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MÉXICO DESCONOCIDO: LAS "MONTERÍAS" DE CHIAPAS Rodulfo Brito Foucher* E ntre todos los problemas que han agitado la conciencia del pais en el transcurso de los úl- timos años, hay uno, por lo menos, cuya reso- lución ha quedado aparentemente aplazada. Y decimos aparentemente porque en todo lo que se refiere al sureste de la República, muy a menudo son tan vagos e imprecisos nuestros informes, tan escaso nuestro contacto con la masa del pueblo, tan de- ficientes las vias de comunicación, que ocurre que los acontecimientos que allá se registran, lejos de repercutir como deberian en todo el resto de la na- ción, pasan ignorados o por lo menos casi desaperci- bidos. El fenómeno no debe llamarnos la atención. Más cerca de la ciudad de México se nos ha ofrecido, durante varías generaciones y hasta hace poco tiem- po, el caso extraño de una zona extensa del estado de Guerrero, antes muy ligada con la vida capitali- na y después, a resultas de esa desviación de las co- rrientes vitales, que vino a consecuencia del trazo impuesto a las vías ferrocarrileras, hasta cierto pun- to segregada del resto de la República. Desde hace ya muchos años han ocupado la aten- ción del público, en forma intermitente, las noticias que de vez en cuando nos llegan sobre las condicio- nes de vida de los trabajadores que prestan sus ser- vicios en esas empresas de triste renombre: las "monterias" del estado de Chiapas. Parece que a pesar de todos los esfuerzos realizados por las au- toridades, y debido a una serie de factores 'Obtuvo el rí[ulo de licenciado en dc:rt:'cho por Lt L'ni- versidad Nacional}' fuC' prof.:.... or t'n ilbtilllLion de: 1927 a 1935 y rector (k, l.. misma c:ntrl' Il.H2 \' }lJ44. Duranre la rebelión oebhut.'ni .... l.l fue: goh<'TIl:tJor d,,' Campeche. Sus incur.... iol1t· .... (.:n IJ polllic:J. no .... iC..'lIlpH.' fue:- ron afortunadas. En julio cil' 1 dirigió l.. "npl'Jilioll puniriva" de 21 jóven<:s que fUl'ron .1 Tlh."lU. dondt, tu- vieron lIn enfremJmielHú arnl.ldo (.'011 1.1 C,t'I1Ic,.' de:" (;arn- do CanabaL En b n:friega Illuricl \u ,; l'rnl.l 110. E\1.1 referencia a b f1."31idaJ chiap.IIll.:CJ. dc: .ICJul"! ('I1{()Ih..n ,e publicó c:n Unit't'rsidnti dI' ldm.. "ro de: 1\) \ l. huno 1. núm. 4. topográficos que restringen la acción gubernativa, las expresadas monterias siguen convirtiendo hasta la fecha una parte importante de aquella entidad federativa en inmenso ergástulo verde, donde hombres que tienen derecho de decirse Iíbres y a considerarse ciudadanos mexicanos, se ven reduci· dos a un estado muy semejante al que en la mayo· ría de las naciones civilizadas se reserva únicamente para los grandes criminales. He aquí lo que sobre el particular y durante una comida celebrada hace pocos meses, decla un profesionista bien informado sobre el asunto, el abogado Rodulfo Brito Foucher: Existen en el sureste de México, en Belice y en el norte de la República de Guatemala, una gran extensión territorial que geográficamente puede considerarse como una unidad, aunque política- mente se divide entre los tres paises señalados. Se trata de una inmensa región de selvas virgenes que en parte permanecen inexploradas por el hombre hasta la actualidad. Allá por el año 1908 o 1909, cuando yo era todavia un niño, llegaban a mis oidos, en el estado de Tabasco, las leyendas sobre los misterios de aquellas selvas, y se traian a las ciudades flechas de esos indios lacandones que se quiere comprender dentro del próximo censo. Según explicaré más adelante, los indios lacandones se encuentran diseminados en grupos pequeños en- tre la espesura de los bosques desiertos e inmensos. Pero lo que más despertaba e impresionaba la UNIVERSIDAD DE MfxtCO JulIO· Agooo 2002 69

