La Brega Ó rgano de difusio n del Cí rculo “Solidaridad Obrera y Campesina

Guillermo Ascanio”

Contenido

1. La trivialidad del asunto irlandés: la lucha por los derechos civiles .…………... 2

2. Free Derry (1969-1972) o cómo se llega a crear una base de apoyo ………………. 3

3. En Canarias todo ha lle-vado a eso: configurar una base de apoyo en una gue-rra popular ……….………….. 6

4. Las grandes lecciones de esas luchas …………………. 12

Efemérides proletarias: En el 200 aniversario del naci-miento de Federico Engels (1820-2020) ………………... 13

¿QUÉ HACER? NUESTRO BOGSIDE

¿Qué los unía? Los prolegómenos de una guerra de clases, de una guerra civil?

nº 19 2º trimestre, 2020

… 1934: en un valle perdido en unos peñascos del Atlán-tico: La Orotava

…1968: 34 años después en una ciudad de una isla eu-ropea: Irlanda del Norte

1. La trivialidad del asunto ir-landés: la lucha por los dere-chos civiles

“Irlanda se había alzado en armas: se puede aplastar despacio a los irlandeses, se puede segar la hierba bajo sus pies sin que lo adviertan; pero, si se les pega, devuelven los golpes. De este modo el Gobierno Unio-nista le hizo un favor al movimiento de los derechos civiles. Le dio vida en un día. Sin la Policía, hubiera tardado mucho más tiempo en florecer.”

(Bernadette Devlin: El precio de mi alma, pg. 138)

“La histórica manifestación de Derry tuvo lugar el sábado 5 de octubre de 1968. El martes siguiente, 8, la universidad de la Reina iniciaba el nuevo curso acadé-mico, … Fui a Belfast, convencida de que yo había cambiado, y me di cuenta de que a todos les había pa-sado lo mismo. El ambiente de Queen’s era totalmente distinto. El muro de silencio se había derrumbado. Se hablaba de Derry en las salas de conferencias, en los cuartos de estudio, en el comedor, en las clases, en los pasillos, en el bar. Donde quiera que fueses te encon-trabas con una seria discusión: ¿quién organizó la manifestación? ¿A quién había que culpar por lo que pasó? ¿Dónde había estado el fallo? Todos hablaban y reflexionaban acerca de la sociedad en que vivían, y no como un ejercicio intelectual, sino de un modo práctico y emocionado, como si les importara de ve-ras.”

(Bernadette Devlin: El precio de mi alma, pg. 143-44)

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2. Free Derry (1969-1972) o cómo se llega a crear una base de apo-

yo

Free Derry, o Derry Libre (en gaélico, SaorDhoire), fue un área nacionalista irlandesa autoproclamada autónoma en Derry (Irlanda del Norte) entre 1969 y 1972, en el contexto del con-flicto de Irlanda del Norte. Su extensión compren-día, de modo irregular, la de dos barrios católicos de las afueras de la ciudad, Bogside y Creggan. Los incidentes allí sucedidos durante esta época constituyeron uno de los primeros y princi-pales focos de conflicto de los denominados Troubles, el enfrentamiento armado entre unionistas y republica-nos por el estatus político del Úlster.

El nombre Free Derry se tomó de la pintada (que aún sobrevive, convertida en un monumento del na-cionalismo irlandés) en un muro en la esquina de las calles Lecky y Fahan.

La denominación proviene de su condición de área "cerrada" (no-go area) a las fuerzas del orden britá-nicas: la Royal Ulster Constabulary (RUC), la Policía Especial del Ulster ("B Especials"), y posteriormente el propio Ejército Británico. Durante todo el período, de modo intermitente, el área careció de otra autoridad que no fuesen los propios residentes, organizados en patrullas, y en lucha contra la policía y el ejército que pretendían tomar la zona. Tanto el IRA Oficial como el IRA Provisional se mostraron activos en Free Derry. La zona fue cortada al avance de la policía por primera vez el 5 de enero de 1969, tras los disturbios que siguieron a una manifestación por los derechos ci-viles.

2.1. Los incidentes Además de una continua tensión y enfrentamientos a pequeña escala, durante el período se desataron varios episodios de extrema gravedad. El primero fue la denominada Batalla del Bogside (12-14 de agosto de 1969), una auténtica batalla campal entre los vecinos y la policía. El 14 de agosto, para intentar acabar con los disturbios, se desplegaron por primera vez unidades del Ejército Británico en los límites del Bogside. La Aso-ciación de Defensa de los Ciudadanos de Derry (DCDA), organización clave en las protestas, declaró su inten-ción de mantener el control del área hasta que sus demandas fueran satisfechas. El ejército no intentó entrar en el área, continuando estable la situación hasta octubre de 1969, cuando la policía militar fue autorizada a entrar tras la publicación del Informe Hunt, que recogía algunas demandas de la DCDA.

En julio de 1971 la tensión volvió a alcanzar un punto peligroso tras la muerte de dos jóvenes a dispa-ros de tropas británicas. El 9 de agosto, en respuesta al intento gubernamental de establecer el internamiento (prisión sin juicio) para los sospechosos de pertenecer al IRA, se volvieron a levantar barricadas en el Bogside y en Creggan. En esta ocasión Derry Libre ya era defendida, en gran parte, por miembros armados de las dos facciones escindidas del IRA, el Oficial y el Provisional. Como en la ocasión anterior, "auxiliares" desarmados mantenían las barricadas.

El peor incidente de los disturbios tuvo lugar el Domingo Sangriento de 30 de enero de 1972: trece personas murieron en el Bogside a disparos de las tropas británicas, tras una marcha a favor de los derechos civiles. El apoyo que ello generó hacia el IRA comenzaría a menguar posteriormente, tras el asesinato de un joven de Derry alistado en el Ejército Británico.

Tras romperse las conversaciones iniciadas con el gobierno británico tras un alto el fuego del IRA Provisional, los ingleses tomaron la decisión de dirigirse contra las áreas no-go. Free Derry cayó el 31 de julio de 1972, cuando miles de soldados tomaron el área con el apoyo de carros de combate, en la llamada Operación Motorman.

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Vista de la entrada al barrio de Derry

Monumento al Domingo Sangriento, 30 de enero de 1972

2.2. La violencia revoluciona-ria: una guerra del pueblo En palabras de Bernadette Devlin: El precio de mi alma. Barcelona: Plaza & Janes, pp. 303-309:

“Y así empezó la batalla de Bogside. Eran aproxi-madamente, las cuatro de la tarde del 12 de agosto [1969]. La batalla siguió, de día y de noche, durante cincuenta horas, y, cuando terminó, fue la policía quien hubo de retirarse. El distrito de Bogside se-guía imbatido, y el Gobierno unionista había dado un gran paso hacia su caída.”

“La batalla de Bogside, según el mayor Chichester-Clark, fue parte de una gran conspiración para derri-bar al Gobierno. Si el mayor hubiese estado detrás de las barricadas, habría encontrado algo mucho más fuerte y terrible que los complots de cualquier orga-nización. Lo que ocurría era que personas normales, pacíficas, que no tenían el menor deseo de pasarse cincuenta horas tirando piedras y cócteles Molotov, se habían dado cuenta del daño que les habían esta-do haciendo durante medio siglo y estaban apren-diendo a defenderse.”

“Construimos barricadas con cascotes, trozos de cañería y adoquines … para evitar que la policía entrara en la zona y, según sus propias palabras, “destruyera Bogside de una vez para siempre”. Du-rante la primera media hora, ocho furgonetas de la policía quedaron atrapadas en nuestras barricadas, y su hubiéramos tenido manera de destruirlos, habría-mos incendiado aquellos vehículos.”

“En ese momento, empezó la confección de cócteles Molotov. Estas bombas de gasolina las hacían, lite-ralmente, las mujeres embarazadas y los niños. Ni-ños de siete y ocho años, que no podían luchar, fa-bricaban las bombas, y lo hacían muy bien. Los ni-ños de 9 y 10 años las llevaban en cestas a las líneas de combate. Las niñas recogían piedras y construían barricadas, y las chicas, los chicos y los hombres luchaban en primera línea contra la Policía.”

“Derry se encontró súbitamente convertido en el centro de la Europa revolucionaria, trazando una pauta que los revolucionarios de todo el mundo no olvidarán jamás…

Estas personas, perdido el miedo, nunca volverían a la situación anterior al 12 de agosto de 1969. Había-mos llegado a un momento crucial de la Historia irlandesa, y lo habíamos alcanzado gracias a la deci-sión de un grupo de personas del barrio bajo católico de Derry. En cincuenta horas, hicimos doblar la ro-

dilla al Gobierno y devolvimos a un pueblo pisotea-do su orgullo y la fuerza de sus convicciones.”

