mi vida despues de irene por jorge megias

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mi vida después de irene

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ÍNDICE Pág

PRÓLOGO…………………………………………………………………….. 3 INTRODUCCIÓN …………………………………………………………… 4 I. CÓMO EMPEZÓ TODO ………………………………………………….. 6 II. DE URGENCIAS A LA UCI ……………………………………………... 8 III. IRENE DESAPARECE ………………………………………………….. 10 IV. EL CULPABLE …………………………………………………………. 29 V. SEMBLANZA DE IRENE ……………………………………………… 38 VI. GALERÍA DE IMÁGENES…………….……………………………… 42 VII. PENSANDO EN TÍ……….…………………………………………… 47 VIII. SALVEMOS OTRAS VIDAS……………………..………………… 64 IX. UNA VACUNA POR DESCUBRIR…………………………………. 68 X. RE-APRENDER A VIVIR ……………………………………………. 74

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PRÓLOGO

Jorge Megías me ha hecho el honor de pedirme que prologara su libro. Honor por la existencia de él y de su familia, buenas personas, y porque quizás no haya mayor expresión humana que la de un ser que lucha en el dolor. La despedida de Irene, intento de comenzar una nueva etapa que suceda a la que ya no está, será posible si esta nueva etapa llega a tener un valor cercano a lo perdido. La vida que retoma su valor. La vida misma; nada en especial, todo en general. El valor de este libro se me hace inmenso. Para mí es un testimonio del amor, de la desaparición del objeto del amor, y de la prolongación del amor. Un testimonio escrito por la vida, de la épica más fundamental de la poesía, las vicisitudes del amor humano. Es posible un segundo amor. Como la experiencia del primer amor lo enseña, cuando un amor cae, todo se siente imposible sin él. Sin embargo, cuando se produce un segundo amor - cierto es que no es lo mismo que el primer amor - éste es amor también. Este “también” es la piedra dura de roer. Han caído los términos absolutos. De ahora en más, a la vida se la construirá cada vez, cada día. Y eso será vivir. Es la vida del una vez más, ¡vamos todavía!. También - ¿por qué no? - desde el punto de vista del amor, el libro quiere acercar conocimientos prácticos y útiles, recogidos en la terrible experiencia, a las gentes; en el convencimiento de que pueden ayudarles - si se llegan a hallar en una situación similar - a identificar más fácilmente la enfermedad que sufrió Irene y otros cuadros semejantes, para tomar medidas rápidamente. Por el amor que en ella habla, esta obra es una donación social de símbolos y en ello quizás haya alguna forma de milagro. Quedamos igualados. La vida, a través de la felicidad y de la infelicidad, nos da o nos quita, pero en ambos casos nos hace humanos, en todos los caminos de nuestra naturaleza humana contingente.

LUIS E. SCHNITMAN El Dr. Luis Eduardo Schnitman es Médico Licenciado por la Universidad de Buenos Aires en 1969, colegiado nº 46488 por el Colegio de Médicos de Madrid, y ha ejercido como Psiquiatra y Psicoanalista, desde 1970 hasta la fecha, en Buenos Aires, Bogotá y Madrid. Es Miembro Fundador de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, desde 1982. Fue Director de su Departamento de Drogodependencias entre 1995 y 1998 y ha publicado varios libros: “Droga, adicción y cultura”, Bogotá 1987, “Tratamiento de las Drogodependencias”, Madrid 1995 y “Manual de Vuelo” (Poemario), Madrid 1987.

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INTRODUCCIÓN Mi hija Irene, de 17 años de edad, murió el Viernes 5 de agosto de 2005 a las 18:00 horas, a causa de haber contraído una septicemia originada por la bacteria de la meningitis B, llamada científicamente Neisseria Meningitidis grupoB. Jamás en mi vida hubiera llegado a imaginarme el escenario que me está tocando vivir. Perder a un hijo es lo más anti-natural, extraño y alucinante que le pueda suceder a cualquiera. Yo siempre había pensado en el futuro de mis hijos con ilusión, con confianza. Esperaba que se desarrollasen plenamente como seres humanos, en lo material, en lo espiritual, en lo familiar. Hubiera deseado ver cómo mi hija Irene se convertía en toda una mujer, cómo se ganaba la vida honradamente, aportando sus talentos a la Sociedad, cómo me daba nietos de los que enorgullecerme, con los que jugar en mi vejez…….. Hoy, 9 de Agosto de 2005, 4 días después de morir mi hija Irene, sigo buscando una respuesta al porqué de su muerte. He salido a pasear a las 7 de la mañana. He caminado en silencio, arrastrando mi dolor, por el parque forestal de nuestro pueblo, una pequeña localidad a las afueras de Madrid, completamente solitario a esas horas del día. Es un hermoso y umbrío lugar, plagado de pinos, chopos, cipreses, encinas, zarzas, juncos y otras especies vegetales. También contiene muchas especies animales. Hay muchísimos conejos, algunas ardillas y una gran variedad de aves, entre las que destacan, por su número, las palomas, las urracas, las lavanderas, los mirlos y los gorriones. He subido al punto más alto, desde el que se divisa una gran extensión del valle que rodea al pueblo. Me he sentado en el suelo y he preguntado, mirando al cielo, dónde estará mi preciosa hijita Irene, si estará bien, si se acordará de su papá, de su mamá y de su hermano. Si sabe que la queremos y la seguiremos queriendo muchísimo y si eso, nuestro amor, le pueda servir para estar mejor allá donde quiera que se encuentre. Pero no he obtenido respuesta alguna. No he visto señal alguna en el cielo, ni en los árboles, ni en los pájaros, ni en las ardillas. Ni siquiera el viento me ha sugerido murmullo alguno. Me va quedando claro que nadie me va a facilitar una respuesta satisfactoria a mi pregunta y que yo soy mismo quien tengo que encontrar mi propia respuesta. He pensado que ya hay, desde hace muchísimos años, una respuesta completamente elaborada y dispuesta para su consumo, que es la religión. Pero la respuesta de la religión, creer que hay una vida eterna después de ésta, no me consuela demasiado, porque supone que tengo que esperar a morirme para comprobar su veracidad y yo necesito una respuesta más inmediata, para poder seguir viviendo más o menos en armonía conmigo mismo, hasta que me llegue la hora de entrevistarme con la Parca.

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De repente, me ha venido a la cabeza la idea de escribir mis sentimientos en una especie de diario. Durante la estancia de una semana de mi hija en el hospital, previa a su muerte, escribir ha sido mi única válvula de escape, la única vía que he encontrado para mitigar algo mi dolor. Durante esta pasada semana, he escrito varios emails a mis muchos amigos de todo el mundo, haciéndoles partícipes de mi sufrimiento, de los que he obtenido unas hermosas contestaciones, que me han ayudado muchísimo a sobrellevar este doloroso proceso. Por eso creo que escribir mis sentimientos a partir de ahora, hasta que se me agote lo que tenga que expresar, puede ser una buena manera de seguir tratando de entender la extraña muerte de mi hija. Además, creo que mis pensamientos también podrían ayudar a otras personas en situaciones similares. Y creo que no solo la lectura de este escrito puede ayudar a las personas a mitigar su dolor tras la pérdida de un ser querido. También pienso que un mejor conocimiento de las condiciones en que se desarrolla esta enfermedad, la Meningitis B, y de sus síntomas, puede ayudar a salvar vidas, antes de que sea demasiado tarde. Por otra parte, si esto que hoy escribo llegase a publicarse como un libro, que pudiera estar al alcance de cualquier persona interesada en leerlo, los beneficios que se obtuviesen por la venta de los ejemplares se destinarán íntegramente a obras benéficas como, por ejemplo, apoyar la investigación sobre la vacuna para la Meningitis B o ayudar a Organizaciones No Gubernamentales actuando en países en vías de desarrollo. Si pudiera ayudar a otras personas a evitar que sufran como yo estoy sufriendo, eso, en sí mismo, quizá ya fuera la respuesta que ando buscando desesperadamente.

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I. CÓMO EMPEZÓ TODO El Viernes 29 de Julio de 2005 llegué a casa a las 20:00 horas aproximadamente, después del trabajo. No había nadie en casa y, mientras me estaba cambiando de ropa, recibí una llamada en mi móvil. Era mi mujer y me dijo que estaba en el Centro de Salud del pueblo con nuestra hija Irene, de 17 años, a quien le dolía la cabeza, tenía fiebre y debilidad muscular en general. Iban a atenderle de inmediato. Le contesté, instintivamente, que podría ser meningitis. Todos hemos oído hablar de los síntomas de la meningitis. Todos conocemos algún caso terrible y a todos nos ha espantado en algún momento pensar que nuestros hijos pudieran estar afectados por esa terrible enfermedad. Mi mujer me contestó que, por supuesto, le diría a la Doctora del Servicio de Urgencias que explorase esa posibilidad. Le pregunté a mi mujer, Puri, si quería que fuese yo también al Centro de Salud, por si precisaba ayuda con Irene, pero me contestó que no era necesario, porque nuestra querida vecina Marta también estaba con ellas. Unos 20 minutos más tarde, Irene y Puri llegaron a casa. Irene estaba pálida, desencajada y con fiebre. Fui a darle un beso y me dijo “Mejor no me toques, porque es que no soporto ni el roce de nada contra mi piel”. “Vale, Tesoro, como tú digas”, repliqué yo. Mi mujer me dijo que la Doctora le había hecho las pruebas específicas para saber si se trata o no de meningitis: Rigidez de la nuca, poner las piernas a 90 grados una vez tumbada, exploración abdominal, exploración de la garganta, medida de la temperatura, etc. La exploración fue negativa y el diagnóstico una inflamación de garganta, sin aparentes placas bacterianas, acompañada de fiebre y dolores musculares, como si de un proceso gripal fuerte se tratase. El tratamiento recomendado: administración de Ibuprofeno cada seis horas y control de la temperatura. Si ésta no remitiese, se debería volver al Centro de Salud . Y eso hicimos. Le dimos la primera toma de Ibuprofeno a las 20:30 horas, acomodamos a nuestra hijita en el sofá del salón, para estar cerca de ella y así poder controlarla mejor y salimos a charlar apaciblemente a la terraza, mi mujer y yo. Recuerdo que Irene dijo en ese momento “Papá, me muero”. Yo le sonreí, sin hacerle caso en absoluto, interpretando su expresión como una exageración de adolescente, y ella se conectó su discman a los oídos y se puso a escuchar música, así tumbada en el sofá. La noche era fresca y agradable y nada hacía presagiar la tragedia que se avecinaba.

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A las 00:30 horas, más o menos, nos fuimos a la cama. Irene ya no tenía fiebre prácticamente. La cogí en brazos, porque seguía casi sin poder mantenerse de pie, y la subí a la cama de su habitación. La acostamos y arropamos y se puso a dormir. A las 2:30 horas, seis horas después de la primera toma de Ibuprofeno, mi mujer le volvió a dar a Irene su toma de Ibuprofeno. Ya no tenía fiebre en ese momento. Pero, a las 6:30 horas del Sábado 30 de Julio de 2005, Irene pidió acostarse con su mamá. Sin duda, ella intuía, notaba de alguna manera que estaba muy malita, porque jamás en sus 17 años había pedido acostarse con su mamá. Cogí a mi hija en brazos y la llevé a nuestra cama de matrimonio, para que estuviera cerca de su mamá, como ella quería, y yo me fui a echar en un sofá de la planta inferior de nuestra casa. Pero no me había acostado en el sofá todavía cuando mi mujer me llamó con urgencia. Subí a nuestra habitación y mi mujer, Puri, me dijo “Mira cómo tiene la piel Irene”. Efectivamente, Irene tenía grandes derrames y hematomas por todo el cuerpo, brazos, piernas, tronco. En ese momento comprendimos que algo muy grave le estaba sucediendo. Ella misma, nuestra pobre hijita, dijo “Pero, ¿qué le está pasando a mi cuerpo?”. Inmediatamente la vestimos entre mi mujer y yo y salimos disparados los tres con mi coche hacia el servicio de urgencias del hospital de la Zarzuela, en Aravaca. Nuestro hijo Jaime dormía y no quisimos despertarle. La tragedia ya estaba servida.

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II. DE URGENCIAS A LA UCI. En el trayecto entre nuestra casa y el Hospital de la Zarzuela, el Sábado 30 de Julio de 2005 a primera hora de la mañana, recuerdo que el velocímetro de mi coche llegó a marcar los 190 km/hora. Yo iba tan deprisa como podía. En los escasos 15 minutos que duró el trayecto no articulamos una sola palabra entre los tres, Irene, Puri y yo. Los tres intuíamos que aquello no era normal. No imaginábamos qué dolencia pudiera ser, después de que la meningitis estaba descartada. Venían a mi mente escenas de esas películas de ciencia ficción o de episodios televisivos de expediente X, donde alguien contrae el virus de Ébola, o alguna otra de esas enfermedades infecciosas, que destroza un cuerpo humano en cuestión de horas. Algo así de alucinante, precisamente, era lo que estaba pasando. Estacioné mi coche delante de la puerta del servicio de Urgencias del Hospital de la Zarzuela, bajé de él, cogí a mi hija en brazos y pasé por recepción. En cuanto la vieron los médicos de guardia la atendieron de inmediato. En 5 minutos ya estaba tumbada en una camilla y contaba con un respirador portátil de oxígeno aplicado sobre su nariz y boca. Una doctora nos dijo “Esto podría ser una infección muy grave”. Ahí ya mi mujer empezó a llorar y ambos comenzamos a sufrir nuestro calvario particular. Traté de calmarla e infundirle ánimo. Tengo una mujer deliciosa y sensible, que a veces no puede contener sus emociones, pero, al mismo tiempo, mi Puri es fuerte y valerosa. ¡Cuánto la quiero!. En seguida subieron a Irene en su camilla a la Unidad de Cuidados Intensivos, a través de uno de esos ascensores anchotes, especiales para transportar enfermos en camilla. Puri y yo subimos a la planta de la UCI por una escalera. Cuando se abrió la puerta del ascensor, allí estaba la camilla de Irene, rodeada de médicos y enfermeras. Irene, al reconocerme de frente, expectante, con mi gesto de preocupación, levantó un poco su mano derecha como en señal de despedida, así como diciéndome “Adiós papá, no te preocupes, te quiero mucho y me estoy muriendo”. Al menos así es como yo lo recuerdo. Es un momento que jamás olvidaré, porque ese fue el último momento en que pude ver consciente a mi preciosa hijita, Sol de mi vida. Una despedida que duró quizá un segundo. Cómo me hubiera gustado apretujarla contra mi pecho en ese momento, darle un millón de besos, decirle que la quiero muchísimo y que hiciera el favor de no morirse. Pero, en aquel instante, lo que contaba era la rapidez en tratarla, con la mayor urgencia, con la mayor diligencia. Volcarse en su curación. Se trataba de una persona joven, de un cuerpo resistente, más resistente que el mío, teóricamente, que es un cuerpo de casi 49 años.

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Su camilla atravesó la puerta de la sala de la UCI, que se cerró automáticamente tras de ella, y en ese momento, Sábado 30 de Julio de 2005 a las 7:30 horas, comenzó la semana más trágica de mi vida.

