need – carrie jones · viviendo con su hiperactiva abuela en el frío maine, ... hoy. envolví un...

1 DARK PATIENCE & FORO ‘LUZ DE LUNA’

NNeecceessiiddaadd


NNeeeedd

CCaarrrriiee JJoonneess


SSiinnooppssiiss

Traducido por Glad

ara colecciona fobias mientras las otras chicas de la escuela

secundaria coleccionan lápices labiales. Poco asombroso, ya que

la vida ha sido bastante dura hasta ahora. Su padre se fue, su

padrastro acaba de morir, y su madre le cuida mucho. Ahora Zara está

viviendo con su hiperactiva abuela en el frío Maine, a fin de que ella

pueda quedarse 'a salvo'. Zara no piensa que esta corriendo peligro; ella

piensa que su madre simplemente, esta exagerando.

Equivocada. Resulta que el chico que ella ve en todas partes, dejando

rastros de oro brillante, no es una invención de su imaginación. Él es un

duende - y no es del tipo lindo, y adorable con alas. Es del tipo que

tiene necesidades atroces, incontrolables. Y que esta rastreando a

Zara.

Z


PPhhoobbooffoobbiiaa

‗Miedo a las Fobias‘

Traducido por Glad

odo el mundo tiene miedos, ¿verdad?

Entiendo de esas cosas.

Colecciono miedos mientras las otras personas coleccionan

estampillas, lo cual me hace sentirme, realmente como una freak-

fenómeno. Como ya dije, entiendo de esto. Del asunto de los miedos. Las

fobias.

Hay muchas fobias típicas, comunes. A un montón de gente le dan miedo las

alturas y los elevadores y las arañas. Esas son aburridas. Yo soy fanática de las

buenas fobias. Del tipo, como de la nelofobia, el miedo a los cristales. O la

arachibutyrofobia, un miedo, que tendrías al solo ver la mantequilla de maní,

y pensar que podría pegarse en tu boca.

Excepto que, no le tengo miedo a la mantequilla de maní, por supuesto, ¿qué

tan cool es ese nombre? Es mucho más fácil comprender las cosas una vez que

los nombras.

Es lo desconocido, lo que en su mayor parte me desquicia.

No sé el nombre de ese miedo, pero sé que tengo esa fobia, el miedo a lo

desconocido.

T


MMnneemmooffoobbiiaa

‗Miedo a los Recuerdos‘

Traducido por Daniela

os aviones apestan, porque estás atrapada mirando afuera hacia el cielo,

lo que te hace pensar sobre cosas; me refiero a cosas sobre las que tal

vez no quieras pensar.

Mnemofobia es un miedo real. No lo inventé yo. Lo juro. Puedes tener miedo

de tus recuerdos. No hay un botón de fácil apagado para tu cerebro. Sería

muy agradable si lo hubiera.

Por lo que estrello mis dedos en mis párpados, tratando de obligarme a parar

de recordar cosas. Me concentro en el presente, el ahora. Eso es lo que las

personas del programa de entrevistas siempre dicen que debes hacer: vive por

hoy.

Envolví un hilo blanco alrededor de mi dedo cuando mi papá murió. Lo

mantengo ahí para recordarme que alguna vez sentí cosas, alguna vez tuve un

padre, una vida. Está torcido, el nudo está contra mi meñique. Lo muevo

justo cuando el tipo a mi lado cruza sus piernas y golpea mi muslo con su

monstruoso zapato gigante.

―Perdón,‖ dice.

―Está bien.‖ Mis dedos deciden guardar todos mis papeles de Acción urgente

de Amnistía Internacional que me ruegan que escriba más cartas en nombre

de monjes torturados, estudiantes desaparecidos.

―No quiero ofenderte, pero ¿estás bien? Te ves un poco como un zombie.‖

Me las arreglo para girar mi cabeza hacia él. Tiene una nariz rolliza, carrillos,

pinta de hombre blanco corporativo. Mi boca se mueve.

―¿Qué?‖

Sonríe. Un aliento a café sale de su boca.

―Durante todo el vuelo has estado en piloto automático; escribiendo esas

cartas, salvando al mundo, pero estas como un zombie.‖

L


Algo en mi interior se retuerce y me pellizca. ―Mi padre murió hace poco. Mi

padrastro, realmente. Lo llamo papá. Él era mi papa. Él me crió‖.

El hombre pierde su sonrisa cordial de niño grande. ―Oh. Lo siento.‖

Me siento mal por su incomodidad. ―Está bien. Solo estoy…‖

No hay palabras para eso. Muerta por dentro. ¿Zombieesque? Eso ni siquiera es

una palabra. ¿Zombificada?

Él continúa. ―Entonces, ¿vas de regreso al colegio o algo? ¿Vas al colegio en

Maine?‖

Niego con la cabeza, pero no puedo explicárselo todo. No puedo explicármelo

todo a mi misma. Mi madre me mandó aquí porque por cuatro meses no he

sido capaz de llorar o sentir o hacer nada.

―Me voy a quedar donde mi abuela,‖ me las arreglo finalmente.

Asiente, tose y dice, ―Oh. Eso es bueno. Aunque es una mala época del año en

Maine. Invierno. Demasiado frío.‖

Mi abuela, ‗abuelastra‘ oficialmente, me va a recoger en el Aeropuerto

Bangor de Maine, el cual es probablemente el aeropuerto más pequeño con la

pista más larga en el mundo. Nuestro avión aterriza y veo cielos sombríos, que

forman figuras. Sabes que las cosas no van a estar bien cuando, hasta el cielo

es gris y frío.

Miro mi abrigo pero no me lo pongo. Es como rendirme demasiado pronto.

Es finales de octubre, ¿cierto?

¿Qué tan malo puede ser?

Muy Malo.

El aire frío entra precipitadamente tan pronto como la asistente de vuelo abre

la puerta del avión. Tiemblo.

―Toto, ya no estamos en el trópico,‖ me dice el tipo a mi lado. Arrastra un

abrigo de su maleta de mano. Es un tipo mucho más inteligente de lo que le di

crédito. Mi padre solía decir que debemos esperar lo mejor de las personas.

Las personas dicen que el corazón de mi padre lo atacó, pero la verdad es que

su corazón le falló. Decidió no latir más, no mover la preciosa sangre por sus

venas. Se atascó y falló.


Murió en el suelo de nuestra cocina al lado de una botella de agua que dejé

caer. Eso no parece como debería ser realmente, pero lo es.

De cualquier forma, me resbalo en las escaleras que llevan fuera del avión y

hacia la pista. El hombre detrás de mí (mi compañero de asiento) me sostiene

por el brazo.

―Es difícil salvar el mundo cuando no puedes salvarte a ti misma.‖ dice, todo

sabiondo.

Tropiezo un poco más y un nudo empieza a formarse en mi estómago.

―¿Qué?‖ le pregunto aunque entendí lo que dijo. Simplemente no puedo creer

que lo haya dicho. Es tan cruel. Él no lo repite.

Las ráfagas de viento hacen que mi pelo choque contra mi mejilla. Me agacho

como si eso fuera a protegerme del viento.

―Hemos llegado a Maine,‖ dice la asistente de vuelo al final de las escaleras.

No está sonriendo.

De lo que tengo miedo ahora, en este mismo momento, es estar impotente

mientras veo a mi padre morir de un infarto en el piso de nuestra cocina.

Pero eso ya pasó, ¿cierto?

Entonces seguiré con mi segundo mayor miedo, el miedo al frío. Se le llama

cheimafobia, también conocida como chematofobia o frigofobia o psicrofobia.

Hay muchos nombres para esta.

No estoy acostumbrada al frío. Pero lo estaré pronto. Tienes que enfrentar

tus miedos. Eso es lo que mi papá siempre decía. Solo tienes que

enfrentarlos.

Entonces, para enfrentarlos, los canto. Cada resbaladizo paso por la pista

hacia la terminal, susurro otro.

Cheimatofobia.

Frigofobia.

Psycrofobia.

Cheimafobia.

¿Por qué será que nombrando el temor no logro sentirme mejor?

Mi abuela, Betty, está esperando en la terminal. En el momento en el que me

ve, avanza a zancadas como una gigante y me envuelve en un gran abrazo con


sus largos brazos. Ella está constituida justo como mi papá y yo medio me

inclino hacia ella, feliz de estar con alguien pero al mismo tiempo deseando

que fuera él.

―Bien, tus ojos se ven cansados. ¿Viaje duro?‖ pregunta, llevándome afuera al

parqueadero y dentro de su gran camioneta negra. Pone mi maleta y mi

morral en la parte de atrás. Ya hemos enviado el resto de mis cosas de

Charleston, como si todas esas camisetas y camisolas fueran a servirme de

algo en Maine. Ella da la vuelta y me sonríe mientras lucho por entrar a la

cabina.

―Esto es un monstruo, Betty,‖ digo, arrastrándome adentro. Empiezo a

temblar. No puedo evitarlo. Todos mis huesos se sienten rotos por el frío. ―Tu

camioneta es enorme.‖

Ella golpea el tablero y se ríe. ―Más te vale creerlo. Lo mejor para arrastrar

dentro el trasero.‖

―¿Arrastrar el trasero?‖

―¿Prefieres que diga culo?‖ No quiero afectar tus delicados sentimientos.‖

―¿Delicados sentimientos?‖ casi me río, pero realmente no puedo hacerlo.

―¿Es nuevo?‖

―Sip. ¿Tu mamá se despidió de ti?‖ pregunta.

―Lloró.‖ Mi dedo recorre sobre el borde donde la ventana se une con la puerta

y me detengo.

―Me sentí horrible cuando lloró.‖

Me atrevo a mirarla a los ojos. Son marrón claro ambarino como los de mi

papá. Se inclinan en los extremos, cerca de su sien, curvándose hacia arriba,

justo lo mínimo. Se suavizan mientras los miro fijamente. Como no conozco a

mi padre biológico, la abuela Betty es la única abuela que tengo. Los padres

de mi mamá murieron cuando ella era una adolescente. Ella realmente vivió

aquí con Betty y su esposo, Ben, y mi papá, mientras terminaba el

bachillerato. Betty era sorprendente, simplemente acogiéndola como si nada,

casi como me esta acogiendo a mí.

Betty asiente y enciende el carro. ―Ella lo haría. Es difícil para ella dejarte

ir.‖

―Entonces probablemente no debería haberse librado de mí.‖


―¿Eso es lo que piensas que está haciendo?‖

Me encojo y pongo mis manos de vuelta en mi regazo.

―Ella solo está tratando de mantenerte…‖

―¿Qué? ¿Cuerda?‖ me río pero el sonido es duro y amargo, y no suena como

algo que debería salir de mí. Hace una especie de eco en mi pecho. ―¿Me

empuja a la tierra de cero crecimiento demográfico para mantenerme

cuerda?‖

―¿Algo amargada por aquí, cariño?‖.

―Si, lo sé. Lo siento.‖

Betty sonríe. ―Amargada es mejor que nada. Por lo que me ha dicho tu mamá,

has estado horriblemente deprimida, nada como tu yo terco y ‗voy a salvar el

mundo‘ normal‖.

―Él murió, Betty.‖

―Lo sé, cariño. Pero el querría que continuáramos con nuestras vidas. Dios,

eso es un cliché, pero es cierto.‖ Betty es bastante decente, tanto como

pueden serlo las abuelas. Solía dirigir una compañía de seguros de vida, pero

mi abuelo murió y ella se retiró. No tenía nada más que hacer que jugar golf o

ir a pescar, entonces decidió comenzar algunas nuevas empresas. ―Me voy a

superar a mi misma y después voy a mejorar la comunidad,‖ le dijo a mi papá.

Entonces, empezó a correr y entrenó hasta que pudo competir en la maratón

de Boston a la edad de sesenta y cinco. Con esa meta cumplida, obtuvo un

cinturón negro. Después decidió convertirse en una EMT. Eso es lo que hace

ahora. Ella es la jefa de EMT para la ambulancia del bajo oriente en Bedford,

Maine. Aunque ella no deja que le paguen. ―Tengo el dinero del retiro. Quiero

que se lo den a jóvenes con familias,‖ le explicó a mi papá cuando comenzó a

manejar ambulancias. ―Simplemente es justo.‖

La abuela Betty es muy justa.

―No estoy segura de que tan justo es para ti estar atrapada con una vieja

como yo,‖ dice mientras manejamos por la Ruta 1A hacia Bedford.

Me encojo porque no quiero hablar de eso. La abuela Betty lo nota.

―Las hojas son hermosas, ¿no?‖ Esa es su forma de permitirme no hablar de

eso.


―Seguro lo son,‖ le digo. Pasamos todos los árboles de colores cambiantes. Sé

que es un último soporte. Pronto estarán desnudos y con una apariencia

muerta. Son hermosas, pero apenas se sostienen de las ramas. Se soltarán

pronto. Muchas ya lo han hecho. Se pudrirán en el suelo, las recogerán,

quemarán, pisotearan. No es fácil ser una hoja en Nueva Inglaterra.

Tiemblo otra vez.

―¿Sabes que solo estamos preocupados por ti?‖

Me encojo: es todo lo que puedo obligarme a hacer. Betty enciende la

calefacción y la ráfaga choca en mi cara. Se ríe. ―Te ves como una modelo

con el ventilador soplando tu pelo, de forma que te ves bastante sexy.‖

―Ya quisiera,‖ murmuro.

―Te acostumbrarás al frío.‖

―Es solo que es tan diferente de Charleston, tan frío e inhóspito…‖

Pongo mi cabeza en mis manos y entonces me doy cuenta de lo

melodramático que es. ―Lo siento. Soy tan llorona.‖

―Tienes permitido lloriquear.‖

―No, no lo tengo. Detesto lloriquear. No tengo nada por lo que quejarme,

especialmente no de ti. Es solo que la tierra en Maine no es ni la mitad de

viva ni exuberante. Parece como si el estado entero estuviera preparándose

para ser enterrado bajo la nieve por el invierno, una estación de la muerte.

Hasta el pasto pareciera rendirse.‖

Se ríe y hace una voz espeluznante, ―Y los árboles. Ellos se cierran a tu

alrededor de forma que no puedes ver en la distancia y no puedes ver qué hay

en el suelo, escondiéndose en los helechos o detrás de los troncos de los

árboles, en los arbustos.‖

Mi mano presiona contra el vidrio helado de la ventana. Dejo una huella.

―No es una película de horror, Zara.‖ Me sonríe, de forma que sé que esta

siendo algo comprensiva, pero también me esta tomando el pelo.

Betty es así.

―Lo sé.‖

―Aunque Maine es frío comparado con Charleston. Vas a tener que abrigarte

aquí.‖


―Sip.‖

Cheimatofobia.

―¿Sigues cantando fobias?‖

―¿Lo dije en voz alta?‖

―Sip.‖ Su mano deja el volante y palmea mi pierna por un segundo antes de

ajustar la calefacción otra vez. ―Tengo una teoría sobre eso.‖

―¿La tienes?‖

―Si, creo que eres una de esas personas que creen que si pueden nombrar algo

pueden superarlo, conquistarlo, que es lo que tendrás que hacer acerca de la

muerte de tu papá. Y se que duele Zara, pero…‖

―¡Betty!‖ Hay un hombre alto parado a un lado del camino, sin moverse, solo

mirando fijamente.

Betty da un tirón al camión sobre la doble línea amarilla y después nos pone

de regreso donde pertenecemos.

―¡Mierda!‖ grita. ―¡Idiota!‖ Está casi jadeando. Mi mano agarra mi cinturón de

seguridad. Inhala dos bocanadas de aire y dice, ―No empieces a hablar como

yo o tú mamá me matará.‖

Finalmente me las arreglo para hablar. ―¿Lo viste?‖

―Claro que lo vi. Un maldito tonto parado a un lado del camino. Bien que lo

haya visto también, si no, lo habría atropellado.‖

La miro fijamente, tratando de entender. Después miro hacia atrás, pero

hemos dado una curva, y aunque el hombre alto siguiera ahí, no sería capaz

de verlo más.

―¿De verdad lo viste?‖ pregunto.

―Claro que si. ¿Por qué preguntas?‖

―Pensarás que soy estúpida.‖

―¿Quién dice que no lo pienso ya?‖ se ríe, entonces me doy cuenta que me

está molestando.

―Eres una abuela cruel.‖

―Lo sé. Entonces, ¿por qué preguntas?‖


Ella no es de los que se rinden, entonces trato de quitarle importancia. ―Es

solo que creo que veo este mismo tipo en todas partes; alto, pelinegro,

pálido. Aunque este no puede ser él.‖

―¿Viste a este tipo en Charleston?‖

Asiento. Desearía que mis pies pudieran tocar el piso para no sentirme tan

pequeña y estúpida.

Ella piensa por una milésima de segundo. ―¿Y ahora lo estas viendo aquí?‖

―Ya sé. Es tonto y raro.‖

―No es tonto, cariño, pero si es definitivamente raro.‖

Le pita a otra camioneta tomando el otro camino. ―John Weaver. Construye

casas. Bombero voluntario, buen hombre. Zara, cariño, no es mi intención

asustarte, pero quiero que te quedes en la casa por la noche, ¿bueno? No

merodear por ahí, no salir.‖

―¿Qué?‖

―Es solo el humor de una vieja.‖

―Dime porqué.‖

―Un niño desapareció la semana pasada. La gente está preocupada porque

algo le haya pasado.‖

―Podría simplemente haberse escapado.‖

―Tal vez, tal vez no. Aunque esa no es toda la razón. Mira, mi trabajo es todo

sobre salvar a las personas, ¿cierto? Y sé que acostumbrabas entrenar por las

noches en Charleston, pero aquí no hay muchas farolas en la calle. No quiero

estar recogiendo a mi propia nieta de la ruta Beechland, ¿entendido?‖

―Seguro‖ miro fijamente a los árboles y después comienzo a reír porque todo

es demasiado ridículo. ―Ya no estoy corriendo mucho.‖

―Ya no estas haciendo mucho de nada por lo que oí.‖

―Si…‖ Jalo el hilo alrededor de mi dedo. Es parte de una manta que compró

mi papá. Solía ser blanca pero ahora es como de un gris sucio.

Me estremezco. La abuela Betty y yo hablamos de cosas triviales por el resto

del viaje, y trato de explicarle sobre el impacto de la guerra y el terrorismo


en asuntos de los derechos humanos mundiales. Pero no me esfuerzo mucho

en eso, entonces pasamos la mayoría del tiempo en silencio.

No me importa.

―Ya casi llegamos,‖ dice. ―Apuesto a que estas cansada.‖

―Un poco.‖

―Te ves cansada. Estás pálida.‖

La casa de Betty es un gran cabo con guijarros de cedro y un porche de

entrada. Se ve cálida y acogedora, como una madriguera oculta entre el frío

bosque. Por lo que mi mamá me dijo, se que hay tres habitaciones arriba y

una abajo. El interior está hecho de madera y ladrillo, con un techo alto en la

cocina, una chimenea en la sala.

Lo primero que hace Betty cuando aparcamos en la entrada, es agitar su mano

hacia la Subaru parqueada ahí. Miro boquiabierta. Me las arreglo para decir,

―Todavía tiene el sticker en la ventana.‖

―Es nueva. Es difícil manejar en Maine. Quería que estuvieras a salvo. Y yo no

puedo estar llevándote por todas partes como una especie de maldito

chofer.‖

―Maldijiste.‖

―Como un pescador. Mejor que te acostumbres.‖ Me mira. ―¿Te gusta el

coche?‖

Arrojo mis brazos a su alrededor y ella se ríe palmeando mi espalda. ―No es

gran cosa, cariño. Tú sabes, todavía está a mi nombre. Nada grande.‖

―Si lo es.‖ Salto fuera de la camioneta y corro hacia el carro, abrazando el

frío metal cubierto de nieve hasta que mis dedos se congelan agarrotados y

Betty me empuja adentro. ―No me merezco esto,‖ digo.

―Claro que te lo mereces.‖

―No, no me lo merezco.‖

―No me hagas maldecirte. Solo di gracias y acaba con esto.‖


―Gracias y acaba con esto.‖

Ella resopla. ―Arrogante.‖

―Yo solo… me encanta, Betty.‖ Arrojo mis brazos a su alrededor otra vez. El

carro es la primera cosa buena que ha pasado en Maine. Es la primera cosa

buena que ha pasado en mucho tiempo.

Claro que las personas en países tercermundistas tienen que ahorrar toda su

vida para comprar un carro, y aquí está el mío, justo ahí en la entrada,

esperándome. La cabeza me da vueltas.

―No merezco esto, Betty,‖ digo de nuevo, una vez que estamos de vuelta en

su acogedora sala. Ella se agacha y enciende un fuego en la estufa, arrugando

papel y apilándolo.

―Suficiente con ese tipo de charla, Zara,‖ dice. Su espalda cruje cuando se

levanta. Me recuerda que es vieja. Es difícil recordarlo. ―Tu te mereces

muchas cosas.‖

―Pero hay personas muriendo de hambre en el mundo. Personas sin hogar.

Personas que…‖ Ella sube un dedo.

―Tienes razón. No voy a decir que no la tienes, pero solo porque ellos pasen

sin algo no significa que tu también tengas que hacerlo.‖

―Pero…‖

―y no significa que no puedas usar lo que tienes para hacer mejor la vida de

otras personas.‖ Se quita su sombrero y pasa su mano sobre su pelo rojizo-

grisáceo, rizado y desordenado. ―¿Cómo vas a hacer cualquier trabajo

voluntario sin un carro? ¿O ir al colegio? ¿Ah?‖

Me encojo.

―Porque yo soy una mujer ocupada, Zara,‖ continúa. ―Aunque cambié mi

horario para no tener que atender llamadas nocturnas. Cenaremos juntas,

seremos hogareñas‖. Sonríe un poco y su voz se suaviza. ―Eres justo como él.‖

Se refiere a mi papá. Mi garganta se cierra pero me las arreglo para susurrar,

―¿Cómo?‖

―Siempre tratando de salvar el mundo. Siempre preocupado de tener

demasiado cuando otras personas tienen muy poco,‖ dice. ―Y siempre

tratando de evitar ir al colegio.‖


Se para de un salto y me da un rápido abrazo, seguido de una palmada en la

cola. A veces se parece mucho a un entrenador de football.

Llamo a mi mamá aunque realmente no quiero hacerlo.

―Ya llegué,‖ le digo.

―Oh, cariño. Me alegra que llegaras bien. ¿Cómo es?‖

―Frío.‖

―Suena justo como la Maine que recuerdo.‖ Se ríe y luego para. Escucho el

silencio y después ella pregunta, ―¿Todavía estás enojada conmigo?‖

―Sip‖

―Es por tu propio bien.‖

―Claro. ¿Sabias que un niño desapareció la semana pasada?‖

―¿Qué? Pon a tu abuela al teléfono, ¿si? Zara… Te quiero.‖

Señalo a Betty. ―Quiere hablar contigo.‖

Después digo hacia el teléfono. ―También te quiero.‖

Betty lo coge de mi mano, lo cubre con una mano y dice, ―Ahora, ve a tu

cuarto y acomódate. Es la segunda puerta a la izquierda. Tienes que registrar

el carro mañana en el ayuntamiento. Y empezar con la escuela. Lo primero,

no enfurruñarse en la casa.‖

Asiento y troto hacia mi habitación. Me detengo brevemente en las escaleras

al escuchar la silenciosa voz de Betty decir, ―Seguro no se ve como ella

misma. Tenías razón.‖ Camina con pasos lentos por la habitación y me mira

fijamente escuchando a escondidas. ―¿Estás escuchando mi conversación con

tu madre?‖

Mi garganta se cierra. Me las arreglo para asentir.

―¡A la cama, chismosa!‖

Corro el resto de las escaleras y entro a mi habitación. Con sus cortinas de

encaje y su cama cubierta por un acogedor edredón, mi habitación no se ve

tan mal tampoco. Las paredes son pálidas y no de madera. Las cajas con mi

ropa están apiladas contra la pared. Me saco de un tirón mis jeans y mi saco,

y cojo la bata colgando de un gancho detrás de la puerta. Hay una Z bordada


en el acolchonado paño azul. Me envuelvo en ella y por un segundo me siento

casi feliz.

La ducha caliente que arrastra toda la suciedad del aeropuerto se siente

asombrosa, incluso si hay etiquetas de goma en los azulejos por todas partes.

Dejo la toalla y me encamino de regreso a mi habitación. La abuela Betty me

deja instalarme por mi cuenta. Hasta puse mi afiche de la Amnistía

Internacional. El símbolo de la organización es una vela rodeada por un

alambre de púas. Miro fijamente la llama y la siento casi (pero no realmente)

acogedora. Estoy sacando mis reportes de derechos internacionales cuando

ella asoma su cabeza por la puerta de mi habitación.

―¿Te estas acomodando bien?‖

―Si. Gracias por recibirme.‖ Dejo los reportes en una pila, me levanto y le

sonrío.

Me sonríe de vuelta y cierra una de las cortinas. ―Me honra pasar tiempo con

mi única nieta.‖

Camino hacia la otra ventana para cerrar la cortina, pero quiero mirar afuera

primero. Tengo que limpiar el hielo para poder ver. Solo hay árboles y

oscuridad, oscuridad y árboles. Bajo la cortina. ―De verdad no quiero ir al

colegio mañana.‖

Se acerca y se para a mi lado. ―Claro que no quieres.‖

―Realmente no quiero hacer mucho de nada.‖

―Lo sé, pero mejorará.‖ Golpea su cadera contra la mía y después pasa un

brazo alrededor de mis hombros dándome un abrazo lateral. ―Siempre puedes

rezar por un día de nieve.‖

También la abrazo. ―Esa es una excelente idea. Tal vez podría hacer el baile

de la nieve.‖

Ella ríe. ―¿Tu papá te enseñó eso?‖

―Sip. Sueltas un cubo de hielo en el retrete y bailas alrededor cantando

‗Nieve. Nieve. Nieve.‘‖

―Hasta que se derrite. Ese hijo mío. Lo extraño.‖ Se recarga en mí por un

segundo, palmea sus fuertes manos en mi espalda. ―Pero me alegra que estés

aquí para hacerme compañía, egoísta o no. Ahora, sin preocuparse. Estarás

bien, Zara. Me aseguraré de eso.‖


―Simplemente no se si estoy para todo el asunto del colegio.‖ Me alejo con

mis brazos cruzados sobre mi pecho.

Ella me da un beso en la cabeza. ―Estarás bien, princesa. Y si alguien te

molesta, iré a tratar con ellos por ti, ¿listo?‖

La idea de mi anciana abuela salvavidas golpeando a alguien me hace reír,

aunque sé que no debería reírme de la violencia.

―Lo digo en serio, Zara. Cualquiera que te moleste, me lo haces saber.

Cualquier cosa que te asuste o te incomode, me lo dices. Esa es mi labor de

abuela. Déjame cumplirla. ¿Ok?‖

Fuera, la nieve sigue cayendo. Temblando subo la mirada hacia sus ojos,

ambarinos como los de gato salvaje. Las pupilas parecen dilatarse un poco

porque lo dice en serio. Realmente lo dice en serio. Tomo su mano. ―Ok.‖

Los aullidos me despiertan en medio de la noche.

Es un sonido largo, lleno de pena.

Tiemblo y me siento en la cama.

Afuera algo aúlla otra vez. No es demasiado lejos.

¿Coyotes?

Hay una serie de emocionados ladridos agudos y otro aullido. Recuerdo una

película que vimos en la clase de biología de la vida salvaje sobre como

actúan los coyotes cuando tienen una presa. Estos sonidos son algo como eso,

pero no exactamente como coyotes, más profundo tal vez, como perros

grandes o lobos.

Camino silenciosamente hacia mi ventana, corro las cortinas y miro afuera. La

blancura cubre el césped y mi carro. La luna reluce sobre ella, haciendo que

la nieve parezca hecha de cristales o diamantes, destellando y brillando. Es

hermoso.

Suelto el aire. ¿Estaba conteniendo el aliento?

¿Por qué contendría mi aliento?

Porque estoy pensando en mi papá. Mi papá creció aquí. Y él nunca volverá a

ver esta nieve, o esta casa o el bosque o a mí otra vez. Está encerrado fuera

de eso, lejos de mí, de la vida, un prisionero. Haría lo que fuera por liberarlo.


Mi mano presiona contra el frío marco de la ventana.

Algo se mueve al borde del bosque, justo como una sombra, realmente, una

oscuridad que parecía un poco más oscura que los troncos de los árboles y los

arbustos.

Inclino la cabeza y trato de visualizar algo.

Después llega, el sentimiento. Arañas imaginarias agitándose contra mi piel.

Mi mano deja la ventana. La cortina se cierra con un balanceo.

Camino de puntillas de regreso a la cama, acortando la distancia entre la

ventana y la cama tan rápido como puedo sin llegar a correr.

―No es nada.‖

Eso es lo que apesta sobre mentir. Es difícil mentirte a ti misma y realmente

creerlo. Es mucho mejor simplemente cantar tus fobias, enfrentar la verdad,

y seguir tu camino. Pero yo no puedo hacerlo.

Todavía no.


DDiiddaasskkaalleeiinnoopphhoobbiiaa

‗Miedo de ir a la escuela‘

Traducido por Ana

o mejor de llorar es que siempre pierdo el conocimiento. Dormí muy bien anoche, a pesar de los estúpidos perros aullando alrededor de medianoche. Menos mal que no soy cynofóbica, porque habría

enloquecido durante toda la noche.

Ahora está todo tranquilo. La nieve cubre todo el mundo exterior y cuando mi despertador suena no hay forma de que quiera levantarme y enfrentarme a ella. La casa de la abuela Betty es demasiado segura y acogedora, especialmente mi cama. De todas formas, arrastré mi cansado culo a mirar por la ventana. La nieve lo tapa todo y es… ¿qué? Mediados de Octubre.

―Esto está mal‖ – anuncio y tiro de las cortinas de encaje para abrirlas. La extraña luz blanca que la nieve refleja se cuela en mi habitación.

Estoy desayunando sola. La abuela Betty me dejó una gran nota en el centro de la mesa, con una marca de agua que parece Carolina del Sur. Trago saliva y toco donde estaría Charleston. Luego leo la nota:

Zara… Estoy en la estación. Una furgoneta tuvo un choque-sarcástico en la Ruta 9. Daños menores. Todavía hay escuela. No rezaste suficiente. Que tengas más suerte la próxima vez. Ja-ja. Los novatos tienen deporte así que asegúrate de llevar ropa. Conduce con cuidado. Afuera está resbaladizo. Aquí hay un mapa. Es muy exacto. No conduzcas cuando oscurezca. Volveré al anochecer. Déjalos muy sorprendidos. Las llaves están aquí.

Había dibujado una flecha señalando a las llaves, cerca de la nota de la mesa, como si no fuera capaz de verlas. Las cogí y las dangle (lanzar) en el aire. Una se engancho en el hilo de mi dedo. Se está rompiendo.

El desastre que es mi mañana empieza cuando me caigo en los escalones de la puerta principal y aterrizo en el árbol. Una fina capa de hielo se esconde bajo

L


la nieve. No la veo. Me tambaleo y aterrizo, rápidamente levanto los brazos para evitar el gran choque con el enorme pino. Ladeo hacia un lado, para evitar romperme la cara contra su dura corteza.

―Maldita sea‖ – lentamente, con cuidado me alejo. Si no levanto los pies, lo suficiente, estaba segura que seria capaz de deslizarme como los patinadores, por supuesto, estoy segura que eso es difícil de hacer con tacones altos. – Un pie delante de otro – me digo – Un pie delante de… ¡Ay! – otro bamboleo, vuelvo a resbalar, y me embisto contra el coche, apoyando las manos en el capó.

Respiro. Eso hace una nube en el aire. ¿Los bonitos zapatos que había comprado en Charleston? Totalmente cubiertos con nieve. ¡Mierda! mis huellas están impresas por diminutas manchitas de brillo dorado, como los que usarías en un proyecto en primer grado. Betty debe de haber revisado algunas cosas del coche anoche. Sí, la etiqueta del lado está despegada. Dejo de pensar por un segundo porque no es que las huellas sean interesantes.

No del todo.

Cerca de las huellas de Betty hay unas enormes, como las de un perro. Quiero decir, creo que son de perro. Los gatos no son tan grandes. Inclino la cabeza. No sabía que ella tenía perro. Quizá es lo que escuché aullando a media noche. Quizá es lo que vi a las afueras del bosque. O quizá era algún perro furioso al estilo Cujo, esperando para abalanzarse sobre mí, con sus ojos rojos, brillantes y monstruosos dientes. Gynofobia total. Me golpeé en la cabeza para detenerme.

―He estado leyendo demasiado Stephen King‖.

Pero la verdad es que no he leído esas historias de terror de Maine desde el séptimo grado, cuando mi padre me lo prohibió diciendo ―Me encanta Stephen, pero le da mala fama a Maine‖. Pensar en mi padre hace cada respiración como si hubiera tragado saliva. Me pongo el bolso en el hombro y me subo en el coche. La abuela Betty también dejó una nota en el salpicadero.

Ponlo en descongelación. Es el botón con las rayas que parecen garabatos.

Encuentro el botón, pero mis dedos temblorosos lo pasan mal para encenderla. El aire frío gira a mí alrededor. Es como ser besado por el Abominable Hombre de las Nieves o un terrorífico monstruo del infierno de Stephen King que absorbe tu alma. ¿O eso es de los libros de Harry Potter? No me acuerdo.

El aire choca contra mis labios. Juro que puedo sentirlos agrietándose.

Genial.


El parabrisas tarda cinco minutos en limpiarse. Uso ese tiempo para volver a la casa y coger mi gorro, vigilando por si algún perro rabioso viene por mí. Entonces vuelvo al coche, arranco, y es ahí, cuando aprendo algo más del hielo. No es fácil conducir sobre él. No puedes pasar de treinta si no quieres que el coche colee en el otro carril.

El hielo apesta.

Cuando llego a la escuela, mis nudillos están blancos por la presión y la congelación, y mi corazón está latiendo a un millón de golpes por minuto, así que no me alegro mucho cuando algún estúpido en un precioso y rojo Mini Cooper me corta el paso y aparca delante de mí. Lleva cadenas en las llantas. No resbalan. Me encantan los Minis.

―¡Hey!‖ – grito mientras mis frenos repiquen otra vez. Entro en un espacio para aparcar, apoyo la cabeza en el volante y exhalo.

Me gustaría darle una paliza a ese chico de la Mini, lo que no es un pensamiento muy no-violento. Pero en su lugar decido ser pacífica y buena y hacer que mi padre esté orgulloso. Toco el hilo de mi dedo, suelto, desgastado, todavía ahí.

―No seré violenta‖ – murmuro. – ―No seré violenta. Soy pacífica y buena. Soy pacífica y buena. No quiero darle a nadie el dedo‖.

Salgo del coche y espero. El del Mini Cooper salta del coche con la gracia que sólo los buenos atletas tienen y aterriza en el hielo sin resbalar. Lleva botas. Dios, aquí los chicos se ponen botas: tan, ‗soy un chico-sexi con botas‘. Es como si yo hubiera abandonado completamente la civilización. Él cierra de un portazo, se da la vuelta, y finalmente se da cuenta de que existo.

Qué amable por su parte.

Mi corazón se detiene. Empieza otra vez, pero late mucho más cuando encuentro sus ojos. Estoy congelada aquí y él anda sobre el hielo como si se estuviera moviendo por grava o hierba. No se resbala una sola vez. Cada paso que da le trae más cerca de mí, y solo para cuando distingo sus iris marrón profundo alrededor de sus pupilas, el pequeño rastro de barba en sus mejillas y su mentón (no demasiada pero suficiente para que sepas que se tiene que afeitar). De hecho puedo oler su almizcle.

Está tan cerca que está invadiendo mi territorio, no, mi espacio personal. Doy un paso hacia atrás y me resbalo. Su mano agarra mis hombros, equilibrándome.

―Ten cuidado. Es muy resbaladizo‖ – dice, con una sonrisa formándose en su cara.


―Te devolvería la sonrisa, pero estoy muy ocupada sintiéndome mareada por dentro‖. Mi voz suena fuerte.

―Oh. Sí‖ – su grueso pelo castaño se levanta con el viento. Se sorbe la nariz. ―¿Seguro que estás bien?‖ ―Sí. Gracias‖ – asiente, sonríe levemente y me dice adiós con la mano alejándose a zancadas. En serio. Es guapo, incluso de espaldas. Sacudo la cabeza para dejar de mirarle, me dirijo a la oficina principal del colegio y empujo la puerta. Es mucho más luminosa de lo que esperaba. La puerta se estrella en la pared con un ruido sordo. Mis mejillas se calientan y digo:

―Lo siento‖ – la pálida chica que hace los anuncios me lanza una de esas miradas de ‗¿Quién demonios eres tú?‘. Le sonrío e intento fingir dulzura mientras repito ―lo siento‖.

No funciona. Aparta su largo pelo rubio fresa tras los hombros y levanta los labios con un pequeño gruñido. Le alzo las cejas como en alguna película. Touché. Mi disculpa sí que funciona con la secretaria. Ella se levanta de su asiento y empieza a caminar de un lado al otro en la oficina. Me recuerda a Mrs. Santa Gaus, sólo que sin el mono rojo y las galletas con azúcar.

―¡Oh! ¡Tú debes ser Zara White! La nieta de Betty‖ – volvió a ponerse su largo y fino pelo tras sus orejas como una niña pequeña. – ―Te pareces tanto a tu madre. Es sorprendente. Te habría reconocido en cualquier sitio. Sois como gemelas… solo que con el pelo distinto. Debes tener el pelo de tu padre‖ – respira entre su charla efusiva y yo lo aprovecho. Asiento, incómoda.

―Sí, esa soy yo. Hola. Necesito registrarme para las clases. Lo siento si eso te da trabajo extra‖ – la Malvada Chica de los Anuncios arruga la nariz, pero la secretaria sonríe y dice: ―Qué dulce. Lo siente. Tu madre te educó bien. Lo siento por tu padrastro, querida‖ – es cuando trago un poco de saliva, pero me las arreglo para contestar. ―Gracias‖.

―Los conocía, ya sabes, a tus padres…‖ - la secretaria se quita las gafas y me entrecierra los ojos risueños sonriendo con pena, después ella estira los bordes de las mangas de su camisa, y las remanga para después sacar una carpeta, y la pone sobre el escritorio.

La Malvada Chica de los Anuncios hace rodar sus ojos y nos da la espalda. La secretaria no se ha dado cuenta. Y saca un horario escolar.


―Aquí tienes, cielo. Todas tus clases. Yo soy la Sra. Mix‖ – cojo la lista con mi mano temblorosa. Todo el papel tiembla con ella. Dios. – ―Estarás bien, querida. ¡El primer día es el más difícil!‖ – se gira hacia la Malvada Chica de los Anuncios. – ―Megan, ¿quieres enseñarle a Zara su primera clase?‖

Megan. Qué nombre tan perfecto para la Malvada Chica de los Anuncios. Las Megans usualmente siempre me odian. Esta Megan, estaba segura que no va a romper mi record. Se da la vuelta y me mira:

―Tengo anuncios‖ – la Sra. Mix se golpea la cabeza ligeramente.

―Oh, es verdad. Ian, ¿qué te parece llevar a Zara a su clase?‖ – llama tras su hombro. ―Paz, niña Mice, hippie-friki‖ – le sonreí y murmuré en mi cabeza ―Zapatos Mice hechos por niños esclavos en Asia, Barbie Materialista‖ – cuando me da la espalda, me cubro la boca para asegurarme de que no dije mi respuesta en voz alta. La Sra. Mix se balancea en sus tacones, esperando a Ian. ―Ahí está‖ – canturrea. – ―¿Le enseñas a Zara su clase, querido?‖ – El chico detrás de la oficina levanta sus largas piernas de detrás de un ordenador y me sonríe evaluándome. ―Claro, canturreadora‖ – anda hacia mí y se queda tan cerca que tengo que estirar el cuello para mirar a su larga y pálida cara coronada con ondas rojas fuera de control. ¿Todos los chicos de este pueblo son altos? Mi padrastro no era tan alto, aunque siempre pensé que lo era, especialmente comparado conmigo. – Pullman. Fácil. Mío también – Ian tira una mochila por detrás de su hombro, me sonríe y coge mi papel. – ―¿Tiene el número de su taquilla, Sra. Nix?‖ – la sra. Nix se golpea la cabeza otra vez. Y pienso que si sigue así, se hará daño. ―Claro, aquí. ¿Cómo puede olvidarlo?‖ – sacude la cabeza y me sonríe. – ―Lo siento. Es la edad‖. ―Está bien‖ – digo. – ―Gracias‖ – miro a Megan, sorprendida por cómo me odia, y corro fuera de la oficina con Ian delante de mí. Se da cuenta y reduce la velocidad. ―Lo siento‖ – se sonroja. – ―Piernas largas‖ – sonrío. Se sonroja más y empieza a atrancarse con las palabras. – ―No quería decir que eres baja o algo así. Sólo que mis piernas son… bueno… son largas, ya sabes y…‖ – le toco su brazo. ―Está bien‖.

―¿De verdad?‖ – me sonríe, con una de esas sonrisas de niño pequeño, como si le hubieran ofrecido una galleta de chocolate aunque acabase de volcar café en una alfombra de Persia.


―De verdad‖ – inhalo. – ―¿Eres atleta?‖ ―Podrías decir eso‖ – me sujeta del codo. – ―Gané el All-State en el I600 la última primavera y estaba en el All-New England en la… ― ―Competencia para perdedores‖– refunfuña alguien chocando contra mí, haciendo que Ian me suelte, sin embargo su mano volvió a posarse en mi codo de una forma muy protectora para ser normal. El del Mini Cooper gesticula adiós con la mano y me dice – ―Lo siento‖ – miro hacia el enorme chico del Mini Cooper. Sus hombros quedan enormes en su suéter, no es que esté mirando o algo. Y el suéter parece de cachemir, muy arrogante para ser de Maine. Debía de tener tiendas grandes-y altas aquí, o quizás simplemente lo pidió por Internet. Ian suelta un pequeño gruñido. Hago como que no lo oigo, pero toco su brazo otra vez, intentando calmarlo.

―¿Quién es ese?‖ – el se estremece y se agacha para que pueda oírle.

―Ese es Nick Colt, también conocido como malas noticias‖ – me río.

―¿También conocido como malas noticias?‖ ―¿Qué?‖ – los grandes ojos de Ian se entristecen en su larga cara. ―Es sólo que aquí todo el mundo suena como si tuviera cincuenta años: también conocido como malas noticias‖. – pone su mano en mi hombro y vuelve a guiarme por el pasillo. ―¿La gente no pregunta de dónde eres?‖ ―¿Charleston?‖ – me he encontrado con muchas formas de hablar mientras viajaba fuera de los Estados Unidos, pero Maine sigue estando en E.E.U.U. la última vez que lo comprobé. ―Eres de Charleston‖ – asiente. – ―Me pregunto…‖ ―¿Qué?‖ – se para delante de una puerta. ―¿Qué? – espero que no crea que soy una paleta o una impertinente, que es lo que algunas personas piensan de alguien que vivió al sur de Nueva York. ―Sólo que pareces diferente‖. ―¿Vacía?― ―¿Qué?‖


Arrastro los pies por un segundo, horrorizada de haberlo dicho en voz alta. ―Nada. Lo siento‖ – el no parece enfadado. ―Si necesitas información sobre cualquier asunto, pregúntame. Estoy en el club de baloncesto, de atletismo y soy el delegado de clase de los novatos, además estoy en otros clubs, así que si te quieres unir a alguno, dímelo‖ – chasquea los dedos. – ―Lo siento. Es cursi‖. ―No. Está… bien. Eres un poco competente, ¿no?‖ ―No tiene sentido mezclarte, ¿sabes? Tienes que tener el poder donde puedas‖ – sacude la cabeza. – ―Eso suena mal. Sólo quiero decir… que tienes que hacer lo que puedas, integrarte, esas cosas. Bueno, hemos llegado‖ – me dedica una sonrisa algo torcida cuando llegamos a la puerta de una clase. Detrás de ella hay gente revolviendo sus cosas, empollando, cotilleando sobre todo tipo de cosas que no entiendo. Todos llevan ropa Gap y looks casuales casi de diseñador, excepto por las botas de trabajo de los chicos. Hay varios de ellos con sudaderas negras de franela. Y aquí estoy yo con mis vaqueros holey con símbolos de paz. Inhalo. No tengo ninguna oportunidad de encajar, mudándome a mitad de año escolar.

No hay esperanza.

El dolor dentro de mí crece y crece.

Auromfobia, la aurora boreal te asusta.

Autodysomofobia, tienes miedo de alguien que huele mal.

Automatonofobia, los ventrílocuos bobos te aterrorizan.

Automysofobia, ser sucio es el fin del mundo.

Autofobia, estás asustado de ti misma.

La malvada Megan no está en mi clase principal, pero está en la de Español. Ian me deja en la puerta y ella nos mira sospechosamente. Juro que si ella fuera un gato estaría siseando.

―No me costaría mucho venir y llevarte a tu clase de química avanzada‖ – dice Ian por cuarta vez – ―No quiero que te pierdas ni nada‖.

―Vale. Sí. Gracias. ¿Quién es esa chica?‖ – señalo a Megan con la cabeza. ―Oh, Megan Crowley‖ Me pongo de puntillas y susurro: ―Creo que me odia‖


El se ríe y asiente mientras vuelvo a poner los pies planos. ―Probablemente‖ – espero más información, pero nada. Él sólo eleva sus hombros y le grita hola a un chico con una camiseta de fútbol que le devuelve el saludo. Pongo las manos en las caderas. ―¿Vas a decirme por qué me odia?‖ – vuelve su atención hacia mí. Sus ojos brillan. ―Probablemente no le guste cómo hueles‖.

―¿Qué?‖ – doy un paso atrás. Pensaba que era amable, no digno de una bofetada. Tampoco es que vaya pegándole a la gente, como sea. Alzó las manos:

―Sólo era una broma. Sólo era una broma. Eres la competencia. Siente algo por Nick Colt. Te vio entrar en la escuela con él. Fin de la historia, inicio de la competición‖. ―Como si yo fuera competencia. Entre el Mini y yo…‖ – entro en la clase de Español, donde Megan susurra algo a la señorita Provost, la profesora, que me presenta a todos y me encuentra un lugar. La chica al lado de Megan se ríe tras su mano y me mira. Genial. A lo último a lo que le presto atención es a la señorita Provost, que está diciendo:

―Zara, qué nombre tan inusual‖ – mira a mis vaqueros rasgados con los signos de paz y sus ojos se mueven a otro pensamiento. – ―Me alegro de tenerte aquí. Clase, empecemos. Todo en español‖.

Miro por la ventana y deseo más que cualquier cosa volver a mi hogar con mi padre, que él esté vivo, que mi madre esté toda feliz, que comamos berenjenas cubierta con mozzarella y que todo sea normal otra vez. Pero nunca podrá volver a ser normal. Afuera, un abedul se curva por el peso de la nieve. Se levantará otra vez una vez que la nieve se derrita, como es normal. ¿Podría pasarme eso a mí? La respuesta es un gran y gordo no. Megan Crowley se da la vuelta en su asiento para mirarme. Algo malvado brilla en sus ojos y por un segundo pienso que no es real, inhumana.

Alza un dedo con la manicura perfecta y dice: ―Te estoy vigilando‖.

―¿Qué?‖ – articulo yo también.

―Te estoy vigilando‖ – repite. La señorita Provost se pone entre nosotras.


―Chicas, me alegro mucho de que Zara haga amigas, pero ahora no es el momento de socializar. Ahora estamos en la clase de español. ¿Zara? ¿Por qué no nos cuentas sobre Charleston?‖ ―Urn…‖ - miro alrededor en busca de ayuda. Sólo es un montón de gente pálida mirándome. Dios, ¿cómo puede Maine ser tan blanco? – ―Urn… Charlestone es muy bonito y cálido. Hay casas de antes de la guerra y…‖ ―En español, por favor‖ – interrumpe la señorita Provost, subiéndose el tirante del sujetador. ¿Quiere que hable de casas construidas antes de la guerra en español? Odio este sitio. Megan se ríe tras su mano y se da la vuelta. Me estremezco. Aquí hace tanto frío. ―Charleston es caliente y hermosa‖ – empiezo otra vez – ―a mi me gusta allí‖ – Una delgada chica de pelo marrón me saluda con la mano mientras salimos. Lleva una mochila naranja de Hello Kitty. Su nariz se mueve nerviosamente como la de un conejo y se mueve de arriba a abajo para que la mire. ―Hey‖ – saluda otra vez como si estuviera intentando pedir un taxi en una calle concurrida. Pero esto es un pasillo, no una calle, y estaba lejos de estar concurrido. ―Hola‖ – pongo mi oh-qué-ilusión- libro nuevo de español en mi mochila. Cierro un broche. Me doy cuenta de que el otro no está. ―Me gusta tu mochila. ¿La conseguiste en alguna tienda militar?‖ – se balancea como si hablar fuera demasiada energía para su cuerpo y tuviera que hacer algo con él. ―Sí‖. ―¿En Bangor?‖ ―No, Charleston‖ – sonríe.

―¿Eres Zara White?‖ – doy un paso atrás, colgándome la mochila en un hombro.

―¿Cómo sabe eso todo el mundo?‖ ―Pueblo pequeño‖ – sonríe como disculpa. – ―Las nuevas noticias se difunden rápido. Todos nos entusiasmamos cuando viene alguien nuevo. Soy Issie‖. ―Oh, entonces sabías que no compre mi mochila en Bangor‖. ―Algo así – sonríe enormemente. Sus ojos se agrandan y después, empieza a balbucear. ―Me encanta Bangor así que estaba esperando eso, porque también me gusta tu mochila. Oh, estoy balbuceando. Odio balbucear. Devyn dice que


es mono, pero sé que no, es súper molesto. ¿Zara es tu verdadero nombre?‖ – intento calmarme y ser simpática. Le devuelvo la sonrisa. ―Es Zara‖. ―Como Sara pero con una Z. Es más guay. Ella mueve su cabeza de arriba hacia abajo. – ―Encantada de conocerte. ¿A dónde vas ahora?‖ ―A gimnasia‖ – sonrío otra vez. Me gustaba la gimnasia en Charleston. Siempre la hacíamos afuera. No involucraba libros. No tienes que hablarle a nadie excepto para intentar molestarles. Puedes integrarte. Ella se balancea arriba y abajo en sus talones. Su falda revolotea alrededor de sus piernas. Es súper larga y con flancos, como su pelo. ―Guay. Es en el gimnasio. Por supuesto que gimnasia no es en el gimnasio‖ – se golpea la frente con la mano tan fuerte que quiero traerle hielo, pero parece que está bien. – ―Yo también voy allí. Te lo enseñaré‖. ―Oh‖ – me detengo en el pasillo y miro alrededor buscando a Ian. No le veo y no estoy segura de si es malo o bueno. De repente, me siento abandonada. ―¿Estás buscando a Ian?‖ – me encojo de hombros. ―Urn… sí, supongo. Me estaba enseñando las clases‖ – ella, quien había estado sonriéndome, ahora solo frunce el ceño. – ―¿Qué?‖ – le pregunto. ―Debes gustarle. Le diré que yo te he llevado desde aquí. Siempre consigue más de lo esperado. Te escoltará todo el año si le dejas hacerlo‖ – coge su teléfono y le manda un mensaje diciendo que ella me llevará a gimnasia. – ―Ya está‖ – esta chica es eficiente y eso me gusta. Une su brazo al mío y me dice de forma conspiradora: ―Es difícil ser nuevo. Yo también fui nueva una vez‖. ―¿De verdad? ¿Cuándo te mudaste aquí?‖ ―En primer grado‖ – le sonrío y se ríe. – ―Era difícil. Todavía me acuerdo. No es guay. Todos mirándome, cotilleando, porque era la nueva, intentando decidir si era digna o no de sus pandillas. Era horroroso. Nadie jugó conmigo en los recreos por un mes entero. Estar sola no es guay, no todos los días. No cuando todos los demás están jugando al tetherball o al corre que te pillo‖. – Suena tan triste, la acerco más a mí. Quiero cuidarla. ―Fue hace tiempo‖ – se encoge de hombros y me sonríe. ―Sí. Y no duró para siempre, ¿verdad? Pero recuerdo lo difícil que era‖ – redujo su voz hasta un susurro cuando nos dimos cuenta que nos dirigíamos


hacia Megan Crowley y su pequeña pandilla de chicas que intentan parecer modernas a la entrada del colegio, lo que es estúpido, porque es una entrada de colegio. –―Megan Crowley también me odiaba‖. ―¿Es tan obvio?‖ – le pregunto. Issie asiente. ―Odia a todos los que cree que son una amenaza‖. ―¿Por qué soy una amenaza?‖ – se suelta de mi brazo y lo utiliza para pegarme con su cuaderno. ―No juegues a eso conmigo‖ – se ríe otra vez, y abre la puerta de la habitación de las taquillas. Huelo polvo de talco y apestosas zapatillas de correr y sonrío. Huele tan familiar. Si cierro los ojos, casi puedo pensar que estoy en casa. Pero no lo estoy. ―Esa Megan‖ – susurro porque Megan y su pandilla también entraron en la habitación – ―¿te parece rara?‖ ―¿Qué quieres decir?‖ ―No sé…‖ - recuerdo la forma en la que no parecía real por un momento. – ―Es estúpido. Nada‖. ―Nada, no siempre es nada‖– dice Issie, y entonces se tambalea hacia atrás. – ―¡Dios mío!‖ ―¿Qué? Issie, ¿qué es?‖ – miro alrededor buscando una araña o algo. Quizá Issie tiene fobia a las arañas. Esas son muy comunes. Issie vuelve sus ojos asustados hacia mí, traga y suelta las palabras como si tuvieran vida propia. ―Hoy vamos a correr. Van a examinarnos en la carrera de una milla. ¡Dios!, es tan poco guay. Es yabba-dabba mal‖ – casi salto para abrazarle. ―¡La milla! Genial‖. ―¿Genial? ¿Correr una milla? Estás loca‖ – abre una taquilla y saca ropa de gimnasia. ―Quizá sí encajes aquí después de todo‖ Me pongo mi vieja y gris camisa del concierto de U2-War. Es excelente para correr la milla, ligera y apagada. Mi padre la consiguió en un concierto en los ochenta. ―¿No quieres que encaje?‖ ―Es bueno tener alguien diferente‖ – dice, señalando a las de la pandilla de Megan, que se están poniendo camisetas de tirantes finos. – ―Alguien que no


sea como ellas, ¿sabes?‖ – Megan se hace una cola de caballo. Se arregla sus pechos perfectos bajo su perfecta camiseta y me lanza una mirada perfecta. ―No soy como ellas, Issie‖ – digo, abrochándome los botones. ―Guay‖. ―Sólo me gusta correr‖ – ella se pone una bonita camisa de Snoopy, de color azul bebé. ―¿Por qué? ¿Por qué te gustaría correr?‖ ―Me hace sentir segura‖ – le digo mientras nos atamos los cordones. No le digo que me hace sentir más cercana a mi padre. Mientras me estiro, el Entrenador Walsh, el profesor del gimnasio, asiente y pide mi nombre, entonces utiliza el silbato y todos empezamos a correr por la pista dando una vuelta de calentamiento.

―Bedford es el único instituto en el norte de Maine con pista interior‖ – presume una vez que he llegado. ―Toda la comunidad se reunió detrás de esto. Para la recaudación de fondos y todo eso‖.

―Es guay‖ – me estiro. Otra vez. Nadie más se está estirando, excepto Issie y casi se está cayendo cada vez que se agacha y alcanza los dedos del pie. Es divertido ver a alguien tan mona ser tan descoordinada. ―Tiene el mismo color de pelo que mi padre. Megan me frunce el ceño y tengo ese sentimiento, el raro. Me pongo los dedos en los ojos. El profesor me coge por el codo y me espeta:

―¿Estás bien? ¿Tienes presión en la sangre o algo?‖ – paso una mano por mi pelo, Issie deja de estirarse y me mira. Todos parecen mirarme. Me siento un poco ophthalmofóbica, una fobia muy normal, en la que la gente tiene miedo de que la miren.

―Sí, estoy bien‖ – el entrenador Walsh me mira duramente y me deja ir. ―Vale, entonces poneos en fila‖ – todos nos pusimos en fila excepto por el chico que va en silla de ruedas, Devyn. Me sonríe cuando hago fila, se presenta. Tiene una sonrisa de estrella de cine, dientes blancos y carisma, ojos grandes, piel oscura. Estaría perfecto si no tuviera la nariz grande, pero la verdad es que le queda bien, natural y poderosa.

Le guiña el ojo a Issie, que se sonroja.


―Puedes hacerlo, Is‖ – dice.

Ella rueda sus ojos, tuerce el labio y dice: ―Siempre y cuando no suspenda‖.

―Si suspendes, te pondré en mi regazo y te llevaré en la silla hasta que llegues a la línea final‖ – dice, y de pronto no parece sórdido, porque puedes decir por sus ojos cuánto se preocupa por Issie. Instantáneamente me gusta. Ella se sonroja más. Por su cara parece que ya ha corrido una milla. Me balanceo en mis pies, feliz por la oportunidad de correr, incluso si es dentro, e incluso si la perfecta y plástica Megan Crowley está ahí, mirándome. Ian está a su lado con una media sonrisa en la cara.

―¿Eres una corredora o algo?‖ – lanza su pelo atrás y se vuelve a hacer una cola de caballo, que otra vez acentúa sus perfectas mejillas. – ―Bonita camiseta‖ – me encojo de hombros. Ian alza las cejas.

―A mí me parece una corredora‖ – sus palabras no parecen reales. Parecen planas, como si estuviera jugando a flirtear conmigo. Probablemente este es un efecto continuo de la muerte de mi padre: el sentimiento de que nada es real. Toco el hilo de mi dedo. Megan arquea una perfecta ceja.

―Puede que ella corriera en el hoyo sureño del que ha venido, pero no aquí. Aquí hay más variedad de corredores. Además, ¿cómo puede alguien correr con esas piernas tan cortas?‖ ―No seas mala, Megan‖ – dice Issie. – ―Es mucho más guay ser simpática‖ Megan le pestañea. ―Como si tú supieras qué es ser guay‖ Mis manos se cierran en puños e intento pensar en algo que decir, pero todas mis palabras parecen estar retenidas en algún sitio cerca de mi corazón. Entonces otra voz viene de detrás de nosotros, una voz baja, profunda. Cuando la reconozco se me eriza el vello. ―Issie es más que guay‖ – dice Nick Colt. Pone una mano en el hombro de Issie. Ella le sonríe. ¿Es amiga del chico del Mini Cooper? ¿Están saliendo? Por favor, Dios. No los dejes estar saliendo. Se da la vuelta hacia la perfecta Megan – ―¿Estás preocupada? ¿Crees que podría ser más rápida que tú?‖ – Nick Colt le sonríe, pero no hay calidez y me hace estremecerme. Es la sonrisa de un depredador. Vale, es la sonrisa de un depredador increíble con una buena barbilla. Sacudo la cabeza para quitar esa imagen. No, tiene la sonrisa de un mal conductor, alguien que hace que mi cuerpo grite ―¡Peligro! ¡Aléjate!‖. Wow. Soy tan mentirosa. Tiene una sonrisa magnífica. El la provoca un poco más: ―Ella podría ser más rápida‖


―Sí, vale‖ – Megan se agacha para tocarse los pies. Se mueve como un gato, grácil, como si pensara en cómo quedaría cada músculo cuando se mueve. – ―Como si ella me preocupara‖ – algo parecido al enfado se alza en el hoyo dentro de mí, oscuro y altanero. No estoy acostumbrada a sentirme así. No estoy acostumbrada a sentir algo que no sea entumecimiento, pero esta Megan, me hace algo. El aire del gimnasio se enfría, volviéndose tenso, como si esperara que algo pase, algo como una pelea. No voy a dejar que pase eso. No estoy a favor de llenar el mundo de odio. Mi padre solía citar a Booker T. Washington para mí, y a muchas otras personas guays. Pero es la cita de Booker T. que esta renaciendo en mi mente ahora mismo. Booker T dijo una vez: ―No permitiré a nadie rebajar y degradar mi alma haciéndome odiarle‖. Falseo una sonrisa, finjo que soy una niña- buena Booker T. y digo con una voz tan amable como puedo: ―No intento preocuparte, Megan‖ – vuelve su cara hacia mí, sus ojos fieros y concentrados. ―Bien. No lo consigues‖ Issie me coge del codo y me dirige una mirada preocupada. Megan finge que de repente no existimos y se acerca a un grupo de chicas rubias, la brigada guapa de la clase, me figuro. Nick e Ian se miran, como perros a punto de pelear, como enfrentándose. Ian de lejos parece primero, agachándose para atarse los cordones. Nick me sonríe, una sonrisa simpática. ¿Una sonrisa verdadera? ―Has hecho amigas‖. Nick afirma ―Una buena‖ – digo, cambiando mi peso de pie. ―Ja, ja. Gracioso‖ – no suena divertido. Issie se anima y une su brazo al mío. – ―Es correcto, Nick. Zara está haciendo bien. Soy su amiga‖ – él asiente y vuelve a sonreírme. Esta vez parece incluso más cálida, más real. ―Bien, Issie. Debería haberlo sabido‖. ―¿Saber qué?‖ – pregunto, pero nadie me contesta. Así que pruebo una nueva táctica y le susurro a Is. – ―¿Estás saliendo con él?‖ – levantó la cabeza rápidamente. ―¿Con Devyn? No. Con Nick‖ – empieza a reírse. – ―No. No me interesan del todo‖ – Devyn levanta la cabeza para mirar a Nick. Tamborilea con los dedos en los reposabrazos de la silla de ruedas.


