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El ser humano: persona y sociedad Tema 4 La dimensión natural, cultural y social del ser humano Introducción………………………………………………….1 1. El problema del origen de la vida………………………….2 2. Breve apunte histórico: la teoría de la evolución…………4 3. El origen de ser humano……………………………………4 4. La especificidad del ser humano…………………………..4 5. ¿Inteligencia animal o inteligencia humana……………… 6 6. Experiencia del propio cuerpo y conciencia humana……6 Actividades…………………………………………………..8

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El ser humano: persona y sociedad

Tema 4

La dimensión natural, cultural y social del ser humano

Introducción………………………………………………….11. El problema del origen de la vida………………………….22. Breve apunte histórico: la teoría de la evolución…………43. El origen de ser humano……………………………………44. La especificidad del ser humano…………………………..45. ¿Inteligencia animal o inteligencia humana………………66. Experiencia del propio cuerpo y conciencia humana……6

Actividades…………………………………………………..8

Cuestiones iniciales ¿Qué sabes acerca del origen del ser humano? ¿El ser humano ha sido siempre como ahora? ¿Por qué? ¿Se han despejado todas las incógnitas que plantea la evolución? ¿En qué aspectos ha cambiado más el ser humano: en su constitución física o en su forma de

vivir?

Introducción

¿Cómo podemos saber qué es ese ser humano que, a fin de cuentas, somos? ¿Observando sus formas de vida? ¿Acudiendo a las ciencias biológicas, culturales e históricas? ¿Cómo averiguar si la forma en que se vive en un momento histórico es auténticamente humana? ¿Acaso podemos descubrir una naturaleza humana, permanente en el espacio y en el tiempo?

Resulta muy difícil llegar a conocer verdaderamente lo que es el ser humano. En principio, por su carácter problemático, incluso enigmático y misterioso. Pero también porque las diversas ciencias descubren únicamente unos aspectos de ese ser y siempre existe el riesgo de tomar por explicaciones de totalidad lo que solo pretende explicar una parte, con el consiguiente peligro de reduccionismo (como cuando se quiere explicar al ser humano en su conjunto solo desde la biología, la sociología, la economía o la cibernética). y es que para conocer la realidad humana no bastan las ciencias de la naturaleza: es preciso abrirse, a partir de lo biológico, a una comprensión cultural e histórica del complejo fenómeno humano.

1. El problema del origen de la vida

Sabemos que los seres vivos están compuestos de las mismas moléculas y átomos que aparecen en las sustancias inanimadas, y que todos los procesos vitales (pongamos el fenómeno de la conciencia aparte) son procesos fisicoquímicos. Ahora bien...

¿Pudo formarse materia orgánica a partir de materia inorgánica sin la participación de ningún ser vivo? ¿Puede la vida venir de algo muerto? Si no es así: ¿de dónde procede? ¿quién o qué la puso en este planeta? [origen]

¿Cómo es posible que un sistema de moléculas orgánicas se reproduzca de modo 'idéntico' a sí mismo? [reproducción]

¿A qué ha de atribuirse el que la materia viva evolucione y tienda a formas cada vez más complejas? [evolución]

Calculamos que la tierra tiene 4.600 millones de años (como el resto del sistema solar). A partir de microfósiles semejantes a bacterias, sabemos que más de quinientos millones de años después de la formación de nuestro planeta, hace unos 4.000 millones de años, apareció en él, en algún momento, un tipo de forma viviente primitiva unicelular.

La aparición de organismos pluricelulares tuvo que esperar hasta hace aproximadamente 700 millones de años.

A partir de este momento la velocidad y variabilidad con que aparecieron nuevas formas de vida es sorprendente si lo comparamos con estos primeros procesos.

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En 1952 Harold C. UREY y Stanley L. MILLER en la Universidad de Chicago realizaron trabajos experimentales de laboratorio y sorprendieron al mundo al demostrar cómo, en las posibles condiciones de la atmósfera primitiva, podían formarse sustancias orgánicas a partir de sustancias inorgánicas. Sucesivas investigaciones parecen demostrar el origen natural de la vida a partir de material inorgánico.

