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1 KEYNES REDIVIVO: INSUFICIENCIA DE INVERSION, DESEMPLEO Y DESIGUALDAD EN LA TEORÍA GENERAL 1 Carles Manera José Pérez Montiel Universitat de les Illes Balears 1. Introducción El recurso a Keynes suele ir emparejado a momentos de graves dificultades económicas. Y eso a pesar de que el relevo en el paradigma económico de postguerra se produjo a comienzos de la década de 1980, en un período de crisis económica derivado del incremento en los precios del petróleo en 1973 y 1979, y agravado por la caída en las tasas de beneficio desde, al menos, 1970 (un aspecto que muchas veces se olvida). El neoliberalismo se afianza entonces, y se resquebrajan los postulados keynesianos: éstos son enterrados, y la nueva ortodoxia genera otras regulaciones sustentadas sobre las liberalizaciones en los mercados y la observación del Estado como un problema económico. Se huía de los preceptos del economista de Cambridge y sus seguidores, y la curva de Philips era substituida por la de Laffer: un giro copernicano. Así, mientras la economía parece ir bien, el funeral de John Maynard prosigue; pero cuando de nuevo pintan bastos en el panorama económico, algunos incluyendo los poderososvuelven la vista hacia lo que deducen del argumentario keynesiano: si los mercados se debilitan, si la inversión privada es anémica, los gobiernos deben actuar, esos mismos gobiernos que fueron denostados por despilfarradores e ineficaces en etapas de prosperidad. Esta situación, que simplemente hemos estilizado, se vivió a raíz de la Gran Recesión y, de hecho, sólo cuando se aligeran los corsés de la economía convencional en los gobiernos, se vuelve al crecimiento económico. El caso de España en 2015 ha sido ilustrativo: una mayor laxitud permitida por Bruselas en los requerimientos de déficit y deuda a causa 1 Este texto se inscribe en el proyecto de investigación competitivo Crisis industrial y recuperación productiva en la historia de España, 1686-2018, HAR2015-64769-P, Ministerio de Economía y Competitividad, dirigido por el Dr. Jordi Catalan Vidal, de la Universitat de Barcelona. Hemos trabajado con la edición de la Teoría General de la editorial Planeta Agostini, 1993, Barcelona. Traducción de Eduardo Hornedo.

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KEYNES REDIVIVO:

INSUFICIENCIA DE INVERSION, DESEMPLEO Y DESIGUALDAD EN LA

TEORÍA GENERAL1

Carles Manera

José Pérez Montiel Universitat de les Illes Balears

1. Introducción

El recurso a Keynes suele ir emparejado a momentos de graves dificultades

económicas. Y eso a pesar de que el relevo en el paradigma económico de postguerra se

produjo a comienzos de la década de 1980, en un período de crisis económica derivado

del incremento en los precios del petróleo en 1973 y 1979, y agravado por la caída en

las tasas de beneficio desde, al menos, 1970 (un aspecto que muchas veces se olvida).

El neoliberalismo se afianza entonces, y se resquebrajan los postulados keynesianos:

éstos son enterrados, y la nueva ortodoxia genera otras regulaciones sustentadas sobre

las liberalizaciones en los mercados y la observación del Estado como un problema

económico. Se huía de los preceptos del economista de Cambridge y sus seguidores, y

la curva de Philips era substituida por la de Laffer: un giro copernicano. Así, mientras la

economía parece ir bien, el funeral de John Maynard prosigue; pero cuando de nuevo

pintan bastos en el panorama económico, algunos –incluyendo los poderosos– vuelven

la vista hacia lo que deducen del argumentario keynesiano: si los mercados se debilitan,

si la inversión privada es anémica, los gobiernos deben actuar, esos mismos gobiernos

que fueron denostados por despilfarradores e ineficaces en etapas de prosperidad. Esta

situación, que simplemente hemos estilizado, se vivió a raíz de la Gran Recesión y, de

hecho, sólo cuando se aligeran los corsés de la economía convencional en los gobiernos,

se vuelve al crecimiento económico. El caso de España en 2015 ha sido ilustrativo: una

mayor laxitud permitida por Bruselas en los requerimientos de déficit y deuda –a causa

                                                                                                                         1 Este texto se inscribe en el proyecto de investigación competitivo Crisis industrial y recuperación productiva en la historia de España, 1686-2018, HAR2015-64769-P, Ministerio de Economía y Competitividad, dirigido por el Dr. Jordi Catalan Vidal, de la Universitat de Barcelona. Hemos trabajado con la edición de la Teoría General de la editorial Planeta Agostini, 1993, Barcelona. Traducción de Eduardo Hornedo.

