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REVISTA ESTUDIANTIL DEL IISUABJO

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Mirada Social Revista IISUABJO Dic. 2011 2

ÍNDICE

43

2737

PRESENTACIÓN

Dos Iniciativas para laPrevención de laViolencia Escolar desdeuna Perspectiva Estructural

Actitudes yComportamientosde las AutoridadesEscolares deEducación Básica

Requisitos para publicación

La sanción, el castigo y el reglamento: estrategias disciplinarias para la prevención y mitigación de la violencia escolar

Dr. Eduardo Carlos BautistaMartínez.

Thalía Erika Bernabé Morales eIsaías Arturo Rodríguez Cruz

Iván Israel Juárez López. Haydée Morales Flores.Javier Torres Ruiz.

1319

La violencia al interior de las escuelas de nivel básico en OaxacaItzel Nashiely Reyes Alavez

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En su segundo número, la revista Mirada Social reúne cinco artículos productos del proyecto “Diagnóstico sobre condiciones de inseguridad y violencia en las escuelas

de nivel básico de Oaxaca”, realizado durante el año 2012 y bajo convenio entre Ins-tituto de Investigaciones Sociológicas y el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca. En el proyecto coordinado por el Dr. Eduardo Bautista Martínez, participaron profesores, ayudantes de investigación y egresados de diferentes licenciaturas de la UABJO. Dicho Diagnóstico se realizó con el propósito de comprender la situación de inseguridad y violencia en las escuelas de nivel básico en el estado de Oaxaca para contribuir con elementos que impacten en las estrategias de planeación y políticas públicas hacia ese sector. En los trabajos presentados, sus autores abordan distintos tópicos que van desde re-flexiones en torno al concepto de violencia escolar hasta trabajos sobre el reglamento escolar y los tipos de violencia registrados. Aspectos significativos para comprender la complejidad de la violencia escolar en el estado. También, es necesario mencionar que la formación multidisciplinaria de los autores (egresados en Antropología, Sociología y Ciencias de la Educación) nos muestra las diferentes miradas con las cuales las proble-máticas sociales pueden ser abordadas; además revela que una investigación de este carácter enriquece aún más los resultados y las propuestas generadas. El difundir los resultados de una investigación en un espacio de divulgación aca-démica, permite no sólo compartir datos o información obtenida de un proyecto sino también abrir la discusión en torno a temáticas específicas. Como científicos sociales en proceso de formación se debe fomentar el compromiso por difundir los resultados de las investigaciones, así como la apertura para el debate y discusión, sin duda la revista Mirada Social contribuye a ello. Seguramente, este número alentará a los es-tudiantes de los diversos programas del IISUABJO a realizar nuevas propuestas para explorar nuevas problemáticas y hacer suyo este proyecto.

Dr. Eduardo Carlos Bautista Martñínez.

PRESENTACIÓN

DIRECTORIO IISUABJO

Lic. Eduardo Martínez Helmes Rector de la UABJO

Dr. Arturo Ruiz LópezDirector del IIS-UABJO.

Mtro. Donato Ramos PioquintoCoordinador de docencia Ciencias

Sociales.

La Revista Digital Estudiantil Mirada Social es una

publicación de periodicidad variable, es editada en el

Instituto de Investigaciones Sociológicas de la UABJO.

Murguía No. 306, Col. Centro Oaxaca México. Año 2.

Número 1

Todos los derechos son reservados, sin embargo se permite

la reproducción del material aquí presentado siempre que

sea para fines no lucrativos y se cite la fuente.

Contacto: Tel. 51 6 60 19.

[email protected].

http://revista-miradasocial.blogspot.com

CONSEJO EDITORIAL

Dr. Arturo Ruiz LópezDr. Jorge Hernández Díaz

Dr. Eduardo C. Bautista MartínezDr. Donato Ramos Pioquinto

Mtra. Sara Méndez Coordinación editorial.

LDG. Martha QuirozDiseño Editorial.

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Dos Iniciativas para la Prevención de la Violencia Escolar desde una Perspectiva EstructuralThalía Erika Bernabé Morales e Isaías Arturo Rodríguez Cruz

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Los jóvenes y los niños se encuentran en una dinámica de reproducción de actos que son y generan violencia, lo cual se encuentra reflejado en el entorno escolar. Enmarca-dos en un contexto en donde la estructura económica permea los diferentes entornos, el presente artículo tiene el objetivo de observar dos iniciativas: Programa Escuela Se-gura y El Plan para la Transformación de la Educación en el Estado de Oaxaca; en un contexto estructural, identificar sus señalamientos y percepciones acerca de la violen-cia así como las vías de solución que proponen; con la intención de hacer una crítica a las instituciones del Estado y su forma de abordar el problema de la violencia escolar.

Resumen

Palabras claves. Programas de prevención, violencia estructural, violencia escolar.

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El punto de partidaLa reproducción de la violen-cia no puede entenderse sin un enfoque estructural, el cual ex-plica cómo desde el Estado se desarrollan la desigualdad y la pobreza, permitiendo la repro-ducción de ideologías que gen-eran violencia y discriminación a través de los medios masivos de comunicación.

[…] existiría una forma de violencia directa, visible, con un agresor y una víc-tima claramente identificables y en la cual el daño es infligido directamente por el agresor con ayuda o no de algún instrumento o arma, pero también se puede hablar de una forma de violencia menos directa, más difícil de visuali-zar, en la que no siempre es sencillo identificar al agresor y los mecanismos que la explican (Parra, Tortosa, 2003: 60).

[Los medios de comunicación social reproducen este modelo [violento] de forma acrítica, mostrándonos que sólo sobreviven los más fuertes y que no existe otra posibilidad de luchar contra los otros […] presenta la rivalidad, la competencia, la lucha, el enfrentamiento y la violencia como deseables o inevitables, y los procesos educativos y de socialización continúan formando a nuestros hijos y adolescentes […] En este sentido muchos héroes que se les presenta tienen como única cualidad la utilización de la violencia. (Palome-ro, Fernández, 2001: 25, 26)

¿Cómo podemos relacionar en-tonces la violencia estructural con la violencia que se genera dentro de las escuelas? En una familia en donde no se alcancen a cubrir las necesidades básicas se tendrá la necesidad de que los responsables del hogar trabajen jornadas de trabajo más exten-sas, lo cual repercute directa-mente en el cuidado del niño que evidentemente se quedará en manos de terceras personas, y en familias donde hay varios niños se quedan al cuidado unos de otros, o bien al cuidado del televisor.

Castells indica que la familia ha jugado un papel fundamen-tal en la formación del niño, ahora hay más madres que trabajan y menos tiempo para dedicarle a los hijos, la sociedad no considera importante una red de cuidado de los hijos para los trabajadores, y el Estado se aferra a la resolución de la vio-lencia por medio de la idea de la familia tradicional. El Estado no ha generado una educación que revierta esos as-pectos, y vemos como la escuela es un espacio en donde se repro-duce la violencia en su expresión más directa; donde se observan agresiones entre niños, entre la misma planta académica, y lo más grave, de profesores hacia estudiantes. Es grave porque los profesores no son conscien-tes de la violencia que ejercen al encontrarse en una posición de poder frente a sus alumnos y alumnas. Esto nos habla de un siste-ma educativo ineficiente, que además es parte de los aparatos ideológicos con los que cuenta el Estado. “En otros términos, la escuela […] enseña las “ha-bilidades” bajo formas que ase-guran el sometimiento a la ide-ología dominante o el dominio de su práctica.” (Althusser, 1970: 6) Por lo tanto, la escuela cumple la función de reproducir el or-den social existente, donde la violencia y las agresiones se

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observan totalmente natural-izadas en los espacios escolares; además de que las autoridades escolares se esfuerzan por culp-ar a las cualidades psicológicas y al contexto familiar de los ni-ños, cuando existen conflictos violentos.

El contexto de la violenciaLa violencia escolar en Oaxaca en la actualidad no puede des-ligarse de la violencia que se ha venido generando a partir de las políticas de combate del narco-tráfico y el crimen organizado impulsadas desde el 2007 por el gobierno federal. En ese con-texto han surgido programas de gobierno que han desarrollado y reforzado programas educativos como Escuela Segura, Centros Nueva Vida, etc. En ese mismo sentido, la vio-lencia que es generada desde las estructuras no es solamente la del combate al narcotráfico, sino también es todo el proceso de re-producción social, que justifica al sistema político y económico, procesos íntimamente ligados a la estructura. En esta pers-pectiva, se reproducen roles tradicionales de género, que sin duda están en transformación, pero que el Estado no esta con-siderando en sus programas. Lo mismo sucede con la familia. La institución familiar es una de las instituciones de mayor importancia para la dominación y reproducción de ideas, reflejos y acciones vista desde la socie-dad, en ese mismo sentido “[…] esta concepción de familia re-sponde a que el Estado utiliza a la familia para escudarse de la presencia y persistencia de prob-lemas son su responsabilidad re-solver” (Walters, 2006: 18), pero

