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    HORIZONTES GRAMSCIANOSEstudios en torno al pensamiento

    de Antonio Gramsci

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    FACULTAD DE CIENCIASPOLTICAS Y SOCIALES

    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO

    Rector l JOS NARRO R OBLES

    Secretario General l EDUARDO BRZANA GARCA

    Secretario Administrativo l LEOPOLDO SILVA GUTIRREZ

    Abogado Generall LUIS R AL GONZLEZ PREZ

    Director General de Publicaciones y Fomento Editoriall JAVIER MARTNEZ R AMREZ

    FACULTAD DE CIENCIAS POLTICAS Y SOCIALES

    Directorl FERNANDO CASTAEDA SABIDO

    Secretaria Generall CLAUDIA BODEK STAVENHAGEN

    Secretario Administrativol JOS LUIS CASTAN ZURITA

    Jefa del Departamento de Publicaciones l MA. EUGENIA CAMPOS CZARES

    U NIVERSIDAD NACIONALAUTNOMA DE MXICO

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    HORIZONTES GRAMSCIANOSEstudios en torno al pensamiento

    de Antonio Gramsci

    MASSIMO MODONESI(COORDINADOR )

    FACULTAD DE CIENCIASPOLTICAS Y SOCIALES

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    Horizontes gramscianos. Estudios en torno al pensamiento de Antonio Gramsci

    Primera edicin, 2013.

    D.R. Facultad de Ciencias Polticas y Sociales, UNAM.

    ISBN: 978-607-02-4011-9

    Cuidado de la edicin: Domingo Cabrera Velzquez

    Queda prohibida la reproduccin parcial o total, directa o indirecta, del

    contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorizacinexpresa y por escrito de los editores, en trminos de lo as previsto por la LeyFederal de Derechos de Autor y, en su caso, por los tratados internacionalesaplicables.

    Esta investigacin arbitrada por especialistas en la materia se privilegia con el aval de laFacultad de Ciencias Polticas y Sociales, UNAM.

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    A Carlos Nelson y a Paco(1943-2012)

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    NDICE

    Presentacin ...................................................................................................11

    PANORAMA GENERALLos estudios gramscianos hoy ......................................................................19

    Guido Liguori

    CONCEPTOS, ENFOQUES Y ESTUDIOS GRAMSCIANOSUna reflexin sobre el dicho gramsciano decir la verdad es revolucionario ..............................................................43

    Francisco Fernndez Buey

    Hacia una teora de la hegemona .................................................................59Fabio Frosini

    Tres acepciones de subalterno en Gramsci ............................................... 81Guido Liguori

    Viajando con Gramsci: la espacialidad de la revolucin pasiva .................99Adam David Morton

    Maquiavelo en losCuadernos de la crcel ................................................127Dora Kanoussi

    Il Principe y sus contratiempos: De Sanctis, Croce y Gramsci .................149

    Alvaro Bianchi / Daniela MussiLukcs y Gramsci: un anlisis comparativo ...............................................183

    Carlos Nelson Coutinho

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    GRAMSCI EN AMRICA LATINARevoluciones pasivas en Amrica Latina.Una aproximacin gramsciana a la caracterizacinde los gobiernos progresistas de inicio de siglo .........................................209

    Massimo Modonesi

    Gramsci y los cambios polticos recientes en Amrica Latina .................237Lucio Oliver

    Gramsci en Amrica Latina ........................................................................261

    Elvira Concheiro BrquezGramsci y la Revolucin Cubana: itinerarios de una relacin sentida ......277

    Jorge Luis Acanda

    Praxis educativa y transformacin socialen la obra de Antonio Gramsci ...............................................................295

    Hernn Ouvia

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    PRESENTACIN

    Antonio Gramsci es sin duda uno de los pensadores marxistas ms ledos,estudiados, comentados, citados y parafraseados del sigloXX y de lo que vadel XXI. En efecto, con el pasaje de siglo, a diferencia de lo quelamentablemente pas con la obra de otros destacados intelectuales marxistas,el inters por las ideas de Gramsci se ha mantenido en esencia intacto e inclu-sive ha crecido en algunos campos como los estudios culturales. Conceptos yenfoques gramscianos circulan ampliamente demostrando la vigencia analticay explicativa de un marxismo crtico y abierto. Hegemona, sociedad civil,subalternidad, intelectuales orgnicos, Estado ampliado, revolucin pasiva,transformismo son algunas de las vetas ms sugerentes y creativas de un arse-nal conceptual que permite dar cuenta de aspectos fundamentales de lasrelaciones sociales y polticas en las sociedades contemporneas.

    Gramsci era un marxista y un comunista y todo su esfuerzo terico estabaorientado a pensar e impulsar la revolucin socialista, como irrupcin poltica

    de las clases subalternas y como transformacin anticapitalista y pasaje a una sociedad regulada . No se puede negar que los usos de Gramsci en laactualidad se desarrollan sobre todo en direcciones posmodernas relativistas,culturalistas y discursivistas que no corresponden plenamente con lasmotivaciones ni con el andamiaje general de su pensamiento sino que se nutrende uno u otro aspecto, uno u otro concepto de este vasto universo de reflexincreativa sobre la poltica que son losCuadernos de la Crcel. Por otro lado,adems de una pendiente culturalista, otras tensiones y ambigedades recorrenlos estudios gramscianos. Por un lado, no raras veces, el necesario cuidadofilolgico y rigor filosfico llevan a los estudios gramscianos hacia extremosacademicistas, cuyo lenguaje crptico y cuya despolitizacin no slo produceun aparente asepsia y escepticismo muy lejanos del optimismo de la voluntadque pregonaba Gramsci y que, paradjicamente, se vuelven caldos de cultivos para interpretaciones ideologizadas que transforman a Gramsci en un social-demcrata, un social-liberal o un liberaltout court . Al mismo tiempo, aun

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    cuando estn fuera de moda y por lo tanto no estn tan difundidas, lahiperpolitizacin o la sobreideologizacin y, con ellas, la simplificacin del pensamiento y los conceptos gramscianos no deja de permear un sentido comnmilitante que rehye la problematizacin, la prudencia y la circunspeccin propia del autor, el pesimismo de la razn .

    Sin embargo, entre estos extremos, los mejores estudios gramscianossuelen florecer y nutrir un terreno acadmico y poltico-intelectual en dondetodava se combinan fructuosamente el rigor y la seriedad cientficos con elcompromiso y la militancia polticos.

    Esta compilacin de textos nace con el afn de contribuir a la difusin del pensamiento de Gramsci y al conocimiento de los debates y las aportaciones

    que surgen en el mundo de los estudios gramscianos que, por cierto, cuentancon su propia internacional, la International Gramsci Society(IGS), conmltiples y productivas secciones nacionales. Sin la pretensin de mapear este universo en su totalidad, que se despliega entorno a una variedad detemtica y conceptos y atraviesan las fronteras disciplinarias cruzandofilosofa, ciencia poltica, sociologa, antropologa, estudios culturales y pedagoga en este libro ofrecemos una aproximacin panormica queconsideramos significativa y relevante, en donde cada botn de muestra esexpresin de una veta que lleva a un debate y una serie de investigaciones encurso.

    En esta senda abarcadora, el ensayo de apertura fue encargado a GuidoL i g u o r i q u i e n a d e m s d e s e r e l p r e s i d e n t e d e l a s e c c i n i t a l i a n a d e l a IGS y elcompilador del monumental Dizionario Gramsciano, tiene la virtud de ser unespecialista del debate sobre Gramsci, un estudioso no slo de la obra sino propiamente de los estudios gramscianos como lo demuestra en su libro clsicotituladoGramsci contendido. Historia de un debate 1926-1996 . Liguori,combinando una mirada abarcadora con gran capacidad de sntesis, logra dar cuenta de las principales ramificaciones en diversas partes del mundo de lainfluencia del marxista italiano.

    La primera parte del libro est dedicada aconceptos y enfoques elaborados por Gramsci y que siguen siendo objeto de reflexin, interpretacin y debate.

    El artculo de Paco Fernndez Buey, uno de los gramscianos de la vieja guardia,de los que empezaron junto a Manuel Sacristn a divulgar la obra delcomunista sardo en espaol, reflexiona sobre el dicho de Gramsci decir laverdad es revolucionario , mostrando interesantes facetas ticas del su

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    pensamiento.Por su parte, Fabio Frosini, uno de los mayores conocedores dela obra de Gramsci de la nueva generacin, ofrece un interesante y actual problematizacin del concepto de hegemona, el arquitrabe terico de losCuadernos de la Crcel. Adam Morton, un prolfico gramsciano del ReinoUnido, ofrece una novedosa aproximacin a la nocin de revolucin pasiva a partir de su dimensin espacial. Cierra este bloque otro artculo de GuidoLiguori quien escudria en los Cuadernos para sacar de ellos tres acepcionesde la nocin de subalterno , tan socorrida en nuestros tiempos.

    En la seccin tituladaGramsci en Amrica Latina se presentan un conjuntode ensayos destinados a dar cuenta de algunos de los posibles usos de Gramscien la regin. En el ensayo de quien suscribe se muestra cmo los conceptos de

    revolucin pasiva, cesarismo progresivo y transformismo pueden ser claves para la interpretacin de los gobiernos progresistas latinoamericanos. Por su parte, Lucio Oliver aborda una temtica vasta al tratar de leer la coyunturalatinoamericana a partir de las principales categoras gramscianas. En suoportunidad Elvira Concheiro repasa la historia de las recepciones de Gramscien la regin para proyectar la influencia de su pensamiento sobre las luchasactuales. Jorge Luis Acanda traza el itinerario de la recepcin de Gramsci enCuba mostrando cmo los usos y las disputas en torno a la interpretacin deGramsci varan en funcin de las coyunturas. Cierra este bloque el trabajo del joven acadmico argentino Hernn Ouvia quien da cuenta del alcance pedaggico del pensamiento de Gramsci y lo conecta directamente al terrenode los proyectos y los procesos emancipatorios.

