muerte y sepultura de jesús por catalina emmerich

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  • 7/28/2019 Muerte y sepultura de Jess por Catalina Emmerich

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    Muerte y sepultura de Jess Visiones de la recientemente declaradaBeata Ana Catalina Emmerick

    En proceso de canonizacin

    XXXIVMuerte de JessSexta y sptima palabrasLa hora del Seor haba llegado: un sudor fro corri sus miembros, Juan limpiaba los piesde Jess con su sudario. Magdalena, partida de dolor, se apoyaba detrs de la Cruz. LaVirgen Santsima de pie entre Jess y el buen ladrn, miraba el rostro de su Hijo

    moribundo. Entonces Jess dijo: "Todo est consumado!". Despus alz la cabeza y griten alta voz: "Padre mo, en tus manos encomiendo mi espritu". Fue un grito dulce yfuerte, que penetr el cielo y la tierra: enseguida inclin la cabeza y rindi el espritu.

    Juan y las santas mujeres cayeron de cara sobre el suelo. El centurin Abenadar tena losojos fijos en la cara ensangrentada de Jess, sintiendo una emocin muy profunda. Cuandoel Seor muri, la tierra tembl, abrindose el peasco entre la Cruz de Jess y la del malladrn. El ltimo grito del Redentor hizo temblar a todos los que le oyeron. Entonces fuecuando la gracia ilumin a Abenadar. Su corazn, orgulloso y duro, se parti como la rocadel Calvario; tir su lanza, se dio golpes en el pecho gritando con el acento de un hombre

    nuevo: "Bendito sea el Dios Todopoderoso, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; steera justo; es verdaderamente el Hijo de Dios!". Muchos soldados, pasmados al or laspalabras de su jefe, hicieron como l. Abenadar, convertido del todo, habiendo rendidohomenaje al Hijo de Dios, no quera estar ms al servicio de sus enemigos. Dio su caballo ysu lanza a Casio, el segundo oficial, quien tom el mando y habiendo dirigido algunaspalabras a los soldados, se fue en busca de los discpulos del Seor, que se mantenanocultos en las grutas de Hinnn. Les anunci la muerte del Salvador y se volvi a la ciudada casa de Pilatos.

    Cuando Abenadar dio testimonio de la divinidad de Jess, muchos soldados hicieron comol: lo mismo hicieron algunos de los que estaban presentes y an algunos fariseos de los quehaban venido ltimamente. Mucha gente se volva a su casa dndose golpes de pecho yllorando. Otros rasgaron sus vestidos y se cubrieron con tierra la cabeza. Era poco ms delas tres cuando Jess rindi el ltimo suspiro. Los soldados romanos vinieron a guardar lapuerta de la ciudad y a ocupar algunas posiciones para evitar todo movimiento tumultuoso.Casio y cincuenta soldados se quedaron en el Calvario.

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    XXXVTemblor de tierraAparicin de los muertos en JerusalnCuando Jess expir, vi su alma rodeada de mucha luz, entrar en la tierra, al pie de la Cruz;muchos ngeles, entre ellos Gabriel, la acompaaron. Estos ngeles arrojaron de la tierra alabismo una multitud de malos espritus. Jess envi desde el limbo muchas almas a suscuerpos para que atemorizaran a los impenitentes y dieran testimonio de l.

    En el templo, los prncipes de los sacerdotes haban continuado el sacrificio, interrumpidopor el espanto que les causaron las tinieblas y crean triunfar con la vuelta de la luz; mas depronto la tierra tembl, el ruido de las paredes que se caan y del velo del templo que serasgaba, les infundi un terror espantoso. Se vio de repente aparecer en el santuario al sumosacerdote Zacaras, muerto entre el templo y el altar, pronunciar palabras amenazadoras;habl de la muerte del otro Zacaras, padre de Juan Bautista, de la de Juan Bautista y engeneral de la muerte de los profetas. Dos hijos del piadoso sumo sacerdote Simn el Justo sepresentaron cerca del gran plpito y hablaron igualmente de la muerte de los profetas y delsacrificio que iba a cesar. Jeremas se apareci cerca del altar y proclam con vozamenazadora el fin del antiguo sacrificio y el principio del nuevo.

