melkor contra los pueblos libres

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  • 7/25/2019 Melkor Contra Los Pueblos Libres

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    MELKOR CONTRA LOS

    PUEBLOS LIBRES

    Anlisis histrico-jurico ! l"s

    #u!rr"s ! B!l!ri"n

    Alejo Oriol Romero

    Derecho y poder en las

    sociedades imaginarias

    Curso 2009-2010

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    ndice

    Pg.

    Introduccin . . . . . . . 3

    Relato histrico

    Antecedentes y primera batalla . . . . . . 6

    La segunda batalla: Dagor-nuin-Giliath. . . . . . . 7

    La tercera batalla: Dagor Aglareb . . . . . . 8

    La cuarta batalla: Dagor Bragollach. . . . . . . 10

    La quinta batalla: Dagor Nrnaeth Arnoediad . . . . . 12

    La cada de los ltimos reinos y la Guerra de la Clera . . . . 16

    Anlisis jurdico

    Derecho, justicia y guerra: consideraciones jurdico-morales de la Tierra Media y

    las Guerras de Beleriand

    La moral en la obra de Tolkien . . . . . . 20

    La guerra en la doctrina cristiana . . . . . . 24

    La guerra en el derecho internacional pblico actual . . . 27

    Responsabilidad de los sujetos por los actos cometidos . . . 31

    Los principales responsables . . . . . . 41

    Conclusin . . . . . . . . 45

    Bibliografa . . . . . . . . 46

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    RELATO $IST%RICO

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    A mal fin llegar todo lo que

    empiecen bien; y esto

    acontecer por la traicin del

    hermano al hermano, y por el

    temor a la traicin.

    Sern para siempre los

    Desposedos.

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    Antecedentes y primera batalla

    Antes de narrar los hechos, es importante tener en cuenta el punto de partida. Estamos

    en el Silmarillion, ms concretamente, en el Quenta Silmarillion. Nos encontramos,

    pues, en los inicios de la Primera Edad del Sol, en Beleriand, al norte del continente

    conocido como Tierra Media, separado de Valinor por el Belegaer. Est poblado por

    algunos elfos que rehusaron viajar a Aman, y otras criaturas, como enanos,

    especialmente en sus fronteras. En el norte est establecido el reino de Angband,

    dominado por el Vala Melkor y donde viven otros Maia unidos a su causa, as como

    orcos sometidos a l. En esta configuracin tendr gran importancia el desembarco

    posterior de los Noldor exiliados de Aman. Por otro lado, los hombres an no han

    despertado.

    Podemos describir las Guerras de Beleriand de manera simple como el conflicto blico

    que enfrentar a Morgoth con el resto de pueblos y razas de Beleriand, con el objetivo

    llano y simple de conquistarlos y someterlos a su voluntad. Es por este motivo que los

    llamaremos los pueblos libres, porque no estn sometidos al dominio de Melkor. Sinembargo, dentro de este marco, existirn otras fuerzas internas dentro de los reinos

    libres, que afectarn decididamente al transcurso de los acontecimientos.

    Estamos en el captulo 10 del Silmarillion, De los Sndar. El primer movimiento

    dentro del conflicto es iniciado por Melkor. Invade Beleriand por el este, entre los

    dominios de Thingol, rey de Doriath, de la rafa lfica de los sndar, y de Denethor, rey

    de los elfos verdes de Ossiriand (Laiquendi). Aunque este ejrcito orco es aniquilado,

    Denethor morir durante la batalla. A su vez, otro ejrcito de orcos de Morgoth pone

    sitio a los Elfos de las Falas, liderados por Crdan, el carpintero de barcos, establecidos

    en las ciudades de Brithombar y Eglarest. Thingol rene a su tropas para avanzar contra

    los sitiadores, y Melian la Maia, su esposa, crea un escudo protector que rodea las

    fronteras de Doriath para evitar penetraciones enemigas.

    Mientras esto sucede, un acontecimiento inesperado acontece. Fanor desembarca en el

    estuario de Drengist al mando de un grupo de los Noldor exiliados.

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    La segunda batalla: Dagor-nuin-Giliath

    Llamada la Batalla bajo las estrellas, ya que todava no exista la luna, y se luch a la

    luz de las estrellas. La encontramos al inicio del captulo 13: Del retorno de los

    Noldor.

    Fanor y su pueblo desembarcan en Beleriand y las naves, robadas a los Teleri, son

    quemadas. Alertado por la humareda, Morgoth enva al tercero de los ejrcitos con los

    que invada Beleriand, pero ser totalmente aniquilado por los Noldor.

    Sin embargo, y pese a la victoria, quedar un sabor agridulce. Fanor persigue a los

    orcos hasta las mismas puertas de Angband para desafiar a Morgoth. Sin embargo, ser

    Gothmog, seor de los Balrogs, el que luchar contra l y lo matar.

    Rodeados por el norte y el este, el ejrcito orco que sitia las Falas ser tambin

    aniquilado. La primera invasin de Morgoth ha acabado en fracaso total.

    Poco despus, Fingolfin y el resto de Noldor exiliados pondrn pie en Hithlum y

    Mithrim, creando all un reino fuerte. Fingolfin recibir el ttulo de Rey Supremo de los

    Noldor a la muerte de Fanor.

    Las diferentes ramas de los Noldor se asientan en la Tierra Media. As, los hijos de

    Fanor ocuparn Beleriand este, Hithlum ser ocupado por Fingolfin, mientras que

    Finrod, hijo de Finarfin, establecer al oeste del ro Sirion el reino de Nargothrond.

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    La tercera batalla: Dagor Aglareb

    Dagor Aglareb (la batalla gloriosa) es el nombre que recibe el tercer choque entre los

    ejrcitos de Morgoth y los elfos. Se produjo aproximadamente cincuenta aos despus

    de la Dagor-nuin-Giliath.

    El relato de la batalla viene narrado en el captulo 13 de El Silmarillion, De los

    Hombres. Como en las dos primeras batallas Tolkien, hace una parca descripcin, pero

    no est carente de trascendencia.

    Como antecedentes de la batalla podramos mencionar, bsicamente, la implementacin

    de los Estados de los Noldor en Hithlum, Beleriand oeste (Nargothrond) y en Beleriand

    oriental (reino de Maedhros y otros hijos del malogrado Fanor). Este auge tiene su

    consecuencia directa en la gran victoria obtenida en la Dagor-nuin-Giliath y las

    razonables relaciones de vecindad establecidas entre Sndar y Noldor.

    Como se relata en el texto, es de nuevo Morgoth quien inicia las hostilidades. Msadelante analizaremos tanto jurdica como estratgicamente los actos que llevan a cabo

    los personajes, as como su intencionalidad, pero es de destacar lo que Tolkien dice

    sobre el motivo inmediato de Melkor: Ahora bien, Morgoth, al que sus espas

    comunicaron que los seores de los Noldor andaban errantes sin pensar en la guerra,

    decidi poner a prueba la fortaleza y la vigilancia del enemigo. Si tomramos de

    manera literal estas palabras la conclusin ms rpida que se toma es que Morgoth no

    est enviando un ataque con la intencin de destruir los reinos, sino de calcular sus

    fuerzas, su reaccin, tal vez sus fisuras.

    Pero los reinos de los Noldor estn en pleno proceso de expansin, con las reservas de

    energa y vigor an casi intactos y saben hacer frente al desafo. Morgoth, tras hacer

    entrar en erupcin a Ered Engrin (la cadena montaosa del norte de la Tierra Media,

    desde Utumno a Angband), rene a sus orcos en Ard-galen y los lanza por el paso del

    Sirion hacia el norte de Beleriand. Una parte de los orcos se dedica al saqueo y la

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    destruccin, mientras que el ejrcito principal se dirige a Dorthonion, regin defensiva

    estratgica que protege el norte del reino sndar de Doriath.

    Sin embargo, este ejrcito va a ser destruido. Fingolfin desde Hithlum y Maedhros

    desde el este atacan simultneamente el ejrcito de Morgoth, que es derrotado y

    aniquilado en su retirada hacia Ard-galen.

    La victoria lfica en Dorthonion tendr importantes consecuencias. Por un lado, el

    fortalecimiento de los lazos entre los distintos reinos Noldor, que contribuir al gran

    evento posterior: el sitio de Angband. Sin embargo, ser un asedio limitado, y Morgoth

    podr capturar prisioneros y conocer sobre los problemas latentes entre los elfos para

    aprovecharse en el futuro. Por otro lado, la increble superioridad militar de los ldarhar variar la estrategia de Morgoth, que en un futuro utilizar tanto la sorpresa tctica

    como a criaturas mucho ms poderosas que sus dbiles orcos, as como una treta que

    tendr un campo abonado: el engao y la traicin.

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    La cuarta batalla: Dagor Bragollach

    La victoria en Dorthonion genera en los Noldor un sentimiento de alerta profundo. Sus

    reinos estn amenazados por un mal que ya les ha atacado una vez y no parar de

    hacerlo. As que toman la decisin de asediar la fortaleza de Morgoth, Angband. El

    Enemigo Oscuro, con sus tropas aniquiladas en Dorthonion, se encierra en su fortaleza y

    pacientemente espera. Su posicin no es demasiado asfixiante, ya que el asedio de

    Angband no es completo: los Noldor no pueden superar la barrera montaosa de Ered

    Engrin, con lo que Morgoth tiene el norte como va de escape.

