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Mentalidad y prácticas de los copistas de textos tradicionales. El caso de la Tragedia del fin de Atawallpa Jean-Philippe Husson Interés y origen del tema Se sabe que no todas las obras literarias tienen a su autor identificado: no escasean las que se conocen sólo a través de un manuscrito anónimo. Pero la frecuencia del caso resulta su mamente variable según consideremos las literaturas de origen europeo o las literaturas amerindias: de relativa excepción en las primeras, el anonimato pasa a ser casi la regla en las segundas. Esta distinción no ti ene porqué sorprendernos si tenemos en cuenta la poderosa vinculación que las literaturas autóctonas de América mantienen con la tradición oral. En tales circunstancias, la noción de autor se desvanece ante la de transcriptor ( el que en determinada fecha recoge y adapta dicha tradición) y la de copista ( el que reproduce los escritos del primero). Se explica así que la mayoría de veces no dispongamos de un texto único y de autor conocido, sino de una serie de versiones anónimas, a menudo notoriamente distintas. Esta disparidad manifiesta de las variantes de las obras tradicionales -con esta desig- nación nos referimos a la s que están escritas en lenguas indígenas, pero también a una serie ele textos en castellano cuyo modo de difusión es idéntico- plantea el problema de sus causas, lo qu¡:: remite a las prác ti cas de los copistas y a lo s móviles que, consciente o inconscientemente, los inducen a modificar el texto copiado. ¿De qué índole son estos móvi- les? ¿Estética? ¿Ideológica? ¿S icológica? ¿Sociológica? ¿Lingüística? Sólo un estudio específi- co podría ponernos en condiciones de contestar a esta pregunta. Ahora bien, consta que este estudio queda por efect uar. Es verdad que la s obras tradicionales fueron objeto de numerosos Nº 42, primer semestre del 2006 57

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Mentalidad y prácticas de los copistas de textos tradicionales. El caso de la

Tragedia del fin de Atawallpa

Jean-Philippe Husson

Interés y origen del tema

Se sabe que no todas las obras literarias tienen a su autor identificado: no escasean las que se conocen sólo a través de un manuscrito anónimo. Pero la frecuencia del caso resulta sumamente variable según consideremos las literaturas de origen europeo o las literaturas amerindias: de relativa excepción en las primeras, el anonimato pasa a ser casi la regla en las segundas. Esta distinción no ti ene porqué sorprendernos si tenemos en cuenta la poderosa vinculación que las literaturas autóctonas de América mantienen con la tradición oral. En tales circunstancias, la noción de autor se desvanece ante la de transcriptor ( el que en determinada fecha recoge y adapta dicha tradición) y la de copista ( el que reproduce los escritos del primero). Se explica así que la mayoría de veces no dispongamos de un texto único y de autor conocido, sino de una serie de versiones anónimas, a menudo notoriamente distintas.

Esta disparidad manifiesta de las variantes de las obras tradicionales -con esta desig­nac ión nos referimos a las que están escritas en lenguas indígenas, pero también a una serie ele textos en castellano cuyo modo de difusión es idéntico- plantea el problema de sus causas, lo qu¡:: remite a las prácti cas de los copistas y a los móviles que, consciente o inconscientemente, los inducen a modificar el texto copiado. ¿De qué índole son estos móvi­les? ¿Estética? ¿Ideológica? ¿S icológica? ¿Sociológica? ¿Lingüística? Sólo un estudio específi­co podría ponernos en condiciones de contestar a esta pregunta. Ahora bien, consta que este estudio queda por efectuar. Es verdad que las obras tradicionales fueron objeto de numerosos

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Artículos, notas y documentos

trabajos cuyo resultado fue un progreso indiscutible del conocimiento de las mismas, pero ninguno de ellos, que sepamos, fue realizado en la perspectiva que acabamos de indicar.

A esto se nos podría rebatir que los manuscritos representativos de la literatura tradicional de América no difieren esencialmente de los demás textos nacidos tie la pluma de los copistas y que, por ende, las reglas que rigen su evolución no tienen porqué ser muy distintas . Es más, de la voluminosa producción de los copistas destaca una categoría de especial interés: los manuscritos latinos, cuya crítica textual adquirió, a mediados del S. XIX. con el surgimiento de la escuela encarnada por la figura prominente de Karl Lachmann, un carácter a la vez sistemático y científico. Su mérito consistió en teorizar la comparación de las variantes de una misma obra con el fin de determinar su filiación y de este modo acercarse a la versión primigenia.

Con todo, forzoso es admitir que los considerables avances de Lachmann y sus discípulos sólo responden parcialmente a las expectativas de los estudiosos de los manus­critos andinos o mesoamericanos. Para el análisis de éstos, sin duda, es pertinente la clasifi­cación de los errores propios de los copistas -adición, omisón, alteración del orden, sustitu­ción- , así como el procedimiento de cotejo de las formas divergentes para identificar aquella que corresponde a la versión original; ambos ideados por los adeptos de la crítica textual decimonónica 1

• Pero ésta última se revela impotente frente a ciertas dificultades que se originan en las especificidades de la literatura tradicional de América. Una de ellas es su reproducción por escribas provistos de un nivel de instrucción generalmente inferior al de los copistas medievales, especialmente en el caso de manuscritos que se transmiten en el seno de comunidades campesinas relativamente herméticas, como los dramas designados con el nombre genérico de "danza de la conquista", cuya expresión andina es la escenificación de la prisión y mue1ie del Inca Atawallpa.

Más decisivo aún es el factor de la unidad o diversidad lingüística. Mientras los copistas medievales atendían a textos escritos en una lengua - el latín- cuyo uso se había restringido a la esfera de los letrados y que por consiguiente presenta una notable estabili­dad en el espacio y el tiempo, los de América se veían, y siguen viéndose, confrontados con lenguas divididas en múltiples ramas dialectales que evolucionan independientemente una de otra. El caso más significativo al respecto es el de las versiones centroperuanas de la muerte de Atawallpa, en las que coexisten rasgos típicos del quechua sureño - que interpre­tamos como huellas de su lejano origen-y otros específicos del quechua central, nacidos de su arraigamiento en la sierra central.

En este contexto, se nos ocurre que un conocimiento del modo de proceder de los copistas de obras tradicionales resultaría de mucha utilidad para el estudio de las mismas. La presente contribución se propone ser un primer paso en esta dirección.

Partiremos de un caso preciso que, sin embargo, nos parece poseer un carácter ejemplar: el drama quechua de la muerte del Inca que fue recogido por el escritor boliviano Jesús Lara y publicado por éste en 1957 con el título de Tragedia de/fin de Atawallpa2, en adelante Tragedia .

El lector deseoso de familiarizarse con los principios de la comparación de los manuscritos, consul­tará con provecho la siguiente obra: Alberto Blecua, Manual de critica textual, 3." ed. , Madrid , Castalia ( col. "Literatura y sociedad"), 2004.

2 Jesús Lara (ed.}, Tragedia de/fin de Atawallpa, Cochabamba, Imprenta Universitaria, 1957.

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Jean-Phi/ippe Husson: Mentalidad y prácticas de los copistas de textos tradicionales

La elección de dicha obra no obedece a la casualidad. Consta que, aparte de su inmenso valor histórico y literario, el manuscrito transcrito por Lara -manuscrito hoy perdi­do y cuya ortografia fue modernizada, luego se aclarará la importancia de estos detalles­presenta todas las características de un cuaderno de ensayo . Con este nombre se suele designar a los cuadernos manuscritos que, bajo la dirección del responsable o ensayador, se usan en muchas comunidades andinas para preparar la escenificación de la muerte del Inca. Sometidos a manipulaciones intensivas durante las semanas que preceden a las fiestas patronales, los cuadernos de ensayo se vuelven fuera de uso al cabo de un plazo variable y tienen que ser sustituidos por otros copiados de los primeros. La copia de un cuaderno, acto que normalmente incumbe al ensayador, marca siempre una etapa en la evolución del drama, ya que se traduce, inevitablemente, por la intrusión de enmiendas voluntarias o involuntarias. En resumidas cuentas, por ser el resultado de múltiples copias sucesivas, la Tragedia corres­ponde exactamente a la categoría de texto que nos interesa.

