doloso del
autor descuida sus heridas o se niega a recibir tratamiento mdico.
6. Tras un examen algo ms detenido de las contribuciones ms recientes a la discusin,
pronto se alcanza la impresin de que lo que puede parecer una problemtica lo suficientemente
asentada como para ser objeto de un debate ya clarificado al menos en cuanto a sus aspectos
bsicos, en realidad oculta bajo esa apariencia una situacin bastante distinta: la intensa
discusin iniciada -como antes se ha dicho, sobre todo en la doctrina alemana-, sorprenden-
temente, no ha conducido a que se fijen siquiera las bases del debate. Por el contrario -como
podr observarse ms adelante-, cabe constatar una enorme disparidad en las aproximaciones
dogmticas al problema, tanto en su ubicacin sistemtica, como en sus puntos de partida
materiales, como, finalmente, tambin en los resultados alcanzados.
7. Una vez dibujado este elemental panorama del estado de la cuestin, queda tambin
predeterminada la estructura de las reflexiones que deben realizarse para abordar el problema
de la conducta de la vctima.
En primer lugar, resulta necesario -en atencin a las inseguridades antes expresadas- explicitar
con carcter previo algunas de las bases fundamentales en las que debe asentarse el tratamiento
dogmtico del problema. En este sentido, en primer lugar han de abordarse dos cuestiones
preliminares, pero de importancia fundamental: la posible relevancia de la reaccin del Derecho
positivo frente a las conductas de auxilio al suicidio y la influencia en la teora del tipo de la
llamada teora de la imputacin objetiva (infra II).
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En segundo lugar, dada la fragmentacin de la discusin dogmtica a la que acaba de aludirse,
en el anlisis crtico de los modelos existentes en la doctrina se impone un mtodo de estudio
que -prescindiendo de un desarrollo en atencin a criterios cronolgicos o fijado sobre todo enla unidad de la exposicin de cada punto de vista individual- tome como punto de referencia las
ideas fundamentales que conviven en las distintas aproximaciones dogmticas (infra III).
Slo despus de esos dos pasos previos -en tercer lugar- puede acometerse el intento de una
reconstruccin del rgimen jurdico-penal de la intervencin de la vctima (infra IV).
II. Algunos presupuestos del anlisis.
Como acaba de decirse, en primer lugar ha de hacerse referencia a dos problemas previos a la
problemtica en s, pero que requieren alguna consideracin preliminar.
1. La primera de las cuestiones implica al mismo tiempo una delimitacin del objeto de
reflexin: se trata de esbozar la relevancia de las normas especiales del Derecho positivo, en
particular las referidas a la intervencin en un suicidio ajeno, para el problema general de
imputacin planteado. Como se habr advertido por la formulacin anterior, el punto de vista
que aqu se sostiene es que estas normas son eso, normas especiales, es decir, de que no
prejuzgan fuera de su mbito de aplicacin las soluciones a las que haya de llegar el sistema de
imputacin. Es sta una conviccin que probablemente es asumida por la mayora de quienes se
han ocupado -sobre todo, en fechas ms recientes- del problema que aqu interesa. Sin embargo,
por un lado, lo cierto es que existen voces significativas en la doctrina que quieren establecer
una conexin entre la cuestin del suicidio y su respuesta normativa y la relevancia general dela conducta de la vctima. Por otro lado, la conviccin ms o menos amplia a la que antes se
aluda no suele plasmarse en una formulacin positiva de las diferencias que separan uno y otro
sector.
En primer lugar, se ha afirmado que la punicin de la intervencin en un suicidio ajeno
demuestra que la vida es un bien jurdico indisponible, y que como consecuencia de ello, an en
supuestos en los que el titular del bien jurdico no lo quiere sacrificar, sino asume una conducta
que lo pone en riesgo -dicho, de momento, de modo aproximativo-, esta conducta carece de
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relevancia respecto de la valoracin del comportamiento de quien interviene en el hecho junto a
la persona lesionada.
Conforme a esta opinin, por tanto, todo el sector de comportamientos relacionados con el bien
jurdico vida quedara abarcado por la valoracin expresada por el legislador al incriminar
determinadas modalidades de intervencin en un suicidio.
En segundo lugar, se ha estimado que la estructura de la incriminacin de las modalidades de
intervencin en un suicidio debe ser el punto de partida tambin en otro plano: en el de la
ejecucin. Esta argumentacin ha sido desarrollada en la doctrina alemana -si bien tiene
relevancia para la espaola, ya que a pesar de la diferente situacin jurdico-positiva divergente,
han sido adoptadas por parte de algn sector sus consecuencias- sobre la base de la limitacin
de la punibilidad en el 216 StGB a la ejecucin por parte del tercero: partiendo de la
atipicidad de la autolesin/autopuesta en peligro se sostiene que tambin la participacin en sta
ha de ser impune. Por el contrario, cuando la conducta del tercero sea de ejecucin-autora, se
tratar, en principio, de un comportamiento punible.
La regulacin de la intervencin en un suicidio ajeno, sin embargo, no proyecta el influjo
poltico-criminal que se le atribuye por parte del sector de la doctrina antes mencionado.
En primer lugar, es habitual sealar -adoptando el punto de vista subjetivo de la vctima- que
en las situaciones de puesta en peligro,desde la perspectiva de la nocin de suicidio, es evidente
que no estamos ante una 'muerte voluntaria', puesto que no concurre deseo de morir en el sujeto.
