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Monografia sobre deuda externa argentinaTRANSCRIPT
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Monografía
Deuda externa Argentina
Profesora, Alicia Barba
Gil Sofía,
Martínez Natalia,
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Fernández Camila
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INDICE
Introducción………………………………………………………… Pagina 3
Desarrollo …………………………………………………………... Pagina 6
Conclusiones………………………………………………………. Pagina 16
Bibliografía………………………………………………………… .Pagina 18
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INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo hablaremos sobre la deuda externa y como surgio, cual fue
el desarrollo de nuestro país como Estado Nacion. Los objetivos de los prestamos
y las condiciones de los acreedores.
La deuda fue un factor decisivo en la evolución de nuestro país y en su permanente deterioro. La deuda externa de tener en el pasado un carácter
únicamente para situaciones de emergencia, se ha llegado a convertir en ciertos periodos o décadas en un instrumento importante como fuente de financiamiento
del déficit público en muchos países emergentes.
La deuda externa es tan antigua como los propios Estados soberanos de Latinoamérica. Los motivos que han llevado a este tipo de endeudamiento en
muchos países de la región son muy diversos a través de la historia: parten desde propósitos meramente económicos como de hegemonía o militares. Un propósito económico sería el establecer sobre bases sólidas el crédito de la nación. Sin
embargo, también se ha contraído deuda externa para mantener el control de ciertos países desarrollados sobre otros países subdesarrollados. Existe deuda
que incluso se acredita por su carácter forzoso en cuanto a préstamos dirigidos al sector militar.
De principios de siglo XX hasta su fin fueron cinco las características que asumió la deuda externa latinoamericana:
1. Su Privatización. La deuda pública externa se privatizó en el sentido de que los
créditos contratados fueron de origen privado y no de origen oficial en su mayoría. Es decir, no provinieron de otros gobiernos extranjeros, pues estos enfrentaron
poca capacidad de crear excedente de ahorro que permitiera a su vez otorgar préstamos a otros países que lo requieran (excepto Japón).
2. Su Bancarización. El origen de los créditos obtenidos, estuvo representado por
la Banca Privada Internacional y los contratos se realizaron bajo condiciones de mercado, tratando el país receptor del crédito como cliente. Los créditos fueron generalmente a corto y mediano plazo. La Banca Privada Internacional que está
ubicada en países altamente industrializados asumió el papel de oferentes de crédito y los países subdesarrollados, que fueron los receptores, asumieron el
papel de demandantes del crédito.
3. Su Norteamericanización. La mayoría de la Banca Comercial acreedora de Latinoamérica era estadounidense, siguiendo otros países europeos y Japón.
4. Su Dolarización. La mayoría de los créditos que se hicieron en la región se establecieron en dólares estadounidenses, aunque también existió deuda externa
contratada en otras divisas europeas y el yen japonés.
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5. Su Vencimiento a Largo Plazo. El mayor porcentaje de la deuda externa se
contrató o reestructuró a largo plazo (más de cinco años) lo que pretendió dar un margen de maniobra a los países deudores.
Con lo anterior se puede observar que el cartel de acreedores de los países
latinoamericanos estuvo constituido de manera secuencial por:
Los bancos comerciales de Estados Unidos, Japón y Europa.
Por los organismos financieros internacionales en los cuales tiene mayor
influencia los Estados Unidos, Japón y Europa respectivamente.
Por los gobiernos de los países más altamente desarrollados, que son los
orientadores y mediadores en las negociaciones sobre la deuda externa de la
región latinoamericana y en general de los países en vías de desarrollo.
Esta nació en 1824 con el gobernador Martin Rodríguez, ministro de Bernardino
Rivadavia, fue contraída con la firma inglesa Baring Brothers.
El objetivo era dotar de un puerto moderno y aguas corrientes a Buenos Aires,
además de fundar pueblos en frontera con los indios. Pero gran parte del dinero
fue empleado en la fundación de un Banco y gastos de la guerra con Brasil.
El préstamo se redujo a 700.000 libras y como el prestamista comenzó retenido el
servicio correspondiente a dos anualidades, de aquellas quedaron solo 70.000,
pero Baring Brothers no mando oro, sino órdenes de pago contra comerciantes
ingleses de Buenos Aires, donde no había oro. Semejante operación que
significaba transferir nuestra soberanía a Inglaterra dejo endeudado al país en un
millón de libras esterlinas cuyo pago importaba un servicio anual de 325.000
pesos oro durante 40 años. Desde entonces, la Argentina vivió endeudada.