Esta característica nos parece tanto más ejemplar en cuanto que resulta abundante­mente representada en la literatura amerindia en general, y en especial en la quechua. Ciñéndonos a las obras maestras de dicha literatura, podemos citar, sin salir del ámbito teatral, el famoso drama 01/antay y, en el ámbito poético, el no menos famoso poema Manchay Puytu, de los cuales existen numerosas variantes. Es verdad, empero, que ambas obras difieren de la Tragedia por su modo de transmisión. La permanencia en el seno de una comunidad autóctona, por ejemplo, que según hemos visto caracteriza las versiones de la muerte del Inca, no se observa en el caso de Manchay Puytu ni sobre todo en el de Ollantay. En lo que a esta última obra respecta, los eclesiásticos parecen haber desempeñado un papel decisivo, a juzgar por el manuscrito poseído por Justo Apu Sahuaraura, canónigo de la catedral del Cuzco, y por los otros dos que sucesivamente fueron conservados en el conven­to Santo Domingo del Cuzco, como también por la atribución de un cuarto al cura Antonio Valdez3. Lógicamente, por haber permanecido en medios relativamente cerrados, los dramas de la muerte de Atawallpa presentan diferencias marcadamente más acentuadas que las variantes de Ollantay o Manchay Puytu. No obstante, tampoco son creaciones indepen­dientes. Las estrechas semejanzas de forma y contenido que unen las versiones bolivianas de la muerte del Inca, no dejan lugar a dudas acerca de su origen común. Una observación superficial, en cambio, no pennite afirmar el parentesco del ramo boliviano de la tradición con su homólogo peruano, cuyas divergencias con el primero son manifiestas . Pero tal resultado se colige de un escrutinio más profundizado en el que intervienen el análisis dramático así como el examen paleográfico y sobre todo filológico4. A este respecto, la coexistencia en ciertos textos peruanos de rasgos típicos del conjunto quechua l o central y del conjunto quechua llC o meridional, a la que hemos aludido más arriba, es uno de los argumentos más decisivos en pro del origen común de las versiones peruanas y bolivianas.

3

4

Julio Calyo Pérez (ed.), Ol/a111av: análisis crílico. reconslr11cción y traducción, Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andinos "Bartolomé de Las Casas" (colección "Monumenta linguistica andina", 6), 1998, pp. 17-28. El proceso metodológico que lleva a esta conclusión está expuesto en el siguiente trabajo: Jean­Philippe Husson, "Literatura quechua", Boletí11 del Instituto Riva-Agüero (Lima) (29), 2002, pp. 469-477 .

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Artículos, notas y documentos

Concretamente, fue durante la preparación de nuestra edición crítica trilingüe ( quechua /castellano/ francés) de la Tragedia y del comentario de la misma' cuando emprendimos una reflexión sobre las prácticas de los copistas. En efecto, confrontados con una serie de pasajes de delicada interpretación, se nos ocurrió que las dificultades, a menudo, se origina­ban en las intervenciones de los escribas que sucesivamente reprodujeron el texto. Poco después, nos vimos en la necesidad de profundizar el mismo tema por la controversia que nació acerca de la autenticidad de la Tragedia. Aconteció que antes de que viera la luz nuestro libro (finales del 2001 ), pero posterionnente a la remisión del manuscrito a las edicio­nes Patiño (mediados del mismo año), el Boletín del instituto Francés de Estudios Andinos publicó un artículo de César Itier que presentaba el texto del drama como una falsificación literaria urdida por el propio Jesús Lara6

. Ahora bien, entre los argumentos aducidos por el mentado autor en pro de su tesis, había uno - el examen de la primera página del manuscrito transcrito por Lara- que remite directamente a la actividad de los copistas . A la inversa, nos constó que por la intervención de los mismos personajes se explican varias peculiaridades del texto de la Tragedia que abogan por la autenticidad del drama.

Tal es la materia en la que centraremos nuestra atención en este artículo. Nos limitare­mos a señalar al lector interesado por una refutación más general de la tesis de la falsificación que encontrará en el número uno de la revista Paccarina una primera respuesta a ltier en la que desarrollamos tres argumentos: los contrasentidos y errores de traducción de Jesús Lara; los indicios de la inclusión de la escena final de la Tragedia posteriormente a su creación; los resultados de la comparación textual del drama con otra versión boliviana de la muerte de Atawallpa, publicada después de la muerte de Lara7

En el presente artículo abordaremos la cuestión de la acción de los copistas desde dos perspectivas:

Una perspectiva de autentificación de los textos tradicionales: ¿en qué medida los indicios de las intervenciones de los copistas pueden ponemos en condiciones de afirmar la autenticidad o la inautenticidad de un texto? Una perspectiva editorial: ¿en qué medida los mismos indicios pueden ayudarnos a identificar las enmiendas y restablecer la versión primigenia?

5 Jean-Philippe Husson, La mor/ d"Ataw Wallpa ou lajin de I Empire des Incas. Tragédie anunyme en langue quechua du milieu du XV/e siecle, prólogo de Nathan Wachtel, Ginebra, Ediciones Patiño, 2001.

6 César Itier, "¿Visión de los vencidos o falsificación? Datación y autoría de la Tragedia de la muerte de Atahuallpa", Bulletin de l'lnstitut Franr,:ais d"Etudes Andines (Lima) 30 ( 1 ), 2001, pp. [ 103)-121. Para este autor, la füerte impronta del castellano, especialmente en el plano sintáctico, que se observa en la lengua de la Tragedia y permite identificarla con el quechua boliviano contemporáneo, delata una creación reciente. El impostor habría utilizado como patrón el drama de Atahualpa que Mario Unzueta recogió en la localidad de Toco y luego integró en castellano en su novela Valle, lo que explicaría las innumerables concordancias textuales que unen las dos obras. Por fin, para dar a su falsificación un aire de autenticidad, Jesús Lara habría salpicado el texto de términos quechuas caídos en desuso, extraídos del drama 01/antay y de varios poemas de Gua man Poma y Pachacuti Yamqui. El último argumento de ltier se refiere a una peculiaridad de la primera página del manuscrito de la Tragedia, de la que trataremos más abajo.

7 Jean-Philippe Husson, "¿Testimonio histórico o invención"l: la cuestión de la autenticidad de la Tragedia del fin de Atawallpa", Paccarina (Lima), n. º 1, en prensa.

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Jean-Philippe Husson: Mentalidad y prácticas de los copistas de textos tradicionales

La primera página del manuscrito

Referidas en el comentario que precede a su edición de la Tragedia, las circunstancias en las que Lara tornó conocimiento del manuscrito tienen irnpo1iantes irnplicancias en el debate sobre la autenticidad del drarnaR. Vale, pues, la pena resumirlas. Fue el poseedor del cuaderno, de nombre Santiago Estrada, quien tornó la iniciativa de entrar en contacto con el escritor boliviano, sin otro objetivo que sacar provecho de un documento que no podía dejar de suscitar el interés de éste. No obstante, el nivel astronómico de sus exigencias financieras - nada menos que cinco millones de bolivianos, precisa el comentario-- lo orientaba hacia compradores institucionales: en primer lugar la universidad y la alcaldía de La Paz. Por su parte, Lara Je propuso explorar las posibilidades de adquisición por la universidad de Cochabarnba, logrando obtener, para efectuar los trámites en mejores condiciones, las fotocopias de la primera y de la última página del manuscrito. Fracasados todos estos intentos de venta por las pretensiones abusivas del vendedor, no quedó a Lara otra salida que recunir a sus fondos personales, los cuales Je dieron derecho, si no a poseer el manuscrito, al menos a disponer de un plazo de tres días para copiarlo en presencia del dueño. Este no tardó en desaparecer y con él el codiciado cuaderno, probablemente perdido para siempre. De estos sucesos quedaron, primero, la copia del texto, que desgraciadamente no es una transcripción literal - Lara la realizó conforme al alfabeto promulgado por el Tercer Congreso Indigenista de La Paz, celebrado en 1954- ; segundo, las fotocopias de la primera y de la última página, integradas en la edición de I 957.