vista siempre como una familia tradicional, lo cual ha querido también justificar y consolidar con sus programas, el Sistema DIF (Desarrollo Integral de la Familia) es un ejemplo claro. Muchas veces, se pasa por alto la violencia en el hogar, donde la niñez y juventud están vincula-dos a estas situaciones “…Todo tipo de violencia intrafamiliar afecta a los niños. Sin embargo, un 16% de la violencia intrafa-miliar, puede considerarse di-rectamente como maltrato in-fantil. Estos tipos de violencia en general afectan el desarrollo de competencias académicas de los niños y jóvenes…” (Cepeda, et al., 2007: 518). En Oaxaca, a partir del “Dia-gnóstico sobre condiciones de in-seguridad y violencia en escuelas de educación básica de Oaxaca”, se identificó en el caso de los va-rones, una mayor incidencia para intervenir en un suceso de violencia (54%), el 36% sólo ob-serva o no hace nada, también pocos son los que avisan a una autoridad 10%. Aunque las mu-jeres tienen poca incidencia en estos conflictos, de las encuesta-das interviene el 45%, las que avisan a la autoridad escolar es el 26%, lo cual se genera en un contexto en el que el varón si no actúa ante los conflictos, el resto de los niños lo consideran menos “macho”, ideología que se reproduce desde los medios de comunicación y se refleja por medio de estas expresiones en la cotidianidad. El mismo diagnóstico da cuenta del grado de naturali-zación de la violencia dentro de los centros educativos, pues la mayoría de los jóvenes y niños, no logran entender el concepto

de la violencia escolar como un todo, sino al contrario, la natu-ralizan dejando de lado aspectos que también son violencia. El 52% entiende la violencia es-colar como un todo (aspectos: psicológicos, físicos, culturales, social y económico), en cambio la otra mitad 48%, la ven seg-mentada y no observan a los otros actores que participan de la violencia escolar como los maestros, maestras, madres, pa-dres, niñas y niños. A partir de este contexto nos preguntamos ¿hacia dónde van encaminadas las propuestas para la reducción de la violencia en Oaxaca? en este caso los dife-rentes actores tienen la propu-esta de prevenir esta situación, veamos el caso de dos program-as uno federal y otro estatal. La Alianza por la Calidad Ed-ucativa (ACE) es un programa federal con fines educativos y que afecta directamente la or-ganización sindical, de ella se desprende el Programa Escuela Segura (PES), sin embargo en el estado de Oaxaca éste trabaja a medias dado que la sección XXII del SNTE está en contra de los cambios que implica la ACE en su organización y ha propuesto, como alternativa, el Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca.

1. Programa Escuela Segura (PES)El Estado por medio del PES trata de omitir sus responsabi-lidades fundamentales sobre violencia, otorgándole a esta visión un carácter psicológico y etológico, es decir, pensando que la violencia se desarrolla desde la dinámica personal del alum-no, y negando que el Estado mismo es quien genera violen-

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cia, como ya hemos explicado. Esto se observa en la implemen-tación del PES que comienza con la entrega de guías a maes-tros, alumnos y padres de fa-milia de escuelas de nivel básico y con información sobre algunos tipos de violencia en el entorno escolar.Con acciones como la revisión de mochilas, la construcción de barda perimetrales se pone en marcha el Programa Escuela Segura; la guía para los niños y jóvenes llamada “Guía Básica de Prevención de la Violencia en el Ámbito Escolar” es un docu-mento dedicado a la explicación de la violencia entre iguales, en-tendiendo que la única violencia que se encuentra en el ámbito escolar es el bullying, y fuera de ella la única violencia entre jóvenes es la que se observa en el noviazgo.Si bien, el PES considera varias expresiones de la violencia es-colar, no son todas. No es difícil observar que este programa con-sidera la violencia escolar como algo propio de la juventud y la niñez, y por lo tanto se da en-tre los mismos actores negando así la existencia por ejemplo de la discriminación, visión que se desprende desde el Estado y que en la escuela se observa como exclusión de niños y niñas de escasos recursos, o provenientes de comunidades indígenas en el

caso de las ciudades. Muchas recomendaciones que hace el programa por medio de las guías para padres, son váli-das en el sentido de lograr que madres y padres mantengan un horario concreto para que los niños vean televisión, utilicen el internet, y no promuevan la reproducción de la violencia, en el sentido de que si algo les ha-cen deben avisar a la autoridad escolar y no ajustar cuentas por si mismos.Por otra parte, en la reproduc-ción de la violencia hay elemen-tos a considerar. Según datos del INEGI en Oaxaca el 20% de los embarazos ocurre entre adoles-centes, es decir una gran parte de los niños/as están siendo educados por jóvenes, además que la familia tradicional poco a poco se desvanece, dejando al Estado la resolución de los con-flictos que esto genera, lo cual vemos al final como una contra-dicción.Finalmente, el PES propone so-lucionar conflictos por medio de pláticas con psicólogos, es decir se observa el conflicto de la vio-lencia como algo propio de la in-dividualidad de las y los alum-nos. Por último en relación con la guía de los profesores, hace una exposición en la que men-cionan varias veces la cultura de la prevención, pero no menciona mecanismos concretos, como

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actividades o comportamientos, hacia la comunidad estudiantil.Ante la dificultades para la im-plementación del programa, por el rechazo de la Sección XXII a la ACE, hay escuelas que se en-cuentran adscritas al programa en el estado, pero muchas veces solo por los recursos adiciona-les que con él se obtienen. Aún con ello, los operadores del Pro-grama Escuela Segura en la en-tidad, aseguran que han tratado de implementar estrategias de acción con la finalidad de tener incidencia en las escuelas.

2. Plan para la Transformación de la Educación en el Estado de Oaxaca (PTEEO) El conflicto que persiste en Oaxaca en el ámbito educa-tivo, donde la Sección XXII del SNTE, el sindicato con más peso político en Oaxaca, se ha mostrado inconforme con deci-siones de su propio sindicato a nivel nacional; por ello, algunos grupos dentro del mismo se han comprometido con la generación

de un proyecto que caracterizan de social con la finalidad de trans-formar la educación en Oaxaca y que pretende ser una alternativa a la ACE. Las características que se quieren representar van en función de que la educación se convierta en un motor de cambio de la socie-dad, con lo cual dejaría de ser un aparato ideológico del estado, y serviría para la transformación de la sociedad. Este plan no se preo-cupa en rescatar aspectos de la violencia escolar, es decir de parte de este proyecto hay una tendencia por ver el fenómeno de la violencia como una problemática específica, la problemática de la violencia pareciera no importar como problemática fundamental en un prim-er acercamiento. Sin embargo, los elaboradores de este plan recono-cen la existencia de la violencia en diferentes planos manifestándose en el entorno escolar.Los puntos de llegada del Programa Estatal para Mejorar las Condiciones de Vida y Escolares de los Niños, Jóvenes y Adultos de Oaxaca, son: el respeto por sí mismo, por el otro y por el mundo creado por ese otro, en una coex-istencia armónica de los humanos con su entorno natural y social en plena libertad a ser co-creadores de un mundo desde su conocimiento y respeto sin pretensiones de dominarlo, se reconoce el reto que conlleva trabajar hacia estas metas desde la escuela, históricamente la sociedad le ha impuesto a la escuela, que es la formación de las generaciones jóvenes significaría en pal-abras de Habermas; mirar a niños y niñas permanentemente como sujetos en su totalidad. (Programa Estatal para Mejorar las Condiciones de Vida y Escolares de los Niños, Jóvenes y Adultos de Oaxaca; 7)

El PTEEO es un proyecto innovador en educación y abarca elemen-tos estructurales, se realizó la entrega del mismo a las autoridades estatales, y en el foro “El derecho a la educación de niñas, niños y adolescentes y los derechos laborales del magisterio” celebrado

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el 4 de mayo del 2012, se habló de un compromiso por llevarlo a cabo conjuntamente magis-terio y el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca. Aún con ello, las problemáticas que se imponen para su imple-mentación son diversos. El problema de la venta de plazas ha ocasionado, que personal sin el conocimiento pedagógico adecua-do se encuentre frente a grupo, además de que en la actualidad de manera recurrente se siguen gene-rando agravios de maestros hacia los alumnos cuestión que es muy grave. Se observa a profesores que no se encuentran comprometidos con la práctica pedagógica libera-dora y que en muchos casos no conocen, sin duda será uno de los retos a vencer. La escuela reclama una transfor-mación de la práctica pedagógica, la vigente genera dentro del aula sentimientos de competitividad, preparándolos de esta manera para ser parte del sistema y no ha sido generador de aptitudes de los estudiantes. Incluso muchos de los profesores generan la violencia por medio de castigos, exclusión, agresiones verbales; cuando los alumnos no pueden cumplir con los trabajos impuestos. Tampoco se realiza una educación en la que los y las estudianttes sean capaces de generar conocimiento por sí mismos, por el contrario, se im-

ponen temáticas de poco interés y la memorización como práctica común.Hay que perder la costumbre y dejar de ver la cultura [refiriéndose a la educación] como saber enciclopédico en el cual el hombre no se contempla más que la forma de un recipiente que hay que rellenar y apuntalar con datos empíricos, con hechos en bruto e inconexos que él tendrá luego que encasil-larse en el cerebro como en las columnas de un diccionario para poder con-testar, en cada ocasión, a los estímulos varios del mundo externo (Gramsci, 1985; 15).

La sección XXII del SNTE ha realizado un esfuerzo impor-tante con el PTEEO, para reco-nocer y denunciar al Estado, sus responsabilidades, en diferentes aspectos estructurales causantes de la violencia, lo que llamamos violencia estructural. Sin em-bargo, el esfuerzo tiene también limitantes de aspecto político y económico que seguramente se verá reflejado en la aceptación limitada de las instituciones educativas de Oaxaca. El magisterio no se encuen-tra concientizado en muchos de los aspectos aquí enunciados, lo cual también trata de con-trarrestarse con la implemen-tación del “Programa para el reconocimiento educativo a los trabajadores”, que marcha a contracorriente ante la presión del gobierno federal para la apli-cación de la ACE.

