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  • 8/17/2019 MIGRACIONES DE ELIGIO AYALA - FILOSOFIA.docx

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    MIGRACIONES

    ELIGIO AYALA

    PROLOGO

    No se ha dado a ún la palabra definitiva sobre la generaci ón de los a ños '20, época en que se consolidan los primerosesbozos de un estado de derecho en Paraguay, y al influjo de un liberalismo econ ómica que abri ó el mercado a la librecompetencia y al incremento del dinero circulante se establece sobre todo en la capital una peque ña burgues í a que

    incorpora los gustos y par ámetros de la "civilizaci ón", seg ún la famosa antinomia propuesta por D. F. Sarmiento.

    Caso paradigm á tico de ese tiempo liminar es Eligio Ayala, que como otros egresados de la Universidad Nacionalfueron a Europa a completar sus estudios y oxigenar el intelecto en un contexto diametralmente distinto al pueblerinoy aletargado de su entorno natal. Su corta vida, comprometida desde su mocedad en los avatares pol í ticos que sacud í anel pa í s, marc ó sin embargo la impronta de una personalidad brillante y pol émica, y con raz ón se ha dicho que sin susmedidas econ ómicas el Paraguay no hubiera acertado en los tiempos dif í ciles de la Guerra del Chaco a enfrentar eldesaf í o de un adversario que le triplicaba en n úmero y equipamiento b élico. En efecto, con los gobiernos de Eligio yEusebio Ayala el pa í s hab í a accedido en un salto de atleta a la modernidad.

    El ensayo que ahora nuevamente recupera El Lector para la bibliograf í a nacional, fue datado durante la largapasant í a europea del autor en Berna y 1915, a ños de la Primera Guerra Europea y de tan profundas secuelas en lareformulaci ón del mapa pol í tico del continente, con la aceleraci ón del problema social, la crisis del liberalismo cl ásico yla mecha socialista que desde la Comuna de Par í s segu í a caldeando los crispados esp í ritus. Aunque en su Advertenciarememora que aquel ensayo "Lo escrib í a sin bandera pol í tica plantada a la puerta", a poco de leerlo resalta suesquema de cartilla program á tica de un intelectual templado en la arena pol í tica, y a quien el Estado en su dimensi ónhegeliana aparece como la forma por excelencia de afirmarse una naci ón en la historia.

    En efecto, ¿cu á l ser í a el "lector impl í cito" de su ensayo? Aparte el aparato argumental, que nos trae un poco el saborde las "disertaciones" acad émicas muy al gusto de la época, y sus tiradas en alem án u otras lenguas europeas a las quetuvo acceso, el texto parece descartar de intento la pretensi ón de llegar a sus connacionales: "me arrepentir ésinceramente de este trabajo m í o si alguna aprobaci ón le fuere dispensada en el Paraguay". Y m ás arriba declara: "He

    http://www.portalguarani.com/autores_detalles.php?id=318http://www.portalguarani.com/autores_detalles.php?id=318

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    escrito este ensayo para ordenar, sistematizar y desenvolver las reflexiones que me hab í a sugerido uno de los m ásimportantes problemas sociales del Paraguay". Ser í a, pues, como un memor ándum de autoconsumo y, acaso, paraorientar su lectura "ad extra" del tiempo hist órico que le tocaba vivir. Pero no descarta una destinaci ón fuera degabinete: "...publico este ensayo para que él pueda nutrirse, crecer y robustecerse con el alimento de la cr í tica sana".

    Aunque se abordan en él los temas recurrentes del problema en Paraguay, -el latifundio, la mala moneda, lasrevoluciones-, la argumentaci ón va, m ás bien por la vertiente te órica: la cr í tica a las tesis de Oppenheimer sobre el

    liberalismo social y su peculiar manera de juzgar el monopolio de la propiedad y el latifundio como la causa de losdesajustes que por entonces hac í an crisis en Europa. A lo que E. Ayala contrapone los supuestos factores positivos dellatifundio como agente de concentraci ón de la mano de obra y acelerador del progreso y la industrializaci ón. Despu ésde abundar en razones sobre la confusi ón entre causa y efectos del latifundio, particularmente sobre documentaci óneuropea, concluye no sin raz ón que "no es la carencia de la peque ña propiedad rural la causa del éxodo". "A veces esel éxodo rural mismo la causa de la concentraci ón de la propiedad inmueble, de la absorci ón de la peque ña propiedadpor la grande". Constataci ón que a ún hoy cobra vigencia en Am érica Latina y el Paraguay, por la endeblez oinadecuaci ón de las pol í ticas de reforma agraria, que abandonan al migrante rural a su suerte en parcelas de monte adesbrozar, sin asistencia t écnica ni crediticia, y menos asegurando un mercado accesible y compensatorio a susproductos.

    Al distinguir en Paraguay los grandes latifundios "de posesi ón muerta", que s ólo son destinados a lucrar con su

    plusval í a, rescata el valor de los latifundios de explotaci ón -los "hatos" o estancias, los yerbales, los quebrachales- quea su ver estar í an dinamizando la precaria econom í a rural, a ún inmersa en etapas predinerarias; por lo que elcampesino de los minifundios acced í a de buen grado a abandonar su chacra por la promesa de salario mensualadelantada por la gran empresa rural. Todav í a por entonces no hab í a cundido el des ánimo en el "mens ú" que habr í ade sangrar buena parte de su salario en amortizar las deudas que los almacenes de la empresa -vid.: La IndustrialParaguaya, Carlos Casado Ltda. o Mate Laranjeira-cobraban por sus adelantos en provisiones y a preciosexorbitantes, por lo que empieza el éxodo de la peonada rural y las exacciones que ser í an tema de denuncia en R.Barrett y en la narrativa de Roa Bastos.

    M ás actual parece la cr í tica del autor a la pol í tica criolla. Aqu í la iron í a se instala en el texto como constante,presentando estereotipos y cuadros de costumbre que no parecen haber perdido su vigencia: "En el Paraguay, el poderpol í tico, el Poder Ejecutivo, la administraci ón, los puestos p úblicos y sus sueldos, son el fin predilecto de los partidos"."Se ingresa en la pol í tica, en los partidos pol í ticos, para adquirir puestos p úblicos, para distinguirse, divertirse y ganarplata". "De ah í el oneroso y est éril estatismo, el parasitismo peor que una plaga en el Paraguay. Primer zarpazo a laeconom í a nacional".

    Esto trae a cuento lo adelantado en el Cap í tulo I: "la libertad en el Estado y contra el Estado se incorpor ó en nuestrasinstituciones". "Todos los principios del liberalismo econ ómico triunfante en aquella época, fueron incorporados en laformulaci ón te órica de nuestra organizaci ón econ ómica. .. Pero faltaban las bases materiales... no todos se convirtieronen fuerzas vivas directoras de la actividad social: "no fincaran en la conciencia p ública". Aqu í el escalpelo cr í tico delautor parece herir m ás a fondo las p ústulas de una realidad social que se vest í an de modernidad en un esquemamim ético, pero sin haber alcanzado los estadios de una aprehensi ón colectiva y consciente de un Estado de derecho.

    Después de ironizar sobre los relumbrones de una burgues

    í a ociosa que se entretiene en la capital tratando de vivir "ala europea" en atuendos y mobiliario, Ayala cierra su op úsculo concluyendo que "el factor pol í tico fue el m ás

    poderoso, el inicial, en las primeras etapas de nuestra evoluci ón social". "Pero se inicia la reacci ón econ ómica... Elresurgimiento econ ómico llegar á a sanear la perversi ón pol í tica".

    Por donde ya se insin úa su esquema program á tico de gobierno, que tanto habr í a de incidir en la plasmaci ón delParaguay moderno.

    Los anacronismos y flancos flojos del ensayo, parecen sucumbir ante la fuerza con que ataca el autor los puntoscr í ticos de una sociedad campesina, que comenzaba a transitar con pautas urbanas, y a desperezarse de la larga nocheimpuesta por caudillos de una etapa heroica y serril.

    Como agenda personal -y colectiva- de su visi ón temprana de estadista, cierra el ensayo proponiendo: "Nuestrosmejores esfuerzos, y nuestras mejores aptitudes, pues, debemos abocar a la soluci ón acertada y pronta de la cuesti ónagraria".