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III. IRENE DESAPARECE. + Sábado 30 de Julio de 2005: la angustiosa espera. Ese día lo pasamos íntegramente, mi mujer y yo, en la antesala de la UCI, desde que Irene entró en la UCI, a las 7:30 horas, hasta que nos fuimos a casa por la noche. Serían las 22:30 horas. Llamamos a algunos familiares próximos, que vinieron a acompañarnos en nuestra angustia. Bebimos algo de agua de vez en cuando, pero no comimos nada en todo el día. Nuestro apetito había desaparecido. De vez en cuando un médico o una enfermera salía de la UCI y nos informaba de la evolución de Irene. Estaba sedada, le estaban administrando fuertes dosis de antibióticos y estaban monitorizando todas sus constantes vitales, corrigiendo las desviaciones. A las dos o tres horas del ingreso de Irene en la UCI, el médico de guardia nos dijo que se había confirmado que el agente infeccioso era el Meningococo B y que debíamos disponer acciones de profilaxis para evitar que las personas cercanas a Irene resultásemos infectadas también o que se desencadenase una epidemia. Ese informe médico ya me hizo presentir que Irene no estaba bien, porque el médico ya estaba pensando en la salud pública, como dando por sentado que Irene no tendría salvación. Pero yo quería saber cómo estaba Irene y así le pregunté al médico, quien nos dijo que estaban haciendo todo lo posible por frenar el avance de la infección, pero que su cuerpo no estaba reaccionando bien al tratamiento. Al final del día, a las 22:00 horas aproximadamente, nos dijeron que ya se había frenado el avance de la infección y la acidosis de su sangre, pero que Irene seguía teniendo un pronóstico gravísimo. En las próximas horas se vería su evolución y las secuelas que la infección hubiera dejado a su paso. Nos aconsejaron marchar a casa a descansar, porque de nada servía nuestra presencia en el hospital, con una Irene sedada artificialmente y vigilada constantemente por el equipo médico. Eso hicimos. Nos fuimos a casa. No cenamos nada y nos acostamos en seguida. Estábamos agotados de todo un día de tensión e incertidumbre. Nuestra hija seguía viva, era una persona joven. Era normal pensar en que pudiera recuperarse. Dios aprieta pero no ahoga. A partir de esa primera noche, siempre que estuviera despierto, me dediqué a hacer una de las primeras cosas que mi madre me enseñó de pequeño: rezar. Rezar por la curación de mi hija.

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Soy católico no practicante. No estoy seguro de la existencia de Dios, no he sido dotado del don de la Fe. Sin embargo, en un alarde de espíritu práctico, muy en línea con mi profesión de Ingeniero, por si acaso Dios existe me puse a rezar. Además de algunas oraciones oficiales que todavía recuerdo, ideé una oración muy íntima y personal, la más adecuada a mi condición de católico a medias, que dice así: “Dios, si es que existes. Si es que gobiernas nuestras vidas allá desde los espacios infinitos, salva a mi hija Irene. Por compasión te lo pido”. El caso es que repetí esta oración en mi mente hasta la saciedad. Pero Dios no me oyó.

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+ Domingo 31 de julio de 2005: Morir dos veces cada día. La UCI del Hospital de la Zarzuela tiene dos horas de visita, las 12:30 y las 17:30 horas, a fin de que los familiares de los pacientes allí ingresados puedan entrar a verlos. En la visita de la mañana, el médico de guardia informa a los familiares de la evolución de cada paciente. El informe de las 12:30 horas sobre Irene fue demoledor. El pobre médico de guardia, abrumado por la situación, no se atrevía a comunicarnos las malas noticias, no sabía cómo describir el estado de deterioro de mi preciosa hijita y optó por decir “Está muy mal”. Ya se marchaba el médico de nuestro lado, sin más de talles sobre la salud de mi hija cuando, no dando crédito a su comportamiento, le pregunté “Bueno, oiga, ya se que está muy mal. Pero hágame un resumen de la situación, por favor”. Entonces, ya sin posibilidad de escape a nuestra lógica curiosidad y preocupación, el médico nos dijo “Tiene totalmente necrosadas las cuatro extremidades y la piel del abdomen. Le estamos inyectando continuamente plaquetas y su cuerpo no las genera, sino que las consume a la misma velocidad a la que se le inyectan. Su función renal es inexistente, no orina por sí misma y estamos pensando en conectarle una máquina de diálisis en las próximas horas. Tenemos indicios de que su hígado tampoco funciona. Sus pulmones funcionan parcialmente y siempre con ventilación asistida. Su tensión arterial se mantiene gracias a la inyección de productos químicos. Se trata de una situación gravísima de la que, aunque salga adelante, tendría unas secuelas brutales”. Yo necesitaba que el médico me diera alguna noticia positiva y le pregunté “Doctor, dígame algo. Ya se que mi hija está muy grave pero todavía está viva, ¿verdad?”. “Sí, eso sí. Todavía está viva”, me replicó. Con eso, yo ya tenía algo a lo que aferrarme para poder sobrevivir con un punto de esperanza hasta el día siguiente. A mi vista, el aspecto de mi hijita no era, desde luego, prometedor de una pronta recuperación. La piel de su cuerpo presentaba efectivamente toda esa necrosis que el médico describió, en una gran parte de su superficie, y era previsible pensar que esa misma situación de rotura de vasos sanguíneos que se observaba a nivel exterior se reprodujera en el interior de su cuerpo, generalizada en muchos órganos y sistemas. Su carita de Angel tenía una gran mancha en el moflete izquierdo y una serie de pequitas más pequeña en el lado derecho. Aún así, su pecho se levantaba y descendía serenamente, impulsado por la máquina de respiración asistida, dando una apariencia de normalidad, como de estar dormidita. Mi Ángel, qué preciosa estaba. La situación en la visita de la tarde fue prácticamente la misma. Ningún avance positivo. Todo seguía igual. Ya entonces tenía un riñón artificial conectado, para sustituir la función de los suyos propios, totalmente arruinada.

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A partir de ese momento, nuestras dos visitas diarias a la UCI del hospital se desarrollaron con un mismo esquema: En el viaje de ida, desde casa al hospital, siempre albergábamos la esperanza de que algo cambiase, de que Irene se pudiera recuperar milagrosamente, de que Dios escuchase nuestras plegarias. En el viaje de vuelta, desde el hospital a casa, todo era silencio y desolación. Otra vez la esperanza rota, el corazón partido, el pesimismo de ver cómo Irene no evolucionaba positivamente. Era como morir dos veces cada día.

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+ Lunes 1 de Agosto de 2005 a Jueves 4 de Agosto de 2005: Mi campaña para movilizar a Dios. Ninguna evolución positiva en la salud de Irene, en ninguna de las dos visitas diarias a la UCI del hospital. Eso me indujo a pensar que igual fuera bueno que hubiera más gente en el mundo rezando por Irene. Como no sé muy bien cómo funcionan las cosas de Dios, inocentemente pensé que si se incrementaba la cantidad de orantes, unidos en una sola voz, igual Dios se lo pensaría y haría reversible el proceso de muerte de mi hija. A partir de ese día comencé a escribir emails desde casa, prácticamente uno al día, a mis amigos de todo el mundo, de Europa, Asia y América. El objetivo era doble. No solo el intentar movilizar a Dios, sino el de permitirme llorar en la soledad de mi despacho en casa, frente a la pantalla de mi ordenador, lejos de la rutina diaria de tener que hacerme el fuerte en el hospital, delante de mi hijo, mi mujer y mis familiares. Esa serie de emails han supuesto para mí un gran desahogo. Compartir mi dolor con mis amigos, en la distancia del ciberespacio y en horas de madrugada, ha sido para mí una de las experiencias más hermosas e íntimas que recuerdo. Como fruto de esa campaña de envío de emails, he recibido así mismo numerosos emails de respuesta, tratando de infundirme ánimo y esperanza. Todos ellos han sido igual de importantes para mí, me han hecho romper en lágrimas y me han ayudado a intentar encontrar sentido a esta extraña y dolorosa experiencia de perder a mi querida hija. A continuación reproduzco algunos de ellos.

. o O o . Jorge, Solo te puedo decir que lamento mucho lo sucedido y que por supuesto estoy contigo en tu dolor y pidiendo a Díos por tu hija para que supere esta terrible situación. Agradezco el que me hayas compartido tu tristeza y si en algo puedo ayudar será para mí un honor. Estoy contigo y te deseo toda la fortaleza para superar esta prueba. Gracias y bendiciones para toda tu familia. Sobre todo para tu niña. Éxito y que Díos los bendiga. René Tapia, México D.F., 2 de Agosto de 2005

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Estimado Jorge, Según los estudiantes del espiritismo, antes de nacer, cada persona elige dónde quiere nacer, con qué familia, en qué lugar y qué hacer durante su vida, es decir, su misión y, cuando esta se termina, el espíritu se libera del cuerpo y sigue su camino de evolución en otros planos. Aquí, en Brasil, sigo rezando para que la misión de tu hija en este mundo no se haya terminado. Con amor del eterno amigo Tadany Cargnin Dos Santos, Rio Grande do Sul, Brasil, 3 de Agosto de 2005. Los caminos de Dios no son nuestros caminos. A veces no son ni siquiera los caminos de las personas que han sido elegidas. A veces para las mismas personas elegidas, los caminos de Dios son sumamente obscuros, son sumamente extraños, no son siempre comprensibles. Esto es muy importante para nosotros, porque a veces podríamos pensar que las personas que han sido elegidas por Dios para hacer una grandísima obra en su vida, tienen realizados y escritos todos los puntos y comas de los planes de Dios; y no es así. También las personas elegidas por Dios para realizar una gran obra en su Iglesia tienen que ir, constantemente, aprendiendo a leer lo que Dios nuestro Señor les va diciendo. Besos, Koldo Luis Ortigosa Eguiraun, Madrid, 3 de agosto de 2005 Es duro ¿verdad?, yo también lo sé, y solo el tiempo y una buena dosis de fuerza de voluntad pueden hacer que una persona querida siga viviendo en la mente y el recuerdo de los que la quisieron y con unos sentimientos hacia ella mucho más fuertes. Es la fuerza de voluntad la que hace que esa nueva vida en el recuerdo, en solitario o con familiares o amigos sea una vida alegre, positiva y siempre en los 17. Los recuerdos no envejecen y el tiempo seleccionas los mejores momentos. Cuesta vencer a la tristeza para que no se implante en nuestros sentimientos y nos agobie, pero merece la pena, por uno mismo, por los de alrededor a los que hay que darles fuerza y también por ella. Mis deseos de que ese 10% se consolide y puedas seguir disfrutando físicamente de tu hija.

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Un abrazo Héctor Héctor García Rodríguez, Oviedo, 3 de Agosto de 2005 Jorge, todavía estoy emocionada con tu escrito......... Sé que la cosa no es fácil, pero eso no quiere decir que sea imposible. Ya sabes que a mi hermano y a mí no nos daban ninguna esperanza por mi madre. Incluso nos dijo su neurocirujano que la operaba porque tenía 52 años, que si hubiera tenido 70 la hubiera dejado sin hacerla sufrir con una operación así. Pero ella salió, con sus cosas, que de sobras conoces, pero ahí está. Con ello sólo te quiero decir que Irene está luchando y eso ya es mucho. Eso significa que hay una oportunidad, así que nos agarramos a ella con uñas y dientes. El día que el neurocirujano le dio el alta a mi madre le dijo: "Adela, esto no lo he hecho solo yo". Mi madre ya tenía planeado ir al Pilar antes de volver por fin a su casa y así lo hizo, con lo malica que todavía estaba se fue al Pilar a dar las gracias. ¿Quien te dice a ti que no me vienes a hacer una visita el día que vengas al Pilar a darle las gracias? Ayer por la tarde estuve con una amiga y le comenté lo que le sucede a Irene. Me dijo que una conocida suya pasó por lo mismo a los 15 años. Los médicos no daban ninguna esperanza y mira, han pasado años y hoy es una muchacha sana. Arriba ese ánimo que aquí no hay nada perdido. Un besico y muuuuuucha energía positiva. María José María José Ibáñez Félez, Zaragoza, 3 de Agosto de 2005

Dear Mr. Megias,

I am sorry about the news of your daughter having an illness.

May God watch over your daughter and your family at this time of need.

I hope you take care of yourself. God has a plan for you. Your family now needs you to be strong to take care of them. I really hope Irene will get well soon. It is now in the hands of God. Irene will be in our prayers here in Asia.

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May all Blessing come to you in the most unexpected way.

Many blessings,

Paul

Paul Siu Kong Ng, Taiwán, 3 de Agosto de 2005 AMIGO, HERMANO: JORGE No acierto que decir y me desconsuela no poder hacer más por tu princesita llamada IRENE, pero todos tenemos una misión aquí en la tierra y una vez concluida poco a poco seremos llamados a donde tengamos que ir, déjame decirte y te sirva de consuelo de que he elevado oraciones por la pronta recuperación de tu solecito porque mientras exista una esperanza habrá vida, Con mucho cariño Belma Luz. Belma Luz Aguilar Herrera, Oaxaca, México, 4 de Agosto de 2005 Querido Jorge, No he podido sino empezar a llorar al leer tu carta. Siento no haber sabido nada antes y no haberte podido acompañar de algún modo en tu sufrimiento. Sé que en estos momentos ningún consuelo es válido y yo como padre no podría ni tan siquiera imaginar algo así. No es justo que siempre las personas buenas tengan que sufrir. Seguro que cualquier decisión que tomes será la acertada y seguro que para ella estará reservada una existencia futura. Ruego para la mejoría de tu hija Irene y lamento no poder estar a tu lado en estos momentos tan difíciles. Con todo mi apoyo y cariño Alfonso Alfonso Sánchez, Sofía, Bulgaria, 4 de agosto de 2005 Mi muy querido Jorge,

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No recuero la última vez que lloré pero ahora las lagrimas me impiden ver lo que escribo. Que este mi dolor te quite al menos parte de tu pena. No te lo mereces pero la vida es tremendamente injusta. Un fortísimo abrazo Alberto Alberto Ceña, Almería, 4 de Agosto de 2005 Estimado Jorge. Los que te apreciamos también estamos rezando y pidiéndole a cada momento al Todopoderoso que haga el milagro que estamos esperando y puedas volver a compartir con tu familia la dulzura de tu querida hija. Tenemos fe ya que recibes muchas muestras de apoyo que te fortalecen , compartimos contigo tu situación y esperamos con el apoyo de Dios lo mejor para tu familia Un fuerte abrazo Álvaro Álvaro Velázquez Maldonado, Juchitán (Oaxaca), México, 5 de Agosto de 2005 Hola Jorge: Anoche, cuando llegué a casa vi tu mensaje en mi móvil y ahora que para trasmitirte un poco de ánimo he venido al ordenador, encuentro tu otro mensaje que me deja apenado. Los dos sabemos que esta vida es así de ... pero que hay que coger lo mejor, o lo menos malo, que es lo que estás haciendo, buscas consuelo en los mejores recuerdos que tienes de tu hija. El tiempo y la obligación que tienes de infundir seguridad y estabilidad emocional en tu familia serán tu mejor aliado. Sé que no te dejarás arrastrar por la tristeza o por el desasosiego, en lo que te conozco no te he visto hacerlo nunca a pesar de los problemas, y aunque este es el más grande lo superarás. Yo siempre veo a los demás bajo mi prisma y por eso te digo que estos dos días serán muy duros, quizás los peores, pero luego, en la soledad y en la intimidad de la familia, ayudándose unos a otros, las cosas se van asumiendo, y se cogen fuerzas, muy necesarias, para seguir viviendo. Para seguir viviendo que la vida no para. Mucho ánimo, Jorge y un fuerte abrazo. Héctor

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Héctor García Rodríguez, Oviedo, 6 de Agosto de 2005 Estimado Jorge y Familia, Desde Brasil les enviamos muchas energías positivas y el deseo de que la luz de Dios ilumine y que el espíritu de su hija que, ciertamente, alzará otros planes para seguir con su misión espiritual, Fraternos deseos Tadany Tadany Cargnin Dos Santos, Rio Grande do Sul, Brasil, 7 de agosto de 2005

Estimado Don Jorge,

Le agradezco mucho nos haya compartido el hermoso mensaje de despedida a Irene. Para mí, es un gran ejemplo del cariño infinito que debe tener un padre hacia sus hijos, y de la fuerza y convicción con que se debe contar para creer en la luz eterna de aquellos que nos dejan. Le pido a Dios, don Jorge, que estas creencias hermosas nunca lo dejen a Usted y a los suyos. Aquí en México cuenta con amigos. Muchas gracias por ser tan buen ejemplo.

Sinceramente,

Pablo Gottfried

Pablo Gottfried, México D.F., 8 de Agosto de 2005.

Querido Jorge,

No pude estar contigo el sábado en el velatorio, ni el domingo, cuando despedisteis a Irene. Me hubiera gustado darte un fuerte abrazo. No sólo para compartir el momento de dolor y pésame, sino también para agradecerte por haberme hecho participe de tus sentimientos en los correos que nos has pasado durante esta semana angustiosa.

