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  • 7/25/2019 Marxismocritico.com-Introduccin a Raymond Williams Complejidad Inmanencia y La Larga Revolucin en Raimond Williams Dani

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    Introduccin a Raymond Williams. Complejidad,

    inmanencia y la larga revolucin en Raimond

    Williams: Daniel Hartley

    marxismocritico.com /2016/01/08/introduccion-a-raymond-williams/

    Raymond Williams es de sobra conocido como precursor de los estudios culturales, es decir, como un

    marxista preocupado por las cuestiones culturales cuyos trabajos parecen haber (mal) envejecido. Si el

    conocimiento de este autor se queda tan a menudo aqu, Daniel Hartley propone, al contrario, redescubrir

    a Williams como un marxista particularmente innovador, cuyas penetraciones tericas siguen siendo de

    actualidad. En este texto, Hartley esclarece tres conceptos de Williams que hacen de l un autor decisivo

    para hoy: la complejidad, la inmanencia y la larga revolucin. Al confrontar a Williams con la crtica

    althuseriana de su tiempo (Terry Eagleton), Hartley lo presenta como un pensador de las densidades

    materiales, culturales y econmicas que dan a la tradicin socialista una dimensin trgica, es decir, en

    puridad, estratgica.

    Con algunas excepciones ms o menos, la obra de Raymond Williams no ha sido siempre abordada con

    el rigor sistemtico que merece. El presente artculo trata, modestamente, de contrarrestar esta tendencia

    pensando en la unidad que las diversas lecturas parciales de Williams han perdido de vista. Si este intento

    corre el riesgo de parcialidad sincrnica o por retomar la expresin de Williams epocal, es sin

    embargo necesario si queremos asegurar la visin de conjunto del trabajo de toda su vida. Hacerlo as es

    importante tanto para nuestra comprensin del proyecto poltico global de Williams, como para nuestra

    capacidad de pensar e intervenir en la compleja totalidad de nuestro propio presente histrico. En otras

    palabras, la actualidad de Williams tiene hoy como condicin, en mi opinin, la reconstitucin de la

    totalidad de su obra. Esta totalidad puede expresarse en dos mximas, en apariencia banales, pero que

    creo son determinantes en todos los niveles de su obra:

    El mundo es ms complejo de lo que pensamos (la mxima de complejidad)

    Estamos dentro de l (mxima de inmanencia)

    En lo que sigue intentar despejar el sentido de estas dos mximas y comprender en qu medida

    conforman la teora de la revolucin de Williams. Con ello espero aportar una nueva luz sobre algunos de

    sus conceptos ms conocidos como la estructura de sentimiento (structure of felling), y poner el acento

    en aspectos de la obra hasta ahora desatendidos, y el no desdeable papel central, en su proyecto

    general, del drama naturalista.

    La mxima de complejidad

    Lo que Williams llama la cultura vivida (1965, 66) o el proceso socio-cultural (2010, 246) consiste en un

    nmero potencialmente infinito de prcticas sociales y artsticas, de relaciones, de valores, que

    naturalmente exceden el nmero de documentos en los que estas prcticas y valores estn registrados.

    Eso quiere decir que de un periodo a otro, todo lo que sobrevive del periodo anterior forma la cultura

    registrada de la poca anterior (1965, 66). Ahora bien, la supervivencia misma de esta cultura registrada

    depende de la constitucin de lo que Williams llama tradiciones selectivas: una interpretacin

    intencionalmente selectiva de un pasado determinante y de un presente predeterminado (1977, 115); no

    se trata de una seleccin neutra entre las poca pasadas, sino de una versin del pasado que pretende

    unirse al presente y legitimarlo (ibd., 116). As, la ontologa social de Williams presupone siempre dos

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    niveles estrechamente unidos: un presente en el que se cruzan actividades y relaciones sociales en

    cantidades potencialmente infinitas, y un conjunto de tradiciones selectivas que sobre-determinan ese

    presente, actuando sobre l y vinculndolo a un pasado seleccionado. Nuestra relacin con el pasado

    est, en este sentido, doblemente limitada: la cultura registrada de una poca dada no representa ms

    que la nfima parte de la totalidad de la actividad humana, e incluso estanfima parte ha sido radicalmente

    restringida por la tradicin selectiva. De ah la importancia poltica de la mxima de la complejidad,

    resumida en uno de los pasajes ms categrico de la obra de Williams: Ningn modo de produccin, y

    por lo tanto ninguna sociedad dominante u orden social, y por lo tanto ninguna cultura dominante, agota

    realmente el completo abanico de prctica humana, de energa humana, de intencin humana (1977,125; en cursiva en el original).

    La insistencia de Williams en la complejidad es a la vez poltica y metodolgica: es un intento de producir

    una teora adecuada a las continuidades y posibilidades delpresente, para intervenir en l y en l

    preparar un futuro complejo y colectivo. En el momento de precisar la ms importante de sus

    innovaciones conceptuales, la estructura de sentimiento [empfindungen], Williams desarrollar aun ms

    su reflexin sobre los elementos de la complejidad social habitualmente desdeados por lo que l llama el

    anlisis epocal (por ejemplo, 1977, 121). Este anlisis aborda los procesos culturales como sistemas,

    perpetuando as la idea, poltica y metodolgicamente funesta, segn la cual los rdenes sociales

    dominantes agotan de hecho todas las prcticas y las intenciones humanas. Como veremos, la crtica que

    formula Williams al anlisis epocal tiene una importancia decisiva, no solamente por su tentativa de

    detectar las fuentes y las estrategias de las resistencias en el presente, sino tambin para su

    comprensin del proceso post-revolucionario que, si pretende durar y tener xito, no puede reducirse con

    optimismo a una simple toma y subsiguiente marchitamiento del poder estatal.

    En 1977 Williams lleg a definir la estructura de sentimiento como experiencias sociales en solucin, a

    diferencia de otras formaciones semnticas sociales que han sidoprecipitadasy resultan ms evidentes y

    ms inmediatamente aprovechables (1977, 133-134). Williams intenta as captar los elementos de la vida

    social que estn an en curso, an emergentes, y que, sin corresponder ya a un flujo anrquico, no

    pueden reducirse a los modos de pensamiento o de representacin preexistentes (precipitados): estos

    elementos tienen una estructura hecha de enlaces particulares, de acentuaciones y rechazos

    particulares (ibd., 134) as como de relaciones especficas internas (ibd., 132).