Desde el momento de la aparición de la vida es de suponer que rige el principio de que lo vivo procede de lo vivo. Jamás surgen individuos completamente nuevos, sino que se forman a partir de las células germinales de la generación precedente (en los seres unicelulares por partición del individuo).

La vida fluye por tanto, desde su origen, en una corriente continua que se prolonga gracias a las células germinales ("semillas"). De esta corriente surgen los individuos en vías de crecimiento y los adultos, cuyas estructuras y procesos fisiológicos contribuyen a asegurar la continuidad de ese hilo de la vida.

Podemos entender pues que los individuos (vegetales, animales o humanos) no son más que un medio del que se vale la corriente de la vida para asegurar su continuidad.

Todo lo viviente es una estructura completamente unitaria en cuanto a su origen y a su constante y continuo desarrollo que en el transcurso de prolongados períodos de tiempo se ha ido ramificando y que en cada momento sólo está activa en los innumerables seres vivos que representan las puntas más extremas de las ramas. Así pues, todos los seres vivos se hallan en una auténtica relación de parentesco, es decir: poseen antepasados comunes con los que se hallan materialmente unidos mediante sus continuadas secuencias de vías germinales.

2. Breve apunte histórico: la teoría de la evolución

El cuadro siguiente resume las distintas teorías que a lo largo de la historia han explicado los orígenes del ser humano.

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Del fijismo al evolucionismo

Al ser humano siempre le ha interesado saber de dónde viene, entre otras cosas, porque para saber qué es y a dónde puede ir es importante conocer cuáles son sus orígenes. Una forma de responder a esta cuestión ha sido el evolucionismo, que se opuso desde un principio al fijismo. El fijismo fue propuesto por George Couvier (17691832). Esta teoría considera que todas las especies son independientes y permanecen inalteradas a través del tiempo desde su creación.

Se entiende por evolucionismo la teoría según la cual el universo y la vida en todas sus manifestaciones son el producto de un desarrollo. La diversidad de las especies es resultado del cambio y la adaptación. El evolucionismo se difundió a partir del siglo XIX, pero tuvo un antecedente próximo en el transformismo del siglo XVIII, defendido tímidamente por Leclerc, conde de Buffon (17071788), y, de una forma más decidida, por Moureau de Maupertuis (16981759). Según el transformismo, la aparición de nuevas especies se debe a la transformación de las primitivas.

Entre las teorías propiamente evolucionistas podemos destacar las siguientes: El lamarquismo: es la primera teoría global de la evolución biológica. Se expone en la Filosofía Zoológica, obra del naturalista francés JeanBaptiste de Monet, caballero de Lamarck (17441829), publicada en 1809. Defiende las siguientes afirmaciones: Hay una progresión gradual desde unos organismos más simples a otros más complejos. El mecanismo por el que se producen los cambios graduales es la adaptación al ambiente por

medio del uso y desuso de determinados órganos. El ejercicio de los órganos produce su desarrollo y perfección. De aquí surge la afirmación, que se

ha hecho célebre: «la función crea al órgano». Su falta de uso provocaría su atrofia. 3

Los caracteres así adquiridos se heredan, permitiendo una mejor adaptación a las condiciones del entorno. Por ejemplo, las jirafas tienen el cuello largo porque este ha ido creciendo durante generaciones para poder alcanzar mejor las hojas de los árboles.

Aunque Lamarck no aportó pruebas convincentes para demostrar que los caracteres adquiridos se heredan, sus tesis fueron de gran interés y ayudaron a formular la propuesta evolucionista.

El darwinismo: En 1858, tras un viaje por las islas Galápagos y América meridional, Charles Darwin (18091882) y Alfred R. Wallace (18231913) presentan en Londres una nueva teoría de la evolución basada en sus observaciones.

Según Darwin, se entabla una lucha por la supervivencia porque hay más seres vivos que recursos, lo cual provoca un proceso de selección natural. En esa lucha sobreviven los más aptos, los que presentan las características mejores para adaptarse al medio; los peor adaptados perecen, y los más adaptados transmiten sus características a sus descendientes.

Aunque esta teoría darwiniana de la selección natural se impuso a la de Lamarck, tampoco explicaba suficientemente el mecanismo de la evolución, porque le faltaba una teoría adecuada para aclarar cómo las variaciones se transmiten por herencia. Es decir, requería una explicación de la herencia biológica como la elaborada por Gregor Mendel (18221884) tras sus experimentos con guisantes en el jardín de su monasterio.

