morocho gayo, gaspar - estudios de crítica textual

158
P R Ó L O G O El presente volumen recoge una serie de trabajos fundamentales y pioneros en España sobre crítica textual, que hace una veintena de años el profesor Gaspar Morocho Gayo publicó en Murcia, la mayoría de ellos en la antigua revista Anales de la Universidad de Murcia. El profesor Morocho comentó muchas veces entre sus amigos el ilusionado proyecto de volver sobre ellos y publicar una Historia de la Crítica Textual. Los años, las vici- situdes personales y el itinerario académico a menudo nos alejan de anti- guos proyectos que, sin embargo, permanecen en lo más íntimo de nues- tros sentimientos. Los seis artículos aquí agrupados suponen un acercamiento a la crítica textual desde sus orígenes hasta nuestros días, pasando por Alejan- dría, Bizancio, el Renacimiento y la escuela de Lachmann, al tiempo que aportan una rigurosa reflexión acerca de sus diversos problemas, perspec- tivas y métodos. La lucidez y los conocimientos del profesor Morocho afloran en cada una de sus páginas, ofreciendo una completa visión de la mencionada disciplina: una auténtica Historia de la Crítica Textual. Así pues, al dar hoy de nuevo a la luz estos artículos reunidos, se quiere cumplir de algún modo aquel deseo no alcanzado. Los trabajos tie- nen, por otra parte, una virtud: quedan como estaban, como salieron de su pluma y de su cabeza en un momento concreto, sin haber perdido actuali- dad y convertidos en auténticos “clásicos” de obligada lectura. Para sus compañeros y amigos de la Universidad de Murcia es una satisfacción po- der rendirle de esta manera un homenaje, que además agradecerán los es- tudiantes y estudiosos de la crítica textual, a quienes se facilita así el acceso a este interesante campo, llevados de la mano del experto que sabe aunar

Upload: cacdlp

Post on 01-Dec-2015

344 views

Category:

Documents


9 download

TRANSCRIPT

  • P R L O G O

    El presente volumen recoge una serie de trabajos fundamentales y pioneros en Espaa sobre crtica textual, que hace una veintena de aos el profesor Gaspar Morocho Gayo public en Murcia, la mayora de ellos en la antigua revista Anales de la Universidad de Murcia. El profesor Morocho coment muchas veces entre sus amigos el ilusionado proyecto de volver sobre ellos y publicar una Historia de la Crtica Textual. Los aos, las vici-situdes personales y el itinerario acadmico a menudo nos alejan de anti-guos proyectos que, sin embargo, permanecen en lo ms ntimo de nues-tros sentimientos.

    Los seis artculos aqu agrupados suponen un acercamiento a la crtica textual desde sus orgenes hasta nuestros das, pasando por Alejan-dra, Bizancio, el Renacimiento y la escuela de Lachmann, al tiempo que aportan una rigurosa reflexin acerca de sus diversos problemas, perspec-tivas y mtodos. La lucidez y los conocimientos del profesor Morocho afloran en cada una de sus pginas, ofreciendo una completa visin de la mencionada disciplina: una autntica Historia de la Crtica Textual.

    As pues, al dar hoy de nuevo a la luz estos artculos reunidos, se quiere cumplir de algn modo aquel deseo no alcanzado. Los trabajos tie-nen, por otra parte, una virtud: quedan como estaban, como salieron de su pluma y de su cabeza en un momento concreto, sin haber perdido actuali-dad y convertidos en autnticos clsicos de obligada lectura. Para sus compaeros y amigos de la Universidad de Murcia es una satisfaccin po-der rendirle de esta manera un homenaje, que adems agradecern los es-tudiantes y estudiosos de la crtica textual, a quienes se facilita as el acceso a este interesante campo, llevados de la mano del experto que sabe aunar

  • Prlogo 2

    rigor cientfico y claridad metodolgica, y que ha sido un maestro excep-cional.

    El profesor Morocho falleca en Len el pasado 2 de abril de 2002. Nacido el 5 de agosto de 1941 en Pascualcobo, vila, se haba formado en Salamanca; all se licenci en Humanidades Clsicas por la Universidad Pontificia y en Filologa Clsica por la Universidad de Salamanca, en la que se doctor en 1975 y comenz su andadura como profesor universita-rio. Entre los aos 1979 y 1982 la Universidad de Murcia tuvo la suerte de tenerle en su claustro de profesores en calidad de Adjunto Numerario. En este centro el profesor Morocho dej un recuerdo e impronta imborra-bles, y su concurso moral e intelectual fue decisivo para la implantacin de los estudios de Filologa Clsica. En aquellos difciles momentos el profe-sor Morocho fue un ejemplo de tenacidad, de buen criterio y, por encima de todo, de hombra de bien, como lo prueban los innumerables amigos que dej entre el profesorado de la Universidad de Murcia, no slo en el Departamento de Filologa Clsica, sino tambin en otras especialidades, as como la agradecida memoria de varias promociones de estudiantes. Su talante franco y jovial sintoniz perfectamente con el carcter mediterr-neo de nuestras gentes. En 1982 se traslad a la Universidad de Len co-mo Profesor Titular, y ms tarde, en 1989, se convertira en el primer Ca-tedrtico de Filologa Griega de la Alma Mater leonesa. El profesor Morocho conjug de modo admirable su labor inves-tigadora y docente. As lo demuestran los Proyectos de Investigacin en los que particip, las Tesis Doctorales dirigidas, los Cursos de Doctorado impartidos en universidades espaolas y extranjeras, y su participacin en gran nmero de Congresos y Seminarios tanto nacionales como interna-cionales, siendo fundamental su papel en el Proyecto Brasil de la Uni-versidad de Len. Nos ha legado una produccin investigadora de gran pulcritud filolgica, centrada fundamentalmente en la Crtica Textual y el Humanismo. Testigo de la misma es su excelente edicin de los Scholia in Aeschyli Septem adversus Thebas (Len, 1989), que en un principio fuera su Tesis Doctoral, dirigida por el profesor Javier de Hoz. Como Director Cientfico de la Coleccin de Humanistas Espaoles de la Universidad de Len, ha culminado la publicacin de ms de veinte ttulos, entre los

  • Prlogo 3

    que cabe destacar las impecables ediciones de Pedro de Valencia y de Ci-priano de la Huerga. En fin, sus numerosos artculos en revistas especiali-zadas, sus libros de carcter cientfico o didctico, reflejan el espritu del humanista interesado en los ms variados saberes relacionados con el mundo clsico.

    Su ltima contribucin cientfica ha sido la fundacin de la revista Silva. Estudios de Humanismo y Tradicin Clsica, cuyo primer nmero, del ao 2002, no lleg a ver impreso y le es dedicado con toda justicia. En esa revista precisamente aparece su trabajo postrero, titulado El Humanismo renacentista y la unidad de los hombres y de los pueblos, un trabajo de alguna manera truncado, como sinfona inacabada, y que simboliza la unin de su vida y su obra, interrumpidas las dos al mismo tiempo. Pero en esas pginas tambin deja su testamento filolgico y humano, que no es sino su visin del Humanismo renacentista, que se forj de elementos complementarios y que abogaba por la unidad de los hombres. El profesor Morocho nos ha dejado prematuramente, cuando an caba esperar mucho de sus conocimientos y de su magisterio. Se nos ha ido el maestro, el compaero y el amigo, pero su huella permanecer inde-leble entre los que tuvimos la fortuna de conocerlo. Ciertamente, sabidura y bondad son dos cualidades que no conviven fcilmente en la misma per-sona, pero el profesor Morocho -nuestro amigo Gaspar- las supo asociar con sencillez, dndonos as su mejor leccin magistral. El libro que ahora tienes, lector, entre tus manos da fe de todo lo dicho. N.B. El presente volumen recopilatorio no hubiera podido ver la luz sin la colaboracin de los Doctores Esteban Caldern Dorda, Rosa Mara Iglesias Montiel, Francisca Moya del Bao y Mariano Valverde Sn-chez, profesores del Departamento de Filologa Clsica de la Universidad de Murcia, que repasaron atentamente los distintos trabajos que lo com-ponen.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad (I)*

    GASPAR MOROCHO GAYO

    1. CONSIDERACIONES PREVIAS

    En esta exposicin y en las siguientes nos proponemos abordar una serie de cuestiones sobre la evolucin de los mtodos y principios de la crtica textual. Pero la exposicin resultante de una panormica histrica sobre esta disciplina, por la naturaleza misma de los datos, tiene que resultar llena de in-coherencias. No obstante, un estudio sobre la historia de la crtica textual im-plica afrontar una serie de problemas fundamentales que, a la vez, ponen en evidencia los lmites en que se ha desarrollado esta disciplina.

    Una consideracin puramente sistemtica y acrnica sobre los distin-tos problemas de la crtica textual nos situara ms bien en el terreno de los principios abstractos y, por ende, las normas crticas podran aparecer como una serie de postulados tericos provistos de verdad absoluta. La crtica tex-tual, que es filologa por excelencia, se halla necesariamente vinculada a los datos concretos y una consideracin histrica y diacrnica de esta disciplina, inseparable de la buena filologa y de la historia de los textos, nos sita en el campo de la relatividad de los principios. Dicha relatividad, considerada co-mo fundamento metodolgico constituye una excelente garanta cientfica contra todo dogmatismo y una apertura a la incorporacin de las nuevas aportaciones y adquisiciones.

    * Artculo publicado en Anales de la Universidad de Murcia 38, 1979-80, 3-27 (ob-

    servacin de los editores). Este artculo es resultado de una serie de charlas y coloquios organizados por el

    Departamento de Griego de la Universidad de Murcia. Seguirn: La transmisin de tex-tos y la crtica textual en Bizancio (II). La crtica textual desde el Renacimiento a Lach-mann (III). Panormica de la crtica textual Contempornea (y IV).

  • GASPAR MOROCHO GAYO 6

    Nuestros manuales de crtica textual suelen definir la disciplina en funcin de la causa final ya que, para ellos, se trata bsicamente de restituir un texto suprimiendo los deterioros y adherencias espreas que sufri con el pa-so de los aos y lograr en la medida de lo posible la prstina pureza con que sali de las manos de su autor. Tal es la meta que persiguen los grandes espe-cialistas de la filologa moderna en sus ediciones. Pero el editor de un texto tampoco puede olvidar el quin, el cmo y el cundo, no slo en el as-pecto de produccin o composicin de una obra, sino adems en la faceta no menos importante de la transmisin de un texto. Por eso, desde hace por lo menos medio siglo, los grandes especialistas no suelen editar un texto sin un conocimiento profundo de la historia de su transmisin. Siguiendo esta pauta metodolgica de los grandes fillogos, que, insuperablemente, hermanan his-toria del texto con la tarea de su restitucin, nos ha parecido pertinente abor-dar someramente la diacrona de los mtodos de crtica textual en conjuncin con la historia y las vicisitudes de la transmisin textual.

    2. DIVERSOS TIPOS DE EDICIN DESDE LA ANTIGEDAD

    Impropiamente emplearemos el trmino edicin para referirnos a

    los textos antiguos, ya se encuentren stos en papiros pertenecientes a alejandrinas1, ya se hallen, como sucede en la mayora de los casos, en cdices de pergamino medievales o en libros impresos modernos de los siglos XV y XVI.