    En la tercera parte se muestran los vnculos y los puentes entre Gramsci yotros pensadores que aparecen en las notas que redact en la Crcel o, comoen el caso de Lukacs, con los cuales fue asociado en diversas miradasretrospectivas sobre la historia del marxismo, en particular aqul que fue bautizado occidental por Perry Anderson. Carlos Nelson Coutinho, otroilustre y antiguo pionero de los estudios gramscianos en uno de los pases endonde la difusin de Gramsci, desde mediados de los aos setenta es asombrosay cubre un abanico extenso de grupos acadmicos y polticos. Countinho abreuna puerta y una ventana. La puerta que comunica a Gramsci con una

    generacin del marxismo crtico de los aos veinte y treinta, en la cual destacaLukacs (el otro gran icono del marxismo en Brasil). Y la ventana que permiteobservar, laicamente como suele hacerlo Carlos Nelson, divergencias yconvergencias como un ejercicio que, ms all de pretender contraponer o

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    unificar, apunta a rastrear y proyectar algunos puntos fundamentales de unaagenda poltico-intelectual que relance el debate marxista y fortalezca el pensamiento crtico. Dora Kanoussi, pionera de los estudios gramscianos enMxico y actualmente miembro del equipo encabezado por Francioni queest elaborando una nueva versin crtica de losCuadernos, nos ofrece otroejemplo tpico de abordaje a la obra de Gramsci al entrar en el anlisisdiacrnico de cmo Gramsci abord, coment e interpret la obra y el legadode Maquiavelo. No slo la centralidad de Maquiavelo en el pensamiento deGramsci en funcin de la construccin terica de la autonoma de la polticasino la lectura rigurosamente diacrnica de losCuadernos fijan dos pilares, el primero terico y el segundo metodolgico, que caracterizan a los estudios

    actuales sobre la obra de Gramsci. Por ltimo, cierran este bloque y el libro ensu conjunto, dos investigadores brasileos, lvaro Bianchi y Daniela Mussi,quienes analizan las influencias, crticas y distancias que separan y vinculan aGramsci con Croce y De Santis, dos de sus interlocutores intelectuales a lolargo de losCuadernos de la Crcel.

    En su conjunto, confiamos que estos textos ofrecen un panoramarepresentativo del estado actual de los estudios gramscianos.1

    Buena lectura.

    Post scriptumDespus de escribir estas lneas pero antes de que fueran editadas, en una breve y dramtica secuencia fallecieron dos autores -Paco Fernndez Buey yCarlos Nelson Coutinho-ambos nacidos en 1943, quienes desde jvenesencontraron en Gramsci un pensador que les permita ser comunistas y enfrentar a una dictadura, tanto en Espaa como en Brasil. Ambos dejaron obrasfundamentales y un gran vaco intelectual y humano. A nivel personal sientouna mezcla entre dolor y honor por haberlos conocido y ser su amigo (ms enel caso de Carlos Nelson que de Paco). Dos personas de extraordinariainteligencia y sensibilidad, comprometidos y combativos pero con un gransentido del humor y profundamente humildes. Dira, siguiendo una intuicin

    1 Agradezco infinitamente la colaboracin de Mara Vignau y Fernando Luna en la correccin,revisin y edicin de los textos.

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    de Gramsci, que se trataba de seres humanos que prefiguraban y prefigurancon su ejemplo una sociedad futura en tanto encarnaban y practicaban valoresa contracorriente de la sociedad capitalista. Por ello, probablemente, seguandeclarndose comunistas, porque vivan como tales. En el libro aparecen, por azares de la vida y de la muerte, el ltimo texto de Paco, quien me confes enuna carta que le estaba costando mucho trabajo terminar de revisarlo a causade la enfermedad, y uno de los ltimos de Carlos Nelson, un artculo sobre susdos autores favoritos, sus dos caballos de batallas: Lukacs y Gramsci. Esperoque este libro sea una forma de recordarlos, leyendo, aprendiendo y disfrutandode sus ideas.

    Massimo Modonesi

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    PANORAMA GENERAL

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    LOS ESTUDIOS GRAMSCIANOS HOY

    Guido Liguori*(Traduccin del italiano de Teresa Rodrguez de la Vega)

    El espectro del conocimiento, de la interpretacin y, ms an, de los usos deGramsci en el mundo de hoy es tan amplio que no puede afrontarse de modoexhaustivo en una sola ponencia; se necesitara al menos un coloquio.

    Me limitar en esta ocasin, por tanto, a proporcionar algunasaproximaciones sobre algunas de las tendencias interpretativas ms importantesy sobre algunos nodos problemticos presentes en la reflexin contemporneasobre Gramsci.

    IUn primer problema del cual parece til empezar se relaciona con la nocinde uso de Gramsci. Una cosa es hablar del conocimiento y del estudio deGramsci, otra cosa es hacerlo del uso que se hace de su pensamiento. Sondos aspectos distintos, aun cuando estn conectados y trenzados en la historia

    de la fortuna y de la recepcindel autor sardo.1

    Usar a Gramsci no significa por s mismo abusar de Gramsci. En elsentido de que un pensador poltico y dialctico como Gramsci podramosdecir que pide ser usado . Palmiro Togliatti, a quien debemos el conocimientode la obra de Gramsci, porquelogr salvar la gestin de su herencia de lahipoteca poltica representada por la internacional estalinista y la ortodoxiamarxista-leninista,2 hizo, por ejemplo, muchos y distintos usos de Gramsci,3

    * Universidad de Calabria, Italia.1 Sobre el particular, me permito sugerir la revisin de mi trabajo (1996),Gramsci conteso.

    Storia di un dibattito 1922-1996 , Editori Riunti, Roma.2Cfr. Vacca, Giuseppe (1999),Togliatti editore delleLettere e deiQuaderni, en id., Appuntamenti

    con Gramsci, Carocci, Roma;ibid . y Chiara Daniele (coord.) (2005),Togliatti editore di Gramsci,con Introduzione de Giuseppe Vacca, Carocci, Roma.

    3 Cfr. Liguori, Guido, Introduzionea Togliatti, Palmiro (2001),Scritti su Gramsci, curadurade Guido Liguori, Editori Riuniti, Roma.

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    de alguna manera doblando el pensamiento del comunista sardo a la exigencias polticas de su partido, que era tambin el partido de Gramsci.4

    Creo poder decir que Gramsci hubiera estado orgulloso de ello, de poder dar una contribucin no slo cultural, sino de lucha, a su partido, a su gente, alas clases subalternas italianas (y no slo), incluso despus de su muerte. Dehecho, sobre todo despus de su muerte y gracias al uso que, en efecto,Togliatti hizo de su pensamiento.

    IIAhora bien, tambin en el uso de un pensador poltico revolucionario como

    Gramsci, no es lcito rebasar ciertos lmites. No es lcito traicionar la estructura profunda de su pensamiento. Y traicionar el espritu, los ideales y los objetivos perseguidos en vida con tanta agudeza y con pasin.

    Eso ocurri y ocurre con frecuencia. A menudo Gramsci es usado in-clusive por fuerzas polticas y pensadores de la posicin contraria a la suya, esusado pues, en un modo ms o menos pretextuoso, por el pensamiento y la poltica de derecha.

    En los Estados Unidos, Joseph Buttigieg ha aportado reiteradamenteilustrativosdetalles sobre la presencia de Gramsci entre los pensadoresconservadores, desde el Comit de Santa Fe hasta elProject for the New American Century. Estos intelectuales conservadores estadounidenses parecenhaber extrado de Gramsci la conviccin de la necesidad de actuar en lasociedad civil para difundir determinadas ideas, y pasar despus a sembrar los resultados de esta accin en el plano poltico.5

    Justo como en el anlisis de Gramsci, esta suerte de centros irradiadoresde hegemona ya sea de una visin del mundo refinada y elaborada o de unnuevo sentido comn de masas, difundido a travs de losmass media son

    GUIDO LIGUORI

    4 En su ltimo escrito sobre Gramsci el propio Togliatti supo reconocer que la persona deAntonio Gramsci debera colocarse ella misma en una luz ms viva, que trascienda losacontecimientos histricos de nuestro partido , an reivindicando como si fuera totalmente natu-

    ral y justo, para nosotros, considerar la vida de Gramsci casi parte integrante de la actividad denuestro partido, de sus bsquedas y elaboraciones polticas, de sus luchas, de sus sacrificios (Togliatti,Palmiro (1964),Gramsci, un uomo, ahora en id ., Scritti su Gramsci, op. cit ., p. 308.)

    5 Cfr. Buttigieg, Joseph, A. (2007), Il dibattito sulla societ civile, en Vacca, Guiseppe y Schirru(coords.),Studi gramsciani nel mondo 2000-2005, il Mulino, Bologna.

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    formalmente privados , sin embargo, su vinculacin (en trminos del per-sonal, de los objetivos y las acciones) con la poltica gubernamentalestadounidense ha sido hasta que los republicanos estaban en el poder muyfuerte: un ejemplo de este Estado ampliado , o Estado integral (comoconjunto dialctico, de unidad y distincin al mismo tiempo, de sociedad poltica + sociedad civil), del cual hablan reiteradamente losCuadernos de lacrcel.6 As, losthink tanksconservadores estadounidenses, si de una partehan sealado a Gramsci como el marxista ms peligroso justamente porquees capaz de influenciar a losintelectuales y, por lo tanto, a la opinin pblica, por otra parte, estn entre los ms fieles aplicadores de sus anlisis y estrategias poltico-ideolgico-culturales.

    En losCuadernos Gramsci estudia los modos en los que se organizaconcretamente la hegemona, cmo sta no es un fenmeno espontneo ,liberal, de simples batallas de las ideas , cmo la difusin de una ideologa,de un sentido comn, de una visin del mundo tienen siempre detrs un aparato hegemnico , dotado de una materialidad precisa, un centrohomogneo de cultura como escribe Gramsci que desempea un continuoy permanente trabajo educativo-formativo :7 as, si nosotros quisiramos hoyencontrar un ejemplo de cmo se organiza concretamente la hegemona, podramos indicar justo a estos grupos de trabajo, a estas fundaciones, a estoscentros de estudio del pensamiento conservador estadounidense.

