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Page 1: Normas de urbanidadecaths1.s3.amazonaws.com/santamaria5to/1886816536.Normas... · Web viewORIGEN.- tiene su origen en una antigua palabra latina: Urbs, la urbe, la ciudad. Es el conjunto

NORMAS DE URBANIDAD

Las Reglas de Urbanidad tuvieron su inicio cuando el hombre comenzó a mezclarse socialmente, entonces estableció formas, reglas, conceptos y modales de respeto al prójimo y de la forma más elegante y apropiada de relacionarse con las demás personas. Todas estas reglas fueron mejorando y cambiando de acuerdo a las épocas y a la evolución del hombre. Fueron adaptadas a las diferentes sociedades, climas y clases, en las diferentes escalas sociales y nacionalidades. Cada grupo étnico adoptó las más adecuadas a sus criterios, idiosincrasia, religiones y formas de pensar; pero siempre respetando las relaciones humanas. Eso es urbanidad, consiste en saber convivir en comunidad, saber comportarse de modo correcto en cualquier ocasión para agradar a quienes nos rodean. Para cultivar esta virtud, es imprescindible desarrollar el “tacto social”. mantener una cortesía civilizada, a la hora de relacionarse con las demás personas.En la sociedad actual, muchas de estas reglas han sido olvidadas y ellas están totalmente relacionadas con el crecimiento personal de cada individuo y de su evolución general y en este caso, la espiritual.

Cuando se quiere crecer espiritualmente se debe tener una educación interna y externa de todas las cosas que refieren al hombre, en la existencia humana. He aquí la importancia de las Reglas de Urbanidad y su relación con el misticismo y la espiritualidad.

ORIGEN.- tiene su origen en una antigua palabra latina: Urbs, la urbe, la ciudad.

Es el conjunto de reglas que debemos observar para comunicar dignidad, decoro y elegancia a nuestras acciones y palabras, y manifestar a los demás benevolencia, atención y respetos debidos.

Se decía que tenía urbanidad todo aquel que había aprendido a convivir en la ciudad, es decir, todo aquel que conocía y practicaba las normas de buena vecindad, cumplía sus deberes para con su familia y reverenciaba a Dios en la manera debida.

Lo contrario era llamado Paganidad, como símbolo de vida más independiente y menos relacionada con lo demás vivida en el campo.

La urbanidad se distingue de la etiqueta en que los buenos modales de educación son manifestación de virtud: reflejo exterior de las realidades interiores.

En cambio la etiqueta no es más que el detalle con que se manifiesta la urbanidad. La etiqueta varía en una sociedad de otra y por urbanidad debemos adaptarnos a la etiqueta del extraño, cuando estamos en su suelo

La urbanidad, es virtud o manifestación de virtud: reflejo exterior de realidades interiores, la intención de integrarse positivamente en la vida ciudadana convertida en hechos.

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En realidad todos deberíamos de regirnos por un mismo principio y poner en práctica todos los buenos modales que nos abren las puertas hacia el futuro; así podríamos lograr la sociedad ideal formada para hacer el bien a toda la comunidad y enfatizada en la necesidad de rescatar los valores éticos y morales a través de la enseñanza de la urbanidad como alternativa, para garantizar la formación del hombre amoroso, educado, culto, sencillo, en otras palabras, más sensible a sus semejantes; pero teniendo en cuenta que cada uno es un ser individual pero al mismo tiempo reflejando una idea concisa de una sociedad armónica como lo explica la famosísima frase del escritor Joham Wolfgang van goethe que dice: "El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su verdadera imagen".

Actualmente, son tantas las tendencias que tratan de desintegrar los valores humanos, donde vemos una sociedad que no ayuda en nada en la formación de éstos. (Basta con citar algunos ejemplos ¿Qué pasa con un o que ve a su amigo con el pantalón roto y escrito? . Cualquiera diría “pobre joven, sus padres no tienen dinero o educación”, pero para los jóvenes no es así, dicen ellos “es la moda” ¿o no será monería el utilizar arete?. Esto arrastrará una cadena difícil de borrar, porque el niño que mira esto dirá que eso es bueno y hay que imitarlo “si mi hermano o primo lo usa, porque yo no, si me van a decir quedado”).

Así pues entonces lo humano se está alejando cada vez más de lo espiritual, y no debe ser así. Ambos deben ir de la mano. Vemos que falta al menos un mínimo de virtudes humanas.

Debemos rechazar el miedo de quedar mal ante los demás por vencer un defecto en el modo de comportarnos. Una cosa es cierta: “del buen ejemplo no nos arrepentiremos nunca”

El dejarse llevar por respetos humanos “el qué dirán”, “si me conocían que yo no era así”, etc. es propio de personas con una formación pobre, sin criterios, débiles de carácter, sin metas.

Donde hay virtud hay tentación….. Siempre se nos ha caracterizado a los personas de ser conformistas en todo. Eso es muy cierto y se ha ido

expandiendo a todo, nos conformamos en solucionar todo de cualquier manera o realizar las cosas a la chapuza. Eso es malo y hay que eliminarlo de nuestra vida corriente. Ello se vencerá con virtudes humanas, conseguidas a diario y con esfuerzo.

El comportarse de un modo u otro depende de cómo usemos de nuestra libertad. Podemos querer lo que queramos. Somos libres, a diferencia de los animales. Cada uno hace su vida, su historia personal, a golpe de libertad. La vida es elegir. O ¿no?

La Urbanidad y buenos modales, te sugieren todo un arte de vivir bien; de vivir con respeto a los que conviven contigo, saber comportarse y saber estar, saber escuchar, mirar de frente. Es decir un arte de vivir educadamente. Porque vivir bien no es darse una buena vida.Sino creced como persona. Creced en personalidad, en sentido social, en libertad, en ser útil, y no un insecto.

¿Quiénes vivieron su vida realmente? los que libremente se propusieron ser : solidarios, generosos, humanos, alegres, justos, comprensivos, competentes, eficaces. Hicieron una vida de calidad, Pero cuesta…Lo importante no es saber las cosas, sino vivirlas. Haz las cosas porque te da la gana, eres libre y por amor a Dios, empezaremos todos aprendiendo, luchando con defectos que en nuestra sociedad se está olvidando o no queremos vivirlo.

Principios básicos de urbanidad:

Respetar al otro como un otro: su carácter, su amor propio, sus opiniones, inclinaciones, caprichos, costumbres, etc., aunque las consideremos defectos. El respeto da un paso más que la tolerancia.

Escuchar, más que hablar: descubrir quién es el otro, qué quiere, qué piensa. No dirigirse a él como si fuera una proyección de nosotros. Hablar sin descanso es una descortesía hacia los demás, y además revela cierto egoísmo.