    En estas ediciones, independientemente de su cronologa, se deben discriminar aquellas que son producto de la alta filologa de aquellas otras destinadas a la escuela o al comercio. Es evidente que en Alejandra y en Pr-gamo grandes maestros establecieron el texto de muchos autores de confor-midad con determinados principios crticos o filolgicos. Pero no resulta me-nos evidente el hecho de que muchos alumnos, y as lo atestiguan numerosos papiros de Homero y de los oradores ticos, copiaban en la escuela bajo la di-reccin del magister sus propios textos. Por otra parte, se ha comprobado que en la antigedad se produjeron ediciones econmicas de libros destinados al

    1 B.A. VAN GRONINGEN, Ekdosis, Mnemosyne, 16, 1963, 6-17.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 7

    comercio2. Adems, el afn de coleccionar libros lujosos no era aficin exclu-siva de prncipes y ricos mecenas. Es muy antigua la costumbre de adquirir libros para ostentacin y vanidad de su dueo, el cual senta placer en mos-trarlos a los amigos y tenerlos en su casa. As se comprueba en muchos textos de papiro aparecidos en los ltimos aos y que reproducan el texto de los grandes autores de la poca clsica3. Resulta obvio comprobar que los crite-rios con que operaban los grandes fillogos no eran exactamente los mismos que los que se empleaban en la escuela. Tampoco stos eran idnticos a los utilizados en la confeccin de libros destinados al comercio, donde el objeti-vo principal era la obtencin de beneficios.

    Por eso resulta de suma importancia en el estudio de un texto anti-guo, sea papiro o manuscrito, saber con qu criterios se copi y a qu fin se destinaba. Como norma previa debemos indicar que todo libro anterior a la im-prenta constituye, por lo general, una edicin nica y singular dotada de sus propias y pecu-liares caractersticas.

    Bentley y la filologa angloholandesa, as como las ediciones crticas del N. T., constituyen el punto de partida de la crtica cientfica y moderna, cuyos mtodos perfeccionara Lachmann. No obstante las aportaciones de Alejandra y Bizancio no slo estn en la base del quehacer crtico contempo-rneo, sino que constituyen una fuente inagotable de saber y de estudio nun-ca interrumpido.

    3. LA POCA PREALEJANDRINA

    Se omiten en este estudio algunos importantes testimonios que nos han llegado sobre la existencia de Bibliotecas en poca prealejandrina4.

    Como es sabido, los griegos, despus de la poca micnica, parece que olvidaron el uso de la escritura. Ignoramos si desde el primer momento emplearon la nueva escritura con fines literarios, cuando sta aparece en la segunda mitad del siglo VIII, al adoptar los signos del alfabeto fenicio. Hoy resulta comprobado el hecho de que durante varios siglos la literatura se

    2 H.L.M. VAN DER VALK, On the Edition of Books in Antiquity, Vigiliae Christianae, 11, 1957, 1-10.

    3 R. CANTARELLA, I Nuovi Frammenti Eschilei di Ossirrinco, Napoli, 1948, 133-137. 4 J. PLATTHY, Sources on Earliest Greek Libraries, Arnsterdam, 1968.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 8

    compuso oralmente, y asimismo, es opinin comn la tesis de que el empleo de la escritura con fines literarios no se generaliza hasta mucho ms tarde. A propsito de Empdocles hemos escrito en otro lugar5 que el empleo de la escritura en su tiempo, como medio normal de difusin de la cultura, era prcticamente inexistente. Los libros no se generalizaron en Grecia hasta el siglo V, en contacto con la tragedia y la sofstica, es decir, despus del 450. Adems, la introduccin del libro no elimin de repente la forma de transmi-sin oral.

    La famosa edicin pisistrtida del texto homrico ha suscitado no pocas suspicacias6. En otro orden, al parecer, fue Anaximandro quien escri-bi el primer libro en prosa, seguido de Hecateo de Mileto y de Ferecides. Noticias tardas nos dan cuenta de que Herclito deposit su libro en el tem-plo de rtemis efesina. Parece, igualmente, que los pitagricos, ya en poca temprana, se sirvieron de la escritura en su enseanza, predominantemente de tipo oral. C. Garca Gual7 opina que tambin las fbulas de Esopo fueron re-cogidas por escrito en poca temprana antes del 450 a. de C.

    No obstante, creemos que, con anterioridad a esa fecha, la transmi-sin por escrito de las obras literarias era un hecho aislado y espordico. La existencia de escuelas y de cofradas dedicadas a una actividad especial (poesa pica, escuelas filosficas, etc.) es algo evidente, ya en poca arcaica. Con to-do, las obras literarias en un primer momento no se transmiten a travs del libro, sino por va oral, incluso en el mbito de esas escuelas.

    Los estudios de E. G. Turner8, T. Kleberg9, L.D. Reynold-N.G. Wil-son10, A. Havelock11, B. Gentili12 y G. Cavallo13, vienen a corroborar que la

    5 Aproximacin a la poesa filosfica en Grecia, Logos, 20, 1979, 31-32, donde

    se cita bibliografa sobre el terna. 6 J.A. DAVISON, Peisistratus and Homer, TAPhA, 86, 1955, 1-22. G.P.

    GOOLD, Homer and the Alphabet, TAPhA, 91, 1960, 239-271. P. MAZON, Introduction a lIliade, Paris, 1959, 234-235.

    7 Conferencia en el I Simposio de Filologa y Lingstica Griega, Salamanca, 1979.

    8 Athenian Books in the Fifth and Fourth Centuries B.C., London, 1951. 9 Bokhandel och bokfrlag in antiken, Estocolmo, 1962. Trad. italiana de las 13-83,

    por E. LIVREA, en la obra de G. CAVALLO. 10 Scribes and Scholars (A Guide to the Transmission of Greek and Latin Literature), Ox-

    ford, 1968. Cf. trad. italiana con interesante introduccin de G. BILLANOVICH, Copisti e filologi. La tradizione dei classici dallantichit ai tempi moderni, Padova, 19732.

    11 Preface to Plato, Cambridge, 1963. Existe tambin trad. italiana bajo el ttulo de

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 9

    existencia del libro, como vehculo normal de difusin de la literatura, carece de base seria en poca anterior a Pericles, as como la existencia de bibliotecas pblicas y privadas.

    Ya Wilamowitz14 era partidario de la tesis de que el libro como medio de transmisin de la literatura se desarroll en conexin con la tragedia y las enseanzas de los sofistas. Puede, por lo tanto, conjeturarse que con toda ve-rosimilitud la circulacin de copias de libros anteriores a Pericles fue muy res-tringida y limitada, y, consecuentemente, el pblico lector, no muy numeroso.

    Es cierto que Pndaro mandaba copias de sus poemas, as como de la msica que acompaaba al texto, a las diversas familias que le haban encar-gado un epinicio. Otro tanto, al parecer, haran Simnides de Ceos y su so-brino Baqulides, quienes vendan el producto de su arte. Tal vez Arquloco escribiera ya sus poemas y esto mismo podra decirse de Alcmn, Safo y Al-ceo. Pero no tenemos pruebas que avalen una afirmacin incontestable y para la poca arcaica resulta ms lgico pensar que era la enseanza oral la forma corriente de transmisin y difusin de las obras literarias, cuya tcnica de composicin era fundamentalmente oral.

    Hoy sabemos que las citas de Homero en Platn15 muestran notables divergencias respecto del texto tradicional. Probablemente, en escritos ahora desaparecidos, como los de los presocrticos, encontraramos lecturas muy diferentes, si adems de la tradicin indirecta contramos para estos escritos con el medio de transmisin ms seguro que constituye la va directa. No por ello suponemos que hayan sido introducidos cambios radicales, pero sin duda que hubo innovaciones, las cuales afectaran a las expresiones menos inteligi-bles. Estas seran sustituidas por otras ms familiares y en este sentido se

    Cultura orale e civilt della scritura. Da Omero a Platone, Roma-Bari, 1973, realizada por B. GENTILLI.

    12 Sincronia e diacronia nello Studio di una cultura orale, QUCC, 8, 1969, 15 y ss., as como el cap. Lirica Greca Arcaica e Tardo Arcaica, en Introduzione allo Studio della Cultura Classica, Milano, 1972, 57-94. Sobre este tema son tambin interesantes los artcu-los de L.E. ROSI, I generi letterari e le loro leggi scritte e non scritte nelle letterature classiche, BICS, 18, 1971, 69-94, y el de G. CERRI, II passaggio dalla cultura orale alla cultura di comunicazione scritta nelleta di Platone, QUCC, 8, 1969, 119-133.

    13 Libri, Editori e Pubblico nel mondo Antico, Roma-Bari, 1975. 14 Einleitung in die griechische Tragdie, Berln, 1921 (reeditado en 1959, pero publi-

    cado por primera vez en Euripides-Herakles, I, cap. I-IV, Berln, 1889), 121. Einleitung... 15 J. LABARBE, L'Homre de Platon, Lige, 1949.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 10

    puede comprobar el notable trabajo de depuracin que han realizado algunos editores desde finales del siglo pasado en los textos de tradicin indirecta.

    Durante el perodo de transmisin oral de la literatura el ritmo coad-yuvaba notablemente a su fiel transmisin, incluso en las obras en prosa, pero es bastante probable que algunas frmulas fueran cambiadas por los rapsodos y en las obras en prosa seran modificadas ciertas expresiones con posteriori-dad dentro de las escuelas, donde se mantuvo largo tiempo la prctica oral para la enseanza de una gran parte de la tradicin literaria.

    El desarrollo y difusin del libro a partir de la poca de Pericles hizo caer en el olvido muchas obras transmitidas hasta entonces nicamente por va oral. Por otra parte, a finales del siglo V y principios del IV, cuando las obras que haban circulado oralmente comienzan a copiarse en libros, tiene lugar un hecho importante. Nos referimos al metagrammatisms, en virtud del cual las obras escritas en otros alfabetos son ahora transcritas al alfabeto de Mileto adoptado oficialmente en Atenas. Podra presumirse que las obras que no fueron transcritas al nuevo alfabeto, en gran medida, se perdieron para siempre. Incluso algunas obras que sin duda fueron transcritas parece que no se conservaron mucho tiempo. Esto ocurre con los escritos de los presocrti-cos, de los que conservamos solamente las tesis y principios generales, pero no su desarrollo.

    No nos vamos a referir a las caractersticas de los autgrafos de los autores griegos de poca clsica, aspecto que estudiamos en relacin con la tragedia en la Introduccin de nuestra tesis doctoral16. En ellos faltaban los signos de puntuacin y de acentuacin, las marcas de elisin y de crasis y las letras dobles. Por lo que se refiere a la lrica coral y partes lricas de la tragedia y de la comedia, el texto potico, tal vez acompaado de notacin musical, se escriba como si fuera prosa. As se comprueba en el ejemplar ms antiguo de papiro de textos griegos que hoy conocemos: los Persas, de Timoteo17, fecha-do en las postrimeras del siglo IV a.C. En este papiro cada letra ha sido sepa-rada al modo como se haca en las inscripciones. Su trazado es sencillo, angu-lar y claro. Letras algo ms diminutas y delgadas aparecen en otro texto de fi-nales del siglo IV correspondiente al Fedn, de Platn18.