    Cometido que, lamentablemente, y por su muerte prematura, no se lleg ó a cumplir, y queda como admonici ónrondando nuestros planes y proyectos. RAMIRO DOMINGUEZ

    Asunci ón, 27-4-96

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    ADVERTENCIA

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    Otros escriben y que ellos escriban para ense ñar. Yo escribo para aprender.

    He escrito este ensayo para ordenar, sistematizar y desenvolver las reflexiones que me hab í a sugerido uno de los m ásimportantes problemas sociales del Paraguay.

    El es un ensayo modesto y de buena fe. M ás no hay que decir de él. No presumo de escribir para los sabios, no abrigo laintenci ón de aleccionar a nadie. Lo he escrito en la creencia de que mis lectores todos son colaboradores m í os yatra í dos por la esperanza de que lo leer án con atenci ón inteligente y me ayudar án generosamente a corregirme de miserrores. Si todos buscamos la verdad, no s é por qu é seremos enemigos y no confederados.

    Estoy persuadido de que errar é. No soy, en efecto, m ás que un modesto principiante en lucubraciones de esta laya.Lejos de pretender ense ñar, pues, agradecer é a quienes este trabajo sirva de pretexto para ense ñarme.

    No me han impulsado tampoco al escribirlo ning ún resentimiento, ninguna emulaci ón, ninguna vanidad. Yo no tengoni humillaciones que vengar ni rencores que satisfacer, ni ambiciosas ilusiones que realizar.

    Tampoco he pensado en compradores, en recompensas y en aplausos. Si yo esperase alg ún encomio por este ensayo,dar í a prueba de que ignoro total y absolutamente la psicolog í a de los paraguayos. Me atrevo a decir m ás: mearrepentir é sinceramente de este trabajo m í o si alguna aprobaci ón le fuere dispensada en el Paraguay. Ellademostrar í a que no estoy ni por cima ni por bajo de lo vulgar, de lo ordinario, de los prejuicios corrientes, que carezcotodav í a de car ácter propio.

    II

    El mismo m óvil que me hab í a inducido a escribir este ensayo, me ha impulsado a publicarlo.

    El que se esconde de la opini ón p ública y se a í sla, se prefiere a s í mismo. Y el que se prefiere a s í mismo se creesuperior a todos, presume de que ya no necesita aprender y nada aprende ni aprender á , jam ás.

    Yo no pretendo escribir dogmas indiscutibles. No soy tan incauto para condenar a arresto el desenvolvimiento de misaptitudes intelectuales por la fan á tica aceptaci ón de un principio, de un credo o de un sistema.

    Yo carezco de esa ciencia semicoagulada, escrita para la ense ñanza y para los ex ámenes, que es siempre popular y bienacogida porque halaga la pereza de unos y encarece los prejuicios de otros.

    Los que escriben esta ciencia quieren ser cre í dos, no discutidos y comprendidos.

    Y publico este ensayo para que él pueda nutrirse, crecer y robustecerse con el alimento de la cr í tica sana.

    Yo creo tambi én que en todo caso, "es preferible ser necio con todos que cuerdo a solas",

    III

    No publico estas reflexiones sin mi nombre propio. Mi pobre nombre est á desnudo de toda reputaci ón y de todoprestigio intelectual. El es punto menos que ignorado y no puede interesar a nadie. Soy un mocito vagabundo sin

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    tradici ón y sin historia a quien un tiempo abrazaba la ambici ón fibrosa de hacer algo bueno por su patria. Nada m ás elque carece de un nombre que pueda dar fama a sus obras debe procurar que sus obras den fama a su nombre.

    Adem ás para juzgar las ideas, no es preciso saber con qu é apelativos fue bautizado el que las ha concebido y emitido."Todos los hombres son respetables. Son las ideas las que hay que combatir" (Gabriel Alomar).

    El seud ónimo equivale a enmascarar para arengar al p úblico, escribi ó Schopenhauer.

    Yo creo, al contrario, que la firma propia vale tanto como enmascarar la obra para pasarla a los lectores. Cuando a losintelectuales paraguayos se les expone alguna idea -un gran atrevimiento- no consideran si ella es err ónea o acertada.Todo cuanto tiene importancia para ellos, es conocer el autor de cuanto se dice. Conocido el autor prescinden deestudiar su obra porque enseguida la simpat í a o antipat í a personal se convierte en unidad de medida del valor de sutrabajo. Cada uno se disfraza con sus peque ños prejuicios para juzgar. Y entonces el m érito de lo escrito no dependede la obra sino del obrero. El seud ónimo es el sacrificio de s í mismo a favor de la obra. La firma propia es el sacrificiode la obra a su nombre. As í es en el Paraguay a mi juicio.

    Y sobre todo a m í me ha producido siempre repulsi ón natural y sinceramente, el hacer flamear la bandera del propioyo por delante de todo cuanto se hace, se dice o escribe.

    IV

    Escrib í este trabajo hace muchos a ños, en una tranquila y bella ciudad europea: en Berna, en el mes de junio de 1915.

    Lo escrib í a sin bandera pol í tica plantada a la puerta, sin sectarismo, sin pasi ón, fuera de los prejuicios pol í ticospartidistas. Las reflexiones condensadas en él, est án basadas en mi corta experiencia pol í tica hasta el a ño 1911.

    Los que quieran juzgarlo imparcialmente, habr án de respetar esta circunstancia.

    Y no habr án de olvidar tampoco lo que ya he dicho al principio: Yo escribo para aprender; que otros escriban paraense ñar.

    V

    Ahora punto. "Der Autor hat den Mund zu halten, wenn sein Werk den Mund anf tut" (Nietzsche).

    (El autor debe callarse la boca, cuando su obra abre la suya (Traducci ón del autor.)

    CAPITULO 1

    LAS MIGRACIONES EN EL PARAGUAY

    El r égimen econ ómico a donde llegaron los pa í ses europeos, despu és de larga y accidentada evoluci ón fue el punto departida de la vida econ ómica del Paraguay.

    Sin lucha de clases, sin violentos choques de intereses, sin necesidad de vencer la resistencia de a ñejas y retardatariastradiciones, se adapt ó al ambiente de la época, despleg ó su actividad econ ómica en pleno liberalismo. Cuando huboconcluido la guerra defini ó la forma de su gobierno, y formul ó definitivamente los principios constituyentes de sulibertad pol í tica y econ ómica. Desde entonces no existe en el Paraguay ninguna vinculaci ón del suelo, ni mayorazgos, nifideicomisos, ninguna de las instituciones medioevales que aseguran su indivisi ón en la sucesi ón de generaciones.

    No existe tampoco la servidumbre rural, que convierte en accesorios del suelo a los que le cultivan y bonifican.

    La libertad en el Estado y contra el Estado, se incorpor ó en nuestras instituciones. Se adopt ó el principio de libertad dela propiedad inmueble: todos pueden ser propietarios y dejar de serlo, comprar, vender, dividir, usarla o no usarla...sin intervenci ón policial.

    Se adopt ó la libertad del trabajo: la libertad de contratar, de elegir las profesiones, y la de trasladarse de un lugar aotro.

    Se reconoci ó la libertad del capital: la libertad de los pr éstamos de dinero, la del cr édito...

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    Se reconoci ó la libertad de empresa: la libertad de asociarse, la de asociar capitales y actividades personales.

    Se declar ó la libertad del mercado: la libre concurrencia; la libertad de fijar los precios, la de la oferta y la demanda,la de importar y exportar.

    Todos los principios del liberalismo econ ómico triunfante en aquella época, fueron incorporados en la formulaci ónte órica de nuestra organizaci ón econ ómica. Pero faltaban las tareas materiales y las condiciones legales de su

    realizació

    n prá

    ctica. No todos llegaron a filtrarse y desleí rse en el organismo econ

    ómico nacional, no todos seconvirtieron en fuerzas vivas directoras de la actividad social: "no fincaron en la conciencia p ública".

    Por eso, apenas iniciado nuestro desarrollo econ ómico, se percibieron las manifestaciones objetivas de sus abusos, desus extrav í os.

