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el periódico de lavaca abril 2010 / año 4 / número 33 Valor en kioscos $ 6 Paren de envenenar Los vecinos de San Jorge que lograron frenar las fumigaciones sojeras que enfermaban a sus hijos. Hebe Bonafini y Chicha Mariani: tomando el té con la historia de los derechos humanos Narco soja El 55% del suelo cultivado en Argentina es adicto a una semilla de diseño transgénico que enferma con sus fumigaciones, destruye el ambiente y somete a la economía a un modelo que enriquece a unos pocos con plata fácil. Quiénes son los responsables.

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Page 1: Narco soja - lavaca · imposible cultivar la soja transgénica. En el país más adicto y dependiente de la soja en el mundo –en términos territoriales, empresarios, políticos

el periódico de lavacaabril 2010 / año 4 / número 33Valor en kioscos $ 6

Paren de envenenarLos vecinos de San Jorge que lograron frenar las fumigaciones sojeras que enfermaban a sus hijos.

Hebe Bonafini y Chicha Mariani: tomando el té con la historia de los derechos humanos

Narco sojaEl 55% del suelo cultivado en Argentina es adicto a una semilla dediseño transgénico que enferma con sus fumigaciones, destruye el ambiente y somete a la economía a un modelo que enriquece a unos pocos con plata fácil. Quiénes son los responsables.

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“En casos controvertidoscientíficamente, se torna muy relevante considerar lashistorias de vida, las experiencias, los saberes y conocimientos de quienesviven cotidianamente expuestos al riesgo de que se trate, en este caso losagroquímicos. Es necesario revalorizar elsentido común debido a que la ciencia no puede respondera todos los interrogantes.”

(Del fallo de la Cámara de Apelacionesen lo Civil y Comercial de Santa Fe, SalaSegunda, que prohibió las fumigacionescon agroquímicos en los campos de sojacercanos al Barrio Urquiza, de San Jorge).

iviana Peralta, 34 años, seishijos, tomó dos decisionescientíficas:

1) No entró al campo desoja frente a su casa, por el

que pasaba un enorme camión fumigadoral que llaman “mosquito”, para cuidarsede ser procesada por invasión a la propie-dad privada.

2) Como su hija Ailén, un año, sufríaun bronco espasmo recurrente (en la pro-piedad privada de sus pulmones) desde elquinto día de vida, Viviana, del lado deacá del alambrado, comenzó a tirarle la-drillazos al “mosquito”.

Esta historia de octubre de 2008 continuóluego con la organización de los VecinosAutoconvocados del Barrio Urquiza (ubi-cado en San Jorge, provincia de Santa Fe,Argentina, América Latina, Planeta Tierra,Sistema Solar, Vía Láctea, Universo). Loque empezó a los ladrillazos derivó enuna inusual sentencia del juez TristánMartínez, que en marzo de 2009 prohibiólas fumigaciones.

Resultó terapéutico: Ailén se curó. Ytambién los otros chicos y grandes del ba-rrio con síntomas similares, o alergias, dia-rreas, espasmos, brotes, mareos y todauna enciclopedia de enfermedades queapenas son índice de otras aún peores.

Los sojeros apelaron el fallo, aunque yano pudieron fumigar en el campo frente ala casa bella y humilde que Viviana y sumarido José Cavagliasso construyeron consus manos, ilusiones y hormonas. Tam-bién se sintieron agraviados por el fallo ylo apelaron, la Municipalidad de San Jorge(intendente kirchnerista Enrique Marucci)y el gobierno provincial (socialista Her-mes Binner). Entre sojeros que fumigan, yfamilias que denuncian un ataque para lasalud pública, los funcionarios actúan ju-dicialmente contra las familias (como loharía en ese caso el llamado “arco oposi-tor” tan pro sojero como el oficialista).

La Cámara de Apelaciones de Santa Feratificó el fallo con argumentos como elque inicia esta crónica, que quiebran la tí-pica criminalización de las víctimas y latendencia a inclinar la balanza hacia el la-do del poder económico.

Síntesis de algunas ideas del fallo:Explica que estos conflictos se enmar-

can en desinformación interesada, des-coordinación en la gestión pública e in-solidaridad con los posibles afectados. Frente al peligro de daño irreversible, lafalta de certeza científica no debe impe-dir adoptar medidas concretas –en fun-ción de los costos– que protejan el me-dio ambiente y la salud. Plantea alpropio poder judicial repensar que “losavances tecnológicos no son poderesque se legitiman a sí mismos”. La preeminencia en estos casos no latienen “los intereses sectoriales de na-die”, sino la salud pública y el medioambiente. Atiende la crítica de biólogos como Li-lian Joensen quien sostiene que las cla-sificaciones internacionales (incluso dela Organización Mundial de la Salud)sobre la toxicidad del glifosato no estánbasadas en estudios propios o indepen-dientes “sino que se trata de revisionesde estudios no publicados hechos porlas empresas mismas”. Utiliza el concepto de “paradigma am-biental”, que reconoce como sujeto ala naturaleza, y otorga preeminencia alos bienes colectivos por sobre los in-dividuales. Rescata la serie de estudios sobre mal-formaciones, cáncer, alteraciones gené-ticas, en el sistema reproductivo y otrasenfermedades provocadas por el glifo-sato (ver aparte).

La Cámara invirtió la carga de la prueba:en lugar de que las familias tengan que de-mostrar que sus padecimientos no son

efecto de un curso de arte dramático, otor-gó seis meses al gobierno de Santa Fe paraque presente un estudio con la Universi-dad del Litoral, que determine el grado detoxicidad de los agroquímicos. Traducción:deberán demostrar que el glifosato no con-tamina. Se trata del herbicida sin el cual esimposible cultivar la soja transgénica. En elpaís más adicto y dependiente de la sojaen el mundo –en términos territoriales,empresarios, políticos y mediáticos– todoesto promete ponerse interesante no sólopara el futuro de San Jorge sino de todo unterritorio que imagina haber logrado la li-bertad hace 200 años.

Como no saben muy bien con qué sal-drán los gobiernos y los universitarios consus estudios, Viviana y José siguen am-pliando y mejorando la casa, pero les so-bran muchos ladrillos. Los grupos transgé-nicos andan tensos y con combustible: elCepronat, Centro de Protección a la Natura-leza, denunció que apareció incendiado elauto de David Ercole, uno de los autocon-vocados. Mientras varios vecinos empiezana no entender muy bien cuál es el negociode la soja, Ailén cumplirá tres años en ma-yo, respirando tranquila. Por ahora.

Banquinas transgénicas

o es habitual ver banquinas trans-génicas, como en la ruta 178 que lle-va a San Jorge. Llega casi hasta el

asfalto. A 145 kilómetros de la ciudad deSanta Fe, con 20.000 habitantes, San Jorgefue considerada en otra era la Capital de laIndustria Alimentaria por la diversidad desus producciones: tambos, carnes, cereales.La adicción sojera no debe achacársele aSan Jorge; se trata de un proceso que impe-ra en la Argentina desde los 90. La rentabi-lidad de la soja se suma a otro elementoirresistible: “El otro día un productor de 200hectáreas me contaba que trabaja dos se-manas, y de eso vive el resto del año”, rela-ta David, el vecino del auto quemado. Elsueño de la riqueza sin trabajo para un sec-tor es el heredero genético, entre otras, de lateoría del granero del mundo, la aperturaeconómica (militares, Martínez de Hoz y loque luego se llamó patria financiera), en-deudamiento externo con estatización delas pérdidas (militares, Domingo Cavallo),privatizaciones, desindustrialización y 1 a 1(Menem-Cavallo), y otras creaciones de esaestirpe, que se propagandizan a través delas empresas periodísticas con un paquetede justificaciones (incluso “científicas”) quetachan cualquier pensamiento diferente co-mo una negación del progreso, o cosas aúnpeores. Cuando esas fiestas se derrumban,siempre queda un porcentaje de la socie-dad más cerca del abismo.

Cómo reunirse con un intendente

erca de la ruta sojizada está el Ba-rrio Urquiza. Frente a la casa de Jo-sé y Viviana está uno de los cam-

pos que fumigaban hasta que en marzo de

2009 se produjo el primer fallo de prohibi-ción. “Mire, en un año volvió a estar ver-de, y hay pájaros” señala Viviana, a quienle dicen Flaca, mujer morena, con la pa-ciencia ancestral de haber criado seis hi-jos. Su vecina, Patricia Junco, joven, sim-pática, tres hijos, agrega algo paraenmarcar: “Pero el veneno secó a todoslos paraísos, y se cayeron”. Ambas muje-res transmiten: sorpresa, inteligencia, har-tazgo y una determinación no negociablea garantizarle la vida a sus hijos.

Desde que nació en 2007, Ailén no ha-bía tenido nunca 10 días seguidos de bue-na salud. “Su mejor período fueron loscuatro primeros días. Al quinto ya le aga-rró el ataque” describe Viviana. “A misotros hijos les había pasado, pero no tan-to. Y una se va dejando estar”.

Los médicos confirmaban el miedo.“Un neumonólogo de Rosario que me di-jo: ‘el 99 % que es por la fumigación, perono vas a poder hacer nada contra ellos. Teconviene pedirles que te compren una ca-sa en el centro, y te mudás’. Pero esta ca-sa la construimos con mi marido. Elloshacen el mal, que se vayan, yo no”, cuen-ta ahora Viviana, que no volvió a ver alneumonólogo.

La pediatra Marcela Crespo ni se sor-prendió con los broncoespamos de la be-ba (y terminaría agregando ante el juez suexperiencia clínica sobre el sorprendentecrecimiento de abortos espontáneos ymalformaciones de bebés).

Patricia también tuvo a uno de sus treshijos, Alexis Cabral, ahogado por las fumi-gaciones: “Nos enteramos que a gente deotros lugares les hacían juicio si entrabanal campo a parar las máquinas. Llamába-mos a la policía y no venía, o tardaba tan-to que las máquinas ya se habían ido”.¿Qué efecto les provocaba a ellas la fumi-gación? Viviana: “Te da picazón en la cara,en la piel, se te duerme la lengua, la bocaqueda pesada, los ojos te arden. Cuandoiba a la policía no podía hablar bien poreso, pero lo mío es nada comparado conlo de la nena”.

Los vecinos decidieron ir a ver al in-tendente. “Le explicamos cómo se mue-ren los animales y se enferma la gente”,cuenta Viviana, que ya tenía un inhala-dor permanente para rociar a Ailén antecada ataque, y darle tiempo de llegar co-rriendo al hospital. “Parecía que se memoría en los brazos. Estaba inflamadapor los corticoides, y como morada, ne-grita”. El intendente escuchó el relato. Pa-tricia: “Sabía todos nuestros nombres, selos había estudiado, y dónde trabaja ca-da uno. Les interesa saber de la vida denosotros para tenerte agarrado. Habíaotro tipo que decía que teníamos comouna psicosis”. Viviana se iba poniendomás morada que Ailén, pero de indigna-ción: “El intendente dijo: ‘Hay que ver enqué condiciones vive la nena’, como sifuéramos no sé qué. Pero usted ve cómovivimos” (A quien le interese: la casa esimpecable, toda de material, abrigada,cuidada. Queda para otra vez ver en quécondiciones vive el intendente).

SAN JORGE, EL PUEBLO QUE LOGRÓ PARAR A LA SOJA

El punto límite

V

Viviana Peralta comenzó tirándole ladrillos a los camiones que fumigaban el campo de soja vecino, desesperadaporque su beba no podía respirar. La justicia le dio la razón y ordenó parar el bombardeo de agroquímicos. El fallo fue apelado por todos los que comen de la generosa mano del agronegocio. El caso se convirtió así enuna manera concreta de entender, a escala humana, lo que representa hoy la soja-dependencia.

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C

La expansión del monocultivo de sojaes el motivo por el cual se redujo el44,1 % de la superficie cultivada dearroz, el 26,2 % de la de maíz, el 34.2 % de la de girasol, más del 6 %de la de trigo, 12 veces la superficie dealgodón y que hayan cerrado el 27.3%de los tambos.

En los últimos nueve años se perdie-ron 2,5 millones de hectáreas de bos-ques nativos.

Para sembrar soja se necesitan 75 ki-logramos de semilla transgénica porhectárea y son necesarias tres pulveri-zaciones terrestres de herbicidas, ferti-lizantes y fungicidas que se comercia-lizan en forma monopólica.

Por cada 500 has de superficie sem-brada se agrega sólo un empleado. Enla mayoría de los casos, precarizado.

El proceso: desaparición de los produc-tores de los alimentos primarios -hor-ticultores, granjas familiares, fruticul-tores- y expansión de la producciónmasiva de un grano forrajero transgé-nico no comestible.

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Felipe Solá, entonces Secretario deAgricultura, firmó en 1996 el expedien-te que autorizó el ingreso de la sojatransgénica resistente al herbicida gli-sofato. De las 180 páginas que tieneese expediente, 108 pertencen a lapresentación de Monsanto. Están en in-glés y nunca fueron traducidas. El trá-mite de autorización demoró 81 días.Por lo menos dos técnicos objetaron laaprobación antes de la firma de Solá.El ingeniero agrónomo Julio Pedro Eli-seix, coordinador del área de Produc-tos Agroindustriales del Programa Na-cional de Vigilancia Fitosanitaria(IASCAV, ahora reconvertido enSENASA), dirigió una nota al directorde Calidad Vegetal del Iascav, JuanCarlos Batista, para informale que an-tes de seguir con la evaluación delproducto de Monsanto era necesarioestablecer ciertos criterios de evalua-ción para organismos modificados ge-néticamente, especialmente acerca dela "aparición de efectos no deseados",como "alergenicidad, cancerogénesis yotras toxicidades", especificó. Por suparte, el Director de Calidad Vegetaldel IASCAV, el ingeniero agrónomoJuan Carlos Batista envió una nota aMonsanto donde consigna que seríaimportante conocer la contestación dela empresa a las observaciones de laagencia estadounidense de drogas yalimentos, FDA. Ante la falta de res-puesta, Batista insistió con otra misiva,sin respuesta.El mismo día de la firma de Solá, laentonces presidente del Instituto Na-cional de Semillas, Adelaida Harries,informó que la soja resistente al glifo-sato cumplía con los requisitos de ins-cripción en el Registro Nacional.

Con la firma de Solá

Ailén cumplirá en mayo 3 años. Su caso y el de Alexis Cabralmotorizaron el pedido de amparo de los vecinos del Barrio Ur-quiza, de San Jorge. Apenas se ordenó el cese de las fumigacio-

nes, los chicos se curaron. En la ruta se ve la soja plantada en labanquina. El fallo de la Cámara de Santa Fe da preeminencia alos bienes ambientales y colectivos por sobre los individuales.

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co por esto”. El juez no habla con la prensa (“ya tie-

ne demasiadas presiones en contra” dicenquienes lo conocen). El camarista EnriqueMüller, cuyo voto fundó el fallo de la Cá-mara de Apelaciones (con el apoyo de suspares Armando Drago y María Cristina deCésaris de Dos Santos Freire), aceptó aten-der a mu telefónicamente, sin hacer de-claraciones, salvo una cita de Francis Ba-con (1561-1626), que proyecta el sentido desu voto: “No podemos dominar a la natu-raleza sino obedeciéndola”.

Glifosato + Viagra

a propuesta más rara que recibióViviana provino del señor Leo-nardo Nonino, propietario de otro

campo cercano. “Me dijo: ‘como tengoque fumigar, te pago un hotel y te vas unpar de días con tu familia’. Le respondí:‘¿Y el resto del barrio?’ No entienden. Noquiero plata, no quiero mudarme, noquiero hoteles, solamente queremos quenos dejen tranquilos”.

La recorrida por San Jorge lleva al clubdel mismo nombre, que además de todoslos deportes tiene cultivada soja en unode sus predios. Los silos cerealeros estánen el medio de la ciudad, por ejemplo,frente a la escuela San José de Calasanz,

cuya directora María Angélica Tamone,confirmó a mu que en los últimos añosmurieron tres maestras de cáncer, sin quenadie logre hacer más que alarmarse ysospechar. La Obra Social del Sindicatode Fideeros y Afines comparte la alarma.Héctor Lombartte, tesorero del gremio:“Le puedo decir que en los últimos tresaños, los casos de cáncer que atendemoscrecieron entre un 300 y un 400 porciento. Estamos organizando un encuen-tro para tratar el tema y ahí daremos aconocer todos los datos. Los sojeros estánapoyados por los gobiernos provincial ynacional, que tienen un espíritu pura-mente recaudatorio. La salud queda ensegundo plano”.

Carlos Manessi, del Cepronat, da unpaso más: “Queremos que se discutan lacontaminación, las enfermedades, peroademás todo este modelo de producciónque genera desempleo, porque expulsadel campo a gente que termina en las pe-riferias de las ciudades. Son refugiadosambientales. Los gobiernos les dan pla-nes sociales, que financian con la recau-dación que obtienen de la soja. Es un cír-culo vicioso terrible”. David Ercole,bombero voluntario que entendió todotras ser fumigado por un “mosquito”, locual le produjo un espasmo de glotis ydiarreas planetarias, agrega: “La gente seva hacinando en las ciudades, sin trabajo,

“Yo le dije: mándenos un asistente so-cial. Ni me contestó. Dicen cosas que auno le duelen, buscan sacarte, para que re-acciones. El intendente entonces dijo quesi el dueño quería, podía seguir fumigan-do también con aviones. Y terminó lacharla. Una burla. Yo no contesté, porqueno agravio ni falto el respeto. Si no, enci-ma después te dicen violento, mal educa-do, quilombero –con perdón–, o personano grata. Pero me fui pensando: ‘Vos nosabés a quién le sacaste la lengua’”.

El señor Marucci ya se debe haber en-terado.

Amparo y cachetes sucios

as familias de Barrio Urquiza em-pezaron a hacer denuncias y al-gunos vecinos los conectaron con

grupos como el Cepronat, de Santa Fe,que además participaba en la campañaParen de Fumigar. Nació la idea de pro-mover un recurso de amparo, un pedidode auxilio al poder judicial. En Andalgalá(ver mu 32) la asamblea El Algarrobo ter-minó bautizando Amparo a su perramascota, por la cantidad de recursos deese tipo que tuvieron que presentar con-tra las mineras.

“Fuimos todos a ver al juez TristánMartínez. Dijo que para hacer un amparo

había que poner como garantía una pro-piedad, una casa” relata Viviana. “Yo melargué a llorar. ¿Qué propiedad, si no te-nemos nada? ¿Y si perdemos? Le dije: esmedio vieja, pero tengo una moto”. Eljuez negó con la cabeza. Patricia propusocomo prenda todas las bicicletas de lagente del barrio. Tampoco. En la reuniónestaba Lucas Baima, del cercano puebloLas Petacas, que venía denunciando otroinfierno, el de los “chicos bandera”, me-nores usados en los campos de soja paramarcarle a los aviones las líneas de fumi-gación. Viviana: “Lucas me dijo: te doy miauto como garantía. Le contesté: no, tene-mos que resolverlo nosotros mismos”(Lucas falleció tiempo después, y ya es unemblema para los vecinos de la región).Finalmente quedó como garantía el Re-nault 19 del hermano de Patricia: “¿Cómono lo voy a poner, si hablamos de la sa-lud de todos ustedes?” le dijo.

El amparo se hizo para que sojeros co-mo Gustavo Gaillard y Víctor Hugo Villar-novo, se alejen a no menos de 800 me-tros (fumigaciones terrestres) o 1.500metros (aéreas).

¿Conclusión sobre el juez Martínez?“Para mí es un re capo” define Viviana. Ai-lén vuelve de jugar con sus hermanos, conla cara sucia. “Desde que pararon de fumi-gar la nena anda de aquí para allá, en pa-tas, se moja, juega. Nunca más fui al médi-

Viviana Peralta con Ailén en brazos, junto a su marido José Cavigliasso y otros tres desus seis hijos. Enfrente fumigaban los campos de soja y Ailén fue la que sufrió gravesbroncoespasmos. Uno de los sojeros los invitó a alojarse en un hotel durante las fumi-

gaciones. “No entienden que sólo queremos vivir tranquilos”. A la derecha, Patricia Jun-co de Cabral, vecina y amiga: para hacer el amparo judicial les pidieron una propiedaden garantía. Ella ofreció las bicicletas de todos los vecinos. Logró parar la fumigación.

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que el Viagra en San Jorge es lo que másse vende, incluso entre jóvenes de me-nos de 40 y 30 años. Cuando se estudienestos temas, creo que ahí hay otra patolo-gía escondida, en varios casos con el mis-mo origen”. Bracco no quiere cargar cul-pas sobre los productores. “Conozco avarios que son responsables, dispuestosa cumplir la ley, pero hay falta de controlpor parte del Estado. Creo que se vienenproblemas de salud pública que van aser más costosos que todo lo que se ob-tenga hoy por la soja. Además, la historiaenseña que esa tendencia al monoculti-vo fue siempre una desgracia para todoslos países que lo aplicaron”.

El Cepronat y otras organizaciones es-tán juntando firmas para que el goberna-dor Binner provincialice de algún modo elfallo judicial. En Barrio Urquiza los chicosestán jugando afuera. Viviana Peralta reco-noce: “Yo no celebro, porque no quieroperjudicar a otros. Pero que no me perju-diquen”. José muestra un proyecto de car-tel que imagina con la foto de Ailén y lafrase “no me maten”. Enfrente se ve elcampo donde ya no hay paraísos, perodonde la biología empieza a hacer lo suyo.¿Será que toda esta historia (social, políti-ca, económica, de ideas y de glándulas)debe leerse como una batalla entre la fer-tilidad y la esterilidad?