    16 Scholia in Aeschyli Septem Adversus Thebas, Salamanca, 1975, I, pginas 14-20. 17 E.M. THOMPSON, An Introduction to Greek and Latin Paleography, Oxford, 1912,

    lm. 1. 18 Ibdem, lm. 2.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 11

    Por lo que respecta a las obras teatrales, tanto Tragedias como Co-medias, no sabemos si el texto era idntico para actores y coristas, si ambos disponan del texto completo o solamente de la parte correspondiente a su papel, o si, por el contrario, lo aprendan oralmente. Ignoramos tambin si se modificaba el texto cada vez que una obra se repona en escena. De algunas obras, como de Las Nubes, de Aristfanes, nos consta la existencia de dos re-dacciones19.

    Tampoco sabemos si despus de la primera puesta en escena se co-piaba el texto para guardar una copia en los archivos del Estado. El supuesto decreto del ao 386 a.C. que ordenara representar tres tragedias de los gran-des autores del pasado, junto con las de nueva creacin, se considera hoy in-existente. Y la iniciativa de Licurgo hacia el 330 parece que confirma la au-sencia de toda recensin oficial anterior.

    Segn un conocido pasaje de Plutarco20, el estadista ateniense Licur-go hizo publicar una ley en la que se ordenaba que se hiciera una copia oficial de las obras de los tres trgicos mayores, con la finalidad de conservar el tex-to y obligar a los actores a atenerse a l.

    Tal decreto, indiscutiblemente, supone una intromisin en el texto de los clsicos por parte de los actores, anterior a esta fecha. Pero nada garantiza que dicha intromisin cesara despus en virtud de un decreto.

    Nada sabemos de las caractersticas de la edicin de Licurgo ni de otras muchas que debieron hacerse destinadas al comercio y a las personas particulares. En las obras literarias clsicas con mucha frecuencia existe una etapa de difusin entre el autgrafo del autor y la primera edicin erudita muy difcil de controlar. En dicho perodo las obras pueden sufrir modificaciones incluso profundas, pero los crticos no se hallan en condiciones a veces de determinarlas. Esto sucede incluso con algunas obras clsicas de la literatura castellana, como por ejemplo, las Poesas de Fray Luis de Len.

    No sabemos si las formas neoticas de la tragedia remontan a la edi-cin de Licurgo, posterior en un siglo a los autgrafos. Ignoramos tambin si se copiaron todas las obras de los trgicos y si stas fueron agrupadas en or-den cronolgico o alfabtico.

    Est fuera de toda duda que los textos griegos, antes de ser protegi-dos por la filologa helenstica, estuvieron expuestos a grandes peligros de co-

    19 A. MELERO, Atenas y el Pitagorismo, Salamanca, 1972, 90.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 12

    rrupcin. Resulta evidente que en las obras teatrales algunas corruptelas deri-van de los actores, pues como atestigua Demstenes21, durante el siglo IV las tragedias eran representadas de forma regular, y es presumible que la repre-sentacin de obras antiguas ante un pblico ms moderno diera ocasin a los actores, quienes no deban tener muchos escrpulos crticos, para adaptar el texto a las nuevas circunstancias.

    En el Hiplito, de Eurpides, segn W.S. Barret22, existen interpola-ciones de los actores en nueve pasajes con seguridad y con bastante probabi-lidad en otros cuatro. Dichas interpolaciones, segn los ltimos estudios23, afectan de manera especial a Eurpides y en menor proporcin a Sfocles y Esquilo. En este autor habran influido de modo particular en Septem24; no obstante, parece que la intervencin de los actores en el texto de los trgicos no ha tenido la importancia que se le ha dado.

    Sobre las copias que se hicieron en este perodo, destinadas unas al comercio y otras a personas particulares con mayores exigencias, puede decir-se muy poco. En ambos casos unas tendran lecturas buenas y otras deficien-tes desde un punto de vista crtico. Dadas las innovaciones de los actores y la difusin de sus copias, las interpolaciones podran encontrarse en todo tipo de dramas. Para el pblico en general, probablemente, el mejor criterio para preferir un texto no sera el de su fidelidad, sino el de su gusto o sabor popu-lar.

    Como principio general sobre las ediciones de este perodo podemos concluir con estas palabras de D.L. Page25: Antes de la poca alejandrina..., un gran nmero de corrupciones puede haber afectado a nuestros textos. Los papiros de poca prealejandrina diferiran mucho ms de nuestros ma-nuscritos medievales que stos respecto de los papiros de poca helenstica. No obstante, sigue siendo vlida la tesis de Havet aceptada hoy por toda la crtica, segn la cual nuestros gramticos, metricistas e historiadores han lle-gado a constatar en los textos una fijeza de leyes, conexin de hechos y lgica

    20 Cf. 841 F. 21 De falsa legatione, 246. 22 Euripides Hippolytus, Oxford, 1964, 45. 23 D.L. PAGE, Actors Interpolations in Greek Tragedy, Oxford, 1934, 30-32, 80-85.

    M.D. REEVE, Interpolation in Greek Tragedy, GRBS, XI, 1970, 283-293; XIV, 1973, 145-l71.

    24 E. VAN VEEN, Interpolaties in Aeschylus Zeven tegen Thebe, Groningen, 1938. 25 Eurpides. Medea, Oxford, 1938, Introd., LI.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 13

    de ideas, que nos permiten concederles una confianza general. La nica norma para garantizar la existencia de una falta, de una interpolacin y de una lagu-na, ser el principio de la explicabilidad.

    Puede resultar, por tanto, tan exagerado afirmar que poseemos el tex-to casi exacto de nuestros clsicos como suponer la carencia de fiabilidad en el mismo. Tal es el juicio que nos merecen las primeras ediciones de los clsi-cos antes de que una serie ininterrumpida de sabios, maestros y copistas cui-daran de su fiel transmisin y conservacin.

    4. PERODO HELENSTICO

    a) Los textos clsicos en Alejandra.

    Las precauciones para salvaguardar los textos de los clsicos, poetas y prosistas, fueron tomadas en Alejandra. Las ediciones crticas de los ale-jandrinos constituyen tal vez una de las mayores aportaciones de la civiliza-cin helenstica.

    Se dice que Demetrio Falereo fue invitado por Ptolomeo I para or-ganizar en la ciudad del delta los estudios, segn el modelo que Aristteles haba desarrollado en el Liceo. En esta poca se fund la Biblioteca Alejan-drina, que en sus mejores tiempos llegara a contener 490.000 volmenes. Con posterioridad, adherido a ella, se construy el Serapeum, donde se guarda-ran 43.000 volmenes ms26.

    As, pues, en Alejandra, doctos gramticos y eruditos fillogos se de-dicaron al estudio de los textos. All, despus que se reunieron y se cataloga-ron las obras, se emprendi la tarea de revisin para establecer un texto depu-rado.

    Al perodo helenstico corresponde la elaboracin del famoso canon alejandrino que tanta influencia tuvo en la literatura posterior, pues los auto-res en l contenidos eran y fueron los verdaderos modelos para la imitacin literaria en los diversos gneros.

    26 G. RIGHI, Historia de la Filologia Clsica, Barcelona, 19692, 48.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 14

    A Usener debemos la reconstruccin del tan celebrado canon, que tanto influy en el desarrollo de la literatura posterior y, sobre todo, en la se-leccin de los autores que eran objeto predilecto de la lectura y de la copia.

    picos: Homero, Hesodo, Pisandro, Paniasis, Antmaco. Yambgrafos: Semnides de Amorgos, Arquloco, Hiponacte. Trgicos: Esquilo, Sfocles, Eurpides, In, Acaio. Cmicos: (1) Comedia antigua: Epicarmo, Cratino, Epolis, Aris-

    tfanes, Fercrates, Crates, Platn. (2) Comedia media: Antfanes, Alexis. (3) Comedia nueva: Menandro, Filpides, Dfilo, Filemn, Apolodoro.

    Elegacos: Calino, Mimnermo, Filitas, Calmaco. Lricos: Alcmn, Alceo, Safo, Estescoro, Pndaro, Baqulides, -

    bico, Anacreonte, Simnides. Historiadores: Herdoto, Tucdides, Jenofonte, Filisto, Teopom-

    po, foro, Anaxmenes, Calstenes, Helnico, Polibio. Oradores: Demstenes, Lisias, Hiprides, Iscrates, Esquines, Li-

    curgo, Iseo, Antifonte, Andcides y Dinarco27. b) Las ediciones alejandrinas.

    Nos interesa destacar los procedimientos de crtica textual28 que al-gunos maestros de Alejandra siguieron en el establecimiento del texto de los clsicos. Otros aspectos sobre estos fillogos pueden estudiarse en el excelen-te libro de R. Pfeiffer29.

    La crtica de Homero por los alejandrinos nos ofrece la pauta sobre el modo como trabajaron stos en el texto de otros autores. Los estudios de

    27 W. KROLL, Historia de la Filologa Clsica, Barcelona, 1948, 424. 28 With the third century we enter alike the full historical period with the ap-

    pearance of actual texts on papyrus, and also the first period in which scholars practised something worthy of the name of textual criticism. J.A. DAVISON, en Homeric Criti-cism, A Companion to Homer, London, 1962, 221. Vase tambin el artculo de este autor: The Study of Homer in Graeco-Roman Egypt, en Mitteilungen aus der Papyrussammlung der ster. Nationalbibliothek, V, 1956, 51-58, as como la obra de M. VAN DER VALK, Textual Criticism of the Odyssey, Amsterdam, 1949.

    29 History of Classical Scholarship, Oxford, 1968. Existe tambin trad. italiana bajo el ttulo de Storia della Filologia Classica. Dalle origini alla fine dellet ellenistica, Napoli, 1972. Se anuncia trad. castellana en Gredos.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 15

    T.W. Allen30, P. Mazon31, V. Berard32 y J. La Roche33 son un claro ejemplo del buen quehacer filolgico y abordan casi todos los aspectos de la crtica alejandrina sobre el texto de Homero.

    No podemos hablar de ediciones helensticas sin algunas precisiones. Ya hemos dicho que todo papiro en la antigedad, como sucedera en la Edad Media con los manuscritos, es en principio y en la prctica un ejemplar nico, dotado de unas caractersticas peculiares e individuales que le distin-guan del resto. Esto se debe a que incluso el copista ms concienzudo no re-produca exactamente su modelo.

    Los textos idnticos slo sern posibles despus de la invencin de la imprenta. Anteriormente el texto estaba sujeto a alteraciones y la incompe-tencia y descuido de los escribas poda agravar la corrupcin. Cuanto ms popular fuera un autor, tanto ms estaba sujeto a corrupciones.

    Con frecuencia se habla de ediciones antiguas de autores clsicos. Debiera evitarse este trmino, porque su empleo sugiere automticamente la idea de una edicin moderna, de ah que se preste a confusin y equvoco34.

    La edicin con un nmero de ejemplares ms o menos idntico no tiene lugar jams.

