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186 / A G U I L A R D E C A M P OO se procedió a la restauración de la Virgen, tarea que fue encargada a Santiago Toledo, afamado escultor que por aquel entonces trabajaba en la restauración de la colegiata de San Miguel y que antes lo había hecho a las órdenes de M anue l Aníbal Álvarez en las iglesias de San Juan de Baños y de San Martín de Frómista. Se representa a la Virgen sentada sobre un banco con pequeño respaldo y con el Niño descansando en el centro de su regazo, según el tipo de la Sedes Sapientiae que se impone durante el período románico. La Virgen sostiene en su mano derecha una bola o fruto en alusión a su carác- ter de nueva Eva, mientras que con la izquierda protege al Niño. Viste velo blanco ceñido a la cabeza por medio de una especie de diadema, manto azul cerrado a la altura del cuello, túnica y calzado puntiagudo. El Niño bendice con la diestra y sujeta un pequeño cartel o pergamino con una inscripción añadida por el restaurador. El conjunto muestra detalles que manifiestan su antigüe- dad como la posición hierática y frontal de ambas figuras, e ntre las que no existe la mínima comunicación, el juego de pliegues en forma de meandros que describen los bordes inferiores de la vestimenta y el rostro alargado de María –casi copiado por el restaurador al hacer el del Niñoque refleja de forma clara la severa gravedad característica de la imaginería románica. Resulta complicado definir el estilo original de la pieza pues desconocemos el nivel de reintegración volumétri- ca alcanzado por la restauración a que fue sometida. Sabemos que el rostro del Niño no es original y tampo- co parece que lo sean las manos de ambas figuras, pero ignoramos si la intervención afectó también a otras par- t es de la escultura pues, según el t estimonio de don Juan Sanz, la talla había pa decido los efectos del fuego. En cualquier caso, y a juzgar por el aspecto que hoy pre se n- ta, parece tratarse de una obra antigua, de la primera mitad del siglo XII, en la que destaca su gracioso arc aís- mo derivado tanto de la tosca ejecución primitiva como de su re staur ac ión. T exto: PLHH - Fotos: JLAO Bibliografía AA.VV., 1926, p. 9, lám. III; CALVO CALLEJA, J. L., 1989, p. 39; MARTÍN GONZÁLEZ, J. J. (dir.), 1980, p. 17; SANZ, J., 1922, pp. 23, 32-40. Monasterio de Santa María la Real E L MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA REAL de Aguilar de Campoo, está situado a unos 500 m en dirección suroeste del centro de la villa, en la margen izquierda del Pisuerga. Se encuentra al abrigo de la Peña Longa y extramuros del recinto amurallado. Los orígenes de la abadía se remontan a la Alta Edad Media, cuando los antecedentes eremíticos se mezclan con la leyenda. Se recurre siempre al primer diploma en el Libro Becerro de Aguilar (AHN. Clero. Cód. 994-B), recogido también por Yepes y Ambrosio de Morales. Alpidio, un noble legendario, tropezaba durante una cacería con una abandonada iglesia dedicada a San Pedro y San Pablo. Bajo ésta, aparecía un segundo templo en la base de la inconfundible Peña Longa. Del inverosímil relato de Alpi - dio, que rápidamente alertó a su hermano Opila, abad de San Miguel de Tablada, en las orillas de Ebro, se despren- de además la dedicación de cada uno de los altares: a Nuestra Señora, a san Pelayo y santa Engracia y a san Juan Bautista y san Martín. En el mismo lugar, un sobrino de Opila, con idéntico nombre, levantó el monasterio de san Pedro y san Pablo de Aguilar (822) rotura ndo tierr as y viñas y aportando el ajuar de la casa de San Miguel de T ablada. Según Yepes, los primeros monjes acabaron tras- ladándose a la iglesia baja, lo que hace suponer una hipo- tética fundación eremítica. Nada anormal parece dislocar esta suposición puesto que los restos rupestres son muy frecuentes en la comarca. En 852, el conde Osorio hacía donación traditio corporis et animae al recién creado cenobio. En 950 Osorio Armíldez fundaba el monasterio de San Martín de Aguilar. En 968, Fernán González efectuaba una donación a este mismo monasterio. La mitad de la casa, junto con la de Santa Juliana de Aguilar, era donada por una tal María al cenobio de Cardeña en 1079. Los datos son tan escasos como oscuros. Entra dentro de lo verosí- mil que San Martín de Aguilar se correspondiese con otra fundación que –como supuso Linage– estuvo vinculada a la Regla de San Benito. Para el padre Serrano el monaste- rio de San Martín de Aguilar pudo ser agregado al de Santa María y la disparatada historia de la fundación por parte de Opila pudo tomar sus elementos constitutivos en la del conde Fernán González, que participó en la erec- ción de San Martín en vida del fundador conde Osorio. Backmund también recoge esta presumible fusión cenobí- tica en una agrupación dúplice de monachorum et monialium

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  • 186 / A G U I L A R D E C A M P O O

    se procedió a la restauración de la Virgen, tarea que fueencargada a Santiago Toledo, afamado escultor que poraquel entonces trabajaba en la restauración de la colegiatade San Miguel y que antes lo había hecho a las órdenes deM a n u e l Aníbal Álvarez en las iglesias de San Juan de Bañosy de San Martín de Frómista.

    Se representa a la Virgen sentada sobre un banco conpequeño respaldo y con el Niño descansando en el centrode su regazo, según el tipo de la Sedes Sapientiae que seimpone durante el período románico. La Virgen sostieneen su mano derecha una bola o fruto en alusión a su carác-ter de nueva Eva, mientras que con la izquierda protege alNiño. Viste velo blanco ceñido a la cabeza por medio deuna especie de diadema, manto azul cerrado a la altura delcuello, túnica y calzado puntiagudo. El Niño bendice conla diestra y sujeta un pequeño cartel o pergamino con unainscripción añadida por el restaurador.

    El conjunto muestra detalles que manifiestan su antigüe-dad como la posición hierática y frontal de ambas figuras,e n t re las que no existe la mínima comunicación, el juego depliegues en forma de meandros que describen los bordesinferiores de la vestimenta y el rostro alargado de María–casi copiado por el restaurador al hacer el del Niño– que

    refleja de forma clara la severa gravedad característica dela imaginería románica.

    Resulta complicado definir el estilo original de la piezapues desconocemos el nivel de reintegración volumétri-ca alcanzado por la restauración a que fue sometida.Sabemos que el ro s t ro del Niño no es original y tampo-co parece que lo sean las manos de ambas figuras, peroignoramos si la intervención afectó también a otras par-tes de la escultura pues, según el testimonio de don JuanSanz, la talla había padecido los efectos del fuego. Encualquier caso, y a juzgar por el aspecto que hoy pre s e n-ta, parece tratarse de una obra antigua, de la primeramitad del siglo X I I, en la que destaca su gracioso arc a í s-mo derivado tanto de la tosca ejecución primitiva comode su re s t a u r a c i ó n .

    Texto: PLHH - Fotos: JLAO

    Bibliografía

    AA.VV., 1926, p. 9, lám. III; CALVO CALLEJA, J. L., 1989, p. 39; MARTÍNGONZÁLEZ, J. J. (dir.), 1980, p. 17; SANZ, J., 1922, pp. 23, 32-40.

    Monasterio de Santa María la Real

    EL MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA REAL de Aguilar deCampoo, está situado a unos 500 m en direcciónsuroeste del centro de la villa, en la margenizquierda del Pisuerga. Se encuentra al abrigo de la PeñaLonga y extramuros del recinto amurallado.

    Los orígenes de la abadía se remontan a la Alta EdadMedia, cuando los antecedentes eremíticos se mezclancon la leyenda. Se recurre siempre al primer diploma en elLibro Becerro de Aguilar (AHN. Clero. Cód. 994-B), recogidotambién por Yepes y Ambrosio de Morales. Alpidio, unnoble legendario, tropezaba durante una cacería con unaabandonada iglesia dedicada a San Pedro y San Pablo.Bajo ésta, aparecía un segundo templo en la base de lainconfundible Peña Longa. Del inverosímil relato de Alpi-dio, que rápidamente alertó a su hermano Opila, abad deSan Miguel de Tablada, en las orillas de Ebro, se despren-de además la dedicación de cada uno de los altares: aNuestra Señora, a san Pelayo y santa Engracia y a san JuanBautista y san Martín. En el mismo lugar, un sobrino deOpila, con idéntico nombre, levantó el monasterio desan Pedro y san Pablo de Aguilar (822) roturando tierr a sy viñas y aportando el ajuar de la casa de San Miguel de

    Tablada. Según Yepes, los primeros monjes acabaron tras-ladándose a la iglesia baja, lo que hace suponer una hipo-tética fundación eremítica. Nada anormal parece dislocaresta suposición puesto que los restos rupestres son muyfrecuentes en la comarca. En 852, el conde Osorio hacíadonación traditio corporis et animae al recién creado cenobio.

    En 950 Osorio Armíldez fundaba el monasterio de SanMartín de Aguilar. En 968, Fernán González efectuaba unadonación a este mismo monasterio. La mitad de la casa,junto con la de Santa Juliana de Aguilar, era donada poruna tal María al cenobio de Cardeña en 1079. Los datosson tan escasos como oscuros. Entra dentro de lo verosí-mil que San Martín de Aguilar se correspondiese con otrafundación que –como supuso Linage– estuvo vinculada ala Regla de San Benito. Para el padre Serrano el monaste-rio de San Martín de Aguilar pudo ser agregado al deSanta María y la disparatada historia de la fundación porparte de Opila pudo tomar sus elementos constitutivos enla del conde Fernán González, que participó en la erec-ción de San Martín en vida del fundador conde Osorio.Backmund también recoge esta presumible fusión cenobí-tica en una agrupación dúplice de monachorum et monialium

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    adherida a la regla benedictina hasta el 1020, fecha en queya aparece Santa María de Aguilar como abbatia secularis.

    En el documento de donación de Sancho II de Castillaal obispo Simeón de Oca (18 de marzo de 1068), se citabala iglesia de Santa Eugenia de Aguilar, ofrecida por el ecle-siástico para restaurar la diócesis. Esta casa parece corre s-ponder con Santa Eugenia de Cordovilla, otorgada porAlfonso VI al abad Lecenio, del monasterio de Santa Maríala Real de Aguilar (1073), a instancias del Cid. Fue consa-grada en 1118 por el obispo burgalés Pascual. Sin embarg o ,el documento parece falso según concluyó Menéndez Pidal,p resumiblemente la consagración del 1118 también debiófalsificarse. Posteriormente Santa Eugenia se convirtió enun importante priorato de la casa aquilare n s e .

    Otra de las fundaciones más significativas, constituti-va en definitiva del que años después fue solar mostense

    de Santa María de Aguilar, fue la iglesia-monasterio deSanta María Magdalena de Fuentelaencina. Donada porel rey Sancho, hijo de Alfonso VII, en 1149 a Simón yc o n f i rmada en 1154 por el mismo Sancho al prior Gual-terio. Junto con el presumiblemente débil monasterio deSan Agustín de Herrera, fundado a instancias de Retuert aen 1152, constituyen dos células que tras su transmisión aAguilar servirán de fermento territorial –y quizá tambiénespiritual– al nuevo monasterio premonstratense. Natu-ralmente, el desarrollo cenobítico de ambas casas fuei n c i e rto y en su traslado a Aguilar debió influir una eco-nomía pre c a r i a .

    Una de las cuestiones más controvertidas sobre los orí-genes del monasterio es determinar qué orden ocupóel recinto antes de la instalación de los premonstratenses,ampliamente beneficiados por Alfonso VIII. Indudable-

    Vista general del monasterio desde la Peña Longa

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    Planta

    Alzado oeste, alzado norte y sección oeste-este (comedor norte)

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    mente, en Aguilar existió un monasterio particular, insti-tuido por familias nobles como los Osorio y los Lara.

