monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

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1 VINCULACIÓN DEL LENGUAJE Y LA ACCIÓN AL DERECHO EN LA TEORIA DE LA ARGUMENTACIÓN ALEJANDRO GARCÍA RIVERA 1’088.254.950 DIRECTOR: CARLOS ARTURO MUÑOZ PATIÑO Magister en filosofía U.Caldas UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PEREIRA FACULTAD DE BELLAS ARTES ESCUELA DE FILOSOFÍA 2011

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Page 1: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

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VINCULACIÓN DEL LENGUAJE Y LA ACCIÓN AL DERECHO EN LA TEORIA DE LA ARGUMENTACIÓN

ALEJANDRO GARCÍA RIVERA

1’088.254.950

DIRECTOR: CARLOS ARTURO MUÑOZ PATIÑO

Magister en filosofía U.Caldas

UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PEREIRA

FACULTAD DE BELLAS ARTES

ESCUELA DE FILOSOFÍA

2011

Page 2: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

2

CONTENIDO PRIMERA PARTE INTRODUCCIÓN GENERAL………………………………………………………….. 4

1. Contrastación - lenguaje interpretativo y el lenguaje argumentativo –

Pluralidad de lenguaje.

1.1 El problema del lenguaje. ……………………………………………………….. 6

1.2 El giro lingüístico: la vía hacia la pragmática.…………………………….. 12

1.3 Wittgenstein: distinción entre sus planteamientos sobre el lenguaje….. 19

1.4 John Austin: lenguaje y acción...…………………………………………….. 27

1.5. John Searle y los actos de habla.…………………………………………….. 32

SEGUNDA PARTE

2. Lenguaje: Acción y argumentación.

2.1 De la acción al discurso…………………………………………………………. 41 2.2 Diferenciación –en su forma tradicional- entre lo apodíctico y lo dialéctico……………………………………………………………………………….. 44

2.3. Surgimiento de la teoría de la argumentación y/o la nueva retórica…… 50

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2.4. Relación entre lógica jurídica y los actos lingüísticos………….………… 56

TERCERA PARTE

3. Lógica jurídica - Teoría de la argumentación 3.1. Lógica jurídica……………………………………………………………………. 61 3.2. Técnicas argumentativas………………………………………………………. 67 - Argumentos cuasilógicos.

- Argumentos basados en la estructura de lo real.

- Argumentos que fundan la estructura de lo real.

-Argumentos por disociación.

-Interacción y fuerza de los argumentos.

3.3. Concepto de auditorio universal……………………………………………… 84

3.4. Argumentación y decisión judicial.…………………………………………... 90 - Apertura al debate Hart-Dworkin en torno a la decisión judicial.………….. 95

4. Consideraciones finales………………………………………………………….102

Bibliografía……………………………………………………………………………. 109

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4

INTRODUCCIÓN GENERAL

Este trabajo tiene como propósito revelar la transición que realiza la teoría de la

argumentación desde el viro que se gesta a partir de lo que significó el paso de

una simple noción del lenguaje hacia un lenguaje propio de la argumentación.

Desde allí, en primera medida es preciso resaltar que luego de partir del

reconocimiento de lo que significó –en términos generales- el lenguaje

tradicionalmente, es justo en el siglo XIX con la influencia de toda una tradición

histórica del pensamiento, en los ámbitos tanto filosófico como literario en general,

en donde se manifiesta un acontecimiento que da un vuelco sobre la comprensión

lingüística y que llevan posteriormente al sujeto a la consolidación de un

sinnúmero de teorías y métodos a la hora de la comunicación. Este es el

denominado giro lingüístico.

Así mismo, sobre los albores del siglo XX se suscita análogamente el surgimiento

de la denominada filosofía analítica o filosofía del lenguaje como un estudio que

básicamente concede otro modelo de búsqueda al objeto de indagación filosófica,

el cual va a ser precisamente la exploración acerca de las posibilidades del

lenguaje. Saber que procura de un lado, el formalismo o el análisis lógico del

lenguaje científico, y de otro lado, el antiformalismo o el estudio lingüístico del

lenguaje común. Y es aquí, en éste último punto, donde la filosofía se consolida

como una actividad en lugar de un saber de tipo sustantivo: el cual será

precisamente el análisis del lenguaje. Análisis que en tanto, tendrá como objetivo

primordial la clarificación de los conceptos filosóficos. En la medida en que el

lenguaje se establece como un objeto de investigación servirá de medio a través

del cual se realiza la comprensión misma de la realidad. Del mismo modo, en que

se admite que existe una pluralidad de lenguajes, a partir del cual cada uno se

manifiesta como una forma de relacionarse con el mundo, es decir, una forma de

vida. Posteriormente, ha de comprenderse que el lenguaje en tanto es una

actividad asiente que sólo existe su uso, ya, que por su parte, su pluralidad escapa

a todo intento sistematizador. La tarea de la filosofía según una tendencia de la

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5

concepción de ―la filosofía analítica‖ acabará por limitarse a la función descriptiva y

normativa del lenguaje.

Esta perspectiva, irá encaminada a revelar que a la hora de la conservación de los

procesos comunicacionales y de la aparición de las nuevas posibilidades de

lenguaje, se van a entablar distintas instancias racionales -de forma no científica-,

que consolidan la búsqueda de distintas soluciones dentro una racionalidad

práctica hasta consolidar una pragmática del lenguaje. Los distintos saberes que

se adentran a esta esfera –como el caso del derecho- van a consolidar una

postura epistemológica que se vale de la elaboración de cierto tipo de discurso

conformado a partir de enunciados y proposiciones, como de una lógica que se

dirige a la estructuración de diferentes razonamientos de forma dialéctica, y que

llevan entre otras cosas, a la fijación de acuerdos, a distintas formas de diálogo, a

la apertura de lo que es probable, a la disputa dada por la imposición de una

problemática, y en definitiva, a la confrontación de la descripción con lo valorativo,

en la medida en que necesita de la resolución que es ostentada por diferentes

tipos de argumentos.

En este orden de ideas, la formación de un discurso en general requiere de un

análisis que lleva a comprender como las distintas formas de lenguaje han

requerido de su aplicación, así, como los métodos propios de la lógica también

han diferido en la medida en que están acorde a distintas ópticas. El análisis del

lenguaje ordinario requiere del uso de la racionalidad del cual se valen diferentes

saberes de tipo práctico. Para este caso, la lógica jurídica subyace como un

método de estudio del que tiene que valerse el derecho en cuanto ha de

consolidarse en sus nuevas acepciones como un estudio que se fundamenta en la

pragmática lingüística. En el caso de la práctica del derecho –como en los litigios-

de modo particular, va a permitir llegar a distintos artificios como la posibilidad del

convencimiento y/o la persuasión, la cual una vez se emplea, pretende la

producción de determinados efectos en un público que sirve como receptor, u en

la audiencia y/o auditorio como lugares determinados para su aplicación.

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Capitulo 1

Contrastación - lenguaje interpretativo y el lenguaje argumentativo –

Pluralidad de lenguajes.

1.1 El problema del lenguaje.

Se denomina lenguaje –proveniente del latín lengatge- a cualquier tipo de signo

semiótico organizado que, se adhiere a un uso y a ciertos principios formales

instaurados como practica social. En la medida en que éste se presenta como un

sistema logra consolidarse y se despliega como un modo de expresión,

elaboración, y reproducción, que permite desde la relación individuo–sociedad la

abstracción, conceptualización y posteriormente la posibilidad de comunicación

entre estos mismos sujetos que interactúan. En este sentido, resulta por ser el

elemento clave de la vida intelectual y de cualquier forma de conocimiento, ya, que

éste mismo se encuentra en él.

Las primeras nociones que se tienen del lenguaje datan aproximadamente hacia el

siglo I.V. A.C. Espacio que se reconoce propiamente como el período clásico, y,

es precisamente, en una de las culturas significativas de este periodo, que tiene su

cuna en la antigua Grecia, donde se halla, de un lado, los primeros esbozos de

una posible aproximación a estos discernimientos. La primera cuestión se da en la

medida en que: ―se plantea en el análisis etimológico el Cratilo de Platón , o una

consideración del lenguaje y una explicación del significado en término de

procesos mentales o de pensamiento como los presentados por Aristóteles en Peri

Hermeneias (I.16ª 5-10), cuando relaciona signos (Semeia) con dolencias del alma

(Pathemata psychai)‖1. Así mismo, como resultado de sus análisis, Platón arguye

que el lenguaje no puede beneficiar al conocimiento, mientras que para

Aristóteles, en cambio, la universalidad de la mente o psique avala el carácter

1 Kart R.Jan Kowsky. El surgimiento del concepto de lenguaje en el pensamiento moderno. Traducción y adaptación del inglés del texto de Danilo Marcondes de Sousa Filho: The emergence of the notion of languaje in modern thought. Por Rafael Areiza Londoño. Eds. Amsterdam. 1993. Pág. 38.

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general y el valor cognitivo del significado mancomunado con las palabras. Las

palabras pueden cambiar de una lengua a otra pero las ―pathemata psychai” son

las mismas para todas. De forma posterior, los estoicos retoman esta idea y

consideran el ―lekton”2 en este sentido, como una entidad abstracta, es decir,

incorpórea, relacionada a la palabra y al mismo tiempo a la mente humana3.

Aristóteles le otorga al hombre un punto de partida capital en lo que se va a

consolidar como su carácter social. Para este autor: ―lo más característico del

hombre es su dimensión lingüista de su comportamiento, ya que refleja su carácter

racional‖4, y desde allí, se obtiene un punto de partida fundamental hacia la

consolidación de la lengua en particular. A su vez, la tradición epistemológica

comenzada por Platón y Aristóteles logro su fortalecimiento en san Agustín. Esta

misma; ―puede encontrarse en su concepción en De Magistro cuando se asegura

que los procesos mentales por sí solos pueden explicar el significado. El

razonamiento de Agustín es fundamental en la filosofía moderna y está

fuertemente influenciado en su pensamiento, especialmente por la tradición

racionalista de Descartes y por la Escuela de Port Royal‖5. En esta obra, San

Agustín sostiene que, ya, que los nombres son términos generales, sólo una

entidad mental puede explicar su generalización, de la misma forma en que la

mente es capaz de descubrir conocimientos de lo universal. Agustín explica en

tanto, la forma en que el signo –abordado en sí mismo- es intrascendente para

2 Con este término se apela a la proposición, la cuales son o perfectos o imperfectos; los primeros,

corresponden a los términos que constituyen las proposiciones, mientras que, los segundos, corresponden a su contenido. Así mismo, las proposiciones se reparten en simples y complejas, según figuren o no conectores “syndesmoi”. 3 Esta influencia prosigue en la Edad Media hasta el pensamiento moderno, y ello se debe, en gran medida a

la concepción agustiniana del lenguaje entre los filósofos medievales, como por ejemplo, Peter Abelard en el siglo XII. 4 Mauricio Beuchot. La retorica como pragmática y hermenéutica. Autores, textos y temas. Filosofía. Ed.

Anthropos. Barcelona. 1998. Pág. 11. 5 Kart R.Jan Kowsky. El surgimiento del concepto de lenguaje en el pensamiento moderno. Traducción y

adaptación del inglés del texto de Danilo Marcondes de Sousa Filho: The emergence of the notion of languaje in modern thought. Por Rafael Areiza Londoño. Eds. Amsterdam. 1993. Pág. 39.

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dar cuenta de la relación de las cosas con el mundo6, ya, que ésta relación del

lenguaje no se traza entre el signo individual y los objetos particulares y concretos,

sino entre el concepto y los tipos generales, de los cuales los objetos son sin

signos.

A partir de esta influencia, el interés en el lenguaje desde una perspectiva

gramatical persiguió una vía análoga, sobre todo porque la gramática, era

abordada como un método auxiliar, es decir, como una ―téchne”, que estaba

relacionada con la retórica y con la interpretación de textos, pues, el lenguaje era

considerado desde sí mismo y no en relación con el conocimiento, es decir, de

una forma no objetiva. Sólo en los siglos XIII y XIV se le da importancia al tema de

la universalidad con el advenimiento de las gramáticas especulativas7. Desde allí,

en efecto, es factible especular que la tradición clásica acerca del lenguaje resulta

de la imposibilidad conceptual o metodológica de pensar al lenguaje como un

objeto de estudio en sí. Puesto que el lenguaje fue simplemente apreciado como

un sistema de signos cuya función es representar la realidad, la cual sólo se

puede percibir sí se compensa ésta función por medio de las ideas, o mejor, a

través de la mente, ya que no existe un elemento común entre lenguaje y realidad.

Sí bien, en la época clásica no existió una teoría clara e irrefutable sobre una

concepción acerca del lenguaje, las diferentes teorías que proponen exponer el

origen del lenguaje, los usos del pensamiento y sus operaciones específicas,

generan controversias entre los estudiosos de diferentes estirpes del

conocimiento. Empero, todos los esfuerzos por arrojar avances sobre este tema

generan un buen subterfugio para indagar acerca de las ciencias que atañen al

6 La teoría de Agustín sobre la razón como una luz natural o lumen naturale, de origen divino en el hombre,

se encuentra casi ipsis litteris en Descartes. San Agustín interpreta la posibilidad de comprensión de la razón y la relación de las cosas con el mundo a partir del concepto y lo interpreta por lenguaje interno utilizando el denominado verbum cordis en su terminología. De otro lado, considera que el lenguaje hablado depende del conocimiento profundo, el cual surge de la razón natural en el hombre y tiene su origen en Dios, el cual crea al hombre mismo como ser racional. Así mismo, este tipo de filosofía tomo como su tema de análisis los estudios de la mente, de la conciencia, como preocupación de la filosofía antes que del lenguaje, ya, que es a través de los procesos del pensamiento que el individuo es capaz de conocer la realidad. El lenguaje, por lo tanto, tiene una importancia secundaria bajo esta concepción. 7 Para conocer la importancia de las gramáticas especulativas y su tradición resultante, véase Buzzetli y

Ferriani (1987).

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lenguaje y el pensamiento -en cuanto se hace referencia al sentido lógico y al

raciocinio- así, como de la ávida búsqueda por sus características, aplicaciones,

sus formas de validez, su sentido, etc. ―Por desgracia, no existen convenciones

aceptadas por todos y los sistemas más comúnmente usados no llegan a registrar

ni las mínimas y ciertamente obvias distinciones introducidas‖8. Sin embargo, con

el fin de obtener un panorama acerca de la problemática del lenguaje como su

objeto de estudio es necesario forjar distintas vías de reflexión –desde esta

influencia- que permita contextualizar una problemática que será relevante en la

relación lenguaje - pensamiento.

El estudio del lenguaje por tanto, se ha abordado a partir de diferentes supuestos

–de forma particular- que procuran en términos generales ofrecer una teoría que

determine todas sus posibilidades. ―Todos los lingüistas y muchos filósofos

aceptan, al menos en apariencia, el principio de la prioridad de la lengua

hablada‖9. Cuestión que sirve como punto de partida para distinguir y brindar una

apropiación en sentido lingüístico. Sí nos remitimos al tema que nos arremete, es

decir, sobre el contexto propio de la actualidad es preciso distinguir que existen

diversas concepciones acerca de esta noción que se bastan desde el estudio de la

lingüística en diversos autores. Se debe destacar, con el fin de hacer una

referencia específica, a un teórico como Ferdinand Saussure, quien pretende

realizar una distinción entre la lengua y el habla, en tanto se complementan por

ser actos que nacen en el individuo con una connotación semántica, o que,

permite derivar del signo un posterior desarrollo de significados y por ende de

sentido lingüístico. Además, también hay teorías desde la psicología las cuales

básicamente sostienen que para que haya lenguaje se hace necesario el

desdoblamiento del pensamiento, el cual en tanto capacidad intelectiva influye en

el idioma y en sus grados de significación. Dado el caso, por ejemplo, del teórico

Jean Piaget quien afirma que el lenguaje es una forma de liberal el pensamiento a

8 John Lyons. Lenguaje, significado y contexto. Traducción de Santiago Alcoba. Ediciones Paidós Ibérica,

S.A. 1ª. Edición. 1983. Pág. 27. 9 Ibíd. Pág. 34.

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partir de la acción, y en tal medida, el grado de significación que desempeñen los

sujetos dependería de la actividad mental que ellos mismos realicen.

Lo cierto del caso, es que siendo tan numerosas las teorías que pretenden

explicar el origen del lenguaje, estas se bastan básicamente en el intento de

articular el lenguaje y el pensamiento a partir de la capacidad racional y el sentido

lógico de los individuos. Pues, sólo con relación a las posibilidades de emanar

lenguaje y de las capacidades intelectuales de los individuos sería posible

consolidar una comunicación entre estos mismos. Ahora bien, ante la diversidad y

contraposición de diferentes teorías tradicionales y sus distintas problemáticas, es

preciso afirmar que; a la hora de tener una noción -en términos generales- acerca

del lenguaje es difícil tener una concepción perfecta o totalmente técnica, sin

embargo, dentro de aquellas vicisitudes es preciso reconocer que un lenguaje

tiene como características esenciales:

- Un cumulo de ítems básicos discretos, mejor dicho, un vocabulario.

- Una sintaxis10.

- Determinadas secuencias de esos ítems. Cabe resaltar que aquellas que se

encuentran sintácticamente bien establecidas poseen un «alcance semántico», es

decir, se utilizan para departir sobre objetos, los cuales son en sí distintos a los

propios ítems o secuencias.

A decir verdad, el lenguaje comprende un campo de conceptos y expresiones

que provienen de una lengua particular y se aplican en un establecimiento

sistemático de reglas formales, provistas sobre el mismo desarrollo de las

consecuencias que le rigen. Todas las expresiones de palabra, en todas las

10

La palabra sintaxis proviene del latín syntaxis, que a su vez tiene origen en un término griego que significa “coordinar”. Se trata de una parte específica de la gramática que coordina y une las palabras con la intención de formar las oraciones y expresar conceptos. Los ítems básicos del lenguaje tienen un poder combinatorio estipulado, así en tanto, debe ser totalmente coherente sin tener cualquier tipo de secuencia al azar. Este rasgo permite diferenciar, por ejemplo, un lenguaje de un sistema de numeración; si admitimos cualquier secuencia de unos y ceros, sólo por referenciar un caso, no se tiene un lenguaje propiamente dicho.

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lenguas, tienen una composición léxica11. Éste estudio permite esclarecer un

conjunto de criterios sobre el cual; ―existen reglas productivas para lo que

tradicionalmente se conoce como formación de palabras, lo cual posibilita a sus

usuarios la construcción de expresiones‖12. La construcción y posibilidad de las

expresiones por las que se crea el lenguaje dependen de una sintaxis general que

le permiten una coherencia y estructura, y su génesis bien podría tener tanto un

sentido ontológico como lógico.

Es relevante considerar que la mayor parte de posturas clásicas y medievales

terminaron sólo por abrir el panorama hacia el estudio del lenguaje, sus formas y

sus emergencias. Para el caso especial de Aristóteles, existió una conciliación del

lenguaje con la lógica que termina en apuntar hacia la posibilidad de los

razonamientos dadas como construcciones que permiten la creación de sentido.

Este autor, valiéndose de razonamientos lógicos obtuvo un medio de asentimiento

que le permitía llegar a conclusiones, es decir, a afirmaciones basadas en

premisas. La senda moderna acarreó consigo el renacer de las diferentes ciencias

en el siglo XIX, y por ende, la diversidad de sus caminos en búsqueda de un

análisis específico. A partir de tales influencias, aún, cuando el panorama ya se

había establecido en la antigüedad el lenguaje fue de a poco alternando nuevas

vías de conocimiento y de posibilidades de fundarse a partir de una racionalidad,

la cual dejo sin embargo, diferentes vías de acceso, pero, también la promesa de

una ruta que iría encaminada hacia la consolidación de razonamientos que van

dirigidos a conformar cierto tipo especial de lógica, y de alcanzar unas

conclusiones de mutuo acuerdo con el fin de lograr la aceptabilidad.

11

La composición léxica se atribuye a la significación de las palabras que se utilizan en un campo específico, las palabras de un idioma o una lengua por ejemplo. Disciplinas como: la semántica, semiótica y pragmática se hacen indispensables en las composiciones lingüísticas que brindarán nuevas expresiones, y por tanto, repercutirá en sus determinaciones. 12

Op. Cit. Pág. 48.

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12

1.2 El giro lingüístico: La vía hacia la pragmática.

El lenguaje y las posibilidades comunicativas han llevado consigo la sumisión a

diferentes roles acordes a la capacidad de razonamiento, que le permite a los

individuos captar la realidad para que ésta sea posteriormente expresada.

Paradigma que resulta ser simplemente un medio que no se interpone entre lo que

se piensa y la forma de captar la realidad. Cabe resaltar, que desde los albores de

la modernidad, y con los aportes del nuevo método aportado por René Descartes

al saber en general, se retomó un modelo que le proporcionó básicamente al

sujeto la búsqueda por el conocimiento de todo aquello que en cuanto individuo

pudiese conocer; partiendo desde las verdades más simples –síntesis- y tomando

la evidencia como criterio que permite no confundir lo falso con lo verdadero, y, le

otorgó, a su vez a éste mismo, una razón de ser desde una perspectiva

epistemológica13. Del mismo modo, se dio origen a la discreción de que todo

conocimiento necesita de un sujeto que es cognoscente (conocedor) y el objeto

que es conocido de donde se obtienen toda posibilidad de respuestas de una

forma completamente relacionada. Los planteamientos teóricos posteriores

quebraron de una u otra forma tal noción, o simplemente la complementaron. Sin

embargo, sólo fue hasta el siglo XIX cuando se constituye, sin duda, uno de los

hechos más prominentes de la filosofía en la época contemporánea, que, a su vez

llevaba inmersa de forma capital la problemática del lenguaje. Es a este proceso al

que se le reconoce como giro lingüístico, y, apela de un lado, al origen de los

actos humanos, de otro lado, a la posibilidad de construir la certeza de lo que es

13 La frase de René Descartes: –cogito ergo sum- “pienso, luego existo” otorga una nueva concepción a la filosofía en general, aún más, en cuanto va a generar toda una problemática epistemológica. Pues, esta frase iba a concatenar lo que significaría el descubrimiento o el inicio de la subjetividad en sentido estricto, es decir, proporcionaría el descubrimiento de una verdad incuestionable que, una vez aplicada en la esfera de lo real sería precisamente la subjetividad individual, y que es a su vez conciencia de sí misma. Así mismo, esta certeza innegable corresponde a la identificación de una substancia no extensa, transparente a su propia mirada, en pocas palabras; a una mente. Realidad que sólo es posible alcanzar a partir de la denominada “duda metódica”, la cual, sin embargo, lleva a que el sujeto se pierda del mundo. Ya, en una de las obras capitales del autor denominada - el discurso del método- escrita en el año 1637, René Descartes pretende básicamente el conocimiento de una verdad totalmente incuestionable donde se determina a la inmanencia que alcanza el sujeto como fundamento de la certeza, la cual por su parte, sólo es garantizada por la existencia de Dios que se manifiesta como el verdadero sujeto, y que permite en definitiva, toda posibilidad de conocimiento y de accionar del ser a partir del pensamiento.

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real a partir del lenguaje mismo, es así, en tanto, que se da el paso de lo que

significó la posibilidad de representación y de significación a la connotación

asertiva del lenguaje que le otorga un exclusivo interés teórico.

La influencia del giro lingüístico se despliega en todas las ramas del saber, ante

todo aquellas ligadas al análisis del significado y la verdad como la lógica de la

ciencia, o que se encuentran simplemente relacionados al estudio del

comportamiento de los signos en la vida social, como la lingüística y la semiótica o

teoría de los signos. En la práctica filosófica el giro lingüístico es el título que se le

otorga a la innovación producida en el interior de esta misma actividad que se dio

como resultado de la debilitación del patrón psicológico basado en el estudio de la

conciencia y de sus modos de representación. A partir de aquel entonces, la forma

de expresión de dicha práctica se consolida como la esencia de estudio de la

filosofía, forjando un cambio notable en la perspectiva que tiene como

consecuencia el reemplazo de la filosofía de la conciencia por una filosofía del

lenguaje de donde posteriormente se deprenderían diversos métodos y teorías.

Frente a las influencias del giro, las posturas filosóficas que emergen afirman el

carácter significativo del lenguaje y posteriormente su status -de a priori- del

pensamiento. Aún más, en la medida en que se hace apreciable y necesaria la

mediación del pensamiento en sentido intersubjetivo que es válido por los signos,

se asume de forma radical el nuevo principio de la filosofía. Lo que cambió

básicamente desde esta concepción fue que se le imputó al lenguaje el origen de

los actos de los sujetos, es decir, de la posibilidad de construir la convicción de lo

que es real a partir de ese mismo lenguaje.

La filosofía aborda como punto de partida el análisis que realiza del enunciado. Lo

que es lingüístico no es el signo: es aquello que se comprende; para ser preciso,

no es nada subjetivo. Comprender un enunciado no significa simbolizar el objeto

al que este sustituye, sino comprender las reglas que establecen su correcta

aplicación; la unidad primaria de las comprensiones no es el objeto, sino el

enunciado mismo. En este sentido, la ontología misma da un giro y conserva como

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cimiento la impetración sobre el significado de los términos, y por tanto sobre la

forma en que hace referencia a objetos.

A grosso modo, la ontología tradicional ha abordado al ser desde una

representación marcada por los objetos, y tras este nuevo paradigma se da un

vuelco hacia una nueva problemática lingüística. Así, en tanto, se origina la

filosofía analítica en el plano de la comprensión, ya éste saber no necesita de

representaciones ópticas, de la misma forma en que el lenguaje no se representa

sobre expresiones nominales. El giro en el conocimiento consiste básicamente en

superar la gran limitación de la vieja ontología, es decir, su aspecto objetual, que

le reserva al perímetro del discurso a los objetos.

En este sentido, es que el giro lingüístico se especifica a su vez como un

desplazamiento en el plano pragmático y hermenéutico. Se transforman conceptos

centrales de la filosofía teórica como los de racionalidad y de verdad y esto incide

en la filosofía práctica, de esta forma, se retoman estas características por

mencionar algunos autores; el contextualismo de Rorty y el pragmatismo de

Habermas. En términos generales, esencialmente este giro jerarquizante en el

papel de lenguaje establece un nuevo arquetipo filosófico que enfatiza la

intersubjetividad, y en cuyo contexto se promueve una extensión del logos

semántico, el cual había sido previamente reducido por la filosofía la función

representativa de las proposiciones. Y aunque pueden ser diversas las

interpretaciones este cambio se inicia con Nietzsche, continúa con Wittgenstein, y

sigue su proceso en denominados filósofos analíticos como lo son John Austin y

John Searle.

En primer lugar, Nietzsche si bien no propone propiamente una filosofía del

lenguaje, encuentra en éste mismo diversos modelos de interpretación acordes a

su búsqueda de un ideal que se basa en una particular forma de pensar, de sentir

y de actuar, por lo que busca qué es aquello que sustentaba los modos de

pensamiento de su tiempo e ineludiblemente se va en contra de ellos. Para este

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autor, las palabras tienen un desarrollo en su significación. Nacen, se desarrollan

y mueren. Tienen una genealogía, así que su significado no es único, estático o

congelado en el tiempo. El hombre no puede articular las esencias de los

fenómenos ante las imposibilidades de no describir lo que siente, en cambio,

transmite sus impulsos, sus sensaciones, con las palabras a mano. Es decir, hace

retórica y por ende lenguaje. Crea imágenes retóricas del mundo para exponer lo

que siente y se ayuda de figuras o ideas que le transforman, es allí, donde

consolida el lenguaje como una fuente que es metafórica, ávida de descripciones,

y se vuelve un ser creativo, siempre acorde a su naturaleza misma.

Nietzsche considera que la vía que el hombre ha cruzado desde la antigüedad en

miras a la construcción de sus valores y su racionalidad ha sido deambulado y

tergiversado, por tal razón, es que el hombre se ha perdido en un embrollo

heredado desde la antigua Grecia. Y bajo su propia convicción, el autor filósofo

quiere revelar que es necesario ubicar aquellos valores supremos – como

totalidad, unidad, finalidad, verdad- como una forma del error, a partir de los

cuales se ha desentonado el pensamiento; así como la vida misma.

El concepto de verdad en Nietzsche aparece entonces como problemático, como

sospechoso, como un presupuesto que los filósofos han establecido indicando en

este un valor inherente al hombre, es decir, un valor en el que la verdad se

muestra como el fin al que tiende todo hombre. Es desde esta concepción de la

verdad que se ha creído establecer un conocimiento objetivo mediante el cual

podemos dar cuenta del mundo (de lo real) y que según Nietzsche, ha llevado a

una falsa visión del mismo. Pues si la verdad es solo una forma del error, el

conocimiento también aparecerá como parte de la mentira, y por ende, aquello

que se inviste como real será solo una ficción que ha sido captado mediante

metáforas del lenguaje que olvidamos que son tales y las tomamos por la realidad

misma.