Por otro lado, se dice -respecto del lado subjetivo del autor- que en el caso de las lesiones
dolosas (tambin en la intervencin en un suicidio), la "pretensin de respeto" de la vida se veafectada de modo directo y bsico, lo que no puede decirse en igual medida respecto de los
"ataques" imprudentes a la vida (especialmente frecuentes en el mbito que aqu interesa). Por
lo tanto, parece evidente que -permtase la expresin- las situaciones de no-suicidio no pueden
confundirse con las de suicidio ya en este plano subjetivo.
Sin embargo, el hecho de que las conductas en el mbito del suicidio muestren una determinada
configuracin subjetiva que las permita distinguir de aquellos supuestos en los que la posterior
vctima tan slo cuenta con la posibilidad de su muerte sin desearla, o no la prev siquiera, etc.,
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no implica, en principio, que no pueda decirse que la existencia de las normas incriminadoras
demuestra la existencia de la decisin poltico-criminal incriminadora, y que sta deba
trasladarse a otros preceptos, como los delitos de homicidio. Lo que sucede es que, en segundolugar, la diferencia entre unas y otras situaciones no se agota en el lado subjetivo de la vctima
o del autor. Por el contrario, la intervencin en un suicidio muestra caractersticas especficas en
su significado objetivo, caractersticas que son la razn de su tipificacin especfica y que
impiden la extensin de su ratio fuera de su mbito concreto. Dicho de modo sinttico, en el
mbito del suicidio se trata de una disposicin sobre el bien jurdico vida -en efecto: intervenir
en la disposicin est tipificado-, mientras que en el contexto de las puestas en peligro (el
mbito del no-suicidio del que antes se hablaba) el significado de la conducta -ya en trminos
objetivos, con independencia de que los intervinientes se representen la posibilidad de que se
produzca la muerte- es muy distinto. En este otro mbito, el suceso viene determinado por la
incertidumbre de los acontecimientos, lo que le priva del significado de constituir una lesin-
disposicin del bien en el sentido de las normas que incriminan la intervencin en un suicidio
ajeno. Es por esta razn que la pretensin de deducir "de la imposibilidad de disponer de la
propia vida la inadmisibilidad jurdica o moral de exponer a riesgos la propia vida" es "tan
equivocada como la equiparacin del suicidio a la participacin en una escalada alpina arriesga-
da" (SCHAFFSTEIN). Lo que queda claro es que en ningn caso puede sostenerse que exista
una proteccin omnicomprensiva del bien jurdico vida frente a las conductas de su propio titu-
lar (con intervencin de otro). Slo aquellas conductas que se presenten como de disposicin
entrarn en el mbito de las normas especiales.
Como conclusin cabe constatar: la existencia de normas que incriminan la conducta de quien
interviene en un suicidio ajeno, por tanto, marca los lmites del anlisis a llevar a cabo en
relacin con la cuestin dogmtica de la relevancia general de la conducta de la vctima. Pero suexistencia no puede condicionar su desarrollo.
2. La segunda de las cuestiones que parece conveniente abordar en cuanto presupuesto
pertenece a un contexto distinto: se trata de explicitar el marco sistemtico-dogmtico de la
solucin a delinear. Al igual que otras aportaciones realizadas en los ltimos tiempos, desde el
punto de vista aqu sostenido, el contexto adecuado para abordar el problema est en la teora
del tipo objetivo. Este sector de la teora del delito ha sufrido una verdadera revolucin
producida por la llamada teora de la imputacin objetiva. La rpida aceptacin que esta teora
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ha experimentado en la construccin doctrinal de la dogmtica jurdico-penal, e incluso en la
praxis, contrasta de modo llamativo con las numerosas dudas y discrepancias que an acom-
paan a cuestiones fundamentales de su estructura y caractersticas. Si bien la doctrina existenteen el momento actual permite afirmar que hay una base suficiente para configurar los aspectos
esenciales de esta teora, las dudas y discrepancias antes aludidas aconsejan realizar con carc-
ter previo una breve consideracin de los rasgos de la teora de la imputacin objetiva. Pues de
lo contrario, se corre el riesgo de utilizar esta teora a modo de mera etiqueta.
Para la teora de la imputacin objetiva, los tipos penales -y especialmente, los tipos de
resultado "pobres" en elementos descriptivos de la conducta- deben ser completados, en todo
caso, con elementos normativos que determinen, ms all de la mera realizacin fctico-externa
de la conducta tpica, que en el plano objetivo la conducta es una expresin de sentido tpica. Se
trata de los elementos que permiten entender objetivamente una determinada conducta como
"expresin de sentido" tpica (JAKOBS). Por otro lado, parece que las razones existentes para
un entendimiento normativo del tipo no quedan limitadas a los delitos de resultado, como se ha
sealado por un significativo sector de la doctrina. De este modo, la teora de la imputacin
objetiva quedara configurada por dos races distintas: la determinacin de la tipicidad de la
conducta y los problemas especficos de la conexin del resultado con esa conducta. Desde esta
perspectiva, parece ms razonable entender que algunos de los elementos incluidos por la
opinin doctrinal mayoritaria -singularmente, por ROXIN- en el "tercer escaln" del "alcance
del tipo" -a analizar de acuerdo con este sector despus de la creacin y realizacin de riesgos-
forma, ms bien, parte de los elementos de determinacin general de la tipicidad de la conducta.