“Lucharemos por la justicia. Intentaremos alcanzarla por medios pacíficos. Pero, si es necesario, impedi-remos que cualquier gobierno injusto pueda gober-narnos. No queremos saber nada de él. Construire-mos nuestras propias casas y nos negaremos a pagar los alquileres al Gobierno. Controlaremos nuestras zonas y las dirigiremos. Construiremos nuestras fá-bricas, pagaremos impuestos a nuestra gente, y el Gobierno podrá quedarse en Stormont, gobernando a quienes lo acepten, porque cada día serán más los que preferirán acatar a un sistema justo aunque sea ilegal, antes que a un Gobierno desacreditado.”

2.3. El Nuevo Poder

Esa resistencia del Bogside desencadenó un movimiento en muchos barrios católicos de Irlanda del Norte para hacerse con el poder:

“El Ejército expedicionario británico se encon-traba en las áreas católicas en la misma situa-ción que los americanos en Vietnam: en un terri-torio hostil donde toda la población se podía considerar enemiga. De hecho, entrar en ellas exigía una auténtica operación militar, costosa y arriesgada, y pronto fueron conocidas por el nombre de "no go areas" ("zonas de no ir", zo-nas prohibidas). Las pintadas que se podían ver en sus paredes de "IRA rules" (El IRA manda) expresaban una realidad.

Los comités de vecinos, dirigidos por los repu-blicanos, se habían constituido en la única auto-ridad reconocida; ellos se encargaban desde la limpieza de las calles hasta del mantenimiento del orden público y la administración de justicia. Se formaron tribunales populares que juzgaban no sólo los delitos políticos ‑colaboracionistas, soplones, espías, etc.‑, sino también los comu-nes; y a falta de cárceles, pues a nadie se le ocu-rría entregar a los criminales a la justicia oficial, surgieron nuevas formas de penalidad, como había sucedido anteriormente en Argelia…”

Durante meses, durante años, el poder popu-lar se mantuvo en las áreas católicas:

En cada barrio aparecieron periódicos locales, funcionaron "emisoras libres" de radio,

se organizaron cooperativas de consumidores que compraban directamente los productos a cooperativas de productores en el campo,

se crearon centros sociales y guarderías infanti-les,

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los comités locales tomaron a su cargo la repara-ción de las obras públicas y la reconstrucción de las casas destruidas en la lucha, así como la aten-ción de las víctimas, de los damnificados, de los refugiados,

incluso se montaron pequeñas industrias en régi-men de autogestión, en un movimiento clara-mente anti‑capitalista…

dejaron de pagarse los alquileres de viviendas, los recibos del agua y el gas, los impuestos...

el "no go" regía no solamente para la Policía, sino también para los cobradores, los inspectores de Hacienda y todos los representantes de la burocracia estatal, con la excepción de los carte-ros y los pagadores del seguro de desempleo.

La independencia política de las "no go areas" iba acompañada de una independencia militar, ya que el Ejército inglés no se atrevía a ocupar-las…» (Luis Reyes y María Luisa Sánchez. IRA , 60 años de guerrillas).

En 1969 Europa tenía unos “negros” irlandeses que demostraron que también en las entrañas del imperialismo podía construirse el nuevo poder en el curso de una guerra popular.

“Durante medio siglo nos ha gobernado mal, pero se está acabando. Somos testigos de sus convulsiones de agonía. Y con la tradicional pie-dad irlandesa, cuando lo hayamos derribado, lo aplastaremos contra el suelo.” (Devlin)

NO SE HA CONSEGUIDO AÚN, PERO QUE GRAN EXPERIENCIA EN LA VIEJA

EUROPA…

Y TODAVÍA MÁS PARA LO QUE ESTÁ POR VENIR, PUES CUANTAS

“IRLANDAS” HAY AHORA EN EUROPA:

2.4. Los “bárbaros” ya están en la vieja Roma Hoy, la población inmigrante tiene las mis-mas características que aquellos “negros” irlandeses: Desempleo Bajos salarios

Falta de viviendas Opresión, acoso, humillaciones,… por la piel, la

religión,… la procedencia del tercer mundo, has-ta llegar a las «atrocidades fascistas» en las que en Irlanda del Norte participó una parte del pro-letariado irlandés protestante congregado en or-ganizaciones fascistas desde que Lord Carson se opuso al “Home Rule” y en 1912 organizó en el

Ulster centurias negras “unionistas”. Pasiones que “se desatan fácilmente” (generando

resistencias de los oprimidos y ansias de pogro-mo y «atrocidades fascistas» en la burguesía).

Este estado de cosas ha sido perfectamente apreciable en Santa Cruz de Tenerife (pero aplicable al resto de Canarias):

1. En un primer momento y coincidiendo con “La Gran Depresión del 29”, primera gran crisis del capi-talismo cuya respuesta sería el keynesianismo, se recurrió al ejército industrial de reserva o sobrepo-blación relativa en su forma latente: emigración del campo a la ciudad de los campesinos pobres de las Islas (1945-1973).

2. Para la segunda gran crisis capitalista: “Crisis del petróleo de los 70” cuya respuesta fue el neolibe-ralismo, en Santa Cruz se recurrió en un primer mo-mento (1973-1998) al ejército industrial de reserva o sobrepoblación relativa en su forma estancada (barrios populares de la ciudad) y latente (campesinos pobres de la España rural: Andalucía y Galicia),y, en un segundo momento (1998-2008), además de los anteriores, se suma la sobrepoblación relativa latente extranjera (campesinos pobres de África, Asia, América Latina y Este de Europa).

3. Llegados a la tercera gran crisis: “Crisis finan-

ciera actual”, la pregunta que surge es: ¿Qué solu-

ción aplicará el capitalismo santacrucero en un mo-

mento de crisis que puede durar décadas, y que está

llenando de sobrepoblación relativa estancada los

barrios populares de la ciudad (familias de los anti-

guos campesinos isleños y trabajadores peninsulares,

africanos, asiáticos, latinoamericanos y europeos del

Este) quienes, ante la falta de trabajo, van cayendo

rápidamente en el pauperismo?”

3. En Canarias todo ha llevado a eso: configurar una base de apoyo en una guerra popular Periódico La Vanguardia, 20 de enero

de 1933

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3.1. La huelga general de enero de 1933: Buenavista y Santa Cruz-La La-guna “Aprovechando la huelga general proclamada du-rante el mes de enero de 1933, algunos cientos de campesinos de Buenavista del Norte (Tenerife), de marcada raigambre anarcosindicalista, se levanta-ron en armas apoderándose durante algunos días de esta pequeña localidad del oeste de la isla, hasta que una guarnición militar enviada desde La Orotava sofocó la rebelión. Muchos de los protagonistas fue-ron apresados y sometidos a juicio.”

(CABRERA ACOSTA, Miguel Ángel (1991): La II República en las Canarias Occidentales. Cabildo In-sular de El Hierro-Centro de la Cultura Popular Ca-

naria, Tenerife)

“En el pueblo de Buenavista los revoltosos procla-maron el comunismo libertario, repartiéndose entre todos los habitantes las tierras y propiedades, apode-rándose de la guardia civil. Al llegar el correo, cus-todiado por la benemérita, le salieron al encuentro unos cuatrocientos obreros con pistolas en mano; pero uno de los guardias consiguió llegar al cuarteli-llo y ponerse en comunicación con el Gobierno civil, dando cuenta de lo ocurrido. Seguidamente salieron refuerzos de la benemérita y una compañía de infan-tería que presta servicio en Orotava.

En vista de que los habitantes de Buenavista seguían en la misma actitud, tuvieron las tropas que entrar en el pueblo cercándolo y

disparando las ametralladoras y los fusiles con des-cargas al aire, hasta que fueron apresados los revol-tosos. Estos colocaron delante a las mujeres y niños, quedando ellos en el centro, pero disparando' conti-nuamente.

Todos los detenidos fueron traídos a Santa Cruz en «guaguas». Han ingresado, en número bastante cre-cido, en el penal de Paso Alto. Todos ellos serán juz-gados por la jurisdicción militar. Están complicados en este movimiento varios de los dirigentes de los comités de la Confederación Nacional del Trabajo, el alcalde del pueblo y el médico señor Gorrina. Este último, en unión de algunos revoltosos, se ha refu-giado en los montes. La policía ha dado varias bati-das, no logrando hasta la fecha capturar a ninguno.

La huelga, sigue sin solucionarse, aunque se han reintegrado al trabajo muchos obreros.

(Periódico La Vanguardia, 20 de enero de 1933)

En octubre de 1934, coincidiendo con la insurrec-ción obrera de Asturias, tuvieron lugar en Güímar varios atentados con explosivos -sin víctimas- a las

que siguió el intento de quemar el Ayuntamiento, cuyas puertas llegaron a arder.”