Para Itier, todo Jo que relatamos en el párrafo anterior es un embuste de Lara quien compuso el texto del drama, fabricó las fotocopias e inventó todo el resto: el propietario, las tentativas de venta y las circunstancias de la copia del documento. Dicho sea de paso, la mistificación minuciosamente planeada y ejecutada con una fría determinación que nos describe Itier, no nos parecen concordar con la personalidad del escritor boliviano. Sentado esto, si nos atenernos al aspecto científico de la cuestión, no podemos dejar de estudiar las dos páginas fotocopiadas que, por ser las únicas huellas disponibles del manuscrito, merecen toda nuestra atención.

Examinando el texto de la primera página, Itier cree descubrir en él una prueba de que la versión manuscrita es apócrifa. De hecho, encontrarnos dos ocurrencias de la raíz verbal yanancha- que normalmente significa 'aparear' y que se halla así traducida por Lara, pero esto en perjuicio evidente de la coherencia del enunciado. En efecto, dicho sentido está desmentido por el contexto, el cual tiende a conferir a la raíz en cuestión el carácter de verbo de percepción. A continuación, hemos reproducido las transcripciones y traducciones de Lara:

lmarayku kunan /uta muspayniypi yananchani ffaki phuti!fatatajmi, musc¡uy1n~ypiri rikuni lnti, máyl!Jj Tay tanch¡jta

8 Jesús Lara (ed.). op. cit. , pp. 21-24. 9 !bid., pp. 62-63.

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Porqué será que dos noches seguidas el mismo sueño infausto ha venido a turbarme. Ambas veces he visto al Sol , purificador Padre nuestro 9,

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Artículos, notas y documentos

niwayku ari astawanchus dinos, pues, si en tu sueño muspayniykipi rukurqanki [sic: rikurqanki}, repetido en dos noches, yanancharqanki chayta. viste algo más 1°.

Los pasajes homólogos en nuestra edición son los siguientes:

lmarayku kunan tuta muspayniypi yananchani llaki phutillatatajmi, musquyniypiri rikuni lnti, máyllij Taytanchijta

niwayku ari astawanchus muspayniykipi rukurqanki [sic : yanancharqanki chay ta.

¿Por qué esta noche sentí en mi sueño tristeza y aflicción? [¿Por qué] vi en mi somnolencia a nuestro padre purificador el Sol 11?

Dinos, pues, rikurqanki}. si en tu sueño viste,

observaste algo más 12•

Habiéndose percatado de la inadecuación manifiesta de la traducción de Lara, el promotor de la tesis de la falsificación aduce que uno de los contenidos semánticos del verbo unancha- es 'ver en sueños', 'adivinar' , y postula una confusión con yanancha- por parte del copista a quien el impostor encargó la elaboración de la página. En efecto, unancha­es poco frecuente en el quechua boliviano moderno, con la acepción indicada más arriba, siendo así que yanancha- es de uso muy corriente en la misma variedad. De ahí un error grosero que el falsario, según Itier, estuvo en la obligación de reproducir en su transcripción normalizada 13

En este planteamiento es necesario distinguir las consideraciones lingüísticas de las conclusiones que ltier derivó de dichas consideraciones. Desde el punto de vista lingüísti­co, es indiscutible que en la primera página de la Tragedia el verbo yanancha- no reviste su sentido habitual. Si por nuestra parte no evocamos la posibilidad de una confusión con unancha-, aunque hayamos considerado esta hipótesis, fue por la siguiente duda: el conte­nido que se desprende sistemáticamente de las ocurrencias de este último verbo en la Trage­dia es 'entender', 'adivinar' ; ahora bien, el paralelismo que une yanancha- con riku- ('ver'), en los dos pasajes citados más arriba, nos incita más bien a atribuir al primero un sentido cercano del que reviste el segundo.

Ahora somos de la opinión de que los dos puntos de vista no son tan distantes como puede parecer y que si prestamos a yanancha-, en las dos secuencias citadas, el sentido de 'discernir' , que también es una acepción de unancha-, compatible con el contexto de sus ocurrencias en la Tragedia, logramos conciliar la coherencia semántica de dichas secuencias, el respeto del paralelismo semántico y la idea de una equivocación entre yanancha- y unancha-, la cual permite explicar la presencia insólita del primero de estos verbos.

1 O /bid., pp. 64-65. 11 Jean-Philippe Husson, La mort d'Ataw Wa/lpa ... , op. cit., p. 252, líneas 7-11 y nota 5. 12 /bid., p. 254, líneas 31-33. 13 César Itier, op. cit. , pp. 118-119.

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Jean-Philippe Husson: Mentalidad y prácticas de los copistas de textos tradicionales

La interpretación filológica de Itier es, pues, acertada; su conclusión, en cambio, aparece totalmente desconectada de la realidad. Intentemos imaginarnos durante unos instantes en el rol del falsificador. No hemos previsto exhibir otras pruebas materiales de la existencia del manuscrito que las copias de la primera y de la última página. Es crucial, por lo tanto, que éstas sean sin defecto. Ya que unos documentos escritos de nuestro puño y letra despertarían las sospechas, necesitamos una mano ajena. Este copista no tiene porqué ser de alto nivel ; inclusive, es preferible que no lo sea. Que entienda o no el sentido de lo que copiará no tiene ninguna importancia. Lo único que le pedimos es reproducir fielmente el modelo que le presentaremos. Este modelo lo habremos preparado con esmero, cuidando que la letra sea perfectamente legible para que no haya equivocación.

En la reconstrucción de los hechos realizada por Itier, son varios los detalles que no cuadran en absoluto con las exigencias de la situación, tales como acabamos de resumirlas. Primero ¿por qué el falsario habría escogido a un anciano - hacemos notar a este respecto que los "ensayadores" que organizan las escenificaciones de la muerte del Inca y conservan los cuadernos son a menudo de edad avanzada- cuya "mano trémula e insegura", según las propias palabras de Lara14, ciertamente no lo designaba como la persona más adecuada para un trabajo de copia? Segundo, este copista no estaría encargado de la "elaboración" de la primera y de la última página del manuscrito, como lo escribe Itier, sino sencillamente de su reproducción, lo que descaii a la posibilidad de que hubiera podido tomar la menor iniciativa acerca de la composición del texto, por ejemplo sustituir unancha- por yanancha-. Y tercero, tratándose de una operación de media hora cuando más y de vital importancia para el falsifi­cador, ¿cómo pensar que éste, despreocupadamente, haya dejado al copista cumplir su tarea solo, en vez de quedarse a su lado para cerciorarse de que no se deslizaran errores en las páginas copiadas? ¿Que ni siquiera estuviera presente al final de la copia para controlar la calidad del trabajo? En suma, es rigurosamente imposible que la sustitución de imancha- por yanancha- haya resultado de la acción de un copista al servicio del falsario. Pero, en concepto de hipótesis de trabajo y por más inverosímil que parezca, supondremos que así sucedió. ¿Significaría ello que ''no le quedó más remedio a Lara que reproducir ese error en su versión normalizada", según pretende Itier? Evidentemente no: en la medida en que lo único que importaba era que las dos páginas fueran de una mano distinta a la suya, el falsificador podía pedir una nueva copia a cualquier niño deseoso de ganar una propina sin molestarse mucho . . .

