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Nueva historiageneral de Panamá

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Nueva historiaNueva historiageneral de Panamágeneral de Panamá

VOLUMEN I • TOMO 3

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CCalvoalvoAlfredo

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Castillero

Nueva historiaNueva historiageneral de Panamágeneral de Panamá

VVOLUMENOLUMEN I • T I • TOMOOMO 3 3

EL ORDEN COLONIAL

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ISBN 978-9962-706-60-1 (obra completa)ISBN 978-9962-706-63-2 (volumen I, tomo 3)

Nueva historia general de PanamáDirector y editor de la obra: Alfredo Castillero Calvo, con la colaboraciónde Fernando Aparicio.

© Las ideas, opiniones y la presentación de los datos que aparecen enesta obra son responsabilidad de los autores y constituyen su propia pro-piedad intelectual. Se reservan todos los derechos.

Ni la totalidad ni parte de esta obra puede reproducirse por ningún pro-cedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabaciónmagnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de re-cuperación, sin autorización expresa de sus autores, de acuerdo a loque establecen las leyes de la República de Panamá.

Ilustración de cubierta delantera:Grabado que representa la feria de Portobelo en 1637, del libro de ThomasGage.

Ilustración de guardas:Vista de la ciudad de Panamá desde playa Prieta, por J. Cardero, dibujantede la expedición Malaspina, c 1790. Museo de América, Madrid.

Edición y diagramación:Editora Novo Art, S.A.www.editoranovoart.comPedro Antonio Argudo, concepto gráfico, diagramación y cubiertas.Montserrat de Adames, edición de textos y estilo.

Impreso por Phoenix Design Aid A/S, una empresa CO2 neutral acredi-tada en los campos de calidad (ISO 9001), medio ambiente (ISO14001)y responsabilidad social corporativa (DS49001); proveedora aprobadade productos certificados FSC™. Impreso en papel reciclable, ecológicosin cloro y con tintas vegetales.

Esta obra forma parte de la Biblioteca 500, iniciativa de la Comisión 500años de Fundación de la Ciudad de Panamá (1519-2019) de la Alcaldíade Panamá. La Comisión 500 años cuenta con el apoyo estratégico, lo-gístico y administrativo del Programa de las Naciones Unidas para elDesarrollo (PNUD). Sitio web: www.ciudadpanama500.org

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Índice

Segunda parte

el orden colonial

Capítulo XXIV Cultura material y vida cotidiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1151Alfredo Castillero Calvo

Capítulo XXV La vida cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1211Alfredo Castillero Calvo

Capítulo XXVI pintura y escultura en el arte colonial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1263Angeles Ramos Baquero

Capítulo XXVII platería y plateros en el arte colonial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1281Angeles Ramos Baquero

Capítulo XXVIII Iglesia y sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1345Alfredo Castillero Calvo

Capítulo XXIX destrucción de panamá la Vieja yfundación de la nueva panamá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1401Alfredo Castillero Calvo

Capítulo XXX edificios cívicos de la nueva panamá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1439Alfredo Castillero Calvo

Capítulo XXXI edificios religiosos en la nueva panamá . . . . . . . . . . . . . . . . 1463Alfredo Castillero Calvo

Capítulo XXXII niveles de vida y patrones alimentarios . . . . . . . . . . . . . . . . 1499Alfredo Castillero Calvo

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Capítulo XXXIII el oro y las perlas en la economía colonial . . . . . . . . . . . . . . 1541Alfredo Castillero Calvo

Capítulo XXXIV decadencia de las ferias, crisis comercial y nuevos soportes económicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1581Alfredo Castillero Calvo

Capítulo XXXV el reformismo borbónico y la creación de losmonopolios estatales: 1760-1821. el estanco de tabacos: producción, comercios, consumo y trabajo . . . . 1625Alfredo Castillero Calvo

Bibliografía del volumen I

primera parte: Las sociedades originarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1665

Segunda parte: el orden colonial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1685

archivos consultados y siglas usadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1711

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CapítuLo XXIV

Cultura material y vida cotidiana

Alfredo Castillero Calvo

Fuentes y problemática

debido a los devastadores incendios que sufrieron panamá la Vieja y lanueva panamá han quedado muy pocos objetos materiales del período colonial.ambas fueron totalmente destruidas por el fuego más de una vez. panamá laVieja cuando el ataque de Morgan en 1671 y la nueva panamá en 1737. a estose agregan otros incendios devastadores, como los de 1640, 1756 y 1781, el climaextremadamente húmedo, los insectos, la ausencia de una tradición conserva-cionista y finalmente las modas, que casi siempre aconsejan desechar lo antiguopara sustituirlo por lo moderno. Somos un pueblo con escasa memoria y pocoamigo de guardar cosas viejas.

todo este coloca al historiador en posición desventajosa, porque el estudiode los objetos es esencial para la comprensión de la cultura, ya que los objetosson el vehículo mediante el cual la cultura se materializa y se hace tangible. po-demos estudiarlos desde diferentes ángulos: como símbolos, como imágenes,como indicadores o como referentes de la cultura; por su belleza o como crea-ciones artísticas, por su fin utilitario o por su valor simbólico. pueden interesar-nos por sí mismos, o como evidencia para respaldar nuestros argumentoshistóricos.

también pueden interesarnos como signos o como pistas. el objeto comoindicio constituye en sí mismo un relato, produciendo un encadenamiento deimágenes y evocando situaciones que lo hacen trascender a su mera condiciónde cosa. pueden existir diferentes significados inherentes a un objeto. pero desdecualquier ángulo que lo enfoquemos, su estudio nos ayudará a ampliar nuestrasposibilidades para interpretar y comprender el pasado.

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Y es que la comprensión del objeto como expresión de una cultura permiteconvertir la anécdota en historia densa, en el sentido que la entendía Cliffordgeertz. de hecho, una adecuada y comprehensiva interpretación de los objetos,descubriendo lo que significaban para la gente que los hacía y usaba, puede re-velarnos no solo las preferencias estéticas de una época, sino también el conjuntode creencias y percepciones de sus dueños, más allá del objeto en sí mismo o desu carácter puramente material.

Su importancia como fuente para la comprensión del pasado se evidenciasobre todo si analizamos el objeto dentro de su contexto sociocultural. por quéaparece donde fue hallado, cómo llegó allí y de dónde, de qué forma está hechoy con qué materiales, para qué se usa, con qué frecuencia se le encuentra, quévalor monetario se le asigna, y quiénes lo poseen, son indicios que interrelacio-nados contextualmente nos permiten conocer su significado más allá del hechode que sean consignados en los textos y enriquece nuestra comprensión de lahistoria social subyacente a ellos. este análisis contextual podrá sugerirnos nue-vas reflexiones sobre la estructura y la organización de la sociedad en la cualesos mismos objetos son producidos o consumidos, ayudará a comprender mejorlos hábitos cotidianos de sus usuarios, y arrojará luz sobre sus valores estéticos,intelectuales y sociales y sobre el conjunto de sus creencias colectivas.

La mayor de las dificultades que enfrenta la historia del mueble colonialen panamá consiste en que ninguno ha sobrevivido al paso de los siglos, salvotal vez algunos sillones fraileros procedentes de las iglesias. nada queda de loscoches y calesas, de las bibliotecas, de los espejos, de los cuadros, de la porce-lana, del vestuario o de casi cualquier otra cosa que formaba parte de la culturamaterial.

Sin embargo, nuestra indigencia informativa no impide el estudio del tema,siquiera sea parcial y aproximado. Cuatro son a mi juico los referentes que debenorientar nuestra discusión. en primer lugar, las fuentes documentales, que po-dríamos separar en dos grandes grupos. uno de ellos lo constituyen las frecuen-tes referencias al mobiliario, así como a otros rubros del menaje doméstico queencontramos desde principios del siglo XVII en los inventarios de embargos,dotes, testamentos, remates y otros documentos de ese tenor.

el segundo gran grupo documental procede de los manifiestos de embar-que. para panamá son muy detallados y abundantes los embarques procedentesde las flotas de galeones que viajaban de Sevilla a nombre de dios (hasta 1596)y a portobelo (desde 1597) para la celebración de las ferias, conservados en elfondo de Contratación del archivo general de Indias de Sevilla. Son muy com-pletos durante la segunda mitad del siglo XVI hasta la primera década del sigloXVII, luego son cada vez más deficientes a medida que las ferias van decayendo,de hecho con grandes lagunas para el siglo XVII. La dificultad de esta documen-tación es que si bien informa sobre la mercancía que se envía a américa, no dis-tingue la que permanece en el Istmo.

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otro grupo documental lo constituyen los registros fiscales de las Cajas re-ales panameñas y de otros puertos de la región, sobre todo en el ramo de almo-jarifazgos, que contienen detallada información, aunque no para todos los años,de la mercancía que llegaba a portobelo o panamá desde europa o distintas par-tes de américa, o la que salía del Istmo para diversos destinos. Sin embargo, nosiempre se detallan individualmente los artículos de la carga. el archivo de In-dias está ahíto de registros fiscales de este tenor.

Los embargos, dotes, testamentos, e inventarios de bienes personales, nosinforman sobre el tipo de mueble, los materiales usados (si cuero, clases de ma-dera, calidad de telas para doseles, colgaduras o cortinas, metales para el clave-teado, o las ligaduras para los fiadores, etc.), su propietario, y su valor estimadoen el momento del inventario. a veces indica su función, cuando esta no es obvia.Si se trata de un mueble de calidad así se advierte, con señalamientos sobre susaspectos decorativos más destacados. pero muy raras veces ofrece el nombre desus autores. esta información es más útil de lo que pudiera parecer. por una parte,nos revela la tipología del mobiliario, su frecuencia o abundancia, exhibiendo deesa manera o bien su popularidad, o la fortuna o categoría del propietario o laocupación de este y, lo que es no poco revelador, también los cambios de la moday la aparición temprana o tardía de algún modelo importado. tiene la ventaja deque nos sitúa en un ambiente personal o familiar concreto, ofreciéndonos una vi-sión del decorado interior de casas específicas. Las fuentes sobre el movimientomercantil son más impersonales y genéricas, pero no hay duda de que constitu-yen un complemento indispensable. ambas tipos de fuentes se enriquecen mu-tuamente, mejorando nuestra comprensión sobre el mobiliario y el nutridorepertorio de artefactos que usaba la gente de entonces.

el segundo aspecto a mi juicio fundamental es la consideración del contextohistórico o la coyuntura económica en la que hace presencia determinado mobi-liario o artefacto del menaje. este enfoque puede inducir a conclusiones que po-drían considerarse especulativas, pero no abrigo dudas de que abre grandesposibilidades. paso a explicarme.

el mueble español se caracterizó a lo largo del período colonial por su con-servadurismo y robustez, y en panamá, por supuesto, se implantó el canon pe-ninsular desde el siglo XVI, que siguió dominando durante el período colonial.

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Ambos lados del mondadientes de Rodrigo de Rebolledo, hijo de Martín Fernández de Enciso.

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Sin embargo, su condición de zona de paso, de economía de servicios, y sus cons-tantes contactos con el comercio exterior expuso a los criollos panameños a nu-merosos productos extranjeros y a una estética distinta a la española.

Como resultado de este activo comercio con el exterior, sobre todo con paí-ses como portugal, Holanda, Francia e Inglaterra, nos encontramos en los inven-tarios del siglo XVII tempranas referencias a muebles y artefactos no españoles.primero se mencionan muebles y objetos de origen alemán y portugués; desdeel último tercio del siglo XVII ya aparecen muebles y artículos de Holanda yFrancia, y desde principios del siglo XVIII comienzan a inventariarse de maneracreciente muebles y artefactos ingleses. además de las influencias europeas ydebido a los frecuentes contactos con los países vecinos, a panamá se importabanmuebles del reino de Quito, o de perú, y casi seguramente de Cartagena. no de-biera sorprender que nuestros antepasados tuviesen muebles tan recargada-mente barrocos como los que se usaban en todo el virreinato peruano, con susmúltiples espejitos y complicadas volutas doradas.

Los historiadores del mueble y en general de la cultura material, debieraninsistir más en aspectos como los que vengo señalando, en lugar de constreñirsea la historia localista del mueble, es decir, que debieran interesarse también porlos mercados y las rutas de intercambio, ya que junto con las demás mercancíastambién viajaban los muebles. Lo típico es, en efecto, que se limiten a la historia«nacional» del mueble (el mueble español, el mueble francés, o el mueble me-xicano, etc.), con ocasionales referencias a influencias mutuas o unilaterales.

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Distintos objetos de metal de uso doméstico del siglo XVI encontrados en Nombre de Dios. Se ob-servan cascabeles de niños, dedales, tachuelas, hebillas, pinzas y diversas piezas de metal para elmobiliario. Todas las piezas publicadas en este capítulo pertenecen a la colección Nicolás LiakópulosFalcón, con excepción de las dos últimas incluidas al final.

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o bien su interés se centra en las características estilísticas, o en innovacionesdebido a la introducción de nuevos materiales (como sucedió en el siglo XVIIIcon la caoba cubana, cuya ductilidad, finura y belleza permitió a los ebanistasingleses primores antes desconocidos, como el canon Chippendale).

no es necesario decir que este enfoque es inaplicable a panamá y lo es porrazones obvias. en primer lugar, porque difícilmente podría hablarse con serie-dad de un mueble «nacional» panameño para la Colonia. por las razones antesapuntadas, en un país como panamá, encrucijada de caminos, escasamente po-blado y sin producción propia capaz de resistir el arrollador paso de las influen-cias externas, es casi seguro que aquí coexistiesen, junto con delicadas piezas deebanística europea importada (sobre todo escritorios y camas), pesados y rústi-cos muebles de factura local y recargados bargueños del barroquísimo perú.aunque escasos, no faltan indicios de que así fue como sucedió.

este enfoque abre perspectivas insospechadas para el estudio del mueble,no solo de panamá sino de todo el continente. amplía enormemente el pano-rama, pero a la vez lo complica, porque plantea, para empezar, la necesidad deconocer virtualmente toda la historia del mueble occidental contemporáneo yaque, verosímilmente, casi cualquier modelo pudo haber llegado a panamá. ade-más, porque impone al estudioso la necesidad de estudiar las corrientes comer-ciales de cada coyuntura económica, con la mirada atenta a las procedencias ydestinos de los productos o la capacidad adquisitiva de los mercados.

una evidencia es la mayólica, sobre todo la de alta calidad. en los yacimien-tos arqueológicos explorados en panamá la Vieja y la nueva panamá, se ha po-dido identificar mayólica de varios países de la europa no peninsular, así comode México. en nombre de dios se ha encontrado una gran cantidad de fragmen-tos de porcelana de la dinastía Ming, gracias al intenso comercio que se realizabaen el siglo XVI con China. para fines del XVI también se han encontrado restosde porcelana china en panamá la Vieja. el 58% de lo encontrado en panamá laVieja antes del incendio de 1644, ha sido considerado como de origen europeo,mayormente de Sevilla, aunque se sospecha que parte de esos restos sea no es-pañol. esta proporción se reduce a cerca del 20% entre 1640 y el ataque de Mor-gan en 1671, lo que se imputa al aumento de la producción de los hornos locales.Sin embargo, ya en el siglo XVIII la introducción de mayólica esmaltada al estañode Francia, con figuras de lambrequines, así como de Inglaterra, es cada vez másfrecuente, y para la década de 1780 se han encontrado piezas de origen mexi-cano. Verosímilmente la cerámica basta y barata de uso popular, se producía lo-calmente (como los muebles baratos). pero la cerámica de mayólica fina eraimportada de afuera y no siempre de españa, como ha estudiado Beatriz rovira.para fines del siglo XVIII los arqueólogos vuelven a encontrar piezas de la China,transportadas a panamá vía México.

en los embarques para las ferias abundan referencias, junto a ricos retablosde los tallistas sevillanos más famosos, a pinturas e imágenes de bulto del santoral

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cristiano, a loza de talavera de la reina, que se tasaba a 3½ reales la docena1. en1571, según una queja de los vecinos de panamá por el alto costo de la vida, laloza de uso local más común era la «blanca de Castilla», cuyo valor oscilaba entre4 y 5 pesos la docena; aunque ya para entonces eran comunes los «jarritos pe-queños del perú», y los «lebrillos para servicio de casa», al parecer también deperú2. poco después, en 1577, la mayoría de las «ollas de barro» eran llevadasde nicaragua y nicoya «que se traen en mucha cantidad»; los platos y escudillaseran de perú3. en octubre de 1575, llegó de el Callao el navío Nuestra Señora deLa Concepción con 8 docenas de loza vidriada a peso la docena; 350 jarritos colo-rados a 4 reales docena; 6 botijas con miel de caña; muchas ollas vidriadas gran-des y pequeñas todas a medio peso, tinajas y cántaros grandes. en octubre de1575, también de Callao arribó un navío con 8 docenas de loza vidriada, 350 ja-rritos colorados, muchas ollas vidriadas grandes y pequeñas, tinajas y cántarosgrandes4.

La loza vidriada ya se introducía en panamá desde el último cuarto del sigloXVI. Su uso continuó en los siglos siguientes, como consta de numerosos regis-tros de embarques5. tan frecuente era esta exportación a portobelo, que cuandoen 1704 se embargó la tienda del vecino Juan Lozano, se encontraron «cien do-cenas de loza de Cartagena vidriada, que se compone de lebrillos y piezas gran-des y chicas»6.

para el pueblo llano, sin embargo, debió seguir importándose loza de otraspartes de américa. a solo portobelo llegaban 200 docenas de loza en 1777 y 399docenas en 1781, todo procedente de puebla, a 6 reales la docena. también en1781 se importaron dos docenas de loza de Jalapa, a 4 reales la docena. en 1782,llegaban 159 docenas de loza de La Habana, a 8 reales la docena7. a juzgar porlos datos hasta aquí suministrados, los arqueólogos deben estar preparados paraencontrar bajo tierra loza de casi cualquier parte de la cuenca caribeña, desde Cu-razao y Cartagena a La Habana y Jalapa, e incluso la famosa mayólica de puebla.

en panamá ocurría otro tanto. en 1776 llegaba abundante loza de pisco, Ca-llao y paita. Y para todo el país, llegaba de españa loza de Sevilla a 18 reales ladocena, además de copas de cristal, vasos, saleros, tazas, tacitas, y platitos8. envarios embarques de 1788 procedentes de paita y otros puertos peruanos, llega-ban a panamá tacitas y platitos de loza, a 1.5 reales la pieza. de Jamaica llegaronese año 5 barriles de loza a 30 pesos el barril. aunque todas estas referencias co-rresponden al siglo XVIII, probablemente el comercio de estos productos yavenía realizándose desde el siglo anterior.

para fines del siglo XVIII varios textos hacen referencia a la loza que se pro-ducía en la Villa de Los Santos, que incluso se exportaba a Cartagena y La Ha-bana en el Caribe, y a distintos puntos del virreinato peruano en el pacífico,aunque probablemente su principal mercado era el doméstico9. Se trata de acti-vidades que seguramente venían desarrollándose desde hacía varios deceniosy hasta tal vez desde el siglo XVII.

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otro aspecto hace referencia a la función del mobiliario para el conocimientode la vida en el interior de las casas. Cuando discutí el tema del mobiliario en elcapítulo XIV de La vivienda colonial en Panamá, lo hice con ese propósito. Me pa-recía obvio que no podía entenderse la vida doméstica sin conocer la decoracióninterior, el mobiliario, el «menaje», como se decía entonces. el presente trabajoconstituye tanto una ampliación como una revisión de ese capítulo, basándomeen nuevos hallazgos documentales de diferentes archivos. Como allí explicaba,los ambientes domésticos obviamente tenían una gran influencia en la texturade la vida cotidiana, de ahí que su conocimiento podría aclararnos, entre otrascosas, la función de las habitaciones, un tema sobre el cual quedan todavía mu-chas lagunas aun para el ambiente doméstico de las ciudades europeas.

Son muy escasos los materiales que disponemos para estudiar el mobiliariocolonial al menos con un aceptable grado de seguridad. aparte alguna que otrareferencia directa ocasional, algún dato tangencial y vago, la mejor informaciónpara este propósito la constituyen, como dije, los manifiestos de embarque y lospocos inventarios, dotes, testamentos y embargos de bienes de vecinos de pa-namá y portobelo que se han conservado. de estos últimos apenas disponemoshasta ahora de poco más que un centenar.

La importancia de los inventarios ha sido destacada por los historiado res. estematerial ofrece una informa ción excelente para el estudio de la vida cotidiana y engeneral para la cultura material de la sociedad panameña colonial. pero lo que hasobrevivido no es mucho, aunque las posibilidades de encontrar nuevos fondoscon inventarios siguen abiertas. Se trata, en realidad, de tres tipos distintos de do-cumentación. en primer lugar tenemos los inventarios generales que incluyentodos los bienes de una oficina pública o de una iglesia (los llamados Libros de Fá-brica). otros son los embargos. Y finalmente están las dotes, que por su naturaleza

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Cajón con gran variedad de fragmentos de porcelana china de la dinastía Ming, clara evidencia deltemprano comercio que se realizaba entre China y Panamá en el siglo XVI.

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solo incluyen un listado escogido de bienes, es decir, aquellos que se pactaban enla concerta ción del matrimonio. pero el mismo hecho de constituir bienes escogidos,es prueba de que se encontra ban entre los más cotizados. así pues, cada tipo deinventario ofrece indicios distintos sobre la naturaleza de los objetos mencionados.

Tipología ebanística y menajes típicos

La herencia de doña Beatriz de Valdés

en el litigio que ocasionó la herencia de doña Beatriz de Valdés, muerta en1591, en favor de su nieto don Fernando de Silva, se inventariaron en 1607, entrelos muebles y adornos, una vihuela, una cama de ruan con cuatro lienzos, unasobremesa de guadamecí, cuatro sábanas de ruan, una cama dorada grande, unaimagen del nacimien to, un cuadro de «las doce tribus» (de Israel), una delanterade cama, varias cajas para guardar cosas diversas, dos cucharas de plata y una«alquitara» o alambique. también se inventarió un solitario libro de La historiade santo Domingo. Lo demás eran piezas de vestir, plata, una adarga, «un aderezode mula de terciopelo negro con sus flecos de plata y toda la clavazón de plata»,y otros artículos misceláneos10.

Se trata de un repertorio que veremos repetirse en lo sucesivo con pocas va-riantes. el mobiliario y los libros escasean, pero en cambio raras veces faltan,sino por excepción, «láminas» y pinturas. tal vez lo más interesante aquí son lascamas, un mueble de lujo con dosel y cortinas, que solo aparece en las posesionesde los ricos.

El embargo del contador Juan Pérez de Lezcano

pero es en algunos embargos, sobre todo si es grande la suma que se esperarescatar para compensar el perjuicio causado al Fisco, donde descubrimos losrepertorios más completos de artefactos, pinturas, platería, muebles, ropa ydemás objetos que se encontraban en el interior de las casas típicas de la élite.este es el caso del que se hizo contra el contador de real Hacienda Juan pérezde Lezcano. nacido hacia 1570, había llegado a panamá en1605 y desde entoncesejerció su cargo durante los siguientes diez años. La audiencia recordaba en1620, cuando ya era difunto, que había sido nombrado contador por el arzobispoBonilla, de México, y que fue riguroso «en tomar las cuentas de los azogues alos tesoreros y demás ministros», además de «descubrir grandes fraudes y cas-tigando delincuentes». Casó con doña Catalina gallegos de Ledesma con quientuvo un hijo de su mismo nombre11.

el año 1615, el holandés Spielbergen merodeaba por las aguas del pacíficotemiéndose que atacase panamá, por lo que sus vecinos se aprestaban para ladefensa. La audiencia celebró acuerdo, donde autorizó armar varias fragatas y

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destinar fondos para costear la paga de los soldados con sus equipos y vituallas,sobre todo «biscocho y carne». pero Lezcano, celoso funcionario de Haciendasegún algunos, aunque también, según otros, «altivo», «arrogante», «envane-cido» y «soberbio», se rehusó a hacer el desembolso, alegando que de los fondosdel erario no se podían pagar a las milicias urbanas por no ser estas regulares.en plena plaza Mayor, repleta de gente y de soldados de las seis compañías queesperaban órdenes para partir, se enfrascó en una calurosa discusión con su viejoamigo el oidor Melchor Suárez de poago, que le exigía acatar la orden delacuerdo12. Los ánimos estaban caldeados por el peligro pirático y porque la sa-lida de la expedición militar estaba detenida debido a las reticencias de Lezcano.

Con «voces muy altas» y frases «descompuestas», ambos se insultaron. Lez-cano alzó sus brazos cerrando el puño e «hinchado», dice un testigo, exclamó:«voto a dios que soy el mejor ministro, más fiel y leal que tiene el rey». «Conmucha cólera», poago replicó: «quítese de ahí, que no es nada ni es nadie», osegún otro testigo, «que no es nada ni hace nada», o bien «que ni era ministro niera nada, ni sabía lo se hacía ni decía, que era un sucio desvergonzado». enco-lerizado por estas ofensivas palabras, Lezcano replicó a gritos: «mentís voto adios». poago, más enardecido aún, reaccionó arrojándole un violento «sombre-razo» en la cara a Lezcano. ambos iban vestidos en «hábito corto». Lezcano sacóde inmediato su daga y le tiró tres puñaladas al fiscal, pero sin poder herirle,porque este se retiró dos o tres pasos. Luego poago sacó su espada y le secunda-ron otros funcionarios que le acompañaban. atraídos por las voces y el ruidodel metal, se agolpó una muchedumbre de curiosos, soldados y funcionarios, yse desenfundaron espadas en apoyo de poago. Como era grande la muchedum-bre armada que se encontraba en la plaza, se produjo una gran excitación.

encontrándose en desventaja, Lezcano decidió escapar por la tienda de unconfitero situada en la esquina noroeste de la plaza, y de allí corrió por la calleempedrada para buscar refugio en el convento de los jesuitas. pero viéndoseperseguido, aun encontrándose en sagrario, huyó en dirección al convento deSan Francisco, donde casi en la puerta, lo apresó el capitán tomás de Meneses,nativo de panamá. este lo condujo con otros soldados en una «silla de manos»y cuando pasaron frente al convento de monjas de La Concepción, Lezcano searrojó a la calle para entrar a su iglesia, cuya puerta estaba abierta. Ya adentro,confiado en la protección que las leyes canónicas le ofrecían, se aferró a «la rejadel coro bajo», pero esto no detuvo a Meneses, que lo aprendió y condujo a lacárcel de la real audiencia «con dos pares de grillos y soldados de guardia»13.

entretanto llegaron a la plaza el oidor decano Francisco Manso de Contreras,encargado interinamente del gobierno, y el oidor licenciado gonzalo Mejía deVillalobos, que se encontraban recorriendo la ciudad a caballo, y puestos al co-rriente de lo sucedido, dieron inmediatamente órdenes para que se procedieraa embargar a Lezcano. este embargo es uno de los más completos de que se tienenoticia por lo que se refiere al menaje de vivienda en panamá la Vieja.

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Lo primero que se incluye en el inventario es su «cama de campo doradacon sus cortinas y demás aderezos de damasco y terciopelo carmesí». Le sigueuna «colgadura de guadamecíes usados», probablemente para la misma cama.Se trata sin duda de una cama de lujo. en la casa se inventariaron por todo «cua-tro colchones». para las tareas propias de su oficio, Lezcano tenía «tres bufetes»,y un exquisito «escritorio de alemania» nuevo, un verdadero lujo en los trópicosque muy pocos podían costearse. para recibir a sus visitas, tenía «doce sillas parasentarse».

en las habitaciones de su mujer se encontraba «un tocador de ébano y marfil».a juzgar por sus nobles materiales, se trataba de un mueble fino y costoso. teníacajones, en cuyo interior solo «se hallaron algunas cosas y bujerías de mujer» quepor ser de poco valor no se inventariaron. en el rincón femenino destinado al es-trado, se encontraban «seis cojines de terciopelo carmesí y una arquimesa». esta«arquimesa» probablemente era un escritorio del tipo bargueño.

1160 X Cultura material y vida cotidiana

Selección de fragmentos de porcelana china encontrados en Nombre de Dios con diseños florales, ve-getales y faunísticos, y distintas formas (platos, cuencos, tazas, kendis, etc.). En varios de ellos se en-cuentra la marca de la fábrica donde se produjeron.

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Sorprende la cantidad de cuadros y pinturas que adornaban las paredes desu casa. tenía «veinticuatro cuadros al óleo», «un mapa grande», y «doce lienzosy cuadros de los doce apóstoles». estos últimos también al óleo, ya que si bienno lo dice así el inventario, un cuadro al lienzo en aquella época solo se pintabaal óleo. treinta y seis cuadros al óleo constituyen un verdadero récord probable-mente no igualado por otra casa de vecino.

La platería no era impresionante. Se inventariaron solo «veintitrés platillosde plata», «un tajador de plata», es decir, un plato trinchero para cortar comida;«dos candeleros con sus candilejas de plata», y «una salvadora de plata».

Como era típico en una casa de la élite colonial, los objetos de tema religiosovirtualmente lo invadían todo. en algún lugar destacado, aparte del oratorio,había «un Cristo mediano en su cruz de ébano y una cruz grande, guarnecidoen plata sobredorada», y además, «una lámina con una imagen de nuestra Se-ñora». al parecer Cristo e imagen estaban en un mismo rincón de la casa, ya quese inventarían juntos. pero lo más revelador es el contenido del oratorio, ese es-pacio reservado al retiro espiritual y a la oración, tan común en las casas colo-niales y aún en las del siglo XIX. este embargo tiene el mérito de ser el primeroque menciona la existencia de un oratorio en panamá la Vieja y vale la pena re-producir su contenido.

Se trataba, como se ve, de un oratorio ricamente aderezado. el tabernáculo,sobre su mesa, estaría dorado con pan de oro, coronado por un gran crucifijo yacompañado por tres imágenes de bulto de alabastro. La silla de mujer, tapizadaen fieltro y tachonada en oro, era francamente pretensiosa. La otra, más modesta,debía ser la que usaba el propio Lezcano. para rezar en el oratorio, los Lezcanotenían «dos rosarios labrados, el uno de azabache».

para esos mismos años debían existir muchos oratorios en panamá, inclusonumerosos oratorios portátiles, pues se sabe que los feligreses llegaban al ex-tremo de llevarlos a sus mismas camas, donde rezaban sin levantarse. eran pe-queños muebles en forma de retablillos, en cuyas puertas solían ir pintadas alóleo o al temple imágenes devocionales, y en su interior, otras figuras religiosaspintadas o relieves y tallas exentas generalmente de madera policromadas. elobispo Francisco de la Cámara objetó este mal hábito, que además de evidenciarla infinita molicie de los perezosos vecinos, les retenía en casa cuando debían

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Contenido del oratorio de la casa del contador Juan Pérez de Lezcano en 1615

1. «Un tabernáculo dorado con tres imágenes de alabastro y encima un Cristo de hasta tres palmos».2. «Siete cuadros grandes y doce pequeños, todos al óleo que todos estaban en el oratorio».3. «Otro Cristo pequeño y un Niño Jesús».4. «Dos sillas de mujer, la una con la cubierta de fieltro y tachuelas de oro y otra con cubierta de

cañamazo».

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atender misa en las iglesias. Conjuntamente con las autoridades civiles, trató deprohibir estos oratorios de bolsillo, pero aparentemente no consiguió nada por-que el hábito ya estaba muy arraigado y no dejaba de tener sus ventajas, no solopor la comodidad de tener un pequeño altar en la propia casa, sino también por-que ahorraba a los vecinos el tener que salir a la intemperie bajo el tórrido sol oen días de lluvia14.

en el inventario de Lezcano, el total de cuadros al óleo y láminas (es decir,grabados), grandes y pequeños, incluyendo los del oratorio, suma la impresio-nante cantidad de 57. de hecho, muchos más de los que se encontraban para lamisma época en la casa de un hidalgo madrileño como Lope de Vega15. eran tan-tos los cuadros que, o bien debían cubrir virtualmente todas las paredes de lacasa, o se trataba de una vivienda espaciosa y por tanto cara. es difícil encontrarpara todo el período colonial evidencias de un decorado doméstico semejante.Lo cierto es que esta plétora de pinturas y láminas evidencia los gustos y lasmodas decorativas característicos de las viviendas de vecinos.

La ropa de la casa se guardaba en cajas y baúles. en un baúl se encontraba«la ropa blanca usada», con «una docena de camisas» y «otra ropa menuda depoco valor». pero es el contenido de una caja el que nos ilustra sobre la indu-mentaria de uso en la época.

Los jubones eran una especie de chaquetín de hombre o de mujer, demedio cuerpo arriba, ceñido y ajustado, con faldillas cortas. La saya consistíaen una falda larga de mujer, con pliegues, que va desde la cintura a los pies.Saya y jubón son dos expresiones que todavía se usan en países como puertorico, para designar, respectivamente, la falda y la blusa, pero ya han caído endesuso en panamá. Las diversas clases de telas que se mencionan, como el da-masco, el raso, el tafetán y el chamalote, evidencian que se trataba de ropa deverdadero lujo. Completaban el atuendo de los Lezcano, «cuatro pares de me-dias de seda» y «seis pares de guantes de color», que se guardaban en el «es-critorio de alemania».

1162 X Cultura material y vida cotidiana

Ropa de vestir de J. Pérez de Lezcano encontrada en una caja de cinco palmos

1. «Una saya de sorvión (sic) morado con pasamanos de oro».2. «Una saya de tafetán con mango [?] pardo con su ropa».3. «Otra saya e ropa de chamalote negro».4. «Otra saya e ropa de tafetán llano negro».5. «Tres jubones de tafetán de México, los dos negros y uno pardo».6. «Otra saya de raso azul con pasamanos de seda».7. «Una saya de damasco carmesí con pasamanillos de oro».8. «Otra saya y ropa de sorvión (sic) morado».

Nota: La voz ropa tenía entonces varias acepciones, todas ellas asociadas al vestido, pero en el contexto del cuadro,algunas parecen referirse a la interior, sea de lino, seda o algodón.

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Lezcano tenía varias armas: «dos arcabuces y un broquel» y «dos espadas yun machete». Solo se le encontró «una negrita criolla», de nombre petronila, conseis o siete años de edad. Se revisaron otros aposentos de la casa, donde no seencontró gran cosa de valor. en el entresuelo había un cuarto pequeño que servíade «despensa», donde se encontraron «algunas cosas de comer de poco valor[...] y no se inventariaron ni se halló otra cosa que fuese de consideración y valorpara inventariar». en la parte baja había «dos bodegas», encontrándose en unasolo leña y en la otra «botijas vacías que por ser cosas de poco valor no se con-taron ni inventariaron».

otra gran joya mueblística de la casa era el «escritorio de alemania», queLezcano había adquirido recientemente (se dice que era «nuevo»), tal vez com-prándolo en una de las últimas ferias de portobelo, y que en aquella época, comoya he dicho, era un mueble de verdadero lujo. es interesante lo que se encontrabaen sus «dos cajones»:

el embargo lo realizó el alcalde ordinario rodrigo de Medina Zarauz, y losbienes fueron entregados en depósito a Baltasar Cortés de la Serna en presenciadel escribano Juan de Quevedo16. Según el expediente de autos de donde pro-cede la información anterior, Lezcano fue condenado a servir seis años en calidad

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Lo que se encontró en el «escritorio de Alemania» de J. Pérez de Lezcano

1. «El dicho escritorio y dentro de él dos cajones».2. «Seis pares de guantes de color».3. «Tres bolsas de lo mismo».4. «Diez pesos en dinero».5. «Un molde de cuellos, de plata».6. «Una campanilla de metal».7. «Media libra de hilo de caracol» (es decir, hilo teñido de múrice, de color púrpura).8. «Un papel de visnagas [?] y otro de palillos de dientes».9. «Una cajetilla de antojos [anteojos, o espejuelos] con ocho pares» (en aquella época e incluso

en el siglo XVIII, se usaba indistintamente antojos o anteojos, como lo indica el Diccionariode autoridades de 1726).

10. «Un poco de polvorín en un coco».11. «Dos habanillos [?] de mujer».12. «Una naveta con unos pedazos de lacre [?]».13. «Doce cajas de antojos [espejuelos o anteojos] de barba de ballena».14. «Un frasquillo de polvorín de vidrio guarnecido de plata».15. «Cuatro pares de medias de seda y unas ligas pardas».16. «Dos rosarios labrados, el uno de azabache».17. «Un relojito de sol».18. «Tres estuches de faltriquera».19. «Una jabita con balas de arcabuz».20. «Cuatro manos de papel batido».21. «Una cajita con una hijuela [sic] de calco».22. «Una bolsa con 30 reales de ocho».23. «Un legajo de cartas misivas a la cuartilla».

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de gentilhombre, en las galeras del rey, sin sueldo y con privación de su cargocomo oficial real, así como al destierro de tierra Firme por diez años y una multade 3,000 pesos «para gastos de guerra».

Sin embargo, cuando los oidores Santa Cruz ribadeneira y Carrasco del Saz,informan al rey en carta de 30 de junio de 1620, que Lezcano recién había muerto,recordando aquel episodio afirmaban que había sido «condenado a muerte».una de las últimas intervenciones de Lezcano como contador tuvo lugar el 9 deenero de 1620 cuando participa en una Junta de Hacienda presidida por SantaCruz ribadeneira. probablemente Lezcano apeló, porque el Consejo de Indiasle absolvió de los cargos y fue «restituido a su oficio que volvió a usar». una delas comisiones que se le encargó, una vez restablecido fue seguirle Juicio de re-sidencia al gobernador de Veragua Fernán gonzález Lobo de la Lanza. para estamisión se trasladó a Veragua, donde, «encontrándose con poca salud, falleció».también en este viaje «gastó gran parte del caudal perteneciente a la dote de sumujer doña Catalina gallegos Ledesma, residente en panamá», dejándola nece-sitada junto con su hijo del mismo nombre. La audiencia solicita a la Coronaque les hiciera «merced de 6,000 ducados de ayuda de costa»17. a Lezcano le su-cedió en la Contaduría Juan López de Cañizares y su hijo homónimo ocupa elmismo cargo de contador en la década de 1630, apareciendo ocasionalmentepara esos años entre los firmantes del Cabildo.

es casi seguro que la mayoría de los muebles se hacían en panamá, pero esobvio que los ricos habrían preferido traerlos del exterior, encargándolos sobretodo a guayaquil y Lima, dado el comercio frecuente, la facilidad de las comu-nicaciones, y donde se encontraban los artesanos y tallistas más prestigiosos dela región. en 1571 se llevaban a panamá «escritorios pequeños hechos por indiosde México y nicaragua» tasados a 5 reales18. en las tasaciones para efectos fisca-les que se hicieron en la década de 1780 para muebles importados a panamá, senos informa que los escritorios pequeños venían en cajones y valían 25 pesoscada uno; las escribanías se tasaban a 37 pesos 4 reales; una mesa de escritorio

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Instrumentos para pesar monedas y metales preciosos.

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en 30 pesos, una papelera en 72 pesos 4 reales y cada escritorio grande en 200pesos. el frecuente comercio con los puertos caribeños, sobre todo con Cartagenay Cuba, habría también facilitado la introducción de muebles de esta región.

es difícil saber si el número de sillas y taburetes que aparecen inventariadosse consideraba abundante en aquella época. en esos tiempos las sillas solían co-locarse en fila, rígidamente alineadas contra la pared, para según la ocasión lle-varlas a alguna otra parte de la casa si se las necesitaba. al parecer no tenían unlugar fijo y se las movía cuando hacía falta. esta práctica continuó hasta muyavanzado el siglo XVIII en europa, aun en los medios más refinados. Y en pa-namá, a juzgar por los textos de viajeros, todavía era una práctica común en lasegunda mitad del siglo XIX19.

para sentarse, la servidumbre y los esclavos podían usar banquetas y tabure-tes o simple mente se acuclillaban o sentaban en el suelo, como seguía haciéndoseen el siglo XIX. para dormir probable mente usaban hamacas, o se acostaban en elsuelo sobre petates (en otras partes de Hispanoaméri ca dormían sobre cueros devaca); pero también consta que tenían «camas de pellejo forrado» y catres o camasde viento. en panamá la Vieja el mobiliario para guardar la ropa se reduce a peta-cas, cajas, arcas y baúles, pero también había «alacenas» que servían para guardarcualquier objeto. La madera usada para las cajas era el cedro, como la de pedroVélez de guevara y de doña Isabel Franco de Lara en la década de 1630. doña Isa-bel tenía además arcas y baúles de cuero (de vaqueta de Moscovia). Muchas deestas cajas llevaban cerradura. todo esto se sigue usando a lo largo del siglo XVIIIy son bien conocidas las «alacenas» de la Casa góngora en el Casco Viejo, pero yapara el siglo XVIII los viejos baúles y cajas empiezan a ser sustituidos por las mo-dernas «cómodas» que con sus cajones hacia el frente resultaban mucho más fáci-les de usar y además eran mucho más elaboradas ebanísticamente.

La cama, mueble de lujo

Según se desprende de los textos, la cama es entre todos los muebles la pose-sión más valiosa. La cama heredada por Fernando de Silva en 1607 es «doradagrande». La del contador Juan pérez de Lezcano en 1615 es «de campo dorada consus cortinas y demás aderezo de damasco y terciopelo carmesí». Juan de León es-cobar tenía en 1637 una «cama dorada con cortinas de tafetán doble». La cama«dorada», probablemente con pan de oro, parecía pues ser típica de la élite.

en 1704, la del capitán pedro peñaredonda ampuero es de tipo portuguésy está adoselada con cortinas de chamelote listado. La del mercader Leguía tienetoldo de tafetán y un dosel con la cruz de Jerusalén. dada su extraordinaria im-portancia, detengámonos por un momento en la significación de este mueble.

La cama con cortinas, colgaduras y doseles tiene raíces medievales. el usodel dosel se populariza desde el siglo XIII y en el siglo XIV ya es indispensableen cualquier lecho con pretensio nes señoriales. Su función era precisamente

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señalar el rango del propietario. Ya en el siglo XV, las camas con colgaduras ydoseles adquieren tal importancia ceremonial y en la etiqueta cortesana que aveces no se dormía en ellas. en las casas de los poderosos ocupaban el lugar másprivilegiado y se utilizaban para recibir a las visitas distinguidas.

Cabe preguntarse cuánto de esta herencia medieval quedaba en la cama co-lonial panameña. pero tratándose, como se trataba, de una sociedad tan tradi-cionalista, cuyos mecanismos mentales estaban aún tan próximos al bajomedioevo, no debiera extrañar que, cuando menos, algo de su tradicional carác-ter ceremonial debía aún conser varse. recuérdese también que en la edad Mediala gente no percibía los muebles como algo meramente utilitario y funcional,sino más como signos de representación y jerarquía social, y no establecía unaclara diferencia entre utilidad y ceremonia. pero, ¿cuánto de esto quedaba en elpanamá de los siglos XVII y XVIII? probablemente bastante. no hay que olvidarque el símbolo y la ceremonia ocupan en la sociedad barroca de esos siglos unpeso enorme en la vida cotidiana.

Clara evidencia de la importancia de la cama son los costos y el rico deco-rado que tenían las que eran importadas a panamá para las ferias, sean para el

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Diversos tiestos de mayólica de distinta procedencia aún pendiente de estudio.

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consumo local o para reexportación. en la feria de 1586 el pasajero Juan gutié-rrez de oropesa lleva para su mujer, doña Juana de León, una cama de guada-mecíes dorados hechos en Córdoba de 26 ducados (cerca de 36 pesos, elequivalente a casi dos semanas de trabajo de un maestro de obra en panamápara la misma fecha). en el mismo cargamento viaja otra cama igual para Car-tagena y en otra nave se transportan otra también igual y «una cama de red» de20 ducados. otro manifiesto es de una «cama de tafetán y cuadros», de 22 duca-dos. Y así hay muchos otros más.

Lo cierto es que no hay otro mueble tan recargado de lujo como la cama, yninguno se le compara en valor. Las camas eran tan valiosas que formaban partede las dotes, como la «cama de granadi llo, o cocobolo, de dos cabeceras evaluadaen 30 pesos» que le dejó en dote agustín Franco a una de sus hijas. pero ningunatan ostentosa como la que recibió en dote doña Juana de Salazar en 1635: era una«cama entera vestida de damasco carmesí, sobrecama y sobremesa con cenefasde brocado» evaluada en la impresionante cifra de 900 pesos20.

al lado de los tos-cos bufetes, sillas, cajasy escritorios, la camadebía contrastar con suextravagante suntuosi-dad y deslumbrar alespectador no acostum-brado a estas exhibi-cio nes ostentosas. estasensible diferencia seexplica esencial men tepor los doseles, corti-najes y colgaduras, yaque eran todos confec-cionados con telas finasy caras importadas deeuropa. Lo que no estáclaro es si la presenciade este mueble significaque ya había un lugarpermanente para el dor-mito rio. o si la cama se encontraba en medio de la sala principal de la casa, comoantes ocurría en la edad Media. por otra parte, se trata de un mueble demasiadogrande y pesado que debía permane cer en un lugar fijo del hogar. Si era así, quieredecir que para entonces ya existe, cuando menos, un esbozo de subdivisión del in-terior de las casas. Se trata, en todo caso, de un tema que debe investigarse más.

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Fragmento de pieza cerámica.

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para miembros menores de la familia, o en las casas de los menos pudientesy de los pobres, la cama más común era la llamada «cuja», montada sobre dos otres pares de patas de tijera de madera por lo general barata, a veces desarmablescon sus largueros articulados. Sobre las patas de las cujas, llamadas también«camas de viento», se armaba el lienzo o bien la tela de lona o el cuero de vacao vaqueta. eran muy parecidas a las llamadas «de campaña». en lugar de unsolo lienzo o una pieza de vaqueta entera o pellejo de vaca, se usaban cinchasentretejidas. todavía se usan estas camas de viento o catres en las islas Canariasy en Huelva, andalucía. también son comunes en el interior de Colombia y pa-namá actuales, donde en lugar de cuero se emplea la lona.

algunas cujas o camas de viento eran adornadas con un toldo de tafetán,como la del comerciante peruano gabriel Leguía, aunque estas cujas tal vezno podían compararse con el lujo que caracterizaba las «camas portuguesas»de palio y dosel. La cuja de petra de abrego en 1745 tenía cortinas, colchón yalmohada, al igual que la de su parienta Juana María de abrego, que ademástenía su «cielo pintado». un ajuar de cama sorprendente es el de la esclavamulata damiana pérez, que en 1745 tenía colchón con cuatro sábanas, doscolchas, una de algodón blanca y otra de angaripa (o angaripola), y la almo-hada y acerico con sus fundas coloradas y blancas de cambray y clarín guar-necidas21. Y sorprende porque habríamos esperado que una esclava tuvieseun ajuar menos rico y variado. de hecho, compara muy bien con el ajuar decama de un vecino rico contemporáneo, el comisario del comercio Cristóbalde robina, quien tenía 6 fundas de almohada de encajes, 3 sábanas, una deellas pequeña22.

Muchas camas y cujas eran también de cocobolo, madera que siendo cos-tosa y difícil de trabajar sugiere un mueble de cierta calidad, como la cuja decocobolo que se le embargó en 1745 al maestro platero dionisio Clemente dela Balza. algunas camas grandes se hacían con cajón, como la del gobernadorramón de Carvajal en 1782. Según el inventario era de columnas torneadas,lo que indica la pervivencia de las colgaduras y doseles como en las camastradicionales suntuosas. porque, ¿para qué las columnas sino para sostenerel dosel y las colgaduras? eran modelos anticuados que ya habían sido cono-cidos en panamá la Vieja, lo que evidencia el rancio conservadurismo de lamueblística.

pero con la excepción de la cama, que sin duda es un mueble pretensiosodebido a que probablemente todavía conservaba un carácter simbólico, en lasviviendas que examinamos son raros los lujos. en la de Juan de León escobar,en 1637, el resto del mobiliario lo constituyen nueve «cuadros grandes» y tres«láminas», que seguramente colgaban de las paredes y acaso eran de temas re-ligiosos. La abundancia de pinturas será, como veremos ahora, una de las notastípicas de la decoración interior de las casas.

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Nombre y año

Fernando de Silva (vecinorico), 1607

Contador Juan Pérez deLezcano, 1615

Oidor Juan de AlvaradoBracamonte, 1628

Pedro Vélez de Guevara(vecino rico), 1634

Doña Isabel Franco de Lara.Dote, 1634

Juan de León Escobar(empresario), 1637

Doña Catalina Franco de Lara.Dote, 1638

Lucas Rome ro Parrilla (altofuncionario), 1676

Francisco de Medina, oidor,1697

Jo seph de la Rañeta(gobernador), 1704

Bufetes, mesas, sillas

Tres bufetes, 12 sillas de sentarse,una arquimesa, un escritorionuevo de Alemania

Tres bufetes, un escritorio, unaescribanía de asiento y seis ta-buretes, un bufetillo, una libre-ría. Para estrado: taburetillos ysillas con clavos dorados

Dos bufetes de ce dro, ocho sillasbajas de Casti lla

No se mencionan

Dos bufetes grandes, 1 bufe tepequeño, 6 si llas, 4 tabu re tes

No se mencionan

Tres taburetes vie jos, 5 sillas,dos bufe tes

Un escritorio, 4 bufetes, cuatrosillas con asientos de vaquetasde Moscovia, siete sillas ordina-rias, un escritorio pequeño; unapapelera

Doce sillas de asiento y espal da -res de suela, 6 taburetes de va-queta de Moscovia, escrito rio opapele ra, 2 escrito rios peque -ños, pa pe lera, 2 bufe tes media -nos con sus sobre me sas de raso

Baúles, cajas, etc.

Varias cajas

Una caja de 5 palmos y unbaúl

No se mencionan

Dos cajas de cedro, baúl viejo

Dos cajas grandes de cedrocon sus llaves, arca chica devaqueta de Moscovia, 2 baú-les de vaqueta de Moscovia,escritorio de Alemania con sucajeta de costura

Cuatro cajas de ce dro, baúlviejo, caja grande con cerra -du ra, otras cajas

Dos cajas de cedro nuevas concerraduras

Dos baúles viejos, petaca

Una caja «de más de tercio»,vieja, «con las cortinas de lacama con sus rodapiés ycielo».

Caja grande, cajilla, varios ca-jones

I. Mobiliario y menaje en casas de vecinos: bufetes, mesas, sillas, baúles,cajas, inventariado en embargos, dotes, testamentos, etc.

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Nombre y año Bufetes, mesas, sillas Baúles, cajas, etc.

Pedro de Peñare don da, 1704

Don Francisco de Anzil yElizalde, 1707

Juan Álvarez de Valcárcel (altofuncionario), 1710

Diego Pérez de Guada muz(capitular), 1710

Joseph Gómez de los Elgue ros(comerciante y capitular), 1710

Antonio de Echeverz (rico co-merciante y funcionario), 1710

Luis Infante de Lara, alférezreal, 1710

Gabriel Le guía (comerciante),1716

Tomás García de Roiz. Caste-llano de Portobelo, 1716

Juan de Salvatierra(comerciante), 1717

Juan de Be rroa (funcionario),1723

Cristóbal Robina (comerciantey negrero), 1745

Dos bufetillos de cocobolo.

Un bufete de cedro con sobre-mesa de Cataluña

Dos contadores con sus pies decedro, 6 sillas de terciopelo car-mesí y 7 de vaqueta, un bufetegrande de cocobolo, 2 compa-ñeros con pies de lo mismo

Cinco sillas maltratadas, 2 bu fe -tes grandes de cedro, un conta -dor de cedro con su pie

Dos bufetes, diez sillas maltra ta -das de vaqueta

Diez sillas viejas, dos bufetesviejos, dos escribanías viejas

Dos bufetes con pies torneadosde cocobolo, bufete más pe-queño de cedro con cajón, con-tadorcillo de cedro pequeño

Dos mesas de cedro con car pe -tas, 4 sillas

Dieciocho sillas de vaqueta, 6mesas, 2 papeleras de madera,

Dos bufetes, 2 escrito rios ingle -ses, 2 taburetes, 6 sillas usadas

Dos escritorios de dos cuerposcon sus espejos o vidrios, pape-lera, mesa redonda inglesa, dosmesas grandes y una chiquita, do-cena de sillas, otra mesa redondainglesa

Dos cajas con ropa de vestir

Un escaparate grande de ce -dro con har tos papeles

Tres cajas con ropa

Escaparate de madera labra -da, con llave, alacena conropa, 3 cajas con ropa, caji llas

Una caja grande, 4 cajas con laropa blanca y de color de laesposa

Caja cerrada de a tercio

Caja grande con libros maltra-ta dos, petaca con ropa, baúl,cajas

Caja con ropa

Caja de cocobo lo

Baúl con gavetas extranjeras,caja de cedro, varios escrito-rios, baúles y cajas

Continuación...

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Nombre y año Bufetes, mesas, sillas Baúles, cajas, etc.

Dionisio Clemente de la Balza(platero), 1745

Doña Rafae la de Arro yo y Már-ques (esposa de oidor difunto),1750

Petra de Abrego (vecina),1745

Juana María de Abrego(vecina), 1745

Don Juan de Miguelesterona,1750

Pablo de Laguna (maestro he-rrero y pulpero), 1774

Ramón de Carvajal (goberna-dor), 1782

Juan de la Cruz Pérez (rico co-merciante), 1816

Media docena de sillas doradas,dos mesas grandes, la una concajón, 4 taburetes de palo

Mesita redonda con pies tornea-dos, 2 mesas de vara y media, 6sillas forradas, 6 banque tas depie torneado para asien to

Tres sillas, una mesa grande, dossilletas

Dos mesas de comer, una grandey otra mediana, un escaparatitode 3/4 de alto con cinco platosde Curazao, dos sillas, dos sille-tas, tres mesitas de estrado, unapapelerita de vaqueta

Dos cajones grandes con dos«medio cuerpo de escritorio», unescritorio de dos cuerpos

Una papelera, 3 mesas, 4 sillas demedia vida

Una mesa de pies torneados, 60taburetes a la española, variasmesas chicas y grandes, mesitade palillo, silla poltrona, mesallana para convites, taburete a lainglesa, canapé torneado y talla-dos los pies y conchas de talla, 3taburetes llanos

Una mesa grande inglesa de do-blar, cómodas de Lima, canapéde caoba forrado de zaraza, bu-taques, taburetes del país, cómo-das de Guayaquil, cómodas delpaís, mesa de comer sin cajón

Un baúl

Cuatro cajas, armario con llavey 2 gave tas

Caja de 3 goznes con su llave,cajoncito, baúl grande forradoen vaqueta de Moscovia

Varias cajas

Baúles de ropa

Baulito de mesa, otro dehojalata pintado

Un cajón grande con goznesy cerradura, otros cajones ycajitas

No se mencionan

Continuación...

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1172 X Cultura material y vida cotidiana

Nombre

Antonio Peinado de Aguirre,contador, 1542

Fernando de Silva (vecino rico),1607

Contador Juan Pérez deLezcano, 1615

Oidor Juan de AlvaradoBracamonte, 1628

Pedro Vélez de Guevara(vecino rico), 1634

Doña Isabel Franco de Lara.Dote, 1634

Dote de doña Vitorina deSalinas y Zúñiga, 1636

Juan de León Escobar(empresario), 1637

Doña Catalina Franco de Lara.Dote, 1638

Camas

Cama dorada gran de, cama deruan con 4 lienzos, colcha blancade Holanda, 4 sábanas de ruan,delantera de cama labrada deazul, colcha de fustán

«Cama de campo dorada con suscortinas y demás aderezo de da-masco y terciopelo carmesí».Cuatro colchones

No se menciona

Una cama de gra na di llope queña, toldo de ruan

Ocho doseles de tafetán carmesíy amarillo con 150 varas, cama degranadillo de dos cabeceras, 4 sá-banas de ruan, 4 almohadas consus acericos de ruan de cofre

Cama entera de damasco carmesí,sobrecama y sobremesa con ce-nefas de brocado en 900 pesos.

Cama dorada con corti nas de ta-fe tán doble, de lan tera vieja decama

Dos sábanas de ruan de cofre,cinco sábanas de ruan, 4 almo-hadas y 4 acericos de ruan y susfundas de tafetán carmesí, doscolchones de ruan

Otros

Un virginal comprado en 32ducados

Dos vihuelas, un libro, un alam -bique, silla de brida, aderezode mula de terciopelo

Un oratorio con su tabernáculo;«una colgadura de guadame-cíes usados», «un mapa grande»,«6 cojines de terciopelo carmesí»para el estrado

Una alfombra grande, 4 cojinesde tafetán y/o terciopelo, unaalfombrilla, una esterilla de junco

Una pie dra de bar be ro chica

No se mencionan

No se mencionan

Tres corti nas de sillas carme sí,2 petates de estra dos raídos

II. Mobiliario y menaje en casas de vecinos:camas y otros, inventariado en embargos,

dotes, testamentos, etc.

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Nueva historia general de Panamá X 1173

Nombre y año Camas Otros

Lucas Rome ro Parrilla (altofuncionario), 1676

Francisco de Medina, oidor,1697

Jo seph de la Rañeta(gobernador), 1704

Pedro de Peñare don da, 1704

Juan Álvarez de Valcárcel (altofuncionario), 1710

Diego Pérez de Guada muz(capitular), 1710

Joseph Gómez de los Elgue ros(comerciante y capitular), 1710

Antonio de Echeverz (ricocomerciante y funcionario), 1710

Luis Infante de Lara. AlférezReal, 1710

Gabriel Le guía (comerciante),1716

Tomás García de Roiz.Castellano de Portobelo, 1716

Dos hamacas, una «cor ti na de untapete afelpada por antepuerta»,un tapete, un petate, dos cajascon sába nas, un pabellón y doscol cho nes

Una «cuja» de cocobolo torne-ada con sus cortinas, rodapiés deraso listado y colgadura de cielode seda, de 150 pesos; una ha-maca de algodón

No se mencionan

Cama de madera de Por tu galcon cortinas de chamelote lista do

No se mencionan

No se mencionan

No se mencionan

No se mencionan

Una cuja de cocobolo desarmada

Cama de vien to con su toldo detafetán

No se mencionan

Una tinaja pequeña con su pie -dra, otras dos tinajitas, piedrade destilar con armazón

No se mencionan

Vajilla esmaltada de azul y blan-co que parece cobre, reloj decam pa ni lla con cor dón y pesa,va rios libros, 6 pocillos de Chinablancos encalados y 8 pintadosde colores, cortina en car na da detela, farol de vidrios, velachos devidrio, 2 man teles

«Mesa de trucos»

Aguadu cho con piedra dedesti lar

Aguadu cho o tina je ro de cedrocon pie dra de desti lar

Tinajero con piedra de desti lar,tina o canoa de ba ño, 6 coji nesde estra do

Una alfombra y 4 cojines parael estrado, un cuadro maltra-tado de San Francisco

Dos tinajas de barro. Tinajerocon su piedra

Doselito con cruz de Jeru sa lén

Tinajero de madera, 2 lebrillosde barro, 12 platos de peltre, 2platones de peltre, paila decobre grande en cocina

Continuación...

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1174 X Cultura material y vida cotidiana

Nombre y año Camas Otros

Juan de Salvatierra(comerciante), 1717

Juan de Be rroa (funcionario),1723

Cristóbal Robina (comerciantey negrero), 1745

Dionisio Clemente de la Balza(platero), 1745

Doña Rafae la de Arro yo yMárques (esposa de oidordifunto), 1750

Petra de Abrego (vecina), 1745

Juana María de Abrego(vecina), 1745

Don Juan de Miguelesterona,1750

Pablo de La gu na (maestroherrero y pulpero), 1774

Mateo de Izaguirre, conde deSanta Ana, (rico comerciante yadifunto), 1777

Tres sábanas blan cas, col chablan ca de confi tillo, colchón pe-que ño, almohada, cuna de ban-cos , cajita pequeña de bancos

No se mencionan

Colgadura de cama de angaripo-las, colgadura de cama blanca,un catre con cortinas blancas

Cuja de cocobolo

No se mencionan

Cuja armada con sus cortinasviejas, colchón y almohada

Una cajita de cocobolo con sucielo pintado, un colchón con suacerico, hamacas, cortina con sucenefa de angaripola, un petate

No se mencionan

No se mencionan

No se mencionan

Cuatro platillos de peltre

Tenedo res, cucharas

Tinajero de madera con su pilay tinajas

Tinajero con su paparote ytinaja

Tinajero de 4 co lum nas,torneado

Un tinajero

Dos guitarras (una grande yotra chica), un tinajero con ti-najita con tapadera, una tinajacon su banco y tapadera, uncandelero de bronce, un candilde barro, 4 vidrios, 3 espejos(dos pequeños y «uno másgrandecito»)

Cajón con reloj y cajoncito conreloj de mesa; «un cajón conuna araña de vidrio del home-naje en su casa»

Dos fana les de mesa

De Jamaica: reloj de sala de 100pesos, fanales de colgar, 53 do-cenas de loza, 5 platillos deloza, 15 teteras, 10 lecheros, 18guardabrisas de mesa (casitodo para vender)

Continuación...

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Otros menajes típicos

nuestro próximo ejemplo son las dotes que otorgó agustín Franco en 1633y 1638, respectivamente, en favor de sus hijas doña Isabel Franco de Lara y doñaCatalina Franco de Lara. Franco era alguacil mayor de la ciudad de panamá, uncargo de primera importancia, y tenía una gran fortuna calculada en 350,000pesos. ambas dotes eran por 10,000 pesos de ocho reales, entonces una sumaconsiderable. La primera incluye ocho esclavos de ambos sexos, el derecho aocupar por dos años una casa de ladrillo que tenía frente a la plaza Mayor depanamá y con un valor de tal vez 6,000 pesos (rentaba, al 5%, 300 pesos anuales).una escritura de obligación por 1,634 pesos. un gran número de joyas de oro,esmeraldas, perlas, trajes lujosos, jubones, sayas, camisas, enaguas, mantos, há-bitos de chamelote. el menaje para la casa incluía lo siguiente. ocho doseles detafetán carmesí y amarillos con 150 varas, evaluados en 225 pesos y a 12 realesla vara. una cama de granadillo de dos cabeceras evaluada en 30 pesos, comoya mencioné antes. Cuatro sábanas de ruan tasadas en 24 pesos. dos cajas gran-des de cedro con sus llaves evaluadas en 60 pesos. una arca de vaqueta de Mos-covia de 25 pesos. dos baúles de lo mismo y a igual valor. un escritorio dealemania y una cajita de costura, de 35 pesos. Cuatro almohadas con sus acericosde ruan de cobre, de 16 pesos.

La dote para su hija Catalina Franco de Lara, incluía parecidos artículos.pero el listado de bienes del menaje era más reducido. dos sábanas nuevas deruan de cofre, de 20 pesos. ocho sábanas de ruan también nuevas, de 50 pesos.

Nueva historia general de Panamá X 1175

Nombre y año Camas Otros

Ramón de Carvajal(gobernador), 1782

Juan de la Cruz Pérez (ricocomerciante), 1816

Dos camas de cocobolo tornea-das, una cama grande caoba concajón, 5 camas de viento, 1 catrede camino, 3 catres de banquillo,cenefa de estrado, 2 camas depellejo forrado para criados

Hamacas

Tres jaulas para loros, bancos detinajas, aparadores decoradospara jarros, tinajeros para piedrade destilar, alacenas triangula-res, alacena triangular para vasoinmundo, cajilla para lo mismo,tablillas ondeadas para cortinasen entrepuertas, 6 cornisas o pe-destales de caoba para poner fa-nales o guardabrisas

Araña de cristal, guardabrisas,cilindros de cristal, candelerosde cristal, orinal de cristal, tazasgrandes moradas de cristal

Continuación...

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Cuatro almohadas y cuatro acericos de ruan de cofre nuevos y sus fundas de ta-fetán carmesí, de 40 pesos. dos colchones de ruan nuevos, de 50 pesos. Se trata,como se ve, de telas muy caras. en un listado de mercancías de 1571, una varade ruan de cofre valía dos pesos, una vara de tafetán, a 1½ pesos a 2 pesos; unavara de terciopelo, a siete y ocho pesos; una vara de paño de «belarte», otro tanto;una vara de raso, cuatro y cinco pesos, lo que indica que las telas finas fueronsiempre un lujo23. La dote contenía además dos cajas de cedro nuevas, con suscerraduras, de 20 pesos. a diferencia de la primera dote, esta no incluía muebles.en ninguna de estas dotes se hace mención a pinturas. ¿tal vez porque en unatransacción que era eminentemente económica, como lo era la dote, y sobre todoen dotes que eran tan ricas, no valía la pena incluir bienes que no se considerabanuna posesión valiosa?

en un testimonio que hacía mención a los bienes de agustín Franco en 1624,cuando viaja a españa para invertir más de 80,000 pesos en mercancías, se des-cribe el menaje de su casa, que era de ladrillo y conocida como la «Casa delduende», con «escritorios, colgaduras, sillas, camas, bufetes, láminas, cuadros,sobrecamas y sobremesas y otros adornos de casa», indicando de esa maneraque su vivienda tenía todos los lujos correspondientes a un hombre de su cate-goría. esta breve lista indica lo que se consideraba un mobiliario y menaje apro-piado para un rico.

para la misma época se embargaron en portobelo los bienes de don pedroVélez de guevara, fallecido en 1634 dejando varios acreedores. Fue para pagarle

a estos que se pro-cedió a hacer el em-bargo. el menaje desu casa contenía losiguiente. una camade granadillo peque-ña, dos cajas de ce-dro, una frasqueravieja con tres fras-cos vacíos, ocho si-llas bajas de Casti-lla, dos bufetes decedro, «uno con unasobremesa de cue-ro», ocho sillas, una«prensa de maderade prensar mante-les», un «baúl viejoque no es de pro-vecho, vacío», «una

1176 X Cultura material y vida cotidiana

Teja y ladrillos encontrados en Nombre de Dios probablemente llevadosdesde Cartagena.

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piedra de barbero chica, nueva», siete mosquetes y cuatro arcabuces, seis paresde frascos, «todo viejo y casi de ningún provecho», cinco «retablos usados quedicen son cinco sentidos», un negro esclavo que era tambor, y una batea. tambiénse embargó un toldo de ruan, tal vez usado para tienda durante las ferias porto-bele ñas. el 18 de junio de 1635 se remataron los bienes. por la cama de granadillose pagaron 22 pesos. por los dos bufetes y las ocho sillas se dieron 22 pesos. porla batea, 5 pesos. por los cinco cuadros o «retablos» se pagaron 6 pesos.

en 1676, cuando recién se había fundado la nueva panamá, se embargaronlos bienes del capitán Lucas romero parrilla, tesorero de real Hacienda y ma-yordomo de la cofradía de la Inmaculada Concepción en el convento de SanFrancisco. Los testimonios que acompañan este embargo contienen valiosa in-formación sobre las costumbres de la época (fiestas, devociones, ceremonias re-ligiosas, representaciones teatrales, duelos, aplicación de la justicia), y uninteresante repertorio de obras de arte religioso y de diversos objetos materiales.Me permitiré resumirlos.

el domingo 19 de junio de 1676, con ocasión, al parecer, de la fundación delconvento, se colgaron por iniciativa de romero parrilla, varias «pinturas nuevas

Nueva historia general de Panamá X 1177

Distintos objetos de metal para uso doméstico, donde hay piezas de candelabros, mazos para mor-teros, candiles, piezas de cerraduras, muebles y puertas.

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y otros adornos muy singulares». Sobre unas andas también nuevas se colocó«la Santísima Virgen, muy primorosa y adornada de flores y ramos». en la nochede la víspera «hubo maitines solemnes de la música de la catedral y [...] muchosfuegos al otro día». Luego hubo misa pontifical por el obispo, con asistencia dela real audiencia. «Siguióse a esto dos comedias que se representa ron durantecuatro días, dos para los hombres y dos para las mujeres, tan bien vestidas y re-presentadas que todos quedaron sumamente gustosos y pudieran haber lucidoen Madrid». Luego hubo toros, y mañana y tarde «muchos alanceadores de acaballo y de a pie y dieron muy lucidas lanzadas y mataron muchos toros».

todo esto fue or-ganizado por romeroparrilla. pero cuandoel último día de toros,bajo su dirección seservía a los miembrosde la audiencia «el re-fresco de colación, bar-quillos y panes de rosay bebida fría» (un tes-timonio habla de «chi-cha»), el capitán donraymundo de atondo,que estaba acompa-ñado de otros milita-res, «cogió una de lasfuentes con panes derosa y la arrojó a la pla-za con fuente y todo ylo mismo hicieron losdemás con las que que-daron». otro pateó «elgarrafón en que iba labebida y lo echó del tablado abajo» y a coro le gritaron a romero, «cabronazoladrón, y otras afrentas». Como consecuencia, el afrentado retó a atondo y aldía siguiente se batieron a duelo en un platanar que había detrás de punta pai-tilla, donde el capitán murió de una estocada en el pecho. romero fue senten-ciado «en rebeldía», el 5 de junio de1677, a pagar una multa de 4,000 pesos de aocho, y a «ocho años de destierro preciso, a diez leguas en contorno de panamá».La sentencia fue dictada por la audiencia, integrada por el presidente alonsoMercado de Villacorta, los oidores licenciados Sebastián de Velasco, FernandoJiménez paniagua y el doctor nicolás Matías del Campo y de Larrynaga.

1178 X Cultura material y vida cotidiana

Lebrillo de bronce encontrado en el Camino Real con diseñode rosas. El primero que lo encontró lo halló doblado, lo abrióy usó para lavar oro, de ahí su estado de deterioro.

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a romero parrilla se le embargaron «las casas de su morada», «trece pasesal temple» (pintura a base de clara de huevo sobre madera), un cuadro de laInmaculada Concepción, tres cuadros pequeños con marcos dorados, tres ta-buretes viejos, seis sillas, dos bufetes, una frasquera, una piedra de destilarcon su armazón, una tinaja pequeña con su piedra, otras dos tinajitas, dos ha-macas, una «cortina de un tapete afelpada por antepuerta», un tapete, dos cajascon sábanas y ropa, un pabellón y dos colchones, una petaca vacía, dos baúlesviejos, un petate «de los Valles [del perú]» ropa de vestir y otros artículos deuso personal24.

nuevamente llama la atención que, tratándose de un funcionario de cate-goría como sin duda lo era Lucas romero, el menaje fuera tan parco. por des-gracia la documenta ción no trae las sumas que se pagaron por el remate delembargo. La principal posesión era obviamente su propia casa. Sin embargo, nodeja de sorprender el gran número de pinturas que colgaban en su casa: el totalhacía 17, lo que parece confirmar una tendencia que ya se observa en panamádesde principios del siglo XVII, a saber, la abundancia de cuadros, lienzos y gra-bados como parte del decorado interior de los hogares de la élite.

otro inventario que debe mencionarse es el del teniente general y goberna-dor de portobelo Joseph de la rañeta en 170425. es decir, otro alto funciona riodel gobierno. en este inventario hay varios escritorios, que entonces tambiéneran conocidos como papeleras. Se trata, al parecer, de bargueños o de arquime-sas, ya que en inventarios peninsulares estos también eran entonces conocidoscomo papeleras y que consistían en un arca subdivida en cajones sobre unamesa, de ahí el nombre de arquimesa, que es una derivación del bargueño. elbargueño propiamente era un mueble típicamente español, de origen morisco,en forma de cofre cuadrangular con asas en los costados y tapa abatible. Se ca-racterizaba por la variedad de sus cajones y gavetas, a menudo delicadamentetallados y de seductora belleza.

Llama la atención el gran número de sillas del inventario, pero esto es com-prensible por la abundancia de visitas que debía atender el gobernador. toda suropa cabía en una caja grande, una cajilla y varios cajones. Sus grandes lujos sonun «reloj de campanilla con cordón y pesa», algunos libros, una cortina encar-nada y dos cuadros, uno de nuestra Señora de La Concepción, entonces demucha veneración en panamá, y un retrato del rey.

Los libros eran los siguientes. uno de cuartillas de aritmética titulado El do-rador contador. un tomo de Comedias de Calderón, maltratado. un misal romancemaltratado. tres tomos de la Historia de Farnesio. Cuatro tomos de la Recopilaciónde las Leyes de Indias. otro tomo a folio rotulado Después de Dios la obligación. estoslibros fueron rematados en poca cosa. el tomo de Calderón se remató en solo unpeso. el misal en 5 pesos. Los libros restantes se remataron en 25 pesos. el pro-medio es de 3 pesos por tomo.

Nueva historia general de Panamá X 1179

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Las tres pinturas del inventario fueron rematadas por solo 16 pesos. para lailuminación de su casa de la rañeta tenía un «farol de vidrios», aunque algunosestaban quebrados. para uso de mesa tenía una vajilla esmaltada en azul yblanco, y menaje de platería de cierto valor. todos sus bienes, incluyendo losmateriales para una casa en construcción, se remataron en algo más de 5,000pesos.

a un capitán, pedro de peñaredonda, también en 1704, le embargaron en sucasa 2 bufetillos de cocobolo y una silla de mano «con vidrieros». el trabajo deuna madera dura como el cocobolo supone el manejo de herramientas sofistica-das de ebanistería, así como una mano de obra relativamente calificada. doscuadros de mediano tamaño, de una vara de alto, adornaban las paredes de sucasa. Sus libros: tres tomos de Historia general de España, un tomo de Crónica depríncipes de Asturias, un tomo en cuarto de Espejo de bienhechores, otro tomo deEn panes y desenga ños. una biblioteca poco impresio nante. Su cama «de maderade portugal», también con cortinas, confirma nuevamente la importancia de estemueble. el modelo de cama portuguesa, de talla muy elaborada, solía ser depostes y balaústres torneados en forma de columna salomónica, que se popula-riza hacia finales del siglo XVII.

El transporte urbano

Los hombres de la élite solían desplazarse por las calles de la ciudad a pieo a caballo. Sin embargo, también contaban con sillas de mano, coches y calesas.Las sillas de mano eran una solución práctica para transportar a las damas, sinser vistas, cuando iban de visita o a la iglesia. el recato femenino era parte delas costumbres de la época y de esa manera se evitaban rumores. pero tambiénse usaban sillas de mano para ocultar a algún prisionero de postín, como sucedió

1180 X Cultura material y vida cotidiana

Fragmento de cota de malla del siglo XVI, encontrada en Nombre de Dios. Colección de NicolásLiakópulos Falcón.

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cuando el capitán Meneses condujo preso a Juan pérez de Lezcano en 1615. tam-bién cuando se transportó a una muchacha de apellido tapia que fue conducidaapresuradamente para desposarla con su novio moribundo en 1644. en amboscasos se quería evitar que el vulgo les reconociera.

algunas sillas de mano tenían ventanas con vidrieros, como la de pedro depeñaredonda. Las demás probablemente tenían cortinas o visillos, para preser-var la identidad del ocupante. Las pocas que se han conservado en otras partesevidencian que solo tenían cabida para una persona. dadas sus características,estas sillas de mano eran transportadas sobre los hombros de criados o de escla-vos. La silla se apoyaba en dos palos largos medianamente gruesos y probable-mente bastaba que un solo cargador fuera al frente y otro atrás. La del fiscalBracamonte, forrada en «vaqueta de Moscovia», fue construida en panamá.

también la élite tenía coches y calesas. estos eran carruajes más lujosos ycaros, que necesitaban de animales de tiro y de un esclavo especialista para quelos condujera. el coche probablemente requería de varias mulas, aunque las ca-lesas, a juzgar por la del obispo Llanas y de antonio de echeverz en 1695, solonecesitaba de una. tampoco se sabe si estos vehículos eran hechos en el propiopaís o se importaban, aunque el coche del gobernador ramón de Carvajal fueobra del «maestro mayor de carruajes Joseph de rivas», un profesionista local.Siendo el coche un transporte de mayor entidad, probablemente era más bienpropio de las principales autoridades del reino, como los presidentes, o el visi-tador general del reino Juan antonio de avello y Valdés, que lo usaba para tras-ladarse aún en trechos tan corto como el que distaba entre las Casas reales y elCabildo. Cabían en el coche, además del visitador avello, los ministros de la au-diencia y el escribano de la Visita, Juan de la Vera tirado, lo que da una idea delespacio interior del vehículo26.

Las descripciones de calesas no suelen ser detalladas. pero si consideramosque estos medios de transporte constituían instrumentos de ostentación de unasociedad tan necesitada de la apariencia, puede suponerse que no dejarían deexhibir lujos y detalles decorativos. La calesa del oidor Francisco de Medina en1697 tenía cortinas de damasco y almohadas, lo que evidencia un decoradohecho con esmero. Fue evaluada en 400 pesos, pero cuando se embargó, fue re-matada en 325 pesos. La calesa de echeverz con su mula costó 300 pesos y debíaser conducida por un esclavo «calesero», que a echeverz le costó 500 pesos. total:800 pesos, no obstante la calesa ya era «vieja». La del obispo Llamas, que llegaa panamá en 1715 y muere repentinamente el 10 de abril de 1719, es descrita porel tasador nombrado para evaluarla, capitán Joseph antonio de Belando, de lasiguiente manera:

una calesa con tableros de madera pintada al óleo azul con flores de orosobre el dicho campo, con sus cortinas de lienzo pintadas de dicho color azul yflores de oro con advertencia que dos pilarillos de ella están muy maltratados27.

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La tasó en 300 pesos de ocho. La «mula de servicio de ella, con su freno» latasó en 30 pesos. total: 330 pesos. nos aclara que la mula estaba enferma de«aguada en los pechos y necesita prolija curación», de manera que cuando sa-nara costaría más. Con tales lujos y exquisiteces, obviamente se trataba de unmedio de transporte reservado a los muy acomodados. Se desconoce el preciodel coche que perteneció al presidente Vivero, pero debió ser muy caro porquepara poder comprárselo tres oidores tuvieron que crear un fondo común.

1182 X Cultura material y vida cotidiana

El transporte urbano en la ciudad de Panamá

Nombre del propietario y año Transporte

Capitán Tomás de Meneses, 1615 Silla de manos (en la que llevó preso a J. Pérez de Lezcano)

Capitán Juan de Almonte, 1625 Coche (donde paseaban e iban a fiestas las familias de Juande la Fuente Almonte, padre e hijo, y Francisco de Almonte,sobrino de aquel, y del oidor Gerónimo de Herrera)

Presidente Rodrigo de Vivero y Un coche (comprado luego «a tercias partes» por dos oidoresVelasco, 1622-1627 y el fiscal Bracamonte)

Oidor Juan de Alvarado Silla de mano de vaqueta de MoscoviaBracamonte, 1628

Depositario general Tomás Silla de mano (para transportar a una hermana del padre, de Quiñones, 1644 licenciado Juan de Tapia, para desposar al moribundo

Esteban Franco)

Visitador general Juan Antonio Un cochede Avello y Valdés, 1660

Capitán Antonio de Echeverz Una calesa y una mula, evaluadas en 300 pesosy Subiza, 1695

Oidor Francisco de Medina, 1697 Una calesa con cortinas de damasco, almohadas y mula reciaya vieja, evaluadas en 400 pesos. Se remató en 325 pesos

Pedro de Peñaredonda, 1704 Silla de manos con vidrieros

Juan Álvarez de Valcárcel, 1710 Una calesa con sus adherentes de silla y demás necesariopara rodar

Antonio de Echeverz y Subiza, 1710 Una calesa vieja

Joseph Gómez de los Elgueros, 1710 Una calesa armada con su mula

Obispo Juan Joseph de Llamas, 1719 Una calesa con tableros de madera pintada al óleo azul [...] con cortinas de lienzo de color azul y flores de oro. Tasadaen 300 pesos. La «mula de servicio de ella, con su freno» setasó en 30 pesos

Gobernador Ramón de Carvajal, 1782 Un coche

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Los coches eran tal vez más usados por las mujeres que por los hombres,como lo sugiere un episodio de 1625 referente a las fiestas que realizaba la familiaalmonte. también los coches eran usados por las mujeres «para pasear». pro-bablemente el paseo preferido era la calle de la Carrera, bordeando la playa, lamás extensa de la ciudad y flanqueada por las casas más costosas y los comerciosmás opulentos.

procedente de Italia, la moda del coche había sido introducida en españa afines del siglo XVI, pero fue durante el siglo XVII cuando se desató una verda-dera pasión por este aristocrático medio de transporte en la sociedad española,a juzgar por los escritos de Quevedo (Sátira a los coches) y Calderón (que censu-raba a las mujeres que en sus coches «hacían la rúa»)28, y por la gran cantidadque existía en ciudades como Madrid o Sevilla. en esta última, se calculabanpara el año 1640 más de mil y en 1680 más de dos mil, aunque estas cifras pare-cen exageradas29. en el primer caso, cuando todavía la decadencia de Sevilla aúnno se había declarado, la relación era de un coche por cada 120 personas.

Como la información referente a panamá es muy fragmentaria, resulta difícilsaber cuántas sillas de manos, coches o calesas habían en un momento dado.pero si consideramos que en muchos aspectos la sociedad panameña era una ré-plica en pequeño de la española, probablemente también eran abundantes. talvez sumadas las sillas de mano, las calesas y los coches, se contaban por docenas,aunque esto es por supuesto especulativo. Si la relación era como la de Sevillaen 1640 podría haber hasta 50 coches, aunque considerado el tamaño de la ciu-dad esta cantidad parece excesiva.

Nueva historia general de Panamá X 1183

Turquesa de bronce para hacer moldes de balas de distintos calibres, encontrada en Portobelo.Colección de Nicolás Liakópulos Falcón.

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Los espejos

Mención aparte merecen los espejos. Hay tempranas referencias a espejos«de indios» en 1575 a 5 reales la unidad30, y a espejos introducidos en las flotasde galeones, como en la de 158631. pero los primeros debían ser de metal, ma-nuales y de pequeño tamaño, y los segundos probablemente de figura semies-férica o abombados, no superiores a un pequeño plato, ya que todavía en esaépoca no se dominaba la técnica del azogado para los espejos planos y de mayortamaño32.

para mediados del siglo XVII la presencia del espejo empieza a ser comúnen la decoración de los interiores domésticos de europa, como se evidencia enlos cuadros de algunos maestros de la pintura. en panamá los espejos solo em-piezan a mencionarse en los manifiestos de embarques o en inventarios perso-nales a partir de principios del siglo XVIII, aunque es probable que ya se habíanintroducido desde fines del siglo XVII, sino antes. no obstante, si nos atenemosa los manifiestos e inventarios conservados, es a principios del siglo XVIIIcuando el espejo ingresa con insistencia en los ambientes domésticos paname-ños. a esto pudo contribuir la presencia de grandes barcos mercantes francesesque aprovecharon la alianza entre Francia y españa durante la guerra de Suce-sión (1700-1713) para llenar el vacío comercial que este conflicto había creadoen las colonias españolas. Siendo Francia, como veremos de inmediato, la granpotencia europea que acababa de despegar con la producción de espejos, era deesperarse que en dicho comercio no faltara esta exótica novedad.