3.2. Las huelgas de La Orotava de 1934 HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, José Manuel (2012). “Lucio Illada y las luchas obreras en el Valle de la Orotava”, en LEÓN ÁLVAREZ, Aarón (Coord.) (2012): La Segunda República en Canarias:

“Así, en febrero de 1934, los obreros agrícolas del Valle, en solidaridad con los huelguistas de las fincas de José de Arroyo y del Sindicato Agrícola del Norte de Tenerife y para defender las condiciones laborales pactadas en mayo de 1933, declaran la huelga general el día 20. Lucio forma parte del Comité que dirige esta huelga, de carácter meramente defensivo (CABRERA ACOSTA, 1991; p. 455), tal y como se pone de manifiesto en la asamblea de la sección Tra-bajadores de la Tierra de la FTO, celebrada en el Teatro de La Orotava y en la que se trató el secundar la propuesta de solidaridad con los trabajadores del empaquetado de Las Arenas, “no solo para robuste-cer a los compañeros en huelga, sino también para ir a fondo y atajar de una u otra forma la ofensiva pa-tronal, que ya va revistiendo caracteres fascistas” . La FTO acuerda apoyar la declaración de esta huelga general agrícola que, a pesar de su corta duración –seis días-, estuvo impregnada de importantes actos de sabotaje por parte de los huelguistas y de represión gubernamental, a través de la actuación de la Guardia Civil.

Según recoge el diario La Prensa, en sus ediciones de esos días, se detienen a miembros de piquetes; se cor-ta la línea telefónica del Valle; la Guardia Civil car-ga, con fuego real, aunque sin incidentes, contra gru-pos de huelguistas; se detienen a varios trabajadores, acusados de actos de sabotaje; estallan petardos en un estanque de 70.000 pipas, propiedad de Alonso de Zárate y en la atarjea que abastece al municipio de La Orotava y se producen destrozos de piñas en varias fincas.

Pero la ofensiva patronal no finaliza aquí, muy al contrario. La denuncia y suspensión de las bases de trabajo vigentes, con el consiguiente retroceso que ello podría suponer para los avances laborales conse-guidos hasta el momento, provocan que el 31 de agosto comience una nueva huelga, con carácter in-definido, de los jornaleros agrícolas y los trabajado-res y trabajadoras de empaquetados en el Valle. Unos días antes se hace público un manifiesto del Comité de Huelga, del que formaban parte, entre otros, Lucio Illada y Florencio Sosa, en el que se anuncia, ade-más, una huelga general a partir del 6 de septiembre.

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En este marco, la huelga la podemos plantear como uno de los momentos más álgidos del enfrentamiento interclasista en el Valle, que marcará la evolución política y sindical hasta el 18 de julio de 1936 y que se convertirá en una de las “justificaciones” para el ejercicio de la represión política generalizada a partir del golpe militar.

¿POR QUÉ FUE TAN IMPORTANTE ESTA HUELGA?

POR SU CONTENIDO REVOLUCIONARIO

Veamos:

Esta huelga, dirigida por la FTO y el SPOV, se caracterizó por una altísima participación, por una enorme combatividad, por una dura repre-sión ejercida por las autoridades gubernamenta-les y por una solidaridad sin precedentes.

Los jornaleros agrícolas y los trabajadores y tra-bajadoras de empaquetados secundaron de una forma abrumadora la convocatoria del Comité de Huelga, que, aunque comienza y tuvo su mayor repercusión en el Valle, pronto se extiende por toda la Isla Baja (Icod, Garachico, Los Silos y Buenavista), acompañándose la ausencia al traba-jo con constantes actos de sabotaje que comien-zan desde la declaración de huelga y que se ex-tienden hasta la finalización de la misma, el 13 de octubre.

Estas acciones de presión, que ya habían empeza-do a utilizarse en las huelgas anteriores, que se acercan más a las dinámicas de movilización li-bertarias y que fueron escasamente utilizadas por las huelgas protagonizadas por los sindicatos afectos a la UGT, ponen de relieve el giro que habían tomado los sindicatos, ahora mayoritarios, del Valle hacia posiciones más radicales -en las formulaciones teóricas y en los métodos de lucha- y el alto grado de conciencia y de unidad que se había conseguido, pues los numerosos actos de sabotaje no redujeron la capacidad de moviliza-ción de la FTO y del SPOV.

La lucha armada como guerra del pueblo

Estos actos, que en ningún momento hemos podido comprobar que fueran planificados por el Comité de Huelga y que respondieron, sobre todo, a acciones de un proletariado agrícola secularmente sobreexplotado por la oligarquía agraria y fortalecido, ahora, por una unidad de clase que lo empujaba a la lucha por mejo-rar sus condiciones de vida, se concretaron en:

el corte de cables telefónicos en la Comarca;

la colocación y explosión de petardos, de escasa potencia, dirigidos a la rotura de infraestructuras agrícolas (atarjeas y tuberías, estanques...);

ataques contra las conducciones de agua para la central hidroeléctrica de La Orotava, dejando a la población sin suministro eléctrico;

ataques a casas y almacenes de propietarios agrí-colas, sin mayores consecuencias;

intento de incendio de un empaquetado en el Puerto de la Cruz;

destrozos de plataneras

y ataque con un cóctel molotov a una guagua.

En febrero de 1936 se informaba que el número de trabajadores en el sector agrícola en el Valle podía alcanzar a las 5.000 personas. De éstas, alrededor de mil fueron despedidas con motivo de esta huelga ge-neral. La Prensa, 28.02.1936 y 29.02.1936.

El último acto de sabotaje del que tenemos constan-cia se produce el 12 de octubre, con la colocación de varios petardos en un estanque de la finca de Diego Arroyo, en La Orotava. Fueron enjuiciados en Conse-jo de Guerra tres trabajadores (Agustín Marrero, José Páez y Félix Domínguez) y se les impuso una pena de 14 años, 8 meses y un día de reclusión.

La represión

Pero si bien estas acciones pueden servirnos de ejem-plo de la alta conflictividad social existente, también la actitud de las autoridades gubernamentales, apli-cando una estrategia de severa represión desde el inicio de la huelga, nos puede ayudar a visibilizar, con mayor nitidez, el abierto enfrentamiento de cla-ses que se estaba dando. El Comité de Huelga fue detenido, casi en su totalidad, desde el inicio. Lucio Illada logró pasar a la clandestinidad, permaneciendo en Santa Cruz, alojándose en casas de amigos y com-pañeros (los médicos José Gerardo Herrera Martín y Tomás Cerviá Cabrera, entre otros) y, con toda segu-ridad, sirviendo de enlace entre los militantes del Va-lle y el resto del Comité de Huelga, en prisión . Se envían refuerzos de las Guardias Civil y de Asalto, que patrullan las fincas y las calles, disolviendo con-centraciones y deteniendo a huelguistas que increpan a los esquiroles; se registran domicilios de los mili-tantes más activos, como el caso del sindicalista y socialista orotavense Pedro Hernández Lorenzo, el día 15 de septiembre, sin órdenes y sin garantías judi-ciales ; se detienen y se procesan a varias decenas de personas, muchas de ellas por la jurisdicción militar ; se envían a La Orotava fuerzas de artillería e ingenie-ros del Regimiento de Infantería con el objetivo, en-tre otros, de custodiar la Central Eléctrica y un pelo-tón del Destacamento Militar de La Orotava a Los Silos; el Delegado del Gobierno en el Norte de la Isla dirige las tareas de vigilancia sobre los huelguistas más activos; etc.

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La solidaridad de clase

La Agrupación Socialista de Santa Cruz inicia, el 18 de septiembre, una suscripción pública para reunir fondos con los que auxiliar a "aquellos camaradas que se encuentran en lucha decidida y tenaz contra una burguesía incomprensiva, que pretende arrebatar-le todas las mejoras conquistadas en largos años de lucha" ; el Sindicato de Obreros Tabaqueros de Santa Cruz y las Juventudes Socialistas de la capital ponen en marcha una iniciativa de solidaridad novedosa y de enorme impacto social:

la acogida de 500 niños y niñas de los huelguis-tas en viviendas de Santa Cruz. A esta acción se suman, de inmediato y con gran entusiasmo, la Confederación Regional del Trabajo y las Juven-tudes Socialistas y el Partido Comunista de La Laguna.

Se abren suscripciones para la acogida, se consi-guen taxis gratuitos para el traslado, funciones gratis en los cines de la capital y, en pocos días, las familias dispuestas a acoger a los hijos e hijas de los huelguistas supera a la cantidad de niños y niñas que se trasladarán a la Capital.

Se buscaba un triple efecto: por un lado el apartar a los niños y niñas de una lucha realmente dura que se estaba manteniendo en el Valle; ayudar a los huelguistas, descargándolos de la atención a sus hijos e hijas, para que pudieran concentrar todas sus fuerzas en la huelga y, por último, ser-vir de movilización social en apoyo a los huel-guistas.

