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LA CONSTRUCCIÓN DE UNA PERSPECTIVA CIENTÍFICA: MIRADAS PORFIRIANAS A LA CRIMINALIDAD Pablo PICCATO University of Texas LAS MINORÍAS SELECTAS ILUSTRADAS del porfiriato se impusieron la tarea de corregir las ideas acerca de la sociedad mexicana que fundaban la legitimidad del Estado y de su propio dominio. En este ensayo voy a examinar un aspecto central, pero escasamente estudiado, de esas ideas: el relativo al cri- men y otras "patologías" sociales. Intentaré mostrar los me- canismos de observación y explicación que los intelectuales porfirianos, con la autoridad que les daba la ciencia posi- tivista, construyeron para dar cuenta de esos problemas. La perspectiva montada para estudiar el crimen tuvo consi- derable importancia en el establecimiento de nuevas acti- tudes, y el reforzamiento de viejos prejuicios hacia los grupos populares urbanos. Al inspeccionar con más cui- dado los espacios oscuros de la ciudad de México, una tensión surgió en el discurso de las minorías selectas urba- nas: las teorías extranjeras y los prejuicios locales requerían instrumentos para clasificar y separar nítidamente a los grupos sociales; y sin embargo, la fascinación que desper- taban las imágenes de un mundo indisciplinado y evasivo, en las calles mismas de la ciudad, oscurecía la objetividad cognoscitiva positivista. El deseo de disciplinar y regenerar la sociedad con la ayuda de la ciencia fue un rasgo común entre los grupos dominantes estadounidenses y europeos de fines del siglo XIX y principios del XX. En México, la tensión entre doctrina y evidencia empírica dio lugar a un HMex, XLVII: 1, 1 9 9 7 133

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LA CONSTRUCCIÓN DE UNA PERSPECTIVA CIENTÍFICA:

MIRADAS PORFIRIANAS A LA CRIMINALIDAD

Pablo PICCATO University of Texas

LAS MINORÍAS SELECTAS ILUSTRADAS del porf ir iato se impusieron la tarea de corregir las ideas acerca de la sociedad mexicana que fundaban la l eg i t imidad del Estado y de su p r o p i o domin io . E n este ensayo voy a examinar u n aspecto central, pero escasamente estudiado, de esas ideas: el relativo al cri­m e n y otras "pa to log ía s " sociales. Intentaré mostrar los me­canismos de observación y expl icación que los intelectuales porf ir ianos, con la autor idad que les daba la ciencia posi­tivista, construyeron para dar cuenta de esos problemas. La perspectiva montada para estudiar el c r imen tuvo consi­derable importanc ia en el establecimiento de nuevas acti­tudes, y el reforzamiento de viejos prejuicios hacia los grupos populares urbanos. A l inspeccionar con m á s cui­dado los espacios oscuros de la c i u d a d de M é x i c o , u n a tens ión surg ió en el discurso de las minor í a s selectas urba­nas: las teorías extranjeras y los prejuicios locales requer í an instrumentos para clasificar y separar n í t idamente a los grupos sociales; y sin embargo, la fasc inación que desper­taban las i m á g e n e s de u n m u n d o indisc ipl inado y evasivo, en las calles mismas de la ciudad, o scurec ía la objet ividad cognoscitiva positivista. E l deseo de disciplinar y regenerar la sociedad con la ayuda de la ciencia fue u n rasgo c o m ú n entre los grupos dominantes estadounidenses y europeos de fines de l siglo X I X y pr inc ip ios del X X . E n Méx ico , la tens ión entre doctr ina y evidencia e m p í r i c a d io lugar a u n

HMex, XLVII : 1, 1 9 9 7 1 3 3

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discurso de indudable especificidad histórica, y de impor­tancia central en la cons t rucc ión de u n Estado m o d e r n o residente en una urbe de r áp ido crecimiento. A l comparar el caso mexicano con otros ejemplos c o n t e m p o r á n e o s , intentaré dar a este discurso la justa medida de su origina­l idad y de su inserc ión en el contexto social del por f i r i a to . Sin duda, las distorsiones en la m i r a hacia las clases pobres urbanas eran recurrentes y antiguas, part icularmente durante los periodos m á s acusados de crecimiento urbano. Lo que caracteriza a la mirada cr iminológica porfir iana, sin embargo, es la central idad de la retór ica científ ica y su importancia en la clasif icación de los grupos sociales.

Algunas precisiones resultan necesarias al acercarse al tema. Así como la c o n c e p c i ó n de lo que constituye u n deli­to cambia de u n a sociedad a otra, el significado de l fenó­meno social de la cr iminal idad también cambia de acuerdo con diversos factores. Es a ese cambio al que se dir ige este ensayo. Intentaré mostrar c ó m o , en el por f i r ia to , el discur­so sobre la c r imina l idad p r e s e n t ó ciertos rasgos caracterís­ticos: a) la in t roducc ión de explicaciones y propuestas que reclamen el carácter de científicas, bajo el signo de la cr imi­n o l o g í a o a n t r o p o l o g í a c r imina l , frecuentemente en con­flicto con las concepciones penales clásicas que dominaban la legis lación y la acc ión estatal al respecto; b) la coinciden­cia con u n m o m e n t o de d o m i n i o pol í t ico autor i tar io y de p r e o c u p a c i ó n general por la conso l idac ión del o rden pú­blico, y c) el desarrollo, dentro y fuera del discurso sobre la cr imina l idad , de argumentos que intentaban racionalizar la desigualdad social de acuerdo con criterios morales y raciales. Voy a tratar en detalle los puntos a) y c) en las siguientes pág ina s . E n cuanto a b), vale la pena examinar brevemente el contexto de la his tor iograf ía sobre el tema.

E l proceso de recons iderac ión de las ideas sobre la socie­dad co inc id ió con otra t rans formac ión , de carácter políti­co, que distingue al por f i r i a to como u n per iodo axial en la historia m o d e r n a de M é x i c o . Como estos dos procesos están generalmente ligados en nuestra c o m p r e n s i ó n del pasado por f i r i ano (al identificarse el r é g i m e n con el g rupo de los "c ient í f icos" ) , es todavía muy frecuente la tendencia

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a entender las ideas sociales elaboradas durante el per iodo c o m o el efecto secundario de u n proyecto de d o m i n a c i ó n po l í t i ca autoritaria. Así, todas las elaboraciones intelectua­les de l per iodo corren el riesgo de ser interpretadas en tér­minos de una mera leg i t imación de las j e r a r q u í a s sociales y pol í t icas existentes, tanto m á s art i f icial , aparentemente, e n la medida en que la revolución es entendida como u n rechazo popular y violento de esas j e r a r q u í a s . U n argu­m e n t o adicional en este sentido es el de que las ideas socia­les adoptadas por los escritores oficiales del r é g i m e n f u e r o n una copia m á s o menos refinada de sistemas inte­lectuales elaborados en Francia, Inglaterra o Estados U n i ­dos. 1 O t r o problema para la historia de l discurso sobre el c r i m e n , es e l hecho de que el sistema pol ic ia l y carcelario p o r f i r i a n o fue sin duda u n ins t rumento pol í t ico , destina­d o a acallar la prensa, di f icul tar la opos i c ión electoral y r e p r i m i r la desobediencia colectiva con el menor conteni­d o po l í t i co . 2

¿Qué justif ica, entonces, analizar el discurso porf i r iano sobre la c r imina l idad en su especificidad histórica? Estu­dios recientes de l per iodo han interpretado los esfuerzos represivos y de re forma social en el contexto de u n pro-

1 U n a acertada a p r e c i a c i ó n de la forma en que los intelectuales por-firianos m á s importantes se valieron de "una filosofía t r a í d a de afuera y ambientada a q u í magistralmente, el positivismo europeo". V é a s e C Ó R -DOVA, 1 9 7 3 , pp. 4 5 y 6 3 - 7 9 y H A L E , 1 9 8 9 y Z E A , 1 9 8 5 . L a inves t i gac ión para

este ensayo fue posible gracias al apoyo de Conacyt, el Fondo Nacional para la Cul tura y las Artes y la Universidad de Texas en Austin. Agra­dezco los comentarios a versiones anteriores de este ensayo de jonathan Brown, Robert Buffington, Wil l iam F r e n c h , Renato G o n z á l e z Mello, Char les Hale , Alan Knight, X ó c h i t l Medina y dos á r b i t r o s a n ó n i m o s de Historia Mexicana.

2 Esta i n t e r p r e t a c i ó n ya era sostenida durante el porfiriato por p e r i ó ­dicos como El Hijo del Ahuizote, y lo fue d e s p u é s por m ú l t i p l e s voceros revolucionarios. V é a s e " E n e r g í a gendarmeri l" , El Hijo del Ahuizote ( 1 3 abr. 1 9 0 2 ) , p. 1 2 7 9 , donde los representantes de la autoridad policial ata­can a los vendedores de p e r i ó d i c o s , mientras dejan que los ladrones, ase­sinos y falsificadores a c t ú e n a sus espaldas. Para u n a d e s c r i p c i ó n de los usos p o l í t i c o s del sistema carcelario durante el porfiriato, véa se el dis­curso de Rafael M a r t í n e z en Diario de los Debates del Congreso Constituyen­te, v :2 , p. 8 1 3 .

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yecto de "ingeniería social" destinado a moralizar y dis­ciplinar a los mexicanos, haciéndolos más aptos para el progreso y más obedientes al gobierno.* A partir de las discusiones iniciadas por estos autores, varios puntos me parecen de importancia: 1) independientemente de las in­tenciones políticas que las respaldaban, las ideas sobre la criminalidad deben estudiarse porque ellas mismas daban forma a esas intenciones, es decir, al provecto de regene­ración social adoptado por las minorías porfirianas; 2) el discurso acerca de la criminalidad fue heredado por los grupos dirigentes revolucionarios, que adoptaron, si bien selectivamente muchos de sus objetivos y métodos y 3) más allá de los proyectos de reforma, que tuvieron un grado desigual de efectividad, el discurso sobre la criminalidad fue un ingrediente fundamental en la organización de las percepciones v las explicaciones eme los porfirianos edu¬cados usaron para dar cuenta de una realidad social no siempre acorde con sus deseos de o r d e n y progreso. La. a d o n c i ó n de teorías v m é t o d o s extranieros no fue u n oro-ceso pasivo y mecánico de escaso interés histórico sino q u e i m X ó e S

V de un amplio p ú b í c o yTa s e l e c c i ó n ^ e X t o s ^ 1 ™ ^

K v S t í S d S ^ a W M a ríbuven ^ ^ m ^ m ^ r c^oTde i S ^ W ^ . Proyectos mexi

Los puntos anteriores obligan a definir el contenido y los alcances del discurso sobre la criminalidad. En primer lugar, como ya es evidente, se trata de una discusión que tuvo su origen entre los intelectuales porfirianos, y que de­be ser entendida en el contexto de la distancia que según su propia percepción, los separaba de las mayorías popu­lares urbanas. Los enunciados del crimen y sus causas no estaban dirigidos a las clases trabajadoras o marginales,

3 W E L L S y JOSEPH, 1 9 9 2 y FRENCH, 1 9 9 0 . Para la continuidad de estos temas d e s p u é s de la R e v o l u c i ó n , v é a s e K M G H T , 1 9 9 0 .

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aunque esos grupos eran su principal objeto de estudio. N o obstante, este discurso d e s b o r d ó el á m b i t o de una dis­cus ión a c a d é m i c a favorable. Entre los interlocutores que e x a m i n a r é en las p r ó x i m a s p á g i n a s se encuentran perio­distas, pol ic ías y abogados, que aceptaron, expresaron su escepticismo, o contr ibuyeron a las elaboraciones de los observadores académicos u oficiales. El problema de la cri­mina l idad se convirtió en una p r e o c u p a c i ó n central para la inc ip iente o p i n i ó n públ i ca de la ciudad de M é x i c o en el por f i r ia to tardío como lo refleja la p r o p o r c i ó n d e n < S

e n t r é i s ™ ta^^^^d^o de í espacie > de este discurso Z^doZZlñSl reclamando

El discurso sobre la cr imina l idad tiene, en efecto, una d i m e n s i ó n cul tura l que va m á s allá de la " ingenier ía social" practicada por los de arriba contra los de abajo. Las ideas sobre la naturaleza de los criminales, sobre su coherencia como grupo social o incluso racial, sobre la manera de i m p o n e r en ellos la repre s ión , la prevenc ión o la regene­rac ión : todos estos elementos f o r m a r o n parte de la visión global de la sociedad adoptada por diversas audiencias de la ciudad de M é x i c o durante un per iodo de acelerado cre­cimiento d e m o g r á f i c o y cambio e c o n ó m i c o . Para el Estado, estas ideas fueron una narre esencial de los nrovecros dé S o r ^

o i

4 L a Gaceta de Policía, dedicada enteramente a noticias criminales, de­c ía vender 1 1 0 0 0 ejemplares, Gaceta de Policía ( 1 7 dic. 1 9 0 5 ) . E n la lista de s u b s c r i p t o r e s morosos se encontraban jefes de p o l i c í a alcaldes y jefes

p o h c i S ^ ^ 1 9 0 0 . E n 1 9 0 6 , ocupaban alrededor de 2 0 % del espacio total del per ió­dico, incluyendo notas en la primera p á g i n a y secciones regulares sobre la cárce l de B e l é n y las c o m i s a r í a s , El ImParaal ( 2 3 ene. 1 9 0 6 ) .