    Es significativo que el concepto estructura de sentimiento haya surgido de las reflexiones hechas por

    Williams, durante toda su vida, sobre las mltiples implicaciones poltico-filosficas del estilo literario.

    Aparece muy claramente ya en una de las formulaciones ms tempranas del concepto:

    Toda reflexin seria sobre el arte debe tomar como punto de partida dos hechos en apariencia

    contradictorios: una obra importante es siempre, en un sentido irreductible, individual; al mismo tiempo,

    las obras de arte forman autnticas comunidades, de gnero, de poca y de estilo []. El dramaturgo

    individual produce tal obra, pero, sin embargo, eso que ha producido hace parte de eso que nosotros

    podemos enseguida saber ms generalmente de una poca o de un estilo.

    Es a fin de explorar esta relacin esencial por lo que utilizo el trmino estructura de sentimiento. (1973,

    8-9)

    Williams se interesa por dos de los principales problemas comnmente asociados al estilo: en primer

    lugar, en el sentido del estilo individual, la relacin de una obra o de un autor individual con las

    convenciones literarias colectivas, como las formas y los gneros; en segundo lugar, en el sentido del

    estilo de la poca, est la cuestin ms general de la periodizacin y de la generacionalidad como tal

    esa cualidad inefable comn a un nmero de fenmenos diversos en un momento dado de la historia. Al

    primero le llamar el problema de la experiencia transindividual; al segundo, el de la temporalidad

    histrica.

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    Sobre la base y desde la crtica de las ideologas del lenguaje de la revista literaria Scrutiny,

    profundamente marcada por el pensamiento de F.R. Leavis, as como por los influyentes escritos de T.S.

    Eliot, arranca la teora de Williams sobre el estilo con una investigacin sobre el discurso en el teatro

    naturalista. Para Williams el principal problema con que se encuentran los dramaturgos (esbozado a lo

    largo de las pginas de Drama From Ibsen to Brecht[1968]) es el siguiente: desde el momento en que se

    establece un cierto nivel de discurso conversacional, nunca se puede sobrepasarlo: nos encontramos

    confinados en el interior de sus lmites en momentos en que se hace sentir la necesidad de una mayor

    intensidad de expresin (1979b, 208). O en el otro extremo, es tan intolerable adoptar para el conjunto

    una forma general de versificacin que eleva todo al nivel del mito, como descender de lo metafsico a lotrivial en un verso uniformizado, tal como se encuentra en las obras tardas de Eliot (bid.). As, si un

    dramaturgo reproduce fielmente un discurso humano verosmil, corre el riesgo de una expresin

    inadecuada en los momentos de tensin; si, por el contrario, mantiene uniformemente el registro formal,

    puede que contravenga el ideal naturalista de lo verosmil o que cree rupturas de tono, de un pattico

    cmico, oscilando de lo sublime a lo vulgar. No hay pues que extraarse de que el ideal de discurso

    dramtico planteado implcitamente por Williams integre mltiples niveles estilsticos que producen una

    enunciacin dramtica adaptada a la expresin de toda la gama de emociones humanas, fluctuaciones

    afectivas pre-conscientes, en apariencia las ms personales, hasta los sentimientos ms oficiales,

    reconocibles formal y pblicamente.

    Williams percibi muy pronto en el teatro naturalista el sentido del marco domstico.

    Tal vez sea una etapa particular de la sociedad burguesa en la que la accin decisiva tiene lugar en otra

    parte, y lo que se desarrolla, en el encierro de esas habitaciones, es el conjunto de las consecuencias

    humanas: concretamente las consecuencias de una sociedad relativamente ociosa. Mirar por la ventana

    hacia donde se est decidiendo nuestra vida; esta forma de conciencia es especfica [] Las habitaciones

    no estn ah para definir a los personajes, sino ms bien para definir lo que parece que son, lo que no

    pueden aceptar que son. (1973, 387).

    Contrariamente a la expresin total e integrada del teatro griego antiguo , la forma de realizacin

    lingstica de la estructura de sentimiento burguesa se distingue por su estilo condenado a la

    superficialidad, forzado solamente a sugerir profundidades inaccesibles escondidas bajo lo que es

    realmente expresado, y expuesto a no ofrecer ms que un sentido deseado (Williams & Orrom 1954,

    45). Es decir, como observaba Vladimir Nemirovich-Danchenko comentando a Chejov, el dilogo escrito

    por el autor no es ms que una plida copia de las emociones, su manifestacin exterior, que omite

    muchas cosas (citado en ibd., 46). El que Williams haya encontrado esta situacin insostenible es

    importante por dos razones. La primera razn tiene que ver con su concepcin del teatro, traducida a lo

    largo de toda su vida en una bsqueda de formas adecuadas de la forma total. La segunda, se relaciona

    con los tratamientos marxistas contemporneos de la cultura que, tal como Williams los entenda (en una

    palabra, como variaciones sobre el modelo base-superestructura) eran, segn l, inadecuados. Estas

    aproximaciones dependen de una historia conocida, de una estructuraconocida, deproductos

    conocidos (1977, 106-107), es decir, de sistemas de pensamiento dotados de una coherencia interna yque se realizan de manera plenamente acabada, sin residuos. Lo que estos acercamientos ignoran, es

    precisamente ese mbito de la experiencia transindividual que el teatro naturalista est obligado a sugerir

    constantemente: para captar este mbito Williams desarroll su teora de la estructura de sentimiento,

    refirindose a experiencias sociales en solucin, distintas de las otras formaciones semnticas sociales

    que han sidoprecipitadasy puestas a disposicin de manera ms evidente e inmediata (1977, 133-134).

    De este modo, el ngulo de ataque principal de Williams a las teoras marxista de la literatura y de la

    cultura y en definitiva, la lnea bsica de de su intento de reconstruccin de estas mismas teoras

    estuvo determinado por su reconocimiento de la inadecuacin constitutiva de la expresin lingstica en el

    primer teatro naturalista. La atencin prestada por Williams a esta inadecuacin est tambin en el origen

    de su antipata hacia los entusiastas de la revolucin que creen que la toma de los rganos del Estado es

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    suficiente para cumplir una transformacin social real y duradera; estas posiciones, para Williams,

    subestiman las profundidades escondidas de nuestros lazos sociales y nuestros posicionamientos todo

    lo que los silencios elocuentes del teatro naturalista haban justamente sacado a la superficie.