Has vivido estos días probablemente una de las experiencias más terribles que puede sufrir un ser humano: la pérdida de un hijo. Y Dios ha querido que compartas ese inmenso dolor, esa incredulidad, ese estupor con un grupo de gente a la cual no sólo has movilizado a la oración sino también a la reflexión.

Vivimos en un mundo demasiado suficiente en sus logros, bienes materiales, calidad aparente de vida. El otro día, decía el párroco de una iglesia en Gerena, junto a Sevilla, que esta sociedad más suficiente, con muchos más medios materiales, es menos feliz, que se cuentan menos chistes. Yo creo que es menos humana. No gustan ni los chistes, ni que nos recuerden lo poco que somos, lo poco que duramos, nuestra condición de

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aves de paso, de paso breve. No queremos que nos hagan pensar, en realidad para qué estamos aquí, con lo poco que dura esto, con lo rápido que se llevan a nuestros seres más queridos. Y que hay detrás de todo esto. Que pasa cuando apagan la Luz.

Lo dices tú en tu In Memoriam, cuando apuntas que Dios nos tiene reservadas misiones superiores, y que nos prepara con el sufrimiento. No me cabe la menor duda que es así. Es sólo en nuestra miseria cuando nos damos cuenta que necesitamos a Dios para ser mejores, para que nos ayude a superar nuestras deficiencias. Es también en el sufrimiento, en lo incomprensible, cuando vemos mucho más claro que no estamos en control de todas las situaciones.

Que nuestro libre albedrío consiste precisamente en abrirnos ó no a esa realidad de un ser superior, que nos ama incondicionalmente, y que nos ha transmitido con su Palabra, suficientes claves para navegar con seguridad en esta estación de transito.

Nada os va a consolar por la pérdida de Irene, salvo la grandeza del tremendo Amor que sentís por ella y que habéis transmitido a los demás y salvo la certeza de que está cerca de Él, en su presencia, desde donde cuida de vosotros, de nosotros, como parte de esa Comunión de Santos, que interceden continuamente por nosotros.

Un fuerte abrazo,

José Galíndez

José Galíndez, Vitoria, 9 de Agosto de 2005

Estimado Jorge Megias: A continuación quisiera compartir esta reflexión en memoria de tu princesita. " La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrenal adquirimos una mansión eterna en el cielo " Deseamos una pronta recuperación para tu FAMILIA Un abrazo Álvaro Velázquez M. Álvaro Velázquez Maldonado, Juchitán (Oaxaca), México, 10 de Agosto de 2005

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El Martes por la mañana le retiraron la sedación e Irene seguía sin despertar. El mismo Martes, por la tarde, le hicieron un electroencefalograma, que daba como resultado menos de un 10% de actividad cerebral.

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Ningún avance el Miércoles. Ese día le hicieron un escáner cerebral y advirtieron que su cerebro estaba muy inflamado, con un enorme edema, también como resultado de la batalla que su cuerpo libró en su lucha interna contra la infección. El Jueves otra vez ningún avance. Mi princesita yacía allí boca arriba, sus ojitos cerrados. Sus manos y sus pies vendados, rodeada de aparatos y tubos conectados a su cuerpo. Las manchas de su cara iban perdiendo el color oscuro y tornándose más violáceas, como si se estuviese recuperando. Pero eso era solo lo que los que la queremos queríamos ver. Irene no se estaba recuperando, sino que cada vez estaba más cerca de la muerte, cada vez era menos Irene. Su madre, su hermano, yo, los familiares, los amigos y amigas, entrábamos a verla cada día y le decíamos cosas. Puri, mi mujer, se esforzaba en decirle al oído, una y otra vez, que despertase, que ya estaba bien de ser una holgazana y estar allí tumbada sin hacer nada. Que teníamos pendiente nuestro programado viaje a Roma para estas vacaciones, que esperaríamos a que se recuperase en casita y volveríamos a planear ese viaje. Que ya era hora de irnos todos a casa…….. Lo más probable es que Irene no nos pudiese escuchar, dado su estado de ruina orgánica generalizada, pero a nosotros esa conversación con su cuerpo inerte nos transmitía algo de paz, dado lo precario de la situación. Todos seguíamos rezando por ella, pero el milagro esperado no parecía fuese a producirse.

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+ Viernes 5 de Agosto de 2005: Podría ser todavía peor. En la visita de las 12:30 horas a la UCI ya había muy pocas esperanzas de curación. El médico de guardia nos dijo que la situación era prácticamente terminal. Que ese mismo día por la tarde se le volvería a hacer un electroencefalograma, para verificar su actividad cerebral. Lo más probable era que el electro saliese plano, lo cual indicaría la muerte cerebral absoluta y se procedería a certificar la defunción. Ese es el momento en el que, en los casos de muerte cerebral con órganos aprovechables, se toma la decisión de donar los mismos porque, aunque se pueda mantener artificialmente la vida de ciertos órganos, la muerte cerebral es irreversible e implica que el individuo afectado nunca más será consciente ni podrá dirigir con su cerebro las funciones de su cuerpo. Pero, aún en esta situación tan crítica, cabía también la opción de que su cerebro tuviera alguna actividad cerebral, e incluso mayor que la que se registró en Martes en el primer electroencefalograma. En ese caso, se seguiría manteniendo artificialmente su vida orgánica pero, dado el enorme grado de destrucción de su cuerpo, era casi seguro que hubiera que amputarle las cuatro extremidades, además de tener que recurrir al trasplante de un buen número de órganos. Ya me podía imaginar a mi hijita despertando de su largo sueño y verificando horrorizada que, a sus 17 años, en la flor de su vida, ya no tendría manos ni pies nunca más y tendría que estar atada a una cama de hospital durante muchas horas durante el resto de su vida. No, yo no podía desear eso para mi hija. Mi hija, una persona de espíritu libre, libre como el viento, con sus ansias de explorar el mundo, de sorberlo a tragos profundos, de llegar más allá de donde otros hubieran llegado……. No, ese futuro no era compatible con mi hija Irene. Incluso aunque egoístamente yo hubiera podido desear que viviera, aunque fuera en el estado que fuese, si pensaba en mi hija, si me ponía en su lugar, lo mejor era, llegados a este punto, que muriese. En las condiciones en que su cuerpo se encontraba, el milagro necesario para su curación ya no sería un milagro normal, una de esas recuperaciones asombrosas que pasan a los anales de la medicina, no. El milagro que Irene necesitaba era que la Virgen en persona se apareciese en el Hospital, que rodease con su luz el cuerpo de mi hija y que decretase que Irene se curase, por voluntad divina. El Hospital pasaría entonces de ser un centro de salud a un lugar santo de peregrinación, compitiendo con Lourdes, con Fátima, o incluso con la hortera cutrez de la explanada donde algunos dicen se apareció la Virgen en El Escorial. Como yo no me siento merecedor de uno de esos super-milagros, a partir del Viernes por la mañana comencé a temer que la situación todavía pudiese ser peor y, es duro

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reconocerlo, pero comencé a desear que mi hija muriese dignamente. Así como estaba, dormidita, en su camita de la UCI del hospital, sin enterarse de nada de cuanto acontecía a su alrededor y sin sufrir ninguna muerte horrible. Entonces Dios sí que escuchó mi plegaria. A las 18:00 horas de ese Viernes 5 de Agosto de 2005, los médicos certificaron la defunción de mi hijita. El electro salió plano durante más de dos horas y ya no quedaba duda alguna: Irene estaba muerta. Todos estábamos allí, en la antesala de la UCI del hospital, sus padres, su hermano, sus familiares y amigos, esperando y temiendo el desenlace final. A las 18:30 se nos comunicó la noticia de la muerte de Irene y pudimos despedirnos de ella dando a su cuerpo nuestro último y más sentido beso. Acto seguido llamé a una empresa de servicios funerarios y organizamos el velatorio del cuerpo de Irene a partir del día siguiente, Sábado 6 de Agosto, y un responso por su alma, junto con la incineración de su cuerpo, el Domingo 7 de Agosto por la mañana, todo ello en el tanatorio-crematorio de El Escorial. Ya nunca más volveríamos a disfrutar de la presencia física de Irene. Mala suerte, compañero.

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+ Sábado 6 y Domingo 7 de Agosto de 2005: La despedida. Muchísimas personas acudieron a despedir a Irene, teniendo en cuenta que se trataba del mes de Agosto, el mes vacacional por excelencia en España. Junto a la puerta de entrada de una de las salas del tanatorio había colocado un cartel con su nombre, IRENE MEGÍAS ROCA. Cómo me dolía ver allí escrito su nombre, el de mi preciosa Princesita. Cuánto más me hubiese gustado ver su nombre colocado a la entrada de un despacho de una empresa, cuando ella fuese mayor, o simplemente colocado en una placa en la puerta de entrada de su domicilio, suponiendo que se hubiese independizado de nosotros y llevase las riendas de su propia vida. En fin, nunca sabes lo que la vida te tiene preparado, nunca. Dentro de la sala se podía ver una gran ventana que daba a otra salita más pequeña, la cual contenía un precioso féretro, de madera no demasiado oscura, La estancia del féretro se iba llenando de flores a medida que pasaban las horas. Si la abundancia de flores fuera proporcional al cariño que todos sentíamos por Irene, estaba claro que Irene era muy querida, porque al final ya no había espacio para alojar más ramos, coronas y palmas de flores. Me gustó ver a mi niña, lo más hermoso que me ha sucedido en la vida, entre tanta hermosura natural. También había en la sala sillas y sillones que iban siendo ocupados por familiares y amigos. A lo largo del desarrollo del velatorio, el abrazo de cada nueva persona que entraba en la sala disparaba su llanto y el mío. Así, unidos en el dolor y perplejos por esta muerte tan sin sentido, nos encontrábamos todos los presentes. Cuánto consuela, en esas horas difíciles, que tus familiares y amigos compartan contigo tu dolor. Agradezco muchísimo a todos ellos su presencia, les quiero y les deseo todo lo mejor en sus vidas. Después de su misa de 12, el cura párroco de El Escorial vino al tanatorio, a dar un responso por el alma de Irene, que fue sencillo y comedido. Me gustó. Dijo que la respuesta del cristianismo a la perplejidad de la muerte está en el misterio de la Cruz. Que cuando uno de los ladrones crucificados junto a Jesús le preguntó “Si de verdad eres hijo de Dios, ¿por qué no le dices a tu Padre que te libre de esta muerte horrenda?”. Sin embargo, no hubo respuesta. Nadie libró a Jesús de su muerte. Eso sí, tres días después, Jesús resucitó de entre los muertos. Por eso, si se cree en esa vida eterna después de ésta que ahora vivimos, se relativiza el dolor de la muerte física, puesto que esa muerte tan solo se trataría de una primera fase de evolución dentro de un proceso más largo que culmina en una vida eterna, esto es, da la que ya no se muere. Está bien, me pareció un responso correcto y muy respetable, dentro del esquema del cristianismo.

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Yo también dije mi responso como despedida de Irene, después de que el párroco hubiese terminado el suyo. Bueno, en realidad no pude pasar de leer la primera línea de la nota que preparé para la ocasión, porque la emoción me impedía articular palabra. Sin embargo, uno de mis primos la leyó por mí. Mi responso fue el que reproduzco a continuación. Irene, In Memoriam: Queridos familiares y amigos, Voy a intentar despedir a Irene leyendo esta nota que he preparado en su memoria, aunque no sé si voy a ser capaz de hacerlo, porque la emoción me embarga y mi garganta podría bloquearse involuntariamente. Si no pudiera hacerlo, mi primo Alejandro me sustituirá en su lectura. En primer lugar, queremos expresaros nuestro más profundo agradecimiento por compartir estos momentos de dolor. Vuestra presencia hoy aquí actúa como el mejor bálsamo para sanar nuestras almas heridas. Nuestra querida Irene ha muerto. La causa de su muerte ha sido la descomunal batalla que su joven cuerpo ha librado en contra de una bacteria asesina que, de forma fulminante y en unas pocas horas, llevó a nuestra Irene desde la vitalidad propia de su edad hasta la más completa destrucción orgánica. En mi mente solo puedo construir dos explicaciones a la muerte de Irene: * La primera sería que esa imagen de un Dios bondadoso y misericordioso que nos inculcaron de pequeños es pura invención humana. Que ese Dios no existe porque, de existir, no permitiría que una persona de 17 años, en la flor de su vida, tenga que renunciar a disfrutar de esta apasionante aventura que es el vivir. * La segunda explicación sería que Dios existe, pero que su plan para cada uno de nosotros es tan complejo que nunca seremos capaces de comprenderlo. ¿Os habéis dado cuenta de que las personas que sufren intensamente en esta vida alcanzan un nivel de bondad superior al de las personas que llevan una vida más placentera, más exenta de sufrimiento? Personas minusválidas, personas que sufren tragedias personales y familiares de todo tipo, son muchas veces extremadamente bondadosas, se desviven por ayudar a los demás, desprenden un halo de humanidad que ilumina a todos cuantos están a su alrededor, alcanzan un nivel superior en la intensidad de su espiritualidad. Quién sabe, igual Dios sí que existe y nos necesita para misiones superiores, para las que precisa capacitarnos a base de sufrimiento. No sé, me conforta pensarlo así.

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Lo que sí se es que mi hijita Irene ha sido para todos nosotros, sus padres, hermano, familiares y amigos, un regalo del Cielo durante sus 17 años de vida en esta Tierra. Irene siempre ha sido cariñosa, sensible, sociable, comunicativa, inteligente, dada a los demás, siempre pendiente de las necesidades de quienes están a su alrededor, siempre dispuesta a ayudar a los que sufren, incluso aunque no les conociera de nada. Irene ha sido un Ángel para todos cuantos la conocimos y quizá ya haya terminado su misión entre nosotros, iluminándonos con su Luz, y ahora haya sido llamada a confortar y a ayudar a otras personas más necesitadas, de una forma u otra. En su estancia en el hospital siempre la he visto guapa y serena, verdaderamente hermosa, con su carita todavía de niña y su larga y brillante cabellera rubia. Allí, en su camita, dormidita como cuando yo la arropaba por la noche de pequeña, le he susurrado al oído con frecuencia que todos la queremos mucho, que es nuestro Tesoro y que siempre lo será. Puede que no me haya escuchado con sus oídos, pero creo que sí lo ha hecho con su corazón. Su alegría, su luz, su recuerdo, nos llenará siempre de dulzura a todos cuantos la conocimos y nunca, nadie, podrá impedir que siga viviendo dentro de nosotros. Siempre la llevaremos en nuestro corazón, porque ella es parte de nosotros, así como nosotros somos parte de ella. El viernes 5 de agosto, a las 18:00 horas, cayó el telón del último acto de la corta vida de mi hija Irene. A esa hora, los médicos observaron nula actividad cerebral durante dos horas seguidas y certificaron su defunción. No se ha producido el milagro que todos hemos estado esperando a lo largo de una semana entera, volver a verla feliz y sonriente entre nosotros. Muchas personas de varios países de Europa, Asia y América han estado rezando sin éxito por su curación. Pero sus padres, hermano, familiares, amigas, amigos, profesores y todos cuantos la conocimos, hemos sido testigos de otro milagro, que ha sido el hecho de haber disfrutado de su maravillosa presencia durante 17 años. Lo que ahora deseo es que la amargura de esta hora oscura se torne pronto en ternura, que sus familiares y amigos volvamos a encontrar la alegría de vivir, manteniendo por siempre en nuestros corazones la frescura, la bondad, la chispa de nuestra querida Irene. En casa, su habitación siempre tiene la puerta abierta. No es un santuario, sino un lugar plagado de recuerdos hermosos. Sus fotos, con una Irene siempre sonriente y siempre rodeada de amigos. Sus muñecos de peluche. Los regalos que yo le traía cuando volvía de viaje. Sus libros. Su móvil, descansando ahora apagado sobre su escritorio. Su ropa. Los posters de su admirada reina del pop, Christina Aguilera. Entro varias veces al día en su habitación, lo miro todo a mi alrededor, toco los objetos que ella tocó, huelo su ropa y siento como, poco a poco, mi corazón se va inundando del dulce recuerdo de mi hija.