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DESARROLLO
La deuda externa en Latinoamérica la han tipificado un sector de economistas
como una pesada carga de deudas e intereses extraordinarios, contraídas por gobiernos poco honestos que han desviado el fin principal de dicho mecanismo: cubrir los déficits para cubrir el gasto de la administración pública.
Muchos países faltos de recursos para atender las necesidades públicas, aumentadas considerablemente por prestamos relacionados entre grupos empresariales, militares y gubernamentales desviados del interés público (créditos
relacionados) han llevado erróneamente el mecanismo del endeudamiento público externo a sus máximas capacidades negativas, combinado esto con la emisión de
papel moneda en exceso (dinero inflacionario). Así la deuda pública repetidas veces a puesto a los países latinoamericanos en situaciones de crisis crediticia que rompe el ciclo productivo, he incrementa los niveles de desempleo y pobreza.
Los Hermanos Baring no eran solamente banqueros, sino funcionarios de los
organismos de la política imperial: la Tesorería Británica, el Ministerio de
Hacienda, y de la Compañía de Indias. Rivadavia garantizó el pago de esa deuda
con las tierras públicas de Buenos Aires. Posteriormente extendió la garantía
hipotecaria a todas las tierras públicas de la Nación. (“quedan especialmente
afectadas al pago de la deuda nacional, la tierra y demás bienes inmuebles de
propiedad pública cuya enajenación se prohíbe”).Ya no pudieron venderse tierras
públicas con fines de colonización. Con el mismo propósito el Imperio Británico
concedió préstamos a varios países latinoamericanos que se estaban
independizando de España. Firmaron, también, “acuerdos de comercio y amistad
recíprocos”, que otorgaron beneficios a los comerciantes ingleses que dominaban
en esas regiones. Como era lógico suponer, faltó dinero para pagar esa deuda. En
consecuencia, en 1828 se liquidó la escuadra naval y se dieron en pago dos
fragatas que se estaban construyendo en Inglaterra. De este modo, cuando se
produjo la usurpación de las Malvinas por los ingleses, cinco años más tarde, no
hubo fuerza naval para contrarrestarla. Obviamente, esto estuvo planificado por
los acreedores, y su cómplice, Rivadavia. Los mismos ingleses, admitieron el
carácter fraudulento de esta negociación. Ferdinand White, espía inglés, enviado
por la Baring al Río de la Plata, condenó los aspectos delictuosos de este acuerdo.
Fue una operación usurera, un acto de saqueo y sumisión y el primer acto de
corrupción ligado a la deuda externa. Según Scalabrini Ortiz, de la suma recibida,
sólo llegaron al Río de la Plata en oro, como estaba convenido, el 4% de lo
pactado, o sean 20.678 libras. El primer negociador del empréstito Baring fue
Manuel José García, ministro de Hacienda de Martín Rodríguez, gobernador de
Buenos Aires de 1821 a1824.En1828 la provincia de Buenos Aires, que
representaba a la Argentina, declaró nuestro primer default. Saldría de él sólo en
1857, cinco años después de la derrota de Rosas en Caseros a manos de
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Urquiza. Es que Rosas se había negado sistemáticamente a reestructurar la
deuda. Siguiendo su ejemplo "nacionalista", Perón pagaría toda la deuda en 1945
con los fondos
El objetivo era dotar de un puerto moderno y aguas corrientes a Buenos Aires,
además de fundar pueblos en frontera con los indios. Pero gran parte del dinero
fue empleado en la fundación de un Banco y gastos de la guerra con Brasil.
El préstamo se redujo a 700.000 libras y como el prestamista comenzó retenido el
servicio correspondiente a dos anualidades, de aquellas quedaron solo 70.000,
pero Baring Brothers no mando oro, sino órdenes de pago contra comerciantes
ingleses de Buenos Aires, donde no había oro. Semejante operación que
significaba transferir nuestra soberanía a Inglaterra dejo endeudado al país en un
millón de libras esterlinas cuyo pago importaba un servicio anual de 325.000
pesos oro durante 40 años. Desde entonces, la Argentina vivió endeudada.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y
Fomento (más conocido como el Banco Mundial) fueron creados por las potencias
vencedoras para formar un orden económico capitalista sólido que trajera
estabilidad, crecimiento y pudiera competir con el activo comunismo de Rusia y
Europa Oriental. El inicio de sus operaciones financieras se dio a partir del 1° de
marzo de 1947.