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CONCLUSIONESLa problemática escolar de la violencia es un problema que tiene diferentes y variadas cau-sas, que va desde la situación en México, la dinámica de re-producción, como la estructura que justifica la violencia, el nú-cleo familiar como un proceso en constante movimiento y que además las instituciones guber-namentales y no gubernamen-tales tendrían que ver la violen-cia escolar como un todo. Es por eso que se tiene que hacer una reflexión crítica sobre el papel fundamental del Estado en este momento determinado –incluy-endo sus instituciones-, y cómo reproducen la violencia. El Estado aborda la violencia generada en la escuela como un elemento aislado y psicológico según el PES, sin embargo, en el presente artículo hemos visto diferentes aspectos estructurales que afectan de manera directa la convivencia familiar y escolar. Por ello, es de vital importancia el papel cercano y directo de los maestros y maestras para la pre-vención de la violencia escolar, así como del resto de los actores escolares, entre ellos, directivos (jefes de zona, directores, jefes administrativos y representan-tes sindicales), madres, padres de familia y estudiantes. Esperamos que propuestas como el PTEEO,puedan gene-

rar acciones concretas para la reducción de la violencia escolar, que está vinculada con la es-tructura de educación, la repro-ducción de símbolos estatales, metodologías de enseñanza, etcétera.

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La violencia al interior de las escuelas de nivel básico en Oaxaca

El ser humano por naturaleza es un ser social que se encuentra en constante interrelación con sus semejantes, lo que le conlleva a enfrentarse a las diferentes facetas que sus pares le presentan al relacionarse, y a generar mecanismos de interacción entre ellos, estableci-endo reglas implícitas que se van modificando; y a la vez invisibilizan ciertos actos violen-tos que son considerados como actos normales generados en la convivencia diaria de las personas, en este caso de los estudiantes de nivel básico en Oaxaca.

Resumen

Palabras claves. Violencia escolar, Programa Escuela Segura, normalidad de la violencia.

IntroducciónLa violencia es un problema so-cial que ha impactado al mundo por las diferentes manifestacio-nes en las que se ha presentado a lo largo de la historia, además de ser un tema universalmente estudiado y comentado. En este documento, hablaremos de la violencia como una forma más de vida observada en las inter-relaciones que se establecen en-tre los y las estudiantes de nivel básico. El pasado mes de Abril del 2012 se concluyó el trabajo de investigación titulado “Diag-nóstico sobre condiciones de inseguridad y violencia en es-cuelas de Educación Básica

Itzel Nashiely Reyes AlavezAlumna de la Maestría en Sociología

de Oaxaca” como parte de las actividades realizadas dentro del Programa Escuela Segura (PES) que opera el Instituto Es-tatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO). Para realizar tal diagnóstico fue necesario delimitar los mu-nicipios que se visitarían para realizar el trabajo de campo. El primer criterio considerado fue trabajar únicamente con las instituciones del catálogo de escuelas afiliadas al PES, sólo en el caso de las escuelas que no quisieron participar en el Proyecto se tomaron en cuenta escuelas fuera del catálogo. El universo de trabajo final fueron escuelas urbanas y periurbanas

de los municipios de Oaxaca de Juárez, Juchitán, Salina Cruz y Tuxtepec, porque fueron las ciudades con mayor incidencia delictiva identificadas en las Reglas de Operación del PES. Las escuelas primarias y se-cundarias visitadas se eligieron porque desde el momento de su registro, obtuvieron el mayor recurso por parte del PES; asi-mismo se delimitó encuestar sólo a estudiantes de sexto gra-do de primaria y tercer grado de secundaria; y entrevistar a madres y padres de familia, per-sonal docente, directivos, traba-jadores y trabajadoras sociales o psicólogas, y a los Regidores de Educación.

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En las entrevistas realizadas al personal docente, madres y padres de familia, había una pregunta relacionada con situa-ciones de violencia que ellos detectarán en sus hijos y estu-diantes, 100% coincidió en que las peleas entre los estudiantes es lo que más se presenta en las escuelas. Dentro de ese 100%, hubo un 10% que respondió que sucedían cosas normales como peleas entre niños, la palabra “normales” es la razón de existir del presente texto. El ser humano por naturaleza es un ser social o “gregario” (Car-doso:2006:25), que se encuentra en constante interacción con sus semejantes, estableciendo reglas de convivencia entre ellos, desde la forma de comportamiento hasta de socializar; estas reglas que se plantean pueden ser ex-plícitas e implícitas. Las reglas implícitas se establecen en las relaciones cotidianas de los seres humanos y se van modificando en el momento; durante el tra-bajo de campo me llamó la aten-

ción situaciones que desde la mi-rada del equipo de investigación clasificaríamos como actos violentos o “desnaturalizadas” (Izaguirre: 1996: 53). Pudimos constatar como se esta interiorizando la violen-cia en la vida de los y las estu-diantes al grado de verla como “normal”, como cosas que pa-san todos los días y que ya no son del otro mundo, porque es parte de la convivencia diaria de losmismos. Observamos como los estudiantes toleran situacio-nes violentas entre ellos; encon-tramos situaciones de burlas, apodos, insultos, golpes, robos y amenazas como se muestra más adelante. Las cifras que se presentan en el siguiente cuadro fueron los resultados finales obtenidos de 401 cuestionarios aplicados en total a estudiantes de sexto gra-do de primaria y tercer grado de secundaria, tal información se obtuvo de la pregunta “15. Marca con una X las situacio-nes que generalmente has vivido dentro del salón de clases”, en esta pregunta se dieron seis op-ciones de respuesta, y se dupli-caron para identificar tanto a agresores como agredidos; y los tipos de violencia que se gene-ran en mayor medida al interior de las escuelas; las primeras seis opciones se enfocaron a identi-ficar a los agredidos (Me han: Puesto apodos, insultado, gol-peado, empujado, robado mis pertenencias, amenazado) y las seis restantes a los agresores (Yo he: Puesto apodos, insultado, golpeado, empujado, robado a otros compañeros, amenazado).

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En el cuadro podemos observar que de 401 encuestados 253 es-tudiantes contestaron que sí les han puesto apodos en compara-ción con 178 que dicen haber puesto apodos; 189 han sido in-sultados, 141 han insultado; a 118 les han golpeado y 125 han golpeado a sus compañeros; 202 han sido empujados y 142 han efectuado empujones sobre sus pares; a 140 estudiantes les han robado alguna vez y 24 dicen haber robado a otros compañe-ros; por último 70 estudiantes dicen haber recibido amenazas y 42 aceptaron haber amenazado a sus compañeros. Otro dato a resaltar es que de los 401 cuestionados encontra-mos que 81 estudiantes han sido solamente agredidos o agresores y los 320 restantes han jugado un doble papel, es decir, han sido tanto agredidos como agresores y viceversa; al final detectamos que la violencia física, verbal y psicológica son las que se están presentando al interior de las es-cuelas de nivel básico y con ellas lo que hoy en día conocemos como bullying; así también inseguri-dad al interior de las aulas y de la misma escuela por las situa-ciones de robo que se presentan entre los mismos estudiantes.

Tanto en el municipio de Oaxa-ca de Juárez, Juchitán, Salina Cruz como Tuxtepec, ob-servamos como niños y adoles-centes se llaman por apodos con gran familiaridad, se insultan entre sí; a lo que presentan en su mayoría una tolerancia ha-cia estos actos, sin embargo al final encontramos que juegan un doble papel dependiendo de la situación en que se encuen-tren, ya sea que actúen como agresores o agredidos. El punto esencial es plantear que como sociedad estamos permitiendo que la violencia sea permisible en los espacios escolares, se interiorice en las relaciones de convivencia de los y las estudiantes, y terminemos hablando de ella como un acto normal que se presenta en la escuela, y que es grave cuando perjudica la salud física de los estudiantes. Según Prieto (2005: 1006) “al pasar el tiempo –que es lo más grave- pensamos que formaba parte de la cultura escolar”; asimismo Johnson (2002:16) plantea que “Tal vez lo más alarmante sea que la violencia se está volviendo tan común en muchas comunidades y escuelas que no se le considera una ex-

mirada del equipo de investigación clasificaríamos como actos violentos o

“desnaturalizadas” (Izaguirre: 1996: 53).

Pudimos constatar como se esta interiorizando la violencia en la vida de los y las

estudiantes al grado de verla como “normal”, como cosas que pasan todos los días y

que ya no son del otro mundo, porque es parte de la convivencia diaria de los mismos.

Observamos como los estudiantes toleran situaciones violentas entre ellos;

encontramos situaciones de burlas, apodos, insultos, golpes, robos y amenazas como

se muestra más adelante.

Las cifras que se presentan en el siguiente cuadro fueron los resultados finales

obtenidos de 401 cuestionarios aplicados en total a estudiantes de sexto grado de

primaria y tercer grado de secundaria, tal información se obtuvo de la pregunta “15.

Marca con una X las situaciones que generalmente has vivido dentro del salón de

clases”, en esta pregunta se dieron seis opciones de respuesta, y se duplicaron para

identificar tanto a agresores como agredidos; y los tipos de violencia que se generan en

mayor medida al interior de las escuelas; las primeras seis opciones se enfocaron a

identificar a los agredidos (Me han: Puesto apodos, insultado, golpeado, empujado,

robado mis pertenencias, amenazado) y las seis restantes a los agresores (Yo he:

Puesto apodos, insultado, golpeado, empujado, robado a otros compañeros,

amenazado).

