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Así es, éstas siguen proclamándose en todo el mundo. Esta proclamación se ini-ció desde cuando

según se lee en Marcos: Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, di-ciendo: El tiempo se ha cum-plido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio (Mr. 1:14b-15), estas palabras de Jesús fueron la base de las Buenas Nuevas que se anunciaban a la huma-nidad. El Apóstol Pedro en He-chos 2:32-36 y en 4:12 predi-caba lo que había aprendido de Cristo mismo: Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Se proclamaría, en-tonces, este mensaje que si-milarmente a como se dijo en esas ocasiones, se repetiría una y otra vez, miles de veces, en muchas áreas del mundo. Un

mensaje que cruzó fronteras culturales, físicas, lingüísticas, de pobreza, de riqueza, inte-lectuales, económicas, de todo tipo, y fue oído y aceptado en muchos lugares.

El Congreso Lausana III sobre la evangelización del mundo fue un claro ejemplo de ello. Más de 4 mil participantes de 198 países del mundo estuvieron reunidos para recordar aquel pionero mensaje, para reverde-cerlo y buscar las maneras de cómo éste debe seguir siendo relevante para cualquier época y cultura.

Cada uno de los participantes, seguramente, tendrán en su mente imágenes o situaciones del congreso que perdurarán por mucho tiempo. En mi caso particular hay dos: la prime-ra tiene que ver con el saludo inicial de uno de los oradores en la primera noche de acti-

Las Buenas Nuevas siguen proclamándose

Dr. Abel E. Morales.

Presidente de FAM Internacional.

Director del Centro Misionológico.

Esta es una publicación del Centro Misionológico del Seminario Teológico

Centroamericano en Alianza con la Fraternidad de Apoyo Misionero

Internacional de Guatemala.

Derechos Reservados 2011.

Prohibida su reproducción total o par-cial sin permiso previo de los editores.

Las fotos de la revista fueron propor-cionadas por asistentes al Congreso Lausana III y tomadas del sitio web oficial www.lausanne.org. Cedemos

todos los derechos a los autores.

Nota: Las ideas presentadas en los artículos a continuación son responsa-

bilidad exclusiva de los autores.

Marzo - Mayo 2011Número 5

Edición Especial sobre Congreso de Lausana III

Director:Dr. Abel Morales

Editores:

Lic. Mario LemusLic. Irvin Wenger

Asistente de Edición:

Yomila de Morales

Colaboran en este número:MA. David RuizDr. Israel OrtizDr. Jim Adams

Dra. Ana María de CamposDr. Pablo Sywulka

Dr. Guillermo TaylorLic. Ismael Ramírez

Dr. Abel Morales

Diseño:Plus Studio

[email protected](502) 2334-8681(502) 4449-0500

Si desea suscribirse a la Revista ETNOS escriba a:

[email protected] comuníquese al Tel.:

(502) 2475-5224

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vidades: Saludó él a los asistentes con un: “Buenas Noches, iglesia”. Inmediatamente nos hizo pensar que efectivamente allí estaban re-presentantes de la iglesia universal: gente de toda lengua, cultura y na-ción, tan diferentes unos de otros pero que estábamos unidos bajo el pensamiento de Pablo en Efesios, en cuanto a que tenemos el mismo Señor, la misma fe y el mismo bau-tismo (Ef. 4:5). La segunda imagen es la Cena del Señor de la última no-che del congreso, como otro factor de unidad de la iglesia universal, al recordar muerte, resurrección y se-gunda venida de Cristo a través de los elementos representativos de su cuerpo inmolado y la sangre derra-mada. Un evento muy impactante.

El reto de seguir proclamando el mensaje eterno, básico, histórico y fundamental del Evangelio que sana y salva, se hizo a través de testimo-nios impactantes, de conferencias y grupos de estudio, y de compartir individualmente con hermanos de otros contextos. El mensaje tiene que seguir proclamándose a pesar de oposición, persecución y pobre-za, con un factor fundamental aso-ciado que debe hacerse en unidad.

El Congreso finalizó con la publi-cación de un documento titulado:

Compromiso de Ciudad del Cabo, Una declaración de fe y un llamado a la acción, primera parte, (al tiem-po de esta publicación la segunda parte ya ha sido publicada tam-bién). Estos documentos obviamen-te serán objeto de estudio y análisis posterior.

Para ahondar en el tema del Con-greso de Lausana III, este núme-ro especial de la revista ETNOS se publica con el deseo de compartir algunas opiniones y análisis de tra-bajos presentados, no sólo en el Congreso en Ciudad del Cabo, sino también en la actividad relaciona-da con el mismo, la cual se llevó a cabo en SETECA del 18 al 22 de Octubre de 2010. Estos materiales fueron escritos por participantes en el propio Congreso y por oradores que estuvieron en la actividad de SETECA.

Finalmente, es nuestro deseo que todos los que hemos recibido y aceptado el mensaje de las Buenas Nuevas lo sigamos proclamando, aquí y ahora, en nuestro lugar de origen y hasta lo último de la tierra. Es ni más ni menos la responsabi-lidad que Cristo nos dejó. Estemos prestos, entonces, para cumplirla bajo Su poder y guía, hasta que Él venga otra vez.

Cooperación en el Cuerpo de Cristo: hacia un nuevo equilibrio

Página 4

Síntesis de las Plenarias Centrales III Congreso Lausana de Evangelización MundialCiudad del Cabo, Sudáfrica. 16 al 25 de octubre 2010

Página 7

Comentarios y Reflexiones sobre Lausana III

Página 16

La Formación Espiritual:Fundamento Olvidado de la MisiónHaciendo la Misión de Jesús como Discípulos de Jesús

Página 22

La Educación en la MisiónPágina 30

EN ESTA EDICIÓN

La Misión desde el Nuevo TestamentoReflexiones en torno al tema a la luz del Congreso de Lausana 2010

Página 35

Glosario MisioneroPágina 21

3

E D I T O R I A L

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El increíble crecimiento de la iglesia en el Hemisferio Sur ha vuelto el mundo de ca-beza. Una fuerza misionera fresca ha emergido de esta

parte del mundo y está cambiando el mapa de las misiones. Claramente, la era de las misiones del Occidente para el remanente ha terminado. ¡Bienve-nida la era de las misiones en todas partes y para todas partes!

Yo soy resultado de este cambio de pa-radigma. Recibí a Cristo como mi salva-dor allá por el año 1963 en una peque-ña ciudad de Guatemala. En ese tiem-po, la iglesia evangélica en Guatemala 1. Trabajo presentado en Lausana III: Ciudad

del Cabo 2010, Congreso Internacional sobre Evangelización Mundial. Octubre 2010.

era alrededor de un 1% de la población total. Cuando era un estudiante uni-versitario, un crecimiento explosivo comenzó entre los evangélicos en el país: de un 5% de la población en 1976 crecimos a un 12% en menos de 10 años. Para el año 1993 estaba pasto-reando una iglesia en Guatemala y los evangélicos llegaron a ser un quinto de la población.

La llama de la visión misionera incen-dió nuestra iglesia y en menos de 10 años estábamos enviando misioneros a plantar iglesias en España, Albania, Estados Unidos, traduciendo la biblia entre grupos indígenas en Guatemala y sosteniendo misioneros en el norte de África. En el año 1995 el 51% de los ingresos totales de la iglesia se dedica-ban a nuestro presupuesto misionero.

Para el año 1997 cuando llegué a ser parte del liderazgo de COMIBAM, la Cooperación Misionera Iberoamerica-na, la iglesia en Guatemala llegó a al-canzar a un tercio de la población.

Hoy, tener a un Guatemalteco hablan-do en mal inglés en este congreso histórico no es extraño, es una ma-ravillosa y singular muestra de cómo el mundo está cambiando. Podemos identificar una constante en medio de estos tiempos cambiantes. El mismo

Espíritu Santo que movió a la Iglesia Norteamericana y Europea a crecer y enviar misioneros se está moviendo ahora entre la iglesia de África, Asia y América Latina.

¿Es posible corregir el equilibrio global?

Cuando examinamos el texto bíblico nos damos cuenta que desigualdad es un tema recurrente, una fatídica herencia de la caída del hombre que, lamentablemente, nos seguirá hasta el fin de los tiempos. Jesucristo anti-cipó que a los pobres siempre los ten-dréis con vosotros (Jn. 12:8). No será sino hasta el momento que veamos descender la ciudad de Dios, la nueva Jerusalén, la ciudad equilibrada, iguali-taria, que esa situación cambiará.

Un modelo de equilibrio: La iglesia de Jesucristo es lo más cercano al equili-brio que el mundo puede experimen-tar. Sus orígenes lo muestran en el libro de los Hechos 2:41-47; 4:32-35. En momentos como éste, las escrituras demuestran que la iglesia puede ser el puente que conecte y acorte la brecha entre aquellos que están sufriendo por causa del desequilibro. De esa mane-ra provee para ellos de una fuente de esperanza presente al compartirles los medios para su subsistencia pero, tam-bién, los medios sobrenaturales para proveer para sus necesidades de salud física, tanto como espiritual (Hechos 5:12-16).

Sin embargo, la mayor contribución que la iglesia puede hacer es brindar-les la esperanza futura que el evange-lio de Jesucristo ofrece para ellos. En estos pasajes vemos cómo pobres, ri-cos, académicos y mendigos, así como gente de diferentes trasfondos y gru-pos étnicos, fueron capaces de desa-fiar el desequilibrio. Demuestra que en el evangelio de Jesucristo siempre

Cooperación en el Cuerpo de Cristo: hacia un nuevo equilibrio1

REVISTA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN MISIONOLÓGICA4

¡Bienvenida la era de las misiones en todas partes

y para todas partes!

David D. Ruiz M. MA.

Líder InternacionalAlianza Evangélica Mundial (WEA)

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hay esperanza para todos, no importa cuál sea su origen, posición económica o social o su trasfondo cultural y étni-co. Es posible para la iglesia desafiar el desequilibrio mundial, y cooperar.

Lamentablemente, no pasa mucho tiempo para que el libro de los Hechos recoja en su registro el comienzo de las divisiones en la iglesia de Cristo. En Hechos 6:1 encontramos a la iglesia en tensión por la forma de repartir los alimentos, en especial para las viudas de diferentes etnias. Aún cuando los apóstoles tratan el asunto pronta y conciliatoriamente y logran un acuer-do favorable para la iglesia, también pudieron establecer que mantener la unidad de la iglesia demandaría un constante esfuerzo y dedicación de parte del liderazgo.

La división en la Iglesia

Las iglesias de Jesucristo enfrentan y han enfrentado las dificultades para mantener la unidad. La primera epís-tola de Pablo a los Corintios es un tes-timonio de esta realidad; es una car-ta para una iglesia dividida. Desde el principio podemos ver que esta carta fue escrita por causa de una informa-ción acerca de contiendas entre her-manos (1 Co. 1:11) y para responder a preguntas acerca de realidades que provocaron división entre ellos.

La iglesia de Corinto nos presenta un catálogo de las diferentes clases de di-visión que se presentan en la iglesia de Cristo. Por ejemplo: divisiones (1 Co. 1:10), contiendas (1 Co. 1:11), continúa la lista con celos (1Co. 3:3), y finalmen-te están los pleitos (1 Co. 6:7). Nos gus-taría decir que las divisiones en las igle-sias y en las organizaciones cristianas vienen por causa de los inconversos que participan en ellas, pero debemos de reconocer que las divisiones en la iglesia son una marca de nuestra falta de madurez. Las diferencias y divisio-nes muestran que todavía somos car-nales (1 Co. 3:3). Los pleitos son una evidencia de una actitud centrada en nosotros mismos; en lugar de servir a otros, preferimos servirnos a nosotros mismos (1 Co. 10:24). Tener la actitud de que los otros sean más importantes

no es una respuesta natural, debemos de luchar y trabajar duro por eso (Ef. 4:3).

Lecciones difíciles acerca de la unidad

El costo de la unidad. La unidad es una evidencia de un camino ascendente a la madurez espiritual. Como tal, cada paso cuesta, cada movimiento por avanzar duele y nos recuerda constan-temente a la pregunta ¿estamos dis-puestos a pagar el costo de la unidad? En 1 Corintios 4:6-13 encontramos la actitud correcta para alcanzar y man-tener la unidad. Son tres actitudes do-lorosas pero necesarias para trabajar y mantener la unidad:

La humildad es la primera de ellas (1 Co. 4:7). Pablo nos da tres preguntas claves que nos ayudan a mantenernos humildes en cualquier relación. ¿Quién te distingue? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿Por qué te

glorías como que no lo hubieras reci-bido? En el supremo ejemplo de la co-operación entre el Padre y el Hijo pre-sentada en Filipenses, la humildad es la característica más importante (Fil. 2:5-11).

La segunda de ellas es “estar prepara-do para la humillación” (1 Co. 4:9-10). Cuando leemos los versos 9-10, Pablo usa dos palabras, “exhibir” y “espectá-culo”. Las dos palabras fueron usadas para aquellos que marchaban en pro-cesión como esclavos condenados a muerte hacia la arena donde morirían. Esto describe que aquellos que están buscando trabajar y buscar la unidad deben estar dispuestos a ser humilla-dos en el proceso. A los que causaron la división Pablo les pregunta luego: ¿No sería mejor soportar la injusticia? ¿No sería mejor dejar que los defrau-den? (1 Co. 6:7). Pablo comparte 3 ejemplos de humillación tomadas de su propia experiencia:

1. Ser descartado después de haber prestado un buen servicio, de ha-ber conseguido lo que querían de él (1 Co. 4:8).

5

La iglesia de Jesucristo es lo más cercano al equilibrio que el mundo puede experimentar... las es-crituras demuestran que la iglesia puede ser el puente que conecte y acorte la brecha entre aquellos que están sufriendo por causa del desequilibro.

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2. Ser el último cuando debería ser el primero (1 Co. 4:9). Es una triste escena de aquel que ha sido el pa-dre espiritual de ellos (1 Co. 4:15) y que ahora es considerado un sen-tenciado a muerte.

3. Ser ignorado, aún cuando tiene una opinión o posición acerca de lo que está pasando (1 Co. 4:10). Aquellos que aprendieron de él, a quienes les abrió las puertas para encontrar el camino al éxito, aho-ra lo consideran ignorante, débil y despreciable.

La tercera es, “estar preparado para ser tratado sin ningún respeto”, (1 Co. 4:11-13). Con tal de mantener la uni-dad, nosotros debemos de estar dis-puestos a ser tratados, en palabras de Pablo, como escoria, “las inmundicias que se tiran al limpiar”.2 También nos da 3 ejemplos:

1. No recibió de ellos el reconoci-miento que merecía a los ojos de Dios (1 Co. 4:11).

2. No recibió un trato respetuoso a pesar de que trabajó duro y con buenos resultados (1 Co. 4:12).

3. No recibió la posición que mere-cía y había ganado (1 Co. 4:13). Crisóstomo dijo refiriéndose a esto: “El ha pasado a través de mil explotaciones”.3

El aliciente de la unidad: Pablo reser-va para el final de la epístola la lección más difícil acerca de la unidad que es ésta: “un grupo unido, comienza y aca-ba conmigo”. Debemos trabajar por la unidad, como un compromiso perso-nal con Dios, en vez de desperdiciar el tiempo buscando al culpable de haber roto la unidad que, muchas veces, so-mos nosotros mismos. El epílogo de esta carta nos recuerda esto en tres frases de esperanza para aquellos que

2. Robertson, A. T. Imágenes verbales en el Nuevo Testamento, (Barcelona: Clie, 1989): pág. 157.

3 Edwards, Mark J., ed. Ancient Christian Commentary on Scripture, Vol. VIII, (Downers Grove: InterVarsity Press, 1999): pág. 227.

están pagando el costo de la coopera-ción (1 Co. 15:58):

1. Estén firmes, que nada los pueda mover (madurez y mantenimiento de la unidad).

2. Siempre entréguense completa-mente al trabajo del Señor (com-prometidos con el Señor a pesar de los hombres).

3. Recuerden que su labor para el Señor no es en vano (confiar en la justicia de Dios que, al final, dará a cada uno lo que merece).

Trabajemos duro para mantenernos unidos y sobre todo estemos dispues-tos a pagar el costo. Sólo así podre-mos mostrar una iglesia que desafía el desequilibrio y acorta las brechas que éste produce. El equilibrio es la actitud mental de saber que estamos haciendo lo que le agrada a Dios en la búsqueda de la cooperación, aún cuando este-mos en una posición de desventaja.

Termino compartiendo los sueños que me hicieron venir a Lausana III:

1. Sueño con que entendamos que más que un estado de equilibrio, necesitamos esa actitud donde todos podamos considerarnos, fi-nalmente, miembros del mismo cuerpo, con igualdad de posibilida-des y oportunidades para contri-buir juntos a la evangelización del mundo. Que dejemos a un lado la sospecha, la competencia y el orgullo, y adoptemos una actitud de aprendices para aprovechar las lecciones que nos pueden ense-ñar aquellos que Dios está usan-do, aún cuando no son de nuestro continente, ni de nuestra teología, ni de nuestra organización, ni de nuestro círculo de incondicionales.

2. Sueño con que en lugar de buscar que la utopía de que aquellos que tienen recursos económicos estén dispuestos a pagar las cuentas de aquellos que tenemos misioneros se haga realidad; recuperemos la fe que exhibieron los discípulos que creyeron que El Señor que en-

vía proveerá y que el mejor recur-so para la iglesia y para la coope-ración es la gloriosa presencia de Jesucristo.

3. Sueño con que terminemos con esa colonización de las ideas que, en nombre de la cooperación, tra-ta de imponernos nombres, slo-gans, programas, sistemas y méto-dos, y seamos amigos por fin, so-cios en la evangelización. Toman-do las palabras de Pablo, debemos tomar tiempo para ser primero, hermanos, luego, compañeros y finalmente, compañeros de milicia (Fil. 2:25) porque la cooperación se trata en esencia de la amistad.

