ningún secreto es para siempre - primera parte

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Les dejo la mitad de la novela...

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Charli Farinha Toni

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Ningún Secreto es para Siempre Primera parte

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Registro Territorial de la Propiedad Intelectual

Comunidad de Madrid

Nº de Expediente: 12/RTPI-010855/2010

Nº de Solicitud: M-010387/2010

Ref. Documento: 12/032884.4/10

30/12/2010

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A mis padres, Adelcia y Carlos

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Prólogo Esta es una historia que nace en el Montevideo de la década del 80, el cual coincide con la época de la transición a la Democracia del Uruguay. Ahí sitúo a una joven pareja, Camila y Manuel, donde ambos son modelos; Cosa bastante extraña e inhabitual en esos momentos y en esa región y que, además, uno de ellos no está muy concienciado de su otro “trabajo” que viene haciendo y de lo que todo ello conlleva en caso de renunciar al mismo y no prever nada de las represalias que se pueden tomar. Después planteo la continuación de las consecuencias de lo que pasó en Montevideo, el secuestro, pero en la ciudad de Buenos Aires. Allá, a mediados de la década del 90, donde un peso valía lo mismo que un dólar, están Celina y Christian, los niños secuestrados, tratando de sobrevivir en un mundo que no es el propio y están pagando culpas que son ajenas. Al principio del presente siglo vuelvo a la ciudad de Montevideo donde retomo los personajes iniciales, Manuel y Camila, pero, esta vez, ya lo hago con la otra familia que han formado luego de su gran pérdida. Allí, Camila y Manuel es como si hubiesen hecho borrón y cuenta nueva pero, hay cosas que no tuvieron en cuenta, y la verdad de lo que buscan puede estar mas cerca de lo que pudieron haber imaginado. Sus hijos, los que han sido secuestrados, Celina y Christian, siguen viviendo en Buenos Aires y la continúan peleando día a día, ya que aún reciben muchos golpes de todo tipo. Allí se mezcla la incertidumbre y el miedo que se generó en la zona del “Río de la Plata” en esos momentos y es donde comienza la última oleada inmigratoria, la cual aún no ha acabado y que, además, uno de los principales destinos ha sido este país, España. El mayor drama de la historia se desarrolla en esta ciudad de Madrid. Es aquí donde las personas se encuentran unas a otras, sin saber quienes son en realidad, y todo lo que ello puede provocar. Es en esta ciudad en la que Manuel y Camila ven que su secreto, el tormento de sus vidas, el cual nunca lo han hablado con sus otros hijos, el mismo los lleva a continuar mintiendo, llegando a un punto de no retorno. Y ellos, que en un principio eran las grandes víctimas de su tragedia, y que habían hecho hasta lo imposible para proteger a su familia, ellos mismos se ocupan de destruirla, llegando consecuencias letales para cada una de las partes. “Ningún secreto es para siempre” es una forma de decir que siempre, pese a quien le pese, es necesario decir la verdad, aunque la misma sea cruel, hiriente y vergonzosa. Al decir la verdad se van a evitar confusiones, malos entendidos y todo lo que ello puede conllevar. En esta historia, exploto al máximo un secreto y ese mismo secreto es el que se convierte en enemigo y por el mismo se pierde todo, la familia, la historia de sus vidas, incluso la vida misma.

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Primera parte

1982 – 1985 - Montevideo

“ Se vive un sueño y se cae el Castillo de Cristal”

Presentación

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En los sillones del living de un apartamento de la planta ocho que está en la esquina de las calles “Rambla de las Naciones” y “21 de Setiembre”, están charlando Manuel y Camila. Él es un joven castaño claro de veinte y pocos años de edad; Es delgado, ojos oscuros y es muy apuesto y ella es algo menor que él. Camila es una joven castaña clara, muy atractiva, de grandes ojos claros y no falta mucho tiempo para que de a luz. Camila: Si. Lo se. Lo se. Hay veces que pienso que a vos si te interesa seguir con esa vida de mierda. Ya no es necesario que estés con ellos. Si ya tenemos todo. Apartamento. Auto. Buenos contratos... En fin... Solo te queda abrirte de ahí y empezar una vida nueva acá o donde sea. No hay porque darle vueltas al asunto, ¿no? Manuel: Me parece que hay algo que vos no estás asimilando, ¿no? ¿Te pensás que de acá se entra y se sale cuando uno quiera? Pues no. ¡No! ¡Estamos hasta las pelotas y nadie juega con esta gente y mucho menos en esto! ¡¿O no lo entendés?! Es verdad. Plata ya no nos falta pero solo podemos seguir o seguir con ellos si es que queremos seguir respirando en este mundo. Camila: Me parece que en vez de un hombre me casé con un pendejo. Si. Eso es lo que sos. Un pendejo. Un cagón de mierda. Están a punto de nacer los mellizos y no metés lo que hay que meter realmente. ¿Ese es el ejemplo que les vas a dar a ellos? Ella hace una pausa y sigue: Creo que con las publicidades bien la podríamos llevar. Mirá que ahora se nos abrió el “Mercado Porteño”. Lo mas grande ya lo tenemos y bien sabés de que es así. Incluso tenemos plata en mas de un banco. ¿Cuál es el problema para hacer borrón y cuenta nueva y empezar una nueva vida? Manuel: Hay cosas que no te enterás, ¿no? ¿O no te querés enterar? ¿Cuál es la forma con la que te debo de decir que uno no puede salir de esta aunque lo quiera? No se puede y no hay mas vueltas que darle. ¿No se si soy lo suficientemente claro cuando hablo? Si querés seguir en este mundo, entonces, andá callándote esa linda boquita que tenés que ya me tenés los huevos bastante llenos. ¿Te queda claro, amor? Se quedan un momento mirando a los ojos en silencio. Luego ella le dice: Hoy llamaron por teléfono para vos. Manuel: ¿Quién? Camila: No lo se. Dijeron que volverían a llamar. Manuel: ¿Era hombre o mujer? Camila: Hombre. Nunca antes había escuchado esa voz. Manuel: Debo de salir. Al decir esto se pone de pie y ella no duda en preguntarle: ¿Dónde vas, Manuel? Manuel: Tengo que hacer algo. Después te veo. Camila: No te olvides que quiero a mi marido con vida. No en un cajón. Al escuchar esto, él se detiene un momento y se queda reflexionando, mientras que ella no deja de observarlo. Luego Manuel continúa su marcha y Camila hace un claro gesto de fastidio.

� En el ascensor de una torre que está en la esquina de “Joaquín Núñez” y “Rambla Mahatma Gandhi” está Manuel, junto a otro hombre -el cual tiene apariencia de ejecutivo, de unos cuarenta años de edad- donde se intercambian maletines pero no median ninguna palabra entre ellos. También evitan mirarse a los ojos ya que el ascensor tiene cámaras de seguridad. Ambos son lo suficientemente discretos y rápidos en su acción que pasan desapercibidos. Luego de ello, el ascensor abre su puerta en la planta baja -donde hay muchos locales comerciales- y Manuel desciende allí. El otro hombre sigue su camino hacia los sótanos. Manuel camina deprisa hasta que llega a los baños. Al ingresar ahí ve a dos hombres que se están besando muy apasionadamente. Manuel los contempla un momento, hasta que ellos lo ven, pero siguen un momento mas en lo suyo. Manuel se acerca un poco mas a los chicos y, al

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estar a unos ochenta centímetros de distancia de ellos, les entrega un paquete. Uno de ellos lo guarda enseguida en el interior de su calzoncillo mientras que el otro le sonríe a Manuel en el momento en el que lleva la mano a su bragueta. Manuel se aleja un poco, el otro hombre le sonríe y el primero le alcanza un sobre. Manuel lo agarra de inmediato y lo abre si sacar nada del mismo. Solo le da una mirada superficial y lo guarda en el interior de uno de los bolsillos de su campera y se retira. Manuel escucha: Gracias por todo, papá. Manuel se detiene en seco y lentamente da la vuelta para verlo. __ Papá, ¿querés acompañarnos a nuestro apartamento? Manuel busca la mirada del chico y el mismo se la corresponde y así se observan mutuamente por un momento. Manuel vuelve a dar la vuelta lentamente y sigue su camino. Una vez fuera del lugar deshace los pasos que acaba de realizar.

� Manuel está en una oficina de una torre, que está ubicada en la esquina de“Jaime Zudánez” y “José Ellauri”, junto a un hombre, Caruzzo, el cual viste traje y corbata y es bastante mayor pero tiene la mirada tan fría y vacía donde todo lo que hace parece que estuviese programado. Caruzzo: Entonces. Entonces, los pibes ya están por nacer. ¡Que maravilla de la naturaleza! Decime, Manuel, ¿les falta alguna cosa? ¿Va todo bien? Manuel se apresura a responderle: No. No. No señor Caruzzo. Está todo bien. Está todo bien. Solo quiero pedir unos días libres para estar al lado de mi mujer. Caruzzo parece meditar cada palabra que escucha de Manuel. Reflexiona sobre todo el panorama en medio del silencio. Pasados unos instantes le dice: Eso no es problema, Manuel. Eso no es problema. Es bueno aumentar la familia. Hay que cuidar la familia. Tomate los días que necesites que no habrá problemas. No. No los habrá. ¡Ah! Antes de que empiecen tus “vacaciones” debés de hacer un último trabajito. Es solo una entrega. Va a ser en una fiesta privada donde mi secretaria te va a entregar la invitación. Ahí tenés que entregarle un paquete al hijo del presidente de la compañía yanquee que está por la “Avenida Italia”. Si, al menor de ellos. Y decile que si no quiere tener problemas con nosotros que nos mantenga las cuentas al día. Decile que las cuentas claras siempre conservan la amistad, ¿no? Al decir esto se sonríe sin ganas sin apartar la mirada de Manuel. Caruzzo continúa: En esa fiesta tratá de pasar desapercibido y, a su vez, tratá de cambiar de estilo. Ya sabés a lo que me refiero, ¿no? Mas ejecutivo, mas formal. No tan sport como siempre andás... ¿Te queda claro lo que tenés que hacer entonces, Manuel? Manuel: Si, señor Caruzzo. Si. Está claro. Caruzzo lo mira y sonríe de forma bastante burlona. Caruzzo: ¡Buen chico! Sos un buen chico, Manuel. Estás aprendiendo bien. Todo a su tiempo. Todo a su tiempo como debe de ser. ¿Necesitás alguna otra cosa? Mientras Manuel niega con la cabeza, agrega: No. No. Gracias señor Caruzzo. Caruzzo: Ok. Ok. Ya podés irte. Al decir esto Caruzzo le da la espalda y Manuel emprende la retirada. Cuando Caruzzo escucha el ruido de la puerta, se da la vuelta para mirar la misma y se la queda contemplando.

� Recostada en el sofá grande del living de su apartamento, Camila habla por teléfono. Camila: Si, mami. Lo se. Lo se. Pero este no es el momento mas adecuado para que me digas eso. Vos quedate tranquila que ya he puesto manos a la obra en eso. __ Camila. No te dejes estar ni un minuto... Ahora hay muchas cosas en juego... No quisiera que les pase nada a mis nietos, por favor. Camila: Ni se te ocurra pensar en eso que no va a pasar nada. ¡A mis hijos los voy a defender con uñas y dientes!

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__ Nena, ¿querés que vaya unos días a tu apartamento a acompañarte? Camila: No, mami. No. No es necesario. Estoy embarazada, no enferma. __ ¿De verdad es que te sentís bien? ¿Estás con fuerzas suficientes como para seguir con todo? Ya sabés que a mi no me costaría nada estar contigo hasta que nazcan mis nietos. Camila: Mamá, si preciso algo no dudes que a quien primero voy a recurrir es a vos. __ Bien nena. Cuidate mucho y tratá de no salir mucho estos últimos días que te queda de embarazo. Mirá que sos primeriza y se corren muchos riesgos andar por ahí sola cuando se está a punto de dar a luz. Camila: No te preocupes mamá. Estoy bien. Estoy muy bien.

� Manuel está desnudo en el baño de su apartamento bajo el agua de la ducha disfrutando de la misma. Mientras tanto él piensa: Papá. Si. Papá, eso es lo que voy a ser dentro de poco. Deberé de tomarme la vida mas en serio. Ahora entiendo todos los consejos que me daba papá acerca de la vida. Es un desafío y lo voy a superar. Voy a ser el mejor padre del mundo. Luego que se asea, cierra la canilla, abre la mampara y agarra una toalla, la cual se la envuelve en la cintura, mientras que se dirige al dormitorio. Al llegar allí ve a Camila recostada sobre la cama la cual se dobla de dolores. Él queda impresionado, por un instante en blanco, donde no sabe que hacer. Luego él pregunta: ¿Qué es lo primero que tengo que hacer? Camila: Nada. Acabo de llamar a una ambulancia. Ya debe de estar por llegar. Vestite rápido así me acompañás. Manuel entra en un estado de desesperación y trata de vestirse cuanto antes donde se pone a revolver todo el ropero y deja un gran desorden. Cuando Camila se da cuenta de ello, lo mira y le dice: No quiero ni imaginarme si los hombres se quedaran embarazados. Manuel, que nada puede entender, se la queda mirando y ella se comienza a reír. Ella agrega: Manu, soy yo. Ya te lo dije miles de veces como sería este momento... Él tarda unos instantes en asimilar lo que le dice su mujer. Luego dice: Es que... Es que estoy un poco nervioso. No se... Me quedé bloqueado. Camila: Pues ahora te necesito con todas las luces.

� Caruzzo está en su oficina, junto a otro hombre, un poco mas joven que él. Caruzzo abre un maletín, el cual está lleno de dólares, y el otro hombre trata de mirar, pero no puede ver en toda su plenitud, por el ángulo en el cual se encuentra. A Caruzzo se le escucha decir: Ocupate de Manuel. Si necesita algo él o su mujer dales todo lo que precisen. Todo. De todas maneras no dejes de mantenerlo vigilado. Hoy lo noté extraño y no quiero llevarme sorpresitas a última hora. Luego de decir esto Caruzzo mira indiscretamente al otro hombre el cual, en un principio, le corresponde la mirada pero luego la baja donde el rubor de sus mejillas es mas que evidente. Caruzzo agrega: En este negocio mando yo. Que eso te quede bien claro. Si yo caigo te aseguro que todos ustedes van a caer. Al decir esto se comienza a reír sarcásticamente donde al otro se le eriza hasta el alma. __ Eso todo lo sabemos señor Caruzzo. Nadie tiene dudas respecto a quien es el jefe. Caruzzo: Es bueno recordarlo. Es bueno recordarlo siempre. Hace una pausa y pregunta: ¿Tienen todo pronto para el “golpe”? El otro hombre, mientras que asiente, dice: Si. Si. Ya está todo listo. Caruzzo: Bien. Bien. Es muy bueno también mantener el trabajo controlado. __ En eso no cabe dudas señor. Nosotros somos un buen equipo.

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Caruzzo, al escuchar esto, le busca la mirada y el otro no se la rechaza. De esta manera se observan mutuamente por varios minutos.

� Al día siguiente los bebés se encuentran en incubadoras en la “Clínica Horizonte” que está por la “Avenida Brasil” y “Avenida Francisco Soca”. Manuel los observa en medio de sonrisas y lágrimas, sin poder creer en lo que le sucede. Camila aún está recostada en su cama de la clínica donde ahora tiene a uno de los bebés en brazos. Ella lo observa con absoluta devoción. El otro bebé es sostenido en brazos por Manuel, el cual está de pie, al lado de Camila. Ambos bebés son muy chiquitos y están durmiendo. En un murmullo Manuel dice: Son... Son... Tan... frágiles. ¡Dios! No lo puedo creer. Son maravillosos. ¡Y son nuestros! ¡Que mezcla de emociones que siento! Camila: Si, son unos angelitos. Son nuestros. Son nuestros angelitos. Son como una bendición. Si. Eso es lo que son, una gran bendición. Se quedan un momento mas contemplándolos. Luego ella pregunta: ¿Quedamos con los nombres que habíamos pensado, no? Manuel la mira, le sonríe y asiente. Camila continúa: Entonces yo tengo conmigo a Celina. Manuel la vuelve a mirar a Camila y le dice: Y yo tengo al hombrecito. Yo tengo a Christian. La pareja se mira mutuamente y se sonríen. Camila dice en un murmullo: Gracias. Gracias por estos angelitos tan maravillosos que me has regalado. Gracias, Manu. Gracias. Manuel: Son nuestros y nada ni nadie nos los podrá quitar nunca. Son nuestros. Hay un momento de silencio y ella agrega: Ahora si que podremos empezar una vida nueva. Ahora, con ellos, empezaremos una nueva etapa. Todo va a ser para mejor, ¿no? Ella mira a su marido pero él le esquiva la mirada. Pero ella pregunta: Me escuchaste, ¿no? Con ellos vamos a empezar de cero cueste lo que cueste. Manuel: De eso ya estuvimos hablando. No es el momento para discutir eso. Camila: Ahora tenemos motivos mayores para re-hacer nuestras vidas. Manuel: Vamos a seguir disfrutando de este momento maravilloso que tenemos. No es el momento ni el lugar adecuado para hablar de problemas, del trabajo ni nada de eso. Camila: Pero si podemos hablar del presente y del futuro. Y tanto en el presente como en el futuro están nuestros hijos, ¿no? Manuel ignora lo que dice Camila pero ella no le quita la mirada de encima.

� Los mellizos duermen, plácidamente, en el apartamento de sus padres en sus respectivas cunas. Sus progenitores los observan de pie, donde Manuel está detrás de Camila, y él la abraza desde atrás y ella le agarra las manos. Manuel: Que extraña es esta sensación de ser padres, ¿no? Camila: Si. Yo no puedo creer que ellos hayan salido del interior de mi vientre. Lo que es la naturaleza, ¿no? Y lo que mas disfruto es cuando les doy de mamar. Al ritmo que comen me van a dejar sola en los huesos. Manuel: Es sorprendente todo esto, si. Cuantas cosas tiene la vida. Es de locos este mundo, ¿no? Voy a tratar de disfrutarlos minuto a minuto. Son nuestros hijos, si que lo son. Camila: El tiempo pasa muy deprisa. Y no voy a permitir de que sean hombre y mujer sin haberme enterado de como sucedió eso realmente. No voy a cometer el mismo error que cometieron mis padres conmigo. No. Eso no va a pasar. Yo voy a estar siempre al lado de mis hijos. Ahora entiendo a mamá, a papá. Cuando se es padre se tiene otra perspectiva de la vida. Manuel: Vamos a ser los mejores padres del mundo. Nuestros hijos se sentirán orgullosos de que seamos nosotros sus papás. Que raro que tu madre no ha venido.

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Camila: ¿Cómo que no? Cuando saliste hoy a la tarde ella estuvo acá pero no se quedó por mucho rato porque quería ir al sepelio de una amiga. Manuel: Ah. No sabía. ¿Y qué te dijo de los nombres que les pusimos? Camila: Que soy la única hija que rompió la cadena familiar de nombres. Pero, es algo que no la agarró por sorpresa. De todas maneras me dijo que les gustan los nombres; Que fuimos muy modernos en la elección de los nombres. Manuel: Celina. Christian. Celi. Chris. Incluso quedan bien las abreviaturas, ¿no? Camila: Si. La verdad que si. Hace una pausa y ella dice: Hoy volvió a llamar el tipo que te conté del otro día. Manuel se queda reflexionando un momento hasta que pregunta: ¿Y no te dijo que quería? Camila: No. Dijo que volvería a llamar. ¿En qué andás, Manu? Él la mira y ella le corresponde la mirada y agrega: Hay algo que no me huele bien. Quiera Dios que esté equivocada pero... Esto no me huele nada bien. Manuel se queda cabizbajo y ella no le quita la mirada de encima.