    En 1169, el rey Alfonso VIII, el abad Sancho de Retuer-ta, los condes Nuño, Álvaro, Almanrico, Rodrigo (fue m o n a -c h i en Sahagún) y la condesa Sancha Osorio, pro p i e t a r i o sde Santa María de Aguilar, donan sus derechos al abad deR e t u e rta Miguel, de la Orden de San Agustín. Sin duda, lainfluencia del abad Miguel ante la Co rte facilitó la transfe-rencia patrimonial de los nobles y la propia protección re a l .De otro lado, los anteriores ocupantes, despojados de unmonasterio estable, interpusieron una queja ante el legadopontificio Jacinto con el fin de paralizar el proceso. El alter-cado se resuelve mediante concordia (bula de 1173).

    Antes de la llegada de los monjes premonstratenses,Santa María ya poseía un importante bloque de propieda-des: la heredad de Villavega y los palacios del conde Oso-rio y su mujer Teresa Fernández (1141). El 4 de febrero de1165 el mismo Alfonso VIII donaba a Michaeli abbati et omni -bus successoribus tuis regulam Sancti Augustini la iglesia de SanCipriano de Riofresnos y el prado de Valcabado. En otroo rden de cosas, diez años antes, el 9 de diciembre de 1155,Alfonso VII había concedido al abad Sancho (de Retuerta)la exención del pago de portazgo en todo el reino paramercancías y ganados además de diferentes franquicias depoblación. En torno a estas fechas tempranas (desde finesdel reinado de Alfonso VII y aun durante la minoridad deAlfonso VIII), la solidez de la Orden Premonstratense en lac i rcaria hispana es ya un hecho y la política de la monarquía

    consolida a un doble nivel territorial y jurisdiccional a estoscanónigos regulares que habían penetrado en Castilla apartir de Sancho Ansúrez y su compañero Domingo Gó-mez de Candespina, supuestamente formados en tierrasgalas.

    En un documento expedido por Alfonso VIII en Saha-gún en 1169 se confirma un grupo de posesiones que desdeSan Agustín de Herrera son transferidas a la abadía de Agui-l a r. Después de la proclamación de la citada bula de Jacin-to y la aparición expresa del instituto premonstratense en elcitado documento, el monasterio se irá enriqueciendo cono t ros dominios: Alfonso VIII ofrece la localidad de Vi l l a-nueva y la iglesia de San Cebrián, próxima a Santa María deRezmondo, además de Te rradillos (1183). María de Alme-nara recibe del rey en 1173 la iglesia de San Román cerc a-na a Sotovellanos que la cede a Aguilar en 1183.

    Como importante centro de decisión económica, elmonasterio de Aguilar centró sus estrategias hacia el contro lde una densa red molinera, fundamentalmente establecidaen las orillas del Pisuerga y del Camesa. Adquiriendo juntoa otras prebendas (pastos, portazgos y rentas) un papelevidente como abadengo territorial desde el reinado deAlfonso VIII hasta el de Fernando III.

    La época álgida del dominio aquilarense coincide cla-ramente con la primera mitad del siglo XIII. M.ª EstelaGonzález de Fauve detalla que el período 1221-1240 fueel de mayor concentración de adquisiciones, sabiamentecombinadas con las permutas, la explotación molinera y

    Vista del monasterio desdela Peña Longa

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    Sección oeste-este (claustro) y sección norte-sur (iglesia-comedor este)

    Sección sur-norte (iglesia-sala capitular) y sección longitudinal de la iglesia

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    las numerosas donaciones de nobles. Las fechas conocidaspara la finalización de la iglesia (1213) y la construcciónhipotética de la sala del capítulo (1209), son pues ante-riormente inmediatas a la cota máxima del volumen patri-monial detentado por los premonstratenses. Sin ser proce-sos forzosamente coincidentes, sí entablan un evidentemaridaje que parece validarse con la presencia física delobispo Mauricio consagrando el templo en 1222.

    El volumen de propiedades adquiridas por el monasteriodurante la primera mitad del siglo X I I I fue contundente (449para la primera mitad del siglo frente a 64 para la segunda).S o b re las múltiples causas de este deterioro se han señala-do la deficiente gestión abacial, la falta del apoyo re g i odecidido a re a g rupar su propio patrimonio frente a la usur-pación monacal y nobiliaria (Fuero Real de Alfonso X en1255) o la necesidad de acudir a los censos y contratos dea rrendamiento para suavizar la reducción de rentas e infur-ciones. Lo cierto es que la casa aquilarense nunca llegó yaa recuperarse, por el contrario se vio forzada –como todoslos monasterios de la Co rona castellana en 1236– a sufra-gar las campañas militares de Fernando III en Andalucía.P o s t e r i o rmente, durante el crudo periodo de las guerr a sciviles (1366-1369), los mercenarios del Príncipe Negroa s o l a ron la judería de Aguilar como protesta por el impagode sus soldadas a la muerte de Pedro el Cruel. La comuni-dad hebrea pechaba al abad desde la época de Alfonso VIIIy sus molinos en la villa fueron destruidos por las tro p a singlesas sin poder hacer frente a las reparaciones. Inflacio-nes y devaluación monetaria, reducción de la superf i c i ecultivada a consecuencia de la despoblación, emigraciónhacia Andalucía y epidemias, constituyen un cúmulo def a c t o res que contribuyeron a limitar tremendamente lamano de obra a inicios del siglo X I V. Para González deFauve, la baja producción agraria reflejada en la escasez de

    alimentos y en el grano necesario para la explotación moli-nera hizo que declinaran los medios de pago, así podemosexplicar algunas de las situaciones de dolorosa penuria enlas que la abadía quedó sumerg i d a .

    LA IGLESIA

    Se trata de un templo litúrgicamente orientado deplanta basilical con tres naves –de mayor altura la mayor–de tres tramos y cru c e ro reflejado sólo exteriormente haciael lado septentrional.

    La triple cabecera presenta ábside central heptagonaly capilla de la epístola re c t a n g u l a r. La capilla del evange-lio debió poseer un cierre similar a la de la epístola perofue sustituida por la rectangular capilla del Cristo en1650. Los dos ábsides medievales: el central y el de laepístola, aparecen precedidos de tramos rectos cubiert o scon cru c e r í a s .

    El ábside central, que se eleva a mayor altura que loscolaterales, está cubierto con bóvedas nervadas de riño-nes perforados, como en la cercana colegial de SanMiguel o en la sala del capítulo de San Andrés de Arro-yo, particularidad estructural considerada originaria de lacatedral burgalesa. Apreciamos una sólida plementería deriñones perforados por óculos trilobulados y cuatro ven-tanas geminadas apuntadas con óculos cuadrilobuladossuperiores. La datación de esta capilla oscilaría en tornoa l tercer cuarto del siglo XIII. El presbiterio que antecede alábside central se cubre con bóveda de crucería mientrasque la capilla gótica de la epístola posee simple cubierta decañón apuntado. La cabecera permite una generosa ilu m i-nación que se complementa con un óculo trilobuladooccidental en el tramo presbiterial, a mayor altura que elc ru c e ro .

    Las tres naves están sostenidas por seis contundentespilares a los que se adosan grupos de doce semicolumnasc o ronadas por capiteles vegetales. Los pilares son de núcleocruciforme, presentan dobles columnas en cada uno de susfrentes y columnas acodilladas sencillas en los ángulos(que están ausentes en los pilares orientales del tramo cen-tral del crucero). Estos responsiones soportan los nerviosdiagonales cuya sección tiene baquetón central y dobleescocia. Los perfiles de las nervaduras son similares entodas las bóvedas excepto en los tres tramos de los pies yen el central del crucero, donde hay triple baquetón, indi-cio quizá de mayor modernidad. Para la cubrición de losbrazos septentrional y meridional del crucero se opta porel cañón apuntado. Al exterior los empujes se neutralizanmediante contrafuertes de sección rectangular.

    Inscripción de la consagración de 1222

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    La particular disposición de las dobles columnas en losf rentes responde pues a la tradicional escuela hispano-langue -d o c i a n a que formuló Lambert y sistematizó To rres Balbás.Sin embargo, esta solución de medias columnas –ya em-pleada en el triunfal re a p rovechado de una iglesia primiti-va– cuenta con el precedente silense, además de otras solu-ciones puntuales como apeos de fajones en edificios defines del siglo X I (catedral de Jaca, Arlanza, Frómista o SanP e d ro de Te v e rga) que se han calificado de solución fugaz.En la comarca los triunfales con dobles columnas se advier-ten también en Revilla de Collazos y en Villavega de Agui-l a r, imitando quizás la modalidad de Santa María la Real.

    Los capiteles de las naves de la iglesia muestran dife-rentes facturas: de hojas lisas y carnosas anudadas en ladoblez superior, acogiendo elementos arracimados y cogo-l l os de acantos completándose con bayas centrales en l acimera de las cestas al modo andresino (hay cestas simila-res ya presentes en el claustro), con doble nivel de hojas de

    acanto ramificadas y rematadas en piñas lisas coro n a d a spor dobles caulículos (tramo anterior al cru c e ro del ladodel evangelio), con doble nivel c ro c h e t s góticos conform eavanzamos hacia los pies (son incluso más abundantes en ellado septentrional que en el meridional y se observan tam-bién en un capitel del ángulo NE del cru c e ro), fre c u e n -cia lógica en relación con la progresión de las obras y elplanteamiento de un muro de nueva traza en los tramosmás occidentales, si bien esto no implica la desaparición delas cestas andresinas, cuya presencia resulta concluyente enlos ventanales de la fachada occidental o en el nivel supe-rior del muro meridional. Por otra parte, los modelos decestas con canaladuras o acantos carnosos y lisos pro v i s t o sde bolas aparecen sólo en la zona occidental de acantosramificados y trepanados provistos de canaladuras, cogo-llos vegetales y coronados por dobles caulículos (tramoanterior al cru c e ro en la epístola) o con c ro c h e t s góticos con-vencionales. Algunos de estos capiteles sufrieron cambioso fueron sustituidos durante las intervenciones de Are n i-llas. Como señalaba Lacoste, este tipo de cestas pudieranp e rtenecer al mismo taller activo en la capilla del Abad,que desarrolló su actividad con inmediata anterioridad a lagran cantería que concluyó el edificio, esta última fue laresponsable de las cestas andresinas y la introductora demodelos específicamente góticos. Consideraba este inves-tigador un carácter exclusivamente anicónico para este efí-m e ro grupo de capiteles, si bien la revisión escultórica dela propia capilla del Abad demuestra lo contrario.

    Las basas áticas –muchas de ellas restauradas– que des-cansan sobre zócalo octogonal resultan un modelo comúncon Arroyo, presentando lengüetas angulares, escocia,toro y anillo superior.

    Varias claves de las bóvedas de la iglesia aparecendecoradas: la de la capilla mayor con Virgen sedente yNiño orlados por una ruda decoración vegetal, en el tramoque la antecede un águila con las alas explayadas (que tam-bién se da en el claustro), en la capilla de la epístola un per-s o n a j e masculino vestido con manto sosteniendo un libro(quizás se trate de la capilla de San Juan que citan losdocumentos). Para el tramo central del crucero se empleaun excepcional relieve con cuatro cabezas afrontadas y enel resto de las naves góticas motivos vegetales de hojascaladas y trepanadas o geométricos de esquemas radiales(como en la única crucería conservada de la iglesia de SanAndrés de Aguilar). La bóveda del último tramo de la navecentral fue restaurada a fines de la década de 1950.