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de las convocatorias electorales– ha facilitado la obtención de datos macroeconómicos

mejores, pero con el incumplimiento en las cifras de déficit público.

En tal contexto, Keynes se ha convertido en un cadáver ideológico incómodo: no

puede enterrarse del todo, mientras se asuma que la Economía sigue teniendo ciclos,

está regida por procesos de inestabilidad y por un cuadro de decisiones individuales y

colectivas que no siempre son razonables y que, en todo caso, están influenciadas por

los entornos, las expectativas, las atmósferas (que diría Alfred Marshall). Es aquí donde

situamos nuestra reflexión sobre inversión, desempleo y desigualdad, adoptando la

Teoría General como guía.

2. La insuficiencia de inversión como causa de la desocupación

La teoría económica predominante en la época de Keynes2 establecía que el

sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción tiende

permanentemente a la plena ocupación de los factores de producción. Debido a que

tanto el mercado de bienes y servicios, a través del sistema de precios, como el de

inversión, mediante el sistema de tipos de interés, se suponen eficientes, la causa de la

desocupación debe buscarse en el mercado laboral, donde interactúan oferentes

(trabajadores) y demandantes (empresas) de empleo. En estado de equilibrio, la cantidad

de ocupación ofrecida es igual a la demandada, de modo que nadie que tenga voluntad

de trabajar se queda sin empleo. Cuando el nivel de ocupación no tiende al pleno

empleo, es debido a la existencia de una suerte de fuerzas anti mercado que distorsionan

y manipulan la variable de ajuste del mercado laboral, el salario real, convirtiéndola en

una variable rígida (que se resiste a descender), en lugar de ser flexible. De esto se

deriva que la aceptación, por parte de los trabajadores, de salarios reales inferiores que

se igualen a la productividad marginal del trabajo, crearía una mayor demanda de

ocupación. Los responsables de generar esta distorsión en el mercado de trabajo son los

propios trabajadores, quienes al organizarse impiden que los salarios reales tengan

libertad para bajar hasta sus niveles de competencia (hasta igualarse a la productividad

marginal del trabajo). Los fenómenos que principalmente entorpecen la operatividad de

las fuerzas de la competencia en el mercado laboral son la negociación colectiva, las

leyes de salario mínimo, los subsidios a los trabajadores y el seguro de desempleo. Estas

                                                                                                                         2 A la cual Keynes se refiere como teoría clásica, pero que posteriormente la literatura ha consensuado denominar marginalista o neoclásica.

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fuerzas anti mercado han tendido a mantener los salarios reales en un nivel demasiado

alto, por encima de la productividad del trabajo y, por lo tanto, sobre el nivel en el que

la demanda de trabajo es satisfecha antes de que hayan encontrado trabajo todos los que

están dispuestos a trabajar a cambio del nivel salarios predominante. La conclusión

principal que se extrae de estas consideraciones –expuestas por Arthur Pigou– es que el

desempleo lo generan voluntariamente los trabajadores a través de la acción colectiva,

manteniendo los salarios en un nivel demasiado elevado.

Sin embargo, Keynes descubrió que la creencia de que el paro desaparecería si

los trabajadores aceptaran salarios más bajos no era válida. Según Keynes, la solución

de tipos de salarios flexibles sólo es viable en un mercado de trabajo de competencia

perfecta o en una economía puramente autoritaria. En las sociedades modernas y

desarrolladas no tiene cabida un mercado laboral totalmente flexible. La sindicalización,

la organización de los trabajadores, las leyes de salarios mínimos o el seguro por

desempleo no pueden ser eliminados, ya que son parte integrante fundamental de la

economía de un régimen democrático y por lo tanto representativo de la sociedad. Así

se defienden los intereses de la mayoría social. A parte de la inviolabilidad democrática

de estas propuestas, los hechos demostraban que eran empíricamente erróneas, puesto

que durante la década de 1930 los salarios y la ocupación habían descendido

simultáneamente con gran frecuencia.