    El problema de la experiencia transindividual est, por definicin, conectado tambin con la cuestin de la

    temporalidad histrica, que surge cuando se piensa en los estilos de la poca. En definitiva, se trata del

    problema de pensar la identidad y la diferencia simultneamente: la identidad de los fenmenos

    heterogneos unificados mediante un principio temporal compartido, y la diferencia intrnseca a la

    aparicin de la novedad histrica. La sofisticada teora de la temporalidad histrica que formula Williamsdebe ser entendida como parte de una reflexin ms amplia sobre el concepto de herencia, una de las

    preocupaciones centrales a lo largo de toda su vida.

    Cuando Williams se reincorpora a Cambridge despus

    de la guerra para completar sus estudios, se siente por

    primera vez en un mundo extrao; la gente que le rodea

    parece hablar otra lengua distinta a la que l haba

    conocido anteriormente en Cambridge. En este contexto

    de sentimiento de alienacin un contexto en el que el

    optimismo poltico, aparentemente nada problemtico,

    de los aos 30 haba dado paso a una oleada deapostasa poltica Williams tuvo la experiencia de una

    conexin profunda con el teatro de Ibsen, al que estudi

    durante meses mientras redactaba una tesis de 15000 palabras para los Tripos [exmenes de fin de curso

    en Cambridge]. La intensidad de esta conexin es significativa: Williams declara abiertamente que la

    estructura central de sentimiento de las obras de Ibsen a saber, el hecho de que todos los personajes

    son vencidos, sin que el impulso que les mueve sea por ello puesto en cuestin corresponde

    precisamente a su propia estructura de sentimiento del periodo 1945 a 1951 (1979b, 62-63). Llega incluso

    a decir que son las obras de Ibsen las que le han protegido de la rpida defeccin de los aos 30 de sus

    antiguos compaeros de Partido, mientras que en l surga una personalidad totalmente diferente, muy

    diferente de la que haba sido la suya (ibd. 63). Las obras de Ibsen tuvieron pues una gran importancia

    en la formacin del proyecto intelectual y poltico de Williams: afectan a las races de sus compromisos

    personales y polticos ms profundos. Adems, se puede entrever ya aqu la definicin de la forma

    dramtica propuesta ms tarde en Modern tragedy(1966), a saber, un concepto de forma dramtica como

    el que da formaa la experiencia social; como veremos, cuando Williams escribe que la revolucin es una

    accin trgica (1979a, 83), no est estetizando un fenmeno social, sino sugiriendo ms bien, que la

    tragedia es la forma realde la revolucin social.

    El material temtico del teatro de Ibsen sirvi tambin de fundamento a algunos conceptos tericos de

    Williams. Es decir, Williams tradujo algunos temas dramticos de las obras de Ibsen al registro terico; el

    ms importante, el de la herencia filial en todas sus formas, desde el legado financiero y el

    endeudamiento hasta las enfermedades genticas. Creo que hay tres explicaciones posibles a estafuerza de atraccin del tema en Williams: en primer lugar, el modo de crtica literaria practicada por F.R.

    Leavis el que ms influy a Williams se fundaba en la constitucin de las lneas de herencia literaria

    que Leavis llamaba tradiciones o pistas; segundo, como ya vimos, la situacin de Cambridge despus

    de la guerra puso a Williams ante la encarnacin ms tajante de la discrepancia entre dos generaciones

    es decir que su obsesin por las generaciones naci en las circunstancias histricas nicas de su vuelta a

    Cambridge; y en tercer lugar, como atestigua su novela autobiogrfica Border Country(1960), el mismo

    Williams experiment como su relacin con su padre estaba marcada por una contradiccin entre la

    herencia biolgica y la herencia social, esta ltima perturbada por los nuevos modelos surgidos del

    desarrollo econmico (el hijo que ya no sigue los pasos del padre y ya no recibe de l el saber especfico

    de un oficio). En consecuencia, la ampliacin de la herencia en Ibsen, de la esfera familiar a la esfera

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    social, no poda por menos que resonar en Williams cuando cita un pasaje clave de Espectros no me

    falta nada para creer, pastor, que todos somos espectros. No es slo que corra en nuestras venas la

    sangre de nuestros padres; es que llevamos tambin una especie de idea destruida, una especie de

    creencia muerta Nada de eso vive: pero, a pesar de todo, no deja de estar all en el fondo de nosotros

    mismos, sin que jams logremos desecharlo.(citado en 1973, 49) y concluye Williams: Somos, como

    subraya Ibsen, los productos de nuestro pasado. Desde el momento en que nacemos, estamos

    inevitablemente acosados por todas las deudas heredadas(ibid.).

    Para Williams las formas culturales y sociales dominantes, en cuanto que nos preceden, son deudasheredadas ibsenianas: estamos atormentados por los modos de relaciones sociales del pasado que nos

    incitan a reproducirlas, y con ellas el orden social que encarnan, en el presente. No es pues extrao que

    Williams llegase a modificar ms tarde la teora de la hegemona de Gramsci que ve las relaciones de

    dominacin y de subordinacin [] como una saturacin efectiva de todo el proceso social vivido (1977,

    110), combinando esta teora con su propio esquema tripartito de herencia: lo dominante, lo residual y lo

    emergente. Este esquema no es ni ms ni menos que una teora inmanentista de la temporalidad

    histrica (volver ms adelante sobre esto). Esto implica fundir la sutura del pasado, del presente y del

    futuro por medio de lo que podramos llamas tres modos de presencia tres modos en los que el

    presente se hace presente a s mismo. Hay tambin herencias sociales residualesque se formaron en el

    pasado, pero que siguen estando activas en el proceso cultural y pueden ofrecer modelos alternativos,

    oponindose a o reforzando el orden social (1977, 122); herencias dominantes, totalizadoras , sin que por

    ello incorporen la totalidad social en s; y herencias emergentesque modelan un futuro posible es decir

    que el presente podr legar a las prximas generaciones en tanto y en cuanto que lo emergente evite

    escapar a su incorporacin en lo dominante. El concepto de la estructura de sentimiento se aplica sobre

    todo a este tercer modo de presencia: La idea de la estructura de sentimiento puede ponerse en relacin

    especficamente con las formas y convenciones figuras semnticas que, en arte y literatura son a

    menudo las primeras en indicar que una nueva estructura de sentimiento est tomando forma (1977,

    133).