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Comprender, antes que juzgar: no odiar al otro ni hablar mal de él ante otros por lo que creemos que son sus defectos. Siempre es mejor preguntarse: ¿qué hace que la persona que nos molesta actúe de la forma en qué lo hace? Así, será más fácil que comprendamos y más difícil que odiemos.

Pensar antes de actuar o de hablar: elegir siempre la mejor oportunidad, no ser imprudente. Evitar palabras molestas, observaciones poco delicadas, descorteses o demasiado personales.

Ser discreto: no hacer preguntas que nos hagan parecer excesivamente curiosos, ni divulgar los secretos que otros nos han confiado. De lo contrario, nos ganaremos que nadie confíe en nosotros.

Adecuar el discurso a los conocimientos del otro: evitar hacer comentarios sobre historia, ciencia, cultura o arte cuando no se conoce el grado de conocimiento de las personas que escuchan.

Adecuar el discurso a la situación del otro: percibir cuál es su estado anímico y, según eso, decir lo que sea apropiado.

Tratar a los demás como nos gustaría ser tratados.Desde que el bebé tiene primer contacto al nacer con sus padres y familiares, comienza la educación. Por eso los padres deben tomar como primeras normas de educación los siguientes puntos:

Hablar en voz baja, con dulzura, calidez y seguridad ante el bebe en la cuna. No discutir jamás delante del niño y mucho menos decir malas palabras. Dar el ejemplo siempre, no realizar nada obsceno, no criticar, ni hablar mal de otras

personas, inclusive familiares. Mantener una disciplina general en todo momento, tener orden, respeto de los

horarios, cumplimiento del trabajo, buena administración del dinero y buenas relaciones humanas.

Cenar todos los días en familia dándole el ejemplo con una buena mesa servida, buenos hábitos alimenticios y buenos modales.

Enseñarles a cumplir con sus deberes, desde las tareas en la escuela, hasta el cumplir con promesas y ofrecimientos a otros niños o personas. Así les enseñaremos a ser hombres y mujeres de palabra.

Desde bien pequeños darle el ejemplo y mostrarle que el saludo, aunque no conozcamos a la persona, es básico para dar una buena impresión siempre.

Hablar correctamente el idioma que tengamos. Ser sociables, poder sostener una conversación con todo tipo de personas. Ser cortes

ante todos. Vestir apropiadamente, de acuerdo a la edad y a la ocasión. Tratar de evitar discusiones en tonos alterados y bajo estados emocionales extremos.

Una sonrisa junto a una disculpa, es la mejor forma de evitar altercados desagradables.

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Respetar la puntualidad y de no poder asistir por causas inevitables, comunicarlo con tiempo.

Estas son algunas de las principales reglas de urbanidad que si ponemos en práctica dando nuestro ejemplo a nuestros hijos, así  lograremos un futuro lleno de respeto hacia el prójimo.

NORMAS DE COMPORTAMIENTO PERSONAL.La persona que practica las normas de urbanidad, sabe comportarse adecuadamente consigo mismo, con Dios, con sus semejantes. Con su Patria y puede amar y obrar con sabiduría.La persona que practica las normas de urbanidad exterioriza su nobleza y su alegría cuando se relaciona con cortesía, honestidad, amor y positivismo. Las normas de comportamiento personal que son importantes, son las que tienen que ver con:

El aseo personal y la higiene, porque debemos estar siempre limpios, bañándonos todos los días y cambiándonos diariamente nuestra ropa, principalmente la interior cada vez que nos bañamos, además de tener cabello y uñas cortas y limpias. La higiene en nuestro cuerpo y de nuestras cosas, nos exige que además de ser aseados, tengamos la ropa limpia y también nuestros zapatos, bolsos, que esté limpia nuestra cama antes de acostarnos, la mesa limpia donde comemos, mantener despejado y aseado el espacio debajo de la cama, dejar permanentemente que entre la luz natural y el aire a nuestra habitación y disponer siempre de un pañuelo para cuando nos haga falta, no permitir a nuestras mascotas estar en nuestros espacios como las camas, mesas y sillas donde estamos y tenerles su espacio para evitar contagio, no mezclar las cosas sucias con las limpias, además de no acostarse con la ropa con la que se ha estado en el día, no acumular basura dentro de nuestro cuarto, y no comer en nuestra cama. El aseo de nuestro cuerpo y la higiene nos permite ser agradable y mantener buenas relaciones con los demás.

“No te desvistas en presencia de otros, ni salgas de tu habitación a medio vestir.” El orden y el cuidado de nuestras cosas y espacios en nuestra vida y que representa esto para como

nos ven las demás personas. El orden nos ayuda a usar mejor nuestro tiempo y sacar mejor provecho de nuestras actividades, el control nos ayuda a mantener en buen estado nuestras cosas y espacios y a ganarnos el respeto de las personas. Se debe mantener limpio y ordenado nuestro espacio, no se deben tirar las cosas, ni permitir que amigos o visitantes destruyan o dañen nuestras cosas o el sitio donde dormimos, estudiamos, jugamos y en general donde vivimos y permanecemos. Un lugar aseado, ordenado y también bonito, con normas de respeto de los demás hacia nuestras cosas y espacios habla de una persona que se quiere y se respeta a sí misma y que por esto también es capaz de querer y respetar a los demás. Las personas generalmente confían en personas ordenadas, cuidadosas y que pueden mantener el orden y el control sobre las otras personas para que no destruyan o dañen sus cosas y espacios. Las personas, desconfían de los desordenados, descuidados e incapaces de mantener el control y proteger sus cosas y espacios, porque el desorden, el descuido y la falta de control y protección de nuestras cosas y espacios, puede poner en peligro a las personas que nos rodean y también a sus cosas, por lo que no confiarían en nosotros para compartir actividades, responsabilidades, espacios y cosas, ni tampoco nos prestarían nada por miedo a que se los pierdan o dañen.

La buena presencia y la imagen . La buena presencia está relacionada con la higiene y el aseo personal, además de nuestra imagen física que se relaciona con cómo nos vestimos y el cuidado que debemos

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tener para vernos bien. La moda influye en nuestra presencia pero no es lo más importante, no siempre lo que está de moda nos queda bien ni tampoco es imprescindible usarlo. No debemos usar las cosas sólo porque están de moda o porque otros las usen, por demostrarles a los demás que estamos a la moda y que podemos tener lo que está de moda, o solo por el simple placer o ego de usarla, sin tomar en cuenta cómo esto afecta nuestra imagen permanente a futuro. La moda cambia pero nuestra imagen es algo que se construye y es permanente en el tiempo, por lo que debemos usar solo aquellas cosas que nos queden bien y que no afecte nuestra imagen permanente, que también pueda hacernos sentir bien y tener una auto estima elevada. Otro aspecto que contribuye a la imagen es la elegancia y soltura al caminar y cuando nos paramos o sentamos. También forma parte de nuestra imagen permanente nuestra capacidad de mantener el orden y cuidado en nuestras cosas y espacios, el desorden y poco control, nos crea fama de despistados y poco confiables lo que afecta nuestra imagen.