Keynes llegó a la conclusión de que el volumen de ocupación, lejos de depender

exclusivamente del mercado de trabajo, está determinado por la demanda global

efectiva, y que ésta se manifiesta en el gasto de la renta. De este modo, en la Teoría

General la demanda efectiva, que es igual a la renta total de una comunidad (cerrada al

exterior por simplificación), está conformada por la demanda de consumo y la demanda

de inversión. Según Keynes, cuando aumenta la ocupación aumenta también el ingreso

global real de la comunidad; sin embargo, la psicología de ésta es tal que cuando el

ingreso real aumenta, el consumo total crece también, pero no tanto como el ingreso. En

consecuencia, para justificar cualquier cantidad dada de ocupación, debe existir cierto

volumen de inversión que alcance para cubrir la diferencia entre la producción total y lo

que la comunidad decide consumir cuando la ocupación se encuentra a dicho nivel;

porque a menos que exista tal volumen de inversión, los ingresos de los empresarios

serán menores que los requeridos para inducirlos a ofrecer la cantidad de ocupación de

que se trate. Se desprende, por tanto, que dado lo que Keynes llama propensión a

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consumir de la comunidad, el nivel de ocupación de equilibrio, es decir, el nivel que no

induce a los empresarios a ampliar o contraer la ocupación, dependerá de la magnitud

de la inversión corriente.3

En síntesis, si el aumento de la renta no va acompañado de un aumento de la

inversión se produce una situación de desocupación. La existencia de desempleo en la

Teoría General, por lo tanto, es debida a una insuficiencia en la inversión. ¿Por qué

existe insuficiencia de inversión en una comunidad económica? Una primera respuesta

parece obvia: porque no se destina a nueva inversión la totalidad de la parte del ingreso

que no consume. Keynes sostiene que la producción de nuevos bienes de capital es

escasa porque el ahorro no se canaliza a nuevas inversiones, sino que puede adoptar la

forma de dinero (efectivo o bancario) y de sus sucedáneos (deudas a la vista, dinero

extranjero, alhajas y metales preciosos en general)4. El dinero, por lo tanto, lejos de ser

un mero medio de cambio, es un depósito de riqueza. Algo con valor intrínseco. Y la

licitación por quedarse con él se resuelve a través de la formación de la tasa de interés,

que debe ser entendida como una recompensa o remuneración por desprenderse del

dinero en efectivo. Esto significa que, a diferencia de lo que afirma la ley de Say, sobre

la que se fundamenta el aparato teórico marginalista, no todo el ingreso se convierte en

gasto.5

3. Consumo, desempleo y distribución de la renta: la emergencia de la desigualdad

Una vez aclarado qué son el dinero y la tasa de interés en la Teoría General,

Keynes explica que la insuficiencia en la inversión se produce cuando el nivel de

rentabilidad esperada de una nueva inversión (a lo que se refiere como eficiencia

marginal del capital) es menor que la tasa de interés real corriente. Cuando la

lucratividad prevista de las nuevas inversiones es menor a la tasa de interés, el ahorro,

en lugar de destinarse a inversión, se dirige hacia formas de acumulación de riqueza

ociosas y se crea un volumen de inversiones artificialmente bajo que impide que la

comunidad económica alcance el pleno empleo. En el sistema propuesto por Keynes,

estas expectativas de ganancias futuras dependen no tanto de los animal spirits u otras

                                                                                                                         3 Keynes (1993[1936]): 35. 4 Keynes (1993[1936]): 316. 5 Keynes (1993[1936]): 189.

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exogeneidades de difícil captación ex ante, si no de la demanda de consumo corriente.6