Viviana medita ante el mate dulce: “Lasoja es oro para algunos pero nosotros,¿qué somos? ¿Menos que el ganado chi-no? Todos miran para arriba, para los queganan plata. Nosotros no importamos”.En la cocina, da de mamar a su hija (otromodo de levantarle las defensas). Y luegopostula una idea cuya aplicación sistemá-tica podría mejorar algo del universo co-nocido. “Vamos a seguir esto hasta el fi-nal porque no tienen derecho, conperdón, a jodernos la vida. ¿Sabe quécambió con todo lo que hicimos? Que yano tengo miedo. Y que ahora podemosdormir tranquilos”.

sin educación y así se busca atacar la ma-teria prima que es la neurona”, dice, co-mo si hablara de otra desertificación.

Gerardo y Roxana tienen una casa dedecoración frente a la plaza principal, ysimpatía hacia el boom sojero: “Hay másdinero, más movimiento. Es cierto que nohay más tambos, ni ganado y hoy si ustedva al campo, va a notar que ya nadie viveallí. Pero si no encuentran rentabilidad,van a lo seguro, la soja”. Roxana: “Lo delas enfermedades se nota mucho, pero losproductores mismos no sé si se enferman.Claro, viven en el centro”.

Más experiencias. Alicia Boscatto essubjefa del Registro Civil. Por curiosidadpersonal (y familia con antecedentes) em-pezó a anotar qué porcentaje de falleci-mientos fueron provocados por cáncer enSan Jorge. Resultados: en 2008, 16,20 %;2009, 25,74%. “Y en el primer trimestre deeste año, más del 30 %” informa Alicia,“pero lo grave es que en muchas de lasotras defunciones, los médicos ponen co-mo causa el ‘paro cardio-respiratorio’, sinaclarar cuál fue la enfermedad primariaque lo provocó. Y que a mucha gente lallevan a atender a Rosario y se muereallá. O sea que el porcentaje puede sermucho mayor”.

El doctor Angel Bracco es médico clíni-co: “Lo que se ve en el consultorio es queademás de las alergias severas, hay cua-dros de hipotiroidismo, cáncer de tiroi-des y de páncreas, por ejemplo, que su-peran cualquier casuística conocida. Faltaahora establecer la relación entre la pro-ducción y las enfermedades. La econo-mía es importante, pero no a expensasde las personas. El estado de la salud pú-blica aquí es inversamente proporcionalal enriquecimiento sojero”. Dato sorpre-sa: “El efecto endócrino de estos herbici-das está demostrado, y genera enormesalteraciones y disfunciones sexuales. Alos casos de esterilidad, cada vez mayo-res, hay que agregarle... mire, la verdad es

“Vivimos en un sistema de negación.Cuestiones como la del glifosato y lasenfermedades que genera no se estu-dian a propósito, para que no se co-nozca lo que provocan. Pero el glifosa-to no es el centro del problema, niMonsanto. Son instrumentos. Lo másgrave, lo enfermo, es el modo de pro-ducción actual que tiene un efectoperverso sobre el ambiente, la saludhumana y la sociedad”. Esta es la de-finición del doctor Andrés Carrasco, elcientífico que conduce el Laboratoriode Embriología Molecular de la Uni-versidad de Buenos Aires.

En abril de 2009, el doctor Carrascoreveló sus investigaciones sobre losefectos del glifosato en embrionesanfibios, que confirman trabajos quevenían realizándose en Francia. Asídetectó:1) En embriones inmersos en dosis1.500 veces menores a las de las fu-migaciones: disminución del tamaño,alteraciones cefálicas con reduccio-nes de ojos y oídos, pérdida de célu-las neuronales, compromiso en laformación del cerebro. Sus conclusio-nes: “podrían indicar causas de mal-formaciones y deficiencias en la eta-pa adulta”. 2) En embriones inyectados con dosis300.000 veces inferiores a las de lasfumigaciones: malformaciones intes-tinales y cardíacas, alteraciones enla formación de los cartílagos y hue-sos del cráneo, incremento de lamuerte celular programada”.

El Informe Carrasco cosechó reaccio-nes transgénicas. El ministro de Cien-cia y Tecnología Lino Barañao, porejemplo, desautorizó el informe a tra-vés de el periodista Héctor Huergo,catalogado como vocero de los intere-ses del agronegocio (editor del ClarínRural con títulos del tipo: “¡Sojita viejay peluda!”). Carrasco además recibióamenazas telefónicas. “El informe ha-bía sido originalmente difundido porel periodista Darío Aranda en Pági-na/12, hubo dos notas, pero luegodieron por cerrado el tema” explica,intuyendo que algún llamado minis-terial originó tal silencio. “Decidí dejarel Ministerio de Defensa (Subsecreta-rio de Innovación Científica y Tecnoló-gica) para no mezclar a otras perso-nas en el revuelo, y seguir trabajandocon total libertad, y más tiempo”.

Dice: “Es increíble que la reacción ha-ya sido por el informe, y no por loscentenares de denuncias que veníanhaciendo médicos rurales y vecinos detodo el país. Si yo no hubiera llegadoa esas conclusiones, ¿quién tendríarazón? ¿El que está en el laboratorio oel vecino que muestra lo que le pa-sa?” El investigador señala que pesea todo, no se realizó ningún estudio

epidemiológico. A raíz del caso de Itu-zaingó, Córdoba (MU 22) la presidentaCristina Fernández ordenó formar unacomisión para investigar, “pero todoquedó en un catálogo de ninguneos ynegaciones ¿Cuál es la voluntad polí-tica? ¿Comisiones para que no hagannada?”. La comisión no tomó en cuen-ta ningún estudio crítico, y pese a queplantea que “no hay suficientes datossobre los efectos del glifosato sobrela salud humana” asegura mágica-mente que “no implicaría riesgo parala salud humana”. Carrasco: “Creoque estamos ante la perversión de unsistema. Por suerte hay fisuras en ladiscusión pública, denuncias, preocu-pación y protestas que instalan el te-ma, aunque luego los responsablesno hagan nada”.

Considera que el fondo del problemasigue siendo un modelo de produc-ción basado en la depredación. “Ale-jar las fumigaciones no soluciona elproblema, pero es un primer paso pa-ra proteger la salud de las personas.La cuestión es crear las condicionespara que las propias comunidades sehagan cargo de esto, porque el Estadono lo va a hacer. Y lo tiene que hacerantes de que sea irreversible”. No ol-vida cuando en la Legislatura de San-ta Fe, una vecina le gritó a un diputa-do pro sojero: “Cállese la boca, lo quequiero es que devuelvan las maripo-sas”. Dice Carrasco: “En esos casosuno nota una percepción más fuerteque cualquier actitud ideológica. Lasmariposas son incompatibles con estemodo de matar la naturaleza. Es co-mo en Famatina, cuando dicen que elcerro es su vida. No están apelando ala racionalidad técnica, sino a la be-lleza y a la preservación de la vida”.

El fallo de la Cámara de Apelacionesde Santa Fe tomó en cuenta ademásdel de Carrasco, los estudios de Arge-lia Lenardón (Universidad Nacionaldel Litoral) sobre organoclorados enleche materna de mujeres expuestasa agroquímicos; de Alejandro Oliva so-bre efectos en el sistema reproducti-vo, nivel de esperma y disfuncionessexuales; del pediatra Rodolfo Páramode Santa Fe, sobre nacidos con mal-formaciones en Malabrigo; de DaríoFianfelici, Entre Ríos, sobre el mismotema; de Raúl Lucero (estudios cro-mosómicos por malformaciones con-génitas mayores), entre otros, ade-más de investigaciones del Grupo deReflexión Rural.

Frente al fallo, Carrasco cree posibleque Monsanto retire el gifosato delmercado. “No me consta, pero debenpreparar el recambio con productoscomo el Dicamba”. Los primeros aler-tas sobre el Dicamba plantean que escapaz de causar defectos congénitos.

Las investigaciones y sus consecuencias

Alicia Boscatto, del Registro Civil, lleva la cuenta de los muertos por cáncer. DavidErcole, el vecino al que le quemaron el auto. Abajo, Hugo Benedetti, que detectóla contaminación en la pileta de un sindicato y Carlos Manessi, del Cepronat.

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LA EXPERIENCIA AGROECOLÓGICA DE NATURALEZA VIVA

La otra agrovidaUn campo donde no se usan herbicidas, pero es rentable, fértil, mejora los suelos yla calidad de cada producto. La diferencia entre ciencia y marketing científico.

cuestión no es, en sí, la soja: “El problemaes el monocultivo, que crea dependenciatecnológica, eliminación de mano de obraen el campo y que no es sustentable”. Pa-ra Vénica se quebró hasta el concepto deempresa: “No se piensa en proyección em-presaria, en integración horizontal y verti-cal, sino que ahora echás herbicida y enseis meses tenés la plata. No importan lasconsecuencias de contaminación, deserti-ficación, vaciamiento del campo, hacina-miento en las ciudades”.

Otra consecuencia: “Los costos de losalimentos son cada vez mayores para losproductores, que tienen que inyectar másinsumos. Con este esquema eso es irrever-sible, y la gente va a tener que invertir unporcentaje cada vez mayor de sus ingresossólo en la comida. No es por inflación. Espor el modelo”.

Otro modo de producción

Cómo funciona Naturaleza Viva?Enrique lo define como un siste-ma cerrado o integrado, en el que

cada residuo de una producción funcionacomo insumo de otra. Ejemplo: “Nuestrasvacas comen el pasto y lo transforman enleche, que pasa a la quesería. Se vende elqueso, y el residuo que es el suero, ali-menta los chanchos. La bosta de ese chan-cho, como todos los residuos vegetales yanimales, van al biodigestor, dispositivoque produce dos cosas: por un lado gas,con lo que eliminamos ese gasto, y por elotro biofertilizante (no tóxico, y de efectosen los cultivos que conviene ver y sobretodo probar). Ahorramos dos insumos yno tenemos que hacer los famosos trata-mientos de residuos, por los cuales hay fri-goríficos que están pagando hasta 40.000pesos. Lo que para otros es gasto, para no-sotros es ganancia. Cuando faenamos, novendemos al cerdo, sino la carne. Nosquedamos con los huesos, o sea mineralesque vuelven a la tierra. Entonces produci-mos alimentos que vendemos, pero tam-bién energía, semillas y casi todo lo queconsumimos”. Con un modelo de este ti-po, 10 hectáreas ya se transforman encompetitivas. “Y los suelos quedan férti-les, esponjosos. La publicidad dice quecon la siembra directa logran buenos sue-los, pero es falso. Abajo de la materia or-gánica los suelos quedan compactados, yeso es lo que genera desertificación einundaciones”.

Remo Vénica considera que modelosde este tipo permitirían que millones depersonas vuelvan al campo. Enrique acla-ra: “La patología del sistema actual funcio-na como la droga. Efecto rápido, fácil. Yno podés dejarla. Para este otro esquemahace falta un recurso humano con ganasde trabajar, y de comprender otro modode producción. Y un nuevo tipo de vida”.

de integración productiva, que logra unsistema sustentable y rentable.

Enrique Vénica es ingeniero agrónomo, 29años, lleva adelante muchos de los desarro-llos de Naturaleza Viva, un campo ubicadoen Guadalupe Norte, Santa Fe (ver mu 22).Son 190 hectáreas que parecen un jardínbotánico en medio de una región desertifi-cada a fuerza de sequía y soja. Trabaja jun-to con su hermano Eduardo a partir de laidea que comenzaron a aplicar sus padres,Remo Vénica e Irina Kleimer: una agricultu-ra biodinámica y diversa al extremo de queproducen sus propias semillas (son resisten-tes a Monsanto) y todos sus alimentos. In-cluso cada tanto plantan soja, pero notransgénica, “y a un costo menor, aunquetambién a una escala diferente que paranosotros de todos modos es competitiva. Ysin costo social ni ambiental”.

El concepto de biodinámica aplicadopor la familia Vénica proviene de los es-tudios de Rudolf Steiner, fundador de laAntroposofía, un especialista eslovenoque sostenía que “era necesario recono-cer los principios básicos de la naturale-za, y a partir de allí, aplicar los métodos ytécnicas racionalmente en la agriculturapara que no se destruya al medio am-biente”. Por eso, el manejo de lo produc-tivo en las casi 200 hectáreas que tieneNaturaleza Viva se basa en maximizar elaprovechamiento de los nutrientes dispo-nibles. “Al campo lo pensamos como unciclo cerrado, donde todo ejerce un efectoconservador dentro del propio sistema”,explica Enrique.

Plata en comida

nrique considera que el tema de lasojización transgénica “surge deun modelo de civilización que

apuesta a lo inmediato y lo fácil, sin me-dir consecuencias, aunque creo que todosse dan cuenta a qué conduce. Responde aun perfil humano que no nació tanto delagricultor, sino de los negocios de los la-boratorios y financieros”. Pero cree que la

la tecnología, que es un modo particu-lar de aplicar ese conocimiento. Hoyhasta lo que se enseña en las universi-dades tiene un sesgo totalmente tecno-lógico manejado por empresas y labo-ratorios. Lo que hay que hacer es usartal transgénico, ponerle tal herbicida,tal aparato, y listo. Al productor lo atana ese paquete tecnológico, y le estánmetiendo la mano en el bolsillo todo eltiempo. Lo nuestro es una tecnologíade procesos, un modo de aplicar laciencia comprendiendo las dinámicasde la naturaleza. Con el modelo con-vencional, el sistema ambiental y lossuelos se desangran. Es un manejo irra-cional de la energía del sistema. Aquítrabajamos con un nuevo paradigma

ay unas vacas serenas y nohacinadas caminando porahí, unos chanchos “xxl”, yuna construcción metida enla tierra que es como un gran

estómago artificial llamado biodigestor.Enrique Vénica mira el panorama y expli-ca: “La idea de que el sistema convencio-nal de producción es más rentable es dis-cutible. Aquí tenemos cada vez mejoresrendimientos y menores costos, apostan-do a la vida del suelo, con una producciónsana y sin tóxicos”. ¿Y los herbicidas para las malezas?

No usamos. Primero, porque son malllamadas malezas. Yo las puedo consi-derar regeneradores del suelo, si sé có-mo trabajar con eso y aprovecharlo afavor, potenciando las producciones sinusar agroquímicos, y sin matar los sue-los. Es como aprender a conservar ymanejar la humedad, depende de la fi-losofía con la que se trabaja. O mejordicho, la ciencia.

Pero la ciencia parece plantear como inevita-bles a los agroquímicos.

No. Lo que nosotros aplicamos es cien-cia, que significa el conocimiento decómo se dan las cosas. Es distinto que

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Naturaleza VivaGuadalupe Norte, Santa Fe(03482) 49-8072 [email protected]

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Enrique Vénica (con sombrero) y su hermano Eduardo en el campo de Guadalupe Norte.

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alquila su poca tierra. Que tiene para vivir.Pero no tiene nada para hacer. Hasta quealguien los tentó con un tour por las rutas.Una manera de matar el tiempo. Una ex-cusa para salir en televisión. Pero tambiénuna forma de agruparse, de participar.”

El otro campo

l segundo factor que trata de expli-car es el proceso de concentracióneconómica generado por obra y

gracia de un Estado ausente. Y el resultadode esta política que fue la expulsión de losparticipantes más pequeños. Y cuando di-ce los “más pequeños” se refiere a ÁngelStrapazzón de un sector del MovimientoCampesino de Santiago del Estero; a Ma-ría Raimundo Luna, del paraje AguaAmarga; a los agricultores de la banquinade San Martín, Chaco, y a los tobas dePampa del Indio, entre otros. A ellos tam-bién los visitó Rodolfo.

Sobre Ángel Strapazzón escribe: “Es lí-der natural de un sector del MovimientoCampesino de Santiago del Estero, com-puesto por nueve mil familias, alineadascon el movimiento internacional VíaCampesina que agrupa a 148 organizacio-nes en 69 países del mundo y defiende laagricultura familiar y sustentable. En la Ar-gentina hay cerca de 250.000 unidadesdomésticas agropecuarias que representanal 82% de la población rural y ocupan ape-nas el 14% de las tierras cultivables”.

La historia de María Raimundo Luna esotra, pero la injusticia idéntica. Luna viveen el paraje situado en el límite de Santia-go del Estero mal llamado Agua Amarga.Porque ni siquiera hay agua para tomar. Niluz. Y sólo dos lugares con energía eléctri-ca. Pero además en Agua Amarga la tierraes un problema y los campesinos debenenfrentarse al avance de las topadoras.González Arzac escribe: “Santiago del Este-ro, además, es la provincia con mayores ni-veles de deforestación de Argentina: entre1998 y 2006 se desmontaron 821.293 hectá-reas de bosques nativos. Una ley nacionalsancionada a fines de 2007 hacía suponerque todo terminaría. Pero no. Los gobier-nos provinciales, por lo bajo, siguieron en-tregando permisos para desmontar”.

Otra historia: la de los banquineros delChaco. Son 300 familias que eligieron viviral lado de la ruta que lleva a la ciudad deGeneral San Martín, ubicada a 130 kilóme-tros de la capital provincial. “Muchos deellos fueron peones o familiares de peonesque quedaron sin trabajo cuando cambióde manos el establecimiento. A otros, su pa-trón les pidió que dejaran el lugar porqueya no los necesitaba porque cambiaba elcultivo de algodón por el de los porotos desoja. El tradicional cultivo de algodón, queen 1997 representaba más del 70% de la su-perficie cultivada en la provincia, cayó un9.9% en 2001”, explica González Arzac.

“Este no es un libro sobre el conflictorural”, advierte. Rodolfo se queda callado.Toma un sorbo de café y suelta: “Pero elconflicto dejó cosas interesantes sin resol-ver. ¿Para qué queremos la tierra?, porejemplo. La ausencia del Estado se vuelveimpiadosa. No hay reglamentaciones. Ocuando las hay, no se cumplen. No existeuna ley de contratos que equilibre el mer-cado. A la vez, estar parado sobre un re-curso natural es como estar en la ley de laselva: nadie te defiende si sos bueno; na-die te condena si sos malo”.

hábil, muy trabajadora y muy eficiente.Pero acá habría más riqueza si no estuvie-ra Grobo y si sus empleados, en vez de susempleados, fueran chacareros”.

En la lista de González Arzac sigueEduardo Buzzi. Relata que de pequeño vi-vió con su abuelo en un rancho de paredesde adobe y que era la mascota de los peo-nes golondrinas que iban a recoger maíz alcampo. Cuenta el libro que eran épocas demúsculos y no de plaguicidas. Y queEduardo iba todos los días a una escuelarural y una vez al año al pueblo. Que a los19 años entró en el Consejo de Agriculto-res Federados Argentinos (afa) y que en1983 lo nombraron presidente de la filial dela Federación Agraria Argentina (faa) enJ.B. Molina, su pueblo. Ingresó en el pero-nismo en 1985 y salió horrorizado en 1989por la alianza entre el gobierno de CarlosMenem y la exportadora de cereales Bunge& Born. Se hizo amigo de comunistas y lle-gó a lo más alto de la Federación Agraria.Tuvo simpatía con los Kirchner, pero la re-solución 125 lo hizo ingresar a la Mesa deEnlace. Dice Gonzalez Arzac que le dijoEduardo: “No nos unió el amor sino el es-panto”. En agosto de 2009, Buzzi fue el pri-mer presidente de Federación Agraria quesubió a la tribuna de la Rural y que desdeallí aplaudió el discurso de Hugo Biolcati,al cual González Arzac define de la si-guiente manera: “... un empresario conuno de los tambos más grandes del país enCarlos Casares, un descendiente de italia-nos como él, pero rico, pero antipático, conun discurso altisonante y liberal”.

Es el turno del “arrendatario y contra-tista” Alfredo De Angeli. González Arzacescribe: “De Angeli se instaló en Guale-guaychú en la década de los 80. Y tardómuchos años en hacer su debut gremial.Recién en 1997 participó de un tractorazocontra el Banco Nación, que, por entonces,amagaba rematarle los campos a cientosde productores. Fue apenas el principio. ElMelli, como les dicen a él y a su hermanomellizo Atilio, se fogueó en las protestasrurales y, más cerca en el tiempo, participóactivamente de la lucha contra la instala-ción en Fray Bentos de la pastera Botnia.En marzo de 2008 tenía 51 años y ya eraun dirigente de peso de la FederaciónAgraria. El azar hizo que estuviera en el

principal foco de tensión de la protesta.Fue cuando unos trescientos camioneros -enviados por Pablo Moyano, el hijo del lí-der de la Confederación General del Tra-bajo- intentaron impedir el corte que éldirigía en el cruce de las rutas 12 y 14. Losmóviles de televisión corrieron al lugar. Ypor meses lo enfocaron, día y noche,siempre en primer plano”. González Arzactrata de dilucidar una sospecha que estáen boca de todos: cómo y quién financialas giras de De Angeli. En un momento seescuchó el nombre de Alfredo Olmedo,“el productor que siembra más hectáreaspropias de soja en el país”. Pero tanto DeAngeli como la familia Olmedo desmin-tieron ese rumor. González Arzac siguepreguntando y llega al apellido Blaquier.Pero De Angeli lo niega.