Desde esta perspectiva no pueden resultar convincentes las crticas que se han planteado en el
sentido de que la teora de la imputacin objetiva estara usurpando determinadas cuestionespertenecientes a lo subjetivo (HIRSCH, Armin KAUFMANN, STRUENSEE, SANCINETTI).
Pues si de lo que se trata es de una determinacin general de los lmites de la tipicidad objetiva
en el sentido de general, no puede ser decisivo que los datos introducidos en este juicio sean,
desde un punto de vista externo-natural, de naturaleza "objetiva" o "subjetiva". Al igual que
otros datos del contexto que permiten esa valoracin objetiva en el sentido de general, un dato
subjetivo como el conocimiento de determinado hecho puede incluirse en el tipo objetivo sin
que se destruyan las barreras entre tipo objetivo y subjetivo: pues la valoracin en la que es
introducido ese dato es distinta de la que procede realizar en el tipo subjetivo. Lo que importa
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para este anlisis es el significado -en expresin de MIR PUIG- "intersubjetivo", o, en palabras
de JAKOBS, "personal" de la conducta. Y ste puede variar en funcin de los datos conocidos
por el sujeto actuante. Esta diferenciacin en cuanto al contexto relevante para efectuar el juiciode tipicidad puede incluso trasladarse dentro de la teora de la imputacin objetiva: desde esta
perspectiva, las distintas instituciones dogmticas que la configuran pueden obtener su diferente
posicin sistemtica en funcin de la clase y cantidad de datos que se incorporen desde el
contexto al juicio de imputacin, yendo desde valoraciones ms abstractas hasta la introduccin
de elementos ms concretos del contexto.
La teora de la imputacin objetiva viene a reformular la tipicidad objetiva. Desde esta
perspectiva, implica la introduccin de elementos valorativos que determinan cules son los
lmites de la libertad de actuacin, implica, en este sentido, el establecimiento de esferas de
responsabilidad. Uno de los sectores en los que la imputacin objetiva puede ser el marco
sistemtico adecuado es el relativo a la cuestin de la determinacin de esos mbitos de
responsabilidad en los casos en los que concurre en la gnesis de un riesgo la persona que
posteriormente resulta lesionada.
III. Modelos de solucin dogmticos.
Esbozada una toma de posicin acerca de esas dos cuestiones previas, puede pasarse a realizar
un anlisis crtico de las aproximaciones dogmticas existentes.
1. Lo primero que hay que decir respecto de stas es que en lo que se refiere a la
dogmtica jurdico-penal, la extendida imagen de que en fechas relativamente recientes sehabra producido un "redescubrimiento de la vctima" no se ajusta a la realidad. Lo que s se
puede constatar, en cambio, es que la atencin al comportamiento de la vctima se ha venido
produciendo hasta cierto punto de modo "encubierto", o, valga la expresin, emboscado en
instituciones dogmticas no configuradas especficamente para el problema.
Como segunda cuestin comn a las distintas aproximaciones puede observarse que existe una
fragmentacin notable en el debate. La discusin se produce en gran medida bajo distintos
"rtulos dogmticos", sin tener en cuenta a veces los argumentos y problemas materiales
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idnticos planteados desde otras perspectivas. En este sentido, puede decirse que esta dispersin
en el tratamiento dogmtico ha conducido a que el debate doctrinal sobre la intervencin de la
vctima sea en alto grado desordenado y confuso.
Por ello, en el anlisis de las distintas aproximaciones dogmticas, el centro de atencin ha de
estar sobre todo en la perspectiva material subyacente a las distintas aportaciones, dejando en
un segundo plano las cuestiones relativas a la ubicacin sistemtica. En este sentido, las ideas
rectoras que se encuentran en las distintas aproximaciones a la cuestin pueden ordenarse en
varios grupos en funcin de los modelos de solucin fundamentales -paradigmas- que estn en
la base de las diversas construcciones dogmticas.
2. En un primer grupo cabe reunir aquellos puntos de partida que se mantuvieron sobre
todo en una primera fase histrica.
Por un lado, se trata de determinadas reformulaciones operadas en el marco de la teora de la
causalidad para tener en cuenta la conducta de la vctima. Dentro de estas soluciones, ha de des-
tacarse la doctrina del TS de la "concurrencia de culpas", y determinadas formulaciones
jurisprudenciales de los tribunales en el mbito anglosajn en torno a la llamada contributory
negligence. Estas construcciones jurisprudenciales pretenden introducir la conducta de la
vctima en el anlisis causal para determinar cul ha sido la influencia de sta en el suceso.
Dependiendo de esa valoracin, la conducta de la vctima podr disminuir la responsabilidad
del autor o incluso excluirla por completo. Para estas doctrinas, lo decisivo ser determinar, por
ejemplo, en el caso del peatn que cruza la calzada de modo descuidado y es arrollado por un
vehculo que circula a velocidad excesiva, cul de las dos aportaciones causales -la del peatn ola del conductor- ha sido ms "intensa" o incluso "preponderante".
Por otro lado, se pueden incluir aqu tambin algunas soluciones propuestas dentro de la
dogmtica del delito imprudente, especialmente en lo que se refiere a la previsibilidad y al
deber objetivo de cuidado en el lado del autor.