―¿Te has enterado de algo?‖ – Nick sacude la cabeza. El entrenador viene a la línea de salida y le da a Devyn un cronómetro y una tablilla con sujetapapeles. ―¿Estáis listos? Esto es serio. Corred. Hacedlo lo mejor que podáis‖ – Nick se inclina hacia mí y susurra. Su aliento es cálido contra mi mejilla. ―Tiene una apuesta con los otros profesores de educación física en el país. Si no tenemos la mejor marca media, tiene que comprarle strudel a todos‖. ―¿Strudel?‖ – Nick alza las manos. ―No tengo ni idea‖. ―A los profesores de educación física les gusta el strudel. No estoy segura de por qué. Es tan empalagoso‖. ―Que sea empalagoso es bueno‖ – dice Nick. ―¿En serio?‖ – le pregunto. – ―¿Te gusta el strudel?‖

―Me gustan un montón de cosas que no son buenas para mí‖ – me sonríe lentamente. Debo de tener la boca abierta porque empieza a reírse.

―¡La hiciste sonrojar!‖ – dice Issie. – ―No te sonrojes, Zara. Sólo está bromeando‖. El entrenador Walsh hace sonar el silbato y todos partimos a la vez. Muchas de las chicas sólo trotan, pero Megan Crowley sale disparada, y yo la sigo, odiando cómo de bonitas y largas quedan sus piernas mientras corre con perfectas zancadas, sus pies moviéndose rápidamente. ¿Nick se da cuenta de lo perfecta que es? ¿Y por qué me importa? Megan vuelve la cabeza y me sonríe. No es una sonrisa simpática. ¿Qué le pasa a esta chica? ¿Qué me pasa a mí?

―Ve a por ella‖ – suelta Issie. -―¡Ve por ella, eso es lo que importa!‖-. Está trotando muy despacio, agitando los brazos. – ―No me esperes‖.

―Pero…‖ ―No soy una buena corredora, menos de velocidad‖ – sonríe como pidiendo perdón. – ―Pero soy la mejor andadora‖. No hemos recorrido ni un cuarto de milla y la cara de Issie ya está roja.

―Ve, píllala‖ – me sonríe y se aleja de mí. Entonces añade – ―sabes que quieres‖.


Acelero el paso, alcanzando fácilmente a Megan. Le dirijo mi propia versión de la sonrisa súper-malvada de Megan y la adelanto en el cuarto de milla. Dejadme decir que no hay nada mejor que correr rápido. No hay nada mejor que la forma en que se sienten tus piernas cuando las estiras para correr más rápido y sabes que tus pulmones y tu corazón pueden soportarlo.

Mis zapatos de correr pisan la marca roja y empiezo a alcanzar a los chicos que van primeros. El profesor de gimnasia cambia de canal para escuchar música hip-hop ultra urbana, que casi hace que deje de correr, porque lo más raro del mundo debe ser escuchar música hip-hop ultra urbana en un gimnasio en el norte de Maine. Lo juro, Maine es el estado más blanco de toda la nación.

Fuimos a correr el día que mi padre murió, en Charleston. Mi aliento sale con dificultad de mi boca y pierdo el ritmo de la respiración. Mierda.

―No pienses en eso. Ve más rápido‖ – me murmuro a mí misma. ¿Qué me pasa? Correr nunca me pone nerviosa. Alcanzo a las chicas que trotan. Están cantando. ―Whassup.. Whassup tih you…‖

Le saco una vuelta de ventaja a la dulce Issie. Sus brazos siguen moviéndose locamente y me saluda antes de gritar: ―Vigila. Ya estas cerca‖.

Sólo corro más rápido y llego donde está el más lento de los chicos guías. Le guiño el ojo y le adelanto. Huele a cebolla y tiene enormes y húmedos círculos debajo de las mangas de su camiseta. Acelera, pero sólo puede estar conmigo diez décimas de milla antes de echarse atrás. Entonces está Nick. Me coloco a su lado. Es algún tipo de dios corredor, porque no jadea. Sus pasos son largos, poderosos y rápidos.

―Hola‖.

Por qué lo dije, no lo sé. Es mono. Vale. Me muero por los chicos monos y él era amable con Issie. Además, tiene un pelo bonito y no es tan pálido como la mayoría de los chicos de Maine. Parece que alguna vez ha trabajado bajo el sol, o al menos haber visto el sol una vez, quizá hace algunas semanas. Además, se supone que la vida debe de ser sobre hacer el amor, no la guerra. Mi padre escuchó a John Lennon, sé estas cosas.

―Eres rápida‖ – dice, fácilmente. No jadea, no se queda sin aliento. No se derrumba.

―Tú también‖. Corremos juntos, al mismo ritmo. El único que está delante de nosotros es Ian, que pasa por las líneas como si no fueran nada. Nick se encoge de hombros mientras corre, que es algo, porque cuando estoy corriendo me cuesta hablar, y más encoger los hombros.


―¿Puedes ir más rápido, no?‖ – suelto. Él sólo sonríe suavemente otra vez y sus ojos se dirigen a algo frío, como tumbas con la más mínima información sobre una vida grabada en ellas.

―Zara‖ – susurra. Me inclino más cerca para oírle.

―¿Qué?‖ – mi voz no es un susurro. Marca el ruido sordo del ritmo de mi corazón, la base de la música que sale de los altavoces. ―¡Gran trabajo, chica nueva!‖ – grita Devyn, aplaudiendo. Nick me mira. ―Deberías mantenerte lejos de Ian‖. ―¿Por qué?‖ ―No sé. Él es… un usuario‖. ―¿Un usuario?‖ – pasamos delante de las chicas que trotan/cantan. – ―¿A qué te refieres con un usuario?‖ – pregunto de nuevo. Pasamos rápidamente delante de algunos niños insanos, incluyendo al del olor a cebolla. Nick inhala. ―Huele como si no pudieran hacerlo‖. Como si no pudieran hacerlo. Como mi padre.

Trago saliva y le miro. Está totalmente ajeno a lo que le rodeaba. La cara de mi padre aparece en mi mente, la botella de agua, la forma en que no podía hacer nada para ayudarle. Me duele, sólo me duele, y me vuelve loca. Empiezo a dar patadas. Es muy temprano, pero tengo que adelantarme y alejarme, como si pudiera escapar de la muerte de alguna forma, como si pudiera escapara de lo que es real.

No iba a lograrlo. Sólo corre. Corre. Corre.

Reduzco la distancia entre Ian y yo. Sólo me queda un cuarto de la distancia. La gente grita, creo. Chillan. Mis zapatos rojos de correr se hacen borrosos mientras se mueven por la línea color grana. Mis brazos bombean. Pateando fuerte para llegar, poder, velocidad, me acerco tanto que puedo oler a Ian, frío y helado como el cristal de mi ventanilla esta mañana. Se da la vuelta y me mira. Ni siquiera está preocupado. Un corredor nunca mira atrás a menos que sepa que puede ser alcanzado. Sonríe medio amablemente y medio divertido, creo y corre a mi paso. No hay sudor en su camiseta, ni gotas en su frente. Nada.

Dios, eso es increíble, ser capaz de correr así. Cruza la línea en tres zancadas delante de mí, sonriendo.


Doy un traspié por la línea y caigo al suelo, jadeando por aire, agarrando mi estómago, y aguantando la urgencia de vomitar, lo cual me pasa algunas veces cuando corro rápido.

―Estuviste genial‖ – Ian se inclina y me tiende una mano para ayudarme a levantarme.

Cojo su mano, tambaleándome, y el mundo da vueltas a mí alrededor. Ian me sujeta por la cintura, estabilizándome. Mi padre solía sujetarme así y me gustaba, me gustaba el sentimiento cómodo. Alguna parte de mí se da cuenta de que no está ni siquiera templado. Está frío. No tiene sentido.

―Eres sorprendente‖ – le digo. – ―Nunca he visto a nadie tan rápido‖.

―Lo hago bien‖. ―¿Bien?‖ ―Un montón de entrenamiento‖ – mis ojos se encuentran con los de Nick. Respira bien, pero está sudoroso, con olor a almizcle. Me mira y de repente me doy cuenta del brazo de Ian a mí alrededor. ―Aquí todos son corredores sorprendentes‖ – jadeo, inclinándome otra vez. – ―No me puedo creer lo buenos que son todos‖. ―Tú también‖ – dice Ian. – ―Necesitas un pequeño entrenamiento de Maine, eso es todo‖. El profesor de gimnasia me golpea la espalda: ―Te quiero en el equipo. ¡Esa marca! Es un minuto mejor que el récord femenino de Maine. No me lo puedo creer‖ – asiento y sonrío. Mi corazón empieza a calmarse. El mundo deja de estar borroso. La mano de Ian sigue estando en mi cintura. Dice algo, pero estoy muy cansada para oírlo. Nick está de pie cerca de Devyn, con las manos en las caderas. Tiene un poco de sudor en la frente y se lo limpia con la mano. Sus ojos abrasan los míos. Eso es todo. Estoy enganchada.


SSiittoopphhoobbiiaa

‗Miedo a comer‘

Traducido por Glad

l maestro de gimnasia, esta asignándole un número a todo el mundo, mientras lo grita en voz alta. Los ojos de Nick aun sostienen los míos. En su boca, nuevamente esta la palabra, ‗usuario‘.

Abro mi boca para tratar de decirle algo. Pero antes de que logre mi cometido, el me da la espalda y se marcha dando media vuelta. Ian frunce el entrecejo y señala a Nick. ―¿Esta molestándote?‖ "No sé," le contesto honestamente, apartándome de él. La cara de Ian me muestra un gesto de dureza. "Ignórale, ¿ok? Él es un idiota. Tiene el complejo de poli" ―¿complejo de poli?‖ ―El cree que lo sabe todo. Piensa que es mejor que los demás. Y no lo es. Es solamente un gamberro que puede correr. Siempre ha sido un fenómeno desde el accidente de Devyn, y ahora que el otro chico escapo la semana pasada Nick cree que todo 'podría tratarse de un asesino en serie.' Juro que él mira demasiadas series de crimen. No es extraño que sus padres le hayan dejado‖. ―¿Le han dejado?" ―Supuestamente trabajan haciendo fotografías. Hacen fotos de la naturaleza. No sé. Me gusta tu camiseta‖. Bajo mi mirada, hacia mi camiseta de U2. El sudor estropea el color gris liviano y le hace lucir arrugado, totalmente estropeado, después de una dura carrera. El título del viejo álbum, Wary ha comenzado a descascarse. No puedo dejar de pensar en Nick. "Él luce un poco... no sé...estresado‖. Ian me toma de los hombros. Las personas de Maine son mucho más apasionadas. Intento retroceder. Sus dedos presionan fuertemente, y sus manos se hunden en mis hombros.

E


"Zara, no le hagas caso," él repite. Sus dedos se relajan y él le da un golpecito a alguna hilacha de mi hombro. "Él es un imbécil. ¿Ok?‖

Nick esta de pie junto a Devyn. Él golpea ligeramente la rueda de la silla de ruedas de Devyn con su pie. Y es allí cuando nuestros ojos vuelven a encontrarse.

"Ok", le digo a Ian. Pero sé que miento. Sé que no quiero mantenerme alejada. El resto de la mañana va muy bien, hasta donde el primer día en una nueva escuela puede ir. Hay muchos que solo me miran y murmuran. Issie trata de explicarme quienes son todo el mundo, pero los nombres y conexiones no se adhieren a mí. No puedo recordar nada. "¿Él es el chico rubio Jay Dahlberg?‖ Le pregunto a Issie mientras vamos escaleras abajo hacia la cafetería. "No, ese es Paul Rasku, quien hace las bombas de calabazas", Issie vuelve a explicármelo por quindécima vez. "Jay Dahlberg es el skater que hizo ese tubo de nueve pies de largo, y es completamente de cartón. Es súper cool. Él toca la trompeta, durante los juegos de baloncesto y los partidos de fútbol y otras cosas‖. "Me doy por vencida‖. "Podrás hacerlo", Issie me reconforta. No puedo creer que ahora viva aquí. Pero Issie es terriblemente dulce. Ella y Devyn se sientan conmigo en el almuerzo, lo cual, me tiene un poco preocupada, después de haber visto demasiadas películas de Disney. Todo ese asunto de ‗la nueva chica que come sola en la cafetería‘. Estoy bastante contenta, en verdad. Le doy un mordisco a mi emparedado de vegetales y clavo los ojos en Devyn. Su cara esta feliz. "Entonces, ustedes ¿siempre han vivido en Maine?‖ Devyn asiente. "Yep. Pero lssie se mudo aquí desde Portland‖. "En primer grado", lo digo, porque lo recuerdo. Issie se ríe y algunas migajas de zanahoria se adhieren a la cara de Devyn.


"Yo ya le dije eso a ella‖. Ella lanza un bostezo feroz – puedo ver hasta sus amígdalas – y entonces estira sus brazos sobre su cabeza. Devyn llega y cubre la boca de lssie mientras ella sigue bostezando. "Me pregunto ¿Dónde esta Nick?‖ He debido haber hecho algo que les asuste, por que la cara de Devyn se ve aterrorizada, "Nick es cool. Él sólo tiene esta extraña cosa, de ‗protector‘ surgiendo en él‖. Abro mi emparedado. Y veo que mi lechuga esta saliéndose del pan. Lo cierro otra vez y hago girar la cuerda en mi dedo. ―¿Tienen aquí una sucursal de la Amnistía Internacional?‖ Pregunto, intentando cambiar de tema. Me limpio la boca y extraigo un pepino de mi emparedado a la fuerza. "Siempre he querido ir a la Sucursal de la Amnistía. ¿Eres de la Amnistía?‖ Issie de pronto me presta más atención. Ella había estado clavando los ojos en su rebanada de pizza, escogiendo con cuidado el pepperoni. Devyn los saca de su plato y los traga de un golpe. Ella le sonríe. "Él siempre hace eso. Es debido a las proteínas. Él come carne cruda‖. ―¿Te gusta el sushi?‖ Pregunto. ―Yeah, me gusta el sushi...", La voz de lssie se desvanece. "A algunas personas les dan miedo los peces. A eso le llaman Ictiophobia‖ digo, y entonces me cubro la boca con mi mano. Intento no dar información a las personas de las fobias, pero Devyn sigue mi comentario- "Hey, eso es mejor que ideophobia", él dice. Mis manos se relajan. "¿Tu sabes lo que es la ideophobia?‖ Issie responde por él. "Devyn sabe todo acerca de las fobias y las condiciones mentales". Mis padres son psiquiatras", él explica. "Ideophobia es el miedo a las ideas". ―Duh, yo no se porque te hago caso‖. Issie le hace un gesto despectivo "Pero de todas maneras, acerca de la Amnistía. Nosotros deberíamos de abrir una sucursal aquí, ¿verdad Devyn?‖ Él asiente mientras se limpia los dedos con una servilleta. La vida aquí puede ir bien, después de todo, realmente, excepto que aquí es muy frio. Es entonces cuando Devyn se tensa, un sonido bajo viene del fondo de su garganta, casi como un quejido.


Issie pone su mano sobre su brazo. ―¿Is?‖ Él dice quedamente. Ella no contesta. Cuando sigo su mirada fija, fuera de las grandes ventanas de la cafetería, veo lo que les ha alterado. Al borde del bosque hay un hombre. "Mierda", digo. Issie se recupera rápidamente. ―¿le conoces?‖ Ella y Devyn, ambos canalizan su atención en mí. Intento desaparecer en ese mismo instante. Me gustaría voltear hacia ellos y verles cara a cara, pero estoy demasiado ocupada observando al hombre alzar su brazo y señalar, señalar hacia la cafetería, a nosotros, a mí. "Él me señala a mí," Devyn dice, casi acurrucándose en sí mismo. El miedo convierte su voz en algo congelado y quebradizo. Issie le sujeta " él me esta señalando, Is. Oh Dios...‖

―No. Él esta señalándome a mí", digo, mis músculos tensándose. "Jesús. ¿Quién diantres es el?‖ Un perro aparece a través del campo ventiscoso, y camina hacia el chico. Al mismo tiempo, yo doy un salto de puro terror y empiezo a caminar hacia la salida de incendios, que esta justo detrás de algunas personas que llevan sus bandejas verdes y Coca-Colas, pasando de cerca al pequeño grupo de Megan. Empujo la agarradera de metal de la puerta. Una alarma suena. Pero no me importa. ―¡Jovencita! ¡Jovencita!‖ Algún maestro que estaba por ahí cerca, me trae de regreso dentro de la cafetería, me hace girar y empieza a escupirme en la cara mientras habla. ―¿Qué piensa usted que hace?‖

Las bocas de Issie y Devyn están colgando totalmente abiertas. "Yo, um, sentía un poco de claustrofobia", miento. "Me siento mareada"

―Sr. Marr...Ella tiene problemas de azúcar", Issie interrumpe.

"Ese no es su único problema", Megan dice burlonamente desde su mesa. Todos los demás se ríen. Pero los ignoro porque el hombre que estaba afuera se ha ido, ha dejado de existir en el bosque o algo por el estilo. El perro se ha ido también.


Issie trata de continuar, y empieza a dar una explicación. "Su abuela me lo dijo. Su abuela es Betty. Usted conoce a Betty. Ella trabaja en las Ambulancias‖. Le transmito a ella una mirada de agradecimiento. El Sr. Marr parece ser de aquellos hombres que intentan peinarse, aun siendo calvos. El viento sopla fuertemente. Él cierra de golpe la puerta. "Bueno, es mejor que vaya por algo de azúcar, señorita‖. Issie me trae de regreso a la mesa. Una vez que me siento, finge tomar una bebiba de cola, con cafeína y azúcar, y el Sr. Marr ya no nos tiene bajo vigilancia, si no que se va. "¿Por qué hiciste eso?‖ Me encojo de hombros. "Él ha estado siguiéndome‖. ―¿Él ha estado persiguiéndote?‖ Devyn dice. "¿El hombre de afuera? ¿Estás segura?" ―Sé que suena extraño‖. Le contesto avergonzada, doblando mi servilleta en cuadrados más y más pequeños. "Sin embargo, juro que es verdad. Le vi en Charlestón. Le vi en el aeropuerto. Y ahora él está aquí. Y se que todo esto no es normal. Así que...simplemente esto no es normal‖. Devyn niega con la cabeza. "Esto no es nada bueno‖. ―¿Por qué lo dices?‖ La campana timbra, lssie se pone de pie, pero Devyn no se aparta de la mesa. "Déjame averiguar un poco sobre esto, ¿ok? Después hablaremos‖. Me pongo de pie. ―¿Qué? ¿Piensas que él es un asesino en serie o una especie de cazador o algo por el estilo?‖ Devyn asiente lentamente. "Tiene poco sentido. No entiendo porque él esta siempre en los mismos lugares en los que yo también estoy. No creerás que esto esta relacionado con el chico que se ha perdido ¿verdad?‖ Clavo los ojos en la parte superior de su cabeza. Su pelo forma remolinos alrededor. Pero son sus ojos los que me desconciertan. Es como si el ocultara algo. "Tu creíste que él te señalaba‖. Digo como afirmación.


Un músculo tiembla en su mejilla. Su cabeza se gira, solo un poquito. "Supongo que me equivoque" ―Estabas muy asustado‖. Él me afronta otra vez. Sus ojos brillan intermitentemente como si hubieran entendido algo. "Así como tu‖. Gasto el resto del día asomándose a las ventanas, buscando al chico. Cada clase que pasa estoy pendiente de las ventanas, pero solo logro observar como la nieve cae de las extremidades de los arboles, y no logro volver a verle. Estoy tan nerviosa y paranoica, que con el solo sonido de una silla arrastrándose, hace que mi corazón lata rápidamente, como si hubiera estado corriendo. Así que cuándo la mano de alguien me sujeta fuertemente de mi hombro en el pasillo, justo en el momento que estoy poniendo cosas en mi casillero, giro rápidamente, y empiezo a gritar. El entrenador retrocede rápidamente. Sus anteojos de color amarillo rápidamente bajan hasta su nariz. ―¿Zara? Eres Zara, ¿verdad?" ―Ajá‖. "¿Estas nerviosa? ¿Te asusté?‖ Él dice las cosas rápidamente, lo cual no es muy usual en Maine. "Lo siento‖. Su mano se agita, quitándole importancia a mi disculpa. "No importa. Hey. Sé que aun queda poco tiempo disponible en la temporada, pero pensé que podrías querer unirte a nosotros‖. Me restriego el codo. "¿Unirme?" ―La carrera en el campo‖. Las personas que caminan a nuestro alrededor, serpentean y clavan los ojos en nosotros. Son caras que aun no logro reconocer. "Yeah, me uniré. Eso será genial‖. "No sonrías tan abiertamente‖. Él se ríe y señala mi boca. "Los insectos podrían entrar allí adentro‖. Presiono mi quijada para mantenerle cerrada, mientras el me da un par de golpes en el hombro. "Solamente estaba bromeando‖. Él se ríe otra vez. "Nos vemos mañana, niña‖ "¡Cool! Logro decir, pero el ya esta a mitad del pasillo, su cabeza con corte militar esta casi perdida en una masa de cabezas de Maine. Entonces, grito, "¡Gracias!‖


Él eleva su brazo, y me da una señal de aprobación justo cuando mi móvil empieza a timbrar. Reviso la pantalla, y la paranoia regresa a mi, ¿Quién podría llamarme?, era pronto para que alguien lo hiciera. Pero, compruebo que es mi mamá. "¿Todo bien?‖ Ella pregunta. Lanzo una mirada perdida hacia mi casillero gris-ligero, que luce completamente diferente que el casillero de todos los demás. Todos los demás están decorados. El de Issie está lleno de cosas de Hello Kitty. "Yep…‖ "Que bueno‖. Alguien en el vestíbulo llama a Megan. "¿Ya tienes amigos?‖ Agarro algunos libros, sin prestar atención de si me serán útiles o no. " Yep...‖ Silencio. Después ella dice, "Siempre has tenido la habilidad de hacer amigos fácilmente, eres tan sociable‖. Presiono mis libros a mi pecho. Uno se abre involuntariamente. Las páginas se doblan. Tiro bruscamente de él, evitando que se caiga. "Correré en la carrera de campo," le digo. "Ya casi es el fin de la temporada. Pero me uniré‖. "¿Estas segura?" ―Por supuesto‖. Más silencio. "Te extraño", ella finalmente dice. Issie se acerca lentamente a mí. Le sonrío a Issie y digo hacia el móvil, "Entonces no debiste de haberme alejado de ti‖. Corto la llamada y la culpabilidad presiona mi estómago de maneras extrañas. "Era mi mamá", le digo a Issie mientras ella me sigue hacia mi Subaru. Ella parece rebotar durante todo el camino. "Ella debe extrañarte‖. "Eso creo‖.


―¿Estas disgustada con ella por enviarte aquí, al ártico?‖ Ella pregunta mientras empuja la puerta principal de cristal de la escuela. Un viento nos bombardea, arrojando nieve del techo hacia nuestras caras. "Solo un poco‖. Decido ser honesta. "Extraño Charlestón. Allí hay muchas actividades y hay muchas personas y flores y aquí es..." ―¿Frío?‖ Asiento. Un conejo gris sale a nuestro encuentro y nos mira atentamente. Esta casi al borde del estacionamiento, vigilando. Su nariz se mueve graciosamente. "Oh, un conejito‖. Suspiro. De pequeña siempre me gustaron los conejitos. "Siempre he querido tener un conejito. Issie endereza su cabeza. ―¿En serio? ¿Un conejito?‖ El conejito se levanta sobre sus patas y examina el estacionamiento. La única cosa que se mueve son sus ojos. Me sonrojo. "Sé que es estúpido, pero son tan peludos, lindos y adorables. No sé...‖ ―¡Eres igual que yo!" Ella dice. "Lo sabia‖.

―¿Igual que tu?‖

"Alguien que ama los conejitos‖. Ella sonríe y me abraza. "Hay personas que les gustan las cosas lindas y peludas, pero también hay personas que comen cosas lindas y peludas‖. Le doy palmadas amicales, torpemente. "Me alegro de que estés aquí," ella dice, finalmente me deja irme. Ella se queda en silencio por un momento, hasta que finalmente dice. "Digo, hace frío y todo, pero tenemos conejitos, aunque tal vez también tengas conejitos en Charlestón..." Me muerdo el labio, porque tengo la impresión de que he dado a conocer mucho de mí. Tengo mi pijama de conejitos, pero no estoy dispuesta a contarle eso a Issie o a cualquier otro, o acerca de mi viejo conejito de peluche, Edgar, y cómo él duerme junto a mi almohada cada noche. ―¿Quieres conocer mi casa?‖ Issie pregunta. El viento sopla y un mechón de su frente cae en su boca. Ella escupe y se mantiene sonriendo. "El pelo no sabe bien," ella dice. "Luces congelada"


―Ah..." Trato de abrir las puertas de mi coche, pero termino presionando mi mano en contra de mi estómago. "Pienso que necesito ir a registrar mi coche en la oficina del pueblo, lo siento‖. Y realmente lo siento. En verdad. Decepcionar a Issie es como decirle a un de cuatro años que los helados de cono han sido censurados. Peor cuando seas tu quien lo diga, ya que no desearías hacerlo. Ella permanece inmóvil. Su cara se encoge. Ella hace otro intento. "Oh, ok. Tengo un gato realmente lindo, Muffin. Te gustara, lo sé‖. Asiento. "Ese es un lindo nombre para un gato‖. "No es muy original", ella dice mientras se abraza a si misma. "¿Qué tal si solamente vas por un minuto? Hay muchas cosas acerca de pueblo que te debería decir. Y Devyn quiere hablar contigo acerca del chico que viste. Sólo daremos un giro en la parte delantera de la escuela y le recogeremos. Siempre le llevo a casa. Gracias a Dios. Él odia ir en el bus de chicos ‗especiales‘‖. "Eso será estupendo," digo, abriendo la puerta de mi coche. "No piensas que el este aun, ahí fuera, ¿verdad?‖ "¿Devyn?‖ "No. El chico‖. "Oh, estoy segura de que él ya se fue", ella sonríe. "Entonces. Ok. Solo tendrás que seguirme, ¿vale?‖ Ella agita sus manos y va dando saltos hacia su coche, y es allí cuando comienzo a sonreír, realmente a sonreír. Lo puedo sentir hasta el fondo de mi corazón, aunque no puedo ver mi propia sonrisa. No he sonreído tanto desde hace mucho tiempo, pero Issie es linda y adorable, y estoy segura de que Maine estará bien después de todo. Los gigantes copos de nieve flotan suavemente, mientras caen del cielo. Inclino mi cabeza hacia atrás, para verlas caer. Son realmente muy bellos cuando caen suaves y lentamente. Saco mi lengua y atrapo uno. Se derrite en un segundo. Atrapo otro. Y otro. Las vías no están total y terriblemente congeladas y logro seguir al pequeño Volkswagen de Issie, para ir hacia su casa sin dar un patinazo, ni presionar los frenos fuertemente, o cualquier cosa como esa.


Todo el tiempo que voy al timón pienso: Este es el lugar donde mi papá creció. Éstas son las vías por las que él condujo. Éstas son las vías que él no volverá a conducir otra vez. Y es ahí cuando giro levemente para evitar un bache. Issie carga fuera de su coche la silla de ruedas de Devyn mientras estaciono y reviso la casa. "Tu casa es linda," le digo. "Es solo una simple casa‖. Ella hace una mueca. "Propia de Maine. Las casas de Charlestón no son así, ¿verdad?" ―Realmente no", le digo, y cierro mi coche. Trato de ponerle la alarma. "No tienes que asegurarle", Devyn dice. Él se pone de pie al lado de su silla. Debo de tener algún tipo de mirada graciosa. "Yep, puedo levantarme‖. "Lo siento. Soy una tonta. Me quede con la mirada fija, ¿cierto? Dios, eso estuvo fatal. Soy horrible‖. Puedo sentir que mi cara se va poniendo roja, mientras Devyn se sienta en su silla de ruedas. "Te perdonaré esta vez‖. Él sonríe. Destraba algo del costado de su silla y comienza a rodar hacia la puerta principal. "Devyn algunas veces puede caminar", Issie se jacta, abriendo la gran puerta roja. "Él tiene a los doctores completamente asombrados. Se supone que no debería de volver a levantarse después del accidente. Tiene un buen terapeuta‖. Devyn se siente apenado, su mirada esta llena de vergüenza, y es por eso que no indago acerca del accidente. Él cambia de tema. "Los padres de Issie trabajan hasta muy tarde‖. "En el banco" Issie explica. Ella se deja caer en el sofá, palmea el cojín a su costado, después se recuesta contra el respaldo. "Oh. Debería de ofrecerles algo de comer. ¿Están hambrientos?‖ "Estoy bien", digo, mirando la habitación, luce confortable. Es casi como una granja, es una casa de madera, o eso creo. Devyn dice, "muero de hambre". Issie va dando saltos hacia la cocina y regresa con un pote de helado Breyers. Ella se deja caer en el regazo de Devyn y le da una cuchara. "Siempre estas con hambre‖.


Él quita la cubierta superior y empieza a cavar. "Eso es verdad‖. Le observamos comer. Issie vuelve a recostarse en el sofá, y empieza a estirar sus pies. El silencio es grande. "Así que…" Digo pausadamente. "Ustedes iban a contarme algo sobre el chico que estaba fuera de la cafetería. ¿Le han visto alguna vez antes?‖ Devyn traga. "No estoy seguro. Él me asusta, y creo que no es un hombre, lo sé‖. "Tu eres totalmente un hombre" Is anuncia de una manera que Devyn y yo, empezamos a sonrojarnos. Ella deja de estirarse. "Devyn buscó algo de información. Probablemente te cueste trabajo creer esto‖. Espero en silencio. "Uh-huh..." "¿Se lo dirás?‖ Issie pregunta. Devyn inserta la cuchara en el pote de helado. Y trata de mantenerle firme. Lucia totalmente serio, "pensamos que él es un duendecillo‖. Espero más. Issie entra en acción rápidamente. "Ok. Sé que suena extraño, pero nos escuchaste, ¿verdad?‖ Y es allí cuando me pregunto por un segundo, si todo el mundo en Bedford, Maine, esta igual de loco que Devyn, Issie o incluso yo. Decido seguirles la corriente. "Sip‖. Issie continúa. "Ok...um..." "Dijiste que le viste en el aeropuerto en Charlestón," Devyn empieza. "En la pista de aterrizaje‖. Acomodo mis piernas debajo de mí y me reacomodo en el sofá. "Y después le vi aquí‖.

Me estremezco, recordando.

"Eso es tan extraño," Issie dice, golpeando ligeramente sus dedos en contra de su pierna. "Sé que es extraño‖. Asiento. Tomo un cojín del sofá. Es verde-oscuro y tiene bordados de hojas. Lo abrazo. "Creí que me lo imaginaba. Pero ustedes le vieron hoy, ¿cierto?‖


Ambos asienten hacia mí. Entonces hago la pregunta. "¿Ustedes creen que él es un duendecillo?‖ Asienten otra vez. La cuchara se cae en el helado. "¿No son los duendecillos pequeñas cosas aladas que bailan alrededor de los jardines de flores?‖ Pregunto. "No exactamente‖. Devyn sujeta la cuchara y la vuelve a estabilizar sobre el helado. "¿Por qué piensas que él es un duendecillo?‖ Finalmente digo, preparándome para digerir más información. ―Él va de un lugar a otro, con mucha rapidez y deja polvo dorado por donde camina", Issie dice. "Ese es el comportamiento del rey de los duendes. Al menos, um, según el sitio web que Devyn ha encontrado‖. "¿Polvo dorado?‖ ¿Cómo Tinker Bell?‖ Me pongo de pie. Es demasiado. "¿Esto es una broma? ¿Algún tipo de broma de iniciación?, ¿de como atormentar a la chica nueva?" ―Nunca te haríamos eso. Eso sería tan mezquino‖. Issie frunce el ceño, muy compungida. Devyn levanta su voz, solo un poco. "Te dije que no le dijeras la parte del polvo. Suena estúpido‖. "Sé que suena estúpido‖. Issie se pone de pie conmigo. "Pero es cierto‖. "Cierto. Es en serio", digo. Saco las llaves de mi coche de mi bolsillo, y me alisto para salir, sin embargo, aun quiero oír las tontas ideas que me están diciendo. Issie prácticamente alega. "Pero el sitio Web dijo que lo era‖. "Pues bien, no estamos seguros de que sea cierto, Is. Es una teoría", Devyn dice. Sus ojos se ven llenos de vergüenza. "Sé que la idea suena ridícula, Zara. Tal vez creas que soy un tonto, pero he buscado esto en Internet y no he podido encontrar nada más, que pueda explicar las acciones de este chico‖. "¿Pero por qué me sigue?‖


"Esa es una buena pregunta," Devyn responde. "¿Cuándo fue la primera vez que le viste?‖ No quiero pensar acerca de eso. He tratado de no pensar en eso por cuatro meses, pero lo hago. La mirada fija de Devyn están en mí, sus ojos me brindan confianza así que, decido creer en el. "Después de la muerte de mi padre‖. Issie mira a Devyn confusa. "¿Le viste cuando tu papá murió?‖ Issie dice. Y es allí cuando los recuerdos vienen a mí. Esa mañana encontré unos pocos destellos dorados cerca de mi coche. Quite el polvo. El polvo de duendecillo. No, no podía ser eso. Pero tal vez no era eso, sino – una tarjeta de visita, algún tipo de sello del asesino en serie. ―¿Qué?‖ Devyn pregunta, acercándose más. Su silla golpea una copia de People. ―¿Qué es lo que has recordado?‖ "¿Cómo sabes que ella a recordado algo?‖ Issie pregunta. Ella me mira fijamente. Cierro mis ojos. Y los vuelvo a abrir. ―No estoy segura de si se trata de un duende, menos de si debo creer en ellos...‖ "¿Entonces?‖ Issie se endereza, y espera mi respuesta. "Pero…" continúo, "Estoy muy segura de que el chico que vi cuándo mi papá murió es el mismo que vi hoy en la escuela. Estoy bastante malditamente segura, en verdad, y quiero averiguar quién diantres él es‖. Issie hace otro intento. "¿Qué ocurre si él es un duendecillo?‖ Casi me río. "No pienso que él sea en verdad un duendecillo. Tal vez es un asesino a pago, un psicópata o algo por el estilo‖. Los ojos de Issie se iluminan. ―¿Quieres decir que él leyó el sitio Web y él esta comportándose como duende?‖ "Sí. No sé‖. ―Pero, y si él es simplemente algún psicópata normal ¿cómo puede llegar a tantos lugares tan rápido? Tiene poco sentido. Sólo podría ser una coincidencia grande‖. Devyn alega "Tu no crees en eso. Tu simplemente tratas de engañarte, para no asustarte", Issie dice.


Trago. Ella está en lo correcto. Eso es lo que estoy haciendo. ―¿Y que acerca del polvo dorado?‖ Devyn pregunta. "No hay mucha información acerca de eso, pero casi estoy seguro que lo vi. Si, lo vi". ―No sé del polvo. Tal vez él lo deja, como una manera espeluznante de dejar una tarjeta de visita", le digo, revisando mi reloj de mano. "Lo siento. Tengo que ir a registrar mi coche antes de que cierre el registro‖. Y es cierto, pero realmente lo que quiero es salir y tomarme un segundo para mi misma, un segundo para sacar en claro esto. Cuando llego a la puerta, Issie me sujeta de la muñeca, delicadamente. "Se cuidadosa, ¿vale?‖ Asiento.

―¿Tu no nos crees?‖ Devyn pregunta, montando sobre uno de posa manos de su silla, para poder mirarme.

―No sé," le digo. "No sé. Todo este asunto del duendecillo es extraño, pero quiero decir, es también muy extraño que esté aquí en Maine‖.

"Y que este siguiéndote", Devyn suma.

"Eso no es sólo extraño," Issie dice. "Es espeluznante. Realmente espeluznante‖.


AAmmaaxxoopphhoobbiiaa

‗Miedo de viajar en coche‘

Traducido por Liberi

ste es un temor que nunca antes había tenido. Hasta ahora.

―¡Soy amaxofobica!‖ grito hacia el volante. Medio abrasándolo para probar el punto.

Trato de no soltarme del volante.

Debería haber una regla que dijera que no puedes ser demasiado adaptable a las cosas porque algo malo pasará.

¡Oh, creo que la hay!. Se llama la ley de Murphy, y es en esperar que las cosas salgan mal.

Sólo he conducido aproximadamente tres millas lejos de la casa de Issie cuando los neumáticos del Subaru empezaron a hacer este ruido horrible. El coche entero comienza a deslizarse a la derecha. Como atrayéndome hacia el bosque.

"¡Detente!" Grite. Presionando fuertemente los frenos. El coche redujo la marcha. Se detuvo en un ángulo de cuarenta y cinco grados en la vereda del carril.

"Muy bien. Mantén la calma," le vuelvo a decir al volante. "No hay necesidad de tener pánico."

El volante no está en pánico.

"Esto es el Karma regresando, por no averiguar quién era el psico-acosador antes, ¿Cierto?"

Trato de mover el coche de vuelta a la carretera pero los neumáticos patinan. El humo se eleva, desde ellos.

"Está bien, pequeño coche, que esta protestando por la carretera. Son trampas mortales para los animales. Son superficies ecológicamente erróneas impermeables que causan derrapes. Entiendo eso. ¿Pero podríamos protestar en el verano?" Trato de subir otra vez.

E


Uno de mis neumáticos cae en el canal que está a un lado de la carretera.

Todo mi cuerpo tiembla. Intento mover el coche nuevamente. Este da sacudidas hacia un lado.

Bien. Dos de mis neumáticos están ahora en la cuneta del lado del camino.

"¡Yoko! ¡No me hagas esto!"

Espera. Acabo de darle un nombre al coche. ¿Por qué Yoko? No tengo ni idea. Yoko estaba siempre allí para John, a diferencia del modo en que el Subaru estaba aquí para mí.

"Vamos, Yoko. Imaginemos que no hay ningún canal. Es fácil si lo intentas. Ningún aire vacío debajo de tu neumático. Encima de ello sólo el coche."

Le pongo en marcha atrás. Ahora hacia adelante. Trato de mecer el coche estúpido hacia adelante y hacia atrás. Apago la música de Green Day. ¿Tal vez a Yoko no le gusta Green Day?

"¡Odio Maine!"

Aporreo mi puño contra el volante.

Los estruendos de la bocina, probablemente estén asustando a todas las pequeñas ardillas en los bosques. No me importa. Le golpeo otra vez.

"Estúpido, estúpido Maine," murmuro y golpeo el volante otra vez, por un momento y luego otra vez hasta que algunas marcas rojas comienzan a aparecer a los lados de mis manos.

Las cosas no están tan bien. El sol se pone. Esto está enfriándose. Mi coche esta todo pegado e inclinado como si todo en el mundo de algún modo estuviera horriblemente inclinado y mal, que supongo lo está.

Quiero decir, estoy en Maine en un coche pegado en el hielo.

Estoy pegándole a Yoko, y eso está mal.

Y no puedo usar mi teléfono celular.

¿Por qué? Olvidé cargarlo.

¿Podría la vida ser peor?

Trato de moverme otra vez. El coche da sacudidas pero se desliza exactamente como antes.


El aire chilla con el olor de goma quemada.

Que ridículo.

"¡Odio el hielo!"

Aporreo mi cabeza contra el volante y es cuando comienzo a llorar, llorar realmente. Grite y llore y volví a gritar. Porque estoy atrapada en el hielo y mi papá está muerto y mi mamá me envió aquí, sin ella, donde hay gente que parece normal, pero es capaz de repente de creer en duendecillos, y extraño Charleston y el aire caliente y las flores y los caminos que no tienen nada de hielo sobre ellos.

Solía ser el tipo de persona que estaba siempre en movimiento, siempre haciendo cosas, escribiendo cartas, corriendo por las calles, riéndome con mis amigos, moviéndome. Siempre hacia adelante. Moviéndome.

Entonces me quede atascada. Mi papá murió y las únicas palabras que oigo son muerte, mortal, calma. Para nunca moverme. No avanzar. No regresar. Solo atascarme. Irme para siempre, como mi papá, una pantalla en blanco sobre el ordenador, una vieja fotografía en el pasillo sin espíritu en ella, un pedazo de hielo sobre un camino en ninguna parte, nada. Solo irme.

El sol se pone y sólo son las cinco.

¿Cómo hace la gente para vivir aquí? Debería ser ilegal vivir en todas partes donde el sol se pone tan temprano. Si fuera un dictador, yo haría aquella ley. Pero ya que no soy un dictador, solo le dejo estar. Mi pie tropieza con uno de los cohetes de señales del botiquín de emergencia de Betty y lo enciendo. Compruebo el marco de la llanta. Regreso al coche.

Alguien toca en la ventana de Yoko.

Salto en el asiento y grito. Probablemente habría golpeado el techo debido a lo alto que había sido mi salto, pero llevaba puesto mi cinturón de seguridad. Cubro mi cara con mis manos, horrorizada. Alguien toca en la ventana otra vez. Por último, finalmente consigo bastante valor para mirar.

Nick Colt está de pie al lado de mi coche, todo ocasional, como si estar de pie en la cuneta fuera parte de su rutina diaria. Bajo la ventanilla.

El aire frío entra precipitadamente. Me estremezco.

"¿Qué estás haciendo aquí?" Pregunto, sorprendida. ¿Él me ha visto gritando y llorando?. Parece que él piensa que todo es gracioso, su mejilla tiembla como si fuera alguna gran broma.

"¿Es esa la forma de saludar a tu salvador?" Él sonrie. Su sonrisa es perfecta.


"Lo siento. Yo estoy solo- Oh, no sé qué pasa conmigo." Sacudo mi cabeza. "Me asuste. Soy Sony."

"Obviamente". Su voz era firme y baja.

Limpio mi cara. "Nunca he conducido sobre hielo antes. En casa soy una conductora absolutamente buena."

"Estoy seguro de que lo eres."

"Lo soy. Soy una persona muy competente."

"Estoy seguro. " Él tiene un hoyuelo sobre su mejilla izquierda cuando ríe.

Me forzó a mirar lejos del chico lindo, mirando lejos del hoyuelo. "Realmente. Y por lo general no grito cuando la gente toca en mi ventana, tampoco." Comienzo a abrir la puerta pero él coloca ambos brazos para mantenerla cerrada.

Él hecha un vistazo a los bosques hasta la carretera por un momento. "Permanece en tu coche, Zara."

"No vamos a ser capaces de hacerlo despegar. Tendrás que darme un aventón a la casa de mi abuela."

"Es mejor si te quedas en el coche."

Le fulmino con la mirada. Y dentro de mí, ya no pienso que es lindo. Qué idiota tan mandón. "Puedo decidir si me quedo en mi propio coche o no. "

"Voy a tratar de empujarlo fuera. Es mejor para nosotros dos si puedes conducir tu coche a casa, " dice, mirando hacia la carretera otra vez.

Esta vez sigo su mirada. Mi grito ahogado rasga el silencio. Una sombra se aleja de la carretera y desaparece en los árboles. ¡Oh mi Dios!. "¿Estaba un hombre allí corriendo hacia el bosque?"

Algo destella en los ojos negros de Nick. ¿Cólera? ¿Deseo? No lo sé. Dios, no conozco nada. "No era nada. Cierra tu ventana. Pon tu coche en neutro. Voy a tratar de empujarte."

"Pero el hombre de allí. ¿Él podría ayudarnos?"

"No había ningún hombre allí."

Su mandíbula se aprieta.

Trago. "Y si él quisiera ayudar no correría hacia los bosques, ¿Verdad?"


"Cierto."

"Okay," digo. "Bien. Pero había un hombre." Mi voz sale enfadada y fuerte y luego añadí, "No eres lo bastante fuerte. Este es un coche pesado. Es un Subaru. "

"Sé que es un Subaru, Zara. Solo déjame intentarlo."

Él echa un vistazo hacia el bosque otra vez. La tensión en sus hombros se alivia un poco y luego se acerca a mi coche y toca mi mejilla. Su voz suena ahora mucho más suave. "¿Estabas llorando?"

Alejo mi cara lejos de su toque, tarde, solo un poco demasiado tarde. Sus dedos se sienten como electricidad contra mi mejilla, como un imán del que no puedo estar cerca.

"No llore," miento, y comienzo a subir mi ventana.

Su voz me detuvo. "Está bien llorar. Es frustrante quedarse atascado, y probablemente no te gusta el hielo."

"Yo no estaba llorando."

Él sacude su cabeza, obviamente no me cree, y luego camina hacia la parte de atrás de mi coche y grita, "Ahora. Ponle en marcha."

"Está bien, solo no le hagas daño a Yoko."

"¿Yoko?"

"Mi coche."

"¿Llamaste a tu coche Yoko? ¿Como en Ono?"

"¿Tienes un mejor nombre?"

"¿Qué hay de Subaru?"

"¡Estoy moviéndome!" muevo el embrague y el coche entero se tambalea y esta sobre la carretera. Presiono el freno, asombrada. El coche ya no está inclinado. No estoy atascada. ¡Yay!

Nick trota hasta el coche, limpiando sus manos sobre sus vaqueros. Él se inclina y sonríe todo arrogante. "Te dije que podía hacerlo."

Sus ojos no son tan duros.


"Gracias," digo. Muerdo mi labio y miro lejos y luego miro hacia atrás. El centro de mis palmas hormiguean. ¿Por qué él tiene que ser tan hermoso? "No conseguiste hacerte daño o algo, ¿verdad?"

"¿Parezco dañado?"

Él se ve bien pero no voy a decir eso.

Mantengo mi pie haciendo presión sobre el freno y estaciono el coche.

Me las arreglo para reponerme. Giro como mejor puedo, poniendo mis manos sobre el alféizar, y lo afronto. Él es tan lindo. Él me ayudó. Tengo que tratar de ser agradable.

"Gracias," digo. "Yo no habría querido abandonar a Yoko y caminar a casa."

Sus ojos se mueven otra vez.

"Zara," él dice. "Si alguna vez necesitas un aventón puedes llamarme, o a Issie. ¿Está bien?"

Sus manos se mueven entonces ellos están sobre las mías, cubriéndolas completamente. Son realmente enormes y calientes pero me hacen temblar de algún modo. Trato de alejarlas. Aunque, realmente no quiero hacerlo.

"No tengo tu número. " Mis palabras salen lentas, y atontadas.

"Te lo daré. Este es mi celular."

Lo escribe sobre un viejo recibo de gas y me lo da con un ademan.

Lo tomo.

"¿Qué eres? ¿El Sr. Protector de los Nuevos Estudiantes?" Me río cuando se lo digo, tratando de no parecer mezquina.

"No a todos los nuevos estudiantes."

Trato de no derretirme por dentro. "¿Solo yo?"

Él inclina su cabeza.

"¿Tal vez?" Su voz se apaga. Él busca de nuevo en la carretera. "¿Realmente viste a alguien entrar en los bosques?"

Asiento. "¿Tu no?"

Él no contesta. En cambio, él pasa su mano por su pelo.


De pronto recuerdo como ser cortés, como la semi-sureña señorita que soy. Él realmente movió mi coche, después de todo.

"Gracias," digo, "Por mover mi coche y todo."

Me sonríe de nuevo y por la esquina de mi ojo me parece ver algo encima de la carretera. No puedo soportarlo. No puedo soportar el no saber. Abro la puerta y corro encima del lado de la carretera, hacia donde había visto al hombre.

"¿Qué estás haciendo?" Nick grita a mis espaldas. "¡Zara!"

"Lo vi otra vez." Sigo corriendo, mirando a lo largo del suelo. Nick vuela detras de mí.

"¿Qué estás haciendo?" él dice de nuevo.

"Buscando pruebas," digo y me detengo. Señalo en el suelo. Allí, sobre la cima del seco fango y el hielo y ramitas, son pequeñas motas de polvo de oro, como la escarcha, pero aún más pequeñas. Retrocedo hacia Nick. "Oh mi Dios. "

Él aprieta mis hombros y luego va hacia la curva y toca el polvo. "Esto se parece al polvo, pero dorado."

"El polvo de duendecillo," digo. "¿Cómo puede esto ser el polvo de duendecillo?"

"¿Polvo de duendecillo? ¿Qué quieres decir?"

"Devyn e Issie, tienen una teoría acerca de algunas cosas que han estado pasándome. Sobre este tipo que esta persiguiéndome. Piensan que él es un duendecillo. Sé que suena estúpido. Los reyes duendecillos como él, se supone que dejan polvo como este."

Él trae su dedo brillante más cerca de nuestras caras. Mi cara se calienta con su aliento. Es menta. Su dedo tiembla, un diminuto temblor. "Como esto. "

"Sí." Doy un paso atrás y busco su cara para ver si él piensa que soy ridícula. "El aspecto real de los duendecillos es el carácter luchador, pero podría ser un asesino en serie o alguien que esta completamente loco. Este podría ser su tarjeta de llamada o algo. No sé. No me gusta esto." Digo finalizando.

"A mí tampoco." Él tira de mi manga. "Volvamos al coche."

"¿No quieres ir a ver si está allí?" hago un gesto hacia los bosques.

"No tienes las botas puestas."


"Oh. Cierto." Caminamos de regreso al coche y es cuando veo al dorso de su chaqueta, pequeñas hojuelas doradas... como el polvo.

Él me sigue a casa para asegurarse de que estoy a salvo. En el camino de entrada, aparco a Yoko y le digo, "John estaría orgulloso."

Apago la ignición y compruebo la escena. No lo hice en el registro del coche, pero pienso que dadas las circunstancias esto es totalmente aceptable. No todos los días comienzas a creer en duendecillos o psicópatas.

"Paranoica, Zara. Estas siendo paranoica" Decirlo en voz alta no me hace sentirme mejor.

El sol se ha puesto casi completamente. Abro la puerta y comienzo a atravesar el hielo hacia la puerta de calle. La abuela Betty ha dejado la luz del porche y ha extendido algunos granos de material químico azul a través de la tierra a fin de que el hielo se disuelva en pequeños grupos, lo cual fue muy amable de su parte. Yo debería hacer esto mañana, ayudarla, ya sabes.

Algo rompe una ramita en el bosque solo más allá del camino de entrada.

Chillo y camino rápido hacia el porche, dando pasos de una manera totalmente sin gracia y como una niñita.

Cierro de golpe la puerta abierta y miro a mis espaldas.

Compruebo la cerradura.

Bien, seamos sinceros, Maine es espeluznante. Esto es todo lo que es. Espeluznante, espeluznante, espeluznante y demasiado malditamente frio.

Por un segundo deseo que Nick Colt me hubiera seguido todo el camino de entrada. Él es lindo y tiene todo aquello de *voy-a-mantenerte-segura si algo pasa‖. No es como si hubiera algo por que asustarse. ¿Qué hacen los duendecillos? ¿Ellos se divierten en los jardines de flores, correcto?

Sólo está la cuestión de este tipo.

Me acerco a la ventana que mira hacia fuera en el camino de entrada, el bosque, el césped. "Estoy haciendo el ridículo."

Miro fijamente hacia fuera en el oscuro césped. El bosque en el borde, parece lleno de secretos, lleno de cosas inexplicables.

Nunca debí haber leído todos aquellos libros de miedo cuando era pequeña. ¿Qué pensaba mi papá al tenerlos en la casa? Siento pozos de dolor en mi corazón al recordar a mi padre.


Mi papá. Es tan difícil solo pensar en él.

Me aparto de la puerta y me siento sobre el sofá donde él solía sentarse. Pongo mi cara en mis manos y me balanceo hacia adelante y hacia atrás un poco, pero no lloro.

No más.

Betty sale fuera de la cocina, trayendo consigo, el olor de carne quemada con ella.

"Asesiné las chuletas de carne de cerdo, solo los frió hasta la muerte," dice ella.

"Eso está bien."

"Tengo la sopa de Campbell... de pollo con fideos."

"Genial."

Ella me mira. "Estás bien. ¿Qué está pasando?"

"Cuéntame sobre el muchacho que se perdió la semana pasada. ¿Qué pasó?"

Betty se gira para echar un vistazo hacia fuera de las ventanas. "Es casi oscuro. Debes volver antes del anochecer. No conoces estos caminos. Ellos son peligrosos."

"Estaba con Issie."

"Oh, eso está bien. Ella es una muchacha dulce. Nerviosa. Sus padres trabajan en el banco."

"Uh-huh. Sí... bueno, el hecho es que también me sali del camino un poquito. ¡No le hice daño al coche! Lo juro. Nick me empujo hacia afuera."

"¿Nick?" Ella limpia su cara con la toalla de alce de América para limpiar platos e hizo señas para que la siguiera a la cocina. "¿Nick Colt?"

Asiento.

"¿No estás herida? ¿Excediste la velocidad?"

"Eso fue por el hielo."

Ella lo toma todo. "Él es un muchacho bueno. Lindo. No suspires en mí. Él lo es."


"Cuéntame sobre el chico desaparecido. ¿Por favor?"

"Estaba solo en la noche. Él estaba en octavo grado. No se presento por la mañana."

"¿Y qué? ¿Todas las cosas están como siempre?"

"No. Nosotros formamos grupos de búsqueda. La policía estatal entró." Sus zapatos golpean contra el piso de madera. "No quiero que estés paranoica. Tal vez Maine está bien para ti."

Decido hacer caso omiso de su psicoanálisis. "¿Tiene la policía alguna pista?"

Ella abre el gabinete y saca dos contenedores de sopa para microondas. "No."

"¿Y qué te parece?"

Ella quita la tapa plástica de los contenedores y comienza a levantar las tapas metálicas. Espero mientras ella lo pone todo en dos cuencos y los pone en el microondas durante sesenta segundos. Finalmente ella dice, "Pienso que él se escapó."

Espero. Ella gira y se apoya contra el mostrador, como si fuera demasiado duro mantenerse en pie. "Bien... hace mucho tiempo esto pasó. Hace casi un par de décadas. Los chicos desaparecían. Solo chicos, no chicas. Uno a la semana. Siempre de noche. Estaba en las noticias nacionales."

El temporizador sobre el microondas cuenta regresivamente los segundos, cada vez más cerca y más cerca del cero.

"Mamá y Papá nunca me dijeron esto."

"Ellos no. No es algo que alguien por aquí quiere recordar."

"Y ahora piensas que esto está pasando otra vez."

"Espero por Dios que no."

"Pero podría ser."

El microondas resuena. Ella tira las chuletas de carne de cerdo en el cubo de basura. "Podría ser, pero es posible que solo escaparan."

"Enserio, ¿Por qué me envió Mamá aquí? Un chico a desaparecido."

"¿La gente no va a desaparecer en Charleston? Apuesto a que la tasa de asesinatos es mucho más alto allí." Ella traga. Se detiene con el aire en su nariz como esperando a que ella nunca volviera a respirar otra vez. "Ella


pensó que estaba haciendo lo correcto. No es fácil para ella, Zara. No estabas actuando como si estuvieras con vida. Ella pensó que un cambio de paisaje ayudaría."

"¿Estaba tan mal? ¿Realmente?"

Ella mira fijamente hacia fuera de la ventana encima del fregadero, por delante de los viejos aisladores de cristal que ella recoge. "Sí."

Justo después de la cena mi teléfono celular suena, y se apaga porque no tiene batería, corro rápidamente hacia el mostrador, incluso aunque probablemente era solo mi madre, pero la pantalla decía que era un número de Maine.

Lo abrí con un golpecito. "¿Hola?"

"¡Hey!, Zara. Soy yo, Ian." Su voz parecía toda feliz.

"Hola, Ian." Me apoyo contra el mostrador. Betty puso los ojos erróneos en mí luciendo emocionada de que un muchacho me llamaba. Rechace mirarla.

"¡Hey!. Lo siento, voy a molestarte. Espero que no hayas comido."

"Nop. Estamos por hacerlo."

"Bien. Yo solo pensaba en lo difícil que es para ti estar en una nueva ciudad y todo..."

Golpe mi trasero contra el mostrador porque es tan difícil estar quieta.

"No es tan malo," miento.

"Bien, de todos modos, yo pensaba ¿que tal vez podría mostrarte los alrededores después de la cross-country mañana? Tú sabes, darte un magnífico tour por lo emocionante que es Bedford, Maine."

"Oh. ¿Mañana?"

Betty se levanta y comienza a empujar alrededor, tomando los platos de la mesa.

"Di que sí," susurra ella.

"Tengo que ir a registrar mi coche mañana," digo, lo cual hare.

"Oh," Ian dice.

"Lo siento."


Betty da un tirón al grifo para encender el agua caliente y se queja.

"Yo podría ir contigo," dice Ian.

"¿A la DMV?" Estoy sorprendida.

"Sí. Es aburrido como el infierno allí, pero es mejor con alguien más."

"Seguro. Bien." No sé qué decir. "Si no te importa."

Colgamos y Betty me pregunta quién era.

"Este tipo llamado Ian que conocí en la escuela. Él quiere ir al DMV conmigo."

Ella me da un plato para que le seque. "Bien, eso es amor verdadero."

Resoplo.

Ella dice, "Él es Ian, el corredor, ¿Verdad? ¿El guardameta del equipo de baloncesto?"

"No sé. Sé que él corre y está en una tonelada de clubs."

"Sobre-cumplidor clásico. Proviene de una antigua Familia de Bedford. Su padre lo perdió todo. Su abuelo era un registrador. Ellos no tienen casi nada; viven en una modesta choza, básicamente. Es asombroso ver lo que aquel muchacho ha logrado."

Mientras froto los platos con un paño de cocina, pienso en Ian y todos sus clubs y toda su energía. "Sí."

"Y él es obviamente muy bueno si ya tiene su mirada puesta en ti." Ella me señala con un tenedor.

Pongo el plato en su sitio y agarró el tenedor de ella. "Él solo acaba de ser atento."

"Ja. Cierto."

Despierto en medio de la noche. Hay un ruido abajo, suaves toques en el piso. Agarro la linterna grande metálica que está al lado de la cama y deslizo abajo las sabanas. Aunque no enciendo la linterna. La sujeto como lo hacen los policías, listo para golpear a alguien en la cabeza. Voy de puntillas mientras bajo las escaleras y es ahí cuando la miro a ella, Betty, de pie junto a las ventanas del frente.


Su cuerpo es feroz, apretado, fuerte. Ella se parece a un atleta Olímpico, un guerrero, no una abuela.

"¿Betty?" Susurro su nombre, con miedo de asustarla.

Ella me hace señas para que vaya todo el camino hacia abajo. Estoy de pie al lado de ella, mirando detenidamente en la oscuridad.

"¿Qué estas buscando?" Susurro.

"Las cosas en la noche."

"¿Ves algo?"

Ella se ríe. "No."

Me jala hacia ella y besa la cima de mi cabeza. "Vete a la cama. Tengo todo bajo control."

Me alejo un paso y me detengo. "¿Abue? ¿Realmente estas buscando cosas por la noche?"

"La gente siempre busca en la oscuridad, Zara. Tenemos miedo de lo que nosotros podríamos ver. Esto podría ser el exterior oscuro, podría ser la oscuridad de nuestras propias almas, pero me imagino que es mejor conseguir una mirada que no saberlo nunca. ¿Me entiendes?"

"No realmente."

Ella camina lejos de la ventana, me empuja hacia la escalera. "Acuéstate. Escuela mañana. ¿Ok?"

"Vale."


CCoouuppllooggaaggoopphhoobbiiaa

‗Miedo a ser la tercera rueda‘

Traducido por Carmen

sa noche, soñé con mi papá, durante toda la noche. Él estaba de pie al final del camino de acceso a la casa de Betty. Caía la nieve.

Hay unas huellas de patas gigantes en la nieve. Su boca está abierta y moviéndose, pero ningún sonido sale de ella.

Me obligo a despertar. El cuarto está frío. El viento hace golpear las ramas del árbol contra la casa, produciendo un ruido chirriante. Enciendo la lámpara junto a la cama, intentando no descontrolarme.

―Es simplemente un sueño," susurro, pero la verdad es que cuando mi papá murió, su boca se movía y no hubo sonido alguno.

Cuando mi papá murió, acabábamos de regresar de nuestra carrera matutina la que hacíamos todos los días. Siempre corrimos en ayunas, antes de que el calor de Charlestón nos abrumase y corriéramos extenuados. Hablábamos de los matrimonios gays. Él fue quien me inició para escribirles cartas a los de Amnistía International. Estaba tal vez en primer grado, quejándome de lo aburrido, estúpido y el desperdicio de mi tiempo con seis años de edad, y él se sentó conmigo en la mesa de comedor y comenzó a contarme historias sobre personas que sufrían. Me susurró que escribir no era nunca una pérdida de tiempo, y así fue como escribí mi primera carta.