    Esto posibilita que, cien aos despus de la Dagor Aglareb, un ejrcito creado en el

    interior de Angband salga desde retaguardia con la intencin de atacar el reino de

    Hithlum va el Estuario de Drengist, evitando el asedio por el sur. Pero Fingon, hijo de

    Fingolfin, cae a tiempo sobre ellos y los orcos son destruidos. Se confirma una vez ms

    la inferioridad tctica de los orcos frente a la portentosa caballera Noldor.

    Durante los siguientes aos, mantenindose el asedio, Morgoth intenta encontrar algn

    elemento que desequilibrase la balanza a favor de sus tropas. Cree haberlo encontrado

    con la crianza de los dragones Urulki. Glaurung, el primero de ellos, sale, aun sin

    haber alcanzado su plenitud fsica, una noche doscientos aos despus de la Dagor

    Aglareb. Su fiereza hace huir en principio a los elfos, pero Fingon en persona junto con

    algunas tropas hacen retroceder a Glaurung a flechazos desde Ard-galen hasta la misma

    Angband.

    Melkor ha visto con preocupacin su error de haber descubierto una de sus armas mspeligrosas demasiado pronto. Por esto, durante doscientos aos ms, con los Noldor

    sitiando Angband y gozando en sus reinos de una paz prspera, espera a que llegue su

    oportunidad.

    Pero con esta paz ficticia, la mayora de reinos elfos se olvidan de que en el norte, en

    Angband, su mayor enemigo sigue oculto. Y est trabajando con ahnco en la creacin

    de una sorpresa militar de una ndole catastrfica para los pueblos libres. Fingolfin no

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    olvida el peligro e intenta reunir ms tropas para cercar por completo Angband, pero sus

    peticiones son desodas.

    Mientras tanto, por fin los hombres han despertado y han iniciado, en gran parte, su

    emigracin sobre Beleriand y Hithlum. Se unirn como vasallos, en cierta medida, a la

    causa de los Noldor, ya que Doriath les cierra las puertas de su reino, con excepcin del

    bosque de Brethil.

    Finalmente, al cabo de entre 400 y 450 aos desde la Dagor Aglareb y el comienzo del

    incompleto sitio de Angband, Morgoth est listo y saca a relucir sus cartas. Comienza

    as la Dagor Bragollach, la batalla de la Llama Sbita. Melkor hace entrar en erupcin

    Thangorodrim y las montaas de Hierro, con tal virulencia que muchos elfos en Ard-galen son devorados por el fuego lquido. Enva a sus orcos, precedidos por un

    Glaurung en plena madurez fsica y de poder, y arrasa Ard-galen, de tal manera que

    pasar a llamarse Anfauglith, llanura del polvo asfixiante. Los ejrcitos Noldor son

    devastados ante la embestida y a duras penas pueden resistir y conservar algunas de sus

    posiciones en las zonas altas en las fronteras norteas, pero el contraataque de Morgoth

    ha sido terrible, y posibilitar la entrada de contingentes orcos en toda Beleriand,

    razzias que slo podrn ser detenidas con gran esfuerzo, y que si no son detenidas,

    devienen en establecimientos permanentes de orcos.

    Las acciones sobre el norte de Beleriand, Dorthonion y Hithlum se sucedern ya sin

    tregua, aunque se dice en el Silmarillion que se considera que la batalla propiamente

    dicha se da por terminada al menguar la intensidad de los ataques en las fronteras.

    La ltima gran consecuencia inmediata de la Batalla ser la ira de Fingolfin ante la

    catstrofe. Cabalgar hasta Angband y retar a Morgoth a duelo singular. A pesar delgran valor de Fingolfin, Morgoth finalmente lo aplasta. Fingon se convierte, as en rey

    de Hithlum y, por derechos dinsticos, en rey supremo de todos los Noldor.

    Cuando ahora se hable de la Nirnaeth Arnoediad se har una reflexin ms profunda

    sobre las consecuencias de ambas batallas, pero hemos de decir que su conjuncin, a

    nivel histrico-militar, significar la derrota final de los reinos de los Noldor y de

    Doriath y, en ltima instancia, originar la llamada de Erendil y la Guerra de la Clera.

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    La quinta batalla: Dagor Nrnaeth Arnoediad

    Se pasa ahora a explicar la ltima gran batalla protagonizada por los efos y Morgoth. La

    Dagor Nrnaeth Arnoediad, o simplemente, Nrnaeth Arnoediad (Batalla de las

    Lgrimas Innumerables o, en traduccin algo ms exacta, lgrimas de sufrimiento ms

    all (de lo que puede) contarse supone el ltimo intento de los pueblos libres de

    Beleriand de unirse para acabar con el temible enemigo comn en que se ha convertido

    el Vala Melkor.

    La Nrnaeth sucede con posterioridad al robo del Slmaril, protagonizado por Beren yLthien. Adems, las casas de los hombres ya han establecido reinos tutelados y

    firmemente asentados en territorio Noldor, habindose ganado fama por su bravura y

    coraje. La Nrnaeth tiene la caracterstica, mucho ms que la Dagor Bragollach, de ser

    una batalla protagonizada por una liga global de pueblos y reinos, superando la estricta

    alianza de razas de elfos, tnica general hasta entonces en los conflictos con Morgoth.

    Tras el suceso comentado del robo del Slmaril, los Noldor ven an vulnerable a

    Morgoth. Maedhros cree que es posible aprovechar su supuesta debilidad para atacar y

    destruir al enemigo. Forma una unin con las grandes casas de los hombres,

    establecidas como hemos dicho en Beleriand, ms algunos orientales e, incluso, con los

    enanos de las montaas del este. Sin embargo, no todos los reinos lficos acuden en

    ayuda. Aunque Hithlum, con Fingon a la cabeza, y Gondolin, con Turgon en marcha, s

    se presentan y participan en la batalla, ni Nargothrond (Finrod Felagund) ni Doriath

    (Thingol y Melian) acuden en masa, enviando tan slo contingentes aislados.

    La batalla es, como la Dagor Bragollach, descrita con bastante extensin, si la

    comparamos con las tres primeras batallas. El plan de ataque es relativamente sencillo.

    Tomando como eje el Sirion, se dar un ataque sobre Anfauglith desde dos flancos.

    Fingon desde la izquierda, Maedhros y aliados desde la derecha.

    Pero Morgoth no est tan debilitado ni es tan vulnerable como pueden creer los elfos. A

    pesar de las grandes prdidas en la Dagor Bragollach, su ejrcito sigue siendo muy

    potente y numeroso, sobre todo por contar con dragones y Balrogs. Sin embargo, la

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    entrada en escena de nuevas razas de los hombres posibilitar su gran estrategia: la

    traicin. Sin que Maedhros lo sepa, Morgoth ha sembrado discordia entre sus tropas y

    los orientales han sido sobornados.

    El ataque comienza por el flanco occidental. Los orcos amenazan y provocan a los

    Noldor hasta que estos se lanzan en tromba por Anfauglith, masacrando orcos hasta

    llegar a Angband, donde sern detenidos y diezmados. Turgon de Gondolin entra en

    batalla tambin por este flanco, ante el repliegue de Fingon. Por su parte, el ejrcito de

    Maedhros ha sido ralentizado en su marcha, segn Tolkien por culpa de la traicin de

    los orientales. Cuando se lanza al ataque, no puede reunirse en el centro con Fingon y

    Turgon debido a la intervencin de Glaurung. En ese momento es cuando los orientales

    desertan en masa y algunos directamente atacan por retaguardia el cuerpo de ejrcito de

    Maedhros, que est luchando con fiereza.

    La traicin supone la derrota en el flanco oriental, donde el ejrcito no puede soportar la

    presin y ser dispersado. En el occidental, Fingon cae y Turgon empieza a retroceder,

    protegido en retaguardia por compaas de hombres, donde luchan con fiereza Hor y

    Hrin. Huor caer y Hrin ser hecho prisionero.

    Los hijos de Fanor han sido heridos y pierden sus reinos. Dorthonion cae, Hithlum es

    invadido y poblado con orientales por orden de Morgoth. El Sirion se convierte en un

    corredor peligroso, especialmente para el reino de Nargothrond; Gondolin slo resiste

    por el desconocimiento de su emplazamiento y Doriath est completamente aislado.

    Pero ms all de la situacin estratgica, que es completamente desesperante, la derrota

    en la Nrnaeth supondr varias consecuencias negativas ms. En primer lugar, la liga

    queda deshecha, y se empezar a generar desconfianza entre enanos y elfos. Adems, latraicin de los orientales hace que parte de los elfos vean a los hombres, como especie,

    como poco fiables, y las relaciones de amistad se enfriarn, incluso con el resto de

    pueblos de los hombres. Los reinos elfos subsistentes emprenden una poltica de

    aislacionismo, debilitando an ms, a la larga, su posicin. En consecuencia, la traicin,

    el engao y la desconfianza sern el ambiente general.

    Ante la prdida de su sueo de imperio, los hijos de Maedhros se volvern ms ariscos y

    obsesivos respecto de los Silmarils, abandonando la idea del establecimiento de reinos y

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    abonndose a la idea de la legitimacin en la lucha y recuperacin de los Silmarils,

    desentendindose de la guerra contra Morgoth en la vertiente de lucha entre Estados.

    Como ltimo apunte sobre la Nrnaeth, y relacionndola con la Dagor Bragollach, queda

    comentar la situacin estratgica final que queda tras estas dos batallas. Los reinos han

    quedado aislados, con los efectivos militares muy reducidos y pudiendo slo realizar

    pequeos ataques focalizados. Slo Doriath, Gondolin y Nargothrond aguantan, pero

    aislados y sin coordinacin. La amistad entre elfos y hombres se ha diluido. No son

    suficientes para parar la invasin de Beleriand que va a realizar Morgoth y acabar con

    la capitulacin de los ltimos reinos de los elfos. Tras la cuarta y la quinta batalla, los

    pueblos libres han sido derrotados y Morgoth va a ser el seor y amo de la Tierra

    Media.