El mutacionismo: A partir de Mendel, la investigación genética en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX promovió una nueva teoría: el mutacionismo, según la cual el progreso evolutivo depende de mutaciones.

Alrededor de 1901, Hugo de Vries (18481935) distinguió dos tipos de variaciones: las modificaciones, provocadas por cambios ambientales, que no se heredan; y las mutaciones, que son alteraciones que se producen en los genes de los organismos vivos y se transmiten por herencia. Sin embargo, según esta teoría, las mutaciones se producirían por causas que actúan al azar, que no necesariamente provocan mejoras.

Teoría sintética o neodarwinismo La pugna entre los defensores de la selección natural y los de la mutación condujo a una teoría

sintética de la evolución, como la expuesta en 1937 por Th. Dobzhansky en su obra La Genética y el Origen de las Especies, que fue desarrollada en años sucesivos con datos de la zoología, la paleontología, la botánica y, posteriormente, la biología molecular. En este estudio se intentan armonizar el principio darwinista de la selección natural y los principios genéticos de la mutación como mecanismos explicativos del proceso evolutivo. Según esta teoría, las mutaciones explican las variaciones casuales de los organismos que se heredan, y la selección natural dirige el curso de la evolución eliminando las variaciones menos ventajosas y perpetuando a los individuos más adaptados. Podemos decir, pues, que desde un punto de vista biológico la evolución de las especies es un hecho, aunque siguen existiendo controversias sobre cuál es el mecanismo por el que se produce.

3. El origen del ser humano

Thomas Huxley, Charles Darwin y

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Ernst Haeckel defendieron en la segunda mitad del siglo XIX que el ser humano procede evolutivamente de especies animales antropoides. Los más parecidos al ser humano son los clasificados en la familia de los póngidos: el gibón, el siamán y el orangután (representantes de esta familia en Asia) y el chimpancé y el gorila (en África). Los póngidos y los homínidos pertenecen a la superfamilia de los hominoides o antropoides. Y de los homínidos, la única especie viviente es la del ser humano: Homo sapiens.

Aunque no se ha determinado cuál fue el primer antepasado del Homo, sí se han encontrado abundantes restos fósiles de lo que se denominó «eslabón perdido», que permiten reconstruir el proceso evolutivo hasta llegar a la forma actual del ser humano.

Los australopitecinos Vivían en la selva hace entre tres y un millón de años. Tenían una capacidad craneal de unos

500 cm3 (más o menos como un gorila) y eran bípedos. De la misma época era el Homo habilis, del que se han encontrado en África restos fósiles, pero el Homo habilis se caracterizaba por una frente más ancha, un aumento de la capacidad craneal hasta unos 700 cm3 y un cambio en el régimen de vida: vivía ya en zonas abiertas, como praderas y sabanas, organizado en formaciones familiares y construía chozas e instrumentos (cultura Olduwan).

El Homo erectusEste proceso evolutivo prosigue con el paso del Homo habilis al Homo erectus, cuyos fósiles, de

hace entre un millón y medio hasta 300.000 años, indican que no sólo era bípedo, sino que caminaba erguido, tenía entre 900 y 1.200 cm3 de capacidad craneal, usaba el fuego, tal vez practicaba ritos asociados al enterramiento y construía instrumentos de piedra, por ejemplo, hachas bifaces (cultura achelense). Del Homo erectus se creía que evolucionó, por un lado, el Homo neanderthalensis y, por otro, el Homo sapiens, antecesor directo del hombre actual. Sin embargo, los últimos hallazgos parecen confirmar la existencia de otras ramas y eslabones perdidos, como el Homo heidelbergensis, el Homo rodhesiensis y el Homo antecesor, este último descubierto en la sierra burgalesa, en el yacimiento de Atapuerca.

El Homo sapiensEl Homo sapiens apareció hace unos 100.000 años en África y Oriente Medio y hace unos

40.000 años en Europa. Era nómada y vivía de la caza, pero empezó a practicar también la agricultura y la ganadería. Fabricaba armas e instrumentos, como hachas y cuchillos de piedra, usaba ropa cosida y se adornaba, enterraba y trataba a los muertos con reverencia, y produjo diversas obras de arte, por ejemplo, las pinturas rupestres de Altamira, en España, o Lascaux, en Francia. Tenía ya una capacidad craneal como la del hombre actual o mayor.