    IIIUn gramsciano de derecha est presente tambin en un pas como Francia.Poco antes de su eleccin como presidente de la Repblica apareci unaentrevista en Le Figaro en la que Nicols Sarkozy dijo textualmente: Milucha no es poltica sino ideolgica [...] en el fondo me he apropiado delanlisis de Gramsci: el poder se conquista con las ideas .8 Aun descontando

    LOS ESTUDIOS GRAMSCIANOS HOY

    6 Sobre este tema me permito sugerir la revisin de mi trabajo tituladoStato allargato, enLiguori, Guido (2006),Sentieri gramsciani, Carocci, Roma, pp. 13-29.

    7 Gramsci, Antonio (1975),Quaderni del carcere, edicin crtica del Instituto Gramsci curada por Valentino Gerratana, Einaudi, Torino, Quaderno 1, 43, p. 34. [edicin en espaol: Gramsci,Antonio (1999),Cuadernos de la crcel, trad. A.M. Palos, rev. J. L. Gonzlez, Era-BUAP, Mxico, pp. 99-100].

    8 Sarkozy, Nicolas, 19 de abril de 2007,Sarkozy: La mia destra gramsciana, entrevista de N. Beytout, A. Brezet, C. Jaigu, J. Weintraub,en Il Giornale .

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    toda la instrumentalidad de esta afirmacin, sigue sorprendiendo la difusinque algunas temticas gramscianas tienen incluso en sectores poltico-culturales muy distantes a los del marxismo gramsciano.

    Estas palabras de Sarkozy, por lo dems, vienen de lejos. Ha sido justo un pensador francs, no banal y no de derecha, sino de extrema derecha, al menoscuando se ocupaba de estos temas, en los inicios de los aos setenta Alain deBenoist , el que sostuvo por primera vez la necesidad de que la derecha serepensara a s misma dando vida a un gramscismo de derecha , es decir quela derecha deba prestar atencin sobre todo a la dimensin cultural ymetapoltica del propio modo de ser, para refundarse y crear un nuevo sentidocomn. Y esto a partir de la conviccin de que el hombre es sobre todo un

    animal simblico y de que se identifica con su propia cultura.9 No es entonces superfluo recordar a propsito de sto cmo para Gramsci

    inciden en la vida de un hombre de una manera fundamental tambin lasrelaciones sociales de produccin, por lo que el discurso culturalista dederecha, pero tambin de izquierda ve y lee y considera slo una partede Gramsci aquella que es ms cmoda para su discurso.

    De cualquier modo, son stos algunos ejemplos de una derecha que temea Gramsci pero que, al mismo tiempo dice, ms o menos explcitamente, quees necesario aprender y poner en prctica su leccin.

    Surge la pregunta: esta extraa situacin de los usos contemporneosde Gramsci es algo que atae al destino de un clsico ? Esto es: es en verdadirrelevante quin y cmo usa a Gramsci porque el destino de un clsico esser usado por todos, ser un bagaje de ideas y motivos a los que todos puedenrecurrir?

    La cuestin es muy compleja. En algunos aspectos Gramsci es seguramente lo vea ya Togliatti en 1964 10 un autor tan grande que excede su propio posicionamiento poltico.Y su lectura del mundo contiene en efecto unainstrumentacin conceptual que puede ser usada por muchos. Los conceptosque Gramsci ha forjado son en muchos casos instrumentos que trascienden

    GUIDO LIGUORI

    9 Cfr. Germinaro, Francesco (2002), Alain de Benoist e la cultura politica della Nouvelledroite, Bollati Boringhieri, Turn; y Taguieff, Pierre-Andr (2005),Sulla nuova destra. Itinerario diun intellettuale atipico, Prefacio de Danilo Zolo e introduccin de Giuseppe Giaccio, Vallecchi,Firenze.

    10Cfr.nota 4.

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    ya en losCuadernos el objeto histrico en relacin con el cual nacieron yse desarrollaron como categoras del anlisis poltico aplicables a diversoslugares de la historia as como a diversas posturas poltico-culturales.

    Del otro lado, sin embargo, sostengo que el nexo que su pensamientoinstaura entre anlisis y propuesta estratgica es tan orgnico que hace que tal pensamiento no pueda ser plena y totalmente apropiado si no es por quienessostienen que el mundo actual es an en sus lneas importantes, en sus peculiaridades caractersticas y epocales el mundo de Gramsci y lassoluciones a los problemas de este mundo son todava as sea con todos losajustes del caso las soluciones previstas, vislumbradas o auspiciadas por Gramsci. Es a partir de ah que brota la mayor congruencia de algunos usos

    respecto a otros, es sobre esta lnea que se instaura la frontera a veces sutilque corre entre un uso que no traiciona el legado gramsciano y un usoque pesca de la obra slo aparentemente fragmentaria del autor sardo aquelloque se puede pescar en un posmoderno supermercado de las ideas.

    IVLa suerte actual de Gramsci en el mundo recorre naturalmente otros caminos,que aqu nos interesan quiz mucho ms. Quisiera indicar tres modos distintosy opuestos en los cuales hoy el legado de Gramsci es estudiado en el mundo:

    una lecturaculturalista, particularmente presente en el mundoanglfono; una lectura poltica, no inmediatamente poltica pero articulada a la

    reflexin que acompaa la lucha de las clases subalternas; tal lecturaest viva actualmente sobre todo en Amrica Latina y por lo queconozco pero probablemente ustedes saben ms que yo en Brasil;

    una lectura filolgica, que ha sido la dominante en las ltimas dosdcadas en Italia y que an tendr desarrollos importantes.

    Hay que decir en primer lugar que no existe en el propio Gramsci unaseparacin ntida entre las diversas aproximaciones. Tratndose de Gramsci, poltica y cultura sonmundos que se evocan recprocamente. Y sera fcildecir que debemos,gramscianamente, hacer poltica a travs de la cultura yconsiderar a la cultura como algo ajeno a la poltica. Adems, cmo olvidar

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    que es el propio Gramsci el que, en losCuadernos,nos hace comprender reiteradamente cunta importancia dabaa las cuestiones filolgicas, inclusollegando a hablar de filologa viviente por lo que concierne al tipo decomprensin de la realidad de las masas que auspiciaba para un partidocomunista.

    Pero stas corren el riesgo de ser obviedades retricas. La verdad es queexisten direcciones muy diferentes en los estudios sobre Gramsci en laactualidad en el mundo. Auncuando es verdad que se necesita siempre estar atentos al hablar de tipologas prevalentes en las diversas reas geoculturales,es decir, tipologas que no son totalizantes. As, por ejemplo, en el mundoanglosajn no faltan interpretaciones no culturalistas pero ampliamente

    competentes y basadas en una lectura integral de Gramsci (pienso en lostrabajos de Joseph Buttigieg, Peter Thomas, Adam Morton, Benedetto Fontanay muchos ms).

    Sin embargo, no obstante la reciente proliferacin de estudios de graninters, la imagen de Gramsci en la universidad inglesa y estadounidense siguesiendo aquella ligada, en modos diversos, a la fortuna que Gramsci ha tenidoen el campo de loscultural studies.

    VComienzo por Amrica Latina,11 en donde los estudios latinoamericanosrepresentan un ejemplo de la aplicacin de categoras gramscianas a lacomprensin histrica y poltica. Ser breve al referirme a esta rea geopoltica.

    He mencionado a Brasil, pero estoy consciente de que en la Amricahispana hay autores, estudios y escuelas muy relevantes. Empezando por Mxico, que creo que es el nico pas en el que ha sido traducida integral yfielmente la edicin crtica de losCuadernos curada por Valentino Gerratana;12

    GUIDO LIGUORI

    11Cfr. Fernndez Daz, Osvaldo (1995), In America Latina, en Hobsbawm, Eric J,Gramsci inEuropa e in America, curada por Antonio A. Santucci, Laterza, Roma-Bari. Para la actividad msreciente y sobre todo para el riqusimo debate brasileo no puedo hacer ms que sugerir la lectura

    de Cammett, John M., Francesco Giasi, Maria Luisa Righi (coords.), Bibliografia gramsciana dal1922, edicin en lnea, www.fondazionegramsci.org.12 La Benemrita Universidad de Puebla (BUAP) es la sede oficial de la International Gramsci

    Society de Mxico. Ah se organizan peridicamente encuentros internacionales con especialistas provenientes sobre todo de Italia y de diversos pases latinoamericanos.

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    donde desde hace mucho est activa una estudiosa de relevancia internacionalcomo Dora Kanoussi; donde desde hace una dcada se organizan los encuentrosinternacionales en la Universidad Autnoma de Puebla; donde un libro comoel de Massimo Modonesi sobre la subalternidad ha adquirido una fama querebasa los confines nacionales; y donde tambin un encuentro como el nuestro,el de hoy y los prximos das, da testimonio de un hervidero de estudios y deactividad cultural de gran inters.

    Tampoco olvido que muchos interesantes estudiosos de Gramsci seencuentran en Cuba, bien representados aqu por Jorge Luis Acanda (aunquequisiera recordar tambin a la decana de los estudios gramscianos en Cuba,Isabel Monal); Cuba, en donde el debate sobre el concepto gramsciano de

    sociedad civil ha tenido una importancia y una incidencia creo no de segundo plano.

    A estos pases se suma Venezuela, donde la mencin a Gramsci tantasveces hecha por el presidente Chvez ha generado inters y curiosidad entorno al comunista sardo. O la Argentina, donde an existen algunos rastrosdeuna gran tradicin gramsciana que hunde sus races en la obra de Aric yPortantiero.