En la Teoría General es la propensión global al consumo lo que principalmente

determina las decisiones de inversión.7

¿Qué determina una mayor o menor propensión global a consumir de la

comunidad? El consumo es una función del ingreso real: dada una situación de la

técnica, los gustos y las condiciones sociales que determinan la distribución del ingreso,

el ingreso real de un individuo subirá o bajará en función de la cantidad de unidades de

trabajo que pueda disponer; es decir, del monto de su ingreso medio en unidades de

salario. Por consiguiente, si la unidad de salario varía, el gasto en consumo

correspondiente a un nivel dado de ocupación cambiará, como los precios, en la misma

dirección.8 Por lo tanto, la suma que una comunidad gasta en consumo depende

principalmente del peso que los salarios reales tienen sobre el ingreso global, es decir,

de la distribución social de la renta. Esto nos lleva a sugerir que si el consumo, y por

ende la inversión, se encuentran en un nivel por debajo del socialmente óptimo -el nivel

de plena ocupación-, se debe, según Keynes, a una inadecuada distribución de la renta.9

Cuanto más desigual es una sociedad, más limitada es su capacidad para consumir. Los

ricos disponen de mucha más renta de la que necesitan consumir de ordinario, mientras

que los pobres tienen tan poca que su capacidad de consumo está muy restringida. Por

lo tanto, cuanto menos equitativamente esté repartida la riqueza de una comunidad,

menos aumentará el consumo cuando aumente la renta. O sea: menor será la propensión

global media al consumo. De este modo, Keynes se muestra contundente a la hora de

señalar a la desigual distribución de la renta como uno de los principales problemas que

afronta la viabilidad del sistema económico capitalista.10 Una distribución de la renta

socialmente más adecuada aumentaría la propensión al consumo presente y por ende el

aliciente para producir, en el periodo t, bienes de capital que pasarían a formar parte del

proceso productivo en el periodo t+j.11 En conclusión, Keynes sostiene que, debido a la

existencia del dinero (y sus sucedáneos) como forma de acumulación de riqueza

alternativa a la adquisición de nuevos bienes de capital, los ahorros individuales pueden

ser absorbidos tanto por la inversión como por las deudas, y no tenemos ninguna                                                                                                                          6 Keynes (1993[1936]): 101. 7 Keynes (1993[1936]): 327. 8 Keynes (1993[1936]): 89. 9 Keynes (1993[1936]): 321. 10 Keynes (1993[1936]): 328. 11 Keynes (1993[1936]): 329.

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garantía de que encuentren salida en la primera sin una intervención estatal. La tarea del

Estado, por lo tanto, deberá ser la de “ajustar la propensión a consumir con el aliciente

para invertir”12.

4. Pruebas empíricas: distribución, consumo e inversión en Estados Unidos

En el presente apartado, con el propósito de comprobar la validez empírica de

los postulados keynesianos anteriormente expuestos, analizaremos la evolución de

determinadas regularidades empíricas de la economía estadounidense entre la década de

1930 y la actualidad. Para ello, se ha utilizado la base de datos de la Reserva Federal

para medir la evolución anual de la inversión privada nacional y del consumo de los

hogares; al tiempo, se observa la evolución del salario, que en nuestro análisis adopta el

rol de variable distributiva. Para la teoría de la distribución, inaugurada por los

fisiócratas y profundizada por los clásicos (especialmente, Ricardo y Marx), centrada en

la concepción de excedente social apropiado por los capitalistas, una vez asegurada la

reproducción de los bienes de consumo y de capital,13 el salario (canasta salarial física)

es la variable que indica la distribución del ingreso.14 De este modo, se precipita la

noción de ganancias, entendida como la parte del producto total apropiada por los

propietarios de los bienes de capital (el producto total menos la masa salarial). Debemos

aclarar que, en el sistema clásico, el salario (al igual que cualquier otra variable

distributiva), viene exógenamente dado: sus oscilaciones están vinculadas a factores

institucionales y políticos, y en ningún modo refleja la productividad marginal del

trabajo. La distribución de la renta, por lo tanto, no se determina endógenamente y no

depende del producto efectivo. Los gráficos 1, 2 y 3 estilizan este proceso.