En un nuevo proceso, que los antropólogos denominan humanización, el hombre se independiza progresivamente de la presión natural del medio, porque se adapta a él no sólo biológicamente, es decir, no sólo actuando condicionado por su estructura fisiológica, sino también a través de un mundo de cultura que él crea y le hace ser como es.

4. La especificidad del ser humano: Hominización y Humanización

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Hominización. Con este concepto se designa el proceso evolutivo que condujo desde los primates antropomorfos (con forma humana) a la aparición de los primeros seres humanos, a lo largo de ese proceso evolutivo fueron surgiendo modificaciones corporales y también alteraciones cerebrales que dieron lugar a la aparición de las capacidades intelectuales que diferencian al ser humano del resto de especies animales: el lenguaje articulado, la conciencia y el pensamiento.

Para descubrir la especificidad del ser humano resulta útil empezar comparándolo con los animales y determinar las

semejanzas y las diferencias que existen entre ellos.

Diferencias bioquímicas, genéticas y anatómicas

Desde el punto de vista bioquímico y genético no hay grandes diferencias entre el ser humano y los antropoides: el primero tiene 23 pares de cromosomas, mientras que los grandes monos antropoides tienen 24.

En cambio, las diferencias anatómicas son muy significativas y debieron de ser favorecidas por la selección natural. Las más importantes son las siguientes y, de ellas, son esenciales las dos últimas:

• La reducción del tamaño de los dientes y de las mandíbulas (la desaparición del ‘hocico’ posibilitará la aparición del habla).

• La forma de la mano y su habilidad, compleja y precisa (existencia del dedo pulgar oponible al resto de dedos).

• La posición bípeda y erguida, posibilitada por las transformaciones en las caderas y en los pies, que amplió la capacidad de observación y liberó las manos, de modo que así pudieron utilizarse para otras funciones, como la fabricación de instrumentos o la escritura.

• El desarrollo del cerebro, cuyo tamaño se triplicó y cuya creciente complejidad hizo posible la cultura (técnica, símbolos, etc.).

Humanización. Según algunos antropólogos, el proceso evolutivo mediante el cual los primitivos seres humanos alcanzaron el pensamiento abstracto y la cultura. Se refiere, por tanto, más a cambios de comportamiento que biológicos.

Diferencias de comportamiento

Respecto al comportamiento, el ser humano tiene los rasgos propios de la vida animal, que son la independencia respecto del medio y el control específico sobre él, pero además goza de los

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siguientes rasgos distintivos:

• La capacidad de simbolización. Lo propio del ser humano es la comunicación mediante símbolos, mientras que el animal se comunica sólo mediante signos naturales, por ejemplo, el ladrido del perro y el canto del ruiseñor. Por eso filósofos como Cassirer han calificado al ser humano como «animal simbólico».

• La vida en la realidad. Nuestra inteligencia nos permite captar las cosas como realidades, es decir, como algo distinto a nosotros pero en relación con nosotros, haciéndonos «cargo de» ellas. Mientras que los animales captan lo que los rodea como estímulos a los que han de responder. De ahí que Zubiri haya caracterizado al ser humano como «animal de realidades», abierto a la realidad del mundo y a su propia realidad por la inteligencia.

• El sentimiento del propio cuerpo. Para lograr un cabal conocimiento de la realidad humana es necesario conocer el cuerpo. Pero no solo desde fuera, es decir, las características anatómicas, sino también desde dentro, de donde obtengo noticia de mi existencia, mi situación, mis impulsos, mis pretensiones, mis limitaciones y mi poder. Este conocimiento lleva consigo un sentimiento, una toma de conciencia. Por esto, al hacernos cargo de la realidad, a la vez que la percibimos por los sentidos, quedamos sentimentalmente afectados, adquirimos un tono vital determinado y nos sentimos impelidos a actuar voluntariamente de una forma y no de otra.