Asimismo, como uno de los hechos más destaca-bles de solidaridad, particularmente de la CNT, situamos la declaración de una huelga general en Santa Cruz y La Laguna, el 25 y 26 de septiem-bre, que constituyó un éxito absoluto, paralizán-dose completamente la capital, a pesar de que las fuerzas de seguridad, reforzadas por Guardias de Asalto venidos de Gran Canaria y de Guardias Civiles de los pueblos tinerfeños, tomaron la ciu-dad, haciendo rondas por las calles y disolviendo a grupos de manifestantes; los militares tuvieron que operar en las fábricas de electricidad (un gru-po de Ingenieros y otro del cañonero Cánovas del Castillo) y en las panaderías; la detención de sie-te dirigentes socialistas y un número indetermi-nado de anarquistas; los registros domiciliarios; el paro total de las operaciones portuarias; la clausura de las sedes del Sindicato de Obreros Tabaqueros y de la Agrupación Socialista.

La huelga general del Norte, a pesar de esa enor-me representación de fuerza que estaba demos-trando el proletariado agrícola, que aguantó en pie de lucha durante casi un mes y medio, fue

finalmente derrotada por un acontecimiento ex-terno a ella, pero que puso en manos del Go-bierno las herramientas represivas necesarias pa-ra acabar con la movilización: la declaración del Estado de Guerra por los sucesos revolucionarios de octubre en España ahogó la acción de los huelguistas que, el día 13 dan por finalizada la huelga.

Las consecuencias fueron la imposición de la libertad de contratación, a través de un bando de la Comandancia Militar, dando libertad a los pa-tronos para "emplear a cualquier jornalero, sea huelguista o no" ; la celebración de numerosos Consejos de Guerra, conforme al Bando de de-claración del Estado de Guerra; la clausura de las organizaciones sindicales tinerfeñas, entre ellas la FTO y el SPOV; la suspensión de concejales socialistas y republicanos de izquierda en dife-rentes pueblos de la provincia, entre ellos la Ca-pital, La Orotava , el Puerto de la Cruz y Los Si-los; la celebración de un Consejo de Guerra al Comité de Huelga y su deportación a diferentes Islas (Florencio Sosa al Hierro, Aquilino Hernán-dez y José Manzanero a Lanzarote, César Fuen-tes a Puerto Cabras y Lucio Illada a Gran Tara-jal); el ejercicio de represalias sobre unos mil huelguistas, a los que no se les permite reinte-grarse a sus trabajos; se produce una visita del Ministro de Industria y Comercio, Andrés Orozco, a La Orotava, en la que se ofreció a "resolver y defender los problemas del Valle", en un claro y vano intento de atraerse un proleta-riado agrícola al que se le hacía caer sobre sus espaldas toda la humillación de la derrota y, so-bre todo, un reforzamiento de las posiciones con-servadoras que se aprestan a realizar suscripcio-nes en beneficio de "los niños huérfanos de Astu-rias" , que copan las instituciones locales, que mantienen fuera de la legalidad a las organizacio-nes obreras y que se alían claramente con el sec-tor más reaccionario del ejército, que protagoni-zará el Golpe de Estado del 18 de julio

NO SE HA CONSEGUIDO AÚN, PERO QUE GRAN EXPERIENCIA EN UNA COLONIA DE

LA VIEJA EUROPA

Pero se pudo llegar a esto con paciencia: el ejemplo de Lucio Illada que unió teoría y practica revolucionaria

Lucio Illada (1900-1940):

1916: En agosto de ese año se procede a la cons-titución de la Sociedad Instructiva Círculo Cer-vantes, de cuya Junta Directiva formará parte, en calidad de tesorero.

1917: participa en la fundación de la Sociedad de Luchas Izaña Orotava.

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1918: Centro Instructivo Obrero, que se constitu-ye el 12 de octubre de 1918. La aparición de esta Asociación responde al incipiente proceso de toma de conciencia de los trabajadores y trabaja-doras del Valle y de la pequeña burguesía local que, desde estos primeros momentos del siglo XX, se encuadran en las corrientes socialistas, que acabarán siendo hegemónicas en la comarca. Este Centro se marca dos objetivos fundamenta-les: por un lado la instrucción, para "elevar el nivel moral e intelectual de la clase obrera" y, por otro, convertirse en la plataforma sindical de los trabajadores y trabajadoras de La Orotava. Así, desde sus comienzos empieza a intervenir, como representante de sus asociados, en asuntos y conflictos laborales y en 1919 ya están consti-tuidos, en el seno del Centro, los gremios de cos-tureras, zapateros, carpinteros, obreros del campo y albañiles.

1930: A partir de 1930, Lucio Illada se entrega a la militancia política y sindical, convirtiéndose, muy rápidamente, en la figura central del socia-lismo en La Orotava, formando parte del grupo de jóvenes que tratan de crear o impulsar las or-ganizaciones obreras en el Valle (caso de Floren-cio Sosa Acevedo, Inocencio Sosa y los herma-nos Pérez Trujillo, en el Puerto de la Cruz y Juan Hernández Correa, Félix Sosa, Manuel Illada, entre otros, en La Orotava). 10 de agosto de 1930 sale a la luz el primer número del semanario De-cimos..., impulsado y dirigido por Lucio Illada, con el objetivo claro de convertirse en la tribuna desde la que, en palabras de Miguel Ángel Ca-brera, "se exhorta al proletariado del Valle, ma-yoritariamente agrícola y con un elevado porcen-taje de mujeres dedicadas a faenas de empaqueta-do, a su organización en sindicatos, a la par que se denuncia cualquier incumplimiento de la legis-lación laboral y se exige la elevación de los sala-rios.

1931: Un día antes, el 20 de marzo, se procede a la constitución de la Agrupación Socialista de La Orotava, en la Plaza de San Juan, nº 4. El comité que impulsa su organización está liderado por Lucio Illada y de él forman parte también Jeróni-mo Carrillo y Leoncio Estévez. Meses antes, el 29 de enero, Lucio Illada y Ramón Hernández presentan, en el Gobierno Civil, el reglamento de la Agrupación Obrera de Orotava.

En enero de 1931, ante la evidente necesidad de los trabajadores y trabajadoras de La Orotava de contar con un sindicato propio, Lucio Illada y otros compañeros promueven la creación de la Agrupación Obrera de Orotava.

En ese contexto de efervescencia socialista se celebra, el 22 de mayo, una asamblea en el Puer-to de la Cruz, con la presencia de las agrupacio-nes de Buenavista, Los Silos, Garachico, Icod, Realejos (Alto y Bajo), Orotava, Santa Úrsula y La Victoria, donde se acuerda nombrar un comité que se encargaría de articular el Partido en el ám-bito insular, a través de la organización de una Federación de Agrupaciones Socialistas de Tene-rife. Unas agrupaciones que rompen, el 22 de junio, el pacto con el Partido Republicano de Te-nerife, bajo la argumentación de diferencias en la confección de las candidaturas para las eleccio-nes de diputados, y en las que Lucio se sitúa ya como uno de los principales dirigentes del socia-lismo tinerfeño. Unas elecciones que, en el Valle, son ganadas, con amplia mayoría, por los candi-datos socialistas, consolidándose esta comarca como el principal bastión de este partido en Te-nerife.

A mediados de septiembre de 1931, las represen-taciones obreras del Valle (la Agrupación Obrera y la FOVO) y la Asociación Patronal Agraria firman las primeras bases de trabajo (pacto colec-tivo) de la etapa republicana, que intentan regular las relaciones laborales en las fincas plataneras del Valle.

1932: Tenemos constancia de la existencia de la Agrupación Obrera hasta febrero de 1932, en que parece que, definitivamente, deja de existir, transformándose en la Federación de Trabajado-res de Orotava (FTO).

1933: A finales de abril la declaración de huelga parece irreversible y el 27 comunica el Gobierno Civil al Ministerio de la Gobernación que “todas las sociedades obreras de la industria de la plata-nera de la Provincia” anuncian huelga general de los trabajadores del plátano. Finalmente, las pa-tronales agrarias, ante la capacidad de moviliza-ción y la evidente demostración de fuerza de los trabajadores y trabajadoras del sector del plátano, deciden, un día antes del inicio de la huelga, sen-tarse a discutir las bases de trabajo presentadas por la FTO. El acuerdo se alcanza el 10 de mayo, recogiéndose buena parte de las reivindicaciones obreras y presentándose, por tanto, como un cla-ro éxito de las organizaciones sindicales.

Las tensas relaciones que se viven dentro de la

FOVO, agudizadas durante los primeros meses

de 1933, desembocan, finalmente, en la escisión

protagonizada por los gremios que agrupan a los

trabajadores y trabajadoras del sector platanero

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(Jornaleros, Industria y Comercio y Agrupación Fe-menina) y en la creación del Sindicato de Profesiones y Oficios Varios (SPOV), con sede en el barrio de San Antonio del Puerto de la Cruz. Una nueva orga-nización sindical que estará formada por la inmensa mayoría de los trabajadores y trabajadoras del plá-tano –unos 2.300 obreros- y que pasa a convertirse, numéricamente, en la principal organización obrera del Puerto de la Cruz.

