mu iscas

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    dianamente ilustrado, zambullirse en un pasado que pretende, al tiempo, com-prender y juzgar. Lo vemos halagar lo que considera moral y justo y, simul-

    tneamente, condenar el atraso espiritual y material indgena, para terminaradmitiendo el propio y rotundo atraso.

    Carlos Cuervo Mrquez, un personaje a caballo entre los siglos XIX yXX, botnico y etngrafo entre otras, present ante el II Congreso CientficoPanamericano de 1915-16 un estudio sobre Orgenes Etnogrficos de Co-lombia, cuyo subttulo revela su inters por una de las grandes razassuramericanas; la de los chibchas. Tras una introduccin que revela unagran lucidez en lo metodolgico, Cuervo Mrquez plantea la existencia deuna familia andina que habra alcanzado los ms altos niveles de cultura ya la cual pertenecieron los chibchas y guanes. Para l, en efecto, (...) era elpueblo chibcha el ms adelantado y el ms numeroso de los que en el territo-rio de la actual Repblica de Colombia encontraron los espaoles (CuervoMrquez, 1916). No obstante, concuerda con otros autores en que ellos noformaban una unidad poltica homognea y que estaban disgregados en pe-queos estados; ms exactamente, parecan estados en va de formacin,presentando un perodo de desarrollo muy anlogo al de los pueblos euro-peos en los primeros tiempos de la poca feudal (Idem). El estado del norte

    (Tunja) habra tenido un carcter religioso y federativo, mientras que el delsur (Bogot) fue eminentemente civil y centralista.

    Lo ms interesante de los planteamientos de Cuervo Mrquez con respec-to a los chibchas es, sin embargo, su teora sobre las clases sociales de estanacin. El autor las llama diferencias de carcter demogrfico general. Segnel, en la conformacin del pueblo chibcha habran concurrido dos elementosdistintos; el primero, autctono de las grandes mesas andinas de Bogot yde Tunja y de los macizos de Santander (Idem), constituy la base de lapoblacin. Este pueblo fue

    (...) sojuzgado en tiempos remotos, muy difciles de calcular,por pueblos ms avanzados y fuertes, los cuales al darle unarelativa civilizacin, imprimieron a cada estado el sello especialde su carcter. La existencia de clases sociales no se explica sinopor la superposicin de una raza superior, casi siempre conquis-tadora; y tanto en Tunja como en Bogot haba nobles y siervosy la nobleza era hereditaria (...) (Idem)

    Cuervo Mrquez se apoya para formular tal hiptesis en las descripcionesde los cronistas, quienes describieron a los nobles como mejor proporciona-dos, de facciones ms regulares, de piel ms blanca y de carcter ms altivoy enrgico que el resto de la poblacin; caracteres todos que revelan una raza

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    Triana es, en el sentido ms estricto, un verdadero nacionalista del sigloXX; ha logrado sustraerse al romanticismo pegajoso del XIX y no necesita

    ensalzar el pasado prehispnico ni recurrir a patriotismos trasnochados paraproponer un proyecto nacional moderno. Es ms, logra entender con clari-dad que hay una diferencia indudable entre los muiscas y los mestizos delpresente: Que en un sentido ampliamente metafrico nos consideremos comohijos del terruo (...); tal debe ser nuestra aspiracin patritica, con el prop-sito de constituirnos en pueblo autctono (Idem). An as, no logra escapara los prejuicios propios de su poca; los chibchas eran feos (Idem), cosaque no era grave porque todos los indios eran igualmente feos (Idem),pero se sentan bellos, a tal punto que (...) vemos en sus dolos verdaderos

    monstruos de fealdad y cmo por medio de artificios procuraban exagerar lamagnitud de sus desgraciadas facciones (Idem).

    Triana es un convencido defensor de lo que en antropologa vino a lla-marse posteriormente el determinismo ecolgico; para l no slo la com-plexin fsica de los chibchas se derivaba de su entorno natural sino que supersonalidad y parte de la conformacin de su sociedad se derivaban de estainfluencia natural. Para explicar otras caractersticas diferenciales de losmuiscas, como las diferencias culturales y lingsticas entre los grupos delsur y el norte recurre a la consabida teora de las migraciones y conquistas;en muchos de los atributos de los sujetos de la confederacin del Tundama,Triana encuentra la influencia ancestral de una tribu conquistadora de origenasitico que tmidamente aventura a sugerir como probablemente semtica.