Lo cierto es que el primer inventario conocido que menciona espejos en pa-namá corresponde al alto funcionario Juan Álvarez de Valcárcel, quien tenía «unespejo grande con marco de cocobolo». el siguiente inventario con espejo es elde otro funcionario, el próspero mulato Juan de Berroa en 1723, quien tenía dosespejos de tres cuartas (unas 24 pulgadas) con guarnición dorada. ambos espejosseguían la moda de enmarcado de entonces, es decir, o bien marco de maderasfinas o dorados.

dada la complejidad de la producción de los vidrios y espejos, esta era unaactividad que solían reservarse privativamente los estados. de Venecia la tec-nología del azogado pasó a Francia, que empieza a dominar la producción (y elmercado) a partir de 1666, y de allí se extendió al resto de europa. Los de Veneciase reembarcaban desde Marsella para españa y probablemente de allí tomabanrumbo a américa. en españa la primera fábrica estatal de espejos y cristales seestableció con tecnología alemana en La granja, en las sierras cercanas a Madrid,pero esto no ocurrió hasta mediados del siglo XVIII33, de manera que cualquierespejo inventariado en panamá antes de esa fecha debía tener otro origen, másprobablemente francés si entre 1700 y 1710, o inglés, si después de 1714: antesde 1713, cuando Francia, como ya se dijo, dominaba el comercio americano du-rante las guerras de Sucesión (1700-1713) y entre 1714 y 1739, cuando Inglaterra

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abrió su agencia negrera en panamá, como también se mencionó antes, si bienque, gracias al contrabando, Inglaterra siguió dominando el mercado panameñoincluso después de la guerra del asiento que estalla en 1739 y de la subsecuenteclausura del sistema de ferias y galeones.

para fines del siglo XVII, en Francia solo se habían producido tres espejos deentre 80 y 84 pulgadas de largo, pero generalmente no excedían de 40 a 60 pul-gadas. Hacia 1770 los modelos de espejos más comunes «miden un pie», escribeuna especialista34; sin embargo Juan de Berroa tenía dos espejos que medían al-rededor de 24 pulgadas, el doble que los «comunes», es decir medianos. La cla-sificación de espejos «grandes» debía ser pues de 24 pulgadas o más; en cuyocaso en esa categoría debiéramos situar tanto el de Álvarez de Valcárcel como losdos de Berroa. Hasta 1715, conforme a 500 inventarios, solo un 10% de parisinostenía espejos superiores a las 20 pulgadas; esta proporción aumenta al 25% perosolo en 1750, cuando ya empiezan a abundar las casas con más de un espejo35.

en panamá, para la primera década del siglo XVIII debía ser más frecuenteencontrar solo pequeños espejos de adorno o de mano. en 1704 se hizo un em-bargo exhaustivo en portobelo a Joseph de la rañeta, gobernador titular de estaciudad y varias veces gobernador interino del reino de tierra Firme; pero en elrico y variado repertorio de sus bienes solo se encontraron «un espejillo» comoelemento decorativo en una caja, y «un espejito de mano forrado de zapa»36. almismo tiempo, también en portobelo se embargaron los bienes del capitán pedrode peñaredonda y ampuero, cuyo rico menaje sugiere un hombre refinado ypróspero, pero no tenía ningún espejo37. La misma situación se observa en otrosinventarios contemporáneos. poco después, como acabamos de ver, empiezan ageneralizarse los espejos y por lo menos desde 1710 encontramos algunos «gran-des» o «de cuerpo».

pero es que en europa occidental (y verosímilmente también en la américacolonial), desde mediados del siglo XVII y a lo largo del XVIII, hubo un verda-dero furor por los espejos, que se convierten en la gran pieza decorativa de lascasas aristocráticas y poco a poco también de las casas burguesas. durante elsiglo XVIII se puso de moda en europa decorar las paredes de las casas con es-pejos de diversos tamaños, que acaban desplazando a los tapices y los cuadros(de la misma manera que la porcelana desplaza poco a poco las vajillas de plata,y por supuesto también las de loza, y las cómodas a los arcones y baúles).

tengo razones para creer que el mismo fenómeno se experimentó tambiénen panamá. en 1750, en su último cargamento, llevado de Jamaica, que condujoa panamá el mercader don Juan de Miguelesterona, llevaba entre otras muchascosas, cuatro cajones grandes de espejos y uno mediano, además de dos cajonesgrandes con dos «medio cuerpo de escritorio», un escritorio de dos cuerpos, va-rios baúles de ropa; un cajón con un reloj grande (probablemente de pie) y uncajoncito con reloj de mesa; y «un cajón con una araña de vidrio del homenajeen su casa». Miguelesterona importaba a panamá, donde residía, sobre todo de

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Jamaica, a la que viajaba con frecuencia y que era un pródigo trampolín tropicalpara la manufactura británica. Murió repentinamente en 1750 y no dejó testimo-nio escrito. pero se hizo un detallado registro de los bienes que se le encontraronen sus bodegas, y en su juicio testamentario se tomó nota de las guías de cargasmulares de Cruces a panamá de su último cargamento, supervisado por donpedro Joseph de gamboa, su sobrino, albacea y heredero. Como se puede notar,ya se importaban cantidades relativamente grandes de espejos y empezaba aaparecer un nuevo lujo: las arañas de vidrio para alumbrar las casas. esta araña,como consta en la guía, era para la propia casa de Miguelesterona38. este carga-mento podría sugerir que para mediados del siglo XVIII, los espejos eran cadavez más frecuentes en el decorado doméstico de las casas panameñas. así pare-cen confirmarlo los casos siguientes.

en 1772 pablo de Laguna, un maestro herrero portobeleño, dueño ademásde pulpería, tenía cuatro espejos con marcos dorados, «los dos mayores, y otrosdos pequeños»39. este caso es muy elocuente ya que se trata de un herrero, node un alto funcionario o de un próspero comerciante, lo que sugiere que para

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Espejos en casas panameñas del período colonial

Nombre Año Descripción

Joseph de la Rañeta, gobernador 1704 Un espejillo empotrado en una caja; unespejito de mano forrado en zapa

Juan Álvarez de Valcárcel, alto funcionario 1710 Un espejo gran de con mar co de coco bo lo,otro mediano con marco negro

Antonio de Echeverz y Subiza, 1710 Dos espejos pequeñosrico comerciante, alto funcionario

Tomás García de Roiz, castellano 1716 Un espejo pequeño con marco de maderaen Portobelo

Juan de Be rroa, funcionario 1723 Dos espe jos viejos de tres cuar tas, con suscoronillas doradas

Cristóbal Robina, comerciante, 1745 Espejos grandes de Londresnegrero, funcionario

Juan de Miguelesterona, cargamento de 1750 Cuatro cajones grandes de espejos y comerciante procedente de Jamaica uno mediano

Pablo de Laguna, maestro herrero, 1774 Dos espe jos dora dos grandes y dos chicospulpero, Portobelo

Juan de la Cruz Pérez, rico comerciante 1816 Cuatro espejos con marcos dorados, dosespejos pequeños

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fines del período colonial virtualmente casi cualquier familia de mediano pasarpodía tener varios espejos (como en parís) y que la moda de decorar las pare-des con espejos (en sustitución de las pinturas) ya empezaba a imponerse enpanamá.

en 1768 una carga de mula descargaba en panamá un cajón y una canastade espejos40. esta escena, que ya era presenciada desde los tiempos de Migue-lesterona, debía ser para entonces una visión no infrecuente en una ciudad cadavez con más espejos. en 1788 Joseph de Ventura Soparda traía en 1788 de Jamaicados cajones con seis espejos, cada uno a 20 pesos, suma entonces no despreciable,ya que equivalía al alquiler mensual de una casa. Siendo comerciante, vecino ycasado en panamá, conocía bien el mercado local, de modo que debía saber queaun cuando eran caros no dejaría de encontrar compradores.

Pinturas y esculturas religiosas

La mayoría de los embargados tienen varios cuadros en sus casas y algunos,como Juan pérez de Lezcano, una cantidad sorprendente. pero llama la atenciónque todos tienen precios muy bajos –entre dos y tres pesos–, si lo consideramosa la luz de los estándares actuales. en la segunda mitad del siglo XVIII equivalíana dos jornales de un maestro de obra, es decir no mucho41. desde las primerasreferencias en los manifiestos de embarques de las ferias en el siglo XVI hasta fi-nales del período colonial, los criterios de valoración son generalmente los mis-mos. Se califican como «ordinarios» o «comunes» los que carecen de méritosartísticos, y por lo general se evalúan por el tamaño del lienzo: de una vara ycuarto (casi un metro); una vara (33 pulgadas o bien 84 centímetros); «dos ter-cios» (de vara) o 22 pulgadas; «un tercio», u once pulgadas, etc. Cuando el precioes alto: 12, 20 o más pesos, aun cuando no se indiquen sus dimensiones, se en-tiende que es una obra artística meritoria. en la flota para tierra Firme de 1589venían muchos cuadros de uno y dos pesos, y había algunos de 10 pesos, perono faltaban los de más de 70 y 80 pesos42. en 1599 el fraile guadalupano diegode ocaña afirma haber vendido en un remoto valle de la costa peruana, por unabarra de plata de 300 pesos, un cuadro de nuestra Señora que había pintado enpanamá43. pero este santo varón era muy dado a exagerar, aunque también cabeespecular, por una parte, que su obra era buena, o bien que era la única guada-lupe que se habría visto hasta entonces en aquel remoto rincón donde se compróy, para un comprador devoto con dinero, cualquier suma habría sido poca. detodos modos debió ser un caso excepcional.

pero es que aun comparándolos con otras manufacturas contemporáneaslos cuadros eran baratos. en 1704 una cortina encarnada se tasaba en seis pesos;un tomo en mal estado de las Comedias de Calderón se tasaba a un peso; un misalromano, en cinco pesos; doce sillas con asientos de suela, en cuatro pesos cadauna y seis taburetes a tres pesos la unidad. un escritorio usado valía seis pesos.

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pero vimos atrás que en la década de 1780, una mesa de escritorio nuevo impor-tado podía costar 30 pesos, una papelera 72 pesos 4 reales y cada escritoriogrande 200 pesos. Siete esclavos negros se tasaban en conjunto en 2,100 pesos ya 300 cada uno. nuevamente, en 1704, una batea se tasaba en seis pesos. un pla-tón de barro de Curazao a seis pesos. una libra de canela a seis pesos. una arrobade azúcar a tres pesos dos reales. en 1723, dos espejos con guarniciones doradasse evaluaban en 14 pesos; dos bufetes a 8 pesos cada uno. dos escritorios inglesesa 20 pesos cada uno. una escribanía, en 1788, a 16 pesos. tres escopetas a cuatropesos cada una. un frasquito pequeño a dos pesos. una caja de cocobolo a 10 pesos.Las sillas, a cuatro pesos, los taburetes a tres pesos. Los baúles hechos en arraijánvalían 6 pesos; lo mismo valía una batea «de la tierra» de una «vara de boca».es decir que sillas, taburetes, baúles y bateas hechas localmente valían lo mismoque un cuadro44.

pero tal vez lo más sorprendente es la diferencia de precios entre pinturasy espejos. Como veremos de inmediato, solo lienzos importados de un metrode largo evaluados a 12 pesos, o lienzos de gran calidad de un metro de largo–como una «dolores» de mérito artístico, tasado a 24 pesos–, valían lo que unespejo grande (de unas 22 a 24 pulgadas). Sin embargo, los lienzos de santos deuna vara de alto (unas 33 pulgadas) solo valían 4 pesos y medio y los «media-nos» o de «media vara» (entre 40 y 45 centímetros o unas 18 pulgadas), entre 2y 4 pesos. en cambio un espejo ya viejo, de unas 24 pulgadas, valía 14 pesos, esdecir, de cuatro a cinco veces más que un cuadro de a vara o de media vara res-pectivamente, y no digamos ya cuando se trataba de espejos como los que traíaVentura Soparda en 1788, a 20 pesos unidad, equiparables en valor solo a cua-dros de cualidades artísticas obvias. todo esto plantea una compleja problemá-tica: desde las meramente culturales o subjetivas en las que se percibe lavaloración que la sociedad hacía de ambos productos, hasta consideracionessobre la dificultad de la tecnología para la fabricación de los espejos y los costosy riesgos del transporte desde europa de un artículo tan frágil. pero este no eslugar para discutir tal asunto.

en panamá, al igual que en europa, la costumbre de adornar las casas delos ricos con cuadros, colgaduras y tapices estuvo muy extendida en el sigloXVII. en la casa de Juan pérez de Lezcano, como vimos, colgaban de las paredes57 lienzos al óleo, grabados y mapas, lo que constituye un número excepcional,aunque probablemente no era raro. en 1624 la casa de agustín Franco tenía,como vimos, varias «colgaduras». exquemeling, que llegó con el pirata Morgana panamá en 1671, dice expresamente que «todas las casas de esta ciudad [...]estaban ri camente adornadas por dentro, especialmente con cuadros (‘hangings’)y pinturas»45. en cuanto a pinturas, aun en lugares tan apartados y pobres comoel fronterizo Chiriquí, en 1726, a dos reos de la rebelión contrerista les embarga-ron varios cuadros que tenían en sus casas46. una de las pinturas era de Santiago,de madera, que se evaluó en tres pesos. otros seis cuadros pequeños se tasaron

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en tres pesos cada uno. Vale la pena señalar que el propietario de estos cuadrosera un herrero mestizo. Cualquiera, pues, tenía pinturas en su casa47.

La Iglesia era por supuesto, el principal cliente para la producción pictóricao escultórica. Cada convento y sus iglesias, la catedral y las ermitas, además delas numerosas capillas existentes en los edificios públicos y en los oratorios delos vecinos adinerados, debía contar con cuadros e imágenes de tema religioso,que debían sumar centenares.

pero además de estos temas, no pueden concebirse las iglesias y conventossin cuadros y e imágenes de sus santos patronos. a los franciscanos no les falta-rían cuadros e imágenes del santo de asís; a los mercedarios la Virgen de La Mer-ced; a los jesuitas, imágenes y cuadros de San Ignacio, de San Francisco Javier ode el Salvador; a los agustinos, de San agustín y San José; en el hospital, imágeneso pinturas de San Juan de dios, y, por supuesto que no podía faltar la imagen deLa Concepción en el convento de las monjas. además, cada iglesia tenía diferentescofradías con sus capillas y retablos donde estarían representados los santos desu respectiva advocación. el cuadro que sigue podría sugerir las imágenes quese encontraban en las iglesias de panamá a mediados del siglo XVII.

en el gran incendio de 1644 el único templo afectado fue la catedral, perosegún afirma el propio obispo ramírez y lo refrenda el canónigo Juan Bernal deContreras, ninguna de las imágenes se perdió. dice Bernal, en efecto, que enmedio del incendio, el obispo corrió a la catedral «a sacar el Santísimo y poneren cobro todas las imágenes, retablos y ornamentos de ella, a todo lo cual asistióy puesto a salvo todo lo demás que se pudo»48. de esa manera, las imágenes quepodían encontrarse en las distintas capillas e iglesias para la fecha de la «rela-ción» del cuadro anterior, debían ser anteriores al incendio de 1644 y sobrevi-vieron hasta que las consumió el incendio de 1671. no es difícil imaginarse que,tras la destrucción de panamá en 1671, y perderse durante el incendio la inmensamayoría de la obra de arte religioso existente en las viviendas, los edificios pú-blicos y en las iglesias y conventos (las excepciones fueron como se sabe, los con-ventos de San José y de La Merced), la demanda de obras a los diferentes talleresdel continente (guatemala, Quito y Lima sobre todo) debió ser muy grande yhasta es posible que si había pintores locales, también estos ingresaron el mer-cado con sus producción. La fuerte demanda que debió suscitarse entonces loevidencia el fragoroso conflicto que se suscitó entre el llamado hermano gonzalode la Madre de dios y del rosario y el obispo antonio Calderón entre 1674 y1675 por la imagen tallada de La Concepción, con su lujoso retablo, lámparas,candelabros y otros ornamentos litúrgicos de plata, que una devota limeña lehabía entregado a gonzalo para el restablecimiento del convento de monjas.Como se rehusó a traspasar estos bienes a sus destinatarias y, además, había mal-vendido toda la plata labrada que pertenecía a las monjas, el promotor fiscaleclesiástico le levantó una sumaria, seguida de interrogatorios y su condena aprisión, embargo y destierro49.

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en cuanto al decorado de las viviendas privadas, sin negar que el espejocomo elemento decorativo empieza a imponerse para, tal vez, el último cuartodel siglo XVIII, como dije antes, lo cierto es que la vieja costumbre de decorarlas paredes con lienzos, láminas, cuadros y pinturas generalmente con temas re-ligiosos, o bien con «países», probablemente nunca fue abandonada del todo.así lo evidencian los inventarios domésticos conservados y sobre todo la abun-dante importación de estas obras a panamá, de guayaquil (o más bien Quito,ya que guayaquil era el puerto de salida de la abundante producción quiteña)y de los valles de la costa peruana, según se observa en los registros de embarquede la segunda mitad del siglo XVIII. para ello baste revisar las cuentas de almo-jarifazgos de panamá de las décadas de 1770 a 1790, cuyos manifiestos son muydetallados, único período conocido que trae la descripción de cada artículo, consu procedencia y precio.

por ejemplo, el 28 de febrero de 1782, un embarque del Callao lleva a pa-namá un lienzo de la Virgen de los dolores, de 25 pesos, y 30 lienzos de pinturaordinaria, a 4 pesos cada uno. el 14.V.1782, de paita llega a panamá un barco con24 lienzos de santos tasados a 3 pesos cada uno. total para 1782: 54 cuadros. Yla dolores, a juzgar por su alto precio, de buen tamaño y cierto mérito artístico.Llegaban en ambos embarques también figuras de nacimientos, niños Jesús, ca-jones de santos, nacimientos completos y santos de bulto, tanto de guayaquilcomo de Callao50. un embarque de 1784 llevaba de paita para panamá, 36 lienzospintados de santos a 2 pesos cada uno y 10 lienzos de lo mismo «medianos» a10 reales cada uno. total: 46 pinturas. en abril de 1785 llega de guayaquil uncuadro de «nuestra Señora de la Inmaculada» tasado en 12 pesos. un solo em-barque procedente del Callao que llega a panamá en febrero de 1787 lleva 21 lienzosde santos, a 6 reales la unidad; 8 lienzos de santos a 28 reales unidad; 17 lienzosde santos de 3/4 (de vara, o unas 25 pulgadas) «con sus carruchos» a 4 pesoscada uno; 20 lienzos de santos de a vara (unas 33 pulgadas) a 20 reales la unidad;2 lienzos de santos de un cuarto (de vara, o 8.5 pulgadas) a 8 reales; 48 «cuadritosde madera» a 8 reales unidad; 9 calvarios de media vara a 14 pesos unidad. total:68 lienzos de santos y 48 cuadritos. el mismo embarque traía además, dos sillasde mano, y un sinfín de imágenes de Cristo, ángeles, nacimientos, así comomanos, rostros, cabezas, cabecitas de imágenes religiosas y juguetes. en mayollegaron de guayaquil 2 cuadros a 12 pesos unidad. en octubre otro embarquede paita y Callao con 31 docenas de laminitas de papel a 17 reales unidad y 4 lá-minas «del país», de tres tercias, a 12 reales unidad. en diciembre, procedentede guayaquil, llegaron 6 láminas de a tercio, doradas, a 4 reales unidad; 65 lien-citos, a 7 reales cada uno; y 48 lienzos de santos de a media vara y a 3 pesos uni-dad, más numerosas piezas de imaginería religiosa. total para todos losembarques de 1787: 128 lienzos. en 1788 se descargan en panamá una purísimade tres cuartas de 12 pesos; 33 lienzos de santos de una vara y un cuarto (algo

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Nombre del propietario

Fernando de Silva, Panamá, 1607

Agustín Franco, Panamá, 1604

Contador Juan Pérez de Lezcano,Panamá, 1615

Pedro Vélez de Guevara,Portobelo, 1634

Juan de León, Panamá, 1637

Herencia del marqués deLorenzana, Panamá, 1646-1651

Lucas Romero Parrilla, Panamá,1676

Joseph de la Rañe ta, Portobelo,1704

Pedro de Peñaredonda,Portobelo, 1704

Joseph Gómez de los Elgueros,Panamá, 1710

Juan de Berroa, Portobelo, 1723

Pedro Álvarez de Aparicio, Alanje,1726

Juan Sabino de León, Alanje,1726

Juana María de Abrego, Panamá,1745

Maestro platero DionisioClemente de la Balza, Panamá,1745

Descripción

Imagen del Nacimiento, cuadro de las doce tribus

Láminas, cuadros

«Un Cristo mediano en su cruz de ébano, y una cruz grande,guarnecido en plata sobredorada»; «una lámina con una imagende Nuestra Señora»; un oratorio con tres imágenes de alabastroy un Cristo de 3 palmos; otro Cristo pequeño, un Niño Jesús, sietecuadros grandes y doce pequeños al óleo, y en el resto de su casa57 lienzos al óleo, láminas, grabados y mapas

Cinco «cuadros» o «retablos usados de los cinco senti dos», a 6pesos

Nueve cuadros gran des, tres láminas.

Imagen de oro de la Limpia Concepción con 21 esmeraldas en90 pesos. Una cruz de cristal engastada en oro, en 16 pesos. Ca-denita de resplandor con un hábito de Santiago que pesó 15pesos de oro en 60 pesos

Trece pases al temple, un cuadro de la Inmaculada Concepción,tres cua dros peque ños con marcos dora dos

Cuadro de Nuestra Señora de La Concepción. Otro con marcodorado, con retra to del rey. Ambos rematados en 16 pesos

Dos cuadros de pintu ra de a vara de alto

Veinte lienzos de «pin taduras» y «uno lar go»

Seis cuadros de a vara con sus mar cos dora dos, a 3 pesos

Un cuadro de Santia go, de ma dera, tasado a 3 pesos

Seis cuadritos, tasa dos en 3 pesos

Una lámina con su marco de madera, 12 estampas ordinarias

Una imagen de Nuestra Señora de La Concepción muy maltra-tada de polilla, nicho de madera con crucifijo, seis cuadritos consus marquitos de madera

Cuadros e imágenes en inventarios de vecinos

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más de un metro de largo) a 12 pesos cada uno; otros 17 lienzos de santos de uncuarto de vara (unos 21 centímetros) a 12 reales la unidad; 12 lienzos de santosde a vara a 4 pesos y medio. total: 67 pinturas. además, como en cualquier otroembarque típico, muchos angelitos, figuritas, Cristos, crucifijos, niños Jesús, na-cimientos, portales de nacimiento, efigies y rostros de Santos51. en solo estoscinco años investigados se habían importado a panamá más de 300 lienzos ycuadros de pinturas y 48 cuadritos. era una verdadera invasión imaginera y pic-tórica desde el sur.

El estrado, ámbito femenino

Menaje fundamental en las casas coloniales era el estrado, cuya presencia ycaracterísticas sugiere una posible especialización de funciones en la distribu-ción de los interiores. Se trata de un espacio exclusivamente femenino, dondelas mujeres españolas, lusitanas y americanas se sentaban sobre las alfombras,tapetes, petates y cojines, como los que encontramos en las casas del contadorJuan pérez de Lezcano en 1615, del oidor Bracamente en 1628, de Juan de Leónescobar en 1637, y 70 años más tarde, en las de antonio de echeverz y de gómezde los elgueros, cuyos inventarios hacen referencia explícita al estrado. el es-trado de la mujer de pérez de Lezcano tenía, como vimos, seis cojines de tercio-pelo carmesí y una arquimesa. en el de la esposa del oidor Bracamonte, llegarona contarse cuatro cojines de tafetán, una alfombra grande, varias sillas y unostaburetillos con clavazón dorada, una alfombrilla y una esterilla de junco. Lamujer de antonio de echeverz, doña rufina de artunduaga tenía en su estrado,

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Nombre del propietario Descripción

Doña Rafaela de Arroyo yMár ques, viuda del oidor JuanPérez García, Portobelo, 1750

Maestro herrero Pablo de Lagu na,Portobelo, 1774

Gobernador Ramón de Carvajal,Panamá, 1782

Juan de la Cruz Herrera,comerciante rico, Panamá, 1816

Cuatro cuadritos, eva luados en 2 pesos, siete láminas

Una imagen de bulto de Cristo

Treinta y seis medias cañas con perillas para (colgar) «países»(paisajes de Flandes, según Torre Revello)

Dos láminas de dos tercias con pinturas de medio cuerpo y sucristal, una lámina con países y vidrios, una lámina de vara conpintura de cuerpo entero y su cristal, una Purísima Concepcióncon un marco de tres cuartas de alto, un crucifijo de una vara conpeana, un San Juan de la Cruz de tres cuartas de alto

Continuación...

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según el inventario de embargo, «una alfombra y cuatro cojines». el de doña Isa-bel delgado, la mujer de gómez de los elgueros, tenía «seis cojines». Se tratabapues de estrados típicos para la época52.

el estrado es una buena prueba del acendrado tradiciona lismo hispánico.Las nuevas modas renacentistas que llegaban de Italia en materia de mobiliario,fueron resistidas en españa, que se aferra a sus tradiciones. el mejor ejemplo lodan las mujeres, que siguen utilizando los cojines sobre el piso, según la tradiciónmusulmana, en vez de sillas53, aunque la esposa del embajador francés, mar-quesa de Villars, dice en sus cartas a la señora de Coulanges que en españa mu-chas preferían «sentarse sobre las piernas» en lugar de utilizar las almohadas ycojines54.

el primer diccionario castellano, escrito por Sebastián de Covarrubiasorozco a principios del siglo XVII, describe el estrado como «el conjunto de al-hajas que sirve para cubrir y adornar el lugar o pieza en que se sientan las seño-ras para recibir las visitas, que se compone de alfombra o tapete, almohadas,taburetes o sillas bajas». el Diccionario de Autoridades de la lengua castellana, pu-blicado por la real academia de la Lengua en 1726, repite la descripción de Co-varrubias y agrega: «lugar o sala cubierta con la alfombra y demás alhajas delestrado, donde se sientan las mugeres y reciben las visitas»55.

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Señorita de Panamá en hamaca, por Juan Ravenet, de laexpedición Malaspina, 1790. Museo de América, Madrid.

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Se sabe que los cojines o almohadones de los estrados solían ser de guada-mecíes, es decir, forrados de cordobanes repujados y con pinturas a menudo do-radas. Cojines de guadamecíes y alfombras eran verdaderos lujos. en la naoSanta Catalina de la flota para la feria de 1586 llegan alfombras importadas de«Levante» (es decir del Cercano oriente) de 4 varas (unos 3.3 metros) con preciode 42 ducados (unos 58 pesos de 8 reales). un tapete «turqueso» (¿de turquía?)costaba 9.5 pesos de 8, una alfombra turquesa de 5 varas (4.2 metros) valía 52ducados; otro tapete de Levante costaba 77 pesos; una alfombra de alcaraz de15 palmos (unas 16 pulgadas) valía 9.5 pesos de ocho56. Siendo que en panamáel salario de un maestro de obras era entonces de unos 36 reales de 34 marave-díes, o 4.5 pesos (tres veces más altos que los de fines del XVII y del siglo XVIII)cualquiera de estos lujos representaba varias semanas de trabajo, salvo las dealcaraz, que eran también muy finas y cotizadas pero que tal vez eran más ba-ratas por ser producidas en la propia península.

La popularidad del estrado está documentada en Hispanoamérica por lomenos desde 1570. alonso Hernández le escribía a su hermano Sebastián, enSanta olalla, desde Los reyes (Lima) el 4 de enero de 1570, que «por acá las mu-jeres (españolas) no hilan ni labran ni entienden en guisar ni en otras haciendasningunas, sino sentadas en los estrados, sino holgándose con visitas de amigasque tienen concertado de ir a chácaras y otras holguras. Y esto es el ejercicio deellas»57.

en panamá también se popularizó desde temprano el estrado, como lo evi-dencia el hecho de que ya para fines del siglo XVI las mujeres de los oidores ha-bían adquirido la costumbre de instalarse con ellos en la propia catedral,concitando como es de esperarse la envidia e irritación de las demás damas ca-pitalinas. Como resultado de las quejas y protestas, la Corona les prohibió me-diante real Cédula de 4 de marzo de 1592 colocar estrados en la catedral y quese les diese «la paz en la patena como a sus maridos», lo que indica que hasta laostia la recibían en sus estrados58. Como se ve, la afición y apego al estrado estabatan sumamente arraigada que ni a la Iglesia podían ir sin ellos.

un marino francés que recorre las costas de perú y Chile a principios delsiglo XVIII se refiere de la siguiente manera al estrado: «La actitud que ellas (lasmujeres) tienen en su casa es la de estar sentadas sobre almohadones, a lo largode la pared, con las piernas cruzadas sobre un estrado cubierto con una alfombraa la turca. pasan así jornadas enteras casi sin cambiar de postura, ni siquiera paracomer, porque se les sirve aparte sobre unos cofrecillos que ellas siempre tienendelante de sí para guardar las labores en las que se ocupan; de allí que tenganun andar pesado, carente de la gracia del de nuestras francesas».

era una manera delicadeza de decir que por causa del estrado las mujereseran gordas y caminaban con pesada lentitud, sin la gracia de las flacas francesas.Como la gastronomía heredada de españa era a base de frituras, y las mujeresde la élite apenas se levantaban de los estrados o de las camas, donde se hacían

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llevar hasta los oratoriosportátiles, y cuando sa-lían a la calle eran trans-portadas en sus sillas demano o sus calesas, soloresta concluir que la es-tética rubeniana debíaser el canon. Frazier con-tinúa: «Lo que se llamaestrado es, como en es-paña, una grada de seisa siete pulgadas de altoy cinco o seis pies deancho, que corre gene-ralmente a todo un cos-tado de la sala de recibo;los hombres, por el con-trario, se sientan en sillo-nes, y solo una granfamiliaridad les permitehacerlo en el estrado»59.

Lo mismo habríapodido decirse de pa-namá. Ciertamente talvez no existe ningúnejemplo mejor que el es-trado para evidenciar elconservadurismo de lascostumbres coloniales yconfirma la utilidad deemplear las fuentes delsiglo XVIII para analizarla mueblística y el menaje del siglo anterior. el estrado de panamá la Vieja noera muy distinto del estrado usado en el siglo XVIII y aún muy avanzado el sigloXIX. Su mobiliario básico (alfombras, petates y cojines) así como su función yconcepto, permanecieron fieles a su origen.

Con el tiempo, sin embargo, el estrado diversifica su mobiliario. Ya en elsiglo XVIII en españa es un conjunto de muebles que servía para adornar ellugar donde las señoras recibían visitas y se componía ya no solo de alfombra,tapete, almohadas o petates, sino también de taburetes o sillas. en algunos lu-gares de américa se introdujeron biombos, como consta para Bogotá. en los es-trados a veces se encontra ban bufetillos, que servían como tocadores de mujeres

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Señorita de Panamá en pollera, por Felipe Bauzá, de la expe-dición Malaspina, 1790. Museo de América, Madrid.

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o de simple ador no. pero no se sabe a partir de cuándo se introdujeron los tabu-retes, biombos y sillas en el estrado panameño y si en verdad se introdujeron.en la casa vivienda del gobernador ramón de Carvajal en 1782 el borde del cie-lorraso del estrado estaba adornado con cenefas con figuras de conchas talladas.desde hacía ya mucho tiempo, las alfombras se introducían desde distintas co-lonias americanas. en panamá eran comunes las alfombras y petates embarcados

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Señora de Panamá en traje de calle, por Juan Ravenet, de la expedición Malaspina, 1790. Museo deAmérica, Madrid.

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en guayaquil y los valles peruanos. en 1776 las alfombras de guayaquil se eva-luaban a 5 pesos. ese año llegaron a panamá siete60. en 1787 llegaron 4 «alfom-britas» de una vara a 7 pesos de guayaquil, y 28 alfombras de Callao, de lascuales 12 de a once varas se tasaron a 6 pesos y 16 a 8 pesos cada una. para losestrados también llegaban petates. de paita llegaban en 1787, 34 petates a varaa 8 reales, 2 de a 6 varas a 5 pesos y 3 de a 5 varas a 4 pesos61.

Según la costumbre española, cuando los caballeros visitaban a las damasen los estrados se sentaban en sillas mientras ellas permanecían sentadas sobrela alfombra o recostadas en sus cojines o almohadones. probablemente cuandoeran solo damas las que ocupaban el estrado, conversaban con las piernas cru-zadas. a fines del siglo XVIII se introdujo la moda del canapé, cuyo esqueletoera de madera fina y estaban tapizados con tela de calidad. Vimos páginas atrásque ya los había en panamá en 1788. en residencias como las del gobernadorCarvajal en 1782 coexistían el estrado y el canapé. el canapé no tardó en popu-larizarse entre las élites y ya estaba muy extendido a principios del siglo XIX,de manera que las mujeres empezaron a preferirlo al estrado (aunque esto tomósu tiempo) y acabaron sustituyéndole del todo por aquel, si bien en Hispanoa-mérica el estrado aún seguía usándose a principios del siglo XIX.

Siendo el canapé un mueble que permite la cercanía de los cuerpos y portanto la intimidad del diálogo, constituía un buen sustituto del estrado, una decuyas funciones era precisamente el intercambio de confidencias. una pinturadel viajero inglés Brown a la nueva granada en 1834 muestra dos damas senta-das en uno de estos canapés conversando con los pies cruzados y no como ahorase acostumbra, es decir, con los pies apoyados en el suelo62. esta escena sugiereque las posturas acostumbradas en los estrados, se resistían al cambio y que elpeso de la tradición seguía vigente. pero la moda del canapé se impuso y con eltiempo, también la mujer adoptó una nueva postura al sentarse para los diálogosintimistas.

Tinas de baño, cortinas y otros muebles

entre los muebles que raras veces se mencionan en los inventarios están lastinas de baño. en 1710 en la casa de gómez de los elgueros había una «canoa otina de baño», lo que sugiere también otro rincón especializado de la casa. estomerece un breve comentario. Según algunas crónicas de la época, el panameño,sobre todo las mujeres, era un verdadero maniático del aseo personal. Como es-cribía el padre Juan Franco en 1792: «generalmente todos son muy inclinadosal baño, y lo usan todo el año con mucha frecuencia, pero aunque parece debealiviarles el calor, dan más bien a entender que lo apetecen por el asco de suspersonas a que son nimiamente inclinados con particular las mujeres, que sevalen, aun de los medios más extraños para conseguirlos. Comúnmente tienena los europeos por menos limpios»63.

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¿Sería demasiado especulativo pensar que se trata de hábitos muy viejos,que tal vez podríamos remontar al siglo XVII o aún antes? después de todo eltrópico húmedo panameño invitaba a hacerlo todo los días: la ciudad quedabaa la orilla del mar, donde cualquiera podía bañarse, en las cercanías no faltabanríos y en la temporada de lluvias, que dura nueve meses, llueve casi a diario.no dudaría en afirmar que la descripción de Franco podría haberse referido apanamá la Vieja 150 o 200 años antes. esta obsesión por el aseo era común enotras partes del Caribe hispano. José Martín Félix de arrate, que escribe a me-diados del siglo XVIII su historia de Cuba, comentaba que «al lucimiento y pri-mor del vestuario corresponde el aseo y limpieza de las personas, siendo en elsexo mujeril casi extremoso este cuidado»64. Scarlett Campbell deja la siguientecuriosa viñeta sobre el baño panameño en 1835: «toda casa está provista de gran-des tinajas de barro llenas de agua fresca; a veces se colocan estas en un patio obajo un cobertizo, en el jardín, donde las personas que desean refrescarse se des-visten y, tomando el agua de estas tinajas con calabazas, las vierten sobre suscuerpos desnudos en forma tan eficaz como si se tratara de un baño de lluvia»65.

durante los siglos XVII y XVIII se mencionan cortinas para las entrepuertas,algunas de tapete afelpado, otras de angaripola. Las angaripolas eran lienzos dealgodón ordinario estampado en listas de varios colores que se fabricaban endistintas partes de la américa colonial, donde se les daba el nombre de tocuyoso tucuyos. eran famosos los de Venezuela y Cochabamba. por su calidad y du-rabilidad pronto sustituyeron a los lienzos europeos del mismo tipo. Se emple-aban en la ejecución de gorros, camisas y calzones, sobre todo de color blanco.Cuando se pintaban de colores llamativos se llamaban angaripolas, «vendién-dose al doble de su valor y eran muy apreciados por las damas para la confecciónde vestidos y polleras»66. en panamá, como vemos, se usaban también para cor-tinas. por lo general, los tocuyos consumidos en panamá procedían de guaya-quil y de paita, de donde se importaban por millares de varas anuales, comoconsta en los registros de embarque del siglo XVIII. Solía evaluarse a 3 reales lavara. de las mismas regiones llegaba la bayeta «quiteña» o «serrana», o «de latierra», evaluada a 3.5 y 4 reales vara, la bayeta «chuzgón», a 4.5 reales vara.Lienzos azules «para camisas» de Callao, se evaluaban a 3 reales vara.

para iluminarse, las casas disponían en lugares estratégicos, tanto en el bal-cón como en el interior de las mismas, de nichos, cornisas o pedestales para co-locar las candilejas, faroles, fanales o guardabrisas con cuerpo de metal y piezasde vidrio. estos soportes podían ser de madera tallados en caoba, como los quese hicieron en la Contaduría durante las refacciones de 1782, o de ladrillos em-potrados en la pared, como los que pueden apreciarse en la casa de 1743 llamada«de los Monogramas», en el Casco Viejo, que los tiene en los corredores altos delpatio y en el balcón exterior.

el repertorio del mobiliario de los siglos XVII y XVIII, como se ve, es muyescueto todavía. Son pocos los muebles de lujo, salvo las camas y alguna que

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otra «papelera» importada. La impresión que queda es que la gran parte del mo-biliario es sencillo y sin pretensiones; de hecho es rústico y sin muchos refina-mientos. Sin embargo no faltan excepciones, como los espejos de marcos doradosy las camas vestidas, tapizadas con colgaduras y de altas columnas torneadaspara sostener el dosel llamadas portuguesas.

uno de los muebles más característicos de la mueblística española son losbargueños. estos muebles eran muy frecuentes en españa e Hispanoamérica, ysu confección requiere una artesanía calificada. por eso aunque en la documen-tación conocida no se hace mención a bargueños en panamá, al menos no de ma-nera literal o explícita, no tengo ninguna duda de que también eran muyconocidos tanto en panamá la Vieja como en la nueva panamá. el hecho de queno se mencionen no significa por supuesto que no los hubo aunque fuesen im-portados, acaso de Lima y aun de la propia españa. en cambio hay numerosasreferencias a «papeleras» que, como vimos, eran precisamente bargueños aunqueno se les denominase así. La explicación a este silencio documental sobre los bar-gueños es muy sencilla, ya que el nombre de bargueño no empieza a utilizarsehasta muy avanzado el siglo XIX aplicándose ese nombre a los muebles que desdelos siglos XVI a XVIII eran identificados como escritorios o papeleras.

Llama la atención también el mal estado de conservación de los muebles:son frecuentes las referencias a muebles viejos, usados, muy usados, maltrata-dos, raídos. pero es que durante el siglo XVII, todavía en europa no se le dabatanta importan cia al mueble, con excepción de la cama, de modo que en las casasde la burguesía europea también había poco mobiliario, tan poco como en lascasas burguesas paname ñas. por otro lado, casi seguramente que la gran mayo-ría del mobilia rio era de factura local, y probablemente en panamá escaseabanlos buenos operarios. Siendo así tal vez los muebles no tenían mucha estima. Yel que se confeccionaran aquí explica que fuesen baratos. Si la actitud ante elmueble era poco exigente y el cliente se conformaba con que sirvieran para loque se les necesitaba, era lógico que los carpinteros y ebanistas siguieran repi-tiendo los mismos modelos tradicionales, es decir muebles rústicos y poco refi-nados. esto probablemente era así hasta muy avanzado el siglo XVIII, pero parafines de este siglo empiezan a advertirse algunos cambios y de las evidenciasacumuladas se desprende que los habitantes de la capital empiezan a acostum-brarse a nuevos refinamientos en el mobiliario.

de hecho se trata de un proceso parecido al que siguió la propia españa,donde no es hasta Carlos III, quien llega al trono español luego de haber sidorey en nápoles, donde tras conocer los lujos italianos introduce en la Corte lasnuevas corrientes ebanísticas europeas. gracias a esta influencia, las élites em-piezan a abandonar los gustos tradicionales y adoptar la moda europea, sobretodo francesa. pero esto ya es un fenómeno del siglo XVIII.

otro mueble característico eran los escaparates, llamados también vitrinas.Consistían en un armario colocado sobre la mesa con frente y costados de cristal

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y eran tan típicamente españoles que no faltaban en ninguna casa medianamenteimportante. Se utilizaban para exhibir objetos de arte e imágenes. Los había quese usaban para guardar papeles y podían estar profusamente labrados

para guardar la ropa, además de las cajas, arcas, arcones y baúles, se usabanarmarios y alacenas. Las alacenas a menudo consistían en una abertura u hor-nacina en las paredes de mampostería de las casas. allí se colocan tablillas, aveces cajones y también a veces se cierran con puertecitas con rejillas o celosíasy se adornaban con cenefas y chambranas. en la «Casa góngora» de la nuevapanamá, construida en la segunda mitad del siglo XVIII, todavía quedan evi-dencias de estas alacenas que se ahuecan en la pared. pero cuando la casa tieneparedes de madera, como la de gómez de los elgueros en 1710, las alacenas sonsimplemente pequeños muebles adosados a la pared.

El menaje de plata labrada

Concluyamos con una mención necesaria al menaje de plata. Varias vecesen las páginas anteriores se han dado referencias aisladas a la presencia de ob-jetos de plata labrada en las casas panameñas, sobre todo de la élite. Y es que laplata labrada es una constante en el menaje doméstico de la época colonial. po-demos señalar cuatro factores que lo explican. en primer lugar, la relativamentealta capacidad adquisitiva de la élite local. Segundo, la accesibilidad a la platasudamericana, dado que su ruta para españa era panamá. tercero, la existenciade un gremio de plateros con una presencia bastante regular de talleres solo enla capital (a principios del siglo XVII ya había cuatro maestros de plata y tres deoro; en la segunda mitad del XVIII ya había 8 talleres de plata). Cuarto, y tal vezlo más importante, la tendencia a atesorar mediante joyas y objetos de plata la-brada, sobre todo vajillas, una práctica muy extendida entonces, de manera queen momentos de necesidad (y siempre los había) esta plata podía fácilmente re-convertirse en «roelas» o grandes platos que eran pesados para ser evaluadospor su peso en plata, y utilizarse como moneda o cualquier objeto de cambio.Las evidencias de esta práctica en panamá son numerosas67.

Surgió así desde muy temprano, un mercado ávido por atesorar bienes decapital en forma de joyas y vajillas de plata, que podía contar con una clientelade vecinos acomodados, residentes temporales, comerciantes de paso, altos fun-cionarios, militares y sacerdotes. era una época además caracterizada por unafuerte inclinación por el adorno personal con joyas y alhajas, como recurso parareafirmar el prestigio social. Inventarios de testamentos, embargos, dotes y ex-pedientes judiciales, evidencian que para la élite local las joyas y la plata labradadoméstica no solo constituían un capital de reserva sino también señales visiblesde prestigio. tenían pues una finalidad tanto práctica como emblemática y derepresentatividad. Como dice en su tesis doctoral angeles ramos Baquero:«Las alhajas y las joyas tenían pues, evidentes propósitos tanto prácticos como

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suntuarios. Servían para proteger el capital, reteniéndolo en forma de objetosde valor más difíciles de intercambiar que el circulante, pero más fáciles de con-vertir en otros bienes que casi todo lo demás [...]. pero además, las joyas y alha-jas, como tales objetos suntuarios, servían al propietario para expresarsimbólicamente su rango en la sociedad. Como objetos de reputación y prestigioy como bienes de capital, joyas y piezas de plata labrada se convierten en unanecesidad tanto económica como social, que crean una demanda constante deartífices en esa especialidad, manteniendo un mercado activo que no se agotabafácilmente»68.

Y a este mercado se agregaba el religioso, cuya demanda de ornamentos li-túrgicos en metales preciosos y joyería era insaciable. gracias a este ávido mer-cado, gran parte de las joyas y la plata labrada existente en panamá eraproducida en los talleres u obradores locales, pero hay claras evidencias de quetambién mucha plata labrada era introducida desde afuera, sobre todo de perú,aunque en los inventarios conservados no siempre es posible saber cuál era suprocedencia.

el primer platero de que se tiene noticia en panamá es Cristóbal de León,quien aparece en la lista de los descubridores del Mar del Sur69. pero no hay in-dicios de que se dedicase a su oficio mientras estuvo aquí. en realidad el arte dela platería americana, basado en los cánones estéticos y la tecnología española,no empezó a desarrollarse hasta después de que se descubrieron los yacimientosargentíferos del alto perú y de México a partir de la década de 1540. Sin em-bargo, desde los tempranos días de la Conquista, muchos pasajeros que pedíanlicencia para trasladarse a américa solicitaban autorización para que se les per-mitiera llevar consigo objetos de plata labrada con objeto de mantener el esplen-dor y distinción propios de su estatus social70. Hasta 1533, además, se mantuvola prohibición de labrar plata en Indias; pero una vez empezaron a explorarselas minas de plata, los maestros plateros que fueron de españa empezaron aabrir talleres y tan temprano como en 1538, aparecen referencias a los primerosmaestros plateros en panamá, tomé garcía y rodrigo Marchena71, quienes pro-bablemente ya tenían algunos años de estar produciendo objetos de plata. Lacostumbre inveterada de las élites peninsulares de hacerse acompañar por artí-culos de plata se traslada pues desde muy temprano a américa y lo cierto esque, gracias a su gran riqueza metalífera y a la abundancia de las perlas y las es-meraldas, se crearon inesperadas e inéditas posibilidades, dando comienzo auna etapa de verdadera eclosión tanto para la joyería como para la platería.

La información conservada, procedente de inventarios de testamentos, em-bargos, dotes, expolios de obispos, etc., sugiere una producción masiva de artí-culos de plata para el mercado local, tanto del sector eclesiástico como el secular.es evidente que casi cualquier persona, sin ser ni siquiera acomodado ni poseergrandes bienes de fortuna, tenía en su casa objetos de plata labrada. Y es obvioque ni la clase ni la condición eran restricciones para la posesión de plata labrada.

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La primera referencia que tenemos es el clérigo Juan Constantino, quien dejatestamento en panamá el año 1581 sin tener herederos forzosos. tenía una casapara alquiler, más un solar detrás de esta. pero su verdadero negocio y fuentede su acomodada posición era la pesquería de perlas en el archipiélago de Lasperlas, donde era dueño de la isla de Chuche, con esclavos y cultivos, sobre todode maíz. allí tenía un «barco grande de 2,000 arrobas», el Nuestra Señora del Ro-sario, y para el buceo 18 esclavos negros. dejó al morir 400 pesos en su escritorioy «de preseas o menaje de casa [...] de plata de mi servicio», una fuente y un pla-tón grande de plata, doce platos medianos, cuatro escudillas, dos candeleros,una caldereta, un jarro con lozeta, otro jarro grande de pico, cinco tenedores me-dianos y un tenedor grande72. un maneje de platería diríamos que típico paraun soltero acomodado.

un caso sorprendente es el Juan gonzález, mulato libre de La Villa de LosSantos, quien muere en 1612 dejando una impresionante fortuna consistente encasas, caballerizas, 180 mulas de cría, tierras agrícolas, varios hatos con más de1,500 bestias caballares y vacunas, 36 esclavos y abundante plata labrada. Lo queevidencia que rodearse de costosos objetos de plata era parte de los hábitos con-suetudinarios (si los medios lo permitían) aun en un remoto rincón rural comolo era Los Santos, y para individuos situados tan bajo en la escala social comogonzález. Su menaje de plata labrada consistía en lo siguiente: ocho cucharasde plata, dos saleros de plata, un jarro grande de pico de plata «que pesará cuatromarcos poco más o menos», dos cubiletes de plata marcados, una caldereta deplata, un platoncillo de plata y un tenedor de plata grande73. gonzález y sumujer, también morena libre, no tenían hijos, de modo que este menaje excedíaa sus necesidades cotidianas, lo que podría sugerir más bien una inversión paraatesorar que para ostentación social.

Como era de esperarse, la dote de una heredera rica debía contener valoresmucho más impresionantes y este el caso, ciertamente, de la que otorgaron en1636 don ordoño de Salazar y doña Vitorina de Salinas y Zúñiga, en favor desu hija doña Juana de Salazar y Zúñiga cuando iba a desposarse con el marquésde Lorenzana en guatemala, donde acababa de ser nombrado presidente, luegode haber ejercido este cargo en panamá. La dote sumaba 50,000 pesos de plata,una suma realmente cuantiosa entonces. de ese total, 43,074 pesos, o el 86.15%correspondía a plata amonedada, comprensible dado que la desposada debíarealizar un largo viaje y convenía que llevara consigo bienes de alto valor unita-rio y escaso peso y volumen. el resto consistía en varias esclavas evaluadas en2,010 pesos, alhajas con un valor de 2,636 pesos, un regio vestido de chamelotenegro que había costado 400 pesos, una soberbia cama con dosel de lujo, tasadaen 900 pesos y 92 marcos de plata labrada con un valor de 920 pesos.

La platería consistía en lo siguiente: una fuente cincelada con las armas deSalazar, cuatro candeleros con sus candilejas, un jarro de pico picado, una cu-chara grande, dos pebeteros, dos sahumerios chicos, un jarro con su tapadera y

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salvilla realzado, una bacinica, una cazuela, dos platos medianos, tres platosgrandes74. piezas por lo demás ideales para un largo viaje como el que habría dehacer para desposarse, pero también para sus futuros e inevitables desplaza-mientos por mar y tierra, como era común en aquellos tiempos y que ella mismavolvería a repetir cuando años más tarde regresa a su tierra natal.

La mayoría de los altos funcionarios de alto rango dejan considerables bienesde fortuna cuando fallecen, como el oidor de la audiencia de panamá gasparpérez Buelta. Muere en 1638, y si bien dejó una gran fortuna, su menaje de plataes decepcionante: «seis platillos, un platón, una tachuela y dos candeleros y doscucharas y un salero de plata»75, todo obviamente para su uso personal.

en cambio el menaje de plata del oidor Francisco de Medina podría consi-derarse más típico para gente de su rango. en 1697, para hacerle pagar una multade 2,000 pesos, se le embargan sorpresivamente sus bienes hasta alcanzar esasuma. entre sus bienes se inventariaron una cuja de cocobolo torneada con suscortinas, rodapiés de raso listado y colgadura de cielo de seda, evaluada en 150pesos, un negrito esclavo, una negra congo de unos 25 años, una calesa de cor-tinas de damasco y almohadas con su mula «sucia y vieja» tasada en 400 pesos,su ropa, varios escritorios y bufetes, una lujosa papelera de 30 pesos (tal vez unbargueño), once sillas, una hamaca, cajas para guardar ropa, y plata labrada ta-sada por el contraste en 51 marcos 4½ onzas a 7 pesos el marco y un valor de360 pesos 7½ reales. La plata consistía en lo siguiente: dos vernegales, dos salvi-llas, cuatro candeleros, un salero, un jarro, cinco cucharas, cuatro tenedores, unapalangana, una bacinica, dos cubiletes, un cucharón, un canutillo «como casqui-llo de Bengala», un jarro y un garabatón de espada76.

en 1704 al gobernador de portobelo Joseph de la rañeta, le embargaron 104marcos de plata labrada por valor de 875 pesos. Su menaje de plata contenía pla-tos, platones, tenedores y otras cosas77. en 1710 a doña rufina de artunduaga,la esposa de antonio de echeverz, le embargaron 42 marcos y medio de platalabrada tasados en 340 pesos78. en 1716 al comerciante peruano gabriel de Le-guía le embargaron en 28 marcos y medio de plata evaluados en 228 pesos. Le-guía solo tenía una pileta de plata, dos platones, cinco platillos, un jarro, unacuchara grande, tres cucharas pequeñas y cinco tenedores79. Igualmente típicoes el menaje de plata de otro comerciante peruano radicado en panamá, Cristóbalrobina, en cuyo embargo de 1745 se inventariaron 11 marcos y medio de platatasados a 89 pesos y medio. tenía un pie de candelero o custodia de plata, untenedor, una vasija, seis tenedores, una cajeta de plata, un arcoíris de custodia,una cajilla con su tenedor, cuchara y cuchillo de plata. Leguía y robina eran sol-teros y residentes temporeros en panamá, por lo que su ajuar de plata labradasugiere un uso individual.

Más rico es en cambio el expolio del obispo Juan Joseph y Llamas, quienmuere en 1719 dejando 105 piezas de plata labrada consistente en palanganas,platones, una docena de cucharas, salvillas de varios tamaños, una pila de plata

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sobredorada con dos nichos grandes, una chocolatera, cucharones, tembladerasde distintos tamaños, candileras, blandones, tachos y jarros, tijeras, y una docenade cucharas y tenedores. el maestro platero dionisio Clemente de la Balza tasóla plata en 109 marcos y un valor de 875 pesos80. pueden darse otros ejemplos,pero básicamente la tipología y valor del menaje de plata conserva parecidascaracterísticas.

Mobiliario y menajes típicos de fines del período colonial

en 1816, ya en el crepúsculo del período colonial, un próspero comerciantede panamá, Juan de la Cruz pérez, apodado Juancho, fue acusado de transportarde contrabando en las mulas de sus recuas barras de plata. Se le siguió juicio yaunque no llegó a comprobarse de manera convincente el delito del que se leacusaba, se le embargaron sus bienes, que reproduzco en el cuadro que sigue yque ilustran el mobiliario y menaje típico de un criollo de la élite de la época.pérez tenía una araña de cristal, cuatro espejos de mediano tamaño con marcosdorados y dos pequeños, cilindros y candelabros de cristal. Como parte de suloza fina tenía entre sus posesiones de lujo un orinal de cristal. un mueble dereciente introducción eran las cómodas, de las que pérez tenía cuatro: dos fabri-cadas en guayaquil y otras dos hechas en panamá. otro mueble de moda en-tonces era el canapé (aunque ya a comienzos del siglo XVII se habían empezadoa usar en la Corte francesa. pérez tenía uno de caoba forrado de zaraza. Y si-guiendo una tradición muy vieja, en su menaje no faltaban crucifijos, diversasláminas de países, espejos, y pinturas de tema religioso como una purísima. des-taca en el inventario un instrumento musical, un «órgano crecido de seguiñuela».

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Alhajas de plata labrada de miembros de la élite en Panamá, siglos XVII y XVIII

Nombres Año Marcos Pesos Pesos por marco

Juana de Salazar y Zúñiga 1635 92.0 920.0 10.0

Diego Ruiz de Campos 1639/52 100.0 750.0 7.5

Francisco de Medina 1697 51.0 361.0 7.0

Joseph de la Rañeta 1704 109.0 875.0 8.0

Rufina de Artunduaga 1710 42.5 340.0 8.0

Gabriel de Leguía 1716 28.5 228.0 8.0

Juan Joseph de Llamas 1719 129.0 1,032.0 8.0

Cristóbal Robina 1745 11.2 89.5 8.0

Fray Manuel Joseph de Arroyo 1785 23.0 213.0 9.0

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Nueva historia general de Panamá X 1205

Muebles inventariados a Juan de la Cruz Pérez, año 1816

Muebles de la sala

Un órgano crecido de seguiñuela (sic)Un reloj de campana con instantero en su caja alta de caobaUna mesa grande inglesa de doblar de cinco piezasDos cómodas iguales embutidas, hechura de Lima con cuatro cajones cada unaUn canapé de caoba con su forro de zarazaUn butaque usadoOtro butaque chicoSeis taburetes usados hechura del paísDos láminas de dos tercias poco más o menos de altas con pinturas de medio cuerpo y su cristalDos láminas un poco más cortas con sus países y vidriosUna lámina como de una vara de largo con una pintura de cuerpo entero y su cristalUna Purísima Concepción, con un marco de como tres cuartas de altaCuatro espejos con sus marquitos dorados de dos tercias de alto y una de anchoCuatro guardabrisasCuatro cilindros de cristal regularesUna araña de cristal chiquita

Loza ordinaria

Dos soperas grandesCuatro soperas medianasCuatro soperas chicasSeis soperitos para asadosDos docenas de platos ordinarios de bordes azulesVeintidós fuentes largas de varios tamañosCuatro mantequilleras

Loza fina azul

Docena y media de platos regularesDos docenas más chicosUn orinal de cristalSeis candeleros de cristalDos tasas grandes de cristal moradas (?)

Piezas de recámara

Dos cómodas fábrica de Guayaquil nuevas, con cuatro cajones sin cerradurasDos cómodas usadas, fábrica de Panamá, de cuatro cajones con cerraduras doradasUn canapé de caoba y forrado de zarazaDos espejos pequeños con marcos dorados

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1206 X Cultura material y vida cotidiana

Seis guardabrisas blancas una de ellas rotaDos guardabrisas verdes crecidas (?)Dos hamacas usadasUn reloj pequeño de sobremesa, sin llaveUn crucifijo de cerca de una vara de alto con su peanaUn San Juan de la Cruz, como de tres cuartas de alto

En el cañón

Un butaque ordinario viejo y rotoCuatro taburetes ordinarios uno de ellos rotoUna mesa de comer sin cajón de vara y tres cuartas y una de anchoCuatro cubiertos de plata con puestos de cuchara y tenedor

La casa en que se practica esta diligencia de dos lumbres de frente y tres de fondo, sita en la calle delMatadero en el arrabal, inmediata a la plaza de Santa Ana de dos altos, el primero de cal y canto y el se-gundo de madera, con un cañón de una agua y un alto de tres lumbres de fondo, un costado de paredy lo demás de madera, cuya casa y cañón ocupa la dicha doña María Josefa de Barranco para sí y sufamilia y solo tiene alquilada la bodega, única por la que le paga el maestro barbero Salvador Benítezcuatro pesos, cuatro reales mensuales, y tiene satisfechos hasta fin de diciembre, y que dicha casa ycañón tienen sobre sí dos censos que unidos importan 1,500 pesos de principal en favor de la obra píade Nuestra Señora de Guadalupe y del Convento de San José al 3%.

Ropa de uso de Juan de la Cruz Pérez

La propia doña Josefa de Barranco puso de manifiesto tres camisas de uso de su parida de estopilla de hilo.Cuatro pantalones, los dos de listado y los dos de algodónCinco calzoncillos de hiloUn chaleco de borlónUn centro de raso blancoUn calzón de sarga (sic) cenizaUna casaca de sarga ceniza

Todos los cuales dichos bienes depositó el sor comisionado en don José del Carmen Triunfo vecino deesta ciudad quien se constituyó en depositario de ellos.

Le pidieron a la mujer que exhibiese otros bienes. Dijo que dos criados que tenían y sobrevivieron a laausencia de Pérez los vendió para alimentarse. Que el hato de Juan Díaz Caballero lo compro su marido6 o 7 años ha en compañía de don Lorenzo Gallegos, vecino de David. Cuando Pérez se fue a Lima le dijoa Gallegos que vendiese el hato.

Al final de carta de Ildefonso Ruiz del Río para Pérez, de Cádiz 25.XI.1814, dice que salía para Panamá elbergantín (no da su nombre) en el que viajaba el «amigo Calvo» que lleva esta carta... Agrega que «suasunto, encargado a mi compadre don José Joaquín Ortiz que le escribió que el asunto debía seguirseen el Consejo de Indias al haberse abolido el Tribunal de Justicia. Que Ortiz fue nombrado oidor de Gra-nada. Me dice él que no tiene noticias de su asunto pero no olvido ocuparme del mismo».

Fuente: AGI Panamá 296b.

Continuación...

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desde hacía mucho tiempo, por el río Chagre, de portobelo a panamá, seenviaban en 1768 papeleras y baúles importados81. en la década de 1780 se im-portan sillas y sillitas doradas de guayaquil y en 1790 del perú y guayaquil se-guían importándose baúles, catres y bateas82. para entonces el mercado localpodía también abastecerse de los baúles que se producían en arraiján y se ex-portaban a guayaquil y al perú83. el comercio con Cartagena, que se convierteen el principal contacto que tiene panamá con el Caribe en la segunda mitad delsiglo XVIII, habría también facilitado la introducción de muebles de esa región84.

además de velas de sebo para la iluminación, se empleaban lámparas cuyocombustible era la manteca de vaca, como está documentado en los «cuadernos»de gastos de los frailes juaninos de 1806 a 180786. Los pisos de ladrillo se rociabancon frecuencia para que el polvo no se levantara, y para evitar el calor de la calle,los cuartos solían permanecer con las puertas y ventanas cerradas. en aquelloshúmedos y oscuros espacios, el sebo de las velas y la manteca de vaca de laslámparas se mezclaban con otros olores humanos, creando una atmósfera asfi-xiante, desagradable y malsana.

Notas

1 Flota de galeones de 1583, AGI Contratación 1080.2 «Información hecha sobre la carestía de Tierra Firme», Panamá, 18.V.1571, AGI Panamá 33. 3 «Alphabeto de las mercaderías que se avalúan en Panamá venidas del Perú y otras partes»,

Panamá, 5.V.1575, AGI Panamá 11.4 «Avaluación de las mercaderías venidas en el navío Nuestra Señora de La Concepción, maestreS. J. de Antón, que vino del puerto y Callao de la ciudad de los Reyes y surgió en puerto dePerico en 9 de octubre de 1576», AGI Panamá 33.

5 Libro de cargos de Cartagena para el año 1704, AGNB, Sala Colonia, Fondo Real Hacienda,tomo 985.

6 AGI Panamá 184, pieza 2, cuaderno 2. 7 AGI Panamá 348 y 349. Cuentas de Real Hacienda de las Cajas de Portobelo.8 AGI Panamá 332. Cuentas de Real Hacienda de las Cajas de Panamá.9 AGI Panamá 333. En 1790 cuatro jarros de loza de La Villa exportados desde Portobelo se

tasaban a 10.7 reales la unidad. 10 «Agustín Franco, alguacil mayor de la ciudad de Panamá en nombre y como administrador

de sus hijos y de doña Francisca de Lara, su mujer, contra doña Antonia de Salazar y donAlonso de Silva, su hijo, de la misma vecindad…», Panamá, 1638. AGI Escribanía de Cámara452A.

11 Carta de los oidores Juan de Santa Cruz Ribadeneira y Francisco Carrasco del Saz, Panamá,26.VI.1620, AGI Panamá 17.

12 «Proceso criminal hecho contra el contador Juan Pérez de Lezcano sobre desacato a acuerdode la Real Audiencia», Panamá, 17.VIII.1615, AGI Panamá 34A.

13 Ibidem. Ver también «Expediente sobre el fuero de inmunidad eclesiástica a Juan Pérez Lez-cano, ofi cial real de Panamá y conflictos entre fray Francisco de la Cámara, obispo de Panamáy el presidente y oidores de la Audiencia, años 1615 a 1621», AGI Panamá 69.

14 Sobre este tema, AGI Panamá 17.

Nueva historia general de Panamá X 1207

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15 Ver inventario de los bienes de Lope de Vega en Juan Manuel González Martel, Casa MuseoLope de Vega:Guía y catálogo, Madrid, 1993. El inventario del oratorio de esta casa, pp. 86ss.

16 Ibidem.17 Carta de 26.VI.1623, AGI Panamá 17.18 AGI Panamá 11, «Alphabeto...», ya citado.19 Ver por ejemplo Wolfred Nelson, Cinco años en Panamá (1880-1885), Editorial Universitaria,

Panamá, 1971, p. 233.20 AGI, Escribanía de Cámara 452B.21 «Pleito entre la mulata esclava Damiana Pérez y doña Catalina Fernández Bautista, sus ama»,

Panamá, agosto de 1745-septiembre de 1746, AGI Panamá 154.22 AGI Escribanía de Cámara 481A. 23 «Información hecha sobre la carestía de Tierra Firme», Panamá, 18.II.1571, AGI Panamá 33.24 Este expediente en AGI Contaduría 1485A.25 AGI Panamá 184, pieza 2.26 «Instrucciones y Actas de la Visita que hizo en 1658 (sic, por 1660) don Juan Antonio Avello

de Valdés a la ciudad, Caja, oficiales reales de Panamá, Juzgado de Bienes de Difuntos ydemás tribunales del reino de Tierra Firme y provincia de Veragua», Biblioteca del Rectorado,Universidad de Sevilla, Manuscritos, signatura 331/133.

27 «Testimonio de Autos hechos sobre el expolio y bienes del obispo J. J. de Llamas», en AGIPanamá 128.

28 Cf. José Deleito y Piñuela, La mujer, la casa y la moda, Madrid, 1966, pp. 248-274.29 Antonio Domínguez Ortiz, «La Sevilla del siglo XVII», en Historia de Sevilla, Universidad de

Sevilla, tercera edición, 1986, p. 36.30 «Alphabeto de las mercaderías que se avalían en Panamá venidas del Perú y otras partes»,

Panamá, 6.V.1575, AGI Panamá 11.31 Flota para Tierra Firme, del general Miguel de Erazo, AGI Contratación 1084.32 Ver Sabine Melchior-Bonnet, op. cit., pp. 28-29.33 Antonio Bonet Correa, op. cit., pp. 482ss.34 Sabine Melchior-Bonnet, op. cit., pp. 69 y 95.35 Ibidem, p. 103.36 AGI Panamá 184, pieza 2.37 Ibidem. 38 La testamentaría de Miguelesterona en AHNM, Consejos 20626.39 AHNM, Consejos 20650.40 AGI Panamá 347. Impuesto de convoyaje. 41 Para salarios de peones, oficiales y maestros de obra en Panamá entre 1534 a 1856, Alfredo

Castillero Calvo, apéndice de La vivienda colonial, pp. 364-366.42 José Torre Revello, «Obras de arte enviadas al Nuevo Mundo en los siglos XVI y XVII», en Ana-les del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, número 1, Universidad de Bue-nos Aires, 1948, pp. 90-91.

43 Diego de Ocaña, A través de la América del Sur, Edición de Arturo Álvarez, Crónicas de Amé-rica, Historia 16, Madrid, 1987, pp. 63-64.

44 Los datos anteriores proceden de los embargos de La Rañeta, Peñaredon da y Berroa, citadosen los cuadros adjuntos, de los avalúos para la década de 1780 también citados antes y demanifiestos de embarques del almojarifazgo de Panamá durante el siglo XVIII.

45 Op. cit., capítulo VI, p. 223. La traducción es mía.46 Alfredo Castillero Calvo, «La rebelión contrerista de 1725-26: Radiografía socioeconómica

del Chiriquí colonial», Revista Universidad, IV Época, número 6, Universidad de Panamá, 1992.

1208 X Cultura material y vida cotidiana

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47 Ibidem. 48 Don Juan Bernal de Contreras, «Relación y Descripción del Obispado de Panamá», Panamá,

23.VIII.1650, BAHM, Colección Muñoz, tomo 66.49 Este grueso expediente en AGI Panamá 226.50 AGI Panamá 329. Registros de almojarifazgo de entrada de Panamá. 51 Para todo lo anterior, AGI Panamá 330 a 332. Ramo de almojarifazgo. 52 Para los embargos de Echeverz y Elgueros, AGI Panamá 188. Ver cuadro de este capítulo

«Mobiliario y menaje en casas de vecinos».53 Edward Lucie-Smith, op. cit., cap. IV.54 Viajes de extranjeros por España y Portugal, García Mercadal (editor), Madrid, s. f., tomo II,

p. 832. 55 De ambos diccionarios hay impresiones facsimilares recientes.56 Los manifiestos de embarque de esta flota en AGI Contratación, legajos 1084 a 1086.57 Cursiva mía. AGI Indiferente General 2090, en Enrique Otte, Cartas privadas de emigrantes aIndias, 1540-1616, Fondo de Cultura Económica, México, 1993, p. 383.

58 La R. C. en AGI Panamá 229.59 Amadeo Frezier, Relación del viaje por el Mar del Sur, Biblioteca Ayacucho, Caracas, Venezuela,

1982, pp. 217-218.60 AGI Panamá 327. Almojarifazgo de entrada de Panamá para 1776.61 AGI Panamá 327. Almojarifazgo de entrada de Panamá para 1787.62 Malcolm Deas et al., Tipos y costumbres de la Nueva Granada:Colección de pinturas y diario deJoseph Brown entre 1825 y 1841 y el Diario de su excursión a Jirón, 1834, Fondo Cultural Cafe-tero, Bogotá, 1989, pp. 136-137.

63 Breve noticia o apuntes de los usos y costum bres de los habitantes del istmo de Panamá y susproducciones, 1792, Instituto Nacional de Cultura, Panamá, 1978, p. 24.

64 Llave del Nuevo Mundo, Biblioteca Americana, Serie de Literatura Colonial, Fondo de CulturaEconómica, México 1949, p. 94.

65 Op. cit., p. 3866 Cf. N. R. Porro, J. E. Astiz, M. M. Róspide,Aspectos de la vida cotidiana en el Buenos Aires virreinal.

Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1982, p 326. 67 Así lo ha demostrado en su tesis doctoral Angeles Ramos Baquero, op. cit.68 Ibidem, ver «Introducción».69 La lista en Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia, tomo III, p. 213.70 De estas licencias y peticiones hay pruebas abundantes en el Registro Cedulario de Panamá

para las primeras décadas del siglo XVI, AGI Panamá 233.71 Angeles Ramos Baquero, op. cit., p. 163.72 El inventario de su herencia, en AGI Panamá 46. 73 Autos y testamento de Catalina Agustina, morena libre de La Villa de Los Santos con su ma-

rido Juan González, moreno libre. Este expediente tiene una extensión de más de 50 folios,AGI Panamá 46.

74 Para todo lo referente a esta dote, AGI Escribanía de Cámara 452B.75 Su testamento en AGI Panamá 49.76 AGI Panamá 53.77 AGI Panamá 184, pieza 2, ya citado.78 AGI Panamá 188. 79 AGI Panamá 179.80 AGI Panamá 128, con el expolio del obispo y la tasación.81 AGI Panamá 347. Impuesto de convoyage.

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82 AGI Panamá 328 a 337. Impuesto de almojarifazgo. Ver también Mercurio Peruano, número 16,de 24.II.1790 y número 22 de 7.III.1790.

83 Juan Domingo de Iturralde, «Noticias relativas a Panamá, 1812». Publicado en Revista Hu-manidades, número 1, Universidad de Panamá, 1974.

84 Cf. Alfredo Castillero Calvo, «El comercio regional del Caribe: El complejo portuario Carta-gena-Portobelo, siglos XVI-XIX». Primer Congreso Internacional de Historia Económica y Socialde la Cuenca del Caribe, 1763-1898, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe,San Juan Puerto Rico, 1992.

86 Ver cuentas en los cuadernos de gastos del prior del convento Mariano Esquerra, en AGI Pa-namá 271.

1210 X Cultura material y vida cotidiana

Platos de porcelana Ming (anteriores a 1597) encontrados en Nombre de Dios.Propiedad de Jorge Proctor.

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CapítuLo XXV

Teatro, libros y espectáculo en el Panamá barroco

Alfredo Castillero Calvo

un tópico muy extendido en la historiografía tradicional sugería que la cul-tura literaria e intelectual de la sociedad panameña durante la época colonialfue poco menos que inexistente. de hecho, en un número reciente del suple-mento Épocas leemos lo siguiente de uno de nuestros viejos pero muy respetadohistoriador: «aquella raza emprendedora [refiriéndose a los españoles] no fundónada en materia de cultura en nuestro país»1. es una frase tan gratuita comofalsa. esta percepción, por supuesto, no se sustenta en pruebas documentalessobre la cultura material, la vida intelectual o la producción bibliográfica. el pro-blema es que este texto y otros parecidos, siguen repitiéndose sin tratamientocrítico alguno, y al igual que otros mitos prosperan en la ignorancia.

Lo cierto es que desde hace algunos años han empezado a encontrarse abun-dantes manifestaciones de la cultura, en sus más diversos aspectos, que des-mienten esa visión tan poco alentadora. Se ha descubierto que a principios delsiglo XVII ya existía en panamá una verdadera pléyade de poetas, y que a finesdel mismo siglo se escribió en panamá uno de los poemas épicos más extraordi-narios del período colonial americano, comparable a La Araucana de alonso deercilla, sino superior. Las casas de la élite, como lo he demostrado en varios li-bros y artículos, estaban virtualmente tapizadas de pinturas, incluso muchasmás de las que tiene cualquier vecino panameño acomodado de la actualidad,salvo los coleccionistas. Hay sobradas evidencias de que los ricos se rodeabande los mismos lujos materiales, tanto en su ajuar como en el decorado de suscasas, de manera muy semejante a como lo hacían sus parientes de la madre pa-tria. aunque probablemente la mayoría de estas pinturas era importada, no fal-taron pintores locales. el más famoso fue el hermano jesuita Hernando de la

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Cruz, llamado en el siglo Hernando de ribera, miembro de una familia de laélite. Su gran cuadro dedicado a San Ignacio de Loyola, de excepcional méritoartístico, preside el altar mayor de la iglesia de La Compañía en Quito, dondeademás cuelgan varios cuadros suyos de tamaño mayor dedicados a los após-toles. pero se sabe de otros pintores locales anónimos, como aquel que pintó,por encargo del falso Hermano de la Madre de dios y del rosario, hacia 1669,un cuadro inspirado en el tema de las ánimas del purgatorio, y que fue colgadoen el convento de San Francisco en panamá la Vieja. durante los festejos para laproclamación de Fernando VI en 1747-1748, se hace mención a un pintor de «pri-moroso pincel» que hizo el cuadro del rey, sugiriéndose que se trataba de un ar-tista local. el cuadro fue paseado con gran pompa por la capital enmarcado enun lujoso marco de plata, muy probablemente realizado por algún orfebre delgremio de plateros de la ciudad.

Hay sólidas evidencias de que la música cortesana española se escuchó enpanamá desde muy temprano. La primera noticia data de 1514, cuando llegó aSanta María la antigua del darién la armada de pedrarias dávila. Cuando la es-cuchó Careta, el cacique de acla, quedó embelesado. Se han hallado, además,inequívocas evidencias de instrumentos musicales propios de las Cortes euro-peas, como un «clave o virginal» (recién inventado en Flandes) en una fecha tantemprana como 15422, y se sabe que desde que se estableció la catedral en SantaMaría la antigua, el Cabildo catedralicio contaba con un chantre, es decir, la«dignidad eclesiástica a cuyo cargo estaba la dirección del coro y el canto generalde la Iglesia». difícilmente el chantre podía ejercer sus funciones sin instrumen-tos musicales como órganos y arpas. en 1594 un embarque de libros con destinoa nombre de dios llevaba el libro de música en cifras para vihuela, titulado ElParnaso, de esteban daza, publicado por primera vez en Valladolid en 15763.tenía por subtítulo: «Libro de música en cifras para vihuela [...], en el cual se ha-llará toda diversidad de música, así motetes, sonetos, villanescas, en lengua cas-tellana, y otras cosas, como fantasías del autor». estaba constituido por tres libroscon un total de 67 piezas. el primero de ellos dedicado a fantasías, el segundo amotetes y el tercero a obras en castellano y francés.

en el siglo XVII hay inventarios de bienes de vecinos que mencionan arpasy vihuelas, y en el XVIII se registran guitarras y violines entre sus posesiones,para no mencionar los clarines y tambores cuando se entraba en combate. ade-más, abundan referencias a otros instrumentos más bien populares, cuando sehacen descripciones de actividades festivas, como tambores, flautas y chirimías.el ambiente musical panameño estaba también impregnado de melodías africa-nas, dominadas por los alegres ritmos del tambor, a juzgar por las frecuentesprotestas de los prelados que se quejaban de los bailes que con cualquier pre-texto, o sin él, los esclavos y libertos organizaban en los montes cercanos, y cuyaprovocativa sensualidad escandalizaba al clero, aunque atraía con fascinación alos jóvenes de la élite.

1212 X Teatro, libros y espectáculo en el Panamá barroco

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dicho esto, cabe hacerse estas preguntas: ¿existía un ambiente cultural enpanamá? ¿Se leía? ¿existían oportunidades para las representaciones teatrales?¿Se escribían libros u opúsculos? este capítulo tratará de responderlo breve-mente. debo advertir que si bien apoyo mis respuestas en algunos casos especí-ficamente documentados, para otros debo basarme en referencias indirectas oen interpretaciones contextualizadas, procedimiento que, como todos sabemos,es típico en el oficio del historiador.

¿Libros para quién?

Me referiré en primer lugar a los libros. Señalaré, para empezar, lo que meparece obvio. Como era natural, los libros no podían faltar en las viviendas delos altos y medianos funcionarios, en los conventos de religiosos, en las casas delos clérigos, sobre todo aquellos que habían hecho estudios superiores en dere-cho canónigo, moral y teología. asimismo, en los despachos o residencias de losingenieros militares, tampoco podían faltar clásicos de la arquitectura como Vi-truvio (Los diez libros de arquitectura), León Battista alberti (Los diez libros de ar-quitectura), o giácomo Vignola (Regla de las cinco órdenes de arquitectura). dehecho, consta que en 1586 llegaron para la venta a panamá ejemplares de Vitru-vio y alberti y de Vignola en 15944. entre los militares de carrera tampoco podíanfaltar tratados como el de Vegecio (tratado de arte Militar), de artillería, comoelDiscurso de Cristóbal de Lechuga, publicado en 16115, o textos básicos para laconstrucción de fortificaciones, como el de Fortificación, también de Lechuga, pu-blicado en Milán en 1603, o la Teórica y práctica de fortificación de Cristóbal derojas, de 15986, para solo citar obras tempranas, aunque ya en el XVI se habíanimpreso no menos de media docena de tratados sobre fortificaciones escritospor autores españoles. no debemos olvidar que desde fines del siglo XVI pa-namá hospeda por largas temporadas, incluso por varios años, a militares comoalonso de Sotomayor, con vasta experiencia en los campos de europa, y a inge-nieros militares de prestigio como Bautista antonelli, Juan Bautista antonelli,Cristóbal de roda, Juan Betín, Francisco panique, Juan de Somovilla tejada, Ber-nardo de Ceballos y arce, antonio Fernández de Córdoba, nicolás rodríguez oManuel Hernández, que difícilmente viajarían a panamá sin sus tratados y librosde guerra. es difícil concebir a arquitectos como Hernando de Montoya, maestrode obras de las fortificaciones de portobelo durante muchos años, entre fines delXVI y principios del XVII, o Cristóbal de armiñán, constructor del puente delrey y de la aduana de portobelo (y probablemente también de la catedral depanamá), viajando a tierra Firme sin tratados de su especialidad.

tampoco faltarían tratados especializados en las casas de algunos profesio-nistas como los abogados, los médicos, los cirujanos. Los plateros, los sastres,los alarifes o los carpinteros de lo blanco debían tener manuales de modelos ynecesitarían los «libros de exámenes», sin los cuales difícilmente los maestros

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de taller podían entrenar a los aprendices y oficiales que acudían a formarseen sus obradores, ni estos podían ser aprobados por el veedor de los gremioscorrespondientes.

en el poemario recogido por el chantre Mateo de ribera, dedicado a la me-moria del recién fallecido presidente enrique enríquez de Sotomayor, los dis-tintos poetas encontraron inspiración en varios libros del antiguo y el nuevotestamento, como los salmos, los proverbios y el apocalipsis, así como en los pa-dres de la Iglesia. Citan igualmente las obras de San ambrosio, San agustín, SanBernardo, santo tomás. esto era de esperarse, ya que varios de los poetas erancuras. pero además recurren a autores profanos, como Sócrates, aristóteles, dió-genes, plauto, Séneca, Salustio, Cicerón, Vegecio que, o bien conocían directa-mente porque tenían sus obras, o a través de otros autores7. para un aficionadoa las letras debía ser impensable no tener copias de las obras de Quevedo, Cal-derón, tirso de Molina, Lope de Vega o Cervantes. en los conventos no seríanraras las hagiografías y libros con historias edificantes.

el comercio regular de libros entre españa y américa se encuentra amplia-mente documentado en los manifiestos de embarque hasta ahora estudiados, yevidencia que existía un sostenido interés entre los colonos americanos por la lec-tura, tanto de los clásicos como de la literatura contemporánea. de hecho, casidesde el momento en que los libros salían de las imprentas se enviaban a américa.en el lapso comprendido entre 1585 y 1605, en los embarques destinados a amé-rica, desde México a portobelo, se encuentran obras de aristóteles, Horacio, ovi-dio, Lucano, Boyardo, ariosto, tasso, petrarca, esopo y otros, al igual que obrasde Jorge Manrique, Fray Luis de León, antonio de guevara, Lope de Vega, Cer-vantes, Vargas Machuca, Cieza de León, «amén de romanceros y cancioneros comoCelestinas, Lazarillos y Guzmanes». (Se refiere a la tragicomedia La celestina, y a po-pulares novelas picarescas como El lazarillo de Tormes y el Guzmán de Alfarache).

no debe sorprender, por tanto, que en 1601, Martín Sánchez de Solís llevaraconsigo a portobelo 81 cajas de libros entre los cuales se registraron 94 ejemplaresde la recién impresa La dragontea de Lope de Vega, famosa obra épica cuya tramase desarrolla mayormente entre portobelo y nombre de dios durante el ataquede Francis drake en 1596, hasta que es muerto y derrotado por las fuerzas loca-les. gracias a contactos en el Consejo de Indias, Lope tuvo franco acceso a losarchivos relacionados con estos hechos, de modo que para su obra pudo docu-mentarse ampliamente8.

el 16 de enero de 1605 había salido de la imprenta el Quijote, y el 25 de febrerode 1605, cuando apenas habían transcurrido cinco o seis semanas, pedro gonzálezrefollo, presentaba en la Inquisición para su examen y aprobación, cuatro cajasde libros, una de las cuales llevaba «5 Don Quixote de la Mancha», destinados a por-tobelo. Las cajas viajaron en la flota de galeones a cargo del general Francisco delCorral y toledo, y llegan a portobelo el 19 de agosto siguiente. de allí serían trans-portadas a lomo de mulas por el Camino real hasta la capital.