    Lo dominante sigue siendo dominante en la medida en que se apodere de lo emergente y lo incorpore. Es

    decir que el hegemondebe incorporar la totalidad de las relaciones sociales emergentes para que sus

    propias relaciones sociales sigan siendo hegemnicas. En el mbito literario, por ejemplo, las estructuras

    de sentimiento emergentes son, en su mayora, incorporadas en formas y en estilos preexistentes que,

    por su parte, encarnan o implican ciertas distribuciones de las relaciones sociales, favorables a los

    poderes sociales dominantes. La creacin verdaderamente emergente, sin embargo, tiene lugar, y es

    habitualmente la prefiguracin de, es contempornea de, incluso sucesora inmediata de transformaciones

    ms generales de la formacin social (los momentos de revolucin social lo demuestran claramente: el

    romanticismo en la Revolucin francesa, el modernismo en la Revolucin rusa). En cualquier caso, la

    creacin no es el simple reflejo de estas formas de vida emergentes, sino que directa e inmanentemente

    las incorpora; est dotada de su propia eficacia, por muy limitada que sea.

    La mejor prueba de esta conviccin de Williams es su trabajo en el seno de la Workers EducationalAssociation. Compartiendo la oposicin tradicional de esta Asociacin al arte de la oratoria ( Public

    Speaking ) que produce un Estilo vocal mecnico (sic), a la manera de una vulgar artista de la Royal

    Academy of Dramatic Art (1952, 181) , Williams crea un curso titulado Public Expression (Expresin

    pblica). Ms que trabajar en el embellecimiento superficial del discurso, como hacen los cursos

    tradicionales del arte de la oratoria, su programa es concebido con el fin especfico de [equipar] a los

    miembros de los movimientos obreros para el desempeo de responsabilidades pblicas reales (ibd.,

    181). En este sentido, la expresin pblica debe ser un medio para dar libre curso a relaciones sociales

    latentes y proporcionar a la conciencia obrera una corporalidad lingstica: Se debe imponer a una

    clase social en ascenso el programa de una cultura ms vieja, o se debe buscar los medios de liberar y

    enriquecer las experiencia vivida que ella trae consigo? (ibid.). Ms que obligara los estudiantes de la

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    clase obrera a adoptar los estilos escritos y hablados que tienen su origen en la conciencia de la clase

    hegemnica y en su tradicin selectiva, Williams intenta trabajar con ellos, con el fin de capacitarlos para

    producir estilos adaptados a su experiencia social nica y a su conciencia prctica emergente. Para

    Williams no podr darse una sociedad democrtica que se respete sin la transformacin de los modos

    lingsticos y culturales inmanentes a la sociedad de clase. Es este nfasis en la necesidad de esta

    transformacin de toda la gama de formas sociales, culturales y lingsticas, el que caracteriza el

    expansivo alcance social de la larga revolucin.

    En este sentido, la mxima de complejidad el mundo es ms complejo de lo que pensamos puederesumirse en los siguientes trminos. En primer lugar, la multiplicidad potencialmente infinita de prcticas,

    de relaciones, de valores y de documentos sociales excede la capacidad del pensamiento, todo archivo

    material subsistente y toda la tradicin selectiva que constituyen nuestra relacin con el pasado. En

    segundo lugar, la experiencia social no es (aun) totalmente expresable; est formada por elementos

    estructurados, pero no verbalizados o no registrables, que escapan a todo sistema de pensamiento y de

    expresin conocido. Finalmente, el presente es siempre discontinuo; es una lucha entre relaciones

    sociales residuales, dominantes y emergentes. Juntos, estos modos de complejidad prcticos, empricos y

    temporales, constituyen la mxima de complejidad como tal. Los tres hacen parte integrante de la teora

    de la revolucin larga de Williams. Antes de ir ms adelante en esta va, sin embargo, tenemos que

    abordar la segunda mxima del acercamiento de Williams, es decir, la de la inmanencia.

    La inmanencia

    La expresin de inmanencia absoluta hace su entrada en el lxico marxista va Gramsci cuando

    elabora la reconfiguracin crtica del sentido que le daba Croce. El objetivo de Gramsci era desarrollar la

    segunda de las Tesis de Feuerbach de Marx, en la que se acenta ese permanente ms ac

    (Diesseitigkeit) del pensamiento, su absoluto ser-en-la-historia . Segn Gramsci, la herencia de las

    leyes tendenciales y de determinacin de los mercados de David Ricardo permitieron a Marx romper

    definitivamente con la tradicin filosfica especulativa y postular leyes vlidas en el seno de formaciones

    sociales determinadas e histricamente delimitadas (Thomas 2008, 241). Gramsci sostiene que al

    extender las intuiciones de Ricardo a la totalidad de la historia humana, Marx redefini el concepto de

    inmanencia, entendida entonces como un momento sinttico unitario, lo que permiti la transformacin

    de los tres movimientos pre-marxistas que eran la filosofa clsica alemana, la poltica francesa y la

    economa clsica (britnica), en momentos tericos de una filosofa de la praxis, en una relacin de

    continua y recproca traduccin de una en otra (ibd. 241). En otros trminos, la inmanencia significa en

    adelante la imbricacin mutua, la constitucin y la traducibilidad recprocas de poltica, economa y

    pensamiento por medio de la filosofa de la praxis. Creo que el principio de inmanencia en Williams tiene

    parecidos esenciales con el concepto gramsciano de inmanencia absoluta aunque Williams insistiese

    ms en la inmanencia existencial, a saber, el imperativo poltico de morar (im- manere) dentro de

    (im-manere) procesos histricos. Hay que sealar sin embargo, que Williams nunca se refiri a sus

    propias teoras en trminos de inmanencia; mi tarea es pues la de reconstruir lo que me parece ser uno

    de los hilos conductores de su obra, a fin de apoyar el argumento global de este artculo. Aunque elprincipio de inmanencia impregna todos los niveles de su obra, me ocupar sobre todo de la teora de las

    palabras-clave (keywords) de Williams y de su manera de entender la poltica.