Si hace bum, es soja

Qué contradicciones unen y sepa-ran a estos nuevos personajes queaparecieron en el centro de la es-

cena política durante el conflicto entre elcampo y el gobierno? González Arzac res-ponde: “El boom de la soja. Y el ‘bum’ dela soja. La soja multiplicó los fajos. Trajodólares frescos. Engordó las arcas estatales.Alimentó las ganancias de los producto-res. Se puso de novia con las inversionesespeculativas. Empujó todo lo que se lepuso adelante. Subió el precio de la tierra.Y el de los alquileres. E invitó a muchoschacareros a descansar. En los pueblos na-ció una nueva generación de productor.Un productor chico que no produce. Que

odolfo González Arzac es,desde hace muchos años, pe-riodista. Y desde hace unosmeses, escritor. Esta nueva fa-ceta la inauguró con su libro

Adentro. Millonarios, chacareros y perdedo-res en la nueva Argentina rural. “Despuésde estar tanto tiempo viajando para cubrirel conflicto rural, de recorrer casi todos lospiquetes y de hablar con tantas personas,me propuse contar pequeñas historias queden cuenta de un gran tema: qué es hoy elcampo”. Queda claro luego de leer su libroque para Gonzalez Arzac se trata del lugarde la actual concentración económica. Ellugar donde no hay Estado. El lugar de lospooles de siembras. Pero también, el lugarde los ranchos, el glifosato y las deforesta-ciones. Y es el lugar donde miles de perso-nas son hoy obligadas al exódo hacia lasperiferias de la pobreza urbana.

Biografías no autorizadas

n su libro puso en juego tres facto-res. Primero: “La complejidad y lascontradicciones de esos tipos”.Y

cuando dice “esos tipos” se refiere a perso-nas tan diversas como Alfredo Olmedo,Gustavo Grobocopatel. Eduardo Buzzi y Al-fredo De Angeli. Cuenta, por ejemplo, queAlfredo Olmedo se fue a los 13 años a tra-bajar a Rosario de la Frontera como cadeteen un aserradero y hoy está al mando deOlmedo Agropecuaria. Señala que cuandole preguntan a Olmedo cuántas hectáreastiene, su respuesta es: “No me acuerdo”.Gónzalez Arzac afila el lápiz y trata de tra-ducir en números la amnesia de Don Ol-medo: “En el año 2000, el gobernadorJuan Carlos Romero le entregó las tierrasfiscales de la compañía Salta Forestal, unasociedad entre la provincia y FabricacionesMilitares que extraía madera y producíacarbón. La concesión fue de 362.000 hectá-reas por 64 años, renovables, con la venta-ja de que los veinte primeros años la con-cesionaria no pagaría canon y a partir deentonces sólo debía poner 300.000 pesosanuales. Un tiempo después, la empresaEcodesarrollo, donde los Olmedo estabanasociados con la firma Agropecuaria Cer-vera, pactó una operación comercial por laque Olmedo se quedó con 200.000 hectá-reas y el resto fue a parar a manos de Cre-sud, el gigante de irsa, que maneja450.000 hectáreas propias en todo el país”.

El libro también traza un perfil de Gus-tavo Grobocopatel, quien se define progre-sista, admite su voto por Oscar Alende ydeclara su admiración por Arturo Frondizi.Los Grobo son conocidos como “el gigan-te de la soja”, y se presentan como forma-dores de pools de siembras. González Ar-zac explica qué significa esto: “A veces laempresa les alquila la tierra a los peque-ños productores y la siembra con los fon-dos de un fideicomiso. Otras, se asociacon ellos y les vende servicios e insumos”.Es el propio Eduardo Buzzi quien sintetizaqué generan: “Aumentan los alquileres yse quedan con la tierra”. Jorge Zabala, unode los productores que compite con LosGrobo, confiesa en el libro: “Tienen aboga-dos, contadores, todo un circo armado conel que yo no puedo competir. A mí mecuentan las costillas y ellos están cubier-tos en las espaldas. Porque ellos tambiénestán con el poder político. Son gente muy

La patria sojera tiene claros perdedores y ganadores que este libro pone en contexto.Cómo fue el proceso que cambió brutalmente la postal rural.

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¿Qué campo?GONZÁLEZ ARZAC Y SU LIBRO SOBRE LA NUEVA ARGENTINA RURAL

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Adentro, Millonarios, chacareros y perdedoresen la nueva Argentina rural.Marea Editorial. 216 páginas, 52 pesos

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sus compras de soja –por ejemplo, de acei-te de soja– gobiernos y productores se es-pantan. La codicia nos ha transformado enuna frágil republiqueta de monocultivos.

La soja, los siete maíces y los dos algodo-nes transgénicos comprometen la existen-cia misma del país a largo plazo porque lasuperficie cultivada (sobre todo de soja40-3-2), devora ecosistemas naturales ycuencas hídricas a un ritmo trágico. En Ar-gentina se planifica la codicia, pero no laseguridad ambiental ni social. Mientrasuna Secretaría de Ambiente demuestra ensu página web los estragos por desmonte,la Secretaría de Agricultura, Ganadería yPesca (sagyp) habilita transgénicos cuyaexpansión destruye los últimos ambientesnativos. Pero lo patético es que la Secreta-ría de Ambiente está sentada dentro de laconabia (Carlos Merenson, Inés Kasulin)al igual que representantes de la Asocia-ción Argentina de Ecología (María Sem-martín, Enrique H. Bucher). ¿Son concien-tes estas personas del daño que provocanal firmar una aprobación? Y cuando nofirman ni asisten a las reuniones ¿asumenque prestan su nombre a un sistema per-verso? Urge investigar la participación decada uno de estos funcionarios y asesoresen los expedientes, y si fuera necesario,pedir que la justicia los investigue.

Comparto la opinión de Jorge Rulli (perio-dista especializado e integrante del Grupode Reflexión Rural) que habla del “circodel glifosato”. Debemos debatir el impac-to ambiental y sanitario de todos los pla-guicidas, no solamente de ese herbicidacon fabricación abierta (pues dejó de te-ner vigencia la patente de Monsanto). Poratacar uno dejamos sin presión social losotros. En los cultivos de soja transgénicatambién se utiliza el herbicida 2,4 D, losfunguicidas Carbendazim y Tebuconozol,y los insecticidas Endosulfán, Clorpirifós,Imidacloprid y cipermetrinas. Todos elloscontribuyen al problema con sus princi-pios activos y sus acompañantes quími-cos, pero también con sus derivados tóxi-cos. Del glifosato deriva el Ampa, porejemplo, y del fosforado malatión el 6 ve-ces más tóxico Isomalatión. Nos enfrenta-mos en realidad a cócteles de plaguicidascomerciales y a cócteles de residuos, perosin que se haya evaluado previamente elefecto de sus mezclas sobre el ambiente yla salud. Por eso consideramos prioritariodefinir franjas de 500 a 3.000 metros alre-dedor de pueblos y ciudades para que allíno se pueda aplicar ningún tipo de pla-guicidas, ni en forma aérea ni terrestre.Entretanto, todo responsable público oprivado de haber contaminado aire, sueloy agua, y afectado personas, deberá serdenunciado en la justicia civil y penal.

Monsanto, Syngenta y otras compañías in-ternacionales son los responsables prima-rios. Pero al ingreso de cultivos transgéni-cos los aprueba el Estado nacional. Allíestá el origen de nuestro problema, en losresponsables secundarios. Los permisosabarcan tres etapas: una de liberación res-tringida, una segunda de liberación masi-va (llamada fase de flexibilización) y unatercera –dependiente de lo que resulte delas anteriores– donde intervienen la co-nabia (que evalúa los riesgos sobre culti-vos, 2 años), el senasa (que evalúa losriesgos sobre alimentación humana y ani-mal, 1 año) y la Dirección Nacional deMercados Agroalimentarios. Para autorizarlos diez transgénicos usados en Argentinase iniciaron diez expedientes, y en cadauno de ellos participaron funcionarios yasesores externos con nombre y apellido.Lamentablemente, en Argentina sólo gas-tamos tiempo pegándole a Monsanto (queni se entera de los golpes), y dejamos tran-quilas y sin cuestionar a estas personas.

Las aprobaciones de transgénicos tienenformato legal, pero son técnicamente in-completas. Los funcionarios y asesores seajustan a un libreto basado en normasobsoletas que disocian los cultivos de laaplicación de plaguicidas, del estado delos ecosistemas naturales en Argentina,del pasivo de transgénicos, del pasivo deplaguicidas en suelo, del pasivo de plagui-cidas en seres humanos y de la situaciónsocial. Los burócratas y sus asesores tra-bajan sobre un país de papel, no sobre laArgentina real, donde la resistencia am-biental es la más baja de su historia ydonde sus ciudadanos están dramática-mente expuestos a los plaguicidas, loscultivos transgénicos y la destrucción deambientes nativos.

Esta es una de las variables no analizadaspor la incompetente Dirección Nacional deMercados Agroalimentarios y por los orga-nismos, funcionarios y asesores externosque integran la conabia y el senasa. Nose plantean, primero, hasta donde puedenseguir destruyéndose ambientes nativospara implantar cultivos. Ni siquiera relacio-nan la legislación de bosques nativos conlas especies transgénicas. Segundo, no eva-lúan los impactos ambientales a largo pla-zo de cultivos cada vez más expandidos.Tercero, no advierten que la baja diversi-dad productiva de Argentina nos hace vul-nerables. Cuando China amenaza reducir

La cruel verdadde la soja10 PREGUNTAS CLAVE SOBRE LA ADICCIÓN SOJERA

La responsabilidad de organismos, funcionarios,técnicos y académicos que tendrían que habercontrolado a las multinacionales que ya dominanun 55% del suelo cultivable con semillas y agrotó-xicos que no tienen sustitutos. Las consecuenciassobre el ambiente y la salud. Por qué el glifosato no es el único culpable y cómo resisten los quetodavía apuestan a la biodiversidad.

El profesor Raúl Montenegro es biólogo y especialista en temas ambientales. Fueelegido Premio Nobel Alternativo en 2004 y distinguido por Naciones Unidas y laUBA, entre otras. Es titular de la Cátedra de biología evolutiva de la Universidad deCórdoba y presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam).

1) ¿Quiénes son los responsables de la soja dependencia?

2) ¿Qué medidas se hubiesen podido adoptar y no se hicieron?

3) ¿Qué representa entérminos de modelobio-económico tenercasi el 60% del paíscosechado con un solo cultivo?

5) En los últimos tiempos las denunciascontra los daños a la salud provocados por el glifosato han llegado a la justicia. ¿Es suficiente esa víapara detener las fumigaciones?

4) ¿Qué cuestionescentrales comprometeeste tipo de cultivo?

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gistro obligatorio de morbilidad y morta-lidad para todas las causas. La sojización–y en general la agricultura industrial– hagenerado un experimento epidemiológi-co sin precedentes donde la falta de regis-tros sobre salud favorece el uso de pa-quetes tecnológicos. Actualmente haypersonas que enferman y mueren porculpa de los plaguicidas sin que el estadolas registre, y no me refiero a intoxicacio-nes agudas, sino a efectos de bajas dosis.La incapacidad de los gobiernos y de susfuncionarios es la mejor aliada que tie-nen los agronegocios.

Más que modelos alternativos existenprácticas agrícolas y ganaderas menosagresivas para el ambiente y la salud.Son desplegadas por campesinos (cadavez más jaqueados por los Señores de laSoja), agricultores reacios a los transgéni-cos y al paquete tecnológico, y agriculto-res orgánicos.

Actualmente la mayor parte de la pro-ducción agrícola de Argentina no se utili-za para alimentar nuestra población sinolos animales de otros países. Mientras losdólares ingresan, nuestros suelos y eco-sistemas se van en los porotos de sojaque exportamos. En Argentina no existeuna política de producción sustentable,sino una política de agronegocios. Aun-que el gobierno y la Mesa de Enlace con-fronten públicamente, al final del díaambos comparten e impulsan el mismomodelo de producción.

La clave es darnos cuenta de lo que estápasando y está en juego, aunque las feriasrurales y el precio de la soja sigan enga-ñándonos con dólares, cultivos transgéni-cos y plaguicidas.

En Argentina no hay sólo adicción a lasoja sino a los negocios fáciles que redu-cen la resistencia ambiental, empobrecenel suelo y destruyen las cuencas hídricas.Unos pocos poderosos, públicos y priva-dos, ya optaron por la biotecnología y lebajaron el pulgar a la biodiversidad. Ocul-tan además que este modelo exportador–tan redituable para unos pocos– daña gra-vemente la salud y el ambiente, y conde-na a muchas generaciones de argentinosque todavía no nacieron. Los que hacen“buenos negocios” hoy están cobrandopor adelantado lo que las próximas gene-raciones ya no van a poder producir por-que heredarán, entre otras cosas, un sueloagotado.

senasa, conabia y otros organismosque nos embarcaron en esta aventura des-quiciada tarde o temprano deberán res-ponder. Afortunadamente existen movi-mientos, organizaciones y personas queno se doblegan, y cuya voz crece día a día.Social y ambientalmente la sojización ili-mitada es una mentira con patas cortas.

En primer lugar nuestros legisladores, por-que en Argentina los plaguicidas son regu-lados por una legislación obsoleta que solocontempla la dosis letal (dl 50), y no con-templa los efectos de las bajas dosis de pla-guicidas, que pueden afectar –por ejemplo–el sistema hormonal y el sistema inmune.En segundo lugar, el senasa porque auto-riza los plaguicidas comerciales con la mis-ma deficiencia con que la conabia abor-da el impacto de los cultivos transgénicos.SENASA no revisa, además, las autorizacio-nes en forma periódica y pública. Y pese atener una Dirección de Epidemiología, laspoblaciones que enferman y mueren porcausa de los plaguicidas ni siquiera cono-cen a su director, Rodolfo Bottini. En tercerlugar, los productores rurales y aplicadoresde plaguicidas. Y por último las empresasfabricantes y comercializadoras. En este or-den. Todas ellas tienen responsabilidadconforme a la Ley Nacional de ResiduosPeligrosos N° 24.051 y su reglamento.

Es el mismo rol que tienen sobre la mineríao la destrucción de bosques nativos. Produ-cen una gran cantidad de profesionales einvestigadores que consolidan el modelosojero, y una menor cantidad que luchacontra ese modelo. Las universidades na-cionales son ámbitos fundamentalmenteambiguos, donde el financiamiento priva-do de actividades de investigación –porejemplo acuerdos con Monsanto– favorecesu alejamiento de quienes más sufren la so-jización. Incluso organismos muy cuestio-nados como senasa están buscando ingre-sar en los campus universitarios. No debeolvidarse que los desarrollos biotecnológi-cos privados necesitan de las universidadesy sus investigadores, y que tienen los recur-sos económicos para hacerlo. Por el contra-rio, las personas expulsadas de sus tierraspor los Señores de la Soja, y afectadas porel uso de plaguicidas, no tienen medios pa-ra solventar estudios y análisis universita-rios. Dependen de la buena voluntad deinvestigadores y docentes comprometidos.

Lamentablemente no hay datos confia-bles porque no existe en Argentina un re-

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6) ¿Quiénes deberíanresponder por los daños que producen losagrotóxicos en la saludy el ambiente?

8) ¿Dónde pueden en-contrarse datos macroy confiables sobre elimpacto del modelosoja dependiente. Porejemplo, el aumentode casos de enferme-dad y muerte en zonasfumigadas?

7) ¿Cuál es el rol de investigadores yuniversidades en este modelo de sojadependencia?

9) ¿Cuáles son los modelos alternativos?¿Dónde se encuentranhoy los territorios de resistencia a la soja-dependencia enArgentina?

10) ¿Cuáles son las claves para que la Argentina logre salir deesta adicción sojera?

Mientras los campos sembrados con so-ja transgénica hasta en la vera de laruta no dejan de expandirse y ocupanla sexta parte de la superficie cultiva-ble de Paraguay, el valor de las 5.900toneladas de marihuana que anual-mente exporta ese país ronda los 3.600millones de dólares, superando el valorde todas sus exportaciones juntas, queentre mayo de 2007 y abril de 2008 su-maron 3.357 millones de dólares. Escenario de los primeros asentamien-tos colonizadores en Sudamérica, deguerras estúpidas entre países herma-nos, hoy es testigo de las pujas entredos sistemas de base agrícola que na-cieron de las mismas raíces del capita-lismo, pero crecen en orillas opuestasde la legalidad, uno vinculado al nego-cio del tráfico de marihuana y otro alboom de la soja transgénica.No les costó mucho a los campesinosparaguayos volcarse al cultivo de ma-rihuana. En los 70, según informa la Se-cretaría Antidrogas local, los pequeñospropietarios de hasta 10 hectáreas sevieron tentados por el altísimo precio fi-jado por antojo del mercado. La marihuana fue sustituyendo a loscultivos tradicionales, obligando a lasfamilias campesinas a ingresar en unsistema de producción cuyas ganan-cias eran directamente proporcionalesa sus riesgos. Pero en un país dondeel 1% de la población es dueña demás del 77% de las tierras y el 43%de la población es campesina, las car-tas estaban echadas. Con el tiempo, las familias afincadas ylos pequeños productores de marihua-na no pudieron competir con los pre-cios ni con el poderío militar de losgrandes clanes, y se vieron obligados avender la cosecha a dos de los grupos

que desde hace años se disputan el do-minio de la exportación marihuanera. El sistema de cultivo de cannabis enestos grandes campos tampoco distamucho del de la soja transgénica. Tam-bién alli se utiliza solo un campesinopara labrar unas 5 hectáreas. Se le pa-ga al mismo jornalero entre 3 y 5 dóla-res el kilo de marihuana prensada.Luego, ese kilo de marihuana se vendea unos 150 dólares en la frontera, cuyarecaudación en negro termina filtrán-dose en el mercado legal a través delas grietas del sistema financiero para-guayo que, al igual que el nuestro,ofrece la ventaja de montar con facili-dad un pool de siembra sin indagar so-bre los fondos aportantes y aprove-chando la exención de impuestos querige sobre estos fideicomisos.Con sus similitudes y diferencias, lamarihuana y la soja muestran las ca-ras de una misma moneda. Ya seabajo el estereotipo del narco mons-truoso que reina en el mercado negroo el del empresario sojero presentadocomo héroe en las revistas de nego-cios, el capitalismo logra sus objeti-vos: la maximización de las gananciasy la ampliación geométrica de lasmismas en los ventajosos mercadostanto legales como ilegales, todo ellomediante andamiajes basados en laconcentración del capital y del proce-so productivo total, la reducción y lasobreexplotación de la masa laboral yel fin de las economías tradicionales,con las diferencias propias de cadasistema social. Por lo demás, amboscultivos guardan una diferencia esen-cial: mientras la soja agota los suelosy se usa para alimentar chanchos, conla planta de marihuana se curan en-fermedades y se alegran corazones.

Soja & marihuana por Sebastián Basalo, director de THC

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guiente es que si todo lo que comemosviene del campo, es importante que encampo haya de todo. Yo les pregunto quepasaría si en el campo en vez de trigo, va-cas, cereales, verduras, se plantase solo le-chuga. Entonces los chicos dicen: ‘seríauna porquería, habría milanesas de lechu-ga, fideos de lechuga’. Entienden que tieneque haber de todo.”

Kogan transportó su trabajo como uncirco ambulante, desde Mar del Plata has-ta Santa Fe, Córdoba, Chaco, Santiago delEstero. “Elegí estas provincias para la reali-zación de los talleres porque son las másafectadas por el avance de la soja, y por-que es ahí donde quería dar una manoacercando el material. Es cierto que estasprovincias son enormes y yo apenas pudevisitar algunas localidades. La preguntaque me solían hacer era si conseguiría lle-gar a las escuelas de esas zonas, sabiendola censura y el miedo que existe para tra-tar críticamente el tema. Y lo cierto es quemi participación fue bastante filtrada, enel sentido que tuve acceso a escuelas a tra-vés de docentes, organizaciones o asocia-ciones de vecinos que ya vienen trabajan-do la problemática. Con algunas personasmilitantes contra el modelo sojero me fuiponiendo en contacto y fui armando el iti-nerario de las escuelas.”

Un tema censurado

ariela, es, además de maestra,doctora en Ciencias Biológicas yen el año 2006 se unió a bios,

una asociación civil –que no tiene ingre-sos fijos, ni asociados, ni sede– con unatrayectoria de 20 años, cuyas principalestareas son “charlas, programas radiales yproducción de materiales de divulgaciónpara defender la salud y el ambiente.”Gracias a la ayuda de bios, Mariela pudollevar adelante su proyecto, que trata te-mas como la seguridad alimentaria, elefecto en la tierra de sustancias nocivas,el monocultivo e incluso la responsabili-dad humana en todo este fardo. La clavees que, al utilizar una mirada casi inocen-te, deja al descubierto las consecuenciasdirectas, palpables, de un problema bas-tante grande. El desafío, como siempre, esplantear una salida. Pero cuando Marielacuenta su experiencia se entiende cuál essu respuesta. Transmite forzosamente unconvencimiento: que con ganas y buenavoluntad las cosas cambian lentamente.