1214 X Teatro, libros y espectáculo en el Panamá barroco

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La misma flota transportaba 61 cajas con 100 ejemplares del Quijote paraCartagena. otros 72 ejemplares, en 45 cajas, cruzaron el Istmo y, ya en panamá,tomaron rumbo a Lima, donde se venderían en la librería de Miguel Méndez.en la flota que iba ese año para Veracruz, en nueva españa, se llevaban otros300 ejemplares, pero llegaron meses más tarde, y muchos se perdieron en nau-fragios, de modo que sería panamá uno de los primeros lugares de américadonde se leyó el Quijote9.

La fiesta y el teatro

Hablemos ahora de la fiesta y el teatro. todavía en el siglo XVII roma nohabía proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción, aunque ya en españay américa estaba muy extendida esta devoción mariana. Sin embargo, no falta-ban los católicos que se rehusaban a aceptarla. el cronista de La Compañía deJesús, padre pedro de Mercado, recoge un episodio ocurrido en panamá el año1610, cuando se preparaban grandes celebraciones en honor a la «sin pecado».Su relato es interesante porque revela el carácter de los festejos y sugiere quecada vez que encontraban una oportunidad, los vecinos desenfrenaban su venalírica. para la ocasión, un improvisado poeta local había escrito unas coplas de-dicadas a la Inmaculada, sin embargo, un vecino que no le era devoto, se la arre-bató mientras la leía e «hizo pedazos el papel en que estaba escrita la poesía».para desagraviar a la Virgen se organizó una procesión solemne que recorrió lascalles de la ciudad hasta llegar al convento de La Merced. asistieron la audien-cia, los Cabildos secular y eclesiástico, un «innumerable concurso» de vecinos,y los soldados del presidio, que marchaban disparando a ratos sus mosquetes«como dando a entender que a boca defenderían la opinión pía». Se lanzaronfuegos artificiales: «a trechos hubo invenciones de pólvora», dice el jesuita. Laprocesión iba acompañada de músicos «que iban cantando piadosas letras queen defensa de La Concepción sin pecado original compusieron varios ingenios».al finalizar estos festejos, «la ciudad hizo voto de celebrar con fiesta particularcada año lo inmaculado de su Concepción Santísima»10.

pero las fiestas continuaron los días siguientes. en varias ocasiones se leye-ron oraciones «en verso español muy elegante en que se declamaron los elogiosde La Concepción Inmaculada», y «oraciones en verso tan elegantes como agu-das». en La Compañía se representó «un coloquio de San Marco y Marcelino [...]tan devoto como bien compuesto». acudió toda la ciudad, la audiencia y lasÓrdenes religiosas, «y salieron después de haberlo oído no menos gustosos queedificados, porque obligó a esto así la historia como el buen modo con que serepresentó»11. Se trataba pues de manifestaciones literarias no desdeñables.

en las interminables celebraciones se repicaban campanas, se tocaba músicade chirimías, y no faltaban los fuegos artificiales, con cohetes disparados enforma de círculos, destacándose en la torre de la catedral «un árbol de fuego que

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encendido dio mucho gusto a los ojos que vieron los artificios del árbol y a losoídos que escucharon los estallidos y truenos». La misma noche 50 congregantessalieron en una «vistosa máscara con libreas muy preciosas», y «por último sa-caron [...] en un vistoso carro triunfal sobre un muy alto y hermoso trono unaimagen de La Concepción de la Virgen a quien acompañaban los más insignesde los doctores, reyes y personajes graves que apoyaron la opinión pía de suConcepción sin pecado original en el primer instante de su ser natural». Cadapersonaje iba colocado en sus gradas según su jerarquía, ricamente vestidos, consus correspondientes divisas, «y cada uno llevaba en sus manos el dicho o sen-tencia con que más claramente dio a entender la no mancillada Concepción dela reina María Madre de Jesús»12.

La descripción anterior ilustra maravillosamente la atmósfera de la época.Las celebraciones no podían ser más típicas. Y aunque el motivo era de origenreligioso, no difería mucho de cualesquier otras de tema profano. también evi-dencia el espacio que ocupaban en estas actividades las manifestaciones líricas,ya sea en la forma de coplas poéticas, extensas oraciones en prosa o en repre-sentaciones teatrales. aunque quedan pocas evidencias de la producción literariade la época, el texto de Mercado evidencia que el estro poético debía estar muyextendido, esperando a la primera oportunidad para expresarse.

Las festividades concluyeron con un final característico de la época. SegúnMercado, el sujeto que había rasgado la copla donde se exaltaba La Concepciónvirginal, había tratado de impedir las procesiones e incluso elevó una petición ala justicia ordinaria para que se prohibiesen las fiestas. pero, como era de espe-rarse, murió repentinamente a los pocos días. para la comunidad de vecinos nohabía duda de que se trataba de un castigo del cielo.

Con ocasión de la fiesta del Corpus, solían representarse autos sacramenta-les, que consistían en breves dramas alegóricos de tema religioso que pedro Cal-derón de la Barca popularizó a partir del primer tercio del siglo XVII y que tanbien cuadraban a la época. eran dramas edificantes que contribuían a afianzarla fe y resultaron ser un instrumento muy efectivo para divulgar el significadode los sacramentos y dar a conocer las escrituras. Inspirado en la InmaculadaConcepción, Calderón de la Barca desarrolló además una irrefrenable pasiónmariana, pasión que compartían los panameños de su tiempo.

pero el pueblo, como en todas partes, prefería disfrutar de representacio-nes teatrales más frívolas, o en todo caso menos moralizantes y reflexivas, cuyocontenido podía ser de divertida crítica social o de simple entretenimiento. dehecho, cada vez que se encontraban pretextos para celebraciones y festejos co-lectivos (la preñez de la reina, el nacimiento de un príncipe, la entronizaciónde un nuevo monarca, la fiesta de La Concepción, un sonado triunfo militar oel arribo de la flota a portobelo), se echaba mano de una obra teatral13. porqueel teatro y las comedias eran la gran fuente de diversión de la época. así suce-dió con las comedias que patrocinó el presidente Juan de Vega Bazán en 1645,

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primero en agosto, para celebrar la llegada de la flota a portobelo y luego endiciembre, para la fiesta de la purísima Concepción14. Las representaciones quese hicieron en agosto habían causado un gran disgusto al obispo Fernando ra-mírez, aunque no había podido hacer nada para impedirlas, pero cuando se lereveló el contenido de las nuevas comedias reaccionó furioso:

por cuanto ha llegado a mí noticia que se van a hacer algunas máscaras yrepresentaciones muy indecentes y deshonestas, descompuestas y escandalo-sas, opuestas a la modestia, buen ejemplo y religión cristiana que deben ob-servar los fieles católicos y en desestimación del estado eclesiástico...15.

Siguiendo la costumbre local, estas comedias serían representadas en algúnconvento o iglesia de la ciudad. no había otro sitio mejor bajo techo donde pu-dieran montarse los escenarios y se convirtieron en los lugares preferidos entodas las colonias. ambas obras eran ya conocidas en españa, donde habíansido impresas, y llegaron a panamá con las correspondencias licencias y censu-ras. por desgracia la documentación no revela el autor ni el título de estas obras.Su representación había estado organizada por la infantería del presidio de pa-namá, cuyos soldados eran miembros de la cofradía de nuestra Señora de LaConcepción del convento de San Francisco, y contaba con la aprobación del re-verendo fray alonso de Castro, comendador del convento y comisario del Santooficio, quien las había «examinado en cuanto a la fe y en cuanto a decencia yhonestidad». también las había examinado el oidor don Fernando de Velasco16.ni fray alonso ni el licenciado Velasco encontró nada grave que impidiera surepresentación.

Sin embargo ramírez, un obispo irascible e intolerante, amenazó con exco-mulgar a todos los que tuvieran que ver con la representación, desde Vega Bazánhasta los actores y, por supuesto, a los eclesiásticos del convento donde se haríael montaje.

obviamente las obras en cuestión contenían escenas donde se hacía irrisióndel clero. Los actores vestirían los hábitos sacerdotales y remedarían sus actos,seguramente satirizándolos, lo que como era de esperarse, resultaba intolerablepara ramírez, de manera que este las prohibió de manera fulminante:

por lo cual mandamos a todos y cualesquier persona de cualquier estado ycalidad que sean, que en ningún género de fiesta saquen vestidos eclesiásticosni otro género de representación tocante al dicho estado ni usen de modos des-honestos y descompuestos, lascivos y escandalosos como lo hicieron en unamáscara fea y torpe que por el mes de agosto pasado salió en público en rego-cijo de la buena nueva de la llegada de galeones y de otras que tuvieron per-sonas particulares, porque debieron dar gracias a dios antes que escandalizarel pueblo con tan torpe regocijo.

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el edicto de censura con la advertencia de excomunión para castigar con-dignamente la burla, reza así:

Y asimismo mandamos no se represente en las iglesias ni en otro ningúnlugar menor, que siendo por nos primero examinadas y aprobadas las come-dias y representaciones que se pretendiesen hacer, lo cual mandamos se cum-pla y guarde en virtud de santa obediencia, pena de excomunión mayor17.

Los que desobedeciesen esta prohibición serían expuestos públicamente,colocándose sus nombres en «tablillas». el edicto fue leído en la catedral paraque nadie alegara no estar debidamente informado18.

presidente y prelado forcejearon, pero la amenaza de excomunión era de-masiado intimidante y finalmente no se celebraron las funciones19. La inquinaque se tenían presidente y obispo llevaba meses y, que se sepa, databa desdeantes del gran incendio de la ciudad en 1644, ocasión en la que ramírez (no sesabe por qué) pronunció un sermón donde comparaba a Vega Bazán con Hero-des y a sus dos oidores de confianza con los «dos malos sacerdotes del Sane-drín». Siendo así, cualquier acción del presidente que rozara con asuntos demoralidad pública no dejaría de objetarla20. esta vez la censura le tocó al teatroy fue tajante.

pocos años más tarde sería la propia Corona la que prohibiría las representa-ciones de comedias en los conventos e iglesias de las colonias, pero esto no impidióque las funciones se siguieran haciendo, aunque en otras partes de las ciudades21.desde entonces los escenarios se montaban sobre tarimas de madera improvisadasque se construían en la plaza Mayor, o donde se pudiera. Los actores eran simplesaficionados y solían ser hombres, aunque tuviesen que representar papeles demujer. Lo mismo se hacía en la Inglaterra de Shakespeare y otras partes. Las co-medias se representaban en sesiones distintas para ambos sexos.

en la españa barroca, es decir, en el panamá barroco, no se concebía ningunafiesta, fuese civil o religiosa, sin diversas representaciones teatrales, ya que el te-atro fue la gran pasión del siglo. era la diversión por excelencia, disputada solopor las corridas de toros, y panamá no era una excepción22. Y pocos espectáculosmás representativos de la fiesta barroca que los dedicados a celebrar la corona-ción de un nuevo monarca.

para el siglo XVIII se conservan documentos referentes a los festejos que sehicieron para celebrar la entronización de dos monarcas. La primera se extendiódesde septiembre de 1747 a marzo de 1748 (luego de una interrupción para apro-vechar la estación seca), con ocasión de la ascensión al trono español de Fer-nando VI. La plaza Mayor se engalanó con un esplendor raras veces visto y,según los testigos, con tan «singular lucimiento» que no tenía nada que envi-diarle a «las demás ciudades de estas Yndias y de muchas de europa». Las cele-braciones, con un repertorio inesperadamente amplio de comedias –ocho en

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total–, corridas diarias con hasta 20 toros, se extendieron durante siete días con-secutivos, y cada día, alguna corporación, como el Cabildo, algunos ricos locales,como los primos Juan de urriola gonzález y antonio de echeverz gonzález(ambos con altos cargos municipales), y los gremios de comerciantes, sastres,pulperos y plateros, corrieron, a su turno, con los gastos de las corridas, los fue-gos artificiales, las mascaradas o las comedias, incluyendo la escenografía (o«perspectiva») de estas últimas. ambos núcleos urbanos –intramuros y el arra-bal– se vistieron con aparatosos arcos triunfales, doseles carmesí y bordados enoro, pendones y banderas. Hubo brillantes paradas militares, misas solemnes,«conciertos de música», «reinados», «saraos y contradanzas». el decorado conque se adornó toda la ciudad debía causar la impresión de una gigantesca esce-nografía dispuesta para el gran teatro en el que se convertía la ciudad y en laque todo el mundo era actor. gracias a una agria disputa entre la audiencia y elCabildo en materia de precedencias, y con objeto de ilustrar la pendencia, el in-geniero nicolás rodríguez elaboró una conocida y hermosa isometría de la plazaque ilustra a todo color ese vistoso decorado urbano.

pocas demostraciones más elocuentes de esta necesidad de afirmación pú-blica, de evidenciar ante los ojos de los demás, aun a costa de inmoderados sa-crificios pecuniarios, que se veneraba al monarca, más allá de toda duda. Ypiénsese que esto ocurría en una fecha tan tardía de la Colonia. pero no debemosolvidar que en aquellos tiempos –es decir durante el estado absolutista y la cul-tura barroca– la fiesta era, por excelencia, un asunto de estado, es decir, un asuntopúblico. Y que, por lo mismo, las alegrías colectivas que se manifestaban con oca-sión de las festividades públicas, eran parte de los mecanismos de opresión, ma-nipulación y coerción que ejercía el estado sobre la sociedad. era una alegríacontrolada, institucionalizada, organizada por decreto. en la fiesta barroca todoel mundo participaba, y no había lugar para simples espectadores. uno de losefectos de esa manipulación de la fiesta por parte del estado consistía, precisa-mente, en que todo el mundo sentía que debía tomar parte en ella. no hacerlo era,sino necesariamente incurrir en desacato a la autoridad, al menos hacerse sospe-choso ante la mayoría, atraer sobre sí la mirada recelosa de los demás23.

por las noches, durante las celebraciones, se realizaron varios «reinados, conque la gente inferior del color celebra a su usanza los plausibles asuntos públi-cos». el derroche que se hizo puede apreciarse por los siguientes datos. el Ca-bildo se adornó con un inmenso dosel de «cuatro varas de largo y tres de anchode terciopelo carmesí, guarnecido de galones de oro de tres dedos de ancho yen medio... la imagen del rey nuestro señor Fernando sexto... de medio cuerpo,retratado de primoroso pincel, en un lienzo guarnecido de un marco de platamaciza de realce de cuatro dedos de ancho». a los pies, las armas de la ciudad«de plata maciza, y a los lados sobre dos paños y almohadas las mazas del Ca-bildo también de plata». ¿el «primoroso pincel», obra de un pintor nativo? ¿ellujoso marco de plata, realizado por un maestro platero del gremio local?

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Los festejos se iniciaron en septiembre de 1747 con cuatro comedias costea-das por el gremio de comerciantes, pero se interrumpieron para celebrar elmagno acontecimiento durante la estación seca o verano, que se prestaba mejorque el «invierno» para estas manifestaciones festivas. Las celebraciones se ini-ciaron el seis de marzo y se extendieron sin parar durante siete días, pero todavíacontinuaban el 21 siguiente, cuando se representaron a costa del gremio de sas-tres, en el tablado que se levantó en la plaza Mayor, «las dos famosas comediascelebradas en los mejores teatros de españa, del aplaudido ingenio de don pedroCalderón, intitulados Lances de amor y fortuna, y Amado y aborrecido». Los días 24y 25 «particulares del color» representaron otras dos comedias: Solo el piadoso esun hijo y El montañés más hidalgo. La popularidad de Calderón era evidente.

por ordenanza capitular todas las puertas y ventanas se tuvieron que ador-nar y de noche se iluminaban. Los retratos del rey y la reina se pasearon «en uncarro triunfal cubierto todo de plata maciza, con el dosel y sitial de lo mismo ya sus pies las cuatro virtudes cardinales representadas en cuatro garzones deagradables aspectos y airosas proporciones, lucidamente adornados, vestidosde muy costosas galas de estofa y pedrería»24.

no se conoce la documentación referente a las celebraciones dedicadas aCarlos III cuando este subió al trono en 1761, pero todavía muchos años mástarde eran recordadas por lo lucidas que fueron.

otra gran celebración documentada es de 1790, con motivo de la proclama-ción de Carlos IV, que aquí resumiré. Las autoridades responsables de organizarlos festejos fueron antonio Chacón, administrador principal de la renta deaguardientes y Josef Igarci de aguirre, contador principal de la de tabacos. Si-guiendo con la vieja tradición, las fiestas demoraron muchos días. La proclama-ción del nuevo monarca se hizo el 25 de enero y todavía el 16 de febrerocontinuaban las festividades. La ciudad se llenó de gente de todo el país. Se ce-lebraron tres corridas de toros con «caperos, banderilleros y picadores» vestidosde «majos». Se mataron 42 toros. La audiencia aplaudió frenética a los banderi-lleros «por la destreza y arrogancia con que cada uno de ellos esperaba y sujetabaa pie y a pulso la fiereza del toro, con solo el auxilio de la vara con un pequeñoclavo en la punta». también se celebraron muchos juegos callejeros.

en las vísperas de las corridas, ambos sexos acudían a orar al Cabildo,donde se distribuían dulces de todas clases, bebidas y licores variados. Y en lamisma sala del Cabildo se daba inicio al baile. durante tres días hubo bailes«hasta las dos de la noche», rociados con abundante ambigú.

Los distintos gremios de artesanos costearon varias comedias y obras de te-atro alusivas al evento, representando ellos mismos el papel de mujeres, con ad-miración y aplauso de los concurrentes, «así por el aire equivoco del sexo, comolo bien que midieron el verso». el público se deleitó con los «golpes de música»y la «hermosa vista del teatro y sus mutaciones». Con «loas» y «argumentos decompetencia» los actores demostraron «la más fina lealtad de panamá al soberano».

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tal manifestación artística de fidelidad, dado que provenía de «humildes gre-mios», llenó de tranquilizador gozo a las autoridades. gustaron tanto las come-dias que se repitieron el siguiente domingo y el martes de carnestolendas.

dos orquestas alegraron las festividades. Y toda la ciudad se engalanó comono lo había hecho desde aquella memorable fiesta que hizo para la entronizaciónde Carlos III en 1761 o la de Fernando VI en 1748. Las calles se limpiaron, seadornaron las fachadas y balcones de las casas, con «espejería y lucidas colga-duras de seda». para las corridas de toros se hicieron dos grandes tablados, unoen la plaza Mayor y otro en la plaza de Santa ana, con tarimas alfombradas, «ba-randas pintadas, colgaduras de seda» y telas pintadas donde se representabanfiguras animales, vegetales y humanas.

al segundo día se celebró en la catedral un solemne Te Deum, en acción de«gracias por la exaltación al trono de tan benéfico monarca, prosperidad y feli-cidad en su reinado». pontificó la ceremonia el ilustrísimo obispo Josef antonioumerez de Miranda. el altar mayor lucía un «frontal de plata y sobre setentapiezas labradas de lo mismo en figura de flores y ramos, incluso los seis grandesy ocho blandones de preciosa hechura que últimamente costeó para su iglesiaen conjunto con los magníficos ornamentos que hizo traer de españa». al fina-lizar la misa se cantó el Te Deum Laudamus. Luego la tropa disparó salvas quefueron al unísono respondidas por disparos de pedreros y fusilería de las dosfalúas guardacostas ancladas en la bahía.

Los vecinos se esmeraron en iluminar sus casas. «Hubo algunas primorosascon pinturas transparentes; otras con vasos de vistosa simetría». La del obispoy la del alférez real fueron particularmente ostentosas.

el edificio que se revistió de galas más lujosas fue el Cabildo. Lucía esplen-doroso. La relación dice así: «Se reparó y blanqueó el magnífico edificio de lasCasas de la Ciudad [es decir el Cabildo], refaccionando y pintando las barandasy balaustrería del balcón de dicha galería alta, dando también de color a la fa-chada de portales baja; y para hermosear más la obra dispuso el señor goberna-dor [Josef domas y Valle] a su costa se pintasen y dorasen al óleo las armas desu majestad y de la ciudad, que están grabadas sobre lápidas de piedra en ambasgalerías del frente principal de dicho edificio, que por sí solo lo hace muy vistosola exquisita arquería alta y baja de piedra de sillería y columnas en que estánapoyadas con sus respectivas cornisas». el balcón de la galería principal del Ca-bildo fue adornado con un dosel guarnecido de galones recién hecho. Se hicieronnuevas bancas y sillas tapizadas con terciopelo carmesí. Se compusieron los es-cudos de armas y mazas de plata, distintivo de los porteros para los días de tablay tanto a estos como a los reyes de armas se les hizo capillazos de damasco y losvestidos acostumbrados «en semejantes casos».

una nota señera fueron los dos retratos de «sus majestades» que se encar-garon «a un habilísimo pintor de Quito», uno costeado por la ciudad y otro porel gobernador domas. uno sería colocado en la sala capitular del ayuntamiento,

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y otro en el balcón para que fuese contemplado por la jubilosa población. aso-madas las autoridades al balcón se hizo la proclamación exclamándose en vozalta, primero «Silencio», luego «oíd», luego «atended», «escuchad». Luego seasomó el alférez real del ayuntamiento, Félix de Soto, administrador principalde la renta del tabaco, y colocándose en «uno de los extremos que hacía frentea los reales retratos» proclamó: «Castilla, Castilla, Castilla, las Indias y panamápor el rey nuestro señor don Carlos Cuarto que dios guarde muchos años».dicho esto, mientras el alférez tremolaba el real pendón, los reyes de armasarrojaron al pueblo grandes puñados con monedas de plata. a la vez, repicabanfrenéticamente todas las campanas y la guarnición disparaba salvas que ensor-decían los clamorosos y alborozados vítores del populacho. todos los funciona-rios del gobierno montaron en sus cabalgaduras regiamente enjaezadas queacompañaban lacayos con librea, y se encaminaron al arrabal de Santa ana se-guidos por una nutrida tropa de soldados y una gran multitud, para repetir allála proclamación25. Fue una celebración típica, muy parecida a otras muchas deeste tipo que se hicieron en panamá y se celebraban en otras partes de españa yamérica.

aunque Fernando VII fue rey de españa por un brevísimo período a prin-cipios de 1808, no quedan evidencias de que se celebrara su coronación en pa-namá, tal vez a causa de la gran crisis política existente en españa, a la sazónocupada por las tropas napoleónicas, y encontrarse el propio rey prisionero enBayona. Fue con esa ocasión, al parecer, que el alcalde mayor de natá y aficio-nado a las letras, el panameño Víctor de la guardia y ayala, escribió la obra deteatro La política del mundo, tragedia en verso en tres actos, que repudiaba la in-vasión de españa por los franceses y exaltaba la figura del rey, llamado entoncesel Deseado. Según rodrigo Miró, se trata del «primer texto de teatro de seguraatribución a un panameño, de un documento revelador de la cultura literarialocal de aquellos días»26.

La última gran celebración del período colonial de que quede constanciafue para proclamar la recién promulgada Constitución política de la monarquía es-pañola. en agosto de 1812, llegaron de Cádiz 200 ejemplares de la Constitución.Casi de inmediato se leyó el texto constitucional en la plaza Mayor para quetodos le juraran fidelidad. el acto se realizó ante una masa alborozada, ya queprometía libertades insospechadas para el pueblo. Se cantó un Te Deum, repica-ron campanas, iluminaron las calles, casas y plazas, dispararon salvas de arti-llería y se ejecutó música militar. Se rebautizó la plaza como «plaza de laConstitución», donde se colocó una lápida con su nombre. el acto se replicó conel mismo clamor popular en Santa ana y otras plazas del país27.

Y no olvidemos ese otro espectáculo que se escenificaba en la plaza Mayorcuando se ajusticiaba en la picota, colocada en medio de la plaza, a delincuentes,esclavos fugitivos reincidentes, piratas o tropas enemigas, con la horca, los azo-tes, mutilaciones o la decapitación. o se les fusilaba a la vista de un público

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enardecido, como sucedió en 1713 con la tropa y marinería de la fragata de gue-rra inglesa Príncipe Eugenio de Saboya, capturados en la isla del rey en plena gue-rra de Sucesión28. nadie se perdía ese espectáculo de sangre y muerte.

Los predicadores

pero volvamos a los libros. Muchos tenían interés práctico ya que eran ins-trumento de trabajo cotidiano para los profesionales. La época pre y postriden-tina fue de gran confusión doctrinal, por lo que el asunto de la prédica en manosde especialistas tuvo que ser promovida y reglamentada, convirtiéndose en ob-jeto de serias reflexiones. en los profundos e interminables debates del Conciliode trento, se reconoció que era más práctico y prudente explicar la Biblia o lossacramentos, que dejar a la gente que los interpretara a su manera, en contrastecon la demasiado riesgosa posición protestante basada en la «libre interpretaciónde la escritura» y en «la justificación por la fe».

el problema era encontrar el mejor método para llegar al vulgo. Se produ-jeron, según un conocido censo bibliográfico, 193 títulos de retórica eclesiásticapublicados solo entre 1500 y 1600, aunque se cree que hubo muchos más, y sunúmero fue aumentando hasta fines del siglo XVII. estos libros enseñaban no-ciones de preceptiva y retórica que el predicador debía dominar para llegar coneficacia a su público. Se trataba de un material esencial para la persuasión reli-giosa, y pronto surgieron predicadores profesionales que se ganaban la vida ejer-ciendo este oficio y se hicieron famosos predicando La palabra de púlpito enpúlpito29.

podemos recordar al dominico thomas gage, que viajó desde México a pa-namá, pasando por guatemala, cobrando por su prédica y ganándose la vidade esa manera hasta que logró embarcarse en portobelo en la flota de 163730.Como gage, había muchos predicadores ambulantes, verdaderos andarinescuyo oficio era ir de púlpito en púlpito predicando La palabra. nadie habría sos-pechado que al regresar a Inglaterra, su madre patria, se convertiría al protes-tantismo. La Iglesia, por supuesto, prefería predicadores menos problemáticos,sobre todo aquellos que habían hecho serios estudios teológicos y podían exhibirtítulos académicos. en panamá no faltaron. el presidente rodrigo de Vivero ce-lebraba las dotes de predicador del presbítero rodrigo de Herrera (hijo del oidorgerónimo de Herrera), capellán de las monjas en la década de 1620. decía Vi-vero: «Se le hizo merced de canonicato de iglesia en Santo domingo por ser gra-duado en teología y ser muy lúcido sujeto en un púlpito»31. La orden de Santodomingo de guzmán, famoso por su vibrante oratoria, era conocida precisa-mente como orden de predicadores. Fray adrián de ufeldre, otro dominico y alparecer competente teólogo, debió ser también un hábil retórico a juzgar por sufuerza persuasiva entre los indígenas. desde que inició su obra catequística entrelos gentiles, empezando en Veragua el año 1622, logró como ningún otro misionero

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de la época colonial, persuadir a los guaimíes y los cunas para que aceptaran lafe cristiana32. en 1653 la orden dominica contaba en panamá con dos maestrospredicadores y un predicador general, respectivamente: fray gerónimo de Qui-jada, fray adrián de ufeldre y Francisco Márquez.

pero también los franciscanos y los jesuitas tuvieron entre sus filas a buenospredicadores. requejo Salcedo admiraba a un padre predicador de nombre frayJuan de Fonseca, custodio y guardián del convento de San Francisco, que ade-más tenía veleidades científicas33. el padre jesuita pedro de Mercado habla deun fervoroso predicador de su orden, tan elocuente y persuasivo, que a la salidade las misas, luego de escuchar sus sermones, los vecinos gemían de arrepen-timiento envueltos en un manto de lágrimas, y las mujeres pecadoras renun-ciaban para siempre al «asqueroso cieno de la lujuria»34. en 1711, con ocasiónde un incidente brujeril de inquietantes proporciones entre indígenas reciénconversos de Veragua, el obispo Juan de argüelles se hizo acompañar del teó-logo jesuita Juan de oviedo, «varón incomparable de un espíritu fervorosísimoque hizo una plática tan tierna, tan espiritual y tan devota, que derritió los co-razones de todos los oyentes». Su prédica fue fulminante y la crisis religiosa seaplacó35. argüelles también habla con profunda admiración de otro gran pre-dicador, nativo de panamá, el doctor Juan de Soberanis y guevara, a quien mereferiré más adelante.

para estos especialistas de la palabra era indispensable contar con buenosmanuales de preceptiva y retórica, pudiendo acudir a los muchos que se publi-caron en latín y castellano, las dos lenguas en las que se escribieron la mayoría.podían recurrir a la Rhetorica christiana, de diego de Valdés, publicada en 1574,«que se leía en toda europa y américa». o a la Ecclesiastica rhetorica, de fray Luisde granada, publicada en 1576, que fue una de las más conocidas36.

un caso interesante es el padre don Jacinto de Montesinos y Salazar, naturalde granada, que llega a panamá en 1704 sin licencia para pasar a Indias, acom-pañado de otro sacerdote alemán. traía una «licencia para predicar» otorgadapor el obispo de Cádiz. pero desde su arribo se hizo sospechoso de espionaje, alcorrer la voz de que dos hermanos trinitarios simpatizantes de la causa del ar-chiduque de austria, en plena guerra de Sucesión, se encontraban en Londreslistos para pasar a Indias, y se pensó que él era uno de ellos. Fue apresado y sele embargaron sus dos petacas. además de su ropa y otros objetos de uso diario,se le encontraron los siguientes libros: un Semanero santo, nuevo; un libro titu-lado Idea de un príncipe político; un Diurno nuevo; «un legajo de sermones escri-tos»; «un libro encuadernado de sermones manuscritos»; un libro titulado Laurospanegíricos; otro libro titulado Alfabético; otro libro «de San Juan de dios»; otrotitulado De la diferencia entre lo temporal y eterno; 18 cuadernillos de papel de es-traza; «un pergamino escrito en forma de título que empieza Arolus Marinis».dado que era predicador, venía bien provisto de libros para sermonear, como loevidencian sobre todos sus legajos y su libro con «sermones escritos»37.

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Libros de médicos y abogados

¿Y qué decir de las bibliotecas de los médicos y los abogados? para los abo-gados, los fiscales y los oidores, algunos tratados eran simplemente básicos, yaque sin ellos debían encontrarse perdidos. en américa era indispensable paraun juez o un abogado, tener a mano comentaristas de derecho indiano comoJuan de Solórzano y pereira, autor de la notable obra titulada Política indiana. nopodían, sin duda, prescindir de obras de canonistas y compiladores, o de trata-dos de derecho civil y canónico, o de las Copulatas y cedularios, como el de enci-nas, o de la Recopilación de las leyes de estos Reinos, publicada por Felipe II en 1597,popularmente conocida como Nueva recopilación. de hecho, en 1682 se comuni-caba al presidente pedro de ponte Franca, mediante reales Cédulas de 29 demayo y de 13 de junio de ese año, que de la recién impresa Recopilación de lasLeyes de Indias, se enviaban 50 juegos a panamá. Según las citadas reales Cédulasdebían «distribuirse en el distrito de la audiencia y que se vendan a 30 pesoscada uno»38. a Lima se enviaban, al parecer en el mismo embarque, 400 juegos.

para panamá se han conservado unos cuantos inventarios de bibliotecaspertenecientes a miembros de la audiencia, casi siempre procedentes de embar-gos, que incluyen entre una veintena y una treintena de libros. en estos inven-tarios se mencionan a veces libros prestados. de ahí que sea interesante labiblioteca que encarga el fiscal y más tarde oidor doctor diego de VillanuevaZapata, que recibe en panamá el año 1584. Se trata de libros que le llegan cuandoya lleva cinco años de ejercer la fiscalía y que probablemente encargó porquesentía que le hacían falta para su oficio.

Villanueva había obtenido título de fiscal por r. C. de San Lorenzo de 20 demayo de 1578 y tomó posesión en panamá el 5 de febrero de 1579. Luego de unaintensa actividad en tierra Firme, fue promovido a oidor por título de el pardode 22 de septiembre de 1593, tomando posesión en panamá el 14 de mayo de1594. permaneció en el país hasta su jubilación el 28 de octubre de 159839.

es poco probable que cuando viajó a panamá en 1579 lo hizo sin llevar almenos algunos libros de su biblioteca personal, que seguramente tenía. dehecho, puede legítimamente conjeturarse que estando ya en posesión de sucargo, sintiendo la necesidad de otros libros, los encargaría a españa, sea quesus familiares se los enviasen de los que habría dejado rezagados en su biblio-teca, o que los mandase a comprar en tiendas de libreros. Los libros viajaron encuatro cajones en la flota que salió en 1584 desde el puerto de San Lucar de Ba-rrameda con destino a nombre de dios, en la nao La Trinidad a cargo de Juan detorres Montes, quien hace el registro. Los cajones venían marcados «Libros parael señor fiscal».

en aquellos tiempos las obras tenían títulos muy largos, y como en las obraseruditas las citas solían incluirse dentro del texto, o en breves notas al margen,resultaban demasiado extensos para citarlos con el nombre de los autores en

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toda su extensión. Con mayor razón se evitaba citarlos por extenso en los mani-fiestos de embarque o en los inventarios de embargos. de esa manera se citabansolo los apellidos de los autores y se abreviaban los títulos, aunque el públicoculto no tenía dificultad en reconocerlos. de hecho todavía hoy se acostumbrahacerlo así cuando nos referimos sobre todo a textos escolares, como «el Catón»,o «el Baldor». por otra parte, los funcionarios que escribían los inventarios alte-raban por ignorancia los nombres y los títulos, lo que complica la identificaciónde las obras. en los cuatro cajones destinados al fiscal iban los libros siguientes.

He transcrito literalmente el inventario pero, como es de sospechar, algunosautores y títulos debieron ser modificados por el copista. Como parece obvio, lagran mayoría eran obras de jurisprudencia, aunque no todas son fáciles de iden-tificar. Las «partidas de gregorio López» tal vez son sus comentarios a las Par-tidas de alfonso el Sabio, titulado Las Siete Partidas del sabio rey Alfonso nuevamenteglosadas por el licenciado Gregorio López, publicada en Salamanca en 1555 en cuatrovolúmenes. el «palacios rubios» tal vez se refiere a Juan López de palacios ru-bios, autor de Opera varia, que se seguía publicando en 1616. La «recopilación»tal vez sea la Recopilación de las leyes de estos Reinos, de 1567. el título «otálora,de nobilitate», seguramente correspondía a la obra de don Juan de arce otáloratitulada De nobilitatis et inmunitatis Hispaniae causis, que trata de los orígenes ynaturaleza de la nobleza y fue publicada en 1553. La obra de Menoquio proba-blemente era la Stuori, o Historia, escrita en italiano por p. estevan Menochio, encuya Centuria 4, capítulos 41, 42 y 60 trata de los «pueblos de indios y su descu-brimiento por Colón»40. todas ellas eran obras que se encontraban en casi cual-quier «librería» o biblioteca de los miembros del Consejo de Castilla en el sigloXVII, según ha estudiado Janine Fayard41.

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1. Derecho canónico de París2. Derecho Civil de Plantino3. Bártulos de León A. Mosqueado4. Baldos de Turín5. Jasones de Leoncillo6. Abades de León 7. Felinos de León8. Especuladores de León9. Recopilación

10. Recopilación de las enmendadas 11. Partidas de Gregorio López 12. Icobarrubias de los nuevos13. Julio Claro

14. Egidio Bocio15. Obras de Triaguelo16. Decisiones canónicas17. Decisiones civiles18. Obras de Casaneo19. Palacios Rubios20. Otálora, De Nobilitate21. Orbiles22. Suma de Navarro 23. Obras de Menoquio24. Alvarado, de Conjetura Mentis25. Pereyra, De Minoribus26. Repertorio de Chaves

Libros del fiscal doctor Diego de Villanueva Zapata, año 1584

Fuente: AGI Contratación 1081.

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en cada cajón iban entre 6 y 7 libros, lo que sugiere un formato mayor. Segúnel registro que hizo Juan de torres Montes, «costaron estos libros myll y ochocien-tos y cinquenta y quatro reales, que son sesenta y tres myll y treynta y seis mara-vedíes». es decir, 231 pesos 3/4, con un promedio por libro de 2,424 maravedíeso cerca de 9 pesos cada uno. en verdad, muy caros. tal vez porque eran nuevos.

el mismo año que le llegaban estos libros a Villanueva, recibía el doctor Mel-chor de amusco 76 títulos de libros en la naoNuestra Señora de la Candelaria, maes-tre Juan Bautista olarte. amusco se había graduado de doctor en medicina en launiversidad de Sevilla en 1581 y pide licencia para trasladarse a panamá con sufamilia y criados en 1583. Llegaba con el nombramiento de protomédico, de modoque debía encargarse de la sanidad del Istmo y era la máxima autoridad del gre-mio médico. también se dedica a los negocios: tiene una chata para el transporteen el Chagre y almacén para alquiler de mercancías. permaneció en panamá hasta1618, cuando se traslada a Lima para ocupar también el protomedicato. Su llegadaa la capital del perú coincide con una peste de sarampión procedente de Quito,ocasión en la que imprime un Discurso del sarampión al que se le dio circulaciónpara combatir la enfermedad, pero del que no se conservan ejemplares42.

el listado de los libros que recibe amusco es muy diverso; desde luego muchomás que el del fiscal Villanueva. Hay un «libro de cocina», libros de historia comola «guerra de portugal», «La Batalla de roncesvalles», «La Conquista del peñón».obras clásicas como «Virgilio, en romance», «Marco aurelio», «Lucio apuleyo».Libros filosóficos como «problemas de aristóteles» y «dino Florentino, Sobre avi-cena». Libros de temas diversos como «Viaje y naufragio del macedónico», «Sa-vonarola y Herculano», «Inquisición». Libros de tema religioso como «una biblia»,«Cartapacio de confesar», «pedraza, de Conciencia». un libro sobre la épica ame-ricana: «araucana, primera y segunda parte». Como era de esperarse, la mayoríason libros de medicina en latín, e impresos en Venecia, Zaragoza, Lyon, parís, Va-lladolid, Sevilla, amberes, alcalá y Basilea: «aviso de Sanidad», «Metáfora deMedicina», «Los galenos en Cuatro Cuerpos», «Valdés, de la utilidad de la San-gre», «repertorio de Chaves», «aforismos de Hipócrates (dos pares)», «antonioMusa, de Simples», «pronósticos», «[obras de] galeno», «Mercado, de tabardi-llo», «antonio Musa, de Morbo gálico», «anatomía, de Montanara», «Lemus,sobre el Método», «pronósticos de Valles», «un avicena», «un gualtero Bruelopráctico», «Farmacopea de Silvio», «nicolás propósito», «el parto de la [ilegible]»,«Coloquio sobre la dentadura». otros solo se identifican por el nombre del autor,como «Laguna», «arnaldo», «paulo», «Cornelio Celso», «guzmán», «Joanes deVigo», y otros tan torpemente transcritos por el copista que resultan incompren-sibles. de algunos libros venía más de una copia, seguramente para vender a otrocolega43. Lo que más llama la atención es la variedad temática de la lista, lo querevela la formación humanística de amusco y si, como parece, eran para la venta,la variedad de intereses intelectuales de su clientela. el único título que parecencompartir amusco y el fiscal Villanueva es el «repertorio de Chaves».

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1228 X Teatro, libros y espectáculo en el Panamá barroco

Autor

1. Cervantes

2. Pedro Mexía

3. Jorge de Montemayor

4. Jorge de Montemayor

5. Pedro de Padilla

6. Juan Rufo Gutiérrez

7. Fray Antonio de Guevara

8. Antonio de Torquemada

9. Antonio Villegas

10. Juan de la Cueva

11. Elio Antonio Nebrija

12. Elio Antonio Nebrija

13. Juan de Mar-Lara

14. Jerónimo Chávez

15. Agustín de Zárate

16. Agustín de Zárate

17. Dionisio Daza (Chacón)

18. Luis de Oviedo

19. Ovidio

20. Apuleyo

Título

La Galatea

Los coloquios o diálogos

Diana (o Los siete libros de la Diana)

Cancionero

Romancero

Austríada

Libro áureo del emperador MarcoAurelio

Los coloquios satíricos

Inventario

Sonetos

Arte de la lengua castellana

Vocabulario de romance en latín

La filosofía vulgar

Chorographía o repertorio de lostiempos

Historia de los descubrimientos

Conquista de las provincias del Perú

Libro de cirugía

Método de la colección y reposi-ción de las medicinas simples

Observaciones

Primera edición, Alcalá de He-nares en 1585Primera edición, Sevilla, 1562

Novela de amor pastoril, 1559

Tres ejemplares

Tres ejemplares

Cinco ejemplares. Poema épicode 20 mil versos dedicado aJuan de Austria. 1a edición en1584, reimpresa en 1585 y 1586

Sevilla, 1528. Cinco ejemplares

Primera edición, 1553

Poemario. Primera edición, 1565

Sevilla, 1582

Once ejemplares

Dos ejemplares

Registrada como «Refranes»

Cinco ejemplares. Popularizadaentre los navegantes y hasta1584 editada siete veces en Se-villa

Primera edición, 1555

Sevilla, 1577

Valladolid, 1584 (609 pp.)

Madrid, 1581

Libros enviados a Panamá en seis cajas, en la nao Nuestra Señora de la Victoria,de la flota al mando de Miguel de Eraso, Año 1586

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Nota: Las cajas iban destinadas Antonio de Montalvo, en Nombre de Dios y en caso de hallarse ausente, se entregaríanen primer lugar a Francisco de Silva, vecino de Panamá y, por falta de este último a Fernando Núñez de Silva, paraque «las venda y beneficie conforme a su orden». El registro indica que las obras se encontraban encuadernadas enpergamino, becerro, empastado y papelón. AGI Contratación 1084. Basado en investigaciones propias y en la lista deJosé Torre Revello, «Lecturas indianas», citado atrás, pp. 13-16.

Autor Título Observaciones

21. Horacio

22. Cicerón

23. Esopo

24. Petrarca

25. Pablo Manucio

26. Jacobo Sannázaro

27. Francisco Guicciardini

28. Cristóbal de las Casas

29. León Battista Alberti

30. Marco Vitruvio Polión

31. No indica autor

32. No indica autor

33. Toribio Fernández

34. Hierónimo de Contreras

35. (Atribuido a Guido deColumna)

36. Francisco Garrido deVillena

37. Agustín Alonso

Fábulas

Triunfos

Elegancia

La Arcadia

Historia de Italia

Vocabulario de las dos leguas tos-cana y castellana

Los diez libros de arquitectura

Los diez libros de arquitectura

Cartillas

Naturaleza del caballo

Historia del valeroso e invenciblePríncipe don Belianís de Grecia

Selva de aventuras...que un caba-llero de Sevilla tuvo con una her-mosa doncella

Crónica troyana

El verdadero suceso de la Batallade Roncesvalles

Hazañas de Bernardo del Carpio(el vencedor de Roncesvalles)

Novela pastoril en prosa y ver-sos. 1a edición en italiano, 1504.Traducción impresa en Toledo,1547

Citada como «Historia»

Dos ejemplares. Citado como«vocabulario toscano»

Traducción al castellano en edi-ción de 1582

Traducción al castellano y edi-tado en Alcalá de Henares, 1582

Dos ejemplares de un volumen

Libro o novela de caballería. 1aedición, Zaragoza, 1580

Libro o novela de caballería. 1aedición, Sevilla, 1572

1a edición en Sevilla, 1502

1a edición en Toledo, 1583

Poema épico en octavas reales.1a edición en Toledo, 1585

Continuación...

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estos embarques no eran raros, ya que existía un activo comercio de libros conamérica. panamá era la ruta de paso para los ávidos lectores del virreinato y, comoera de esperarse, muchos libros se quedarían aquí. para tener una idea más ampliade la diversidad de obras que se enviaba a panamá, reproduciré las listas de lo quellegó para la venta al público o por encargo de particulares en las flotas de 1586,1589, y 1594. Como puede apreciarse la temática no podía ser más variopinta.

en 1589, la nao Salvadora llevaba a consignación de antonio de la Cueva, enpanamá, junto con gran cantidad de novelas de caballería cuyos precios variabanentre dos y ocho pesos, obras serias e importantes, como «un Paulo Jovio», quevalía 22 pesos; dos ejemplares de los diálogos de León Hebrero (o Judá abraba-nel); 25 ejemplares del Lazarillo de Tormes, a peso el volumen; tres ejemplares delos Sonetos, cuatro de las Comedias y diez del Romancero de Juan de la Cueva; tresde La Austríada del ya citado Juan rufo gutiérrez44.

en 1594 la nao Nuestra Señora de Begoña, de la flota de tierra Firme al mandode Sancho pardo osorio, transportaba entre otros libros, distintos a las listas an-teriormente mencionadas, dos ejemplares de Elegías de varones ilustres de Indiasde Juan de Castellanos, impreso en Madrid en 1589; tres del Cancionero de pe-trarca, tres de terencio, en latín y romance; «tres libros doña oliva Sabuco denantes», Nueva filosofía de la naturaleza del hombre; esopo y ovidio en verso, sieteejemplares de «romancerillos»; cuatro de Arte poética, sin nombre de autor; «unlibro Lucano en romance»; varios ejemplares de la Regla de las cinco órdenes de ar-quitectura, de giacomo de Vignola, «ahora de nuevo traducido del toscano enromance por patricio Caxesi, florentino, pintor y criado de su Majestad»; el yacitado Libro de música en cifras para vihuela intitulado Parnaso, de esteban daza, yademás otros muchos títulos que incluían obras de medicina y derecho45.

Y libros de todo tipo siguieron llegando a panamá. en 1643, por ejemplo,«16 cajones de libros aforados y embijaguados» fueron entregados a gabriel Lasso,luego de viajar en un barco por el Chagre46. en estos cajones podían caber, si nosatenemos a la carga de libros del fiscal Villanueva, tal vez más de cien libros. Sinembargo, este embarque no trae la lista de libros contenidos en los cajones.

no conviene olvidar que panamá era una encrucijada comercial donde exis-tían muchas más facilidades para adquirir libros que en otras colonias america-nas. en 1611, «llegó la orden de que se recogiesen las obras del celebradohistoriador eclesiástico César Baronio», prohibido por Felipe III por haberse de-clarado demasiado en favor de Francia. Su obedecimiento lo prometió la au-diencia, lo que sugiere que la obra de Baronio era conocida en panamá. en ladécada de 1620 el fiscal Juan de alvarado Bracamonte compró en almoneda labiblioteca que había dejado el difunto Bernardino de Morales. Cuando fallecióel oidor doctor Juan (o Luis) de la oliva se abalanzaron los vecinos a comprarsu biblioteca también rematada en almoneda, uno de ellos el doctor Matías gue-rra de Latras47. en 1671 el presidente Juan pérez de guzmán se lamentaba porla pérdida de su biblioteca de 500 libros incendiada durante el ataque de Morgan

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a panamá48. en 1716, cuando se embargaron los bienes del contrabandista Simónruiz díaz, se le encontraron «once libritos de palafox», seguramente para venderentre los vecinos49. Lo anterior sugiere que había avidez por adquirir libros, aun-que, como hemos visto, no eran baratos. el poeta Mateo de ribera afirma que eldifunto presidente enrique enríquez poseía una «gran cantidad de libros, en di-versos idiomas». Los mantenía «en lugar oculto»50. pero al morir debieron en-tregarse al depositario general de la audiencia y poco después serían vendidosen almoneda, quedando presumiblemente en manos de los vecinos.

Mejor documentada es la biblioteca del oidor licenciado Francisco Josephde Zúñiga, que le fue embargada en 1711 siendo oidor de la audiencia de Char-cas, en La plata, y que había llevado de panamá, donde estuvo laborando du-rante cerca de una década. Zúñiga había sido anteriormente abogado en Lima ysu título en calidad de oidor supernumerario para panamá fue expedido el 8 dejunio de 1693, aunque no se sabe cuándo tomó posesión51. en 1696 ya se encuen-tra en panamá formando audiencia52. Finalmente se le nombra en 1704 paraCharcas53. La lista de obras contenidas en su biblioteca es la más extensa de lasque hasta ahora se conocen para panamá, por lo que me permitiré incluirla enla tabla siguiente. Sin embargo, este inventario se hizo con poco cuidado del co-pista y es sumamente esquemático, lo que dificulta la identificación de las obras.no obstante, hay algunas que por el título o el nombre del autor pueden reco-nocerse sin dificultad. «Camoes», se refiere seguramente al portugués Camoensy a su gran épica Las Lusíadas. «emblemas de alciato» obviamente se refiere alEmblematum liber (o Los emblemas) del fundador de la emblemática y dedicado aConrado peutinger. el «Señor Carrasco» posiblemente alude a la obra escrita porel oidor Carrasco del Saz, que ejerció en panamá y al que me referiré en un mo-mento. Solórzano y pereira es sin duda el autor de Indiarum jure, y de Política in-diana. «empresas de Saavedra» tal vez se trate de Saavedra Fajardo y su obraIdea de un príncipe cristiano, con edición de Milán de 1642. «Barbosa, de variostratados», tal vez se refiere a agustín Barbosa, cuya obra Colectanea doctorum,publicada en Lyon en 1634-1639, era muy consultada en la época. «Señor Cova-rrubias» se refiere tal vez a la conocida obra regalista de diego Covarrubias.«Suárez» acaso sea la obra de Francisco Suárez De deo legislatore in docem librosdistributus, de 1611. «don Lorenzo ramírez, de Contratos», alude tal vez a Lo-renzo ramírez de prado, autor de Consejo y consejero, publicada en Madrid en1617. pero es innecesario prolongar este ejercicio bibliográfico.

en la biblioteca del oidor destacan algunos clásicos, como demóstenes, Ho-racio, Julio César, ovidio. La gran mayoría, como debiera esperarse, constituyenobras de derecho; a distancia siguen las obras de historia; en cambio las obrasliterarias de autores contemporáneos son escasas o nulas. no se encuentra nin-guna de las grandes plumas del Siglo de oro. Como era típico en las bibliotecasde los juristas, la mayor parte de las obras está en castellano, pero algunas estánen latín y seguramente había otras en lenguas romances, sobre todo portugués.

Nueva historia general de Panamá X 1231

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1232 X Teatro, libros y espectáculo en el Panamá barroco

Título

1 Don Juan Ramos

3 De Fontanela

2 De Camoes

1 De Lege Política

1 Examen de la Verdad

1 Don Lorenzo Ramírez

1 El Código

1 Emblemas de Alciato

3 Recopilación deCastilla

1 Práctica de Paz

5 Palafox

1 De Cartagena

1 Paserario

1 Suárez

1 Sarmiento

1 Julio Cesar

1 Rufo

1 Montemayor

1 Lecciones de Luna

1 Pedro Senedo,Práctica

Veoplaones

Rodolgo Agricolan

Textorio. Historias Portuguesas

Herencia y De Horacio

Sentencias

Título

1 Señor Carrasco

1 Manuel Rodríguez

1 Concordancias deXimenes

1 Sevedo

1 Horacio ¿Gauro? ¿Flavio?

1 Guzmán

2 Menchacas

1 Alfaro

1 Cuna

1 Claudiano

1 Real Ynalinade

1 Merlo

1 Asirio

1 Carrio

1 Padre Buenaventura

1 Claudiano

1 Don Lorenzo RamírezDe Contratos

1 Antonio Gómez,Varias

1 Aymor Craveto

1 Barbossa, De variostratados

Merlino

Empresas de Saavedra

Felipe Castellanos

Derecho Sutil

Santos de Rezo

Título

1 Saavedra

1 Aneo Roberto

1 García

1 Olea

1 Graciano

1 Solórzano Pereira

1 Antonio Fabro

1 Pedro Cavalo

2 Juvenal

1 Historia de Portugal

1 Ravirio

1 Derecho Civil

1 Gelio

1 Dino Decio

1 Antonio Gómez

1 Decisiones deGrama

1 Troste de laContratación

1 Pascerario (¿repetido?)

Don Francisco Rufo

1 Questiones regulares

Bolero Olea, Decisiones

Montema yor

Geno

Salinas y Córdoba

«Y algunos pedazos delibro sin principio ni fin»

Título

1 Rethes

1 Instituciones delDerecho

2 Salgados

2 Barbosa

1 Piñeiro

1 Aymon

2 Señor Covarrubias

4 Mascardos (en otro dice 2 tomos)

1 Bolero

2 Pablo de Castro

1 Egidio Belemerio

2 Pichardo

1 Aprehensión en Justa Guerra

1 Ovidio

1 Rodrigo Valdés

1 Salcedo, Examen

Sermón de Pinero

Ley Política

Dino Deiro

Carrasco

Derecho Práctico

Rethes, Código

Carrio

Demóstenes

Biblioteca del oidor licenciado Francisco Joseph de Zúñiga, año 1711(títulos, autores y tomos)

Fuente: «El presidente de Charcas da cuenta de haber muerto don Francisco Joseph de Zúñiga, oidor de la Audienciade la Plata», Potosí, 12.IV.1714, AGI Panamá 17.

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Contemporáneo de Zúñiga es el obispo Juan Joseph de Llamas, quien dejaal morir en 1719, 43 libros, entre los cuales destacaron los tasadores «veintiún li-bros que se componen de diez tomos [no indica el título], un tomo de Castillo,siete tomos de las obras del señor Barcia, un tomo de Concordancia, otro de to-rrecilla, y las tres vidas del hombre, de tasso», que al ser rematados adquiriópara sí el doctor Hernando López de la Flor en 110 pesos54.

Y así podrían citarse muchos otros ejemplos. todo esto es sumamente sor-prendente porque no debe olvidarse que la ciudad de panamá apenas tenía 8,000habitantes hacia 1650 y no más de 7,000 habitantes a principios del siglo XVIII.¿Cabe imaginarse un poblado actual en panamá de ese tamaño con tantos librosen las bibliotecas de sus vecinos?

Obras escritas en Panamá e historicidad

ahora bien, ¿cuáles historias sobre el propio panamá circulaban en manosde los panameños? ¿Qué obras eran escritas localmente y qué indicios tenemosde que ya para entonces hubiese existido un sentido de historicidad, es decir deque ya existiera conciencia sobre nuestro propio pasado? esto último no es pocorelevante, ya que nos daría indicios sobre un sentido de identidad propia y deuna historia común compartida.

desde el amanecer de la era de los descubrimientos, surgió una gran avidezpor recabar información sobre los nuevos territorios, de modo que la Coronaconstantemente solicitaba a las autoridades coloniales que le enviaran datossobre la fauna, la historia local, la geografía, la población, la minería y sobre casicualquier cosa que pareciera relevante. Se fueron acumulando decenas de rela-ciones o descripciones que eran decisivas para tomar decisiones y que han sidode enorme provecho para los historiadores. este proceso llega a un punto demaduración hacia 1570 cuando Felipe II nombra a Juan de ovando al frente delConsejo de Indias, y este publica unas ordenanzas con extensos cuestionarios afin de ampliar y sistematizar el conocimiento de las realidades americanas. Losdetallados informes, relaciones y descripciones que se enviaron desde panamácubren los más diversos aspectos, lo que nos permite conocer quiénes eran losvecinos más ricos, cuántos habitantes había, cuáles eran sus características geo-gráficas y edafológicas, y mucha información sobre su historia. aprovechandoesta enorme masa de datos procedente de américa el cronista mayor del Consejode Indias, antonio de Herrera, publica a partir de 1600 la Historia general de lasIndias, conocido también como Décadas de Herrera, que se convierte en la fuenteoficial a la que podían acudir los panameños de entonces para conocer su pa-sado, al menos hasta dónde llegan los datos que ofrece el cronista. Me refiero aepisodios como las invasiones de Bachicao e Hinojosa, los combates contra loshermanos Contreras, o el levantamiento de rodrigo Méndez, descritos detalla-damente en el último tomo de laNueva historia general. no menos importante es

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el mapa del istmo de panamá que se publica en la obra de Herrera. panamá apa-rece por primera vez como un territorio exento, o una isla aparte, lo que debiósugerir al imaginario colectivo que era una entidad geográfica propia e inde-pendiente. este mapa debió constituir un ingrediente importante como elementoidentitario.

pero no acababa de secarse la tinta de los siguientes tomos de las Décadas,cuando nuevamente desde panamá se envían nuevas «descripciones» y «rela-ciones» para uso del Consejo y a petición de este. La audiencia envía en 1607una extensa y otra abreviada, referente a panamá y su provincia. La abreviadase publica a mediados del siglo XIX en la Colección torres de Mendoza y la ex-tensa la publica en 1908 Manuel Serrano y Sanz55. Bernardo de Vargas Machuca,alcalde mayor de portobelo, envía una corta y otra muy extensa sobre esta ciu-dad y su jurisdicción, también en 1607. La versión breve también se publicó enla Colección torres de Mendoza. La extensa, titulada «descripción de la ciudadde San phelipe de puertovelo», ha permanecido inédita pero la he glosado pro-lijamente en mi reciente libro Portobelo y el San Lorenzo del Chagre: Perspectivasimperiales56. años más tarde, en obedecimiento a la r. C. de 31.XII.1635 «para laHistoria eclesiástica general de las Yndias que a de escrivir don thomas tamayode Vargas», el maestrescuela de la catedral de panamá, Juan de requejo Salcedo–cuya presencia está documentada en panamá entre 1619 y 1640–, envía al Con-sejo una amplia «relación histórica y geográfica de la provincia de panamá»,que escribe entre 1638 y 1640. también esta obra permanece inédita hasta que lapublica Manuel Serrano y Sanz en 190857. Finalmente diez años después vuelvea enviarse al Consejo otra «relación y descripción del obispado de panamá»,cuyo autor es el sucesor de requejo, el canónico Juan Bernal de Contreras.

Como era de esperarse este material enriquecería el conocimiento de los másdiversos aspectos referentes a panamá y portobelo, y debieron ser de gran utili-dad para la toma de decisiones en el seno del Consejo. en los textos enviados secitan además las obras de autores de prestigio que eran de consulta en el país yhacían referencia a su historia temprana, lo que nos da pistas sobre lo que un pa-nameño culto de la época podía saber del pasado local leyendo fuentes externas.así por ejemplo, en la «descripción» de la audiencia, de 1607, se menciona laobra del fraile jerónimo gonzalo de Illescas (1521-1574), titulada Clemente VII, yel Compendio historial de esteban de garibay (1533-1599), del que se citan los ca-pítulos 11, 15, 18 y 20. esteban de garibay dedica muchas páginas a las etapastempranas de la Conquista en su Compendio historial, la primera historia de es-paña escrita en el siglo XVI58. Sus cuatro volúmenes se seguían reeditándose hasta1628. requejo Salcedo afirma que en la biblioteca catedralicia era consultada laobra de gonzalo de Illescas sobre el papa Clemente VII, cuyo autor incluía unbreve relato de la historia del nuevo Mundo durante su papado, es decir, el des-cubrimiento por Colón, las fases tempranas de la conquista de panamá, el viajede Magallanes y la conquista del perú. Sin embargo, la parte dedicada a panamá

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es sumamente breve, ocupando solo las páginas 502 a 504, siendo lo más extensolo referente al descubrimiento del pacífico y la búsqueda del paso hacia las Mo-lucas por Centroamérica59. Y como era de esperarse, entre las obras de consultase encontraban las Décadas de Herrera, que encabeza la lista de obras que se citanen su «relación», como observamos en el cuadro siguiente:

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Autor

Antonio de Herrera

[Gonzalo de] Yllescas(o Illescas)

Fray Prudencio de Sandoval

Zamorano

Padre fray Juan de Fonseca

Plinio

Alberto

San Gerónimo

Pineda

[Flavio] Josepho

Concilio de Trento

Obra

Historia general de las Indias

Pontifical de Clemente VII

Historia del emperador Carlos V

Repertorio

Relación bien averiguada y ciertadel terremoto de Panamá de 1621.Impreso escrito en Panamá

[¿Historia Natural?]

«Libro de sus Miter.» (¿Misterios?)

Monarchia eclesiástica

Antigüedades

Sesión 25, capítulo 6, deReformatione

Observaciones y fuentes

Requejo, pp. 9, 6, 82 y 83

Cita §14, libro 6, foja 55. Re-quejo, p. 10

Libro 13, foja 598. Requejo, p. 43

Capítulo 57, libro 3, sobre eclip-ses. Requejo, p. 43

Era predicador, custodio yguardián de San Francisco. Re-quejo, p. 42

Libro 2, citado por el fraile Juande Fonseca de la línea anterior

Citado por Fonseca. Requejo,p. 42

Citado por Fonseca. Requejo,p. 58

Cita § 2, libro 4, col. 527. Requejo,p. 58

Capítulo 11. Requejo, p. 58

Requejo, p. 59.

Obras citadas por Juan Requejo Salcedo, año 1638

no debiera sorprender que antonio de Herrera, avalado por su condiciónde cronista mayor, se convirtiese en la versión historiográfica canónica, que afuerza de leerse y repetirse haría borrar la memoria que sobre los hechos vividoslocalmente conservaban los vecinos. no solo hechos lejanos que se remontabana los tiempos de la Conquista, sino incluso los más recientes, en los que partici-paron activamente vecinos que aún vivían a fines del siglo XVI, y cuyos episo-dios debieron transmitir a sus herederos, muchos de los cuales todavía estabanactivos para la primera edición de Herrera.

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de las «relaciones» enviadas desde panamá en la primera mitad del sigloXVII, el texto menos conocido es el de Juan Bernal de Contreras, quien lo escribiópor encargo del obispo Fernando ramírez. Bernal envió su «relación del obis-pado» al cronista Juan diez de la Calle, oficial mayor del Consejo de Indias, enla Secretaría de nueva españa, quien escribía, en acatamiento de una r. C., «no-ticias Sacras y reales de los dos Imperios de las Indias occidentales de la nuevaespaña». diez de la Calle dedica 30 páginas manuscritas a panamá, con abun-dante información de carácter histórico; da cuenta de la administración del go-bierno, distribución de cargos civiles, eclesiásticos y militares con indicación desueldos, la historia de la fundación de ciudades en el Istmo e incluye biografíasde los obispos. este manuscrito fue verosímilmente utilizado por gil gonzálezdávila, cronista mayor de las Indias y de las dos Castillas, quien se basaría enlos textos de su subalterno, díez de la Calle, y publica en Madrid, en 1655, Teatroeclesiástico de la primitiva Iglesia de las Indias Occidentales, vidas de sus arzobispos yobispos y cosas memorables de sus sedes. también esta obra contiene noticias histó-ricas de panamá y como su título indica, breves biografías de sus obispos, obje-tivo principal de la obra60.

el texto de Bernal, que aún permanece inédito, fue concluido en panamáel 23 de agosto de 1650, y el manuscrito que se conserva puede dejar la im-presión de que su autor fue ramírez, razón por la cual algunos autores se lohan atribuido a este obispo, incluyéndome. el de diez de la Calle, que apro-vechó tanto su «relación», como a requejo, fue concluido el año 1659. diceeste autor:

Sigo en lo que toca al distrito de esta audiencia de panamá a la relaciónque en virtud de r. C. hizo hacer el obispo fray Hernando ramírez de la ordende la Santísima trinidad al licenciado don Juan Bernal de Contreras, canónigode la Santa Iglesia de esta ciudad, provisor y vicario general y comisario delos tribunales del Santo oficio y Cruzada, varón de virtud, muchas letras y ex-periencia de todo lo que toca a este obispado que la ajustó y remitió al Consejoen el año de 165061.

Lo anterior no deja dudas sobre la paternidad de Bernal. dos son las obrasque cita Bernal para abrir su texto con objeto de indicar que la ciudad de panamáse ubica a «9º y 30 minutos de altura del polo Ártico». Se trata de «[antonio de]Herrera, en Historia de las Yndias y [Francisco] Caro de torres, en Historia de lasórdenes militares»62. dado que Herrera es también citado por requejo, que escribediez años antes que Bernal, probablemente la copia que usó este era la mismaque se encontraba en la biblioteca catedralicia y que requejo había aprovechadopara su texto. no cita otros autores, aunque no hacía falta, ya que su relacióndebía ser una obra de primera mano y en ella se trataban temas que no podíanencontrarse en otras fuentes.

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Francisco Caro de torres estudia la historia de las Órdenes de Santiago, Ca-latrava y alcántara «desde su fundación hasta el rey don Filipe Segundo, admi-nistrador perpetuo de ellas». Se trataba de una obra realizada por encargo delConsejo real de las Órdenes y «dirigida al rey don Filipe IV», publicada en Ma-drid por Juan gonzález en 162963. el capítulo II está dedicado a la conquista delperú y en la página 109 casi repite lo afirmado por Illescas en lo que se refiere ala historia de la conquista de panamá y el descubrimiento del pacífico por Bal-boa, probablemente basándose en aquel autor. Sin embargo, agrega de su cose-cha un curioso error, cuando afirma que tras la decapitación de Balboa, y luegode haber fundado a nombre de dios, pedrarias fue enviado a españa y depuestocomo gobernador de panamá:

esta muerte [la de Balboa] le fue a pedro arias muy mal contada, y por ellole quitaron el oficio de governador y le traxeron a españa después de haberfundado en la costa del mar del norte la ciudad del nombre de dios64.

Las páginas que siguen se ocupan por extenso de la conquista del perú. asípues, si nos guiamos por las referencias mencionadas, las obras de Herrera, ga-ribay, Illescas y Caro de torres debieron ser, al parecer, las principales fuenteshistóricas externas que nutrieron la conciencia histórica del panameño culto dela época. a Herrera le seguiría en importancia garibay, cuyo texto es más ricoen información sobre la historia temprana de panamá que el de Illescas y el deCaro de torres. pero además, estaba la historia no impresa, pero bien conocida,de autores como la audiencia, requejo o Bernal de Contreras.

al igual que ocurrió con los trabajos de requejo y de Bernal, otras obras quese escribieron en panamá tampoco se imprimieron en su época y algunas, nopoco valiosas, siguen todavía sin publicarse. pero tampoco faltaron las que sí sepublicaron. un caso notable es la «relación bien averiguada y cierta del terre-moto de panamá», escrita por el padre fray Juan de Fonseca en panamá a raízdel terremoto de 1621 y que requejo Salcedo pudo consultar ya impresa. aun-que requejo se encontraba en panamá durante el terremoto y gran parte de loque conocemos de este episodio se lo debemos al relato de su propia experiencia,no vacila en utilizar ampliamente a Fonseca, cuya obra admira. Las referenciasde requejo a los autores que cita Fonseca, evidencian tanto las inquietudes cien-tíficas de este franciscano, como los libros que debió consultar para el análisisdel sismo. Hombre de su tiempo, sin embargo, no dejó de explicar el terremotocomo condigno castigo divino a los pecados de los vecinos.

el padre Fonseca debía ser un hombre inquisitivo, aunque parece que tam-bién de inclinaciones licenciosas, carácter fuerte y belicoso, pues en 1623 se leatribuyó la autoría de un «libelo grave» en el que se defendía de imputacionessobre su conducta moral. también arremetió desde el púlpito contra sus ofen-sores, pronunciando, dice el presidente Vivero, «palabras descompuestas contra

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personas graves», que le acusaban de «no vivir recatadamente». Vivero quisoexpulsarle de panamá para evitar más escándalos, pero sus compañeros deorden le defendieron y «un día que iba a predicar a la Iglesia mayor salió conveinte frailes armados». ¿Cómo enfrentar a veinte frailes armados sin crearsemayores problemas? ante esta situación el presidente no pudo hacer nada y,como él mismo reconoce, tuvo que resignarse a seguir tolerando a Fonseca65.

además del libro de Fonseca, en panamá se escribieron obras de primeraimportancia que también lograron publicarse en su época. Mencionaré rápida-mente las más destacadas. un caso notable fue el Discurso que hizo el reyno de Pa-namá, y provincia de Beragua, de la vida, y acciones de don Enrique Anriquez sugovernador, y capitán general, y del hábito de Santiago; en el llanto que hizieron a sumuerte el año de mil y seiscientos y treinta y ocho, publicado en Madrid en 1642. enla elaboración de esta obra participaron numerosos poetas locales66. de natura-leza distinta son los dos textos de los dominicos fray adrián de Santo tomás (oadrián de ufeldre) y antonio de la rocha, cuyos manuscritos encontró fray Juande Meléndez en la biblioteca de su orden en panamá cuando iba de camino aroma. Son auténticas joyas de interés tanto antropológico como doctrinal. Con-tienen excepcionales descripciones de las culturas guaimí y cuna, y relatos de-tallados de las prácticas que emplearon sus autores para catequizar a losindígenas. Meléndez debió percatarse del enorme valor que tenían como para-digmas misionales y decidió publicarlos en roma el año 1682, dentro de unaobra hagiográfica de carácter general que comprendía las ejecutorias de los do-minicos en américa67. de hecho, he sugerido que los textos de fray adrián y frayantonio debieron servir como modelos para los futuros misioneros de suorden68. Con toda seguridad, una vez impresa, la obra de Meléndez ingresó ala biblioteca de los dominicos en panamá, donde podría ser consultada.

el vehemente obispo fray Juan de argüelles, se deshace en elogios sobre lasvirtudes de otro autor, el sacerdote panameño doctor Juan de Soberanis y gue-vara, «comisario del Santo oficio y su calificador, capellán que fue del conventode La Concepción y primer rector del colegio seminario que fundó mi antecesor,cura vicario y juez eclesiástico que ha sido de natá y gobernador de este obis-pado». Según argüelles, Soberanis había escrito «dos libros de materias eclesiás-ticas», aunque para su pesar todavía permanecían inéditos. Sin embargo, elobispo esperaba «en dios que cuando salgan a luz serán de mucha utilidad parala Iglesia porque es conocida su importancia en las ocasiones que ha habido me-nester algunos de los puntos que trata con admirable energía». Soberanis era nosolo «versado en cánones y muy profundo y sutil en la teología escolástica, po-sitiva y moral», sino también muy elocuente en el púlpito, logrando con sus fre-cuentes sermones «muchas compunsiones y conversiones». el obispo loconsideraba «muy digno de colocarlo en el candelero de la iglesia y es necesarí-simo para destierro de las ignorancias, para restauración de la autoridad y res-peto de la sagrada dignidad, y para invencible escudo y defensa de la inmunidad

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eclesiástica»69. no se sabe si finalmente las obras de Soberanis lograron publi-carse y tal vez nunca se sabrá qué era lo que tanto impresionaba al obispo.

el propio fray Juan de argüelles publicó un «Memorial sobre la situaciónpolítica de la capital de tierra Firme»70. dejó impreso además un alegato en ochofolios dirigido al rey, defendiéndose de las «calumnias» que, según él, le hacíanlos «ministros reales superiores de aquella ciudad [panamá] desde que goviernaaquel obispado»71.

también en panamá se encontraban autores que escribieron tratados de ju-risprudencia. algunos incluso escribieron sus obras aquí. Se sabe de obras comoel Tratado de los casos de Corte, (o Tractatus de Casibus Curiae) escrito por el oidor dela audiencia panameña, doctor Francisco Carrasco del Saz, del que se aprovechóSolórzano y pereira en su Política indiana72. probablemente se trata de la mismaobra a la que se refería el propio Carrasco como «un libro de mucha consideraciónque ha compuesto sobre la Recopilación, de materias muy útiles»73. otro autor re-sidente en panamá fue el oidor doctor don Juan de Larrinaga Salazar, nacido en1593, quien escribió el Memorial discursivo sobre el oficio de protector general de los in-dios del Piru, impreso en 1626 cuando todavía se encontraba en el país74. Larrinagatambién publicó «primicias del nuevo Mundo», sobre los «españoles naturalesde las Indias» que habían alcanzado eminencia en santidad, letras y armas75. eloidor pedro de Bolívar y la redonda escribió un polémico alegato de intenciónpolítica titulado Memorial, informe y discurso legal, histórico y político [...] en favor delos españoles que en ellas [las Indias] nacen, estudian y sirven, para que sean preferidosen todas las provisiones eclesiásticas y seculares que para aquellas partes se hizieren...76.este Memorial fue publicado cuando Bolívar todavía se encontraba en panamá.

en cambio, hubo obras extraordinarias que nunca llegaron a imprimirse ensu época y hemos tenido que esperar a tiempos recientes para verlas publicadas.Me limitaré a mencionar solo cuatro: la «relación Verdadera» del piloto mayordiego ruiz de Campos, de 163177, que publica Cuervo en Colombia a fines delsiglo XIX; la «relación histórica y geográfica de la provincia de panamá», de re-quejo Salcedo, que como ya mencioné publica Serrano y Sanz en 1908; el cono-cido poema épico Las armas antárticas, de Juan de Miramontes y Zuazola, y lahasta hace muy poco casi totalmente ignorada Alteraciones del Dariel, del jesuitaJuan Francisco de páramo y Cepeda. Miramontes actuó como alférez bajo las ór-denes del general diego de Frías trejo en las campañas darienitas contra el pirataoxeham y los negros cimarrones entre 1575 y 1576, tema que le sirvió de inspi-ración para gran parte de su épica, que al parecer escribe a principios del sigloXVII, cuando ya se encontraba radicado en perú. pero esta obra permaneció iné-dita hasta que fue publicada en 1921 en Quito por Jacinto Jijón y Caamaño78. Al-teraciones del Dariel, uno de los poemas épicos del nuevo Mundo máshermosamente escritos, también permaneció inédito hasta que apareció la edi-ción príncipe en 1994, cuando lo publica el profesor Héctor H. orjuela79 y quetuve el privilegio de presentar en la Casa de américa, en Madrid, el año 1999.

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por supuesto que se escribieron muchas más obras, algunas de granvalor, que nunca llegaron a publicarse, pero que debían circular internamentey eran consultadas por los interesados, aunque en nuestra época solo conocenlos especialistas.

parecería cuando menos lógico, que las obras que se escribieron en panamáy se publicaron contemporáneamente –sobre todo si todavía los autores se en-contraban en el país–, llegaron aquí y fueron leídas y circularon. Quiero decirque las obras publicadas por Carrasco del Saz, Larrinaga, Bolívar y la redonda,argüelles, o el «Llanto de panamá», y como es obvio la de Fonseca, debieroncircular por panamá.

este también es el caso de las obras de Bernardo de Vargas Machuca, autorde la famosa Milicia y descripción de las Indias, o Milicia indiana, verdadero manualpara el conquistador y explorador del nuevo Mundo. Vargas ganó reputacióncomo «muy buen soldado, valiente y cuerdo», en distintas campañas en la nuevagranada, donde había «servido muchos años en gobierno, descubrimientos, po-blaciones y reducciones de indios»80. Su interés por panamá está documentadodesde 1592, cuando aplicó al cargo de gobernador de Veragua, que no prosperó.Concluyó laMilicia en Santa Fe de Bogotá hacia 1597 y se imprimió en Madrid en1599, cuando asistía en la Corte «a sus pretensiones». para entonces se reorgani-zaba el sistema de defensas del Istmo y se creaba el cargo de gobernador y alcaldemayor de portobelo con funciones militares. este cargo tendría además la respon-sabilidad aneja de comisario de fábricas de las fortificaciones. Vargas Machuca fuenombrado para el cargo en los primeros años del siglo XVII por un período deseis años y su presencia en portobelo como alcalde mayor y comisario de fábricasde las fortificaciones está documentada desde 1606. probablemente laMilicia con-tribuyó a su nombramiento y verosímilmente, una vez en portobelo, haría circularsu obra entre las autoridades y los vecinos cultos de panamá81.

a petición del Consejo, Vargas Machuca, redactó entre 1606 y 1607, una ex-cepcional descripción de portobelo a la que ya me he referido. Hombre de in-quietudes intelectuales y vocación de naturalista, estando en portobelo, VargasMachuca escribió además Apología y discursos, con objeto de refutar la Brevísimadestrucción de las Indias, de Bartolomé de Las Casas, y de justificar la Conquista.La Apología se publicó en 1618 y fue reeditada en 162282. Y dado que en panamádejó descendencia y un hijo suyo ocuparía cargos civiles importantes, segura-mente esta obra llegó a panamá y circuló entre los interesados.

La Milicia indiana fue no solo leída en panamá. también se le dio aplicaciónpráctica, como sucedió con la exitosa defensa que hizo Vargas Machuca –basán-dose en los conceptos contenidos en su obra–, para librar de prisión al goberna-dor de Veraguas Juan López de Sequeira, acusado de maltratar a los indios coclédel norte de Veraguas. después de ejercer el cargo por varios años, Vargas Ma-chuca abandona portobelo para trasladarse a Margarita para ocupar el cargo degobernador.

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La anterior acumulación de evidencias permite sugerir que la vida intelectualen panamá durante el siglo XVII fue sin la menor duda mucho más animada delo que hasta ahora se sospechaba. Como hemos visto, se hacían representacionesteatrales con cierta frecuencia. acontecimientos inusuales y extraordinarios comola muerte repentina de un presidente admirado, tal el caso de enrique enríquez(El llanto de Panamá); o un terremoto (Fonseca); o la heroicas y sangrientas batallasentre cunas y españoles (Alteraciones del Dariel), tenían la fuerza suficiente comopara motivar obras de gran aliento que solo eran posibles en una atmósfera cul-tural de gente educada y con un cierto nivel de refinamiento intelectual.

realmente sorprende que no obstante la inclemencia del clima húmedo tro-pical y las incomodidades de la vida cotidiana propias de la época y el lugar, au-tores como Carrasco del Saz, Larrinaga, requejo, Bernal, páramo y Cepeda, frayadrián, ruiz de Campos, Fonseca, o Vargas Machuca, dedicasen tantas horas ala reflexión jurídica, a la poesía, o a recoger información dispersa y sistemati-zarla, presentándola de manera organizada en forma de libro u opúsculo. Y aúnsorprende más, cuando recordamos que panamá la Vieja, en tiempos de estosautores, apenas contaba con entre 8,000 habitantes y una muy reducida pobla-ción de blancos con acceso a la educación que impartían el colegio de los jesuitaso el seminario catedralicio.

pero no olvidemos que en esta ciudad no faltaban regularmente cuatro oi-dores y un fiscal con títulos universitarios, casi siempre de las grandes universi-dades españolas, como Salamanca; y media docena de abogados graduados porlo general en universidades hispanoamericanas como las dos de Lima, o la deQuito; que había médicos graduados, un crecido número de religiosos, sacerdotesy obispos, algunos ingeniosos y con profundos estudios teológicos y filosóficos;y en la década de 1630 una verdadera escuela de poetas –nada menos que doce–,llamada por Serrano de Haro «generación barroca», capaz de producir El llantode Panamá. para no mencionar que el país era gobernado por militares de altorango, caballeros de las Órdenes militares de Calatrava, Santiago o alcántara, ypor condes y marqueses que difícilmente eran iletrados o ajenos a asuntos de laCultura. Siendo panamá una ciudad tan escasamente poblada, pero donde abun-daban los vecinos pudientes, la presencia de tanta gente formada académica-mente y con intereses profesionales y académicos tan variados, era inevitable queexistiera un ambiente de proclividades culturales acaso más intenso que el decualquier villa o ciudad de la península con la misma cantidad de habitantes.

Y no sobra agregar que, según datos estadísticos de la época, entre fines delsiglo XVI y las primeras décadas del siglo siguiente, uno de cada vecino era rico,muy rico o al menos solvente. es decir con suficientes recursos como para per-mitirse comprar libros y estar al día en la producción bibliográfica peninsular.no cabe duda, lejos de ser un mundo culturalmente anémico y vacío, la vida ensociedad del panamá barroco era excepcionalmente densa, poblada de libros,de vibrante actividad cultural y de talentos creadores.

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agregaré una prueba final para los siglos XVI y XVII. Cuando llegaron apanamá en 1601 los 94 ejemplares de La dragontea de Lope de Vega –por ciertoacabados de imprimir–, la ciudad solo contaba con 500 familias blancas, proba-blemente las únicas que tenían capacidad económica para comprar el libro. estosupone que una de cada cinco familias habría adquirido un ejemplar. Y qué dudacabe que sería prestado a los que no lo tenían, y que circularía de mano en manocomo un disputado best seller del que todo el mundo hablaría. Si eso es así, setrata de algo realmente extraordinario. este fenómeno es también significativoen más de un sentido. La dragontea no era una frívola obra de teatro para ser re-presentada en escena, sino una monumental pieza épica para ser leída, proba-blemente en grupos y voz alta. Ya esto habla bastante del nivel cultural de laclientela. Y algo más. era un poderoso texto versificado por uno de los más gran-des poetas de su tiempo, que trataba de una gran gesta local en la que vencimosal más temible de los piratas, y era una historia compartida por todos los pana-meños, porque todo el país se movilizó para expulsar a drake. Quisiera creerque cuando leían La dragontea, vibraba en ellos un orgulloso sentido de identi-dad, de pertenencia a un pasado común del cual se vanagloriaban.

Letras en el siglo XVIII

en el siglo XVIII el panorama anteriormente descrito se mantiene. abundanlas poesías satíricas de color político, como las que criticaban las pretensioneshegemónicas del poderoso grupo socioeconómico de los urriola-echeverz, enparticular una titulada La Bula Loca, en referencia al supuesto «mayorazgo» dela aduana de Cruces en manos de esta familia desde el siglo XVII.

Según rodrigo Miró la literatura del siglo culmina con la obra de teatro, yamencionada, La política del mundo, de Víctor de la guardia y ayala, publicadapor primera vez en 1902 y reeditada en 2003. Según Miró, es una obra de «visi-bles influjos neoclásicos», en la que el autor «se toma ciertas libertades, especial-mente en cuanto a los lugares donde ubica su acción, rompiendo claramente conel rigor de las tres unidades», lo que a su juicio «parece anunciar que entramosen las aguas del prerromanticismo»83. Sus méritos literarios son, sin embargo,cuestionables.

una obra hasta ahora desconocida, de género muy distinto y que se con-serva manuscrita, es la Dulce canción de Villar y de clérigos: Cartilla en la doctrinamoral, del bachiller don Juan Josef del Villar, y Lascuraín, clérigo presbítero pa-nameño. de él sabemos, por la visita pastoral del obispo Luna Victoria y Castroen 1758, que nació hacia 1730 («será de 28 años», escribe el obispo). Luna agregaque lo ordenó sacerdote, llevándolo consigo en su visita pastoral de 1753, cuandole dejó colocado en el curato de remedios «en atención a su pobreza, madre, doshermanas y un hermanito». agrega que cuando le conoció «era muy bueno, peroluego crio humos de caballería con una superioridad y soberbia vana», por lo

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que le amenazó con enviarlo castigado al darién. Según el prelado, Villar «llevómujer a título de criada», es decir, amante disimulada de sirvienta. La Cartilla oCanción consiste en un poemario de 371 páginas y abundantes latinajos tomadosde Ferrer, Santo tomás, San agustín y otros autores de la Iglesia, así como delos concilios y bulas papales. es un tratado lírico o en verso, como el mismoautor dice, del «derecho canónico, la doctrina moral, de la liturgia, de la teologíacristiana», etcétera. Se conserva cosido, en muy buen estado, y va acompañadocon carta de remisión del autor al rey, fechada el 25 de julio de 1777, cuando ten-dría unos 47 años.

poner en versos a manera de lecciones para ser aprendidos los temas de me-moria, formaba parte de las tradiciones de occidente desde hacía varios siglos,aunque seguía usándose todavía en el siglo XVIII. este método de enseñanza loencontramos por ejemplo al comienzo de cada tema o párrafo en el libro del granorfebre sevillano Juan de arfe y Villafañe, Varia conmesuracione, escrita en el sigloXVI. Se trataba pues de un recurso mnemotécnico utilizado muy comúnmenteentonces.