Pero cuando él murió, no hablábamos de la Amnistía, hablábamos de sus amigos Dave y Don. Don, el artista, necesitaba asistencia médica por su salud y la empresa de Dave no le cubría. Mi papá abrió la puerta y e ingresamos a casa.

―¡Es ridículo!. Cariño, tráeme un poco de agua" me dijo, sonriendo, inclinándose para recuperar el aliento y apoyándose en sus rodillas para estabilizarse. Él ya se había quitado su gorra de los Medias Rojas1 y su cabello plateado estaba cubierto en sudor.

1 Medias Rojas: Equipo de Beisbol.

E


Agarré dos botellas de agua ‗Poland Spring‘2 del refrigerador y giré dando una vuelta, y papá ya no estaba más ya. Es está la única manera en que puedo describir ese suceso. Él se encogió de miedo. Lo blanco y gris reemplazo el color colorado y normal de su piel.

―¿Papito?‖

Él no me contestó, simplemente alzó su mano temblorosamente y la agito fervorosamente. En ese momento me señaló hacia el fregadero. ―En la ventana. Él es... lo vi. Corre‖.

―¿Qué?‖ susurré.

―No dejes que te atrape...‖

―¿Papito?‖

Comencé a girarme para mirar por la ventana pero entonces él cayó de lado, con la boca totalmente abierta intentando respirar. Su sangre no sabía qué hacer porque su corazón estaba fallando.

Dejé caer las botellas al piso. Uno se fue rodando hasta su zapato, la otra regresó hacia el refrigerador, escondiéndose, supongo. Quise esconderme también. Mi corazón comenzó a latir descontroladamente, sin control, contra mis costillas. Traté de alcanzar su mano y le sujeté. Me devolvió el apretón suavemente, no apremiante y fuerte como siempre suele hacerlo. Él estaba débil.

"¡Mamá!" grité. "¡Mamá!"

Ella corrió estrepitosamente bajando por las escaleras y se detuvo abruptamente en la entrada de la cocina. Ella aspiró su aliento y sujetó fuertemente el fregadero. Sus palabras expresadas en un susurro… ―esta teniendo un infarto‖.

Mi corazón se detuvo entonces, y los ojos de mi padre se ampliaron y me miró, suplicando. Él nunca me había mirado así antes. Su boca se movió. Pero ningún sonido salió.

En la escuela Issie y yo nos sentamos juntas en el almuerzo y en todas las clases que compartimos. Devyn también se sentó con nosotros en la cafetería,

2 Poland Spring: Marca de agua mineral en Charleston.


y él e Issie se reían tanto, sobre cosas tan estúpidas que es duro no reírse con ellos, del mismo modo que me examino para asegurarme de que no me haya vuelto invisible.

Es en verdad difícil molestarme con ellos porque son tan lindos juntos.

"Entonces," digo. ―ustedes creen en el duendecillo".

"¿Por qué?" Issie pregunta.

Mastico mi rosca. ―Me quedé atascada en el hielo ayer. Y me salí de la carretera‖.

"Nick nos lo contó," Devyn responde.

―¿Te contó sobre el polvo, también?‖ Pregunto, pensando en Devyn como una trituradora de carne.

"Yep," me dice con su boca llena.

―Es extraño," finalizo. ―Sobre todo con el chico que desapareció la semana pasada. Pienso que podría estar conectado‖.

"¿Saben algo del chico Beardsley?‖ Issie pregunta.

"Betty me dijo lo que ocurrió," digo. "Pienso en ir a la sala de computo y buscar Información".

"Voy contigo," Devyn indica, terminando de parecer una trituradora humana.

"Yo también," Issie añade, recogiendo las sobras de Devyn y las de ella.

"Ustedes deberían de ser casarse", le digo a Issie mientras tiramos nuestra basura. "¿O es que ya lo están?‖

"¿Devyn y yo?" Ella grita.

"Sí, tú y Devyn," le digo, codeándola en un costado. ―pienso que a él le gustas".

Ella deja caer su lata de soda en el cubo de basura y gira a mirar a Devyn.

Él le hace gestos con las manos. Su sonrisa es enorme.

"¿De verdad?" Me pregunta.

Lanzo el corazón de la manzana en el envase del depósito de basura. "En serio".


Engancha nuestros brazos. ―Estoy tan contenta de que estés aquí, Zara. Estoy contenta de que no te hayas ido con Megan y su grupo‖.

Ella echa un vistazo hacia Megan, quien es admirada por una multitud de fans.

Megan levanta sus ojos y nuestras miradas se cruzan. Juro que si ella pudiese disparar fuego, me dispararía, o como mínimo, me quemaría viva.

"Ella me odia," le confieso. ―No es que me importe. Prefiero ser tu amiga de todas maneras‖.

Esto es tan melodramático, pero Issie se lo traga por completo.

"¿De verdad? Tienes que visitarme otra vez, lo sabes. Hay tanta cosas que quiero contarte‖. Me arrastra de nuevo hacia la cafetería, casi brincando a cada paso. "Devyn, ¡adivina lo que Zara acaba de decirme!".

―¿Que adora la nieve?‖ Devyn pregunta. "¿y que ya no es víctima de la queimafobia3?‖

Issie lame algo de miel que tiene esparcido por encima de sus dedos, que se corrió fuera de su emparedado. ―No‖.

―Entonces que ella ha llamado a su madre y le ha dicho que ya esta resentida con ella por enviarla a Maine. ¿Y así le damos fin a las futuras décadas de terapia y eso significara una gran perdida para mis poco-adinerados padres?‖

"No".

Le saco la lengua.

"¿Que ya ha liberado a todos los presos políticos a lo largo del planeta?‖

"¡Devyn!"

Él se ríe. ―De acuerdo. Seré bueno…"

Se dirige a Issie y le pregunta dulcemente, "¿Qué dijo Zara?"

"Ella me dijo que prefería ser amiga ante que de Megan".

"Zara no es idiota," le replica. Él levanta sus cejas mirándome. ―Sabia que no tenias otra opción ".

3 Queimafobia: Miedo al frio.


Me quedé completamente confundida. Tome un sorbo de mi soda. ―¿Qué significa eso?‖

"Tomas buenas decisiones," me dice. "Escogerías a Issie aun si Megan no te odiase, ¿verdad?‖

Miro hacia Megan, y también a su rimel escarchado, su pelo perfecto, su risa feliz, y a su grupo de admiradores. "Megan es fría‖.

Devyn asiente con la cabeza. "Exactamente".

Realizamos búsquedas en Internet usando el Google como locos. La mayor parte de lo que encontramos sobre duendecillos es sobre los personajes de juegos de rol. Entonces finalmente tenemos un golpe de buena suerte.

<<La gente cree que los duendecillos son diminutos, felices y un poco traviesos. No lo son. Están más cerca al desdén de los vampiros que a la santidad de la vida humana, los duendecillos deben de evitarse cueste lo que cueste. La única protección contra su furia es su enemigo mortal, ―los were‖>>.

―¿Were?‖ Susurró.

Devyn e Issie intercambian una mirada y entonces Devyn me responde. "No es como el verbo ‗donde‘ de ―en donde diablos deje mis gafas de sol". Creo que se refiere a los hombres lobos, werebears, y ese tipo de cosas".

Él sonríe como sino fuera gran cosa.

"Ustedes bromean. Me apoyo en el respaldo de mi silla, negando con la cabeza.

"Los Weres son los protectores de los humanos y viceversa," Issie explica. ―es algo así como su deber sagrado".

"¿Y cómo lo saben?‖

"El proyecto del criptozoología de octavo grado". Ella vuelve a la pantalla. ―¿dice alguna otra cosa, Devyn?‖

Todos leemos la página silenciosamente. Devyn debe leer más rápido que nosotras, porque él señala un párrafo muy adelantado.

<<Los duendecillos tienden a congregarse en sitios boscosos. Algunos se hacen pasar por humanos e interactúan con humanos


bajo el uso de un hechizo a menudo conocido como glamour4. Estos también deben de ser evitados.

Cuando no están emparejados con una reina por una determinada cantidad de tiempo, el rey de los duendecillos exigirá tributos que le son entregados en forma de jóvenes varones humanos>>.

Devyn lee la siguiente parte en voz alta. ―…A quienes matan después de destinarlos para sus placeres hambrientos de sangre…"

"No es guay," susurra Issie.

"No es nada guay‖, estoy de acuerdo con ella.

Leo un poco más, ―Los niños torturados gradualmente se vuelven histéricos – ¿Duh? ¿Vosotros no lo sois?‖ – ―Y en ese instante pierden pedazos de sus almas, gradualmente convirtiéndose en una cáscara inhumana antes de la muerte.‖

"Eso es demasiado extraño" nos dice Issie

"Horrible," susurro, sujetando el brazo de Devyn.

Sus ojos se quedan tristes y asustados pero su voz es valiente. ―Estaremos bien, Is".

"¿Qué sucede si eso en verdad ocurre?‖ Susurro. "¿Qué ocurre si eso esta sucediendo ahora mismo?‖ Reviso sus caras pálidas, inmóviles. Intento levantarles el ánimo. ―Pero es simplemente una página Web, ¿verdad? Cualquier puede poner lo que sea en Internet‖.

La campana timbra.

"Cierto" Devyn borra el historial del navegador de Internet.

Todo el mundo se ve tan desequilibrado que decido hacer una broma. ―Creo que los weres de por aquí no están haciendo un buen trabajo".

Ni siquiera sonríen.

"Vamos", les digo. ―En verdad ustedes no creen esto, ¿cierto?‖

Issie se roza el puente de su nariz con un lado de su mano. "Un poco".

4 Glamour = Encanto


Me quedo mirando fijamente hacia Devyn. "¿Ustedes creen en hombres lobos y duendecillos? Creo que hay suficiente maldad en la vida real como para también temerle a eso, ¿acaso quieren más?‖

―Zara. ¿Puedes explicarnos el polvo?‖

Lanzo un suspiro, y recuerdo haber visto el polvo en mi coche y cerca de los bosques, con Nick atrás... "No".

"¿Crees que las personas son tan inteligentes que lo comprendemos todo?‖

"No," digo, y clavo los ojos en él. ―¿Qué piensa Nick sobre esto?, ¿él cree que el chico era un duendecillo?"

Su voz viene de mis espaldas. "Oh, yo diría que lo creo‖.

Devyn hace clic en la pantalla mientras clavo los ojos en él.

"Tu boca está abierta de par en par, Zara," Issie susurra.

Nick me alcanza y me abraza. "¡Ey chicos! ¿Ya comieron?‖ Asiento para él.

"¿Quieren venir conmigo?‖ nos pregunta.

Asiento otra vez, mientras clavo los ojos en su mano que esta tocando la mía. Issie comienza a reír nerviosamente y Nick me suelta.

La nieve se ha derretido en su mayor parte, entonces la práctica de campo se hará en el exterior. El sendero es la pista de correr en Maine. Teníamos que atravesar un enorme campo, corriendo hasta encontrar un camino estrecho que serpentea y gira a través del bosque, donde los pinos parecen cernirse sobre uno, listo para sujetarte. Sería el lugar perfecto para que alguna clase de anormal te salte y te agarre.

Pero eso no iba a ocurrir. De todos modos, en mi interior, desee tener algún tipo de spray de pimienta o algo por el estilo. Nos agrupamos alrededor del entrenador, quien esta inflando su cuerpo como si esto fuese terriblemente importante, igual que algún tipo de dictador ordenando, aunque creo que lo es. Todo huele a Navidad, desodorante y talco de bebé. Pienso que Megan es la que huele a talco de bebe.

"Vamos a convertirnos en íntimos amigos," nos dice el entrenador. "Megan, tu iras con la chica nueva".

Ella se ve horrorizada. "De ninguna manera".

"Iré con ella," Ian y Nick dicen al mismo tiempo.


"Oh, que popular‖ dice Megan, mientras el entrenador niega con la cabeza.

"Estupendo," dice. "Nick, ve con ella".

Nick asiente. Me muerdo los labios. El entrenador me pregunta, "¿Qué? ¿eso no bueno?‖

"No" mascullo. "Es bueno".

Todo el mundo esta emparejado de dos en dos por el entrenador Walsh. "Hoy serán carreras fáciles. Ningún PRS5".

"Eso quiere decir que no vale superar nuestro record personal," Megan indica.

Toco mis dedos del pie. "Sé lo que quiere decir".

Somos el último grupo en ir. Nick se retrasa un paso o algo más, detrás de mi todo el tiempo y me vuelve loca, como sino fuera lo suficiente buena como para correr a su lado o algo por el estilo.

―¿Tienes que correr detrás de mí?‖ Finalmente le digo cuándo llevamos un largo trecho cuesta arriba por la colina que serpentea a través del bosque.

―¿Te molesta?‖

"Sí".

―No examino tu trasero o cualquier otra cosa".

Me detengo. Él impacta con violencia en mi contra y ambos perdemos el equilibrio, caemos. Pienso que mis brazos se van a romper durante la caída, pero no sucede. Su brazo derecho me sujeta alrededor de mi caja torácica y rodamos hasta el final con sus brazos absorbiendo la mayor parte de la caída. Estoy encima de él. Por un segundo su brazo no se mueve. Cuando lo hace, intento de levantarme. Él se pone de pie también, y gira, intentando comprender las cosas, o por lo menos eso creo.

Su voz es un ladrido. ―¿Qué rayos haces?‖

―Reviso tu trasero" bromeo, y después lo dejo detrás, corriendo velozmente a través del campo así el entrenador puede registrar mi tiempo y puedo irme a casa.

5 PRS: Siglas de ‘Personal Record Superate’.


Todos nos quedamos por ahí, desperezándonos, o por lo menos lo intentamos, mientras el entrenador hace sus cosas, lo que implican refunfuñar en voz baja y revisar su portapapeles.

Ian camina junto a mí y me sonríe. Él jala su pierna hacia su trasero, estirando sus músculos extensores. Trato de alcanzar mis dedos de los pies pero en verdad no toco el suelo porque está frío y con nieve.

―¿Nick te dio un mal rato?‖ Él me pregunta.

Gruño y me estiro hacia el cielo.

―Pienso que le gustas". Dice en afirmación.

―¿De verdad?‖

―Sí. Él es un solitario, sin embargo nunca ha tenido una novia‖.

―¿En serio?‖

Ian levanta su mano. ―Lo juro".

"Ok".

―¿Ok?‖

Ian regresa a su lugar pisando fuertemente. Busco con la mirada a Nick. Él esta moviéndose en círculos, fingiendo desperezarse. Nick pisa muy fuerte sin dirigirme ni una mirada, ni tampoco a Ian.

―Creo que debería ir contigo a tu casa, quiero estar seguro de que tu coche no se deslice fuera del camino," me dice Nick.

―No iré a casa.

Nick hace su cabeza hacia un lado. ―¿Qué?‖

―La llevo al DMV, así ella puede registrar su coche", Ian dice. Él está de pie junto a mí, oliendo a colonia.

Las ventanas de la nariz de Nick se abren repentinamente. Él me mira. ―Oh. Vale. Entonces, te veré más tarde, Zara. Se cuidadosa en el camino, ¿Ok? Está helado‖.

"Pero la nieve se derretía tarde o temprano".


―Se derrite, se detiene un segundo y empieza a nevar de nuevo, luego se detiene nuevamente. Eso forma una capa de hielo. Es peligroso, entonces ten mucho cuidado, ¿de acuerdo?‖

"De acuerdo". Lo miro marcharse. Cada célula de mi cuerpo quiere correr tras él, no importa cuán cansada me sienta.


PPiilloopphhoobbiiaa

‗Miedo al Amor‘

Traducido por Glad

sa noche bajo suavemente las escaleras, rumbo a la sala de estar y allí

esta mi Abuela Betty de pie junto a la ventana delantera otra vez. Su

mano sujeta fuertemente la cortina, que esta agitándose.

Ella se queda con la mirada fija en la oscuridad. "Oh, Jesús...", ella murmura.

Toco su hombro. Y ella salta, girándose rápidamente, casi gruñendo, sus ojos

brillan intermitentemente.

―¿Abuela? ¿Qué sucede?‖

"Acabas de darme un gran susto".

"Lo siento".

Ella posa una de sus manos en su pecho, junto a su corazón.

―¿Qué es lo que estas mirando?‖

"Nada," ella dice. Forzando una sonrisa. "Tengo que llamar a tu madre. Le

debemos una llamada. ¿Qué tal si comienzas con la cena? Compre uno de esos

pollos pre-cocidos de Shaw y una caja de ensalada".

―¿Abue?"

―Todo está bajo control, Zara. No te preocupes por una mujer vieja que mira

distraídamente hacia la noche".

―Ok‖. Miro a hurtadillas fuera de la ventana. La oscuridad me saluda.

E


―¿Porqué Nick no esta con nosotros?‖ Le pregunto a Issie y Devyn en PE.

Issie y yo perdemos el tiempo con tonterías, mientras esperamos que el

maestro Walsh aparezca. Según Devyn, él está en el cuarto de los casilleros,

gritándole a Ian por algo. Nosotros estamos sentados en las graderías

esperando.

Los dedos de Devyn retumban suavemente a un lado de su silla. "Creo que el

trata de no llamar la atención hacia ti. Ya sabes, si a él le gustas entonces

todo el mundo hablara de ti. La ventaja, es que serás popular. Él es un chico

muy malo".

"Un sexi y atractivo chico con un duro corazón" bromea Issie. Quien se agacha

para atar los cordones de sus tenis. Sus dedos lucen torpes.

Me arrodillo delante de ella y comienzo a atarlos para ella. "Ustedes dos son

tan lindos", les digo.

Devyn se ríe. Sus hoyuelos salen a la vista. Cada vez que sus hoyuelos salen a

la vista Issie comienza a sonrojarse como loca.

"Un sexi y atractivo chico con un duro corazón," él repite lo qué Issie dijo

mientras me ocupo del siguiente tenis. "Eso es brillante".

"Él nunca aun ha besado a una chica, así que será un trabajo muy duro," Issie

dice.

Mis entrañas dejan de funcionar por un segundo. ―¿En serio? Vamos, ¿cómo tu

podrías saber eso?‖

"Él se lo dijo a Devyn. Devyn me lo dijo a mí", Issie dice. "Y eso es bueno,

¿no?. Bueno, siguiendo con el tema. ¿Qué te parece ‗el héroe de la ciudad‘?

Eso suena mejor‖

―¿El héroe de la ciudad?‖ Digo, tirando fuertemente de un nudo. ―¿Nick?‖

Devyn se encoge de hombros. "Creo que sí. Él me salvó".

Levanto mis cejas y quiero preguntarles cómo, pero Megan aparece, con un

aire sexi, pantalones cortos-diminutos y con un pequeño top atado con finas

tiras. Las diminutas tiras, son una violación al código de vestuario de la


escuela, pero a Megan no le importan los códigos. Y obviamente, tampoco al

entrenador Walsh.

Algo en mi garganta se cierra herméticamente mientras Megan se para frente

a mí, bloqueando mi vista de Nick.

Ella sonríe.

No confío en esa sonrisa.

Issie carraspea y retuerce sus manos. Deslizo una uña entre el nudo de los

cordones de los tenis de Issie, y aflojo el nudo, como si tuviera todo el tiempo

del mundo. Después levanto la mirada y me encuentro con la mirada de

Megan. No corresponden a su sonrisa. Ella, obviamente no es una buena actriz

y no sabe lucir amigablemente.

―¿Zara?‖ Ella retuerce un largo riso de su pelo rubio alrededor de su rosado

dedo perfecto. "Eres de Charlestón, ¿verdad?‖

Asiento con la cabeza y espero lo que esta por venir.

"Debe ser duro acostumbrarte a Bedford," ella dice.

Busco con la mirada a Devyn. Él me mira compasivamente.

"Voy bien‖.

"Algunas personas nunca se acostumbran, ya sabes," ella dice.

"Eso no es cierto," Issie dice. "Gracias por el nudo, Zara".

Megan le fulmina con la mirada. "Sí que lo es. Algunas personas no quepan".

Comienzo a trabajar en un cordón de mis tenis. Una oreja de conejo. Otra

oreja de conejo. Y ya esta. ―¿Por qué querría quepar?‖ Me cruzo de brazos.

Megan da un paso más cerca hacia mi, y se agacha un poco así su cara está

cerca a la mía. Ella se ha puesto rímel blanco en sus pestañas, lo cual hace

que sus ojos de azul se vean un poco espeluznantes. Luce aterradora. "Tu


obviamente no quieres quepar, ya que te mantienes junto a estos fenómenos.

El chico de la silla de ruedas y la chica súper‖.

Megan comienza a alejarse, pero logro estirar la mano y le sujeto por el

brazo. Está helado y frío. "¿Qué has dicho?‖

Ella no contesta. Mis uñas están formando medias lunas en su brazo, pero no

aflojo mi agarre. Y finalmente le digo, "no amenaces a mis amigos. Y no les

insultes".

Ella tira su brazo de mi agarre, mientras yo bajo la mirada. Entonces ella

lanza su pelo sobre su hombro y dice, condescendientemente, "Oh, la pequeña

princesa. No soy yo de quien necesitas asustarte". Se dirige hacia las

graderías, donde están sentadas sus amigas. Quienes se ríen tontamente. Las

ignoro. Pero Megan grita, "Ya sabes que eso de la paz y la mierda del amor

estuvo de moda hace decenios. Y John Lennon está muerto".

"Estas temblando". Devyn me dice. "Zara, todo está bien. Siéntate".

Miro hacia mi camiseta. Algo dentro de mí parece romperse y me quedo sin

aliento o algo por el estilo porque Issie sujeta mi mano y da algunos tirones,

acercándome a ella. No puedo sacar en claro cómo debo sentarme. ¿Por qué

querría sentarme con Issie, mientras mantiene sus ojos fijos en mí? Quiero

correr, huir de este lugar. Pero ¿a dónde puedo correr? Me pongo a buscar

formas para escapar. Mi respiración se convierte en jadeos y siento que mi

corazón palpita ochocientas pulsaciones por segundo, lo juro.

"Zara...", Devyn repite. "Todo está bien"

―Le sujeté," logro decir. "Nunca sujeto personas. Nunca".

Issie abre su boca, su mirada parece de pánico, pero es allí cuando el

entrenador Walsh aparece, con paso lento, y con Ian siguiéndole.

Ian corre, y logra ponerse delante, se acerca y se para junto a mí. "Seré tu

compañero para las abdominales," él dice. "Sujetare tus pies".

Asiento. "Seguro. Estupendo. Uh… Megan no se molestara por esto, ¿verdad?".


―¿Por qué?‖ Él clava su mirada en mí. Tiene algunas arrugas alrededor de sus

ojos.

"Porque, es tu amiga y no queremos que ella se disguste contigo".

"Megan no es mi guardián, Zara".

Le miro, lucho por encontrar palabras que decir. "Ok, uh, correcto. Um. Eso

parece lo correcto, ¿verdad Issie?‖

"Yep". Ella luce confundida. Sus tenis, debo mencionar, estaban bellamente

atados, sin cordones sueltos en el piso. "Devyn, ¿puedo poner mis pies junto a

las ruedas de tu silla? ¿Contaras por mí?‖

"En cualquier momento," Devyn dice. Sus hoyuelos salen a la vista. Issie

comienza a sonrojarse. Otra vez. Espero poder sonrojare así, por alguien,

alguna vez.

Ian rodea con uno de sus brazos, mis hombros, y me guía hacia un lugar,

donde hay una colchoneta. ―Entonces, Megan te ha hecho pasar un mal

momento‖.

"Estoy bien," digo mientras me reacomodo en la posición para hacer los

abdominales presurosamente sobre la colchoneta. Y huele como algún

deportista sudoroso, y a tiza. Ian frunce el entrecejo. No sé si por mí o por

ella.

Busco con la mirada a Nick y Megan quienes están ocupados con los abdominales. Nick le susurra algo a ella y a ella se queda mirándole, muy molesta. ¿Si yo le gusto, por qué estaba ayudando a Megan? ¿Por qué le murmuraba al oído? Si es amigo de Issie y Devyn ¿cómo podía hablar con ella?

Issie a veces, no tenía razón.

Sentí una puñalada de dolor en mi corazón, por alguna estúpida razón. No me gusta Nick Colt. No me gustará Nick Colt. O, tal vez era, que me daba miedo que el me gustase.

"Hey, Ian," digo, deteniéndome para mirarle. Él tiene dientes muy bonitos,

ciertamente my blancos. "Issie y yo abriremos una sucursal en la escuela de la

Amnistía Internacional. Escribimos cartas para intentar liberar a prisioneros

políticos. ¿Quieres unirte?‖


―¿Qué consigo a cambio?‖

Me dejo caer sobre mi espalda, hacia el piso y vuelvo a subir de nuevo, más

rápido y más rápido. ―¿Mi eterno respeto?‖

―Eso suena bien", él dice. "¿Y tal vez salgas conmigo el viernes?‖

Le sonrío y trato de cambiar de tema, mientras cambiamos de posición.

Sujeto sus pies y me pregunto lo que él pensaría acerca de nuestra teoría del

duendecillo, y del chico Beardsley. Él también puede estar corriendo peligro.

Cada chico dentro de este pueblo, podía estar en peligro.

―¿Y bien?‖

Finalmente le contesto. "Tal vez‖.

No es como si fuera a tener una oportunidad con Nick, de cualquier manera.

"Así que, he escuchado que piensas que te ignoro", Nick dice, sentándose en

una silla junto a mi, en la mesa de la cafetería.

Mi quijada cae, y mi boca se queda abierta, Devyn se estira y empuja mi

quijada hacia arriba, para cerrarla, mientras dice, "Uh-Oh‖.

Issie se encoge de miedo y se levanta rápidamente de su asiento. "Ooh. Lo

siento. Iré por una galleta. ¿Alguien quiere una galleta?‖

Nadie contesta. Issie coge el brazo de Devyn. "Devyn, yo se que tu quieres

ayudarme a conseguir una galleta‖.

―¿Qué?‖ Él luce confundido, solo por instante, hasta que parece entenderlo

entonces coge su servilleta y la lanza a la mesa. Fracasando terriblemente.

"Oh, correcto‖.

"Me han abandonado", digo.

"Nos han dejado solos", Nick corrige. "Ellos no quieren que peleemos‖.


"No quiero pelear tampoco. Odio pelear‖. ―¿En serio?‖ "Sip, en serio. ¿Por qué luces tan asombrado?‖ "Porque yo diría que si te gusta pelear‖. "Obviamente no me conoces‖.

"Diría que te gusta pelear, solo que odias que te guste‖.

"Oh, gracias, ahora lo entiendo‖. "Sujetaste el brazo de Megan hoy‖. Pongo mis manos sobre mis ojos. "Eso fue horrendo‖. "No le pegaste‖. "Le sujete del brazo, y nunca suelo sujetar los brazos de las personas‖. "Ella insultaba a tus amigos‖. "Sí. Ella lo hizo. Y después la ayudaste con sus abdominales. Eso fue grosero de tu parte‖. ―¿Por qué fue grosero?‖ "Porque ellos también son tus amigos. Te comportaste como un traidor o algo por el estilo‖. Él niega con la cabeza. Su pelo cae sobre sus oídos. Un músculo parpadea cerca de su mandíbula. "Zara, nunca seria un traidor" ―Está bien. Ella es bonita…" ―Hablaba con ella. Le decía que los dejara tranquilos. Que los dejara en paz‖. Apuñalo una pieza de lechuga. Mi tenedor le perfora de un extremo al otro y después subo lentamente mi tenedor hacia mi boca, la lechuga se rasga y cae revoloteando. Todo parece caer también: La servilleta de Devyn, la lechuga, mi corazón, mi ego, mi todo. Cuando intento hablar de nuevo, mi voz es suave. "Es sólo que no me gusto sujetarle del brazo. No me agrada el hecho que tuve que gritarla. Odio gritar. No me gusta meterme en conflictos. Me


prometí a mí misma hace mucho tiempo que nunca lastimaría a alguien por ninguna razón…"

Él se inclina, acercándose a mí. "¿Qué? ¿No atacarías al tipo que estuvo

señalándote?‖

Me encojo de hombros. "No sé. No sé si pueda lastimar a alguien más‖.

"Vamos, Zara. No te conoces a ti misma, ¿verdad?‖ Él se inclina un poco más.

Su muslo toca mi muslo. Ningún de nosotros se aleja.

"No es eso. Realmente no sé cómo explicarte. Yo no soy así, ¿Quién puede decidir si mi vida vale mas que la del otro?‖ Siento un hormigueo en el lugar donde nuestros muslos estas interconectados.

Una luz de la cafetería brilla demasiado y emite un ruido zumbón a gran

altura por encima de nuestras cabezas. Las bandejas traquetean en el

trasfondo. Las personas se quejan acerca de exámenes y fechas y hablan de

diferentes cosas.

Él huele a bosque. Intento no olerle; me hace sentir mareada. Intento

enfocarme.

Él habla. ―¿Tu no atacarías a una persona que estaba tratando de secuestrar a

alguien? ¿O lastimando a un bebé? O…"

"Suficiente‖ le interrumpo. "No sé si lo haría, ¿ok? Quiero decir que, sé todo

acerca de la autodefensa, pero no sé si lo podría hacer, si es moralmente

correcto hacerlo‖.

"Lo harías‖. Él sonríe abiertamente, muy seguro de lo que esta diciendo. "Si

alguien atacara a Issie tu lo harías. Si alguien atacara a tu abuela lo harías. O

a Devyn. Incluso por Ian‖.

Mis ojos se cierran. Probablemente todo lo que esta diciendo es verdad. "No

quiero que eso sea cierto‖.

―¿Por qué?‖

"Porque no quiero ser violenta".


―No eres ‗violenta‘ cuando proteges a un amigo‖.

"Es igual. No es como si alguien fuera a atacar a Issie".

―No sabemos eso‖.

"¿Qué? ¿Crees que Is esta en peligro?"

―No…‖ Él levanta sus manos. "Pienso que todos estamos en peligro‖.

"¿De ese chico? ¿El chico que me señalo? ¿Crees que el es malo?"

―Sí," él dice.‖Lo creo‖.

Me inclino hacia adelante, acercándome hacia el. "Pero, ¿cómo? ¿Cómo lo

sabes?"

―Lo siento aquí‖. Su puño golpea ligeramente su estómago.

Clavamos los ojos el uno en el otro por un segundo. Hay algo acerca de sus

ojos que me asustan, pero a la vez no. Eso tiene poco sentido, lo se. Es como

si cada parte de mí necesitasen mirarle directamente a sus ojos, pero a la

vez, me da miedo hacerlo. Quiero indagar acerca del polvo que vi en su

abrigo, pero eso, también me da miedo eso.

"Soy tan cobarde" le digo.

Él debe pensar que aun estoy hablando del chico que me señalo, porque él

niega con la cabeza. "No tu no lo eres. Tu no quieres ser valiente‖.

―¿Qué?‖

Nick no contesta porque Devyn viene de regreso hacia nuestra mesa. Issie

viene revoloteando justo detrás de él. Él tiene una pila de galletas esparcidas

a través de una servilleta en su regazo. "Is se volvió un poco loca".

―No sabia qué tipo de galleta les gustaría a cada uno," ella explica, mientras

quita las galletas sobre la servilleta y las pone en la mesa. Ella nos mira

fijamente. "Oh no. Usted siguen molestos‖.


"No, ya no lo estamos" Nick dice.

Devyn nos mira también.

"Es cierto", le digo. "Ya no estamos peleando‖.

―Entonces, ¿qué es toda esta vibración de doomy-gloomy que se siente aquí?‖

Issie pregunta, sentándose. Ella me ofrece una galleta, M&M que esta bañada

con crispís de chocolate.

"Estoy asustándola", Nick explica. Él agarra una galleta de avena.

"Bien", dice Devyn. "Ella necesita asustarse‖.

"¿Qué?‖ Issie se gira hacia él.

"El miedo nos fortalece, nos hace fuertes. Nosotros hemos conseguido

entenderlo‖.

Issie rompe su galleta por la mitad. "Los chicos pueden ser tan estúpidos‖.

―Cierto‖. Le apoyo.

La cara de Devyn vuelve a sonrojarse pero Nick sólo se ríe.

"Así que…" digo rápidamente, ―¿iremos a la biblioteca después de la escuela?‖

"No hay carrera en el campo?‖ Devyn pregunta.

"Es nuestro día de descanso," Nick explica.

"¿Todos deberíamos de ir juntos en un mismo coche?‖ Me giro hacia él. "¿Iras?‖

"Sí. Por supuesto que voy. Solo si eso esta bien para ti, ¿Ok?‖

Asiento. "Ok, eso está bien y sí, creo que todos deberíamos de ir en un solo

coche‖. Pero por alguna razón, el saber que voy a estar en la biblioteca con

Nick, forma un nudo en mi estómago, y no es porque la galleta este

malograda. El nudo se está volviendo un sentimiento familiar.


Es miedo.

¿Qué hay sobre el polvo en su chaqueta? No debería de significar nada,

¿verdad? ¿Y la manera en que mis entrañas enloquecen cada vez que miro sus

ojos? Eso tampoco debía de significar nada, o al menos eso era lo que

esperaba.

Yo tengo algo con las bibliotecas, con las viejas bibliotecas, a veces parecen

casi sagradas. Hay un olor de papel, tinta y empastes rodeándoles. Es como si

todos los libros se pelearan contra la descomposición, en contra del polvo, y

al mismo tiempo luchan por la atención.

Toco la cubierta de un libro, Percepción Extrasensorial a tu Manera. "Es como

si todos gritasen: 'Leeme a mi. Léeme‘''.

Nick se gira para mirarme. "¿Los libros?"

―Lucen solitarios", le digo. Me encojo de hombros a propósito para que él no

piense que soy muy extraña.

"Los libros son solitarios," él repite, sin volver a mirarme, porque esta

escudriñando los títulos por encima de su cabeza.

―¿Qué?"

―Es dulce‖. Afirma.

Soy dulce. Los latidos de mi corazón se disparan mientras muerdo mi labio

solo un poco. ¿Dulce como una piruleta?, o ¿dulce como una chica a la que le

gustaría besar apasionadamente bajo las graderías? Esa era la pregunta.

Me siento en cuclillas, revisando los nombres. "He encontrado algunos‖.

Nick se pone en cuclillas a mi lado y silba bajo. "Wow‖. Comenzamos a

sacarles, Fae Lore, Encantamientos de Hadas, Enciclopedia de Furias.


Nick lleva la mayor parte de ellas hacia la mesa que esta cerca a una gran

ventana. Las partículas de polvo forman remolinos alrededor de los rayos de

sol. Devyn e Issie casi se ven encantados, como si fueran los héroes de los

libros de cuentos.

"¿Encontraron algo?‖ Issie pregunta demasiado fuerte. Un chico que esta

revisando las revistas la hace callar. "Lo siento. ¡Lo siento!‖ Ella sostiene en

alto sus manos como una disculpa y entonces susurra para nosotros. "¡Qué

gruñón!. Nosotros también hemos encontrado algo. ¿Cierto, Devyn?‖

Devyn asiente con la cabeza pero en verdad no expresa nada, sólo se

mantiene leyendo el libro que tiene. Es antiguo y maloliente. Estornudo y me

reacomodo en una silla. Nick se sienta en una silla junto a mí. Él divide

nuestro montón de libros por la mitad y empuja tres libros hacia mí. "Busca

aquí. Yo buscare en estos‖.

Leemos y leemos y leemos hasta que Nick dice, "He encontrado algo‖.

Inhalo por la nariz. ―¿Qué es?‖

Issie me da un klínex arrugado que saca de su bolso. "Está limpio‖.

"Gracias," me sueno la nariz. "Lo siento. Soy alérgica‖.

―¿A los libros?‖ Devyn levanta sus cejas como si no lo pudiera creer.

"Los viejos libros," explico y me apoyo más cerca así puedo revisar el libro que

esta abierto frente a Nick. ―¿Qué encontraste?‖

"Se trata de los tributos," Nick dice. Él casi gruñe. "Es vil‖.

"Simplemente léelo", Devyn demanda.

"Despacio‖. Issie mira hacia el chico de la Revista, quien está hojeando una

copia del Economista y mirándonos furiosamente.

Nick habla despacio y lee, ―¿Así que estas siendo perseguido por un

duendecillo?'


―No dice eso", Issie grita agudamente, arrebatándole el libro. "Oh Dios mío‖,

susurra luego.

"Issie…" Le advierto, esperando ver si Nick se ha equivocado.

El no se equivoco. "¡Realmente lo dice!, ¡lo hace!‖ Ella me muestra el libro,

señalando con el dedo.

<<De todos los Únicos Brillantes –los duendecillos, los duendes, hadas– la única

verdad es que la preservación de su ascendencia principesca (real) es

importante para su supervivencia. Todos ellos comparten el patrimonio del

sidhe. De hecho, su nombre está derivado del picto-sidhe. Ellos son el Caille

Daouine, o personas del bosque. Si has sido elegido por un macho de su raza,

tienes que estar orgulloso. Haz sido escogido para ayudar a continuar su

ascendencia. Es inusual que esto ocurra. Es especialmente inusual sí ocurre

con humanos. Eso significa que podrías tener algo de sangre de sidhe fluyendo

a través de tus venas>>

Cierro el libro. "Oh, soy tan honrada‖. Digo sarcásticamente.

"Ese es asombrosamente extraño," Devyn dice, quien me mira fijamente como

si nunca antes me hubiera visto. ―¿Crees que tienes sangre de sidhe?‖

―¿Qué? No…‖ Paso mi mirada por todos ellos. "Ustedes no pueden creer en

eso‖.

Nick e Issie, ambos ponen sus manos en mis brazos. Issie tiene su cuerpo

atravesando la mesa. "Sé que esto es un poco fuera de lo normal," ella dice,

calmadamente.

"¿Un poco fuera de lo normal?‖ Alejo mi brazo de su agarre. "¡Es súper extraño!"

―¡Guarda silencio!" me dice el chico que esta leyendo el Economista.

"Lo siento. Lo siento‖. Me siento en mi silla. Intentando respirar lentamente.

"Tal vez él quiere que seas su reina," Devyn dice. "Que continúes con la raza‖.

"Eso es una mierda", Nick dice.


"Sí. Le miro furiosamente. "¿Por el hecho de que alguien quiera que yo sea su reina?"

―Eso no es lo que yo quise decir‖. Las piernas delanteras de la silla de Nick se derrumban atrás con estrépito.

Aun no le puedo mirar. ―Ok‖

"Yo simplemente, no logro entender que relación tiene con los chicos que

están desapareciendo," él agrega en un susurro muy bajo y serio. ―¿Qué

piensas Devyn?‖

Devyn se presiona el puente de la nariz y estira sus brazos como si hubiera

estado levantando pesos y sus músculos están cansados. "El sitio Web dijo que

si el rey no tiene una reina él necesitara la sangre de tributos, chicos jóvenes‖

Issie tiembla. "Espeluznante‖.

―¿Qué significa eso?, ¿el toma la sangre de los tributos?‖

Cojo uno de los libros que Nick tiene apilados y miro el índice. "Oh. Está en

este. Pagina 123‖. Volteo las páginas, buscando entre las líneas, y contengo

mi respiración.

"¿Qué dice?‖ Devyn pregunta. Cuando alejo la vista de las letras, y le veo, el

esta clavando los ojos en Nick, como si estuviera tratando de recibir fuerzas

de él, en cierta forma. Su cara esta pálida.

Nick asiente. "Lee eso, Zara‖.

<<Cuando el rey es incapaz de emparejarse con una reina, al rey duendecillo

no le queda nada más que tomar tributos de sangre de los jóvenes varones.>>

Mi voz comienza a agitarse y Nick pone su mano sobre mi hombro,

confortándome.

<<El tribunal entero le ayudará a seguir a los chicos, raptándolos y llevándolos

hasta la casa del rey, donde la sangre de los chicos, lentamente será

drenada>>

Dejo de leer. La cara de Devyn está pálida, su color normal, se ha ido

completamente. Los ojos de Issie están amplios y grandes, más de lo normal.


"Eso es tan malo‖. Ella se sienta. Y se apoya en Devyn, quien todavía parece

que podría desmayarse o podría vomitar, o algo por el estilo.

Nick presiona mi hombro. ―¿Algo más?‖ Volteo la página. Y ya no quiero leer,

no si eso hace lucir tan mal a Devyn.

"Está bien," Devyn dice.

Me aclaro la voz y susurro. <<Eventualmente, los chicos mueren, sus cuerpos

se doblegan ante los horrores causados por los duendes. Los duendes, el

narrador agrega, no tienen voluntad para combatir esta necesidad

abrumadora. El rey duende puede estar sin una reina solo por un corto

tiempo, antes de que él sucumba para a los oscuros, y atormentadores deseos

de naturaleza; y ante su debilidad los duendes también se convierten en

malvados y viles, que vagan por el bosque en busca de reinas potenciales y

tributos de sangre>>

"Mira", Nick señala. "En el margen‖.

"¿Qué dice?‖ Issie pregunta.

Entrecierro los ojos para tratar de descifrar lo que dicen las letras de un lápiz

descolorido.

‗Manténgase alejado del bosque.'

―Buen consejo", Nick dice. Su mano cae de mi hombro. Me siento abandonada,

más fría en cierta forma. Voy a la parte trasera del libro donde las fechas de

préstamo están estampadas. Nadie lo ha tomado prestado desde que le han

pegado una hoja nueva. Pero hay algo escrito bajo esa hoja.

Comienzo despegar la hoja nueva, mientras Issie dice, "no estoy de acuerdo

con esta cosa del duendecillo. Ustedes chicos piensan que estos cierto,

¿verdad? ¿Por eso de los tributos de sangre?‖

"Sí, yo sé que eso es cierto," Devyn dice.

"¿Pero qué significa el hecho de que el señala a Zara todo el tiempo?‖

"Eso es obvio," Nick suma. "Él quiere que ella sea su reina‖.


Trago, pero no miro a Issie cuando hablo. En lugar de eso miro perdidamente

hacia los ojos de Nick. ―¿Por qué no serlo? No dice nada acerca de que las

reinas sean malas‖.

"¡No dice que sean buenas!‖ Devyn casi grita. El chico de la revista del

Economista golpea la mesa.

Issie habla más despacio. "Probablemente aun no hemos leído la parte en la

que dice que las reinas son asesinadas, violadas y convertidos en los tributos

de sangre‖.

"Ok", digo.

"Zara…" Nick advierte. "Piénsalo bien‖.

"No, no voy a pensar," miento, poniéndome de pie. Agarro el libro que hemos

estado leyendo y par más. "Pediré prestados estos. Está casi obscuro. Betty

me matará si no llego a casa antes del anochecer‖.

―¿Crees que ella sepa algo?‖ Devyn pregunta.

"¿Qué ella sepa algo?, ¿Acerca de los duendecillos?‖ Me imagino a Betty con

sus camisetas de franela ásperas, y su dulce y amable cara. "De ninguna

manera‖.

Nick me da un aventón hasta mi casa, donde Yoko espera a solas donde le

había dejado, desde el día que le había registrado. Durante el camino, ambos

no decimos nada.

"No sé si realmente pueda creer en esto", finalmente le digo.

"¿Pero?"

―Pero si todo esto es cierto..."

"Esto apesta", dice el afirmando.


―Básicamente. Sí‖.

Él aparca su MINI. "Puede que una vez que descifremos todo, podamos ser

capaces de tenderle una trampa‖.

"¿Una trampa?‖ Cojo el libro que estuvimos leyendo en la biblioteca, abro en

la última hoja, donde las fechas de préstamo están. Los pequeños engranajes

de mi cabeza trabajan horas extra.

―¿Qué estás haciendo?‖ "Creo que averiguando," le digo y despego la nueva hoja, revelando la antigua hoja en la que veo la lista de las personas que antes se habían llevado este libro de la biblioteca. Todos los nombres están escritos a mano. Me quedo sin aliento. Nick se inclina mucho más cerca, y puedo olerle, huele a bosque y oscuridad. "¿Qué es?‖ No encuentro las palabras para decirle, hasta que por fin digo. "Es la lista de prestamos. Con nombres‖. ―¿Matthew White?‖ Él me mira. Una lágrima escapa de mis ojos, antes de que pueda contenerla. Nick extiende la mano y la limpia con su pulgar. "Es mi padre", me quedo con la mirada fija en el nombre, escrito con sus largas y altas letras. "Eso quiere decir..." "Que él lo sabia‖. ―¿Él sabia de los duendecillos?‖ Nick asiente, ―mira esto‖, él señala.

Hay algo escrito con lápiz, por los bordes, como si fuera un marco o algo por

el estilo, y dice: No tengas miedo. Yo estoy allí.

―¿Qué quiere decir eso?‖ le pregunto.

"Creo que lo se. Me suena familiar, ¿a ti no?‖ Nick dice, pero sus ojos se

oscurecen mientras saca su móvil.


"Tu no me estas diciendo algo‖.

―¿Qué?"

―Escondes algo‖.

"¿Cómo puedes saber eso? ¿Ahora eres psíquica?‖ Su mejilla tiembla.

―Tengo ésta, um, esta teoría de que cuando tu mejilla tiembla, es porque

mientes o escondes algo. Es como si trataras de salir de tu piel‖.

Él niega con la cabeza, mientras presiona unas teclas del móvil. "No sé qué

hacer contigo‖.

Sonrío. "Solo dime lo que estas pensando‖.

―Espera" me dice y después le cuenta a Issie lo qué acabamos de descubrir.

Ella dice algo de regreso y después él cuelga

―¿Y bien?‖

Él desvía su peso a un costado mientras guarda su móvil en un rincón pequeño

entre nosotros. "Ella piensa que es una referencia del tipo medieval, como

una advertencia 'Aquí haya dragones.' Fue usado en mapas y cosas así, para

advertirle a los marineros de lugares peligrosos‖.

"Por eso, nos sonaba familiar‖.

"MMM-hmm‖.

―Excepto que no tiene sentido, aun‖.

―¿Por qué?‖

Señalo las primeras palabras. "Dice que no debemos de tener miedo‖.

"Y no hace referencia a dragones‖.

"Lo sé‖.


"Es extraño‖.

Betty viene hacia la puerta principal y grita, "¿Ustedes dos van a sentarse allí

por siempre?‖

Me sonrojo. "Debo de irme"

―Sí‖.

Me salgo del coche. El frio aire, me golpea mientras meto el libro de la

biblioteca en mi bolsa con todo los demás. Levanto la bolsa y trato de ponerla

sobre mi hombro, pero sufro un colapso bajo su peso.

Nick sale fuera del coche tan rápidamente que no lo noto, y repentinamente

aparece a mi lado, tomando el bolso de mi hombro. "Déjame ayudarte‖.

Estoy totalmente a favor de la igualdad de derechos y todo, pero es bastante

pesado, así que acepto. "Gracias‖.

"No hay problema", él dice, mientras camina a mi lado hacia el porche, donde

Betty esta de pie, con los brazos cruzados en su pecho, sonriéndonos. Nick

habla muy despacio, en un susurro, el dice. "No hagas nada estúpido‖.

"Tu tampoco", le contesto en un susurro.

Betty le habla a Nick, mientras subimos las gradas. "Pues bien, Sr Colt. ¿Le

gustaría unirse a nosotras para la cena?‖

"Ella ha cocinado", le advierto.

Betty me da pequeños golpes con el paño de secar platos. "Es Spaguetti. ¿Qué

le puedo hacer al espaguetti?‖

Nick pone mi bolso dentro de la casa y luce totalmente asustado. "Eso está

bien. Pero tengo un bistec esperando por mi, en casa‖.


"Estupendo", Betty le guiña el ojo y después me lo guiña a mi. Nick se sonroja.

"Les dejaré solos para que se despidan‖.

"Qué vergonzoso", mascullo.

Nick se ríe. Un par de lindos hoyuelos sobresalen, muy cerca a sus labios. Y

trato de no mirar sus labios. ¿Cómo era posible que aun no los hubiera usado?

Era un delito en contra de la humanidad.

"Bye" él dice. "No vemos en la escuela‖.

"Bye", le digo, y él se marcha dando media vuelta.

El sol ya se ha ocultado. El bosque está obscuro, la oscuridad invade el cielo. Cualquier cosa podría estar escondiéndose allí. Le observo entrar en su coche. Le observo irse en su coche. Todo el tiempo espero que algo salga de entre la oscuridad, y vaya a por él, que se lo lleve, como un tributo de sangre.

Niego con la cabeza. Las luces traseras de su MINI desaparecen en una curva. La mano de Betty se posa en mi cintura, y yo salto por la sorpresa. "Estas dejando que el frio entre a la casa" ella dice, y cierra la puerta.

"El hijo de John McKee tiene problemas con su apéndice" Betty dice mientras

el agua para los espaguetis esta hirviendo.

Pongo en la mesa los tenedores. Las pinzas de mi tenedor tocan una vieja

mancha de agua que tiene la apariencia de una nube de madera. "Eso es una

lástima‖. Le digo.

"Es más que eso", Betty se queja. "Significa que pueden volver a llamarme.

Somos los únicos paramédicos en la ciudad. Somos los únicos que pueden

maniobrar con cualquier problema. Los primeros en llamarnos son los

conductores. Necesitan que Juan o yo nos ocupemos de los problemas".

―¿Entonces?‖

"¿Entonces que?‖

―¿Así que?‖

Ella lanza la pasta en la cazuela y esta se amontona. La mitad se asoma por el

borde. "Así que eso significa que tengo averiguar que hacer contigo".


Mis palabras vienen lentamente, puedo sentir la furia salir junto a ellas,

burbujeando. ―¿qué hacer conmigo?‖

"Solo si me llaman".

La aparto de mi camino, y cojo la cuchara para la pasta, y empujo el

espagueti bajo el agua hirviendo. "Puedes dejarme aquí. Soy una chica

grande".

"No quiero dejarle sola aquí‖.

―¿Por qué?‖

"Las personas se deprimen más por la noche. Casi todas mis llamadas de

suicidios se dan por la noche. Sólo queremos...queremos que estés bien,

Zara".

Bajo el volumen del fuego, así el agua no se evapora completamente de la

cazuela, solo hasta la mitad. ―¿Es por eso qué Mamá me envió aquí? ¿Porque

pensó que iba a matarme alguna noche?‖

Observo el tic en el parpado de Betty. "Ella estaba preocupada por ti".

"Ya soy grande" me bufo. "Estoy bien‖.

"Extrañas a tu padre".

―¡Por supuesto que extraño a mi papá!" Le apunto con la cuchara de la pasta,

lo cual me hace sentirme mucho más melodramática. Pongo la cuchara en el

mostrador junto a la cafetera. "Eso no significa que tengo tendencias suicidas.

No significa que por eso, tenga que tener a una EMT de niñera, cuidando de

mi todo el tiempo".

La cara de Betty se endurece, y su cuerpo se pone tenso. "¿Es eso lo que

piensas acerca de mí?‖


"No. Lo siento. Eso fue muy malo". Trago saliva, aparto la vista de su cara herida, y me giro hacia la estufa. Agarro la estúpida cuchara de la pasta otra vez y muevo el agua, disimulando, como si fuera realmente importante evitar que los espaguetis se junten. "Podría ir contigo si llegan a llamarte‖.

Ella suspira. "Eso podría funcionar, tal vez. Pero no, es algo complicado. No

podrías entrar en el edificio. Tendrías que permanecer sentada dentro de la

ambulancia, sola. Además, es ilegal".

―¿Ilegal?‖

"Tener a civiles dentro de la ambulancia".

Aumento el fuego y la afronto.

Ella sonríe. "Podría llamar a ese chico Nick y podría pedirle que venga‖.

"¡No!‖

―¿Por qué? ¿No te gusta? He escuchado que Devyn, Issie, tu y él han caminado

juntos por el pueblo. Fuiste a la biblioteca, hoy, ¿verdad?‖

―¿Me espías?‖

"No. Es un pueblo pequeño. Las personas hablan".

Niego con la cabeza, cojo mis anteojos, y abro la refrigeradora. "Usted no va a

llamar por teléfono a Nick".

Ella toma algunas servilletas de debajo del fregadero y les pone sobre la

mesa. "Probablemente no me llamen".

A la mitad de la cena el bíper de Betty suena.

"¡Mierda!‖ Escuchamos el radio. Hay un posible paro cardíaco en la Y. "Lo

siento," ella dice. "Quédate aquí, hasta que regrese, ¿Ok?. Llamare a Nick por

el camino.‖

"¡No, no lo hagas!‖


―Sí, lo hare. Y no dejes entrar a nadie más. Estoy hablando enserio, Zara.

¡Mierda!". Ella me besa en la parte superior de mi cabeza y me pone una

pulsera en mi muñeca, muy apresuradamente. "Tu mamá está pensando venir

de visita".

Levanto mi brazo. Una pulsera de hierro está colgando de allí. "¿Qué es esto?‖

"Un pequeño regalo". Ella toma su chaqueta. "Estaré de regreso tan pronto

como pueda. No te preocupe por hacer la limpieza".

"¡No llames a Nick!‖ Toco el metal frío de la pulsera.

Ella me ignora. ―¡Échele candado a la puerta!‖

Podría suplicarle. Pero no lo hago. Podría llamar a Nick y decirle que no

venga. Pero tampoco lo hago.

―Aquí Uno. Voy hacia la I0-23 en la Y" la voz de Betty suena del radio que ella

tiene en el mostrador.

La locutora, Josie, sigue. "I0-4, Unidad Uno. I0-23 en la Y, horas I845".

En la ambulancia se habla en códigos, ―I0-23" significaba, ―que estaba en el

lugar". ―Unidad Uno‖ esa era Betty; Las horas ―I845‖ era el estilo del tiempo,

todo era un código militar. Muy melodramático.

Así que, todo el mensaje significaba que Betty estaba en la Y. A las 6:45 p.m,

¿Qué como es que se todo eso? Betty tenía una lista de diez códigos puesta en

la puerta de la refrigeradora. Juro que ya me la he aprendido de memoria.

Maine me convierte en una fanática.

Me alejo de la mesa, y llevo nuestros platos al fregadero, comienzo a quitar

los restos del espagueti de los platos. Betty no ha terminado su comida,

debido a que ella había salido precipitadamente, así que cambio de idea y se

lo guardo en la refrigeradora. Ella podría tener hambre más tarde.

Lavo mi plato.

No es entretenido comer a solas.


Me quedo con la mirada fija en la ventana, que esta por encima del

fregadero, que da hacia el bosque oscuro. La luna llena hace que todo

resplandezca y se vea lo suficiente. Hasta la nieve luce muy bonita, no tan

fría. Y apostaba lo que sea, que el chico estaba allí afuera, El chico-duende.

Y apuesto conmigo misma, que si voy allí afuera el podría encontrarme, y así,

yo podría tener respuestas. Ya no era una niña, así es se que no estoy en

peligro real.

La voz de Betty vuelve a escucharse por la radio, ―I0-6, llevando a un varón de

cuarenta y cinco años de edad a Bangor‖.

―¿Es un I0-4?‖ Le pregunta la locutora.

Problemas cardiacos. Dolor en el pecho. Algo así como mi padre. Me contesto

a mi misma.

"I0-4," Josie repite.

"I0-4," digo hacia la radio, como si pudiera oírme. "Soy una I0-6, yendo a

buscar a un duende. ¿I0-3?‖

Subo corriendo las escaleras hacia mi cuarto y empiezo a cambiarme de ropa. Me pongo las mallas contra el frio, y un estrato que ayudara mantener el sudor fuera de mi piel. El sudor era el que me hacia tener frío. Encuentro un gorro de lana en el armario de Betty y lo pongo sobre mi pelo, lo cual luce horriblemente, sobre todo cuando tienes pelos finos como yo, pero no es como si estuviera yendo a una tarde de modelaje al aire libre, ni tampoco estaba intentando ser Miss Maine o algo por el estilo. Estaba por correr bajo la oscuridad, nadie iba a verme. Solo Nick, cuando se aparezca.

Así que. Iba a correr en la oscuridad. Y tal vez casar al chico-duende. Me

pongo una capucha y hago una pausa por un segundo, y miro hacia el espejo y

veo una versión de mi misma, pero mucho más pálida, más diluida. Hasta mis

ojos lucen torpes. El azul ha desaparecido, ya no son tan azules como solían

serlo. Si mi padre estuviera aquí él estaría tomándome la temperatura e

intentando alimentarme con sopa francesa de cebolla. Pero no es mi cuerpo el

que esta enfermo. Son mis entrañas. Mis entrañas que están vacías. Mis

entrañas están vacías porque tengo miedo de vivir y seguir adelante, lo cual

es totalmente inmoderado y muy malo, porque hay muchas personas en

prisiones por la nada – y llevan un diario personal en la Internet, para hablar,


para pensar. Probablemente ellos podían darme un consejo para seguir

viviendo, y seguir.

¿Hay un nombre para este miedo? No estoy segura; debería de buscarle. Ahí

está, es tachophobia, es el miedo a vivir, y moverte rápido.

Me sacudo de mi neblina, y ato los cordones de mis tenis. Éste era el primer

paso para seguir hacia adelante, el primer paso era cazar a ese duende, el

primer paso para asumir el control de mi vida, porque eso era lo correcto.

Le escribo un mensaje a Issie, y le digo, que estoy haciendo una carrera y que

deberíamos de buscar más en internet, mañana en el almuerzo. Después le

escribo a Nick.

Salí a correr. Nos vemos EN LA CARRETERA.

Y allí voy, en busca del duende.


SSccoottoopphhoobbiiaa

‗Miedo a la Oscuridad‘

Traducido por Kenafans

Corregido por Glad

i madre le tiene miedo a la oscuridad.

Cuando era pequeña teníamos lámparas en toda la casa, no sólo en mi habitación y el baño. Había dos en el pasillo de arriba, uno en cada cuarto de huésped, uno en la cocina, el comedor, los baños de la planta baja, la sala de estar, en todas partes.

Una vez, le pregunté el porque de tantas luces.

Estábamos en la cocina. Yo estaba sentada en el mostrador, con mis pies colgando y jugueteando, llevaba mi pijama de Elmo mientras la observaba cocinar. "¿Por qué le tienes miedo a la oscuridad, mamá?"

Ella estaba haciendo panqueques, y removía la mezcla. Derramó arándanos en el tazón y revolvió y revolvió.

"No lo tengo"

―Entonces, ¿por qué tenemos un millón de lámparas?"

Ella golpeó la cuchara contra el plato de cerámica grande, el que tenía dos rayas marrones alrededor del borde.

"Es para que tu no te asustes"

"No tengo miedo", le dije. "Me gusta la oscuridad".

"No, no te gusta" Me miró fijamente, su cara se endureció en algo irreconocible. Revolvía la masa más de la cuenta y rompía todos los arándanos aparte.

"Los panqueques serán azules", le dije.

Miró al tazón, con el ceño fruncido y soltó la cuchara "¡Uy¡‖,

―Está bien. El azul es bonito." Trate de tranquilizarla.

M


Me besó en la nariz y dijo: "Déjame decirte algo, Zara. A veces hay cosas que la gente debería de tenerle miedo."

"¿Como la oscuridad?"

Ella negó con la cabeza. "No, a la ausencia de luz. ¿Entendido?‖

Asentí, pero no entendí nada, en absoluto.

Cierro de golpe la puerta y bajo las escaleras. No logro calentarme. Y tampoco me desperezo. Solo comienzo a correr bajo la luz de la luna. La nieve y el frio forman escarcha en las ventanas. Los árboles parecen pesados por el peso del aire.

Hay una ausencia definitiva de Luz, pero me he equipado con una de esas linternas eléctricas de venda para la cabeza, así que estoy segura de que no tropezaré tanto si soy precavida.

Siento como el aire frio rasga y pasa a través de mis pulmones cuando corro. Cada respiración es como un hacha en el pecho. Cada respiración es una decisión que tengo que hacer, una decisión para vivir, y seguir adelante.

Me duele, pero logro superarlo y luego me hago insensible al dolor. No es como si se hubiera ido, sino más bien que ya no es tan desgarradora. No creo que haya ninguna otra palabra para lo que siento, como desgarradora.

Respirar siempre es fácil, pero nada es fácil en Maine. Nada es fácil en el frío. Sigo corriendo mientras subo a la calzada y sigo la carretera principal. Es más fácil correr por el asfalto que ir por el suelo. Pero es más difícil para mis articulaciones, debido a mi miedo y porque pienso que alguien esta observándome.

Mis piernas se extienden y cogen el ritmo, pero la sensación de ser observada regresa a mi. Un ruido sordo en el oscuro bosque resídete pero yo sigo corriendo. Maine me pone muy nerviosa. Nunca había sido una cobarde. Solía correr a través de todos los pequeños barrios de Charleston y nunca me daba miedo.

Odiaba tener miedo.

"Si tu logras nombrarle, ya no será tan espeluznante" mi padre siempre me decía. "La gente tiene miedo de lo que no conoce".