^ V é a s e " E l Municipio. Los establecimientos penales. L a asistencia p ú b l i c a " , v : l , t. 2 , en SIERRA, 1 9 0 0 ; Archivo Genera l de la N a c i ó n , " L a

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parte del despliegue de avenidas y edificios que estructu­raba la exhibic ión de los tr iunfos del progreso, los espacios oscuros donde res id ía o era prisionera la p o b l a c i ó n c r i m i ­nal t ambién formaban parte del proyecto porf ir ista de seg­mentac ión social de l espacio urbano. *

Otra ramif icación del discurso científico acerca de la cr i ­mina l idad tuvo efectos m á s amplios que los de u n a simple discusión a c a d é m i c a . Me ref iero a la confrontac ión entre las ideas positivistas sobre la organizac ión de la sociedad, de u n fuerte contenido autor i tar io y racista, y las premisas liberales que estructuraban el C ó d i g o Penal de 1871, y que articulaban la acc ión de los abogados defensores, fiscales, jueces y jurados que d e c i d í a n sobre la suerte ind iv idua l de los sospechosos. La c r imino log í a positivista en su vers ión clásica enfatizaba la importanc ia de generalizaciones bio­lógicas y sociales para entender el c r imen, sosteniendo la existencia de "criminales natos" que se encontraban m á s allá de toda enmienda. Su fe en la validez objetiva de las i n ­vestigaciones empí r i ca s desprovistas de la carga emotiva religiosa o filosófica le pe rmi t í a a los c r i m i n ó l o g o s enfati-zar la p revenc ión def in iendo a la "pob lac ión peligrosa" y p ropon iendo la e l iminac ión de los incorregibles^ Por ' e l c o n L r i o las premisas liberales de la jurisprudencia vigen­te m a n t e n í a que todos los ciudadanos eran iguales ame la lev v nue el castigo deb ía ser decidido ñor la sociedad de acuerdo con el d a ñ o causado por transgresiones ind iv i -

al b ien p ú b l i c o , y a una med ic ión de las pena.s en

p e n i t e n c i a r í a de M é x i c o " , en Boletín del Archivo General de la Nación: La penitenciaría de México, v:4 (1981-1982), sobre la i n a u g u r a c i ó n de la peni­tenc i a r í a de San L á z a r o .

6 V é a s e una d i s c u s i ó n de esa s e g m e n t a c i ó n en M. Tenor io , "Mexico City: Commemorat ions and urban space, 1880-1910", ponencia presen­tada en el X V I I I Congreso Internacional de la A s o c i a c i ó n de Estudios Latinoamericanos. Atlanta, Georgia, 1994 y P. Piccato, " L a experiencia penal de la ciudad de M é x i c o : Cambios y permanencias tras la Revolu­c i ó n " , ponencia presentada en el Congreso Internacional " L a expe­riencia institucional en la ciudad de M é x i c o , 1821-1929", Universidad A u t ó n o m a Metropolitana-Iztapalapa, 1995.

' LOMBROSO, 1895, prefacio; FERRI , 1893, p. 5, y PICK, 1986.

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t é rminos de t iempo de trabajo. 8 Esta confrontac ión tiene u n interés part icularmente grande en una é p o c a de la his­toria mexicana en la que los gobernantes y las clases medias y altas se deba t í an en el d i lema de r end i r t r ibuto a la letra de las leyes heredadas de la Reforma, pero aceptar su vio­l ac ión en aras de la paz y el progreso. M i g u e l Macedo ex­p r e s ó ese d i lema desde u n a perspectiva afín a la "pol í t ica o rgán ica " , cuando sugir ió que sería bueno volver al uso de los azotes para castigar delitos menores si no fuera porque para hacerlo, habr í a que re formar la Const i tuc ión y peor a ú n , "porque, como pena general que hubiese que aplicar­se a todos los delincuentes, cualquiera que fuese su clase social, es inadmisible [ . . . ] Para obviar este úl t imo incon­veniente ser ía necesario quebrantar el p r inc ip io de igual­dad ante la ley" » N o obstante otros i d e ó l o g o s p o r f i r i l n o s como A n t o n i o Medina y O r m á e c h e a , ya en 1895 prevenían contra la iniuriosa pena de los azotes oue atenta contra la Const i tuc ión y evocaba las invasiones'extranjeras a nuestro suelo. 1" Grupos liberales educados de clase media resistían el sarcasmo oue renresentaba el divorcio entre las insritu-d o ^ ^ S y t o ^ S S s p S S y social . "

U n a razón adicional para emprender el análisis de l dis­curso sobre la c r imina l idad es la necesidad de establecer u n a c o m p a r a c i ó n con la reciente his tor iograf ía de los dis­cursos de o r d e n y re forma social en la segunda mi tad de l siglo X I X . A u n q u e en el escenario europeo el proceso ha si-

8 Sobre el " c l a r í s i m o penal con acusados toques de correccionalismo" de l C ó d i g o de 1 8 7 1 , v é a s e CARRANCA Y RIVAS, 1 9 8 6 , pp. 2 7 4 - 2 7 8 . L a con­f r o n t a c i ó n m á s directa de las nuevas ideas penales y c r i m i n o l ó g i c a s contra el C ó d i g o de 1 8 7 1 se e n c u e n t r a e n Trabajos, 1 9 1 2 , t. 1, passim. Sobre las nuevas mediciones de las penas, v é a s e MELOSSI y PAVARINI, 1 9 8 0 , pp. 1 0 2 - 1 0 3 .

9 MACEDO, 1 8 9 7 , p. 3 6 . Miguel Macedo o c u p ó varios cargos p o l í t i c o s y fue maestro de derecho penal ; en su c á t e d r a fue donde comenzaron a discutirse las ideas de ios c r i m i n ó l o g o s italianos Lombroso, Ferri y Garo­falo. Fue el art í f ice de los extensos trabajos encaminados a revisar el C ó d i g o Penal y a construir la p e n i t e n c i a r í a de San L á z a r o , CENICEROS, 1 9 4 1 , pp. 5 0 - 5 1 ; Trabajos, 1 9 1 2 , y MACEDO, 1 9 8 1 , p. 1 8 .

1 0 MEDINA Y ORMÁECHEA, 1 8 9 5 , p. 1.

" V é a s e GUERRA, 1 9 8 8 , t. 1, p. 4 3 5 .

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do establecido en sus rasgos centrales por M i c h e l Foucault a par t i r de la " é p o c a clásica" , estudios que enfatizan una mayor prec i s ión c r o n o l ó g i c a han s e ñ a l a d o periodos pos­teriores de industr ia l ización m á s intensiva, como aquellos en que se d ieron los intentos s i s temáticos de i m p o n e r es­quemas de conducta sobre las clases trabajadoras, utilizando las tecnolog ía s penales y clínicas analizadas por Foucault, pero t a m b i é n una variedad de recursos queden términos generales, aumentaron la intervención del Estado en el ámbi to de la vida privada y del cuerpo de sus sujetos. 1 2

En A m é r i c a Latina, estudios sobre Brasil, Argent ina , Perú y M é x i c o t ambién hacen énfasis en los proyectos de re forma e c o n ó m i c a , a la vez que consideran su d i m e n s i ó n racial. E l deseo de " r e g e n e r a c i ó n " (generalmente asociada con la difusión de rasgos europeos), presente ya en la cr i­m i n o l o g í a , le o torgar í a a las teor ías eugenés ica s una con­siderable importanc ia en el siglo X X . U ¿ aspecto adicional distingue la a d o p c i ó n lat inoamericana de los proyectos de re forma social importados de Europa: me refiero al i m ­pacto cul tura l de la urban izac ión acelerada, que puso en conflicto las ideas disciplinarias con una bul lentevida urba­na en la aue los elementos especí f icos de la m o d e r n i d a d (algunos importados de la m e t r ó p o l i otros producto de la violenta mudanza del contexto rura l al urbano por amplios erunos de la nob lac ión) muchas veces contr ibuían a neu-¿ a l i z a r la autoridad del conocimiento ' científico y el poder

él se basaba. 1 3

U n contraste posible viene a la mente con facil idad: mientras en Europa y Estados Unidos los proyectos disci­pl inarios lograron i m p o n e r cambios en la vida de las clases trabajadoras urbanas, en A m é r i c a Lat ina la escasa estabili­dad inst i tucional de j a r í a a estos proyectos en el nivel de la teoría , o p r o d u c i r í a resultados inesperados. El creciente

1 2 F O U C A U L T , 1 9 7 6 ; MELOSSI y PAVARINO, 1 9 8 0 ; GARLAND, 1 9 8 5 , y HABERMAS,

1 9 9 2 , p. 1 4 2 . 1 3 B O R G E S , 1 9 9 3 ; ZIMMERMANN, 1 9 9 2 ; SALVATORE, 1 9 9 2 , y Carlos Aguirre,

" T h e penitentiary of L i m a and the 'modernization' of penal justice in nineteenth-century Peru" . Manuscrito.

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in terés his tor iográf ico por estos problemas sugiere que p r o n t o será posible evaluar ese contraste con mayor preci­s ión . Mientras tanto, es justo sostener que, tanto en el esce­n a r i o europeo como en el lat inoamericano, aunque con diferencias de grado, se puede observar el incremento del intervencionismo estatal en materia social. E n ambos casos se presenta el desarrollo de una perspectiva que se quer í a objetiva, pero que estaba fascinada por el submundo del c r i m e n y la prost i tución. Las peculiaridades mexicanas d e l discurso sobre la cr iminal idad permit i rán evaluar las d i­ferencias y similitudes entre ambos escenarios.

IMÁGENES DEL CRIMEN

E l impacto ideo lóg i co de las i m á g e n e s de l progreso en la c iudad de M é x i c o para el proyecto por f i r i ano de moder­nizac ión está ampliamente establecido. La organizac ión de los espacios públ icos , combinando monumentos , edificios y fraccionamientos residenciales, buscaba exhib i r al país c o m o una ent idad centralizada, ordenada pol í t ica y espa-cialmente. Esta r e p r o d u c c i ó n no sólo intentaba promover inversionistas externos, sino que t a m b i é n expresaba u n proyecto de orden , en el que las divisiones espaciales co­r r e s p o n d í a n con las sociales, y la m o d e r n i z a c i ó n se d e b í a extender a las costumbres de las clases subordinadas. 1 4

A pesar de este proyecto, u n prob lema a p a r e c í a p ronto e n los espacios elegantes de la c iudad, donde la pob lac ión "civil izada" sumaba su aspecto personal a los d e m á s signos de progreso: los otros mexicanos t a m b i é n estaban presen­

t a r a la d i s c u s i ó n sobre el espacio urbano y su significado dentro del proyecto de r e o r d e n a c i ó n social, v é a s e M. Tenor io , " M é x i c o City: Com¬memorations and urban space, 1 8 8 0 - 1 9 1 0 " , ponencia presentada en el X V I I I Congreso Internacional de la A s o c i a c i ó n de Estudios Latinoame­ricanos. Atlanta, Georgia, 1 9 9 4 ; TENENBAUM, 1 9 9 4 ; L E A R , 1 9 9 3 , caps. 2 y 3 , y MORALES, 1 9 7 4 . Sobre el papel p r o p a g a n d í s t i c o de la ciudad, v é a s e RIGUZZI, 1 9 8 8 ; L E A R , 1 9 9 3 , pp. 3 8 y 5 1 ; MORGAN, 1 9 9 4 , p. 1 5 1 , y TENENBAUM,

1 9 9 4 , pp. 1 2 7 - 1 5 0 . Para una d i s c u s i ó n del proyecto de desarrollo urba­no porfiriano aplicado a una ciudad provincial, W E L L S y JOSEPH, 1 9 9 2 .

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tes, vestidos a la manera tradicional , menos acicalados, i n ­evitables en su carácter de sirvientes, mendigos, borrachos o p e q u e ñ o s delincuentes. Por consiguiente, caracterizar a la capital por su imagen moderna ex ig ía combat ir activa­mente esos despliegues bochornosos. E n 1897, el doctor Eduardo Liceaga propuso que los mendigos estacionados en la vía púb l i ca fueran enviados a la cárcel en lugar del asi­lo . S e g ú n El Imparcial, de esa fo rma "no presenciaremos m á s esas escenas poco edificantes que desdicen m u c h o de nuestra c u l t u r a " . 1 5 T o d a v í a bajo la presidencia de Francis­co I . Madero , las autoridades municipales p r o h i b i e r o n los calzones de manta en la ciudad, i m p o n i e n d o el uso obl i ­gatorio de los pantalones. 1 6 E l gobierno p r e t e n d í a acallar la p r e o c u p a c i ó n de la o p i n i ó n púb l i ca por la invasión de los espacios respetables, que El Imparcial documentaba:

Los mendigos en la ciudad de México constituyen una verda­dera plaga. Se les ve, algunos con aspecto repugnante, exhi­biendo todas sus miserias reales [y muchas en que el arte toma gran participación] por las calles céntricas, bajo la sombra de los árboles en los paseos más concurridos, en las paradas de los trenes, en donde asaltan, por decirlo así, a los viajeros; en fin, en todas partes: la mendicidad se ha desbordado.

Para que n o siguiera d a ñ a n d o el prestigio de la ciudad, el ayuntamiento discut ió el envío de los mendigos a calles apartadas. 1 7

Sin embargo, la civilización de los habitantes de la capi­tal n o se p o d í a obtener por decreto. Fascinados por esa f rontera aparentemente infranqueable para la pol í t ica orgán ica , hombres educados de las clases medias y altas se dedicaron a observar, describir y explicar ese contraste entre m o d e r n i d a d e indiscipl ina. Sus e m p e ñ o s se expresa­r o n a través de la prensa diaria y de la l i teratura . A u n q u e

15El Imparcial ( I a abr. 1897), p. 2, c. 3. 16La Tribuna (16 oct. 1912). E l uso de pantalones h a b í a sido decla­

rado obligatorio t a m b i é n en 1893, L E A R , 1993, pp. 51-55. 11 El Impacial (18 j u l . 1912).