Villar divide su poema en temas como la conciencia, los sacramentos, la ce-lebración, la confesión, las virtudes teologales, los pecados, y otros asuntos li-túrgicos y teológicos cristianos. empieza así:

al lector

Lector amigo, con cansion sonora oy te llama mi pluma a su atencion para que en sus cadencias, tu razon quando busque, el moral, halle mejora;es doctrina cabal, que sin demora se resa có, con cuer da reflección, de una suma moderna, que en sasonllena de aplausos, corre por ahora;en ella lo moderno, abrás de veren apunte tan solo, pues es cierto,qe. qual cartilla, quise detender (sic)todo lo qe. es destado [¿estado?), su conciertopara q. ancioso busques a [¿Vicente?] Ferrer como qe. es de este arroyo, el propio puerto.

en el capítulo primero, dedicado a la conciencia, y basado en Vicente Ferrerescribe:

es la conciencia si bien se concideraun juicio, solo, del entendimientopractico, con q. aplica su carrera

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a saver de lo honesto en un momento,y lo inhonesto, mas en tal manera,que a lo propio tan solo ba el intento,de la obra qe. executa en si cada unosin mirar a la falta de ninguno.

esta definicion bien entendidatodo lo que es conciencia en si lo abraza.esto es sus exercicios, con medidacomo es, testificar lo qe. embaraza,acusar y escusar ya sea omitidao echa la operacion sin taza haralo qe. no ven otras definicionespor no vestirse con estas proporciones.

La que es conciencia en partes se divideerrónea, recta, probable, escrupulosa.esta se entiende qdo. la obra mideo en el modo de obrar qualquiera cosapero de parte del objeto pidedistinta divicion qdo. es mui forzosaporqe. entonces segun se consideraen buena se divide y verdadera.

el poema concluye con las siguientes dos estrofas, numeradas 1415 y 1416:

Manda la Iglesia madre mui piadosapagar diezmos, es claro y asentadoy primicias tambien por ser forzosaaccion el dar a dios lo qe ha dadoeste deve graduarse en la zelosacostumbre recibida es declaradoy si acaso se falta gravementedesde luego se peca mortalmente

aquel qe. acaso diezma de lo peorcometerá pecado en si mortalpor defraudar la Yglesia con rigory sus ministros, que viven de lo talesto se ha de cumplir con gran fervorpara un logro feliz y no fatalpues quien cumple las leyes con anhelose verá coronado allá en el cielo84.

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el poema es de intención didáctica y aunque escrito en verso, no se destacapor su estro poético, pero era así como se hacían estas «canciones» en aquellaépoca, y sus méritos o falta de estos no eran muy distintos a la mayoría de lasque entonces se escribían. tiene, empero, el mérito de ser la primera, y hastaahora la única de su tipo conocida en panamá.

Las Alteraciones del Dariel, un comentario historiográfico

La obra cumbre del barroco literario panameño es, sin duda, Alteraciones delDariel, de páramo y Cepeda, que merece aquí un especial comentario. Fiel a miformación académica, centraré mi atención en la veracidad histórica de los temasque desarrolla el texto, así como en su utilidad como fuente para el estudio dela época85.

La trama se desarrolla en el selvático darién, al este de panamá, y en la ac-tual zona fronteriza con Colombia, donde hoy, paramilitares y guerrillas colom-bianas incursionan con frecuencia para abastecerse o buscar refugio. es un zonageográfica que sigue parcialmente dominada por los indios cuna, los coprota-gonistas del poema. es decir, que todavía hoy son selvas lujuriantes y espesasque el trópico húmedo mantiene siempre verdes, con ríos caudalosos de corrien-tes traicioneras y donde abundan las fieras y alimañas. en la época de Alteracio-nes del Dariel, como todavía lo es hoy, era pues tierra de frontera. esto significaque lo que pasaba en ese remoto territorio difícilmente podía documentarse. noera como lo que sucedía en los centros urbanos como panamá o portobelo, dondecasi cualquier cosa podía registrarse y todavía hoy conservan los archivos parafascinación del historiador.

Los que estamos acostumbrados a manejar documentos del período colonialsabemos que, para empezar, la inmensa mayoría son de carácter oficial, y auncuando se encuentran aquí y allá textos de naturaleza privada, como cartas fa-miliares por ejemplo, también estas se consideran parte oficial del cuerpo docu-mental en el que se encuentran, como piezas del expediente. Y para confirmarlobaste navegar por el proceloso océano documental de archivos como el de Indias,el nacional de Madrid, y en cualquier otro. por otra parte, también esto lo sabenlos historiadores colonialistas, la materia prima con la que debemos trabajar estásaturada de silencios, porque son muchas las cosas que para la gente de aquellaépoca eran obvias y que no consideraban necesario explicitar. Y si eran tan ob-vias, mejor callarlas. todavía sigue siendo así.

por eso, no nos encontramos en la documentación oficial descripcionessobre revistas militares, ni mención alguna al sonido de los pífanos y tambores,o detalles sobre el atuendo personal de los soldados en una época en que todavíalos ejércitos carecían de uniformes. Jamás he encontrado una descripción comola que hace páramo del bizarro atuendo con que se engalanaba «el noble don

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andrés de olivardía» cuando pasaba revista a sus soldados antes del combate.¿Y quién, que estudie la cultura material no quisiera saber cómo era el vestidode los hombres de armas de esa época en el trópico?

difícilmente nos enteramos en la documentación oficial de cómo o a quiénamaban los soldados o los indios, y a qué rivales se enfrentaban para ganar elfavor del ser amado. Cuando se encuentran datos así los atesoramos como joyassolitarias y exóticas. raras veces, si alguna, se describe en esos textos el encuen-tro armado en plena selva o se dan los detalles de choques singulares entre dosaguerridos oponentes. o las discusiones sobre estrategias de combate de uno uotro bando. es muy raro, de hecho casi excepcional, encontrar datos concretossobre la alimentación de tropas en marcha o sobre los padecimientos físicos decampaña, durante o después de sangrientos combates. o sobre los estragos queen los cuerpos causaban las espadas y la pólvora, haciéndolos volar en pedazosy con la cabeza y los miembros desmembrados, como leemos en el minuciosorelato épico de Cepeda. Los diarios de campaña suelen ser demasiado escuetosy no abundan. difícilmente encontramos en ellos descripciones sobre la prepa-ración en campaña, del pan o la carne, como la lengua de vaca que se dejabasecar al sol, como todavía se sigue haciendo hoy en los campos panameños. pá-ramo se solaza en estas descripciones y deja caer como quien no quiere la cosaindicaciones sobre el color de la res sacrificada, dándonos una de las poquísimasreferencias a la tipología vacuna que se conocen para el período colonial.

en el poema también encontramos descripciones detalladas sobre la fundi-ción del oro y sobre la destrucción del bosque por el fuego, temas sobre los quees muy difícil hallar testimonio en otras fuentes documentales.

en la guerra del darién, lejana tierra de frontera, donde chocan indios concolonos y soldados españoles, esclavos o libertos, y piratas, no hubo cronistascomo los de la temprana época de la Conquista, que registraran los episodiosde la vida diaria, o que describieran los temores, o los propósitos explícitos oencubiertos de los que compartieron la experiencia de esa guerra. Qué sentían,cómo pensaban, qué soñaban aquellos hombres y mujeres, es algo que difícil-mente encontraremos en los textos oficiales.

por eso, el testimonio contemporáneo de un testigo con la inteligencia pe-netrante y la capacidad de observación de Juan Francisco de páramo y Cepedano tiene precio. es una joya documental para el estudio de las mentalidades dela época, por lo que anticipo que se convertirá en un venero inagotable para losestudiosos de las representaciones mentales de la Colonia, como para la edadMedia lo han sido las novelas de Chrétiene de troyes, el Roman de la Rose, o lahistoria de Guillermo el mariscal. Y no abrigo dudas de que para el estudio histó-rico de las guerras del darién será de consulta indispensable.

Sobre la verosimilitud de numerosos episodios que narra el autor, no tengola menor reserva. páramo se permite ciertas licencias poéticas, e inventa nombresfantásticos para algunos de sus héroes y heroínas, pero lo hace cuando injerta

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en medio del relato épico episodios de amor romántico. una astuta artimaña na-rrativa, como bien lo ha advertido el profesor orjuela, a que recurre para man-tener el suspense de la historia militar, asunto central del relato. pero lospersonajes indígenas como Sombrero de oro, perilero, tomás de Ibarra o el mes-tizo Luis de Carrisoli y por supuesto los piratas que allí se mencionan, los sol-dados españoles, o los principales funcionarios del gobierno panameño, comolos presidentes alonso Mercado de Villacorta, el conde del palmar, o los obisposdiego Ladrón de guevara, y Lucas Fernández de piedrahita, todos ellos actoresimportantes o secundarios de la trama, están ampliamente respaldados por ladocumentación de archivo.

páramo escribe a veces Carrizola por Carrisoli, o bien ulivardía por olivar-día y perilero por perico Ligero, pero esto es secundario. Son nombres que hapescado al vuelo, como los de los piratas, que raras veces escribe bien, peronunca se equivoca cuando escribe los de personajes españoles. entre los capita-nes páramo menciona a un tal Laguna, a alonso de alcaudete, a Luis Infante ya Isidro de ros. Y entre los marinos a Jacinto de Barahona, diego de Carvajal yFrancisco de peralta. Sabemos bien quiénes eran. el nombre completo de Infanteera Infante de Lara, el de ros, Isidro ros del Castillo, el de Laguna, antonioBravo de Laguna y el de Carvajal, diego de Carvajal y grimaldo. Y así muchosotros.

tampoco hay dudas sobre la autenticidad de los nombres geográficos quemenciona y son el teatro de la epopeya: tayecua, tuquesa, tuira, el real, pucro,Balsas, Cascajal, terable, pirre, Yaviza, taboga. La toponimia es real, no ficticia.Y ninguna fuente conocida da tantos nombres de indios principales como losque encontramos en el poema.

Finalmente, Alteraciones aporta descripciones etnográficas del pueblo cunaque hasta ahora desconocíamos, como la costumbre de raparse el cabello cuandomataban en combate a un español (y es de suponer que a cualquier otro ene-migo), y retirarse al monte para purificarse tras un corto período de sufrido as-cetismo. Hecho esto, eran promovidos al rango de «urunias», o guerreros. Fueel caso del indio alonso Cañac, que mató en feroz combate a andrés de artieda.también nos habla de sus mitos, de sus bailes y cantos, y de sus armas y estra-tegias guerreras. Y es, junto con fray adrián de ufeldre, uno de los primeros enexplicar el significado práctico que adquiría entre los cunas el adoptar un nom-bre cristiano cuando se bautizaban.

Irónicamente es la propia trayectoria vital de páramo y Cepeda la que hadejado poco rastro en la documentación de archivo. para su biografía solo tene-mos tres fuentes: los pocos datos que sobre su persona leemos en el poema; loque se imprimió en su genealogía para ingresar a la orden Militar de San Jorge;y el expediente que acompaña el pleito testamentario que quedó abierto tras sumuerte y en el que nos enteramos con detalles de la famosa perla Perseguida. tanfamosa en su tiempo que es mencionada en relatos exóticos de viajeros como el

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de giovani Francesco Careri, ampliamente divulgada en la colección de viajesde a. Churchill que se publica en Londres el año 1752. Salvo con quiénes estabarelacionado familiarmente en panamá, apenas se sabe nada de su paso por elpaís, donde fue comisario de la Inquisición, o cómo llegó a tener esclavos parala pesquería de perlas en la isla de gibraleón (nombre debido al primer empre-sario perlífero que se instala en el golfo de panamá con indios de Cubagua ycabo de la Vela a mediados del siglo XVI).

Se ha sugerido que el poema contiene elementos del «realismo mágico» la-tinoamericano. Y se señala como muestra el episodio de las fieras que, por órde-nes de un hechicero (o lere) cuna, atacan de noche, en plena selva, a unaaterrorizada partida de soldados hispano-criollos. no les causaron mucho dañopero sí un tremendo susto. Lo que más se hace resaltar es la presencia de un «ele-fante». pero la verdad es que en la literatura occidental (antes de que Latinoa-mérica fuera lo que es, y no hace falta remontarse a las fantasías mitológicas dela epopeya homeriana, o a los disparatados libros de viajeros medievales a loMandeville), nos tropezamos con bastantes ejemplos precursores, incluso enobras tan serias y llenas de gravedad como la Confesión de San patricio, a quiense le vino encima una piara de cerdos luego de haber estado caminando leguasy leguas sin ver un alma, muerto de hambre y cansancio.

en cuanto al elefante, ¿podría ser un tapir? después de todo el tapir es unpariente lejano del elefante y ahí está su trompa atrofiada como prueba. ade-más, en aquellos tiempos los conocimientos científicos de la flora y la faunaamericanas (aun para un erudito jesuita como páramo y Cepeda) eran atroz-mente precarios, y eran muy pocos los europeos que habían visto tapires. Casiseguramente que el poeta solo habría sabido de oídas sobre estos animales, y,como era común en aquella época, le daría igual, a falta de otro nombre paraun animal todavía no clasificado por los naturalistas, identificarlo como elefantepor decir, digamos, «como elefante». por otro lado bien se sabe que los tapires,como otros animales, atacan en manada. Y no hay que olvidar la insalvable di-ficultad prosódica de encontrar una buena rima para un nombre de animal quetodavía no tenía nombre.

en el poema tampoco encontramos mucho rigor en la cronología. pero sontantas las pistas que nos ofrece, al referirse a hechos, circunstancias, lugares ypersonajes, que no resulta demasiado difícil reconstruirla. además, es muy claroque el núcleo del relato se desarrolla en el año de 1680 cuando gobernaba alonsode Mercado, y páramo y Cepeda así lo indican casi al final del poema. pero eltexto lo escribe, dice, mientras gobernaba interinamente el obispo diego Ladrónde guevara, es decir entre 1695 y 1696.

Son antológicos algunos episodios violentos como el fiero combate cuerpoa cuerpo entre el mestizo Luis de Carrisoli, gran héroe de la trama, y el taimadoindio tomás de Ibarra, a quien aquel vence. el relato es impresionante. en el fra-gor de la lucha Carrisoli hiere gravemente a su oponente cortándole de sendos

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tajos un brazo y un pie, pero este, enloquecido por la ira, le arroja el pie cerce-nado a la cara, y todo ensangrentado y ya moribundo rueda hasta el río dondees devorado por un caimán. el final no puede ser más dramático. raras vecesescenas como esta se encuentran en los documentos de archivo. por el relato sedescubre que entre Ibarra y Carrisoli, o más bien entre las familias de ambosexistían viejas rivalidades y un odio irrefrenable que se remontaba a sus abuelos.es muy difícil encontrar explicaciones como esta en un texto oficial.

pero es que además hay otros encuentros cuerpo a cuerpo no menos impre-sionantes que el autor relata con igual dramatismo e insospechada habilidad na-rrativa. La muerte del amigo entrañable (Luján, a quien sobrevive Soto), o delhermano (uno de los artieda, pero el que sobrevive muere luego en combatenaval a la vista de la bahía), o la ansiedad en el real de Santa María porque setemía por la suerte de Infante de Lara y sus hombres, y finalmente la alegría ycelebraciones de la tropa cuando se les ve llegar, son relatos emocionantes na-rrados con electrizante intensidad que mantienen en ascuas la expectación dellector.

era esta clase de episodios, sin duda, los que encendían la imaginación delos contemporáneos. Llegarían a oídos de páramo y Cepeda y se habría sentidoobligado a registrarlos en su poema para honrar su memoria. Y de hecho así loda a entender más de una vez en el texto.

el padre de Carrisoli, llamado Julián Carrisoli (o Carrisolio) de alfaraz,había naufragado con otros españoles en las costas del darién siendo un ado-lescente. todos los náufragos fueron asesinados salvo Julián, a quien el caciquecuna de pucro le dio protección, cuidándolo como a hijo propio y casándololuego con una de sus hijas. ambos, padre e hijo se convirtieron en leyendas ensu propia época. otra hermana de Luis Carrisoli, fue la primera mujer indígenaautorizada en panamá para ingresar en el convento de monjas de La Concepción,reservado para las muchachas blancas de la élite. todos estos personajes son co-nocidos por los historiadores y su existencia está plenamente documentada.también se sabe que Luis y Julián Carrisoli fueron nombrados por el gobiernocentral cada uno en su momento, maestres de campo y alcaldes y justicias ma-yores del darién, lo primero para la guerra y lo segundo para la administraciónde justicia.

Julián fue un caso extraordinario. pero no sabemos nada de su vida entre lafecha del naufragio (que debió ocurrir entre 1620 y 1625) y 1636, cuando se acercóa panamá para ofrecerse como intermediario entre cunas y gobierno, no solopara hacer las paces sino también para convertirlos a la verdadera fe. para susaños de cautiverio solo nos queda la imaginación. Su perfil humano me recuerdavagamente a San patricio, el primer misionero entre bárbaros en la alta edadMedia. Criado en familia acomodada de la galia romanizada, fue raptado y es-clavizado por los semisalvajes irlandeses y llevado a su isla. patricio no había com-pletado todavía su educación pues era aún adolescente y permaneció cuidando

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ganado en un amargo aislamiento. pero un buen día se fugó, navegó al conti-nente, completó su educación y regresó convertido obispo para salvar del paga-nismo a sus queridos irlandeses. Julián probablemente no fue tan santo, y lacatequización de los cunas no estuvo a cargo suyo sino de fray adrián de ufel-dre. pero fue gracias a él que se hizo posible la implantación de La palabra en eldarién. ¿Cómo soportó sus años de cautiverio? ¿Qué ideas le atormentaron hastatomar el paso de convencer a su padrastro y a su tribu para que le permitieranir en su nombre a panamá, convirtiéndose en un personaje que de otra manerajamás hubiera llegado a ser: maestre de campo y justicia mayor del darién,agente fundamental de cambio del pueblo cuna, y puente de unión entre susdos mundos?

en Alteraciones del Dariel nos encontramos también con muchas referenciashistóricas hasta ahora desconocidas. Los páparos eran un subgrupo cuna que elpoema menciona como indígenas aliados de los españoles. no solo esto se des-conocía sino que se creía que mucho tiempo atrás habían desaparecido víctimasde una fatal peste de viruelas. Más importante fue la alianza que hicieron loshispano-criollos con los gorgonas, nombre que le dieron a los emberás (o cho-cóes). recién en 1678, los capitanes antonio Bravo de Laguna y gabriel deurriola echavarría, en una audaz operación privada, habían trasladado a 415«gorgonas» de la bahía de San Francisco Solano (en el pacífico colombiano) hastalas orillas del río Chagre, donde fundaron el pueblo de gorgona, situado unaspocas millas al norte del puerto fluvial de Cruces y que no desapareció hasta laconstrucción del Canal en 1914. Menciono este episodio en el capítulo VIII deConquista, evangelización y resistencia86, donde afirmaba convencido de que estehabía sido un proyecto de repoblamiento humano para oponer resistencia congrupos indígenas aliados a futuros ataques piratas por el Chagre. gracias a lasAlteraciones ahora se comprende que, además, gorgona serviría para combatir alos cunas (como en 1697 el pueblo de palenque, fundado con negros cimarrones,y en 1797, punta gorda, cerca de portobelo, fundada con exesclavos haitianos).

tampoco se sabía que además habían sido aliados del gobierno colonial lostayecua, los balsas, los wuanana, los sábalos y los yeyes. Y así muchos otros he-chos, sobre todo los que se relacionan con los vínculos entre cunas y piratas,cuyo conocimiento entre los historiadores virtualmente se limitaba a los relatosde dampier, Wafer o ringrose, que tratan de las mismas incursiones piráticasen darién que relata páramo y Cepeda, pero que este no pudo conocer porquese publicaron cuando ya era difunto.

Los colonos percibían al darién como un mítico territorio de misión y gue-rra, y a los cunas, sobre todo cuando se aliaron a los piratas, como una gravísimaamenaza para la propia colonia. el temor a los cunas se convierte en uno de losgrandes miedos coloniales, como el miedo a los incendios, a los naufragios, a lasinvasiones de potencias enemigas, o los miedos interétnicos, flagelos que una yotra vez azotaban a los atemorizados colonos. al oeste, en dirección a Costa rica

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el gran miedo eran los indios mosquitos nicaragüenses, respaldados militar-mente, como los cunas, por las armas inglesas. a lo largo del siglo XVIII estu-vieron asolando las costas caribeñas de panamá penetrando profundamente elterritorio para saquear pueblos y llevarse indios como esclavos que vendían enlas colonias insulares británicas.

en ningún documento se dice de manera explícita que la gente tenía esosmiedos. pero la acumulación de pruebas documentales apenas deja lugar adudas de que eso era así. Si no, ¿por qué cada vez que se emprendía un viajepor mar se dejaba un testamento? así lo hizo páramo cuando regresaba a españaen 1697 y murió en el viaje. o, como explicaba yo en un libro reciente, ¿por quéla élite se encerraba en el recinto amurallado de la nueva panamá y deportabaal arrabal a los negros y mulatos?87.

Cuando Morgan tomó por asalto a panamá la Vieja en 1671, esta ardió en lla-mas y quedó en ruinas, hubo cientos de víctimas y muchos vecinos abandonaronla ciudad para siempre. Los que permanecieron, estuvieron viviendo precaria-mente en chozas y caballerizas durante dos años, hasta que se construyó la nuevapanamá. ¿Cómo los vecinos no habrían de temerles a los invasores enemigos?

una lectura atenta a Alteraciones nos revela, en efecto, los grandes miedosdel panamá del XVII, descubriéndonos un paisaje mental hasta ahora casiinexplorado.

¿pero cómo los cunas devinieron en un peligro tan atemorizante? Su historiaes una de las más fascinantes de la américa indígena y no en vano constituyentodavía hoy uno de los grupos culturalmente más compactos y con mayor ca-pacidad de liderazgo en el concurso de naciones indígenas del continente. Fue-ron ellos los que impusieron entre los grupos indígenas organizados el nombrede abia Yala para el continente en sustitución de américa. el gobierno pana-meño le había dado el nombre de San Blas a su comarca o reserva, pero ha tenidoque ceder a sus presiones cambiándolo por guna Yala.

el origen de los cuna en panamá todavía no se ha podido esclarecer. Cuandollegaron los conquistadores se encontraban en la frontera de panamá, en territo-rios de la actual Colombia. todo el norte del darién fue arrasado por el huracánde la Conquista y desapareció el pueblo que entonces lo habitaba, los cuevas, alos que conocemos por las crónicas de oviedo, Las Casas, andagoya y espinosa,pero de ellos no quedaron rastros. La ocupación española se desplazó hacia elcentro del Istmo y el darién quedó abandonado.

de esa manera, los cunas pudieron penetrar el darién sin que nadie les ofre-ciera resistencia, sobre todo a partir de 1580, cuando el peligro del cimarronajenegro en la zona del Bayano fue controlado. un buen día, en 1611, un grupo dejóvenes cunas asaltan el fronterizo pueblo de Chepo, matando esclavos y ga-nado. Fue así como ingresaron a los textos de historia, ya que antes solo se lesmenciona de manera vaga e imprecisa. Se inició entonces una larga historia deescaramuzas, ataques con muertes de colonos e indios, seguidas de paces y

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treguas que rápidamente eran rotas por una u otra parte. Hasta 1637 el dariénestaba completamente bajo su control y la presencia colonial se reducía a oca-sionales incursiones militares. pero todo empezó a cambiar a partir de entonces.Julián Carrisoli, ya hombre, notificó al gobierno panameño que estaría dispuestoa servir de interlocutor entre las partes. un inteligente y conciliador gobernante,enrique enríquez de Sotomayor, acogió su propuesta y envió al darién al exitosomisionero dominico fray adrián de ufeldre, o de Santo tomás, quien durante15 años había desarrollado una exitosa campaña evangélica entre los indios guai-míes, al oeste del Istmo. el trabajo que realizaron conjuntamente Carrisoli y frayadrián fue brillante y con ellos se inició la pacificación del darién. el archivode Indias está ahíto de documentos sobre esta campaña, gracias a los abundantestestimonios que dejó fray adrián, verdadero héroe religioso colonial, y uno delos raros misioneros que realmente tuvo éxito en panamá.

Fray adrián fundó varios pueblos de indios en darién del Sur, pero ya viejoy cansado, tras 30 años de misión en el Istmo, se retiró al convento dominico depanamá, donde escribió algunos de los relatos más fascinantes sobre metodolo-gía misional y el primer texto conocido que describe las costumbres de los cunas.Siendo prior de la orden, allí murió rodeado del respeto y admiración de los ve-cinos. Sus sucesores mantuvieron con relativo éxito la misión darienita, quequedó bajo el dominio de su orden, y la provincia fue rebautizada como Santodomingo del darién. pero en 1651 el gobierno civil, que tenía planes menos es-pirituales para este promisorio territorio, decidió establecer un fuerte en el realde Santa María. Los indios, sintiéndose engañados, se alzaron en armas e hicie-ron una masacre con los colonos, soldados y sacerdotes que encontraron. Se pro-puso un plan de paz que ambas partes acordaron. Mas sucede que los cunas noeran una unidad política y cada cacicazgo actuaba por su cuenta, sin sentirseobligado a honrar lo que otros cacicazgos acordaran con los españoles. La Colo-nia nunca entendió esto. el hecho es que roto el atractivo misional de los tiemposde fray adrián, ya nunca las cosas volvieron a ser como antes y se declaró unestado de guerra endémica en darién, casi siempre con ventaja para los indios.

Hacia 1680 –es decir para la fecha del relato de páramo y Cepeda– hubo unatriple concurrencia de factores que empeoraron las cosas para los españoles. poruna parte, se descubren grandes yacimientos de oro al sur del darién, que de-viene en uno de los más grandes centros auríferos del continente. Los religiososdominicos se olvidaron de su santo apostolado y se dedicaron a sacar oro conmano de obra forzada cuna, ocasionando un nuevo levantamiento indígena. Seprodujeron nuevas muertes y los indios de misión se dispersaron. el propioobispo de panamá acusó a los dominicos por su falta de aplicación a las laboresevangélicas y esta orden cayó en el descrédito. Su apostolado languideció y yanunca más tuvo un papel digno de considerarse. en su lugar empezaron a llegarcapuchinos, sin duda llenos de fervor apostólico y con una rara vocación parael martirio, pero resultaron ser los peor preparados intelectualmente para la tarea

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misional. Las dos misiones que se enviaron han pasado a la historia como lospeores ejemplos de fracaso misional. todos los misioneros fueron sacrificadosen uno de los hechos más sangrientos de la historia evangélica colonial. es decir,que para tiempos de páramo y Cepeda la labor misional en darién estaba encrisis.

todo esto es conocido, pero es leyendo Alteraciones donde nos enteramosde que a estos misioneros luego de ser martirizados, les cortaron la cabeza y fue-ron devorados en un feroz acto de canibalismo por los wuananas y emberás, in-dios conocidos por los españoles como gorgonas. para los gorgonas y tal vez lamayoría de los indios americanos, el alma, la inteligencia, el coraje y otros noblesatributos humanos residían en algún lugar del cráneo. de esa manera, siguiendoun conocido ritual muy común entre muchos grupos aborígenes de américa enaquella época (y no pocos del Istmo también), una vez cortadas las cabezas delos misioneros, afirma páramo y Cepeda, usaron ritualmente los cráneos comotaza para beber chicha. (en 1709 sucedió otro tanto en la talamanca costarricense,donde se alzaron los indios contra las misiones y decapitaron al padre capuchinopablo rebullida, cuya cabeza nadie sabe cómo acabó en manos de los tójares dela isla Colón en Bocas del toro). Confío que el lector no se horrorice por esto.antes de que patricio convirtiera a los irlandeses en el siglo V, los isleños (comomuchos otros pueblos paganos europeos de entonces) creían que el alma teníasu sitio en la cabeza, por lo que no debe culpárseles de que exhibieran orgullo-samente las de sus enemigos en los templos y las empalizadas. Cerca de pam-plona, al norte de españa, todavía se celebra misa el día de cierto santo usandolo que queda de su cráneo como vaso de celebrar. por lo visto, es parte del legadode nuestros antepasados, del Viejo y del nuevo Mundo. acá, cuando vino Colónen su Cuarto Viaje, sus compañeros pudieron contemplar cientos de cráneos deenemigos colocados vistosamente en las empalizadas de los poblados guaimíes.resulta inquietante lo extendida que estaba tan macabra costumbre.

el ataque de Henry Morgan a panamá en 1671 dejó al descubierto que elImperio español en américa era asaz poroso y vulnerable. tras esto y con la no-ticia del oro en darién, empezaron a caer sobre el este del Istmo, como enjambresde abejas enfurecidas tropas de piratas de distintas nacionalidades. La gran no-vedad fue que encontraron en los indios a aliados muy dispuestos a colaborar,siempre y cuando se les dieran armas para combatir al odiado enemigo común.Fue una alianza muy auspiciosa para indios y piratas y empezaron a llegar cadavez más aventureros franceses e ingleses que cruzaron el Istmo para asolar lasislas perlíferas del pacífico y los pueblos de la costa. La propia capital fue sitiadadurante varios meses, y cuando no lo estaba, eran pocos los vecinos que se atre-vían a navegar por temor a caer presa del enemigo inglés.

tan promisoria era esta alianza con los cunas que fue para esos años queWilliam patterson organizó en escocia una empresa para colonizar el darién ca-ribeño. Llegó con su expedición a puerto escocés, donde fundó una colonia, pero

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a poco el hambre y las enfermedades acabaron con el proyecto. un anuncio enBrandeburgo prometía además dinero, herramientas, armas y semillas para losque quisieran seguir a patterson.

Bien armados los cunas con apoyo británico, y ya declarada la guerraabierta, no quedaba otra salida para españa que entrar a fuego al darién. por-que resultaba obvio que los cunas eran algo peor que una simple amenaza do-méstica. el Istmo tenía una extraordinaria importancia estratégica para elImperio español. Como plaza militar era considerado «la garganta» o el «an-temural» del perú. además, era allí donde se celebraban las famosas ferias yse concentraban los galeones para recoger la inmensa cosecha de oro y platade las minas de Bolivia y perú. Militar y comercialmente el Istmo era una joyademasiado valiosa para exponerla a las veleidades de un puñado de indígenassemisalvajes, que además, se habían resistido a dejarse evangelizar y eran alia-dos del peor enemigo. el darién se había convertido ya en una pieza clave dela geopolítica imperial.

para empeorar las cosas, portobelo es saqueado nuevamente por los inglesesen 1680. Y en 1697 el barón de pointis asalta Cartagena. Lo que ponía en eviden-cia una vez más la vulnerabilidad de esta zona. tan peligrosa era la situaciónque la Corona envió varios ingenieros militares para que revisaran la estrategiadefensiva del Istmo, así como los proyectos de fortificación de la nueva panamáque apenas empezaba a construirse. Fue en ese clima de intranquilidad que seinició el proyecto de mudar portobelo al interior de un recinto amurallado, aun-que este fue luego abandonado por errores de cálculo y costos excesivos. nadade esto se entendería sin la situación militar planteada en darién.

en Alteraciones encontramos muchas pistas que nos ayudan a comprendermejor este proceso, así como las andanzas de la piratería por el darién y por lasaguas del pacífico panameño con indios cunas como parte de la tropa. de hecho,el texto concluye precisamente en el momento en que la piratería ataca taboga,amenaza a la capital, e invade a Los Santos, remedios y alanje. es decir, en elmomento en que el darién se convierte en problema internacional y la seguridaddel Istmo entra en crisis. el centro de la trama que se desarrolla en Alteracionesocurre, como he dicho, precisamente en 1680, el mismo año en que portobelo esocupado, se producen las misiones punitivas españolas al darién y este es inva-dido por la piratería que lo atraviesa con ayuda indígena, destruye el real e in-cursiona por el pacífico.

un documento impreso que redactó el procurador de la ciudad de panamáen los tiempos de páramo y Cepeda, proponía con toda franqueza la conquistadel darién a sangre y fuego. una vez asegurado el éxito de esta campaña, losindios varones serían trasladados en masa a las minas de mercurio de Huanca-velica en perú, donde servirían para algo útil y ya no darían más problemas endarién. este plan no explica qué harían con las mujeres y los niños, pero aunquela política oficial indigenista no contemplaba soluciones que derivaran en el

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mestizaje, en la práctica los colonos hacía ya tiempo que habían descubierto susventajas. ¿no era ya paradigmático el propio Luis de Carrisoli, el héroe mes-tizo? de hecho, a lo largo del siglo XVIII, la propuesta del mestizaje fue uno delos componentes básicos para las campañas de pacificación indígena, abando-nándose de esa manera la propuesta de la evangelización que fue la dominantedurante el siglo XVII88.

el texto del procurador criollo es de gran importancia porque fue escrito enla propia panamá, y refleja claramente lo que pensaba la élite local para atacarel problema cuna. debe también señalarse que en este documento encontramosalgunos datos interesantes sobre las costumbres cunas, y es, junto con los textosde Wafer, fray adrián, y las propias Alteraciones, el cuarto conocido de contenidoetnográfico para el siglo XVII. Hay otros en inglés, pero son más bien de divul-gación, basados en el texto de Wafer y muy esquemáticos.

Fue en este clima de hostilidad contra los indios que se cerró el siglo XVII,y cuando escribía su poema épico el padre jesuita doctor Juan Francisco de pá-ramo y Cepeda. por eso sorprende, y sorprende en verdad mucho, la admiraciónque manifestó a lo largo de todo el texto por los cunas, exaltando sus virtudesguerreras y su coraje. Mostró franca simpatía por los indios y tuvo la inteligenciade reconocer en ellos las mismas virtudes y defectos que podía encontrar en loscriollos o entre sus compatriotas. no solo los indios son héroes en la trama, dehecho el gran héroe central es un mestizo, Luis Carrisoli.

todas estas eran razones suficientes para que nadie en la Colonia, o en lapropia españa, desease ver publicada Alteraciones del Dariel. Habría sido arrojarmás leña al fuego de las aspiraciones darienitas de Inglaterra. ¿para qué habríaquerido españa autorizar la publicación de una obra que se agregaría a la yaabundante propaganda que estaban propalando los ingleses y franceses sobrela amistad de los indios con los extranjeros y sobre la ubérrima riqueza metalí-fera del darién?

es más, la trama concluye en el momento en que es evidente el fracaso delas armas españolas. Hasta ese momento páramo y Cepeda han dedicado mu-chas páginas a los heroicos encuentros militares donde la indiada es derrotadapor las fuerzas coloniales. ochenta indios prisioneros fueron llevados a pa-namá. Sin esperanzas de volver a ver a sus compañeros cautivos, humillados ycon deseos de venganza por la muerte de padres, hermanos y amigos, los cunasofrecen solícitos su amistad a los ingleses, que por primera vez asomaban a lascostas de San Blas. Los guían hasta la zona minera y con ellos atacan y destru-yen el real, donde matan a muchos soldados criollos y españoles. Con la inva-sión del darién por las tropas piratas confederadas y amenazada la propiacapital, el gobernador alonso Mercado se ve obligado a dejar en libertad a losindios que se habían hecho prisioneros y a ofrecer un pacto de paz a los cunaspara asegurar su lealtad. Los cunas aceptaron las paces solo «por necesidad»,dice páramo, pero «hízoles la piedad más insolentes», y pronto rompieron el

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pacto. así, el darién siguió en crisis y quedó envuelto en un torbellino que elgobierno colonial difícilmente habría podido controlar. todo esto se percibe alfinal de Alteraciones.

entonces, si la obra concluye con el reconocimiento de semejante fracaso,¿para qué publicarla? ¿no habría sido políticamente inoportuna su publicación?Sin duda lo era.

pero la pregunta a mi juicio más interesante es la del porqué del enfoquede páramo y Cepeda. propondré una hipótesis. Sabido es que La Compañíade Jesús tenía misioneros mucho más efectivos que los de otras Órdenes reli-giosas y que, en vista del fracaso de las otras misiones, el darién se convirtiódesde fines del siglo XVII en uno de sus proyectos evangélicos. un paso deci-sivo lo dio el obispo jesuita Lucas Fernández de piedrahita, quien realiza paraesos años la primera visita pastoral al darién de que se tiene noticia. Se diceque gastó 8,000 pesos tratando de llevar La palabra nuevamente a los cunas.uno de los hermanos de orden que le acompañó fue precisamente páramo yCepeda, como este así lo declara en el poema. Y si le acompañó, no dejaría tam-bién él de predicar. es probablemente esta experiencia lo que explica no solosu familiaridad con la región y la cultura indígena, sino también su posturaproindigenista.

Sin embargo, a la larga, como ocurrió con los demás misiones, también losjesuitas fracasaron, y así lo evidencia el patético relato del jesuita Jacobo Wal-burguer de 1748, que cierra la última misión de su orden en darién89. aunquela presencia de La Compañía de Jesús en darién está mal documentada en el pe-ríodo comprendido entre Alteraciones y Walburguer, hay indicios de que entrefines del siglo XVII y la década de 1730, la labor de los jesuitas (uno o dos a losumo, uno de ellos tal vez el jesuita panameño esteban Ferriol), había empezadoa dar frutos. así lo sugiere el hecho de que, luego de una larga sucesión de cho-ques sangrientos entre cunas y soldados, cuando finalmente se acordaron laspaces, una de las condiciones que exigieron los cunas fue que no se les forzaraa aceptar la fe cristiana y que si se les enviaban misioneros que estos solo fuesenjesuitas. La exigencia era enfática: nada de dominicos o capuchinos, solo jesuitas.parece legítimo especular que la obra de estos jesuitas tuvo mucho que ver conesto.

no niego que lo anterior es todavía muy especulativo, pero me gustaría pen-sar que La Compañía, a la que pertenecía el jesuita páramo y Cepeda, ya teníaplanes para el darién y que le convenía enfocar el acercamiento al indio de otramanera a como se estaba haciendo. Si esto era así, entonces a Alteraciones habríaque reconocerle una dimensión todavía más profunda. todo esto revela, pues,la enorme importancia de este poema épico. nos obliga a revisar un período tanrico como oscuro de la historia colonial americana, comprendiéndolo de unamanera que no podía sospecharse.

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Notas

1 Juan Antonio Susto Lara, «La primera imprenta en Panamá», Panamá, septiembre, 1939. Ci-tado como «Especial para Revista Colombiana, diciembre, 1939». Épocas, año 33, marzo de2018. Suplemento mensual del diario La Prensa.

2 Sobre los primeros instrumentos musicales introducidos a Panamá en el siglo XVI, Jaime In-gram Jaén, capítulo «Música en Panamá», en Orientación musical, Panamá, 2002, p. 423.

3 Llegó en la nao Nuestra Señora de Begoña, que formaba parte de la flota de Tierra Firme almando de Sancho Pardo Osorio. AGI Contratación, 1106. Citado por José Torre Revello, «Lec-turas Indianas (siglos XVI-XVIII)», Thesaurus, Boletín del Instituto Caro y Cuervo, tomo XVII,enero-abril de 1962, número 1, p. 18.

4 Los de Alberti y de Vitruvio llegaron con otros libros en seis cajas, en la nao Nuestra Señorade la Victoria, de la flota al mando de Miguel de Eraso. Se entregarían para la venta en Pa-namá a Fernando Núñez de Silva. AGI Contratación 1084. La de Vignola llegó en1594 en lanao Nuestra Señora de Begoña, de la flota de Sancho Pardo Osorio. AGI Contratación 1087.Ambos citados por José Torre Revello, op. cit., pp. 13-14 y 17-18.

5 Discurso del capitán Cristoval de Lechuga en que trata de la artillería y de todo lo necessario áella, con un tratado de fortificación y sus advertimientos, Milán, 1611.

6 Teórica y práctica de fortificación, conforme las medidas y defensas destos tiempos, repartidaen tres partes, por el capitán Christoval de Rojas, ingeniero del rey nuestro señor, Madrid, 1598.Edición facsimilar con comentario preliminar de Ramón Gutiérrez, CEDEX, CEHOPU, Ma-drid, 1985.

7 Ver sobre el tema Antonio Serrano de Haro (editor y estudio crítico), Llanto de Panamá a lamuerte de don Enrique Enríquez, Madrid, 1984, nota 7 de la p. 93.

8 Sobre el particular, ver la edición crítica de La dragontea, por Antonio Sánchez Jiménez, edi-torial Cátedra, Letras Hispánicas, Madrid, 2007.

9 Cf. Rodrigo Miró, «Prólogo» a Juan de Miramontes y Zuázola, Armas antárticas, BibliotecaAyacucho, Caracas, 1978, nota 8, p. XXIX. También, Irvin A. Leonard, Los libros del conquista-dor, FCE, México, 1996, pp. 215-236. Carlos Alberto González Sánchez, Los mundos del libro.Medios de difusión de la cultura occidental en las Indias de los siglos XVI y XVII, Universidad deSevilla, Sevilla, 2001. Serge Gruzinski, Las cuatro partes del mundo.Historia de la mundializa-ción, FCE, México, 2010, p. 7. José Torre Revello, el artículo ya citado, nota 47 de p. 21. Y delmismo autor «Los primeros ejemplares del Quijote que llegaron a América», en Estudios,Buenos Aires, 1947, tomo LXXVII, número 420, pp. 395-398.

10 Pedro de Mercado, S. J., Historia de la provincia del Nuevo Reino y Quito de La Compañía deJesús, Bogotá, 1957, cap. X, pp. 289-290.

11 Ibidem.12 Ibidem.13 De hecho, algunas de estas celebraciones eran ordenadas por decreto real, como la orden

del rey para que se hicieran fiestas públicas con ocasión de la flota de 1625.14 Carta de Vega Bazán, Panamá, 30.XII.1645, AGI Panamá 19.15 El texto procede de carta de Ramírez contenida en expediente sobre esta controversia en

AGI Panamá 19.16 Presentación a la Audiencia del edicto de excomunión del obispo Ramírez, por el contador

Ignacio de Oyarzabal, mayordomo de la cofradía de La Concepción fundada en el conventode San Francisco «que es de la infantería del presidio de ella», Panamá, 19.XII.1645, con lacarta de Vega de la nota anterior, AGI Panamá 19.

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17 El texto anterior fue firmado por el obispo Fernando Ramírez, en Panamá, 10.XII.1645, cur-sivas mías. Viene con los Autos que adjunta Vega Bazán en su carta de 30.XII.1645, AGI Pa-namá 19.

18 Ibidem.19 La correspondencia que trata este episodio en AGI Panamá 19.20 Me refiero a este episodio en el capítulo XIV de esta Nueva historia general, «La peor crisis

del siglo XVIII».21 La R. C. correspondiente, en AGI Panamá 22. Ver también, Antonio Serrano de Haro, op. cit.,

p. 79.22 Pueden leerse con provecho sobre el tema: José N. Alcalá-Zamora, et al., La vida cotidianaen la España de Velázquez, Madrid, 1994; Horacio Salas, La España barroca, Altalena Editorial,Madrid, 1978; Marcelin Defourneaux, La vida cotidiana en España en el siglo de Oro, Hachete,Argentina, 1964; José Deleito y Piñuela, También se divierte el pueblo, Alianza Editorial, Ma-drid, 1988, y otras obras de este mismo autor dedicadas a la vida cotidiana en España du-rante el siglo XVII.

23 La fiesta barroca no es un tema nuevo en la historiografía española. Sin embargo en las úl-timas décadas se ha enriquecido con notables aportaciones en las que destaca el historiadordel arte Antonio Bonet Correa. Ver, por ejemplo, su Fiesta,poder y arquitectura.Aproximacio-nes al Barroco español, AKAL, Arte y Estética, Madrid, 1990, en especial el capítulo «La fiestabarroca como práctica del poder». Ver También José Antonio Maravall, et al., Teatro y fiestaen el Barroco: España e Iberoamérica, Barcelona, Serbal, 1991.

24 Un largo expediente con la relación pormenorizada de estos festejos, en AGI Panamá 299.25 Esta «Relación de las Fiestas» fue firmada por Antonio Chacón y Josef Igarci de Aguirre el

27 de febrero de 1790. Una copia en AGNC, Fondo Colonia, Policía, tomo 4, folios 162-168.Otra copia en AGI Panamá 257. He modernizado la ortografía y la puntuación. El ritual delos festejos realizados en Panamá para la coronación de Carlos IV sigue virtualmente elmismo patrón de las celebraciones para la de su padre Carlos III, salvo las diferencias decircunstancia.

26 Rodrigo Miró, «Noticias acerca del teatro en Panamá» (texto de charla dictada el 9.II.1971),en Sentido y misión de la historia en Panamá, Biblioteca Cultural Shell, Bogotá, 1995, p. 68. Laobra se representó en Penonomé, territorio bajo el dominio de las Guardia y Ayala. De estaobra seguramente el autor se habría arrepentido después, cuando Fernando VII derogó laConstitución de Cádiz y se conoció mejor su miserable calidad humana, apellidándoseledesde entonces como «el rey felón».

27 Documentación sobre la jura de la Constitución en la capital y distintos pueblos del país, enAGI Santa Fe 668.

28 Sobre la fragata de 34 cañones Príncipe Eugenio de Saboya, carta del presidente Joseph Hur-tado de Amezaga Panamá, 17.X.1713, AGI Panamá 132; abundante información en AGI Pa-namá 178 y Escribanía de Cámara 424B.

29 Sobre lo anterior, ver el breve pero excelente estudio de Manuel Morán y José Andrés-Ga-llego, «El predicador», en Rosario Villari y otros, El hombre barroco, Alianza Editorial, Madrid,1992, cap. VI, pp. 165ss.

30 Gage, Thomas, A new survey of the West Indies, 1648, edición bajo el cuidado de A. P. Newton,Londres, 1928. Thomas Gage’s travels in the New World, edición de J. Eric S. Thompson, Uni-versity of Oklahoma Press, 1958. Viajes por la Nueva España y Guatemala, edición de DionisiaTejera, Madrid, 1987, capítulos VI y VII. Primera edición completa en castellano, basada en laprimera edición de esta obra, en inglés, de 1648.

31 Carta escrita en Panamá, 6.VI.1623, AGI Panamá 17.

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32 Estudio a fray Adrián y su obra misional en Alfredo Castillero Calvo, Conquista, evangelizacióny resistencia, a partir del capítulo VII.

33 Op. cit., p. 42 de la primera edición.34 Op. cit., cap. X, pp. 279s de la primera edición.35 Este episodio está recogido en carta del obispo Argüelles, de Panamá, 27.VII.1711, AGI

Panamá 222. Lo analizo en Conquista, evangelización y resistencia, pp. 17ss de la primeraedición.

36 Manuel Morán y José Andrés-Gallego, «El predicador», en Rosario Villari y otros, op. cit.,p. 168.

37 Fue apresado por órdenes del obispo fray Juan de Argüelles quien envió al rey el expe-diente con el embargo y otros documentos, en carta fechada en Panamá el 9.I.1704, AGIPanamá 222.

38 En carta al rey del presidente Pedro de Ponte Franca, Portobelo, 10.III.1686, AGI Panamá 28.39 Sus títulos de nombramiento en AGI Panamá 14.40 El libro de Menochio es citado en el Epítome de la Biblioteca Oriental y Occidental, Náutica yGeográfica, de Antonio Rodríguez de León Pinelo, edición de Horacio Capel, Universidad deBarcelona, 1982, tomo I, p. 594.

41 Los miembros del Consejo de Castilla (1621-1746), siglo XXI, de España, 1982, pp. 461 a 469. 42 Datos sobre la carrera de Amusco, en Mar Rey Bueno, «Concordias medicinales de entrambos

mundos: el proyecto sobre materia médica peruana de Matías de Porres (Fl. 1621)», Revistade Indias, Madrid, 2006, volumen LXVI, número 237, pp. 347-362. Se puede acceder en línea.

43 Este «Registro», en AGI Contratación 1081.44 AGI Contratación 1087. Citado por José Torre Revello, «Lecturas indianas», pp. 16-17.45 AGI Contratación 1106. Tomado de José Torre Revello, «Lecturas Indianas», pp. 17-18. 46 Iban en barco de Leonor de Robledo. Petición de la misma para que se exhiba el decreto fe-

chado en Panamá, de 1.VII1643, sobre transporte de azogues. AGI Panamá 35. 47 A Guerra de Latras se le multó por la forma como quiso adquirir los libros del oidor. El doctor

De la Oliva fue nombrado oidor de Panamá el 21.II.1646 y murió en el cargo en 1647.48 AGI Escribanía de Cámara 461B, ramo X, folio 484.49 Este embargo en AGI Panamá 179. Se trata, casi con seguridad, de Juan de Palafox y Men-

doza, quien fuera obispo de Puebla y virrey de Nueva España. Cabe especular que de esteprolífico autor, los vecinos panameños se interesarían por sus obras en favor de los indíge-nas, un tema entonces de moda (comoVirtudes del Indio, de 93 pp.), o por su libro sobre his-toria de China.

50 Cf. Antonio Serrano de Haro, op. cit., p. 80.51 El título de oidor para Panamá en AGI Panamá 254.52 «Relación del Estado de la Audiencia de Panamá y ministros de que se compone», Panamá,

1696, AGI Panamá 147. Con las firmas del conde de Canillas, virrey del Perú de paso por elIstmo, y los oidores Francisco de Medina, Gerónimo de Córdoba (provisto para otra plaza ya la sazón en La Habana, «su patria»), Francisco Josef Zúñiga, Juan Antonio de Castro, y Cris-tóbal de Zevallos Borja, en depósito en la Audiencia de Panamá y el fiscal Bartolomé Grillo,procesado y retirado.

53 En 1705 se había nombrado en su lugar a Marcelo de Ayala Marín, indicándose que Zúñigahabía sido promovido a la Audiencia de Santa Fe, cuando realmente se marchó a Charcas.El título para Ayala en AGI Panamá 254.

54 Testimonio de Autos del expolio del obispo Llamas, ya citado, AGI Panamá 128.55 M. Serrano y Sanz, Relaciones históricas y geográficas de América Central, Madrid, 1907. Hay

versión accesible en línea. El original de la «Descripción de Panamá y su provincia, sacada

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de la Relación que por mandado del Consejo hizo y embió aquella Audiencia (año 1607)»,se encuentra en la BNM, signatura 3061. Es accesible en línea.

56 «Descripción de la ciudad de San Felipe de Portobelo sacada de relaciones de los años 1606-1607», Portobelo 1607, BNM Mss de América, signatura 3064, folios 125ss. Es accesible enlínea. Lo firma Pedro de Ortega Valencia, cronista mayor del Consejo de Indias, pero quienlo escribió y envió desde Portobelo, según todos los indicios, fue Vargas Machuca.

57 Op. cit.58 Los XL libros d’el Compendio historial de las chronicas y vniuersal historia de todos los reynos deEspaña. Compuestos por Esteuan de Garibây y Çamalloa, de nación cántabro, vezino de la villade Mondragón,de la provincia de Guipuzcoa, Amberes, 1571. Copia existente en la Rare BookCollection de la LC.

59 «Parte Segunda de la Historia Pontifical y Católica en la qual se contienen las Vidas y he-chos notables de todos los Sumos Pontífices Romanos [...] desde que Christo NuestroSeñor nació, hasta nuestros tiempos», y en la que colaboraron otros autores, hasta la im-presión de la parte sexta publicada en Madrid en 1652 por Melchor Sánchez. Lo de Illescascorresponde a la parte II, capítulos XXVI § XIV, «Del descubrimiento y conquista de las muyricas provincias del Perú, y la conversión grande que en ellas se ha hecho, de infieles idó-latras, a la fe de Nuestro Señor Iesu Christo». Copia existente en la Rare Book Collectionde la LC.

60 El texto manuscrito de Diez de la Calle y la obra impresa de Gil González Dávila son accesiblespor internet en la Biblioteca Digital Hispánica.

61 «Libro sexto del Distrito de la Audiencia y Chancillería Real que reside en la muy noble ymuy leal ciudad de Panamá de la provincia de Tierra Firme, llamada también Castilla del Oro,con lo eclesiástico y secular que hay en él», BNM, Manuscritos de América, 2734 y 3024.

62 Don Juan Bernal de Contreras, «Relación y Descripción del Obispado de Panamá», Panamá,23.VIII.1650, BAHM, Colección Muñoz, tomo 66.

63 Un ejemplar se encuentra en la Rare Book Collection de la LC, CR5819.C3.64 Página 109.65 Ver Carta de Rodrigo de Vivero al rey, Panamá, 13.II.1632, AGI Panamá 17.66 Publicado en nuestra época bajo el título El llanto de Panamá, por Antonio Serrano de Haro,op. cit. La portada de la edición de 1642, en p. 120.

67 Juan de Meléndez, Tesoros verdaderos de las Yndias, Imprenta de Nicolás Ángel Tinasio, Roma,1682. Analizo el texto de los dominicos en Conquista, evangelización y resistencia.

68 En Conquista, evangelización y resistencia.69 Carta de Argüelles al rey, de 10.XI.1709, AGI Panamá 222.70 Es mencionado en Epítome de la Biblioteca Oriental y Occidental,Náutica y Geográfica, de An-

tonio Rodríguez de León Pinelo. La primera edición del Epítome es de 1629. Luego se hizootra impresión en 1737 con «añadidos y enmendados», por varios autores, dedicada a FelipeV. Recientemente es reimpresa con estudio introductorio de Horacio Capel, en 2 volúmenes,Universidad de Barcelona, 1982.

71 Copia de este Memorial se conserva en la Biblioteca Pública de Nueva York. 72 Juan de Solórzano y Pereira, Política indiana, numerosas ediciones desde la primera de Ma-

drid de 1649, números 67ss.73 Carta del oidor Carrasco del Saz al rey, Panamá, 30.VI1619, AGI Panamá 17.74 Una copia del Memorial en la Biblioteca Houghton de la Universidad de Harvard.75 Cf. León Pinelo, Epítome de la Biblioteca Oriental y Occidental, tomo II, cols. 747, 748 y 818, ci-

tado por Antonio Serrano de Haro, op. cit., p. 79.76 Publicado en Madrid en 1667.

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77 «Relación verdadera y cierta de todo lo que hay en esta Mar del Sur en el distrito del go-bierno de este reino de Tierra Firme, hecha por [...] piloto examinado y muy práctico de todaesta mar del sur», 1631, el original en BNM, Manuscritos, signatura 9573, publicado por An-tonio B. Cuervo en Colección, tomo II, Bogotá, 1892.

78 Armas antárticas, edición con prólogo de Rodrigo Miró, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1978.79 Introducción y notas de Héctor H. Orjuela, Editorial Kelly, Bogotá, 1994.80 Consulta del Consejo de Indias, Madrid, 10.I.1600, AGI Panamá 1. 81 Bernardo de Vargas Machuca (1557-1622), Milicia y descripción de las Indias, escrita por el ca-pitán D.Bernardo de Vargas Machuca, caballero castellano,natural de la villa de Simancas, Ma-drid, 1599, por Pedro Madrigal. Fue reimpresa «fielmente, según la primera edición hechaen Madrid, en 1599», Madrid, 1892, 2 volúmenes. Hay reediciones recientes.

82 Esta Apología tenía 201 folios y fue reimpresa en 1622. Lo publicó A. M. Fabié en Vida y es-critos de F. Bartolomé de las Casas, Madrid, 1879, tomo II, apéndice XII.

83 Op. cit., p. 68. Fue editada por primera vez por Ricardo Fernández Guardia, Imprenta y LibreríaEspañola María V. de Lines, San José de Costa Rica, 1902, y reeditada por la Asamblea Legis-lativa de Panamá, en Edición Conmemorativa del Centenario de la República, Panamá, 2003.

84 El poema y la carta de remisión, en AGI Panamá 263.85 El texto que sigue está basado en la conferencia que dicté en la Casa de América, Madrid, 7

de junio de 1999 y que titulé, «Trasfondo histórico de las Alteraciones del Dariel de J. F. dePáramo y Cepeda».

87 Ver La ciudad imaginada..., Panamá, 1999.88 Sobre este tema, Alfredo Castillero Calvo,Conquista, evangelización y resistencia..., ya citado.89 «Breve noticia de la provincia del Darién, de la ley y costumbres de los indios, de la poca es-

peranza de plantar nuestra fe y del número de sus naturales». Se conservan varias copiasde la «Breve noticia». Una de ellas en la BPRM, Colección Manuel Joseph de Ayala. Hay otracopia en el AHNC, Milicias y Marina, tomo 123, folios 19-31. Este texto me sirvió de base parael capítulo IX de conquista, evangelización y resistencia.

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CapítuLo XXVI

Pintura y escultura en el arte colonial

Angeles Ramos Baquero

Referen cias documentales

abundantes son las referencias a la presencia de esculturas y pinturas en elpanamá hispánico en la profusa documen tación del archivo de Indias. tales evi-dencias indican con claridad la exis tencia de un ambiente artístico activo en elpaís a lo largo de todo el período de presencia hispánica. el aluvión de datossobre la abundancia de imágenes y pintu ras, fundamentalmente de carácter re-ligioso, no deja lugar a dudas de que estas tenían una presencia significativa enla escena ecle siástica, y aun secular, durante la época hispana, aunque su canti-dad, cali dad y proceden cia era diversa, factores que varían según las regio nes yépocas.

una de las referencias más antiguas al arribo de escul turas y pinturas a tie-rra Firme corresponde a 1513 cuando el domi nico Fray pedro de Córdo ba fuedestinado a Castilla del oro1. tal como estaba establecido por una orden real, alfraile predica dor le fueron entregados en la Casa de la Contratación en Sevilla,escul turas de bulto y diversos ornamentos para que con ellos adere za ra los nue-vos templos americanos. además de los ornamentos para celebrar, entre los quese mencionan dos cáli ces de plata dorados, se le entregó un importante grupode tallas de bulto reali zadas en Sevi lla por el escul tor Jorge Fernán dez y poli -croma das, nada menos que por el pintor alejo Fer nán dez. entre estas esculturasse men cionan de forma específica, las tallas de Jesús Cruci fi cado, nuestra Señoradel rosa rio, Santo domingo, San fray pedro gonzá lez y San pedro Mártir2. asi-mismo se le entregan otras pinturas y escul turas de calidad y hechura más mo-des tas y «seis crucifijos grandes de tabla y pintura y varias imágenes de nuestraSeñora»3.

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Si bien este magnífico cargamento de obras de arte, in cluyendo aquellas pie-zas excepcionales de los hermanos Fernán dez, fueron embarcadas en la nao SantaMaría que llevaba como maestre Juan Camargo, con destino a Castilla del oro4,todo pare ce indi car que no sobrevivieron el período de presencia hispánica, puesa lo largo de mi exhaustiva investigación de campo no he podido localizar las.

Sin embargo es importante hacer constar la presencia de estas piezas en tie-rras panameñas tan temprano como el primer cuarto del siglo XVI, pues confir-man el hecho de que en estos primeros tiempos iglesias, conventos y parti cularesdependieron del arte peninsular para satisfacer las necesidades de objetos artísti -cos, tanto de uso litúrgico como secular.

Significativa entre las primigenias menciones a tallas y pinturas llevadas aCastilla del oro desde la península durante los prime ros años de conquista, esun retablo pintado que pertene ció al veedor de Santa María la antigua del da-rién, y célebre cro nista de Indias, gonza lo Fernán dez de oviedo y Valdés. unar. C. de 1519 aporta la información refe rente a esta obra peregrina5.

Según este documento, dirigido al licenciado rodrigo de Figue roa, al mo-mento juez de residencia de La española, alguno de los frailes franciscanos lle-gados a la ínsula caribeña desde la ciudad de Santa María la antigua del darién,en Castilla del oro, se había marchado de esta última llevándose consigo «orna-mentos, retablos, cálices e otras cosas» que ya, en una cédula anterior, se le habíaordenado devol ver al gobernador de tierra Firme para que lo hiciera llegar alconvento darienita. de esta suerte de botín litúrgico se recla ma espe cialmentela devolu ción de un reta blo pinta do, que Fernán dez de oviedo había donado alconvento de los hermanos será ficos en darién y que, al mar charse a la isla cari-beña, los frailes se lo habían lleva do consigo. el veedor y regidor de Santa Maríala antigua quería que se lo devol vieran para resti tuirlo nuevamente a la iglesiaa la que fue donado origi nal men te6.

La descripción del retablo, aunque discreta, pues no aclara las dimensio-nes, ni su autor, resulta por demás interesante. Según la misma, estaba realizado«de pincel» por lo que se infiere que es una pintura sobre tabla. Los temas repre-sentados son varios, de lo que también se puede concluir que se componía de va-rias tablas, aunque no se revela disposición, cantidad ni dimensiones. Se sabe queestaban: «... historiados en él algunos misterios del apocalipsis, con Sant Johanevange lis ta...»7. otro dato también revelador lo constituye el hecho de que,

... en las espaldas e puertas de dicho reta blo por parte de fuera dice queestá tres escu dos pintados con las armas del dicho gon zalo Fernández el cualestaba en un altar...8.

Lo que evidencia que el retablo en cuestión era de carácter políp ti co y, comolo sugiere la presencia de puertas, de tipo portá til. La donación del retablo porparte de oviedo, y el posterior empeño en recuperarlo se explica claramente.

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Habida cuenta de las condi ciones primitivas de la nueva colonia, escasea banlos retablos, oratorios o imágenes de culto, por lo que no es descabellado afir -mar que este retablo perte neciese al orato rio particu lar de la familia Fernán dezde oviedo, y que acompañó segu ramente al cronista en la peligrosa travesíatrasatlán tica. propiedad que está sobradamente comprobada con la presenciade los tres escudos de armas de oviedo en sus puertas. Cabe también pensarque luego de librados los peligros de la mar, y ante la escasez de retablos parael aderezo de las nuevas iglesias, oviedo lo hubiese donado al convento de losfranciscanos.

representando la donación de su retablo particular el desprenderse de unlegado familiar tan significativo, tanto en lo devocional como en lo personal, noes extraño que oviedo hubiese reaccionado con tanta decisión para recuperarloy reintegrarlo al lugar donde por razones personales y espirituales había deci-dido donar.

el resultado final de las diligencias del juez y regidor rodrigo de Figueroano se revela en la documentación, por lo que no se sabe si finalmente el retabloregresó a Santa María la antigua, como claramente ordenaba el rey, o quedó parasiempre en La española. Sin embargo, la refe rencia a su existencia resulta im-portante pues por un lado representa una temprana mención a obras de arte enla neonata colonia, y por otro, permite conocer la temá tica que seguramente de-finió y alentó la devoción y el gusto de aquellos primeros pobladores de Castilladel oro.

el retablo de oviedo también permite plantear otro asunto que seguramenteconfiguró la presencia de obras de arte sobre todo en el primer siglo de coloni-zación, la importación de imágenes y pinturas debido a la demanda local y a laausencia de maestros que pudieran satisfacerla.

otros ejemplos, entre muchos que se podrían citar, que demuestran el vigory vigencia de ese comercio de escul turas y pinturas con destino a panamá, loconstituyen los frecuentes embarques de estas con el propósito de comerciarlasdurante el primer siglo de la Colonia9.

en la flota a tierra Firme de 1586, a cargo del general don Miguel de erazo,se registran numerosas esculturas y pinturas que con propósitos comerciales hi-cieron la travesía con destino a panamá10.

en la nao Nuestra Señora del Rosario, que llevaba como maestre a pedro deCiriño, pedro de Motedos registró las siguientes mercancías que debían ser en-tregadas en nombre de dios a un hombre apellidado rodríguez Quintero. elcontenido de la caja es el si guiente11:

1. Lienzo grande de la Madre de dios con su niño Jesús, y con San Juan pin-tada al óleo, costo 60 reales.

2. un lienzo grande de la Madre de dios sola, costo 40 reales.3. un lienzo grande de nuestro Señor, costo 40 reales.

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4. un lienzo de Santa ana con la madre de dios y su niño Jesús y un cordero,costo 32 reales.

5. un lienzo de nuestra Señora que da el hábito a Santo domingo, costo 22 reales.6. un lienzo de la Magdalena y un sepulcro, costo 22 reales.7. tres retablitos de alabastro el uno la fe y otro esperanza y el tercero caridad,

costaron 50 reales.8. un retablito pequeño donde está pintada la cruz y la Madre de dios y San

pedro, costo dos ducados.9. nueve (sic) retablillos pintados, el nacimiento y la anuncia ción y encarna-

ción y salutación, todos de la Madre de dios, los cuatro mayores y dos me-dianos y tres pequeños, costaron todos 66 reales.

10. Cuatro retablitos de nuestro Señor, costaron 40 reales.11. tres retablitos del niño Jesús, costaron 16 reales.12. un retablito de San Lorenzo, costo 8 reales.13. un retablito de San estaban, costo 8 reales.14. dos retablitos de San Jerónimo, costaron 16 reales.15. dos retablitos de San Francisco, costaron 16 rea les.16. un retablito de Santo domingo, costo 8 reales.17. dos retablitos pintados unos hechos [de los apósto les], costa ron 12 reales.

en la misma flota, Baltasar de navarrete embarca en la nao nombrada SantaCata lina, de la que era maestre Hernando gui llén, una importante cantidad depinturas sobre tabla12. esta debía ser entre gada en nombre de dios al propionavarrete, y en caso de que le sorpren diese la muerte en la travesía se lesentrega rían a Juan de Cifuen tes, Hernando Jaramillo y diego díaz de Santiago.Si bien el contenido de las cajas tenía como destino final la ciudad de los reyesen perú, donde debían ser entregados a doña ana de Valencia hija de alonso deValen cia, escribano público de aque lla ciudad, tienen un valor testimonial de lafrecuencia y cantidad de la migración de obras de esculturas y pinturas haciatierra Firme durante el primer siglo de colonización.

el contenido del cajón número 17 era el siguiente13:

1. Setenta tablas chicas de devoción de pincel de nuestra Señora y otrossantos.

2. dos imágenes de bulto, una Santa apolonia, otra Santa Clara en sus cajitas.[estos dos registros no traen pre cios].en el fardo número 38 iban, nueve lienzos chicos de un cuarto al óleo de

devo ción [sin precios].en el cofre 62 iban veinticuatro lienzos de «histo rias de los emperado res»

pintados a diez reales cada uno (8,160 maravedíes).

en el registro de la nao nombrada San Buenaven tura, que tenía como maestrea Hernán garcía Villa marín embarcó pedro de Castro de Casaus hacía nombre

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de dios consig nadas al propio pedro de Castro y en su ausencia a HernandoJara millo o a Francisco Juá rez, pasajeros, o a andrés Moriel vecino de pana má14.

en el cofre número 69 iban seis cajas de niños Jesús [sin precio].en la caja 72 iban tres cajas de niños Jesús.en la caja 73 iban diez cajas grandes de niños Jesús. en el cofre 64 iban cuatro figuras de niño Jesús.en el cofre 65 iban siete hechu ras del niño Jesús.en la caja 63 iban cuatro hechuras del niño Jesús.en el cajón 78 iban dos cajas de niño Jesús.

otro registro a nombre de alonso de Carrión, vecino de Sevilla, tambiéncargado en la nao San Buenaventura, consigna15 seis gruesas de imágenes denuestra Señora del rosario, a 8 reales. total 1,632 maravedíes.

estas estampas fueron consignadas a un pasajero de la flota llamado anto-nio Catela y en su ausencia a diego díaz Santia go, también pasajero de esa flota,y en ausencia de ambos a diego de Herrera, asimismo pasajero de esta flota,para que «las reci biere las venda y beneficie y el procedido de ello se lo envíe aldicho alonso de Carrión a esta ciudad de Sevilla»16.

el propio maestre de la nao San Buenaventura, Hernán garcía Villamarín, con-signa a nombre de dios para sí mismo y por su ausencia a antón pablo Corzo17:fardo 3, una gruesa de imágenes de devoción a 4 reales (1,632 maravedíes); cuatrogruesas de imágenes a medio pliego a 14 reales gruesa (1,904 maravedíes).

en la misma nave registran Melchor de la Fuente y Juan Francisco de palmapara entregar en nombre de dios a pedro de la torre y en su ausencia a Beltránde polan co y en ausencia de ambos a Juan de la Fuente almonte, «para que lasreciba las venda y benefi cie y envíe lo procedido a los dichos, la hechura de unaimagen de plata engastada en madera en 36 reales o 1,029 maravedíes y una ima-gen de Verónica guarnecida en seis reales (204 maravedíes)»18.

en la nao San Salvador, de la misma glota con destino a nombre de dios, enla que iba como maestre Jerónimo de porras, registra gonzalo Bravo, y en su au-sencia al licenciado Julio pérez, vecino de Cartagena, y en su ausencia al pasajeropedro de Moli na19:

1. primeramente una imagen en lienzo al óleo del despo sorio de Santa Catalinaen 1,500 maravedíes.

2. otras dos imágenes de nuestra Señora y San Juan Bautista con un niño Jesúsen lienzo, en 2,600 maravedíes.

3. Cuatro imágenes de cobre pequeñas, en 2,500 maravedíes4. un agnus dei de palo dorado sobre negro, en 800 maravedíes.5. otro agnus dei pequeño de marfil, en 600 maravedíes.6. Cuatro docenas de imágenes para rosarios en 408 maravedíes.7. dos agnus dei chiquitos guarnecidos con bufano en 136 maravedíes.

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en la nao Santa Victoria, a cargo del maestre pedro de allo, registró Cristóbalgómez, vecino de Sevilla, consignadas al maestre y «en su ausencia a andrésde Carmona que va de pasajero en esta flota y en ausencia de ellos a diego deMesa estante en la ciudad de panamá que las envía el dicho Cristóbal gómezpara que llegadas a la ciudad de nombre de dios [...] para que cualquiera deellos que la recibiere las beneficie y venda y lo proce dido de ello lo envíen a estaciudad de Sevilla regis trado en las naos que les pa re ciere»20:

Caja 11. una imagen de nuestra Señora de Belén, costó 17 reales.2. un San Francisco en tabla, costó 22 reales.3. una imagen de nuestra Señora de la antigua, costó 88 reales.4. un rostro de Cristo, 8 reales.5. un ecce Homo. 16 reales.6. una imagen de la Quinta angustia, a 22 reales.7. una Santa Catalina, 16 reales.8. un San Jerónimo, 8 reales.9. Veinticuatro rostros de papas, costaron 72 reales.

un último registro en esta nao Nuestra Señora de la Victoria de la flota de1586, también testimonia la abundancia de ese tránsito de esculturas y pinturasdesde españa a tierra Firme. en este registra elvira de Bues, vecina de Sevillaconsigna al Miguel Carte y en su ausencia a gaspar Maganes vecino de nombrede dios lo siguien te21:

Cajón 11. un retablo de un nacimiento en cuatro. 2. otro retablo de un Cristo crucificado3. otro retablo de un ecce Homo4. otro retablo de San Jerónimo5. otro retablo de Santa Susana6. otro retablo de San Sebastián a ducado cada uno con otros.total: 2,244 maravedíes.

Cajón 21. diecinueve lienzos al temple de devoción, a once reales (sic). total 7,106 ma-

ravedíes.2. un lienzo al óleo de La Verónica.3. un otro lienzo al óleo de nuestra Señora de la anti gua.4. un otro lienzo al óleo del triunfo de nuestro Señor Jesucristo con los cuatro

evangelistas, a 4 ducados unos con otros montan doce ducados.5. Cinco niño Jesús, a dos reales cada uno (340 maravedíes)Valor total: 14,178 maravedíes.

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La flota al mando del general diego de la rivera que zarpó a tierra Firmeen 1589, es citada también por torre revello como ejemplo típico de este activocomercio de piezas de escultura y pintura entre españa y tierra Firme22. en estadestaca el rico cargamento de esculturas y lienzos que envió con destino a nom-bre de dios, el mercader de libros Juan Muñoz. Los cajones con las obras, quehicieron el viaje tra sat lán tico en el patache San Juan que llevaba como maestre aanto nio Hernán dez, debían ser entregados, una vez en nombre de dios, a pedrode la espina, merca der que iba a bordo de la nave, y en caso de su muerte debíanser entregados al mercader de libros Luis tovero.

La carga en cuestión constaba de los siguientes lienzos23:

en el cajón 11. un San pablo2. nuestro Señor Jesu cris to3. San Juan4. San Simón5. San tia go el Menor6. Santiago el Mayor7. San Mateo

en el cajón 21. el robo de elena2. Santa ana3. Samari tana (pequeño)4. dédalo (pequeño)5. La tenta ción (peque ño)6. escala de Jacob (peque ño)7. tamar (peque ño) [pieza de platería]8. Bautismo de San pablo (pequeño)9. Huida a egipto (pequeño)

10. Cabeza de San Fran cisco11. un paisaje (pe queño) 12. el inventor de las hete rías (sic).

el tercer y último cajón contenía:1. un retrato del rey nuestro Señor.2. un retrato de la Infan ta3. nuestra Señora La antigua4. San Francis co 5. San Sebas tián6. el Soplo7. ecce Homo 8. nuestra Señora de las angus tias9. el robo de Hele na24.

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Si bien, la mayor parte de estas pinturas eran de temas religiosos, llama laatención la presencia de algunas obras de temas profanos mitológicos, comotambién la de algunos retratos.

en los documentos del archivo de protocolos de Sevilla aparecen ejemplosde la naturaleza y calidad del comercio de arte, sobre todo religioso, de españacon panamá. Con fecha de 13 de diciembre de 1588 encon tramos lo siguiente:

antonio de arfián pintor de imaginería digo que por cuanto yo registro enla nao Santa Catalina que va a el reino de tie rra Firme de las Indias, dos imá-genes de nues tra Señora y Santa ana, doradas y estofa das metidas en sus cajasy consig nadas a Hernando gillén y en su ausencia a alonso Briseño pasajeroque va en la dicha nao para que cualquiera de ellos las entregue a garci LópezMorales vecino de la ciudad de nombre de dios y averi güen el precio de quepor las dichas imágenes ha de dar y lo reciban y me lo envíen y el valor de lasdichas imágenes y apreciado en esta ciudad de Sevilla en noventa ducados,por tanto doy todo mi poder cumplido a los dichos para que puedan cobrarlas imágenes25.

otro testimonio de 1598, es aún más sorprendente:

diego de López ensamblador y yo Juan Mar tínez Montañéz somos concer-tados por Juan gómez y diego núñez en tal manera nos obli gamos de hacerun retablo de talla, ensam blaje, escultura y pintura que mandan a hacer porencomienda de Indias.

en este documento se aclaran los materiales y forma que ha de tener el re-tablo, además de consignar que se hará según el diseño que vino de américa.dato de suma importancia pues significa que tal como era costumbre en laépoca, la persona que comisionaba la obra comprometía a los artistas a seguirun diseño específico como en el ejemplo siguiente:

en el tabernáculo principal han de estar dos imágenes figuras redondas deocho palmos y han de ser San andrés apóstol y Santa Úrsula con sus insigniasde la manera que se contiene en la memoria que vino de in dias.

La descripción del encargo continúa pormenorizada:

en la caja del cuerpo segundo se tiene que hacer la asunción de nuestraSeñora con 4 ángeles, dos que la estén coronando y dos que estén asidos a laropa y a los pies un trono de serafines y nubes. Y en los 4 ni chos colaterales ala caja del medio han de ir 4 santos de medio relieve de una vara de alto loscuales han de ser San pedro, San Laurencio, San Juan Bau tista y San José conel niño de la mano. en el banco del retablo ha de ir en medio la Magdalena en

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la penitencia, de medio relieve y a los lados dos medios cuerpos, Santa apo-lonia con tenazas y muelas en una mano y en la otra una paloma y Santa pe-tronila con su palma de virgen. encima de los frontispi cios de la cornisa delprimer cuerpo han de ir dos ángeles de más de medio relieve con instrumentosmusicales que acompañen y adornen la historia de la asunción, la cuál ha deser de poco más de medio relieve y de altura de cinco palmos y medio sin eltrono de los serafines26.

asimismo se especifica lo relativo al encarnado y policromía evidenciándosela riqueza y el lujo de los materiales:

Condiciones de la pintura. todo este re tablo tiene que ir dorado de oro finobru ñido y la escultura, todos los rostros y manos y carnes muy bien encarnadosde pu limento y los ojos bien abiertos de manera que queden las figuras her-moseadas y las cabezas de color al olio, retocadas de oro molido y las ropas decolores muy finas y estofadas a punta de pincel y grabadas en las partes quemejor conven ga27.

una vez terminado el trabajo dentro del plazo de 9 meses estipu lado en elcontrato, so pena de 200 ducados, se había de pagar la terce ra parte de los 1,236ducados en que se ha concertado el retablo. La pintura del retablo fue encargadapor los escultores al pintor gaspar ragis a un costo de 300 ducados.

pero, ¿quién es el destinatario de esta maravilla en madera, obra de uno delos grandes maestros de la escuela sevillana de imaginería? no otro que donFrancisco terrín, alguacil mayor y depositario general de panamá, uno de losvecinos más ricos del reino de tierra Firme. el extraordinario retablo había sidoencargado por él para el convento de monjas que bajo la advocación de nuestraSeñora de la pura y Limpia Concepción recién se había fundado en panamá ydel que terrín era mayordomo, patrono y benefactor.

La obra seguramente sucumbió en alguno de los sucesi vos incendios de laciudad, o tal vez durante el terremoto de 1621, que dañó seriamente el conventoconcepcionista. pero la detallada descripción que nos ofrece el testimonio docu-mental nos permite consignarla en el patrimo nio histórico de panamá.

este comercio de obras de arte no se limitó a españa, pues ya para el sigloXVIII, una vez desarrolladas las escuelas artís ticas regionales americanas, co-menzaron a llegar tallas y pinturas desde los centros artístico americanos. entreestas obras de arte y solo a modo de ejemplo entre muchos, se pueden citar losembar ques con destino a panamá, originados en guayaquil, paita y el Callaodurante el quinque nio de 1780 y 1784. en este quinquenio se regis tran: 36 figurasde nacimiento, más un cajón de naci mien tos, 24 santos de bulto, además de unniño Jesús, un cajon cito de santos y 100 lienzos pintados, 70 de ellos con temasde santos y 30 de «pintura ordina ria»28.

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no fue poco pues el trajín de esculturas y pinturas que gracias al activo co-mercio a través del istmo de panamá, sobre todo en ese primer siglo de vida dela Colonia. de ahí que con seguridad muchas de estas piezas quedaran en estepaís aderezando iglesias y casa privadas. Sin embargo, con el desarrollo de nue-vas ciuda des, el crecimiento demográfico y el lógico aumento de la demanda,sobre todo a partir del siglo XVII, surgirían, al igual que ocurrió con la orfebrería,talleres locales que pudieran satisfacer la demanda. Las referencias a la abun-dancia de retablos, imágenes exentas, relieves y pinturas, se suceden con abun-dancia en multitud de referencias documentales.

Iglesias, ermitas y conventos

Las iglesias, ermitas y conventos ofrecen también datos en abundancia. asíencontramos referencias a la presencia de imáge nes en remotos lugares como lasminas de Cana, donde en 1702 el cura de la iglesia, don antonio Ignacio de ar-güelles puso a salvo de los piratas «los vasos sagrados de su iglesia con las imáge-nes y orna mentos que pudo en el corto tiempo que para ello tu vo»29. Con contadasexcepciones las iglesias descritas en los documentos, por pobres que fuesen, care-cían de imágenes, y muchas veces las tenían con sorprendente riqueza.

es ese el caso de la iglesia de portobelo en 1763 cuando el visitador eclesiás-tico doctor Joseph Justo López Murillo reconoce, según consta en carta del go-bernador pedro de urrutia, el estado ruinoso del templo por lo que había sidonecesa rio sacar las imágenes y colocarlas en una casa particular30.

La iglesia de natá representa otro ejemplo signifi cativo de la vitalidad deese ambiente artístico. Los hermosos retablos con columnas salomónicas reco-rridas por ta llos, flores y angelotes, constitu yen una muestra del barroco popular.asimismo estos retablos son testimonio de la presencia de algún taller local, detalladores y ensambladores de retablos, que suplió las demandas de mobiliariolitúrgico durante el siglo XVIII. Si bien muchos de los retablos han sido retiradoscomo parte de una necesa ria restauración, todavía se puede ver el retablo de laVirgen del apocalipsis, uno de los ejemplos de las advocacio nes marianas quecaracteriza el arte colonial de ese país.

realizado en 1751 según una inscripción en el retablo, guarda en su taber-náculo una talla policromada de vestir, casi de tamaño natural, que representala Virgen del apocalipsis siguiendo la iconografía descrita en el capítulo 12 deese libro de la Biblia. La imagen sorprende tanto por su belleza formal y delicadotallado y encarnado así como por los aderezos trabajados en plata repujada quele acompañan: una media luna con rostro repujado a sus pies, a sus espaldasenormes alas de plata y la cabeza nimbada con 12 estrellas. el tabernáculo y laimagen están sosteni das por dos serpientes talladas en madera y recorridas a lolargo de su cuerpo por un diseño que remeda plumas, representación del triunfode la Virgen sobre el pecado original.