    Por lo dems el contenido de su obra es elogiosa respecto de los muiscas,les asigna una frrea voluntad de trabajo: La santa ley del trabajo era paralos Chibchas la bendicin de Dios (Idem). Tambin les concede un gradode adelanto que casi nadie antes que l les haba reconocido, pues en suopinin tenan un comercio exterior activo montado sobre el eje de la sal,

    acuaban y circulaban moneda, practicaban el ahorro y, gracias a l, esta-ban en vas de formar capitales. Sin duda lo que ms habr de recordarsede la obra de Triana es, sin embargo, su nfasis en el arte rupestre, que paral reviste el carcter inequvoco de jeroglfico y que le ayuda a soportar ydar forma a sus teoras generales sobre los chibchas. Sus interpretacionesde la ubicacin, nmero y carcter de las pictografas y petroglifos sostie-nen sus tesis sobre mitologa, fronteras y migraciones, incluso la supuestamigracin semtica.

    Triana es sui generis, difcilmente encasillable como tpicamentedecimonnico, mucho ms liberal que otros de su generacin y decidida-mente ms crtico y conciente de la situacin social de su pas y de sus cau-

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    publicada un pasaje que retrata fielmente su opinin: El genio chibcha, exa-minado a travs de su civilizacin, resulta ms admirable y atrayente si pen-

    samos que sus realizaciones tuvieron lugar sin el concurso de los elementosconsiderados fundamentales en la cultura del Viejo Mundo (Silva Celis,1945). Se refiere Silva Celis al trigo, el arroz, los animales domsticos y detiro, el hierro y el acero, la rueda, y el uso de la energa natural del agua y elaire. Y pese a que ellos no conocieron estos elementos, opina que la agricul-tura se confundi con la vida social y les facilit el progreso, as como laexplotacin de recursos minerales. El aprecio por los muiscas, que se expre-sa tambin en su rotunda afirmacin sobre su gran antigedad y su negativaa aceptar la existencia de pueblos anteriores en su territorio, tiene en Silva

    Celis un carcter distinto. No se trata de una visin romntica desde fuera,sino de la aprehensin de un pasado que se siente propio y cercano. Noobstante, la visin de Silva Celis no logra desprenderse de los prejuicioseuropeos; la verdadera cultura slo se alcanza en presencia de los elementosque en Europa la configuraron.

    Guillermo Hernndez Rodrguez, un historiador, socilogo y abogado, sedio a la tarea de estudiar lo que l llama las poderosas corrientes ancestrales(Hernndez Rodrguez, 1949) para ayudar en la comprensin de los orge-nes seculares de la situacin colombiana contempornea (Idem). Para ha-cerlo escoge, entre todos los pueblos indgenas de la Colombia prehispnica,nicamente a los chibchas confirmando, de paso, la tendencia segn la cualestudiar a los indios y estudiar a los muiscas son sinnimos para la mayorade los investigadores de este tema. Una advertencia llama la atencin; suprevencin contra toda relacin afectiva al pueblo chibcha del cual toma-mos sangre, a travs del cruce indo hispnico, la inmensa mayora de lasgentes que nacimos en los altiplanos cundinamarqueses y boyacenses (Idem).Y contina: He tratado de que ningn patriotismo prehistrico anime este

    libro y de tomar los sucesos pasados en su valor objetivo de hechos sociales.La exaltacin de las realizaciones que en el orden cultural alcanzaron loschibchas, (modestos pero hbiles hombres en un perodo de barbarie) es tansolo parte de la admiracin que suscita la carrera ascendente de la humani-dad en las diversas masas continentales (Idem).

    La obra de Hernndez Rodrguez marca un hito definitivo en el estudiode los muiscas; el autor, apertrechado con las herramientas tericas de ladialctica materialista y de la antropologa, logra proyectar un cuadro com-pleto y objetivo, en general exento de juicios de valor. Para empezar, l de-

    clara que concuerda con Bennett y Kroeber en ubicar a los chibchas como latercera cultura de Indoamrica en cuanto a su grado de desarrollo y concluye

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    333LLERAS R.: LOS MUISCAS EN LA LITERATURA HISTRICA Y ANTROPOLGICA

    la diferencia entre las clases ligadas al control del poder, por un lado, y lostributarios, por el otro (Tovar, 1974).

    La propiedad de la tierra es comunitaria, pero se expresa en la propiedadde la comunidad dominante, y esta relacin de dominacin se manifiesta enel tributo. En esta estructura hay clases sociales: nobleza indgena (de la pro-vincia, del pueblo y de la parte) y poblacin tributaria. La diferenciacin,dice Tovar, fue cada vez mayor entre los jefes de la comunidad base y losmiembros de la comunidad dominante y esto actu agudizando la contradic-cin principal que se daba entre las estructuras superpuestas. Las comunida-des de base fueron exigidas, cada vez en una proporcin mayor, a travs del

    tributo en especies y servicios para sostener las comunidades subdominantesy dominantes; pese a ello, el excedente se consuma tambin en las aldeasagrcolas y artesanas de la poblacin tributaria (Idem).