Pensar en el problema de la verdad en la filosofía nietzscheana implica pensar en

la manera que el filósofo alemán concibió el lenguaje y la perspectiva estética

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desde la que lo piensa. ―El leguaje sólo nos proporciona verdades tautológicas que

en su estructura no son más que cascaras vacías, en cuanto que en ellas no se

transporta nada‖14. El lenguaje aparece entonces como algo arbitrario con lo cual

se designan las cosas, así como se dijo anteriormente la palabra es sólo una

metáfora que posteriormente se convierte en conceptos mediante los cuales el

hombre indaga la ―realidad‖ y construye con ellos lo que él mismo llama ―verdad‖.

El hombre crea el significado de los conceptos, pero luego olvida que ha llevado a

cabo ese comportamiento creador.

Sí se parte de lo anterior, se hace fácil entender que en Nietzsche no hay

conocimiento, verdad, o concepciones del mundo sin el horizonte de significado

que lo posibilita, es decir, que todo recae en cierto perspectivismo, todo se da sólo

como una visión de las múltiples que existen. Bajo esta óptica todo se manifiesta

como interpretación, de modo que contradice toda pretensión de un conocimiento

desinteresado u objetivo, pues no se puede negar que en todo conocimiento se

hallan unos supuestos previos. En Nietzsche todo deviene, por lo tanto, todo

cambia, y si hablamos de realidad, solo podríamos decir que esta no se encuentra

exenta de contradicciones, es decir, que en ella no hay nada permanente, no hay

cosas, no hay hechos, todo fluye.

En esta concepción de la realidad es pues menester fijar el término de verdad bajo

otra consideración diferente a la de la tradición. Sí la realidad cambia y está sujeta

a contradicciones y los conceptos son estáticos e inmutables, estos últimos no

pueden expresar ni captar la realidad, es decir, el devenir de lo real. Ahora bien, la

verdad debe ser un resultado de la captación de lo real y en tanto que esta

cambia, la verdad no podrá ser inmutable y tampoco única, pues como se dijo

unas líneas atrás: la realidad misma no está exenta de contradicciones.

De esta manera, se hace ineludible llevar al lenguaje a una trasformación que

posibilite expresar la verdad de lo real, pues este bajo la supeditación a los

conceptos carece de utilidad, por lo que nuestro filósofo propondrá un lenguaje

14

Friedrich Nietzsche. Escritos sobre retórica. Edición y traducción de Luis enrique de Santiago Guervós. Editorial Trotta. S.A. Madrid. 2000. Pág. 46.

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17

diferente, un lenguaje metafórico, alusivo, irónico que respete la multiplicidad y el

movimiento de la ―realidad‖. El lenguaje metafórico será, el del arte, de la vida, de

la equivocidad, de la ambivalencia, de la belleza y, en definitiva, expresión de la

libertad de la voluntad. Así pues, la verdad, el conocimiento y el lenguaje mismo

surgen de una potencia creadora inherente al hombre mismo, crear metáforas,

significar la realidad, la realidad que no es una sino nuestra realidad.

Para este autor los individuos se hayan inclinados por un impulso de verdad que

no es otra cosa que la necesidad misma de simplificar nuestra comprensión de la

caótica realidad. Así sólo encuentran en la mentira un refugio para poder vivir.

Mentir para vivir una necesidad insoslayable, el problema es olvidar el sentido útil

de la mentira como forma de soportar el mundo y creer que esta es verdadera. El

problema es olvidar que todo concepto pretendidamente inamovible fue en su

creación una metáfora, una ficción, una ilusión, un deseo de vida que permite

vincularnos con el mundo.

Se puede afirmar de forma severa que el conocimiento y la verdad son formas del

error, de la mentira, pero de una mentira necesaria para vivir; pero como dice

Nietzsche se ha olvidado su carácter útil para la vida y creemos que se trata de

una inclinación pura hacia ellos, y comenzamos a delimitar lo que es verdadero y

lo que no lo es, imaginamos que existe una correspondencia entre el nombrar las

cosas y las cosas mismas, creemos en una burda referencialidad del lenguaje.

El lenguaje conceptual da una visión errónea de la realidad, da pie para una

interpretación substancial del mundo: en él existen cosas, unidades, entidades

permanentes, incluso es bajo esta mirada que se ha caído en la conclusión de que

todo fue creado por un dios inmóvil, e incluso se hallan explicaciones teleológicas

para todo. ―La interrelación entre gramática, lógica y metafísica constituye uno de

los mayores obstáculos para desmontar la red lingüística que asfixia la libertad de

pensamiento‖15. El lenguaje favorece también la creencia en la existencia de

esencias, de naturalezas universales (recordemos que para el propio Platón la

existencia de términos universales como los nombres comunes, los adjetivos o los

15

Ibíd. Pág. 53.

Page 18: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

18

sustantivos abstractos lleva necesariamente a creer en la existencia de las

naturalezas universales a las que llama ideas).

Para Nietzsche, la comprensión del mundo se vería diversificada a partir de un

cambio gramatical, pues, casi siempre en las frases del lenguaje se observa una

estructura sujeto- predicado, sí se presta atención por ejemplo, a la gran

importancia que se le da al verbo ser; es un verbo que favorece la idea de la

existencia de entidades dotadas de rasgos permanentes, de substancias; sólo la

superación de la creencia en la gramática puede superar también la concepción

típica de la metafísica tradicional. Para Nietzsche, la gramática ha dominado a

occidente y la misma también le ha hecho caer en múltiples errores. Es sabido,

sin duda alguna, que éste autor representa un giro en lo que se comprende por

lenguaje, ya que es precisamente él quien cuestiona a la razón misma tratando de

trascender aquellos esquemas mecanicistas que hacen posible la interpretación.

Aquí, el lenguaje mismo no resulta más que una forma reduccionista de

enmascarar lo real a partir de la falsificación del conocimiento.

Sin embargo, análogamente a este suceso histórico se suscita sobre el acontecer

del siglo XX, y en base de sus anteriores crisis el resurgimiento de la lógica16.

Pues, para este periodo el idealismo había desaparecido en aquellos territorios en

16 La lógica desde mediados del siglo XV sufrió una decadencia en la que retomaba su avance medieval antes que el renacentista. Desde este acontecer y ya sobre el año 1826 Richard Whately en sus Elements of Logic le otorga un resurgimiento a la lógica en Inglaterra. A este proceso, de forma análoga, Hegel da un ensanche al sentido de lo que se entiende por “lógica” y “dialéctica”, el cual depende totalmente de lo que el autor comprende por espíritu –elemento que permite que la realidad se mueva lógicamente-. Sin duda, y ante todo bajo esta influencia, la lógica dejó de ser comprendida desde su acepción tradicional, es decir, el estudio que indicaba las formas de la argumentación correcta, y, su redefinición introdujo un sinnúmero de discusiones que han hecho distinguir la lógica “formal” de otros tipos de “lógicas”, como por ejemplo, la dialéctica. Así mismo, la redefinición de “lógica” llevo en cierta medida a una pérdida de interés de este saber por parte de la filosofía, y de forma complementaria, fue la extensión del idealismo el que determinó el olvido de la lógica en la filosofía del siglo XIX. De Morgan y George Boole, con sus publicaciones en 1847, reiniciaron el estudio de la lógica y permitieron su resurgimiento, pero, no fue precisamente en el terreno de la filosofía sino de la matemática. Frege, en su indagación de los fundamentos de la aritmética, recuperó la lógica básica alrededor de 1900 en su Begriffsschrift y avanzó en la representación simbólica de la misma. Desde entonces la lógica comenzó a llamarse “matemática” por haberse refundado en esa disciplina fuera de la filosofía, o “simbólica” por su uso de signos. Este periodo pusilánime de la filosofía que le significó un deslinde de la lógica tuvo su finalización, o al menos, el logro de que la lógica entrara a codazos en el terreno de la filosofía nuevamente, en los albores del siglo XX, ante todo, por la publicación de Russell y Whitehead de Principia mathematica hacia el periodo albergado entre los años 1910-1913.

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19

los que se había permeado su estudio que era básicamente Inglaterra –por las

críticas de Moore- y Estados Unidos por las críticas de la corriente realista. Fue

así, como la lógica y también los estudios analíticos del lenguaje incorporaron en

sus tareas y en su metodología, la posibilidad de simbolización de los argumentos,

la creación de sentido a partir de la relación del lenguaje con el pensamiento, entre

otras de sus aspiraciones. Desde allí, se traza la nueva labor de trabajos

filosóficos de mitad del siglo XX, donde se destacan teóricos como Carnap y

Wittgenstein, y en donde se retoma nuevamente la sintáctica y semántica que los

escolásticos ya habían desplegado. Estudios que permitirían, entre otras cosas,

que la lógica y en sí la designada filosofía del lenguaje se desembrollara

completamente sobre el análisis del lenguaje, teniendo como tema capital la

diferenciación del estilo expositor del estilo argumentador.

1. 3 Wittgenstein: distinción entre sus planteamientos sobre el lenguaje.

En este autor es capital la forma en que el lenguaje se encuentra confrontado con

la realidad, y por ende, la forma en que se presenta en el pensamiento como sus

posibilidades de conectividad. Dentro de sus planteamientos es necesario

distinguir dos posturas de su pensamiento; las cuales se han diferenciado bajo el

rotulo de primer y segundo Wittgenstein. Dentro de sus primeros esbozos su

intención primordial sería la de hallar la verdad a partir del aspecto descriptivo del

lenguaje; el cual estaría caracterizado precisamente por la proposición,

comprendida por él mismo como modelos de la realidad. Y serían generalidades

de este tipo las que defendería en su obra: “el tractatus‖. La cual llevaría a darle

en términos generales una visión esencialista del lenguaje puesto que admitía que

para cualquier concepto existía un significado unívoco. Dentro de su segunda

postura, es decir, la del denominado segundo Wittgenstein lo que vislumbraba por

lenguaje tendría una extensión puesto que ya no se trataba simplemente de

describir objetos de la realidad, sino más bien, de observar el lenguaje como un

instrumento que permitiría múltiples tipos de lenguaje, o dicho de otro modo, de

distintos juegos de lenguaje que cambian, nacen y desaparecen. Es decir, que la

Page 20: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

20

descripción de lo que se comprende como el significado de las palabras es muy

disímil. Tanto así que a cada palabra le debe corresponder un significado y a cada

significado una palabra. Tal postura sería la defendida en su obra: “investigaciones

filosóficas‖.

De otro lado, Wittgenstein rompe con la visión que privilegia al conocimiento

científico para darle una acepción epistemológica al lenguaje, que se adhiere a

una connotación lingüística en la que prima el análisis mismo de su determinación

en la realidad, el cual se le proporciona a partir de las formas validas en el

pensamiento. Es así, como puede surgir la idea de que la mente produce el

mundo, en tanto, la realidad se manifiesta como una adecuación del sujeto con

ella misma. El símbolo reaparece como una cuestión capital en tanto concepto

lógico puesto que es éste mismo el que permite una correspondencia entre la

proposición y los hechos, y es precisamente la única de la que Wittgenstein en su

primera etapa se ocupa.

Según especula el autor –el primer Wittgenstein- el lenguaje se considera como la

expresión misma del pensamiento, pues, en un mundo sin pensamiento el

lenguaje sería la expresión de la nada. Tanto así, que el lenguaje existe porque se

puede pensar; pues, de no existir el pensamiento no sería posible pensar en la

posibilidad de un lenguaje. El pensamiento, por su parte, se presenta a partir de

formas que se pueden expresar en proposiciones. El pensamiento permanece

circunscrito en el contorno de los hechos, y el dominio de todo lo que pueda ser

pensable se comprimirá a los hechos que logren ser posibles en sentido lógico. El

lenguaje, en tanto, constituye la forma más idónea de expresión de pensamientos

al presentar la misma multiplicidad lógica que éstos y que los hechos que ellos

representan. Es precisamente a partir del lenguaje verbal como éste mismo

alcanza su máxima expresión, ya que se pueden nombrar los objetos.

Este autor, resguarda la generalidad del pensamiento del denominado primer

Wittgenstein en una de sus obras llamada ―el tractatus”, allí, se hace el

interrogante; ¿Qué es el pensamiento? y de allí mismo obtiene una definición, que

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21

consiste en hacer referencia a que: <<la figura lógica de los hechos son

pensamientos>>. En este sentido, el pensamiento aparece como retrato lógico de

un hecho, pero el pensamiento no es una figura lógica, sino la figura lógica por

magnificencia, puesto que el pensamiento sintetiza en sí mismo la forma lógica

esencial a todo tipo de figuras. La filosofía, así, en su posibilidad de interpretación

a partir del lenguaje retoma una connotación que le hace identificar lo que se

nombra de ella sólo con los objetos del mundo. En resumidas cuentas, el valor de

la filosofía se consolida en la medida en que el pensamiento permite crear

expresiones a partir del lenguaje. Aquí el entendimiento ha creado tales

expresiones desde sus propias posibilidades, siendo en este proceso donde

recobra preeminencia su propio valor.

La respuesta al interrogante; ¿Cómo responde el pensamiento a su síntesis?

Posee la contestación de que es precisamente lo que puede realizar a partir de la

proposición. Wittgenstein define la proposición en su obra “el tractatus‖ de esta

forma: ―Lo que cualquier figura, de cualquier forma, debe tener en común con la

realidad para poderla representar de algún modo es la forma lógica, es decir, la

forma de la realidad‖17. El lenguaje se constituye como la expresión del

pensamiento y permite que ambos sean totalmente intercambiables, de modo que,

la exploración sobre el pensamiento pueda sustituirse por el estudio de la

proposición, y que éste sea al mismo tiempo, una teoría del pensamiento, hasta

llegar a tener una relación tan íntima que les liga indefectiblemente como un modo

de identificación. Aún más, es en la medida en que éste reconocimiento se

establece como es viable la autoconciencia para permitir la comunicación, es

decir, la interacción por medio del lenguaje; situación que llevará ulteriormente a

la constitución del sujeto del discurso.

Dicho de otro modo, la proposición ―satz” es el retrato lógico de un hecho, una

figura ―bild‖ de él. La proposición es una figura, por tanto, de la realidad.

―Desorientador paralelo: ¡El grito es una expresión de dolor –la proposición, una

expresión del pensamiento! Como sí la finalidad de la proposición fuera hacerle

17

Ludwig Wittgenstein. Tractatus Logico-Philosophicus, Alianza Universidad. 14 Ed. Madrid. 1975. Pág. 18.

Page 22: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

22

saber a uno como se siente otro: solo que, por así decirlo, en el aparato pensante

y no en el estómago‖18. El pensamiento parece aquí, en cuanto es una imagen

lógica, no estar separada de la expresión. Por su parte, los signos ―simples‖ son

los objetos referentes del lenguaje empleados en la proposición que se denominan

como nombres. El nombre en tanto simboliza un objeto; hace que su objeto sea su

significación. El nombre denomina un objeto pero no lo describe, viene a ser no un

retrato sino una etiqueta que se le asigna al nombre mismo. La proposición

expresa lo que el sujeto del discurso no sabe, pero lo que aquel mismo tiene que

reconocer para poder expresar se evidencia en ella misma. La verdad o falsedad

de las proposiciones deben ser contrastadas empíricamente, puesto que, es sólo

ésta la que contiene la posibilidad de su verdad.

De este modo, se puede afirmar que el lenguaje se constituye a partir de la

totalidad de las proposiciones. Su función elemental es afirmar o negar hechos en

cuanto siempre estas proposiciones designen objetos. Sólo desde esta

concepción se comprende que el lenguaje es la forma de acceder al conocimiento

de lo real dándole una connotación puramente fáctica. Y por tanto, queda

descartada cualquier otra forma de posibilidad de lenguaje, bien sea aquel tipo de

discurso no descriptivo, como el que se basa en discursos valorativos.

Ahora bien, esta relación de las proposiciones y el lenguaje y de la forma de

designar los objetos de la realidad determina un vínculo con lo figurado. Es

precisamente este carácter figurativo del lenguaje al que se apela con el rotulo de

isomorfismo. La forma lógica del lenguaje permite por tanto su función esencial

que es la de describir hechos que deben ser contrastados en el mundo. Así en

tanto, la forma lógica es un elemento ineludible de la proposición; la cual debe

esencialmente tener una representación ―lógica‖ la misma del mundo que se

contraste con la realidad- para describir los hechos, pues, sí bien no es necesario

que la proposición sea verdadera puesto que lo que importa más allá de cualquier

otra cosa es su forma lógica que le hace tener validez.

18

Ludwing Wittgenstein. Investigaciones filosóficas. Traducción de Alfonso García Suarez y Ulises Moulines. Editorial Crítica. S.A. Barcelona. 1988. Pág 255.

Page 23: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

23

La teoría isomórfica del lenguaje y la concepción acerca del mundo permiten una

conciliación en la medida en que ambos son lógicos; su conciliación se establece

en la concurrencia de sus respectivos espacios con el dominio de la lógica. Todas

las proposiciones emiten una función de verdad o falsedad, pero, lo que en

realidad importa es su forma lógica. ―Una proposición compleja es una función de

verdad de proposiciones elementales, esto es, la verdad o falsedad de la

proposición como un todo dependerá de la verdad o falsedad de sus

constituyentes elementales‖19. El isomorfismo genera una correspondencia entre

lógica y lenguaje que se sintetiza en que todo lo lógico es expresable y toda

proposición debe tener un carácter lógico, así como la lógica llena el mundo, es

decir, su retrato en el lenguaje.

Esto es, en pocas palabras, que, entre el lenguaje y el mundo se encuentra la

forma lógica como elemento mediador que hace posible que el lenguaje especule

acerca del mundo mismo. La concepción del lenguaje y la realidad en Wittgenstein

en su primer planteamiento se resume básicamente en cuatro puntos a seguir:

- Los límites del lenguaje son los límites del mundo.

- El lenguaje es mí lenguaje.

- Mi lenguaje limita mi mundo.

- El mundo es mi mundo20.

De forma complementaria a su primer planteamiento sobre la noción del lenguaje,

Wittgenstein modifica decisivamente la atribución que le daba al mismo concepto;

influyendo posteriormente incluso en las tradiciones propiamente lingüísticas. Es a

esta apelación a la que se reconoce con el rotulo del denominado segundo

Wittgenstein. El haber pensado en los límites del lenguaje, de hecho, le ha

permitido abrir un punto de partida hacia un nuevo panorama. En tal sentido

afirma: ―los resultados de la filosofía son el descubrimiento de algún otro simple

19 H.O. Mounce. Introducción al tractatus de Wittgenstein. Traducción de José Mayoral y Pedro Vicente.

Editorial Tecnos. Tercera edición 2007. Pág. 164. 20

Es decir, solipsismo.

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24

sinsentido y de los chichones que el entendimiento se ha hecho al chocar con los

límites del lenguaje. Estos, los chichones, nos hacen reconocer el valor de ese

descubrimiento‖21. Es decir, que parte hacia una reconceptualización del concepto

de representación que le lleva a un redescubrimiento sobre la función del lenguaje

humano. En este nuevo periodo el autor -a diferencia del anterior- ya no va a

contribuir sobre la defensa de un único modo en que sea posible la explicación o

solución de problemas referentes a la relación con el mundo, sino que en cambio,

utilizará un método de proyección que pudiese ser satisfactorio en la medida en

que se dé por conocido ciertas convenciones de la representación. Es decir que,

el lenguaje ya no dispone de un único método de proyección, sino que las

diferentes convenciones dadas su uso fijan una diversidad de métodos. Por tanto,

la forma lógica no puede mostrar una manera unívoca de representación de la

realidad.

En este sentido, el autor asevera que el lenguaje se halla constituido por las reglas

y convenciones que le definen su lugar a estos juegos o posibilidades de

aplicación. Según Wittgenstein: ―la intención está inmersa en una situación, en las

costumbres y en las instituciones humanas. Si la técnica del juego de ajedrez no

existiese, yo no podría tener la intención de jugar ajedrez"22. Es decir, que la

problemática del lenguaje sólo se hace posible en la medida en que es

manifestado a partir de reglas por las que se hace correcta y precisa su aplicación,

ya, que el lenguaje es substancialmente intersubjetivo e interactivo. El juego de

lenguaje “Sprachpiel” es, según el autor, el todo constituido por el entrelazamiento

del lenguaje con las acciones. El significado se establece en tanto como una forma

de acción en lo real y no de relación con una realidad externa. Sólo en este

sentido es posible que prevalecezca la dicotomía entre el lenguaje y la realidad.

Sí el autor postula distintos usos posibles del lenguaje se supone que el lenguaje

descriptivo, como un método de aplicación del criterio semántico de verdad

21

Ludwing Wittgenstein. Investigaciones filosóficas. Traducción de Alfonso García Suarez y Ulises Moulines. Editorial Crítica. S.A. Barcelona. 1988. Pág. 127. 22 Ludwing Wittgenstein. Investigaciones filosóficas. Traducción de Alfonso García Suarez y Ulises Moulines. Editorial Crítica. S.A. Barcelona. 1988. Pág. 337.

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25

parece quedar restringido sólo a un ámbito del lenguaje. El denominado segundo

Wittgenstein en la medida en que se percata de diversos usos de la proposición

además de simple modo de indicación que se da en el lenguaje descriptivo,

concibe que haya otras formas como lo podría ser el uso expectativo y el

imperativo. En este sentido, sirve de complemento a la primera constatación,

pues, sí bien la proposición –en su forma figurativa- sigue siendo considerada

como una figura, resulta por ir más allá de lo mismo: su sentido o aquello que

expresa no se somete a su simple forma figurativa, sino que la importancia va a

radicar en su uso, es decir, a la forma en que se utilice.

De igual forma, desde allí es que se logra hacer una travesía a su uso práctico,

en el que se concibe que el lenguaje no puede ser comprendido con

independencia del entendimiento al que se llega a él, y que tal entendimiento está

en sumisión a ciertas intenciones de validez que se diseñan al argumentar. La

argumentación por su parte, es irrebasable en la medida en que no puede ser

negada discursivamente, sin caer en el mismo lapso en un auto contradicción

performativa. Por tanto, el lenguaje y sus reglas universales se consolidan como

condición de todo conocimiento y como formas de comunicación, siendo allí

precisamente donde es preciso que se evoque un nuevo horizonte para tener en

consideración donde surgirán otros autores sobre el tema.

Este filósofo, permitió en sus disertaciones sin duda alguna, la comprensión de

que el lenguaje no es un simple medio entre el sujeto y la realidad, ni tampoco un

elemento para irradiar las distintas representaciones del pensamiento, sino que

más bien, tiene una entidad determinada que asigna unos límites propios, y

determina tanto al pensamiento como a la realidad. Los intentos posteriores

concernientes a la investigación del lenguaje condujeron a una modificación en la

reflexión de la filosofía; apelativo que se incluye tanto en sus formas de análisis

de la lógica como de los signos y significados lingüísticos, y por ende, a la

realización de las distintas formas validas del pensamiento en cuanto invocan a

una lógica formal o informal.

Page 26: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

26

En general, las diferencias principales entre las dos posiciones de este autor se

distinguen en la forma en que se valora el lenguaje ordinario. Pues, mientras que

en “el tractatus” consideraba que este tipo de lenguaje es imperfecto puesto que

esconde su estructura lógica, afirma del mismo a su vez, que ésta estructura se

podía expresar en cierto tipo lenguaje ideal que no asumiera las imperfecciones

del lenguaje corriente. Es decir, se habla sólo de un lenguaje, a saber: el lenguaje

ideal compuesto por la totalidad de las proposiciones significativas, o lo que es

propiamente el lenguaje descriptivo. Por su parte, en su segunda etapa no

concibe una noción del lenguaje ordinario como imperfecto, al tiempo en que se

resiste a la visión esencialista del significado y del lenguaje. En cambio, afirma que

<<no existe el lenguaje>>, sino que existen múltiples lenguajes; tanto como

formas de vida, cada una de la cual da origen a un juego de lenguaje, con reglas y

objetivos distintos de los cuales no se comparte una esencia común. En esta

segunda etapa, el tipo de lenguaje descriptivo es sólo un caso de tantos, pues,

éste es sólo una parte más introspectiva del lenguaje exacto. El lenguaje mismo

debe calificarse de un modo más adecuado la forma en que se usa. Los

―absurdos‖ del lenguaje se dan en la medida en que una proposición resulta

absurda en la medida en que ésta intenta ser usada dentro de un juego de

lenguaje al cual no pertenece.

En síntesis, estas distinciones han llevado a la reconocida disimilitud que hay

entre el denominado primer y segundo Wittgenstein, o dicho de otro modo, entre el

Wittgenstein del ―tractatus” y el de las ―investigaciones filosóficas”. El primero,

concebía que el significado estaba determinado por la referencia, lo que equivale

a decir que sí una palabra no nombra ninguna cosa o en una proposición no figura

ningún hecho, carece de significado puesto que no se corresponde con su valor de

verdad. Por esta cuestión afirmaba que en la filosofía: ―<<un pensamiento es una

proposición con sentido.>> Lo que no tiene sentido no es una proposición y no

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27

puede ser pensado‖23. Y es en esta forma, por tal inclinación teórica como suele

incluirse forzadamente dentro del movimiento neopositivista. El segundo

Wittgenstein, en la medida en que reconoce que la función descriptiva es una de

las tantas funciones del lenguaje afirma también que, la potestad del significado es

más considerable que el de la referencia y es por tal razón que el sentido de una

proposición o el significado de una palabra resultan por ser su función. En pocas

palabras, este paso llevo a que el criterio referencial del significado fuese

reemplazado por el criterio pragmático del mismo. Cuestión que va a llevar a que

el segundo Wittgenstein sea propiamente uno de los consolidadores del

movimiento de la filosofía analítica.

1.4 John Austin: Lenguaje y acción.

Cualquier tipo de indagación teorética, independiente de la forma en que se

mueva, bien sea, a partir de actos de expresión o de modos de exposición

completa, entre otros, termina por establecerse justamente a partir de enunciados.

Asunto que lleva a pensar que el lenguaje está sujeto al sentido mismo de los

enunciados. Y es precisamente esta acepción la que llevará a un modo de

comprensión dentro del contenido de la argumentación. En éste, es preciso

afirmar que toda posibilidad de enunciados y de formas de expresión lingüísticas

acontecen dentro de un determinado contexto, el cual obedece a diferentes modos

de apelación hacia aquello que se pretende con la expresión misma, es decir, que

el significado de las expresiones lingüísticas acatan ciertas reglas que les

diferencian, y de las cuales varia su representación semántica o lo que pretende

significarse desde su posibilidad de sentido. Y es aquí, precisamente, donde se

puede acuñar el inicio de la argumentación teórica de los denominados actos

lingüísticos.

23 H.O. Mounce. Introducción al tractatus de Wittgenstein. Traducción de José Mayoral y Pedro Vicente.

Editorial Tecnos. Tercera edición 2007. Pág. 163.

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28

La primera tradición emprendida por los estudios acerca del análisis del lenguaje

se fundamentó en la hipótesis de que hablar una lengua consiste en realizar actos

de acuerdo con reglas. El eje principal de esta tradición se fundamentó en el

problema del significado y de la referencia, en lugar de la elaboración de una

teoría de la acción propiamente dicha. Sin embargo, luego del manifiesto de

Wittgenstein y una vez formulada la teoría de la performatividad24, es precisamente

el teórico John Austin, quien reclama una teoría de la acción lingüística, es decir,

una teoría de lo que se hace cuando se habla. La cual tiene a su vez un carácter

completo dentro del estudio de la pragmática25.