                                                                                                                         12 Keynes (1993[1936]): 335. 13 Esta perspectiva, conocida como Enfoque Clásico del Excedente fue sistematizada en David Ricardo, privilegiando la rigurosidad lógica y despertando tanto críticas como fascinación. 14 los economistas clásicos contemporáneos utilizan también la tasa de interés básica, que al ser el límite inferior de la tasa de ganancia, constituye también una variable indicativa de la distribución de la renta.

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Gráfico 1

Gráfico 2

Gráfico 3

FUENTE: elaboración personal a partir de los datos de la FED: https://www.federalreserve.gov/econresdata/economic-history-f.htm.

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Estados Unidos: salarios, consumo e inversión

Evolucion Anual Consumo Evolución Anual Inversión

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00,020,040,060,080,1

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2013

Estados Unidos: salarios, consumo e inversión

Evolucion Anual Consumo Evolución Anual Inversión

-0,05

0

0,05

0,1

0,15

-0,3-0,2-0,1

00,10,20,30,4

1965

1967

1969

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1973

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1977

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1993

1995

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Estados Unidos. Inversión doméstica y consumo de hogares, 1965-2014

Evolución Anual Inversión Evolucion Anual Consumo

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Nótese que el salario, el consumo de los hogares y la inversión siguen una

tendencia similar en el largo plazo. Se puede apreciar claramente cómo a partir de la

década de los años 1980 la evolución anual del salario inicia una tendencia descendente.

Tanto la evolución anual del consumo, que en la Teoría General está correlacionada

positivamente con la variación de los salarios, como la de la inversión, que según

Keynes está inducida por el consumo, también comienzan a desacelerarse en esa etapa.

Aunque la inversión es considerablemente más volátil que el consumo, es fácil ver que

las dos variables siguen tendencias similares, y que ambas presentan tasas de

crecimiento anual considerablemente inferiores a partir de los años 1980 (gráfico 3). A

continuación, mediante la aplicación econométrica de los tests de Granger, de Dicky-

Fuller y de Johansen, se puede inferir la validez empírica de la relación causal entre

variables económicas que sostiene Keynes. Esta relación causal puede resumirse en que:

• Disminuciones (aumentos) de la tasa de crecimiento de los salarios provocan

caídas (incrementos) de la tasa de crecimiento anual del consumo de los hogares;

• Disminuciones (aumentos) de la tasa de crecimiento anual del consumo de los

hogares causan caídas (incrementos) de la tasa de crecimiento de la inversión, y

no a la inversa.

Se coteja, por lo tanto, una relación causal entre variables que va de la distribución

determinando el consumo y del consumo afectando la inversión. En otras palabras:

• Consumo e inversión están asociados a largo plazo: es el primero el que causa

la segunda.

• Los salarios causan el consumo, de forma que ambos están asociados en el largo

plazo.

En síntesis: se certifica la relación causal propuesta por Keynes, en la que la

distribución determina el consumo y éste la inversión. La evidencia empírica da la

razón al Maestro, al menos en el caso de la economía estadounidense.

5. Algunas propuestas de política económica de Keynes

Según Keynes, la inversión está refrenada por la tasa monetaria de interés, por lo

que una política monetaria destinada a reducir la tasa de interés a cero aparece como

una posibilidad de política económica de cara a proveer al sistema productivo de

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abundancia de capital. Ahora bien, el Estado debe ir más allá, y debe complementar la

política monetaria con la política fiscal. Porque el principal problema reside en la

existencia de un desajuste entre la propensión a consumir y el aliciente a invertir. Para

reajustar las propensiones a consumir y a invertir, Keynes subraya que el Estado deberá

redistribuir la renta hasta que la propensión a consumir infiera una propensión a invertir

socialmente óptima, un nivel de inversión que cubra la brecha entre la renta y el

consumo agregados, alcanzándose así el pleno empleo.15 La política fiscal, por un lado,

al gravar el ingreso, reduce la renta disponible de las personas, por lo que debería tener