Giro mi cabeza y exploro el bosque, pero todo lo que puedo observar son árboles y sombras. No puedo ver a nadie allí, ni nada más.


Mi mente se llena de visiones de osos y lobos, pero los únicos osos que Maine tiene son osos negros, y están bastante aterrados de la gente. En Maine, el departamento de Pesca Continental y Vida Silvestre jura que no hay lobos en Maine, solo coyotes. Y esto lo sé porque lo he comprobado en su sitio web después de ver las impresiones de huellas en la nieve la primera mañana que había llegado a Maine. Por eso, le conté a la abuela Betty acerca de lo que vi. ¿Qué, que fue lo que ella me contesto?

"Tienen miedo a admitir que hay lobos aquí, pero todo el mundo sabe que es verdad. De todos modos, no es nada de que preocuparse. Los lobos no molestan a la gente".

Eso es lo que me digo ahora mismo, los lobos no molestan a la gente. Los lobos no molestan a la gente.

Pero no me ayuda.

Los lobos no molestan a la gente. Los duendes molestan a la gente.

El sentimiento espeluznante de arañas regresa de nuevo, a lo largo de las palmas de mis manos.

Entonces le oigo.

Mi Nombre.

"Zara".

Me resbalo, porque he tropezado con una roca o algo que está en la senda del camino. ¿Por qué no hay coches por aquí? Oh, ya lo recuerdo. Maine no es el estado más poblado del país, especialmente la ciudad de Betty, Maine.

Sigo corriendo, cogiendo el ritmo, escuchando. Entonces lo oigo de nuevo. Parece salir de cada árbol del bosque, haciendo eco. Parece venir de ambos lados de la carretera, detrás de mí, por todos lados. Sin embargo, es suave. Un susurro suave, e imponente.

"Zara. Ven a mí, Zara".

Suena tan cursi, tan parecido a una línea musical mala, que en realidad no es tan espeluznante. Oh, esa es una gran mentira. Porque estoy totalmente asustada. Mierda. Mierdamierdamierda.

Yo quería esto. Quería encontrarle. ¿Pero ahora?

Intento de que mis pies vayan más rápidos, haciendo que mi corazón se acelere demasiado rápido. Golpeando contra mi pecho, tratando de escapar.


Pero ¿de qué? ¿Una voz? ¿Una sombra? Yo vine aquí a buscarlo. Pero él me había encontrado.

La verdad golpeo contra mí

No me había imaginado al hombre en el aeropuerto.

No me había imaginado la forma en la que mi piel se sentía cada vez que lo veía.

No me había imaginado el polvo dorado, ni tampoco inventado las palabras del libro.

El sonido de alas grandes sobrevolando por encima de mí, hizo que levantara la mirada. Un águila vuela por encima de mí para después posarse entre los árboles. Las plumas de su cabeza son blancas.

"Estúpida", me digo a mi misma. "Soy tan estúpida. Probablemente solo se trataba del águila".

Si mi padre estuviera aquí seguramente se reiría de lo cobarde que me estoy comportando. Entonces, sin hallar que hacer, me río de lo cobarde que estoy siendo y sigo corriendo. Mi aliento sale en bocanadas irregulares. Respirando, hacia dentro y fuera, enfoco mi atención en mis pies.

"¡Zara¡"

Me detengo. La ira me llena. Al diablo con la cobardía. Al diablo con las citas de Broker T.

"¿Qué?" Detengo mis pies, y espero.

El aire frío me da escalofríos. Me estremezco. Mis manos se convierten en puños.

"¿Qué quieres?" Le grito. "¿Por qué me sigues?" Fuerzo mis ojos y trato de mantenerlos bien abiertos mientras busco algo que emita luz a mi alrededor. ¿Qué estoy buscando? ¿Tal vez un hombre? ¿Tal vez un hombre en un traje oscuro Europeo? ¿Tal vez el tipo de hombre que señala y hace que mi piel se sienta como que en el hay un desfile de arañas?

El bosque parece buscar conmigo. Cada rama de árbol se extiende, como si tratara de percibir lo que hay en el camino. Pero entonces, algo se mueve en el bosque. Agarro un palo que esta al lado de la carretera, lo sujeto frente a mí y me volteo hacia el ruido. Puedo divisar pequeños cambios de luz cerca a mí pero sigo buscando. El ruido no es real, es más parecido a un sentimiento, una sensación de movimiento.


"No tengo miedo", digo fuertemente, mirando hacia un lado de la carretera. "Sólo sal y habla conmigo. He estado leyendo sobre ti. He encontrado un libro".

Mi voz se agita mientras hablo. La mano que sostiene el palo no es muy estable tampoco.

"Zara", dice la voz nuevamente. "Ven a mí".

"Ok".

"Por favor"

"No", le contesto. "Si quieres hablar, ven aquí".

El águila suelta un fuerte chirrido.

Algo se rompe en el bosque detrás de mí, en dirección contraria de la voz y del ruido. Giro mirando a los alrededores, lista para cualquier cosa, hombres lobo, osos, dinosaurios.

"Sé que eres un malvado duende y si crees que me asustas, ¡eres estúpido¡" le grito una vez mas. "Y sé que estas siguiéndome."

Los bosques se mantienen en silencio. La sensación de arañas en mis manos, desaparece.

"¿Qué? ¿Así que solo te vas? ¿Estás jugando conmigo? Eso es tan estúpido‖.

Nada. Ya no logro sentir nada.

"Si quieres que sea tu estúpida reina, deberías de dejar de esconderte. Pero tengo que decirte algo, Sr. Duende, ¡no habrá más tortura a chicos mientras estoy aquí¡ ¿lo entiendes?" La ira golpea mi estómago y suelto un rugido, rugo como si fuera una especie de actor loco en un combate de lucha libre. Grito con rabia, de una manera gutural con esteroides. Había venido hasta aquí, porque quería encontrarle, porque quería saber si era real, y quería detenerle.

De repente una luz cegadora aparece frente a mis ojos y el motor de un Mini Cooper ruge al girar sobre la carretera. Una bocina muy ruidosa rompe el silencio mientras trato de saltar fuera de su camino y me tiro sobre una zanja. Una roca rasguña mi talón. Me toma un segundo para sacar en claro lo que estaba sucediendo. Me pongo de pie. Dejando caer el palo. El Mundo gira a mi alrededor, confuso y disperso. La luz disminuye y no puedo encontrarla otra vez.


"¡Zara¡" Nick cierra de un golpe la puerta de su coche ahora estacionado. El corre rápidamente hacia mi, tan rápido que ya esta frente a mi. No puedo ver sus rasgos a causa de las luces brillantes que están tras de él. Él es sólo una gran silueta, pero podría reconocer esa silueta en cualquier lugar.

"¿Qué estás haciendo aquí?", Su voz sale enojada.

Mi voz es un débil susurro. "Yo quería encontrarle."

"¿Qué?" sus manos se presionan a sus costados, formando puños; su cuerpo entero tiembla. "¿Qué diablos pasa contigo?"

Me encojo por el miedo. Nadie me ha gritado de esa manera. Nunca.

El está tan enojado, que casi espero que me golpee. Debo de haberme tambaleado porque el pone un brazo alrededor de mi cintura y me lleva hacia el mini.

"Sólo quería detenerlo. Quería salvar a alguien, ya que no puedo salvarme...‖

"Te llevaré a casa", el dice, mucho más tranquilo.

El interior de su coche huele a él, como madera de pino y mar. Me toco la cara. La sangre cubre mis dedos.

Nick agarra un fajo de tela y la presiona contra mi mejilla.

"Estoy bien‖, le digo.

Sus ojos parecen diferentes.

"No te enojes conmigo‖. Le digo, mientras muevo mis dedos sobre la tela que esta sobre mi mejilla. Mis dedos rozan sus dedos. Oleadas de algo bueno y eléctrico, me atraviesan. Tal vez él lo siente también, porque de un momento a otro se aleja. Se queda mirando la sangre en sus dedos y endurece su mandíbula.

"Cierra la puerta.", manda.

Yo lo hago.

Él pone el coche en marcha y me lleva a casa de Betty. No le toma mucho tiempo, pero no dice nada durante todo el camino y el silencio aprieta contra mí.

Todo dentro de mí son hormigueos, espera y miedo.

Junto a mí, Nick tamborilea con sus dedos la parte superior del volante.


"¿Quieres decirme lo que pasó ahí?" Nick pregunta.

Me quedo con la mirada fija en la carretera. La luna cuelga por encima de nosotros, esperando tal vez. Los árboles son oscuros. Toco mi cabeza, donde mi improvisada linterna debería de estar.

Finalmente, le contesto: "No lo sé. Creo que el chico duende estaba por allí llamándome por mi nombre, como en alguna película de horror; pero después le grite y había un águila, después grite un poco más y entonces se fue."

"¿Ahuyentaste al duende? ¿Es eso lo que estás diciéndome?"

"No lo sé".

"¿Por qué te fuiste por ahí?"

"Quería que me llevara. No quiero que le haga daño a Devyn o a nadie. Así que me imaginé que... se que sueno como una estúpida."

"¿Ibas a sacrificarte para salvar a los demás?"

Me encojo en el asiento. "Pero después me acobarde."

Nick se detiene en el camino frente a la casa de Betty y brinca fuera del mini. Abro mi puerta, y el me ayuda a bajar, colocando sus dos grandes manos a ambos lados de mi cintura, como si yo fuera un niño pequeño o algo así.

"Estoy bien", le digo, tratando de alejarme. "Puedo caminar."

El arquea una ceja, pero me deja ir y me mira tambalearme mientras camino hacia la puerta de la casa.

"Creo que sigues en shock".

"Bueno, casi me atropellas".

"Estabas de pie en medio de la carretera", trata de discutirme, mientras se apresura y me alcanza.

"Llevabas exceso de velocidad," bromeo.

Abro la puerta de la casa de Betty y me giro hacia él.

"No llevaba exceso de velocidad", el dice, arreglándose su capucha. Tiene una gran Bon para Bedford.


"Lo siento", le digo. Y en realidad estoy muy apenada. Me apoyo contra la puerta para estar más estable y no caer de repente o algo así. Las puertas son muy buenas para eso. La sangre se ha filtrado a través de la tela. La tengo contra mi mejilla.

Él me observa y no se mueve. Así que añado, "suelo salir a correr en Charleston todo el tiempo."

"Esto no es Charleston."

Me rio. "Eso es seguro".

"Zara, esto es serio." Él me empuja ligeramente dentro de la casa.

"¿Por qué, porque aquí hay duendes?‖

―Zara, esto es serio, " me giro y me dirijo hacia el sofá, sintiéndome totalmente ridícula, porque he perdido totalmente la calma y estoy actuando como un dictador diabólico o algo por el estilo y necesito conservar algo de dignidad. Me apoyo en la esquina del sofá. Me agarro del apoyabrazos. El sigue de pie. Por supuesto, se que esta no es la manera de tratar a las visitas, tal vez seria bueno, invitarle cacao caliente, pero no quiero llegar al paso de hablar de por qué todos en esta ciudad son tan molestos y paranoicos y del porque todos parecen ser sumamente rápidos.

"¿Qué?" Me las arreglo para decir. "¿No te vas?"

"Se lo prometí a Betty". Su mandíbula tiembla por un instante y luego dice en un tono tranquilo pero contundente, como una especie de actor tratando de jugar a un policía, "no se puede salir por la noche."

"Ya no soy una niña".

―¿No? ¿En serio?" Su boca se afloja. "Pero eres lo que el chico duende quiere".

"¿Tú crees? Entonces, ¿por qué simplemente no me ha raptado ya? ¿Por qué sólo me llama por mi nombre?" Arranco la tela con fuerza de mi mejilla. La sangre gotea.

"Tal vez es la regla. No lo sé. Lamento no saber nada más de esto". Nick toma una de mis manos y me lleva a la cocina. Todavía huele a espaguetis.

Él agarra un paño para secar platos y lo empuja bajo el grifo, luego lo presiona en contra de mi cabeza. El agua gotea por mi cara.

"Lo siento. Olvide escurrirlo", dice y se sonroja, en realidad se sonroja, mientras escurre el paño. Sus dedos retuercen y aprietan la tela. Después el lo presiona nuevamente contra mi piel. Su toque es suave y sus ojos parecen


suavizarse un poco. Me quedo con la mirada fija en él, apoyada contra el mostrador. Él esta muy cerca. Con su mano libre, el ahueca mi mejilla ilesa e inclina su cabeza, mirándome, mirándome fijamente.

"No puedo entenderte", dice.

Trago. Sus ojos observan mi cuello moverse y luego se endurecen cuando ven el paño sobre mi mejilla herida.

"¿Estás tratando de volverme loco?", Dice.

"No…".

Le observo en silencio, el lo hace también como si tratara de descifrarme. Y en mi, nace el deseo de descifrarle también, pero ¿realmente quería saber más de él?

Probablemente.

"Betty va a matarme." Su dedo pulgar se mueve suavemente contra mi mejilla, solo eso basta, para hacerme temblar y no de una mala manera. Algo está pasando, pero no sé qué es.

Alargo una mano y le toco. "Estaba asustada. Tenía mucho miedo antes de que aparecieras. Me pareció oír... creo que me estoy volviendo loca. ¿Maine vuelve locas a las personas? ¿Es que el frio o algo por el estilo se mete en el cerebro de las personas y no les deja pensar de forma racional o no sé, tal vez congela sus neuronas o algo así?"

Paro de hablar porque aún puedo escuchar a una yo desconocida, al borde de la histeria hacerse cargo de mi voz. Mis manos solo sujetan el aire, nada más que aire, Nick se ha alejado.

Nick niega con la cabeza y sus cabellos se mueven en el aire de la forma en la que los pelos de un perro lo hace.

"No estás loca".

"Me siento como una loca".

"¿Por qué?"

"Es sólo que... no sé lo que está pasando. Si me preguntas por Darfur, puedo decirte todo al respecto. ¿Quieres saber cuántas personas están esperando en el corredor de la muerte en los Estados Unidos? Eso también lo sé. Pero no, no puedo entender por qué hay algunos duendes en la ciudad rústica de Maine."


"Yo tampoco lo entiendo."

Suspiro y toco mi mejilla, luego froto mis ojos. Estoy tan cansada. El suelo parece oscilar un poco y me las arreglo para caminar arrastrando los pies hasta la sala y echarme en el sofá. Él esta junto a mí rápidamente, poniendo su mano en mi hombro, mirándome fijamente. Se mueve tan rápido que apenas me doy cuenta.

"Estoy un poco vertiginosa6", le digo. "Probablemente por eso es que estoy actuando como...como..."

"¿Vertiginosa?"

‖Lo sé, es una palabra tonta. Mi madre la dice todo el tiempo. Mi madre me envió aquí, ya sabes. Ella solía decir esa palabra, vertiginosa".

Él me cubre con una manta de lana. "¿La extrañas?"

‖Sí. Era valiente antes de que mi padre muriera. Me gustaría ser valiente también. ¿Te gustan las chicas valientes o las cobardes? Siempre he deseado saber eso. No es acerca de ti, sino, es acerca de los chicos en general. ¿Soy valiente?"

"Eres valiente"

"Sí, claro. Me siento lo contrario a valiente."

"Que sería, ¿qué? ¿Con menos agallas?" Me envuelve con la manta y se sienta junto a mí, a mi lado. Me acerco a él sin pensar en ello.

"Odio esto", dice, "no soy capaz de entender lo que está pasando".

―¿Te hace sentir impotente?", Pregunto.

Él toca el hilo en mi dedo. "Sí".

"Vamos a averiguarlo." Aspiro el olor a pino de él, como los árboles de Navidad.

"Espero que si".

"Estaba asustada", le digo, recordando la voz histérica.

6 Vertiginosa: Es sinónimo de Mareada. En el contexto Zara explica que es una palabra inusual que su

madre suele usar.


"Ya has dicho eso". Él pone su brazo alrededor de mí. Justo por encima de mis hombros de la misma forma que Willey Blake lo hizo en nuestra primera cita en el séptimo grado, cuando fuimos a ver una de las películas de Shrek.

Le dejé mantener su brazo y mordí mi lengua para no empezar a balbucear de nuevo. Y trato de no pensar en lo que Ian podría pensar. Ian, quien quiere salir conmigo. Ian, quien, a pesar de su extraña amistad con Megan, siempre es agradable, totalmente diferente a Nick.

Nick

Nick tiene el pelo grueso y oscuro.

Nick tiene grandes ojos castaños.

Nick tiene dientes blancos muy lindos.

Nick quien tiene una gran caja torácica para sus pulmones de corredor, el podría soplar y soplar sobre mi casa y no me importaría. Me apoyo en el, es tan acogedor y cálido, pero me estremezco de todos modos, recordando el bosque. Mis párpados no quieren estar abiertos y realmente quiero mantenerles abiertos, porque Nick es tan lindo cuando no esta dando órdenes a mí alrededor.

"Gracias por traerme." Trato de decir. Mis labios están tan cansados que no quieren moverse.

"En cualquier momento, Zara. Realmente. Lo digo en serio". Parece que huele mi pelo.

"Sé que me odias y todo, pero debemos ser amigos", le digo, cerrando los ojos.

"Yo no te odio", dice. "Eso no es cierto".

"¿Entonces? ¿Eres víctima de parthenophobia?

"¿Parthenophopia?"

"Fobia a las chicas."

"Eres tan extraña." Él se mueve acercándose aun más a mí, con un brillo en ojos como si estuviera tratando de no bufar o reírse de mí. Su mano se posa a un lado de mi cabeza. Nadie nunca me ha tocado así, todo suave y romántico, pero fuerte al mismo tiempo. "Yo no tengo fobia a las chicas."

"Entonces ¿Por qué no has besado alguna?"

Por un segundo sus ojos brillan. "Tal vez la correcta no ha llegado todavía."


"Es esa tu excusa", le digo. Observo sus labios. Por alguna extraña razón vuelvo a repetir. "Deberíamos de ser amigos".

"Sí, deberíamos," él está de acuerdo y algo caliente se filtra en mí, haciendo que me acerque un poco mas.

"Quiero decir, que no soy una de esas molestas mujeres en las películas que se enamora del tipo que las rescata, porque no creo que me hayas rescatado, ¿vale?‖

"¿Te rescate?"

Mi estomago se presiona. "Lo que sea."

El comienza a reírse. Le doy un ligero golpe en el muslo. "Oh vamos, detente".

"No puedo".

Todo su cuerpo se mueve de arriba a abajo y el luce más joven y lindo. Una vez, cuando mi padre y yo estábamos viendo la tonta película Nascar mi padre se comporto de la misma manera. Era como si de repente se convirtiera en un niño y todo lo que le preocupaba, como las facturas, yo, los derechos humanos, habían desaparecido gracias a una broma sobre pedos.

Nick toma una respiración profunda, tan profunda que me muevo junto con él, ya que estoy apoyada contra él. Cuando finalmente se calma, el dice, en voz baja, tan baja que casi no le oigo, "no quiero hacerte daño, Zara. No quiero que nada te lastime."

Sonrío.

"Ok. Pero no soy una damisela y no hay ningún peligro."

Entonces me quedo dormida, lo cual considero personalmente, que fue un muy mal momento ya que la conversación se estaba poniendo interesante.


PPhhiilloopphhoobbiiaa

‗Miedo a enamorarse o estar enamorado‘


e despierto a la mañana siguiente en mi propia cama. No en el sofá sino en mi cama. ¿Lo que significa?

¡Todo ha sido un sueño!

¿Cierto?

No.

Mi mano toca la herida en mi mejilla. Está vendada con gasa y cinta. Hay marcas en mi mano de cuando detuve mi caída. No son muy profundas pero se ven graciosas. Sentarme no me es fácil. Todos mis huesos crujen y suenan como si hubiera corrido una maratón. Me duelen los abdominales. Salgo fuera de la cama y camino silenciosamente hacia el espejo. La venda blanca casi se confunde con mi pálida cara, pero no mucho. Betty debió de haberme vendado anoche, pero realmente no puedo acordarme. No puedo acordarme de Nick yéndose. El color rojo se extiende por mi cara mientras pienso en él. Oh Dios, le pedí que fuera mi amigo. No se le pregunta a alguien si quiere ser tu amigo.

Catagelophobia es el miedo a hacer el ridículo. Creo que es una fobia muy normal. Es una fobia que cualquiera puede tener.

―Necesitada. Necesitada y patética,‖ le digo a mi horrible reflejo en el espejo.

Mi horrible reflejo en el espejo articula las mismas palabras.

Mis dedos intentan pelear con mi pelo pero me rindo.

Catagelofobia.

¿Por qué me importaba? No había absolutamente ninguna razón para preocuparme por Nick. Él era solo un chico lindo que casi me atropella con su hermoso MINI. Sí, el huele bien – como a comodidad, seguridad y calidez, pero a veces siento que él no es seguro. Lo sé. Lo sé por completo. Además, ¿por qué yo le gustaría de todas formas? La chica en mi espejo es demasiado pálida, demasiado plana y tiene una gran venda en su cabeza. No soy exactamente material de supermodelo, ni siquiera material Megan.

M


Empiezo a tirar de mi pelo, tratando de no mirarme al espejo, tratando de que no me importe.

La mano de la Abuela Betty se posa en mi hombro y me hace saltar. ―¿Zara?‖

Giro y me apoyo contra el aparador. Me da miedo mirarle directamente a los ojos.

Ella deja vagar sus dedos por mi pelo. ―Tienes que ponerte algo de acondicionador para quitarle estos nudos.‖

―Lo sé.‖

Afuera, un perro ladra.

―Malditos perros,‖ murmura, desviando la mirada y después mirándome a mí, otra vez. ―Ese Nick es un buen chico.‖

La miro. ―Yo no le gusto.‖

―¿De verdad?, ¿Estás tratando de convencerte a ti misma o a mí? Porque lo encontré presionando con su mano una venda en tu cabeza mientras estabas desmayada y babeando en el sofá.‖

―¿Estaba babeando?‖

Se ríe. ―No mucho.‖

Escondo mi cabeza entre mis manos. El aire en la habitación está viciado, y huele como a sangre seca.

Betty retira mis manos. Su cara esta sonriendo. ―Le gustas, Zara. El cuidó de ti. Eso es lo que los hombres hacen cuando les gusta alguien.‖

―Él obviamente tiene algún gen de ‗rescatar a la damisela en peligro‘, lo que es completamente inapropiado porque difícilmente soy una damisela en peligro,‖ digo, demasiado molesta. Hasta yo puedo oírlo.

―Difícilmente. Estás demasiado ocupada tratando de rescatar personas que no conoces.‖ Señala mi pila de papeles de la Amnistía Internacional.

―Como si fuera algo malo.‖

―Es algo bueno, Zara. Es solo que…bueno…todos necesitamos un poco de ayuda para ser rescatados de vez en cuando. Eso no nos hace débiles.‖

―Yo realmente no le gusto.‖


―Sabes, no hay nada malo con admitir que le gustas. Tu papá no querría que ninguno de nosotros dejara de vivir.‖

Mis cubrecamas están todas enredadas sobre el colchón. Ninguna está en su sitio. Trato de estirarlas. Mi pila de libros y reportes de la Amnistía Internacional sobre los Derechos Humanos se derrumba contra mi pie. El libro con el nombre de mi padre sobresale sobre mi desorden.

―Este sitio es un desastre,‖ murmuro, tratando de apilar los reportes otra vez. ―Siento ser tan desordenada. Apuesto a que mi madre no lo era cuando la acogiste.‖

―No era desordenada, pero ella nunca ponía de vuelta la tapa en la pasta dental.‖

―¡Aun no lo hace!‖ Sacudo los reportes de derechos humanos hacia Betty para enfatizar. Hay tantos números en esos reportes, y cada número representa el dolor de alguien, la historia de alguien. Mi estómago se arruga y pongo el libro suavemente sobre la pila. Después levanto el libro. ―Papá sacó este libro. Su nombre está en la parte de atrás.‖

Ella toma el libro y lo mira fijamente. Después de lo que parece una eternidad, dice en una voz silenciosa, ―No temas. Aquí estoy. Los tigres.‖

―¿Los tigres?, yo no vi eso‖ Me acerco hacia ella, y trato de leer. Y ahí, apenas apareciendo esta lo que Betty acaba de leer. Los Tigres, ¿Qué significaba?. ―¿Crees que él escribió eso?‖ Toco su hombro. Ella se ve frágil de pronto.

―Se parece a su letra.‖

―¿Qué piensas que significa?‖

―Es la cita de una historia de Ray Bradbury.‖ Debí de mirarla raro porque agrega, ―Era un escritor de ciencia ficción. Uno de los mejores.‖

―Oh, realmente no estoy al día con la ciencia ficción.‖

―Hmm‖. Betty se vuelve seria, cierra el libro, y me lo devuelve. Lo sostengo contra mi pecho por un segundo, aunque suene muy cursi. El libro se siente algo así como especial. Como si fuera un mensaje que mi padre dejó para mí.

Betty me mira. ―Saliste sola anoche.‖

Pongo el libro sobre la pila de los reportes de derechos humanos. ―Lo se, yo…‖

―¿Zara?‖ La voz de Betty se convierte en una advertencia. Y me doy cuenta que ya es tarde, no respondí rápido, no puedo escapar de la reprimenda de mi abuela.


―Lo siento,‖ digo precipitadamente. ―Le dije a Nick y a Issie lo que estaba haciendo. Bueno, les envie mensajes de texto para que no me convencieran de no hacerlo. Y yo…yo solo quería respuestas.‖

―¿Y pensaste que debías buscar respuestas en la oscuridad?‖ Dice, mientras levanta una de mis almohadas.

Tomo una gran bocanada de aire. ―Mira. Estaba tratando de encontrar a alguien.‖

―¿Alguien?‖

―Ese hombre que estaba al lado del camino. Lo vimos cuando me recogiste del aeropuerto.‖ Sigo alisando las ya bastante lisas sabanas. Se siente frías contra mis manos, suaves y estables.

Betty toma aliento. ―Zara, esa no es una buena idea.‖

Me enderezo. ―¿Por qué?‖

Ella deja de acomodar mi otra almohada. Queda colgando. ―Él es peligroso.‖

―¿Cómo? ¿Cómo sabes que es peligroso? ¿Cómo es él peligroso?‖

Ella da un paso alejándose de mí, retrocediendo hacia la cama. Empieza a tenderla toda otra vez, metiendo las puntas apretadamente bajo el colchón. ―Creo que él es quien secuestró al chico Beardsley.‖

―Eso pienso yo también. ¿Entonces por qué no lo arrestamos?‖

―Tienes que ser capaz de atrapar a alguien para arrestarlo.‖ Remueve más mi almohadilla, jalándola de los lados con movimientos rápidos y agresivos. El sol brilla sobre su pelo gris y lo hace brillar como la nieve. ―Y parece no dejar rastro ni huellas, simplemente aparece y desaparece. Hasta me sorprende que lo hayamos visto esa tarde. Me gustaría verlo otra vez.‖

―¿Por qué?‖

―Para atraparlo,‖ gruñe, y por un momento es como si mi abuela se hubiera ido. Es como si fuera otra persona diferente, primaria, y después ella regresa de pronto. ―A cualquiera que pueda secuestrar niños.‖

―Pero no estas segura de que es él.‖

―No. No estoy segura.‖

Quiero contarle a Nick, Issie y a Devyn. ―Llegare tarde al colegio, es mejor que me vaya‖


―Yo te llevo.‖

―No tienes que hacerlo,‖ le digo girándome para mirarla. Sus hombros son anchos, como los de un nadador pero delgados. No se como puede ser una EMT teniendo toda esa gente alrededor, salvándolos cuando ella misma es tan vieja.

―Quiero hacerlo,‖ dice sonriendo. ―Déjame ser tu abuelita por un día y cuidarte. ¿Ok?‖

Le sonrío de regreso. ―Bueno. Solo si me preparas cocoa caliente.‖

―Además, podrías tener una ligera contusión.‖

―No tengo una ligera contusión.‖

―Claro que la tienes.‖

Betty me deja en el colegio. Nos quedamos sentadas en la camioneta por un segundo aunque ya estoy tarde y tendré que pedirle una nota a la Sra. Nix.

―Tu madre te extraña, Zara,‖ dice Betty de la nada.

Algo se aprieta en mi interior. ―Uh-huh. ¿Sabias que hay personas que le tienen miedo a la fealdad? De verdad. Hay un nombre para eso y todo. Se llama cacophobia.‖

―Y hay personas que tienen miedo a hablar de sus madres.‖

―Oh, esa esta buena.‖

―No gires tus ojos,‖ dice Betty, pero no de forma enojada. Golpea ligeramente el volante con sus dedos. ―Simplemente estoy un poco preocupada por la relación que tienes con ella. Parece como si estuvieras evitándola.‖

Cierro los ojos para no ponerlos en blanco otra vez. ―Ella me envió lejos.‖

―Porque estaba preocupada por ti. Perdiste tu chispa.‖ Betty se estira y aprieta mi rodilla. La piel de su mano es frágil y delgada como papel. ―Creo que la estas recuperando.‖

Alzo mi ceja, solo una, a propósito, para mostrarle lo que pienso sobre eso. Ella palmea mi rodilla y se ríe.

―Hay talento justo ahí. Ahora, tienes que irte.‖


Toca la bocina a modo de despedida y me deja para ir a rescatar el mundo por otro día más. Me arrastro a través del viento helado hacia el colegio, bajando por los corredores, pasando por la gran estatua de una Águila de madera y por los auto-retratos de los estudiantes de arte. Realmente no quiero estar aquí, pero es mejor que estar sola en casa todo el día pensando sobre la voz en el bosque.

La puerta de la oficina de la secretaria está cerrada pero la abro y me paro frente al mostrador esperando que la Sra. Nix se voltee y me vea. Está archivando papeles y silbando una canción country acerca de perder el tiempo y manejar carros. Aclaro mi garganta para que sepa que estoy ahí. Funciona. Ella se gira y sonríe. ―¡Zara!‖ Pone los papeles sobre su escritorio y camina hacia el mostrador. Sus ojos se estrechan con preocupación mientras mira mi vendaje.

―Zara, ¿estas bien?‖

Asiento. ―Me caí cuando estaba corriendo anoche.‖

La Sra. Nix sacude su cabeza y firma un pase de tardanza para mí. ―Bueno, espero que tu abuela te haya dicho que usaras tu abrigo al revés.‖

El pase cuelga de mis dedos. ―¿Qué?‖

Ella se encuentra lentamente con mis ojos y su boca se abre. Sus palabras salen lentamente. ―Oh. Pensé que Betty te había dicho eso.‖

Niego con la cabeza.

―¿Tu madre tampoco lo hizo?‖

―No. ¿Por qué lo harían?‖ le pregunto, sintiéndome cada vez más confundida. Sé que la Sra. Nix es muy amable, pero está actuando un poco raro, como si fuera ella la que no pudiera creer lo que estaba pasando.

―¿Por qué lo harían? Todos están en negación, pero está pasando otra vez,‖ murmura. Su brazo golpea la parte de arriba del mostrador y una caja con clips de colores se cae al piso y se dispersan por todas partes sobre el cuadro del dibujo de la mascota del colegio en los azulejos. ―¡Que tonta!‖ dice y se agacha para recoger los clips. Me pongo en cuclillas para ayudarla y nuestras rodillas casi se tocan mientras nuestros dedos cogen los clips. No puedo creer que haya dicho ‗tonta‘.

―Está bien.‖

―Eres una chica tan dulce, Zara, justo como tu madre.‖ Se para. ―Gracias por ayudarme.‖


―No es gran cosa.‖ Pongo mi pelo detrás de mis orejas. Se estaba metiendo en mis ojos por lo que no podía verla y yo realmente quería verla, para entenderla. ―Entonces, ¿por qué debes usar tu abrigo al revés?‖

Ella se sonroja y le quita importancia a sus propias palabras con un ademán. ―Usas tu abrigo al revés cuando estas fuera y sola en la noche. Es una vieja historia. Una superstición. Pensé que todo el mundo lo sabía.‖

―¿Por qué?‖

Su cara se pone aún más roja y el teléfono suena. Se ve muy feliz de oírlo. Me dirige un pequeño gesto de despedida y contesta el teléfono en una forma demasiado feliz.

―Hola, habla con la Sra. Nix, secretaria del colegio, y ¿como puedo ayudarlo en este buen día?‖

Tomo mi nota y me voy.

Maine sigue poniéndose cada vez mas extraño.

Devyn me encuentra después de la clase de Español. Ian esta colgando de mi codo y Devyn dice, ―Hey. Necesito hablar con Zara por un segundo.‖

―Seguro,‖ dice Ian, sin cambiar su paso.

―¿A solas?‖

―Oh,‖ Ian duda. ―Bueno. Te veo después, Zara.‖

―Seguro,‖ le digo, observándolo alejarse a grandes pasos. ―Pobre chico.‖

―Él está bien.‖ Dice Devyn. ―He estado pensando sobre el libro. ¿Lo tienes?‖ Rebusco entre mis libros y se lo muestro.

―¿Me lo prestas?‖

Mi corazón da un vuelco. ―Si, seguro…‖

―Lo cuidaré, Zara, lo prometo. Se que tu padre escribió en el y eso lo hace especial.‖

Pongo el libro en su regazo mientras caminamos por el pasillo. ―¿Soy tan obvia?‖

―Sería especial para mí si fuera tu,‖ dice. ―Solo quiero leerlo cuando tenga la oportunidad.‖


―Sip,‖ le digo. Entonces recuerdo lo nuevo que Betty había descubierto esta mañana. ―Hay una cita, algo sobre unos tigres‖

―¿Tigres?‖ pregunta el muy interesado.

―Betty dice que es una cita de un libro‖

―Parece importante.‖

―Lo sé.‖

Issie camina con pasos firmes hacia nosotros. ―¡Estoy tan enojada contigo!‖

Me señalo a mi misma. ―¿Conmigo?‖

Ella agarra mi codo. ―Si, contigo. Fuiste a correr sola anoche. Eres una tonta.‖

―Gracias, Is‖. Retiro mi codo.

―Él podría haberte raptado,‖ susurra. Dirigiéndole una mirada a Devyn en busca de ayuda.

―Fue estúpido,‖ concuerda él. ―Nick nos contó lo que pasó. Sobre como el tipo ese te llamaba por tu nombre.‖

No digo nada. Issie se suaviza y pone su brazo alrededor de mi cintura. ―Sabemos que solo estabas tratando de ser una mártir.‖

―No estaba…‖

Ella me interrumpe, ―No queremos que seas una mártir. Resolveremos esto juntos. Nadie va a ser mártir. ¿Cierto, Devyn?‖

Él asiente. ―Cierto. Por lo menos no sola.‖

―Zara, esto es genial,‖ dice Issie, rebotando entre unas mesas. ―Mira toda la gente que hay aquí.‖

Miro alrededor del salón de clase que hemos conseguido para nuestro almuerzo de la Amnistía Internacional. Nick no está aquí.

―Hay diez personas, Issie,‖ le digo suspirando. ―Diez no es mucho. Hay cientos de personas que necesitan nuestra ayuda.‖


Ian me saluda con una mano. Tiene una sonrisa gigante en su cara, y se pavonea como si él fuera el responsable de todas las diez personas que están aquí, lo que, para ser justos, probablemente sea cierto.

―Diez esta muy bien,‖ dice Issie y después señala a Ian con su codo. ―Uh-oh, mira quien viene.‖

―Por lo menos él está aquí,‖ digo, bajando unas solicitudes y unos sobres pre-estampados. ―No como otras personas.‖

Algo en mi estómago se cae cuando pienso en que Nick no está aquí.

―Por lo menos al él le importa,‖ agrego mientras Ian se acerca.

Ian me sonríe. ―Hey, Zara. Buena asistencia.‖

Miro a Issie de reojo, quien me da una Mirada de te lo dije.

―Solo son diez personas.‖

―Diez es bueno aquí. Nos emocionamos si cinco personas aparecen para el Club Dominante,‖ dice, asintiendo hacia mis reportes de Acción Urgente. ―¿Puedo ayudarte a pasar eso?‖

―Si.‖ Él está siendo muy amable. ―Podrías.‖

No es hasta que ya he explicado todo sobre la importante misión de la Amnistía Internacional y las persones empiezan a escribir cartas, que Nick decide aparecer.

Ian ya esta sentado a mi lado, entonces Nick se para frente a mi escritorio.

―Bueno que aparezcas, Colt.‖ Se burla Ian. Repentinamente se ve como una serpiente. No es una buena impresión, todo escamoso y en espiral.

Issie pone sus manos sobre sus ojos como si temiera ver un baño de sangre.

Miro a Nick fijamente. ―Llegas tarde.‖

Él me sonríe. Hay un pedazo de rama pegada a su saco.

―Tenía que ocuparme de unas cosas,‖ dice todo gruñón, apartando su mirada de mí y mirando fijamente hacia Ian. Hacen todo el papel de Yo soy el alfa—No, yo soy el alfa, con las miradas fijas, poniendo los hombros hacia atrás y en postura.

Devyn le susurra a Issie, lo suficientemente fuerte como para que nosotros oigamos, ―Son tan tristes a veces.‖


Ella le susurra de vuelta, ―Lo sé.‖

Nick quita el pedazo de rama de su saco y dice en una voz normal, ―Lo somos, ¿cierto?‖

Después me sonríe y mi corazón empieza a latir más fuerte, lo que me avergüenza admitir, pero es cierto. Los corazones te traicionan así. Es por eso que es perfectamente aceptable ser cardiofobico, miedo a los latidos de tu corazón.

―Siento llegar tarde. Dime que debo hacer, Zara,‖ dice, casualmente oscilando en sus talones. Juro que Ian casi parte su solicitud en dos, pero yo simplemente me paro y acomodo a Nick con una solicitud de Acción Urgente y algo de papel.

Durante las horas de clase, el cielo es azul y brillante, la clase de cielo que los pintores de Maine siempre recrean, la clase de cielo que logra hacer que te relajes y le sonrías a una chica de Charleston como yo. Los colores se quiebran sobre los árboles, arboles que estoy observando fijamente durante la clase de arte. Se supone que debería estar trabajando en el collage de un águila, pero mis pensamientos persisten en divagar sobre duendes y prisioneros políticos.

Rasgo un pedazo de papel rojo con relieve para crear una mancha de emoción en el ala izquierda del águila. Cuando estoy aplicando el pegamento, Nick se desliza dentro del salón. Se sienta en una mesa, a mi lado.

―¿Está bien si me siento aquí?‖ pregunta.

Asiento. Mi corazón palpita como loco, a mil por hora, con ritmos felices. Mi cerebro se pregunta ¿por qué se está sentando a mi lado?. Hay un millón de sitios en los que se pudo haber sentado, sin mencionar donde se sienta normalmente. No te emociones demasiado. No hagas gran cosa de esto. Probablemente es solo para hablar sobre duendes.

Nick se dirige al armario de materiales y toma su proyecto. Se sienta en la mesa. Su proyecto, es un lobo acechando en el bosque. Lo ha hecho todo con papel en espirales.

―Está bueno,‖ le digo señalando hacia su lobo.

Él sonríe. ―El tuyo también.‖

Nos quedamos ahí sentados sin hablar por un minuto. Desearía que dijera algo. Cualquier cosa. Bueno, no cualquier cosa, tal vez algo lindo.


―Estás demasiado callado,‖ suelto.

Se ríe. ―¿Y tu no lo estás?‖

―No fui yo la que se sentó contigo.‖

―Cierto, pero anoche tu me pediste que fuera tu amigo.‖ Sus ojos brillan.

―Shh. Hay cosas que simplemente nunca deberían ser repetidas.‖

Él aprieta su corazón, pretendiendo sentirse herido.

―¿Qué? ¿No me lo preguntaste?‖

―Es solo que me hace sonar demasiado necesitada.‖

―No, no lo hace.‖

―Si lo hace.‖

Él sonríe y la sonrisa sale por su voz.

―Zara, tu no estas necesitada.‖

Rasgo otro pedazo de papel y lo bordeo finalmente con un cuchillo de x-Acto mientras gimo. ―Si, claro.‖ ―Además,‖ digo después de trabajar un poco en el ala y en mi lógica. ―Un verdadero amigo no hablaría de algo que tan obviamente avergonzaría a su amiga por su patetismo innato.‖

Él comienza a reírse, pero suena como un bufido.

―¿Patetismo innato?‖

Hago como si fuera a apuñalar sus cincelados antebrazos con el cuchillo x-Acto. Obviamente, nuestra profesora de arte se da cuenta.

Me apunta con una pistola de silicona. ―Zara.‖

―¡Solo bromeaba!‖ le digo.

―¿Tendré que pedirle al Sr. Colt que se cambie de puesto?‖ Menea sus labios. ―¿Estamos teniendo un pequeño amorío esta tarde?‖

Todos se ríen tontamente, no risotadas sino risitas tontas. Puedo sentir mi cara poniéndose roja. ―No. No, está bien. Él está bien.‖

―Seguro lo está,‖ murmura una niña con flequillos en la mesa de al lado. Su compañera de mesa choca los cinco con ella.


―Todos de vuelta al trabajo.‖ La profesora de arte levanta su delantal de forma que se ve la parte de arriba de su escote. ―Dejemos tranquilos a Nick y la chica nueva.‖

Frunzo el ceño y apuñalo el periódico con el cuchillo. ―Odio ser la chica nueva.‖

―¿Por qué?‖

Le fulmino con la mirada, tratando de no enloquecerme por sus ojos, o la línea de su mandíbula o sus manos. No le contesto.

Nos sentamos trabajando por otro minuto. Estoy tan intensa y ridículamente consciente de él ahí, justo a mi lado. Es como si pudiera sentir el calor que él genera. Es agradable.

―Bueno entonces, cuando llegué a la escuela la Sra. Nix estaba actuando muy raro. Me dijo que si iba a salir por la noche debería usar mi abrigo al revés.‖

―¿Qué?‖

―Lo sé. Raro, ¿cierto? Entonces busque en Internet ‗usar ropa al revés‘,‖ le digo.

―¿Y?‖

―Dice que los duendes pueden confundir a los humanos solos en el bosque por la noche, pero que usar ropa al revés nos protege.‖

Él presiona el papel con el pegamento, papel contra papel. ―Eso es raro.‖ Hace una pausa. ―Hablé con Betty sobre algunas cosas.‖

―Si, ya lo dijiste.‖

―Ella te va a informar sobre algunas cosas esta noche.‖

―¿Por qué simplemente no me lo dices ahora?‖

―Porque si.‖

―Porque si, ¿qué?‖

Él gesticula alrededor. ―Hay personas que podrían oír.‖

―Tienes que darme una pista de lo que se trata.‖

―Estás haciendo un mohín. Hacer mohines no está permitido. Es demasiado lindo.‖


Mi corazón se abre de par en par y después su cara cambia. Sus ojos se estrechan. Se vuelve serio de pronto.

―Dímelo ahora.‖ Insisto.

―De ninguna manera.‖

―Por favor.‖

―Se lo prometí a Betty.‖

―¿Y?‖

―Sabes que no puedes enojar a Betty.‖

―Cierto.‖ Me rindo.

Después de otro poquito, reúno suficiente coraje para decir, ―Si somos amigos, debería saber cosas sobre ti.‖

Él abre sus brazos. ―Adelante.‖

―Umm.‖ Pienso por un segundo. ―¿Qué hacen tus padres?‖

―Son fotógrafos de la naturaleza. Viajan mucho.‖

―¿De verdad? ¿A donde?‖

―A todas partes. Justo ahora están haciendo un video en África.‖

―Increíble.‖

―De verdad.‖

Comienzo con el pegamento. Se chorrea un poco en mi dedo.

―¿Entonces estás solo?‖

―Sip.‖

Me estremezco. Que horrible. ―¿No odias cuando te dejan? ¿No te sientes dejado de lado?‖

Sacude su cabeza. ―Mi destino es estar aquí.‖

―Muy filosófico,‖ digo y me toco la cabeza donde tengo el chichón. Todavía me duele. Me pregunto si Betty le habló a mi mamá sobre eso.


Sus ojos parecen preocupados. ―No, solo la verdad.‖

Es bastante obvio que ya ha superado todo ese asunto. Pero sigo con el porque odio que seamos tan diferentes.

―Debe ser agradable saber donde estas destinado a estar,‖ digo.

―Tu lo sabrás algún día, Zara.‖

Encojo mis hombros.

―Lo dudo.‖ Siempre había tenido amigos, pero nunca me había sentido encajar con el resto del mundo. Mi mamá siempre me decía que sentir eso era normal para una adolescente. La odiaba cuando decía eso. Me hacia salir enfurecida de mi habitación para irme a correr en Battery.

―No creo que encuentre un lugar algún día,‖ digo lentamente, girándome de espaldas para mirar mi collage en vez de a Nick. Tengo que parar de mirarlo fijamente todo el tiempo. ―Simplemente no soy una persona que encaje. Eso está bien.‖

―Estoy seguro de que lo harás.‖

―¿De verdad?‖

―Absolutamente seguro.‖

Él se mueve hacia la brocha de pegamento. ―¿Puedo coger un poco?‖

Empiezo a cogerlo para poder pasárselo. Él lo alcanza al mismo tiempo. Nuestros dedos se tocan, y en el momento en que lo hacen las luces fluorescentes encima de nosotros parpadean y después se quedan en nada.

Todos se quejan aunque todavía podemos ver. Hay suficiente luz filtrándose desde afuera, pero no lo suficiente para que podamos enfocarnos realmente en los detalles. Los dedos de Nick acarician ligeramente los míos, tan suavemente que no estoy completamente segura de que el toque sea real. Mi interior parpadea como las luces del salón de arte. Sin embargo no se quedan en nada. Giro mi cabeza para mirarlo a los ojos.

Él se inclina y susurra, ―Será difícil ser solamente tu amigo.‖

Las luces se encienden otra vez.

―Un simple bajón de energía.‖ La profesora de arte sonríe y estira sus brazos. ―Bienvenida a Maine, Zara. La tierra de los miles de fallos de energía.‖


El aliento de Nick toca mi oreja. ―Oí que no trajiste tu coche a la escuela. Te llevaré a tu casa después de correr por el campo, ¿vale?‖

―Ok,‖ digo, tratando de mantenerme calmada, pero lo que realmente quiero hacer es saltar y hacer un baile feliz por todo el salón de arte. Nick va a llevarme a casa.

Devyn nos está esperando fuera de la clase de arte.

―¿Qué?‖ dice Nick. Su cara cambia a preocupación. ―¿Issie está bien?‖

―Si,‖ dice Devyn, moviéndonos para que lo sigamos. ―Encontré algo.‖

Nos lleva hasta un pequeño cubículo en el vestíbulo, justo antes del pasillo principal. Hay una puerta roja que lleva a un armario de suministros y otra a una sala eléctrica. Apenas si cabemos en el rincón. Nick se agacha hasta el nivel de Devyn. Yo también lo hago.

―Ok‖, dice Devyn. ―No es bueno.‖

―Solo dinos.‖

―Ellos besan a las personas,‖ dice Devyn.

Me río. ―¿Quiénes besan a las personas?‖

―Los duendes‖, explica Devyn. Levanta el libro de la biblioteca. ―Esto es serio, Zara.‖

―Lo siento. Ok. Ellos besan a las personas,‖ repito. Levanto la mirada hacia Nick, quien nunca ha besado a una chica.

Devyn debe darse cuenta de que estoy mirando los labios de Nick porque su voz sale frustrada, ―Este no es beso bueno. Es malo. Puede matarte.‖

―Un beso poderoso,‖ digo.

―Zara…‖ me advierte Nick.

Levanto mis manos otra vez, apoyando mi espalda contra la pared para apoyarme. ―Lo siento.‖

Devyn me apunta. ―No más interrupciones y no mas intentos de esconder tu miedo detrás de patéticos intentos de sarcasmo, aunque los aprecio. De cualquier forma, el beso le da al rey duende algo de poder sobre el alma de la mujer. Y la convierte en duende.‖


―¿Lo que significa?‖ pregunta Nick.

―No estoy seguro,‖ continúa Devyn. ―Pero si ella es humana por completo y no tiene sangre de duende puede matarla.‖

―Espera,‖ digo. ―Entonces, el chico duende besa a una mujer. Ella se muere o se convierte en reina. ¿De cualquier manera una parte de su alma pasa a ser de él?‖

―Si.‖

―Eso apesta,‖ digo. ―¿Y dijiste algo sobre si ella es humana por completo? ¿Qué más podría ser?‖

Devyn se encoge de hombros. ―Ella ya podría tener sangre de duende. De acuerdo con este libro hay muchas personas que son descendientes de duendes. O…‖ mira hacia Nick y después lo dice, ―ella podría ser una were.‖

―¿Otra vez con los weres? ¿Hombres lobo?‖ sacudo mi cabeza y me levanto. Mi brazalete se desliza por mi brazo hacia abajo. ―Esto es una locura.‖

―¿Zara?‖ Nick se levanta también. Toma mi mano. ―Ya crees la mitad de todo esto.‖

―¡Lo sé! ¿Pero besos que te quitan el alma? ¿Sangre de duendes? ¿Weres? Es una locura‖. Tomo el libro del regazo de Devyn y me alejo. ―Es demasiado loco para mí.‖


MMaallaaxxoopphhoobbiiaa

‗Miedo de comenzar a amar‘

Traducido por Glad

ick y yo dejamos de practicar temprano, porque mi cabeza aun sigue

dando vueltas, debido a los sonidos metálicos de pow-wow del armario

eléctrico de Devyn.

"Yo puedo llevarla a casa", Ian dice cuándo ve a Nick conduciéndome hasta el

estacionamiento.

Nick levanta su brazo. "No. Yo lo hare".

El entrenador Walsh nos alcanza en el estacionamiento. Él se apoya en su

vieja camioneta café, mientras sujeta su portapapeles. Él me da una mirada y

su postura de duro entrenador cambia. Cae en recesión, se suaviza.

Negando con la cabeza hacia mi, él dice, ―No te esfuerces tanto, Zara".

"No lo hago‖.

Él me fulmina con la mirada. Yo le contemplo directamente. Él tiene un poco de lagañas en las esquinas de sus ojos. No sé si debo de decírselo o disimular que no las he notado.

"Sí lo estas. No practicaras mañana", el ordena. "Ha sido culpa mía, creer que

podrías practicar hoy. Betty va a matarme".

"Pero –"

"Nada de peros". Señalando hacia Nick él dice, ―Llévala a su Casa‖.

Nick finge un saludo militar. "Señor, sí señor".

"Las bromas sarcásticas no son para ti, Colt," el entrenador Walsh dice, pero

él sonríe mientras lo dice, es tan obvio que sólo está disgustado conmigo, y no

con el súper-chico Nick Colt, quien estoy segura, seria amado por los

N


entrenadores en cualquier parte. Estaba segura que si yo fuera un chico, el no

me prohibiría correr mañana.

"Yo quiero correr, entrenador," le digo. "Ya estaré bien para mañana".

"No practicaremos mañana", él dice.

Eso tiene poco sentido. "Pero, está en el horario".

El Sr. Walsh suspira, y luego frota la parte superior de su cabeza. "Yo también

estoy sorprendido. Recién nos hemos enterado. Jay Dahlberg ha

desaparecido".

―¿Desaparecido?‖ El mundo da vueltas. Nick sujeta mi mano.

"Él nunca regreso a su casa anoche, después de la practica. Sus padres no

saben nada de él". El entrenador, ahora comienza a frotarse el cuello. "Él no

es la clase de chicos que salen huyendo‖.

"Tal vez aparezca‖. Levanto mi mano libre y toco el hombro del entrenador.

"Los otros no lo hicieron," él dice, mientras sus hombros se hunden cada vez

más. Él comienza a restregarse los ojos ahora. "Dios mío, nunca pensé que

esto ocurriría de nuevo‖.

Trago y primero le miro a él, después miro a Nick. Bajo mis pies hay una vieja

envoltura de Cheetos, y la sonrisa de la mascota pequeña naranja esta

totalmente arruinada, perdida entre las huellas de pies, la tierra y hielo. Esta

arrinconada y relegada al olvido. Dejo caer mis manos, me agacho, y recojo la

envoltura, doy un paso hacia atrás, porque me viene un mareo. Escondo la

envoltura en mi bolsillo.

Nick abre la puerta de su MINI para dejarme entrar mientras los ojos del

entrenador Walsh están fijamente en su portapapeles. Pero después, el

entrenador grita hacia mí, "No hagas nada estúpido, Zara".

Me estrello contra el coche de Nick. ¿Qué significaba eso? ¿Qué no haga nada

estúpido? Apuesto a que él no le diría a Nick que no hiciera nada estúpido.

Pero como soy una pacifista no le contesto nada. Me pongo el cinturón de

seguridad mientras Nick baja y le dice algo al entrenador.


Dios mío, alguien a desaparecido.

Jay Dahlberg. Es alto, rubio y tiene una linda sonrisa. Lucia como un buen

chico. A veces solía estar con Ian.

Intentando pasar el nudo que se ha formado en mi garganta, reviso el interior

del MINI. Al cual no le preste nada de atención la noche anterior. Los asientos

son de un castaño oscuro como el color de la sangre. Huele a Nick, a bosque,

y totalmente varonil. Mis pies chocan contra un montón de libros que están

esparcidos en el piso. Uno de mis pies toca un pequeño montón de pelos

cafés.

Nick debe tener un perro.

Hay un olor leve a pelaje de perro, pero en su mayor parte el aire esta

embotado del olor de Nick, bosque. Recojo un libro, la Buena Nueva de

Edward Abbey. Una pequeña canción post-apocalíptica. Interesante.

¿Qué pasaría si Nick resulta ser un duende? Él tenía polvo dorado en su abrigo.

Y él nunca ha besado a una chica, supuestamente. Aunque él no era el chico

que me había señalado, sin embargo, el podía ser un duende servil. ¿Cuál era

la palabra justa? ¿Sirvientes? Coloco el libro en su lugar, el suelo.

Nick y el entrenador Walsh parecen discutir un poco. Trato de bajar la

ventana con la manija que esta a un costado, pero no logro escuchar ninguna

palabra.

El aire frío entra rápidamente. Rápidamente el frio congela mis huesos, así

que cierro la ventana y enciendo la calefacción. El calor que sale de la

pequeña caja de calefacción, causa una pequeña ráfaga de aire, que hace que

el pequeño montón de pelo de perro rodé bajo mi asiento.

Nick entra de un salto. Él se ve humano. Él es tan humano.

"Uh, no has demorado nada" bromeo, alejando mis dudas fuera de mi cabeza.

Él luce furioso mientras pone marcha atrás para sacar el coche del

estacionamiento. "El entrenador y yo teníamos una pequeña plática".

"Me dio la impresión de que discutían".


"Solo platicamos", él dice lentamente, haciendo un nuevo cambio para así

salir velozmente del estacionamiento como si un tornado nos persiguiera o

algo por el estilo.

"Ok, ok".

―Creo que lo mejor es ya no practicar más. Él, por supuesto, difiere conmigo porque quiere ganar la competencia". Su boca se presiona formando una línea para después hablar otra vez. "Me tiene muy preocupado el asunto de Jay Dahlberg, Zara. No he dormido desde que Devyn fue atacado el mes pasado. He estado intentando descifrar lo que esta ocurriendo y aun, hasta ahora no soy capaz de juntar las piezas de este rompecabezas. ¡Duendes!, Quiero decir ¿quién habría pensado que fueran de verdad?‖

"Está bien, Nick". Toco su mano y le doy un leve apretón. "No es tu trabajo

salvar el mundo".

"Pero tengo que hacerlo‖. Él deja salir el sonido de un gruñido que suelen

hacer los luchadores de lucha libre cuando están molestos. Todas las venas en

su cuello se hinchan y de sale el grito explosivo. "Lo intento, Ok. Yo realmente

lo intento".

―¿Por qué? ¿Por qué pones tanto empeño?‖ Él aun esta sujetando mi mano. Sus

ojos se encuentran con los míos.

―¿Por qué estas aquí?‖

La cólera sube a través de mí, y sale de alguna parte de mi interior. Estoy tan

sorprendida, porque no tenia idea alguna, de que estaba allí. "Porque no pude

salvar a mi padre. Es por eso. ¿Ok? ¿Estas feliz?‖ Intento alejar mi mano de su

toque, pero el no me deja.

Él orilla el coche a un lado de la carretera y después apaga el motor. "No. No

estoy feliz. Sin embargo, estoy honrado que me lo contaras". Su mandíbula

está tan recta y sus ojos tan profundos, como la corteza labrada de un árbol.

"Lo siento. No sé por qué me disguste".

"Está bien‖. Su pulgar me acaricia suavemente, formando círculos suaves a

través de mi piel.


Él se desabrocha su cinturón de seguridad y se gira para afrontarme,

bloqueándome completamente la visión de la ventana del lado del conductor.

Dios mío, él es enorme. Él apoya un brazo sobre el timón. Y su otro brazo se

posa sobre su asiento. Sus dedos tamborilean suavemente en contra de la

tapicería. Le miro fijamente.

―¿Cómo esta tu mano?‖ Él pregunta, como si todo fuera tan normal.

"Bien".

―¿Y tu cabeza?‖

"Estupenda" le digo. Pero aun, quiero respuestas. "Estas cambiando de tema‖.

Él sonríe. "Lo sé. La mayoría de las chicas de por aquí aprovecharían esta

oportunidad para decirme todo acerca de su lesión, después me hablarían

sobre sus ropas, e ir de compras, y también me hablarían de la manera en la

que sus padres las maltratan".

"No soy como la mayoría de las chicas".

"Eso es cierto‖.

"No estoy muy metida en el asunto de ‗dar lastima‘".

Él arquea sus cejas mientras yo levanto mi mano, y la giro para poder ver mis

heridas de la noche anterior. No esta tan lastimada, no del todo, simplemente

son un montón de líneas.

Nick sujeta mi muñeca.

Tiemblo.

Nick suaviza su agarre.

―¿Sabes el significado de estas líneas?‖ Él pregunta.

Niego con la cabeza.


"Son runas7 de protección", él dice, sin tocar las líneas, solo rastrea el aire,

alrededor de ellas.

―¿Sabes de runas?‖ Me escandalizo. Él me mira en silencio, luciendo muy

sabio. ¿Quién exactamente era este chico?. ―¿Sabes algo?‖

Los recuerdos y la tristeza me golpean. Recuerdo a mi madre intentando leer

mi fortuna, lanzando las piedras-runa, de color hueso en nuestra mesita de

café, haciéndome bromas sobre todos los novios que tendría algún día.

Después, recuerdo también, a mi padre intentando leer el futuro del mundo.

Trago.

"A mi madre le gustaban. Y a mi papá, mis padres estaba realmente metidos

este tema. Mi padre-adoptivo".

"¿El hijo de Betty?"

―Sí". Le quito mi mano y la poso sobre mi regazo. Y es allí donde me doy

cuenta de que él lo está haciendo otra vez. "Sigues intentando distraerme‖. Él

se encoge de hombros y no luce nada arrepentido. "Eso no se vale," le digo.

"¿Quieres que juegue limpio?‖

"Se supone que los héroes juegan limpio‖.

"¿Los Héroes?‖

"¿No es que lo que estas tratando de ser? ¿El Sr. Rescate?‖ Alejo mi mirada de

la suya, y juego nerviosamente con la caja de calefacción, abriendo y

cerrando sus diales. Echo a andar un dedo a lo largo del polvo de su consola.

"Ok. Pregunta", finalmente dice el Sr. Rescate.

"¿En serio?‖

7 Runas: Dibujos intrincados mágicos.


Hay un millón de preguntas que me gustaría hacerle. Como, ¿Qué le sucedió a

Devyn? ¿Por qué Maine es tan malditamente fría? ¿Cómo podemos encontrar a

Jay Dahlberg o al chico Beardsley? ¿Por qué tiene complejo de héroe? Pero no

le pregunto nada de eso. Yo, le hago la pregunta más tonta y descabellada del

mundo, una pregunta vacía. Esta, solo se desprende mi lengua sin que pueda

detenerla.

Y no estoy muy orgullosa de ello.

Mi dedo traza una línea en la consola. Esta comienza a tener la forma de un

corazón. La detengo y después solo suelto mi pregunta.

―¿Te gusto? Ya sabes, ¿Gustarte como para ser tu novia?‖

Me encojo de miedo al terminar mi pregunta, y cubro mi cara con mis manos.

El olor de sangre y polvo flota en el aire directo a mi nariz. Algo se hunde

dentro de mí. ¿Qué fue eso? Oh, ya sé, cualquier indicio de dignidad había

desaparecido. "¿puedo cambiar mi pregunta?‖ Pregunto suavemente desde

atrás de mis manos.

La voz de Nick es baja y cálida. "No".

Miro a hurtadillas entre mis dedos. "No, ¿Por qué no puedo cambiarla? o no,

¿porque no te gusto?‖

Sus dedos se pliegan alrededor de mis dedos y tira de mis manos alejándolas

de mi cara así el puede mirarme, o al menos eso creo, de lo contrario no le

estaría viendo, ¿cierto?

"No, no puedes cambiarla. Esa es tu pregunta", él dice en una voz tan intensa

y caliente y colmada de cosas que no pueden enfurecerse más ya. A esto se

referían las personas cuando dicen que ‗se derritieron‘. Siento que todo en mi

interior zigzaguea.

