misiÓn en el dovio-valle-colombia
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1965 –2015
GRAN MISIÓN EUCARISTICA
PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL
CARMEN
EL DOVIO—VALLE 26-31 DE OCTUBRE DE 2014
PAPA FRANCISCO
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El verdadero encuentro con Jesús en la
Eucaristía y en su prolongación en el
Sagrario nos debe llevar al encuentro
del hermano, a la búsqueda de quien no
conoce o no ha tenido la posibilidad de
descubrir en su vida la presencia de
Dios Salvador que sigue cumpliendo su
promesa de “estar con nosotros todos
los días hasta el fin del mundo”, porque
quien se encuentra con él no puede ha-
cerse insensible a la necesidad del que
sufre, del que tiene hambre y sed de
Dios. El ardor misionero brota de la
experiencia vivida a los pies del Maes-
tro en el Sagrario y surge el afán incon-
tenible de “llevar almas a Jesús” como
lo vivió María Emilia Riquelme.
Podríamos decir que nuestro espíritu
misionero es el termómetro para medir
la calidad de nuestro encuentro con
Jesús.
Nuestro testimonio y estilo de vida tiene
que ser como un imán para que muchos
se acerquen a Dios, para que muchos le
amen y le busquen intensamente, para
que muchos se auto trasciendan y en-
cuentren el verdadero sentido de la vi-
da.
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ORACIÓN DE LA HUMILDAD
“Jesús mío, por tu amor, por tu infinita misericordia, dame un poquito
de luz, QUE YO TE CONOZCA Y ME CONOZCA A MI, aunque tenga mucho que sufrir.
Que yo sea buena (o) y te busque en todo sólo a Ti, que yo sea sen-cilla (o) y chiquita (o), que no busque más que esconderme en todo
y siempre. Jesús mío, dame la humildad y dulzura de tu Corazón, dime lo que tengo que hacer y lo que tengo que hablar, dímelo todo Jesús mío; hazme muy dócil, y que voluntariamente no te desagrade nunca.
Jesús mío, yo no puedo nada, pero Tú lo puedes todo. Ayúdame, no me dejes, dame rectitud en todo.
Haz que te ame mucho. Jesús mío, soy tuya (o)”. María Emilia Riquelme y Zayas
30-X-1922
ORACIÓN PARA PEDIR LA BEATIFICACIÓN DE MARÍA EMILIA RIQUELME Y ZAYAS
Oh Dios, Tú
que pusiste en el mundo la fuerza del Evangelio como fermento de renovación,
por la intercesión de la Santísima Virgen María concede a todos los fieles,
poder cumplir tu Voluntad, para instaurar tu reino, como lo hizo de manera admirable la
Sierva de Dios María Emilia Riquelme y Zayas, con fervor eucarístico, pasión misionera
y amor preferencial por los pobres. Por Jesucristo nuestro Señor.
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El milagro eucarístico de Bruselas. Un rico banquero, llamado Jonatás,
que vivía en Enghien y que era contrario a la religión católica, consiguió
por dinero y por mediación de un joven, Juan de Louvain, falsamente
convertido al cristianismo, hacerse con un copón robado en una iglesia
de Bruselas y que contenía varias Hostias consagradas. Después de
este hecho, Jonatás fue asesinado tan sólo dos semanas después en
circunstancias misteriosas.
Su viuda decidió deshacerse de las Sagradas Formas al pensar que la
muerte de su esposo fue un castigo de Dios. Se las dio a unos amigos
de su marido, que también odiaban la religión católica. Ocho de ellos
tuvieron una reunión el día 4 de abril de 1370, que era Viernes Santo,
y, habiendo colocado las Hostias sobre una mesa, las pincharon con
puñales. Entonces salió de ellas sangre milagrosa y cayeron de espaldas
los sacrílegos. Espantados, decidieron vender las hostias a un adinera-
do mercader católico. El mercader fue inmediatamente a contarle lo
sucedido al párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de la Chapelle, en
Bruselas. El sacerdote guardó las Sagradas Formas y poco después, las
trasladó en medio de una gran procesión solemne a la Catedral de San-
ta Gúdula.Tres de las hostias milagrosas se conservan aún en la Cole-
giata de Santa Gúdula, en Bruselas, encerradas en una Custodia de
extraordinaria belleza y arte, que se lleva solemnemente todos los
años por las calles de la capital en una imponente manifestación de fe,
denominada la Procesión del Santísimo Sacramento del Milagro. En la
Catedral de Bruselas podemos observar muchísimos testimonios artís-
ticos que hablan del milagro eucarístico sucedido en 1370. Las vidrie-
ras de colores que la adornan representan la historia del milagro.