    Estas apariciones, habiendo tenido lugar en los sitios en donde slo los sacerdotes podantener conocimiento de ellas, fueron negadas o calladas y prohibieron hablar de ellas bajoseversimas penas. Pero pronto se oy un gran ruido: las puertas del santuario se abrieron y

    una voz grit: "Salgamos de aqu". Nicodemus, Jos de Arimatea y otros muchosabandonaron el templo. Muertos resucitados se vean asimismo que andaban por el pueblo.Ans que era uno de los enemigos ms acrrimos de Jess, estaba casi loco de terror: hua deun rincn a otro, en las piezas ms retiradas del templo. Caifs quiso animarlo, pero fue envano: la aparicin de los muertos lo haba consternado.

    Dominado Caifs por el orgullo y la obstinacin, aunque sobrecogido por el terror, no dejtraslucir nada de lo que senta, oponiendo su frrea frente a los signos amenazadores de laIra Divina. No pudo, a pesar de sus esfuerzos, hacer continuar la ceremonia. Dijo y manddecir a los otros sacerdotes que estos signos de la ira del cielo haban sido ocasionados por

    los secuaces del Galileo, que muchas cosas provenan de los sortilegios de ese hombre que,en su muerte como en su vida haba agitado el reposo del templo.

    Mientras todo esto pasaba en el templo, el mismo sobresalto reinaba en muchos sitios deJerusaln. No slo en el Templo hubo apariciones de muertos: tambin ocurrieron en laciudad y sus alrededores. Entraron en las casas de sus descendientes y dieron testimonio de

    Jess con palabras severas contra los que haban tomado parte en su muerte. Plidos oamarillos, su voz dotada de un sonido extrao e inaudito, iban amortajados segn la usanzadel tiempo en que vivan: al llegar a los sitios en donde la sentencia de muerte de Jess fueproclamada, se detuvieron un momento y gritaron: "Gloria a Jess y maldicin a sus

    verdugos!". El terror y el pnico producidos por estas apariciones fue grande: el pueblo se

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    retir por fin a sus moradas, siendo muy pocos los que comieron por la noche el Corderopascual.

    XXXVIJos de Arimatea pide a Pilatos el cuerpo de Jess

    Apenas se restableci un poco la tranquilidad en la ciudad, el gran consejo de los judospidi a Pilatos que mandara romper las piernas a los crucificados, para que no estuvieran enla cruz el sbado. Pilatos dio las rdenes necesarias. En seguida Jos de Arimatea vino averle; pues con Nicodemus haban formado el proyecto de enterrar a Jess en un sepulcronuevo, que haba hecho construir a poca distancia del Calvario. Habl a Pilatos, pidindoleel cuerpo de Jess. Pilatos se extra que un hombre tan honorable pidiese con tantainstancia el permiso de rendir los ltimos honores al que haba hecho morir tanignominiosamente. Hizo llamar al centurin Abenadar, vuelto ya despus de haber

    conversado con los discpulos y le pregunt si el Rey de los judos haba expirado. Abenadarle cont la muerte del Salvador, sus ltimas palabras, el temblor de tierra y la roca abiertapor el terremoto. Pilatos pareci extraar slo que Jess hubiera muerto tan pronto, porqueordinariamente los crucificados vivan ms tiempo; pero interiormente estaba lleno deangustia y de terror por la coincidencia de esas seales con la muerte de Jess. Quiz quisoen algo reparar su crueldad dando a Jos de Arimatea el permiso de tomar el cuerpo de

    Jess. Tambin tuvo la mira de dar un desaire a los sacerdotes, que hubiesen visto gustososa Jess enterrado ignominiosamente entre dos ladrones. Envi un agente al Calvario paraejecutar sus rdenes, que fue Abenadar. Le vi asistir al descendimiento de la Cruz.

    XXXVIIAbertura del costado de JessMilagro de la vista de CasioMientras tanto el silencio y el duelo reinaban sobre el Glgota. El pueblo atemorizado sehaba dispersado; Mara, Juan, Magdalena, Mara hija de Cleofs y Salom, estaban de pie osentadas en frente de la Cruz, la cabeza cubierta y llorando. Se notaban algunos soldadosrecostados sobre el terrapln que rodeaba la llanura; Casio, a caballo, iba de un lado a otro.El cielo estaba oscuro y la naturaleza pareca enlutada.