Precisamente hacia el decenio de los cuarenta, un filósofo inglés, J. L. Austin,

puso en entredicho el dogma acerca de los enunciados mismos. El teórico

descubrió una serie de enunciados que no son ni verdaderos ni falsos. Tales

enunciados son utilizados de manera permanente en la vida cotidiana y entre sus

funciones no está la descripción, tampoco la información acerca de la realidad,

sino que, pretenden la realización de lo que ellos mismos expresan, o lo que

24

La performatividad se refiere, de un lado, a la instauración de sentido, y de otro lado, a la legitimación de las condiciones objetivas del mundo, de este modo, sus implicaciones se encaminarían a la construcción de la subjetividad. En primera medida, ha de entenderse que se crea una situación determinada que permite nombrar, sobre todo a medida que se repite la misma. La performatividad permite la naturalización de una posición de sujeto en el contexto de una posición de sujeto sobre una interioridad. Dicho de otro modo, es la forma en que del discurso puede producir lo que nombra. Este término tendría gran influencia en la retorica y la filosofía justo desde los años 80`s sobre todo en teóricos como Judith Butler, Jacques Derridá y John Austin. Para éste último, su acepción implicaría no sólo la limitación de hechos, sino también a que por el mismo hecho de ser que “ese” sea expresado se realiza el hecho. Este concepto permitiría abrir el panorama a la dimensión ilocucionaria del acto lingüístico. 25 La pragmática es una rama de la lingüística –relevante para la filosofía del lenguaje- que estudia el modo en que el contexto influye en la interpretación del significado. El contexto debe entenderse como situación, ya que ésta puede circunscribir cualquier forma extralingüística, bien sea una situación comunicativa, relaciones interpersonales, cierto conocimiento que ha sido compartido por los hablantes, entre otras. Es decir, marcado bajo aquellos factores a los que no se hace referencia en un estudio puramente formal, pero, que están inmersos como agentes extralingüísticos que condicionan el uso del lenguaje. A su vez las oraciones a partir de las que se manifiesta el lenguaje en sí mismas comportan un contenido plenamente semántico, sobre el que su significado e interpretación no dependen sólo de ese contenido sino que necesitan de un contexto lingüístico definido para ser interpretadas, por lo que resulta indispensable la pragmática a la hora de manifestar los enunciados y sus diferentes acepciones de acuerdo a la intencionalidad del hablante. La pragmática, en tanto se constituye como una disciplina, ha dado lugar a diversas explicaciones de aspectos parciales del uso del lenguaje. Entre las teorías sobre la comunicación humana en las que se ha abordado un estudio completo de este saber se destaca la de teoría de los actos de habla de Searle.

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29

ellos significan, por oposición a los otros enunciados que describen la realidad o

informan sobre la realidad. Éstos últimos, son ciertamente actos, y no describen la

realidad de manera verdadera o falsa, tampoco describen a los actos mismos, sino

que describen un simple criterio acerca de lo real, y, son designados por el autor

bajo el rotulo de enunciados performativos. Estos últimos son enunciados, que

por el simple hecho de enunciarse, realizan un acto mencionado. Por tanto,

resultan por formar una expresión altamente significativa y libre de ambigüedad,

tal y como ―apuesto‖, ―prometo‖. ―Expresiones que comúnmente también se usan

para designar el acto que realizo al emitir la expresión‖26. Así, se da también por

ejemplo, en el acto de solicitar, en el acto de regar, de implorar, o casos por el

estilo, entre otros. De igual modo, el autor concibe que existen otros tipos de

enunciados con otros usos. Por tal razón afirma: ―Los enunciados que describen

el mundo, es decir, que representan la realidad, que informan sobre ella, los

denomina el autor como constativos o constatativos y se utilizan para cotejar

situaciones de hecho‖27. Es decir, que este tipo de enunciados en cuanto

describen un estado de la realidad, se caracterizan por admitir asignaciones de

verdad o falsedad dentro la realidad misma. Un ejemplo de éstos sería la

afirmación ―está lloviendo‖. Sin embargo, para que los diferentes tipos de actos

que se van a desprender de los enunciados adquieran veracidad es menester

recurrir a de ciertas condiciones.

Dentro de éste análisis se estudian cuestiones como la forma en que el locutor

realiza el acto y la posibilidad de éste realizar acuerdos acorde a los

pensamientos, sentimientos, creencias, etc. De igual forma, en tal apreciación el

autor se da cuenta de que hay actos que de una u otra forma presuponen distintas

formas vagas, y resultan por ser no explicitables; como por ejemplo lo es el acto

de insultar. Después de todos los análisis, el mérito de la reflexión Austiana

resulta ser el traslado que realiza en su reflexión de los constativos a los

performativos en el sentido de los predicados del lenguaje. En tal sentido, el autor

26 John L. Austin. Como hacer cosas con palabras: Palabras y acciones. España: ediciones paidos ibérica. S.A. 1998. Pág. 74. 27

Adolfo León Gómez. Seis lecciones sobre teoría de la argumentación. Alego Editores. Cali. 2001. Pág. 88.

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30

propone dejar a un lado la distinción de los performativos y los constativos y

empezar con una nueva teoría llamada actos lingüísticos. En esta teoría

básicamente presupone que todo decir es hacer, y concibe que los antiguos actos

constatativos se pueden volver en cierta forma performativos. Su análisis se

remonta a realizar las siguientes diferenciaciones en tres sentidos:

1. Un acto locucionario: Es el acto de decir, por oposición a no decir nada,

este acto contiene tres mini actos. El acto fónico; emisión de sonidos. El

acto factico; léxico gramática. El acto rectico; sonidos que además de

pertenecer léxico y gramática, tiene un sentido y una referencia.

2. Un acto ilocucionario: viene hacer la antigua fuerza performativa, el

elemento performativo que ahora se le conoce a todos los enunciados.

Tiene dos características: Son intencionales y son convencionales.

3. Un acto perlocutorio (en ocasiones): son los efectos que pueden producir

los actos locucionario e ilocucionario como consecuencia de su realización.

Como tranquilizar, intranquilizar, divertir, poner en dificultades, etc.28.

Dentro de las consideraciones de Austin es relevante destacar su reparo de que

dentro de la tradición lingüística los problemas que han preocupado a la filosofía

son sólo problemas concernientes al uso de la lengua, pues, desde la antigüedad,

se consideraba que las acciones verbales son acciones como las demás, es decir,

el lenguaje es -puede ser- una acción. El punto de partida de la reflexión de

Austin es que -según su concepción- en todo el conjunto de los actos de

enunciación solamente unos pueden ser evaluados en términos de verdad o

falsedad mientras que otros no. De tal forma, su concepción resulta por tener un

carácter puramente antivericondicional29. Así mismo, es Austin precisamente,

quien se percata en demostrar que la preeminencia de los actos de habla

28

Los actos perlocucionarios no se producen necesariamente, también, pueden producirse sin que uno o quiera: uno puede querer tranquilizar al interlocutor, y sin embargo, producir un efecto contrario intranquilizarlo. Existen verbos perlocucionarios típicos. Por ejemplo, persuadir, es uno de ellos. 29

Esta característica quiere decir básicamente que está en contra del principio de verificación el cual afirma que todas las proposiciones se dan como significación empírica de las sentencias que lleva a que las oraciones tengan un correlato empírico verificable, y por tanto, la proposición es verificable y está sometida a un juicio de veracidad. Cuestión que iba a prolongar y emplear el también filósofo del lenguaje John Searle.

Page 31: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

31

asertivos asignada a lo largo de toda la tradición filosófica ha destacado a

Aristóteles, quien fue el que expuso la discusión en términos de discurso

apofántico30 y no apofántico.

Austin en primera instancia partió de la definición de enunciado performativo,

cuando notó que con frecuencia decir algo representa en sí la ejecución de la

acción correspondiente. Hablar acerca de hacer constituye hacer en un futuro,

hablar sobre haber hecho es haber hecho. Hablar es simbolizar el pasado y el

futuro, o dicho de otro modo, la acción pasada y futura para nosotros mismos y

para los demás. Sí un individuo, por ejemplo, expresa ―yo me baño‖ en realidad no

se está bañando, pero sí dijera ―te agradezco por todo‖, está realizando en

definitiva la acción de dar las gracias. El enunciado performativo no puede ser ni

verdadero ni falso, y no puede ser usado a su vez de forma negativa, como por

ejemplo: no te agradezco. Para definir los enunciados performativos, se hace

necesario contrastarlos con los llamados constatativos31. ―Emitir una expresión

30

El mayor acercamiento que pudiese hacérsele a lo que Aristóteles comprende por discurso es el logos apofántico (Logas se traduce por discurso o por oración; Apofántico suele traducirse por enunciativo). Este autor "De interpretatione", analiza los componentes de las oraciones, de donde considera éstos son los verbos y los nombres. Del complemento tanto de los nombres como de los verbos surge el λόγος, la cual es según la pragmática una emisión lingüística compleja por sus componentes. Ahora bien, según lo consideraba Aristóteles no a cualquier tipo de emisión se le atribuye el valor de verdad, sino sólo al logos apofantico “λόγος αποφαντικός” o apofánsis “αποφανσις”. Así mismo, ésta resulta por ser la característica histórica más importante dentro del contexto puesto que durante todo el pasaje de la lógica escolástica se pierde la conexión del «logos apofántico» con el discurso, al sobreentender el discurso como discurso simple u oración. Sin embargo, el concepto aristotélico de «discurso apofántico» contiene los componentes esenciales del discurso material: - El pragmático (puesto que alguien es quien habla). - El sintáctico, ya que se interpreta la afirmación y la negación como operaciones. - El semántico, puesto que son enunciativas las oraciones a las cuales se le atribuye o corresponde la verdad o la falsedad. Aún más, resulta capital dentro del contexto, la consideración de Austin de que sí bien la característica esencial de las emisiones lingüísticas es su valor de verdad del cual se ocupa la lógica; a las emisiones que no son apofánticas se ocupa la retórica. Por lo que resulta clave distinguir las apofánticas (emisiones constatativas o enunciados), en tanto la función propia de éstas emisiones es constatar un hecho. 31

Recordemos que los enunciados constativos tienen una función designativa, es decir, descriptiva puesto que dicen las cosas. Los realizativos. Los enunciados performativos son aquel tipo de emisiones que por su apariencia parecen enunciados, pero no lo son, a su vez, no carecen de sentido ni son verdaderos ni falsos: son comunes. No contienen palabras como "bueno". Son emisiones tales que al ser emitidas se diría que se emite algo lugar de expresarlo, pero no por el sentido fonético. Emisiones performativas o realizativas, son por tanto, las que no son ni verdaderas, ni falsas ni sin sentido.

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32

constatativa (es decir, emitirla con una referencia histórica) es hacer enunciado.

Emitir una expresión realizativa es, por ejemplo, hacer una apuesta‖32.

Estos, entre otros, conforman los actos lingüísticos que posteriormente serían de

forma más profunda trabajados por el filósofo John Searle, sin embargo, son sólo

simples, puesto que se pueden realizar en un solo enunciado, a los que podríamos

llamar micro-actos. El aporte más significativo de Austin resultó por ser la

concepción de que el lenguaje o el hablar un lenguaje consiste en realizar actos

de habla, y entre estos actos se encuentran el hacer enunciados, dar órdenes,

plantear una pregunta, etc. Pero, con una mayor abstracción se pueden realizar

actos como referir y predicar, y todos estos actos son posibles porque se realizan

de acuerdo con algunas reglas para el uso de ciertos elementos lingüísticos.

1.5. John Searle y los actos de habla.

El panorama del marco teórico de los actos de habla hecho por Austin es

continuado por Searle. Según nos explica éste último autor, el hablar un lenguaje

es tomar parte en una forma de conducta gobernada por reglas, de donde resulta

que: «aprender y dominar un lenguaje es aprender y haber dominado esas

reglas». Para él: ―la filosofía del lenguaje es el intento de proporcionar

descripciones filosóficamente iluminadoras de ciertas características generales del

lenguaje, tales como la referencia, la verdad el significado y la necesidad‖33. Del

lenguaje subyacen distintas problemáticas encaminadas a establecer ciertas

características que han sido determinadas. Cuando se le pregunta por ejemplo,

por la validez de sus afirmaciones, él mismo señala que todo radica en el hecho

de su pertenencia a un orden específico del lenguaje, y el conocimiento que se

obtiene, viene dado análogamente al ejemplo del jugador de béisbol. El

conocimiento está dado por el saber cómo se juega, lo cual significa la

32

John L. Austin. Como hacer cosas con palabras: Palabras y acciones. España: ediciones Paidos ibérica. S.A. 1998. Pág. 47. 33 John Searle. Actos de habla: Ensayo de filosofía del lenguaje. España: ediciones cátedra. 6ª. Edición. 2007. Pág. 14.

Page 33: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

33

internalización de una serie de reglas. Las reglas no pueden atentar en contra del

juego, porque aún siendo un libro de reglas que describe otras reglas en contra de

las reglas, sin duda se referirá a otro juego.

Según Searle, el porqué del concentrarse en el estudio de los actos de habla,

radica en el hecho de que «toda comunicación lingüística incluye actos

lingüísticos». Una proposición se puede establecer a partir de la formación de

varios actos ilocucionarios que contienen la misma referencia y la misma

predicación, es decir, que las emisiones establecen proposiciones. ―Una

proposición es lo que es aseverado en el acto de aseverar, lo que es un enunciado

en el acto de enunciar (…) La expresión de una proposición es un acto

proposicional, no un acto ilocucionario‖34. La importancia de esta reducción

termina por comprender en su concepción que la unidad de la comunicación

lingüística no es el símbolo o la oración, sino que su unidad radica en el hecho de

la producción de los mismos cuando se realiza un acto de habla. El acto de habla

se define como «unidades básicas o mínimas de la comunicación lingüística».

Aquello que define el tipo de acto de habla que se está ejecutando en cada

momento no reside en el significado de las oraciones que se utilizan, sino en lo

que se haga con ellas, es decir su compresión. Un mismo enunciado, con un único

significado, puede usarse para preguntar, afirmar, ordenar, etc. Sí se dice por

ejemplo: "hay que estar aquí antes de las 8 horas" puedo estar dando una orden o

informando a alguien; bien sea dado el caso, a un inspector de trabajo que se ha

interesado por el horario de una empresa. Desde este punto de vista las

prescripciones son hechos, sucesos en el mundo. Desde la perspectiva de este

autor, hay cinco tipos básicos de actos de habla. Y la fijación de este número de

actos –en contraste con los supuestamente infinitos ―juegos lingüísticos‖ de

Wittgenstein-- es la contribución que Searle le hace a la teoría general de la

filosofía del lenguaje. Estos cinco tipos de actos de habla son:

34

Ibíd. Pág. 38.

Page 34: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

34

Asertivos: tienen como propósito la representación de un estado de cosas como

real. En las que el orador se compromete en diversos grados a que algo es el

caso, vale decir, a la verdad de la proposición expresada.

Compromisivos: su objeto es comprometer al hablante, en diversos grados, con

un curso de acción que se proyecta a futuro.

Directivos: su objeto es comprometer al oyente con un curso de acción futura.

Que el oyente haga algo. Estas incluyen preguntas que procuran que el oyente

haga un acto de habla representativo, como órdenes, con la intención de que el

oyente lleve a cabo un acto lingüístico o no lingüístico.

Declarativos: su propósito es crear una situación nueva. Instauran una

correspondencia entre el contenido proposicional del acto de habla y la realidad.

Estas poseen en modo manifiesto el rasgo de constituir la realidad como sucede,

por ejemplo, cuando el oficial civil expresa ―Los declaro marido y mujer‖, o cuando

el árbitro expresa ―doy por terminado el partido‖, o el juez señala ―El veredicto es

inocente‖, etc.‖

Expresivos: sirven para manifestar sentimientos y actitudes del hablante. Por

tanto, manifiestan un estado psicológico determinado sobre una situación. Entre

ellas se incluyen, por ejemplo, actos de habla como el disculparse o la alabanza.

Searle distingue dos direcciones fundamentales de correspondencia entre las

palabras y el mundo. Por un lado, lo que llama: la dirección de la palabra al

mundo, donde las expresiones deben corresponder con el mundo, como en el

caso de las expresiones representativas. Por otro lado, la dirección del mundo a

la palabra, sobre las que existe una petición o promesa de alterar el mundo de

acuerdo a lo expresado, como por ejemplo, en las expresiones comitivas o

directivas. Searle, cuestiona por tanto, la afirmación de Wittgenstein en el sentido

de que no existe un número infinito de juegos lingüísticos o de usos del lenguaje.

En la medida en que adopta la perspectiva utilizada en su análisis sobre los

puntos ilocucionarios, comprende también que esta fuerza permite realizar

emisiones que son explicitas. ―Constituye esto una instancia del principio de

Page 35: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

35

expresabilidad, el cual enuncia que cualquier cosa que pueda querer decirse

puede decirse‖35. Característica que una vez instaurada en un conjunto de

condiciones llevaría a la reducción de lo locucionario a lo perlocucionario y por

ende, a una extensión de la teoría que muestra que los actos mismos se pueden

manifestar fuera del mismo lenguaje, así como también no están totalmente

delimitados por reglas.

La relevancia en la forma en que dirige su teoría de los actos de habla radica en

la revelación de que con el lenguaje sólo es posible hacer un número limitado de

cosas: le decimos a otros cómo son las cosas, procuramos que hagan cosas, nos

comprometemos a hacer cosas, expresamos nuestros sentimientos - actitudes y,

acometemos cambios mediante nuestras expresiones. Respecto a esta cuestión,

es claro por qué lo que decimos crea nuestro futuro, de manera tal que uno podría

decir que lo que nos suceda no es "producto del destino", sino el "producto de lo

que hemos dicho", en algún momento en alguna parte a alguien, y que finalmente,

se vuelve contra nosotros mismos o nos impulsa a otros futuros. En pocas

palabras: somos lo que hablamos.

De igual forma, su importancia capital o mejor aún, su principal aporte a la filosofía

analítica en general radica en la forma en que realiza una distinción esencial entre

la distinción que ya anteriormente había realizado John Austin, es decir, la

confrontación entre los enunciados constatativos y performativos. Cuestión que

llevaría a la distinción en el lenguaje entre hacer y decir. Al analizar la diferencia

que existe entre los dos tipos de enunciados se halla que se diferencian tanto en

el plano pragmático –puesto que realizan acciones- como en el plano semántico y

sintáctico. El hecho de organizar una serie de elementos lingüísticos en función de

finalidad incorpora una acción. Al elaborar a partir de allí, la teoría concisa acerca

de los actos lingüísticos, el autor concluye que el hablante cumple acciones no

sólo a través de los enunciados performativos, pues, en realidad todas las formas

de lenguaje tienen carácter de acción y los enunciados performativos son sólo el

caso más manifiesto en el cual el lenguaje asume aspecto de acción. Tras

35

Ibíd. Pág. 76.

Page 36: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

36

concebir el lenguaje como acción se identifican tres tipos de actos parciales que el

hablante realizaría en la producción de un enunciado hasta llegar a la teoría

especial del autor que se funda en la distinción entre lo constatativo y

lo realizativo o performativo. Que va a encontrar toda su fuerza: dependiendo de

los contextos de enunciación, pues, una misma oración -dotada del mismo

significado- puede representar cada vez un estado de cosas diferente.

Estas consideraciones en definitiva le llevan a suponer que sí bien el único fin de

las emisiones ha sido constatar hechos a merced de ser calificados como

verdaderos o falsos, bien se debe discurrir que todo enunciado es verdadero o

falso, pero toda emisión lingüística es cualquier cosa que se diga. Dicho de otro

modo, la descripción de estados de cosas existentes en el mundo y la transmisión

de información no son las únicas funciones del lenguaje, pues, un enunciado

puede desempeñar diferentes funciones, una de las cuales –pero no la única– es

describir un estado de cosas. Por ejemplo, en los siguientes enunciados:

«El perro está sobre la alfombra.»

«Cierra el carro.»

«Prometo que te iré a la comida.»

Se supone que desde ésta connotación toda oración tiene una función importante

en cuanto actúa como enunciado; concepción que, sin embargo, no resulta del

todo cierta puesto que hay oraciones importantes que no constatan hechos,

dando origen a lo que se comprende por falacia descriptiva. En este sentido, el

lenguaje no solamente describe y no se halla inmerso en un solo tipo de

enunciados, no sólo se encuentra marcado por criterios de verdad o falsedad sino

que también puede realizar actos, y por ésta razón es que el lenguaje ―no

descriptivo‖ adquiere un lugar propio dentro de la reflexión filosófica, y en

particular, dentro de la denominada pragmalingüística. Pues, como lo afirma

Searle: ―el significado expresivo, es decir, el tipo de significado por medio del cual

Page 37: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

37

el hablante expresa, más que describe sus creencias, actitudes y sentimientos,

cae dentro del ámbito de la estilística o de la pragmática‖36.

La oposición conceptual entre los tipos de enunciación realizativo - constatativo

representada a partir de <<decir vs hacer>> puede ser explicitada con la ayuda del

criterio de la propiedad definitoria <<verdad vs felicidad>> que como todas las

acciones humanas, también las lingüísticas pueden estar sujetas a algunos

aspectos de la subjetividad en el lenguaje: por ejemplo, la expresión ―prometer‖

consiste precisamente en la enunciación yo prometo. En el caso particular del

prometer como ocurre con muchos otros realizativos, es apropiado que la persona

que expresa tal promesa tenga la intención de cumplir con su palabra. Sí la

intención faltase se hablaría por tanto de una promesa falsa, sin embargo, en la

expresión ―te prometo que…‖ quien usa su formula promete, pero la promesa no

es siquiera nula, aunque sea hecha de mala fe. ―La expresión es quizás equivoca,

probablemente engañosa y sin duda moralmente incorrecta, pero no es una

mentira ni un enunciado erróneo‖37. No se habla de una promesa falsa o de una

apuesta falsa, y sí se habla de una promesa falsa sólo ésta compromete con el

hecho de hacer referencia a una acción falsa38. La enunciación yo prometo es el

acto mismo que compromete, no la descripción del acto que se cumple. Diciendo

prometo, garantizo, prometo y garantizo efectivamente. Las consecuencias – bien

sea de tipo jurídico, social, etc.- de la promesa o del compromiso emprenden de la

instancia del discurso que contiene la enunciación prometo, y tal enunciación se

intensifica con el acto mismo que ha sido hecho de una forma oportuna, o de no

serlo, la corrección de determinado acto lingüístico ingresa en lo que se denomina

«condiciones de adecuación pragmática».

36

John Searle. Actos de habla: Ensayo de filosofía del lenguaje. España: ediciones cátedra. 6ª. Edición. 2007. Pág. 41. 37

Ibíd. Pág. 52. 38

Además la palabra “falsa” no solamente se utiliza respecto de enunciados u oraciones, sino también en los distintos actos a los que recurren las acciones.

Page 38: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

38

Las adecuaciones pragmáticas y los diferentes tipos de actos dados en cualquier

tipo de enunciados no constituyen en modo alguno actos diferentes, sino tres

subactividades analíticamente discernibles en cualquier ejecución lingüística:

realizar un acto locutivo, es decir, emitir una expresión correcta con un significado

determinado, en general es, realizar un acto ilocutivo, ejecutar una acción, acto al

cual corresponde, por el hecho de haber llevado a cabo la expresión mencionada

en los casos de comunicación positiva. Un acto perlocutivo definido tendente a la

satisfacción de las necesidades que motivaron la realización por parte del

productor de aquel acto de habla.

La importancia que se le dio al lenguaje a partir de toda la tradición sólo como

forma de descripción reincidió en lo que se reconoce por falacia descriptiva, al

observar cómo en general, dentro del contexto de la filosofía y de modo aleatorio,

se consideraba el significado semántico como verdadero, y se menospreciaban

los pensamientos y demás tipos de estados mentales asociados a las diferentes

expresiones lingüísticas, sin tocar directamente la cuestión de la verdad, esto es,

su significado pragmático. Desde aquí, por lo tanto, debido a estos nuevos

aportes se va a llegar a especular que lo que en realidad vale la pena estudiar es

la problemática que establece el λόγος αποφαντικός (logos apofántico). Quizás la

brillantez hallada en éste autor revele ahora la oscuridad de una filosofía del

lenguaje, una filosofía unidireccional que se lee únicamente como «decir»,

«proyectar el decir» y «conferir el decir», pero, más allá de todo ello, hay que

aseverar que sus ideas se han consolidado como el fundamento de la pragmática

moderna, de donde se hace trascendente la incorporación a la teoría general del

lenguaje de los principios que rigen las acciones.

Ahora bien, el aporte de las posiciones anteriores y de hallar una apertura en el

plano del lenguaje a través de las acciones va encaminada, en definitiva, a

comprender la argumentación como un acto ilocucionario con el cual se intenta

producir un efecto perlocucionario persuadir, disuadir, convencer. En la

argumentación se hace fundamental la determinación del contexto, el cual

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39

determina a su vez el significado de los enunciados. Sin embargo, el significado

del enunciado va más allá de lo que estamos diciendo puesto que incluye también

lo que se implica o presupone; y el contexto es esencialmente relevante para esta

parte del significado de los enunciados. Esta relación, se da tanto para el campo

de la argumentación como del contexto sobre el que se presentan los aspectos

locutivos e ilocutivos de los enunciados. Esto, en la medida en que puede decir

que oración se ha enunciado, si realmente se ha enunciado una oración. También,

dirá que proposición se ha expresado, si se ha expresado una proposición. Por

último, puede servir para decir que la proposición a la q se hace referencia ha sido

expresada con un tipo especial de fuerza locutiva en lugar de otra.

La argumentación por tanto, se manifiesta en el plano de interpretación de los

enunciados dentro de un contexto determinado. Primero se enuncia una oración la

cual se llenara de un contenido proposicional para posteriormente consolidarse

como un acto de habla. Sí las condiciones a las que se apelan siguen cierto tipo

de prerrogativa en sus razonamientos se obtendrá una correspondencia entre la

proposición y su contenido proposicional. Todas las posibilidades de interpretación

una vez se han dado teniendo en cuenta ciertas exenciones del lenguaje,

obtendrán una aprobación sobre el contexto en el que se despliegue, y sí estas se

evalúan también serán garante de una aprobación.

El contexto argumentativo se adentra precisamente en el plano de la lógica

informal39, área en la que se centra trata los modos de adhesión que son propios

de la persuasión y la convicción para valerse a partir de procesos como la opinión

y llegar a un acuerdo. Los medios de expresión propios de la argumentación

39

La lógica informal, o lógica no formal, hace referencia al estudio de los argumentos, en oposición al estudio de los argumentos de una forma puramente técnica, que corresponde a la lógica formal. Esta parte de la lógica se dedica principalmente a diferenciar entre formas correctas e incorrectas en que se desarrolla el lenguaje cotidiano, y por tanto, tiene un carácter puramente especulativo. La lógica formal a diferencia, trata las formas propiamente técnicas se ha establecido pues, en su contexto, como una gráfica de ideas, una ideografía. La tradición del leguaje lógico es un lenguaje unívoco: a cada símbolo, a cada ideograma, determinado a partir de proposiciones y razonamientos, le corresponde un concepto, y, a cada concepto corresponde un símbolo. Existe una relación bi-unívoca entre significante y significado. Sin embargo, autores como John Austin y John Searle –sí bien tienen siguen parámetros distintos a los de la lógica formal- quieren mostrar que el lenguaje es lenguaje vivo, y por tanto, está sujeto a transformación, que hereda también una práctica que incorpora una historia en constante evolución.

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40

resultan estar fijados en la ambigüedad y la contradicción ya que no se limitan

propiamente a un lenguaje puramente lógico. La primera gran diferencia que hay

entre lógica y argumentación es la siguiente: ―La lógica se define en términos de

sintaxis y de semántica. Cuando se habla de sintaxis se está haciendo una

manipulación de signos, y cuando se habla de semántica se introduce las

nociones de verdad y de falsedad‖40, en ésta la lógica no hace una teoría, sino que

simplemente la supone. En un razonamiento lógicamente valido la verdad se

transmite o se propaga necesariamente de premisas a conclusión o conclusiones,

porque un razonamiento puede tener más de una conclusión. En cambio, en la

argumentación lo que se transmite no es la verdad sino la adhesión: la adhesión a

unas tesis que el ordenador quiere que su audiencia, acepte precisamente a partir

el acto de argumentar. Searle, afirma que una característica muy importante del

acto de argumentar es que, tiene que ser un macro- acto. Porque en el acto de

argumentar debemos tener, por lo menos, dos micro actos: uno que funciona

como premisa o como justificación, y otro, como conclusión, o como tesis a la que

se quiere llegar.

La diferenciación entre la argumentación y la lógica tradicional ha requerido pues,

de extender la visión del lenguaje de la simple determinación de cosas y su

asignación en términos de verdad o falsedad, a la riqueza de todo lo que el

hablante puede determinar. ―Muchas disciplinas que han aspirado vanamente a

verdades apodícticas sólo contienen opiniones verosímiles, plausibles; por tanto,

sus argumentaciones deben permanecer <<abiertas>> a una continua discusión y

revisión‖41. Después del nuevo periodo instaurado por la filosofía del lenguaje y

ante todo desde las influencias que subyacen del siglo XX, ha surgido la

necesidad de realizar nuevos análisis y han resurgido las inquietudes filosóficas.

De igual forma, se ha abierto el panorama hacia nuevas formas de adentrarse

sobre el lenguaje y de las diferentes acepciones que se pueden tener. Ejemplo de

ello se evidencia en los estudios realizados por los filósofos John Austin y John

40

Ibíd. Pág. 111. 41

CH. Perelman y L. Olbrechts – Tyteca. Tratado de la argumentación. La nueva retórica. Biblioteca Románica Hispánica. Editorial Gredos. S.A. Madrid. 1989. Pág. 10.