NOVENA Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoramos y bendeci-mos como fuente de todo bien. Te suplicamos que te dignes GLORIFI-CAR A TU SIERVA MARIA EMILIA RIQUELME y nos concedas por su intersección la gracia que necesitamos si es conforme a tu divina volun-tad. Te lo pedimos por los méritos infinitos del Corazón Eucarístico de Jesús. Amén Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén (Tres veces). Corazón Eucarístico de Jesús, ten misericordia de nosotros. Nuestra Señora del Santísimo Sacramento y Reina de las Misiones, ruega por nosotros.
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DOMINGO 26 DE OCTUBRE
EUCARISTIA DE ENVIO: 6 Y 30 PM
REUNIÓN DE BIENVENIDA: 7 Y 30PM
HORARIO
LUNES 27 –MARTES 28 Y MIERCOLES 29,
JUEVES 30 Y VIERNES 31
ORACION :8AM
DESAYUNO: 8 Y 45AM
VISITAS DOMICILIARIAS: 9 Y 30AM –12 Y 3O
ALMUERZO: 1PM
VISITAS DOMICILIARIAS: 2.30PM - 4 y 30PM
COMIDA: 5PM
ROSARIO Y VISPERAS: 5 Y 40PM
EUCARISTIA: 6 Y 30PM
ASAMBLEAS FAMILIARES: 7 Y 30PM
EL JUEVES 30 DE
OCTUBRE
ADORACION AL
SANTISIMO SA-
CRAMENTO:8PM
VIERNES 31 CLAUSURA DE LA MISION EN LA EU-
CARISTIA DE 6 Y 30PM.
SEGUIDAMENTE EVALUACIÓN DE LA MISIÓN.
“ID AL MUNDO ENTERO Y ANUNCIAD QUE JESUS ESTÁ VIVO EN EL
SAGRARIO”
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VISITAS A LAS FAMILIAS
SALUDO PRESENTACIÓN TEMA: LA EUCARISTIA LLENAR INFORMACIÓN DESPEDIDA
LA EUCARISTIA
Jesucristo instituyó la Eucaristía en la última Cena Lectura del texto Bíblico Mateo 26, 26-29 "Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros" (Rom 8,34), está pre-sente de múltiples maneras en su Iglesia (LG 48)... pero, "sobre todo, (está presente) bajo las especies Eucarísti-cas" (SC 7). "El modo de presencia de Cristo bajo las especies euca-rísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella 'como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los otros sacramentos' (Sto. Tomás). En el santísimo sacramento de la Eucaristía están 'contenidos verdadera, real y subs-tancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguien-te, Cristo entero" (Cc. de Trento). Esta presencia se de-nomina "real", no a título exclusivo, como si las otras pre-sencias no fuesen "reales", sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre se hace totalmente presente. Esta presencia real de Cristo en la Eucaristía es la que justifica el culto de adoración a Él, durante la misa y luego prolongando esta adoración al Santísimo Sacramento.
“Jesús Eucarístico llama a la puerta de tu corazón, no vaciles,
abre pronto”. María Emilia R.
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San Antonio y la mula
Predicaba San Antonio de Padua en Rímini (Italia). Allí los herejes pata-
rinos habían desfigurado el dogma de la presencia real, reduciendo la
E u c a r i s t í a a u n a s i m p l e c e n a c o n m e m o r a t i v a .
Antonio, en su predicación, ilustró plenamente la realidad de la presencia
de Jesús en la Hostia Santa. Mas los jefes de la herejía no aceptaban las
razones del Santo e intentaban rebatir sus argumentos. Entre ellos, Bon-
villo, que era el principal y se hacía el sabiondo, le dijo:
-Menos palabras; si quieres que yo crea en ese misterio, has de hacer el
siguiente milagro: Yo tengo una mula; la tendré sin comer por tres días
continuos, pasados los cuales nos presentaremos juntos ante ella: yo con
el pienso, y tú con tu sacramento. Si la mula, sin cuidarse del pienso, se
arrodilla y adora ese tu Pan, entonces también lo adoraré yo.