    Algunas de estas libertades se neutralizaron en s í mismas, llegaron a extremos que derogan la libertad porque carec í ande adecuadas condiciones reglamentarias, otras fueron torcidas, o abolidas por otras libertades, por los interesesego í stas, porque no exist í an todav í a las orientaciones determinadas por el car ácter moral, por una definida disecci ónética en las costumbres. Es f ácil comprobar hoy esta aserci ón.

    El organismo econ ómico del Paraguay est á plet órico, robusto, rebosante de energ í as no desatadas todav í a, y sinembargo revela ya algunos s í ntomas de morbosidad prematura, padece de perturbaciones econ ómicas propias de lasmaduras civilizaciones.

    Las explotaciones agrarias son la actividad productiva fundamental en el Paraguay; ellas deb í an de ser naturalmentela ocupaci ón predominante de la poblaci ón. Y sin embargo, el éxodo rural exten úa ya en forma alarmante nuestraactividad econ ómica.

    El desarrollo industrial en sus primeras etapas, produjo en los pa í ses viejos bruscas y funestas redistribuciones de lapoblaci ón, aceler ó la urbanizaci ón y la contracci ón de la poblaci ón rural, y masas enormes del proletariado, sinocupaciones en las languidecientes explotaciones agr í colas, desbordantes en los centros urbanos, emigraron a losmercados extranjeros del trabajo.

    En el Paraguay no existe todav í a ninguna actividad industrial, no existe otra industria que el politicismo: ni grandesf ábricas, ni grandes usinas, ni grandes centros urbanos. Y sin embargo la emigraci ón, como incesante hemorragia,debilita, deprime, nuestra incipiente producci ón econ ómica; nuestra campa ña se despuebla y la econom í a nacionalexang üe, languidece y se paraliza.

    En el Paraguay, como en Europa, en estados de evoluci ón econ ómica completamente diferentes, en ambientes dediferente complejidad industrial y social, se observan el mismo mal, los mismos fen ómenos, la misma nociva direcci ónen el movimiento de la poblaci ón. Carecemos de una avanzada Pero hay etapas de la evoluci ón social en que elequilibrio se rompe, en que las migraciones en vez de armonizar las actividades sociales, las perturban, las entorpeceny paralizan.

    Las emigraciones determinadas por la contracci ón econ ómica del pa í s, por la falta de capital y de trabajo, por unapropaganda perniciosa, son una p érdida de energ í as productivas.

    Las bruscas y ca óticas concentraciones de la poblaci ón, tambi én pueden ser funestas. Si ellas preceden a laorganizaci ón econ ómica y a la obtenci ón de los medios econ ómicos necesarios para asegurar la cultura y el bienestarf í sico y moral de los inm í grados, producen la superpoblaci ón relativa que estimula la criminalidad, los vicios, ladegeneraci ón social, el deterioro de la poblaci ón.

    Las migraciones han producido este patol ógico desequilibrio social en el Paraguay. Las emigraciones sustraen energ í asvaliosas de producci ón, obreros y consumidores, disminuyen la capacidad adquisitiva de nuestro mercado, exten úanlas fuerzas productivas, e imposibilitan la iniciaci ón de la actividad industrial. Y una de las m ás imperiosas y urgentesnecesidades econ ómicas del Paraguay, es la intensificaci ón de la producci ón agraria.

    Es dif í cil estimular cuantitativamente la despoblaci ón rural en el Paraguay. No creemos que nuestra estad í sticapermita reducirla a cifras todav í a. Tampoco existen caracteres definidos y estables de la patolog í a social. El progreso,el bienestar social carecen de caracteres externos inequ í vocos porque ellos son principalmente estados psicol ógicos,subjetivos. Con todo, cabe afirmar que muchos fen ómenos sociales, denuncian que la despoblaci ón de la campa ña esun agente poderoso y morboso de un hondo malestar econ ómico.

    El n úmero de jornaleros paraguayas en los "obrajes", los yerbales y quebrachales y otros establecimientos industrialesen el extranjero, y el bien perceptible enrarecimiento de los obreros en las labores agr í colas demuestran que ella ha

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    adquirido proporciones an ómalas.

    El desarrollo de nuestra agricultura ha sido entorpecido por la llamada "crisis de la mano de obra".

    Los cultivadores agr í colas, los "peones", hartos de profesi ón tan "baja" y "envilecida", dan manotadas a las puertasde sus pobres hogares y se marchan camino de la ciudad y del extranjero.

    Obreros j óvenes, intr épidos, industriosos, valientes, la porci ón m ás vigorosa y sana de la poblaci ón rural, brazoslozanos y robustos, han desertado de nuestras f értiles tierras labrant í as y han ido a marchitar en pa í ses extra ños lasmejores esperanzas de nuestra prosperidad econ ómica.

    Las migraciones plantean en el Paraguay no solamente un problema econ ómico, sino un grave problema social. Parecellegado el momento de recordar la sentencia de aquel pensador griego: "No es buen pastor aquel que mira mermar sureba ño, ni es buen gobernante aquel que contempla disminuir su pueblo".

    El mal ahonda y se propaga en todas direcciones.

    Para afrontarlo, combatirlo y vencerlo, no con f órmulas emolientes y retoques parciales, con ensayos legislativosdesmadejados, fragmentarios y superficiales, sino con reformas fundamentales y radicales, es preciso investigar suscausas reales, positivas, concretas, locales, ac á en el Paraguay. La migraci ón a la ciudad y la emigraci ón al extranjero,tienen una fuente com ún: ambas son corrientes de la poblaci ón rural, ambas provienen de la campa ña.

    El éxodo rural, la despoblaci ón de la campa ña, es el fen ómeno gen érico, fundamental, original.

    Para descubrir las causas de este fen ómeno, no bastar án las de su origen. Dos categor í as de causas mueven lasmigraciones: unas que empujan, impelen a la poblaci ón de la campa ña, otras que la atraen, la arrancan de ella. Haycausas de impulsi ón y de atracci ón, causas eficientes y finales, cabr í a decir, del éxodo rural.

    El motor que impulsa las migraciones puede ser com ún a todas, las fuerzas, las sugestiones, los alicientes, losprejuicios, que las atraen a las ciudades y al extranjero, pueden ser completamente diferentes.

    Otra distinci ón muy importante conviene tener en cuenta en la investigaci ón de las causas de la emigraci ón.

    Dos grupos de emigrantes netamente diferenciados, se destacan en la emigraci ón paraguaya. El uno se compone de losobreros j óvenes, c élibes, que se apartan de sus familias y van a ser jornaleros en las explotaciones industrialesextranjeras, no lejos de nuestras fronteras.

    El otro, de las familias que se desvinculan completamente de la tierra natal para formar en otra extra ña un hogarnuevo y permanente. A mi juicio son pocas las familias que han abandonado definitivamente el Paraguay.

    La emigraci ón de familias se produce espor ádicamente, en largos intervalos de tiempo. Por su escasa magnitud yfrecuencia, no pueden haber afectado profundamente nuestro bienestar econ ómico. Su influencia es casi insensible enla econom í a nacional.

    Pero existe, adem ás las migraciones de las familias de un lugar a otro, dentro del territorio nacional. Estas migracioneshan entorpecido continua y largamente nuestro desenvolvimiento econ ómico.

    Las migraciones de familias y de obreros dentro del pa í s, y las emigraciones de jornaleros, son las que exten úannuestro vigor econ ómico. Ellas deben ser el objeto directo de nuestra investigaci ón.

    CAPITULO V

    LA MALA MONEDA

    Entre las causas de la despoblaci ón rural, con m ás frecuencia y con m ás autoridad invocadas en el Paraguay, puntea lamala moneda.

    Por mala moneda se entiende la moneda que no ejercita todas las funciones de la moneda, la moneda de papelinconvertible. En forma m ás popular y gr áfica, podr í a expresarla con la palabra "emisi ón".