Sus objetivos originales comprendían, los siguientes puntos: a) Fomentar la
cooperación monetaria internacional; b) Facilitar la expansión y el crecimiento
equilibrado del comercio internacional; c) Fomentar la estabilidad cambiaria; d)
Coadyuvar a establecer un sistema multilateral de pagos; y d) Poner los recursos
generales de la institución a disposición de los países miembros con dificultades
en la balanza de pagos. Todas estas medidas apuntaban por entonces, a evitar
derrumbes, ayudando a los países amenazados por una recesión para que
emprendieran políticas expansivas, mantuvieran el nivel de actividad, de empleos
y la tasa de cambios.
Al principio, sus integrantes eran keynesianos, pero en los años 1970 y 1980,
lentamente la ortodoxia neoliberal los fue desplazando de los lugares estratégicos
de decisión.
¿Qué los llevó al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial a reorientar su
posición? Un conjunto de acontecimientos. Por un lado, las potencias occidentales
registraban una considerable reducción de sus zonas comerciales. Las empresas
transnacionales veían al mundo entero como su mercado posible. Para penetrar
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sus fronteras era necesario que los países eliminaran sus leyes proteccionistas y
abrieran sus economías. A esto se sumó una enorme cantidad de dinero circulante
(los petrodólares) que no dejaban renta. Si no se encontraba a quien prestarlo el
riesgo de una devaluación del capital era grande. Esto encendió el alerta del
sistema capitalista.
El gobierno que derrocó a Perón en 1955, conocido como “La Revolución
Libertadora”, mediante la sugerencia de su asesor el Dr. Raúl Prebisch a través de
su informe “Plan de Restablecimiento Económico”, señalaba la conveniencia
de”ingresar al Fondo Monetario y al Banco Internacional de Reconstrucción y
Fomento…La Argentina es el único país de la América Latina que no participa de
sus instituciones públicas…”. Luego de algunos estudios el Poder Ejecutivo por
Decreto ley 7103 del 19 de abril de 1956, dispuso iniciar los trámites y el 31 de
agosto del mismo año ratificado por la Ley 14.467 se aprobó la incorporación de la
Argentina al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional. A mediados de
1956, dos integrantes de la generación de liberales de posguerra, Carlos Coll
Benegas y Adalbert Krieger Vasena, habían viajado para firmar la entrada de la
Argentina al Fondo Monetario Internacional, y para gestionar, de paso, un crédito
bancario. Planeaban quedarse no más de dos semanas, pero volvieron tres meses
después, con 100 millones de dólares del Export Import Bank de los Estados
Unidos para tratar de mejorar el sistema de transportes.
Por otro lado, a través del “Acta de París”, cuyos propósitos eran instrumentar las
bases para poner en práctica el sistema multilateral de comercio y pagos y donde
se establecían pautas para la refinanciación de la deudas externas argentinas, fue
suscripta en París el 30 de mayo de 1956 por los representantes de varios países
europeos y por lógica, por los representantes del gobierno argentino, que de esta
manera ingresaba a dicho organismo.
En los años que siguieron, los vínculos se hicieron más intensos. El presidente
Arturo Frondizi (1958-1962) firmó el primer crédito directo con el organismo a fines
de 1958. El Ministro de Economía Donato del Carril consiguió 75 millones de
dólares. En 1962, durante el gobierno de José María Guido, el entonces Ministro
de Economía Álvaro Alsogaray, decidió apartarse de las metas de emisión de
dinero comprometidas, por lo que el Fondo Monetario Internacional envió a un
funcionario importante, Irving Friedman para presionar con la interrupción del
stand by vigente. A partir de estos hechos, surgió el papel de los llamados
“troubleshooters”, los “solucionadores de problemas técnicos” que el Fondo
Monetario Internacional despacha con una posición de máxima dureza. El
gobierno del radical Arturo Illia (1963-1966) no tuvo stand by. Su política
económica no estaba de acuerdo con la ortodoxia neoliberal, pero tampoco se dio
una ruptura con el organismo. Cuando asume el general Onganía, luego del golpe
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de estado de 1966, se aducía que la Argentina estaba por quedarse al margen de
la comunidad internacional. Es cuando en esa época, comienzan a tener
importancia los bancos privados, entrando en escena, Morgan Stanley, Credit
Suisse o Credit Lyonnais, de la mano del entonces Ministro de Economía Krieger
Vasena, quien dio el puntapié inicial para la formación del mercado de títulos
externos. Fue una época con menos asperezas con los técnicos de los
organismos, en donde la relación era muy buena.