    Respecto al debate brasileo les hablo ms pues es la realidad que conozcomejor, pero tambin porque quiz es el pas latinoamericano en el que la presencia de Gramsci ha sido y es ms difundida. Los estudiosos brasileosde Gramsci vlidos conocedores de su pensamiento son muchsimos. Piensoen Carlos Nelson Coutinho, Marcos del Roio, Alvaro Bianchi, GiovanniSemeraro, Luiz Sergio Henriques, Marco Aurelio Nogueira y en tantos ms.

    Y Gramsci es todava una presencia viva y respetada en el debate pblico.Categoras como la de hegemona, sociedad civil, revolucin pasiva, Estadoampliado, estn hoy presentes no slo en la universidad brasilea, sino tambinen una cultura ms amplia que la acadmica, incluso en losmass media y eldebate politolgico ms elevado.

    En el nivel acadmico en Brasil hay reas (como la pedaggica o la del servicio social ) en las que el pensamiento gramsciano es inclusive la fuentede inspiracin ms autorizada o de las ms autorizadas y otras (filosofa poltica,

    sociologa, etc.) en las que es todava hoy influyente.Muchos autores, no slo en Brasil, han entendido y entienden a Gramscicomo pensador poltico, de hecho directamente poltico, con categoras anaptas para auxiliar al anlisis poltico y para elaborar una estrategia a la altura

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    de nuestros tiempos. El caso que me parece ms importante es el de Carlos Nelson Coutinho, quien ha sabido utilizar algunas de las principales categorastericas gramscianas para interpretar la historia poltica y cultural de su pasen las ltimas dcadas, ms y mejor, probablemente, de lo que han sabidohacer los intelectuales de otros pases, incluidos los italianos.13 l, por ejemplo,ha vuelto a llamar la atencin en torno a la categora de Estado ampliado ,unin dialctica de sociedad poltica + sociedad civil , como el verdadero punto focal de losCuadernos.A propsito de esto Coutinho escribe:

    es de particular importancia para nosotros [los brasileos] el concepto gramscianode Estado ampliado , que nos permite individuar algunas de las caractersticasesenciales de nuestra situacin presente el hecho de que Brasil es hoy unaformacin social de tipo occidental y, en consecuencia, reunir al mismo tiempo pistas para la construccin de una estrategiademocrtica para el socialismo enBrasil.14

    No por casualidad, entonces, Estado ampliado y revolucin pasivason dos conceptos hoy centrales, no slo en Brasil, ya sea para unainterpretacin terica de losCuadernos o para intentar poner a prueba lafertilidad del aparato conceptual gramsciano para la interpretacin de la so-ciedad contempornea. Ello es evidente en la obra de interpretacin de lahistoria y la cultura brasileas dirigida por Coutinho, por ejemplo en el amplioensayoCultura e sociedade no Brasil,15 donde el autor usa fundamentalmentedos conceptos gramscianos: revolucin pasiva y nacional-popular , auncuando recurreen passant a otras categoras trabajadas en losCuadernos (comola de transformismo , aparatos privados de hegemona , etc.). El fenmenode la revolucin pasiva que caracteriza a la historia brasilea desde el sigloXIX conduce, para Coutinho, a aquella separacin entre intelectuales y puebloque Gramsci critica mediante las categoras contrapuestas de cosmopolitismoy nacional-popular .

    GUIDO LIGUORI

    13 Giorgio Baratta ha vuelto a llamar la atencin sobre este aspecto de la produccin culturalde Coutinho en (2002), Antonio Gramsci tra Italia e Brasile , Critica marxista, nm. 2. Editori

    Riuniti, Roma.14 Coutinho, Carlos Nelson (1995), In Brasile, en Eric J. Hobsbawm,Gramsci in Europa e in America, curada por Antonio A. Santucci, Laterza, Roma-Bari, p. 140.

    15 Coutinho, Carlos Nelson,Cultura e sociedade no Brasil[1977-1979], ahora enid., (2000)Cultura e sociedade no Brasil. Ensaios sobre idias e formas, DP&A, Rio de Janeiro.

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    He mencionado el tema del Estado sociedad civil en Gramsci y en larealidad brasilea actual. Al respecto, quisiera recordar brevemente otroimportante ensayo de Coutinho titulado La societ civile in Gramsci e il Brasiledi oggi,16 que constituye un admirable ejemplo de la aplicacin de las categorasgramscianas a la comprensin de la historia y de la lucha poltico-ideolgicadel pas.

    Me limito aqu a evocar slo las importantes anotaciones que Coutinhohace sobre el concepto de sociedad civil:

    De hecho, en la visin gramsciana, como hemos visto, la sociedad civil es unaarena privilegiada de la lucha entre las clases, una esfera del ser social en la quese da una intensa lucha por la hegemona, y justo por esto sta no es el otro delEstado, sino en conjunto con la sociedad poltica , esto es, con el Estado-coercin uno de sus momentos constitutivos ineliminables. Para Gramsci, notodo lo que forma parte de la sociedad civil es bueno (sta puede, por ejemplo,ser hegemonizada por la derecha) y no todo lo que viene del Estado es malo(ste puede expresar instancias universales que se originan en la lucha de lasclases subalternas). Slo un anlisis histrico-concreto de las relaciones de fuerza presentes en cada momento puede definir, desde el ngulo visual de las clasessubalternas, la funcin y la potencialidad positiva o negativa tanto de la sociedadcivil como del Estado .17

    VI

    Muy distinto aparece el escenario del mundo de lengua inglesa. Aqu el reade estudios en la que Gramsci est ms difundido, ms ledo, ms usado, es elrea de los estudios culturales, de los estudios poscoloniales y de los estudiossobre los subalternos. Estos mbitos son o han sido tambin de gran importancia para la difusin del pensamiento de Gramsci as como de un uso directamente poltico de Gramsci.18

    Si se piensa en toda la primera fase de loscultural studies, a partir deltrabajo de Williams a finales de los aos cincuenta; si se piensa en la tensin poltica de Edward Said; o en los autores hindes iluminados por el conceptode subalterno, claro que estamos de frente a un discurso con implicaciones y

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    18 Cfr. (2000),Crtica marxista, Editori Riuniti, Roma, nm. 2-3.17 Ibid ., p. 80.18 Cfr. tambin, sobre el conjunto de las interpretaciones de Gramsci en el rea anglofona

    Filippini, Michele (2011),Gramsci globale, Odoya, Bologna.

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    Gramsci, pero que han tendido a traducir su pensamiento en un horizonte puramente democrtico, no socialista. Me refiero a Ernesto Laclau y a ChantalMouffe, cuyo libro Hegemony and Socialist Strategy, publicado en GranBretaa a mediados de los aos ochenta, tuvo un gran influjo sobre elgramscianismo de lengua inglesa.

    Se trata entonces de operar las distinciones oportunas, de saber leerdentrodel discurso de loscultural studies, frecuentemente tambindentro de laevolucin de un mismo autor, para ver si an es legtimo hablar de una presenciade Gramsci en loscultural studies que no sea slo nominalista y que tenga un papel exclusivamente evocativo. La literatura en lengua inglesa sobre Gramsciinici su fase expansiva, en los aos ochenta, en Gran Bretaa, entre los

    intelectuales de un modo u otro articulados en la escuela de Birmingham que conjugaron a Gramsci con el as llamado post-estructuralismo o post-althusserismo, con el pensamiento de Foucault y con otras propuestas provenientes de la dispora terica del neomarxismo y de lanew left.

    Para designar a esta galaxia terica se puede usar el trmino de culturalismo . Entiendo con este trminola tendencia a pasar de una teoramarxista de la cultura a una teora cultural del marxismo (mejor definible,en ese punto, como post-marxismo). La inspiracin del culturalismo puedeser rastreado en cierta lectura de Gramsci y del nexo estructura/superestructuraque aparece en losCuadernos. Como es evidente inclusive si se releen algunasde las obras que estn en la base de loscultural studies, por ejemplo el ensayode Raymond Williams de 1973 titulado Base and Superstructure in Marxist Cultural Theory.

    En este ensayo Williams captaba bien lo que es quiz la mayor contribucingramsciana al marxismo: la revaloracin del momento superestructural, poltico e ideolgico; la superacin de la dependencia unilateral de la asllamada base econmico-productiva; la insistencia en la perspectiva de unarelacin dialctica entre los dos momentos, despus de las deformaciones detanto marxismo economicista y determinista de la Segunda y de la TerceraInternacional.

    Esto permita abrir camino para un estudio de la cultura en su autonoma

    relativa, sin que se perdiera por ello al menos inicialmente, al menos enWilliams el vnculo con la centralidad del concepto de clase y de actividadeconmica. Quisiera aqu recordar, slo brevemente, que en elCuaderno 13Gramsci escribe, a propsito del concepto de hegemona , el concepto sobre

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    el que toda la crtica, no slo culturalista sino tambin liberal,a la Bobbio,construye su visin de un Gramsci no marxista: si la hegemona es tico- poltica, no puede dejar de ser tambin econmica, no puede dejar de tener sufundamento en la funcin decisiva que el grupo dirigente ejerce en el ncleodecisivo de la actividad econmica .22

    De este pasaje, pero tambin de todo el contexto de muchas de lasargumentaciones gramscianas, podemos inferir entonces que: 1) la hegemonatico-poltica debe ser tambin econmica; 2) el sujeto de la hegemona es la clase . Y en segunda instancia podemos aadir, creo un partido, expresinorgnica de las clases subalternas.

    Todo esto aparece tambin subrayado explcitamente en un texto muy

    posterior de Stuart Hall, en uno de sus textos dedicados al pensamiento delcomunista sardo,Gramsci andUS , de 1987. Escribe Hall: Gramsci siempreha insistido en que la hegemona no es un fenmeno exclusivamente ideolgico. No se puede pensar en ninguna hegemona sin el ncleo decisivo de laeconoma .23

    La teora de la subjetividad y de la identidad, central para Stuart Hall, seapoyaba pues en Gramsci y en una justa comprensin del marxismoantideterminista y antieconomicista de Gramsci.