    El verbo y el sustantivo as como sus compuestos y derivados no pueden traducirse como se hace corrientemente por editar y edicin, pues no indican el acto de un editor, ni de un librero, sino el del autor que abandona su obra al pblico. El verbo pasar de mano en mano se emplea para desig-nar la difusin de una obra de la antigedad, difusin no sistemtica sino, a veces, caprichosa e incluso contra la voluntad del autor. no indica nicamente el abandono por parte del autor de un ejemplar nico, sino el abandono a favor de todos aquellos que se intere-sasen por su obra. No obstante, se puede hablar de edicin a propsito de los textos establecidos por los grandes fillogos de la antigedad. Zendoto, Aristfanes de Bizancio, Riano, Apolonio, Calmaco, Crates, Aristarco y otros

    30 Homeri Ilias, Oxford, 1931. 31 En nota 6. 32 Introduction a lOdyse, Paris, 19352. 33 Homerische Textkritik in Altertum, Leipzig, 1866. 34 B.A. VAN GRONINGEN, Art. de nota 1. Vase tambin Trait dHistoire et Criti-

    que de Textes, Amsterdam, 19632, 23-26.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 16

    han coleccionado, colacionado, catalogado, criticado, purificado, interpretado y comentado un nmero considerable de textos. Su trabajo fue decisivo para la conservacin y pureza de los mismos.

    Con anterioridad al estudio de los textos por parte de estos grandes maestros helensticos parece que se hicieron recensiones de los poemas homricos. Hemos aludido de pasada a la edicin pisistrtida del texto hom-rico y nos hemos referido a la edicin de Licurgo de los tres grandes trgicos. c) La edicin de Zendoto.

    Para J.A. Davison35 est fuera de toda duda que el texto homrico fue establecido para su recitacin en las Panateneas y, por lo tanto, constituira el ejemplo ms antiguo de edicin, cuya existencia est atestiguada por eviden-cias externas. Tegenes de Regio hacia el 530, y posteriormente Estesmbroto de Tasos, Metrodoro de Lmpsaco, Glauco de Regio, Trasmaco de Calcedo-nia y Demcrito de Abdera, abordaron cuestiones de interpretacin y particu-larmente el significado de algunos trminos oscuros. Es probable que trataran cuestiones similares a las que denominamos hoy de crtica textual.

    No obstante, parece descartado hablar de una vulgata prealejandrina del texto homrico. Hacia finales del siglo V debieron aparecer ediciones cui-dadas de los poemas - -, a juzgar por un testimonio de Digenes Laercio36. En esta direccin apuntan tambin dos ancdotas, con-servadas por Plutarco, sobre Alcibades, y un maestro de escuela37 que tena un texto de Homero revisado por l mismo.

    Noticias tardas nos dan cuenta de que el poeta Antmaco de Colofn y Eurpides el Joven, sobrino del gran trgico, posean copias personales del texto homrico. Alejandro en su expedicin a Persia llevaba siempre consigo, segn diversas fuentes, una lujosa edicin de Homero.

    Simultneamente con la existencia de ediciones particulares y perso-nales debieron establecerse otros textos, que se guardaban en los archivos de las principales ciudades - -. Los escolios citan frecuente-

    35 J.A. DAVISON, en A Companion..., 220. 36 IX, 13. 37 Vita Alcib., VII, 1.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 17

    mente la edicin de Marsella y tambin la de Quos, Snope, Arglide, Chipre, Creta y Elide.

    Sobre las ediciones particulares y pblicas, cuyas caractersticas y pro-cedimientos ignoramos, se bas el trabajo de los alejandrinos. stos, debida-mente reunidas y catalogadas las obras, establecieron sus textos y los comen-taron, llegando a ser sus ediciones la vulgata para la mayor parte de los auto-res en la antigedad.

    Escoliastas y lexicgrafos nos atestiguan la existencia de o , a diversos autores y as resulta indiscutible por otros tes-timonios externos, segn los cuales los fondos de la Biblioteca de Alejandra se nutrieron en gran medida de ejemplares procedentes de Atenas.

    Galeno38 recoge una ancdota, segn la cual el texto de los trgicos que haba sido establecido por Licurgo en Atenas hacia el 330 fue pedido en prstamo por Ptolomeo (Filadelfo II), a mediados del siglo III, con la finali-dad de hacer una copia en la Biblioteca alejandrina y destinarla a sus fondos. Ptolomeo ordenara guardar celosamente el original procedente de Atenas y devolvera a la ciudad de Palas una cuidada copia, aadiendo una cantidad de dinero nada despreciable en compensacin. Si este hecho fue cierto, el texto helenstico de los trgicos remontara a la edicin de Licurgo del ao 330.

    Resulta indiscutible el procedimiento alejandrino de utilizar varias ediciones y elegir entre sus lecturas para establecer el texto de un autor. En el manuscrito F de Demstenes, a propsito de la epstola a Filipo (IX) y al fi-nal de la misma se nos dice: . Este plural sugiere que las dos copias no eran idnticas, ya que hubiera bastado una sola en el ca-so de que hubieran sido completamente exactas. La edicin homrica de Zendoto de feso se basaba en varias y anteriores. Las caractersticas de su revisin del texto de Homero nos son conocidas por autores posteriores, cuyos testi-monios no siempre son fiables. Parece que no escribi comentarios que acompaaran al texto potico, ste era bastante ms breve que el que noso-tros leemos, a juzgar por algunas expresiones de escoliastas tardos.

    Zendoto utiliz el belo () para designar los versos apcrifos, sig-no que emplearan sus sucesores con idntica finalidad. El belo de Zendo-to, no obstante, puede indicar dos grados de rechazo; una omisin completa,

    38 Epid. Hyppocr., 607, ed. de Khn.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 18

    o bien una attesis que denota una pequea sospecha. Difcil resulta determi-nar en los pasajes concretos la amplitud de rechazo con que Zendoto em-pleaba el belo, as como las razones que le guiaban al obelizar un verso de-terminado. Sus sucesores, Aristfanes y Aristarco, no emplearon el belo de una forma tan drstica y, a veces, estn expresamente en desacuerdo con Ze-ndoto. Un escolio de Luciano39 llama a este crtico ltigo de Homero por haber obelizado y atetizado muchos versos del poeta. Tambin revis Zen-doto el texto de las Odas de Pndaro40. d) Las ediciones de Aristfanes.

    Aristfanes de Bizancio, bibliotecario del 195 al 180, parece que edit los trgicos, Hesodo, Pndaro y Aristfanes, y que hizo nuevas recensiones de Homero, Alceo, Anacreonte y las Trilogas de Platn. Compuso, adems, otros tratados miscelneos de contenido filolgico. Pero el trabajo de Arist-fanes sobre el texto completo de las obras debi de ser muy limitado, si te-nemos en cuenta el nmero ingente de dramas y poemas. Ms bien parece que la labor del maestro alejandrino en muchos casos se limitara a la mera di-reccin y revisin de un trabajo que efectuaban otros maestros de segundo orden y que l rubricara como director de la Biblioteca.

    Aunque las fuentes nunca le atribuyen expresamente el establecimien-to de una trgica, veamos cmo debi ser su mtodo tomando como ejemplo las tragedias de Esquilo:

    (1) Reunin y clasificacin de los dramas, precedido en este trabajo tal vez por Alejandro de Etolia y Calmaco. Es probable que pusiera orden en la lista de obras como hizo con Sfocles y Eurpides. Los manuscritos de Es-quilo no nos dan indicaciones numricas de las obras y, cuando esto sucede, el dato es de poca tarda.

    La lista de obras por orden alfabtico que leemos en el Mediceo pue-de remontar a Aristfanes de Bizancio. As parece deducirse del Arg. Vet. ad Ant., de Sfocles, en el que se dice que el orden cronolgico era el seguido por las antiguas Didascalias del Liceo. La edicin de Aristfanes, en este as-pecto, remontara a la de Licurgo, que presentara las obras alfabticamente.

    39 Pro imag., 24.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 19

    (2) El establecimiento de un texto que recoga probablemente la tra-dicin de los actores y la tradicin culta, basada en la copia de ejemplar. Es seguro que Aristfanes utiliz diversas tradiciones a juzgar por el mtodo se-guido en otros autores. En su edicin marcara con una X las particularidades de vocabulario y de expresin, las formas contrarias al uso corriente y las fi-guras retricas ms destacadas. Nuestros escolios sealan el empleo de X, por ejemplo, Schol. ad Sept. I, 79, aunque los comentarios parece que son de poca ms tarda.

    Segn Wilamowitz41 los comentarios de Aristfanes seran recogidos por sus discpulos, pero en ninguna parte de la tradicin leemos que l escri-biera comentarios a Esquilo.

    (3) Estableci la colometra de las partes lricas, uso que se mantuvo durante toda la antigedad; el P. Oxy. 2179 ofrece fragmentariamente Septem, 155-159, pasaje lrico que presenta los kla del Mediceo.

    Los kla de Aristfanes constan de uno, dos o tres elementos rtmi-cos. El final de klon coincide con final de palabra, pero olvid la anotacin musical de las partes lricas, ya que en su poca no se perciba el ritmo anti-guo y su edicin no estaba destinada a la representacin sino a la lectura.

    (4) Utiliz en su edicin la pargrafos y la corons, y a l se puede atribuir el uso moderado de siglas de personajes que se generaliza y desarrolla en poca bizantina.

    (5) Cada tragedia ocupara un rollo de papiro y la edicin de Esquilo, como la de Sfocles y Eurpides, obra de Aristfanes, lleg a ser en la anti-gedad la edicin de referencia. Sus alumnos continuaron el trabajo segn su espritu y sus mtodos.

    No se ha demostrado que Aristfanes escribiera scholia al texto de los trgicos, pero los discpulos inmediatos dotaron al texto de comentarios co-mo el gramtico Calstrato. El ncleo de nuestros escolios depende de la cr-tica alejandrina a travs de Ddimo, segn la communis opinio de los editores de escolios, lo cual nos parece discutible, al menos en el caso de Esquilo.

    Por lo que se refiere al texto homrico, Aristfanes fue ms modera-do que Zendoto en obelizar de forma completa versos ntegros, pero hizo un uso ms frecuente que l de la attesis. Su edicin es citada frecuentemen-te en los escolios y aunque Aristfanes mismo dice que escribi un tratado

    40 J. IRIGOIN, Histoire du texte de Pindare, Paris, 1952, 32-33.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 20

    especial de lexicografa homrica, no es seguro que ste fuera un comentario sistemtico. Como Zendoto, Aristfanes utiliz el belo aadiendo adems otros signos crticos. A propsito de su edicin trgica nos hemos referido a la X, la pargrafos y la corons . En el texto homrico emple, adems del belo, el keraunin (T), la antisigma y el asterisco . Todos ellos con el significado que diremos ms adelante. Su contribucin a la crtica textual de Homero parece que fue ms importante que la de Zendoto, segn se deduce del ulterior trabajo de Aristarco. De todas formas, la influencia de Zendoto y de Aristfanes fue decisiva en el estado actual del nmero de versos. En los papiros del siglo II y siguientes han desaparecido de los poemas homricos muchos versos puestos en las ediciones de papiros del siglo III.

    Parece que fue invencin de Aristfanes de Bizancio y de los prime-ros sabios alejandrinos el uso en sus ediciones de los signos de acentuacin y de puntuacin, tiles para facilitar la lectura en textos de scriptio continua y dar una solucin al significado de determinados lexemas dudosos.

    El uso de los acentos no es regular ni se generaliza en los papiros. A veces, la acentuacin se coloca sobre la slaba que no necesita la marca, como ocurre en la Ilada, de Hawara, donde se acenta theoides en lugar de theoeids. Tambin llama la atencin, en poca posterior a la de Aristfanes, ver el acento puesto sobre la primera vocal del diptongo, y no en la segunda, como hacemos nosotros.