A pesar de que estas soluciones se presentaron con especial frecuencia en una primera fase de
desarrollo dogmtico del problema, la razn de su ubicacin conjunta no est en la adscripcin
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a una determinada etapa de evolucin histrica, sino que esta razn se encuentra en su limitado
nivel de especificidad respecto del problema tratado. En este sentido, a la hora de determinar
cul es el paradigma fundamental de estas aproximaciones, se puede decir que ste consiste enofrecer un marco sistemtico en el que puedan desarrollarse con cierta libertad las opciones de
equidad del juzgador u otros criterios materiales. As, por ejemplo, con una formulacin
dogmtica ciertamente rudimentaria, el TS, al situar nominalmente la cuestin en el mbito de
la causalidad, en realidad est creando un espacio en el que introducir otras valoraciones. En
cierto modo, el criterio fundamental consiste precisamente en no establecer tal criterio, sino
crear un marco dogmtico para la introduccin de criterios materiales de modo encubierto.
Queda claro, entonces -y ello al margen de otras crticas que han de plantearse a estos modelos
en el plano de la construccin dogmtica-, que no son aproximaciones de sta ndole con las
que debe contentarse un desarrollo dogmtico consistente.
3. En unsegundo punto se presenta la perspectiva material que (aunque con muy diversas
matizaciones) cabe estimar an hoy mayoritaria: las soluciones que intentan aplicar
determinados parmetros derivados de la institucin del consentimiento. Aunque ello no suele
sealarse en la doctrina, esta perspectiva se encuentra no slo entre quienes afirman
abiertamente que el consentimiento debe ser el modelo de solucin -y ello en distintas
variantes-, sino que se halla tambin presente en el fondo de otras muchas construcciones
dogmticas que incorporan en sus respectivas definiciones algn tipo de rudimento de
consentimiento. El paradigma fundamental es aqu, evidentemente, la idea de que lo decisivo es
lo que haya asumido conscientemente la vctima, hasta dnde llegue su consentimiento. Desde
esta perspectiva, por ejemplo, en el supuesto de quien permite que un conductor ebrio lo
transporte en su vehculo, lo decisivo ser determinar si el pasajero conoca la ebriedad del
conductor y la posibilidad de, por ejemplo, un resultado de muerte, y si, adems, acept talriesgo.
El anlisis de estas aproximaciones muestra que los intentos de encontrar la solucin al pro-
blema con ayuda del consentimiento acaban en verdaderas manipulaciones de esta institucin,
realizadas en el empeo de adaptar el consentimiento a una problemtica para la que no est
diseado. Esta objecin, sin embargo, no es ms que el sntoma -y esto afecta a todas las
construcciones que incorporan algn tipo de rudimento de consentimiento o de consentimiento
atenuado a su concepcin como elemento fundamentador- de que el diagnstico psquico no
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puede ser el elemento decisivo: este punto de partida slo describe un sector parcial del
espectro de las consecuencias del comportamiento del sujeto lesionado en la imputacin jurdi-
co-penal. Por el contrario, hay que partir de que se trata de imputar tambin al sujeto lesionadoen cuanto sujeto que participa en la interaccin generadora del dao en sus bienes. La imputa-
cin jurdico-penal, sin embargo, no se produce exclusivamente desde su perspectiva (conscien-
te). Por el contrario, con el anlisis jurdico-penal ha de llegarse, en ltima instancia, a una
determinacin del mbito de responsabilidad del autor, y ste no puede depender sencillamente
de lo que la vctima sepa o no sepa, desee o no desee fcticamente. Dicho de modo sinttico,
quien ingiere gran cantidad de vino pelen que otro le ofrece, no puede exigir que su anfitrin
responda de sus dolores de cabeza, con independencia de que conociera o quisiera aceptar el
riesgo de sufrirlos. Incluso puede haber casos en los que ni siquiera concurre voluntad de
participar en el contacto social, en los que el sujeto que resultar daado entra en l por actos
concluyentes, y a pesar de estar "en blanco" su representacin, debe atribuirse a s mismo el
dao.
4. En un tercer grupo cabe colocar la aproximacin que ha sido desarrollada con mayor
nfasis en los ltimos tiempos, especialmente en la doctrina alemana, y sobre todo por ROXIN:
se trata de las posturas que parten como base de la solucin de la diferenciacin entre "partici-
pacin en una autopuesta en peligro" -en principio, impune- y "heteropuesta en peligro" -en
principio, punible-. Esta diferenciacin se ha convertido en una de las aproximaciones
dogmticas ms frecuentes en la discusin, sobre todo en Alemania, pero tambin en Espaa.
Desde esta perspectiva, constituye un caso de participacin en una autopuesta en peligro la
conducta de quien realiza con otro una competicin irregular de motocicletas. Es una conducta
de heteropuesta en peligro, sin embargo, la de quien lleva a un pasajero en el asiento trasero con
ocasin de tal competicin. El paradigma subyacente a esta aproximacin consiste, por lo tanto,en atribuir una relevancia decisiva a cmo se reparta la ejecucin de la actividad arriesgada
entre vctima y autor. Para justificar esta aproximacin, se ha acudido en lo esencial a dos vas
de fundamentacin. Por un lado, se ha sostenido en la doctrina alemana que si -por razn de la
peculiar estructura del 216 StGB, que no incrimina las conductas de mero auxilio al suicidio-
es impune la produccin de una autolesin, ha de serlo tambin la produccin de una autopues-
ta en peligro. Por otro lado, se ha acudido al principio general de accesoriedad de la
participacin: pues se sostiene que si la autopuesta en peligro es sin duda un comportamiento
atpico, y no existe norma especial (paralela al art. 143 CP, que en el ordenamiento espaol
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incrimina modalidades de intervencin en un suicidio ajeno) que incrimine la conducta de
"participar" en esta autopuesta en peligro, tal participacin debera ser impune.