NORMAS DE COMPORTAMIENTO EN LA CASA Y CON LA FAMILIA.Las normas de comportamiento en la casa y con la familia que son más importantes, son las que tienen que ver con:

Consideración y Respeto . Debemos tener consideración y respeto hacia nuestra familia, y respeto y cuidado hacia nuestra casa y todas las cosas que se tienen. Debemos saber compartir y respetar el derecho de los demás a disfrutar del hogar, tener su privacidad y vivir con tranquilidad, para contribuir a que la vida de todos sea grata, sin ocasionar mortificaciones, notificando cuando debas llegar tarde o fuera de la hora acostumbrada. Debemos ser cordiales y gentiles con nuestra familia, dar los buenos días con alegría y respeto. No maltratar a nuestra familia con paleas, gritos o faltas de respeto porque estamos de mal humor o algo nos ha salido mal o porque tenemos sueño y no queremos levantarnos, ni tampoco hacer ruidos, encender luces o tirar puertas o cualquier cosa que moleste o perturbe el sueño de las personas con quienes vivimos, ni tampoco abusar del tiempo en que usamos los espacios comunes como el baño, ni acabar con las cosas comunes como el agua de la nevera ni tampoco acabar con cuanta comida, chuchearía o cosa sabrosa haya en la casa sin tomar en cuenta que los demás también pueden querer comerla, ni tampoco abusar del uso del teléfono durante mucho tiempo. Tampoco debemos permitir que las visitas, compañeros o amigos se conviertan en una invasión que altere la vida familiar. También se debe respetar a las personas que trabajan en nuestra casa, dándoles respeto y consideración como a todo ser humano, sin gritarles, ordenarles de manera grosera, menospreciarlas, burlarse, o reclamarles delante de extraños o de mala manera.

Colaboración y Responsabilidad . Debemos ayudar en todo cuanto sea necesario para hacernos la vida más fácil y grata a todos, aceptando que la responsabilidad de mantener en buen estado nuestra casa es tarea de todos y por ello debemos colaborar sin poner excusas ni negarnos a ayudar, con el mantenimiento del aseo, arreglo, cuidado y orden de la casa, compartiendo las responsabilidades y aprendiendo a actuar juntos repartiéndonos las actividades y tareas de acuerdo a nuestra edad condición y preparación, cuidando todas las cosas propias y de nuestros familiares, así como los bienes y recursos que tenemos en la casa . Además, no debemos ensuciar ni desordenar los espacios de nuestra casa. No abrir la puerta ni dejar entrar a desconocidos. También debemos atender y cuidar nuestras mascotas

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Cortesía y buen entendimiento y educación . Se debe acatar las normas y orientaciones de los padres y mayores, escuchando sus consejos, sin faltarles el respeto con respuestas o actitudes inapropiadas, ni hacer pataletas, entrar en rebeldía o resistencia pasiva. Se debe atender bien a las visitas, darles la bienvenida al llegar, y hacerlas pasar, si la visita es para otro miembro de la familia avisarle inmediatamente su llegada, si la visita en para nosotros, debemos estar preparados, vestidos y arreglados apropiadamente, atenderla bien desde el momento de su llegada y no retirarnos ni dejarla sola, suspendiendo cualquier actividad que pueda resultar molesta para el visitante o ser descortés con él, tampoco debemos poner malas caras, ser groseros o antipáticos con las visitas, ni hacer algo que lleve a la persona que visita a pensar que su presencia resulta molesta o incomoda. Cuando se vaya a comer, espera que se ubiquen los mayores y que ubiquen a las visitas, colabora con la ubicación de los más pequeños, y mantener la compostura y buenos modales teniendo la espalda recta, las manos a la vista, los codos fuera de la mesa y las piernas recogidas, usando adecuadamente los cubiertos, no se debe hablar de temas difíciles, enfermedades o tragedias, ni tampoco asumir el momento de la comida para desorden o bochinche, ni olfatear o soplar las comidas o bebidas, ni tampoco hacer ruido con la boca mientras se come, comer con la boca abierta o hablar con la boca llena, no tocar la comida con las manos, ni tocarse los oídos, nariz o cabello mientras se come, ni enterrar la cabeza en el plato o acostarse sobre la mesa.

NORMAS DE COMPORTAMIENTO CON LAS PERSONAS Y EN LA COMUNIDAD.Las normas de comportamiento con las personas y en la comunidad que son importantes, son las que tienen que ver con:

Convivencia . Se debe considerar la tranquilidad de los vecinos y sus derechos, así como consideramos y respetamos a nuestra familia y en nuestra casa, prestando principal atención a no perturbarlos con ruidos molestos, ni con prácticas y juegos escandalosos, ni con peleas , gritos y quejas dentro del hogar que afecten a los vecinos, ni golpear puestas o llamar a las personas a gritos, ya que esto produce incomodidad en las personas, ni tampoco hacer ruido en horas de descanso y durante la noche que perturben el sueño de los vecinos. . Se debe controlar a las mascotas, para que no afecten a los vecinos, evitando que los ruidos emitidos por estos animales molestan a los vecinos, cuando se saquen a pasear se debe tener el control sobre las mascotas para que estas no afecten a los vecinos y también recoger sus desechos y no dejarlos en la vía pública. No se debe hablar mal de los vecinos ni esparcir rumores sobre las personas de nuestra comunidad. Respeta el derecho y orden de llegada y espera para que te atiendan en los sitios de servicio público, no trates de adelantarte a los demás y espera tu turno, y trata de realizar la actividad en corto tiempo. No realizar visitas ni llamadas telefónicas a las horas de comidas, temprano en la mañana que despierte a las personas o tarde en la noche que perturbe su sueño.

Ciudadanía . Se deben cuidar los espacios comunes, respetando el derecho de todos a su disfrute, se debe evitar entorpecer el derecho a la libre circulación y evitar traspasar la frontera privada de las viviendas y bienes de los vecinos y si se necesita, pedir permiso y explicar las razones. No arrojar desechos hacia la calle, las viviendas vecinas o las personas. Se debe participar en las actividades de reparación, mantenimiento, cuidado, reciclaje y embellecimiento de los espacios de la comunidad. La diversión y la recreación no deben ser nunca fuente de molestia, incomodidad o conflicto para ninguna

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otra persona. SE debe respetar y acatar todas las normas de seguridad y reglas de uso de los espacios públicos

Solidaridad . Se debe se solidarios y ayudar a los vecinos frente a problemas de la comunidad y situaciones de peligro, considerar a las personas de la comunidad cuando en una familia vecina hay un enfermo grave, se produce una muerte o están pasando por una situación muy grave, controlando al máximo posible cualquier actividad que denote festividad.