“Me parece que es importante hablarcon los chicos, porque el tema está muycensurado, quizás desde la misma escuela.Uno piensa: el problema no es de los ni-ños, es de los grandes. Pero siempre peores el silencio. Hablarlo es brindarles la po-sibildad de que lleguen a la casa y lo co-menten, se inquieten por el tema y se pre-gunten cosas”.

verdulería, viaja hacia el campo para tomarlo que su mamá le había encargado. Allí seencuentra con personajes como Fumiguei-tor, algunos animales agonizando y una te-rreno infestado de soja. No hay ni calaba-zas, ni lechuga; nada de lo que necesitaba.Juanito quiere encontrar al culpable y dapor casualidad con un personaje: Non-Sanc-to, un empresario rodeado de semillas –ylas interpretaciones aquí son libres– que tie-ne un plan maligno para ganar dinero.

El origen de todas las cosas

lgo resulta obvio, y es lo interesantedel proyecto: está pensado para chi-cos de jardín y de primaria. Cuenta

Mariela: “Lo primero que habría que pen-sar es de qué manera nos involucra comociudadanos urbanos. Por ahí, a una personaque está en la ciudad, con todos sus proble-mas, puede parecerle muy lejano. Ese fue elgancho que yo encontré para empezar a ha-blar de este tema”.

El cuento es una excusa que acompañael taller que Andrea se propuso dar sobreeste tema. “Antes de empezar la película,hablamos sobre el origen de los animales.Para muchos chicos, el pollo viene en unabandeja, envuelto en film, pero no sabeque salió de una granja. Es sobre todo ha-blar de los alimentos elaborados, porqueperdemos la visión de su origen. Ellos em-

ay un mito que transita nues-tro imaginario: vivir en elcampo significa llevar una vi-da pausada y saludable. Peroeso terminó con la llegada de

las fumigaciones aéreas y la especulaciónsobre el precio de las commodities. Vivir enzonas rurales es –hoy por hoy– una formade encontrarse sin quererlo en la trinchera;la batalla la dan quienes anhelan imple-mentar un modelo auto sustentable –amiga-ble con la tierra y no invasivo–, contra quie-nes desean a toda costa instalar –sí, estamoshablando de la soja– un cultivo que arrasacon la tierra y se lleva prácticamente todopor delante.

Lo cierto es que hay un modo humani-tario, no violento, de emprender las bata-llas en estas guerras modernas, y una delas personas que está del lado verde de latrinchera –del lado de quienes dan ciertovalor al sentido común– y trata de generarproyectos y encontrar soluciones es Marie-la Kogan, maestra de primario y creadorade la obra El cuento de la buena soja.

Este video –disponible en el siempre ge-neroso Youtube– es una obra de unos pocosminutos que nos invita a pensar algunascuestiones como el origen de los alimentosy las implicancias del avance del mono-cultivo. Todo comienza con un muchacho,Juanito, que es enviado por su madre acomprar algunas verduras. Su aventura co-mienza cuando, al no conseguir nada en la

Mariela Kogan ideó una forma de hablar con los más chicos de un problema grande.El cuento de la buena soja dura 15 minutos que está disponible en la web.

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UN DOCUMENTAL PARA CHICOS SOBRE LA SOJADEPENDENCIA

piezan a nombrar comidas y ahí vemosjuntos como todo viene del campo. Des-pués, como un reto, les pido que piensenalgún alimento que no venga del campo.Es esta cosa de vincular el alimento, algobien cotidiano para ellos, con una planta oun animal que en su mayoría crecen en elcampo. A mí me parece que todo tiene quever con conocer el origen de los recursosnaturales. Porque si perdemos esa cone-xión y esa sensibilidad que surge al saberque la madera viene de un árbol o que elagua la tomamos de la canilla, pero llegapor una napa subterránea, después más fá-cil es que crezcan estos problemas. Diferen-te es cuando hacemos esta actividad conchicos rurales, que conocen lo que comen,lo ven todos los días, viven rodeados deplantas y animales. Igualmente, sigue ha-biendo confusión. En una oportunidad unchico dijo: ‘Los fideos vienen del pueblo’.”

Las actividades que rodean a la proyec-ción pretenden intercambiar ideas con loschicos y generarles curiosidad: “El paso si-

Y colorín, colorado...

La película y más en información en:http://elcuentodelabuenasoja.blogspot.com/

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pero hasta el día de hoy nunca se completó. En tanto los vecinos organizaron todo ti-

po de acciones. Hubo cortes de ruta selecti-vos (impidiendo el ingreso de camiones re-colectores pero sin perjudicar a los otrosvehículos), demostraciones públicas (siem-pre ruidosas y visibles con murgas), talleresde formación técnica para el barrio y paraelaborar los protocolos de estudios ambien-tales y epidemiológicos, y hasta una carro-za que desfiló durante los corsos. Mientras,el blog Bouwer sin Basura, sostenido porNayla Azzinari, registraba cada hecho coninformación, testimonios e imágenes. Estetrabajo continuo terminó instalando el te-ma en los medios de comunicación comer-ciales. Lo que sucedía en Bouwer fue plas-mado hasta por los humoristas gráficos.

Pedro Arce es jubilado y habitante dellugar desde hace 10 años y uno de los entu-siastas asambleistas. Su síntesis: “La lucha aveces se convierte en una mochila pesadaque cargan unos pocos, pero que en el casode Bouwer prevaleció el espíritu para llegaral objetivo”. Su hija Daniela, docente, com-pleta la idea: “Si tenés un problema hayque actuar. Aprendimos a hacernos cargo,unir las voces, trabajar en equipo, saber es-perar y respetar la decisiones del grupo.”

Los vecinos definen este movimientocomunitario como “organizadamente caó-tico” y explican el concepto: “Todos eranbienvenidos siempre y cuando se asumie-ra que la lucha es de Bouwer y esa era laúnica bandera. Se discutían todos los te-mas en asamblea, incluidos los problemastécnicos, porque todos manejamos un pe-dacito de la realidad. Esas eran las reglasno escritas”.

Ahora, los vecinos de Bouwer van “porla remediación”. Esto no es ni más ni me-nos definir qué se hace con la basura acu-mulada durante 28 años.

Daniela cuenta que una idea pasa portodas las cabezas del barrio y luego se lle-ga a la propuesta con el aporte de todos.Así obtienen la propuesta ideal.

Entonces ya veremos con que nos sor-prenden los vecinos de Bouwer.

do el depósito de basura más grande delinterior del país. Consignaron, además,que a tres kilómetros del pueblo hay unaplanta de tratamiento de residuos peligro-sos y que también, como en toda la pro-vincia, hay cultivos de soja y sus corres-pondientes fumigaciones.

La estrategia

pesar de este panorama, la gentedel lugar comenzó a plantear unaestrategia que articulaba la parte

técnica, la judicial, la movilización popularcon sus cortes de ruta, y un trabajo muyfuerte sobre los medios masivos. Además.lograron sumar al reclamo al jefe comunal.

Pero vayamos por partes. A fines del 2008, tres vecinas presentan

acciones judiciales en el ámbito municipal,provincial y federal por la posible violacióna la Ley Nacional de Residuos Peligrosos N°24.051 y la posible comisión de incumpli-miento de los deberes de funcionario públi-co. Acusaron penalmente al intendente deCórdoba, Daniel Giacomino; al Subsecreta-rio de Ambiente de la municipalidad, Fer-nando Cámara; al Secretario de Ambientede la provincia, Raúl Costa, a su predeceso-ra, María Amelia Chiófalo, y al presidentedel Concejo Deliberante de la ciudad y vi-ceintendente, Carlos Vicente. La presenta-ción penal también alcanza a las empresasde recolección de residuos cliba y crece.

El jefe comunal de Bouwer, Juan Lupi,presentó además una acción de amparoen el Tribunal Superior de Justicia de Cór-doba para que “cesen los hechos que po-nen en riesgo la salud de los vecinos”.

Se supone que para la instalación deun vertedero previamente se debe hacerun estudio de impacto ambiental y se tie-ne que obtener una autorización. La pro-vincia de Córdoba no contaba con ningu-na de las dos cosas. Luego de la queja delos vecinos, se comenzó a hacer el estudio,

después de pelear durante dos años logra-ron imponer su demanda.

Pero del lado de la gente organizadahay más de una foto, hay todo un álbumque comienza en la casa de Hugo, Haydeé,Pamela y Mónica Rescala.

Mónica no se queda quieta y casi no ha-bla, pero es bien directa. Me muestra imá-genes de animales que nacieron en la zonacon ciertos detalles que los hacía extraños:el hocico de un perro deformado, la pata deun gato a rayas con una garra y media. Ver-siones más domesticas que las del pescadode tres ojos de la serie Los Simpson. “Estofue un llamado de atención para empezar ajuntarnos”, dice la mujer de pocas palabrasy muchas acciones.

Y ahí empezó todo. A mediados del2008 un grupo de vecinos se entrevistócon Juan Lupi, el jefe comunal, para aler-tarlo de la situación. El intendente accediósolicitar al Ministerio de Salud y a la Se-cretaría de Ambiente de la provincia estu-dios epidemiológicos y ambientales paraconocer los efectos que el basural y laplanta de residuos peligrosos produjecíansobre los pobladores. El gobierno provin-cial nunca respondió a ese pedido.

Luego de ese silencio, la comuna con-vocó a la Fundación para la defensa delambiente (funam), que realizó un releva-miento para dejar constancia del desastre:el Estado ingresaba 2.500 toneladas de ba-sura por día. El deposito judicial de autos,además, no era un cementerio: los autoshabían sido abandonados con sus com-bustibles y aceites. Así se fue construyen-

Antes que instalaran el basu-rero se acercaban pumas a micasa, venían del monte”, ase-gura Hugo Rescala. Habla deun tiempo que pocos recuer-

dan, cuando ahí, a metros apenas de la ru-ta 36, en las periferias de la capital de Cór-doba, la naturaleza latía y se movía a suantojo. Cuesta imaginar hoy al puma y almonte porque el escenario es bien distinto.Llegando a Bouwer se ve la cárcel con suscercos y torres de vigilancia. Y pegadito alpenal, una montaña inmensa de basuraque proviene en su gran mayoría de la ca-pital provincial. Podemos tener una ideade las dimensiones caminando 10 cuadrasen línea recta para el largo y tres para el an-cho. Cuentan, además, que hacia arriba yen promedio, la torre de desperdicios llegaa los 40 metros. Una se queda pensando sialguien tuvo la intención de hacer unacruel metáfora con todo este escenario o laubicación contigua es obra del destino.

Más adelante hay un terreno que hacelas veces de depósito judicial y que alberga20 mil autos oxidados, incompletos, aban-donados, superpuestos. Este cementeriorodea al jardín de infantes y a la escuelaprimaria Cornelio Saavedra. Dicen que loschicos cuentan siempre la verdad. Y la re-flejaron en el mural de la escuela. El paisa-je que pintaron es el que ven todos los dí-as: los autos rotos, la montaña de basura alfondo, la escuela y la bandera argentina.

Pescado a la Simpson

na de las imágenes del 1 de abril–fecha en la que los vecinos logra-ron concretar el cierre del basure-

ro– es la del jefe comunal de Bouwer, JuanLupi, colocando un simbólico candado enla puerta de ingreso al vertedero, acompa-ñado por el intendente de la ciudad deCórdoba, Daniel Giacomino. La otra es delos vecinos de Bouwer festejando porque

BOUWER SIN BASURA

Una para festejarEl mayor basurero al cielo abierto del interior del país: eso era Bouwer hasta que losvecinos se organizaron y lograron cerrarlo. Asambleas, piquetes y murgas.

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Contactos: http://bouwersinbasura.blogspot.com/http://www.funam.org.ar/

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A las 6 de la tarde sonó eltimbre, con una puntualidadde los tiempos en que vida omuerte podían depender dela exactitud de las citas de

madres, abuelas y familiares de desapare-cidos. En la casa de la fundadora de Abue-las de Plaza de Mayo, María Isabel Choro-bik de Mariani, Chicha, había una mesacon tetera, tazas y medialunas, que por unrato desplazaron expedientes judiciales,recortes de diarios y denuncias de su crea-ción más cercana, la Asociación Anahí. Aesa casa de la calle 47 de La Plata, llegóHebe de Bonafini, presidenta de la Asocia-ción Madres de Plaza de Mayo, con masas,un huevo de Pascua (enviado por Alejan-dra, su hija) y galletas dietéticas.

Besos, abrazos. Chicha ha perdido casitotalmente la vista. Por eso es Hebe la quedice: “Nos vestimos igual. Estamos en lamisma murga”. Las risas ayudaron a so-brellevar la emoción de este encuentro enel que cada palabra y cada silencio tuvie-ron una carga que mejor que adjetivar, esconocer.

Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambasuna lucidez sin edad.

Se habían distanciado hace 29 años. Sevolvieron a ver en marzo, en una exposi-ción sobre Clara Anahí, la nieta que Chi-cha busca desde noviembre de 1976. Hebefue a esa muestra en Canal 7, y del reen-cuentro fugaz nació la idea de una charlacon mu. Con tiempo, té y galletitas.

Sonrisas junto al paraíso

ebe tiene dos hijos desaparecidos,Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, elhijo de Chicha, lo mataron en

1977. En noviembre de 1976, un ataque dela Bonaerense bajo órdenes de RamónCamps reventó literalmente la casa dondehabía al menos cinco personas que fueronacribilladas, entre ellas la nuera de Chi-cha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Ana-hí, tres meses de edad.

Hebe y Chicha se conocieron en no-viembre de 1977, con la llegada a BuenosAires de Cyrus Vance, enviado del presi-dente norteamericano James Carter, queiba a participar en un acto en Plaza SanMartín. Chicha: “Yo había conocido a Li-cha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hi-ja embarazada desaparecidos) y me dijoque podíamos ir a darle un ‘testimonio’ aVance. Yo era una bruta, daba clases de Ar-tes Visuales en el Liceo de La Plata pero nosabía viajar a Buenos Aires. Aprendí queun testimonio era un papel con mi caso.Cuando llegué me quedé paralizada. Esta-ban los funcionarios, todo lleno de milicosarmados, los perros, en otro lugar habíamujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pu-sieron los pañuelos que tenían escondidos.Y yo sin saber qué hacer, con el papelitoapretado contra el pecho. Vino una mujercorriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, yse lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Vi-llaflor, la fundadora de Madres”.

Con Licha ya habían resuelto encon-trarse allí mismo con otras mujeres quebuscaban a sus nietos. “Nos juntamosabajo de un paraíso, frente al Colegio Mi-litar. Nos debían estar filmando desde

nunca los usaron fueron Azucena, y EstherCareaga, porque decían que parecíamosmonjas”. Azucena, Esther y Mary Biancodesaparecieron poco después, en diciembrede 1977, operativo de la esma alrededor dela Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infil-tración de un falso hermano de desapareci-dos, que en realidad era Alfredo Astiz.

Madre de la bombacha roja

os viajes de estas dos mujeres re-cién comenzaban. Chicha empiezaa reírse, recordando uno de sus re-

gresos en colectivo, desde Quilmes.

Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias,paraguas, piloto, fiambres y chorizos.Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hací-amos medio para disimular, y para ha-cer algún mandado de paso. H: Cuando llegamos, me paro, se mecae la pollera, y quedo en bombacha. C: Escuché la risotada de Hebe, que pa-ra no largar los chorizos no se subía lapollera. No la veía bien porque yo ibaagarrada a los salamines. Pensé que te-nías combinación. H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa devieja, y para colmo me habían regaladouna bombacha roja y era justo la quellevaba puesta. Más trola imposible.

Otra ronda de té. Chicha toca la manode Hebe.

C: Pero te quiero recordar algo más,también por el 77 o 78. Un día aparecis-te con vestido celeste, planchadito. Lanoche anterior se había escuchado untiroteo. Viniste a avisarme que ibas aver qué pasaba. Y llevabas una canasti-ta con comida por si había alguien quenecesitara algo. Te pregunté si queríasque fuera con vos, dijiste que no. Fueuna prueba de coraje. Yo no me atrevíaa ir. H: Esas cosas nacen pensando en que situ hijo está en esa situación...

El tema es cómo superar el miedo sin para-lizarse.

H: Las mujeres lo sabemos. Es como pa-rir. No pensás en vos, ni en quedartequietita, pensás que tenés que hacerfuerza para que nazca y sea sano. Peroademás, se llevan a tu hijo ¿Hay algopeor, más horrible? Así que nada: hayque seguir. C: Yo pensaba que si me llevaban noiba a aguantar ni dos minutos en la me-sa de torturas. Soy muy sensible al do-lor. Mi ilusión era morirme enseguida.Qué tonta, ¿no?H: Una piensa estupideces. Yo andabasiempre con cepillo de dientes, calzon-cillos y pañuelitos en una bolsita, por si

adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus)y me llevé una sorpresa: me saludó conuna sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pen-sé que no tenía que andar con esa cara dedesgraciada, si ellas intentaban que el en-cuentro no fuera tan ingrato”.

Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas.Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22de octubre, entonces?” La diferencia de fe-chas es parte tal vez de las distancias naci-das con la salida de Chicha de Abuelas, en1989. “Hubo cosas que no me gustaron ysiguen sin gustarme, pero no quiero ha-blar de eso. No quiero que nada demoreel trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pe-ro tu trabajo fue fundamental, y en losmomentos más difíciles con vos al frente,fue que lograron recuperar a los primeros60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso tequiero decir que todas las Madres te man-dan un beso grande, te apoyamos total-mente en lo que necesites”.

Chicha se emociona, y me cuenta: “Peroaquel día, cuando me iba a volver, la veo aHebe que dice: ¿quién va para La Plata?Cuando me acerqué, no me preguntó siquería que fuéramos juntas. Directamenteme dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega da-tos no descartables: “Los pañuelos eran enrealidad los viejos pañales que guardába-mos para nuestros nietos. Los habíamosusado primero en octubre, para poder reco-nocernos en una marcha a Luján. Las que

HEBE DE BONAFINI Y CHICA MARIANI

La épica del téDespués de 29 años, las presidenta de Madres y la fundadorade Abuelas de Plaza de Mayo se reunieron en LaPlata para charlar e intercambiar información. La historia y el presente, a la hora de la merienda.

Chicha Mariani recibió a Hebe en su casa de La Plata. Se conocie-ron en un acto en Plaza San Martín en 1977, se distanciaron en1981. Hoy actualizan reconocimientos mutuos: “Tu trabajo en

Abuelas fue fundamental. En los momentos más difíciles, con vosal frente, lograron recuperar a los primeros 60 chicos”. Chicha,sobre los riesgos que corría Hebe: “Yo no me hubiera atrevido”.

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encontraba a mis hijos. Todos éramosmuy inocentes. Hasta los chicos. Un díaentro al cuarto del mayor y estaba conunos amigos, todos atándose. ¿Qué ha-cen? “Practicamos cómo desatarnos porsi nos agarran”. Creían que les iban adar tiempo. C: Nunca imaginaron la perversión. H: Habían preparado todo para saltar alo del vecino. Pobres. A uno de mis hi-jos lo encontraron por mi vecina, quedijo que había reuniones en la casa ypasaba algo raro. C: Pensar que tanta gente pudo ayudar,pero se calló. No sé qué tenemos aden-tro. El enano fascista. H: Pero fijate al revés: otro vecino salióa avisarle a mi hijo que lo esperaba lapolicía, y entonces se lo llevaron a esevecino. Después lo soltaron, pero el ti-po no quería ni verme. Es difícil juzgar. C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Ha-ce mucho quiero hacer un libro, la Histo-ria de la Infancia Argentina. Desde los es-pañoles que llevaban chicos y chicasindígenas como esclavos y sirvientes,después los terratenientes con derecho ahacerles hijos a las mujeres campesinasy apropiarse de ellos. El derecho de per-nada, que todavía existe, del patrón so-bre la primera noche de cada niña. Haga-mos un salto: llegan los militares, sellevan a los chicos, y mucha gente lo vebien. Yo creo que es todo ese residuo an-cestral, que produjo la enorme vergüen-za de un pueblo que se supone culto, pe-ro no abrió la boca, no tomó la defensade ningún niño. Me atrevo a decirlo por-que es mi pueblo. Pero no puede ser quehaya parecido normal que los chicos se-an secuestrados y apropiados. H: Hacé el libro. Nosotras lo podemosimprimir. C: Te cuento algo más. El secretario dePío Laghi, monseñor Celli, les dijo ados abuelas, Elba Ford y Delia Penela:“Dejen de molestar, imagínense los chi-cos están con familias que pagaron4.000 pesos por cada uno, eso les diceque los van a cuidar bien”.

Hebe da un respingo. “Tengo una informa-ción muy importante que contarte cuandoestemos solas”.

Les propongo apagar el grabador. “No, to-talmente solas. Encerradas en el baño”, diceHebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El ba-ño es un lugar para intercambiar datos? He-be: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”.Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cadauna habrá hecho o dicho cosas. Pero somosleales”. En una época engañaron a Chichadiciéndole que podría recuperar a su nieta.“Le hice a Hebe un poder para que cuidasea mis padres por si yo tenía que irme al ex-terior. Todavía lo tengo guardado”.

El día que se distanciaron

iguen las cataratas de diálogos: C: ¿Te acordás cuando estuvimoscon Sandro Pertini? (Presidente

de Italia)H: Estábamos en un departamentito va-cío, con dos camas y dos colchones.Como éramos cuatro (con Elida Galettiy María Del Rosario Cerrutti) nos tur-nábamos: cama sin colchón, o colchónen el piso. Calentábamos agua en unajarrita para poder bañarnos. C: Salimos de compras y vos llevabas lacomida en una bolsita. H: Comprar era un lío, como no sabía-mos italiano, tenía que hacer el gesto delimpiarme el que te dije para que enten-dieran de queríamos papel higiénico. C: Y de repente nos avisan que vaya-mos urgente al Quirinale, que Pertininos iba a recibir. Salieron los del proto-colo, agarraron nuestros tapados peroHebe no quería darles el tapadito ni labolsa de comida. H: ¡Con lo que nos costaba la comida,mirá si se las voy a dar! Además yo ha-bía salido así nomás, con ropa mediofeona, no quería sacarme el tapado.