Por su parte, la FTO se alinea, desde el inicio, con el sector crítico de la FOVO y, posteriormente, durante el resto del período republicano, mantiene una estrecha unidad sindical con el SPOV. Lucio Illada, quien, además de coincidir con la línea política y sindical mantenida por Florencio Sosa, desde la época del semana-rio Decimos..., le une con él una estrecha amistad, “aparece incluso desde los primeros momentos [del conflicto interno] como por-tavoz de los oposicionistas ante la Directiva federal portuense y será [con Florencio Sosa] quien encabece la marcha de esta fracción hasta el interior mismo del Partido Comunis-ta”

Durante este tiempo, Lucio Illada desa-rrolla, además de su actividad sindical, un intenso trabajo institucional, en su calidad de primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de La Orotava, concentrando sus esfuerzos en la me-jora de la educación pública, la consecución de infra-estructuras básicas para los barrios (instalación de puntos de agua corriente), la lucha contra el paro obrero (a través del impulso de las obras públicas), los problemas sanitarios y la necesidad de creación de viviendas.

No obstante, Lucio prioriza su actividad sindical frente al trabajo político-insitucional y se entrega, de lleno, a diseñar el camino que se debe seguir por la clase obrera orotavense, desde su cargo de secretario de la FTO. Continúa con el intenso trabajo de aseso-ramiento a los trabajadores, presentación de denun-cias, organización de asambleas, formación de sindi-catos en el seno de la Federación, mantenimiento de la escuela obrera y realización de conferencias de formación social y política..., formando parte de los comités que dirigirán las huelgas que se plantean en el Valle.

3.3. El ciclo de luchas obreras de Te-nerife de 1975-1977 “En 1976 la huelga se produjo tras un nuevo asesi-nato policial en septiembre de dicho año. Los secto-res obreros que habían estado en huelga hasta pocos

días antes del asesinato volvieron a parar en solida-ridad con la familia de la víctima, y se sumaron a la explosión que brotó desde los barrios populares de Santa Cruz. Tres días de disturbios y asambleas ba-rriales con extensión del conflicto hasta el centro de la ciudad, convirtieron toda el área urbana en un inmenso campo de batalla. El despliegue policial, en más de una ocasión, se vio sorprendido por la fiereza y lo aguerrido de los manifestantes, que en varios momentos obligaron a retroceder a los bien pertre-chados cuerpos represivos.”

(Domingo Gari Montllor, Tenerife en rojo, (pg. 267)

Hay que prepararse antes y para después del mo-vimiento de protesta

“La explosión popular desbordó a los que preten-dían convertirse en dirigentes de la protesta. La ex-trema izquierda, que la vio con buenos ojos, no tuvo recursos políticos ni organizativos para dirigir polí-ticamente a las miles de personas enfurecidas tras el vandalismo policial. El movimiento de protesta se desinfló tras unos días de intensos enfrentamientos callejeros y de alboroto del orden en la apacible y conservadora Santa Cruz de Tenerife.”

Domingo Gari Montllor, Tenerife en rojo, (pg. 267)

Hubo posibilidad del FRENTE ÚNICO: las masas querían revolución

Discrepamos con Domingo Gari en las con-clusiones de su libro “Tenerife en Rojo” (pg. 271), pues si bien es verdad que cuanto mayor fuera el FRENTE más posibilidades tenían de ganar las lu-chas:

“La universidad, sobre todo los estudiantes, y los grupos del mundo cultural que se incorporaron al combate proletario, cumplieron un papel relevante porque extendieron la contienda hacia otras fraccio-nes sociales, además de politizar de manera extrema todo el conflicto. Por lo general, los obreros

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sintieron mucha simpatía con la incorporación del mundo universitario y de la cultura a su propia lu-cha.”

No se puede concluir que:

“La suma de los estudiantes universitarios y, en mu-chos casos, de los estudiantes de las enseñanzas me-dias a las movilizaciones obreras, dio como resulta-do las colisiones de mayor envergadura social y polí-tica en la isla. La incorporación estudiantil elevó el nivel teórico de los cuadros organizadores de la pro-testa social.”

Pero el FRENTE fue dominado por la ideología de la pequeña burguesía, el revisionismo y el oportu-nismo

La ideología de la pequeña burguesía y del revisionismo dominó gran parte de las organizacio-nes políticas y sindicales de la izquierda radical, tanto marxista como independentista y socialcristiana:

Los intelectuales: el profesor de universidad Pa-blo Ródenas en el PUCC (y en el sindicato Con-federación Canaria de Trabajadores CCT); el profesor de Instituto Melchor Núñez en PUCC-MIRAC-UNI, el licenciado en periodismo José Carlos Mauricio en el PCE y luego en la creación de ICU e ICAN); el profesor universitario Os-waldo Brito en INC en Tenerife (sindicato CANC) (luego, junto a AC de Gran Canaria for-maron ACN).

Los abogados: Antonio Cubillo en Canarias Li-bre y luego en el MPAIAC, Carlos Suárez (primero en Canarias Libre) y Ana Doreste en el PCC(p) (creadores además de Sindicato Obrero Canario SOC), Fernando Sagaseta en Canarias Libre y luego Las Células Comunistas.

El enorme peso que tuvieron en la dirección de las luchas los despachos de abogados no se debe a lo que señala Domingo Gari Montllor (Tenerife en Rojo, pg. 266):

“La falta de conciencia de clase entre los mismos obreros y su inexperiencia sindical llevó a que fuese clave la participación de abogados o asesores exter-nos, que se convirtieron en los diseñadores estratégi-cos de los conflictos. La función de los despachos y asesorías laborales devino en lugares de planifica-ción de las huelgas…”

Las luchas del FRENTE ÚNICO fueron heroicas en la situación revolucionaria de 1975-1977

“La confluencia entre los sectores procedentes del púlpito y los activistas marxistas o independentistas, se produjo en la práctica.”

PERO:

No hubo principios compartidos ni proyectos estraté-gicos, sino coincidencias y confluencias alrededor de luchas concretas.”

Domingo Gari Montllor, Tenerife en rojo, (pg. 266)

4. Las grandes lecciones de esas lu-chas

1. Las luchas sindicales como escuela política del proletariado Por ejemplo de la huelga general de Santa Cruz de Tenerife de septiembre de 1976:

“Las huelgas que habían precedido esa jornada de huelga general, sirvieron de escuela y creci-miento de cuadros dirigentes entre los propios obreros. Los proletarios de Cesea participaron de forma decisiva en las asambleas barriales de Somosierra, y eran dentro de ellas un referente de autoridad moral y política. Habían ganado su huelga y su luchas se había conocido merced a la gran labor de propaganda que habían realiza-do en los barrios de la capital. Por eso, cuando en las asambleas se identificaban como obreros de Cesea, todo el mundo extremaba la atención para escuchar las cosas que el compañero tenía que decir.”

2. La unidad sindical en la lucha concreta

Las conquistas obtenidas por las luchas obreras de 1975-1977 en Tenerife se desarrollaron fuera de los marcos pactados para la transición: en ella no intervienen ni el PSOE ni el PCE (Domingo Gari Montllor, Tenerife en rojo, pg. 268) [aplicar esto a la actualidad: la traición posterior de numerosas organizaciones políticas de la iz-quierda radical hasta llegar a Podemos frente a la Asamblea de Vecinos de La Orotava)…] …Para ganar aquella guerra

“El día 24 de julio nos buscaban a todos los ca-maradas; grupos constituidos por guardias civi-les y pandillas de falangistas; allanaron el local del Partido Comunista y el del Partido Socialis-ta. Después iban de casa en casa. Un destaca-mento nuestro, en el que estaba yo, nos dimos cuenta que habíamos fallado en lo fundamental: no teníamos bases entre los campesinos donde acampar y necesitábamos varias para tener mo-vilidad; no teníamos entrenamiento, ni equipo para las montañas, ni medicinas, ni recursos de ningún tipo para cualquier emergencia; las ar-mas de que disponíamos no eran las más apro-piadas para este tipo de guerra; conclusión: vi-mos pacientemente, como el mar se encrespaba frente a nosotros, tuvimos tiempo suficiente para

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prepararnos, para hacerle frente al temporal, pero no hicimos nada, porque no tuvimos la vi-sión que se requería para pasar de la etapa que habíamos dejado atrás, a esta nueva etapa que estábamos obligados a enfrentar.”