    Williams describe Keywords

    (1976) como el registro de una investigacin que trata del vocabulario [general] que compartimos con

    otros, a menudo de manera imperfecta, cuando deseamos hablar de nuestra vida en comn (1983a, 14-

    15). Y aade: En algn momento, en el desarrollo de alguna argumentacin, cada palabra que yo inclu,

    me oblig virtualmente a poner mi atencin en ella, porque los problemas planteados por sus significados

    me parecan inextricablemente ligados a los problemas para cuya discusin se utilizaba (ibd.) Palabras-

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    clave como cultura y sociedad simplemente no denotan objetos delimitados en el marco delo real

    (como los sustantivos mesa y silla); son constitutivos, de una manera u otra, de la concepcin misma

    de lo real al que supuestamente se refieren. Hay pues una profunda reciprocidad entre los

    antagonismos histricos que existen en la realidad y los conceptos desplegados para pensar estos

    mismos antagonismos; el pensamiento el dominio de los conceptos no transciende la existencia

    social, es ms bien inmanentea ella, y esta inmanencia genera una teora cuya coherencia lgica es

    totalmente opuesta a las concepciones tradicionales del rigor analtico. Las palabras-clave no son

    conceptos, sino problemas; no son problemas analticos, sino movimientos histricos que an no han

    encontrado resolucin (1977, 11). Estos problemas no pueden ser resueltos en trminos de coherencialgica interna con precisin porque son movimientos histricos; ellos mismos son factores inmanentes y

    constitutivos de luchas histricas en curso. La resolucin de los problemas de los que ellos son un factor

    constitutivo, debe ser pues, prctica. Ahora bien, no hay que concluir que todo pensamiento conceptual es

    anodino. Al contrario, precisamente porque los conceptos son factores constitutivos del proceso histrico,

    la conceptualizacin de sus contradicciones internas por ejemplo, una reflexin terica y filolgica es

    necesaria en toda intervencinprcticaen aquellas luchas. La teora y la prctica aqu no se oponen sino

    que vienen a representar dos modos de la materia histrica. Desde el punto de vista de la larga

    revolucin, se hace necesario mantener una vigilancia constante sobre los mismos trminos en que se

    concibe la accin revolucionaria; sin ello, se corre el riesgo de heredar involuntariamente

    conceptualizaciones residuales que pueden limitar desde dentro, incluso hacerlo fracasar, el proceso

    revolucionario.

    Ahora bien, la inmanencia no es solamente un imperativo conceptual en la obra de Williams, es tambin

    un principio poltico. As lo atestigua su respuesta al clebre (y parricida) ataque de Terry Eagleton en

    1976 contra quien haba sido su mentor. Eagleton formul tres crticas principales a la obra de Williams:

    que era reformista, idealista y populista. Williams, segn Eagleton, habra fusionado el humanismo liberal

    de Scrutiny, y la importancia que la revista daba a la experiencia individual, con elementos radicales de

    la lnea radical-conservadora romntica enunciada en Culture and Society, que podran ser injertados

    en un humanismo socialista (Eagleton 1976, 24-25). Sin embargo, este humanismo socialista, de hecho,

    era una rama del reformismo laborista. Si Williams pudo injertar el organicismo romntico en el

    humanismo socialista, es justamente porque el movimiento obrero est y esto es un hecho histrico profundamente contaminado por la ideologa de Carlyle y de Ruskin de la que aqu se trata (Eagleton

    1976, 25):

    La maniobra ha sido posible [] por el hecho de que las ideologas romntica y laborista ambas estn en

    conflicto parcial con la hegemona burguesa; pero es precisamente este carcter parcial el que les

    permite abrazarse. Ninguna de las dos tradiciones es antagonista en puridad del poder estatal burgus: la

    primera mantiene ese poder desplazando el anlisis poltico hacia una crtica moralista e idealista de sus

    consecuencias humanas, y la segunda busca acomodarse a ella. As, el efecto del libro ha sido

    consagrar el reformismo del movimiento laboralista, de elevarlo a una legitimidad moral y cultural, su

    ministrndole valores y smbolos sacados en su mayora de una tradicin bien enraizada en la reaccin

    poltica. (ibd.).

    Finalmente, a estas acusaciones de reformismo y de idealismo (la ltima resultado de un anlisis poltico

    desplazado), Eagleton aade una acusacin de populismo. Lo que Eagleton quera decir era que la

    paradoja mediante la cual la fe en la necesidadde una cultura comn de Williams, se cruzaba y

    confunda constantemente con una afirmacin de su realidad presente (Eagleton 1976, 28). Esto da lugar

    a la situacin contradictoria de oponerse a una hegemona agobiante cuyo poder tena al mismo tiempo

    que negar (ibd.)

    La acusacin de Eagleton est fundamentada en una serie de presupuestos implcitos sobre lo que

    constituye un marxismo supuestamente autntico. Cules seran sus caractersticas? Primero, si el

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    laborismo o el romanticismo fueran slo parcialmente antagonistas del poder estatal burgus, entonces el

    verdadero marxismo sera puramente antagonista (25). Segundo, el marxismo no debera estar

    contaminado por el laborismo o por el reformismo: la poltica revolucionaria est concebida de manera

    casi categricamente distinta de ambos. Tercero, despus de haber reprochado a Williams de situar su

    propia teora en el mismo plano que los autores que l analiza, es obvio que para este Eagleton

    althuseriano hay que establecer una clara distincin dentro de la teora marxista entre ideologa y

    ciencia: Porque el xito del materialismo histrico no slo depende de su ambicin de ser algo ms que

    una ideologa, sino de contener una teora cientfica de la gnesis, de la estructura y del declive de las

    ideologas. En una palabra, el materialismo histrico se sita al exterior de las perspectiva largas con lascuales est en competencia, para teorizar mejor sus condiciones de posibilidad propias (16-17).

    Williams se tom varios antes de dar su respuesta en las Notes on Marxism in Britain Since 1945. Es

    interesante sealar que estas notas aparecieron en un nmero de la New Left Reviewque planteaba

    concretamente la cuestin de la aplicacin del modelo revolucionario ruso a las sociedades capitalistas

    avanzadas de Europa del Oeste. Aunque Williams no nombra en ningn momento a Eagleton, va

    respondiendo metdicamente a casi todas las acusaciones que contra l se hacen. En un arranque

    caracterstico, empieza con el problema de la terminologa que constituye la base de todo debate:

    Marxismo escribe ha cambiado de sentido varias veces desde de la guerra, segn las coyunturas

    polticas especficas donde estaba activo (2010, 233-234); del mismo modo, el sentido de Izquierda

    trabajadora se ha deslizado constantemente, as como su relacin con Marxismo (234-236). En otras

    palabras, qu es Marxismo en un momento dado parece, a fin de cuentas, depender menos de la

    historia de las ideas, lo que an hoy sigue siendo la definicin ms divulgada entre los marxistas, que de

    los desarrollos complejos del ser social real y de la conciencia social real (246). Al utilizar los mismos

    trminos de la formulacin del materialismo histrico de Marx a saber, el hecho de que el ser social

    determina la conciencia y no al revs Williams revela el sentido incisivo de su rplica: aqu es Eagleton

    el idealista, puesto que parece suponer la existencia de una esencia pura llamada Marxismo (239).