    La "mala moneda" es considerada como causa eficiente de la poblaci ón rural. Ella expulsa, se dice a la gente

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    trabajadora, como la buena moneda expulsa la mala, conforme a la Ley de Gresham; ella despuebla el Paraguay,diezma nuestra poblaci ón m ás que la peste, y sirve de barrera al inmigrante. El primer pecado de este juicio, es suvaguedad, su vaporosidad. Con la palabra "mala moneda" se expresa un r égimen monetario, un recurso financiero,pero no sus influencias espec í ficas, concretas, particulares. Con ese impreciso fen ómeno, se puede explicar el fen ómenotambi én impreciso de "perturbaciones econ ómicas". En una generalizaci ón difusa, ellos concuerdan. Pero pretenderexplicar el hecho espec í fico de la despoblaci ón rural, con la el ástica expresi ón de "mala moneda", es pedir m ás de lacuenta. Esa pretensi ón revela deficiente an á lisis, ausencia de una sagaz penetraci ón en el complejo tejido de las causasdeterminantes de la emigraci ón.

    "Mala moneda", "emisiones" existieron tambi én en Am érica, y sin embargo, no expulsaron a la gente trabajadora.Nadie emigr ó de Am érica espantado por la "mala moneda".

    La "mala moneda" no diezm ó tampoco su poblaci ón, ni sirvi ó de barrera al inmigrante europeo. Al contrario,precisamente en las épocas en que las "emisiones" encend í an la pasi ón de la especulaci ón, la inmigraci ón americanasub í a, aumentaba, era una marea humana, poderosa, pujante, incontrastable.

    En Am érica, existi ó la "mala moneda", y sin embargo, Am érica fue durante siglos la tierra de promisi ón para elinmigrante europeo; en Am érica encontr ó su prosperidad una gran parte del proletariado de las viejas civilizaciones.

    Por otra parte, si la "mala moneda" tuviera la diab ólica eficiencia que se le atribuye, no se comprender í a por qu éproducir í a sus efectos respecto de unos y no respecto de otros. Ser í a dif í cil concebir por qu é con la misma "malamoneda" muchos han hecho fortuna, "Am érica", en el Paraguay. Los modestos horticultores extranjeros, que hanpasado de la humilde caba ña, a la categor í a de poderosos comerciantes con el empleo de la "mala moneda", hasta ellospodr í an objetar con ventajas las acad émicas disertaciones sobre la "mala moneda" como factor del éxodo rural.

    La "mala moneda" pues, as í vagamente considerada, es un factor tan poderoso, tan omnipotente que explica todo, laemigraci ón y la inmigraci ón, el progreso y el regreso. Y parece explicar todo porque es incapaz de explicar nada.

    La raz ón es muy simple: la expresi ón "mala moneda" envuelve una amalgama artificial de influencias contradictorias,que el an á lisis superficial no percibe. Las palabras son cortas, pero el sentido de ellas es amplio.

    Es conveniente pues desenvolverlas, examinar las influencias particulares que ellas significan.

    Las influencias principales de la mala moneda, pueden ser reducidas a dos: su influencia sobre el salario, y sobre lamedici ón de los valores.

    La "moneda de papel" influye sobre el salario real. Los paraguayos, se dice, emigran porque en el extranjero se lepaga con moneda sana; "los obreros huyen del salario a papel inconvertible y acuden en tropel a donde el salario es aoro". El salario a oro tiene un valor real m ás elevado, mayor poder adquisitivo, que el salario a papel.

    El fondo de esta aserci ón es que el emigrante va a donde el salario real es m ás elevado, aunque no sea en tropel; que elcambio del monto del salario es la causa reguladora de las migraciones.

    Este prejuicio no es joven, tiene siglos de edad. Adam Smith cre í a ya en su juventud que la elevaci ón y la baja delsalario determinan siempre el movimiento de la poblaci ón. David Ricardo atribuy ó una poderosa influencia en elmovimiento de la poblaci ón al nivel del salario en su c élebre "ley de bronce".

    Seg ún la teor í a de Ricardo el trabajo es una mercanc í a cuyo precio natural es determinado por su costo. Y el costo deltrabajo son los gastos indispensables para la conservaci ón de la vida del trabajador. El precio natural del trabajo en elmercado puede ser alterado por la oferta y la demanda. S í la demanda de trabajo es mayor que la oferta del mismo, elsalario se eleva. Esta elevaci ón influye en la distribuci ón de la poblaci ón. Si los obreros tienen la liberad de elegir ellugar del trabajo, evidentemente acudir án a donde el salario es mayor. Adem ás, seg ún la doctrina de Malthus lasmejores condiciones de existencia, contribuyen a acrecentar la poblaci ón. Y con el aumento de la poblaci ón, escribi óRicardo, la oferta del trabajo es mayor y el salario vuelve a descender. Si el salario desciende bajo su nivel natural,volver á a producirse otra redistribuci ón de la poblaci ón. Ella se descentralizar á, se dispersar á , emigrar á del centro enque se aglomer ó, se producir á una trasvasaci ón entre los diferentes mercados del trabajo hasta restablecerse el nivelnatural del salario. Y en todo caso, si la poblaci ón ha aumentado demasiado, la escasez de los medios de vida, lamiseria, engendrar án los vicios, la criminalidad la mayor mortalidad y ésta disminuir á la oferta de trabajo, conforme ala misma doctrina de Malthus. El salario natural pues es constante, inalterable, constituye una ley inflexible, debronce, seg ún la doctrina de Ricardo. Entonces se cre í a en efecto que existe un capital fijo destinado al pago del salario(Wage Fund Theory (Teor í a del salario)).

    La influencia de esta teor í a del salario supervive hasta hoy en muchos autorizados economistas.

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    Varios economistas han pretendido explicar el fen ómeno de la urbanizaci ón en Alemania por ejemplo, a principios desu evoluci ón industrial, por la elevaci ón del salario en los centros industriales. A esta misma elevaci ón del salario en lospa í ses nuevos se ha atribuido por muchos economistas, la gran inmigraci ón en ellos.

    Esas creencias trasa ñejadas han sido derogadas por estudios m ás serios, cient í ficos y concretos del fen ómeno de lasmigraciones.

    En el perí odo inicial de la evoluci

    ón industrial, el salario se elev

    ó en los centros urbanos europeos sobre el nivel de lossalarios rurales y determin ó cierta concentraci ón de la poblaci ón. Pero este fen ómeno fue muy transitorio. En seguida

    la mayor oferta del trabajo rebaj ó el salario en las ciudades, y la mayor demanda, lo elev ó en la campa ña. El éxodorural en efecto disminuye el n úmero de obreros en las explotaciones agrarias. Al contrario la concentraci ón de lapoblaci ón en los centros urbanos, lo aumenta. El salario se convirti ó de causa en efecto de las migraciones casi enseguida. Sin embargo, casi nadie volvi ó a la campa ña. El retorno de los industriales a los trabajos agr í colas, se operacon lentitud infinita, muy trabajosamente hasta ahora en todos los pa í ses. Este hecho prueba que la causa de atracci ónde las migraciones en las ciudades y en el extranjero no fue la elevaci ón del salario solamente, ni ha sido siempre elsalario.

    Ha habido adem ás migraciones en que el salario no ha influido absolutamente y que por el contrario han determinadola alteraci ón del nivel normal del mismo. As í en las determinadas por el maquinismo agr í cola en Inglaterra, por

    ejemplo.

    Hubo una época en que los emigrantes a Am érica eran considerados como mercanc í as cuyo transporte enriquec í an alas empresas mar í timas; en que eran expoliados, enga ñados, robados, y en que mor í an de hambre en los puertos deNew York. Y, sin embargo, la marea de la emigraci ón a Am érica sub í a y se dilatada sin cesar.

    El Dr. Percival denunci ó las miserias, las crueldades, las angustias de la vida obrera en los sombr í os, h úmedos, tristes yapestados calabozos de las f ábricas de Manchester. Y sin embargo, los cultivadores agr í colas, abandonaban sushogares, sus tierras, sus familias y acud í an a Manchester.

    Algunas de las grandes migraciones a Londres coincidieron con hondas crisis del salario: con la baja del salario en lametr ópoli, y el aumento del mismo en la campa ña.

    En casi todos los pa í ses europeos, muchos cultivadores permanecen en la campa ña con menor salario que el quepodr í an obtener en los centros industriales y los m ás permanecen en éstos a pesar del mayor salario que podr í anobtener en la campa ña. Y no son pocos los que prefieren vivir en las ciudades hasta sin salarios, miserablemente.

