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Resumen de las ideas principales de la lectura PERRENOUD, P. (2012)

La fascinación por las competencias. PERRENAUOUD, P. (2012). Partir de la vida de la gente y no de los programas. PERRENOUD, P. (2012). Competencias y situaciones. En: P. PERRENOUD, ed., Cuando la escuela pretende preparar para la vida. Barcelona: Graó, pp.41-66.

Es por todos sabido que nuestra sociedad, nuestro entorno, cambia a medida que pasan los años. Podemos preguntar a nuestros padres, a nuestros abuelos y ver la realidad en la que vive la infancia actual y podríamos describir al menos dos escenarios diferentes. El cambio que nos resulta más importante destacar es el relacionado con el inmovilismo de una sociedad tradicional, en la que tener unos conocimientos y desarrollar unas habilidades y destrezas eran herramienta suficiente para toda la existencia de una persona. Un claro ejemplo es el de personas que acumulan 30 o 40 años de experiencia en una misma empresa. No hay cambios, y si los hay se producen muy lentamente. Mientras que en lo que podríamos denominar una sociedad moderna, no está claro ni nuestro recorrido ni nuestro destino. Siguiendo el ejemplo anterior, lo que se promueve en el ámbito laboral es el emprendimiento. El ser capaces de crear, inventar y desarrollar nuevas ideas. Ideas para las que nadie nos ha enseñado los pasos a seguir puesto que aún no existen.

“Esto habla a favor de un aprendizaje a lo largo de toda la vida y no de que todos adquiramos todas las competencias que los individuos de una misma generación podrían llegar a necesitar un día u otro. (…) La vida moderna le da un lugar creciente a los proyectos, la carrera, el desafío, el éxito material y, a la vez, a la felicidad, la integración, la autoestima. El individuo ya no quiere soportar pasivamente; quiere ser actor, participar, ser escuchado en distintos campos sociales. El nivel de desempeño deseado es más alto y también el nivel de competencias requerido para actuar a ciencia cierta en áreas cada vez más diversas y evolutivas.” (Perrenoud, P., 2012)

Ante esta situación nos damos cuenta que la escuela no puede ser la misma para los que requerían un único saber y nos planteamos qué debe cambiar.

“¿Cómo juzgar la utilidad, la pertinencia práctica de un saber? ¿A la escala de la disciplina global? ¿De grandes subdivisiones? ¿De capítulos? ¿O de nociones particulares? Decir que las matemáticas deben ser útiles en la vida no es decir que el teorema de Pitágoras debe serlo en sí. Decir que las matemáticas, la química, la biología deben ser útiles en la vida no implica de forma automática que, considerado de manera aislada, cada teorema, cada ley, cada principio, cada concepto sea útil. Ni el teorema de Tales, ni la ley de Avogadro, ni la ley de Ohm, ni la teoría de Darwin

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permiten de por sí dominar una situación compleja. Probablemente se deba buscar y encontrar un nivel intermedio, renunciando a afirmar la utilidad de cada ápice de saber, sin dejar de razonar sobre la totalidad de una disciplina.” (Perrenoud, P., 2012)

Lo que se busca, por tanto, son contenidos que resulten útiles, no sólo por ellos mismos sino por lo que puedan contribuir junto con otros conocimientos, habilidades o destrezas para la sociedad de hoy en día. Así es que ya no estamos hablando de contenidos aislados sino de contenidos útiles y de estrategias para saber recurrir a los conocimientos, habilidades y destrezas necesarias según cada situación. Y puesto que no podemos predecir todas las situaciones a las que tendrán que hacerle frente nuestros alumnos, debemos fortalecer la capacidad para que ellos mismos sepan cómo hacerle frente con los recursos de los que disponen. Estamos hablando de aprendizaje por competencias.

Así pues, cuando hablamos de contenidos de enseñanza y aprendizaje, no nos referimos únicamente a los saberes conceptuales, sino también a los procedimientos y a las actitudes, ya que el desarrollo de todos ellos, y en conjunto, es lo que permite poner en acción una competencia.

“Le Boterf (1994) insistió mucho: disponer de recursos sólo es una condición necesaria de la competencia. Un ser humano puede tener recursos sin lograr utilizarlos, sea porque es incapaz identificar a tiempo cuáles movilizar o porque no logra combinarlos de forma adecuada y eficaz. En lugar de hablar de combinatoria como lo hace Le Boterf, prefiero la imagen de la sinergia, en el sentido etimológico de la palabra: trabajar juntos. Si los recursos no cooperan, no se articulan, no se complementan, la acción no será eficaz. Le Boterf asimila la movilización a una «alquimia extraña», subrayando así que no sabemos muy bien cómo se realiza la sinergia de los recursos.

1. El actor no dispone de todos los recursos necesarios para enfrentar la situación, por lo que debe adquirirlos lo antes posible. “ (Perrenoud, P., 2012).

Esto se convierte para nosotros en una estrategia didáctica, puesto en el trabajo por proyectos hacemos que los alumnos se enfrenten a situaciones y contextos en los que tienen que resolver preguntas o problemas con recursos que aún no dominan. Este propio proceso supone un aprendizaje para los alumnos, tanto de los recursos como de la manera de proceder que le será útil para situaciones futuras.

“2. Segunda configuración: el actor dispone de los principales recursos necesarios pero no está acostumbrado a ponerlos en sinergia, por haber tenido pocas confrontaciones con esta situación.” (Perrenoud, P., 2012).

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A esto se refiere el propio proceso del trabajo por proyectos, puesto que no sólo trata de aprender unos recursos sinó a saber aplicar-los según la situación a la que debamos enfrentarnos. De lo que se trata es de aprovechar la experiencia previa para reflexionar, hacer previsiones, y encontrar la lógica a la situación para saber resolverla. Al inicio se producirá de una manera más lenta e insegura pero lo que cuenta es el salir airoso.

“3. Tercera configuración: el actor no sólo dispone de los principales recursos necesarios, sino también está acostumbrado, entrenado a ponerlos en sinergia, porque el problema se asemeja a problemas que ya ha encontrado, porque la decisión se asemeja a otras decisiones.” (Perrenoud, P., 2012).

Este sería el mejor de todos los escenarios posibles para cuando nuestros alumnos finalicen su escolarización.

En estos tres niveles podemos ver cómo se produce el desarrollo de aprendizaje de las competencias.

Ante esto y lo que ya se ha descrito de la imprevisibilidad de las situaciones a las que se deberán enfrentar nuestros alumnos, es obvio que la escuela no puede preparar ni para un tipo de vida concreta ni para todos los contextos posibles. Por este motivo se podría llegar a decir que lo que debe fomentarse en las escuelas es más un entrenamiento que una enseñanza. Se tratará de poner al alumno en posibles situaciones de la realidad y ayudarle a hacerle frente, para que este entrenamiento le sirva para enfrentarse a situaciones similares o diferentes en su vida adulta, utilizando los recursos internos que ha desarrollado así como la propia experiencia de haberse encontrado en esa circunstancia antes.

Referencias bibliográficas:

PERRENOUD, P. (2012). Cuando la escuela pretende preparar para la vida. Barcelona: Graó.

LEBOTERF, G. (1994). De la compétence: Essai sur un attracteur étrange. París. Les Éditions de l’Organisation.

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