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41

Searle, quienes muestran en su teoría de los actos de habla como todo enunciado

tiene valor de acto que se constituye como parte constitutiva de su significado.

Capitulo 2. Lenguaje: Acción y argumentación.

2.1 De la acción al discurso

Con John Austin las acciones han adquirido un plano primordial dentro del

lenguaje, y por ende, en la pragmática. El paso de la lógica a la retórica tiene a su

vez como intermedio el paso de la lógica analítica a la lógica tópica o dialéctica, la

cual va conforme a la transmisión de la sintaxis a la semántica, y de ésta última a

la pragmática; en busca de un análisis semiótico más completo que permita captar

a su vez el fenómeno de la comunicación. La retorica, de hecho, se equipara a la

pragmática, o, sí se quiere, la retórica puede funcionar como una semiótica

completa, en la medida en que lo hace la pragmática en el sentido de que contiene

tanto a la sintaxis como a la semántica, pues aquella es la dimensión más

compleja y abarcadora de las tres.

En este sentido, el lenguaje también pierde en su carácter abstracto, aún más, en

cuanto se dirige a sujetos–quiénes son sus usuarios- con la finalidad de cumplir

diferentes intenciones gana en concreción permitiendo una comprensión más

profunda de la significación a partir de la forma en que se tiene en cuenta las

intenciones de los hablantes. Apertura que lleva a ubicarse en el uso; el uso que

es acción, práctica y habla dentro de una determinada comunidad de hablantes.

Dicho de otro modo, la lógica adquiere diferentes formas de proyectarse en la

necesidad de argumentar axiológicamente con fundamento en la realidad;

característica que, entre otras cosas, la consigue la nueva retórica. Esto,

precisamente, en cuanto se instaura como una lógica de lo valorativo sobre la que

se articulan la descripción y la valoración a partir de una hermenéutica, la cual

ayuda a su vez a argumentar a favor de juicios de valor; lo que significa también la

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42

superación de la denominada falacia naturalista42. La retorica por tanto,

valiéndose de las herramientas lingüísticas opera como alternativa para consolidar

la insurrección de las lógicas no formales, junto con la redención de la sofistica de

las consecuencias sujetadas en el alcance de la lógica formal, el cual ha traído

consigo el resurgimiento de este estudio a la vez que su reincorporación dentro de

la problemática filosófica.

El «discurso» se vale por tanto de las acciones y de sus diferentes elementos para

dar un giro en su acepción, el cual divaga desde su ámbito material, que se

caracterizaría por concentrarlos a todos para subordinarlos en sentido estricto a la

verdad como identidad sintética. En lo esencial, se trata de la coordinación de

estos elementos en tanto se supeditan a la construcción de una verdad de tipo

gnoseológica – que embarca el ámbito pragmático, sintáctico, semántico - para

funcionar no como ―imposición de partes en reduccionismo formal‖, sino para

valerse de estrategias pragmáticas en orden a persuadir o refutar a otros sujetos.

El «discurso» es ahora, no sólo «discurso apofántico» sino, antes aún, «discurso

verdadero». La retórica que se consolida como discurso que es práctico alcanza la

verosimilitud más que la verdad en sí, o, como dice Perelman, la razonabilidad

más que la racionalidad, es decir lo razonable más que lo racional o apodíctico.

El discurso en su sentido fuerte, es decir, material se orienta precisamente a la

verdad, el cual, sin embargo, una vez incluye propósitos pragmáticos contiene

también razonamientos y se consolida como discurso argumentativo, así como

discurso ordenativo. Para Habermas por ejemplo, el discurso debe apoyarse en

las experiencias objetivas para obtener la verdad, que es lograda a partir de de la

adecuación de la definición –determinada en las proposiciones- con los hechos

puesto que establece una correspondencia con el mundo. Por esto afirma: ―Tan

42

En términos generales la falacia naturalista hace referencia a la dicotomía ser/deber ser, la cual afirma que no es posible deducir proposiciones normativas mediante proposiciones puramente fácticas. Se comete esta falacia cuando se define "bueno" a partir de una cualidad con la cual necesariamente se acompaña el objeto que en cuestión es bueno, sea aquella dada de forma o no natural. De esta manera, el pensamiento metafísico caería en ésta al afirmar que "lo bueno" es aquello que necesariamente existe, por lo tanto, aquello que existe de forma suprasensible. Se asevera con total seguridad que esta característica no es en tanto una cualidad natural.

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43

pronto como se pregunta sobre la verdad de la proposición que fue usada para la

transmisión de la información, se ha abandonado el campo de la acción y se está

en el otro campo de la comunicación, en el del <<discurso>>‖43. Así mismo, el uso

dialéctico del concepto de «discurso» lleva internamente al desarrollo de una

acepción no material de «discurso verdadero» para no hacerlo redundante, pues,

en sentido estricto la verdad del discurso es también su referencia, y por tanto, el

sentido del discurso originario incluye su propia referencia y su verdad. Todo

verdadero discurso resulta ser un discurso verdadero; el discurso falso sería un

falso discurso., es decir, un no-discurso, un pseudo-discurso.

La conducta lingüística es más que lengua, es discurso. De modo que los actos o

acontecimientos comunicativos que realizan los individuos se realizan mediante el

discurso, y cualquier discurso involucra un diálogo. Usar la lengua es establecer

una relación de diálogo. Un diálogo entre la lengua y su contexto, y un diálogo

constante entre la realidad justo a partir del uso de la lengua. Un diálogo, que

consolida como designio fundamental del hablante la formulación de un mensaje

con la finalidad de que sirva eficazmente como acto comunicativo. ―Un paso

decisivo en la teoría de Habermas consiste en que éste encuadra la teoría de los

actos de habla dentro de una teoría general de la comunicación, y diferencia en

ésta dos formas fundamentalmente distintas de comunicación: acción y discurso‖44.

El reconocimiento de las acciones como juegos de lenguaje reconocen las

pretensiones de validez que plantean los actos de habla. El discurso, permite un

volteo en la direccionalidad sobre el cual las pretensiones de validez van a buscar

ahora una justificación. Y el tema de comunicación se consolidará a partir de la

experiencia con objetos del mundo. ―En los discursos se introducen informaciones,

y el resultado de los mismo consiste en el reconocimiento o rechazo de las

pretensiones de validez problemáticas‖45. En definitiva, en los discursos se

presupone la totalidad de las experiencias obtenidas en las acciones.

43

Robert Alexy. Teoría de la argumentación jurídica. Traducción de Manuel Atienza e Isabel Espejo. El derecho y la justicia. 2. edición. Centro de estudios políticos constitucionales. Madrid. 2007. Pág. 114. 44

Ibíd. Pág. 114. 45

Ibíd. Pág. 115.

Page 44: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

44

La acción de argumentar se halla inmersa sobre el más básico proceso de

representación y comunicación. Un procedimiento en el que siempre existirá –en

la medida en que interviene en las estructuras lingüísticas- una intencionalidad de

aquello que pretende el emisor, una aceptabilidad en el auditorio y una

circunstancialidad que permea la escena comunicativa. Ello lleva consigo que las

características del auditorio, así como la percepción que el hablante tenga de éste

mismo y de sus circunstancias, puedan determinar algunas características acerca

de la forma del mensaje. La vía y la consolidación de la pragmática en la medida

en que integra el paso de la acción al discurso hace comprender que, es en tal

espacio retórico-argumentativo donde se logra la comunicación hasta llegar a

comprender que: En todo discurso hay retórica y en toda retórica hay

argumentación.

2.2 Diferenciación –en su forma tradicional- entre lo apodíctico y lo

dialéctico

Dentro de la tradición aristotélica –concebida como arte dialógico- se rescatan en

términos generales los aportes más remotos, considerables y significativos dentro

del contexto de la lógica, los razonamientos y la argumentación. Recordemos que

Aristóteles definía la argumentación como el arte de la persuasión, que ilustra en

sus tres partes de su obra “La retórica”. Obra que se compone de tres libros: el

primero se ocupa de la estructura, de la concepción de los argumentos y de las

especies y clases de retórica. El segundo libro se dirige al público, no sólo en

cuanto que es capaz de razonar, sino también en la medida en que es sujeto de

pasiones y tiene un determinado modo de ser. El tercer libro estudia la forma más

adecuada de los discursos con vías a la persuasión. Aquí cabe resaltar que

durante el paso secular del tiempo, en gran parte de la época de la edad media, y

ante todo sobre el auge de los siglos XVII, XVIII Y XIX, se estudió este apartado

de la obra, donde se aborda el papel de la técnica expositiva o se reduce a su

versión de estilo en lugar de ser formadora de opinión. Característica que hizo que

Page 45: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

45

la retórica o argumentación fuese reconocida simplemente como un arte de la

sugestión, en lugar de una teoría estricta en el ámbito del saber y el análisis.

En otra de las obras de este autor denominada “Refutaciones Sofísticas” se

determina una teoría de los falsos razonamientos, es decir, una teoría acerca del

error, donde rescata los silogismos contenciosos, que separan completamente lo

falso como verdadero. Así mismo, fue Aristóteles, quien considero en su tratado

de lógica “el órganon”, los razonamientos del pensamiento apodíctico y

sistemático, mientras, que realizó una caracterización sobre los razonamientos

dialécticos principalmente en su obra “tópicos” sobre todo en el libro VIII, donde a

su vez, realiza una diferencia de éstos tipos de razonamientos, y, provee también

aportes a su concepción sobre la retórica. Para lograr esta misión se vale

principalmente de la ubicación del filósofo dentro de su búsqueda por el

conocimiento, así como del objeto y el método de la dialéctica. Allí, imagina un

diálogo entre dos interlocutores los que se empeñan en fundar el razonamiento

buscado y señala a la interrogación como el punto de partida a saber, el cual va a

permitir desde el mismo análisis y consideración de la pregunta el lugar (topos)

desde el que es posible fundamentar el tipo de argumento a saber.

De igual forma, Aristóteles establecía tres tipos de argumentos dentro de sus

razonamientos que son a saber: el apodíctico, el dialectico y el erístico46. Para él,

el argumento apodíctico es demostrativo ya que involucra un silogismo, el cual se

deduce de una conclusión a través de principios primeros y verdaderos, y de otra

serie de proposiciones deducidas por silogismo a partir de principios evidentes, ya

que conoce la esencia de las cosas a través de conocimiento de sus causas. Por

tanto, sí parte de premisas generales e indiscutibles su conclusión se obtiene

partiendo de proposiciones cuyo conocimiento a su vez ha derivado de

proposiciones certeras. El argumento dialéctico es, una forma no demostrativa de

conocimiento, es decir, probable. Durante la senda de toda la tradición posterior;

―los razonamientos dialécticos parten de lo que es aceptado, siendo su fin el hacer

46

Erístico es lo perteneciente o relativo a la escuela socrática establecida en Mégara, la cual se caracterizaba por el abuso del procedimiento dialéctico hasta el punto de convertirlo en una vana disputa.

Page 46: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

46

admitir otras tesis que son, o pueden ser, controvertidas. Se proponen pues,

persuadir o convencer‖47. Por tanto, no consisten en inferencias válidas y

constrictivas, sino que representan argumentos más o menos fuertes, más o

menos convincentes, y que jamás -ni fueron ni serían- son puramente formales.

En ese camino, la inferencia que se adquiría de los razonamientos dialécticos

sería el silogismo dialéctico que es ―no ostensible‖, ya que las premisas solo

pueden ser probables que son dadas a partir de un proceso racional no

demostrativo. Por lo que la conclusión resultaría basarse en puras especulaciones

u opiniones sin consolidar una verdad completa. En ese sentido, el argumento

dialéctico es de corte erístico, ya que parte de un conjunto de premisas,

supuestamente probables, pero en esencia no lo son. Toda forma de pensamiento

dialéctico posterior se consolidaría a partir de toda discusión o debate, de donde

surgen las proposiciones concretas en torno a problemas concretos. Finalmente,

el argumento sofístico o erístico, entendido como un razonamiento caviloso,

incierto y ensimismado dotado de conclusiones ambiguas, equívocas y

paradójicas. Este tipo de argumento implica una habilidad dudosa, para refutar o

sostener al mismo tiempo tesis contradictorias, ya, que se basa en meras

apariencias de opiniones que no son efectivamente.

Según la misma concepción los razonamientos dialécticos constan a su vez de

dos distinciones que son a saber; la inducción y el silogismo. La inducción es una

transición de lo particular a lo universal, mientras que el silogismo es una forma de

razonamiento deductivo que consta de dos proposiciones como premisas y otra

como conclusión, siendo la ultima una inferencia necesariamente deductiva de las

otras dos. Los razonamientos analíticos básicamente determinan la forma cómo es

posible conformar una estructura de manera silogística de todos los

razonamientos coherentes, y de la forma válida para que tales razonamientos

además de ser correctos tengan el carácter de verdaderos. En resumen, la

47

Chaim Perelman. El imperio retórico. Retórica y argumentación. Trad. de Adolfo León Gómez Giraldo. Editorial Norma S.A. Santa Fe de Bogotá. 1997. Pág. 20.

Page 47: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

47

diferencia entre el argumento dialéctico y el argumento apodíctico es que el

primero no es demostrativo y el segundo sí. Es preciso distinguir estos dos tipos

de argumentos en la medida en que en que, unos, los razonamientos analíticos,

se refieren a la verdad y los otros a la opinión. Cada uno de éstos una vez es

aplicado exige un tipo de discurso distinto. Es claro, que resulta ser totalmente

ridículo por ejemplo, exigir argumentaciones razonables a un matemático, como

exigir pruebas científicas por parte de a un orador.

Entre otras cosas, todo el estudio que realizó Aristóteles de este tipo de

argumentos en los denominados primeros y segundos analíticos, le sirvió para ser

considerado en la historia de la filosofía como el padre de la lógica formal. Sin

embargo, hay que resaltar la importancia que no le atribuyeron los lógicos

modernos, cuestión que una vez examinada a fondo dentro de lo que corresponde

a sus obras, le designan como el padre de la teoría de la argumentación. Sin

embargo, Perelman va más allá de Aristóteles, pues, mientras que éste último

entiende que la estructura del razonamiento dialéctico es la misma que la del

silogismo, Perelman comprende que el paso de las premisas a la conclusión

difiere en la argumentación. Y es en este sentido como lo interpreta Robert Alexy:

―Con ello se distingue el modelo de Perelman de fundamentación argumentativa

de la inferencia dialéctica aristotélica. Ciertamente, en ambos las premisas son

sólo probables o plausibles (έµδoΧα), pero en Aristóteles la conclusión se sigue

lógicamente de estas premisas‖48. La diferencia radicaría exclusivamente en la

naturaleza de las premisas; en el caso del razonamiento dialéctico son sólo

plausibles, mientras que, en el silogismo, el paso de las premisas a la conclusión

es necesario. No ocurre lo mismo cuando se trata de pasar de un argumento a

una decisión. Pues, este paso no puede ser en modo alguno necesario, ya, que de

ser así, no nos localizaríamos en modo alguno ante una decisión, que supone

siempre la posibilidad de decidir de otra manera o de no tomar ninguna decisión.

48

Robert Alexy. Teoría de la argumentación jurídica. Traducción de Manuel Atienza e Isabel Espejo. El derecho y la justicia. 2. edición. Centro de estudios políticos constitucionales. Madrid. 2007. Pág. 159.

Page 48: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

48

Una vez se ingresa en la distinción entre este tipo de razonamientos Perelman,

desde su separación de la lógica formal y abordando de forma capital la

implicación del argumento dialéctico sujeta el punto de partida para consolidar su

teoría y encaminar su concepción de lógica jurídica. El papel de la lógica formal

es hacer que la conclusión sea solidaria con las premisas, pero en cambio, el de la

lógica jurídica –siguiendo a Perelman- es mostrar la aceptabilidad de las premisas.

La lógica jurídica, especialmente la judicial se presenta, en conclusión, no como

una lógica formal, sino como una argumentación que depende de la manera en

que los legisladores y los jueces conciben su misión, y de la idea que éstos se

hacen del derecho y de su funcionamiento en la sociedad. Perelman, tratará por

tanto de establecer las posibilidades del razonamiento jurídico.

La especificidad del razonamiento jurídico consiste -a diferencia de lo que ocurre

en las ciencias- especialmente en las ciencias deductivas y a semejanza de lo que

ocurre en la filosofía y en las ciencias humanas. En la argumentación jurídica es

difícil lograr un acuerdo entre las partes, es decir, la argumentación tiene el

carácter de una controversia. Sin embargo, esta dificultad puede descollarse a

través de la imposición de una decisión por vía de la autoridad, mientras que en la

filosofía y en las ciencias humanas, cada una de las partes subsiste en sus

posiciones. En particular, la autoridad judicial juega, en la concepción de este

autor, un papel central, y de ahí que considere que en el procedimiento judicial es

donde el razonamiento jurídico se manifiesta por antonomasia.

La concepción de la retórica de Perelman parte básicamente de la distinción de

origen aristotélico entre razonamientos analíticos o lógico-formales, y los

Page 49: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

49

razonamientos dialécticos o retóricos. Este autor comprende a la retórica49 como

el análisis de las técnicas discursivas que tratan de inducir y de acrecentar la

adhesión de los individuos a las tesis que se presentan para su asentimiento.

Para él, complementariamente, éste estudio se centra como una discusión no-

formal en al ámbito de la filosofía practica, donde se hacen indispensables la

consideración de las audiencias y los juicios de valor a la hora de optar por un

acuerdo como característica primordial de la resolución de la discusión misma.

Él mismo, distingue a su vez entre una retórica general y una retórica aplicada a

campos específicos, como el caso del derecho. Al estudio de las técnicas y

razonamientos propios de los juristas lo llama, sin embargo, lógica jurídica. Pero la

lógica jurista no es, para Perelman, una rama de la lógica formal aplicada al

derecho, porque los razonamientos jurídicos no pueden reducirse en absoluto a

razonamientos lógico-formales, sino a una rama de la retórica. La argumentación

jurídica es, incluso, el paradigma de la argumentación retórica. En definitiva, se

trata de nuevo de la distinción entre razonamientos analíticos y dialécticos que se

remonta a la antigua concepción aristotélica.

En este sentido, la nueva concepción de retórica es proyectada como una lógica

de lo valorativo. Por lo que se caracteriza por la intención de no separar el hecho

49 Esta nueva acepción de retórica debe sintetizarse a partir de cuatro reflexiones que permitan dar precisión de su repercusión. En primer lugar, la retórica trata los modos en que es posible persuadir por medio del discurso. No es posible hablar de retórica cuando se apela a la experiencia para adquirir la adhesión hacia una afirmación determinada. Segundo, la observación atañe a la demostración y a las relaciones de la retórica con lógica formal, en definitiva, porque la prueba demostrativa, que analiza la lógica formal es más que persuasiva. Es convincente, pero sólo con la condición de que se consienta la veracidad de las premisas de las cuales parte. Descartes como todos los racionalistas, al presuponer la certeza indubitable del punto de partida de su método, no se percataron de los problemas que se promueven a partir del manejo de un lenguaje. La tercera reflexión, es que puesto que no se trata de verdades sino de valores, en el caso de la verdad; la adhesión a una tesis puede ser de una intensidad versátil, lo que resulta esencial cuando es compatible con los hechos de forma infalible, y dos proposiciones evidentes no consiguen afirmar tesis contradictorias. Sin embargo, cuando se trata de una elección entre valores sólo se puede obtener un valor sacrificando otro, por tanto, decir que se sacrifica un valor aparente es no tomar en cuenta la significación del sacrificio. La última apelación es aquello que permite diferir la retórica de la lógica formal, y en general de las ciencias positivas, es precisamente que, no se describe tanto a la verdad como a la adhesión. Las verdades son imparciales y el hecho de que se les inspeccione o no, no modifica su condición. En cambio, la adhesión a diferencia es la afección de una o varias inteligencias a las que nos dirigimos; las cuales se hallan en un auditorio.

Page 50: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

50

del valor, es decir, la motivación de mostrar que no están tan apartadas la

valoración y la descripción, y que puede a su vez existir una mediación entre estas

mismas en su modo interpretativo, la cual a su vez permite argumentar a favor de

juicios de valor. En este punto, debe considerarse que el paso de un juicio de

hecho a un juicio de valor, o sí se quiere de otro modo, del ser al deber, no puede

ser racional, pues no se deriva explícitamente de la lógica. Por consiguiente, hay

que admitir la existencia de juicios de valor o de normas primarias, de principios

no-derivados, o bien sea, del ―pathos” del individuo que los plantea que tiene un

carácter emotivo y plenamente subjetivo. Suceso que permite la superación de la

"falacia naturalista", que llega a considerar en igual medida el hecho y el valor.

La nueva retorica permite, por tanto, la conexión fijada en la necesidad de

argumentar axiológicamente con fundamento en la realidad. Tal y como lo afirma

Perelman acerca de este estudio: ―no se limitará al dominio práctico, sino que

también estará en el corazón de los problemas teóricos para aquel que es

consciente del papel que juega en nuestras teorías la exigencia de definiciones,

modelos y de analogías‖50. Y de una forma más general, la elaboración de un

lenguaje adecuado orientado a ligar el papel de la argumentación al de la razón

práctica. La retórica alcanza la verosimilitud más que la verdad en sí, o, como

dice Perelman, la razonabilidad más que la racionalidad, es decir, lo razonable

más que lo racional o apodíctico y de ahí la importancia de la tradición y por

supuesto, de tal concepción histórica.

2.3 Surgimiento de la teoría de la argumentación y nueva retorica.

Perelman manifiesta en su obra titulada “el imperio retórico” que su designio

fundamental es redimir la antigua retórica - es decir la ya creada por los griegos -

para diferenciarla de la ―retórica clásica‖ que se ocupó de avasallar la retórica

aristotélica al formalismo del estudio de las figuras literarias, así como a envolturas

50

Chaim Perelman. El imperio retórico. Retórica y argumentación. Trad. de Adolfo León Gómez Giraldo. Editorial Norma S.A. Santa Fe de Bogotá. 1997. Pág. 27.

Page 51: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

51

preceptivas que pulieran el discurso a partir de vuelcos que instauran la retórica

en simple teoría de la composición. Por tanto, su aspiración es realizar un

retroceso para acatar el sentido primigenio que tuvo en la antigüedad: arte de

disuadir y/o persuadir con razones. Por su parte, los filósofos del lenguaje le

imputan a la lingüística: considerada como <<ciencia humana global>>, el

levantamiento de las lógicas no formales, la redención de la sofistica, los

corolarios sujetos al alcance de la lógica formal, el cual ha traído consigo el

resurgimiento de este estudio a la vez que su reincorporación dentro de la

problemática filosófica. Perelman, -además de ser crítico de todo lo que puede

definirse como lógica moderna- bosquejó, por ejemplo, la necesidad de que la

lógica debía ser el modelo universal, pero no la única figura válida para conservar

cualquier proceso comunicacional de argumentación, es decir, no sólo la

argumentación científica o teórica sino toda interacción comunicacional en el

ámbito cotidiano, jurídico, religioso, etc.

Este autor contempla la argumentación como un proceso en el que todos los

elementos interaccionan constantemente sobre el que la estructura del discurso

argumentativo se asimila a la de un tejido: la solidez de este es muy superior a la

de cada hilo que constituye la trampa. Una consecuencia de ello es la

imposibilidad de separar tajantemente cada uno de los elementos que componen

la argumentación. Sí este autor decide designar su teoría el nombre de retórica

antes que el de dialéctica, se debe esencialmente a la importancia que concede a

la noción de auditorio, que, ciertamente, es la noción central de la teoría, y al

hecho de que dialéctica le parece un término más equívoco, pues a lo largo de la

historia se había utilizado a través de un sinnúmero de significados. Por ejemplo,

para los estoicos y los medievales era sinónimo de lógica, en Hegel—y en Marx—,

tiene un sentido completamente distinto, entre otras concepciones. Por tal razón,

aunque sí bien nace en una antigua noción de enjambre Aristotélico y su

concepción viene a forjarse por la antigua distinción entre lo verídico y verosímil

(apodíctico – dialéctico). El nombre retórica se invoca principalmente –en primera

medida- por estar encaminado a la jerarquía de la persuasión. ―la nueva retórica,

Page 52: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

52

por oposición a la antigua, concierne a los discursos dirigidos a toda clase de

auditorios, trátese de una masa reunida en la plaza pública o de una reunión de

especialistas, trátese de un discurso dirigido a un individuo o a toda la

humanidad‖51. En este proceso, la lógica procede de la retórica, y se forja en el

caso de la argumentación jurídica el paradigma de la argumentación retórica.

La nueva concepción de la filosofía de Perelman, por tanto, se puede clasificar

como una filosofía racionalista -no metafísica- que otorga todo su valor al más

alegórico instrumento de su racionalidad que es el lenguaje ordinario, y del cual en

virtud de dicha posición se embelesa de la plasticidad y la riqueza que éste le

ofrece. Perelman señala que del derecho es discurso y la retórica nos da la clave

para entender el discurso jurídico. Tanto en el derecho como en la filosofía hay

debate, mientras que en el modelo matemático no lo hay, sino que simplemente se

efectúan herramientas mecánicas para calcular. En este sentido, responde sobre

ésta cuestión a Ricoeur: ―…sí pienso en el modelo jurídico más que en el

matemático, es que la situación del filósofo se parece mucho más a la del juez que

a la del matemático‖52. Precisamente, porque la filosofía como el derecho se

construye en función de una decisión, es decir, a partir de la toma de una posición

que tiende a esclarecerse.

Las decisiones se construyen a partir de la argumentación, la cual -en términos

generales- se muestra como contenido esencial y como praxis, como paso

precedente de la investigación formativa, con una metodología dialógica centrada

en sustentación racional y en respeto por la opinión ajena. Sí se admite que las

decisiones deben estar justificadas, a su vez se adjudica la tarea de llevar a cabo

toda una actividad argumentativa, lo que significa aceptar que el problema que

subyace en la argumentación ha de resolverse mediante razones que se hacen

presentes por medio del lenguaje, bien sea este de tipo oral o escrito.

Posteriormente, sí se observa en el ámbito del derecho toda decisión jurídica, ya

51

Ibíd. Pág. 23. 52

Argumentación. Actos lingüísticos y lógica jurídica. Adolfo León Gómez, editorial universidad del Valle, Santiago de Cali. 1998. Pág. 25.

Page 53: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

53

sea en forma de norma general o particular, debe sostenerse en razones que

permitan que cualquier forma le justifiquen, de lo contrario podría tal decisión ser

eliminada o inválida. Es decir, en el campo normativo jurídico las decisiones ya

sean de tipo legislativo o jurisdiccional, deben venir cortejadas de un discurso

argumentativo, en donde se expresen los razonamientos que aprueben la

decisión concerniente al respectivo caso.

Argumentar es una actividad que consiste en dar razones a favor o en contra de

una determinada tesis que se trata de sostener o de refutar. Las decisiones

jurídicas53 en el contexto de la argumentación jurídica vienen a ser tomadas en

términos de racionalidad práctica. Para el teórico Robert Alexy54 la argumentación

jurídica debe concebirse como: ―una actividad lingüística que tiene lugar en

situaciones tan diferentes como, por ejemplo, el proceso y la discusión científico

jurídica‖55. De lo que se trata en esta actividad lingüística es de la corrección de

los enunciados normativos, en un sentido todavía por precisar. Tal actividad es

designada como ―discurso‖, y ya que se trata de la corrección de enunciados

normativos específicamente, como ―discurso práctico‖. El discurso jurídico es un

caso especial del discurso práctico en general. Este tipo de resoluciones se va a

constituir dentro de un procedimiento de forma dialógica, es decir, procurando un

consenso de una forma plenamente discursiva. Mejor dicho, las corrientes acorde

a la argumentación jurídica atestiguan que las decisiones jurídicas deben estar

53 Las decisiones jurídicas son aquellas que tienen un carácter normativo dentro del ámbito legal, por tanto, producen, modifican o derogan distintos estándares de un ordenamiento jurídico cualquiera, que son tomadas por todos aquellos sujetos de derecho. Estas son a su vez justificables, es decir, se deben dar razones a favor de ellas, no cualesquiera razones, sino razones convincentes, fundamentadas en su favor por razones de peso. Ahora bien, dentro del contexto argumentativo se dan criterios razonables y “no formales” a diferencia de lo que afirmaban las corrientes logicistas de la aplicación e interpretación del derecho -donde el proceso racional de justificación de la decisión jurídica era de tipo monológico- tal como fue expresado por la escuela de la Exégesis y la Jurisprudencia de conceptos. 54 Robert Alexy es un filósofo y jurista alemán nacido en Oldenburg en 1945. Su obra fundamental se titula teoría de la Argumentación Jurídica. Su modelo emerge de una teoría de la argumentación práctica, el cual aplica a los saberes jurídicos, considerando al discurso del derecho como un caso especial del discurso moral. Por esto, propone formular un código de la razón jurídica que se ubique en el interior del código de la razón práctica general, lo que resulta por ser una intención analítica y descriptiva, y por tanto, se hace fundamental para su comprensión un previo análisis de la filosofía del lenguaje, en su estudio relativo a las acciones y el discurso, aun mas, puesto que su teoría no se basa por ser normativa. 55 Robert Alexy. Teoría de la argumentación jurídica. Trad. de Manuel Atienza e I. Espejo. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid. 2007. Pág. 34.