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n o o b e d e c í a n m á s que a una vaga inspiración científica, las descripciones que anal izaré a cont inuac ión contr ibuyeron a divulgar y hacer aceptable la observac ión objetiva de la sociedad, que el discurso sobre la cr iminal idad t o m ó como su punto de partida.

La prensa diaria reportaba con ind ignac ión el choque cotidiano entre los deseos de una ciudad elegante y las per­cepciones de una pob lac ión que no se adaptaba a esos mol ­des. El interés iba m á s allá de explorar la paradoja. La prensa per iód ica publicaba una buena cantidad de noticias policiales (generalmente narraciones de diversa extens ión sobre hechos sangrientos denunciados el d í a anter ior) , e in formaba regularmente sobre acontecimientos en la cár­cel de Be lén — e l espacio a n t i n ó m i c o de la civilización en la capita l . 1 8 E n la prensa popular de a centavo, general­mente de or ientac ión opositora y l iberal , la vida en los espacios oscuros de la c iudad (cantinas, pu lquer í a s y cár­celes) t a m b i é n era ob je to de considerable a t e n c i ó n . A diferencia de los per iód icos m á s respetables en estas publ i ­caciones se uti l izaba la sátira para denunciar u n aspecto especí f ico de la tens ión entre civilización y barbarie en las calles de la c iudad: la r e p r e s i ó n iudic ia l administrativa v pol ic ia l , que condenaba el vicio de las clases bajas (sobre todo el consumo de pulaue) mientras se hac ía la vista sor­da ante el a lcoholismo de las clases altas, y dejaba p i sar otros aspectos m á s violentos de la del incuencia urbana. E n u n a i lustración de n r i m e r a oáírina de El Diahlito Rramhta ^'Semanario de la clase obrera ¿ o t e del m a l b u r g u é s y c o c o ^ d m a l g o b i t ^

^ i X ^ f d ^ u n gendarme arresfaba a u n X n t e resudo^

El Peladito: óigame don Teques, ¿pos por qué se lleva a mi vale el Ardilla, siendo que está menos mamey que este roto?

1 8 Sobre B e l é n , ElMparcial (12 ene. 1906), pero t a m b i é n el opositor Diario del Hogar (3 j u n . 1905), p. 2 y el p e r i ó d i c o c a t ó l i c o La Nación (20 j u l . 1912), p. 2; v é a s e nota 4.

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El Roto [vestido de sombrero, zapatos y traje oscuro]: no seas menso, porque el hilo siempre se revienta por lo más del­gado.1 9

E n la narrativa l i teraria sobre temas urbanos, la mirada de los escritores enfocaba su perspectiva, a la vez m á s dis­tante y m á s precisa que en los textos periodíst icos , sobre las zonas oscuras de la vida en la ciudad. E n estos textos se es tablec ía una separac ión ( m á s articulada) entre el obser­vador y su objeto, por medio de la construcc ión de u n p u n t o de vista de autor idad narrativa. Pero, a la vez, los escritores buscaban sumergirse en el m u n d o abominable de los bajos fondos, no tanto para conf i rmar sus prejuicios morales, como para satisfacer la necesidad de darle f o r m a y leg i t imidad literarias a la fasc inación por ese otro lado de la vida en la capital.

U n ejemplo muy claro de esta dup l i c idad de distancia y cercan ía se encuentra en La rumba de Ánge l de Campo. La novela, publicada en entregas en 1890-1891, s egu ía los pasos de Remedios Vena, desde la pobreza honesta hasta el vergonzoso concubinato y el asesinato de su amante. L a inestabilidad de sus perspectivas, denunciada por cambian­tes puntos de vista, revela c ó m o el autor ensayaba diversos mecanismos para establecer su autor idad. En los pr ime­ros capí tulos , la de sc r ipc ión de la vida en la plazuela de la Rumba se balancea entre el despliegue detallado de las miserias de u n espacio marg ina l de la ciudad, y los diálo­gos cargados de s impat ía hacia los personajes. Para exponer los detalles del m o m e n t o crucial del c r imen, De Campo c a m b i ó la perspectiva y el estilo, y reprodu jo una c rón ica pol ic ia l apócr i fa de l asesinato, ut i l izando los recursos de l g é n e r o per iodí s t ico , incluso u n diagrama del lugar de los hechos. Cuando Remedios fue absuelta, la narrac ión retor­na finalmente al p u n t o de vista or ig ina l y la ce rcan ía al m u n d o de la plazuela. 2 0

19ElDiablito Bromista (16 ju l . 1907). V é a s e t a m b i é n "Lamentos de J u a n Tlachique" , en El Hijo del Ahuizote (19 ene. 1902) (17 feb. 1901) y nota 2.

2 0 C A M P O , 1976, pp. 276 y passim.

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M á s seguro en el uso de su técnica l i teraria , Federico Gamboa per s igu ió al personaje central de Santa a través de todos los espacios de la prost i tución en la c iudad de Méxi­co, explorando exhaustivamente las posibilidades de la t r ansgre s ión sexual y los vicios. La protagonista se detuvo e n lu ja res de prestigio como el Tívoli Central , donde "se cena y se bebe", pero también "se baila y se r iñe , y hasta se mata". Arras t rándose por ínf imos burdeles, Santa "cono­c i ó gentes y sucedidos que muchos ignoran hasta su muer­te, a pesar de que han vivido siglos y a ñ o s en la propia c iudad , leyendo sus diarios, concurr iendo a los jurados cul t ivando relaciones con autoridades y gendarmes". San­ta, en cambio, int imó con "lo que sobrenada, la resaca de las grandes charcas humanas que se d icen ciudades, los antisociales en fin" 2 1 Sumido en la misma tens ión q u é De Campo, Gamboa estableció dos hilos que al final coinci­d e n t r á g i c a m e n t e , y que exhiben la contrad icc ión entre la ob jet iv idad visual "y el acercamiento emotivo: por u n lado, e l amor a Santa, de l pianista Hipó l i to , que nunca ha podi¬d o verla noraue es r i e tm v sólo se basa en lo míe otros le describen y e n las percepciones de sus d e m á s sentidos- y por el o t r o lado l ^ ^ ^ o b i ^ ^ ^ ^ l mente e l ípt ica de \z < S X i ó n W e X dS ^ r p o de

d c á n S r analmente, muerte causada por

La mirada de Gamboa p e n e t r ó los cuerpos de los per­sonajes y es tablec ió la distancia entre la ignorancia de éstos y su prop ia omnisciencia, a la que re forzó con referencias cientí f icas . I n t r o d u c i d a a la vida prost ibularia , Santa muy p r o n t o p e r d i ó "el sentido m o r a l en todas sus encantadoras manifestaciones [ . . . ] es de presumir que en la sangre lle­vara g é r m e n e s de muy vieja lascivia de a l g ú n tatarabuelo que en ella resucitaba con vicios y todo" . Santa no c o n o c í a la naturaleza de l mal que la devoraba p o r dentro , y en lugar de curarse recurr ía a "las yerbas que envenenan o sanan, vendidas a hurtadil las ú n i c a m e n t e por agoreras

2 1 GAMBOA, 1 9 2 2 , pp. 9 6 y 3 0 2 .

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ancianas y soterradas en viviendas remotas y espantosas, donde t e r m i n a n los arrabales de las ciudades y comienzan los terrenos ba ld íos , desolados, yermos" . 2 2

La tens ión entre distancia y acercamiento ante el m u n ­do de l c r i m e n en las ciudades dio lugar a la apar ic ión de u n mot ivo que reaparece en estos autores. La cárcel , esce¬nario de vicios y d e g e n e r a c i ó n , hogar de l c r i m e n , no sólo interesaba a los per iód icos . Gamboa, De Campo y el j oven Mar iano Azuela describieron las i m á g e n e s de la vida car­celaria. Sus exploraciones se sitúan entre las del flâneur que recorr í a y observaba las calles de las grandes capitales, a la vez distante y absorto por la m u l t i t u d , y el desapasionado visitador gubernamental . 2 * Gamboa e n t r ó , con escolta ofi­cial, a los calabozos de la cárcel de San Juan de U l ú a , por­que "yo necesitaba ver [los] con mis ojos para describirlos en m i l i b r o " , La llaga. La observac ión directa le permi t ió describir los cuerpos de los criminales en t é rminos

que enfatizaban la exp l icac ión bio lógica :

Vientres abolsados y lacios, de viejos bebedores incurables [. . .] rodillas y codos! de felinos amaestrados y sabios en esca­lamientos y fugas por precipicios y paredes; pies [.. .] que se cerraban /abría„ "cuj^í de l!o venrcL de cosco ^ mal rampante; deformidades, sobre todo, cicatrices de heridas y llagas de las enfermedades infames, de la pasión, del vi­cio y del cr imen. 2 4

M á s claramente que en Santa, la observac ión de la vida carcelaria le pe rmi t í a a Gamboa exponer concepciones b io lóg ica s de la conducta, que remi ten a la f reno log ía y la a n t r o p o l o g í a c r i m i n a l lombrosiana. A l describir los cuer­pos sudorosos de los presos, seña ló t a m b i é n "los c r á n e o s

2 2 GAMBOA, 1922, pp. 69 y 291. 2 3 Para evaluar la importancia de este "modo d e c i m o n ó n i c o de sub­

jetividad burguesa masculina" en la mirada victoriana hacia los bajos fondos de Londres , V é a s e WALKOWITZ, 1992, p. 16 y passim. L a diferencia entre el fláneur (establecido en su superioridad, cuidadoso del privilegio de su propia comodidad y ocio) y el "hombre de la multitud", en BENJA­MÍN, 1968, pp. 172-173.

2 4 GAMBOA, 1977, pp. 160-161 y 1922a, pp. 54-55.

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raspados y as imétr icos , salpicados de protuberancias que lo cor to del cabello hac í a m á s notables y en las que sin duda anidaban las abulias y vesanias que habíanlos empujado al c r i m e n y al pres id io" 2 *

De Campo recurr ió a la observación de la cárcel para fundar la autoridad de su punto de vista. En La rumba intro­d u j o la p r imera persona del narrador, sin p r e á m b u l o algu­n o , al acercarse a la cárcel de Be lén . El reportero Lucas G. Rebolledo lo invitó a entrar, y u n galero lo a c o m p a ñ ó has­ta el lugar donde se p o d í a mirar desde arriba a los presos: "trepamos una ampl ia escalera, recorrimos no sé q u é largo corredor, llamamos a la puerta de la azotea y henos aquí en obse rvac ión . . . A c e r q u é m e y esp ié " . La descr ipc ión del pat io de los prisioneros enfatiza la ampl i tud de la perspec­tiva aérea :

[ . . .] u n g e n t í o i n d e s c r i p t i b l e ; se m e z c l a b a n gentes de todas dase» , O í a n s e h o j e a r cabezas, m a „ c h a d „ s felpos, s o m b r e r o s a n c h o s d e p a l m a d e s e c h a , j a r a n o s de gastados galo­n e s [. . .] D i r í a s e q u e e r a e l p u e b l o r e u n i d o p a r a a l g u n a fies­ta de p l a z u e l a , ta l e r a e l r u n r u n so rdo q u e s u b í a , e l v a i v é n d e l a t u r b a . 2 6 q

E n otro texto estructurado alrededor de las práct icas del c r i m e n y el castigo, "Dura Lex" , el narrador recorre los barrios pobres de la c iudad al amanecer, para presenciar u n fusi lamiento en B e l é n . La situación le permi t ió a De Campo crit icar la cruel c o m b i n a c i ó n de la autor idad cien­tífica (personificada por u n m é d i c o que huele a j a b ó n ) y la ley i n f l e x i b l e . 2 7

En Los de abajo, dentro de una narrativa que lo situaba en med io de la vorá g ine revolucionaria, Mar iano Azuela hizo u n a referencia a la amistad establecida por los personajes en las cárce les porf i r ianas . 2 8 E n textos anteriores, sin em-

2 6 G A M B O A , 1922a, p. 49. 2 6 CAMPO, 1976, p. 298. 2 7 CAMPO, 1974. 2 8 AZUELA, 1988, t. 1, pp. 83-84.

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bargo, h a b í a ensayado la cons t rucc ión de una perspectiva m á s afín al mode lo practicado por Gamboa y De Cam­po, en su c o m b i n a c i ó n de cercan ía emotiva y distancia en la observación, l legando a exponer con mayor agudeza la contradicc ión entre ambos términos . E n 1896, cuando todavía era u n estudiante de medicina, Azuela pub l i có u n a " impre s ión" sobre la muerte de una prostituta, y la disec­ción de su cuerpo en el anfiteatro de u n hospital, frente a la mirada objetiva de los m é d i c o s , u n o de quienes, no obs­tante, l lora a la d i funta por causa de pasados amores. 2 9 E n otra breve narrac ión , Azuela repit ió la perspectiva a é r e a utilizada por De Campo, al describir u n d o m i n g o en la pe­nitenciar ía de Guadalajara. La pr imera imagen es u n a amplia vista de los internos, para concluir con u n breve diá­logo entre el narrador y u n o de ellos. Como en La rumba, el acercamiento concluye en la expre s ión de c o m p a s i ó n hacia los presos. 3 0 Aparte de las divergentes inclinaciones ideológicas de estos autores, es posible entonces detectar la c o m ú n necesidad de crear una persona l i teraria basada en la autoridad de una objetividad, afín a la científica, pero no carente de una avergonzada fascinación. Este impulso tam­bién estaba presente entre los exponentes mexicanos de la a n t r o p o l o g í a c r i m i n a l .