    En lo que respecta a la delimitación de las campañasconstructivas ya bosquejó Lampérez una clara divisiónconstatable entre la capilla de la epístola y el crucero –sec-tores pertenecientes a una primera campaña románicasegún el autor– y el resto de los tramos de las naves desde

    Espadaña

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    el crucero hasta los pies, elevados durante las primeras dosdécadas del siglo XIII.

    Para Lampérez, lo que caracteriza al templo es un cier-to dualismo entre lo románico y el denominado estilo “detransición” que impide encasillarlo bajo ninguna e s c u e l a. Enla iglesia se re a p rovechan partes de una construcción ro m á-nica anterior a la llegada del Prémontré: así lo certifican lasalturas inferiores del asimétrico cru c e ro y de las capillas y“los machos no preparados para las cru c e r í as ”. Posterior-mente, recogía el afortunado jalón epigráfico del 1213-1222 (fin de la iglesia y consagración por el obispo Mauri-cio) que encaja perfectamente con el resto del conjunto,incluyendo la bóveda del cru c e ro “cuyos nervios salen delos machos torales más orientales de un modo impensable”.

    Años más tarde, Lambert confesaba que la iglesia delmonasterio de Aguilar era un edificio muy complejo de tipoh i s p a n o - l a n g u e d o c i a n o que re a p rovechaba una obra ro m á n i c aa n t e r i o r. Fue sin embargo el primero en advertir la cone-xión angevina de las esculturas con atlantes que estabaninstalados en la bóveda ojival del centro del cru c e ro.

    Julia Ara ha señalado cómo la bóveda de cañón paralos brazos del cru c e ro resultaría un arcaísmo a juzgar porla presencia de codillos con columnillas en el brazo delevangelio que nunca llegaron a emplearse y pudiero nhaber resuelto el apeo de una hipotética crucería. Para lamisma autora es posible que la gran amplitud del cru c e-ro y la inoperancia de los soportes orientales para re c i b i runa cubierta de nervios motivara el empleo de la cru -cería sólo para el tramo central “resolviendo el pro b l e m ade los apeos en el lado oriental mediante la colocación deesculturas a la manera anjevina, y cubriendo los brazoscon una bóveda de cañón mucho menos compro m e t i d ac o n s t ru c t i v a m e n t e ” .

    Las molduras o anillos triples instaladas a una alturade dos tercios de los soportes torales parecen caracteri-zar perfectamente la obra más antigua, alzada pro b a b l e-mente por una comunidad de canónigos re g u l a res, y nodudamos en atribuir su mantenimiento a la presencia deunos elementos escultóricos de una desacostumbradacalidad –los capiteles trasladados al M A N– que motiva-ron el respeto por parte de los nuevos moradores pre-monstratenses instalados desde 1173. El mismo Lacosteseñala que el triple ábside semicircular aparecido a raízde las excavaciones de Pedro Matesanz, correspondería aun edificio de la primera mitad del siglo X I I, la dataciónresulta sólo una hipótesis aunque las diferencias en ela p a rejo sean evidentes.

    De la disección de este sector oriental más antiguo,Lacoste emparenta la tipología aquilarense con la de otrosconjuntos como la Catedral Vieja salmantina o el cenobiode Retuerta.

    Las marcas de cantero comparten alguno de sus rasgoscon las líneas verticales para el encaje de cada pieza resul-tando un conjunto de gran vistosidad, un fenómeno simi-lar se da en la iglesia de San Andrés de Arroyo.

    Un cotejo del repertorio de marcas de cantero de lacampaña gótica (ca. 1200-1222) con respecto a las de lacercana iglesia de Santa Cecilia demuestra una correspon-dencia sospechosa. Podemos hablar de identidad de cua-drillas que se complementaría además con la presencia decapiteles vegetales andresinos y de crochets perfectamenteacordes: el capitel con la Matanza en ambos templos, lamagistral pieza de acantos trepanados con cimacio demonstruos entrelazados de la epístola en Santa Cecilia, lasménsulas de rollos o la anatomía de las arpías de la torrerefuerzan la intervención de canteros intercomunicadosen dos obras coetáneas.

    Sólo Lacoste ha intentado esbozar una secuencia meti-culosa de campañas constructivas para el templo monaste-rial. Tras perfilar la primera campaña ca. 1180 (actividaddel maestro de Ávila), reconoce la intervención de un segun-do taller a lo largo de todo el paramento meridional de lanave –tras el crucero– hasta una altura media de los murosque talló las cestas anicónicas. Este nuevo taller parece ins-pirarse en los capiteles exclusivamente vegetales talladospor el primero que se reaprovecharon durante la reformadel claustro. A esta campaña corresponde un sólo capiteldel tramo colateral meridional y otros de la capilla delAbad. Supone una datación ca. 1190 en manos de ungrupo de canteros que tienden a simplificar los tipos apor-tados por los artífices más sobresalientes de la primeracampaña. Finalmente, un tercer taller –el que acomete lasobras de mayor envergadura– fue el responsable de rema-tar la iglesia entre ca. 1200 y 1213: alzando los muros delcrucero, crucero y naves, todos los robustos pilares y losabovedamientos, además del claustro, sala capitular ydiversas dependencias monásticas. Su fósil director parecenser las cestas con crochets del tipo que García Guinea defi-nió como andresino derivadas de esquemas anteriores y losmediocres atlantes del crucero.

    A este discurso constructivo que formula Lacoste,i n i n t e rrumpido desde 1180 a 1213, podríamos re p ro c h a runa datación excesivamente tardía para los trabajos delm a e s t ro de Ávila (que podríamos adelantar a la década de1160 en función de la fecha aportada por Piasca) y unac i e rta ambigüedad en lo que respecta a la delimitaciónde la segunda campaña. Con respecto a la tercera campa-ña, la evolución constructiva parece perfectamente razo-nable y plausible.

    En la iglesia de Aguilar no todos los soportes de lasnaves laterales y del muro del hastial siguieron el modelode las dobles columnas gemelas, de hecho, los del muro

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    meridional emplearon una semicolumna adosada hasta unnivel superior coincidente con una moldura longitudinal,donde la citada semicolumna –que arrancaba desde elnivel terre ro con un modesto zócalo– quedaba flanquea-da y apoyada por otras dos sirviendo de descarga a lasbóvedas. En los muros septentrional y occidental, porcontra, las semicolumnas son dobles desde el zócalohasta la altura de las dobladuras, carecen pues del doblenivel compuesto que veíamos en la nave sur. Simplessemicolumnas angulares soportan las diagonales de lasbóvedas en los ángulos NO y SO de los últimos tramosde las naves laterales, éstas re a p a recen en el brazo sep-tentrional del cru c e ro y en el único sector conservado dela capilla del evangelio (no sucede así en el brazo meri-dional). A tal disparidad podríamos encontrar una expli-cación suponiendo una mayor antigüedad para el sectormeridional, lógica si valoramos la idea de un primitivoc l a u s t ro cubierto con madera que fue sustituido por unabovedamiento durante el siglo X I I I respetando la traza yregularidad de sus pandas. No es gratuito afirmar que unapanda claustral preexistente impidió el desarrollo delbrazo sur del transepto durante la re f o rma que experi-mentó el templo.

    A la fábrica gótica se le añadió la capilla del Cristo en1650. La reforma de la capilla respetó sin embargo un sec-tor exterior –en el que se conservó un ventanal gótico–heredado de la primitiva edificación. Se aprecian tambiénvestigios medievales en el muro occidental al engarzarsecon el moderno y en la semicolumna adosada coronadapor capitel con crochets del lado SE.

    El ventanal que se abre entre el contrafuerte másoriental y el volumen exterior del brazo septentrional delc ru c e ro presenta capiteles andresinos a la derecha y dec rochet gótico a la izquierda, sin embargo, bajo éste sea p recia otra ventana más arcaica, de medio punto, aboci-nada interior y exteriormente, semicegada por el brazodel cru c e ro que dejó indemne el capitel derecho de lamisma. La cesta, muy mutilada, deja ver en su base unashojas de acanto de nerviaciones picudas con trabajo detrépano que evoca determinadas tallas claustrales de pro-genie abulense. Sería muy difícil fijar una cro n o l o g í aa p roximada debido a su defectuoso estado, sin embarg o ,su anterioridad a la talla andresina es más que evidente ysu coetaneidad con los trabajos escultóricos del arc otriunfal encajaría perfectamente (v i d . acantos del capiteldel caballero victorioso del MAN).

    Bóvedas de la nave central de la iglesia

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    El llamativo grosor del muro meridional en su sectormás oriental correspondería según Lacoste a la voluntadde alzar un posible campanario que nunca llegó a ejecu-tarse. Desde el ángulo NE de la galería superior de lapanda septentrional del claustro un angosto vano muyrestaurado permite el acceso hasta un receptáculo supe-rior cubierto con bóveda de cañón que arranca de dosmolduras naceladas corridas, desde éste se puede alcanzaro t ro reducido espacio rectangular –plagado de grafitos–e igualmente cubierto con cañón. Su paramento nor-te comunica directamente con la escalera de caracol queasciende hasta las bóvedas del templo eclesial. De algunamanera, esta cámara superior coincidente con la capillade la epístola, nos re c u e rda otros espacios similares en lostemplos de los monasterios premonstratenses de Retuert ay de Bujedo. Otra escalera de caracol permite ascenderdesde el nivel de la iglesia (a los pies, en la nave de laepístola) hasta las bóvedas superiores y la llamativa espa-daña occidental.

    El muro meridional queda reforzado por contrafuertesde sección rectangular anteriores a la cubrición gótica delclaustro. De hecho, el contrafuerte más occidental quedóseriamente fracturado al embutir el perfil de la crucería.

    Este mismo contrafuerte parece adosado con respecto alparamento exterior, indicativo quizá de un reaprovecha-miento del sector. Por el contrario, los contrafuertes querefuerzan el sector claustral oriental quedan perfectamen-te engatillados con la sillería del muro gótico. El mismosepulcro de doña Sancha (†1183), que se instaló en unarcosolio de la crujía septentrional del claustro, refuerzauna mayor antigüedad para el sector.

    La fachada de la iglesia es de líneas bien sencillas, sinelementos historiados –a excepción del bajorrelieve con elángel instalado con posterioridad a la construcción del has-tial– refleja bien la distribución del interior de las naves.Dos contrafuertes de perfil rectangular dividen la navecentral de las laterales, la del evangelio posee también con-t r a f u e rte angular, mientras que la de la epístola queda re c o-gida por el muro meridional que se prolonga en el occi-dental de la cilla. El cuerpo central remata en altura conespadaña a piñón que posee un campanario re s t a u r a d odurante la década de los 80. Aquí se respetó el modelooriginal con cuatro vanos apuntados provistos de guard a-polvo y moldura horizontal en el arranque de los arc o s–en coincidencia con la misma moldura de coro n a m i e n t oen los contrafuertes de la fachada– y nivel cimero, quesegún la descripción de Navarro poseía columnas ahorad e s a p a recidas.

    Sobre la portada aparece un ventanal de medio puntocon doble arquivolta de baquetón y escocia y dos capite-les a cada lado de clara factura andresina. En la base deeste ventanal que se abría al coro alto –y estuvo tapiado–debió existir una imagen de la Virgen bajo un doselete,ésta fue descrita por Quadrado. Navarro, en la década de1930 la daba ya por perdida.

    Otro ventanal similar, aunque de dimensiones máspequeñas, se aloja en el lado izquierdo (nave del evange-lio) a la misma altura que el abierto sobre la portada, eneste caso sólo se labró un capitel para cada lado, pero res-petando la misma directriz andresina.