Page 54: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

54

resguardadas por un aparato discursivo, en el que estén presentes el diálogo

intersubjetivo y el consenso adquirido a través de ciertas reglas de

procedimentales. El discurso argumentativo se caracteriza porque el éxito o

fracaso de una determinada decisión, dependerá de las razones que previamente

se hayan expuesto para justificarla. Los sujetos a su vez van a ser los

interlocutores del diálogo y partícipes del discurso que debe confirmarse

previamente a toda toma de decisión jurídica.

En todo proceso argumentativo operan tres acciones: la interpretativa que consiste

en comprender el sentido de un texto o un discurso, la propositiva o acción crítica

y/o creativa, y la argumentativa propiamente dicha o capacidad de sustentar una

idea mayor. Estas acciones son expresadas a través del razonamiento analógico,

basado en la comparación; el razonamiento deductivo que se expresa de sacar

conclusiones particulares de hechos o situaciones globales, el razonamiento

inductivo que fluye de los hechos concretos hasta constituir situaciones generales

y/o el razonamiento silogístico o razonamiento deductivo de la lógica

proposicional. Sin embargo, bajo la concepción de Perelman, la lógica jurídica

está ligada a la idea que se tiene del derecho, y por tanto, el autor emerge de la idea

de que el análisis de los razonamientos que utilizan los políticos, jueces o

abogados debe ser el punto de partida para la construcción de una teoría de la

argumentación jurídica.

Según el mismo Perelman, la lógica jurídica se relaciona con la teoría de la

argumentación jurídica aplicada a los actos lingüísticos. En ella, básicamente se

muestra que justo con la evolución del pensamiento jurídico dado, justamente,

luego de la revolución Francesa el razonamiento judicial no se limita a la

aplicación mecánica de un silogismo, sobre el que la premisa mayor está

representada por la norma jurídica, la premisa menor por la confirmación de los

hechos y la conclusión por el fallo. Sino que, en su lugar, se establece –claro

está- la obligación de motivar las decisiones judiciales a partir del razonamiento

jurídico en un utensilio imprescindible de justificación de las decisiones. Además,

Page 55: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

55

es de tenerse en cuenta que el proceso de construcción de una decisión es

totalmente inseparable del de la justificación de ésta misma, sin embargo, decidir

no es argumentar. En palabras de Manuel Atienza: ―los razonamientos, los

argumentos, no son las decisiones, sino las razones –o cierto tipo de razones- que

pueden darse a favor de las decisiones‖56. Donde se hace necesario distinguir

dentro de las razones humanas, dos tipos de razones: explicativas y justificativas.

Panorama que se atribuye, sin embargo, al planto de las decisiones a la hora de

optar por una u otra dentro de una caso determinado, es decir, que acontece

dentro de la praxis misma de la lógica jurídica.

Las cuestiones anteriores implican ser razones fundamentales que vislumbran la

necesidad de una teoría de la argumentación jurídica, lo que resulta capital en

todos los sistemas de derecho recientes. De igual forma, las nuevas teorías en

torno a la argumentación a la par con las nuevas estructuras de la lógica coinciden

con el resurgimiento de la nueva retórica, que se considera plenamente relevante

para ámbitos filosóficos como la filosofía del derecho, la lógica, la ética, en suma,

para todos los saberes que se consolidan en el terreno de la razón práctica donde

se ubica la contingencia humana.

2.4 Relación entre lógica jurídica y los actos lingüísticos

Desde la óptica de los actos lingüísticos la argumentación es una acción de un

individuo orador sobre otro individuo denominado auditorio. Atienza considera al

respecto que la argumentación es: ―un tipo de acción –o de interacción lingüística.

La argumentación es un acto de lenguaje complejo que tiene lugar en situaciones

determinadas; en general, podría decirse en el contexto de un diálogo (con otro o

con uno mismo)‖57. Argumentar es también un acto ilocutivo como lo es afirmar,

aunque la afirmación no se halle asociada a un objetivo perlocutivo, como en el

56

Manuel Atienza. Derecho y argumentación. Universidad externado de Colombia. Serie de teoría jurídica y filosofía del derecho. Nº6. 2005. Pág. 32. 57

Ibíd. Págs. 48 – 49.

Page 56: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

56

caso de la argumentación. La condición fundamental de argumentar es el intento

de producir un efecto perlocutivo: persuadir, disuadir o convencer al auditorio. Es

inaceptable por tanto pensar que al argumentar no se intenta persuadir.

De igual forma, en el acto lingüístico de argumentar se presenta una fisura entre el

acto ilocutivo y el acto perlocutivo, pues, puede realizarse el acto ilocutivo de

argumentar –tratar de persuadir- sin que se logre la persuasión misma. En el acto

lingüístico existe una dimensión perlocucionaria, pues es posible que a partir de un

acto de habla se genere un evento en la realidad, en la medida en que su

dimensión está provista por las consecuencias que puede tener un acto de habla

en el mundo. Por tanto, entre la dimensión locucionaria y la perlocucionaria existe

una conexión causal. Mientras que entre el acto locucionario y el acto ilocucionario

existe una relación de tipo convencional. Al hablar se emite un tipo de discurso el

cual es desde esta perspectiva, un acto locucionario que al mismo tiempo es

ilocucinario y – potencialmente - perlocucionario. En cuanto argumentar es un acto

de habla, debe respetar las condiciones para la realización afortunada de tales

actos –fundada por Austin y ordenada por Searle. Estas son: condición preliminar,

condición de contenido proposicional, condiciones preparatorias, condición de

sinceridad y condición esencial.

Argumentar se da a partir de un acto de habla que determina la acción de una

secuencia de actos linealmente conectados. Se da cuando un orador dice:

―argumento a favor de p a través de q‖. El cual se puede expresar de la siguiente

forma:

P: tesis que busca que el auditorio acepte.

Q: el fundamento de P (las premisas).

La tesis un acto ilocutivo como: predicción, acusación legal, decisión, etc.

Sí se afirma que argumentar es un acto de habla; deben respetarse las

condiciones para la realización de tales actos que fue sistematizada por John

Page 57: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

57

Searle y son: condición preliminar, condición de contenido proposicional,

condiciones preparatorias, condición de sinceridad y condición esencial.

- Condición preliminar.

Entre el orador (O) y el auditorio (A) debe existir una comunidad espiritual efectiva.

Es decir, entre ambos tiene que existir un lenguaje común, intereses mínimos de

acuerdo, debido a que en una discusión se debe de estar de acuerdo al menos en

algo en particular.

Es importante para que se dé el contacto en los espíritus, primero, que el orador

logre un acuerdo con su interlocutor, así, como la disposición del auditorio a

escuchar. También, que el mismo orador sea el individuo adecuado acorde al

contexto y la finalidad misma que debe de llevar a cabo la argumentación. Por

esto, es que normalmente dependiendo del auditorio al que se haga referencia se

le reconoce a las personas el carácter de oradores legítimos siempre de acuerdo a

su investidura, con el fin de lograr posteriormente una adecuada adhesión a éste.

Aplicada al caso de la argumentación jurídica: ―la autoridad de la decisión del juez

sólo puede ser anulada por las Altas Cortes (Corte Constitucional, Consejo de

Estado, Corte Suprema de Justicia) si ha habido violación de legalidad, abuso de

poder o transgresión del límite de poderes concebidos‖58. Ya, que como acto

lingüístico, fallar y tomar decisiones debe de satisfacer diferentes condiciones de

fortuna.

Condición de contenido proposicional.

Este tipo de condición siguiendo la trascendencia de la filosofía del lenguaje se

refiere al estado de cosas que se predican en el enunciado. Sin embargo, no se

58

Adolfo León Gómez, María Sandra Naranjo, Alejandro Patiño, Pedro J. Posada. Argumentación, actos lingüísticos y lógica Jurídica. Editorial Universidad del Valle. Cali. 1998. Pág. 128.

Page 58: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

58

tienen en cuenta puesto que argumentar es un acto complejo, donde sus

elementos tienen cada uno sus contenidos proposicionales. Adolfo León Gómez

considera no atender a esta condición una vez que se revisa su contenido.

Condiciones preparatorias.

Antecedentes del enunciado. Es condición preparatoria de la disculpa el hecho de

que el hablante crea que ha ocurrido un acto potencialmente dañino para el

oyente.

- El orador propone la tesis P al auditorio.

- El orador propone la tesis P al auditorio con base en Q.

- El orador cree que el auditorio acepta a P, y que de ser así, por tanto, aceptará

también a Q.

- La tesis P no puede ser equivalente a Q desde el punto de vista semántico. Sí lo

fuera, se caería en petición de principio.

Bajo los supuestos anteriores y su imposibilidad de validez se cae en una

argumentación ad hominem. ―La eficacia de una argumentación depende de la

aceptación del auditorio de la argumentación del orador. Para no caer en petición

de principio, el orador está obligado a tomar como punto de partida de la

argumentación las presunciones sobre aquello que su auditorio admite‖59.

Principios que serán más seguros sí existe un cuerpo de conocimiento común.

Perelman distingue entre acuerdos que se refieren a lo real (verdades, hechos,

presunciones) y acuerdos relativos a lo preferible (valores jerarquizas de valores y

lugares comunes de lo preferible).

- Adolfo León Gómez admite que se llama condición de fuerza o solidez del

argumento a aquella que otorga un grado de creencia mayor que la aceptación

que se da en otro del cual se confronta. Es decir, que la tesis P no puede ser más

fuerte que Q, puesto que el orador tiene un grado mayor de creencia que el grado

de aceptación que el auditorio le otorga a P y a Q a su vez.

59 Ibíd. Pág. 126.

Page 59: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

59

- La condición de pertinencia se refiere a que el orador considera importante a Q

para aceptar a P en el contexto y para los fines que la relación orador – auditorio

pretenden en la argumentación.

Una vez se aplican estas condiciones en la sentencia suponen que ésta misma

debe ser justa y conforme al derecho. ―Debe persuadir a tres clases de auditorios:

a los litigantes, a las instancias superiores y a la opinión pública de las razones

que justifican en derecho el fallo, sin descuidar elementos extrajurídicos de orden

social, moral, económico, político, etc., que pueden haber influido en la opinión del

juez‖60. De alguna forma, pueden establecerse sobre la equidad. El razonamiento

judicial debe adecuarse siempre a los auditorios a los que se dirige y a la materia

tratada así como la rama del derecho que le corresponde.

La sentecia debe mostrar razones totalmente comprobadas por las cuales se

vieron motivadas así como de la suficiencia conforme con el derecho en vigor. Una

vez se asienta en la jurisprudencia las sentencias en la medida en que cumplan

esta condición puede servirle a otras como precedente para hacer comprender el

alcance de una ley a la opinión pública. Nunca, pueden manifestar una opinión

subjetiva sino intersubjetiva, justificada siempre en el ordenamiento de los

aparatos de estado así como el dispositivo judicial.

Así mismo, a diferencia de otros periodos de aplicación del derecho, la prueba que

se tiene en derecho –que normalmente está llena de presunciones- debe de dar

vía libre a la argumentación la cual guiara la evidencia del juez o el jurado a la

hora de definir sobre determinada controversia.

60

Ibíd. Pág. 129.

Page 60: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

60

Condición de sinceridad.

Esta condición se refiera a la disposición mental del hablante y su criterio de

verdad para la confrontación que tiene con el auditorio. En este caso una disculpa,

por ejemplo, sólo vale cuando el hablante está de verdad arrepentido.

La condición de sinceridad se cumple siempre en la argumentación ad

humanitatem (auditorio universal) donde el orador debe formar parte de su

auditorio, por lo que debe tener las mismas creencias que éste. A su vez, esta

condición se da en la argumentación ad hominen, cuando el orador tiene los

mismos acuerdos con el auditorio, por lo que debe tener sus mismas creencias.

Una vez aplicada al derecho, sí bien ésta misma no es fundamental ni necesaria

en los procedimientos judiciales. Sin embargo, puesto que el abogado lo que

busca es lograr la adhesión al juez; su propósito va encaminado a postular los

acuerdos previamente establecidos en miras a la adhesión a obtener. El juez por

su parte, al redactar una sentencia, sólo tiene que observar su convicción para

implantar los hechos como establecidos en la medida en que haya hecho su

procedimiento en torno a los medios de prueba de una forma puramente legal. ―La

calificación de los hechos y las consecuencias jurídicas que de ello se extraen,

deben corresponder a una opinión común en materia de hechos o en materia de

derecho‖61. Y tal proceso bastará para su posterior aceptación.

Condición esencial.

Esta condición implica que el enunciado sea reconocido como un ejemplo del acto

ilocucionario en cuestión. Por tanto, comunicar P sobre la base de Q al auditorio

es un intento de persuadir al auditorio de P.

De igual forma, para que la argumentación sea efectiva es necesario que la

construcción del presunto auditorio no sea contraria a la realidad efectiva. La

61

Ibíd. Pág. 130.

Page 61: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

61

razón es que el auditorio siempre se da como una hipótesis que funda el orador, a

razón de lo que éste último conoce de los hombres, de las sociedades, de los

grupos en general, etc. Por tanto, lo más importante para que la argumentación

puede resultar persuasiva es que la edificación del auditorio sea lo más cercana

posible a la realidad.

Este proceso se manifiesta en la medida en que la justicia busca su adhesión

hacia las partes de la opinión pública; cuestión que lleva a asimilar que no es

suficiente con la indicación de que se haya tomado la decisión con apelación a

una autoridad competente en materia legal. En cambio, el encargado del proceso

jurisdiccional debe mostrar que es útil, equitativa y oportuna. Una vez a partir de

allí se acrecienta su autoridad; la argumentación servirá como proceso por el que

optará el juez en la explicitación de su uso y adecuación.

Capitulo 3. Lógica jurídica - Teoría de la argumentación.

3.1 Lógica jurídica

El estudio de la lógica jurídica supone de un lado, el inédito progreso histórico del

pensamiento jurídico desde los comienzos del siglo XIX, el que logra ulteriormente

consolidar de forma sistemática las técnicas de razonamiento de la nueva retórica

y su posterior práctica otorgada a partir de la argumentación en el derecho. La

lógica jurídica se encarga de la estructura del sistema jurídico y de la manera en

que se manifiestan las relaciones lógicas entre las normas jurídicas. Es una

disciplina que sirve de instrumento aplicado a la ciencia jurídica, con el fin de

perfeccionar el criterio de verdad sin el cual no es posible alcanzarse la justicia;

estableciendo contradicciones, inconsistencias y vacios proveídos en todo sistema

de derecho, y por ende, en la operatividad de su aplicación. En este sentido, aplica

un método de investigación para entender el estudio del derecho en la medida en

que forma un paradigma en el conocimiento jurídico, que infiere en resultados

perfectos, es decir, en razonamientos que son totalmente certeros -como los que

Page 62: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

62

nos puede dar las matemáticas- obteniendo su principal fuente del conocimiento

en la razón, ―no experimentable‖, y en el uso del lenguaje simbólico del derecho.

De esta forma, la lógica jurídica se consolida como un método de investigación

para entender al derecho, que le pretende pensar rectamente, y se extiende en

tanto es un proceso intelectual ordenado, desde su forma de adquirir

razonamientos correctos o formalmente válidos propio de la lógica formal hacia la

conducción del conocimiento verdadero que le es propio a la lógica dialéctica. Su

forma de conducción propia es el razonamiento jurídico que se caracteriza por ser

propiamente un amalgama de lógica y retórica, y se consolida en la argumentación

jurídica en tanto es un componente fundamental, que busca la coherencia y

verosimilitud del razonamiento jurídico y por tanto de su aplicación en la lógica

jurídica como disciplina autónoma.

En este punto, he de problematizar –sin ahondar en el tema- la forma en que

tradicionalmente la lógica jurídica, sobre todo, desde las magnas consecuencias

del derecho en su aplicación (en los periodos aproximados a la segunda guerra

mundial se realizo un importante punto de quiebre), se basaron en la

magnificencia de la ley sobre todo abordando posturas que daban prioridad a la

norma y en si al positivismo; sobre las que también, imperaba el método

deductivo. Para dar un caso, sólo en particular sobre una compostura de este

tipo, es preciso recordar la forma en que define un autor como Kalinowski a la

lógica jurídica: ―es aquella parte de la lógica que examina desde el punto de vista

formal las operaciones intelectuales de los juristas‖62. Este autor, tanto como

U.Klug, volcaban sobre cierto tipo de reduccionismo al desconocer en sus

razonamientos los argumentos no necesarios. Más aún, cuando caían en la

penumbra de asimilar la inferencia de tipo lógica con la argumentación. La nueva

postura de Perelman –con relación a dos baluartes de este tipo de estudio jurídico

62 Adolfo León Gómez, María Sandra Naranjo, Alejandro Patiño, Pedro J. Posada. Argumentación, actos lingüísticos y lógica Jurídica. Editorial Universidad del Valle. Cali. 1998. Pág. 141.

Page 63: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

63

como Manuel Atienza y Robert Alexy- sostienen que las concepciones recientes

del derecho le hacen ver como una actividad y que por tanto es lenguaje en

acción, es decir, lenguaje que está destinado a persuadir y convencer con la

finalidad de establecer en el caso del derecho, una pretensión de justicia y de

verdad. Por tanto, en la acepción de la lógica jurídica de Perelman y/o la nueva

retorica se pretende de alguna forma realizar ―una contraposición‖ a los modelos

tradicionales que implementaban una teoría pura del derecho con el fin de dar

paso a los juicios de valor, y en definitiva, a su carácter de razonabilidad.

Ahora bien, cuando se considera la lógica jurídica como la parte de la lógica que

analiza desde el punto de vista formal las operaciones intelectuales de los juristas.

De alguna forma se oscila en el riesgo de caer en un reduccionismo, el cual de

una u otra forma niega todo interés al argumento <<no necesario>>. Entre las

diferentes aplicaciones de las leyes y reglas lógicas universales, hay algunas

hechas por juristas en el campo de un saber jurídico cualquiera. De donde resulta

interesante y útil analizar las aplicaciones de las leyes y reglas lógicas en los

diversos campos de los saberes jurídicos; el cual incluso lleva a registrar la

relatividad del razonamiento jurídico. Sin embargo, cabe resaltar la idea

tradicional que hace constatar que el derecho ha estado dominado, durante

muchos siglos, por la aspiración a una justicia absoluta, de donde es primordial

concebir su aspiración racional –diferente a una de tipo teológico-. Desde esta

representación, el papel del jurista residiría en preparar, a través de sus

reflexiones y de sus análisis, la solución más justa de cada caso concreto. Y

aunque su aplicación pueda crear múltiples controversias, su solución más justa

resultaría no precisamente de la aplicación indiscutible de unas reglas

indiscutidas, sino más bien, de la confrontación de opiniones opuestas y de una

subsiguiente decisión por vía de autoridad.

En este punto, se hace preciso comprender que el razonamiento jurídico ha traído

consigo, sin lugar a duda, la responsabilidad de aquel que de una u otra forma va

a tomar la decisión en derecho, bien sea este magistrado, legislador, o funcionario,

Page 64: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

64

etc. El compromiso personal es inevitable cualesquiera que sean las razones que

pueda citar a favor de las tesis adoptadas, pues son raras las situaciones en que

las buenas razones que militan a favor de una solución, no resultan neutralizadas

por las razones más o menos buenas que concurren a favor de una solución

diferente. Y he allí la importancia en la toma de decisiones y la apreciación del

valor de las razones en lo que respecta a uno u otro individuo, así como lo que

subraya el carácter personal de la decisión tomada.

Aquel que argumenta y busca influenciar a través de su discurso, no puede evitar

efectuar distintas opciones. Estas opciones se refieren a las tesis sobre las que

debe de posar la argumentación y la forma en que ha de formularlas. Para quien

debe tomar posición es esencial instaurar los puntos de desacuerdo, para que a

partir de ellos, se transporten los discursos a un plano sobre el que las tesis

contrastadas se cotejen, y en que los argumentos utilizados a favor de la primera

solución se establezcan como objeciones frente a la segunda o viceversa. Para

que la argumentación a su vez ejerza influencia es preciso que se escuche

predilectamente con interés o con una cierta dosis de buena voluntad. Así mismo,

para que la argumentación sea eficaz y pueda lograr un efecto o influencia más o

menos importante sobre el auditorio, es necesario no sólo que se ligue el efecto de

argumentos aislados, sino también del conjunto del discurso, es decir, de la

interacción entre argumentos y argumentos que surgen abiertamente a la mente

de aquel que atiende el discurso.

El discurso sirve como forma para garantizar la organización de la argumentación

del orador, sobre el que los argumentos se ubican, en virtud de una opción

meditada, en un orden establecido. Por lo que el criterio básico por el que el

orador logra llegar adecuadamente a este respecto es la eficacia. El orden

mediante el cual los argumentos pueden ser presentados se determina por la

manera en que el auditorio logra estar adecuado para acogerlos, por lo que resulta

que en la medida en que logran surtir efecto sobre el auditorio, el discurso va

alterando aquel orden.

Page 65: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

65

El derecho como los estudios que de él se desprenden se construye a través de

controversias y de opiniones dialécticas o de argumentaciones en sentido diverso.

Las posibles posturas y relaciones que se puedan manifestar tratan más bien,

como en el caso de los diálogos platónicos63, de ubicar al adversario en una

postura que no le favorezca, es decir, de hacerle caer en el error y demostrar que

los argumentos de los que se había servido eran inoportunos, insignes o

arbitrarios, y que la solución que preconizaba era injusta o al menos ―no

razonable‖. Por ejemplo, aquel que ignore las opiniones y las convicciones de

aquellos a quienes se dirige, podría, dado el caso de que su auditorio64 se

comprima a una persona o a un pequeño grupo de personas, atestiguar, a partir

del método de las preguntas y de las respuestas -utilizado en los diálogos

platónicos- sobre las tesis admitidas por sus interlocutores. Sin embargo, sí se

encontrará bajo otras posibilidades y el orador no pudiese derivar sus

razonamientos de ésta forma, sin duda, estaría obligado a derivar sus

razonamientos desde presunciones o hipótesis sobre aquello que en realidad el

auditorio asiente.

La idea de razón, sobre todo en sus aplicaciones prácticas, une con lo que es

razonable creer y tiene lazos irrebatibles con la idea de sentido común. Una de las

tareas de la filosofía es precisar y sistematizar las ideas que tienen este sentido

común, eliminando las ambigüedades y las confusiones, así como las

incompatibilidades que pudiesen subyacer. Con relación a estas cuestiones, se

puede considerar que la argumentación no puede vislumbrarse exclusivamente en

torno a cuestiones de verdad, pues, la adhesión a una tesis puede elegirse por

diversas razones, bien sea por ser más equitativa, más pertinente, más razonable,

63 En este tipo de diálogos la controversia tenía por objeto, de un lado, excluir algunos argumentos, evidenciando que no aquellos no eran pertinentes, y de otro lado, eliminar algunas de las soluciones preconizadas por no ser razonables, eso sí, claro estaba, sin imponer un determinado tipo de argumento o una solución establecida como necesaria. 64 El auditorio se define como el conjunto de aquellos individuos a quienes se dirige el esfuerzo de persuasión, en lugar de aquellos que simplemente escuchan un discurso determinado. Puede ocurrir el caso, de que cada uno de los oradores se dirija sólo a una parte del auditorio, a sus partidarios, que admitirán sin dificultad las premisas y la argumentación.

Page 66: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

66

más actual, más oportuna, o mejor adaptada a la situación, entre otras. Perelman

en su obra: ―<<la lógica jurídica y la nueva retórica>>, crítica la pretensión de

asimilar el razonamiento jurídico al de las ciencias naturales o formales‖65. Para

esto, se vale de los razonamientos jurídicos, los cuales hacen parte de los

reótirocs que no buscan establecer demostraciones científicas, sino guiar en las

deliberaciones y controversias. En tal sentido, en clara oposición con los métodos

de la lógica formal, toda argumentación debe partir de tesis a las que se adhieran

aquellos a quienes queremos persuadir o convencer.

En derecho en la medida en que se requiere de la influencia de la lógica, así como

del complemento de una teoría de la argumentación, se requiere además de la

teoría de la demostración que ha sido obtenida. El razonamiento en el cual se

basan las decisiones como punto clave de una demostración, no tiene como punto

de partida una decisión de justicia, no surge de la lógica jurídica, sino de la

argumentación. Por esta razón, todo análisis argumentativo debe iniciar con la

revisión lógica de su estructura, y Perelman asevera con seguridad que en las

argumentaciones no se trata de realizar inferencias precisas como en la

matemática, sino de utilizar diversos instrumentos lingüísticos para convencer a

los interlocutores

Dentro del contexto del derecho, también es completamente elemental que las

problemáticas que surgen en su área concluyan dentro de un tiempo determinable

con el fin de alcanzar una solución en términos de justicia. Por ello es necesario

que puedan existir soluciones definitivas y evitar que desde el principio se

produzcan debates interminables respecto al auditorio competente para decidir

sobre su solución; lo que consolida un tiempo y reglas determinadas a los cuadros

determinados en el ámbito jurídico. Por ejemplo, cuando se inserta el argumento a

fortiori (argumentar a partir de una conclusión aceptada hacia otra aún más

evidente) en un orden jurídico se permite guiar al juez y justificar su decisión. Este

65

Ibíd. Pág. 109.

Page 67: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

67

tipo de argumento se apoya sobre la ratio decidendi66 o razón alegada para

resolver el caso anterior de una manera determinada, fundándose igualmente en

el espíritu de la ley. El argumento a fortiori pretende que la razón alegada a favor

de una conducta o de una regla en un caso determinado, se imponga con una

fuerza todavía mayor en el caso actual. No es en sí mismo específicamente

jurídico. Por ejemplo: Jesús recuerda a sus discípulos que dios no deja de mirar

por los pájaros del cielo, por lo tanto, no se desinteresará tampoco de la suerte de

los hombres.

El juez, consciente de su responsabilidad –bien sea a partir de este tipo de

argumento o de cualquier otro- al tratar de justificar su decisión, sólo se siente

seguro cuando la inserta en un conjunto de decisiones que él prolonga y completa,

dentro de un orden jurídico formado por los precedentes y, en su caso, por el

legislador. Para este propósito necesita lograr la adhesión de la audiencia a una

tesis determinada la cual dependerá de la vinculación que ésta guarde con las

premisas que le han sido expuestas. Como en esta postura retórica la opinión de

los oyentes es vital, se da pie a la posibilidad de que la misma tesis no sea

juzgada desde la dicotomía verdad/falsedad, sino más bien, desde la de lo

admisible/lo inadmisible, según sea el esquema de valores e ideas vigente en la

audiencia. Precisamente porque este modo de solución no es propio de un

proceso analítico.

3.2 Técnicas argumentativas

-Clasificación de los argumentos

En el Tratado de la argumentación Perelman y Olbrecht-Tyteca especifican una

clasificación general de las técnicas argumentativas, de los argumentos con la

66

Ésta expresión es utilizada del latín que significa "razón suficiente" o “razón para decidir”, y hace referencia a los argumentos que efectúa el juez o tribunal competente en la consideración de una sentencia o algún tipo de resolución judicial, la cual a su vez consolidan la base de la decisión del tribunal acerca de la materia que se somete para su conocimiento. En definitiva, es la razón para decidir, justificada en la motivación principal que movió la resolución de la sentencia.

Page 68: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

68

intención de mostrar su superposición, así como el efecto práctico y efectivo de la

argumentación. Esta categorización se caracteriza en dos grupos, según se vean

como procedimientos de enlace o de disociación. Según Perelman: ―Por

procedimientos de enlace entendemos aquellos esquemas que unen elementos

distintos y permiten establecer entre estos elementos una solidaridad que

pretenda, bien estructurarlos, bien valorarlos positiva o negativamente‖67. Mientras

que por procedimiento de disociación: ―comprendemos aquellas técnicas de

ruptura cuyo objetivo es disociar, Separar, desolidarizar, elementos considerados

componentes de un lado o, al menos, de un conjunto solidario en el seno de un

mismo sistema de pensamiento‖68.