4. Sueño que este congreso cambie nuestra mente para siempre. Que nos demos cuenta al fin que el mundo que conocimos ya no exis-te, que son nuevos tiempos. Que nuevos vientos del Señor están moviendo nuevas iglesias para la evangelización. Este congreso ha demostrado que la iglesia que dis-frutó de la época de oro de las mi-siones es ahora la minoría y que las fuerzas misioneras que están cre-ciendo tienen una joven historia misionera pero han demostrado que los misioneros efectivos son los que van capacitados contex-tualmente, inflamados de pasión, acompañados por sus iglesias y encarnando el evangelio de Jesu-cristo en el poder del Trino Dios.

Aprendamos a respetar el tiempo de Dios y aquellos a quienes el Espíritu Santo ha llamado a guiar ahora el mo-ver misionero.

Con esto sueño, y termino.

REVISTA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN MISIONOLÓGICA6

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1Introducción

Lausana III mar-có un avance significativo en la misión mun-dial de la Iglesia. Doug Birdsall, presidente de Lausana dijo: “La unidad, diversi-dad y vitalidad de la iglesia de

todo el mundo marcaron el Congreso”. Estuvieron repre-sentadas denominaciones, organizaciones para-eclesiales, instituciones académicas y el mundo de los negocios, del gobierno y de las artes. Los organizadores tenían en mente fortalecer, inspirar y equipar a la iglesia para la evangeliza-ción mundial, y animar a los cristianos en su deber de par-ticipar en asuntos de interés público y social. Esta visión marcó el desarrollo del Congreso que asumió la misión 1 Esta síntesis fue presentada primero en el coloquio organizado

por el Núcleo FTL de Guatemala “Perspectivas Latinoamericanas sobre Lausana III: Rumbo a CLADE V” 19 de noviembre 2010; y luego modificado y presentado en el panel-foro “Implicaciones del III Congreso de Lausana para la Iglesia Evangélica en Guatemala” organizado por la Delegación guatemalteca al III Congreso de Lausana, Cape Town 2010. Universidad Mariano Gálvez, 29 de noviembre 2010.

mundial dentro del marco de la misión integral. Damos gracias al Señor por el despertar y compromiso de muchos líderes e iglesias a favor de una misión que toma en cuenta el ser integral de la persona y su contexto.

Compartimos a continuación una síntesis de las plenarias del Congreso y algunos retos que los guatemaltecos de-bemos asumir ante la misión mundial. Los temas no fue-ron nuevos para el contexto de América Latina, pero sí la apertura para enfrentarlos a partir de la Palabra de Dios y la realidad del mundo contemporáneo. Esta síntesis es resultado de escuchar a los expositores y de analizar sus trabajos originales. Previo a las plenarias estudiamos y re-flexionamos sobre la carta a los Efesios.

1. En defensa de la verdad de Cristo en un mundo plural y globalizado.

La exposición bíblica afirmó la particularidad y univer-salidad de Cristo como el Hijo de Dios, Creador, único Salvador y Señor del universo. Esa afirmación implica la proclamación de Jesucristo como la Verdad en un mundo plural. Caver Yu y Michael Herbest analizaron aspectos críticos del pluralismo que permitan anunciar el evangelio de forma firme y creativa. Desde la realidad asiática, Ca-ver señala que el pluralismo es una ideología que proclama

Síntesis de las Plenarias CentralesIII Congreso Lausana de Evangelización Mundial

Ciudad del Cabo, Sudáfrica. 16 al 25 de octubre 20101

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Dr. Israel Ortiz

Presidente Centro Esdras,Graduado de SETECA, 1985

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que la verdad es una construcción cultural válida solo para la cultura que la construye. No hay verdad que reclame ser verdad para todos. Todas las verdades son relativas. Busca silenciar la proclamación de toda verdad trascendente, y por tanto, verdad para todos los seres humanos y las culturas. Al condenar todo dogmatismo, el pluralismo se convierte en la más dogmática de todas las ideologías. Aunque desca-radamente promueve la versión laica de la verdad, empuja la visión del mundo secular como verdad para todos.

Caver advierte que el rechazo del cristianismo como verdad para todos trae consigo el rechazo de una moral universal. Es por ello que los individuos reclaman el derecho de defi-nir los valores morales a partir de ellos mismos. No quie-ren ningún marco trascendente. Señala que el rechazo de la verdad trascendente [el evangelio] traerá consecuencias de vida. Una sociedad sin la iluminación de la verdad se hun-

dirá en la oscuridad de su propia corrupción. Por ello, Caver subraya la urgencia de predicar el evangelio a toda costa. Sin embargo, aclara que esa Verdad, el Logos encarnado, es la vida y nos muestra cómo es esa vida. Es decir, la verdad que es Cristo hay que mostrarla. Los cristianos deben mos-trar la verdad en su vida.2

Por su parte, Michael Herbst plantea el pluralismo a partir de su experiencia en Alemania del Este. Afirma que esa po-blación perdió contacto con el cristianismo hace cuatro dé-cadas, y perdió su confianza en las metas narrativas a partir

2 Extracto de la ponencia de Caver T. Yu de la ponencia “Truth Matters, Stand Up for Truth”, III Lausanne Congress, Cape Town 2010

del fracaso del marxismo [la misma desilusión se observa en occidente ante el capitalismo]. El paraíso prometido nun-ca llegó. El predominio del marxismo ateo no solo hizo que las personas no se interesaran por la iglesia cristiana, sino se tornó una cultura pública que afectó todas las esferas de la sociedad civil. El rechazo de toda verdad trascendente generó una actitud de indiferencia hacia toda interpretación religiosa de la vida. Las nuevas generaciones perdieron contacto con el cristianismo. Por supuesto, este fenómeno también se observa en los países europeos de trasfondo pro-testante. El materialismo y humanismo secular alejan a las nuevas generaciones de la verdad del evangelio.

¿Cómo proclamar la verdad del evangelio en el contexto del pluralismo actual? Herbst subraya que hay que volver a los evangelios para ver a Jesús quien en su misión no fue exclusivo sino inclusivo. No colocó barreras, sino se abrió

a todos los grupos humanos. La iglesia es llamada a ser una comunidad en movimiento cruzando fronteras y sien-do inclusiva para alcanzar a todos los grupos sociales. Esto implica proclamar el evangelio sin etiquetar o condenar a los que no creen. La iglesia debe seguir el ejemplo de Je-sús quien mostró la verdad a partir de su encarnación. Él es el Logos, el Logos encarnado como verdad universal, pero mostrado de manera humilde por medio del servicio sellado en la cruz. Esto implica que la iglesia debe servir desde abajo. No será la “preponderancia” del cristianismo que faculta el evangelio, sino el Espíritu Santo que trae la buena noticia. Por tanto, la iglesia cristiana no depende de una privilegiada posesión en la sociedad, sino de una vida de comunidad, que sirve en todas las esferas de la vida y se acerca a todos los estratos sociales. De esta manera, la gen-

REVISTA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN MISIONOLÓGICA8

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te reconocerá a Cristo en nosotros.3 Se podría afirmar que cuando el cristianismo se torna en religión oficial pierde su capacidad de transformar el mundo.

Os Guinness por su parte subrayó seis razones para afir-mar la singularidad de Cristo como la verdad absoluta: Es teológica, es la verdad de Dios en la cual debemos confiar; sin la verdad todo pierde sentido; toda verdad tiene que ver con Dios; abandonar la verdad es abandonar la fidelidad a Cristo; ser transformados en Cristo Jesús es ser transfor-mados por la verdad; y hay que proclamar que Jesús es la verdad, la vida y el camino. Somos llamados a ser pueblo de verdad. Por supuesto, es fundamental que advirtamos que las afirmaciones de Guinness no deben ser utilizadas para legitimar interpretaciones particulares del evangelio. Esto implica que toda teología y práctica de la misión cristiana deben pasar por el filtro del análisis y autoridad final de las Sagradas Escrituras.

¿Qué desafíos levanta la defensa de la verdad en Guatemala o el resto del mundo? En primer lugar, hay que diferenciar la pluralidad de culturas del pluralismo. El primero hace alusión a la realidad étnica de Guatemala. Subraya la pre-sencia, diversidad y cultura de las comunidades indígenas. Implica que los cristianos en la proclamación de la verdad del evangelio deben respetar y valorar las cosas buenas de su cultura, y a la vez, redimir aquellos paradigmas opues-tos al evangelio. El segundo hace alusión al pluralismo que Caver y Herbst señalan como rechazo a toda verdad tras-cendente. No cabe duda que ante tal actitud es fundamental una clara argumentación del evangelio, y a la vez, una de-mostración de la Verdad a partir de la vida. La mejor mane-ra de adentrarse en la mente y realidad de los no cristianos,

3 Michal Herbst, “Witnessing to Christ in a Secular Culture”, III Congress Lausanne, Cape Town, 2010

es acercarnos y relacionarnos con ellos. A los indígenas, musulmanes, secularistas o budistas, debemos mostrarles a Cristo amándolos y sirviéndolos. Nos toca seguir el ejemplo de Jesús quien en su encarnación entró en contacto con el mundo, asumió nuestra realidad, nos compartió su vida y nos enseñó el camino al Padre. En un mundo pluralista, de-bemos mostrar esencialmente la vida de Cristo en nosotros. Se podría afirmar que el mundo actual nos desafía a gritos, “No me digas que me amas, muéstrame que me amas”.

2. Redescubriendo el evangelio de reconciliación.

La reflexión de la palabra nos hizo recordar la realidad del ser humano separado de su Creador, su prójimo y la crea-ción; la obra de Cristo que posibilita la reconciliación y creación de la nueva humanidad y el rol de la iglesia como

agente de reconciliación y de paz. La ponencia de Antoi-ne Rutayisire, de Rwanda, nos ayudó a reflexionar sobre el genocidio de 1994. Subrayó la contradicción entre el creci-miento de la iglesia en África y las heridas de su país que cuestionan tal crecimiento. ¿Cómo conciliar ese fenómeno frente a las guerras tribales, enfrentamientos étnicos y ge-nocidios? ¿Cómo conciliar la alegría de las iglesias de más rápido crecimiento con la tristeza de las peores matanzas de la historia interna y las guerras? Anota que existen muchas heridas en África que todavía no se curan por una serie de hechos que no han cambiado en la vida de los cristianos. Es por ello que pregunta, ¿Cómo ser cristianos y aún vivir con odio? ¿Cómo ser cristianos y vivir con la esclavitud, el apartheid, el odio étnico y racial, la dislocación de la fami

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lia y el divorcio? ¿Qué ha ido mal con la evangelización y el discipulado cristiano? ¿Qué hacer para convertirnos en “embajadores de reconciliación”?

Rwanda experimentó éxito en cuanto al crecimiento del cristianismo, pero fracasó en reconciliar el país. En 1991 había un 89% de cristianos (62% católicos, 27% protestan-tes y otros). En 1930 la iglesia anglicana experimentó un avivamiento que afectó otros países vecinos. Sin embargo, desde 1959 hasta 1994 una serie de ataques sangrientos por razones étnicas antecedieron el genocidio que conmovió al mundo. Ante tal situación interroga, ¿Qué salió mal con nuestro cristianismo? Rutayisire sugiere las siguientes cau-sas: 1) El contenido del mensaje fue un evangelio parcial y selectivo. No se contextualizó ni respondió a las necesida-des de la nación. 2) Los métodos de evangelización exóge-

nos rechazaron la experiencia de las comunidades locales. 3) Los mensajeros no fueron un buen modelo de relacio-nes. Hablaron de amor, pero sembraron divisiones. 4) La iglesia católica influyó en decisiones políticas de la tribu dominante. No hubo voz profética. Ante esa triste realidad, Rutayisire afirma que hay que redescubrir el evangelio de reconciliación. Esto implica trabajar: 1) Una nueva perspec-tiva del pecado y la alienación. 2) Un mensaje que predica al Cristo crucificado. 3) Una identidad racial sustentada en la identidad cristiana. 4) Una nueva perspectiva de la misión de la iglesia. 5) Replantear las relaciones sociales de la igle-sia como comunidad del reino de Dios. 6) Una nueva visión del poder de la unidad: Misión y Reconciliación. 4 4 Antoine Rutayisire, “Redescoveryn the Gospel of Reconciliation”,

III Lausanne Congress, Cape Town 2010.

¿Qué debemos implementar en la misión de la iglesia a la luz de la experiencia de Rwanda y otros contextos necesita-dos de reconciliación? Entre otras cosas, debemos reexami-nar la evangelización y discipulado de las naciones. Ruta-yisire afirma que un análisis serio de las comunidades debe llevarnos a un currículo de enseñanza sobre naciones sanas y reconciliadas. Para las entidades teológicas o agencias misioneras en América Latina implica asumir la misión in-tegral como base para la evangelización y formación de los enviados. La mayoría de contenidos han sido adoptados sin tomar en cuenta la realidad del continente. En el contex-to de los pueblos indígenas, hay que reflexionar respecto a la realidad de las relaciones inter étnicas ladino-indígena. Sobre todo, porque la mayoría de indígenas vive en condi-ciones de desigualdad social, económica y política. Persiste cierto sentido de paternalismo y algunos estereotipos del

ladino sobre el indígena que deben ser redimidos. Damos gracias a Dios por la existencia de iglesias donde ladinos e indígenas conviven, pero debemos evitar que esa conviven-cia sea sólo de carácter religioso. Es necesario promover a partir del evangelio, el desarrollo integral y sostenible de las comunidades, sean indígenas, afroamericanas o ladinas sumidas en la pobreza. Somos llamados a conformar comu-nidades del reino de Dios y ser agentes de reconciliación en contextos de sufrimiento, marginación, desigualdad o exclusión.

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3. Llevando el amor de Cristo a personas de otra reli-gión.

La palabra subrayó el sufrimiento como parte del testimo-nio, y que la multiforme sabiduría de Dios fue dada a cono-cer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los cielos. Se nos llama a vivir con fidelidad el evangelio, a ser mediadores del evangelio en toda esfera de la realidad y convivir con otras comunidades de fe. Benjamin Kawashi y Michael Ramsden plantearon el reto de proclamar a Jesús en otros contextos religiosos. Kawashi afirma que el evan-gelio es poder de Dios para la salvación de los que creen. Más que un mensaje predicado, es el divino poder de Dios que guía a la salvación. Guía a la fe, a la acción y a la res-tauración de vidas, comunidades y del medio ambiente. El mensaje es para toda raza, tribu, lengua, nación o fe. Pese a

la intimidación o humillación que los cristianos puedan su-frir, deben proclamar el evangelio. Subraya que: 1) El evan-gelio es para todo el mundo, vivir para Cristo es vivir para otros, para todos los demás. Es un servicio sacrificial que proclama el evangelio en palabras y hechos. 2) El poder del evangelio debe ser mostrado por la muerte y resurrección de Cristo. Somos canales del poder de Dios y no debemos detenerlo. Hay que mostrar el poder del evangelio viviéndo-lo y exponiéndolo a las personas y sus comunidades. 3) El efecto eterno del evangelio no delimita la vida a vida eterna por venir, sino afirma que la vida del creyente debe confor-marse a las verdades eternas de Dios, del Hijo y del Espí-ritu Santo. No se trata de salir del mundo, sino vivir según

la verdad del evangelio. Esto implica insistir también en la justicia a favor del oprimido e impartir justicia indepen-dientemente de su raza, religión, nacionalidad o género.5

Por su parte, Michael Ramsden afirma con el autor de He-breos que llevar el evangelio a otros es costoso. Con faci-lidad buscamos métodos y medios para evangelizar mejor, pero no tomamos en cuenta el costo para predicar el evan-gelio. El amor rechazado es doloroso, pero debemos hacerlo porque Jesús lo hizo. Afirma que mientras que el mundo busca mejores métodos, Dios busca mejores hombres y mu-jeres. Debemos cambiar los corazones más que los métodos. El ser testigos de acuerdo al Nuevo Testamento implica la disposición a ser mártir por Cristo. El desafío de seguir los pasos de los creyentes en Hebreos implica la posibilidad de sufrir persecución y muerte. No podemos evitar los riesgos,

pero tampoco debemos ser imprudentes. Para el caso subra-ya que debemos tomar muy en serio la vida y preparación en oración, la palabra y dependencia del poder del Espíritu Santo. El desafío para los cristianos es seguir las marcas de los testimonios en la Biblia: 1) Los testigos son apasionados por el evangelio que los ha cautivado y por tanto no pueden dejar de compartirlo. 2) Son responsables por la veracidad de su testimonio. 3) Y, son fieles no solo a los hechos de Cristo, sino a su significado. Es decir, el mensaje se centra en Cristo y su mensaje acompañado de un estilo de vida consecuente. Por supuesto, afirma que presentar a Cristo como el Hijo de Dios siempre será controversial.

5 Benjamin A. Kawashi, “Bearing Witness to the Love of Christ with People of Other Faiths’, III Lausanne Congress, Cape Town, 2010.