No menos extravagante es la interpretación de la ocurrencia ulterior de yanancha-, ubicada fuera del espacio que corresponde a la primera página del manuscrito . Para Itier, el pasaje que abarca fue compuesto por Lara para "despistar al lector", dándole un ejemplo de uso de yanancha- provisto de su sentido normal de 'aparear' y de este modo reparar el daño cometido por su poco escrupuloso copista.

Ante todo, confesamos que este argumento nos deja perplejos. Entendemos, claro, que un falsario pueda ser guiado por la intención de "despistar" a su lector en el sentido de calmar sus sospechas. Pero, precisamente, nos parece probable que el hecho de proporcio­narle dos uso~ divergentes de un mismo término lleve al resultado exactamente contrario. Sentado esto, conviene examinar el texto. A continuación, reproducimos el pasaje quechua y la versión castellana que figuran en la edición del escritor boliviano:

14 Jesús Lara (ed.), op. cit., p. 23.

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Artículos, notas y documentos

Yananchasqa mu~payn(vpi auqa q 'íl/ay runakuna ch 'ichimunku míllay mí/lay kikin jallp 'a uramanta,

Durante los dos sueños hombres cubiertos de irritante hierro innumerables han brotado como de las entrañas de la tietra 15 ,

Los dos términos iniciales de esta secuencia se derivan de los verbos yanancha- y muspa- ('soñar', 'recoger una visión') respectivamente nominalizados por el perfectivo -sqa­(acción acabada) y el infinitivo -y (ausencia de precisión de tiempo y aspecto). Según ltier, el primero adjetiva al segundo, lo que desemboca en la traducción de Jesús Lara. En realidad, la traducción exacta sería: 'en mis sueños apareados' . La distinción no es un simple matiz: aunque las versiones quechua y castellana de Lara concuerdan desde el punto de vista del sentido, la primera resulta sumamente artificiosa, hasta podemos decir que es chocante para quien conoce la lengua sencilla y siempre concreta de la Tragedia . Si realmente fueran dos los sueños de Atawallpa, este carácter doble no estaría indicado por yananchasqa ('apareado') sino simplemente por iskay ('dos').

Rechazada esta interpretación por su incompatibilidad con las características estilísticas del drama, se nos ocurre otra según la cual el verbo nominalizado por el perfectivo -sqa- adjetiva no ya a mu.1payniy ('mi sueño') sino a awqa q 'illay runakuna ('hombres hostiles [vestidos] de hierro'). Si admitimos que pudo haber una inversión de los dos prime­ros términos y que una vez más estamos frente a una sustitución de unancha- por yanancha-, exactamente del mismo tipo que las dos precedentes, el sentido de la secuencia cambia totalmente, volviéndose el siguiente: 'Discernidos en mi sueño, hombres hostiles vestidos de hierro brotaban .. . ' . Tal fue la opción que adoptamos en nuestra edición crítica:

Yananchasqa muspayniypi auqa q 'íllay runakuna ch 'ichimunku míllay míllay kikin jallp 'a uramanta,

En mi sueño distinguía a hombres de aspecto hostil, vestidos de hien-o; brotaban, pavorosos, de las entrañas de la tierra 16 •

En definitiva, la única diferencia con los dos casos que figuran en la primera página del original -pero no es una diferencia menor- es que, esta vez, es imposible imputar la transformación de unancha- en yanancha- a los improbables descuidos de un copista al servicio de Lara. ¿A quién imputar la transformación en estas condiciones? A un copista, claro, pero que desconocía a Lara porque vivía muchos decenios antes de éste : se trataba de uno de los innumerables ensayadores encargados de la conservación del cuaderno, a quie­nes incumbía la tarea de reproducirlo cuando estaba fuera de uso.

Se nos podría oponer una objeción: la tesis de la sustitución de unancha- por yanancha- excluye que el verbo de las tres secuencias afectadas por este fenómeno exprese la idea de duplicación del sueño de Atawallpa; sin embargo, dicha idea está presente -y esta vez sin que haya lugar a la menor duda- en dos frases del principio del drama. De ellas se

15 !bid. , pp. 70-71. 16 Jean-Philippe Husson, La mor/ d 'A taw Wal/pa ... , op. cit., p. 260, líneas 116-119.

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Jean-Philippe Husson: Mentalidad y prácticas de los copistas de textos tradicionales

desprende que la visión premonitoria referida en el parlamento inicial de Atawallpa es sólo el segundo presagio de la inminencia de una catástrofe:

uj wak 'a yanatan taphiawan, ískay kutipiiian layqawan,

lskay tuta muspayniypi manan allintachu rikuni.

me ha dado un wak'a un negro augurio, dos veces ya, me ha embrujado17,

Dos noches sucesivas en mis sueños no he visto nada lisonjero 18•

Estas menciones, empero, no dejan de resultar extrañas: cuando el Inca, al abrirse el drama, cuenta a sus esposas la aparición que se manifestó durante su sueño, está claro que descubre una amenaza de la que nunca fue avisado antes. Interpretaremos esta paradoja como el resultado de un añadido relacionado con la sustitución de unancha- por yanancha-. Los hechos, según podemos reconstruirlos, se desarrollaron de la siguiente forma. Advirtiendo el verbo unancha-, cuyo sentido no entendía, un copista pensó que era el resultado de una confusión con yanancha- que le era mucho más familiar. Corrigió, pues, las tres ocurrencias del verbo, pero una vez hechas estas correcciones tomó conciencia de que implicaban otras para que el texto se volviera totalmente coherente. Primero, se percató de que los términos muspayniypi yananchasqa ('discernidos en mi sueño ... ') tenían que ser invertidos para que la frase cobrara un sentido ('en mis sueños apareados .. . '). Luego, se le ocurrió que la idea de dos sueños de Atawallpa, que le parecía desprenderse de yanancha-, no figuraba en las escenas iniciales de la Tragedia. Juzgó que era conveniente ser más explícito y con este fin incorporó en el texto las dos secuencias citadas más arriba, o al menos las expresiones "iskay kutipiñan" ('dos veces ya') e "iskay tuta" ('dos noches ') incluidas en ellas.

El caso que acabamos de examinar revela de sobre manera una tendencia frecuente entre los copistas: c01Tegir el texto para tratar de restituir una coherencia semántica o dramática a un pasaje cuyo sentido se había vuelto opaco; por ejemplo, a causa de la caída en desuso de un término. Las siguientes secciones nos darán la oportunidad de descubrir otras ilustraciones de la misma tendencia significativa de la óptica en la que trabajaban los ensayadores.

Sobra decir que semejante explicación, en la medida en que tiende a sugerir que la Tragedia sufrió las intervenciones de varios copistas en el curso de su historia, impugna directamente la tesis de la falsificación.

Algunos casos de intervenciones de copistas

La sustitución de unancha- por yanancha- y la introducción consecutiva de dos menciones de un doble sueño premonitorio del Inca, constituyen un caso significativo de corrección efectuada por uil copista. Prescindiendo del disparate del copista necio que, requerido para confeccionar una prueba de autenticidad, suministró la prueba inversa, este

17 Jesús Lara (ed.) , op. cit., pp. 64-65. En nuestra edición: Jean-Philippe Husson, La mor/ d 'Ataw Wallpa .. . , op. cit., p. 254, líneas 39-40.

18 Jesús Lara (ed.) , op. cit., pp. 70-71. En nuestra edición: Jean-Phihppe Husson, La mort d'Ataw Wallpa .. . , op . cit., p. 260, líneas 112-113.