    Podra decirse que la situacin es parecida a la del frente ruso en la Segunda Guerra

    Mundial tras las batallas de Stalingrado y Kursk. Lgicamente se plantea esta reflexin

    en trminos blicos, no de intencionalidad poltica (en ningn caso identificamos a los

    alemanes como hroes y atribuimos a los rusos el papel de enemigos malvados). Si en el

    asedio de Stalingrado los alemanes fueron sorprendidos y diezmados (como en la Dagor

    Bragollach los elfos) y empezaron a perder iniciativa, la matanza que se produjo en

    Kursk fue, como la Nrnaeth Arnoediad, la prdida definitiva del empuje de un ejrcito

    ante la ltima trampa militar que prepara el enemigo. Los elfos ya no tendrn la fuerza

    suficiente para oponerse al inexorable avance de las tropas de Morgoth, de manera

    parecida a cmo los rusos empiezan a reconquistar territorio.

    Lo que se quiere transmitir aqu es que, en contra de lo que una lectura del Silmarillion

    pudiera reflejar en primera instancia, es la unin de ambas batallas lo que deja sin

    fuerzas, rendidos prcticamente, a los ejrcitos de los Noldor, y sin posibilidad de

    volver a reunir fuerzas y recursos para contraatacar. Y esta atribucin de catstrofe que

    se le da a la Nrnaeth no es casual. Muy ingenuos tendramos que ser para no identificar

    esta contienda como el cumplimiento de una parte del Hado de los Noldor. No en vano,

    la profeca de Mandos empieza exactamente as: Lgrimas innumerables derramaris.

    De lo que deducimos que fue Tolkien el que de manera clara quiso que esta batalla

    reflejase el cumplimiento de un destino. La Nrnaeth tiene un punto de tragedia

    proftica que favorece una interpretacin reduccionista de las guerras en Beleriand, pero

    como se ha visto, nosotros hemos intentado huir de esta postura en nuestra explicacin

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    histrica, reflejando que fue tanto la comodidad de los elfos y el ingenio de Morgoth

    antes de la Dagor Bragollach, como la traicin y la discordia de la Nrnaeth, lo que

    cimentaron el desastre.

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    La cada de los ltimos reinos y la Guerra de la Clera

    Tras la victoria en la Nrnaeth, los ejrcitos de Morgoth avanzan por Beleriand,

    internndose y presionando las fronteras de los ltimos reinos. Pero no ser la estrictafuerza militar de Angband lo que aniquilar estos Estados.

    Trin Trambar, hijo de Hrin, cobrar gran influencia en el reino de Nargothrond.

    Debido a su orgullo y a sus ansias de derrotar a Morgoth, logra que se construya un

    puente sobre el Sirion. Pero ser una decisin terrible, ya que el reino se hace

    penetrable. Por este paso entrar Glaurung, que aniquilar el reino y lo convertir en su

    morada.

    En el reino de Doriath un conflicto sobre el Nauglamir, una joya labrada por los enanos

    que Hrin, despus de su liberacin, regala a Thingol, causar una invasin por parte

    del reino enano de Nogrod que arruinar Doriath. Tras reponerse la dinasta con Dior,

    hijo de Beren y Lthien, el reino slo aguantar un tiempo. Dior, poseedor por herencia

    del Slmaril robado por sus padres, es reclamado por parte de los hijos de Fanor a

    entregar la preciada joya. Al negarse, Doriath es invadido por las ltimas fuerzas

    fanorianas. Dior logra huir a Tol Falas, y alguno de los refugiados se establecen en laBaha de Falas, donde habita Crdan.

    Gondolin no conocer tampoco un destino amable. Y ser por la traicin de Maeglin. Es

    capturado en una sus salidas del reino por las tropas de Morgoth. Despus de ser

    presionado, revela la ubicacin de la ciudad ante el ofrecimiento de poder y la

    oportunidad de poseer a Idril Celeberindal, esposa de Tuor. La ciudad caer tras ser

    asediada por el gran ejrcito de Morgoth. El reino es destruido y algunos refugiados,

    incluido Erendil, hijo de Tuor e Idril, huyen a la Baha de Falas.

    Esta baha de Falas, junto con la isla de Tol Falas son los ltimos territorios bajo

    soberana de los elfos (al margen de los reductos de elfos verdes de Ossiriand). No son

    de gran preocupacin para Morgoth, su poder ahora es inmenso sobre Beleriand y este

    reducto no es una verdadera amenaza.

    Finalmente, llegamos a la Guerra de la Clera. Erendil, navegando hacia Valinor con el

    Silmaril, establece contacto con los Valar y pide perdn por los actos de su raza, as

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    como ayuda ante la imparable fuerza y perversin de Morgoth. Los Valar deciden

    actuar.

    No tenemos una gran descripcin de la Guerra de la Clera. S sabemos que participan

    los Valar, ms los ejrcitos de los Vanyar y los Noldor de Finarfin, que haban

    permanecido en Aman. No intervienen los Teleri, an rencorosos por la matanza de

    Alqualond. Estos contingentes llegan a Angband, donde derrotan a Morgoth, a quin

    coge por sorpresa la piedad de los Valar y la ayuda que prestan a los elfos. Las tropas de

    Morgoth son barridas del campo de batalla.

    Morgoth se prepara para claudicar, pero esta vez los Valar no tienen piedad con l. Sus

    extremidades son amputadas y es lanzado fuera de Arda, atado con la cadena Angainor,al vaco intemporal. Las criaturas supervivientes de sus ejrcitos son dispersadas y

    huyen. Sauron, sin embargo, no es castigado. Es requerido a viajar a Valinor para ser

    all juzgado, pero decide huir a la Tierra Media.

    Como consecuencia del enorme poder de los contendientes y la energa liberada durante

    la batalla, la fisonoma de la Tierra Media cambia para siempre. Beleriand es inundada

    por las aguas, y de las tierras donde han sucedido los hechos aqu explicados, slo

    subsistir en el futuro Ossiriand, que ser llamada Lindon.

    As concluyen las guerras de Beleriand, y con ellas la Primera Edad. Los Noldor han

    sido aniquilados, pero finalmente la intercesin de Erendil ha logrado la derrota de

    Melkor. La exposicin hasta aqu realizada pretende ser un relato fctico. Los elementos

    valorativos sern analizados en las prximas pginas.

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    AN&LISIS 'UR()ICO

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    Jams pensis que la guerra, no

    importa lo necesaria o

    !ustificada que pare"ca, no es

    un crimen

    #$rnest %eming&ay

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    Derecho, justicia y guerra: consideraciones jurdico-morales

    de la Tierra Media y las Guerras de Beleriand

    Dijimos en nuestra introduccin que el objetivo de este trabajo es juzgar, desde una

    perspectiva de derecho de la guerra (dentro del derecho internacional pblico), las

    conductas y hechos protagonizados por los personajes del Silmarillion durante las

    Guerras de Beleriand.

    Sera estril, sin embargo, entrar en este juicio si no estableciramos las reglas del

    juego, es decir, si no fijramos qu parmetros vamos a utilizar. Para ello, nuestra

    propuesta es ambiciosa. Usaremos una combinacin de derecho internacional pblico

    contemporneo, elementos de moral y doctrina cristiana y algunos elementos propios de

    las sociedades y el mundo de Arda, muchas veces influidos por conceptos de derecho

    germnico.

    La moral en la obra de Tolkien

    El discurso moral y religioso presente en la obra de Tolkien referente a la Tierra Media

    es una mezcolanza de influencias, y vemos claramente observables dos: la germnica y

    la cristiana. No es cuestin aqu el analizar las analogas entre la historia del

    Silmarillion y de la Tierra Media con la tradicin y la historia de salvacin cristiana,

    pero habr influencias claras por la voluntad de Tolkien de trasponer algunos de sus

    elementos.

    En cuanto a la cosmogona y el orden del universo, el relato del Ainulindal es una

    explicacin mtica de la creacin, en forma de msica, pero con la particularidad de que

    presenta una simbiosis de sistemas religiosos: por un lado est la figura judeocristiana

    de Eru, Dios, con todas las caractersticas atribuibles como causa primera de la creacin

    y ente transmitente de vida: omnipotente, omnisciente, eterno y, por posibilitar la

    creacin y dar el ser, amoroso.

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    Por otro lado, tenemos un clsico panten politesta, que, al menos en una visin

    superficial nos parece cercano al nrdico. Su forma de actuar y su intervencin no

    recuerdan exactamente a la tradicin mitolgica griega (y la subsiguiente latina),

    mientras que la lucha en guerras por el destino de Arda si nos permite identificar la

    intervencin de los dioses nrdicos en la lucha contra los seres malvados. Este reflejo

    ser claramente identificable cuando, en diversas referencias a lo largo de sus obras, no

    slo el Silmarillion, Tolkien exponga el final del mundo. Este da del fin, aunque con

    elementos cristianos recuerda perfectamente al Ragnarok de la mitologa nrdica: la

    apocalptica batalla final (Dagor Dagorath) en la que los seres del bien -dioses,

    guerreros que moran en las estancias de los dioses (como los einherjer nrdicos)-

    lucharn contra los del mal dioses malvados, criaturas malignas (posibilitando una

    identificacin entre los ltimos Balrogs y el gigante de fuego Surt)-, que acabar con la

    destruccin del mundo como tal, y que posibilitar un nuevo renacimiento, que Tolkien

    expresa con la interpretacin de una nueva meloda creadora. Este renacer es otro

    elemento identificable totalmente con la mitologa nrdica.