En la primera mitad de los años setenta, las relaciones no fueron cordiales. El 26
de setiembre de 1973, José Gelbard, Ministro de Economía del tercer gobierno
peronista (1973-1976) encabezó la delegación argentina a la Asamblea Anual del
Fondo Monetario Internacional, en Nairobi. Allí, los países de América Latina
actuaron por primera vez en bloque.
El incremento de la deuda pública externa desde 1976, llegó a niveles muy
elevados a partir de 1980, sobre todo por la liquidez internacional como
consecuencia del “reciclaje” de los fondos de los países petroleros (OPEP),
juntamente con la creación de “liquidez de base” en los países industrializados y la
disminución de la demanda de créditos, lo que generó fondos disponibles para los
países subdesarrollados. Los bancos internacionales eran los principales focos de
la canalización del endeudamiento externo de los países menos desarrollados
cuando la abundancia de recursos financieros no fue demandada por los
prestatarios tradicionales. La deuda pública argentina creció sin contrapartida del
crecimiento de su PBI, empleándosela para sostener una política económica que
significó el aumento del desempleo y una caída excepcional del nivel de actividad
económica interna. La deuda externa privada se generó por: sus mayores costos
financieros, los subsidios otorgados para que el sector privado no cancelase sus
obligaciones en el exterior, y los mecanismos de seguros de cambio a 540 días
por los intereses y las obligaciones aún no vencidas. La crisis financiera de marzo
de 1980, se desencadenó con la liquidación del Banco de Intercambio Regional
(BIR), que dio lugar a una de las corridas bancarias más importantes de la historia
económica y financiera argentina hasta entonces y que se generalizó con el cierre
de otras tres entidades de gran importancia: Banco Internacional, Banco Oddone y
Banco Los Andes. Todo ello provocó la caída de los depósitos y la gran demanda
de activos externos.
La devaluación cambiaria programada en la “tablita” que señalaba los valores fijos
en los períodos futuros debió abandonarse, y en el plazo de seis meses la moneda
argentina se devaluó tres veces en un 10%, 30% y otro 30% respectivamente, que
si bien mejoró el cambio real y el sector exportador, agudizó la recesión, cayendo
el salario real y empeorando la situación de las empresas endeudadas con el
exterior.
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La situación política se tornó cada vez más inestable, especialmente a fines de
1981 y se agudizó aun más en 1982 con la guerra de las Malvinas con Gran
Bretaña, siendo el primer semestre de ese año el período en que se pierde el
acceso a los mercados financieros internacionales.
A partir del 30 de junio de 1982 se modifico la política económica, al dictarse la
Ley 22.259, de “Consolidación del Sistema Financiero”, que cambió las
regulaciones de la reforma de 1977 para evitar la necesidad de liquidar las
entidades financieras, adaptándose una política de intervención cautelar del Banco
Central de las entidades con dificultades y las tratativas para que en lugar de su
liquidación pudieran resolverse tales inconvenientes por medio de cambios
estructurales (fusiones, absorciones de las entidades pequeñas por las de mayor
tamaño) o por compra por bancos del exterior.
La etapa de la Dictadura Militar (1976-1983), daría pie a una de las actitudes que
más se le critican al Fondo Monetario Internacional: no darle importancia al
creciente aumento de la deuda externa. A los pocos meses de haber derrocado al
gobierno de María Estela Martínez de Perón, en agosto de 1976 se suscribió un
acuerdo que permitió el giro inmediato de 180 millones de dólares y facultó,
además, la tramitación de un préstamo con un consorcio de bancos
norteamericanos, europeos y japoneses, que remesaron en octubre de ese año,
1000 millones de dólares, iniciándose de esta manera el crecimiento vertiginoso
de la deuda externa que todavía pesa sobre la Argentina.