    No obstante, ya en los anlisis precedentes sobre el thatcherismo avanzados por Hall, por cierto importantes y sugestivos, el vnculo entre los nuevosfenmenos identitarios y el fin del ciclo fordista era por lo menos discutible,atenuado tanto que permiti que surgiera una polmica sobre todo en lascolumnas de la New Left Reviewhacia una definicin (la de populismoidentitario ) que pareca puramente ideolgica. Hall ha escrito PaoloCapuzzo reaccion a las crticas reiterando la centralidad de la dimensinhegemnico-cultural .24 sta es una posicin destinada a abrir camino en elmundo anglfono a desarrollos cada vez ms orientados a ignorar tanto ladimensin estructural como la consiguientecentralidad del conflicto de clase.

    En el ensayo titulado La importancia de Gramsci para el estudio de laraza y la etnicidad,de 1985, Hall afirma:

    GUIDO LIGUORI

    22 Gramsci, Antonio (1975),op. cit ., p. 1591 (Q 13, 18) [En espaol: p. 42, tomo 5].23Hall, S.,Gramsci e noi[1987], en Vacca, G., Capuzzo, P., Schirru, G. (coord.) (2009),Studi

    gramsciani nel mondo. Gli studi culturali, Il Mulino, Bologna, p. 79.24 Ibid.,Capuzzo, P., Introduzione, p. 29.

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    La idea tradicional segn la cual diversos tipos de lucha (relacionadascon laescuela, la poltica cultural o sexual, las instituciones de la sociedad civil comola familia, las organizaciones sociales tradicionales, las instituciones culturales,tnicas, etc.) debentodos subordinarse y reducirse a la lucha obrera, condensadaen el lugar de trabajo [...] es aqu decididamente contestada y rechazada.25

    Estamos pues frente a una modificacin indudable de la estructura social pero tambin, y quiz fundamentalmente, de la prevalencia de otras narraciones , no marxistas en el final de la centralidad del conflicto de clasey de la contradiccin basada, por ejemplo, en fenmenos que, por el contrario,me parecen particularmente relevantes, como: el trabajo y el no trabajo, la precariedad, el conflicto interno de los mismos grupos subalternos alrededor de estas problemticas conflicto que ciertamente se presenta en ocasionescomo un conflicto racial pero que se refiere con frecuencia a la escasez delas fuentes de trabajo, base sobre la que se levantan las otras contradicciones;la dificultad de reconstruir una conexin entre aquellos que son explotados,desde el punto de vista del trabajo, pero que estn dispersos pues ya no estnconcentrados en la fbrica fordista.

    Est de manera explcita en juego la jerarqua de las contradicciones y delas luchas presentes en la sociedad. O, mejor dicho, el modo de leer o entender esta jerarqua.

    VIIAun para un estudioso y heredero del pragmatismo estadounidense, en par-ticular de Dewey, como Cornel West, Gramsci es apreciable porque laconcepcin de Gramsci escribe West en su A Genealogy of Pragmatism : enfoca una nocin de especificidad histrica y una concepcin de hegemonaque niegan cualquier lectura determinista, economicista o reduccionista delos fenmenos sociales .26

    Gramsci escribe West no adopta una teora unidimensional del poder .ste es el motivo por el cual Cornel West se proclama neogramsciano: Gramsci

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    25 Hall, S., L importanza di Gramsci per lo studio della razza e dell etnicit[1986], en Id .,(2006) Il soggetto e la differenza. Per un archeologia degli studi culturali e postcoloniali, curadurade M. Mellino, Meltemi, Roma, p. 212.

    26 West, C. (1997), La filosofia americana, Editori Riuniti, Roma, p. 293.

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    se diferencia del marxismomonocausal, erigido en torno a la centralidad delconflicto de clase, y esto ayuda a West a leer los conflictos raciales.27 El filsofoafro-americano pone su neogramscianismo en tensin tambin con el post-estructuralismo inspirado en Derrida y Foucault.West afirma abiertamentehaberse inspirado en la teora de la diferencia propuesta por la escuela de pensamiento que arranca de estos autores, pero dice haberla insertado en un marco neogramsciano . Aquello que interesa a West de todos estos autoreses el esfuerzo de desmantelar el logocentrismo y los aspectos apriorsticosde la tradicin marxista .28 Escribe Cornel West:

    El rechazo por parte de los neogramscianos de la metfora base/superestructura,

    del economicismo (o marxismo logocntrico) tienen como consecuencia inevi-table la conviccin de que ya no es suficiente o deseable privilegiar el modo de produccin de los sujetos de clase de un modo apriorstico y construir nexoscausales (as sean elementares o refinados) en torno a una ideologa del racismofincada simplemente a factores econmicos. A diferencia de ello, la metfora del bloque histrico derivada de Antonio Gramsci remplaza la de base/superestructura.29

    West acusa tambin a Gramsci de logocentrismo . No acepta pues lacentralidad, que reconoce estar en Gramsci, del conflicto de clase. Afirma, noobstante, que la aproximacin gramsciana permite respetar la diversidad desubjetividades y conflictos. West va forzando el concepto de bloque histrico,hasta llegar a la negacin de la centralidad del conflicto de clase. Gramsci lesirve para corregir el post-estructuralismo, impidiendo que resbaleen unverdadero nihilismo cognitivo que significara renunciar a explicar ytransformar la historia de la sociedad .30 Pero Gramsci es corregido a su vezala luz de aquella crtica antilogocntrica que constituye uno de los pasajesesenciales de la cultura post-estructuralista y de loscultural studiesen losEstados Unidos. Es ste el razonamiento que lleva a West a afirmar que:

    GUIDO LIGUORI

    27 Sobre esto me permito sugerir Liguori, Dewey, G., Gramsci e il pragma tismoneogramsciano di Cornel West , en id.,Sentieri gramsciani, op. cit., pp. 153-161.

    28 West, C., (1992), L oppressione dei neri d America. Un interpretazione neogramsciana ,en Asterischi, nm. 2, p. 136. Uso la traduccin de Claudia Lombardi publicada en Italia del ensayo Marxist Theory and theSpecificity of Afro-America Oppression, aportndole ligeras modificaciones.

    29 West , (1992), op. cit ., pp. 144-5.30 Ibid., p. 146.

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    la cultura es una estructura a la par de la economa o de la poltica y hunde susraces en instituciones como la familia, la escuela, las iglesias, las sinagogas, lasmezquitas y la industria de la comunicacin (televisin, radio, video, msica).Anlogamente, la economa y la poltica no slo son influenciadas por los valoressino que promueven determinados modelos culturales de una buena vida y una buena sociedad.31

    Pero la visin de la sociedad que tiene West no individua la jerarqua delos niveles de realidad propios del capitalismo. Gramsci no es usado por sutentativa de interpretar de un modo rico y complejo la sociedad capitalistadesde una ptica siempre marxista, sino por avanzar una interpretacin de lasociedad desde una ptica no marxista, en la que los poderes y las

    contradicciones forman una red no estructurada jerrquicamente. Su lecturade Gramsci se aleja pues del discurso original fundado en las contradiccionesde clase en el que el pensamiento de Gramsci se situaba y se sita.

    Un discurso anlogo puede hacerse para lossubaltern studies.La primeradifusin de la categora gramsciana desubalternos en el mundo ocurri como es evidente en la obra de estudiosos hindes (precisamente bengals)que tenan un conocimiento escaso de lo que Gramsci haba escrito, habindolotomado slo de una antologa en ingls, que reportaba en una seccin deescritos sobre historia de Italia slodos notasdel Cuaderno 25, titulado por GramsciEn los mrgenes de la historia (Historia de los grupos socialessubalternos), ttulo y cuaderno que la antologa ni siquiera citaba.

    Los estudiosos hindes fueron pues golpeados por la importancia queGramsci atribua a la historia de los subalternos, sobre todo en el resurgimientoitaliano, e imitaron algunas claves explicativas aplicndolas a la historia de laIndia. Con la difusin del trmino subalternos en las universidadesestadounidenses se produce un giro. Estudiosos influenciados sobre todo por el deconstruccionismo o por el pensamiento de Foucault usaron la categorade subalterno y el concepto de subalternidad en modos alejados de aquellos propiamente gramscianos.32

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    31 West, C. (1995), La razza conta, Feltrinelli, Miln, p. 33.32 En relacin con el concepto de subalterno me permito sugerir la revisin de mi ensayo Tre

    concetti di subalterno in Gramsci. Nota del editor: este ensayo aparece en esta compilacin.

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    VIIICasi como reaccin a esta situacin caracterizada por lecturas de Gramscifrecuentemente descontextualizadas y propuestas sobre la base de unconocimiento parcial de los textos (por ejemplo, por parte de lectores de lenguainglesa que no leen en italiano y por tanto no pueden leer losCuadernosen sutotalidad), en los ltimos aos en Italia han aumentado sobre todo los estudiosfilolgicos sobre la obra de Gramsci, y estudios ms profundos sobre elcontexto histrico-cultural efectivo en el que l trabaj, para entender el sentidoexacto de trminos, conceptos y razonamientos no siempre fciles de descifrar,en losCuadernos, en ocasiones verdaderamente obscuros, a causa de las particulares condiciones en las que Gramsci debi escribir en una prisinfascista.