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Por tanto, se necesita de argumentos válidos y cristianos que expresan un estilo de vida coherente con los valores del reino de Dios.6

¿Qué desafíos lanza a los cristianos de América Latina? Es fundamental recordar que la clave de la evangelización no es el método, sino el poder del evangelio. El énfasis debe recaer en su contenido y sus implicaciones para todas las esferas de la vida. Por otro lado, hay que subrayar la ne-cesidad de mostrar una vida consecuente con el evangelio como fruto del poder del Cristo resucitado. Es fundamental distinguir las marcas del discipulado cristiano del nomina-lismo religioso. Los cristianos deben evitar el peligro de caer en la trampa de la religiosidad popular. Por otro lado, resulta importante afirmar que la vida eterna no debe ser interpretada como un escapismo de la realidad ni debe ser encajonada en asuntos de carácter espiritual. La vida eter-

na comienza en el aquí y ahora del mundo presente y trae consigo la esperanza de nuevos cielos y nueva tierra. Nos libera de nuestro pasado, nos capacita para vivir el presente y nos da esperanza del mundo por venir. De igual modo, es esencial que los cristianos estemos conscientes del costo de seguir a Jesús y de ser testigos fieles aún en medio del su-frimiento. Es un desafío abierto para los predicadores que enfatizan la oferta del evangelio, pero soslayan el costo del discipulado. Finalmente, se nos desafía a promover en el contexto del pluralismo, el surgimiento de apologistas cris-tianos que asumen con pasión, con inteligencia y el poder del Espíritu la defensa del evangelio.

6 Michael Ramsden, “Bearing Witness to the Love of Christ with People of Other Faiths”, III Lausanne Congress, Cape Town, 2010.

4. Discerniendo la voluntad de Dios para la evangeliza-ción para el siglo XXI.

La Palabra nos recordó que la unidad de la iglesia no es de carácter organizacional ni denominacional, sino espiritual. Esta unidad creada en Cristo Jesús nos toca forjarla, a fin de ser comunidad del reino y llevar a cabo la misión; so-bre todo, porque existen muchos grupos de personas que no conocen el evangelio ni tienen acceso a la palabra de Dios. Paul Eshleman motivó a los participantes a comprometerse con la tarea incompleta de hacer discípulos a las etnias no alcanzadas. Anota que la Gran Comisión nos dice qué de-bemos hacer y cómo hacerlo, y nos dice que estamos para amar y cómo amar a los sujetos de la misión. A la luz de los esfuerzos para llegar a los grupos no alcanzados, exhorta a la iglesia a priorizar las necesidades y retos para discipular a las naciones. De manera específica enumera los siguientes

supuestos para lograr esa tarea: 1) Hacer discípulos a todos los grupos humanos. No es suficiente evangelizar. 2) Ace-lerar la proclamación y demostración del evangelio donde éste no ha sido proclamado. 3) La iglesia de todo el mundo debe proclamar el evangelio a toda parte del mundo. 4) Vi-vir la fe es un imperativo absoluto para todo cristiano. 5) Amarnos unos a otros y trabajar juntos deben ser marcas de la iglesia. Según Eshleman, la iglesia debe tomar los si-guientes elementos como claves para realizar la Gran Co-misión: la enseñanza de las Escrituras para todos, el evan-gelismo a los no alcanzados, el discipulado a las iglesias y los ministerios de misericordia al necesitado.

¿Qué aspectos debemos asumir respecto a la misión mun-dial en América Latina? Eshleman proveyó un excelente

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sustrato bíblico para discipular a las naciones y preocuparse por los no alcanzados. Sin embargo, al final dio mayor aten-ción a la tabla de datos estadísticos que presentó y el ejerci-cio para anotar a los grupos no alcanzados de regiones de los participantes. Aunque con buena intención, el ejercicio no tuvo mayor objetividad. Se necesita de información con-fiable para clasificar a los no alcanzados de cada región. Por otro lado, la tabla de datos no dio mayor atención a los católicos en América Latina, ni a los habitantes de Europa y Estados Unidos que experimentan el secularismo en un contexto post cristiano. El reto para los latinoamericanos es asumir con mayor especificidad y prioridad la misión mundial de la iglesia. Aunque algunas entidades e iglesias han avanzado sobre el tema, es necesario un trabajo de co-operación en red con otras iglesias o agencias misioneras. Resulta clave también analizar el fenómeno migratorio como recurso misionero potencial. Esta situación demanda

sensibilidad al Espíritu Santo para entender y hacer nuevas propuestas para renovar formas tradicionales de hacer mi-sión. Para el caso, las iglesias deben priorizar la formación del laicado para asumir el reto misionero, profundizar su compromiso para ofrendar de manera intencionada para la misión mundial y replantear el sustrato teológico del man-dato misionero a partir de la misión integral.

5. Llamado a la iglesia de Cristo a regresar a la humil-dad, integridad y simplicidad.

La exposición bíblica nos desafió a ser cristianos conse-cuentes. Se afirmó que “En diferentes maneras, el cristia-nismo parece perder credibilidad. Nuestros estilos de vida

no apoyan las cosas que decimos en nuestra relación con otros o la manera en que manejamos el dinero. Muchos de esos temas nos desacreditan”. Chris Wright expuso que los peligros más críticos que acechan a los cristianos no están fuera, sino dentro de la iglesia. En primer lugar, señaló que la iglesia a nivel mundial no ha asumido desafíos claves del Pacto de Lausana. En segundo lugar, llama a los cristianos a una vida de arrepentimiento, renovación y compromiso. Anota que la falta de unidad en círculos evangélicos se debe a la carencia de humildad y de semejanza de Cristo en algu-nos líderes que demandan el nombre de evangélicos. Señala que en algunos casos son marcados por el abuso de poder, mala administración de recursos financieros o por la caren-cia de pureza moral y fidelidad. Wright resume los peligros y desafíos que los líderes cristianos deben enfrentar: 1) La idolatría del poder y el llamado a la humildad. 2) La ido-latría del éxito y el llamado a la integridad. 3) La idolatría

de la codicia y el llamado a la simplicidad. Se demanda entonces que los cristianos vivan en humildad, integridad y con un estilo de vida sencillo. Femi Adelayde expuso los peligros y distorsiones de la hermenéutica de la teología de la prosperidad y llamó a todos los cristianos a un estilo de vida sencillo.

¿Qué debemos implementar los cristianos en América Lati-na? En primer lugar, debemos volcar la mirada hacia Jesús como el Líder-Siervo. Él es la piedra angular que da base y direccionalidad al modelo de líder que debemos aspirar. Esto implica romper con paradigmas de liderazgo que bus-can poder, sea de influencia, de reconocimiento o dominio para sí mismo. Jesús coloca su liderazgo a favor del rescate de la humanidad y ejemplifica con su vida cómo servir a los

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demás. En segundo lugar, no debemos permitir que mode-los de éxito del pensamiento positivo o estrategias del mun-do empresarial definan el perfil de liderazgo y desarrollo de la vida y misión de la iglesia. Estos esquemas se basan en criterios de funcionalidad más bien que en principios teoló-gicos. Se busca el éxito por el éxito y no para servir a otros. En este contexto, priva la idea, si funciona es bueno, no ne-cesariamente si es verdad. En tercer lugar, es fundamental que los cristianos asumamos una vida de integridad y credi-bilidad acorde a los valores del reino de Dios. El evangelio demanda coherencia de vida en todas las esferas de la vida y la misión; sobre todo en sociedades como la guatemalte-ca, afectadas seriamente por la corrupción y la impunidad. Si los cristianos esperamos influir para bien en la sociedad, debemos formar discípulos maduros que se tornen agentes de transformación basados en el poder del Espíritu Santo y en la Palabra de Dios.

6. Cooperación en el cuerpo de Cristo, hacia un nuevo equilibrio.

La exposición bíblica nos recordó la lucha espiritual que enfrentamos. Todo cristiano debe asumir con responsabili-dad esa lucha y permanecer firme. A la vez, debe ser equi-pado con los recursos de Dios: Los valores esenciales del evangelio, las creencias esenciales para confiar en Dios y la utilización de los recursos esenciales de la Palabra y la oración. David Ruiz y Patrick Fung plantearon la necesidad de la cooperación global a favor de la misión mundial. D. Ruiz anotó que enfrentamos un mundo desigual ante el cual hay que levantar la pregunta, ¿Es posible corregir la ca-

rencia global de equilibrio? Esa falta de equilibrio debe ser motivo de dolor y a la vez oportunidad para que la iglesia pobre dé a pesar de sus carencias. Subraya que la iglesia en el primer siglo jugó un rol de puente para reducir la brecha entre aquellos que sufrían una situación desigual, y ofre-cía la esperanza del evangelio que se abre a todos los gru-pos sociales. Señala que la iglesia podría seguir siendo un ejemplo de equilibrio e igualdad, siempre y cuando no sea afectada por el divisionismo que afecta la cooperación en la misión. Luego compartió la experiencia de la Cooperación Misionera Iberoamericana (COMIBAM), como ejemplo de cooperación en la cual diversas iglesias trabajan a favor de las misiones. Afirma que esta cooperación ha favorecido la reflexión misiológica, el surgimiento de nuevos misioneros, estudiantes de misiones y el envío de 12,000 misioneros. Subraya que la cooperación es posible en la unidad, la cual

debe pagar un alto costo: ser humilde, estar dispuesto a ser humillado o el no ser respetado. Su esperanza es que todos los creyentes se reconozcan miembros del mismo cuerpo, se vean con igualdad de posibilidades y oportunidades en la misión, y que se ponga fin a la colonización de ideas que intentan poner nombres, slogans, programas, sistemas y métodos, y ser amigos y compañeros en la evangelización mundial.7

Para Patrick Fung resulta difícil hablar de equilibrio global en la misión. Afirma que aunque el centro del crecimiento cristiano se ha desplazado hacia el Sur, el centro fiscal de

7 David Ruiz, “Cooperation in the Body of Christ: Towards a New Equilibrium”, III Lausanne Congress, Cape Town, 2010.

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gravedad permanece en el Norte. Anota que los concep-tos y prácticas misioneras del Norte a los indefensos [del Sur] han sido cuestionados. Su ponencia provee tres gran-des pautas para responder al tema: 1) La misión de Dios debe perseguir la evangelización. La misión no habla de equilibrio o balance de poder. El poder es de Dios. Todos pueden tener acceso a ese poder; la misión es de Dios. Al cuerpo de Cristo le corresponde optimizar la evangeliza-ción. Finalmente, señala que los recursos son de Dios. Esto implica dar paso a la interdependencia. 2) El propósito re-dentor de Dios es la reconciliación como base del compa-ñerismo. Implica reconciliarnos con Dios, ser comunidad reconciliada para reconciliar al mundo; el llamado a morir a sí mismos da espacio para ser comunidad reconciliada. 3) El gobierno soberano de Dios vrs. el peligro de la soberbia y la autocompasión. Esto implica comprender los vientos de

cambio respecto al nuevo centro misionero. Inquieta que el Sur [léase Asia] cometa el mismo error de Occidente, igua-lar el poder económico con los avances de la difusión del evangelio; más bien hay que reconocer los vientos de Dios en el libro de Hechos. Estos muestran que la difusión del evangelio se debió al gobierno soberano de Dios. Ninguna nación debe demandar el privilegio exclusivo de finalizar la Gran Comisión. No hay espacio ni para la arrogancia ni para la autocompasión. Todos nos necesitamos (Occidente y Sur) y debemos aprender unos de los otros a favor de la evangelización mundial.8

8 Patrick Fung, “Partnering in the Body of Christ toward a New Global Equilibrium”, III Lausanne Congress, Cape Town, 2010.

¿Qué aprendemos de estas reflexiones? Ambos ponentes colocan sobre la mesa asuntos que debemos tomar para re-novar nuestra perspectiva del quehacer de la misión mun-dial. Esto implica profundizar los lazos de acercamiento y cooperación entre iglesias y entidades para eclesiales; buscar nuevos modelos de cooperación; reconocer que el poder y la misión pertenecen a Dios; cooperar todos con sentido de interdependencia. Nos necesitamos unos a otros. Por otro lado, implica que los del Norte escuchen y atiendan la voz del Sur, y que los del Sur apreciemos el legado de los misioneros del pasado y que mantengamos una actitud enseñable. Esto implica estar dispuestos a pagar el costo de la unidad en la diversidad del cuerpo de Cristo. Finalmente, en la misión debemos buscar la gloria de Dios, no la glo-ria de nuestra entidad o nación. Si Jesucristo es Señor de Guatemala, lo será también para otras naciones. Debemos

evitar cualquier sentido de chauvinismo o arrogancia que nos haga sentir mejores que otros, sin dejar de buscar la excelencia y servir de manera integral a favor de la evange-lización mundial.

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René Padilla y Samuel EscobarTeólogos Latinoamericanos

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Comentarios y Reflexiones sobre Lausana IIIEn esta sección de preguntas y respuestas participan el Dr. Guillermo Taylor, Embajador Global de la

Alianza Evangélica Mundial (WEA) y los profesores de SETECA Lic. Ismael Ramírez y Dr. Abel Morales. Los tres asistieron al Congreso de Lausana III en Sudáfrica. Las preguntas fueron escritas por varios profesores

de SETECA a quienes se pidió y se agradece esta colaboración.

1. ¿Se habló algo sobre prácticas o estrategias actuales dañinas que no se deben usar en las misiones mundiales?A) Paternalismo, B) Poca sensibilidad a la cultura local. C) No permitir el desarrollo de liderazgo local.

Ismael Ramírez: Entre los varios temas que pueden mencionarse, observamos que to-davía se habló de asuntos como el paterna-lismo, la insensibilidad a la cultura local, y la falta de desarrollo de liderazgo local. En cuanto al paternalismo, el problema sigue siendo la falta de recursos para un amplio segmento de la iglesia en el mundo, y por ello se depende de los dineros, políticas y metas que se establecen en los países pu-dientes.En cuanto a la insensibilidad cultu-ral, todavía existe la práctica del trasplante de «iglesias» o «modos de hacer la misión»

de un contexto a otro. No hay un ajuste o adaptación de las prácticas a los valores, cosmovisión y necesidades de quienes re-ciben el servicio misionero de la iglesia.

La falta de desarrollo de liderazgo local puede deberse a varias razones: a) No con-siderarlo necesario; b) no apreciar el po-tencial de los creyentes locales; c) falta de recursos económicos; d) falta de priorizar el tema en los programas de trabajo misio-nero. Esta es una necesidad sensible.

Abel Morales: Como en todo foro inter-nacional estas preguntas fueron hechas, comentadas o expuestas en conferencias magistrales, talleres o en conversaciones individuales. Cada persona de diferente contexto, cultura o nación expuso lo dañi-no que fue y ha sido la práctica de esas tres acciones o actitudes. Señalado fundamen-talmente por participantes del mundo sur o con pasado colonial (Asia, África y Lati-noamérica) se reiteró que lo que hay que hacer es ya no vivir con esa pesada carga de culpas de uno y otro grupo cultural

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2. Comparta las tensiones y/o tendencias teólogo-misionológicas percibidas en Sudáfrica-Lausana III

I. Ramírez: Por parte de un buen número de los participantes de América Latina se sintió que el programa del III Congreso de Lausana tenía una agenda preparada y diri-gida por, y enfocada en gran medida a los intereses de, la iglesia de los países «desa-rrollados».

En particular uno de los temas que causó disgusto fue la presentación enfocada en las estadísticas de los pueblos no alcanza-dos, a menoscabo de temas como la misión integral y otros.

No hubo mucho énfasis en cuestiones como las diferencias denominacionales, y en cierta medida, como que pareció que esto se pasó por alto. Sin embargo, algu-nas cuestiones causaron tensión, como la participación activa de algunas mujeres, que para un sector todavía muy conser-vador, se consideró inapropiada. También salieron a flote algunas sensibilidades por diferentes prácticas y énfasis doctrinales.Con todo, se mantuvo un ambiente frater-nal, ameno y con buen espíritu. La alabanza en particular fue viva y de gran participa-ción, con un excelente grupo de alabanza en la dirección.

A. Morales: Unidad de la iglesia. Una de las tendencias mayores fue el enfoque sobre la unidad de la iglesia en cuanto al proceso de evangelización. Se enfatizó una y otra vez que cuando la iglesia en misión evan-gelizadora está envuelta en diferencias denominacionales, raciales o económicas, o que cuando se busca el avance de cual-quier tendencia en lugar del propósito fun-damental que es que las Buenas Nuevas se escuchen en todo lugar y cultura, se pierde el sentido evangelizador y se estancan los proyectos evangelísticos. Algo conocido y tratado pero al enfatizarlo en una audien-cia tan variada creo que, por lo menos, se logró algo en cuanto a reevaluar actitudes y posiciones.

G. Taylor: La verdad es que doy gracias a Dios que me haya permitido participar en los tres congresos globales. Pero lamenta-blemente, siento que Lausana III no llenó lo esperado en algunas dimensiones.

En primer lugar, hubo tantos temas que era difícil saber cuáles eran los críticos. Mu-chos se agotaron, en particular los que tu-

vieron que escuchar el programa por me-dio de traducción y audífonos. Pero no sólo ellos. Yo tuve que salir del enorme salón para aclarar la mente, platicar con consier-vos haciendo lo mismo, ¡y dando gracias a Dios por las decenas de máquinas de café expresos!

El tratamiento del tema crítico de los pue-blos no-alcanzados fue un desastre. En primer lugar porque la perspectiva vino de una misiología excesivamente reduccio-nista, de un norteamericano (cuando hay tantas voces calificadas y con experiencia transcultural del Sur Global) con estadística errónea, y esperando una decisión inme-diata de los participantes. Ninguno de mis colegas, y conozco a centenares con esta pasión, estaba satisfecho con la presenta-ción. He dicho que esa plenaria casi le dio un sabor pasado y amargo al tema de tanta importancia.

Finalmente, un sud-africano me preguntó después de todo: “Guillermo, ¿hubo voz profética o solamente muchas voces habla-ron?”.

sino contrariamente, no permitir que eso vuelva a ocurrir. Queda en todos los gru-pos obedecer el mandato bíblico de que en Cristo todos somos uno, de reconocer las capacidades espirituales, académicas y dirigenciales de cualquier cristiano sin que cuente, nacionalidad, raza o razones finan-cieras.