Pertini lloró con nosotras, denunció ala dictadura. No lo reconoció a Videla.Fue de los pocos. C: Pero cuando salimos, en esos salonesprincipescos, había un sillón de tercio-pelo con la bolsita de nuestra comida.

¿Cuándo se distanciaron?C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo meenojé con vos en la Catedral de Quil-mes. Las Madres la habían tomado. Yolas acompañaba. Seríamos 20 entre to-das. Hiciste un comentario de esos quehacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemosseguir discutiendo”, y me abrí. H: Ya me acuerdo, fue en 1981, despuésde la primera Marcha de la Resistencia.Claro, lo querían mucho al obispo (JorgeNovak) y yo le decía de todo. Fue así:terminó la Marcha y nos fuimos paraQuilmes. Teníamos termos, frazadas,hasta walkie talkie (en la era pre-celularesy pre-Internet). Estábamos comiendo he-ladito en la plaza, todas separadas paraque nadie se diera cuenta. Juanita Perga-ment se encargaba de la prensa. Pero lle-gó antes de tiempo con los periodistas,tiramos los helados y nos metimos co-rriendo antes de que nos cerraran la Ca-tedral. Se armó un quilombo padre. Y yani sé qué le habré dicho al viejo ese. Medecían: “Claro, tomás la Catedral delque sabés que no te va a echar”. Y claro,no iba a ir a una donde nos rajaran. Elayuno duró 12 días, hasta Navidad. Peroes cierto, siempre fui una desbocada.Ella no (señalando a Chicha). Ella lo quetuvo es el rigor, la prolijidad para investi-gar todo. Impresionante. C: Mi desesperación era encontrar a Cla-ra Anahí. Todo lo que fuera distraer esabúsqueda para discutir, me sacaba dequicio. Pelear con Hebe no tenía senti-do. Además, te acordás que una vez entu casa te dije: mi hijo está muerto. Mibúsqueda es diferente. Las Abuelas te-nemos que recurrir a la justicia. Las Ma-dres tienen otro reclamo. Fue buenoque cada una fuera por su lado.

Hebe pregunta por la búsqueda de ClaraAnahí: “Yo te he visto haciendo cada cosa,fotografiando casas de policías y militares...”.

C: Mirá, veremos qué pasa. La causa dela adopción tiene muy jaqueada a laseñora de Noble. Esperemos que gentehonesta pueda llevar esto adelante. H: Pero no con análisis compulsivos. Nocreo que sea bueno. C: No, claro, pero hay objetos, otras co-sas que se pueden estudiar. Cuando lajusticia fue a la casa de los Noble los hi-cieron esperar una hora afuera. Lespueden haber llevado cepillos de dien-tes o ropa de cualquiera. No es serio”.Hebe: “Nosotras estamos con vos”.

La hora del secreto

ebe cuenta que a pedido de su hi-jo Raúl una vez sacó a una mujery a un chiquito al Brasil, todos con

documentos falsos, en plena dictadura.“Lo llevaba en brazos yo, porque si agarra-ban a la mamá, por lo menos se salvaba lacriatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en de-mocracia: “Con Mirta Baravalle, una va-liente, llevamos a un chiquito a Brasil,donde tenía familia. La mamá habíamuerto ese día en el ataque a La Tablada(enero de 1989). Lo hicimos en secreto.Nunca supe de él”.

¿Cuáles son las claves para actuar en estassituaciones donde todo parece en contra?

C: Hay que aprender a mirar para afue-ra de uno, de la casa, captar todo lo quehay alrededor. Aprender todo lo quequepa en el cerebro, en el cuerpo y enla memoria. H: Es cierto. No pensar en uno. El otrosoy yo. Lo que le pasa al otro me pasaa mi. Y no parar. Como hizo Chicha. Loque está haciendo ahora es muy im-portante con la Asociación Anahí. Hayque conocer eso. Porque ella tiene unmodo especial que le llega mucho a lagente. Hoy como funciona la política,no sirve. Hay que cambiar el estilo. Anadie le interesa hablar de marxismo,trotskismo ni peronismo. No te danbola. Funciona que haya gente comoChicha, o las cosas que hacemos noso-tros con el Ecunhi (Espacio CulturalNuestros Hijos, en la esma), con laUniversidad, la radio, lo de CiudadOculta (construcción de viviendas) ytodo lo demás”.

Sobre el presente, Chicha dice: “El gobier-no hizo avances, pero para mi falta queapuren a las fuerzas militares para que di-gan qué pasó con los desaparecidos y loschicos apropiados. Lo saben, tienen el ma-terial. Entonces, que digan la verdad”. Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que con-tar”. Chicha le responde “vamos” y zarpanlas dos tras una puerta vaivén. La reuniónno fue en el baño, sino en la cocina. Vuel-ven, sin apiadarse del cronista. Hebe: No sabés lo que te perdiste. Chicha: Ya lo sabrás alguna vez. Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Eslo que hicimos siempre. Juntar lo que cadauna sabe, y armar el mapa, para saberdónde estamos paradas.

Chicha Mariani en los últimos tiemposrecobró una vieja sospecha: ¿puede serque su nieta Clara Anahí sea MarcelaNoble, la hija adoptiva de la directoradel Grupo Clarín, Ernestina Herrera?“Hay indicios, pero sólo se podrán con-firmar o no con un análisis genético re-alizado como corresponde” dijo Chichaa MU, al mencionar los alcances el se-cuestro producido bajo las órdenes deRamón Camps: “Ahora supe que el pro-pio Camps, ante el Consejo Supremode las Fuerzas Armadas, declaró queen aquel operativo represivo donde sellevaron a la beba estuvo presente Má-ximo Gainza Castro, director del diarioLa Prensa. ¿Qué hacía? ¿Tenía contactocon Clarín?” Gainza participó en el os-curo proceso que culminó con el pasa-je de acciones de Papel Prensa (de lafamilia Graiver) a Clarín, La Razón y LaNación. Ramón Camps le dedicó CasoTimerman: punto final, “porque ha co-laborado con este libro”.

Lo que contó Camps

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Arriba, Marcela Noble. Abajo, ClaraAnahí Mariani, desaparecida en 1976.

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morro llamado Monte Sagrado, en cuya ci-ma funciona el Quilombo do Paraíso. Pa-rece otro mundo. A diferencia de Cidadede Plástico, donde los “barracos” estánamontonados uno sobre otros junto a labahía contaminada, aquí el campamentose alza sobre una hermosa vista que do-mina toda la bahía, las casas tienen mu-cho terreno y están separadas por diez yhasta veinte metros. El único punto en co-mún es la infaltable cancha de fútbol queocupa el centro del quilombo, territorio ex-cluyente de los varones jóvenes.

Pedro explica las razones por las cualesaquí se están construyendo casi todas lasviviendas con ladrillos, aunque el campa-mento es más reciente. “En los asenta-mientos más viejos no construyen espe-rando soluciones del gobierno, pero aquíuna asamblea decidió construir porque es-tán resabiados con las promesas incum-plidas y no están dispuestos a esperar.Aquí hay buen terreno, aunque está máslejos del centro, y la gente sabe que el Es-tado hace casas de 32 metros cuadrados yellos las van haciendo a su modo, de a po-co pero con más espacios”.

Como en todos los campamentos, elagua y la luz se obtienen por conexionesilegales, pero toleradas por las empresas.En algún momento la conversación seadentra por los sombríos vericuetos deltráfico de drogas. Pedro y Ana son francosy directos. “En todos los campamentoshay tráfico. En los predios es más difícilporque son espacios cerrados. Pero cuan-do la ocupación es abierta, como en loscampamentos, el tráfico es una realidad”.Como tantos otros brasileños que trabajanen favelas y en barrios pobres, estimanque el principal problema, no obstante, esla Policía Militar, un cuerpo por demás co-rrupto y cruel.

Aseguran que el tráfico es un problemapara el movimiento, porque fomenta laviolencia, la presencia policial y desarticu-la las redes sociales. “El método que usa-mos –dice Pedro– consiste en hacer un pac-to de convivencia. Les decimos que sitrafican ponen a todos en riesgo porque lapolicía va a entrar al campamento. Peroellos suelen tener relaciones muy fluidascon la policía. El pacto es que no hagannada que pueda criminalizar al campa-mento, pero tenemos que hacerlo con cui-dado porque ellos no dudan en eliminar-te, hay que tratar de evitar situaciones deviolencia. Hasta ahora no mataron a nin-

Los 22 campamentos del MovimientoSin Techo de Bahía (MSTB) se encuentranen la periferia de Salvador o en munici-pios aledaños. Son casi cinco mil fami-lias, incluyendo las 1.500 que ya consi-guieron vivienda definitiva. Para llegar a

Cidade de Plástico, el másemblemático de los asenta-mientos con 228 familiasacampadas, hay que recorrercasi 20 kilómetros desde elPelourinho, el centro históri-co donde se amontonan tu-ristas de todo el mundo.

En Salvador, consideradala capital del desempleo, laelección de Lula en 2002 “fa-voreció el nacimiento de mo-vimientos sociales, pues secreía que habría menor repre-sión policial”, apunta Pedro.El Movimiento Sin Techo deSalvador nació pocos mesesdespués de que el líder meta-lúrgico se instalara en Planal-to. La primera ocupación“impulsada por madres y

mujeres”, alcanzó en pocos días las 700personas. En los meses siguientes se lessumaron varios miles de familias, perso-nas que viven bajo los puentes, que duer-men en las playas, que viven de favor conotros familiares o que pagan alquileresdemasiado elevados. Algunas familiasque ocupaban inmuebles vacíos en elcentro se fueron incorporando para pre-sionar al gobierno municipal y al estatal.Desde el principio contaron con el apoyo

de la Comisión de Justicia y Paz de la Ar-quidiócesis de Salvador.

En enero de 2005, cuando ya habíanrealizado unas 50 ocupaciones, convoca-ron al primer congreso. Se dotaron de re-glas internas que, entre otras cosas, prohí-ben la venta de terrenos, la violenciadoméstica y el tráfico de drogas, y de unaestructura organizativa. Entre sus princi-pios, destaca que se consideran herederosde las tradiciones de la resistencia negradel Nordeste brasileño, se referencian enlíderes como Zumbí de Palmares y Zeferi-na, lideresa del Quilombo de Urubú, cer-ca de Salvador, y también en la Guerra deCanudos que inmortalizó el novelista Eu-clides da Cunha.

Las ocupaciones pueden ser de terre-nos donde se acampa en “barracos” (cons-trucciones precarias de plástico y madera)o de predios deshabitados. Mantienenocupadas dos fábricas cerradas, ademásde edificios estatales en desuso, un clubdeportivo y varios edificios privados ymunicipales. Han registrado alrededor de36 mil sin techo, lo que permite asegurarque el movimiento seguirá creciendo. Fi-nalmente, las comunidades son las con-quistas efectivas de viviendas que dan lu-gar a nuevos barrios, como Valeria, dondese construyeron 150 casas con apoyo esta-tal y ayuda mutua.

Tráfico vs. organización

lrededor del 70 por ciento de losintegrantes del mstb son mujeres,“el sector más dinámico del movi-

miento” según Ana, la mayor parte ma-dres solteras. Casi todos son desemplea-dos, recolectores de residuos sólidos,vendedores de diarios, limpiadoras y todala gama de oficios que caracteriza la infor-malidad urbana. Según Pedro, el ingresomedio de los Sin Techo del movimientoson 300 reales por mes por familia (algomás de 150 dólares) y apenas un diez porciento reciben Bolsa Familia, el más cono-cido plan social del gobierno.

“Cada cincuenta familias –explica Pe-dro– se forma una brigada de diez perso-nas que es la encargada de administrar elcampamento durante una semana, se en-carga de la asegurar la higiene y la limpie-za, de coordinar las asambleas y de resol-ver los conflictos menores. Para las tareascolectivas se hacen mutiroes (trabajo co-munitario), pero en realidad no hemosconseguido que se formen brigadas en to-dos los campamentos”. La idea de las bri-gadas la copiaron de los Sin Tierra, el queinspira a todos los movimientos de basede Brasil y a una parte considerable de losde América Latina. Pero el trabajo urbanoes mucho más complejo que el rural.

Unos kilómetros más y llegamos a un

n un claro del Quilombo deEscada, mientras reparte cer-vezas heladas, Pedro Cardosoasegura que “nuestro objeti-vo es construir comunidades

del buen vivir”. Las palabras resbalan lán-guidas, como para abrirse pa-so entre un calor pegajoso enun mar de casitas de madera,cartón, chapa y plástico, unamezcla que delata tanta po-breza como precariedad. Enlos deseos de Pedro conver-gen dos inspiraciones al pare-cer complementarias: las tra-diciones de cultura negra y lateología de la liberación. Pe-dro comenzó a participar enla resistencia a la dictadurahacia 1979 en comunidadeseclesiales de base, que se reu-nían frente al quilombo, en lagran zona favelada de Peripe-ri donde vive hace tantosaños. Ahora es uno de los co-ordinadores del MovimientoSin Techo.

De origen bantú, el quilombo era el es-pacio donde se refugiaban los esclavosque huían de las plantaciones. Casi todoseran negros aunque había indios y hastaalgunos blancos, quizá porque los quilom-bos eran espacios de libertad y resistenciaa la opresión. El más célebre, el Quilombode Palmares, sobrevivió durante más deun siglo (1600-1710) y se convirtió en em-blema de la resistencia afrobrasileña quehoy reivindica los movimientos sociales.

Suena extraño que en un país que se pretende gran potencia global, más de lamitad de la población sea pobre y haya seis millones de familias sin vivienda. ElMovimiento Sin Techo busca organizarlos, ocupa predios abandonados y terrenosde la periferia para presionar al gobierno del estado de Bahía, gobernado por unmiembro del Partido de los Trabajadores. Hasta allí viajó Raúl Zibechi.

El verdadero quilombo brasileño

LOS SIN TECHO DE BAHÍA

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14 ABRIL 2010MU

AEn la década de 1940, San Salvador deBahía creció de forma explosiva cuan-do empezó a establecerse como polopetroquímico. Tenía apenas 290 milhabitantes en un estado agroexporta-dor que se industrializó hacia la déca-da de 1950, llevando la población a420 mil. Treinta años después, en 1980,la capital de estado de Bahia se habíamultiplicado por cuatro, llegando a 1,5millones. En 2010 ya son tres millones.

Semejante movimiento demográfico setraduce en una trama urbana esquizo-frénica. La costa oceánica, larguísimasplayas contorneadas por palmeras yuna ristra interminable de edificios, re-cibe turistas de todo el mundo y a lasclases medias y altas de Salvador. Enese hermoso litoral reside la elite blan-ca, apenas el 15 por ciento de la pobla-ción, segregada de los descendientesde los esclavos. Según datos oficiales,el 55 por ciento son negros y el 26 porciento mestizos. En la periferia, el ros-tro de la ciudad se vuelve afro y apare-ce un mundo de favelas y precariedad.La riqueza y la pobreza, como en tantaspartes del mundo, son inseparablesdel color de la piel.

La explosión urbana

Quilombo es una palabracon muchas connotacio-nes. Para los brasileñosdesigna hoy a los barriosde las periferias, el equi-valente de lo que aquíllamamos villa miseria.Pero el término tieneotra historia. Quilombo es una palabrade origen africano quesirvió para designar enBrasil los emplazamien-tos donde vivían los es-clavos que huían del do-minio de sus amos. Eldiccionario español ni re-gistra esta acepción.

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15ABRIL 2010 MU

“Sufrimos con la violencia doméstico-fa-miliar, con la muerte de nuestros hijosnegros que están siendo exterminadospor la policía o en la guerra del narcotrá-fico. Sufrimos con la falta de libertad denuestras hijas que están cada vez máspresas en los barracos por la violencia se-xual que ronda las ocupaciones”. En Ci-dade de Plástico los esfuerzos de las SinTecho han fructificado en la construcciónde un comedor cooperativo integradopor veinte personas mujeres que sirve to-dos los días más de cien platos a dos re-ales. “Guerreiras de Zeferina”, luce el mu-ral a la entrada del único espacio delcampamento que destaca por su limpie-za, dice Ana con orgullo. “El movimientoha conseguido visibilizar el papel de lasmujeres, invisible en la cotidianeidad, algrado que son las que ocupan más car-gos de responsabilidad”.

En 2008 también consiguieron poneren pie núcleos de formación que incluyenmódulos de género. Tal vez el papel de lasmujeres sea uno de los aspectos en el quela actividad de los Sin Techo tiene resulta-dos más notables. Es cierto que si se lascompara con los Sin Tierra, donde existeuna fuerte tensión por la igualdad de gé-nero, aún tienen mucho camino por reco-rrer. Sin embargo, han configurado un es-pacio emancipatorio desde el cualdisputan la hegemonía en la vida pública.“Se integran al trabajo colectivo de cons-trucción de viviendas, a las cooperativasde autogestión, a los espacios de debatedel movimiento y a las esferas públicasde discusión de las políticas sociales”.

Resistencia urbana

eis años es muy poco tiempo paracualquier movimiento. Si mira-mos los campamentos como Ci-

dade de Plástico y Escada, queda la sensa-ción de que el cambio social desde losmárgenes es casi imposible, por los trau-mas que provocan el hacinamiento, lamiseria y las privaciones. Por el contrario,si observamos las hileras de casitas de lacomunidad de Valencia, con dos habita-ciones cada una, sala, cocina, baño y unterreno al fondo, donde las mujeres pusie-

gún líder como en otras ciudades”. Ana explica que el tráfico fomenta el

machismo y la violencia contra las muje-res, y recuerda el caso de una compañera,líder de un campamento, que tuvo que ir-se a Sao Paulo porque les hizo frente y ca-si la matan. Sin embargo, la relación de lostraficantes con la comunidad es extraña.“Con ellos se cortan los robos porque noquieren que venga la policía ni que hayaproblemas que perjudiquen el tráfico y lacomunidad sufre menos robos ahora queantes”, concluye Pedro casi exhausto.

Las Guerreras

Los hombres me asediaban hastaque supieron que soy la compañe-ra de Pedro”, escupe el rostro en-

durecido de Ana, incapaz de disimular elfastidio. Para la mujer negra y pobre, todaslas opresiones se vuelven una. Ingresa altema de género por una de las puertasmás duras: la violencia de los traficantescontra las mujeres, para quienes son ape-nas objetos sexuales, y muy en particularcontra las dirigentes que los enfrentan.

Construir organización y conciencia degénero es casi una proeza en estas condi-ciones, en territorios donde no se aventu-ran ni los funcionarios estatales (menosaún diputados y concejales) ni los miem-bros de las ongs que piden fondos y sa-larios, para ayudar a los pobres. Ellas es-tán solas para enfrentarse a los hombresarmados, sean de la Policía Militar o delcrimen organizado, diferencia que lasmás de las veces se reduce al uniforme.

Una de las mayores conquistas delmovimiento es haber creado una organi-zación de mujeres, las Guerreras Sin Te-cho, el 8 de marzo de 2005. Lo hicieron“para denunciar y combatir el racismo yel machismo existente dentro del mstb yen la sociedad”, porque descubrieroncon dolor que en el movimiento sucedíalo mismo que fuera. Aunque las mujeresson el 70 por ciento de la organización,en la coordinación estatal había apenasun puñado. Hoy, con orgullo, dicen queen los niveles de dirección seis de cadadiez son mujeres.

En un documento público señalan:

Los campamentos del Movimiento SinTecho de Bahía (MSTB) se encuentrancasi todos en la periferia de Salvador.Son 17 en total, y cinco de ellos enotros municipios del estado. Son casicinco mil familias, incluyendo las 1.500que ya consiguieron vivienda definitiva.El MSTB nació oficialmente el 20 de ju-lio de 2003, a raíz de la primera ocupa-ción organizada en un camino hacia elaeropuerto a 12 kilómetros del centro.Luego de ser desalojadas por la policíapermanecieron en vigilia en la zona yrealizaron numerosas asambleas enlas que nació el movimiento.

ron en pie una cooperativa de alimentos,retorna la esperanza.

Ana, sin embargo, desborda optimis-mo. Pese a su escaso salario como maes-tra, apenas 600 reales (poco más de 300dólares), dedica casi todo su tiempo libreal movimiento. Se encarga de las relacio-nes con los colectivos urbanos de Brasil,una realidad que viene creciendo y quepermitió hace un par de años fundar elFrente de Resistencia Urbana, donde con-fluyen 14 movimientos de una docena deciudades. El Frente comenzó a tejerse en2006 en un encuentro en Sao Paulo, enbase a cuatro ejes: reforma urbana, dere-cho a la vivienda y al trabajo, y contra lacriminalización de la pobreza.