    Jos Rosso Gauta, otro contribuyente del marxismo en la antropologamuisca, establece que, contrariamente a lo que postularon HernndezRodrguez y Broadbent, no haba clan al momento de la conquista, (...) aligual que dentro de los muiscas haban desaparecido ya la tribu y la gens, yde ellas apenas se conservaban algunos vestigios (Rosso Gauta 1975). Se-gn Rosso Gauta, la comunidad con sus relaciones de mutua ayuda y rec-

    procos procederes era para el muisca la institucin social, econmica y culturalms importante (...) (Idem). Aun cuando en general Cada unidad familiartena su parcela, la cual an no era propiedad privada sino de temporal utili-zacin, (...) (Idem), ocurra que La propiedad de los caciques tena indi-cios de propiedad privada en su forma primitiva, la cualvendra atransformarse en propiedad privada, dando as origen a los antagonismosque ella lleva consigo (Idem).

    Los gobernantes muiscas, Zipa y Zaque, (...) junto con la aristocracia

    tribal y la naciente burocracia administrativa, formaban el embrin de unaclase explotadora que por su funcin y en base nicamente a ella seadueaban de gran parte del producto excedente... enriquecindose poco apoco y engendrando un proceso de diferenciacin... que llevara a la socie-dad de clases, a la propiedad privada y por ende a crear las fuerzas coerciti-vas propias del Estado (Idem). Este autor marxista postula que no huboesclavitud de forma clsica, con lo cual contradice rotundamente las ideas dePosada.

    Tanto Tovar como Rosso Gauta siguen, evidentemente, los lineamientosesbozados por Marx en Formaciones econmicas precapitalistasy desarro-llados luego por Godelier, Chesnaux, Balibar, Althousser y otros en lo que se

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    caractersticas de su cultura, su influencia y su importancia, a los muiscas losha usado un sinnmero de personas para proyectarse y proyectar lo que pien-

    san y quieren.A los muiscas los han usado los curas para glorificar la creacin de Dios;

    los decimonnicos, para hacer patria, para fijar la superioridad racial y elorden sumiso; los espaoles, para defender su papel histrico; los conserva-dores, para perfilar su visin de la sociedad ideal; los etnohistoriadores, paraimportar el feudalismo; los extranjeros y extranjerizantes, para poner los he-chos en orden; los marxistas, para ventilar sus diferencias ideolgicas y losantroplogos, para ensayar las ltimas teoras importadas desde el norte.

    En el curso de esta historia de interpretaciones a los muiscas les ha toca-do, alternativamente, convertirse en: avanzados o atrasados; geniales o tarados;brbaros o civilizados; exponentes del neoltico o de la edad del bronce;buenos padres y esposos o borrachos perdidos; trabajadores incansables operezosos; seres hermosos o brutalmente feos; miembros de familias nuclea-res o de linajes extensos; campesinos aislados o aliados de confederacionescentralizadas; vasallos feudales o miembros de comunidades igualitarias;ocupantes de vieja data o recin llegados; miembros de una sociedad esclavistao de un estado comunitario; tributarios en una sociedad jerarquizada o do-

    nantes en una sociedad igualitaria y, finalmente, dadores de un gran legado ode casi nada importante.

    De semejante embrollo surgen dos conclusiones inevitables: la primera,que se refiere al ttulo de esta conferencia, es que los muiscas son los mejoresintrpretes de la historia colombiana de los siglos XIX y XX. Sin proponr-selo, ellos retratan las tendencias, modas, vicios y altibajos de ese perodo;estudiando lo que se ha dicho de los muiscas, podemos entender la historiacolombiana contempornea. Ms que a los mismos muiscas, lo que vemos

    aqu es a los colombianos en su bsqueda angustiosa de un pasado gloriosoequiparable al de los mexicanos y los peruanos pero, sobretodo, al de losespaoles a los que expulsamos, no sin un terrible sentimiento de culpa. Ve-mos a estos mismos historiadores y antroplogos buscar un punto de equili-brio que les permita reivindicar al indio sin ofender la superioridad de losblancos y vemos la influencia perniciosa de las oleadas tericas norteameri-canas, con las cuales es necesario ponerse a tono. Cada perodo de la historiade estos dos ltimos siglos tiene en los muiscas su expresin y se puedeentender a travs de ellos.

    La otra, y final, conclusin es que es inevitable quedar dudando deaquello que llamamos interpretacin en el campo de la historia y la antro-

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