maravillas

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Una tarde, la hermosa Alicia había ido al campo con su mamá. Se puso a jugar y a perseguir a las multicolores mariposas que volaban de flor en flor. Jugó tanto que sintiéndose cansada, se sentó a la sombra de un árbol, dispuesta a leer un libro de cuentos. Como hacía mucho calor, la niña sintió sueño, un sueño tan profundo, que se quedó dormida apenas había iniciado la lectura de su libro. En su sueño vio que un conejo blanco, con ropas estrafalarias y con un reloj en la mano, decía constantemente: ¡Llegaré tarde! ¡Llegaré tarde! — A dónde llegará tarde un conejo? —Se preguntó Alicia. Y viendo que el conejo blanco se metía por el hueco de un árbol, la niña lo siguió, y cuando el conejo pasó por el ojo de la cerradura de una puerta, pensó que no podría hacer lo mismo. Miró alrededor de la vivienda y vio sobre una mesa una botella, cuyo letrero decía: “Bébeme”. Alicia bebió su contenido y sucedió un prodigio: disminuyó tanto de tamaño, que pudo pasar por el ojo de la cerradura para seguir al conejo. Pero éste había desaparecido ya. Halló, en cambio, una casita roja rodeada de un bello jardín. Entró en ella y vio en el comedor un apetitoso plato de guisos. Alicia los probó y, al instante, comenzó a crecer. Creció tanto, que su cabeza rompió el techo, asustando a un ave que anidaba allí y que se puso a chillar: — ¡Auxilio! ¡Acabo de ver un monstruo! — No soy un monstruo. Soy una niña —Se defendió Alicia. — Mentira. No hay ninguna niña que tenga un cuello, brazos y piernas tan enormes. ¡Fuera, si no quieres que picotee tu nariz! Luego, la niña vio otro plato con exquisitos hongos guisados. Pensando que podrían tener la virtud de disminuir la descomunal estatura que había adquirido, comió unos cuantos y, al momento, vio que su talla disminuía, hasta llegar a su porte normal. Alicia continuó hacia adelante, hasta dar con unos naipes que tenían cabeza, brazos y piernas que salían de las cartulinas en que estaban grabados. — ¿Qué hacéis en esa apariencia? —Les preguntó, sorprendida, Alicia. —Estamos pintando de rojo las rosas blancas, porque hemos arrancado, sin darnos cuenta, las rosas rojas del jardín de la reina. Si ésta se entera, nos hará cortar la cabeza —respondieron las extrañas figuras. — ¿Quién es vuestra reina? —Les preguntó la niña. — L a Reina de la Baraja. Es cruel y por la menor cosa hace decapitar a cualquiera —le contestaron.

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Cuento clasico de Alicia en el pais de las maravillas. dominio publico

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  • Una tarde, la hermosa Alicia haba ido al campo con su mam. Se puso a jugar y a perseguir a las multicolores mariposas que volaban de flor en flor. Jug tanto que sintindose cansada, se sent a la sombra de un rbol, dispuesta a leer un libro de cuentos. Como haca mucho calor, la nia sinti sueo, un sueo tan profundo, que se qued dormida apenas haba iniciado la lectura de su libro. En su sueo vio que un conejo blanco, con ropas estrafalarias y con un reloj en la mano, deca constantemente: Llegar tarde! Llegar tarde! A dnde llegar tarde un conejo? Se pregunt Alicia. Y viendo que el conejo blanco se meta por el hueco de un rbol, la nia lo sigui, y cuando el conejo pas por el ojo de la cerradura de una puerta, pens que no podra hacer lo mismo. Mir alrededor de la vivienda y vio sobre una mesa una botella, cuyo letrero deca: Bbeme. Alicia bebi su contenido y sucedi un prodigio: disminuy tanto de tamao, que pudo pasar por el ojo de la cerradura para seguir al conejo. Pero ste haba desaparecido ya. Hall, en cambio, una casita roja rodeada de un bello jardn. Entr en ella y vio en el comedor un apetitoso plato de guisos. Alicia los prob y, al instante, comenz a crecer. Creci tanto, que su cabeza rompi el techo, asustando a un ave que anidaba all y que se puso a chillar: Auxilio! Acabo de ver un monstruo! No soy un monstruo. Soy una nia Se defendi Alicia. Mentira. No hay ninguna nia que tenga un cuello, brazos y piernas tan enormes. Fuera, si no quieres que picotee tu nariz! Luego, la nia vio otro plato con exquisitos hongos guisados. Pensando que podran tener la virtud de disminuir la descomunal estatura que haba adquirido, comi unos cuantos y, al momento, vio que su talla disminua, hasta llegar a su porte normal. Alicia continu hacia adelante, hasta dar con unos naipes que tenan cabeza, brazos y piernas que salande las cartulinas en que estaban grabados. Qu hacis en esa apariencia? Les pregunt, sorprendida, Alicia. Estamos pintando de rojo las rosas blancas, porque hemos arrancado, sin darnos cuenta, las rosas rojas del jardn de la reina. Si sta se entera, nos har cortar la cabeza respondieron las extraas figuras. Quin es vuestra reina? Les pregunt la nia. L a Reina de la Baraja. Es cruel y por la menor cosa hace decapitar a cualquiera le contestaron.

  • A poco, apareci un gato de extrao aspecto. Cuando Alicia intent acariciarlo, desapareci, dejando sucola flotando en el aire y, algo ms lejos, su cabeza. Esta cabeza rea a carcajadas, lo que sorprendi an ms a la nia. Es el gato burln de la reina explic un naipe. No intentes acariciarlo, porque si lo ve la reina, te har cortar la cabeza. Vuestra reina es una malvada! protest Alicia. Casi al mismo tiempo, la nia oy una voz colrica, que desde el otro extremo del bosque gritaba. Quin se ha atrevido a cortar las rosas rojas de mi jardn? Sigui luego un silencio profundo, slo interrumpido por los latidos del emocionado corazn de Alicia. La voz prosigui: Que le corten la cabeza al culpable! Era la reina que, al ver a Alicia, pregunt: Quin es esta nia? Que le corten la cabeza! Por qu me la van a cortar? Yo no he arrancado las rosas! Exclam asustada la nia. Luego, ech a correr, seguida del ejrcito de naipes que deseaban congraciarse con la reina. sta seguadiciendo: Que le corten la cabeza! Detenedla! Alicia se sinti invadida de un miedo atroz, y su terror aument cuando la reina la alcanz, zarandendola de un brazo. No podis hacerme dao aleg Alicia. Y quiero que sepa usted, reina orgullosa y malvada, que soy muy superior, y para demostrrselo, mire lo que hago. Alicia sopl con todas sus fuerzas hacia los soldados serviles que se le acercaban, y todo el ejrcito de naipes vol esparcido por los aires. Pero la reina continuaba clamando venganza. Y ahora eran muchos animales, grandes y amenazadores, entre ellos el gato burln de la reina, los que se le iban acercando pretendiendo cerrarle el paso Vio cruzar ante ella al conejo blanco, presuroso y temiendo llegar tarde, como siempre. Alicia ech a correr en pos de l, perseguida por os animales que gritaban detrs de ella, y por la reina, cuya voz sonaba ms fuerte que todas repitiendo: Cortadle la cabeza!. La reina volvi a zarandearla, esta vez con ms fuerza. Entonces Alicia despert y se dio cuenta que su mam la mova, dicindole:

  • Hijita linda, no tienes ganas de comer? Todo haba sido un pesado sueo, una tremenda pesadilla! Autor: Lewis Carrol.