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© Del texto, ilustraciones y personajes: 2016, Luis Pescetti
www.luispescetti.com
© De las ilustraciones: 2016, Pablo Fernández
© De esta edición:
2018, Santillana Infantil y Juvenil, S. L.
Avenida de los Artesanos, 6. 28760 Tres Cantos (Madrid)
Teléfono: 91 744 90 60
ISBN: 978-84-9122-562-1
Depósito legal: M-29.585-2017
Printed in Spain - Impreso en España
Primera edición: marzo de 2018
Directora de la colección:
Maite Malagón
Editora ejecutiva:
Yolanda Caja
Dirección de arte:
José Crespo y Rosa Marín
Proyecto gráfico:
Marisol del Burgo, Rubén Chumillas, Julia Ortega y Álvaro Recuenco
Diseño gráfico: OLIFANT-Valeria Miguel Villar
Cualquier forma de reproducción, distribución,
comunicación pública o transformación de esta obra
solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares,
salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO
(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)
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LA ENCICLOPEDIA DE LAS CHICAS PERLA
A Male
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Quién es quién
Natacha y Pati: juntas forman las Chicas Perla, que
son las mejores amigas del mundo, buenas compañe-
ras, ayudan a los demás sin mirar a quién, menos a
las Chicas Coral (que ahí sí miran). Y por separado
son Natacha: que es muy inquieta, habladora, llena de
ideas, entusiasmo, alegría…, de ideas. Y Pati: que es
muy habladora, llena de ideas, alegría, entusiasmo…,
de ideas. Y van a ser amigas para toda la vida infinito.
Pasan juntas todo el tiempo que pueden menos cuando
se hablan por teléfono cada una desde su casa.
Rafles: es un perro muy amistoso, inteligente, y es res-
ponsabilidad de Natacha, que le enseña a leer, le expli-
ca cosas, le deja morder una media o lo saca a pasear
a veces. Y lo único, único, que les toca a sus padres es
darle de comer y bañarlo y sacarlo a pasear, nada más.
Y las vacunas. Y sería un perro carísimo, primero por-
que no es de una sola raza (que son más baratos al ser
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una sola), sino más tipo mezcla; y, además, Natacha lo
encontró en la calle y por eso salió gratis.
Nico, Fede, Jorge y Rubén: Nico está siempre con la
cabeza en la luna. Fede es «el chico guapo», pero no
está en ese asunto todavía, y no quiere saber nada
de estudiar ni de ningún tipo de esfuerzo, igual que
Rubén. Jorge es más grandote y un poco torpe, pero
solo cuando empuja a los demás o les pega o dice algo
que no tiene sentido; pero se muere por ser aceptado
y formar parte del grupo (tal como ocurre). Opinan
que las chicas son…, y ahí sigue una larga lista, que
tiene sentido o no. Les gusta mucho trabajar en gru-
po, y más: planear aventuras y divagar sobre la vida,
el mundo y sobre «cómo son las chicas» tirados en el
suelo, panza arriba, comiendo quesitos, en grupo…,
sin trabajar.
Leonor, Valeria, Sabrina (y Nati y Pati): son las Chi-
cas Perla, así: completas. A Sabrina, Rubén le parece un
chico mono, igual que a Leonor; Valeria se inclina por
Nicolás y siente que Jorge es un pesado porque a veces
le escribe cartitas; a Pati y a Natacha, al ser tan amigas,
Fede les parece el más guapo. Opinan que los chicos
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son cotillas, irresponsables y se meterían en montones
de problemas o dejarían el planeta sin salvar si no fue-
ra por ellas, que los ayudan aunque ellos no quieran.
Padres de Natacha: son trabajadores y jóvenes, en
plena etapa de turnarse en «uno trabaja y el otro cuida»,
ahorrar, inventar unas vacaciones. La madre trabaja
con el ordenador, en casa. No tienen coche, viven en
un apartamento. Les gusta los domingos por la maña-
na desayunar todos en la cama, o inventar pequeñas
alegrías como llevar a Nati sobre los hombros, salir a
caminar bajo la lluvia, largas conversaciones, durante
las cuales el tema no permanece siempre igual, igual.