Cuadro- Agresiones y Violencia entre estudiantes en la escuela

Estudiantes Actos violentos entre estudiantes Apodos Insultos Golpes Empuja

do Robos Amena

zas Total

Agredidos 253 189 118 202 140 70 972 Agresores 178 141 125 142 24 42 652 Total 431 330 243 344 164 112 1624

Fuente: Resultados de las encuestas realizadas a alumnos de nivel básico, Febrero - Marzo 2012 como parte del “Diagnóstico sobre condiciones de inseguridad y violencia en escuelas de Educación Básica de Oaxaca”

En el cuadro podemos observar que de 401 encuestados 253 estudiantes contestaron

que sí les han puesto apodos en comparación con 178 que dicen haber puesto apodos; cepción, sino la norma. Por ejemplo, una niña de 14 años a la cual su madre le expresaba preocupación por un tiroteo entre automóviles cerca de la escuela, le respondió: “Mamá, tienes que acostumbrarte, así son las cosas”. En el diagnóstico realizado encontramos respuestas simila-res cuando se entrevistó a los directivos, maestros, maestras, madres y padres de familia. Por ejemplo, un docente de se-cundaria en Tuxtepec mencionó que las situaciones de violen-cia que se presentan en la es-cuela son las normales como empujarse, pegarse… “Pues lo normal que se empujen, que se peguen, que se toquen el tra-sero. Una madre de familia decía: “todos los chamacos di-cen groserías o se golpean eso es normal porque andan jugando, pero yo sí le digo que en la es-cuela no debe hacer eso porque lo pueden sacar, pero eso es nor-mal que se peleen o se insulten, son cosas de chamacos.” Esta forma de ver y pensar la violencia según Cava (2002) no son naturales, sólo podemos suponer que ha sido “politiza-da por la sociedad”, en general de forma implícita y aceptada

Empujones

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trabajo de campo y el hecho es que hoy en día, la violencia en las escuelas oaxaqueñas de nivel básico se empieza a ver como un fenómeno normal. Es alarmante por los casos de bullying que se están presentando, pero tam-bién el hecho de que como socie-dad estamos permitiendo que se generen estos actos violentos, y a su vez sean considerados como parte de la cultura escolar por la que todas y todos pasamos.

Conclusión

La violencia que se genera al in-terior de las escuelas de Oaxaca de nivel básico tiene varias for-mas: física, psicológica, verbal y sexual, vislumbrados a través de actos violentos que transgre-den tanto física como psicológi-camente a las y los estudiantes, y están siendo considerados como situaciones normales que forman parte de la convivencia diaria de los estudiantes de pri-maria y secundaria. A la vista del equipo de investigación siguen siendo actos de violen-cia, sin distinción alguna, tal como plantean Guemuremany Gugliotta en su hipótesis: “la violencia se resignifica como algo de ocurrencia ordinaria, se “naturaliza” y al hacerlo, se “in-visibiliza”. En contraposición cuando ingresa en la esfera de la “visibilidad”, entonces sí se pue-

de hablar de violencia porque es “desnaturalizada”, y ya no pertenece al «orden normal» de las cosas. Entonces, se le inscribe en la esfera de la “desviación”, y de allí, se le traslada a los ámbi-tos donde hay consenso en que “hay que hacer algo”. (Izagu-irre:1996:53) La pregunta es ¿Qué podemos hacer como sociedad para contri-buir en la cultura de prevención de la violencia y dejar de verla como un acto normal? Se habla de hacer talleres, dar conferen-cias que concienticen a nuestros semejantes sobre la problemáti-ca que se vive, entre otras al-ternativas. Pero hasta el día de hoy, solo observamos el fracaso de los programas (PES) que buscan esa “concientización” y que sólo está generando que se vean como ingresos extras en las escuelas, dispuestas a realizar el plan de trabajo que se les asigne con el fin de cumplir y continuar con el apoyo económico pero no con la verdadera intención de prevenir la violencia escolar.

como un acto que forma parte de la cultura escolar. Autores como Olwes y Aronson, “consi-deran que la tolerancia a este tipo de conductas es un factor, que si no las genera, desde luego si contribuye a que se perpetúen. En este sentido, muchas perso-nas parecen mantener la creen-cia implícita de que las burlas e intimidaciones entre alumnos son parte natural del desarrollo de niños y adolescentes” (Cava: 2002:29). Esta “praxis de la violencia” (Joas: 2005:66) al final es con-siderada como prácticas “nor-males” o actos comunes que se presentan en la conviven-cia diaria de los estudiantes de primaria y secundaria. A decir de Cava, “las causas de esta violencia son múltiples […], se sitúan en diferentes niveles (fa-milia, medios de comunicación, sociedad, etc.) No obstante, no podemos olvidar que la escuela es también uno de estos ámbitos y que determinados aspectos de su propia organización y funcio-namiento (por ejemplo, la com-petitividad, las dificultades para ingresar a alumnos de otras cul-turas o el individualismo) son factores que pueden contribuir a incrementar las conductas violentas desarrolladas por sus alumnos”.(Cava:2002:235) Hasta este punto se ha plan-teado lo observado durante el

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Bibliografía

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2012.

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Iván Israel Juárez López.Licenciatura en Ciencias Sociales y Estudios Políticos

El deterioro en la convivencia social y los altos niveles de inseguridad a nivel nacional plantean enormes retos a las autoridades escolares, sobrecargándolos de responsabilidades sin ofrecerles las herramientas para enfren-tar las nuevas demandas que la sociedad impone a su práctica. La problemática de la violencia en las escuelas constituye la manifestación emergente de un problema en el que ciertos aspectos están negados y silenciados en el contexto escolar. Como consecuencia, no se ha logrado implementar acciones y programas eficientes de prevención y/o solución en las instituciones de educación básica.

Resumen

Palabras clave: Autoridades escolares, Violencia escolar, Actitudes y Comportamientos.

Actitudes y

Comportamientos

de las Autoridades

Escolares de

Educación Básica

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“La violencia en la escuela se ha mantenido en secreto, oculta, como un reflejo de la eficacia de los recursos institucionales para preservar lo que sucede tras sus paredes” (René Kaës, 1996)

INTRODUCCIÓN

En los últimos años se ha se-ñalado, de manera urgente,

la necesidad de re-definir la enorme responsabilidad de las autoridades escolares, cuyas ac-titudes y comportamientos res-ponden a un progresivo agobio causado por el flagelo de la vio-lencia, un sistema educativo ine-ficiente, complejas demandas sociales y del sentimiento de desprestigio y abandono social. Tenemos una educación que mantiene una relación de po-der-sumisión, estandarizada, que impone e inferioriza, etc., que ocupa, desde la concepción Althusseriana un lugar privile-giado entre los aparatos ideo-lógicos del Estado, ligada a un aparato burocrático nacido para dar cobertura educativa -en la medida de lo posible- pero no para mejorar la calidad y mucho menos para modernizar la edu-cación. La escuela, en vez de ser el lugar central de promoción de valores y de fomento de la cul-tura de la prevención del delito, se ha convertido en un sistema donde prevalece un ambiente de impunidad, consecuencia de la violencia imperante dentro y fuera del espacio escolar. La educación básica es un fiel re-flejo de una sociedad altamente violenta, “si la sociedad es vio-lenta, la escuela también lo será,

porque no es una burbuja ais-lada […]”(Savater, 2005). La problemática de la violen-cia en las escuelas constituye la manifestación emergente de un problema en el que ciertos aspectos están negados y silen-ciados en el contexto escolar. Rafael Segovia en el artículo “La politización del niño mexi-cano,” señala que la escuela no es precisamente un espacio para la formación de ciudadanos par-ticipativos, más bien, la escuela es un espacio de disputa y nego-ciación en donde prevalece más violencia, de la que se supone ya existe. (Segovia, 1975) El objetivo que planteo es poder identificar las actitudes y comportamientos de las au-toridades escolares frente a la violencia en las escuelas de educación básica, (primaria y secundaria), sin dejar de lado la relación con el entorno so-cial y poder analizar de manera integral las consecuencias que de ello deriva en el papel que asumen para generar acciones y programas de prevención y/o solución en el contexto escolar. Este artículo parte de los resul-tados presentados en el “Diag-nóstico sobre condiciones de in-seguridad y violencia en escuelas de educación básica del estado de Oaxaca”(IISUABJO-IEE-PO, 2012), el cual fue realizado en los 4 municipios considerados focos rojos de inseguridad y vio-lencia en el estado de Oaxaca. (Oaxaca de Juárez, Salina Cruz, Juchitán de Zaragoza y Tuxte-pec). Algunas de las estrategias metodológicas del diagnóstico fueron la utilización de técnicas cualitativas como cuantitativas, lo que permitió trabajar con

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autoridades escolares donde se involucran directores, maestros, trabajadores sociales y psicólo-gos de educación básica, parti-cularmente en escuelas prima-rias y secundarias ubicadas en contextos urbanos y semi-urba-nos de cada municipio. Para el desarrollo de este artí-culo, retomo en un primer apartado las actitudes y com-portamiento de las autoridades escolares en el quehacer educati-vo vinculado a la perspectiva de que la violencia en los contextos escolares se encuentra más allá de sus posibilidades, y que las causas están en las condiciones sociales imperantes (culturales, políticas, económicas, etc.), es-pecíficamente en la situación familiar. En una segunda parte, ana-lizó el no-reconocimiento de la problemática en el interior del

contexto escolar y finalmente, reflexionó acerca de las acciones y programas implementados en las instituciones educativas para la prevención y/o solución de la violencia en la educación de ni-vel básico (primaria y secundar-ia) en Oaxaca.