L A CREACIÓN DE UN PUNTO DE VISTA

La idea de la cárce l como centro de las observaciones cr i­minológ icas ya h a b í a sido formulada por los pr imeros estu­diosos mexicanos d e l f e n ó m e n o . E n 1892, I gnac io F e r n á n d e z Ort igoza descr ib ió la real idad de Be lén , en el contexto de su propuesta de a d o p c i ó n de nuevos m é t o d o s para identificar a los prisioneros y castigar la reincidencia . 3 1

Ese mismo a ñ o , Francisco Mart ínez Baca y Manue l Verga-ra, todavía desde una perspectiva que enfatizaba el estudio a n a t ó m i c o , af irmaban:

2 9 AZUELA, 1958. 3 0 AZUELA, 1958a. 3 1 FERNÁNDEZ ORTIGOZA, 1892.

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El hospital es el gabinete del clínico; el manicomio, lo es del alienista; el de los que estudian el derecho criminal y la medi­cina legal deberá ser la prisión; allí donde están confinados, amontonados, todos los elementos de la fermentación y de lá descomposición social. Ningún lugar más a propósito que éste para la observación. 3 2

Las miradas de Gamboa, De Campo y Azuela, hacia la cárce l , coinciden en ese sentido con los textos m á s impor­tante sobre las prisiones de l por f i r i a to : Los criminales de México y Crímenes sexuales y pasionales de Carlos Roumag-nac . 3 3 E n Los criminales de México, Roumagnac p l an teó el p rob lema del saber sobre el c r i m e n , y se acercó a las cár­celes c o n s i d e r á n d o l a s "minas inagotables" para ese fin. E l d i l ema inic ia l de l investigador de l c r imen en Méx ico , s e g ú n el autor, era decidirse entre la mul t ip l i c idad de explicaciones y t ipologías que prove ía la c r iminolog ía posi­tivista europea. E n lugar de adoptar u n a de las opciones disponibles Roumagnac pref ir ió la vía que pa rec í a m á s adecuada para la todavía incipiente c r imüio log ía mexica­na- describir la rica realidad que se le presentaba en las cár­celes de la c iudad de M é x i c o , verdaderos albergues de "documentos humanos" . S i t u á n d o s e en la e n g a ñ o s a cali­dad de "simple observador", just i f icó su interés en entre­vistar e investigar criminales como nroduc to de su n r o n i a relación con las instituciones policiales y del s i m p k deseo de despertar el interés y promover la caridad entre los lec teres Su obieftí r e K S H T S X vd^tiSS^en L m u i a n d o SSSelta^ d u a í S a n ^ m T s T n S f é s ^ t ^ c ^ S e ? ^

3 2 MARTÍNEZ BACA y VERGARA, 1892, p. 5. S S ROUMAGNAC, 1912 y ROUMAGNAC, 1906, Roumagnac (1869-1937) n a c i ó

e n Madrid; en 1897 t r a b a j ó en El Universal, en La Voz de México (6 oct. 1897), p. 3. E n 1939, A . Quiroz Q u a r ó n lo mencionaba como uno de los primeros "pol ic ías técnicos" , muerto en la pobreza, Qumoz Q., 1939, p. 129. Para una e v a l u a c i ó n de Roumagnac, v é a s e M A C G R E G O R CAMPUZANO, 1992.

3 4 ROUMAGNAC, 1912, pp. 7-8, 10-24 y 68-72.

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1 5 0 PABLO PICCATO

Pero las entrevistas de Roumagnac con presos de B e l é n y la peni tenc iar ía (a las que ent ró "autorizado por el s e ñ o r Min i s t ro de Gobernac ión , D . R a m ó n Corra l " , a quien dedi­ca la obra) seguían una estructura bás i ca de preguntas e in formac ión que le permit ía reforzar su a u t o r i d a d : no sólo frente a los presos, sino t a m b i é n frente a los lectores, ya advertidos de su valentía para andar "por los mundos de l d e l i t o " . 3 5 El cuestionario se repet ía sin mayores variantes en todos los casos, y era a c o m p a ñ a d o por la fotograf ía , de frente y de per f i l , y las medidas del entrevistado. Roumag­nac preguntaba al c r imina l su n o m b r e y le p e d í a una narra­c ión de l c r imen y de sus consecuencias inmediatas. De acuerdo con una exp l icac ión subyacente, que e x a m i n a r é m á s adelante, otras preguntas se refer ían a los anteceden­tes familiares del preso ; con énfasis en las enfermedades o los vicios Dadecidos D O T sus Drogenitores Roumagnac tam¬b i é n inquir ía sobre k afición a maltratar animales y sobre anteriores detenciones. Desplazando el foco de la expli­cación Roumapnac nasaba finalmente a nreeiintas oue toca-S S ^ ' S S u ^ ^ e í t e ^ f e de rofenTreTstados

magna? c o m p i l ó u ^ ^ n ^ d d l e n g u a ^ c r i m i n a l v

d e r ' m á s obsceno v^relJSw t S ^ W cuando

El estudio del lenguaje c r i m i n a l conectaba la investiga­c ión c r imino lóg ica con culturas marginales que los obser­vadores asociaban con alcoholismo y cr imina l idad . En La

3 5 ROUMAGNAC, 1 9 1 2 , pp. 1 3 y 6 9 - 7 2 . Robert Buffington analiza las entre­vistas de Roumagnac en t é r m i n o s de sus estructuras narrativa y s i m b ó ­lica, y las interpreta como una e x p r e s i ó n de las ansiedades porfirianas ante los problemas de raza y g é n e r o . BUFFINGTON, 1 9 9 4 , pp. 1 7 9 - 2 1 9 .

3 6 E l problema de la i d e n t i f i c a c i ó n de los presos en las c á r c e l e s capi­talinas fue el centro de las preocupaciones de FERNÁNDEZ ORTIGOZA, 1 8 9 2 . V é a s e t a m b i é n RAMÍREZ, 1 9 0 1 , p. 8 4 ; ROUMAGNAC, 1 9 2 3 , pp. 8 5 y 1 9 9 - 2 0 8 , y

SODI, 1 9 0 9 , pp. 1 4 9 - 1 5 0 .

« 'ROUMAGNAC, 1 9 1 2 , pp. 2 5 6 - 2 5 7 , 2 8 7 y 3 7 6 - 3 8 2 y ROUMAGNAC, 1 9 2 3 .

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llaga, Gamboa hizo referencia al lenguaje c r i m i n a l , que " tor tura , ca lumnia y roba" al lenguaje cot idiano y, en u n a "decorosa prác t ica pres id iar , evita n o m b r a r los c r í m e n e s cometidos por los pris ioneros. 3 8 Sin embargo, este inte­rés por el lenguaje no iba mucho m á s allá de la criminalís­tica! y no se convirtió en u n eje de las investigaciones. E l autor a n ó n i m o de u n folleto comisionado por los distri­buidores de pulque de la ciudad para demostrar que esa bebida no era la causa del c r imen , revela c ó m o la observa­c i ó n objetiva de l m u n d o del c r imen es tablec ía de antema­n o sus propios l ímites:

Sería absurdo el empeño que se tuviera en negar que forzo­samente se corrompe desde los primeros años un niño rodea­do de malos ejemplos, cuyos padres viven en la crápula y el vicio, que sólo recibe lecciones de robo y raterismo, y que no escucha más lenguaje que ese caló obsceno y desvergonzado que se habla en su hogar. 3 9

La b ú s q u e d a cr iminológica no r o m p i ó las barreras de la distancia que los observadores ilustrados del porf ir iato que­r ían mantener entre ellos y su objeto de estudio. Este afán coincide con el desprecio o la simple negac ión de la cultura popular urbana por parte de las minorías porfirianas. 4 0 A l ver­se obligado a explicar la práctica entre los ladrones capitali­nos de portar ciertas imágenes religiosas, T r i n i d a d Sánchez Santos afirmaba la brecha insalvable entre creencias populares y la verdadera ciencia y rel igión: no existía, s e g ú n él,

[ . . .] filósofo, sociólogo o pensador de cualquier especie, que tome por devoto a un imbécil, perfectamente imbécil, que se cuelga un escapulario al cuello como los incas se colgaban un amuleto; o lleva consigo una medalla de San Dimas, para que el santo le ayude a robar. Aquel imbécil sabe tanto de religión como de astronomía. 4 1

3 8 GAMBOA, 1922a, pp. 59 y 36. 39'Junta General del Ramo de Pulques, 1896, pp. 12-13. 4 0 V é a s e el ataque de las autoridades urbanas contra la cultura popu­

lar que t e n í a su espacio en las calles de la ciudad, BEEZLEY, 1994, p. 177. 4 1 L a Voz de México (9 ene. 1897), p. 2.

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La cul tura popular urbana era vista a través de los cris­tales de l conoc imiento b io lòg ico . E l l ímite establecido p o r la a n t r o p o l o g í a c r i m i n a l para las exploraciones culturales del c r i m e n fue postulado por el f rancés Gabriel Tarde a través de la idea de la " imi tac ión" como mecanismo gene­rador de l c r i m e n . S e g ú n Tarde, "el del i to no emana sola­mente del ind iv iduo b io lóg ico , sino del indiv iduo personal, tal como só lo la sociedad lo puede crear". Este argumento explicativo permit ía conciliar, según Tarde, las teorías basa­das en mecanismos b io lóg icos (desarrolladas a pa r t i r de Lombroso ) , con una n o c i ó n m á s amplia de la parte de l medio social en la génes i s del c r i m e n . 4 2 Otros observadores usaban la n o c i ó n de "contagio", la cual preservaba la pr io­r idad de las explicaciones b io lógicas pero t a m b i é n refer ía a su d i m e n s i ó n social. La " inf luencia del medio" , s e g ú n Roumagnac, o el " a l m á c i g o " de la del incuencia en las calles s e g ú n Macedo eran el contexto en el aue la c r i m i ­nal idad era transmit ida de u n ind iv iduo a o t r o . 4 3 Usando lenenaie aue n o daba l u r a r a eau ívocos el l iberal Diario del / % a r l o c a l i z a b a el foco del contagio eñ B e l é n :

La población criminal que va en alarmante aumento, por obra quizás de una terrible degeneración alcohólica, se aglome­ra en la Cárcel de Belén, se amontona, se penetra y compe­netra hasta formar un pútrido hacinamiento humano, del que sale para esparcirse por la ciudad, el morbo de tifo y el mor­bo del cr imen. 4 4

Incluso la prensa diaria p o d í a ser veh ícu lo para el con­tagio, s e g ú n el mismo Diario.45 E n todo caso, vale la pena re-

4 2 T A R D E , 1 8 9 0 , p. 4 1 0 . A l igual que Lombroso, Tarde no fue recibido sin reservas por los especialistas mexicanos. Roumagnac a r g u m e n t ó la necesidad de estudiar a los criminales mexicanos para desmentir el aser­to de Tarde , de que "el pueblo mexicano es el pueblo m á s cr iminal del mundo" , ROUMAGNAC, 1 9 1 2 , p. 7 , nota.

« R O U M A G N A C , 1 9 1 2 , pp. 5 0 - 6 0 y MACEDO, 1 8 9 7 , p. 2 9 .

"Diario del Hogar ( 1 9 nov. 1 9 0 7 ) , p. 1, cita u n a r t í c u l o de Ellmparüal. 45Diario del Hogar ( 3 0 j u n . 1 9 0 5 ) , p. 2 . L a r a y Pardo h a c í a referencia

a la "epidemia" de suicidios y raptos que no t e n í a n otra e x p l i c a c i ó n que

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sumir , imitación o contagio explicaban la difusión del cr i­m e n como una p a t o l o g í a social, pero evitaban reconocer l a existencia de u n á m b i t o cu l tura l en el que se establecie­r a n patrones de conducta propios de las clases populares urbanas.

IMPORTANCIA DE LA CRIMINOLOGÍA

L a referencia a Tarde y a su uso entre los c r iminó logos mexicanos i lustra u n aspecto adicional del discurso sobre la cr iminal idad. Establecido el p u n t o de vista para las obser­vaciones de la realidad cotidiana capitalina, los autores por-f ir ianos contaban con la impor tanc ia del conocimiento c r imino lóg ico europeo como u n a estrategia adicional para garantizar la l eg i t imidad científ ica de su mirada. Me refie­r o tanto a la in formación empí r i ca sobre el paisaje social de los pa í ses europeos o Estados Unidos , como a los paradig­mas m e t o d o l ó g i c o s que p o d í a n aplicarse a la realidad me­xicana. La a n t r o p o l o g í a c r i m i n a l , en particular, permi t ió sistematizar con gran flexibilidad las premisas que condu­c ían a la exp l icac ión , no só lo de la c r imina l idad , sino tam­b i é n del alcoholismo. Para Roumagnac, la disciplina era u n "admirable y seguro t e r m ó m e t r o para valorizar la mora­l i d a d de los pueblos" . 4 6 Durante las úl t imas d é c a d a s de l siglo, los escritos de c r i m i n ó l o g o s como Cesare Lombroso Enr ico Ferri , Raffaelle Garofalo y Gabriel Tarde eran cita¬dos con frecuencia por los escritores mexicanos, vinculando el conocimiento de los vicios locales por prestigiosas dis­cusiones internacionales a n ó m a l a s sobre las conducta s>

l a i m i t a c i ó n , y a la c r e a c i ó n de las prostitutas, cuando n i ñ a s inocentes eran testigos de escenas indecentes en sus propios hogares, L A S A Y PAR­DO, 1 9 0 8 , pp. 1 1 8 - 1 2 1 . E l alcoholismo t a m b i é n era explicado por la influencia familiar, PONCE, 1 9 1 1 , p. 1 4 .