    En este sentido, Eagleton ofrece un mal ejemplo de lo que Williams llamaba teora legitimadora, una de

    las tres ramas tericas constitutivas, segn l, de la teora marxista en Gran Bretaa desde 1945. La

    teora legitimadora se ocupab sobre todo de la herencia legtima de un marxismo autntico (237); la

    teora acadmica, la segunda de las ramas, buscaba por su parte la insercin o la reinsercin del

    marxismo en el corpus de obras estrictamente acadmicas (la cuestin del comunismo o una de sus

    variantes no est necesariamenteplanteada en este contexto (ibd.); finalmente la teora operacional

    aportaba anlisis tericos sobre las particularidades del capitalismo tardo de la sociedad britnica con el

    fin de intervenir en ella(ibd.). Las Notes de Williams sugieren que Eagleton representa lo peor de la

    teora marxista acadmica con su formalismo grato a la academia (239) y el menos til de la teora

    de la teora legitimadora, que puede llevar, en determinados momentos, a una serie de opciones auto

    alienantes, en las que nuestra presencia poltica real viene a ser la de meros espectadores, historiadores

    o crticos que tratan los grandes conflictos de otras generaciones y de otros lugares, con unos lazos

    marginales, o sencillamente retricos, con la poltica compleja y frustrante de nuestro propio tiempo y

    lugar (238). Es evidente aqu, que la inmanenciapara Williams es un principio poltico: no existe unafuera (althuseriano/cientfico) desde el cual podamos observar los procesos histricos; el afuera (o el

    otro lugar) es ya un elemento constitutivo del adentro. En este sentido, la importancia de lo vivido o de

    la experiencia en su obra no es simplemente un residuo de la ideologa pequeo-burguesa de Scrutiny,

    como sostiene Eagleton; es ms bien un elemento central de su concepcin inmanentista de la poltica.

    En Williams, la experiencia designa a la vez nuestro modo de insercin en los procesos trans-

    individuales, socio-materiales (nuestros lazos afectivos, nuestras posiciones y posicionamientos), y el

    imperativo constante de seguir siendo contemporneos de nosotros mismos: seguir estando en las

    profundidades de los procesos del presente.

    Williams tambin refuta en sus Notes la acusacin de populismo. El sentido del trmino populismo,

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    como el de marxismo y el de izquierda trabajadora, ha conocido diversas variaciones segn el

    contexto poltico. El marxismo siempre ha mantenido lazos con distintas formas de populismo en el curso

    de su historia, y nunca ha sido tan puro como pretende Eagleton. Sin embargo, Williams declara

    abiertamente que l nunca ha sido populista en el sentido en que lo entiende esta retrica residual:

    Pero como yo he visto el proceso como una eleccin bajo presin, y yo saba de dnde provena esta

    presin, no poda ir hacia las otras posiciones disponibles: sobre todo, hacia ese desprecio a la gente []

    que hace de todo el pueblo, incluida la clase obrera, simples portadores de las estructuras de una

    ideologa corrompida (241). La generalizacin abusiva de Eagleton no hace sino recordar la insinuacin

    satrica de Brecht segn la cual el gobierno debera disolver al pueblo y elegir a otro; aqu Williams hacealusin a ella pero le aade un trmino tomado de su reconfiguracin del concepto marxista de

    determinacin. Para l, la determinacin es a la vez un modo de poner lmites y de ejercer presiones;

    estas presiones no son en modo alguno presiones contra los lmites solamente [] Son, al menos con

    frecuencia, presiones derivadas de la formacin y del mpetu de un modo social dado: de hecho, una

    fuerza que obliga a actuar en orden a mantener y reproducir este mismo mundo social(1977, 87). Al

    separar la teora de las presiones vividas, inmanentes, de la existencia cotidiana, el formalismo de

    Eagleton es desdeable por su denigracin abstracta de toda una clase, pero tambin vano, desde el

    punto de vista poltico, en el sentido de que carece de una conexin viva con la realidad poltica

    contempornea. La mejor solucin, segn Williams, es conservar los recursos presentes; aprender y

    quizs ensear nuevos recursos; vivir las contradicciones y las opciones bajo presin de manera que []

    se pueda comprenderlas y orientarlas en otra direccin (2010, 241-242). El formalismo, bajo esta e

    perspectiva, aparece como un pensamiento sin sustancia, incapaz de integrar las presiones vividas de la

    realidad poltica y de canalizarlas para transformarlas en potencial poltico positivo.

    Finalmente, en su seccin sobre el reformismo, Williams se ocupa del autoproclamado puro

    antagonismo de Eagleton contra el poder estatal burgus. Muestra cmo, a nivel pragmtico, el

    reformismo siempre ha sido parte integrante del marxismo, primero porque una formacin poltica obrera

    que no represente ni responda a los intereses, a veces cortoplacistas, de la clase obrera, se vuelve

    impotente (247). El problema de la estrategia revolucionaria de Eagleton es que se apoya demasiado y

    de manera demasiado ahistrica en el modelo de la revolucin rusa (el modelo que, como dijimos ms

    arriba, planteaba el nmero de la revista New Left Review). Williams, hacindose eco de la acreditadalectura de Gramsci que hace Perry Anderson en ese mismo nmero, sostiene que este modelo se apoya

    en unas sociedades en las que las defensaspolticas y socialesdel sistema estatal eran muchsimo ms

    dbiles y con la confianza de que el simple colapso del capitalismo en una de sus crisis asegurara la

    transicin al socialismo (248-249). La polmica de Eagleton, al soslayar el complejo entramado de la

    sociedad civil que sirvi de apoyo al estado burgus en los pases capitalistas avanzados, es

    absolutamente peligrosa: Existe hoy un peligro real, una especie de oportunismo terico que lleva a un

    oportunismo poltico, econmico y sub-militar (terrorista), al utilizar la retrica anti-reformista que puede

    hacer que grupos militantes aislados se encuentren enfrentados en sus luchas a teoras alternativas

    totalizadoras (249). Lo que, en la polmica de Eagleton, se presenta como una versin pura del

    marxismo corre el riesgo de caer en el terrorismo. Efectivamente, parece que ah estuviera el enemigo

    ms radical de la inmanencia: el terrorismo de la transcendencia.