    Este panten est encarnado por dos clases de seres: los Valar, que podramos llamar

    dioses, menores en entidad que Eru, y los Maiar, espritus que ayudan a los Valar, con

    poderes sobrenaturales pero limitados en comparacin con aqullos (algo as como

    ngeles).

    La existencia de los Valar es anterior a la creacin puesto que intervienen

    decididamente en ella. La creacin ser una concordancia de voluntades (simbolizadas

    en melodas) a las que Eru da su toque definitivo y su capacidad como nico ser con

    potencia creadora (la Llama Imperecedera).

    Sin embargo, el Mal estar presente ya desde el principio, porque Melkor, uno de los

    Valar, aporta una nota discordante en la estructura creadora. Aqu entenderemos el Mal

    en su versin cristiana: el mal como ausencia de bien. El mal, que Melkor genera y que,

    en ltima instancia, Eru permite, ser una discordancia en la belleza de la creacin, una

    disfuncin en el orden natural de las cosas, pero que paradjicamente est presente

    como elemento configurador de la realidad, no le es extrao. Esto se puede enlazar con

    los que se dice en el captulo final del Quenta Silmarillion: No obstante, las mentiras

    que Melkor el poderoso y maldito, Morgoth Bauglir, el Poder del Terror y del Odio,sembr en el corazn de los Elfos y de los Hombres, son una semilla que no muere y no

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    puede destruirse; y de vez en cuando germina de nuevo; y dar negro fruto aun hasta

    los ltimos das. Similar referencia se hace al inicio del Akallabth.

    Adems, Arda, la creacin, ser una realidad pero no la nica, puesto que se nos dice

    que Eru, junto con algunos Valar y Maiar, restan fuera, y no intervienen. Es como si

    estuvieran en una dimensin, a la que pueden acceder si quieren o si son enviados. De

    todas maneras, un buen nmero de ellos acceder a Arda. Y Eru les indica que en un

    futuro que ellos no pueden conocer, nacern en Arda los Hijos de Eru, seres creados

    directamente por voluntad del Dios.

    Aqu empezar ya la lucha entre los dos rdenes, el bien y el mal. Mientras los Valar y

    la mayora de Maiar se dedican a embellecer el mundo, Melkor y algunos Maiar a losque ha corrompido se dedican a sabotearlo y crear climas extremos, accidentes

    geogrficos y espacios difciles de habitar y de dudosa belleza.

    Posteriormente, con el despertar de los Hijos de Ilvatar, los Elfos, llegar la perversin

    de Morgoth hacia esa raza, ya que sern algunos de estos elfos a quienes capturar y

    transformar en Orcos, raza de difcil estudio pero siempre descrita con adjetivos

    peyorativos. A su vez, los Elfos ostentarn valores positivos: deseo de saber,

    iluminacin, respeto y veneracin hacia los dioses, maestra en el arte, etc. Slo la

    influencia de Melkor daar su naturaleza. Los Hombres tambin poseen atributos

    ejemplares: coraje, entrega, fidelidad. De la misma forma que los elfos, la traicin y el

    engao entrarn en su vida por obra de Melkor.

    A la luz de lo visto y teniendo en cuenta el material de la obra de Tolkien que sera

    imposible analizar por entero aqu, podemos sacar algunas conclusiones respecto de la

    moral intrnseca a la obra:

    Existen el Bien y el Mal. No es un dualismo cosmolgico como el de las

    religiones orientales. Hay seres buenos y seres malos. Eru, los Valar de Valinor,

    los Maiar que les asisten, y la mayora de Elfos y hombres son buenos. Melkor y

    sus sirvientes son malvados, desde Sauron y Gothmog hasta el ms bajo de los

    Orcos y de los Orientales. Habr algunos seres, como los Elfos, Hombres y

    Enanos que tendrn caractersticas malvadas o al menos, no explcitamente

    bondadosas, pero por lo visto, sern fruto de la codicia, el orgullo y el miedo, es

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    decir, en ltima instancia son fruto de la accin de Melkor. Y Melkor es el

    autntico villano. El ser abominable, que ya desde el principio, slo quiere

    destacar sobre el resto de seres, y usa sus poderes para someter todo a su

    voluntad.

    Habr unas consecuencias de la existencia del bien y del mal a nivel prctico.

    Las acciones de los personajes comportan un castigo o una recompensa. Existe

    moral y tica, en relaciones de causa-efecto a nivel de conducta-destino: desde

    Fanor encerrado en Mandos y Melkor en el Vaco, hasta el misterioso juicio de

    Eru sobre los hombres a su muerte.

    El funcionamiento de las sociedades lficas y humanas, especialmente los

    descendientes de Finw y las tres grandes casas de los hombres, se rigen por una

    estructura familiar parecida a la de la Sippe germnica. Los Estados lficos

    forman una confederacin donde la jefatura fue electiva (muchos aos antes,

    desde el viaje de Cuivinen a Aman) y ahora es hereditaria dentro de una

    estructura tribal, pero el poder sobre las otras casas es slo nominal ya a la

    muerte de Finw. El ttulo de Rey Supremo slo pasa a la siguiente generacin

    una vez fallecen todos los miembros de la anterior, que se han sucedido por

    razn de nacimiento. Todo ello nos recuerda a una megaestructura familiar de

    raz tribal, asimilable a la cultura antigua germnica. La traicin, acto de por s

    execrable, ser ms reprobable al ejercerse entre los miembros de la familia,

    pero resulta que todos los Noldor tienen lazos familiares entre ellos. La traicin

    de Fanor y sus hijos ser la primera y la ms reprobable, y slo se repetir en

    contadas ocasiones, como la de sus Hijos sobre el reino de Doriath y la de

    Maeglin (medio elfo oscuro) en Gondolin. Su cualidad negativa se mostrar en

    toda su potencia al ir acompaada siempre de consecuencias calamitosas (Hado

    de los Noldor, desaparicin de Doriath, cada de Gondolin).

    La lucha que realizan los pueblos tiene juicio dist

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    La guerra en la doctrina cristiana

    Si bien Tolkien desde pequeo profes la fe catlica y esta influy en la concepcin

    moral que acabamos de ver en su obra, creemos conveniente analizar esta doctrina en

    puridad. As, extraeremos los elementos que nos permitan hacer un juicio acorde a la

    dinmica de los hechos acaecidos en las Guerras de Beleriand. Y escogemos el

    cristianismo porque es sin duda la mayor base de moral de la que Tolkien bebi en su

    concepcin del mundo y su obra literaria.

    Hablar sobre qu significa justicia, bien y mal, etc. aqu nos desviara por caminos

    teolgicos y no es ese nuestro propsito. Lo que estamos haciendo es sentar las bases de

    un sistema de normas que nos permita calificar unos hechos blicos. Para ello, y por su

    decisiva importancia, utilizaremos dos fuentes: la Summa Theologica de Santo Toms

    de Aquino y el Catecismo de la Iglesia Catlica.

    En cuanto a Santo Toms, realiza un estudio bastante focalizado de la licitud moral de la

    guerra dentro de su enorme obra. Podemos enc edeen a en la Summa Theologica, I-I,

    cap. 40 La guerra. Est c puesta por cuatro apar tados de los cules nos interesan

    aqu dos:

    Hay alguna guerra lcita? Es el principal y el que aqu ms nos interesa. El ms

    importante de los argumentos para c edradecir la licitud de la guer85(e)3792(e)3.73756(

    aceptable una guerra si cumple co e tr

    autoridad c petente (un prncipe), c o re

    tenga justa causa y que tenga una recta in

    Es lcito utilizar estratagemas? El se

    estratagema puede llevar a la co elusi

    Santo Toms co eidera que no son utiliz

    As, no ser aceptable la mentira y la

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    ejemplo, de que la no defensa puede llevar aparejada una injusticia. Ante un mal, de la

    misma forma que una organizacin social lo soluciona segn la ley y los tribunales (que

    en su forma perfecta debera ser natural, lo ms semejante posible a la ley divina), si el

    mal es externo debe ser combatido para preservar esa organizacin y evitar dao sobre

    sus miembros.

    Por ello se desarrolla el concepto de guerra justa. Las premisas de las que parte son

    claras: un particular no puede iniciar una guerra, debe ser el prncipe, es decir, aquel al

    que se le ha encargado el gobierno. No quiere decir que toda guerra emprendida por la

    autoridad competente sea justa, sino que toda guerra justa deber haber sido iniciada por

    la autoridad competente.

    En segundo lugar, debe tener justa causa. Esto a veces es difcil de determinar, y parece

    que Santo Toms nos remite implcitamente a la Ley natural sobre qu es justo y qu

    no. Cita como ejemplo, de San Agustn, la venganza de una injuria realizada por un

    pueblo contra otro. No descarta pues, la guerra como mecanismo de derecho, ni la

    guerra preventiva, puesto que esta puede tener una justa causa.

    El ltimo de los aspectos es la recta intencin. Que la finalidad de la guerra est

    encaminada a evitar el mal o promover el bien. Se condena la guerra fundamentada por

    el deseo de causar dao, vengarse cruelmente, la pasin de la batalla y la voluntad de

    dominacin.

    El otro instrumento que utilizaremos es el Catecismo de la Iglesia Catlica, en lo

    relativo al homicidio y la legtima defensa (2267-2263). No se considera culpable de

    homicidio al que se defiende para preservar la propia vida y, an ms, se considera un

    deber hacerlo cuando estn en juego otros individuos (incluyendo la familia y lasociedad). Se deben realizar esta defensa de manera proporcional para evitar el mal, si

    se extralimita se considerar una accin ilcita.