A su vez, los de enlace se clasifican en: argumentos cuasilógicos, cuya fuerza

deriva de su proximidad con argumentos puramente lógicos o matemáticos, los

argumentos basados sobre la estructura de lo real, bien sean éstos enlaces de

sucesión o enlaces de coexistencia, y los argumentos que instituyen la estructura de

lo real tomando como fundamento el caso particular o la semejanza de estructuras

existentes entre elementos pertenecientes a dominios distintos, es decir, por

analogía. Los de disociación tendrán por resultado transformar semejante sistema

variando ciertas nociones que constituyen sus piezas maestras. Es decir, separa

el modo bien estructurado en el que se encuentran algunos argumentos, con el fin

de caracterizar los cambios que introduce en las diferentes nociones porque

tienden menos a utilizar el lenguaje admitido que a proceder a un modelado

nuevo. De ahí que estos procedimientos de disociación sean característicos de

todo pensamiento filosófico original. Ambos, cumplen características tanto lógicas

como psicológicas del pensamiento de unir y desunir diferentes argumentos

siempre y cuando un todo se encuentre bien estructurado. En este punto, será útil

ofrecer las características generales de las más importantes técnicas

argumentativas estudiadas en el tratado de la argumentación, por lo cual se

procederá a realizar su respectivo análisis.

67 CH. Perelman y Olbrechts – Tyteca. Tratado de la argumentación. La nueva retórica. Trad. Julia Sevilla Muñoz. Biblioteca Románica Hispánica. Editorial Gredos Madrid. 1989. Pág. 299. 68

Ibíd. Pág. 299 y 300.

Page 69: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

69

La clasificación de los argumentos realizada por Perelman resulta ser ostensible y

compleja, con el fin de lograr este arduo propósito ha de parafrasearse la

concepción que realiza Manuel Atienza en su obra: “las razones del derecho”. De

forma general, su categorización se puede agrupar dentro de cinco conjuntos

comprendidos en dos grupos a saber: Los argumentos de enlace o asociación y

los argumentos de disociación. Esta clasificación se pretende explicar - en forma

generalizada- a través de una vía general acorde a su significación que podría

compendiarse de la siguiente forma:

—argumentos cuasilógicos: lógicos, contradicción, identidad, completa:

definición, parcial, regla de justicia, reciprocidad, transitividad, matemáticos, de

inclusión, relación parte-todo, relación parte-parte de un todo, dilema,

argumentos jurídicos, a pari, a contrario, de comparación: argumento del

sacrificio, probabilidades.

— argumentos basados en la estructura de lo real: enlaces de sucesión, basados

en el nexo casual, argumento paradigmático, relación hecho-consecuencia y

medio-fin, argumentación por etapas, argumento del despilfarro, argumento de la

dirección, argumento de la superación, enlaces de coexistencia, relación acto-

persona: argumento de autoridad, relación individuo-grupo, relación simbólica,

doble jerarquía, diferencias de grado y de orden.

— argumentos que fundan la estructura de lo real: argumentación por el caso

particular, ejemplo, ilustración, modelo, razonamiento por analogía.

— De disociación: Ruptura de enlace y disociación, las parejas filosóficas, La

expresión de las disociaciones, los enunciados que animan a la disociación, las

definiciones disociativas.

— Interacción y fuerza de los argumentos: la apreciación de la fuerza de los

argumentos, la interacción por convergencia, la amplitud de la argumentación, los

paliativos contra los riesgos de la amplitud de los argumentos.

Page 70: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

70

Argumentos cuasilógicos

Los argumentos cuasi-lógicos derivan su fuerza persuasiva de su

emparentamiento con los razonamientos formales como los de tipo lógico y la

prueba matemática. En la medida en que se basan en estructuras lógicas -en

sentido estricto- establecen una relativa solidaridad entre el argumento y distintas

estructuras lógico-matemáticas, con el objeto de intentar transferir el valor de la

estructura formal al argumento. Los argumentos cuasilógicos, pueden hacer

referencia a la noción de contradicción, de identidad, la reciprocidad y de

transitividad, también pueden incluir relaciones de división - donde se involucra la

proporción parte-todo-, la reciprocidad, comparación, sacrificio y probabilidad. En

su caso, la definición es un acercamiento cuasilógico común que se utiliza no ya

para establecer el significado de un término, sino también para acentuar ciertas

características de un objeto adecuadas al propósito persuasivo. A su vez, esta

forma de argumentación nunca puede resultar una prueba precisa pero puede ser

retóricamente positiva.

Acerca de la incompatibilidad de los argumentos cuasilógicos el autor afirma que:

cuando los enunciados son totalmente unívocos como en el caso de los sistemas

formales en los que se necesita de los simples signos y de su apropiada

combinación para convertir una contradicción determinada como innegable. No es

posible hallar ninguna otra posibilidad distinta a la evidencia, así, como es

imposible proceder tal como se hace mención a enunciados del lenguaje natural,

cuyos términos pueden ser interpretados de múltiples maneras formas. Por esto,

es normal pensar que un individuo no desea decir algo absurdo, justo cuando

mantiene al mismo tiempo una proposición y su negación, de donde subyace el

interrogante: ¿cómo es posible interpretar lo que dice para evitar la incoherencia?

Y es que, precisamente, es que es muy raro que pueda considerarse al lenguaje

argumentativo como absolutamente univoco, a la manera en que funciona en

sistema formalizado.

Page 71: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

71

De lo anterior, afirma Perelman al respecto: ―La contradicción lógica, discernible

de forma puramente formal constituye un todo con el sistema, y es independiente

de nuestra voluntad y de las contingencias, pues es ineluctable en el marco de las

convenciones admitidas. No sucede lo mismo en la argumentación en la cual sólo

rara vez aparecen explicadas del todo las premisas‖69. Pues, a éstas últimas en

muy pocas veces se las define de forma completamente univoca, en cualquier

debate el campo y las condiciones de aplicación varían con las circunstancias de

las que, además forman parte las decisiones. El caso en el que la incompatibilidad

depende de una decisión parece ser el más alejado del de la contradicción formal,

porque, en lugar de imponerse, esta incompatibilidad está planteada, y porque se

puede esperar que una decisión nueva le suprima eventualmente.

En el plano de un discurso no formal, no surgen tanto contradicciones en sentido

estricto como incompatibilidades70; pues, mientras que la contradicción formal se

vincula con la noción de absurdo, la de incompatibilidad va ligada con la de ridículo.

Una afirmación resulta por ser ridícula cuando entra en conflicto, sin justificación,

con una opinión admitida; el ridículo podría lograrse a partir de de la ironía, que es

un procedimiento consistente en querer hacer entender lo contrario de lo que se

dice; el uso de la ironía implica, así, un tipo de argumentación indirecta que viene

a equivaler al argumento por reducción al absurdo en geometría.

Por lo que se refiere a la noción de identidad se puede aseverar que una identidad

formal se consolida como una evidencia establecida convencionalmente que, de

cualquier forma escapa a la controversia y a la argumentación. Sin embargo, en el

caso de las identificaciones que se encuentran dentro del discurso ordinario se

obra de otra manera, y apelan a ésta en la medida en que son argumentos

cuasilógicos la identificación de entes, acontecimientos o conceptos, cuando esta

operación no se considera ni arbitraria ni evidente. Dentro de éstas se pueden

distinguir dos procedimientos distintos que son: la identidad completa y la

69

Ibíd. Pág. 307. 70

Las incompatibilidades se diferencian de las contradicciones en que su existencia está en función de las circunstancias, es decir, no tienen un carácter abstracto como las otras.

Page 72: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

72

identidad parcial. El procedimiento más característico de identidad completa es la

definición, que puede travesear un doble paraje dentro de la argumentación, ante

todo cuando existen varias definiciones de un término del lenguaje natural. Pues,

de un lado, las definiciones pueden justificarse con ayuda de argumentaciones, y

de otro lado, las definiciones son argumentos mismos, es decir, funcionan en la

medida en que hacen progresar el razonamiento. Conforme a la identidad parcial

se puede diferenciar entre la regla de justicia –la cual deja presentar como

argumentación cuasilógica el uso del precedente- y los argumentos de

reciprocidad, que llevan a la aplicación del mismo trato a situaciones que no son

idénticas, sino simétricas71, por lo que resulta que, el principio de reciprocidad

sobre el cual se basa una moral que sea humanista72, puede justificar la aplicación

de la regla de justicia.

Los argumentos que se basan en la noción de transitividad determinan que la

propiedad formal de una relación permite pasar de la afirmación de que ella existe

entre un término y un segundo, entre el segundo y un tercer a la conclusión, de la

que se da entre el primer término y el tercero. Por tanto, una relación es transitiva

sí a R c es verdadera cuando las premisas son a R b y b R c. Argumentos que son

especialmente aplicables cuando existen relaciones de solidaridad, por ejemplo, los

amigos de tus amigos son mis amigos y antagonismo, cuando se trata de ordenar

acontecimientos o entes sobre los cuales no puede existir en sentido estricto una

confrontación directa, por ejemplo, sí X es mejor que Y y Y es mejor que Z,

entonces X es mejor que Z.

La noción matemática de inclusión se puede comprender en la medida en que existe

una relación entre las partes con el todo y viceversa, pues desde allí, es también

de donde surgen diversos tipos de argumentos, por ejemplo: el valor de la parte es

proporcional a lo que representa en comparación con el todo, o bien sea, la

relación entre las partes resultantes de la división de un todo. Dicho de otro modo,

71

Una relación es simétrica en la medida en que sí a B c, entonces, también a B c. 72

Como por ejemplo un mandato propio de la religión cristiana sobre el que se asevere: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti, o, cualquier mandato acorde al imperativo categórico kantiano que defienda el criterio de la ley por lo que representa la ley misma y por su respeto.

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73

la relación que pudiese existir entre las especies y el género. El argumento de la

división que es lo que de allí se obtiene, es la base del dilema de donde cada una

de sus formas reside en mostrar que de dos posibles opciones que se presentan

en una situación, ambas llegan a un resultado que resultar por ser inadmisible.

Cuestión que, aplicada en el contexto de derecho ha dado origen a dos clases de

razonamientos: el razonamiento a pari, es decir, aquello que vale para una

especie vale también para otra especie del mismo género, o, el razonamiento a

contrario, sí lo que vale para una no vale para la otra, y por tanto deben oponerse.

Se entiende que esta última es una excepción a una regla sobreentendida

referente al género. En definitiva, esta noción permite la aplicación de un esquema

argumentativo el cual supone una decisión referente a la importancia de las

razones que se presentan a favor de su asimilación o diferenciación, y por tanto,

sólo el contexto podría dar una interpretación según sea el caso.

En los argumentos de comparación (en los que subyace la idea de medida,

susceptible hasta cierto punto de prueba) se confrontan varios objetos para

evaluarlos unos en relación con otros. Un argumento de comparación

frecuentemente usado es el que se vale del sacrificio que se está dispuesto a

sufrir para obtener cierto resultado y que está en la base de todo sistema de

intercambio económico (por ejemplo, en la compra- venta), aunque el argumento

no se limita al campo económico. Por su parte, los argumentos que se basan en la

noción de probabilidad han sido característicos de la tradición utilitarista, y uno de los

efectos de su uso es el de dotar de un carácter más empírico al problema sobre el que

se discute.

Argumentos basados en la estructura de lo real

Este tipo de argumentos pretenden servirse del aspecto racional de los

argumentos cuasilógicos con el fin de establecer una solidaridad entre los juicios

admitidos que intenta promover, y en tal sentido, se dirige a las ideas del

auditorio sobre el modo en que está estructurada la realidad. Estos argumentos

funcionan como estructura argumentativa según lo dice Perelman: ―cuando dos

Page 74: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

74

elementos de lo real están asociados entre sí, en un nexo reconocido, es posible

fundar sobre este nexo una argumentación que permita pasar de lo que se admite

a lo que uno quiere hacer admitir. Entre estos argumentos se distinguen: ―la

argumentación que se basa en relación secuencial‖ y la ―argumentación que se

basa en relación coexistencial‖73.

En la argumentación que se basa en relación secuencial, se da un fenómeno que

es relacionado con sus resultados o consecuencias, en donde se presentan varias

premisas donde una no es sino una etapa previa para llegar a otra dentro de una

progresión que podría ser indefinida; se supone que la última premisa mencionada

es la que tiene más fuerza y es al lugar donde desea llegar verdaderamente el

orador. Aquí se incluye, por ejemplo, el argumento pragmático, que permite

apreciar un acto o un acontecimiento con arreglo a sus consecuencias favorables o

desfavorables. Este tipo de argumento juega un papel tan esencial que a veces se

ha querido reducir a él toda argumentación razonable. El fracaso de una empresa

o de una existencia puede, por ejemplo, servir de criterio de su irracionalidad o de

su inautenticidad. Sin embargo, Perelman se plantea un interrogante al respecto:

―¿Cómo detenerse en la cadena indefinida de las consecuencias de un acto y

como imputar a una sola causa las consecuencias que resultan frecuentemente de

un concurso de varios acontecimientos?‖74. Lo que resulta por no ser aceptable,

pues, es totalmente establecer todas las consecuencias de un acto, que quizás se

podrían resolver recurriendo sólo a argumentos de otros tipos. De igual forma, son

argumentos de un enlace de sucesión aquellos que consisten en interpretar un

acontecimiento según la relación medio – fin75, o, todos aquellos en general que

se basan en ésta relación y resultan tan importantes en la filosofía política.

Así mismo, dentro de éstos argumentos se incluyen aquellos que se describen en la

sucesión de dos o más acontecimientos, que a diferencia, sí bien no excluyen la

73

Chaim Perelman. El imperio retórico. Retórica y argumentación. Trad. de Adolfo León Gómez Giraldo. Editorial Norma S.A. Santa Fe de Bogotá. 1997. Pág. 113. 74

Ibíd. Pág. 116. 75

A diferencia de las consecuencias, los fines se pretenden, es decir, que tienen un carácter totalmente voluntario.

Page 75: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

75

idea de causalidad, ésta no está presente como en los de otro tipo en un primer

plano. Pues, por ejemplo, sí se ha iniciado una obra de índole determinada y se han

aceptado sacrificios que serían inútiles en caso de renunciar a la empresa se hace

totalmente viable proseguir en la misma dirección; argumento que es denominado

del despilfarro. Se acompaña también del argumento de la dirección, que reside

en la advertencia contra el uso del procedimiento de las etapas –ceder cada vez

más consiste en ceder cada vez más un poco más hasta llegar a la meta- o, a su

vez, con el argumento de la superación, el cual supone la posibilidad de arribar en

un sentido determinado sin que se vislumbre un límite en tal dirección, además de

darse con un una ampliación continua de valor.

En la argumentación que se basa en relación coexistencial, existe una persona

que es relacionada con sus acciones, con un grupo con sus miembros

constituyentes –o más generalmente– una esencia con sus manifestaciones. Su

importancia radica porque según como lo afirma Perelman: ―la moral y el derecho

necesitan las nociones de persona y de acto en su enlace e independencia

relativa. La moral y el derecho juzgan a la vez el acto y al agente‖76. Y no podrían

conformarse con tener en consideración sólo uno de estos dos elementos

precisamente porque se le juzga al individuo, y no a sus actos y se admite que es

solidario con los actos que ha cometido. Sin embargo, es en razón a los actos del

sujeto éstos se pueden calificar independientemente de la persona. La relación a

cada cosa con la persona da lugar a diversos tipos de argumentos, la cual puede

manifestarse tanto en los actos que influyen sobre la concepción de la persona,

como que la persona intervenga sobre sus actos; o bien sea el caso, en el que se

manifiestan relaciones de interacción en las cuales no es posible dar relevancia a

ninguno de los elementos.

En el argumento de autoridad, por ejemplo, se da un tipo característico de

manifestación basada en la relación acto-persona, y, en particular en el prestigio

de una persona o grupo de personas, la cual se sirve a su vez de dicha relación

76

CH. Perelman y Olbrechts – Tyteca. Tratado de la argumentación. La nueva retórica. Trad. Julia Sevilla Muñoz. Biblioteca Románica Hispánica. Editorial Gredos Madrid. 1989. Pág. 455.

Page 76: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

76

como medio de prueba a favor de una tesis. Es indudable que, este tipo de

argumento es totalmente legítimo en cuanto no puede ponerse en cuestión, pues,

se suministra especialmente cuando la argumentación trata con problemas que no

conciernen simplemente a la noción de verdad. Sí vemos el caso del derecho,

siempre el precedente judicial se basa en la noción de autoridad. Todas las

relaciones que surgen entre un grupo y sus determinados integrantes logran

observarse en un sentido connaturalmente semejante a la relación que existe entre

acto-persona. Y lo mismo ocurre cuando se conectan fenómenos específicos con

otros que son considerados a partir de la expresión de una esencia.

Así mismo, los enlaces de coexistencia unen dos realidades de nivel desigual, al

ser una más fundamental, más explicativa que la otra. El carácter más

estructurado de uno de los términos es lo que distingue esta clase de enlace, al

ser totalmente secundario el orden temporal. ―Hablamos de enlaces de

coexistencia no para insistir en la simultaneidad de los términos, sino para oponer

este tipo de enlaces de lo real a los enlaces de sucesión en los cuales es

primordial el orden temporal‖77. Por su parte, los argumentos que pueden ser más

complejos como lo es el argumento de doble jerarquía, por ejemplo, la jerarquía de

las personas lleva una gradación de las emociones que emanan de ellas –es

necesario tener en cuenta que una jerarquía entre valores se justifica por medio de

otra jerarquía-. Y también los denominados argumentos relativos a las diferencias

de grado y de orden; un cambio de grado o cuantitativo puede dar origen a un

cambio de naturaleza, lo que da lugar a diversos tipos de argumentos. Mientras

que, un cambio cualitativo puede sustentar que no es posible realizar una acción

que involucre un cambio del primer tipo sí existen criterios para determinar que no

es posible desear un cambio del segundo tipo.

Es viable acercar los enlaces de coexistencia a vínculos simbólicos, los cuales

unen el símbolo a lo que simboliza con la intención de consolidar entre ambos una

relación de participación. La relación que existe entre el signo y el símbolo es

77

CH. Perelman y Olbrechts – Tyteca. Tratado de la argumentación. La nueva retórica. Trad. Julia Sevilla Muñoz. Biblioteca Románica Hispánica. Editorial Gredos Madrid. 1989. Pág. 451.

Page 77: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

77

simplemente convencional, por ejemplo: una cruz ha sido figurada como la

representación de la religión judeocristiana. En definitiva, se puede concluir que en

los argumentos fundados sobre lo real se requieren nexos de sucesión, como la

relación causa efecto, o nexos de coexistencia, como la relación entre las

personas y sus actos.

Argumentos que fundan la estructura de lo real

Los argumentos que fundan la estructura de lo real son de caso particular el cual

se refieren, de un lado, a una regularidad empírica que se establece tras señalar

un ―ejemplo‖ como caso especifico, o de otro lado, a casos que funcionan por su

semejanza, es decir, por su relación de ―analogía‖. Este tipo de argumentación

puede ser una generalización dada sobre la base de una o más entidades

específicas o puede darse ―argumentando de lo específico a lo específico‖, lo que

se denomina exactamente <<argumento por comparación con otros>>. Se puede

dar la cuestión en que un caso particular sirva para permitir una generalización: en

el caso de las ciencias se intenta la formulación de una ley general, mientras que

en caso del derecho, la invocación del precedente funciona para discurrirlo como

un ejemplo que establece una nueva regla nueva que da a lugar a la manifestada

en la ratio decidendi. Un caso concreto de argumentación por ejemplo es la

argumentación sobre la base del modelo, sobre la que el hablante trata de

persuadir a su audiencia de que actué de una forma especial acudiendo al

prestigio de aquel que le sirve de modelo. La ilustración que se da también en este

caso a diferencia del ejemplo específico, refuerza -aunque no fundamenta- una

regularidad que ha sido previamente establecida. De tal forma, cualquier

disposición jurídica servirá como ilustración de un principio general en cuanto

manifiesta aquel el principio al que distintamente, no atribuye su existencia. En el

modelo jurídico, un determinado comportamiento podrá valer para estimular una

acción que ha sido inspirada en el mismo.

El razonamiento por analogía funciona en cierta medida como una proporción –

aunque no se toma su acepción en un sentido matemático- en la medida en que

Page 78: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

78

afirma una semejanza de relaciones en lugar de una semejanza de igualdad. Se

concibe por tanto, como una similitud de estructuras cuya fórmula da una afirmación

por simetría que conducen a ecuaciones como: ―ad – cb = 0, en la analogía se

afirma que a es a b como c es a d. No se trata ya de una división, sino de una

relación cualquiera que se asimila a otra relación. Entre la pareja a – b, -el tema de

la analogía –y la pareja c-d –el foro de la analogía-‖78. La igualdad simétrica no se

afirma por definición, sino que se da en una asimilación que tiene por fin aclarar,

estructurar y evaluar gracias a lo que se sabe del foro, lo que implica que el mismo

proviene de un dominio heterogéneo, puesto que es mejor conocido que el tema.

Sí surgen casos que han sido no previstos estos son al derecho lo que las lagunas

a la superficie terrestre donde se deben de cumplir las siguientes condiciones:

- Sobre el conjunto de los términos C y D, llamado foro, debe ser mejor conocido que

el conjunto de los términos A y B, llamado tema. Por tanto, el foro es el que permite

aclarar la estructura o instaurar el valor del tema.

- Entre el tema y el foro debe existir una relación de asimetría, de tal forma A/B =C/D

no puede afirmar también C/ D = A/B. Es precisamente en ésta condición que se

diferencia la analogía de una simple proporción matemática (por ejemplo 2/4 = 4/8,

entonces también vale 4/8 = 2/4).

- Tema y foro deben pertenecer a dominios diferentes; dado el caso en que

pertenezcan a un mismo dominio y se puedan subsumir bajo una estructura

común se daría propiamente una ilustración, lo que ya ha sido dicho de otro modo.

- La relación de semejanza es una relación que se funda entre estructuras, no

propiamente entre términos; no es tanto, una relación de semejanza como sí una

semejanza de relaciones. Así se diferencia la analogía de la identidad parcial, del

argumento a pari y de la metáfora que es considerada como una ―analogía

condensada‖. Según Perelman, la metáfora, es pues, el resultado de la fusión de un

elemento del foro con un elemento del tema. Acorde a los ejemplos anteriores, se

utiliza una metáfora cuando se llama a un caso que ha sido no previsto <A> una

laguna del derecho <C de B>.

78

Chaim Perelman. El imperio retórico. Retórica y argumentación. Trad. de Adolfo León Gómez Giraldo. Editorial Norma S.A. Santa Fe de Bogotá. 1997. Pág. 113.

Page 79: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

79

En definitiva, Perelman considera que todos los casos de analogía no coinciden con

lo que los juristas nombran, es decir, con el argumento a simili o a pari, y de ahí el

mismo autor piense que no tiene gran importancia en el derecho.

Argumentos de disociación

Este tipo de argumentos hacen referencia a la separación de elementos que

fueron considerados como parte de una misma entidad. Mientras que las técnicas

de ruptura de enlaces consisten en afirmar que están indebidamente asociados

elementos que deberían permanecer separados e independientes como los

argumentos de asociación. La disociación presupone la unidad primitiva de dos

elementos confundidos en el seno de una misma concepción. En palabras de

Perelman: ―La disociación de las nociones determina una revisión más o menos

profunda de los datos conceptuales que sirven de fundamento a la argumentación;

en este caso, ya no se trata de romper los hilos que enlazan los elementos

aislados, sino de modificar su propia estructura‖79. Básicamente, dentro de esta

técnica se pretende la búsqueda de nuevas soluciones a través de la división de

aquello que puede encontrarse en una unidad, como de la modificación de

aquellos argumentos dados por nuevas subdivisiones; por lo que su resultado

siempre será una diferenciación de una noción que existe dentro de dos.

Dentro del contexto del auditorio los argumentos por disociación resultan

atrayentes puesto que muestran pares polarizados de opiniones o puntos de vista

por lo que suelen usarse para radicalizar la argumentación. El objetivo del

hablante que se manifiesta es hacer que su audiencia acepte el nuevo significado

del término y abandone el viejo. Cuestión que puede añadirse al efecto

persuasivo general dentro de la argumentación. ―Un ejemplo de utilización de un

argumento de disociación lo constituye la introducción por un jurista de una

79

CH. Perelman y Olbrechts – Tyteca. Tratado de la argumentación. La nueva retórica. Trad. Julia Sevilla Muñoz. Biblioteca Románica Hispánica. Editorial Gredos Madrid. 1989. Pág. 628.

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80

distinción dirigida a conciliar normas que de otra forma serían incompatibles (es la

misma función que cumplían los distinguo de la teología escolástica)‖80. Por tanto, la

disociación de las nociones radica en una transformación que ha sido ocasionada

por el deseo de eliminar una incompatibilidad, nacida de la confrontación de una

tesis con otras, bien sea que se trate de normas, verdades o hechos.

Perelman y Olbrecht-Tyteca denomina ―parejas filosóficas‖ a aquellas que se

obtienen de la semejanza de la pareja apariencia/realidad de una disociación de las

nociones. Este tipo de pareja emerge de la necesidad de evitar incompatibilidades

entre apariencias que no pueden discurrirse como expresión de la realidad. Por

ejemplo, el hombre no puede ser libre y esclavo al mismo tiempo, cuestión que llevó a

Rousseau a distinguir entre el estado de sociedad civil de la invención de la propiedad

privada y el estado de naturaleza. Pues, ocurre que en el primero de éstos el hombre

es propiamente un ser encadenado como, mientras que en el segundo, el hombre es

un ser totalmente libre. Para estas cuestiones denominadas por el término de parejas

se utilizan distintas relaciones del tipo: medio/fin, consecuencia/hecho o principio,

teoría/práctica, acto/persona, letra/espíritu. Parejas que se usan en todos dominios y

resultan por tener un papel distinguido en tanto son expresión de una determinada

visión del mundo.

Interacción y fuerza de los argumentos

El análisis o clasificación de los argumentos resulta por ser en cierta medida escaso

precisamente, porque la categorización no es totalmente íntegra ni permite distinguir

distintos tipos de argumentos que se descarten entre ellos. Por otra parte, los juicios

admitidos que dan pie a la situación argumentativa siempre consolidan un grupo

de límites mal precisados, el cual podría ser extensible según los campos que se

tengan en cuenta, o inestable como consecuencia de los continuos momentos de

la argumentación que se hace divisible de distintas maneras.

80

Manuel Atienza. Las razones del derecho. Teorías de la argumentación Jurídica. Instituto de investigaciones jurídicas. Serie doctrina jurídica. Núm. 134. UNAM. México. 2005. Pág. 59 – 60.

Page 81: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

81

Aun más, puede ocurrir que los adversarios en un auditorio no forjen de la misma

manera la tesis que se discute, como puede que para cada uno ésta sea el

término del debate y para otro sólo sea una etapa hacia una conclusión sucesiva.

Según afirma Perelman & Olbrechts-Tyteca: ―de ahí que al ser diferente el

desglose de la realidad sobre la cual versa la argumentación, una misma opinión,

una misma decisión, en cierto sentido no son exactamente lo opuesto a la opinión

o a la decisión en sentido contrario‖81. Los discursos en general sí versan sobre

una unidad que ha sido relativamente bien definida como en el caso del alegato

del abogado o el sermón del predicador pueden por pertenecer a colectivos como

los debates parlamentarios o las discusiones familiares durar muchos días y

repercutir de la intervención de diversas personas.

Ahora bien, ha de concebirse que todos los elementos de la argumentación están

en constante interacción, lo cual se produce desde distintas ópticas, como por

ejemplo: la interacción entre diversos argumentos y enunciados, interacción entre

los enunciados y el conjunto de la situación argumentativa, entre éstos últimos y

su conclusión y, finalmente, la interacción entre los argumentos comprendidos en

el discurso y los que apelan a este último por objeto. Puede ocurrir que un mismo

argumento real se explique a través de diversas técnicas argumentativas; en el caso

del precedente por ejemplo, éste tendría que aplicarse a la regla de justicia, pero a su

vez se aplicaría también al uso del argumento de autoridad y al argumento a partir de

ejemplos. La definición podría ser una herramienta de la argumentación cuasilógica,

como también un instrumento de disociación, dado el caso en que se utilice para

diversificar el sentido aparente de una noción de su verdadero significado. El orador

deberá tener en cuenta este complejo fenómeno de interacción a la hora de elegir

sus argumentos, así como la extensión y el orden de la argumentación. Para ello

tendrá que guiarse por una noción confusa pero indispensable que es

precisamente el de la de fuerza de los argumentos.

La fuerza de los argumentos se refiere sólo a la enumeración de algunos aspectos

esenciales de los que depende. En la medida que su fuerza se liga a la intensidad

81

Op. Cit. Pág. 700.