    Pronto llegaron seis alguaciles con escalas, azadas, cuerdas y barras de hierro para romper laspiernas a los crucificados. Cuando se acercaron a la Cruz, los amigos de Jess se apartaronun poco y la Virgen Santsima tema que ultrajasen an el cuerpo de su Hijo. Aplicaron lasescalas a la Cruz para asegurarse de que Jess estaba muerto. Habiendo visto que el cuerpoestaba fro y rgido lo dejaron y subieron a las cruces de los ladrones. Dos alguaciles lesquebraron los brazos por encima y por debajo de los codos con sus martillos. Gesmas dabagritos horribles y le pegaron tres golpes sobre el pecho para acabarlo de matar. Dimas lanzun gemido y expir, siendo el primero de los mortales que volvi a ver a su Redentor. Los

    verdugos dudaban todava de la muerte de Jess. El modo horrible como haban fracturadolos miembros de los ladrones haca temblar a las santas mujeres por el cuerpo del Salvador.

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    Mas el subalterno Casio, hombre de veinticinco aos, cuyos ojos bizcos excitaban la befa desus compaeros, tuvo una inspiracin sbita. La ferocidad brbara de los verdugos, laangustia de las santas mujeres y el ardor grande que excit en l la Divina gracia, le hicieroncumplir una profeca. Empu la lanza y dirigiendo su caballo hacia la elevacin dondeestaba la Cruz, se puso entre la del buen ladrn y la de Jess. Tom su lanza con las dosmanos y la clav con tanta fuerza en el costado derecho del Seor, que la punta atraves elcorazn, un poco ms abajo del pulmn izquierdo. Cuando la retir sali de la herida unacantidad de sangre y agua que llen su cara, que fue para l bao de salvacin y de gracia.Se ape y de rodillas, en tierra, se dio golpes de pecho, confesando a Jess en alta voz. LaVirgen Santsima y sus amigas, cuyos ojos estaban siempre fijos en Jess, vieron coninquietud la accin de ese hombre y se precipitaron hacia la Cruz dando gritos. Mara cayen los brazos de las santas mujeres, como si la lanza hubiese atravesado su propio corazn,mientras Casio, de rodillas, alababa a Dios; pues los ojos de su cuerpo y de su alma sehaban curado y abierto a la luz.

    Todos estaban conmovidos profundamente a la vista de la sangre del Salvador, que habacado en un hoyo de la pea, al pie de la Cruz. Casio, Mara, las santas mujeres y Juanrecogieron la sangre y el agua en frascos y limpiaron el suelo con paos. Casio, que habarecobrado toda la plenitud de su vista, estaba en una humilde contemplacin. Los soldados,sorprendidos del milagro que haba obrado en l, se hincaron de rodillas, dndose golpes depecho y confesaron a Jess. Casio, bautizado con el nombre de Longinos, predic la fecomo dicono y llev siempre sangre de Jess sorbe s. Esta se haba secado y se hall en susepulcro, en Italia, en una ciudad a poca distancia del sitio donde vivi Santa Clara. Hay unlago con una isla cerca de esta ciudad. El cuerpo de Longinos debe haber sido transportado

    a ella. Los alguaciles que, mientras tanto, haban recibido orden de Pilatos de no tocar elcuerpo de Jess, no volvieron.

    XXXVIIIEl descendimientoEn el momento en que la Cruz se qued sola y rodeada de algunos guardias, vi a cincopersonas que haban venido de Betania por el valle acercarse al Calvario, elevar los ojoshacia la Cruz y alejarse furtivamente. Creo que eran discpulos. Tres veces me encontr en

    las inmediaciones a dos hombres deliberando y consultndose. Eran Jos de Arimatea yNicodemo. La primera vez los vi en las inmediaciones de la crucifixin, quiz cuandomandaron a comprar las vestiduras que iban a repartirse los esbirros; otra vez, cuando,despus de ver que la muchedumbre se dispersaba fueron al sepulcro a preparar algunascosas. La tercera fue cuando volvan a la Cruz mirando a todas partes, como si esperasenuna ocasin favorable. Entonces quedaron de acuerdo en como bajaran el Cuerpo delSalvador de la Cruz y se volvieron a la ciudad.

    Su siguiente paso fue ocuparse de transportar los objetos necesarios para embalsamar elCuerpo del Seor. Sus criados cogieron algunos instrumentos para desenclavarlo de la Cruz.

    Nicodemo haba comprado cien libras de races, que equivalan a treinta y siete libras denuestro peso, como me han explicado. Sus servidores llevaban una parte de esos aromas en

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    pequeos recipientes hechos de corcho colgados del cuello sobre el pecho. En uno de esoscorchos haba unos polvos y llevaban tambin algunos paquetes de hierbas en sacos depergamino o de piel. Jos tom consigo adems una caja de ungento; en fin, todo lonecesario.