Aceptó el Santo la prueba y se retiró a implorar el auxilio de Dios con
oraciones, ayunos y penitencias. Durante tres días privó el hereje a su
mula de todo pienso y luego la sacó a la plaza pública. Al mismo tiempo,
por el lado opuesto de la plaza, entraba en ella San Antonio, llevando en
sus manos una Custodia con el Cuerpo de Cristo; todo ello ante una multi-
tud de personas ansiosas de conocer el resultado de aquel extraordina-
rio compromiso contraído por el santo franciscano. Encaróse entonces el
Santo con el hambriento animal, y, hablando con él, le dijo: En nombre de
aquel Señor a quien yo, aunque indigno, tengo en mis manos, te mando que
vengas luego a hacer reverencia a tu Creador, para que la malicia de los
herejes se confunda y todos entiendan la verdad de este altísimo sacra-
mento, que los sacerdotes tratamos en el altar, y que todas las criaturas
están sujetas a su Creador.
Mientras decía el Santo estas palabras, el hereje echaba cebada a la
mula para que comiese; pero la mula, sin hacer caso de la comida avanzó
pausadamente, como si hubiese tenido uso de razón, y, doblando respe-
tuosamente las rodillas ante el Santo que mantenía levantada la Sagrada
Hostia, permaneció en esta postura hasta que San Antonio le concedió
licencia para que se levantara. Bonvillo cumplió su promesa y se convirtió
de todo corazón a la fe católica; los herejes se retractaron de sus erro-
res, y San Antonio, después de dar la bendición con el Santísimo en me-
dio de una tempestad de vítores y aplausos, condujo la Hostia procesio-
nalmente y en triunfo a la iglesia, donde se dieron gracias a Dios por el
estupendo portento y conversión de tantos herejes.
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SANTO ROSARIO Misterios de gozo (Lunes y Sábado) 1. La Encarnación del Hijo de Dios (Lucas 1:26-38). 2. La Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel (Lucas 1:39-53). 3. El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén (Lucas 2:6-19). 4. La Presentación del niño Jesús en el templo. (Lucas 2:22-40). 5. El Niño perdido y hallado en el Templo (Lucas 2:41-52). Misterios de luz ( Jueves) 1. El Bautismo de Jesús en el río Jordán (Mt 3, 17 par.) 2. La autorrevelación en las bodas de Caná (Jn 2, 1-12), 3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión (Mc 1, 15), (Mc 2. 3-13; Lc 47-48), 4. La Transfiguración del Señor ( Lc 9, 35 par.) 5. La institución de la Eucaristía en la última cena (Jn13, 1) Misterios de dolor (Martes y Viernes) 1. La Oración de Jesús en el Huerto (Mateo 26:36-41). 2. La Flagelación del Señor (Juan 18:36-38; 19:1). 3.La Coronación de espinas (Marcos 15:14-17; Mateo 27:24-30). 4. La Cruz a cuestas que llevó Jesús (Juan 19:17; Lucas 9:23). 5. Jesús muere en la Cruz (Juan 19:25-30). Misterios de gloria (Miércoles y Domingos) 1. La Resurrección del Señor (Marcos 16:6-8). 2. La Ascensión del Señor (Mateo 28:18-20; Hechos 1:9-11). 3. La Venida del Espíritu Santo (Hechos 2:1-4). 4. La Asunción de Nuestra Señora. 5. La Coronación de María Santísima.
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ADORACION AL SANTISIMO SACRAMENTO LEER TEXTO: Juan 4, 24
Adorar a Jesucristo en el Santísimo Sacramento es la respuesta
de fe y de amor hacia Aquel que siendo Dios se hizo hombre,
hacia nuestro Salvador que nos ha amado hasta dar su vida por
nosotros y que sigue amándonos incansablemente. Es el recono-
cimiento de la misericordia y majestad del Señor, que eligió el
Santísimo Sacramento para quedarse con nosotros hasta el fin
de mundo.
