nassif, ricardo "teoría de la educación". 1º parte - ptos 1.1 y 5.2
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Problemática Educativa I Educación y Naturaleza 1
NASSIF, R. (1980).Teoría de la educación. Primera parte: Las perspectivas contextuales. Pto 1. La
educación en la perspectiva de la naturaleza. 1. Naturaleza y cultura. 1.1 El hombre, constructor
de su ambiente. Y apartado 5.2. Educación y desarrollo biológico. Editorial Cincel. España. Pp. 27 a
29 y 39 a 41.
1. La educación en la perspectiva de la naturaleza
1.1 El hombre, constructor de su ambiente
“desde que los hombres hemos merecido llamarnos tales vivimos en un ambiente construido por
nosotros mismos. Nos hallamos circundados y condicionados por un territorio específicamente
nuestro, por un medio físico y socio-cultural, que hoy definimos como ambiente humano”. Y, en
efecto, la coexistencia de lo natural con lo socio-cultural, acarrea siempre una especie de dualidad
que el hombre lleva consigo, aunque el tiempo la haya ido borrando para dar paso al “al
ambiente humano” de que habla Maldonado. El hombre emerge de la naturaleza, es naturaleza,
pero, a la vez su superador gracias a la capacidad para crear cultura. Mas los dos círculos que
envuelven su existencia son inseparables, cosa que puede entenderse si se sigue el milenario
proceso humanización, que, en un determinado instante histórico, determino el salto cualitativo
que puso distancia entre el hombre y el animal.
En la primera etapa de la marcha hacia la “hominización”, las leyes biológicas tuvieron
absoluto predominio, hasta que comenzaron a apuntar ciertas formas de trabajo y de producción
que terminaron por condicionar ese desarrollo. Sin embargo, el equilibrio de lo biológico con lo
social e histórico, no fue la última fase de la evolución, como sostienen los partidarios del
positivismo spenceriano. Hay una fase ulterior que es la dela aparición del “homo sapiens”, a la
cual se llega a partir de una primera etapa de “preparación del hombre”, en lo biológico, con los
australopithecus, animales gregarios, de posición erecta y manipuladores de toscos instrumentos.
Después vendría el estadio del “paso al hombre”, extendido desde el surgimiento del
pithecantropus erectus hasta el del homo neanderthalensis, y en el cual lo importante fue la
fabricación de utensilios y el esbozo de algunos modos primarios de trabajo y de sociedad que
suscitaron cambios sustanciales en la estructura anatómica (cerebro, sentidos, manos y órganos
vocales).
El hombre alcanzó jerarquía de tal cuando, como consecuencia del incremento de su
actividad creadora, productiva, se zafó de la tiranía de lo biológico. Como bien escribe Merani, el
hombre “pertenece a la naturaleza, pero la hominización es un fenómeno propio de las
transformaciones que la determinaron”.
El hombre no escapa a las leyes que dominan el cosmos, mas su desenvolvimiento social
e histórico ya no está condicionado predominantemente por aquellas leyes, es un ser de
naturaleza pero, a la vez y por excelencia, un ser de cultura. Modificador y creador de ambientes
que, en permanente interrelación con él, vuelven a modificarlo en una larga serie de corrientes
transformadoras y re- transformadoras. Ser bifronte, tendido entre la naturaleza- su cuan, su
escenario, su propio organismo- y la cultura su obra.
Su superioridad cualitativa respecto al animal se comprueba en la diversa consistencia del ámbito
de éste y el humano. “los animales tiene sólo amiente, mientras que los hombres poseen
ambiente. Artefacto”. Los primeros se mueven en un mundo circundante (Unwelt), pero o tienen
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un mundo (Welt), de naturaleza instrumental, “tejido de utensilios-artefactos, recíprocamente
dependientes y condicionantes, y de símbolos-artefactos”.
1.2 primera distinción entre naturaleza y cultura
El hombre vive, pues, en un mundo en el cual, con el cual y frente al cual entrama su existencia. Es
inseparable de ese mundo, y ambos no pueden explicarse si no es en su interacción.
No obstante, si queremos analizar ese mundo, pronto descubriremos que no es
homogéneo ni única. Reincidimos un tanto en las afirmaciones del inciso precedente, aunque ya
no con intención histórica sino con un enfoque sistemático que facilite la conceptualización de
cada uno de los submundos que, en sus líneas más gruesas, son los de la naturaleza y la cultura.
Naturaleza y cultura no se oponen; se distinguen, Sus diferencias capitales están bien
captadas en las clásicas definiciones de Heinrich Rickert: naturaleza es “el conjunto de lo nacido
por sí, oriundo de sí y entregado a su propio crecimiento”; cultura, en cambio, es “lo producid por
el hombre según fines valorados y, si la cosa existe de antes, como lo cultivado intencionalmente
por el hombre en atención a los valores que en ella residen”.
La espontaneidad es la nota fundamental de la naturaleza, mientras que la artificialidad lo es de la
cultura. En la naturaleza no interviene el hombre; la cultura se define por esa intervención, y es lo
producido, fabricado o creado por el hombre en o con la naturaleza, o por encima de ella.
……
5.2. Educación y desarrollo biológico
El desarrollo del hombre se cumple en el juego dialectico con el medio (natural y socio-cultural).
Pero si insistimos en movernos dentro del plano biológico, nos será dado detectar con facilidad el
papel que le cabe a la educación en ese desarrollo.
No constituye novedad alguna que, dentro de la escala zoológica, el hombre es el animal más
desamparado en sus primeros años, y el que tiene un periodo de crecimiento más extenso que le
supone casi un tercio de su vida. Esta extensión está ligada a la mayor perfección de su aparato
orgánico bio-psíquico y, correlativamente, a la mayor complejidad de su medio.
El crecimiento bilógico es un proceso cuya meta es la maduración, esto es, el logro del peso, la
talla y el volumen del ser adulto. Pero, según se ha visto, el hombre necesita apoyo para alcanzar
la madurez, ya que si se le deja abandonado al nacer, no tiene oro destino que la muerte. La
protección, le, es pues imprescindible para cumplir su ciclo vital normalmente. Aquí es,
justamente, donde la educación se brinda como una necesidad vital, como crianza (alimentación,
abrigo, cuidado).
Se comprende, entonces, la extensión “vertical” de la educación es algo así como la herramienta
que permite a la sociedad el mantenimiento de la especie y que, a la vez, le garantiza su propia
conservación. Tanto el nacimiento como la muerte, insoslayables para cada uno de los integrantes
de la sociedad, están entre los condicionantes de la necesidad de la educación. “De una parte-
escribe Dewey- se halla el contraste de la inmadurez de los miembros recién nacidos del grupo,
sus únicos representantes futuros, y la madurez de los miembros adultos que poseen el
conocimiento y las costumbres del grupo. De otra parte, existe la necesidad de que estos
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miembros inmaduros no solo sean conservados físicamente en número suficiente, sino también
que sean iniciados en los intereses, propósitos, informaciones, destrezas y prácticas de los
miembros maduros; caso contrario, cesaría en el grupo su vida característica”.
Al concebir lo educativo en la simbiosis de la necesidad de supervivencia biológica con la social, el
pedagogo incita a no postergar más el estudio de la relaciones de la educación con la sociedad,
poniéndonos en su mismo umbral. No obstante, el asunto merece todavía algunas apreciaciones
sobre la estructura de la educación y su rol en el desarrollo bio-psíquico del hombre e, incluso-en
la misma medida de su inseparabilidad- de su desarrollo social.