    Los criados prepararon fuego en una linterna cerrada y salieron de la ciudad antes que susseores, por otra puerta encaminndose despus hacia el Calvario. Pasaron por delante de lacasa donde la Virgen, Juan y las santas mujeres haban ido a coger diversas cosas paraembalsamar el Cuerpo de Jess. Juan y las santas mujeres siguieron a los criados a cortadistancia. Haba cinco mujeres, algunas llevaban debajo de los mantos largos, lienzos detela. Las mujeres tenan la costumbre, cuando salan por la noche o para hacer secretamentealguna accin piadosa, de envolverse con una sbana larga. Comenzaban por un brazo y seiban rodeando el resto del cuerpo con la tela tan estrechamente que apenas podan caminar.

    Yo las he visto as ataviadas. En esa ocasin presentaban un aspecto mucho ms extrao a

    mis ojos. Iban vestidas de lujo. Jos y Nicodemo llevaban tambin vestidos de lujo, demangas negras y cintura ancha. Sus mantos que se haban echado sobre su cabeza, erananchos, largos y de color pardo. Les servan para esconder lo que llevaban.

    Se encaminaron hacia la puerta que conduce al Calvario. Las calles estaban desiertas, elterror general haca que todo el mundo permaneciese encerrado en sus casas. La mayora deellos empezaban a arrepentirse, y muy pocos celebraban la fiesta. Cuando Jos y Nicodemollegaron a la puerta, la hallaron cerrada y todo alrededor, el camino y las calles lleno desoldados. Eran los mismos que los fariseos haban solicitado a las dos, cuando teman unainsurreccin, y hasta entonces no haban recibido orden ninguna de regresar. Jos present

    la orden firmada por Pilatos para dejarlo pasar libremente. Los soldados la encontraronconforme mas le dijeron que haban intentado abrir ya la puerta antes, sin poderloconseguir y que, sin duda el terremoto deba de haberla desencajado por alguna parte, y quepor esa razn, los esbirros encargados de romper las piernas a los crucificados haban tenidoque pasar por otra puerta. Pero cuando Jos y Nicodemo probaron, la puerta se abri sola,dejando a todos atnitos.

    El cielo estaba todava oscuro y nebuloso; cuando llegaron al Calvario se encontraron consus criados y las santas mujeres que lloraban sentadas en frente de la Cruz. Casio y muchossoldados, que se haban convertido, estaban a cierta distancia, tmidos y respetuosos. Jos y

    Nicodemus contaron a La Virgen y a Juan todo lo que haban hecho para librar a Jess deuna muerte ignominiosa y cmo haban obtenido que no rompiesen los huesos al Seor y laprofeca se haba cumplido. Hablaron tambin de la lanzada de Casio. Entre tanto lleg elcenturin Abenadar y luego comenzaron en medio de la tristeza y de un profundorecogimiento, su dolorosa y piadosa obra del descendimiento de Jess y elembalsamamiento del sagrado Cuerpo del Seor.

    La Santsima Virgen y Magdalena esperaban sentadas al pie de la Cruz, a la derecha, entre lacruz de Dimas y la de Jess; las otras mujeres estaban ocupadas en preparar los paos, losaromas, el agua, las esponjas y las vasijas. Casio se acerc tambin y le cont a Abenadar lamilagrosa curacin de la vista. Todos se sentan muy conmovidos, llenos de tristeza y de

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    amor y al mismo tiempo silenciosos y solemnes; slo cuando la prontitud y la atencin queexigan esos cuidados piadosos, lo permitan, se oan lamentos y gemidos ahogados.Sobretodo Magdalena, se hallaba entregada enteramente a su dolor, y nada poda consolarlani distraerla, ni la presencia de los dems ni alguna otra consideracin.

    Nicodemus y Jos pusieron las escaleras detrs de la Cruz, subieron con unos lienzos, ataronel Cuerpo de Jess por debajo de los brazos y de las rodillas al tronco de la Cruz con laspiezas de lino y fijaron asmismo los brazos por las muecas. Entonces, fueron arrancandolos clavos, martillendolas por detrs. Las manos de Jess no se movieron mucho a pesar delos golpes, y los clavos salieron fcilmente de las llagas, que se haban abierto grandementedebido al peso del Cuerpo. La parte inferior del Cuerpo, que, al expirar Nuestro Seorhaba quedado cargado sobre las rodillas, reposaba en su posicin natural, sostenida por unasbana atada a los brazos de la Cruz. Mientras Jos sacaba el clavo izquierdo y dejaba esebrazo, sujeto por el lienzo caer sobre el Cuerpo, Nicodemo iniciaba la misma operacin con

    el brazo derecho, y levantaba con cuidado su cabeza, coronada de espinas, que haba cadosobre el hombro de ese lado. Entonces arranc el clavo derecho, y dej caer despacio elbrazo, sujeto con una tela, sobre el Cuerpo. Al mismo tiempo, el centurin Abenadararrancaba con esfuerzo el gran clavo de los pies. Casio recogi religiosamente los clavos y lospuso a los pies de la Virgen.