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ejemplo aboga tanto menos por la tesis de la fabricación por Lara de la página inicial del manuscrito por cuanto casos similares, en los que nos fijaremos ahora, los cuales son visi­bles en el resto de la Tragedia. Uno de ellos figura en el siguiente extracto:

Llapánpaj wiñaynin Yaya, Wajchakhúyaj Qhápaj Manku, Máyllij !ntijpa churin karqa,

Padre sempiterno de todos, el misericordioso Qhápaj Manko hijo del Sol que purifica fue 19

,

El personaje caracterizado por Atawallpa como "Llapánpaj wiñaynin Yaya" ("Padre sempiterno de todos", según la traducción de Lara) y llamado Qhápaj Manku en la línea siguiente, no puede ser otro que Manco Cápac, fundador de la dinastía incaica y por lo tanto padre de todos los Incas. Quien invirtió los componentes de su nombre no fue el escritor boliviano, que evidentemente sabía quién era Manco Cápac, sino que debió ser uno de los ensayadores que copiaron el manuscrito mucho tiempo antes de que se llevara al conoci­miento del público. Por lo visto, dicho copista era poco versado en historia incaica, pero, en cambio, atento a respetar las reglas gramaticales del quechua : interpretando espontánea­mente el nombre del primer emperador como 'el poderoso Manco', se apresuró a anteponer el adjetivo qhapaq al sustantivo Manco para restablecer el orden normal de los constituyen­tes de un sintagma nominal.

Por otro lado, en la primera línea, la adjunción de la marca de caso genitivo a llapan (todos) y del sufijo posesivo de tercera persona a wúiay , asigna a este último la calidad de sustantivo, lo que invalida la traducción propuesta por Lara en base a la atribución de un sentido derivado de su valor adverbial (wiñay: 'siempre'). En descargo del escritor, cabe admitir que de la forma actual de la secuencia no se desprende ninguna interpretación convincente, lo que nos faculta para plantear la hipótesis de una transformación de dicha secuencia, e indagar para sus componentes contenidos semánticos distintos de los que se conocen hoy días. Resulta que el único valor de wiíiay capaz de restituir una coherencia al enunciado es el de 'descendencia', atestiguado por Gorn;:ález Holguin a inicios del S. XVII y entre tanto caído en desuso20

• La significación inicial de "Llapánpaj wiñaynin Yaya" habría sido pues 'padre del que todos [somos] descendientes', lo que concuerda perfectamente con el personaje de Manco Cápac, antepasado primordial mítico de los incas. Sin embargo, es necesario postular una forma original distinta de la presente, pues ésta, tal como están colocadas las marcas de genitivo y posesivo, habría tenido en el S. XVU el sentido de ' padre descendiente de todos' , exactamente inverso del que le prestamos y además absurdo. Se confirma por lo tanto la eventualidad de una corrección, la cual consistió en un cambio de posición de los referidos morfemas. Proponemos el siguiente proceso : confrontado con la pérdida de coherencia de la secuencia causada por la desaparición de la acepción de 'des­cendencia ' poseída por wiíiay, un copista optó por el valor alternativo de 'crecimiento' ,

19 Jesús Lara (ed.), op. cit., pp. 72-73. En nuestra edición: Jean-Philippe Husson, la mor/ d 'Ataw Wallpa ... , op. cit. , p. 262, líneas 141-143.

20 Diego Gonc,;alez Holguin, Vocabulario de la lengua general de todo el Peru llamada lengua qquichua o del Inca, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Instituto de Histori a (colección "Publicaciones del cuarto centenario"), 1952 [ 1" ed. : 1608], p. 352.

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infinitivo substantivado de la raíz verbal wiíia- ('crecer' ) que, por una interpretación bastan­te libre, permitía presentar al primer Inca como "[ favoreciendo] el crecimiento de todos". Para obtener este resultado, sólo le fue necesario asignar el morfema del caso genitivo a llapan y la marca de posesivo a wiñay2 1

No cabe duda de que Jesús Lara es tan ajeno a la redacción de la secuencia "Llapánpaj wiñaynin Yaya" como a la de "Qhápaj Manku", denominación invertida del primer Inca. En ambos casos, el texto es incomprensible en su estado actual y sólo cobra sentido si lo conside­ramos como el resultado de una evolución. Ésta, según hemos visto, consistió en la alteración de una versión inicial por un factor externo, en un caso la ignorancia de un personaje mítico, en el otro la desaparición de una de las acepciones de un ténnino. Lejos de aparecer como un creador, el escritor nos da la impresión de tratar de comprender, con visible dificultad, un texto cuyo significado, en parte, se le escapa. De haber compuesto la Tragedia, es evidente que le habría sido fácil ahorrarse tales aprietos: su texto habría resultado perfectamente claro.

Por fin - y no es un resultado insignificante- hemos comprobado que en el léxico de la Tragedia existe un fondo arcaico que, en nuestra opinión, es representativo del lejano origen del drama. Sin embargo, los términos constitutivos de dicho fondo arcaico no pueden ser identificados sin un estudio filológico que pennita, primero, descartar el sentido actual pro­puesto por el traductor, y, segundo, evidenciar la adecuación de un sentido hoy obsoleto.

En el pasaje de la edición de Jesús Lara que citamos a continuación, la línea final es significativa de un fenómeno de la misma índole, aunque atañe a la incomprensión de otro término:

Ayauya, síchij [sic: sínchij} munásqay, qhápaj apu lnkallay, páqar súnquy tutayasqa,

Ay, soberano mío, dilecto y poderoso, mi corazón se ha ensombrecido22

.

La traducción de este fragmento de parlamento de Huaylla Huisa se revela defectuosa por tener en cuenta sólo "súnquy" ('mi corazón') y "tutayasqa" (literalmente: 'se ha vuelto noche'), y desatender al término "páqar" aunque, como en el ejemplo anterior, es dificil echar la culpa al escritor boliviano por la falta de solución alternativa. En particular, el sentido de 'alba ' que posee paqar en el área cuzqueño-boliviana no da lugar a una interpretación convincente. En estas condiciones, llaman nuestra atención los componentes paqar y tuta (noche), separados en el texto presente pero que constituían a inicios del S. XVII -época de su registro por Gonc;:ález Holguin- un grupo indivisible (paqar /uta) provisto del valor adverbial de ' toda la noche23 '. Hoy los dialectos de Cuzco y de Bolivia desconocen dicha locución adverbial - el único que la menciona es Jorge Lira, cuya definición contradictoria hace sospechar una influencia del diccionario de Gonc;:ález Holguin-, lo que una vez más

2 1 En nuestra ~dición crítica, esta interpretación y la que se refiere a una segunda ocurrencia de wiiiay están desarrolladas en la nota final nº 10 (Jean-Philippe Husson, la mort d'Ataw Wal/pa .. . , op. cit., pp. 423-425).

22 Jesús Lara (ed.), op. cit ., pp. 76-77 . En nuestra edición : Jean-Philippe Husson, la mort d 'Ataw Wallpa ... , op. cit., p. 266, líneas 182-184.

23 Diego Gonc,:alez Holguin, op. cit., p. 268.

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tiende a sugerir una corrección efectuada cuando, caído paqar tuta en desuso, la secuencia dejó de poseer una coherencia semántica. Aunque sería aventurado reconstituir la formula­ción original, podemos suponer que Huaylla Huisa, presentándose ante el Inca de vuelta de una de sus tentativas de adivinación, Je infonnara que se había quedado "toda la noche" en espera de una visión profética24

Sea como fuere, de ser el autor de la Tragedia, Jesús Lara seguramente no habría escrito "páqar súnquy tutayasqa" sino sencillamente *"súnquy tutayasqa". Con esta última forma tenía a la vez una hermosa imagen poética, una gramaticalidad irreprochable y un sentido en perfecta adecuación con el de la versión castellana. ¿Por qué habría tenido que escoger una secuencia incoherente y que sólo podía suscitar el recelo?

Distinto, aunque no menos interesante, es el problema planteado por el verbo que Jesús Lara transcribe "sunsunk'awan" en la secuencia siguiente:

Ukhullayñan sunsunk 'awan, chakillayña simp 'akuwan, qallullayña watakuwan.