La Eucaristía es el mayor tesoro de la Iglesia ofrecido a todos
para que todos puedan recibir por ella gracias abundantes y
bendiciones. La Eucaristía es el sacramento del sacrificio de
Cristo del que hacemos memoria y actualizamos en cada Misa y
es también su presencia viva entre nosotros. Adorar es entrar en
íntima relación con el Señor presente en el Santísimo Sacramen-
to.
“LA EUCARISTIA ES EL PARAISO DE LA
TIERRA”. MARIA EMILIA RIQUELME
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TEMA 1. ASAMBLEA FAMILIAR
ORIGEN DE LA EUCARISTIA CANTO: doce hombres u otra
La riqueza inagotable de este sa-cramento se expresa en los distin-tos nombres que se le da: Eucaristía: de origen grie-
go "Eukharistia", significa "acción de gracias". Esta palabra recuerda las bendiciones judías que procla-man las obras de Dios: la creación, la redención, la santificación. (cfr. Lc. 22,19; 1 Co 11,24; Mt 26,26; Mc 14,22). Banquete del Señor: porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión ( 1 Co 11,20). Fracción del Pan: porque este rito fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan. Con esta expresión los prime-ros cristianos designaron sus asambleas eucarísticas. Con él quiere significar que todos los que comen de este único Pan partido, que es Cristo, entran en comunión con Él y forman un solo cuerpo en Él ( cfr. Mt 14,19; 15,36; Mc 8, 6-19; Hch 2,42.46; 20, 7.11; 1 Co 10, 16-17).
Asamblea Eucarística: porque la Eucaristía es celebrada en la
asamblea de los fieles, expresión visible de la Iglesia. ( Cf 1 Co 11, 17-3)
Santo Sacrificio: porque actualiza el único sacrificio de
Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia (Cfr. Hch 13,15; Sal 116, 13.17; 1 Pe 2,5)
Comunión: porque por este sacramento nos unimos a Cristo
que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (Cfr. 1 Co 16-17). Santa Misa: porque cuando la Eucaristía se celebraba en
latín se despedía a la gente diciendo "IteMissaest", que habla del envío a cumplir con la voluntad de Dios en su vida. De la misión.
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Los santos han vivido en profundidad el encuentro con Je-
sús en la Eucaristía.
Hay una mujer que está en proceso
de beatificación, (en proceso para
ser considerada y declarada santa
por la Iglesia) Es ella María Emilia
Riquelme y Zayas. Fundadora de
las Misioneras del Santísimo Sacra-
mento y María Inmaculada.
Fue una mujer española, enamorada totalmente de Jesús
Eucaristía, pasaba hasta tres horas de rodillas ante el Sagra-
rio. El espíritu lleva a María Emilia Riquelme y Zayas, a la
vivencia y profundidad del misterio de la eucaristía…
anhelaba la comunión Sacramental, ni un solo día faltó a la
cita, porque sabía que allí se le daba la vida divina y una
prenda de la gloria futura: Don divino, Regalo inefable,
Pan de fuertes, Pan de santos, Alimento, Remedio y Con-
suelo de la Iglesia peregrinante. Se nota la vivencia Euca-
rística en sus comuniones, en sus adoraciones en su misma
vida.
Cuando hacía la adoración al Santísimo, “prolongación de
la gracia del Sacrificio Eucarístico”, tenía también la cara
encendida, los grandes ojos fijos en la Custodia y el oído
atento como si no quisiera perder sílaba de alguna inefable
conversación: “ES SU HORA DE CIELO, SU RECREO Y
DESCANSO ESPIRITUAL”.
Pidámosle a ella que interceda ante el Señor para que se-
pamos enamorarnos cada día de Jesús Eucaristía.
Si es posible terminar rezando el Rosario.
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TEMA 3 ASAMBLEA FAMILIAR
LA VIRGEN MARIA
María fue el primer sagrario.
Un sagrario viviente.
En su visita a Isabel propició un gran mi-
lagro... (Lc 1, 36-45). María, se dirigió a
casa de Isabel para ayudarla. La Virgen
nazarena lleva consigo al Hijo de Dios en
su vientre.
¡Qué humildad la del Verbo!, que quiso
seguir todos los estadios de desarrollo de
los hombres cuando tomó nuestra natu-
raleza. ¡Qué caridad la de María su madre!, que no se quedó en-
simismada en su embarazo, sino que salió enseguida a ayudar a
la que más lo necesitaba.