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Page 1: MÉXICO el DESCONOCIDO - Revista de la Universidad de México · IDIOMA CANTADO DE PREGUNTAS ... me dijeron que los braceros de la nego ... cien lenguas de Tenosique; ahí los empleados

MÉXICODESCONOCIDO:

LAS "MONTERÍAS" DE

CHIAPASRodulfo Brito Foucher*

Entre todos los problemas que han agitado laconciencia del pais en el transcurso de los úl­

timos años, hay uno, por lo menos, cuya reso­lución ha quedado aparentemente aplazada. Y

decimos aparentemente porque en todo lo que serefiere al sureste de la República, muy a menudo son

tan vagos e imprecisos nuestros informes, tan escasonuestro contacto con la masa del pueblo, tan de­

ficientes las vias de comunicación, que ocurre que losacontecimientos que allá se registran, lejos de

repercutir como deberian en todo el resto de la na­

ción, pasan ignorados o por lo menos casi desaperci­bidos.

El fenómeno no debe llamarnos la atención. Máscerca de la ciudad de México se nos ha ofrecido,

durante varías generaciones y hasta hace poco tiem­

po, el caso extraño de una zona extensa del estadode Guerrero, antes muy ligada con la vida capitali­

na y después, a resultas de esa desviación de las co­rrientes vitales, que vino a consecuencia del trazo

impuesto a las vías ferrocarrileras, hasta cierto pun­

to segregada del resto de la República.Desde hace ya muchos años han ocupado la aten­

ción del público, en forma intermitente, las noticiasque de vez en cuando nos llegan sobre las condicio­

nes de vida de los trabajadores que prestan sus ser­vicios en esas empresas de triste renombre: las

"monterias" del estado de Chiapas. Parece que a

pesar de todos los esfuerzos realizados por las au­

toridades, y debido a una serie de factores

'Obtuvo el rí[ulo de licenciado en dc:rt:'cho por Lt L'ni­versidad Nacional}' fuC' prof.:....or t'n C:~.l ilbtilllLion de:1927 a 1935 y rector (k, l.. misma c:ntrl' Il.H2 \' }lJ44.

Duranre la rebelión oebhut.'ni .... l.l fue: goh<'TIl:tJor d,,'Campeche. Sus incur.... iol1t· .... (.:n IJ polllic:J. no .... iC..'lIlpH.' fue:­ron afortunadas. En julio cil' 1')3~ dirigió l.. "npl'Jiliollpuniriva" de 21 jóven<:s que fUl'ron .1 Tlh."lU. dondt, tu­vieron lIn enfremJmielHú arnl.ldo (.'011 1.1 C,t'I1Ic,.' de:" (;arn­

do CanabaL En b n:friega Illuricl \u ,; l'rnl.l 110. E\1.1

referencia a b f1."31idaJ chiap.IIll.:CJ. dc: .ICJul"! ('I1{()Ih..n ,epublicó c:n Unit't'rsidnti dI' l\lt~\HO. ldm.."ro de: 1\) \ l. huno

1. núm. 4.

topográficos que restringen la acción gubernativa,las expresadas monterias siguen convirtiendo hastala fecha una parte importante de aquella entidadfederativa en inmenso ergástulo verde, dondehombres que tienen derecho de decirse Iíbres y a

considerarse ciudadanos mexicanos, se ven reduci·dos a un estado muy semejante al que en la mayo·ría de las naciones civilizadas se reserva únicamentepara los grandes criminales.