"Oh", digo. "OK". Trago. Sus ojos son tan profundos y café y. . . ¿Cómo los ojos

de un chico pueden ser tan ridículamente bellos y primorosos, tan llenos de

cosas que quiero saber?. "Así que, ¿cuál es tu respuesta?‖ Susurro, aun

asustada por echar a perder todo.

Sus ojos se abren un poco.


Contengo mi respiración.

"Me gustas, Zara," él dice.

Exhalo. La alegría me inunda. Y los recuerdos surgen, recuerdo haberme

apoyado contra él en el sofá. Recuerdo la percepción de su pecho bajo mi

cabeza. Y lo seguro y bien que me había sentido entre sus brazos. ¿No había

alucinado todo eso? ¿Entonces no estaba loca? ¿Todo aquello era posible? El

viento sopla algunas viejas hojas en contra de las ventanas.

―¿Te gusto?‖ Repito, porque, bueno, quiero estar segura, muy segura de que

le oí bien. Ésta no era una de esas cosas, que se puede entender mal.

Él asiente y dice, "Mucho".

―¿Te gusto mucho?‖

Él suelta mis manos y toca mi mejilla. "Demasiado".

―¿Demasiado?‖ Intento calmar mi voz, digo, "Eso no existe…".

"Si tan solo supieras..."

"Entonces, dime…".

Él se acerca. Un centímetro más, y otro, Oh Dios, Ok. Sip. Parece que va a

besarme. Ok. OK. Otro centímetro más. El obviamente no es un duende,

¿verdad?

Y es allí, cuando se aleja repentinamente, y se pone rígido, como si estuviera

escandalizado. Sus ojos se tornan cristalinos. Puedo jurar que las ventanas de

su nariz, están muy abiertas como si fueran a echar humo, parece que el a

sido repelido por el olor de mi pelo o algo por el estilo, un segundo después

sus palabras salen apresuradamente, "Entre en la casa ahora. Tengo que

irme".

"¿Irte? ¿A dónde?‖


¿Qué? ¿Qué es lo que estaba ocurriendo? ¿Él no iba a besarme? ¿Me lo había

imaginado? Mi corazón cae pesadamente y de pronto parece que esta en

silencio. No estoy segura de si esta palpitando. Allí, hay un gran hueco. No le

gusto, ¿Por qué debería de gustarle?. Quiero intentar tomarle del brazo, y

detenerle, pero no lo hago. No lo haré. No soy tan patética.

"¿A dónde iras?‖

"Al bosque. Volveré en seguida".

Él brinca del MINI y se va corriendo hacia el bosque, sin cerrar la puerta. Salto

saliendo del coche un segundo después, cerrando mi puerta y corro rodeando

el coche. "¿Nick? ¿Qué sucede?‖ Él lanza algunas palabras sobre su hombro

pero no logro escuchar nada.

De repente el se detiene.

Dios mío, él es tan rápido, más rápido que en la carrera de campo o en el

gimnasio, casi parece un súper-humano. Pienso que él, es aún más rápido que

Ian.

"Ve a casa. No dejes entrar a nadie con excepción de mí y Betty. Volveré en

seguida".

Todo en mi interior esta en shock, mis órganos internos caen, pero no es como si estuvieran huecos- o adoloridos, como los sentía los últimos meses. No. Es la misma clase de dolor que tuve cuando mi papá murió: Cortante, penetrante y en todas partes.

"Estaré de regreso", él grita y mientras desaparece corriendo hacia los

árboles, tragado por la densidad del bosque, y por la oscuridad.

Cierro su puerta y tiemblo. El sol ha comenzado a ponerse.

―¡Ve a casa, Zara!" Él grita una vez más. Pero ya no le puedo ver, solo su voz

llega a mí, apenas perceptible y lejano. ―¡Ve a casa!".

Y eso es lo que hago.


AAuuttoopphhoobbiiaa

‗Miedo a estar solo‘

Traducido por Anelisse

Corregido por Glad

é que debería intentar pasar una hora dentro de la casa de Betty, haciendo las tareas y no preocupándome por las cosas, pero no funciona.

El miedo se establece en mi pecho. Simplemente se anida allí. ¿Qué pasaría si Nick se pierde, como Jay Dahlberg o el chico Sley? ¿Por qué no le pregunté sobre esto? Es demasiado horrible para pensarlo. Pongo el puré de papas en el horno para calentarle y empezar con una carta sobre Vadivel y Valarmathi Jasikaran8 en 9Sri Lanka. Ellos han estado en la cárcel durante mucho tiempo y los cargos aun no han sido probados. Valar-mathi fue sometida a cirugía antes de que fuera arrestada. Ella podría estar muriendo. Están atrapados allí, sin cargos, en la cárcel, probablemente torturados y solos. Pongo la cocina a fuego lento y empiezo a escribir. Mis dedos agarran la pluma con tanta fuerza que las heridas en mis manos empiezan a palpitar, pero no me importa. No es nada comparado con lo que Jasikarans estaba pasando, o con lo que Jay Dahlberg podría estar pasando. Lo que Nick podría estar… ¡No! El está bien. Todavía no entiendo como es que las personas se hacen eso, el uno al otro. ¿Cómo podemos sobrevivir sabiendo que hacemos estas cosas? ¿Cómo no ayudar? Nick está ahí fuera, en el bosque, solo. Y yo estoy aquí ¿haciendo qué? Escribiendo una carta. Necesito un plan.

8 Vadivel y Valarmathi: Prisioneros políticos.

9 Sri Lanka: Prision de máxima seguridad en India.

S


Ok. Si estas cosas realmente eran duendes, tenia que haber una manera de luchar contra ellos, ¿verdad? Me conecto a internet. El tiempo de espera se hace eterno porque Betty tiene el dial arriba. Maldigo. Pero finalmente la pagina carga y escribo –luchar contra duendes- en el motor de búsqueda. Todas las posibles páginas salen. Pero, no es hasta la página ocho que encuentro algo que parece legítimo. Encuentro una serie de explicaciones, en las cuales me indican que los duendes no son como Tinker Bell10, sino que son sumamente peligrosos, y que es muy riesgoso intentar ponerte en contacto con ellos, por cuenta propia. Resoplo. Entonces finalmente encuentro lo que andaba buscando:

<< Lo único que puede derrotar a los duendes es el hierro. El hierro se puede encontrar en el acero. Es esencial para construir las vías del ferrocarril, los rascacielos y los automóviles. Los Duendes evitaran el hierro a toda costa >>

Así que probablemente, por eso era que estaban aquí. La mayoría de las casas en Maine son de madera, construidas en dos por cuatro, sin acero. No hay rascacielos, sólo los árboles. Ni siquiera hay muchos coches, porque apenas hay gente. No puedo esperar para contarle a Nick de mi descubrimiento, pero primero tengo que encontrarle. OK. El hierro es el componente básico del acero. Mis ojos buscan en la habitación, mis ojos miran fijamente hacia la chimenea que esta hecha de hierro fundido. No es como si pudiera llevarla a todas partes. Pero puedo tomar el atizador que usamos para girar los troncos. Intentando ser rápida, llamo a la sede de ambulancias y pregunto por Betty, pero ella está rumbo a Trenton, donde un camión se ha estrellado contra un microbús. ―Ella estará ahí por un buen rato‖ me dice Josie. ―Está bien. Solamente dile que me llame. Soy Zara‖ ―Claro que sí, querida. Le daré el mensaje‖

10

Tinker Bell: Campanilla en la serie de dibujos animados de Disney: Peter Pan.


Así que salgo de casa, sola, con mis millones de preguntas y respuestas absolutamente en cero. Al salir de nuevo y me detengo en el porche, escuchando. No hay ningún ave que canta o trinea. El viento aúlla y susurra a través de las ramas del árbol. Una piña de pino cae en el tejado y rueda hacia abajo cerca a mis pies, haciéndome dar un salto de miedo. Mi mano sujeta fuertemente el atizador. ―Cobarde‖ murmuro. Camino hacia el MINI de Nick y pongo mi mano herida, sobre la manija de la puerta, tiro para abrirla. Huele a él. Toco el volante con los dedos. Algo dentro de mí se estremece de nuevo, y no en el buen sentido. No quiero que él esté en peligro. Pongo mi mano en el volante. Pica. Entonces la alejo. Son las líneas a las que Nick había llamado runas de protección. Qué raro. Giro en un círculo para poder ver a mí alrededor. El picor se arrastra a través de mi mano y mi brazo, marchando hacia mi corazón. ―¿Nick?‖ Susurro. Empujo mi cabello de mi cara. El viento lo bate de regreso. Agarro una banda elástica de mi muñeca y tiro bruscamente de mi pelo, formando una coleta. El sol casi se ha puesto tras los árboles. Este lanza un resplandor naranja, un último resplandor antes de que llegue la noche. ―¿Nick?‖ Digo más fuerte. No hay respuesta. Lo intento una vez más, pero más fuerte. ―¿Nick? ¿Estás por ahí?‖ Ahí es cuando lo oigo, el aullido fiero de algún tipo de perro. Me congelo. Y entonces oigo algo aún peor. Desde el borde del bosque llega un susurro ronco que no es la voz de Nick, pero la reconozco. La había escuchado la noche anterior cuando fui a correr. ―Zara‖ dice. ―Ven a mí‖


PPhhoonnoopphhoobbiiaa

‗Miedo a los ruidos o voces‘

Traducido por Liberi

oy un paso hacia la voz, solamente un paso. "¿Nick?"

"Zara…"

Me detengo y miro alrededor. Las nubes se oscurecen con el sol poniente, convirtiéndose en algo sombrío y lleno de peligros potenciales. Los árboles se inclinan con el viento, los más jóvenes

casi se doblan. Me abrazo a mi misma alrededor de mi pecho, tratando de hacer que el sentimiento de miedo se vaya de mi interior.

"Zara..."

"Nick, ¿Eres tu?"

No hay respuesta.

"¿Quién eres?" Grito.

"Ven a mí."

"¡Dime quién eres!"

"Zara..."

Piso fuertemente. "Mira. Esto es una locura. ¿Dime quién eres y yo iré, Ok? Pero tengo que decirte que si le haces daño a Nick - o si eres Nick el psicópata- No voy a ser feliz."

Mis palabras colgaban como una advertencia en el aire frío. Mi interior se calentó como si estuviera en el fuego. El enojo me causaba eso.

"Zara..."

"¡Basta de llamarme por mi nombre!" Grito, furiosa ahora. "Es ridículo."

Rápidamente, me apresure hacia el bosque como un vendaval, no pensando en ello, solamente impulsada por la rabia, dispuesta a golpear a alguien,

D


incluso aunque nunca antes hubiera golpeado a alguien. Friedrich Nietzsche dijo, "Él que lucha con monstruos debería ser cuidadoso de que convierta en uno."

Me echo a correr, tal vez cincuenta metros o más, entre los árboles y luego me detengo, arrastrando mis pies sobre la superficie dura. Estoy haciendo exactamente lo que todo el mundo ha estado diciéndome que no haga, lo que no se supone que debería de estar haciendo, exactamente lo que yo le había prometido a Nick que no haría. Estuve a punto de gritar.

Estoy tan molesta conmigo misma, enojada con la voz, enfadada con Nick. Mi mano sujeta fuertemente la lámpara.

La voz susurra detrás de mí. "Ya estas cerca, Zara. No te detengas ahora."

Doy vueltas alrededor. No puedo ver a nadie estar de pie, entre los troncos.

"¿Dónde estás?" Exijo.

No hay respuesta.

"¿Quién eres?"

"Tú lo sabes." La voz viene desde mi derecha. Giro. Aquella voz no sonaba como Nick. La voz era más vieja, engañosa.

"¿Cómo sabes mi nombre?" Pregunto, escuchando con fuerza.

"Yo siempre supe tu nombre, princesa."

Zara significa princesa. Correcto. No me preocupa lo que mi nombre significa. Entonces, corro hacia donde pienso que proviene la voz, volando sobre piedras y raíces de árboles y piñas.

"¿Dónde estás?"

No hay sonido alguno rompiendo ramas, ni algún rasguño del aire, ningunos ojos, ningún pelo. Los árboles son todo lo que veo. Árboles. Árboles. Árboles. Giro, buscando la casa, que debería estar a mi derecha, pero no esta allí. Solamente árboles. Maldición, el bosque es muy oscuro.

El miedo aprieta mi estómago, sólo que esta vez no es solamente miedo por Nick. Es miedo por mí, también. No puedo perderme. No puedo perderme tan rápidamente.

"¿Dónde estas?"

"Por este camino." La voz viene de mi izquierda, esta vez.


Me dirijo hacia allí, lanzándome contra los árboles, yendo más lejos y más lejos en la creciente oscuridad. Esto, casi es de noche.

"¿Raptaste a Nick? Porque yo juro por Dios, que te pateare el culo si raptaste a Nick."

Salgo en un pequeño claro. Un círculo de pequeños árboles de abetos que están de pie como centinelas. La nieve comienza a caer del cielo. Me detengo, permaneciendo de pie, sola en medio del círculo mientras la nieve cae, más rápido y más rápido.

"Estas tratando de hacer que me pierda," le digo. Mis puños cerrados. Los relajo. No iba a demostrarle que le tengo miedo. No tengo miedo.

"¡Realmente me molestas!"

No hay respuesta.

"¡No te estoy imaginando!"

Aun no hay respuesta.

Mi cabeza martillea. Hay un nombre para esto, el miedo a las voces. Pero no puedo recordarlo. Maldición.

Fotofobia, miedo a las fobias.

Fonofobia, miedo a los ruidos o voces.

Photoaugliaphobia, miedo a luces deslumbrantes.

Fotofobia, miedo a la luz.

Esa es. ¿Y cómo es el siguiente miedo, por orden alfabético?

Phronemophobia, miedo a pensar.

No tengo miedo a pensar. El hecho de pensar me tranquilizaba.

Busco en la periferia de los árboles, mirando, mirando.

¿Dónde estoy?. Estoy en los bosques. ¿Dónde está Nick?. No tengo ni idea. Raptado. No, el no podía haber sido raptado.

¿Dónde está la voz?

Reviso mi bolsillo en busca de mi móvil. Entonces recuerdo que esta en mi bolso de la escuela. Sacudo mi cabeza porque, realmente, ¿Cómo era posible


que yo estuviera haciendo esto? Probablemente siguiendo la voz de algún asesino en serie o de algún duende psicópata en medio del oscuro bosque digno de una novela de Stephen King, y ¡no he traído mi teléfono móvil!.

Un ruido se escapa de mis labios - gutural, presa del pánico, patético. Trago, enderezándome. No debería de comportarme así. No iba a morir como una cobarde, esperando que el asesino venga a buscarme.

La nieve cubre a los mismos abetos. Esta toca mi pelo, cubre mi chaqueta y mis pantalones, presionando mis zapatillas. Todo se reduce tan rápidamente, que la nieva ya esta cubriendo la tierra, lo que significa que tenia que haber huellas para seguir.

"Zara," la voz viene otra vez. "Ven a mí."

Sacudo mi cabeza. Ya he sido totalmente irracional. No iba a hacerlo peor. "No". Quito la nieve de mi cara.

"Por este camino."

Cubro mis oídos y rechazo moverme.

"Estoy perdida. Hiciste que me pierda," digo, mi voz débil, "Y eso es una cosa súper tonta de hacer."

Entonces lo oigo: es una risa divertida, y bajo aquella risa hay algo más, un aullido.

¿De un lobo?

Se trata de un perro. Tiene que ser un perro porque no puedo imaginarme frente a un lobo ahora mismo.

Lo escucho otra vez. Tal vez aquellos viejos libros que leí en cuarto grado tenían razón. Aquellos en los que pastores alemanes y San Bernardos siempre rescatan a la gente en circunstancias horribles. Tal vez un perrito agradable ha venido a rescatarme de quienquiera o lo que sea que está en el bosque. Tal vez él perro, tiene un barril de cerveza bajo su cuello. No me importa. Incluso me aferraría a un hombre lobo ahora mismo. Me aferraría a lo que sea.

La esperanza es una locura. Todo esto, era imposible de creer.

Corrí hacia el ruido de aullidos de perro, buscando alguna piel amistosa, tal vez algunas quijadas babeantes. El aullido parecía más cercano, viniendo detrás de mí. Voy hacia allí, no haciendo caso de la nieve mientras esta va cubriendo la tierra, ocultando las raíces de los árboles y rocas, haciendo cada paso más peligroso.


Me detengo, y respiro. No tengo ni idea de donde estoy. Mi cabeza da vueltas y mi conmoción cerebral no se reduce.

Inhala, Zara.

Exhala, Zara.

Cataloga las fobias.

No puedo. No puedo pensar en ninguna.

Inhala.

¡La Sra. Nix!

Ella dijo que ponerse el abrigo al revés evita que te pierdas. Seguro, ella era una loca y esa era una superstición estúpida, pero estoy dispuesta a hacerlo. Ahora mismo, estoy dispuesta a hacer cualquier cosa.

Me quito de un tirón mi chaqueta y la giro al revés. Entonces me quito la sudadera, y me la pongo al revés también. Mis brazos se sienten extraños y apiñados.

"Las cosas no pueden empeorar", le refunfuño a los árboles y comienzo a correr otra vez.

No estoy segura de cuanto tiempo pase recorriendo el bosque. Corrí a ciegas, golpeándome contra los árboles, mi pelo se enganchaba en las ramas bajas, mis pies de algún modo lograron mantenerme de pie, mi dolor de cabeza palpitaba contra mi piel.

Pero aun, puedo oír el perro.

Lo sigo, cada vez más y más cerca, hasta que –finalmente- parece que he escapado del bosque. Estoy fuera, en mi propio césped delantero.

Muevo mi puño en el aire. Besaría la tierra si la nieve maldita no estaría cubriéndola. Lo hice. Lo hice. ¡Lo hice!

¡Hurra por mí!

¡Hurra por el perro!

Hago un baile de victoria digno de cualquier corredor de la NFL. Uh-huh.

Entonces miro alrededor. La luz del porche delantero todavía esta encendido.


La camioneta de la abuela Betty sigue desaparecida y el MINI todavía esta aparcado en el camino de entrada cubierto por nieve.

No hay huellas que estorben ni nada.

Mis latidos se ralentizan, trago y hecho un vistazo detrás de mí buscando señales del hombre al que pertenecía la voz, y que sabía mi nombre.

Pero solo logro ver el bosque.

"¿Nick?"

Su nombre resuena en el aire, mientras la nieve sigue cayendo, como una pregunta preocupada. Camino trabajosamente por la nieve, un paso, otro. Mis zapatos deportivos están empapados. No lo noté hasta ahora. Empujo mis preocupaciones sobre los dedos de mis pies congelados fuera de mi mente.

¿Por qué Nick no regresaba aún?

"¿Nick?"

Siento algo a mi derecha y giro, con los puños arriba, lista para dar patadas, para golpear, aporrear, correr. Pero no es el tipo psicópata. Allí, viniendo detrás del MINI de Nick, hay un perro monstruosamente grande, que alguna vez he visto. Es más flaco que un San Bernardo, pero más alto y más musculoso. Su piel marrón se parece a la de un lobo, pero los lobos no son tan grandes. ¿Lo son? No. No los son.

Tal vez este es el perro que me condujo a casa, mi perro-rescate.

Extendiendo la mano, doy la vuelta para mirar sobre mi cabeza. Sus ojos son hermosos, brillantes profundos y su oscura piel esta cubierta por la nieve.

"¿Perrito?" Digo. "Aquí, cariño. ¿Sabes dónde esta Nick?"

Ahí es donde lo veo, allí en su hombro: una flecha, alojada y pegada. La sangre esta saliendo de su herida y gotea bajo su pelaje, coagulándose un poco por donde la flecha entró. ¿Quién diablos le dispararía a un perro con una flecha? La rabia corre por mí y mis dientes chirrean, pero intento alejar la furia que se va a apoderando de mi. Entonces el perro gimotea y toda la rabia que estaba empezando a sentir se convirtió en algo más.

"Oh, cariño, " le digo y corro hacia él, no pensando en lo grande que es o el hecho de que probablemente sea un lobo. Me arrojo sobre mis rodillas en la nieve, delante de él.

"¿Te duele?"


El perro/lobo huele mi mano. Rasco su hocico y miro sus ojos. Estoy totalmente enamorada de este perrito. Él hace el equivalente de un encogimiento con sus hombros delanteros de perro, pero el dolor de la flecha debe ser demasiado grande porque entonces él suelta un largo, y fuerte gemido.

Pobrecito.

Mis fríos dedos lo tocan bajo su barbilla. Esta caliente allí abajo.

"Tenemos que sacarte del frío", le digo, levantándome y golpeando mi pierna, esperando que él entienda. "Ven."

Comienzo a caminar despacio hacia la casa, comprobando sobre mi hombro para ver si el perro/lobo ha tomado algunas clases de obediencia en algún sitio y me sigue. Podría pasar. ¿Verdad?

Golpeo mi pecho y digo otra vez, "Ven."

Con un fuerte, elegante golpe de su cabeza él me mira. Sus ojos se encuentran con los míos. No estoy segura de lo que veo allí. ¿Algo salvaje? ¿Algo fuerte? ¿Algo muy inteligente? Oh Dios...

"Solo quiero cuidar de ti," le digo suavemente. Abrigo mis dedos dentro de mis mangas. El frío y la nieve los han entumecido. "Por favor, ven conmigo a la casa. Sacaré tu flecha. Estarás caliente. Por favor. Déjame salvarte."

Mis ojos se centran en el perro, luego se apartan para mirar la nieve que cae rápidamente, sobre el coche de Nick. Mi voz se agarra en mi garganta. Otra vez.

"Y luego puedo llamar a mi abuela, y salir otra vez y buscar a Nick, el tipo que posee el MINI," le explico.

El perro inclina su cabeza cuando digo el nombre de Nick.

La esperanza se estrella tontamente contra mi corazón. "¿Lo viste? ¿Viste a Nick?"

El perro no va todo como Lassie, pero su cola se mueve débilmente, casi como si se tratara de una broma pero no puede encomendarlo mucho. Desde luego, el perro no contesta. Realmente me estoy perdiendo. Es como si realmente creyera en hombres lobo y duendecillos. Es como si algo muy dentro de mí, algo en aquella parte muy profunda siempre creyera en hombres lobo y duendecillos y que esa creencia finalmente esta luchado por salir aun cuando yo haya tratado de alejarla.

Señale la puerta, diciendo, "Adentro. Ahora."


El perro aplana sus oídos contra su cabeza. Sus músculos se contraen y luego repentinamente da un salto, y pasa directamente por mí delante y llega al porche de un salto. Él gimotea cuando sus patas delanteras tocan el piso del porche. No puedo entenderlo. El perro debió de haber brincado al menos treinta pies. ¿Cómo puede ser posible? Me cuesta subir las escaleras y provisionalmente coloco mi mano sobre la parte superior de la cabeza del perro.

"Bien, cariño," le digo, empujando con el hombro la puerta delantera abierta. "Vamos a asegurarte."

La casa es cálida y atractiva y el perro parece horriblemente fuera de lugar, de pie junto a la puerta de calle, goteando con frío. Tiro mis zapatos mojados y agarro una manta de la cama, lanzándola sobre él.

"Bien", le digo, caminando hacia atrás, manos hacia atrás, tratando de hacer un plan. "Caliéntate. ¿Ok? Voy a llamar a un veterinario."

Agarro el teléfono y la guía telefónica de la otra habitación y lo traigo de vuelta a donde el perro se ha desplomado en el suelo junto a la puerta principal. Me siento a su lado. Él pone su cabeza sobre mi regazo. Me inclino hacia abajo y beso su nariz. Es negra y seca.

Él tiembla.

"Oh, perrito, esto va a estar bien," murmuro mientras hojeo la guía telefónica. Hay sólo un veterinario en la lista, pero tiene un número de emergencia. Lo marco.

Un tono molesto atraviesa mi teléfono. "La llamada no puede ser completada como usted la marco." Cuelgo. En realidad, estrello el teléfono porque saco mi enojo sobre objetos inanimados. Lo cual es mejor que sacar ello sobre la gente, ¿Verdad?

Suelto un respiro y trato de calmarme y pensar. Bien, entonces debo haber marcado el número incorrecto. Solía pasar a veces, que marcaba los números incorrectos. Lo intento otra vez pero consigo la misma maldita grabación.

"La llamada no puede ser completada como usted la marco," la voz automatizada me dice de un modo condescendiente. ¿Cómo puede algo que no esta vivo ser condescendiente? No tengo ni idea. Pero lo es.

El perro gimotea cuando cuelgo otra vez. Olvido el teléfono y examino la flecha que sobresale del propio y dulce perrito. Esta hecho de algún tipo de


madera negra y tiene hojas verdes grabadas sobre su delgado eje. Sería hermoso si no estuviera pegada en la carne y el músculo.

"¿Quién te hizo esto?" Susurro.

El perro da un resoplido de aire caliente casi como si estuviera respondiendo. Él parece herido. Realmente herido. La ansiedad comienza a dominarme, como si me hubiera tomado ocho tazas de café expreso. Froto mi cabeza. Piensa, Zara. Piensa. Hundo mis manos en su piel.

La respuesta viene.

"Llamaré a mi abuela," le digo. "Betty sabrá que hacer. Ella es realmente práctica. Te gustara ella."

Tecleo los números de su celular, lo cual no se supone que tengo que hacer. Se supone que debo llamar a Josie. Pero esto es realmente importante, y lo asombroso es que, ella es mi mejor elección.

"Abuela, hay un perro aquí. Esta herido. Alguien le disparo con una flecha. Llamé al veterinario pero no esta. Y no puedo encontrar a Nick pero su MINI está aquí. Tienes que venir a casa," lance precipitadamente.

"Zara, disminuye la velocidad, cariño," su voz atraviesa el teléfono toda estable. "Dime todo otra vez."

Se lo digo otra vez. Mientras hablo el perro acurruca su cabeza sobre mi regazo. Él se estremece. Oh Dios.

"Él se estremece," le digo.

Su respiración se acelera a algo rápido y bajo. Sus ojos vuelven a mirar fijamente los míos, confiando. Él confía en mí para salvarlo. Durante un segundo el recuerdo de cuando mi padre tuvo un ataque al corazón, y cuando él agarró su pecho, arrugándose en el suelo; regresa a mi. Yo no había sido capaz de ayudarle. ¿A quién engaño? No puedo ayudar a nadie.

"Abuela", insisto. "Tienes que venir a casa."

"Estoy en camino, cariño, pero los caminos son malos. Esto va a tomarme un poco."

"¿Pero el perro? Él realmente…realmente esta herido, Abuela. Y Nick... Nick esta perdido."

"¿Qué?"


"Nick me llevo a casa y oímos algo en el bosque y luego salió corriendo y me dijo que me quedara dentro y no ha vuelto."

"¿Y él no ha vuelto? ¿Pero hay un perro allí ahora?"

"Sí. Salí y lo busqué y oí a un hombre en el bosque y él decía mi nombre."

"¡Zara!" ella interrumpe. "¿Están cerradas las puertas?"

Compruebo. "Sí. Pero él esta perdido y el perro esta tan herido y..."

"Primero, cálmate. Respira profundo. No vas a ser de ninguna ayuda para Nick si estas en pánico. ¿Bien?"

Avergonzada, suspiro y digo, "Bien."

Acaricio la cabeza del perro. Él abre sus ojos. Algo sobre su mirada me hace sentir más tranquila y más fuerte. Él confía en mí. Puedo confiar en mí.

"Bueno," la voz de Betty toma un duro, tranquilo tono oficial. "Acabo de hacer que Josie envié una unidad a la casa, ¿bien? Y estoy en camino."

"Dime que hacer."

"Primero tienes que ir lavar tus manos con agua caliente y jabón anti-bacterial. No queremos causar una infección."

Con cuidado levanto la cabeza del perro de mi regazo y la coloco en el suelo. Dando un paso alrededor de su gran bulto, me precipito hacia la cocina y lavo mis manos.

"Hecho."

"Bien. Consigue una toalla y pon un poco de agua sobre ella y consigue el Neosporin. Está en el armario del baño."

Corro a la cocina y mojo una toalla y agarro el Neosporin. El horno esta todavía encendido. No lo apague. No hay tiempo. "Bien."

"Lo primero que vas a tener que hacer es arrancar la flecha."

"Oh, Abuela. No sé-"

"Tienes que hacerlo. Puedes hacer esto, Zara. Se fuerte y estable. Voy a estar aquí."

Miro la flecha y la toco con mi dedo. El perro gime suavemente, pero no abre sus ojos.


"Tengo que dejar el teléfono," le digo."

―Sigue adelante y quítalo, cariño."

Pongo el teléfono sobre la alfombra oriental, sobre la escalera que está al lado de la puerta principal. Entonces envuelvo mis manos alrededor de la flecha. Es delgada y dura, fría contra mis manos. Doy un pequeño tirón. No se mueve. No se mueve en absoluto, pero el perro se estremece y hace un pequeño gemido. Maldigo interiormente, mientras siento como mi corazón va rompiéndose.

Algo ácido sube hasta mi garganta.

"Puedes hacer esto," me digo a mi misma.

Aprieto mis manos y tiró lentamente, tratando de aplicar incluso, la fuerza suave. La flecha lucha contra mí y el perro se estremece otra vez, gimiendo de un modo tan horriblemente triste que las lágrimas comienzan a caer de mi cara. Esto debe doler tanto. Debo de estarle haciendo mucho daño.

"Casi llego," le digo. "Casi lo hago, perrito. Eres un valiente, valiente perrito."

El sorbe horriblemente con su nariz y la flecha sale, trayendo con ella una explosión de sangre. El perro se estremece y de pronto deja de moverse.

"¡Perrito!"

Él no se mueve. La sangre pulsa de su herida.

Lanzo la flecha y agarro el teléfono, empujando una mano contra el agujero.

"Lo hice pero ahora él sangra. Él sangra mucho. Lo siento mucho, perrito."

"Eso esta bien," la abuela contesta. "¿Ahora esta sangrando?"

"No," miro fijamente sobre la horrible sangre roja. "Estoy presionando sobre la herida, y ha dejado de sangrar."

"Bien, entonces no tienes que aplicar un torniquete. Basta con que apliques una suave presión con una venda. ¿Tienes una venda?"

"Creo que si," revuelvo el botiquín, untando la sangre por todas partes de la cinta y las aspirinas y las tijeras con puntas. "Yep. Lo encontré."

"Bien, Zara. No te preocupes. Lo peor ya paso. Voy a decirte que hacer. Cuando el sangrado disminuya totalmente, tienes que limpiar la herida con agua. Si hay alguna suciedad o algo más allí, tienes que quitarlas con pinzas con alcohol. Ellos están en el botiquín. ¿Ok?"


Sus palabras son rápidas, pero, creo que he entendido todo.

"Ok."

"Entonces cortas cualquier piel que este cerca de aquella herida para que no se ensucie con ello. Afeitarlo es mejor, pero podría ser demasiado. Luego pones algo de Neosporin y lo vendas. ¿Ok?"

"Ok."

"Has hecho un buen trabajo, Zara. Estoy en camino. La policía podría llegar primera, ¿Vale?"

"Vale", trago con fuerza. Lamentando que ella no puda venir a casa y ayudarme. Lamentando estar sola. "Gracias. ¿Piensas que Nick va a estar bien?"

"No te preocupes por él, Zara. Él es de una raza especial. Y la policía estará allí pronto."

"Gracias, Abuela", le digo, presionando la herida del perro.

"De nada, cariño. Buen trabajo. Me gusta cuando me llamas Abuela."

Ella cuelga y el mundo de pronto se vuelve demasiado tranquilo. ¿Raza especial? ¿Es eso lo qué dijo ella?

Me inclino hacia abajo y beso la mejilla del perro, por su quijada. "¿Piensas que ella quiere decir lo que creo?" Él gime.

"Parece que solo estamos tu y yo, chico," le digo. "Pero dormirás, ¿vale? ¿Crees que te gusten las papas?"

El perro no responde. Desde luego él no lo hace.

Me acurruco contra él.

El perro y yo estamos solos. Pero el hecho es que, yo le salvé - con la ayuda de la Abuela Betty, desde luego.

Pero le salvé.

Yo.


TTeerraattoopphhoobbiiaa

‗Miedo a los monstruos o gente deforme‘

Traducido por Dark Lady

Corregido por Glad

ago todo lo que puedo por el perro. Limpio sus heridas y trato de

levantar su enorme cuerpo para poder abrigarle con un manta. Le

vendo y acaricio su cabeza mientras él suavemente gime en su sueño.

―Pobre perrito‖, digo, incluso sabiendo obviamente que no es un perrito. Él ni

siquiera podría ser un perro. ―¿Crees que Nick esté bien?‖

El perro resopla en una respiración soñolienta. Yo tiemblo porque hay

una corriente entrando por la puerta y levanto lentamente la cabeza del perro

de mi pierna, situándola en una suave almohada que yo había jalado del sofá.

Él era enorme.

―¿Eres un hombre lobo?‖ Susurro, avergonzada por estar preguntándolo. Él

parpadea abriendo un ojo y me mira. ―Lo siento te desperté.‖ Me inclinó y le

beso en la parte superior de su hocico. ―¿Te sientes mejor?‖ Le pregunto,

mientras compruebo su vendaje, apartando la manta un poco.

―Creo que has dejado de sangrar. Eso es bueno. Voy a comprobar el exterior.

Volveré. En realidad estoy muy preocupada por este chico Nick. No estés

celoso. También estoy realmente preocupada por ti.‖

El perro intenta levantar su cabeza pero está demasiado cansado, o al menos

eso creo, agotado por sus heridas. Le tranquilizo con mi mano. ―Descansa,

cielo.‖

Él es tan mono, con todo ese pelo enmarañado y esos hombros grandes

caninos y quijada recta. Quizás podíamos quedárnoslo. La casa de Betty no

sería tan solitaria con un perro alrededor todo el tiempo. Y ¿no se suponía que

la gente de Maine tenía perros? Creo que eso está en el libro de estereotipos

junto a los camiones de trastos viejos en el jardín delantero y un porche

delantero levantado con maderas-escombros y rejas.

Levanto su quijada para comprobar sus dientes. Están limpios y blancos

y enormes. El perro abre sus ojos y me mira de manera reprobatoria.

H


Suelto su quijada. ―Lo siento. Demasiado invasivo, lo se.‖

Él menea su cola, solo una vez.

―Gracias por guiarme a casa,‖ le digo. Deseando que él pudiera

comprenderme.

Él mueve su cola otra vez.

―Volveré en seguida.‖

Me levanto para comprobar que la puerta delantera está realmente

cerrada en caso de que algún asesino en serie quiera hacerme una visita y

después dirijo mi mirada hacia afuera, miro por la ventana. La nieve lo cubre

todo, absolutamente todo. El coche de Nick aún está ahí. Los neumáticos

están enterrados por la nieve. Trago y levanto la guía telefónica, llevándola

de vuelta a la cocina, mientras trato de andar de de puntillas ya que el perro

esta roncando, justo ahora. Su quijada se agita cuando él suelta el aire.

―Estarás bien.‖

Encuentro el número de Nick en la guía telefónica bajo ‗Anna y Mark

Colt‘ y llamo. No hay respuesta.

Vuelvo a llamar a la abuela, pero no consigo comunicarme con ella.

Solo voy directa a su buzón de voz. Llamo al despacho, en donde me dicen

que ella está de camino a casa.

―Ok‖, digo y luego recuerdo ser más educada.

―¿Noche copada?‖

―Mira a quien se lo dices‖, dice apresuradamente, cuando otra línea suena en

el fondo.

―¿Alguna pista de Jay?‖ Pregunto.

―¿El chico Dahlberg?‖ Suspira Josie. ―No. Siéntete tranquila, Zara cariño. El

comisario estaba en Isla Deer, pero él ya esta en camino, de regreso y Betty

también.‖

―¿Pueden darse prisa?‖

―Lo están, cariño. Las carreteras están malas.‖

―Vale‖.


―Mantén tu animo, chica. Y no te preocupes demasiado. Nick Colt es un

hombre joven de recursos. Un guardián real ¿Me oyes?‖

Me muerdo el labio.

―¿Me oyes?‖ Pregunta ella otra vez.

―Sip.‖

―Maldición. Tengo otra llamada. Tú no te muevas de allí, Zara.‖ ¿Qué más se

suponía que debía de hacer?

―Si.‖ Inútilmente suspiro, mientras cuelgo el teléfono, y miro fijamente el

hilo que estaba atado alrededor de mi dedo. Mi padre me diría que me

calmara, que eso era mi imaginación sobre activada haciendo montañas de un

montón de arena, o algún otro ridículo cliché de papá. Me pierdo en los tontos

clichés de papá. ―Todo estará bien,‖ digo a la cocina. Una enorme ráfaga de

viento golpea violentamente la casa, se oye un aullido. Las luces parpadean, y

se apagan durante tres segundos, y luego se encienden otra vez.

El reloj digital del microondas destella en verde neón la hora y son las

00:00, lo cual parece apropiado. Una rama de un árbol raspa en la ventana.

Doy un salto por el susto y aprieto mis dientes.

Ya no podía más. Tenia que salir y buscar a Nick, pero esta vez iba a ir

preparada. Tened cuidado, flipados sicópatas potenciales, la competente

Zara está lista.

Abro la puerta del sótano para poder agarrar algunas viejas botas de la Abuela

Betty y un buen abrigo de invierno, y quizás algo de madera en caso de que la

energía se vaya de nuevo, y así yo pueda encender una fogata. En mi rápida

búsqueda, golpeo mi dedo gordo en uno de los trillones de ferrocarriles que

almacena Betty aquí abajo, y luego golpeo una bota, luego otra, y aparto de

un empujón un sombrero de mi cabeza. Mis pasos retumban mientras subo las

escaleras, las botas me hacen sonar pesada y grande contra las pálidas

escaleras de madera. Me muerdo el labio y me pongo el abrigo al revés. Meto

mi mano dentro y subo el zipper con dificultad. El hilo en mi dedo se

engancha en la cremallera y tira de ella un poco, causando que el hilo se

afloje. Comenzando a deshilacharse.

―No deberías preocuparte por un hilo‖, le anuncio a la casa.

La casa cruje con el viento, lo cual probablemente significa que esta de

acuerdo conmigo.


Arrastro tres leños y los equilibro en un brazo contra mi costado. Los

trozos de madera golpean el abrigo. Con mi otra mano agarro la linterna justo

cuando las luces parpadean otra vez y se apagan.

Con mi suerte, no sería tan sorprendente si las baterías no funcionaran,

pero la luz de la linterna se enciende con un poderoso destello.

―Gracias, Betty,‖ susurro.

La Abuela Betty era el tipo de señora preparada que siempre tenía

baterías nuevas en su linterna. Subí pisando fuerte el resto de las escaleras y

deposite las maderas en la encimera de la cocina. El aire tenía un olor a puré

de patatas y a algo más, algo crudo y a bosque.

El miedo tiembla contra mi piel, como arañas paseando. El corazón se me

acelera, mientras balanceo la linterna alrededor de la cocina, aterrada de lo

que podría encontrarme. El reloj digital del microondas no emite ningún tipo

de luz ahora. Está oscuro, silencioso y muerto.

Retrocedo y abro el cajón de los cubiertos, sacando el cuchillo más

grande que pude haber encontrado, con el que solíamos cortar las verduras.

Tiene una larga hoja plateada, afilada y un mango negro pesado.

Un sonido viene de la sala. Mis dedos se tensan alrededor del mango.

Quizás solo es era el perro. O quizás no.

Deslizo mis dedos a través del suelo de madera intentando hacer menos

ruido posible, pero es difícil con las enormes botas de la Abuela. Una de mis

manos sujeta firmemente el cuchillo, lista para apuñalar. La otra mano sujeta

la linterna, la cual es larga y pesada y probablemente podría ser una buena

arma.

¿Cierto?

Un paso hacia delante, otro, y luego balanceo la luz alrededor de la

habitación y esta va directamente a los ojos de un gran chico desnudo que

esta envuelto en una manta.


HHoorrmmeepphhoobbiiaa

‗Miedo al sobresalto-shock‘


Corregido por Glad

rito. La linterna cae ruidosamente al suelo y sale rodando, apagándose

completamente con el impacto.

"¿Zara?" Su voz atraviesa la oscuridad.

"Nick, Jesús. Me asustaste mortalmente", dije, arrodillándome en el suelo y

tratando de encontrar la linterna. La encontré y encendí de nuevo, mi

corazón palpitaba un millón de veces por minuto. ¿Cómo puede mi corazón

soportar todo esto? "Estás desnudo."

"En realidad, no tanto", él bromea débilmente.

"¿Por qué estás desnudo?"

Apunto con la luz hacia su cara, tratando de no apuntar hacia las partes

bajas, lo juro. El eleva su brazo para protegerse los ojos, por lo que yo alejo

la luz solo un poco, golpeando las líneas suaves de su pecho y abdomen. Él

tiene puesta la manta que con la que yo había envuelto al perro, esta manta

ahora, envolvía su cintura al estilo de una toga, así que sólo podía ver la

mitad de su buen físico.

Ese no es el punto, Zara.

Él asiente lentamente cuando me acerco directamente a él. Estoy de pie por

debajo de él y me ablando. La forma de la sombra de sus ojos es de tristeza.

"¿Tienes frío?"

Extendiendo mi mano, llego a tocarle con la mano, que aun sostiene el

cuchillo.

"Estás ardiendo." Mi voz sale asustada y me alejo un paso. Apunto el haz de

luz hacia el pomo de la puerta. Esta cerrada. Y yo tenía la certeza de que le

había cerrado. "¿Cómo llegaste aquí?"

"La puerta", él dice.

G


Respaldo mi conjetura. "Cerré la puerta."

Él no dice nada. Sus ojos castaños cansados se reúnen con los míos.

Apunto el haz de luz a lo largo del piso. "¿Dónde está el perro?" le pregunto.

Él no me contesta.

"El perro". Repito, como si el no me hubiera entendido la primera vez. "Había

un perro aquí. Estaba herido. Esa manta que llevas, ¿de dónde la has sacado?

¿Se la robaste al perro? Porque, eso no esta nada bien. El esta muy herido".

Él no contesta.

Camino a los alrededores, formando un zigzag con la luz, que alumbra mi

camino.

"¿Por qué estás desnudo?"

El eleva sus cejas y comienza a caminar hacia la silla de cuero blanco que esta

bajo las ventanas delanteras. El se sienta, haciendo una mueca de dolor. Lo

que me suavizo un poco, pero sólo un poco.

"¿Estás herido?" pregunto, acercándome a él.

―Estoy bien".

Su voz me indica que eso es una mentira. No sé lo que está pasando, pero

decido fingir que confió en él, tratando de sacar lo que sea que está

escondido a la luz.

"Nick, voy a dejar de estar enojada. Lo siento, " le digo, poniendo el cuchillo

en el suelo y la linterna sobre el final de la mesa. Extiendo mi mano en

dirección de él. "Estaba preocupada por ti. Cosas extrañas han pasado. Me fui

en tu busca hacia los bosques y un chico me siguió."

Él coge mi mano en la suya. Su agarre aplasta mis dedos. "te dije que te

quedaras dentro".

"Estaba preocupada por ti", le digo, tratando de ser paciente. "Y tenía razón

para preocuparme".

Su agarre se afloja y de repente siento lo bien que se siente tenerla entre mis

dedos y le atraigo hacia mis labios y la besó, sólo una vez, como un beso que

me daría mi mamá cuando no me sentía bien. No me importo si estaba

desnudo, me alegraba el hecho de que estaba a salvo y que yo ya no iba a

estar sola.


"Y allí estaba este perro,‖ dije, tratando de ver cual era su reacción. "Era

enorme y alguien le disparó en el hombro. ¿Lo viste? Quizás subió por la

escalera".

Nick niega con su cabeza. "No lo creo", dice lentamente.

"Uh-huh. Muy bien. No estoy preocupada por el perro ahora mismo", le

explico, alejando mi mano de la suya. "Estoy preocupada por ti.‖

"Estoy bien. Me estoy curando ya".

"Oh. Bien. ¿Curando de qué? ", Le pregunté.

Él miro hacia otro lado.

"Tú quédate ahí", le digo, alejándome. "Voy a hacer un fuego en la estufa."

Empiezo a andar y después recapacito. "Promete no moverte."

Él tose. "Lo prometo".

"¿Lo juras?"

"Lo juro". Se ríe como si estuviera ligeramente divertido.

Sujetando la linterna, regreso de nuevo a la cocina para traer los leños.

Arrugo algunos periódicos de la estufa grande de Franklin, y saco algunos

fósforos largos que Betty tenia guardados en una cesta de hierro cerca de la

estufa. Una vez que el fuego comenzó puse un leño en él. La luz de las llamas

ilumino el centro de la habitación con un resplandor suave, y caliente, pero

los bordes aun seguían siendo oscuros y misteriosos.

El olor a la madera ardiendo parecía cómoda y reconfortante, como si todo

fuera normal, como si no estuviera siendo perseguida por algo chico loco del

bosque o como si no hubiera rescatado a un perro atravesado por una flecha,

o como si no hubiera ningún hombre desnudo sentado en una de las sillas de la

sala de mi abuela.

"No puedo creer que puedas encender un fuego", dice.

Me limpio mis manos en mis pantalones. "No estoy completamente

desesperada, ya sabes."

Él sonríe. "Lo sé".

"También soy muy hábil escribiendo cartas".


"Y correr".

"Es verdad. Y soy obstinada".

"Ambos somos tercos".

Tirando de mis botas, tomo una respiración profunda del aire con olor a

bosque, y luego me pongo de pie.

"Muéstrame dónde estás herido," ordene

"No es nada."

"Déjame verlo".

Camino hacia él y él se encoge de miedo. Realmente. El Gran Nick Colt estaba

encogiéndose de miedo.

"No voy a hacerte daño y Betty pronto estará aquí, y también la policía."

Extendiendo mi mano, muevo un mechón de su frente. "Estás caliente. Podrías

tener una infección."

"Siempre he tenido calor". Se mueve incómodo en la silla.

"Eso es modesto".

Se ríe, pero ese movimiento le hace hacer una mueca de dolor. "Eso no es lo

que quise decir."

"Lo sé".

Nos miramos el uno al otro por un momento, después pose mi mano en contra

de su caliente mejilla. El había estado afuera, en medio de la tormenta. Podía

estar realmente muy enfermo. ¿Y dónde diablos estaban su ropa? ¿Y el perro?

¿Y cómo entró en la casa? No quiero pensar acerca de lo que había estado

tratando de no pensar desde que vi el pelo de perro en el Cooper, pero lo

hago. Pienso en ello.

"Nick, tienes que confiar en mí. Soy realmente muy confiable."

Traga. El eleva una de sus manos, y la posa sobre la mía, llevándola hasta su

hombro cubierto.

"Lo sé.".

Me estremezco. Algo dentro de mí me marea y me dan ganas de correr y

alejarme de él, pero me quedo ahí, firme. "¿Dónde estás herido?"


Con un pequeño movimiento de su brazo, el aparta la manta de su hombro

cubierto. Me congeló. La competente Zara deja de existir. Hay una venda allí,

con una costra de sangre.

El vendaje es familiar, muy familiar.

Mi mano se sacude con fuerza, tratando de alejarse, pero esa es la única

parte de mí que se mueve. Los ojos de Nick me miran, esperando.

Trago, trato de forzar mi miedo y la confusión a otra parte. Es todo lo que

puede hacer para no ponerme de pie y salir corriendo. Eso es lo que haría mi

madre, no yo. No soy mi madre.

"Pero...", susurro. "Eso es imposible. ¿No?"

Ladeo mi cabeza, estudiando la venda para después, con un movimiento

rápido arrancarla. Y ahí está, una herida hecha por una flecha, con una costra

ya formada y curándose.

Mi respiración se adhiere al interior de mi pecho.

Despacio, despacio, muy despacio, vuelvo mi cabeza para encontrar con sus

ojos. Parece asustado y decidido, firme pero dispuesto de alguna manera.

La venda cuelga de mis dedos, mientras la pregunta sale de mi boca. "¿Nick?

¿Qué eres? "

Tengo tanto miedo de saber ya, lo que es. Pero no puede ser. Mi corazón se

atora como si alguien lo estuviera apretando, pero nadie lo está haciendo. Soy

solo yo, asustada.

Nick cierra un ojo y gira su cabeza para mirar su herida, entonces me enfrenta

completamente.

"¿Dónde se fue el perro?" Le pregunto, sonando llena de pánico.

"Ese no era un perro, Zara," dice, susurrando las palabras fuertemente.

Sacudo mi cabeza. "¿Qué fue entonces? ¿Un gato? ¿Un hámster? ¿Un hámster

geriátrico?"

Él toma mi mano. "Te estás poniendo histérica."

Alejándome de un salto, le apunto. "No me estoy poniendo histérica. Estas

haciendo una broma. ¿Por qué los chicos guapos nunca tiene sentido del

humor?"


"Zara..." Él extiende su mano hacia mí.

"Eso fue retórico", le digo, dando un paso lejos, asustada.

El fuego cruje y salta de nuevo. El temor al fuego es pirofobia. Ranida-fobia

es el miedo a las ranas, lo que sencillamente era ridículo. Rectophobia es el

miedo a las enfermedades rectales o del recto, que es simplemente

repugnante.

No hay más fobias. La vida real es bastante aterradora.

"¿Qué ocurrió con el perro?" Exijo, plantando mis pies.

"Era un lobo, Zara," él dice. Pareciendo demasiado bien educado y paciente

mientras cambia de posición en la silla. Luego me mira fijamente a mis ojos.

"Y sabes lo que pasó con él."

Agarro el atizador y me muevo a ver el leño que esta sobre el fuego. Entonces

le empujo hacia dentro. Chispas y ascuas ardientes revolotean en el aire. Mi

mano cierra la puerta de vidrio de la estufa.

"Ten cuidado," dice Nick.

"Es fuego. Es cálido. Me gusta el calor".

Las llamas vuela contra el panel de vidrio, lamiendo‘ así era como mi padre

siempre describía ese movimiento. La llama lame el panel de vidrio.

Cambiando a colores naranja oscuro a negro marrón y nuevamente a un

naranja más claro y viceversa.

"Zara", la voz de Nick se une a mí como esas llamas. Todo en mi ansia por la

promesa de ese calor, pero nada, nada tiene sentido. Me giro para mirarle y

eso toma todo mi esfuerzo. Respiraciones profundas me obligan a calmarme

un poco. Puedo lidiar con esto. No voy a tener miedo de esto.

"¿Nick?" Mi voz sale suplicante. Él tenía que decirme que había una razón

perfecta, y lógica para todo esto.

"Zara", dice. "Ven aquí".

Alarga su mano, sus ojos se mezclan con la tristeza por un segundo, dolor y

soledad. Balanceándome hacia adelante, deseo saber si este es el tipo

arrogante, el mismo que me encontré el primer día de escuela, el tipo que

parecía tan fuerte y confiado. Su vulnerabilidad me asustaba aún más que la

consecuencia de la herida en su hombro.


Tomo su mano. El tira de mi hacia él, de una forma gentil y me deja aterrizar

en su regazo.

"Voy a lastimarte." Le digo.

Su voz se profundiza. "Ya estoy curándome. Mira".

La herida luce cerrada, cerrándose más mientras le observo.

"Por lo general nosotros sanamos rápido", dice.

"¿Nosotros?"

Trago y busco su mirada, pero no puedo entender lo que quiero ver allí.

Sus ojos permanecen estables y la altura de su voz. "Los cambiantes".

"¿Cambiantes?"

Casi en contra de mi voluntad, me apoye en su pecho caliente.

Él asiente.

"Bien, ¿Qué son los cambiantes?"

"Los Cambiadores de forma. Weres".

Resoplo. El suspira.

"Hablo en serio, Zara".

"Uh-huh. ¿Y qué género de were eres tú?"

"Bueno, yo, personalmente, soy un hombre lobo."

Me río y golpeo una pelusa blanca de su hombro desnudo. "Eso no es muy

original."

"No estoy bromeando, Zara." Él me empuja un poco. "No es una broma. Mira

mi hombro. Piensa en el Lobo que te salvó. "

"Perro".

"Lobo".

Me estremezco al recordar el ruido que la flecha hizo cuando tire de ella,

alejándola del hombro del animal.


"No prueba nada."

Él arqueó una ceja. "Es la misma herida."

"La tuya es más pequeña."

"Eso es porque esta sanando."

Trato de ponerme de pie, pero él no me deja. "No quiero creer esto."

"Pero lo haces."

Me aparto. Él me deja ir. Me acerco a la puerta. Con un golpecito rápido la

abro. Con un buen tirón logro abrirla completamente. El viento sopla la nieve

al interior. El mundo parece brillar debido a la nieve y las únicas huellas que

puedo ver están siendo tapadas por la nieve. Las únicas huellas que logro ver

son las mías y de un perro. Mi mano sujeta fuertemente el umbral de la

puerta, en contra del viento, contra la verdad, pero sigo pensando que voy a

caerme, desmayarme o algo por el estilo, porque esto no puede estar

pasando, esto no puede ser real.

Nick se posiciona a mi espalda. Él pone una mano en mi cintura. Tirando de

mí, bruscamente.

El mundo parece girar a mí alrededor.

"¿Te vas a desmayar?", pregunta.

Yo retrocedo y empiezo a balbucear, "Pero eres tan lindo. Los Hombres lobo

no se supone que son lindos. Los vampiros lo son, creo yo. Están en las

películas. Los hombres-lobo son bastante feos y llevan chaquetas de cuero y

están sucios con estas patillas de monstruo".

"¿Eso es todo lo que tienes que decir? ¿Que soy lindo?‖ Toma una un mechón

de mi cabello y lo riza alrededor de su dedo. "La mayoría de las personas

débiles o gritan o nunca vuelven a hablar conmigo otra vez."

"¿Le has dicho esto a mucha gente?"

"No muchos."

"¿Tus padres?"

"Sí, lo saben." Su cara se tensa. "Es genético."

"¿Tu papá?"

"Ambos".


Asiento, pensando por un segundo y luego levantando mis manos a los lados

de su cuerpo. Una mano toca la rugosidad de la manta de lana. La otra toca

su piel suave. "¿Te duele el hombro?"

El niega con la cabeza y su mano deja mi barbilla y se traslada a la parte de

atrás de mi cabeza, ahuecándola allí. "Gracias por sacar la flecha."

"Está bien", le digo, tratando de calmarme. No estoy realmente segura de si

estoy más asustada por el hecho de que acaba de decirme que es un hombre

lobo o por que sus labios están tan cerca de los míos. "Salvó a las personas

que piensan que son hombres-lobo todos los días, ¿no lo sabías?"

"No", dice, acercándose más. "No".

Sus ojos son tan hermosos y oscuros y lo hacen ver como un perro - quiero

decir, como un lobo. Lucen buenos y fuertes, y ellos me gustan, un poco. No.

Me gustan mucho. No, me gustan demasiado. Algo dentro de mí se calienta,

me aproximo hacia él lentamente.

El fuego cruje y yo salto de nuevo, alterada, nerviosa, pero no me alejo

completamente de Nick. Salto hacia él. Nick bajo la tenue luz del fuego con

sólo una manta es un poco difícil de resistir, no importa lo loco que pueda ser.

Su piel, en el fondo con el calor, parece brillar. Sus músculos son definidos y

buenos, pero no lucen voluminosos como con esteroides. Él es tan perfecto. Y

hermoso. En su forma de chico. No en su forma de monstruo. No en su forma

de lobo.

"¿Vas a darme un beso?" Mis palabras tiemblan en el aire.

Él sonríe, pero no responde.

"Nunca he besado antes a un hombre lobo. ¿Son los besos iguales como los

besos de duende? ¿Te hacen algo? ¿Es por eso que nunca has besado a nadie?"

Da una pequeña sonrisa. "No. Es sólo que nunca he besado a nadie porque

nunca pensé que podría ser honesto acerca de lo que soy, ¿sabes? Y yo no

quería que nadie se apegue a mí, porque... "

"Porque eres un hombre lobo."

"Porque soy un hombre lobo." Repite en voz baja. Vigilando los movimientos

de sus labios, me hace temblar, no de una manera de miedo, en más de un

manera oh-él-es demasiado hermoso.


Puse mi mano en contra de su piel. Es caliente. Él siempre ha sido caliente.

Huele tan bien, como a bosque y seguridad. Trago mi miedo y me acerco más,

mis labios encuentran los suyos, solo un roce, ligeros. Sus labios se mueven

por debajo de los míos. Sus manos se mueven a mis hombros y mi boca se

siente como si estuviera a punto de estallar con felicidad. Todo mi cuerpo

tiembla con él.

"Woow", digo.

"Sí," dice.

"Wow".

Nuestras bocas se encuentran de nuevo. Es como si mis labios… pertenecieran

allí. Una parte pequeña de mi ha encontrado finalmente un lugar para

encajar. Nos alejamos en busca de aire.

"¿Hay muchos como tú? Porque creo que podría hacer un mercado de besos de

hombre lobo", le pregunto.

Él se ríe. "Hay unos pocos".

Me aparto, sólo un poco, ajustando mi camisa, intentando hablar

racionalmente. "¿Hay más aquí en Bedford?"

‖Sí. En realidad, hay muchos en Bedford, más que otros lugares. Algunos se

han alejado".

"¿Por qué hay más aquí?"

"Los genes. La endogamia del nuevo siglo diecinueve o algo así, no sé." Él toca

su hombro herido con la palma de su mano. "Pero no es el único lugar donde

hay WERES".

"¿Conozco a algún otro que lo es?"

Sus ojos me miran fijamente a mis ojos. "Betty".

‖¿Betty?‖

"Ella es un tigre."

Aquí hay tigres.

Pasa un segundo. Dos. Cierro mis manos de un golpe en su pecho. "¡vete!"

Levanta las manos en el aire. "¿Qué?"


"No se puede ir diciendo por ahí que mi abuela es un tigre loco, ¿de acuerdo?

¡Vete!"

"Zara..."

"Es demasiado", le digo, alejándome hacia el sofá. "¿Ok? Es simplemente

demasiado".


AAllggoopphhoobbiiaa

‗Miedo a sentir dolor‘

Traducido por Glad

olo digamos que soy muy cobarde. ¿Ok? Lo soy: soy una cobarde.

Me bajo del sofá y camino con pasos cortos de un lado hacia el otro,

susurrando.

Oh Dios Mío. Oh Dios Mío. Oh Dios Mío.

Me acerco rápidamente hacia el fuego y acerco mis manos para ver si he

perdido la razón o si aun puedo sentir su calor. Un fuego es real. Las personas

locas a menudo pierden el contacto con realidad.

"Esto no está ocurriendo‖.

Pero en realidad si estaba ocurriendo.

Una risa histérica sale precipitadamente de mí. Me cubro la boca con mis

manos.

"Ok", mascullo. "Ok. Puedo asimilar esto. Mi abuela no es humana. Nick no es humano. Hay humanos que no son humanos‖.

Nick no dice nada. Él está sentado al borde de la mesita de café,

observándome. El esta muy quieto y rígido, como un soldado esperando ser

emboscado, listo para el doloroso disparo en el estomago.

Finalmente, dejo de caminar.

"Gracias por confiar en mí," susurro.

Él asiente y se relaja. Un segundo después, el me hace una seña para que le

espere y trota hacia la cocina. Me quedo dónde estoy y un momento después,

S


él esta de regreso, más pálido de lo normal, llevando puesto la manta

alrededor de su cintura y una sudadera con capucha súper grande, color azul

marino de la Abuela Betty. Él tira con fuerza de la cremallera de metal y

después cruza los brazos sobre su pecho, apoyándose contra la pared, muy

cerca de la chimenea.

"Entonces…" Él dice.

"Entonces…‖

"Entonces, soy un hombre lobo y tu abuela es una mujer tigre. ¿Comprendes

todo eso?‖

Asiento como una buena chica, como si todo fuera perfectamente normal.

"Parece que si. ¿Te duele?‖

"Estoy bien‖.

Mi mano revolotea hasta mi frente. El mundo parece dar vueltas otra vez. Él

parece haberse dado cuenta, porque de pronto esta sujetando mi mano y

guiándome hacia el sofá, el feo, ridículo lleno de cuadro, sofá. Nos sentamos

juntos.

"Creí que no ibas a desmayarte‖. Él me mira con la frente fruncida. Odio

cuando el me mira de esa manera.

"En realidad no‖.

Me apoyo contra el posa brazos del sofá, y cojo un cojín, al que abrazo

fuertemente, como si fuera una barrera entre nosotros. Y parece que el

también piensa que lo es. Por que repentinamente sus ojos lucen llenos de

dolor, así que lanzo el cojín sobre el sofá. Este choca contra la cabeza de

Nick. Me río. Él se ríe también y me da un golpe leve con el cojín. El polvo

forma remolinos en el aire y yo estornudo.

"Es solo que es muy extraño, ¿Ok?" le digo, mientras intento quitarle el cojín

de sus manos. "Es extraño encontrarse con alguien que es un hombre lobo.