“Cuando, en la Visitación, lleva en su seno el Verbo hecho carne,
se convierte de algún modo en « tabernáculo » –el primer « ta-
bernáculo » de la historia– donde el Hijo de Dios, todavía invisi-
ble a los ojos de los hombres, se ofrece a la adoración de Isabel,
como « irradiando » su luz a través de los ojos y la voz de Ma-
ría” (Juan Pablo II)
El sagrario será así para nosotros un embalse amplio que nos
suministra generosamente agua para que beba nuestra alma. De
esta manera, el sagrario será para nosotros refugio e impulso de
nuestra vida. Quien tiene su mente y su Corazón junto a Jesús
en el sagrario no será dejado de su mano ante las tentaciones.
Que la Virgen María nos ayude a acercarnos cada día a su Hijo
Jesús.
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La Nueva Pascua En los Evangelios se establece una estrecha conexión entre la cena eucarística y la fiesta de la Pascua (Mt 26, 2.17. 18-19; Jn 6,4; 11,56; 1 Cor 5,7). Esto nos indica que para los evangelios la Euca-ristía es la nueva Pascua de los cristianos. Sabemos que, en la tradición del Antiguo Testamento, el aconteci-miento de la Pascua se pone en estrecha relación con la salida de Egipto (Ex 12, 21-23). La celebración de la Pascua estaba dedicada a conmemorar lo que Dios hizo con su pueblo al liberarlo de la es-clavitud. (Dt 16,1; Ex 12, 11-14).
Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípu-los para alimentar a la multitud, prefiguran la sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía. El signo del agua convertida en vino en Caná, anuncia ya la hora de la glorificación de Jesús, mani-fiesta el cumplimiento del banquete de bodas en el Reino del Padre, donde los fieles beberán el vino nuevo, convertido en Sangre de Cristo.
En la Pascua de Jesús se vence la esclavitud de la muerte y el pe-cado, abriéndose el camino a la salvación. Si la Eucaristía viene a sustituir para los cristianos lo que era la antigua Pascua para los judíos, el sentido de la Eucaristía es también el de celebrar la libera-ción integral que nos consigue Jesús.
Actualización del sacrificio de Jesús La cena pascual consistía, además, en el sacrificio de un cordero (Ex 12, 1-14. 43-45). El Paralelismo que existe entre Jesús y el cor-dero pascual (Mc 12, 22-24; Lc 22,19s; Jn 19,36; 1 Cor 5,7) nos ha-ce ver que la Eucaristía es la actualización del auténtico sacrificio, en el que Jesús se entrega por los demás.
El carácter de sacrificio de la Eucaristía se halla claramente indicado en las palabras que Jesús pronunció sobre el cáliz, según el evan-gelio de Mateo: "Esta es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón de los pecados" (Mt 26,28). Esta frase evoca el relato en el que Moisés rocía con sangre del sacrificio del Sinaí al pueblo, al tiempo que dice: "Esta es la sangre de la Alianza que el Señor ha hecho con vosotros" (Ex 24,8)
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Cuatro veces encontramos narrada la institución de la Eucaristía, tres en los evangelios: Mt 26, 26-29; Mc 14, 22-23; Lc 22, 19-20 y una vez en la primera carta a los Corintios 11, 23-25. Las cuatro narraciones coinciden en lo esencial: Cristo ofreciendo el pan y el vino a sus apóstoles, les dice que
coman de su cuerpo y beban de su sangre. Los apóstoles y las pri-meras comunidades cristianas aceptaron este hecho.