    La portada eclesial presenta arco de medio punto cons-tituido por dos arquivoltas de baquetón, escocia y guar-dapolvo, aquéllas descansan sobre jambas acodilladas ysendos capiteles decorados con hojas de acanto a cadalado. Los capiteles de la portada resultan piezas de exce-lente factura aunque siguen una cesta con tendencia cúbi-ca: con ábacos de dados y concavidad semicirc u l a r, acantosa dos niveles firmemente trabajados mediante aplicacionesde trépano en canaladuras y caulículos en las esquinas queen el caso derecho quedan recogidos mediante un anillo.Son modelos cuya aplicación fue frecuente en obras deloeste de Borgoña e Île-de-France y aparecen en contextoscomo el de la cripta del pórtico en la catedral composte-lana, y el nártex de San Vicente de Ávila. La cro n o l o g í a

    Interior del crucero de la iglesia

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    p ro p o rc i onada para estas obras punteras ronda la décadadel 1160, que sería descabellada para estas piezas de laportada aquilarense. Es muy posible que los escultoreslocales tomaran el modelo de la pieza n.º 5 del MAN.

    En marzo de 1992 se localizó frente a la fachada de laiglesia una dovela con un fragmento de la inscripciónc o rrespondiente a la consagración del templo. Sus tiposescriturarios y la misma posición del epígrafe se corre s-ponden con los ejecutados para la iglesia de Cabria. Sine m b a rgo es posible que esta pieza formara parte de lae rmita de San Pedro y San Pablo, alzada frente a la facha-da del templo premonstratense y que fue desmontadahacia fines del siglo X V I (todavía en pie en 1575). Ta lhallazgo hace sospechar una fecha paralela para la insta-lación de los ángeles A y B en el lugar que todavía ocu-pan, coincidiendo con la re f o rma que experimentó lao rden, la relajación de la regla y la irrupción de los aba-des trienales.

    LA ESCULTURA TARDORROMÁNICA DE LA IGLESIA

    Bajorrelieves con ángeles portadores de cartelas en el exteriorde la fachada oeste de la iglesia y muro frontero

    Ángel A. Pieza arenisca de forma triangular con el ladosuperior recto y los dos restantes ligeramente semicirc u l a re s .R e p resenta la figura de un ángel sedente con alas extendi-das. Los pies descalzos posan sobre una peana decorada conmáscara zoomorfa. Con sus manos sostiene una ancha filac-teria de 48 × 12 cm que contiene la siguiente inscripción:

    1. + VIRGO SUI PARTVS2. TENEROS AMPLECTITVR [artus]3. QVEM TENET IN GREMIO4. NON CAPITVR SPACIO.

    (La Virgen recoge los tiernos miembros de su parto, dequién se encuentra en el gremio y no cabe en el espacio).

    Ángel B. De similar desarrollo que el anterior. Sostienerollo de 36 × 14 cm que descansa directamente sobre lasrodillas con la inscripción:

    1. + [h]VC. VENIENTES.2. ISTA[M] UIDENTES. EDO3. CEANTVR. CORDE GE4. MENTES. ORE FATEN5. T[es] NE MORIANTVR.

    (Los que aquí venís y ésto veis, edificar los corazonescompungidos y rezar piadosamente para que no murais).

    Lacoste afirmaba que las dos esculturas pudieron ser lasenjutas de una portada desaparecida. Tampoco podemosdescartar que ambas piezas formaran parte de un balda-quino o fueran trompas de una cúpula, si bien su talanteepigráfico contradice una colocación demasiado alejadadel espectador.

    Aunque no dispongamos de pruebas irrefutables, con-sideramos factible una procedencia claustral, ámbitoc o n s t ruido en tres fases claramente delimitables duranteel último tercio del siglo X I I y primeros años del X I I I p e rore f o rm a d o en época moderna.

    La forma triangular de las piezas, con dos de sus ladosinferiores tendentes al semicírculo, nos hace pensar en suposible acomodo en las enjutas de las arcadas, sin embar-go, la degradación del claustro y su última restauraciónimpiden ratificar algo al respecto. Aun así, en la galeríameridional paralela al refectorio, todavía es apreciable unespacio triangular en coincidencia con la silueta semicir-cular en los lados inferiores de los dos bajorrelieves. Esteespacio de 93 cm de longitud × 67 de altura se encuentrarelleno por una desordenada mampostería.

    En la cartela A, se re c u rre a un dístico elegíaco con rimade leonino rico donde se condensa una re f e rencia a la vir-ginidad mariana y la inconmensurabilidad de su fruto. Sinmantener una literalidad real con la cartela, el mensaje deo m n i p resencia cósmica en el parto virginal de María fuef recuente entre los poemarios medievales e incluso entre lascomposiciones de escritores premonstratenses como Her-mann-Joseph (†1214), muy difundido por los cisterc i e n s e s ,o Felipe Harvengt (†1182), que dieron lugar a opúsculospiadosos y calaron en misales, breviarios y oficios re g u l a re s .

    En algunos oracionales premonstratenses advertimosclaras similitudes respecto a la cartela del ángel A. Las ora-ciones que se elevaban durante el día de Navidad son lasque mantienen una cercanía más evidente como Quia quemceli capere non poterant, tuo gremio contulisti... del segundo noc-turno de la Natividad o el Virgo Dei genitrix, quem totus noncapit orbis,... en la antífona sub octava ad cantica del 31 dediciembre, modelos que procedían del primitivo ordo mo-nástico del siglo XII y aparecen medio siglo más tarde en elbreviario.

    Que la Orden Premonstratense eligiera la pieza yalabrada por los anteriores monjes, es comprensible desdeun clima espiritual coincidente.

    Capitel adosado con caballero, aves y molinillos en espiral.Lado derecho de la capilla del evangelio

    Se trata de la única pieza figurada conservada todavíain situ dentro del recinto templario. Presenta una escena

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    con un caballero entre roleos en su frente. En los lateralesaparecen motivos de aves picoteando bayas entre acantosen molinillo. Las características estilísticas del capitel per-miten emparejarlo con el escultor que trabajó en el capiteln.º 20 del MAN, aunque en lo vegetal recuerde notable-mente la pieza 5.O in situ.

    Las esculturas de los responsiones del tramo central del cruceroy las inscripciones de las impostas

    Bajo el arranque de las nervaduras de la bóveda de cru c e-ría que cubre el tramo central del cru c e ro, se instalaron sen-das esculturas. Sobre éstas y en la línea de los cimacios queremataban los capiteles actualmente custodiados en Madrid,se despliegan retazos de inscripciones muy deterioradas.

    Los esculturas, labradas en arenisca local, resultan defactura muy tosca y de mediocre calidad. Talladas por elmismo taller, re p resentan a dos personajes masculinos seden-t e s y en posición de atlantes que alzan sus brazos para suje-tar una especie de ábaco superior, por encima del que apo-yan los cimacios. Parecen ser apóstoles o profetas que vistentúnicas groseras y se cubren con mantos. En la figura dellado del evangelio, advertimos con facilidad cómo el mantose engarza a la altura del hombro izquierdo mientras que elpersonaje se toca con una corona que limita un peinado ac e rquillo. Ambas figuras re s i s t i e ron a los traslados efectua-dos por los comisionados del MAN. Indudablemente, losatlantes aquilarenses parecen adaptarse perfectamente aeste fenómeno de la e s t a t u a m a n í a que fue práctica intern a-cional durante el último tercio del siglo X I I (Anjou, Tu r a i n e ,Blésois y Berry). La península Ibérica no resultó ajena a ested e s a rrollo y aunque de manera muy dispersa incorporóe s t a t u a s - n e rvaduras desde la década de 1180.

    En Aguilar se asume una solución de responsión escul-pido. Más cercana a Bury (Oise), Cambro n n e - l e s - C l e r-mont (Oise) o de la abadía de Aigues-Vives (Loir- e t - C h e r ) ,f ruto de un constructor conocedor de las part i c u l a r i d a d e sarquitectónicas del Sudoeste servido por un taller escultó-rico mediocre y local cuyos puntos de partida habían sidosobresalientes a pesar del proceso degenerativo que fueronexperimentando. En el fondo de la cuestión está la depen-dencia de Las Huelgas burgalesas –en cuya cabecera ya seensayó la estatua-nervadura– y la posible participación demaestro Ricardo en las reformas monasteriales aquilaren-ses del primer cuarto del siglo XIII.

    Muy poco queda de las inscripciones, sólo parcialmen-te recomponibles en función de los temas escultóricos alos que acompañan:

    1. Se descubrió en 1978 entre el escombro de la pandanorte del claustro y fue publicado por Bravo y Matesanz.El epígrafe reza “...C(?). DOMO. N E FORET EXVL HOMO: I...”.Se trata sin duda del final de un pentámetro leonino rico ypudo estar en el lado de la epístola, sobre el capitel dobley necesariamente antes de la fórmula filius iste Dei, a juzgarpor su forma esquinada.

    2. Lado del evangelio. Sobre el capitel del toral: “...MDOLE[...]¿?AUT/IFLE.T:...”.

    3. Lado de la epístola. Sobre el capitel del toral: “...IFILIVS ISTE DEI/SI VNGERIT O...” que pudiera coincidir con elpasaje de la turbación del centurión angustiado por laduda después de la crucifixión de Jesucristo (Mt 27, 54).

    4. Lado de la epístola. Sobre el capitel del toral: “...¿?RDEVM/CARNE UIDETIS EVM...”. En posible contacto con elrelato de la aparición de Jesús a los discípulos.

    5. Descontextualizado: “LANCEA CRUX CLA...”. Clara-mente relacionado con los instrumentos de la pasión queportan los ángeles en el capitel del Cristo Triunfante.

    EL CLAUSTRO

    A pesar de la datación del espacio claustral a fines delsiglo X I o inicios del X I I que habían señalado Assas y Nava-rro, Lampérez optaba por asimilarlo a lo cisterciense, comolos de Poblet, Ta rragona y Fontfroide, considerándolo con-temporáneo de la sala del capítulo, en torno a los primero saños del siglo X I I I: “galerías con bóvedas de crucería muyperaltadas: podio corrido, arquería de medio punto sobrecolumnillas gemelas, cobijada bajo un arco de descarga portramo”. Sobre éste, se aloja el claustro alto, que había elo-giado Ponz y desmontado Arenillas. Fue rotundo Ponzrefiriéndose al claustro: “Si la galería baxa acompañase á laalta, seria este uno de los buenos claustros en el gusto de la

    Uno de los ángeles con cartelas epigráficas (Ángel A)

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    mejor arquitectura”, idea posteriormente asumida por Ma-doz, molesto por la presencia de formas medievales fre n t ea las pilastras pareadas dóricas del nivel superior. Este nivelsuperior obstruyó las ventanas altas del muro meridional dela iglesia.

    Para Lambert, se aprecia la huella de lo languedocianoy lo gascón en el claustro aquilarense que sin duda re u t i l i-zó un grupo de capiteles anteriores a su construcción. Losa rcos apuntados encuadran, bajo tímpanos, arcos más pe-queños sostenidos por columnas geminadas, “las ojivasfinalmente molduradas se estrechan hacia abajo entre losperpiaños también moldurados; y las bóvedas muy comba-das re c u e rdan un poco a las de Fontfroide”. En los macho-nes an g u l a res se advierten dos grupos de triples colum-nas y otra aislada en el ángulo del interior, en el exteriora p a recen dos grupos de dobles columnas más otro de tri-ples en el ángulo que soportan los arcos rebajados apun-tados. En los tres machones dispuestos en cada una de las

    pandas: dobles columnas interiores y contrafuerte exte-r i o r. Los triples arcos de medio punto abiertos en las cua-t ro pandas están ligeramente apuntados y quedan alber-gados por el rebajado, descansan sobre grupos decolumnas pare a d a s .