He aquí lo que sobre el particular y durante una

comida celebrada hace pocos meses, decla unprofesionista bien informado sobre el asunto, el

abogado Rodulfo Brito Foucher:Existen en el sureste de México, en Belice y en elnorte de la República de Guatemala, una granextensión territorial que geográficamente puede

considerarse como una unidad, aunque política­mente se divide entre los tres paises señalados. Setrata de una inmensa región de selvas virgenesque en parte permanecen inexploradas por elhombre hasta la actualidad. Allá por el año 1908

o 1909, cuando yo era todavia un niño, llegabana mis oidos, en el estado de Tabasco, las leyendassobre los misterios de aquellas selvas, y se traian alas ciudades flechas de esos indios lacandones que sequiere comprender dentro del próximo censo.

Según explicaré más adelante, los indios lacandonesse encuentran diseminados en grupos pequeños en­

tre la espesura de los bosques desiertos e inmensos.Pero lo que más despertaba e impresionaba la

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imaginación popular antes de 1910, eran las grandesnegociaciones madereras quese habían estableCidoen el corazón de esa zona yque son conocidas en elsureste con el nombre popular de "monterías".En el estado de Tabasco y en el estado de Chiapaspor aquei entonces existían propiedades rurales enlas que casi la única autoridad era ei administradoro el dueño de la hacienda. Imperaban el látigo y elcepo de campaña, y cuando había un trabajadorincorregible, le amenazaban con enviarlo a lasmonterias. Inútil decir que muchas veces la amena­za se cumplió y la cuenta del trabajador de campose vendió a la empresa dueña de las monterías, y eltrabajador enviado a ellas no volvió jamás.El recuerdo vago de todas esas leyendas popularesperduraba en mi mente hasta que en el año 1924recorrí la región de que me vengo ocupando. El via­je se inició en la ciudad de Tenosique, último lugarhabitado del estado de Tabasco; después de Teno­sique no hay más que la selva misteriosa. Una de lasempresas madereras, yo no sé si con gusto o al con­trario, me proporcionó un guía, porque en aquellassoledades nadie puede internarse sin alguno quesea un verdadero conocedor del terreno.Emprendimos el viaje a caballo cinco amigos y yo,llevando bestias de repuesto yvíveres suficientes, yaque sabíamos que en toda la expedición no se encon­traría nada que comer ni para los hombres ni paralas bestias.

Las condiciones geográficas del terreno obligan ahacer los viajes distribuyéndolos en jornadas de dieza quince leguas diarias. Se pasa por terrenos a vecespantanosos, a veces accidentados, pero siempredentro de seivas vírgenes, en ocasiones sin ver elsol-tan espeso es el follaje- y encontrando a cadapaso los rastros de los tigres, y accidentalmente,allá muy de cuando en cuando, algunas serpientesvenenosas.

Se impone salir muy de madrugada para llegar, yaal caer la noche, a un lugar que se denomina "para­Je". Un paraje consiste de una choza o a veces decuatro postes yun techado, donde se puede pernoc­tar, SI bien con todo género de incomodidades.DespUé.s de quince leguas llegamos al primer paraje,que IronlCamente se denomina "El ensueño".