NORMAS DE COMPORTAMIENTO EN LA ESCUELA O EN EL TRABAJO.Las normas de comportamiento en la escuela o en el trabajo, son las que tienen que ver con:

Cuidado de las instalaciones. No ensuciar las instalaciones de la escuela o el trabajo, así como colaborar con el cuidado del mobiliario y equipos, no dañando, deteriorando o destruyendo los bienes e instalaciones

Conducta apropiada . En la escuela, se debe escuchar con atención a los maestros y profesores, haciendo las tareas e investigaciones y preparando los materiales necesarios para las actividades escolares, se debe aprender de los consejos de las personas mayores, de los libros y bibliotecas, así como con el uso de las computadoras y de la Internet, además de aprovechar las oportunidades de los grandes medios de comunicación como el cine, la radio y la televisión para captar grandes cantidades de información, además de utilizar apropiadamente las bibliotecas. En el trabajo, se debe prestar cuidado a las instrucciones de nuestros jefes, realizar los trabajos y tareas asignadas.

Del tacto social

EL TACTO SOCIAL

El Tacto social, debe considerarse como el más alto y más sublime grado de la cortesanía, pues él supone un gran fondo de dignidad, discreción y delicadeza; y es por esto por lo que las personas de tacto son las que mejor conocen los medios de ocupar siempre en sociedad una posición ventajosa, las que tienen el don de agradar en todas ocasiones, las que se atraen en todas partes la consideración y el cariño de los demás, aquéllas, en fin, cuya compañía es siempre apetecida y siempre se echa de menos

Hay ciertas reglas que sirven de base y fundamento a todas las demás reglas del tacto, y son las siguientes: 1.a, respetar todas las condiciones sociales, considerando en cada una de ellas la dignidad y el valor

intrínseco del hombre, sin establecer otras diferencias que aquellas que prescriben la moral y la etiqueta;

2.a, respetar el carácter, el amor propio, las opiniones, las inclinaciones, los caprichos, los usos y costumbres, y aun los defectos físicos y morales de todas las personas;

3.a, adaptarse con naturalidad, en todas las situaciones sociales, a las circunstancias que a cada una sean peculiares;

4.a, elegir siempre la mejor oportunidad para cada acción y cada palabra, de manera que jamás se produzcan en los demás impresiones desagradables, y que, por lo contrario, no se haga ni se diga nada que no sea respectivamente grato a cada persona.

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REGLAS DE CORTESIA — La franqueza es una virtud social que estrecha los corazones unidos por lazos de electo y benevolencia y patentizando los verdaderos sentimientos del hombre, constituye la más sólida garantía de la amistad. Pero pensemos que esta virtud degenera en un vicio desde el momento en que se la exagera, y que la persona que llegue a acostumbrarse, a manifestar a los demás todo lo que sobre ellos piensa, ofenderá a cada paso el agente más delicado e impresionable del alma, que es el amor propio1 alejará a sus más adictos amigos, y concluirá por: hacer su trato insoportable. La franqueza, para que sea una virtud, debe estar siempre acompañada y dirigida por la prudencia.

— La generosidad es otra virtud social, enteramente inseparable de la buena educación.

Y a la verdad, ¿qué impresiones agradables puede producir en sociedad el hombre mezquino, el miserable que prefiere ver sufrir al indigente, dejar de obsequiar a sus amigos, y carecer de las comodidades más necesarias de la vida, a desprenderse de una cantidad de dinero de que puede disponer sin quebranto? ¿Y cuán digna no es, por el contrario, la conducta de aquel que, sin exceder los límites de la prudencia, socorre al necesitado, proporciona goces y distracciones a sus amigos, y se trata a sí mismo con aquella decencia que sus facultades le permiten?- La prodigalidad y la disipación son ciertamente contrarias al bienestar de las familias, y a los intereses de la industria y de la riqueza pública; mas, sea dicho sin rebozo, la mezquindad y la miseria degradan completamente al hombre,

endurecen su carácter, vulgarizan sus modales y le hacen indigno de pertenecer a la buena sociedad.

—La igualdad en el trato es uno de los más importantes atributos de la buena educación. Es altamente desagradable y embarazoso cultivar relaciones con una persona que se muestra a veces afable y complaciente, a veces displicente y terca, ya comunicativa y sociable, ya silenciosa y reconcentrada.

— También es propio del hombre bien educado el ser consecuente en la amistad. Son únicamente las personas versátiles y vulgares las que, sin mediar causas legítimas, abandonan o interrumpen el trato con sus amigos, u omiten aquellas demostraciones que en determinadas circunstancias exige la etiqueta, o se esperan naturalmente de los sentimientos de afecto y benevolencia.

— Jamás nos manifestemos ofendidos con una persona porque no se muestre dispuesta a estrechar relaciones con nosotros. A más de ser esto de muy mal. tono, y de indicar que aceptamos como posible el que se nos rechace por un sentimiento de menosprecio, lo cual revela siempre poca seguridad de merecer la ajena estimación, semejante conducta sería injusta en la generalidad de los casos, por cuanto el que, sin hacer ninguna ofensa a la dignidad y al carácter de una persona, rehúsa estrecharse con ella, tiene siempre- en su favor la presunción de que no procede por desafecto, sino ya por la imposibilidad de aumentar los deberes especiales que tiene contraídos en la sociedad, ya por inconvenientes privados, que a ninguno le es lícito investigar ni menos suponer le sean ofensivos.

__ No veamos nunca con indiferencia la discordia entre personas que se han tratado y a quienes tratamos nosotros con verdadera amistad. Procuremos siempre enterarnos discretamente de la historia de sus disensiones, y si vemos que su reconciliación no es absolutamente imposible, no desaprovechemos ocasiones tan bellas de servir a nuestros amigos ejerciendo entre ellos los nobilísimos oficios de mediadores. ¡ Cuántas veces desearán ellos aproximarse y echar al olvido sus diferencias, y tan sólo se encontrarán detenidos por puntillos de honor y de amor propio, que fácilmente puede hacer desaparecer la mediación de un tercero! Grande, en verdad, debe ser nuestro tacto para proceder en tales casos de manera que las personas desavenidas queden por una y otra parte satisfechas, y que un paso mal meditado, una sola expresión imprudente no vaya a producir una sensación desagradable en ninguna de ellas; pero objeto tan noble bien merece que le consagremos especiales cuidados, y que no omitamos esfuerzo alguno por llenarlo digna y decorosamente, eligiendo para ello los medios más propios y aprovechando las más favorables conyunturas.

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La indiferencia, en los casos de fácil o posible avenencia, probará siempre poco afecto hacia los amigos que se encuentran enemistados.