(Marcos García Seijas, “Benicode”: Raíces Guanches. Memoria. Ediciones Idea, Santa

Cruz de Tenerife, 2012, p. 88-89)

4. El apoyo de los barrios populares: “El apoyo de la ciudadanía, o de parte de ella, en especial de los barrios obreros… fue determinante para el triunfo de muchas protestas. Los huelguistas lograron sostener las luchas con el apoyo activo y solidario de miles de vecinos. Queda destacado un componente de solidaridad muy fuerte en los entornos rururbanos, que se manifiesta clave para el sostén económico de las huelgas de pro-longada duración. El hecho de que muchos ba-rrios fueran de reciente creación y de gente pro-cedente del mundo rural, así como la existencia de fuertes vínculos familiares entre los obreros en huelga y sus parientes rurales, hizo posible que la recogida de dinero y de comida para las familias de los huelguistas encontrase el apoyo y respaldo necesario. Además, los habitantes de los barrios obreros participaron en las grandes manifestaciones de apoyo, siempre que se convo-caron, nutriendo a las mismas de miles de perso-nas, convirtiendo estos actos y su preparación en escuelas prácticas de ciudadanía [que termina-rían redundando en un apoyo político importante

para las alternativas electorales izquierdistas en las elecciones generales y municipales de 1979]”

“Cuidadanos” de Canarias: bueno, POBRES DE CANA-

RIAS, de los barrios obreros de Jinámar y de Taco o La Galle-

ga, campesinos de las medianías del Valle de la Orotava, gome-ros de Chipude, cabreros de

Garafía, jornaleros-peones an-daluces y obreros-campesinos gallegos, inmigrantes de Los

Andes, de la Pampa y del Ser-tao sudamericano, del Sahel y del Atlas africano, rumanas de Los Cárpatos… masas, en defi-

nitiva. Ellas nunca han fallado (como hemos podido ver en esta expo-sición), siempre están ahí espe-rando para apoyar en la prácti-ca las ideas que eliminen la ex-plotación y conduzcan a su li-

bertad.

Y RECORDEMOS: LAS MASAS HA-CEN LA HISTORIA

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EFEMÉRIDES PROLETARIAS

EN EL 200 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE FEDERICO ENGELS (1820

-2020)

Federico Engels (Barmen-Elberfeld, Prusia; 28 de noviembre de 1820-Londres; 5 de agosto de 1895)

Se conmemora este año 2020 el 200 aniversario del nacimiento de Engels, camarada y amigo de Marx, dirigente de la Primera y Segunda Internacional, escritor infatigable y fundador de la doctrina del marxismo junto a aquél. Desde La Brega queremos rendir un pequeño homenaje al hombre cuyo compromiso teórico y práctico con el proletariado y la revo-lución le ha consagrado un lugar entre los clásicos marxistas.

Con el objetivo de conmemorar su nacimiento publicamos el ar-tículo de Lenin “Federico Engels”, escrito a raíz de su fallecimiento en 1895. Como escribiera el creador del marxismo-leninismo:

¡Memoria eterna a Federico Engels, gran luchador y maestro del pro-letariado!

V. I. Lenin

“FEDERICO ENGELS”

Escrito: En 1895.

Primera edición: En 1896, en la recopilación Rabótnik, núms. 1-2.

Digitalización: Marxists Internet Archive, 2000.

Fuente: En base a la versión de Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing, 1980.

Qué antorcha de la razón se ha apagado!

Qué gran corazón ha dejado de latir![1]

El 5 de agosto del nuevo calendario (24 de julio) de 1895 falleció en Londres Federico Engels.

Después de su amigo Carlos Marx (fallecido en 1883), Engels fue el más notable científico y maestro del

proletariado contemporáneo de todo el mundo civilizado. Desde que el destino relacionó a Carlos Marx

con Federico Engels, la obra a la que ambos amigos consagraron su vida se convirtió en común. Por eso,

para comprender lo que Engels ha hecho por el proletariado es necesario entender claramente la importan-

cia de la doctrina y actividad de Marx para el desarrollo del movimiento obrero contemporáneo. Marx y

Engels fueron los primeros en demostrar que la clase obrera, con sus reivindicaciones, es el resultado ne-

cesario del sistema económico actual que, con la burguesía, crea y organiza inevitablemente al proletaria-

do. Demostraron que la humanidad se verá liberada de las calamidades que la azotan actualmente, no por

los esfuerzos bienintencionados de algunas nobles personalidades, sino por la lucha de clase del proletaria-

do organizado. Marx y Engels fueron los primeros en esclarecer en sus obras científicas que el socialismo

no es una invención de soñadores, sino la meta final y el resultado inevitable del desarrollo de las fuerzas

productivas dentro de la sociedad contemporánea. Toda la historia escrita hasta ahora es la historia de la

lucha de clases, del cambio sucesivo en el dominio y en la victoria de una clase social sobre otra. Y esto

continuará hasta que desaparezcan las bases de la lucha de clases y del dominio de clase: la propiedad pri-

vada y la producción social caótica. Los intereses del proletariado exigen que dichas bases sean destruidas,

por lo que la lucha de clases consciente de los obreros organizados debe ser dirigida contra ellas. Y toda

lucha de clases es una lucha política.

En nuestros días todo el proletariado en lucha por su emancipación ha hecho suyos estos concep-

tos de Marx y de Engels. Pero cuando los dos amigos colaboraban en la década del 40, en las publicacio-

nes socialistas, y participaban en los movimientos sociales de su tiempo, estos puntos de vista eran com-

pletamente nuevos. A la sazón había muchos hombres con talento y otros sin él, muchos honestos y otros

deshonestos, que en el ardor de la lucha por la libertad política, en la lucha contra la autocracia de los za-

res, de la policía y del clero, no percibían el antagonismo existente entre los intereses de la burguesía y los

del proletariado. Esos hombres no admitían siquiera la idea de que los obreros actuasen como una fuerza

social independiente. Por otra parte, hubo muchos soñadores, algunas veces geniales, que creían que bas-

taba convencer a los gobernantes y a las clases dominantes de la injusticia del régimen social existente

para que resultara fácil implantar en el mundo la paz y el bienestar general. Soñaban con un socialismo sin

lucha. Finalmente, casi todos los socialistas de aquella época, y en general los amigos de la clase obrera,

sólo veían en el proletariado una lacra y contemplaban con horror cómo, a la par que crecía la industria,

crecía también esa lacra. Por eso todos ellos pensaban cómo detener el desarrollo de la industria y del pro-

letariado, detener "la rueda de la historia". Contrariamente al miedo general ante el desarrollo del proleta-

riado, Marx y Engels cifraban todas sus esperanzas en su continuo crecimiento. Cuantos más proletarios

haya, tanto mayor será su fuerza como clase revolucionaria, y tanto más próximo y posible será el socialis-

mo. Podrían expresarse en pocas palabras los servicios prestados por Marx y Engels a la clase obrera di-

ciendo que le enseñaron a conocerse y a tomar conciencia de sí misma, y sustituyeron las quimeras por la

ciencia.

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He ahí por qué el nombre y la vida de Engels deben ser conocidos por todo obrero; tal es el moti-

vo de que incluyamos en nuestra recopilación - que como todo lo que editamos tiene por objeto despertar

la conciencia de clase de los obreros rusos - un esbozo sobre la vida y la actividad de Federico Engels, uno

de los dos grandes maestros del proletariado contemporáneo.

Engels nació en 1820, en la ciudad de Barmen, provincia renana del reino de Prusia. Su padre era

fabricante. En 1838, se vio obligado por motivos familiares, antes de terminar los estudios secundarios, a

emplearse como dependiente en una casa de comercio de Bremen. Este trabajo no le impidió ocuparse de

su capacitación científica y política. Cuando era todavía estudiante secundario, llegó a odiar la autocracia

y la arbitrariedad de los funcionarios. El estudio de la filosofía lo llevó aún más lejos. En aquella época

predominaba en la filosofía alemana la doctrina de Hegel, de la que Engels se hizo partidario. A pesar de

que el propio Hegel era admirador del Estado absolutista prusiano, a cuyo servicio se hallaba como profe-

sor de la Universidad de Berlín, su doctrina era revolucionaria. La fe de Hegel en la razón humana y en los

derechos de ésta, y la tesis fundamental de la filosofía hegeliana, según la cual existe en el mundo un

constante proceso de cambio y desarrollo, condujeron a los discípulos del filósofo berlinés que no querían

aceptar la realidad, a la idea de que la lucha contra esa realidad, la lucha contra la injusticia existente y el

mal reinante procede también de la ley universal del desarrollo perpetuo. Si todo se desarrolla, si ciertas

instituciones son remplazadas por otras, ¿por qué, entonces, deben perdurar eternamente el absolutismo

del rey prusiano o del zar ruso, el enriquecimiento de una ínfima minoría a expensas de la inmensa mayo-

ría, el dominio de la burguesía sobre el pueblo? La filosofía de Hegel hablaba del desarrollo del espíritu y

de las ideas: era idealista. Del desarrollo del espíritu deducía el de la naturaleza, el del hombre y el de las

relaciones entre los hombres en la sociedad. Marx y Engels conservaron la idea de Hegel sobre el perpetuo

proceso de desarrollo*, y rechazaron su preconcebida concepción idealista; el estudio de la vida real les

mostró que el desarrollo del espíritu no explica el de la naturaleza, sino que por el contrario conviene ex-

plicar el espíritu a partir de la naturaleza, de la materia... Contrariamente a Hegel y otros hegelianos, Marx

y Engels eran materialistas. Enfocaron el mundo y la humanidad desde el punto de vista materialista, y

comprobaron que, así como todos los fenómenos de la naturaleza tienen causas materiales, así también el

desarrollo de la sociedad humana está condicionado por el de fuerzas materiales, las fuerzas productivas.