    Desde hace algunos aos un grupo de trabajo encabezado por la FundacinGramsci est preparando una edicin nacional , aunque tambin una edicincrtica, obviamente, de la obra de Gramsci. Ya han sido publicados los cuadernos de traduccin , que hasta ahora nunca haban sido publicados,33 yun volumen del epistolario. Sern utilsimos los volmenes de los escritos previos a la crcel, que con nuevas tcnicas informticas lograrn probablemente a avanzar en el tema de la atribucin de los artculos juve-niles. De hecho, en la prensa socialista, en elOrdine Nuovo, generalmente losartculos no eran firmados. Y las atribuciones hechas en los aos cincuenta y

    sesenta sobre todo por viejos protagonistas a partir de la memoria en ocasionesse han revelado equivocadas.Siempre en el mbito de la edicin nacional ser editada una nueva versin

    de losCuadernos de la crcel, curada por Gianni Francioni, que est destinadaa suscitar debates y polmicas. Esto porque en ella se propone una organizacindistinta de losCuadernos, distinguiendo netamente entre cuadernosmiscelneos y cuadernos monotemticos, e individuando al interior de algu-nos cuadernos una especie de sub-cuadernos, que Gramsci habra mantenidounidos slo porque no dispona de todo el papel que habra querido tener.Entre otras cosas, Francioni propone fechas ms precisas de algunas notas (o prrafos) de Gramsci as como el desplazamiento de algunas notas, porquehabra sido aadida como ejemplo al final de un cuaderno, es decir redactada

    GUIDO LIGUORI

    33 Gramsci, Antonio, (2007),Quaderni del carcere. 1. Quaderni di traduzioni (1929-1932),curadura de Giuseppe Cospito e Gianni Francioni, 2 tomos, Istituto della Enciclopedia Italiana, Roma.

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    ms tarde respecto a las otras que la preceden en el cuaderno por motivos puramente contingentes.

    Esta edicin de losCuadernos que implcitamente se propone mandar al desvn a la edicin Gerratana, que es sobre la que se estudia a Gramsci entodo el mundo, ya traducida en Mxico y que ha sido ya traducidaintegralmente en Mxico y que an est siendo traducida al ingls, etc. abre elflanco a una consideracin crtica fundamental: al descompaginar el ordenmaterial de losCuadernos tal y como llegaron a nuestras manos, tal y comoestn compuestos materialmente y como la edicin Gerratana reproduce, salvoen poqusimos casos, por lo dems sealados, se pierde una base segura parala confrontacin entre todos los estudiosos gramscianos en el mundo y se abre

    una poca de desorden potencial en los estudios y el debate sobre Gramsci. No es difcil imaginar en efecto que una nota o un grupo de notas, fechadas por Francioni de un cierto modo, sean sobre la base de nuevas interpretacionesfilolgicas o de nuevos descubrimientos histrico-documentales fechadasde un modo diverso. Qu deber hacerse en ese caso? Imprimir otra edicin post-francioniana?

    En la poca de la informtica la International Gramsci Society Italia (IGSItalia) de la cual formo parte, est trabajando para, dentro de poco, poner adisposicin de todos, en un nuevo portal gramsciano y con una nueva edicin,todas las obras de Gramsci, incluyendo losCuadernos. Una edicin informticaque reproduzca losCuadernostal y como estn compuestos materialmente yen cuyos mrgenes ser posible anotar las diversas propuestas de asignacinde fecha en la medida en que se vayan sugiriendo, de modo tal que cadaespecialista podr contrastarlas y forjarse una opinin propia.

    Desde el 2001 que laIGS Italia organiza un seminario peridicomultidisciplinario que analiza filolgicamente los trminos, las categoras,los conceptos de losCuadernos. Le parole di Gramsci en el ttulo del libroque contiene los frutos de la primera parte de este trabajo.34 Posteriormente,en el 2009, sali el gran Dizionario gramsciano 1926-1937,35 tambin promovido por elIGS Italia con el mismo corte del seminario. En la base delseminario, del libro y del Diccionario est la misma idea: seguir un concepto

    LOS ESTUDIOS GRAMSCIANOS HOY

    34 Frosini, Fabio y Liguori, Guido (coord.) (2004), Le parole di Gramsci. Per un lessico deiQuaderni del carcere, Carocci, Roma.

    35 (2009), Dizionario gramsciano 1926-1937,Carocci, Roma.

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    gramsciano en su desarrollo en losCuadernos,seguir su evolucin, pero procurando obviamente que no se pierdan las referencias entre una voz y otra,entre un concepto y otro.

    De este Diccionario ya se est trabajando una traduccin en Brasil y seest estudiando la posibilidad de traducirlo tambin al espaol.

    IXEn la basetanto de los trabajos de la edicin nacional, dirigida por laFondazione Istituto Gramsci de Roma,comode los estudios de laIGS Italiadescansa la misma conciencia fundamental de que en los ltimos 20 aosdetermin el viraje principalen los estudios gramscianos, en Italia ytendencialmente en el mundo.

    Esta conciencia nacida a partir de la edicin Gerratana y reforzadainmediatamente por los estudios de Gianni Francioni 36 puede sintetizarse enel hecho de que losCuadernos de la crcel son una obra que tiene una historiainterna propia. No son pues una obra publicada por su autor, o incluso concluida por su autor. Son un taller , unwork in progress que dur varios aos, en losque no todo aquello que se escribi puede ser puesto en el mismo planosincrnico, como haca la primera edicin temtica de losCuadernos, delos aos 1948-1951. LosCuadernos contienen un desarrollo. Lo que sobrealgunos temas Gramsci pensaba y escriba en 1930 no es necesariamente lo

    mismo que lo que pensaba y escriba en 1935.El estudio filolgico de losCuadernos ha abierto el camino a una difundida prctica hermenutica totalmente iluminada por este supuesto. El estudiodiacrnico de losCuadernos es por tanto en la actualidad la clave, delacercamiento a Gramsci surgido en los ltimos aos. Est claro que eso dejay dejar en fuera de lugar a quien lee a Gramsci a travs de antologas, o de unmodo parcial o bien indiferenciado, sin prestar atencin a la atribucin defechas la ms precisa y cercana posible de las afirmaciones gramscianas.

    Del mismo modo, de esta nueva aproximacin deriva la necesidad de profundizar en los acontecimientos biogrficos e histricos de Gramsci en losaos de la crcel y del mundo que lo circundaba, la red de personajes (su

    GUIDO LIGUORI

    36 Para una bibliografa de la obra de Francioni dedicada a Gramsci y la nueva filologagramsciana sugiero revisar laPremessa de Giusepope Cospito al volmen coordinado por l mismo(2010)Gramsci tra filologia e storiografia. Scritti per Gianni Francioni, Bibliopolis, Npoles.

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    cuada Tania, su amigo Piero Sraffa, el compaero con el que haba entradoen un disenso parcial en 1926, Palmiro Togliatti) que asegurabaclandestinamente la comunicacin entre el prisionero y el movimientocomunista del cual nunca dej de ser parte. Porque y ste es el punto de partida los Cuadernosno son algo escrito fr ewig,como el propioGramsciescribe, quiz para engaar a la censura carcelaria, sino una reflexinorientadaa la batalla poltica.

    No sabemos si a Gramsci le ilusionaba recobrar la libertad para poder participar en una lucha poltica en los vrtices de la Internacional u otra cosa: probablemente hasta cierto punto ste era su pensamiento, su esperanza, yquiz no la abandon jams del todo. Pero est claro que no comparta la

    poltica del viraje realizado desde 1929 por el movimiento comunistainternacional y que empe todos sus esfuerzos para elaborar una estrategiaalternativa para el movimiento comunista.37

    Los acontecimientos histrico-biogrficos han hecho que sus escritosvieran la luz hasta despus de algunos aos en un contexto totalmente diferente.Togliatti y elPCI hicieron un uso parcial, que probablemente a Gramsci nohabra disgustado del todo. Y quizs ha sido la mejor manera, para dar a conocer a Gramsci al mundo.

    Es cierto no obstante que slo ahora, despus de muchos decenios, estamosdescubriendo lo que Gramsci escribe en la crcel. Y por qu lo escribe. Deesto los estudios presentes y futuros no pueden ni podrn no tener en cuenta.

    Bibliografal Baratta, Giorgio (2002), Antonio Gramsci tra Italia e Brasile, enCrtica

    marxista , nm. 2, Editori Riuniti, Roma.l Brennan, Timothy (2004), L intellettuale meridionale, en Albertazzi,

    Silvia, Barnaba Maj, Roberto Vecchi (coords.), enPeriferie della storia,Quodlibet, Macerata.

    LOS ESTUDIOS GRAMSCIANOS HOY

    37Hay que tomar en cuenta el hecho de que cuando inicia a escribir losCuadernos as como enlos aos sucesivos, Gramsci no poda tener la conciencia que tenemos hoy en da del stalinismo , por lo cual poda creer posible una discusin abierta al menos en el estrecho vrtice de la Internacional;hay que tomar en cuanta tambin el hecho de que desde 1935 el VII Congreso de la Internacional yla poltica de los frentes populares determinan un giro en el movimiento comunista que se acercaobjetivamente a la elaboracin carcelaria gramsciana, aun cuando prevalecen muchas diferenciasde anlisis y propuesta poltica.

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    GUIDO LIGUORI

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    LOS ESTUDIOS GRAMSCIANOS HOY

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    CONCEPTOS, ENFOQUESY ESTUDIOS GRAMSCIANOS

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    U NA REFLEXIN SOBRE EL DICHO GRAMSCIANO DECIR LA VERDAD ES REVOLUCIONARIO

    Francisco Fernndez Buey*

    IEl tpico sobre las malas relaciones entre verdad y poltica viene de antiguo.

    Al menos en nuestro mbito cultural. En el pensamiento poltico europeo dela modernidad se suele atribuir a Nicols Maquiavelo la confirmacin de esaidea, que desde entonces se ha repetido infinidad de veces. As, en uninteresante ensayo dedicado al tema Truth and Politics Hannah Arendt volvaal viejo lugar comn con estas palabras:

    Nadie ha dudado nunca del hecho de que verdad y poltica mantengan entre suna mala relacin, y, que yo sepa, nadie ha incluido la sinceridad entre las virtudes polticas. Siempre se ha considerado que las mentiras eran instrumentos necesariosy legtimos no slo del oficio de poltico o demagogo, sino tambin del oficio deestadista.

    Despus de preguntarse, casi retricamente, por la razn de este hechotan generalmente admitido que nadie parece negarlo, la propia Hannah Arendtacaba sugiriendo, en ese ensayo sobre verdad y poltica, que acaso la esenciamisma de la verdad sea precisamente la de ser impotente y la esencia mismadel poder la de ser engaoso.