« R O U M A G N A C , 1 9 0 7 , p. 5 . 4 7 Para una s íntes i s de los o r í g e n e s de la c r i m i n o l o g í a , D E QUIRÓS,

1 9 1 2 , pp. 3 , 6 - 7 , 1 3 , 1 6 y 1 9 - 2 2 . Para el contexto p o l í t i c o del surgimien­to de Lombroso y sus colegas, v é a s e PICK, 1 9 8 6 . Para una e v a l u a c i ó n de los propios c r i m i n ó l o g o s italianos sobre su papel revolucionario en el desarrollo c ient í f ico , su unidad y su avance inexorable, FERRI, 1 8 9 3 , p. 2 8 .

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1 5 4 PABLO PICCATO

La atracción hacia el ambiente carcelario era organiza­da, en efecto, por la c r iminolog ía . E n su fase fundacional positivista, la c r imino log ía italiana proveyó a legos como Gamboa, y probablemente De Campo y Azuela con una referencia científica a la cual apelar para la construcción de su autor idad como narradores l iterarios de la real idad urbana. Como u n g é n e r o , accesible pr imordia lmente a tra­vés de traducciones francesas, la c r imino log ía ofrecía una variedad de nociones de uso explicativo y descriptivo. E l carácter ecléct ico y p o l é m i c o de la disciplina, sus respues­tas a múlt iples preguntas y su insistencia en la calidad cien­tífica de sus investigaciones, la hac ían part icularmente accesible para u n púb l i co oue no tenía n i n g ú n problema con usar variadas, a veces contradictorias, fuentes, y que se situaba (como los positivistas mexicanos) en u n contexto de r u p t u r a con las ideas inculcadas por la iglesia ca tó l ica . 4 8

Lombroso def inió como su descubrimiento pr inc ipa l la existencia de ciertas características anatómicas entre los "cri­minales natos", que permi t í an dist inguirlos de las personas "sanas". Enfrentando las objeciones "humanistas" contra sus ideas penales, Lombroso cont rapon ía las especulaciones be­nevolentes de los filósofos con su prop ia investigación em­pírica. L o que los humanistas no p o d í a n hacer, según él, era "descender de las nebulosas regiones de la especulación me¬tafísica a la t ierra h u m i l d e y á r ida de las cárceles" , y estudiar las condiciones materiales y morales de los malhechores. 4 9

U n elemento adicional de la a tracc ión ejercida por L o m ­broso sobre los observadores porf ir ianos era su propuesta de u n a j e r a r q u í a racial evolucionista basada en el estudio " e m p í r i c o " de la a n a t o m í a de los criminales. Como en Ita­l ia , la a n t r o p o l o g í a c r i m i n a l mexicana estaba l lamada a d e s e m p e ñ a r u n Daoel m u v impor tante en la " c reac ión" de l pa í s por u n

Para el eclecticismo del uso de estas autoridades en discusiones mexi­canas, v é a s e SÁNCHEZ SANTOS, 1 8 9 7 , p. 2 6 , nota.

4 8 Para el eclecticismo de la c r i m i n o l o g í a y su contexto de la é p o c a vic-toriana, v é a s e GAY, 1 9 9 3 , pp. 1 5 1 - 1 5 9 .

« L O M B R O S O , 1 8 9 5 , p. vi. 5 0 PICK, 1 9 8 6 , pp. 6 2 - 6 3 y 6 5 .

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MIRADAS A LA CRIMINALIDAD 155

La a d o p c i ó n de la c r imino log ía en M é x i c o tuvo lugar a través de múlt ip les canales, careciendo de estructuras aca­d é m i c a s o autoridades personales como las que sancionaron l a in t roducc ión del positivismo comtiano. E l opt imismo de los "científ icos" , por otra parte, no le o t o r g ó el tratamiento de las pa to log ía s sociales u n lugar central entre sus discu­siones iniciales sobre la sociedad mexicana y las vías para el progreso . 5 1 Esta act i tud ya p a r e c í a cambiar, aunaue tími­damente , hacia fines del siglo. Tusto Sierra, M i g u e l Macedo y Francisco Díaz Covarrubias se r e f i r i e r o n al tratamien­to de l c r imen y a otros problemas sociales en México: su evo­lución social la gran síntesis de los logros de l r é g i m e n pero s in desarrollar plenamente las explicaciones b io lóg icas ar¬ticuladas p o r la c r i mino log í a . 5 2 La d i scus ión sobre la c r imi­na l idad mexicana como tema importante en el saber sobre la sociedad, a l canzó a las nuevas generaciones de abogados v doctores surgidas durante la úl t ima d é c a d a del siglo 5 3 Pro­bablemente los pr imeros debates sobre la escuela 'positivis¬ta ital iana tuvieron l u f a r en la c á t e dra de derecho nenal de la Escuela de T u r i s p m d e n c i a c a r g o d e ^ T g u e í STcedo A u n q u e ya tenía conocimiento de lShuevas feor ía t habra e X X i n t t o ^

S cSd C ó d i g o S nSKS Las p ^ e g u n M ^

toSelrT^' p re sentac ión dejus-

L a i n c o r p o r a c i ó n de l saber c r i m i n o l ó g i c o en M é x i c o n o carec ió de resistencias. Las actitudes expresadas en pu-

5 1 L a e d u c a c i ó n y la c o l o n i z a c i ó n con extranjeros t e n í a u n peso m á s grande en estas discusiones, H A L E , 1 9 8 9 , cap. 7 .

5 2 SIERRA, 1 9 0 0 , especialmente v : l , cap. 8 . 5 3 R O U M A G N A C , 1 9 1 2 , p. 3 2 . 5 4 CENICEROS, 1 9 4 1 , pp. 5 0 - 5 1 da como fecha de estas discusiones el a ñ o

de 1 8 9 9 . 5 5 U R U E T A , 1 9 6 4 , pp. 3 2 - 3 7 .

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156 PABLO PICCATO

blicaciones de índo le j u r í d i c a de los ú l t imos a ñ o s de l siglo X I X ante las nuevas ideas fue ambigua. Por u n lado, se ob­serva el entusiasmo de los editores que en 1897 remplaza­r o n a F i lomeno Mata en El Foro, p r o m e t i e r o n

[... ] la propagación de la idea nueva o de la buena nueva, que surgiendo vigorosa de la palabra y de la cátedra de los pensa-* L taüJL, . r a n é e l e , cLo L „ m b r o s o , P e r n e e y Lacasagne y otros, han aclimatado en los bullentes centros de la producción intelectual sembrando de obras maestras el espíritu moderno.

J e s ú s Urueta , u n o de los nuevos editores, reclamaba la necesidad de adaptar la legis lación penal a las cer t idum­bres científicas sobre el c r i m e n . 5 6 Por otro lado, grupos m á s tradicionales, pero n o menos influyentes dentro de la pro­fes ión legal demostraban sus precauciones ante las desor­bitadas pretensiones de los lombrosianos. E n la Revista de Legislación y Turisprudenáa se publ icaban ensayos por auto­res extranjeros francamente adversos a las corrientes cr i­m i n o l ó g i c a s italianas, que incluso discut ían la validez de la a n t r o p o l o g í a c r i m i n a l como ciencia, j u n t o a apreciaciones ambivalentes. 5 7 E n efecto, la plena implantac ión de las ideas p e n o l ó g i c a s derivadas de la c r i m i n o l o g í a positivista tendr ía que esperar al C ó d i g o Penal para el Distr ito y Terr i ­to r io Federales decretado en 1929. Los extremos doctr i­narios de l l lamado C ó d i g o Almaraz causaron u n a pronta reacc ión de penalistas y autoridades judiciales y carcelarias que llevó a la d e r o g a c i ó n de la nueva legislatura y la apro­b a c i ó n de o t ro c ó d i g o en 1931. 5 «

xElForo,t.50,1 (4ene . 1898), p.\;ElForo, t. 50 ,15 (25 ene. 1898), p . l . " " E s t u d i o s penales. L a s o c i o l o g í a cr iminal " por L i c . Carlos D í a z

Infante, en Revista de Legislación y Jurisprudencia, 12 (ene.-jun. 1897), pp. 191-206 y "Algunas consideraciones sobre el Congreso de Ginebra" , por

J . Zacrewsky, en Revista de Legislación y Jurisprudencia, pp. 511-525. 5 8 P. Piccato, " L a experiencia penal de la ciudad de M é x i c o : cambios

y permanencias tras la R e v o l u c i ó n " , ponencia presentada en el Con­greso Internacional " L a experiencia institucional en la ciudad de Méx i ­co, 1821-1929", Universidad A u t ó n o m a Metropolitana-Iztapalapa, 1995.

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MIRADAS A LA CRIMINALIDAD 157

La b ú s q u e d a de las particularidades mexicanas de l cr i­m e n , de sus determinaciones sociales específ icas , fue u n rasgo distintivo de la cr iminología porí ir iana. En la pr imera d é c a d a del siglo X X , de acuerdo con el e spaño l Constancio Bernaldo de Quirós, los mexicanos ya ofrecían "importantes contr ibuciones" a la discipl ina. 5 9 Entre las obras publicadas p o r autores mexicanos, destacan Estudios de antropología cri­minal, de Francisco Martínez Baca y Manuel Vergara, publ i ­cado en Puebla en 1892; La identificación científica de los reos, de Mart ínez Ortigoza, del mismo a ñ o ; La criminalidad en México, conferencia de Macedo publicada en 1897; de Jul io Guerrero La génesis del crimen en México, publ icado en 1900, obra que "en Europa [ . . . ] ha tenido buen éxi to y aun ha sido traducida a otros idiomas" 6 0 Roumagnac pub l i có Los criminales de México en 1904 (con una segunda ed ic ión en 1912) v Crímenes sexuales v Pasionales en 1906- Luis Lara v Pardo pub l i có La prostitución en México en 1908.

La trayectoria seguida por estos trabajos va de l énfasis en las explicaciones ana tómica s , en el que los presupuestos ra­ciales son muy fuertes, hacia una creciente preocupac ión por identi f icar las dimensiones sociales del c r i m e n , para en­tenderlo como u n rasgo especí f icamente nacional. Martínez Baca y Vergara basaron su estudio en la med ic ión de los crá­neos de los prisioneros de la pen i tenc ia r í a de la c iudad de Puebla. Los autores e x p o n í a n su convicción en términos ca­si cartesianos: "De l conoc imiento fisiológico de l alma, de­rivará naturalmente su conoc imiento pa to lóg i co , p s i c o p á ­t i c o , y p o r cons igu iente , e l de los medios m á s adecuados a la correcc ión de sus ext rav íos " . 6 1 Pero su in tento , apega­do al modelo de las investigaciones iniciales de Lombroso , v que fue apoyado por el gobierno estatal para mostrar los avances obtenidos por el sistema penitenciario poblano no logró def inir el t e r r i tor io para las siguientes investigaciones.

La exp l i cac ión del c r i m e n como el p roducto de desvia­ciones fisiológicas no se l imitó a los textos m á s caracteri-

5 9 QUIRÓS, 1912, pp. 120-121 y CENICEROS, 1941, pp. 52-53.

«"ROUMAGNAC, 1912, p. 9, nota. 6 1 MARTÍNEZ BACA y VERGARA, 1892, p. 2.

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zados p o r su afán c r a n e o m é t r i c o . A l describir la neurona y su funcionamiento, Roumagnac enfatizaba "la importancia filosófica de estas nociones de a n a t o m í a " . 6 2 El estudio del alcoholismo t a m b i é n prove ía u n contexto adecuado para mostrar c ó m o los mecanismos orgán icos tenían efectos cr i­minales. Debido a su clara causalidad, el proceso de la into­x icac ión era u n escenario part icularmente i l u m i n a d o r de la relación entre las funciones corporales (digestión, circula­ción y secrec ión) y las regiones morales de la conducta. La pr imera evidencia era la progresiva d e g e n e r a c i ó n sufri­da por el borracho. 6 3 La embriaguez p o d í a alcanzar el grado de delirium tremens, y siempre tenía u n doloroso ep í logo . E n una escena de Santa, Gamboa trazaba el camino del alco­h o l , "su obra callada, implacable" a través del e s t ó m a g o , la sangre y el cerebro. Paralela al proceso fisiológico, n a c í a una fel ic idad m o m e n t á n e a :

A los comienzos de la excitación, colores de rosa, júbilos hi-láricos e inmotivados, dicha de vivir, necesidad de amar; el corazón, de sepulturero alegre, enterrando penas y cuitas; el pensamiento, de providente partero, sacando a la luz, roll i­zos y en la apariencia destinados a alentar siglos de siglos, los anhelos recónditos, lo que en la lógica de lo real se halla con­denado a nunca nacer; imposibles realizables con ligero es­fuerzo, ideales al alcance de la mano que principia a temblar.

La escena conc lu ía , natura lmente , con u n h o m i c i d i o . 6 4

Las explicaciones a n a t ó m i c a s de los c r iminó logos mexi­canos se deslizaban con m u c h a facil idad hacia el discurso sobre las diferencias radicales. Mart ínez Baca y Vergara fue­r o n los m á s expl íc i tos en perseguir las implicaciones ra­ciales de la c r a n e o m e t r í a . Para probar la tesis de que los criminales ten ían la f rente m á s huidiza que las personas normales, los a n t r o p ó l o g o s poblanos d i s eñaron u n instru­mento l lamado m e t r o p o g o n i ó m e t r o . La incl inación de la frente, que m e d í a , d e b í a estar en p r o p o r c i ó n directa con

^ R O U M A G N A C , 1912, p. 32. 6 3 L a Voz de México (5 sep. 1897), p. 2. 6 4 GAMBOA, 1922, pp. 236-237.