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El segundo paraje no tenía nada de particular, nltampoco el tercero, pero en el cuarto, o sea cuaren­ta leguas selva adentro, empecé a tropezarme conproblemas mexicanos.En este paraje había dos chozas: en una de ellasvivfauna mujer que era la cocinera del cuidador: jovende veinte a veintidós años de tipo mestizo y nacidaen Comitán de las Flores, Chiapas. La pobre mucha­cha me contó llorando amargamente, que hadacinco años que un enganchador de las monthabía llegado a Comitán y la habla contratado aellaya cinco compañeras más para que vinieran a~bajar como cocineras durante seis meses; ytenía oncoaños de estar ahí... De las compañeras nada sa~pero el hecho importante e interesante es que hadacinco años que habla sido sepultada en la selva ynopodía recobrar su libertad.En la otra choza vívía un contratista recién llegadodel pueblo de Ocosingo, también del estadoChiapas. Este contratista trala como peones aniños indígenas de los cuales el mayortendrla cataños de edad y el menor apenas diez. No pucomunicarme con ellos, porque los tres sólo haban su lengua nativa Nínguno conocla el espal\ol"aquí digo que tropecé con otro problema nacional,porque en México se considera que hay aproxim.damente dos millones de habitantes que no hablanespañol, yentre esos dos millones se encontraban elcontratista y los tres adolescentes. Muchas veces mehe preguntado si aquellos tres níños habrán logra­do salir de la montería.Cuando llegamos ai quinto paraje, a cincuenta le­guas de la civilización, sentí que el desierto y la sole­dad de la selva se apoderaban de mí, yesta sensaciÓIIno era solamente una ímaginación humana, sinoque algo tambíén tenía de psicología netameanimal. Por las noches soltábamos a las bestiaslibremente yen las mañanas las cogiamos sin ningúnesfuerzo. Los caballos también sentían el aislamientoy no pretendían huír.En este lugar encontramos un guarda casi anciano.que hacia treinta años se había ido a trabajar aaquellos lugares. Había perdido la noción del tiem­po y todo recuerdo de las cosas, tornándose en unser primítivo, no por nacimiento, sino por regresión.

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Entre otros relatos el guarda nos contó que en elaño de 1914, al triunfo de la Revolución, los peonesde la montería Zendales fueron puestos en libertad.Aquellos hombres huyeron desesperados, temien­do que su libertad de un momento se desvaneciese;tomando, por lo tanto, sus machetes y los instru­'nentos más indispensables, emprendieron el camino,jesde el corazón de las selvas hasta la ciudad defenosique. Como no llevaban víveres ni iban pre­varados para el viaje, diez o quince murieron en elcamino. Como se verá, el problema fundamental esia falta de comunicaciones, y los trabajadores que:le encuentran en las condiciones que voy adescribir,son víctimas de una prisión geográfica, más que deuna prisión de otra índole.Al cabo de sesenta leguas llegamos a Zendales, quees la montería legendaria a donde se amenazaba

IDIOMA CANTADO DE PREGUNTAS

llevar a105 trabajadores en las haciendas de Tabascoy Chiapas. En la casa principal habla diez o quincepersonas; me dijeron que los braceros de la nego­ciación, que ascendian a varios cientos, se hallabandistribuidos en grupos entre la selva. Uno que otrosirviente indiscreto me contó de un famoso admi­nistrador que hubo allf, que todas las mañanas for­maba a los trabajadores y les pasaba revista al estilomilitar. Los infelices temblaban bajo la vista del ferozadministrador, como seguramente nunca han tem­blado 105 soldados delante del instructor más crueldel ejército.En 105 primeros días del viaje, el guía se mostrabareservado: era un hombre de confianza de la em­presa, pero poco a poco los peligros, la vida comúny las gratificaciones fueron ablandando su corazón yme reveló que hacia como un mes un sirvíentey una mujer se habían ido de la "montería" rumboa Ocosingo. Entonces él y el hijo del administradorsalieron en su persecución hacia el pueblo. Al llegara las cercanías de Ocosingo se encontraron a la mu­jer tan extenuada por el hambre, que casi habíaperdido el juicio, y el hombre viéndola en ese estado-ocasionado por las largas penalidades durantemuchos días de selva-, la había abandonado y con­tinuado 5010 la fuga. Como se encontraba en lasfronteras de la civilización, decidíeron dejar a lamujer, que era un desecho humano, y no perseguiral hombre, que se había escapado y había logradollegar a terrenos controlados por las autorídades

mexicanas.En Zendales cambiamos de guía. Después de dos otres días de camino, éste me confesó que mesy medioo dos meses antes, otro trabajador había pedido quelo dejaran salir. Lo llevaron al campamento central,que queda cuarenta leguas más adelante, o sea acien lenguas de Tenosique; ahí los empleados lo apa­learon y después, tendido sobre una camilla, lo saca­ron de la casa príncipal y se lo llevaron río abajo enuna canoa. Mi interlocutor no sabía si aquel hombrese había muerto o si después de apalearlo lo habíanllevado al rlo para darle su libertad.Lo cierto del caso es que después de muchos díasde camino debíamos pasar por un campamento detrabajadores, y ya cuando estábamos a unas tres le-