— Es tan sólo propio de personas vulgares y desprovistas de todo sentimiento o moralidad y pudor el pedir dinero prestado, o hacer compras a crédito en los establecimientos mercantiles o industriales, sin tener la seguridad de pagar oportunamente.

La propensión a usar de un lujo superior a aquel que permiten los propios recursos, y el absurdo conato de elevarse sobre la posición que realmente debe ocuparse en la sociedad, son los móviles de esta indigna costumbre, que a veces llega a precipitar al hombre en la carrera de los crímenes, y que tan funesta influencia ejerce en los intereses generales del comercio y de la industria.

— Uno de los más sagrados deberes que la religión, la moral y la misma naturaleza nos imponen, es el de dar a los niños que nos pertenecen una educación que les abra y allane el camino de su felicidad, y los haga al mismo tiempo útiles a su familia y a su patria. Nuestra educación se refleja siempre en la educación de los niños que dirigimos; así es que cuando éstos observan una conducta desarreglada, cuando faltan al respeto debido a sus mayores, cuando de alguna manera se hacen molestos a sus vecinos o a cualquiera de las personas a quienes se acercan, cuando visten con un lujo impropio de su edad, cuando maltratan a los animales, cuando fuman o aparecen dominados de algún vicio y por último, cuando no poseen aquellos conocimientos que son indispensable en los primeros años, con razón se forma una idea altamente desventajosa de nuestro carácter, de nuestra educación y de nuestras costumbres.

— Deberes entre padres e hijos.—La afabilidad y franqueza del padre, y el respeto y la sumisión del hijo, forman un sublime concierto que hace de sus relaciones el encanto de la vida doméstica. Ni el padre hace sentir innecesariamente al hijo la fuerza de su autoridad, ni el hijo abusa jamás de los derechos que le concede la amistad y el obsequioso cariño del padre . Unidos y entrelazados ambos por el vínculo más dulce y más sagrado que existe en la naturaleza, sus relaciones están siempre sustentadas por un afecto inextinguible, y amenizadas por las demostraciones de la más exquisita civilidad, que son las que nacen naturalmente de un sentimiento profundo de amistad y benevolencia.

El hombre de buenos principios se manifiesta siempre atento, afable y condescendiente con la compañera de su suerte, con aquella que abandonando las delicias y contemplaciones del hogar paterno, le ha entregado su corazón y le ha consagrado su existencia entera; y sean cuales fueren las contrariedades que experimente en la vida doméstica, sean cuales fueren los disgustos que conturben su ánimo, jamás se permite ninguna acción, ninguna palabra que pueda ofender su dignidad y su amor propio.

Colmándola por su parte de consideración y respeto, le atraerá indudablemente la consideración y el respeto de hijos y domésticos y de todas las demás personas que la rodean; y apareciendo en todas ocasiones discreto, delicado y decoroso le dará ejemplos de discreción, delicadeza y decoro que influirán ventajosamente en su conducta para con él mismo, y en el desempeño de los importantes deberes que están especialmente a su cargo, como la primera educación de los hijos, el gobierno de la familia, y la inmediata dirección de los asuntos domésticos.

5—La mujer, por su parte, respira en todos sus actos aquella dulzura, aquella prudencia, aquella exquisita sensibilidad de que la naturaleza ha dotado a su sexo; y corresponde al. amor exclusivo que en ella ha puesto el hombre que la ha considerado como el centro de su más pura felicidad, haciendo que él encuentre siempre a su lado satisfacción y contento en medio de la prosperidad, consuelos en los rigores de la desgracia, estimación y respeto en todas las situaciones de la vida.

26 — Entre los preceptores y los padres de sus alumnos. — La persona que recibe de un padre el grave y delicado encargo de la educación de sus hijos, debe tener presente que éste no ha podido depositar en él tan alta confianza, sin haberle considerado capaz por su moralidad, la pureza de sus costumbres, la dignidad de su carácter, su finas maneras y la cultura de su entendimiento, de ejercer dignamente esta honrosa delegación por medio de la doctrina y el ejemplo, sembrando en

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el corazón de sus hijos la preciosa semilla de la virtud, y preparándolos a ser útiles a sí mismos, a su familia y a su patria. Y como las almas nobles prescinden siempre de los propios merecimientos y de la material retribución del trabajo, cuando el encargo que reciben encierra un homenaje de consideración, el maestro no podrá menos que añadir al estricto cumplimiento de sus deberes todas las particulares demostraciones de especial atención y aprecio, con que pueda manifestarse agradecido a los padres de sus alumnos por el elevado concepto que les ha merecido.

27 — Pero los padres de los alumnos deben hacer a su vez una completa abstracción del mérito que el preceptor haya podido reconocer en su elección; considerando tan sólo que los afanes y desvelos que éste consagra a sus hijos son de orden tan elevado, y tan sublime, que un corazón paternal no los ve jamás recompensados con una simple retribución pecuniaria, le colmarán de honor y consideración, y no omitirán medio alguno para manifestarle el agradecimiento que merece siempre de un padre todo el que trabaja por el bien y la felicidad de sus hijos.

— Un padre no tiene ningún derecho para reconvenir al preceptor de sus hijos por actos que estén autorizados por los estatutos, la disciplina y las prácticas generales que éste haya establecido, todo lo cual ha debido consultar antes de confiarle un encargo que supone siempre el completo sometimiento a las reglas comunes. En un establecimiento de enseñanza no puede haber otras distinciones que aquellas que estén fundadas en la virtud y el mérito, y es exclusivamente su director el que se halla en capacidad de descubrir en sus alumnos estas dotes, así como de conceder los premios y aplicar las penas que la posesión o la carencia de ellas exijan. Toda injerencia, pues, de un padre en estos asuntos, toda reclamación, toda advertencia que se permita, es un acto del todo extraño a sus derechos y evidentemente contrario a los verdaderos intereses de sus mismos hijos, cuya educación estará viciada desde que, en las pequeñas contrariedades que experimenten, puedan contar con una segura apelación a la autoridad paterna.

— Según esto, la mediación de los padres para librar a sus hijos de las prudentes y provechosas correcciones que se les impongan, la pretensión de que se les exonere de alguna obligación, o se les alce alguna prohibición, y en general toda exigencia que tienda a relajar la disciplina de los establecimientos de enseñanza son otros tantos semilleros de disgustos entre padres y maestros, que la civilización condena, y que traen funestas consecuencias a la educación, a la moral y al porvenir de los jóvenes.

— No quiere esto decir que a un padre le esté vedado velar sobre el trato que un preceptor dé a sus hijos; mas desde el momento en que éste incurre en un grave abuso de autoridad, desaparece la confianza en que está basado el pacto que entre ambos existe, y el disolver este pacto será siempre preferible a toda reconvención, a toda discusión que no pueda dar por resultado sino mayores disgustos.