� A la noche Camila está revolviendo una olla en la cocina de su apartamento. En ese momento ingresa Manuel, el cual no dice nada, pero es mas que evidente que está nervioso. Camila, sin dejar de revolver la olla, lo mira. Ella le pregunta: ¿Qué es lo que te pasa, Manu? Manuel no le dice nada y ella insiste en su pregunta: Manu, ¿qué te pasa? ¿En que andás? Manuel se detiene ante ella y le dice: Estuve hablando con Caruzzo y me reiteró que solo soy uno mas de sus empleados. Ni mas ni menos. Que por ser modelo no tengo privilegios de ningún tipo ni nada de eso. Que ahí nadie tiene mas derecho que otros. Que el jefe es él y nadie ni siquiera se atreve a hacerle sombra. Que me piense muy bien la decisión que he tomado si es que no me quiero arrepentir. Que aún no es tarde para reflexionar respecto a lo que le dije. Ahora... Ahora está esperando una respuesta final de mi parte. Hay un momento de silencio donde luego él continúa: No se que hacer. Realmente no se que hacer. Yo sabía que esto iba a pasar. Yo lo sabía... Camila: Y entonces, ¿vas a continuar con esa gente? ¿O qué? Manuel: ¡No tengo la mas puta idea que es lo que voy a hacer! Estoy preocupado. Esta gente es capaz de hacer cualquier cosa y eso lo tenemos mas que claro. Antecedentes sobran. Hay otro momento de silencio y él continúa: Tengo miedo. Mucho miedo. Camila lo mira y él sigue: Tengo miedo... Sobre todo por los bebés. Camila lo vuelve a mirar y él continúa: No se que hacer. ¡La concha de la lora! ¡Este Caruzzo es lo mas hijo de puta que puede haber en el negocio! Este viejo no sabe perdonar y mucho menos olvidar. Es... Es... Es un gran hijo de puta. Camila: No creo que se meta con... con... ¡No! Me llega a tocar a alguno de mis hijos y soy yo misma que en persona lo va a matar y con mis propias manos. No me importa que me pudra entre rejas pero a mis hijos que ni se le ocurra tocarlos porque me va a conocer. ¡Me va a conocer muy bien ese tal Caruzzo, hijo de puta! Manuel: Ahora debemos de esperar. Tengo que darle una respuesta y quiero pensar un rato. Él emprende la retirada y ella se apresura a preguntarle: ¿Dónde vas? Manuel: No tardo. Ya vengo. Camila: Tengo la comida casi pronta. Manuel: Regreso enseguida. En ese momento suena el teléfono que está en una mesita ratona en el living y Manuel se apresura hacia el mismo. Manuel: Hola Una voz masculina le dice: Te espero en una hora en el bar que esta en la “Rambla Naciones

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Unidas” y “Boulevard España”. Manuel se queda pálido y Camila lo observa desde la puerta. Manuel corta la comunicación y ella se le acerca pero Manuel la ignora por completo. De todas maneras ella pregunta: ¿Qué pasa? ¿Quién era? Manuel se sienta en el sofá grande del living, con las manos entrecruzadas, y mirando hacia el suelo. Camila se le sienta a su lado y no deja de mirarlo. Pasados unos minutos, él, sin mirarla, dice: Dentro de un rato sabré como se han tomado la decisión... No me da buena espina esto. Camila: ¿Por qué? ¿Quién era? Manuel: Me acaba de llamar el chupa pija de Caruzzo. Quiere que nos veamos... Todos sabemos que es peligroso salir a la noche. Aún así quiere verme en el bar dentro de una hora. Camila: No vayas. Debe de ser una trampa. No vayas. Manuel: Si no voy va a ser todo mucho peor. Camila: Y si vas no regresarás con vida. Estoy segura. Manuel: Se defenderme bien. Debo de ir. Quiero saber que es lo que quieren. Camila: Manu, pensá en tus hijos. No vayas, por favor. Manuel se pone de pie y Camila dice en un murmullo: Cuidate. Por favor, cuidate. Él la mira y ve que Camila está mirando hacia el suelo.

� Tres años después Camila sigue viviendo en el apartamento de “Rambla de las Naciones” y “21 de Setiembre”. Ahora ella está sentada en uno de los sofás del living discando un número de teléfono. Los mellizos están a su lado, jugando en medio de un montón de juguetes. A los chicos se los ve muy felices. Ambos son de pelo castaño claro y rizado, de ojos oscuros y son idénticos, solo que Celina tiene el pelo largo y Christian no. Los dos son muy lindos. Camila dice: Hola. Buenas tardes. Yo necesito contratar los servicios de una niñera. Una amiga me recomendó esta agencia y es por eso que les estoy hablando. Una voz femenina dice: Si, señora, cuénteme como es su hijo, por favor. Camila: Ellos son dos, son mellizos y recién cumplieron tres añitos y necesito dejarlo un par de horas al cuidado de alguien. No sería para todos los días pero hay días que necesitaría que estén con ellos mas de ocho horas. __ Señora, ¿y los cuidados serían en su domicilio o en nuestro jardín? Camila: Yo preferiría que sea en mi apartamento. Sería mas sencillo para mi.

� Manuel está en un “Estudio de Fotografías” que está ubicado en la esquina de las calles “Bulevar General Artigas” y “José María Montero”. Manuel está posando en ropa interior, donde los flashes de luces le vienen de diferentes partes y él va haciendo todo lo que le dice el fotógrafo. De fondo se escucha la canción “Tira” de Miguel Mateos. Camila también está en el mismo “Estudio Fotográfico” haciendo lo mismo que Manuel. Ella solo viste lencería muy sugestiva y no lleva corpiños, sino que se tapa las lolas con las manos en medio de insinuaciones de todo tipo. Manuel se pone los pantalones pero aún sigue sin camisas. Se arregla los bolsillos por lo que pone las manos en los mismos y descubre que en el derecho hay un papel que antes no estaba. Lo saca y lo desdobla. El mismo dice: Están a punto de joderte la vida. Fuiste demasiado boludo al haber actuado así. Manuel se queda mirando el papel desconfiando en todo; Mira a todo su alrededor y no ve nada fuera de lo común; Vuelve a mirar el papel y se lo vuelve a poner en el mismo bolsillo del cual lo extrajo. Camila está ultimando detalles de su vestimenta donde, luego de ello, se dirige hacia el baño. Una vez en el mismo se observa en el espejo para luego abrir la cartera que la dejó sobre la mesada del lavabo. Al abrirla ve que hay un sobre doblado. Desconfiada, lo saca y lo mira. Mira a su alrededor y luego lo abre y extrae una hoja que hay en su interior.

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Esta dice: Decile a tu marido que reflexione si es que no se quiere arrepentir por el resto de su vida. Ella no da crédito de lo que acaba de leer y mira lentamente hacia todo su alrededor pero no ve a nadie, a nada fuera de lo común, sino que ella está sola en el baño. Ella se queda observando el papel, sin nada entender, hasta que se decide a guardar la hoja en su cartera y mirarse en el espejo. Cierra un momento los ojos y recuerda que, cuando la estaban fotografiando, había una silueta masculina que la observaba. Ella se distrajo en mas de un momento y es por eso que el fotógrafo le tuvo que llamar la atención.

� Manuel conduce su auto a gran velocidad por la calle “Bulevar General Artigas” donde se salta varios semáforos en rojo. Se lo ve muy tenso, nervioso, agitado. De vez en cuando pestañea y parece escuchar que las palabras que leyó en el “Estudio Fotográfico” se las está diciendo Caruzzo y las mismas resuenan en su cabeza una y otra vez: “Están a punto de joderte la vida. Fuiste demasiado boludo al haber actuado así. Están a punto de joderte la vida. Fuiste demasiado boludo al haber actuado así...” En la intersección con calle “Boulevard España” hay un auto negro que lo empieza a seguir pero Manuel no se da cuenta de ello. El conductor se comunica con alguien a través de una radio.

� Manuel ingresa en el portal de su apartamento pero, antes de continuar, se detiene en seco para voltear la mirada lentamente y así mirar hacia atrás, donde parece que todo está en orden. Luego continúa hacia el ascensor. Una vez en el interior de su apartamento el silencio lo atrapa. Mira desconfiado hacia todas partes y comienza a recorrer toda la casa. Corrobora que no hay nadie por lo que regresa al living y se sirve un vaso whisky. Con el mismo se dirige hacia el sofá. Ingiere un poco mas y deja el vaso sobre la mesita ratona y levanta su mirada y ve claramente un cuadro en el que están los mellizos en la celebración de su primer cumpleaños. Observa la imagen una y otra vez hasta que lo sorprende el timbre del teléfono que empieza a sonar. Lo mira una y otra vez y, antes de contestar, se toma otro trago de whisky. Levanta el aparato y casi en un murmullo dice: Hola La voz de Camila desesperada dice: Manu. Manu. ¡¿Qué hiciste ahora?! ¡¿Qué mierda hiciste?! Manuel se queda desconcertado ante lo que acaba de escuchar y no dice nada. Camila insiste: ¡Manu, ¿qué hiciste ahora?! ¡¿Qué mierda es lo que pasa?! Manuel: ¿De qué estás hablando? Camila: Como que, ¿de qué estoy hablando? No me cargués, pelotudo. Hoy encontré una advertencia en mi cartera. Manuel se queda en blanco hasta que se le pregunta: No te entiendo. ¿De qué estás hablando? ¿Qué estás diciendo, Camila? Camila: Manuel, hoy luego que terminó la sección de fotos, fui al baño y, al abrir la cartera, encontré un papel que me dice si no reflexionás por la decisión que has tomado te vas a arrepentir el resto de tu vida. ¿De qué se trata esto, Manu? ¿De qué? Manuel: No puede ser. No puede ser. Camila: ¿Qué es lo que está pasando, Manu? ¿Qué es, por favor? Manuel: ¿Dónde están los melli? Camila: Están con la niñera. Hoy iban un rato al jardín... ¿Por qué? Manuel: ¿Estás segura? Camila: ¿A qué te referís? ¡¿Me podés decir qué es lo que está pasando, Manuel?! Manuel: No se, Camila. No se, Camila. Camila, andá a buscar a los melli ya mismo. No

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tardés. No tardés antes de que sea demasiado tarde, por favor... Camila: No me asustes, Manuel. No me asustes, Manu que también son mis hijos. Manuel: Ya no pierdas el tiempo. Andá por los melli. ¡No pierdas tiempo! Manuel corta la llamada y se queda mirando el vaso con whisky donde ingiere un trago tras otro hasta que se lo termina y la bebida lo hace estremecer. En ese momento suena de nuevo el teléfono y Manuel lo mira desconfiado. Él levanta el tubo y dice: Hola Una voz masculina y manipulada dice: Lamentablemente no seguiste mis consejos. El tiempo ha pasado pero nada se ha olvidado. Nuestro lema es “No olvidar. No perdonar. Nunca” Manuel queda mas que desconcertado y tarda unos instantes en reaccionar. Manuel: ¿Qué querés decir? ¿Quién sos? __ Las preguntas las hago yo. Todo a su debido momento. Manuel: ¿Qué querés? Decime que querés. Luego de decir esto, se corta la comunicación y Manuel se queda con el tubo en la mano, sin saber que hacer.

� Camila sale sola de un “Kindergarten” que está por la “Avenida Brasil” y calle “26 de Marzo”. Se la ve muy nerviosa, donde mira hacia todos lados y no sabe que camino seguir, hasta que decide caminar muy deprisa por la misma “Avenida Brasil”. Todo lo que ve a su alrededor parece hacerla desconfiar y, aunque no se ha dado cuenta, por la vereda de enfrente alguien la viene siguiendo. Además, hay un auto estacionado que también controla sus pasos.

� Camila ingresa en su apartamento y ve a Manuel sentado sobre el suelo, con la espalda apoyada sobre la pared y con la botella de whisky en la mano. Camila, al verlo, no sabe que hacer y, sin decir nada lo mira, impotente ante la situación. Manuel, de vez en cuando, ingiere de la botella. Manuel: No puede ser... No puede ser... Esto no nos puede estar pasando... No... No... Camila parece no escucharlo pero le dice: Y vos con el whisky vas a arreglar las cosas, ¿no? ¡Cuando podrías estar buscando alguna solución solo se te da por el chupe! No... ¡Te vas a la concha de tu madre! Así no vas a arreglar las cosas, pelotudo. Manuel: ¡¿Y qué mierda puedo hacer?! Y, ¿qué podemos hacer? Camila: Esto no puede ser real. No puede ser. No. No. Manuel: ¡Son unos hijos de puta, empezando por ese maldito de Caruzzo hasta el chupa pija de Díaz que no vale ni dos pesos! Pero... ¿Qué hacemos? Tenemos todas las de perder. Camila: Yo no me voy a quedar con los brazos cruzados. Yo voy a recuperar a mis hijos como sea y me voy a ir de este maldito país, de una vez por todas, a como de lugar. No me voy a resignar a perder mi vida ni a mis hijos por unos narcos hijos de puta... No... Si pensaron eso se equivocaron conmigo. Y en grande... Manuel: Y, ¿cómo los vas a encontrar? ¿Hay alguna forma? Tenés que darle lo que piden y así mismo nada ni nadie te garantiza nada. Suena el teléfono y ambos lo miran y se miran entre ellos. Manuel se pone de pie de inmediato donde, deja la botella en el suelo, pero la patea sin querer y se cae al suelo donde la misma se rompe y se esparce el whisky sobre la alfombra. Manuel levanta el tubo, Camila se pone también muy cerca y ambos esperan nerviosos. La voz manipulada les dice: Ya se que están al tanto de la situación, ¿no? Pues bien... Manuel: ¡¿Por qué no das la cara maldito hijo de puta?! __ Tranquilo pibe. Tranquilito si no querés que vuelque toda tu ira en tus hijitos. ¡¿Te queda claro, pendejo de mierda?! Manuel respira hondo y le pregunta: ¿Qué quieren? __ Es sencillo. Nunca debiste haber salido de aquí. Nunca. Si pensaste que te saldrías con la

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tuya estabas muy equivocado. ¿Soy claro? Manuel: ¿Por qué ahora? __ Es simple. Para tener mayor control de la situación. Ni mas ni menos que por ello. Sabemos muy bien que no podés recurrir a la cana y sabemos cada debilidad que tenés. Debimos de estudiar cada paso que das. ¿Me entendés? O sea que no me vengas de cancherito que para eso estoy yo. ¿Soy lo suficientemente claro, pibe? Manuel: ¿Cuánto? Hay un momento de silencio hasta que le responde: Veo que nos vamos entendiendo. Veo que estás aprendiendo muy rápido, ¿no? Un palo verde. Hay otro momento de silencio y continúa: Un palo verde por cada uno. Manuel: ¿Qué? Es mucha guita. Es mucha guita... __ Un palo verde por cada uno en 24 horas. Ni un minuto mas. Manuel: Llévenme a mi que los pibes no tienen nada que ver. Ellos no tienen porque pagar mis culpas. Por favor te lo pido... __ Lo hubieras pensado mejor antes de tomar cada decisión que tomaste. El arrepentimiento siempre es tarde, ¿no? Y no hay perdón. Cada cosa tiene su precio, ¿no? Manuel: Al menos demen mas tiempo para conseguir la guita. __ Recibirás otro llamado en doce horas y ya te cuento como siguen los mellizos. ¿Soy lo suficientemente claro, baby? Se corta la comunicación y Manuel deja caer el tubo al suelo. Camila y él se miran pero mutuamente esquivan verse a los ojos. Manuel se pone de pie y no sabe que camino seguir por lo que opta ir al baño. Camila no deja de observar el tubo del teléfono que está en el suelo.

� Los mellizos juegan en una mansión de la playa “José Ignacio”, en “Punta del Este”. A los chicos se los ve muy bien donde una chica de unos veinte años de edad los acompaña en sus juegos. Los chicos se encuentran a gusto en el lugar. En ese momento aparece Caruzzo. Él le dice a la chica: No sabía que tenías estos dotes de madre tan desarrollados. Ella lo mira y él le sonríe. Él continúa diciéndole: Tratá bien a los pibes sobre todas las cosas porque hay mucha guita en juego. ¿Ok? Ella asiente y en ese momento suena el teléfono. La joven mira a Caruzzo y él le hace señas para que siga con los chicos, mientras que se dirige al aparato. Caruzzo: ¿Si? Hola Una voz masculina le dice: ¿Señor Caruzzo? Caruzzo: Si. ¿Qué tal? Decime... __ Primer y segundo paso con un éxito total. Caruzzo: Nada debe ni tiene porque salir mal. Los errores no se perdonan. __ Está todo controlado. No hay porque preocuparse. Caruzzo: El que se porta bien conmigo tiene su recompensa y el que no lo hace también tiene pero otro tipo de recompensa. No te olvides de mi nacionalidad. Ojo por ojo y diente por diente. __ Entendido señor Caruzzo.

� Suena el teléfono en el apartamento de Manuel, mientras que él duerme completamente vestido en el suelo del baño y Camila también duerme pero en el suelo del living. El timbre del teléfono los sorprende a ambos. Camila no sabe si atenderlo o no. En ese momento llega Manuel y, sin esperar mas, levanta el tubo sin decir nada. La voz manipulada le dice: Ya han pasado 12 horas, ¿cómo van con lo pactado? Manuel: Necesitamos mas tiempo, por favor. Necesitamos mas tiempo.

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__ Aún les quedan 12 horas... No sean cagones y consigan la guita que falta... Manuel: Es mucha plata en muy poco tiempo... Ya hemos ido a varios lugares y todos nos dicen lo mismo. Luego de un momento de silencio la voz le dice: No sabía que la nena es alérgica al chocolate, pero ¡como le gusta el chocolate a la hija de puta! Y el varoncito es bastante mariconcito... Dudo mucho que se convierta en hombre alguna vez. Manuel: No les hagan daño, por favor. No les hagan daño… Al decir esto Manuel empieza a llorar donde causa pena por ello. De todas maneras él dice: Llévenme a mi que ellos no tienen culpa de nada de lo que pasó, por favor. __ Ustedes/vos sobre todo, conseguí la guita pronto si es que querés volver a ver a tus hijos con vida. ¿Te queda claro, pibe? En ese momento Camila le quita el tubo telefónico a Manuel. Ella se apresura a decir: ¡Devuélvannos a los melli porque soy capaz de ir al fin del mundo con tal de encontrarlos! ¡Juro por Dios que no descasaré nunca hasta encontrar a mis hijos! ¡Nunca! __ Toda esa energía deberías de ocuparla en encontrar la plata, nena. ¡No pierdas mas el tiempo y andá a encontrar la guita, puta de mierda! La comunicación se corta y Camila se queda mirando el tubo del teléfono en su mano. Manuel se pone de pie y la mira un momento. Ella se queda pensativa durante unos instantes. Luego dice: ¿Qué haremos? ¡¿Qué mierda haremos para recuperar a los mellizos?! Manuel se retira del living, dirigiéndose al dormitorio, donde se tira en la cama. Camila lo sigue pero ella se sienta a su lado y lo observa. Él dice: No se a donde mas podemos ir a conseguir lo que nos falta. No lo se... ¡Maldita sea! Camila: ¿Dónde vive Caruzzo? Manuel: En una mansión, en “Punta del Este”. Parece que fuese una fortaleza. Es impenetrable. Tiene muchos alcahuetes. Todo el mundo le anda chupando la verga. Camila: Y si le pido a mi hermana o a mi amiga Gabriela para que se haga pasar por... Manuel: Olvidalo. Tardaron tres años planificando el secuestro y no fue en vano. Tienen todo controlado. En todo ese tiempo controlaron cada uno de nuestros pasos. De nuestros movimientos. Conocen a tu familia, a la mía. A nuestros amigos y están al tanto de toda la gente con la que nos relacionamos. Tardaron años para no cometer ningún error. Ninguno. Nuestro error, nuestro gran error fue el habernos quedado viviendo en Montevideo como si no pasara nada. Debimos haber ido a Buenos Aires y de ahí hacia Europa. Eso debimos de haber hecho. Ahora es tarde para todo eso. Es muy tarde para todo. Camila: ¿Creés que los melli están en la casa de Caruzzo? Manuel: En el lugar que estén se aseguraron que nosotros no vamos a tener acceso de ningún tipo. Son profesionales en la mafia. Hasta en la cana les tienen miedo. Fui parte de ellos y ni los propios empleados saben exactamente como operan. Según el caso, según quien sea, es lo que harán. Se aseguran de que no queden huellas pero son capaces de todo. Si. Literalmente de todo. Camila: ¿Y si hacemos una denuncia pública en los medios de comunicación? Manuel: Lo único que lograrás será calentarlos. Además, ¿con que pruebas? ¿Qué? ¿Les vas a decir que tu marido era uno de ellos y como decidió salir de ahí, le secuestraron a los hijos? ¿Te das cuenta? No podemos hacer nada de nada. Solo nos queda conseguir la guita que nos falta. No nos queda otra que hacer esa. Camila: Yo no me pienso quedar con los brazos cruzados. Yo no... Al decir esto ella se pone en pie y se dirige al baño. Ella se mira en el espejo un momento para luego lavarse la cara varias veces. Se la ve fatal. Tiene el maquillaje corrido, el peinado destruido, los ojos hinchados... Manuel ahora está sin camisas, recostado en su cama,

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mirando hacia el techo. Él está sucio, la transpiración es mas que evidente y la botella de whisky está a su lado.

� Caruzzo se encuentra nervioso, caminando de un lado hacia el otro, en su despacho de la casa en “Punta del Este”, hablando por teléfono. Caruzzo: Son como si fuesen mis propios nietos. Son muy simpáticos los pendejitos. Ya nacieron para andar entre desconocidos, como sus padres. Y decime, ¿averiguaste algo? Una voz masculina le responde: Ahora está complicado sacarlos del país. Ahora con esta mierda de la “Democracia” todo es mas complicado que antes. Ni para la Argentina podemos llevarlos sin la autorización por escrito de sus padres. Y para hacerlo con papeles falsos debemos de esperar varias semanas. Mínimo, mínimo debemos de esperar tres semanas. Caruzzo: ¡Democracia de mierda! ¡La puta madre que los parió! Resulta que ahora tenemos menos libertad que antes. Tenemos que volver al sistema anterior. ¡Maldición! __ Lo mejor que nos pueda pasar es que consiga la guita. De esa manera ganamos por todos lados. Sacamos la merca por varios países hasta llevarla a Suiza. Ese hijo de puta sabemos que tiene la guita... Y si quiere volver a ver a sus pibes va a tener que aflojar. Caruzzo: Y si no lo hace debemos de encontrar nuevas formas de extorsionarlo. Quizás debamos de ampliar el secuestro a mas miembros de la familia. ¿No te parece una buena idea? __ Creo que mejor deberíamos de esperar para ver como se desarrollan los acontecimientos. No nos apresuremos a forzar las cosas... Caruzzo: Algo se me va a ocurrir. Eso es seguro. __ Aún quedan un par de horas. Después de ese tiempo ya podríamos empezar a tomar medidas un poco mas duras. Caruzzo: ¿Qué es lo que te dijo respecto al monto? __ Quiere mas tiempo. Dice que no le da el tiempo para conseguir toda la guita. Caruzzo: Ese hijo de puta se que tiene plata. Se que tiene mucha plata; Que no me venga ahora con eso que es puro verso.