    Sin perder un segundo, Jos y Nicodemo llevaron la escalera a la parte delante de la Cruz, laapoyaron casi recta y muy cerca del Cuerpo; desataron el lienzo de arriba y lo colgaron auno de los ganchos que haban colocado previamente en la escalera, hicieron lo mismo conlos otros dos lienzos, y bajndolos de gancho en gancho, consiguieron ir separando despacio

    el Sagrado Cuerpo de la Cruz hasta llegar enfrente del centurin, que, subido en un banco,lo rode con sus brazos por debajo de las rodillas, y lo fue bajando, mientras jos yNicodemus, sosteniendo la parte superior del Cuerpo iban bajando escaln por escaln conlas mayores precauciones; como cuando se lleva el cuerpo de un amigo gravemente herido,as el Cuerpo del Salvador fue llevado hasta abajo. Fue un espectculo muy tierno; tenan elmismo cuidado, las mismas precauciones como si hubiesen temido causar algn dolor a

    Jess: parecan haber concentrado sobre el Sagrado Cuerpo, todo el amor y la veneracinque haban sentido hacia el Salvador durante su vida. Todos los circunstantes tenan losojos fijos en el grupo y y el Cuerpo del Seor y contemplaban todos sus movimientos; acada instante levantaban las manos al cielo, derramaban lgrimas y daban seales del ms

    profundo dolor. Todos estaban penetrados de un respeto profundo, hablando slo en vozbaja para ayudarse o avisarse los unos a otros.

    Mientras los martillazos se oan, Mara, Magdalena y todos los que estubieran presentes enla crucifixin, tenan el corazn partido. El ruido de esos golpes les recordaba lospadecimientos de Jess; temblaban al recordar el grito penetrante de sus sufrimientos y almismo tiempo se afligan del silencio de su boca divina, prueba incontestable de su muerte.

    Habiendo descendido del todo los tres hombres el Santo Cuerpo, lo envolvieron desde las

    rodillas hasta la cintura y lo pusieron en los brazos de su Madre, que los tenda hacia el Hijoposeda de dolor y de amor.

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    El embalsamamientoLa Virgen Santsima se sent sobre una amplia tela extendida sobre el suelo; con la rodilladerecha un poco levantada y un hatillo de ropas en la espalada. Lo haban dispuesto todopara facilitar a la Madre de alma profundamente afligida, la Madre de los dolores. Las tristeshonras fnebres que iban a dispensar al Cuerpo de su Hijo. La sagrada cabeza de Jessestaba reclinada sobre las rodillas de la Madre; su Cuerpo, tendido sobre una sbana. LaVirgen Santsima sostena por ltima vez en sus brazos el Cuerpo de su querido Hijo, aquien no haba podido dar ninguna prueba de su amor en todo su martirio; contempl susheridas, cubri de sculos su cara ensangrentada, mientras Magdalena reposaba la suyasobre sus pies.

    Mientras los hombres se retiraron a una hondonada pequea al suroeste del Calvario, apreparar todo para el embalsamamiento del cadver. Casio, con algunos de los soldados que

    se haban convertido al Seor, se mantena a una distancia respetuosa. Toda la gentemalintecionada se haba vuelto a la ciudad y los soldados presentes formaban nicamenteuna guardia de seguridad para impedir que nadie interrumpiese los ltimos honores queiban a ser rendidos a Jess. Algunos de esos soldados prestaban su ayuda cuando se lopedan. Las santas mujeres entregaban vasijas, esponjas, paos, ungentos y aromas, cuandoles era requerido y el resto del tiempo permanecan atentas a corta distancia. Magdalena nose apartaba del Cuerpo de Jess, pero Juan daba continuo apoyo a La Virgen e iba de aqupara all, serva de mensajero entre las mujeres y los hombres, ayudando a unas y otros. Lasmujeres tenan a su lado botas incipientes a su lado de boca ancha y un jarro de agua,puesto sobre un fuego de carbn. Entregaban a Mara y a Magdalena, conforme lo

    necesitaban, vasijas llenas de agua y esponjas que expriman despus en los recipientes decuero.