Además, notar que los nuevos países que ahora envían misioneros no cometan el mismo error histórico en que se cayó an-teriormente.

Guillermo Taylor: Tengo dos comentarios al respecto. En primer lugar, a la hora de la hora, muchos sintieron que el programa, las finanzas y la dinámica fueron controla-dos por un núcleo del Norte. Tal vez son realidades de este tipo de eventos, pero he visto unos fuertes intercambios de co-rrespondencia de parte de muchos que estuvieron presentes. En segundo lugar, a la hora de la hora, las dos voces fuertes del Sur Global, Patrick Fung de Singapur y David Ruíz de Guatemala, quienes hablaron con pasión y franqueza sobre la colabora-ción en la misión de Dios, no se escucha-ron.

Esto lo vemos posterior al congreso, cuan-do Lausana lanza sus series de programas, eventos, temas de enfoque, prioridades, y nombramiento de gente clave alrededor del mundo, todo con el fin de avanzar la bandera Lausana. Pero no creo que hubo diálogo con las voces del Sur Global (Africa-nos, Latinos, Asiáticos) para evaluar los pla-nes. La torta ya estaba cocinada y prepa-rada para el mundo. En este sentido, temo que Lausana se lanza al futuro sin tomar en cuenta los movimientos nacionales, regio-nales y globales que ya tienen representa-tividad y poder de convocatoria. Habrá que ver qué se hace cuando el dinero se acabe.

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3. Uno de los retos de Lausana III era concientizar a los asistentes a pensar en situaciones de persecución y socioeconómicas actuales, ¿qué comentarios tienen sobre algunos de estos retos?

I. Ramírez: Como tal probablemente no se logró la concientización del tema. Sí se pre-sentó la situación general que se vive en el mundo, como indicar la falta de desarrollo en algunos lugares, la condición deplorable o paupérrima en otros, las condiciones de persecución o rechazo. Pero quizá hizo fal-ta amarrar los cabos sueltos al presentar un proyecto que permita unificar esfuerzos y criterios para que la evangelización de mundo no solo se enfoque en el aspecto espiritual, sino en el social, político, cultu-ral, económico y material del mundo.

A. Morales: Medio Ambiente Se hizo énfasis en varias sesiones Multiplex acerca de este tema (The Environmental Crisis, the Gospel, and Christian Witness. La Crisis del Medio Ambiente, el Evangelio y el Testimonio Cristiano) señalándose que una de las causas mayores de la pobreza ha sido ciertamente, la destrucción y explota-ción de la creación, lo que ha traído como consecuencia ese problema en la mayoría de países del mundo.

Se hizo notar también que en muchos paí-ses los sistemas de producción industrial afectan directamente el medio ambiente. Las industrias son contaminantes en extre-mo en algunos casos. En un taller se expo-nía que los recursos naturales se agotan de una manera alarmante.

La creación es una obra de Dios y si ésta se descuida o se pone en peligro es tarea y papel de los cristianos y las iglesias hacer notar estas circunstancias. En Latinoaméri-ca, esta verdad como en otras partes del mundo, es una realidad presente y doloro-sa. Algo tenemos que hacer.

G. Taylor: Indiscutiblemente, el tema de cristianos hostigados, perseguidos y mar-tirizados fue un tema de potencia incalcu-lable. Hay que ver los videos en vivo para captar esto. El testimonio de la señorita Nor Coreana de 18 años de edad fue tal vez el momento icónico del congreso (Ver http://

conversation.lausanne.org/en/conversations/

detail/11671a).

Nadie la equivalió, con excepción de la señora Libby de Little, misionera de largo servicio con su esporo, el Dr. Little, en Afga-nistán. Con toda calma, narró la historia de los últimos días de su esposo, junto con un equipo de caravanas médicas en las mon-tañas lejanas del país. Nunca olvidaré estas dos hermanas. Y pude hablar por aparte, con un líder Coreano, que conoce quiénes cuidan a la señorita, y con el pastor de la Señora Little. La carga que tengo ahora es mayor.Estas dos voces, reales, fueron los rostros de tantas otras presentaciones de la comunidad Evangélica bajo hostigamien-to y persecución. Y los documentos del congreso resaltan estas realidades.

Una nota personal. Como siervo de la Co-misión de Misiones de la Alianza Evangé-lica Mundial, estoy redactando (junto con TonicaVan DerMeer de Brasil, y Reg Rei-mer, Canadiense veterano de VietNam) un poderoso libro, tentativamente con este título, “Sufrimiento y Sangre: Misión en Contextos de Persecución y Martirio”. Dios mediante sale este año, y se traduce al cas-tellano y portugués dentro de poco.

4. ¿Alguna conferencia especial o testimonio que le haya impactado más?

I. Ramírez: Indudablemente hubo muchísi-mas cosas buenas. Si bien, quiero referir-me a dos testimonios que fueron de mucho impacto para mí. El primero fue el de la chi-ca norcoreana, de 18 años, Sun Kyung Yu. Ella relató cómo ella y su familia llegaron al conocimiento del evangelio. Cuando tenía 6 años, huyeron de Corea del Norte a Chi-na. Allí unos familiares los llevaron a una iglesia donde escucharon del evangelio. Sin embargo, su padre tuvo que volver a Corea del Norte en 2001, pues era un oficial de alto rango. Después de tres años de pri-sión, pudo volver a ver a su familia en Chi-na. Él se sintió llamado a volver a su país, a predicar el evangelio; así que fue allá. En

2006 lo capturaron, y su familia no ha vuel-to a oír de él. Supone que fue muerto. Sun Kyung Ju aceptó a Jesucristo tras verlo en un sueño. Ahora vive en Corea del Sur, don-de espera estudiar diplomacia. El segundo fue el testimonio Libby Little, quien apenas hacía dos meses había perdido a su esposo, quien trabajaba con la Misión Internacional de Ayuda en Afganistán. Él fue muerto, jun-to a otros 9 miembros del equipo, en una emboscada a su vehículo al volver de una jornada médica a un remoto pueblo.

A. Morales: Fue muy impactante ver en el estrado a un hombre Israelí y una mu-

jer Palestina. Ambos ministran en Israel en ministerios claves. El hermano Israelí seña-ló enfáticamente que lo único que traería paz a medio oriente sería cuando los habi-tantes de allí tengan la paz de Dios en sus corazones a través del sacrificio de Cristo y la obra del Espíritu Santo. Las grandes dife-rencias entre estos dos pueblos sólo Dios las puede borrar. Las grandes heridas físi-cas, mentales y espirituales sólo el enten-dimiento de una nueva vida puede hacer olvidar aquello.

Otra conferencia/testimonio impactante fue del Hno. Antoine Rutayisire de Ruanda. Cómo un genocidio (¡más de un millón de

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personas muertas en menos de 100 días!) puso en evidencia la falta de reconciliación entre tribus que profesaban ser cristianos. La falta de un discipulado comprometido y radical hace evidente esta falta de solida-ridad entre hermanos en Cristo. Tremenda lección para aprender, el gran crecimiento numérico de la iglesia debe llevar la cuota necesaria y urgente de un discipulado bíbli-co y funcional.

G. Taylor: He comentado las dos voces femeniles, pero uno que me impactó fue mi amigo y consiervo, Chris Wright en su poderosa plenaria acerca de ministerio en un contexto de humildad, integridad y simplicidad. Con escogidas palabras Chris nos aniquiló a todos. No lo olvido. Parale-lo en poder fue la exposición del africano, FemiAdeleye, fue ungido por el Espíritu de Dios al denunciar la herejía global de la teo-logía de la prosperidad. ¡Fuerte el varón! (Ver: http://conversation.lausanne.org/en/conver-

sations/detail/11592).

Finalmente, me tocó profundamente la ce-remonia de clausura, a la verdad una litur-gia de la iglesia Anglicana en Kenia, la cual duró más de dos horas. ¡Pero como ahora soy Anglicano, con razón me gustó! Pero era demasiado “a lo católico” para algunos de mis amigos latinoamericanos (Ver: http://

conversation.lausanne.org/en/conversations/de-

tail/11673).

5. Comentar sobre las Mesas de Trabajo

I. Ramírez: Aunque no fue la primera oca-sión en que un evento de esta índole im-plementó esta forma de trabajo, sí fue algo característico del III Congreso de Lausana. En vez de pasar largas horas sentados es-cuchando a los ponentes en filas de asien-tos, los participantes del Congreso fuimos distribuidos en mesas de trabajo compues-tas por 6 personas. Gran parte del tiempo de cada mañana transcurrió en el diálogo, intercambio y discusiones en estos grupos de trabajo. Esto permitió tener un con-tacto directo con otros participantes, que provenían de diferentes países, contextos eclesiásticos y culturales, e involucramien-to ministerial. De esta manera, cada parti-cipante fue enriquecido en su apreciación del mundo y la manera como se lo evange-liza en distintos contextos.

A. Morales: Una modalidad muy útil y efi-caz fue el trabajo de los participantes en las mesas. Ya en el III Congreso de COMI-BAM en Granada, España, había sido utili-

zado ese método con buenos resultados. La gran diferencia con Lausana III fue que aquí en cada mesa había hermanos y her-manas de muchos países, de diferentes culturas y lenguajes y de distinto campo de ministerio, y esto sí fue enriquecedor en todo aspecto. En COMIBAM la casi to-talidad eran latinoamericanos. El poder comentar los retos que el estudio de Efe-sios tenía para cada individuo de acuer-do a su contexto personal y colectivo fue muy aleccionador así como las experien-cias ministeriales. El poder orar unos por otros fue asimismo muy significativo. Algo relevante también fue el aspecto or-ganizativo ya que acomodar a 4 mil parti-cipantes y casi 900 mesas fue todo un reto administrativo coronado con mucho éxito.

G. Taylor: Los organizadores del congreso ya sabían que manejar más de 4,000 per-sonas en un magno evento requeriría algo creativo para crear un ambiente de comu-nidad. Por eso decidieron transformar a los

miles en pequeños grupos de mesa, donde los pocos se conocerían más a fondo (A la verdad, esta idea, sentimos algunos de no-sotros, vino del tercer congreso COMIBAM en Granada, noviembre de 2006, con una dinámica igual. ¡Felicitaciones, COMIBAM, por anticipar la historia!). Las personas se reunían durante todas las mañanas para orar y discutir los temas del día y las expo-siciones bíblicas en las mesas. Por diseño eran tremendamente heterogéneas. En la mía tuvimos a un neo zelandés trabajando en Turquía, un norteamericano trabajando en el norte de la India, un sudafricano, este servidor “mixto” y una lidereza nigeriana con el nombre de Betsabé--la primera mu-jer con ese nombre que he conocido en mi vida.

La impactante ausencia de los 220 partici-pantes de la China continental (a raíz del gobierno marxista) nos sacudió, en espe-cial cuando esas 30 mesas quedaron vacías durante todo el congreso, testimonio pal-pable a la iglesia hostigada y perseguida en nuestro mundo.

19

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6. Implicaciones del Compromiso de Lausana

I. Ramírez: Indudablemente el «Compro-miso de Lausana» será de impacto en la vida y ministerio de todos los que partici-pamos en el III Congreso de Lausana, pues implica ser conscientes de la amplitud de la tarea que tenemos, y la responsabilidad que hemos tomado de cumplirla.

A. Morales: Igual que en los dos Congre-sos anteriores, Lausana 74 y Manila 89, se publicaron documentos que han tenido mucho impacto en el quehacer eclesiástico globalmente hablando.

El compromiso de Ciudad del Cabo, Lausa-na III en sus dos partes, tiene retos que otra vez se antojan ineludibles para la iglesia. Reafirmando el amor a Dios a través de una fundamental declaración como lo es cuan-do se escribe:“Para el Señor que amamos: nuestro compromiso de Fe”.

El amor a Dios según la declaración tiene que ver con el amor por todo el Evangelio que éste habla de las buenas nuevas, Amor por la iglesia y Amor por todo el mundo. Esto se explica diciendo que a través de esa triada de amor se renueva el compromiso a creer, obedecer y compartir el Evangelio en todas las naciones.

Estoy convencido de que si cada uno de los evangélicos alrededor del mundo toman para sí este compromiso y lo que implica el mensaje del evangelio que sana y salva, tendrá un nuevo impulso a nivel global. Al entender este compromiso no hay manera de eludirlo a menos que se quiera desobe-decer al que lo ordenó y de quien se predi-ca: Cristo mismo.

G. Taylor: Los dos pequeños tomos del “Compromiso de Ciudad del Cabo” (Lausa-na) se distinguen el lo siguiente: la primera parte es más teológica, misiológica y bíbli-ca, pero presentado en una narrativa crea-tiva y poderosa; la segunda parte es más el desarrollo de temas claves con sus implica-ciones que salieron de todas las plenarias, los otros grupos grandes de discusión, e incluso conversaciones llevadas a cabo en los corredores.

Este documento doble merece nuestro estudio esmerado, y debe ser texto clave para cualquier materia que toca misión y misiones hoy día. Yo ya lo he requerido como texto de lectura en un seminario del Norte donde soy profesor visitante cada enero.

Con agradecimiento por la oportunidad de contribuir a este número de ETNOS.

REVISTA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN MISIONOLÓGICA20

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* Estos cursos pueden ser tomados como materias libres. Para más información

puedes escribir a [email protected] o llamar al teléfono: (502) 2471-0573 Ext. 301.

Cursos sobre Misiones que se impartirán en SETECA

II Trimestre (25 de Abril – 09 de Julio)

Religiones MundialesAntropología CulturalFundación de Iglesias

III Trimestre (25 de Julio – 08 de Octubre)

Evangelismo y DiscipuladoTeología Bíblica de las Misiones

Ministerio TransculturalIntroducción a las Misiones (Presencial y en Línea)

PACTO DE LAUSANA

Documento elaborado en ocasión del Congreso

Internacional de Evangelización Mundial, celebrado en

la ciudad suiza de Lausana, en julio de 1974. Un total

de 2.500 delegados, convocados por el evangelista Billy

Graham, subscribieron este documento, basado en un

borrador redactado por John R.W. Stott. Se trata de un

documento que adquirió vida propia y ha ejercido una

notable influencia en medios evangélicos. Se lo compara

y analiza con la Evangelii Nuntiandi de la ICR (de

1975), y con los documentos que surgieron de la Quinta

Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, celebrada en

Nairobi, en 1975. Athol Gill ha señalado que “el Pacto

de Lausana marca un punto de giro en el pensamiento

evangélico, un punto de giro que bien puede tener

consecuencias importantes para todos los cristianos”.

Entre los puntos más llamativos están los relacionados

con la responsabilidad social y política de los cristianos.

Si bien el documento no es exhaustivo en estos puntos,

por lo menos plantea la cuestión, y sirvió para abrir la

puerta a una mayor reflexión sobre estos particulares

entre los evangélicos en todo el mundo.

MISIONES TERCERMUNDISTAS

1. Son los esfuerzos misioneros que tienen su origen en las

naciones que componen lo que se conoce como el Tercer

Mundo. Segun Michael Griffits, “la gran ola de esfuerzo

misionero que partió primero de Europa y luego de la

América del Norte hacia el Tercer Mundo, ha resultado

en la formación de otra ola que está comenzando a

elevarse y correr en dirección opuesta, del Tercer Mundo

hacia las sociedades ‘post-cristianas’ del Viejo Mundo

europeo y del viejo Nuevo Mundo, que también muestra

señales de decadencia”. Se está produciendo un notable

cambio de eje en la iniciativa misionera cristiana en todo

el mundo. El número de misioneros provenientes del

Tercer Mundo está superando al número de misioneros

provenientes del Primer Mundo. Esto está produciendo

importantes cambios en la misionología. 2. Las mt han

sido clasificadas de tres maneras: (1) M1, son aquellas que

van a plantar iglesias en su propia cultura (Jerusalén y

Judea, Hch. 1.8). Este es el caso de misioneros japoneses

de Brasil que van a evangelizar a japoneses en Japón. (2)

M2, son aquellas que van a otra cultura, pero en algún

aspecto similar (Samaria, Hch. 1.8). Este es el caso de un

misionero brasilero que hace su tarea en Bolivia. (3) M3,

son aquellas que van a una cultura radicalmente diferente

(hasta lo último de la tierra, Hch. 1.8). Este es el caso de

un misionero brasilero que trabaja en Kenya.

Conceptos tomados de: Pablo A. Deiros, Diccionario

Hispano-Americano de la Misión (Miami Florida:

COMIBAM Internacional, 1997): Págs. 322, 289.

GLOSARIO MISIONERO

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1

Muchos h a n obser-

vado la falta de integración entre la espiritualidad practicada por la iglesia evangéli-ca y la misión de Dios.2 Común-

mente se atribuye esta falta a los trastornos doctrinales que irrumpieron en las primeras tres décadas del siglo pasado entre el ala liberal y el ala conservadora de la iglesia protes-tante de los Estados Unidos. Según esta interpretación, los llamados “liberales” promovieron una agenda de cambio socio-económico basado en su entendimiento del reino de Dios, mientras que los conservadores respondieron enfati-zando la práctica de un pietismo individualista que le daba poca importancia a la participación de la iglesia en la trans-formación de la cultura.