• La apertura al mundo. El ser humano, por su inteligencia, es capaz de entender cosas que están más allá de la situación en que se encuentra en el espacio y en el tiempo, y por su voluntad es capaz de quererlas (por ejemplo, hacer planes para el futuro). Por eso no está encerrado en su medio vital o medio ambiente, como el animal, sino abierto al mundo, entendiendo por «mundo» el medio que él transforma con su acción, y al que da sentido con su conocimiento, y que a su vez le modifica.

• El libre albedrío. El ser humano es el único animal capaz de decir «no» a la satisfacción de sus apetencias instintivas y de elegir su futuro. Esto abre al ser humano el espacio de la libertad, que conlleva también la responsabilidad.

• La inconclusión. El ser humano nunca está acabado, concluido. Por el contrario, siempre siente el deseo de «más» y de «otra cosa». Por eso San Agustín lo caracteriza como «animal ávido de cosas nuevas», y Nietzsche dice de él que es el «único animal que puede hacer promesas». entendiendo por «prometer» proyectar creativamente el futuro.

• El ensimismamiento. El ser humano tiene un sí mismo, desde el que es capaz de orientarse y regir sus acciones forjando sus ideas y proyectos. El animal no vive desde sí mismo, sino desde lo otro. Por eso las personas que no planean la vida desde sí mismas, dirigidas siempre desde fuera por las circunstancias o por los demás, en realidad han abandonado su ser personas.

• La capacidad de imaginar y la de razonar. La fantasía o imaginación es la capacidad innovadora que nos permite crear proyectos e ideales; la razón es la capacidad con la que ordenamos tales proyectos e ideales y construimos la vida humana. Esto conduce a caracterizar al ser humano como «animal fantástico» y como «animal racional».

Vida cultural

Junto al comportamiento, la vida cultural es el rasgo diferencial más llamativo del ser humano. Así como la vida biológica está basada en la transmisión de información genética (ADN) como en el resto de los animales, la cultura es posible por un conjunto de capacidades que no tienen los demás animales, incluso los más semejantes al ser humano, como acabamos de ver.

Todo ello hace que podamos hablar en él de una cultura, es decir, de un conjunto de realidades (lenguaje, leyes, instituciones, arte y otras) que el ser humano ha producido como consecuencia de su vida en sociedad, y que le sirven para entender el mundo en que vive, orientarse en él y actuar eficazmente para sobrevivir y desarrollarse de un modo propiamente humano. La cultura es así, al

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mismo tiempo que un producto del ser humano social e histórico, el instrumento o medio por el que la sociedad configura al individuo y lo hace capaz de pertenecer a ella.

5. ¿Inteligencia animal o inteligencia humana?

Aunque desde el siglo XIX es normal usar la expresión «inteligencia animal», sigue discutiéndose si la inteligencia es o no una facultad única del ser humano.

Todo depende de qué se entienda por inteligencia. Si por inteligencia entendemos la capacidad de modificar el medio o utilizar algún instrumento para satisfacer necesidades vitales, entonces se encuentra ya en algunos animales. Aunque tendríamos que distinguir entre las acciones fijadas en forma de instintos (la construcción de nidos, por ejemplo) y las acciones ocasionalmente inventadas para resolver apremiantes necesidades vitales.

Pero si por inteligencia entendemos la capacidad de aprehender las cosas como reales, o de convertir los signos en símbolos, o de concebir ideas universales y abstractas, entonces solo el ser humano tiene inteligencia.

Por otra parte, cabe preguntar si la inteligencia humana es tan solo un desarrollo cuantitativo de lo que hace el chimpancé o existen diferencias cualitativas. Aunque la cuestión sigue siendo controvertida, la respuesta de los más significativos representantes de la filosofía contemporánea es que la inteligencia humana es cualitativa y esencialmente distinta de la animal.

La diferencia entre ellas consiste en que el animal, incluso el más perfecto, no trasciende el plano del esquema operativo estímulo-respuesta: puede responder a un estímulo mediante una modificación del medio, pero su respuesta está limitada a esa situación; mientras que ya el Homo habilis, que inventó la talla de piedras para fabricar hachas de sílex, las utilizaba no solo para resolver una situación, sino para cualquier situación semejante, más allá de ese tiempo y ese espacio concretos.

6. Experiencia del propio cuerpo y conciencia humana:

6.1. “Somos un cuerpo….