Del desarrollo de estas últimas dependen las relaciones que se establecen entre los hombres en el proceso

de producción de los objetos necesarios para satisfacer sus necesidades. Y son dichas relaciones las que

explican todos los fenómenos de la vida social, las aspiraciones del hombre, sus ideas y sus leyes. El desa-

rrollo de las fuerzas productivas crea las relaciones sociales, que se basan en la propiedad privada; pero

hoy vemos también cómo ese mismo desarrollo de las fuerzas productivas priva a la mayoría de toda pro-

piedad para concentrarla en manos de una ínfima minoría. Destruye la propiedad, base del régimen social

contemporáneo, y tiende por sí mismo al mismo fin que se han planteado los socialistas. Estos sólo deben

comprender cuál es la fuerza social que por su situación en la sociedad contemporánea está interesada en

la realización del socialismo, e inculcar a esa fuerza la conciencia de sus intereses y de su misión histórica.

Esta fuerza es el proletariado. Engels lo conoció en Inglaterra, en Manchester, centro de la industria ingle-

sa, adonde se trasladó en 1842 para trabajar en una firma comercial de la que su padre era accionista. En-

gels no se limitó a permanecer en la oficina de la fábrica, sino que recorrió los sórdidos barrios en los que

se albergaban los obreros y vio con sus propios ojos su miseria y sufrimientos. No se limitó a observar

personalmente; leyó todo lo que se había escrito hasta entonces sobre la situación de la clase obrera ingle-

sa y estudió minuciosamente todos los documentos oficiales que estaban a su alcance. Como fruto de sus

observaciones y estudios apareció en 1845 su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra. Ya he-

mos señalado más arriba cuál fue el mérito principal de Engels como autor de dicho libro. Es cierto que

antes que él muchos otros describieron los padecimientos del proletariado y señalaron la necesidad de ayu-

darlo. Pero Engels fue el primero en afirmar que el proletariado no es sólo una clase que sufre, sino que la

vergonzosa situación económica en que se encuentra lo impulsa inconteniblemente hacia adelante y lo

obliga a luchar por su emancipación definitiva.

Y el proletariado en lucha se ayudará a sí mismo. El movimiento político de la clase obrera llevará

ineludiblemente a los trabajadores a darse cuenta de que no les queda otra salida que el socialismo. A su

vez, éste sólo será una fuerza cuando se convierta en el objetivo de la lucha política de la clase obrera.

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Estas son las ideas fundamentales del libro de Engels sobre la situación de la clase obrera en Inglaterra, ideas que todo el proletariado que piensa y lucha ha hecho suyas, pero que entonces eran completamente nuevas. Fueron expuestas en un libro cautivante en el que se describe del modo más fidedigno y patético las penurias que sufría el proletariado inglés. La obra constituía una terrible acusación contra el capitalis-mo y la burguesía. La impresión que produjo fue muy grande. En todas partes comenzaron a citar la obra como el cuadro que mejor representaba la situación del proletariado contemporáneo. Y en efecto, ni antes de 1845, ni después, ha aparecido una descripción tan brillante y veraz de los padecimientos de la clase obrera.

Engels se hizo socialista sólo en Inglaterra. En Manchester se puso en contacto con militantes del movimiento obrero inglés y empezó a colaborar en las publicaciones socialistas inglesas. En 1844, al pasar por París de regreso a Alemania, conoció a Marx, con quien ya mantenía correspondencia. En París, bajo la influencia de los socialistas franceses y de la vida en Francia, Marx también se hizo socialista. Allí fue donde los dos amigos escribieron La sagrada familia, o Crítica de la crítica crítica. Esta obra, escrita en su mayor parte por Marx, y que fue publicada un año antes de aparecer La situación de la clase obrera en Inglaterra, sienta las bases del socialismo materialista revolucionario, cuyas ideas principales hemos ex-puesto más arriba. La sagrada familia es un apodo irónico dado a dos filósofos, los hermanos Bauer, y a sus discípulos. Estos señores practicaban una crítica fuera de toda realidad, por encima de los partidos y de la política, que negaba toda actividad práctica y sólo contemplaba "críticamente" el mundo circundante y los sucesos que ocurrían en él. Los señores Bauer calificaban desdeñosamente al proletariado como una masa sin espíritu crítico. Marx y Engels protestaron enérgicamente contra esa tendencia absurda y nociva. En nombre de la verdadera personalidad humana, la del obrero pisoteado por las clases dominantes y por el Estado, exigieron, no una actitud contemplativa, sino la lucha por una mejor organización de la socie-dad. Y, naturalmente, vieron en el proletariado la fuerza capaz de desarrollar esa lucha en la que está in-teresado. Antes de la aparición de La sagrada familia, Engels había publicado ya en la revista Anales fran-co-alemanes, editada por Marx y Ruge, su Estudio crítico sobre la economía política, en el que analizaba, desde el punto de vista socialista, los fenómenos básicos del régimen económico contemporáneo, como consecuencia inevitable de la dominación de la propiedad privada. Sin duda, su vinculación con Engels contribuyó a que Marx decidiera ocuparse de la economía política, ciencia en la que sus obras produjeron toda una revolución.

De 1845 a 1847 Engels vivió en Bruselas y en París, alternando los estudios científicos con las actividades prácticas entre los obreros alemanes residentes en dichas ciudades.

Allí Engels y Marx se relacionaron con una asociación clandestina alemana, la “Liga de los Co-munistas” que les encargó expusieran los principios fundamentales del socialismo elaborado por ellos. Así surgió el famoso Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, que apareció en 1848. Este librito vale por tomos enteros: inspira y anima, aún hoy, a todo el proletariado organizado y combatiente del mundo civilizado.

La revolución de 1848, que estalló primero en Francia y se extendió después a otros países de Eu-ropa occidental determinó que Marx y Engels regresaran a su patria. Allí en la Prusia renana, asumieron la dirección de la Nueva Gaceta Renana, periódico democrático que aparecía en la ciudad de Colonia. Los dos amigos eran el alma de todas las aspiraciones democráticas revolucionarias de la Prusia renana. Am-bos defendieron hasta sus últimas consecuencias los intereses del pueblo y de la libertad, contra las fuerzas de la reacción. Como se sabe, éstas triunfaron, Nueva Gaceta Renana fue prohibida, y Marx, que durante su emigración había perdido los derechos de súbdito prusiano, fue expulsado del país; en cuanto a Engels, participó en la insurrección armada del pueblo, combatió en tres batallas por la libertad, y una vez derrota-dos los insurgentes se refugió en Suiza, desde donde llegó a Londres.

También Marx fue a vivir a Londres; Engels no tardó en emplearse de nuevo, y después se convirtió en

socio de la misma casa de comercio de Manchester en la que había trabajado en la década del 40. Hasta

1870 vivió en Manchester, y Marx en Londres, lo cual no les impidió estar en estrecho contacto espiritual:

se escribían casi a diario. En esta correspondencia los amigos intercambiaban sus opiniones y conocimien-

tos, y continuaban elaborando en común el socialismo científico. En 1870, Engels se trasladó a Londres, y

hasta 1883, año en que murió Marx, continuaron esa vida intelectual compartida, plena de intenso trabajo.