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Irene, hija mía. ¡Qué orgulloso me siento de haber sido tu padre durante estos 17 años! Siempre te querré como ahora te quiero, con toda la intensidad de que soy capaz. Eres irrepetible, mi Tesoro. Escapa del que hasta ahora fue tu cuerpo físico y cumple tu nueva misión de Amor en algún otro lugar del Universo, allá donde se precise tu Luz. No nos olvides nunca, mi Princesita. Recibe nuestro intenso Amor y llévalo contigo por siempre en tu nuevo caminar. Un enorme beso de tu papá, que te quiere, Papá.

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+ Lunes 8 de Agosto de 2005: La nueva vida de Irene. Ese día, por la mañana, fuimos los tres, mi mujer, mi hijo y yo, a recoger las cenizas de nuestra querida Irene al tanatorio-crematorio de El Escorial. En el viaje de ida desde casa, de no más de 20 minutos de duración, se me ocurrió proponer que podríamos ir a esparcir las cenizas de Irene a Galicia, la tierra de sus antepasados por parte de madre. Me parecía bonito llegarnos hasta el Cabo de Finisterre, el punto más occidental del mundo antiguo, y echar sus cenizas al mar y al viento, en una ceremonia íntima. Mi mujer y mi hijo asintieron a mi propuesta. Pero en cuanto nos dieron la urna conteniendo las cenizas de Irene y nos subimos al coche, para iniciar el viaje de regreso a casa, pude ver cómo mi mujer la estrechaba contra su pecho, como queriendo estar todo lo cerca posible de los restos de su amada hijita. En ese momento yo sentí lo mismo. Ya no quería desprenderme de sus cenizas, por lo menos no en este momento en que la pérdida de nuestra hija está tan reciente y tenemos la sensibilidad a flor de piel. No, sus cenizas se quedarán con nosotros, estarán en casa, en el sitio que le corresponde a Irene por derecho, con su familia, en su casa, compartiendo las alegrías y tristezas que la vida nos depare a partir de ahora. Hemos puesto la urna con sus cenizas sobre el mueble del salón, encima del televisor y, junto a ella, hemos colocado un ramo de flores que ha traído Mercedes, una vecina de buen corazón. Así podemos estar muy cerca de cuanto queda de nuestra querida Irene, sus restos sólidos, sus cenizas. El producto gaseoso de la combustión de su cuerpo debe haber pasado al aire de El Escorial, al pie del majestuoso Monte Abantos, no lejos de casa. Eso me lleva a pensar que cuando yo respire es posible que inhale parte de sus restos, aunque sea en una pequeñísima proporción. De esa forma mi hija también estará físicamente dentro de mi cuerpo. La otra forma en que ya está dentro de mí, la otra forma en que Irene, mi preciosa hija, vive en mí, es ocupando un lugar privilegiado en mi corazón y en mi cerebro. De ahí ya nadie, nunca, me la podrá arrebatar, mientras yo viva.

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IV. EL CULPABLE Dime, Irene, ¿cómo es posible que hayamos llegado a esta situación?. Yo sé lo que ha pasado, he vivido en primera persona todo el proceso que ha desembocado en tu muerte. Sé que tu muerte es real y, sin embargo, mi cerebro todavía no da crédito a lo que ha pasado, todavía no es capaz de asimilar tan intensas emociones vividas en tan poco tiempo. ¿Cómo es posible que, en tan solo una semana, hayas pasado de ser una persona querida por todos, joven, sana, esplendorosa, en el cenit de tu vida, con un futuro brillante, a unos cuantos gramos de cenizas alojados en una urna funeraria? ¿Qué clase de sinsentido es éste? ¿Cómo es posible que una vida humana, lo más valioso de este mundo, desaparezca de la noche a la mañana en un país de los llamados desarrollados, como se supone es España?. ¿Qué, quién o quiénes han fallado tan estrepitosamente como para producir este terrible resultado? ¿Qué serie de factores negativos han podido concurrir como para haber llegado a este inútil final? ¿Se podría haber evitado esta muerte tan extraña e inoportuna? ¿Quién tiene la culpa de tu muerte? Todas estas preguntas giran y giran en mi cabeza, martirizándome día a día. Entre otras cosas porque yo creo tener o, mejor dicho, sentir, que es lo importante, una parte fundamental de la responsabilidad por la muerte de mi hija. Por eso en este capítulo quiero especular sobre qué se podría haber hecho para evitar la muerte de Irene. Tan solo se trata de especulaciones no demostrables y no es mi interés señalar culpables ni pedirles cuentas. De qué me serviría pedir cuantas a nadie, si ya nadie puede devolverme a mi hija. No, mi interés al tratar de este asunto es el siguiente: Por una parte, creo que la mejor forma de alejar el fantasma de la culpa, de la culpa de cualquiera sobre este caso, es hablar de ello, sacarlo de dentro de uno mismo, no ocultarlo, como si de una suerte de exorcismo se tratase. Por otra parte, en la vertiente de obra de ayuda que quiero darle a este libro, creo que será muy beneficioso para otros padres el aprender de mis errores, a fin de intentar que no se reproduzcan más en el futuro. Por eso voy a enumerar los factores que, a mi juicio, pueden haber confluido en que Irene esté hoy reducida a cenizas.

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+ Condiciones fisiológicas: Un sistema inmunitario debilitado. Cuando pregunté a un doctor de la UCI del hospital cómo era posible que mi hija Irene hubiese contraído esta enfermedad, él me dijo que todos y cada uno de nosotros estamos en contacto a diario con todo tipo de virus, bacterias y gérmenes en general. De hecho, el doctor consultado me dijo que a él mismo, ante una afección de garganta padecida unos meses atrás, le habían hecho un “frotis” de garganta, encontrando que su garganta contenía la bacteria de la Meningitis B, pero en estado inactivo. Según parece, hay entre un 10 y un 15% de las personas que portan esa bacteria en su garganta, según me dijo el doctor y que pueden transmitir esa bacteria a otras personas, por vía aérea al hablar o estornudar. Si la persona receptora de la bacteria es sensible a ese germen, es probable que desarrolle la enfermedad y tanto más probable cuanto más debilitado se encuentre su sistema inmunitario en ese momento. Otra característica del sistema inmunitario de Irene, que fue la responsable de la tremenda destrucción orgánica sufrida en muy pocas horas, es la demasiado enérgica reacción que su sistema inmunitario presentó ante la agresión de la bacteria invasora. Su sistema inmunitario no supo gestionar la crisis y puso en marcha un mecanismo de defensa demasiado desproporcionado. El sistema circulatorio colapsó, rompiendo las paredes de los vasos sanguíneos y dejando de regar los tejidos de piel, riñones, hígado, cerebro y otros muchos órganos. Esa reacción de defensa tan intensa fue más destructiva que la propia agresión bacteriana. Es evidente que el disponer de un sistema inmunitario fuerte es como llevar puesta una armadura medieval en contra de las agresiones de los gérmenes patógenos. Y el caso es que Irene padeció de pequeña varias enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario. Nada más nacer, presentó una intolerancia alimentaria a las proteínas del huevo y de la leche, lo que le provocó una dermatitis atópica (inflamación de la piel de la cara) que ningún dermatólogo de los consultados supo tratar. Finalmente, tras un tratamiento de homeopatía, desapareció su dermatitis a los seis meses de edad, manteniendo muchas precauciones con el tipo de alimentación utilizado. A los dos o tres años de edad, Irene contrajo una infección que os dijeron era tuberculosis, situación que resultó en una intervención quirúrgica por la que le extirparon dos o tres ganglios de la zona del cuello. Es cierto que, desde entonces, Irene no había sufrido de ninguna otra dolencia más o menos relacionada con su sistema inmunitario, salvo quizá algunos problemas de aparición de hongos en su piel, en determinados momentos de su desarrollo. Sin embargo, Irene estaba teniendo trastornos alimentarios desde hacía ya bastante tiempo. En este tema Irene, con un comportamiento tan maduro en relación con otros

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muchos asuntos de su vida, había sido presa, en su mente todavía adolescente, de la tiranía de la imagen de delgadez que las jovencitas aceptan como dogma de fe. Primero fueron episodios de anorexia, con vómitos de la comida ingerida incluidos, que creo conseguimos erradicar con el apoyo de todo tipo de profesionales, incluidos los de salud mental y, últimamente, Irene se dedicaba a ingerir muy poca cantidad de comida y a llevar una dieta nada equilibrada, lo que le hacía estar más delgada de lo que su naturaleza le proponía y, por lo tanto y a mi juicio, mal nutrida. Además de hacerle saber mi opinión al respecto de su mala nutrición, yo le había instado en infinidad de ocasiones a que tomase zumo de Noni de forma regular, basándome precisamente en sus antecedentes de fallos de su sistema inmunitario y en su estado actual de mala nutrición. El Noni es un fruto tropical que tomamos el resto de la familia, padres y hermano, desde hace más de año y medio, que presenta las actividades siguientes, científicamente demostradas: Actividad Anti-Bacteriana Actividad Anti-Vírica Actividad Anti-Tuberculosa Actividad Anti-Cancerígena Actividad Anti-Parasitaria Actividad Analgésica Actividad Hipotensiva Actividad Inmunológica Actividad de Mejora de la Salud Mental y de la Audición a altas frecuencias Actividad Anti-Oxidante Actividad Anti-inflamatoria El consumo de Noni ha obrado maravillas en la salud de Puri, mi esposa, en particular en relación con la enfermedad crónica que ella padece, llamada fibromialgia. También mi hijo y yo hemos notado los sorprendentes efectos de este producto y disfrutamos de sus ventajas. Pero yo no fui lo suficientemente contundente con Irene ni al instarle a alimentarse mejor ni a tomar Noni. Irene nunca quiso tomar Noni, aduciendo que no le gustaba tomar “guarrerías” y que ella no era una persona constante tomando nada, que se le olvidaría tomarlo con frecuencia y que, por tanto, no sería eficaz para ella. Mi liberalidad de padre “moderno” debería haber tenido un límite en este punto. Estoy convencido de que si yo hubiese sido rígido e inflexible en este asunto, le hubiese motivado convenientemente o le hubiese obligado a tomar Noni de alguna manera, su sistema inmunitario habría estado más reforzado y la bacteria que la mató habría pasado de largo por su lado. Me siento, por tanto, culpable de no haber sabido ser más inflexible con ella respecto de su alimentación.

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+ El reconocimiento en el Centro de Salud: No se advirtieron los síntomas de la septicemia de Irene. Para comprender mejor lo que pasó en el Centro de Salud de nuestro pueblo, en el reconocimiento que se le practicó a Irene por el servicio de urgencias, el Viernes 29 de julio de 2005, veamos lo que dice la información general divulgativa de la “Meningitis Research Foundation” (Fundación para la Investigación de la Meningitis) del Reino Unido, disponible en www.meningitis.org: Meningitis y septicemia La meningitis y la septicemia son enfermedades graves. Pueden afectar a cualquier persona de cualquier edad, pero son los bebés, los niños y los jóvenes quienes corren mayor riesgo. La meningitis y la septicemia no son enfermedades habituales, pero pueden matar en cuestión de horas. La mayoría de la gente sobrevive a la meningitis y la septicemia si se les diagnostican en una fase suficientemente temprana, pero algunas personas tardan mucho tiempo en recuperarse por completo o sufren discapacidades permanentes como secuela. Para protegerse usted mismo y proteger a su familia, es importante que conozca la existencia de estas enfermedades así como sus indicios y síntomas. Cualquier persona con meningitis o septicemia necesita atención médica urgente.

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A continuación, se indica la tabla de síntomas de cada una de las dos enfermedades, la septicemia y la meningitis, que propone la Meningitis Research Foundation.

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Según la tabla de síntomas anterior, vemos que hay síntomas comunes a la septicemia y a la meningitis y vemos que hay otros no comunes. Si nos fijamos en los síntomas no comunes, vemos lo siguiente:

• Las manos y los pies fríos es un síntoma de la septicemia y no de la meningitis. • La respiración rápida es un síntoma de la septicemia y no de la meningitis.

• Los dolores en el estómago, músculos y articulaciones son un síntoma de la

septicemia y no de la meningitis. Por otra parte, también vemos que:

• Los dolores de cabeza fuertes son un síntoma de la meningitis y no de la

septicemia. • La rigidez en el cuello es un síntoma de la meningitis y no de la septicemia.

• La incomodidad ante las luces brillantes es un síntoma de la meningitis y no de

la septicemia. Cuando Irene fue atendida en el servicio de urgencias del Centro de Salud, presentaba claramente los síntomas de una septicemia porque:

• Tenía respiración agitada, tenía frías las extremidades y tenía intensos dolores musculares y no tenía rigidez en el cuello ni incomodidad ante luces brillantes.

Además, también tenía fiebre, que es síntoma tanto de septicemia como de meningitis y tenía dolor de cabeza, que es síntoma de meningitis pero, también es cierto que estos dos síntomas con consecuencia de muchas otras enfermedades, tales como una simple gripe. Por lo tanto, el reconocimiento que se le practicó, buscando la meningitis, no dio como positivo el indicio de esta enfermedad, pero no se supo ver que los síntomas de Irene eran de septicemia, que fue la causa certificada de su muerte (sepsis meningocócica es el motivo de su muerte que figura en su certificado de defunción). Si se hubieran reconocido entonces los síntomas de la septicemia en Irene, se habría recomendado su ingreso inmediato en un hospital. Se habrían ganado por tanto del orden de 12 horas, justo las que mediaron desde que abandonó el Centro de Salud hasta que ingresó en la UCI del hospital, y esas 12 horas pudieron haber sido las que decidiesen la vida de Irene. Sin embargo, se le diagnosticó faringitis, se le envió a casa y se le prescribió Ibuprofeno, para controlar la fiebre. Como digo, no busco aquí culpables a los que responsabilizar. Se que la razón de ser de los médicos es su profundo amor hacia sus semejantes. Se que la doctora que atendió a Irene en el Centro de Salud lo hizo con su mejor saber y entender y se que está de baja por depresión a raíz del caso de Irene, porque ella misma se siente culpable.

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Como siempre, la tremenda tortura que genera el sentimiento de culpa no radica tanto en cómo los demás juzguen a una persona, sino en cómo se juzgue ella a sí misma.

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+ La postración de Irene en casa, antes de salir hacia el hospital: No supe advertir las señales. Cuando Irene llegó a casa, después de ser atendida en el Centro de Salud, fui a besarla y me dijo “No me toques, Papá, que es que no soporto que nada me roce la piel”. Le administramos su primera dosis de Ibuprofeno y la acostamos en un sofá del salón. Irene no se tenía en pié, pobrecita mía. Nosotros salimos a la terraza, dejando abierta la puerta por si Irene nos llamaba, y nos pusimos alegremente a reflexionar sobre lo felices que éramos y sobre lo bien que nos lo íbamos a pasar, todos juntos en familia, en nuestro viaje a Roma, previsto para dentro de dos días. No éramos conscientes, en absoluto, de la gravedad de la situación. Cuando cogí en brazos a Irene para llevarla a la cama, 4 horas más tarde, ella exclamó “Me muero”. No sé si ella lo decía en serio, pero era evidente que estaba sintiendo algo que jamás había sentido. Y yo no le hice caso. Simplemente la llevé a la cama, para que durmiera más cómodamente hasta que se le pasase la fiebre y se recuperase. Y yo me torturo preguntándome ¿cómo es posible que yo no advirtiese las señales de que algo más grave que una simple gripe o catarro se estaba desarrollando en el cuerpo de mi hija? No querer que nada le rozase, no tenerse de pie, exclamar “me muero” no fueron señales lo suficientemente intensas como para que yo advirtiese el peligro. ¿Cómo es eso posible? ¿Por qué confié en el diagnóstico de la doctora del Centro de Salud y no salí con Irene corriendo para el hospital lo antes posible? ¿Cómo es que no fui capaz de saber leer las señales y así conservar mi bien más preciado, la vida de mi querida hija? No sé. Supongo que se trató de una mezcla de estupidez, vanidad, auto-complacencia, relajación, confianza ciega en el sistema sanitario español, en lugar de lo que tenía que haber hecho, que es desconfiar absolutamente de todo y de todos y estar alerta, no bajar la guardia, como hacen los animales. ¿De qué me sirve haber visto tantos y tantos documentales de vida animal por televisión? ¿Acaso los animales no nos dan siempre ejemplo de estar siempre alerta, a fin de conservar su vida y la de sus cachorros? ¿De qué me ha servido tener un alto nivel cultural y una economía desahogada, si no he sido capaz de conservar la vida de mi querida hija?