Para lograr un cabal conocimiento de la realidad humana es necesario conocer el cuerpo. Pero no solo desde fuera, es decir, no sólo las características anatómicas o extracuerpo, sino también desde dentro, desde el intracuerpo, que modula toda nuestra vida psíquica, el pensamiento y la volición; es necesario tener en cuenta el sentimiento del propio cuerpo.

Este conocimiento intracorporal de mi cuerpo me da noticia de mi existencia, de mi situación, mi poder y mis limitaciones, mis impulsos, pretensiones, proyectos y apropiaciones, todo lo que voy incorporando a mi vida. No se reduce a tener sensaciones, sino que toda sensación lleva consigo un sentimiento, un «sentirse uno afectado en su realidad y en el modo de estar en la realidad»; es decir, con los sentidos corporales no solo percibimos el mundo, sino que, a la vez, nos sentimos afectados y adquirimos un determinado tono emocional.

Por eso, al hacernos cargo de la realidad, a la vez que la percibimos por los sentidos, quedamos sentimentalmente afectados en nuestro tono vital y nos sentimos impulsados a responder determinando voluntariamente nuestras acciones. Hay, pues, una unión estructural entre las tres vertientes específicas del ser humano: la inteligencia en el orden de los sentidos (inteligencia sentiente), el sentimiento en el orden de los afectos (sentimiento afectante) y la voluntad en el orden de las tendencias (voluntad tendente).

6.2. ….Y una conciencia8

Aunque la relación entre lo físico y lo mental es muy compleja, cada psiquismo humano presenta una unidad singular. El ser humano es un sujeto, no un objeto, porque es un alguien que actúa, un quien que responde, un yo que vuelve sobre sí y es capaz de preguntarse: «¿Quién soy yo?». Esta capacidad de volver sobre sí mismo recibe el nombre de conciencia humana.

Todos los seres vivos tienen una conciencia, que es la capacidad de recibir información del medio que los rodea y de sí mismos, lo cual les otorga un cierto grado de independencia frente al medio y una posibilidad de controlarlo. El ser humano, además, gracias a su conciencia se percata de la realidad de las cosas, de su significación y de las posibilidades que ante él se presentan.

La conciencia humana tiene dos funciones esenciales: considerarnos a nosotros mismos como una realidad propia, una realidad que se expresa al decir «yo», «me» o «mí». y mantener la continuidad del yo, seguir siendo los mismos que éramos.

La conciencia de la individualidad se transforma así en una conciencia personal porque, además de ser autoconciencia, es conciencia de las posibilidades que se abren ante nosotros como seres dotados de inteligencia, libertad e intimidad. Existe una estrecha relación entre esa capacidad humana que llamamos conciencia personal y el hecho de que seamos libres hasta cierto punto y en cierto sentido. Ser sujeto, y no simple objeto, significa tener alguna capacidad para elegir autónomamente entre dos o más posibilidades vislumbradas por la conciencia. Una conciencia que es inteligencia y sentimiento, razón y pasión, visión de posibilidades y de límites.

ACTIVIDADES

1. Trabajamos con imágenes y frases

La naturaleza está a menudo escondida, a veces dominada, raramente extinguida. (Francis Bacon)

a) Pon ejemplos de cada una de las situaciones de la naturaleza (humana) que Bacon cita.

b) ¿Para qué sirve distinguir entre naturaleza y cultura? c) ¿Llegará un día en que no seamos naturales? d) Naturaleza y cultura, ¿se enfrentan o complementan? ¿Por qué? e) La desigualdad entre sexos, ¿es natural o cultural? f) ¿Qué es el desarrollo sostenible? ¿Cómo relaciona naturaleza y cultura?

2. Trabajamos con imágenes

¿Por qué dice uno de los personajes de la viñeta “¡Toma ya, Darwin!”?