    El claustro que hoy podemos ver fue construido duran-te las primeras décadas del siglo X I I I, reutilizando una seriede capiteles dobles tard o rrománicos tallados para un espa-cio anterior que fueron instalados coronando los grupos dedobles columnas y no en los machones (a excepción de losa n g u l a res NO y SO). No tenemos certeza completa sobrela fecha de conclusión del abovedamiento claustral, esposible que no fuera rematado hasta fines del X I I I a pesar dela fecha epigrafiada en el fuste de la sala capitular (1209).

    Fue duramente alterado –como la sala capitular en suconjunto– durante las restauraciones de los años 60. Apunto de perder parte de sus cubiertas, se recupera en ladécada de los 80. También se rellenaron con sillería losespacios vacíos que quedaron entre los arcos de descargay se volvió a montar meticulosamente la totalidad delclaustro alto.

    Además de los capiteles tardorrománicos, se aprecianalgunos restos de basas de la misma época con la caracte-rística factura de lengüeta. Todos los machones angularesy centrales conservan asimismo basas de lengüeta corres-pondientes a las reformas del siglo XIII, aunque en síntesisreproducen el modelo anterior, adaptándolo a un módulode diámetro más reducido.

    En la panda oriental y junto a la sacristía aparece unahornacina apuntada tradicionalmente atribuida al armariummonástico.

    La cubrición del claustro se realiza por medio de cru-cerías cuyos nervios diagonales concuerdan con las colum-n as acodilladas de los machones. Ménsulas de rollos o deperfil pentagonal en los muros del interior de las galeríassoportan los fajones que en el exterior se correspondencon gruesos contrafuertes. Originalmente el claustro tar-dorrománico estuvo cubierto con vigas de madera.

    El aparejo de las crucerías está formado por dovelas deun tamaño muy alargado, características del foco burg a l é s ,y cuya estereotomía resulta de excelente calidad. Para Hui-d o b ro sus perfiles son un excelente ejemplo de la arq u i t e c-tura cisterciense angevina que re c u e rdan Poblet y Ta rr a g o-na pero especialmente Las Huelgas. Para Ara, la cubiert adel claustro re p resenta un estadio más avanzado que LasClaustrillas puesto que en el recinto burgalés todavía no sehabía adoptado una solución adovedada. Sale a relucir lap roblemática de maestro Ricardo –rescatado del olvido porJulio González– que bien pudo participar en la obra góticade los premonstratenses a juzgar por sus transaccionespatrimoniales. Para Ara los capiteles característicos de este

    Claustro

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    segundo taller activo en el claustro son de esencia cister-ciense y están formados por acantos verticales con los ner-vios muy marcados, los dos tercios inferiores de la cestaa p a recen muy adelgazados, en relación con los capitelesa n d resinos que re c u e rdan formas musulmanas.

    En la galería meridional, se aprecia un erosionado arcode medio punto decorado con una arquivolta ajedrezada,la presencia de un fajón del abovedamiento que perforauna dovela de la rosca permite datar este vano con ante-rioridad a la reforma claustral del siglo XIII.

    En la galería norte, a la derecha de la portada que per-mite acceder al templo, un arcosolio apuntado y dobladocontiene los restos de un sarcófago en cuya cubierta toda-vía se lee con facilidad la inscripción “SUB ERA MCCXXI [año1183] OBIIT DOMINA/ SANCIA UXOR DE LOP DIAZ XVII KLDECE(M)BRIS” distribuida en dos bandas longitudinales.

    LOS CAPITELES DEL CLAUSTRO

    Galería norte

    1.N. Capitel doble completo y cimacio decorado concenefa horizontal entre dos listeles lisos con rosetas en lazona superior e inferior. La cesta se decora con cuatrohojas de acanto ramificadas de excelente labra y que ensus prótomos presentan el característico eslabón entrecru-zado. Portan piña central al modo andresino, ábaco detacos y concavidad semicircular.

    2 .N. Capitel doble figurado con seis grifos afro n t a d o spor sus pechos en tres de las esquinas y con las cabezas vuel-

    tas, del mismo tipo que los re p resentados en el capitel dobleen el Fogg Art. Se disponen entre tallos centrales re m a t a d o sen un abierto cogollo. El cimacio es de cestería calada com-puesta. En los animales fantásticos alas, pescuezos y cabezasp resentan el típico despiece minucioso en raquis en tantoque el resto del cuerpo se trabaja con zigzagueado (como enlos leones a dos niveles del fragmento 3.S) .

    3.N. Capitel doble completo con decoración de hojasde acanto apalmetadas y trepanadas, labradas con ciertadureza pero de gran calidad, se disponen a dos niveles (elsegundo un tanto artificioso). Fino ábaco de tacos y con-cavidades semicirculares y cimacio de hojas ensiformesentrelazadas siguiendo el típico esquema de vástago concalidad de modelado que recuerda al cimacio del capitelaquilarense en el Fogg Art.

    4.N. Fragmento de capitel muy similar al 1.N. aunquetrepanado y con bayas arracimadas en lugar de piñas.

    5.N. Fragmento de un cimacio decorado con rosetasoctopétalas provistas de botón central muy similares a lasdel capitel n.º 20 del MAN.

    6.N. Fragmento de capitel doble idéntico que los 1.N y4.N cuyas hojas aparecen trepanadas y con piñas en susángulos de nudos. Cimacio vegetal con hojas de acantotrepanadas.

    7.N. Fragmento de capitel doble del ángulo –machónNO– con restos de roleos y entrelazo de idéntica facturaque el 1.O, sumamente deteriorado por fracturas.

    Galería oeste

    1.O. Fragmento de un capitel doble decorado con res-tos de roleos y entrelazos reaprovechado en el machón

    Claustro Crujía del claustro

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    angular gótico. Una modalidad ornamental que volvere-mos a encontrar en Santa María de Bujedo de Candepaja-res, casa premonstratense burgalesa fundada en 1162.

    2.O. Fragmento de cimacio vegetal decorado con hojasde acanto trepanadas en la línea del cimacio 6.N.

    3 .O. Fragmento de cimacio instalado durante la re s t a u-ración de los años 80 del siglo X X. Con decoración deaves afrontadas entre entrelazo, aparecen con labor dezigzagueado en sus cuellos y picoteando pequeñas piñas.Esta escena de cacería encuentra su más fiel paralelo en lap o rtada del Cuerno de Santa María de Piasca (Cantabria)y en la Asunción de Perazancas. Podemos suponer queeste cimacio perteneciera a la decoración claustral mást e m p r a n a .

    4.O. Fragmento del que fue un capitel doble decoradocon dos leones y una arpía entre entrelazo dispuestos ados niveles y muy deteriorados. El entrelazo se prolongahasta una hoja de acanto. Los leones apoyan sus garras enel collarino, siendo éstas de la misma factura que las talla-das para los grifos del capitel 2.N.

    5 .O. Capitel doble modulado a partir de un entrelazo per-lado de composición simétrica que rodea los elementos orn a-mentales. Porta un pequeño molinillo en cada una de lasesquinas y dos máscaras en el centro de los lados largos en lasque todavía podemos advertir una línea de fauces y unasdiminutas orejas picudas. Las máscaras vomitan cintas perla-das. El cimacio tiene hojas carnosas dispuestas vert i c a l m e n t econ una diminuta baya entre las mismas, muy similar al 6.N.

    6.O. Fragmento de cimacio decorado con labor de ces-tería.

    7 .O. Seis fragmentos de un capitel doble reutilizado enel machón S O, se trata de una pieza muy similar al 2.S. Lamayor identidad se puede establecer con el soberbio capitelvegetal del lado de la epístola en Santa Cecilia de Aguilar.

    Galería sur

    1.S. Pequeño resto de cimacio engastado en el machónSO y decorado con entrelazo carnoso convencional, delmismo tipo que los 7.N y 1.O.

    Capiteles del claustro Capitel del claustro

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    2.S. Capitel doble mal conservado decorado con hojasde acanto apalmetadas con nervadura central perlada(como el 7.O). Cimacio de vástagos carnosos, entrelaza-dos y trepanados, con la fuerte sensación de modeladocaracterística de la pieza 1.S., el mismo modelo de cimaciovegetal aparece en el capitel de la Matanza de los Inocen-tes de Santa Cecilia. Procede del Museo de Palencia y fuereinstalado en el claustro durante la última restauración.Muy probablemente sea obra de la misma mano que el3.N.

    3 .S. Fragmento de capitel decorado con dos leonesdispuestos a dos niveles, con sus cabezas giradas haciaa rriba entre entrelazo de vástagos carnosos –del tipo 2.Sy 4.S– enrollados y trepanados. El león inferior apoya susg a rras en el collarino mientras que el superior lo hace enel entrelazo. Sus cuerpos poseen la inconfundible presen-cia del inciso zigzagueado aquilarense. El mismo fragmen-to presenta un león en su parte inferior y una arpía enla zona superior de la cesta tocada con capirote. Existeuna pieza de tesitura muy similar en la sala capitular deSanta Cruz de Ribas. Fue donado por don Eugenio Fonta-neda a la Asociación de Amigos del Monasterio de Aguilar en 1986.

    4.S. Fragmento de cimacio muy deteriorado que parececontener un entrelazo trepanado y el lomo de un cuadrú-pedo pasante –quizá un jabalí– sobre el que se despligauna porción de roleo.

    5.S. Dos fragmentos de un capitel doble marcado controquel de tinta (con el n.º 86) en un taco superior. Se hacolocado un fragmento en cada una de las cestas, el restose ha rellenado con un sólido de arenisca trabajada a pun-tero. Presentan dos leones y dos arpías entre entrelazomuy cesteado. En la zona superior aparecen dos arpías concolas prensiles vueltas sobre sí mismas, colas prensiles decrustáceo y capirote. En la zona inferior, leones agachadoscon sus pezuñas aprisionando el collarino. Parece tratarsede un capitel esculpido por el mismo escultor que labró laspiezas 1.N y 4.O.

    La galería este no conserva ningún elemento tardorro-mánico. La totalidad de la misma fue desmontada durantela restauración de Anselmo Arenillas en 1968.

    Aunque cegada y muy erosionada, en la crujía occiden-tal se mantiene una portada de medio punto con chamb r a-na de taqueado. Dos fragmentos de impostas, desplega-das en el intradós de los salmeres, se decoran con ro s e t a scuatripétalas inscritas en el interior de círculos separadospor peciolos verticales. Motivos muy similares se apre-cian en los aleros absidales de Santa María de Piasca ySanta María de Mave. Podemos deducir la anterioridadpara esta portada respecto a la remodelación claustral delsiglo X I I I.

    A p a rece otra portada más tardía en la panda septen-trional del claustro. Es de medio punto y está form a d apor triple arquivolta de baquetones y escocia que sec o rresponde con tres capiteles a cada lado. Tres de lasescocias van decoradas con diferentes rosetas y tripleshojas en espiral. El cimacio se prolonga hasta el intradósdel arc o .

    CAPILLA DEL ABAD

    Es un espacio rectangular constituido por dos tramoscubiertos por crucerías. Perteneciente al sector de cons-trucciones más orientales, presenta interesante decoraciónesculpida en los capiteles de sus ventanales, molduras delinterior del muro oriental y claves, así como las cestas querematan las semicolumnas de los muros interiores y las dela portada. El perfil de las nervaduras de la cubierta –apesar de su mayor grosor– coincide con las galerías claus-trales y sala del capítulo. En esta capilla, que estuvo expues-ta al exterior hasta las reformas de fines del siglo XVIII, seaprecia una cornisa sostenida por varios canecillos enforma de proa de nave.