Cristo dice "hagan esto en memoria mía". Jesús habla de la Nueva Alianza La Celebración Eucarística La Eucaristía o Misa consta de dos grandes partes: Liturgia de la Palabra dividida en: Rito de entrada: los cristianos acuden a un mismo lugar para la
asamblea eucarística alabando y dando gracias a Dios. A su cabeza está Cristo mismo que es el Sumo Sacerdote, su representante es el sacerdote quien preside la celebración y actúa en su nombre. Se comienza con el saludo invocando a la Santísima Trinidad
Acto penitencial: es reconocerse pecadores y pedir perdón a
Dios para disponerse a escuchar su Palabra y a celebrar dignamen-te la Eucaristía constituidos en una comunidad. Incluye el Señor ten piedad y el Gloria, además de la Oración Colecta que expresa gene-ralmente la índole de la celebración con una súplica a Dios Padre, por Cristo en el Espíritu Santo. Liturgia de la Palabra: consta de las lecturas de la Sagrada Escri-tura, seguidas de la homilía que es una reflexión y explicación de la Palabra de Dios. Se recita el Credo o Profesión de Fe y se hace la Oración de los fieles. Liturgia de la Eucaristía, dividida en: Ofertorio: o presentación de las ofrendas que se ponen so-
bre el altar, éstas son el pan y el vino que, junto con la vida del hom-bre se ofrecen a Dios.
Plegaria Eucarística: se da gracias a Dios por la obra de la
salvación y por sus dones, el pan y el vino. Se pide la presencia del Espíritu Santo para que las convierta en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, repitiendo las mismas palabras que Jesús pronunció en la Ultima Cena. Fracción del Pan y el Rito de Comu-
nión: que manifiesta la unidad de los fie-les. Se recita el Padre Nuestro y los fieles reciben el Cuerpo y la Sangre del Señor, del mismo modo que los Apóstoles los recibieron de manos de Jesús.
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PARA COMPARTIR…
1. ¿Qué tan importante es en mi vida espiritual la adoración Eucarís-
tica?
2. ¿Qué obstáculos veo en mi vida para crecer en mi devoción a
Jesús sacramentado?
3. ¿Qué medios puedo poner para que mis visitas al Santísimo sean
una experiencia cada vez más profunda de encuentro con el Señor
Jesús?
De la misma manera, recordemos que el Señor nos ha querido dejar
una Madre que nos acompaña y nos ayuda a acercarnos cada vez
más a su Hijo. Que Ella, como lo decía san Juan Pablo II, «es la
verdadera Arca de la Nueva Alianza, Sagrario vivo del Dios Encar-
nado, nos enseñe a tratar con pureza, humildad y devoción ferviente
a Jesucristo, su Hijo, presente en el Tabernáculo».
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Para empezar necesitamos silencio interior y recogimiento para visi-
tar al Señor Sacramentado. «El silencio -indicaba Benedicto XVI- es
capaz de abrir un espacio interior en lo más íntimo de nosotros mis-
mos, para hacer que allí habite Dios, para que su Palabra perma-
nezca en nosotros, para que el amor a Él arraigue en nuestra mente
y en nuestro corazón y anime nuestra vida». Cuando nos encontra-
mos en presencia de Jesús Sacramentado lo primero es hacer un
acto de fe y tomar consciencia de que Dios está ahí realmente pre-
sente.
¿A quién no le gusta recibir la visita sorpresa de un amigo cercano?
El Señor se alegrará también cuando lo visitemos y tendremos mu-
chos frutos en nuestra vida espiritual.
Tenemos un tesoro en este Municipio, no desaprovechemos todas
las bendiciones y gracias que el Señor nos regala cada que nos
acercamos al Sagrario. El está ahí y nos espera siempre.
A los que no están inscritos los invitamos a que se apunten en este
proyecto de amor: Adorar a Jesús. Es una experiencia maravillosa,
por favor no se la pierdan.
«Yo estoy con ustedes todos los días»
Cuando nos acercamos a Jesús Sacra-
mentado tengamos siempre presente su promesa: «Yo estoy con
ustedes todos los días, hasta el fin del mundo». Es una invitación a
confiar con Él, con alegría, sabiendo que está ahí siempre, paciente,
gozoso, dispuesto a ayudarnos, a escucharnos.