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las malas inclinaciones de la conducta, y demos t ra r í a obje­t ivamente las implicaciones raciales de la cr iminolog ía . En efecto, la frente huidiza era una característica racial c o m ú n entre los presos de Puebla, pero n o entre los italianos estu­diados por Lombroso. La noc ión de atavismo, también ela­borada por Lombroso, ligaba el pr imi t iv i smo fisonómico c o n la c r imina l idad . C r a n e o m e t r í a y atavismo se u n í a n en los juicios raciales de Mart ínez Baca y Vergara: "el grado de civil ización y de perfeccionamiento de los individuos y de las razas —afirmaban—, influye poderosamente en el cre­c i m i e n t o de l cerebro" . 6 5 Las razas i n d í g e n a y mestiza eran

B a s t a n t e d e g e n e r a d a s e n r a z ó n de s u c r u z a m i e n t o , d e l m e d i o soc i a l e n q u e v iven y de m u c h a s otras c i r cuns tanc ia s [que ] h a n d e t e r m i n a d o c i e r t a c o n f u s i ó n e n sus c a rac te re s f i s i o g n ó m i c o -a n a t ó m i c o s [. . .] casi h a n p e r d i d o e l se l lo d e l a r a z a p u r a y c o n s e r v a d o c iertos c a rac te re s a t á v i c o s , q u e p e r m i t e n clasifi­c a r l o s y c o l o c a r l o s c o m o m i e m b r o s d e las razas pr imit ivas p r o n t a s a e x t i n g u i r s e . 6 6

La n o c i ó n de raza, en el contexto de este discurso, se conver t í a en u n ins t rumento para juzgar el grado de avan­ce de l pa í s y las divisiones sociales que d e b í a n acompañar ­l o . Macedo r e c o n o c i ó que su clasif icación de la sociedad mexicana (que e x a m i n a r é m á s adelante) tenía también u n ca rác te r racial. E l prologuista de Mart ínez Baca y Vergara, Rafael D . Sa ldaña , formulaba las ideas raciales relacionadas c o n la c r imino log í a de una manera extrema: "Entre noso­tros se puede sentar como p r i n c i p i o que los indios todos son ladrones, cualquiera que sea el c l ima del lugar en que h a b i t e n " . 6 7 Para Sánchez Santos, la raza i n d í g e n a presen¬taba u n "no tor io decaimiento en [su] p r o p a g a c i ó n , belle­za y vigor" , debido a que tras la conquista se relajaron los controles al consumo de a l coho l . 6 8 En el mismo proceso

6 5 MARTÍNEZ BACA y VERGARA, 1 8 9 2 , pp. 1 0 - 1 2 , 6 1 y 9 2 .

« M A R T Í N E Z BACA y VERGARA, 1 8 9 2 , p. 4 1 . 6 7 MARTÍNEZ BACA y VERGARA, 1 8 9 2 , pp. ix y 1 1 . 6 8 SÁNCHEZ SANTOS, 1 8 9 7 , pp. 2 7 y 5 5 .

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histór ico, las guerras civiles a par t i r de la independencia causaron mayor cr iminal idad, porque debi l i taron las barre­ras entre el patriot ismo y el avanci personal . 6 9

C o m o sugiere la cita de Mart ínez Baca y Vergara, diver­sas explicaciones ("causas tanto internas como externas") no se exc lu í an , sino que se conf i rmaban mutuamente por su a c u m u l a c i ó n . Para llegar a entender la d i m e n s i ó n del p rob lema que la part icular idad racial de los mexicanos planteaba a los estudiosos porfirianos, es preciso avanzar al siguiente sector de l discurso c r imino lóg ico , en el que los autores conectaban las pa to log ía s individuales con las transgresiones colectivas, y relacionaban la observac ión de las condiciones sociales con la causalidad del c r imen .

Las explicaciones basadas en mecanismos genét i cos te­nían el mayor prestigio científico. T o d o se p o d í a transmitir de padres a hijos: fisonomía, gustos, debilidades y costum­bres. La n o c i ó n de " d e g e n e r a c i ó n " era part icularmente efectiva, porque fund ía explicaciones y descripciones bio­lógicas con las clasificaciones morales que situaban a los ciudadanos en una escala cuyos p e l d a ñ o s m á s bajos eran criminales , prostitutas y mendigos. La n o c i ó n t ambién era útil porque permi t í a ligar los sectores ind iv idua l , familiar y nacional de la observac ión. S á n c h e z Santos mencionaba varios "estigmas" de naturaleza psicológica y fisiológica trans­mit idos por los a lcohól icos a sus descendientes, y calcula­ba que u n a lcohól ico p o d í a p r o d u c i r 640 descendientes degenerados que p o b l a r í a los espacios oscuros de la ciu­dad se volverían "una carga o n e r o s í s i m a para la pob lac ión realmente productora [ u una] carga m o r a l porque ella produce la c r imina l idad que l lena las cárce les [y] aumen­ta la natal idad e s p ú r e a " . 7 0

Los mecanismos contagiosos de la imitación y la herencia c o n v e r g í a n en la esfera de la famil ia . E n el estrecho espa­cio de las habitaciones de clase baja, igual que en Be lén , los

6 9 "Sobre el n ú m e r o y clase de presos que debe alojar la Penitencia­r í a de M é x i c o " [ 1 8 8 2 ] , en Boletín del Archivo General de la Nación: La Peni­tenciaría de México, v :4 ( 1 9 8 1 - 1 9 8 2 ) , p. 3 4 .

7 0 S Á N C H E Z SANTOS, 1 8 9 7 , pp. 1 7 y 2 2 - 2 9 y LARA YPARDO, 1 9 0 8 , pp. 1 0 8 - 1 0 9 .

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MIRADAS A LA CRIMINALIDAD 161

niños recibían la semilla de su debilidad, y contemplaban los modelos de su conducta. Lara y Pardo describió las imágenes de deseo incestuoso, en espacios claustrofóbicos, que generaban a las prostitutas. Los muchachos veían a sus parientes bebiendo y peleando, y era lógico que salieran a la calle a probar un vaso de pulque, y a imitar la violen­cia y la sensualidad.7* Este ambiente encerrado del contagio familiar, y su contraparte genético, convertían a la educa­ción (el instrumento favorito de los científicos para la modernización cultural), en un arma inefectiva.72

En efecto, a pesar de la fuerza de los argumentos bioló­gicos, la discusión criminológica tendió a desplazarse hacia la dimensión social del problema. No obstante su preocu­pación por la neurona, Roumagnac calificaba de exagera­das a las ideas lombrosianas que ligaban la fisonomía de los criminales con los rasgos atávicos de su conducta, puesto que los avances en la investigación anatómica criminológi­ca no habían sido tan grandes y exactos como lo previsto.73

En su "estudio de antropología criminal", Roumagnac dis­cutió las teorías que enfatizaban causas internas o externas —que se encontraban en la psicología o fisiología indivi­dual o que radicaban en el ambiente. Decidió limitar las internas del crimen a los "criminales por influencia de raza", dejando abierto el problema de la relación entre las características raciales y los factores sociales de las trans­gresiones. Los principales factores criminógenos eran sociales todos ellos: "el abandono de la niñez el oauDeris-mo con la mendicidad y la embriaguez". SÚ enfoque se refería a la especificidad del tema: el pueblo mexicano

[...] es uno de los que pueden proporcionar valiosos ele­mentos para la aplicación de las teorías criminalistas mo­dernas, y en el que pueden examinarse de muy cerca las

7 1 LARA Y PARDO, 1 9 0 8 , pp. 1 2 0 - 1 2 1 y ROUMAGNAC, 1 9 1 2 , pp. 1 1 y 1 4 . 7 2 " L a e n s e ñ a n z a contra el alcoholismo", El Bien Social ( 1 2 feb. 1 9 0 6 ) ,

pp. 1 5 7 - 1 5 8 y GUERRERO, 1 9 0 1 , pp. 3 1 6 - 3 1 7 y 3 5 6 . 7 3 ROUMAGNAC, 1 9 1 2 , pp. 1 3 - 1 4 . L a cr í t ica a los excesos f r e n o l ó g i c o s ya

se encuentra e n Rafael S a l d a ñ a , " P r ó l o g o " , en MARTÍNEZ BACA y VERGARA, 1 8 9 2 , p. VII.

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influencias que en el individuo criminal o delincuente han ejercido la herencia, la educación y el medio [... ]

debido a que en su historia se combinan f e n ó m e n o s de mestizaje con factores religiosos y polí t icos , la falta de edu­cación y el a lcohol i smo. 7 4 De manera semejante, Guerrero dec id ió estudiar la c r imina l idad como u n problema social, en el que los f e n ó m e n o s individuales eran considerados como la evidencia de u n a condic ión general . 7 5 E n lugar de limitarse a las observaciones f í s ionómicas y craneométr icas , los especialistas mexicanos d e b í a n aventurarse en las som­brías profundidades de l c r imen y el vicio y, en palabras de Lara y Pardo, "mirar atentamente a ese bajo-fondo social". De la e x p l o r a c i ó n d e b í a n regresar con explicaciones con¬vincentes y soluciones aceptables en el contexto mexicano. 7 6

VISIÓN Y CUANTIFICACIÓN DE LA SOCIEDAD

DOS elementos otorgan una clara part icular idad al discur­so científico construido alrededor de las anomal í a s sociales capitalinas. El p r i m e r o es la flexible, aunque doctr inar ia , c o m b i n a c i ó n de teor ías y precedentes extranjeros con la voluntad empirista de penetrar en las profundidades de l submundo capital ino. E l segundo elemento es el esfuerzo del iberado por l igar observaciones y conclusiones con la reforma m o r a l de los mexicanos. La objetividad científ ica, en otras palabras, n o entraba en confl icto con la aproba­ción de l proyecto pol í t ico y social porfirista, y d e b í a esfor¬zarse p o r relacionar los aspectos individuales y sociales de las p a t o l o g í a s sociales mexicanas. E n los pár ra fo s que siguen descr ib i ré la impor tanc ia de las percepciones visua­les y cuantitativas dent ro de este discurso. Como trataré de

7 4 ROUMAGNAC, 1912, pp. 15-27, 54 y 59-60. 7 5 GUERRERO, 1901, p .x . 7 6 M A R T Í N E Z BACA y VERGARA, 1892, p. 9 y MACEDO, 1897, p. 37. Para u n a

d e c l a r a c i ó n p r o g r a m á t i c a sobre esta i n c u r s i ó n , v é a s e GAMBOA, 1922b, p. 186; L . G . Rub in , "Los dos grandes males", en El Bien Social (mayo 1900), p. 1, y LARA Y P A R D O , 1908, pp. VII-VIII.

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mostrar, la m e t o d o l o g í a del acercamiento científico a la c r imina l idad capitalina fue m á s allá de l interés por explo­rar i m á g e n e s sombr ía s y explicar estadíst icas impresionan­tes. La art iculación c r imino lóg ica de estas percepciones se const i tuyó en u n rasgo central de las ideas sobre la socie­dad urbana y el papel de l estado a fines de l porf i r ia to .

Los observadores de la cr iminal idad mexicana aceptaban de entrada que el reconocimiento visual era fundamental para el estudio de las pa to log ía s sociales y permit ía , me­diante descripciones gráf icas desarrollar las explicaciones sociales antes mencionadas. E n 1897, Macedo estructuró su anális is de la cr iminal idad nacional alrededor de sus obser­vaciones personales. Su ref lexión se basaba en la premisa de que una mirada educada al aspecto exterior de los habi­tantes de la c iudad era suficiente para clasificarlos, ya que p e r m i t í a "con una a p r o x i m a c i ó n bastante para muchos actos de la vida [conocer] su grado de cu l tura y de morali¬dad , y su c o n d u c c i ó n e c o n ó m i c a " . La división entre perso­nas "de levita, de chaaueta v de camisa" formulada por Macedo, iba m á s al lá de la mera e x p r é s ó n de u n lugar c o m ú n : su efectividad se deriva de su s implicidad, y de la i r rebat ib le evidencia de su carácter visual . 7 7

Macedo explicaba la c r imina l idad de las clases bajas capitalinas por su falta de interés p o r las comodidades ma­teriales, al contrar io de la in terpre tac ión del c r imen como p r o d u c t o de la pobreza, que e x p r e s a r í a m á s tarde Rou-magnac. Para probar lo , descr ib ía las condiciones en que sobrevivirían esos grupos:

Nuestro pueblo está acostumbrado a pasar la vida de cualquier manera, con habitación o sin ella, vestido o desnudo, sin nece­sidad de alimentarse sino lo estrictamente indispensable para no perecer de inanición. Como habitación, le basta un abrigo cualquiera contra la intemperie, aunque sea húmedo, falto de ventilación y malsano: cuando mejor alojado está, su mobilia­rio se reduce a un petate, que lo mismo sirve de estera para las reuniones domésticas que de lecho; su traje se reduce a la camisa y al calzón de manta, insuficientes como abrigo e in-

7 7 MACEDO, 1897, pp. 4, nota, 16 y 20.