    Sería perfectamente factible que la campaña góticadel monasterio comenzara por su sector oriental, justa-mente en esta dependencia, donde la figuración tard o-rrománica tiene todavía un papel trascendental, conti-nuando después por la iglesia, claustro, sala capitular,locutorio, sala de monjes y cilla. Una inscripción en letragótica distribuida a lo largo de tres sillares en el murooccidental resulta completamente ilegible debido a lass a l i n i z a c i o n e s .

    Las dos claves de la capilla están tremendamente ero-sionadas, presentan frondas, seres fantásticos con aparien-cia de dragones y cabecitas masculinas.

    La portada de acceso es de medio punto y está articu-lada por triple arquivolta que combina baquetones y esco-cias. El cimacio de las piezas se prolonga por el intradóserosionado de entrelazos carnosos). En el interior, la por-tada se maciza presentando aspecto apuntado. Debido atransformaciones posteriores, se rasuró completamente lacolumna exterior del lado izquierdo.

    28.CA-29.CA-30.C A. Es posible imaginar que los trescapiteles de la derecha de la portada irían figurados. En eldel centro (el 28.CA) aparece un pequeño león entre entre-lazos y una arpía. Los 29.CA y 30.CA parecen poseer idén-tico esquema zoomórfico, si bien su total deterioro impi-de asegurarlo con rotundidad.

    3 1 .C A- 3 2 .C A. Para las dos cestas es posible advertir unnivel bajo de hojas de acanto trepanadas y un nivel superior

  • 202 / A G U I L A R D E C A M P O O

    con dos molinillos de acantos helicoidales. En la mismalínea que el capitel n.º 12 del MAN y que los restos claus-trales 7.O y 2.S.

    Interior

    1 .C A y 2.C A. Se trata de dos capiteles de ángulo deco-rados por acantos carnosos, ramificados y vueltos sobre símismos en la parte superior de las cestas donde se arre-molinan, siguiendo un esquema más o menos b e rr i n c h o n é s.

    3.CA y 4.CA. Dos capiteles dobles de ángulo de venta-na característicamente aquilarenses, poseen crochets dehojas carnosas, lobuladas y rematadas en piñas en susesquinas. Entre las hojas de acanto se alzan las omnipre-sentes flores de aro. Aparecen piezas similares en Palazue-los y San Andrés de Arroyo. El cimacio se prolonga enlínea de imposta (al igual que en 5.CA y 6.CA) que se deco-ra con roleos calados vomitados por una carátula mons-truosa, como en el cimacio del capitel aquilarense delFogg Art y el n.º 21 del MAN.

    5.CA y 6.CA. Capiteles dobles de ángulo de ventanadecorados con entrelazos, con fuerte calado y trama decestería irregular. Una gruesa capa de cal cubre las piezas.Los cimacios, prolongándose como línea de imposta, apa-recen igualmente ornamentados (como en los casos 3.CA y4.CA) por entrelazo, roleos y flores de aro. Los motivos delas cimacios recuerdan a los existentes sobre los capitelesn.os 53 y 57 del claustro de Silos y otros ejemplos burga-leses y navarros.

    7 .C A- 8 .C A- 9 .C A/ 1 5 .C A- 1 6 .C A- 1 7 .C A. Capiteles de lassemicolumnas con doble nivel de hojas de agua y coro-namiento de dados en los ábacos. En el remate de lashojas de agua mostraron bayas o piñas (actualmente nin-guna resulta visible debido a la fuerte exfoliación y ale n j a l b e g a d o ) .

    10.CA. Capitel de ángulo de ventana decorado con gri-fos afrontados en disposición heráldica codeados por susalas. El ábaco sigue el típico modelo de dados y concavi-dad semicircular.

    1 1 .C A. Capitel de ángulo de ventana decorado conhojas de acanto a dos niveles, ramificadas y perfiladas entodo el lanceolo bajo. De tipo andresino. Similares en elnivel superior a las de los casos 7.C A- 8 .C A- 9 .C A/ 1 7 .C A-1 8 .C A- 1 9 .C A aunque portando elementos vegetales simé-t r i c o s .

    12.CA. Capitel de ángulo de ventana similar –aunquemás simplificado– que los capiteles 3.CA y 4.CA. Las piñasaparecen fracturadas.

    13.CA. Capitel de ángulo de ventana decorado con dosarpías afrontadas de rostros femeninos –como las dos de la

    derecha en los casos 21.CA y 22.CA– que apoyan sus pezu-ñas sobre un pequeño nivel de hojas de acanto siguiendoidéntico esquema que en otros capiteles de Frontada, Revi-l l a de Santullán y Cozuelos.

    14.CA. Capitel de ángulo de ventana con hojas de acan-to ramificadas y rematadas en bayas esféricas arracimadas,los acantos están más cercanos a Las Claustrillas, aunquealgunos capiteles de las cabeceras de Bujedo y Retuertaformulen esquemas similares.

    Exterior

    18.CA y 19 CA. Capiteles dobles de ángulo de ventanade clara modalidad andresina (como en la entrada a la salacapitular de Arroyo), con acantos ramificados y flores dearo en la parte superior de las cestas. Su forma y dimen-siones permiten emparejarlo con el capitel n.º 9 del MANy obviamente con los 20.CA y 21.C A.

    2 0 .C A y 21.C A. Capiteles dobles de ángulo de venta-na figurados con arpías afrontadas. En el 20.C A la arpíad e recha se toca con peinado a cerquillo y capirote. Suhomónima izquierda porta capirote con banda vert i c a len el frente (como en las arpías del cimacio del capiteln.º 14 del MAN) y ro s t ro monstruoso, con labios carn o-sos y ojos de felino. El cuerpo de ambas ostenta un cui-dadoso despiece de plumaje en las alas y un escamado dec rustáceo en pecho y cola. Tocan con sus alas en laesquina del capitel mientras que sus colas se enroscan enel centro y van previamente anudadas. En el 21.C A s emantiene idéntica disposición, aunque los cuerpos ycolas de ambas arpías presentan el característico zigza-gueado en lugar del escamado de crustáceo. Los rasgosfísicos de estos seres se asemejan a otros de la sala capi-tular de Santa Cruz de Ribas y un canecillo de Zorita delPáramo. Parecen obra del mismo escultor que el capiteln.º 9 del MAN.

    22.CA y 23.CA. Capiteles dobles de ángulo de ventanadecorados con acantos lisos y carnosos en esquema heli-coidal, de modalidad andresina.

    24.CA. Capitel doble de ángulo de ventana decoradocon grifos afrontados, según el esquema empleado para elcapitel 10.CA.

    25.CA. Capitel de ángulo de ventana con acantos rami-ficados que rematan en piñas y bayas con los frutos perfo-rados, muy similar a los 18.CA y 19.CA.

    26.CA y 27.CA. Capiteles dobles de ángulo de ventanadecorados con acantos ramificados que rematan en talloscon piñas y frutos esféricos, similar a los 18.CA, 19.CA y25.CA. El ábaco está trabajado con las características per-foraciones de trépano.

  • A G U I L A R D E C A M P O O / 203

    Interior de la Sala Capitular

  • 204 / A G U I L A R D E C A M P O O

    LA SALA CAPITULAR

    S o b re el fuste de una columna procedente del capítulo,trasladado al MAN en 1871, pro p o rciona una fecha funda-mental para el conocimiento del edificio: Era M C C X L I I ( a ñ o1209) fuit factum hoc opus. D(ome)nicus. Estuvo situado a lad e recha de la portada de acceso, abierta por medio de cua-t ro vanos hacia la galería claustral de oriente. Para Lam-b e rt, coincide con la tipología del claustro: con seis tramosc u b i e rtos por crucerías “cuyos arcos diagonales penetrantambién en bisel entre los perpiaños [como en el claustro yen la sala de monjes] [...] las bóvedas arrancan en los muro se x t e r i o res de grupos de dos elegantes columnillas acopla-das bajo un sólo ábaco re c t a n g u l a r, y reposan, en el centro ,s o b re dos robustas columnas rodeadas cada una de las cua-t ro columnillas más delgadas de fuste aislado que se uníanpor la basa y el capitel y que correspondían al arranque delos perpiaños”. A pesar de la restauración acometida porA renillas, se aprecian bien los capiteles de c ro c h e t s g ó t i c o s ,algunas impostas con ovas andresinas y las arquivoltas dezigzag de la portada, son rasgos típicos que coinciden conla conocida datación del espacio. Idénticos c h e v ro n s a p a re-cen en San Andrés de Arroyo, Revilla de Santullán, SantaEufemia de Cozuelos, Zorita del Páramo, Mave o la port a-da de la desfigurada iglesia aquilarense de San Andrés. Loscapiteles del interior, de hojitas adheridas a la cesta, re c u e r-dan algunas piezas de la iglesia de Arroyo. Las claves pose-en coronas florales y hojas carnosas caladas, aunque desta-can una figurada con el cord e ro pascual y otra con cuatroarpías afrontadas por sus pechos.

    LA SALA DE MONJES

    Situada en la zona oriental, junto a la sala capitular.Formula un rectángulo en planta constituido por ocho tra-mos cubiertos con crucerías que apoyan sobre ménsulas ycapiteles. Las ménsulas son lisas o de sección pentagonalen los lados rectos y los capiteles angulares vegetales.Ménsulas y capiteles quedan unidas mediante una moldu-ra perimetral que recorre los muros. Las nervaduras des-cansan sobre tres gruesas columnas de fuste monolíticosituadas en el centro del espacio rectangular. Sus capitelesson lisos –el más meridional– o se decoran con hojas tri-pétalas palmeadas muy simples. Sus zócalos, al igual quesus impostas, son de sección octogonal. Dos óculos ofre-cen luz desde los dos tramos más meridionales. La puertade acceso a esta sala se abre al locutorio y está formada pordos arquivoltas que descansan sobre capiteles decoradoscon acantos lisos y sumarios crochets de talla muy ruda.

    EL REFECTORIO

    Se trazó paralelo a la galería meridional del claustro ,como en muchos cenobios benedictinos. De planta re c t a n-gular y dimensiones nada desdeñables, se cubría con teja-do a doble vertiente que fue modernamente sustituido poro t ro a mayor altura, éste se vino abajo tras la desamort i z a-ción y durante la restauración de los 80 del siglo X X se sus-tituyó con un forjado de vigas de hormigón. En el murooriental aparece una triple arquería cegada decorada concapiteles vegetales de factura sumamente popular, a modode ménsulas, que recuerda lo andresino.

    El refectorio se ilumina mediante seis ventanales que seabren al muro meridional. Dos de ellos son rectangularesy de cronología moderna (post. 1600), otros cuatro demedio punto y abocinados pertenecen al siglo XIII, coinci-diendo con la gran campaña constructiva. En el interiorsólo uno conserva el abocinado original.

    En el nivel inferior del muro meridional exterior seobserva un aparejo en sillarejo muy erosionado que pudie-ra datarse con anterioridad a la fase gótica. Su carácterarcaico permite considerarlo como testigo del primitivocenobio altomedieval. Este aparejo se prolonga a lo largode la casi totalidad del muro occidental de la cilla.

    En una de las ventanas exteriores del refectorio fuero ninstaladas dos cestas (1978), una de acantos ramificados conprótomos enrollados y otra con dos dragones alados afro n-tados. Su talla resulta muy tosca, presentando notablessemejanzas con un capitel conservado en el MAN (no sedetalla su procedencia).

    Testero del refectorio

  • A G U I L A R D E C A M P O O / 205

    EL SECTOR OCCIDENTAL DEL MONASTERIO

    Los espacios adosados a la panda occidental del claus-tro: cilla y cocina, fueron zonas de servicio que presentanclaras evidencias de haberse alzado durante época gótica,a pesar de las fuertes transformaciones sufridas. Sobre elsector de planta rectangular ocupado por la primitiva cillase construyó a inicios del siglo X V I I una zona de celdas indi-viduales, sustituyendo al comunitario dormitorio medieval,situado en la Salona, por encima del capítulo y la sala demonjes, que originalmente había sido cubierto con unapresumible bóveda de cañón.