    El uso de los espritus, su origen y desarrollo, son prcticamente los mismos que los de los acentos. Aristfanes y los alejandrinos emplearon dos tipos de espritus, procedentes de la antigua H: el espritu spero y el suave . Pero durante mucho tiempo no se generaliz el empleo de espritus en la escritura, aunque el suave aparece ms frecuentemente que el spero, segn se comprueba en la Ilada, de Hawara.

    La puntuacin en los papiros ms antiguos recuerda el sistema de las inscripciones griegas de poca clsica, que utilizaron ya uno, dos o tres pun-tos, para separar las palabras o los kla. El punto alto, inventado por Arist-fanes de Bizancio, equivale a nuestro punto final, el punto medio a nuestra coma, y el punto en lnea a nuestro punto y coma. La coma y el signo de in-terrogacin aparecern varios siglos ms tarde en los cdices minsculos, en-tre los cuales los vetustissimi, aunque parcamente, ofrecen una correcta coloca-

    41 Einleitung..., 151-152.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 21

    cin de espritus y acentos frente a muchos vetusti y recentiores, cuya acentua-cin, denominada bizantina, no es la misma que utilizamos hoy en da.

    Tambin la pargrafos y la corons pueden considerarse en muchas ocasiones como signos de puntuacin. La iota adscrita, como marca ortogr-fica, serva para distinguir la forma de ciertas palabras o casos, pero su em-pleo no es sistemtico. e) Aristarco de Samotracia.

    En el estudio de la crtica textual de poca helenstica debe ocupar un lugar muy destacado Aristarco de Samotracia (211-145), discpulo de Arist-fanes, y el mejor crtico y el ms grande de todos los investigadores de Ho-mero42.

    Aristarco utiliza tres procedimientos que en parte sigue la crtica pos-terior:

    (1) Comprobacin del estado de las variantes, y en este sentido, re-

    gistr en el texto homrico ochocientas cuarenta y siete lecturas diferentes, de las cuales la tradicin manuscrita medieval conser-va ochenta.

    (2) Empleo sistemtico de los signos crticos. (3) El recurso a la conjetura, que no incorpora en el texto, contra-

    riamente a lo que hacen los editores modernos, los cuales intro-ducen sus personales correcciones en el texto y relegan las varian-tes de los manuscritos al aparato crtico. Adems cuando los ale-jandrinos proponen una conjetura suelen aadir siempre la salve-dad de sera mejor.... No podemos asegurar si las conjeturas de Aristarco y otros maestros alejandrinos existan ya en la tradicin o son obra de ellos mismos.

    42 A. LUDWICH, Aristarchs homerische Textkritik, Leipzig, 1884. K. LEHRS, De

    Aristarchi Studiis homericis, 1833, 18652, 18883, revisada por A. LUDWICH. Obras ms re-cientes son las de A. ROEMER, Aristarchs Athetesen und die Aristarchs Kritik in ihren Grundz-gen dargestellt (1924), as como el artculo de H. ERBSE, ber Aristarchs Iliasausgaben, Hermes, 87 (1959), 275-303.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 22

    Frente a Zendoto, que procedi crticamente de modo arbitrario en no pocos pasajes, Aristarco, en mayor medida que Aristfanes, fue ms pru-dente rechazando muchas attesis de sus predecesores, aunque siguiendo la analoga se inclinaba a la uniformidad del texto.

    Aristarco prepar, adems, un comentario para explicar el texto homrico y escribi una serie de monografas dedicadas a problemas especfi-cos. Tanto en los comentarios como en las monografas el principio bsico de los alejandrinos fue formulado por Aristfanes de Bizancio: explicar a Homero por Homero, . Otro principio fun-damental era el de Eratstenes: todo poeta tiende a la psicagoga y no a la didascalia, formulado en contra de la escuela de Prgamo. En relacin con la constitucin del texto homrico y de otros auto-res, es de suma importancia la consideracin de los escolios. A travs de los 200 manuscritos de Homero que nos han llegado podemos distinguir dos cla-ses fundamentales de escolios: los de texto y los de exgesis, escritos en los cdices al margen los primeros y entre lnea y lnea los segundos.

    H. Erbse43 ha estudiado de una manera especial estos escolios de-mostrando que el comentarista establece ya por este procedimiento una espe-cie de aparato crtico. El problema es determinar de dnde proceden las lec-turas en la gran abundancia de escolios marginales. El comentario medieval de Homero rene el trabajo de cuatro fillogos anteriores, al que se ha llama-do Comentario de los Cuatro. Es decir, los escoliastas, adems de los comenta-rios de Aristarco, han utilizado cuatro obras: la de Ddimo sobre la Dirthosis, la de Aristnico Sobre los signos crticos en la Ilada y la Odisea, la de Herodiano Sobre el acento musical44 de tiempos de Marco Aurelio, y la de Nicanor Sobre la puntuacin en la Ilada y la Odisea45.

    Los escolios exegticos se centran sobre la aclaracin esttica y moral de Homero y no tratan de restaurar el texto. En cambio, son muy ricos y va-riados en su contenido y contrarios a la escuela de Aristarco. A veces tienen algo en comn con los del Venetus A.

    43 Geschichte der Textberlieferung der antiken und mittelalterlichen Literatur, vol. I. Z-

    rich, 1961, 221 y ss. y 282. 44 Herodiano (II p.), rell. ed. de A. LENTZ, I-III, 1867/70. 45 Per Iliakes stigmes, ed. de L. FRIEDLANDER, 1850; Per Odysseae stigmes, ed. de

    O. CARNUTH, 1875.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 23

    En relacin con los escolios hay que mencionar tambin los papiros46; tenemos 53 principales de la Ilada y 108 de la Odisea.

    En Homero, los fragmentos de escolios transmitidos por los papiros son diferentes de los comentarios que nos han llegado en la tradicin manus-crita medieval. Los escolios marginales de los papiros I, IV, XI, contienen tan slo variae lectiones tomadas de algn manuscrito de Aristarco. Por otra parte, los comentarios, cuyos fragmentos nos conservan los papiros, adems de ser de un carcter muy peculiar (tratan de justificar determinadas lecturas y nos ofrecen las distintas posibilidades de interpretacin), casi nunca suelen acom-paar al texto potico47, y los tres papiros arriba sealados constituyen una excepcin en la historia del texto homrico. Esto mismo ocurre en otros au-tores y se puede establecer como norma general que los comentarios de po-ca alejandrina e imperial se escriban casi siempre independientemente del texto que interpretaban. Incluso los papiros de los siglos IV y V presentan los comentarios de forma independiente.

    Aristarco, como los otros grandes maestros alejandrinos, prefera las formas analgicas en el establecimiento del texto, tratando de normalizar las diversas formas de un lexema o las desinencias de casos y formas verbales, tanto temporales como modales. No lleg a sistematizar por completo el principio de la analoga, pero influy notablemente en la generalizacin de la vulgata de Homero.

    En el texto potico Aristarco hizo uso de la mayor parte de los signos crticos utilizados por sus predecesores, creando todo un sistema que consti-tuye una aportacin muy importante en la historia de la crtica textual. Utiliz el belo con idntica finalidad que Zendoto y Aristfanes. Dio un sentido nuevo al asterisco y la antisigma. Y aadi signos nuevos como la dipl y la di-pl puntuada, la stigm con antisigma y la sigma con stigm o puntuada. Tales son los

    46 Ch.M. OLDFATHER, The Greek Literary Texts from Grecoroman Egypt, 1923; P.

    COLLART, Les Papyrus de lIliade et de lOdysse, Revue Phil., 13, 1939, 289 y ss.; R.A. PACK, The Greek and Latin Literary Texts from Grecoroman Egypt, Ann Arbor, Michigan, 1952, 19672 (revisada). Con esta obra se puede prescindir de los catlogos de A.S. HUNT y de E.R. EGGERS, V. MARTIN, Papyrus Bodmer I, Iliade, chants 5 et 6, 1954 (resea de Merkelbach en Gnomon, 27, 1955, 269 y ss.), H.J. METTE, Neue Homer Papyri, Revue Phil., 29, 1955, 193-202; D. DEL CORNO, I Papiri delllliade anteriori all 150 a.C., Ist. Lombardo. Rendiconti, Classe di Lettere, 1960.

    47 H. ERBSE, Scholia graeca in Homeri Iliadem, Berlin, 1969, vol. I, pgina XIII.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 24

    signos crticos de los que hay constancia utilizados por el gran maestro ale-jandrino y recogidos por Allen en su editio maior.

    En poca de Augusto, Aristnico public su obra Sobre los signos crti-cos de la Ilada y Odisea donde se revisaba toda la puntuacin crtica de Aristar-co y a la que aludimos a propsito de los escolios.

    Aristnico, que al igual que Ddimo revis y coment el texto de Homero, utiliz la dipl con un nuevo sentido e hizo uso de la antisigma y de la antisigma con stigm, y de los otros signos empleados por Aristarco.

    Restos de estos signos nos han llegado en el Venetus A de la Ilada, sirviendo de gran ayuda para una mejor valoracin de las distintas variantes textuales. Tambin el Cdice de la Ilada de la Biblioteca Vitt. Emmanuele gr. 6 (Ve) de los siglos IX y X y cuya segunda parte se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid (N 71) recoge en el fol. 3 una lista de signos proceden-tes de Aristarco.

    Los signos crticos y su significado fueron editados por F. Osann48 y G. Dindorf49.

    Tambin en la lrica coral y en las partes lricas del drama se utiliza-ron, adems de estos signos crticos, otros signos colomtricos como ten-dremos ocasin de ver a propsito de Demetrio Triclinio. La dipl y el asterisco adquieren valor de signos colomtricos, adems de la pargrafos y la corons que ya lo tuvieron desde Aristfanes de Bizancio. Estos signos colomtricos fueron empleados ya por Heliodoro, autor del siglo I d.C.50, cuyo trabajo fue recogido por Hefestin51 y a cuya doctrina remonta explcitamente la de De-metrio Triclinio.

    Ms tarde los bizantinos desarrollaron todo un sistema de signos y de smbolos para remitir desde el texto de una obra al comentario marginal. Como han demostrado los papiros, algunos de estos signos remontan a poca helenstica.

    48 Anecdotum Romanum de notis veterum criticis imprimis Aristarchi Homericis et Helico-

    nia, Gissae, 1851, 3-5. 49 Scholia graeca in Homeri Iliadem, I, 1875, XLII-XLVI. 50 PAULY WISSOWA, RE., s. v. Heliodoros, cols. 28-40. 51 M. CONSBRUCH, Hephaestionis enchiridion cum comentariis veteribus, Lipsiae, 1906,

    73-76.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 25

    Por lo que respecta a los signos crticos empleados por los alejandri-nos y recogidos en la tradicin medieval podemos establecer el siguiente es-quema: (1) Obelo ()

    Zendoto: Para designar versos apcrifos; indica un rechazo completo o bien una attesis que denota una pequea sospecha.

    Aristfanes: Designa los versos apcrifos. Aristarco: Idntica finalidad que en Aristfanes y Zendoto. Cdice Ve: Manifiesta una attesis o correccin que debe hacerse.

    (2) Antisigma ():

    Aristfanes: Sirve para llamar la atencin sobre el empleo de tautolog-as.