� Al atardecer Manuel y Camila caminan por la Avenida “18 de Julio”, frente a la “Plaza del Entrevero”. No hay mucha gente por la calle y ellos van sin ninguna protección contra la intensa lluvia que los está azotando. Así caminan durante mucho tiempo donde finalmente, llegan a la Iglesia que está en la zona. Ambos se encuentran completamente empapados, por lo que se detienen en la entrada de la misma, mirando hacia su interior. La Iglesia se encuentra vacía. Las velas encendidas son la única iluminación que tiene el inmueble. Ambos ingresan lentamente en su interior hasta que se arrodillan frente a la imagen de Cristo. Aparte de empapados también se encuentran llorando. La situación de impotencia que viven es extrema, donde observan la imagen de Cristo como si fuese un tesoro. En un momento dado la pareja se mira entre si para luego volver a fijar sus ojos ante la imagen de Cristo. Manuel se comienza a decir internamente: Tengo miedo. Mucho miedo. No quiero volver a casa... No puedo hacerlo. Ayudame, por favor. Nunca te he pedido nada. Nunca. Pero ahora si, por favor, ayudame a recuperar a mis hijos. Ellos son todo para mi. Ellos son la razón de mi vida. Por favor. Por favor, ayudame a recuperar a mis hijos. No me hagas esto... ¿Es muy difícil lo que te pido? ¿No te das cuenta de que soy un padre desesperado? Si es verdad que para vos no hay imposibles, entonces esta es una buena oportunidad para demostrarlo. En ese momento él se pone de pie y se acerca aún mas a la imagen, quedando debajo de la misma, y desde ahí la contempla. El agua de su pelo y de su ropa se está escurriendo por el suelo pero ninguno de los dos hace caso a ello. En ese instante el cura se aparece ante ellos y los observa un momento. Los chicos no han percatado su presencia pero el mismo se acerca a él sin quitarle la mirada de encima. Manuel voltea la mirada y el cura puede ver claramente el

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llanto del joven. El cura le dice: Hijo, ¿quieres pedirle un milagro a Nuestro Señor? Manuel le esquiva la mirada y sigue viendo la imagen de Cristo. El cura insiste: Para Nuestro Señor Todo Poderoso no hay nada imposible. Solo hay que depositar nuestra fe en Él y el milagro se va a conceder. Hijo, ¿quieres contarme qué es lo que viniste a buscar a la casa de Dios? ¿O quieres confesar tus pecados a Nuestro Señor? Manuel intenta sonreírle, aunque la sonrisa se le parezca mas a una mueca que a una sonrisa. Se limpia las lágrimas con las manos y sale caminando lentamente en dirección a la puerta. Camila lo acompaña. Una vez en la puerta de la Iglesia ambos corroboran que afuera sigue lloviendo muy intensamente. El cura no ha dejado de observarlos en ningún momento.

� Camila y Manuel ingresan en su apartamento donde está todo sucio, revuelto, asqueroso. Hay botellas vacías por el suelo, vasos sucios sobre la mesita ratona del living. La alfombra está manchada y hay toallas sobre el sofá y en el suelo. De todas maneras ambos se sientan en el sofá observando el teléfono y el mismo no tarda en comenzar a sonar. Una vez que suena Manuel no duda en levantar el tubo diciendo: Hola La voz masculina manipulada dice: Papi, ¿cómo estás? ¿Me extrañás? Quiero verte... Manuel: No estoy para bromas de ningún tipo. __ Papi, si conseguiste la plata no deberías de estar mal. Manuel no puede disimular el llanto en medio de la bronca e impotencia. __ No llores, bebé. No te olvides de que los hombres no lloran... Manuel: ¡Quiero a mis hijos! ¡Maldición! ¡Quiero a mis hijos, por favor! ¡Devuélvanme a mis hijos! Ellos son lo único que tengo, por favor... __ ¿Tenés la plata? Luego de un momento de silencio la voz insiste: ¿Conseguiste la plata? Porque si la tenés tus hijos van a volver ya mismo a tu lado. Esto funciona así. Manuel: Estoy dispuesto a volver a la banda. Soy capaz de hacer lo que sea con tal de recuperar a mis hijos. Lo que sea… __ Tus hijos van a estar con vos si ya tenés preparado los dos palos verdes... Manuel: Necesito mas tiempo. Hace una pausa y continúa: Necesito, al menos, 96 horas mas. Si. Por lo menos necesito de 96 horas mas para conseguir la plata. Después de otro momento de silencio la voz dice: 24 horas mas y ningún minuto mas... Ah, ¿sabías que en el mercado negro tus hijos están muy bien cotizados por ser demasiado lindos? Vos no quisieras que les busquemos unos nuevos padres en Europa, ¿o si? ¿Sabías que las familias estériles pagan verdaderas fortunas por pibes como los tuyos? Manuel: No les hagan daño. Por favor, no les hagan daño. Tienen que alimentarse en hora. __ Debiste de haber pensado mejor cada cosa antes de tomar una decisión. Y ahora dejate de perder mas el tiempo y ponete en campaña para conseguir la guita. Se corta la comunicación y, al levantar la vista, Manuel ve a Camila que lo mira desconcertada. Ella pregunta: ¿Qué es lo que haremos? ¡¿De dónde mierda vamos a conseguir tanta plata?! Ya fuimos a todos lados. ¿Qué nos queda por hacer? Manuel: Al menos así ganaremos tiempo. De algún lugar la plata la tenemos que conseguir. Si o si de algún lugar vamos a conseguir la plata aunque tenga que robar a todos los bancos del Uruguay. Haré lo que sea necesario. No estoy dispuesto a perder a mis hijos. No. Camila: Yo tampoco. Pero la verdad es que estoy tan desilusionada donde esta situación se me está haciendo insostenible. Manuel: Algo va a aparecer. Lo se. Lo se. Camila: ¿A quién mas nos falta recurrir? Manuel: No lo se. Creo... Creo que a nadie. Ya le hemos pedido a todo el mundo.

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Camila baja la mirada y se queda observando el teléfono. �

Camila y un hombre bastante mayor que ella, -su padre-, salen de un banco que está por la “Avenida 18 de Julio” y calle “Convención”. Ella llora sin ninguna inhibición mientras que su padre la abraza. Caminan en medio de un montón de gente pero cada uno sigue en su mundo. __ Hija. Tratá de tranquilizarte. Vamos a seguir intentando. No podemos bajar los brazos justo ahora. Manuel también se está moviendo por su lado. Se que es mucha guita pero algo ya hemos conseguido... Tu madre también está haciendo lo suyo por su parte. Todos nos estamos moviendo. Estamos en un momento difícil. Con el regreso de la Democracia todo parece ser mas vulnerable. No hay la confianza que debería... Camila: Yo solo quiero recuperar a mis hijos. ¡¿No pueden entender esos hijos de puta lo que es para una madre que le quiten sus hijos?! __ Nena, tus hijos están bien. Vos misma los viste en ese video que te enviaron. El problema es que tenemos todo en contra. De alguna manera u otra los vamos a recuperar. Lo se. Camila: Papi, yo en vos confío. Pero no puedo decir lo mismo de esos mal nacidos. __ Nena. Tranquilizate. Guardá esas energías para seguir luchando por los melli. Sos mi hija. Y yo voy a estar siempre contigo, a tu lado, para apoyarte, para acompañarte. Calmate que es mejor para todos. Con la mente en frío uno puede pensar mejor. Y si uno piensa mejor se le pueden ocurrir mejores ideas, nena. ¿No te parece? Camila: Papi, por algo siempre estuve orgullosa de ser tu hija.

� Manuel está abriendo su auto que está estacionado en la esquina de su apartamento. Al sentarse en el asiento del conductor ve que en el asiento del acompañante hay un paquete. Él lo mira un momento, sin dar crédito a lo que ve, por lo que tarda unos cuantos segundos en reaccionar. Instantes después lo agarra con el mayor cuidado que puede y verifica que el mismo es bastante pesado. Lo abre lentamente y verifica que son varias capas de papel que cubren el contenido hasta que llega a un estuche de nylon envasado al vacío donde hay polvo blanco. Se queda con el paquete en la mano mirando hacia todos lados y corrobora que la gente que pasa por la calle son simples transeúntes. Vuelve a mirar el paquete y ve que debajo del paquete hay un papel doblado. Él lo levanta, lo desdobla y lee el mensaje. __ Quizás, haciendo este encargo, podrías recuperar a tus hijos. Es para Pablo Antollini, hijo. Hoy estará a las 20: 15 horas en la inauguración de la torre cerca de tu apartamento. No falles. Se queda mirando el papel y el paquete y no sabe que hacer hasta que se decide por arrancar el auto y seguir por la calle “21 de Setiembre”.

� Camila está en el dormitorio de su apartamento sentada en su cama, mirando un álbum de fotografías del último cumpleaños de los mellizos. Se la ve ojerosa, cansada, demacrada, destruida y alguna que otra lágrima también se le cae. En ese momento suena el teléfono que está sobre la mesita de luz y ella se sorprende. Se lo queda mirando un momento. Luego levanta el tubo diciendo: Hola Manuel: Cami, creo que encontré una forma de recuperar a los gurises. Quiero que te tranquilices que todo va a salir bien. No estés mal. Camila: ¿De qué estás hablando? ¿Qué vas a hacer? Manuel: Solo tratá de tranquilizarte que yo me voy a ocupar de todo. No te hagas problemas que yo me hago cargo de la situación. Luego te cuento todo. Ahora debo de irme. Camila: Pero decime que es lo que pensás hacer... Manuel: Ahora no puedo. Se me hace tarde. Te quiero. Luego te cuento. Un beso. Camila: Pero no me dejes así que... Ella corrobora que Manuel corta la comunicación y se queda sorprendida, pensativa, con el

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tubo del teléfono en la mano. A ella se le iluminó el rostro, donde vuelve a mirar a los mellizos a través de las fotografías, pero el teléfono no tarda en volver a sonar. Ella mira risueña el aparato hasta que levanta el tubo muy sonriente. Camila dice: Decime, ¿qué es lo que vas a hacer, amor? La voz manipulada dice: A contactarme con el Mercado Europeo. ¿Por qué me lo preguntás, mi vida? Camila se estremece al escuchar esto donde queda casi estupefacta. __ No pensé que asumirías tan bien la nueva realidad. Veo que sos una madre moderna. ¿Serán así las del Tercer Milenio que se aproxima? Hay un momento de silencio hasta que ella dice: Quiero a mis hijos. Solo eso es lo que quiero, por favor... Quiero a mis mellizos... __ No es tan sencillo, querida. No. No lo es. ¿Ya tienen la plata? Camila: Hemos conseguido solo una parte. __ ¿Cuánto? Camila: U$S 500.000 __ Y decime querida, ¿la mitad de cuál de los dos te gusta mas? Camila no puede ocultar su llanto y, en medio de la desesperación, dice: ¡Hijos de puta! ¡Malditos hijos de puta! ¡Devuélvanme a mis hijos! Llévenme a mi si quieren pero ellos no tienen nada de culpa. Hijos de puta... Mal nacidos... Malditos bastardos. __ Que inocente que es tu marido, ¿no? Camila: ¿De qué estás hablando? __ De la inocencia de tu marido. Camila: ¿Qué? No te entiendo... Luego de un momento de silencio ella corrobora que se ha cortado la comunicación. Camila se queda con el tubo del teléfono en la mano mirando desconcertada hacia las fotografías que tiene sobre la cama.

� Manuel está en el baño de un bar que está por la “Avenida 18 de Julio” y calle “Río Branco” solo, inhalando un poco de cocaína. Luego de hacerlo pone el paquete que le dejaron en su auto entre sus genitales y la ropa interior. Se arregla la ropa, donde el paquete queda bastante bien disimulado, y así sale del baño y regresa a su asiento del bar, donde tiene una botella de cerveza abierta. En el bar no llama la atención para nada por lo que solo opta por mirar la botella y encender un cigarrillo. Manuel empieza a recordar la primera vez que sostuvo a los mellizos en brazos. Al revivir estas imágenes se le ilumina el rostro y ello es mas que evidente donde incluso llega a esbozar una sonrisa. En ese momento ingresan al bar dos canas, los cuales se ponen a su lado, y lo miran. Manuel sigue fumando su cigarrillo y los canas no le quitan ojo de encima. Él los ignora y así permanece hasta que se termina el cigarrillo. La botella de cerveza está a medio terminar donde Manuel la observa hasta que la agarra y se la termina de dos tragos. Cuando verifica que la misma está vacía, Manuel emprende su retirada lentamente de ese lugar mientras que los canas lo siguen con la mirada hasta que desaparece de su campo visual.

� La fiesta se realiza en las calles “Boulevard España” y “Libertad”. El salón es de auténtico lujo. Manuel está sentado en un sillón con un vaso de whisky en la mano. Él viste traje y corbata como todos los hombres allí presentes. Se lo ve bastante tomado y hay mucha gente en esa fiesta. Las pocas mujeres que hay parecen ser auténticas modelos. A pesar que los mozos pasan continuamente con bandejas de comidas de un lado para el otro, nadie las consumen; Sin embargo, las bebidas blancas desaparecen casi instantáneamente. De repente un hombre de unos treinta y pocos años parece observar todo el panorama. Resulta que el mismo es uno de los canas que lo observaba a Manuel en el bar. Manuel no se percató de ello

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pero el hombre detiene la mirada en una pareja joven que están fumando un porro. Los observa un momento hasta que empieza a caminar deprisa, esquivando la gente que está en su camino y así se acerca a Manuel, quien lo ignora por completo. Manuel sigue en su mundo mientras que el hombre se apresura a sacar de uno de los bolsillos de sus pantalones una placa de cana y se la pone ante los ojos de Manuel, quien no sabe que hacer. El efecto del alcohol se hace notar enseguida ya que lo hace ponerse de pie y él vuelve a caer sentado en el sillón. El resto de la gente sigue en sus cosas. Nadie parece haberse dado cuenta de lo que pasa. De nuevo lo hace ponerse de pie y, esta vez, si se puede mantener en pie por si mismo. Lo empieza a registrar por todas partes y no encuentra nada fuera de lo común. De todas maneras lo agarra del brazo y sale con Manuel. Llegan al baño donde le hace bajarse los pantalones y no deja de observarle el calzoncillo. Le hace bajar el calzoncillo y, al hacerlo, cae el paquete de cocaína que guardaba en su interior. A Manuel se le empiezan a caer las lágrimas y, en ese momento, el hombre lo mira a los ojos y Manuel le esquiva la mirada. __ Ahora si que estás en el horno, flaco. No hay quien te salve de esta. Manuel: Me hicieron la cama. Me la pusieron doblada. ¿O no se da cuenta de eso? __ El que no se da cuenta de lo que hace parece que sos vos. Manuel: Estoy desesperado. Solo quiero recuperar a mis hijos. __ Contale esa historia a otro... Ya me conozco a todos los truquitos.

� Camila está en su apartamento, sentada en el suelo del living, hablando por teléfono. Cada vez se la ve mas demacrada, mas desalineada, mas muerta en vida. Camila: No es mi culpa. Y tampoco es la culpa de mis hijos. Ellos no tienen nada que ver. La voz manipulada le dice: Me importa una mierda si es tu culpa o no. Ustedes son los únicos responsables. Nadie. Escuchame bien. Nadie entra en el mundo del narcotráfico por obra del Espíritu Santo, hace plata y después sale de la noche a la mañana como si nada. A nadie se le perdona eso. A nadie. ¿Me entendiste? Y lo que hizo tu marido fue eso precisamente. Fue un verdadero idiota. Ahora si que va a tener que volver con nosotros y haciendo la parte mas sucia del trabajo. Dudo realmente que algún día vuelvan a ver a los pibes... Y mas ahora... Camila: Por favor, ellos no, por favor. Aún son muy chiquitos. No me hagas eso. Si es que tenés hijos podés imaginarte lo que estoy sintiendo en este momento. __ Ocupate de tu maridito que ahora está en cana ... Hay un momento de silencio hasta que ella pregunta desconcertada: ¿Qué? Hay otro momento de silencio y él le responde: Lo que escuchaste. Ocupate de tu marido que ahora está en cana. Camila: ¿A qué querés llegar con toda esta pesadilla que me estás haciendo vivir? Veo que aún no es suficiente con mis hijos, ¿no? __ Yo no miento. Nunca. Yo nunca miento. Y si te digo ahora que dudo realmente que algún día vuelvas a ver a tus hijos es porque es así. Los errores no se perdonan. Además, debemos de sembrar precedentes para que a nadie mas se le ocurra hacer lo mismo que a Manuel. Y también te digo que Manuel la va a pagar caro. Muy caro. Y ahora el muy pelotudo está en cana. Ocupate de ese pelotudo. Te necesita. Camila: No... No... No puede ser... No puede ser... __ Es como ya te dije. Ningún error se puede perdonar porque sino se va todo al carajo. Esto es un negocio donde se gana muy bien y hay mucha gente implicada. Y si se corre la voz que Manuel se salió con la suya de la forma mas inmune posible... Bueno, es como que uno deja de tener los huevos bien puestos por lo que perderíamos credibilidad. ¿Me entendés? Camila: No pueden ser tan hijos de puta. No puedo creerlo. No puedo creerlo. Devuélvanme a mis hijos y desaparezco de la faz de la tierra... Por favor. Ella se da cuenta que se corta la comunicación y se queda llorando, sin ninguna

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contemplación, mirando el teléfono en su mano. �

Los mellizos están durmiendo juntos, plácidamente, en una habitación de la mansión de “Punta del Este”, de Caruzzo mientras que él está sentado en uno de los sillones del living, con un vaso de vodka con hielo en una mano, y en la otra tiene dos cédulas de identidad y dos pasaportes. En ese momento aparece la chica que los ha estado cuidando en los últimos días y se detiene ante Caruzzo. Él levanta la mirada, le sonríe e ingiere un poco mas de vodka. Caruzzo: ¿Te queda alguna duda de lo que tenés que hacer? __ No. Creo que... Él la interrumpe para decirle: ¡De “creo” nada! ¡¿O tenés las cosas muy claras o no tenés las cosas muy claras?! No debe de haber el mas mínimo error. No te olvides que los errores nunca se perdonan. Nunca. ¿Entendiste bien? __ Si. Entiendo. Entiendo señor Caruzzo. Caruzzo: Así está mejor. Con esto nos estamos jugando mucho. Y si tenés alguna duda o tenés miedo por algo es mejor que hables ahora, con tiempo, y no llevarme sorpresas a última hora. ¿Soy lo suficientemente claro? __ Si. Si que lo es señor Caruzzo. Caruzzo: Mirá que no me voy a calentar porque no quieras hacerlo o, no se... __ Lo tengo todo controlado. No habrá problemas ni imprevistos de ningún tipo de último momento. Ya se bien lo que tengo hacer. Caruzzo: Así está mejor. Así está mejor. ¿Ya tenés todo pronto? __ Solo me falta la plata... Me refiero a la que... Él la interrumpe y le dice: Si. Si. Si. Ya se a que te referís. Hablá con Díaz que lo vas a solucionar enseguida. Pues bien. Si no tenés mas que decir ya te podés ir. Se miran un momento a los ojos y ella se da media vuelta y desaparece del living, mientras que él la observa, sin dejar de tomar su vodka. Cuando desaparece de su visual él se termina la bebida, sin dejar de mirar hacia el lado por el que partió la chica.

� Manuel está sentado solo en una celda de la “Cárcel de Montevideo”. Él no se siente nada bien y ello es mas que evidente. En ese momento él se pone de rodillas en el suelo y comienza a vomitar. Luego que lo hace, se deja caer por el piso, donde se queda acostado al lado de su propio vómito. La impotencia y desesperación que siente son mas que evidentes. Las penumbras del lugar son importantes por lo que no dejan verlo claramente. Por el pasillo el cana que estaba en el bar y de la fiesta, lo observa.