En la valoracin de este modelo llaman desde un principio la atencin las enormes dificultades
que aparecen cuando se intenta trasladar la delimitacin a la fenomenologa. Pinsese slo, por
ejemplo, lo difcil que resulta distinguir entre conductas de heteropuesta y de autopuesta en
peligro en el mbito del contagio de una enfermedad peligrosa por va sexual. Pero no son
decisivas estas dificultades -serias- de delimitacin fenomenolgica; no son ms que indicios
del hecho de que la diferenciacin carece, en ltima instancia, de una justificacin material
convincente.
En efecto, no tiene sentido distinguir en este mbito entre autora y participacin. Y no porque
deba ponerse en duda la viabilidad de un concepto restrictivo de autor en los casos -frecuentes
en el presente mbito- en los que no exista dolo respecto del resultado. Por el contrario, esta
cuestin general puede aqu quedar abierta. La razn de la inadecuacin de esta solucin est en
que el titular del bien jurdico que resulta lesionado ocupa una posicin especial: la adscripcin
de un mbito de autoorganizacin al titular de un bien jurdico y las caractersticas de la
intervencin de terceros en ese mbito no pueden seguir el mismo rgimen que la distribucin
de responsabilidades entre autores y partcipes que cometen conjuntamente una infraccin
frente a un tercero. Ello debe ser as en atencin a la especial cualidad de uno de los intervi-
nientes de ser el titular del bien jurdico puesto en riesgo. Tiene que ser otra va la que permita
introducir la relevancia de la conducta de la vctima en el sistema de imputacin: si la
concepcin sistemtica es correcta, la decisin acerca de la tipicidad o atipicidad de la conducta
del autor debe poder fundamentarse tanto desde la perspectiva de la actuacin de la vctima
como desde la del autor. Y de hecho, esto lo tienen en cuenta implcitamente la mayora de losdefensores de la distincin: pues hay, desde una perspectiva intrasistemtica, tanto casos de
"participacin en una autopuesta en peligro" que dan lugar a la calificacin de la conducta del
autor como tpica, como supuestos en los que una heteropuesta en peligro se considera atpica,
por poder equipararse, conforme a este punto de vista, a la "participacin en una autopuesta en
peligro". Sin embargo, entonces la diferenciacin se convierte en un mero topos. En suma: la
clasificacin del suceso como "auto-" o "heteropuesta en peligro" no debe prejuzgar la solucin
material.
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5. En un cuarto grupo pueden situarse aquellas posturas que, sobre todo bajo el rtulo de
"victimodogmtica", han introducido ltimamente la idea del "merecimiento de proteccin" en
la discusin, especialmente mediante el establecimiento del as llamado "principio victimol-gico" como criterio de exencin de responsabilidad respecto del autor. Desde el punto de vista
metodolgico, este principio se configura como mxima de interpretacin teleolgica de los
tipos penales. En cuanto a su contenido material, en palabras de SCHNEMANN, quien puede
ser considerado su principal impulsor, ste consiste (como denominador mnimo comn de los
"victimodogmticos") en la tesis de que "la imposicin de la pena como ultima ratio del Estado
no es apropiada en aquellos casos en los que la vctima no merece proteccin y no necesita de
proteccin", de modo que han de "eliminarse del mbito de lo punible ...todas aquellas formas
de comportamiento... frente a las cuales la vctima puede protegerse a s misma de modo sen-
cillo y exigible sin ms". La fundamentacin de este principio se obtiene de modo deductivo
sobre la base de determinadas consideraciones relativas a la misin del Derecho penal: de
nuevo segn SCHNEMANN, de igual modo que slo la consideracin de la vctima en el
plano emprico conduce a una criminologa completa, "...tambin desde la perspectiva
normativa resulta evidente que el merecimiento y la necesidad de pena del autor hallan
correspondencia en el merecimiento y en la necesidad de proteccin de la vctima...". Despus
del anlisis de estas aportaciones se llega a la conclusin de que su paradigma se halla en
deducir de las posibilidades fcticas de autoproteccin de la vctima la necesidad de que sea ella
la que responda del suceso lesivo, lo que significa que el autor queda exento de responsabilidad
jurdico-penal, y este intento de desarrollar una "perspectiva victimolgica" en la dogmtica
jurdico-penal tropieza con serios inconvenientes. A modo de sntesis de stos puede decirse
que la "inspiracin" victimolgica, sin una adecuada fundamentacin material-normativa y sin
inscribirse en el sistema de la dogmtica jurdico-penal de modo slido, no pasa de ser una
etiqueta atractiva. La mera invocacin de la perspectiva "victimo-dogmtica" no puede llevar ala resolucin del problema de la influencia del comportamiento de la vctima en el sistema de
imputacin penal. Sin duda alguna, la "victimodogmtica" ha revitalizado el debate, y,
especialmente, ha llamada la atencin sobre las implicaciones poltico-criminales de la cuestin.