Entre las principales medidas de política económica adoptadas, encontramos:
- La liberalización total de precios
- Devaluación y congelamiento de salarios
- Reducción de aranceles aduaneros
- Eliminación de reintegros a la exportación industria
- Liberalización del régimen de inversión extranjera directa otorgándole los
mismos beneficios y derechos que al capital de origen nacional.- Todas las
medidas anteriormente mencionadas llevaron a que el FMI, que había negado
mayor financiamiento al gobierno justicialista de Isabel Martínez de Perón,
ofreciera al nuevo gobierno nuevos créditos.-
Algunos datos a tomar en cuenta nos permiten justificar lo anteriormente
expresado:
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- En el período 1975 – 1983 la deuda externa creció de 7.800 millones de
dólares a 45.000 millones de dólares
- En 1975, el 50 % de la deuda era pública. En 1983, el 70 % de la deuda era
privada
- Hasta 1979, el sector público se endeudó poco, pero a partir de este año el
endeudamiento causó una sangría de divisas en un país que cada vez recibía
menos dólares del exterior
- Desde 1981 hasta el retorno de la IED en la década del noventa, el pago de
utilidades e intereses de la deuda es mayor al ingreso de capitales
- La liberalización financiera permitió la fuga de capitales en una escala jamás
vista con antelación. En 1984, el BM estimó que el 44 % de la deuda externa
correspondía a la evasión de capitales por parte de agentes privados, el 33 % por
pago de intereses y el 25 % destinados a la compra de armas o importaciones no
registradas
- La economía de acumulación financiera tuvo un efecto desastroso sobre la
economía real, entre 1976 y 1983 el PBI creció a un promedio anual de 1,4 %
- La inflación se mantuvo. En 1977 los precios aumentaron un 176 %, en
todos los años hasta 1983 la inflación siguió manteniendo tres dígitos, con la sola
excepción del año 1980 que esta se mantuvo en un 87,6 % anual promedioEntre
las variables externas encontramos un contexto internacional caracterizado por
una gran liquidez de capitales. Esta liquidez fue producto de los dólares emitidos
por los Estados Unidos para financiar el déficit de su balanza de pagos, por tanto
la creciente reserva de dólares multiplicó los recursos del sistema bancario
internacional. El aumento de los precios del petróleo, desde 1973, generó otra
fuente adicional de liquidez: parte de los excedentes del hidrocarburo se
depositaron en los bancos internacionales y ampliaron su capacidad prestable. Así
fue que los capitales fluyeron libremente entre y hacia diversos mercados.
A medida que la demanda de crédito de los clientes tradicionales disminuía,
debido a la recesión en los países industriales, los depósitos de los exportadores
de petróleo y otras fuentes optaron por mercados alternativos. Por tanto, los
bancos comenzaron a otorgar créditos a prestatarios que anteriormente se
consideraban marginales, como los países de América Latina. Y los gobiernos de
estos países prefirieron los créditos privados, porque los bancos no aplicaban casi
ninguna condicionalidad para el desembolso de sus préstamos.
Las políticas fiscales y monetarias de los Estados Unidos jugaron un papel
decisivo en la determinación de las tasas de interés en los mercados
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internacionales y en los movimientos de capitales. Además, el aumento de las
tasas de interés durante el gobierno de Reagan agravó el problema de la deuda
en los países latinoamericanos.
El 22 de setiembre de 2003, durante la reunión anual del FMI realizada en Dubai,
Emiratos Árabes, el gobierno argentino propuso a los acreedores privados
reconocerles, en nuevos bonos, 20.300 millones de dólares sobre una deuda en
default de 81.800 millones. La propuesta representaba una quita nominal del 75%.
Los intereses vencidos desde diciembre de 2001 no serían reconocidos y los
nuevos bonos además serían emitidos a mayores plazos y menores tasas de
interés. Así, en valores de entonces, representaba una quita muy importante.
Esta oferta argentina provocó un fuerte rechazo por los bonistas y también de los
organismos financieros y del Grupo de los 7 quienes acusaron al gobierno de no
negociar con los acreedores. A partir de allí se forma el “Comité Global de
Acreedores”, que encabezaban el italiano Incola Stock y el norteamericano Hans
Humes, representando a tenedores de bonos de la deuda argentina por el
equivalente a 37.000 millones de dólares. Al poco tiempo, el Ministro de
Economía, Lavagna rompe relaciones con ellos por considerar que sólo
representan los intereses de bancos e intermediarios que habían lucrado con la
colocación de bonos de la deuda argentina entre los ahorristas pequeños.