3. Trabajamos con textos – Un texto de Lamarck9

Para llegar a conocer las verdaderas causas de tantas formas diversas y tantas costumbres diferentes, cuyos ejemplos nos ofrecen los animales que conocemos, es preciso considerar que las circunstancias infinitamente diversificadas, pero todas lentamente cambiantes, en que se han encontrado los animales de cualquier raza, determinaron, para cada uno de ellos, nuevas necesidades y sucesivos cambios en sus costumbres. Una vez reconocida esta verdad innegable, será fácil observar cómo pudieron satisfacerse nuevas necesidades y adquirirse nuevas costumbres, si se presta atención a las siguientes leyes de la Naturaleza que la observación siempre ha comprobado:

Primera ley. En todo animal que no haya superado el término de su desarrollo, el ejercicio frecuente y continuo de un órgano cualquiera fortifica poco a poco dicho órgano, lo desarrolla y lo agranda, confiriéndole una potencia proporcional a la duración de su uso; de igual modo, la ausencia constante de uso de dicho órgano lo debilita, lo deteriora, hace disminuir progresivamente sus facultades y acaba por hacerlo desaparecer.

Segunda ley. Todo cuanto la Naturaleza ha hecho perder o ganar a los individuos por influencia de las circunstancias a las que desde hace tanto tiempo se encuentra expuesta la raza y, consecuentemente, por efecto del uso predominante de un órgano o de su constante no utilización, se conserva a través de las generaciones transmitiéndose a los nuevos individuos derivados de él, con tal de que los cambios adquiridos sean comunes a los dos sexos o, cuando menos, a quienes produjeron estos nuevos individuos.

Lamarck: Filosofía Zoológica

Lee detenidamente el texto y contesta las siguientes cuestiones:

a) ¿Cómo explica Lamarck la evolución de la especies? b) ¿Es válida la teoría lamarquista de la evolución? Explica por qué sí o no lo es. c) Supón que un culturista y una culturista forman pareja y tienen hijos. ¿Cómo serían estos hijos

según las tesis lamarquistas?

4. Trabajamos con textos – Uno de polillas

La polilla moteada o Biston Betularia ha sido una especie ampliamente estudiada por los naturalistas británicos. En la primera mitad del siglo XIX, todos los ejemplares reunidos eran de un color grisáceo con motas negras en el cuerpo y en las alas. Esta distribución del color permitía a las polillas camuflarse eficazmente en los troncos de los árboles cubiertos de liquen, evitando así el ataque de los pájaros. Se descubrieron ejemplares melánicos [negros] de esta polilla resultado de una mutación. La proporción de esta variedad negra era de solo el 1% de la población en el área de Manchester en 1848. A finales del siglo, las poblaciones de polillas que vivían cerca de las zonas industriales cambiaron radicalmente su composición. Los árboles estaban cubiertos de hollín negro y la proporción de ejemplares melánicos en la población era de un 90% frente a la tendencia regresiva de los ejemplares moteados.

Grup Embolic: Antropología, p.17. Nau llibres. Valencia, 1992.

Lee detenidamente el texto y contesta las siguientes cuestiones:

a) ¿Cómo explicarías, a partir de lo que conocemos sobre la evolución, el fenómeno descrito en el texto?

b) ¿Son suficientes hechos similares a estos para justificar la teoría de la evolución de las especies? Razónalo.

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5. Trabajamos con textos – El bipedismo

La aptitud para la posición bípeda debió afirmarse por las indudables ventajas que el bipedismo ofrecía en un medio abierto y poco boscoso. El primate que podía enderezarse y desplazarse con las articulaciones posteriores tenía un mejor control del terreno, extendiendo el campo visual. Podía divisar desde lejos eventuales depredadores y buscar refugio a tiempo. Tenía además mayores oportunidades en la recogida de frutos y bayas para comer; en fin, la mano, liberada de las funciones de apoyo y sostén, podía usarse para blandir palos o empuñar piedras, para defenderse o cazar.

Podemos ver otras ventajas del bipedismo en el incremento de los vínculos sociales y familiares. La posibilidad de procurarse alimento y de transportarlo al territorio familiar debió favorecer una división de los quehaceres entre el macho y la hembra: el primero se encargó sobre todo de la búsqueda de alimento, mientras que la segunda cuidaba la prole. El bipedismo, al ser un comportamiento adquirido, exigió una relación parental más estrecha.

Pasará aún mucho tiempo hasta que las manos se utilicen según el deseo de la mente y puedan construir objetos manufacturados. Entonces sí habrá un salto cualitativo gracias a la cultura.