    Partiendo del tpico segn el cual verdad y poltica constituyen una parejairreconciliable, es natural que en el filosofar sobre el asunto hayan ido cobrandocada vez ms relevancia dos lneas de pensamiento paralelas que no puedenencontrarse. La primera de ellas, de base moral y/o religiosa, da la primaca ala afirmacin de la verdad en toda circunstancia para concluir, claro est, en

    el desprecio o en la crtica radical de la poltica. El caso seguramente msconmovedor de este punto de vista en el filosofar del sigloXX ha sido Simone

    * Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, Espaa.

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    Weil, quien al final de su vida, y precisamente escribiendo en nombre de laverdad, propuso la disolucin de todos los partidos polticos. La segundacorriente, casi siempre dominante en el mbito de la filosofa polticaacadmica, tiende a distinguir entre decir la verdad en el mbito de lasrelaciones privadas y decir la verdad en la esfera pblica, para concluir, desdeesta distincin, que lo que tal vez sea una virtud privada, avalada por lasTablas de la Ley, puede ser un vicio pblico, de manera que la intervencin enla poltica activa obliga a admitir, en efecto, que la verdad, o, por mejor decir,la veracidad, no es una virtud poltica.

    Pero hay al menos un autor del sigloXX que s incluy la sinceridad y laveracidad entre las virtudes polticas. Y no slo negando la mayor, o sea, que

    en poltica la verdad sea impotente, sino afirmando adems el carcter revolucionario del decir la verdad en poltica. Este autor se llamaba AntonioGramsci. Fue un pensador y activista poltico, italiano y comunista, quedefendi al mismo tiempo, y sin reservas, dos cosas que, por lo general, suelenoponerse siempre en el mundo contemporneo: el valor de la verdad en lavida poltica y la tradicin maquiaveliana. Un caso inslito sobre el cual parece pertinente reflexionar en este ciclo dedicado precisamente a las nociones de verdad y revolucin . Pues no es casual que Gramsci llegara a ser casi unamoda intelectual hace 40 aos, cuando la palabra revolucin volva a estar en boca de los jvenes, para pasar a ser un desconocido, casi slo citado envano, en nuestros das.

    IILa defensa incondicional de la verdad es algo que aparece ya en los primerosescritos juveniles de Antonio Gramsci, en las colaboraciones periodsticas decuando an era estudiante universitario en la industrial ciudad de Turn.Estamos hablando de la segunda dcada del sigloXX. Uno de los primerosartculos que Gramsci escribi en esa poca llevaba precisamente este ttulo: Per la verit ; y estaba dedicado a comentar una antologa de escritos deGiovanni Papini publicada en 1913.

    La verdad que Gramsci pretenda defender ah, frente a algunasinsinuaciones malvolas de Papini, era sencillamente una verdad de lasllamadas de hecho, a saber: el reverente afecto de los jvenes universitariosturineses por la obra del erudito e hispanista Arturo Farinelli; una verdad, en

    FRANCISCO FERNNDEZ BUEY

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    el mbito de las manifestaciones culturales, a la que Papini estaba faltando por diletantismo caprichoso contra los eruditos.1

    Desde joven, Gramsci ha vinculado el respeto irrestricto a la verdad, tantoen la vida privada como en la esfera pblica, con la afirmacin de una tica delas convicciones, para decirlo ahora con el lenguaje que empleara Max We- ber. Conviccin ha sido precisamente una de las palabras ms empleadas por Gramsci en los momentos decisivos de su vida o cuando hace referencia,en la correspondencia, a lo que ha considerado momentos decisivos de su vi-da. Ya en 1915, al explicar las razones de una decisin que iba a cambiar sutrayectoria, la decisin de abandonar la universidad y el mundo acadmico para dedicarse al periodismo poltico-cultural desde una publicacin socialista,

    sta, conviccin , es la palabra:Entr en el Avanti libremente, por conviccin. En los primeros das de diciembrede 1915 haba sido nombrado director del instituto de Oulx, con un salario de2500 liras y tres meses de vacaciones. Sin embargo, el 10 de diciembre de 1915me compromet con el Avanti por 90 liras al mes, o sea, por 1080 liras al ao.Pude elegir, y si eleg el Avanti tengo sin duda el derecho a afirmar que lo hicemovido por una fe y por una conviccin profundas.2

    Es ms: lo que Gramsci escribi al ao siguiente, en 1916, a los 25 aos,en un artculo publicado en la seccin turinesa del peridico socialista Avanti, podra considerarse como ejemplo paradigmtico del tipo de tica de las

    convicciones que Max Weber pondra en cuestin unos aos despus en suclebre conferencia sobre la poltica como vocacin. Gramsci escriba ah:

    La verdad debe ser respetada siempre, con independencia de las consecuenciasque puedan seguirse de ella; y las convicciones propias, si son fe viva, debenencontrar en s mismas, en la propia lgica, la justificacin de los actos que seconsidera necesario llevar a cabo. Sobre la mentira, sobre la falsificacin facilonaslo se construyen castillos de viento que otras mentiras y otras falsificaciones pueden hacer desvanecerse.3

    U NA REFLEXIN SOBRE EL DICHO GRAMSCIANO DECIR LA VERDAD ES ...

    1 Gramsci, A. (1974), Corriere universitarioa. I, n 1, 5 febrero de 1913 , firmado alfa gama;incluido en Gramsci, A., Per la verit. Scritti 1913-1926, al cuidado de Renzo Martinelli, Editori Riuniti, Roma, p. 3-5.2 Gramsci, A. (1980), Cronache torinesi: 1913-1917,al cuidado de S. Caprioglio, Einaudi,Turn, p. IX.

    3 Gramsci, A. (1960), La conferenza e la verit , en Avanti de Turn del 19/2/1916 , incluidoen el volumenSotto la Mole, Einaudi, Turn, p. 43.

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    Ya en estos escritos juveniles la defensa de la verdad que Gramsci propugnase caracteriza por un par de rasgos que no hay que perder de vista, porque semantendrn a lo largo de toda su obra: la seriedad con que aborda el asunto yla dimensin polmica, contextualizada, de tal defensa. Hablando con propiedad habra que decir que lo que Gramsci est defendiendo es laconcepcin culturalista e idealista, en buena parte romntica e historicista, dela veracidad o autenticidad del intelectual, del escritor y del artista.

    Pero desde las primeras noticias que llegaron a Italia de la RevolucinRusa de octubre de 1917 aquella defensa gramsciana de la necesidad de decir la verdadindependientemente de sus consecuencias y caracterizada por laseriedad y la polmica, se fue ampliando desde los mbitos de la potica y de

    la poltica cultural al plano de la poltica en el sentido ms restringido de la palabra. En esta evolucin tuvo una gran influencia tambin el llamado bieniorojo italiano (1919-1921), aos en los que Gramsci estuvo en contacto con los principales movimientos revolucionarios de la poca y en particular con laexperiencia de los consejos de fbrica de Turn. En ese sentido, y de acuerdocon el compromiso adquirido, ya en 1920 el Gramsci consejista escriba,tambin polmicamente, quela verdad es la tctica de la revolucin proletaria,tratando de subrayar con esa frase la diferencia que hay, en la actuacin prctica,entre la cultura (poltica) proletaria en formacin y la cultura (poltica) de lasclases dominantes.

    Este punto de vista ha encontrado su expresin ms alta en la revista queGramsci dirigi en la ciudad de Turn y que llevaba por ttulo LOrdine Nuovo,sobre todo a partir del momento en que la publicacin dej de ser semanal para pasar a ser diaria, en enero de 1921. Es en esta publicacin donde aparece por primera vez el dicho que quiero glosar aqu: Dire la verit rivoluzionario . La frase encabezaba el primer nmero de la publicacin ensu nueva etapa. Decir la verdad y llegar juntos a la verdad fue para Gramscila sustancia moral del programa comunista en la poca de LOrdine Nuovo.

    Se ha discutido mucho sobre el origen de la frase y sobre su atribucin, pues afirmaciones del mismo tenor hay, desde luego, en Lenin, cuya influenciaen Gramsci es manifiesta, y tambin en Henri Barbusse, intelectual, periodista

    y revolucionario francs, fundador del semanarioClart , con el que LOrdine Nuovotuvo una ntima relacin por entonces. Pero, ms all de las coincidenciasy semejanzas, los redactores de la publicacin italiana han atribuido la fraseinequvocamente al abogado y poltico socialista alemn Ferdinand Lassalle.

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    Detenerse en esta atribucin tiene inters, sobre todo porque en el lugar en que se hace se quiere dejar claro el sentido preciso de la frase. En una nota publicada en LOrdine Nuovo el 17 de marzo de 1922, atribuible a AntonioGramsci, y dedicada a la polmica de entonces entre las varias corrientessocialistas y comunistas sobre el papel que estaba jugando el lder maximalistaGiacinto Menotti Serrati, se da explcitamente la procedencia de la frase y susentido contextual:

    El dicho de Lassalle, que LOrdine Nuovo ha publicado en la cabecera de su primer nmero, significa precisamente que no hay que ocultar a la clase obreranada de lo que a sta interesa, ni siquiera cuando tal cosa pueda disgustarla, nisiquiera en el caso de que la verdad parezca hacer dao en lo inmediato; significaque hay que tratar a la clase obrera como se trata a un mayor de edad capaz derazonar y discernir, y no como a un menor bajo tutela. LOrdine Nuovo ha sidosiempre fiel a este dicho. Puede haber publicado inexactitudes de detalle, por error o defecto de sus informadores, pero esas inexactitudes no pueden ser pruebade una contradiccin con su divisa.4

    As expresada, la frase de Lassalle recogida por Gramsci alude a unarestriccin histrico-social que no se puede obviar: no se est afirmando ahque decir la verdad seasiempre y en toda circunstancia revolucionario, sinoque lo es, es revolucionario, decrsela, aunque duela, a la clase social (el proletariado, la clase obrera) a la que se atribuye precisamente la cualidad de

    ser ella misma revolucionaria.Cabe aqu, por tanto, una glosa al respecto de tenor parecido a la que ensu momento hizo Rafael Snchez Ferlosio del introito al Juan de Mairena deAntonio Machado, que dice: La verdad es la verdad, dgala Agamenn o su porquero , cuya afirmacin va seguida por estos dos juicios de los nombrados: Agamenn: conforme. El porquero: no me convence . Pues de la mismamanera que respecto de la expresin clsica, socrtica, de la verdad hay quetomar distancias (como hace el propio Machado en su broma y Ferlosio, conms detalle, en su glosa) para preguntarse, en aquel caso, quin dice la frase yel porqu de la conformidad de Agamenn y de la discrepancia del porquerocon la misma, tambin aqu, en el caso de la frase de Lassalle-Gramsci cabe

    U NA REFLEXIN SOBRE EL DICHO GRAMSCIANO DECIR LA VERDAD ES ...