Las causas de la violencia Las precarias condiciones de un contexto de evidentes carencias de orden económico, político y social, ligado con un territorio vasto, diverso y complejo como Oaxaca, plantean un enorme reto para generar estrategias de solución a la problemática de la violencia en los contextos esco-lares. La tarea medular de regular la violencia en los contextos es-colares es atribuida a las auto-ridades escolares, a pesar de que manifiestan estar sobrepasados

por la magnitud de un problema cuyo origen es ajeno a ellos. Este escenario se traduce en com-portamientos de insatisfacción, desconcierto o frustración. El papel de las autoridades queda diluido para priorizar que la res-ponsabilidad es principalmente de la familia, seguida de una se-rie de factores del entorno social. Las actitudes y comportamien-tos de las autoridades escolares coinciden que la principal causa de violencia escolar recae en la “violencia familiar”, la “situa-ción económica de los padres”, “madres solteras”, “padres que no se interesan por los niños”, “niños que se quedan encarga-dos con la abuela, tíos”, etc. La gran diversidad en las es-tructuras familiares ha provo-cado que funciones que antes desempeñaban las madres y padres, como poner límites a

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los impulsos agresivos, imponer normas en casa, ejercitar a los niños y niñas en la responsabi-lidad y en el compromiso, guiar-los en la resolución de conflictos por ellos mismos; han quedado tácitamente a cargo de las auto-ridades escolares. Hay que reconocer que la fa-milia era un soporte exterior, que actuaba como refuerzo para las enseñanzas escolares. A su vez, la escuela apoyaba las ense-ñanzas morales y de carácter que se cumplían en el hogar. La familia se enfrenta actualmente en una serie de cambios que pro-vocan problemas de disfunción en su dinámica, que afectan el desarrollo y la conducta de la ni-ñez y la juventud. Dentro de los factores alarman-tes en base a todos los contextos analizados, se encuentran tam-bién las adicciones, vinculadas al consumo de bebidas embriagan-tes y drogas, como la mariguana y la cocaína en las y los jóvenes de nivel secundaria. Los medios masivos de comunicación, la marginalidad, pobreza, exclu-sión y otras problemáticas so-ciales están asociados de manera significativa con el incremento de la violencia en los planteles educativos. La percepción que las autori-dades escolares tienen, es que las y los alumnos llegan a la escuela desde el inicio con problemas

para respetar normas, para lim-itarse en cuanto a la agresión, observándose con más frecuen-cia la presencia de actos y rela-ciones violentas entre los niños, manifestando que no se encuen-tran preparados en muchos ca-sos para asumir tales encargos. Las autoridades escolares han enfocado las causas de la vio-lencia a un espacio ajeno al con-texto escolar, y lo han atribuido al entorno social. Las actitudes y comportamientos demuestran una incapacidad para desenvol-verse y alcanzar los objetivos propuestos de adaptarse a nue-vas situaciones y de emplear es-trategias adecuadas para resol-ver la problemática de violencia en el espacio escolar.

El no-reconocimiento de una pro-blemática naturalizada.En los últimos años se ha venido advirtiendo la grave diversifi-cación y extensión de los múlti-ples actos que son agrupados bajo el término de violencia en las escuelas. Sin embargo, el conflicto se agudiza al tratar de ignorarlos dentro de la escuela, para seguir adelante con la ru-tina escolar que siempre se ha manejado.Las autoridades escolares no logran identificar la influencia del ambiente escolar en la gene-ración de violencia. El compor-tamiento se orienta a negar o

minimizar la influencia de la es-cuela en la génesis de la violencia entre los niños y niñas. Con ello, queda negada la posibilidad de que las tensiones originadas en la propia institución escolar sean consideradas como uno de los factores que pudieran deter-minar las conductas violentas. Las actitudes y comportamien-tos de las autoridades escolares tienen que ver, además, con el no-reconocimiento de los con-flictos dentro del contexto es-colar. Este no-reconocimiento remite a Antonio Gómez Na-shiki en su artículo de la revista mexicana de investigación edu-cativa “violencia e institución educativa”, donde recalca que “la violencia que se vive en las aulas ha pasado a formar parte del trato común entre los alum-nos y maestros, ha dejado de ser motivo de asombro, menos aún de sorpresa, y al aceptarse como algo normal, no sólo se promueve, sino que también se perpetúa” (Nashiki, 2005: 694). El silencio que se suscita en relación con los hechos; aquello que no se comenta abiertamente contribuye a consolidar un esta-tus de violencia en las relacio-nes del contexto escolar. Nadie quiere admitir lo que ocurre, y menos que cada uno pueda te-ner algo de responsabilidad o de participación en los conflictos.Al indagar sobre la noción que

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tienen las autoridades escolares sobre el concepto de violencia, no existe la suficiente claridad. Sin embargo, identifican al concepto con agresiones físicas, verbales y sexuales.Esta última, es percibida en menor medida, debido a que se encuentra oculta por ser un tabú en muchos lugares, y queda excluida de la percepción de las autori-dades escolares. Los alumnos son el reflejo del entorno en que se desarrollan; mu-chas veces en los centros escolares no logran conectar buenas rela-ciones, originando actitudes violentas con agresiones físicas hacia otros compañeros de manera injustificada, prepotencia y una falta de respeto de manera verbal. Buscan un prestigio dentro del grupo, que muy pocos conseguirán a través de un buen aprovechamiento escolar. La siguiente gráfica muestra que la mayor parte de las agresiones sufridas son de violencia verbal (apodos e insultos), sobre todo a nivel secundaria. Los golpes fueron mencionados en un 15% en las escuelas primarias y disminuyen a 10% en la educación secundaria, donde aumentan los robos de objetos a un 16 por ciento.

Fuente: Encuestas realizadas a alumnos de nivel básico. Febrero, marzo, 2012

La violencia verbal de los alum-nos crece a medida que avanzan en el sistema educativo. Es-tas formas de violencia se con-vierten en una forma común de relacionarse entre los alumnos. Precisamente, eso es lo que de-terminará que las autoridades escolares ignoren las manifesta-ciones del problema o sean inca-paces de percibirlo.

La violencia escolar se percibe como una cuestión “natural” en la niñez y la juventud; ex-presiones como “por la edad”, “debido a su etapa de desarro-llo” etc., son muy recurrentes en

las entrevistas realizadas a las autoridades escolares durante el diagnóstico. La violencia se justifica por la etapa que pasan los niños o bien por la etapa de desarrollo en el caso de los ado-lescentes. “Yo siento que es su misma edad, los cambios que están sufriendo en su cuerpo y luego las inquietudes que tienen hacen que se desenvuelvan en otra cosa” […] (Profesor de pri-maria, febrero 2012).

En las agresiones físicas el 54% de los alumnos varones prefieren interceder en el acto, ya sea de-fendiendo al violentado o bien

siendo parte de la agresión de forma directa. Los alumnos pre-fieren arreglar las cosas por sí mismos, y solo un 10% recurre a la autoridad escolar.

Las niñas y las jóvenes ante ac-tos de violencia prefieren dar aviso a una autoridad escolar con un 26%. Sin embargo, de la misma manera optan por la in-tervención (45%) de manera di-recta al conflicto o como espec-tadoras con el 29 por ciento.

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Fuente: Encuestas realizadas a alumnos de nivel básico. Febrero, marzo, 2012

La actitud y comportamiento de las autoridades escolares di-rigidas a la solución eficaz e in-mediata de la problemática se manifiesta cuando los aconteci-mientos han llegado a un punto en el que resulta casi imposible ignorar lo que está sucediendo, cuando las manifestaciones son muy visibles, reiteradas y que revisten cierta gravedad. En ese momento, también suele ser difícil desentrañar el origen y las causas que generaron la situación debido a que anterior-mente y de manera permanente, ha habido un proceso de consoli-dación en los modos de vincu-larse de ese sistema.

El no-reconocimiento de la vio-lencia y la tolerancia que se fo-menta ante las agresiones físicas y verbales, reflejan que la “au-toridad” del profesor ha que-dado rebasada. Es nula o poca la influencia de “autoridad” de parte del profesor, han perdido el prestigio que tenían por sus conocimientos y por su profe-sionalidad.

La falta de respeto [genera] una pérdida de sentido y desconfianza en sí mismo y en los demás. En la escuela esto se traduce en una fuerte crisis de identidad tanto entre los alumnos como entre los profesores y el término más nodal en los discursos es el “respeto”, sin el que no existe ni prestigio, ni identidad social solida.(Debarbieux, 1996)

Acciones y programas de prevención, y/o solución en el contexto escolarExiste una falta de comuni-cación entre los distintos acto-res de la institución educativa; las actitudes y comportamien-tos de las autoridades escolares hacen difícil lograr consensos y poder llegar a acuerdos sobre la elaboración de proyectos de pre-vención y/o solución en las insti-tuciones. La falta de entrenamiento en estrategias adecuadas para in-tervenir en situaciones de vio-lencia entre los alumnos, hace que en ocasiones maestros y maestras intenten subsanar la problemática desde una actitud autoritaria o de una flexibili-zación en la escuela, a fin de car-gar la responsabilidad en ambos por las decisiones que tomen.

