monográfico sobre josé santos gonzález vera " primer minimalista chileno"

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Universidad Finis Terrae Escuela de Literatura Autorretrato literario de Chile José Pedro Jarpa 30 de junio del 2008 MONOGRÁFICO SOBRE VIDAS MÍNIMAS DE JOSÉ SANTOS GONZÁLEZ VERA “UNA MIRADA MINIMALISTA AL CONVENTILLOABSTRAC: Dilucidar el primer esbozo minimalista en la literatura chilena a través de la prosa intimista que construye González Vera entorno al espacio urbano del conventillo narrado desde la experiencia biográfica en la novela Vidas Mínimas. (1923) Entendiendo la importancia que tiene el conventillo a modo de espacio urbano en la novelística chilena de ese periodo descifrar como una corriente estilística puede diferir sobre el discurso ideológico desde donde se mire: Vidas Mínimas desde la narración en primera persona, también funcionando como novela de iniciación, se

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estudio sobre los elementos presentes en la novela "Vidas Minimas" [1923 de González Vera que la prefiguran como la primera mirada minimalista en la literatura Chilena.

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Page 1: monográfico sobre José Santos González Vera " Primer minimalista Chileno"

Universidad Finis TerraeEscuela de LiteraturaAutorretrato literario de ChileJosé Pedro Jarpa30 de junio del 2008

MONOGRÁFICO SOBRE VIDAS MÍNIMAS DE JOSÉ SANTOS GONZÁLEZ VERA

“UNA MIRADA MINIMALISTA AL CONVENTILLO”

ABSTRAC:

Dilucidar el primer esbozo minimalista en la literatura

chilena a través de la prosa intimista que construye González

Vera entorno al espacio urbano del conventillo narrado desde

la experiencia biográfica en la novela Vidas Mínimas. (1923)

Entendiendo la importancia que tiene el conventillo a modo de

espacio urbano en la novelística chilena de ese periodo

descifrar como una corriente estilística puede diferir sobre el

discurso ideológico desde donde se mire: Vidas Mínimas

desde la narración en primera persona, también funcionando

como novela de iniciación, se contrapone al ejercicio de

experimentación de la minuciosa observación naturalista

desde afuera con un narrador omnisciente como se desarrolla

el espacio del conventillo en la novela El Roto (1920) de

Joaquín Edwards Bello.

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La figura de José Santos González Vera, se ve empequeñecida – como su

brevísima obra - en la lujosa generación que Cedomil Goic lo incorpora : la

generación del 27 en la cual comparte con Vicente Huidobro, Pablo Neruda,

Pablo de Rocka, Juan Emar y Manuel Rojas como pesos pesados de esta

generación que sería denominada por el propio Goic como “supra real.” De los

mencionados todos comparten el rótulo de experimentales y renovadores,

principalmente Vicente Huidobro en la poesía con su creacionismo postulado al

unísono e in situ desde París con las grandes vanguardias de Europa:

surrealismo, dadaísmo, cubismo, etc. Y en la narrativa está Juan Emar y sus

alucinantes e inquietantes novelas que cruzan tradición y modernidad: son relatos

surrealistas y fantásticos pero que suceden en nuestro país, como el caso de la

novela Ayer, donde se nos cuenta el día recién pasado del narrador [llamado

Juan] en su periplo por San Agustín de Tango durante todo el día de ayer. O la

maravillosa deconstrucción del recuerdo y el tiempo que nos presenta el narrador

[Aniceto Hevia] en la novela Hijo de Ladrón de Manuel Rojas. Ahora la

interrogante se dirige en la siguiente dirección: ¿Quién es González Vera? y ¿cuál

es la importancia de su novelística?

El autor de Vidas Mínimas, novela base para este monográfico, nace en El

Monte, villorrio marginal de la provincia de Santiago, el 17 de septiembre de 1897

pero al poco tiempo con su madre se trasladan a la cuidad de Talagante [pueblo al

que se alude directamente bajo el nombre Alhué mismo nombre de la novela [

Alhué, 1928] que es la sucesora de Vidas mínimas[1923]. Este pequeño dato se

transformará en una herramienta crucial para entender la novelística de González

Vera: su vida y su obra se condensan en un mismo relato. Nos encontramos ante

una especie de biografía novelada, con las claras distancias que permite la ficción,

pero hay un lazo mutuo, que Enrique Espinoza nos muestra en el apartado

complementario de la novela titulada “González Vera”.