    Aristarco: Seala el verso colocado fuera de lugar. Aristnico: Indicaba, igualmente, que el orden de los versos estaba al-

    terado. Cdice Ve= Aristnico; marca las inversiones o inserciones, es decir,

    la alteracin en el orden de los versos. (3) Asterisco ():

    Aristfanes: Indicaba los pasajes que no tenan sentido o bien cuando ste era incompleto.

    Aristarco: Seala un verso incorrecto repetido en otro lugar. Cdice Ve: Confirma la autenticidad y el verdadero lugar de un verso o

    de un pasaje. (4) Keranion (T):

    Aristfanes: Marca grupos seguidos de versos obelizados y evita la continuada repeticin del belo.

    Aristarco: No utiliz este signo. Venetus A: Con igual significacin que en Aristfanes. Cdice Ve: Indica una exclamacin.

    (5) Dipl (>)

    Aristarco: Serva para remitir al comentario.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 26

    Aristnico: Utilizada para indicar un verso notable por su lenguaje y estilo.

    Cdice Ve: Para remitir a los comentarios = Aristarco. (6) Dipl periestigmene (puntuada) (>:)

    Aristarco: Para sealar un verso que difera del texto de Zendoto y manifestar el desacuerdo con otros comentadores.

    Cdice Ve = Aristarco. (7) Stigme (*)

    Aristarco: Consideraba un verso como dudoso o sospechoso sealan-do al mismo tiempo que no existan razones suficientes para obe-lizarlo.

    (8) Stigme con antisigma ()

    Aristarco: Marcaba el verso despus del cual se haba dado al texto una disposicin nueva.

    Venetus A: Para denotar la inversin de versos. (9) Sigma puntuada ()

    Aristarco: Serva para sealar el verso o los versos que haban sido trasladados a un lugar nuevo.

    (10) Antisigma con stigme ()

    Aristnico: Utilizada para indicar los versos sealados antes con la an-tisigma.

    (11) Antisigma periestigmene ()

    Venetus A: Se refiere a una pluralidad de versos que con el mismo sentido ofrecen una gran variedad en el texto, quedando dudoso cul debe preferirse.

    Cdice Ve: Sirve igualmente para marcar las amplificaciones o tautolo-gas.

    (12) Obelo periestigmeno ()

    Venetus A: Para marcar las correcciones que se consideran acertadas.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 27

    (13) Obelo con asterisco ()

    Venetus A: Para denotar las palabras que no se hallan en el lugar con-veniente.

    (14) Asterisco con belo ()

    Cdice Ve: Seala la supresin del asterisco.

    Muchos de estos signos se encuentran ya en los papiros. Dipl y be-los estn visibles en los mrgenes de la Ilada, de Hawara.

    Otra aportacin importante de la filologa helenstica en el texto de Homero fue la divisin de los cantos segn las letras del alfabeto de Mileto. Ya antes haba divisiones en rapsodias como lo demuestran las distintas arist-as, por ejemplo, la Dolona. Pero la divisin en letras aparece en la segunda mitad del siglo II y est ausente en los papiros anteriores

    Los discpulos y sucesores de Aristarco ( ) siguieron las enseanzas de su maestro y defendieron sus teoras frente a los fillogos de la escuela rival de Prgamo.

    La monarqua atlida de Prgamo, la ltima de las grandes monarqu-as helensticas, constitua una excepcin en el mundo griego de la poca. Desde finales del siglo III defenda la libertad de las ciudades griegas contra el imperialismo macednico. En su liberalismo lleg a proteger a los filsofos del Prtico desde los primeros aos del siglo II. Eumenes II (197-159) confi la direccin del Museo y de la Biblioteca de Prgamo al estoico Crates de Ma-los, contemporneo y adversario de Aristarco de Samotracia. Crates estable-ci el texto de una edicin de Homero, contrapunto de la de Aristarco. Si la tradicin de Alejandra fundaba su mtodo en la analoga, Crates basaba el suyo en la anomala literaria y gramatical. En Alejandra, textos como los de Homero muchas veces caticos en sus mltiples interferencias dialectales se reducen a criterios anlogos para dar un rostro comn a toda la obra y len-guaje de un autor .

    Por el contrario, la anomala, principio bsico de la escuela de Prga-mo, buscaba el sentido filolgico y filosfico basndose en el uso del lenguaje hablado y defendiendo un sistema emprico contra el dogmatismo de Aristar-co y sus discpulos. As, pues, si el principio de la analoga exiga , , ... la anomala observa y se atiene al uso de , , . Crates por

  • GASPAR MOROCHO GAYO 28

    otra parte tena una gran tendencia a la explicacin etimolgica y al desarrollo lexicogrfico. En este sentido compuso un tratado al cual parecen aludir los escolios de Eurpides en Or. 1233 y Phoeniss. 211-212, que citan expresamente a Crates. No obstante, el papel de la escuela de Prgamo en la tradicin e in-terpretacin de los textos clsicos parece haber sido muy escaso. El que conocemos por Juan Tzetzes pudiera remontar a la escuela de Prgamo52. Resumiendo la historia de la crtica textual de poca helenstica po-dramos destacar los siguientes aspectos fundamentales:

    (1) Reunieron el mayor material posible de las obras de los autores del pasado.

    (2) En el estudio de los textos aplicaron el mtodo aristotlico emp-rico y sistemtico a la vez como presupuesto de la comparacin de las diferentes variantes, con la finalidad de obtener la forma pura de los textos. En este estudio descubrieron unos procedi-mientos y siguieron una determinada metodologa de crtica tex-tual. En cuanto a los procedimientos hemos visto en Aristarco la comprobacin del estado de las variantes, el empleo de signos crticos y la formulacin de conjeturas. Por lo que se refiere a la metodologa basta la simple enumeracin de los criterios con que operaban los alejandrinos: son unos criterios lingsticos o de lenguaje, y otros se basan en los datos -realia-, y en principios es-tticos y ticos.

    (3) Los alejandrinos, al comparar varios manuscritos y estudiar las diferentes lecturas para seleccionar las que les parecan mejores, realizaron el trabajo propio y especfico de la crtica textual mo-derna.

    En este intento de verificar una autntica dirthosis su objetivo princi-

    pal era llegar al texto original de los autores. Van Der Valk53 no considera a los alejandrinos como fidedignos en el trabajo de restitucin de los textos 52 A. TUILLIER, Recherches critiques sur la tradition du texte dEuripide, Paris, 1972, 52-53.

    53 Cf. libro citado en nota 28 y adems Researches on the Text and Scholia of the Ilias, 1964 (resea de H. ERBSE, en Gnomon, 37, 1965, 352 y ss.).

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 29

    originales, estimando que obraron arbitrariamente. Es cierto que en no pocos pasajes procedieron de modo arbitrario, pero en ello, tal vez, les guiaron ra-zones estticas y morales. Ya Platn quera un Homero puro y sin tacha mo-ral.

    En suma, a pesar de estas deficiencias, no se puede negar que la crti-ca textual de Alejandra constituye una de las mayores aportaciones de la civi-lizacin helenstica en la historia del pensamiento y de la cultura europea.

    5. LA POCA IMPERIAL ROMANA.

    Nuestros datos son numricamente escasos en torno a las medidas tomadas por los alejandrinos para divulgar entre el pblico ya fueran sus obras originales, ya fueran sus ediciones revisadas de autores antiguos. En cambio, estamos mejor informados por lo que se refiere a poca romana54. Durante este perodo tiene lugar el intercambio de libros entre amigos. Por lo general, los autores mandan a personas de toda confianza sus notas antes de ordenarlas para la publicacin. Pero frecuentemente eran publicadas estas no-tas en contra de la voluntad del autor y antes de que ste les hubiera dado la redaccin definitiva. As, pues, la primera redaccin de una obra se presenta-ba en forma de notas o ayudas para la memoria , pasaba luego a ser una exposicin sucinta o esquemtica y, por ltimo, se le daba la re-daccin definitiva denominada o ; el trmino de en sentido propio se reservaba para designar la copia cuidadosa hecha sobre la o del autor. Una de estas copias llegaba a manos de los libreros , quienes se encargaban de reproducirla en otras muchas por medio de esclavos o asalariados especializados y de ven-derla al pblico. Tal es la informacin que nos ha llegado a travs de autores como Cicern y principalmente Galeno55. La edicin propiamente dicha, por consiguiente, implicaba la elabo-racin y correccin de las notas tomadas en la primera redaccin, as como una ulterior elaboracin de los esquemas , y llevaba el ttulo puesto por el autor. En algunos casos, no obstante, los autores legaron

    54 R. DEVREESSE, Introduction ltude des manuscrits, Paris, 1954, 77-80.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 30

    nicamente las notas y apuntes destinados a una revisin para su publicacin ulterior. Tales notas, sin orden ni correccin fueron despus clasificadas y corregidas, en no pocos casos, por discpulos o amigos de confianza del propio autor y publicadas despus de su muerte. As ocurri con Porfirio, el cual edit las Enadas de Plotino. A veces el propio autor, como sucede con Marcial, publicaba una se-gunda edicin de su obra mejorada y puesta al da. Caso muy diferente al de esta segunda edicin lo constituye el de la reedicin de obras antiguas de au-tores ya clsicos y que nosotros hemos tratado de estudiar en esta exposicin por lo que se refiere a poca helenstica. Tambin durante el perodo imperial y, especialmente, durante el Re-nacimiento literario de Adriano en el siglo II, se hicieron numerosas reedicio-nes basadas en las anteriores ediciones alejandrinas, como lo confirma el gran nmero de papiros que nos ha llegado de los siglos I-II y III d.C.56.

    La mayor parte de los papiros pertenecen a ediciones econmicas destinadas al comercio o bien son copias privadas con destino a las bibliote-cas de los ricos.

    W. Schubart57 ha estudiado varios textos literarios del siglo II ajenos todos ellos, segn l, a la tradicin culta y G. Italie58 a propsito de la Hipspi-la de Eurpides nos ofrece una serie de informaciones en tomo a los espritus y acentos de los papiros de esta poca. Estos papiros representan un empeo-ramiento del texto respecto de los de poca helenstica. Lo mismo puede de-cirse de las copias escolares; los papiros de nuestra era son por lo comn co-pias populares. Con frecuencia nos ofrecen variantes que son conocidas por los escolios de la tradicin medieval. En ocasiones, vienen a confirmar conje-turas de fillogos modernos y son de gran inters para la historia del lenguaje. Otras veces mejoran pasajes cuyas lecturas evidentemente han sido alteradas en la tradicin manuscrita y sobre las que recaa la sospecha de inautenticidad de no pocos fillogos. No faltan casos numerosos en que las lecturas de los papiros coinciden con las de los cdices recentiores, considerados como inter-polados por los fillogos del XIX y primera parte del XX. Pero en la mayora de los casos, cuando la tradicin manuscrita es buena, los papiros aportan 55 XVII, 576; 1.001; XVIII, 578 (ed. Khn).

    56 Cf. R.A. PACK, op.cit. en nota 46. 57 Einfhrung in die Papyruskunde, Berlin, 1918, 63. 58 Euripides, Hypsipyla, Cambridge, 1923, VII y ss.

  • La transmisin de textos y la crtica textual en la antigedad 31

    muy poco. No faltan ejemplos en que ofrecen ya las mismas lagunas e idnti-cos errores que nuestros manuscritos. En poca imperial romana se debieron reeditar todos los grandes autores del pasado, tanto poetas como prosistas. Ddimo edit a Pndaro, Sfocles59 y Demstenes60.