    En resumen, el principio de inmanencia genera, en primer lugar, una metodologa que busca traducibilidad

    interna entre palabras-clave y situaciones histricas, existenciales, que permiten pensar y a la vez

    producir; en segundo lugar, un imperativo poltico-filosfico, que invita a la teora a vivir dentro de las

    presiones y las contradicciones de la realidad histrica contempornea.

    La larga revolucin

    Estos dos aspectos del enfoque de Williams la complejidad y la inmanencia convergen en eso que ha

    sido interpretado como una ausenciaen su obra, es decir, su supuesta falta de una teora de la

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    modernidad. Desde un cierto punto de vista, esta lectura es evidentemente absurda: la obra de Williams,

    estructurada como est en torno a la nocin de larga revolucin, no es sino una extensa cartografa de

    la modernidad. Al mismo tiempo, desde otro punto de vista, es verdad que esta obra no reconoce

    explcitamente la modernidad como una experiencia cualitativamente nueva del tiempo (una experiencia

    fundada en la premisa de la primaca de la novedad como tal). Las razones de esta omisin son

    complejas. Est claro que la teora de lo emergente en Williams depende de la lgica moderna de

    negacin temporal en su empeo de bsqueda de nuevas formas sociales y artsticas adaptadas a las

    nuevas estructuras de sentimiento. Ahora bien, una segunda temporalidad rivaliza con la primera en los

    escritos de Williams: el tiempo de la tradicin. La extraeza de su concepcin del tiempo histricoproviene justamente de su manera d valorar la novedad, tpica de la modernidad, insistiendo siempre en

    la fuerza de los lazos biolgicos, generacionales y (relativamente) inconscientes, tpicos de toda tradicin.

    La tradicin para Williams es, precisamente, una tradicionalidadinmanente y reflexiva. Rechaza el

    futurismo del modernismo, su deseo abstracto de aniquilar toda traza del pasado, abriendo el presente a

    la consciencia de sus fijaciones y de sus selecciones, sus lneas determinantes de la herencia, esta

    inmanencia verdaderamente tradicional que no puede esquivarse sin ms, sino que debe ser asumida.

    As pues, no es en absoluto verdad decir, como lo hacen algunos crticos, que falta en Williams una teora

    de la modernidad: sera ms justo sealar que su concepcin de la modernidad es estrictamente

    oposicional, en el sentido en que sta consiste en un rechazo histricamente situado, poltico y terico, de

    la ideologa del modernismo ese modo de pensamiento segn el cual es posible romper con el pasado

    simplemente a fuerza de voluntad.

    Esta concepcin de la modernidad confirma tambin, como muchas veces ya hemos visto, un rechazo de

    lo transcendente, una tendencia emergente y peligrosa, segn Williams del pensamiento marxista,

    que reduce la revolucin a la toma simple e inmediata del poder estatal. Lo que estas tendencias olvidan

    ms all de su subestimacin del entramado complejo de la sociedad civil occidental es precisamente

    la necesidad de asumir las deudas y herencias ibsenianas que estn en el corazn de la teora

    revolucionaria de Williams:

    [] Veo la revolucin como la integracin inevitable de un desorden profundo y trgico, al cual podemos

    responder de diferentes maneras, pero que va, en todo caso, de uno u otro modo, a infiltrarse en nuestro

    mundo, a consecuencia de no importa cul de nuestras acciones. Yo veo la revolucin, por as decir,

    desde una perspectiva trgica [] (1979, 75)

    Esta perspectiva trgica nada tiene que ver con ese vago pesimismo, anti-comunista, tan caro a los

    liberales de hoy. Tampoco debe confundirse con una estetizacin de la realidad social; al contrario,

    Williams sostiene aqu que la tragedia es, segn la frmula de Alberto Toscano, una forma experiencial,

    narrativa y poltica (Toscano 2013, 25): La accin trgica, en su sentido ms profundo, no es la

    confirmacin del desorden, sino su experiencia, su comprensin y su resolucin. En nuestro tiempo, esta

    accin est generalizada y su nombre ms comn es la revolucin (1979, 83) Mientras que los liberales

    hacen del momento de la insurreccin revolucionaria un estallido de violencia y de desorden excepcional,

    Williams defiende la idea de que el orden social capitalista no es ms que el orden de la violencia y deldesorden; la revolucin entonces representa el momento de crisis y la tentativa de resolucin de un

    desorden institucionalizado. Adems, escribe: no es solamente que nosotros nos involucremos en esta

    crisis general, es que ya lo estbamos, por lo que hacamos y lo que no hacamos, participando en ella

    (ibd., 80). Consecuentemente, la nica forma de accin que parece adecuada es, en realidad, una

    participacin en el desastre, como modo de ponerle fin (ibd., 81). Como siempre, el principio tal vez

    incluso el tico poltico de la inmanencia nos impone primero la toma de conciencia del hecho de que

    estamos yacomprometidos en procesos histricos especficos y sugiere, acto seguido, la necesidad de

    un compromiso proactivo a fin de transformar o detener estos procesos.

    Hacindose eco del argumento de Aristteles que ve en la tragedia una accin completa (ibd, 65, la

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    cursiva es ma), Williams ampla el alcance social y temporal de lo que se entiende habitualmente por

    revolucin. El criterio absoluto, escribe, mediante el cual se puede identificar una revolucin, es la

    transformacin de la forma de la actividad de una sociedad, en sus estructuras relacionales y emotivas

    ms profundas (76). Es aqu donde lo que pareca en primer lugar ser una preocupacin literaria o

    cultural por la forma, se convierte, retrospectivamente, en revolucionario. Porque la revolucin no

    significa solamente la toma del poder del Estado, sino tambin penetrando poco a poco y all donde es

    necesario, transformndolas en todas las formas y en todas las relaciones sociales heredadas que

    aseguran la reproduccin del modelo de produccin capitalista. Naturalmente, la mayora de las formas

    tendrn que ver con la produccin econmica, pero otras muchas definirn los posicionamientosprofundos que nos constituyen: las maneras espontneas de vivir y percibir el mundo. Esta tensin del

    carcter completo de la revolucin social es la que marcar la crtica posterior de Williams a la categora

    marxista del modo de produccin: Porque la abstraccin de la produccin es una versin especializada

    y eventualmente ideolgica de lo que nos interesa, es decir, la forma de las relaciones sociales humanas

    en el seno de un mundo fsico (1983b, 264). Williams al sostener que la nocin de modo de produccin

    depende demasiado de la definicin capitalista de la produccin (un argumento formulado ya en 1977 a

    propsito de las fuerzas productivas [1977, 90-94]), prefiere la expresin modo de vida (ibd, 266; la

    cursiva es de Williams). Este trmino, en apariencia impreciso, debe sugerir un intento de ampliar el

    concepto de totalidad marxista y de ligarlo a los nuevos movimientos sociales por la paz, la defensa del

    medioambiente, el feminismo que estn activos en prcticamente todos los sectores de la vida, salvo