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esta iconografía mariana del apocalipsis también se repite como tema enel panel del retablo de la Inmaculada en la iglesia de San Francisco de la Mon-taña. La calidad de este pequeño relieve es en sí mismo una muestra de los alar-des técnicos logrados por los imagineros coloniales, aspecto por lo demásevidente en todas las imágenes que componen el retablo: un Santiago Matamo-ros a caballo que lo corona, una Inmaculada de rasgos y pliegues que denotanla mano de un dotado tallista y sobre todo el excelente relieve con el tema de laeducación de la Virgen, una talla de gran calidad.

el retablo de la pasión también en San Francisco de la Montaña es otro ejem-plo que merece especial interés, no solo por la calidad artística que impera entodo el conjunto de la iglesia, sino también porque contiene un complicado sim-bolismo que lo convierte en un ejemplo sin igual de la función doctrinal de lasimágenes, así como del manejo de la cultura del símbolo imperante en la socie-dad del barroco panameño.

otros retablos importantes que evidencian acercamien tos muy individualesy diversos al vocabulario del Barroco, son los de la iglesia de San atanasio deLos Santos, donde los elementos decorativos más que las imágenes llaman laatención, y por supuesto esa otra joya colonial que es que es la iglesia de Santodomingo de parita.

Los conventos también se encontraban aderezados con las imágenes ne-cesarias para sus altares y capillas, como se des prende de un suceso algo es-candaloso acaecido en el Convento de la purísima Concepción de panamá en1749. Según explican las airadísi mas monjas en carta al rey, un soldado y unartillero de la plaza, acompañados de negros bozales, irrumpieron en la iglesiade su claustro durante la misa acusándolas de contrabando y «descubriendoal mismo tiempo los velos de las imágenes y aun sus propias vestidu ras paraver si en ellas encubrían ropas de comercio ilícito»31. este extraordinario tes-timonio demuestra la presencia de imágenes de vestir y candelero en dichacapilla.

unos años más tarde, la abadesa del mismo convento da cuenta en carta alrey de una imagen muy devota y milagrosa que se custodiaba en esa clausura:

La madre Casimira Simeona de San Miguel religiosa profesa de velonegro del monasterio de La Concepción de la ciudad de panamá y abadesaque ha sido de él más tiempo de once años, dice que en la igle sia que su mo-nasterio tiene, se ha vene rado y venera, con especialísimo culto la sagradaimagen de Jesús Cautivo, por la que han experimentado y continúan maravi -llosos efectos32.

el propósito de la carta era solicitar permiso a fin de establecer una cofradíapara rendir culto a esta sevillanísima devoción cristológica, a través de la famosaimagen del conven to33.

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Interesante por demás son estas referencias a las imágenes del convento siconsideramos que en el fuego de 1737 según carta del obispo pedro Morcillo derubio y auñón:

… lo que más debemos llorar con lágrimas de sangre del corazón es quede las igle sias de San Felipe neri y de las monjas de La Concepción que fueronlas más inme diatas al origen del fuego, no se pudo ni aun con sumir a su divinaMajestad Sacra mentada cuyas especies consumió el fuego, con to das las imá-genes y ornamentos y riqueza que en ellas había sin sacarse ni una alha ja34.

es decir que en apenas 18 años el convento había recuperado todo el aderezoornamental incluyendo imágenes de vestir y la citada imagen de Cristo Cautivo.

pero el argumento que con mayor fuerza sostiene la hipótesis de la variedady cantidad de imágenes religiosas y pintu ras que había en panamá en el períodovirreinal son los libros de fábrica. entre estos cabe destacar aquellos que repro-duce el informe de la Visita pastoral que hace el doctor Fray Francisco de losríos y armen gol a su diócesis entre 1774 y 1776. Muchos son los pueblos, igle-sias y ermitas visitados: nuestra Señora de los remedios, San Félix; San Lorenzodel guaymí, taboga; Santiago de alanje, Boque rón; San pablo, ermita de SanJosé de david; ermita de San Luis rey de Francia de ponuga, ermita de pesé yde Santa Bárbara o Vacamonte, ermita de Santa Catalina Mártir en los Santos,ermitas de Santa Librada de las tablas, pesé y pocrí, iglesia de Santiago de Vera -guas, iglesia de Calobre, ermitas de río Jesús y San José de Montijo, iglesias deSan Francisco de la Montaña y San Miguel de atalaya, Santo domingo de parita,San Sebastián de ocú, San Fran cisco Javier de Cañazas, San Marcelo de la Mesa,Santa María de antón, San Lucas de olá y San Juan Bautista de penono mé35. entotal, 28 libros de fábrica donde se da fe de cientos de imágenes religiosas y pin-turas que pobla ron altares de iglesias, capillas y ermitas en otros tantos pueblosde panamá en el siglo XVIII. estos documentos, que contienen refe rencias a cien-tos de imágenes que poblaron estos lugares de oración, son argumento pordemás aplas tante de la significativa presencia de un arte religioso diverso y fe-cundo en el pasado virreinal panameño.

también la iniciativa privada proveyó de imágenes de culto y pinturas a losaltares y moradas en el panamá hispánico. La instancia priva da en el encargo,sobre todo, de imágenes y reta blos, aparece muy temprano en la docu mentacióncolonial relativa a panamá en el archivo de Indias. La presencia de la imagencomo objeto cotidiano la llevó a formar parte del mobiliario de particu lares, lle-gando incluso a excesos que obligaron en 1678 al obispo de panamá, antoniode León, a solicitar del rey la prohibición de orato rios particula res pues:

… cada día me instan más y pican en la con ciencia a esta instancia loscasos que voy experimentando y viendo hasta que un indio tenga oratorio

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y que un corregidor de este obispado se haga altar portátil llevándole cadadía a la sala que se le antoja y hasta su dormitorio estándose en la cama consu mujer desde donde oye misa sin más motivo que hacer frío y no que rerselevan tar36.

La preocupación del obispo demuestra lo común de los altares portá tiles ylos ejemplos que ofrece demuestran lo común de las imágenes desde los hogaresmás humildes hasta los más acomo dados. el panamá virreinal fue sin lugar adudas un mundo pobla do de imágenes religiosas y si bien la mayoría de estasobras artísti cas se han perdido para siempre, nos quedan los testigos documenta -les de su presencia, irrefutable prueba de lo desacertado de pensar que este paísfue un desierto artístico durante la época hispa na. Mostraré algunos ejemplosen las páginas siguientes.

Félix de la Peña y Fermín Ruiz:rostros para la imaginería panameña

Los ejemplos conser vados del arte religioso colonial de panamá, indican cla-ra mente la existencia de talleres o gremios de carpinteros ensambla dores y reta-blistas en el país. Sin embargo, no se habían descubierto artistas que dieran rostroy persona lidad a ese patrimo nio. algunos documentos sugerían la posibilidadde talleres de carpinte ros y escultores en la capital y el Interior. un informe delrector del convento de San Francis co, fechado en 1603, sobre la labor de fraypedro gutiérrez Flores, antiguo rector del convento, dice que este último lo dotó,entre otras cosas de:

… un retablo y gradas en el altar mayor que vale más de 1,500 pesos, unacapilla de San antonio que costó 200 pesos, con San Fran cisco de bulto quecostó 150, un retablo de San Cosme y San damián que costó 160, [y] un altarde San eloy de plata y oro que vale 300 pataco nes37.

el retablo de San eloy pudo ser obra de la cofradía de plateros que, segúnindica el documento, también fue fundada por fray pedro38. pero, ¿qué hay delos retablos e imágenes?, ¿de dónde proceden?, ¿son producto del comercio oson realizados localmente? nada nos revela el documen to. Como este, encontréotras muchas referencias a retablos e imágenes en iglesias y capillas donde semencionaba la obra pero ni una palabra de los escultores.

Sin embargo el archivo general de Indias guardaba el tesoro. La catedralde panamá, que había sufrido diversas vicisi tudes y reformas, estaba en 1732«tan adornada y tan decente como se ve a expensas de la actividad y el celo» delobispo agustín rodrí guez delga do39. esto es ratificado en otro documento del

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mismo año donde los oficiales reales de tierra Firme dan cuenta al rey del estadode la fábrica.

... el referido obispo con el más ar diente celo y atenta devoción habiendoconstruido un retablo mayor bastante vis toso, dorándole perfectamente,pintan do toda la capilla mayor y haciéndole un arco toral y por lo correspon-diente a capillas de los colaterales, ha adornado las de San pedro y San nicolása todo costo [...] ha hecho un púlpito dorado, una nueva tribuna para los mú-sicos de los servicios de la iglesia y un órgano que no tenía...40.

pero luego del incendio de la ciudad, el «Fuego grande» de 1737, donde sequeman incluso las maderas preparadas para la reforma de la catedral, los ofi-ciales de la real Hacienda piden un informe sobre lo que se había construido.es así que el ingeniero don nicolás rodríguez hace su informe pidiendo una ta-sación a los maestros especialistas. allí aparece el nombre de Félix de la peñacomo «maestro de carpintería de los blanco y escul tor»41.

esta información se ve ampliada más adelante en unos informes, testimo-nios y autos que se siguen con relación a la obra de la catedral. Luego de un lis-tado y avalúo de las diversas maderas para la obra leída al maestro carpintero,dice lo siguien te:

Vista la tasación antecedente hecha por el maestro carpintero y [de] esculturaPhe lis de la Peña póngase con los autos origi nales que se han formado sobre elasunto [...] y sáquese testimonio de esta tasa ción o regulación que ha hecho elmaestro carpintero y [de] escultura42.

aparece así un rostro humano que con toda seguridad estaba a la cabezade un taller que solucionaba las necesidades, no solo de carpintería de lo blanco,sino también, por su condición de escul tor, de imágenes religiosas para iglesiasy ermitas de la capital y posiblemente los pueblos cercanos. tal vez el taller res-ponsable de las tallas de los apóstoles que todavía habitan las hornacinas de laportada de la catedral.

La generosidad del archivo de Indias me ofreció además la solución a otrade mis preocupaciones en el tema: la existencia de talleres en el Interior. despuésde una búsqueda minuciosa, encon tré documentos que comprobaban la exis-tencia de maestros de carpin tería y escultura en la región de Veraguas. es asíque en un informe fechado en 8 de marzo de 1778, sobre las obras realizadas enla iglesia de San Francisco Javier de Cañazas por el sacerdote don pedro rega-lado de aizpurúa aparece «Fermín ruiz, maestro mayor de carpintería de loblanco y escultor» haciendo el avalúo de los trabajos en madera de la iglesia y,por supuesto, de las imágenes43.

1276 X Pintura y escultura en el arte colonial

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La pintura

Las pinturas, aunque más escasas que las imágenes de bulto, también for-man parte de este valioso testimonio artístico. en el siglo XVII nació en panamáHernando de ribera, miembro de una destacada familia de la élite, que desdetemprano destacó por su gran talento artístico como pintor e incluso como poeta,según ha estudiado el historiador panameño rodrigo Miró. tras un duelo, serefugió con una hermana en Quito, donde ingresó a La Compañía de Jesús,adoptando el nombre de hermano Hernando de la Cruz, llevando una vida derecogimiento y dedicado a la pintura. para la iglesia de La Compañía de Quitopintó cuadros de gran formato y de excepcional calidad, destacando el que hizosobre San Ignacio de Loyola, que exorna el retablo mayor, y los que pintó sobrelos profetas, colgados en los muros laterales de la misma iglesia conventual. todasu obra pictórica la realizó en el reino de Quito. Se le considera el más grandepintor panameño del período colonial.

Se sabe también de otros pintores locales, aunque de nombre desconocido,como aquel a quien el falso hermano de la Madre de dios y del rosario encargóel cuadro de las Ánimas del purgatorio. Fue colgado en la iglesia de San Fran-cisco, e ilustraba, a manera de profecía, el incendio que destruyó la ciudad depanamá por el pirata Henry Morgan en 167144.

aunque no se sabe nada de las cualidades estéticas de este cuadro, consta quecausó un gran revuelo y desazón en la ciudad por el mensaje que transmitía. per-maneció en el convento franciscano que había dado cobijo al supuesto hermanohasta que fue consumido por el incendio ocasionado por la invasión pirática.

también hay referencias, aunque imprecisas, a otros pintores locales cuyosnombres han permanecido igualmente desconocidos. en las festividades que seorganizaban para la proclamación de los reyes, se encargaban retratos de los mo-narcas, sea de los reyes solos o acompañados de su pareja. además, se pintabandecorados para las representaciones teatrales y los adornos que se colgaban delas plazas mayores para las corridas de toros. Queda constancia documental deque varias de estas pinturas se encargaron a pintores locales. uno de estos re-tratos fue calificado como «obra prima», sugiriendo que se trataba de una obrade gran calidad artística45.

Sin embargo, no se conserva ninguna de estas obras, ya que la ciudad sufriódurante el período colonial grandes incendios que lo destruyeron casi todo,como el de 1644 y 1671 en panamá la Vieja, y los de 1737, 1756 y 1781 en la nueva.Sin embargo, los que se han conservado evidencia que en panamá pudieron con-templarse obras de gran mérito artístico. también los hechos mencionados evi-dencian que los pintores locales tenían demanda y que no faltaban.

una de las pinturas meritorias que se conserva se encuentra en la basílicade natá colgada del muro de la epístola. Se trata de un sorprenden te ejemplo

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de pintura colonial con el tema de la Santísima trini dad . es te lienzo tiene elparticular interés de representar las tres divinas personas con el mismo rostro,iconografía que fue desauto ri zada por la Iglesia en el siglo XVIII. en esta com-posición cada una de las tres personas se diferencian entre si únicamente porlos símbolos que los representan y aparecen pintados sobre sus túnicas a la al-tura del pecho: el padre al centro con un sol, el espíritu Santo a su izquierdacon una paloma y a su derecha, Cristo, que no solo exhibe como los demás, elcordero, símbolo cristológico tan conocido, sino que también carga sobre sushombros una oveja, inconfundible iconografía cristológica del Buen pastor.

La pintura de gran calidad técnica y artística, es obra de un talentoso maes -tro colonial que la rúbrica, Joseph Samaniego. Fue terminada según reza al dorsode la tela en octubre de 1758 y con seguridad fue encargo del obispo Franciscode Luna Victoria y Castro, como se puede entrever en la borrosa inscripción queaparece en los pies de tan elaborada composición. a todas luces una pintura degran cali dad, cuidado cromático elaborado sobre una delicada sucesión de ve-laduras que le dan un carácter de visión mística.

Hay otros ejemplos de pinturas coloniales de interés artístico en el interiordel país. entre estas merecen destacarse una tabla y un lienzo de la iglesia deSanto domingo de parita. La primera corona el retablo mayor y ofrece una cau-tivadora iconogra fía: el niño Jesús, en brazos de la Virgen recoge corazones ar-dien tes de una cesta mientras que un alma se salva de las fauces de un monstruoque representa el Infierno, gracias a que se sostiene fuertemente del manto de laVirgen, que le mira misericordiosamen te.

a través del análisis de la más variada docu mentación, la investiga ción decampo y el trabajo catalogación he podido ir poco a poco configurando el paisajeartístico que reinó en panamá durante el período virreinal. Si bien durante elsiglo XVI las necesi dades artís ticas fueron mayor mente satisfechas gracias a laimporta ción de pinturas y escultu ras, a partir del siglo XVII estas serán atendi-das por talleres y artistas locales que, al igual que sucedió con los plateros, fueronpoblando el ambiente artístico del panamá hispáni co. Las numerosas pinturasy tallas conserva das avalan la existencia de un pujante e inequívoco ambienteartístico en panamá durante el período hispáni co.

Notas

1 José Torre Revello, «Obras de Arte Enviadas al Nuevo Mundo en los siglos XVI y XVII».Analesdel Instituto de Arte Americano y de Investigaciones Científi cas, número 1, Universidad de Bue-nos Aires, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Buenos Aires, 1948, pp. 88-89.

2 Ibidem.3 Ibidem.4 Ibidem.

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5 R. C. al licenciado Rodrigo de Figueroa sobre devolución de retablo a Gonzalo Fernández deOviedo. Barcelo na, 6 de agosto de 1519, AGI Indiferente General 420, libro 8, folios 108v-109r.

6 Ibidem.7 Ibidem.8 Ibidem.9 Sobre el comercio de Panamá hacia España ver Dora Ulloa García, «Arte colonial en Panamá».Revista Imagen. número 4, junio-julio de 1983., pp. 123-129. Sobre comer cio entre Américay España ver entre otros: Jorge Luján Muñoz, «Ejemplos de comercio de obras de arte entreEspaña y el Reino de Guatemala en la Colonia». Archivo Español del Arte, Consejo Superiorde Investigaciones Científi cas, Institu to Diego Velázquez, números 201-204, tomo LI, Madrid,1978, pp. 155-163. También: Domingo Martínez de la Peña, «Esculturas americanas en Ca-narias». Segundo Coloquio de Historia Canario-Americana (1977). Ediciones del excelentísi -mo Cabildo Insular de Gran Canaria, 1979, pp. 477-493. María Luisa Caturla, «Zurbaránexporta a Buenos Aires». Anales de Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, nú-mero 4, Universidad de Buenos Aires, Argentina, 1951, pp. 27-30.

10 Registro de la Flota con destino a Tierra Firme a cargo del general don Miguel Erazo, año de1586, AGI Contratación 1084, 1085, 1086.

11 Ibidem.12 Ibidem.13 Ibidem.14 Ibidem.15 Ibidem.16 Ibidem.17 Ibidem.18 Ibidem.19 Ibidem.20 Ibidem.21 Ibidem.22 Torre Revello, op. cit., p. 90.23 El contenido de los cajones se reproduce siguiendo a Torre Reve llo. Desgraciadamente este

autor no cita la fuente origi nal, op. cit., pp. 90-92.24 Ibidem, pp. 91-92.25 Celestino López Martínez, Desde Jerónimo Hernández hasta Martínez Montañés, Tipografía

Rodríguez, Jiménez y Compañía, Sevilla, 1929, p. 156.26 López Martínez, Celestino, Desde Martínez Montañéz a Pedro Roldán, Tipografía Rodríguez,

Jiménez y Compañía, Sevilla, 1932, pp. 232-233.27 Ibidem.28 AGI Panamá 329 y 330.29 «Relación de los grados de literatura y méritos del licenciado don Antonio Ignacio Argüelles»,

Panamá, 7.XI.1732., AGI Panamá 224.30 «Carta del gobernador de Portobelo Pedro Joseph de Urrutia al rey informando sobre el es-

tado de la iglesia», Portobelo, 12.III.1764., AGI Panamá 274.31 «Carta de las monjas del Convento de la Purísima Concepción de Panamá al rey», Panamá,

24.VI.1749, AGI Panamá 225.32 «Carta de la abadesa del Convento de La Concepción de Panamá al rey solicitando permiso

para fundar cofradía de Jesús Cautivo», Panamá, 12.VI.1755, AGI Panamá 225.33 Al margen del documento, aparece una anotación con fecha de 12.IV.1755, donde se ordena

se despache una Real Cédula al obispo de Panamá para que se dispongan las constitu ciones

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correspondientes a esta cofradía. Las cofradías y sus reglas o constituciones debían ser san-cionadas por el rey.

34 «Carta del obispo de Panamá Pedro Morcillo al rey donde da cuenta del incendio de la ciu-dad de Panamá». Panamá, 12.III.1737, AGI Panamá 227.

35 AGI Panamá 283.36 «Carta del Obispo de Panamá Antonio de León sobre Prohibición de oratorios particulares»,

Panamá, 25.II.1678, AGI Panamá 101.37 «Informe sobre méritos de fray Pedro Gutiérrez Flores», Panamá, 26.VI.1603, AGI Pana-

má 103.38 Este tema se discute ampliamente en el capítulo «Ordenanzas, cofradía y gremio de plateros

en Panamá».39 «Carta del Cabildo Eclesiástico de Panamá sobre promoción del Obispo doctor Don Agustín

Rodríguez Delgado al Obispado de La Paz», Panamá, 8.IV.1532, AGI Panamá 224.40 «Carta de los oficiales de Reales de Tierra Firme al rey donde informan sobre el estado de la

fábrica de la catedral», Panamá, 20.IV.1732., AGI Panamá 227.41 «Informe del ingeniero Nicolás Rodríguez sobre fábrica de la catedral», año 1749, AGI Pa-

namá 223. El rango de maestro era la más alta jerarquía a que podía aspirar el miembrodel gremio, luego de superar los grados de apren diz y oficial, pues le permitía establecersu tienda y taller, recibir aprendices y oficiales, además de autorizarle a realizar tasaciones,como en este caso. Los carpinteros de «lo blanco» contrario a los de «lo prieto» hacían mue-bles y trabajos de calidad artística. Sobre la actividad de los gremios durante la época his-pana en España y América ver: Rogelio Ruiz Gomar, «El gremio de escultores y entallado resen la Nueva España» en Imaginería Virreinal: Memorias de un Seminario. Institu to de Investi-gaciones Estéticas, UNAM e Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, s. f., pp.27-44. Belén Boloqui Larraya, «El gremio de carpin teros, ensamblado res, escultores yentalla dores de la ciudad de Zaragoza, según las ordenanzas del siglo XVII y XVIII». Institu-ción Fernando el Católico (CSIC) de la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza, Zaragoza,pp. 145-166.

42 «Informe, testimonio y autos sobre fábrica de la catedral de Panamá», año 1749. Cursivasmías, AGI Panamá 273.

43 «Informe sobre la fábrica y ornato de la iglesia San Francisco Javier de Cañazas por DonPedro Regalado de Aizpurúa», 21.III.1778., AGI Panamá 227.

44 Sobre este célebre cuadro ver el expediente que se levantó contra dicho falso hermano, enAGI Panamá 226, que ocupa todo el legajo.

45 En el AGI Panamá 299 se ilustran las festividades alusivas a este hecho, en honor a Fer-nando VI.

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CapítuLo XXVII

Platería y plateros durante la Colonia1

Angeles Ramos Baquero

La aparición del oficio de plateroen Panamá durante el siglo XVI

desde muy temprano llegaron los primeros plateros a panamá de españa,donde existía una milenaria tradición en las artes de la joyería. de hecho, en lanómina de conquistadores que acompañaban a Balboa en el descubrimiento delMar del Sur el 25 de septiembre de 1515, aparece consignado como platero untal Cristóbal de León2. La temprana existencia de plateros en panamá se debió avarias razones poderosas. una de ellas es que el Istmo se convirtió en la zona depaso forzosa para los tesoros que los conquistadores transportaban de perú parala madre patria tras la invasión del Imperio incaico por pizarro en 1532. además,también desde los mismos comienzos de la Conquista, panamá se había carac-terizado como zona productora de oro y sus minas continuaron produciendovirtualmente a lo largo de todo el período colonial. por otra parte, se fue esta-bleciendo en sus ciudades terminales un conglomerado humano que rápida-mente enriqueció, sobre todo en el comercio, y que contaba con abundantesexcedentes para gastos suntuarios, como joyas, y en aquella época era costumbreatesorar riqueza en la forma de objetos de platería y alhajas.

Finalmente, se fundaron a lo largo del siglo XVI numerosas ciudades de es-pañoles (panamá, nombre de dios, acla, natá, Los Santos, Santa Fe, Concep-ción, La Filipina, portobelo, Montijo, remedios y alanje, para mencionar sololas que permanecieron) y también numerosos pueblos indígenas. Cada una deestas comunidades necesariamente erigía una iglesia y cada iglesia necesitabade ornamentos litúrgicos, los cuales debían hacerse con metales preciosos y jo-yería, empezando por la propia catedral, cuya ornamentación está documentadadesde que tuvo su sede primitiva en Santa María la antigua del darién en 1514.

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Finalmente, ya para fines del siglo XVI se habían establecido varios conven-tos de varones, como el de San Francisco, el de Santo domingo, el de La Merced,el de San José, el de La Compañía de Jesús, y ya para entonces había empezadoa formarse el convento de monjas de La Concepción, todos los cuales necesitabantambién ornamentos litúrgicos.

es decir, que desde muy temprano se produjo en panamá un mercado parala platería, lo que explica el número plural de plateros que aparecen documen-tados ya desde la década de 1530. aunque todavía contamos con muy poca in-formación sobre la naturaleza de la demanda de joyas y otros objetos de plateríaen el mercado local, parece obvio que si había un número plural de plateros enpanamá es porque tenían demanda.

La lista de plateros que a continuación presento, se basa en una investiga-ción exhaustiva, aunque la documentación siempre da sorpresas y puede razo-nablemente esperarse que futuras investigaciones la enriquezcan con nuevosnombres.

Plateros en Panamá durante el siglo XVI

Tomé García. Platero, ensayador; y Rodrigo de Marchena, plateroPanamá, año 1538

una legislación de 1526 prohibía el ejercicio de la platería en Indias, lo quepermite suponer que, como consecuencia, pocos plateros se habrían aventura -do durante esos tempranos tiempos de la Conquista a viajar al nuevo Mundopara ejercer allá su oficio. Sin embargo, esta prohibición fue levantada con ca-rácter definitivo por otra legislación de 1533 y las puertas de américa se abrieronde par en par a los plateros.

durante los primeros años de la década de 1530, aunque todavía no se ha-bían descubierto sus famosos yacimientos argentífe ros, el perú fue el gran mag-neto que atrajo a la mayoría de los aventureros que se dirigían a Indias. Se sabeque muchos de los que ya estaban allá establecidos abandona ron sus encomien-das indígenas, sus posesiones urbanas, sus hatos y sus estancias, para mudarsea la nueva tierra de promisión. eso ocurrió así en panamá3.

Bajo ese clima de fiebre de oro, panamá parecía ser un territorio poco pro-metedor, salvo como tierra de paso. por otra parte, los años siguientes a la con-quista peruana fueron de gran confusión y guerras intestinas, lo que era un climapoco propicio para el oficio de platero. Sin embargo, a medida que iba avan-zando el tiempo, se hizo evidente la estratégica posición geográfica de panamáy muchos se dieron cuenta de que era un sitio ideal para los negocios, sobre todoporque panamá era la ruta indispensable para abastecer al perú desde españa.

nombre de dios y panamá, empezaron entonces a poblarse de comerciantesy, con ellos, verosímilmente, de toda clase de gente y oficios. en las nóminas de

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las primeras encomien das, y en las referencias que aquí y allá exhiben los docu-mentos, aparecen, junto al nombre correspondiente, el oficio desempeñado,como carpintero de ribera, sastre, herrero, calcetero, y otros por el estilo4. nosería de extrañar que a medida que avanzan los años, y sobre todo después deque se levantara la mencionada prohibición en 1533, empezaran a aparecer tam-bién plateros. en efecto, la primera referen cia documentada a la existencia deplateros ejerciendo su oficio en tierra Firme data de 1538, cuando encontramosa dos plateros compitiendo por el cargo del oficio de ensayador. es la primerareferencia concreta en este sentido y la noticia más antigua hasta ahora conocidasobre la presencia de profesionistas de la platería en panamá.

Se trata de los plateros tomé garcía y rodrigo de Marchena, que probable-mente ya estaban antes de 1538 en tierra Firme y que el gobernador pedro Vás-quez de acuña convoca para que hicieran ensayes de plata a fin de compro barcuál de los dos realizaba mejor la labor. de esta forma el gobernador escogeríapor vía de concurso al ensayador de la ciudad. una vez realizadas las pruebasy revisados los resultados Vásquez de acuña eligió a tomé garcía para el cargo5.

probablemente no nos habríamos enterado de esto, ni seguramen te cono-cido los nombres de los plateros tomé garcía y rodrigo de Marchena de no serporque el Cabildo de la ciudad de panamá consideraba que era potestad suyael elegir ensayador, habiendo el gobernador Vásquez usurpado estas funciones.de esa manera, cuando en 1538 se le siguió Juicio de residencia a Vásquez, unode los cargos que se le hicieron fue el relativo a esta usurpación de funciones.Vásquez se defendió alegando que lo hizo por la urgencia que había de nombrarensayador debido a la inminente puesta en circulación de la plata ensayada. nofue otra la razón, adujo, para abrir a concurso el cargo. Su elección en favor degarcía, agregaba, había sido por otra parte la más correcta, ya que había demos-trado ser el más competente para el oficio6.

en el Juicio de residencia se hace comparecer a los dos plateros. rodrigode Marchena declara en varias ocasiones, deponiendo en lo referente al concursode ensaye. Sin embargo en sus declaraciones nada se agrega que permita conocerotra cosa sobre su oficio o sus ejecutorias, salvo el hecho de que es platero, y conese título aparece cada vez que se le hace compare cer. Sorprende, sin embargo,que se le haga comparecer tantas veces, cuando sus declaraciones raras veces serelacionan con el tema del concurso de ensaye. por el Juicio de residencia nosenteramos también de que tomé garcía, además de platero, era propieta rio deuna herrería en la ciudad de panamá7. una actividad que tenía entonces grandemanda, como la tendría durante todo el período colonial. podría especularseincluso que a la sazón la herrería le rendía a tomé garcía más beneficios que laplatería. aunque en aquellos tiempos, los inmigrantes, con independencia a suoficio, solían ocuparse en una gran variedad de actividades a tenor de la de-manda del mercado. Ser platero no era impedimento para tener también una«tienda» de herrería, o una pulpería, o un bergantín para la pesquería de perlas

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o dedicarse al comercio, e inevitablemente empuñar las armas cada vez que ame-nazaba un enemigo. La versatili dad del colono era una de las características co-munes de aquellos rudos comienzos.

el hecho es que la herrería de tomé garcía ocasionó una de las primeras con-flagraciones que durante la Colonia padeció la ciudad de panamá, entonces unaciudad cuyas viviendas estaban en su mayoría construi das de madera, cañas ypaja, es decir, con materiales altamente combustibles. un asunto de tal gravedadno podía dejarse pasar sin el condigno castigo. Y aunque el causante directo nofue el propio garcía, sino uno de sus esclavos, conforme a la legislación vigente,la responsabilidad recaería sobre el amo del esclavo y dueño del taller. en el Juiciode residen cia contra Vásquez de acuña, uno de los cargos más grave fue precisa-mente el incendio y es gracias a ello que se ha llegado a conocer el asunto8.

Según las deposicio nes de los testigos, fue el descuido de uno de los esclavosdel platero mientras trabajaba en la herrería lo que provocó el fuego. el incendiofue de grandes proporciones y la ciudad quedó reducida a cenizas. a tomé gar-cía se le responsabiliz ó por el incendio y se le redujo a prisión. La medida no erasorprendente, ya que en esos momentos existía un clima de gran inseguridaden la naciente colonia a causa de que en las cercanías de las ciudades de nombrede dios y panamá se estaban congregando muchos negros esclavos fugitivoscon intención de atacar a los colonos. estando panamá en ruinas, y los vecinossin un lugar donde guarecerse había quedado la ciudad a merced de los cimarro -nes, una amenaza cada vez más frecuente durante aquellos años. Se comprendeque ante la angustiosa situación del vecindario, las autoridades descargaran todasu frustración sobre el platero9.

Gaspar Fernández, platero y fundidorVeragua, año 1559

dos décadas más tarde del episodio anterior, se inició la explotación de unimportante centro minero en la región occidental del istmo de panamá, en la re-cién creada provin cia de Veragua. La obsesión aurífera veragüense databa desdelos tiempos de Colón, que fue el primero en dar a conocer en europa la riquezade estos yaci mientos situados en la cornisa caribeña de Veragua, entre «Cariayy Zarabaró», como lo mencionara en su famosa «Lettera rarísima» o Carta de Ja-maica escrita a raíz de su Cuarto Viaje10. Con ese destino se organi zaron nume-rosas expediciones. unas desde la propia españa, por mar, como la de Felipegutiérrez, que narra detenida mente el cronista gonzálo Fernández de oviedoy Valdés; otras se organizaron por tierra desde el lado pacífico del Istmo, a lasórdenes de pedrarias dávila; otras desde La española, cuando el hijo de Colón,diego, ejercien do la titularidad del ducado, precisamente, de Veragua, autorizaun par de expediciones por mar y por tierra. Finalmente otras más, hasta completar

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un total de trece tentativas, desde nombre de dios o desde natá. pero no fuehasta 1558 cuando se capituló la conquista de Veragua con el extremeño avecin-dado en natá, Francisco Vásquez, que finalmente se logró conquistar la provin-cia, e iniciarse al año siguiente la explota ción de los minerales. en 1558 se fundóprimero Santa Fe, en un collado o paso montañoso, en la divisoria de aguas dela cordillera Central del Istmo, y en 1559 se fundó Concepción, a orillas del ríoaurífero de ese nombre y puerto marino caribeño, que serviría como centro deopera ciones desde donde se controlaría toda la actividad minera11.

La producción de estos minerales se extendió durante un período de treintaaños, hasta 1589, y fue la dínamo económica más importante de todo el Interiorde tierra Firme, vivificando sobre todo las economías ganaderas de natá y LosSantos, los dos pueblos de españoles cercanos, y promoviendo la expansión dela propia provincia de Veragua. Las labores auríferas, se desarrollaban al prin-cipio solo en lo que se conocía entonces como «placeres», que no eran otra cosaque remansos ribereños en cuyos fondos o arenales, se depositaba el oro que elagua arrastraba desde los verdaderos yacimientos. Los «mineros» con sus escla-vos (llegaron a haber en la zona bajo producción hasta 150 mineros españoles y2,000 esclavos en su momento de máxima actividad), simplemente «lavaban»las arenas auríferas en bateas y allí espigaban los pedruscos del preciado metal.no fue hasta la década de 1580 cuando se descubrieron los verdaderos mineralesy se inició entonces la explotación bajo el sistema de galerías12.

para una actividad tan importante, que en 1576 alcanzó una producción su-perior a los 140,000 pesos de oro ensayado, hacían falta controles fiscales rigu-rosos, con objeto de vigilar que el quinto real fuese pagado por los mineros y lareal Hacienda no fuese burlada. esto se hizo evidente desde el principio, puesya el primer año, entre 1559 y 1560, la producción había alcanzado hasta 127,378pesos de oro13. Surgió así la necesidad de crear en Concepción una Caja real consu correspondiente marquilla del quinto real, y con ese propósito fue enviadodesde Lima por el virrey, a don Bernardino de romaní, factor y veedor de lareal Hacienda de los reinos del perú. gracias a estas operaciones tenemos noti-cias del platero gaspar Fernández.

Fernández aparece, en efecto, mencionado en el testimo nio que se levantaen panamá el 15 de julio de 1559, cuando se hacen las marcas reales destinadasa identificar el oro que se sacase de las minas de la provincia de Veragua14. eneste documento se explica el proceso seguido por el platero para la elaboraciónde la marca real. Según se expresa en el testimonio, el factor y veedor don Ber-nardino de romaní, y Melchor Fernández, escribano del rey, se encontraban enla «tienda donde labra el platero gaspar Fernández» cuando este comenzó a la-brar la marca real. Luego de terminada la confección de esta marca y tomandolas precaucio nes necesarias para su custodia, sería entregada a los oficiales realesde Veragua para quintar el oro que registraban los mineros15.

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el mismo año 1559 aparece gaspar Fernández en las cuentas de la provinciade Veragua desempeñando el cargo de factor y veedor de las minas16. Fernándezse encuen tra, pues, vinculado desde los mismos inicios de su explota ción, conlos minerales auríferos de Veragua, primero haciendo la marquilla del quintoreal, luego como funciona rio de Hacienda, en su calidad de factor y veedor, su-cedien do en esta función al delegado virreinal romaní. Se trata, obviamente, deun puesto importante, lo que podría interpre tarse como una evidencia de la altaestimación que gozaban los plateros en aquellas tempranas fechas.

Diego Hurtado, platero de Jerez de los CaballerosPanamá, año 1571

diego Hurtado era originario de Jerez de los Caballeros en la provincia deBadajoz. en 1571 solicita licencia para pasar a la ciudad de panamá con objetode cobrar los bienes y hacienda dejados por su primo Juan Hurtado muerto enaquella ciudad. Las hermanas y herederas del difunto, María Hurtado y elviragómez, habían encomendado a diego Hurtado las diligencias para el cobro dela herencia17.

para cumplir con la encomienda, diego solicita la licencia corres pondien tepara realizar el viaje, eso sí, comprome tiéndose «a volver a estos reinos al cabo deldicho negocio dentro del tiempo que para ello vuestra majestad le señalase». Juntoa la documentación que acompaña la petición de diego Hurtado aparece una r.C. otorgándole la licencia para efectuar el viaje. en ese documento se aportan datosadicionales relacionados con el platero y su primo. Se especifica que Juan Hurtadohabía muerto en panamá hacía unos dos años y medio, después de haber vividoen esa ciudad cerca de veinte años. asimismo se explica que sus hermanas y he-rederas le habían dado un pleno poder a su primo diego para que se trasladase ala ciudad de panamá a «recibir y abrir toda la dicha hacienda».

Las autoridades no encuentran mayores impedimentos para otorgarle aHurtado la licencia pues el platero no era de «los prohibi dos» de pasar a Indiasy al momento estaba sin ocupación18, así que el 15 de septiembre de 1570 se des-pacha una real Cédula a su favor en la que se ordena que se deje «pasar a ladicha provincia de tierra Firme al dicho digo de Hurtado, que va a entender enla cobranza de la hacienda del dicho Juan Hurtado su primo»19.

para asegurarse de que una vez conclui dos los asuntos que le llevaban a sudestino el platero no cayera en la tentación de quedarse en aquellas tierras dis-frutando del producto de la herencia, se le exige el depósito de una fianza de200,000 maravedíes como garantía para su vuelta a españa en el término de dosaños. el lapso de tiempo que le fue concedido comenzaría a contar a partir deldía que «se hiciere a la vela en el puerto de Sanlúcar de Barrameda para seguirsu viaje en adelante so pena de pagar los dichos maravedíes»20. Se ignora si efec-tivamente hizo el viaje a panamá, o si ejerció allí la platería.

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Hernando de Luque21, plateroPanamá, años 1550 a 1577

Hernando era originario de granada, y llegó a panamá siguiendo a sus tíosHernando y alonso de Luque, que pronto ocuparon posiciones señeras en el co-mercio y la política locales, sobre todo el primero que era el mayor.

Hernando de Luque, el tío del platero, era parte de un pequeño grupo depoder que dominó la escena política panameña durante esos años. todos eranandaluces y en un momento este grupo estuvo encabezado, primero por rodrigode rebolledo y luego por su hermano Juan Fernán dez de rebolledo, ambos se-villanos, hijos de aquel Martín Fernández de enciso del célebre conflicto con Bal-boa cuando se fundó Santa María la antigua del darién. de hecho este tíohomónimo era el segundo cabecilla del grupo, que llegó a ser el más influyenteque se formó en panamá entre las décadas de 1530 y 1560. Fue regidor del Ca-bildo capitalino y participó en muchas asonadas locales para imponer los inte-reses de su grupo. era propietario de cerca de 100 esclavos que le trabajaban enla pesquería de perlas y acumuló una considerable fortuna. pero finalmente fuecastigado por sus veleidades de poder, prohibiéndosele regresar a panamá trasun viaje que hizo a españa en 1562.

Su tío alonso también ocupó un regimiento en la capital y fue elegido porlo menos en una ocasión como su alcalde ordinario. prosperó económicamenteen empresas agrícolas y ganaderas y en el comercio. un documento de 1575 ase-gura que tenía una fortuna de 20,000 pesos, entonces una suma considerable.de este alonso se tienen noticias hasta 157722.

es de suponerse que Hernando de Luque, el platero medrase bajo la pro-tección de sus tíos, aunque es muy poco lo que se sabe de él, salvo que su oficioera platero23.

Antonio Báez e hijos, maestro platero y oficialesPanamá, año 1573

Las noticias de este platero proceden de una emotiva carta que escribiódesde panamá en 1573 a su «amado hijo antonio Baez platero de oro en Cortede españa o en Valladolid o en Medina del Campo»24, cuya lectura sugiere varioshechos. en primer lugar, antonio Báez padre hace referencia a otro hijo nacidoen panamá. «aquí tengo conmigo a otro hermano vuestro que he habido des-pués que vine de españa». agrega, como además, que «es muy buen oficial ygana de comer, aunque es muchacho». Sus palabras sugieren claramente quetambién este hijo es platero, pues manifiesta que es «buen oficial». esto podríasignificar que los Báez consti tuían una familia de plateros, tal como era frecuenteentre los miembros de este gremio. también se puede inferir que este hijo menorera oficial de su propio padre, pues era tradicional entre los plateros que los hijos

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fueran aprendices y luego oficiales de sus padres, teniendo toda clase de prefe-rencias para acceder al oficio25.

de ser así, como parece que lo era, tendríamos el primer caso documentadode una familia de plateros estable cida en panamá. dado que el hijo nacido enpanamá era todavía muchacho, aunque ya había alcanzado el grado de «oficial»,podría especularse que habría superado la adolescencia, habiendo alcanzado,cuando menos, los 18 años. esto podría indicar que antonio Báez padre habríallegado a panamá alrededor de 1555, si no antes.

otra interesante información que aporta la carta es la mención a los esclavosmuertos o huidos, de los cuales «dos de ellos me ayuda ban ya a trabajar y auna ganar de comer». un esclavo adulto varón constaba en aquella época entre 400y 500 pesos, según sus cualidades, de modo que cinco esclavos supondrían unainversión de entre 2,000 y 2,500 pesos, lo que equivalía a una casa de aceptablecategoría, es decir, una suma no desdeñable. esto sugiere que el platero Báezhabía logrado con su trabajo acumular una hacienda razonablemente buena.esto, sin mencionar que pudo también haber tenido otros esclavos u otros bienesque no menciona.

Más relevante todavía es la referencia a aquellos dos esclavos que se le esca-paron y que «me ayudaban ya a trabajar y aun a ganar de comer». Si estos, segúnmanifiesta antonio Báez, le ayudaban a trabajar, y por eso lamenta más su pérdida,se puede inferir que le ayudaban en el oficio, en cuyos secretos seguramente loshabría iniciado. aunque no consta documentalmente que Báez tenía tienda u obra-dor de platería abierta, esto parece no dejar lugar a dudas. tal vez los esclavos quemenciona y el hijo pequeño trabajaban junto a él en el obrador, y la «hacienda» aque alude en su carta, ofreciéndo la a su hijo antonio para inducirle a que viajaraa panamá, incluían la tienda u obrador donde el hijo del platero podría ejercer suoficio cuando se radicara en panamá. no consta, sin embargo, si el hijo ausenteen españa hizo efectivamente el viaje trasatlántico y aceptó la invitación.

Pedro Rodríguez, platero de SevillaPanamá, año 1574

este platero solicita en 1574 una licencia para pasar a tierra Firme «a reunirsecon su hermano»26. esta petición está acompañada de una carta de su hermano Ber-nardino fechada en panamá el 15 de diciembre de 1572, donde le invita para quejunto con su mujer se reúnan con él en panamá27. en la misiva dirigida «a mi her-mano pedro rodrí guez platero en la ciudad de Sevilla o doquier que fuere hallado»,también manifiesta no entender la reticencia de su hermano en pedir la licenciapara ir a esta ciudad, no siendo este uno «de los prohibidos» de pasar a Indias. Leinforma también que si finalmente se decide a hacer el viaje un tal antonio Fer-nández, sastre con residencia en la «borceguine ría en Sevilla, bolsa gremial de laciudad de Sevilla», tiene a su cargo entregar le el dinero que necesi tará para el viaje.

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el contenido de la carta de rodríguez no específica la ocupación de su her-mano, de modo que no se sabe si también este era platero. pero tal vez lo mássignifi cati vo de la carta es la parte final donde escribe: «en aquella tierra hay ne-cesidad de oficiales de platero y yo ejerceré en ella dicho oficio». ¿de dónde pudohaber obtenido esta información? Verosímilmente de su propio hermano. elhecho es que ella sugiere que había demanda del oficio. Y esto ya es más intere-sante, porque obliga a explicar se este fenómeno, es decir, el nacimiento de unmercado para la platería, que ya en la década de 1570 aparentemente era lo su-ficien temente dinámico como para justificar la inmigración de plateros a pa-namá, con el propósito de ejercer el oficio.

Tomé Barrientos, platero de oroPanamá, años 1566 a 1578

Las breves referencias a este «platero de oro» se encuentran en tres docu-mentos relacionados a los viajes que realizó entre 1577 y 157828. aparece en ellosuna licencia que le fue otorgada para pasar desde panamá a españa en 157729.Según esta autorización, que había sido otorgada por el doctor don gabriel deLoarte, presidente de la audiencia de panamá, el propósito de la travesía eraocuparse de negociar con mercaderías en la penínsu la. no se especifica la natu-rale za de las mercancía, o si estas estaban relacio nadas a su oficio de platero deoro, pero es interesante ver que en estos prósperos años del comienzo de la co-lonización de panamá y auge de la ferias, un platero gozara de la suficiente bo-nanza económica como para dedicarse a estos negocios y permitirse un viaje tanoneroso como ese.

en el texto de la licencia se aportan algunos datos sobre tomé. en primerlugar certifica que es platero de oro y que no tiene deudas con la real Hacienda,ni tampoco con el juez de Bienes de difuntos, por lo que no debía ponérsele nin-gún impedimento para el viaje. también se aclara que podrá hacer la travesíaen cualquier barco de la flota, partiendo desde el puerto de la ciudad de nombrede dios. para facilitar que las autorida des del puerto de salida puedan recono-cerlo como titular de la licencia, se incluye una descrip ción física del platero.Según esta, tomé de Barrientos es un hombre joven, de unos 28 años y en cuantoa complexión se le describe como moreno de buen cuerpo y con la nariz «unpoco crecida»30.

obviamente el viaje se realizó con éxito pues en 1578, una vez concluidoslos negocios que le llevaron a españa, tomé Barrien tos solicita nuevamente unalicencia para regresar a panamá31. Según manifiesta en su petición ha resididoen esa ciudad del reino de tierra Firme durante más de doce años, por lo quepide que se le conceda el permiso «atento al mucho tiempo que en aquellas par-tes he residido y a que tengo allá mi hacienda». Según esto, habría llegado alIstmo en 1566.

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aparentemente la licencia para regresar le fue más difícil de conseguir, puesjunto con la primera petición aparece otra en que solicita el permiso en los mis-mos términos. aunque esta última no está fechada, la supongo posterior, puesdeclara que ya había presentado la misma solicitud anterior mente. Finalmente,el permiso le será concedido según se lee en una anotación al margen de la soli-citud, firmada en Madrid el 12 de enero de 157832.

Pedro Maltés, oficial de platero de oroNombre de Dios, años 1568 a 1580

en un informe levantado por el licenciado gonzalo núñez de la Cerda sobrelos servicios que pedro Maltés rindió desinteresadamen te a la Corona, apareceninteresantes referencias sobre la vida de este platero de oro33. aunque la finalidadperseguida al recabar los datos sobre Maltés no se especifica en el documento,el contenido laudatorio de los testimonios sugiere que esperaba o había pedidoalguna prebenda de parte de la Corona en premio y reconocimiento por las di-ferentes demostraciones de valor que había exhibido en defensa de la ciudad denombre de dios.

Con el propósito de elaborar un informe para comprobar los serviciosdel platero a la Corona, núñez de la Cerda convoca el 21 de mayo de 1580 acuatro testigos, a saber, Baltasar de porras, Luis de Zárate, el capitán alonsoSánchez de Córdoba y Francisco Álvarez de espinoza, todos vecinos de nom-bre de dios. a estos testigos se les preguntará sobre la personali dad y accio-nes de Maltés. es decir, del tiempo y lugar en que le han conocido, los cargosy oficios que ha ocupado y si habían conocido algún «deservicio» suyo contrala Corona.

el primer interrogado, Baltasar de porras, señaló que hacía cerca de diezaños que conocía a Maltés teniendo siempre el platero «casa poblada» en la ciu-dad de nombre de dios. asimismo añadió que Maltés es platero de oro y «usadel dicho oficio», aclarando más adelante que le consta que es «muy buen oficialde su oficio». Sobre los servicios que había prestado a la Corona sin recibir re-muneración, refiere porras que le ha «visto ser soldado en todas la veces que seha ofrecido ocasión de salir contra corsarios y negros cimarrones desde la dichaciudad de nombre de dios» detallando a continuación algunas de estas accio-nes. refiere que con motivo del ataque del corsario Juan noble, pedro Maltésse unió a las fuerzas del capitán Francisco ramírez de guzmán para salir enbusca del inglés y de que el platero «había muerto al primer francés o inglésque mataron». Con igual arrojo se comportó Maltés cuando los corsarios ataca-ron y robaron las recuas de mulas que venían cargadas de oro y plata con motivode la feria en nombre de dios. Según narró porras, pedro Maltés y FranciscoSánchez habían perseguido por el monte a los corsarios, dando muerte a uno

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de los piratas. asimismo explica que el platero salió «por caudillo con gentecontra los negros cimarrones».

el coraje del platero y sus frecuentes y valerosas defensas de la ciudad denombre de dios son avalados por el resto de los testigos con el mismo tono apo-logético usado por el regidor Baltasar de porras. todos refieren su valentía alhacer frente a Juan noble, sobre todo con ocasión del robo de la plata y el oro delas recuas que iban a la feria, así como en sus enfrentamientos con negros cima-rrones. añaden también que pedro Maltés no había recibido remunera ción al-guna por sus servicios ni ha hecho ningún «deservi cio» a la Corona.

en lo concerniente al prestigio profesional que gozaba Maltés en el ejerciciode su oficio de platero, Luis de Zárate declara conocerle hacía doce años, mani-festando que Maltés es «oficial de platero de oro» y «muy hábil en su oficio». entérminos similares se expresa el capitán alonso Sánchez de Córdoba, quien co-noce al platero hace unos nueve o diez años y «sabe que es platero de oro muyhábil en su oficio». del mismo tenor fueron las declaraciones de Francisco Ál-varez de espinoza quien dijo conocer a Maltés hace cerca de doce años. declarósaber que pedro Maltés es «platero de oro, buen oficial» y «muy hábil en su ofi-cio». además de esto todos los testigos coinciden en la narración que hacen delos enfrenta mientos del platero con corsarios y cimarrones.

Como se observa en las declaraciones, los testigos que han visto a Maltésactuando en nombre de dios por más tiempo, dicen que le conocen desde «cercade doce años» o desde «más de doce años», lo que sugiere que el platero se ha-bría avecindado allí desde por lo menos 1565 o 1566.

Antonio Urraco, fundidorPanamá y Trujillo, años 1580 a 1582

antonio de urraco dejó un rastro documental un poco confuso, aunque pa-rece haber pocas dudas de que fue el primer fundidor de la recién Casa de Mo-neda de panamá, la cual empezó a producir las primeras monedas a principiosde 158034. Se le menciona en una nómina de individuos que se encuentran enespaña presenta da por el Consejo ante el rey en 1580 para que ocupen «gober-nacio nes y oficios en justicia y de hacienda que están vacos en Indias» y pasena esas tierras «en las flotas que se aprestan». entre aquellos distingui dos con larecomendación del Consejo aparece: «para la Contaduría de trujillo que tienesalario de 500 ducados antonio urraco, que al presente es fundidor en la Casade la Moneda de panamá donde ha servido y es sufi ciente»35.

al parecer urraco, que al momento estaba en españa como se desprendedel documento del Consejo, no pasó a perú hasta el año 1582, ya que un indi-viduo con el mismo nombre se encuentra entre los pasajeros que se embarcanese año para Indias. el registro dice así: «antonio de urraco, soltero y natural

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de Cáceres, hijo de Francisco de urraco y de Isabel gutiérrez de tovar, queviajó al perú el 12 de marzo de 158236, acompañado de dos criados: pedro Ca-ballero37 y antonio gutiérrez»38. aunque en el Catálogo de pasajeros a Indiasno se indica el oficio de este pasajero, lo infre cuente de su nombre y la coinci -dencia de fechas hace sospechar que se trata del mismo antonio de urracodesignado para la Casa de Moneda de panamá y luego para la Contaduría detrujillo.

Lo anterior plantea un problema, pues la lista del Consejo donde se le re-comienda para trujillo tiene fecha de 1580, y en la misma se manifiesta contoda claridad que urraco al momento es fundidor de la Casa de la Monedade panamá. ¿Cómo se puede explicar entonces que urraco partiera desde es-paña? una posibilidad es que urraco había regresado a españa desde panamáen algún momento previo a este documento y allí había recibido la nueva en-comienda para la Contaduría de trujillo, luego de lo cual, en 1582, había sa-lido hacia el perú para ocupar el cargo. otra posibilidad es que, no obstanteestar su nombramiento fechado en 1580, no hiciera uso de este hasta 1582,cuando queda claramente documentado su viaje a perú. en cuyo caso nuncahabría viajado a panamá ni desempeñado el cargo en la Casa de la Moneda,aunque sí se sabe que se hicieron algunas muestras de monedas que fueronoportunamente remitidas a españa, tarea esta que debió haber sido hecha porplateros, y si fue así, pudo haber sido, precisamente urraco quien las hiciera39.pero no eran raras estas situacio nes de largas esperas hasta poder viajar paracubrir un cargo, de cambios repentinos de destinos y otras veleidades de laburocracia, en un sistema donde eran frecuentes los cambios de decisión a úl-tima hora.

La referencia a perú como destino plantea otro proble ma. Muchas son lasreferencias de pasajeros a perú, que en realidad aluden al virreinato del perú,siendo en realidad su destino cualquier ciudad dentro del vasto espacio virrei-nal. Bien pudo ser que se dirigía a panamá (que en aquella época formaba partede aquel virreinato), o a truji llo, y apareciera registrado con destino a perú, asecas.

una última consideración sobre urraco merece el hecho de que se hicieseacompañar de dos criados, pues lo caro de los viajes americanos convertían lacompañía de estos en un lujo que solo podían darse individuos con cierta hol-gura económica. Se puede inferir entonces, según la doble posibilidad que hediscutido hace un momento, que si efectivamente había ejercido en la fundiciónde panamá hacia 1580, regresado a españa y luego a américa en 1582 ya pro-movido a trujillo, habría adquirido suficientes benefi cios materiales que le per-mitieran regresar a españa con suficien tes medios como para acometer supróxima encomienda acompañado de criados. La segunda posibilidad, y segúnla cual no viajaría a américa hasta 1582, podría sugerir que era un hombre decierta solvencia económica para permitirse los criados que llevó.

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Alonso Hurtado, platero y fundidorPanamá, año 1580

al igual que antonio urraco, también alonso Hurtado es mencionado enla lista de personas que el Consejo presenta en 1580 para ocupar cargos en In-dias40. de acuerdo a lo recomendado por el Consejo: «Y en lugar de este antoniourraco, para el oficio de fundidor de la Casa de la Moneda de panamá, alonsoHurtado, hombre honrado y de confianza. en el entretanto vuestra majestadmanda disponer de este oficio como se había dado a antonio urraco»41.

Sobre el tiempo que Hurtado ocupó el cargo de fundidor no hay otras refe-rencias, ni tampoco se han encontrado hasta el momento datos adicionales sobreeste platero. Sin embargo se desprende con toda claridad del documento quealonso Hurtado contaba con toda la confianza del Consejo para ejercer una fun-ción tan delicada. Siguiendo el planteamiento que hice hace un momento res-pecto de la Casa de la Moneda en panamá, si Hurtado efectivamente viajó apanamá y ocupó el oficio de fundidor de dicha casa, bien pudo ser él quien hizolas mencionadas muestras de monedas.

Gerónimo Ferrón Barragán, platero y ensayadorPanamá, años 1584 a 1611

el 8 de julio de 1611, la audiencia de panamá en pleno, presidida por Fran-cisco de Valverdi de Mercado, gobernador y capitán general de tierra Firme, re-comendaba al platero gerónimo Ferrón Barragán, para que la Corona leconfiriese «merced en alguna ventaja o entretenimiento»42. Vale decir, algúncargo o empleo en el cual pudiera ocuparse y llevar una vida decente en premioa sus ejecuto rias y largos años de servicio al rey. Ferrón había llegado a panamáhacia 1584, 27 años atrás, y llevado una existencia agitada, envuelta en episodiosmilitares, aventuras marineras y selváticas, luchando fieramente contra indiosy piratas. desde 1605, en premio a esta carrera, el gobernador don alonso de So-tomayor le había nombrado capitán de la compañía de negros libres de panamá,y el mismo año 1611, cuando la audiencia le recomienda a la Corona para quele premie, emprende una feroz y sanguinaria campaña contra los indios cunas,que procedentes del golfo de urabá, atacan por sorpresa a Chepo, la fronteraoriental más lejana de panamá.

entre fines del siglo XVI y principios del siglo XVII, todavía tierra Firmeseguía siendo un país inestable y asediado de peligros. a fines del siglo XVI segeneralizó la venta de cargos públicos y renunciables, y muchos vecinos (criolloso españoles recién llegados) se abalanzaron a comprarlos, señal de que se coti-zaban. pero también señal de una sociedad que aspira a la permanencia (uncargo costoso suponía voluntad de arraigo, ya que habría de ejercerse en el lugardonde se compraba y si bien a veces se especulaba con los cargos, la gran mayoría

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se fue adquirido para ejercerlo y usufructuarlo en el propio lugar). Se ha soste-nido así, que este es un claro indicio de que para entonces ya en panamá se es-taba configurando una élite estable, un grupo de poder que había decididoquedarse43.

Los signos de la economía eran brillantes, de hecho espectacula res: las feriasalcanzan su cenit en la década de 1580, aunque luego empiezan un ligero decliveacompañado de una fase de desconfianza transitoria en la primera década delsiglo XVII44. en todo ese tiempo, por otra parte, la llegada de plata de las minasaltoperua nas, no cesaba. La fama del Istmo por sus ferias opulentas y el flujometalífero ya era celebrada en todo occidente. el ambiente comercial que existíaen panamá durante esos años debía ser alucinante y exótico, sobre todo para unespañol de provincia recién llegado. Los negocios eran fáciles. Se podía ascendersocialmente con una rapidez impensa ble en la madre patria, y enriquecerse to-davía más rápidamen te. pero también era una vida ruda, violenta, insegura. paraun hombre emprende dor y de espíritu aventure ro, sin duda una vida llena deposibilida des y promesas.

Fue ese mundo de promesas y posibilidades el que encontró el platero ge-rónimo Ferrón Barragán cuando llegó a panamá. para esas fechas habían tam-bién llegado otros plateros, y uno de ellos, pedro Maltés, también se curtió enlos teatros de guerra. pero ninguno de los plateros de esa genera ción acumulóuna hoja de servicios militares tan brillante como Ferrón. en 1608 tras muchosaños de servicio al rey, una honrosa carrera profesional y muchas fatigas milita-res, Ferrón Barragán consideró que era ya tiempo de reclamar alguna compen-sación. para ello, Ferrón presentó a la Corona una solicitud en regla en 1608 yenumeró sus aspiraciones en el siguiente orden. pedía en primer lugar que se lenombrara gobernador del pueblo de negros mogollones de Santiago del prín-cipe, cerca de portobelo. o bien, en «el oficio de ensayador y balanzario de lareal Caja de la ciudad de Los reyes» (Lima). o, finalmente, en el «oficio de en-sayador mayor y fundidor de la provincia de Veragua y Coclé», agregando aesta tercera opción que este cargo «lo había usado y tiene suficiencia para ello»45.o más claramente, que ya había ejercido el oficio de ensaya dor, dato nada sor-prendente para un platero, pero que puede iluminar ciertos aspectos de su bio-grafía, que los datos conocidos no revelan.

La lectura de su probanza de méritos permite recons truir sumariamente sutrayectoria vital en panamá, tanto por lo que dice explícitamente como por loque implica. Ya en 1584 formaba parte de una compañía miliciana local al mandodel capitán Francisco de nava Céspedes, «haciendo el oficio de sargento y alfé-rez, a su costa y sin sueldo». allí estuvo hasta 1595. en aquella época todos losvecinos debían vincular se de alguna manera a las compañías milicia nas existen-tes en la plaza (a principios del siglo XVII había cuatro en panamá), ya que noexistía entonces una guarnición regular y la defensa del reino debía recaer sobrelos propios vecinos.

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el ser alférez o sargento cumplía más bien una función de prestigio para elplatero, ya que no tenía paga («no se acostumbra» dicen los testigos) y salvopara los desfiles en días festivos y algunos ejercicios de fin de semana, quedabaen plena libertad de ocupar su tiempo en otra cosa, como el dedicarse a su oficiode platero. Ferrón casó en panamá, según todos los testimonios, «con mujerespa ñola honrada y principal». un paso, por lo además, acertado, para mantenersu estatus como vecino con posibilidades para una carrera social. Con ella, cuyonombre no se conoce, tuvo familia, y según los textos, adquirió casa propia. erapues, un hombre arraigado, que daba indicios no solo de estabilidad, sino tam-bién de bienestar económico. Se puede especular que este bienestar provenía desu taller o tienda de platería. Cuando en su solicitud a la Corona expresataxativa men te que ya «ha usado» y «tiene suficiencia» en el oficio de ensaya dor,esto permite inferir que ha sido, precisamente, ensayador en panamá.

Si fue ensayador, como probablemente lo era, significaría que por las manosde Ferrón pasaría un verdadero torrente de plata y oro que debía ser «ensaya -do», precisamente, en una ciudad como panamá donde el flujo metalífero eraincesante. Como tal ensayador, debía visitar los talleres, «obradores» y tiendasde los demás plateros de la ciudad, para comprobar la ley de las piezas, mediantela burilada, marcando con su propia marca46. es decir que debía vigilar mediantesus ensayes si el peso y la ley de las barras, tejos, barreto nes, de la plata y el orolabrados y las alhajas, se ajustaban a lo que establecía la normativa vigente yhecho esto estampar su nombre o marca propios. Cuidar que las tiendas y talle-res de plateros donde se labraba o vendían alhajas de plata, oro y piedras pre-ciosas, no se cometie sen fraudes o colusiones en los pesos y quilates, recono-ciendo para ello los marcos, pesos y pesas que se tuvieren para pesar los metalesen pasta y vajilla y todas las obras y alhajas que se estuvie ren trabajando en ellos.Juramen tar a los maestros, aprendi ces y oficiales que no cometían fraude ni te-nían más alhajas que las que se encontraban en los talleres visitados. Convocara elecciones del gremio de plateros y formar consejo con los mayordomos y di-putados para dirimir disputas internas. Vigilar que el oro y la plata no se labra-sen sin estar primeros ensayados, quintados y marcados. asistir a los exámenespara la aprobación de aprendices y oficiales y no consentir que en los obradorestrabaja sen artesanos que no estuvie sen examinados y aprobados y hubiesenafianzado pagar los quintos de lo que labraren. Cuidar que cada platero tuvierala marca de su nombre manifiesta a la justicia, para ponerla bajo de la marca dela ciudad. Imponer multas a los que transgredieren las disposiciones contenidasen las ordenanzas del gremio y las leyes vigen tes. Con estas multas, que eranrecaudadas por los oficiales reales y depositadas en las Cajas reales, se cubríanlos gastos en que incurría el ensayador en sus funcio nes47.

en sus delicadas tareas como ensayador debía manejar frecuentemente oro,plata, perlas y piedras preciosas, sin mencionar que tendría, muy verosímil -mente, frecuentes encargos para hacer obras de joyería y, dado el prestigio de

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su cargo, también objetos litúrgicos. todo ello le habría mantenido vinculadoregularmente con altas autoridades del gobierno local, visitando a menudo lareal Contaduría y los oficiales reales, y relacionándose con los miembros másdistinguidos de la élite local. Sin mencionar, por supuesto, su prestigioso ascen-diente en el propio gremio de plateros.

todas estas activida des debían verosímil mente producir le benefi cios, tal vezjugosos benefi cios. pero todo esto es especula ción. aunque lo cierto es que Fe-rrón Barragán tiene casa propia, está bien casado, posee por lo menos un esclavo(es el único que se menciona, pero probablemente tenía otros) y puede asumirfuertes gastos en las campañas militares a su propia costa.

Su hoja de servicios militares es impresionante y participó fervorosamenteen muchas de las acciones militares que tuvieron lugar en su tiempo en pa-namá. en 1596, cuando sir Francis drake atacó nombre de dios con la inten-ción de cruzar el Istmo y capturar panamá, Ferrón destacó en la batalla de Sanpablo, y su participación le valió un gran reconocimiento de las autoridades,que le ocuparon repetidas veces en otras campañas militares hasta muy en-trado el siglo XVII, como cuando amenazaba las costas del Caribe el conde deCumberland entre 1601 y 1602 y muy poco después, entraban por el pacífico20 velas holandesas enemigas. Su siguiente misión fue a la inhóspita Veraguasen 1605 bajo el gobernador Juan López de Sequeira, para someter a los indiosrebeldes de Coclé.

Su carrera militar fue brillante. Había empezado en 1584 como sargento,luego es ascendido a alférez de una compañía local. en 1596 Sotomayor lo pro-mueve a ayudante de sargento mayor. en 1606 ya es capitán de una compañía.para esas fechas Ferrón empieza a quejarse de enfermedades adquiri das a con-secuencia de las campañas militares y a considerar que había hecho méritos su-ficientes para aspirar a algo mejor que un simple rango de capitán de milicianos.Sin embargo su petición de 1608 no produjo efectos, porque en 1611 la audienciapersiste en recomendarlo al rey para que le de algún premio en qué «entrete-nerse». todavía era capitán de las milicias.

ese mismo año, atacan los cunas a Chepo y se abre un nuevo frente militar.dado que Ferrón había demostrado tal coraje luchando contra enemigos supe-riormente armados, se le puso al frente de esta campaña, que fue sanguinaria,aunque fracasó. Fue a partir de entonces que la estrella del platero empezó a de-clinar48. después de este inútilmente sangriento episodio, el nombre de Ferróndesaparece de los documentos. no se sabe si la Corona accedió a sus peticiones,y si dejó panamá para convertirse en gobernador de los mogollones, fundidor ybalanzario de las Cajas de Lima o ensayador de las minas de Veraguas. o si mo-riría sin haber cumplido ninguno de estos sueños.

Ferrón Barragán deja también otras incógnitas. Como muchos plateros quellegaron a américa en aquellos tiempos, pudo haber viajado cuando ya se habíaformado en el oficio en españa. Cuando envía sus peticiones a la Corona solo

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declara ser oriundo «de Castilla». tampoco se sabe a qué edad dejó su tierra.pero hay una referencia a su apellido en la ciudad de Llerena que me mueve auna especula ción adicional, y no me animaría siquiera a sugerirla de no ser porsus posibles implicacio nes. Según los estudios de Cristina esteras Martín sobrela ciudad de Llerena, en extremadura, esta población fue un centro de plateríade gran importancia desde el siglo XV, destacándose entre sus plateros localesun Manuel Ferrón, que confirmó un hijo suyo en junio de 1571, de nombre ge-rónimo49. dado que era común que entonces los hijos de los agremiados siguie-sen el mismo oficio de sus padres y que fechas y nombres son tan próximos anuestro platero, ¿sería legítimo sospechar que se trata de la misma persona? esun problema que queda abierto a futuras verifica ciones.

Cristina esteras dice que gerónimo Ferrón era hijo legítimo de ManuelFerrón y Leonor rodríguez. pero el que nuestro gerónimo no se apellidase Fe-rrón rodríguez sino Ferrón Barragán no se opone a mi hipótesis, ya que enaquella época los apellidos se utilizaban con mucha arbitra riedad, prefiriéndosea veces el de la madre al del padre, o usando el de algún otro antepasado cer-cano. en cuanto a la fecha de su confirma ción, significa que ya en 1571 geró-nimo Ferrón, el hijo de Manuel y Leonor, debía tener entre siete y doce años, esdecir, con uso de razón para que pudiera darse, precisamente, ese sacramento.Si nuestro gerónimo llegó a panamá en 1584, y fue confirmado en 1571, consiete o doce años, entonces habría dejado la madre patria cuando tenía entre 20y 25 años, una edad en la que ya habría podido concluir sus exámenes de oficial,e incluso de maestro platero, y muy apropiada para emprender la aventura deamérica.

Pedro López Mejía, plateroPanamá, años 1586-1609

Contemporáneo de Ferrón Barragán fue el platero pedro López Mejía. Comoen muchos otros casos que se analizan en este trabajo, su nombre se encuentraen un interrogatorio donde brinda declara cio nes. aunque esta mención es muyescueta, no deja de revelarnos algunos detalles sobre la vida del platero, a la vezque nos permite proyectar su personalidad profesional en el contexto históricoen el que se produce, precisa mente, el interrogatorio. es más, gracias a esta in-serción de los plateros en este tipo de documenta ción, podemos asomarnos,como en el caso que ahora nos ocupa, a ciertos aspectos de la realidad económicaque hasta ahora se conocen muy poco.

La pesquería de perlas fue una siempre de las más importantes «granjerías»de los vecinos de la ciudad de panamá, durante el período colonial, aunque tuvosus épocas de alzas y bajas. en panamá, la zona perlífera por excelencia era elgran golfo de panamá, que se abre en toda su extensión, precisa mente, frente ala ciudad de panamá, de modo que la situa ción de esta es privile giada.

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en un testimonio sobre el tema de la pesquería de perlas, López Mejía de-claró haber llegado a panamá «ha 23 años», es decir, hacia 1586, ya que el inte-rrogatorio se hace el 18 de febrero de 1609. Llegaría pues, un par de años despuésque Ferrón Barragán y debió ser contemporáneo del platero tomé Barrien tos,del fundidor antonio urraco, del también fundidor alonso Hurtado y de pedroMaltés. Cuando llegó al reino, dice López Mejía, se encontra ban en las pesque-rías de perlas veinte berganti nes, aunque otros deponentes decían que eran 30los bergantines. de sus declaraciones se desprende que conocía bien esta activi-dad y que eso era así, verosímil mente, porque gracias a su oficio de platero habíapodido relacionarse de manera regular y permanente con los que le traían perlasextraídas del archipiéla go. Concluye su declaración diciendo «ser de edad de 56años», luego habría nacido hacia 155350. Virtualmente a esto es todo lo que se re-duce lo que se sabe por el momento sobre este platero.

Francisco Laínez, plateroPanamá, año 1590

una somera referencia a este platero, aparece en la data o erogaciones delas Cajas reales de panamá de 1590, correspondientes a las reducciones de ne-gros cimarrones de Bayano. en estas cuentas se indican los pagos hechos al pla-tero Francisco Laínez por algunas obras de platería para la doctrina de negrosde la iglesia de San Miguel de Bayano. Según el documento, Laínez realizó parael aderezo de este templo «tres encimeras y un platillo de plata que hizo para elolio y crisma de San Miguel de Vallano en que entraron tres marcos y mediaonza de plata». por estos trabajos Laínez recibió como pago cincuenta y cincopesos y cuatro reales de plata corrien te51. Vale la pena resaltar que se trata de laprimera referencia documenta da a obras de platería hechas en panamá para elservicio litúrgi co.

dado que un marco de plata pesa ocho onzas, las piezas tendrían un pesototal de 24 onzas y media. La plata denominada «corriente» era de 9 reales elpeso. es decir, que se le pagaron a Laínez 499 reales por 24 onzas y media deplata labrada, y a razón de 20 reales y décimas la onza. general mente, los plate-ros ponían la plata y el oro que sería usado en las obras, y aunque no sabemossi este fue el caso, las cuentas que siguen parecen indicarlo así.

Laínez ya residía en panamá en 1606, cuando un potentado local, Franciscoterrín, señala la ubicación de su casa, que lindaba con otra suya, en un inventariode sus posesiones urbanas en el recinto de la ciudad que deja para obras píascon objeto de dotar al convento de monjas de La Concepción, entonces reciénfundado52. Se ha estimado el valor de esta casa en 3,000 pesos, una cifra que eranormal para una casa de cierta categoría en aquellas fechas. en 1618, cuando susobrino agustín Franco, albacea y administrador de estos bienes, hace un nuevoinventario de las casas de la dotación que dejó terrín para las monjas, señala el

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nombre de los inquili nos: todos son individuos del alto funcionariado o de laélite local. todas eran, obvia mente, casas dignas para este nivel social. este erael caso, como sería de esperar, de la casa que quedaba frente a La Compañía53.

el otro vecino, Lorenzo de roa, era uno de los ricos de la ciudad, tenía unenorme hato ganadero y se dedicada a varios negocios. el platero Laínez vivíapues, en el mismo centro urbano, a no más de dos cuadras de la plaza Mayor, yen una vecindad distinguida.

Otros plateros documentados

otros plateros documentados para el siglo XVI son pedro López Mexía en1597, quien paga 31 pesos y un real de 9 reales, por el quinto real por «25 mar-cos y 4½ onzas de plata por un platoncillo, 6 platillos, 3 escudillas, una tacitapequeña, una cuchara, y un tenedor a los que echó la marca real»54; Franciscotello quien paga en la Contaduría de panamá 56 pesos 4 reales por el quintode plata en 1599, registro en el que se hace referencia a otros plateros; y Juande Moya, que tasa unas perlas del oidor alonso de la torre, extraídas de la isladel rey55.

Plateros en Panamá durante el siglo XVII

Los talleres de plateros en 1607

en una conocida descripción de la audiencia de panamá fechada en 1607,se hace mención a la existencia, solo en la ciudad de panamá, de cuatro «pla-teros de plata» y otros tres «plateros de oro»56. total, siete profesionistas de laplatería. dado que, según la misma descripción, la ciudad apenas contaba con548 vecinos blancos empadronados y una población total, con blancos, negros,mulatos y mestizos (casi no hay indios), de unas 5,800 almas, la proporción deplateros parece extraordinaria, o cuando menos sorprendente. La misma des-cripción da una relación numérica puntual de todas las demás ocupaciones yoficios registrados en la ciudad. Los plateros de plata y oro representan el 5%del total.

todo esto significa, por supuesto, que existía una variada y bien definidajerarquización de la sociedad y, sobre todo, un mercado urbano asaz exigente,donde había abundante demanda de mano de obra calificada en la diversidadde oficios que son necesarios en cualquier ciudad con una economía más omenos dinámica y en proceso de expansión. porque, ¿de qué otra manera expli-car la presencia, en una comunidad urbana con menos de 6,000 habitantes, mu-chos de ellos en realidad esclavos y con muy limitada capacidad adquisiti va, deuna proporción tan notoriamente alta de carpinte ros, sastres o plateros?

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pero esto no debe sorprender. para principios del siglo XVII (y probable-mente desde finales del siglo anterior) ya panamá era una sociedad que habíaalcanzado cierto grado de estabilidad y por lo menos su élite o aristocracia yahabía echado raíces y daba claras señales de estarse consolidando social, políticay económica mente. era una élite rica, como lo demuestran dos padrones de ri-queza de 1570 (c) y 1607, donde se indican las fortunas en términos cuantitativosde los muy ricos, los ricos y los acomodados. de hecho, con niveles de riqueza,o mejor, con una densidad de riqueza, considera do el conjunto de la poblaciónurbana, que fácilmente rebasaba la de cualquier ciudad española o europea con-temporánea de escala comparable57.

panamá era una sociedad rigurosamente jerarquizada, con una nutrida po-blación de altos funcionarios. es decir, que había una importante y relativamentenumerosa población de alto nivel que debía mantener las apariencias propiasde su elevado estatus con todos los signos visibles del poder y la categoría quela moda o el lujo permitían entonces.

pero además, por panamá pasaban regularmente todos los altos funcionarios,desde los virreyes con todo su apretado séquito de parientes, empleados y allega-dos, los obispos, los oidores y todos los demás funcionarios de alto, mediano obajo rango que eran asignados para Sudamérica. Y, finalmente, panamá era elpunto de encuentro obligado, de toda la masa de mercaderes, tratantes y subal-ternos de estos que acudían para la actividad comercial que generaban las ferias.una actividad que, ahora sabemos, no se limitaba a solo el encuentro mismo de laferia en portobelo, que solía durar de 40 a 60 días, sino que retenía en panamá alos mercaderes tanto de perú como de españa y otras partes de américa durantemeses58. era este mercado el que justificaba tantos talleres de platería.

He logrado rescatar la identidad de por lo menos cinco de los siete platerosque estaban activos para la fecha de la mencionada descripción y que probable -mente sean los mismos que en ella se mencionan. para 1602 tengo identificadosa pedro de gálvez y gerónimo Hurtado. entre 1584 y 1611 actúa el platero capi-tán gerónimo Ferrón Barragán, que en 1608 aspira al cargo de ensayador y fun-didor de las Cajas reales de Veragua y Coclé y que ya había ejercido el cargo deensayador verosímilmente en el mismo panamá. todavía en 1606 el platero Fran-cisco Laínez, seguía residiendo en la capital. en 1609 aparece también el nombredel platero pedro López Mejía. un poco más tarde, son mencionados los nom-bres de los plateros Fran cis co Lozano y Sebastián agustín. a continua ción haréuna breve relación documen tal de todos ellos. de esta lista excluyo a Ferrón y aLópez Mejía por haberlos ya discuto en el capítulo anterior. empezaré por gál-vez y Hurtado.

Las referencias al platero de oro pedro de gálvez y el platero de plata ge-rónimo Hurtado son muy someras. ambas proceden del pleito que presentaronlas monjas del convento de La Concepción al alguacil mayor de la ciudad, agus-tín Franco, con relación a las propiedades que había dejado para dotación del

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convento Francisco terrín en una cláusula testamentaria de 1602. Franco era ad-ministrador de los bienes dejados en la herencia de terrín como su sobrino y al-bacea. en el voluminoso expediente de la demanda presentada por las monjas,se exhumaron viejos papeles de la testamentaría, y en uno de ellos encontramosla tasación que se hizo a la dote de la monja doña Beatriz de Ysasiga, en 1602.para ello se habían contratado los servicios de dos tasadores: pedro de gálvez,que actúa como joyero o «platero de oro» y gerónimo Hurtado, como «platerode plata». Su función consiste simplemente en evaluar las piezas59.

pedro de gálvez fue ya mencionado al tratar sobre el platero pedro LópezMejía y referirme a la pretensión de los dueños de bergantines que se dedicabana la pesquería de perlas en el golfo de panamá en 1609. gálvez aparece allí comouno de los siete dueños de bergantines60. Como allí señalé, según las fuentes con-temporáneas, un bergantín típico completamente equipado, además del casco ylos aparejos, más los esclavos, solía costar unos 6,000 pesos ensayados o unos10,000 pesos de ocho61. además, por lo general los dueños de bergantines solíantener una estancia en el archipiélago con cultivos, ganado algunos negros escla-vos, siendo a veces propietarios de toda una isla. Si este fue el caso de gálvez,debió ser un platero muy acomodado.

en 1620 la orden de San Juan de dios se hizo cargo del viejo hospital deSan Sebastián de la ciudad de panamá, que se rebautiza con el nombre de hos-pital de San Juan de dios62. una de las primeras medidas que tomaron los monjesjuaninos al posesionarse del hospital fue inventariar todos sus bienes, en su casitotalidad obras pías y bienes inmuebles urbanos. Su gran fortuna consistía enestas propiedades, que, incluido el propio hospital, sumaban 19. Los demás in-muebles eran 18 casas de vivienda de distintos tamaños y valores que con losaños habían ido agregándose a los bienes del hospital por legados de los veci-nos63. una de estas casas era habitada por un platero, Francisco Lozano. Se tra-taba de una casa amplia, costosa, y era «casa nueva en la calle de la Carrera», esdecir, en la vía comercial más activa e importante de la ciudad. otro platero tam-bién alquilaba casa a los juaninos. Se trata de Sebastián agustín, también platero,alquila una de las más pequeñas (y modestas) de solo una lumbre de frente (unos4 metros), cuya planta baja o bodega, probablemente ocupaba con su taller uobraje de platería64.

Los monjes juaninos presentaron en 1629 un nuevo listado de sus propie-dades con el alquiler que habían pagado los inquilinos desde el año 1620, esdecir, durante los últimos nueve años65. allí aparecen nuevamente Lozano (aun-que con el nombre de Juan, no de Fran cisco, pero es obvio que se trata del mismoindividuo), e igualmen te Sebastián agustín. el primero aparece pagando porcada uno de los siete años de alquiler de la casa que ocupaba, 270 pesos, y agus-tín, también por cada año, 135 pesos, o sea, once pesos por mes66. es obvio queel tamaño de la casa se reflejaba en el alquiler. el alquiler de Lozano es el doblede caro.

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Volvemos a encontrar nos con Sebastián agustín en las nóminas de vecinosde panamá que entre 1622 y 1623, acudieron con un donativo a la Corona en unade las endémicas crisis financieras del Imperio. agustín donó 12 pesos de suspropios haberes67. no es mucho, pero tampoco era una suma desdeñable, señalde que tal vez no le iba tan mal en su oficio y podía desprenderse de la mismasin que su hacienda se resintiera.

Maestro de la custodia de LlerenaPanamá, año 1651

en la dilatada relación de plateros que se ha examinado hasta aquí, con lasolitaria excepción de Francisco Laínez, no se ha observado ninguna vinculaciónde obra de platería, ni secular ni litúrgica, realizada por plateros de panamá. ob-viamente se hicieron, porque de otra manera no se habría justificado la presenciade tantos plateros, habiendo, contemporáneamente, como ya se ha señalado,hasta siete en la capital.

Lo cierto es que hasta ahora se muestra un panorama de obras de plateríatotalmente desierto. pero esto es engañoso. el hecho de que no queden testimo-nios literarios, no prueba, obviamente, que no hubiese obras de platería, inclusoimportantes. una evidencia muy clara, si bien que solitaria, es la custodia deplata labrada en panamá en 1651 que se conserva en la parroquia de Santiagode Llerena, en la provincia de Badajoz.

Su identificación se debe a Cristina esteras Martín, que la menciona repro-duciendo su fotografía en su obra El arte de la platería en Llerena: Siglos XV alXIX68. La pieza, que aunque de modestos méritos artísticos, resulta significativa,porque es uno de los escasos testimonios materiales que aún se conservan de laobra de un platero del panamá colonial, fue un regalo de pedro oliveros a laiglesia de Santiago de Llerena69.

en 1651 el comerciante llerenes pedro de oliveros encargó a un platero depanamá la realización de una custodia que tuvo como destino la parroquia deSantiago en la ciudad de Llerena, provincia española de Badajoz70. Informaciónque consta en una inscripción que recorre el pie de la pieza y que lee: «esta cus-todia dio de limosna pedro de oliveros a la yglesia de Santiago en llerena hiçoseen panamá en el año de 1651»71.

desgraciadamente la obra no está marcada, ni la documen ta ción que laacompaña aporta el nombre de su autor, por lo que no es posible por el mo-mento identificarlo. Si bien puede ser que el artífice de la pieza fuese uno delos plateros que se han podido identificar trabajando a caballo entre la últimaparte del segundo cuarto del siglo XVII y la primera mitad del segundo cuartade ese siglo, a saber: Sebastián agustín, Jacinto Carrión o tomás de açereto72,también es posible que fuese otro. de esa manera, hasta que esto no se pueda

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esclarecer, le identificaremos como «el maestro de la custodia de Santiago deLlerena».