un efecto negativo sobre el consumo; sin embargo, prosigue Keynes, si la política fiscal

se usa como instrumento deliberado para conseguir mayor igualdad en la distribución

de los ingresos, su efecto sobre el aumento de la propensión a consumir es, por

supuesto, tanto mayor.16 Es decir, una política fiscal redistributiva, a través de

transferencias, favorece la propensión a consumir, mientras que una política fiscal

regresiva tiene el efecto contrario. Por otro lado, Keynes también alerta del efecto sobre

la propensión global a consumir cuando el gobierno reserva fondos de los impuestos

recaudados para satisfacer el pago de futuras deudas; porque eso representa una especie

de ahorro social, de modo que una política fiscal que tiende a crear grandes fondos de

reserva debe considerarse también como reductora de la propensión a consumir. Por el

contrario, ante una situación de desigual distribución de la renta, el Estado se convierte

en una fuente de demanda de consumo alternativa. El gasto en consumo final del

gobierno se suma al consumo agregado de una comunidad económica.

En la Teoría General se aboga por una reacción contra el laissez faire edificada

sobre bases teóricas totalmente distintas a las de Marx. Keynes consideraba que debían

existir desigualdades en el ingreso, ya que el ingenio, la creatividad, etc., en general, las

valiosas actividades humanas, requieren de la existencia del estímulo de hacer dinero y

la atmósfera de la propiedad privada de riqueza. Pero el economista de Cambridge

afirmaba que la desigualdad había alcanzado niveles demasiado altos y se había

convertido en un problema: Por mi parte, creo que hay justificación social y psicológica

de grandes desigualdades en los ingresos y en la riqueza, pero no para tan grandes

disparidades como existen en la actualidad.17 ¿Cómo de grandes pueden ser las

desigualdades en una comunidad económica? Puede existir desigualdad en una                                                                                                                          15 Keynes (1993[1936]): 332. 16 Keynes (1993[1936]): 91. 17 Keynes (1993[1936]): 329.

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comunidad económica hasta el punto en que la propensión a consumir sea tal que la

lucratividad prevista de una nueva inversión sea igual (o mayor) a la tasa de interés.

Keynes cree en la libertad de elección, en la propiedad privada, en el lucro, en las

diferencias sociales, etc., en definitiva, cree en los beneficios que el individualismo

aporta al bienestar colectivo, siempre y cuando este individualismo pueda ser purgado

de sus defectos y abusos mediante controles centrales destinados a establecer un

volumen global de producción correspondiente al pleno empleo; véase como “no se

aboga francamente por un sistema de socialismo de estado que abarque la mayor parte

de la vida económica de la comunidad. No es la propiedad de los medios de producción

la que conviene al estado asumir. Si éste es capaz de determinar el monto global de los

recursos destinados a aumentar esos medios y la tasa básica de remuneración de

quienes los poseen, habrá realizado todo lo que le corresponde.18

5. Comentario final

Los argumentos expuestos, que enfatizan aspectos clave en la Gran Recesión,

como el desempleo, la inversión, el consumo y la desigualdad, demuestran que lo

expuesto por John Maynard Keynes en su Teoría General permite una relectura actual,

como suele suceder en todas las contribuciones científicas seminales. Las prevenciones

ideológicas y los dominios estrictos del mainstream en cátedras y palestras

universitarias e institucionales, no deberían bloquear la posibilidad de que alumnos e

investigadores conozcan a Keynes de primera mano, sin interpretaciones a veces

interesadas. Conocer a Keynes para criticarlo es un buen ejercicio; pero primero se debe

leer y analizar. Y esto último es lo que permite descubrir que aspectos que ahora

sacuden las economías más avanzadas –y que pueden parecer inéditos–, ya fueron

expuestos en 1936 por Keynes, tras su auscultación profunda de los impactos de la Gran

Depresión. Esta es la virtud de sus trabajos señeros; y es esto lo que, a nuestro juicio, le

da todavía una vigencia que, no obstante, algunos se obstinan en ignorar.

                                                                                                                         18 Keynes (1993[1936]): 333-334.