El divorcio entre la espiritualidad y la misión llegó a Amé-rica Latina patente en la teología y latente en la espiritua-lidad de los misioneros norteamericanos. Bien describe el Dr. René Padilla la separación aguda que ha caracterizado

1 Este trabajo fue presentado en el Congreso Lausana III, Sede SETECA, Ciudad de Guatemala, Octubre 2010.

2 Cuando se usa el vocablo “misión” en este artículo, se refiere a la missio dei, la cual incluye pero es más amplia que la misión integral. Las misiones transculturales son la manera principal por medio de la cual Dios lleva su misión a los lugares en que Cristo no es conocido, obedecido y glorificado (Ro. 10:12-17).

la perspectiva de los dos grupos: “la reducción de la misión a programas sociales que excluyen la proclamación explíci-ta del Evangelio es tan nociva para la causa de Cristo como la reducción de la misión a la proclamación que niega la responsabilidad social como un aspecto social de la misión. Ambos estrechamientos son expresiones de los efectos de la Ilustración en el cristianismo occidental”.3

Las reflexiones de los últimos 40 años sobre la “missio dei” y la misión integral han servido para replantear de manera fundamental nuestro entendimiento de la tarea evangeliza-dora de la iglesia.4 Al mismo tiempo, se le ha dado poca atención a la formación espiritual y su papel en la misión de Dios. ¿Podría ser que la lentitud en el avance de la misión de Dios se debiera en parte a la falta de relacionar la forma-ción espiritual bíblica con la misión? ¿Estamos preparando discípulos capaces de llevar a cabo la misión de Dios con testimonios creíbles no sólo de su “conversión” sino de la transformación que Jesucristo ha obrado en sus vidas? (2 Co. 3:18; Jn. 13:35).5 Quizás la mayor falta no esté en el di-vorcio histórico entre la espiritualidad y la misión, sino en nuestra falta de integridad como iglesia al intentar llevar a cabo la misión de Dios sin una formación espiritual bíblica que respalde la misión como la obra auténtica de Dios en Jesucristo.

3 Citado en James A. Gehman, “Definición de la misión integral e implicaciones para la hermenéutica bíblica”, Kairós no. 45 (julio-diciembre 2009): pág.128.

4 Ibid. El artículo de Gehman traza el desarrollo histórico del concepto de la misión de la perspectiva de los exponentes principales de América Latina.

5 Dallas Willard, The Spirit of the Disciplines (San Franciso: Harper & Row, 1988): págs. 264-265.

La Formación Espiritual:Fundamento Olvidado de la Misión

Haciendo la Misión de Jesús como Discípulos de Jesús1

REVISTA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN MISIONOLÓGICA22

Dr. Jim Adams

Rector, SETECA

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La Definición de la Formación Espiritual6

La formación espiritual se puede definir de la siguiente ma-nera:La formación espiritual es el crecimiento integral hacia la imagen de Jesucristo que el Espíritu Santo dirige de mane-ra sobrenatural utilizando los medios bíblicos, el esfuerzo intencionado del creyente, el cuerpo de Cristo, y el servicio en el reino de Dios.7

La formación espiritual no consiste solamente en la vida devocional o en la práctica de las disciplinas espirituales. Más bien, las disciplinas espirituales son medios que el Es-píritu Santo utiliza para formar al creyente a la semejanza de Cristo y perfeccionar su participación en la obra de Cris-to y la misión de Dios.8 Hoy día la tendencia de minimizar la importancia de las disciplinas espirituales o calificarlas de “legalistas” o “individualistas” no radica en la naturale-za de las disciplinas en sí mismas sino el uso indebido de éstas como medidas de la madurez espiritual o el compro-miso cristiano.

Demasiadas veces la práctica de las disciplinas espiritua-les es presentada en la iglesia evangélica como un “deber cristiano” en lugar de un encuentro transformador con el Cristo viviente. Comenta el escritor puritano Isaac Ambro-se sobre la práctica de la meditación bíblica que “si el Espí-ritu de Cristo acompaña la Palabra, despertará corazones, levantará los ánimos y hará maravillas”.9 Harold Segura habla de una espiritualidad de “alma” que consiste en “el proceso continuo por medio del cual seguimos a Jesucristo alimentándonos de la comunión íntima con el Padre, bajo el impulso del Espíritu Santo y en peregrinaje fraterno con la iglesia”.10

6 En este artículo se usarán los vocablos “formación espiritual” y “espiritualidad” de manera intercambiable aunque la formación espiritual bíblica puede ser entendida lógicamente como la manera en que el Espíritu Santo edifica una espiritualidad verdadera en la vida del creyente.

7 La formación espiritual incluye el desarrollo de las virtudes según la obra sobrenatural del Espíritu Santo. “Crecer en virtud es desarrollar lo que podríamos llamar el carácter de Jesucristo mediante las manifestaciones y cualidades del fruto del Espíritu (Gá. 5:22-26) especialmente en cuanto a las relaciones humanas a todo nivel”, Daniel Schipani, “Formación espiritual: La meta del emerger humano a la luz de Jesucristo y el reino de Dios”, Kairós (No. 39, julio-diciembre, 2006): pág.100.

8 Las listas de las “disciplinas espirituales” son muchas y variadas. Sin embargo, la mayoría de los que escriben sobre este tema están de acuerdo de que la meditación bíblica, la oración y la soledad (con el propósito de meditar y orar) son las que tienen mayor influencia en la formación espiritual. La meditación en la Palabra de Dios y la oración son prácticas espirituales apoyadas de manera directa por la ayuda sobrenatural del Espíritu Santo (Ef. 6:17; 2 Ti. 3:16,17; Jn. 14:26; 1 P. 1:12; 1 Jn. 2:27 [la Palabra de Dios]; Ef. 6:18; Ro. 8:26-27; Judas 1:20-21; Apoc. 1:10-20 [la oración]).

9 Ibid., pág. 38 (palabras de Isaac Ambrose).10 Harold Segura Carmona, Hacia una Espiritualidad Evangélica

Comprometida (Buenos Aires, Kairós, 2002): pág. 28.

Los Elementos de la Formación Espiritual Bíblica

La Formación Espiritual es “espiritual”

La formación espiritual es “espiritual” porque es un proceso que el Espíritu Santo lleva a cabo soberanamente en el creyente para ayudarlo a vivir en comunión plena con Jesucristo (Jn. 14:26; 15:26-27; 16:13-15). Según J.I. Packer el ministerio “distintivo, constante y básico del Espíritu Santo, bajo el nuevo pacto, es el de transmitir al creyente la presencia de Cristo”.11 Por medio del Espíritu, Cristo se hace presente en el creyente y en su iglesia con el fin de que Él sea conocido, amado, honrado y alabado.12

La obra del Espíritu es renovadora e integral. Utiliza de manera sabia las disciplinas espirituales, el ministerio del cuerpo de Cristo, las pruebas, y los desafíos del servicio en el reino de Dios para “formar” al creyente y “santificarlo por completo en espíritu, alma y cuerpo” (1 Tes. 5:23). Bajo esta óptica, la formación espiritual es más abarcadora que el discipulado. De hecho, la formación espiritual bíblica se realiza sólo en la vida de aquellos que se han comprometido a vivir como discípulos de Jesucristo.13

11 J.I. Packer, Keep in Step with the Spirit (Old Tappan, Nueva Jersey EU: Fleming Revell, 1984): pág. 49.

12 Ibid., pág. 47.13 Bill Hull, The Complete Book of Discipleship (Colorado Springs:

Navpress, 2006): pág. 35. (Según Hull, la formación espiritual describe la santificación o transformación de discípulos); Darrell Bock, “New Testament Community and Spiritual Formation”, Foundations of Spiritual Formation, ed. Paul Pettit (Grand Rapids, MI: Kregel Academic, 2008): pág. 105. Bock enfatiza que la formación espiritual incluye no solamente los programas de discipulado y las disciplinas espirituales sino también todos los demás recursos que Dios mismo utiliza para llevar al creyente a la madurez espiritual. Cabe observar que los discípulos de Jesucristo entraron en una relación de discipulado con Él, la cual permitió como resultado la formación en ellos de las cualidades de Jesús.

23

Quizás la mayor falta no esté en el divorcio histórico entre la espiritualidad

y la misión, sino en nuestra falta de integridad como iglesia al intentar llevar a cabo la misión de Dios sin una formación espiritual bíblica

que respalde la misión como la obra auténtica de Dios en Jesucristo.

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La Formación Espiritual transforma al creyente

La meta del Espíritu Santo es la transformación completa del creyente. En 2 Corintios 3:17-18, el apóstol Pablo nos enseña que: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.14 Por tanto, todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (Es decir, por el accionar divino del Espíritu Santo). El fruto del Espíritu es la gloria de la persona de Cristo en el creyente, y los dones del Espíritu son para que el creyente glorifique la persona de Cristo en la iglesia y en el mundo.15

Enfatiza Gordon Fee: “Al contemplar la gloria de Dios (Cristo), el pueblo de Dios se va transformando en la misma imagen, de gloria en gloria. Así que... el Espíritu del Dios viviente no sólo nos da la vida de Dios sino también sirve como la presencia de Dios y nos permite contemplar la glo-ria de Dios para que seamos transformados a su imagen. ¡Ello es la gloria verdadera!”.16

14 La libertad se refiere a la libertad del “velo” que impide que no creyentes vean la gloría del Señor. Hay “libertad”, entonces, en el sentido de tener acceso pleno a Dios y la gloria de su persona. Véase Fee, God’s Empowering Presence, (Peabody MA: Hendrickson, 1999): pág. 309.

15 Packer comenta que “los dones espirituales han de definirse en referencia a Cristo como potencias actualizadas para expresar, celebrar, demostrar y comunicar la persona de Cristo de una manera u otras, ya sea por palabra o por hecho. De otra manera no edifica (pág. 83).

16 Fee, God’s Empowering Presence, págs. 309-310.

También observa Mariano Ávila que “la espiritualidad inte-gral ha de permear nuestro diario quehacer. No es un aspec-to de la vida que se vive exclusivamente en el culto o en el templo y que se manifiesta en las prácticas ascéticas o extá-ticas del cristiano; es una realidad que ha de evidenciarse en el andar cotidiano en todas las áreas de la vida, como señal de Reino que ha llegado y que está por venir”.17

La Formación Espiritual requiere la comunidad cristiana La formación espiritual bíblica no existe sin la comunidad cristiana. Una gran parte de la obra del Espíritu Santo se

concentra en fomentar en el cre-yente las virtudes relacionales de la comunidad cristiana: mise-ricordia, benignidad, humildad, mansedumbre, paciencia, el per-dón mutuo, y el vínculo perfecto del amor (Col. 3:12-14).

Paul Pettit describe así la natura-leza comunitaria de la formación espiritual que obra el Espíritu:

“La unidad en el cuerpo de Cristo no implica uniformidad... La meta es para que todo el cuerpo crezca. Es maravilloso que crezca cada miembro del cuerpo, pero tiene que crecer juntamente con los otros miembros del cuerpo, no en el aislamiento individualista. El apóstol Pablo habló de esta clase de crecimiento y usó la metáfo-ra de un edificio cuando escribió que: ‘en quien todo el edificio,

bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edifi-cados para morada de Dios en el Espíritu.’ Como creyentes, nuestra meta no es ser un miembro glorioso de un cuerpo, sino un miembro de un cuerpo glorioso”.18

La Formación Espiritual sirve a la Misión de Dios

El concepto de la formación espiritual como una espiritua-lidad “individualista” o “privatizada” no se puede reconci-liar con el texto bíblico.19 La formación espiritual bíblica

17 Mariano Ávila, Conversión y Discipulado (San José, Visión Mundial, 1993): pág. 212 (énfasis agregado).

18 Paul Petitt, “Conclusion”, Foundations of Spiritual Formation, ed. Paul Pettit (Grand Rapids, MI: Kregel Academic, 2008): pág. 272.

19 Segura, págs. 13-20.

REVISTA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN MISIONOLÓGICA24

“La unidad en el cuerpo de Cristo no implica uniformidad... La meta es para que todo el cuerpo crezca. Como creyentes, nuestra meta no es ser un miembro glorioso de un cuerpo, sino un miembro de un cuerpo glorioso”

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es para que la vida y el ministerio del creyente “encarnen” con suma claridad la persona y las palabras de Cristo. Sin la formación espiritual, la misión de Dios se convierte en algo menos que la misión de Dios en Cristo. Sólo los discípulos de Jesús pueden llevar a cabo la misión de Jesús, y no ha-brá discípulos verdaderos de Jesús aparte de la formación espiritual que el Espíritu Santo anhela realizar en cada cre-yente: “Por tanto todos nosotros... somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen [de Jesús], como por el Espíritu del Señor”. La Biblia no conoce ninguna misión edificada sobre las virtudes y los valores humanos por más deseables que sean en la elaboración de programas sociales y la reconstrucción de estados políticos.20

Consideremos lo siguiente:

1. ¿Podemos anunciar un evangelio de perdón y paz si nos falta la humildad para buscar el perdón y la paz entre nosotros?

2. ¿Podemos hablar las Palabras de Cristo con autoridad y convicción si no apartamos tiempo para meditar en sus palabras, poner atención a la voz del Espíritu Santo y arrepentirnos de nuestros pecados?

3. ¿Podemos vivir y servir con compasión de manera “en-carnacional” si no se encarnan en nosotros de manera notable los frutos del Espíritu como individuos e igle-sias?

4. ¿Podemos llevar a cabo la misión de Jesús si no podemos dar testimonio convincente de que nuestra vida ha sido revolucionada por la salvación en Jesús?

En breve, la misión de Jesús sin la formación transformado-ra del Espíritu de Jesús es una misión que carece de “alma” como comenta Harold Segura: “El alma de nuestra fe es una espiritualidad enraizada en la Palabra e inspirada en el modelo de Jesús en la pasión por su reino”.21

20 Se oye a menudo el lamento sobre porqué Guatemala sigue sufriendo niveles altos de inseguridad, violencia y corrupción a pesar de contar con un porcentaje alto de cristianos evangélicos. ¿No sería mejor replantear la misma cuestión en términos de cómo ayudar a las iglesias de Guatemala a desarrollar y trabajar un perfil bíblico de un discípulo de Jesucristo? Véase Willard, Spirit of the Disciplines, págs. 220-250.

21 Segura, pág. 11.

La Relación “Circular” entre la Formación Espiritual y la Misión de Dios

La Omisión sorprendente:

Los documentos principales que han contribuido a la for-mación de la teología de la misión hacen poca mención de la formación espiritual bíblica. Las porciones que más co-nectan la espiritualidad con la misión de Dios son las si-guientes:

Artículo 14 del Pacto de Lausana:

“La evangelización mundial será una posibilidad realista sólo cuando el Espíritu Santo renueve la iglesia en verdad, sabiduría, fe, santidad, amor y poder. Por ende, exhorta-mos a todos los cristianos a orar por tal visitación del Espí-ritu Soberano de Dios de modo que su fruto se manifieste en todo su pueblo y sus dones enriquezcan el cuerpo de Cristo. Sólo así llegará la iglesia a ser un instrumento apto en sus manos para que toda la tierra oiga su voz”.

Declaración 15 del Manifiesto de Manila:

“Afirmamos que los que proclaman el evangelio deben ejemplificarlo en una vida de santidad y amor; de otra ma-nera nuestro testimonio pierde credibilidad”.

Afirmaciones de Amsterdam, No. 9:

“Una vida constante y fiel de oración y estudio bíblico es esencial para nuestro crecimiento espiritual personal y para tener poder en el ministerio”.

La omisión del papel de la formación espiritual en la mi-sión de Dios es sorprendente a la luz del énfasis saludable que hacen estos documentos en una evangelización integral que produzca discípulos verdaderos de Jesús comprometi-dos con Su reino. Quizás se supone que cada cristiano se encuentra en el proceso de la formación espiritual, pero las investigaciones como el Proyecto Josué en Guatemala han demostrado que esta suposición no es la verdad.22 Para rea-lizar su misión, Dios llama a un pueblo para sí mismo cuya santidad en toda esfera de la vida revela el carácter de Dios (Ex. 19:4-6; 2 Co. 6:16-7:1).

22 Roger Grossman, “Interpreting the Development of the Evangelical Church in Guatemala: Year 2002” (proyecto no publicado del D. Min, Southeastern Baptist Seminary, 2002). Un libro reciente que analizó el crecimiento de una de las megas iglesias más conocidas de los Estados Unidos concluyó que los creyentes más maduros y más comprometidos en el servicio del reino son los que son más activos e intencionados en buscar su propia formación espiritual. Véase Hawkins, Parkinson y Arnson, Reveal: Where are You? (Chicago Illinois: Willowcreek Resources, 2007).

25

Para ser la misión auténtica de Dios en Cristo, la misión requiere la formación espiritual del creyente. De la misma manera, sin participar en la misión de Dios, ningún creyente puede

experimentar la formación espiritual auténtica.

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La Relación “Circular”, formados para la misión y por la misión:

Para ser la misión auténtica de Dios en Cristo, la misión requiere la formación espiritual del creyente. De la misma manera, sin participar en la misión de Dios, ningún cre-yente puede experimentar la formación espiritual auténtica. Dios prepara al creyente para la misión (por medio de la formación espiritual), y la misión forma al creyente para Dios (como una parte indispensable de la formación espiri-tual). La relación es circular, no lineal, y continúa por toda la vida terrenal del creyente.

Ejemplo: El Espíritu Santo desea formar en el creyente la cualidad de amor (Gá 5.22). El creyente medita en el ejemplo del Señor Jesús y las enseñanzas bíblicas sobre el amor. Ahí es confrontado sobre su falta de amor por otros y se arrepiente de su egocentrismo. El creyente también re-flexiona sobre el amor que ha recibido de Jesús (Ro. 5:5-11) y desea que otros puedan experimentar este mismo amor. Sin embargo, la “formación” del amor en el creyente no es completa si no participa en la misión de Dios. Al servir en la misión de Dios, el creyente aprende de hacer sacrificios de amor por los demás y aún por los que lo maltratan. Así se forman con firmeza en el creyente las cualidades del amor y la compasión de Cristo.

Enriqueciendo el concepto del ministerio encarnacionalDesde hace bastante tiempo el concepto de la encarnación es un punto medular de reflexión sobre la naturaleza de la misión y los métodos para llevarla a cabo.23 Se propone enriquecer el concepto del ministerio encarnacional por medio de considerar los dos siguientes elementos.