En alguna ocasión teníamos el caso de una alumna con su mae-stra y la maestra era muy es-tricta en su carácter. Ella quiere tener a los alumnos de manera vertical y le decimos que la ver-

ticalidad y la disciplina no se dan en las escuelas públicas y coincidimos. Pero una niña se desquito con su carro y lo rayó. La niña dijo que como no podía desquitarse con la maestra, pues se desquito con el automóvil […] (Director de secundaria, 2012)

La actitud se enfoca a privile-giar la puntualidad, la higiene, apoyados en la flexibilidad del reglamento escolar.[…] ”expul-sar a un alumno muchas veces no es la solución, eso significaría que ellos hicieran lo que quisi-eran, sin que nadie ahora les diga nada, ellos necesitan mu-cha atención y hay que tenerles paciencia”. (Director de Telese-cundaria, 2012) Las actitudes y comportamien-tos de las autoridades debieran estar concentradas en elabo-rar su propio plan de acción, y señalar las medidas concretas a tomar en la lucha contra la violencia escolar. Lamentable-mente, las acciones que se han

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El desarrollo local re-

quiere una unidad-

territorial en la cual

enfocarse, teniendo

como referente el

espacio en el cual se

inserta

desarrollado en las escuelas para combatir la violencia son inci-pientes, esfuerzos aislados de cada uno de los profesores que tienen un impacto muy limitado dentro de las escuelas. El modo de establecer las re-laciones pedagógicas es rígido, esquemático, con jerarquías que no coinciden con la realidad, con metas que no son del interés de los alumnos, los cuales no tienen espacios para la creatividad ni para la manifestación de las dis-tintas personalidades Las soluciones más comunes que las autoridades escolares, tanto de Primaria como de Se-cundaria de estos municipios han dado a las situaciones de riesgo, son las de involucrar a los padres de familia en la vigi-lancia de la escuela o solicitar-les que acompañen a sus hijos a la entrada y salida de clases. También, hay estrategias “pre-ventivas” como la asignación de asesores o tutores en cada gru-po, que no son suficientes. La tarea de enseñar requiere de una actitud dinámica, que logre la adquisición de conocimien-tos para los alumnos. La orga-nización escolar debe permitir la puesta en práctica de este

tipo de actitud. Sin embargo, se sigue manteniendo una rigidez absurda, que lo único que logra actualmente es que no se pueda trabajar en la prevención de la violencia.

ConclusionesLa situación actual de la socie-dad plantea enormes retos a los sistemas escolares actuales, y en particular a las autoridades escolares a quienes se les ha so-brecargado de responsabilidades sin ofrecerles las herramientas para enfrentar las nuevas de-mandas que la sociedad impone a su práctica, sobre todo en las comunidades más lejanas de cada municipio.Los padres de familia depositan en las autoridades escolares la responsabilidad de resolver los conflictos de violencia en el con-texto escolar, por su parte, la actitud de las autoridades esco-lares es atribuir el origen de las conductas agresivas a los padres y madres de familia, evadiendo intervenir en un ámbito que consideran que no les correspon-de y se encuentra más allá de sus posibilidades.En consecuencia, considero que es imprescindible que los docen-

tes cuenten con un espacio de reflexión que posibilite el cues-tionamiento de sus actitudes en su práctica docente, a fin de conseguir la transformación de la convivencia social y poder re-solver lo que se refiere a las con-ductas violentas de sus alumnos.Es cierto, que desde la es-cuela no se tienen que resolver los problemas de la sociedad, porque evidentemente sería un enorme esfuerzo sobre las auto-ridades escolares. Sin embargo, si es importante poner el tema como punto central del debate en torno a la cuestión de las actitudes y comportamientos frente a la violencia escolar y conocer, ¿cuáles son las tolera-bles y no tolerables?, ¿cuáles son los límites?, etc., y esta la-bor depende mucho del recono-cimiento de la problemática. La escuela es el ámbito donde se exteriorizan y reproducen gran parte de las relaciones sociales encontradas en lo cotidiano, que se expresan en las más variadas desigualdades. Por ello, la es-cuela necesita que la violencia se discuta en un espacio plural (directivos, profesores, madres, padres de familia y estudiantes), y que, a partir de estas visiones

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se puedan generar formas co-rrectas de trabajarlas de manera institucional y que sean llevadas a otras partes.Lo que vemos en estas escuelas ubicadas en los municipios con mayores índices de violencia a nivel estatal, es que las autori-dades han perdido rumbo y han sido evidentemente superados por la problemática. Son pocos los que tratan, a través de es-fuerzos aislados de hacer algo, de buscar estrategias para estas

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La sanción, el castigo y el reglamento: estrategias

disciplinarias para la prevención y mitigación

de la violencia escolar

El presente documento reflexiona sobre las diferentes estrategias disciplinarias como el castigo, la sanción y los reglamentos escolares, utilizados en las escuelas públicas de nivel básico de Oaxaca; y cuestiona la efectividad de estas para prevenir y mitigar la violencia escolar. Para ello, se retoman los resultados del “Diagnóstico de condiciones de seguridad y violencia en las escuelas de educación básica del estado de Oaxaca 2012”, realizado por el IISUABJO.

Resumen

Haydée Morales FloresJavier Torres Ruiz

Palabras clave: sanción, castigo, reglamento, violencia escolar.

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INTRODUCCIÓN

La escuela es un escenario en donde se reproducen prácticas marcadas por la violencia en sus diferentes dimensiones: física, psicológica, verbal o simbólica; problemática en la que se in-volucran los diversos actores escolares (maestros maestras, directivos, alumnado, madres y padres de familia). Al ser un problema dentro del sistema educativo que afecta el desa-rrollo pleno de las y los alum-nos, las escuelas proponen y fomentan diferentes estrategias disciplinarias, formalizadas o no, para prevenir y mitigar la violencia escolar. Una de las estrategias para fomentar escuelas libres de violencia es la creación de regla-mentos como un elemento de control formal, en los cuales se establecen las sanciones para los trasgresores de las reglas esta-blecidas. A nivel internacional, algunos países han propuesto estos reglamentos, particular-mente en Oaxaca no hay una reglamentación formal e institu-cionalizada en torno a la violen-cia escolar. Los datos ofrecidos por el “Diagnóstico de condicio-nes de seguridad y violencia en las escuelas de educación básica del estado de Oaxaca”, realiza-do en el 2012 por el IISUABJO, nos evidencia el gran trecho por recorrer en materia de regla-

mentación e implementación de estrategias para prevenir y miti-gar de forma efectiva la violen-cia escolar. El presente documento discurre sobre las distintas es-trategias utilizadas en las es-cuelas oaxaqueñas para preve-nir y mitigar la violencia escolar como son la sanción, el castigo y los reglamentos escolares. Así mismo, pone sobre la mesa de discusión elementos que permi-tan la reflexión y análisis sobre la eficacia de dichas prácticas. Con esta finalidad, este escrito se estructura de la siguiente mane-ra: en el primer apartado se discu-ten los conceptos operativos que son nuestra lente para observar y acercarnos de una manera críti-ca y reflexiva al tratamiento de la violencia escolar. El segundo apartado plantea, a partir de los datos obtenidos del Diagnóstico estatal sobre las condiciones de seguridad y violencia en las es-cuelas de educación básica del estado de Oaxaca, las diferentes medidas disciplinarias utilizadas por los profesores oaxaqueños, elemento importante para cono-cer la situación específica de nuestro estado. En las Reflexi-ones finales, presentamos una serie de consideraciones surgidas a partir del análisis del contexto oaxaqueño para fomentar pro-puestas efectivas en torno a la mitigación de la violencia esco-lar.

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1. Estrategias disciplinarias para re-ducir y mitigar la violencia escolar

El tema de la violencia escolar es muy complejo y subjetivo, los límites de qué es violencia y qué no lo es, son difusos y difíciles de definir; mientras que para al-gunos una palabra o una acción puede ser violencia, para otros no. Por otra parte, en algunos casos se sancionan más unas prácticas que otras, las más visibles como los golpes o abu-sos sexuales por ejemplo. Las sanciones o castigos ejercidos en las escuelas en buena medida dependen de lo que los actores consideran qué es una práctica violenta y por ende merece una sanción, por ello definir este concepto es central, ya que nos permitirá avanzar en la con-strucción de alternativas que contribuyan de manera efectiva a la reducción y mitigación de la

violencia escolar. Desde las Ciencias Sociales, teóricos sociales como Giddens consideran que las diferentes formas de violencia así como los contextos sociales en los cua-les se generan, se encuentran asociados a las estructuras de poder. En este sentido la violen-cia es la imposición de una vo-luntad sobre otra ya sea ejercida por los individuos, grupo o el Estado, siguiendo a este autor la violencia se define como “el uso o amenaza de la fuerza físi-ca o psicológica dirigida contra uno mismo o contra los demás y que produce daños físicos o psi-cológicos” (2000:740). En la escuela como escenario social convergen diferentes acto-res, entre ellos se ejercen relacio-nes de poder, estas relaciones de poder son asimétricas y al bus-car uno de los actores imponer su voluntad sobre el otro, lo hace

por medio de la fuerza. Pero, la violencia no solo se ejerce física-mente, sino que tiene diferentes dimensiones o formas. Las for-mas de violencia generadas en las escuelas aparte de la física, es la verbal, psicológica, la sexual e incluso unas más sutiles, a las que llamaremos simbólicas. A su vez también, muchas de estas formas de violencia son in-visibilizadas o naturalizadas, las cuales se consideran como prác-ticas normales o propias de la edad. “Esos mecanismos y com-portamientos sutiles —ejercidos por unos y por otros, de unos hacia otros, sobre otros o contra otros— de los que, con frecuen-cia, falta conciencia. Tales prác-ticas pertenecen al currículum oculto, a las pedagogías invisi-bles” (Beltrán 2008:s/p). Como hemos mencionado, en las escuelas se ejerce un tipo de violencia específica que involu-

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Todas las normas sociales van acompañadas de sanciones que fomentan la conformidad y que pro-tegen contra la falta de ella. Sanción es cualquier tipo de reacción por parte de los demás ante el comportamiento de un individuo o grupo con el fin de garantizar que se cumpla una determinada norma. Las sanciones pueden ser positivas (ofrecer recompensas a la conformidad) o negativas (castigos por un comportamiento no conformista). También pueden ser formales o informales: las primeras las impone un determinado cuerpo o institución cuando quiere asegurarse de que se re-spetan ciertas normas y las segundas son reacciones menos organizadas, más espontáneas, ante la falta de conformidad, como cuando los amigos toman el pelo a un compañero acusándole de trabajar demasiado o de ser un “empollón” si decide pasar la noche estudiando en vez de ir a una fiesta (2000:232, comillas del autor).