    La cilla medieval pudo cubrise con sencilla cubierta demadera. En su muro más occidental se abren cuatro venta-nales abocinados de medio punto cuya labor de canteríacoincide con el resto de la fábrica gótica. En el espaciocuadrangular de la cocina, instalada en el ángulo SO, nose aprecian indicios de época medieval, salvo algunosmateriales reaprovechados entre el aparejo de sillarejo.

    La escultura tardorrománica del monasterio de Aguilarse elaboraría en dos momentos, completados por las refor-mas posteriores de cronología gótica:

    1. Durante la década del 1160 (hasta la llegada de lospremonstratenses en 1173): capiteles de la cabecera dela iglesia (a excepción del capitel in situ con caballero de lacapilla del evangelio) y ángeles A y B. Capitel exterior delmuro septentrional de la iglesia, capitel n.º 8. Capiteles enlas ventanas del lado septentrional del refectorio, cimacio3.O y portada románica del refectorio. Constitución deuna rica tradición escultórica local.

    2. Desde 1173 hasta la década de 1190: capiteles tar-dorrománicos del claustro, de la capilla del abad (incluidoel n.º 9), cestas de la zona occidental del crucero eclesialy capitel in situ del lado del evangelio. Inicio de la escultu-ra vegetal andresina en convivencia con lo figurativo.

    3. En torno a la primera década del siglo X I I I: re s p o n-siones del tramo central del cru c e ro de la iglesia, re f o rm aintegral con abovedamiento del claustro y sala capitular(1209) aunque con participación de algunos escultore sfigurativos al estilo de los maestros de Revilla de Santu-llán y Zorita del Páramo (v i d . claves de la sala capitular).Penetración de corrientes ensayadas en Las Huelgas yA rroyo. Con la prolongación de la campaña eclesial(1209-1213-...1222) se desarrolla de forma integral laescultura andresina y otras formas inerciales junto al crochetcompletamente gótico.

    Antes del abovedamiento claustral la Orden Mo s t e n s eya intervino en el mismo recinto poco después de su ins-talación (post. 1173), al igual que en las salas del capítu-lo de Retuerta (fundación de 1143), Santa Cruz de Ribas(post. 1176). Como en Bujedo de Candepajares (Burg o s ) ,

    la campaña eclesial corresponde ya al primer cuarto delsiglo X I I I. Éstos abogan por una estética decididamente icó-nica –la del último tercio del siglo X I I– que sólo se viosuplantada por la adopción de soluciones cisterc i e n s e s .R e t u e rta, casa rectora de la circaria en la que se integrabaSanta María de Aguilar, debió conocer sobradamente lasinnovaciones de sus convecinos: Valbuena, La Oliva o LaE s p i n a .

    ANEXOCAPITELES DEL MONASTERIO DE AGUILAR DE CAMPOO

    EN EL MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL DE MADRID

    Capiteles procedentes de la iglesia del monasterio

    11. Capitel doble adosado con escenas de las Marías ante el sepul -cro, Noli me tangere (Aparición a la Magdalena) y Cristo ysanto Tomás (n.º inv. 50201 del MAN):

    Capitel que representa en su lado largo la escena delquem queritis: las Marías portadoras de los jarritos de perfu-me ante el sepulcro vacío de Cristo. En los lados cortos seesculpió la aparición de Cristo a la Magdalena (izquierda)y la Duda de santo Tomás (derecha). La escena frontalqueda enmarcada por un triple remate semicircular, en laslaterales, los personajes y un calado vegetal (en el Noli metangere) desbordan el marco.

    Las tres Marías se acercan al sepulcro de Cristo desde ellado derecho, del sarcófago pende un fragmento de sudario.En el lado corto izquierdo otra tira del mismo sudarioes retirada por el ángel de alas extendidas, que anuncia al

    Capitel procedente de Santa María de Aguilar, en el MAN. Foto MAN

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    cortejo la victoria de Cristo sobre la muerte física. Bajo elclásico sarcófago sostenido por dos peanas, están tendidostres soldados, con escudos ovales sujetos al hombro, espa-das y cotas de malla. La calidad plástica del ángel esexcepcional, casi de factura antiquizante, trabajo cumbrede la cantería aquilarense: los pliegues de su manto contubos de órgano de excelente movilidad y trazas espiralesen hombro, pecho y brazo derecho, se combinan con losde las mujeres, de mayor dureza, donde el escultor empleaun doble pliegue (también en el manto de santo Tomás yde la Magdalena) característico. Los rostros masculinosa p a recen barbados, con peinado a cerquillo y finos bigotes,sólo el nimbo cruciforme distingue a Jesucristo de Tomás.Para las mujeres y el ángel se opta por un tipo de rostromás mofletudo, de llamativas prominencias nasales y labioscarnosos. Las alas, de finísimo despiece, quedan ordenadasmediante un largo cálamo superior del que se despegan enescamado las diferentes barbas. El planteamiento icono-gráfico es similar al que apreciamos en un relieve de laportada de San Miguel de Estella, un capitel del desapare-cido claustro de la catedral de Pamplona y otro de laCámara Santa de la catedral ovetense. Pero es en el expa-triado capitel de Lebanza (1185) donde podemos advertirla difusión del estilo aquilarense en relación con un pro-gresivo descenso de calidad (Santa Eufemia de Cozuelos,Revilla de Santullán y pilas bautismales de Calahorra deBoedo y de Colmenares). Las peculiaridades estilísticasquedan muy individualizadas, si bien es obligado anotarciertas coincidencias con el taller de Santiago de Carrión.Lo determinante en este capitel, junto con el n.º 2, son susfamiliaridades con el escultor del cenotafio de San Vicen-te de Ávila que ya fueron advertidas por García Guinea.Los rostros alargados y de nariz prominente en las muje-res santas, la indumentaria y el armamento de los solda-dos, la composición de escenas como la aparición de Cris-to a la Magdalena y el mismo rostro del ángel anunciadorde Cristo en Aguilar, encontrarán evidente refrendo en elsepulcro abulense.

    12. Capitel doble adosado con escena del Cristo Triunfante(n.º inv. 50188):

    El capitel presenta a Cristo mostrando las llagas de laPasión flanqueado por seis ángeles –tres a cada lado– queportan los instrumentos identificativos (lanza, cruz reco-rrida por línea zigzagueante y sudario a la izquierda, cla-vos, látigo e instrumento de sección hexagonal rematadopor esfera a la derecha). El capitel doble remata en ábacocuyos tacos separan a cada uno de los personajes. La esce-na guarda un planteamiento de evidente simetría. Cristodescubre enteramente el pecho, donde el escultor pone demanifiesto su habilidad para modelar el desnudo marc a ndo

    sutilmente costillas y el esternón. Es esta capacidad, juntocon la maestría en la expresión del pliegue y la tipologíade rostros, lo que caracteriza al artista. Sin embargo, lacapacidad plástica queda atenuada si la comparamos conel ángel del capitel n.º 1, donde la captación del tejidomerece mayores elogios. El autor del capitel n.º 2 aplicaráindumentarias abarrocadas con tubos de órganos, doblespliegues muy ceñidos en las extremidades inferiore s(como en el friso y las dovelas de Santiago de Carrión) yuna aparatosa sujeción del tejido (las Marías del capitel n.ºy los ángeles de este n.º 2). La fisonomía es idéntica en losángeles. Existe cierto descenso de calidad en los ángelesde los laterales, motivada quizá por la intervención decolaboradores que reservaron sus cinceles para las partesmenos arriesgadas de la cesta. La identidad con la figurade Daciano y san Vicente sedentes del sepulcro de Ávila ola plasmación de la anatomía –remarcando las costillas–del Cristo de este capitel y los santos mártires parecenmuy claras.

    3. Capitel sencillo adosado con escena del Descendimiento (n.º inv.50197):

    El ábaco superior presenta dados en sus esquinas, centrodel lado largo (coincidiendo con el vástago superior de lac ruz) y laterales. Se parte de un esquema axial presidido porJesucristo a punto de ser descolgado. José de Arimatea–bajo el Mesías– sujeta el cuerpo inánime del Redentor yNicodemo –a la derecha– desclava con unas tenazas elbrazo izquierdo del crucificado. María besa la mano de suhijo, mientras que san Juan –a la derecha– presencia la esce-na y está re p resentado con la típica actitud de reclinar lamejilla sobre su mano derecha. El estilo de los personajes esnetamente diferente al de los capiteles n.o s 1 y 2, ahora lasindumentarias son pesantes, con plisados rígidos y muyseriados, sintetizándose al máximo. La propia plasmación

    Capitel procedente de Santa María de Aguilar, en el MAN. Foto MAN

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    del desnudo adquiere tono caricaturesco y nada tieneque ver con la magnífica del Cristo Triunfante. Se man-tiene también el espíritu enfático del pliegue: tubos deó rgano que acaban convirtiéndose en pura geometría,f o rzadas actitudes en la caída de paños y un fuerte anti-naturalismo al plasmar tejidos c i n é t i c o s con escasos visosde movilidad. Una curiosa tendencia a los pliegues a c a -n a l a d o s y rematados con un toque de trépano pare c eexclusiva de este escultor (activo además en el capitel n.º4). Todos los personajes van calzados y ceñidos con dostipos diferentes de bonetes (José de Arimatea con uno agajos y Nicodemo con otro partido en cuatro cuartos) ytoca acanutada en María. Es curiosa la modalidad dec ruz, con brazos ligeramente patados y discos interm e-dios (el superior con la inscripción “IH S” en tipos caro l i-nos), así como el forzado entre c ruzado de piernas de sanJuan. Estamos ante una labor ejecutada por escultore sque aprovechando recetas de los anteriores, demuestranun oficio mucho más rudo tendente a la frontalidad. Estatesitura popular, radicalmente alejada de los mejore sm a e s t ros de la iglesia, se advertirá después en las figura-ción de los capiteles claustrales.

    4. Capitel sencillo adosado con escena de la Ascensión de Cristo yApostolado (n.º 50204):

    Capitel con re p resentación central de Cristo mayestáti-co inscrito en mandorla y flanqueado por los apóstoles quese disponen en dos grupos a cada lado. A Cristo se le re p re-senta sedente, barbado y tocado con peinado a cerquillo ynimbo cru c í f e ro de brazos patados. Sujeta un libro de lujo-sa encuadernación y cierre metálico con la mano izquierd ay levanta la diestra bendiciente. Su túnica está adornada con

    doble fimbria decorada con piezas ovales entre cuadra-dos simulando pedrerías. La mandorla está orlada condecoraciones vegetales trifoliadas y toques de trépanomientras que en su interior recoge líneas onduladas desentido concéntrico y cinco rosetas hexapétalas que evo-can el Pantócrator de Santiago de Carrión. En la zonasuperior dos ángeles sujetan la m a i e s t a s, surgen de sectore sondulados a modo de nubes, visten túnicas con elemen-tos romboidales en el cuello. Sus alas presentan un deta-llado despiece de barbas en escamado que parece here-dado del maestro que talló la figura angélica del capiteln.º 1 (la calidad y la inexistencia de raquis superior dela-tan la actividad de un escultor bien diferente). Los dife-rentes apóstoles se distribuyen en la parte inferior decada uno de los laterales en grupos de seis. Todos ellosa p a recen barbados –excepto san Juan– y portan el típicocabello peinado a cerquillo, dos de ellos con libros abier-tos, san Juan sujeta un rótulo y san Pedro porta en la dies-tra el tradicional atributo. La tipología de ro s t ros coinci-de con la del capitel n.º 3, así como el tratamiento de lospliegues de las indumentarias.