    En cuanto al derecho de los Estados a preservar el bien comn, la autoridad competente

    de la cosa pblica debe apartar por los medios necesarios (proporcionales) a los

    individuos que agredan a la sociedad. No se excluye de estos recursos la pena de

    muerte. Y se explicita que es un derecho la defensa contra el agresor, aun por medio de

    las armas.

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    Como conclusiones que podemos sacar:

    La guerra debe servir para restablecer una situacin anmala que entraa riesgo

    para una sociedad o para preservar su seguridad

    Debe realizarse por la persona o ente encargado del gobierno de una sociedad

    Debe realizarse con la menor crueldad posible

    La finalidad siempre tendr que ser la bsqueda de un bien (deber ser el ltimo

    recurso en este sentido) o la evitacin de un mal ya que, como hemos dicho,

    debe haber proporcionalidad entre medios y fines. El fin no puede ser una

    perversin de esta bsqueda del bien comn.

    Debe ser una reaccin. La idea de justa causa exige una causa, realizada por el

    agresor, as que la guerra deber ser un efecto de aqulla. Y deber ser una causa

    lo suficientemente grave y lesiva como para que implique la utilizacin de un

    medio tan potente y daino como la guerra.

    Aun cuando consideremos lcita la guerra, nunca hemos de olvidar que contina

    siendo un acto que inherentemente incorpora un mal.

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    La guerra en el Derecho Internacional Pblico actual

    A la luz de lo expuesto hasta ahora podramos tener ya los elementos valorativos

    suficientes para juzgar los hechos de las Guerras de Beleriand. Pero para introducir un

    elemento jurdico contemporneo, comentaremos algunos aspectos del Derecho

    internacional pblico positivo en la actualidad, posibilitando un anlisis y

    enjuiciamiento ms rico que la mera aproximacin a los principios que regan en el

    momento de produccin de los hechos. Para ello nuestra fuente de estudio sern la Carta

    de Naciones Unidas, de 1945, y el Convenio de Ginebra de 1948.

    Dos asuntos claves tenemos aqu. En primer lugar, la guerra propiamente dicha, la

    licitud de la guerra: cundo se considera, segn el derecho actual, que una actuacin

    militar es justa y no entraa responsabilidad. En segundo lugar, el trato que debe darse a

    los prisioneros.

    En cuanto al primer tema, la licitud de la guerra, podemos decir que muchas cosas han

    cambiado desde que Santo Toms enunci los principios de la guerra justa all por el

    siglo XIII. Hoy en da, y con el peso de tantos sucesos catastrficos para la humanidad a

    lo largo de estos aos, especialmente del siglo XX, la guerra ha perdido la funcin de

    reparacin anterior. Desde la prohibicin de guerrear para cobrar deudas a la estricta

    limitacin del uso militar actual, podemos ver que jurdicamente la guerra ha perdido

    prcticamente todas sus causas justas.

    El captulo VII de la Carta de Naciones Unidas, que lleva por rbrica Accin en caso

    de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresin, es el marco

    jurdico actual que regula las consecuencias del uso de la guerra o la amenaza de utilizar

    la guerra. Tenemos que ver, como dispone el artculo 39, que es el Consejo de

    Seguridad de Naciones Unidas el encargado de velar por la paz internacional. A lo largo

    del captulo es explicado el conjunto de mecanismos que deben utilizar los Estados para

    solventar sus diferencias y el que, en ltima instancia, es el Consejo y no los Estados

    quien tiene la llave para acordar la intervencin militar. Por lo tanto, a menos que lo

    autorice el Consejo, el empleo de la guerra est prohibido.

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    Una excepcin cabe a esta prohibicin, en el art.51: la legtima defensa de un Estado

    cuando es atacado, si bien con el cariz de que el Consejo de Seguridad a la larga

    asumir el restablecimiento de la paz y el dominio de los hechos.

    Lo que es importante ver y, lo deja claro la Resolucin 2625 de la Asamblea de

    Naciones Unidas, de 1970, es que una guerra de agresin constituye un crimen contra

    la paz que, con arreglo al derecho internacional, entraa responsabilidad. Adems,

    para reivindicar esta concepcin, los autores de estos hechos pueden ser enjuiciados por

    la Corte Penal Internacional, que entre otros, tiene competencia sobre los delitos de

    crmenes de guerra y crimen de agresin.

    Por otro lado, est el tema del trato que se le da a los prisioneros de guerra, regulado enla Convencin de Ginebra de 1948. Por las propias circunstancias de las Guerras de

    Beleriand, aqu nos interesa poco todo el articulado, remitindonos a los siguientes:

    Artculo 4 - Prisioneros de guerra

    A. Son prisioneros de guerra, en el sentido del presente Convenio, las personas que,

    perteneciendo a una de las siguientes categoras, caigan en poder del enemigo:

    1) los miembros de las fuerzas armadas de una Parte en conflicto, as como los miembros de

    las milicias de los cuerpos de voluntarios que formen parte de estas fuerzas armadas!"#$

    Artculo 12 - Responsabilidad por el trato a los prisioneros

    %os prisioneros de guerra est&n en poder de la Potencia enemiga, no de los individuos o de

    los cuerpos de tropa que los 'aan capturado. (ndependientemente de las responsabilidades

    individuales que pueda 'aber, la Potencia detenedora es responsable del trato que reciban.

    "#$

    Artculo 13 - Trato humano a los prisioneros

    %os prisioneros de guerra deber&n ser tratados 'umanamente en todas las circunstancias.

    st& pro'ibido ser& considerado como infracci*n grave contra el presente Convenio, todo

    acto ilcito o toda omisi*n ilcita por parte de la Potencia detenedora, que comporte la muerte

    o ponga en grave peligro la salud de un prisionero de guerra en su poder. n particular,

    ning+n prisionero de guerra podr& ser sometido a mutilaciones fsicas o a eperimentos

    m-dicos o cientficos sea cual fuere su ndole, que no se ustifiquen por el tratamiento

    m-dico del prisionero concernido, que no sean por su bien.

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    Asimismo, los prisioneros de guerra deber&n ser protegidos en todo tiempo, especialmente

    contra todo acto de violencia o de intimidaci*n, contra los insultos la curiosidad p+blica.

    st&n pro'ibidas las medidas de represalia contra ellos.

    Artculo 14 - Respeto a la persona de los prisioneros

    %os prisioneros de guerra tienen derec'o, en todas las circunstancias, al respeto de su

    persona de su 'onor. "#$

    Ya se ve claramente que resulta inverosmil aplicar estos preceptos a las Guerras de

    Beleriand de una manera seria. Pero es necesario decir que en la Antigedad y en la

    Edad Media, aun con todas sus excepciones, se dieron algunas muestras de trato

    respetuoso, en cierta medida y dependiendo de los pueblos, a los prisioneros de guerra.

    Esto no suceder por parte de ninguno de los Estados de la Tierra Media durante las

    Guerras de Beleriand.

    Podemos extraer, de lo comentado, las siguientes conclusiones:

    Toda guerra de agresin es ilcita y entraa responsabilidad.

    Existe un derecho a la legtima defensa, pero limitado. Las represalias estn

    taxativamente prohibidas y la defensa debe ser proporcional.

    Debe darse un trato adecuado a los prisioneros de guerra, sin que en ningn caso

    sea aceptable la ejecucin de los mismos.

    En ltima instancia, los mximos responsables y superiores de los sujetos que

    cometen los actos contra prisioneros de guerra son los responsables legales, sin

    negar en parte la responsabilidad de los sujetos que los realizan.

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    Responsabilidad de los sujetos por los actos cometidos

    Realizado nuestro esfuerzo por determinar los valores que subyacen en la obra de

    Tolkien, as como para resaltar los criterios cristianos y de derecho positivo que

    creemos son adecuados tener en consideracin, nos vemos ahora con los elementos

    necesarios para atribuir responsabilidad por los actos que acontecen en el marco de las

    guerras entre Melkor y los Pueblos libres.

    El sistema para hacerlo no es sencillo. Una opcin sera realizar una especie de Juicios

    de Nremberg, tipificando una serie de delitos de manera ex post y atribuyendo laresponsabilidad por su realizacin o no a los sujetos. Pero nos estaramos enfrascando

    en una labor de derecho penal muy extensa, que nos costara demasiado espacio,

    demasiadas reflexiones repetitivas y hara de este estudio un material arduo, farragoso y

    poco til. Lo que hemos optado por hacer es recopilar aquellos hechos de las Guerras de

    Beleriand que nos parece deben ser juzgados y en base a esto atribuir responsabilidad a

    quien creamos merecedores de ella, sin criterios penales taxativos, haciendo un juicio de

    consenso con los principios morales y jurdicos que hemos expuesto. Adems, como

    colofn realizaremos un anlisis en perspectiva de los sujetos y pueblos ms

    importantes que participan en los hechos.

    El inicio de las hostilidades

    El primero de los hechos que analizamos aqu es el comienzo de las Guerras de

    Beleriand, es decir, la invasin de los ejrcitos orcos de Morgoth sobre el reino de

    Doriath, Ossiriand y las Falas. El ataque no se debe a ninguna provocacin de los otros

    reinos contra Angband, ni es la respuesta a ningn acto. Por lo tanto debemos buscar la

    causa en una decisin de Morgoth. Esta decisin es tomada por la voluntad de Melkor

    de someter cualquier tipo de vida sobre Arda. No en vano, ya desde el principio de la

    creacin, se enuncia: Por tanto, mientras la Tierra era todava joven y estaba toda en

    llamas, Melkor la codici y dijo a los otros Valar: -Este ser mi reino, y para m lo

    designo. Lo podemos leer en el Ainulindal. Por lo tanto, y como ser la tnica general

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    por el papel que Tolkien le atribuye, hemos de designar a Melkor responsable de haber

    iniciado una guerra ilcita, puesto que incumple todos los requisitos y supuestos que

    podran dejarnos margen a una consideracin diferente.