[2]

Page 3: monográfico sobre José Santos González Vera " Primer minimalista Chileno"

El réprobo debe ganarse la vida en muchos oficios. Primero como aprendiz de pintor,

después, ayudante de anticuario, mozo de sastrería, etcétera.

Pronto su rica experiencia callejera sobrepasará su orgulloso infortunio.

En 1915, González Vera vive en un conventillo de la calle Maruri[…]

[Espinoza 168]

González Vera al dejar sus estudios de humanidades se abre al mundo y

sus designios. Se hace hombre: conoce del anarquismo y del hambre. El propio

González Vera recuerda este momento en el capítulo “el escritor y su experiencia”.

En su libro Eutrapelia (Honesta recreación)

Era adolescente cuando, para ganarme el pan, intenté aprender los más diversos oficios.

Así pude vincularme a obreros ansiosos de establecer una sociedad igualitaria y libre,

como la conciben los anarquistas. Muy pronto hice mía tal aspiración, porque nada ayuda

tanto a decidirse como el ser joven, y todavía con un resto de candor.

[González Vera 48]

Estas experiencias citadas anteriormente son parte del argumento de la

novela con la cual trabajaremos.

Vidas Mínimas fue publicada en 1923 con un generoso y amable prólogo

del temido Alone. La novela se divide en dos brevísimas partes: la primera titulada

“el conventillo”. Que es de espacio y acción estática, y la segunda titulada “Una

mujer”. Que es el viaje del narrador hacia Valparaíso en búsqueda de un viejo

amor y se encontrará con su vocación de anarquista, todo esto se desarrollan en

tal sólo 146 páginas.

[3]

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Claudia Solar en su artículo “Una sonrisa literaria” ironiza- para bien- con la

brevedad de la novela.

Bien pudo haber agregado González Vera: “lo malo, si breve, menos malo. En un país

dónde lo común era publicar novelas de 300 páginas, a la manera de la novela europea del

siglo XIX.

[Solar 4]

Esta singularidad se transformará en la característica principal con la

denominación de: fundador e inaugurador de la literatura minimalista en Chile.

Vivo en un conventillo.

La casa tiene una apariencia exterior casi burguesa. Su fachada, que no pertenece a

ningún estilo, es desaliñada y vulgar. La pared, pintada de celeste, ha servido de pizarrón a

los chicos de la vecindad, que la han decorado con frases y caricaturas risibles y

canallescas [González Vera 21]

Ese es el comienzo de la novela, así presenta el espacio en la cual se

desarrolla la novela, la estilística de la prosa de González Vera se nos presenta

como una especie de de disonancia a lo que se estaba escribiendo en esa época;

el tono intimista y honesto desde un narrador en primera persona más la ausencia

de acción o conflicto en el “Conventillo” nos entrega una perspectiva a lo que se

había hecho anteriormente con el espacio del conventillo como eje principal que

se constata con la novela El Roto de Joaquín Edwars Bello : mirada

minuciosamente naturista en su composición con un narrador objetivo que habla

desde afuera de manera despectiva del espacio [conventillo] de seres miserables,

el protagonista se construye en base a una figura icónica nacional [ el roto chileno]

y el determinismo de su especie, quien termina asesinando su benefactor.

Fino, sutil, analista íntimo, habita un conventillo, entre lavanderas y zapateros remendones;

pero en vez de lamentarse y huir de ese medio inadecuado, lo mira minuciosamente, lo

estudia con ojo atento y lo describe detalle por detalle, sin repugnancia ni aspavientos de

odio. Otros escritores nacionales, hijos de millonarias, han pitado la vida de nuestro bajo

[4]

Page 5: monográfico sobre José Santos González Vera " Primer minimalista Chileno"

pueblo clamando misericordia, maldiciendo al rico explotador, derramando torrentes de

palabras caústicas. González Vera no se inmuta […]

[Alone 13]

Las auspiciosas palabras que Alone le dedica a González Vera en el

prólogo de Vidas Mínimas, condensa claramente el trabajo realizado en “el

conventillo”. La mirada intimista y filosófica de un narrador que pareciera estar

siempre tranquilo, quieto en su cama leyendo u observando todo lo que sucede a

su alrededor. Su mundo es el conventillo. Lo acepta: quiere mover a la gente del

espacio, pero él por ahora no.

Cuando se vive en un conventillo, lo que más fastidia es la presencia prolongada de los

inquilinos. Uno desearía que se mudasen todos los meses. Así se daría el placer de ver

caras nuevas, pero no ocurre.