Hace más de una década que los SinTierra vienen promoviendo la creaciónde movimientos urbanos, pero reciénahora parecen estar cuajando. Por los da-tos que aporta Ana, los movimientos ur-banos tienen más sintonía con la culturajuvenil que con la sindical y los partidosde izquierda. Una presencia muy potente,además de los Sin Techo, es la del hip-hop y del movimiento negro, que le danun perfil muy diferente al de los movi-mientos formales y estructurados: “So-mos muy parecidos en las formas de tra-bajar, entre las que destaca que no haylucha por la hegemonía”. La “alianza” en-tre los Sin Techo y los jóvenes hip hopfue algo natural, ya que conviven en lasfavelas, sufren acoso policial y compartenla misma rebeldía ante la pobreza y unsistema que los margina. Los Sin Techoconsideran que el rap y el hip hop esti-mulan el cambio en los valores y prácti-cas sociales, culturales y comunitarias.

Ana sostiene que como el gobierno deLula no hizo la reforma agraria y el cam-po está siendo copado por el agronegocio(soja y de caña de azúcar para biocom-bustibles), cada vez llegan más jóvenes alas ciudades. En un tiempo, es probableque los movimientos urbanos desplacena los rurales como referencia del cambiosocial. Como los tiempos apremian, lan-zaron la campaña “Mi casa, mi lucha” pa-ra denunciar la oleada de desalojos porla especulación inmobiliaria de cara alMundial de Fútbol de 2014 y las Olim-piadas de 2016.

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16 ABRIL 2010MU

Teatro abiertoNINGÚN PIBE NACE CHORRO, LA OBRA

Veinticinco chicos, coordinados por dos docentes, escribieron, produjeron y actuaron esta obra de teatro queretrata sin metáforas la realidad que viven. En el patio de la escuela n°8 de San Fernando y sin ningún otrorecurso que su capacidad de creación y concentración lograron trasmitir qué significa ser joven en un barrio dela periferia bonaerense. Desde allí, apuntan contra la discriminación y la indiferencia.

El elenco de Ningún pibe nace chorro. Son alumnos “de esos que siempre llaman adirección para retar y que con esta obra, recibieron ovaciones,” cuentan las profeso-ras Diana López y Mariela Campaniolo, a cargo de sostener y producir este proyecto.Las dos posan orgullosas en la última foto de esta serie que retrata a la mayoría delos que participaron. Sus nombres se dan sin orden de aparición:

Erica (18 años) a pocos días de dar luz a Sharon, interpreta a la mamá del chico“bueno”. Florencia (18) es la enfermera. Lara (19), la novia del chico “malo”. Nico(20), el padrastro borracho y el vecino discriminador. Dana (16), la ginecóloga. María(18), la maestra que aconseja: “desentendete”. Micaela (19), la hermana del chico“bueno”. Celeste (17) está a punto de parir a Agustín y en la obra es la asistente so-cial. Brian (19) y Javier (17) integran la barra de amigos. Inés (18), la madre que echaa la hija embarazada. Ezequiel (19), el novio. Claudio (19), el policía asesino. Juan(18), el comisario. Ezequiel (17) el que niega trabajo. Juan (16), el padre. Brian (18) elchico “bueno”. Daniela (20) la otra mamá. Mercedes (17), la mujer cheta.

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un mismo prejuicio social que ellos hanelegido mostrar sin metáforas.

Ser y tener

l debate sobre estos temas fuedentro del grupo una clave paraencontrar la forma de contarlo.

Ahora mismo están discutiendo, entreellos y en medio de la charla, qué lleva aun chico ser chorro o a una chica “dejarseembarazar”. La profe Diana es quien reto-ma el hilo y la síntesis. “Nos dimos cuen-ta de que hay gente que tiene más fortale-zas que otras. Que estas cosas no tienensolo que ver con cómo te crió tu mamá.No todos somos iguales. Hay chicos queante una situación de crisis se quiebran yya no pueden salir, porque no encuentrande dónde agarrarse. Y cuando uno está encrisis y no tiene de donde agarrarse, apa-recen otras cosas que nos resultan salva-doras y ya sabemos lo que sigue: ¿de dón-de va a salir la plata para tenerlas? Ahíestá la tele prendida todo el día diciéndo-nos que si no tenemos esto o lo otro, nosomos nada. Que para ser alguien tenésque tener tal zapatilla, tal celular, tal colorde ojos. Y uno puede tener o no la forta-leza para enfrentar a ese discurso. La ver-dad es que no podemos acusar a nadiesobre cómo reacciona frente a eso ymenos desde un lugar de cierta comodi-dad, como puede ser tener la heladera lle-na, tener a alguien en la casa que trabaje,tener amigos o tener una escuela. No pue-do juzgarlo porque no sé cómo sería yocon sus circunstancias. En la obra trata-mos de reflejar esto, porque estas cosasexisten y porque ellos las vivieron. Nohay nada ahí que no haya salido de estedebate, pero basándonos en sus propiasexperiencias”.

Mariela, la otra profe que le puso garraal proyecto, fue la encargada de resumirlas conclusiones a las que llegó todo elgrupo. Escribió, así, las palabras que lavoz en off de Diana recita en la escenafinal. Dicen:

“Las palabras son la esperanza de lospueblos que resisten y luchan porsobrevivir. Pero hay palabras, también,que nos convierten en asesinos, encómplices de muertes inocentes, envidas que podrían haber sido otrasvidas. Todos y cada uno de nosotros, desdenuestros lugares en el mundo, pode-mos hacer algo para cambiar las cosas.Empecemos por cambiar las palabras.Seguridad por igualdad.Exclusión por esperanza.Gatillo fácil por justicia.”

Los chicos agregan lo más importante:“Hicimos esta obra porque queríamos que

la gente haga algo para cambiar esto”. Lahicieron, dicen, para que haya menos“gente indiferente”, menos “apoyo a lasinjusticias”, menos “personas que piensenque estos chicos, por desastre que sean,no tienen derechos”.

La hicieron con la convicción de crearun momento capaz de pelearle el destinoa la muerte y apuntar, directo a la concien-cia, el gatillo de las palabras con que nosdespiden en esta obra:

“A ustedes que están ahí sentados, quevinieron a ver y vieron, les pregunto: ¿Esto pasó o var seguir pasando? ¿No vamos a hacer nada? Basta de mirar para otro lado, basta dediscriminar, basta de lavarse las manos,basta de gatillo fácil. Basta”.Intentan sumar a ese grito, uno más. Y uno más.Y otro.

semana para dar a luz– que han vivido esashistorias que parecen de cuento. A una laecharon, a otra la acompaña su mamá.“Todo el tiempo me preguntan cuántos añostengo y cuando digo ‘17’ me contestan ‘québoluda’. Me hablan como si no fuera nada”.

¿Cómo es eso?El otro día en el hospital, por ejemplo,estaba esperando a la doctora para elcontrol y veo que llega una chica muychiquita con terrible panza. Cuando ledice que tiene 14 años, le empieza a gri-tar: cómo no te cuidaste, sos un pendeja,de todo. Ahí me paré y le dije: no ve quees una nena, no ve que no le puedehablar así ahora. Se lo hubiera dichoantes. Ahora que ya está, en lugar de gri-tarle lo que tiene que hacer es contenerla.

¿Y qué te contestó?Que hoy en día lo único que hay quetener para no quedar embarazada sondos dedos de frente.

En la obra hay una escena que refleja estetipo de situaciones, con médica y enferme-ra irradiando este tipo de miradas queconstruyen, ladrillo por ladrillo, la soledad.“Uno menos”, también podría decirse lue-go de mirar la forma en que los chicosrepresentan todo el arco de indiferenciasocial. Está desde la asistente social quedice “¿qué podés esperar de estos chicos”hasta la maestra que aconseja a otra conuna frase demoledora: “desentendete”.

“En la escuela muchas veces nos entera-mos antes que la familia de los embarazosde las chicas –dirá Diana– Y eso tiene quever con que hay otra apertura de la institu-ción hacia esos temas, porque hasta nohace mucho la escuela era una de las cosasque perdían si quedaban embarazada.Hoy hay todo un acompañamiento y has-ta un régimen especial para que puedanseguir y completar el secundario. Pero aúnasí no alcanza: necesitan otras instanciasde contención que no siempre aparecen.”

Los chicos dirán que lo que más le sor-prendió de este pasaje fueron los aplausosque brotaron del sector adolescente de laplatea de Chapadmalal. “Me gritaban: ído-lo”, cuenta indignado el chico que inter-preta al novio que manda a la embaraza-da “a la mierda”.

Así, embarazos adolescentes y asesina-tos por gatillo fácil, desnudan en esta obra

l policía se cruza con el pibeen el medio del escenario yle dispara directo al corazón.Ya en el piso, lo remata. Ydice mirando al público:

–Uno menos.“Uno menos” es la frase que escucha-

ron en la calle los chicos de la escuelamedia N° 8 de San Fernando y que convir-tieron en la escena inicial de la obra Nin-gún pibe nace chorro. Son 30 minutos deverdad narrada en breves escenas, todasasí de contundentes. Las zurcieron en elpatio de la escuela, un amplio predio quehoy está decorado con siluetas que recuer-dan a los desaparecidos durante la dicta-dura y en el barrio. Conversar con elloscon esa escenografía de fondo es tambiénun disparo directo al corazón. No te mata:te despierta. Como cada palabra con laque ametrallan la conversación.

“En este colegio tuvimos que acompa-ñar a muchos chicos al cementerio, cuyasmuertes ni siquiera son casos públicos, por-que acá sabemos que los asesinatos porgatillo fácil muchas veces se soportan ensilencio por la culpa o la vergüenza social”,dirá Diana, la profe de Historia y entusiastamotor del proyecto. Diana recuerda espe-cialmente el caso de un chico asesinadopor un policía con seis tiros y por la espal-da. “Fuimos a acompañar a la familia alvelatorio y escuchamos el murmullo demuchos vecinos que decían que la mamáno tenía derecho a llorar porque el pibe selo había buscado y porque ella no habíahecho nada para evitarlo. Eso es lo que qui-simos reflejar en la obra. Nunca la muertepuede ser el destino de ningún chico. Másen un país como el nuestro, en el quevemos cómo asesinos que han torturado yhecho desaparecer a miles de personas tie-nen derecho a juicio y a cárcel. Esa es lagran lección moral que nos dejaron lasMadres y las Abuelas y ese es el quiebre éti-co que quiere imponernos el gatillo fácil”.

El último de sus alumnos así asesinadosfue Nelson, un mes antes de estrenar laobra y por eso a él estuvo dedicada la pri-mera presentación. Fue en noviembrepasado en Chapadmalal y en el marco deun encuentro educativo dedicado a lamemoria. “El año anterior habíamos parti-cipado con un video, pero nos resultó muydifícil y no quedamos conformes. No tene-mos un profesor de informática que nosacompañe, no tenemos recursos tecnológi-cos, no tenemos dinero, pero nos dimoscuenta que tenemos recursos humanos desobra y con esa idea nos quedamos”. Dia-na convocó entonces a todos sus alumnosde 2° año a crear una obra de teatro y en elcamino se sumaron los de tercero impulsa-dos por otra idea: volver a Chapadmalal.

No fue fácil. El año escolar estuvo cas-coteado por varios paros del personalauxiliar y la pandemia mediática del Gri-pe A que dejaron a la escuela sin clases.“Los chicos venían igual a ensayar. Elpatio era nuestro escenario y ahí nos tení-amos que imaginar todo: que se apagabala luz, que había sillas, que se escuchabauna música. Teníamos que hablar a losgritos porque sino no nos escuchábamos.”

Embarazo y gatillo fácil

a chica se acaba de enterar queestá embarazada y grita:

–¿Cómo se lo digo a mi vieja?Me va a matar.

La madre no la mata: la echa de la casa.–Sos una boluda. Arreglate como pue-

das. No te quiero ni ver.El novio le responde:–Sos una hija de puta. Me cagaste la

vida. Andate a la mierda.Otra chica, en cambio, recibe el apoyo

de su familia y pareja. En este paralelo transita la obra sin ser-

mones, con frases breves y palabras ado-lescentes.

Que sus autores hayan decidido esterecorrido tampoco es casual. En el grupohay ahora mismo dos adolescentes embara-zadísimas –a las dos le falta apenas una

17ABRIL 2010 MU

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Ningún pibe nace chorro puede verseen Youtube. La escuela N° 8 de SanFernando necesita donaciones para sutalleres de arte y música. Pasteur 2440, Virreyes. 4580-5307

Ningún pibe nace para chorro es lamuestra itinerante que estamos pre-parando como un espacio de reflexiónsobre la criminalización de la pobrezadesde la mirada de los chicos.

Tiene previsto inaugurarse en julio yluego, se propone recorrer aquellosespacios que quieran recibirla.

Para participar, hay tiempo hasta el 21de mayo. Se pueden sumar fotos, vide-os, textos, dibujos, canciones o, comoen el caso de los chicos de la EscuelaN° 8, obras de teatro.

El comité de selección está integradopor el Movimiento Social Dignidad, deCipolletti; la Escuela Creciendo Juntos,de Moreno; el taller de computaciónde producción musical de la escuelaN° 58 y la Asociación Civil de Vecinosde Villa Corina, Avellaneda; AdrianaMaidana, coordinadora de un proyectoproductivo para menores judicializa-dos; la artista plástica Verónica Veláz-quez; la narradora Sasa Guadalupe ylos integrantes de lavaca.

Para enviar el material: Por correo: Hipólito Yrigoyen 1440 CP 1089Por mail: [email protected]

La muestra

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Llevan dos años proponiendo otra forma de hacer radio a través de cursos yseminarios. Apuestan a la creación de piezas sonoras que reflejen la diversidad.

La imaginación al dial NARRATIVA RADIAL

18 ABRIL 2010MU

ron conmigo que experimentan en susblogs, con los podcast, y creo que son máslos que juegan con lo creativo que los quesólo pretenden ser Matías Martin”

Para Cecilia hay un desfasaje entre la teo-ría escolar y la realidad laboral: “Te dicenque está el laburo del productor, del redactor,del editor, pero en la práctica no se cumple.Un solo comunicador termina acumulandovarias funciones. Por ejemplo, el guionistaradial está desapareciendo. Es lo mismo quepasa a nivel general con el trabajo. Como di-jo Betty Elizalde, la radio es la puta de losmedios, porque agarrás lo que venga y co-mo venga. Es el medio más ninguneado”.

Para Marcelo existe una desconexióntotal entre la valoración de la radio comomedio y la penetración que mantiene, al-go que no se condice con los bajos sala-rios y la baja producción. “Surge porqueen este sistema todo se nivela para bajo,porque los medios están muy concentra-dos y faltan discursos alternativos. En de-finitiva, parece que nadie puede hacerfrente a lo que ya está instalado.”

Hacer la radio

arrativa radial proclama: “en laforma está el mensaje”. Pido expli-caciones: “Si nosotros hablamos

de la diversidad, de diferentes voces, dedemocratizar la comunicación, estamosobligados a cambiar las maneras de hacerla radio”, expresa Cotton. Y agrega: “Salirdel mensaje único implica también for-mar a las voces que están por fuera, a lasradios comunitarias, para que sepan queno es suficiente sólo contar con el espacioy hablar. Está la idea instalada de ‘agarrolos diarios, comento las noticias y ya es-tá’. La radio tiene sus secretos y hay quepoder indagar en el lenguaje.”

Rodrigo: “Cualquiera, efectivamente,puede hacer radio y no hay que inscribir-se en una universidad para esto. Pero síhay que prepararse para complejizar eldiscurso y modificar las formas tambiéncomplejiza al que tiene que escuchar, por-que tiene que pensar más. Y de esa mane-ra se desactiva el relato mayoritario que essimple y básico”.

“Existe una sobreestimación del géneroinformativo. Los canales de 24 horas denoticias o las radios comerciales te hacencreer que necesitás estar conectado cons-tantemente con una realidad.–advierteMarcelo– Y esa realidad es una puesta enescena. Nosotros decimos: hagamos otraspuestas en escena. Todo es relato. Y no esque criticamos y cuestionamos todo lo quetenga que ver con el periodismo conven-cional, decimos: es demasiado. Hay otrasformas de mostrar hechos de la realidad.Empecemos a ponderar la subjetividad dequien cuenta y quien es contado. Termine-mos con el cuento de la objetividad”.

parte del oyente, pero a veces no se mani-fiesta y hay que generarla”.

Una noticia bastante vieja: la radio co-mercial no paga por la calidad narrativa y laradio comunitaria no tiene recursos moneta-rios ni humanos para encarar ficciones. Mar-celo Cotton lo dice bien clarito: “Se suponeque hacer una ficción es un gasto mayor, ha-blamos de radioteatro, de documentales, al-go que requiere tiempo de producción. Perosi ves lo que le pagan a una estrella de unade las radios de mayor llegada, podés hacer50 documentales y tener trabajando 10 per-sonas, entre guionistas, productores, editoresy musicalizadores. No es verdad que no searedituable, el tema es que los recursos estánmal distribuidos y no hay riesgo. Tampocohay directivos que sepan de radio. Saben denúmeros y por lo tanto no hay una apuesta

a futuro”. Rodrigo lo resume a su manera:“Es una decisión política no salirse de lasformas convencionales”

Educando al soberano

urge una duda: ¿Cómo se preparaa los alumnos para trabajar en elmedio? “A mí me da pena que las

escuelas que ya están instaladas con sunombre no puedan empezar a producirlos cambios” opina Cotton. Considera quetambién es necesario que se hable de co-municación y de periodismo a la par quese hacen las prácticas, porque esta faltaderiva en la imposibilidad de crear discur-sos propios. Señala que en las universida-des hay análisis y mayor profundidad deconceptos teóricos, pero los estudiantescarecen de la experiencia en el uso de lasherramientas para expresarse.

Rodrigo aporta su vivencia como alum-no: “Comencé a estudiar sin tener muchaidea de lo que quería hacer. Creo que estáen cada uno si su sueño es hacer un móvilpara radio Mitre u otras cosas. Hay queusar las herramientas y el lenguaje, peropor otro lado, tengo amigos que estudia-

nuestros entrevistados lesgustan las historias. Ahí vauna. Eduardo Galeano escri-bió una vez: “Sobre una torrehabía una mujer de túnica

blanca, peinándose la cabellera, que le lle-gaba a los pies. El peine desprendía sueñoscon todos sus personajes: los sueños salíandel pelo y se iban al aire.”. Imaginate pren-der la radio a las 8.15 de la mañana de undía cualquiera y que alguien te envuelvacon esas imágenes y andar, luego, por lacalle, acompañado por esas palabras.

Algunos lo imaginaron y se juntaronpara que relatos así sean una posibilidaden el dial. Rumiaron un poco y le pusieronun nombre: Narrativa Radial.

“No hay espacio para recuperar al po-tencial narrativo que siempre tuvo la ra-dio” cuenta Marcelo Cotton, periodista,guionista y docente en la escuela de co-municación Eter. A pesar del diagnóstico,su materia Ficción y nuevos relatos lo man-tuvo sujeto a la idea de crear el camino devuelta. Apostó un poco más y se lanzó arescatar esa magia con dos ex alumnos:Rodrigo Ruesta y Cecilia Gaitán.

“Todo lo que es formación en este me-dio se refiere a la parte periodística. Y la par-te de relato tiene que ver con el radioteatrode antes, cuando la radio tenía un lugar cen-tral. El desafío es bucear en formas nuevasde ficción más breves que introduzcan loscódigos actuales de escucha de los oyentes,que ahora, mientras la radio está encendida,hacen otras actividades”, sostiene Cotton.

Aquí están, esto son

odrigo Ruesta recuerda que al po-co tiempo de crear Narrativa Ra-dial se dieron cuenta de que no

eran los únicos que hacían ficciones y queno había un lugar común para mostraresas producciones. Y la página web fue,entonces, un punto de encuentro para ha-cer que esa búsqueda se potencie.

En ese sentido, Cecilia Gaitan dice:“Existe una necesidad del productor debuscar otras formas para expresarse y cre-emos que existe esa misma necesidad por

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Contacto: www.narrativaradial.comhttp://narrativablog.blogspot.com/

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detergente demoraron en revelarse y la fór-mula ideal se consiguió hace un año. Entotal, fueron siete de ardua experimenta-ción, de búsqueda de la densidad justa paraobtener un producto de buena calidad quepudiera competir de igual a igual con otrosque se encuentran en el mercado. En estelargo aprendizaje fue esencial el punto devista de los consumidores, el diálogo ince-sante y la crítica constructiva permitieronencontrar la consistencia necesaria. Fue untrabajo compartido, un ida y vuelta queobtuvo su recompensa. Damián explica lasdificultades: “Cuando el producto se modifi-caba en su calidad debido a las distintastemperaturas del año, muchos pensabanque había un intento de estafa, había genteque te creía y gente que no. Tratamos deestandarizarlo, porque te vinculás también através de la mercadería que vendés, tratásde que el producto represente lo que estásintentando fomentar con tu lógica de traba-jo, entonces no puede estar adulterado o seruna mentira en si mismo, no tendría senti-do”. Los planes para el futuro de BurbujaLatina están casi al alcance de la mano: ellanzamiento de una línea de productos cos-méticos, como jabón líquido y de tocador.

Cuenta Martín que la organización fuelo que más les costó. Decidieron rotar, esdecir, que todos los integrantes de BurbujaLatina conocieran e implementaran cadauna de las tareas, desde la adquisición delas materias primas hasta la venta del pro-ducto terminado. El inconveniente era“salir de ese papel tradicional de trabaja-dor”, detalla Martín, quien asegura queaquí aprendió a trabajar en equipo.