    La invasin de Beleriand por parte de los Noldor

    Es ms discutible en cambio la irrupcin de los Noldor exiliados sobre las tierras de

    Hithlum y Beleriand. Hay dos Estados que reclaman estas tierras, el reino de Thingol y

    Angband. Para ayudarnos con nuestro problema tomamos como referencia lo que dice

    el Derecho internacional pblico al respecto.

    Para considerar que existe un Estado como sujeto, se toma como necesaria la existencia

    de cuatro elementos: territorio, poblacin, organizacin poltica y soberana. Nos

    interesa la relacin entre territorio, poblacin y soberana para los territorios en disputa.

    En Hithlum, slo tenemos constancia de existencia de poblacin, al sureste del

    territorio, ya que vivan Elfos grises que haban emigrado desde el Sur. Por lo tanto,

    existe aqu poblacin, pero no se habla de un poder o algunas competencias

    efectivamente ejercidas por parte de Thingol. Por lo tanto, hemos de concluir que:

    Melkor no tiene ninguna legitimidad para reivindicar las tierras de Hithlum, no ms all

    de su sueo de poseer toda la Tierra Media, pero esa voluntad en ningn caso le

    legitima para considerrsele soberano del territorio. Por otro lado, Thingol tampoco

    puede reivindicar estas tierras, ya que aunque son Elfos grises los que moran, lo hacen

    de forma autnoma.

    Los nicos que viven y tienen soberana en Hithlum son los Elfos Grises que habitan en

    Mithrim, y slo sobre Mithrim (no sobre Dor-Lmin ni sobre el norte de Hithlum). As,

    en el momento de la llegada de los Noldor a este territorio, se forma una unin

    voluntaria, no una colonizacin forzosa e impuesta. Por lo tanto, no ha habido ningn

    acto reprobable aqu.

    En Beleriand la cosa cambia, porque el reino de Doriath ejerce control sobre algunas

    comunidades esparcidas por los territorios de todo Beleriand. Por eso, sabiendo que su

    retorno puede ser conflictivo por llegar a tierras ocupadas, los Noldor envan emisarios

    a Doriath. Y la contestacin de Thingol es clara: les permite explcitamente establecerse

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    en Dorthonion y Hithlum, le es negada la entrada a Doriath y es permitida la ocupacin

    del resto de territorios pero siempre considerando que son invitados en el gran reino de

    Beleriand del cual Thingol es soberano. Est intentando imponer una especie de Estado

    Federal, donde l gobierna desde la sede central, Doriath, y los Noldor forman una

    suerte de regiones autnomas dentro de ese Estado.

    Pero los Noldor, especialmente los hijos de Fanor, se burlan de este proyecto. Respetan

    al reino de Doriath porque es el nico en el que consideran que Thingol ejerce

    soberana. En el resto de territorios, deciden constituirse en reinos independientes.

    Por lo tanto, en nimo, estn invadiendo. Y esto sera reprobable, pero queda claro que

    Thingol es incapaz de ejercer control sobre los territorios que, explcita oimplcitamente, est cediendo. Esto contravendra la existencia de Estado y por lo tanto

    hara ms benvolo nuestro juicio sobre la invasin de Beleriand. Sin embargo, hemos

    de ser medianamente firmes, con lo que llegamos a la siguiente conclusin. Desde una

    perspectiva global, la invasin de Beleriand no puede ser calificada de reprobable,

    puesto que infringe en poco o nada la soberana real de esos territorios y, an ms,

    cuenta con el beneplcito de su soberano nominal. Pero desde el punto de vista de los

    dirigentes Noldor, estn transgrediendo en nimo el rudimentario tratado de

    coexistencia y sumisin con el reino Sndar de Doriath y los territorios de Beleriand ya

    poblados, y podramos afirmar que son responsables por ello.

    La motivacin de la Dagor-nuin-Giliath y la Dagor Aglareb

    Otra vez debemos analizar si el ataque de Melkor sobre los elfos en ambas batallas es

    lcito o no. Tras lo expuesto en los hechos vistos en la primera parte del trabajo y a la

    luz de la reflexin realizada para el inicio de la guerra, hemos de concluir que la

    motivacin de Melkor para entablar ambas batallas no son justificables. La Dagor-nuin-

    Giliath, porque los territorios de Hithlum no son de soberana de Angband y no tiene

    una justificacin de derecho para iniciar el ataque. En el caso de la Dagor Aglareb es

    todava ms claro, puesto que el ataque se produce sobre reinos plenamente

    establecidos, es decir, es otra invasin en toda regla, contra un Estado funcional, y sin

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    una justificacin ms all del deseo de prevalecer como amo y seor de Beleriand que

    tiene Melkor. Por lo tanto, debe ser considerado responsable por estas acciones ilcitas.

    La persecucin sobre los Orcos despus de la Dagor Aglareb

    Tras ser barridos del campo de batalla por las fuerzas combinadas de Fingolfin y

    Maedhros, los orcos se baten en retirada, desorganizados, hacia Angband. Son

    perseguidos por los Noldor. Como en prcticamente todas las batallas, los Noldor

    exterminan sin piedad a los ejrcitos de Morgoth. Es justificable la persecucin y

    exterminio de enemigos vencidos?

    Desde el derecho internacional pblico la respuesta no podra ser favorable excepto que

    estos soldados mostrasen signos de resistencia y fuera necesario matarlos para evitar un

    peligro para las tropas propias. Aunque en ningn momento se habla de que los Orcos

    se rindan, hemos de entender que se estn retirando, habiendo perdido el nimo de

    luchar, as que no representan una amenaza, pudiendo incluso se reducidos sin

    necesidad de aniquilarlos. Desde esta perspectiva podramos entender que los Noldor

    son responsables por el maltrato que dan a un enemigo vencido.

    Pero hemos de tener en cuenta dos aspectos: si la nica forma de evitar que esos orcos

    llegasen a Angband y sirvieran para organizar otro ejrcito fuese matarlos, entonces s

    podramos justificar la muerte del enemigo. Adems, si tenemos presente el trato

    extremo entre enemigos habitual en la poca de los hechos, nada indica que Noldor

    procedan con una crueldad manifiestamente superior a la necesaria. Por lo tanto,

    consideramos que no deben ser, en consideraciones generales, responsables por la

    muerte de los orcos en retirada.

    El sitio de Angband

    Aqu los papeles han cambiado, porque son los elfos los que invaden territorio

    efectivamente dominado por Morgoth y ponen sitio a la fortaleza del Seor Oscuro.

    Podramos decir que s es justificable porque responde a la invasin de Melkor (existe la

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    En cuanto al primero, hemos de decir que el ataque de Morgoth s es lcito, ya que

    obedece a un supuesto de defensa de su territorio. La estratagema de la sorpresa es uno

    de los mecanismos vistos que s pueden considerarse aceptable, ya que no ha implicado

    traicin ni engao.

    Pero una vez expulsados de Angband, y limpiado Ard-Galen de enemigos (que tambin

    consideramos que no entraa responsabilidad, puesto que esta llanura siempre ha estado

    en conflicto y sin soberana efectiva, de manera que la utilizacin estratgica en la

    defensa no es jurdicamente incorrecta), la ofensiva de Morgoth no es justificable.

    Obedece a su antigua voluntad de dominacin y a nada ms y, por lo tanto, es

    responsable de esta accin ilcita.

    Nrnaeth Arnoediad: motivacin, formacin de la Liga, traicin

    La iniciativa en la quinta y decisiva batalla la toman los elfos por medio de Maedhros,

    que encabeza junto a Fingolfin una unin de los pueblos libres, la ltima, contra

    Morgoth. Son lcitos sus motivos? Despus de la Dagor Bragollach Melkor ha ido

    invadiendo los territorios norteos, incluida Tol Sirion, que por obra de Sauron ahora se

    ha convertido en Tol-in-Gaurhoth, la Isla de los Licntropos. Est claro, pues, que la

    ofensiva de Morgoth no se ha detenido, ni ha intentado mantener unas razonables

    relaciones de coexistencia. Simplemente, tras la Llama Sbita ha medrado en territorio

    enemigo en vez de buscar una gran batalla como haba hecho en el pasado.

    Por ello, la contraofensiva que pretende Maedhros es lcita, ya que obedece a postulados

    defensivos: atacar a Morgoth antes de que siga hacindose ms fuerte e invada ms

    territorios de Beleriand. De esta manera, consideramos aceptable y lcito el choque

    militar que quiere realizar Maedhros.

    El hijo de Fanor busca colaboracin en el resto de pueblos y reinos y la obtiene slo

    parcialmente. Orodreth de Nargothrond y Thingol de Doriath rechazan comprometerse

    y envan batallones simblicos a la guerra Con una situacin tan peligrosa tras la cuarta

    batalla, esta omisin en la colaboracin con la empresa de Maedhros, Fingolfin, Turgon,

    las tres grandes casas de los Hombres y los enanos de las fronteras orientales slo puede

    reprobarse. As, hacemos responsables a los dos monarcas por su inactividad ante los

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    movimientos de sus aliados y de sus enemigos, y les atribuimos parte de culpa por la

    derrota en la Nrnaeth, ya que una intervencin de los ejrcitos de estos reinos podra

    haber cambiado el resultado de la contienda. En cierta manera, son culpables de traicin

    por omisin.