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Segunda Parte

1995 - Buenos Aires

“ Se enfrenta la vida y se sobrevive a cada

día”

Desarrollo

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Celina y Christian, los mellizos, caminan por la “Avenida 9 de Julio” y calle “Lavalle”. Se los ve sucios, desarreglados, muy delgados donde visten como unos verdaderos pordioseros. Ella se está haciendo una adolescente muy linda. Tiene el pelo largo, facciones muy delicadas, la mirada penetrante, es alta y el cuerpo se le está transformando a mujer. Christian, en cambio, ahora se parece mas niño que su hermana y los rulos del pelo acentúan mas esa imagen. Cada uno lleva una mochila en sus espaldas. En la intersección de esas calles, se detienen a pedir limosnas a los transeúntes, donde algunos ceden pero la mayoría los ignora por completo. En esa situación se los ve tan vulnerables donde hasta inspiran lástima. Christian se sienta en el cordón de la vereda y Celina lo sigue con la mirada hasta que también se sienta a su lado. Celina pregunta: ¿Qué te pasa, Chris? Christian mira hacia el suelo. Celina agrega: Chris, hace rato que estás en las nubes, ¿qué es lo que te pasa? Christian la mira, le sonríe y le dice: Estoy cansado. Estoy muy cansado. Sueño despierto con que algún día tendré una cama limpia con un colchón blando y unas sábanas limpias, nuevas. Luego de un momento de silencio él agrega: Que locura, ¿no? Sueño con que mamá viene a cobijarme... Sueños, son eso… son solo sueños... Celina: Chris, ahora tenemos que ocuparnos del trabajo. No es el momento de soñar. Ya sabés lo que pasa si no trabajamos, ¿no? Christian: Hay veces que también ingreso a un palacio donde soy tratado como un rey. Hay abundante comida. Hay camas limpias. Hay paz. Es todo tan lindo. Y cuando me despierto me pregunto porque mierda tengo que despertarme y no seguir soñando... Quiero morirme. Celina: Para mi tampoco es fácil esta vida. Para mi tampoco lo es. Ambos se quedan en silencio mirando el tráfico aterrador que pasa frente a ellos mientras que muchísimos transeúntes los miran pero siguen su camino como si nada pasara. Los chicos se ponen de pie. Miran para todos lados por un momento, hasta que se deciden, y continúan avanzando por la “Avenida 9 de Julio”. Christian saca de su mochila dos alfajores, le da uno a su hermana, el otro se lo queda él y ambos se los empiezan a comer. Celina pregunta: ¿Dónde los conseguiste? Christian: Los saqué del restorán del Ñato. Ni cuenta se dio que me traje media caja. Celina: No tenés que robarle al Ñato. Christian: Esto no es un robo... Además, yo se que mañana estarían en el tacho de la basura. Celina: Dame otro. Christian vuelve a sacar dos alfajores mas de la mochila donde le da uno a Celina y el otro se lo queda él mismo y así siguen caminado mientras que comen los alfajores. Celina pregunta: Chris, ¿aún querés volver a esa casa? Christian la mira un momento, para luego seguir mirando hacia el frente, donde parece meditar lo que dirá. Luego él dice: Creo que deberíamos de regresar una vez mas para, al menos, recoger nuestras cosas… Celina lo mira sorprendida para decirle: ¿Estás loco? ¿Qué mierda es lo que tenemos en esa casa de morondanga? ¡Esos hijos de puta solo nos están usando de la peor manera y estoy harta de este tipo de vida! ¡Ya no aguanto mas! Te juro que los limpiaría con gusto. Algún día me cobraré por todo el daño que nos hicieron. Algún día y, no muy lejano, se que lo haré. Te lo juro, Chris. Te lo juro que me vengaré por todo el mal que nos hicieron. Hay un momento de silencio hasta que Christian pregunta: ¿Creés que en esa casa hay algún documento nuestro? ¿Cuándo y cómo sabremos quienes son nuestros padres? Celina medita la respuesta que le va a dar hasta que dice: Esos hijos de puta nunca lo van a decir. Yo he buscado por todos lados, en diferentes momentos, y no hay ningún registro nuestro en ninguna parte... No lo se. Realmente no lo se. Christian: Yo tampoco. Quizás, esos tipos, son familia nuestra. El otro día vi en la tele que

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este tipo de casos se dan mucho dentro de la misma familia. A mayor grado de parentesco mayor es el daño que se llega a hacer. No importa. Después de todo lo que pasamos solo podemos mirar hacia adelante. ¿Qué hora es? Celina busca un reloj en el interior de su mochila. Después dice: Una menos diez pasadas... ¿Por qué? Christian: Vamos por el restorán del Ñato. A esta hora es cuando está sacando las primeras sobras del almuerzo. Celina: Dale

� Ambos están en un restorán de la “Avenida Alvear” y calle “Arroyo” donde almuerzan espaguetis con tuco en una mesita que hay en un rincón de la cocina mientras que un hombre grande, joven y gordo les sirve un poco de jugo y los chicos no tardan en devorarlo sin ningún tipo de vergüenza. El cocinero regresa a su lugar de trabajo. Y desde allí les dice: Pibes, estos días los extrañé. Hace dos días que los vi que andaban por acá pero ni bolas pude darles porque esto estaba hasta el carajo de gente. ¿Cuánto hace que no comían? Christian, con la boca llena, le responde: No me acuerdo. Si querés venimos acá todos los días. El cocinero les sonríe y los mira y ve como los chicos devoran la comida. Ñato: Siempre que vengan por acá algo van a poder picar. Celina: Ñato, ¿vos sabés algo de nuestros padres? El Ñato se sorprende por la pregunta pero trata de disimularlo. Ñato: No hace mucho que yo vivo en Buenos Aires. De ustedes, lo único que se, es lo que ustedes mismo me han contado. ¿Por qué me lo preguntás? Celina: Queremos saber quienes son... Ya estamos cansados de esta vida. Y, ¿no tenés idea dónde podemos averiguar algo? Ñato: No flaquita. No. Donde viven, ¿no habrá algún D.N.I. o algo que diga sus apellidos? Celina: No, ya buscamos y no hay nada. Ahora queremos rajar de ahí y no sabemos bien a donde ir ni que hacer... Ñato: Tengan cuidado con cada cosa que vayan a hacer. No se metan en bolonquis ni nada de eso. Ustedes saben a lo que me refiero, ¿no? Celina: No te preocupes, Ñato. Está todo bajo control. Ñato: ¿Seguros de que está todo bajo control? Los mellizos ignoran la pregunta donde siguen comiendo pero el Ñato los observa preocupado, en una actitud casi resignada.

� Avanzada la tarde los mellizos están sentados en las primeras escaleras de la Iglesia que está por la “Avenida Montes de Oca” pidiendo limosnas. Algunos de los creyentes que van a la misma o que pasan frente a ella ceden, pero no todos. El frío se empieza a notar y los chicos no están preparados para el mismo, a pesar que Celina saca de su mochila una gorra y se la pone. Ella le dice a su hermano: Quizás ya deberíamos de volver... Christian: ¿Para qué? A esos hijos de puta no les importa a la hora que vayamos. Solo quieren que le llevemos guita y nada mas. Celina asiente para luego decir: Tendríamos que buscar otro lugar donde vivir... A Buenos Aires lo conocemos al derecho y al revés. Y sea como sea conocemos a mucha gente que está como nosotros o peor incluso. Yo no quiero volver a ese nido de ratas. Yo quiero empezar una nueva vida. Ya estoy cansada de todo. Estoy harta de esta situación. Vamos a buscarnos la vida de la manera que sea.

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Christian: El otro día vi en la tele que en la Argentina hay muchas oportunidades para hacerse rico casi de la noche a la mañana. Que con el cambio de la moneda todo está mucho mejor que antes. Vamos a salir adelante a como de lugar. Pero esta noche igual vamos a volver a esa casa. Hace mucho frío para pasar la noche en la calle. Celina duda un momento pero le dice: Si. Si. Esta noche vamos a volver a esa casa. Quiero darme un último gustito antes de irme. Christian la mira y ella baja la mirada. Luego ella dice: Chris, sea lo que sea que yo haga, nunca voy a dejar de ser tu hermana. Nunca. Christian la mira y le pregunta: ¿De qué estás hablando? Celina: De cosas. Nada. Cosas que podrían pasar, me entendés, ¿no? Christian: No Celina: No importa.

� A la noche, ambos caminan por la “Avenida Rivadavia” y calle “Uruguay”, en medio de algunos transeúntes. Celina va observando un revólver, el cual se encuentra en el interior de la mochila que lleva entre sus manos. Christian también lleva la mochila entre sus manos pero, en cambio, va observando una navaja. Sin apartar la mirada del arma, Celina dice: No habrá forma de que se enteren. Y si nos agarran hasta los 18 tendremos comida y techo seguro. Estamos protegidos. Christian: Mas que un mal creo que le haremos un bien a este país. Vamos a cobrarnos una a una todo lo que nos han hecho esos bastardos hijos de puta. Ambos cierran las mochilas y se las vuelven a colgar a sus espaladas y siguen caminando. Christian: ¿Qué es lo primero que haremos? Celina: En primer lugar no tienen que darse cuenta de nuestras intenciones. Si es posible esta noche no haremos nada. Dejame pensar en todas las posibilidades que tenemos y ahí veremos... Esta noche vamos a actuar como siempre lo hacemos. Y ahí vamos viendo como se desarrolla la situación. Hay un refrán que dice: La venganza es un plato que se come frío. Christian: Si. Y yo quiero vengarme por cada cosa que nos hicieron. ¿Después que haremos? Celina: No lo se. No lo se. Aún no pensé en eso. Pero no podemos fallar... De lo contrario estaremos perdidos. No me preocupa. Christian: Deberíamos de hacer alguna denuncia desde una cabina... Celina: ¡No! ¿Acaso estás loco? No. No. Hagamos lo que hagamos no se lo vamos a decir a nadie, a menos que sea por pura necesidad. Ese va a ser nuestro secreto. Christian: Hay veces que me pregunto porque la vida es tan injusta. Celina: Con preguntarse eso no solucionás nada. Para cambiar de vida tenés que buscarte una mejor y se acabó el asunto.

� Cerca de la medianoche los chicos ingresan por un pasillo largo, el cual no se ve nada agradable a la vista ni al olfato. Las paredes se están cayendo a trozos y el techo es bastante bajo. Ambos ingresan en la última puerta, la cual está sin llave. Lo que sería el living -ya que se parece a cualquier cosa excepto a un living- está a oscuras. Ambos miran en la oscuridad un momento hasta que Christian le da a la luz y todo se ilumina. El lugar se ve desordenado, sucio, mal oliente. Hay botellas de ron y vodka sobre una mesita y varios paquetes de pizza vacíos y cajas de cigarrillos por el suelo. Los chicos avanzan sigilosamente y no ven ningún movimiento donde llegan a la cocina y está todo mas que sucio, realmente asqueroso. Los chicos solo miran. Por un pasillo interior llegan a una puerta, la cual está entre abierta, y hay luz donde miran con mucho cuidado. Cuando corroboran que la habitación está vacía ingresan en la misma donde la cama está revuelta. Hay botellas de whisky y de cervezas sobre la misma y sobre el suelo se ve un preservativo usado. Sin decir palabra los chicos salen de ahí y

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ven otra puerta que está abierta, pero sin luz, donde Christian enciende la luz y también verifica que la misma está vacía e igual o mas desordenada que la anterior. Ingresan en una tercera habitación donde le dan la luz, recuestan la puerta y dejan las mochilas sobre las camas gemelas que hay y se sientan en las mismas. Aquí las camas están sin hacer pero, comparadas con las anteriores, es la mejor habitación de la casa. Luego de sentarse un momento ambos se ponen de pie de inmediato y guardan las mochilas debajo de los colchones de cada uno y se acuestan completamente vestidos sobre las camas donde miran hacia el techo. Christian pregunta: ¿Dónde creés que están? Celina: En el bar. En el bingo. No lo se... Menos mal que no vinimos antes... Se ve que hubo joda en grande... Christian: Tengo sueño. Quiero dormir. Celina lo mira y le dice: Yo también. Ambos se quitan el calzado, arrojándolo por el suelo, y se cubren con las mantas que tienen, sin quitarse la ropa. Celina apaga la luz y todo vuelve a quedar a oscuras. Celina dice: No te olvides de nuestro plan. Esta noche es para dormir, si. Pero también es para pensar. Christian: Mañana hablamos bien y vemos el camino a tomar. Celina: Si. Pero también debemos de pensar bien cada paso. Hay un momento de silencio y ella agrega: Si llegan a venir hacete el dormido así nos dejan tranquilos. ¿Escuchaste? Christian: Si. Si. Pero quiero dormir. Celina: Yo también. Christian: Descansá que mañana va a ser un día muy largo. Celina: Vos también. Hay un momento de silencio hasta que él pregunta: ¿Serías capaz de matar a un hombre? Celina: ¿A qué viene esa pregunta? Christian: ¿Es lo que haremos, entonces? Celina: No lo se. No lo se. Ahora no quiero hablar de eso. Christian: Pase lo que pase estaremos juntos. Siempre estaremos juntos.

� Avanzada la noche los chicos escuchan ruidos de todo tipo en el interior de la villa como risas, voces masculinas y femeninas y ambos se despiertan. Los ruidos van en aumento y también comienza a sonar música tropical a todo volumen. Ambos se miran a través de la oscuridad y se levantan donde trancan la puerta con un palo que tienen debajo de una de las camas y regresan a sus camas donde se quedan con los ojos abiertos en la oscuridad mirando en dirección a la puerta.

� Al amanecer los chicos se encuentran saliendo de la habitación de la villa donde, en el pasillo, ven varias botellas de cervezas vacías. Van esquivando todo el desorden que hay hasta que llegan al living. Allí, en un sofá, ven a una mujer desnuda durmiendo mientras que un hombre sin camisas duerme en un rincón, sobre el suelo, al lado de su propio vómito. El mismo es de mas de 40 años de edad. Es barbudo, de complexión robusta, morocho blanco, pelo corte cepillo. Su aspecto es de sucio en todo sentido de la palabra y su nombre es Carlos. Los chicos observan sin demostrar sentimientos y salen de la forma mas discreta que encuentran, donde ninguno de los durmientes percata sus presencias.

� Los mellizos están sentados en un banco de la “Plaza de la República” donde ambos fuman cigarrillos. Las mochilas están sobre el suelo y el día se presenta nublado. El frío es muy

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intenso y son los únicos en el lugar. A ambos se los ve sumidos en sus propios pensamientos. Christian dice: Anoche quedé con miedo luego que volvieron... Pensé que nos harían algo... Hay un momento de silencio. Después Celina dice: Yo ya no les tengo miedo. Ya no le temo a nada ni a nadie. A mi no me vuelven a poner ni un dedo encima esos hijos de puta nunca mas en toda mi vida. Nunca mas... Las primeras gotas de lluvia se hacen notar y los chicos miran hacia el oscuro cielo, pero siguen en su sitio, sin darle mayor importancia. El viento aumenta su intensidad y los chicos miran fugazmente por el lugar y se ponen de pie mientras que recogen las mochilas. Lentamente emprenden su marcha hacia el lado del obelisco. Los transeúntes caminan deprisa donde nadie mira a nadie y los chicos parecen ser expectantes de un espectáculo maravilloso pero solo esperan la gran tormenta que se avecina. Ambos caminan lento e indiferentes a todo. Celina pregunta: Chris ¿Y si vamos por lo del Ñato o por lo del Pelado? Tengo hambre... Christian: Yo también tengo hambre y me estoy helando. Celina: Vamos a pedirle al Ñato que nos adopte como hijos postizos... Christian le busca la mirada pero ella solo mira hacia el suelo. Christian dice: Vamos por lo del Ñato. Quiero preguntarle algunas cosas... Celina: ¿De qué estás hablando? Christian: A decir verdad, el Ñato es lo mas parecido a un padre que podríamos tener, ¿no? Y tengo dudas. Tengo muchas dudas y creo que él podrá aclararlas. Celina: El Ñato es un amigo. El Ñato es un gran amigo. Christian: Si. Lo se. Lo se. El Ñato es un amigo de los pocos que quedan. Celina: A eso lo tengo mas claro que el agua, Chris.

� En la villa, donde el hombre que dormía sobre el suelo, al lado de su propio vómito, Carlos, acaba de despertar y desvía su mirada lentamente por el lugar. No se siente nada bien ya que intenta ponerse en pie y corrobora que las fuerzas no le son suficientes. Mira hacia el vómito y siente repulsión por el mismo y esa repulsión es lo que le da energías para ponerse en pie. Una vez de pie mira a la mujer desnuda que yace durmiendo en el sofá. Ella no es nada atractiva y su maquillaje es exagerado y el mismo está muy desalineado. Carlos se dirige al baño donde le pone seguro a la puerta y se sienta sobre la tapa del water. Del bolsillo de su jeans saca su billetera y la mira un momento para luego abrirla. De la misma extrae su cédula de identidad uruguaya y la observa un momento. Luego saca las de los mellizos de cuando eran bebés y también las observa. Lee una y otra vez sus nombres: Christian Ferrari Toni y Celina Ferrari Toni. Carlos se pone en pie y guarda los documentos de los chicos detrás del botiquín que hay encima del lavabo y al suyo lo regresa a su billetera. En ese momento alguien intenta abrir la puerta del baño y Carlos la mira indiferente hasta que el mismo es el que la abre. Allí hay otro hombre, de su misma edad y porte mas o menos, pero con el pelo rizado y ligeramente largo y sin barba. Su mirada es desafiante y su nombre es Pablo. Solo viste unos asquerosos calzoncillos color crema. Ambos se miran por un momento. Pablo pregunta: ¿Tenés para mucho todavía? Hay un momento de silencio hasta que Carlos le dice: No. Ya me estaba por ir. Pablo entra al baño y Carlos sale del mismo. Antes de que Pablo cierre la puerta escucha a Carlos preguntar: ¿No viste hoy a los pibes? Pablo: No. Ni me había dado cuenta de que ya no están. La puerta se cierra y Carlos regresa al living donde la chica que dormía está despierta, desnuda, sentada impúdicamente en el mismo sofá. Ella lo mira indiferente y luego apoya sus codos en las rodillas y las manos se las pone en la frente en un claro gesto de dolor de cabeza. __ Me duele todo... Anoche me cogieron como nunca. Carlos sonríe y ella continúa: No me refiero a ustedes. No. Cuando nos encontramos ya había

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soplado varias pijas. ¿Dónde está la Charo? Carlos: No lo se. Debe de estar durmiendo en el cuarto de mi primo. __ ¿Tenés aspirinas? Carlos: No. No lo se. No hay. O no se donde están. O se perdieron. __ Estás loco. Me duele todo. Ya no aguanto mas. Carlos: Date un baño que se te va a pasar. __ ¿Hay agua caliente? Carlos: Cuando le da la gana sale agua caliente pero no siempre. A vos te vendría muy bien un baño de agua fría. Ella lo mira y le pregunta: ¿Estás loco o realmente me querés matar y no sabés como hacerlo? Carlos: ¡Chupame la pija! __ Ya lo hice y no me gusta como la tenés ni como cogés. Carlos: Sos una puta barata. Eso es lo que sos... __ ¿Y cuál es el problema, marica de mierda? Carlos la mira y la mina le corresponde la mirada hasta que él opta por mirar hacia el suelo. __ Sos una mariquita.

� Los chicos acaban de sentarse a la mesa en la cocina del restorán en el que trabaja el Ñato. Allí hay dos suculentos y humeantes platos de fideos con tucos y dos generosos trozos de pan con una botella de licuado y dos vasos. Los mellizos no pierden tiempo y empiezan a devorarse la comida hasta que Christian mira al Ñato, el cual cocina. Christian pregunta: Ñato, ¿conocés alguna forma de saber quienes somos realmente? El hombre tarda unos segundos en asimilar la pregunta mientras que el chico está a la espera de una respuesta, al igual que su hermana. Ñato: ¿Qué decís? ¿A qué querés llegar, pibe? No te entiendo... Christian: Quiero saber quienes somos. Quiero saber quienes fueron nuestros padres y todo eso... Y se me ocurrió que si conocés a alguien, no se de donde, puede sacarnos las huellas de las manos o algo de eso y así saber... El Ñato se queda sin habla mientras que Celina esquiva la mirada de su hermano al Ñato. Christian: ¿Conocés a alguien o no, Ñato? El Ñato se les acerca y mirándolo al chico, le dice: Quizás algo pueda hacer por ustedes. Quizás si... Dejame hablar con alguien y veré que es lo que puedo hacer. Christian no le quita los ojos de su mirada y Celina se dio cuenta de ello. Ella pregunta: Y, ¿cuándo podríamos saber algo de eso? Ñato: Hoy es martes, ¿no? Pasen por acá el jueves a última hora de la mañana y yo creo que algo mas concreto sabré para esa fecha. Celina: Gracias, Ñato. Ñato: Espero no ponerme en problemas por lo que haré. Eso espero. Voy a seguir con lo mío. Christian: Gracias Ñato. Ñato: ¿Les gusta la comida que les hice? Bueno, en realidad, es el plato del día pero me quedó bastante bien, ¿no? Los chicos siguen comiendo hasta que Christian dice: Cuando seamos ricos queremos que seas nuestro cocinero privado. ¿Qué te parece, Ñato? Ñato: ¿Qué están planeando, pibes? Christian: Nada. Solo queremos que seas nuestro cocinero privado en cuanto seamos ricos. Ñato: Pibes. Pibes. Los conozco. Los conozco. Y algo se están trayendo entre manos. Celina: Vos tratanos como si fuésemos a ser las nuevas estrellas de la Argentina y vas a tener la dicha de decir: Yo sabía que serían ricos y famosos. ¿Qué te parece? Ñato: Pibes, todos tenemos sueños. Todos. Y es bueno que no dejen de soñar. No lo hagan

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nunca porque quien deja de soñar, en realidad, deja de vivir. Christian: Nosotros ya tenemos todo arreglado y vamos a presentarte como a nuestro hermano mayor. Es solo una cuestión de tiempo, Ñato. Ñato: Me gustaría entrar en esas cabecitas. Celina: No ocultamos nada. Solo que a veces vas a encontrar las tripas mas vacías que otras. Ñato: La Argentina es un país de lo mas generoso que pueda haber. ¿Sabían? Christian: ¿Qué querés decirnos, Ñato? Ñato: Pibes. Aquí, en este país, para mucha gente, los sueños se hacen realidad. Miren un rato la tele y se van a dar cuenta de que estamos llenos de ejemplos. Celina: ¿Cómo me ves de actriz de telenovelas? El Ñato sonríe y ambos siguen comiendo.