    4 Gramsci, A. (1971), Garrucio e la verit , enSocialismo e fascismo. LOrdine Nuevo 1921-1922, Einaudi, Turn, pp. 475-277.

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    preguntar sobre el universo de discurso y el contexto de la afirmacin segnla cualdecir la verdad es revolucionario.

    Se puede descartar, pues, la interpretacin de la frase en el sentido de quedecir la verdad sea,siempre y en cualquier circunstancia, revolucionario. Pues,as, en general, parece obvio que hay verdades que se pueden decir y que notienen nada que ver con la batalla de ideas, y menos an con la lucha poltico-social, o cuyo contenido, ya sea trivial, ya axiomtico, no afecta en absolutoal tipo de actitud o comportamiento que podamos considerar revolucionario(sin necesidad de entrar a definir qu se entiende por tal). De modo que, siuno se atiene al significado que Gramsci dio a la frase y al contexto en que seescribi (el marco o espacio comunista que representaba LOrdine Nuovo),

    cuando se dice que decir la verdad es revolucionario lo que se est queriendodecir es:

    1 Que a la clase social considerada sujeto de la revolucin, o sea, el proletariado, no hay que ocultarla nada;

    2 Que hay que decir la verdad incluso cuando sta disguste o puedahacer dao en lo inmediato;

    3 Que esto supone tratar a la clase obrera como tratamos a un adulto, osea, como a un colectivo de adultos capaces de razonar y discernir;

    4 Que hay que distinguir entre este decir la verdad y los errores o inex-actitudes que podamos cometer por falta de informacin o por imprecisin de nuestros informantes.

    La verdad del dicho de Gramsci queda, por tanto, vinculada al menos atres cosas:

    Primera: aunque no se dice de manera explcita, est implcito en la frasey se sigue claramente del contexto que revolucionario es ah un valor positivo,tal vez el ms alto de los valores en el plano cultural y en el plano poltico. Seda por supuesto que el valor positivo revolucionario , como polticarevolucionaria , se contrapone a poltica en cualquier otra acepcin de la palabra, o sea, a poltica oficial, institucional o (como se deca en la poca en

    esos ambientes) parlamentaria , dando tambin por supuesto, como lo danlos dems, que en esta forma habitual de hacer poltica se miente mucho.Segunda: que, efectivamente, debe existir algo as como una clase social

    a la que podamos considerar sujeto de la revolucin, una clase social al menos

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    potencialmente revolucionaria. Esto es, obviamente, otro presupuesto. Puedeser un presupuesto idealista, es decir, la atribucin doctrinaria, sin baseemprica, de una cualidad o disposicin a toda una clase social; o puede ser una evidencia con cierto fundamento en la realidad del presente en que seescribe. Eso es algo que se debe dilucidar. Pero el hecho de que la frase haya podido mantenerse y ser aceptada durante dcadas, las que van al menos desdeLasalle, que muri en 1864, poco despus de la fundacin de la AsociacinInternacional de Trabajadores, a Gramsci, que estaba escribiendo en 1922, yque son, por tanto, unas cuantas, sugiere de forma plausibleque cierta evidenciaemprica deba de haber cuando fue formulada.

    Tercera: vinculada al tipo de verdad de referencia. El tipo de verdad al

    que se refiere Gramsci en el contexto explicativo de la frase de Lasalle no esla verdad en el sentido lgico-formal, sino que es algo as como unaverdad de fondo, una verdad seria, una verdad esencial, en cuyo desvelamiento est en juego algn aspecto particularmente importante de la poltica que se hace ennombre de, y al servicio de la clase social que se considera revolucionaria.Pues slocon esta nocin de verdad se puede disculpar el error , la inexactitud , la falta o defecto de informacin sobre tal o cual comportamientoindividual o colectivo concreto, todas las cuales cosas, aunque no entren encontradiccin con la intencin de decir la verdad, pueden ser de hechofalseamientos de una realidad concreta (en este caso, por ejemplo, el juiciosobre el papel de Giacinto Menotti Serrati en relacin con el partido y laInternacional Comunista, que es lo que se estaba discutiendo).

    IIIEn las cartas y en los cuadernos que Antonio Gramsci escribi entre 1927 y1937, desde las distintas prisiones a las que le conden el rgimen fascistamusoliniano, hay muchas notas que pueden servir para glosar, interpretar ydesarrollar este concepto suyo de la verdad. A pesar del puetazo en el ojoque, en su opinin, represent para los comunistas la derrota de la revolucinen Europa, l sigui manteniendo su defensa irrestricta del decir la verdadincondicionalmente.

    En los cuadernos y en las cartas escritos desde la crcel reiterar quedecir la verdad es consustancial a la poltica autntica, es la tctica de toda poltica revolucionaria. La exaltacin de la veracidad, ya no slo frente a la

    U NA REFLEXIN SOBRE EL DICHO GRAMSCIANO DECIR LA VERDAD ES ...

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    mentira o el engao explcitos, sino incluso frente a la falsa piedad y lacompasin mal entendida, es el hilo rojo a travs del cual, en su epistolario,trata de fundir una relacin afectiva sana y la vida buena en la esfera pblica.Se podra decir que es la veracidad de Gramsci, esta pasin suya por buscar ydecir la verdad, lo que ms conmueve en lasCartas de la crcel, probablemente porque el lector atento capta enseguida que ah, en esta pasin vivida encondiciones tan penosas, est una de causas de su tragedia.

    En la correspondencia de esos aos de crcel con los familiares y amigoseste es un tema recurrente, hasta el punto de que puede decirse que casi todoslos conflictos importantes por los que Gramsci tuvo que pasar en esos aos sehan debido a la comprobacin, o a la sospecha, de que no se le estaba diciendo

    la verdad sobre el estado o situacin de las personas prximas, ocultndole por falsa piedad la magnitud de sus enfermedades o la proximidad de su muerte.Gramsci pens siempre que la verdad cumple, que la verdad lleva en s su propia medicina.

    En esto no hizo nunca la ms mnima concesin y tal vez esta defensa dela veracidad tanto en el mbito privado como en la esfera pblica hizo anms dolorosa la propia tragedia. No me detendr en eso porque he escrito alrespecto en otras ocasiones. Slo citar aqu un paso de una carta de 1931 enla que propio Gramsci subraya la continuidad del punto de vista que hamantenido desde la poca en que escriba en LOrdine Nuovo:

    Yo no he sido nunca un periodista profesional de esos que venden su pluma almejor postor y se ven obligados a mentir continuamente porque la mentira es parte de su cualificacin profesional. He sido un periodista muy libre, siempre deuna sola opinin, y nunca he tenido que ocultar mis convicciones para agradar alos amos o echarles una mano.5

    En varios de los cuadernos escritos en la crcel, sobre todo en las notasrecogidas bajo el rtulo pasado y presente y en los apuntes dedicados aMaquiavelo y al partido poltico, Gramsci ha precisado sobre la nocin deverdad que le interesaba y sobre la relacin entre verdad y poltica. En lasnotas que escribi sobre oratoria, conversacin y cultura, y tambin en losfragmentos que redact sobre la relacin entre lgica formal, mentalidad

    FRANCISCO FERNNDEZ BUEY

    5 Antonio Gramsci, Carta del 12/10/1931 a Tatiana Schucht .

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    cientfica, enseanza de la gramtica y de las lenguas, distingue muyclaramente entre verdad en el plano lgico, y verdad en el sentido prctico,en la acepcin tico-poltica, o sea, entre verdad matemtica , como l mismodice a veces, y verdad en la acepcin en que se emplea la palabra en lasdisciplinas humansticas, o sea, comoverdad histrico-concreta.

    Discutiendo con el bizantinismo comunista en poltica, Gramsci se ha preguntado en qu sentido y hasta qu punto se puede generalizar o universalizar una verdad de este tipo, una verdad histrico-concreta descubierta o desvelada encorrespondencia con una determinada prctica. Y ha contestado, a lo que podramosconsiderar un problema filosfico de los de siempre, de una forma muy plausible,a saber: que la prueba o indicio de la universalidad de una verdad referida a una

    poca histrica determinada est en: 1) que sta, o sea, la presunta verdad, seconvierta en estmulo para conocer mejor la realidad en un ambiente distinto deaquel en el cual y para el cual fue descubierta, y 2) la incorporacin de tal verdad,una vez que ha hecho de estmulo, a esta otra realidad diferente, como si hubieranacido en ella y para ella.

    De estas dos condiciones deduce Gramsci que, a diferencia de lacoherencia formal, que es lo que se pide a la verdad lgica, la pretendidauniversalidad concreta de una verdad (histrica, histrico-social) dependerde la posibilidad de ser expresada, con xito y comprensin, en lenguas oleguajes distintos de aqul en que fue expresada por vez primera. Si no esexpresable en otras lenguas particulares la tal supuesta verdad habr de ser considerada, en su opinin, como una abstraccin bizantina y escolstica,simplemente buena para pasatiempo de los rumiadores de frases .6

    Es