    Un escolio a Arato61 nos informa de una edicin del poeta provista de cuatro signos crticos: la X, la dipl, la amph (antisigma) y el asterisco.

    Galeno nos habla de la reedicin de los libros de Hipcrates basada en varios manuscritos juzgados unos como dignos de crdi-to , y otros como carentes de l. R. Devreese ha estudiado62 las caractersticas de la reedicin de Hipcrates por Galeno. Contina el uso helenstico de buscar varios manuscritos para establecer el texto. Galeno requiere varias cualidades en un editor: tener familiaridad con el pensamiento y la lengua del autor, evitar correcciones innecesarias, recurrir constantemente a los manuscritos antiguos y a los comentarios.

    Galeno se hace eco de los cambios que con el correr del tiempo se introducen en el texto de una obra. Seala cmo una variante puesta al mar-gen por un lector es introducida en el texto por un copista posterior. A veces, un escriba distrado incorpora al texto dos o ms lecturas y con frecuencia mayor omite una palabra o todo un pasaje. Observa tambin Galeno cmo los antiguos no osaban cambiar una lectura antigua cuando sta era comn a todos los antgrafos, prefiriendo en estos casos el empleo de los signos crti-cos para sealar las correcciones que les parecan tiles.

    6. CONCLUSIN

    La historia de la transmisin de textos y el estudio de los procedi-mientos de la filologa de poca helenstica e imperial nos han demostrado el cuidado con que se hicieron las recensiones de los autores clsicos durante estos perodos. Tales ediciones fueron reconocidas como norma y en la ma-

    59 Schol. in Olym. V, 1. 60 G. ZUNTZ, Die Aristophanes-Scholien der Papyri, Berlin, 1975. 61 Phaenomena, I, 3.

    62 Op. cit., 80-82.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 32

    yora de los casos se nos han transmitido fielmente hasta muy avanzada la Edad Media.

    La cantidad de variantes que aparecen en los manuscritos de la tradi-cin bizantina remontan en muchos casos a la poca helenstica e imperial. No obstante, el estudio de los textos continu durante todo el medievo bi-zantino con la excepcin tal vez de los siglos oscuros. Pero este aspecto ser abordado en nuestra prxima exposicin.

  • La crtica textual en Bizancio (II)*

    GASPAR MOROCHO GAYO

    Durante ms de mil aos, desde finales del siglo IV a mediados del siglo XV, el imperio bizantino fue la sede de una civilizacin que descollaba entre todas, una de las ms brillantes sin duda que conoci la Edad Media, y quiz la nica que en realidad conoci Europa entre fines del siglo V y prin-cipios del XI. En efecto, en ninguna otra parte durante la Edad Media se conserv ms ntegramente que en Bizancio la tradicin del mundo antiguo. En ninguna otra parte se mantuvo mejor el contacto directo con el helenis-mo63.

    Estas palabras de Carlos Diehl pueden servir como prlogo para abordar los procedimientos de crtica textual en la poca bizantina. Efectiva-mente, desde la fundacin de Constantinopla se instalaron en la ciudad del Bsforo profesores de gramtica, retrica y filosofa. Temistio, en el Discurso IV 59 b-61 d, agradece al emperador haber reunido en la nueva capital una importante coleccin de obras de la literatura antigua: Platn, Aristteles, Demstenes, Tucdides, Homero, Hesodo, Zenn y Cleantes.

    En el scriptorium imperial organizado y subvencionado por el Estado, copistas y calgrafos copiaban y transcriban las obras de los antiguos poetas, historiadores, filsofos y oradores ms importantes. A esta poca remontan, segn Dain y la escuela francesa, la mayor parte de los arquetipos de las obras de los autores griegos. Con la implantacin de la Universidad de Constanti-nopla a partir del 395 los estudios gramaticales y filolgicos conocen un nue-vo renacimiento que durar hasta la poca de Justiniano, quien orden cerrar la escuela de Atenas el ao 529.

    * Artculo publicado en Anales de la Universidad de Murcia 38, 1979-80, 29-55 (ob-

    servacin de los editores). 63 C. DIEHL, Grandeza y servidumbre de Bizancio, Madrid, 1963, 205.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 34

    1. LA ENSEANZA ESCOLAR Y SUS TEXTOS

    La enseanza escolar a nivel medio y superior as como sus mtodos y programas continuaron fieles a la tradicin de poca helenstica y romana64. Fue la escuela la que en gran medida determin que se conservaran unos tex-tos y se perdieran otros. Los poetas, sobre todo Homero, y dems autores de poca clsica continuaron estudindose en las escuelas como modelo, incluso en centros de la Iglesia65.

    La edicin escolar ha sido un fenmeno corriente desde Alejandra hasta la invencin de la imprenta. Estas ediciones escolares se confecciona-ban en la escuela y para la escuela. Si hemos de dar crdito a Marrou66, parece que las tcnicas eran ms o menos las siguientes:

    1 Maestros y discpulos corregan sus textos los unos sobre la base de los otros para establecer un texto nico y vlido para todos. A esta tarea se la llamaba dirthosis.

    2 Se distinguan en el texto miembros y perodos para facilitar una declamacin expresiva, ya que la recitacin era ejercicio obligado en muchos programas. Ejercicio que se denominaba anagnrisis.

    3 Se comentaba al autor palabra por palabra y se trataba de precisar la construccin, determinar el valor de los casos y explicar las palabras poti-cas y giros ms difciles y extraos a la lengua comn. A este ejercicio se le denominaba exgesis. Parece que las glosas interlineales y los escolios margina-les de nuestros manuscritos corresponden a los dos niveles de exgesis, es de-cir, la literal y la literaria.

    4 Finalmente, la krsis o crtica literaria que para Dionisio Tracio constitua lo ms bello del arte del gramtico, era la ltima y ms importan-te de las tareas escolares.

    64 L. BREHIER, Notes sur lhistoire de lenseignement superieur Constantino-ple, Byzantion, 3, 1926, 73-94, y del mismo autor Lenseignement superieur Constanti-nople dans le dernire moiti du xve sicle, Revue Internat. dEnseignement Sup., 1899, 97-112.

    65 L. BREHIER, LEnseignement classique et lenseignement religieux a Byzan-ce, Revue dHistoire et de Philosophie Religieuses, 1941, 34-69.

    66 Historia de la Educacin en la Antigedad, Buenos Aires, 1970, 3-15.

  • La crtica textual en Bizancio 35

    El comentario escolar era, por lo general, un resumen de otros co-mentarios ms amplios: los hypomnmata de los maestros de la alta filologa helenstica. La orientacin que la escuela bizantina dio a estos comentarios es fundamentalmente esttica y moralizante, con pretensiones de erudicin, se-gn puede apreciarse en la mayor parte de los escolios marginales de nuestros manuscritos, muchos de cuyos comentarios remontan a esta poca de finales de la Antigedad.

    La actividad docente de los siglos IV al VI d.C., poca en que maes-tros y alumnos se desplazaban de escuela en escuela por todo el oriente, de-termin sin duda que la circulacin de libros fuera notable. Durante este pe-rodo se compusieron varios lxicos y glosarios especiales de varios gneros literarios, as como otras obras de notable importancia en orden a la emendatio de los escritores clsicos.

    2. LA SELECCIN DE OBRAS EN LA UNIVERSIDAD DE CONSTANTINOPLA

    Hoy en da parece comprobado que fue a finales del siglo V y co-

    mienzos del VI cuando se realiz la seleccin de las tragedias, que nos han llegado en el Laurentianus 32,9, para Esquilo y Sfocles, y en el Parisinus gr. 27,13 para Eurpides. Tal es el punto de vista que han sostenido Wartelle67 y Tuilier68, frente a la conocida hiptesis de Wilamowitz69, segn la cual la se-leccin se habra realizado en el siglo II de nuestra Era. Los nuevos descu-brimientos papirolgicos, un estudio ms atento y cuidadoso de los testimo-nios de la tradicin indirecta y las nuevas aportaciones de la historia de los

    67 Histoire du Texte dEschyle, Paris, 1971, 341-346. 68 Recherches critiques sur la tradition du texte dEuripide, Paris, 1969, pgina 97: Fue

    en Constantinopla, hacia el 450, donde ha debido hacerse la seleccin al copiar sobre un codex varios volumina, arquetipos que iban a servir de modelo a ediciones ulteriores de las siete obras de cada uno de los trgicos.

    69 Einleitung in die griechische Tragdie, Berlin, 1921 (reeditado en 1959), pero publi-cado por primera vez en Euripides-Herakles, I-IV, Berlin, 1889, 175: a principios del siglo II alguien seleccion, entre los tres trgicos, un nmero determinado de obras y los edit con un comentario y con un orden fijado de nuevo, por una finalidad escolar. Frente a esta hiptesis de Wilamowitz cf. las reservas de G. ZUNTZ, en An Inquiry into the Transmis-sion of the Plays of Euripides, Cambridge, 1965, 156.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 36

    textos han modificado el punto de vista tradicional y hacen insostenible la hi-ptesis de Wilamowitz70.

    Es evidente que el mundo bizantino ha gravitado desde los primeros tiempos de su historia en torno a Constantinopla, donde se copiaron la ma-yor parte de los manuscritos griegos cuyas copias nos han llegado71. La Uni-versidad de Constantinopla como el museo de Alejandra en poca helenstica posea sus ediciones oficiales, ejemplares establecidos por profesores en el ejercicio de sus funciones. Esta es al menos la tesis de la escuela francesa, doctrina que a nuestro juicio constituye una aportacin definitiva desde el es-tudio de la historia de los textos.

    3. LA CODIFICACIN Y SUS CONSECUENCIAS

    La gran novedad de las ediciones bizantinas sobre las helensticas ra-dica en la codificacin y sus consecuencias. Los libelli litrgicos, los esplndi-dos cdices que nos han llegado de la Biblia, como los famosos Vaticanus y Sinaiticus del siglo IV y el Alexandrinus del siglo V, nos ilustran admirablemen-te sobre las caractersticas de estas primeras ediciones bizantinas72. Los auto-res clsicos estn representados por la Ilada Ambrosiana, el Din Casio de la Biblioteca Vaticana y el Dioscrides de Viena, adems de algn otro tratado cientfico y de una docena de fragmentos de diferentes autores.

    Durante esta poca (siglo V-VI p. C.), predomina en los textos litera-rios al igual que en la poca anterior, la escritura uncial, con letras de altura y anchura uniformes y notas marginales en cursiva, de la cual tenemos un ejemplar: el Vaticanus 2200. A partir de esta cursiva derivar la minscula lite-raria que aparece y se generaliza a principios del siglo IX y perdura hasta me-diados del siglo X.

    El texto de los cdices en uncial, con toda verosimilitud, fue copiado de volmenes de papiro cuya letra se imitara. Se produce, por lo tanto, un cambio en el material de la escritura y en la forma del libro. Faltan acentos y signos de puntuacin, y en aquellos casos en que actualmente existen, fueron

    70 G. MOROCHO GAYO, Scholia in Aeschyli Septem Adversus Thebas, Tesis Doctoral,

    Salamanca, 1975 (publicada en Len 1989), 41-48. 71 G. PASQUALI, Storia della Tradizione e Critica del Testo, Firenze, 1934, 1952,

    474. 72 W.H.P. HATCH, The principal Uncial Manuscripts of the N. T., Chicago, 1939.