Page 82: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

82

de la adhesión del auditorio, la fuerza aparece como un concepto retórico. Noción

que está vinculada, de un lado, a la intensidad de adhesión del oyente a las

premisas como a los enlaces utilizados, de otro lado, a la relevancia de los

argumentos dentro del debate en curso. Sin embargo, advierten Perelman &

Olbrechts-Tyteca que la relevancia de los argumentos como la intensidad de la

adhesión se encuentran a merced de una argumentación que vendría a

enfrentarse a ellas, puesto que el poder del argumento puede manifestarse en la

dificultad que supondría rechazarlo como en sus cualidades mismas. Resulta por

tanto que, la fuerza de los argumentos cambiará de acuerdo a los auditorios, y

también lo hará dependiendo del objetivo mismo que se pretenda en la

argumentación. Dentro de sus principales características se señalan cuatro

factores de los que depende la fuerza de un argumento los cuales son:

1. Un argumento A es más fuerte que un argumento A’ sí el grado de aceptación

del auditorio de las premisas de A es mayor que su grado de aceptación de las

premisas de A’.

2. Un argumento A es más fuerte que un argumento A’ si A es más eficaz que A’

para los propósitos que los participantes pretenden lograr a partir del debate.

3. Un argumento A es más fuerte que un argumento A’ sí existen menos creencias

admitidas por el auditorio que puedan utilizarse como argumentos contra A que

contra A’.

4. Un argumento A es más fuerte que un argumento A’ sí el auditorio piensa que A

es más válido que A’.

El principio capital dentro de distintos criterios para valorar la fuerza de los

argumentos es el de la adaptación al auditorio. Sin embargo, tal cuestión puede

comprenderse de dos formas: ―en cuanto que puede pensarse que un argumento

sólido es un argumento eficaz que determina la adhesión a un auditorio, o bien un

argumento válido, es decir, un argumento que debería determinar dicha adhesión‖82.

Así mismo, afirma el autor al respecto que la apreciación de la fuerza de los

argumentos - independientemente de su forma descriptiva o la eficacia, como

82

Op. Cit. Pág. 61.

Page 83: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

83

normativa o la validez- éstos se presentan en la práctica como argumentos fuertes o

como argumentos débiles. Los cuales a su vez van en un doble criterio: uno que se

aplica a todos los argumentos en general, y otro característico de cada uno de los

ámbitos de la argumentación.

Se afirma que la fuerza de los argumentos depende en gran medida de un

contexto tradicional sobre el cual en algunas ocasiones, el orador aborda todos

los temas y se sirve de todo tipo de argumentos, o en otras ocasiones, en las que

la argumentación está limitada por la costumbre, la ley, los métodos y las técnicas

propias de la disciplina en la que se desarrolla su razonamiento. Esta fuerza se

aprecia gracias a la regla de justicia en la medida en que aquello que ha podido

convencer, podrá ser decisivo en una situación semejante, o podrá ser análogo.

En cada disciplina particular, el acercamiento entre situaciones será objeto de un

análisis y de un refinamiento constante. Toda iniciación en un campo

racionalmente sistematizado, no sólo suministra el conocimiento de los hechos y

las verdades de tal disciplina en cuestión, de su terminología específica, de la

forma en que se han de emplearse los instrumentos de los cuales dispone, sino

que a su vez permite educar sobre la valoración del poder de los argumentos

previamente utilizados en esta rama.

Page 84: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

84

3.3 Concepto de auditorio universal

Recordemos, que entre los propósitos de la argumentación está el lograr la

adhesión a un ente que este conformado por seres de razón; característica que

una vez introducida sobre la noción de auditorio universal83, identifica de forma

capital a la argumentación filosófica. Perelman lo ratifica con esta designación: ―la

argumentación se propone influir sobre un auditorio, modificar sus concepciones o

sus disposiciones mediante un discurso que se le dirige y que busca ganar la

adhesión de los espíritus‖84. En otras palabras, pretende persuadir y/o convencer

dentro de un área determinada; espacio que se denomina auditorio.

Al argumentar se elabora un discurso con el fin de lograr a través de un contacto

intelectual la adhesión al auditorio. Cuestión que requiere básicamente de: un

lenguaje común sobre el que pueda comunicarse el orador con el auditorio y, la

adhesión del interlocutor, es decir, su consentimiento para ofrecer su atención. El

orador tiene que adaptarse en todo momento al auditorio. Convencer a alguien

requiere cierta modestia de quien argumenta y para lograrlo, debe a su vez

preocuparse por el estado anímico del mismo. En este sentido, el concepto de

auditorio podría definirse como el conjunto de aquellos ―individuos‖ a quienes el

orador quiere influir con su argumentación.

83

En primera medida Perelman considera la noción de auditorio universal como una especie de oyente kantiano ideal. Consideración que en la medida en es un carácter basado propiamente en la racionalidad, se conformará al imperativo categórico de Kant: “no debe admitir ni proponer a otro más que 'construcciones intelectuales que puedan valer al mismo tiempo y siempre con respecto a una universalidad de los espíritus' "(Ch. Perelman, " La nouvelle rhétorique comme théorie philosophicjue de l'areumentation" en Memorias del XIII Congreso Internacional de Filosofía México: UNAM, 1964, vol.V, pp 269-70). En síntesis, no es un intento de no relativizar completamente la argumentación respecto del auditorio, sino de brindarle un carácter un tanto menos relativista así como lo más universal posible. Así mismo, este concepto de auditorio universal se halla constituido a partir de lo que cada uno sabe de sus semejantes, de manera que trascienden las pocas oposiciones de las que tiene conciencia. El autor afirma que, cada cultura, como cada individuo tiene su propia concepción del auditorio universal, y el estudio de estas variaciones haría conocer lo que los hombres han considerado a lo largo de la historia de forma real, verdadera y objetivamente valida. 84

Chaim Perelman. El imperio retórico. Retórica y argumentación. Trad. de Adolfo León Gómez Giraldo. Editorial Norma S.A. Santa Fe de Bogotá. 1997. Pág. 31.

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85

En efecto, la argumentación debe proceder primeramente situándose ante el

auditorio que va recibir su argumentación. En este punto, es donde se aplica la

idea que deja vislumbrar Aristóteles, de que el primer tópico es situarse. Al

situarse en un contexto, la argumentación se ubica sobre todo en el seno de una

tradición, que es a la cual pertenecen los oyentes -de no hacer parte de aquella

será más ardua la transacción-. Este auditorio, una vez situado y organizado, al

igual que una asamblea parlamentaria deberá congregarse con un todo para

tomar una decisión. Sin embargo, para este propósito existe la dificultad de la

rivalidad puesto que un adversario lanzaría contra su predecesor los argumentos

que este utilizó ante las diversas partes del auditorio, bien sea sublevándolas entre

sí para mostrar su incompatibilidad, ya sea presentándoselos a aquellos oyentes a

los que no les estaban destinados. Por esta razón, la adhesión al auditorio debe

aspirar a una unanimidad, la cual va a depender del número y de la calidad de

aquellos que la manifiestan; pretensión que se da en el límite que alcanza el

acuerdo del auditorio universal. Es decir, que el concepto de auditorio no puede

ser probado por la experiencia, sino más bien, por la universalidad y conformidad

que se imagina el orador y que, por razones justificadas, pueden tomarlo o no,

quienes acorde a su participación se ven avocados a participar en él. Resulta por

tanto, que el supuesto del auditorio universal se establece como una meta ideal

para cualquier discurso.

En este sentido, los argumentos deben procurar convencer y/o persuadir a un

mayor número de oyentes. Una argumentación eficaz es aquella que consigue

aumentar esta intensidad de adhesión de manera que desate en los oyentes la

acción prevista (acción positiva), o al menos, que pueda crear en ellos, una

predisposición que se manifestará en el momento oportuno. De no ser así, la

argumentación estaría sólo encaminada a convencer a un auditorio determinado,

por ejemplo a los juristas, lo que daría pie al inconveniente de que el orador al

adaptarse a las opiniones de los oyentes, se expondría a asentarse sobre tesis

que resulten extrañas o opuestas a otro tipo de personas. Por esta razón, es que

diversos oradores construyen diversos auditorios universales, como también se da

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86

el caso en que el auditorio universal de un mismo orador puede resultar inestable.

Asunto que hace totalmente relevante que la noción de auditorio este orientada en

la medida en que toda persona pueda aceptar de forma puramente racional el

discurso.

Sin embargo, puesto que puede ocurrir que cada uno de los oradores que emite

su discurso se dirija sólo a una parte del auditorio, bien sea a sus partidarios, que

admitirán sin dificultad las premisas y la argumentación. Subyace desde allí, la

problemática de la división del auditorio y de la forma de impedirla a partir de

diferentes técnicas implementadas por el derecho -que abarca el estudio de la

lógica jurídica- como la filosofía siempre enalteciendo el nombre de la razón. Por

esta razón, es que se dirige a un auditorio universal, al conjunto de los que se

piensan como hombres razonables y competentes en una temática determinada,

que inscribe la posibilidad de una discusión entre filósofos de distinta propensión,

lo que no acentúa de ningún modo que se llegue a un acuerdo ni sobre las

soluciones contempladas ni sobre las tesis del auditorio universal. Por esta razón,

las discusiones entre filósofos pueden continuar indeterminadamente desligada

totalmente de los caracteres temporales que le determinan.

Desde esta perspectiva, ha de considerarse que existen distintos tipos de

auditorios, que van a estar encaminados a confrontar tipos diferentes de discurso.

Perelman considera que una de las cosas más importantes en la innovación

teórica argumentativa es que la argumentación no se da en abstracto, sino

siempre ante un auditorio concreto, que a su vez tiene intereses bien definidos,

con inclinaciones fijadas epistémica, psicológicas y/o emocionales. La filosofía

misma aspira a una especie de "auditorio universal" que aceptará las propuestas

doctrinales que se hacen con la suficiente racionabilidad y fuerza persuasiva. Sólo

que hay discrepancias en cuanto a cómo sería ese auditorio u oyente medio de

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87

ese mensaje, porque hay en realidad distintos auditorios a los que uno pertenece,

y tal parece que también hay, en consecuencia, distintos tipos de racionalidad85.

La tarea del filósofo, en la medida en que se dirige a un auditorio particular,

consistirá pues, en acallar las pasiones que son propias del auditorio, de modo

que facilite la consideración y objetive los problemas en discusión. De igual forma,

bajo la acepción de la nueva retorica ―el acuerdo común‖ será la exclusiva

finalidad, más aún, puesto que es una de las pretensiones de los ―voceros de la

razón‖, no porque éstos esperen conseguir el consentimiento efectivo de todos los

hombres, sino porque piensan que todos aquellos que comprendan sus razones

no apalearán a otra solución distinta a aceptar sus conclusiones. Quien trate en

caso contrario, de ejercer una influencia concreta, iniciada en un instante

oportuno, tendrá que avivar las pasiones, emocionar a los oyentes, con el fin de

poder determinar una adhesión adecuadamente intensa y, capaz de vencer a la

vez la irrevocable inercia como las fuerzas que actúan en sentido distinto al

deseado por el orador. El orador por tanto, procurará la aprobación por acuerdo a

su discurso, es decir unánimemente, con el fin de lograr la unión del auditorio

universal.

Robert Alexy arguye acerca de la noción de auditorio universal, que no es posible

que éste haga referencia a todos los hombres, sino sólo a lo que se denomina la

―humanidad ilustrada‖, la cual bajo su concepción se determina por los términos

―ilustrada‖ y ―racional‖; designación que se atribuye sólo a aquellas personas que

puedan entrar en el juego de la argumentación, por lo cual el auditorio universal

puede por ello determinarse como la totalidad de los hombres en el estado en que

se encontrarían sí hubieran desarrollado sus capacidades argumentativas. Asunto

85 Para Perelman, cada hombre razonable es miembro del auditorio universal, como también de una pluralidad de auditorios particulares a las tesis a las que él se adhiere con una intensidad variable. Por lo que éste carácter de razonabilidad, requiere fundamentalmente, de la razonabilidad del interlocutor, lo cual excluye la opción de violencia. De esta forma, bajo el supuesto de la razonabilidad del otro, se puede extender a la comunidad de argumentación, hasta ahondar a todos los que muestren ese carácter de razonabilidad, y, sólo así podría hablarse de que la argumentación -desde la acepción de filosofía retórica- se dirige a la razón humana, o a la media o promedio de los hombres, que constituyen los que manifiestan una conducta razonable.

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88

que es equivalente a la situación ideal de diálogo propuesta por la teoría de

Habermas. Como señala Alexy: ―Lo que en Perelman es el acuerdo del auditorio

universal, es en Habermas el consenso alcanzado bajo condiciones ideales‖86.

Esto, por lo que se refiere al principio de universalidad, significa que también

según Perelman un juicio de valor o de deber sólo puede considerarse como

fundamentado racionalmente si todos pueden concordar con él.

La cuestión anterior muestra que la expresión <<auditorio universal>> tiene para

Perelman cuando menos dos significados, no excluyentes sino complementarios:

el auditorio que un individuo o una sociedad se representan como característico; y,

el conjunto de todos los hombres en cuanto seres que argumentan. Quien se

dirige al auditorio universal, se dirige al conjunto de todos los hombres en cuanto

seres que argumentan, y en esto su idea de estos hombres está modelada por lo

ya mencionado, y en tanto, por un intercambio de argumentos que le brindan una

perspectiva completamente dialéctica. Con la otra cuestión, el interés radicaría en

mostrar hasta que punto un concepto ampliamente formulado puede servir como

medida para valorar los argumentos.

De otro lado, puesto que el auditorio puede cambiar según la atribución que se

forje dentro de un contexto, es precisamente, la relación a un determinado

auditorio la que permite que la argumentación retórica se valga de las opiniones y

los valores a los que más se adhiere éste, y aquí se incluyen las autoridades que

acepta el público; por ejemplo, sí es un auditorio político, tendrá algunas fuentes,

como documentos y autores, a los que entregará ardientemente su adhesión; en el

caso de un público religioso, se echará mano a las escrituras santificadas y a los

teólogos más acreditados. Cada uno de estos cabalmente circunscrito dentro de

aquellos lugares comunes de ese contexto, es decir, valores, nociones, directivas,

abarcadas todas en un lenguaje común, a todos esos oyentes. Ya que esos

oyentes los han aceptado, e ir en contra de ello sería contradecirse; lo que daría

86 Robert Alexy. Teoría de la argumentación jurídica. Traducción de Manuel Atienza e Isabel Espejo. El derecho y la justicia. 2. edición. Centro de estudios políticos constitucionales. Madrid. 2007. Pág. 163.

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89

pie a un buen “argumentum ad homínem”87 no sofístico, sino válido, que hace

razonable la argumentación.

Los auditorios no son independientes, sino más bien, son auditorios concretos y

particulares que pueden valerse de una concepción del auditorio universal que les

es oportuna. Los auditorios se juzgan unos a otros con la finalidad de invocar al

auditorio universal ―no determinado‖ para juzgar la concepción del auditorio

universal que se adecuada a un auditorio en concreto, para examinar, según

Perelman: ―la manera en que se ha compuesto, cuales son los individuos que

según el criterio adoptado, forman parte de él y cuál es la legitimidad de dicho

criterio‖88. El acuerdo de un auditorio universal arguye el autor, no es una cuestión

de hecho, sino de derecho. Porque se afirma lo que es conforme a un hecho

objetivo, lo que establece una aserción verdadera y necesaria, que cuenta con la

adhesión de quienes se someten a los datos de la experiencia o a las luces de la

razón.

En síntesis, Perelman deja claro que sólo posee más valor el discurso que

convenza a un auditorio universal que el discurso que logre adhesión de un

auditorio determinado. Los argumentos deben estructurarse de tal forma que no

sólo convenzan a nuestro auditorio primario, sino a todas las personas que

comprendan racionalmente nuestro discurso. Bien podría pensarse que el

supuesto del auditorio universal se funda como una meta ideal para cualquier

discurso. Sin embargo, cabe resaltar que más allá de las problemáticas que se

podrían suscitar en torno a la congruencia misma de este concepto clave, lo que

sí es totalmente cierto es que con él se vinculan dos significativas distinciones: la

que existe entre un argumento eficaz (efficace) y valido (valable). Lo que significa

según el mismo Robert Alexy que: ―los argumentos que encuentran el acuerdo del

87

Proviene del latín, que quiere decir: ‘dirigido a la persona. Este es un tipo de razonamiento que se construye a medida que va a la persona a quien se dirige, sosteniéndose en las convicciones del mismo interlocutor. Así mismo, es un tipo de falacia puesto que no pretende argumentar, sino más bien, descalificar al adversario. 88

CH. Perelman y Olbrechts – Tyteca. Tratado de la argumentación. La nueva retórica. Trad. Julia Sevilla Muñoz. Biblioteca Románica Hispánica. Editorial Gredos Madrid. 1989. Pág. 78.

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90

auditorio universal son validos, mientras que los que solo son aceptados por un

auditorio particular son solo eficaces‖89. La persuasión por tanto, está dirigida al

auditorio particular, mientras que el convencimiento se dirige al auditorio universal.

3.4. Argumentación y decisión jurídica

Una teoría de la argumentación jurídica debe cumplir una función que aplique la

reconstrucción racional. La cual a su vez, debe proveer una estructura de tipo

conceptual a partir de un paradigma que, apropiadamente desarrollado, debe

permitir investigar con cierta profundidad todos los procesos de argumentación

jurídica, que en el caso de una justificación de las decisiones, tienen lugar de

hecho. Así mismo, una teoría de este tipo debe ser concisa y perseguir una

finalidad –al menos en una parte- de tipo prescriptiva, así como analítica y

descriptiva que desenvuelven su fracción fundamental. Dicho de otro modo,

puesto que en el contexto del derecho la argumentación se encuentra limitada, al

menos en distintas ópticas, por las instituciones que le fundamentan y que dan

punto final a las discusiones a partir de su decisión. Las instituciones jurídicas

solucionan conflictos sociales buscando una designio que le es útil en un sentido

completamente práctico. Las instituciones científicas en cambio, tienen como

destino primordial desarrollar nuestro conocimiento del mundo, y por tanto,

persiguen una finalidad de tipo cognoscitivo.

A diferencia de las propuestas que otorgaba el positivismo jurídico, en la teoría de

la argumentación no se pretende simplemente la atribución de que el hecho –que

se juzga- sea conforme con la ley, es decir legal. Por tanto, resulta difícil dentro

de su contexto recurrir a una sola forma de pensar la legalidad de la solución. El

análisis de la racionalidad práctica quiere mostrar que es una idea previa acerca

de lo cuestionado aquello que establecerá una resolución justa, razonable y

aceptable, así como lo que regirá sobre el juez en su exploración de una

motivación jurídicamente satisfactoria. Desde esta perspectiva, el razonamiento 89

Ibíd. Pág. 164.

Page 91: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

91

jurídico deja de ser una deducción dada de una forma silogística cuya conclusión

tiene que imponerse con sumo carácter, ni tampoco puede ser la búsqueda de una

resolución equitativa que llega a implantarse en el orden jurídico en vigor. En

cambio, el uso de la configuración dada por la racionalidad práctica atribuye el

hecho de que el juez aplique la indagación pretendiendo una síntesis, en la que

sea relevante el valor de la solución y su conformidad con el derecho. Cabe

resaltar en este punto, que para el tema de las decisiones jurídicas se han

implementado diversas cuestiones, las cuales divagan entre su carácter formal y

dialéctico. La pretensión de este pasaje siguiendo la correspondencia de Perelman

de alguna forma – junto con lo atribuido en este trabajo- es mostrar que en los

razonamientos analíticos la validez del razonamiento puede estar garantizada por

su forma, mientras que, en los razonamientos dialécticos estos mismos: ―no se

dirigen a establecer demostraciones científicas sino a guiar deliberaciones y

controversias‖90. Y que, si bien el ámbito de la resolución de tipo axiomática

deductiva pudiese darse en el ámbito de las decisiones jurídicas; éste puede no

ser valioso, aun, cuando fuese formalmente correcto, en la medida en que así lo

concibe Perelman.

Ahora bien, las sentencias judiciales –fundamentales a la hora de las decisiones

jurídicas- pueden ser analizadas como argumentaciones. En este tipo de

resoluciones, el argumento central tiene como conclusión el contenido del acto de

decisión, y como premisas, el enunciado normativo general y la descripción de los

hechos relevantes, y en los subargumentos se expresan las razones para apoyar

cada una de estas premisas. Cuando se trata de mostrar el juego de las

proposiciones en la elección de las decisiones: ―basta con indicar qué

procedimientos permiten que esta proposición sea la última expresión de una serie

deductiva cuyos primeros elementos los proporciona quien ha construido el

sistema axiomático en el interior del cual se efectúa la demostración‖91. Es esencial

90 Adolfo León Gómez, María Sandra Naranjo, Alejandro Patiño, Pedro J. Posada. Argumentación, actos

lingüísticos y lógica Jurídica. Editorial Universidad del Valle. Cali. 1998. Pág. 141. 91

Ibíd. Pág. 48.

Page 92: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

92

considerar que en la toma de decisiones la argumentación está íntimamente ligada

a la demostración. Normalmente, la dificultad que se pueda asumir a partir de una

argumentación judicial, así como la cantidad de bifurcaciones que requiera la

repartición o de los subargumentos, cambia de acuerdo con el tipo de caso que

en ella se resuelve y con los desacuerdos que hayan surgido durante el proceso a

los que el juez o tribunal debe poner término.

Perelman, -también Atienza- advierten de la dificultad para la precisión de las

decisiones cuando se trata de un carácter plenamente deductivo, es decir, sí bien

Perelman considera que es posible transformar cualquier tipo de argumentación

en un silogismo; la misma cuestión no permite que el silogismo sea

necesariamente de carácter analítico. Por tal razón, el silogismo formal valido –

que se puede aplicar a las sentencias- puede resultar metódicamente inútil.

Atienza, arguye al respecto que las premisas y la conclusión (que pueden

utilizarse metódicamente en la sentencia) son enunciados que podrán

interpretarse como proposiciones que pudiesen ser susceptibles de ser calificadas

como verdaderas o falsas, pero también como normas que carecen de valores de

verdad. ―Y la relación de inferencia o consecuencia lógica se caracteriza por una

serie de propiedades formales, que podrán ser distintas según el tipo de lógica por

el que se opte. En el caso de la lógica deductiva estándar, esas propiedades son

las de reflexividad generalizada, corte y monotonía‖92. La reflexividad significa que

un enunciado se deriva, es consecuencia, de un conjunto de enunciado, es decir,

premisas. Sí el primero o la conclusión está incluido en las premisas: en una

deducción, la conclusión no va más allá de las premisas.

De igual forma, sí bien resulta sumamente complejo la reconstrucción que debe

hacerse de ésta misma, a la hora de hacerlo, debe de tenerse presente algunas

consideraciones. Entre estas está tener en cuenta los interrogantes que deben

resolverse en una sentencia. La pregunta que permite la reconstrucción se

92 Manuel Atienza. Derecho y argumentación. Universidad externado de Colombia. Serie de teoría jurídica y filosofía del derecho. Nº6. 2005. Pág. 42.

Page 93: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

93

resume de la siguiente forma: ¿Cómo se debe solucionar la cuestión que motivo

el proceso? Luego, plantear el tipo de caso a analizar. La respuesta que se

ofrezca a esta pregunta situada en la parte resolutiva de la sentencia es la

conclusión del argumento central. A la sentencia se le debe aplicar el derecho

para resolver la cuestión central, que permite una vez identificada la conclusión,

identificar también los enunciados normativos que organizan una parte

fundamental del conjunto de premisas del argumento central. Pues, en la

reconstrucción de la argumentación se debe esgrimir la formulación completa del

enunciado normativo que se nombra en la sentencia, puesto que es

precisamente aquella la que cumple la función de premisa.

El hecho de tomar una decisión racional resulta bastante complejo, aún más, por

el hecho de que su cumplimiento no está determinado ineludiblemente por una

sola respuesta, o bien sea el caso, de que ésta misma amerite su atribución a

diferentes entes competentes, que normalmente apelan a un acuerdo o consenso,

bien sea por la opinión pública o, quizás mejor, por la opinión de una

comunidad jurídica determinada. ―El carácter adecuado del no acuerdo no se debe

determinar siguiendo criterios subjetivos (…), sino de un modo intersubjetivo, en la

medida en que corresponde a las preocupaciones del medio que debe recibirla‖93.

Las argumentaciones de diferentes principios a los que se apela pueden no

adecuar la discusión al decisor acerca del valor de sus propios puntos de partida,

ni seleccionar un área de respuestas conexas con el sistema de normas más

valioso que sirva para la aplicación desde el punto de vista de la ética colectiva.

Más aún, sí tenemos en cuenta –como punto capital- que se habla de una

racionalidad en sentido práctico, muchos juristas estarían de acuerdo en aceptar

que las exigencias que plantea este tipo de determinación en la toma de

decisiones jurídicas podrían sujetarse a partir de algunos principios, los cuales sí

bien pueden diferir entre sí, todos estos parecen apuntar a precisiones

concurrentes en lo fundamental, estos son:

93

Adolfo León Gómez, María Sandra Naranjo, Alejandro Patiño, Pedro J. Posada. Argumentación, actos lingüísticos y lógica Jurídica. Editorial Universidad del Valle. Cali. 1998. Pág. 88.

Page 94: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

94

- principio de universalidad o de justicia formal: que establece que los casos

iguales han de tratarse de la misma manera.

- principio de consistencia: a partir del que las decisiones han de basarse en

premisas normativas y fácticas que no entren en contradicción con normas

válidamente establecidas o con la información fáctica disponible.

- principio de coherencia: el cual determina que las normas deben poder

adentrarse bajo principios generales o valores que resulten aceptables, en el

sentido de que conformen una forma de vida satisfactoria, mientras que los

hechos no comprobados mediante prueba directa deben resultar compatibles con

los otros hechos aceptados como probados, y deben poder explicarse de acuerdo

con los principios y leyes que rigen en el mundo fenoménico. Es decir, en términos

generales, que se determina por la aplicación de la coherencia normativa que rige

el principio, con la coherencia narrativa que va a ser el objeto de significación y

por ende, su posterior aplicación.

Un filósofo de enjambre como Manuel Atienza considera dentro de la

argumentación jurídica existen tres posturas, de las cuales se hace necesario

realizar una interrelación de las mismas. Estas son a saber: la concepción formal

que, básicamente define a un argumento como una inferencia. La concepción

material, es la que puede encontrarse referida al razonamiento jurídico94, y por el

ultimo, la más relevante para el interés de este trabajo que es la concepción

pragmática o dialéctica. De igual forma, como lo señalo Tecla Mazaresse (1996),

trasladar la distinción contexto del descubrimiento/contexto de la justificación al

campo de la argumentación jurídica, de la decisión judicial, resulta ser

problemático por diferentes razones. Primero, es que esta distinción, a propósito

de las teorías científicas, no deja de ser cuestionable: es decir, se trata de hacer

una conciliación de lo que es plenamente teórico con lo práctico y tal cuestión

94

En la concepción de la tópica jurídica de Viehweg se podría asimilar este tipo de fundamentación: la cual entre otras cosas, por desde la acepción del concepto de “topos” ha pretendido una conciliación entre lo formal y lo práctico, y por tanto, ha servido desde una perspectiva tradicional a los primeros pasos en miras a la consolidación doctrinal de una normatividad en el derecho.

Page 95: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

95

puede entenderse de diversas maneras, pudiendo afirmar incluso que la

distinción tal tenga sentido. Sin embargo, la más importante dentro de este trabajo

–por todo lo manifestado en la obra- sería la tercera postura; de la cual dentro del

contexto actual sería necesario resaltar el más grande debate que tiene un

carácter global y capital dentro de la filosofía del derecho.

- Apertura al debate Hart-Dworkin en torno a la decisión judicial.

Sí bien es cierto el fin colindante que propone el derecho de manera directa es

obtener el mantenimiento y el conveniente desarrollo de la vida social. Es por tales

motivos, que el derecho debe presentarse como el garante que permite regular

todas las manifestaciones de la vida social que interfieran de manera

suficientemente importante en el mantenimiento o ruptura de la convivencia de los

individuos y ha de regularlas con las máximas evicciones posibles; esto es,

justamente a partir de la ley como lo puede lograr. La forma como ha de

interpretarse la ley misma se ha consolidado como un problema de la filosofía del

lenguaje, justo en la medida en que son las acciones humanas atendiendo a unos

paradigmas de grupo las que determinan distintos objetivos y efusiones en los que

siempre el lenguaje afirma, objeta, prohíbe, representa, decreta, indica, crea,

nombra, etc. Una cuestión jurídica en particular.