En las escuelas, la transgresión a una norma establecida es san-cionada de acuerdo al regla-mento establecido o al criterio de los profesores. El debate se centra en sí las sanciones son formas efectivas para mantener las escuelas libres de conflictos, fomentar valores democráticos y de libertad, o se convierten en elementos de autoritarismo y productores de más violencia. Incluso hay quienes proponen que las sanciones en el ámbito escolar deben ser consideradas no como castigos sino como re-forzamientos de comportamien-

tos. Al respecto Skinner señala que “Es importante distinguir aquí entre reforzamiento posi-tivo, negativo y castigo. Los reforzadores tanto positivos como negativos incrementan la probabilidad de que se repita el comportamiento precedente. El castigo funciona de manera inversa, es decir, son estímulos desagradables o dolorosos que disminuyen la probabilidad de que ocurra de nuevo el compor-tamiento precedente” (1986:s/p en Meza 2010:318, cursivas del autor).

cra dos elementos centrales: el contexto escolar y los actores escolares. De manera general definimos la violencia escolar como aquel uso o amenaza de la fuerza física o psicológica por parte de los diferentes actores escolares (estudiantes, docentes, directivos, madres y padres de familia), con la finalidad de pro-ducir daños físicos o psicológicos hacia otro actor escolar, y que se ejerce en relaciones de po-der dentro del contexto escolar (tanto al interior como alrede-dor de la escuela e incluso en ac-tividades extraescolares); dichas prácticas violentas no siempre pueden estar reconocidas por las víctimas como tales. En los últimos años, la vio-lencia escolar se ha visibilizado más, en buena medida gracias

a los medios de comunicación, por medio del uso de aparatos tecnológicos se evidencia el es-cenario hostil en las escuelas. Observamos circular en inter-net, en celulares, y computado-ras, videos, fotografías o textos con contenidos violentos o por-nográficos. Al mismo tiempo existe una mayor difusión y atención por diversas institu-ciones en relación al tema de la violencia escolar y su recrudeci-miento de esta en las escuelas. Si bien las causas de la violencia son diversas, no podemos dejar de lado la responsabilidad del Estado y sus instituciones. Ante ello ¿Qué mecanismos se em-plean en las escuelas para miti-gar y disminuir la violencia? uno de estos, el más utilizado, son las sanciones. Para Giddens:

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Según Meza, el reforzamiento supera al castigo, porque el cas-tigo es uno de los últimos recur-sos que se utiliza para sancionar. Estos castigos en ocasiones son físicos o humillantes, y pueden cambiar el comportamiento del sancionado por temor y no tanto por un cambio conductual producto de la comprensión de las razones por las cuáles está siendo castigado (2010:318-319). Los castigos en las escuelas no están dentro de un reglamen-to establecido, estos se produ-cen mayormente en el aula, en donde el profesor es quien a su criterio impone el castigo. Cu-ando la falta es muy grave, por lo general son agresiones físi-cas, se remite al sancionado con el director o con las instancias correspondientes. Sin embargo, muy poco se conoce la relación entre falta y castigo, qué tipo de faltas merecen un castigo, cómo son los castigos en el aula, además se desconoce sobre la efectividad de su aplicación y sus repercusiones.

Por su parte, las sanciones se establecen en un reglamento escolar para toda la comunidad estudiantil y por lo regular es elaborado sin consultarles. En los reglamentos escolares se es-tablecen las normas y sancio-nes que guían la vida escolar y están dirigidos hacia las formas deseables del comportamiento estudiantil. Para Gutiérrez los reglamentos escolares cumplen al menos con dos funciones: “ a) sirven para formalizar la regla-mentación interna de grupos, es decir, ayudan a establecer y a “hacer visibles” las normas que hacen posible su funcionamien-to y b) son utilizados como he-rramientas de control, encausa-miento y ejercicio de poder, es decir, funcionan como “instruc-tivos” de comportamiento indu-cido, a fin de que prevalezca un cierto orden diseñado por las ins-tituciones escolares” (2009:s/p, comillas del autor).

El castigo, la sanción y el regla-mento son estrategias discipli-

narias utilizadas en las escuelas que pretenden mantener las re-laciones estables y fuera de con-flicto, intentan establecer cier-tos tipos de comportamientos en los estudiantes. Sin embargo, muchas de estas prácticas disci-plinarias en las escuelas oaxa-queñas no van encaminadas específicamente hacia el trata-miento de la violencia escolar. A veces las incidencias en torno a la violencia no reciben castigos porque los actores escolares no las identifican como tal, y en los reglamentos hay un vacío sobre esta problemática. Por lo gene-ral los reglamentos escolares se encaminan hacia normar el comportamiento de las y los es-tudiantes.

Las estrategias disciplinarias deben estar basadas en valores como la libertad, democracia, respeto y como marco central, los derechos humanos. Es nece-sario revalorar las ventajas o desventajas de los castigos y sanciones, y mirar hacia otras formas de reforzamientos que permitan construir y fomentar relaciones sociales basadas en el respeto. Coincidimos en que las escuelas, sin dejar a un lado la responsabilidad de las familias y del Estado, tienen un gran reto para enfrentar de manera efec-tiva la violencia escolar.

El castigo, la sanción y el regla-mento, a pesar de sus críticas, juegan un papel importante en la labor formativa de los estu-diantes, estas fomentan normas y reglas en los centros escolares. A nivel nacional, el tratamiento, aplicación y funcionalidad de las estrategias disciplinarias son disímiles entre cada centro es-

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2. La experiencia oaxaqueña en el tratamiento de la violencia escolar

Según el IEEPO 6 de cada 10 estudiantes de secundaria su-fre algún tipo de violencia en sus centros escolares; 7 de cada 10 mujeres viven violencia en su relación de noviazgo en esta etapa escolar y son las de mayor vulnerabilidad en sus derechos sociales, económicos culturales (López 2011:s/p). Por su parte, el Diagnóstico estatal sobre las condiciones de seguridad y vio-lencia en las escuelas de edu-cación básica del estado de Oax-aca (2012), señala que el 26% de los estudiantes oaxaqueños les han puesto algún apodo, al 21% los han empujado, al 19% ha recibido insultos, mientras que el 14% les han robado algún objeto dentro de la institución escolar y al 7% ha recibido una amenaza. Podemos decir que los estu-diantes oaxaqueños reciben en su mayoría agresiones verbales, después le siguen las agresiones de tipo físicas y amenazas. Una problemática observada es que si bien en el aula escolar se iden-tifican este tipo de violencia hay otras que son invisibilizadas y

consideradas como naturales o propias de la edad, una violen-cia naturalizada que al no estar reconocida no permite su aten-ción. En cuanto a la resolución de conflictos, las y los estudiantes cuando se encuentran dentro de una situación de violencia en la escuela el 18% da aviso a una autoridad, el 32% no inter-viene y únicamente observa la acción, en tanto el 50% prefiere intervenir en la defensa del vic-timado antes de acudir con la autoridad. Esta situación nos permite inferir que las situacio-nes de violencia y su resolución se quedan en el nivel estudiantil, y no llegan a conocimiento del personal docente. Esto no quie-re decir que se resuelvan, sino más bien visualiza la pérdida de autoridad por parte de maes-tros y maestras en la resolución de conflictos. Las respuestas al por qué los jóvenes no acuden son variadas, algunos no acuden con los docentes o directivos por miedo a represarías por parte de sus compañeros y/o porque los docentes no resuelven de mane-ra satisfactoria los conflictos.Las formas de resolver los con-flictos se da en varios niveles e intervienen tanto los profe-sores, madres y padres de fa-milia, directivos y en ocasiones, la policía. En el aula, si la falta no es grave por lo general el profesor intervienen llamando la atención, una falta no grave puede ser un insulto, una burla o un empujón. Un profesor nos comenta sobre las faltas:

colar. Por ello resulta preponde-rante conocer estas experiencias en torno a los procedimientos y resultados alcanzados para avanzar en la construcción de estrategias efectivas. Particularmente, en México se ha implementado un programa a nivel federal que aborda la problemática de la violencia escolar. El programa denomi-nado Programa Escuela Segura (PES) pretende convertir a los centros escolares en espacios li-bres de violencia, delincuencia y adicciones (SEP, 2007). Aunque el PES promueve actividades en torno a la violencia escolar, estas solo se enfocan a la violencia es-colar identificada como bullying o acoso escolar entre iguales, sin permitir abarcar otros tipos de violencia como la ejercida entre docentes y estudiantes; además reduce la problemática de la violencia escolar a sólo lo que sucede en la escuela sin tomar en cuenta los alrededores o las actividades extraescolares. Por otra parte, el PES no con-templa estrategias para que el docente pueda proceder (actuar) en el momento en que ocurre una acción de violencia escolar, en otras palabras no establece la elaboración de un reglamento que contemple la violencia es-colar, ni las sanciones cuando ocurran faltas de esta naturale-za. Hace falta mucho por hacer en materia de violencia escolar, dicha problemática debe plan-tearse como una responsabi-lidad compartida entre institu-ciones y actores. Las iniciativas para la prevención y mitigación

de la violencia escolar deben re-tomar los contextos particula-res y superar prácticas como los castigos. Los esfuerzos por una escuela libre de violencia deben ir acompañados de diversas ac-tividades y acciones que no sólo se reduzcan a la aplicación de sanciones.