31 — Los padres, y sobre todo las madres, cuya indefinible ternura nubla a veces su razón y las hace demasiado exigentes, deben medirse mucho en calificar de abuso de autoridad un acto cualquiera del preceptor de sus hijos, que haya producido en ellos una impresión demasiado desagradable; y en todos los casos tendrán como una regla importante el abstenerse de dirigir a aquél ninguna expresión ofensiva a su carácter y a su dignidad, pues en esto se harían ellos mismos una grave ofensa, apareciendo como inciviles y groseros, y quizá como ingratos. El ministerio del preceptor ejerce una grande influencia en los destinos de la sociedad; y para que pueda ser desempeñado siempre en bien de los intereses generales de la educación, es indispensable rodearlo de aquella consideración, de aquel respeto, que da autoridad y eficacia a la enseñanza, y que haciendo de él una profesión honrosa, estimula a abrazarla al verdadero mérito, a la virtud y al talento.

 SALUDAR EN EL TRABAJO. TRATO DIARIO.COMPAÑEROS. JEFES. SUBORDINADOS.En relaciones de trabajo, el saludo más habitual es darse la mano, e incluso si hay mujeres, también debe optarse por este saludo.La forma correcta de salud en el trabajo

El saludo es importante en todos los ámbitos, pero especialmente importante en el ámbito laboral. Saber saludar es fundamental para establecer un primer contacto agradable y correcto.

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En relaciones de trabajo, el saludo más habitual es darse la mano, e incluso, si hay mujeres, también debe optarse por este saludo. Ahora bien, si hay una cierta cercanía (por haberla visto en otras reuniones, por ser de un departamento al que acudimos con cierta asiduidad, etc.) se puede optar por la fórmula de los dos besos en la mejilla para las mujeres. No debe utilizar los besos en la cara como saludo inicial. Si es nuestro primer día de trabajo, nos deberían:

o Presentar a todos nuestros compañeros de trabajo; por supuesto a los de nuestra oficina nada más. El resto ya los irá conociendo en los días siguientes (pues si es una gran empresa, sería imposible conocer a todo el personal de la misma en un solo día).

"El saludo breve con la intensidad suficiente para demostrar seguridad" Mire fijamente a los ojos cuando le presentan y no incline la cabeza hacia el suelo como hace la mayor

parte de la gente. No hay que mirar de forma desafiante, pero si de forma segura. Tampoco sea demasiado "flojo" en su saludo al dar la mano. Un apretón de manos, breve y con la fuerza justa. Siempre que entre en cualquier oficina o departamento de la misma no se olvide de dar los buenos días o las buenas tardes (siempre que lo haga por primera vez, no cada vez que entre, si de seguida entra varias veces al día). Por supuesto, debe llamar a la puerta antes de entrar en cualquier oficina o despacho. Cuando se va de la oficina, deberá despedirse de las personas que se quedan trabajando

COMPORTARSE EN LA OFICINA. SABER ESTAR EN EL TRABAJO O ESCUELA.Crear un ambiente laboral agradable en el que desenvolvernos y tratar de que la convivencia con las personas que trabajan junto a nosotros sea lo más cordial y pacífica posible.

Protocolo en la oficina . Si tenemos en cuenta que la mayor del día, durante la semana, nos la pasamos en el trabajo, es normal que tratemos de crear un ambiente laboral agradable en el que desenvolvernos y tratar de que la convivencia con las personas que trabajan junto a nosotros sea lo más cordial y pacífica posible. Hay empresas en las que la competitivad es tan alta que este tipo de ambiente es difícil de conseguir, pero vamos a tratar de dar algunas pautas básicas de comportamiento para ayudar a crear este "ambiente ideal".

1. Mentalidad.a. Debemos ser abiertos y receptivos a las opiniones y sugerencias de los demás compañeros, en

pro de mejorar el ambiente laboral en la empresa.2. Evitar discusiones y riñas.

a. Como en toda actividad laboral, hay días que las reuniones, las llamadas, la realización de informes y otras tareas nos traen de cabeza, con lo que los nervios están a flor de piel y surgen enfados por cualquier nimiedad. Esto crea un ambiente laboral tenso y poco agradable. Debemos tratar de controlar nuestro temperamento y ser lo más cordiales posibles.

3. Incidencias.a. Si tenemos que ausentarnos del trabajo por alguna razón (reuniones, enfermedad, asuntos

personales, etc.) debemos avisar a la empresa para no cargar a los compañeros con algún trabajo extra que nos correspondería a nosotros y que tendrán que realizar por nuestra culpa. Trate en todo momento de no ser el origen de conflictos en la empresa por esta causa.

4- Comparta.

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Las relaciones entre compañeros se basan en la confianza mutua y por ello debemos compartir toda la información a nuestro alcance para lograr un mejor flujo de trabajo en la oficina. No es honesto ni correcto "guardar" información que puede afectar a otras personas y departamentos.

5. Colaboración.

Debemos estar abiertos al trabajo en equipo. En cualquier trabajo cada persona tiene unas determinadas tareas que realizar, lo que no impide que podamos echar una mano a otros compañeros. Y si el trabajo es de un equipo, no debemos tratar de realizar el menor trabajo posible en detrimento del resto de compañeros del grupo de trabajo. Debemos de colaborar entre todos. La satisfacción de un trabajo bien hecho es la mejor recompensa.

6. Respetar las normas y costumbres.

Todas las personas tenemos nuestras propias particularidades y nuestra propia forma de ser, pero cuando se convive en comunidad éstas deben ser muchas veces reservadas para nuestro ámbito privado y debemos adaptarnos a estas normas y costumbres. Quien no conoce, en su trabajo, a esa persona que sigue su propio estilo haciendo del ambiente laboral una auténtica "selva" donde no se respeta ninguna de las costumbres de la oficina. Esto suele dar lugar a malas relaciones personales, críticas y burlas, etc. Evitemos esto en la medida de lo posible.

7. Relaciones laborales.

Se debe establecer una serie de protocolos de actuación en lo que a las relaciones se refiere para tratar de no invadir el ámbito privado de ninguna persona de la empresa.

8. Movimientos de personal.

Se deben presentar los nuevos empleados al resto de la plantilla (al menos a los de la misma planta o departamento, dependiendo del tamaño de la empresa), así como se debe despedir uno de los compañeros de trabajo cuando nos vamos (por el motivo que sea: traslado, despido, etc.) de la empresa.

9. Críticas y sugerencias.

Se deben evitar todo tipo de críticas con respecto a otros compañeros, su trabajo o cualquier otro aspecto que pueda causar malestar en la oficina. Las únicas críticas admisibles en una oficina son las constructivas. En cualquier caso, si las hubiera debemos saber encajarlas con cierta diplomacia. No debemos olvidar esta máxima: "si criticamos es fácil que a nosotros también nos critiquen". Las simpatías y antipatías suelen ser mutuas.