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¿Cómo es que hay muchos que me dicen que soy un gran ser humano, si ni siquiera he sido capaz de preservar el más sagrado don que me ofrecieron mis antepasados, el de transmitir la vida a mis descendientes? No me importa que no me veáis culpable. Yo sí que me siento culpable, por omisión, de la suprema imbecilidad de no haber protegido la vida de mi hija como debiera haber hecho. No miréis a nadie más. Yo soy el máximo culpable de su muerte. Encuentro que esta es la mejor manera de encontrar y castigar al culpable de la muerte de mi hija sin tener que destrozar ninguna vida más que la mía, que ya está destrozada. El culpable soy yo y el castigo es el remordimiento por no haber hecho lo necesario para salvar a mi hija, castigo que me acompañará a lo largo de toda mi vida futura. A veces, uno necesita ser castigado psicológicamente. Esta es una de ellas.

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V. SEMBLANZA DE IRENE A estas alturas de la lectura de este escrito, querido lector, ya te habrás percatado de que se trata de una mezcla de diario personal y de obra de divulgación y ayuda. En la faceta de diario personal no podría faltar un capítulo dedicado a mi hija Irene. Ahora que tengo fresca y viva su memoria y en previsión de que la pudiera perder, por el mero paso de los años o por cualquier otra causa, necesito escribir sobre cómo era mi hija, necesito dejar para la posteridad un documento perenne sobre su personalidad, que yo creo era excepcional. Por supuesto que cada hijo es excepcional para sus padres, porque un padre filtra lo que ve en sus hijos con los ojos del amor, desvirtuando hasta los mayores defectos y convirtiéndolos en virtudes. Pero también se dan casos en los que un gran número de personas advierten la existencia de cualidades especiales, de virtudes objetivamente reconocidas por muchos, al evaluar las características humanas de una determinada persona. Por supuesto que todas las personas somos iguales y nadie hay mejor que nadie. Y no estoy yo, precisamente en este momento en el que reconozco que he sido incapaz de conservar lo mejor que había en mi vida, mi hija Irene, en condiciones de juzgar a ningún ser humano. Pero también es cierto que, de forma natural, cualquiera de nosotros percibe distintos grados de calidad humana en las personas con las que nos relacionamos y yo creo que Irene estaba en un nivel muy alto en cuanto a su calidad como persona, como quiero describir a continuación. En caso de que su calidad humana fuera algo objetivo, como yo creo firmemente, la pérdida de un ser así es todavía más grave porque ese ser podría haber ayudado a muchas personas de este mundo, si la Parca no la hubiera decidido quitarla de en medio a tan temprana edad. No pretendo desarrollar una biografía detallada, sino tan solo describir las características más destacables de su personalidad o, al menos, las que a mí así me lo parecen.

. o O o .

Irene nació la tarde del 27 de Enero de 1988 en la ciudad de León, España, ciudad famosa por sus nevadas y bajas temperaturas invernales (León, 9 meses de invierno y 3 de infierno, dicen los lugareños). Recuerdo vívidamente cómo, la fría noche anterior, Puri, mi querida esposa, con su tripota por delante, y yo nos paramos un momento justo antes de entrar en el Hospital Provincial de León, porque parecía que le faltasen las fuerzas para llegar a la puerta de entrada. Sin duda, se trataba de una contracción inoportuna, aunque pasajera.

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Puri se apoyó en una pared con una mano, yo le servía de apoyo a su otro brazo. Ella recuperó el resuello tras unos segundos y conseguimos llegar a la puerta de entrada del hospital. Nevaba copiosamente y la noche era oscura. Recuerdo aquella escena con una dulzura especial. Allí, los dos tortolitos con su bebé a punto de nacer. Allí, los dos amantes esposos con el mayor proyecto de futuro posible, el más valioso, el de transmitir la vida a un nuevo ser y ocuparse de cuidarle de por vida. El parto fue difícil. Irene estaba tan a gustito dentro del vientre de su madre que no quería salir al mundo. El canal del parto no dilataba lo suficiente y, después de una espera de muchas horas, viendo que el parto no se produciría de forma natural, el doctor decidió practicar una cesárea. Al final, después de todo ese largo sufrimiento preliminar, Irene vino al mundo en forma de un bebé orondo y mofletudo. Recuerdo que dije al verla “Vaya, pero si parece un obispo, de lo gorda que está”. Irene, cuyo nombre de origen griego significa “la que trae la paz”, ya había entrado en nuestras vidas, para colmarlas efectivamente de paz y de felicidad a lo largo de sus 17 años de vida.

. o O o .

Y así pasaron los años. Desde León, nos mudamos a vivir a Alcorcón, Madrid, en 1989, cuando yo cambié de trabajo. Irene tenía entonces un añito de edad. Después vivimos en Leganés, Madrid, entre 1991 y 2001 y, desde entonces, hemos vivido en Villanueva de la Cañada, Madrid, hasta la actualidad. Durante todos esos años, Irene fue forjando su carácter, en un entorno familiar sano, cariñoso y liberal, dando como resultado la esplendorosa jovencita que Irene ha sido hasta su muerte. Rubia, de 1,65 m de altura, formas generosas y cara aniñada, Irene se caracterizaba por haber alcanzado un grado de madurez superior al nivel medio de su edad y ostentaba las cualidades siguientes:

• Marcadas habilidades sociales, basadas en una pasmosa facilidad para establecer contacto con otras personas, hacer buenos amigos y amigas rápidamente y forjar lazos duraderos de profunda y sincera amistad.

• Gusto por muchas formas de comunicación, especialmente nuevas y distintas

lenguas, tales como el Inglés, idioma en el que había ya alcanzado el grado de “First Certificate” y se iba a preparar para el “Advanced” durante este próximo curso, Francés, que había elegido como segunda lengua extranjera, Latín y Griego, lenguas clásicas por las que sentía fascinación, especialmente el Griego. Tenía pensado estudiar “Comunicación e Imagen” cuando terminase el Bachillerato. Dentro de sus innatas dotes de comunicación, destacaba por su

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facilidad para expresar ideas y sentimientos por escrito, desde muy temprana edad.

• Buen oído musical y gusto por el canto. Irene no perdía ocasión para cantar ante

cualquier tipo de público, sin sentir vergüenza en absoluto. Su ídolo en la música pop era Christina Aguilera, que inspiraba su forma de cantar, aunque gustaba de escuchar e interpretar al canto también todo tipo de música. En los ambientes juveniles de la zona se solían referir a ella como “la chica rubia que canta”.

• Muy buena estudiante, con facilidad para aprender conceptos nuevos

rápidamente, lo que resultó en un expediente académico de los mejores, en cada uno de los centros de enseñanza por los que pasó en su vida.

• Muy cariñosa y enamorada de su familia. Y no solo de su familia próxima, sus

padres y su hermano. Disfrutaba enormemente en las reuniones familiares, mejor para ella cuanto más multitudinarias fuesen.

• Con una gran conciencia social en defensa de los oprimidos, especialmente

cuando de mujeres se tratase. Le ponían enferma las situaciones tales como la violencia de género o el papel secundario al que se relega a la mujer en ciertas culturas. Se diría que, en algunos temas, adoptaba posiciones de corte feminista.

• Interesada por viajar a nuevos lugares y conocer nuevas culturas. Ya con 15 años

de edad estuvo viviendo en México D.F., en casa de una familia mexicana, gracias a un intercambio cultural organizado por su Instituto, el I.E.S. Las Encinas. Al año siguiente, volvió a cruzar el Atlántico, esta vez viajando a Talahassee, Florida (USA) y convivió con una familia americana, también en virtud de un intercambio cultural promovido por su Instituto. Con nosotros había estado en Londres el año pasado, ciudad que le fascinó por su cosmopolitismo. A veces comentaba que le gustaría vivir algún tiempo en Londres o en Nueva York.

Así era mi hija. Es evidente que se trataba de una persona excepcional, de gran calidad humana, que habría sido tremendamente útil a la Sociedad, que habría ayudado a muchas personas a mejorar sus vidas, que habría hecho una gran contribución social, en base a sus talentos naturales y a su personalidad, de haber llegado a completar su formación y a disfrutar de una existencia más prolongada. Se trataba también de un espíritu libre, educado en la libertad y en el respeto a los demás, imposible de retener en los confines de un mundo pequeño. Por eso sus padres, conociéndola, alimentamos y fomentamos sus ansias de conocimiento y de expansión personal. De nada nos habría servido ser unos padres rígidos y represores. Esa actitud la habría hecho tremendamente desgraciada. Su familia estaba muy orgullosa de ella y ella de su familia. Nos consta. A veces me pillaba por algún rincón de nuestra casa y me pegaba un fuerte achuchón. Así, sin venir a cuento. Simplemente porque le apetecía demostrar espontáneamente su cariño. Yo me

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solía vengar de vez en cuando haciendo lo propio: Cogiéndola por sorpresa y diciéndole “Ven aquí que te pegue un achuchón”. Entonces la abrazaba, le daba un par de besos y le decía “Pero qué guapa y qué lista que es mi niña”. Ella solía contraatacar devolviéndome una de sus luminosas sonrisas. Pero ya nunca más podré permitirme ese lujo.

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VI. GALERÍA DE IMÁGENES

Ya desde pequeñita, Irene sentía fascinación por la música. El de las gafas soy yo.

Padre e hija en apartamento playero. Eran los buenos tiempos.

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Irene, a la derecha, con una de sus miles de amigas, en ruta cultural por España.

Tampoco los rigores del invierno eran capaces de abatir las ganas de vivir de Irene. En la foto, es la del gorro azul.

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Irene (derecha) con su querida prima Marta.

Irene, derecha, con sus primas Marta (izqda.) y Paula (centro), en las fiestas del Camping Arco Iris.

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Irene (izquierda) y su amiga Susana. ¡Cuánta serena confianza en el futuro!

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Así era siempre Irene: La alegría en persona.

Cuando éramos una familia feliz. Mi hija Irene (sentada a la izqda.), mi hijo Jaime (también sentado), mi esposa Puri (de pie) y un servidor. La vida nos sonreía.

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VII. PENSANDO EN TÍ A continuación incluyo algunas cosas que se me ocurre escribir de vez en cuando, pensando en Irene. Algunas son a modo de diálogo con Irene, otras no. Unas son una especie de rimas, otras no, y otras una mezcolanza anárquica de rima, prosa y de todo un poco. Las voy escribiendo sin mirar en nada su calidad. Así como me salen de dentro. Siento una dolorosa necesidad de escribir estas cosas y, sin más, me abandono a su escritura. Espero que sean de tu agrado, querido lector.

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REPITO TU NOMBRE AL AIRE Irene, Irene, Irene. Repito cada día tu nombre al aire. Por si tú me olvidas, para yo no olvidarte. Pedí a Dios por tu vida y no me oyó. Pregunté de tí a los pájaros, y nadie me respondió. ¿Dónde estás? ¿Cómo estás? ¿Acaso estás? ¡Cómo necesito hablarte! Según mi razón ya no existes, al no sentirte mi cuerpo. Pero mi corazón, rebelde al mundo real, dice: Irene sigue viviendo. Si, fuera de mí, en algún lugar estás, tendrás conciencia de tí, y te imagino sufriendo. Por los que dejaste aquí, por tu futuro imposible, perdido, lanzado al viento. No sufras, Tesoro, no. No sigas tú padeciendo. Nosotros te lloraremos, ahora y por mucho tiempo. Pero al fin vivos estamos y seguiremos viviendo. Ya sin tu ser singular, sin tu amorosa presencia, trataremos de alcanzar un mínimo bienestar, algún tipo de indulgencia. Ver hoy tu imagen hace en mí brotar un torrente de lágrimas, un río de amor frustrado,

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un eco de soledad. Fueron tantos momentos de paz cuantos me diste en vida que perderlos de un tirón me desgarra el corazón, deja mi alma partida. Pero llegará un día tal que contemplar quedamente tu imagen angelical, me llenará de dulzura, de ternura paternal. Duele el amor, duele, cuando se torna en vacío. Vacío del ser amado, Espera sin solución. Tozuda constatación del espacio que ha dejado. Ya nunca estarás aquí. Jamás oiré tus risas. No te estrecharé contra mí Ya nunca. Ay, destino cruel. ¡Cómo has arrancado la mejor flor de mi jardín!. La más hermosa, la más fragante. ¿Acaso la querías para ti? No sufras, Tesoro, no. Sabes que tu vida fue, aunque corta, muy especial. Vivida a tu manera, como tú la quisiste vivir. Imposible de limitar, encerrar, constreñir. Siempre libre volaste, regando tu Amor por doquier sobre cuantos seres hallaste, y todos, todos, apreciaron tu querer. Amor de hija, amor de hermana, amor de amiga,

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amor de amores, amor de humana. Y amor recibiste a cambio, mil veces multiplicado. Todo el mundo te quería, desde el niño hasta el anciano, desde el rico hasta el humilde, desde el próximo al lejano. Y, si piensas fríamente en el lapso de tu vida, mira cuán poco importa su durar. Que unos años nada son si puestos en comparación con la eternidad sentida. ¿No vale más tu anterior vida, ejemplar, pasional, intensamente vivida, que años y años de vagar, por este mundo sin dejar impronta, huella, recuerdo o aún herida? Sí, hija mía. Tú vivirás eternamente. Y no tanto dentro de mí, que yo, mortal como lo fuiste tú, también tengo tasados mis días. No. Vivirás fuera de mí, con plena conciencia de tí, de tus recuerdos de aquí y de tu esencia viva. Y, ¿sabes por qué es eso así?. ¿Sabes por qué será de tal suerte?. Pues porque yo, con toda mi alma y mi cuerpo todo, deseo otra vez tenerte. Que si antes Dios no existiera, si nadie lo hubiera llamado con tanto amor,

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con tanta fuerza, yo lo crearé para tí. Al quererte a ti, a Él le invento. Y Él nunca podrá negarse a existir porque yo, otra criatura suya, acaso la más humilde, necesito tu vivir. Necesito tu alma inmortal. Quiero verte nuevamente, en algún momento, en algún lugar. Sea en otro tiempo, espacio o dimensión, necesito vivir otra vida a tu lado y, esta vez, juntos para siempre. Y sé, íntimamente, que así será. No me cabe duda alguna. Por eso, hija mía, mi Tesoro, mi Princesa, toca solo esperar un tiempo hasta nuestro próximo vivir. Verás qué bien lo pasamos al reanudar nuestras vidas allá donde las dejamos. Tus papás y tus abuelos, tus primos, tus primas, tus amigos, tus amigas, tus profes y tu querido hermano. Así todos juntos, en compañía del resto de las almas buenas que en este mundo han sido, reiremos, bailaremos, gozaremos. Y tú nos cantarás, con tu voz de Ángel del Cielo, lo que hayas aprendido en este lapso de tiempo. Mientras tanto, mi Amor,

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haz cuanto bien puedas. Por todas partes, a todos los seres, como siempre hiciste en esta Tierra, que yo estaré esperando, hasta que a tu lado me llamen para darte el beso más dulce, el más cálido abrazo. Y decirte una vez más, como tantas antes dije, “Pero qué guapa que estás pero qué lista es mi hija. Ésto no se puede aguantar”. Eso será al cabo de mi último viaje por este terrenal paraje. Hasta pronto, Corazón. Papá.