� Al anochecer los chicos pasan a través del largo pasillo de la villa hasta que ingresan en la casa baja donde viven. Ambos procuran no hacer ruidos pero, al ingresar, corroboran que Pablo y Carlos están de pantalones largos, de pantuflas y con poleras sentados en los sillones del living. El televisor está encendido. El ambiente está viciado por la gran cantidad de humo de cigarrillo que hay. Carlos se apresura a encenderse otro cigarrillo mientras que Pablo apaga el suyo en un cenicero improvisado, o sea un plato. Los hombres se miran entre si y luego dirigen sus miradas a los chicos quienes tratan de seguir a su habitación. Pablo se apresura a decirles: No tan rápido. ¿A dónde creen que van? Los chicos se ponen de pie ante ellos pero mirando hacia el suelo. Pablo agrega: Demen la guita, bonitos. No hay reacción alguna por parte de los mellizos y el silencio se vuelve tenso. Pablo insiste: Dije que quiero la guita. Creo que no es muy complicado de entender, ¡¿no?! Maldita sea. Quiero la maldita plata o no lo entienden. No me quiero calentar. ¿O ustedes quieren que me caliente? Carlos rota su mirada de Pablo a cada uno de los chicos hasta que pregunta: ¿Qué les pasa? Luego de un momento de silencio Celina dice: Nada. No tenemos plata. La gente con el frío no sale casi y... y no tenemos plata. Carlos sonríe irónicamente y le dice: No tienen plata. No trajeron plata. Ja. Ja. Y yo me chupo el dedo. Y si la gente no sale, como decís vos, ¿por qué no robaste, puta? No es muy difícil de encontrar la solución, ¿no? ¿Qué te parece putita? Hay un momento de silencio y ambos intentan retirarse. La voz de Pablo se hace oír diciendo: Esto no es un hotel ni nada de eso y bien lo saben. Y el que no trae plata ya saben bien lo que pasa, ¿no? Miren, escuchen muy bien malditos hijos de puta, mal nacidos. Bastardos de mierda. Errores de la naturaleza. Hoy estoy de buen humor. De muy buen humor diría yo... Ja, ja. No se que está pasando en mi pero hoy estoy de un maldito buen humor. Debe de ser de los polvos que eché anoche. Si mañana, en 24 horas y ni un segundo mas, ¿les queda claro? Pues bien. Si mañana a esta hora no traen plata suficiente yo les aseguro que me voy a poner de mal humor y ya saben como me pongo cuando estoy de mal humor y estoy seguro que se van a arrepentir. ¡¿Les queda claro, muy claro, hijos de puta?! Los chicos asienten y cabeza baja se retiran del living mientras que Carlos sigue disfrutando del cigarrillo y ambos continúan mirando la tele. Los mellizos, una vez adentro de su dormitorio, lo primero que hacen es trancar la puerta con el palo que tienen debajo de una de las camas, donde tratan de asegurar la puerta de la mejor manera posible. Luego de ello dejan las mochilas sobre las camas y se sientan sobre una de las ellas. Christian mira a Celina y le dice: Algo está pasando y no me fío de ellos. Celina: Yo nunca lo he hecho... Nunca. Se que son unos hijos de puta y nunca nos demostraron lo contrario.

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En ese momento quedan paralizados ya que alguien intenta abrirles la puerta. Del otro lado de la puerta, al corroborar Pablo que la misma está trancada por dentro, el mismo se pone histérico. Los chicos no le quitan los ojos de encima a la puerta. Pablo empieza a decir: ¡Pibes! ¡¿Qué mierda les pasa a ustedes que se encierran?! ¡Abran hijos de puta! ¡Abran la puerta! ¡Abran mal nacidos! Los chicos están paralizados, sin saber que hacer donde, en ese momento, se ponen de pie y Celina agarra su mochila y se abraza a la misma. Ambos quedan estupefactos cuando corroboran que el hombre empezó a darles patadas a la puerta. Los mellizos, cada vez, se ven mas indefensos y mas aún cuando Pablo logra vencer la tranca que han puesto los chicos. Él ingresa lentamente en la habitación, con una sonrisa irónica y sarcástica en sus labios. Los chicos siguen cada uno de sus movimientos con la mirada hasta que el hombre se detiene ante ellos. Pablo les pregunta: ¿Tienen miedo? Ah, hay que verlos como tiemblan las nenitas. Hijos de puta. Mal nacidos. Eso es lo que son. Chupa pijas. Chupa verga como la madre que los trajo a este maldito mundo. Pablo se acerca mas y mas a ellos hasta agarrar a Christian por los hombros. El niño se resiste con movimientos de piernas, brazos, y cabeza y ha empezado a gritar desesperadamente pidiendo que lo suelten, pero el hombre lo arroja sobre la cama y le da una fabulosa cachetada, la cual le hace sangrar la nariz y la boca. Celina mira horrorizada, sin saber que hacer, pero tampoco deja de estar abrazada a su mochila. De todas maneras Pablo se monta encima de su hermano, sujetándolo por la fuerza. Pablo le dice a Celina: Te gusta mirar, ¿no putita? Sos una perra puta. Sos tan basura como la puta madre que te trajo a este puto mundo. Christian está mas que horrorizado, sin saber que hacer. Christian le dice a Celina: ¡Celi! ¡Celi! ¡Ayudame, por favor! Celi, por favor... Pablo se apresura a darle otra cachetada mientras que el joven contiene el llanto. Celina sigue paralizada y, en ese momento, aparece en la puerta del dormitorio Carlos y Celina no tarda en verlo. Él le sonríe y ella esquiva la mirada. Pablo le dice a Carlos: Esta mariquita me estaba provocando y mirá lo que me está obligando a hacer... Pero le gusta que lo toquen... Mirá como se pone... Ambos, al mirarse, se sonríen mutuamente. En ese momento Celina saca su arma y les apunta indistintamente a los hombres. Los tipos se quedan paralizados por un instante. Carlos le dice: Puta de mierda. No tenés los huevos suficientes para disparar. Al decir esto se acerca mas y mas a ella y Celina dispara al aire y Carlos queda estupefacto ante ello, sin saber que hacer. Pablo no da crédito de lo que ve. Christian le dice: Limpialos de una vez y para siempre, Celina. ¡Matalos ya mismo que se lo merecen! Carlos mira a Christian y luego a Celina y dice: Se van a arrepentir de esto por el resto de sus malditas vidas. Se los prometo. Carlos intenta, otra vez, acercarse a Celina y esta vez ella no duda en dispararle en el pecho una y otra y otra vez. El tipo queda un instante paralizado, con la mirada desorbitada, mientras que su primo se queda estupefacto, observándolo. Carlos cae lentamente al suelo donde la sangre poco a poco se hace notar. Celina no deja de apuntarle a Pablo mientras que Christian observa a su hermana. Pablo libera a Christian y se agacha para asistir a Carlos y, al hacerlo, busca la mirada de la chica quien no se la rechaza. Pablo la mira con odio mientras que su primo agoniza en el suelo. Carlos intenta hablar pero no logra articular palabra alguna. Pablo le dice a Celina: ¡Maldita hija de puta! ¡Maldita bastarda! Nunca. ¡Nunca! Nunca vas a saber quien sos realmente hija de puta. Mal nacida. Desagradecida... Celina: Quizás... Quizás... Pero no te olvides que soy yo quien te está apuntando con un

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revólver. Hijo de puta. Maldita sea la cerda puta que te parió. Pablo: Con mi madre no te metas... Celina: ¿Qué? ¿Qué? ¿Acaso me vas a pegar? Sos un cagón. Sos un miserable... Sos una rata que no tiene huevos. Sos de lo peor... Pablo hace un intento por levantarse deprisa y quitarle el arma y ella no duda en dispararle de nuevo pero esta vez la bala va a parar al suelo. Él vuelve lentamente al lado de Carlos, sin dejar de mirarla. Pablo escupe hacia Celina y ella vuelve a disparar pero le da en su pierna. Pablo empieza a agonizar de dolor mientras que se agarra la pierna. Pablo le dice a Celina: ¡Hija de puta! Maldita sea la hora que acepté este encargo. Celina: ¿De qué estás hablando? Pablo se empieza a reír y ella desesperada le pregunta: ¡¿De qué mierda estás hablando, maldito bastardo?! Pablo no deja de reír, en medio del sufrimiento, ya que la herida no deja de manar sangre. Pablo le dice: Ya te lo dije piba... Nunca lo sabrás. Nunca. Sos una causa perdida, putita. Celina con odio levanta mas el arma y dispara una y otra vez sobre Carlos. Pablo se queda en silencio mirando a su primo sin signos vitales. Celina busca la mirada de Pablo y este se la esquiva. A Pablo se le escapa una lágrima y Celina aprovecha para dispararle en la otra pierna. Pablo comienza a gritar desesperadamente pidiendo ayuda. Celina, sin bajar la guardia, se le acerca lentamente. Ella le dice: Solo queremos saber quienes somos realmente. ¿O querés que te haga sufrir toda tu puta vida? Nos decís nuestros orígenes y desaparecemos de tu vida para siempre. ¿Es un trato? Pablo: No. No... Ya te dije que no, piba. Nunca... No... Andate a la mierda. Matame si querés pero no te pienso decir ni media palabra. Nada. Absolutamente nada. Celina: Pues bien. No me dejás elección, ¿no? Pablo: ¿Me vas a matar? Celina: No. No. Voy a hacer algo mejor. Pablo: ¿Qué? Celina: Esto Ella vuelve a dispararle pero esta vez le da en su pie. La desesperación e impotencia que siente el hombre son impresionantes. Celina mira a Christian quien observa la situación como si no fuese parte de la misma escena. Celina le dice a su hermano: Traé algo para atarlo. El muchacho tarda unos segundos en asimilar lo que le acaba de decir su hermana para luego salir deprisa. Celina vuelve a mirar al herido en el suelo y se le acerca de nuevo. Celina dice: Veremos si hablás o no... Ya lo veremos. Pablo no se da por enterado y ella agrega: Si vos sos hijo de puta yo te juro que puedo ser mucho mas hija de puta que vos y ese marica -señalando el cuerpo de Carlos- juntos. O hablás o me vas a conocer realmente todo lo que soy capaz de hacer. Pablo la mira y en un murmullo le dice: No compliques mas las cosas. No lo hagas piba. Terminá matándome que va a ser lo mejor para todos... Por favor... Ya no aguanto mas... Dame con una bala en el corazón o en la cabeza y todo habrá terminado. Por favor... Ya no aguanto mas piba... Por favor... En ese momento aparece Christian por la puerta con un grueso rollo de piola. Celina se lo quita y se la muestra a Pablo, quien no quiere mirar. Entre los dos hermanos agarran al hombre y lo atrapan en medio de varias vueltas que le pasan con las cuerdas. Le atan las manos a la espalda. Le pasan la cuerda a través de su cuerpo y también le atan las piernas, los pies y así lo envuelven haciendo un rodillo. Una vez que está en esa situación Celina se le vuelve a acercar. Ella, al oído, le dice: Aún estás a tiempo... ¿Vas a hablar hijo de puta?

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Pablo: Ya te lo dije piba. ¡Nunca! Nunca. Yo soy lo que sea... Un gran hijo de puta también. Pero nunca un traidor. Celina: Si cambiás de opinión da un grito que estaremos en el living. Ella se pone de pie, le hace una seña a Christian y ambos salen del dormitorio dirigiéndose hacia el living.

� Una vez en el living los mellizos se sientan en el viejo y sucio sofá mirando hacia ningún punto definido y así pasan varios minutos en silencio. Luego Christian pregunta: ¿Qué es lo que haremos ahora, Celina? ¿Qué? Luego de un instante de silencio ella dice: Algo se nos va a ocurrir. Algo se nos tiene que ocurrir. No nos va a pasar nada. Estamos en la Argentina del fin del siglo XX. Nadie se va a ocupar de dos pibes como nosotros. Hay cosas mas importantes en que ocuparse. En las villas como esta esto pasa mas seguido de lo que creemos. Christian: Mañana, si o si, debemos de desaparecer de esta pocilga para siempre. No podemos cometer ningún error. No. De ningún tipo. Celina: No tengas miedo. Todo estará controlado. Mañana nos iremos... a donde, no se, pero mañana desapareceremos de Buenos Aires. Christian: Me duele la cabeza. ¿Habrá alguna aspirina por acá? Celina: Da una mirada en el baño. Capaz tenés suerte y encontrás algo... Christian se pone en pie y se dirige al baño. Una vez allí, se mira un momento en el espejo del botiquín del baño, para luego abrir la puerta del mismo. Allí hay varias cajas vacías, botellitas de remedios vacías, maquinitas de afeitar usadas. Christian observa los objetos y al no encontrar lo que busca cierra bruscamente la puerta y ve que algo cayó de detrás del botiquín. Mira para ver que es lo que cayó y se encuentra con dos cédulas de identidades uruguayas de unos bebés. Una de ellas dice: Celina Ferrari Toni y la otra Christian Ferrari Toni. Christian observa un momento los documentos donde su expresión no da crédito a lo que ve.

� Celina está en la puerta de su habitación de la villa observando el cuerpo de Pablo, el cual parece que ya ha perdido la vida, en un gran charco de sangre. Ella lo mira con asco, desprecio y repulsión a una distancia considerable. Luego de observarlo ella regresa al living y, camino al mismo, escucha sonar el teléfono que está en el living. Celina lo deja sonar sin darle ninguna importancia mientras que su hermano se apresura a atenderlo pero, al llegar al mismo, el aparato deja de sonar. Christian pregunta: ¿Por qué no atendiste? Celina: Es mejor así. Es mejor así. Christian se sienta en el sofá y se queda en silencio. Celina se da cuenta que algo mas le pasa a su hermano. Celina le pregunta: ¿Qué te está pasando? ¿Tenés miedo por lo que nos pueda pasar? Hay un momento de silencio donde Christian aprovecha para mirarla. Luego él le dice: Somos Ferrari Toni. Ella parece no haberlo entendido y pregunta: ¿De que mierda estás hablando, Chris? Hay otro momento de silencio mientras que Celina está a la expectativa. Él dice: Somos Ferrari Toni. Acabo de encontrar esto. Y él le muestra los documentos de identidades uruguayas. Ella se le acerca lentamente y agarra las cédulas y las mira una y otra vez a cada una de las mismas. Celina murmura: Somos uruguayos. No puede ser. Somos Ferrari... Toni... Christian: Si. Parece que si. No es un apellido muy común, creo. ¿Qué haremos ahora con esto que sabemos?

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Celina: Creo que es un buen comienzo para empezar nuestra búsqueda. Christian: ¿Nos vamos al Uruguay? Ella lo mira y le dice: Vámonos. Juntá solo lo que necesites y nos rajamos de acá ya mismo. Christian parece no haberla escuchado y ella lo mira fastidiada. Celina se hace oír de inmediato diciendo: ¡Vámonos! ¿No me escuchaste? Nos rajamos esta misma noche, cuanto antes, no mañana. ¿Entendés? Christian tarda unos segundos en asimilar lo que le dice su hermana. Luego pregunta: Y, ¿qué es lo que haremos? ¿A dónde nos iremos? Celina: Movete porque yo en cuanto junte lo que necesito, me rajo... No podemos seguir en esta casa... ¡Abrí los ojos, boludo! Christian: Vamos a esperar un poco... ¿Qué haremos ahora con el frío que hace? Celina: Si esperamos acá aumentan los peligros y lo sabés de sobra.

� El reloj del “Convento de Nuestra Señora del Pilar” que está por la calle “Adolfo Alsina” casi “Piedras” marca que acaba de pasar la medianoche. El restorán en el que trabaja el Ñato está lleno de comensales. Los chicos acaban de entrar al mismo portando cada uno su mochila. Ambos se han cambiado de ropa y, se ven mas presentables, por lo que pasan bastantes desapercibidos. El Ñato, al verlos, les dice que se apresuren e ingresan los dos lo mas rápido posible en la cocina. Ambos quedan de pie en un costado hasta que aparece el Ñato. El Ñato les dice: Pibes, ¿qué les pasa ahora? Celina: Estamos en problemas. Necesitamos ayuda. Christian: En primer lugar necesitamos guita. Ñato: ¿Es tan urgente todo? ¿No pueden esperar hasta mañana? Christian: ¿Podemos hablar, Ñato? Ñato: No. Ahora no. Está hasta las pelotas esto de gente. A menos que... Celina: Si, te esperamos. Pero necesitamos hablar con vos cuanto antes. Ñato: ¿Comieron algo? Christian: No, pero hoy nos bañamos. Y no tenemos mucha hambre. Ñato: Siéntense allá. -Lo dice señalando una mesa-. Que yo les serviré algo. Los chicos se acercan a la mesa que les dice el Ñato y se quedan esperando. Ñato: Se me hace que se metieron en un buen lío... Enseguida vuelvo. Ambos ven al Ñato retirarse y Celina le pregunta a su hermano: Le decimos la verdad, ¿no? Ellos se quedan mirando mutuamente hasta que Christian asiente. Él dice: Si. Con él no vamos a tener problemas. Es mejor decirle, si. Celina: ¿Estás nervioso? Christian: Un poco. ¿Y vos? Celina: También

� Avanzada la noche, el restorán en el que trabaja el Ñato se encuentra vacío y él está apagando las luces para luego cerrar las puertas. Los chicos están en la cocina limpiándola. En ese momento llega el Ñato y, al verlos, les sonríe. El Ñato les dice: Pibes, no se preocupen por eso que está la máquina que lo limpia todo. Los chicos ultiman detalles y la cocina ya se ha quedado limpia para luego irse a sentar al lugar donde cenaron. El Ñato suma otra silla y los mira a cada uno. Ñato: ¿Por qué tanta urgencia? ¿Qué les está pasando ahora, pibes? Christian saca del bolsillo de su jeans los documentos de identidades y se los muestra. El Ñato los observa a cada uno de ellos, donde intercala la mirada entre los documentos y cada uno de los chicos. Luego pregunta: ¿Qué es lo que piensan hacer ahora que saben esto? Celina: Eso no es todo.

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El Ñato los mira extrañado y ella continúa: Acabamos con el mal… para siempre... Hay un momento de silencio hasta que él pregunta: ¿Qué es lo que piensan hacer? Christian: No tenemos nada claro. Creo que para ir al Uruguay necesitamos ir con alguien mayor... Pero no queremos ir allá. Hemos pensado mucho y creo que lo mas conveniente es que hagamos un cambio radical. Ñato: Buenos Aires es muy grande. Una ciudad grande siempre ofrece muchas posibilidades. Y por lo que hicieron creo que no deberían de preocuparse. Ellos creo, que no eran nada de ustedes. Y no creo que se vayan a ensañar con dos pibes como ustedes. Celina: ¿Qué te parece mejor que hagamos? Hay un momento de silencio hasta que él les pregunta: ¿Qué es lo que ustedes quieren hacer? Christian: Necesitamos guita... y mucha... Celina: Somos capaces de hacer lo que sea. Odio la pobreza y ya no aguanto mas seguir así. Queremos y necesitamos guita. Mucha guita. El Ñato los observa midiendo muy bien lo que dirá pero primero suspira, los vuelve a mirar. Luego les dice: Tengan cuidado con lo que estén pensando hacer. No se dejen de tentar con paraísos maravillosos que no existen. El que quiere guita tiene que laburar y muy duro. Nadie regala nada a nadie en este mundo. Nunca. Todo tiene un precio. Y ustedes siendo yoruguas no me extrañaría de que sean el precio de algo... de algo muy caro que alguien no pagó. O de algo que salió mal. ¿Me van entendiendo, pibes? Los chicos se miran unos a otros para luego mirar al Ñato, quien está asintiendo con la cabeza. El Ñato agrega: Tengan cuidado... Tengan mucho cuidado que esta ciudad está llena de planchas, de oportunistas, de maleantes... Y ustedes todavía son unos pibes. Son solo unos pibes. Procuren que nadie sepa que no tienen a nadie acá. Traten de mantener un perfil bajo. Hay un momento de silencio para luego el Ñato continuar: Si quieren alojamiento o un lugar para empezar pueden contar con mi casa. Celina se apresura a decir: ¡No! No. Gracias Ñato pero no. Queremos cambiar de ciudad. Queremos que nos ayudes en eso. El Ñato los mira y les pregunta: ¿Quieren ir al Uruguay, entonces? Los chicos se vuelven a mirar entre ellos. Ambos dicen a coro: No. No. Queremos algo mejor. Queremos guita y no creo que allá hagamos plata fácil. Ñato: Acá, en la Argentina, lo pueden hacer. No olviden que el peso tiene el mismo valor que el dólar. Y eso no se da en todas partes. Los chicos se miran otra vez, luego miran hacia abajo y luego al Ñato. Celina pregunta: ¿Nos vas a ayudar o no Ñato? Ñato: Claro que si. ¿Qué es lo que quieren hacer? ¿Se quieren ir de la Argentina o quieren probar suerte acá? Christian: ¿Qué es lo mejor? Ñato: Pibes, son menores todavía. No tienen documentos vigentes. No van a poder ir mas lejos que Brasil, Uruguay, Chile... Solo los vecinos. No va a ser fácil salir mas allá de Latino América. Fíjense que hay que ver, sobre todo, el tema de la documentación y yo no tengo contactos como para eso. Y tampoco tanta guita... Hagamos las cosas bien y en orden. Celina mira a Christian y luego al Ñato para preguntarle: ¿Creés que con las cédulas, si pasamos al Uruguay, podríamos encontrar a nuestros padres? Ñato: En el Uruguay no hay mucha gente y, aunque la hubiera, yo creo que no es imposible.