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suficientes también para cubrir decentemente sus carnes, llegando cuando más a tener una frazada que funciona alter­nativamente como cobertor del lecho y como abrigo personal,

amorosas que se desarrollan en plena calle.7 8

Estas descripciones de los espacios encerrados donde se incubaba la cr imina l idad fueron u n tema recurrente del discurso por f i r i ano sobre la sociedad. Nueva Era denun­ciaba en 1912 a las vecindades como espacios cerrados, focos de infección y de cr imen, donde n i los gendarmes se atrevían a entrar . 7 9 Para explicar el or igen ps icológico de la cr imina l idad , Lara y Pardo recurr í a en 1908 a una descrip­ción semejante de l in te r io r de los cuartos de vecindad:

Dentro de las cuatro paredes del cuarto único, han pasado noches de ebriedad y de lujuria, los padres, los hermanos, los amigos y los amantes. No es raro que el padre, con la mente enturbiada por el alcohol, vaya, voluntaria o involuntaria­mente, a acariciar a la hija, en vez de la amante [...] 8 0

A l b e r t o J. Pañi , años m á s tarde, re i teró los rasgos cen­trales de esa descr ipc ión . E n La higiene en México señaló a "las casas de vecindad de M é x i c o [albergue de la mayor ía aplastante de la p o b l a c i ó n m e t r o p o l i t a n a ] " como 'Verda­deros focos de infección física y m o r a l [ . . . ] el teatro cons­tante de todas las miserias, de todos los vicios y de todos los c r í m e n e s " . 8 1 Pobreza, hacinamiento, desnudez, incesto: las descripciones evocaban, y por lo tanto, buscaban el presti­gio de las miradas con que los observadores de los barrios obreros de Francia de mediados de siglo XIX, h a b í a n esta­blecido las bases de u n discurso soc io lógico asociado con la discipl ina industrial . La "nueva mirada" (que no nueva rea-

7 8 M A C E D O , 1 8 9 7 , pp. 1 4 - 1 5 . 79 Nueva Era ( 9 j u l . 1 9 1 2 ) , p. 4 . 8 0 L A R A Y PARDO, 1 9 0 8 , pp. 1 2 0 - 1 2 1 . 8 1 PAÑI, 1 9 1 6 , p. 1 1 1 y descripciones en pp. 2 2 1 y ss.

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l idad) establecida p o r los funcionarios y escritores bur­gueses buscaba las causas de los males sociales en esos espa­cios encerrados. Convertidas en u n t ó p i c o l i t e ra r io frecuente, y d e s p u é s , adoptadas por socialistas como Blanc y J a u r é s , estas descripciones t ambién a lud ían a la fal­ta de muebles y frazadas, al incesto y la d e g e n e r a c i ó n de las moradas proletarias. Las escenas de inmora l idad y hacina­miento se re fer ían al pel igro potencial de una clase obre­ra en la cual las distinciones entre trabajo y hogar, las esferas de los hombres y de las mujeres, los l ímites de la conducta ordenada y la indiscipl ina, pa rec í an borrarse. 8 2

Sin embargo, la r e c u p e r a c i ó n de estos tóp icos no es u n mero anacronismo del pensamiento social "per i fér ico" en M é x i c o Hacia fines de siglo según el análisis de Tudith Walkowitz, t ambién en Londres los "exploradores urbanos" Victorianos penetraron en las habitaciones de los Dobres para d e n u n d a r escenas de la m á s abyecta d e g e n e r a c i ó n ' Los escritores y lectores londinenses de clase media, al igual aue los mexicanos buscaban redef inir el mana urba­n o , segregando los espacios de la pobreza. 8 3

Afín a esta perspectiva social, Ju l io Guerrero fue sin em­bargo m á s a f o n d o en la necesidad de apoyarse en el sen­t ido de la vista, y llevar la observac ión m á s allá de los espacios encerrados. Su descr ipc ión de las condiciones de las clases pobres capitalinas se detiene u n paso antes de igualar hac inamiento y pervers ión sexual:

Basta ver el hacinamiento en que todavía vive el populacho [.. .] Las pocilgas inmundas de los barrios, con piso húmedo de tierra, techo de tejamanil sujeto con pedazos de tepetate, paredes de adobe ahumado, y si más menaje que las tres pie­dras del nahoa primitivo, con que forman su hogar [ . . . ] s i

El ú l t imo grado de la inmora l idad no res id ía en esas habitaciones, sino que p e r t e n e c í a a la vida de la clase m á s

8 2 V é a s e REDDY, 1 9 8 4 , cap. 6 y SCOTT, 1 9 8 8 , pp. 1 4 9 - 1 5 1 . 8 3 W A L K O W I T Z , 1 9 9 2 , pp. 2 6 - 2 8 . 8 4 GUERRERO, 1 9 0 1 , p. 1 3 7 .

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baja en la clasificación de Guerrero: aquellos que no tenían m á s morada que las calles, "y duermen en los d o r m i t o ­rios públ icos , hacinados en los portales, en los quicios de las puertas; en los escombros de casas en cons t rucc ión" . Víct imas de la peor pobreza, lo demuestran en los "andra­jos" que visten, y en el haber "perdido el pudor de la mane­ra m á s absoluta" y sucumbido a la "promiscuidad sexual". 8 5

Se trata, por lo tanto, de establecer una mirada com­prensiva v global, del paisaje m o r a l de la c iudad de M é x i c o . Observar el c r imen con distancia, pero con prec i s ión, obl i ­gaba a def inir las posibilidades metodo lóg i ca s de la mirada Desde su perspectiva cr iminológ ica , Guerrero evocó dos ideas cuvo prestigio renovaría la literatura posrevolucionaria: la transparencia de l aire en la Mesa Central , y el contraste entre la l impidez celestial y la oscuridad de los bajos fon­dos en la capital. Las siguientes l íneas dan idea de la tens ión entre el lenguaje científ ico y la descr ipc ión de la mirada:

C u a n d o l a l luv ia lava e l po lvo d e l a a t m ó s f e r a , los a rbo lados d e l a n á h u a c n o se o s tentan c o m o e n otras partes e n s imple s m a n ­c h a s de v e r d u r a , s ino e n f rondas d e follajes m a t i z a d o c o n los to­nos de sus distintos t é r m i n o s y c o n contornos precisos de los tron­cos, r a m a s y s enos de las u m b r í a s . L o s perf i les de las casas se d ibu jan blancos, amari l lentos , azulosos o grises, s e g ú n su mater ia l y p i n t u r a ex ter ior ; p e r o c o n l í n e a s tan netas c o m o las q u e tra­zara u n dibujante e n sus d i s e ñ o s : los campanar io s t i enen cornisas destacables, perfiles sus c ruce s y r ebordes sus c a m p a n a s [. . .] D e ­b i d o a esta a t m ó s f e r a d i á f a n a y l u m i n o s a s o n grandiosas las pers­pectivas d e l V a l l e , p u e s los detal les se p e r c i b e n c o n c l a r i d a d [... ] E n e l f o n d o d e l O r i e n t e se des taca e l c ó n i c o P o p o c a t e p e t l y e l I z ü a z i h u a ü c o n e l s u d a r i o d e n ieve q u e ba ja a su e n o r m e fa lda [. . .] A m b o s colosos se t i ñ e n d e rosa , c u a n d o e l S o l p o r l a d e n ­te l lada c u m b r e d e l P o n i e n t e d a luces pos tumas [.. . ] 8 6

El contraste f o r m a parte de esa nit idez. La luz de Méxi­co revela t a m b i é n que "muchos hombres, de los barrios sobre todo, son m u y feos", y muestra "el cenegal negro y

8 ^ GUERRERO, 1 9 0 1 , pp. 1 5 8 - 1 5 9 . 8 6 G U E R R E R O , 1 9 0 1 , pp. 4 6 - 4 8 .

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grumoso de atarjeas descubiertas, las ropas de u n pueblo sucio". La consecuencia se refleja en ciertos rasgos psíqui­cos mexicanos: "el sentimiento de l r idículo y el aticismo c i t ad ino de nuestro pueblo : alegre y b u r l ó n en t iempo de aguas; b u r l ó n y sanguinario en el de secas".87

E l dato geográ f i co fundamenta l para Guerrero era, en efecto, la ligereza y sequedad del aire de l valle. Por eso, las i m á g e n e s adqu i r í an contornos m á s precisos y alcanzaban distancias enormes; por eso t ambién , el a lcohol tenía efec­tos m á s fuertes y la gente era m á s i r r i tab le . La agudeza de los contrastes ya formaba parte de la fisiología de l arte nacional : Guerrero c o m p r o b ó experimentalmente que los ojos de los pintores mexicanos eran m á s sensibles que los de sus colegas de otros países . E l f e n ó m e n o explica­b a las buenas ventas de las vistas fotográf icas del valle de M é x i c o en Estados Unidos y Europa, y el éx i to de pintores c o m o J o s é Mar í a Velasco, cuya per fecc ión a s o m b r ó al p ú b l i c o de la Expos i c ión Universal de 1889. La cr iminolo­g í a mexicana, en suma estaba obligada a acercarse a su objeto con los ojos b ien abiertos Sin embargo ¿ c ó m o con­c i l iar el detalle e m p í r i c o con el prestigio de la ciencia?

Las cert idumbres de la estadíst ica eran el complemento de la i n t i m i d a d visual. A l comenzar su l i b r o de entrevistas c o n criminales, Roumagnac h a b í a contrastado la compa­s ión de la observación directa de l c r imen con la frialdad de las estadíst icas criminales. La efectividad retór ica de las es tadís t icas como ins t rumento del saber sobre el c r imen se derivaba, e n efecto, de su aparente ob je t iv idad , que contrastaba con la subjetividad imputable a la perspectiva visual. La in formación presentada en forma de tablas, gráfi­cas, clasificaciones o enumeraciones, era u n o de los testigos m á s convincentes del progreso alcanzado por el r é g i m e n . 8 8

" G U E R R E R O , 1 9 0 1 , p. 5 3 . 8 8 " L a e s t ad í s t i ca en 1 8 5 3 y 1 9 2 4 " , en Boletín del Departamento delaEsta-

dística Nacional, n : l , 1 1 (mayo 1 9 2 4 ) , p. 2 3 y BARRERA LAVALLE, 1 9 1 0 . E n un contexto semejante, la Italia r e c i é n unificada, la c r i m i n o l o g í a contri­b u y ó a la "avalancha de n ú m e r o s " que "buscaba calcular y por lo tanto describir u n a s i t u a c i ó n nacional , comprender la de u n a manera i d e o l ó ­gica y t a m b i é n espacial", PICK, 1 9 8 6 , p. 6 3 .

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N o en vano autoridades federales y locales, así como orga­nizaciones independientes, comenzaron a recopilar datos s istemáticos sobre la e c o n o m í a y la pob lac ión a part ir de las dos ú l t imas d é c a d a s del siglo. La Direcc ión General de Estadíst ica , el Consejo Superior de Salubridad y la Socie­dad Mexicana de Geogra f í a y Estadís t ica fueron de las p r i ­meras instituciones en publicar esa i n f o r m a c i ó n . 8 9

Las estadíst icas de la c r imina l idad en la capital se pub l i ­caron desde 1890, aunque no fueron constantes en sus fuentes n i en su m é t o d o . Las cifras p o d í a n estar basadas en informaciones policiales (que contaban los arrestos), jud i ­ciales (contaban procesados y sentenciados) o carcela­rias (enumeraban la p o b l a c i ó n de las cá rce le s ) . 9 0 En 1906, Roumagnac las declaraba inútiles, por su falta de precis ión y sistema. 9 1 N o obstante, los datos existentes le permi t í an comparar a la c iudad d é M é x i c o con Montevideo, París , Roma v L o g r o ñ o , y observar que la capital mexicana era la que ten ía mayor índice de delitos de sangre por habitan­te . 9 2 La asoc iac ión de distribuidores de pulque acusaba a las estadíst icas de l c r imen citadas, para culpar a esa bebi­da de l del i to , de inexactas v oscuras, pero r e c o n o c í a la ne­cesidad de explicar el f e n ó m e n o que registraban. 9 3

A pesar de las críticas, nadie negaba que la cr iminal idad y el a lcoholismo eran problemas que se e x t e n d í a n rápida­mente . La impre s ión de u n crecimiento c r i m i n a l se volvió m á s acentuada en los ú l t imos a ñ o s del siglo. E n 1882, la comi s ión encargada de preparar el proyecto para una nue­va peni tenc iar ía s u p o n í a que la c r imina l idad no estaba cre-

8 9 Sobre la r e c o p i l a c i ó n e s t ad í s t i ca como objeto del in te ré s p ú b l i c o , v é a s e La Voz de México ( 1 1 sep. 1 8 9 7 ) , p. 3 y GONZÁLEZ NAVARRO, 1 9 7 0 ,

pp. 4 -5 y 7 . 90 Dirección General de Estadística, 1 8 9 0 y Cuadros, Ministerio P ú b l i c o del

Distrito y Territorios Federales, 1 9 0 0 - 1 9 0 9 . 9 1 R 0 U M A G N A C , 1 9 0 7 , P . 5 . 9 2 R O U M A C N A C , 1 9 0 7 , pp. 2 8 - 3 1 . 93Junta General del Ramo del Pulque, 1 8 9 6 , pp. 3 y 8 . Para u n ejemplo

de las e s t ad í s t i ca s usadas para demostrar la culpabilidad del pulque, véa­se el discurso de Lu i s Vidal y F lor en la C á m a r a de Diputados en 1 9 1 3 , en ARENAS GUZMÁN, 1 9 6 2 , p. 7 6 8 .