La posibilidad de que todos los integran-tes puedan vivir de la cooperativa e incor-porar gente que se sume a la propuesta esun anhelo que disuelve los obstáculos coti-dianos y degrada el individualismo, sincorroer la afirmación de que trabajar en unambiente agradable y solidario, hace bien.

pañero. “Una relación que no se base en tuexplotación o en la ajena, que tenga otrafilosofía de vida, en la que puedas unirtecon otras personas en diferentes redes, enotros espacios de socialización, de encuen-tro, es una apuesta integral. Esta es nuestraforma de cristalizar ese vínculo”. Hastaaquí, han fundamentado la primera y laúltima de las premisas que esgrimen. Lasegunda la defienden con la evidencia de laigualdad y el convencimiento de que losproductos que fabrican no están destinadosa ser utilizados sólo por manos femeninas,sino que los hombres también puedenentablar amistad con el trapo rejilla.

La asamblea

a economía es una suma de cono-cimientos de una complejidadpoco digerible. De sus aplicaciones

cotidianas comenzaron a dialogar losmiembros de la Asamblea Gastón Riva,nacida de las convulsiones del año 2001.Con la intención de obtener una fuentegenuina de trabajo, en septiembre de 2002transformaron la profunda incertidumbrede aquellos días en la certeza de un objetocon peso específico propio: una botella dedetergente. Y no una, sino varias. El capitalinicial consistió en un mínimo subsidio, elasesoramiento científico de una compañeratécnica-química, la curiosidad por la auto-gestión y la puesta en marcha de un mano-jo de nuevos preceptos laborales. “Al seruna cooperativa no estás esperando quevenga la patronal y te ponga guita paracomprar un insumo, tenés que hacerte car-go y controlar todo lo que se refiere a laproducción. Trabajamos muy cómodos ylos que tenemos otros trabajos notamos ladiferencia en el aire mental, en poder respi-rar durante el día, frenar y proyectar tam-bién en otros espacios de tu vida, gracias a

poder ganarte el sustento diario a partir deuna lógica más tranquila, amena, fraternal,no explotadora”, virtudes que destacaDamián, uno de los más jóvenes del grupo.

Los primeros clientes fueron los miem-bros de lo que fue la Asamblea Gastón Rivay algunos vecinos. Luego se animaron adarse a conocer calzándose las zapatillas ygolpeando puertas: llevaron muestras yuna lista de precios a bares, restaurantes,geriátricos, lavaderos y consorcios de Caba-llito. Más tarde avanzaron sobre otrosbarrios y también llegan a zonas más aleja-das mediante la ayuda de otras cooperati-vas que actúan como puentes para promo-cionar y trasladar los productos de limpie-za. Con tres fletes semanales y algunos via-jes en bicicleta, realizan el reparto a domici-lios de particulares y empresas.

La manera de darse a conocer conmejores resultados son los eventos en elCentro Cultural que los alberga o en otroslugares a los que son invitados, los volan-tes, la publicidad en radios alternativas yel “boca a boca” que encabeza el rankingde efectividad.

El proceso de crecimiento fue pausado,pero firme. Con elementos reciclados, lacompra de materias primas por un litro yun pequeño ingreso de planes de auto-empleo, se inauguró la producción. A medi-da que iban aumentando las ventas, les fueposible adquirir cantidades mayores y bajarlos precios. Los misterios de la alquimia del

na buena declaración de prin-cipios precisa incluir argumen-tos lo suficientemente respeta-bles como para merecer elestandarte. Veamos estos:

“Trabajar es perjudicial para la salud.Y que también limpien los hombres,Resistencia a explotary a ser explotados”.Las tres máximas son aplicadas riguro-

samente por los integrantes de BurbujaLatina, colectivo de trabajo (sí, pese al pri-mer postulado, trabajan, ¡pero con ale-gría!) que encontró en la elaboración deproductos de limpieza la excusa oportunapara materializar sus deseos. Envases api-lados de detergente, lavandina, suavizante,limpiavidrios, jabón en polvo, cera y deso-dorante para pisos forman parte de laescenografía cotidiana del Centro CulturalLa Sala, del barrio de Caballito, dondefunciona la fábrica de artículos.

La entrevista transcurre en penumbrasdebido al corte de luz, consecuencia desa-fortunada de la lluvia furiosa del día ante-rior. En medio de las sombras y el mate queva y viene, Martín Cartuk, uno de los ochointegrantes de la cooperativa Burbuja Lati-na, define la visión que comparten acercadel verbo trabajar: “Si decÍs que estás encontra, creen que no querés laburar, quepretendés estar ocioso todo el día. Pero noes eso, sino que se trata de recuperar elvalor social de tu tarea en la vida, ¿cuántagente hay que puede decir: yo trabajo paraservirle a la sociedad? En general la gentelabura nada más que para sacar un man-go”. Martín participa también en una coo-perativa que se dedica a la producción arte-sanal de cerveza y es electricista, aunqueen este caso nada puede hacer para que laslamparitas vuelvan a iluminar el lugar.

“Una actividad libre y creadora” añadeDamián Ripetta, otro integrante de la coo-perativa, a la descripción que inició su com-

Detergentes, ceras y jabón en polvo de excelente calidadnacieron de una asamblea barrial y se transformaron enun empredimiento que sostiene ocho sueños.

Limpiezarevolucionaria

COOPERATIVA BURBUJA LATINA

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Burbuja Latina. Centro Cultual La SalaAvellaneda 645Teléfono: [email protected]

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estatuilla y un diploma en agradecimiento ala inclusión de su gente en el libro. Según elpresidente, Miguel Ángel Lembo, la repercu-sión sirvió para que se acercaran muchos in-teresados en el arte de la ventriloquia, y tam-bién para que los ventrílocuos tuvieran máslaburo. Durante la cena, sortearon un muñe-co. Cada uno de los asistentes tenía un nú-mero: el mío era el 30. Salió el 30. Me gané elmuñeco, una obra de arte realizada por la se-ñora Jesús de la Cruz Rivera, que me dijomuy emocionada que cada uno que hacíaera como un hijo para ella, y que sabía quehabía caído en buenas manos. Alguna vezme había ganado 486 pesos en un bingo,cuando era niño me gané en una kermesseuna picadora de hielo analógica que no ser-vía para nada, pero esa noche conocí la for-tuna… Dudo mucho que en toda mi vidavuelva a obtener un premio semejante”.

Del azar, entonces, nació Paco y Oliverio,la pareja que este año está ternada para lospremios Magia que otorga Civear. Juntos ha-cen el espectáculo Sexo, droga y ventriloquia,pero también otras cosas: celebraron, porejemplo, la boda del historiador AlejandroHorowicz y la escritora Elsa Drucaroff. “Fueel 20 de marzo en un salón de fiestas. Paco yOliverio los casaron con todo cariño, los de-clararon marido y mujer, los gastaron un po-co, les permitieron besarse y todo. La ideafue que Oliverio tuviera perfecto conoci-miento de los rituales y fuese totalmenteconservador, para generar un contraste gran-de con el hecho de que los estaba casandoun muñeco. Nos presentó Horacio Embón,que también es amigo de los novios. No fui-mos rabinos ni jueces de paz sino casadores,tal nuestro título”.

Lo que aprendió en estas artes estápresente también en su novela, a dondetrasladó la agilidad del diálogo breve quepermite ese intercambio de ideas que de-sacraliza cualquier evangelio, pero tam-bién la ilusión de no estar nunca solocuando se escribe. Transformar los héroesen duendes que nos provocan, los espec-tros en tiernos muñecos que nos alientan,los dioses en compañeros, ésa es la inge-nua mirada del hidalgo caballero que ha-bita en Riera.

mera novela de Riera, editada por Librosdel Náufrago en su colección Patas Cortas.(y ninguno de los sustantivos que formanesta frase es inocente).

Se trata de un relato hilvanado a partirde breves capítulos que funcionan comosorbos, pero dan sed. Las historias y los per-sonajes fluyen a partir de una frase –“Escri-bí este libro hace cuatro años y me saliómal.”– y una idea que queda explícita al fi-nal: “Un libro sobre gente que creía en supropia trascendencia hecho por alguien aquien el disfrute del recorrido le importabamucho más que la parada final”. Riera se re-fiere así al escritor-personaje, que en su no-vela se encarna a través de varios espectros,porque estos Evangelios están destinados areflexionar sobre algunas cuestiones centra-les de la fe literaria.

Sobre sus inspiraciones, pero tambiénsobre su falta.

Sobre sus Cristos crucificados –Oester-held, Walsh–, pero también sobre sus ánge-les, que Riera encuentra en estado delirante.

Como si la forma de encontrar una salida ala trágica herencia fuera la de reconocer enesas criaturas desquiciadas la fe necesariapara escribir hoy, aquí, en Argentina.

¿Dónde, sino, puede pensarse un perso-naje como Dorotea Lanús, la anarquistaque practica la Teoría del Desorden Míni-mo con actos de boicot minimalistas? DiráRiera de Dorotea: “Sus últimas acciones es-tuvieron a la altura de su leyenda: en unasola tarde tapó los baños de mujeres decuatro bares céntricos; en una sola nochetrabó un par de cajeros automáticos en di-ferentes sucursales bancarias; en una solamañana convenció a siete personas de vo-tar a Fernando De la Rúa”.

¿Dónde, sino, puede imaginarse el Fren-te Mágico para la Liberación “la agrupaciónque llevó a las villas del conurbano bonae-rense su bagaje de conejos, palomas y mu-jeres cortadas en pedacitos” e “hizo reir aniños color café, piel cobriza, cabellos sem-brados de piojos” a los que enseñó cantar“Perón Evita, galera y varita” y que, tras elgolpe de Estado, “fue disuelto y sus militan-tes fueron perseguidos, pero el dominio delas mejores técnicas del escapismo houdi-nista los mantuvo a salvo de la barbarie”.

¿Dónde, sino, la panadería de barrio LaEspiga de Trigo puede cambiar su nombrepor Ya no somos lo que éramos para con-vertirse en un negocio atendido por unaempleada “vestida de riguroso y ceñidocuero negro, con una máscara de solda-dor” y en la que los productos están “no-menclados de acuerdo con un código alfa-númerico: las medialunas de grasa eranf1; las de manteca, f2”?

Peronistas que buscan ovnis y encuen-tran sexo, falsos profetas que denuncianmentiras verdaderas, sembradores de pio-jos y ajedrecistas campeones a los quefunde la Afip.

Sagrados pecadores que ejercen el vio-lento oficio de sobrevivir: creer, desencan-tarse y volver a creer.

Ellos son los protagonistas de esta fer-vorosa defensa de la ilusión que ha escri-to Riera.

Dos poetas en uno

asta el momento, Riera publicódos libros de poemas –Sexo Telefó-nico y Familia y Propiedad, la ver-

güenza nacional– en la editorial Antilibros,que fundó junto a sus cómplices de la re-vista Barcelona y una investigación perio-dística, Buenos Aires Bizarro, en la maistre-am editorial Aguilar, donde pronto editaráun libro con sus mejores crónicas perio-dísticas.

Uno de los capítulos de sus relatos biza-rros fue, justamente, el que le agrandó la vi-da. “Me invitaron a la cena anual del Círculode Ventrílocuos Argentinos (Civear). Allí metrataron maravillosamente, me dieron una

er escritor y ventrilocuo esuna combinación que puederesultar extraña o rara, salvoen el caso de Daniel Riera,una persona capaz de conver-

tir lo extraño en extraordinario y lo raroen especial.

No es magia. Es talento. Un don que expresa en esa prosa ele-

gante y clara que incluye una virtud ma-yor: el humor.

No el chiste que provoca la carcajada, si-no el disparate que hace sonreír al lector.

Sé que debo justificar más que en nin-gún otro caso estas afirmaciones porque sesupone que estoy escribiendo sobre unamigo que, además, escribe en MU. Pero noes mi culpa que los críticos literarios elo-gien habitualmente a sus amigos. Yo no soycrítica y ellos son amigos de escritores abu-rridos: ninguno es ventrílocuo.

A mi favor tengo, también, las pruebasde galera de Evangelios y apócrifos, la pri-

Al filo de los 40, es un periodista con estilo propio y unescritor de poesías que ahora publica su primera nove-la, Evangelios y apócrifos. Allí transita por personajesdesquiciados que ponen a prueba la fe literaria.

Créase o noDANIEL RIERA, ESCRITOR Y VENTRILOCUO

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www.driera.blogspot.comTextos, libros, artículos, tapas de larevista Barcelona, donde es uno delos editores y los programas de Radio Barcelona, donde es uno delos productores.Sexo, droga y ventriloquia se presen-tará el viernes 16 de abril a las 21.30en MU. Punto de Encuentro. Hipólito Yrigoyen 1440 Capital

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21ABRIL 2010 MU

labrini Ortiz, quien tranquilamente podríahaber dado letra a Peter Joseph cuando sen-tenció: “Todo lo que nos rodea es falso eirreal. Falsa la historia que nos enseñaron,falsas las creencias económicas con quenos imbuyeron, falsas las perspectivasmundiales que nos presentan, falsas las dis-yuntivas políticas que nos ofrecen, irrealeslas libertades que los textos aseguran”.

Lo afirmó hace setenta años, pero toda-vía no existía Google Video.

Hacer algo

l documental se está filmando concámaras provistas por algunosmiembros del movimiento, con

gastos mínimos y coordinado por Internet.Se va a dividir en tres partes: el sistemamonetario, el sociopolítico y una econo-mía basada en recursos naturales y tecno-lógicos. Franz brinda más detalles delguión: “Todas las instituciones, la política,los medios de comunicación, la religión, lacultura, se basan en el dinero. Si no hay di-nero, no funcionan. Hablaremos de quie-nes manejan la economía del país. Plante-aremos la ´corporatocracia´: la democraciaes una ilusión, las disyuntivas políticas noexisten, los medios masivos de comunica-ción desinforman o estupidizan, la educa-ción deficiente no es casualidad. Hay unaserie de corporaciones, de empresas multi-nacionales, algunas manejan la minería, eltema energético, la soja. Esto va a llegar aun límite en los próximos 15, 20 años. Ar-gentina produce alimentos para 400 millo-nes de personas, podríamos alimentar atoda Sudamérica, sin embargo se muerende hambre 9 pibes por día. Esas cosas que-remos mostrar en el documental”.

Quienes integran el movimiento Z defi-nen el sistema monetario como una farsaque mantiene controlada a la poblaciónmediante la ilusión de libertad: todos creenque pueden elegir porque encuentran en elmercado variedad de productos, de marcasy de colores. Dicen que las soluciones noprovienen de parte de líderes, a quienes lesconvienen el caos y el desorden porque losmantiene en la cima. Sostienen que la ver-dadera espiritualidad es comprender el or-den natural del universo y no se calificancomo utópicos o idealistas: “No es un idealnuestro, la realidad nos lleva a esto, mire-mos el mundo que nos rodea, hay que ha-cer algo y eso es lo que nos motiva”.

Aspiran a tener listo el documental an-tes de que termine el año, presentarlo enun lugar público, en lo posible algún cineindependiente que les abra sus puertas,proyectarlo en plazas y, por supuesto, su-birlo a Internet para ampliar la cantidadde personas que tengan acceso a conocer-lo. “Invitamos a una transformación, esoes lo que nos interesa, que quien lo veaanalice su vida, su realidad y elija si quie-re seguir así o cambiar”, resume Franz.

En estos tiempos, la revolución detonaen la pantalla, promete contagio, cambiosocial y un mundo dichoso. O lo creemosy sintonizamos, o es otro mito.

l cristianismo es un mito. Lacaída de las Torres Gemelasfue un autoatentado. El mun-do en el que vivimos es unagran mentira organizada. La

economía no es una ciencia sino un enga-ño. ¿Y si fuera cierto? Este panorama de te-rrenos movedizos, donde abundan las pre-guntas y escasean las certezas es el quepropone un documental que apareció hacepoco más de dos años en Internet y a estaaltura se propagó como un virus. Se calcu-la que ya fue visto por más de 50 millonesde personas en todo el mundo: Zeitgeist, uneficaz resorte para el ejercicio de la duda.Un trabajo que apunta sin piedad a los dis-cursos mediáticos con el fin de desbarataruna serie de supuestas verdades consen-suadas a lo largo del tiempo. Y si da en elblanco o no depende de cada espectador.

Vos elegís creer o no.

La gramática del poder

Cómo se construye “la verdad”?¿Quiénes la construyen y con quéintenciones? El documental es

una prueba de lo que pretende demostrar:se convirtió en un mito. El boca a boca esuno de sus mejores aliados y la difusiónlibre y gratuita multiplica las miradas.

“La revolución es ahora” fue la fraseque impactó a Franz. “¿Qué estoy esperan-do?”, dice que se preguntó.

Matías lo vio con un grupo de amigos.Quedaron tan sorprendidos que necesita-ron un prolongado debate para desentrañarla información y discutir argumentos.

Jonatan se interesó porque se lo recomen-daron, se entusiasmó y buscó más datos.

Los tres argentinos investigaron por laweb y ahí se encontraron, se conocieron yse aliaron. Y no son los únicos. El fenóme-no Zeitgeist despierta adhesiones y críticasy, entre otras curiosidades, generó una co-rriente simpatizante con raíces en variospuntos del planeta. Sin ir más lejos, unasocho mil personas de distintos lugares deArgentina integran el Movimiento Zeitgeist,(palabra de origen alemán que significa“espíritu del tiempo”) y las une un objeti-vo de planteo abstracto, aunque en lapráctica es tan concreto como apasionan-te: cambiar el mundo.

¿Qué hay detrás de esto? ¿Revelación,conciencia, manipulación, confusión? ¿Pue-de un documental ser el punto de partidapara lograr una meta tan ambiciosa?

Conciencia y paciencia

mágenes impactantes, un relatoatrapante y conclusiones que avi-van la polémica e incentivan la cu-

riosidad, sin espacio para la indiferencia. El guionista, director, productor y com-

positor de la música de Zeitgeist, la películay su secuela, Zeitgeist Addendum, es un jo-ven norteamericano que cambió su apelli-do para evitarle inconvenientes a su fami-lia y saltó a la fama como Peter Joseph. Enun reportaje que puede verse en Youtube(Who is Peter Joseph?) cuenta, entre otrascosas, que sus inclinaciones sociales se de-ben a la influencia de su madre, ex emple-ada de Protección de Menores y que, co-mo no pudo encontrar un puesto rentableque alentara su vocación de músico, in-cursionó en la publicidad. Así la define:

Creado por un norteamericano, el documental que ya fue visto por 50 millones depersonas se convirtió en un movimiento. Aquí, sus seguidores continuan la saga.

La verdad es un mitoZEITGEIST PREPARA SU VERSIÓN ARGENTINA

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Más información:www.zeitgeistargentina.com

El primer documental llegó a la weben 2007. Tiene tres partes: la exposi-ción del cristianismo como mito, elatentado de las Torres Gemelas comoexcusa para el control social y la eco-nomía como discurso que justifica laespeculación, el monopolio del dineroy el gasto militar. A partir de una pági-na web, con versiones en más de 30idiomas, se promovió luego el Movi-miento Zeitgeist que en todo el mundopromueven proyecciones y debates. www.thezeitgeistmovement.com

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E“Una manipulación absurda de la percep-ción de la gente para que las empresaspuedan vender su basura”.

Luego, se dedicó a las finanzas, aunqueya no lo hace porque aborrece el sistemamercantil. Así que sacó los zapatos del ba-rro y quiso hacer algo. Una vez terminadoZeitgeist lo subió a la red para ver si a al-guien le gustaba. Una muestra de esa reac-ción que lo intrigaba es manifestada ahorapor un espectador, el argentino Jonatan: “Eldocumental actúa como un disparador, telleva a cuestionarte todo, estamos acostum-brados a ver todo tal cual está. Es importan-te generar un pensamiento crítico que te lle-ve a cambiar tu estilo de vida, a mirar larealidad de otra manera, te ayuda a ver queno puede ser la única, que la podés criticary cambiar”. Justo lo que Peter Joseph quería.

Exponer y proponer

n el primer documental expone yen el segundo propone, a pedidodel público. Sugiere un mundo

con una economía basada en recursos, ex-cluyendo el dinero, y rescata los postula-dos de Jacque Fresco, autodenominado“ingeniero social”, y autor del Proyecto Ve-nus, diseñado en los ‘70. Cambio social,distribución equitativa, servicios, salud yeducación para todos, tiempo de descansoen el que las personas puedan explorar,crear, participar y aprender, tecnología yciencia al servicio de la humanidad, sonalgunas de las ideas que enuncia Frescoen su proyecto.

¿Cómo se logra? Ciencia, conciencia ypaciencia. Los métodos propuestos por elProyecto Venus para alcanzar las metaspueden parecer impracticable, probable-mente porque estamos demasiado acos-tumbrados y aferrados al mundo que nosrodea, quién sabe. Por lo pronto, los segui-dores argentinos dicen que están conven-cidos de que esto es posible y son optimis-tas. Franz destaca qué lo moviliza deldocumental: “Vemos que hay algo que noestá bien, hay muchas falencias y limita-ciones en el mundo en que vivimos y Zeit-geist nos activa desde un lugar nuevo. Yase probó con la política desde el fascismo,el comunismo, el socialismo, el capitalis-mo: todos buscan controlarnos. Este es uncombo nuevo”. Aseguran, entonces, quePeter los inspira y ellos se juntan para acti-var esa inspiración.