� Al mediodía, en una casa baja del la “Avenida Nazca” y calle “Tres Arroyos” los chicos duermen en un sofá cama, en el living comedor de la casa del Ñato. El Ñato se acaba de

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levantar por lo que solo viste un pantalón deportivo, una remera mangas largas, está descalzo y de medias, de pie tomando un café en la cocina. En ese momento enciende el televisor que hay en la cocina y da con las noticias. Un periodista cuenta la noticia de dos hombres hallados muertos en la habitación de una villa. El periodista cuenta que los vecinos denunciaron un tiroteo la noche anterior pero que la policía no se apareció en el lugar hasta el día siguiente luego de las once de la mañana. También cuenta que ese es un lugar impenetrable para la policía y que no hay sospechas de quien pudo haber matado a los hombres. El Ñato se queda concentrado en la noticia y, en ese momento, los hermanos se aparecen en la cocina pero el Ñato no percata sus presencias sino que los chicos observan la noticia sin hacer ningún ruido. Al acabar el informe el Ñato continúa bebiendo su café y se da cuenta que los chicos están a su lado y los mira sorprendido un momento. Luego les pregunta: ¿Cómo durmieron? Celina: ¿Dijeron si están buscando a los…? El Ñato la mira a los ojos un momento y ella no le esquiva la mirada. El Ñato le dice: No. No. No se preocupen. Nunca se ocupan de la muerte de dos hijos de puta como esos. Traten de olvidar ese tema para siempre. La gente que vive y que muere en una villa es como si nunca hubiese existido. Christian: Ñato, ¿por qué estás tan seguro? Ñato: Porque este país es así. Si algo no sirve y se termina… es mucho mejor. Y esos hijos de puta no servían para nada. Además, estoy seguro de que nadie va a notar su ausencia. ¿Saben cuanta gente muere en las villas a diario? Ahora la prensa fue ahí porque no debe de haber ninguna otra noticia para contar y necesitan relleno para el noticiero. Esto es así. Esto siempre ha sido así hasta que pase algo que llame mas la atención como que alguna vedette se peleó con el novio, o se hizo las lolas nuevas o algún marica que sale del armario o algo así. Esas son las noticias que quiere escuchar la gente. No que alguien mató a dos hijos de puta en una villa donde no los conocía ni Dios. No se preocupen de nada. Ok. Bueno, les voy a servir un cafecito y vamos todos a empezar una nueva vida. ¿Está claro?

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Tercera parte 2001

Bs. As. - Mdeo

“ La lucha no acaba y aumentan las

incertidumbres”

Drama Adulto

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Sentado en el sofá del living comedor de la planta seis de un apartamento de “Avenida Corrientes” y calle “Libertad”, en Buenos Aires, mirando por el ventanal hacia la calle mientras que llueve, Christian está tomando una cerveza en lata. Ahora ya tiene el cuerpo de hombre. Es delgado, alto, tiene los cabellos largos y ligeramente rizados, muy bien cuidados. Es muy atractivo. Ahora viste un jeans y está sin camisas, descalzo y tiene la barba de mas de dos días. Se lo ve bastante pensativo donde, en la calle, a pesar de la lluvia, no hace nada de frío y los transeúntes así lo demuestran con sus vestimentas. En ese momento aparece Celina y se sienta en el sofá frente a su hermano con la mirada en la misma dirección que Christian. Ella es realmente hermosa. Tiene los cabellos muy largos, unas curvas perfectas y viste de minifaldas, top y sandalias. Es muy sensual en su actitud, mirada, y en sus movimientos. De vez en cuando mira fugazmente a Christian. Ella le pregunta: ¿Qué es lo que te pasa, Chris? Él parece no haberla escuchado y ella continúa: ¿Estás pensando en Tania? Christian se termina la cerveza y se sienta al lado de su hermana donde la mira un instante. Él le dice: Estoy nervioso... Estoy muy nervioso con todo lo que está pasando... No se que hacer. La verdad es que no se que hacer. Celina: No tenés porque preocuparte por eso. Todo va a salir bien. Zafamos de tantas en esta vida que ya estamos curados de espanto. Una mas no veo porque no... Christian: No es solo eso, Celina. Son muchas cosas. Muchas cosas. Anoche conocí a un yorugua en el bar... Y me dio no se que... Hay cosas que estamos haciendo que sabemos que no están bien. Y quiero cambiar. Celina: Bien sabés porque llegamos a esto. No me vengas ahora con moralismos ni ninguna mierda de esa. ¡No! Y mucho menos vos. Y tuvimos que buscarnos la vida y bueno... Las cosas se dieron así. Que mas da, ¿no? Christian: Si. Si. Lo se. Lo se. Pero creo que ya es hora de cambiar. Ya somos mayores de edad y... No se... Quiero cambiar. Necesito cambiar. Celina: Lo sabés mejor que nadie que en ningún otro laburo vas a sacar la plata que sacamos en este en un mes ni trabajando el año entero. A mi me falta guita para planteármelo. Nadie nos regaló nada y no me avergüenzo de lo hago. Christian: Yo tampoco me avergüenzo solo que... Bueno... Es difícil a veces... Christian la mira un momento a los ojos para luego dejar la lata de cerveza vacía en la mesita ratona del living. Luego regresa al lugar en el que estaba al principio y abre el ventanal y sale a la terraza. El día va llegando a su fin y las vistas que obtiene son impresionantes, pero la lluvia es intensa por lo que queda empapado en pocos segundos, donde a él parece no importarle. Celina lo observa desde el lugar que él se encontraba y, en ese momento, suena el celular que está en el sofá. Ambos lo escuchan pero a Christian parece no importarle.

� A la noche, en un restorán que está por la “Avenida 9 de Julio” y calle “Sarmiento” están Celina y Tania. Tania cena pastas con refrescos de naranjas y Celina ensalada con agua mineral. Tania es una joven morocha blanca, ojos oscuros, cabellos rizados hasta la cintura; Es una chica muy atractiva. Se la ve muy joven y está embarazada, a punto de dar a luz, por la barriga que tiene. Tania: Hoy tuve un día fatal. No dejó de moverse en ningún momento. No veo las horas de que nazca de una vez... ¡Oh Dios! Quiero que ya salga de una vez... Celina: Ya tenés todo pronto, ¿no? Tania: Si, además mamá está muy pendiente de mi... tanto que me agobia. No me deja ni respirar que me asfixia. Pero las cosas con la vieja ahora van bien... Por suerte... Ahora ya no me quejo de ella. Nos estamos haciendo muy amigas. Celina le sonríe para luego beber un poco de agua. Tania agrega: Con mi hermana no era tan pesada pero conmigo es... ¡Ahhhhh! Aunque a veces

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me saca de quicios... Veo que no lo hace de mala leche pero... Pero a veces me satura... Celina: Debe de ser porque sos la mas chica de todos tus hermanos. Tania: Hoy no vi a Chris. Me llamó al celular hace un rato y dijo que esta noche tenía que trabajar. ¿Vos lo viste hoy? Celina: Si, lo vi un rato hoy de tardecita. Tania: Por momentos me hace perder los nervios tu hermano también. Celina: Vos no tenés que preocuparte de nada. No hagas nada que pueda alterar al bebé. Ya queda menos. Ya sabés como es Christian, ¿no? Tania: Si. Y como se como es, es que me saca de quicios. ¡Ah! Yo me quedé con hambre... ¿Vos vas a querer postre? Celina: No, yo ya estoy satisfecha. No me entra mas nada. Tania: Yo no voy a dejar con hambre a mi hijo. Y mientras que sonríe, llama al mozo, el cual no tarda en llegar. El mismo se lleva los platos vacíos y, mientras que los recoge, ambas lo miran. Tania le pregunta: ¿Tienen helado de dulce de leche? El mozo -que es un muchacho muy joven- le sonríe y le dice: Si. Si tenemos. Tania: Yo quiero uno. ¡Pero uno que sea grande! ¡Muy grande! ¡Enorme! No quiero que nos quedemos con hambre, ok. Celina mira la escena divertida donde el mozo al retirarse le dice: Enseguida te lo traigo. Y, mientras que mira a Celina, pregunta: ¿Y te traigo algo para vos? Ella niega con la cabeza y el mozo se retira de allí. Una vez solas Tania le pregunta a Celina: ¿No te gustaría ser madre joven como yo? Ella tarda unos segundos en asimilar la pregunta para negarlo con la cabeza. Luego Celina dice: No. No. Es mas. No creo que algún día vaya a tener hijos. Tania, que no se esperaba esta respuesta, pregunta: ¿No? ¿Por qué? Celina: Creo que no... No lo se realmente. Ahora en frío te digo que no. Además, tengo toda la vida para ser madre. Hoy por hoy no me gustaría. El tiempo lo dirá. Tania: ¡Que raro! Pero, como decís vos, ¿no? Aún sos joven y tenés toda la vida para ser madre. Yo, la verdad, es que no me lo esperaba pero, también te confieso, me encanta la idea de ser madre tan joven. No se si seré una buena madre. Lo que si se, es que trataré siempre de hacer lo mejor por mi hijo. Y creo que Chris piensa igual que yo. Celina la observa, mientras que asiente, hasta que murmura: Es maravilloso que tengas las cosas tan claras a la edad que tenés. Realmente en eso... te admiro... Tania, que no se esperaba esa respuesta, se la queda observando y, en ese momento, llega el mozo con el helado y se lo sirve a Tania para luego retirarse. Ella lo observa un instante para luego empezar a devorarlo. Celina: Tania. Yo no se si sería una buena madre. Tania se queda sorprendida y le pregunta: ¿Por qué? Yo no te veo que seas mala gente... Celina: Cosas de la vida. Hay veces que la vida pide mas de lo que da. Tania: De eso ya hemos hablado... Y yo no veo de que realmente sea así. Hay un momento de silencio hasta que Celina pregunta: ¿Está rico? Tania: Ni lo dudes. ¡Exquisito!

� Avanzada la noche Christian camina lentamente por la “Avenida 9 de Julio” a la altura de la calle “Bartolomé Mitre”. Está muy pensativo, ensimismado en sus pensamientos. La noche es cálida y hay mucha gente por el lugar pero el joven va en su mundo. En ese momento Tania está acostada en su cama del apartamento de “Avenida de Caseros” y calle “Piedras”. La oscuridad de la habitación es parcial. A ella se la ve transpirada, agitada, nerviosa. Tiene sueños inquietos y no deja de moverse de un lado para el otro donde, en ese momento, se

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despierta bruscamente y se queda un momento tranquila entre las penumbras. Pasados unos segundos enciende la luz de la veladora que tiene en la mesita de luz. Se destapa. Viste solo un camisón. Y se sienta en la cama mientras que se pasa la mano por el vientre. Mira el teléfono fijo que está en la mesita de luz al lado de su cama, al igual que su celular, que lo tiene entre las sábanas. Luego de varios minutos se pone de pie y se dirige a la cocina sin quitarse la mano derecha del vientre. Una vez en la cocina abre la heladera y de allí extrae una torta que hay sobre un plato. La deja sobre la mesada, la observa y, sin tocarla, sale deprisa hacia el living, donde se recuesta en el sofá grande. El dolor del vientre parece aumentar pero ella lo quiere sofocar de alguna manera. En ese momento comienza a sonar su celular que sigue en su habitación pero ella no se entera de nada. Christian es el que la llama y se lo ve impaciente caminando por la principal arteria de Buenos Aires. Él corta la comunicación para hacer otra llamada. Ahora suena el teléfono fijo en la casa de Tania donde, en este caso, si hay una línea en el living y está al costado del sofá en el que está Tania. Al escucharlo ella lo mira un momento, lo deja sonar mas de una vez hasta que levanta el tubo. Ella dice: Hola Christian, nervioso, le contesta: Hola, Tani, ¿qué te pasa? Tania: Venite para mi casa. No tardes, Chris, por favor. Christian: ¿Qué es lo que te pasa? Tania: Creo que es muy tarde... Venite ahora mismo. Creo que rompí bolsas... Christian: Quedate tranquila. Ya voy para ahí. Tania: Apurate... Movete... Por favor... Christian corta la comunicación y se detiene en el borde de la calle con intención de parar un taxi hasta que asciende a uno que iba libre.

� Al amanecer, en la “Clínica Renacer”, que está por la “Avenida Entre Ríos” y la calle “Constitución”, Tania se encuentra durmiendo en la sala número 6. Celina está a su lado leyendo el diario “Clarín” donde se destaca el titular que dice “Corralito en la Argentina genera gran incertidumbre”. En ese momento aparece el médico y le sonríe a Celina mientras que Tania se despierta. El médico es un hombre bastante robusto, de mas de 60 años de edad, con cara de bueno. El médico dirige otra sonrisa a la embarazada. __ Y, ¿cómo te encontrás para ser mamá? Parece que bien, ¿no? Tania mira fijamente al médico sin decir nada y sin ocultar su temor. Celina pregunta: ¿Van a hacerle cesárea, entonces, doctor? __ No podemos seguir esperando. Vamos a hacerlo cuanto antes porque el feto ya está listo pero aún no quiere salir. Además, con todos esos dolores que viene sintiendo y que no haya dilatado absolutamente nada no es normal. Tania: ¿Cómo está mi hijo, doctor? __ El bebé está bien. No te preocupes, nena. Todo va a salir bien. Vengo trayendo pibes al mundo desde antes de nacer tu propia madre, incluso. Vos tratá de tranquilizarte. Una enfermera acaba de entrar y está preparando todo para sacar a Tania de la sala. Ella le dice a Tania: Enseguida te cambiaremos de sala. Tania: Tengo miedo, Celina. Tengo miedo. Hay un momento de silencio y ella agrega: ¿Por qué a mi? ¿Por qué justo ahora siento miedo? ¿Qué va a pasar, doctor? __ Es normal de que sientas miedo. Aún sos muy joven y eso generalmente pasa; Sin contar que también sos primeriza. Todo influye, nena. Todo influye... Celina le agarra la mano y Tania pregunta: ¿Y Chris? ¿Dónde está, Chris? Celina: Le dije que se fuera a dormir un rato. Pasó toda la noche a tu lado. No te preocupes que en un rato vuelve.

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En la habitación de su apartamento, Christian acaba de despertarse, pero aún está en la cama. Él tiene el torso desnudo y está con las manos debajo de la nuca. La barba la tiene bastante crecida y un S.M.S. lo saca del ensimismamiento de sus pensamientos. Mira hacia el costado pero no le da importancia al celular que lo tiene en la mesita de luz. Continúa en su posición por un momento mas pero algo le hace cambiar de idea y levanta el celular para leer el mensaje. El mismo dice: En cuanto te despiertes, llamame. Se queda un momento observando el aparato y le da a la tecla de llamar. Celina está en la sala de espera, bastante impaciente. Ella dice: Chris. ¿Qué tal? Christian: Acabo de despertarme. ¿Cómo está Tania? Celina: En cuanto puedas venite para acá... Christian: ¿Qué pasó? ¿Algo va mal? ¿Y el bebé? Celina: No te preocupes. Eso es lo que dice el médico. Pero van a hacerle una cesárea... No te tardes. La acaban de llevar a la otra sala. Christian: En media hora máximo estoy ahí. Celina: Dale, te espero acá. Christian salta de la cama y no tarda prácticamente nada en vestirse aunque el desorden que hay, mas el que él deja, ahora es mas que considerable.

� Christian y su hermana están en la cafetería de la “Clínica Renacer” tomando un refresco con hielo. A ambos se lo ve ojerosos, cansados, agotados. El calor se hace respetar en el mes de noviembre en la Argentina por lo que visten ligerísimos de ropa. Cada uno toma, de vez en cuando, algún sorbo de refresco. Christian pregunta: ¿Es normal que tarden tanto en esto? No puede ser... Hay algo que no está bien. Lo se. Hay algo que no va bien. Celina levanta la mirada y le responde: No lo se. Realmente no lo se. Hay un momento de silencio y ella agrega: Esperar. Solo nos queda esperar. Christian: No son fáciles las esperas... No lo son... ¿Sabés? Ahora que voy a ser padre me gustaría que mamá y papá estén con nosotros. ¿Qué será de sus vidas? ¿Los encontremos algún día? No he dejado de pensar en ellos... Celina: Yo también he pensado mucho en ellos... Y no se si valdrá la pena buscarlos. Ya pasaron tantos años que... que... Creo que ellos también podrían buscarnos, ¿no? Christian: Quizás no saben donde estamos. Celina: Nosotros tampoco sabemos donde están ellos. Estamos en iguales condiciones. Christian: Lo poco que sabemos es por Internet. Voy a ponerme mas las pilas hasta dar con ellos. Ya lo tengo decidido. Hay un momento de silencio hasta que ella le pregunta: ¿Estás seguro de lo que querés hacer? Él levanta la mirada y asiente con la cabeza. Celina: Y, ¿qué le vas a decir si los encontrás? Christian, que no se esperaba esta pregunta, medita un momento. Luego responde: No tengo la menor idea. La verdad es que no lo se. Celina: Ahora, lo que podrías hacer, es ocuparte a pleno de tu hijo. Dale al niño lo que nosotros nunca tuvimos. Una familia. Solo una familia. Christian: Una familia. Es verdad. Una familia. A mi hijo no le faltará nada. Tania y yo seremos buenos padres. Lo se. Celina: Dicen de que un hijo siempre te cambia la vida... Al escuchar esto, él levanta la mirada y ambos se quedan mirando mutuamente.

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Los hermanos y el médico mayor que había hablado hoy con Tania y Celina, se encuentran en un rincón del pasillo de la “Clínica Renacer”. A los chicos se los ve preocupados y el médico está muy serio. Christian: Doctor, entonces me dice que no fue lo esperado. __ No esperábamos ningún percance de último momento como nos pasó. Y eso es lo que complicó las cosas. Fíjense que la piba es primeriza. Quizás alguien que ya sea madre no hubiese esperado tanto. El bebé se enredó con su propio cordón y, por esa falta de aire, nosotros tememos que le queden secuelas en el futuro incluso. Además, el niño es muy pero muy chiquito. Aún no miré el historial médico de ella. Yo me acabo de enterar de que su médico está accidentado. Y ella hace tiempo que viene reteniendo mucho líquido. Solo nos queda esperar para ver como evolucionan madre e hijo. Christian: Haga todo lo posible para salvarlos, por favor, doctor. __ De eso no te preocupes que los estamos tratando con los mejores profesionales de la Argentina. Lo que les aconsejo es que se vayan a sus casas, descansen bien que aquí, cuando les necesitemos, van a tener que estar con todas las luces. Ok. Por cualquier cosa les hablo al celular que me dejaron. Lo siento chicos. El médico se retira y ambos se quedan ensimismados en sus pensamientos, sin saber que hacer. Los hermanos se miran, sin nada entender, por lo que optan por bajar las miradas y emprender lentamente la marcha hacia la calle. Una vez fuera, en la intemperie, caminan por la “Avenida Entre Ríos” en dirección a la “Avenida 25 de Mayo”. Ninguno de los dos da crédito de la situación que viven. El día está nublado, con importantes nubarrones oscuros pero el calor es intenso. Y los transeúntes pasan deprisa, como toda gente común de Buenos Aires. Christian rompe el silencio diciendo: No me la esperaba. ¿Quién iba a decir que esto se complicaría? Una vez que creo que tendré una familia, un hijo, mi hijo con mi novia y me acabo de enterar que ambos corren serios riegos con sus vidas. Decime Celi, ¡¿qué mierda hago?! No es justo esto. No lo es. Como si no hubiésemos sufrido vos y yo. Por si fuera poco, ahora esto... Es una pesadilla. Es una mierda esta puta vida. Maldita sea. No lo puedo creer. Hay un momento de silencio y ella agrega: Yo tampoco... Yo tampoco me lo puedo creer. No lo se. Hay cosas que me superan y esta es una de ellas, sin duda alguna. Si hay Dios, envianos alguna señal donde veamos la luz, por favor. Christian: No soportaría perder a uno u otro... No. No quiero ni hacerme a la idea. ¡Como me gustaría que esté mamá y papá en estos momentos! ¡No te hacés idea de como me gustaría eso! No importa. Ya nada importa. Ya no. Celina: Necesito un trago. ¿Vamos a tomar algo? Christian: Allá adelante tenemos un bar. Vamos ahí. Lo dice mientras que señala la “Avenida San Juan”. Celina: Necesito algo fuerte en mi cuerpo que me haga revivir. Y para colmo, anoche me fumé el último porro que tenía en casa. Y no lo veo al Flaco hasta mediados de enero. Christian: Creo que alguno guardado yo debo de tener. No podemos esperar tanto para tener porros. Deberíamos de tener algún sustituto de emergencia para estos casos en que el Flaco se desaparece, ¿no? Celina: Ya hemos probado porros de otros lados y la calidad de los del Flaco es, sin duda alguna, inigualable. Christian: Pero tampoco podemos estar por dos meses sin fasos. Y en estos momentos es cuando menos nos deben de faltar. ¡Ah! Dios mío. ¿Qué hago? ¿Qué hago? No puede ser. No puede ser que el destino cambie tanto de un momento para el otro. Celina: Vamos al apartamento, nos damos una ducha y dormimos un rato. Es eso lo que nos dijo el médico que hiciéramos, ¿no? Christian: Pues no, primero vamos a emborracharnos. ¿No querías un trago?

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En ese momento llegan al bar y se sientan a la barra. El mozo no tarda en preguntar: ¿Qué les sirvo, pibes? Christian: Dos vodka dobles con un hielo. Christian intenta sonreír aunque su sonrisa se parezca mas a una mueca que a una sonrisa. Celina empieza a frotarse los ojos enrojecidos con los dedos mientras que él quedó por un instante concentrado en un punto indefinido de la pared donde, en ese momento, el mozo y les deja las bebidas a cada uno y Christian no tarda en pagarle.

� Avanzada la noche Christian duerme intranquilamente en la habitación de su apartamento. Se lo ve tenso, transpirando, inquieto. En ese momento se despierta y trata de quedarse un instante tranquilo pero vuelve a respirar agitado de nuevo. Enciende la luz de la veladora que la tiene en la mesita de luz y barre la habitación con su mirada. Observa el espacio vacío de la cama y no tarda en ponerse en pie. Viste un slip oscuro y así se dirige hacia el living, donde abre la persiana del ventanal, sin encender las luces de allí, ya que el lugar queda parcialmente iluminado por las luces que entran desde afuera. Se sirve un whisky y con el vaso entre sus manos se sienta en el sofá mirando hacia la calle. Él piensa: ¿Qué va a pasar? ¿Qué irá a pasar? Dios. Dios. Dame paciencia. Ayudame con Tania y el bebé, por favor. No me dejes solo en esto. No se que hacer. No se que hacer y tengo miedo por el futuro que me pueda llegar.