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Hay faltas que se consideran leves como: no traer el uniforme, no cor-tase adecuadamente el cabello, etc. Y graves que son los golpes y son los que ameritan ciertas acciones, que lo marca el reglamento interno. (Profe-sora de primaria, Juchitán)

Si el estudiante reincide o la falta es grave, como son golpes o insultos muy ofensivos son remitidos con el director, quien a su vez llama a los padres para hacer saber de la con-ducta de su hijo o hija. Las sanciones a estas faltas son la suspensión de uno a quince días y posteriormente la suspensión definitiva

Si el estudiante reincide o la falta es grave, como son golpes o insultos muy … No, no lo castigamos, le llamamos la atención, de que está mal, de porqué hace eso, se platica con ellos… (Profesor de Primaria, Tuxtepec) “… Pueden ser retirados de un módulo o más de una clases, y tienen que hacer labor social, que sembrar arbolitos, cosas de este tipo, pero luego los papás se enojan, pero se les dice que si se portan mal tienen que ser sanciona-dos y los padres lo saben pues también conocen el reglamento” (Subdirectora de Secundaria, Ciudad de Oaxaca)

Si el estudiante reincide o la falta es grave, como son golpes o insultos muy ofensivos son re-mitidos con el director, quien a su vez llama a los padres para hacer saber de la conducta de su hijo o hija. Las sanciones a estas faltas son la suspensión de uno a quince días y posteriormente la suspensión definitiva

Por su parte, en el aula algunos profesores han intentado solu-cionar los conflictos buscando estrategias como la de platicar con los estudiantes o establecer actividades extraescolares para no llegar a la suspensión:Testimonio 3:

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…El reglamento escolar se cumple en un 80% y los jóvenes no respetan el uniforme, no les gusta rasurarse o quie-ren venir con aretes o tatuados, otros que se quitan el uniforme, pero son cosas ligeras. (Profesora de Secundaria, Cd. de Oaxaca) Dentro del salón tenemos un reglamento para la disciplina pero como te digo, no es al cien por ciento aplicable en el aula, porque no lo respetan, porque por más se ha intentado con padres de familia hablar de esto, le echan la culpa a los maestros del comportamiento de los alumnos. (Profesor de Primaria, Salina Cruz)

Aunque las y los estudiantes reconocen en la escuela como figura de autoridad a sus profe-sores y en mayor medida al di-rector, sus padres y madres tam-bién juegan un papel central en el momento de sancionar o cas-tigar. Según el Diagnóstico reali-zado por el IISUABJO, el 70% de los estudiantes manifestaron que son sus padres quienes los castigan, el 42% los profesores y el 17% el director. No se puede pretender que en los conflictos escolares únicamente debe in-tervenir el personal docente, los padres tienen un papel central dentro y fuera del aula. Para

la resolución de conflictos exis-tentes en el contexto escolar es necesario el trabajo conjunto de ambos.

Por otra parte, las escuelas se ri-gen por un reglamento interno, no hay un reglamento estan-darizado para todas las institu-ciones. Cada centro escolar elab-ora uno propio de acuerdo a los criterios que considera necesa-rios e importantes abordar. Los reglamentos revisados dentro de la muestra del Diagnóstico sobre violencia escolar del IISUABJO están dirigidos a los estudiantes exclusivamente y se establecen

las obligaciones y derechos de los estudiantes. Por ejemplo, en el siguiente reglamento de secundaria nos señala que “El reglamento escolar es el con-junto de normas que garantizan una convivencia sana y respon-sable para el desempeño de las actividades de la primaria”1. En él se establecen normas re-lacionadas con el aspecto físico como corte de cabello, porte del uniforme, uso de celulares, puntualidad y asistencia. A su vez, los profesores señalan que el reglamento es un instrumento flexible que no se cumple en su totalidad.

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La reglamentación, sanciones y castigos hacia los alumnos han sido utilizados como una equí-voca estrategia en la búsqueda de aminorar la violencia escolar, por ello se requiere de grandes esfuerzos para atenuar este tipo de actividades que cada vez son más frecuentes y que se ha ido naturalizando.

3. Reflexiones finales En diversos espacios y tiempo se ha mantenido la necesidad de esclarecer tareas y normas que rigen el desenvolvimiento de la sociedad, según las necesidades de los individuos que la confor-man, ya que son los principios fundamentales para el respeto, la sana comunicación y la ar-monía de las relaciones sociales. Abordar el tema de la conviven-cia escolar en las instituciones educativas es fundamental para promover en los estudiantes re-laciones respetuosas.

El reglamento interno tiene la obligación de hacerse cargo de normas relativas a los deberes

y derechos de la comunidad es-colar (profesores, alumnos y padres de familia). Es por ello que resulta imprescindible, en cuestiones educativas mantener los principios sobre convivencia escolar basada principalmente en dos aspectos: las normas de-berán describir los comporta-mientos que se van a sancionar; y por otra que las sanciones im-puestas sean proporcionales a la falta y a la responsabilidad so-bre la culpa; de esta manera se busca dar una sanción propor-cionada sobre el acto cometido.

Un buen reglamento de con-vivencia escolar posibilitará una mayor colaboración, reso-lución de conflictos y, lo más importante, una formación cen-trada en los valores que cada institución provee y exalta y que asegura ser parte de la for-mación moral de los estudiantes. Consideramos que para manejar el conflicto se requieren dos ele-mentos fundamentales: 1. Un reglamento de convivencia escolar claro,

conocido y en cuya génesis hayan participado todos los miembros de la comunidad educativa y; 2. Personas capaces de manejar el conflicto con téc-nicas de mediación adecuadas a su rango y edad.Es importante un reglamento que norme las acciones que realicen los alumnos, pero en ocasiones los reglamentos no son aplicados, se desconocen o simplemente no están actualiza-dos. Así mismo, es necesario que los reglamentos escolares vayan acompañados de otras acciones para prevenir la violencia esco-lar y promover la resolución de conflictos. No se puede fomen-tar escuelas libres de violencia sin que exista el establecimiento claro de normas, construidas de manera democrática, con el apoyo de otras actividades como talleres, cursos o reforzadores positivos.

BIBLIOGRAFIA CITADA

Bourdieu, Pierre y Jean-Claude Passeron (1996). La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Editorial Laia, S.A., España.

Eljach, Sonia (2011). Violencia escolar en América Latina y el Caribe: Superficie y fondo. UNICEF, Oaxaca.

Giddens, Anthony (2000). Sociología. Tercera edición, Alianza Editorial, España.

López Citlalli (2001). “Ocupa Oaxaca primer lugar de violencia escolar en contra de las niñas” en: Diario Noticias, Oaxaca, Oax. Disponible en http://www.noticiasnet.mx/portal/principal/72090-

ocupa-oaxaca-primer-lugar-violencia-escolar-contra-ninas Recuperado el 9 de mayo de 2012.

Meza P. Marisa (2010). “Democracia, escuela y sanción” en: Derecho y Humanidades, No. 16, Vol. 1, Universidad de Chile, Chile, pp. 309-334. Disponible en http://www.tecnovet.uchile.cl/index.php/

RDH/article/view/16020/16533 Recuperado el 7 de mayo de 2012.

Skinner, B.F (1986). Sobre el Conductismo. Planeta-De Agostini, España.

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Sobre la Bibliografía: Deberá contener un mínimo de 5 textos de referencia. La cita se hará en el texto bajo el sistema de referencias entre paréntesis (autor: fecha, página), (Diamond, 1995: 49-59). La referencia completa deberá estar al final del texto bajo el siguiente fomato en el caso de libros:

Feixa, Carles (1999). De Jóvenes, bandas y tribus. Antropología de lajuventud, Editorial Ariel, Barcelona.Velasco Ortiz, M. Laura (2011). Identidad cultural y territorio: unareflexión en torno a las comunidades trasnacionales entre México yEstados Unidos. En: http://lanic.utexas.edu/project/etext/colson/15/15_3.pdf, Consultado el 07 de Enero de 2011.

Capítulo de libro:Besserer, Federico (1999). “Estudios transnacionales y ciudadaníatransnacional” en Mummert, Gail. Fronteras Fragmentadas, El Colegio deMichoacán/ CIDEM, México.

Sobre fotos y anexos:El trabajo puede contener opcionalmente un máximo de 6 fotografías, gráficos y/o bocetos en general. Deberán entregarse en archivos separados indicando su ubicación dentro del texto, con su respectivo pie de foto, resolución extrafina o mayor en formato JPG O TIF.-Los anexos forman parte del trabajo y cuentan en el número de cuartillas a presentar. Son aceptables gráficas y cuadros que ilustran el trabajo, los cuales deberán adjuntarse de manera electrónica.

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