Franz, Matías y Jonatan tienen planes.Como miembros del movimiento local, yjunto a otras personas de Córdoba y SanJuan, están dedicando tiempo y ganas a larealización de un documental al estilo Zeit-geist, pero con un contenido que abarquenuestra realidad. Por eso buscan rescatarautores como Arturo Jauretche y Raúl Sca-

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co”. ¿La Pucci haciendo punk? se preguntóen las calles de Neuquén… Sí, pero versio-nado y con impronta propia, en bossa oflamencos. Las letras del punk se desen-vuelven así sin filtros, con un mensaje cla-ro y directo. Y en eso se identifica Noelia.

Versionar, hacer temas de otros, es tam-bién forma de poner en boca de uno otramirada, otra perspectiva, identificarse conotro mensaje y volverlo propio. Dice Noe-lia: “Desde hace 4 años que empecé a ver-sionar. Antes componía y no hacía temasde otros, y sentía que me quedaba cortacon algunas cosas que debía decir. Sientoque todavía mis composiciones son inma-duras, no son totalmente sólidas y termi-nadas. Tiene que ver con la falta de cami-no por recorrer”. La autocrítica de la Puccies su primer paso para mejorar. La incon-formidad, dice, la impulsa a aprender,transformar, crear.

A dónde voy

oelia dice: “Sentía que me queda-ba corta con algunas cosas que de-bía decir”, y ese “debía” no es me-

nor, no es detalle. Cantar es su deber, supromesa con ella misma, con quien la es-cuche. A fuerza de años y de años de fuer-za, la Pucci cuenta con un público conside-rable, al menos para el circuito artísticoneuquino. Sin embargo, los problemas nofaltan: “Sucede lo que sucede en todas lasciudades: es muy difícil conseguir lugarespara tocar. Quizá el estilo de música queyo hago sí tiene un poco más de espacio;pero el problema viene con las composi-ciones. No en todos los lugares podés ir acantar determinadas cuestiones”.

En tanto, proyecta un disco para el pró-ximo 2011. Sin título determinado, estaráconformado por temas propios y algunaque otra versión. ¿Los obstáculos? “La gui-ta”, contesta sin vueltas. Sigue: “Además,vos sacás un disco, ¿y después? Mi idea esmoverlo y distribuirlo independientemen-te, asi que todavía tengo que tener resuel-tas esas cositas…”

Ahora, por lo pronto, prepara su próxi-ma presentación: “Quiero hacer un espec-táculo que se llame Cumbia, nene, con to-das canciones de cumbia argentina”. Estáclaro: las cumbias no serán cumbias sinoque tomará sus letras y las resignificarácon otro acompañamiento musical.

La Pucci milita en Libres del Sur, aun-que su militancia –en el sentido amplio deltérmino– trasciende esa faceta política. Susrecitales, sobre las mujeres o el punk anár-quico, son sus constantes artísticas tanto omás políticas que su quehacer partidario.Noelia se presenta constante en marchas yactos a favor de los derechos humanos, lasmujeres, y confiesa que de allí arrastra lamayor parte de su público. Es decir: Puccicanta y compone para un público tambiéncomprometido, quizá militante, que esperaverse representado en sus letras o versio-nes. En Neuquén, entonces, sus recitalesenvuelven una atmósfera cómplice. LaPucci lo sabe, y ése es su mayor desafío:serle fiel a su público, o lo que es igual, ser-se fiel a ella misma. Ofrecer una nuevaperspectiva en cada recital es parte de lainquietud artística que la caracteriza. Noe-lia desarma, rompe, juega. Argentiniza losRamones; hace de La ventanita un tema es-cuchable, incluso logra que uno se descu-bra cantándolo en sus recitales, (porque laletra la sabemos todos, vamos). El punk,Noelia mediante, es bossa; la cumbia, fla-menco. Noelia canta para que la escuchen,o mejor, para que la piensen.

todo el día estaba alguien tocando”. La Pucci arrancó tarde, a los 14, y ape-

nas aprendió sus primeros acordes armóuna banda de rock de mujeres. Desde en-tonces transitó estilos varios y variados:rock del clásico, pesado, heavy metal, mú-sica electrónica. Hoy define a su génerocomo “la canción” misma, es decir, ningu-no en especial y todos. A fuerza de la gui-tarra, el recto o el pandeiro –un derivadode la pandereta clásica–, Noelia compone(y vive) sobre un factor común: transmitirun mensaje. Dice: “Mis composicionesson más intimistas: hablan, describen un

paisaje de la realidad, pero siempre desdemi punto de vista. Después están las ver-siones. Ahí hago un proceso de selección:estoy de acuerdo con tal cosa y no con talotra. Trato de que sea claro”. Así, la atmós-fera que Noelia crea desde el escenario in-vita a escuchar, pero no sin pensar. Enotras palabras, dirá Noelia: “Cantar es pa-rarse en un lugar determinado”.

En Neuquén, su ciudad, los espectácu-los de la Pucci son impredecibles: los hacetemáticos, eligiendo un repertorio acordey diferente del recital anterior y del quevendrá. Son únicos, diría un coleccionistade momentos. Noelia cuenta: “Para el 8 demarzo el año pasado presentamos Ellasdenunciaron, que trataba sobre la proble-mática de la mujer en el país”. A la músi-ca y voz se le complementan segmentosde sonido grabados y videos cortos. Gaseslacrimógenos, por ejemplo, va precedidade un escalofriante audio del día de la re-presión en Arroyito.

El último de los recitales multimediaque la Pucci presentó en el valle se titulóPodrido, y recorrió el punk y su historia.Noelia: “En el recital contamos porqué ental momento tal banda decía tal cosa. Poní-amos las canciones en su contexto históri-

os músicos no consiguen ex-plicarse mejor que su arte.Noelia, incluso, es difícil deresumir de una manera me-jor que la que ella despliega

en cada recital. Dice, al comenzar:“Este tema está dedicado a Carlos

Fuentealba y todas las víctimas de la yaconocida represión a profesores de Neu-quén”; entona, así, Gases lacrimógenos.

Seguirá con una versión propia de un te-ma ajeno: Ilegal, de la banda uruguaya Note va a gustar, cuya letra no es precisamen-te un himno de la marihuana. Ilegal es elaborto, recuerda Noelia, y en ese sentido semueve la letra de esta canción.

Luego canta otro tema propio, Dejarás,desde donde pregunta: “¿Cuánto más de-jarás que decidan por vos?”

Su cuarto tema se titula Bolívar 820 yNoelia lo presenta así: “Este es un temaque hice sobre la cuadra donde vivo, alláen Neuquén, donde tengo un cabaret en laesquina, un boliche gay en diagonal y unpool en frente. Es decir: los fines de sema-na hay algo de movimiento…”.

El siguiente, Vas a ver, lo compuso ape-nas fue a vivirse sola. Canta: “Soñaste tuvida, pero no te alcanza. Acordate, nadiete espera en casa”;

El segmento se cierra con una versióndel clásico tema de Los Ramones, The kkktook my baby away, en ritmo de bossa no-va y con el estribillo argentinizado: “Laaaa (triple A) se llevó a mi mujer”.

¿Hace falta algo más para conocerla?Hace falta escucharla. Noelia canta como para no dar explica-

ciones. Sus letras y los temas que elige ver-sionar tejen el relato de su vida, de lo quehace y piensa. Dentro de ese cuerpo chiqui-to, casi mínimo en el paisaje del escenario,Noelia asoma detrás de su guitarra y se ha-ce grande, enorme. Su voz viene lejana, in-tacta, pura. Los arpegios de su guitarra semueven a ritmo lento. Noelia golpetea elpiso con su taco al ritmo de la bossa nova,del flamenco o de un acústico clásico. Traeel eco sureño de su raíz, de su apellido. LaPucci, le dicen y la Pucci es: porque en elvalle, Pucci es sinónimo de música, por supadre, por sus cinco hermanos.

Noelia canta como para no dar entre-vistas. Pero igual conversamos.

De dónde vengo

ucci padre fue baterista toda su vi-da, y por una suerte de herenciagenética, sus cinco hijos también

se dedicaron a la música. Noelia recuerda:“En casa teníamos una sala de ensayo enuno de los cuartos. Como somos 5 herma-nos y todos tocamos cosas diferentes, nosturnábamos para entrar. Era un quilombo:

Sus raíces neuquinas recorren el repertorio de temas propios y versiones muy perso-nales que presenta recordando, por ejemplo, el asesinato de Carlos Fuentealba.

La hija del alto valleNOELIA PUCCI

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Para escuchar a Noelia:http://www.myspace.com/noeliapucciEn Youtube podés encontrar el videode su presentación en el Día Interna-cional por los Derechos de la Mujer.

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23ABRIL 2010 MU

que hasta los músicos se maquillan).El espectáculo basiliense tiene amplia

mixtura musical y teatral. Eso que aquímencionan como “música del mundo”(klezmer, paso doble, vals, gypsy, tarantela,tango, swing) se conjuga con el baile colec-tivo de jóvenes, adultos, adolescentes, ma-yores y hasta uno con el pie enyesado, que,obligados por esa mezcla de ritmos univer-sales, salen también a escena y compartenun mismo espacio con los cinco músicos ytres actores que integran la Orkesta.

Los que ahora nos movemos improvisan-do y haciendo el ridículo en un contextodonde lo que no vale es no serlo, seríamosespectadores en cualquier show convencio-nal: aquí somos una parte más del engrana-je que este espectáculo ya echó a andar. Loque está pasando: un acordeón se mezclacon un sonido experimental de percusión.Es un sonido raro. Antiguo y moderno. Lo-cal y universal. Como si fuera Kusturica, pe-ro más cachengue. Mientras la música sue-na, los tres actores recrean escenas de otrostiempos que, a la vez, resultan actuales. Ysacan a la gente a bailar, a los que se sumanlos espontáneos, los valientes, los fiesteros olos ridículos, según la óptica con que se losmire. Al rato, tenés dos opciones: o seguísbuscando calificativos y mirás la cosa des-de afuera; o te sumas a esta especie de fies-ta popular donde todo converge en unamiscelánea armónica.

Así, Babel funciona como un antídotocontra esa concepción tan rock star según lacual el artista está a años luz de distancia desu público. Aquí, la propuesta es radical-mente opuesta: la Orkesta necesita tanto dela gente que está bailando como lo que bai-lan necesitan que la melodía siga permitien-do esta comunión musical que cobija a jó-venes, viejos, hijos, turistas, porteños ycuriosos a hacer trencitos, círculos que seabren y se cierran, dúos de bailes, entreotras piruetas que no tienen más lógica queseguir el ritmo de la música y pasar unabuena noche a cielo abierto.

Después de una hora y media intensa, labanda se retira tal como había llegado, a pu-ro ritmo, hasta perderse en las infinitas esca-leras naranjas que son parte de la estructuradel Konex. De los que participamos delshow, pocos se van como vinieron: los veoalejarse con idéntico sentido de pertenenciaque el de una caravana de hinchas de fút-bol, aunque sin eso que algunos barrabra-vas de la palabra aún llaman folkclore.

Con la intensidad todavía visible en suscuerpos –y mientras van y vienen dentrodel camarín en los preparativos para ir a to-car a una fiesta de casamiento– los BabelOrkesta Pablo Maitia (guitarra y banjo) yZeta Yeyati (saxo soprano y flautas), paranla música y tocan otras cuestiones.

¿Cómo dirían que funciona la lógica que pro-pone Babel Orkesta?

Zeta: Vemos que a la gente le hace bien,que nuestra gestación fue similar a lade esos grupos de gitanos que van su-mando músicos y sueños a su paso, asíque se dio todo como muy natural-mente. Yo hacía ya más de 25 años quetocaba en La Mississippi y quería ar-mar siempre una cosa más de NuevaOrleans, que toque un estilo de bandaportátil, con instrumentos acústicos.

¿En qué instancia creen que está la Orkesta?Zeta: Estamos creciendo mucho. El objeti-vo es tratar de tener una identidad, que lagente que lo escuche diga “esto es Babel”,incorporar la palabra también. Hay mu-cho para hacer, pero vamos de a poco. Esuna banda que aún no tiene tres años. Pablo: Somos ambiciosos con la música,pero humildes con cómo la tocamos. Nohay improvisación porque no nos inte-resa mostrar el virtuosismo ni momen-tos de individualismo: la idea es com-partir la música. En eso hay unaausteridad musical: tocamos para queestemos todos acá. Ese es el ideario.

La Babel Orkesta levanta campamento yparte con su compañía itinerante hacia supróximo destino festivo. Se van, literalmen-te, con la música a otra parte, a todas partes.

res comenzasen a hablar diferentes lenguaspara que reine la confusión y no tuvieranéxito en la idea. Así, el mito se basa en laincomunicación humana, en la imposibili-dad de la traducción y del entendimientoentre diferentes culturas.

Como un conjuro contra esta enseñanzabíblica del desencuentro, la Babel Orkestadecidió tomar prestado el nombre, cosa queningún mandamiento prohibe, y revertir lahistoria: frente a la condena al desentendi-miento, la música que tocan es compartidaen todo el mundo y la alegría que contagiava saltando de unos a otros, en una alqui-mia circense e itinerante. “No se podían co-municar con la palabra, pero sí con la músi-ca. Nos hicimos cargo de la orquesta de laTorre de Babel y no subimos arriba del mi-to, sin querer ser pretenciosos, pero desdeun lugar humilde e irreverente”, me dirá Ze-ta Yeyati, unos de los músicos de la banda,cuando termine el show y aún esté maqui-llado. (Sí, es tan potente la puesta en escena

n unos pocos minutos, la chi-ca que conversa con su parejaal lado mío, a la que juro queno conozco ni de vista, estarátomada a mi cintura en un fre-

nético trencito humano que atraviesa el pa-tio de la Ciudad Cultural Konex, al compásde la música que despliega la Babel Orkes-ta y que hace imposible que no participesde esta fiesta.

Como un cumpleaños de quince o uncasamiento, pero con gente a la que no fre-cuentás y a la que no te liga ni siquiera elconocer a la quinceañera o a los novios, lapropuesta de esta banda es que el showtambién lo hagas vos. Tanto, que sin dartecuenta los pies y la cadera se te mueveninstintivamente y terminás, como ahora, to-mado de la mano haciendo un círculo alre-dedor de la Orkesta y con el cuerpo desen-frenado. A tal punto, que la pareja de lachica que ya perdí entre la multitud, cam-bia su cara yogurt descremado y se ríe co-mo si hubiera escuchado el mejor chiste enboca de un fino narrador.

Según la Biblia, cuyo legado afecta a mu-chos más de los que la leyeron y a bastan-te más de los que la creyeron, la Torre deBabel fue una pretendida construcción delhombre para alcanzar el cielo y llegar aDios. Como éste se pone jodido con esosinventos humanos, hizo que los constructo-

Cinco músicos y tres actores ofrecen un show musicalque se convierte en una fiesta para los espectadores.

Siga el baileBABEL ORKESTA

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Más info:http://www.babelorkesta.com.ar

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¿Y Julio López?

La presente edición de nuestro periódico MU sumó el esfuerzo de:Redacción: Claudia Acuña, Sergio Cian-caglini, Mariana Collante, Romina Dal-fonso, María del Carmen Varela, CarlosMelone, Luis Zarrans, Franco Ciancagliniy Franco Danussi.Fotografía: Julieta Colomer, HernánCardinale, Mónica Bonavia y SebastiánSzymon.Diseño: másSustanciaCorrección: Graciela DaleoIlustración: Diego Parés, Mariano LucanoWebmaster: Diego GassiCoordinación: Magui Salazar y PaolaMéndezImpresión: Cooperativa de Trabajo Grá-fica Patricios. Av. de Patricios 1941 Distribución en Capital: Vaccaro Sánchez y Cía. Moreno 794 9º, CapitalTel/Fax: (011) 4342-4031/32 Distribución en Interior: DISA (Distribui-dora Interplazas SA). Pte. Luis S. Peña1832/6 (1135) Capital. Tel (54 11) 4305-0114/3160MU es una publicación de la Coopera-tiva de Trabajo Lavaca Ltda. Hipólito Yrigoyen 1440 Ciudad Autónoma de Buenos AiresTeléfono 4381-5269.Editor responsable: Claudia Adelina Acuña www.lavaca.org

s un sábado con poca cargamítica, más bien burocrático,previsible, estremecedora-mente posmoderno. El trenestá a medio camino de la

desolación y Ella, sentada frente a mí, tie-ne ojos muy verdes, pelo muy corto, unabelleza indescifrable y una indiferenciadevastadora.

No la miro discretamente porque losdioses me han negado las virtudes del en-carador clásico y desenfadado, tan caro anuestras tradiciones de guacho pistola.Apenas me permito alguna fantasía tibia,casi inocente.

Sorpresivamente Ella se levanta y enun gesto veloz y preciso, escupe volumi-nosamente por la ventanilla con talento yprecisión de camionero y vuelve a su indi-ferencia psiquiátrica.

Mi estupefacción, mi cara de estúpido, miasombro ante el veloz y contundente gestome indica que, definitivamente, estoy afuera.

De todo.Cuando estoy llegando al Hotel Bauen,

paro en un kiosco de la esquina a tomaruna diminuta naranja, cobrada en cifras queindican que su procedencia debe ser israelí,por lo menos, y escucho un segmento deuna charla entre un cana muy joven paradoen la esquina, vestido con esas chaquetas-semáforo que desfila la policía macrista yotro pibe, muy joven también, pelos para-dos, aros, tatuajes, musculosa negra, chan-cletas y birra en la mano, ya consumida:

- ¿Cuánto ganás en la cana?- Unos tres mil, más... (no escucho qué dice)- Che, está bueno, es buena guita- Claro que está bueno. Metete, si no ha-

cés nada…(no escucho, maldito tránsito ymaldita sordera)

Me parece que Troya queda muy lejosy ya no llego. Lo asumo: está difícil de en-tender el Mundo o lo que sea.

Pienso en la mujer del gargajo indesci-frable.

¿Era así?Llego al Hotel Bauen y a la Sexta Mues-

tra Anual de Tatoo y anexos.Mucha gente. Mucha. Joven, muy joven.

Maldita juventud… Me asumo en mi condi-ción de triceratops desubicado, pero mevengaré, malditos jóvenes, que seguro sondrogadictos y alguna cosa más, según laDoctrina Posse que leo todas las mañanas.

En el bar, un gorila inmenso con unosmúsculos que parecen sifones y una pintaque te hace entregarle la billetera sin quete la pida, mimosea una bebé, rubia pola-ca, que –culo en pañal y chupete en boca–lo abraza con un amor que me emocionacomo un pelotudo (que soy).

Sigo entre los malditos jóvenes. Muchonegro en la ropa, mucho calor, mucha gen-te, ya dije. Mucho de mucho y mucho denada. Los stands donde venden los imple-mentos para tatuaje parecen una feria delhorror. Será que soy un poco impresiona-ble o, es posible, definitivamente cagón.Aparatitos que taladran, laceran, cortan,ayyyyyyyyyyyy….La tortura se ejerce ale-gremente en los puestos de al lado.

Están los que ponen cara de indiferen-cia, superados de la vida; los macho-pared,que aprietan los dientes como diciendo“me duele, pero me la banco”; los cobardesasumidos con cara de susto y sufrimiento,pero que ahí están (jodete); los que miran asu pareja con cara de publicidad berreta “lohago por vos amor”; en fin, una cofradíarespetable de marmotas aunque semejantecalificación me coloque en el territorio dela intolerancia y la incorrección política.

Se ve que el arte duele.La cosa es bastante higiénica y los cuer-

pos son prolijamente lacerados por entusias-

lavaca es una cooperativa de trabajocreada en 2001. Editamos una páginade Internet que todas las semanas di-funde noticias bajo el lema anticopy-right. Mensualmente profundizamosestos temas en mu.

CRÓNICAS DEL MÁS ACÁ

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Marcas

Ningún pibe nace para chorromuestra itinerante

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Más [email protected]

E

tas tatuadores que lucen sus propios cuerposcomo muestra de marketing, supongo.

Los íconos que predominan son tan be-llos como un cartel de “Callao al 500”.

No veo transgresión o desafío a algu-na cosa.

Hace rato que no veo bien.Está claro que algunos tatuajes nada tie-

nen de su carácter marginal, suponen tan-ta fuerza identificatoria como tomar CocaCola y se transforman en otro elementomás de consumo.

Otro ladrillo en la pared.En una punta se realiza el body pain-

ting o algo así (mi inglés es afgano): pintancuerpos allí mismo y, mirá vos qué casua-lidad, son dos morochas con un lomo nac& pop, ideal para etapas de crisis. Por su-puesto, una multitud sacando fotos hastacon los dientes, muy interesados por el ar-te y sus manifestaciones.

Uf.

Empiezo a irme bostezando y entonces,en una especie de rapto convulsivo-escla-recedor-ideológico me digo: “Idiota, estásen el Bauen”. Hablo con la señora queatiende la recepción a ver cómo están lascosas en la lucha de los laburantes: “Segui-mos siendo okupas” me editorializa conuna sonrisa triste.

Llama a otro compañero de apellidoVera. Flaco, cordial, respetuoso, me regalaun relato sobrio donde se abrazan la espe-ranza, el cansancio, la pelea.

Charlamos en el sillón de entradamientras desfila la juvenil fauna de tatua-dores, ferreteros, cuerpos pintados y li-tros y litros de cerveza (¿qué le pasa a to-do el mundo con la cerveza?) en vasosgigantes que insisten en caerse de manosalgo frágiles.

Me despido.Camino hacia el Congreso.Hay tatuajes que no se ven.

ma

ria

no

lu

ca

no