La gente se adapta, se clava en un sitio y no quiere moverse más.

[González Vera 84]

Si seguimos la visión que Alone entrega sobre la manera en que el narrador se

enfrenta al espacio, permite entregar un discurso que trasciende toda escala

social. El tono minimalista de González Vera logra deslizar esa idea de

universalidad que el ser interior percibe: hoy un conventillo mañana en los puertos

de Valparaíso.

De cierta forma Vidas mínimas puede ser llamada una novela de iniciación

o de aprendizaje: el humor, la ironía, la falta de estímulos, la duda y el

existencialismo están presentes. El mayor conflicto que se le presenta al

protagonista es la incapacidad de concretar una relación con su amiga Margarita y

entusiasmarse infantilmente con una muchacha que llegar al conventillo: Alicia.

[5]

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Al medio día siguiente la encontré en casa. Margarita narraba las peripecias de su viaje. El

tal viaje, de dos horas de tren, no tiene nada de sorprendente. Es de una monotonía

ejemplar; pero Margarita hasta en una excursión de media cuadra halla motivo para charlar

una tarde

[González Vera 39]

La introspección sicológica y como comprende el espacio [conventillo] nos

traslada hacia la perspectiva de un narrador que está traduciendo al mundo: lo

observa desde arriba con cierta ironía, pero no arriba en el sentido despectivo,

sino que con una visión de mundo totalizadora del espacio. La prosa minimalista

de González Vera, sumándole la narración en primera persona, funciona bien para

descifrar este tipo de información, elementos que se potencian con un narrador

honesto y profundamente sensible. Hasta el momento más insignificante lo

reflexiona profundamente, se matiza ese movimiento por la nula importancia que

se le da a un argumento. En este caso el espacio que el narrador esta descifrando

– en el sentido de leer, aprehender- se trata de un conventillo, que es un lugar

donde habitan personas de la clase social más baja.

No execra ni lamento la baja condición humana. Sólo trata de comprender.

Ciertos que a ratos un tedio devorante se apodera de su espíritu en aquel refugio de todas

las promiscuidades. Mas, él mitiga su pena observando cuanto vive y muere a su vista.

La tísica sin remedio, el pescador borrachín, la mayordoma verbosa, el coleccionista de

desperdicios, le merecen páginas de honda penetración psicológica y fino humorismo.

Una fresca muchacha que toca el arpa y canta en el patio, dónde algún domingo se baila y

bebe de lo lindo, lo atrae y repele de tal modo que, bien mirado, resulta “El Conventillo”. Un

humilde romance proletario. Es, sin duda, el primero y más perfecto de la literatura chilena

contemporánea

[Espinoza 171]

En el conventillo el personaje se está preparando para su salida al mundo:

este espacio estático y monótono le permiten ver al mundo desde una perspectiva

global. Los ideales anarquistas que se presentarán en la continuación de la novela

“una mujer.” Donde este se desplaza a Valparaíso y descubrirá un mundo que le

[6]

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cambiará la ideología, pero ya todo se estaba cocinando en el cerebro en el patio

trasero del conventillo, ahí donde no ocurría nada muy interesante.

La novela que sigue a “el conventillo”, entendida como la segunda parte de

Vidas mínimas, se titula “Una mujer” que se presenta como el viaje iniciático que el

narrador decide efectuar: ir a probar suerte a Valparaíso. Así comienza “ Una

mujer.”

Habíanme expulsado del trabajo y andaba por las calles sin esperanza de hallar otra

colocación. La ciudad comenzó a disgustarse, y además, estaba harto de vivir como una

planta.

Quería echar los pies a cualquier camino y vagar sin control ni ambiciones [GV 105]

Aquí el tópico espacial se desplaza a otro, que también será fundamental

en la construcción espacial de un narrador como Manuel Rojas: el puerto, los

muelles y el mar, a fin de cuentas, el mítico e internacional Valparaíso. Ahora la

mirada minimalista de González Vera, se traslada hacia un espacio exterior, en

constante movimiento y lleno de seres itinerantes.