En junio de 2004, Lavagna presentó una nueva oferta al subir de 20.300 millones
a un máximo de 43.200 millones de dólares el reconocimiento de la deuda en
nuevos bonos. La quita nominal del 75% se redujo a una poda de un 50% de
promedio. Además, fijó nuevos plazos y tasas de interés más altas. Esto y las
nuevas condiciones financieras internacionales llevaron a estimar que la quita se
acercaba al 66%. Al mismo tiempo se designaron a los bancos asesores y se
avanzó en un acuerdo con las AFJP y las compañías de seguros. Luego se
anunciaron otras mejoras, como “premios” por recompra de bonos y la emisión de
los nuevos bonos seis meses antes, a diciembre de 2003.
A mediados de 2004, Rodrigo Rato (español), asumió la jefatura del Fondo
Monetario Internacional y eso, por los fuertes vínculos entre España y la
Argentina, alentaba las esperanzas de que el FMI tuviera una actitud más flexible.
Sin embargo, Rato mantuvo la posición de sus antecesores y renovó esa postura
durante una breve visita a la Argentina.
Ante las presiones del exterior, y con el argumento de evitar las interferencias del
FMI, con el aval del propio organismo, el gobierno argentino suspendió el acuerdo
de setiembre con la idea de reanudarlo tras el canje de la deuda. Durante la
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suspensión, la Argentina se comprometió a pagar los intereses y también los
vencimientos de capital. Entonces, desde el default, la Argentina le pagó a los
organismos internacionales un poco más de 10.000 millones de dólares. Al mismo
tiempo, el presidente Kirchner estudiaba un plan para “independizarse” del FMI,
cancelando la deuda a medida que fuera venciendo, y evitar con eso tener que
renovar el acuerdo con el FMI, después del canje. Tras un análisis en profundidad
de la cuestión, este plan que se había denominado de “desendeudamiento” fue
dejado a un lado. A partir de allí, el Ministro Lavagna proyectaba retomar las
gestiones para llegar a un nuevo acuerdo una vez que se cerrara el canje de la
deuda. Los bancos asesores del gobierno argentino están constituidos por UBS
Cerril Lynch, Barclays y la Unión de Bancos Suizos quienes trataron con los
bonistas privados europeos el canje de la deuda.
Los acreedores principales de los bonos de la deuda externa argentina, se
encuentran, por países, en: Argentina, el 38.4%; en Italia, el 15.6%; en Suiza, el
10.3%; en los EE.UU., el 9.1%; en Alemania, el 5.1%; en Japón, el 3.1%; en el
rubro “Otros”, el 5.4%; y en “No Identificados”, el 12.8%.
El 25 de febrero de 2005, la Argentina cerró uno de los capítulos más complejos
de su reciente historia económica, al ponerle fin al default de su deuda de 81.800
millones de dólares. Los primeros indicios señalaban que la participación en el
canje fue, por lo menos del 75%.
El presidente Néstor Kirchner, poco antes de que cerraran las tratativas,
anticipaba que
“Vamos a tener un buen resultado, y que el canje va a demostrar que los
argentinos podemos, que habremos hecho la mejor negociación de la historia del
mundo. Los datos que estaba recibiendo no son para ponerse contentos porque
nuestra deuda es la más grande de la historia del mundo, para el libro Guiness”.
Casi inmediatamente, luego del cierre, el Ministro de Economía, Roberto Lavagna,
convocaba a la prensa para explicar que las operaciones se habían producido
“con absoluta normalidad”, a pesar de su complejidad técnica.
El cierre del canje le puso un fin al proceso que había comenzado en diciembre
del 2001, cuando el Congreso Nacional aplaudía de pie al entonces presidente,
Adolfo Rodríguez Saá, anunciando la moratoria unilateral de pagos. Este proceso
llevó 38 meses de durísimas negociaciones y presiones para tratar con los 152
títulos en default. Estos fueron cambiados básicamente por 3 tipos de Bonos: el
Par (sin quita), el Cuasi Par (quita del 66.3%) y el de Descuento (quita del 30.1%),
denominados en dólares, euros, yen y pesos.
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El 26 de julio de 2004, el Fondo Monetario Internacional discutió y aprobó un
documento autocrítico sobre su desempeño en la Argentina en la última década,
que concluyó, como lo venimos tratando, con la peor crisis económica de su
historia.