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ciendo en M é x i c o debido a que había cada vez más traba­jos disponibles, la población era cada vez más educada, la policía y el sistema judicial eran más eficientes, y la estabi­lidad política había superado la desmoralización causada por las guerras civiles.94 Pero el optimismo no duró mucho. E n 1890, los jueces correccionales de la capital se quejaban de que los arrestos amenazaban superar la capacidad de las cortes para resolver todos los casos. En 1896, 29 729 "borra­chos escandalosos" fueron arrestados. De acuerdo con el procurador de justicia del Distr i to Federal, en 1897 8108 individuos fueron encontrados culpables, pero en 1909 la cifra se elevó a 16318. La mayoría de esos delitos implica­ban violencia contra las personas- entre 1885-1895 78 2% de los crímenes consignados pertenecían a esa categoría Los homicidios también parecían crecer fuera de todo control: fueron 179 acusados en 1891 y 481 en 1895. En 1897, Mace-do reflexionaba- "Aterroriza pensar en el estado moral de una ciudad cuyas aprehensiones iguala y aun superan cada diez años la cifra de sus habkante¡" y en la que eí crimen es una "marea ascendente" 9 5 La percepción que prevaleció hasta e l f ina lde l porfiriato fue de 2faumento constante de la criminalidad con p ^

^ ^ T d ^ ^ b ^ ^ ^ ^ ^ Z T d T ^ i S i a u m e n C ™

ascenso en la^frecuencia de "a activuSd dedictiva El túlo momento de c l a r T d l ^ entre 188?1885 d l S m m U C 1 ° n comprendido entre

9 4 "Sobre el n ú m e r o y clase de presos", pp. 32-34. Para u n a r e s e ñ a de los trabajos y la c o m p o s i c i ó n de la c o m i s i ó n , v é a s e " R e s e ñ a h i s t ó r i c a de la c o n s t r u c c i ó n de la P e n i t e n c i a r í a de M é x i c o l e í d a en la ceremonia inaugural por el s e ñ o r secretario de gobierno del Distrito Federal licen­ciado don Á n g e l Z i m b r ó n " , en Boletín del Archivo General de la Nación: La Penitenciaría de México, v:4 (1981-1982), p. 46.

9 5 M A C E D O , 1897, pp. 23-24. 96La Voz de México (18 ene. 1890), p. 2; MACEDO, 1897, pp. 5, nota, 17

y 43 y Cuadros, 1900, pp. 122-123 y 1909, p. 5.

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D i s e ñ a d a para conf i rmar el opt imismo del progreso, la observación estadística se volvió contra su objetivo or ig ina l , al mostrar la d i m e n s i ó n creciente de l del i to . Sin embargo, esto no la desp lazó de su puesto central en la cons t rucc ión del discurso sobre el c r imen en la ciudad. Por el contrar io , al sugerir las posibilidades terroríf icas de l crecimiento de las pa to log ía s sociales, las estadíst icas contr ibu ían a situar a los observadores científ icos de l c r imen en u n lugar cen­tral de l discurso m á s ampl io que las minor ía s capitalinas elaboraron sobre la p r o b l e m á t i c a sociedad urbana.

La creencia en la capacidad de la estadíst ica para trans­formar la sociedad y controlar la cr iminal idad se tradujo en el afán ( c o m ú n a todos los exponentes de l discurso sobre la cr iminal idad) por clasificar a los mexicanos. Basado en sus investigaciones ana tómicas , Lombroso hab ía postulado la existencia de "t ipos" criminales (bá s i camente "natos", "enajenados" y "ocasionales"). 9 7 E n el contexto mexicano, la clasif icación se es tablec ió directamente en el nivel social del f e n ó m e n o , enfatizando sus implicaciones raciales. Las estadísticas de la c r imina l idad ya es tablec ían la división pr inc ipa l entre criminales y honestos, de acuerdo con la premisa formulada p o r F e r r r "el h o m b r e c r imina l , p o r sus anomal í a s o rgán ica s y ps íqu icas hereditarias y adquiridas en una variedad especial de l g é n e r o h u m a n o " 9 8 La in ten­ción detrás de esta división, en la forma en que la util izaban las autoridades mexicanas, era la de aisla? a la p o b l a c i ó n Deligrosa de la re süe tab le M i g u e l Macedo —cuva clasifi­cación basada en el vestido m e n c i o n é antes— y otros peni-te nciaxistíis de l inearon los instrumentos pa.r¿i controlar las nato loe ías sociales v trataron de organizar el castigo de

de la sociedad mexicana. 9 9

El ins t rumento privi legiado para poner en práct ica estas divisiones eran las instituciones penales. 1 0 0 La penitencia-

9 7 L O M B R O S O , 1895, 3a. parte. 9 8 F E R R I , 1893, p. 22.

" M A C E D O , 1897, pp. 6 y 10. V é a s e H A L E , 1989, p. 216, nota y BUFFING-

TON, 1993, pp. 83-92. 1 0 0 N y d i a E . Cruz Barrera: " E l despliegue del castigo: las penitencia­

rías en M é x i c o " .

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r í a federal de San L á z a r o ligaba con impresionante evi­dencia el castigo y el aislamiento. E n la inaugurac ión , en 1900, Macedo celebraba, d i r i g i éndose al presidente Díaz , que "aquí todo va a ser silencio, qu ie tud casi muerte; al poblarse estos recintos se advert irá apenas que albergan seres vivientes; al perderse el eco de vuestros pasos, comen­z a r á el reinado del silencio y de la sociedad"!»»» El c r imen , e n esta perspectiva, no era tanto u n problema científico - u n f e n ó m e n o que p e d í a ser e x p l i c a d o - , como u n asun­t o administrativo centrado en el c o n t r o l de la p o b l a c i ó n c r i m i n a l . Parado icamente, la p r inc ipa l crítica d i r ig ida a este acercamiento se basaba en el hecho de que las medi­das punitivas no resultaban, s e g ú n lo indicaban las esta­díst icas , en una d i sminuc ión real de la c r i m i n a l i d a d . 1 0 2

Ju l io 'Guer re ro propuso u n a clasif icación cr iminológi­ca de los mexicanos, menos orientada hacia la administra­c i ó n del castigo. Su fundamento era una exp lorac ión de largo alcance en torno a las causas de la cr iminal idad nacio­na l . Guerrero i n t r o d u j o en su expl icac ión la cons iderac ión de la geogra f í a , la ps ico log ía , la historia pol í t ica e incluso la vida privada. A u n q u e c o m p a r t í a con Macedo la percep­c i ó n de una h o n d a separac ión entre las clases sociales, no la s implif icó verticalmente ("alto y bajo", "el pueblo, la cla­se media y la aristocracia"), o de acuerdo con la evidencia visual ("de levita, de chaqueta y de camisa"). En cambio, Guerrero b a s ó su clasif icación en los caracteres y las cos­tumbres de lá vida privada El p u n t o de referencia de su esquema eran las relaciones conyugales: en el extremo i n f e r i o r de la escala se encontraban aquellos individuos entre los que dominaba la promiscuidad v la degenerac ión seguido por aquellos entre los que la pol igamia todavía

1 0 1 Los planes para la nueva p e n i t e n c i a r í a seleccionaron los llanos de A r a g ó n , al este de la ciudad, porque los vientos no t r a e r í a n hacia el la el "miasma" producido por los prisioneros, "memoria sobre la Pe­n i t e n c i a r í a , presentada por el ingeniero J o s é M a r í a Romero" [1882] e n Archivo Genera l de la N a c i ó n , Boletín del Archivo General de la Nación: La Penitenciaría de México, v:4 (1981-1982), pp. 40-41. MACEDO, 1981-1982, p. 18.

1 0 2 R O U M A G N A C , 1912, p. 48 y La Voz de México (2 ene. 1906), p. 1.

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persist ía . Más arriba se encontraban los grupos donde las uniones eran m o n ó g a m a s y permanentes. Los obreros se encontraban en u n lugar in te rmed io de la escala: su disci­p l ina h a b í a sido adquir ida recientemente, pero todavía necesitaban estrecha vigilancia para prevenir sus tenden­cias hacia el robo . En la c ima de esta clasif icación, casi como u n modelo ideal, Guerrero s i tuó a las mujeres de cla­se alta, "la s e ñ o r a decente", c o n d e n s a c i ó n de todas las vir­tudes morales. Esta exquisita "variedad ps íquica de la especie humana" h a b í a heredado las virtudes de l per iodo colonia l , v las h a b í a reforzado durante la "sangrienta épo­ca" de las guerras civiles A u n q u e el modelo se ubicaba entre los grupos educados y urbanos ("nuestras clases directoras") Guerrero evitó establecer una relación de cau­sa y efecto entre clase y v i r t u d 1 0 3 C o m o la mayor ía de los observadores de la c r imina l idad metropol i tana , Guerrero se abstuvo de dar el siguiente naso oue llevaba su explica­c ión social al terreno de las posibles soluciones, debido a aue eso obligaba a una crítica de las condiciones en las oue el progreso por f i r i ano h a b í a empujado a las mayorías po­b r e s ^ u ^ ^ e n r i o r r S S t e ^ K d T t o ^ s o í u c í ó r T f o n d o deTproblema

CONCLUSIONES

Los observadores sociales, u n poco fláneurs y u n poco a n t r o p ó l o g o s , t rataron de establecer una mirada científica de la sociedad, que combinara la impor tac ión de teorías europeas con la observac ión directa de la realidad de la vida cotidiana de las "clases peligrosas". La perspectiva que los observadores sociales construyeron con esas bases bus­caba distinguirse por su carác ter científ ico —aunque ado­leciera de tradicionales prejuicios sobre la naturaleza y el lugar en la sociedad de las clases bajas urbanas. Para juzgar la validez de ese reclamo h a b r í a que situarse en la historia de las ciencias sociales mexicanas, de la que este

1 0 3 G U E R R E R O , 1 9 0 1 , pp. 1 1 1 y 1 5 7 - 1 8 2 .

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ensayo no es m á s que una nota marginal . Me parece sufi­ciente, p o r lo p r o n t o , af irmar que los intentos de estos observadores contr ibuyeron a construir una perspectiva que permit ió organizar el discurso y las percepciones de los f e n ó m e n o s sociales modernos. Este discurso fue u n ins­t r u m e n t o que las minor ías revolucionarias no desecharon, e n sus intentos por reformar la conducta de las mayorías mexicanas . 1 0 4

U n a nota de carácter m e t o d o l ó g i c o p o d r í a derivarse de la lectura de los textos porf ir ianos sobre la cr iminal idad . Entre las ca tegor ía s que parecen d o m i n a r los estudios actuales sobre la impos ic ión de la discipl ina de l trabajo en el M é x i c o m o d e r n o es frecuente la c o m p a r a c i ó n de las práct icas de los reformadores sociales con la de los ingenie­ros: social enmneering-y blue-prints aparecen con demasiada faci l idad en textos historiográf icos recientes. La metáfo­ra sugiere que estos "ingenieros sociales" l legaron con sus planos a u n lote ba ld ío (la sociedad mexicana) y comen­zaron a er ig i r su proyecto de n a c i ó n moderna , ordenada y productiva. Sin embargo, no existía tal lote ba ld ío v los pla­nos no eran proyectos puros simples copias de modelos extranjeros. Las práct icas tanto como los planes de disci­p l i n a social se er ig ieron sobre la base de sinceros (aunque cu l tura lmente distorsionados) esfuerzos p o r conoce? la p o b l a c i ó n que habitaba el lote ba ld ío , s u ¡ característ icas culturales v su probable resistencia a esauemas abstractos Las tensiones que he tratado de describir en las p á g i n a s precedentes muestran oue no se trató de u n Droceso uní-vaco sino de u n difícil d i á logo entre u ton ía s autoritarias V la p e r c e p c i ó n d U e l J o T u Z n l ^ l milTa mcnollS-tos E n lugar de hablar de ^ £ ^ 3 ^ ^ « ^ o c i a í * p a r e c e p o " l o ^ ^ K S ^ ^ d S t o t

(polít icas L S ^ y h ^ ^ T ^ ^ ) ^ d ^ T é ^

BUFFINGTON, 1993 y PICCATO, 1992.

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174 PABLO PICCATO

de u n sistema en el que todos los actores se inf luían recí­procamente. S ó l o d e s p u é s de estudios especí f icos de este t ipo ser ía posible evaluar el éxi to , si lo hubo , de a l g ú n pro­yecto global .

Finalmente, una serie de problemas de j u i c i o se plan­tean d e s p u é s de recorrer el discurso c r imino lóg ico por f i -r iano. N o es n i n g u n a novedad descubrir el racismo y el favoritismo que inspiraba a la mayor ía de estos escritores. Sin embargo, como seña lé varias veces, su act i tud n o pue­de limitarse a la de distante repugnancia frente a las mayo­rías urbanas. Si Macedo propuso regresar a práct icas que parecen m á s afines con la colonia que con la de u n paí s regido p o r la Cons t i tuc ión de 1857, otros como Roumag-nac y Guerrero mostraron genuina curiosidad, rayana en s impat ía por las oscuras masas que eran el objeto de su saber. Paralelamente, si algunos de estos autores se l imita­r o n a aplicar modelos extranjeros para entender los pro­blemas nacionales, la mayor ía de ellos intentó otorgarle a su e x p l o r a c i ó n una d i m e n s i ó n e spec í f i camente nacional . Estas a m b i g ü e d a d e s y distorsiones no me parecen su¬ficiente r a z ó n para, mantener sus esfuerzos en u n olvido condescendiente. A d e m á s de la herencia intelectual que legaron a las siguientes generaciones de estudiosos de la realidad mexicana (herencia de la que sólo era posible de¬sembarazarse mediante u n acercamiento desprejuiciado), sus escritos abren la nuerta nara u n estudio renovado de grupos m a t ^ S ^ b a ^ q ^ i Z a pesar de l a ^ t o r i -d ^ T i Z S » porfirianas f o Z I b a n u n a parte toSr-

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