  • La crtica textual en Bizancio 37

    aadidos por una mano posterior que retoc tambin la escritura de algunas letras73.

    El Vaticanus y el Sinaiticus de la Biblia estn escritos a tres columnas por pgina y tienen de 12 a 16 letras por lnea. A esta forma de escritura por lneas de sentido ms o menos largas, se le denomina stichedn o escritura per cola et commata, de la que guardan vestigios algunos cdices medievales como el Parisinus 2934 de Demstenes. Gramticos antiguos y escoliastas aluden a ella como a un hecho muy generalizado74.

    Sobre la antigedad de este procedimiento nos habla ya Eusebio de Cesarea, quien nos dice que los Hexapla de Orgenes estaban escritos en cola. Pero es San Jernimo75 quien nos expone ms ampliamente el sistema de puntuacin, generalizado entonces en los escritos en prosa:

    Nadie cuando lea a los profetas crea que en hebreo estn compues-tos en verso. Lo mismo acontece con los salmos y las obras de Sa-lomn. Tambin las obras de Demstenes y de Cicern se escriben per cola et commata, aunque estos autores escribieron en prosa y no en verso. Eso mismo hemos hecho nosotros (con los autores sagrados) para utilidad de los lectores, presentando sus escritos en una nueva modalidad de escritura76.

    En funcin de esta forma de presentar los escritos, varios siglos des-pus, definira la Suda el klon como grupo de palabras o de slabas que for-man un conjunto inteligible al primer golpe de vista.

    Probablemente, al igual que sucedi en Alejandra con el estableci-miento de la colometra para la poesa lrica y partes corales de la tragedia y la comedia, en que la distribucin corresponde a determinadas teoras rtmicas y mtricas, es presumible que la forma de escritura que presentaban las obras en prosa per cola et commata, respondiera a determinadas teoras del perodo.

    73 G. CAVALLO, Ricerche sulla maiuscola biblica, Firenze, 1967, y M. NORSA, La scrittura letteraria greca del sec. IV d. C. all VIII d.C., Firenze, 1939, y E. ROBERTS, Greek Li-terary Hands, A. D. 400, Oxford, 1956.

    74 Cf. Escolio a Quersoneso de Demst. 23, y sobre toda esta cuestin cf. R. DEVREESSE, Introduction a ltude des manuscrits grecs, Paris, 1954, 61-65.

    75 E. ARNS, La technique du Livre daprs Saint Jrme, Paris, 1953. 76 Cf. P.L. MIGNE, XXVIII, 825.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 38

    Faltan estudios que aborden este tema, pero nos parece significativa la cir-cunstancia de que esta forma de escritura se realizara principalmente en la oratoria. Gorgias e Iscrates, grandes oradores, fueron los primeros tericos del klon y del perodo, y probablemente presentaron ya sus escritos en la forma en que sola presentarse la poesa no lrica. No obstante, es obvio, co-mo asegura San Jernimo, que la finalidad de esta escritura stichedn o stichern, era facilitar la lectura y hacer inteligibles los textos en el recitado. En efecto, la escritura en lnea plena no conceda descanso a la vista y requera un gran es-fuerzo de atencin por parte del lector.

    As, pues, en las ediciones de la Antigedad podemos distinguir tres formas en la presentacin de los escritos en prosa:

    1 La colocacin de una frase a continuacin de otra sin ningn tipo

    de divisin. 2 La presentacin por lnea de sentido o escritura colomtrica, lla-

    mada stichedn o stichern. 3 La forma esticomtrica o colocacin de una frase a continuacin de

    otra sin excluir las citas poticas, en lneas de 34 a 38 letras, como suele ser la longitud de los versos de Homero, escritos kat stchon y no kat klon. Esta forma de escritura la tenemos atestiguada en los papiros de Herculano y en otros muchos procedentes de Egipto. Al final de estos papiros encontramos un arithms, o cmputo de letras por lnea, cuya longitud media suele ser de 34 a 38 letras. Referencia idntica encontramos en el Parisinus gr. 2934 de De-mstenes.

    Novedad tan importante como la codificacin y la forma colomtrica

    de escritura en las ediciones de este perodo la constituye la incorporacin de los comentarios en los mrgenes de los cdices. En efecto, desde finales del siglo V y comienzos del VI, los comentarios de la alta filologa que tan slo espordicamente acompaaban al texto sobre todo en ediciones de tipo esco-lar, pasan ahora a engrosar los amplios mrgenes de los cdices y se van a transmitir juntamente con el texto que comentan. Termina, pues, su existen-cia en volumina independientes y los manuscritos medievales, dedicados ni-camente a transmitir escolios sern un hecho aislado.

  • La crtica textual en Bizancio 39

    Wartelle est de acuerdo con Wilamowitz cuando sostiene que, al hacerse la seleccin trgica, se escribi tambin el corpus de escolios77. El con-tenido de estos escolios versa sobre traduccin de palabras poticas en voca-bulario de prosa, explicaciones mitolgicas sobre dioses y hroes, prosopo-grafa de personajes histricos, erudicin etimolgica generalmente falaz y, sobre todo, parfrasis a los diferentes pasajes. No faltan tampoco cuestiones de tipo gramatical y lexicogrfico y a veces diversas variantes de un pasaje que constituyen verdaderas perlas para el crtico del texto correspondiente.

    Contempornea de la seleccin de obras y de la costumbre editorial de acompaar el texto con los consiguientes comentarios, fue tambin la prctica de aadir al principio de cada obra los argumentos o hypothseis que en su origen formaban colecciones independientes. Estos argumentos se dis-tinguan de los de Aristfanes de Bizancio, que en el caso de la tragedia solan ya preceder en las ediciones helensticas a los dramas78. A las variantes de la filologa alejandrina se las hizo preceder de la indicacin . y se anotaron, adems, otros pequeos comentarios marginales entre el texto propiamente dicho y el texto del comentario, as como en el margen exterior, superior e in-ferior del folio.

    Tambin se escribieron, al parecer, simples glosas que con el tiempo daran lugar a parfrasis ms extensas. Estas glosas suelen precisar el texto desde un punto de vista morfolgico, sintctico y lexicogrfico.

    No en vano la Suda sugiere cambios decisivos en la tradicin literaria del siglo V, cuando a propsito del gramtico Eugenio, nos dice que ste es-tableci nuevamente la colometra de las partes lricas de quince tragedias de Esquilo, Sfocles y Eurpides79, y si nos atenemos a la hiptesis de Dain80, se-ran cinco dramas por cada uno de los trgicos.

    Parece que en esta poca, siglo IV al VI, era muy frecuente el que un slo codex de pergamino contuviera reunidas cinco obras de un autor, disemi-

    77 WARTELLE, op. cit., 341-346. 78 G. ZUNTZ, The Political Plays of Euripides, Manchester, 1955, 129 ss. 79 Para algunos fillogos los 15 dramas de que habla la Suda seran la trada de

    Esquilo (Prometeo, Persas, Siete), la de Sfocles (yax, Electra, Edipo Rey) y la seleccin de Eurpides (Hcuba, Orestes, Fenicias, Hiplito, Medea, Alcestis, Andrmaca) con Reso y Troyanas, as entre otros C.H. MOORE, en The Shorter Selection of Euripides Plays, CR 19, 1905, 11-12 y A. TUILLIER, op. cit., pgina 109.

    80 Sophocle I, Paris, 1955, 129.

  • GASPAR MOROCHO GAYO 40

    nadas antes en cinco volumina diferentes de papiro81. Igualmente, y con toda verosimilitud, la trada de obras de un autor, tan frecuente en la baja Edad Media para las obras teatrales, parece que remonta a esta poca, segn la opi-nin de Turyn82.

    Hoy es opinin comn la afirmacin de que la trada es antigua en la historia del libro, al igual que las tetralogas83.

    En conclusin, podemos decir que la nueva forma de presentacin de escritura, el dotar al texto de comentarios y hacerle preceder de argumen-tos nuevos, el anotar las variantes y crear nuevas glosas y la formacin de nuevos tipos de colometra en la tragedia, constituyen las principales caracte-rsticas externas de las ediciones bizantinas de los siglos V y VI. Son stas, pues, una sntesis de los trabajos de la filologa anterior. En cuanto a los m-todos y procedimientos de crtica interna, creemos que siguieron siendo idn-ticos a los de la filologa helenstica. La civilizacin bizantina hasta la poca de las Cruzadas se caracteriz por su tendencia conservadora y por el rechazo de toda innovacin en los procedimientos internos de crtica textual. Su tarea fue fundamentalmente una labor de recopilacin y de seleccin. Podemos decir que as como el mundo bizantino codific el derecho romano y estableci el canon de los libros sagrados, igualmente codific la antigua literatura griega, determinando y canonizando las obras que deban estudiarse en la escuela. Las obras que no se copiaron en los nuevos cdices de pergamino se perdie-ron para siempre, excepto aquellas que quedaron enterradas en las arenas de Egipto y cuyos fragmentos nos ha devuelto la moderna papirologa.

    La mayor innovacin la constituy la sustitucin del volumen de papi-ro por el codex de pergamino. Y las tcnicas de edicin, as como las noveda-des a que nos hemos referido antes, estn en funcin del nuevo material de escritura, y no en relacin con nuevos criterios filolgicos o de crtica textual que siguieron siendo los mismos que los del perodo helenstico.

    Frente a las grandes creaciones de la poca anterior, reiteramos que la tarea que en Bizancio se llev a cabo fue la de conservacin, seleccin y compendio de la literatura antigua. De todas formas el nmero tan exiguo de

    81 A. DAIN, Maia 15, 1963, 294. 82 A. TURYN, The Byzantine Manuscript Tradition of the Tragedies Euripides, Urbana,

    1957, 329. 83 A. TUILLIER, op. cit., 112, y C. WENDEL, Scholia in Apollonium Rhodium, Berlin,

    1935, 329.

  • La crtica textual en Bizancio 41

    textos que nos ha llegado, perteneciente a los siglos IV-VIII, aunque no nos permite formular muchas hiptesis sobre los procedimientos seguidos en la crtica interna, s nos muestran, en cambio, su perfeccin y belleza externas, comparables a lo que representa la iglesia de Santa Sofa en la historia del ar-te: Una esplndida muestra del gusto y quehacer de una poca.

    4. LA DIFUSIN DE LIBROS EN LA ANTIGEDAD TARDA

    H.I. Marrou estudia para el mundo latino la tcnica de edicin en poca patrstica84. En su artculo recoge y critica la bibliografa ms importan-te publicada hasta entonces sobre el tema: la obra de J. de Chellinck85, el art-culo de F. W. Beare86 y los de G. Bardy87. Para Marrou no se distingua la tcnica de edicin o libros extensamente difundidos entre el pblico y la transcripcin privada88.

    En lo referente a la difusin, es verdad que la transcripcin manuscri-ta no permita obtener un nmero tan amplio de copias como sera posible despus de la invencin de la imprenta, pero no por ello puede negarse que, posteriormente, en la Edad Media latina de los siglos XIII y XIV, era corrien-te la tcnica de fabricacin de libros manuscritos en serie. No obstante, para Marrou, en la Antigedad, la edicin de libros en serie parece un hecho toda-va no demostrado y editar un texto consistira en fijar definitivamente el con-tenido de dicho texto, procurar que se hiciera una copia muy cuidada del mismo y poner en circulacin dicho ejempl