    5. Capitel sencillo adosado con rey a caballo (n.º inv. 50192):R e p resenta un c a b a l l e ro victorioso s o b re fondo de hojas de

    acanto trepanadas a tres niveles de excelente factura. Losángulos rematan en caulículos y el ábaco superior re m a rc atacos angulares. El caballero –ligeramente girado haciaatrás– saluda con la mano derecha y sujeta las riendas conla izquierda, viste túnica y manto sujeto con ceñidor donded e s a rrolla un magnífico juego de pliegues agitados en lalínea del escultor del capitel n.º 2. La fractura impide ave-riguar el talante del ro s t ro, si bien se aprecia la barba y la

    Capitel procedente de Santa María de Aguilar, en el MAN. Foto MANCapitel procedente de Santa María de Aguilar, en el MAN. Foto MAN

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    melena derecha recogida con una corona o rnada con per-lado y rombos simulando cabujones. M o n t a un caballolujosamente enjaezado con petral de piezas circulares ysilla decorada con bandas verticales espigadas. La anato-mía del equino es elegante, aunque su canon resulte algodesproporcionado. La obra mantiene evidentes relacionescon un capitel de la iglesia de Santillana del Mar y otro deRetortillo. El caballero aquilarense sujeta su manto o gual-drapa mediante un ceñidor que resulta idéntico al emple-ado por Daciano en el sarcófago de Ávila, las similitudespueden hacerse extensivas a las coronas, las sillas de mon-tar y los pliegues, o la propia anatomía del caballo. Losacantos recuerdan prototipos borgoñones, como los vistosen la cripta baja del Pórtico de la Gloria. En la comarca, laplantilla del caballero victorioso tuvo una amplia aceptacióncomo se deduce en Pomar de Valdivia, Rebolledo de laTorre, Vallespinoso de Aguilar, Santa Cruz de Ribas yRetortillo.

    6. Capitel sencillo adosado con escena de Sansón (n.º inv.50183):

    Con re p resentación central de Sansón desquijarando alleón. En las escenas laterales se aprecia un personaje seden-te masculino agarrando la cola del felino (derecha) y unas i rena de doble cola (izquierda). Existen capiteles similare sen Rebolledo y Vallespinoso. A pesar de re p roducir de unamanera más literal el modelo aquilarense, presentan unindudable descenso de calidad que se ve superado por lasversiones de Moarves y Cozuelos. Nos parece arr i e s g a d ohablar de un mismo escultor para el capitel n.º 6 de Agui-lar y para la portada de Moarves. Las esquinas rematan encaulículos y sobre éstos asoma el ábaco trazando arq u i l l o s

    ciegos que fueron retomados de forma más tosca en elcapitel claustral de la Matanza. La tipología del ro s t ro deSansón queda más cercana a la empleada en la escena de laDuda de santo Tomás del capitel n.º 1. Sería plausiblereconocer un mayor componente local en la formación deeste escultor.

    Capiteles procedentes del claustro y otros ámbitos monásticos

    7. Fragmento de capitel sencillo con animales fantásticos entreentrelazos (n.º inv. 50111):

    Fragmento de un capitel claustral –probablemente fuedoble– que representa una arpía y un cuadrúpedo de ras-gos felinos (arriba) y leones (abajo) envueltos entre entre-lazo a dos niveles. Se trata de un fragmento aserrado enforma cúbica. Los dados cuadrangulares plantean el típicoesquema con ábaco curvo y el collarino, resulta platafor-ma del desarrollo figurativo. La relación más directa seestablece con alguno de los capiteles del claustro como el5.S. Las medidas y el tipo pétreo se corresponden perfec-tamente, si bien la calidad del ábaco de este capitel n.º 7,finamente trabajado con listel central enmarcado por inci-sión superior, hace difícil que los consideremos como frag-mentos del mismo capitel doble.

    8. Capitel sencillo figurado con escena de la Huida a Egipto (n.ºinv. 50108):

    Capitel figurado con re p resentación del pasaje evan-gélico de la Huida a Egipto. Se trata de una pieza acodi-llada para esquina (posiblemente de una ventana), con unábaco de perfil semicirc u l a r, y listel inciso superior e infe-r i o r. La Vi rgen –con el niño sentado en su rodilla dere-cha– porta túnica, manto y aparece montada sobre unasno a la usanza femenina, que es guiado por san José conel ronzal. Éste porta bordón con hatillo, aparece barbado,vestido con un manto y tocado con bonete semiesférico.La esquina y los laterales de las cestas presentan elemen-tos vegetales avolutados de fina labra. Las característicasdel pliegue y la tipología del ro s t ro de José evocan elmismo escultor que labró las figuras laterales y el cort e j ofemenino del capitel n.º 1, así como las piezas n.o s 2 y 5.El esbozo de pliegue helicoidal en las rodillas de la Vi r-gen, re c u e rda la misma aplicación en el hombro dere c h odel ángel del capitel n.º 1 y las rodillas del ángel B, carac-terística que se verifica en el Cristo y en Santiago deC a rrión. Por otra parte las indudables similitudes fisonó-micas entre los personajes de las dovelas figuradas carr i o-nesas y el ro s t ro cubierto y barbado de José hacen queoptemos por considerar un identidad de cinceles que nopasó desapercibida a García Guinea.

    Capitel procedente de Santa María de Aguilar, en el MAN. Foto MAN

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    9. Capitel doble figurado con temas de guerreros luchando contradragones (n.º inv. 50121):

    Capitel doble perteneciente a una ventana con escenasde guerreros luchando contra dragones o basiliscos. Lacabeza de los guerreros invaden el mismo ábaco semicir-cular con dados en esquinas mientras que las garras de losbasiliscos se sujetan al collarino. La tipología de los basi-liscos coincide con los del capitel n.º 20, y sus rostros conlos del 21. El paralelo más directo se halla en un capitel dela sala capitular de Santa Cruz de Ribas, que evidencia unafuerte conexión estilística respecto de los talleres aquila-renses del claustro. En el mismo caso que Santa Cruz deRibas, debería colocarse un canecillo de la cabecera deZorita del Páramo.

    10. Fragmento de capitel figurado con arpías y entrelazo (n.º inv.50206):

    Fragmento de capitel –debió ser doble– que se decoracon arpías entre entrelazos de apéndices acogollados. Éstastienen ro s t ros femeninos, alas de ave y cola de dragón tra-bajada con el típico despiece aquilarense de cru s t á c e o. Apesar de presentar pezuñas de cuadrúpedo, sus rostros

    están en relación con los de la arpía de un lado corto en elcapitel n.º 20. Un ejemplar muy similar aparece en uno delos capiteles del pórtico de Armentia. La trama de entrela-zos parece una versión directamente inspirada en el capitelcon grifos del Fogg Art: los cogollos aparecen en éste últi-mo trabajados con expertos toques de trépano inexisten-tes en el capitel n.º 10, donde la sensación de rusticidad esmucho mayor.

    1 1 . Fragmento de capitel con decoración vegetal (n.º inv. 50100):Fragmento de capitel con decoración de acantos heli-

    coidales. El motivo central está constituido por cuatro hojasde acanto retocadas a trépano y una roseta octopétala (conc u a t ro de sus pétalos perforados). Los acantos se pro l o n g a nen la cesta superior culminando en apalmetados, una carac-terística que volverá a repetirse en otras piezas in situ d e lc l a u s t ro (vid. 5.O con máscaras, molinillos entre cintas per-ladas y trama vegetal o la zona baja de las cestas en el n.º 20).El capitel aquilarense presenta una relación muy directa conotra pieza presente en la ventana exterior izquierda de lap o rtada de Moarves donde apreciamos el molinillo con unaroseta central, ventana meridional de Zorita del Páramo ya rquerías absidales de Piasca y Va l l e s p i n o s o .

    12. Capitel doble con decoración vegetal (n.º inv. 50178):Capitel doble decorado con seis acantos helicoidales y

    roseta multipétala central. Hojas ensiformes nacen de lazona superior de los lados largos donde aparece una más-cara monstruosa y un cogollo vegetal. El ábaco tiene tacosperforados con trépano y posee perfil semicircular.

    13. Capitel doble con decoración vegetal y leones coronado porfragmento de cimacio con cestería (n.º inv. 50168-9; el cimacio50176):

    La parte baja de las cestas se decora con hojas de acan-to apalmetadas muy anchas (entre las que aparecen dimi-nutas bayas arracimadas) que llegan hasta una altura de unt e rcio del capitel. En la zona superior aparecen seis leonesen forzadas posturas circ u l a res mordiéndose una de laspatas traseras. Los entrelazos llegan a alojarse en el pro p i oábaco. En la sala capitular de Santa Cruz de Ribas existeuna pieza con motivo zoomórfico entrelazado parejo, lassemejanzas compositivas y estilísticas entre ambas escultu-ras son tan acusadas que se podría asegurar la interv e n c i ó nde un mismo taller. El cimacio presenta labor de cestería.

    14. Capitel doble con Matanza de los Inocentes y cimacio zoo -mórfico (n.º inv. 50177):

    El capitel presenta figuración con la escena de la Matan-za de los Inocentes. Un cortejo de soldados, armados conlorigas de malla, yelmos y espadas se dispone a ejecutar lao rden del infanticio decretada por Herodes (sedente enel centro de uno de los lados largos). Una de las madre s ,

    Capitel procedente de Santa María de Aguilar, en el MAN. Foto MAN

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    t o c ada con c a p i e l l o idéntico al del capitel con la misma esce-na de la iglesia de Santa Cecilia, en un gesto desesperado,lleva las manos a su cara, otra agarra la cabeza de un niñodecapitado (ambas en los lados cortos). El ábaco del capitelsimula una arquería con ventanas rasgadas, cada uno de losa rcos queda flanqueado por torrecillas re c t a n g u l a res a dosniveles, bajo éstos se alojan las cabezas de los personajes. Apesar de los múltiples desconches y fracturas del capitel,son perfectamente visibles los atalajes militares: cotas demallas formadas con tramas de diminutas esferas simulandolos engarces metálicos anillados y ceñidas por cinturones (lacota del soldado que aparece en el centro de uno de loslados largos es más corta, a modo de pantalón corto o fal-dillón), bajo las cotas: cofia de armar y saya que asoma porlos pies en característicos acanutados. Las espadas tienenpomos esféricos y son de doble hoja recta con algunas inci-siones en zig zag o poseen línea central con punteados aambos lados. Herodes, vestido con túnica y manto de vis-tosos plisados (re c u e rda al personaje que ase la cola del leónen el capitel n.º 6), ordena la acción desde el sitial, alzandosu mano izquierda mientras sujeta una espada con la diestra.En el cimacio: una fila de dragones y arpías rodean la piezaf o rmando una procesión engarzada por la acción de mord e rsus colas (aparecen cuatro arpías con capirotes o mitras yseis dragones alados con cuerpo de crustáceo y cabezas deleón), la anatomía de estos personajes fantásticos, sus alas yescamados, re c u e rdan directamente a los que aparecen enlos capiteles n.º 21 y 20-21 C A. y la cesta del lado de la epís-tola de Santa Cecilia.

    15. Fragmento de esquina de un capitel doble figurado con sepul -cro y mujeres (n.º inv. 50004):

    Fragmento de un posible capitel doble que apare c es e rrado en sus laterales. Bajo ábaco decorado con arq u e r í a s–idénticas que en el capitel n.º 14– aparecen cuatro figuras

    femeninas (sus cabezas, como en la pieza n.º 14, ocupan losespacios libres dejados por los arquillos superiores). Ladoi z q u i e rdo: dos mujeres vestidas con mantos y cubiertas contocas abirretadas y velos mirando hacia la izquierda. Lamujer de la derecha alza su mano izquierda �