En este documento, el Fondo Monetario Internacional admitió por primera vez que
cometió por lo menos ocho errores graves que ayudaron a que la Argentina
entrará en 2001 en la crisis económica más seria de los últimos tiempos. Como
conclusión planteaba que la crisis económica dejaba 10 lecciones y 6
recomendaciones para que el Fondo Monetario Internacional aplicara en el futuro.
Estas recomendaciones implicaban una mayor dureza y control sobre los
programas que debían aplicar los países como la Argentina. Entre otras, figuraba
que “el rol del tipo de cambio y la sustentabilidad de la deuda de mediano plazo
deben formar el foco de supervisión de los programas”.
Al analizar el “modelo menemista”, el documento cuestionaba el excesivo apoyo
que el organismo le había dado para sostener la convertibilidad, cuando existían
graves falencias fiscales y estructurales; y había un aumento “no sustentable” del
endeudamiento.
Por lo tanto, el informe resaltaba que el principal error del Fondo Monetario
Internacional durante la crisis fue el de tratar de mantener la convertibilidad con
“financiamiento extra” y no utilizar esos recursos para facilitar una salida ordenada
del uno a uno. Como así lo explicaba: “El Fondo ayudó a la Argentina en sus
esfuerzos de preservar el régimen de tipo de cambio, con sustanciales desvíos en
sus recursos. Este soporte fue justificable inicialmente, pero el Fondo continuó
proveyendo durante 2000 a pesar de las inadecuadas políticas”.
Añadiendo que: “En retrospectiva los recursos usados en esto para preservar el
tipo de cambio podrían haber sido usados mejor para mitigar los inevitables costos
de la salida de la crisis”. Por eso, criticaba los apoyos dados con el “blindaje” y los
préstamos otorgados en agosto de 2001. Señalando que el Fondo Monetario
Internacional en diciembre de 2001 “fue incapaz de proveer mucha ayuda a la
Argentina”.
El documento mencionaba en varias oportunidades la palabra “error” y constituía
una dura crítica a los ex jefes del organismo Michel Camdessus y Horst Kohler, a
los ex presidentes Carlos Menem y Fernando de la Rúa y a los ex ministros de
Economía Domingo Cavallo y Roque Fernández. Las principales conclusiones
fueron las siguientes:
El Fondo erró en particular en el período pre-crisis, soportando las debilidades
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fiscales pronunciadas del país, aun cuando era evidente que a finales de los 90 la
disciplina fiscal y las reformas estructurales estaban ausentes.
En 2000 había problemas en el tipo de cambio y en la sustentabilidad de la deuda,
los cuales no tenían fácil solución dada la extensiva dolarización de la economía.
Pero el Fondo no advirtió los costos y no consideró que era necesario un cambio
fundamental en la política.
En 1999 el staff del FMI empezó a considerar más seriamente la viabilidad del tipo
de cambio y las posibles estrategias de salida. Pero el tema no fue tratado por el
Comité Ejecutivo.
Al contrario, el Fondo continuó desembolsando fondos bajo la política existente,
basándose en consideraciones no económicas y en esperanzas de cambios en la
confianza del mercado y la situación económica externa.
La supervisión del FMI y sus condiciones fueron débiles y por eso la deuda pública
creció, disminuyendo la habilidad de las autoridades para usar contra cíclicamente
la política fiscal.
Este documento fue elaborado por la Oficina de Evaluación Independiente (OEI)
del propio Fondo Monetario Internacional, creada para realizar una “autocrítica”
sobre el comportamiento del organismo en la crisis económica argentina. Tiene
180 páginas entre su cuerpo principal (de 70 páginas) y un anexo y lleva la firma
del titular de la oficina, el economista Montek Singh Ahluawalia y le costó al Fondo
Monetario Internacional 6 millones de dólares.
Las conclusiones fundamentales las encontramos en el “Resumen Ejecutivo”, que
comenzaba explicando que la crisis argentina 200-2002 fue una de las más
severas de sus crisis recientes y se dio bajo un régimen de un peso ligado a un
dólar, con consecuencias económicas y sociales devastadoras, cuando el Fondo
Monetario Internacional tuvo en la última década con el país cinco acuerdos
sucesivos de financiamiento.