� Al amanecer Christian habla con el médico en el pasillo de la “Clínica Renacer”. El joven está ojeroso, deprimido, demacrado en todo sentido de la palabra. Christian: No puede ser, doctor. No puede ser... Yo no puedo perder a Tania. No. No. __ No te apresures a los acontecimientos. No es bueno para nadie. Nosotros estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para salvarla. Estás en una de las mejores clínicas de Latino América. Pero, pero... ella también tiene que ayudarse. Si ella no pone de su parte, por mas que lo intentemos... Es muy difícil que se salve. No te puedo dar falsas expectativas ni nada de eso. Andá preparándote... Christian: Sálvela, doctor. Por favor. La necesito viva. No se si podré con un hijo recién nacido y sin madre. Por favor, doctor. Por favor. __ Ya te lo dije, pibe, de nuestra parte estamos haciendo todo lo posible. Ahora solo nos queda esperar. Hace una pausa y agrega: Ahora debo de seguir con mi trabajo. El médico se retira mientras que Christian se queda en el mismo lugar mirando hacia la dirección en la que camina el médico.

� En un restorán que está por la “Avenida Corrientes” y “Avenida Callao” Celina y el Ñato desayunan café con leche y medialunas. Al Ñato se lo ve un poco mas delgado, un poco mas calvo pero, por el resto, en nada cambió. Ñato: Celi, es así. Vos tratá de no preocuparte porque sino todo es peor. Lo que sea, será. Y lo que tenga que pasar, pasará. Son cosas que no dependen, de vos, de mi, ni de nadie. Tené fe. Rezá. Zafaron de tantas... que una mas no veo porque no lo vayan a hacer. Celina: Ahora, cuando hablé con Chris, me dijo que todo se había complicado mas todavía. Yo no se que hacer. Estoy cansada de tantos problemas. No se terminan nunca estos hijos de puta. ¡A la mierda con todo! Ñato: Celi, no estés mal, así. No. Vos sos fuerte. Se que lo sos. Te conozco desde que eras una pendejita. Ahora es el momento que saques esa garra con la que nos conocimos. ¿Dónde mierda está esa garra charrúa? Celina, en un murmullo, dice: No lo se. No lo se. La verdad es que no lo se.

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Ñato: Se que vos podés. No te me caigas justo ahora. Ella levanta ligeramente la vista para volver a ponerla sobre la medialuna que está sin tocar. Celina: ¿Te pasó algo similar en tu vida? Hay un momento de silencio donde él se queda meditando. Luego responde: Mi mujer. Mi mujer y mi hijito los perdí... en un accidente de tránsito. Fue poco antes de conocernos... Se por lo que estás pasando muy bien. Lo se. Tratá de trasmitirle a Christian buenas energías que él también está hecho pelotas y es bueno darle fuerzas. Celina: ¿Cómo te recuperaste, Ñato? Ambos quedan ensimismados en sus pensamientos, sin nada decir. Luego él murmura: Hay cosas que uno no se recupera nunca pero... Pero la vida sigue y uno tiene que seguir. Celina: La vida es hija de puta. Es injusta, perversa, egoísta. Ñato: La vida es sadomasoquista.

� Christian está sentado en el suelo del parque que está por la “Avenida Las Heras”, apoyando su espalda a un árbol. Se lo ve destruido, abatido, quebrado, donde llora sin ningún tipo de tabú. El día es muy caluroso y los transeúntes que pasan por allí lo miran fugazmente pero cada uno sigue su camino. Sobre el pasto hay una foto en la que está él junto a Tania donde a ambos se los ve felices. El sol, de vez en cuando, se oculta y, de vez en cuando, la intensidad del viento es importante pero al joven parece no importarle.

� Celina está en el pasillo de la “Clínica Renacer” con su sobrino en brazos. Se la ve triste, apagada, resignada. Tiene los ojos humedecidos y el pequeño duerme tranquilo. Mientras tanto ella, lagrimeando, le dice al bebé: Vos no te preocupes que yo voy a ser tu madre si es necesario. Vos no vas a ser como nosotros que no tuvimos nada de amor. No. Eso no va a pasar porque yo no lo voy a permitir. Pase lo que pase yo siempre voy a estar a tu lado. Siempre. No temas por nada... Yo te voy a enseñar a ser un hombre de provecho.

� En la morgue de la misma clínica yace el cuerpo sin vida de Tania donde una enfermera le acaba de cubrir el rostro.

� Días después Christian y Celina caminan por la “Avenida 9 de Julio”, a la altura de la calle “Tucumán”, en medio de un mar de gente. Ellos caminan sin ninguna prisa, ajenos a todo mientras que las primeras luces de la ciudad comienzan a encenderse. Celina: Creo que si. Creo que ahora si estoy decidida. No se si vos me contagiaste las ganas o que pero... Pero ahora si me daré una vuelta por el Uruguay. Su hermano la mira sorprendido y ella continúa: Si. Si. Creo que este es el momento adecuado para emprender esa búsqueda. Christian: No lo se. Quizás si pero... No estoy convencido. Ahora tengo otra prioridad en mi vida. Y esa prioridad es el real motivo de mi vida. Celina: Yo te ayudaré con el bebé. No te preocupes por ello que también es mi familia. Christian: No me siento preparado. No se que hacer. Tengo miedo. No tengo la menor idea como salir adelante con un hijo. He estado pensando mucho en eso y creo que lo mas conveniente sería entregarlo en adopción. Celina no tarda en preguntar: ¡¿Qué?! ¡¿Estás loco?! ¡¿Cómo que entregarlo en adopción?! ¡Ni se te ocurra! ¡Pero ni se te ocurra si quiera a pensar en eso! Christian: Ponete en mi lugar... Celina: ¡Esto que lo hago! ¿O no te das cuenta, pelotudo? Después de todo lo que pasamos... ¿Cómo podés si quiera pensar en esa posibilidad? No Chris. No. Las cosas no se hacen así. Si querés yo me hago cargo por completo del bebé pero ni se te ocurra entregarlo en adopción. A

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lo sumo, como mucho, dejalo unas horas en algún jardín o algo así... Pero de ahí a despersonificarte por completo de él, no. No lo consiento para nada. Antes de eso lo adopto yo misma y se acabó el problema. Hay un momento de silencio hasta que él dice: No estoy bien. Perdoná. No quiero deshacerme de mi hijo... es que estoy saturado con todo esto... Perdoná. Celina: Creo que un hijo debe de ser lo mas maravilloso que te pueda pasar en la vida. Disfrutalo vos que lo tenés. Ya te vas a dar cuenta como te cambia la vida.

� A la noche Christian está sentado en uno de los sofás del living de su apartamento tomando una cerveza. El ventanal está abierto por lo que la vista de la ciudad es impresionante. Él solo viste un bóxer negro al cuerpo y tiene los codos apoyados sobre las rodillas, las manos en posición de rezo y la lata de cerveza está sobre la mesita ratona. En ese momento la luz de su celular se enciende, el cual está a su costado, pero él no le da importancia sino que solo le da la vuelta. Sale del baño una mujer ya bastante mayor que él. Ella es bastante atractiva y se la ve que es de buena familia. Viste un sexy camisón corto, el cual lo luce muy bien, ya que tiene un cuerpo bastante privilegiado. Ella se dirige hacia el living y allí se sienta al lado de Christian donde él le es bastante indiferente. Al principio ella lo comienza a besar y abrazar por la espalda pero él ni se inmuta por ello hasta que ella desiste de su propósito y lo mira donde él tampoco le corresponde la mirada. __ ¿Qué es lo que te pasa hoy, Chris? Luego de un momento de silencio ella no le aparta la mirada de encima. Ella insiste: Chris, sabés muy bien que podés confiar en mi. Decime que es lo que te pasa... Christian la mira de costado e ingiere un generoso trago de cerveza y se acuesta en el sillón grande, usando las piernas de ella como almohada. Ella parece agradecer ese gesto de su parte. La mujer le acaricia suavemente el pelo, en medio de una tímida sonrisa, y a él se le humedecen los ojos, donde se le escapa alguna que otra lágrima. Luego él murmura: Mi novia... Mi novia... Perdí a mi novia... La perdí para siempre... Ya no va a volver. Ya nunca mas. No se que hacer... Estoy hecho mierda. __ ¿Qué fue lo que pasó? Christian: No lo se. No me queda claro. De repente todo se complicó y... No lo se. Y todo se complicó mas todavía porque, estando en observaciones, tuvo un paro cardíaco. Eso fue lo que la mató. No lo entiendo. No lo entiendo. No. No entiendo como puede morir una mina tan joven como ella en estos tiempos. No lo entiendo. No se si fue eso o... o no se que mierda pasó. Quizás nunca lo sepa. Acá, cada vez que entrás a un hospital, nunca sabés si vas a salir caminando o por la puerta de atrás. Nunca lo sabés en realidad... __ Y tu hijo, ¿cómo está? Christian: El médico dice que se pondrá bien. Que al haber nacido tan chiquito va a tener que estar un tiempo en el hospital hasta que tenga el peso adecuado para poder entregármelo. Es muy chiquito aún. __ Sos muy joven todavía y sos muy atractivo, seguro que conocerás a alguien. Al decir esto el silencio del ambiente es aterrador, hasta que él se pone de pie, y se pone a contemplar la ciudad un momento. Ella también se pone de pie y lo abraza desde atrás. Ella, en un murmullo, dice: Vamos de nuevo a tu cuarto... Él parece no haberla escuchado ya que continúa mirando hacia afuera pero, pasados unos instantes, Christian se da la vuelta, le agarra la mano y salen caminando en dirección al dormitorio. Una vez allí se comienzan a besar muy apasionadamente y ella no tarda en tenderse en la cama esperándolo a él.

� Al amanecer Christian duerme en su cama donde parte de una sábana cubre su cuerpo

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desnudo. La mujer de la noche anterior ya está vestida y, en ese momento, deja un montón de billetes sobre la mesita de luz para luego observar el rostro del muchacho mientras que él duerme y ella emprende la retirada.

� Celina está vestida de forma muy atractiva pero es mas que evidente que ha tenido una noche intensa ya que el peinado está desordenado, las ojeras son importantes y al maquillaje hay que darle otro retoque. Ella está de pie en el dormitorio de un apartamento que está en la esquina de las calles “Maipú” y “Sarmiento”. Celina guarda un manojo de billetes en su bolso mientras que un hombre bastante mayor que ella la observa encantado. El hombre está acostado, con una mano debajo de la cabeza esbozando una sonrisa. Él le dice: Sos una buena putita. Ella parece no haberlo escuchado ya que no le dice nada en un principio. De repente ella le dice: Trato de hacer mi trabajo de la mejor manera posible. __ Y decime, una piba tan linda como vos, ¿por qué no se busca otro trabajo? Ella lo mira y sin dudarlo le dice: Porque no quiero romperme el culo todo un mes por un sueldo de mierda que no te da ni para pagar el alquiler de un apartamento. Él parece meditar lo que le dirá hasta que le dice: En eso tenés razón. Yo tengo una hija que es médico con especialidades hechas en Cuba, Canadá y Suiza y se mata laburando por dos pesos al mes en una clínica privada de Palermo. Así está este país. Para hacer plata no hay que ser decente ni honrado en la vida. ¡“Siglo XX Cambalache”! Cuanto mas hijo de puta sos, mejor te va en la vida. Yo, cuando empecé, no se me hizo fácil tampoco... No. Pero también reconozco que eran otros tiempos. Y piba, si encontrás un buen laburo, ¿lo dejás a este? Ella le busca la mirada al hombre hasta que se la encuentra y lo queda observando. Ella le responde: Si. Si que lo dejaría. No entiendo... ¿Por qué? Luego de meditar un instante, él le pregunta: ¿Querés trabajar en mi empresa? Ella no da crédito a lo que acaba de escuchar donde se queda reflexionando durante varios minutos. Luego Celina pregunta: ¿Qué? ¿Me estás cargando? ¿Qué te pasa conmigo? Él tarda un momento en reaccionar hasta que dice: No. No. Para nada. De verdad te lo digo... ¿Te gustaría trabajar en mi empresa? Celina: ¿Y a todas las putas con las que salís les ofrecés trabajo? __ No quería que te ofendas. No lo hice de mala leche. Si pensaste eso no fue mi intención. Celina: Y ¿por qué lo hiciste, entonces? __ Me caés bien. Me parece que sos una buena piba. Celina: Hoy en día no se puede confiar en nadie. Y menos en este laburo. __ No te pido que confíes en mi. No. Pero si realmente te apetece probar suerte... Ya tenés mi número de celular, ¿no? Celina le busca la mirada y él no se la rechaza. Ella pregunta: ¿Por qué debería de creerte? __ Porque el que realmente tiene para perder soy yo. No vos. Celina: No lo se. La verdad es que no lo se. __ Tomate tu tiempo. Es una sugerencia. Si te apetece las puertas de mis empresas están abiertas para vos. Solo tenés que comunicarte conmigo. Creo que con probar suerte no perderías nada, ¿no? Pensátelo y me avisás, flaca. Celina se ha quedado ensimismada en sus pensamientos y el veterano no deja de observarla.

� En la “Plaza de la República” Celina camina lentamente ensimismada en sus pensamientos. Viste una minifalda de color blanco, un top rosa y sandalias de taco aguja. En el lugar hay mucha gente que va y viene. Ella, internamente, se dice: ¿Será verdad? No lo se... Tengo mis serias dudas. Pero, después de

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todo lo que ya viví, ¿qué es lo peor que me podría pasar? Quizás esta sea la oportunidad que he estado esperando siempre. ¿Qué hago? Maldita sea. No se que hacer. Pero si no lo hago, quedaré con la duda de que pudo haber sido mejor. Tengo solo a Chris y a mi sobrinito Bruno en esta vida. Solo ellos podrían decirme algo. Solo ellos. De todas maneras ya se que es lo que me dirá Chris. ¡Oh Dios! ¿Por qué todo es tan difícil? ¿Por qué es tan difícil decidir? Y si por ser puta todo se me vuelve en contra... Pero si soy famosa voy a tener muchas mas oportunidades de todo tipo. Ahí si que puedo hacer plata fácil. Con intentarlo no pierdo nada. No. ¿No? Debo de dejar de pensarlo tanto que pensar mucho no me hace muy bien. Es mi vida y el resto me importa un bledo. En ese momento se choca -literalmente hablando- con Christian donde ambos quedan sorprendidos y se miran un momento a los ojos para luego comenzar a reírse mutuamente. Luego él pregunta: Pero, ¿en que venís pensando que no mirás ni donde caminás? Celina: ¡Mirá quien habla! No soy la única que va distraída. ¿Dónde vas? Christian: Al apartamento. ¿Y vos? Celina: No lo se. Ni idea. Christian enarca las cejas y pregunta: ¿Qué? Ella se da cuenta de lo que acaba de decir y agrega: No lo se... Salí a aclarar mi cabeza. A despejarme un poco. Estoy muy confundida. Necesito aclarar mis ideas Y mientras tanto, ambos salen caminando en la misma dirección en la que iba Christian. Él dice: No sos la única. No sos la única. Quedate tranquila que todo el mundo anda así. Hay un momento de silencio y él pregunta: ¿Te puedo ayudar en algo? Ella medita un momento la respuesta hasta que dice: ¿Aceptarías trabajar como modelo? Él duda un momento y pregunta: ¿De qué estás hablando? Celina: Acabo de hablar con alguien y me ofrece trabajar como modelo publicitaria. No me fío. Veo todo muy trucho. No me creo nada de lo que me dicen. Christian: Celi, y después de todo lo que pasamos, ¿qué es lo peor que nos podría pasar? Ella lo mira un momento, para luego desviar la mirada hacia el frente y después elevarla hacia el cielo, el cual está despejado. Ahora Christian es quien mira un momento a su hermana. Christian agrega: Yo lo haría. Sin dudarlo yo lo haría. Es eso lo que te puede sacar de esta vida de mierda que llevamos o ayudarte a agarrar clientes mas pudientes. Por varios minutos ninguno de los dos dice nada, donde aprovechan para mirar a su alrededor en medio de un montón de gente y siguen caminando por la “Avenida 9 de Julio”. Entran en un restorán, se sientan a una mesa y el mozo no tarda en llegar donde les saluda, ellos le responden de igual manera. Christian se apresura a pedir: Traenos dos cervezas bien frías. El mozo de inmediato se va y los hermanos se quedan mirando mutuamente. Luego ella pregunta: ¿En qué pensás? Él baja la mirada y responde: En la vida de mierda que hemos tenido. Yo que vos Celi, yo acepto... Ya sos grande como yo y cada uno sabe lo que puede estar bien y lo que no... El moralismo, la honradez y la decencia no nos dieron de comer cuando lo necesitábamos. Si es por eso pasátelo por el forro de los huevos. Vos mismo lo decís, ¿no? Celina mira para el costado y ve que viene el mozo con una bandeja trayendo las cervezas. Les sirve a cada uno y se retira. Cada uno ingiere un generoso sorbo de cerveza. Ella dice: Tenés razón, Chris. Tenés razón. Si esa es la duda que tenía... Ya no hay mas nada de que hablar. Vuelven a sorber mas cerveza y él dice: Estuve en el hospital y vi a mi hijo. Hay un momento de silencio y ella pregunta: Y, ¿cómo está? Hay otro momento de silencio y él le responde: Los pulmones aún no le responden como deberían. Aún no tiene el peso adecuado y...

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Celina levanta la vista un momento para volver a bajarla. Luego Celina pregunta: ¿Qué pasa? Hay algo mas que te pasa, Chris. Christian mira para el costado y, a través de los ventanales, contempla un momento a los transeúntes que por allí pasan. De repente a él se le escucha decir: No lo puedo creer. No puede ser que Tania esté muerta. No... ¿Por qué tuvo que morirse ella y no yo mismo? No lo entiendo. ¿Por qué es tan injusta la vida? ¡Por favor! ¿Hasta cuándo? Ya estoy harto de esta vida. Ya estoy harto de tanta injusticia. Ya estoy harto de todo. De todo. Él vuelve a mirar a su hermana y la sorprende observando la cerveza. Ella no se dio cuenta que está siendo observada. Él pregunta: Ahora soy yo quien te pregunta. ¿En qué pensás, Celina? Ella reacciona de inmediato y, mirándolo a los ojos, le dice: Yo también me pregunto a diario, ¿por qué esta vida es tan injusta? Pero no tengo respuesta. No la tengo. Después de todo lo que hemos pasado, y aún lo que nos pasa, es de no creer. Es como si la vida estuviese jugando con nosotros y nosotros solo somos unas malditas marionetas. Ambos se quedan en silencio sorbiendo la cerveza.

� Celina está sentada en un gran “Estudio de Diseño Audio-Visual” que está por en la “Avenida Corrientes” y calle “Libertad” donde hay diferentes reparticiones y un chico joven, bastante afeminado de por si, la está maquillando. A un costado está Christian leyendo unos papeles. A su hermana la dejan maquillada de tal forma que parece una verdadera ramera y mas ahora que se ha puesto en pie y viste una minúscula minifalda color negro, un top muy corto color blanco, medias de encaje negras y sandalias de taco aguja. Ella se mira frente a un espejo de cuerpo entero donde Christian también se ha detenido a observarla. Él no duda en decirle: ¡Ahora si que sos una verdadera puta y no hay dudas de ello! Ella medita un momento lo que le acaba de decir su hermano para luego comenzar a reírse y él también la acompaña en la risa. Sin dejar de reírse ella dice: Y, es lo que soy, ¿no? La diferencia de ahora es que voy a cobrar mucho mas por lo que ya hago desde hace mucho tiempo, ¿no te parece? Christian: ¡Esta va a ser tu carta de presentación para la puerta grande de la gran vida! No te olvides que estamos en la Argentina, un peso, un dólar. Celina: Voy a tener mejores clientes de ahora en mas. De eso no tengo dudas. Christian: Y te vas a cotizar mejor que ahora incluso. En ese momento ambos hermanos se quedan mirando mutuamente frente al espejo.