    La Virgen Santsima conservaba un valor admirable en su indecible dolor. Eraabsolutamente imposible dejar el Cuerpo de su Hijo en el estado en que lo haba dejado elsuplicio, por lo que procedi con inefable dedicacin a lavarlo y a limpiarle las seales de losultrajes que haba recibido. Le quit, con la mayor precaucin la corona de espinas,abrindola por atrs y contando una por una las espinas clavadas en la cabeza de Jess, parano abrir las heridas al intentar arrancarlas. Puso la corona junto a los clavos, entonces LaVirgen fue sacando los restos de espinas que haban quedado, con una especie de pinzas

    redondas y las ense con tristeza a sus compaeras.

    El divino Rostro de Nuestro Seor, apenas se poda conocer, tan desfigurado estaba con lasllagas que lo cubra, la barba y el cabello estaban apelmazados por la sangre. Mara le alzsuavemente la cabeza y con esponjas mojadas fue lavndole la sangre seca. Conforme lohaca, las horribles crueldades ejercidas sobre Jess se hacan ms visibles en el Rostro de

    Jess y se acrecentaban herida tras herida. Lav las llagas de la cabeza, la sangre que cubralos ojos, la nariz y las orejas de Jess, con una pequea esponja y un pao extendido sobrelos dedos de su mano derecha. Lav del mismo modo, su boca entreabierta, la lengua, losdientes y los labios. Limpi y desenred lo que restaba del cabello del Salvador y lo dividien tres parte, una sobre cada sien y la tercera sobre su nuca.

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    Tras haberle limpiado la cara, La Santsima Virgen se la cubri despus de haberla besado,luego se ocup del cuello, de los hombros y el cuello, de los brazos y de las manos. Todoslos huesos del pecho, todas las coyunturas de los miembros estaban dislocados y no podandoblarse. El hombro que haba llevado la Cruz, era una llaga enorme, toda la parte superiordel Cuerpo estaba cubierta de heridas y desgarrada por los azotes. Cerca del pechoizquierdo se vea una pequea abertura, por donde haba salido la punta de la lanza deCasio. Y en el lado derecho, el ancho corte por donde haba entrado la lanza por dondehaba entrado la lanza que le haba atravesado el corazn.

    La Virgen Mara lav todas las llagas de Jess. Mientras Magdalena, de rodillas le ayudabaen algn momento, pero si apartarse de los pies de Jess que baaba con lgrimas y secabacon sus cabellos. La cabeza, el pecho y los pies del Salvador estaban ya limpios: el SagradoCuerpo, blanco y azulado como carne sin sangre, lleno de manchas moradas y rojas, all

    donde se le haba arrancado la piel reposaba sobre las rodillas de la Madre, que fue abriendolas partes elevadas, despus se encarg de embalsamar todas las heridas, empezando por lacara.

    Las santas mujeres arrodilladas frente a Mara, le presentaron una caja donde sacaba algnungento precioso con el que untaba las heridas y tambin el cabello. Tom en su manoizquierda las manos de su Hijo, las bes con amor y llen con ungento y perfume lasheridas de los clavos. Ungi tambin las orejas, la nariz y la herida del costado. No tirabanel agua que haban usado, sino que la vertan dentro de las botas de cuero, en las queexpriman las esponjas. Yo vi muchas veces a Casio ir a por agua a la fuente de Gihn, que

    estaba bastante cerca. Cuando La Virgen hubo ungido todas las heridas, envolvi la cabezadel Salvador en paos, mas no cubri todava la cara; le cerr los ojos entreabiertos y dejreposar un tiempo su mano sobre ellos. Cerr su boca y abraz el Sagrado Cuerpo de suHijo y dej caer su cara sobre la de l.

    Jos y Nicodemo llevaban un rato esperando en respetuoso silencio cuando Juan,acercndose a la Virgen, le suplic que se separase de su Hijo para que le pudieranembalsamar, porque se acercaba el sbado. Mara abraz el Cuerpo de su Hijo y se despidide l en los trminos ms tiernos. Entonces los hombres cogieron la sbana donde estabadepositado el Cuerpo y as lo tomaron de los brazos de su Madre y lo llevaron aparte para

    embalsamar lo. Mara Santsima de nuevo abandonada a su dolor, que haban aliviado unpoco los tiernos cuidados dispensados al Cuerpo de Nuestro Seor, se derrumb ahora conla cabeza cubierta en brazos de las santas mujeres. Magdalena como si hubieran queridorobarle a su amado corri algunos pasos hacia l con los brazos abiertos, pero tras unmomento volvi junto a la Santsima Virgen.