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CONCLUSIONES
Alumna 1: Para culminar este trabajo en mi opinión el fenómeno de la deuda
externa en Argentina ha sido un gran obstáculo para el desarrollo del país. Y como
se puede observar este no es un hecho aislado sino que varios factores
contribuyeron en su agravamiento e hicieron que las posibilidades de desarrollo
del país tuvieran que esperar. Desde comienzos de los años ochenta, la deuda
externa ha sido para la Argentina uno de sus principales problemas económicos.
Independientemente del peso que se le pueda atribuir, es evidente que el
endeudamiento representa una restricción para el desarrollo de una política
económica el cual supere las crecientes condiciones de desindustrialización,
desempleo y pobreza por las que atraviesa la Argentina. Por causa de la deuda
externa, nuestro presente y futuro como país seguirá cayendo en el círculo de
crisis económicas, financieras y sociales, la cuales alargo plazo retrasarán el
crecimiento económico e impedirán el desarrollo en Argentina.
Alumna 2: en mi opinión, la deuda externa es uno de los peores males de la
economía argentina. La deuda con la que Argentina cuenta actualmente es
heredada. Desde su comienzo, no hizo más que seguir aumentando. Nuestro país,
al contraer préstamos, debió cumplir requerimientos de las organizaciones con las
cuales realizaba dichos acuerdos, eso no hizo otra cosa que empeorar la
situación. No obstante, una de las consecuencias mas grandes que tuvo que sufrir
este país fue perder su independencia económica. La finalidad ultima de
endeudarse es la de generar beneficios para los habitantes de este país.
Por lo tanto, se puede decir que la deuda externa es el principal freno para crecer
y progresar como país a nivel político, social y económico.
Alumna 3: Los préstamos pueden venir de un gobierno nacional, una institución financiera internacional como el FMI, o de un banco privado. La fuga de capitales se efectuó entre 1980 y 1983, mediante una quiebra masiva de bancos y
financieras, y mediante un mecanismo denominado “seguro de cambio”, que garantizaba el precio futuro de las divisas, a pesar de la inflación que todavía
persiste. Las políticas de Martínez Hoz fueron las que dieron origen a la deuda externa. El Congreso Nacional nunca creó una Comisión Investigadora de la deuda, a pesar que existió una causa judicial que demostró numerosas
irregularidades. Un reducido numero de empresas de capitales concentrados aprovecharon los dólares que ingresaban por la deuda para poder fugar divisas
Se calcula que hay más de100.000 millones de dólares en el exterior que son propiedad de residentes argentinos. Yo creo que la deuda tendrá solución en el momento que la Argentina abandone las imposiciones externas que van en contra
de nuestros intereses políticos, y nos mantenemos todavía endeudados.
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General: La argentina tiene capacidad de pago de su deuda por ser un país de
ingresos medios-altos y además, sus residentes cuentan con importantes activos
en el exterior. Su problema a corto plazo es fiscal y, de demorarse en corregirlo,
se podría agregar uno de balanza de pagos por no puntual renovación de sus
vencimientos. Como dicha posibilidad resulta de altísimo costo para el país, tanto
a corto como a largo plazo, cabe analizar la alternativa de argentinizar la deuda.
Parte de la deuda externa argentina incluye emisiones públicas y privadas en
moneda extranjera en poder de tenedores locales, lo que es normal en un mundo
globalizado no discrimina.
La deuda publica, de hecho, si discrimina cuando se ofrece generalmente en
pesos a los residentes, pero en nuestro caso resulta de menor cuantía y tiene el
grave antecedente de colocaciones de carácter forzoso efectuadas en el pasado
reciente, por pago de deuda del sistema previsional y del propio Estado Nacional.
Un nivel de deuda publica de la mitad del PBI como la actual no debería generar
por si sola los problemas que tenemos, que son básicamente el escaso ahorro
interno, altas tasas para renovar los vencimientos y de ajuste fiscal para disminuir
el déficit que se financia con crédito.
La solución de fondo del problema de la deuda externa, requiere tiempo, por pasar
por la restructuración del Estado para asegurar su solvencia a largo plazo y, en
particular, lograr las condiciones para una reinversión de los capitales argentinos
en el país, el fortalecimiento del mercado local de capitales, el desarrollo de
inversiones institucionales y la mayor remonetización de la economía que
flexibilice el crédito bancario y alargue sus plazos.
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BIBLIOGRAFIA
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http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo12/files/50_04_folcini.pdf