    La elevaci ón del salario no ha detenido el éxodo rural y al contrar í o la deserci ón de la campa ña ha sido menor enper í odos en que el salario decrec í a y mayor cuando él aumentaba. El salario y la despoblaci ón rural pues han variadoen proporci ón directa, en el pasado.

    En el per í odo de 1861-71, la poblaci ón rural lleg ó a su apogeo en Inglaterra, y precisamente en el mismo per í odo elsalario agr í cola aumentaba.

    El mismo fen ómeno descubre el estudio de tos datos estad í sticos del periodo de 1891-1901. En Irlanda, el salarioaument ó invariablemente desde el a ño 1851 hasta el a ño 1908 lo prueban estos datos estad í sticos de Hirst (Progress of Nations – 1912)

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    No es verdad tampoco que los paraguayos emigran atra í dos por el mayor salario.

    La superioridad del salario en los establecimientos industriales de los pa í ses vecinos es aparente, nominal. Las multas,la defectuosa forma del pago del salario, como el trueque, el pago en especie, los elevados precios de todos los art í culosde consumo, reducen el salario nominal, a un salario relativamente insignificante. Por otra parte, no es concebible quepor tres o cuatro pesos m ás, el paraguayo abandone su patria, su hogar, su familia, sus m ás caras afecciones paraperegrinar al trav és de los desiertos extranjeros, y someterse a los m ás inhumanos tratamientos, a servicios brutales, aprivaciones de las m ás elementales satisfacciones de la vida. No se conciben tales sacrificios por maraved í s m ás omenos.

    Otras fuerzas los mueven, hay otros incentivos, otros factores m ás poderosos que el salario, "el salario a oro" y a palosde los obreros.

    En resolució

    n: rara vez el monto del salario ha ejercido influencia predominante sobre las migraciones. Al contrario,las migaciones han alterado casi siempre el nivel del salario. El salario en vez de ser causa de las migraciones, ha sidoefecto de ellas.

    Yerran pues, los que atribuyen las emigraciones paraguayas principalmente al desnivel del salario. Y mayor es el erroren que incurren los que imputan a la "mala moneda" el descenso del valor real del salario.

    El salario real puede disminuir por causas independientes de la "mala moneda".

    El movimiento del salario es determinado por las oscilaciones del estado econ ómico, por las coyunturas grandes,

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    peque ñas o transitorias, por el cambio de los precios.

    Una parte de los cambios del salario obedece a las fuerzas invencibles del destino (G. Von Schm öller.).

    La "mala moneda", "las emisiones" cambian la medida de todos los valores, "el que ayer deb í a dos amanece debiendocuatro", se arguye.

    Es verdad que ha habido y habr á grandes oscilaciones de valores en el Paraguay. Pero ellas no han provenidosolamente de las "emisiones". La teor í a monetaria de la cantidad a pesar de su antig üedad y popularidad no encierratoda la verdad.

    "La especulaci ón, el error, la ignorancia, producen el movimiento de los precios, y los falsos valores que engendran losabusos, la usura, el ansia de lucro, las expoliaciones, las defraudaciones".

    El tambaleo de los precios puede tambi én resultar de muchas otras causas, tales como la especulaci ón, una inundaci ón,una sequ í a, cualquier accidente natural que rompa bruscamente el equilibrio entre la oferta y la demanda.

    Y se sabe que las bruscas oscilaciones de los precios suscitan la desconfianza, el temor, la duda, producen lainseguridad que embarazan la expansi ón de los negocios, estorban el desarrollo econ ómico, deprimen la vida rural.

    Estas desfavorables condiciones de la vida pueden determinar la emigraci ón.

    Pero la influencia de la "mala moneda" es indirecta, mediata, reflejada en esta determinaci ón.

    Ella sincroniza con otros muchos factores de las perturbaciones econ ómicas en el Paraguay.

    Es por consiguiente exagerada y falsa la impulsi ón directa, inmediata, la poderosa fuerza centr í fuga prestada a la"mala moneda" como factor de la despoblaci ón rural. La influencia de la "mala moneda" sobre las migraciones est álejos de ser la fuerza que "expulsa a la gente trabajadora" como la buena moneda expulsa la mala. Esto es unaexageraci ón aventurada, caprichosa. No compadece con la realidad.

    En la investigaci ón de los efectos de la "mala moneda" no hay que prescindir tampoco de sus funciones buenas,beneficiosas. La "mala moneda" no es la f ábrica privilegiada de todos los males econ ómicos y de males solamente.

    La moneda de papel inconvertible desempe ña en el Paraguay, en muchas transacciones, todas las funciones de la buenamoneda.

    Para el hortelano, por ejemplo, que va al mercado, vende verduras y compra carne y naranjas, la moneda de papel esuna moneda verdadera. Y as í se explica que muchos de los peque ños cultivadores agr í colas, que tienen mercado seguroy pr óximo, medios de explotaci ón; que son previsores y laboriosos, hayan prosperado, a pesar del r égimen de la "malamoneda". Es preciso pues reducir la influencia de "la mala moneda" a sus justos l í mites. Ella es una de las causas delmalestar econ ómico, pero solamente una de ellas, y no es el hijo mayor en la familia.

    Muchas de las perturbaciones econ ómicas del Paraguay existen tambi én en otros pa í ses de moneda sana. Hay tambi énemigraci ón, y despoblaci ón rural en Inglaterra, a pesar de que el r égimen monetario ingl és es a oro.

    Y porque la "mala moneda" no es la causa inmediata de la despoblaci ón rural, no se detendr á tampoco ladespoblaci ón rural con sanear la moneda solamente.

    CAPITULO VI

    LAS REVOLUCIONES

    Se ha considerado tambi én las revoluciones como causas de las emigraciones en el Paraguay. Las revolucionesexpulsan a una parte de la poblaci ón fuera del territorio se ha dicho porque dislocan las condiciones de la vida normal.Siembran el terror en el alma de los cultivadores, la inseguridad, la inquietud, el descontento. Constituyen para ellosuna amenaza de su libertad personal, y de la privaci ón de sus bienes, una presi ón a la que tratan de sustraerse contransponer las fronteras.

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    Sin embargo, no rara vez, las revoluciones en el Paraguay han abierto la senda de retorno a la patria, han determinadola inmigraci ón de paraguayos en el Paraguay. La triste amargura de la nostalgia, el recuerdo de las afecciones, delhogar propio, la privaci ón de ventajas materiales sobre todo han inducido a los refugiados pol í ticos en el extranjero,muchas veces a recurrir a las revoluciones para reincorporarse en el pa í s.

    Las revoluciones pues conducen a las fronteras por las persecuciones, directas o indirectas, por el miedo, por ladesesperaci ón, y las revoluciones conducen a la patria ya por la afecci ón, ya por la idolatr í a de los puestos

    administrativos.

    Las revoluciones son causa de las emigraciones y son efecto de las mismas. Y este c í rculo vicioso, y esta paradojademuestran que ellas no son las causas í ntimas, determinantes de las emigraciones. Una causa no puede ser efecto de s í misma, efecto y causa al mismo tiempo.

    Si las revoluciones fueran las causas de las emigraciones, éstas no existir í an en los per í odos de pacificaci ón, detranquilidad general, y ser í an mayores en los turbulentos y revolucionarios. El efecto ha de ser proporcional a la causa.Las revoluciones son convulsiones pol í ticas ef í meras que nunca han durado m ás que un par de meses en el Paraguay.Con la cesaci ón de las causas, cesar í an los efectos, las emigraciones no tendr í an raz ón de existencia. Y sin embargo, laemigraci ón es el fen ómeno manifestado desde hace muchos a ños, con incesante continuidad en el Paraguay. Y ella hasido mayor en las épocas de paz. Nunca en efecto, la emigraci ón fue tan numerosa, alcanz ó un flujo tan grande como

    despu és de la Revoluci ón de 1904.

    No son adem ás las luchas violentas, armadas, las que m ás quebrantan el bienestar del labriego paraguayo, sino el odio,las pasiones enconadas, las rivalidades rencorosas, el deseo de la venganza, inflamados, excitados por las mismasrevoluciones. De estos sentimientos irritados, resultan las persecuciones, las hostilidades, los peligros que leamedrentan, les ahuyentan, les arrojan fuera del pa í s.