Pero con estos elementos positivos, que se resumen en su propia denominacin de "victimo"-
dogmtica, es decir, en su carcter de una construccin especficamente destinada a abordar la
problemtica de la vctima, aparece ya su debilidad decisiva: la carencia del anclaje en una
concepcin dogmtica general, que no puede obtenerse para un problema aislado, de modo
independiente de la estructura ya existente de la teora del delito. En este sentido, puede decirse
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que ya exista "victimodogmtica" en el sistema de la teora del delito -en distintos instrumentos
dogmticos- antes de que se inventara la denominacin. Dicho de otro modo: no es necesario
crear una especial victimodogmtica; es la dogmtica sin ms la que debe ser capaz de resolverel problema. Y aunque la cuestin de la denominacin sea, claro est, de menor importancia, es
esta reflexin la que desaconseja tambin el uso del trmino "victimodogmtica".
IV. La vctima en el sistema de imputacin objetiva.
1. Una vez finalizado el anlisis crtico de los modelos de solucin existentes, puede
emprenderse el intento de una reconstruccin del tratamiento dogmtico.
Para ello, es necesario dar tres pasos: en primer lugar, se trata de averiguar cul debe ser el
punto de arranque normativo para la construccin dogmtica. Este punto de partida se encuentra
en el principio de autorresponsabilidad. En segundo lugar, se trata de delinear el ncleo del
tratamiento dogmtico de la conducta de la vctima. A este respecto, hay que diferenciar
distintos niveles de anlisis: Por un lado, la conducta de la vctima requiere de un tratamiento
especfico -dentro del primer nivel de la teora de la imputacin objetiva- en aquel sector de
casos en el que es necesario adscribir el suceso al mbito de responsabilidad de la vctima. Cabe
denominar la institucin dogmtica que refleja esa necesidad "imputacin al mbito de
responsabilidad de la vctima" o, en breve, "imputacin a la vctima". Por otro lado, la conducta
de la vctima tambin puede adquirir relevancia en otras instituciones generales de la teora de
la imputacin objetiva, tanto en el plano de la tipicidad de la conducta o imputacin del
comportamiento como en el plano de la imputacin del resultado.
El contenido de esta reconstruccin dogmtica puede sintetizarse -por razones de espacio, tan
slo de manera muy esquemtica- en tres tesis fundamentales que se exponen a continuacin:
2. En primer lugar: existe un principio de "autorresponsabilidad de la vctima"
a) El contenido del art. 10.1 de la Constitucin espaola -o de otras normas
constitucionales similares-, que establece el "libre desarrollo de la personalidad" como funda-
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mento de la organizacin social, no puede ser entendido fuera de un sistema en el que est
consagrada implcitamente una nocin del ciudadano como sujeto autnomo.
b) Adems de la genrica atribucin de autonoma a cada sujeto, con el correlativo
principio de responsabilidad personal que sta conlleva, al titular de los bienes jurdicos perso-
nales debe atribursele una posicin especial. Puesto que el sacrificio por parte del propio titular
de esos bienes no es reprimido por el Derecho penal, y las intervenciones de terceros en activi-
dades autolesivas es incriminada de modo excepcional por normas especiales, queda al albedro
del titular de esos bienes configurar su actividad vital de tal modo que se genere un riesgo para
sus propios bienes. Como correlato de esa libertad de organizacin arriesgada, ser tambin el
titular quien deba asumir de modo preferente los daos que puedan derivar de ella. La especial
relacin que une al titular con sus bienes -ms densa que la que puede existir respecto de los
bienes de cualquier otro- debe manifestarse -cuando junto al titular intervenga otro sujeto-, en
que nadie puede responder antes que el titular de los daos que se puedan generar. Lo contrario
implicara privar al titular de su libertad de organizacin, e imponer a los dems un deber de
tutela que, al no estar formulado de modo expreso, no existe.
Como punto de partida previo a la construccin dogmtica, por lo tanto, el principio de
autorresponsabilidad consiste en el reconocimiento de libertad de organizacin, y,
correlativamente, en la atribucin de una responsabilidad preferente -como ha destacado sobre
todo NEUMANN- al titular de los bienes.
Partiendo de que tal desarrollo dogmtico no puede quedar predeterminado plenamente por un
concepto previo de autorresponsabilidad, cules son las lneas fundamentales que, sin
embargo, s cabe extraer del binomio autonoma-responsabilidad, de la existencia de un "mbitode responsabilidad preferente" de la vctima?
En primer lugar, parece que la determinacin de la atribucin a la vctima del dao no es uno de
los supuestos en los que es una causa -excepcional- de justificacin la que la realizacin de lo
que por regla general est prohibido, sino que tal determinacin afecta de modo general
precisamente a lo que "est prohibido" o no. Dicho de otro modo: se trata de un problema de
tipicidad.
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En segundo lugar, slo podr servir de pauta la idea de autorresponsabilidad cuando el contexto
normativo efectivamente est orientado -como sucede por regla general- a garantizar la libertad
frente a intromisiones en la esfera de la vctima. Cuando, por el contrario, el contexto normativodel mbito en cuestin prevea tales intromisiones, con una funcin tuitiva, en la esfera de la
vctima, es decir, no se reconozca autonoma -en cierta medida- de organizacin, la solucin
dogmtica por definicin no responder a la idea de autorresponsabilidad.