Jacinto de Carrión, platero de oroPanamá, año 1635

otro ejemplo de platero del que se sabe muy poco es Jacinto de Carrión. Sele menciona como tasador de los bienes consignados en la carta o escritura dotalconferida en panamá el 19 de octubre de 1635 por el matrimonio del capitán donordoño de Salazar y doña Vitorina de Salinas y Zúñiga, en favor de su hija legí-tima Juana de Salazar y Zúñiga, quien se aprestaba para viajar a la ciudad deguatemala a fin de desposarse con el presidente, gobernador y capitán generalde guatemala, don Álvaro de Quiñones osorio, marqués de Lorenzana. Se tra-taba de una dote cuantiosa, que Carrión, junto con otros tasadores, el capitándon tomás de Quiñones, pariente cercano del marqués, y el licenciado pedroChacón, evalúan en la para entonces considerable suma de 50,000 pesos, hastaahora la dote más importante conocida para panamá durante el período colonial.Carrión aparece como «platero de oro», lo que indica su especialidad como jo-yero. al final de la tasación, estampa su firma, junto con los demás tasadores,los padres de la novia y el escribano73.

esta escritura dotal aparece inserta en uno de los pleitos más interesantesque se hayan conservado para el período colonial panameño referentes a bienesde difuntos ab intestato. aunque los autos de este pleito iluminan asuntos muydiversos de aquella época, referiré solo aquellos aspectos que me interesa des-tacar. en primer lugar, incluye varios codicilios testamentarios de distintos pa-rientes de las familias envueltas; en segundo lugar, revela las múltiples inter-pretaciones posibles que podían darse a la ley cuando, como en este caso, losbienes de los difuntos quedaban sin testar y su valor era considerable, surgiendoasí muchos aspirantes a la herencia; en cuarto lugar, aparecen detalladamentemencionados los distintos lazos de parentesco correspondientes a tres núcleosfamiliares de la élite panameña hasta la cuarta o quinta generación y, finalmente,el inventario minucioso de la dote mencionada, cuyas joyas y platería tasa elplatero Jacinto de Carrión.

Las circunstancias de este pleito dan asidero a suponer que varias de lasjoyas de la dote de Juana de Salazar habrían sido confeccio nadas por el propioJacinto de Carrión. ¿por qué no? después de todo es a él a quien se elige para latasación dada su condición de platero de oro, es decir, como joyero. por otrolado, varias de las joyas con bastante probabilidad pudieron haber sido hechasen américa (nuevamente, ¿por qué no en el propio panamá?), como aquellas deoro adornadas con esmeraldas, una piedra preciosa de alta estimación y crecientepopularidad en aquella época y que se producía en las minas de la cercana

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nueva granada. pero sobre todo, las joyas confeccionadas con perlas, con todaprobabilidad extraídas en las aguas del golfo de panamá. Lo mismo podría de-cirse de algunas de las piezas de platería de la dote. Y si no Jacinto de Carrión,bien pudieron ser sus autores los plateros Francisco Lozano o Sebastián agustín,sus contemporáneos. parece lógico concluir que gran parte de los objetos sun-tuarios de esta dote muy probablemente fueron obra local, realizados por algu-nos de los varios plateros que contemporáneamente vivían en panamá.

Tomas de Açereto, maestro platero de oro, mulatoPortobelo, años 1607-1647

tomás de açereto nace hacia 1607 y ejerce en portobelo como «maestro pla-tero de oro», en 1647, cuando tenía, según su propia declaración, cuarenta años.todo lo que se sabe de él procede de un sorprendente juicio que se le sigue a untal pedro gómez de torres, joven hidalgo cordobés, preso por amancebamientoen la cárcel pública de portobelo en 1646 y luego acusado de asesinato. Las re-ferencias a açereto no pertenecen a la sustancia de este juicio y son más biensubalternas, sin embargo, como varias veces se hace alusión a sus relaciones congómez de torres y a su vez el propio açereto se presenta ante las justicias pararendir detenida declaración, logramos conocer no solo algunos datos sobre suvida y relaciones de manera expresa y directa, sino que hay otros aspectos de subiografía que pueden entreverse o adivinarse en los textos, si bien que no se in-dican en estos de manera explícita74.

tres son los datos directos que ofrece esta documentación sobre açereto.Que en 1647 tiene 40 años, luego habría nacido en 1607. Que en portobelo esdueño de casa y que allí ejercía de maestro platero de oro. Que era mulato. Queestuvo en Córdoba, donde conoció a la familia de gómez de torres. Que viajóen la flota de galeones de Vega Bazán, en la misma nave donde iba gómez. Quegómez y açereto eran probablemente amigos o en todo caso muy allegados.esto último parece sugerirlo ciertos hechos: el conocerse en Córdoba (o al menosconocer açereto a la familia de gómez), viajar juntos la travesía atlán tica, acogeraçereto a gómez en su casa, acompañado de su concubina, a sabiendas del es-cándalo de amanceba miento, tratar açereto de proteger los bienes de gómezsustrayéndo los del depósito donde se encontraban y finalmente, declarando enel juicio a su favor cuando a gómez de torres se le acusa de haber asesinado alalguacil mayor al tratar este de ponerle en el cepo y con grillos.

La documentación nos lo muestra además con una personalidad desenvuelta,casi temeraria, como el hecho de desafiar a la autoridad dando protección a unapareja de amancebados, o hurtar bienes ajenos en depósito judicial. es decir, comootros plateros hasta ahora examinados aquí, muy distante de la imagen de un mo-desto profesionista, encerrado en el oscuro cubículo de su tienda, ejerciendo suoficio con tranquila dedicación y atendiendo humilde mente a su clientela.

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Joseph Muñoz, plateroAño 1675

el platero Joseph Muñoz está documentado en un extenso expediente refe-rente a los dueños de recuas de mulas que padecieron quebrantos financierosen la feria de 1675. Muñoz era dueño de una recua de 14 mulas, pero «sus acre-edores le quitaron las mulas por no tener con qué pagarlas». Le debió ir muymal en la feria pues su recua «se acabó muy a los principios del trajín»75. estecaso ilustra que los plateros se dedicaban a cualesquier actividad donde encon-traban oportunidades de hacer negocios.

Diego Simón de Arias, maestro platero, fundidor y contrastePanamá, años 1693-1717

diego Simón de arias es mencionado en una petición fechada en 1717 porel maestro platero y fundidor Juan de León, donde este solicita que se le confirmecomo fundidor real de panamá, cargo que había estado desempeñando desdehacía 23 años76. Según de León, el maestro platero diego Simón de arias habíasido el anterior fundidor pero por estar este último «embara zado en el con-traste», es decir, haciendo de fiel contraste de la ciudad, no podía seguir asis-tiendo a las fundiciones, teniendo él que sustituirle en el cargo77. así lo confirmael propio marqués de la Mina, presidente, gobernador y capitán general de pa-namá, en el título de fundidor que expide a favor de Juan de León:

por cuanto diego Simón de arias, fundidor de oro se haya embarazado enel contraste de esta ciudad, cuyo oficio tiene...78.

Se sabe por la fecha en que se le expide el título a de León que este habíasustituido a diego Simón en 1693, por lo que con toda seguridad se puede afir-mar que arias ocupó el cargo de fundidor hasta ese año, ocupando a partir deesa fecha el cargo de contras te. probablemente arias fue el contraste de la ciudadhasta que entró en el ejercicio de este cargo rodrigo uríes de Carmona, quiencomo se verá más adelante, lo ocupaba ya en 1707.

Capitán Juan de León, maestro platero de oro y fundidorAños 1694-1717

La información sobre Juan de León indica que estuvo activo como maestroplatero en panamá ocupando el cargo de fundidor de oro entre 1693 y 1717.datos sobre el platero pueden seguirse gracias a un interesante grupo de cartasy certificaciones relativas a su petición de que la Corte le despache el título defundidor real de la ciudad de panamá, ya que hacía 23 años que ocupaba elcargo, pero nunca había sido confirmado en él.

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entre los documentos que acompañan la solicitud del platero aparece unacertifi ca ción oficial presenta da por don tomás Francisco de ayala, tesorero dela real Hacienda del reino de tierra Firme y provincia de Veragua, quien indicaque en el Libro Manual de la real Contaduría donde se asientan las cuentas delaño 1693 se encuentra registrada una partida con fecha 17 de abril de ese año,en la que consta que el maestro platero de oro, capitán79 Juan de León, había pa-gado en la real Caja los 16 pesos en que se tasó la anata correspondiente al cargode fundidor real80. Se indica también en la misma fuente que este nombra mientode fundidor real, le había sido otorgado por el gobernador de panamá y desdeel día en que abonó el impuesto del cargo en 1693, hasta la fecha de la certifica-ción, 30 de junio de 1716, el platero lo había ejercido y continuaba ejerciendo deforma ininterrumpida a lo largo de 23 años, 3 meses y ocho días, «asis tiendo esteministerio siempre que se ofrece hacer fundiciones en esta real Contaduría»81.

el 1 de abril de 1716, el escribano mayor del Cabildo de la ciudad de pa-namá, capitán don Bernabé de Bañuelos, también había dado testimonio de queel capitán y maestro platero Juan de León, «ha ejercido y ejerce el cargo de fun-didor de oro de la ciudad de panamá por nombramiento del presidente y ge-neral de artillería marqués de la Mina»82. además añade que el mismo ha vistoal maestro platero «repetidas veces y que por el susodicho se han hecho en lareal Contaduría todas las fundiciones de oro pertene cientes a su majestad yparticulares»83.

apoyando la certificación del escribano Bañuelos se reproduce copia del tí-tulo de fundidor que el marqués de la Mina expide en favor del platero. Conarreglo a este documento el marqués expone lo siguiente:

... atendiendo a la fidelidad e inteligencia de Juan de León, maestro de pla-tero, en nombre de su majestad y como su gobernador y capitán general deeste reino, le nombro por fundidor de oro para que con él y no con otra per-sona se haga en la real Contaduría las fundiciones del oro que se manifiesteante los oficiales de la real Hacienda para que se recauden los reales quintosque tocan a su majestad, advirtiéndole que no ha de poder fundir en otra parteque en la dicha real Contaduría y en presencia de los dichos oficiales reales alos cuales ordeno le hagan y tengan por tal fundidor de oro y le hagan acudiry pagar todos los días que le pertenezcan por esta razón y de este despacho latomen en la real Contaduría para la cual le mandé dar firmado de mi mano,sellado con el sello de mis armas y refrendado de mi secretario en panamá, en13 de abril de 1693 años84.

en 1717 el Consejo de Indias pide a una voz autorizada su opinión sobre lalabor de Juan de León en el oficio de fundidor. este será don Joseph Hurtado deamezaga cuyo período de incumbencia como presidente, gobernador y capitángeneral de tierra Firme coincidió con los años en que Juan de León ya ejercía

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como fundidor real de panamá85. Hurtado de amezaga responde explicandoque conoció al platero durante el tiempo de su presiden cia en panamá y, segúnsus palabras:

... le experimenté justo y leal en la fundición del oro y me consta lo fue igual-mente en el de mi antecesor como también que en el tiempo de las armadas yde los directo res del asiento de negros que corrió por los portugueses, por losfranceses y al momento por los ingleses recibían y reciben dicho oro de la fun-dición de este interesado sin más prueba que la de ver su marca, por la seguridadque tienen de su justicia y legalidad. a que se añade que siendo hombre de caudalsuficiente quedan tanto más afianzados los reales intereses, que es cuanto eneste asunto puedo informar...86.

dos aspectos de importancia revelan esta fuente. primero se ha de subrayarel hecho de que para los administradores de los sucesivos asientos negreros –aquienes se les pagaba en oro– les bastaba comprobar que el oro que se les entre-gaba ostentaba el punzón de Juan de León para tener la seguridad de la honra-dez del ensaye. el segundo aspecto todavía es más revelador. Según Hurtadode amezaga, el platero Juan de León contaba con una desahogada situación eco-nómica, lo que podía constituir una seguridad adicional de su honradez. no te-niendo apuros económicos, el riesgo de que cometiera algún fraude era eviden-temente menor.

debió gozar, ciertamente de alguna solvencia económica ya que en otro do-cumento ajeno por completo al asunto de su confirma ción como fundidor, el pla-tero Juan de León aparece nada menos que como acreedor del rey. en efecto, enuna certificación del contador de resultas de las reales Cajas de panamá, do-mingo Boniche Luna, consta que «a Juan de León, maestro de platero se le deben25 pesos que prestó a su majestad en once de junio de 1709». esta certificaciónfue dada por Boniche el 28 de abril de 1717, lo que indica que todavía entonceslas Cajas reales seguían siendo acreedoras de León87. es precisamente ese añocuando, como vimos antes, se ventilaba en el real y Supremo Consejo de Indias,en Madrid, la confirmación de este platero como fundidor real.

Sin embargo, a pesar del desprendimiento del platero atendien do a los apre-mios económicos de la Corona, parece que esta no le reciprocó con la misma ge-nerosidad. al menos eso es lo que con claridad se infiere de la opinión del fiscaldel Consejo de Indias anotada al margen de la petición de Juan de León88. enese documento se denuncia el procedimiento irregular del marqués de la Minay de los oficiales reales de panamá al otorgarle el título de fundidor a Juan deLeón.

el parecer fiscal lleva fecha de Madrid, 3 de noviembre de 1717. a conti-nuación viene la resolución del Consejo, fechada tres días después: «desecuenta a su majestad para que mande lo que fuere servido». Y una línea más

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abajo, la expresiva abreviatura «f[ec]ho», que acompaña generalmente las mi-nutas del Consejo cuando ya se ha tomado resolución e incluso redactado unborrador de consulta para elevar al rey. en otras palabras, que esta supremainstancia que era el Consejo dejó en manos del monarca el problema.

no se sabe en qué concluyó, por tanto, la gestión de de León. pero, por unaparte, es obvio que el fiscal se inclina por favorecer al peticionario, si no con laconfirmación del cargo de fundidor de oro, como pide, ya que esto sería irregular,sí al menos con otro premio. Son tan abrumadoras las recomendacio nes y de tanalto nivel, que no puede menos que reconocer sus méritos. pero la ley es la ley.

por eso no deja de ser sorprendente que las autoridades locales en panamáno hubiesen reparado en 23 años que el cargo de fundidor de oro era de los ven-dibles y renunciables y que no era de libre nombramiento, como se hizo con deLeón. Lo que podría sugerir una hipótesis. por un lado, que no había muchosplateros dispuestos a disputarse el cargo, ya que de otra manera habrían apare-cido competidores. por otro, que después de todo, tal vez no era un oficio tanapetecido.

Plateros en Panamá durante el siglo XVIII

Rodrigo Uríes de Carmona, plateroAño 1707

He señalado la importancia que tuvieron las pesquerías de perlas en el golfode panamá y otras partes del pacífico istmeño. dado que las perlas van a con-vertirse en piezas esenciales de la joyería suntuaria local, y que las joyas consti-tuyen parte fundamental del ajuar de las élites, por razones no solo de prestigiosino también de seguridad económica, será característico de los inventarios dedotes, testamentos o embargos, que incluyan joyas exornadas con hermosas per-las que debían ser tasadas o evaluadas por contrastes o por maestros «platerosde oro» del siglo XVIII.

Muchas de las intervenciones de los contrastes y otros joyeros o peritostasadores forman parte de autos y expedien tes judiciales por causa de perlasexóticas de extraordinario valor. estas perlas no eran elementos de una obrade joyería, y se encuentran todavía en estado bruto, pero debido a su notablequilataje, superior oriente y gran valor, no podían ser retenidas por sus prime-ros dueños ya que, según la legislación vigente, debían pasar a propiedad dela Corona89.

uno de los pleitos que ocasionó el intento por defraudar al Fisco mostrandoperlas de menor quilataje a las encontradas en el buceo, fue el que se le siguió aun tal antonio anzil de elizalde, quien quiso defraudar al Fisco mostrando unaperla distinta a la que encontraron los buzos y que estos dijeron era otra la que

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habían sacado. en este, como en todos los casos, se hacía comparecer a los pla-teros contrastes para que dieran su testimonio pericial, gracias a lo cual se llegaa conocer sus nombres.

uríes de Carmona intervino en este pleito donde declaró como contraste.el presidente de la audiencia, marqués de Villarrocha, le ordenó hacer tres mol-des de plomo y estaño para que hiciera una evaluación más precisa de la perlaque había perdido u ocultado anzil de elizalde. el primer molde trataría de re-producir el dibujo de la perla que fue encontrada por los buzos. el segundo co-piaría la perla a la que se le habían quitado varias capas para hacerla parecerdistinta. el tercero imitaría la perla que mostró anzil de elizarde.

era inevitable que este pleito resultara interminable, como solía ocurrircuando se trataba de asuntos de esta naturaleza, y que no podían fallarse fácil-mente en la Colonia, acabando por trasladarse al Consejo de Indias para queeste dictaminase. Llegó a Madrid, y acabó formando parte del archivo de Indias.Y es gracias a ello que nos informamos sobre el contraste rodrigo uríes de Car-mona, que hasta ahora no parece dejar más huella documental que la de su fugazintervención haciendo los mencionados moldes de plomo y estaño90.

Carmona fue probablemente el contraste que sucedió en el oficio a diegoSimón de arias. Y fue, posiblemente el antecesor inmediato en el cargo de con-traste del siguiente maestro platero, dionisio Clemente de la Balza.

Dionisio Clemente de la Balza, platero de oro y contrasteAños 1712 a 1747

dionisio Clemente de la Balza, platero de oro y contraste, nativo de panamá,es hasta el momento el mejor documentado de todos los plateros que trabajaronen tierra Firme durante el período colonial. Más de media docena de expedien -tes distintos lo documen tan durante un dilatado espacio de tiempo que se ex-tiende entre 1712 y 1747, lo que se explica no solo por su largo ejercicio comoplatero en panamá durante ese lapso, sino también por su condición de con-traste, cargo este que era muy a menudo requerido para avalúos y tasaciones deplata labrada, perlas, piedras preciosas y joyas en inventarios de testamen tos,dotes, pleitos y embargos.

La más antigua referencia documental directa conocida donde aparece ex-plícitamente mencionado dionisio de la Balza data de 1718 y forma parte de losautos por contraban do en que se implicó al maestro cerero de la ciudad de pa-namá, Miguel de los reyes91. Según se explica en la cabeza de estos autos, Mi-guel de los reyes había pasado sin licencia de la ciudad de panamá a la deportobelo, llevaba consigo varias planchas de plata fundida para comprar mer-cancías de contrabando a comerciantes extranjeros que en varios navíos mero-deaban por la costa caribeña de panamá. estas planchas de plata se habíantrabajado en el taller de platería del contraste dionisio Clemente de la Balza.

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reyes y otros individuos de la ciudad de panamá le habían entregado al platerovarias alhajas para que se las fundiese convirtiéndolas en planchas, de maneraque pudieran ser mejor utilizadas como instrumento de cambio92.

Cuando reyes fue descubierto, las autoridades ordenaron abrir unexpedien te de autos para hacer la pesquisa correspondiente, y el 19 de abril de1718 se hizo comparecer al platero Balza, así como a dos de sus aprendices paraque declarasen lo que sobre el asunto conocían. del testimonio de Balza se des-pren den valiosas noticias sobre su persona y oficio. Ya en 1718 ejerce de contrastede la ciudad de panamá, cuando tenía 28 años de edad, pues había nacido hacia1690 (como luego se sabrá por los autos de una causa muy posterior); poseíatienda abierta con importante clientela; había suscrito varios contratos para laformación de aprendices, y en su taller contaba con un número indeterminadode oficia les93.

Se trataba, obviamente, de esclarecer qué trabajos había realizado Balza paralas vísperas de Semana Santa, días en que reyes había salido para portobelo conlas mencionadas planchas de plata fundida. La bacinica que encargó Villarán,aparentemente no tenía que ver con la cabeza de los autos, pero fue mencionadaporque era uno de los trabajos que se realiza ron en el taller del platero para esasfechas, y que de paso ilustra la naturaleza de su clientela y el tipo de trabajosque allí se hacían.

un año después de estos autos contra el cerero Miguel de los reyes, en 1719,aparece nuevamente mencionado dionisio de la Balza ocupado en sus funcionescomo contraste de la ciudad en el expolio de las joyas y plata labrada dejada asu fallecimiento por el obispo de panamá fray Juan Joseph de Llamas94. el 27 dejulio el contraste fue, en efecto, requerido nuevamente por las autoridades paratasar el contenido del cajón con plata labrada que le había llegado al obispodesde Lima.

en mayo de 1724, Balza vuelve a coprotagonizar otro incidente judicial ensu condición de contraste. en abril anterior, había salido del Callao con destinoa panamá el navío Nuestra Señora de La Concepción, alias La Urca, con 93 cajonesy 3 zurrones de plata que se registraron al salir como de plata acuñada, pero aldescargarse en el taller o aduana de panamá, el presidente de la audiencia,Manuel de alderete, ordenó abrir los cajones para verificar una denuncia secretaque había recibido en el sentido de que mezclada con la plata amonedada veníanbarras y piñas de plata, siendo que estaba prohibido embarcar plata en pasta95.

Se encontraron 16 cajones con dos marcas distintas, que en efecto traíanplata en piñas, barretones, barretoncitos y pedazos. en presencia de los oficialesde la real Hacienda, tomás Francisco de ayala y Juan Macías de Sandoval, al-derete hizo comparecer al contraste dionisio Clemente de la Balza «para quecon su peso de balanza pesara la plata en pasta» que había en los 16 cajones men-cionados. Según el contraste, la plata en piñas tenía un peso de 2,595 marcos. Laplata ensayada (o en moneda) tenía un valor de 12,156 pesos 4 reales. Con el

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parecer del fiscal de la audiencia, diego Clavijo, alderete ordenó que toda laplata contenida en estos 16 cajones, es decir, la acuñada o ensayada y la que es-taba en pasta, fuese declarada por decomiso96.

el paso siguiente fue ordenar que se llamase al alférez Joseph Bedón deagüero, maestro platero y fundidor real, para que «requemase» la plata en pastaa fin de «desazogarla con el beneficio del fuego», para tornar pura la plata. LuegoBedón, siguiendo órdenes de las autoridades, ligó la plata con cobre para con-vertirla en plata de ley consiguiendo un nuevo peso de 2,635 marcos y 5 onzas.Los oficiales reales impartieron entonces órdenes a Bedón y Balza para que ta-sasen juntos esta plata fundida con objeto de poderla rematar en almoneda almejor postor. el nombramiento y aceptación del mismo, por parte de Bedón yBalza como tasadores, fue de 16 de junio de 1724. Se pusieron de acuerdo paratasar el marco en ocho pesos de ocho reales97.

Las siguientes referencias documentadas sobre el maestro Balza aparecencomo parte de un largo pleito que se inicia en 1736 y continuaba en 1747 conmotivo de un par de perlas de espectacular tamaño y calidad que encontraronlos buzos de don Francisco pérez ortega. ambas perlas, que finalmente fueroncedidas por su dueño a la Corona, causaron a Francisco pérez y a sus herederosnumerosas vicisitudes antes de llegar a su destino final a manos regias98.

Sin embargo, la mayor información que encontramos sobre el maestro pla-tero y contraste dionisio de la Balza, aparece en el dilatadísimo expediente deautos incoados en 1745, contra el asentista negrero don Cristóbal robina, aquien se le acusa de haber mandado a falsificar la marca del quinto real o «ca-rimbo» con que se marcaba a los esclavos una vez se abonaba este impuesto99. adionisio de la Balza, como contraste que era de la ciudad, se le acusa de habersido el autor material de la marca falsificada o «contrahe cha». un delito, comose comprenderá, gravísimo.

de los testimonios se desprende con claridad que este carimbo o marca realpara sellar esclavos era de plata, no de hierro, por ser la plata un mejor conductordel calor, pudiéndose de esa manera lograr una temperatura suficientementealta con la sola aplicación de la llama de una vela para que la marca quedara es-tampada nítidamente en la piel del esclavo. dado que era de plata, su hechuradebía ser obra de platero, y dado que Balza era el contraste de la ciudad, las sos-pechas recayeron directamente sobre él. Fue llamado a comparecer, se le exigióconfesión, y quedó preso en una cárcel durante meses, donde enfermó. Final-mente, tras meses de padecimientos, fue puesto en libertad por no podérseleprobar ni a él ni a ninguno de los otros acusados, el cargo de haber participa doen la confección ilegal de la marca real.

La sumaria de este largo proceso que ocupa varios gruesos legajos arroja in-formación muy valiosa sobre Balza, ya que en sus declaraciones y en las de unode sus oficiales se hace referencia a sus tareas como platero, se dan nombres declientes, se mencionan artículos de joyería que produce el taller, el emplazamiento

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urbano de la tienda del platero, se dan referencias a su familia; y en el embargoque se le hace, aparece la lista de sus herramientas, el equipamiento de su tallery los pocos bienes que tiene en su morada.

Como es de esperarse, este proceso revela información valiosa no solo sobrela biografía del platero, sino que también aporta datos interesantes para el estu-dio de la orfebrería panameña del siglo XVIII. entre estos cabe destacar espe-cialmente el descubri miento de la marca del quinto real en panamá, improntaque hasta este momento era totalmente desconocida100.

Los autos de este juicio revelan que el maestro platero tenía 55 años en 1745y era nativo de la ciudad de panamá, lo que significa que era criollo y habría na-cido hacia 1690101. asimismo se sabe por sus declara ciones que era platero deoro, oficio que ejercía hacía 33 años, es decir desde 1712, cuando tendría alrede-dor de 22 años. Se sabe además que tenía tienda abierta en la calle de puerta deMar y allí contaba al menos con un oficial. asimismo manifiesta que por designa -ción del Cabildo había ocupado el cargo de contraste en varias ocasiones.

La ubicación de su taller era privilegiada, ya que en la misma calle de puertadel Mar quedaba, como su nombre indica, la puerta o postigo que daba accesoa las mercancías que traían las embarcaciones que llegaban por el pacífico, erandescargadas y pagaban los derechos correspondientes para poder entrar a la ciu-dad. en la misma calle quedaba también la Contaduría, que a menudo servíacomo sede del gobierno. en la misma calle también quedaba la residencia delpresidente. era también una calle de mucho movimiento comercial, probable-mente la más importante de la ciudad en ese sentido.

Cinco hijos (al parecer todos dependientes de Balza, según se desprende desus declaraciones), severas dolencias físicas y la prisión a que fue sometido, em-peora ron una condición económica que a todas luces y según el propio testimo -nio del platero, era mala. Situación que además se vio complicada por elembargo de su tienda y posesiones personales. estos embargos, que se discutenampliamen te en el apartado dedicado a la vincula ción del platero con el asuntode la marca falsificada, confirman sus estrecheces económi cas, lo que parece con-trastar con el ambiente de relativo bienestar que, según los testimonios de 1718,parece haber tenido entonces, como tuve ocasión de examinar anteriormente.entonces su tienda aparece frecuenta da por la élite, con un hervidero de aprendi -ces y oficiales y bastantes encargos102.

a pesar de su implicación directa en el pleito de la marca real, dionisio de laBalza aparece nuevamente ejerciendo el cargo de contraste el 16 de diciembre de1745 al realizarse el embargo de bienes de Juan Joseph robina, hermano de Cristó-bal. Balza realiza esta diligencia como contraste, aun cuando todavía no se le habíaabsuelto de los cargos y se encontraba en libertad bajo fianza, pues la sentencia ab-soluto ria definitiva en favor del maestro platero no se decretó hasta el 19 de diciem-bre de 1747. estas referencias y la tasación que hace Balza ese mismo año a las perlasde pérez ortega ya mencionada, son las últimas documentadas hasta el momento.

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Anónimo, contraste de plataPanamá, año 1716

en 1716, el marqués de Villarrocha, gobernador, capitán general y presidentede la audiencia de tierra Firme, inició una rigurosa pesquisa para conocer deciertas denuncias de contrabando que se habían desarrollado durante la incum-bencia de su inmediato predecesor en el cargo, mariscal de campo Joseph Hur-tado de amezaga.

Como resultado, cuando se le siguió Juicio de residencia a Hurtado de ame-zaga, este salió enteramente absuelto de todos los cargos103. Sin embargo, al llegarVillarrocha en 1716, ordenó reabrir el expediente de contrabando y volvieron a re-aparecer las sumarias. el grueso expediente reveló que Hurtado de amezaga habíaconstitui do una «compañía» con otros cuatro «paisanos» suyos «vizcaínos» (aun-que no todos eran vascos y había muchas más personas involucra das), conocidapopularmente con el nombre de la «Compañía Magna». de esta «compañía» for-maban parte varios poderosos comerciantes con vínculos en el comercio de Limay españa: Simón rui díaz, el capitán don gabriel de Leguía, don Joseph de espi-noza, pedro de Salvatierra, don Juan de Berri, Juan garcía, «y muchos otros».

Las propiedades de Leguía y espinoza, que eran comerciantes, consis tíansobre todo en mercancías, de modo que para los embargos y conse cuenteinventa rio y evaluación, además de los funcionarios judiciales y de dos comer-ciantes locales, se llamó al contraste de la ciudad, quien pesaría y mediría (siesto hacía falta) cada objeto inventariado. por desgracia, no se da el nombre delcontraste, omisión que era común en este tipo de documentos, ya que por razónde su cargo, cuando se le necesitaba para una acción de gobierno, solo tenía quecumplir con su tarea, pues para eso estaba empleado. permanece pues, por elmomento, en el anonimato.

Los funcionarios judiciales, en compañía del contraste, fueron así a la casa deLeguía, e inventariaron todo lo que encontraron en ella, así como en un entresueloalto atiborrado de mercancías, una bodega «de una lumbre» y en su propia tienda.

el papel del contraste se adivina por las anotaciones del inventario. Se lee,por ejemplo, «se pesó por el contraste de esta ciudad toda la listonería de pesoy vara ancha y angosta de todos colores y tuvo 27 libras y 14 onzas». o bien«ocho piezas de cintas de plata y oro algunas empezadas, que habiéndo se pe-sado con sus tablillas dentro de la pieza, tuvieron dos libras y dos onzas». o«cuatro libras y dos onzas de galoncillo de medio milan de lima». o «cuatro li-bras y ocho onzas de seda torcida y floja de diferentes colo res». o «46 papelesde seda de coser de diferentes colores, que habiéndo se pesado por el contrastetuvieron 44 libras y media». Y así por el estilo.

ahora bien, ¿quién pudo haber sido este contraste? Como vimos anterior-mente, dionisio Clemente de la Balza ya era contraste en 1718. ¿pero lo era en1716, cuando se hizo el avalúo de Leguía y espinosa? también vimos que el

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maestro platero Juan de León, cuando solicita su confirmación como fundidor,cargo que estuvo ejerciendo entre 1693 y 1717, dice que reemplazó en este oficioa diego Simón de arias, por ejercer este desde 1693 el de contraste en panamá.Lo que no queda muy claro en la documentación que acompaña la solicitud deconfirma ción de León es si todavía en 1717 arias seguía siendo contraste. demodo que, considerada la referencia al año 1716, la duda parece quedar entrearias y Balza. Me inclinaría, sin embargo, por este último, porque la documen-tación presentada por de León parece sugerir que arias era un hombre maduropara 1693, lo que podría significar que ya habría cesado en el oficio de contrastepara 1717, cuando verosímilmente le reemplazaría Balza. en cuyo caso Balza ha-bría sido ya contraste desde 1716, dos años antes de la fecha en que, se sabe concerteza que ejercía este cargo.

Joseph Bedón de Agüero, maestro platero, fundidor real, alférezAños 1716-1725

Las primeras referencias documentales a Joseph Bedón de agüero datan de1716. aparece claramente identificado como platero en una de las varias certifi-caciones que a petición del fiscal Clavijo se presentan en panamá contra el mar-qués de Villarrocha, general de artillería y caballero de la orden de Calatrava,Joseph antonio de la rocha Carranza, acusándole de diversos cargos104.

Según la certificación que presenta el escribano don Juan Joseph Franco el24 de enero de 1716, el platero Joseph de Bedón, que además de platero teníarango de alférez y era hombre muy cercano al marqués, siendo incluso «su dis-cípulo de espada», había orquestado un falso recibimiento a este cuando es reins-talado como gobernador, capitán general y presidente de la real audiencia luegode haber sido depuesto ignominiosamente.

el platero se encargó de dar a los negros bozales de la ciudad dinero parasus cofradías y guarapo para embriagarse, de manera que cuando la calesa delmarqués hizo su recorrido por el arrabal de Santa ana para luego hacer su en-trada triunfal en la ciudad, iba rodeado del clamor y vítores de los negros que,alentados por la bebida, trataron de levantar en vilo la calesa con el marquésadentro, para entrarlo en la ciudad como si fuese una anda procesio nal.

Sus actividades como platero propiamente están mejor documentadas entre1719 y 1725105. entre 1719 y 1725 aparece con otros ocho maestros plateros de lacapital pendientes de pago de una imposición municipal. Se le da incuestiona-blemente el tratamiento de «maestro». por otra parte, en mayo de 1724, comoya he dicho, aparece claramente identificado como fundidor real.

en 1721, en su calidad de fundidor real, es convocado para tasar la plata la-brada y las joyas de la carta dotal de doña María antonia Vázquez, nativa depanamá, casada en la parroquia de Santa ana con Miguel Caparroso, moradoren la ciudad106.

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el 25 de mayo de 1724, los oficiales reales de la real Hacienda hicieron com-parecer al alférez Joseph Bedón de agüero, fundidor real, para «requemar laspiñas inventariadas». el propósito de esta «requema» era «desazogar las piñascon el beneficio del fuego quedando pura la plata», para que «se pudiese pasara hacer la fundición de ella en barras mezclándose la liga correspondiente segúnlas leyes de fundición para que la real Hacienda tuviese el mayor aumento».Hecha ya la fundición, Bedón y el maestro platero y contraste Balza fueron nue-vamente convocados para que hiciesen una tasación de la plata fundida, que el17 de junio del mismo año 1724, tasaron a razón de 8 pesos el marco. Como unmarco hace 8 onzas y un peso es de 8 reales, la onza de plata era tasada a real yla plata fundida en 21,085 pesos.

Siendo Bedón el fundidor real, era inevitable que frecuentase la Contadu-ría y estuviese en frecuentes contactos con las autoridades superiores del go-bierno. Manejando un bien de tanto valor como la plata o el oro, cada vez quecaía un embarque en decomiso, como el de 1724, o cuando, por cualquier razónfuese necesaria una fundición o liga, era de esperarse que, durante la admi-nistración de Villarrocha, gobernador y platero se tratasen de cerca, y que susrelaciones fuesen mucho más estrechas de lo que se hubiera esperado de unplatero más.

Tomas Joseph de Guzmán, aprendiz de plateroPanamá, año 1718

Las noticias que tenemos de tomás Joseph de guzmán, aprendiz de pla-tero en el obrador o taller del maestro dionisio Clemente de la Balza, nos lle-gan gracias a unos autos y expedientes por contrabando que se le siguieronen 1718 al maestro cerero Miguel de los reyes, donde el aprendiz fue llamadoa comparecer para que declarase lo que sabía107. no existía ninguna acusacióncontra el aprendiz y lo que se la pedía para la sumaria contra el cerero era quedeclarase sobre ciertas piezas de plata que este y otros vecinos relacionadoscon el contrabando habían llevado a la tienda del maestro Balza para que selas trabajasen.

el aprendiz declaró que tenía unos catorce años y era «espa ñol». dijo habercompletado cuatro de los cinco años de aprendiza je que su madre había «ajus-tado» con el maestro dionisio de la Balza. esto significa que había empezado sucarrera de aprendiz desde los diez años.

el origen «español» del aprendiz requiere una explica ción, porque tal vezel gentilicio no deba tomarse al pie de la letra y aceptarse como que hubiese na-cido en españa. en aquella época, sobre todo en los Juicios de residencia que selevantan en el interior del país, algunos vecinos declaran como «españo les», peroacto seguido se anota, «natural» de tal lugar en panamá, mencionándo se la pe-queña ciudad rural donde hacen la declara ción. esto parece indicar claramente

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que el término «español» se utilizaba para diferenciar a los blancos o no mesti-zados, de la población mestizada o de color, un asunto que como se sabe era demucha importancia en la sociedad colonial. de esa manera el aprendiz bienpudo ser simplemente un muchacho blanco nativo de panamá.

Pedro del Ollo, aprendiz de platero, mulato librePanamá, año 1718

pedro de ollo era aprendiz de dionisio de la Balza. declaró, al igual que Jo-seph de guzmán, con relación a los autos del maestro cerero. ollo, que teníaunos 15 años de edad, tiene especial interés pues según su declaración es «mu-lato libre», y ha cumplido cuatro años y medio de los seis años de aprendizajeque se ajustó con su maestro. Como se sabe, según las ordenanzas, los mulatosno debían ser aceptados como aprendi ces, oficiales o maestros plateros. a pesarde estas prohibiciones ollo fue aceptado como aprendiz no siendo el único casopues ya se ha visto que a mediados del siglo XVII el mulato tomás de açeretoejercía el oficio en portobelo y como se discutirá más adelante, Víctor díaz al-vadillo, quien ejercía en el Interior, también era mulato y además ostentaba elcargo de maestro.

por lo demás su declaración no hace sino confirmar las del aprendiz gómezy del maestro dionisio de la Balza, aportando solamente una referencia adicionalreferente al tamaño de la tienda del maestro platero. Según afirmó, vio conver -sando a su maestro con Joseph pérez, aunque no pudo escuchar lo que hablabapues él «estaba en la tienda primera de la platería» de donde solo podía verles108.esto evidente mente indica que la tienda tenía al menos dos aposentos separados.es impor tan te señalar que la existencia de los dos aprendi ces, además del nú-mero indetermi nado de oficiales, confirma que el sistema gremial de aprendiz,oficial y maestro, con sus contratos y períodos de aprendizaje, estaba en plenovigor en panamá en los comienzos del siglo XVIII.

1316 X Platería y plateros durante la Colonia

Contratos de aprendices plateros en la ciudad de Panamá, siglo XVIII

Año Aprendiz Maes tro Edad Contratado Años

1718 Pedro de Ollo (mu lato) Dio nisio Cle mente de la Balza 10 6

1718 Tomás Joseph de Guzmán Dionisio Cle mente de la Balza 10 Madre 5(«espa ñol»)

Notas: Edad = Edad a la que ingresa el aprendiz al taller; Contratado = Persona con que se contrata.

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Antonio de Obregón, maestro platero, cabo de escuadraPanamá, año 1716-1725

antonio de obregón (a veces Mondragón) se nos revela como platero en ladocumentación gracias al decomiso de su cajoncito de herramientas de plateroen 1719. Fue, a todas luces, un accidente infortunado del que Mondragón resultóvíctima inocente. pero es gracias a ello que nos podemos enterar de la existenciade este platero y de otras incidencias relacionadas con el oficio de la platería enpanamá, que de otra manera difícilmente podrían conocerse109.

el platero antonio Mondragón (es con este apellido que se le menciona enlos autos del citado decomiso) era cabo de escuadra de la compañía del capitándon Juan Martínez de la de Vega retes, en la ciudad de panamá, por lo menosdesde 1716, y hacia 1719 es destinado a portobelo110. esperando poder ejercer suoficio de platero en aquella plaza, cuando se lo permitiera su tiempo libre, con-sideró prudente llevarse consigo su cajón de herramientas. Sin embargo, no en-contró allá clientela y muy poco o ningún trabajo de platería en que ocuparse,por lo que decidió enviarle de regreso su pequeño cajón con las herramientasde platero a su mujer agustina navarro, que se había quedado en su residenciade panamá111.

pero ocurrió que precisamente para esas fechas, el gobierno central estabatratando de vigilar algunos contrabandistas, y los funcionarios estuvieron dete-niendo a todas las recuas que hacían el recorrido transístmico para examinar elcontenido de su carga. una de estas pesquisas, a cargo del guardamayor donMauro Suárez patiño, tropezó a la altura de la Venta de San Juan de pequení,con un cargamento de mercancías de contrabando y en el interior de una javaque llevaba una mula, se encontró «un cajoncillo pequeño y dentro 26 docenasde limas chicas, unas tijeras, seis alicates, cinco macitos de alambre», que cuandose hizo el registro se anotó escuetamente: «todo parece para trabajo de plateros».era la caja de herramientas del platero Mondragón112.

el cargamento fue decomisado y conducido a la real Contaduría de panamá,donde quedó depositado, y se abrió un expediente declarándose incurso en el de-lito de contrabando. La fecha del decomiso era el 24 de junio de 1719, donde fuerematado. Se siguieron las diligencias correspondientes y se realizaron los avalúosdel decomiso para proceder a su almoneda. allí ya se expresa de manera explícitaque lo que había en la java del cargamento decomisado era un «cajoncito con he-rramientas de platería». en otro auto se dice que entre los bienes decomisados seencontraba «un cajoncillo pequeño con limas, tijeras y alicates y otras menudenciasde platería». Y en otro auto posterior, se enumeran algunas de estas herramientas:«unas tijeras y seis alicates con cinco macitos de alambres»113.

el 11 de septiembre de 1719, andrés López Fajardo, un mercader que habíasido nombrado por el gobierno como evaluador de los bienes decomisados, hizo

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la tasación del cajoncito de platero. Lo hizo así: «por las limas chicas y grandes,por todas, doce pesos: por unas tijeras, cuatro reales; por seis alicates, dos pesospor todos; por el alambre, un peso»114. por todas las herra mientas, 15 pesos con4 reales, una suma ciertamente poco impresio nante.

Se trata, hasta el momento, del primer testimonio donde se tasa el valor delas herramientas de un platero en panamá. La caja del platero Mondragón es, porotra parte, la más antigua referencia con que se cuenta en panamá, para el cono-cimiento de las herramientas que usaban los plateros durante el período colonial.

este episodio merece algunos comentarios adicionales. en primer lugar, lamodicidad del instrumental utilizado por un platero para la práctica de su oficio.a juzgar por el caso de Mondragón, bastaban, pues, unas limas, unas tijeras, yunos alicates, más un poco de alambre para la decoración o filigrana en la con-fección de las joyas. Muy poco en verdad, aunque podría considerarse que estoera realmente el equipamiento mínimo. pareciera, en efecto, la muestra de untaller portátil, sin muchas pretensiones, con lo que Mondragón pensaría, tal vez,realizar algunos pequeños trabajos para redondear su sueldo y no perder la prác-tica del oficio y la destreza de sus manos.

obregón ya no se encuentra en las listas de plateros que hay entre 1722 y1725 y que estaban pendientes del pago de una contribución municipal. Comolo sugieren otros documentos para 1725, el maestro obregón ya había fallecido.dado que la mencionada contribución del Cabildo se trata de aplicar en 1722, ypara este año obregón todavía estaba activo como platero, su muerte debió ocu-rrir entre ese año y 1725.

Alonso Hernández de la Sierra, maestro plateroSanlúcar, ¿Panamá?, año 1721

Vecino de Sanlúcar de Barrameda, el maestro platero alonso Fernández so-licita en 1721 licencia para pasar a tierra Firme. debido a su condición de casado,para que el permiso le fuera otorgado doña Juana López de Cañas esposa delplatero comparece ante el escribano del rey para certificar su acuerdo con el viajede su marido115.

el 16 de mayo del mismo año el escribano Juan de Silva certifica que doñaJuana otorga a su marido su anuencia para que pase y permanezca «en cualquierciudad, villa o lugar» de tierra Firme por el término de cinco años «con el finhonesto de usar de su oficio y arte de la platería o valerse de otros medios y ne-gociaciones para aumento y extensión de su caudal». Según manifiesta la esposa,el platero alonso Fernández tenía la intención de viajar en la conserva de gale-ones de la armada que estaba próxima a partir a cargo del general don Baltasarde guevara. La travesía la realizaría a bordo del navío Nuestra Señora de la Sole-dad, San Antonio y las Ánimas, que llevaba como capitán y maestre a don gasparde echava rría116.

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Las intenciones del platero evidentemente eran comerciales, pues junto alos documento de la licencia aparece una certificación del contador de la realaduana de la Casa de la Contratación de las Indias, don alejandro alfonso delCroy confirmando que en la armada próxima a salir desde Cádiz con destino atierra Firme, aparecen registradas cantidad de mercaderías que don alonso Fer-nández ha cargado en los navíos117.

Los ocho maestros plateros de la ciudad de Panamá en 1722

en mayo de 1725, el gobernador y capitán general de tierra Firme y presi-dente de la audiencia de panamá, mariscal de campo Manuel de alderete, fuecomisionado por la Corona para que al ocupar su destino en el Istmo, le tomaseJuicio de residencia a su antecesor inmediato gerónimo Badillo durante el pe-ríodo de su incumbencia. entre las instituciones juzgadas estaba el Cabildo dela ciudad de panamá, capital del reino, y el más importan te de todo el país. elexamen de los papeles correspon dien tes al Cabildo durante estos años nos ofrecela nómina más completa de maestros plateros existente en dicha capital hastaahora conocida.

La primera referencia aparece en el resumen del Juicio de residencia queenvió a la Corona el presidente alderete el 15 de mayo de 1725, incluido en lacorrespondencia y expedientes de la audiencia de panamá y que luego repro-ducido íntegro en la misma residencia118. puntualizando alderete las faltas uomisiones del Cabildo secular de la ciudad de panamá, señala en el numeral 15de su resumen, que de acuerdo a una certificación del escribano mayor del ayun-ta miento, las autorida des municipales no había recaudado la multa de 25 pesosde 8 reales que debía pagar cada uno de los maestros plateros «para tener tiendacomo se les había mandado y que no constaba haberse cobrado». alderete pidióque el mismo escribano mayor del Cabildo, don Bernabé de Bañuelos, certifi-case qué plateros estaban «incursos en la multa de 25 pesos».

La lista arrojó el nombre de ocho maestros plateros, hasta ahora la más com-pleta de todas las conocidas con los nombres de los maestros que ejercían a unmismo tiempo. estos eran: Jorge garibal do, antonio Carrillo, Francisco de es-cobar, antonio de obregón, dionisio de la Balza, Joseph Bedón y Juan JosephMeoño119. todos tenían tienda pública abierta en la ciudad, con sus oficiales yaprendices.

alderete decretó el 1 de febrero de 1725 mandamiento de prisión y embargopara los maestros plateros que no pagaran la multa después de tres días de ha-bérseles exhibido este decreto. a esta diligen cia iría el capitán don pedro gon-zález Cordero, nombrado depositario de la residencia, el ayudante de laguarnición don Francisco Vasconce los y el receptor del Juicio de residencia, Ber-nardo Joseph de León. Según este decreto, se les «apercibirán por todo rigor dederecho con prisión y sacándoles prenda, que dando tres pregones a ellas en tres

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días las remataran en el mejor postor para el entero de dichas multas y las costaque cada uno causase». no sería necesario encarcelarlos ni rematar sus bienes,porque todos los maestros plateros que se encontraban activos pagaron la multasin demora120.

Los comisionados fueron luego en busca que Juan Joseph Meoño (a vecesescrito Mioño). preguntaron a varios vecinos por él y «no se halló noticia en laciudad ni tener bienes ningunos en esta ciudad». Más tarde, se confirmó, sin em-bargo, que ya Meoño había pagado esta fianza el seis de octubre de 1722 ante elescribano don Juan Carrión, siendo su fiador un tal Joseph raón121.

La siguiente diligencia se hizo en la tienda del «maestro de platería» Ber-nardo gómez de Soto. Fue «requerido con el mandamiento exhibido compulsoy apremiado». pero no tenía «dinero» disponible y entregó en cambio «un ca-brestillo de oro con una pajuela y alsamuro» evaluado en «doce castellanos ydos tomines en prenda de los 25 pesos que este día exhibió y entregó». Los juecesse desplazaron luego a la tienda del maestro platero Joseph Bedón. Fue reque-rido con el mandamiento y «compulso y apremiado por no tener dinero» entregó«dos sortijas de oro con siete esmeraldas de no muy buen color en prenda de los25 pesos», lo que se le aceptó. La comitiva judicial visitó luego la tienda del maes-tro platero Francisco de escobar, que inmediatamente exhibió los 25 pesos alcontado. el maestro platero antonio Carrillo en cambio no pudo ser encontrado.Los comisionados preguntaron a varias personas en la ciudad por su paraderoy se informaron que «ya era difunto y que no dejó bienes algunos»122.

tampoco apareció el maestro platero Jorge garibaldo. Se inquirió igual-mente su paradero y «solo se halló noticias que estaba ausente del reino y queno dejó bienes ningunos en esta ciudad»123.

Finalmente se buscó al maestro antonio de obregón, quien había fallecidosin haber dejado bienes124.

resumiendo, de los ocho maestros plateros con tienda pública que debíanpagar multas en 1722, solo la mitad seguían activos en la ciudad en mayo de1725: Balza, gómez de Soto, Bedón, y escobar. Los restantes o habían fallecidoo se habían mudado a otro sitio. Meoño y garibaldo ya estaban ausentes. Carrilloy obregón eran difuntos.

Según el mismo Juicio de residencia, en 1727, nuevamente se multaron con25 pesos a cada uno, por las mismas razones, a los cuatro «maestros plateros»activos en la ciudad: Juan Joseph de ayala, rodrigo de Carmona, esteban Bota-cio grillo y Lucas navarro. tal vez Bedón y escobar ya se habían retirado de lavida activa, pues no están documentados después de 1725, pero se sabe queBalza y gómez de Soto, seguían activos todavía a mediados del siglo. en tal caso,para 1727 la nómina de maestros plateros se hallaba reducida a seis.

Se sabe por otros documentos que hacia los años cercanos a este episodiose hace referencia también a otros maestros plateros en panamá. tal vez el másconspicuo de los no mencionados en la residencia sea el maestro platero y

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fundidor Juan de León, activo desde 1693 y que, como se vio, era acreedor delas Cajas reales en 1717, por un préstamo que había hecho en 1709. el fundidory contraste diego Simón de arias es también mencionado por de León en 1717,aunque no está claro si todavía entonces vivía o estaba activo. en 1721 el maestroplatero alonso Hernández de la Sierra pide licencia en Sanlúcar de Barramedapara pasar a tierra Firme y establecerse allí. Si todo marchó como esperaba, es-taría en panamá, precisamente para el año de este análisis.

en total son tres plateros, los cuales eran aparentemente contemporáneosde los otros ocho claramente identifi cados para 1725. pero todavía se conocepoco de estos maestros. no se sabe si el hecho de que de León fuera acreedorde la Corona en 1717 debiera interpre tar se en el sentido de que todavía vivía en-tonces o que solo aparece en la cuenta de acreedores de los oficiales reales comoun asunto pendiente del real erario. de arias solo se tienen noticias indirectaspor el mismo de León, que era su contemporáneo, pero podría pertenecer, comoél, a la generación anterior a de La Balza y los demás de la residencia, asuntoque debe verificarse.

Finalmente se desconoce si de la Sierra logró viajar efectivamente a panamá.Me inclino, sin embargo, por la posibilidad de que ninguno de estos tres platerosestaba activo en panamá en los años que ahora analizo. Creo que arias y de Leónya habrían muerto y que pertenecen a la generación anterior. en cuanto a Sierra,no se sabe si llegó siquiera a viajar a panamá.

no obstante las anteriores reservas, la certificación de Bañuelos según lacual debiera entenderse que hubo algunos maestros plateros que (aparte deMeoño) sí protocolizaron la fianza, podría sugerir que además de los ocho maes-tros mencionados había otros, aunque la falta de documentación disponible nopermita saber cuántos.

de cualquier forma, sean ocho, o más los maestros plateros que estaban ac-tivos contemporáneamen te, lo cierto es que se trata de un número sorprenden -temente elevado para la ciudad, incluso podría parecer extraordina rio. ochoparecen, en efecto, ser bastantes si se considera que panamá tendría entonces,según las estimaciones más razonables, unos 7,000 habitan tes, es decir, un maes-tro platero por cada 875 habitantes. pero ya se ha visto que en 1607 había en pa-namá siete maestros plateros, cuando entonces la ciudad contaba, según uncenso bastante riguroso, unos 5,800 habitantes, y a razón de 828 personas porplatero. una proporción por tanto, que parecía «normal». La del año 1722 noera, por consiguien te, una relación desproporcio nada si se considera la época.

Maestros plateros entre 1722 y mediados del siglo XVIII

entre 1722 y 1725 se menciona como maestro platero a Jorge garibaldo, queejerce en panamá. aparece citado en el Juicio de residencia que tomó Manuelde alderete a gerónimo Badillo en 1725. Se encuentra en la nómina de los maestros

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plateros de la ciudad de panamá con tienda abierta de platería, aprendices y ofi-ciales que no había puesto fianza para mantener abierta su tienda, según un de-creto del Cabildo de 1722. Cuando se hizo la residencia en 1725 se le impusouna multa de 25 pesos por esta omisión. Los comisionados judiciales que fuerona cobrarla no lo encontraron por haberse ausentado del país y desconocerse suparadero125.

Contemporáneo de garibaldo es antonio Carrillo, también maestro platero.estuvo activo en la ciudad de panamá con tienda abierta de platería con apren-dices y oficiales hasta por lo menos 1722. aparece en la nómina de los ocho pla-teros que en 1725 no había pagado la fianza de 500 pesos exigida por el Cabildopara mantener abierta la tienda de platería. Cuando en febrero de 1725 se le fuea cobrar la multa de 25 pesos por esta omisión, se supo que había fallecido

otro maestro platero contemporáneo es Juan Joseph Meoño. era arcabucerodel batallón de milicias. en 1722 fue uno de los maestros plateros de la ciudadde panamá que garantizó la fianza de 500 pesos que impuso el Cabildo de laciudad a los maestros plateros para mantener abierta tienda de su oficio. en fe-brero de 1725, cuando se hizo el Juicio de residencia del mariscal de campo ge-rónimo Badillo, no se le pudo localizar, habiéndose ausentado sin saberse a quédestino ni dejar bienes algunos.

también contemporáneo es el maestro Francisco escobar. tenía tienda o ta-ller abierto en la ciudad de panamá, por lo menos entre 1722 y 1725. este últimoaño, cuando se hizo el Juicio de residencia del gobernador gerónimo Badillo,se le menciona en la nómina de los ocho maestros plateros que se decía no habíancubierto la fianza de 500 pesos que había exigido el Cabildo capitalino para quepudiesen mantener abierta tienda pública de platería. Cuando se le fue a cobrarla multa de 25 pesos por esta omisión, la pagó al contado.

el maestro Bernardo gómez, contraste, fundidor y ensayador ejerció entre1719 y 1752. era alférez de las milicias. este platero aparece documentado porprimera vez en el ya citado Juicio de residencia del gobernador Badillo, entrelos ocho maestros plateros que en 1722 no habían pagado la fianza que les exigíael Cabildo en 1719. eventualmente ocupó el cargo de fundidor y ensayador hastacerca del año 1752. esto se desprende de haber designado el gobernador de pa-namá, don Manuel de Montiano, a gabriel antonio gómez, para que le suce-diera en esos cargos126. Su período de ejercicio documentado se extiende, pues,entre por lo menos 1719 y 1752, es decir, 33 años. estuvo activo por tanto durantela misma época que dionisio Clemente de la Balza.

una solicitud de fiat de notario, presentada por eusebio Joseph gómez, hijode Bernardo gómez de Soto, documenta que este era considerado «gente dehonor», y que había casado con Josefa Carlos pérez. eusebio Joseph declara eneste expediente que había nacido el 5 de marzo de 1720, y que su padrino de bau-tizo había sido eusebio urriola echeverría, miembro conspicuo de la élite pana-meña. aunque se reconocía como «quinterón de mulato», le conviene mencionar,

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para ilustrar su abolengo, que tenía dos bisabuelos legítimos por la línea maternaque también habían sido notarios, Miguel pérez y Jorge gerónimo pérez127.

en 1723 hay noticias de un don agustín Caballero, que ejerce como contrasteen portobelo, aunque solo aparece documentado, como en el caso de muchos delos maestros que he examinado hasta aquí, de manera fugaz y sucinta. Y comoen muchos de los casos que ya se han analizado, su nombre está inserto en unadocumentación un tanto extravagante, que muy poco pareciera tener que vercon el tema de la platería. Se trata de su participación en calidad de contraste, otal vez solo como perito reconocido para el avalúo de objetos de joyería y piedraspreciosas, con ocasión del enorme cargamento de diamantes al menudeo quellegó a portobelo en el barco La Casandra con una dotación de piratas que se en-tregaron al gobierno.

a cambio de jurar lealtad al rey español, entregaron su barco artillado y susarmas, pero pidieron conservar los diamantes y otros valores que llevaban, frutode sus fechorías por el océano índico. Su propuesta fue aceptada y fueron reci-bidos en portobelo, donde el avalúo de los diamantes se encargó a don agustínCaballero, cuyo tratamiento de don sugiere que se trataba de una persona im-portante y no meramente de un platero. Su función como contraste o evaluadorsería pues meramente circunstancial128.

el maestro platero Manuel de los ríos aparece mencionado en varios docu-mentos de 1745, entre los que forman los autos seguidos contra don Cristóbalrobina por la presunta falsificación de la marca del quinto real, en los que tam-bién se ve involucrado el contraste de la ciudad dionisio Clemente de la Balza129.preso el contraste, será de los ríos el encargado de hacer la tasación de los bienesque le fueron embargados a robina pues en ese momento era el alcalde veedordel arte de la platería en la ciudad de panamá.

el día 22 de junio de 1745, una vez aceptado el nombramiento y jurado sucargo130, Manuel de los ríos pasa a la casa del deposi ta rio general, donde estabanguardados los bienes embargados a robina y realiza la tasación. Sin embargo,una vez realizada la almoneda pública uno de los objetos tasados por el platerocomo «un espadín de oro de sin dar color» que valuó en 70 castellanos fue de-vuelto por su comprador, don Santiago de achurra, al descubrir que realmenteera de plata dorada. revisado nuevamente el espadín por el mismo Manuel delos ríos se comprueba que ciertamente este:

… era realmente de plata dorada, en cuyo conocimiento no había venidoal tiempo del avalúo por no haberlo entonces tocado y que tal espadín de platalo valuaba en 30 pesos131.

Los pocos datos adicionales que sobre este platero aportan los documentosde estos autos se relacionan al cobro de los emolumentos por su labor detasador. Si bien en la data de la relación jurada de los bienes embargados a

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robina consta que se le pagaron dos pesos al platero132, parece que no le fuesencillo el cobro de resto del dinero que se le adeudaba por su trabajo. al añosiguiente aparece en la documenta ción una carta de Manuel de los ríos pi-diendo que se ordene al depositario general de panamá, que del dinero resul-tante de la almoneda de los bienes de Cristóbal robina se le abonen 12 pesosque aún le adeudan133. en la misma carta aparece una anotación del escribanode cámara Francisco pérez de astaas donde se expresa su conformidad con elsueldo solicitado por el platero. Igualmente consta la aprobación del presidentealcedo quien ordena al depositario general que del producto de los bienes re-matados a robina se le paguen a Manuel de los ríos los 12 pesos en que tasósu trabajo134.

Las noticias sobre el maestro platero gabriel antonio gómez aparecen enun grupo de documentos que se presentan al rey para lograr su confirmaciónen el cargo de veedor, fundidor y ensayador real de panamá. Los documentos,de diversa índole, están fechados a lo largo de seis años, entre 1752 y 1758. elprimero de estos documentos consiste de una certificación de don Manuel deMontiano, gobernador de panamá, en la que otorga al platero el cargo de fundi-dor y ensayador real de la ciudad135. Según manifies ta el gobernador el 5 demayo de 1752, desde que el anterior ensayador y fundidor de la ciudad, alférezBernardo gómez, dejó el cargo, este quedó vacante, por lo que nombra para ocu-parlo el platero gabriel antonio gómez, quien era hijo de Bernardo. Según laopinión del presidente, gabriel contaba con las cualidades necesarias para de-sempeñar una comisión tan importante, pues al momento de su nombra mientocomo ensayador real este platero ejercía como veedor del arte de la platería enla ciudad de panamá136.

Las funciones del cargo de fundidor y ensayador real, contenidas tambiénen la certificación, facultaban al platero para quilatar y pesar todos los metalesque se fundieran en esa jurisdicción, así como le obligaba a poner y marcar «enla real Contaduría la coronilla a los dichos metales» correspondiente al quintoreal. de hecho, en el mismo documento se recuerda que los plateros de la ciudad,tanto maestros como oficiales, tenían terminantemente prohibido hacer fundi-ciones o quilatajes de oro y plata en sus obradores pues esta función era exclu-siva del ensayador real, quien era el único autoriza do a marcar con su punzónlos barretones de metales preciosos137.

además de esto, en el mismo documento se confirma que el 7 de mayo de1752, el platero abonó en las cajas reales los derechos correspondientes a la mediaanata que debía pagar por el cargo. estos derechos ascendían a la suma de 19pesos y 4 reales y fueron pagados al contado138.

en un documento posterior sobre el mismo asunto, con fecha del dos de di-ciembre de 1754, el teniente de gobernador y auditor de guerra de la ciudad depanamá, Jerónimo Macías de Sandoval solicita al rey que confirme a gabriel an-tonio gómez en el cargo de fundidor y ensayador mayor139. Según el funcionario,

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este platero había cumplido con sus obligaciones a entera satisfacción tanto delos oficiales reales como de los comerciantes, no habiéndose recibido queja al-guna por sus servicios.

también en otra carta al rey firmada por los oficiales de las reales Cajas dela ciudad de panamá el 14 de diciembre del mismo año de 1754, se informa sobrelos buenos servicios realizados por «gabriel antonio gómez de profesión pla-tero» en el oficio de ensayador y fundidor real con que el gobernador Montianole había distinguido dos años antes140. La carta está redactada en los términosmás favorables para el platero pues tenía como propósito solicitar que se le dis-pensase al platero la «real confirmación en el oficio, contiene además una im-portante revela ción: que el predecesor de gabriel en el cargo de fundidor yensayador mayor fue precisamente el padre del platero, Bernardo gómez. Segúnlos oficiales reales, gabriel antonio había servido durante esos dos años con lamisma honradez y diligencia con que lo hizo su padre»141.

Seis años después de su nombramiento como fundidor y ensayador, en 1758,gabriel antonio gómez no había logrado todavía la confirma ción en el oficio.así se desprende de una carta que del despacho de la secretaría del perú en elreal y Supremo Consejo de Indias se envía al rey solicitándole nuevamente el«real título de confirma ción» del nombramiento de ensayador y fundidor paragabriel antonio gómez «vecino de la ciudad de panamá, de arte platero» quienpor dimisión de su padre Bernardo gómez «se halla sirviendo el oficio de fun-didor y ensayador real en virtud del nombramiento del comandante general deaquel reino de 5 de mayo de 1752»142. Finalmente y a pesar de todas las instanciasque presenta el platero el 15 de junio de 1758, el Consejo decide negar laconfirma ción.

esto no significa que el platero no continuó en el cargo pues la decisión delConsejo de Indias solo alude a que este cargo era de carácter local y no corres-pondía al Consejo de Indias su confirmación. esta confusión referente a la ins-tancia que debía confirmar al platero en el cargo es significativa, pues evidenciala poca claridad que existía en la administración del gobierno en panamá almenos sobre estos oficios.

el maestro platero de oro Juan Joseph tello aparece en el mismo pleito delas perlas de la sucesión testamentaria de Francisco pérez ortega en el que in-tervino también dionisio Clemente de la Balza como tasador en su calidad decontraste de la ciudad, y que ya mencioné antes143. La participación de tello tienelugar en 1747 y lo referente a ello puede verse en el apartado dedicado a Balza.

otro maestro platero que permanece todavía anónimo es el autor del sagra-rio pelícano de plata de la basílica de Santiago de natá. La espectacu lar pieza,obra de lámina de plata martillada y repujada, cuenta con una inscripción gra-bada sobre su lomo que permite fecharla en el año 1752144. Sin embargo, la au-sencia de marcas o referencias documentales imposibi lita hasta el momentoidentificar su autor. La inscripción lee: «en nata se hizo este depósito el año 1752

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siendo cura y vicario el licenciado don placido antonio de torres y mayordomode la fábrica el capitán don Joseph de la Heras y texada. plácido ant[onio] detorres y mayordomo de la fábrica».

tal vez el artífice de la pieza fuese uno de los plateros que se han podidoidentificar trabajando en panamá en fechas cercanas, tales como dionisio Cle-mente de la Balza, Juan Joseph tello, gabriel antonio gómez, domingo de laBalza o incluso Salvador Martínez145. Sin embargo, no se puede descartar la po-sibilidad de que este pelícano sagrario fuese obra de otro platero aún por iden-tificar. de ahí que hasta que se pueda lograr una identificación concreta, se leconocerá como el maestro del pelícano de natá146.

otro maestro platero y contraste de panamá fue domingo de la Balza. de élsolo se conoce una referencia documental en extremo somera. apenas nos per-mite conocer su nombre, y el hecho de que estaba activo en panamá en 1756,cuando fungía como contraste de la ciudad. esta referencia es por lo demás inu-sitada, ya que el contraste no aparece tasando plata labrada, joyas, perlas o pie-dras preciosas, sino en la más bien prosaica tarea de pesar un «paquete forradoy lacrado del tamaño regular del papel que pesado en unas balanzas que hizotraer tuvieron seis libras y cuatro onzas con cuatro dedos de alto rotulado: alrey nuestro señor en su real y Supremo Consejo de las Indias en manos de donJoaquín Vásquez y Morales su secretario». este «paquete» se hallaba «cerrado ylacrado con diez sellos como el que se figura al margen en las costuras de queconsta cocido con pita»147.

Cabe preguntarse sobre la relación familiar que había, si alguna, entre estedomingo de la Balza y dionisio Clemente de la Balza. Como los autos que sehan venido analizando son un traslado, bien puede haber ocurrido que, en lugarde dionisio, el escribano haya escrito domingo, en cuyo caso dionisio de la Balzahabría continuado ejerciendo como contraste todavía en 1756. Sin embargo, comose pudo constatar por la documentación antecedente, ya desde 1752, el mismogobernador Montiano, ya mencionado, nombra para este cargo a gabriel antoniogómez. esto podría autorizar a aceptar por bueno el nombre de domingo, yaque sugiere que dionisio ya no era contraste en 1752, por haberse retirado delcargo y del oficio de platero, sea por muerte o incapacidad, siendo primero re-emplazado como contraste por gómez y luego por domingo de la Balza.

Si lo anterior es correcto, podría legítima mente especularse que este plateroy contraste era probablemente hijo de dionisio, lo que además habría sido nor-mal si se considera que era costumbre que los hijos sucedieran a sus padres enel oficio, situación que por lo demás, está documenta da con varios ejemplos enel propio panamá. es el caso en el siglo XVI de antonio Báez, que como vimos,tenía un hijo platero en españa y otro oficial en panamá. alonso Hurtado, nom-brado en 1580 para la Casa de Moneda de panamá, acaso era antepasado de Je-rónimo Hurtado, documentado para 1602, es decir, una generación después.Vimos igualmente que en 1752 gabriel antonio gómez sigue también los pasos

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de su padre como fundidor y ensayador. es más, el hermano de este, raimundoJoseph gómez, también era platero. al parecer su hermano mayor era eusebioJoseph gómez, a quien ya mencioné antes, y que siguió la carrera de notario. dehecho, se trataba de una destacada familia de mulatos (o más bien quinterones,es decir, casi blancos) ya muy establecida en panamá, que en un importante mo-vimiento a mediados del siglo XVIII para reivindicar ciertos derechos sociales enfavor de los mulatos, no dejaban de blasonar de su ascendente condición social148.

en este pleito, los hermanos gómez pérez, declararon encontrarse «enfer-mos con accidentes habituales del pulmón», y «echando sangre por la boca»(probablemente estaban tuberculosos), y estar «imposibilitados a continuar enel trabajo de su oficio de platería», por lo que reclamaban el derecho a dedicarseal comercio, una actividad hasta entonces vedada a los mulatos y tema críticoen las reclamaciones de su estamento social149.

de hecho, nutriendo el expediente de este dilatado pleito, aparecen las fir-mas, en 1760, de 17 plateros: Los dos hermanos gómez pérez, pedro rangel, Jo-aquín tabares, Francisco Javier de aranda (quien era contraste entre 1774 y1779)150, domingo de la Balza, pedro Joseph Lipery, Miguel damián Maso, Ma-nuel de los ríos, Manuel ricalde, antonio Franco, Salvador Martínez, Carlos Jo-seph de ollo, pedro Miñano, Joseph Ylarin arzy, dionisio de Medina, JuanJoseph rangel151.

algunos ya los he mencionado, como los gómez y Balza. Salvador Martínezy Martín de Segura declararon en el pleito que se le siguió al zambo CasimiroMena, quien quiso encabezar un frustrado levantamiento en la ciudad de pa-namá en 1755. Martínez declara en esa ocasión tener «más de 30 años», es decir,que habría nacido a principios de la década de 1720. era nativo de Veraguas. enel arrabal de Santa ana, en la cuesta de Salsipuedes, tenía «casa propia y en ellasu tienda de platería, que es su profesión». de Segura solo se sabe que en 1755había hecho unas piezas de plata que había labrado, como cucharas, y tenedores.a la sazón era menor de edad152. de él hablaré más adelante.

Dos maestros plateros en PortobeloAño 1776

en 1776 se hizo el decomiso de los bienes del coronel de ingenieros esta-cionado en portobelo Juan garlan y para tasar el valor de sus objetos de platase convocó a los maestros plateros Valerio trinidad Cajar y Luis Joseph ruiz153.el primero era alférez y subteniente del batallón. en los textos del avalúo sehace referencia a Cajar como experto en perlas, aludiéndose a la «inteligenciade su oficio», nada sorprendente en un país donde abundaban. también Cajaraparece como tasador de los objetos de plata de Joseph del Campo Villar, uncomerciante de paso por portobelo que llevaba, como era costumbre en aquellaépoca sus propios utensilios de plata para uso personal, como cubiertos y vajilla154.

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de Cajar hay abundantes referencias como miliciano, campo en el que parecehaber destacado también. en 1778, en el Juicio de residencia del gobernador deportobelo, Manuel de agreda, Cajar declara ser vecino, tener 34 años y ser maes-tro de platería en esa ciudad155.

Maestros plateros en el InteriorAños 1714 a 1786

noticias sobre el maestro platero de Los Santos, Lucas Víctor díaz (a vecesidentificado como Víctor alvadillo) aparecen contenidas en los autos levantadosen 1781 contra el presbítero vasco, doctor don domingo Sánchez Iradi, quienhabía llegado a panamá desde españa el año 1772 como secretario de cámaradel obispo fray Francisco de los ríos armengol156. Sánchez Iradi ocupará cargosimportan tes en la adminis tración de la Iglesia en panamá, tales como colectorgeneral de manuales de la catedral, visitador eclesiás tico y finalmen te maestres -cuela de la catedral y calificador del Santo oficio de la Inquisi ción.

La curiosa relación del platero con Sánchez Iradi está unida a la escandalosaacusación que se le hace al presbíte ro por haber seducido a una joven virgen lla-mada María Serafina díaz Montoya, que vivía en la referida Villa, durante todoel tiempo que duró la mencionada visita157. Según las demandas presentadas,tanto por el padre de la joven como luego por ella misma, cuando domingo Sán-chez fue a La Villa de los Santos como visitador en el año 1776 se valió entreotros cómplices «del maestro alvadillo el platero»158, en casa del cual vivía ella,para pretender la «con malos fines, como después logró»159.

entre las declaraciones que se toman a los testigos de los hechos –en quetambién se interroga al propio Lucas Víctor–, aparecen algunas referencias alplatero que permiten conocer ciertos datos sobre su vida y oficio. desgracia-damente, lo escueta de esta informa ción no permite elaborar una biografía, si-quiera breve, del platero, pues como el asunto de los autos no tenía relacióndirecta con él, solo se aportan unos pocos datos tangen ciales. de estas noticiascabe destacar que el platero tenía 62 años y estaba casado con María CandelariaVásquez.

en lo relacionado al taller del platero, se sabe que Lucas Víctor tenía a sucargo un oficial llamado Bernardino Lombardo, de 40 años cumplidos, quien alser interrogado declaró que todo el día lo pasaba en casa del platero ocupadoen las labores propias del oficio. de esto se puede claramente inferir que el tallero tienda estaba en la misma casa del platero díaz. Se sabe que el maestro díaztenía casa propia, como consta en el padrón de vecinos y casas que se levantócon motivo de la visita160. este censo permite ubicar con toda precisión la casade Lucas Víctor en el callejón de la carnicería, donde vivía con su esposa y tresagregados. uno de ellos con cierta probabi lidad sería el oficial del platero Ber-nardino Lombardo, quien declaró, como vimos, que «se pasaba» todo el tiempo

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en casa del maestro. este oficial, por otra parte, no aparece en el padrón habi-tando en casa propia o en otra de las casas censadas, lo que parece confirmar elhecho de que, en efecto, era morador en la casa del maestro alvadillo.

La edad del maestro merece un breve comentario. Si, como aparece en losautos, tenía 62 años en 1776, habría entonces nacido hacia 1714. pero también delos autos se desprende que vivía aún en 1786, cuando habría cumplido cerca de 72años. Si tomamos como referencia el caso de dionisio de la Balza, que ya era maes-tro a los 22 años, para acceder a la categoría de oficial de platero, probablementebastaba con haber superado la adolescencia, en cuyo caso, podría especularse quealvadillo tal vez se había empezado a ejercitar en su oficio desde la década de 1730y antes de terminar la década tal vez ya había accedido a la categoría de maestro.

Sin embargo, el aspecto que sobre la figura del maestro platero llama másla atención es la referencia que hace Serafina en su demanda donde se refiere aLucas Víctor como el «zambo maes tro161». podría resultar sorprenden te que unzambo ostentara el título de maestro y lo es todavía más el hecho de que inclusotuviese obrador propio y un oficial a su cargo, cuando se sabe que las ordenanzasque reglamentaban el gremio de plateros tradicional mente prohibían que nadieque no fuera blanco pudiese ejercitarse en este oficio, sea como aprendiz, oficialo maestro. el caso de un zambo platero, y además, maestro en su oficio, pareceríatodavía más extravagante, porque un mulato era mestizo de blanco y negro, peroun zambo lo era de negro e indio, y en una sociedad estratifi cada según el colorde la piel como la de la Colonia, el zambo ocupaba un nivel de estimación ín-fimo. Sin embargo esto puede tener una explicación.

Las ordenanzas que se ocupaban de normalizar el acceso al oficio de platero,así como determinar las cualidades de aquellos a quienes se permitía tenertienda, taller u obrador eran muy claras en lo referente a la exclusión de los mu-latos e indios y sus diferentes mezclas biológicas, y no es hasta el año 1776, pre-cisa mente al momento de levantar se los autos contra Sánchez Iradi, cuandocirculan las ordenanzas de guatemala –que fueron adoptadas en aquellos luga-res de américa donde no había ordenanzas propias, como parece ser el caso depanamá–, que se les permite tener obrador por expreso deseo del rey162.

Verosímilmente, a sus 62 años Lucas Víctor hacía mucho tiempo que eramaestro platero y tenía su tienda o taller, de modo que sus labores como platerofueron seguramente previas a las disposiciones contenidas en las nuevas orde-nanzas permitiendo a los individuos de color ejercer de plateros. esta es sola-mente una prueba adicional de que las prohibiciones a los hombres de color eranpoco respeta das. de eso tenemos pruebas documentales muy sólidas. Como serecordará, a mediados del siglo XVII destacaba un maestro platero mulato enportobelo, de nombre tomás de açereto. Y en 1718, como se vio en el apartadocorrespondiente, uno de los aprendices del maestro platero y contraste dionisiode la Balza era mulato. no sería sorprendente que hubiera otros, aunque hastaahora no han podido documentarse.

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en la misma documentación anterior se hace referencia también a BernardoLombardo como oficial de platero en el obrador de Víctor díaz alvadillo.

en 1776, como parte de la visita pastoral general que el doctor domingoSánchez Iradi realiza por designación del obispo de los ríos armengol a todala diócesis de panamá, se realiza una cuidadosa inspección a los libros de lasdiversas cofradías fundadas en las iglesias y ermitas163. precisamente con rela-ción al inventario de alhajas de la cofradía de nuestra Señora del rosario, enla iglesia de Santo domingo del pueblo de parita, se menciona al platero Sal-vador Camaño.

Según uno de los asientos del inventario de alhajas de esta cofradía, al pla-tero Salvador se le había dado para fundir un candela bro que estaba ya muyviejo, para que realizara otra obra, pero al parecer el maestro no cumplió con elencargo y la cofradía recuperó la plata. esto consta en el libro de la cofradía dela forma siguiente: «Ytem: un candelero que por su vejez, se fundió para haceruna cruz de plata para el altar, el cual se le dio a Salvador el platero para quehaga el candelero, respecto de no haber hecho nada, lo he [re]cobrado y quedaen mi poder»164.

gracias al padrón que acompaña la relación de esta visita, se pueden com-pletar algunos datos adicionales sobre el platero165. Si bien en el libro de la co-fradía solo se le reconoce por el nombre, el padrón aporta también su apellido,al igual de los nombres de las personas que vivían en la misma casa: «Casa delmaestro Salvador Camaño: María de Jesús núñez, don antonio Joseph terriente,petra nolasco Camaño, Concepción núñez, Inés»166.

no cabe duda de que «Salvador el platero» y el «maestro Salvador Camaño»eran la misma persona. desgraciadamente, no hay otras referencias al plateroSalvador Camaño que permitan conocer más sobre su vida y oficio; sin embargo,la abundancia de piezas de platería y joyería en el inventario de las diversas co-fradías y de la propia iglesia pueden dar una idea de la abundancia de trabajoque tenía este platero, sin tenerse que mover del pueblo de parita.

una breve mención al maestro platero, capitán Blas ruiz de Santo domingo,aparece en los documentos concernientes al inventa rio y tasación de los bienesde la iglesia de San Francisco Javier de Cañazas, en el corazón de la provinciade Veraguas. esta diligencia se realiza a petición del cura vicario y rector de estaiglesia, licenciado don pedro regalado de aizpurúa167. regala do de aizpurúahabía sido el fundador del pueblo y erigido y adereza do la iglesia, todo a susexpensas, y quería que quedara una constan cia oficial de lo que había realiza -do, de ahí que se levantara un minucioso inventario y tasación de la fábrica, al-hajas y ornamentos de la iglesia.

en el decreto en que se designa a maestros en diversos oficios para realizarel avalúo de la iglesia, se dispone que lo concer niente a la platería quede a cargodel maestro Blas ruiz de Santo domin go168.

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Sin embargo, finalmente este platero no llevó a cabo la tasación pues, segúnconsta por certificación del alcalde ordinario de la ciudad de Santiago de Veraguas,el teniente don Félix de Quintas, el nombramien to de tasador no pudo notificárseleal maestro Blas ruiz ya que, «Certifico que habiendo procurado hacerle saber alnombra miento de justipreciador [...] al capitán Blas ruiz de Santo domingo, maes-tro de platero, no lo he logrado a causa de hallarse gravemente enfermo»169.

debido a la imposibilidad de que el maestro ruiz se ocupase del avalúo,este le será encomendado a otro maestro platero llamado Martín de Segura. aeste platero me refiero inmediatamente.

el maestro platero Martín de Segura aparece mencionado por primera vezen textos del año 1768, haciendo el avalúo de la plata labrada de la iglesia delpueblo de San Francisco Javier de Cañazas170. Según el testimonio del escribanopúblico y del Cabildo gaspar de aguilar, el maestro platero Martín de Segura«que se asegura haber hecho las alhajas de plata» será nombrado «justiprecia-dor» en sustitución del maestro platero Blas ruiz171. es decir, que fue el maestroSegura quien hizo las alhajas.

el 22 de marzo de ese año el maestro Martín hace el juramento de la tasaciónque es recogido por el escribano. el mismo día el platero Segura compareció ante elteniente don Félix de Quintas, alcalde ordinario de la ciudad de Santiago de Veraguay su jurisdicción, con asistencia de don Santos garcía teniente receptor de la realHacienda, para hacer la tasación. el resultado de este avalúo es por demás intere-sante, pues lo hace el propio autor de las obras, quien debía saber mejor que nadielo que valían las piezas tasadas. el ajuar litúrgico tasado constaba de lo siguiente:

1. primeramente, una custodia de una vara de alto sobredo ra da, con 103 pie-dras lucidas, copón sobredora do y dos relicarios tallados a cincel, mil pesos.

2. por un centellero de plata en realce, ciento cincuenta pesos.3. por una cruz alta, incensario, naveta, hisopo, portapaz, cruz de guion, todo

de plata tallado a cincel, doscientos y cincuenta pesos. 4. por diez ramos de plata de realce con sus jarras de lo mismo, cien pesos.5. por la corona de plata sobredo rada de la Virgen con sus piedras de luci-

miento, setenta pesos.6. por el rosario de oro que tiene en las manos, setenta pesos.7. por dos faroles con sus vidrie ras, doce pesos172.

puede advertirse por el contenido de este inventario, que las habilidadesdel platero en su oficio eran muy diversas, destacándo se en el tallado a cincel,las piezas sobredoradas y el trabajo en realce, lo que demuestra su dominio delas posibilidades del trabajo en plata. el resultado del avalúo, que arroja un totalde 1,652 pesos sugiere por lo demás los beneficios que debió obtener el platerocon un encargo tan importante.

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entre 1794 y 1795 un platero llamado también Martín Segura vuelve a apa-recer en los textos, aunque no se sabe si se trata del mismo maestro que he ana-lizado hasta aquí o de otro, acaso su hijo. Lo menciona uno de los declarantesque es llamado a comparecer en los autos judiciales que se ordenaron levantarcon ocasión del ruidoso enfrentamiento que tuvieron el gobernador de la pro-vincia de Veragua, Francisco Matos y el obispo remigio de la Santa y ortegacuando este hizo su visita pastoral entre 1794 y 1795173.

en los citados autos se menciona a otro platero nombrado eusebio Macías. eltestigo don Francisco Márques Quirós declaró que «también sabe de público y no-torio y particularmente por el maestro platero nombrado eusebio Macías, vecinode Santiago, que no paga a los oficiales ni jornaleros que manda trabajar en su be-neficio como le sucedió al propio platero que se lamentaba, y quejaba de que lehabía mandado hacer unos cubiertos y candeleros de plata, y habiéndose esme-rado en su trabajo no le pagó lo que era justo despidiéndolo con desaire y desa-brimiento por haberle reconvenido tenía que pagar dos oficiales que le habíanayudado en el trabajo y lo propio había hecho en otras ocasiones que le había ocu-pado, y que siempre callaba por no tener a quien ocurrir y temeroso de un desairey que le pusiera en prisión en la barra como lo había hecho con otros»174.

de estas noticias se desprenden algunas conclusiones. por un lado que en laúltima década del siglo XVIII existían en Santiago de Veraguas por lo menos dosplateros, uno de ellos identificado claramente por dos testigos como maestro pla-tero, eusebio Macías. además, que este tenía por lo menos dos oficiales «que le ha-bían ayudado en el trabajo». el hecho de que a Martín Segura no se le nombre comomaestro puede ser una omisión, pues solo es un testigo el que da su nombre.