    [la economa]. Es como si nos hubisemos hecho con todo lo que estaba excluido de la predominancia de

    la economa y de las especializaciones del orden capitalista y trabajado sobre ello. (1983b, 253). Es en

    estos pasajes de la obra, donde la estructura de sentimiento toma un aspecto revolucionario: Williams

    busca conectar el movimiento revolucionario con esos elementos de la sociedad que no encuentran fcil

    sitio en el marco del orden capitalista dominante. Hay aqu una evidente continuidad, desde los silencios

    elocuentes del teatro naturalista a los sectores sociales excluidos, de donde surgen los nuevos

    movimientos sociales. En suma, la principal consecuencia del hecho de ver la revolucin como una accin

    trgica es la extensin de su alcance social; este alcance, por su complejidad y profundidad existencial,

    desafa a la vez las categoras reductoras heredadas del pensamiento social capitalista y el voluntarismo

    con tendencia terrorista del marxismo transcendente.

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    La segunda consecuencia es la extensin del alcance temporal de la revolucin: la largarevolucin. El

    sentido de esta expresin ha ido cambiando a lo largo de la vida de Williams. En la obra de 1961 del

    mismo ttulo, Williams distingue tres revoluciones que, tomadas juntas, constituyen lo que la mayora de

    nosotros llamaramos (aunque l mismo se abstiene de hacerlo) la modernidad: las revoluciones

    democrtica, industrial y cultural. Aqu el acento se pone sobre las relaciones entre las tres revoluciones y

    en la dificultad de comprenderlas como un nico proceso, en primer lugar porque nosotros mismos nos

    encontramos dentro de l, pero tambin porque los trminos que nosotros utilizamos para comprender la

    modernidad han sidoproducidospor ella. En el momento de la publicacin de Modern Tragedy(1966) sin

    embargo, la larga revolucin viene a referirse a lo que Toscano describe juiciosamente como una largatransicin, inmersa e imbricada en pesadas herencias y contradicciones de la sociedad capitalista, que

    esta transicin pretende resueltamente superar (2013, 30). Williams escribe entonces que incluso en la

    eventualidad de una brusca toma del poder una revolucin corta sin embargo la transformacin

    esencial vendra de la larga revolucin (1979a, 76). Es un proceso de la larga duracin, potencialmente

    multigeneracional, necesario para la resolucin del desorden trgico. En 1978, sin embargo, los

    entrevistadores althuserianos de la New Left Reviewno quieren saber nada de ese gradualismo vestido

    con piel de oveja. Apremiado, Williams aporta dos enmiendas al concepto. Empieza por cortarle la hierba

    bajo los pies de los entrevistadores dndole a la revolucin cortauna definicin mucho ms precisa que la

    suya:

    [] se consigue cuando los rganos polticos centrales de la sociedad capitalista pierden su poder de

    reproduccin socialpredominante[] [L]a condicin necesaria para el xito de la larga revolucin es, sin

    duda, una revolucin corta, que yo definira menos en trminos de duracin que en funcin de la prdida,

    por parte del Estado, de su capacidad de reproduccin predominante de las relaciones sociales

    existentes. (1979b, 420-421)

    La segunda rectificacin viene a extender la duracin de la larga revolucin no slo hacia delante, ms

    all de la revolucin corta, sino tambin hacia atrs, antes de sta. Porque la posibilidad misma de una

    revolucin corta en una sociedad capitalista avanzada requiere un proceso de preparacin considerable,

    que no debe limitarse a las acciones inmediatas necesarias para asegurar el traspaso de poder en

    situacin revolucionaria (Ibd., 421). De nuevo aqu pues, aquello que tena todo el aire de

    preocupaciones lingsticas relativamente triviales, en el marco del trabajo de Williams en la Workers

    Educational Association, por ejemplo, puede contemplarse retrospectivamente, como uno de los aspectos

    de la larga preparacin de la transformacin revolucionaria.

    Conclusin

    Espero haber mostrado, en este artculo, que la unidad de la obra de Williams reside en su teorizacin

    constante, a veces poco ortodoxa, del proceso largo y difcil de la revolucin. Esta obra, obediente

    siempre a los principios polticos y tericos de la complejidad y de la inmanencia, ofrece una reflexin

    paciente y profunda sobre los obstculos enormes, y las posibilidades utpicas, de la revolucin social

    desde los primeros escritos sobre el teatro naturalista hasta los anlisis ms explcitos del neoliberalismo

    naciente. Dirigidos tanto contra el orden capitalista dominante, tan aborrecido por Williams, como contra

    el voluntarismo miope y el pensamiento a corto plazo potencialmente fatal de algunos marxismos

    contemporneos, estos escritos ahondan en las profundidades inexploradas de lo social, determinantes

    para el futuro. Las palabras con las cuales concluye la entrevista de 1979 en la New Left Review, resumen

    la relacin entre complejidad e inmanencia en esta visin de la larga revolucin; siguen siendo, en el

    sentido en que lo entenda Williams, emergentes:

    El desafo consiste pues en mantener una complejidad necesaria. Toda mi vida he estado bajo la tirantez,

    por las razones que hemos discutido, entre la simplicidad y la complejidad, y an hoy la puedo sentir.

    Pero la experiencia y la historia han aportado buenos argumentos para sostener mi decisin y yo

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    espero que sea una decisin general. Solamente en formas muy complejas como podemos

    verdaderamente comprender dnde estamos. Es tambin de manera muy compleja, y evolucionando en

    toda confianza hacia sociedades muy complejas, como posemos comenzar a construir las numerosas

    formas de socialismo que podrn emanciparnos y aprovechar todas nuestras energas, muy reales, pero

    tambin muy amenazadas. (1979b, 437).

    Ttulo original:

    COMPLEXITY, IMMANENCE AND THE LONG REVOLUTION: ON RAYMOND WILLIAMS

    Traduccin para Marxismo Crticode Jos M Fdez. Criado.

    Fuente: http://revueperiode.net/

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