En tercer lugar, aunque ello parezca evidente, hay que sealar que slo derivarn consecuencias
jurdico-penales del principio de autorresponsabilidad para la conducta del autor cuando la
actividad pueda ser efectivamente atribuida a la vctima. Cuando ello no sea el caso, pueden
operar otras instituciones dogmticas no especficas de la intervencin de la vctima, cuyo
funcionamiento, como es lgico, responde a otras bases distintas.
2. En segundo lugar: Existe una institucin dogmtica "imputacin al mbito de
responsabilidad de la vctima"
a) Esta institucin opera en los supuestos en los que el titular de un bien jurdico ("vcti-
ma") emprende conjuntamente con otro ("autor") una actividad que puede producir una lesin
de ese bien jurdico. La actividad generadora del riesgo debe ser imputada al mbito de respon-
sabilidad preferente de la vctima, en la medida en que -en primer lugar- la actividad
permanezca en el mbito de lo organizado conjuntamente por autor y vctima, -en segundo
lugar- la conducta de la vctima no haya sido instrumentalizada por el autor, por carecer sta de
la responsabilidad o de la base cognitiva necesarias para poder ser considerada autorrespon-
sable, y -finalmente, en tercer lugar- el autor no tenga un deber de proteccin especfico frente alos bienes de la vctima.
b) Presupuesto y objeto de referencia de la imputacin al mbito de responsabilidad de la
vctima es que lo sucedido -la actividad arriesgada que produce el dao- se corresponda con la
organizacin conjunta de autor y vctima. La interaccin entre vctima y autor crea un contexto
comn de un mismo significado objetivo. Este significado objetivo se determina conforme a
patrones normativos: slo aquellos aspectos de la organizacin son "conjuntos" que se
presenten como un elemento inherente a la actividad elegida por la vctima, y ello como funcin
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de su autonoma.
No hay organizacin conjunta, entonces, cuando la conducta del autor introduce un elementoadicional a los factores de riesgo presentes en el contexto comn, o cuando la situacin de he-
cho contiene de algn otro modo un factor de riesgo que no pertenece a la organizacin conjun-
ta.
As, por ejemplo, no habr imputacin a la vctima cuando sta, copiloto en una competicin de
motocicletas, sufra un dao derivado de un defecto previo en los frenos, y no de una incidencia
normal en la carrera.
Tampoco podr imputarse el dao al mbito de responsabilidad de la vctima cuando la
organizacin conjunta entre autor y vctima contenga un reparto de tareas que implique -de
modo unilateral o bilateral- cometidos de control de ciertos elementos de riesgo y sea
precisamente uno de esos elementos el que genere el riesgo que se concreta en la lesin de la
vctima.
En este sentido, no habr imputacin a la vctima cuando la lesin sufrida por un alpinista se
deba a una sujeccin deficiente de la cuerda de seguridad por parte de su compaero de
escalada.
c) Existen mbitos, sin embargo, en los que a pesar de concurrir varios sujetos
autorresponsables en una actividad arriesgada, el ordenamiento del sector en cuestin establece
reglas especiales conforme a las cuales a uno de esos sujetos corresponde una especial
obligacin de tutela frente a los dems intervinientes en esa actividad. Se trata de supuestos enlos que una razn normativa especfica desplaza al principio de autorresponsabilidad y sus con-
secuencias dogmticas.
As sucede, por ejemplo, en el mbito de las relaciones laborales, en el que el ordenamiento
obliga -en cierta medida- al empleador a prevenir imprudencias autolesivas de los trabajadores.
3. En tercer lugar: la imputacin al mbito de responsabilidad de la vctima forma parte
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de la teora de la imputacin objetiva
a) De lo antes expuesto se deduce fcilmente que desde la perspectiva aqu adoptada, la"imputacin a la vctima" debe configurarse como una institucin dogmtica incluida en el pri-
mer nivel de la imputacin objetiva: la imputacin del comportamiento o de la conducta. En
efecto, si el suceso realizado de modo conjunto es atribuido al mbito de responsabilidad de la
vctima, no puede ser tpica la conducta del autor.
b) La imputacin al mbito de responsabilidad de la vctima introduce en la construccin
dogmtica de la teora del tipo un dato -la responsabilidad preferente del titular del bien jurdi-
co- adicional sobre otros mecanismos de distribucin de responsabilidad de carcter ms ge-
nrico. Por ello, dentro del primer nivel de la imputacin objetiva, la imputacin a la vctima
debe ser distinguida de otras instituciones, respecto de las cuales mantiene una relacin de
especialidad.
En efecto, la "imputacin a la vctima" no slo debe ser diferenciada de la imputacin de
resultados, sino que an dentro del primer nivel de la imputacin objetiva -la constatacin de la
tipicidad de la conducta- debe ser distinguida de otras instituciones. En este sentido, el factor
normativo de la autorresponsabilidad de la vctima aade un dato adicional y diferencial al
juicio de imputacin. Cabe observar que existe esta relacin con base en el hecho de que
muchos de los supuestos en los que se plantea la cuestin de la relevancia de la conducta de la
vctima constituyen de modo evidente conductas que en principio -de no concurrir la conducta,
precisamente, de la vctima- estaran sin duda alguna dentro del mbito tpico: si, por ejemplo,
en el caso antes citado del juego de puntera del TS se hubiera visto afectado un tercero no
interviniente en la interaccin o un sujeto no responsable, nadie dudara de que las correspon-dientes conductas deberan ser consideradas tpicas.
