modelos clásicos: stola abarth monotipo (1998)

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Modelos clásicos Stola ABARTH Monotipo

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Modelos clásicos: Stola ABARTH Monotipo (1998) http://www.lapicaduradelescorpion.es

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Modelos clásicosStola ABARTHMonotipo

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Corria el año 1998, y Abarth era por entonces poco más que un logotipo utilizado en los kits de carrocería

opcionales de algunos modelos de Fiat, así como un nombre utilizado todavía en los rallyes para bautizar copas monomarca de la propia compañía turinesa.

Stola, un proveedor de servicios tan variados como estampación de chapa o fabricación de prototipos de la industria del automóvil, necesitaba por entonces un reclamo de már-keting con el que enseñar sus capacidades y llamar la atención. La empresa italiana, fun-dada por la familia Stola, y gobernada en ese momento por Alfredo Stola, decidió capita-lizar sus esfuerzos realizados en el desarrollo de la Fiat Barchetta.

El atractivo descapotable ligero de la Fiat ha-bía sido codesarrollado con la ayuda de Stola, que se había encargado de la fabricación de los prototipos de salón, y de parte de la in-dustrialización del proyecto para su fabrica-ción por parte de Maggiora.

Alfredo acudió a Aldo Brovarone, un ex-dise-ñador de Pininfarina, retirado, creador entre otras obras del Dino 246 GT nada menos para Ferrari, y con un amplio expediente. Es más, bajo el currículo de Brovarone teníamos dos proyectos para Cisitalia, que como bien sabrás ya a estas alturas, conformaría la base de Abarth para formarse en 1949.

Brovarone, como digo, era amigo de Alfredo

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El cuidado por los detalles, como en cualquier buen di-seño italiano, era excelente, con paneles en composite de primerísima calidad, y una enorme superficie acristala-da

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Stola, y pensó en un cupé para prestigiar y difundir a Stola en el mundo. El coche, cuyo desarrollo duraría dos años, se había perfila-do primero como un deportivo de altas pres-taciones con motor central de cinco cilindros y 2,4 litros sobrealimentado, el mismo que luego veríamos en configuración atmosférica en el Stilo Abarth, pero cuando el proyecto fue avanzando, y había que buscar la manera de fabricar un prototipo 100% funcional, se decidió cambiar la especificación técnica.

Mirando los órganos disponibles, Stola optó por recurrir a la Barchetta de Fiat como base donante para su prototipo. Como la Barchetta se montaba en las instalaciones de Maggiora, donde se había fabricado hasta entonces el Lancia Delta Integrale EVO, aún quedaban por allí motores de dos litros “Lampredi” disponibles. El motor era un dos litros so-brealimentado, idéntico al del Lancia Delta

Integrale, que a fin de cuentas había sido desarrollado por la Abarth original en Corso Marche para conseguir construir al seis veces campeón del mundo de rallyes.

Partiendo del motor “de serie”, Stola lo llevó hasta los 330 caballos, lo dejó en posición de-lantera transversal, tal cual aceptaba el chasis de la Barchetta, y pasó a dar rienda suelta al diseño de Brovarone en el resto de apartados.

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La carrocería se fabricó en manteriales com-puestos, con un excelente cuidado aerodiná-mico. El frontal se inspiró en los prototipos originales de los primeros 204, 205 y 206 de Abarth, con unos enormes y bajos faros redondos. Los grupos ópticos luego serían suplementados con los de la Barchetta para mejorar la iluminación y cumplir la legalidad vigente en cuanto a altura de las luces.

El chasis de la Barchetta, a su vez, derivaba del Tipo, y de él heredaba las McPherson delanteras y el tren trasero, pero los frenos delanteros iban a ser “de campeonato”. Se ele-

gía para ellos el equipo frenante completo del F50 de Ferrari, nada menos, con sus enormes pinzas Brembo.

Con sólo 880 kilogramos, el coche se mos-traba todo un peso pluma, con una excelente relación peso potencia de 2,67 kg/cv. Gracias a esto, la aceleración hasta los 100 por hora se podía anunciar en 5 segundos, camino de unos espectaculares 290 por hora de punta.

Por fuera, y volviendo al aspecto estético, des-tacaba el uso de ventanillas en polímero, en lugar del uso de vidrio, lo que permitía contar con un espectacular techo transparente, y un

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tratamiento muy especial que unía este con la luneta trasera.

Ciertamente el coche tenía algo de retro, algo de moderno, con unas proporciones elegantes, pero al mismo tiempo agresivas, deportivas, insinuantes. Curioso es que el coche parece grande en foto, pero cuando lo contemplas en vivo se revela mucho más compacto. A fin de cuentas es como una Bar-chetta con voladizos más generosos.

Al monocasco del descapotable italiano ori-ginal se le dotó de una jaula de seguridad, a fin de rigidificar el conjunto, e incrementar la seguridad en caso de impacto. El habitá-culo se quedó muy cercano a la Barchetta, y es aquí donde menos lucía el coche, al contar con detalles “un poco tuneros” como el hecho de tener pintadas las partes plásticas para que parecieran aluminio, cuando no lo eran. Este coche hubiera merecido un interior a medida, con tanto gusto como el exterior, pero...

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Independientemente de estos detalles, casi todo se te olvida al saber que, tras ser presen-tado internacionalmente en el Salón de Tu-rín, esta unidad única, especial, espectacular, no pasó a formar parte de un oscuro garaje de coleccionista donde acumular polvo. No señor.

Fue matriculado por Alfredo Stola, que desde entonces lo ha utilizado con frecuencia en eventos como rallyes de regularidad, concen-traciones, concursos de diseño, y eventos de su compañía. El coche ha ido acumulando

kilómetros, al tiempo que fama, y ganando “solera” aunque no deja de ser una pena que se quedara en una unidad única. Después del año 2006 el coche pasaría definitivamente a manos de un coleccionista, en teoría nor-teamericano, tras ser mostrado en las insta-laciones de Estados Unidos recién estrenadas en aquel año por la propia Stola. Y todo eso a pesar de que Alfredo no quería deshacerse de “su” coche.

Y de hecho es el último, hasta la fecha, mo-delo Abarth cupé oficial, de diseño propio, que jamás se ha fabricado, al menos hasta que aparezca el modelo ya confirmado en estudio por el propio Sergio Marchionne.

Todo esto fue posible gracias al hecho de que Alfredo Stola consiguió el permiso excepcio-nal del Grupo Fiat para coronar este modelo con el sello Abarth, como coche “auténtico” de la marca. Una genial muestra de lo que la marca puede lograr cuando junta su legado histórico con sus mejores elementos mecáni-cos y un diseño de Pininfarina.

¿No querrías uno? Nosotros vamos a intentar pelearnos para conseguir un contacto, pero me parece que va a estar complicado.

En todo caso, los medios de prensa de la época, los más privilegiados, sí que tuvieron oportunidad de probarlo, y todo fueron elo-gios para un coche ligero, ágil, potente, con un gran sonido, cuya única pega, como he-mos dicho antes, fue un interior algo “barato”. Un digno portador del escorpión.

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