Abu Marta: madre de la mamá de Natacha. Practica
yoga con señoras de su edad y una profesora que ter-
mina la clase con bailes griegos o salsa. Va a un taller
de dibujo y pintura. Ve telenovelas y no le gusta para
nada el ordenador, salvo para las redes sociales. Le en-
canta cuidar a Natacha o a Rafles, sale a pasear con
ellos y Pati, y le cuenta unas historias sobre la familia
que la madre dice que son mentiras y Natacha dice que
son ciertas, porque la madre todavía no había nacido,
así que no puede saberlo. Y son buenísimas.
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Natacha y el campamentode vacaciones
Esto que Natacha le cuenta a su diario ocurrió antes
de las vacaciones en que invitaron a Pati, en las que
Rafles se quedó en casa de Abu Marta y Natacha le
escribía cartas pues lo echaba de menos.1
Querido diario: te escribo en el diario porque ya em-
pezaron las vacaciones y es estupendo porque no hay
que levantarse tan temprano, aunque yo me despierto
igual porque ya estoy acostumbrada, y a Pati le pasa
lo mismo. Entonces me aburro hasta que se puede lla-
mar por teléfono porque ni la tele me dejan encender
y yo qué culpa tengo si mis padres van a trabajar más
tarde que ni con Rafles puedo jugar porque ladra. ¿Y
qué quieren? ¿Que cante, quieren?
Entonces como me quedo sola viene Abu Mar-
ta y me cuida un día, otro día voy con Pati y nos
cuida una tía de ella ¡más triste! a la que acompa-
ñamos porque se peleó con el novio y nos cuenta
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siempre lo mismo, pero no le decimos nada porque
le sienta bien.
Son geniales las vacaciones porque uno se acuerda
así por ejemplo de los amigos de la escuela y las cosas
que hacíamos y la verdad es que un poco se les echa de
menos. El ordenador no me lo dejan usar porque dicen
que lo usan para trabajar y los chicos no tienen que cha-
tear solos. Pero yo les digo que chateamos con la Abu
Marta y ella dice: «A mí no me metáis que de esos apa-
ratos no entiendo nada», y pone en la tele unas teleno-
velas más para llorar que no sé qué. Ahora vemos esa de
una chica que iba a casarse y descubrió que el novio era
el hermano porque el padre del chico había sido novio
de la madre de la chica y a ella la raptaron sin que se
diera cuenta, y el padre del chico… Bueno, ahora no me
acuerdo. Yo le digo: «Abu, esto es una desgracia detrás
de otra». «Porque está acabándose», me explica ella.
Mi madre dice que no ve la hora de que empiece
el campamento. «Vete tú», le digo yo, porque es muy
aburrido, es el de un club cercano, y es el más barato
porque los profesores no están pendientes del todo
del todo y nos dejan jugar o se ponen a jugar a las
cartas entre ellos y no podemos ni hablarles. Hay uno
que es el más divertido, pero ese se tira a la sombra
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y duerme la siesta porque siempre se acuesta tarde.
También está la piscina, en la que los chicos no pode-
mos hacer pis porque siempre dicen que le echan un
liquidito que se pone rojo alrededor del que se hizo
pis, pero Jorge tendría que ser como Saturno por lo
menos porque siempre dice que se hace pis porque no
quiere ir hasta el baño; total, se filtra el agua, dice. A
Pati y a mí nos da tal asco que no nos queremos meter
ni locas. Además, te metes y para cada grupo son solo
quince minutos porque hay muchos inscritos. «¡Que
no haya tantos inscritos!», le decimos Pati y yo, pero
el profe solo nos mira, y hay que hacer fila antes y
ducharse y cuando te metes no se puede nadar en la
zona profunda por el peligro y te dejan hasta la mitad
y si te tiras agua o montas lío te sacan. Pati y yo nos
pusimos a entrenar que una sujetaba de las manos
y la otra pataleaba, pero le pegamos a un niño en la
cabeza porque no había sitio.
A veces parece que pasó toda la mañana y miras
el reloj y apenas son las diez. Pati y yo nos juntamos
todos los días, pero después de comer ella me llama:
«¿Cuándo vas a venir?». «Después de comer, Pati, por-
que no quieren que moleste a la familia». «¿A cuál?»,
me pregunta. «A la tuya».