    El otro aspecto, y el ms importante en la Nrnaeth, es la traicin de los hombres

    Orientales durante la Batalla. Es una estratagema que slo puede considerarse como vil,

    y no slo debido a las repercusiones que tiene. Los Orientales nada ganan, como luego

    se ver, y slo causan enemistad entre elfos y hombres en general y entre las razas de

    los hombres en particular. El gran beneficiado es Morgoth, puesto que consigue la

    victoria en la batalla y prcticamente, en la Guerra.

    La traicin es una estratagema reprobable, mucho desde el punto de vista de Tolkien y

    el cristiano, ya que nace de la mentira y de una mala voluntad, adems de ser muestra de

    cobarda. Tenemos dos grupos de responsables: el gran instigador, Morgoth, que se vale

    de esta artimaa para lograr la victoria, y, no menos responsables, los orientales. Y lo

    son todos: en mayor medida sus lderes, sobre todo Uldor, que es el que serva a

    Morgoth ya antes de formar parte de los ejrcitos de Maedhros, pero tambin todos los

    guerreros, que siguieron a sus lderes en la perfeccin de la traicin, provocando la

    derrota total de los Elfos.

    Las vctimas de la Nrnaeth Arnoediad. Hrin

    Tras la batalla, pocos elfos y hombres regresan a casa. Por lo descrito, hemos de

    suponer que todos los prisioneros menos Hrin son ejecutados. Al tratarse de enemigos

    derrotados, heridos y moribundos, hemos de subrayar la especial ilicitud de estos

    hechos de los cuales es responsable Melkor y sus tropas.

    Pero a los orcos se les ordena coger vivo a Hrin, y es capturado, aun a costa de muchos

    orcos. Es interrogado y torturado (esto depende de las versiones: en la de los Cuentos

    Inconclusoss recibe tormento, no en la de El Silmarillion y la edicin ms reciente de

    Los hijos de Hrin) en Angband, ya que Morgoth desea saber el emplazamiento de

    Gondolin. Al final, Morgoth le lanza su maldicin: -Sintate aqu ahora-dijo Morgoth-y contempla las tierras donde aquellos que me has entregado conocern el mal y la

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    desesperacin. Porque has osado burlarte de m, y has cuestionado el poder de Melkor,

    amo de los destinos de Arda. As pues, con mis ojos vers, y con mis odos oirs, y nada

    te ser ocultado

    Las torturas y el trato degradante en extremo son otro de los hechos que aqu

    consideramos contravienen cualquier norma moral y jurdica de las que consideremos

    aceptables.

    Tampoco podemos dejar de reprobar aqu la esclavizacin a la que Morgoth somete a la

    poblacin de Hithlum despus de la Nrnaeth y es responsable de esa ilicitud. De igual

    forma, los Orientales, como colonizadores y por sus abusos sobre la poblacin, son

    responsables por estos actos ilcitos.

    Los hijos de Fanor y la cada de Doriath

    Tras la primera ruina de Doriath, Dior, hijo de Beren y Luthien, hereda el Silmaril y el

    reino de Doriath. Pero los siete hijos de Fanor, todos ellos desposedos de sus reinos

    tras la Nrnaeth Arnoediad, le reclaman el Silmaril. Al negarse Dior, invaden el reino y

    all mismo, en Menegroth, se produce una batalla entre los seguidores de Dior y los de

    los hijos de Fanor. La matanza acaba con la destruccin final del reino de Doriath al

    morir Dior. Tambin mueren Celegorn, Curufin y Caranthir.

    No cabe aqu hablar extensamente sobre el derecho que pudieran haber tenido los

    descendientes de Fanor sobre los Silmarils, pero la matanza constituye unos actos de

    asesinato y traicin tremendamente importantes. Estamos hablando de una guerra civil a

    pequea escala, una raza lfica contra otra y unos actos que en ningn caso son

    justificables. Los Noldor, que en cierta manera siempre haban respetado a Doriath

    durante la lucha contra Morgoth, atacan a sus medio-hermanos: olvidando la causa

    comn que les une, los asesinan sin piedad y provocan la destruccin del que haba sido

    uno de los reinos ms fuertes de Beleriand.

    Por ello, los hijos de Fanor tiene una enorme responsabilidad por estos atroces

    crmenes.

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    La traicin de Maeglin

    Sabemos que Maeglin es un ser complejo y con un lado muy oscuro. Pero su potencial

    malignidad sale a la luz cuando Morgoth hbilmente le presiona. Estamos otra vez ante

    un Morgoth instigador de un acto de traicin y otro sujeto que accede a cometerla

    (como los Orientales). Maeglin es capturado y torturado. Pero lejos de pensar que fue la

    tortura y la amenaza, Tolkien nos revela qu hizo ganar la partida:y as ocurri, como

    lo quiso el destino, que Maeglin cayera en manos de los Orcos y fuera llevado a

    Angband. Maeglin no era ni dbil ni cobarde, pero el tormento con que fue amenazado

    le amilan el espritu, y compr su vida y su libertad revelndole a Morgoth el sitio

    preciso de Gondolin[] Grande fue por cierto la alegra de Morgoth, y a Maeglin le

    prometi el seoro de Gondolin en calidad de vasallo, y la posesin de IdrilCelebrindal cuando la ciudad hubiera sido tomada; y en verdad el deseo de Maeglin

    por Idril y el odio que le tena a Tuor lo ayudaron en esta traicin.

    Es la combinacin de miedo, odio y deseo frustrado lo que hacen finalmente que

    Maeglin revele el paradero de Gondolin. Y posteriormente regresa a Gondolin con

    maldad en su interior, esperando la accin de Morgoth.

    Desde cualquier punto de vista, su traicin es una de las ms duras: es cobarde, es por

    motivos perversos y egostas y no se funda slo en salvar la propia vida. Esto, unido a

    las consecuencias (la cada de Gondolin) y a cmo participa en la batalla del lado de

    Morgoth nos hace declararlo netamente responsable por su crimen de traicin. De igual

    forma, Morgoth tambin ser responsable por la invasin de Gondolin, ilcita una vez

    ms por los motivos expuestos, y por la utilizacin de la amenaza y el engao en la

    guerra.

    La Guerra de la Clera: motivaciones, desarrollo, consecuencias

    El primero de los asuntos a resolver es si es lcita la Guerra de los Valar. Resulta extraa

    su intervencin tras ms de medio milenio de voluntaria ignorancia de la suerte de los

    Noldor y Moriquendi en la Tierra Media. A Morgoth particularmente le resulta muy

    extraa. Si bien desde un punto de vista mitolgico y literario el que sea gracias a la

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    peticin de Erendil el que intervengan resulta adecuado y bello, jurdicamente debemos

    decir que no es aceptable su actuacin, por dos argumentos.

    El primero: si partimos de que han dejado de tener contacto con Beleriand y sus pueblos

    (excepto Ulmo) y han desertado de la guerra contra Melkor, la invasin y destruccin

    del Reino de Angband es ilcita porque no poseen justa causa para iniciar esa guerra de

    agresin. El segundo: si consideramos que siguen unidos a los Noldor y los elfos en

    general, y en su auxilio intervienen como justa causa, no se justifica su inactividad

    durante todo el perodo de las Guerras de Beleriand. Jurdicamente, tomemos la opcin

    que tomemos, por accin u omisin tiene responsabilidad.

    El desarrollo de la Guerra de la Clera parece bastante simple, ya que batalla a batallavan barriendo todos los ejrcitos de Beleriand hasta Angband. All, aniquilan casi todas

    las fuerzas de Morgoth. El mismo Melkor es capturado y castigado a reclusin perpetua

    en el Vaco. Consideramos que es la solucin ms aceptable para evitar males mayores

    y que obran correctamente.

    El problema viene con el resto de criaturas: dejan que se escapen orcos, dragones,

    balrogs y otros Maiar, incluidos el propio Sauron. Una y otra vez los Valar de Valinor

    dan muestras de no saber acabar las batallas que ganan. Cuando destruyen Utumno

    durante la guerra de los Poderes no registran ni limpian Angband, y cuando vencen en

    Angband se limitan a exhortar a Sauron a que regrese a Valinor para ser all juzgado.

    Lgicamente, ante la responsabilidad que tiene Sauron como lugarteniente de Morgoth,

    ste no regresa y se pierde en los rincones de la Tierra Media.

    Por ello, consideramos que los Valar tambin tiene responsabilidad: a) en no castigar al

    resto de criaturas malignas aparte de Melkor y b) parte de culpa ya que si hubieranapresado a Sauron ste no habra podido realizar sus actos en la Segunda y Tercera

    Edad.

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    Los principales responsables

    Melkor y Maiar corruptos

    Hemos calificado a Melkor como responsable de iniciar una guerra, de maltratar a

    prisioneros y de utilizar estrategias enormemente viles. No puede ser de otra manera, ya

    que Melkor debe ser el personaje malvado responsable de todas las fechoras.

    La pregunta es por qu? Qu hace que el Vala ms poderoso acumule tal cantidad de

    odio y lo dispense de la forma ms cruenta, tal como hemos visto? Podra haber muchas

    respuestas, pero creemos que el principio de todo parte de su orgullo. Melkor no acepta

    en ningn caso que la voluntad de Eru, que no entiende o no quiere entender, se

    imponga a la suya. Y como Eru es infinitamente ms poderoso que l, se ensaa en su

    delirio de grandeza contra los otros Valar, contra Arda como creacin conjunta de Eru y

    los Valar, y contra los hijos de Ilvatar: los elfos y los hombres.