Se me entorpece todo el cuerpo, y los pies se me enredan, y se me ata la lengua25 •

Aquí la traducción de Lara refleja fielmente el sentido del texto quechua, el cual no presenta mayores dificultades de comprensión . La anomalía reside en la n situada al final de la primera sílaba del verbo "sunsunk 'awan". En efecto, tanto el contexto de dicho verbo como la traducción, impondrían susunk 'awan, obtenido por composición de la raíz susunk 'a-, variante boliviana de la fonna cuzqueña susunkha- ('entorpecer', 'entumecer'), con el morfe­ma característico de la primera persona objeto -wan. La presencia de las entradas "susunk 'a" y "susunk 'ay" en el diccionario quechua-castellano del escritor26

, confirma que éste conocía la forma exacta del término en cuestión. ¿Sería entonces un error fortuito, cometido por descuido, sea por Lara, o sea por la editorial? Es mucho más probable, creemos, que la n superflua se originara en la interpretación equivocada de un copista: en el quechua boliviano es poco común la raíz susunk'a- ( o susunkha-), mientras que el diccionario de los Padres de Maryknoll (Cochabamba) atestigua la presencia en la misma variedad de distintas raíces verbales formadas a partir del término castellano "zonzo":

"sunsu tonto[ ... ] sunsuyapuy volverse tonto [ ... ] sunsuyarparichiy dejar como mentalmente embotado. Se aplica también a animales [ ... ] sunsuykachay desorientarse, perder la dirección [ ... ]27 ".

24 En nuestra edición, las explicaciones sobre el particular figuran en la nota final nº 12 (Jean-Philippe Husson, la mort d"Ataw Wallpa ... , op. cit., pp. 428-430).

25 Jesús Lara (ed.), op. cit ., pp. 88-89. En nuestra edición: Jean-Philippe Husson, la mort d'Ataw Wal/pa ... , op. cit., p. 278, líneas 342-344.

26 Jesús Lara, Diccionario qheshwa-castel/ano, castel/ano-qheshwa, 2a ed., La Paz / Cochabamba, Los Am igos del Libro (col. "Enciclopedia Boliviana"), 1978, pp. 227.

27 Joaquín Herrero, Federico Sánchez de Lozada, Diccionario quechua-castellano: castellano-quechua para hispanohablantes que estudian quechua , Cochabamba, Instituto de Idiomas "Padres de Maryknoll", 1974, pp. 152-153.

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Podemos pensar que en una copia del cuaderno, el copista interpretó el verbo susunk 'a- como uno de los derivados de "zonzo" -los cuales, por casualidad, cuadran relativamente bien en el contexto- y añadió la n que le parecía faltar28 . Por su parte, Jesús Larajuzgó que no debía ignorar este rasgo de notable interés lingüístico y lo consignó en su transcripción. En cambio, de haber sido un falsario, ¿por qué habría inventado una marca que contradice primero su traducción y segundo - puesto que se trata de un hispanismo- la idea de una obra teatral casi virgen de la influencia del castellano?

En los tres casos precedentes, el indicio que nos hizo sospechar la intervención de un copista era de índole lingüística. En eso difiere un cuarto y último ejemplo al que atendere­mos ahora:

pukalla aysakamusqanku tarukakuna jina kinsa ñauch 'i wayracháyuj [sic : wajracháyuj],

Vienen en roja muchedumbre. Llevan tres cuernos puntiagudos igual que las tarukas29

.

Asombra en esta secuencia, donde Huaylla Huisa relata la visión que, después de varias tentativas infructuosas, le permite por fin disponer de una imagen exacta de los españoles, que las tarukas o ciervos andinos estén provistos de tres cuernos, cuando es evidente que sólo tienen dos. Este error no es imputable a Jesús Lara, cuya traducción reproduce puntualmente el sentido del original quechua, lo que nos obliga a buscar otra explicación. Nuestras investigaciones nos proporcionaron los siguientes elementos de respuesta:

En primer lugar, durante el trabajo de campo que efecutamos en la sierra central peruana, especialmente en el norte del departamento de Lima (provincia de Cajatambo), donde siguen siendo escenificados los dramas de la muerte de Atawallpa, observamos que los sombreros de los protagonistas españoles eran designados con el nombre de "sombre­ros de tres picos", en contradicción manifiesta con su naturaleza, pues en la gran mayoría de los casos eran bicomios. Entendimos que esta denominación, al parecer poco apropiada, se originaba en los cascos de los soldados españoles de la Conquista y que probablemente los "tres cuernos puntiagudos", indebidamente atribuidos a las tarukas, tenían en realidad el mismo significado.

En segundo lugar, de un estudio semántico del verbo aysa- resulta que el sentido de 'extenderse ' que reviste dicho verbo en el pasaje citado más arriba - los españoles se extienden en el territorio que están por conquistar- se trata de un sentido derivado del de 'estirar' , mencionado por Gorn;:ález Holguin a principios del S. XVII. Pero las diferentes acepciones registradas por el mentado lexicólogo colonial tienen en común la idea de "pro­ducir un movimiento ejerciendo una fuerza30

" , que no cuadra con el hecho de extenderse. En cambio, en el comentario de un dibujo que muestra un insecto llevando a otro en el aire,

28 En nuestrd edición, este punto está detallado en la nota final nº 15 (Jean-Philippe Husson, La mor/ d 'Ataw Wallpa .. . , op. cit., pp. 440-442).

29 Jesús Lara (ed.), op. cit., pp. 86-87. En nuestra edición : Jean-Philippe Husson, La mort d'Ataw Wal/pa ... , op. cit., p. 276, líneas 324-326. Una secuencia idéntica figura en las líneas 358-360.

30 Diego Gon~alez Holguin, op. cit., p. 39.

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el cronista Guarnan Poma de Ayala recurre al verbo aysa- para describir la escena31 • De ello inferimos que la misma raíz podía perfectamente expresar la acción de un caballo que lleva a un jinete.

De estas consideraciones, y teniendo además en cuenta el estupor que los caballos inspiraron a los indios en el momento de la Conquista, se desprende que en la versión inicial de la Tragedia los españoles eran los que llevaban tres cuernos - imagen metafórica de su casco- y que las tarukas eran -también metafóricamente- los animales que los llevaban. Sobre esta base, propusimos la siguiente reconstrucción: "Son rojos; los llevan animales que parecen venados. [Estos hombres] poseen tres cuernos puntiagudos32 " . La evolución semántica de la raíz verbal aysa- habrá causado la transformación de la secuencia original.

Cada uno tiene la libertad de aceptar o no esta interpretación. Queda una realidad insoslayable: si Jesús Lara fuera el autor de la Tragedia, ¿por qué habría cometido la inepti­tud de describir a los ciervos andinos como an imales provistos de tres cuernos?

Incoherencias, palabras sin sentido y anacronismos

La incomprensión de un término caído en desuso o dotado de un sentido obsoleto es, según hemos visto, una causa importante de alteración del texto de la Tragedia por los copistas. Pero no es la única: otras son la falta de respeto por el texto copiado, que provoca incoherencias; la ilegibilidad del mismo, que engendra errores de transcripción y a menudo de traducción; y la fantasía, fuente de anacronismos. Analizaremos, a continuación, varios pasajes cuya fonna no se explica sino por la acción de los copistas.

Poco antes de su muerte, Atawallpa se despide de sus familiares en una larga y dramática escena durante la cual prodiga, sucesivamente, consejos y recomendaciones a cada deudo tras haberle entregado un atributo simbólico de su poder. Los primeros protago­nistas en entrevistarse con el soberano son dos de sus esposas. Curiosamente, sus parla­mentos son anunciados, no por los nombres propios "Qhora Chinpu" y "Qúyllur T'ika", sino por la mención "fíust 'akuna" que suele designar al coro femenino y que Lara traduce "Las princesas"33

. Ahora bien, de la lectura de dichos parlamentos, resulta evidente que estos no pueden ser pronunciados sino por una sola persona, Jo que priva de sentido a las designaciones colectivas que los introducen. No es plausible que el escritor boliviano haya tenido la menor responsabilidad en esta incoherencia.