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«¡Disfruta, Natacha, disfruta!», me dice la Abu Mar-
ta, «¡qué daría yo por volver a tener tu edad y jugar con
mis amigas!» y, pum, se planta ante la tele. «Abu, pero
si ni me dejan que vengan las chicas por la mañana».
«Aguanta un poco que ya va a empezar el campamen-
to», me contesta, y a mí se me ponen los pelos de punta
por lo menos porque siempre está lleno de chicos a los
que no conoces. El año pasado llegamos y había que
elegir o teatro o cerámica o expresión corporal, ¡imagí-
nate! «Pati y yo elegimos charlar entre nosotras, profe»,
pero no se podía, había que hacer algo creativo, ¡y dale
con hacer algo creativo! ¡Hartas nos tenían con hacer
algo creativo! «¿No te gusta el teatro?». «Sí», le decía
yo, pero me gusta ir «ir» ; no aquí que hace tanto ca-
lor porque la sombra del árbol no alcanza para todos.
«Chicos, escuchad la orden: formad grupos, preparad
una obra y después la hacemos». ¡Menuda porquería
la orden! Pati y yo escogimos cerámica porque lo ha-
cían debajo de un árbol con más sombra. Eso cuando
no había viento porque si venía viento, traía más tierra.
No sé de dónde salía esa tierra que acababas trabajan-
do con los ojos cerrados y salían unos inventos con la
cerámica… «¿Qué es esto tan bonito que has hecho, ca-
riño?», preguntaba la profe que era tan buena porque
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era el primer año que daba. «Si no pude ni ver porque
no se pueden abrir los ojos, profe». Entonces nos da-
ban a elegir otra actividad, y Pati y yo primero miramos
cómo era el árbol pero escogimos música, que no había.
Y les pareció genial la idea y nos trajeron una guitarra
pero yo quería tocar la batería, y entonces como no te-
nían nos metieron en expresión corporal. ¡Dime tú qué
tiene que ver! Todddas todas todas las chicas estaban
en expresión corporal porque a los chicos les daban
fútbol y formaban equipos de veintitrés; total, el campo
es grande, pero Jorge dice que no le dejan golpear dos
veces la pelota porque son muchos y, si la golpean dos
veces…, el profe para el partido y, sigue el otro equipo.
A Rafles no nos dejan que lo llevemos al campa-
mento, pobrecito mi hijito de mi corazón. Yo este año
prefiero que nos quedemos en casa con Pati, por-
que nos sentamos y jugamos a la escuela, y entonces
cuando me toca ser la maestra le pongo «insuficien-
te» porque Pati se enfada tanto que es una risa, pero
es mi amiga y le digo: «¿No ves que era broma?» y le
pongo un sobresaliente alto, que es la nota más alta y
además ella es de las Chicas Perla como yo.
¡Ah, me acordé! El padre del chico de la telenovela
no había muerto como le dijeron a la madre, y por eso
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ella se hizo novia de otro, solo pasó que el padre había
perdido la memoria, y no sabía ni quién era, ella sí. Pati
y yo decimos que tendrían que dejarlos casarse de todas
formas porque no es culpa de ellos que no supieran que
eran hermanos. «Abu Marta, ¡déjanos chatear un po-
quito, por favor!», le pedimos. Pero ella dice que aguan-
temos un poquito, que termina y nos pone la leche, ¡ni
que fuera lo mismo! La parte del padre que perdió la
memoria es la más rollo porque se le caen las cosas de
las manos, camina tropezándose, se choca con todo por-
que no lo ve, con las puertas, con todo, ¡es tan malo el
actor que para mí que estudió en el campamento!
Para no aburrirnos Pati y yo jugamos a la ortogra-
fía y nos hacemos dictados o revisamos las cosas de
matemáticas para seguir practicando; total, es muy
fácil, como ya tenemos los resultados de las cuentas
solo nos fijamos si no nos salen.
Después viene así: la Navidad, el Año Nuevo y sa-
limos papi y mami y yo, aunque no se decidieron to-
davía adónde, y después ya falta poco para volver a la
escuela y empiezan las clases de nuevo.
¡Vivan las vacaciones!
Firma: Natacha adorada
1 Narrado en Bituín bituín Natacha.
Momentos de las vacaciones