10. Honestidad.

No debe atribuirse méritos por trabajos o proyectos de los que no ha sido parte, o aun habiendo sido parte no son suyos en su totalidad. Incluso siendo propios, siempre se deben compartir con el resto de los compañeros remarcando así la importancia de los mismos en la consecución de estos logros. Esto genera un ambiente laboral cordial y muy agradable.

11. Educación y respeto.

La base fundamental de la convivencia no solo en al ámbito laboral sino en cualquier otro ámbito de nuestra vida. La educación no consiste solamente en saludar, dar los buenos días, pedir las cosas por favor, etc. Ser educado debe ser una costumbre, que de forma sutil conviva con nosotros a todas las horas del día. Lo mismo que el respeto. Respeto a la forma de ser de los demás, a su forma de vestir, de hablar, de opinar ... Si respetamos a los demás, los demás nos respetan a nosotros.

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REGLAS DIVERSAS

Uno de los objetos a que debemos consagrar mayor suma de atención y estudio es el hacer agradable nuestra persona, no ya por el conocimiento y la práctica de los usos y estilos de la buena sociedad, ni por la dulzura de nuestro trato, sino por una noble y elegante exterioridad, por la delicadeza de nuestros movimientos, por la naturalidad y el modesto despejo que aparezcan siempre en nuestro cuerpo, sea cual fuere la actitud en que nos encontremos.

La moderación es la reguladora de los modales exteriores, así en el hombre como en la mujer; pero la organización física y moral del hombre, la mayor agilidad que adquiere en las faenas industriales, su inmediato contacto con los extravíos del corazón humano, la presencia de los peligros, los reveses de la fortuna, y el comercio general de la vida en su constante anhelo por proporcionarse a sí mismo y a su familia una cómoda subsistencia, comunican a su exterioridad un cierto desembarazo, una cierta dureza, un cierto aire de libertad y de franqueza que le es enteramente peculiar, y que distingue notablemente sus modales de los de la mujer.

Por lo mismo que la diferente naturaleza y el diferente género de vida de uno y otro sexo han de producir estas diferentes propiedades en los modales exteriores, la mujer cuidará de precaverse de aquella excesiva suavidad que degenera en ridícula timidez o rústico encogimiento, y el hombre de aquel excesivo desembarazo que comunica a su persona un aire vulgar y desenvuelto.

Siempre que en sociedad nos encontremos de pie, mantengamos el cuerpo recto, sin descansarlo nunca de un lado, especialmente cuando hablemos con alguna persona.

Al sentarnos, hagámoslo con suavidad y delicadeza, de modo que no caigamos de golpe y violentamente sobre el asiento; y después que estemos sentados, conservemos una actitud natural y desembarazada, sin echar jamás los brazos por detrás del respaldo del asiento ni reclinar en él la cabeza, sin estirar las piernas ni recogerlas demasiado, y sin dar al cuerpo otros movimientos que aquellos que son propios de la conversación, según las reglas sobre ella establecidas.

Es extraordinariamente incivil el situarse por detrás de una persona que está leyendo, con el objeto de fijar la vista en el mismo libro o papel en que ella lee.

Cuando un caballero se halle sentado, y una señora u otra persona cualquiera de respeto o con la cual no tenga confianza se le acerque a hablar sin tomar para ello asiento, se pondrá inmediatamente de pie y así permanecerá hasta que aquélla se retire. Pero una persona de buena educación evita siempre por su parte permanecer de pie al acto de hablar a otra a quien encuentra sentada.

Un caballero que se halla en sociedad no permite nunca que a su presencia se dirija una señora de un punto a otro con el objeto de tomar una silla, abrir o cerrar una ventana, o ejecutar cualquiera otra operación de que pueda él relevarla. Igual atención usa siempre una señora joven respecto de una señora de edad avanzada, y en general un inferior respecto de un superior.

Cuando a una persona se le caiga al suelo algún objeto, el caballero que se halle más inmediato a ella se apresurará a levantarlo, poniéndolo luego en sus manos con cierta gracia y delicadeza en los movimientos. El mismo obsequio tributará una señora a otra señora, cuando no se encuentre un caballero inmediato a ésta. Mas la persona, cualquiera que ella sea, a quien se caiga un objeto, procurará levantarlo ella misma inmediatamente, a fin de evitar que otro se tome el trabajo de hacerlo.

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Son actos enteramente impropios y vulgares:

o Poner un pie sobre la rodilla opuesta;

o Mover innecesariamente el cuerpo, cuando se está en un piso alto, o cuando se ocupa con otros un asiento común, como un sofá, etc., o un lugar cualquiera alrededor de una mesa, de manera que se comunique el movimiento a los demás;

o Extender el brazo por delante de alguna persona, o situarse de modo que se le dé la espalda o hacer cualquiera de estas cosas, cuando es imprescindible, sin pedir el debido permiso;

o Fijar detenidamente la vista en una persona;

o Manifestar grandes cuidados con la ropa que se lleva puesta, con el peinado o con la barba;

o Estornudar, sonarse o toser con fuerza, produciendo un ruido desapacible;

o Reír a carcajadas o con frecuencia;

o Llevarse a menudo las manos a la cara, hacer sonar las conyunturas de los dedos, jugar con las manos, con una silla, o con cualquiera otro objeto.

El acto de bostezar indica infaliblemente sueño o fastidio, o bien un hábito que no ha sabido cortarse en tiempo y se toma después erradamente por una necesidad. Cuando no podemos dominar el sueño, o no nos sintamos ya animados en el círculo en que nos encontremos, retirémonos inmediatamente y sin esperar a que nuestros bostezos vengan a expresarlo, lo cual es siempre desagradable y aun ofensivo a los demás. Y en cuanto al hábito de bostezar, pensemos que él hace insoportable la compañía de la persona más culta y más amable.

Hay algunas personas que por manifestarse siempre afables, se acostumbran a mantener en sociedad una sonrisa constante, la cual comunica a su fisonomía un aire de vulgaridad y tontería que las desluce completamente, y aun llega a hacer su trato empalagoso y repugnante. Es cierto que debemos mostrar a las personas con quienes nos encontramos una constante afabilidad; pero ésta no consiste en sonreímos siempre, sino en aquel modo suave y atento con que naturalmente expresamos nuestra satisfacción y buen humor, y el placer que produce en nosotros la presencia y la conversación de nuestros amigos.

Es embarazoso y molesto el paseo de más de cuatro personas juntas; y aun debe procurarse que las reuniones que se formen para pasearse no lleguen nunca a exceder de tres personas.

Cuando varias personas reunidas han de subir o bajar una escalera, deben observar las reglas siguientes: 1.a, el caballero cede siempre a la señora el lado más cómodo, y lo mismo hace el inferior respecto del superior; 2.a, si no puede subir o bajar más de una persona a un mismo tiempo, las personas de un mismo sexo se van cediendo entre sí el paso, según su edad y categoría y las señoras y caballeros reunidos.