    Nos parece interesante exponer un fragmento del Libro de los Cuentos Perdidos que

    apoya esta idea. Nos situamos en la Guerra de los Poderes, cuando los Valar urden la

    estrategia de mostrarse serviles ante Melkor para poderlo capturar con ms facilidad

    aprovechando que est desprevenido. Tras pronunciar los Valar serviles palabras, se

    dice:

    A esto respondi Melko con ansiedad, pues su orgullo ilimitado ya haba ahogado su

    astucia. -Por fin pronuncian los Dioses bellas palabras, y justas adems, pero antes

    que les conceda esa merced, mi corazn ha de apaciguarse despus de las viejas

    ofensas. Por tanto, han de venir aqu despus de deponer las armas junto a los

    portones, y rendir homenaje en stas mis profundas estancias de Utumna; pero a

    Tulkas no lo ver, y si voy a Valinor lo echar de all.[]No, primero, t, Manw, has

    de venir y arrodillarte ante m, y despus de ti, todos los Valar, pero el ltimo ser

    Tulkas, que deber besarme el pie []

    A modo de conclusin sobre la maldad intrnseca y la voluntad final de Melkor,

    creemos que la mejor manera de finalizar su juicio y la intencin que tiene es

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    comparndolo con Satn mismo, el ngel cado de la tradicin judeocristiana, que se

    identifica casi con exactitud a la figura de Melkor, en base al siguiente fragmento de

    Cartas del diablo a su sobrino:

    La razn es sta: para nosotros, un humano es, ante todo, un alimento; nuestra meta

    es absorber su voluntad en la nuestra, el aumento a su expensa de nuestra rea de

    personalidad [] Nosotros queremos ganado que pueda convertirse finalmente en

    alimento; l quiere siervos que puedan finalmente convertirse en hijos. Nosotros

    queremos sorber; l quiere dar. Nosotros estamos vacos y querramos estar llenos; l

    est lleno y rebosa. Nuestro objetivo de guerra es un mundo en el que Nuestro Padre de

    las Profundidades haya absorbido en su interior a todos los dems seres; el Enemigo

    desea un mundo lleno de seres unidos a l, pero todava distintos

    Lo mismo podra decirse, por extensin, del juicio y responsabilidad que recae sobre los

    Maiar, como Sauron, Balrogs y otros, que acaban sucumbiendo a su voluntad,

    compartiendo su objetivo; y realizan, primero, y hacen pervivir, despus, el deseo y mal

    de Melkor.

    Orcos

    Lgicamente los Orcos como individuos tienen responsabilidad por realizar los actos

    que Morgoth les ordena, tomando como base el principio de responsabilidad del

    individuo en Derecho Internacional Pblico, puesto completamente de manifiesto con

    los Juicios de Nremberg y durante toda la segunda mitad de siglo XX.

    Sin embargo, cabra plantearse, en esta parte final de nuestro estudio, si los Orcos no

    tienen alguna justificacin. No para los actos concretos que realizan, sino por su

    participacin en el bando de Melkor durante la Guerra.

    Aun de origen algo confuso, debido a las mltiples referencias que se hacen a lo largo

    de la obra de Tolkien sobre su procedencia, parece que los Orcos como raza son una

    desvirtuacin de los Elfos capturados, especialmente tras despertar en el lago

    Cuivinen. No sabemos cmo se reproducen, cul es su cultura, su derecho, etc., puesto

    que parte de su imagen maligna es el caos inherente que deben desprender.

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    Sin embargo, dejamos en el aire la cuestin de su legitimidad. En la tercera pelcula de

    la triloga que adapta la historia de El Seor de los Anillos, hay una frase de Gothmog,

    capitn del ejrcito Orco que asedia Minas Tirith, que apoya nuestra pregunta:

    !La edad de los Hombres termina! El tiempo del Orco ha llegado!. Aunque no est en

    la novela de Tolkien, no apoya esto nuestra idea de que podra haber una causa por la

    que luchasen los Orcos, independiente del deseo de sus amos? Estn buscando nuevas

    tierras en las que vivir y toman Beleriand como parte de unLebensraum?

    Lamentablemente Tolkien no nos ayuda en este aspecto, pero suponiendo que as fuera,

    seran justificables sus actos? Los tendramos que juzgar, por analoga, de una manera

    similar a la que utilizamos al juzgar la invasin de Beleriand por parte de los Noldor. Y

    lamentablemente la conducta de los Orcos no nos hace suponer que saliesen bien

    parados de este juicio. Por lo tanto, hemos de decir, que ni en este caso ninguno de los

    actos de los Orcos estaran justificados.

    Elfos y hombres

    De los hombres, podramos decir que slo los Cetrinos incurren en responsabilidad por

    los hechos que realizan. Su traicin es un acto grave y de terribles consecuencias, y slo

    podemos valorarlo negativamente. De los Edain nada se ha visto aqu que merezca un

    juicio negativo.

    El caso de los Elfos es diferente, porque en su profunda diversidad e historia hay

    muchos elementos interrelacionados que dificultan un juicio genrico. Su maestra en el

    arte, su deseo de sapiencia, su inteligencia, pero tambin su orgullo y una capacidad

    tremenda de sucumbir a pasiones violentas los configuran como un pueblo capaz de lo

    mejor y lo peor, dependiendo de qu o quin les gue.

    Como resumen, podramos decir que su lucha es justificada, si bien algunos medios los

    podramos considerar demasiado expeditivos. Pero tambin son responsables de

    cometer actos de traicin entre ellos mismos y contra sus congneres, de manera que, en

    definitiva, no podemos considerarlos, como entidad, un pueblo enteramente heroico e

    impoluto. Tienen en su haber demasiado orgullo, odio y sangre para que su

    responsabilidad sea pasada por alto.

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    Valar de Valinor y Eru

    Tras lo comentado anteriormente sobre los Valar poco ms queda por decir. Nos parece

    que, aunque en lneas generales son bondadosos y trabajan por el desarrollo en armona

    del Mundo, su no intervencin en la Tierra Media hasta la Guerra de la Clera es

    objetable. Tambin lo es el no haber eliminado o hecho prisioneros a los seres aliados

    de Morgoth.

    Por otro lado nos queda un ser que no interviene en esta historia: Eru. La misma

    observacin que hacemos sobre los Valar por su pasividad puede ser trasladada a Eru,

    Dios Supremo. Por qu no hace nada? Por qu no acta mientras sus Hijos son

    aniquilados?

    La respuesta fcil es la equiparacin que podramos hacer con Dios y la frase Los

    caminos del Seor son inescrutables. Y esto nos servira para cimentar la idea de que

    los Noldor sufren lo que sufren debido al ejercicio de su libertad, que hasta el

    exterminio les conduce. Y, slo cuando un Noldor se humilla y pide ayuda, es cuando,

    por medio de los Valar, Melkor es eliminado de la ecuacin.

    Esto sera lo razonable y potico, y jurdicamente tambin lo podramos aceptar. Pero

    hay un hecho en la obra de Tolkien que rompe esta argumentacin: la ayuda que presta

    a los Valar cuando el rey nmenreano Ar-Pharazn desembarca al mando de un

    ejrcito en Valinor. Por qu interviene aqu ahora y no en la Primera Edad? La

    respuesta, a mi entender, no es fcil, pero podra ser por la argumentacin siguiente: los

    Valar tienen el poder de aniquilar a los ejrcitos de Morgoth y detener al propio

    Morgoth, como ya demostraron en la Guerra de los Poderes. Eru deja que sean los Valar

    los que decidan el momento de intervenir. En la invasin de Valinor, Manw invoca aIlvatar porque no se ve capaz de frenar a los invasores. No est, en el primer caso,

    respetando en cierta medida la la libertad de los Valar, de la misma forma que respeta la

    de los Noldor?

    Sera estril intentar dilucidar, ya que la naturaleza y comportamiento de los Valar como

    dioses es complicada de analizar, la responsabilidad que tienen tanto ellos como Eru por

    no intervenir en los hechos de las Guerras de Beleriand.

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    Bibliografa

    Obras consultadas

    -El Silmarillion, J.R.R. Tolkien. Minotauro, 2009

    -El libro de los Cuentos Perdidos, Tomo I, J.R.R. Tolkien. Minotauro, 2007

    -Cuentos Inconclusos de Nmenor y la Tierra Media, J.R.R. Tolkien, Minotauro, 2007

    -Los Hijos de Hrin, J.R.R. Tolkien, Minotauro, 2007

    -Cuentos desde el Reino Peligroso, J.R.R. Tolkien, Minotauro, 2009.

    -Cantar de los Nibelungos, Annimo, Ediciones Ctedra, 2004.

    -Biblia de Jerusaln, Editorial Desclee de Brouwer, 1976

    -Cartas del diablo a su sobrino, C.S. Lewis, Ediciones Rialp 2008

    -Textos Bsicos de Derecho Internacional Pblico, Signo, 2002

    Webs consultadas

    http://hdeld.blogspot.com/2006/05/derecho-germano-breve-esquema-y.html

    www.avizora.com/publicaciones/derecho/textos/0009_3_verdad_formas_juridicas.htm

    www.vatican.va/archive/ESL0022/_INDEX.HTM

    http://hjg.com.ar/sumat/index.html

    www.corazones.org/moral/10_mandamientos/mandamiento5.htm

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    http://www.elfenomeno.com/menu/top/fenopaedia

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    Melkor contra los pueblos libres, por Alejo Oriol, est licenciada bajo la Licencia

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    licencia, visita http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/.