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· . d él el guía recibió contraordenguas de distancia e , Itade no llevarnos por allí. Nos hizo dar una vue :;mo de diez leguas y nos condujo por otro rum ,de tal suerte que llegamos a la frontera con Gua­temala por un lugar llamado Pico de Oro Nuevo, sinhaber logrado ver un solo campamento detrabajadores de este lado de la frontera.Cruzamos al lado guatemalteco y allí, después deunas seis horas de camino, nos encontramos con elprimer campamento. Por campamento debe en·tenderse un claro de unos cien o doscientos metrosde diámetro en el bosque, donde se hallan colocadasdiez o quince chozas provisionales, o mejor di~o,otros tantos armazones rudimentarios que sostIe­nen un techo. Aquí conocimos a un trabajador me­xicano que debía tres mil pesos; aunque hacia veinteaños que los estaba pagando, todavla no lograbasolventar la cuenta, y todos los demás bracerosparecían encontrarse en condiciones análogas.Varios días después, al atardecer, llegamos a otrocampamento semejante. Iba a colgar mi hamaca,junto con mis amigos, dentro de la tienda del capa·taz, cuando un joven dos o tres años mayor que yo,llamándome aparte, me insistió mucho para quedurmiera en su choza. Acepté, ycuando lodo el cam­pamento se hallaba dormido, este joven, con pro­funda emoción, me contó su triste historia.Allá por el año de 1908 habla vivido en Chiapas consus padres, su hermana y su cuñado; después, encondiciones que no me explicó, había sido llevado ala monteria, probablemente como aquellos niñosde quienes ya he hablado. Hasta el año de 1914sostuvo correspondencia con su familia, pero desdeesa fecha, es decir, coincidiendo con el triunfo de laRevolución, la empresa maderera le cortó toda co­municación con sus deudos, y ahora no sabia si vi.vian o habían muerto: "Cuando usted abandoneestos lugares y salga a la civilización --me decia-, nose olvide de que aquí estamos nosotros condenadosa vivir en este lugar eternamente". Esta víctima dela rapacidad humana alcanzaba ochocientos pesos,pero el alcance era ilusorio. Cuantas veces habíapedido su Iíbertad, se la habían negado. "Hay vecesque me siento enloquecer-añadía-, otras que quierohuir, que quiero lanzarme a la selva para ver si puedo

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para jttSllr,

estoshomaunque d,,,,,,,,,,"la verdad de lasc~ qd las mpr mad....,,' "'"loda su vida. solhuaraches, de un pan Ión de dril una camisltlmanta, un sombrero de PI Yuna misera .laclón.

Este estado d cosas debe. evklenlemen~,

¿Cuál~ preguntar es el remedio7En real'remedio se tiene a la mano y con el tJempo Y

severanda no sena d,flol aplicarlo. la causamental de esta srtuao6n es. como hemOS vistQ,

aíslamiento de loda aquella reglón, que lafuera del control de la ClpInlÓn publica y de lasridades. Se necesita, J)()( lo nto, laint~la Secretaria de Comunicaciones. Pero eso no

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Debe también intervenir la de Agricultura, esta­bleciendo dos o tres centros rurales de población y,si es posible, emprendiendo un verdadero trabajode colonización. Por último, resulta indispensable laacción de la Secretaria de Industria, que, ejercidacon toda la eficacia que requieren las circunstancias,por medio de un cuerpo de inspectores competentesy honorables, pronto cambiarían radicalmente lascondiciones de vida de aquellos desgraciados...No es esta la primera intervención del abogado

Brito en este asunto. Al contrario, ya desde fines delaño 1925 se había dirigido a uno de los principalesperiódicos de la ciudad, o sea El Universal, consi­guiendo que dicho diario se interesase, en formaque hace honor a su personal directivo, por la suer­te de nuestros desdichados compatriotas.