En torno a esta temática existe en la actualidad una gran controversia que se ha

constituido incluso como el más grande debate en torno a la filosofía del derecho

en las últimas décadas. Esta es la disputa teórica entre los filósofos Hart y

Dworkin. Dicho de otro modo, ésta polémica se consolida como la confrontación

de dos posturas que entienden el derecho de formas completamente distintas.

Estas son: el iusnaturalismo y el positivismo jurídico. Y sí a caso podrán tener algo

en común sería la trabazón que existe entre el derecho y el lenguaje (en su

estrecha relación con la moral) que termina por dirigirse hacia disímiles

interpretaciones.

Page 96: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

96

Es claro que el derecho es una cuestión de lenguaje, pero, lo es también las

distintas acepciones históricas que se han dado en torno al mismo concepto de

lenguaje –así como las influencias estructurales en torno al derecho- son las que

han permitido que sus vías interpretativas sean diferentes. En este punto, cabe

resaltar que sí la cuestión es de ―fondo‖ por la base misma de la construcción

teórica del derecho. Entonces, volviendo al contexto que nos compete; ¿Cuál ha

de ser la naturaleza de la confrontación de estos autores? Y es que precisamente

sí analizamos lo que corresponde al derecho desde su realidad es que es un

sistema de leyes95 sobre el cual se confronta al individuo con la sociedad;

pudiendo manifestarse éste mismo como un ser lleno de un cumulo de

experiencias fácticas, es decir, que obra a partir de los hechos, o de otro lado, es

naturaleza humana la que se presenta como el determinante de las primicias por

la cual debe regirse sobre su accionar mismo. Sería, pues, una problemática

acorde a comprender la naturalidad humana o a vislumbrar la primacía de la ley

por la cual el individuo debe de forma imperativa regirse. Esta situación, se

manifiesta sin duda alguna en Colombia desde la denominada existencia del

nuevo constitucionalismo. ―Dos características fundamentales del nuevo

constitucionalismo tienen que ver directamente con la discusión Hart – Dworkin;

Por una parte, su aval al poder interpretativo y creativo del juez, y por otra su

95 El pie de la controversia Hart - Dworkin se centra en la forma como se interpreta o manifiesta la ley, bien sea, a partir de principios reglas o a partir de hechos que son los que motivan la creación de las mismas. Y al mismo tiempo, representa la forma en que el legislador, el juez, el magistrado, etc. Le compete la forma de crear o de aplicar el derecho con el fin de obtener justicia aplicada al ámbito social. Entre otras cuestiones, este debate representa la confrontación de dos posturas como lo son: el positivismo jurídico del cual hace parte Hart, y el iusnaturalismo del cual forma parte Dworkin. En términos generales el positivismo jurídico se refiere a todo el conjunto de normas puesta por los seres humanos a partir de un proceso –de inferencia- formalmente válido, con la intención de someter la conducta humana un orden estrictamente disciplinario. Al mismo tiempo, admite la separación entre moral y derecho, que les acaba con su relación conceptual, y por tanto, sirve también como doctrina negadora de todo objetivismo jurídico en la medida en que no concibe otra posibilidad de derecho a no ser que otorgue la primacía de la ley y por tanto, es el imperativo el que se presenta como determinante hasta consolidarse como un conjunto de normas dictadas por una determinada autoridad competente. De otro lado, el iusnaturalismo se refiere a todo el conjunto de principios normativos esenciales al orden social que se fundan en la naturaleza humana, por tanto, se conocen por la luz de la razón natural y se imponen a los hombres por fuerza de la misma naturaleza. En este sentido, se dará a partir del conjunto de principios de justicia con validez universal que pueden ser deducidos de una forma puramente racional. En síntesis, es ante esta diversificación en la que se centra la importancia de esta compostura.

Page 97: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

97

inspiración teórica en la práctica constitucionales anglosajonas‖96. La misma

discusión en torno a las reglas y principios fue regida por la constitución política

de 1991.

Ahora bien, sí se analiza con mayor precisión lo que una norma es (puede

contener una obligación o una facultad) se obtiene que, hace referencia a una

realidad que enlaza una idea y la voluntad de que ella incida en una determinada

sociedad. Es decir, se relaciona al mismo tiempo la inteligencia y la voluntad. En

este punto, se hace referencia a una realidad que pretende llegar al mismo tiempo

a unos destinatarios, es decir, que deberá difundirse hacia un determinado público

quienes serán los receptores de la norma. Sin embargo, para que su significado

sea conciso y cabal será necesario que tal concepto formado en la mente del

legislador se pueda al mismo tiempo fundar en la mente de quien será su receptor.

Se tendría pues que, una norma jurídica –que se referencia a su sentido estricto y

puntual- es un concepto formado en la mente del legislador y reconoce para su

eficacia, que al menos se arraigue el mismo concepto en la mente de quienes

serán sus destinatarios o receptores. La problemática radica en que la misma

situación es ajustable a los principios en cuanto son los mismos los que están

presentes de forma implícita97, y por tanto, se pueden expresar a partir del

lenguaje, así como a partir del mismo se constriñen sus alcances y se define su

diligencia a situaciones especificas dentro del contexto social.

En particular, Dworkin por ejemplo, considera que la versión de Hart sobre su

propia filosofía es típica de la filosofía contemporánea. ―Esta filosofía distingue

entre el discurso de primer nivel -el discurso de los no filósofos que reflexionan y

argumentan sobre lo que es correcto o equivocado, legal o ilegal, verdadero o

96

Cesar Rodríguez. (Estudio preliminar). La decisión judicial: el debate Hart-Dworkin. Temas. Nuevo pensamiento jurídico. Siglo Del Hombre Editores: Facultad de derecho. Universidad de los Andes. Bogotá. 1ª Ed. 1997. Pág. 14. 97

Se pueden manifestar de diversas formas, como por ejemplo, de una forma deducible a partir de una teoría constitucional en relación a un determinado ordenamiento jurídico, o de otro lado, normativizado en constitución misma a la que se apele o a ciertas normas que se desprendan de la misma.

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98

falso, bello o mundano‖98-. Del meta discurso de segundo nivel –en el que los

conceptos de primer orden son definidos y explorados, clasificados y asignados a

categorías filosóficas-. A esta filosofía Dworkin la denomina arquimediana. Desde

esta perspectiva –piensa el autor- la filosofía especializada más común es la

―meta-ética‖ estudia el análisis lógico de los juicios valorativos. Sin embargo,

también considera que la teoría de Hart es más prominente en torno a los temas

de tipo jurídico y político que dentro del contexto de lo moral. Para Dworkin: ―los

principios morales son inherentemente controvertidos, por lo cual los jueces no

podrán ponerse de acuerdo en que principio moral aplicar o como aplicarlo a cada

caso, imposibilitando que se logre confirmar una práctica social convergente o una

convención‖99. En pocas palabras, para éste autor la moral es condición de

juricidad; de la misma por ser de tal forma, no podría ser una regla social o una

regla convencional, y por ende, los principios funcionan de una manera diferente

a las reglas. En ciertos casos, la aplicación de los principios vigentes en el sistema

jurídico, en el caso de que no existan reglas aplicables al caso concreto,

determinan que siempre existirán principios que lo sean y en consecuencia, una

de las partes en un litigio tendrá derecho a que el juez le dé la razón en su

sentencia que esos principios le dan razón. Y es precisamente en este punto,

donde se ataca la teoría de Hart, sin embargo, el mismo arguye desde su

―escepticismo‖ sobre la posibilidad de decidir en determinado momento que la

misma permite describir la práctica jurídica, que muestra a los jueces y abogados

más inciertos sobre lo que realmente dice el derecho; punto que les confronta

cabalmente.

En miras a abrir el panorama del punto neurálgico de la discusión cabe resaltar

que se centra básicamente en la concepción de que el lenguaje cuenta con la

particularidad de ser en ocasiones impreciso y ambiguo, o dicho de otro modo, de

98

Juan Bautista Etcheverry. El debate sobre el positivismo jurídico incluyente. Un estado de la cuestión. Instituto de investigaciones jurídicas. Universidad Nacional Autónoma de México. Primera edición: 2006. Pág. 324. 99

ibíd. Pág. 295 – 296.

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99

tener lo que se llama bajo el modo de comprensión de la ciencia jurídica la textura

abierta. Este motivo se debe especialmente por dos cuestiones que son a saber:

- Que las reglas jurídicas no están regidas a personas o entes particulares, sino a

―tipos‖ de personas o cosas. – Las reglas de una u otra forma subsisten durante

periodos largos, y en tal sentido, se destinan a situaciones que no pueden ser

advertidas desde el momento de su creación. Es decir, que de una u otra forma

debe someterse a cambios manifestados en un determinado momento sobre el

que su adaptación social y conductual procurará otros resultados.

En este punto, bajo la concepción de Hart es posible aproximarse al concepto de

discrecionalidad utilizado sobre los casos difíciles. ―En los casos fáciles, la

descripción formalista es más acertada; basta un silogismo para conectar la norma

con la solución, de suerte que el poder del juez está estrictamente limitado‖100. El

término de discrecionalidad al cual hace referencia a la libertad del juez a la hora

de dar contenido a su decisión de casos –de difícil decisión por su complejidad-

sin vulnerar la esencia misma del derecho, o más bien, todos los referentes

(independiente de su forma o contenido desde que no quebrante su esencia). El

tema de los precedentes también sería uno punto de convergencia entre ambos –

entendiendo la importancia de los mismos con una disimilitud total a la hora de

desarrollo de sus posturas-.

Ahora bien, entre otras cosas, es precisamente desde el momento mismo en que

se afirma la existencia de la discrecionalidad, se afirma que el propio derecho le

otorga al juez márgenes para que éste pueda optar sobre distintas soluciones o

entre alcances heterogéneos de una determinada solución sobre un respectivo

caso en particular101. Se dice al respecto, que tal alternativa en sentido jurídico

100

Cesar Rodríguez. (Estudio preliminar). La decisión judicial: el debate Hart-Dworkin. Temas. Nuevo pensamiento jurídico. Siglo Del Hombre Editores: Facultad de derecho. Universidad de los Andes. Bogotá. 1ª Ed. 1997. Pág. 70. 101

Dicho de otro modo puede comprenderse la discrecionalidad como la forma en que el juez (o el encargado de decidir en derecho) determina que las soluciones de los asuntos que decide no le vienen dadas y predeterminadas completamente por el sistema jurídico, sino que éste, en diferente medida, le deja espacios para que elija sobre distintas alternativas; compatibles todas con el sistema jurídico.

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100

tiene dos a razones a saber que son: - Que las mismas normas remitan al juez a

la fijación del modelo decisorio, caso por caso, entonces, de una u otra forma el

juez tendrá un carácter plenamente subjetivo en su apelación sobre el cual

desprenderá sus lineamientos hermenéuticos en miras al ajuste de su propia

decisión en relación al modo en que justifico sus razones; es decir, se darán

cuando esas normas indican que sobre un determinado asunto el juez fallará

discrecionalmente, decidirá en equidad, en igualdad, etc. De otro lado. – Que

dentro del contexto de las normas jurídicas, prácticamente todas, están hechas de

un material lingüístico que es por definición poroso, abierto, indeterminado en

alguna medida, por lo que siempre pueden aparecer casos cuya solución resulte

dudosa o equívoca a la luz de dichas normas, debiendo el juez concretarlas y

completarlas por vía de interpretación o integración. Para Dworkin este tipo de

situación debería de estar fuera de las posibilidades del derecho. ―Es posible leer

las críticas de Dworkin al positivismo como un esfuerzo por rechazar la teoría de la

discrecionalidad judicial. Por esta razón, la discusión de uno de esos casos a partir

de las teorías de uno y otro autor constituyen una prueba útil para comprender sus

coincidencias y discrepancias‖102. Sin duda, el problema de la discrecionalidad es

la mayor problemática o punto de convergencia en torno a ambas posturas.

Con miras a lo anterior, es posible al menos entender que los lineamientos que

tienen el derecho en nuestra época y las discusiones en torno a su soporte

estructural –sobre el que radica el lenguaje como punto cardinal- implican que las

confrontaciones se desplazan desde lo conceptual hasta lo metodológico, y que de

otra forma, todos los sistemas de derecho involucrarán toda una postura que

permitirá una estructura jurisdiccional acorde al ámbito en que se suministren sus

particularidades. De ahí que, según el caso se necesite o no de jurisprudencia que

sirva como precedente a la hora de la aplicación del derecho, o que se dé un

activismo o pasivismo judicial, que se le den vía libre a los principios, reglas o

sub-reglas acorde siempre a las posibilidades de interpretación normativa.

102

Op. Cit. Pág. 66.

Page 101: Monografia - vinculación del lenguaje y la acción al derecho en la teoría de la argumentación

101

Adicionalmente, estas nociones repercutirán dentro del ámbito jurídico las distintas

acepciones siempre en base a los principios constitucionales de cada país,

imbuidos de los acuerdos y tratados internacionales para constituir el camino para

la búsqueda de soluciones justas, en los casos concretos. Por ejemplo, dentro del

sistema anglosajón (common law) es capital el análisis de la jurisprudencia a la

hora de crear la ley, y por ende, son relevantes las sentencias judiciales dictadas

por los mismos tribunales; así como las interpretaciones que en éstas sentencias

dan de las leyes. Es decir, que el estudio del sistema se centra sobre el análisis

escrupuloso de las sentencias de las cuales se induce la norma, con el fin de que

el mismo termine en la elaboración de un "caso típico", el cual se compara con la

situación en estudio para ver si es similar o no. Puede ser normal que, se analicen

sentencias distintas que contienen el mismo principio, visto desde ópticas

diversas, para desenterrar posteriormente la norma que se aplicará al caso en

estudio sobre el caso concreto. De otro lado, existe otra forma de aplicación del

sistema jurisdiccional entre las que está el derecho continental (sistema romano)

que se caracteriza porque la norma jurídica surge de la ley y es aplicada caso por

caso por los tribunales. En este sentido, la normatividad tiene importancia capital

en la medida en que es emanada por los poderes legislativo y ejecutivo de los

cuales provienen normas dotadas de una legitimidad democrática que son

interpretadas y aplicadas por el poder judicial. En éste tipo de sistema, ha sido

menos importante la jurisprudencia, aunque, de a poco ha ido aumentando por la

necesidad de otorgar predictibilidad a los procesos judiciales. Cabe resaltar que,

entre estos, está el sistema jurisdiccional adoptado por Colombia, el cual ha sido

notablemente criticado porque a falta de legislación y de herramientas para que el

mismo legislador presuma su dictamen el mismo ha tenido que recurrir a los

hechos, o a las experiencias fácticas como la posibilidad de crear nuevas leyes.

Cabe resaltar, que dentro de los sistemas jurisdiccionales también están –quizás

menos importantes- el consuetudinario y el religioso.

Finalmente, es preciso afirmar que un debate como el manifestado en este

capítulo sobre el problema de las reglas, principios y hechos en la aplicación del

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102

derecho resulta por ser una problemática compleja y extensa que, incluso hoy en

día, sigue en pie de discusión trayendo nuevas repercusiones sobre la filosofía del

derecho y sobre las formas de aplicar la ley a nivel global. Cuestión que, de una u

otra forma no deja ser capital para todos aquellos -que de acuerdo a su sistema

jurisdiccional- no deja de crear repercusiones y necesidades a la hora de la

aplicación del derecho y de la exigencia de los conocimientos necesarios para su

debida comprensión y aplicación. Aún más, el problema de la discrecionalidad ha

sido ampliamente criticado y ha abierto un panorama de inquietudes en torno a los

denominados ―casos difíciles‖ que se presenten dentro de un ámbito jurídico

determinado.

4. CONSIDERACIONES FINALES

La lógica jurídica en tanto disciplina que le es completamente útil al derecho no

puede olvidar que si bien es cierto se encuentra condicionada por la lógica y

presupone los conceptos jurídicos fundamentales, opera con los conceptos

normativos, unos y otros funcionan como objetivación conceptual de una realidad

que está consumida de valores. A su vez el ámbito de la interpretación,

reconstrucción y el sistema jurídico no pueden establecerse como el todo de la

ciencia jurídica, en la medida en que se hace preponderante una dimensión

puramente práctica sobre la dimensión teorética a la que le corresponde. Es claro,

que ante esta imposición; el camino del derecho se establece como una alternativa

ética que versa sobre la dicotomía justicia-injusticia y supera la razón instrumental y

la razón crítica, pues, de lo contrario existiría por alguna parte un reduccionismo

interesado de ésta razón.

Se puede compendiar que el estudio propiamente del lenguaje jurídico cumple

tres funciones que son: formular y transmitir conocimiento e información (lenguaje

descriptivo), dirigir e influir el comportamiento humano (lenguaje prescriptivo), y

suscitar emociones o estados de ánimo (lenguaje expresivo o literario). De igual

forma, el lenguaje jurídico puede ser de dos clases que se comprenden en: un

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103

lenguaje cuyo objeto de estudio sean las normas jurídicas emitidas por el

legislador, llamado también lenguaje de las normas, y otro lenguaje que es el que

realiza los juristas, conocido también como ―metalenguaje‖. Es decir, el lenguaje

de los juristas estudia el lenguaje de las normas. El discurso de las normas es por

tanto prescriptivo, es decir, ordena. Mientras que, el discurso de los juristas

describe, aquello que precisamente lo que las normas prescriben. Es claro que el

lenguaje de las normas es prescriptivo, mientras que el lenguaje de los juristas es

descriptivo103.

La ciencia del derecho –como lo determinaba Hans Kelsen- sólo puede describir el

derecho; no puede a diferencia del derecho producido en normas generales e

individuales por la autoridad jurídica –como los jueces- prescribir. La diferencia

dada entre las formas de aplicación de ambas cuestiones radica en que los

enunciados deónticos formulados por la ciencia del derecho que describen el

derecho y que no obligan ni facultan a nadie ni a nada, pueden ser verdaderos o

falsos, mientras que las normas producidas por la autoridad jurídica que autorizan

a los sujetos del derecho no son ni verdaderos ni falsos, sino sólo válidos e

invalidas. El derecho mediante el lenguaje jurídico de las normas, es capaz de

autocrearse, y por tanto, estos parámetros generales han de tenerse en cuenta a

la hora de determinar la diferenciación por ejemplo, entre una ley pública y un

tratado de derecho penal.

103 La diferencia entre el lenguaje de las normas y el lenguaje de los juristas (o metalenguaje jurídico) se dio inicialmente por Hans Kelsen en su obra teoría pura del derecho, entre derecho y ciencia del derecho. Esta concepción indica básicamente que el lenguaje de las normas o normas jurídicas es el que se emplea en el Derecho, mientras que el metalenguaje, que se reconoce también como lenguaje de los jurista -enunciados jurídicos en palabras de Kelsen- es el que se emplea en la ciencia del derecho. En términos generales, este autor quiere hacer comprender que esencialmente que el derecho produce derecho, mientras que la ciencia del derecho interpreta el derecho. Sin embargo, todos sus planteamientos obedecen a una noción positivista -iuspositivista- del derecho que le lleva a considerar este estudio como un fenómeno autónomo de consideraciones ideológicas o morales, en el que cuestiona las condiciones de posibilidad de los distintos sistemas jurídicos. Este autor concluyó que toda norma emana de otra norma, remitiendo su origen último a una norma hipotética fundamenta, la cual sin embargo, nunca consiguió enunciar de forma completa basándose en su paradigma. De igual forma, ha de tenerse en cuenta que sí bien su modelo sirvió para fundamentar el derecho desde su época a partir de una forma que funciona desde su acción; su mismo análisis ha venido basándose en diferentes ópticas dándole un enfoque más dependiente del ámbito prescriptivo dentro de los diferentes tipos de derecho.

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104

El método adecuado del saber práctico y en especial del jurídico es el dialéctico –

concepción que se remonta inicialmente a M. Villey- el cual a su vez se sirve del

modo ―deliberativo‖ como una de las formas básicas de su método que le

conforman como un momento de su primordial uso. Sin embargo, el método

jurídico en su aplicación no se agota en la deliberación, ya que sí bien es cierto el

uso dialéctico es el modo de la consideración teórica, es claro que en la

elaboración del derecho hay un momento teórico que determina que a todo saber

práctico le antecede un momento especulativo que le sirve de fundamento en la

toma de sus consumaciones. La importancia de la utilización del método dialéctico

lleva a consolidar la argumentación como un proceso que se traza entre lo

empírico - normativo y que tiene lugar en el plano del comportamiento, es decir,

entre el comportamiento real y el ideal de los sujetos que debe ser inseparable

entre los participantes y/o de los destinatarios, y que va a llevar en ultimas a

diferenciar un argumento persuasivo a un simple argumento.

Cualquier tipo de experiencia jurídica ha de compendiarse en el mundo de valores

superiores que viven en el derecho mismo, y que se especifican no sobre un orden

indeterminado, sino en unos principios generales del derecho que deben funcionar

de forma totalmente determinada que opera a su vez sobre distintos perímetros

problemáticos. En este sentido, tales postulados son generales, en cuanto

procedentes de una estimativa objetiva - social, y funcionan como principios

verdaderos en sentido ontológico que notifican la institución en que se ostenta, en

lugar de servir como meras máximas o reglas heurísticas. Aplicar el derecho, o sí se

quiere mencionar razonar en el derecho –como lo utiliza Atienza- es interpretar las

normas o los actos jurídicos, en tanto se maniobra con sus normas y principios, de

los cuales se concreta todo el particularismo de las reglas y de los actos concretos.

Las diferentes circunstancias en las que se opera el derecho se encuentran

normalmente siempre acorde al estado subjetivo de la conciencia personal, donde

se sabe que se tiene el derecho, pero, se requiere a su vez de la capacidad

argumentativa de demostrar y solicitar el mismo con el fin de que indudablemente

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105

la autoridad lo conceda. Tanto para uno u otros, enriquecer la vía argumentativa

significa llenar muchos vacios y fortalecer la comprensión y aplicación de todas las

posibilidades que de uno u otro bando se confronten dentro de una decisión

jurídica determinada.

Según Atienza el problema de las decisiones jurídicas, ha requerido a su tiempo

la consideración de que las sentencias no son más que una «racionalización» de

una operación que no obedece en absoluto al esquema de la lógica, es decir, al

silogismo judicial. Es factible que las decisiones se tomen en la medida en que el

proceso mental del juez se dirige de la conclusión a las premisas, así como de

que la decisión se obtenga como el resultado de prejuicios; cuestión que no

deroga la necesidad de justificar la decisión, ni la establece como una

imposibilidad. Pues, tampoco es posible, como en el caso de las teorías científicas

según la proveniencia de esta distinción, que científicos encubran ciertos datos

que se compadecen mal con sus teorías y por ello estén despojándoles de

justificación.

El problema de las decisiones jurídicas lleva consigo la situación de que para una

misma circunstancia puedan darse diferentes soluciones. En ocasiones frente a un

mismo problema se puede obtener más de una respuesta que pretende ser

correcta, lo que lleva a que los jueces y tribunales competentes tengan también

distintas ópticas y sus resoluciones puedan estar colmadas de aprietos. En ciertos

casos, cuando se trata de casos difíciles, la comunidad jurídica está

profundamente dividida y, aunque no fuera así, nunca se podría tener total

seguridad de que la opinión mayoritaria o unísona, de quienes integran la

comunidad jurídica se haya formado de manera plenamente racional. Por tales

cuestiones es que el plano del derecho en cuanto a su parte pragmática que

aspira a un consenso y consolida un discurso racional, debe aspirar no a una

instancia puramente real sino ideal, como es el caso de la concepción del auditorio

universal de Perelman. Dicho de otro modo, la respuesta correcta –que está

acorde a la decisión jurídica- sería aquella a la que llegaría un ser racional, o el

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106

conjunto de todos los seres racionales, o los seres humanos sí respetasen las

reglas del mismo discurso racional. También, análogamente a esta situación la

pragmática utilizada en el lenguaje ha permitido otras concepciones que se le

asemejan como lo han sido la comunidad ideal de diálogo de Habermas, el juez

Hércules de Dworkin y el espectador imparcial de Adam Smith.

De otro lado, la persona encargada de administrar justicia, bien sea el caso en el

caso de una juzgador; éste requiere de ―cierto dote particular de justicia‖ puesto

que es quien tiene la labor de sufragar desde la resolución que dicta en la

oportuna solución de los conflictos que se bosquejan, por lo que debe argumentar

para hacer asequibles al justiciable las razones por las que concede o niega el

derecho, hasta hacer realidad la reflexión concebida, pues, como se concebía

antiguamente en el derecho romano; es quien convence, quien verdaderamente

vence. En tal sentido, ha siempre de considerar que: ―la solidez de un argumento

depende de dos aspectos: su forma lógica y la verdad de sus premisas. Para

mostrar la aceptabilidad de las premisas que se emplean se deben construir otros

argumentos que se suelen denominar subargumentos”104. Cualquier conclusión

que se intente demostrar mediante un argumento puede ser aceptada o

rechazada, no por su contenido específico, sino por la solidez de los argumentos y

subargumentos en los que se apoya, y por ende, sobre los que ha de

fundamentarse su decisión.

Sí se acomete con ahincó el desafío de mejorar la impartición de justicia, es indefectible

formar abogados y estudiosos del derecho sobre las exigencias de la argumentación

judicial. Pues, en la administración e impartición de justicia, existe una grave

insatisfacción del justiciable frente a la prestación de este servicio, en donde se práctica el

poder ordenador de la vida societaria. Es capital el hecho de que la dialéctica en este tipo

de atribución, es decir, en el género judicial le da una acepción fundamental a la disputa.

Que en general por tener influencia con la pragmática se distingue de otras apelaciones

del lenguaje por algunas características como: ―-el conjetural, en el que la controversia

servirá para aclarar el caso discutido, -el legitimo, en el que se ataca o defiende un caso

104

Pablo Raúl Bonorino, Jairo Iván Peña Ayazo. Argumentación judicial: construcción, reconstrucción y evaluación de argumentaciones orales y escritas, segunda edición aumentada. Consejo superior de la judicatura, escuela judicial. Rodrigo Lara Bonilla. 2005. Pág. 21.

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107

que se tiene suficientemente claro‖105. Y de otro lado, podría resaltarse el iuridicialis, que

es de hecho las denominadas constituciones tomadas antiguamente de Cicerón en donde

se apelaba a las leyes, a la política y en definitiva a la normatividad imperial donde se

respetaba al superior jerárquico.

Sí se pretende formarse sobre fructíferas alternativas cada vez se hace más

oportuna la reflexión sobre la necesidad de todo jurista, especialmente quienes se

desempeñan en la judicatura y en el foro, de argumentar con la coherencia y

solidez que requiere concretar la justicia en cada caso particular. ―La lógica, al

igual que el ordenador o el procesador de texto son herramientas de trabajo para

el jurista que la mayoría utilizan de forma intuitiva‖106. Por lo que análogamente a

la modalidad de las funciones judiciales es supremamente necesario fortalecer el

rigor argumentativo, como en las capacidades forales de aquellos que son aptos

para administrar la justicia.

Ha de considerarse, en última instancia, que sí bien es sabido que la

argumentación abordada desde la concepción dialéctica o sí se quiere de otro

nombre: pragmática107, obtiene una connotación que le es provista por un ser un

tipo de acción o de interacción lingüística que se establece como un acto de

lenguaje complejo. Y que la misma desarrolla sus posibilidades de sentido a partir

del discurso. El derecho, de forma complementaria -en la medida en que es una

práctica racional- y en particular el estado constitucional -regido por unas leyes de

las más generales- implica de un lado, unos valores de tipo político o pragmático

que sólo se obtienen por la noción de aceptabilidad, por otro lado, valores de tipo

material que vinculan los elementos acordes a la justicia y la verdad, y por último,

valores formales que están íntimamente ligados a la noción de previsibilidad. El

análisis pragmático de su estudio resulta indispensable para todos aquellos que

105

Mauricio Beuchot. La retorica como pragmática y hermenéutica. Autores, textos y temas. Filosofía. Ed. Anthropos. Barcelona. 1998. Pág. 77. 106

Ibíd. Pág. 8. 107

Es relevante tener en cuenta que esta misma concepción se halla en diversas teorías contemporáneas de la argumentación, como la de Toulmin (1958) o Habermas (1987), la teoría de la argumentación jurídica de Alexy (1989). Y en definitiva, consolida el paradigma que conforma la nueva retórica de Perelman – en colaboración con los aportes significantes de su esposa Olbrecht-Tyteca- .

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108

busquen una alternativa en miras a fortalecer la vía retórica, o dicho de otro modo,

argumentativa. En la medida en que se confronten las diferentes situaciones que

surgen, las convergencias y nuevos aportes teóricos –desde la parte del lenguaje-

se determinarán también, las posibilidades y alcances de la filosofía del derecho

como un análisis especial que posibilita la fuerza coactiva de la sociedad.

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109

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