Aun no creo en hombres lobos. Es imposible. Es físicamente imposible‖.

"No realmente"


―Bueno, parece que obviamente no‖. Mi mano se mueve rápidamente en el

aire, señalándole. Entonces, de nuevo la pongo en mi regazo. "Y ya que Betty

es uno también, y si todo esto es genético, significa que mi papá – quiero

decir mi papá adoptivo –probablemente era uno".

―Brillante deducción".

―¡Oh!, Cállete‖.

Él estaba poniéndose molesto; al parecer le divertía observarme, mientras me

retorcía por las dudas. Un millón de preguntas flotan en mi interior. Y le

pregunto lo primero que se me ocurre

"¿Cómo te conviertes en un hombre lobo?‖

"Naces de ese modo. O eres mordido‖. Él menea sus cejas. ―¿Te interesa?‖

Grito y doy un salto, alejándome, haciendo que mi cadera choque contra un

lado del sofá, y casi cayendo sobre el piso. "¡No!‖

Él me sujeta de la cintura con sus enormes manos y me lleva de regreso sobre

sofá, riéndose con una gran y cordial sonrisa, tan real. "Solo bromeaba, Zara.

Nunca dejaría que nada malo te ocurra‖.

―¿En serio?‖ Sus ojos me conmueven.

"En serio. Nunca dejare que nada malo te ocurra"

―Oh. Cierto. Tu complejo de héroe. Eres un hombre lobo con complejo del

héroe. Eso es tan gracioso‖.

Él no contesta. La luz amortiguada del cuarto tiene un resplandor que le da

toque romántico, sin embargo el fuego torna el aire algo caliente, y eso causa

que mi garganta se sienta seca. Los sonidos cortos de mi corazón, empiezan a

latir rápidamente, demasiado rápido. Su mano sube por mi espalda y se posa

en la parte trasera de mi cabeza. Sus dedos se entrelazan con mi pelo. Y

ocurre de nuevo, ese sentimiento fundente, el sentimiento de anhelo. Quiero

sentir su cuerpo muy cerca del mío, y así calmar ese anhelo. La manta que él

lleva puesto se roza contra sus piernas y mis piernas.


Su voz sale ronca. "Voy a besarle de nuevo, ¿Ok?‖

Temiendo no poder hablar, solo asiento.

―Ok‖.

Sus labios calientes se presionan contra los míos. Mis brazos se pliegan

alrededor de sus hombros y él se presiona contra mí. Estoy tan cálida, y

segura. Las partes traseras de mis rodillas sienten un hormigueo y ya no me

siento vacía. Tengo la impresión de que mi vida puede ir bien.

Finalmente digo, "No puedo creer que me besaras‖.

Él se reclina y posa una de sus manos sobre de mi cara. ―¿Por qué? ¿Tu no

querías besarme?‖

Me encojo de hombros. "Yo solo pensaba que..."

―¿Qué?‖

"Que tal vez tu. . . Oh, no sé. No besabas chicas. No te molestes. Es solo qué

Issie y Devyn dijeron‖.

"¿Que no besaba chicas?"

―Sí. Creí que tal vez, pudieras ser un duende. Vi polvo dorado en tu

chaqueta‖.

"¿Qué tu que?‖ Hay un borde filoso en su voz.

"En realidad no estaba segura. Yo solo lo creí‖. Le acaricio, intentando

apaciguarle.

―¿Cuándo viste polvo dorado en mi chaqueta?‖

"Después de que me ayudaste con mi coche‖.

Él asiente. "Eso fue después de que corriera por el bosque en su búsqueda.

Dejé caer mi chaqueta por accidente. Probablemente allí es cuando se

mancho. No puedo creer que pensaras que yo era un duende‖.


"Solo un poco‖.

Nos sentamos por allí por un minuto. "Creo que deberíamos de llamar a Issie y

Devyn y deberíamos de decirles‖.

―¿Que nos besamos?‖

Le codeo. "No. Sobre el asunto de los duendes y los weres‖.

Me levanto y me alejo del sofá y tomando el móvil de la chimenea. Hace

calor. Comienzo a marcar los números. "Y entonces, tal vez todos podríamos

salir a buscar a Jay‖.

El teléfono hace un ruido gracioso. La pantalla muestra el mensaje de ‗No hay señal‘. "Estupendo," digo. Nick se levanta y toma el otro teléfono, escucha. "Las líneas están apagadas‖. Le muestro la pantalla del móvil. "No hay señal‖. Me meto en el bolsillo el teléfono. Nick señala hacia afuera. Hay luces azules que llenan las ventanas, pasan como un relámpago. "La policía está aquí‖.


PPooggoonnoopphhoobbiiaa

‗Miedo al vello facial, sobre todo a la barba‘

Traducido por K.K Corregido por Glad

os policías llegan a la puerta, ambos son delegados-sheriff. Sus manos

están en sus armas, como si estuvieran listos para la acción.

"¿Zara?" El más alto de la barba pregunta. Su pelo es de color rojo y

corto.

Asiento.

"Sargento Fahey," él dice, alejando su mano de su arma y estrechando la mía.

Él ve a Nick detrás de mí y sonríe. "Oye, Nick."

Nick asiente y sonríe.

"Entonces, lograste encontrar el camino de regreso", dice el sargento Fahey,

mirando detenidamente la manta alrededor de la cintura de Nick. Él asiente

hacia el otro sheriff, quien no tiene barba y es muy joven. "Sano y salvo. Así

que... junto con el comisario Clark ya no tendremos que salir a buscarte".

"No," dice Nick. "Lo siento".

"¿Lo sientes? Menos mal", el comisario Clark dice. Un minuto después, se

estremece con el frío.

"Oh, ¿quieren entrar?" logro preguntarles.

―No. Gracias", dice el sargento Fahey, quien se gira buscando al otro oficial, y

empieza a hacerle algunas muecas al Sheriff Clark. "Pero tu abuela nos dijo

¿que oíste a un hombre en el bosque diciendo tu nombre?"

Asiento. "Y él trató de atacar a Nick."

Los ojos del sargento Fahey se abren, muy grandes. ―¿De veras?‖

Nick me mira y me doy cuenta de que no hay prueba de lo que estoy diciendo.

La herida ya ha curado. "No fue nada. Logre huir".

D


Su boca forma una línea crispada. Huir era lo opuesto a él. Decir esa mentira,

le había costado, y mucho.

El sheriff Clark saca una libreta y empieza a apuntar. "¿Puedes describirlo?"

Nick lo hace. Ellos entran dentro de la casa, se sientan en el sofá, y

comienzan a hacer preguntas. El sheriff Clark hace un montón de preguntas,

sobre todo, porque al parecer no quiere salir de nuevo afuera, hacia el frío.

Un momento después, se levantan y se dirigen hacia el bosque, con sus

linternas en busca del hombre.

Nos paramos cerca a las ventanas y vemos como el destello de luz en la

oscuridad se pierde, ante su búsqueda.

"Nunca le encontraran", dice Nick.

"No puedes estar muy seguro de eso."

"El no deja rastro." Nick se aleja de la ventana y se sienta en el sofá. Yo no

me uno a él. Solo mantengo mi mirada fija en los oficiales y la oscura noche.

Mi voz, forma un nudo en mi garganta. "Yo creí que te había perdido."

"Soy mas fuerte que ellos."

"¿Porque eres un were?" Cierro la cortina de nuevo.

"Sí".

―Fuiste herido a pesar de ser un were". Me doy la vuelta y le miro, tan fuerte

y saludable sobre el sofá, luciendo tan normal, luciendo ridículamente muy

guapo y humano.

"Pero tu también leíste ese articulo de esa pagina web. Somos los enemigos

naturales de los duendes."

"¿Sabias que los duendes existían hasta antes de esta semana?"

Él se encoge de hombres. ―No, pero para el último mes o así, Devyn y yo

sabíamos que había algo ahí afuera, algo malo. Issie también. Se lo dijimos

Issie."

"Tus padres también son Weres, ¿no? Pero están ocupados haciendo fotos, en

alguna parte del mundo."

"Hacen un documental."

"Y simplemente te dejaron solo, aquí. Pensé que los lobos eran animales de

manada, que siempre están juntos."


"Lo hacen, pero mis padres... Tenemos unas dinámicas interesantes en la

familia que debemos seguir".

"¿Qué quieres decir?"

"Cuando el hijo de un lobo alfa, el líder, crece, madura para también ser un

alfa, y entonces, se da una cierta tensión porque ambos sentirán la necesidad

genética de ser alfa."

"De ser los lideres. Los héroes".

"Básicamente. Pero sólo puede haber un alfa, así que mis padres han tomado

un largo viaje este año y el próximo año, también, hasta que yo vaya a la

universidad. De esa manera mi padre y yo no nos desgarramos el uno al otro."

"¿Debido a que ambos son alfa?"

Él asiente.

"Wow. Eso es raro."

Un camión se detiene frente a la entrada. Puedo ver a la policía salir del

bosque y hablar con Betty quien sale del camión. Luego se van y ella por fin,

viene dentro.

Ella señala a Nick. "Quítate la camisa".

Él lo hace.

"¿Por qué haces que—?", empiezo a preguntar.

"Ella lo sabe", dice Nick interrumpiéndome. "Ella sabe que soy un were."

Betty asiente, mirando fijamente hacia la herida que es casi invisible. "¿Le

dijiste?"

"¿Qué también eres un were?" le digo, dejándome caer en el sillón verde de

cuero, que esta cerca de la puerta. "Sí, me lo dijo."

"¿Cómo lo ha tomado?" Betty le pregunta a Nick.

"No muy bien."

Ella se ríe. "La herida se ve bien. Has hecho un buen trabajo, Zara".

Logro asentir tímidamente.


"La policía no ha encontrado nada", dice Betty, poniendo un poco de leña en

la estufa. La madera cruje. "Pero no esperaba que lo hicieran. Sin embargo,

tuve un poco de esperanza, mínima".

"Creemos que se trata de un duende, Abue", digo nerviosamente.

Ella asiente. ―Estas en lo cierto. ¿Dónde está el atizador?‖

Miro hacia la puerta, y encuentro atizador con la mirada. "Lo tomé, eh, como

un arma".

"Buena idea", dice ella, alcanzándole y usándolo para meter los maderos en el

fuego. Un par de brasas vuelan en la habitación y caen de nuevo. "He llamado

a tu madre. Ella quiere que vuelvas a casa. Cree que fue un error enviarte

aquí."

Mi garganta se cierra, y lo único a lo que atino es a mirar mis pies fijamente,

evitando mirarle a la cara en medio de la lúgubre luz.

"¿Y que es lo que piensas tu?"

Nick responde por ella. "Podría ser más seguro para ti, irte de este lugar".

"No voy a huir", le contesto. "El me encontraría de cualquier manera, ¿verdad?

Me encontró en Charleston. Y él, aun no me ha atacado ni nada de nada, ni

siquiera cuando estuve fuera, en el bosque. Me parece que no corro peligro".

"No puedes estar segura de eso, Zara", dice Betty.

"Pero ella me envió aquí porque pensó que estaría más segura, contigo," le

digo a Betty. "Porque eres un were. Y si Nick es un were también, entonces

estoy doblemente protegida y segura, ¿verdad?‖

"Espero que así sea", dice.

"No voy a irme." Me pongo de pie y camino a su lado, mirándola fijamente.

"No me obligaras a irme."

"No," dice ella. "No lo haré. Pero es peligroso. No sabemos cómo detenerle".

Nick se levanta, y me abraza con un solo brazo. "Ya lo averiguaremos".

Nick se queda durante la noche. No hay escuela a la mañana siguiente, y

cuando me despierto ya es de día y la luz del color de la blanca nieve inunda

sala. Todo parece mucho más seguro, menos espeluznante.

Nick camina por el pasillo, se asoma por la puerta de mi habitación, y se da

cuenta de que estoy despierta. Él sonríe. "Duermes plácidamente".


"Estaba muy cansada", le digo, estirándome mientras me preocupo por mi

pelo, mi aliento y si no tengo nada en mis ojos.

Entonces me doy cuenta de algo. "Estas usando pantalones."

"Guardo un par adicional en el Mini". Él entra y se sienta en el borde de mi

cama. ―¿Decepcionada?"

"Un poco".

Me siento en la cabecera y me froto los ojos. "¿Qué has estado haciendo?"

"Llamé a Devyn e Issie. Son planeando una manera de venir a hacernos una

visita. Los padres de Devyn tienen una moto de nieve pero ellos no quieren

que él la use, por la lesión en sus piernas. Betty se fue a trabajar en su

estupendo camión patea-culos"

"¿patea-culos?"

―Yep, ¿Has visto sus enormes neumáticos?‖

"Tu tienes un Mini Cooper."

"Eso no quiere decir que no puedo apreciar un buen camión". Él sonríe y

desordena mi cabello como si fuera mi hermano mayor o algo así, lo cual, no

me parece estupendo. "De cualquier manera, he hecho panqueques. Hay

algunos en el horno, y he estado leyendo libros del viejo Stephen King".

"Oh, estupenda idea, ¿tratas de asustarte más?"

"Soy muy difícil de asustar".

"Así que difícil".

Se ríe. Yo me río también y luego le sonrío. "¿En realidad hiciste panqueques?"

El toma mi mano, y me aleja de un tirón de la cama. "¡Vamos!".

"Wow, realmente puedes comer de un solo golpe", le digo.

El tenedor se detiene en el aire. "Esto es original".

Empiezo a reír. "Ya me lo imaginaba."


Sus hoyuelos salen a la vista. "Estoy seguro que tu también comes muy

rápido."

"Haces unos deliciosos panqueques".

"Gracias".

"Creo que deberías de venirte a vivir con nosotras y hacer solo

panqueques todo el tiempo."

"¿Es Betty tan mala cocinando?"

"Sí, y yo no soy mucho mejor."

"Tal vez me quede aquí hasta que, ya sabes, las cosas vuelvan a la normalidad

o—"

Mi estómago se hace un nudo y cortó un panqueque sin mirar hacia él. "No voy

a volver a Charleston."

"Sería más seguro".

"Sólo para mí. El seguiría mentando chicos, hasta conseguir una reina. No

puedo dejar que eso ocurra".

"No es tu batalla".

"Cierto". Levanto mi tenedor hacia mi boca, pausando solo un momento, y

finalmente me encuentro con su mirada. Él es tan fuerte, y luce dispuesto a

atacar a lo que sea, pero se que hay alguien bueno bajo toda esa piel y esos

músculos. Se que puede ser lastimado. "Entonces, ¿de quien es esta batalla?,

¿tuya? Sabes que no es así. Entérate de una vez, no eres solitario Sr. Salvador

del Mundo, ¿de acuerdo?"

Se vuelca un poco más de jarabe en su panqueques y luego se encoge, como si

hablar le fuera tan doloroso. "Está bien. Bien. Esta es nuestra batalla. De

todos nosotros".

"El jarabe esta goteando en el libro." Extiendo mi mano, y muevo el jarabe.

Ahí es cuando veo la tapa. ''¿Skeleton Crew?‖

"Stephen King". Mi corazón deja de latir y mi cerebro hace una conexión que

un buen cerebro debía de haber hecho hace tiempo. "Sé que es Stephen King.

Es solo que...Hay un historia ahí dentro."

Le doy la vuelta a la misma y me detengo, mirando fijamente el título.

"¿Qué?"


"‘Aquí hay tigres‘".

Él acerca más su silla a la mesa, más cerca de mí, y se inclina hacia adelante,

esperando.

"Mi padre escribió en el libro de la biblioteca: <<No temas. Aquí hay tigres,

157>>

"Lo recuerdo. Pensé que Devyn o Betty o alguien más te había dicho que era

una corta cita de alguna historia de ciencia ficción. No mencionaron a

Stephen King, ¿cierto?" las palabras de Nick vuelan en contra de la piel de mi

cuello, y puedo sentir su aliento. Es tan difícil concentrarme.

"Fue Ray Bradbury, o eso creo. Pero no. Ya que, dos personas pudieron haber

utilizado el mismo título." Digo, mientras busco en el libro la pagina 157.

"¿Zara?"

Giro el libro, para que el vea lo que yo estaba leyendo. "Mira".

"Él escribió en la pagina", dice Nick entrecerrando los ojos. El olor del jarabe

de arce golpea en la mejilla. "¿Puedes leerlo?"

"Es borroso. ¿Por qué uso un lápiz?"

"Él siempre utilizaba los lápices. Era extraño", le digo. Acercando el libro, más

cerca a mi cara. ‗Dice:

- Defensas: Weres, Hierro.

- Problemas: Si la necesidad se vuelve demasiado grande, se

alimentan durante el día.

Christine‘.

―Estupendo. Difícil y críptico, como mi padre. Y él subrayo esto, algo sobre

los tigres hambrientos y crueles. "

"¿Quién es Crhistine?"

"Otro libro de Stephen King. Uno acerca de un coche, creo." Nick golpea su

silla hacia atrás. "Léelo de nuevo. Vi ese libro allí arriba."

Lo leí una vez más, en voz alta, casi gritando para que pudiera oírme. El es

rápido, un hombre lobo rápido, tanto que ya esta bajando las escaleras en un

par de parpadeos, sosteniendo otro libro de Stephen King en la mano.

"Se refiere a que cuando, la necesidad es mucha, el rey duende puede

aparecer de día", dice. "Debemos llamar a Betty."


"Déjame, primero ver el libro." Extiendo la mano. El me lo da. Y cuando le

abro, un pedazo de papel cae al suelo. Nick lo alza y me lo da, antes de que

pueda reaccionar. Mis manos tiemblan mientras cojo el papel. "Podría no ser

nada, solo alguna tarjeta de informe o una nota a mi madre..."

"Lee, Zara," la voz de Nick retumba en la cocina. Puedo sentir como el aire, se

tensa. Entonces leo.

<<Si has encontrado esto significa que la necesidad está

de vuelta. Él dice que no le gusta la necesidad. Dice que

la combate y me gustaría creerle, ¿pero eso tiene

importancia?.

Cuando el pierde el control sobre de su necesidad,

pierde el control sobre su corte, y ellos le exigen sangre

y almas para satisfacer sus deseos, deseos que tienen,

solo cuando el rey llega a la mayoría de edad y necesita

de una reina. Mamá, sabes que tuvimos que huir. Yo no

podía dejar que ella se sacrifique y aplaque su ira

aunque, ese era nuestro trato. No podemos confiar. Y se

que nunca será suficiente.>>

Miro hacia Nick, ―¿sabes lo qué significa esto?"

"No realmente. ¿Eso es todo?"

"No, hay un par de líneas más," le digo y sigo leyendo.

<<Tienes que ser advertida de que cuando el deseo se

vuelve demasiado grande, y la noche ya no puede

contenerle. Él caminara bajo el sol, como los demás. El

Hierro les hace débiles. Ellos son rápidos, pero nosotros

son más rápidos, y también podemos matarles. Esa es

nuestra única esperanza. Otros Shining-Ones son nuestra

única esperanza>>

Doblo el papel y lo coloco junto a mi tenedor. Entonces recapacito y después

le meto en mi sudadera. "Mi padre escribió esto".

Nick asiente. "Ellos pueden venir en el día."

"Si la necesidad es grande."

"No correré riesgos", dice. "Voy a llamar a Betty."


Sujeto su brazo y le detengo. "¿Nick?"

Él se reclina hasta estar a mi nivel. Sus ojos lucen muy preocupados y dulces.

"¿Qué?"

"Me siento rara."

"Está bien tener miedo, Zara. Pero voy a llamar a Betty y te mantendremos a

salvo. Está bien."

"No. Es como arañas". Trato de explicarle. El calor se precipita a mi cara. "Es

una estupidez. Es sólo esta sensación que me da, y parece como si arañas

estuvieran inundando mi piel. No sé cómo explicarlo".

Sus grandes manos grandes me abrazan, y me acarician ligeramente. "¿Cuándo

ocurre eso?"

"No lo sé. Desde que salí de Charleston. Cada vez que veo a ese hombre del

aeropuerto, o cuando escucho su voz."

"¿La voz en el bosque?"

Asiento. Nick me suelta y corre hacia la chimenea. Él agarra el atizador que

Betty utiliza para voltear los maderos. Entonces me lo entrega, y hace que lo

sujete fuertemente. "Toma esto."

"¿Que? ¿Por qué?"

El habla en medio de gruñidos. "Eso significa que viene. Tratará de engañarte

para que le abras la puerta. No lo dejes hacerlo". Trato de discutir, pero Nick

levanta su dedo. Sus ojos son tan concentrados, tan atentos, iguales a los de

un lobo. ¿Cómo no me había dado cuenta de eso antes? "Lo digo en serio,

Zara. No permitas que nadie entre. Prométemelo".

"¿Podrías simplemente detenerte?" Le pregunto. Pero sus pasos empiezan a

retumbar contra la madera, mientras yo le observo muy frustrada, ya que

parece que nada más le importa. Quiero, deseo en mi interior que él deje de

asustarme.

Él no me contesta, sólo empieza a caminar de un lado al otro, cerrando las

cortinas.

"Deberías de ir por el cuchillo que dejaste en la cocina", dice, mirando hacia

las escaleras. "Todas las ventanas están cerradas arriba, ¿verdad?"


"¡No lo sé!" Le grito, agitando el atizador. El temor hormiguea en mi piel. ¿O

es la sensación de las arañas? No tengo ni idea. Nick ya está corriendo por las

escaleras, subiéndolas de tres en tres. ―¿Qué ocurre si rompen la puerta?"

"¡Ellos no pueden!"

"¿Cómo sabes que no pueden? Ese tipo parecía muy fuerte."

El grita algunas palabras hacia mí. ―Los duendes tienen que ser invitados,

como los vampiros. Lo leí en Internet".

"Ok, espero que si", murmuro."A lo mejor es cierto".


PPiixxiioopphhoobbiiaa

‗Miedo a los duendes‘


Sta fobia me la inventé yo, pero créanme debería ser una palabra

porque de seguro es un miedo legítimo.

Subo las escaleras cual relámpago tras él.

Él me ignora, apresurándose de una habitación a otra, revisando las ventanas,

cerrando las cortinas de cada una antes de correr a la siguiente. Se mueve tan

rápido que es casi como un borrón. Con razón es tan buen corredor. Él no es

humano.

Me estremezco, pero digo, el sigue siendo Nick.

Mi habitación es la última a la que entra. Bloqueo la puerta para que no

pueda correr otra vez, pero se ve un poco mas calmado ahora. Su pelo no esta

parado en las puntas ni nada.

―Todas las ventanas están cerradas,‖ dice, sentándose en mi cama.

Marco al celular de Betty.

Su voz llama mi atención. ―¿Zara?‖

―Creo que el chico duende esta viniendo.‖

―¿Qué? Es de día.‖

―¡Lo sé! Pero encontré una nota que papá dejó para ti. Dice que si la

necesidad se hace muy grande entonces pueden salir durante el día.‖

―Jesús.‖ Ella espera, haciendo una pausa, como si estuviera luchando con un

asunto grande. ―¿Él dejó una nota?‖

―Ajá.‖ La dejé tomarse un segundo porque simplemente sé que debe estar

tratando de procesarlo. Después sigo. ―Y me siento temblorosa, como siempre

que él aparece.‖

―Ok. Nick esta ahí, ¿cierto?‖

E


―Ajá.‖

―Ponlo al teléfono. Estaré allá tan pronto como pueda, ¿bueno? Estoy en

camino ahora.‖

―Está bien.‖

Le doy el teléfono a Nick. El dice, ―Sip. Lo sé. Lo sé.‖ Después lo sostiene

lejos de su cuerpo. ―Ya lo sabe todo.‖

―¿Nick? ¿Pueden entrar todos si uno ya ha estado dentro?‖

―No. Están esperando afuera.‖

―¿Él puede entrar en la habitación si ya ha estado en la casa?‖ El terror me

paraliza.

―No lo sé.‖

Él gruñe y yo no se que hacer, que decir, entonces simplemente digo su

nombre. ―¿Nick?‖

Su voz es cálida y dolorosa al mismo tiempo.

―Estoy esforzándome mucho por no cambiar, Zara. Pero cuando las personas

están en peligro, cambio.‖

―¿Y yo estoy en peligro?‖

Él asiente.

Toco su espalda. Estoy hecha un lío y ni siquiera recuerdo caminar hacia él.

Los músculos ondean y se mueven bajo mis dedos, como si las fibras

estuvieran luchando para quedarse quietas.

―¡Entonces cambia!‖ le ordeno.

―No quiero asustarte.‖

―¡Ya estoy asustada! Chillo. ―¡Solo no quiero que te lastimes!‖

―¿Yo? No soy yo de quien me preocupo. Eres tú‖

Una mano golpea en la puerta de mi habitación. La cosa se sacude entera en

el marco de la puerta. Oh Dios. Oh Dios. Nick oscila de un lado a otro. Sus


ojos se llenan de dolor y pena. Rasga su saco y se apresura al otro lado de la

cama donde no puedo verlo.

―Hagas lo que hagas, Zara, no lo dejes entrar. Sin importar lo que diga. No

puedes dejarlo entrar.‖ Gruñe y hay un golpe en la puerta, un gentil, y

adorable golpeteo. Doy unos pasos más lejos de la puerta.

Los pantalones que Nick ha estado usando vuelan a través del cuarto. Los

atrapo en mis brazos.

Él trata de seguir hablando. ―Podría ser capaz de enfrentarles uno a uno aquí,

pero prefiero no arriesgarme. Él es más fuerte que el resto de ellos, y este no

es mi hábitat, ya sabes…‖

―¿Nick?‖ susurro.

Una almohada vuela sobre la cama.

―Solo tenemos que aguantar hasta que llegue Betty. Solo aguanta hasta

entonces, Zara.‖ Sus palabras salen apresuradamente y el golpeteo en la

puerta las ahoga.

Pero no puede ahogar el gruñido feroz que escapa de su garganta, mitad

advertencia, mitad grito de batalla, todo lobo.

―Oh Dios,‖ susurro.

Alguien golpea suavemente contra la puerta.

―Zara, déjame entrar.‖

El lobo gruñe y se para entre la puerta y yo. Su pelaje, grueso y completo,

parece erizarse en contra de la amenaza.

Nick me dijo que por lo menos eran cinco. Uno que estaba aquí en la casa con

nosotros, pero mientras yo no abra la puerta, estaríamos a salvo.

¿Por qué pensaría Nick que yo abriría la puerta? Debe pensar que soy la

humana más ingenua de todas. No hay forma de que yo abra esa puerta para

dejar entrar a esa cosa-duende.

¿Pero que hay de los otros?

Echo un vistazo por la ventana, moviendo la cortina solo un centímetro y

ubico dos figuras oscuras en la nieve. La nieve cae desde el cielo blanco

grisáceo, soplando hacia ellos, y todo parece casi pacífico.


El golpeteo viene de la puerta otra vez, un golpe dulce, como los que mi

mamá golpearía cuando necesita despertarme a mi y a mis amigas en una

fiesta de pijamas.

Miro fijamente a Nick. Él se agacha, listo para saltar.

Ellos están tratando de engañarme. No los dejaré. Ignoraré la puerta y

observaré a los que están afuera. Regreso a la ventana, y chillo. Una cara se

asoma, pálida y con ojos salvajes, pegada a un cuerpo. Salto hacia atrás y

chillo todavía más. La cortina se cierra para oscurecer mi vista.

Me siento en la mitad de mi cama y encojo mis rodillas contra mi pecho, pero

presiono fuertemente el atizador en mis manos. Lo usaré. El pacifismo es

sobreestimado a veces.

―Esto no está pasando,‖ repito. ―Esto no está pasando.‖

Algo araña la ventana y estoy muy segura de que no es una rama de un árbol.

Es algo espeluznante que quiere entrar.

Nick rodea el cuarto, patrullando, atrás y adelante, atrás y adelante desde la

ventana hacia la puerta, ventana a la puerta.

Sus labios se retiran, revelando sus dientes. Otro suave golpe de nudillos

suena contra la puerta. Nick muestra sus dientes todavía más, hasta las

encías.

―¿Zara?‖ La voz llega, profunda, un poco ronca. Es familiar y no es la voz del

bosque.

Mi corazón se sobresalta, y no es debido al miedo.

―¿Zara, cariño?

No puede ser. No puede.

Me siento más erguida, y balanceo mis piernas fuera de la cama.

La llama de la vela en la cómoda oscila, coge una corriente de aire, y salta

tomando dos veces su tamaño.

Yo respondo con un susurro y una oración, una esperanza.

―¿Papi?‖


VViittrriiccoopphhoobbiiaa

‗Miedo a los padrastros‘


o puede ser. No hay manera, pero suena igual a él. Mi lengua parece pegarse a mi garganta y mi pecho se presiona con fuerza, pero me las arreglo para decirlo de nuevo.

―¿Papá?‖ Los gruñidos de Nick se salen de control. Su cuerpo tiembla. Tirita. Mi cuerpo también tiembla. Un lobo rugiendo, no es algo que quieres tener a diez pies de cerca, y yo estoy mucho más cerca de uno, que me da miedo. Es realmente escalofriante, pero no tan espeluznante como lo que está en el otro lado de esa puerta. Mi papá había muerto. Y sin embargo, ahora mismo, estaba hablándome. Podía oírle por encima de los gruñidos. Juro que si. Podía oírle de alguna manera, y estaba justo detrás de la puerta. Mis pies se movieron silenciosamente a través del piso. "Papi, ¿eres tú?" le susurré. Y parece que el ha logrado escucharme. "Abre la puerta, querida Zara, y déjame entrar" Y yo quiero hacer lo que me dice. Realmente quiero, pero el shock hace que mis miembros sean lentos y pesados. Y es allí, cuando Nick se pone sobre sus patas traseras mientras eleva las patas delanteras contra la puerta, bloqueándome. "Muévete, Nick‖, le ruego y doy un paso más, estirándome hacia allí, pongo mis manos extendidas contra la puerta, como si de algún modo pudiera sentirle en el otro lado y tocar el rostro de mi padre, sentir su calor sobre su piel, de nuevo, palpitando con vida. Pero no puedo. Por supuesto, no puedo.

N


La madera es fría contra mis manos, y me parece tan injusto. "No puedes estar aquí". Mi voz suena pequeña y débil. Mi corazón palpita fuertemente en mi pecho. ¿Y si abro la puerta? ¿Él me sonreiría y me mostraría sus hoyuelos? ¿Estarán sus mejillas desalineadas porque necesita un afeitado? ¿Me abrazaría? Todo lo que había deseado en estos meses, era que él estuviera vivo. Pero yo le había visto en el suelo. Le había visto en el ataúd. Y algunas personas dicen, que solemos presentir cuando alguien ha muerto, puedes sentir que su alma se ha ido, desaparecido, dejando solo un cuerpo vacio. Pero si los hombres lobo y los duendes eran reales, entonces tal vez esto estaba ocurriendo. Tal vez mi padre, en realidad esta aquí, justo aquí, sólo a unos pocos centímetros de madera lejos de mí. Me abalanzo hacia la puerta. Mi hombro se presiona contra un lado del cuerpo lobuno de Nick. "No puedes. No puedes estar aquí". "Soy yo, Zara. Déjame entrar y te lo explicare", él dice. Murió. Murió. Yo lo vi morir. El agua derramada en el suelo. Su fría cara bajo mis dedos. Pero, ¿qué si no murió? ―¿Papá?‖. "Estoy aquí, cariño." Un gran nudo se forma en mi garganta, haciendo que mi corazón me duela. Es su voz. La suya. Justo aquí. Llego hasta la perilla de la puerta pero no consigo girarla. Nick me golpea con su cabeza, empujando contra mi mandíbula inferior y mi mejilla, como un golpe. Su hocico, aparta mi cabeza lejos de la puerta. Y presiona su cara entre yo y la madera. Su pelaje se mete en mi boca. Logro escupir y alejarlo a la vez. "Es mi padre. Mi papá." Doy una palmada en la puerta. "Está en el otro lado. Los duendes le atraparan‖. Nick me muestra sus dientes." No puedo perderle otra vez, Nick. " El lobo me gruñe como si estuviera listo para morder. Mi cabeza decidiendo si debo de seguir o desistir, pero entonces pierdo la cordura. "Aléjate...de...la puerta...". Empujo contra su grueso cuello, y lo hago una y


otra vez, empujándole cada vez más. Pero él, no se mueve. "¡Muévete!" Le exijo. "Muévete". "Zara, ¿hay un lobo contigo? No confíes en él," la voz de mi padre dice, con calma, mucha calma. Agarro un puñado de piel y me congelo. Ya que, al mismo tiempo siento que algo no está bien. Mi papá nunca estaría tranquilo si yo estuviera en mi habitación con un lobo. El estaría estresado y gritando, golpeando la puerta, con patadas, al igual que lo hizo una vez cuando yo era muy pequeña y accidentalmente me encerré en el cuarto de baño y no podía desbloquear la cerradura, porque era viejo. El había derribado a patadas esa puerta, astillando la madera, y cuando logro entrar, el me tomo entre sus brazos, en un fuerte abrazo. Y había besado mi frente una y otra vez. "Nunca dejare que nada te suceda, princesa", me había dicho. "Tú eres mi bebé". Mi papá derribaría esta puerta. Mi papá me salvaría. "Déjame entrar", él dice. "Zara..." Solté a Nick, y retrocedí. Mis manos vuelan hasta mi boca, cubriéndola. Nick deja de gruñir y menea su esponjosa cola. ¿Cómo sabría mi papá que había un lobo aquí y no un perro? ¿Cómo podría saber que no son duendes? Me estremezco. Nick esta junto a mí, presionando su cara contra mis piernas. Dejo caer mis manos y hundo mis dedos en su piel, enterrándolas allí, buscando algo. Tal vez solo comodidad. Tal vez calor. Tal vez fuerza. O tal vez las tres. "Estás muerto", digo y un sollozo atraviesa mi pecho, explotando de mí. "No puedes estar aquí". "No estoy muerto, Zara". Me alejo de Nick, y sujeto una almohada en su lugar, la presiono contra mí como un escudo. El recuerdo de mi padre en el piso llega hasta mí. Veo la botella de agua rodando a través de la madera. Veo su boca, abierta, buscando aire. "Sí, lo estas. Estás muerto", digo. "Me dejaste. Lo vi. Me dejaste. Y ahora estoy aquí, en Maine, donde todo es una locura y donde no se puede correr por la noche y hace mucho frío". "Zara, déjame entrar, te lo explicare."


Lanzo el Informe Anual sobre Derechos Humanos del 2009 contra la puerta. Que golpea ruidosamente contra la madera. Nick se encoge y trata de alejarse de ahí, con sumo cuidado. Arrojo otro informe anual que golpea contra el picaporte. "¡Mentiroso! No puedes explicar nada. ¡No puedes! ¡Me dejaste!" Sollozando, me levanto, corro hacia la puerta y la golpeó con los puños. "Te fuiste". El era la mejor persona a quien había amado, mi papá. Él era alguien que cuando te abrazaba te hacia sentir segura, protegida y cálida, como un gigante oso de peluche, muy cálido. "Solo déjame entrar, Zara". Él suena enojado ahora, de la misma forma que sonaba cuando discutía con mi madre. Suena casi igual como mi papá. Y escucho pasos, uno, y ahora otro. Nick deja escapar un gruñido bajo. Entonces, pongo un dedo en mis labios, tratando de decirle que se calle. Mis dedos tiemblan, pero aún así destraban la puerta. "Ábreme la puerta, Zara," él dice. Nick me empuja alejándome de la puerta y lo dejo hacerlo. "No", le digo. "Si fueras mi padre, podrías abrirla por ti mismo." No hay respuesta. Y yo sabía eso. Sabía que no respondería a eso. Nick frota su nariz contra mi mano. Mis dedos se hunden en su piel. "Entonces, ¿porque no tratas de abrir la puerta?" Le pido. "Esta desbloqueada". Algo grita dentro de mí, algo violento, desesperado y real. "¡Adelante!" grito, salvajemente, vacía y no tan vacía. Nick me empuja poniéndose frente a mí, bloqueando la puerta, y lo que esta más allá de ella. "¿Por qué no, ¿eh? ¿Por qué no estás abriendo la maldita puerta?" Clavo los ojos en la perilla de la puerta. No se mueve. Él sabe que no puede engañarme. Nick estaba en lo cierto. Los duendes solo puede entrar en hogares y lugares que han sido invitados o en los que han estado antes. Mi padrastro había estado en este cuarto un millón de veces. Si hubiera sido él, entonces habría caminado dentro, justo en el mismo momento en el que abrí la puerta.


Pero no era él. No había regresado de entre los muertos por arte de magia. Era otra persona. O algo más, algo que había estado dentro de la casa, pero no en la habitación. Era algo que sonaba como mi papá. "Ven a mí, Zara. Necesito que vengas a mí". "¿Qué?" "Mi necesidad... Yo no puedo retenerla por más tiempo...es enorme". "¿Qué eres?" Le pido, retrocediendo, sin dejar de mirar el pomo de la puerta. "¿Qué diablos eres?" Sea lo que él sea, suelta rugidos de rabia. Da algunos pasos, bajando y subiendo las escaleras y suena como si un tornado estuviera destrozando la casa de la Abuela Betty. Los vidrios del librero se rompen. Cierro los ojos y cubro mis oídos. Nick gruñe. Me encojo en mi cama. Por un segundo, yo había creído que lo que quería más que nada en el mundo se había hecho realidad. Por un segundo, pensé que mi padre había regresado. Pero no es así. Se ha ido de nuevo. El realmente, se había ido, y yo lo sabía. Sabia que nunca lo volvería a ver, no importaba lo mucho que lo deseaba. El fuego de furia en mi interior se ha apagado y temo que, en realidad, estoy muy asustada, porque mi mayor temor es cierto. Tengo que vivir mi vida sin mi papá, mi compañero de entrenamiento, el tipo que me enseñó acerca de la Amnistía y quien me cantaba canciones de John Lennon fuera de tono. Sollozo y abrazo fuertemente mi conejito de peluche. Nick da un salto sobre mi cama y aplasta su cuerpo contra el mío, acariciando mi cara con su hocico hasta que logre elevarlo lo suficiente como para que él lama mis lágrimas. Mientras el duende se enfurece escaleras abajo, yo envuelvo mis brazos alrededor del cuerpo peludo de Nick y lloro contra él. Él lloriquea un par de veces, e intenta lamer mi cara un poco más, pero también, observa la puerta, y entonces, finalmente, detengo mi llanto patético y sólo me mantengo llorando en silencio. Y, finalmente, también dejo de llorar porque estoy abrazando a Nick, con la esperanza de que todo no sea real, que de alguna manera todo sea un sueño, pero si esto fuera cierto, significaba que también iba a perder a Nick. Significaría que el no era real, y en realidad, yo quería que él fuera real.


Quería que, aunque sé probablemente iba a perderle, como perdí a mi papá y a mi mamá, como me perdí a mi misma. Quería que él fuera real.


NNeeccrroopphhoobbiiaa

‗Miedo a la muerte‘


Corregido por Glad

l es humano otra vez cuando me despierta con sólo un pequeño beso en

la frente.

Abro los ojos para ver que esta sonriéndome.

Gimiendo, pongo mis manos sobre mi rostro. Él ha abierto las persianas y la

luz brillante entra a raudales a mi habitación. Gimo.

"¿Me quede dormida? ¿En serio? ¿Cómo pude conciliar el sueño? "

"El estrés y el lloriqueo debido a los pasos de afuera. Dejo de desconcertarte

una vez que el duende se detuvo de destruir todo, abajo".

"Oh." Toco mis mejillas. "Me lamiste."

Él se ríe y se inclina más, dando un pequeño golpe de su pequeña lengua en

mi mano. "Eres deliciosa".

Trato de pegarle. Se ríe mucho más y coge mis manos.

"¡No es justo! Una simple mortal contra un hombre lobo, " me quejo.

"Bien".

Me deja ir, pero primero besa mis dedos, cada uno de ellos.

Suspiro feliz.

Entonces, llega a mí la cordura y logró sentarme rectamente.

"¿Los duendes?"

"Se fueron", dice, poniéndose de pie y estirándose. Se pone la ropa de nuevo.

Todo su cuerpo cruje, una vértebra a la vez. "No puedo olerlos."

Asiento como si lo que me estuviera diciendo tuviera perfecto sentido, pero

no lo tiene, ya que no soy una experta en criaturas mágicas. Mi estómago se

presiona.

E


"Fingió ser mi papá", le digo.

Los ojos de Nick se suavizan. "Eso debió de haber sido difícil."

Trago. Mi boca sabe horrible, como vieja madera quemada.

"Sin embargo, fuiste más lista que él," él me dice. "Estoy orgulloso de ti."

Trato de sonreír, pero no puedo hacerlo.

Agarra mi mano. "Vamos a ver si los teléfonos están funcionando, ¿de acuerdo?

Tal vez ¿encontremos algo para comer? "

"¿Esta Betty aquí?"

"No Todavía".

"¿Crees que está bien?"

"Los caminos son malos, Zara. A menos que ella cambie (transforme) le será

difícil llegar aquí rápidamente‖.

"A menos que cambie", repito. Mis dedos envuelven sus dedos. A ellos les

gusta la sensación, de seguridad, envolvente. "¿Es seguro?"

"Estoy contigo, Zara. Te prometo que estarás a salvo".

Quiero creerle, pero no estoy segura de hacerlo. ¿Realmente hay algo seguro?

Ambos, sacamos la valentía, la suficiente como para bajar las escaleras y todo

es horrible, muy malo. Sabíamos que un duende había caminado por aquí,

pero él había destrozado todo, era difícil no creer que no fueron cien o más.

"Parece que aquí hubo una fiesta. Una increíble y gran fiesta. "Digo,

deteniéndome en la mitad de las escaleras para inspeccionar los daños. "Oh

Dios, Betty va ha matarme."

El sofá totalmente volcado. La silla de cuero blanco estaba manchada de

hollín. Documentos y libros esparcidos por el suelo. El polvo dorado y mágico

del duende recubre los cojines del sofá.

Nick agarra mi mano y me guía por las escaleras. "Está bien. Nos ocuparemos

de esto. No será tan malo."

El deja ir mi mano y toma un extremo del sofá. "Vamos a voltear esto

primero."


Juntos, enderezamos el sofá y lo empujamos contra la pared. Nick sopla el

polvo de sus manos. "Repugnante".

"Podría haber sido peor. No destrozo totalmente los cojines o cualquier cosa",

digo, pero mi voz suena falsa.

Aunque engaña a Nick. "Cierto".

Empezamos a recoger las cosas. Reviso mi teléfono celular y el teléfono de la

casa para ver si funcionan, todavía. No lo hacen. Abrimos la puerta y la nieve

cae en la casa. Cualquier tipo de huella de los duendes, han sido enterradas.

Mi respiración se atraca.

El mundo parece ser - ‗El Cascanueces‘ - un cuento de hadas, pareciendo ser

Navidad. La nieve cubre los árboles, convirtiéndolos en blancos y mágicos. El

MINI de Nick está completamente cubierto. Me parece bello, ordenado,

natural y seguro, lo contrario de la casa de Betty.

"Estamos bloqueados por la nieve‖ el anuncia. Y después olfatea el aire. "Es

una gran tormenta, probablemente durará toda la tarde y no finalizará hasta

mañana por la mañana."

Camine ruidosa y pesadamente a través de la sala de estar e intente encender

la radio de Betty. Logró oír a Josie, la despachadora, que dice: "Salió rumbo a

casa hace dos horas."

"¡Oh, Dios¡"

"No. No te preocupes. Voy a tratar de llamarla en el otro canal. No se ha

sabido nada sobre el niño Dahlberg. La tormenta se supone que durará toda la

noche y las carreteras son malas, por lo que podría tomarle un poco más de

tiempo. Y el satélite esta abajo, también, así que algunos de los otros canales

no están funcionando".

Presiono el botón de la radio. "Está bien. No te canses, Josie."

Se ríe y puedo escuchar su risa a través de la estática fuerte y clara. "No estoy

muerta aun, Zara. Todavía tengo un poco de vida en mí."

Todos lo tenemos, o al menos eso creo y vuelvo a tratar de limpiar la sala.

Mientras limpiamos, el trabajo parece eterno, entonces finalmente ambos

estómagos gruñen más fuerte que el viento.

"Me muero de hambre. ¿Tienes hambre? ", me pregunta.


Yo toco mi estomago. ―Sí. ¿Crees que Betty este bien?"

Me abraza. "Creo que está bien."

Camina hacia la cocina y coge algunos huevos de la nevera, mientras muevo el

resto dentro de la refrigeradora para que no se malogre.

El tiene dos sartenes instalados en la parte superior de la estufa a leña y abre

una lata de picadillo de carne y lo vuelca dentro.

"¿Picadillo de Carne?", Digo. "Eso es repugnante".

"Es bueno, para los pelos del pecho."

―Pelaje, querrás decir."

―Exactamente.‖

Aparta la tapa de metal y la pone sobre una toalla de papel. Derrama el

picadillo en la sartén y lo remueve.

"Esto puede tomar un tiempo." Agarra otra cuchara para revolver los huevos.

"Estaba pensando que podría ser necesario pedir ayuda para esta situación de

duendes".

"Está bien, pensé que los lobos tienen manadas. ¿Tienes una manada?"

"No en el sentido tradicional."

"Lo siento Nick, pero cuando se trata de hombres lobos, no sé cuál es el

sentido tradicional".

"Yo no corro con otros lobos."

Asiento. Y espero. Finalmente me rindo y digo, "Así que corres con..."

Él hace una mueca. "Coyotes. Pero tienen algo del ADN del lobo".

Es difícil no sonreír. "Eres el alfa, al menos, ¿verdad?"

"Por supuesto que soy alfa." Casi me gruñe.

"Lo siento. Perdón. Por lo tanto, ¿pediremos ayuda a tu manada? ", Pregunto.

"Si eres el alfa, puede decirles qué hacer, ¿verdad?"

"Vamos a preguntarles a ellos. Ellos pueden hacer cosas pequeñas, tratar de

desviar a los duendes, mantenerlos ocupados. Pero son sólo coyotes normales

Zara, y se asustan de la magia. "


Revuelve el picadillo un poco. "No, yo estaba pensando en pedirle ayuda a

alguien más."

"¿Quién?"

Me Señala con la cuchara. "Hay que mantener la calma en esto, ¿de acuerdo?

Cuando lo diga, no puedes ponerte histérica ni nada".

"Dime".

"Issie y Devyn".

Giro para mirarle. "No podemos hacer eso. En primer lugar, podrían resultar

lastimados. En segundo lugar, ¿qué? ¿Vas a decirles que eres un hombre lobo?

Oh, sí. Eso va a ir muy bien".

"Ellos ya lo saben, porque..."

El fuego cruje de nuevo. El viento sacude la casa.

Él está alerta y listo, pero no pasa nada, pero esto hace que no termine de

decir su frase.

"Ellos ya saben porque...", repito, completamente impaciente.

Toma una gran bocanada de aire.

"¡Oh Dios mío! Issie es un conejo, ¿verdad? ¿Tienen esos? ¿Tienen were-

conejos? "

"Gran punto, Zara." Nick se pone de pie. Negando con una sonrisa.

Pongo mala cara. "Sería un buen conejo."

"Es verdad. Pero no lo es. Es Devyn ".

"¿Devyn? Devyn es listo y normal".

El raspa el fondo de la cacerola que contiene el picadillo. Su voz sale

mortalmente calmada. "Es un águila".

"Oh. Muy bien. No voy ha volverme loca con eso, pero quiero decir que me

sorprende."

"¿Porque él está en una silla de ruedas?"

―¡No! Porque es un ave".


AAggaatthheeoopphhoobbiiaa

‗Miedo a la locura‘


l viento sacude ruidosamente la casa, hace que las llamas dancen en la estufa de leña. Estoy comiendo una extraña combinación de carne y papas cubicas11 con un tipo que realmente es más caliente que el fuego y

¿Qué es lo que le digo? Yo le digo, "Tenemos que encontrar la manera de evitar que el duende me bese, y me haga su reina." "Lo sé", dice Nick. "Creo que no desistirá si le decimos que no lo haga". Le doy una risa nerviosa. Nick comienza a raspar el crujiente picadillo que se aferra a la parte inferior de la cacerola. Lo mezcla con las partes más suaves del picadillo, y forma un gran aglomerado marrón, con rojo y blanco. Sin embargo, huele bien, lo suficiente como para no hacerme pensar en Duendes. Casi. O que las únicas personas buenas de la escuela son WERES. "Esto es serio, Zara," él dice, moviendo su aglomerado de picadillo y huevos. "En primer lugar, no puedo creer que los duendes tengan reyes y reinas. Eso es tan pasado de moda. No me importa si son ‗Shining Ones‘12. Es muy descabellado. ¿Son una especie de dictadura totalitaria, basada en un ideal monárquico de superioridad, porque son aquellos que poseen uno de los peores gobiernos posibles? Quiero decir, son de aquellos que violan los derechos humanos—" El posa su mano sobre mi boca al igual que lo hizo con Devyn e Issie alguna vez. Pero yo no soy la risueña Issie quien seguramente fue convencida rápidamente. Yo miro hacia el con furia. Nick se mantiene batiendo los huevos con su otra mano, que esta libre, como si no pasará nada, absolutamente nada, como si se tratara de una conversación normal que las personas suelen tener.

11

Papas cubicas: cortadas en cuadrados. 12

Shining Ones: Seres únicos-mágicos.

E


"Zara, se trata de duendes y cuando se trata de violar los derechos humanos, a los duendes eso no les importa", explica. "Uno, ellos no son humanos. Dos, la tortura es parte de su M.O13" Intento caminar, pero él gira y pasa uno de sus pies, por encima del tacho de basura en una maniobra de súper hombre lobo-rápido y no deja de batir los huevos, que están cociendo deliciosamente, casi terminados. El no mueve la mano de mi boca y sus ojos brillan como si yo le divirtiera. Pero yo no soy divertida. "Voy a mover mi mano ahora. ¿Está bien?" "No hay manera que yo sea una reina," añado enojada. Se limpia la mano en su camisa. "¿Qué? ¿Te babee?" "Un poco". "Eres un lobo. Deberías de estar acostumbrado a las babas." "Eso es un golpe bajo". El quita la cacerola de huevos de la estufa, y la coloca sobre la chimenea de ladrillos que la rodea. Cruzo los brazos sobre mi pecho. "No me importa". Nos quedamos en silencio por un minuto mientras el empieza a raspar la sartén de nuevo. Las ventanas parecen vacíos espacios en blanco debido a la nieve que sigue cayendo. Algunos de los copos salpican contra la casa como si trataran de liberarse de la realidad invernal. "Este no es su comportamiento normal, obviamente. Es decir, los duendes no siempre tratan de matar a todos. Hay una brecha", digo. Nick comienza a interrumpir, pero elevo mi mano para detenerle. "Sé que lo sabes. Sólo estoy pensando en voz alta, tratando de procesar información. Intento conectar todo esto con la carta de mi padre. Y han estado sin una reina desde hace un cuarto de siglo. Tiene que ser una norma respecto al tiempo". El me apunta con la cuchara. "Zara, sé que estás un poco asustada por todo esto y eso es normal, pero creo que—" "¿Normal? ¿Qué hay de normal en todo esto? Tu, posiblemente eres el hombre más guapo de todo el universo, y te gusto, pero eres un hombre lobo." Puedo

13

M.O: Modus Operandi.


oír la histeria en mi voz, pero no puedo detenerlo. "Dos de mis personas favoritas en la escuela son un hombre lobo y un were-águila. ¿Cierto? Un were-lobo y un were-águila. Y, por supuesto, mi abuela es una were-tigre". Él asiente y me deja seguir con el parloteo. Camino de un lado al otro dentro de la sala. "Y que no se me olvide, que el duende a destruido mi sala, y que los duendes quieren que yo sea su reina. Y para lograr eso, en vez de ser agradable y coquetear conmigo, o traerme flores o algo así, este tipo solo susurra mi nombre cuando estoy en el bosque intentando que me pierda y llevarme hasta su casa, en el momento que me encuentro sola en esta casa". Me detengo por un segundo. "Espera. ¿Por qué espera hasta el momento que Betty no esta aquí?" Nick pone algunas cucharadas de picadillo en un plato, y después, comienza a poner los huevos. "No tengo ni idea. Tal vez le tienen miedo. Los Were-tigers son muy rudos." El se encoge de hombros y comienza a poner más comida en el plato. "Tal vez se cansó de esperar", el me indica, sentado en el suelo delante del fuego. Me siento con él, el calor forma una capa plegable de calor contra nosotros y se siente tan bien. "Tal vez se dieron cuenta de que no dejaría que te congeles en el bosque, por lo que decidieron que un ataque directo era lo mejor," dice. "Los lobos luchan mejor fuera. No somos animales domésticos. ¿Te gusta el picadillo?" El coloca los huevos revueltos en mi plato y después un poco de picadillo más. Lo pruebo. "Esto esta muy bueno‖. Él sonríe. "Gracias". "Así que ¿también puedes cocinar?" le pregunto. "Eres perfecto, ¿no?" "Soy un hombre lobo", dice entre bocado y bocado. El inclina su cabeza. "Eso sólo te da una excusa totalmente buena para tu patético temperamento". Él mueve las cejas. "Cierto". "Si llego a ser la reina de los duendes, tendrás que me llamarme ‗Su Majestad‘", bromeo. "Nunca". "¿Nunca me llamaras ‗Su Majestad‘? Eso es mezquino. Tu simplemente eres un común hombre lobo, ya lo sabes, y yo sería de la realeza".


El fuego crepita y un leño se mueve. Salto sobre Nick quien no se mueve en absoluto. Supongo que es difícil desconcertar a un hombre lobo. "Nunca vas a convertirte en la reina de los duendes. No te dejaré hacerlo." El cierra sus ojos, evitando que yo no pueda ver en ellos. Él tiene la cosa-alfa sobre él. No puedo apartar la mirada. Incluso si lo hiciera, yo todavía podía sentirle. Sentiría sus ojos. Sus ojos. "Uf. Odio esto. Me siento atascada". Pensé que era avanzar un poco al fin. Quiero decir, yo pensaba que estaba atascada en Maine, pero en realidad poco a poco fui avanzando hacia el futuro, un futuro sin mi papá. . . pero aun yendo hacia mi futuro, mí propio futuro. Issie y Devyn eran mis amigos. Nick estaba aquí. Todo eso podría dejar de existir. Respingo ante la idea. No quiero morir. Nick deja su plato sobre los ladrillos. Y viene hacia mí, tambaleándose un poco debido al desnivel. Liberándose de las cosas, se inclina hacia adelante, colocando las manos en el piso, como la posición de yoga del ‗perro‘14. "¿Zara?" Su voz suena muy suave, pero me dedico a estudiar mis huevos. "No voy a dejar que nada te suceda." "No puedes prometer eso. La gente no puede evitar que otras personas sean lastimadas o muertas". Tragando, me enfrento a él. Su boca está tan cerca de la mía. Sus ojos parecen hambrientos, serenos y fuertes, así que le digo, "Un par de semanas atrás, no me habría importado morir. ¿Sabes?" Él asiente. Y espera. Mis labios se mueven, pero no puedo encontrar las palabras adecuadas. "Acabo de perder a mi padre". Trago de nuevo. ¿Por qué me es tan difícil tragar? "Pero ahora…‖, avanzo hacia él. "No quiero morir. No quiero tener miedo. Yo sólo quiero vivir". Él deja que mis palabras salgan y luego pregunta, "¿Qué ha cambiado?" "No lo sé. ¿Tu, tal vez? O ¿tal vez solo vi a Issie siendo tan feliz y valiente todo el tiempo? O..." Me acerco para que mi frente toque la suya. "Tal vez solo necesitaba tener miedo. Pero ahora se que no quiero morir". Él besa mi nariz. Sus labios rápidamente bajan hacia mi mejilla y, después, a mis labios, donde susurra: "Te mantendré a salvo, Zara".

14

Posición de Yoga ‘Perro’: Cuando te colocas sobre tus cuatro extremidades.


Tomo sus hombros entre mis manos. "Pero, ¿y tú? ¿Quién te cuidara a ti?" "Voy a estar bien". Sus labios rozan los míos, moviéndose lentamente. Pero yo le alejo, solo un poco. Mis manos dejan sus hombros y se mueven hacia su pelo. Suavemente trato de poner algo de espacio entre nosotros. "¿Me lo prometes?" Respiro en contra de él. "¿lo juras?" "Lo juro". "Tenemos que salir de aquí", él dice. Estamos de pie en la fría cocina, poniendo los platos en el fregadero sin agua. La nieve sigue acumulándose al exterior. Mis dedos tocan la ventana fría. "Estás bromeando". Pongo la cacerola que contenía el picadillo, en el fregadero. El metal hace un ruido. Las sobras del picadillo, en el fondo de la cacerola forman un crujiente montón de color marrón. Arranco una toalla de papel del rollo. "Repugnante". "¿Zara? No podemos ocultarnos en tu habitación de nuevo, durante toda la noche." Nick se acerca a mí, para sujetar el mango de la cacerola. Echando un poco de detergente, untándole, para que este trabaje en la mugre y el desperdicio. "Tenemos que deshacernos de este problema ahora." ―¿Ahora?‖ "Mientras aún es de día." "Mire Sr. Proactivo—". "Hablo en serio, Zara". Él pone la cacerola nuevamente en el fregadero. No podemos hacer nada con ella, no ahora, no sin agua. "Lo sé. Ya sé que es serio, pero no soy una persona a la que le guste la nieve." Digo mientras reacomodo mi cola de caballo. Mi pelo no está en su mejor momento debido a la falta de ducha. Me subo mis calcetines de lana. Llevo dos pares y crujen bajo mis pies. ―¿Y dónde vamos a ir? ¿Y Betty?"


"Ella debería estar aquí ahora", dice, y mi corazón trata de esconderse detrás de mis pulmones, para no escuchar, pero lo hago. Sigo escuchando a pesar de que estoy tan preocupada por Betty. "Vamos a ir a mi casa. Nos reuniremos con Issie y Devyn y haremos un plan." Señalo hacia la ventana. "¿Y cómo vamos a llegar? " "Mi coche". "Las carreteras están malas. Betty me dijo que no debo conducir." "Lo sé, pero a veces hay que romper las reglas". Me rindo. No quiero quedarme aquí, sin Betty. Especialmente si no se si los duendes iban a volver para una feliz visita de reencuentro. Subo las escaleras, y cojo las ‗Cartas Urgentes de la Amnistía‘. "¿Tienes correo?" Nick se burla. "Son acciones urgentes. Tienen que ser enviados de inmediato o de lo contrario la gente podría ser torturada o asesinada o-" Toca mis labios con sus dedos. "Eres peor que yo". "No es cierto." Nos abrigamos y salimos afuera. Limpiamos la nieve que cubre el MINI de Nick. Los árboles me preocupan. En realidad no eran los árboles los que me preocupaban, era más, aquello que podía salir de en medio de ellos. La nieve cubre todo el exterior. Abarca las ramas, los coches, la tierra y el agua. Cubre las casas. Debajo de ella el mundo está perdido. Debajo de ella se pierden las personas, los animales, la hierba. Todo es blanco. Enceguecedor. Blanco. Todo se ha ido. Las líneas impresas de los tejados y las ramas de los árboles, las líneas rectas de las carreteras, todo está borroso, cubierto, perdido. "A mi papá le hubiera encantado esto. El habría sacado unos esquís y hubiera dicho: ‗Vamos a tener una aventura‘", le digo. "Suena bien." ―El era genial‖ "Debió de haber sido un were". "Sí, claro", digo, dejando que esa pieza adicional retumbe en la sala, por fin en voz alta. "El menciono a los ‗Shining One‘ en su nota." Nick pasa una brocha por encima del MINI, la que se lleva el resto de la nieve,


pero hay una corteza de hielo que cubre las ventanas. El entra en la cabina y enciende el descongelador ensordecedor. Me preparo, mirando hacia las ventanas claras, la zonificación, tratando de procesar todo. "¿Zara?" Nick espera en la puerta del lado del conductor, que está abierta. La nieve mancha su cabello de blanco, así como también sus cejas. Hay ríos de agua, cayendo de su frente caliente. "¿Vienes?" "Ok". La casa de Betty esta a sólo unos metros de distancia. Podía correr hacia el interior, cerrar la puerta, echar la cerradura, y ocultarme. Podría revolcarme en el suelo. Podía dejar de moverme. En su lugar, entro en el coche. "Está bien‖, digo, dando un portazo. "Vamos." El interior del MINI está caliente porque el motor ha estado funcionando y bombeando de calor. Respiro el aire caliente y la sonrió. Podría sentarme aquí para siempre, es acogedor, seguro y cálido, como Nick. Me agacho y toco los pelos que había visto sobre las tablas el otro día. Pertenecen a Nick. Miro hacia él para asegurarme de que no está mirándome furtivamente y entonces, meto un poco de su pelo en mi bolsillo. Pase lo que pase, iba a tener algo que me recuerde a él. No es como si algo malo fuera a suceder. ¿Verdad? Nick agarra mi mano y es como si estuviera leyendo mi mente. ¿Pueden hacer eso los hombres lobo? "Vas a estar bien, Zara". "Lo sé‖ inhalo, pero mi nariz está tapada. "Estoy bien". El presiona levemente mi mano y la deja ir, lo que es totalmente injusto. Me gusta sentir su mano sobre la mía. "Necesito dos manos para conducir", el dice. Sus dedos son gruesos, largos, y no peludos.