23 Ibid: 37; para un ejemplo reciente, véase Gehman, “Definición de la misión integral”, págs.127-128.

1. La Comunión de Jesús con su Padre Celestial

La declaración de Jesús en Juan 20:21 de que “como me envió el Padre, así también yo os envío” lleva de manera implícita la necesidad de la formación espiritual. Los cua-tro evangelios presentan a Jesús en comunión constante con Su Padre Celestial. Busca a su Padre en lugares desiertos para orar (Lc. 5:15-16; Mr. 6:45-46),24 intimando con él con una familiaridad que escandaliza a los demás (Lc. 11:1-13). Medita en la Palabra no sólo para impartir enseñanzas fres-cas sobre el carácter de Dios y su reino (Mr. 1:21-28) sino también para sostener su propia obediencia y sumisión a Dios en tiempos de crisis (Lc. 4:1-19; Mr. 14:36; Heb. 5:7-9). Declara abiertamente su dependencia de su Padre Ce-lestial y su deseo de agradarlo (Jn. 5:19). Su “comida” es hacer la voluntad de Su Padre y terminar su obra, y así vive “permaneciendo” en Su amor (Jn. 15:10). Puede decir en el momento de ofrecer su vida en sacrificio por el pecado del mundo que “el mundo tiene que saber que amo al Padre y que hago exactamente lo que él me ha ordenado que haga” (Jn. 14:31). Esta comunión “poco común” marca a Jesús como el Hijo Verdadero de Dios en contraste a los fariseos que son iden-tificados como religiosos que no conocen a Dios. La lec-ción queda a plena vista: no se puede hablar del ministerio encarnacional sin seguir el modelo de Jesús en la comunión que él anheló, buscó y sostuvo con su Padre Celestial. El negar esta verdad es negar la enseñanza clara de Lucas 6:40: “El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuera perfeccionado, será como su maestro”. El poder de convencimiento del ministerio encarnacional depende de gran manera de la formación plena de Cristo en el creyente.

2. El “Derramamiento” de vida para dar vida

La formación de la persona de Cristo en el creyente no tiene el fin de sólo “mejorar” o “perfeccionar” la vida cristiana del mismo creyente. Más bien, la formación de la persona de Cristo en el creyente tiene como fin el derramamiento de la vida de Cristo en el mundo para la gloria de Dios (Jn. 12:27-28).

Pablo describe su propia vida como “libación” derramada para edificar la fe de los filipenses (Fil. 2:17) y exhorta a todos los creyentes a ofrecer su vida en “sacrificio vivo” (Ro. 12:1). También el apóstol habla de llevar en su cuerpo la “muerte de Jesús” para que la vida de Jesús pueda ser transmitida a otros (2 Co. 4:10-12).

24 Véase Ajith Fernando, Jesus Driven Ministry (Wheaton IL: Crossway, 2002): págs 225-242. Este libro se ha publicado en español bajo el título Ministerio Dirigido por Jesús.

REVISTA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN MISIONOLÓGICA26

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En Juan 12, el Señor Jesús habla del “derramamiento” usan-do la figura de un grano de trigo que ha de “caer en la tie-rra y morir” para producir fruto. El propósito del grano de trigo no es permanecer en su “perfección” como grano, sino más bien “derramar” la vida que lleva adentro para producir fruto abundante. El versículo 26 manifiesta la ex-pectativa de Jesús que este “derramamiento de vida” sea la experiencia de todo discípulo verdadero: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”. Jesús describe el dolor que produce este derramamiento aún en su propia vida como Salvador: “Ahora está turbada mi alma: ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto, he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre”.

Como Salvador y Redentor, el Señor Jesús derramó su san-gre para que Dios reconciliara consigo todas las cosas en la tierra y en el cielo, “haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Col. 1:20). El derramamiento de vida de parte del discípulo de Jesús no tiene ningún efecto redentor, pero sí forma una parte medular de la misión que Dios realiza por su iglesia, como testifica el apóstol Pablo: “me gozo en lo que padezco por vosotros y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia” (Col. 1:24). Observa Ajith Fernando, “La frustración y el dolor son elementos esenciales del ministerio encarnacio-nal...Si en verdad nos identificamos verdaderamente con la gente, hay que esperar la frustración y el dolor”.25

En breve, la formación espiritual ayuda al creyente a vivir toda la plenitud de Dios (Ef.3:18-19) no con el fin de que su vida sea más cómoda, más placentera, o sólo más “santa”, sino para que pueda “derramar” tal plenitud en servicio a los demás, y así ayudarlos a experimentar la vida abundante en Cristo que es la voluntad de Dios para todo ser humano (1 Tim. 2:4-5). Cualquier concepción del ministerio encar-nacional ha de tomar en cuenta no sólo la entrada de Cristo al mundo sino también el sacrificio de amor que marcó su “salida” del mundo y que hará que se doble toda rodilla y que confiese toda lengua que Jesucristo es Señor, para glo-ria de Dios Padre (Fil. 2:10-11). La cruz siempre ha de ser la culminación de la encarnación y el modelo del derrama-miento que rige la vida del discípulo de Cristo.

25 Ajith Fernando, pág. 22.

Hay que reiterar que el “derramamiento” del creyente de su vida en Cristo en servicio a la iglesia y al mundo debe ser entendido como una parte integral de cómo el creyente es “formado” por la misión. Así se le enseña el significado verdadero del servicio y de cómo ser grande en el reino de Dios (Mr. 10:35-45). Así el egocentrismo del creyente es confrontado, corregido y cambiado por la cruz de una manera que no pueden lograr las disciplinas espirituales tradicionales. Comenta el Dr. William Lawrence, director del “Centro para Liderazgo Cristiano” del Seminario Teológico de Da-llas:

La ambición se transforma en la humildad cuando se dirige hacia el servicio a los demás y no hacia el servicio orgullo-so de uno mismo. La ambición cristiana es redefinida [por Jesús] para referirse no al servicio de uno mismo sino al sacrificio de uno mismo. Se logra por medio de la ambición santa a la esclavitud de acuerdo al modelo del mismo Señor Jesús. ...La ambición cristiana es el deseo ardiente e impul-sador para glorificar el nombre de Cristo y no al yo.

Tenemos que preguntarnos: ¿Cuál es mi propósito? ¿Estoy satisfaciendo mi ego por medio de este ministerio o estoy sacrificando mi ego por amor de este ministerio?26

Agrega Siang-Yang Tan:

El servir satisface nuestro anhelo más profundo y es nues-tro llamado. No nos disminuye, ni disminuye a otros. Más bien nos ayuda a morir al yo falso y pecador. El verdadero servicio nos permite crecer en ser maduros y auténticos en Cristo.27

Un intento sencillo por integrar la Formación Espiritual con La Misión de Dios

26 William D. Lawrence, Bibliotheca Sacra, “Distinctives of Christian Leadership”, (July-September, 1987): págs. 323-324.

27 Siang-Yang Tan, Full Service (Grand Rapids, MI: Baker, 2006).

27

La lección queda a plena vista: no se puede hablar del ministerio

encarnacional sin seguir el modelo de Jesús en la comunión que él anheló,

buscó y sostuvo con su Padre Celestial.

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“Fundamentalmente nuestra misión... significa nuestra participación comprometida como pueblo de Dios, bajo la invitación y el mandato de Dios, en la misión propia de Dios, dentro de la historia del mundo de Dios, para la re-dención de la creación de Dios”. Dr. Christopher Wright.28

1. Dios tiene una “misión” eterna centrada en “la reconci-liación de todas las cosas” en Cristo y la “administra-ción” de todas las cosas bajo el reino redentor de Cristo (Col. 1:15-20; Ef. 1:9-10).

2. Dios redime a su pueblo y lo llama para que anuncie las “virtudes” de Él y sirva en el mundo como cuerpo de Cristo/nación santa de Dios (Ex. 19:4-6; 1 Pedro 2:9-10; Apoc.1:5b-6).

3. y 4. El pueblo de Dios/iglesia de Cristo está siendo for-mado de continuo por el Espíritu de Dios para que se cumpla la misión de Dios en sus hijos (Ro. 8:26-39) y en toda su creación (Apoc. 21-22). La misión de Dios en Cristo ha de ser modelada, proclamada y ejecutada por los discípulos de Cristo cuyas vidas demuestran la verdad de lo que el apóstol Pablo anuncia: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”.29

5. ¿No se debe incluir en la misión de Dios la formación espiritual de su pueblo a la imagen de Jesucristo, el Rey del reino y el Líder de la misión?

28 Christopher J. H. Wright, The Mission of God: Unlocking the Bible’s Grand Narrative (Downer’s Grove, IL: 2006): págs. 22-23, citado en David Suazo Jiménez, “La Función Profética de la Educación Teológica en América Latina” (disertación doctoral, Seminario Teológico Centroamericano, Guatemala, 2009).

29 Col. 1:27. Los versículos 28-29 hablan de la centralidad de Cristo en las tareas de la misión y el poder espiritual que se necesita para llevarla a cabo.

Implicaciones y propuestas para Guatemala y América Latina1. La formación espiritual bíblica es un fundamento in-

dispensable en la misión de Dios. Dios ha redimido y ha llamado a un pueblo para Sí mismo para llevar a cabo su misión en el mundo.

Declara James C. Wilhoit:

“La formación espiritual es la tarea de la iglesia, y ¡punto! No es una opción interesante que la iglesia pueda perse-guir ni tampoco es una categoría de poca importancia en la “descripción de trabajo” del cuerpo de Cristo. La for-mación espiritual está en el centro de por qué existe la iglesia. La iglesia fue formada para formar. Nuestro co-metido, dado por Jesús mismo, es hacer discípulos, bau-tizarlos y enseñarles a obedecer los mandamientos de Él

(Mt. 28:19-20). La evangelización, la adoración, la ense-ñanza y la compasión que la iglesia ha de practicar requie-ren que el cristiano sea espiritualmente formado”.30

2. La debilidad de la iglesia evangélica en el entendi-miento y la ejecución de la misión de Dios se debe a deficiencias espirituales, no sólo teológicas. Nosotros los líderes les hemos fallado a Dios y a la iglesia al no definir con mayor claridad en qué consiste la formación espiritual bíblica y la madurez espiritual en Cristo.

3. La formación espiritual bíblica refleja y apoya la misión de Dios en por lo menos cuatro maneras críticas:

a. Testimonio personal y colectivo: la “señal del rei-no” de una vida auténticamente transformada por Jesucristo.

b. Poder espiritual en el uso correcto de los dones es-pirituales para glorificar a Cristo y servir el avance de su reino.

c. Vivencia comunitaria (la unidad de familia e igle-sia) basada en el perdón, la reconciliación, y el amor ágape que es “el vínculo perfecto” para que vivan en armonía las personas imperfectas (Col. 3:14). Tal vivencia es el anuncio profético de la reconciliación de todas las cosas (Col. 1:20).

d. Visión: un entendimiento claro dado por el Espíritu Santo de la misión de Dios y la participación res-ponsable y prioritaria en ella de todo discípulo de Cristo.

4. El liderazgo eclesial y las instituciones teológicas de América Latina tienen la responsabilidad de diseñar

30 James Wilhoit, Spiritual Formation as if the Church Mattered (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2008): págs. 15-16.

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¿Podemos vivir y servir con compasión de manera “encarnacional” si no se encarnan en nosotros de manera notable los frutos del Espíritu como individuos e iglesias?

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perfiles bíblicos31 del discípulo de Jesucristo y aclarar la manera en que la espiritualidad es el “motor” y la manifestación de la misión de Dios.

5. La teología encarnacional ha de incluir los conceptos de la comunión con Dios y el “derramamiento” de vida en base al ejemplo de Jesucristo, los apóstoles, los már-tires, y los pioneros latinoamericanos en el evangelismo y las misiones transculturales.

6. El pensamiento teológico integrador reflejado en el Pacto de Lausana en términos de evangelización y mi-

31 La pluralidad de perfiles se basa en la necesidad de ser sensible a las múltiples diferencias que existen en los contextos socio-políticos de América Latina. Aunque el primer paso podría ser la elaboración de un perfil general, la especificidad de perfiles más detallados ayudará a las iglesias a ser más intencionadas en el discipulado de sus miembros.

sión debe incluir de manera más específica la forma-ción espiritual del creyente en base a 2 Co. 3:17-18.

7. Los líderes y teólogos de América Latina deben servir a las iglesias por medio de la elaboración de una teología más bíblica, práctica y robusta de la formación espi-ritual, distinguiéndola del legalismo, del libertinaje, y de otras perspectivas sincretistas que han desviado la obra sobrenatural del Espíritu en el creyente. Tal teolo-gía debe incluir una exploración bíblica e histórica del papel y uso correcto de las disciplinas espirituales.

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El diplomado es un programa de estudio a nivel universitario, enfocado en la preparación bíblico-teológica y misionológica de los candidatos a misioneros transculturales. Está diseñado pensando especialmente en los miembros de comités de misiones de iglesias locales, personas involucradas en instituciones de enseñanza misionológica y personas que necesitan entrenarse para ir al campo de las misiones. Para poder graduarse, el estudiante deberá completar un total de 60 créditos académicos, repartidos en tres trimestres en residencia, además de realizar una práctica

transcultural de 2 meses.

Diplomado en Misiones Transculturales SETECA

Avenida Bolívar 30-42 Zona 3. Ciudad de Guatemala. Tel. (502) 2471-0573. Ext. 301

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No hay una iglesia auténtica sin misión, así como tampoco hay una verdadera educación teo-lógica sin iglesia. Ello procede

de la comprensión histórica de la teología como aquella actividad educativa/reflexiva de la iglesia cristiana que trata de entender el ministerio de la fe, descubrir sus implica-ciones para la vida y hacer visible su misión en el mundo. En una consulta celebrada por la Fraternidad Teológica Latinoameri-cana en Quito, Ecuador (1985), los partici-pantes llegaron a la conclusión de que “la educación teológica es la capacitación del pueblo de Dios para el servicio del Reino”.2 Y añadiría, en cumplimiento de su misión para el servicio del Reino.

1 Este trabajo fue presentado en el Congreso Lausana III, Sede SETECA, Ciudad de Guatemala, Octubre 2010.

2 René Padilla, Nuevas alternativas de educación teológica (Grand Rapids: Nueva Creación, 1986): pág. 119.

Esta definición introduce tres elementos esenciales: “pueblo de Dios”, “educación teológica” y “servicio del Reino”. A partir de la concepción del sacerdocio universal de los creyentes, la educación teológica de-bería ser un instrumento para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, es-pecíficamente entonces, para llevar a cabo la misión integral demandada a la iglesia. Por supuesto, que no se deja de reconocer que hay ministerios que por su función y complejidad requieren de una formación más profunda y completa. Sin embargo, el valor de esta definición es que pone en claro a quién se debe educar, “al pueblo de

Dios” y para qué, “el servicio del Reino”, para el cumplimiento de “su misión aquí en la tierra”.

Pero, en esta sociedad posmoderna, en constante cambio, se requiere hacer una relectura de los paradigmas impuestos por la modernidad. Si se toma en cuenta esta

situación, se hace necesario entonces para la iglesia el repensar cómo realizar su mi-sión en el mundo. Hay quienes consideran que la educación es solamente una parte de la misión de la iglesia, mientras otros consideran a la educación como su princi-pal labor antes de llegar a la praxis en cual-quier área en que se desempeñe el cristia-no, primariamente en el cumplimiento de la misión. Debido a esta disparidad de acer-camientos, se hace necesario revisar las definiciones sobre la misión y la educación.

La convicción de que una iglesia sin líderes bien formados y capacitados, jamás llega-rá a la madurez, al crecimiento, al cumpli-miento de la misión o a la proyección pa-rece ser el consenso de muchos. Debido a esto, crece el número de institutos, semi-narios y cursos teológicos por extensión. La formación, la capacitación y el desarrollo del liderazgo es la pauta del día, no sólo en el continente latinoamericano, sino en todo el mundo.3 La educación de la iglesia para el cumplimiento de su misión sigue siendo una preocupación en nuestra tarea docen-te. ¿Cómo hacer para que el liderazgo que la dirige, logre recibir esta educación nece-saria que lleve a la iglesia evangélica hacia el fiel cumplimiento de su misión? Y si la re-cibe, ¿Será que las instituciones teológicas están supliendo a cabalidad esta necesidad educativa, o tan sólo informando sobre lo que la misión es, pero no formando, mo-delando la misma, de manera que los líde-res puedan aprender, no sólo mediante el área cognitiva, sino también volitiva y en la

praxis? ¿Cómo la educación puede salir al frente para ayudar a la iglesia en la com-prensión de lo que es su misión, para que ésta cumpla la tarea tal y como Jesús espe-ra que se de? ¿Cómo responder al desafío

3 René Padilla, La iglesia local como agente de transformación: una eclesiología para la misión integral (Argentina, Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2003): pág. 44.

La Educación en la Misión1

Dra. Ana María de Campos

Profesora de SETECA

REVISTA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN MISIONOLÓGICA30

Hay quienes consideran que la educación es solamente una parte de la misión de la iglesia, mientras otros consideran a la educación como su principal labor antes de llegar a la praxis en cualquier área en que se desempeñe el cristiano,

primariamente en el cumplimiento de la misión

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de la formación integral de los miembros y líderes emergentes en la iglesia? ¿Qué desafío representa esta situación para el desarrollo de programas interdisciplinarios de formación de la educación teológica?