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Como fruto de la misma surgió, por parte de Marx, El Capital, la obra más grandiosa de nuestro siglo so-bre economía política, y por parte de Engels, toda una serie de obras más o menos extensas. Marx trabajó en el análisis de los complejos fenómenos de la economía capitalista. Engels esclarecía en sus obras, escri-tas en un lenguaje muy ameno, polémico muchas veces, los problemas científicos más generales y los di-versos fenómenos del pasado y el presente, inspirándose en la concepción materialista de la historia y en la doctrina económica de Marx. De estos trabajos de Engels citaremos la obra polémica contra Dühring (en ella el autor analiza los problemas más importantes de la filosofía, las ciencias naturales y la sociolo-gía)**, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (traducida al ruso y editada en San Pe-tersburgo, 3a ed. de 1895), Ludwig Feuerbach (traducción al ruso y notas de J. Plejánov, Ginebra, 1892)[2], un artículo sobre la política exterior del gobierno ruso (traducido al ruso y publicado en Sotsial-Demokrat, núms. 1 y 2, en Ginebra)[3], sus magníficos artículos sobre el problema de la vivienda[4], y finalmente, dos artículos, cortos pero muy valiosos, sobre el desarrollo económico de Rusia (Federico En-gels sobre Rusia, traducción rusa de V. Zasúlich, Ginebra 1894)[5]. Marx murió sin haber podido terminar en forma definitiva su grandiosa obra sobre el capital. Sin embargo, estaba concluida en borrador, y des-pués de la muerte de su amigo, Engels emprendió la ardua tarea de redactar y publicar los tomos II y III. En 1885 editó el II y en 1894 el III (no tuvo tiempo de redactar el IV[6]). Estos dos tomos le exigieron muchísimo trabajo. El socialdemócrata austríaco Adler observó con razón que, con la edición de los tomos II y III de El Capital, Engels erigió a su genial amigo un monumento majestuoso en el cual, involuntaria-mente, grabó también con trazos indelebles su propio nombre. En efecto, esos dos tomos de El Capital son la obra de los dos, Marx y Engels. Las leyendas de la antigüedad relatan diversos ejemplos de emocionan-te amistad. El proletariado europeo puede decir que su ciencia fue creada por dos sabios y luchadores cu-yas relaciones superan a todas las conmovedoras leyendas antiguas sobre la amistad entre los hombres. Siempre, y por supuesto, con toda justicia, Engels se posponía a Marx. "Al lado de Marx - escribió a un viejo amigo suyo - siempre toqué el segundo violín."[7] Su afecto por Marx mientras vivió, y su venera-ción a la memoria del amigo desaparecido fueron infinitos. Este luchador austero y pensador profundo, tenía una gran sensibilidad.

Durante su exilio, después del movimiento de 1848-1849, Marx y Engels se dedicaron no sólo a la labor científica. Marx fundó en 1864 la “Asociación Internacional de los obreros”[8] que dirigió durante un decenio. También Engels participó activamente en sus tareas. La actividad de la “Asociación Interna-cional” que, de acuerdo con las ideas de Marx, unía a los proletarios de todos los países, tuvo una enorme importancia para el desarrollo del movimiento obrero. Pero inclusive después de haber sido disuelta dicha asociación en la década del 70, el papel de Marx y Engels como unificadores de la clase obrera no cesó. Por el contrario, puede afirmarse que su importancia como dirigentes espirituales del movimiento obrero seguía creciendo constantemente, porque propio movimiento continuaba desarrollándose sin cesar. Des-pués de la muerte de Marx, Engels siguió siendo el consejero y dirigente de los socialistas europeos. A él acudían en busca de consejos y directivas tanto los socialistas alemanes, cuyas fuerzas iban en constante y rápido aumento, a pesar de las persecuciones gubernamentales, como los representantes de países atrasa-dos, por ejemplo españoles, rumanos, rusos, que se veían obligados a estudiar minuciosamente y medir con toda cautela sus primeros pasos. Todos ellos aprovechaban el riquísimo tesoro de conocimientos y experiencias del viejo Engels.

Marx y Engels, que conocían el ruso y leían las obras aparecidas en ese idioma, se interesaban vivamente por Rusia, seguían con simpatía el movimiento revolucionario y mantenían relaciones con re-volucionarios rusos. Antes de ser socialistas, los dos habían sido demócratas y el sentimiento democrático de odio a la arbitrariedad política estaba profundamente arraigado en ellos. Este sentido político innato, agregado a una profunda comprensión teórica del nexo existente entre la arbitrariedad política y la opre-sión económica, así como su riquísima experiencia de la vida, hicieron que Marx y Engels fueran extraor-dinariamente sensibles en el aspecto político. Por lo mismo, la heroica lucha sostenida por un puñado de revolucionarios rusos contra el poderoso gobierno zarista halló en el corazón de estos dos revolucionarios probados la más viva simpatía. Y por el contrario, era natural que la intención de volver la espalda a la tarea inmediata y más importante de los socialistas rusos - la conquista de la libertad política -, en aras de supuestas ventajas económicas, les pareciese sospechosa e incluso fuese considerada por ellos como una traición a la gran causa de la revolución social. “La emancipación del proletariado debe ser obra del prole-tariado mismo”, enseñaron siempre Marx y Engels. Y para luchar por su emancipación económica, el pro-letariado debe conquistar determinados derechos políticos. Además, Marx y Engels veían con toda clari-dad que una revolución política en Rusia tendría también una enorme importancia para el movimiento obrero de Europa occidental. La Rusia autocrática ha sido siempre el baluarte de toda la reacción europea.

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La situación internacional extraordinariamente ventajosa en que colocó a Rusia la guerra de 1870, que sembró por largo tiempo la discordia entre Alemania y Francia, no hizo, por supuesto, más que aumentar la importancia de la Rusia autocrática como fuerza reaccionaria. Sólo una Rusia libre, que no tuviese ne-cesidad de oprimir a los polacos, finlandeses, alemanes, armenios y otros pueblos pequeños, ni de azuzar continuamente una contra otra a Francia y Alemania, daría a la Europa contemporánea la posibilidad de respirar aliviada del peso de las guerras, debilitaría a todos los reaccionarios de Europa y aumentaría las fuerzas de la clase obrera europea. Por lo mismo, Engels, deseó fervientemente la instauración de la liber-tad política en Rusia, pues también contribuiría al éxito del movimiento obrero en Occidente. Con su muerte los revolucionarios rusos han perdido al mejor de sus amigos.

¡Memoria eterna a Federico Engels, gran luchador y maestro del proletariado!

* Señalaron más de una vez que, en gran parte, debían su desarrolló intelectual a los grandes Filósofos alemanes, y en particular a Hegel. "Sin la filosofía alemana - dijo Engels - no existiría tampoco el socialis-mo cientifico."[9]

** Es un libro admirablemente instructivo y de rico contenido[10]. Por desgracia sólo se ha traducido al ruso una pequeña parte de esta obra, que contiene un esbozo histórico del desarrollo del socialismo (Desarrollo del socialismo cientifico[11], 2ª ed., de Ginebra, 1892).

NOTAS

1. Las palabras citadas en el epígrafe al artículo Federico Engels las tomó V. I. Lenin de la poesía del poeta ruso Ni-kolái Alexéievich Nekrásov En memoria de Dobroliúbov.

2. Se refiere a la obra de F. Engels Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.

3. Se alude al artículo de F. Engels “La política exterior del zarismo ruso” (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXII), imprimido en los dos primeros números de la revista Sotsial-Demokrat de 1890 bajo el título “La politica exterior del Imperio Ruso”. Sotsial-Demokrat: revista literaria y política editada por el grupo “Emancipación del Trabajo” en 1890 en Londres y en 1892 en Ginebra; en total se publicaron cuatro números.

4. Lenin alude al artículo de F. Engels “Contribución al problema de la vivienda” (C. Marx y F. Engels, Obras Com-pletas, t. XXI).

5. Se alude al artículo de F. Engels, “Acerca de las cuestiones sociales en Rusia” y el epílogo a dicho artículo. (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XVIII y XXII).

6. En consonancia con una indicación de F. Engels, V. I. Lenin llama cuarto tomo de El Capital a la obra de C. Marx Teorías de la plusvalía. En el prefacio al segundo tomo de El Capital, Engels escribió: “Me reservo el derecho de publicar la parte crítica de este manuscrito en concepto de IV volumen de El Capital, con la particularidad de que se suprimirán de él numerosos pasajes, agotados en los tomos II y III”. Sin embargo, Engels no tuvo tiempo de preparar para la prensa el IV tomo de El Capital. Teorías de la plusvalía se publicaron por vez primera en alemán redactadas por K. Kautsky en 1905-1910.

7. Se alude a la carta de F. Engels a I. Ph. Becker del 15 de octubre de 1884.

8. Asociación Internacional de los Obreros (I Internacional): se trata de la primera organización internacional del proletariado fundada en Londres por Marx en otoño de 1864. La I Internacional encabezada por Marx y Engels diri-gía la lucha económica y política de los obreros de los diferentes países, realizaba la lucha enconada contra la co-rriente antimarxista del proudhonismo, bakuninismo, tradeunionismo y lassalleanismo, fortaleciendo la solidaridad obrera internacional. La I Internacional dejó de existir en realidad en 1872 después de la Conferencia de la Haya y fue disuelta oficialmente en 1876. Como lo señalaba Lenin, la I Internacional “sentó los fundamentos de la organiza-ción internacional de los trabajadores para preparar su ofensiva revolucionaria contra el capital”. (V. I. Lenin, Obras Completas, t. XXIX).

9. Véase F. Engels, “Prefacio a La guerra campesina en Alemania” (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XVIII).

10. Se alude a la obra de F. Engels Anti-Dühring.

11. Con este título se publicó en la edición rusa de 1892 la obra de F. Engels Del socialismo utópico al socialismo científico, basada en tres capítulos del libro de F. Engels Anti-Dühring.

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¡LIBERTAD PARA LOS PRESOS POLÍTICOS DEL ESTADO ESPAÑOL!