Su vivienda estaba atestada de hombres y mujeres que discutían y se agitaban. Los había

españoles, argentinos, ingleses y rusos. El inglés, de cara ancha, era silencioso; el ruso

era persona muda, bajita, muy atenta, con aire de hombre de salón [GV 114-115 ]

En su llegada a Valparaíso, es recibido por un Julián, familiar de un vecino

que lo ha recomendado. Al pasar la primera noche, decide ir en búsqueda de la

mujer que ama y que es el otro gran motivo que lo lleva hasta ahí, esta mujer era

María, y la había conocido hace un tiempo en la casa de un zapatero anarquista.

Un rasgo muy propio del minimalismo, es el obviar información o personas aunque

pareciesen inexistentes en el relato que se está leyendo, algunos de estos datos

que González Vera presentar sin previa intervención serían los siguientes: en el

conventillo vive con su madre y su hermano, trabaja, y a esta chica, María, la

[7]

Page 8: monográfico sobre José Santos González Vera " Primer minimalista Chileno"

había conocido en otro momento, antes de la narración de “ el conventillo.”, en

Santiago, lo que se presenta de modo de analepsis y se termina de cerrar la

información con la decisión de la tía de María para emigrar a Valparaíso.

El andar en Valparaíso no es para nada auspicioso, aún no logra encontrar

trabajo, y siente que la esposa de Joaquín, quién le ha dado hospitalidad, con su

mirada le expresa sus deseos de que se vaya de ahí, veamos como trabaja esta

escena la pluma de introspección sicológica de González Vera

Domitila, entre cucharada y cucharada, clavaba sus ojos en los míos y me transmitía un

monólogo excesivamente materialista. Sus ojillos agudos y fríos decíanme sin duda : “ para

comer este puchero, mascar este pan y beber este trago de té, trabajo como esclava y

debo, además, sufrir los manotazos de todos. Sepa que es bastante sacrificio mantener a

este viejo flojo. Es vergonzoso que usted coma lo que tanto me cuesta. ¿Cuándo se va?

¿Cuándo se va? ¿Cuándo se va? [GV 126]

Uno de los sucesos más burlescos de esta segunda parte, es cuando el

protagonista desesperado por la falta de dinero y la nula posibilidad de encontrar

un trabajo decide ponerse a vender libros en la calle: se refiere a dos autores de

los cuales adquiere a muy buen precio, al poeta Nicaragüense Rubén Darío y a

Joaquín Edwards Bello. El humor se presenta en la reacción de los demás al

ponerse a vender los libros como si fueran pescados, frutas o todo ese tipo de

cosas que suelen tener las ferias.

La honestidad y la hipersensibilidad con la cual presenta sus hechos, hacen

de este narrador un ser vulnerable y temiblemente humano, como decíamos

anteriormente, este rasgos se permite gracias a una narración en primera persona

y al desinterés del argumento. El pesimismo se transforma en el eje focalizador de

su errante vagar en Valparaíso, tras un mes en la casa de Joaquín, decide irse

para evitar problemas, y es recibido en la pensión de María, ahí terminará

odiándola por su negación a poder estar juntos, pero también se da la posibilidad

[8]

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de conocer a Tomás, anarquista mendocina que había cruzado la cordillera a pie

que él admira mucho, pero a pesar de estar rodeado de gente, la idea de la

soledad y la introspección que eso conlleva, construye la esencia, del

existencialismo del protagonista, en soledad : teme, medita, reflexiona, elucubra y

toda esa información la recibimos y logramos hacerla parte de nosotros; acá no

hay un héroe ni una historia maravillosa, nos desplazamos por el corte de un

momento en la vida, como cualquiera de nosotros, vidas mínimas de seres

mínimos. La idea de la mímesis funciona a la perfección en esta novela. Este es

verdaderamente un hombre, esto es realidad. González Vera pinta el autorretrato

literario de nosotros.

[9]

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BIBLIOGRAFÍA

González Vera, José Santos. Vidas mínimas; Santiago, Ercilla. 1957.

Alone. Prólogo. En: González Vera, José Santos. Vidas mínimas; Santiago,

Ercilla. 1957.

Espinoza, Enrique. González Vera. En: González Vera, José Santos. Vidas

mínimas; Santiago, Ercilla. 1957 .

González Vera, José Santos. Eutrapelia (Honesta recreación); Santiago,

Babel. 1955.

Solar, Claudio. José Santos González Vera, una sonrisa literaria En : El

Diario austral. Temuco : Sociedad Periodística La Frontera, 1916- v., (12

nov. 1989), p. 4-5 (suplemento)

Goic, Cedomil. Historia de la novela hispanoamericana. Valparaíso:

Ediciones universitarias de Valparaíso, 1972.

[10]