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La Comunión
El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la Eucaristía "En verdad, en ver-dad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en voso-tros" (Jn 6,53). Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este mo-mento tan grande y santo. San Pablo exhorta a un examen de con-ciencia: "Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues ca-da cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo"( 1 Cor 11, 27-29) Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar. Ante la grandeza de este sacramento, el fiel solo puede repetir hu-mildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bas-tara para sanarme". Rito de despedida: saludo y bendición sacerdotal, para terminar con la despedida en donde se invita al pueblo a que vuelva a sus quehaceres haciendo vida el Evangelio. Por lo tanto, debemos considerar la Eucaristía como: Acción de gracias y alabanza al Padre
Memorial del Sacrificio de Cristo y de su Cuerpo Presencia de Cristo por el poder de su Padre y de su Espíritu "Jesús se esconde en el Santísimo Sacramento del altar, para que nos atrevamos a tratarle, para ser el sustento nuestro, con el fin de que nos hagamos una sola cosa con Él. Al decir sin mí no podéis nada, no condenó al cristiano a la ineficacia, ni le obligó a una bús-queda ardua y difícil de su Persona. Se ha quedado entre nosotros con una disponibilidad total". La Iglesia sabe que, ya ahora, el Señor viene en su Eucaristía y que está ahí en medio de nosotros. Sin embargo, esta presencia está velada. Por eso celebramos la Eucaristía "mientras esperamos la gloriosa venida de Nuestro Señor Jesucristo"
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TEMA 2 ASAMBLEA FAMILIAR
LA ADORACIÓN
La adoración es la prolongación del en-cuentro con Jesús en la Eucaristía. Por eso al iniciar cada Eucaristía se cierra el Sagrario, porque el centro es Jesús que se hace presente bajo las especies de
Pan y Vino en el Altar.
El Señor Jesús nos llama «amigos». JUAN 15, 13-15.
Está siempre con nosotros y, como sabemos, se manifiesta en la
Eucaristía, «sacramento del Sacrificio, del Banquete y de
la Presencia permanente de Jesucristo Salvador». Siendo un sacra-
mento admirable, a veces se nos olvida que podemos recurrir a él
con frecuencia. No tenemos que esperar cada Domingo para encon-
trarnos con Cristo presente en la Eucaristía. Podemos salir al en-
cuentro del Señor. Ahí Jesús nos espera siempre, anhelante de que
le abramos el corazón en la intimidad de la oración.
Si bien es verdad que podemos conversar con el Señor Jesús en
todo momento y en cualquier lugar, su presencia en la Hostia consa-
grada es privilegiada y particularmente eficaz para poder «palpar el
amor infinito de su corazón». Allí está presente por excelencia, en el
modo como Él quiso permanecer entre nosotros. Eso hace una gran
diferencia. El Señor está realmente presente en la Eucaristía, invi-
tándonos a acompañarlo, ofreciéndonos su firme apoyo en nuestro
peregrinar. La Iglesia y el mundo-nos recuerda el Catecismo de la
Iglesia Católica- «tienen gran necesidad del culto eucarístico. Jesús
nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo
para ir a encontrarlo en la adoración».
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¿Qué le decimos a Jesús Sacramentado?
¡Todo aquello que anida en nuestro corazón! La adoración eucarísti-
ca es un momento de intimidad, de confianza y de amistad con Dios.
En esos ratos de oración ante el Santísimo, ante Jesús Sacramenta-
do, recordamos que su presencia es fruto del amor que nos tiene.
Es un momento oportuno para renovar nuestro propósito de ser san-
tos y de responder generosamente al amor de Dios. En la adoración
a Cristo Jesús también podemos pedir perdón por nuestras faltas y
pecados, reconociendo así, con humildad, que sólo Él tiene el poder
para perdonarnos, renovando nuestra confianza en su misericordia.
Podemos rezar por los demás, por nuestros familiares, los amigos,
por los necesitados, los sufrientes, los enfermos. También por la
iglesia, el Santo Padre y sus desvalidos, por los que necesitan de la
fe y se creen abandonados de Dios. En fin, en cada uno de nosotros
anidan diversas intenciones y necesidades que podemos presentar
con fe y confianza al Señor Jesús. La experiencia de encuentro con
el Señor nos renueva en el ardor para anunciarlo como quien se ha
encontrado personalmente con Él.
Es verdad que «a menudo, en nuestra oración -como señalaba el
Papa Benedicto XVI-, nos encontramos ante el silencio de Dios (...)
Pero este silencio de Dios, como le sucedió también a Jesús, no
indica su ausencia. El cristiano sabe bien que el Señor está presen-
te y escucha». Esta situación, que quizás hemos experimentado en
más de una ocasión, nos invita a confiar y tener paciencia, y puede
ser un tiempo de maduración para nuestra fe, recordándonos que
«el Dios silencioso es también un Dios que habla, que se revela».