    Las revoluciones son como un aparato de concentraci ón de otras causas generales preexistentes; manifiestan losacontecimientos ya determinados por causas mediatas y m ás permanentes del malestar social, y a veces son los únicosrecursos contra ese malestar. Por eso el triunfo de una es el principio de otra. Y esa causa es la pol í tica morbosa, lapol í tica relajada con su aparato de fuerza: la administraci ón p ública, y sus instrumentos de agitaci ón: los partidos.

    Las revoluciones, y las emigraciones pues son efectos, son derivados comunes de uno de los m ás poderosos agentesmorbosos de nuestra patolog í a social: la pol í tica pervertida.

    Las revoluciones son el resultado de la depravaci ón pol í tica. Cuando las impulsan el furor por usufructuar los puestosde la administraci ón p ública, cuando el sentimiento del derecho, y la libertad. Casi siempre son un recurso contra laopresi ón pol í tica, una rebeld í a activa, una reacci ón de las libertades personales coartadas. Estas revoluciones acusanenerg í as vivas, el vigor de un organismo social no fatigado, no deteriorado por el morbo pol í tico.

    En ninguna parte, en ninguna época de la historia humana, las revoluciones han extinguido el amor a la patria. Ning únpueblo ha dejado de existir porque ha defendido sus libertades, sino porque no las ha defendido, o no ha sabidodefenderlas. Un pueblo que se agita y desprecia la vida por enfrentar los extrav í os pol í ticos, los abusos del despotismo,

    que opone el derecho de la fuerza, y la fuerza a la violencia para restablecer el imperio de la ley, no emigra. Lospueblos viriles han preferido las luchas, hasta las querellas sangrientas a la inmovilidad de la esclavitud.

    Las persecuciones pol í ticas, la privaci ón o cohibici ón de la libertad, los excesos de una pol í tica inmoral y servil, noincitan a los pueblos a abandonar su patria. Las tormentas de las revoluciones excitan el patriotismo, intensifican elamor a la patria, forman las almas abnegadas, viriles, patri óticas, que son la garant í a de la existencia nacional libre.

    Si ligadas a las necesidades econ ómicas han empujado a veces parte de la poblaci ón fuera de la patria, el hogaramenazado, una desgracia nacional, han tenido siempre la virtud de reincorporarlos en ella.

    A principios del siglo XIX el socialismo adolescente, vindicativo, turbulento y agresivo, lanz ó violentas acusacionescontra la organizaci ón social, demostr ó las injusticias, las irritantes desigualdades sociales, y colore ó la sociedad futuracon todas las pompas de la fantas í a triunfante. Y sin embargo, el proletariado prefiri ó quedarse en su patria a lasonada felicidad de Ycarie.

    A pesar de la rudeza del m étodo de asimilaci ón alem án, Alsacia jam ás qued ó desierta; a pesar de las vejaciones de lam ás cruel y b árbara autocracia, Polonia jam ás se despobl ó, y a pesar del r égimen de asesinato colectivo impuesto porlos turcos contra los descontentos en Macedonia, la resignada y heroica poblaci ón de Macedonia qued ó en Macedonia.

    Las rebeld í as, las sublevaciones, las luchas, tal vez impelen mec ánicamente una parte del pueblo fuera del pa í s. Perolos desterrados han de regresar a él, si otras causas no hacen m ás atractivas su permanencia en el extranjero. Losexpelidos por la revoluci ón han de volver por la revoluci ón, si el delirio pol í tico se empe ña en cerrarles las puertas de

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    sus hogares. Que el m óvil de las revoluciones paraguayas sea pol í tico o econ ómico, el hecho mismo de la revoluci óndenuncia el inter és de permanecer en el pa í s. Si no existiera ese inter és, la gente se marchar í a afuera tranquilamente,sin exponer su libertad personal, sus bienes y su vida en aventuras guerreras. Las revoluciones no son la causa de laemigraci ón, sino el pretexto.

    CONCLUSI ÓN

    La estimaci ón de la identidad relativa de las diversas causas de un fen ómeno, depende de muy variadas circunstancias.Ellas no est án en la completa constituci ón social como encasilladas conforme a un sistema. En un conjunto de causas,hay causas que son efectos a la vez de otras m ás generales y amplias. Estas relaciones no son tampoco constantes,var í an en las diferentes localidades, y seg ún las mutaciones de la organizaci ón social.

    El factor pol í tico fue el m ás poderoso, el inicial, en las primeras etapas de nuestra evoluci ón social. El determin ó lasmodalidades de nuestra actividad econ ómica. Su gran influencia prevalece hasta ahora. Pero se inicia la reacci ónecon ómica contra ella. El resurgimiento econ ómico llegar á a sanear la perversi ón pol í tica.

    Entre las causas examinadas de las migraciones, las econ ómicas son las m ás inmediatas y amplias. Y estas causasecon ómicas reciben a la vez el impulso inicial, de la constituci ón agraria. La distribuci ón agraria es el resorte m ás

    potente y actual de las migraciones paraguayas. La grave cuesti ón social de las migraciones se reduce en ú ltimainstancia a la cuesti ón agraria.

    Para sanear nuestro desarreglo econ ómico, es evidente que ser á preferible atacar su causa primaria en vez dedispensar las reformas entre las causas particulares m ás sensibles y directas.

    Abolida la primera, la causa mediata y honda, cesar án las causas peque ñas, superficiales que son radiaciones de ella.

    Las causas particulares pueden tambi én recobrar sobre la fundamental. Ellas en efecto constituyen las condiciones, elambiente en que la principal se ejercita. Pero esta reacci ón es mucho m ás lenta, y exige la aplicaci ón de una gran sumade fuerzas.

    Nuestros prejuicios pol í ticos podr í an ser paulatinamente corregidos con un sistema adecuado de educaci ón porejemplo. Un sistema racional de la educaci ón agr í cola, una organizaci ón pr áctica adecuada del cr édito, de lasasociaciones cooperativas, de los medios de transporte, una oportuna legislaci ón obrera e impositiva, que eleven lascondiciones de vida de la poblaci ón rural, podr í an tambi én, en un largo per í odo de tiempo, reconstruir la constituci ónagraria, remoldear la repartici ón del suelo.

    Sin embargo, la acci ón de las reformas que sigan esta senda, ser í a embarazosa, pesada, lenta, sujeta a interrupcionesfrecuentes.

    Una radical y acertada legislaci ón agraria, una certera soluci ón del problema agrario por el contrario, reanimar áinmediatamente la econom í a rural, reactivar á toda la econom í a nacional. El florecimiento econ ómico crear á otros

    ideales de vida, nuevos estí mulos de la actividad, y har

    á derivar de los esfuerzos, de la pol

    í tica, de caza de puestosadministrativos, a explotaciones productivas. El estimulante econ ómico extenuar á una gran parte de nuestros

    prejuicios pol í ticos at ávicos.

    Confirman esta aserci ón hechos conocidos, realizados en el Paraguay. En las épocas de las grandes especulaciones porejemplo, que respond í an a las emisiones de papel moneda, la ambici ón pol í tica se debilita enseguida. Todos se ocupanen especular, en improvisar ganancias; jugaban unos contra otros, la concurrencia del inter és econ ómico dejaba almargen las ambiciones pol í ticas.

    En los per í odos de decadencia econ ómica, los pol í ticos sacrificaban sus medios econ ómicos en favor del prestigio quepresta la posesi ón de un puesto administrativo. En los per í odos de ebullici ón especulativa, de efervescencia econ ómica,

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    prefer í an un par de lotes de tierras en Tacumb ú , al cargo de diputado. Nuestros mejores esfuerzos, y nuestras mejoresaptitudes, pues, debemos afocar a la soluci ón acertada y pronta de la cuesti ón agraria.