La figura del maestro platero Lorenzo parada encuentra documentada enencargos de ornamentos litúrgicos pedidos por los misioneros de propagandaFide para la misión de San Carlos del Chirú en 1780. ese año, según consta en la«data de consignaciones y situaciones eclesiásticas», para dotar a la iglesia deeste pueblo recién fundado, los oficiales reales anotaron el gasto de vestuariopara el sacerdote, don andrés Francisco de la peña y un misal. pero además, 90pesos de plata para pagar al maestro platero Lorenzo parada «por el valor de laplata y oro de dorar que puso y la hechura de un cáliz con su patena, un relicario,una cruz y tres crismeras que trabajó y se entregó al mencionado licenciado(peña) para los servicios de dicho curato»175.

era costumbre, pues, como ya he tenido ocasión de mencionar antes, que elpropio platero suministrase la materia prima de su trabajo y el pago se le hacíatanto por la misma como por su mano de obra. parada, como Segura y tantosotros plateros encontraban, pues en las iglesias, un mercado de trabajo impor-tante que no cesaba de crecer.

en el pleito que tuvo lugar entre el gobernador Francisco Matos y el obisporemigio de la Santa a raíz de la visita pastoral de este en 1797, el obispo acusóal gobernador de haberse apropiado de una vajilla de plata y de una mula fina

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de caballería, muy por debajo de su precio corriente. La vajilla de plata tenía unpeso de 180 onzas y pertenecía a la testamentaría de don pedro López, cura delpueblo de indios de Boquerón. Según La Santa, el valor de la plata era de 8 realesonza y Matos había pagado, abusando de su influencia, solo 6 reales. La res-puesta que dio Matos aparece contenida en una carta suya al obispo, fechada enSan Francisco de la Montaña, el 16 de abril de 1795, donde califica aquella vajillacomo «unas saromajas inservibles de plata con el peso de 280 onzas y no 180como dice vuestra ilustrísima». Y agrega que si «había tomado dicha plata a seisreales onza era porque este es el precio corriente de la plata vieja de chafalonia».Concluye diciendo que «para de ci dirme en este punto precedieron los informesde varios sujetos inteligentes con el exacto y prolijo reconoci miento del contrastede esta capital (Santiago de Veragua) cuyo certificado se agrega a los autos de latestamentaria»176. por desgracia, la escritura testamentaria a que alude Matos noaparece inserta en esta documentación, por lo que se desconoce el nombre delcontraste.

en el citado conflicto entre el gobernador de Veragua Francisco Matos y elobispo remigio de la Santa y ortega, anticipé anteriormente, que las autoridadesde la capital del reino devolvieron el golpe con una ofensiva que resultó fatalpara Matos. Virtualmente todas las personalidades notables y las distintas ins-tancias de gobierno se volcaron en acusaciones contra el gobernador y, por elcontrario, elogiando la persona del obispo y sus ejecutorias.

una de esas entidades fue el Cabildo secular de panamá, que escribió al reysobre el asunto en carta colegiada de 19 de septiembre de 1797, detallando losesfuerzos que había desplegado infatigablemente el obispo para adornar decen-temente la catedral metropolitana177. el texto reza así:

Que al mismo tiempo [el obispo] hizo que tuviese efecto el altar mayor deaquella catedral que desde su antecesor se había principiado, y aunque dejódinero para su fábrica y dorado fue preciso se empezase a costa suya hasta quese concluyese la causa mortuoria de aquel y contribuyó también con limosnapara dicho efecto. Que a su pastoral celo se debe también la misma iglesia queen el presente año se haya trabajando una hermosa custodia con el sol de oro y pe-destal de plata dorada con algunas piedras preciosas en su círculo, y aunque los ve-cinos y el devoto que corrió con la obra dieron la mayor parte de la limosna,fuera de alguna plata labrada antigua que dio la misma iglesia, también con-tribuyó por su parte con más de 500 pesos178.

La referencia a esta custodia merece resaltarse. Se trata, aparentemente deuna joya litúrgica importante. La carta capitular, por desgracia, tampoco descu-bre el platero que realiza la custodia. pero es obvio que se trata de un platerolocal. también esta carta revela otra costumbre al parecer muy generalizada en-tonces, como ya he mencionado antes, a saber, la fundición de «plata vieja», en

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este caso de propiedad de la misma Iglesia. el obispo, según los capitulares,había contribuido personalmente con 500 pesos para la obra, pero otros vecinoshabían contribuido también con limosnas, sobre todo cierto «devoto que corriócon la obra». esto podría sugerir que el aporte del obispo no fue la mayor con-tribución, pues además de los 500 pesos que aportó, se había agregado la platavieja de algunos ornamentos de la Iglesia, limosnas de los vecinos y la aporta-ción, verosímil mente más sustancial del «devoto».

Si se sigue esta relación parece plausible sospechar que esta custodia debióser sumamente costosa, muy seguramente superior a los 1,500 pesos o tal vezmás de 2,000 pesos. Y para ello baste comparar estas referencias con los modestoscostes de los cálices y crismeras de las reducciones indígenas que he mencionadoantes. resulta más interesante compararla con la tasación que hizo Martín Se-gura a los ornamentos de la iglesia de Cañazas donde como vimos, evaluó la«custodia de una vara de alto sobredo ra da, con 103 piedras lucidas, copón so-bredora do y dos relicarios tallados a cincel», en 1,000 pesos. La custodia de Mar-tín Segura debió ser impresio nante, a juzgar por su altura (0.82 centímetros) yla abundante pedrería preciosa que la exornaba. Sin embargo, debió ser muchomenos costosa que la de la catedral pues el avalúo de los mil pesos comprendíatambién dos piezas de calidad, el copón sobredora do y dos relica rios tallados acincel. La custodia de la catedral era pues doblemente costosa, y debió ser másextraordina ria aún para su época y lugar. Y tal vez esto explique la expresiónadmirativa de «hermosa» que no vacilan en usar los capitula res al calificarla.

otra pieza de platería documentada de este período es la que realizó elmaestro platero Juan Joseph Iglesia, para la iglesia de la atalaya, en Veraguasen 1801. Según el Libro de Fábrica de la parroquia, el mayordomo Joseph núñezdel arco le pagó al platero 30 castellanos de oro de Veraguas «para un resplandory potencias para el Señor para acompañar la corona de oro que dio Santiago Verapor manda que le hizo, con peso de 80 castellanos y para que quede perfecta fuepreciso dar los 30 castellanos». también se mandó a hacer para esas fechas unrosario y otras joyas para la imagen de la Virgen que se encontraba en la iglesiade Cañazas.

en 1813, el guardamayor del puerto, coronel don Luis ruiz de alda ordenóel decomiso de 30,000 pesos de plata de propiedad del rico comerciante de pa-namá don Juan de la Cruz pérez, transportado en una recua de mulas que salíade la ciudad en dirección a portobelo. Según alda, esta plata no había sido re-gistrada y quedaba ordenó su expropiación enviando a Cruz a la cárcel179.

Con objeto de evaluar el cargamento se hizo llamar al «maestro mayor deplatería de esta ciudad», Juan antonio noriega para «ejecutar el peso». Se tratade la primera mención que se hace este cargo de «maestro mayor de platería»180.

La existencia de un «maestro mayor de platería» podría sugerir, por otraparte, que el gremio de plateros ha aumentado en número de maestros, o que seha perfeccionado como organización, incorporán dole una nueva jerarquía.

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Como quiera que sea, hay otras evidencias que sugieren que el gremio, o en todocaso, que el cuerpo de plateros, o que el propio oficio de platero, se encuentraconsoli dado sólidamen te para fines del período colonial.

así lo indica un texto de Memorias escrito muchos años después de la inde-pendencia, pero basado en recuerdos familiares de fines de la colonia, donde nosolo se evocan nostálgicamente las viejas costumbres de la sociedad elitista, sinotambién la importancia que tenían para esa sociedad las alhajas de oro y plata yla plata labrada en forma de vajillas. Con la ventaja de que quien hace esta evo-cación ha visto y usado estos objetos de platería por haberlos probablemente he-redado.

La fama de los orfebres y plateros panameños continuó a lo largo de todo elsiglo XIX, como nos recuerda el viajero canadiense Wolfred nelson, quien escribehacia 1880. Según nelson su especia lidad era más bien el oro y las perlas. asídice: «Los joyeros del istmo son famosos por sus novedosas creaciones en oro yperlas»181. Lo que no debe sorprender, ya que la plata peruana ha cía ya muchotiempo que había dejado de fluir por el Istmo, mientras que sus minerales deoro continuaban todavía produciendo y el oro llegaba en suficientes cantidadespara satisfacer la demanda de alhajas del mercado local y en cuanto a las perlas,todavía sus ostiales perlíferos del golfo seguían muy activos.

el ejercicio de la platería, pues, lejos de fenecer con el fin de la colonia, con-tinuó floreciendo en panamá, aunque tomando rumbos propios al adaptarse auna demanda local, y cada vez más personalidad (con arreglo, obviamente, aunas tendencias cada vez más individualistas y secularizadas), y que se expre-saba, sobre todo en alhajas femeninas para el lujoso traje nacional o «polle ra»,cuyo impresionante ajuar llena toda la cabeza, el cuello, el pecho y las muñecasde las damas, en delicadas figuras de oro de finísima filigrana donde, si bien esobvia la influencia hispáni ca, también se reconoce un inconfundi ble toque desabor local.

Notas

1 Este capítulo es un extracto de mi tesis doctoral Platería virreinal en Panamá, siglos XVI-XVIII,sustentada en la Universidad de Sevilla en 1996.

2 Cf. Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia general y natural de las Indias, Bibliotecade Autores Españoles, Editorial Atlas, Madrid, 1959, tomo III, p. 213.

3 El ambiente de estos años de transición lo estudia Castillero Calvo, Alfredo, en varios traba-jos. Ver Políticas de poblamien to en Castilla del Oro y Veraguas..., Panamá, 1972; Fundación yorígenes de Natá, Panamá, 1972. Y «Subsistencias y economía en la sociedad colonial», RevistaHombre y Cultura, Universidad de Panamá, 1991.

4 Así aparece en la nómina de los cien vecinos que fundaron la ciudad de Panamá y fueronbeneficiados con sus respecti vas encomiendas. Ver Mario Góngora, Los grupos de conquista -dores en Tierra Firme (1509-1530), Fisonomía histórico-social de un tipo de conquistador, Edi-torial Universita ria, Santiago, 1962.

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5 El Juicio de Residencia de Vásquez de Acuña en AGI Justicia 338, piezas 3 y 4.6 Ibidem.7 Ibidem.8 Ibidem.9 Ibidem.

10 Sobre esto, Alfredo Castillero Calvo, Políticas de poblamiento..., op. cit., donde dedica un ca-pítulo al Cuarto Viaje colombino.

11 Todo este proceso está estudiado por Castillero Calvo, Alfredo, en Estructuras sociales..., op. cit.12 Ibidem.13 Ibidem, p. 60. Para todo esto, el capítulo titulado «Los placeres auríferos de Concepción

(1559-1589)».14 «Testimonio de cómo se abrieron e hicieron las marcas reales para Veragua», Panamá, 15 de

julio de 1559, AGI Panamá 33, número 40.15 Ibidem.16 AGI Contaduría 1456.17 «Diego de Hurtado, platero, solicita licencia para pasar a Panamá», España, año 1571, AGI

Indiferente General, 2085, número 26. 18 No deja de sorprender la afirmación de Hurtado de que estuviera «sin ocupación» en el

oficio de platero si se considera que la provincia de Badajoz (sobre todo la ciudad de Llerena),fue un importante centro de platería desde el siglo XV hasta el XIX, abundando además enla provincia las oportuni da des para los plateros. Una completa investigación sobre este temaen el libro de Esteras Martín, Cristina, El arte de la platería en Llerena, siglos XV al XIX., EdicionesTuero, Madrid, 1990.

19 Esta Real Cédula acompaña al resto de los documentos sobre Diego Hurtado, AGI IndiferenteGeneral 2085, número 26.

20 Ibidem.21 Castillero Calvo, Alfredo. «Hacia una desmitificación de la historia social panameña», Enci-clope dia de la Cultura Panameña (en el subtítulo «Los oficios mecánicos»). Suple mento Edu-cativo Cultural de la Prensa, volumen 32, Panamá la Vieja, Panamá, septiembre de 1985, p. 9.

22 Sobre Alonso de Luque se encuentran documentos como miembro del Cabildo en AGI Pa-namá 30.

23 Ibidem. El tema lo ha estudiado Castillero Calvo, Alfredo, Estructuras sociales..., op. cit. TambiénPolíticas de poblamien to, op. cit. Y Fundación y orígenes de Natá..., op. cit.

24 «Carta de Antonio Báez a su hijo Antonio Báez», Panamá, 8 de abril de 1573, AGI IndiferenteGeneral 2086, número 66. Esta carta también la reproduce Otte, Enrique, en Cartas privadasde emigrantes a Indias, 1540-1616, América, V Centenario del Descubrimiento, Consejería deCultura Junta de Andalucía, Escuela de Estudios Hispanoamerica nos de Sevilla, s. f. (1992),p. 247. Hay otra edición del Fondo de Cultura Económi ca, México, 1993. Mi transcripción,compulsa da con el original, contiene ligeras diferencias con la de Otte.

25 María Jesús Sanz anota en su libro sobre el gremio de plateros en Sevilla que esta circunstan-cia era frecuente: «En general había una fuerte tradición hereditaria entre los plateros, así quemuchos de ellos aprendían con sus padres, tíos o hermanos mayores; a veces cuando un pla-tero tenía muchos hijos y todos no cabían en el taller, o bien deseaban aprender otra especia-lidad, alguno de ellos iba al taller de otro platero por una temporada. Los hijos de platerostenían preferencia para entrar en los talleres, aunque esta condición no se observara regular-mente, debió irse acentuan do esta preferencia a lo largo del siglo XVII, ya que en el primer ter-cio del XVIII se halla la primera protesta sobre ello». En Sanz Serrano, María Jesús, El gremio deplateros sevillano 1344-1867, Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Utrera, 1991, p. 71.

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26 «Pedro Rodríguez solicita licencia para pasar a Panamá», año 1574, AGI Indiferente General2087, número 33.

27 Ibidem. «Carta de Bernardino Rodríguez». Panamá, 15 de diciembre de 1572. Esta carta tam-bién aparece transcrita en el libro de Enrique Otte, op. cit., p. 247.

28 «Tomé Barrientos, platero de oro, solicita licencia para regresar a Panamá», Madrid, 12.I.1578.29 «Tomé Barrientos, Licencia para pasar a España», Panamá, 10.IV.1577, AGI Indiferente General

2090, número 170.30 Ibidem.31 «Tomé Barrientos solicita licencia para regresar a Panamá», AGI Indiferente General 2090,

número 170. Aunque la petición no está datada por Barrientos, al margen aparece una notadatada en Madrid el 12 de enero de 1578.

32 Ibidem.33 «Información hecha de oficio en la Real Audiencia de Panamá sobre Pedro Maltés platero

de oro», Panamá, 21.V.1580, AGI Panamá 62, número 12.34 Cf. Jorge Proctor, The forgotten mint of colonial Panama: A look into the production of coins inAmerica during the 16th century and Panama’s Spanish Royal House for minting coins, 2005,edición limitada de 150 ejemplares, p. 53.

35 El Consejo de Indias recomienda personas para ocupar cargos que están vacos en Indias,Madrid, 20.III.1580, AGI Indiferente General l739, número 243.

36 María del Carmen Galbis Díez, Catálogo de pasajeros a Indias durante los siglos XVI, XVII, XVIII,volumen VI (1578-1585), Ministerio de Cultura, 1986; volumen VII (1586-1599), Ministe rio deCultura, 1986. Año 1582, número 4706.

37 «Natural de palos, soltero, hijo de Juan Caballero y Leonor Rodríguez», ibidem, número 4707. 38 Ibidem.39 Una breve referencia al proyecto de la Casa de la Moneda en Panamá y a las monedas que

se hicieron, en Sanz, Eufemio Lorenzo, en Comercio de España con América en la época de Fe-lipe II, Valladolid, 1979. Esta autor da por sentado que fue un proyecto frustráneo, lo que noes del todo cierto pues como ha demostrado Jorge Proctor (op. cit.), esta Casa de Monedaestuvo activa entre 1580 y posiblemente 1583.

40 AGI Indiferente General 739, número 243, documento ante riormen te citado.41 Ibidem.42 Esta carta en AGI Panamá 46. La firman, además de Valver di, los oidores Pedro Álvaro Zam-

brano, Alonso Coronado, Alonso Pérez de Salazar y Bartolomé de Morque cho.43 Estos temas los plantea y desarrolla Castillero Calvo, Alfredo, en «La lucha por el poder. La

vida política en la sociedad panameña colonial. Primer ensayo de interpreta ción». RevistaLotería, Panamá, noviem bre-diciembre de 1985.

44 La prosperidad de las ferias alcanzan su punto máximo en 1586, como lo han estudiado va-rios autores. Cf. Chaunu, Pierre y Huguette: Séville et l’Atlantique, París, 1955-60. También Cas-tillero Calvo, Alfredo, Economía terciaria y sociedad: Panamá, siglos XVI y XVII, Panamá, 1980.Y el capítulo del mismo autor incluido en esta Nueva historia general.

45 Las minutas del Consejo de Indias y el expediente completo con la petición de Ferrón, lascertificaciones y la Proban za, en AGI Panamá 46. El análisis que sigue, así como las citas, pro-ceden de esta fuente, a menos que indique lo contrario.

46 Fatas, Guillermo y Borras, Gonzalo M. en su Diccionario de términos de arte y elementos de ar-queología, heráldica y numismá tica (Alianza Editorial, cuarta reimpresión de la segunda edi-ción, Madrid, 1995), en la voz ensayador afirman que «este cargo aparece en el siglo XVIII,recibiendo además los nombres de marcador de plata y tocador de oro, visita dor, etc.». Perohemos visto que el cargo de ensayador ya existe en Panamá desde por lo menos mediados

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del siglo XVI, cuando el platero Gaspar Fernández realiza en 1559 la marca del sello real paralas minas de Concepción de Veraguas.

47 Las funciones anteriormente resumidas son recogidas en la normativa oficial de España eIndias. Algunas aparecen menciona das en la Recopilación de Leyes de Indias, ley 48, título 10del libro VIII. Las Ordenanzas fechadas en Cazalla el 16.VII.1730. Las «Ordenanzas para pla-teros y batihojas y la Cédula General para que se adopten (en América) donde no las hu-biere», del año 1776. En AGI Indife rente General 1700. Y el «Real Despacho de Ordenanzasaprobadas por Su Majestad a consulta de la Junta General de Comercio y Moneda para todaslas platerías de estos reinos y particulares para el Colegio de San Eloy de Madrid», 10.III.1771,título 3, cap. 1. En AGI Indiferente General 1700. Aunque de fechas posteriores a los tiemposde Ferrón, recogen y adaptan una normativa tradicional.

48 Abundante documentación sobre estos hechos, en AGI Panamá 19.49 Esteras Martín, Cristina, El Arte de la platería en Llerena..., op. cit., p. 129.50 Todo lo anterior en el expediente de los dueños de berganti nes de perlas de 1609, ya citado,

en AGI Panamá 46.51 «Cuentas de Real Hacienda de la Caja de Panamá desde 1589 a 1591», AGI Contaduría 1465.52 «Memoria de la posesión de casas e hatos de ganados vacuno e tejar de hacer ladrillos y es-

clavos e todo lo que al presente sobre que se imponen en los 2,000 pesos de renta que Fran-cisco Terrín y su mujer se obligaron con el conven to». Esta cláusula del testamento fechadaen Panamá, 26.IV.1606. AGI Escribanía de Cámara 452 A folio 991 de este expediente.

53 Ibidem. En este expediente, entre los folios numerados a lápiz 1027r a 1029r.54 AGI Contaduría 1468.55 Los dos últimos registros, en AGI Contaduría 1470.56 «Relación de la Audiencia y Ciudad de Panamá, año 1607». El original en la Biblioteca Na-

cional de Madrid, Mss. 3064. Publicada en Serrano y Sanz, Manuel, Relaciones histórico-geo-gráficas de América Central, Madrid, 1908.

57 Para un análisis de la consolidación social de la élite en Panamá entre fines del XVI y princi-pios del XVII, Castillero Calvo, Alfredo, «La vida política en la sociedad panameña colonial.La lucha por el poder. Primer ensayo de interpreta ción». Revista Lotería, Panamá, noviem-bre-diciembre de 1985. Para el análisis de las fortunas, del mismo autor, Economía terciaria...,op. cit.

58 Castillero Calvo, Alfredo, en La ruta transístmica y las comunicaciones marítimas hispanas, si-glos XVI a XIX, Ediciones Nari, Editora Renovación, Panamá, 1984, ha estudiado, mediante unexhaustivo análisis estadístico, basado en el movimiento naviero, y el tránsito de mercancíaspor la ruta transístmica, el tiempo que tardaban estas mercancías (y sus dueños, los comer-ciantes) desde el momento en que eran descargadas por los galeones que llegaban a las fe-rias, hasta que salían por el puerto de Panamá. Según sus estimaciones, la demora era decerca de seis meses como promedio.

59 Esta documentación, que ya cité a propósito del platero Laínez, en AGI Escribanía de Cámara452A.

60 Este expediente, ya citado en el capítulo anterior, en AGI Panamá 46.61 Ibidem.62 La Orden de San Juan de Dios regentaba en aquella época todos los hospitales que existían

en Tierra Firme, es decir los de Portobelo, Natá y La Villa de Los Santos. En el siglo XVIII seerigiría el de Santiago de Veragua.

63 De este inventario hay tres listados que muestran algunas variantes entre sí y aparecen endos fuentes distin tas. Uno se encuentra en AGI Panamá 377. El otro en la Bibliote ca de laReal Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, legajo 34. Estos listados los recons-truye en un cuadro y luego los analiza Castillero Calvo, Alfredo, en Arquitectura, urbanismo

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y sociedad, La vivienda colonial en Panamá, historia de un sueño, Editorial Presencia, Bogotá,1994, pp. 58-59.

64 Como ha estudiado Castillero Calvo, Alfredo, en Arquitectura y sociedad..., op. cit., en Panamála construcción de alto fue totalmente dominante, siendo costumbre que las casas, muy amenudo de dos o más altos, destinaran los bajos para bodegas o talleres. Aunque el docu-mento de los juaninos no dice que la casa alquilada por el platero Sebastián Agustín era dealto, siendo de tan solo una lumbre de frente y teniendo él, por razón de su oficio, necesi-dad de mantener un taller, puede legítima men te suponerse que todo el bajo lo destinarsepara este propósi to, siendo por tanto muy probable que también esta casa fuese de alto, si-guiendo así un patrón común a la ciudad.

65 «Cuentas de la administración del hospital de San Sebastián de Panamá, desde el 20 de abrilde 1620 que por real provisión se entregó a la Orden de San Juan de Dios del arrendamientode casas», Panamá, 23.VI.1629, AGI Panamá 104.

66 Ibidem.67 La nómina de los vecinos que aportaron donativos entre 1622 y 1623, en AGI Panamá 47.68 Op. cit., «Introducción», pp. XVI-XVII.69 Esteras Martín, Cristina, Platería hispanoamericana: Siglos XVI-XIX. Badajoz, 1984, catálogo

número 4.70 Esteras Martín, Cristina. El arte de la platería en Llerena..., op. cit., pp. XVI-XVII y p. 94. También

en: Platería hispanoamericana: Siglos XVI-XIX, Badajoz, 1984, catálogo número 4, pp. 26-27.71 Esteras Martín, Cristina. Platería hispanoamericana..., op. cit., p. 27.72 Ver los títulos correspondientes a estos plateros.73 Expediente titulado «Panamá, año 1651. Los herederos que pretenden serlo de los bienes

del marqués de Lorenzana, difunto ab intestato, contra el defensor de Bienes de Difuntos(de Panamá), 1646». Como se trata de un traslado o copia del expediente original, solo seconsigna el hecho de las firmas, sin que en el texto aparezcan estas, AGI Escribanía de Cá-mara 452B.

74 Toda esta información en AGI Escribanía de Cámara 452B. El expediente lleva por título: «Por-tobelo año 1647. Causa criminal de oficio de la real Justicia contra Pedro Gómez de Torrespreso en la cárcel pública de la ciudad de Portobelo sobre la muerte que dio a Antonio Ál-varez, teniente de alguacil mayor de dicha ciudad». Salvo cuando advierta cosa, todo lo re-ferente a Tomás de Açereto procede de esta fuente.

75 AGI Panamá 80.76 Carta de don Francisco Antonio de Rivera en que solicita se confirme a Juan de León en el

cargo de Fundidor, sin fecha, AGI Panamá 149.77 Ibidem.78 «El marqués de la Mina otorga título de fundidor a favor de Juan de León», Panamá,

13.IV.1693, AGI Panamá 149. 79 El cargo de capitán correspondía probablemente a una de las compañías de las milicias ur-

banas de Panamá, clara señal del prestigio social que gozaba De León. La estimación quegoza por parte de las autoridades, el cargo de fundidor que se le concede sin reticencias, yel cargo de capitán de milicias, sugieren claramente que no era un platero más. Probable-mente se trataba del platero más prestigioso de su tiempo, al menos socialmente.

80 AGI Panamá 149, «Tomás Francisco de Ayala tesorero de la Real Hacienda de Panamá certificaque Juan de León cumplió con el pago de la media anata del cargo de fundidor», Panamá,30.VI.1716.

81 Ibidem.82 «Bernabé Bañuelos, escribano del Cabildo, certifica que el capitán Juan de León ejerce el

cargo de fundidor», Panamá, 1.IV.1716, AGI Panamá 149.

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83 Ibidem.84 «El marqués otorga título de fundidor a Juan de León...», AGI Panamá 149. Documento an-

teriormente citado.85 «Don Francisco de Arana pide a don Joseph Hurtado de Amezaga su opinión sobre el pla-

tero Juan de León», Madrid, 25.IX.1717, AGI Panamá 149.86 «Carta de don Joseph Hurtado de Amezaga», San Lorenzo el Real, 29.XI.1717, AGI Panamá

149. Cursivas mías.87 La certificación de Boniche Luna, en AGI Panamá 179, como parte del expediente incoado

al presidente de la Audiencia de Panamá, gobernador y capitán general de Tierra Firme, Jo-seph Antonio de la Rocha y Carranza, marqués de Villarocha.

88 «Parecer del fiscal del Consejo de Indias sobre petición de Juan de León», Madrid, 3.XI.1717,AGI Panamá 149.

89 La Recopilación de Leyes de Indias, publicada en 1683, trae una profusa legislación al respecto.90 Para este pleito, AGI Panamá 147 y 232.91 «Autos criminales contra Miguel de los Reyes maestro cerero sobre haber pasado a Porto-

belo sin licencia de ese gobierno y sobre averiguar los caudales que llevó sin indultar». Pa-namá, 9.IV.1718, AGI Panamá 133.

92 Ibidem.93 Ibidem.94 «Expediente sobre los expolios del obispo fray Juan Joseph de Llamas adjuntados en carta

al rey por el goberna dor y capitán general Gerónimo Badillo», Panamá, 30.VI.1719, AGI Pa-namá 128.

95 Toda esta documentación viene en varios cuadernos de Autos adjuntados en una carta delos oficiales reales Ayala y Macías, de Panamá, 24 de mayo de 1724 y otra de Manuel de Al-derete de 26 de mayo de 1724, AGI Panamá 144.

96 Ibidem.97 Ibidem.98 Autos sobre las perlas de don Francisco Pérez Ortega. Panamá, años 1736 a 1747. Pérez Or-

tega era dueño de una de las islas del golfo de Panamá, AGI Panamá 299. 99 «Autos formados por el presidente de Panamá don Dionisio Alcedo y Herrera contra don

Cristóbal Robina, sobre la invención y uso de una marquilla semejante a la Real que se tieneen la Contaduría de aquella ciudad para imponer a los negros bozales que se indultan y re-matan». Panamá, año 1745., AGI Escribanía de Cámara 481A, 481B, 481C.

100 Ver capítulo VII «Marcas de platería y contraste de la ciudad de Panamá».101 Probablemente el maestro platero era hijo de otro Dionisio Clemente de la Balza que se

menciona en las Glosas y Ajustes de Cuentas del contador de resultas de Panamá en 1708,don Domingo de Boniche Luna. En estas Glosas Balza señala que entre julio de 1686 y el 5de abril de 1690, es decir, durante cerca de un quinquenio, el tenedor del castillo del Chagre(es decir, quien llevaba las cuentas de ingresos y gastos) era Dionisio Clemente de la Balza.Dada la fecha y el nombre, parece muy verosímil que se trata en efecto del padre, quiendesde Chagre se trasladaría a Panamá, donde habría nacido el futuro platero. La Glosa yAjuste de cuentas de Boniche, va con carta suya fechada en Panamá, 13 diciembre de 1713,AGI Panamá 142.

102 Ibidem. Reproduzco la transcripción del documento original de este embargo en el apén-dice documental.

103 El Juicio de Residencia contra Hurtado de Amezaga en AGI Escribanía de Cámara 464B.104 Toda esta documentación en AGI Panamá 178. 105 Ver las Cuentas de Real Hacienda de Panamá, de esos años, AGI Panamá 142.

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106 María Antonia Vázquez era hija de Juan Vázquez de Gortayre, de Chiclana, España, y deMaría Enrique, nativa de Panamá. Miguel Caparroso era de la Villa de las Cuevas, Granada,y era hijo de Damián Caparroso, del mismo lugar, y de Juana María Martínez. Del matrimo-nio Vázquez-Caparroso, nació Juana Martina Caparroso, quien casó en Santiago de Vera-guas el 12.XII.1735, con Juan Martín de Icaza, de la villa de Ochandiano, Vizcaya. Fijan suresidencia en Santiago, y uno de sus hijos, Isidro Antonio de Icaza (o Ycaza) Caparroso, na-cido en esa ciudad, es luego pretendiente a la Orden de Carlos III. Cf. Archivo Histórico Na-cional, Estado, Orden de Carlos III, expediente 1075. Lo referente a Bedón, folio 27.

107 «Autos criminales contra Miguel de los Reyes...», AGI Panamá 133. Citado anteriormente.108 Ibidem.109 La documentación referente a Antonio Mondragón se encuentra en el interior de un ex-

tenso expediente de contrabando en Panamá en 1719, AGI Panamá 128.110 En 1716 aparece ya como cabo en la compañía de don Juan Martínez de Retes, Cuentas de

Real Hacienda de ese año, AGI Panamá 142.111 Ibidem.112 Ibidem.113 Ibidem.114 Ibidem.115 Toda la información conocida sobre este platero, en AGI Contratación 5471, número 2, re-

gistro 33.116 Ibidem.117 Ibidem.118 Este resumen se encuentra en AGI Panamá 134. El Juicio de Residencia se conserva com-

pleto en AGI Escribanía de Cámara 465A.119 En el resumen que da Alderete, se indica reiteradamente que se trata de siete maestros pla-

teros, omitiendo, por error, el nombre de Balza, aunque en los papeles más detallados dela Residencia aparece este con toda claridad.

120 Juicio de Residencia de Gerónimo Badillo, seguido por Manuel de Alderete, en AGI Escri-banía de Cámara 465A, ya citado.

121 Ibidem. Un Juan Joseph Meoño aparece como arcabucero en todas las muestras o revistasque se hacen mensualmente a las compañías del presidio de Panamá, o más precisamente,en la compañía del capitán don Pedro de Navas. Estas listas, revistas o muestras se encuen-tran en AGI Panamá 142. Seguramente se trata de la misma persona, ya que no es un ape-llido frecuente en Panamá. Lleva, por lo demás, los mismos nombres y soncontemporáneos. Un maestro platero militar no era algo irregular, como lo demuestran losejemplos de Ferrón, de De León, de Bedón o de Obregón.

122 Ibidem.123 Ibidem.124 Ibidem.125 Juicio de Residencia de Gerónimo Badillo, AGI Escribanía de Cámara 465A. Ya citado.126 «Nombramiento de Gabriel Antonio Gómez en el cargo de fundidor y ensayador», Panamá,

5.V.1752, AGI Panamá 155.127 Esta documentación en AGI Panamá 154.128 Documentación sobre La Casandra, en AGI Panamá 129.129 «Autos formados por el presidente de Panamá don Dionisio Alsedo y Herrera contra don

Cristóbal Robina...», AGI Escribanía de Cámara 481A, 481B y 481C. Anteriormente citado.130 «En dicho día hice saber el auto de esta hoja a Manuel de los Ríos alcalde veedor en el arte

de la plata y el oro, y habiéndo lo oído y entendido dijo que aceptaba el nombramiento

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que se le hace en lo respectivo a su oficio, y juró por Dios y la Santa Cruz usar bien y fiel-mente de él». AGI Escribanía de Cámara 481A. «Nombramiento de Manuel de los Ríos comoTasador», Panamá, 22 de junio de 1745.

131 «Relación jurada de los bienes embargados a don Cristóbal Robina», Panamá, 1745, AGI481A.

132 «Dos pesos pagados al maestro Manuel de los Ríos por los derechos de tasaciones que hizoen lo tocante a el arte de la platería...», AGI Escribanía de Cámara, 481A. «Relación juradade los bienes...». Documento citado anteriormente.

133 «Manuel de los Ríos alcalde veedor del arte de la platería en la forma de derecho parescoante vuestra señoría y digo que en los autos de inventario de los bienes de don CristóbalRobina, fui nombrado por tasador de las alhajas de oro y plata lo que ejecuté puntualmente,como parece en la diligencia puesta en dichos autos que se compone de tres diligenciashechas en tres diferentes días. La una a tasar dichas alhajas, y las otras dos a pesarlas y en-tregarlas a las personas en quien se remataron, en que entraron las puntas de lo de oro yplata que según el arancel de esta corte corresponden a cada día cuatro pesos que siendotres hacen la cantidad de doce pesos lo que se ha de servir Vuestra Señoría mandar que elseñor depositario general, del importe de los bienes vendidos me entregue los referidosdoce pesos...», AGI Escribanía de Cámara 481A, «Carta de Manuel de los Ríos al presidentepidiendo se le pague lo que se le adeuda por su trabajo de tasador». Panamá, 1746.

134 Francisco Pérez Astaas autoriza la solicitud de pago del maestro platero Manuel de los Ríos,Panamá, 17.II.1746. Ibidem. Es interesante el hecho de que en los autos impresos de estepleito aparece una solicitud de pago del platero con fecha de 29 de enero de 1746 en queel escribano tasa el trabajo de Manuel de los Ríos en 10 pesos. AGI Escriba nía de Cámara481C. Autos impresos.

135 AGI Panamá 155, «Nombramiento de Gabriel Antonio Gómez...», ya citado.136 Ibidem.137 Ibidem.138 Ibidem.139 «El teniente gobernador y auditor de guerra de Panamá informa sobre los méritos del pla-

tero Gabriel Antonio Gómez», Panamá, 2.XII.1754, AGI Panamá 155.140 «Los oficiales de las Reales Cajas de Panamá informan sobre los méritos del platero Gabriel

Antonio Gómez», Panamá, 14.XII.1754, AGI Panamá 155.141 Ibidem.142 Joseph Álvarez solicita se le dé a Gabriel Antonio Gómez confirma ción en el cargo de fundidor.

No está fechado pero al margen tiene anotación del Consejo con fecha de 17 de mayo de1758, AGI Panamá 155.

143 Autos sobre las perlas de don Francisco Pérez Ortega. Panamá, años 1736 a 1747, AGI Pa-namá 299.

144 Angeles Ramos Baquero «Pelícanos, águilas y aves fantás ti cas: las aves en el arte religiosocolonial de Panamá». Revista Humanidades, Tercera época, diciembre de 1993, número 1,pp. 199-233.

145 Ver los apartados correspondientes a estos plateros.146 Analizo este pelícano en «Pelícanos, águilas y aves fantásticas…, op. cit., pp. 199-233.147 Esta documentación procede de la pieza 2 de los documentos que se han conservado del

Juicio de Residencia de Dionisio de Alcedo y Herrera, AGI Escribanía de Cámara 465B, Pa-namá 1756.

148 Ver Alfredo Castillero Calvo, «Los negros y mulatos libres en la historia social panameña»,Revista Lotería, Impresora Panamá, S.A., julio de 1969. Se hizo una separata.

149 Ibidem. Este pleito en Archivo Histórico Nacional, Consejos 20627.

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150 En 1774, Aranda ingresaba un depósito por 8 adarmes, 2 tomines y 8 quilates, por el quintode perlas, en su calidad de contraste y en representación de doña Ramona Díaz Bazán,dueña de la isla Pacheca, AGI Panamá 327.

151 Ibidem.152 El pleito de Casimiro Mena en AGI Panamá 210.153 Toda la documentación utilizada aquí referente a Juan Garlan, en AGI Panamá 264. Estos

Autos tienen una extensión de 40 folios.154 Ibidem.155 Archivo Histórico Nacional, Consejos 20650.156 Autos sobre conducta de don Domingo Sánchez Iradi, Panamá, 1781., AGI Panamá 287.157 Demanda presentada por doña Serafina Montoya contra don Domingo Sánchez Iradi. Pa-

namá, 11 de octubre de 1786, AGI Panamá 288. 158 Ibidem.159 Ibidem.160 «Testimonio de la visita celebrada en la Villa de los Santos y ermitas de Santa Librada de las

Tablas, Pesé y Pocrí, por el señor doctor don Domingo Sánchez Iradi, beneficiado de lasiglesias parroquiales de la ciudad de San Sebastián Provincia de Guipuzcoa, examinadorsinodal y visitador general de esta diócesis por el ilustrísimo don Francisco de los Ríos y Ar-mengol, obispo de Tierra Firme, provincia de Veragua y Darién, del Consejo de Su Majestad»,Panamá, año de 1776, AGI Panamá 283.

161 «Demanda presentada por doña Serafina Montoya contra don Domingo Sánchez Iradi».Panamá, 11 de octubre de 1786, AGI Panamá 288.

162 «... mando por auto de ocho de noviembre de 1771, que se guardasen inviolable mente,limitando la tercera parte en la que se excluía de la facultad de tener obrador a los indiosmestizos y mulatos (de cuya clase son casi todos los más hábiles indivi duos del gre-mio)...». «Plateros y batihojas de Indias: Ordenan zas para dichos plateros y batihojas yCédula General para que se adopten donde no las hubiere, año de 1776», AGI IndiferenteGeneral 1700.

163 «Testimonio de la visita celebrada en la iglesia del pueblo de Santo Domingo de Parita yermita de San Sebastián de Ocú, por el señor doctor don Domingo Sánchez Iradi, benefi-ciado de las iglesias parroquiales de la ciudad de San Sebastián provincia de Guipúzcoa,examinador sinodal y visitador general de esta diócesis, por el Ilustrísimo señor don frayFrancisco de los Ríos y Armengol, obispo de este reino de Tierra Firme, provincias de Vera-gua, Darién, del Consejo de su majes tad», año de 1776, AGI Panamá 283.

164 Ibidem.165 «Padrón general de todos los feligreses de esta santa iglesia de Santo Domingo de Parita»,

Parita, 1776, AGI Panamá 283.166 Ibidem.167 Decreto de nombramiento de maestros tasado res para la iglesia de San Francisco Javier de Ca-

ñazas, Santiago de Veragua, 18 de marzo de 1768., AGI Panamá 277.168 Ibidem.169 Ibidem.170 Avalúo de la iglesia de San Francisco Javier de Cañazas, pueblo de San Francisco Javier de

Cañazas, 22 de marzo de 1768, AGI Panamá 277.171 Ver el subtítulo dedicado al maestro platero Blas Ruíz de Santo Domingo.172 Ibidem.173 Expedientes del juicio contra el gobernador de Veraguas Francisco Matos, años 1794-1805.

AGI Panamá legajos 266 a 268. Sobre todo las declaraciones de los testigos sobre las ac-tuacio nes del goberna dor Matos.

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174 Ibidem. Esta declaración la hizo en Panamá el 3.VIII.1796.175 Cuenta de las Cajas Reales de Panamá, «Data de consignaciones y situaciones eclesiásticas»,

años 1780 a 1782, AGI Panamá 329.176 «Expediente de don Francisco Matos, goberna dor de Veragua. Año 1805», AGI Panamá 266.

Este expediente forma parte del mismo expediente contenido en los legajos 266 a 268 yamencionado.

177 Todo esto en el expediente ya citado, de AGI Panamá 292.178 Carta del Cabildo de Panamá, Panamá, 19 de septiembre de 1797, AGI Panamá 294. 179 En el encabezamiento de este expediente vienen los siguientes títulos. «Expedien te sobre

legiti midad de la junta superior de Real Hacienda creada nuevamente en Panamá con mo-tivo del comiso de 30,000 pesos hecho a don Juan de la Cruz Pérez vecino de dicha ciudad,recursos de este y del guardamayor el coronel don Luis Ruiz de Alda». «Decomiso a donJuan de la Cruz Pérez», expediente 32. «Legitimidad y facultad de la junta superior de Ha-cienda de Panamá», año 1818. Consejo de Indias, sala segunda, septiembre de 1818, AGIPanamá 296B.

180 Incluyo a Noriega en este capítulo porque si bien corresponde cronológicamente al sigloXIX, el siglo XVIII no termina históricamente en Panamá hasta 1821, año de su indepen-dencia.

181 Wolfred, Nelson, Cinco años en Panamá (1880-1885), Editorial Universitaria, Panamá, 1971.Primera edición en inglés, Five Years in Panamá: The Trans-isthmian canal, Belford Company,Nueva York, 1889.

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Pelícano sagrario para el depósitodel jueves santo. Iglesia de Santi-ago de Natá. Plata en su color.Autor anónimo, 1752.

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CapítuLo XXVIII

Iglesia y sociedad

Alfredo Castillero Calvo

Un mundo impregnado de religiosidad y creencias fantásticas

durante el período colonial la vida religiosa invadía casi cualquier aspectode la vida diaria y la Iglesia gozaba de enorme influencia. en todos los actos pú-blicos de importancia la Iglesia estaba presente, asumiendo a menudo un papelprotagónico. Casi cualquier evento notable –la llegada de la flota a portobelo,un incendio, la derrota de un invasor o la amenaza de una invasión pirática, unterremoto, una peste, la entronización de un monarca, el nacimiento de un prín-cipe, la preñez de la reina– terminaban invariablemente en una misa. Cada ma-ñana muy temprano, antes de empezar labores, el tribunal de la audienciaasistía a misa en la capilla de las Casas reales. en la capilla de el taller –la al-hóndiga de la ciudad– se oficiaba misa a diario para pasto espiritual de los es-clavos y los marineros. Hasta los miembros masculinos más rudos de la sociedadhacían demostraciones públicas de su devoción religiosa y la falta de fervor eraseñalada por el escandalizado vecindario con asombro. todos los pasos funda-mentales en la vida de un individuo estaban acompañados por actos religiosos,desde el nacimiento a la muerte, y el temor a privarse de algún sacramento podíadar origen a temerarios actos de heroísmo y sacrificio.

en aquella época existía la arraigada creencia de que los pecados tambiénse pagaban en la tierra. Cualquier catástrofe, sea que la provocara el hombre ola naturaleza, solía atribuirse a la ira divina, y como señal inequívoca del dis-gusto que producía en el cielo la conducta pecadora de las víctimas del desastre.era recibida y aceptada resignadamente como un condigno castigo enviado delmás allá. a su vez, cualquier hecho extraordinario que ocurriera a un individuoo a la comunidad, solía interpretarse como una señal bajada del cielo.

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el milagro era la explicación ineludible para todo lo inexplicable o extraor-dinario. porque en aquella época lo fantástico e inverosímil se aceptaba más fá-cilmente que la prosaica realidad, porque es más fácil creer, que tratar decomprender la realidad, casi siempre compleja y difícil de asimilar. en ese climade fervorosa religiosidad, las almas estaban siempre predispuestas a creer enportentos y milagros. La aparición de un eclipse o de un cometa se interpretaracomo la advertencia ominosa de que algo terrible estaba por ocurrir. Siguiendola misma lógica, un terremoto o un gran incendio no podían ser otra cosa queun castigo del cielo. Cuando algo así ocurría, la comunidad entera, aterrorizadapor el castigo a sus culpas, organizaba solemnes procesiones de flagelantes des-calzos. Marchaban en silencio con «rosarios en las manos, los ojos en el suelo [...]con mordazas en las lenguas, esteras de esparto en los ojos y rostros, sogas grue-sas al cuello y cruces de mangle, tan pesadas, en los hombros, que al volver laprocesión, alguno muy robusto hubo menester Cirineo», como describe requejola que se hizo después del terremoto de 1621.

Coherentes también con la mentalidad de entonces, muchas autoridadeseclesiásticas estaban plenamente convencidas de la existencia de brujas y demo-nios. Las persecuciones más notables a estas actividades brujeriles fueron, en elsiglo XVI, del obispo dominico pablo de torres, en el siglo XVII, del obispo tam-bién dominico Francisco de la Cámara y raya, y a principios del siglo XVI delobispo Juan de argüelles.

El financiamiento de la Iglesia

en una atmósfera espiritual imbuida de tales creencias y de tanta religiosi-dad, se comprende que en sus frecuentes aprestos de devoción, los vecinos sedesprendieran de muchos de sus bienes terrenales para entregarlos a la Iglesia.tocados por algún llamado celestial, o por alguna inquietante premonición yhasta por simple emulación, era frecuente que los vecinos, tanto ricos como po-bres, hiciesen cuantiosos donativos para la creación de una cofradía, la fundaciónde un convento, la construcción de una iglesia, la dotación de censos y capella-nías sobre un capital inmueble para mantener al clero o a un convento, y que ensus testamentos legaran a la Iglesia centenares y miles de pesos para el pago demisas por el sufragio de sus almas. estas donaciones representaban a veces ver-daderas fortunas. en algunos casos eran tan desproporcionadas que dejaban alos posibles herederos virtualmente en la inopia.

Fueron memorables los donativos que hicieron algunos vecinos ricos comoJuan de Carrión, Juan de reinoso, ana de espino o Francisco terrín y su mujerCatalina rodríguez Franco, entre fines del siglo XVI y principios del XVII parala creación del convento de monjas de La Concepción. durante el obispado deagustín de Carvajal a principios del siglo XVII, el vecino Juan de Carrión donó

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«más de 150,000 pesos» para la creación del seminario. de esa suma se separaron6,000 o 7,000 pesos para la reconstrucción de la catedral y sobre todo la torre,que estaba en el suelo; además, se compraron cuatro casas que en 1613 llegabana rentar 1,000 pesos anuales, y cuyo alquiler se utilizaría para mantener a los se-minaristas1. Los terrín aportaron grandes sumas de dinero y bienes y constru-yeron casas de alquiler cuya renta serviría para el mantenimiento de las reclusas.

el vecino Benito gil, donó en 1629 una manda por 5,000 pesos al hospital-convento de San Juan de dios, además de una costosa lámpara para el SantísimoSacramento. Siguiendo su ejemplo y durante esos mismos años, otros vecinoscostearon las imágenes y ornamentos litúrgicos para la iglesia de este convento,como doña gerónima de Herrera y doña María de Melo, que donaron una ima-gen de San Carlos Borromeo, o el alférez esteban Martel de Montemayor quecosteó los blandones de plata, o el vecino Blas de goyena, que donó 50 pesos«para ayuda de la Cruz»2. otros vecinos, como el alguacil mayor don tomás deMeneses, dejó una renta para celebrar en la iglesia del hospital la festividad deSan Carlos Borromeo3.

en 1622, el acaudalado vecino Juan gómez de Zúñiga legaba para obraspías la colosal suma de 200,000 pesos, el 40% de su enorme fortuna4. pero unasuma tan grande no podía distribuirse sin desatar pasiones. el obispo y la au-diencia se enfrentaron por ella, y como sería inevitable, según ya mencioné enotro capítulo, sus herederos, encabezados por el hábil y poderoso ordoño de Sa-lazar, hicieron lo indecible para demorar o dificultar su entrega. por su parte, elconvento de monjas reclamaba de ese legado 20,000 pesos que necesitaba conurgencia para reconstruir su casa, derribada por el terremoto de 16215.

La costumbre de entregar donativos cuantiosos para obras pías continuabasin cambios en pleno siglo XVIII. pedro gonzález Cordero y su mujer Isabel deecheverz, ofrecieron un donativo de 85,350 pesos para la fundación de un con-vento de monjas carmelitas en 1739, un proyecto que pocos años atrás había que-rido prohijar el Cabildo capitalino6.

Cuando un potentado piadoso asumía el patronazgo de una fundación, secomprometía a dotarla con una renta fija anual. el de las monjas concepcionistasfue dotado por sus patronos los terrín, con 2,000 pesos anuales aplicados alcenso de unas casas que para ese propósito construyeron en la plaza Mayor depanamá. al morir terrín, el patronazgo recayó en el sobrino de su mujer, agustínFranco, que continuó cumpliendo con la dotación original. no era raro quecuando un matrimonio carecía de hijos dejara gran parte de su herencia paraobras pías. este fue precisamente el caso de los terrín y los gonzález Cordero.

Cualquier pretexto era bueno para improvisar colectas de limosnas, ya seapara reparar la pared desplomada de un convento, la reedificación de una iglesiao para pagar misas en sufragio de almas pecadoras. para apaciguar la ira divinaque se había manifestado en un desastre natural, como un incendio o un terremoto,

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o para mostrar regocijo por la retirada o derrota de fuerzas enemigas, el vecin-dario entregaba generosas limosnas destinadas a sufragar misas de acción degracias. Los vecinos de la élite, acompañando al obispo y al clero, recorrían lascalles pidiendo limosnas para la reconstrucción de los edificios religiosos que sehabían caído durante el terremoto de 1621 o para la catedral, cuando fue des-truida por el fuego en 1644.

Las mandas que prometían los devotos si se curaban de sus achaques o secumplían sus anhelos, solían pagarse también con misas costosas, como las queofreció pedro de alarcón, próspero armador y comerciante, cuando enfermó «deunos dolores de estómago al parecer fáciles de curar»7.

Fue con esas mandas, legados y misas que se levantaron prácticamentetodos los conventos e iglesias de la ciudad. así lo afirmaba agustín Francoen representación del Cabildo en las Juntas de guerra celebradas en 1629 parala construcción de las murallas, refiriéndose a la gran cantidad de edificiosreligiosos que se tuvieron que construir a costa de limosnas y legados de losvecinos tras el terremoto de 16218. Las finanzas del hospital-convento de SanJuan de dios, provenían en gran medida del alquiler de casas donadas porlos vecinos y de limosnas, representando la aportación de la Corona una sumainsignificante.

Los miembros de las cofradías, ya se tratase de individuos de la élite, deplateros, zapateros, panaderos, carpinteros y aun de negros y mulatos, se impo-nían altas cuotas anuales para la celebración de las fiestas de sus santos patrones,o para adquirir imágenes, joyas y vestuarios de los retablos y las andas, haciendocada quien grandes esfuerzos y sacrificios económicos para que sus santos lu-cieran suntuosos y mejores que los de otras cofradías.

Fueron esas contribuciones piadosas las que hicieron posible, no solo quepudiesen subsistir, sino también que los religiosos llevasen una vida libre de pe-nurias y que sus edificios, por lo menos desde el siglo XVII, fuesen de aspectosdecorosos e incluso impresionantes. así fue como se construyó el de La Compa-ñía, según los planos, al parecer, del hermano coadjutor andrés alonso de Va-lladolid, arquitecto de formación que se encontraba en panamá el año 1610. Conla participación de todos los miembros de la orden, haciendo unos de carpinte-ros y otros de albañiles, y con solamente la colecta de limosnas, misas, mandasy otras contribuciones pías, pudieron levantar el primero y más hermoso edificiomonacal que tuvo panamá a comienzos del siglo XVII9. Según una carta del Ca-bildo secular de 22 de junio de1607, ya se estaba construyendo para esa fecha.era una construcción «de piedra y ladrillo», y se calculaba su costo en 20,000pesos «de limosnas»10.

Las evidencias acumuladas indican que fueron, en efecto, las limosnas elgran soporte financiero de la Iglesia. era un flujo de recursos transferido demanera constante de la población (tanto civil como eclesiástica) a la catedral y

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los conventos. pero esto era así en toda américa. Más adelante me ocuparé delhermano gonzalo de la Madre de dios, un ermitaño que llegó a panamá en1669, dedicándose a pedir limosnas por la calle. Luego se trasladó a perú,donde continuó recogiendo limosnas en las ciudades de trujillo, Lima y mástarde Huancavelica, hasta 1674 cuando, nuevamente en panamá, declarabahaber acumulado durante esos años, solo en limosnas, la impresionante sumade 80,000 pesos11.

Sin embargo, las fuentes contemporáneas no se cansan de insistir en que laIglesia panameña era pobre, sobre todo cuando la fuente es la propia Iglesia. «LaIglesia es pobre y apenas sustenta los ministros que tiene»12, dice la «descrip-ción» de 1607, refiriéndose a los ingresos del obispo y al Cabildo catedralicio.La misma fuente nos ofrece el detalle de estos ingresos y cómo estos se distribu-ían entre el obispo, los prebendados, organistas y sacristanes de la catedral.

de hecho, las fuentes parecen indicar que sus ingresos disminuyeron con eltiempo, como se puede observar en los cuadros que siguen. Según hemos visto,la edificación de la catedral tuvo muchos tropiezas económicos, teniendo queesperar hasta el siglo XVII antes de poder construirse de manera decorosa. elcuadro que sigue muestra los magros ingresos con que contaba para la construc-ción y el mantenimiento del edificio.

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Ingresos anuales de la catedral de Panamá(en pesos corrientes de 9 reales)

Descripción Pesos

Diezmos 7,623.0

Novenos 1,050.0

Dos novenos del rey (cedidos por mer ced real) 233.0

Cuatro novenos de curas 467.0

Nueve y medio de la fábrica 174.5

Nueve y medio del hospital 174.5

Funerales 1,500.0

Cuarta parte del obispo 375.0

Otras tres partes que se reparten prebendados y sacristán 1,875.0

Bautismos y velaciones 300.0

Misas y testamentos 100.0

Capellanías 745.0

Total 14,617.0

Fuente: «Descripción» de 1607, pp. 209-210.

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requejo Salcedo afirmaba que esta situación más bien empeoró a medidaque avanzaba el siglo XVII13. La renta de las sepulturas había disminuido porquecada vez más los vecinos elegían ser enterrados en las iglesias de los conventos,asunto que había generado un pleito que ya era viejo en tiempos de su conocidaRelación14. también las rentas del obispo y los prebendados siguieron un procesodecreciente, según se observa en el cuadro siguiente:

1350 X Iglesia y sociedad

Rentas para la fábrica de la catedral de Panamá(en pesos corrientes de 9 reales)

Descripción de renta anual 1577 1597 1,607.0

Alquiler de «cuatro pares de casas de madera y teja» 800 a 900 1,800 1,000.0

«Derechos de sepulturas que por año en ella se abren » Solían valer 700 a 800 (dice en 1577) 300 761 750.0

«Escusados y noveno y medio de diezmos» 300* 670 174.5

«Renta de la casa en que vivía el obispo, que se vendióa censo»**

Total 1,400 a 1,500 3,231 1,924.5

Fuentes: Para 1577, Carta de los tres prebendados del Cabildo al rey, Panamá, 25.IV.1577, AGI Panamá 102. Para 1597,carta de Antonio del Casar, escribano, notario y secretario de la catedral de Panamá, 20.X.1597, AGI Panamá 14. Para1607, «Descripción» de ese año ya citada. Notas: (*)=250 pesos ensayados «que vienen a ser 300 corrientes»; (**)=Esta fue la casa que remató Pedro de Alarcónen 1640. No dice la suma, aunque si menciona que de allí proceden ingresos.

Rentas del obispo y los prebendados de la catedral de Panamá(en pesos de 8 reales)

Cargo 1607 1628 (circa) 1650* 1675

Obispo 2,594 6,000 6,000

Deán 993 1,500 1,100 600

Arcediano 993 1,200 800 500 +

Chantre 993 1,200 800 500 +

Maestrescuela 993 1,200 800 500 +

Tesorero 993 1,200 800 500 +

Tres canónigos (a cada uno) 1,000 600 350

Fuentes: Para 1607, «Descripción», p. 211. La fuente da la suma en pesos corrientes de 9 reales que he convertido apesos de 8. He redondeado las cifras. Para 1628, Antonio Vásquez de Espinosa, op. cit., p. 511. Para 1650, «Relación»de Bernal de Contreras, ya citado. Para 1675, Súplica al rey de los prebendados, Panamá, 30.VIII.1675, AGI Panamá 51.Nota: (*)=Se ajustó esta renta por R. C. de 4.XI.1648, según la «Relación» de Bernal de Contreras; (+)=Más de.

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al parecer, a medida que corrió el tiempo, sobre todo desde principios delsiglo XVII, los conventos fueron ganando mayores adeptos al ir mejorando suscondiciones físicas, con retablos, imágenes y ornamentos litúrgicos cada vez másesplendorosos. Los donantes, comprensiblemente, se apegarían cada vez más alas Órdenes cuyas iglesias y capillas recibían sus donaciones, terminando porpreferirlas cuando fueran enterrados. La pérdida de las rentas de las sepulturaspor parte de la catedral sería inevitable, no solo por estas razones, sino tambiénpor los largos períodos que tuvo que mantenerse cerrada. además, la devocióna los conventos le iría también arrebatando feligresía al Capítulo catedralicio, yla disminución de feligreses suponía menos rentas y limosnas, ocasionando fre-cuentes y amargas confrontaciones que duraban años. una de estas típicas con-frontaciones fue la que surgió entre el Cabildo de la catedral y los hermanosjuaninos y que ya mencioné en el capítulo VII. de la lectura del grueso expedienteque produjo esta querella se desprende que al Cabildo no le inspiraba mínima-mente la suerte del hospital y la curación de los enfermos, siendo su objetivo prin-cipal impedir que los juaninos siguiesen cobrando por los entierros, recibiendodonaciones pías y celebrando fiestas religiosas en su iglesia15. Los prebendadospretendían que la administración del hospital fuese devuelto al poder secular,quitándole la administración a la orden de San Juan de dios. elevaron a la Co-rona su petición, acompañada de informes «siniestros», según la opinión del priorde los juaninos, y obtuvieron una r. C. fechada en Madrid el 13 de noviembre de1626 que ordenaba a los religiosos hospitalarios entregar la institución para quefuese administrada por mayordomos como se había hecho antes. Como ya sabe-mos, el Capítulo perdió el pleito, y los juaninos continuaron administrando elhospital, recibiendo más donaciones, mandas y limosnas y aumentando sus in-gresos procedentes de la adquisición de nuevos inmuebles y de las misas y en-tierros que se celebraban en su iglesia y en el cementerio de su claustro.

al igual que la catedral, también los conventos tuvieron frecuentes dificul-tades económicas y, como hemos visto, tardaron muchos años hasta tener aloja-mientos decorosos e iglesias convenientemente dotadas. es cierto que corríamucha plata por el país y que no faltaban vecinos muy ricos. pero era necesariomantener un número muy crecido de eclesiásticos y las construcciones religiosaseran sumamente costosas. además, como ya he señalado en otro capítulo, la na-turaleza del sistema económico colonial inducía al despilfarro y a realizar gastossuntuarios improductivos, así como a destinar grandes sumas para la defensa,todo lo cual drenaba endémicamente los recursos de la comunidad, limitandosus posibilidades para hacer obras pías. pero hay que diferenciar períodos y ana-lizar por separado los recursos de la catedral y de los conventos, que se admi-nistraban de forma independiente. una tercera distinción es la de los miembrosdel clero secular como individuos privados, sobre todo los que pertenecían a lasfamilias elitistas, cuyas fuentes de ingreso no necesariamente provenían de susactividades eclesiásticas.

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El financiamiento de las Órdenes religiosas

en general, los miembros de las Órdenes religiosas vivieron en relativa po-breza, por lo menos hasta principios del siglo XVII. a esta situación no escaparonlas monjas de La Concepción. aunque desde su fundación en 1598 pudieroncontar con ingresos regulares provenientes de sus rentas, vivían con muchas es-trecheces y para alimentarse y vestirse necesitaban de la ayuda permanente desus deudos. durante mucho tiempo, el hospital de San Sebastián (el único en lacapital) era administrado con limosnas del vecindario y de una merced real por10,000 maravedíes anuales –unos 37 pesos de 8 reales–, cantidad insuficiente,«porque en médico y cirujano son 200 pesos en salarios, sin otros salarios». dehecho, eran las limosnas de los vecinos las que mantenían el hospital. no fuehasta 1620, cuando pasó a manos de la orden hospitalaria de San Juan de dios,que empezó a contar con rentas de consideración, sobre todo con casas de alqui-ler donadas por los vecinos, que ya sumaban una veintena en 1629.

Las penurias que padecieron las Órdenes durante el siglo XVI las ilustra elcaso de La Compañía de Jesús. en 1578 llegaron primero un padre y un hermano,y luego se les agregó el padre Juan de Baena, pero pocos años más tarde este de-cidió abandonar la plaza por falta de recursos. Sin embargo, la comunidad devecinos se organizó en Cabildo abierto para impedir que se fueran y se com-prometió mediante escritura a ofrecer «liberalmente unas limosnas que rentasendos mil pesos cada año para el sustento de los de La Compañía»16.

también los ingresos de las demás reglas fueron muy bajos durante el sigloXVI, la mayoría procedentes también de limosnas y durante mucho tiempo elúnico convento que poseía propiedades era el de La Merced. pese a lo anterior,en 1560 una r. C. acusaba recibo de ciertas quejas procedentes de panamá, deque los dominicos y los franciscanos aceptaban «herencias y mandas» y que te-nían «bienes propios y granjerías». Según estas quejas, el de La Merced «solosirve de aprovecharse de un hato de ganado». La Corona reprobó este procedery ordenó que el hato se traspasara al hospital17. pero estas amonestaciones noprodujeron ningún efecto, pues los mercedarios siguieron explotando su hato,que ya para 1607 contaba, además del ganado vacuno, con una yeguada de 200cabezas para su servicio, lo que da una idea de su extensión. de hecho, el censoganadero que se hizo en 1609 registró 1,000 reses en el hato18.

no obstante, las rentas de las Órdenes mendicantes seguían siendo pobrestodavía en 1607. Los dominicos se mantenían con una renta de 1,143 pesos de 9reales de limosnas, más unos 150 pesos que aportaban las Cajas reales de pa-namá para gastos en vino, aceite, cera, médico y medicinas. por su parte, la rentade los mercedarios se reducía a 600 pesos procedentes de lo que rendía su hatoy lo que recibían en limosnas. Como se ve, las rentas del hato no eran de granconsideración. Las demás Órdenes también se resignaban a vivir en la pobreza,

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dependiendo solo de las limosnas del rey y de particulares, de algunos legadosy de las misas y rezados19.

esta pobreza de rentas de las Órdenes y, en general, de la Iglesia panameña,dio por resultado que para la construcción de edificios religiosos y para adquirirlos objetos litúrgicos necesarios para el ritual, fuese necesario tener que dependerde la generosidad de los vecinos y en algunos casos excepcionales de la Corona.por r. C. de 24 de noviembre de 1584, la Corona hizo merced a La Compañía deuna arroba y media de vino anual para cada sacerdote y autorizó a las Cajas re-ales de panamá para que comprase un cáliz y una campana. a cada orden leentregaba 150 pesos anuales para cera, vino, aceite y gastos en enfermedades y,como ya vimos, 10,000 maravedíes para el hospital. en 1619 las reales Cajas con-tribuyeron, asimismo, con 6,000 pesos para la construcción de la catedral20.

Sin embargo, el grueso de las aportaciones dependía de la generosidad delos vecinos. tal vez el mejor ejemplo sea el convento de La Concepción, comoya he comentado. también las muestras de desprendimiento del propio clerolocal fueron notables. La ermita de San Cristóbal fue costeada por don Franciscodíaz, chantre de la catedral, y por el clérigo Juan de Soto. La iglesia de Santaana pudo construirse gracias al deán don alonso Miño, que la dotó con 100pesos anuales de renta. La fundación del Colegio de La Compañía se debió a la«liberalidad» de un matrimonio, el caballero de la orden de Santiago, y alguacilmayor del Cabildo Joseph garcía de albano alonso y Mesa, y de su mujer Bea-triz Montero, que donaron la enorme suma de 40,000 pesos21. Ya vimos que elpresbítero agustín de ribero había gastado sumas considerables durante los pri-meros seis años que estuvo al frente de las obras de la iglesia mayor. tambiénpara la construcción de la catedral, el obispo fray Francisco de la Cámara legó asu muerte 4,000 pesos22. también a principios del XVII, el deán don Franciscode ribera Bustamante corrió con gran parte de los costos de construcción de lacatedral23. en un rapto de piedad extrema, el presidente pérez de guzmán, antela inminencia del ataque de Morgan a panamá, entregó a la Iglesia toda su for-tuna, de más de 28,000 pesos, 9,000 de los cuales serían para las monjas de LaConcepción24. Y hay más ejemplos.

La misma práctica continuó en el siglo XVIII. Las donaciones del chantredon Joseph Fernández de Miñano y del obispo Francisco Javier de Luna Victoriay Castro, para la universidad, la catedral y otras obras pías fueron considerables.Luna y Victoria siguió entregando donaciones a favor de la Iglesia panameñaincluso después de que fue trasladado al obispado de trujillo. otro ejemplo fueel obispo Manuel gonzález de acuña, quien compró a su costa hacia 1803 la re-sidencia de su predecesor, evaluada en 35,000 pesos, para convertirla en ColegioSeminario25.

pero por lo general las aportaciones más cuantiosas procedían de los vecinoslaicos. un vecino dejó 10,000 pesos en su testamento para la reedificación de la

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catedral después del terremoto de 1621. desde 1619, pedro de alarcón se habíahecho cargo de la mayor parte de su construcción hasta verla concluida26. en elsiglo XVIII fue famosa la contribución de Mateo de Izaguirre, futuro conde deSanta ana, para la construcción en piedra de la iglesia de esa advocación en elarrabal. precisamente fue su patronazgo uno de los factores que mayormentecontribuyó a que se le concediera el título nobiliario.

Las fuentes sugieren que a medida que avanzaba el siglo XVII, las condi-ciones económicas de las órdenes monarcales fueron mejorando. probablementefue el período en el que se realizaron las principales construcciones eclesiásticasque tuvo panamá la Vieja. Me atreveré a sugerir que este cambio se produceentre las décadas de 1590 y 1640, aunque estas fechas son solo aproximadas.durante este período se amasan las mayores fortunas del siglo XVII y es com-prensible que esta situación coincidiera con la etapa de mayores actividadesconstructivas de la Iglesia. de hecho, la década de 1620 parece iniciar un perí-odo de febril actividad constructiva, coincidiendo con los daños que causó elterremoto de 1621. La catedral fue reconstruida; el convento de las monjas le-vantó de nuevo su iglesia, su coro, el refectorio, los dormitorios de las noviciasy sus muros, que se habían venido al suelo con los temblores. a partir de 1620,al hacerse cargo de la administración del hospital los hermanos juaninos, seconstruye una nueva iglesia, se levantan nuevas construcciones para residenciade los 13 hermanos, nuevos cuartos para la enfermería y las oficinas y la insti-tución hospitalaria acaba ocupando toda una manzana. Cuando los hermanosse hicieron cargo de la administración, recibieron un verdadero cascarón rui-noso. Siendo obispo fray Francisco de la Cámara y antes de que se les entregaseel inmueble, con ocasión de llevarse el Santísimo Sacramento desde la catedral,para darlo a un enfermo, se hundió el techo de la enfermería matando a un sa-cerdote y a otras personas de las muchas que allí se habían congregado, per-diéndose «una forma consagrada y no apareció jamás». en 1629 solo en laconstrucción de la nueva enfermería habían gastado más de 14,000 pesos27. Sinembargo, después de 1640, como ya he analizado, se inicia un período de cre-ciente decadencia económica, lo que debió reducir la capacidad de los vecinospara hacer nuevas o considerables aportaciones para obras pías. Cuando atacóMorgan en 1671, probablemente la etapa de las principales construcciones ecle-siásticas ya había pasado.

un caso notable fue el convento de La Concepción. Sus rentas comenzaroncon buen pie, gracias a las jugosas aportaciones de algunos vecinos, sobre todolos terrín. además de las casas que mencioné, aportaron sumas considerablespara levantar el edificio. Como ya mencioné en otro capítulo, en 1601 se calcu-laba que sus aportaciones sumaban 31,770 pesos de 9 reales. para entonces, otrosvecinos habían aportado 5,200 pesos y en mandas se habían recogido hasta 3,770pesos28. total, 40,740 pesos; lo suficiente para levantar una casa de considerabletamaño y apariencia. en 1612 las rentas del convento habían subido a 5,500 pesos

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y sus propiedades a 110,000 pesos. en 1640 ya ascendían a 9,000 pesos anualesy sus propiedades eran evaluadas en más de 300,000 pesos. en 80 años, sus ren-tas y propiedades habían aumentado a más de siete veces su valor original.

también el hospital-convento contaba con ingresos regulares, como puedeobservarse en el cuadro que sigue, pero tampoco bastaban para sus necesidadescotidianas. el grueso lo constituían las rentas de sus propiedades inmuebles, untotal de 19 «pares de casas», con el 57%. el resto lo componían mayoritariamentemandas y limosnas. de hecho, las casas que poseía el hospital habían sido do-naciones de los vecinos, de manera que las rentas de los juaninos virtualmentedescansaban sobre limosnas y mandas del vecindario. en una información quepidió a la audiencia en marzo de 1628 el prior del convento fray Juan pobre seafirmaba, en efecto, que «todo ha sido a costa de limosnas de vecinos»29.

La suma del cuadro anterior no incluía 181 pesos 1 real anuales de tres cen-sos sobre casas que aparecen en otra cuenta del mismo año. Como quiera quesea, la renta era muy pequeña, si consideramos que el hospital mantenía 13 her-manos y varios esclavos de servicio, que debían pagarse salarios al boticario, alos enfermeros y enfermeras, al cirujano, al capellán y a los médicos, y que de-bían curarse, alimentarse o enterrarse a centenares de enfermos cada año, ade-más de los gastos en medicinas para la botica, sábanas y otras cosas. Según elprior de San Juan de dios, cuando había flotas, solían atenderse no menos de200 enfermos a la vez y en enero de 1629 se habían curado 113 enfermos «sin sertiempo de flota». La audiencia de panamá no tenía dudas cuando calificaba alhospital de una «fundación pobrísima»30. en un informe del año anterior, el priorafirmaba que en cada uno de los siete años que había estado el hospital a cargo

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Renta anual del hospital-convento de San Juan De Dios, año 1629

Descripción Pesos de 8

Renta anual de 18 «pares de casas» (o casas de alto) de propiedad del hospital 4,000Limosna anual de los cien soldados de la plaza a razón de 50 pesos mensuales 600«Manda cotidiana» 1,000«Media soldada de cada navío de los que cargan en el puerto de Perico» 500Del noveno y medio de los diezmos del reino 200«De los vestidos que venden a los pobres que mueren en el hospital, espadasy otras cosas» 500«De las mandas y limosnas que por los testamentos hacen los vecinos, un año con otro, y no es mucho pues en este año solo Benito Gil mando de limosna 5,000 patacones» 300Total 7,100

Total para los ocho años que los juaninos tenían bajo administración el hospital 56,800

Fuente: «Razón de las rentas y limosnas que en cada un año entran en los administradores de dicho hospital», en:Pleito entre el Cabildo catedralicio y el hospital-convento en 1629, ya citado.

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de su orden, se habían curado 1,200 enfermos de cama, sumando un total de8,400, lo que suponía un gasto medio por enfermo de cerca de seis pesos31.

por falta de documentos conocidos todavía no es posible individuar la evo-lución de las rentas de las demás Órdenes durante el mismo período, aunque síse conoce el valor de sus propiedades en 1671. Cuando la ciudad quedó des-truida por la invasión pirática, se calculaban que las pérdidas de la Iglesia encensos y capellanías «pasa de dos millones de principal»32, lo que representabaunos 100,000 pesos de renta anual. Las propiedades de las monjas, con ser res-petables, representaban menos del 15%, de modo que el resto correspondía a losbienes de la catedral y a las órdenes mendicantes. el total de pérdidas de la po-blación civil se calculaba entre 10 y 18 millones de pesos, aunque esto no soloincluía los bienes inmuebles. pero si estas cifras son correctas, significa que laIglesia en conjunto había logrado acumular gran parte de la riqueza del vecin-dario. de hecho, era una riqueza que se había estado transfiriendo hacia la Iglesiade manera incesante y creciente, y que de no haber ocurrido el desastre de 1671,habría seguido aumentando.

dado que las rentas urbanas constituían la principal fuente de ingresos dela iglesia panameña, se comprenderá el significado que tuvo la destrucción dela ciudad. pese a que sobre el tema la documentación es muy pobre, hay razonespara creer que la Iglesia nunca pudo recuperarse de ese golpe. de hecho, si losconventos gozaron de alguna opulencia, esto ocurrió durante el siglo XVII, hastadigamos 1640. esto se infiere no solo de la magnitud de sus rentas, sino tambiéndel número de religiosos: ni uno ni otro volvieron a alcanzarse después. proba-blemente esta fue también la situación de la catedral. pero uno y otro asunto to-davía deben verificarse.

el padre Mercado relata que cuando Morgan invadió panamá, el rector deLa Compañía, padre Juan de enebra recogió todas las «alhajas preciosas de igle-sia y sacristía» para que el padre pedro de Castro las llevase a puerto seguro,pero Castro no pudo cumplir su misión y fue capturado por los piratas, perdién-dose todo el tesoro de los jesuitas33. esto lo confirma un Memorial enviado en1676 al rey por alonso pantoja, «procurador general de La Compañía para lasprovincias de Indias», donde resumen las pérdidas. dice que el Colegio «era fá-brica de suma importancia y que había costado el hacerse grandes cantidades,y una casa de fábrica de tablas que costó 40,000 pesos»34.

algunas evidencias indican que La Compañía no pudo recuperarse de laspérdidas de la invasión hasta casi finales del siglo XVII. pero esto solo fue po-sible gracias nuevamente a las limosnas de los vecinos, cuyas aportaciones nopudieron ser significativas hasta que pudieron recuperarse del terrible golpede 1671. en 1702, La Compañía tenía un «trapiche para hacer azúcar y guarapo»que producía 1,500 pesos anuales; un hato de solo 50 vacas; una renta de 910pesos procedente de censos al 5% aplicados a propiedades urbanas evaluadasen 18,200 pesos; 337 pesos y medio de los sueldos pagados por el Cabildo a

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sus dos maestros de enseñanza parvularia, y 2,586 pesos en limosnas, lo quesumado a otros ingresos totalizaban entre 1696 y 1701 a 8,876 pesos anuales.Se trataba de una suma no despreciable si se tiene en cuenta que La Compañíasolo contaba con 3 o 4 miembros, cantidad que se había elevado a siete en 1702.pero estas cifras son engañosas. Los gastos por quinquenio ascendían a 46,091pesos, a razón de 9,218 pesos anuales, arrojando un déficit de 2,711 pesos35.resulta significativo que siendo tal vez la orden más favorecida por la élite,su situación no fuera mejor: sus propiedades eran pocas y su administraciónarrojaba un saldo negativo.

para comprender mejor la problemática del financiamiento de la Iglesia hacefalta, sin embargo, examinar las rentas del otro gran sector del estado eclesiás-tico, el clero secular.

Las rentas del clero secular

el clero secular bebía casi de las mismas fuentes de ingreso que las Órdenesreligiosas. en primer lugar y sobre todo, las limosnas. pero dado que las limosnasdependían tanto de la generosidad de los vecinos como de la disponibilidad derecursos, su magnitud podía ser muy variable. La falta de datos impide calcularel porcentaje que les correspondía en el total de sus ingresos. otro ingreso eranlos servicios sacramentales, como los bautismos, las velaciones, los rezos, los fu-nerales, las bodas y el estipendio que recibían por las misas. Los legados, mandasy donativos también constituían una jugosa fuente de entrada. otro ingresoesencial procedía de los censos y capellanías asignados con nombre propio a losmiembros del clero, a los obispos y a la mesa capitular.

Sin embargo, el régimen administrativo referente a las rentas y a la distri-bución de ingresos era muy distinto para el clero secular y para las Órdenes re-ligiosas. para sufragar los gastos de construcción de la catedral y de las iglesiasparroquiales, de los hospitales bajo el patronazgo real (como los de panamá, por-tobelo y natá, y más tarde de Santiago), y para la «congrua sustentación» delclero tanto catedralicio como parroquial, una de las fuentes de entrada eran losdiezmos. Las Órdenes religiosas no tenían ninguna participación en el manejo obeneficio de estos fondos. pero los diezmos nunca constituyeron un renglón con-siderable ya que provenían de las cosechas y crianzas, dos sectores productivosde rango muy secundario en el conjunto de una economía dominada por los ser-vicios. en 1575, según el oidor-presidente alonso Criado de Castilla, los diezmosrecaudados en todo el país sumaban 8,903 pesos36. eran ingresos insuficientespara cubrir los salarios nominales del obispo y el Cabildo catedralicio. de hecho,eran alrededor de un tercio de lo que se necesitaba. además de esa suma debíadestinarse una porción para la construcción de la catedral, otra para pagar loscuratos del Interior, el salario del organista y del sacristán mayor, y sufragar losgastos del hospital de la ciudad.

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por si esto fuera poco, un noveno del diezmo debía separarse para el rey.para 1607 los diezmos, eran todavía menores, alcanzando un total de 7,627 pesoscorrientes37. desde muy pronto quedó claro que la iglesia secular obtendría susbienes de los censos urbanos y de las capellanías, de los legados, de las rentasde las cuatro casas que poseía en la capital, y por supuesto de las misas y losservicios sacramentales. aun así, el total de sus ingresos se reducía a 13,608pesos. desde fines del siglo XVI hasta por lo menos mediados del siglo XVII, larenta del obispo se había fijado nominalmente en 6,000 pesos, la del deán en1,500; las de las restantes dignidades catedralicias en 1,200 pesos y las de los doscanónigos en 600 pesos. era evidente que los ingresos eran insuficientes. en con-secuencia, en la práctica al obispo solo se le pagaba en 1607 la suma de 2,306pesos anuales y a cada uno de los cinco prebendados 883 pesos y medio.

en 1675 las rentas episcopales se habían derrumbado tras el ataque de Mor-gan. La pérdida de casas de alquiler y de más de 60,000 pesos en capellanías,privó a la catedral de una renta sustancial. Los varios centenares, tal vez milesde pesos en misas obligadas por testamentos, también se perdieron, y la pobrezaen que quedaron sumidos los vecinos los dejó sin recursos para limosnas. el re-sultado se aprecia en la disminución de las rentas del Cabildo catedralicio. aquelaño, el deán solo percibe 600 pesos, las otras dignidades poco más de 500 pesosy los dos canónigos solo 500 pesos38.

otra fuente de ingreso para el clero (tanto secular como religioso) eran lossínodos, el equivalente a pagos por servicios a los sacerdotes que catequizabanen pueblos de doctrina, generalmente en zonas remotas y expuestas a peligros.era una suma fija y relativamente modesta, señalada en las Cajas reales, que nosufrió cambios a lo largo de todo el período colonial.

pero existía otro rango de ingresos del clero secular que poco o nada teníaque ver con su condición eclesiástica. es sabido que la línea que separaba elmundo secular del eclesiástico era sumamente porosa, lo que permitía que granparte del clero llevase una existencia casi completamente seglar. Sus actividadestanto en la arena económica como en la política lugareña, lejos de ser lo anormal,eran aceptadas con tanta naturalidad que hoy nos sorprende ría. en esa épocalas opciones que tenía un joven con aspiraciones, no eran tan variadas como lasde ahora y ciertamente la falta de vocación no era un impedimento para seguirla carrera eclesiástica. el hábito abría muchas puertas y para el tonsurado lascosas se hacían muchos más fáciles que para los demás mortales. de hecho, erauna carrera como cualquiera otra, pero tenía todas las ventajas a su favor, puesel estado religioso quedaba al amparo de la ley civil, gozaba de fueros especiales,estaba exento del pago de muchos tributos y su vida cotidiana era de las menossacrificadas, salvo eso sí cuando se era misionero en alguna remota provinciade indios gentiles, donde las privaciones y peligros asechaban a diario. por elloera raro que un eclesiástico nativo de panamá aceptase ese reto. Si nos fiamos

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de la fuentes, prefería permanecer en un centro urbano, como natá, portobelo oLos Santos, pero sobre todo en la misma capital.

Fue gracias a esta situación de privilegio que los miembros del clero pana-meño, sobre todo aquellos que formaban parte de la élite local, pudieron acu-mular grandes fortunas. podían contar con la herencia o el apoyo económico desus padres, hermanos o parientes, para hacer inversiones en diversas actividadesproductivas y aumentar su patrimonio con una buena administración y los in-gresos de su congrua sustentación. Los que eran abogados, podían gozar de unafuente adicional de entrada, que podía ser muy jugosa, en el ejercicio de estaprofesión. Con esclavos, casas, mulas, chatas, ganado, minas y la posibilidad decontar con la liquidez de sus rentas eclesiásticas, su patrimonio podía ir cons-tantemente en aumento. por ello no sorprende que algunos fueran muy ricos yque tuvieran capacidad para hacer sustanciales contribuciones en obras pías,donando sumas considerables para la construcción o reparación de las iglesiasy conventos e incluso para obras públicas. algunos tenían rentas derivadas deactividades muy alejadas de su ministerio eclesiástico, que superaban amplia-mente a las de otros vecinos laicos. el clero secular era propietario de valiososinmuebles y las rentas que percibían por sus propiedades urbanas se encontra-ban entre las más cuantiosas de panamá.