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LUGARES LLENOS DE IRENE Paseo por la casa y por las calles de mi pueblo. Y veo muchos lugares llenos de Irene, donde Irene más está. Y me gusta pensar en ello, me gusta deleitarme morbosamente en estar donde ella estuvo, en tocar cuanto ella tocó. Así creo sentirla más cerca. Nuestra casa, su casa. En casa, Irene está por todas partes. En su habitación, con sus objetos más personales, desde sus fotografías hasta su ropa, sus libros y sus muñecos de peluche. Hay también un espejo grande que me hizo instalarle donde, muy coqueta y muy mujer como ella era, gustaba de probarse ropa y mirarse. Hoy ese espejo solo refleja mi imagen. Cómo me gustaría que fuera la suya la que viera yo al mirarme. La saludo todos los días, beso sus fotos, respiro su aire, la siento en torno de mí. Casi la siento devolverme otro beso con su mirada. En el salón, bajo la mesa de fumador, está su discman, con uno de sus discos preferidos, el que escuchó en sus últimas horas en casa, tendida en el sofá mientras, sin saberlo, ni ella ni nosotros, la vida se le escapaba silenciosamente a borbotones. Me tumbo en ese sofá cada día, para tratar de sentir todavía el calor de su cuerpo. Adoro ese lugar, donde me parece que todavía la puedo ver, serena y con confianza en sus amorosos padres. También reviso los álbumes con sus fotografías desde que era un bebé, pasando por su bautismo, sus alegres fiestas de cumpleaños, su Primera Comunión (qué guapa estaba mi Princesita aquel día, con su vestido blanco y su carita de niña buena). Al contemplarlas, no puedo por menos que romper a llorar, al recordar tantos y tantos momentos de felicidad que ya pasaron y nunca más volverán. Sus cenizas, alojadas en una urna funeraria, están con nosotros, donde deben estar, en el salón de su casa. Nunca falta un ramo de flores junto a ellas, que alguien todavía envía. Cuando el mundo ya la olvide y no lleguen más flores a casa, sus padres se ocuparán de que, al menos una rosa blanca, la salude cada día. Toco la urna en señal de buenos días, y al acostarme lo mismo, diciendo “Hasta mañana, mi amor, que descanses bien”. Sé que no estoy chalado. Hasta ahí llego, lo sé. Simplemente la quiero mucho. Es mi hija. El Instituto. Otro lugar muy lleno de Irene es el Instituto donde cursaba sus estudios, muy cerca de casa. Al pasar por la puerta del Centro no puedo sino detenerme y pensar cuántas horas

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habrá pasado entre sus aulas, cuantos buenos (y algunos malos) ratos habrá pasado allí, preparándose para un futuro entre los hombres que nunca tendrá. Formándose para poder aportar su granito de arena a mejorar nuestra Sociedad humana, con su talento, con su esfuerzo, con su pasión, con su amor por todo y por todos. Conociendo el mundo y a las personas, queriéndolas como solo ella sabía hacer, dándolo todo por ellas. Cuántos amigos y amigas tenía. Cuántos ya la están llorando y cuántos más la llorarán en cuanto comience el próximo curso escolar. Muchos no darán crédito al hecho de su muerte. La tristeza embargará a alumnos y profesores que, perplejos, constatarán que su muerte, aunque increíble a primara vista, es un hecho tozudamente real. También allí se notará, y mucho, el vacío de su ausencia. Suelo hacer en mis paseos matutinos el mismo camino que ella hacía para ir desde casa al Instituto. Voy por la misma acera, como siguiendo sus pasos, como tratando de pisar en los mismos espacios que ella pisaba y digo: Por aquí, por esta misma senda, siguiendo estos mismos pasos, solía caminar Irene. La parada del autobús. Irene era una viajera impenitente. No paraba de entrar y salir de casa. Que si me voy a casa de esta amiga o de la otra. Que si me voy a las fiestas de este pueblo o del otro. Que si me voy a Madrid a comprar libros, o ropa, o algo, con unas amigas. Que si me voy a dormir a casa de Sandrita, que la pobre está sola. Muchas veces traía huéspedes a casa. Una, dos, tres, cuatro amigas. Juntas en el desván se acostaban y a mí me agradaba sobremanera saber que allí estaban todas. En casa, protegidas y a salvo, durmiendo a pierna suelta. Y la parada del autobús, muy cerca y a la vista desde casa, era su hábitat natural a ciertas horas, del día y aún de la noche. Hasta algún conductor de autobús hubo que acudió a despedirla al tanatorio en su postrera hora. Tal era el cariño que derrochaba por doquier. Muchos minutos fueron esperados en esa parada por Irene. Por eso, cuando paso cerca de ella, creo verla todavía en su afanosa espera. En su espera por salir, por volar, por explorar el mundo. Tantas y tantas veces me preocupé por su seguridad. Le decía “Irene, no me gusta nada que vayas sola a esas horas a ningún sitio”. A lo cual me respondía “Ay, Papá. No seas pesado, que no me va a pasar nada”. Conscientemente su madre y yo valorábamos el riesgo de sus salidas de casa y siempre llegábamos a la conclusión de que si reprimiéramos la libertad de movimientos de Irene, no la haríamos nada feliz. Irene era así, imposible de atar, de encerrar entre cuatro paredes.

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Y es curioso. Ha querido Dios, o el Destino, o el Azar, o la Naturaleza, o la Fuerza Cósmica, que Irene se haya muerto en su casa, en su sofá, en su salón, bajo la atenta vigilancia de sus padres, ignorantes de la grave afección que amenazaba su vida, bajo el techo donde se supone siempre estaría a salvo. Chocante, ¿verdad?. Irene, hija mía. Cómo te quiero. Papá.

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CARITA DE NIÑA, SONRISA DE CIELO Carita de niña, sonrisa de cielo, ojos casi verdes, áureos cabellos. Tu mirar profundo, de intenso inquirir, detector preciso, me impide mentir. Tu voz, fina y dulce y potente y serena, es como un himno a la vida. Alegra los corazones, emboba a cuantos te escuchan, proclama a los cuatro vientos tu felicidad rotunda. Cantas y cantas lo bueno, de las gentes y del mundo. Y lo elevas y lo lanzas al viento, sin disimulo. Tu piel, tersa y clara, de romántica doncella, cubre tu cuerpo mortal, haciendo al tiempo sentir una angelical presencia. Tu olor corporal es melíflua esencia de fragante aroma. Cual rosa invernal, única, sin igual, atraes, subyugas a cualquier mortal. Rotunda de formas, fémina evidente. Mujer de una vez, aunque adolescente. Tus hombros redondos, copia de Mamá, sensuales adornos para conquistar el alma del hombre que te fuera a amar.

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Elegante cuello, espalda perfecta, andar sugerente, estudiada ausencia. Tus manos, pequeñas, listas para asir la esencia del mundo y sentirla latir. Tus pies, pequeñitos, ávidos de andar todos los caminos, allende del mar, para conocer todas esas gentes que quieres amar. No toleras la injusticia. No la opresión hacia el débil. No la cobarde violencia. Tampoco la avaricia estéril. Amar a todos, con tu corazón grande, es cuanto sabes hacer. Tus besos, pura miel son. Tus abrazos, gloria pura. Tus caricias, un edén de fineza y de ternura Tu risa, delicioso cascabel, como ese que gustas llevar a tu tobillo apresado para anunciar tu presencia. Como queriendo dejar, muy claramente sentado: “Ha llegado Irene, ya no cabe la tristeza”. Sigue siendo así, dulce hija mía, como solo tú sabes ser. Vuelca en el mundo tu Amor y cuida de los seres buenos. Sigue llenando mi corazón de henchido orgullo paterno.

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Que nos reuniremos, cualquier atardecer, cuando yo aquí ya no tenga nada por hacer. Un beso, Tesoro. Papá.

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YA NO TENGO TU SONRISA Ya no tengo tu sonrisa, ni tu mirada. Ya no tengo tus abrazos, ni tus besos. Ya no puedo deleitarme imaginando tu futuro, porque nunca llegará. Ya no. Y nunca más tendré tu presencia. Pero tu alma sigue viva dentro de mí. La siento con más fuerza que nunca, en mi corazón y en mi memoria. De ahora en adelante yo seré tus sentidos. Vivirás el mundo a través de mí. Seguirás viendo el sol, la lluvia, los campos y los árboles, los pájaros y las nubes, la luna y las estrellas y el color morado, tu preferido. Oirás el llanto de los niños, el claxon de los coches, la llamada de Mamá cuando la mesa esté puesta y el restallar de los cohetes en las fiestas del pueblo. Sabrás cuándo estoy triste o contento. Cuándo he obrado bien o mal. Serás mi consejera y mi conciencia e iremos comentando, los dos, cuanto nos vaya sucediendo. Así nunca te irás de mí.

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LAS NUBES SIGUEN SIENDO BLANCAS Las nubes siguen siendo blancas y el cielo azul. El viento mueve y mueve los árboles. Sus hojas murmuran no se qué lamento, no se qué pesar. Ya no las entiendo. Los pájaros siguen alborotando cada mañana, al despunte del alba. En la tarde van y vienen y se preparan para la noche larga. La gente sigue pasando por la calle, ajena a mi sufrir. Cada uno a lo suyo, en pos de sus sueños o, simplemente, pasando. Todo parece igual, todo parece lo mismo, pero ya nada me conmueve. ¿Dónde quedó la belleza que me emocionaba?. ¿Dónde la alegría de vivir que me embargaba?. No lo sé y, sin embargo, dicen que sigo viviendo. Debo encontrarte de nuevo, no sé cómo, ni en qué parte, porque no seré yo mismo hasta que pueda hallarte. No te aflijas, dulce amor mío, más pronto o más tarde encontraré la forma de hablarte. Te adora, Tu Padre.

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IMAGINA OCTUBRE Imagina Octubre, cuando las clases comiencen y cientos de estudiantes se dirijan, cada mañana, a tu Instituto. Tú ya no estarás entre ellos. Tú ya no tendrás que esforzarte por construir un digno futuro, porque el tuyo ya no existe. En tu aula, tu silla estará vacía. Ya no resonará tu voz en el patio, llamando a tal o cual amiga. Tus profesores ya no disfrutarán de tu esfuerzo e ingenio, de tus brillantes exámenes. Ya no podrán, como solían hacer, ponerte como ejemplo de nada a nadie. ¿Cómo podré evocar tu recuerdo sin desesperarme? Imagina Noviembre, cuando el verano quede ya lejos. Cuando los árboles desnudos muevan sus ramas al viento cual esqueléticas manos de seres sufriendo tormento. Imagina las tardes frías y oscuras, el cielo gris, las mañanas brumosas que impiden ver el horizonte a lo lejos. Cuando esa tristeza, antes para mí imperceptible, llene mi corazón y se añada al vacío de tu ausencia, ¿dónde encontraré consuelo, si no te tengo? Imagina Diciembre, cuando llegue Navidad, esa época entrañable cuya magia disfrutabas, como nadie, desde siempre.

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¿Para qué engalanar la casa, si siempre lo hacíamos por ti y para ti, si tú ya no estás?. Cuando el Rey hable a la Nación de buenos propósitos y de calor familiar; Cando, sentados a la mesa, notemos tu falta, que ya nadie ocupa tu lugar en nuestra casa, ¿dónde hallaré aire que respirar? Imagina Enero, el mes que viniste al mundo, el mes en que Dios nos obsequió con el regalo de tu presencia; Ya no habrá más fiestas de cumpleaños. Las tuyas se interrumpieron en la número diecisiete. Ya nadie te obsequiará presentes. No habrá amigas, ni risas, ni tarta, ni cánticos, ni felicidad. ¿Cómo podré pensar en tu imposible futuro sin romper a llorar? Imagina mi vida sin ti, sabiendo que nunca más volveré a verte, que nunca más disfrutaré de tus mimos, de tu sonrisa, de tu presencia. Que lo más bonito de mi vida me fue arrebatado con urgencia por una absurda y triste muerte negra. ¿Cómo llenar este vacío?, ¿cómo soportar tu ausencia?, ¿cómo volver a sentir que la vida es bella?, ¿cómo evitar caer en una morbosa espiral de tristeza? Si me escuchas y puedes, Tesoro mío, ruega por tu Padre, ruega.

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POR TI MORIRÉ CADA DÍA Por ti moriré cada día al despuntar el alba; en esa hora fría cuando despierta el cuerpo y se adormece el alma. Allí bajaré al infierno de mi desconsuelo, por ese abrazo imposible que intensamente anhelo. Pisaré mil cristales de dolor y mis pies, desnudos, romperán en sangre. Beberé la cicuta de tu ausencia hasta morir por tu amor una muerte sádica, lenta. Y por ti renaceré cada día, después de morir por ti. Volveré a la vida del conocer, recobraré la conciencia de lo que antes fui. Y mi muerte no será ya muerte sino vida gloriosa en ti. Y mi vida no será ya vida sino espera expectante por ti. Allí será la alegría de saberte viva, consciente de ti, entera, allí la certeza de tu luminosa presencia. Allí el esplendor de la vida que aguarda, atemporal, gozosa, a que florezca de nuevo la primavera.

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VIII. SALVEMOS OTRAS VIDAS La muerte de una persona joven siempre es una gran tragedia. La de Irene no es una excepción. Es una tragedia, sobre todo, para las personas que la queremos y que hemos vivido cerca de ella durante 17 años. Pero también es una tragedia para ella misma y para la Sociedad en su conjunto. Para ella porque su futuro se truncó repentinamente y ya no podrá disfrutar de estar viva. Para la Sociedad, porque se trata de alguien que tenía mucho que aportar, y creo que no me ciega la pasión de padre, sino que se trata de una realidad a todas luces objetiva. Pero la muerte de Irene debe tener algún significado, debe servir para algo a alguien, debe ser una alerta para que se traten de evitar casos parecidos en el futuro. Por eso, si los padres de niños y jóvenes, supremos custodios de la vida de sus hijos, están adecuadamente informados sobre todo lo que rodea a esta enfermedad, es posible que se puedan evitar futuras muertes estúpidas, como la de Irene. Es posible que se pueda velar por la adecuada alimentación de los hijos, es posible conseguir que mantengan un sistema inmunitario fuerte y preparado contra las agresiones microbianas y es posible reaccionar a toda velocidad si se sospecha que nuestros hijos estén afectados por esta terrible enfermedad. A efectos informativos, reproduzco a continuación algunas informaciones detalladas de la “Meningitis Research Foundation” (Fundación para la Investigación de la Meningitis), que es una organización benéfica del Reino Unido, que pueden ayudar en el conocimiento de la enfermedad (www.meningitis.org).

Meningitis y septicemia

La meningitis y la septicemia pueden matar en cuestión de horas.

La meningitis es la inflamación de la membrana que recubre el cerebro y la espina dorsal.

La septicemia es el envenenamiento de la sangre provocado por la enfermedad.

Las dos formas de la enfermedad tienen síntomas diferentes. Las personas que se recuperen tanto de meningitis como de septicemia pueden quedar con una gama de secuelas que afecten muy notablemente a su calidad de vida.

La meningitis es usualmente vírica o bacteriana y, ocasionalmente, debida a infección por hongos, aunque casi cualquier microbio puede causarla.

La meningitis vírica puede llegar a ser muy desagradable, pero casi nunca pone en riesgo la vida y la mayoría de los pacientes se recuperan completamente muy rápidamente.

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La meningitis bacteriana es más seria y puede ser causada por un amplio rango de bacterias distintas, aunque la mayoría de los casos son causados por bacterias meningocócicas.

Las bacterias meningocócicas pueden causar meningitis, septicemia o ambas enfermedades simultáneamente. La mayoría de los pacientes afectados tienen algunos síntomas de ambas enfermedades; estas dos formas de la enfermedad son conocidas conjuntamente como enfermedad meningocócica.

La septicemia es la forma de la enfermedad en la que la vida corre más peligro y es más peligrosa cuando no hay síntomas de meningitis.

Hay vacunas disponibles contra algunos de los tipos de meningitis y septicemia y la nueva vacuna MenC, introducida en 1999/2000, ha reducido muy notablemente el número de casos de la enfermedad meningocócica del grupo C, en los grupos de edad que son objetivo de vacunación. A pesar de ello, muchas otras formas igualmente letales de las enfermedades no se pueden prevenir a través de vacunación así que, hasta que los investigadores encuentren la clave para desafiar a estas enfermedades, el conocimiento de las enfermedades y el ser capaz de reconocer sus síntomas son elementos vitales.

Enfermedad meningocócica

Las bacterias meningocócicas causan la mayoría de los casos de meningitis bacteriana y de septicemia.