    El Sagrado Cuerpo fue trasladado a un sitio ms bajo y all lo depositaron encima de unaroca plana, que era un lugar adecuado para embalsamar lo. Vi como primero pusieron sobrela roca un lienzo de malla, seguramente para dejar que corriese el agua; tendieron el Cuerposobre ese lienzo calado y mantuvieron otra sbana extendida sobre l. Jos y Nicodemo searrodillaron y, debajo de esta cubierta, le quitaron el pao con el que lo haban cubierto al

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    descenderlo de la Cruz y el lienzo de la cintura, y con esponjas le lavaron todo el Cuerpo, lountaron con mirra, perfume y espolvorearon las heridas con unos polvos que habacomprado Nicodemo y, finalmente envolvieron la parte inferior del Cuerpo.

    Entonces llamaron a las santas mujeres, que se haban quedado al pie de la Cruz. MaraSantsima se arrodill cerca de la cabeza de Jess, puso debajo un lienzo muy fino que lehaba dado la mujer de Pilatos, y que llevaba Ella alrededor de su cuello, bajo su manto;despus, con la ayuda de las santas mujeres lo ungi desde los hombros hasta la cara conperfumes, aromas y perfumes aromticos. Magdalena ech un frasco de blsamo en la llagadel costado y las santas mujeres pusieron tambin hierbas en las llagas de las manos y de lospies. Despus, los hombres envolvieron el resto del Cuerpo, cruzaron los brazos de Jesssobre su pecho y envolvieron su Cuerpo en la gran sbana blanca hasta el pecho, ataron unavenda alrededor de la cabeza y de todo el pecho. Finalmente colocaron al Dios Salvador endiagonal sobre la gran sbana de seis varas que haba comprado Jos de Arimatea y lo

    envolvieron con ella; una punta de la sbana fue doblada desde los pies hasta el pecho y laotra sobre la cabeza y los hombros; las otras dos, envueltas alrededor del Cuerpo.

    Cuando la Santsima Virgen, las santas mujeres, los hombres, todos los que, arrodilladosrodeaban el Cuerpo del Seor para despedirse de l, se oper delante de sus ojos unconmovedor milagro: el Sagrado Cuerpo de Jess, con sus heridas, apareci representadosobre el lienzo que lo cubra, como si hubiese querido recompensar su celo y su amor ydejarles su retrato a travs de los velos que lo cubran. Abrazaron su adorable Cuerpollorando y reverentemente besaron la milagrosa imagen que les haba dejado. Su asombroaument cuando, alzando la sbana, vieron que todas las vendas que envolvan el Cuerpo

    estaban blancas como antes y que solamente en la sbana superior haba quedado fijada lamilagrosa imagen. No eran manchas de las heridas sangrantes, puesto que todo el Cuerpoestaba envuelto y embalsamado, era un retrato sobrenatural, un testimonio de la divinidadcreadora, que resida siempre en el Cuerpo de Jess. Esta sbana qued despus de laResurreccin en poder de los amigos de Jess; cay tambin dos veces en manos de los

    judos y fue venerada ms tarde en diferentes lugares. Yo la he visto en Asia, en casa decristianos no catlicos; he olvidado el nombre de la ciudad, que estaba situada en un lugarcercano al pas de los tres Reyes Magos.

    XXXIXJess colocado en el sepulcroLos hombres pusieron el Sagrado Cuerpo sobre unas parihuelas de cuero, tapadas con uncobertor oscuro. Eso me recordaba el Arca de la Alianza. Nicodemus y Jos llevaban sobresus hombros los palos de delante y Abenadar y Juan los de atrs. En seguida venan laVirgen, Mara de Hel, Magdalena y Mara la de Cleofs, despus las mujeres que habanestado al pie de la Cruz sentadas a cierta distancia: Vernica, Juana Chusa, Mara madre deMarcos, Salom mujer de Zebedeo, Mara Salom, Salom de Jerusaln, Susana y Anasobrina de San Jos; Casio y los soldados cerraban la marcha. Las otras mujeres haban

    quedado en Betania con Lzaro y Marta. Dos soldados con antorchas iban delante paraalumbrar la gruta del sepulcro. Anduvieron as cerca de siete minutos, cantando salmos con

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    voces dulces y melanclicas. Vi sobre una altura del otro lado del valle a Santiago el mayor,hermano de Juan, que los vio pasar y se fue a contar a los dems discpulos lo que habavisto. Se detuvieron a la entrada del jardn de Jos, que abrieron arrancando algunos palos,que sirvieron despus de palancas para llevar a la gruta la piedra que deba tapar el sepulcro.