Algunas aproximaciones a la problemtica no reconocen, sin embargo, este carcter especfico
a la conducta de la vctima, si bien puede decirse que la mayora de los autores reservan -
aunque sea tcitamente o por va de una organizacin del material en distintos topoi- un marco
autnomo a la cuestin.
Lo cierto es, sin embargo, que el hecho de que la conducta que "en principio" es tpica (en
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relacin con terceros, por ejemplo), no lo sea finalmente cuando se trata de una contribucin de
la vctima, se explica por el hecho de que hay casos en los que la intervencin del autor en un
emprendimiento en el que se ponen en peligro los bienes de la vctima precisamente es impuneporque el otro interviniente es idntico con el titular del bien jurdico: es as como se concreta
en el plano dogmtico la existencia de un mbito de responsabilidad preferente del titular de un
bien jurdico.
c) En particular, si la conducta del autor en relacin con la cual aparece la conducta de la
vctima est cubierta por un riesgo permitido o puede ser desvinculada del posterior desarrollo
lesivo por no estar conectada objetivamente con ste (prohibicin de regreso), no ser necesario
examinar si debe imputarse lo sucedido al mbito de responsabilidad de la vctima.
En lo que se refiere al riesgo permitido, en primer lugar, las expectativas de (potenciales)
vctimas pueden ser uno de los criterios determinantes a la hora de fijar el nivel del riesgo
permitido. Cabe corroborar esta afirmacin, a modo de ejemplo, en relacin con el mbito de la
responsabilidad jurdico-penal por la fabricacin o distribucin de determinados productos. En
principio, parece claro que quien asume la actividad de fabricar ciertos bienes para que sean
accesibles a un gran nmero de personas, tiene tambin el deber de respetar todas las reglas
existentes para evitar posibles daos a los consumidores. Y precisamente esas reglas vienen
codeterminadas por las expectativas, la "confianza" que el consumidor pueda tener en el
producto, o, en palabras del TS -en la Sentencia del caso de la colza-: "El criterio general al que
cabe remitir para posibilitar una concesin [sic] precisa de las exigencias de cuidado en este
mbito est constituido por las 'expectativas del consumidor'... el productor debe tomar en
cuenta como medida del cuidado exigido los riesgos que el consumidor estara dispuesto a
asumir en una ponderacin razonable". En segundo lugar, existen determinados mbitos en losque el permiso genrico de una actividad arriesgada necesita de una aceptacin de la vctima: el
riesgo permitido puede estar formulado de tal modo que tenga como presupuesto el "consen-
timiento" en la realizacin de la actividad plurisubjetiva. En estos casos, puede decirse que
riesgo permitido y consentimiento son congruentes; o dicho de modo ms exacto: el riesgo
permitido tiene como presupuesto el consentimiento en la participacin en el comportamiento
conjunto. Esto no cambia en nada el hecho de que el conjunto de comportamientos "ftbol", por
ejemplo, est permitido de manera desvinculada del contexto subjetivo -ms all de la asuncin
de la intervencin en el contexto social- de los intervinientes. En este sentido, lo relevante aqu
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no es el consentimiento (que introduce el contexto), sino el permiso general.
En cuanto a la llamada prohibicin de regreso, introducida en la discusin moderna en materiade imputacin objetiva sobre todo por JAKOBS, consiste en lo fundamental en desvincular un
comportamiento inicial correcto de posibles conductas autolesivas posteriores.
As, por ejemplo, cuando el empleado de una gasolinera llena el depsito de combustible de un
automvil cuyas cubiertas se encuentran de modo tan evidente en mal estado que es palmario
que va a producirse un accidente si se sigue circulando con el vehculo, esta aportacin causal
del empleado no puede dar lugar a una responsabilidad por un delito de lesin -doloso o impru-
dente, dependiendo del lado subjetivo-. Lo mismo sucede si un sujeto -sin tener ningn tipo de
conocimientos sobre el particular- afirma en una reunin social que en el mes de marzo, en
determinada zona de montaa, suele haber una temperatura muy alta, lo que alguien que le
escucha toma como base para realizar una excursin a esa zona con un equipo de verano, por lo
que sufre lesiones por congelacin. Tambin puede sostenerse que la conducta del autor no
tiene significado delictivo si ste guarda en un recipiente de apariencia inocua -por ejemplo, en
una botella de refresco- un lquido venenoso, en circunstancias tambin aparentemente inocuas
-por ejemplo, en la nevera-, y la vctima, quien penetra de modo no autorizado en la vivienda,
ingiere el lquido y sufre lesiones.
d) La conducta de la vctima tambin puede alcanzar relevancia, finalmente, en el segundo
nivel de la teora de la imputacin objetiva, la imputacin de resultados. En este mbito -en
cuya extendida fenomenologa no puede aqu entrarse-, han de seguirse las reglas generales,
segn las cuales ha de comprobarse que existe una relacin normativa entre la conducta tpica y
el resultado conectado causalmente a sta.
Cabe destacar que slo en aquellos casos en los que el resultado es consecuencia tanto de la
conducta tpica del autor como de una conducta inadecuada de la vctima -que pueden
denominarse supuestos de confluencia de conductas-, ello podr disminuir -en atencin al
carcter autorresponsable de la vctima- la responsabilidad del autor, introducindose as una
regla especfica.