La meningitis y la septicemia tienen diferentes conjuntos de síntomas y pueden darse separada o conjuntamente. El nombre científico de la bacteria meningocócica es Neisseria Meningitidis.

Generalmente hablando, más del 90% de las personas que contraen la enfermedad meningocócica se recuperan. De las dos formas de la enfermedad, la septicemia es la más peligrosa.

Mientras que menos del 5% de las personas con meningitis meningocócica mueren de la enfermedad, la tasa de mortalidad para la septicemia meningocócica sola, sin síntomas de meningitis está próxima al 20%, llegando al 50% o más si el paciente entra en shock antes de conseguir atención médica.

La mayoría de las muertes por infección meningocócica son causadas por la septicemia. Más del 50% de las personas que contraen infección meningocócica sufren de meningitis y septicemia conjuntamente, mientras que más del 30% contraen septicemia sola y menos del 15% contraen meningitis sola.

¿Cómo causan la enfermedad las bacterias meningocócicas? Una persona de cada diez es portadora de la bacteria que causa la meningitis meningocócica y la septicemia. La bacteria pasa después de una persona a otra a través de un contacto regular, cercano y prolongado. La mayoría de nosotros podemos portar esta bacteria sin caer enfermos pero, en un porcentaje reducido de personas, la

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bacteria vence las defensas del sistema inmunitario del cuerpo y pasa al torrente sanguíneo, causando meningitis y septicemia.

La septicemia se da cuando la bacteria se multiplica en la sangre y produce venenos, haciendo que el paciente se sienta enfermo y tenga fiebre. Estos venenos atacan y rompen las paredes de los vasos sanguíneos, de tal forma que la sangre fuga hacia el exterior de los mismos. Las fugas de la sangre bajo la piel causan las manchas típicas de la septicemia meningocócica. A medida que se pierde más sangre de esta manera, el sistema circulatorio comienza a cerrarse, causando otros síntomas de la septicemia, tales como pies y manos frías y respiración acelerada. A menos que este proceso pueda ser contenido por un tratamiento médico, la persona entrará en shock, y ello conduce a fallo cardíaco o múltiple fallo orgánico. Es este proceso el que causa la muerte por septicemia meningocócica.

En las personas que desarrollan meningitis, la bacteria pasa desde la sangre a las membranas que rodean el cerebro. Las toxinas bacterianas causan la inflamación de los tejidos que rodean el cerebro, produciendo los síntomas de la meningitis, tales como dolor de cabeza, rigidez del cuello, aversión a las luces brillantes y adormecimiento. Sin el tratamiento adecuado, el resultado final es el coma, que puede ser fatal.

¿Hay diferentes tipos de bacterias meningocócicas? Las bacterias meningocócicas pueden dividirse en varios grupos, pero casi todas las enfermedades son causadas por los grupos A, B, C, W-135 e Y. Recientemente, el grupo B ha causado el 60% de los casos en el Reino Unido e Irlanda, con los restantes casos causados por el Grupo C y, menos frecuentemente, los otros grupos citados. Ahora que la vacuna MenC está disponible, suponiendo una protección eficaz contra la meningitis y septicemia del grupo C, este tipo de enfermedad está en declive.

La incidencia del Grupo B no ha quedado afectada por la vacuna MenC y en el Reino Unido ha habido una tendencia al alza en el número de casos desde mediados de la década de 1990.

¿Cuál es la frecuencia de la aparición de la enfermedad meningocócica? En la actualidad, los casos de meningitis y septicemia meningocócicas se dan a una tasa anual de 1 caso por cada 30.000 personas en Inglaterra y esta tasa aumenta a medida que vamos desde Escocia a Gales y a Irlanda del Norte. La tasa es la más alta en la república de Irlanda. Con una incidencia anual de cerca de 1 caso por cada 16.000 personas, la república de Irlanda tiene la segunda tasa más alta de enfermedad meningocócica de Europa.

La mayoría de estos casos son sucesos aislados, que no están relacionados entre sí. De vez en cuando, se dan brotes locales de meningitis y septicemia pero, en la mayoría de los casos, no duran mucho. Recientemente, los brotes han estado mayoritariamente asociados con la infección del Grupo C pero, con la introducción de la vacuna MenC, las situaciones como ésta son mucho menos frecuentes.

Aunque el riesgo de contraer meningitis y septicemia no es grande, las tasas de infección son mayores en niños menores de 5 años, y hay una segunda tasa importante

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de infección en el grupo de personas de edades comprendidas entre los 15 y los 24 años. Los científicos no entienden completamente todavía por qué algunas personas son más susceptibles que otras a la infección meningocócica.

¿Puedo protegerme, a mí mismo y a mi familia, contra la enfermedad meningocócica? La vacuna contra la meningitis y la septicemia meningocócicas del grupo C se ofrece a todos los niños y jóvenes menores de 25 años en el Reino Unido y menores de 23 años en la República de Irlanda, y es ahora parte de los programas rutinarios de inmunización. Aunque es muy eficaz, no puede prevenir otros tipos de enfermedad meningocócica.

Hay también una vacuna cuadrivalente disponible, que protege contra las enfermedades meningocócicas de los grupos A, C, W-135 e Y. Esta vacuna se recomienda para personas que viajen a Arabia Saudita, durante las peregrinaciones Hajj y Umrah.

En ausencia de una vacuna universalmente eficaz, es importante conocer los síntomas de la meningitis y la septicemia, para protegernos, a nosotros mismos y a otras personas, de esta infección, porque el tratamiento temprano es el que provee la mayor probabilidad de una recuperación total.

Los primeros síntomas de la septicemia no son específicos de esta enfermedad y son similares a los de la gripe y otras infecciones víricas. Esto hace que el diagnóstico sea muy difícil. Sin embargo, una persona con septicemia meningocócica se pondrá severamente enferma muy rápidamente.

La Penicilina y otros antibióticos pueden matar las bacterias meningocócicas en la sangre o en el fluido alrededor del cerebro. El reconocimiento temprano de la enfermedad meningocócica y su rápido tratamiento con antibióticos aumentan en gran medida las probabilidades de supervivencia.

REFERENCIAS DISPONIBLES EN INTERNET

1. “Meningitis y septicemia”. Meningitis Research Foundation. (www.meningitis.org)

2. Meningitis (www.tuotromedico.com/temas/meningitis.htm)

3. La meningitis bacteriana puede dañar órganos vitales y producir necrosis de tejidos (www.consumer.es/web/es/salud/enfermedades_y_problemas_de_salud/2005/03/03/117686.php)

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IX. UNA VACUNA POR DESCUBRIR El primer caso que yo recuerdo de una muerte similar a la de mi hija Irene data de hace exactamente 20 años. En aquel caso, una joven de 18 años, en otra ciudad española, capital de provincia, murió de forma igual de fulminante. Un día se pudo enferma y al día siguiente estaba muerta. El diagnóstico: Meningitis. Yo conocía a su padre y supe de los problemas posteriores que la muerte de la hija originó a su familia. Como muestra, baste recordar que los padres se separaron al poco tiempo del fallecimiento de la hija y que el padre comenzó a salir con una amiga de su hija, entiendo que como una manera de percibir la ilusión de seguir estando cerca de su hija fallecida. Así de descentradas se quedan las personas después de este tipo de tragedias. Pero aquello fue hace ya 20 años. Y, según parece, no hemos avanzado nada en la lucha contra esta enfermedad. Me refiero a la meningitis y a la septicemia del Grupo B. En el Reino Unido, con una población total de 62 millones de habitantes, mueren 250 personas al año a causa de esta enfermedad. En España, para una misma tasa de mortalidad y una población de 42 millones de habitantes, eso significa que habrá unas 170 muertes al año por culpa de esta enfermedad. Recordemos que nuestro terrorismo doméstico, el de ETA, lleva en su haber unas 1.000 muertes, pero a lo largo de 40 años matando. En ese mismo tiempo, la meningitis debe haber matado a 6.800 personas en España, es decir, casi 7 veces más, sin contar a las personas que no han muerto pero han quedado con secuelas de por vida. Y yo me pregunto ¿cómo es posible que nuestra sociedad del bienestar del primer mundo no haya sido capaz de desarrollar una vacuna eficaz contra las bacterias causantes de la meningitis y la septicemia del Grupo B? Algo excepcional tiene que pasar para que se hayan obtenido vacunas para otro tipo de Meningitis y no para la de tipo B. Algún problema técnico de difícil solución debe ser la causa de esta ausencia de solución eficaz. He investigado un poco en Internet y expongo a continuación las explicaciones que he encontrado. El Problema Para producir una vacuna contra un germen determinado, el método habitual es inocular dicho germen o una parte de él en un organismo vivo y en una concentración muy baja, de tal manera que el organismo reaccione a ese germen externo y genere los anticuerpos necesarios para combatir la enfermedad, si es que se viera sometido a una agresión futura, a concentraciones elevadas, del germen en cuestión.

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La persona posteriormente vacunada queda de esta manera protegida (inmunizada) contra esa futura posible agresión del germen en cuestión. Pero en el caso de la bacteria de la meningitis B, llamada Neisseria Meningitidis B, Esta bacteria se encuentra encapsulada dentro de una pared que es una proteína polisacárida, que presenta una composición muy semejante a las de otras proteínas polisacáridas presentes en muchas de las células humanas. El cuerpo humano, al ser inoculado con la bacteria del grupo B no la reconoce como un agente invasor, por su semejanza química con las células humanas normales y, por tanto, no genera anticuerpos contra ella. Es decir, es como si la bacteria de la meningitis B estuviera “disfrazada” de célula humana normal, razón por la cual no se ha encontrado hasta ahora una manera de producir una vacuna eficaz contra ella. Intentos de solución Se expone a continuación el estado del arte en cuanto a las investigaciones para encontrar una vacuna eficaz para la Meningitis de tipo B. Se trata únicamente de una pequeña investigación de noticias disponibles en Internet, sin perseguir un propósito de erudición sobre el tema. 1. La vacuna “holandesa” Indico a continuación dos noticias relacionadas con este intento de solución.

a) La vacuna contra la Meningitis B parece prometedora

Tony Sheldon, Utrecht, 19 de Septiembre de 1998

Investigadores holandeses creen que han encontrado una vacuna eficaz para combatir la enfermedad meningocócica del Grupo B, que es responsable de los cerca de 500 casos anuales de meningitis bacteriana en Holanda.

Los resultados preliminares de ensayos clínicos con la nueva vacuna son muy motivadores, de acuerdo a la Dra. Eileene Rouppe van der Voort, de la Universidad Libre de Amsterdam. La producción a escala industrial de la vacuna está ya lanzada por el Instituto Nacional Holandés de Salud Pública y Medio Ambiente y están previstos los ensayos clínicos de fase tres, para determinar la eficacia exacta y la duración de la protección de la vacuna, que podría incluirse en el programa general de inmunización del año 2004.

La Dra. Rouppe van der Voort ha formado parte de un equipo que ha realizado estudios clínicos desde 1995 sobre la inmunogeneticidad de la nueva vacuna holandesa, que fue probada en niños en Rótterdam y en el Reino Unido (Gloucester). Ella concluye en su tesis doctoral “Vacunas meningocócicas:¿una cruzada continua?” que la vacuna es segura y muestra mínimos efectos secundarios.

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La mayoría de las enfermedades meningocócicas en Holanda son causadas por el Meningococo del Grupo B, que se encapsula en un compuesto polisacárido. Este polisacárido no es inmunogénico (debido a su similitud con los tejidos humanos), así que una vacuna basada en este polisacárido no es eficaz. Pero, además de su cápsula, los meningococos están rodeados por otra membrana exterior a la cápsula. Los investigadores han concentrado sus esfuerzos, en los últimos 15 años, sobre las estructuras de la superficie encontradas en esta membrana exterior. Con técnicas de ADN, se desarrolló una vacuna basada en las seis variantes más comunes de la proteína PorA del meningococo, que están embebidas en esa membrana exterior. La nueva y multivalente vacuna ha demostrado que induce una multitud de anticuerpos para cada variante. Los investigadores creen que ello podría ofrecer un 70% de protección contra todos los tipos de bacterias meningocócicas. La vacuna podría ofrecer protección también contra el 77% de todos los casos de enfermedad meningocócica del Grupo C.

b) Lunes, 19/02/01, IX Jornadas sobre Actualización en Vacunas La futura lucha contra la meningitis B va a precisar de una inmunización a la carta, teniendo en cuenta las variaciones en los serosubtipos que presenta esta bacteria entre las poblaciones de distintos países.

El polisacárido capsular del serogrupo B de la enfermedad meningocócica se caracteriza por ser poco inmunógeno y por poseer la misma estructura de ácido polisiálico que algunos oligosacáridos presentes en las células humanas. Por este motivo, los ensayos que se han llevado a cabo en torno a una vacuna polisacárida no han resultado exitosos.

Se sugiere que los meningococos B tienen distintas proteínas. Una de las experiencias más avanzadas es la de Holanda donde han estudiado los tipos de proteínas más frecuentes en este país en los últimos 15 años, "pero no es extrapolable a España, porque en nuestro país pueden darse otros tipos de proteínas, por lo que la inmunización holandesa no sería efectiva", ha explicado a DM José Antonio Navarro Alonso, responsable del Programa Regional de Vacunaciones y jefe del Servicio de Promoción de la Salud, de la Consejería de Sanidad y Consumo de la Región de Murcia. El experto, que ha participado en las jornadas internacionales sobre vacunas que se han celebrado en el Hospital Doce de Octubre, de Madrid, ha subrayado que el futuro de la inmunización frente a la meningitis B, patología con una alta frecuencia en España, pasa, por tanto, por una vacunación a la carta. "Una de las vías más novedosas, aunque también menos desarrollada, surge a raíz de la reciente identificación del genoma del meningococo. El objetivo es determinar qué estructuras del genoma son las responsables de la patogenicidad del meningococo B". Con respecto a la vacuna conjugada de la meningitis C, Navarro ha señalado que la positiva experiencia llevada a cabo en algunos países como Gran Bretaña se ha trasladado a España, "donde se vacuna a partir de los dos meses de vida, y donde se ha registrado un descenso en el número de casos. La efectividad de la inmunización varía del 95 al 97 por ciento, según los grupos de población".

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2.La vacuna “cubana” Junio 28, 2000: Diario Las Américas, Miami Junio, 2000: Revista Guaracabuya, Internet

Vacuna cubana contra la meningitis: ineficacia comprobada

por Gonzalo Guimaraens

Un estudio del conceptuado Centro de Vigilancia Epidemiológica (CVE) del Estado de Sao Paulo, Brasil, dado a conocer recientemente, recopila datos estadísticos demoledores acumulados durante los últimos años que muestran la ineficacia de la vacuna cubana contra la meningitis B en los niños menores de cuatro años, los más vulnerables a esa terrible enfermedad. Después de dar claras y minuciosas informaciones sobre testes efectuados en Sao Paulo, Río de Janeiro, Santiago de Chile e Islandia, afirma: "Los estudios realizados con la administración de la vacuna cubana en los menores de cuatro años de edad -frecuentemente el grupo de mayor riesgo para contraer esa enfermedad- no presentaron evidencias significativas de protección. Por lo tanto, esa vacuna no debe ser recomendada como medida profiláctica de la enfermedad meningocócica del grupo B, para niños menores de cuatro años".

Sin embargo, fue esa misma vacuna que el ministro cubano de Salud Pública, Carlos Dotres, llegó a calificar como "la única eficaz en el mundo" contra ese mal; que el Dr. Carl Frasch, alto funcionario de la Agencia Federal de Alimentos y Medicinas (FDA) de los Estados Unidos consideró "beneficiosa" para su país; que directivos de la empresa farmacéutica internacional SmithKline Beecham pretenden producir en colaboración con el Instituto Finlay de Cuba; y que 110 congresistas norteamericanos, en carta a la Secretaria de Estado Madeleine Albright, calificaron como de alto interés humanitario para proteger a los niños norteamericanos... Sería interesante saber en qué informes se habrán basado estos personeros -además de la palabra del ministro comunista y la de los técnicos del Instituto Finlay, de La Habana- para elogiar una vacuna que resultó ser de ineficacia comprobada.