    ANEXO I

    EXTRACTO DE LA MEMORIA DEL MINISTERIO DE HACIENDA CORRESPONDIENTE AL A ÑO FISCAL DE1921

    V

    LA ECONOM ÍA NACIONAL

    LA POBLACI ÓN. El sujeto de la actividad econ ómica es la poblaci ón. El agente creador de la riqueza, la fuerzadin ámica de la producci ón es el trabajo, el trabajador, el obrero, que emanan de la poblaci ón.

    Una poblaci ón numerosa, sana e inteligente, estimula la actividad econ ómica, anima los negocios, aumenta la riqueza,suscita las invenciones, las reformas progresivas, las iniciativas creadoras, asegura la autonom í a de la fortuna.

    La poblaci ón del Paraguay fue diezmada en la Guerra. La actual es peque ñí sima con relaci ón a su territorio. Seg úncá lculos de la Direcci ón de Estad í stica, el Paraguay cuenta con apenas setecientos mil habitantes.

    Y esta escasez de la poblaci ón, es el factor m ás poderoso de la pereza y languidez que acusa el desenvolvimientoecon ómico nacional.

    El crecimiento vegetativo de esta poblaci ón, ha sido neutralizado por las emigraciones determinadas cuando por laspersecuciones pol í ticas, el temor a las revoluciones y al servicio militar forzoso y cuando por el incentivo de obtenermejores ganancias, en moneda de mayor valor que la nuestra, en las empresas extranjeras, no lejos de nuestrasfronteras.

    La defectuosa distribuci ón del suelo ha contribuido no poco al éxodo rural. El cultivador paraguayo carec í a de tierrapropia, de un hogar estable. Cuando se produjo aquel gran entusiasmo por la ganader í a y se alambraban los campos yse los compraba para formar nuevas estancias, los peque ños agricultores fueron desahuciados de sus posesiones.

    Un vecindario numeroso es incompatible con una estancia bien administrada. Y entonces la masa flotante de losdesahuciados por los grandes propietarios y los alambrados, cedieron a mejores atractivos y fueron camino delextranjero con el rencor y acaso la nostalgia en sus corazones.

    As í la porci ón m ás vigorosa y fuente de nuestra poblaci ón, los brazos m ás robustos, la mejor esperanza de nuestraexpansi ón agr í cola, abandon ó el suelo paraguayo.

    Tard í amente, con la Ley del Homestead se intent ó atajar esta hemorragia. La aplicaci ón de esta ley ha dado resultadospoco satisfactorios. Claro est á , ella por s í sola, no puede abolir los complejos y m ú ltiples factores del éxodo rural, nopuede hacer atractivo al suelo paraguayo para los que le habr í an dejado decepcionados.

    Esta ley adem ás tiene en s í misma el germen de su ineficacia. Ella no exige la selecci ón de los propietarios, ni prev é loselementos de la selecci ón. La peque ña propiedad vincula al peque ño cultivador en el suelo, solamente si él es apto parala labor agr í cola. El que carece de vocaci ón, de voluntad y aptitudes para bonificar la tierra y vivir de sus productos,no quedar á en ella. Ser á in ú til repartir propiedades inmuebles a los incapaces de vivir de su trabajo, en la campa ña, ya los que carecen de resoluci ón, de inclinaci ón y de gusto para quedarse en el campo. El informe de la Direcci ón deTierras que puede leerse a continuaci ón, contiene los datos num éricos de los resultados de la ley.

    RESULTADO DE LA APLICACI ÓN DE LA LEY DEL HOMESTEAD. Como toda nueva ley requiere primeramenteun per í odo de ensayo para poder anotar los inconvenientes o deficiencias que pueda ofrecer en la pr áctica a fin desubsanarlos, en lo que fuese posible con algunas disposiciones reglamentarias, se ha cre í do conveniente seguir cornonorma en el comienzo de su aplicaci ón, un procedimiento met ódico y moderado. En las colonias creadas desde lavigencia de la ley, se han reservado algunas secciones de lotes, que ser án concedidos de conformidad a lasprescripciones de la misma. A los pobladores de la colonia "14 de Mayo" se han extendido los t í tulos de propiedad desus respectivos lotes, bajo las condiciones de esta ley, y de acuerdo con la autorizaci ón especial de la ley N ° 355; igualdisposici ón se encuentra en tr ámite para el otorgamiento de t í tulos a favor de los pobladores de la colonia "MauricioJos é de Troche".

    La inmigraci ón ha contribuido con muy poco a aumentar el n úmero de habitantes ú tiles de nuestro pa í s. Gran parte de

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    los esfuerzos hechos para atraerla se ha neutralizado a s í misma. Un autor de gran nombrad í a en el R í o de la Plata,populariz ó la creencia de que "gobernar es poblar (Alberdi)". Se cre í a ingenuamente que bastar í a atraer aluviones demasas obreras para fecundar las tierras de cultivo y para que ellas fructifiquen. Durante mucho tiempo se nos haocultado la capciosidad de esta f órmula popular.

    No basta poblar para producir, para impulsar el robustecimiento econ ómico de un pa í s. Una poblaci ón harapienta,fan á tica e ignorante, no es capaz de consumir siquiera; estorba, en vez de estimular el desarrollo econ ómico. Un

    proletariado demagó

    gico, poseí do por creencias absurdas, turbulento y vindicativo, constituye un peligro para lasinstituciones que garantizan el gobierno libre. Estos son residuos, clases parasitarias, cuya eliminaci ón favorece el

    progreso del pa í s, en vez de retardarlo.

    Si el n úmero de habitantes fuera el elemento principal de la civilizaci ón, China ser í a superior a Francia, y las IslasBrit ánicas ser í an peores que Rusia. En ciertos per í odos de la historia, como aquel en que la teor í a de Malthusense ñoreaba la opini ón general europea, se cre í a encerrar la verdad en la proposici ón contraria de que "gobernar esdespoblar". Esto prueba que la mera dilataci ón de la poblaci ón no es una ley absoluta del progreso; que esta ley eshipot ética, condicional, hist órica.

    El aumento cuantitativo del n úmero de habitantes ni es s í ntoma ni causa por s í solo, del desate de todas laspotencialidades econ ómicas de una naci ón. Es preciso que la poblaci ón tenga cierto valor cualitativo, aptitudes para el

    trabajo, h ábitos de orden y legalidad, fuerzas y voluntad para producir, algunos medios econ ómicos y cierta cultura.

    Y la poblaci ón cualitativamente seleccionada misma, no es una fuerza que necesariamente condiciona el progreso.

    La aglomeraci ón precipitada de habitantes, antes de crearse las condiciones materiales de su conservaci ón y de sucultura, produce la superpoblaci ón relativa, que engendra el vicio, la corrupci ón, alienta las agitaciones demag ógicas yla criminalidad y lesiona el vigor de la raza.

    Nuestro pa í s se dej ó subyugar por el curanderismo pol í tico y, convencido de que efectivamente todo est á en poblarpara progresar, hizo esfuerzos costosos para atraer la inmigraci ón. Reparti ó tierras, pag ó pasajes, hizo costosaspropagandas, pero no se preocup ó de condicionar la inmigraci ón, de seleccionar a los inmigrantes, de atraer solamentea los adaptables a nuestro clima, a nuestra situaci ón econ ómica, a nuestras condiciones sociales.

    Y por esto se produjo esa tr ágica paradoja: que en el intento de fomentar la inmigraci ón, pagamos muy caro la acci ónde descr édito contra nuestro pa í s.

    Los inmigrantes llegados al Paraguay no encontraban trabajo propio de sus aptitudes, ni las condiciones socialesbuscadas, ni la anhelada prosperidad f ácil. Y regresaban a sus tierras, chasqueados, desilusionados, y maldec í an delParaguay en todas partes con el resentimiento com ún de los fracasados.

    Cada inmigrante decepcionado es una condenaci ón del Paraguay. Y ha de fracasar necesariamente el que, malinformado de nuestras condiciones de vida, no ha advertido de nuestras limitadas posibilidades actuales, se forjasue ños irrealizables.

    No es el n úmero de habitantes, sino las cualidades morales e intelectuales de los mismos, el factor din ámico de lascivilizaciones. Diez agricultores laboriosos, resueltos a vincular su suerte futura en la de nuestro pa í s, valen m ás paranosotros que veinte y cuarenta obreros manufactureros por ejemplo, que no encontrar án trabajo en nuestra capital, yno har án m ás que engrosar las filas de empleados improductivos, de los agitadores peligrosos, y crear el proletariadoecon ómico que es la desgracia de muchos pa í ses cultos y que felizmente, no se ha formado todav í a entre nosotros.