"No puedo creer que estos se conviertan en patas". "Es raro, ¿no?" Le miro. Sus hombros se expanden bajo su chaqueta y las piernas, sólidas y largas, parecen enormes. Me pongo mi cinturón de seguridad. "Debemos seguir adelante. El camino no será nada fácil." Nick pone el MINI en reversa. "Uh-huh." "Puede ser que nos atasquemos". El presiona el acelerador y nos deslizarnos unos tres metros antes de hacer una estrepitosa parada, parece que estamos atrapados por la nieve. El trata de ir hacia adelante y después hacia atrás, un poco hacia adelante, un poco hacia atrás. Su cara se aprieta en gesto de mal humor. "Esto no es bueno, ¿verdad?" le pregunto. "No es bueno en absoluto." Apaga el motor. "Yo podría tratar de empujarte." "Eso no funcionará. No con toda esta nieve". Nick abre la puerta y brinca fuera. "Vamos a tener que palear." "¿Palear?" Nunca he paleado en mi vida. He visto a gente en la TV que lo hace, y mi papá tenía historias de palear durante horas, tratando de salir de casa durante las Nor'easters, que son las monstruosas ventiscas que venían de Nueva Inglaterra. Salto detrás de Nick, hundiéndome en la nieve. Mis pantalones están empapados, y tengo algo de nieve cayendo dentro de mis botas, que anidan allí. Maldita nieve. "¿Vamos a palear por toda el camino de acceso?" Le pregunto, con las manos en las caderas. "¿Solos tú y yo? Este será un camino largo. Es menos de un kilómetro de largo." Un pájaro grita en la distancia. Es la primera ave que he escuchado desde ayer. Nick lo oye también. Inclina su cabeza y mira, mientras escucha como un perro. Parece reconocer algo, porque de pronto sus ojos se tornan más serios, más urgentes.


"¿Nick?" Se limpia la cara como si estuviera tratando de deshacerse de una mosca. "Lo sé. Es un camino largo. ¿Dónde están las palas?" Él avanza hacia la casa. Y yo lo persigo. "¿Nick? ¿Qué ocurriría si el camino no es transitable? ¿Y si los quitanieves no han salido todavía? No podemos palear toda la carretera." Se detiene, se da la vuelta. Sus hombros se hunden. "No pensé en eso". "Uno de nosotros podría ir a tantear el terreno, y el otro podría comenzar palear". "No. De ninguna manera. Tenemos que permanecer juntos". Su rostro se endurece de nuevo. Odio eso. El pánico se eleva en mi garganta, presionando. Respingo, recordando la flecha en su hombro. Se frota la cara otra vez, apenas un poco, y me recuerda a cómo un perro se rasca la boca cuando algo le pica, este golpe parece brusco en su totalidad. Dios, él en realidad es medio canino o lupino o lo que sea que fuera la palabra que era para los lobos. "Tenemos que hacer algo", dice Nick. Su nariz se abre, como si fuera a echar una llamarada. "Odio a los duendes." "El odio es una emoción inútil". "¿Qué?" Se gira y me mira. Yo retrocedo un paso. Los vellos de mis brazos se erizan. El me asusta cuando está así, con todo su poder fiero. "Mi mamá dice eso todo el tiempo. Es una de sus citas de vida, que lo aprendió de mi padre: El odio es una emoción inútil. Es algo que suele decir mi mamá". "Lo sé. Voy a patear tu culo, cuando todo esto haya terminado", le digo. "Y el de Betty también". Se ríe. "Pensé que eras una pacifista." "Lo que sea." Nos damos por vencidos con el paleo. Nos damos por vencidos en la conducción. Decidimos probar con las raquetas de nieve. Sí, raquetas de nieve que parecen hechas de rieles de ferrocarril y un poco de alambres de seguridad.


Empezamos a caminar a través pero no podemos movernos rápidamente, pero definitivamente seguimos hacia adelante. Juntos. Levantamos nuestros pies con cuidado, sólo un poco y con un movimiento uniforme hacia adelante. Un pie. Otro pie. Los olores de la nieve, se mezclan con los pinos y la madera que arde en la estufa de Betty. La nieve cae, fluyendo suavemente, bajando del cielo. "Es bonito", admito, cuando comenzamos a ir penosamente cuesta arriba. ―¿Cierto?‖ "Pero frío." Nick choca mi hombro con el suyo, juguetonamente. Patea un poco de nieve, y esta cae sobre mis rodillas. "Tienes suerte de ser lindo", le digo. ―¿De veras?‖ "Especialmente con ese aliento de perro". Él levanta un poco de nieve, lo convierte en una bola, eleva la mano hacia arriba. "Retiro lo dicho." Me rio. "No". Me agacho para agarrar un poco de nieve pero pierdo el equilibrio. El frío me pica en contra de mis mejillas. Trato de levantarme, pero no puedo. Soy incómoda y torpe aun con las raquetas de nieve. Nick se ríe. Trato de luchar un poco más contra la nieve. Me agarra de los brazos y me levanta. Sonriendo, él saca su lengua, y con diminutos movimientos empieza a lamer la nieve de mis mejillas. Aquello debería de ser repugnante. Pero no lo es. Todo es cálido, y sorprendentemente se siente bien. Cierro los ojos y le dejó hacer. "Hueles bien", susurra. "No me he duchado." "No me importa, hueles bien". Su voz, sensual y caliente, me derrite. Nuestros labios se tocan y se alejan, para volver a tocarse de nuevo. Tomo un


respiro, el mueve su rostro un poco y me estudia. Yo le sonrió. No puedo evitarlo. "Me gustas", le digo. "Mucho. Aun con todo ese asunto del hombre lobo." Él sonríe. "Tú también me gustas". "¿Mucho?" "Mm-hmm", dice, ladeándose para otro beso. "Malditamente demasiado". Y ya no me importa la nieve. No me importaban los duendes. Podía quedarme aquí para siempre, dentro de los brazos de Nick, besando sus labios, sintiendo su calor, permaneciendo junto a él. Todo el dolor y el miedo ya no importaban más. Eso era todo. Sin melodramas ni nada. Simplemente esto. Él.


MMeerriinntthhoopphhoobbiiaa

‗Miedo a ser amarrado o atado‘

Traducido por Glad

os besamos por largo tiempo, un buen y largo tiempo. Ya no percibo

que esta haciendo frio y olvido que tengo miedo porque simplemente él

es un buen besador. Sus labios se mueven por encima de los míos. Mis

labios ansían su toque, la suavidad de su piel. Nos mantenemos besándonos.

Mis manos se envuelven en su pelo. Su mano me presiona hacía él, tan cerca

como puedo estar, y él es sólido, fuerte, y asombroso.

Mis manos dejan su pelo y viajan hasta los lados de su cara, todavía sintiendo

un hormigueo.

"Deberíamos de seguir", él dice, sonando brusco y ronco otra vez. Amaba ese

sonido de su voz, más profundo de lo normal. Sus labios sueltan algunos

jadeos, también. "Estas sonrojada".

Entrecierro mis labios, saboreándole en secreto. Trato de moverme a un lado,

con mis raquetas de nieve. Pero es difícil.

"Eres un buen besador", le digo.

"Tu también lo eres".

Caminamos y caminamos y caminamos. Haciendo a nuestro paso, otro camino

sobre la nieve, y sobre la anterior carretera, que ya no sobresale a la vista,

porque esta enterrado por la nieve. Con mucha nieve.

"Estaba pensando en Ian," le digo, deslizando mis raquetas para la nieve hacia

adelante.

"Estupendo. Justamente lo que quería escuchar".

"No, no. Estaba pensando en él, por lo mal que sentirá con todo esto".

N


"Oh, pobre Señor SoyelReydelaCasa". Él bromea y me da un suave golpe con su

cadera. Yo le doy otro suave golpe.

"Quiero decir—".

Un águila grita. Pero yo no le presto importancia. En cierta forma Nick

tampoco lo hace.

Algo cae por sobre nuestras cabezas y Nick gruñe, un sonido animal, gutural. Que me aterroriza más que la cosa que esta sobre mi cabeza. Pero no puedo detenerme de gruñir también. Así que ataco a cualquier cosa que esté sobre mi pelo. Tiro fuertemente de el. Mis dedos se enrollan sobre algo que es de metal. Es una red. Alguien nos ha lanzado una red.

Nick me tranquiliza, todavía gruñendo. Sus ojos parecen vigilantes. Su frente

se arruga.

―¿Nick?‖ Su nombre sale de mí lentamente. Aparto mi pánico, e intento estar

bien. Tanto como pueda.

"Duendes", él logra decir mientras trata de empujar la red que esta sobre

nuestras cabezas, y rodeándonos. "La red es de plata".

―¿Plata?‖

Él niega. Todo en él tiembla como si tratara de mantener el control.

―¡Nick!‖ Grito hacia él, aterrorizada.

Unas manos me alejan bruscamente de él. Vienen desde mi espalda y no

puedo ver a quien pertenecen. Me sujetan fuertemente, presionándome

amenazadoramente.

Me retuerzo en su contra. "Déjenme".

No lo hacen, sólo me presionan mucho más. Es como si trataran de fracturarme los tobillos. Soy jalada bruscamente fuera de la red. Me tumban sobre la nieve, y no puedo verles. Mi cuerpo cae sobre una de las raquetas para la nieve que he perdido en medio de la confusión. La agarro y la elevo una y otra vez, intentando pegarle a alguien.


Hay un precioso sonido, satisfactorio que me indica que la raqueta ha

golpeado carne y músculo, pero las manos no me dejan ir.

Obviamente ya no soy una pacifista. Mis dedos intentan sujetarse de la red.

Pero rápidamente soy alejada de ese lugar, arrastrada a través de la nieve.

Todo es blanco, rápido y doloroso.

―¡Nick!‖ Clavo las uñas en la nieve, intentando ir más lento. No hay nada de

lo que pueda agarrarme. Pateo y pateo. Las manos sujetan firmemente mis

tobillos. Girando mi torso hacia arriba, logro percibir una rápida mirada de sus

espaldas. Llevan puestos chaquetas con capuchas, sombreros y lucen

normales, como personas, pero más rápidos. Giro y levanto mi cara otra vez a

tiempo para ver en el interior de la red a Nick gruñendo. Él se ha

transformado otra vez.

―¡Nick!‖ Grito, pero la nieve entra a raudales en mi boca. Un frio doloroso, se

abre paso por entre mis dientes y mi cráneo. Toso y lo intento de nuevo.

―¡Nick!‖

Él se levanta sobre sus cuatro patas y aúlla, un grito largo, abrasador y lleno

de angustia y furia. Mi corazón se rompe por él, y se quedan allí. Tengo que

ayudarle a escapar. Tengo que librarme. Pateo otra vez. Déjenme ir.

Un dolor pasa como un relámpago por mi cabeza. Fuegos artificiales.

Explosiones. Todo en el interior de mi cerebro explota. El blanco mundo se vuelve oscuro y yo sé lo que esta a punto de suceder. Soy la única que se va. Soy la que desaparecerá.


NNyyccttoohhyylloopphhoobbiiaa

‗Miedo a las aéreas boscosas o selvas oscuras‘

Traducido por Jhos

e despierto en una habitación vacía, grande y fría, con solo un

colchón de aire en el suelo. Mi cabeza repiquetea y levanto mis

dedos temblorosos para tocar un gran bulto a un lado de mi cabeza.

¿Me golpeé con una roca? ¿O alguien me golpeó? ¿Y Nick? ¿Donde está

Nick?

Me siento, apoyándome en mis manos sobre el frío colchón de aire azul. El

mundo gira y cierro los ojos por un segundo, pero lo pienso mejor. Las

paredes parecen hechas de concreto, con grandes remaches en ellas, tornillos

que alguna vez sostuvieron algo. Hay una puerta, pero es grande, de madera,

y está cerrada.

El terror se apodera de mí y no me deja ir. Me pongo a mi misma de pie. Mis

pies tocan el frío suelo de cemento.

Jesús. Alguien se ha llevado mis zapatos.

Y mi abrigo.

―¿Nick?‖ Susurro, más o menos esperando lo que es poco probable.

Pero él no está aquí.

El recuerdo de él, aullando, atascado bajo una red, me golpea en el

estómago, esparciendo dolor en mí.

―¡Mejor que no lastimen a Nick!‖ le grito a…oh, no se a quien le estoy

gritando.

M


Camino sobre el frío cemento hasta que llego a la puerta y lo intento otra vez.

―¡Hey! ¡Más les vale que no lastimen a mi amigo!‖ Agarro la manilla de la

puerta y tiro de ella. No se mueve. Lo intento empujando. No se mueve.

Demonios, ¿por qué no soy más fuerte? La puerta tiene que estar bloqueada o

algo así al otro lado. Me muevo hacia atrás y corro hacia ella golpeándola con

mi hombro, lo cual no solo no ayuda, sino que duele. Nunca parece que duele

cuando los policías lo hacen en las películas.

―¿Hola?‖

Ninguna respuesta.

―Ustedes pasaron por un infierno de problemas solo para encerrarme en un

cuarto,‖ digo y trato de abrir la puerta otra vez. Nada. ―Esto es estúpido,‖

declaro. ―Realmente estúpido.‖ Tomando un respiro profundo, trato de

pensar en algo relajante, algo que me permita enfocarme. De alguna manera,

mencionar fobias no parece una buena opción. Hay una cita que a veces usan

en la Amnistía: ―El secreto de la felicidad es la libertad, y el secreto de la

libertad es el coraje.‖

Tucídides, un filósofo griego, escribió eso hace cien años.

Así que, tengo que encontrar coraje.

Camino de regreso a mi colchón de aire y estudio la habitación. No hay mucho

que observar. Es más o menos tres metros por tres metros, todo concreto. Sin

ventanas. Una bombilla cuelga del techo pero no hay ningún interruptor para

apagarla. Hay una rejilla de calefacción en el suelo, del tipo que tienen

algunas casas antiguas.

Me arrastro hacia ella y miro entre los listones. No viene calor a través de

ella, pero si un poco de luz. Los sonidos de voces lejanas golpean mis oídos.

La abertura es como de un metro y quizás sesenta centímetros de

profundidad. ¿Cabré en ella? ¿Quizás? La esperanza crece en mi corazón.

Puedo escapar y encontrar a Nick, quizás salvarlo.


Cuatro tornillos sostienen la rejilla en su lugar. Meto mi uña en uno y trato de

rotarlo. Esta gira. Gira un poco.

Esto tomará demasiado tiempo, pero lo vale. Tomo un respiro profundo. Me

pregunto si la Amnistía enviara un llamamiento de acción en mi nombre si

ellos supieran: ‗Adolescente en Maine injustamente secuestrada por…‘

¿Que colocarían?

Muevo el tornillo un poco más, hasta que puedo agarrar la cabeza del tornillo

con la punta de mis dedos. Le doy vueltas y vueltas hasta que sale. Uno

menos, faltan tres.

Riendo, y posiblemente un poco histérica, empiezo con el segundo tornillo,

utilizando el mismo procedimiento. Lo tengo a medio camino cuando lo que

bloquea la puerta afuera se desliza. Tomo un respiro profundo y me preparo.

No sé que espero que aparezca a través de la puerta. Pero estoy segura de

que no espero a Ian.

―Zara, luces sorprendida.‖ Ian sonríe.

Está usando ropa normal, un suéter azul marino con una camiseta debajo y

vaqueros. Su cabello rojizo está ondulado, pero de la forma estoy-en-una-

banda-de-chicos.

Cierra la puerta detrás de él y se queda allí de pie por un segundo, solo

mirándome. ―¿De verdad no lo sabes?‖

―¿Saber qué?‖ Pregunto con los dientes apretados. Me obligo a mi misma a

relajar la mandíbula y cruzar los brazos. Ian no necesita saber cuan enojada

estoy, ni cuan asustada.

Ian inclina los hombros hacia atrás contra la pared, luciendo relajado y feliz.

―¿Que yo soy un duende?‖ Mi mandíbula debió caer abierta o algo porque Ian

empieza a reírse. ―Luces sorprendida.‖

No digo nada, solo trato de adaptarme a este nuevo giro. Él es un duende.


Ian.

―¿Donde está el polvo? ¿Pensé que todos ustedes dejaban polvo?‖

―Solo los reyes.‖ Él luce más o menos como uno. Luego cambia su expresión a

una más tranquila, menos salvaje. Su voz la iguala y de repente él ha vuelto a

ser el chico amable que me acompañó el primer día de clases en la escuela.

―¿Tienes frío Zara?‖

―Estoy bien.‖

¿Había sido Ian el que se metió en mi casa la noche anterior? ¿Había sido él el

que pretendió ser mi papá? El odio se derramaba en mi, emoción inútil o no.

―Estás mintiendo. Puedo olerlo. Tienes frío,‖ dice Ian. ―Te traeré una

manta.‖

Se vuelve y se dirige hacia la puerta. La golpea dos veces y se abre.

―¡Espera!‖

Él se voltea y me sonríe otra vez. ―No te preocupes Zara. No voy a ningún

lado. ¿Okey?‖

Me bajo de colchón, tratando de mantener el control, para no hacerle frente.

―Piensas que todos te dejan siempre, ¿no?‖ dice él, su tono es suave. ―Pero

los duendes no somos así. Siempre volvemos. Lo juro. Nunca abandonamos a

nadie. Incluso los que huyen los cazamos. Tu madre podría hablarte de eso.‖

―¿Que hay de mi madre?‖

―De verdad, Zara ¿No te has dado cuenta?‖

Da un paso hacia la puerta y la cierra detrás de él.

Temblando, miro las paredes y el gris blanquecino es demasiado. Cierro los

ojos y pongo mis manos sobre mi cabeza. Palpita.


Ian vuelve con una manta, un vaso de agua, y alguna clase de medicina.

―¿Si bebo esto estoy atascada en duendelandia contigo para siempre?‖

pregunto mientras él coloca la manta alrededor de mis hombros, plegándola.

Él se ríe. ―Desearía que fuera tan fácil.‖

―Creo que lo leí en alguna parte.‖

―Esos son cuentos de hadas. Esto es agua común y una aspirina. ¿Te duele la

cabeza no?‖

Asiento lentamente.

―Lo siento‖

―¿Fuiste tú? ¿Me arrastraste hasta aquí?‖

Él seguía colocando la manta a mí alrededor. ―Tenía que hacerse. Siento lo de

la piedra, sin embargo.‖

Me levanto, arrojando la manta. El movimiento fue demasiado rápido y el

mundo se balancea. Ian me sostiene por el codo y me estabiliza. Tiro de mi

brazo humillada y furiosa. Dios, ¿por qué ni si quiera puedo sostenerme a mi

misma?

Vuelvo mi ira contra él. ―¿Le hiciste daño a Nick?‖

―No, él es un perrito que esta cómodo, es un lindo perrito bajo la red.‖

Levanto mi puño. La rabia se enrosca en mi pecho. Ya no puedo controlarlo.

―Si lo lastimas—―

―¿Que harás? ¿Golpearme?‖ Ian se estremece falsamente. ―¡Oh, estoy

asustando!. Sin ofender Zara, pero no eres tan intimidante.‖ Él se mueve

hacia mí y sonríe. ―Pero no voy a hacerle daño. No necesitamos hacerte daño,

Zara. Ya tenemos lo que queremos.‖


Sus palabras me enferman. Me trago las náuseas y me aferro a la ira.

―¿Y lo que ustedes quieren es a mi?‖ Deliberadamente levanto mis cejas,

tratando de no mostrar miedo. ―Eso es un cliché.‖

―Los clichés son clichés por una razón,‖ dice él.

―¿Que hay de Betty?‖

Él se encoge de hombros, ―No tengo idea de donde está tu abuela. Mira este

lugar. ¿Sabes lo que es? Se utilizaba para almacenar muebles. Es un cuarto de

concreto, perfecto para tener prisioneros, más o menos como esa Amnistía

Internacional con la que siempre vas. Tratando de salvar al mundo, esa eres

tú, Zara. Pero nunca pensaste quien te salvaría a ti, ¿no?‖

―No necesito ser salvada.‖

―No. Estás perfectamente a salvo.‖ Él se acerca y olfatea el aire. Está a solo

treinta centímetros de mí. Trato de echarme más para atrás pero ya estoy

contra la pared. Él sonríe pero hay tristeza en ella. ―Tan a salvo como

nosotros podemos estar cuando no estamos en control, cuando no estamos en

capacidad.‖

―¿Tenías que desordenar la casa de Betty?‖ pregunto.

Él ríe. ―Esos no fuimos nosotros. Ese fue el rey. Tiene su temperamento, tú

sabes, más o menos como tú. Corre por las venas, no importa cuánto trates de

contenerlo, y creo que tienes un temperamento cocinándose a fuego lento a

punto de hacer ebullición‖.

―Así que, él cambió de táctica. Hizo que me secuestraras.‖

―No. Él no tiene nada que ver con esto. Esto lo hice yo.‖

Él mueve su mano a través de su cabello de manera casual, y luego saca una

navaja suiza del bolsillo de su pantalón. Saca un pico de ella y empieza a

limpiarse las uñas.


―Buena táctica de intimidación,‖ digo. ―Muy de libros de texto. Había

esperado algo más original de los duendes.‖

Él no responde, pero pestañea. Su mandíbula se pone rígida. Luego de un par

de segundos, pone el pico de nuevo en su lugar.

―Eres tan dulce Zara, tan inocente y simpática. Pero nadie puede salvar a

otro, ¿sabes? Solo podemos salvarnos a nosotros mismos. Lo sabes, ¿no?‖

Extiende la mano y sus dedos rozan mi mejilla, trazando la línea de mi

mandíbula. Me rehúso a moverme. ―¿Necesitaste ser salvado algunas vez Ian?‖

Sus dedos se detienen. Sus ojos sostienen los míos y susurra, ―Quizás.‖

―No siempre fuiste un duende. Ellos te convirtieron.‖ Trago grueso y sus ojos

brillan con la verdad. Sigo hablando. ―Tú no eres el duende que ha estado

persiguiéndome en los bosques. Eso lo sé. Te siento diferente de alguna

manera.‖

Sus dedos se mueven otra vez, lentamente. Giro la cabeza, pero sus dedos

siguen moviéndose.

―No,‖ dice. ―Ese no era yo.‖

Me obligo a mi misma a mirarlo, su piel pálida. Sus ojos tan profundos que no

son humanos, no en realidad. ¿Como nunca me di cuenta? Estaba demasiado

ocupada estando triste, demasiado ocupada observando a Nick, demasiado

halagada de que yo le agradara a alguien, supongo.

―¿Quien fue?‖

―El rey. Él te quiere. Y créeme, no quieres que él te tenga. Es mucho mejor

para todos si te vas con nosotros. Él está debilitándose y estamos teniendo

una guerra territorial, y tú eres la clave para acabar con todo.‖ Él sacude su

cabeza. ―Quien lo diría, que alguien tan pequeña tan triste sería la persona

que estábamos esperando. Todos te queremos o te odiamos.‖

―¿Por qué?‖


―Es el destino. Tú eres la elegida. Zara. Princesa. ¿Nunca te preguntaste lo

que significa tu nombre?‖

No lo entendí. ―Mi madre me puso ese nombre.‖

―Exacto.‖

―¿Que quieres decir con exacto?‖

―Tú eres la continuación del linaje. El que te reclame reclama el reino.‖

―Eso es ridículo.‖

―No lo es.‖

Él toma mi rostro con sus frías manos. ―Sabes lo que es ser besada por un

duende, ¿Zara?‖

Lo sé.

―Te convierte,‖ continúa él, ―Es doloroso, pero si se hace correctamente, el

humano no muere, pero crece. Se convierte en uno de nosotros. Algunos

humanos, humanos como tú, ya que tienes en tu sangre algo de duende. Yo

tenía.‖

―Claro.‖ Es difícil no ser sarcástica. El sarcasmo es mucho mejor que el

miedo, de todos modos. Y el pensamiento de tener genes de duende me

aterroriza, Dios. ¿Mi mamá es un duende?

―Te vuelves más fuerte cuando te conviertes, y más deseable en todo.‖ Los

dedos de Ian aprietan mi barbilla.

―¿Y tú eres el que se supone que me convierte?‖ pregunto, tratando de no

temblar.

―Tuve que pelear con Megan por ello.‖ Él se encoge de hombros. ―No creo que

ella te hubiera dejado sobrevivir.‖


Me congelo.

―Eso es correcto, Megan es un duende también, y tiene sus ojos puestos en el

reino. Tú eres lo único en su camino, al menos, eso es lo que ella cree.‖

―Y el hombre en el bosque…‖ susurro.

―Quiere convertirte, por supuesto. Debe. Él es quien te encontró, pero no

siempre el que lo encuentra se la queda, ¿no?

Trago grueso. ―¿Es él mi padre?‖ él no puede ser mi padre. Mi padre es un

chico cualquiera con quien mi madre se juntó en un ‗momento de estupidez‘.

Mi padre no es un duende porque eso significaría…

Ian se ríe. ―Nadie te ha dicho nada, ¿verdad? el proceso cognitivo de los lobos

es un poco lento. Águilas y tigres son mucho mejor.‖

―Pero ustedes van a la escuela. Ustedes… ¿como pueden ser duendes? ¿Nadie

en esta ciudad es humano?‖

―No. Hay muchos humanos aquí. Y están las tropas por supuesto,

desafortunadamente. Pero escondemos nuestras características con encanto.

Así es como es.‖

―¿Hay más como tú? ¿En otros lugares?‖

―Claro. Shhh…‖ su otra mano acuna la parte de atrás de mi cabeza. No puedo

moverme. Es como si mi cuerpo simplemente se rindiera. Trato de levantar

mis manos para empujar a Ian, pero ellas no me escuchan.

―Eres un idiota.‖

Él se inclina más cerca. Su boca está a solo un par de centímetros de la mía,

los centímetros más pequeños.

―Me encanta tu olor.‖ Su oración toca mi piel con su aliento, y la herida en mi

mano hormiguea y espeta de alguna manera. De alguna manera puedo

moverme otra vez. Mis manos lo empujan con fuerza. Su rostro muestra su


asombro. Le asiento un golpe y corro hacia la puerta, lanzándome a mi misma

contra ella y tirando de ella.

―¡Megan! ¡Déjame salir! ¡Megan!‖ La puerta no se mueve e Ian está a mi lado

al instante. Me lanza a través de la habitación y me estrello contra la pared.

El eco de un sonido desagradable se esparce por la habitación mientras algo

en mi brazo se rompe. La parte más baja de mi brazo se inclina en un ángulo

anormal. No duele. El shock hace eso por un segundo así el cuerpo puede

tratar de salvarse a sí mismo, tratar de correr y pelear. Me empujo a mi

misma hacia atrás y busco la puerta abierta. Arranco mi brazalete y se lo

lanzo. Golpea su pecho y se pasea por su camiseta.

Megan abre la puerta sonriendo. ―La estás pasando difícil, ¿Ian?‖

Él la ignora.

Yo ruego con mis ojos.

Ella me ignora.

―Zara,‖ dice él, su voz más alta. ―No hagas esto difícil. Ahora estás lastimada.

Eso disminuye tus posibilidades de sobrevivir.‖

Trato de alejarme de él, pero él es rápido. Ian siempre es siempre demasiado

rápido. Debía haber sabido que no era humano. Él me agarra alrededor de la

cintura. Otro hueso en mi brazo cruje y mis rodillas se doblan. El shock está

perdiendo su efecto y el dolor acuchilla mi brazo y mi hombro. Trato de tomar

mi brazo con mi mano buena, pero él me sostiene con tanta fuerza que no

puedo moverme.

―Solo déjame besarte, Zara‖, dice con una voz convincente y encantadora,

como si estuviera pidiendo otra orden de patatas francesas en un restaurant.

―Solo hazlo Ian,‖ ordena Megan.

Él me abraza con más fuerza. Un grito rompe a través del cuarto. Es mi grito.

El hueso sobresaliendo de mi brazo me envía alerta, sangre húmeda corre por

mi brazo. Los ojos de Ian se vuelven salvajes. Él lame mi sangre.


Esta cubre sus labios.

―No tienes que decir que si,‖ susurra. ―Solo que es más fácil de esa manera.

Es como cuando estás en el dentista. Cuanto más ruido, más difícil son las

cosas, mientras más dure, es más probable que salgas herida‖.

―Odio los dentistas,‖ digo tratando de zafarme. Mi mano, la que está con una

runa, brilla. La presiono contra su rostro. Él grita pero no me suelta.

Un gruñido parece venir de alguna parte. ¿Quizás de mí? Ian se acerca. Yo

observo sus labios cubiertos de sangre. Son exuberantes y fríos. Sé que son

fríos.

―No,‖ digo, sollozando por el dolor pero aún intento soltarme de alguna

manera. Ambos caemos. El suelo nos golpea.

Los ojos de Ian se llenan con necesidad. ―Necesito esto Zara,‖ dice él.

―Necesito…por favor, ayúdame Zara. Necesito que tu… no puedo soportar solo

ser un regular, solo ser un siervo.‖

Megan grita, ―¡Ian!‖

Sus labios se acercan a los míos. Lo empujo, aturdida, mareada. He perdido

demasiada sangre. Apenas puedo mantener mis ojos abiertos.

―No,‖ susurro. ―Por favor…no.‖

Pero sus brazos están apretados y sus labios están cerca y él tiene esta

necesidad. ¿Y yo? No puedo hacer más nada. Agachando mi cabeza contra su

pecho evitando sus labios, caigo en la oscuridad.


NNoossooccoommeepphhoobbiiaa

‗Miedo a los hospitales‘


os gruñidos no son humanos. Lo se. Incluso aunque no puedo abrir mis

ojos, no puedo hacer que mi boca forme una muda palabra, se que los

gruñidos no son humanos, ni tampoco de duendes.

―Ella estará bien, estará bien,‖ dice una voz. Una voz de chica.

El mundo no tiene sentido. La nieve lo cubre todo. Estoy debajo de la nieve.

Eso es. ¿Correcto? La nieve me cubre, pesada, virginal, blanca.

La voz de un hombre. ―Le mataré.‖

La chica otra vez: ―Ella ya lo hizo.‖

Algo húmedo toca mis mejillas. ¿Una toalla? ¿Una lágrima?

El hombre otra vez. ―Esto es culpa mía, todo es culpa mía. No la protegí.‖

¿Nick?

Entonces logro escuchar la voz de Betty. ―Si, lo hiciste. Tengo que entablillar

su brazo. Ha perdido mucha sangre.‖

¡Betty! ¡Abuela!

Alguien toca mi brazo y la presión me vuelve a asustar, fuera de la nieve,

vuelvo dentro de la habitación concreta. Grito.

―¡Zara!‖

La chica: ―Tiene un bulto masivo en su cabeza. Y el brazo también está roto.‖

El mundo se aleja otra vez. Oigo otra voz, la voz de mi padre.

―Zara, aguanta,‖ me urge. ―Aguanta.‖

―¿Papi?‖ Dice alguien. Levanto la mano, buscando algo para agarrarme a ello,

pero alguien agarra mi brazo.

―Está alucinando.‖

L


La nieve llega dentro de mí, sobre mí, todo a mí alrededor.

―Hace frío,‖ dice una voz. ―Estoy helada.‖

La nieve cae y cae y la dejo enterrarme. No hay nada más que hacer. Hace

demasiado frío. Ellos no me dejarán ir.

―Zara,‖ una de las voces insiste. ―Zara, necesitamos sacarte de aquí. ¿Puedes

sentarte?‖

Intento nadar a través de la nieve, volver a algún lugar cálido. Y lo hago, pero

el dolor me golpea, disparándose a través de mi brazo, saltando en mi

cabeza. Agito mis ojos y los abro, pero no puedo enfocar.

―¿Nick?‖

―Estoy aquí, cielo.‖

―Mi madre me llama cielo,‖ susurro. ¿Por qué mi voz está tan débil y rara,

ronca incluso a través de un fino susurro? ¿Dónde está mi madre? Jadeo

cuando alguien pone algo en mi brazo. Intento abrir mis ojos otra vez. ―No

puedo ver.‖

―¿La besó?‖ Pregunta la chica.

Es Issie. ¿Issie? ¿Por qué está aquí Issie?

―No lo creo, no por mucho tiempo de todas formas. Vine directamente‖,

responde Betty. ―Nick, ¿le viste besarla?‖

―No lo creo.‖

―Duele,‖ me las arreglo para decir. ―Por favor hagan que pare el dolor.‖

―Vale. Vale, cielo. Está bien,‖ la voz de Nick viene otra vez, cerca de mi oído.

Agarro su hombro con mi mano libre. Está desnudo. Un hombro desnudo.

―Tenemos que sacarte de aquí, conseguir un médico. ¿Vale?‖

Asiento. Mi mano se presiona contra su piel como si quisiera cavar dentro y

esconderme. ―Estás demasiado caliente.‖

La voz de Issie me calma. ―Cuidaremos de ti, Zara. No te preocupes.‖

Mis ojos empiezan a enfocar la cara de Nick. Sus perfectos ojos, marrones, y

mirada humana hacia mí, mezclado con aquellas paredes, dentro de mi

inconsciencia.

―No me dejes.‖ Mi mano cae del hombro del Nick. No puedo levantarla.


Frío. Hielo. Congelación. Muerte.

Novercafobia, miedo a los pasos de tu madre.

Nucleorofobia, miedo a las armas nucleares.

Nudofobia, miedo al nudismo.

Numerofobia, miedo a los números.

Nytohylofobia, miedo a las áreas oscuras de bosque o a los bosques de

noche.

Todos siempre se van.

―No te preocupes,‖ dice Issie. ―No nos iremos.‖

Todos siempre se van.

―No dejes que Ian...‖

Mi Abuela gruñe. ―Ya no tienes que preocuparte por Ian.‖

Nick me pone contra él. Él está demasiado caliente, ardiente calidez, y duele

ser movida. Grito. Incluso cuando me agarra, el frío y la oscuridad viene,

esperando tomarme otra vez.

Me despierto en el hospital. Mi brazo está levantado sobre mi cabeza y

cubierto en una pasta blanca.

―¿Nick?‖ Susurro.

Mi Abuela salta y agarra mi mano buena. Su cara tiene una medio sonrisa y

hay lágrimas en sus ojos. ―¿Zara?‖

Parpadeo. Las luces le hacen daño a mi cabeza. ―Está brillante aquí dentro,‖

intento decir. Ella suelta mi mano. El miedo se retuerce en mi estómago. ―No

te vayas.‖

―Solo voy apagar las luces,‖ dice ella, apagándolas. Se da prisa en volver y

toma mi mano otra vez. ―Me has tenido algo preocupada, un poco.‖

―¿Estoy bien?‖ Mi voz comienza a sonar un poco mejor.


―Tienes una fea fractura. Dos huesos en tu brazo. Tienes una contusión, una

seria para añadir a los de poca importancia. También tienes moratones en las

costillas.‖

Me encogería si pudiera. En su lugar, intento sonreír. ―¿Eso es todo?‖

Ella se ríe y aprieta mi mano un poco. Luego su cara se vuelve algo seria.

―¿Recuerdas lo que ocurrió?‖

Miento a mi abuela. ―No.‖

Se muerde el labio superior un poco y me mira. ―Nick dijo que tú...‖

Intento sentarme, pero es demasiado duro. ―¿Nick? ¿Está aquí?‖

―Le envié a casa. Ha estado aquí toda la noche. Esa chica Issie, también, y

Devyn. Estaban esperando fuera. Finalmente, tuvieron que irse.‖

Mi corazón cae.

―No querían irse, especialmente Nick.‖

Mi Abuela mueve sus cejas. Puedo sentir mi sonrojo. ―El chico es lindo‖, dice

Betty. Deja ir mi mano y aparta el pelo de mi frente. ―He llamado a tu madre,

quien está histérica, culpándose por enviarte aquí. Está intentando encontrar

un vuelo, pero la Costa Este está completamente en un gran caos. Hay un

frente tormentoso masivo. Nunca he visto algo así. Ni si quiera aún es

oficialmente invierno.‖

Agarra un vaso de agua hacia mi boca. Trago. Sabe como el metal. ―Ella no

necesita venir.‖

―Se lo dije.‖ Ella deja el vaso de agua en la mesa de al lado. ―Pero quizás lo

haga. Exactamente no he hecho un buen trabajo en cuidarte.‖

―Seguro que lo has hecho.‖

Ahoga una pequeña risa. ―Cierto. Ese es el por que estás aquí en el hospital

con otra contusión y un brazo roto.‖

Evito sus ojos y los enfoco en el ligero peso de la manta del hospital que me

cubre. ―Así que ¿eras tú? ¿Gruñendo?‖ Ella asiente, aprieta mi mano. ―Santa

mierda,‖ susurro.

―Sigue hablando así que acabarás sonando como yo.‖ Trago. ―¿Papá era—?‖

―Él os mantuvo a ti y a tu madre a salvo durante mucho tiempo, Zara.‖ Su voz

tiembla. ―Os amaba a ambas mucho.‖ Sube la manta un poco más alto. ―Lo


siento, Zara. Tu madre y yo, bueno no sabíamos que habría más peligro. No

había habido ningún peligro durante una década. Incluso cuando el chico de

los Beardsley se perdió, esperaba que fuera un humano quien le tomó o que él

huyó. Es una tontería.‖ Recorre una mano a través de sus ojos. ―La gente no

quiere ver la verdad algunas veces.‖

―No si es una mala verdad,‖ estoy de acuerdo. ―He estado negando todo. Que

hay duendes... que hay algo sobrenatural pasando... como agujeros que he

estado evitando... como el de mi padre.‖

Me mira y me da un diminuto asentimiento. ―He hecho un buen caos de esto.

Me estoy haciendo demasiado vieja para luchar contra duendes.‖

―Eso no es lo que quiero oír,‖ digo. Tomo su mano. Hay puntos de edad a

través de su delicada piel, pero sus dedos son largos y poderosos. ―¿Por qué no

vino mamá?‖

―Incluso tu padre no podía haberla mantenido a salvo aquí.‖

―¿Por qué?‖

Recorre una mano a través de su pelo. ―Es debido al rey de tu ciudad natal.

Su presencia aquí le conduciría a la locura sin importar cuan duro intentara

controlarse. Si el rey supiera que ella estaba justo aquí, él habría venido a por

ella. No sería capaz de resistirlo.‖

―¿Así que estábamos escondidas? ¿Todo este tiempo en Charleston? ¿Mi vida

entera? ¿Estábamos escondidas?‖ Mi cabeza intenta abrazarse a esto, pero no

puedo. El mundo es demasiado diferente a lo que pensaba, tan totalmente,

ridículamente diferente.

Ella asiente. ―Lamento que Ian te atrapara, Zara. Se que te fallé.‖

―¿Dónde estabas? Pensaba que estabas herida cuando no volviste a casa.‖

―La furgoneta se rompió a medio camino. Alguien la saboteó. Comencé a

caminar y me llevo una eternidad. Entonces me di cuenta que el duende había

atacado la casa, así que me escondí, esperando. Sabía que estabas a salvo en

casa pero también sabía que no estarías en casa por mucho tiempo. Me figuré

que saldrías en algún momento y cuando lo hicieras los duendes te atraparían.

No fui lo bastante rápida. Debería haber ido detrás de ti en lugar de sacar a

Nick de la red.‖

―No,‖ digo. ―Eso fue lo correcto. Y luego me seguiste hacia donde Ian y Megan

me llevaron.‖


―Fue un olor fácil de rastrear.‖

Suelto la pregunta. ―¿Le mataste?‖

―Si no lo hacía yo, tu novio lo habría hecho.‖

Ian está muerto. Ella le mató. Probablemente le descuartizó como hacen los

tigres. Me estremezco. ―No es mi novio.‖

―Ja. Esa es buena. Vi tus dos amígdalas surfeando allí fuera.‖

Podía matarla. ―¡No tengo amígdalas!‖

―Lo se y apuesto a que Nick ahora también lo sabe.‖ Golpea su pierna porque

está divertida por las palabras. La puerta se abre y Nick está allí de pie,

llenando el marco. Se da prisa hacia la cama y se cierne sobre mí pero sin

tocar.

―Bueno, bueno, bueno, hablando del diablo,‖ dice ella, riéndose por lo bajo y

poniéndose de pie. ―Parece que tienes compañía, así que voy a estirarme y

conseguir algún café decente. Ambas sabemos que bebo guarradas.‖

Ella besa mi frente y busca mis ojos con los suyos. No se lo que espera ver

exactamente. Luego se gira hacia Nick. ―¿Vas a quedarte aquí un rato?‖ Él

asiente. ―Cuida de ella. Es la única nieta que tengo, ¿vale?‖ Él se queda de pie

recto, de la manera en la que la gente lo hace cuando Betty da una orden.

―Lo prometo.‖

―Bien.‖ Ella marcha hacia la puerta, dejándonos solos. En el momento que él

parece seguro de que ella se ha ido, Nick se inclina sobre mí y besa mi

mejilla. Mis labios se sienten abandonados. Su otra mano toca mi mejilla.

―Estaba demasiado preocupado por ti,‖ dice.

―Te fuiste.‖

―Betty me obligó. Estaba escondido en la otra habitación.‖

Exhalé, todo dentro de mí se relaja. ―¿De verdad?‖

―Lo juro.‖ Parece tan sólido y preocupado y dulce, muy, muy dulce. No se

como me las hubiera arreglado sin él allí, junto a mí. Mis ojos se cierran.

Están demasiado pesados.

―Estoy asustada, Nick.‖


Él aprieta mi mano y su cara se endurece. Juguetea con mi manta, la mete a

mí alrededor, como mi abuela hizo. Estoy muy bien abrigada. ―Odié lo que

intentaba hacerte.‖ Nick ahoga un pequeño mordisco, todo emocional.

―Volverte uno de ellos. Nunca podrías ser uno de ellos.‖

¿Pero no lo era ya? Si mi padre es uno. Eso significa que está en mi sangre,

pero Nick no sabe eso. Nick no puede saberlo. Levanto mi mano buena y toco

la mejilla de Nick. Está toda áspera, por la barba de tres días. ―¿Me odiarías si

lo fuera? ¿Si fuera un duende?‖

Sus ojos buscan los míos. ―No.‖ Creo que ninguno de nosotros sabemos si él

está diciendo la verdad.

―¿Qué pasa con los otros?‖ Él levanta sus cejas. Tiene unas cejas maravillosas.

―¿Los otros?‖

―Los duendes, ¿los otros duendes?‖ Algunas veces cuando los gatos miran un

ratón, ellos lo torturan.

Ellos pueden matarlo fácilmente con un buen mordisco, un golpe de su garra,

pero en su lugar juegan con el ratón. Los torturan, los observan sufrir. El

ratón siempre intenta huir, pero siempre sabe que no hay esperanza, que el

gato puede conseguirles en cualquier momento, en cualquier lugar. Me

preocupa que los duendes sean así.

―Issie y Devyn han estado buscando. No han visto ni una señal.‖ Él empuja una

mano a través de su pelo y luego usa la misma mano para masajear la parte

de atrás de su cuello. Hay sombras medio azules de piel bajo sus ojos. Parece

demasiado cansado.

―¿También se han ido?‖ Pregunto, esperanzada. Busco su cara. ―¿Crees que se

han ido?‖

―Creo que están reagrupándose. Creo que les llevará un tiempo, pero

volverán.‖ Suspira y endereza la espalda. ―Estaremos listos para ellos, en

cualquier caso. Está bien, Zara. Es solo por ahora.‖

―¿Estás seguro?‖ Abro mis ojos durante solo un segundo para ver su

asentimiento, la maravillosa cara cernida a pocas pulgadas de la mía. ―Estoy

seguro. Ellos no pueden convertirte ahora, estás demasiado herida. Tienes

demasiadas drogas en tu sistema. Morirías. No eres buena para ellos muerta,

aún no, no hasta después de que hayas vuelto.‖ Recorre sus manos a lo largo

de mis hombros y yo tiemblo, un buen temblor. Su voz llega ronca. ―Juro que

no dejaré que ocurra.‖


Cierro mis ojos otra vez. Es demasiado duro quedarse despierta, para pensar.

Murmuro, ―Eres amable, ¿verdad, Nick? ¿Eres amable?‖

Sus labios besan mi frente. ―Lo intento.‖

La llamo. Por supuesto que la llamo. Es mi madre.

―¡Zara!‖ Su voz es frenética. ―Tengo todo empaquetado. Aún estoy en el

aeropuerto, esperando un vuelo. Todo sigue retrasado por la maldita

tormenta. Eso no importa. Lo que importa es, ¿estás bien? Oh Dios, no puedo

creer que estés herida.‖

―¿La abuela te dijo lo que ocurrió?‖ Puedo oírla succionar su respiración.

―Si.‖ Estoy en silencio. Espero. Una enfermera camina justo ahora, por el

pasillo. Finalmente, dice, ―Pensaba que todo estaba bien.‖ El hospital es de

un aburrido y blanco poco agraciado; un blanco pizarra.

―Dime por que vivíamos en Charleston. ¿Es por qué estábamos escondidas?

¿Solo estabas con papá porque te mantenía a salvo?‖

―Te debo muchas respuestas, Zara, pero te juro que estaba con tu papá

porque le amaba.‖

―Si.‖

Casi puedo imaginarla retorciendo un pendiente, intentando averiguar que

decir. ―Estábamos escondidas. Yo estaba escondida.‖

―¿Del líder de los duendes?‖

―Si.‖

―¿El rey?‖

―Si.‖

―¿Y por qué te quiere tan desesperadamente?‖ Quiero oírselo decir. Quiero

que me lo diga. ―Le traicioné, Zara. Hice algo que él quería pero solo bajo

ciertas condiciones. Esas condiciones le hacían más débil, y... y... él quería

que me quedara. Cuando papá murió, yo... pensé que él vendría a por mí, no

a por ti. Pensé que él no vendría aquí y que estarías a salvo con Betty allí.

Pensé...‖


―¿Es mi padre? ¿Mi padre biológico?‖

―¿Cómo sabes eso?‖

―¿Mamá?‖ La presiono.

―Si. Si, es tu padre.‖

―¿Así que soy parte duende?‖

―No. No lo eres. Eres totalmente humana porque nunca nos besamos, nunca

me convertí. ¿No lo ves? Creo que eso es parte del problema, parte del por

qué él es tan débil. Quiero decir, no estoy un cien por cien segura pero creo

que para ser fuerte necesita tener una reina actual, un alma compañera...‖

Pero no quiero oír nada más. Cuelgo el teléfono.

―Todo estará bien,‖ me digo a mí misma bajo la débil luz de la habitación del

hospital. Las enfermeras corretean por los pasillos. Alguien enciende la TV en

la otra sala de juegos para ver una película de acción. Hay muchos escopetas

y explosiones. Cierro mis ojos e intento dormir, pero todos mis sueños son

sobre mi madre levantando sus brazos y yo huyendo.

Mi Abuela me lleva a casa al día siguiente. El vuelo de mi madre fue

cancelado, como otros 223 vuelos a lo largo de la costa este. Ella está

intentando venir, aquí otra vez. Si nada funciona va a conducir las catorce mil

millas ella misma. ―Lo está intentando horriblemente duro,‖ dice mi abuela.

―Si.‖ Las carreteras y caminos de entrada están despejados y el viaje en su

furgoneta no es demasiado agitado. La nieve cubre todo, brillante, pura.

―Parece maravilloso,‖ digo cuando ella gira en la carretera. ―¿A papá le

gustaba la nieve?‖

Ella asiente. ―Lo hacía. Pero le gustaba más la calidez, como a ti. Vosotros

dos os parecéis mucho. Siempre adorando la calidez. Siempre teniendo

vuestras razones.‖

―Escribí mis primeras cartas de Amnistía con él.‖

―Lo se.‖


―¿Realmente crees que nos parecemos, incluso aunque no estemos

emparentados?‖ Rodeo mi cuerpo con mi mano izquierda para abrir la puerta.

Esta empuja mi brazo roto y me encojo.

―La sangre no siempre es la unión más fuerte,‖ dice ella, saliendo de la

furgoneta. ―Déjame ayudarte con esa puerta.‖

Ella pone su brazo alrededor de mi cintura y andamos con dificultad a través

de la nieve juntas. ―¿Conociste a mi padre biológico?‖ Le pregunto.

―Nunca le conocí,‖ dice ella. ―Dudo que él aún estuviera vivo si lo hubiera

hecho.‖

Llegamos al porche y atravesamos la puerta y luego me dejó caer en el sofá,

con mi abuela revoloteando a mi alrededor, preocupada por todo lo que me

rodea. Me hace una sopa de pollo con fideos, lo cual para mi abuela, la no

cocinera, realmente es un gran reto.

Nick toca la puerta delantera, lo que hace que esta se balancee tan

abiertamente que golpea en la pared. El se encoge. ―Ups.‖

―Está bien,‖ digo. ―Solo es una pared.‖ Tiene un brazo cargado de lirios y

margaritas y tulipanes y me los regala.

―No se que tipo de flores te gusta.‖

―Me gustan todas.‖

―¿Si?‖

―Si.‖

Intenta entregármelas, pero entonces recuerda la escayola. ―Las pondré en

agua.‖

Betty entra de golpe en la habitación ridículamente rápido y agarra las flores

de las manos de Nick. ―Yo las cuidaré. Vosotros tortolitos solo sentaros en el

sofá y piensen en desvanecer las cosas mutuamente.‖

―¡Abue!‖ Intento regañarla pero ella solo se ríe y se dirige a la cocina. ―La

adoro, pero le gusta avergonzarme.‖

Nick asiente y me empuja en el sofá con él. Me acurruco a su lado. ―Es bueno

tenerte en casa otra vez,‖ susurra él.


―Si,‖ susurro de vuelta. Puedo ver a mi abuela, revolotear animada alrededor

de la cocina, tarareando y cortando los bordes de los tallos de las flores. ―Es

divertido pensar en esto como casa.‖

―¿Pero lo haces?‖ Dice él, y parece estar olfateando mi pelo. ―Si, lo hago.‖

Su respiración toca mi pelo. Puedo sentirlo ahí, ligero pero sólido. Tomo una

respiración profunda y luego digo, ―He estado pensando, y tengo un plan.‖

Él succiona el aire. Su pecho entero se mueve. ―¿Un plan?‖

Me giro para enfrentar a Nick así puedo estudiar su reacción. Su cara está

tranquila y calmada. Digo, ―Para encontrar a Jay y al chico de los Beardsley. Y

capturar al rey duende.‖

―Bien,‖ entra Betty. Dos tulipanes cuelgan de sus manos. ―Déjame oírlo.‖

Nick sale a patrullar el límite de los bosques y después de media hora o así,

Issie y Devyn llegan.

―Pesábamos que estabas en las últimas,‖ suelta Issie, rebotando arriba y

abajo. ―Estoy tan feliz de que no estés muerta.‖

―Si, aún estoy aquí.‖ Asiento. ―Llamé a mi madre desde el hospital ayer. Ella

no respondió a todas mis preguntas, pero prometió hacerlo cuando llegara

aquí.‖

―¿Está de camino?‖ Pregunta Devyn. Él deja su silla al lado del sofá. Issie se

sienta al lado de él en el suelo, mirándonos mientras hablamos.

―Intentaba tomar un vuelo, pero todos están cancelados y retrasados. Así que

está conduciendo,‖ le digo.

―¿Crees que es una buena idea?‖ Pregunta Devyn.

―Al principio creí que si... pero ahora ya no.‖

―Porque...‖ apunta Issie.

―Porque creo que ella estará realmente en peligro, y no yo, por lo menos

hasta que el rey duende la sienta. Creo que solo soy el cebo.‖

―El cebo,‖ dice Devyn, deliberadamente serio como si todo de repente tuviera

sentido.


―Piensa en ello. Durante casi diecisiete años mi madre no ha vuelto aquí. ¿Por

qué?‖

―Hace frío,‖ dice Devyn.

―Es espeluznante,‖ añade Issie.

―Esto no es lo bastante bueno. No con mi abuela aquí,‖ explico.

Issie mira alrededor. ―¿Dónde está la abuela?‖

―Patrullando los alrededores,‖ digo. ―Vale. Espera. ¿Cuál era mi punto? Bien.

Mi punto es que mi madre no ha vuelto porque tiene miedo de volver. Se ha

estado escondiendo de los duendes. ¿Pero por qué?‖

―Buena pregunta,‖ dice Nick, entrando por la puerta delantera.

―¡Hombre!.‖ Issie levanta sus cejas. ―Nunca llamas antes de entrar, ¿verdad?

¿Sabes qué grosero es eso?‖

―No es grosero. ¿Es grosero?‖ Nick me mira cuando Issie comienza a reírse

tontamente y canturrea tío grosero, tío grosero.

―De algún modo, pero te perdonaré. Estás interrumpiendo.‖ Golpeo el sofá. El

se sienta a mi lado. ―Así que, mi madre vivió con mi padre, el era un were, y

los weres son de alguna manera los únicos que pueden luchar contra los

duendes. Pero entonces mi padre murió. Murió justo cuando el rey duende,

nos encontró y vio por la ventana. Murió justo cuando le necesitamos más.‖

―Eso jode,‖ dice Issie.

―Issie...‖ Devyn le regaña.

―¿Qué? Lo hace.‖ Ella me mira. ―Así que tu madre te envía aquí para que

Betty pueda protegerte.‖

―Correcto,‖ digo, cogiendo la cuerda alrededor de mis dedos, ―o sacarme del

camino porque tiene miedo de que el rey me use para atraparla. Lo cual ha

hecho. Ella no se creía capaz de protegerme. Me envió aquí, justo donde el

duende vive, y ahora ella viene detrás de mí, hacia este lugar donde él es

más poderoso.‖

Devyn se rasca la oreja. ―Lo que no puedo averiguar es por qué los duendes

están aquí. ¿Por qué aquí? ¿Por qué Bedford?‖


Mi abuela abre la puerta y entra en el salón, una gran mancha húmeda están

en la parte delantera de su camisa de franela. Todos nosotros dejamos de

hablar.

―Por qué no nos lo dices, Abuela,‖ digo.

Se quita su sombrero de lana. ―¿Deciros qué?‖

―¿Por qué hay tantos duendes aquí?.‖

―Ellos siempre han estado aquí. Es un lugar aislado.‖

―¿Y qué del hierro?‖ Pregunto. ―¿Es porque los edificios de las ciudades están

hechos de hierro?‖

―Eso es. Al resto del mundo no le importa mucho cuando las vacas

desaparecen, no notan cuando los chicos desaparecen,‖ dice ella.

―Especialmente antes de Internet y las noticias satelitales. El resto del mundo

no está interesado en lo que ocurre en una diminuta ciudad al este de algún

lugar de Maine. Pero a veces las cosas cambian. Incluso la última vez, los

duendes tuvieron que ser más cuidadosos. Los periódicos del estado se

enteraron de los chicos desaparecidos.‖

―¿Por qué les importa a los duendes?‖ Pregunta Nick.

Ella se apoya en el pasamanos de las escaleras, realmente sin entrar en la

sala. ―No creo que al rey le guste tomar a los chicos. Pero tiene que hacerlo.

No puede resistirlo.‖

―¿En ese caso por qué la gente no solo les mata?‖ Quiero saber.

―Primero, no todos saben sobre ellos. Ni siquiera las personas de los

alrededores de aquí, lo saben. Pero siempre habrá otro para reemplazarle, y

ese no podría ser tan completamente problemático por sus necesidades.‖ Ella

nos da a cada uno de nosotros una mirada enfocada. ―¿Sabes lo que quiero

decir?‖ Issie se estremece y agarra el brazo de Devyn. Ella continua, tirando

sus dedos a través de su pelo, intentando aclarar cosas.

―El rey solo mantiene el control a través del poder. Cuando se debilita pierde

el control. A algunos duendes le gusta que Ian o Megan intenten hacerse

cargo. Para hacer eso, ellos tienes que encontrar su propia reina.‖

―¿Entonces por que Zara? ¿Por qué la quería Ian?‖ Pregunta Devyn. Se inclina

hacia delante, los dedos moviéndose como si quisiera tomar notas.


―Creo que es porque ella ya tiene algunos genes de duende. Sabemos que su

madre los atrae y quizás...‖

―¿Qué quieres decir con algunos genes?‖ Interrumpe Nick.

―Por quien es su padre.‖

Intento levantarme del sofá, pero la mano de Nick me sujeta en el sitio.

―Su padre es el...‖ Los ojos de Betty brillan. ―¿No se lo has dicho?‖

Mi estómago cae en un lugar roto, actuando justo como mi brazo.

―Su padre biológico es el rey de los duendes.‖ Acaba Betty.

Nick es el primero en reaccionar. Salta, su boca abierta ampliamente. Él

básicamente grita en la cara de Betty. ―¿Siempre supiste esto?‖ Ella asiente.

Sus manos se cierran en puños. Se gira hacia mí. ―¿Así que Zara es parte

duende?‖

―No se como funcionan los genes, Nick,‖ explica Betty. No es como si

hubiéramos hecho un resumen sobre ella. Parece normal.‖

―¿Parezco normal?‖ Murmuro.

―Pero es más bonita de lo normal,‖ dice Issie.

―Y es una rápida corredora,‖ añade Devyn.

―Pero no tiene una velocidad sobrenatural,‖ explica mi abuela cuando Nick

comienza a hacer resonar sus pasos alrededor de la habitación. ―Nick Colt,

¿podrías calmarte? Hay humo saliendo de tus orejas.‖

―¡Zara es parte duende!‖ Grita él. Sus ojos destellan, completamente

amenazantes. ―Ella no puede ser parte duende.‖

―¿Has escuchado algo de lo que he dicho?‖ Pregunta mi abuela, y su cara está

lejos de ser feliz o paciente. ―Su padre es un duende. Eso no significa que ella

exhiba alguna tendencia de duende.‖

―¡Ella es una hermosa duende!‖ Grita Nick. Me mira como si nunca antes me

hubiera visto y no le gusta lo que ve después de todo. ―¡Jesús!‖ Atraviesa la

puerta como una tormenta y la cierra de golpe. Eso envía una ola de sorpresa

a través de mi corazón.

―¡Nick!‖ Grita Issie, saltando detrás de él.

―Es tan lobo a veces.‖ Mi abuela sacude su cabeza. ―Déjale ser.‖


Las ruedas del MINI chirrían. Algo dentro de mí se arruga y pesa.

―Tenemos que ir detrás de él,‖ dice Devyn. ―Es peligroso cuando está así.

Algunas veces se convierte.‖

Él comienza a dar vueltas a través del suelo del salón. Issie va detrás de él y

luego corre de vuelta hacia mí. Ella lanza sus diminutos brazos alrededor de

mi hombro, empuja mi brazo roto. ―Está bien, Zara. Incluso si fueras cien por

ciento un duende, aún serías Zara.‖ Las lágrimas surgen de mis ojos. Mi

garganta se cierra. ―No siempre será testarudo,‖ dice ella y entonces me

deja, saliendo por la puerta detrás de Devyn.

Mi abuela y yo nos sentamos allí durante un rato. Yo estoy en el sofá. Ella esta

sentada en la gran silla roja.

―Demasiado para el plan,‖ digo. Con mi voz baja, un susurro, ―¿Cómo vamos a

atrapar al rey sin Devyn y Nick?‖

Se suponía que yo era el cebo. Se suponía que él pensaba que estaría sola.

Y luego cuando el duende me llevara al exterior, Betty y Nick atacarían. Ellos

tenían ventaja en el exterior. Devyn seria el vigía. Luego le íbamos a forzar a

decirnos donde estaba Jay. Sabíamos que él iba a venir por mí porque quería

usarme como cebo: el cebo para conseguir que mi madre regresara.

―¿Quieres ser el cebo?‖ Mi abuela me mira. Yo a ella.

―No. Eres lo bastante fuerte para tomar al rey por ti misma, ¿verdad?‖

―Soy lo bastante fuerte para tomar a una armada completa de esas malditas

cosas. ¿Estás bien?‖ Pregunta.

Me encojo de hombros y limpio mis ojos con la parte de atrás de mi mano

buena. ―Deseo que alguien me hubiera dicho todo esto un poco antes,‖ me las

arreglé. ―Como cuando tenía nueve años o algo así.‖

Ella anda a zancadas y se sienta en el sofá conmigo. ―Ah, vamos. Solo

cometimos un par de cientos de errores. Pero ahora estás a cargo. Creo que

las cosas mejoraran.‖

Ella me da un diminuto y falso golpe en mi muslo y luego me pone dentro de

sus brazos y me abraza. Ella huele como el bosque y la madera quemada.

Huele a seguridad. Me inclino y lloro.

―¿Crees que me odiará siempre?‖

―Es un tonto si lo hace.‖


Esnifo. ―Eso no ayuda.‖

―Deberías haber visto a tu padre cuando averiguó lo de tu madre,‖ dice ella.