Cuando nos encontremos cerca de personas que hablen entre sí de una manera secreta, huyamos cuidadosamente de llegar a percibir ninguna de sus palabras. Nada puede haber más indigno que poner atención a lo que otros hablan en la persuasión y la confianza de no ser oídos.

Siempre que saludemos a una persona, además de hacerle una cortesía, mostrémosle un semblante afable y más o menos risueño, según el grado de amistad que con ella tengamos. Los saludos desdeñosos, los que apenas pueden ser percibidos, y aquellos en que se muestra cierto aire de protección, son exclusivamente propios de gentes inciviles y que tienen la desgracia de vivir animadas de un fatuo y ridículo orgullo. La persona

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a quien debemos la atención de saludarla, es también digna de que le manifestemos en este acto que su presencia nos es agradable.

El apretón de manos debe ser firme y breve. No es cortes ofrecer la mano blanda con desgana, lo mismo que ofrecer la punta de los dedos o retener demasiado tiempo la mano. Nunca se debe ofrecer la mano con guantes o sucias o húmedas. El hombre nunca debe tender la mano a una mujer o a un superior o persona de mayor edad, sino que debe esperar a que ellos hagan la primera indicación.

Siempre que hayamos de nombrarnos a nosotros al mismo tiempo que a otras personas, coloquémonos en último lugar; y tengamos, además, el cuidado de anteponer en todas ocasiones el nombre de la señora al de la señorita, el de la mujer al del hombre, y el de la persona más respetable al de la menos respetable.

Es enteramente vulgar y grosero el tutear a una persona con quien no se tiene una íntima confianza. Y aun mediando esta confianza, cuando por nuestra edad o categoría estemos seguros de que la persona con

quien hablamos no habrá de tuteamos a nosotros, abstengámonos de usar con ella de semejante tratamiento, el cual podría aparecer entonces como una vana ostentación de superioridad. Está, sin embargo, admitido el tutear a los inferiores, entre las personas de una misma familia, y cuando las relaciones entre superior e inferior son tales, que éste no puede ver en ello sino una muestra de especial cariño.

Tan sólo en conversaciones privadas, y autorizados por una íntima confianza, podemos permitirnos tutear o tratar de usted a aquellas personas a quienes por su carácter o por su empleo se deba un tratamiento especial

Seamos severamente puntuales en asistir siempre a toda reunión de que hayamos de formar parte, a la hora que se nos haya señalado y en que hubiéramos convenido. En ningún caso tenemos derecho para hacer que los demás aguarden por nosotros; y siempre será visto como un acto de irrespetuosa descortesía el concurrir tarde a un aplazamiento cualquiera.

Tiene el hombre tal inclinación a vituperar los defectos y las acciones de los demás, que sólo el freno de la religión y la moral y los hábitos de una buena educación, pueden apartarle del torpe y aborrecible vicio de la murmuración. Y en efecto, una persona verdaderamente culta y bien educada jamás se ocupa en decir mal de nadie; y ve por el contrario con horror, y como una ofensa hecha a su propia dignidad, las expresiones que directamente ceden en menoscabo de la reputación y buen nombre de los ausentes, así como aquella falsa compasión tras la cual oculta el murmurador su malignidad, cuando por respeto a los presentes, se lamenta de los ajenos defectos con la intención encubierta y alevosa de publicarlos.

La vanidad, la ostentación son vicios enteramente contrarios a la buena educación. La persona que hace alarde de sus talentos, de sus virtudes, de sus riquezas, de su posición social, de la extensión e importancia de sus relaciones, etc., manifiesta poseer un carácter poco elevado y se desconceptúa completamente para con aquellos que saben medir el mérito por la moderación, el desprendimiento y la modestia que son sus nobles y verdaderos atributos.

Nada puede haber más indigno de una buena educación que el faltar a la verdad, sobre todo cuando esto se hace por costumbre. La mentira, no sólo degrada y envilece el carácter del hombre, y lo despoja del derecho de ser creído aun cuando hable la verdad, sino que le dispone naturalmente a la calumnia, que es una de las más torpes y odiosas faltas con que puede injuriarse a Dios y a la sociedad. Y es por esto que el acto de desmentir a una persona, o de dudar siquiera de la realidad de lo que afirma, se ha considerado siempre como un insulto gravísimo, que no hace jamás a nadie el hombre culto y bien educado.

El saludo, ¿cómo se hace? Hay muchos tipos de saludo, sobre todo si tenemos en cuenta a otras culturas.

Pero en la cultura occidental, hay varios tipos de saludos a destacar:

o Dar la mano. Es el saludo más universal y el que puede servir de puente para dos culturas diferentes, que saludan de forma diferente. Un corto y ligero apretón de manos es más que suficiente.

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o El abrazo. Es un saludo más cercano reservado para ambientes informales, entre amistades y familiares.

o El beso. Muy utilizado entre mujeres y para saludar un hombre a una mujer. Muy extendido incluso en actos oficiales. Da sensación de cordialidad y cercanía. En el caso de besar la mano (besamanos) ya no se lleva. Se puede hacer el gesto (la intención de besar la mano), pero sin llegar a besarla.

o Otros saludos. Hay muchos tipos de saludos, o variantes de los anteriores. La palmada en la espalda, el apretón de manos con ambas manos, el apretón de manos agarrando el codo, las reverencias o pequeñas inclinaciones de cabeza, etc., incluso el beso en los labios (como los rusos). Salvo por cuestiones culturales, como el saludo ruso u otros similares, los saludos muy "familiares" no deben ejercerse en ámbitos demasiado formales. El saludo tiene un marcado carácter cultural, por lo que puede variar de un país a otro (e incluso de una región o zona a otra).

Los buenos modales deben estar presentes en cada situación de tu vida diaria.

Sin embargo, existen “reglas de oro” que aplican en todas las circunstancias. Éstas son algunas de ellas:

Procura que tu aspecto sea siempre limpio y cuidadoso. No te muerdas las uñas ni te arranques los pellejitos de las manos. Evita rascarte cuando estés enfrente de otras personas. Saluda al entrar a un lugar y despídete al salir de él. No eructes, bosteces o te suenes la nariz en público. Evita hacer preguntas indiscretas del tipo ¿por qué estás tan gordo? o - - ¿cuánto ganas? Cede el paso a las otras personas en la calle y lugares públicos. No hagas ruido al comer, usa con cuidado la servilleta y los cubiertos. Evita interrumpir a los demás cuando están hablando. Jamás emplees groserías o malas palabras en tu vocabulario.

Todas estas reglas, que podrían sintetizarse en:

TRATAR A LOS DEMÁS COMO NOS GUSTARÍA SER TRATADOS, resultan básicas para vivir civilizadamente.