F. Facchini: El origen del hombre. Introducción a la paleontología.

Lee detenidamente el texto y contesta las siguientes cuestiones: a) Extrae del texto las ventajas que conllevó el bipedismo. b) Ordénalas en fisiológicas, conductuales y sociales. c) Gracias al bipedismo, se produjo una liberación de la mano, a la cual Aristóteles llamó

“instrumento de instrumentos”. ¿Qué significa esto y qué consecuencias tiene?

6. Trabajamos con textos

Texto 1. Tan semejantes, tan diferentes. Nos hemos quedado solos en el mundo. No hay ninguna especie animal que se parezca

verdaderamente a la nuestra, ya que somos únicos. Un abismo nos separa en cuerpo y sobre todo en mente del resto de las criaturas vivientes. Ningún otro mamífero es bípedo, ninguno controla ni utiliza el fuego, ninguno escribe libros, ninguno viaja por el espacio, ninguno pinta cuadros, y ninguno reza. Y no se trata únicamente de una cuestión de matiz, sino de todo o nada: es decir, que no hay animales que sean medio bípedos, hagan pequeños fuegos, escriban frases cortas, construyan rudimentarias naves espaciales, dibujen un poco o recen de vez en cuando.

Juan Luis Arsuaga: El collar del neandertal. En busca de los primeros pensadores

Texto 2 -Una clave de la naturaleza del hombre. El símbolo. Sin embargo, ya no hay salida de esta reversión del orden natural. El hombre no puede

escapar de su propio logro, no le queda más remedio que adoptar las condiciones de su propia vida; ya no vive en un puro universo físico sino en un universo simbólico. El lenguaje, el mito, el arte y la religión constituyen pautas de este universo, forman los diversos hilos que tejen la red simbólica, la urdimbre complicada de la experiencia humana. Todo progreso en pensamiento y experiencia afina y refuerza esta red. El hombre no puede enfrentarse ya con la realidad de un modo inmediato; no puede verla, como si dijéramos, cara a cara. La realidad física parece retroceder en la misma proporción que avanza su actividad simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto sentido, conversa constantemente consigo mismo. Se ha envuelto en formas lingüísticas, en imágenes artísticas, en símbolos míticos o en ritos religiosos, en tal forma que no puede ver o

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conocer nada sino a través de la interposición de este medio artificial. Su situación es la misma en la esfera teórica que en la práctica. Tampoco en ésta vive en un mundo de puros hechos o a tenor de sus necesidades y deseos inmediatos. Vive, más bien, en medio de emociones, esperanzas y temores, ilusiones y desilusiones imaginarias, en medio de sus fantasías y de sus sueños. “Lo que perturba y alarma al hombre –dice Epicteto-, no son las cosas, sino sus opiniones y figuraciones sobre las cosas.”

Ernst Cassirer: Antropología filosófica.

Tras leer detenidamente los textos, responde a las siguientes cuestiones:

a) ¿Somos tan diferentes de los animales como pretende Arsuaga? Enumera semejanzas y diferencias.

b) Un mono podría pintar un cuadro (y ya ha sucedido). ¿Lo acerca este hecho a los humanos? ¿Qué diferencia existe entre el mono pintor y el pintor humano?

c) Busca información sobre rasgos culturales en animales (te será más fácil hacerlo en primates) y explica qué relación tienen con ellos la socialización y el aprendizaje.

d) ¿Dice Cassirer que no vivimos en contacto con la naturaleza, sino en una ficción? Razona tu respuesta.

e) Lo dicho en el texto, ¿sería aplicable a un eremita o a un náufrago que vive solo en una isla? ¿Y a una cultura ‘primitiva’?

f) ¿Las TICs, ¿nos acercan o alejan de la realidad física? Trata de poner ejemplos en uno y otro sentido.

7. Reflexiona

Si no tuviéramos la capacidad de «ensimismamiento», ¿qué crees que cambiaría en nosotros?

8. ¿Qué opinas? -Debate

«Los hombres se equivocan al creerse libres; opinión que obedece al solo hecho de que son conscientes de sus acciones e ignorantes de las causas que las determinan. Y, por tanto, su idea de “libertad” se reduce al desconocimiento de las causas de sus acciones.»

Baruch Spinoza, Ética, II, 35, escolio.

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