� Los hermanos almuerzan asado de ternera con papas asadas, acompañado por un vino tinto, en un restorán de la “Avenida Corrientes” y calle “Uruguay”. Ahora ella viste mas standard. Celina: Creo que es el momento de ir al otro lado... Ya no podemos seguir prolongándolo por mas tiempo. Ya es hora de enfrentar la situación. Christian: Yo estaba convencido en hacerlo pero luego de lo de Tania... No. Pensaré solo en mi. Seré egoísta, pero ellos tienen mas datos de nosotros de lo que nosotros tenemos de ellos. No. Ahora tengo otras prioridades y una de ellas es mi hijo Bruno. Celina: Estamos a menos de 500 kilómetros o a mas de 1.000; Según a la parte del Uruguay que vayamos. Christian: Deberíamos de ir a Montevideo. Allá todo se concentra en la capital. Además, no conocemos nada. Yo no quiero perder mi tiempo en eso. Celina: No es perder el tiempo. Además, ya estuve hablando con el Ñato y él me va a acompañar. Allá tiene unos amigos. Algo tenemos que encontrar. Hay un momento de silencio y él pregunta: Y si los encontrás, ¿qué vas a hacer? Hay otro momento de silencio, el cual se extiende mas de la cuenta, y ambos miran para lados

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diferentes. De repente ella dice: No lo se. No lo se. No me puse a pensar en ello. ¿Qué es lo que debo de hacer en caso que los encuentre? Christian: Ni idea. Celina: Chris, no me dejes sola en esto, por favor. Christian: Es inútil todo esto. ¿Para qué buscar ahora? Tuvieron toda la vida para buscarnos. Quizás ellos mismos nos regalaron a aquellos hijos de puta. ¿Desde cuándo estuvimos con Pablo y Carlos? Yo no me acuerdo cuando llegamos a sus manos. ¿Qué te hace pensar que no nos regalaron o que no pasó algo muy turbio? Celina: ¿Por qué decís eso? Christian: Porque es lógico el planteo que te hago. Pasamos toda la vida luchando contra viento y marea y ahora que ya somos grandes y no dependemos de nadie, vamos a buscar a unos padres que tal vez no nos quieren ver ni en figuritas. Moralmente yo te apoyo pero no me pidas que vaya contigo al Uruguay por si encontramos alguna pista. No te olvides que solo tenemos la Cédula de Identidad Uruguaya… Nada mas, Celi... No vale la pena. No. No vale la pena. Hace una pausa y agrega: Quizás yo tengo miedo con lo que me pueda llegar a encontrar. ¿Y si se murieron en un accidente de tránsito donde los únicos supervivientes somos nosotros? ¿Y si somos hijos de desaparecidos? En el año en que nacimos allá estaban en Dictadura también. ¿Y si nuestros padres son unos delincuentes? ¿Y si son exiliados políticos? Celi, todo bien con lo que querés hacer pero cada cosa puede traer un montón de las otras donde no hay que pasarlas por alto. Hay un prolongado silencio donde cada uno aprovecha para terminar el vino y suspirar. Celina se queda mirando su vaso vacío, sin saber que hacer. Luego ella pregunta: Christian, ¿por qué no me habías hablado de esto antes? Él la mira sorprendido y le contesta: Celi, es lógico lo que te acabo de decir. No era ningún secreto todo eso que te acabo de decir. Solo uní cabos. Cuando era yo quien los quería encontrar me puse a pensar en todo esto y... y no seguí adelante porque no se si estoy preparado con lo que me podría encontrar. ¿Me entendés? Hay otro momento de silencio hasta que ella dice: Creo que yo tampoco estoy preparada para saber la verdad. Veo que es una locura esto de buscarlos. Voy a dejar las cosas así como están y que sea lo que Dios quiera. Christian: Creo que es lo mas conveniente para los dos, para todos. Si querés hacer algo tratá de sacarle todo el jugo posible a ese viejo que te dio la oportunidad de hacer esa publicidad. Aprovechá al máximo que eso si puede ser tu gran salto al triunfo. Si es para encontrar a nuestros padres, quedate tranquila, que de una forma u otra vamos a dar con ellos o ellos darán con nosotros si es que en algún momento nos encontremos. Pero no aceleremos las cosas, los acontecimientos... Dejemos que todo fluya. Ella se quedó en silencio, ensimismada en sus pensamientos mirando hacia algún punto de la pared que tiene a su costado. Él la mira y le pregunta: ¿Pedimos mas vino? Ella parece no haberlo escuchado y él se hace oír diciendo: ¡Estoy acá! ¡¿Pedimos mas vino?! ¡Tengo sed! ¡Mucha sed! Y la carne me seca la boca... Ella lo mira, le sonríe y le dice: Perdoná. Me había ido. Creo que tenés razón. Va a ser mejor para todos que dejemos las cosas así como están.

� Christian conversa con el médico en un despacho de la “Clínica Renacer”. Ambos están sentados frente a frente, con el escritorio de por medio. Christian está cabizbajo. __ Lo siento. Realmente lo siento pero... Pero no tenemos mas remedio que hacerle el

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trasplante. Ahora solo necesitamos de tu autorización para que sigamos con esto adelante… Luego de un momento de silencio el joven pregunta: ¿Qué probabilidades hay de que algo salga mal? __ El niño es muy chico todavía. Aún no tiene el peso adecuado a pesar de que nació en fecha. Pero menos peso va a tener todavía si no puede respirar bien. Christian reflexiona hasta que pregunta: ¿Dónde tengo que firmar? El médico le alcanza una hoja y Christian la firma sin leer nada y le devuelve la hoja al médico quien se queda con la hoja en la mano mirándolo. Christian vuelve a levantar la vista para preguntar: Doctor, ¿qué es lo que viene ahora? __ Esperar. Ahora debemos de esperar algún donante. Christian: O sea que la desgracia de otra familia puede ser la salvación de mi hijo. El médico asiente mientras que el joven queda mas consternado todavía. Christian: ¿Pueden quedar secuelas a largo plazo? __ En un principio, no. Hay que ver la evolución del niño una vez que haya sido trasplantado. No deberías de preocuparte de eso ahora. Ahora, lo mas importante es que aparezca un donador. El tiempo no nos sobra por lo que cuanto antes aparezca, va a ser mejor. Christian: ¿Y si no aparece el donador “a tiempo”? ¿Me entiende, usted? __ Hagamos lo posible para que ello no ocurra. Las cosas se podrían complicar demasiado y... Y no creo que el bebé pueda resistir por mucho tiempo. A Christian se le escapa una lágrima, y dirige su mirada hacia el suelo, mientras que el médico no saber que hacer. En un murmullo Christian dice: No quiero perder a mi hijo. Por favor... No quiero perderlo. Ayúdeme doctor. Ayúdelo doctor. Su vida está en sus manos.

� En la casa del Ñato, está él junto a Celina, donde ambos toman mate sentados en los sofás del living. De fondo escuchan la canción “Rasguña las piedras”, de Sui Generis. Al Ñato se lo ve de ropa deportiva pero Celina si que está muchísimo mas arreglada que él. Celina: Chris tiene razón en lo que me dice. Yo que soy una pelotuda y bueno... Algún día aprenderé después de tanto palo, ¿no? Ñato: No te quemés por eso, flaquita. Las cosas pasan y por algo pasan. Ahora preocupate en tus otras cosas. Si es para que los encuentres va a ser acá en Buenos Aires, en Montevideo o en el culo del mundo. Eso dalo por hecho. Las cosas cuando son para uno es eso y se acabó. No hay que buscarle la quinta pata al gato. Hay un momento de silencio donde ella lo interrumpe diciendo: Tenés razón, Ñato. Tenés mucha razón en lo que decís. La vida es así. Y hay que seguir. Hay otro breve silencio donde ella cambia de tema diciendo: Esta noche se estrena mi publicidad. ¡No me lo puedo creer! El Ñato alegre dice: ¡Siiiiii! ¡Que bueno! Esa va ser tu arma que te va a dar guita... Mucha guita, piba. Flaquita, se acabaron los tiempos de las vacas flacas. Ella baja la mirada para comentar casi en un murmullo: Una puta. Eso es lo que soy. Una maldita puta. Ñato: Celi, ya estuvimos hablando de eso. No te hagas mala sangre que no es el momento para eso. Además, no vas a solucionar nada haciéndote mala sangre ahora, ¿no? Velo por el lado que la tele te va a sacar de esa vida. Nadie es perfecto. Y si hacer la calle te dio para sobrevivir, no hay mas nada que hablar. ¿Quién es alguien para hablar hoy de ustedes si cuando no tenían nada, absolutamente nada, nadie les dio ni un pedazo de pan? Si lo ves por ese lado ya tenés el cielo ganado. Celina observa el mate luego de haber sorbido el mismo. Ella comenta: Está frío. ¿Caliento mas agua? Ñato: Dale. Yo voy acá al lado por unos bizcochos.

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Ella se dirige a la cocina donde pone la caldera en la hornalla de la cocina a gas butano y arroja la yerba del mate usada en el tacho de la basura. El Ñato, al salir de su casa, se encuentra con Christian que llega a su casa. Ñato: Christian, te habías perdido. ¿Qué te ha pasado? Christian: De todo... La verdad que de todo... Ñato: Voy por unos bizcochos acá -señalando a la panadería- ¿Me acompañás? Estoy con tu hermana tomando unos mates. Christian lo sigue mientras que el Ñato le pregunta: Y tu pibe, ¿cómo va marchando? Christian: Está complicado. Está mas complicado que nunca, Bruno. Ñato: ¡Ah! Lo siento, Chris, lo siento. Ya sabés que podés contar conmigo para lo que sea. Me das un tubaso y yo estoy ahí a la hora que sea. Christian es como si no lo hubiese escuchado. Luego los tres se encuentran sentados en los sofás del living donde Celina es la que ceba el mate y en la mesita del living hay un paquete abierto de bizcochos y el Ñato está comiendo uno, Celina tiene otro en la mano y Christian está mas que ensimismado en sus pensamientos. Celina observa a su hermano y le pregunta: ¿Qué te dijo el médico, Chris? Él la ignora mientras que ambos están a la espera y el silencio se hace incómodo. De repente él dice en un murmullo: Está complicado. Hay que hacerle el trasplante si o si. Ahora vengo de firmar la autorización. Es hacer eso o… o todo se puede complicar mas todavía. Celina sorbe otro mate y su hermano aprovecha para agregar: No puedo creer que ahora nos esté pasando esto... Como si no hubiésemos tenido suficiente con la muerte de Tania. Ahora, por si fuera poco, pasa esto. ¡Dios! ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Hasta cuándo, Barba? ¿Hasta cuándo? Ya estoy harto de todo esto… Realmente harto de todo... Celina: Chris, no estás solo. Me tenés a mi. Está el Ñato. Ñato: Te entiendo pibe. Te entiendo... Pero... No queda otra y hay que remarla y a vos te tocó contra la corriente. Ahora mas que nunca tenés que ser fuerte. Ahora es el momento de luchar por ese pibito que también lleva tu sangre. No me bajes los brazos. Ya te vas a dar cuenta que nada en la vida es tan permanente como el mismo cambio. Hoy te toca esto, estoy seguro que la vida te va a recompensar por un lado o por el otro. Ya te vas a acordar de mi cuando te pase eso. Christian: Ñato, desde que me conozco, Celina y yo la venimos remando contra la corriente. Justo ahora, cuando pensé que todo se arreglaría, me viene pasar esto. ¿Hasta cuándo tantas pruebas ni ocho cuartos? Yo estoy cansado de todo. Celina: Chris, vamos a luchar juntos, como siempre lo hicimos, por la vida de Bruno.

� En el living-comedor de un apartamento de la esquina de las calles “José Vázquez Ledesma” y “Leyenda Patria”, en Montevideo, sentados en los sillones del sofá grande, están Manuel y Camila. Ambos, lógicamente que están mayores, ahora ya tienen poco mas de 40 años de edad cada uno pero es como si la vida se les haya echado encima, ya que aparentan tener muchos mas años de los que realmente tienen. En ese momento el televisor está encendido pero nadie le da importancia. Acaba de entrar en el living Daniela, una adolescente que tiene un aspecto de rebelde ya que lleva el pelo corte cepillo teñido de negro y rojo; Varios pircing se ven en diferentes partes del rostro, el cual está maquillado al estilo gótico y viste ropa de cuero. Al hacer acto de presencia Manuel y Camila la miran pero ella dirige su mirada al televisor. Camila pregunta: ¿Vas a comer algo, Dani? En la cocina hay un poco de papas fritas con churrascos. Ella la ignora y Manuel dirige su mirada al televisor y, justo en ese momento, comienza a pasar una publicidad de preservativos en la cual la protagonista de la misma es una puta y

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actúa como tal, Celina. Manuel, al verla, se le eriza la piel y se queda anonadado en la imagen. Daniela voltea la mirada hacia Manuel y le dice: Viejo, necesito plata. Manuel está tan ensimismado en sus pensamientos que no se dio cuenta que le están hablando. Ella insiste: ¡Viejo, necesito plata! Él sigue en su mundo donde Daniela y Camila lo empiezan a mirar extrañadas ante su actitud. Camila le toca un hombro a Manuel y lo sacude y es ahí donde él reacciona. Daniela vuelve a insistir: Viejo ¿Volviste? Necesito plata. ¿Me vas a dar o no? Él la mira sin verla y ella le dice: Cada día estás mas loco. Al decir esto ella se retira del living y Camila lo observa sorprendida y mayor es su sorpresa como Manuel la mira. Él dice: Camila, este canal es el que pasa toda la programación argentina, ¿no? Camila no da crédito de lo que acaba de escuchar y le pregunta: ¿De qué estás hablando? Ambos encuentran sus miradas y él le dice: Nada. Nada. Quedate a mi lado que quiero que miremos juntos la tele. Ambos se quedan mirando la tele un momento mas hasta que él pregunta: ¿Qué pensás de lo que habrá sido de los mellizos? Hay un momento de silencio hasta que ella le dice: No revuelvas el pasado que ya bastante daño nos hizo. Y nos sigue haciendo. No es el momento ni el lugar para hablar de eso. Manuel: De verdad te lo digo. ¿Qué pensás que habrá sido de ellos? Hay otro momento de silencio donde cada uno ha quedado sumido en sus pensamientos. Ella dice en un murmullo: No lo se, Manu. No lo se. Ojalá que lo supiera. Nos robaron media vida y nada de lo que hemos hecho ha servido para cubrir ese vacío. Nada. Manuel: ¿Qué harías... qué les dirías si los tuvieras frente a vos? Camila: De verdad te lo pregunto. ¿A qué vienen tantas preguntas de ellos, ahora? Hace tiempo que no hablábamos de ellos. Ya han pasado muchos años. Ya han pasado muchas cosas. Ya tenemos otros hijos. Ya tenemos otra vida. Ya nada es igual. ¿Por qué me preguntás justo eso en este momento? Manuel: ¿Qué harías si tuvieras a los mellizos frente a vos en estos momentos? Hay un momento de silencio hasta que él agrega: ¿Los reconocerías? El silencio continúa hasta que a ella se le escucha decir en un murmullo: Miles de veces me hice esa pregunta... Miles de veces lo hice... Y hasta el día de hoy no he encontrado la respuesta... No lo se, Manu. No lo se. Realmente dudo que algún día los encontremos. El mundo es grande y ha cambiado radicalmente en estos últimos años. Manuel: Solo Dios lo sabe. Solo Dios... Daría lo que me queda de vida por darles un fuerte abrazo. Solo por darles un fuerte abrazo. Camila: También yo... También yo... Manuel vuelve a mirar el televisor, donde han regresado las publicidades, pero Camila se queda mirando un punto indefinido de la pared un momento mas hasta que ella también dirige su mirada a la pantalla del televisor. En ese momento comienza a pasar de nuevo la publicidad de Celina y ambos se que observando a la joven, sin dar crédito de lo que ven, y así quedan hasta que la misma se acaba y comienza otra y otra y así sucesivamente hasta que simultáneamente ambos se observan mutuamente sin decir palabra. En ese instante entra en el living Marcos, un joven adolescente muy bien parecido. Viste informalmente y tiene un rostro casi perfecto donde se destacan los enormes ojos negros. El chico, al entrar, hace el ruido correspondiente, sin exagerar, pero se detiene en seco al ver a sus padres tan ensimismados en sus pensamientos, observándose mutuamente. Marcos se queda un momento allí, mientras que Camila y Manuel no han percatado su presencia, y el joven decide sentarse, procurando no hacer ruidos, en el sofá que está frente a ellos.

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Luego Marcos pregunta: ¿Papá? Nadie le responde nada. El joven sigue: ¿Mamá? Continúa sin obtener respuesta alguna pero él insiste: ¡¿Papá, mamá?! No hay respuesta de ningún tipo pero él decide hacerlo con mayor énfasis: ¡¡¡¿Papá, mamá?!!! Sus padres se sorprenden y lo miran desconcertados donde Marcos les sonríe. Marcos pregunta: Se puede saber, ¿qué es lo que les pasa? Sus padres se vuelven a mirar, para luego mirar a Marcos de nuevo. Marcos dice: ¡¡¡Ehhhhhhh!!! ¿Dónde están? ¿Qué les pasa ahora? El silencio continúa hasta que el chico agrega: Siempre con esos misterios donde no quieren hablar... No hay quien los entienda a ustedes… Por un momento los tres se quedan mirando uno a otro, sin nada decir. De repente Manuel pregunta: Hijo, ¿qué te pasa? ¿Qué querés? El chico parece no entender lo que le dice su padre y su expresión lo delata. Marcos dice: No te entiendo. ¿Qué querés? ¿Qué te pasa? ¡¿Qué les pasa a ustedes?! ¿Algún día van a hablar? Camila: No hay nada que hablar. Marcos: ¿Están seguros? Camila: Si... Si... Creo que si. ¿Vas a comer algo? La comida está en la cocina. Marcos: El día que alguno de nosotros los entienda ese día va a ser cuando las gallinas tengan dientes. Manuel: ¿Has visto a tu hermano? ¿No sabés dónde está? Marcos: Ni idea. Al decir esto el chico desaparece de la vista de Camila y de Manuel quienes quedan solos y tensos por un momento. Manuel pregunta casi en un murmullo: ¿Estás pensando en lo mismo que yo? Hay otro momento de silencio hasta que ella lo mira y le dice: No lo se... No lo se... Manuel: ¿Sentiste lo mismo que yo al ver a esa chica de la publicidad? Hay otro momento de silencio y él agrega: Fue por ella que ahora estamos hablando... de los mellizos... de nuestros hijos mayores. No se que pensar.

� A la noche, Daniela, Marcos y Agustín están en la “Plaza Independencia”. Agustín está de pie, el cual también es un adolescente -mas delicado en sus modos pero mucho mas atractivo aún que sus hermanos, mientras que ellos están sentados en un banco que está de espalda a la “Avenida 18 de Julio”. Marcos: Debería de haber alguna forma para averiguarlo... Yo estoy harto de todo esto. Daniela: ¡A mi me chupa un huevo los viejos! Yo en cuanto pueda me levanto un flaco que me banque y el resto del mundo si quiere caerse a pedazos, que lo haga. Agustín, el cual no tiene la voz aflautada, sino que es todo lo contrario, su voz es muy masculina y agradable, dice: El otro día los escuché hablar... Decían de algo que les faltaba. Como que no estaban completos por eso. Que a pesar de todo lo que habían pasado no perdían la oportunidad de recuperarlos. Hay un momento de silencio donde cada uno se queda reflexionando. De repente Marcos pregunta: ¿Recuperarlos? ¿En plural hablaban? ¿A que se referían? Agustín: No lo se, Marcos. Ni idea. Ellos hablaban así, en plural. Daniela, mientras que se enciende un pucho, dice: ¡Mamá y papá están locos! Desde que tenemos uso de razón siempre han sido así. No hay explicación lógica para que siempre estén con cara de culo. No tienen casi problemas económicos. La empresa que tienen les va bastante bien. De salud, aparte de sus mismas locuras, no tienen problemas. Nosotros tampoco le

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damos guerras como para que justifique que sean así. Entonces, ¿qué explicación puede haber con un caso así? ¡Están locos! Marcos: Algo debe de haber en su pasado el cual no los deja vivir. Algo no resuelto... Una deuda, un remordimiento, una pérdida, algo... Hoy en el living los encaré por eso y no me dijeron nada. Se creen que por ser unos pendejos, también somos boludos. ¿Qué les parece si los tres los encaramos juntos? Daniela: Va a ser otra pérdida de tiempo. Pero... Que mas da, ¿no? Agustín: Deberíamos de lograr que, al menos uno de ellos, confíe en nosotros al 100 %. Esa sería la única forma de que descubramos la verdad. Daniela: Eso es mas difícil que pellizcar un espejo.

� Manuel y Camila están recostados en la cama de la habitación de su apartamento. En el dormitorio también el televisor está encendido y en ese momento están pasando las noticias pero ellos no están prestando atención a ello. Manuel: No se me había ocurrido en esa posibilidad. Quizás sea la mayor locura de este mundo pero... pero si los encontramos... al menos sabremos que están vivos. Estoy dispuesto a contarles toda la verdad. Todo. Tal cual han pasado las cosas. Yo creo que lo entenderían bien. Yo creo que si. Camila: Manu, yo no estoy tan segura de todo esto. No quiero ilusionarme por nada porque ya he sufrido demasiado por esto. Manuel: Vos no tengas miedo. Vos tené fe que todo va a salir bien. Quedate tranquila. Camila: No vale la pena que nos ilusionemos como otras veces para luego no conseguir nada. Los que vamos a sufrir somos nosotros mismos, no otros. Manuel: No pienses en eso, Camila. No. No es bueno que tengas esa postura. Tenete fe que todo va a salir bien. Camila: No es fácil. No es nada fácil todo esto. Manuel: Tampoco lo es para mi. Nunca lo fue para ninguno de los dos. Camila: Incluso estamos descuidando la atención de nuestros hijos menores. Incluso eso estamos haciendo. Es una locura. Camila: Si, lo se. Me he dado cuenta de ello pero... Hay un momento de silencio hasta que ella pregunta: ¿Manu, a vos no te da la impresión de que Agustín es un poco rarito? Manuel se queda un momento asimilando la pregunta que no se esperaba, hasta que la mira a los ojos y ella le corresponde la mirada y así se quedan varios segundos. Él pregunta: ¿Qué querés decir con eso, Camila? Ella baja la mirada y responde con otra pregunta: ¿A vos no te da la impresión de que Agustín es un poco raro? No lo se. Como hijo es todo bien. Pero es tan perfectito, tan delicadito, ya me entendés, ¿no? Manuel: Mi hijo no es maricón. Yo no tengo ningún hijo maricón. ¿Te queda claro? Y que no se hable mas de eso. ¿Está claro? Camila: No era para que te lo tomes así. Manuel: Y, ¿cómo querés que me lo tome? Camila: Solo quise comentarte lo que me parece. Yo creo que deberíamos de mentalizarnos por si acaso... Vos me entendés, ¿no? Manuel: A Agustín lo que le falta es una buena puta que