―Estaba fuera de su mente.‖

―¿Y por qué?‖

―¿Por qué, qué?

―¿Por qué lo hizo?‖

―Ella estaba intentando salvar a los chicos.‖

―¿Huh?‖

―Tu madre es un poco como Nick. Tiene un complejo de héroe. Lo esconde

bien. ¿Sabes lo qué hizo que Nick odie a los duendes en primer lugar? No es

que supiera exactamente lo que eran.‖ No respondo. ―Bueno, Devyn tuvo un

accidente fuera en los bosque, corriendo a través del condado, cuando una

flecha le golpeó, justo en la columna. Él gritó y cayó. Le golpeó en el lugar

perfecto para paralizarle. Nick le oyó gritar y corrió hacia donde él estaba. Le

llevó hacia la carretera, pero ninguno de ellos había averiguado lo que lo

causo. No fue hasta que llegaste aquí y viste al rey fuera de la cafetería que

todos ellos comenzaron a unir todo.‖

―Oh Dios mío. ¿Qué hizo la policía?‖

―Ellos se imaginaron que se trataba un cazador detrás de un coyote. Vieron a

Nick rastrear, pero los duendes no dejan huellas.‖

―Si.‖ Trago fuerte. ―Es tan extraño. Todo es tan extraño.‖

―Aún así, de alguna manera, eso es lo que le hizo atacar por el hecho de que

algo estaba ocurriendo. Todo de repente él quería ser este caballero,

protegiendo al mundo. Siempre está fuera patrullando, cada descanso para

almorzar, cada sala de estudio, cada practica a través del condado. El hecho

es que ellos han cogido a dos chicos más... Eso le está matando.‖

Asiento. ―Pero ¿Qué pasa con mamá?‖

―Lo único que detiene la necesidad del rey es su reina. Él ha estado

demasiado tiempo sin ella. Está explotando otra vez.‖ El fuego cruje. Ambas

saltamos. Saltar no es parte del plan.

―Así que ella tuvo sexo con él solo para detenerle de que siga raptando más

chicos.‖


Betty solo aprieta su mano alrededor de mis hombros un poco tenso. ―Si.‖

―Oh Dios mío. ¿Así que básicamente soy la hija de una violación?‖

―Ella estaba de acuerdo. Consintió.‖

―¡Porque tenía que hacerlo!‖

―Ella eligió salvar a esos chicos, Zara. Fue valiente. Quizás estúpida, pero

valiente.‖

―Pero ahora está comenzando todo otra vez.‖

―Su necesidad ha vuelto.‖

Pienso en eso. ―¿Cuándo va a estar aquí?‖

―Esta noche. Probablemente alrededor de las siete.‖

―Y el la quiere de vuelta porque necesita convertirla, así él puede ser

poderoso otra vez.‖ No es una pregunta, eso solo hace que la verdad se meta

en mi cerebro, intentando comprenderlo todo.

Ella no responde, solo se pone de pie y dice, ―Voy a ver lo que tenemos para

comer.‖

Lentamente muevo mi cabeza. ―¿Quieres ayuda?‖

―Nah, solo siéntate aquí y asimila las cosas. Tienes mucho en lo que pensar.‖

Es hora para el plan.

Digo mis líneas lentamente, las líneas que nosotras planeamos en el hospital.

―Creo que te llamaran, ¿huh? Hay muchas cosas sucediendo allí afuera‖

Ella me mira. Hablamos como si la casa es un fastidio. Ninguna de nosotras

sabe si el duende esta escuchando o no, pero no vamos a arriesgarnos.

―¿Crees que debería irme si me llaman?‖ Dice ella. Su voz es convincente. ―No

estoy segura si debo dejarte aquí sin Nick cerca.‖

Lo que ella quiere decir es: ¿podemos hacer el plan sin Nick?

―Si,‖ digo. ―Puedes. Estaré bien. Todo estará bien.‖


―Prefiero que él venga.‖ Ella se arrastra y besa la parte superior de mi

cabeza. ―Es bueno tener a mi nieta de vuelta.‖

―Es bueno estar de vuelta,‖ digo, porque lo es.

Así que me siento allí. Me siento y me siento y me siento, pero trato de no

pensar en nuestro plan o la repentina partida de Nick que nos dejo solas. Solo

recuerdo como se siente tener los labios de Nick moviéndose contra mis

labios. Solo recuerdo lo cálido que es. Un par de minutos después el busca-

personas de mi abuela suena. Ella me mira, y toma mi pulso, lo cual es

ridículo. Me he roto el brazo, no mi corazón. Luego ella comprueba mi cabeza

por fiebre. Debo tener un poco porque ella se pone recta y cruza sus brazos

delante de su pecho.

―Ha habido un gran accidente en el camino a Acadia. Me llaman,‖ dice ella

realmente despacio. ―Creo que tengo que ir. ¿Estás bien?‖

―Si.‖ Agarro mi Norton Anthology of British Literature. Tengo demasiada

tarea para ponerme al día. Me he perdido dos días de colegio. Es plausible

para mí agarrarlo. Ella se pone el abrigo que cuelga de la percha delante de la

puerta. ―He llamado a Nick. Debería estar aquí en diez minutos.‖

―¿Va a venir? ¿No fue todo lobo y atacó a alguna oveja o algo?‖

Ella sonríe. ―Es impulsivo, pero no es un tonto.‖ No digo nada. ―Te estás

sonrojando.‖ Se ríe.

―No eres una buena abuela.‖ Abre la puerta. El aire frío quema dentro y el

fuego en las chimenea parece crecer más alto.

―¿Pero aún me amas?‖

―Por supuesto,‖ digo.

―Bien. Tómatelo tranquila. Volveré pronto, pero no demasiado pronto, si

sabes lo que quiero decir.‖ Entonces vocaliza las palabras. ―Quédate a salvo.‖

Me guiña un ojo y se va.

Abuelas.

Él llega a los cinco minutos de que Betty se fuera. Llama a la puerta, la cual

se que Betty la ha dejado sin cerrar para que no tuviera que dejar el sofá. No

le invito a entrar. Él solo entra. Obviamente ha estado aquí antes.

Obviamente él es el que pretendio ser mi padre.


Él aún lleva el abrigo negro que tenía cuando le vi en el aeropuerto en

Charleston y fuera de las puertas de la cafetería. Es alto y pálido, como yo. Su

pelo oscuro brillante, ondulado y bien cortado. Tiene ojos profundos que son

maravillosos, como los troncos de los grandes árboles.

Me congelo.

―Zara.‖

Deja mi nombre oscilar a través de la habitación, abre la puerta de la estufa y

pone otro leño dentro. Los chisporroteos vuelan. Él coge una en su mano y la

arruga, luego la deja ir. No está ardiendo. Encuentro mi voz. ―¿Qué eres?‖ Él

inclina su cabeza hacia mí y se limpia las manos juntas como si estuviera

quitándose el polvo.

―¿No lo sabes?‖

―No tengo pruebas.‖ Casi estoy diciendo la verdad, porque conozco los hechos

básicos de lo que es, pero no la esencia. Estoy lejos, muy lejos de la esencia.

Me enderezo en el sofá. ―Me viste en el aeropuerto, y te llamé en los

bosques,‖ dice él. ―Y cuando tu padre sustituto murió yo estaba allí.‖

―En la ventana.‖ Él asiente.

Dejamos que estas noticias se asentaran sobre nosotros durante un minuto.

¿Padre sustituto?

―¿Le mataste?‖

―Por supuesto que no.‖

―¿De verdad?‖

Él juguetea con el fuego, tirando una brasa una y otra vez entre sus palmas.

Eso sería genial si no fuera tan alucinante.

―No estás respondiendo,‖ digo finalmente. ―¿Por qué?‖

―Porque estoy intentando reclamar lo que es mío.‖

―No soy tuya.‖

―Lo eres. Siempre lo has sido. Siempre lo serás.‖

―Tonterías.‖

―¿Lo son? Mira dentro de ti, Zara. Creo que encontrarás que es cierto.‖


―No se lo que es cierto ahora. Pero se que estás empezando a sonar como una

mala estafa de Darth Vader en una vieja película de Star Wars. Y creo que

estás intentando hacerme daño.‖

Él sacude su cabeza y escucha al aire. ―Nunca.‖

―¿Qué parte? ¿La cosa de Darth o la cosa de hacer daño?‖

―Ambas.‖

Giro mis ojos. Miro alrededor por un arma. Hay un atizador en la chimenea,

pero está demasiado lejos. Hay una lámpara, pero ¿realmente puedo hacer

algún daño con una mano? Solo necesito sacarle fuera.

Él se mueve más cerca, su voz suave. ―¿Por qué no vuelves conmigo? No te

haré daño.‖

―¿Volver a donde?‖

―A mi casa.‖

―¿Tienes una casa?‖

―Por supuesto que la tengo.‖

―¿Es una casa mágica con paredes de galletas de jengibre y un tejado de

caramelo? O quizás pequeñas campanas revoloteando dentro, listas para

concederme tres deseos.‖

Él rompe una sonrisa. ―No. Es una casa grande en los bosques. Esta rodeada

por un encanto. La gente no nos molesta.‖

―El encanto esconde la verdad de ti.‖

―Has estado investigando.‖

―Un poco.‖

―Así que, vuelve conmigo.‖

―¿Por qué? ¿Así puedes pedirle que mi madre me rescate?‖

―¿Eso sería tan malo?‖

―Si.‖

―Zara.‖ Él suspira. La ventana grita fuera. ―¿Cómo puedo hacerte comprender

esto? Necesito a tu madre. Si no la consigo, más chicos morirán.‖


―Eso es ridículo.‖

―No, es solo lo que es.‖

Lo pienso durante un segundo. ―Si eso es cierto, entonces ¿por qué Ian intentó

convertirme?‖

Él pierde su compostura. Su cara cambia en algo preocupado, algo casi

humano. ―¿Te besó?‖

―Casi. Betty le mató primero.‖

Él casi sonríe. Pone su mano a través de su pelo. ―Betty es una fiera.‖

―¿Es por eso que te alejas cuando está aquí?‖

―Ni siquiera un duende como yo, quiere enfrentarse a un tigre.‖

Él golpea en la brasa en su mano. Volviéndola polvo.

―Parece como si pudieras manipular casi todo,‖ digo.

―¿Esto?‖ Él sonríe. ―Salón de trucos.‖ Nos miramos mutuamente.

―Ian intentó convertirte porque él sabía que serías una reina poderosa. Una

reina con mí sangre haciéndole un rey. Ian intentó convertirte porque pensaba

que te tomaría como mía.‖

―Eso es asqueroso.‖ Muevo mi brazo escayolado hacia mi cadera. El peso es

pesado.

―Estoy de acuerdo.‖

―¿Hay muchos de ellos? ¿Duendes renegados como Ian y Megan?‖

Él asiente. ―Demasiados ahora que estoy débil. Pueden sentirlo. Vienen de

todas partes para intentar conquistarme, tomar mi territorio. No somos una

raza fácil.‖

―Obviamente.‖

―Tienes una elección aquí, Zara.‖ Él mueve su delgado marco y se sienta

cerca de mí en el sofá. Pone su mano sobre la mía. La suya aún está caliente

por el fuego, casi ardiendo, y se siente bien comparada con la frialdad de

Maine, mi frialdad. ―Podemos volver a mi casa donde responderé a tus

preguntas y esperaremos a tu madre allí. O podemos esperar aquí a que el

chico lobo se muestre. Una de esas no es una buena idea.‖


―¿Por qué?‖ Pregunto, aunque no quería hacerlo.

―Porque tengo esta necesidad. ¿Y tu lobo? Parece apetitoso.‖


KKiinneettoopphhoobbiiaa oo KKiinneessoopphhoobbiiaa

‗Miedo a los movimientos o al movimiento‘


stoy de acuerdo en ir. Él sonríe, triunfante, como si siempre hubiera

sabido que iba a ganar.

"Estoy encantado", dice como un caballero de verdad, como si hace unos

instantes, no hubiera amenazado a Nick. Me guía fuera de la casa. Tiemblo y

él se ríe, divertido. "No te hare daño, Zara".

―Bien, no me harás daño mientras yo coopere", le digo mientras abre la

puerta. Ráfagas de aire frío ingresan en la casa, el me ayuda con mi abrigo.

Yo sólo consigo meter un brazo. Miro hacia la nada, la nieve y el bosque.

Busco señales de Betty o Nick. "¿Nos iremos en el Subaru?"

"No. Iremos corriendo".

Correr no es parte de mi plan. Mi plan es mantenerle aquí.

"Se supone que no debo de correr," Yo trato de decir. "Debido a mi brazo y

todo lo demás."

"Lamento lo de tu brazo."

―¿De veras?‖

El me carga rápidamente, como si yo no pesara nada, me presiona contra su

pecho, y me sujeta como los novios se supone que sujetan a las novias rumbo

a los umbrales. Él tiembla, lejos del fuego. Huele a setas. "¿Tienes miedo a las

alturas?"

El pone mi brazo bueno, contra él, y evita tocar mi brazo lastimado. Es suave

y rápido y no tengo tiempo para protestar, o para decir nada. Luego,

literalmente, vuela.

Por encima de su hombro una forma oscura en cuatro patas surge de los

bosques y ruge. Betty nos ha perdido. Mi corazón grita en mi pecho.

E


Los árboles borrosos pasan junto a nosotros a velocidad. Se convierten en

formas oscuras, sombras. Posados sobre la nieve. El viento azota mi pelo

contra mi pecho. La nieve cae, me cubre el rostro, y nos va cubriendo

mientras volamos, más rápido y más rápido. Esta velocidad es la que siempre

quería tener, cuando estaba corriendo, esta rapidez increíble. Es

sorprendente y hermosa y apenas puedo describirla, apenas puedo disfrutarla,

porque repentinamente nos detenemos.

Betty nunca me encontrará. No hay rastro.

Él me pone en el suelo que parece rodar, en medio de los altos pinos. Mi

respiración sale, como si lo hubiera estado conteniendo.

"Oh, eso fue increíble", le digo antes de darme cuenta de ello.

"Eres brillante. Pensé que me odiabas."

"Lo hago. ¿Pero volar? Yo no odio a volar. Leí este libro, una vez, donde —"

"¿Sabes leer?"

"Sí".

"Bien. Me gusta la filosofía. Es bueno tener una hija que lee."

Trago, cambio mi peso sobre mis pies. No podrán seguirnos, no dejamos

huellas. No puedo creer que llegamos volando. "¿Pueden volar los duendes?

Porque no estaba totalmente preparada para eso. Quiero decir, no lo leí‖.

"Sólo aquellos con sangre real. Tu puedes".

"Si me convierto en un duende".

"Por supuesto". El señala hacia el claro. "Aquí está mi casa".

"¿Aquí?, ¿En la nada?‖

"¿No ves la casa?‖

―No.‖

Su cara cambia a un gesto, que parece de decepción. "Hay un encanto que lo

rodea, pero ya que tu eres mi hija deberías de ser capaz de ver a través de

el."

"Uh-huh." Me estremezco. Hay copos de nieve en su cabello.


"Los seres humanos ven lo que ellos creen que está ahí, no lo que realmente

esta. No hace falta mucho esfuerzo para ocultar nuestra naturaleza de ellos."

"¡Oh, gracias!. Esa fue mi Lección de Duende numero 2, ¿verdad?"

"Sarcástica. No te pareces en nada a tu madre. Cuando tiene miedo ella se

queda en silencio."

Dejo de morderme los labios. "No, no lo soy. No soy como ella en absoluto."

Suspira. "Simplemente tratar de ver lo que en realidad hay aquí, Zara.

Entonces, podremos entrar, y escapar del frío".

"Estupendo".

Clavo los ojos en el claro y algo cambia allí, hay un brillo tenue. Un copo de

nieve aterriza en mis pestañas. Cierro los ojos para que se derrita. Entonces

vuelvo a abrirlos.

"MIERDA," murmuro.

Puedo oír la sonrisa en su voz. "¿Puedes verlo?"

"No sé cómo no pude verle."

"El encanto".

La casa no es una casa. Se trata de una mansión enorme, con grandes

ventanales, paneles en cada uno de sus tres plantas. Es unilateral y las tablas

de madera están pintadas de un color amarillo cremoso, como las casas

antiguas de Batteiy en Charleston. Sus líneas rectas parecen señoriales y se

elevan hacia el cielo. No es ostentoso, pero es grande, gritando que dentro

hay una sala de té, un cuarto para el cricket, y demás, dinero, mucho dinero.

Vuelvo la cabeza para decirle que aunque mi boca este abierta, y mi lengua

parezca una prisionera, por lo muda que me había quedado, aun yo era una

participante activa en la conversación. Pero, lo que veo, es algo mucho más

increíble.

"Puedes ver lo que soy." Él sonríe.

Sus dientes son puntiagudos.

Pero sus dientes no son lo que me sorprenden. Lo que me sorprende son sus

ojos que son de color plata con puntos negros. Es el hecho de que

su piel brilla como el hielo azul. Es el hecho de que es más alto de lo que yo

pensaba, más amplio. "No me veo como tu", le digo finalmente.


"No. Te pareces a tu madre."

"Tengo el cabello. Mi mamá siempre decía que nos abandonaste, pero no

fueron las cosas así, ¿verdad?"

"No, ella me abandonó." Su rostro cambia a un gesto de tristeza. Sus ojos

parecen más pequeños. Luego levanta la mirada y me mira. "Vamos dentro,

lejos del frío".

Lo sigo porque no sé qué otra cosa hacer. Lo sigo porque quiero mantener a

Nick seguro y espero que mi plan siga siendo un plan de alguna manera, que

de alguna manera logren venir aquí por nosotros y encontrar a Jay. Lo sigo

porque quiero encontrar qué clase de monstruo es mi padre.

Sí, es verdad.

Mi padre.

La gran puerta de caoba se abre para nosotros. Me conduce hacia el interior

del vestíbulo. Un paso. Otro. Huele a vino y carne y champiñones. Brillante

luz brilla de los pisos de mármol. La gente hace fila contra las paredes

tapizadas. La mayoría de ellos llevan ropa de gente normal, pero algunos

están en un tipo de baile de gala-de graduación, con vestidos y trajes. Se

inclinan, uno tras otro, toda la habitación. Debe haber un centenar de ellos.

Pero no son personas. Son duendes sin el encanto. Sus dientes son puntiagudos

como los dientes de un tiburón. Su piel es de color azul y sus piernas son

largas, más de lo normal. Mis rodillas tiemblan.

"Nuestro tribunal, el tribunal oscuro", el rey anuncia. "Por favor, levántense".

Los duendes se paran erguidos. Yo no sé qué hacer. Doy un pequeño ‗hola‘

mientras todos sus ojos me miran, ojos plateados de duendes.

"Los veremos en el salón de baile trasero", dice, dirigiéndome hacia una

puerta lateral. Puedo ver a un enjambre de duendes antes de que cierre la

puerta.

―¿Son todos los duendes que hay?" Le pregunto.

"No. Sólo la mayoría de los duendes de esta región. Los que me pertenecen".

"¿Hay más de una región?"

"Por supuesto".

"Correcto. Por supuesto." Camino hacia la ventana y miro hacia la nieve.


"Te dejare aquí, e iré a esperar a tu madre", dice. "Tengo muchas

preparaciones que hacer. Siéntete libre para vagar por la casa, Zara, pero me

temo que no puedes salir‖

"Así que soy una prisionera".

"Una huésped".

"Los huéspedes pueden salir", le afronto. Me enfrento a él. "Quiero ver a Jay

Dahlberg‖.

Se sobresalta.

"Insisto‖, le digo.

"Está arriba. Mas arriba del segundo piso. Tercera puerta a la derecha. No

luce bien, Zara. Pero no puedo ocultar lo que soy. Lo que necesito." Recorro

con la mirada las hermosas cortinas, el sofá de cuero, y felpa, las orquídeas

por todas partes. "Nada de esto luce bien".

Una vez que el sale por la puerta cuento hasta sesenta y luego me voy

también. Subo por la escalera de mármol blanco hacia un corredor oscuro

afgano y rojo. Un piso. Luego otro. En mi camino, me encuentro con otros

duendes que me miran, duendes que inhalan el aire a mí alrededor. Sus

movimientos son demasiado líquidos a comparación de los seres humanos, sus

ojos son demasiado feroces. Ellos me miran como a una presa. Algunos tocan

mi brazo, mi pelo, susurrando, ‗Princesa. Zara‘. Intento no salir de allí

disparada y gritando. En cambio, sigo subiendo y logro llegar al tercer piso.

Cuento las puertas intentando centrarme, para calmar mi corazón, y entonces

encuentro la puerta, la puerta en la que Jay Dahlberg esta. Es sólo una puerta

normal, de madera, de oro, que está grabado con runas escritas. Me pregunto

cuántos presos había detrás de estas ordinarias puertas. Buscando por una

gran bocanada de aire, giro la perilla y abro la puerta.

Jay Dahlberg estaba sobre unas sabanas, sobre una gran cama, recostado. Sus

brazos están llenos de marcas de mordidas y muy golpeado como si fuera un

boxeador y con su camiseta desgarrada.

―¡Oh, Jay!‖ susurro, y cierro la puerta. Él no se mueve mientras paso en

silencio a través de la alfombra de felpa, oriental, tejida a mano. Con figuras.

Él no se mueve mientras toco su brazo derecho por encima de cinco marcas

mordaces, desde donde debieron de haber tomado sangre. Su piel se congela

en contra de mi toque. Su piel palidece bajo la luz fluorescente. Su espalda


está tallada con cortes y magulladuras. "¿Jay?" Digo, tocándole un poco más.

"¿Jay?"

El gime. Sus párpados parpadean abiertos. Sus labios están agrietados, pero

logran moverse. "Oye, tú eres la nueva..."

"Chica. Sí, yo soy la chica nueva", le digo. "Voy a desatarte y sacarte de aquí".

Sus ojos se abren muy grandes. "No se puede. Los duendes."

"Sé todo acerca de los duendes," le digo, trabajando en los nudos que atan sus

pies. "No me importan los duendes. Te sacare de aquí".

Trato de desatar los nudos de sus manos, pero me es difícil con mi

entabillado. Finalmente consigo desatarle, y pazo mi brazo bueno alrededor

de su cintura. "¿Puedes levantarte?"

"Claro", dice, pero se tambalea en el mismo momento que sus pies tocan el

suelo. "Lo siento".

"Puedes apoyarte en mí. Está bien, pero hay un montón de escaleras‖, le digo.

"Iremos despacio."

Estamos casi llegando a la puerta, cuando repentinamente él se detiene.

"Chica nueva—‖

"Zara".

El hace un esfuerzo para volver a hablar. Su cuerpo tiembla lejos de mis

manos a pesar de que necesita que lo sostengan. "El me hirió. Bebió mi

sangre. Y después todos los demás también lo hicieron. Es como... Es como si

succionaran mi alma. El podría...podría hacerte eso a ti."

"Está bien‖, le digo. "Voy a estar bien. Vas a estar bien. Nadie va herirte de

nuevo, ¿de acuerdo? No en este mismo momento. Ahora, vamos a sacarte de

aquí".

Abro la puerta y escucho.

Nada.

"Espera," susurro. "¿Has visto a otros chicos aquí?"

Él hace otro esfuerzo para mover sus labios. "No."

"¿Un chico? ¿El niño Beardsley?"

"Dijeron que estaba muerto."


La cólera bulle dentro de mí, casi igualando al dolor de mi brazo roto. "Voy a

sacarte de aquí".

Empezamos a ir por el pasillo. Mientras pienso en todas las escaleras que

debemos de bajar.

Y también pienso en todos los otros duendes.

Pero ellos, no me importan.


NNooccttiipphhoobbiiaa

‗Miedo a la Noche‘

Traducido por Anelisse

Corregido por Glad

o es fácil, pero logramos pasar pasillo, hasta llegar a un tramo de

escaleras ―¿Dónde están los duendes?‖ susurra Jay ―Van a chupar de

nosotros. Ellos vendrán—―

―No lo sé. En el cuarto de atrás, creo. Está bien‖

Pero entonces escuchamos voces, llegando hasta el final de las escaleras. Las

voces vienen desde el vestíbulo. Mi corazón se presiona en mi pecho. Esto no

es parte de mi plan. Ella no debería estar aquí, aun. Se suponía que ella iba a

llegar mucho después, cuando todo esto había terminado.

―Sí, ya tienes lo que quieres, ¿de acuerdo? Estoy aquí‖ La voz melodiosa de

una mujer, resuena, agitándose, tratando de ser dura, pero no lo es del todo.

¿Por qué ella no me dijo todo esto antes? ¿Por qué tenía que mentirme?

Porque quería mantener segura, supongo.

―Mi madre‖ susurro hacia Jay

―¿Tu mamá está aquí? ¿Por qué tu madre estaría aquí?‖ el me pregunta.

Mientras yo apoyo a Jay contra la barandilla.

―Para salvarme‖ Lo apoyo de nuevo contra mí, tratando de mantenerle en

pie. El trata de entenderme. ―Pero tu estas salvándome‖

―Lo sé, está bien. Vamos‖

Cuando al fin estamos a mitad de la escalera, por fin puedo ver lo que está

pasando. Mi mamá está de pie en medio de la sala, parada sobre un gran

cuadrado blanco de granito. Tiene los brazos cruzados delante de su pecho. El

rey esta de pie, sobre un cuadrado negro a su lado. Los duendes están

alineados en las paredes de nuevo, rodeándolos.

―Parece un tablero de ajedrez gigante‖ susurra Jay.

Nos acercamos un poco más bajando algunas escaleras.

―No tienes idea de lo mucho que te he echado de menos‖ dice el rey.

N


Mi madre sonríe. Ella no dice nada.

―Me has hecho esperar mucho tiempo‖

Ella pone sus ojos en blanco. Pensé que sólo ponía esos ojos para mí. Jay y yo

damos otro paso. Nadie parece darse cuenta.

Por último, el dice, ―Tus duendes atacaron a nuestra hija‖

―Ellos eran renegados. Han sido desterrados‖

―Sí. Por Betty‖

El suspira melodramáticamente –―He desterrado a los demás‖

―¿Los demás?‖

―Eran un grupo bastante grande. Sabes que pierdo mi poder, cuando no tengo

una reina conmigo. Así que los advenedizos tratan de tomar ventaja‖

No iba a dejarle salirse con la suya, así que doy un grito desde las escaleras

―Has matado a Brian Beardsley. Miren a Jay. Está casi muerto‖

Todo el mundo se gira a mirarnos, incluyendo mi madre. Sus brazos caen. El

rey duende lanza sus brazos hacia los lados. ―Sabes que no puedo evitarlo‖

―¡Pudiste haberte detenido!‖ Tiro de Jay bruscamente una escalera más,

acercándome a mi madre, mucho más cerca. Ella me mira con ojos de pánico.

Me gustaría abrazarla, a pesar de que estoy tan enojada con ella. Me gustaría

que ella supiera que la perdonaba, que entiendo lo que está tratando de

hacer. Pero me concentro en él, en el rey.

―Está en nuestra naturaleza‖ el dice.

―Entonces, cambia tu naturaleza. No tienes que torturar. No tienes que

matar‖

―Entonces moriré. Después, otro duende, tal vez uno más cruel, uno menos

enamorado de las peculiaridades humanas ocupará mi lugar‖

―¿Y?‖ Mis padres me miran. Jay se tambalea. Voy rápidamente hacia él ―La

gente muere todo el tiempo por el bien común. Se llama ser un mártir.

Además, tú me acechaste, llamándome, tratando de que me pierda en el

bosque. Eso definitivamente no-esta dentro del Manual del buen Padre‖ Le

explico, dando un paso más y, hasta que finalmente, estoy en el piso plano.

Los duendes gruñen como animales salvajes. Y avanzan lentamente hacia mí,

olfateando el aire, oliendo la sangre de Jay probablemente, con hambre, con


ganas de beber. El rey les hace una señal, para que no se muevan y

retrocedan. Lo hacen, pero se nota que no desean hacerlo.

―Yo quería que vinieras a mí por tu propia y libre voluntad‖ me dice ―Yo

quería que quisieras saber de tu padre‖

―No te ganaste ese derecho, conseguir que me sienta perdida y confundida no

es ‗que yo vaya por mi propia voluntad‘ Además, pretendiste ser mi

padrastro, lo cual eso es pura maldad‖

Mi madre deja su cuadrado blanco, y viene directa a abrazarme. Se siente

bien. ―¿Él hizo lo que?‖

―Yo estaba desesperado‖ él explica.

―Eso es bajo. Es una excusa poco convincente‖ le digo, mientras Jay cae sobre

el suelo. Trato de alcanzarle, pero soy demasiado pequeña a pesar de el es

muy ligero. Ningún duende intenta ayudarle, ninguno intenta evitar su caída

―Y ahora, es momento de que nos vayamos. No creo que tengáis una silla de

ruedas o cualquier otra cosa donde podría poner a Jay‖

Mi madre se pone rígida a mi lado ―Zara...‖ Yo no quiero mirarla a la cara,

pero lo hago. Algo esta mal, un agujero en mi interior se va haciendo grande,

tan enorme.

―¿Mamá?‖

―¿Qué más puedo hacer, Zara?‖

―¿Te quedaras aquí? ¿Con él? ¿El torturador?‖ Ella asiente, un movimiento

lento de su cabeza. Ella mantiene sus manos en mis hombros. Yo hago resonar

mi pie, como una niña pequeña. ―Esa es la cosa más descabellada que he

oído‖

―Sé que no siempre me crees, pero eres lo más importante en el mundo para

mí, y tengo que mantenerte a salvo‖ Sus ojos estudian mi yeso, a Jay en el

suelo, y luego me besa en la mejilla antes de alejarse de mí, dirigiéndose

hacia él ―Déjalos ir. ¿Me lo prometes?. Dejarlos ir y nunca más les molestarás

si me quedo aquí en este momento‖

Él asiente ―Lo prometo‖

―¡Mamá!‖

Ella me abraza una vez más ―Lo siento mucho, Zara. Pensé que esto no era

inevitable, pero lo es. ¿Qué es mi libertad comparada con la…?‖


―Él te convertirá en un duende‖ insisto ―Uno de ellos‖

Ella no responde.

Me aparto ―Dijiste que era inevitable. Nada es inevitable‖

Los duendes me olfatean desde lejos. Me arrastran hacia la puerta,

sacándome hacia la nieve y tirándome allí. Junto a Jay Dahlberg a quien

mantengo a mi lado.

―¡Podrías por lo menos darle algo de ropa!‖ Grito, ellos simplemente vuelven

a entrar y cierran la puerta.


AAsstthheepphhoobbiiaa

‗Miedo a la Noche‘

Traducido por Glad

Demonios," Jay habla entre dientes. "Demonios. Hace mucho frío". ―No te preocupes," le digo, tirando de él con una mano. Él estaba débil.

"Tengo un plan". Cojeamos hacia el límite del bosque. Me quito mi chaqueta, intento dársela y ponérsela. El es pequeño y delgado, aunque ahora estaba mucho más delgado, pero era algo. ―¿Qué vamos a hacer?‖ Él se estremece. Su cara esta pálida, y huesuda. "Vamos a pedir ayuda" digo mientras logramos llegar al bosque. Silbo y después grito. "¡Abuela!‖ Nada. ―¡Nick!‖

Sobre nosotros un águila da vueltas. Chilla. Dos segundos después algunos

gruñidos salen del bosque, un gran tigre blanco y un lobo, un hermoso lobo

café salen del medio. Lucen descontrolados y feroces. La Abuela es

hermosa…pero…no lo se. Es fuerte. Sus músculos son macizos, feroces,

primorosos. ¿Y Nick? Nick estaba aquí. Viniendo en mi ayuda, como él dijo que

haría antes de que se enterara del asunto de los genes de duende.

Levanto mi mano y les doy una sonrisa tan grande que mis dientes me duelen

por el frío. "Santa...Santa...Mierda" Jay retrocede.

"Estas delirando", le digo. "No te estremezcas".

Él se desmaya, lo cual es de esperarse. Yo casi que, le pillo con mi buen

brazo, tambaleándome, y colocándole suavemente sobre el suelo.

―


Ambos mi Abuela y Nick rugen enojados; Sus dientes al descubierto, listos

para matar y listos para lanzarse sobre cualquiera, y descuartizarlos antes que

nada. Pero sé que hay demasiados duendes ahí dentro como para que puedan

vencerles. Sé que el asesinato no es lo mejor, aunque todos fueran unas

horribles personas o duendes.

"Tengo una mejor idea," les digo. "Solo deben de confiar en mí. Vamos a ahondar en la fase dos de mi enredado plan. Es enredado desde que Mamá se anticipó. Especulo que es parte de su plan rescatarme y entregarse. Pero yo tengo otro plan, y se los diré en casa, ¿ok?‖

Lo primero que hacemos es levantar a Jay solo un poco. Le colocamos sobre la

espalda de la abuela. Ella iba a dejarle en algún lugar donde alguien le

encontraría rápidamente. Le quito mi chaqueta para que no haya nada

sospechoso, que le pueda guiar a mí. Ella salta hacia el bosque, y Nick y yo

retomamos el camino de regreso a mi casa, donde llamaremos a Issie,

esperaremos a mi abuela, y después iniciaría mi nuevo plan.

Porque, creo que tengo uno y sin duda alguna, y era mejor que surtiera

efecto.


AAttyycchhiipphhoobbiiaa

‗Miedo a Fallar‘


l servicio de teléfono estaba de vuelta y Devyn llama a Issie, y luego se

va a traerla. Mi abuela llama a la Señora Nix, la secretaria de la escuela.

―Ella es un oso,‖ explica Betty después de colgar el teléfono. ―Confió en

ella.‖ Ni siquiera parpadeo. Nick acecha alrededor de la habitación,

enfadado, realmente sin mirarme.

Finalmente le agarro por el brazo y digo, ―¿Qué?‖

―Te fuiste con él.‖ Algo dentro de mí se puso alerta.

―Te amenazó.‖

―Puedo cuidarme yo mismo, Zara.‖ Él aleja su brazo de mi toque y se dirige a

la cocina, donde la abuela está estudiando la cubertería.

―Era parte del plan que yo fuera con él.‖ Le digo. ―Hablamos de esto en el

hospital. Eso lo sabes. Yo era el cebo, Tú y la abuela atacaríais. Casi funcionó

a la perfección.‖

―Solo porque volví con Devyn. Solo porque él vio la dirección que tu y él

tomasteis.‖

―No teníamos alternativa. Teníamos que rescatar a Jay.‖

Betty levantó un tenedor. ―¿Crees que esto es de hierro?‖

Se lo quito y se lo paso a Nick. ―Averigüé donde estaban. ¿Has pensando

siquiera en eso? Ahora podemos ir tras de ellos, atraparles allí.‖

―¿Cómo propones que hagamos eso, genio?‖ Él se apoya contra la encimera,

cruzando sus brazos delante de su pecho.

La abuela tose. ―Sin insultos.‖

―Si,‖ digo. ―Sin insultos, aliento de perro.‖

E


La abuela intenta no reír. Ella levanta sus manos. ―Iré a esperar al salón

mientras vosotros tortolitos os matáis mutuamente.‖

―Podemos encontrar la casa otra vez volviendo sobre nuestro rastro,

¿correcto?‖

―No durará mucho tiempo. No con la nieve,‖ él murmura.

―Es por eso que estamos haciendo esto ahora.‖

Él me mira y algo en sus hombros se relaja.

―¿Cómo se que? ¿Cómo se que no estás en esto? ¿Qué no eres un duende?‖

La abuela le contesta desde la otra habitación. ―Porque ella no podría llevar

puesto el brazalete de hierro, perro.‖

―Hey. ¿Ahora quien insulta?‖ Grito, sonriendo, antes de mirar a Nick. Está

doblado sobre su cintura como si tuviera un calambre en el estómago. Levantó

una mano para tocarle, pero no lo hago. Mi voz sale gentil. ―¿Estás bien?‖

―Me siento estúpido,‖ dice lentamente. ―Por supuesto que no serías capaz de

llevar el brazalete si fueras un duende.‖

―Está bien,‖ digo, pero no estoy segura de eso.

Un músculo en su mejilla tiembla cuando el camina sobre el parquet a través

de la sala. Pero en el umbral se gira y dice, ―No quiero corras riegos, no por

mí, ¿vale?‖

Trago e intento hacer una broma de eso porque no se si puedo encontrar otro

camino. ―Vale, Mr. Lovey Dovey.‖

El sonido de las motos de nieve, llegan hasta nosotros. Nick entra en la sala

con Devyn sobre él, porque no ha traído su silla de ruedas. ―Espero que

después de esto, pueda empezar a sanar mucho más rápido,‖ dice Devyn

cuando Nick le deja en la silla blanca que esta junto a la puerta.

―Si, estoy harto de llevarte,‖ dice Nick, pero no puedo saber si está

bromeando.

―Has sorprendido a los medicos,‖ dice Issie, sentándose sobre la alfombra

trenzada. Se apoya contra sus piernas. ―Se supone que estabas

completamente paralizado.‖

―Ellos lo llaman milagro,‖ dice mi abuela cuando la Señora Nix entra. Ella

abre sus brazos. Y se funden en un abrazo. Ella es buena.


La Señora Nix se sonroja cuando nos mira.

―Así que, soy un oso,‖ ella explica, mirándonos. ―¿Espera? ¿Es Issie algo?‖

―No,‖ Issie hace un mohín. ―Toda humana. Todo el tiempo.‖

―La humana más genial de todas,‖ dice Devyn, alzando una mano y

alborotando su pelo.

Yo tomo el mando de la conversación.

―Vale, Betty les ha explicado lo que está pasando, ¿verdad?‖

Todos asienten. Nick se sienta en el brazo del sofá, y la Señora Nix se sienta

en la otra silla verde mientras yo paseo a través de la alfombra trenzada.

―Así que, mi teoría es que los duendes no pueden cruzar el hierro,‖ digo. ―Mi

brazalete de hierro quemó a Ian. Además, lo dice en la Web que ellos odian el

hierro, incluso se establecen en áreas locales y pequeñas para evitarlo.‖

Issie pregunta, ―¿por qué el hierro?‖

Devyn entra en modo friki y responde antes de que yo pueda hacerlo, ―El

hierro es uno de los últimos elementos que fue creado por el núcleo sintético

estelar.‖ No tenía ni idea de lo que acababa de decir. Nadie más lo hacía.

―En español Devyn,‖ ordena Nick.

La exasperación de Devyn se muestra en la manera que él empuja sus manos a

través de su pelo. ―Realmente es pesado. Realmente es denso. Y su núcleo

tiene esos niveles ridículamente altos de uniones energéticas. Es fuerte,

realmente fuerte.‖

―Pero ¿por qué a los duendes no les gusta?‖ Pregunto.

Devyn se encoge de hombros. ―¿Importa?‖

La Señora Nix se aclara la garganta. ―Es una parte del folklore que envuelve a

los duendes. Siempre se dice que pueden ser asesinados con el hierro, es por

eso que lo evitan.‖

―Bien,‖ digo. ―Esperemos que sea cierto.‖

―¿Cuál es tu plan?‖ Pregunta Nick.

―Hacerles prisioneros,‖ centro mis ojos en Nick, y luego indico que estoy

pensando en el sótano. ―Tenemos ese gran metal de las vías del ferrocarril. Y

algo de alambre. La Señora Nix trajo algo más consigo, ¿verdad?‖


―Cierto,‖ dice ella.

―Tenemos la cinta adhesiva y tenedores de acero inoxidable,‖ los muestro.

―Esta es una idea extraña, Zara,‖ dice Devyn. ―Quiero decir... si. Wow.

¿Tenedores?‖

―Es lo mejor con lo que podemos contar.‖ Limpió mis manos juntas, intento

no pensar en mi madre que esta atrapada allí dentro, intento no pensar en las

heridas de Jay Dahlberg, e intento no pensar en las posibles implicaciones

morales de lo que vamos hacer. ―¿Todos listos?‖

Todos están listos. ―Bien,‖ digo. ―Vamos.‖

―¿Crees que esto funcionará, Zara?‖ Pregunta Issie. Estamos escondidas detrás

del tronco de un árbol. Hemos conseguido esconder una masa de alambre con

púas y raíles detrás de nosotras. Agarro su mano y la aprieto.

―Espero que sí.‖ Ella me aprieta de vuelta.

―Yo también.‖

―No tienes que ayudar, lo sabes,‖ susurro.

―Oh, cállate,‖ dice ella, soplando aire cálido en sus manos. ―Las amigas

ayudan a las amigas a luchar contra los duendes.‖

―Cierto,‖ digo.

―Cierto.‖

Miro hacia los otros árboles. Betty está detrás de uno. Devyn y Nick están

detrás de otro. Devyn está en forma de águila, y la Señora Nix es un oso.

Todos los demás parecen humanos. La punta de un alambre de púas cuelga

del pico de Devyn.

La Señora Nix avanza hacia la casa. Ella olfatea el aire. Las patas de oso pisan

pesadamente contra la tierra. Ella contonea sus orejas hacia delante. Esa es

nuestra señal de que ningún duende está fuera.

Nick me da los pulgares hacia arriba. No hemos hablado mucho de que soy la

hija de un duende. No hemos tenido tiempo. Mi madre es más importante

ahora. Pero yo aún tengo miedo de lo que podría significar para nosotros, para

mí.


No importa ahora. Doy la segunda señal y vamos. Corremos hacia la casa,

llevando lazos y hincándolos en la tierra. Uno detrás de otro, los empujamos

hacia abajo. Issie y yo trabajamos juntas porque ninguna de nosotras es súper

fuerte y mi brazo me retrasa. El pico amarillo de Devyn brilla en el

crepúsculo. El alambre cuelga de él. Él gira el alambre de púas alrededor,

conectando los lazos. Tenemos que darnos prisa antes de que los duendes

noten que algo está ocurriendo.

Issie empuja un lazo sobre la nieve. ―Estás segura que ahí hay una casa.‖

―Lo juro,‖ le digo, hincando otro lazo. Mis músculos pelean contra el peso.

―Puedo verla. Lo prometo.‖

―Algunas veces fastidia ser humana,‖ dice Issie. Ambas nos apoyamos,

golpeando otro lazo.

―No, Is. No, lo hagas.‖

Nosotras arrastramos todo el hierro hasta las carretillas escondidas detrás de

las motos de nieve que pertenecen a los padres de Issie y a la señora Nix. No

me había dado cuenta de lo pesados que eran los lazos entonces, pero lo son.

La adrenalina nos había mantenido moviéndonos. La abuela tiró algo más.

Devyn agarró más alambre de púas. Sus alas gigantes se batían a través del

aire. El círculo estaba casi completo. Solo necesitamos un poco más.

Nick me roza al pasar a mi lado, sus brazos llenos de lazos. Él toma un atajo

por el césped delantero. La puerta delantera de la casa se abre. La señora Nix

gime un aviso. Hinco otro lazo.

―¡Nick!‖ Grito. Él levanta la mirada. ―¡Están saliendo!‖

Un duende se dirige rápidamente hacia Nick. Sus dientes son colmillos

mortales. Él embiste contra Nick. Nick le azota con el alambre de púas. Este

golpea al duende en la cara. El vapor se levanta de una quemadura en su piel

de duende. Él tropieza en el suelo, con la mano en su mejilla. Nick se queda

allí, esperando.

―¡Vuelve, Nick!‖ Grita la abuela. Nick duda. Sus músculos parecen temblar y

se sacude. Quiere convertirse en lobo. Lo se. ―¡Ahora!‖ Ordena mi abuela.

El se apresura en volver hacia ella, saltando sobre el alambre y los lazos,

saliendo de nuestro círculo. Más duendes salen de la casa. Todos están

vestidos para algún tipo de fiesta. El terciopelo y el satén hondean en el

viento. Los esmoquin parecen perfectamente a la medida. Deberían lucir

maravillosos, pero se lo que son. No son maravillosos, porque la belleza es


gracia y amor y esperanza. Todos ellos la necesitan. La señora Nix toma el

último trozo de alambre de púas de la boca de Devyn y lo pasa alrededor. El

círculo está completo.

―Cambia,‖ ordena Gram a Nick. ―Ahora.‖

Un riel hincado cae. Corro para agarrarlo. Mis manos lo empujan más profundo

en la fría y dura tierra. Tiemblo, empujando a la presión de los alambres,

desestabilizando todo.

―¡Abuela!‖ Grito. ―Un poco de ayuda aquí.‖

Ella corre a mi lado. Ambas forzamos el lazo, usando todo el peso de nuestro

cuerpo para estabilizarlo. Los duendes comienzan a cantar, algunas locas

palabras monótonas que mi cabeza no comprende, pero mi cuerpo se

estremece, congelada y aterrada.

Nick aparece a mi lado, lobo otra vez. Sus pelos de punta, gruñe, muestra los

dientes. Los músculos en su espalda se tensan.

Presiono una mano a su lado. ―No. Quédate fuera del círculo. Conmigo.‖

Los duendes aún están embutidos fuera de la puerta, ignorando al herido en

los escalones. Mi madre aparece en la puerta. Ella lleva un vestido blanco

largo que tiene mucho encaje en él. Empieza a atravesar la nieve, un pie

delante del otro. Resbala a lo largo de un lado de la casa, mientras el resto

viene hacia delante, una horrible masa de ellos. El círculo tiembla. Tenía que

agarrarlo. Agarré el lazo, intentando fijarlo.

El viento golpea el pelo de Issie. Sus ojos son todo terror. Ella ahora puede

verlos, obviamente.

―Zara, vuelve.‖

Entonces el rey sale. El viento levanta su pelo. Nos mira, y después a sus

duendes. Sabe lo que hemos hecho. Él levanta sus brazos. El canto se hace

más alto, evoluciona en gritos de guerra, salvaje y congeladora, pero los

duendes aún están moviéndose lentamente, vigilantes, esperando órdenes,

creo.

―¿Puedes verle?‖ Le pregunto a Nick, cuando Devyn aterriza en su brazo

extendido. Los talones descansan en un guante especial para que no corten a

través de la piel. Nick Gruñe.

La abuela dice, ―Ellos han dejado caer el encanto. Los veo.‖


―No cambies,‖ le digo. ―¿Vale?‖ Ella asiente.

El rey duende hace contacto visual con mi abuela. En menos de un segundo él

está de pie delante de ella. Es más alto que ella. Sus ojos han pasado a

plateados. Solo el alambre de púas y los lazos de riel los separa.

―¿Tigre?‖ Su cara se sacude con enfado. ―Tú... hiciste esto.‖

La abuela se ríe de él. Ella se ríe de él como si el rey no fuera nada. ―No, no

pensé en esto. Lo hizo tu hija.‖

Él se gira hacia mí. De repente aparece delante de mí. Sus ojos son

totalmente plateados y líquidos como el hierro con los que les habíamos

rodeado. ―Nos has atrapado.‖

El hilo blanco que había estado alrededor de mis dedos desde que mi padre

murió se rompió y revoloteó en el viento. Cruzo las barras de hierro y él lo

cogió en su mano. Aprieta el hilo entre sus dedos, lo mira.

La señora Nix en forma de oso de un zarpazo saca a un duende fuera de su

camino. Ella esta paseando más cerca del límite, gruñendo, creando una

distracción.

―¡Su Alteza!‖ Dice una de las mujeres duende. Su voz suena aterrada en el

viento.

―No os aproximéis al oso,‖ ordena él. ―En un grupo de cinco. Rodeadlo.‖

La señora Nix se pone de pie en sus patas traseras. Devyn vuela al tejado, un

alambre colgando de su pico. Él lo ata a la chimenea. Un hada se cuelga de la

ventana del segundo piso, intentando atraparle. Él pierde a Devyn y gime.

―La reina, ¡Su alteza!‖ Grita la misma mujer duende. El rey rompe su mirada

durante una diminuta fracción de un segundo y mira para ver lo que está

pasando fuera de su lado. Ahí es donde está mi madre. Se que él esta viendo,

el momento en el que ella esta por cruzar el círculo de alambre. Lo se, pero

él no hace nada. Ahí es cuando me doy cuenta de cuan atrapado está,

atrapado por su naturaleza y su conducta, atrapado por su necesidad. Aún así,

él hace una elección, un tipo de elección.

―¡Su Alteza!‖ Repite el duende. Su pelo rubio vuela salvajemente en el

viento.

Él la ignora, y solo mira directamente a mis ojos cuando Issie ayuda a mi

madre a atravesar el alambre de púas. La señora Nix salta detrás de ella, y

vuelve a nosotros, vuelve a donde está a salvo. Nick golpea su cola contra el


suelo. Él y la señora Nix la protegen, usando sus cuerpos como una capa extra

de protección.

―Atrapaste a mi madre,‖ digo. ―Tenía que liberarla.‖

El rey me mira. Le devuelvo la mirada. La frialdad de él es inmensa. Nick

llega y se presiona contra mi lado. Miro a mis prisioneros. No se si esto está

bien o no. No se si la Amnistía Internacional lo aprobaría, o si mi padre lo

aprobaría, pero es todo lo que puedo pensar en hacer.

Otro duende salta hacia delante, los brazos abiertos, intentando capturar a mi

madre. Su esmoquin golpea el alambre de hierro primero. Entonces comienza

a arder. Otros tres duendes gritan apartándole. Agarro el lazo otra vez,

intentando estabilizarlo de los movimientos. Nick gruñe. El rey finalmente,

nota que mi madre está fuera, libre, caminando cerca de Issie, acercándose a

mí.

Él gime. ―¿Qué has hecho?‖

No respondo. Mi corazón late como loco feliz solo de verla atravesar el hierro.

No se ha quemado. Aún es humana.

―Zara.‖ Su voz medida. ―La necesito para mantener el control.‖

―No necesitas estar controlado. Estás totalmente atrapado. Así que no habrá

más robos de chicos, no más flechas disparadas en los bosques, haciendo que

la gente se pierda. Eso es todo.‖ El metal está frío sobre mis dedos.

Devyn agarra más alambre, comienza otra pelea. Un grupo de duendes

asaltan, gritando, un salvaje y caótico caos. Ellos empiezan agarrarse

mutuamente, pierden el miedo y el enfado y el hambre. Un duende en un

vestido rosa grita cuando otra que lleva un vestido negro la ataca, corta a

través de la piel de su brazo.

―¿Zara?‖ El rey intenta estar tranquilo y amable. Intenta parecer humano. No

funciona. ―¿Sabes lo que esto significa? ¿Sabes el poder que perderé? ¿La

necesidad? Nosotros lucharemos aquí dentro. Nos mataremos mutuamente.‖

―Lo se,‖ digo y mi voz tiembla cuando le miro, este hombre que está frente a

mi, era parte de mi sangre. Él era mi padre. Aún, comprendo su necesidad, su

miedo. Él está pegado a este horrible lugar donde no hay moral para moverse

hacia delante. ―Lo siento.‖ Y lo hago. Suelto el lazo. Le doy la espalda. Él se

mueve hacia mí. En el momento que se mueve mi madre grita, embistiendo

hacia delante. Ella no puede ayudar. Está demasiado lejos. Sus manos agarran

mis brazos y él me empuja más cerca de él. Sus manos y brazos están


ardiendo y se ampollan de pasar el hierro. Aún es fuerte. Mi brazo roto

empuja. Mis dientes apretados. El dolor es enloquecedor. Los gruñidos vienen

de mi derecha e izquierda.

―Retrocede, Mamá.‖ Saco un tenedor de mi bolsillo y lo clavo en la pierna del

rey. Él grita y pierde su agarre, cayendo hacia atrás. ―Entra ahí,‖ ordeno. Él

me mira. El vapor viene de su piel quemada. Mi madre está de pie cerca de

mí. Ella agarra un cuchillo de pan.

―Suéltala.‖ Dice mi madre apuntándole con el cuchillo. Él se pone de pie y

retrocede. Su cara entristecida.

―No lo harías.‖

―Haría cualquier cosa por mi hija.‖ Dice ella. Su mano ni siquiera tiembla.

―Entra en la casa,‖ ordeno. ―Todos vosotros. Ahora.‖ Ellos se giran y se

mueven como hormigas, volviendo a su nido. Él es el último en entrar. Se

detiene. Y yo le digo. ―Si puedo pensar en algo más para hacer, volveré. Lo

prometo.‖

Su cabeza a penas se mueve. Su voz es un susurro en el frío y amargo viento,

pero aún puedo oírlo. ―¿Tus promesas son como las de tu madre?‖

―No,‖ digo. ―Mis promesas son como las mías.‖

Mi madre me abraza alrededor de la cintura. Besa el lado de mi cabeza. No

estoy segura de cual de nosotras está temblando más. Ella no dice nada

cuando él cierra la puerta.

―Vale. Rápido,‖ ordeno. Nos damos prisa. Nick es humano otra vez, trepando

al segundo y tercer piso, poniendo cuchillos y tenedores con cinta adhesiva en

las ventanas, la cinta adhesiva a través de los cristales. Hacemos lo mismo en

los pisos inferiores.

―Espero que aguante,‖ dice Issie, rasgando la cinta adhesiva y pegándola en

un alambre, pegándolo a la pared.

―Volveremos cada día y lo comprobaremos,‖ digo, girando el alambre en una

ventana.

Un duende pega su cara contra el cristal. Ella muestra sus dientes, gruñendo.

Nick baja, salta hacia la ventana, gruñendo, protector pero aún humano. Pego

una cuchara justo donde está su lengua. Incluso aunque hay un cristal entre

nosotros, ella se aparta.


La abuela y la señora Nix acaban sellando la puerta.

Todos nos alejamos y caminamos pasando los alambres. El lugar entero está

lleno de alambre y hierro y rieles, cinta adhesiva y cubertería. Parece

extraño, como algún tipo de casa de Disney retorcida por un productor

enfadado.

―Bien,‖ digo. ―Bien.‖ Mi madre agarra mi mano y volvemos a las motos de

nieve. Los duendes aúllan en la distancia.

―No puedo verlos más.‖ Dice Issie.

―Estás demasiado lejos para eso ahora,‖ dice la abuela.

―El encanto los esconde de los humanos y los were.‖ Yo aún puedo verles. Un

duende chilla desde algún lugar dentro de la casa. El bosque parece caer bajo

el peso del ruido.

Nadie dice nada, ni siquiera cuando llegamos al trineo y nos alejamos. Algunas

veces no hay palabras.

Algunas veces tu solo enfrentas tus miedos y los capturas, encerrándolos.

El tiempo pasa, y también los días. Mi madre y yo nos dirigimos hacia la casa

de los duendes, a vigilar.

―No puedo verla,‖ dice ella.

―Eso es porque actualmente eres humana,‖ le digo.

―Si el encanto lo esconde aún está ahí, él aún debe estar vivo.‖ Ella apaga la

moto de nieve y solo miramos. ―Ni siquiera puedo ver el alambre.‖

Yo puedo verlo todo. Debe ser mi lado duende. Parece ridículo. Una casa

maravillosa rodeada por raíles y alambre de púas. Tenedores y cuchillos y

cucharas pegadas a las ventanas con cinta adhesiva. El viento golpea girando a

nuestro alrededor, diminutos tornados de nieve. Cierro mis ojos contra el

frío.

―¿Estás bien, cariño? ¿Te duele el brazo?‖ Pregunta ella.

―Estoy bien,‖ respondo y abro mis ojos. No hay duendes intentando salir de la

casa. Solo estaban en mis sueños, o mejor dicho pesadillas.


―Es seguro, ¿verdad?‖ Pregunto.

―Ellos no pueden salir.‖ Ella asiente. ―Ellos no pueden salir. Era una idea

inteligente.‖ Ella se apoya en la moto de nieve y agarra algo de nieve en sus

manos. Hace una bola y la tira. La bola de nieve se estrella contra el lado de

la casa. De repente parece joven, más poderosa, más como ella cuando mi

padre aún estaba vivo.

―Eso se siente bien, incluso si no puedo verlo, puedo golpearlo.‖ Ella sonríe.

―¿Quieres que te haga una?‖

Es una locura como podemos cambiar, como incluso tu madre, quien pensabas

que era la más débil de todos los débiles, puede tener una postura dura

contra un ser sobrenatural.

Levanto mi mano para tomar su bola de nieve. ―Si.‖ Todos pueden ser

valientes, ¿verdad? Yo estoy dentro de eso. Tiro la bola. Golpea en el lado de

la casa, estrellándose y cayendo. Mi madre me abraza durante un segundo y

nos quedamos allí.

El rey duende estaba de pie en el salón de mi abuela hace una semana. Y

ahora estaba aquí, atrapado

He vuelto otra vez a la escuela, pero las cosas son diferentes. Mi brazo está

escayolado. No puedo correr más así que Issie tiene que inscribirme en un

plan anual de Harvest Ball que es en Halloween.

Mi madre y yo no sabemos si vamos a volver a Charleston. Pensamos que

podríamos quedarnos. No era justo para Devyn e Issie, la señora Nix, la abuela

y Nick ser los únicos en comprobar si los duendes aún están atrapados en la

casa.

―Lo siento por todo esto,‖ me dice ella, justo antes de encender la moto de

nieve. Ella me dice eso cada día.

Y yo siempre le respondo, ―Lo se.‖

Empujé fuertemente las puertas cuando la campana suena e intento llegar a

clase, pero Nick me coge del brazo y me empuja dentro del armario de

suministros del gimnasio. Las pelotas del fútbol y canastas nos rodean. El aire

huele al equipo de cuero de deportes y moho y Nick.

Le tengo muy cerca a mí.


Levantó la mirada hacia su cara. Hay barba áspera en los bordes de su

barbilla.

―Jay Dahlberg lo está haciendo bien,‖ dice. Sus ojos son oscuros y tristes. ―No

recuerda nada. Los padres de Devyn dicen que su cerebro tiene maneras de

protegerle.‖

Trago. ―Eso está bien.‖

―Todos creen que Megan se trasladó. Nadie sabe lo que ocurrió, que Betty la

mató. Y creen que Ian fue secuestrado por el mismo tipo que cogió a Jay. Su

familia está fuera de control, yendo a CNN, Fox News, todo.‖

Miro hacia una pizarra de marcador. No hay puntuación, solo lugares en

blanco donde deberían estar los números. No hay ganadores, ni perdedores,

nada.

―¿Zara?‖ Su voz suena ronca. ―Lo siento.‖

―¿Sobre qué?‖ Me encojo como si no tuviera pruebas.

―Porque enloquecí por lo de tu padre.‖ Mis ojos encuentran los suyos.

―Fuiste un imbécil,‖ le digo.

Su mano se mueve a mis mejillas. ―Lo siento.‖

Me aparto, pero solo puedo alejarme una pulgada antes de golpear un palo de

lacrosse, no es que realmente quiera irme demasiado lejos. ―No. De ninguna

manera. No conseguirás que te bese.‖

Él hace pucheros.

―¿Admites que mi idea de cómo atrapar a los duendes usando hierro era

buena?‖ Digo usando mi mejor voz de abogado.

―Lo hago.‖

―¿Admites que no eres la única persona, o medio persona genéticamente, que

puede salvar a seres sensibles?‖

Él arruga su nariz. ―Lo hago.‖

―Y ¿admites que tienes mal genio, un lindo coche, y una hermosa novia?‖

Aguanto mi respiración.

―Tengo una novia alucinante,‖ dice él.


Y entonces me besa, lo cual es, tenia que admitirlo, lo mejor que mi novia

hacia.

El beso es suave y moteado con una promesa de una estrella en el cielo de la

noche.

Me estiro, deseando poder tenerle para siempre, incluso aunque se que este

beso no puede durar para siempre, ¿puede?

Pero no es el final del beso lo que realmente me asusta.

No.

Lo único que me asusta ahora soy yo. La Zara en la que podría convertirme. La

Zara que nunca he querido ser.

Todos tienen miedo, ¿cierto?

Pero ahora ¿cuántos de nosotros tienen miedo de vosotros mismos?

Bastantes, parece.

Porque hay un nombre para todo esto.

Aulofobia, miedo de uno mismo.

FFIINN


CCaappttiivvaattee

ara y sus amigos sabían que no había resuelto el problema del duende para siempre. Lejos de ello. Las necesidades del rey crecen más cada día que está atascado en cautiverio, mientras que su control sobre su pueblo se vuelve más débil. Eso lo hacía vulnerable. Y ahora hay un nuevo rey en la ciudad.

Una guerra por el territorio es inminente, ya que el rey duende nuevo Astley, se está moviendo rápidamente. Nick casi lo mata en el bosque en el primer día, pero Zara vino a su rescate. Astley jura que él y Zara están destinados a estar juntos, que es uno de los buenos. Nick no se lo cree, aunque Zara no está tan segura - a pesar de sí misma, que quiere confiar en el nuevo rey. Pero es mucho más que su relación con Nick lo que está en juego. Es su vida - y la de él.

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TRADUCTORAS o Ana o Anelisse o Carmen o Daniela o Dark Lady o Glad o Jhos o K.K o Kenafans o Liberi

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FORMATO Y DISEÑO o Glad

LA TRADUCCIÓN DE LA SAGA ‘NEED’ ESTARÁ A CARGO DE GLAD & ANELISSE EN LOS FOROS

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need – carrie jones · viviendo con su hiperactiva abuela en el frío maine, ... hoy. envolví un...

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