Otra intervención de copista se vislumbra en el pasaje citado a continuación, aunque este es de una índole muy distinta al caso anterior:

31 Felipe Guaman Poma de Ayala , Nueva coránica y buen gohierno (Codex péruvien illustré) [edición facsimilar de Paul Rivet], París , Universidad de París, Inst ituto de Etnología (colección : "Travaux et mémoires de l' lnstitut d'Ethnologie' ', 23), 1936, p. 28 1.

32 Esta cuestión constituye el tema de la nota final nº 14 de nuestra edición critica (Jean-Philippe Husson, La mort d 'A taw Wa/lpa ... , op. cit., pp. 433-439).

33 Jesús Lara (ed.) , op. cit., p. 150. En nuestra edición: Jean-Philippe 1-lusson, La mort d 'A taw Wallpa. op. cit., pp. 338 ( entre las líneas 1044 y 1045) y 340 ( entre las lineas 1058 y 1059).

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Jina kamachiwasqaykita junllapa ithirispa karunchásaj kaymanta Willkapanpaman inka churiykikunata, sispa wauqeykikunatawan, llapantin runaykikunata pusari ykukuspa,

Cumpliré tu mandato. Me alejaré de aquí y me iré a Willkapanpa, y los Incas, tus hijos, y mis primos hermanos, y todos tus vasallos se irán conmigo34

.

Estas palabras pertenecen a un discurso del hijo del Inca, el cual, despidiéndose de su padre, le promete que sus recomendaciones serán puntualmente ejecutadas. La anomalía reside en el término transcrito ''.junllapa" que no corresponde con ningún lexema conocido, sea cual fuere la variedad quechua considerada. Aunque Jesús Lara admite su ignorancia en el comentario que antecede a la edición de la obra3', incluyendo la palabra en cuestión en la lista de los "vocablos extraños que no figuran ni en el lenguaje actual ni en los diccionarios conocidos", su traducción ("Cumpliré tu mandato") tiende a identificar 'Yunllapa" con un verbo provisto del sentido de 'cumplir una orden'. Por cuadrar perfectamente con el contex­to, esta intuición, creemos, es acertada. En efecto, el verbo nominalizado kamachiwasqayki, que significa 'lo que me ordenaste', remite a un pasaje del parlamento anterior donde Atawallpa recomienda a su hijo que junte a todos los dignatarios y súbditos disponibles y los conduzca hasta un lugar llamado Vilcabamba, fuera del alcance de los españoles36

. El estrecho parale­lismo de las dos secuencias y la presencia en ambas de numerosos términos comunes -"ithirispa", "karuncha-", "Willkapanpaman", "inka", "sispa wauqe", "runaykikuna" , "llapantin", "pusari-"- no deja lugar a dudas acerca de esta correspondencia. En estas circunstancias, 'Yunllapa" no es otro que el resultado de la deformación por un copista del gerundio hunt 'aspa constituido a partir de la raíz verbal hunt 'a- que en sentido propio signi­fica "llenar" pero que, en sentido figurado, puede expresar la acción de cumplir una obliga­ción37. Según podemos suponer, la mala legibilidad de dicho gerundio, que aparecía entonces bajo la fonna *"hunttaspa", si nos atenemos a las opciones ortográficas del manuscrito, hizo que el copista tomase la t doble por una II y se mostró incapaz de identificar la s.

En el ejemplo al que acabamos de atender, Jesús Lara, aunque reprodujo en su edición la f01ma gráfica que leyó en el manuscrito, supo determinar el sentido exacto del término mal escrito. En otros casos, como en el siguiente, la letra descuidada del copista originó errores de traducción :

34

35 36

37

Jesús Lara (ed.), op. cit. , pp. 164- 165 . En nuestra edición: Jean-Philippe Husson, La mor/ d'Ataw Wal/pa ... , op. cit. , p. 352, líneas 1232-1238. Jesús Larq (ed.), op. cit., p. 33. !bid., pp. 162-164. En nuestra edición: Jean-Philippe Husson, La mor/ d'Ataw Wal/pa ... , op. cit., p. 350, líneas 1215-1220. En la Tragedia encontramos otras dos ocurrencias del verbo hunt 'a- con el sentido de cumplir una obligación: Jesús Lara (ed.), op. cit., pp. 154 y 156. En nuestra edición: Jean-Philippe Husson, La mor/ d'Ataw Wa/lpa ... , op. cit., p. 344, líneas 1103 y 1127.

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Auqasunk 'a runakuna, kunanqa, kunanqa jallpitatáraj pallankíchij;

Hombres barbudos, enemigos, de hoy en adelante mucho tendréis que padecer3R;

\

En la lista de los tém1inos que Lara confiesa desconocer y que tampoco halló en los diccionarios que consultó-lista que, como sabemos, incluye entre otros ")un/lapa"- , encontra­mos un vocablo ''.Jallpita" cuya presencia sólo se explica por la convicción del escritor de que tal era el núcleo nominal de "jallpitatáraj". Este último compuesto incluiría además dos m01femas gramaticales, el acusativo -ta y el continuativo -raq, y cumpliría por consiguiente la función de objeto de la acción expresada por la raíz verbal palla- ('recoger'). De estas consideraciones y de la traducción de Lara, se desprende que para él "jallpita" evocaba el sufrimiento. Semejante interpretación adolece de dos defectos: por una parte, no se respalda en ninguna fuente filológica; por otra, no se ajusta de manera satisfactoria al contexto de la secuencia citada más an-iba. Sobre este segundo punto, las peculiaridades del parlamento del cual está extraída dicha secuencia, nos brindan un indicio: se trata de una violenta exhortación de Atawallpa, el cual, desatándose contra su enemigo, le advie11e que los metales preciosos reunidos para su rescate dejarán de serle entregados. En adelante, añade el Inca, los españoles tendrán que esforzarse por sacar oro y plata del subsuelo. Teniendo en cuenta este contexto, resulta claro que el lexema a pai1ir del que está fonnado "jallpitatáraj" no es una hipotética raíz nominal *"jallpita", totalmente des­conocida, sino la raíz verbal hallp 'i- que el diccionario de la Academia de la Lengua Quechua define por sus equivalentes castellanos "arañar" y "rasguñar"39

• Sugerimos que ''.Jallpitatáraj" resulta de la deformación de hallp 'isqataraq, ortografiado *"hallppisccatarac", y que la frase a la que pertenece significaba inicialmente "desde ahora, recogeréis lo que habréis airnncado del suelo". La falta de legibilidad de las letras scc causó el en-or de copia.

Las dos secuencias precedentes nos han presentado casos de transformación del texto por personas que, primero, no pueden identificarse con Jesús Lara, y que, segundo, actuaron en fonna involuntaria. Esta última característica no se trasluce en el ejemplo si­guiente, revelador de una mutación que no nos parece obedecer sino a la fantasía de uno de los copistas de la Tragedia:

Sunk 'a sapa runakuna pukalla jamusqasqanku mamaqhucha patallanta, q 'íllay wánpuj ukhullanpi.

Hombres de larga barba,

todos rojos, venían por encima del mar en navíos de hierro40

.

El hecho de que los españoles, para llegar al Perú , viajaran en barcos metálicos, constituye un anacronismo patente que sin embargo respeta una de las ideas claves de la

38 Jesús Lara (cd.), op. cit., pp. 146. En nuestra edición: Jcan-Philippe Husson, La mort d'Ataw Wa/lpa .. . , op. cit. , p. 336, líneas 101 9- 1021.