El mito publicitario sobre la vacuna cubana contra la meningitis B cobró impulso internacional en noviembre de 1988, en Atlanta, durante un congreso internacional de medicina. En las sesiones, causó impacto la presentación de un estudio efectuado por investigadores de la isla sobre los aparentemente excelentes resultados preventivos de dicha vacuna, desarrollada por el Centro Nacional de Biopreparados de Cuba. En Ciego de Avila, por ejemplo, de un total de 133.600 niños y jóvenes vacunados, según los investigadores cubanos se habría alcanzado una eficacia inmunológica de 100% en los menores de un año, de 99,9% en los niños de 1 a 5 años, etc. Creyendo a pies juntillas en esos alegados resultados, la Secretaría de Salud del Estado de Sao Paulo, Brasil, y posteriormente el propio Ministerio de Salud de ese país, encomendaron a Cuba durante 1989 y 1990 más de 15 millones de dosis, en valores que sumaron centenas de millones de dólares.

El negocio para Cuba comunista fue redondo. Para muchos niños brasileños, lo que vino fue la decepción. Una década después de esa malograda experiencia, el Centro de Vigilancia Epidemiológica (CVE) del Estado de Sao Paulo ha dado a conocer este informe con resultados concluyentes. Más vale tarde que nunca, dice el refrán. "Brasil

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ya gastó 300 millones de dólares con una vacuna cubana que no presentó resultados", lamentó el Dr. Isaías Raw, director del conocido Instituto Butantan de Sao Paulo, especializado en biotecnología. El CVE ha presentado hechos y estadísticas que hablan por sí, y que contribuyen a desmitificar otro de los supuestos "logros" de la medicina cubana, tan alardeados por el régimen comunista y por sus seguidores en el mundo entero.

Gonzalo Guimaraens es analista político, experto en asuntos cubanos.

3. La noticia más reciente encontrada en Internet.

La necesidad de una vacuna contra la Meningitis B En Mayo de 2005, las empresas VaxGen, Inc y EndoBiologics International Corp. Anunciaron una colaboración para iniciar una investigación en pos de encontrar una vacuna contra la Neisseria Meningitidis grupo B, usando tecnología desarrollada por EndoBiologics. La tecnología desarrollada por EndoBiologics y licenciada por VaxGen utiliza una aproximación única para el diseño y desarrollo de la vacuna contra la Meningitis B. El organismo Dictyostelium discoideum, también conocido como moho del cieno o ameba social, usa las bacterias de la Meningitis B como fuente de alimento y produce unas enzimas que detoxifican de forma natural el lipooligosacárido (LOS) bacteriano, que es una estructura de hidrato de carbono (azúcar) que se encuentra en la pared exterior de las bacterias MenB, con lo que tendríamos un potencial antígeno para la vacuna. El LOS detoxificado se conjuga después (se une) a una proteína portadora, para crear el candidato a la vacuna. En el pasado, la dificultad en detoxificar el LOS y preservar al mismo tiempo porciones del antígeno esencial para producir una vacuna útil, ha sido una barrera al uso del LOS como una antígeno para la vacuna. VaxGen y EndoBiologics creen que este método de producción puede resolver este reto, por medio del uso de un medio biológico, en lugar de uno químico, para detoxificar el antígeno, preservando así importantes sustancias que se cree están implicadas en la inducción de anticuerpos protectores. A través de esta colaboración, VaxGen pretende financiar estudios de detalle y continuar el desarrollo del producto, si los estudios arrojan resultados prometedores. La Neisseria Meningitidis es una de las bacterias más frecuentemente responsables de los casos de meningitis bacteriana, una infección letal más común entre niños y adolescentes. Una infección del líquido de la médula espinal de una persona y de las membranas que rodean el cerebro, la meningitis es casi siempre fatal si no se trata y presenta una tasa de mortalidad de entre un 10 y un 15% incuso tratándose con antibióticos. De aquellas personas que se recuperan de la enfermedad, hasta un 20% experimentan pérdidas de audición, daños cerebrales irreversibles o amputación de extremidades. Hay actualmente cinco tipos principales de Neisseria Meningitidis, que causan la mayoría de los casos de meningitis, que son los grupos A, B, C, W-135 e Y.

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Las vacunas para las meningitis de los grupos A, C, W-135 e Y que están disponibles actualmente se recomiendan para inmunizaciones rutinarias y pueden llegar a ser muy pronto parte del calendario de vacunación de los niños y jóvenes. Sin embargo, no hay vacuna disponible actualmente que proteja contra una amplia gama de las cepas de bacterias de Meningitis del tipo B. Por ello, de los principales gérmenes patógenos responsables de las meningitis bacterianas, la Meningitis B sigue siendo la única para la que no hay vacuna eficaz de uso rutinario. Conclusión

A pesar de los esfuerzos realizados por organizaciones públicas y privadas de varios países de todo el mundo, seguimos sin disponer de una vacuna eficaz contra la meningitis y la septicemia causadas por la bacteria Neisseria Meningitidis de tipo B.

Esta es la imagen del bicho asesino que ha matado a mi hija desde dentro de su cuerpo. Me pregunto por qué motivo habrá sido creada esta bacteria, aparte de para traer la muerte y la desolación a este mundo.

REFERENCIAS DISPONIBLES EN INTERNET

1. “Aproximación a la lucha contra la meningitis B”. (www.ucm.es/info/fmed/medicina.edu/Infecciones/lucha.htm)

2. Meningitis B vaccine looks promising. (http://bmj.bmjjournals.com/cgi/content/full/317/7161/770/b)

3. The Need for a Meningitis B Vaccine (www.vaxgen.com/pressroom)

4. IX Jornadas sobre Actualización en Vacunas. (www.diariomedico.com/infecciosas/n160201bis.html)

5. Vacuna cubana contra la meningitis: ineficacia comprobada. (www.cubdest.org/0012/gvaccu.html)

6. Trials for meningitis B vaccine (http://news.bbc.co.uk/1/hi/health/1236763.stm)

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X. RE-APRENDER A VIVIR Y ahora, ¿qué?. ¿Cómo va a ser mi vida y la de mi querida familia después de sufrir la tragedia de perder a nuestra querida Irene? ¿Cómo voy a enfrentarme a su ausencia diaria, a no poder disfrutar nunca más de su presencia, a no poder siquiera comunicarme con ella, a no saber si existe, ni dónde está ni cómo se encuentra? ¿Cómo voy a encontrarle un sentido a la vida, después de haber perdido una parte tan importante de mis ilusiones, de mis anhelos, de mi fe en el futuro? ¿Dónde voy a conseguir la fuerza que me impulsaba cada día a salir a la calle y procurar lograr el mejor futuro posible para mi familia? No lo sé y me preocupa no saberlo. Solo sé que es mi obligación velar por los míos y por mí mismo, que esta familia ha sufrido una baja irreparable, pero que debe continuar viviendo, igual que un ejército sufre pérdidas en la batalla pero, aún así, sigue avanzando en pos de la victoria. Solo sé que debo empeñar a diario toda mi fuerza de voluntad en seguir adelante y en tratar de encontrar otra vez la alegría de vivir, ahora perdida y desfigurada. No se cuánto tiempo precisaré para que esta familia vuelva a encontrar, si no la felicidad, al menos quizá un estado de pseudo-armonía y reconciliación con la vida a nuestro alrededor. Sé que ya nada será igual. No puede serlo, porque el vacío que Irene ha dejado en nuestras vidas no puede ser reemplazado por nada de este mundo. La herida en el corazón es muy grande, y grande será la cicatriz de por vida. Pero quizá me pueda ayudar, en esta tarea de recuperación, el describir cómo me siento ahora, qué tipo de pensamientos, negativos y positivos, me invaden. Quizá eso me sirva para definir y reconocer claramente mis sentimientos y poder así mejor irlos cambiando, perfilando, a fin de tratar de superar esta tan irreparable pérdida. Así que los voy a ir indicando a continuación. Tristeza Siento un intenso dolor por no poder comunicarme con mi hija, por el peso de la losa de su ausencia. Ya nuca más la veré. Ya nunca más mis sentidos la percibirán junto a mí. Ya no podré besarla ni achucharla. No podré decirle cuán orgulloso estoy de ella.

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Se que veré a alguien por la calle que se le parecerá, y mi corazón dará un vuelco, al confundir su presencia con la de ella. Se que alguien abrirá la puerta de casa, y echaré de menos que no sea ella quien entre. Se que veré a sus amigas por la calle y me preguntaré, por un instante, dónde está mi niña. Se que la lloraré todavía durante mucho tiempo más. Falta de sensación de realidad A pesar de que he vivido esta tragedia en primera persona, todavía mi mente no ha asimilado lo sucedido. Ha sido un conjunto de emociones tan intensas en tan poco tiempo que todavía no doy crédito a lo que ha pasado. No me puedo creer que en 2005 y en España puedan pasar estas cosas. No me puedo creer que mi hija Irene, un conjunto complejo y sofisticado de tejidos orgánicos animados por un espíritu fuera de lo común, un ser humano excepcional, pueda haber quedado reducido, de la noche a la mañana, a unos gramos de cenizas alojados en una urna. Se que ha pasado, pero no me lo puedo creer todavía y cada día, al despertar, me cuesta un buen rato darme cuenta de cuál es la tremenda realidad. Culpa y Frustración ¿Qué es lo más grande, personal, valioso y verdaderamente íntimo que uno tiene en su vida?: ¿Quizá una casa?, ¿un coche?, ¿una aventura sexual?, ¿un puesto de trabajo?, ¿dinero?, ¿poder?, ¿influencia sobre los demás?. No. Lo más grande, lo más valioso de una vida es el Amor y las personas que son los sujetos próximos de ese Amor: Tu esposa, tus hijos, tus familiares, tus amigos…… Pero, en el caso de la pérdida de un hijo, se funde además otro sentimiento, que es la frustración por no haber sido capaz de cumplir con una mínima responsabilidad con el mandato de transmitir y conservar la vida que nos legaron nuestros antepasados. Si, además, tu hijo muerto tenía una corta edad, se une al dolor de su pérdida el dolor por haber truncado un proyecto de vida en sus primeras etapas. Cuando una persona muere pierde todo lo que es y todo lo que hubiera podido llegar a ser y, cuánto más joven es la persona fallecida, mayor es ese potencial de vida que ya no se realizará. Cuántas ilusiones desperdiciadas, cuantos sueños incumplidos, cuantas experiencias no vividas, cuanta energía disipada en la nada, de la noche a la mañana. ¡Cuánta desilusión por algo que podría haber sido y ya no lo será!

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Rabia Sí, siento rabia porque mi familia haya sido elegida nuevamente para ser visitada por la Muerte, sin poder hacer yo nada por evitarlo. La Parca acostumbra a visitarme sin ser invitada con cierta frecuencia, y ya sus groseros modales no me son en nada desconocidos. La primera vez que nos vimos cara a cara tenía yo 18 años. Mi querida y única hermana Adela, de 23 años y con un hijo de 1 año, mi sobrino Aitor, murió en un accidente de montaña, en el Monte Perdido (Pirineos). Simplemente iba paseando por allí arriba, con su marido, cuando resbaló en un nevero y cayó por un barranco, perdiendo la vida al instante. También se trataba en aquella ocasión de una persona excepcional, con una personalidad de características muy similares a las de mi hija Irene. Mi hermana Adela era alegre, cariñosa, expansiva, abierta, generosa, solidaria, dulce. ¡Cuántas veces habíamos advertido mi mujer y yo esa similitud de carácter, entre mi hermana y mi hija!. La segunda vez que vi el rostro enjuto y seco de la Muerte fue hace 11 años, teniendo yo 38, cuando mi padre, Marino Megías, murió de cáncer a la edad de 80 años, después de luchar contra la enfermedad por espacio de tres años. Se trataba nuevamente de una persona excepcional, idealista, optimista, desprendida y bondadosa, que entregó los mejores años de su vida a los demás, por defender sus ideales democráticos, y que marcó con su inconfundible estilo las vidas de muchos en su paso por este mundo. Hay enormes parecidos, quizá genéticos, entre estas tres personas que han pasado por mi vida y ya han muerto, mi hermana, mi padre y mi hija. Las tres eran personas excepcionales, quizá demasiado. Quizá por ello Dios se los llevó, como se suele decir, porque Dios se lleva a las personas que han demostrado claramente su bondad en esta vida, para así poder utilizar sus habilidades en otras dimensiones donde sean necesarias. ¿Por qué me rondas con tanta frecuencia, sucia y fea Muerte?, ¿por qué te empeñas en rodearme de tragedia, una y otra vez?. ¿Es que nunca te cansarás de ensañarte conmigo?. ¿Qué tienes contra mí? Envidia y humildad Sí, envidia del resto de las familias a mi alrededor, que no han tenido tan mala suerte como la nuestra. Familias de toda condición social, incluso familias pobres que, aún así, tienen hijos hermosos y llenos de vitalidad, a los que quieren con todas sus fuerzas. Envidia de ver cómo los hijos de esas familias van a ir desarrollando sus vidas; con mayor o menor éxito, eso da igual, pero mi hija ya no podrá hacerlo.

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Antes criticaba a veces a otras familias, por la forma de ser de los padres o los hijos. Ahora me parece que el padre más idiota, el más papanatas, es más que yo, porque él sí que ha sabido conservar sus tesoros, y yo no. Siento también un profundo respeto por cualquier forma de vida, porque no quiero que se malgaste estúpidamente la vida de ser alguno. Es curioso pero, cuando voy caminando y veo una hilera de hormigas afanándose en sus quehaceres, intento evitar pisarlas. ¿Quién soy yo para decidir acabar con sus vidas tan alegremente? Solidaridad Ahora comprendo mejor el sufrimiento de los millones de personas que arrastran su dolor por el mundo. Hasta ahora era conocedor de esa realidad pero no había hecho nada por tratar de mitigarla. No soy el único que sufre, en un mundo plagado de guerras, terrorismo, accidentes, crímenes, epidemias, enfermedad, muerte….. No soy más que nadie, y ahora veo que el dolor de esas personas es también el mío, que todas las personas que sufren están unidas en el dolor. Por ello, ahora me siento movilizado a contribuir en la medida que pueda a luchar contra ese sufrimiento. Mi maravillosa mujer, Puri, y yo hemos decidido hacer donación recurrente de cantidades de dinero tanto a las Organizaciones No Gubernamentales que operen en los países en vías de desarrollo como a las fundaciones no lucrativas que investigan sobre la meningitis. Serán las cantidades que puedan ser pero, al menos, sabremos que servirán para algo bueno. Quién sabe cuánto bien puede hacer una pequeña cantidad, administrada honestamente, en favor de un niño pobre. Agradecimiento Agradecimiento por el apoyo que muchas personas, familiares, amigos y conocidos, nos han brindado en estos fatídicos días en los que Irene ha caminado su última senda en este mundo. El mero hecho de compartir nuestro dolor y de orar por la curación de Irene es para mí una expresión insuperable de generosidad y de cariño. A todos les estoy muy agradecido. También agradezco tener la familia que tengo. Si no fuera por lo maravillosos que son mi esposa, Puri, y mi hijo, Jaime, yo no podría superar el golpe de la pérdida de mi hija Irene. Es por ellos que debo hacer el supremo esfuerzo de salir adelante y voy a poner todo mi empeño en que así sea, porque ellos se merecen lo mejor. No necesitan un padre y esposo derrotado, vencido por la vida y por los acontecimientos, llorando por los

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rincones, sino un padre y esposo fuerte, responsable y decidido a seguir luchando por ofrecerles lo mejor. Aunque el apoyo de familiares y amigos será fundamental en nuestra recuperación, somos fundamentalmente nosotros tres quienes tenemos que re-aprender a vivir después de Irene. Y, a todos cuantos hayáis encontrado interesante este escrito, vaya también mi más sincero agradecimiento. Aprended de mis errores, cuidad de vuestras familias con todas vuestras fuerzas y no olvidéis que los beneficios de la venta de este libro van destinadas a investigación sobre la Meningitis y a obras de caridad. A todas y todos, un fuerte abrazo, Jorge Megías Madrid, Septiembre de 2005

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