Definiciones sobre la misión y la educación

Misión

René Padilla define la misión de la iglesia como “la formación de discípulos a todas las naciones –discípulos que se identifiquen con Jesucristo en su muerte y resurrección mediante el bautismo y aprendan a obede-cerle en todas las dimensiones de la vida humana”.4 Mientras que Emilio A. Núñez la define en su aspecto misional, como:

…la misión de la iglesia consiste en que ella se haga presente en el mundo como la comunidad del Reino de Dios, para comunicar el Evangelio por palabra y obra, en el poder del Espíritu Santo, en pro de la salvación integral del ser humano por medio de Jesucristo, a fin de que Él sea glorificado… La iglesia fue elegida para cumplir la misión (1 P 2:9-10). El agente divino es el Espíritu San-to. La iglesia tiene que manifestarse al mundo con una misión. La misión per-tenece a la esencia misma de la iglesia. Le es inherente a la iglesia su carácter misionero. El privilegio de cumplir con la misión cristiana es la vocación de la iglesia, su razón de ser, su meta en el mundo.5

4 Ibíd. Dentro de un enfoque humano, René Padilla también lo define como: “La misión es el florecimiento social de la palabra en un presente cada vez más cambiante. /aquí tratamos con/ la palabra de Dios como la iglesia en su desarrollo; la palabra como iglesia en su situación fronteriza; la iglesia como sorpresa y rompe cabeza…la iglesia cuando su apariencia histórica es tan novedosa que se tiene que forzar a sí misma para reconocer sus partes en el espejo presente; la iglesia donde queda preñada de nuevas revelaciones para un pueblo en el que amanece”. René Padilla, Nuevas alternativas de educación teológica, (Grand Rapids: Nueva Creación, 1986): pág. 119.

5 Núñez, Teología y misión: Perspectivas desde América Latina, págs. 235-7

Esta misión de la iglesia se ha tomado con liviandad en la comunidad del Reino, dan-do como resultado la falencia en el cum-plimiento de la misma. Con mucha razón Riquelme urge a cumplir con la función existencial de la iglesia:

La misión no es una función que la Igle-sia realiza, sino la razón por la cual exis-te y realiza las cosas. Es su ADN. Uno no puede ser cristiano sin ser testigo de Cristo al mismo tiempo. El privatis-mo de la religión tan difundido hoy, ha influido negativamente en la Iglesia, que muchos creyentes no ven la acción de dar testimonio de Cristo como algo esencial a la fe cristiana.6

Educación teológica

En uno de sus escritos, Wesley lo define de la siguiente manera: “Un intento profético por sembrar la semilla de una formación

6 Miguel Riquelme, “Integración de la educación en la misión de la iglesia”, 21 de octubre 2009, <http://www.iglesiadedios.cl/nacional/index.php?option=com_content&view=article&id=53&Itemid=72>.

teológica contextual, informada por ‘las Es-crituras, la tradición, la razón y la experien-cia’ capaz de ser una fuerza transformado-ra en la iglesia y la sociedad en los años que nos quedan del siglo XX”.7

La educación siempre se presenta como instrumento y respuesta para el cambio. La educación siempre presupone un ejercicio en la formación moral y tiene que hacer frente a la remodelación que la sociedad necesita. La educación es un instrumento para responder a la responsabilidad y re-construcción social en lugar de un simple proceso de adquisición de un conjunto de conocimientos académicos.

Por consiguiente, educar en la fe significa ante todo enseñar a vivir y transmitir su contenido. En su expresión mínima, se pue-de decir que el contenido de la fe cristiana es el evangelio de Jesucristo. La educa-ción teológica es, pues, el proceso por me

7 Esta cita fue tomada en septiembre del 2009 de un ensayo de Wesley, pero la página en internet no ha vuelto a aparecer y no se pudo tener los datos exactos de esta cita.

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La educación siempre se presenta como instrumento y respuesta para el cambio. La educación siempre presupone un ejercicio en la formación moral y tiene que hacer frente

a la remodelación que la sociedad necesita.

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dio del cual la iglesia es formada en la fe, e informada sobre ella, para articularla en hechos y palabras, con integridad bíbli-ca, teológica, histórica y ética, y vitalidad espiritual, a través de las fronteras geo-gráficas, sociales, psicológicas, culturales, políticas, económicas y religiosas. Hasta que todos lleguen a la estatura de la ple-nitud de Cristo, al varón perfecto, como Pablo expresa con precisión la meta de la educación teológica en Efesios 4:12-13. Es con este contenido y contexto educati-vo en el que se debe capacitar a la iglesia para el cumplimiento integral de su misión.

Propósito global de la educación

El propósito global de la educación cristia-na teológica es explícitamente consistente con la misión de la iglesia de ser un signo de las buenas nuevas del reino. Debido a esto, el objetivo de la educación también se puede definir como el hecho de servir en la formación, transformación y poten-ciación de la comunidad eclesial alternativa a la luz del evangelio del reino de Dios. La centralidad de esta tarea y de este ministe-rio educativo puede verse como el habili-tar a la iglesia para la adoración, equiparlos para la comunidad y potenciar para la mi-sión de igual manera.8

¿Cómo responder al desafío de la forma-ción integral para una misión integral de los miembros y líderes emergentes en la iglesia? ¿Qué desafío representa esta si-tuación para el desarrollo de programas interdisciplinarios de formación educativa cristiana?

8 Daniel S. Schipani, Teología del ministerio educativo: perspectivas latinoamericanas (Buenos Aires, Argentina: Nueva Creación, 1993): pág. 117.

A partir de la misión integral se verán algu-nos desafíos actuales para la educación y misión de la iglesia.

Desafíos de la educación

Para que la educación teológica pueda educar, capacitar y ayudar a la iglesia, en el cumplimiento de su misión, ésta debe te-ner ciertas características esenciales para tal propósito: Primero, esta educación tie-ne que ser inherentemente transformativa. Esto es, que buscará no sólo el entender, sino también el corregir la vida cristiana. Se educa para que se aprenda, y la meta del aprendizaje es el cambio de vidas. No sólo se tiene que informar, se realiza esto con el propósito de transformar. Cuando Jesús, en la Gran Comisión, ordenó a sus discípu-los que enseñaran todas las cosas que Él había compartido con ellos, no solamente quería que ellos entendieran a cabalidad los compromisos del evangelio, sino tam-bién que sus vidas reflejaran las verdaderas disciplinas de la realidad del reino.9

Segundo, ésta debe ser holística. Debe considerar y buscar normar, no sólo la mente, sino que de igual manera, la volun-tad y lo afectivo. En otras palabras, debe estar preocupada no sólo por la ortodoxia (correcta doctrina), sino también por la or-topraxis (correcta práctica) y la ortopatía10 (correcto afecto). Es cuestión de la mente, de la voluntad y del corazón, que llegue a

9 Jesse C. Fletcher, La misión de la iglesia (U.S.A.: Casa Bautista de Publicaciones, 1989): págs. 76-77.

10 Se buscó en el Oxford English Dictionary, y no se encontró el significado de este término. Pero después de buscarlo en Google, se encontró en algunos blogs que les dan este uso. Quizá pueda llegar a ser parte de un término a ser empleado en la educación teológica. Este término es usado por los cuáqueros, para describir una clase de terapia de higiene natural. No

la persona total, a cada una de sus partes esenciales. Si la ortodoxia es la forma co-rrecta de la verdad, y la ortopraxis es la co-rrecta implementación de la verdad en la vida de la iglesia y del creyente, entonces la ortopatía podría ser la correcta expresión de estos afectos cristianos, por el poder del Espíritu Santo, en la vida de la iglesia y del creyente. Por consiguiente, la iglesia estaría llevando a cabo su misión con su completo ser, habiendo entendido y sentido, y es-tando lista para la práctica de la misma. El término “haced discípulos” encontrado en Mateo 28:19-22, pone más énfasis en el he-cho de que de igual manera tanto la mente como el corazón y la voluntad deben ser ganadas para Dios.11 Al respecto, Hendrick-sen añade: “Un discípulo es un alumno, un aprendiz. El verdadero discipulado implica mucho más que la evangelización. Un en-tendimiento puramente mental hasta aho-ra no ha hecho ningún discípulo. La verdad aprendida debe ser practicada”.12

Tercero, debe ser claramente reconocida la primacía de la praxis en el método teológi-co cuando se educa a la iglesia en el cum-plimiento de su misión. Dándose la praxis (cristianos e iglesia en general), podrían ser ambos, el punto de partida y meta final de la actividad teológica. El decir que la teolo-gía comienza con la praxis, no es decir que se deriva sus normas de la praxis. En lugar de esto, se afirma la necesidad de buscar la reflexión doctrinal al punto de descubrir las implicaciones antropológicas y soterio-lógicas de todas las doctrinas. También se debe hacer el esfuerzo indispensable en relacionar ese segundo nivel de reflexión doctrinal a las actividades primarias teo-lógicas que responden directamente a las preocupaciones que surgen de la práctica cristiana en el mundo.

sé si este uso tendrá algún argumento en contra para no poder usarlo en la educación teológica, no se quiere dar la idea de apoyar el concepto dentro de este movimiento cuáquero. Pero es un término interesante y describe una realidad básica verdadera, que la fe genuina, tiene una importante relación con el área afectiva.

11 Guillermo Hendricksen, El evangelio según San Mateo (Grand Rapids, USA: Subcomisión Literatura Cristiana, 1986): pág. 1048.

12 Ibíd.

REVISTA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN MISIONOLÓGICA32

...la educación teológica no tiene como principal meta preparar ministros exitosos de acuerdo a ciertas medidas utilitarias, sino, más bien, desarrollar ministros maduros, saludables y competentes, que estén bien capacitados para

desarrollar la misión y llevar a la iglesia a cumplirla.

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Cuarto, debido a su conexión con la prác-tica, una verdadera educación práctica teológica debe necesariamente ser contex-tual. Ésta no se enfocará en la búsqueda por expresiones universales in-cambiables de la fe cristiana, sino que garantizará el trabajo demandante de lucha con ambos, la revelación cristiana y la situación indivi-dual socio-histórica hasta que se determi-ne la auténtica encarnación de la fe cris-tiana particular. En el proceso esto podría proteger contra ambos, la irrelevancia y el relativismo.

Quinto, esta actividad educativa teológica podría ser inherentemente ocasional, es decir, preocupada más por responder a te-mas que vayan surgiendo, en lugar de for-mular programáticamente un sistema teo-lógico abstracto. La tarea educativa es sen-sible a lo que está sucediendo alrededor para poder ser pertinente en su respuesta y en la aplicación de las verdades divinas a esas verdades sociales y antropológicas.

Sexto, concretizando la misión en forma objetiva, se puede decir que la mayoría de los cursos que se ofrecen en las institucio-nes teológicas están orientados hacia la formación de pastores, evangelistas, maes-tros y misioneros. Para dichas institucio-nes les parece que la misión de la iglesia se puede sintetizar sólo por la fundación y multiplicación de iglesias. Se ignora la mi-sión global de la iglesia, y así se minimiza la misión, excluyendo al creyente de la iglesia de su llamado vocacional. Por otro lado el ministerio docente de la iglesia ha sido orientado a la formación de obreros. Todo esto ha traído el descuido de la práctica cristiana en su totalidad, o sea, el de la im-portancia de la presencia de la iglesia en el mundo, el de ser luz y sal, y el de la misión de la iglesia como comunidad del Reino.13

Séptimo, la educación teológica debe res-ponder a los cambios generacionales, cam-biando de enfoques didácticos en bien del aprendizaje del educando. Como bien lo expresa Robert E. Weber.

13 Dieter Brepohl, La misión de la iglesia: una visión panorámica (San José, Costa Rica: Oficina Regional de Comunicaciones para América Latina de Visión Mundial Internacional, 1992): pág. 153.

La educación anteriormente se centra-ba en el conocimiento y las habilidades de los estudiantes como individuos y con esa base se medían su rendimiento y se promovían a niveles superiores. La reacción postmoderna va por la senda de subrayar la comunidad por encima del individuo y las relaciones más que el conocimiento frío y distante. Los evan-gélicos jóvenes prefieren una educa-ción inter-generacional y una formación en comunidad.14

Octavo, la educación teológica debe eva-luar, no sólo su forma de educar en el úl-timo siglo sino, fundamentalmente, su pedagogía para las primeras décadas del

presente siglo. Es por ello que los educado-res/as religiosos tienen que hacer pregun-tas que provean nuevas directrices para la educación de la Iglesia.

14 Robert E. Weber, The Younger Evangelicals: Facing the Challenges of the New World (Grand Rapids: Baker Book House, 2002): pág. 18.

Noveno, si es verdad que el propósito de la educación teológica es preparar obreras/os aprobados, la misión de la misma debe reflejar un compromiso ético con el desa-rrollo integral de los ministros que educa. Es decir, la educación teológica no tiene como principal meta preparar ministros exitosos de acuerdo a ciertas medidas utili-tarias sino, más bien, desarrollar ministros maduros, saludables y competentes, que estén bien capacitados para desarrollar la misión y llevar a la iglesia a cumplirla.

En conclusión, según el mandato del Maes-tro de Maestros, se debe hacer discípulos yendo en busca de las personas, bautizan-do en el nombre del trino Dios a los que

reciben el Evangelio, y enseñándoles que guarden o sea que obedezcan, pongan en práctica, que apliquen, que vivan “todas las cosas” que El nos ha mandado (Mt. 28:19-20). Esto significa mucho más que darles a conocer, e informarles esas “cosas” y suge-rirles que la memoricen y las repitan ¿Cuán-tas son “esas cosas”? La lista es bastante larga y se relaciona con la totalidad de la

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La tarea educativa es sensible a lo que está sucediendo alrededor para poder ser pertinente en su respuesta y en la aplicación de las verdades divinas a esas verdades sociales

y antropológicas.

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vida del discípulo,15 pero principalmente en el cumplimiento de su misión como cre-yente, como discípulo del maestro que ha sido verdaderamente educado, capacitado para llevar a cabo su tarea en el mundo. El tomar parte de la misión no es nunca algo optativo para el cristiano. Este debe pre-guntarse, cómo y dónde quiere Dios que ejerza su mandato misionero, sabiendo por seguro que al haber sido llamado a Jesucristo, también ha sido llamado si-multáneamente a comprometerse con Él en su misión.16

La misión consiste también en la tarea docente diaria y a través de los años, y, más que todo, en el ejemplo de dis-cipulado cristiano que los docentes, siervos-líderes tene-mos que ofrecer a los que reciben de nosotros la Palabra de Dios. Pareciera una tarea imposible frente a las fuerzas y recursos humanos; pero el Señor promete estar con nosotros “todos los días”, o sea, cada día de nuestra existencia, hasta el fin

15 Núñez, Teología y misión: Perspectivas desde América Latina, pág. 244.

16 René Padilla, Discipulado Compromiso y Misión, (Visión Mundial, 1994): pág. 22.

del mundo.17 Esta tarea educativa parecie-ra imposible, pero con Dios y su asistencia prometida, todo será posible.

La educación teológica tiene una gran in-fluencia en el desarrollo de ministros y mi-nisterios, pero ésta debe ser desarrollada con un claro entendimiento de la tradición

cristiana, de sus contextos y las destrezas ministeriales que sirvan en este tiempo.

17 Núñez, Teología y misión: Perspectivas desde América Latina, pág. 244.

No obstante, se debe resistir la tentación de comprometer la calidad de la educación teológica en una forma que diluya la ca-pacidad de crear ministros y congregacio-nes competentes, misionales, equilibradas y saludables. Entonces, la pregunta clave es: ¿Cómo pueden nuestras instituciones desarrollar una filosofía, programa o cu-

rrículo que sea rele-vante, a la vez que no carezca de la pro-fundidad teo-ética necesaria para cons-truir un ministerio pastoral y congrega-cional saludable? Lo práctico y la forma-ción ministerial no tienen que ser ene-migos de lo intelec-tualmente riguroso; al contrario, deben complementarse. Es importante, enton-ces, desarrollar una visión integral en las instituciones educa-tivas teológicas que entienda bien los retos y recursos que existen para educar y equipar al ministro y la congregación

para la misión de la Iglesia.

34

El tomar parte de la misión no es nunca algo optativo para el cristiano. Este debe preguntarse cómo y dónde quiere Dios que

ejerza su mandato misionero, sabiendo por seguro que al haber sido llamado a Jesucristo, también ha sido llamado simultáneamente a

comprometerse con Él en su misión.

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1

El tema de la misión ha ocupado el lugar cén-

trico en la reflexión teológica evangé-lica durante los últimos cien años. La Conferencia de Edimburgo de 1910 se convocó para

tratar dicho tema pensando principalmente en la evangelización del mundo. Más recientemente, y especialmente a partir de los Congresos de Berlín (1966) y Lausana (1974), se ha enfocado la relación entre la proclamación del mensaje y las acciones que la deben acompañar.2

Mucho se ha escrito en las últimas décadas sobre la misión de la iglesia. La reflexión sobre el tema ha sido estimulante, retadora, y a veces controversial. Sin embargo, no siempre se ha dado la importancia debida al texto bíblico como punto de partida para la discusión. Nuestro objetivo en este estudio es considerar el tema de la misión desde el Nuevo Testamento, con el objetivo de hacer una modesta contribución a la base bíblico-teológica para este tema importante.

1 Este trabajo fue presentado en el Congreso Lausana III, Sede SETECA, Ciudad de Guatemala, Octubre 2010.

2 Para una presentación más amplia de este asunto, vea James A. Gehman, “Definición de la misión integral e implicaciones para la hermenéutica bíblica”, Kairós 45 (julio-diciembre 2009), 109-133.

El concepto de misión

La palabra “misión” viene del término missio en latín, el cual se deriva del verbo mittere que significa “enviar”. Misión es aquello para lo cual alguien es enviado. Hay varias expresiones en el NT que comunican la idea de misión. Una de las más importantes es el verbo “enviar”, el cual se usa para traducir al español varios ver-bos griegos, principalmente apostellō (aparece unas 135 veces) y pempō (80 veces) con sus derivados.