39 Academia Mayor de la Lengua Quechua/ Qheswa Simi I lamut' ana Kurak Suntur, Dicci(mario quechua-espaiio/-quechua / Qhe.nva-espaiiol-qheswa simi taqe, Cuzco, Municipalidad del Qosqo, 1995, p. 130.

40 Jesús Lara (ed.), op. cit ., p. 76. En nuestra edición: Jean-Philippe Husson, La mort d'Ataw Wallpa op. cit., p. 266, líneas 197-200.

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pieza, al evocar en fonna muy sugestiva -la imagen es más elocuente que simples arcabuces­la superioridad tecnológica de los invasores. La secuencia citada es un fragmento de parla­mento del sumo sacerdote y adivino Huaylla Huisa, quien relata una de las visiones que recogió en su sueño41

• Paradójicamente, tratándose de una grosera negación de la verdad histórica, el detalle de los barcos de hierro conlleva el indicio cronológico de mayor precisón entre las parcas indicaciones disponibles sobre la historia de la obra. En efecto, es posible localizar cabalmente la aparición de los buques de guerra de casco metálico: los primeros en ser utilizados en un teatro de operación fueron tres navíos franceses que ayudaron a asediar las fortalezas rusas durante la guerra de Crimea (1854-1855) y, algunos años más tarde, la primera batalla propiamente naval opuso sin resultado decisivo el Monitor nordista y el Merrimack sudista, en la ocasión de la guerra de Secesión . Este último acontecimiento fue el que tuvo la mayor repercusión, particulannente en el continente americano, razón por la cual pensamos que inspiró al copista poco escrupuloso, quien transformó las carabelas en acora­zados. Si nuestra suposición es exacta, la proximidad de las fechas del evento (1862) y de la postrera copia de la Tragedia en un marco tradicional ( 1871) implica que la añadidura se haya efectuado, precisamente, en este último año.

Creemos superfluo insistir en que si Jesús Lara fuera el autor de la Tragedia, por motivos obvios, se habría abstenido de incorporar semejante broma en su creación.

Conclusión

Los pasajes que hemos analizado en las páginas anteriores no son representativos de la totalidad de las modificaciones sufridas por la Tragedia a lo largo de su historia plurisecular. Volunta1iamente, hemos dejado de lado los indicios significativos de los cambios más sustan­ciales, como la inclusión o la eliminación de escenas enteras. En efecto, tales transfonnaciones remiten a la estructura misma de la obra y por consiguiente no se originan en la actividad de copistas en el sentido literal de la palabra, cuyo oficio consiste en reproducir textos.

El caso más elocuente de este tipo de alteración es la integración en el drama de una escena final ambientada en la co1ie española, y que muestra al monarca hispano, horrorizado por la visión macabra de la cabeza de Atawallpa exhibida por Pizarra, fulminando reproches contra el asesino y anunciándole un castigo ejemplar. La identificación de una serie de incoherencias en la construcción dramática y la constatación de que dichas incoherencias desaparecerían si se imaginara la Tragedia desprovista de su epílogo, nos puso en condicio­nes de afim1ar que éste no figuraba en la versión primigenia de la obra42

En nuestra opinión, el móvil de esta añadidura es ante todo ideológico. Mientras que la pieza reflejaba inicialmente la "visión de los vencidos", tal como se expresaba algunos decenios después de la Conquista, el desenlace en la corte española traduce otra visión bastante distinta, aquella de los caciques del Perú virreinal. Aunque estaban profundamente

41 El mismo a111acron ismo aparece en otro parlamento de Huaylla Huisa: Jesús Lara (ed.), op. cit., pp. 86. En nuestra edición: Jean-Philippe Husson, La mor/ d'Ataw Wallpa ... , op. cit., p. 276, línea 323.

42 Jean-Philippe Husson, ·'¿Testimonio hi stórico o invención?: la cuestión de la autenticidad de la Tragedia del .fin de Atawallpa", Paccarina (Lima), nº 1, en prensa. Véase también nuestra edición crítica: Jean-Philippe Husson, La mort d ºA taw Wa//pa .. . , op. cit., pp. 122-127.

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integrados en la sociedad colonial , estos últimos tenían que defender una posición social que estribaba en el control de la masa indígena y que, por consiguiente, se hallaba amenaza­da por la explotación despiadada a la que los nuevos dueños del Perú sometían a los indios. De ahí la propensión de los caciques a ver en la corona española, promotora en su tiempo de las leyes de Indias y leyes nuevas, una protección contra las ambiciones devoradoras de los criollos, particularmente de los encomenderos, descendientes de los conquistadores43

.

Un caso distinto está representado por las versiones bolivianas de Santa Lucía44 y Toco -esta última conocida sólo a través de una traducción al castellano que figura en la novela Valle de Mario Unzueta45

-, ambas notoriamente más cortas que la Tragedia. Puesto que en este caso ningún indicio nos induce a pensar que las escenas faltantes en los dos primeros dramas fueran objeto de una adición en el tercero, forzoso es admitir que fueron sustraídas de sus obras de origen. Según podemos suponer, la causa de esta sustracción reside en las imposiciones del programa de las fiestas patronales que, aparte de la escenificación de la muerte de Atawallpa, abarca múltiples festividades religiosas y profanas.

Muy diferentes son las causas de modificaciones que tienen su origen en la acción de verdaderos copistas, esto es, de hombres encargados de la copia de manuscritos. A través de los ejemplos expuestos en este trabajo, identificamos tres causas. Dos de ellas son secundarias: la fantasía (los barcos de casco metálico) y el descuido (la designación de una de las iiust 'as por la mención "iiust 'akuna"). La tercera es esencial: el desconocimiento de un término o expresión, sea porque la degradación del manuscrito lo haya vuelto ilegible (causa probable de la transformación de *hunttaspa en *hunllapa, transcrito "junllapa" por Jesús Lara), sea porque haya caído en desuso. Este último caso es el más frecuente y, a la vez, el más revelador de la historia del drama.

Por fin, hemos notado que el copista confrontado con este tipo de dificultad solía esforzarse por restablecer la coherencia semántica del enunciado pero que, generalmente, no sólo no alcanzaba este objetivo sino que además dejaba huellas patentes de su intervención. Del examen de dichas huellas sacamos dos conclusiones:

En primer lugar, que este análisis nos faculta para pronunciarnos sobre la autentici­dad del texto estudiado. En el caso preciso de la Tragedia, la acción de los copistas explica las anomalías encontradas en fonna mucho más racional que la perversidad de un supuesto falsario , el cual , dicho sea de paso, tendría que haber sido de una inteligencia diabólica para componer un texto provisto de sutilezas filológicas de las que ni siquiera se tenía idea a mediados del S. XX. En segundo lugar, que en muchos casos estamos en condiciones de reconstituir la versión anterior a la intervención del copista , o en su defecto el sentido que poseía dicha versión, o al menos formular una hipótesis a este respecto, lo que abre perspec­tivas prometedoras para la edición de la literatura tradicional.

43 Explicaciones más detalladas figuran en nuestra edición crítica: Jean-Philippe Husson, la 111ort d 'Ataw Wallpa ... , op. cit. , pp. 227-238.

44 Teodoro Meneses (ed.), "Debate de Incas", K1111tw: Perú en la cultura (Lima) (5), mayo-junio 1987, pp. 25-40. .

45 Mario Unzueta, Valle , Cochabamba: La Epoca, 1945, pp. 132-146.

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Jean-Phílippe Husson: Mentalidad y prácticas de los copistas de textos tradicionales

En resumidas cuentas, frente a textos que abundan en pasajes de dificil comprensión, la idea de la intervención de copistas nos aparece como una hipótesis heurística especial­mente fecunda. No obstante, para sacar pleno provecho de ella, hace falta descubrir los hábitos, reflejos y hasta pensamientos íntimos de dichos personajes. Tal fue nuestra ambi­ción en este trabajo .

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Jean-Philippe Husson Universidad de Poitiers

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