    Juzgo sinceramente que los inmigrantes incapaces de costear siquiera su pasaje hasta nuestros puertos, son gentes queno merecen nuestra protecci ón, porque seguramente no pueden ser ú tiles colaboradores de nuestro resurgimientoecon ómico.

    No hace mucho tiempo se ha iniciado la selecci ón de los inmigrantes. Los llegados durante el a ño 1921, son los mejores,porque son poseedores de instrumentos de trabajo, de peque ños capitales, y porque han venido en grupos de personasafines, coherentes, capaces de cooperar entre s í . Adem ás los grupos de inmigrantes soportan mejor la soledad denuestra campa ña que los individuos aislados.

    El informe de la Direcci ón de Tierras, que se transcribe a continuaci ón, expresa el n úmero, la nacionalidad y lacolocaci ón de los inmigrantes llegados. Servicio inmigratorio. Han llegado durante el a ño 1921 los siguientesinmigrantes, que clasificados por nacionalidades son: Paraguayos (repatriados) 6, argentinos 9, italianos 7, espa ñoles 5,franceses 6, ingl és 1, alemanes 369, austriacos 2, alsaciano l, belgas 6, suizos 130, norteamericanos 5, finlandeses 4,dinamarqueses 1, checoslovaco 1, escoc és 1 y rusos 7. Total: 557.

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    Profesiones: Seg ún las profesiones son: Agricultores 255, alba ñ il 1, agrimensores 2, ajustador 1, arquitectos 3, aviador1, carnicero 1, carpinteros 9, cervecero 1, cobrero 1, comerciantes 19, cocineros 13, costureras 11, dependientes 8,dentista 1, electricista 3, enfermero 1, encuadernador 1, estudiantes 65, fot ógrafo 1, farmac éutico 1, fabricante decarros 1, fundidores 4, foquistas 1, herreros 3, ingenieros 8, jardineros 4, jornaleros 2, lavandera 1, maestras deescuelas 3, marinero 1, m édico l, mec ánicos 20, misioneros 2, modistas 25, montador 1, m úsico 1, obreros 7, panadero1, planchadoras 3, parteras 2, peluqueros 2, quesero 1, relojero 1, talabarteros 2, tapicero 1, tenedor de libros l,torneros 3, sastre 1, zapateros 2 y menos sin profesi ón 55. Colocaciones: Han sido trasladados por cuenta del Gobierno,en los siguientes puntos, que eligieron para su radicaci ón en el pa í s: Asunci ón 83, Altos 3, Aregu á 2, Concepci ón 2,Encarnaci ón 3, Guarambar é 1, Horqueta 6, Ybytim í 1, Iturbe 6, Ypan é 31, Yuty 1, Fuerte Olimpo 2, Luque 1, Pati ño5, Pilar 1, Puerto Pinasco 2, Rosario Loma 1, San Bernardino 336, San Lorenzo 1, Sapucai 1, Tablada Nueva 7,Villarrica 10, Villa del Rosario 1, Yegros 16, Colonia Antequera 13, Colonia Elisa 1, Colonia Cambyret á 6 ColoniaIndependencia 229, Col. Jos é Berges 6, Colonia Hohenau 60 y Colonia Monte Sociedad 18.

    RESUMEN<

    TOTAL DE INMIGRANTES

    Año 1917 : 326

    Año 1918 : 270

    Año 1919 : 349

    Año 1920 : 330

    Año 1921 : 557

    Total : 1.832

    FUENTE: Memoria del Ministerio de Hacienda. Correspondiente al a ño fiscal de 1921; Imprenta Nacional, 1922. pp.

    21-24.

    ANEXO IV

    PERFIL BIOGR ÁFICO DE ELIGIO AYALA

    SOCIOLOGOS Y ESTADISTAS

    Cuando el doctor ELIGIO AYALA escribi ó sus MIGRACIONES, durante su estada en Suiza, en 1915, no seimaginar í a que adelantaba sus puntos de vista en una especializaci ón que hoy es materia de preferente estudio en unade las ramas de la Sociolog í a moderna. Esta faceta de Eligio Ayala, valdr í a la pena estudiarla entre los que se dedican alas ciencias sociales, para ubicar a nuestro ilustre compatriota entre los "pioneros" de esta nueva y apasionantemateria de altos estudios en Am érica. (No olvidemos que Eligio Ayala dej ó tambi én numerosos trabajos in éditos, y queen sus mensajes al Parlamento, hay material abundante no solamente sobre temas sociol ógicos, sino adem ásrelacionados con la Econom í a y las Finanzas, el desarrollo cultural, la defensa de nuestro territorio, etc. Con susMigraciones únicamente - trabajo escrito cincuenta y tantos a ños atr ás- no se puede, aunque muchas de susapreciaciones siguen siendo de actualidad, completar un juicio sobre la capacidad intelectual del que gobernandodentro del libre juego de las normas democr á ticas, demostr ó sus excepcionales condiciones de estadista).

    Para el esp í ritu anal í tico y realizador de Eligio Ayala, no bastaba dar las causas de nuestra despoblaci ón ysubdesarrollo, hab í a que concretar soluciones, como lo hizo cuando lleg ó al gobierno. Su m érito crece en funci ón de lalabor personal, pues los t écnicos no abundaban, y los recursos financieros del Paraguay, eran estrictamente locales.Para equilibrar el Presupuesto nacional, busc ó y obtuvo el ordenamiento de la Finanza P ública, sin descuidar elest í mulo de la privada; proyecto leyes administrativas de racional aplicaci ón, e impuls ó la mayor producci ón denuestros renglones exportables. Realiz ó lo que entonces de pod í a llamar "el milagro paraguayo", sin muchosautom óviles todav í a, pero con el cr édito p úblico saneado, confianza en los funcionarios estatales, r égimen aduaneromoderno, puerto nuevo, marina reforzada con dos ca ñoneros flamantes, nuevas armas adquiridas sin ruido, militaresinstruidos en el exterior, misiones t écnicas europeas atra í das al Paraguay, etc.; preparativo silencioso para laestructura b ásica de la defensa del Chaco.

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    Como estratega pol í tico, en lo internacional, basta este dato: la prensa opositora, dio la impresi ón de que el Paraguayestaba entregado. Nuestro enemigo de entonces, guiado por un paranoico belicista, se entusiasm ó con la conquistaaparentemente f ácil. Y ocurri ó lo que en la tr í plice: el plan de una breve excursi ón militar, se troc ó en una marchaf únebre; equivocaci ón de los que desconocen la reacci ón psicol ógica de un pueblo como el paraguayo que, ante laagresi ón exterior, se une y agiganta.

    Digamos igualmente que la obra econ ómica-financiera de Eligio Ayala, comenz ó en un clima que puso a prueba su

    capacidad de gobernante pues se salí a de un per

    í odo de anarqu

    í a y guerra civil. Y como muestra, otro golpe de visi

    ón:lo trajo del exilio a Manuel Dom í nguez, a fin de crear conciencia con la contribuci ón de su talento, que irradiaba

    simpat í a, y formar el esp í ritu p úblico para defender ese emporio de trabajo que es hoy el Chaco paraguayo.

    CONTENIDO

    -PR ÓLOGO

    -ADVERTENCIA

    I.- LAS MIGRACIONES EN EL PARAGUAY

    II.- EL LATIFUNDIO

    III. CR ÍTICA DE LA DOCTRINA DEL LIBERALISMO SOCIAL SOBRE EL LATIFUNDIO

    IV.- EL LATIFUNDIO EN EL PARAGUAY

    V.- LA MALA MONEDA

    VI.- LAS REVOLUCIONES

    VII.- CAUSAS ECON ÓMICAS DE LAS MIGRACIONES

    VIII.- LA POL ÍTICA

    IX.- PERIODICIDAD DE LA AGRICULTURA

    X.- LA MIGRACI ÓN A LA CAPITAL

    - CONCLUSI ÓN

    - ANEXOS

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