    Cuando llegaron a la pea, trasladaron el Santo Cuerpo a una tabla cubierta con unasbana. La gruta que haba sido excavada recientemente, haba sido barrida por los esbirrosde Nicodemus; se vea limpio en el interior y agradable a la vista. Las santas mujeres sesentaron en frente de la entrada. Los cuatro hombres introdujeron el Cuerpo del Seor,llenaron de aromas una parte del sepulcro, extendieron una sbana sobre la cual pusieron elCuerpo. Le testimoniaron una ltima vez su amor con sus lgrimas y salieron de la gruta.Entonces entr la Virgen, se sent al lado de la cabeza y se ech llorando sobre el Cuerpo desu Hijo. Cuando sali de la gruta, Magdalena entr precipitadamente; haba cogido en el

    jardn flores y ramos que ech sobre Jess; cruz las manos y bes, llorando, los pies

    sagrados de Jess; pero habindole dicho los hombres que deban cerrar el sepulcro, sevolvi con las otras mujeres.

    Doblaron las puntas de la sbana sobre el pecho de Jess y pusieron encima de todo unatela oscura y salieron. La piedra gruesa destinada a cerrar el sepulcro que estaba aun lado dela gruta era muy pesada y solo con las palancas pudieron hacerla rodar hasta la entrada delsepulcro. La entrada de la gruta dentro de la que estaba el sepulcro era de ramasentretejidas. Todo lo que se hizo dentro de la gruta, tuvo que hacerse con antorchas porquela luz del da nunca penetraba en ella.

    LXLos judos ponen guardia en el sepulcroTodos volvieron a la ciudad; Jos y Nicodemus encontraron en Jerusaln a Pedro, aSantiago el Mayor y a Santiago el Menor. Vi despus a la Virgen Santsima y a suscompaeras entrar en el Cenculo; Abenadar fue tambin introducido y poco a poco lamayor parte de los Apstoles y de los discpulos se reunieron en l. Tomaron algn

    alimento y pasaron todava unos momentos reunidos llorando y contando lo que habanvisto. Los hombres cambiaron de vestido y los vi despus, debajo de una lmpara, orar. Enla noche del viernes al sbado vi a Caifs y a los principales judos consultarse respecto delas medidas que deban adoptarse, vistos los prodigios que haban sucedido y la disposicindel pueblo. Al salir de esta deliberacin, fueron por la noche a casa de Pilatos y le dijeronque como ese "seductor" haba asegurado que resucitara el tercer da, era menester guardarel sepulcro tres das; porque si no, sus discpulos podan llevarse su Cuerpo y esparcir la vozde su Resurreccin. Pilatos, no queriendo mezclarse en ese negocio, les dijo: "Tenis unaguardia: mandad que guarde el sepulcro como queris". Sin embargo, les dio a Casio, que

    deba observarlo todo, para hacer una relacin exacta de lo que viera.

  • 7/28/2019 Muerte y sepultura de Jess por Catalina Emmerich

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    Vi salir de la ciudad a unos doce, antes de levantarse el sol; los soldados que losacompaaban no estaban vestidos a la romana, eran soldados del templo. Llevaban farolespuestos en palos para alumbrarse en la oscura gruta donde se encontraba el sepulcro. Asque llegaron, se aseguraron de la presencia del cuerpo de Jess; despus ataron una cuerdaatravesada delante de la puerta del sepulcro y otra segunda sobre la piedra gruesa que estabadelante y lo sellaron todo con un sello semicircular.

    Los fariseos volvieron a Jerusaln y los guardas se pusieron enfrente de la puerta exterior.Casio no se movi de su puesto. Haba recibido grandes gracias interiores y la inteligenciade muchos misterios. No acostumbrado a ese estado sobrenatural, estuvo todo el tiempocomo fuera de s, sin ver los objetos exteriores. Se transform en un nuevo hombre y pastodo el da haciendo penitencia y oracin.