Un término complementario es el verbo “ir”. El que es enviado va; es así que Cristo pudo introducir su misión con las palabras “he venido” (por ejemplo Jn. 10:10), y también pudo dar la orden “id” para expresar la misión de sus seguidores (por ejemplo Mt. 28:19). Las expresiones de propósito también pueden comunicar la misión; por ejemplo “para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó” (1 P. 2:9).

Dr. Pablo Sywulka

Profesor de SETECA

La Misión desde el Nuevo Testamento

Reflexiones en torno al tema a la luz del Congreso de Lausana 20101

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Mucho se ha escrito en las últimas décadas sobre la misión de la iglesia.

La reflexión sobre el tema ha sido estimulante, retadora, y a veces

controversial. Sin embargo, no siempre se ha dado la importancia debida al texto

bíblico como punto de partida para la discusión.

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El enfoque de este estudio

El presente estudio se enfoca en el verbo griego apostellō en el NT. Se ha escogido este término por varias razones. Por una parte, es el verbo que más corresponde a la idea de enviar con un pro-pósito.3 Además de su uso frecuente, es una expresión clave para describir la misión tanto de Jesús como de sus seguidores.

La idea de enviar o de ser enviado aparece en relación con una variedad de situaciones. Por ejemplo, Dios envía no solo a Jesús, sino también a su Espíritu (Gá. 4:6; 1 P. 1:12), a sus ángeles (Lc.

3 Theological Dictionary of the New Testament, ed. Gerhard Kittel, vol. 1, p. 404. La idea de enviar con una comisión es característica del verbo apostellō, en contraste con pempō que normalmente enfoca el envío como tal. El uso intercambiable de estos términos se nota solamente en el Evangelio de Juan. Para una discusión más amplia del sentido de estos verbos vea la obra ya citada, págs. 403-406.

1:26) y a sus voceros humanos (Jn. 1:6; Hch. 7:35). Dentro del ámbito cristiano la iglesia puede enviar mensajeros (Hch. 15:25) y los líderes pueden enviar delegados (1 Co. 4:17). En la experiencia humana general, se puede enviar mensajeros con una variedad de objetivos (por ejemplo, para invitar a una cena, Mt. 22:3-4).

Para los propósitos de este estudio, se ha escogido solamente los pasajes que hacen referencia a la misión de Jesús y la de sus se-guidores, mayormente aquellos pasajes donde aparece el vocablo apostellō.

La misión de Jesús según el Nuevo Testamento

¿Quién envía a Jesús?

Jesús es enviado por Dios. Jesús así lo declara en múltiples opor-tunidades, como también lo afirman otros escritores como Lucas, Pablo y Juan (Jn. 3:17, 34; 8:42; Hch. 3:20, 26; Ro. 8:3; Gá. 4:4; 1 Jn. 4:9-10). En los evangelios a veces aparece la forma reflexiva del verbo en boca de Jesús (Mt. 15:24; Lc. 4:43), pero siempre se entiende que quien envía es Dios o el Padre. Especialmente en Juan, Jesús habla de que el Padre lo ha enviado (Jn. 5:23, 30, 36, 37; 6:39, 44, 57; 8:16, 18, 29; 10:36; 12:49; 14:24; 20:21), y en sus oraciones menciona que “tú me enviaste” (Jn. 11:42; 17:3, 8, 18, 21, 23, 25). Pero con mayor frecuencia, tanto en los evangelios sinópticos como en Juan, se encuentra la expresión “el que me envió” (Mt. 10:40; Mr. 9:37; Lc. 9:48; 10:16; Jn. 4:34; 5:24, 38; 6:29, 38. 40; 7:16, 18, 28, 29, 33; 8:26, 29, 42; 9:4; 12:44- 45; 13:20; 15:21; 16:5), una referencia obvia a Dios.

El hecho de que Dios envía a Jesús es importante. Jesús no vino para realizar su propio proyecto, sino para cumplir una misión di-señada por el Padre. Como señala Emilio Núñez: “La misión no es producto de la invención humana; tiene su origen en la men-te y en el corazón de Dios”.4 Leon Morris hace la observación de que en los evangelios, y especialmente en Juan, se describe a Dios como “un Dios que envía”.5

¿A quiénes es enviado Jesús?

Inicialmente, Jesús señala “las ovejas perdidas de la casa Israel” como el grupo al cual ha sido enviado (Mt. 15:24). Pero Jesús mis-mo da a entender que el alcance de su misión es más amplio al decir, “Tú me enviaste al mundo” (Jn. 17:18).6 Jesús es enviado a las personas en este mundo, a la humanidad.

4 Emilio A. Núñez, Teología y misión: Perspectivas desde América Latina (San José, Costa Rica: Visión Mundial, 1995), pág. 235.

5 Leon Morris, New Testament Theology (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 1986): pág. 252.

6 La idea de que Jesús ha sido enviado al mundo se encuentra frecuentemente en Juan. El, como luz, “venía a este mundo” (1:9)Dios lo envió al mundo (3:17).

REVISTA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN MISIONOLÓGICA36

El hecho de que Dios envía a Jesús es importante. Jesús no vino para realizar

su propio proyecto, sino para cumplir una misión diseñada por el Padre.

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¿Para qué es enviado Jesús?

Jesús vino para realizar la missio dei, la misión de Dios. Su des-cripción de dicha misión es clave para nuestra comprensión de la misión divina. Los evangelistas que expresan de manera más explícita la misión para la cual Jesús fue enviado son Lucas y Juan.

La misión según Lucas. En los evangelios, Jesús expresa de varias maneras el propósito por el cual ha sido enviado. El evangelista Lucas relata el evento en que Jesús leyó del profeta Isaías en la sinagoga, declarando que la Escritura se cumplía en su persona (Lc. 4:18-19):

“El Espíritu del Señor está sobre mí,Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor”.

Jesús fue ungido y enviado para proclamar un mensaje a los necesitados (dar buenas nuevas a los pobres, pregonar libertad a los cautivos, predicar el año agradable del Señor), y para realizar obras en beneficio de ellos (sanar a los quebrantados de corazón, dar vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos). En Lucas 4:43 Jesús afirma que él ha sido enviado para anunciar el evangelio del reino de Dios.

No nos toca en este estudio entrar en el deba-te sobre el significado de estas declaraciones paradigmáticas de Jesús en cuanto a su misión. Lo que sí se puede afirmar es que Jesús viene anunciando la llegada del reino en su persona, y que los beneficios del reino se expresan no solo en palabras sino también en hechos.

A la vez también es importante para una comprensión equilibra-da de la teología de Lucas tomar en cuenta pasajes como 19:10,7 donde se subraya el aspecto espiritual de la salvación.

La misión según Juan. El cuarto evangelista es el que desarrolla

7 “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Zaqueo no sufría una situación desventajosa en lo económico, pero tenía gran necesidad espiritual. Sin desestimar las posibles implicaciones sociales de las declaraciones de Jesús en Lucas 4, hay que tomar en cuenta el énfasis que da el tercer evangelista a la dimensión espiritual de la salvación.

con mayor detalle la misión de Jesús. Como una expresión am-plia de su misión según Juan, Jesús declara que ha sido enviado para hacer la voluntad de Dios Padre (4:23, 5:30, 6:38), para com-pletar la obra de Dios (Jn. 4:34; 5:36; 9:4) y para agradarle (8:29). Leon Morris comenta que “el concepto en sí de misión, de ser “enviado”, encierra la idea de hacer lo que el enviador desea”.8

La finalidad de la misión para la cual Jesús ha sido enviado es traer salvación al mundo (3:17). Dicha salvación es expresada en términos de la vida eterna de los creyentes (Jn. 5:24; 6:40, 57; el mismo concepto se encuentra en 1 Jn. 4:9), su preservación y su resurrección en el futuro (Jn. 6:39, 40, 44).

Para que las personas puedan creer y así recibir la salvación, Je-sús es enviado a comunicar el mensaje de Dios. En el desempeño de su misión, él anuncia las palabras de Dios (Jn. 3:34; 7:16; 8:26; 12:49; 14:24; 17:8) y así da a conocer a Dios (Jn. 7:28, 17:3, 8, 21, 23, 25).

En todo el proceso, Jesús glorifica a Dios (Jn. 17:4). Actúa como su representante, presenta su mensaje, hace sus obras y cumple sus propósitos.

La misión de los seguidores de Jesús según el Nuevo Testamento

Particularmente en Juan, Jesús presenta su misión como modelo para la misión de sus seguidores. Hablando con su Padre, él dice: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo”

8 Morris, Teología del Nuevo Testamento, pág. 251.37

En todo el proceso, Jesús glorifica a Dios (Jn. 17:4). Actúa como su representante,

presenta su mensaje, hace sus obras y cumple sus propósitos.

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(Jn. 17:18). Y dirigiéndose a sus discípulos les dice: “Como me en-vió el Padre, así también yo os envío” (Jn. 20:21).

¿Quién los envía?

El que envía a los creyentes es Jesús. Este hecho se ve claramente en los cuatro evangelios (Los evangelistas señalan a Jesús como el que envía a los suyos: Mt. 10:5; 21:1; Mr. 3:14, 6:7; 8:26; Lc. 9:2, 52; 10:1, 2, 3; 19:29; 22:8. También relatan sus palabras cuando

dice “yo le envío”: Mt. 10:16, Lc, 10:3; 22:35, Jn. 4:38; 13:20; 17:18; 20:21). Pablo entendía que Cristo lo había enviado (1 Co. 1:17). Pero en el envío, Jesús puede usar a agentes intermediarios, por decirlo así. En el libro de los Hechos se menciona el Espíritu Santo como el que envía a los misioneros (Hch. 13:4), a la vez que se reconoce el papel de la iglesia como participante en dicha acción (Hch. 14:26).

¿A quiénes son enviados?

Los seguidores de Jesús, al igual que él, son enviados al mundo (Jn. 17:18). La esfera o el objeto de su misión es la humanidad que no conoce a Dios pero que necesita conocerlo; la humanidad que se encuentra en una condición de muerte y perdición espiritual y

que necesita la vida que Cristo ofrece.

Otra expresión que señala la esfera de la misión es la cosecha. Se entiende que hay personas preparadas para ser “cosechadas”; los discípulos del Señor son los que entran a “la mies” del Señor para realizar ese trabajo (Tres de los evangelistas mencionan la mies como campo de labor para la misión: Mt. 9:38; Lc. 10:2; Jn. 4:38). De nuevo, la misión se dirige a personas que necesitan la salvación.

¿Para qué son enviados?

Cristo quiso enviar a sus discípulos a trabajar en la mies (Mt. 9:38; Lc. 10:2; Jn. 4:38). Espe-cíficamente, les envió a predicar el mensaje de Dios (Mr. 3:14; Lc. 9:2). A la vez, la predica-ción iba acompañada por obras que demos-traban el poder de Dios y su compasión para las personas (Mt. 10:5-8).

El énfasis en la proclamación como elemento central en la misión se ve también en las epís-tolas. Pablo entendió que Cristo le había en-viado para predicar el evangelio (1 Co. 1:17).

Desde luego que si Cristo presenta el modelo para la misión, los suyos debemos imitar su ejemplo no solamente en la proclamación del mensaje y el servicio a los necesitados, sino también en una vida que agrada a Dios, que cumple su voluntad y que trae gloria a su nombre.

La ilustración de la luz

Una de las figuras que se usan para ilustrar la misión es la luz. Jesús es la luz que brilla en las tinieblas (Jn. 1:5). Él vino como luz a este

mundo (Jn. 12:46). Al igual que Juan el Bautista, nosotros no so-mos la luz, pero estamos para dar testimonio de la luz (Jn. 1:8). En ese sentido, nosotros somos luz para el mundo (Mt. 5:14).

La luz representa la verdad en cuanto a Dios y esa verdad tiene que ver con su carácter o sus atributos (1 Jn. 1:5). Como represen-tantes de Dios enviados al mundo, nos toca el privilegio y la res-ponsabilidad de comunicar sus cualidades por medio de nuestras palabras así como por medio de nuestros hechos.

Tanto Pablo como Pedro utilizan esta figura. Pablo, escribiendo a los Filipenses, dice que ellos “resplandecen como luminares en el mundo” (Fil. 2:15). Esto lo hacen por medio de una conducta “irreprensible y sencilla” a la vez que están “asidos de la palabra de vida”. Pedro dice a sus lectores que han sido hechos el pueblo

REVISTA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN MISIONOLÓGICA38

Jesús es la luz que brilla en las tinieblas (Jn. 1:5). Él vino como luz a este mundo (Jn. 12:46). La luz representa la verdad en cuanto a Dios y esa verdad tiene que ver con su

carácter o sus atributos (1 Jn. 1:5).

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OAXACA, MÉXICO

de Dios “para que anunciéis las virtudes (o excelencias) de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 P. 2:9). El anuncio no es únicamente verbal; se realiza también “mantenien-do buena vuestra manera de vivir entre los gentiles” (1 P. 2:12).

En conclusión, los desafíos del siglo XXI constituyen un llamado a la iglesia del Señor para enfocarse en su misión. Si somos envia-dos al mundo, tenemos que hacer presencia en el mundo. Como lo señala Núñez: “la presencia de la iglesia en el mundo es esen-cial para el cumplimiento de su misión”.9

En un reciente artículo James Hunter propone la idea de “presen-cia fiel” como la postura que los creyentes debemos tomar en el mundo. Como estudiante de la historia, demuestra que los es-fuerzos por cambiar la cultura mediante la acción política no han prosperado. El dice: “Si existe la posibilidad del florecimiento hu-mano en nuestro mundo, el punto de partida no será el triunfo en la guerra de las culturas, sino la encarnación en nosotros del mensaje del amor de Dios, extendiendo a cada esfera de la vida social”.10

Como pueblo del Señor somos enviados al mundo para hacer “presencia fiel” como representantes de aquel que nos ha comi-sionado, para dar a conocer al Dios vivo y verdadero por medio de nuestras palabras y nuestros hechos. Siguiendo el ejemplo del Señor Jesús, debemos proclamar fielmente las palabras de Dios a la vez que hacemos las obras de Dios.

Enfrentamos grandes desafíos. Las religiones predominantes en muchos casos presentan una imagen equivocada o tergiversada de Dios—ya sea el dios fatalista del Islam, las múltiples deidades del hinduismo, o el dios de la prosperidad y poder de algunos sec-tores evangélicos. Nuestro mundo científico y postmoderno ha producido ateos intelectuales que niegan la existencia de Dios, pero también ateos practicantes que admitiendo su existencia, viven como si no existiera. Frente a tales desafíos, se nos llama a cumplir con la misión que nos ha sido encomendada por Dios—la de dar a conocer sus excelencias y hacer que brille la luz de sus perfecciones en un mundo oscuro.

Para concluir, citamos la definición de Emilio Núñez: “La misión de la iglesia consiste en que ella se haga presente en el mundo como la comunidad del Reino de Dios, para comunicar el Evange-lio por palabra y obra, en el poder del Espíritu Santo, en pro de la salvación integral del ser humano por medio de Jesucristo, a fin de que El sea glorificado”.11 El desafío de la iglesia y de nosotros como integrantes de ella es responder de manera activa y efec-tiva para cumplir con la misión que Dios nos ha encomendando.

9 Núñez, Teología y misión, pág. 237.10 James Davison Hunter, “Faithful Presence,” en Christianity Today

(May 2010), pág. 36.11 Núñez, Teología y misión, pág. 235.

Nuestras Alianzas Estratégicas:

¿Quienes somos?

Somos una entidad de servicio para iglesias e indi-viduos deseando ser una herramienta útil para el envío de misioneros a las naciones. Nuestro deseo primordial es orientar en el proceso de pre y post envío al misionero en una manera estrecha con su iglesia local. Además FAMGUA provee al misione-ro de enlaces adecuados en Guatemala y el campo

misionero.

¿Qué ofrece FAM a un candidato a Misionero?

1. Ser enlace con iglesias locales y nacionales, agencias misioneras e instituciones.

2. Promover orientación previa a la salida al campo misionero.

3. Facilitar el envío y dar orientación, dirección, cuidado, supervisión y evaluación en el campo misionero.

4. Administrar los recursos económicos mediante una cuenta concentradora de fondos.

5. Ser miembro de un equipo de trabajo nacional e internacional.

Fraternidad de Apoyo Misionero Internacional de Guatemala

FAMGUA

www.faminter.org 39

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Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada,

así como lo fue entre vosotros. 2 Tesalonicenses 3:1

¿Qué es la ROM?Es un programa de la Frater-nidad de Apoyo Misionero Internacional de Guatemala (FAMGUA). La ROM tiene como objetivo involucrar a las igle-sias e individuos en una Red de Oración por las Misiones. La ROM es un vínculo de unidad y compañerismo cristiano que nos motiva a adoptar la visión misionera en nuestras iglesias a través de interceder por las necesidades de la obra misio-nera a nivel mundial.

¿A quiénes está dirigida?

La ROM está dirigida a iglesias e individuos que desean ser parte de la expansión del Rei-no de Jesucristo en su comu-nidad, nación y hasta lo último de la tierra. En la ROM pueden participar todos aquellos que entienden la importancia de la oración y desean fortalecer su compromiso con el Señor y Su obra.

¿Cómo puedo ser parte?

1. Completando el formulario de

inscripción para poder recibir la

Guía de Oración cada 2 ó 3 meses.

2. Comprometiéndose a interceder

por las misiones y las necesidades

publicadas en la Guía de Oración

en las reuniones de iglesias y en

su tiempo devocional personal.

3. Manteniéndose informado y par-

ticipando en las actividades que

FAM Guatemala estará realizando

con las iglesias que conformen la

ROM.

Prog

ram

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Inte

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