IDIOMA CANTADO DE PREGUNTAS

Efectivamente y en su número correspondienteal7 de enero de 1926, el diario en cuestión publicó,en sitio prominente, una larga y detallada carta delabogado Brito, bajo una serie de rubros, todos ellosenderezados a llamar la atención del público sobreel particular. La publicación de la carta provocó,desde luego, una vigorosa protesta por parte de unextranjero distinguido, el cual hizo notar que loscontratos de trabajo para las monterlas se haclan conla intervención de las ligas de resistencia del estadode Tabasco, en Frontera y Villahermosa, y por unplazo que fluctuaba, a voluntad del interesado, entreseis meses y un año, al final de cuyo término sollanlos trabajadores percibir un saldo que en algún casohabía llegado a alcanzar la respetable suma de 6mil pesos.

No obstante lo anterior y dos días más tarde (el11 de enero), el diario volvió a abordar el mismotema, basándose en algunos datos adicionales quele fueron proporcionados por los señores Pedro DlazLeal y Rafael M. Saavedra, que se declararon testi­gos presenciales de los malos tratamientos de queeran victimas los trabajadores y, por lo tanto, con­firmaron en todas sus partes lo manifestado por elabogado Brito.

Reproducimos de entre los informes dados poruno de los expresados caballeros, lo siguíente:

En cuanto al peón, en realidad es increible lo quesufre. Es el empleado inferior a quien no se lehacen contratos, y si se le hacen no se le cumplennunca. Durante mis estancias en aquellos lugarespude observar y me di perfecta cuenta de los pro­cedimientos que siguen las negociaciones rnadere­rasycontratistas para con los peones. Generalmente,cuando deseosos de trabajar se internan losjornaleros en aquel infierno, llevan la engañadoray nunca realizada esperanza de regresar despuésde un año de destierro, con unos cuantos cientos depesos con que poder luchar en la vida. Mas cuandotermina el año de trabajo y al hacerle la nego­ciación o el contratista la liquidación de sus sala­rios, se le descuentan a precios sumamenteelevados, la ropa, los instrumentos de trabajo y laalimentación que se le proporcionó durante elaño, además de las medicinas que hubiera nece-

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sitado al enfermarse de paludismo o al ser mordi·do por alguna vibora, cosa general en aquelloslugares. Asi resulta que en la liquidación ya no esel contratista o la compañia explotadora la quedebe al peón, sino es éste quien adeuda una fuer·te suma y, por lo tanto, debe trabajar todo el añosiguiente para pagar su adeudo, el que va aumen­tando de año en año hasta quedar reducido el joma·lero a ser esclavo de la casa contratante, la que lopersigue y lo caza como fiera cuando trata de esca­parse. Ynunca consigue eludir esta criminal perseocución, por encontrarse tan alejado de cualquiercentro de civilización.Ya con todos estos antecedentes podrá el lector

formarse su propia opinión acerca de la situación queprevalece en esa comarca. Sin negar la posibilidad de

que se haya registrado alguna mejorla en los últitiempos, gracias a la actuación de las autoridadesde las agrupacion~ sindicales. nu~os informesen el sentido de que eXIste loda a un slnffn de aque escapan a la acción gubernativa y que es urcorregir Se neceSlla, en form apremiante,inlervención del gobl rno federal, ya sea ejercidamo lo sugiere el abog do Bmo o d cualquiermanera. y al preocupars por la suerte dedesgraciados, es nec 110 Que, Igu lmente, seestudiando I m n r d QU 100 ZOna tancomo lo es aQu lIa d QU v nlmos tratando, Imedianl los Ir b 'os d IIgor (desmonles.ras, san mi nlos d panl nos y Iodo lo derNsl.ocupar I Import ni pu 10 QU I correspondela estructur onOmjC d I R publl •