Los casos de curas enriquecidos en actividades ajenas a su ministerio eranfrecuentes. un caso típico que merece citarse por lo temprano de la fecha es elpadre don Francisco de ribera Bustamante a quien ya he mencionado en otrocapítulo. en 1618, como dije, era deán de la catedral y en 1624 era propuestopara ocupar la vacante del obispo Francisco de la Cámara. era «señor de barcosy casas» en portobelo y propietario en panamá de un hato de 3,000 reses, unode los más grandes del país. para 1609, otro gran hato, situado en la jurisdicciónde natá, pertenecía a un padre de apellido guerrero, que contaba con 2,000 reses.otros participaban en transacciones comerciales durante el trajín de las ferias,como el canónigo rodrigo de Herrera, el deán don diego de Vargas y Ballesteros,el fraile mercedario diego Serrano y el canónigo y comisario de la Santa Cruzadadon Juan Bernal de Contreras, todos tres nativos de panamá. Los tres últimoslograron recuperar la plata de su propiedad que había naufragado en el bajo deChanduy: Ballesteros, con un valor de 2,500 pesos, Serrano por 500 pesos y Ber-nal de Contreras por 10,000 pesos39. Ballesteros debió ser un cura muy sagaz,aunque también problemático. Su nombramiento como tesorero de la catedraloriginó una agria querella entre los prebendados, y fue, junto con el canónigorodrigo de Herrera, el principal instigador para que se le retirase a los hermanosjuaninos la administración del hospital hasta llegar a «ganar» una cédula paraque así se ejecutara. «Fueron los movedores del pleito», apuntaba el irritadoprior de San Juan de dios. durante esta querella, que duraba hasta 1629 y quefinalmente ganaron los juaninos, Ballesteros y Herrera fueron acusados de

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«haber contratado en pocos años más de 50,000 pesos»40. en cuanto a Bernal deContreras, debía ser un hombre rico, pues en el donativo voluntario que la cle-recía panameña envió a la Corona en 1661 aportó 100 pesos, una suma muy su-perior a la de los demás eclesiásticos y solo superada por el obispo41. entoncesya había sido promovido a arcediano de la catedral.

Las actividades crematísticas del clero eran toleradas por la sociedad, aun-que no dejaban de ocasionar críticas veladas. pero muchas veces estuvieron en-sombrecidas por el escándalo, dando origen a amargos litigios. uno de los casosmás sonados fue el del ermitaño que se hacía llamar hermano gonzalo de laMadre de dios y que se escenifica poco después del ataque de Morgan a panamá.envuelto en una aureola de santidad, este supuesto hermano trinitario había re-gresado de Lima en 1672, acompañando a 24 monjas del convento de La Con-cepción y, como ya mencioné antes, con una ingente suma de dinero de limosnas,que el virrey y varios vecinos limeños acaudalados le habían entregado para res-tablecer dicho convento y para que fundase un hospital de convalecientes bajola advocación de Las Ánimas.

Sin embargo, durante el viaje de Callao a panamá, compró todos los orna-mentos litúrgicos de plata que pertenecían a las monjas por una mínima partede su valor, pagando 6 pesos por marco de plata en lugar de los 9 pesos del ava-lúo normal, vendiendo luego todos estos objetos por mejor precio en la feria quese celebró en portobelo poco después y quedándose con la ganancia. tambiénse le había dado de limosna en trujillo y Lima gran cantidad de fanegas de ha-rina de trigo, frijoles, garbanzos, miel y otros productos alimenticios, a fin deque los llevara a panamá para repartirlos entre los pobres, ya que, tras la inva-sión, había una gran carestía. pero tan pronto arribó a su destino, especuló consu valiosa carga de vituallas vendiéndola a altos precios. por otra parte, la grancantidad de dinero que trajo, la invirtió en esclavos y mercancías, y sobre todoen una enorme recua de 145 mulas por las que pagó 8,000 pesos, a razón de 55pesos la mula, dedicándose a transportar y vender durante la feria de aquel año.

entretanto, las monjas quedaron despojadas de lo poco que tenían, ya queademás, el hermano gonzalo se había apropiado de una valiosa imagen de laInmaculada con su retablo, una lámpara de plata y otros ornamentos litúrgicosque les pertenecía. en cuanto al supuesto hospital de convalecientes no hizo másque dos miserables bohíos de ningún valor. Y como el dinero era de limosnaspara obras pías, y todavía en agosto de 1675 el hospital al que se había compro-metido a levantar no adelantaba, el enérgico obispo antonio de León, que ade-más ejercía las funciones de presidente interino de la audiencia, descargó todosu poder terrenal y espiritual para hacerle rendir cuentas.

por diversos escándalos previos, más de una vez el obispo había encerradoen la cárcel al hermano gonzalo. en una ocasión por haber maltratado con ex-cesiva crueldad a sus esclavos, en otra por encarársele al prelado con insolencia,otra vez, por desacato y desobediencia. Finalmente, tras haberle levantado una

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sumaria donde sus turbias actividades quedaron al descubierto, le mandó pren-der para seguirle juicio y posiblemente desterrarlo a Lima. pero no lo logró, por-que el escurridizo y sagaz hermano gonzalo se fugó a portobelo y de allí seembarcó para españa, donde se le siguió investigando. de este personaje mevolveré a ocupar más adelante42.

pero el caso del hermano gonzalo fue excepcional. Lo típico era el sacerdoteque acumulaba fortuna sin provocar turbaciones y que como padre espiritual queera, la comunidad trataba con reverencia y respeto. en 1663 algunos curas eranpropietarios de importantes recuas de mulas, como el licenciado ginés de Busta-mante, sobrino del deán ribera Bustamante, que había heredado la recua de supadre el castellano ginés de Bustamante, y como don Luis delgado osorio, a lasazón tesorero de la catedral. ambos eran criollos de primera generación. Mateode ribera, nacido hacia 1604 o 1605, chantre de la catedral y poeta, se ocupa delpatrimonio familiar consistente en aserraderos, esclavos y ganado en Chepo aprincipios del siglo XVII43. todos ellos seguían activos en 1661, como consta deldonativo a la Corona de ese año. otro gran poeta, el jesuita Juan Francisco de pá-ramo y Cepeda tenía esclavos en la pesquería de perlas. en otro capítulo men-cioné que en 1694 sus buzos encontraron la famosa perla que fue luego bautizadaLa perseguida, de 60 quilates y evaluada entre 50,000 y 70,000 pesos44.

raras veces faltaron curas con intereses en la minería. un caso tempranofue el clérigo Juan de prado Coronel, natural de alcántara, que tuvo una cua-drilla de 70 negros trabajando en el mineral del río Belén entre 1600 y 1609,cuando murió sin dejar testamento45. a mediados del siglo XVII el presbíteroLuis Vásquez de Salazar, explotaba una mina de oro en el mineral de Concep-ción, en Veragua, con una cuadrilla de 24 esclavos46. pero tal vez el sacerdote mi-nero más notable fue el licenciado antonio de argüelles. primero había sidocapellán en el mineral de Cana, en darién, luego fue provisor y vicario generaldel obispado, y hacia 1719 ya se había convertido en el más importante minerodel país, siendo el principal gestor de la explotación minera en darién47.

otros hicieron fortuna como abogados y sus nombres parecen tan estrecha-mente ligados a las cosas del siglo que a menudo se les confunde con laicos. Seemplean como relatores de la audiencia, como simples abogados, como asesoreslegales en pleitos que demandan conocimientos en derecho canónigo, como losrelativos al asilo eclesiástico. algunos son fiscales de la audiencia o jueces enlos Juicios de residencia. uno de los primeros ejemplos es el doctor FranciscoCarreño. era propietario de recua entre 1616 y 1619 y por lo menos hasta la dé-cada de 1630 era abogado de la audiencia. nacido en panamá hacia 1589 –en1629 declara tener unos 40 años– era al parecer hijo de otro doctor Francisco Ca-rreño, también abogado de la audiencia y nacido hacia 154248.

estas prácticas continuaron invariables en el siglo XVIII. algunos de los me-jores miembros del foro local eran curas. uno de ellos era el licenciado FermínLuzcando, natural de panamá, a quien el gobernador Manuel de alderete pretendía

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nombrar en 1727 para la defensa de los indios que sobrevivieron al alzamientodel mestizo darienita Luis garcía. en 1730 fue nombrado por el marqués de Vi-llahermosa como fiscal en el pleito entre la Iglesia y el gobernador alderetecuando este buscó refugio en el convento de los dominicos49. otros jurisperitosnotables fueron el doctor Bartolomé de Vincenti roca, abogado en 1743 de lasaudiencias de panamá y Quito y del Consulado y Comercio del perú50. un her-mano suyo, el doctor Joseph Vincenti roca, fue también clérigo y abogado y me-recía la más alta opinión del obispo Luna y Victoria51. para la misma época deroca y Luzcando también servían como abogados los curas licenciado FranciscoJavier del Bosque y el doctor José Justo López Murillo52. todos ellos eran pana-meños de nacimiento. pero también llegaban sacerdotes españoles que se apli-caban a la abogacía, como Joseph ubaldo de la reina, nacido en 1733, quienejercía como notario público en 175853. Los ejemplos pueden multiplicarse.

algunos miembros del clero secular eran grandes propietarios de esclavos,que tenían tanto para el servicio de sus casas, como para actividades producti-vas, sea en recuas, hatos, minas, aserraderos o pesquería de perlas. otros eranenviados a la calle para ganarse un jornal, que entregaban a sus amos. en unacarta escrita por el obispo Luna y Victoria, de 1752, decía que «mi caudal consistepor la mayor parte en casas y esclavos»54. de hecho, el obispo llegó a ser uno delos principales propietarios de inmuebles de la nueva panamá.

no debiera pues sorprender que el alto clero tuviese grandes inversionesen inmuebles urbanos y que varios miembros del clero secular fuesen los mayo-res propietarios de casas para renta, una actividad, como ya sabemos, no solosegura sino altamente ventajosa. un ejemplo temprano y realmente notable esel padre Juan Constantino, muerto en 1581 sin dejar herederos forzosos. a él mereferí en un capítulo anterior. tenía una casa para alquiler, más un solar detrásde esta, aunque su principal negocio y fuente de su acomodada posición era lapesquería de perlas en el archipiélago de Las perlas, donde era dueño de la islade Chuche, con esclavos y cultivos, sobre todo de maíz. allí tenía un «barcogrande de 2,000 arrobas», el Nuestra Señora del Rosario, y para el buceo 18 esclavosnegros. dejó al morir 400 pesos en su escritorio y varios objetos de plata de granvalor. todo lo legó a la Iglesia55.

en la lista de propietarios de intramuros que se hizo tras el incendio de 1756,he podido identificar no menos de 20 miembros del clero panameño, entre ellosal obispo Luna y Victoria y dos ya fallecidos cuyas propiedades habían pasadoa herederos. entre unos y otros reunían 16 casas, 6 cañones, 4 construcciones me-nores y 17 solares baldíos, estos últimos probablemente a consecuencia del in-cendio de 1737. el obispo tenía seis propiedades con un valor de 43,782 pesos.Los diversos inmuebles del doctor Joseph Fernández de Miñano fueron evalua-dos en 54,000 pesos. el doctor Felipe de oriñón tenía tres casas y otras edifica-ciones menores evaluadas en 32,425 pesos56. todas eran cifras muy considerablespara la época.

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algunos obispos acumularon grandes fortunas, como el ya mencionadoLuna y Victoria, que llegó incluso a donar dos importantes inmuebles para quede sus rentas se costeasen varias cátedras de la recién creada universidad57. enel capítulo VIII mencioné el inventario de valiosos objetos de plata que dejó asu muerte el obispo Juan Joseph y Llamas en 1719, evaluados en 1,032 pesos. afines del siglo XVIII otros dos obispos llegaron a acumular también abundantesbienes de fortuna: remigio de la Santa y ortega y el panameño Manuel Joaquíngonzález de acuña Sanz Merino, sucesivamente propietarios del costoso inmue-ble situado al norte de la plaza Mayor de la nueva panamá, convertido por gon-zález de acuña en colegio seminario y sede más tarde del arzobispado58.

La carrera eclesiástica

dadas las ventajas que daba la tonsura a que ya me he referido, se com-prende que la población eclesiástica fuese tan elevada en panamá y que abun-dase la vocación religiosa entre los miembros de la élite. en las familias nuclearesde la élite era común que uno o más de sus miembros se dedicasen a la religión.un hijo abogado, otro militar, una hija monja y un sacerdote era lo típico. a veceshabía hasta dos hermanos sacerdotes o regulares y más de una monja. esta ca-racterística se mantuvo hasta promediar el siglo XVIII, cuando empieza a inver-tirse la tendencia en favor de la carrera militar a expensas de la eclesiástica, peroeste es otro tema. en el archivo de Indias de Sevilla se conservan numerosos ex-pedientes con las relaciones de méritos y servicios y solicitudes de ascenso delos varones de familias panameñas, que revelan la fuerte presencia de la voca-ción religiosa, fuese esta auténtica o simplemente oportunista.

para las familias elitistas la carrera eclesiástica no solo se convirtió en unaforma ideal de buscar acomodo a sus miembros, sino también uno de los meca-nismos más seguros para consolidar su posición. La abundante documentaciónconocida permite tipificar sin dificultad los pasos que seguía un tonsurado delas familias privilegiadas. podía empezar sus estudios en el Colegio Seminariode panamá –creado desde principios del siglo XVII–, recibir en la misma ciudadde la mano de los obispos las primeras órdenes, y si sus padres tenían medios yel aspirante mostraba capacidad, podía seguir sus estudios en Lima, Santa Fe eincluso españa. algunos preferían ir a estudiar al Colegio Mayor de San Luis,en Quito, regentado por los jesuitas, aunque a mediados del siglo XVIII, el aspi-rante podía permanecer en panamá y matricularse en la universidad jesuítica,para titularse de bachiller, licenciado o doctor.

al inicio de su carrera el tonsurado solía ser nombrado en alguno de los cu-ratos del Interior, hasta ir escalando posiciones que le iban acercando a la capital,donde le esperaba esa difícil meta, solo accesible a unos pocos, que era el Cabildocatedralicio y, con un poco de suerte y habilidad, la misma silla episcopal. porsupuesto que esa posibilidad era bastante remota para los curas de la clase media

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o baja, no solo porque el nivel de sus estudios, a veces bastante rudimentarios,era muy inferior al de sus competidores de las élites, con títulos universitariosobtenidos en el extranjero en colegios de prestigio, sino porque carecían de in-fluencia para atraerse el favor o la recomendación de las autoridades civiles yeclesiásticas, de las que en gran parte dependía su promoción. Como se sabe,por un Concordato entre la Santa Sede y la Corona española, esta asumió el pa-tronazgo de la Iglesia en las Indias, cargando a su cuenta gran parte de los costosde la tarea de difusión religiosa y reservándose algunos aspectos fundamentalesde la administración eclesiástica, como la distribución de los diezmos, la eleccióndel episcopado y de los capítulos catedralicios. Los candidatos del alto clero de-pendían, pues, de las recomendaciones locales para que sus aplicaciones tuvie-ran acogida en la Corte madrileña, que era, en última instancia, donde se decidía.de hecho, los curas que pertenecían a las familias elitistas tenían todo a su favorpara alcanzar el control del influyente capítulo de la catedral, ya sea como ma-yoría absoluta o proporcional, e incluso en su totalidad, lo que no era infre-cuente. por eso, el estudio de este sector del clero se presta como campo deobservación ideal para el conocimiento del grupo elitista, sin duda mucho másque el de las Órdenes religiosas.

Fueron relativamente pocos los panameños que llegaron a mitrados, peroen cambio muchos ganaron las sillas del coro catedralicio como dignidades ocanónigos. de hecho, a medida que fue avanzando el tiempo, sobre todo desdela segunda mitad del siglo XVII, la mesa capitular estuvo cada vez más bajo elcontrol del clero local. el ingreso al Cabildo de la catedral se convirtió para lamayoría en el término de la carrera sacerdotal, aunque siempre quedaba la po-sibilidad de aspirar a otros capítulos en tierras lejanas, y no faltaron los que tu-vieron que optar por este camino.

el Cabildo, coro o capítulo, se componía desde fines del siglo XVI de cincodignidades y dos canonjías. por su orden de importancia: el deán, el arcediano,el chantre, el maestrescuela, el tesorero y los dos canónigos, uno de estos poroposición y otro por gracia. para optar a uno de esos puestos era necesario quese produjera una vacante, por muerte o por promoción de los titulares. el inte-resado preparaba entonces su relación de méritos y servicios, que hacía acom-pañar con recomendaciones de diversas entidades locales, como alguna ordenreligiosa, el Cabildo secular, la audiencia y el obispo, con lo que se formaba unexpediente para enviar a la Corte madrileña, donde se examinaban los méritosde los distintos aspirantes y se elegía al que parecía ser el mejor candidato. Setrataba, pues, de un concurso de méritos, donde sin embargo los títulos, los es-tudios, las prendas morales y otras cualidades, podían en conjunto pesar a vecesmenos que la influencia, entonces tan decisiva como puede serlo hoy. una vezasignado el cargo, este era permanente, hasta que se produjera una nueva va-cante en otra escala superior y el favorecido aspirase a ocuparla, teniendo ento-nes que seguir el mismo procedimiento que le había abierto su entrada al coro.

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Los ascensos no se producían automáticamente por antigüedad, sino que cadavez que surgía una vacante, esta tenía que abrirse a concurso. Las posibilidadesde ingresar al coro eran pues limitadas y no todos los sacerdotes de las familiaselitistas podían gozar de ese privilegio. a juzgar por las largas listas de candi-datos para ocupar una silla en el coro, la competencia era reñida y es compren-sible que cada vez que se producía una vacante se levantara una polvareda depasiones entre los distintos grupos elitistas al apoyar a sus candidatos, como losugiere la documentación conservada.

el clero panameño (como en españa), fue sobre todo urbano. Como resul-tado, vastas regiones se encontraban totalmente desprovistas de pasto espiritualy mucha gente de campo solo veía un cura por casualidad, mientras que en ciu-dades como Santiago, natá o Los Santos, que por supuesto le ofrecían al cleromayores atractivos que la desolada campiña, su número era a veces despropor-cionado, aunque no tanto como en panamá, donde la cantidad de religiosos yseculares era francamente exagerada. Las relaciones escritas por los obispos ensus periódicas aunque bastante espaciadas visitas diocesanas, están llenas de la-mentaciones sobre el bajo nivel intelectual y moral de los curas de pueblo, y plie-gos enteros describen el estado de desatención espiritual que aquejaba a extensasregiones, donde se encontraban muchos caseríos sin sacerdote, gente que rarasveces había oído un sermón y llegaban a adultos sin recibir el bautismo. Loscasos de uniones ilegítimas eran más que frecuentes, no tanto porque se prefi-riese ese estado como por falta de quien impartiera el sacramento (aunque tam-bién por otras razones). el incesto era otra de las anomalías constantementeadvertida en las visitas diocesanas, hasta cierto punto explicable en un mundodominado por la ignorancia, donde había vastos espacios despoblados y era di-fícil encontrar compañía, pero que también se explica por la falta de pastores es-pirituales que pudiesen dar un mínimo de orientación moral.

en franco contraste con esta situación de penuria espiritual, los centros ur-banos se encontraban atestados de eclesiásticos, lo que daba por resultado unadistribución desproporcionada. Sin embargo esta distribución desigual tenía unaexplicación económica. Con la excepción de un centro minero que podía hincharen pocos años las arcas del cura local, los eclesiásticos preferían vivir en núcleosurbanos más poblados, que ofrecían mayores posibilidades para una existenciaconfortable. por supuesto que no faltaron religiosos piadosos de gran vocaciónmisional que consagraron sus vidas a enseñar la doctrina entre indios y campe-sinos miserables sin ningún fin material y se entregaron a la titánica tarea decrear pueblos o reducciones desinteresadamente. el mejor ejemplo fue frayadrián de Santo tomás, infatigable evangelizador de guaimíes y cunas. pero ladocumentación sugiere que estos fueron casos excepcionales.

La concentración urbana del clero en la ciudad de panamá era una prefe-rencia comprensible. el tonsurado con título de licenciado o doctor y formadoen jurisprudencia podía, además de repartir sacramentos, emplearse como abogado

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y ocupar cargos oficiales en la audiencia y otras instituciones, lo que le daba in-fluencia y aseguraba ingresos. Con lo que heredaba de sus padres o adquiría porsus propios medios, podía invertir en ganado y casas para renta, dos actividadesque no parecían entrar en conflicto con su ministerio, y que en panamá podían con-vertirse en jugosas fuentes de riqueza. Y hasta el comercio, por no decir el contra-bando, era otra de las posibilidades que en portobelo y panamá se tenía siempre amano y hay muchas páginas de acusaciones e incluso condenas contra sacerdotesdescubiertos en esas actividades prohibidas a sus ministerios. La comunidad estabaescandalizada por las actividades lucrativas poco edificantes en las que se ocupabanlos dos hijos sacerdotes del oidor gerónimo de Herrera, como ya vimos.

La falta de auténticas vocaciones y la fragilidad de la frontera que separabalo mundano de lo espiritual trajo por resultado que muchos sacerdotes se ocupa-ran más de sus bienes materiales que de su oficio pastoral, y una estadística sobrelos casos de curas con relaciones ilegítimas e hijos naturales podría revelarnoshasta qué punto la disciplina era laxa y los valores morales poco exigentes.

a estas conclusiones conduce el examen de la relación que hizo el obispoLuna Victoria y Castro en 1758, uno de los documentos más detallados y com-pletos de su tipo en panamá. el obispo hace una radiografía moral de cada unode los 149 miembros del clero secular bajo su diócesis. a algunos solo los men-ciona por su nombre, calificando sus debilidades en bloque, pero a la mayoríale dedica párrafos y hasta páginas enteras, dando pormenorizadas referencias asu nacionalidad, su procedencia social, su formación académica y capacidad mi-nisterial, pero sobre todo a sus tachas o virtudes morales. Luna Victoria estimabaque cerca del 40% del clero tenía amantes o hijos naturales59. Con razón estabahorrorizado. aunque mucho más detallada, su relación reproduce con ligerasvariantes un panorama que ya era típico del siglo XVII.

Educación y nivel intelectual del clero

en los estudios que se han hecho sobre el tema para el clero peninsular, seha evidenciado que su preparación era muy precaria. eran ordenados teniendoapenas conocimientos rudimentarios del latín y de la doctrina cristiana. difícil-mente la situación en panamá podía ser mejor.

en una carta de quejas contra el obispo agustín de Carvajal, los prebenda-dos de la catedral protestaban en 1613 por haber este nombrado como rector delSeminario que recién había creado «con seis muchachos», a un soldado quehabía regresado de españa después de haber sido expulsado de La Compañíade Jesús. Había despilfarrado los 2,000 o 3,000 pesos que su padre le había en-tregado en panamá para que comprara mercancías, y no obstante su vida de re-lajación y vicios, el obispo le ordenó sacerdote en solo cinco meses. otro curaque, según los quejosos capitulares, favoreció el obispo, fue un tal eugenio guerra,«hijo de un hombre muy humilde y de una mulata», al que alentó para que

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enviase al Consejo una probanza de Méritos y pidiese una prebenda, «siendopersona inútil, asmático y enfermo y no saber cantar ni latín, que a este tono sonlos demás clérigos de este reino»60. pero no faltaban notables excepciones. dehecho, las carreras mejor documentadas son las de aquellos que hicieron estu-dios superiores en teología y derecho canónigo en universidades extranjeras.Constituyen esa cifra mínima con aspiraciones al coro catedralicio que necesita-ban fundamentar sus solicitudes con probanzas de méritos, certificación de es-tudios y evaluaciones de los profesores o rectores de los colegios donde habíanhecho estudios. Muchas de estas probanzas se conservan impresas y por eso seconocen tantos casos. pero este panorama cambia radicalmente cuando se exa-mina el conjunto de la población eclesiástica.

una prueba es la nómina de los clérigos y presbíteros de la diócesis panameñade 1661 procedente de un donativo que hizo el clero a la Corona. allí aparecen re-gistrados desde los que tenían las órdenes menores, los subdiáconos, diáconos ypresbíteros hasta el obispo, lo que sugiere que se trata de un registro completo delclero para ese año. Suman 89, pero solo nueve tenían grado de bachiller, licenciadoo doctor. Si descontamos a los diáconos y subdiáconos, la proporción de los queposeían títulos académicos es apenas del 11%61. en 1691, esta proporción no habíacambiado, ya que el clero solo contaba con nueve diplomados62.

pero al parecer, a medida que pasó el tiempo, la situación fue mejorando.en el informe del obispo fray Juan Joseph de Llamas y rivas, de 1718, sobre las«circunstancias que concurren en los prebendados y curas y clérigos de su obis-pado», para un total de 46 se contaban 18 doctores, tres maestros, dos licenciadosy tres bachilleres. total, 28 diplomados, lo que hacía un 61% del total63. en 1746,una lista de 19 curas doctrineros que recibían paga del sínodo incluía nueve li-cenciados y un doctor: el 52.6% eran diplomados64. pero la relación más com-pleta en este sentido es la que escribe el obispo Luna Victoria en su visita pastoralde 1758. aunque tiene la desventaja de que no siempre antepone a los nombresel grado académico, brinda valiosos comentarios, como el lugar donde habíanestudiado o estudiaban, su «aplicación a los libros», y el nivel de preparaciónen «moral», ya sea si esta era «corta», «alguna», «regular», si el cura era «buenmoralista», «capaz moralista», «mediano moralista» o «bastante capaz». Si se in-cluye a los que se sabe que era titulados, ya sea por la misma relación o porotras fuentes, y a los que obviamente tenían una preparación aceptable, comolos que dice el obispo que han estudiado teología, son «aplicados a libros», «es-tudian en la universidad» o en el Seminario de panamá, o han estudiado en lasuniversidades de Quito, guatemala o Lima, y a los «regulares», «capaces» y«bastante capaces moralistas», su número alcanza a 31 de un total de 153, esdecir el 20.3%. esta proporción se acerca bastante a la que tenía el clero en 1776,ya que, según la relación de ese año del gobernador pedro Carbonell y pintoconsistía en el 22%65. pero el resto del clero tenía un nivel de preparación lamen-table, y si hemos de creer a Luna y Victoria, poco menos que analfabetas.

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Verosímilmente, la creación de la universidad jesuítica contribuyó a mejorarlas cosas. pero como se sabe, esta fue suprimida en 1767 al ser expulsada LaCompañía, lo que debió afectar severamente los estudios tanto de los eclesiásti-cos como de la población laica. Sobre la situación del clero en 1794 comentabaun observador: «el clero secular [...] se advierte muy decadente, y aun también(para decirlo sin rodeos, y hablando generalmente) mui poco instruido y nadaaplicado». Y refiriéndose a la clausura de la universidad: «Se interrumpieron en-teramente los estudios, y aunque las cátedras de Filosofía y de teología estuvie-ron después habilitadas por algún tiempo al cargo de varios religiosos agustinosdescalzos, no se notaron progresos, y finalmente llegaron también a suspenderse,pudiéndose decir que en esta dilatado intermedio no ha habido formalmenteuna enseñanza perfecta, metódica, ni constante».

Las consecuencias no se hicieron esperar. «de aquí es sin duda que aban-donada la juventud a sus caprichos, no pudiendo adquirir la instrucción nece-saria, ni teniendo quien se la haya suministrado, cuando menos de veinte añosa esta parte, se ha educado en la inacción e ignorancia, y no ha tenido estímulospara dedicarse al estudio eclesiástico, para el cual además de una vocación de-clarada son ciertamente indispensables otros principios y aptitud. entretanto eltiempo ha corrido, y la muerte ha desaparecido una multitud numerosa de an-tiguos y meritísimos eclesiásticos, cuyo inmenso vacío no ha sido dable llenar».

Como resultado, varios curatos se encontraban vacantes «sin que se halleun eclesiástico, secular ni regular que vaya a servirlos, ni aun interinamente, aundando el rey en cuasi todos buenos sínodos». el mismo autor concluye con an-gustiado pesimismo clasista: «de este modo [...] vemos aquí deslucido este su-blime estado; vemos que a él no se dedican al presente [...] las clases másdistinguidas del pueblo, lo vemos seguir cada día en mayor atraso y disminu-ción; y finalmente vemos ya que no hay con quien reemplazar la vacante de uncura, ni la falta de cualquiera otro ministro que fallezca»66. Lejos de mejorar lasituación había hecho crisis al finalizar la colonia.

La población eclesiástica

era rara la Visita diocesana donde los obispos no se quejasen de la falta declérigos en el Interior y de que la feligresía estaba mal servida. una de las típicasquejas procede de la Visita pastoral que realizó al Interior el obispo fray Fran-cisco de la Cámara en 1615 cuando decía, «también he hallado que sin embargode las poblaciones que se han hecho, ay muchos indios por los campos y montessolos, los quales ni saben doctrina ni cosa de dios»67. Lo cierto es que para finesdel período colonial las mismas quejas se repiten. pero esto no se debía a que elclero fuese escaso sino más bien al hecho de que estaba muy mal distribuido ya su bajo nivel moral e intelectual. en su visita pastoral de 1775 el obispo ríos yarmengol, se refería a sus costumbres poco edificantes, a su «relajación», a sus

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«vicios de embriaguez y sensualidad» a que son inclinados por la mayor parte68.todo lo cual restaba eficacia a su santa misión pastoral. no se sabe si tenía enmente a su propio secretario, el padre domingo Sánchez de Iradi, que durantela Visita pastoral quedó prendado de la santeña Serafina, a la que enamoraba enla hamaca tocando fandangos con su guitarra69.

en proporción al número de habitantes el clero era, no obstante, más biennumeroso, sin duda mucho más que en nuestros días. pero es necesario distin-guir entre los miembros de las Órdenes religiosas y el clero secular. Las Órdenesfueron todavía más urbanas que el clero secular, pues todos los monasterios seconcentraban en panamá y portobelo. La excepción son los monjes juaninos queservían los hospitales de natá y, ya en el siglo XVIII, de Santiago. pero estos sereducían a uno o dos hermanos, como mucho. aunque no faltaban religiosos enalgunas comunidades del Interior, sobre todo en las doctrinas de indios y desdela segunda mitad del XVIII, en las misiones de propaganda Fide, el grueso de lafeligresía del país era servida por el clero secular.

Los primeros franciscanos llegaron a Santa María la antigua, donde tuvie-ron convento y capilla y participaron en las campañas de conquista. en el capí-tulo II me referí por extenso a los ornamentos litúrgicos que llevó el obispoQuevedo en 1514 para el convento seráfico. el franciscano fray Francisco de Sanromán, horrorizado por lo que observó durante la primera campaña de espi-nosa por el occidente de panamá, viajó a Sevilla para denunciar las atrocidadesque se cometían contra los indios70. Se sabe, por otra parte, que muy poco tiempodespués, los franciscanos se retiraron a La española con todos los ornamentoslitúrgicos que tenían en Santa María la antigua. La audiencia afirmaba en 1607que «el convento de San Francisco fundaron los vecinos poco después de la fun-dación de la ciudad y vive de limosnas», lo que sugiere que habrían vuelto a pa-namá después de 151971.

Los primeros dominicos llegaron con el obispo peraza en 1523, aunquesegún la audiencia, no abrieron casa permanente hasta 1571. Se sabe, sin em-bargo, que ya para entonces llevaban muchos años establecidos en panamá72. Yaen octubre de 1533, el licenciado gaspar de espinosa escribía al emperador queen panamá se encontraban cuatro dominicos, destacando las virtudes de uno deellos, el padre fray Vicente Valverde73. probablemente se retiraron poco después.Lo cierto es que en una «probanza del convento de Santo domingo de panamá»,de 18 de julio de 1566, se da como fecha de su fundación en panamá el año 156674.

Los mercedarios se establecieron en 1522, recién fundada la ciudad75. Ya en1568 eran criticados por la audiencia porque explotaban un hato de vacas y además«viven con poco recato». Según la audiencia ese año había un solo fraile. Comoconsecuencia se expidió una r. C. para que cedieran el hato al hospital de San Se-bastián, pero como escribió la audiencia, el solitario fraile mercedario se opuso altraspaso y no se había podido cumplir con la real orden76. de hecho, para 1607 estehato, situado en pacora, ya tenía 400 vacas con una yeguada de 20 cabezas77.

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también según la audiencia, para 1568 ya existían en panamá los conventosde Santo domingo, San Francisco, La Merced y San agustín78. pero este últimodebió tener una existencia efímera pues desapareció poco después. para esaépoca tal vez la fuente más confiable sea la «Sumaria descripción del reyno detierra Firme» del oidor-presidente alonso Criado de Castilla, fechada el 7 demayo de 1575. Según Criado solo había tres conventos, el de San Francisco, Santodomingo y La Merced. Curiosamente asegura que «el más antiguo es La Mer-ced», donde había cinco o seis religiosos. en antigüedad le seguía San Francisco,con tres o cuatro frailes. no dice cuántos tenía el de Santo domingo79. para 1577el convento franciscano ya tenía doce religiosos.

Los agustinos no se establecen de manera permanente hasta 1612. Según elpadre Mercado, los jesuitas llegaron en 157880. Las monjas de La Concepciónabrieron su convento en 1598 y en 1620 llegaron los primeros frailes de San Juande dios para encargarse del viejo hospital de San Sebastián. Más tarde los mer-cedarios abrieron casa en portobelo y los juaninos establecieron hospitales enportobelo y natá, y ya en el siglo XVIII en Santiago de Veragua.

durante el siglo XVI, la existencia de las Órdenes fue bastante precaria y elnúmero de sus miembros muy variable, aunque por lo general no eran más dedos o a lo sumo entre cuatro y seis. Cuando los frailes que llegaban de españade paso para otros destinos en américa y se detenían temporalmente en panamá,los conventos llegaban a sumar una docena o más de religiosos, pero volvían avaciarse una vez se iban los viajeros. La moral de estos frailes no era muy santay hay muchas quejas de los obispos y de otras autoridades en ese sentido, quelos acusaban de venir a las Indias más para medrar que para otra cosa. pero estasquejas corresponden más bien al siglo XVI y se refieren a las tres primeras Ór-denes que llegaron.

Con la excepción de La Compañía, no se conocen cifras para la poblaciónde las Órdenes del último tercio del siglo XVI. Sin embargo, diversos documen-tos sugieren que debido a la creciente prosperidad comercial, los monasterioscomenzaron a crecer en número de regulares. en 1607 los cinco monasterios exis-tentes ya agrupaban a 69 religiosos. el más poblado era el de las monjas, con 24,mientras que los de varones tenían entre diez y trece cada uno81. pero su númeroirá creciendo rápidamente.

La mayor concentración se producía en la capital. por una parte, estaba lacatedral con su numeroso personal: el obispo, los siete prebendados, a saber, eldeán, el arcediano, el chantre, el maestrescuela, el tesorero y los dos canónigos;tres capellanes de coro, un sochantre o sacristán mayor, dos sacristanes menores,y otros sacerdotes subalternos. Se necesitaban curas para la iglesia de Santa ana,capellanes para la audiencia, el convento de monjas, el Cabildo, las cárceles pú-blicas, el cuartel de los soldados e incluso el taller de playa prieta, que tambiéntenía capilla donde se oficiaba a diario. además, existía un gran número de ecle-siásticos tanto seculares como religiosos en los conventos de La Concepción,

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San Francisco, Santo domingo, San agustín, La Merced, La Compañía de Jesús,y el hospital-convento de San Sebastián o de San Juan de dios. en 1607, solo enla ciudad, había 22 presbíteros y clérigos, 45 religiosos y 27 monjas concepcio-nistas. total: 9482. Según Juan de requejo Salcedo que llega como canónigo en1619, y escribe en 1638 cuando ya era maestrescuela, entonces se contaban 35clérigos y presbíteros, «más de100 religiosos» y 50 monjas. total: 18593.

para el resto del país, por otra parte, se necesitaban numerosos sacerdotesy frailes en los pueblos de españoles y en las doctrinas indígenas. en 1591 habíados curas en nombre de dios; cada uno de los pueblos de españoles de natá,Los Santos, Santa Fe y Concepción, La Filipina y remedios, requería uno, aun-que ese año faltaban los de La Filipina, Santa Fe y Concepción. «Casi siempre»había un cura en los «cinco pueblos de indios» existentes entonces, «aunquenadie quiere ir». Seguramente se refería a parita, penonomé, olá, atalaya yChepo. Cada uno de los dos pueblos de negros excimarrones, a saber, Santa Cruzla real y Santiago del príncipe, era atendido por un fraile, lo mismo que en elpresidio de Bayano. total, se necesitaban 15 eclesiásticos en el Interior, aunqueese año solo había 1384. desde su fundación en 1597, portobelo necesitaba cape-llanes para los castillos de San Felipe y de Santiago y desde 1663 para el reductode San Jerónimo, además de los sacerdotes de su iglesia parroquial. tenía ade-más un convento, el de La Merced, y un convento hospital administrado por losfrailes de San Juan de dios.

pero la demanda de eclesiásticos en el Interior fue aumentando rápidamentea medida que fueron surgiendo nuevas doctrinas de indios y la política misionalcobró nuevos bríos en el siglo XVII. en la primera década, solo en Chiriquí, yase habían fundado Santiago de guabalá, San Félix, San pedro y San pablo, soloen Chiriquí85. Luego surgen, en la segunda y tercera década, San Bartolomé detabarabá, San Lorenzo del guaymí, nuestra Señora del pardo, San Isidro deQuiñones de Capira, Las palmas, San Francisco, aunque casi todas estas doctri-nas eran servidas por dominicos y mercedarios, y ocasionalmente por algún re-ligioso agustino, todos ellos reclutados de los conventos de la capital86.

en 1638, según requejo, había 23 curas en portobelo y los demás pueblosde españoles y de indígenas del Interior, todos servidos por un solo cura, salvoportobelo y Los Santos, que tenían dos. existían entonces 20 poblaciones fuerade panamá87. el contraste con la capital es notorio: mientras que en ella se cuen-tan 185 eclesiásticos, en todo el Interior hay 23. La proporción es de 8:1. el ca-rácter urbano de la Iglesia panameña es patente.

durante la época colonial el período de mayor expansión de la Iglesia pa-nameña se produjo entre principios del siglo XVII y 1671. Más precisamente, apartir de la creación del convento de monjas de La Concepción entre 1598 y 1600y el año1640, cuando se declara la crisis del siglo a que ya me he referido. Loevidencian las cifras de población eclesiástica, el volumen e intensidad de lasedificaciones religiosas y el valor de las propiedades eclesiásticas. Cifras superiores

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de regulares a las que registra requejo en 1640 no se alcanzan hasta la segundamitad del siglo XVIII, cuando, según el obispo Luna Victoria en 1758 había untotal de 154 seglares y religiosos88.

en 1607, cuando se hizo el primer padrón exhaustivo de la ciudad, para unapoblación de 5,708 almas se contaban como ya dije, 22 clérigos presbíteros y 45religiosos varones, es decir, un eclesiástico por cada 85 personas. Fuera de la ciu-dad solo había un cura en todo el distrito. este se encontraba en Chepo, cuyosescasos pobladores –negros, mulatos, zambos e indios sobre todo–, «pagan unclérigo que les administra los sacramentos». desde 1550 solía haber un cura enel pueblo de indios de taboga. Hasta poco antes de 1607 lo había venido su-pliendo la orden de Santo domingo, aunque la comunidad lo pagaba de sucuenta, pero ya había dejado de mantenerlo para esas fechas «por su pobreza».no tenían por tanto «doctrinero ninguno ni quien les enseñe»89.

en 1640, según requejo Salcedo, la población de la capital y su distrito in-mediato era de 8,000 habitantes, aunque la inmensa mayoría de la poblacióneclesiástica se concentraba en panamá, donde había un eclesiástico por cada 58habitantes. era una proporción francamente exagerada. en cambio, en el distritode la capital solo había entonces dos curas seculares, uno en Chepo y otro enCapira. para el resto del país, donde la población probablemente no llegaba a10,000 habitantes, solo había 18 clérigos presbíteros y siete religiosos. La propor-ción era de un eclesiástico por cada 417 habitantes. en la alcaldía Mayor de natáhabía ocho sacerdotes seculares y dos religiosos repartidos en seis pueblos. enla provincia de Veragua, en ocho pueblos había 8 clérigos seculares y tres reli-giosos. en darién solo estaba fray adrián de Santo tomás.

en 1661 el clero secular ha seguido aumentando sensiblemente en la capital,contándose entonces 53 individuos. ese mismo año el obispo Bernardo de ey-zaguirre, al regresar de su visita general, escribió al rey adjuntándole la lista detodos los eclesiásticos que existían en su diócesis que habían entregado un do-nativo voluntario en cumplimiento de la r. C. de Madrid 25 de diciembre de1657. en el Interior, incluyendo Santiago, Los Santos, natá, taboga, Chame y lospueblos indígenas de doctrina, 27 eclesiásticos aportaron su donativo, en porto-belo nueve, y en panamá 53. el total sumaba 89 eclesiásticos, concentrándose enla capital el 59.6%90. La suma del donativo voluntario fue de 1,234 pesos, con unpromedio de cerca de 14 pesos por eclesiástico.

en 1659 los dominicos contaban con 23 miembros, los franciscanos con 20 ylos jesuitas con dieciocho. esa es probablemente la época de mayor esplendorde la Iglesia en panamá, como lo sugiere el hecho de que durante esa década lasmonjas y los jesuitas alcanzan su mayor número para todo el período colonial.el resto del distrito capitalino contaba con otros cinco sacerdotes seculares. enla alcaldía Mayor de natá había 15, en Veragua nueve, lo mismo que en porto-belo, y aparentemente ninguno en darién. Si nos atenemos a la tendencia de laépoca, probablemente no había en el Interior más de cinco regulares y otro tanto

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en portobelo. todo el país contaba con 89 eclesiásticos del siglo y tal vez unos125 o 130 regulares, es decir, un total aproximado de 215 eclesiásticos varones.para una población de digamos 15,000 o a lo sumo 20,000 habitantes, eso repre-sentaba una relación de entre 90 y 100 personas por eclesiástico, lo que, de sercorrecto, no solo indica una proporción sumamente alta sino que también su-giere una consistente ofensiva religiosa que no había dejado de aumentar desdepor lo menos 1607 y que estaba a punto de llegar a su culminación, si es que nolo había logrado ya.

esta ofensiva, si puede llamarse así, tiene sin embargo una distribución muydesigual. Se advierte que los pueblos del distrito capitalino se encuentran mejorservidos: Chepo mantiene, como de costumbre, un cura, lo mismo que Capira;en cambio taboga cuenta ya con dos y Chame ya tiene uno. Más significativo esel cambio que se produce en la alcaldía Mayor de natá, que prácticamente du-plica el número de eclesiásticos que tenía en 1607. Veragua no acusa modifica-ciones91. en cambio darién, donde la evangelización de los cunas había tenidoéxito con fray adrián de Santo tomás, vuelve a quedar abandonado.

Las fuentes sugieren que tras la destrucción de panamá en 1671, la relaciónde los dos estados religiosos empieza a cambiar, hasta llegar a invertirse. proba-blemente la invasión fue responsable de este fenómeno. para entonces había 16jesuitas y más de 50 monjas. pero con la muerte de muchos religiosos en los com-bates y durante la peste que sobrevino poco después, la destrucción de los con-ventos y la pérdida de todas las propiedades urbanas de la Iglesia, las Órdenesreligiosas sufrieron un golpe muy duro del que nunca llegaron a recuperarse. elclero secular, en su mayoría panameño, probablemente pudo resistir mejor elimpacto ya que disponía de mayor flexibilidad económica y podía contar conlos recursos de su familia para sobrevivir. el hecho es que para 1691 solo habíacinco jesuitas, seis agustinos, y entre 10 y 15 conventuales en las demás Órdenes,para un total de entre 62 y 70 regulares.

entre 1607 y 1661 la proporción solía ser de dos regulares por un secular.de hecho, podría afirmarse que en panamá la Vieja la Iglesia había sido domi-nada por las órdenes monacales, al menos numéricamente, lo que podría sugerirque tuvieron una influencia mayor en la sociedad que los seculares, pero es untema que todavía debe investigarse. esta superioridad es evidente en la capital,aunque no en el Interior, donde el peso recayó siempre sobre el clero secular,salvo en algunas doctrinas de indios y esto solo por breves períodos.

Los primeros indicios de lo anterior se advierten para 1691, aunque es pro-bable que este fenómeno ya se venía produciendo desde las últimas dos décadas.es en panamá, como siempre, donde las Órdenes siguen llevando la ventaja,aunque esta es ya mucho menor que antes de 1671: 40 seculares le hacen com-petencia a entre 55 y 59 regulares. para entonces, la capital no tenía probable-mente más de 5,000 habitantes, lo que significa que tal vez había un eclesiásticopor cada 50 almas. todo el país contaba entonces con 98 seculares y entre 62 y

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70 religiosos y tal vez no tenía más de 25,000 almas, de modo que por cada ecle-siástico se contaban unas 150 almas. Si esto era así, tendríamos que también paraentonces empieza a observarse un cambio en las proporciones entre el clero y lafeligresía, al menos para el conjunto de la población: a partir de entonces haycada vez menos eclesiásticos por habitante. aunque el clero secular ha aumen-tado en términos relativos y absolutos, los regulares han empezado a disminuir,mientras que la población del país empieza a descubrir los primeros síntomasde vitalidad demográfica. Hay más curas del siglo, pero también la feligresía hacrecido, y en términos relativos lo ha hecho más rápidamente que el clero. porotra parte, el Interior se nota mucho mejor servido por la Iglesia. en la alcaldíaMayor de natá se cuentan ya 33 sacerdotes, aunque un solo religioso. en Vera-gua hay doce clérigos presbíteros y dos regulares92. el darién había conocido laofensiva de los frailes capuchinos entre 1648 y 1658 y entre 1681 y 1688, peronuevamente fue abandonado93.

Las relaciones diocesanas de 1718 y de 1736 sugieren además un decreci-miento de la clerecía en el Interior respecto a la de 1691: entre siete y diez, res-pectivamente en la alcaldía Mayor de natá frente a 34 en 1691, y entre siete ydoce frente a catorce94. Si nos atenemos a la relación del obispo rubio y auñónde 1736, en la alcaldía Mayor de natá había un eclesiástico por cada 1,029 habi-tantes, mientras que en Veragua la relación era de uno a 775. Las referencias de-mográficas son bastante groseras y deben aceptarse con reservas. de todasformas resalta la enorme diferencia entre estas proporciones y las de la capital yportobelo.

Concluiré con una rápida referencia a este proceso a mediados del sigloXVIII. La ya citada relación del obispo Luna y Victoria de 1758 evidencia que elclero secular ha aumentado considerablemente. en la capital es el doble que en1718, lo mismo que en su distrito. pero es en el Interior donde los avances sonmás notables: en la alcaldía Mayor de natá se ha más que cuadruplicado y enVeragua se ha triplicado. darién también observa mejoría. en 1718 tenía tres se-culares, en 1746, los seculares eran dos y los religiosos cuatro. en 1758, habíasiete seculares y dos religiosos95.

aunque para 1758 no hay datos sobre la población de religiosos, las fuentessugieren que probablemente no eran más de un cuarto o a lo sumo un tercio dela clerecía masculina del país. en la capital no llegan a tal vez 40. en 1776 el clerosecular aumenta a 156 y en 1778 suman 180, probablemente el mayor númeroque jamás alcanzaron en todo el período colonial. Los regulares eran solo 40,contándose solo 23 en la capital, donde sus conventos daban ya claras muestrasde decadencia. el clero secular ha seguido aumentando también en el Interior,con 46 en la alcaldía Mayor de natá y 40 en Veragua, mientras que en la primerahabía un solo regular (un solitario hermano juanino a cargo del hospital), y enla segunda había dos. es en darién donde la situación se mantiene estacionaria,con un secular y un religioso.

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Según los censos de 1778 y 1779, para todo el país la relación era de un ecle-siástico por cada 271 habitantes. es decir, prácticamente igual que en 1718. peroaunque estas proporciones podrían parecernos más que satisfactorias, no era asía los ojos de los contemporáneos. en 1775 el obispo ríos y armengol denunciaalarmado la falta de vocaciones y la dificultad de llenar las plazas vacantes. dehecho, el deterioro de las proporciones seguirá un ritmo ascendente. Según elpadrón de la ciudad de panamá de 1790, para una población de 7,831 habitantes,solo había cien eclesiásticos: 46 seculares, 39 regulares y 15 legos. La proporciónha descendido a 78 personas por eclesiástico, y su distrito, que tenía una relaciónde 133 a uno en 1778, ha disminuido a uno por cada 4,513 pobladores. para elmismo año, la alcaldía Mayor de natá solo cuenta con 35 curas (nueve menosque en 1778), uno solo por cada 824 habitantes. en 1783, aunque Veragua tieneel mismo número de eclesiásticos que en 1778, dado que su población ha au-mentado, la relación es de uno por cada 824 pobladores.

Influencia del clero en las élites

el clero ejercía una influencia notable en la sociedad, sobre todo en los nú-cleos urbanos. el prestigio que le daba su «sublime estado» le allanaba virtual-mente todos los escollos. era el consejero familiar en materia de bodas y rencillas,y a menudo el asesor de los gobernantes en importantes asuntos de estado. enla prédica dominical podía conmover a las almas pecadoras, arrancándoles enmedio de llantos inconsolables su arrepentimiento, según nos cuenta fray pedrode Mercado refiriéndose a ciertos persuasivos jesuitas. pero dado que el púlpitoera entonces la tribuna más escuchada y el medio de comunicación de masasmás efectivo, el predicador era un formidable orientador de opiniones y es sa-bido que estas no se limitaban a los temas doctrinales. podía así, como se diceque ocurrió, atemperar los odios y querellas entre las autoridades y los distintosgrupos elitistas de poder, y a la salida de las iglesias, luego de escuchar sermonesconvincentes, los enemigos se reconciliaban públicamente, arrojándose a los piesde sus viejos antagonistas con el rostro bañado en lágrimas.

el relativo alto nivel intelectual de algunos miembros del clero era ademásuna ventaja apreciable en una época donde bastaban unos pocos latines paraimpresionar. Los diplomados en universidades extranjeras no solo tenían títulosen teología y sagrados cánones, sino que eran también competentes abogadosde lo civil y esto les daba una gran autoridad, probablemente superior a la quepodían tener los laicos letrados.

en el campo de la educación la influencia del clero fue decisiva. durante laColonia, toda la educación formal estuvo en manos de la Iglesia. uno de los cen-tros educativos era el Colegio Seminario para los que deseaban seguir la carrerasacerdotal y donde solía haber unos seis becados de las familias de la élite. en1638 estos seis colegiales eran costeados por «el colegio de San agustín, fundado

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para el servicio de la iglesia». Los dotaba de «manto, beca y zapatos, y de comery sobrepellices para el servicio de ella»96. el obispo Francisco de la Cámara dotóa otros dos colegiales más, dejando una renta para ello. el Colegio Seminario eraadministrado por el obispo97.

pero más influyente fue el Colegio de La Compañía a cargo de dos padresjesuitas que eran pagados con dinero del Cabildo capitalino. Según el cronistajesuita pedro de Mercado, el Colegio fue creado el año 1608, siendo sus funda-dores Joseph garcía de albano alonso y Mesa, caballero del hábito de Santiagoy su mujer doña Beatriz Montero, aportando 40,000 pesos de ocho reales. Su pri-mer rector fue el padre Ignacio Xaime98.

Los jesuitas enseñaban a leer y a escribir y daban clases de latín y gramáticacastellana tanto a nivel parvulario como al equivalente a escuela secundaria.también enseñaban los rudimentos de la doctrina cristiana, a cantar cancionesdevotas e instruían en urbanidad y cortesía. Con ocasión del recibimiento deobispos y presidentes, los maestros jesuitas organizaban veladas para que losniños lucieran sus habilidades recitando poesías y representando «coloquios».Según el padre Mercado, la escuela de La Compañía solía tener en sus aulashasta 300 niños y a veces más99.

antes de establecer el colegio propiamente, los jesuitas comenzaron a for-mar «otra segunda escuela adonde pasaban algunos de los que en la primera es-taban suficientemente aprovechados en leer y escribir». de este «almácigo»,exclamaba orgulloso el padre Mercado, muchos salieron para proseguir sus es-tudios en la universidad de Lima. para los que no siguieron a Lima, La Compa-ñía creo una «tercera escuela», donde se enseñaba teología moral100.

escribiendo desde Madrid a mediados del siglo XVII, basado en datos quele enviaron de panamá, decía el cronista eclesiástico Juan díaz de la Calle, «enel Colegio de La Compañía de Jesús se lee una cátedra de Moral, otra de gra-mática y hay escuela de niños donde se les instruye en la virtud, y son enseñadosa leer y escribir con mucho cuidado y gran fruto»101.

Fue en esas aulas donde se formaron Mateo de ribera, el Hermano Her-nando de la Cruz y otros poetas panameños de la «generación barroca». perotambién, según el padre Mercado, una gran cantidad de eclesiásticos, abogadosy funcionarios, muchos de los cuales regresaron a panamá para ejercer su pro-fesión, contribuyendo de esa manera a mantener un clima literario, intelectualy de estudio, mucho más intenso de lo que se esperaría de su pequeña población.

Como es sabido, en panamá la Vieja no hubo universidad, ya que esta nollegó a establecerse hasta 1749 quedando a cargo de La Compañía. de hecho, laeducación laica estuvo en manos de los jesuitas a lo largo de todo el período co-lonial, por lo menos hasta su expulsión en 1767, cuando fueron temporalmentesustituidos por los agustinos. el control de la educación por La Compañía lesdio a los jesuitas la posibilidad de influir en la juventud, es decir, en los futurosmiembros de la élite local. gracias a ello, fue la orden que, verosímilmente, se

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atrajo más simpatías y la confianza del vecindario. Los antiguos alumnos se-guían frecuentando a sus viejos maestros, o en todo caso a otros miembros de laorden, cuyas celdas eran constantemente visitadas en busca de consuelo espiri-tual y consejo para las cosas del siglo, si hemos de creer a fray pedro de Mercado.

tal vez fue este ascendiente lo que influyó para que una gran mayoría delos que seguían estudios superiores, ya sea en la carrera eclesiástica o en la abo-gacía, prefiriesen los colegios que tenía La Compañía en las capitales americanas,sobre todo el de San Luis de Quito. de hecho, la influencia de la Iglesia y en par-ticular de los jesuitas, continuaba después de que dejaban las orillas del Istmo yno sinrazón los padres de La Compañía se ufanaban que así fuera. una vez losestudiantes regresaban diplomados al terruño, ya sea como laicos o como ecle-siásticos, verosímilmente seguían manteniendo vínculos con la orden, de la queen buena parte eran hechura.

El convento de monjas

en panamá, como en el resto del mundo hispano, la necesidad de crear con-ventos de mujeres respondía a una función social que era muy distinta a la quecumplían los conventos de varones. Las reglas de varones contribuían en mu-chos aspectos a resolver las necesidades de la comunidad: acudían a las misionesindígenas, cumplían labores hospitalarias, estaban a cargo de la enseñanza, yoficiaban en los más diversos servicios religiosos, desde la prédica y la misahasta la administración de los sacramentos. en las epidemias brindaban a losapestados consuelos espirituales. eran considerados necesarios y útiles y hastacierto punto indispensables. poseían propiedades productivas, como hatos deganado y trapiches de caña de azúcar, numerosas propiedades urbanas que al-quilaban, tenían también capellanías y podían recibir ingresos por los serviciossacramentales. todos los conventos de varones percibían censos de casas priva-das equivalentes al 5% de su valor principal. Se sabe, por otra parte, que algunosconventos, como el de La Merced, en portobelo, se usaban como depósitos paramercancías de contrabando, lo que debía asegurarles insospechados ingresos.además, los regulares podían salir a la calle a pedir limosnas.

en cambio las monjas permanecían enclaustradas y prestaban muy pocaayuda a la comunidad. no predicaban ni enseñaban, ni se dedicaban a obrashospitalarias o caritativas, como lo hacen las reglas femeninas en la actualidad.tampoco podían salir fuera del convento para pedir limosnas. Con lo único quecontaban era con rentas procedentes de propiedades urbanas, limosnas y lasdotes de las monjas recién ingresadas. algunas limosnas o donativos fueron con-siderables, como los que recibieron para su fundación y las que siguieron reci-biendo en los años siguientes, hasta acumular una renta de 5,000 pesos anualesen 1621102. de esa manera, llegaron a contar con un número importante de pro-piedades urbanas consistente en casas que rentaban alrededor del 5% anual

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sobre el capital. para 1668 estas propiedades se evaluaban en 300,000 pesos. perola administración de sus rentas era generalmente pésima y el convento se en-contraba envuelto en frecuentes pleitos por el otorgamiento de donaciones y he-rencias que nunca acaban de recibir o llegaban incompletas.

a pesar de las anteriores limitaciones, los conventos de monjas también eranmuy necesarios socialmente, tanto para las mujeres de la élite como para las hijasde familias blancas pero pobres. allí podían encontrar refugio mujeres que no en-contraban pareja adecuada para el matrimonio, o cuyas familias carecían de dinerosuficiente para casarlas con una buena dote, o las viudas y huérfanas que necesi-taban la protección del cenobio para evitar caer en las tentaciones del siglo, y porsupuesto las que sentían el llamado de la vida religiosa. pero esta posibilidad es-taba reservada exclusivamente a mujeres blancas o que pertenecían a la élite. unade las primeras viudas que ingresó al convento fue doña Clara Chavarría, madrede los abogados Luis y Juan de Ibarra y que todavía continuaba en el convento en1621, donde se había desempeñado como abadesa en varias ocasiones. ese añoCasilda de Ibarra, hija de Luis, que a ese año había sido elegido alcalde ordinario,era novicia. agustín Franco, el alguacil mayor, decía también ese año que varias«parientas y deudas de su mujer» eran reclusas del cenobio, al igual que una hijay una sobrina de pedro Álvarez de Villamil, veinticuatro y regidor de la ciudad103.todas eran, obviamente, mujeres que pertenecían a las familias patricias.

Solo en casos extraordinarios el convento podía apartarse de esta políticaexcluyente. este fue el caso de la hija mestiza de Julián Carrisoli de alfaraz, elnáufrago español que con la ayuda de fray adrián de Santo tomás posibilitó lacolonización del darién a partir de la década de 1630. era hija de una india cuna,pero en atención a la contribución de su padre en la pacificación darienita sepropuso abrirle espacio en el convento. esto era totalmente excepcional, aunqueno consta documentalmente si la hija de Carrisoli fue finalmente aceptada.

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Algunas estadísticas del convento de La Concepción

Descripción 1598 1607 1621 1640 1650 1668-1670 1671 1677

Monjas 4 24 40 48-50 50 56 44 40Esclavas 20 30+ 100+ 100Rentas 2,000 4,000 5,000 9,000 14,000+Propiedades 300,000Seglares 8 a 9

Fuentes: 1598-1608: «Descripción» de la Audiencia, 1607; 1621, Autos del convento de La Concepción sobre la nece-sidad de reparar su casa, ya citado, testimonio del veinticuatro Pedro Álvarez de Villamil, y carta de la Audiencia alrey, firmada por los oidores licenciado Alonso Espino de Cáceres, el licenciado Carrasco del Saz, el licenciado Herrera,y el licenciado Hernando Ibáñez de Albendea, AGI Panamá 104; 1640, Requejo Salcedo, op. cit. p. 65; 1650, Relacióndel canónigo licenciado Juan Bernal de Contreras y «Noticias Sacras» de Diez de la Calle, 1668-1670; Carta del presi-dente de Panamá, 24.VIII.1676 y Resumen del Consejo de Indias, Madrid, 23.XII.1677, refiriéndose a la situación antesdel ataque de Morgan, AGI Panamá 377, 1671; Mugaburu y AGI Panamá 377.

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una de las ventajas sociales que ofrecían los conventos de mujeres era quealiviaban a las familias de limitados recursos de tener que entregar dotes cuan-tiosas para que sus hijas pudieran contraer matrimonio. permitía a las familiascon demasiadas hijas o con pocos recursos, mitigar la carga patrimonial a la vezque contribuía a consolidar las raíces comunitarias al contener el irrefrenableimpulso a emigrar.

La costumbre de entregar una dote con la hija doncella que se casaba eramuy antigua. pero en los siglos XVI y XVII esta práctica se fue haciendo cadavez más asfixiante al exigirse dotes cada vez mayores. Las dotes contemplabanno solo dinero, joyas, muebles finos, casas, esclavos, y propiedades rústicas, sinotambién un ajuar fastuoso, según ya hemos examinado. a esto contribuía la neciavanidad de la apariencia y la ostentación, en esa época sumamente extendida.también hemos visto que algunas dotes eran realmente enormes.

La dimensión de la dote, por supuesto, debía reflejar la magnitud de los re-cursos del padre, aunque debemos asumir que aún en este caso debía haber unlímite. para un padre con escasos recursos, tener que dotar a varias hijas mujerespodía resultar simplemente imposible. por otra parte, también era costumbrecasar primero a la hija mayor. Y si era otra la que tenía pretendiente, tendría queesperar a que la mayor se casara. Sucedía entonces que había que aguardar aque apareciera un pretendiente aceptable para casar a la primera. pero cuandoesta se casaba, la dote entregada podía dejar a la familia simplemente en la inopiay sin posibilidades de recuperación, quedando las hijas restantes expuestas alcelibato o a ingresar al convento.

también para ser aceptada en el convento la aspirante debía entregar unadote, pero esta era mucho más pequeña, generalmente de 1,500 a 2,000 pesos, loque tampoco era un suma desdeñable, pero desde luego mucho menor que unade 20,000 o 30,000 pesos como las que entregaron algunas familias adineradasen el siglo XVII para casar a sus hijas. Con respecto a las dotes, consta que hasta1611 oscilaban entre 1,400 y como mucho 1,600 pesos. Sin embargo, el obispofray agustín de Carvajal, mediante auto de 20 de agosto de ese año, ordenó quelas dotes fuesen aumentadas a 2,000 pesos, propuesta que fue respaldada por laabadesa del convento doña Beatriz de Ysasiga. por su parte el Cabildo, repre-sentado por el procurador general, capitán Bartolomé de Churruca, se opusopor considerarlo excesivo y amenazar con impedir la entrada al convento demuchas de familias pobres, proponiendo a cambio que la dote no fuese superiora 1,500 pesos, recordando que esa suma ya la había ordenado el obispo antonioCalderón, antecesor de Carvajal104.

en panamá se acostumbraba también dotar a las novicias con una o más es-clavas y probablemente con un ajuar mínimo. Las familias por otra parte, debíanllevar a diario comida para el sustento de las reclusas105.

Las consecuencias de estas costumbres no son difíciles de imaginar. a me-nudo solo una hermana podía contraer matrimonio, mientras que las hermanas

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menores, sin la menor vocación por la vida conventual, debían recluirse parasiempre en el claustro. por otro lado, como casi cada monja tenía una o más es-clavas de servicio, duplicando o triplicando el número de freiras y novicias, a loque se agregaban viudas o huérfanas que permanecían en el cenobio solo porun tiempo, resultaba difícil mantener una atmósfera de recogimiento y devoción.por el contrario, si nos fiamos de las quejas de los obispos, aquel lugar sagrado,que debía inspirar arrebatos místicos y una existencia contemplativa y de éxtasisespiritual, se caracterizaba por una constante algarabía y parecía más un colegiode señoritas retozonas.

Según los exasperados obispos, las monjas y novicias se comunicaban a gri-tos y la paz claustral solo aparecía de noche cuando el tropel de esclavas dejabade trajinar de un lado para otro106. en 1604, como vimos, ya había 30 sirvientasen el claustro107. Según la «descripción» de 1607 había 20 esclavas, casi tantascomo monjas y beatas. en 1612 ya era más las esclavas que las monjas y entre1640 y 1650 las esclavas eran el doble, llegándose a contar hasta cien negras deservicio. en efecto, en 1638, según requejo Salcedo, solía haber regularmenteunas 50 monjas «y más de cien sirvientas», seguramente esclavas108. Se com-prende entonces que la vida en el convento de La Concepción fuese bastante re-lajada, «muy poco silenciosa y de dudosa moral»109.

La vida en el claustro obligaba a guardar reglas muy rigurosas que impedíana las monjas comunicarse con el exterior, salvo con personas de su inmediatoparentesco y aun así con grandes restricciones. pero la clausura difícilmentepodía respetarse en un ambiente donde convivían tantas seglares que no estabanobligadas al rigor de la regla, y donde probablemente la mayoría de las monjascarecía de vocación monástica110. de esa manera en la primera mitad del sigloXVII se produjeron numerosos escándalos dentro del convento, incluso de na-turaleza romántica, que ocasionaron frecuentes excomuniones tanto contra losvarones involucrados y varias monjas rebeldes, por parte de problemáticos pre-lados como Francisco de la Cámara y Fernando ramírez.

durante las tres décadas siguientes no se conocen nuevos escándalos en elconvento. pero como seguían persistiendo los factores que habían provocado losincidentes ya descritos, sería inevitable que tarde o temprano volvieron a aflorarproblemas. una nueva crisis brotó en 1691, ya en la nueva panamá, cuando elobispo diego Ladrón de guevara se enfrentó a la abadesa doña Mariana de Qui-ñones, que a la cabeza de la comunidad de religiosas le negó obediencia. elobispo levantó autos, acusó a la abadesa de «delitos graves» y la depuso.

Los testimonios revelan un clima de muy poco recogimiento espiritual: serezaba a prisa, las monjas asistían a los oficios divinos y deambulaban por elclaustro sin mangas, las numerosas criadas causaban mucho ruido «a todashoras», «a la oración asistían muy pocas monjas», no respetaban los días de carney de vigilia. una declarante confesó que las puertas del convento permanecíanabiertas hasta las 7 de la noche y la gente entraba y salía a la clausura sin ningún

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control, señalando que se criaban «niños varones hasta más de siete y ocho años»(no dice de quienes eran).

Las acusaciones más inquietantes aludían a las «amistades» y «devociones»que tenían algunos vecinos e incluso sacerdotes con las religiosas. Se mencionannada menos que cinco casos de amoríos reales o imaginarios que eran nota deescándalo. «doña María Chavarría tiene muchos años ha devoción con un reli-gioso de San agustín, descalzo, con quien habla continuamente»; «otra llamadadoña María alarcón la tiene con el mayordomo de la fábrica, el cual se entradentro de la clausura cuando quiere con pretexto de la obra y se está pública-mente hablando con su devota en el patio y claustro a solas»; «otra llamada doñaFelipa de Salas tiene devoción con un capitán del número de esta ciudad».

Lo mismo sucedía con algunas seglares que habían encontrado cobijo en elconvento, como doña Luisa Carreño, que «tiene devoción con un seglar llamadoJuan de Burgos». aunque no había hecho votos, debía guardar las rigurosas nor-mas de conducta que regían en el convento. así y todo, se sabe que una nochesalió para encontrarse con su amante, ayudada por una esclava de la abadesaque le abrió la puerta, pero al regresar la encontró cerrada y tuvo que saltar porel muro. otra seglar llamada doña Margarita de Soussa, mujer casada, tenía «co-municación con muchos seglares por la puerta del locutorio», y en la navidadhizo colocar una escalera para que los visitantes pudiesen subir al coro alto aconversar con ella y otras monjas. en ese momento cada monja tenía entre tresy cuatro esclavas negras y mulatas «y el mucho número causa confusión yruido». algunas monjas usaban «medias de colores, zapatos profanos de puntosy holanes». Y se visitaban unas a otras sin hábito111.

obviamente, la situación lejos de haber mejorado desde los tiempos delobispo de la Cámara, era aún peores.

Sin embargo, ya en el siglo siguiente el convento de La Concepción habíaadquirido bien merecida fama por el «buen olor en sus costumbres», como decíaen 1775 el obispo ríos armengol, un pastor más contemporizador que sus ante-cesores del siglo XVII. pero entonces las circunstancias eran muy distintas a lasdel siglo XVII. el convento padecía una crónica penuria financiera, encontrándosevirtualmente en la ruina y sus 32 monjas era en su mayoría ancianas decrépitas112.Ya para entonces, el convento había perdido mucho de su atractivo original y engran medida había dejado de cumplir la función social que lo justificaba en elsiglo XVII. a ello contribuyó la pérdida de la mayor parte de sus rentas y propie-dades. en 1668 tenía rentas evaluadas en 14,000 pesos anuales y propiedades conun valor de 300,000 pesos. en 1775 las rentas habían caído a solo 1,780 pesos anua-les, una suma demasiado corta que malamente podía garantizar la subsistenciade las monjas. por otro lado, el siglo XVIII racionalizó y humanizó las antieconó-micas costumbres en materia dotal y los padres cada vez sentían menos la nece-sidad de separar del siglo a sus hijas solteras. Finalmente, la pérdida de juventudy belleza de las monjas acabó por desalentar a los tenorios.

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todas las monjas de los cuadros anteriores pertenecían a familias de la élitey sus apellidos ya deben serle familiares al lector. algunos estudiosos de la es-paña barroca sugieren que el fenómeno de los conventos de monjas se explicapor un «excedente del linaje». no comparto ese criterio. en todo caso, dudomucho que ese fue el caso en panamá. Creo, por una parte, que la realidad delfenómeno conventual de mujeres era mucho más compleja. porque como hedicho, unas mujeres ingresaban al no encontrar pareja adecuada para casarse,otras porque su padre no tenía suficiente dinero para una dote atractiva que lesasegurase un buen partido, otras porque enviudaban o quedaban huérfanas, ne-cesitando el amparo del cenobio para que las protegiera, y por supuesto tampocofaltaban aquellas que ingresaban respondiendo al llamado de una legítima vo-cación conventual. pero «excedente del linaje», sobre todo en una ciudad como

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Monjas del convento de La Concepción, años 1617 y 1626

Año 1617 Año 1626

Doña Beatriz de Ysasiga, presidenta (sic) Doña Beatriz de Ysasiga, vicariaDoña Catalina de Figueroa, definidora Doña Catalina de Figueroa, definidoraCatalina de la Torre Doña María ManriqueDoña María Manrique Doña Mariana de la Torre Doña Mariana de la Torre Doña Catalina de RiberaDoña Catalina de Ribera Doña Ana de RiberaDoña Ana de Ribera Doña María de SotomayorDoña María de Sotomayor Doña Úrsula de SotomayorDoña Úrsula de Sotomayor Doña Catalina ManriqueDoña Catalina Manrique Doña Inés de CéspedesDoña Inés de Céspedes Doña Catalina de VilchesDoña Catalina de Vilches Doña Bernardina de Vargas MachucaDoña Bernardina de Vargas (Machuca) Doña Antonia de MenesesDoña Antonia de Meneses Andrea de RefolioAndrea Refolio Doña María de BerrioDoña María de Berrio Doña María de RiberaDoña María de Ribera Doña Juana de BerrioDoña Juana de Berrio Doña Ana María de VargasDoña Ana María de Vargas Doña Lorenza de VilchesDoña Lorenza de Vilches Doña Beatriz de la Cueva [Navarrete]Doña Beatriz de la Cueva Navarrete Doña Luisa de RiberaDoña Luisa de Ribera Doña Mariana MorenoDoña Mariana Moreno Doña Leonor GutiérrezDoña Leonor Gutiérrez Doña Juana de SilvaDoña Juana de Silva Juana de Torres«Ocho monjas faltan aquí», que por miedo Elvira de Mejoradaal obispo no firmaron

Total: 33 Total: 27

Fuente: Primera columna, carta firmada por las monjas en Panamá, carta al rey de 29.VI.1617, AGI Panamá 1617. Se-gunda columna, carta al rey, con firma de las 27 monjas del convento, sin fecha, pero identificada como de 1626.

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panamá, donde era notable la alta relación de masculinidad y lo que faltaba eranmujeres, no parece una explicación satisfactoria. difícilmente puede aceptarseque las mujeres que entraban al convento eran sobrantes o excedentes de la po-blación femenina de las élites, cuando las evidencias apuntan, muy por el con-trario, a una alarmante escasez de mujeres blancas aptas para el matrimonio.

Ya en 1607 era muy grande la proporción de monjas y beatas con relación ala población femenina de la capital, como lo sugiere la «descripción» de ese año,no obstante lo confuso que puedan parecer sus datos. dice que «todas las mu-geres vezinas de la ciudad son 303»113. Se refere a mujeres adultas. esta suma in-cluye 56 viudas, 174 casadas y 12 solteras y 61 doncellas. Lo que significa quelas 27 monjas y beatas existentes ese año representaban el 9% del total de la po-blación femenina adulta de la élite.

durante los siglos XVI y XVII una característica demográfica de la sociedadpanameña era el alto índice de masculinidad propio de la sociedad panameñadel siglo XVII. un padrón de 1607 indica que había 496 mujeres blancas censadasen panamá, mientras que los varones blancos sumaban 771, es decir, vez y mediamás que las mujeres blancas. de esos 771 hombres, solo 548 eran adultos, sincontar los clérigos y frailes conventuales, de esa manera la relación entre hom-bres y mujeres adultos es de 1.8 varones por hembra. La relación de masculini-dad es todavía más acentuada si observamos el grupo de solteros: 277 hombresfrente a solo 73 mujeres, es decir, casi cuatro hombres por cada mujer. Los blan-cos, por razones socioculturales propias de la época, las preferían de su mismo

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Las monjas del convento de La Concepción, año 1641

Mariana de la Cueva Quijada, abadesa María Magdalena de Ibarra Luisa de Soto y CervantesÚrsula de Sotomayor, vicaria María Diez Flores Antonia de PradoCatalina de Ribera Sebastiana de Villamil Tomasa de CamposAna de Ribera Elena Tristán María Franco de Lara Inés de Céspedes, definidora Catalina de Figueroa Juana Gallegos Catalina Manrique María de Silva Juana de AgiarMaría de Ribera Ana de Prado Ana María Meñaca y AranaBeatriz de la Cueva y Navarrete Antonia de Meneses Ana María Cortés del CastilloElvira de Mejorada Juana de Torres Margarita TristánLuisa de Ribera Leonor Gutiérrez Antonia CortésCasilda de Ibarra Feliciana Moreno Beatriz de HerreraClara de Céspedes Gerónima Tello Bernardina de Vargas Machuca Andrea Refolio (Reolio?) Juana de Berrio

Fuente: «Agustín Franco, alguacil mayor de la ciudad de Panamá, en nombre y como administrador de sus hijos y dedoña Francisca de Lara, su mujer, contra doña Antonia de Salazar y don Alonso de Silva, su hijo, de la misma vecindad,sobre 17,514 pesos un tomín y 5 granos, ensayados, de la dote y arras, aumentos con más 3,000 pesos y otras cosas»,AGI Escribanía de Cámara 452A.Nota: Esta lista es de 13.II.1641.Todas suman 38. Para completar o verificar los nombres, he utilizado dos documentosseparados por un mes de diferencia. Salvo algunas omisiones de apellidos, las dos listas coinciden en su totalidad.Todas reciben el epíteto de doñas.

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color, una preferencia que las mujeres blancas también compartían. de las 174casadas, 168 (es decir el 97%) lo estaban con los varones de su misma casta; cua-tro de ellas estaban casadas con mulatos y dos con negros. pero estas seis últimasdebían ser blancas de un bajo estrato social. Quedaban, como se ve, muy pocasmujeres blancas de la élite para escoger. era un mercado matrimonial franca-mente deprimido, donde la escasez de mujeres aptas para el matrimonio habíaalcanzado niveles críticos.

Si algo evidencia el análisis anterior era más bien un excedente de varones.esta situación debió llegar a extremos muchos mayores en las décadas siguientesal aumentar el número de religiosas y disminuir a la vez la población de vecinosblancos. aunque no se tienen cifras equivalentes para los años posteriores, yasabemos que el número de monjas y beatas casi se duplica hacia mediados desiglo, mientras que la población de la élite se reduce de 500 a 300 vecinos, esdecir, en un 40%. esto podría significar (asumiendo que las relaciones porcen-tuales se mantuvieron) que la población conventual femenina alcanzó hasta un40 o 41% del total de la población femenina de la ciudad. estas proporcionesconstituían una punción demográfica realmente perturbadora.

por donde quiera que se mire, para una población de 500 o 300 vecinos, tanalta proporción de mujeres célibes segregadas del mercado matrimonial, suponíaun poderoso factor de contención a la reproducción biológica. de esa manera,la alta relación de masculinidad, por un lado, y por otro, la poderosa influenciasociocultural que propiciaba la existencia del convento de monjas, constituyeronfactores decisivos que frenaron el crecimiento demográfico de las élites, contri-buyendo a que su número se mantuviera dentro de límites tan estrechos. Másque un asunto de naturaleza religiosa, los conventos de monjas constituyen en-tonces un fenómeno sociocultural de gran fuerza, y su presencia fue uno de losfactores clave en el control del número de las élites.

Otra punción demográfica:nativos consagrados a la religión

otra de las punciones demográficas que limitaban el crecimiento de la éliteera la carrera eclesiástica, ya sea en el clero secular o en alguna de las Órdenes re-ligiosas. Ya he señalado que era rara la familia donde no hubiese uno o más hijosvarones o hijas mujeres consagrados a la religión, como en los casos de las familiasFranco, ruiz de Campos, Cortés de la Serna, pérez de Salinas, o arosemena. Lafamilia «clásica», a juzgar por lo que hemos visto, contaba con un hijo militar, dossacerdotes y una monja. este fenómeno era bastante común en américa e igual-mente en la madre patria. recordemos el caso del oidor gerónimo de Herrera, ci-tado antes, que reproduce fielmente este patrón. Mencionaré a continuaciónalgunos casos de sacerdotes panameños que destacaron en la Iglesia local.

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Caso sorprendente fue el padre diego de Ballesteros (a veces nombradodiego de Vargas y Ballesteros), elegido tesorero de la catedral en 1626 y con pre-tensiones a la dignidad de canónigo dos años después. el canónigo titular de lacatedral, licenciado Juan Bautista ortega, acusaba a Ballesteros de haber «enga-ñado siniestramente» a las autoridades disimulando su condición de mulato,pues era «hijo de la mulata Martina Vargas y nieto de Catalina, morena esclavay primo y parientes todos negros y mulatos»114. en esa época se consideraba es-candaloso admitir curas de color, sobre todo en el Cabildo catedralicio, y al pa-recer Ballesteros fue el primer mulato que alcanzó esa dignidad. Sin embargode este serio impedimento, Ballesteros logró ser promovido a deán de la catedral,dignidad para la que recibe título el 8 de noviembre de 1633115. entre 1626 y 1629fue el más encarnizado opositor de los juaninos, como ya señalé. Ya para enton-ces era un activo mercader manejando miles de pesos en negocios. Como vimos,todavía ejercía el deanato cuando se recuperó la plata del naufragio del bajo deChanduy en 1657. en 1661 el deán Ballesteros participa en el donativo voluntariopedido por la Corona aportando 20 pesos116. probablemente la acusación del ca-nónigo ortega era interesada y maliciosa, porque en casos semejantes solía le-vantarse una investigación con testigos, donde la verdad habría aflorado, peroesto aparentemente nunca se hizo. de haber sido cierta su acusación, por lodemás, otros aparte de él habrían advertido la irregularidad de la situación, queuna sociedad racista como aquella difícilmente habría tolerado.

entre los casos que ya he mencionado antes podemos recordar a Martínguerra de Latras y el deán don Francisco de ribera Bustamante, quien en 1619,ejerciendo esa dignidad, estaba a cargo de las obras que se hacían en la cate-dral117. pero hubo muchos más casos, igualmente notables, como don ÁlvaroFlores de gamboa, hijo del difunto licenciado Zoil diez Flores y quien, luego deviajar a españa, probablemente para cabildear la promoción de su carrera en elConsejo de Indias, es nombrado canónigo en el Cuzco el año 1625118; o el doctorFrancisco Carreño, de 63 años en 1623, que fue un destacado abogado de la au-diencia, provisor y vicario general del obispado; o Mateo de ribera, hijo del ca-pitán Mateo de ribera y Juana de nobela, nacido hacia 1605 y tal vez el másnotable poeta panameño del siglo XVII. para 1645 ya era maestrescuela de la ca-tedral y en 1647 había ascendido a la dignidad de chantre, encargándose duranteesos años de la reedificación de la catedral, consumida por el incendio de 1644119.Conservaba la misma prebenda en la catedral todavía en 1661.

Como ya hemos visto, de los tres hijos de agustín Franco de su primermatrimonio, dos son presbíteros –antonio y agustín Franco de Silva–, y el se-gundogénito, tristán, emigra a Lima. de su segundo matrimonio tiene cuatrovarones y una mujer, y esta ingresa al convento de monjas. uno de los hijosdel mercader Jorge rodríguez de Lisboa, llamado Juan, era presbítero con 34años en 1641. en 1627, había dos hermanos licenciados, Juan y antonio Martí-nez de Leguízamo, que eran clérigos presbíteros naturales de panamá. Habían

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estudiado en su niñez en el colegio de los jesuitas y antonio prosiguió luegosus estudios en Quito, donde estudió moral y teología120. en 1661 había un curade nombre pedro de Leguízamo que ejercía en la capital.

Solo entre 1643 y 1648, diez clérigos panameños presentaron probanzas deméritos al Consejo de Indias para que se les promoviera a mejores posiciones ensu carrera sacerdotal: antonio de Landaeche Bolívar, que estudió en Lima, y yaera chantre en 1661; Martín de Valencia, que había sido religioso dominico y yaen 1641 se había secularizado haciéndose clérigo presbítero; gabriel FernándezFigueroa, presbítero sacristán mayor y sochantre de la catedral, hijo de Juangómez Fernández, familiar del Santo oficio y Beatriz Figueroa y quien alegabahaber empadronado gente en los pueblos de Caimito y río grande; ginés deBustamante, hijo del castellano ginés de Bustamante y doña María paradines,que solicitaba una canonjía; el licenciado presbítero Martín delgado y Llanas,cura de atalaya, quien en el préstamo al Fisco de 1655-1656 aportó la considera-ble suma de 10,000 pesos; el canónigo don Juan reynaldo de Contreras que enel mismo préstamo aportó 13,461 pesos; Mateo de ribera, chantre de la catedral;don diego Sotelo, vicario de portobelo; pedro de Zamora, canónigo en panamá;el licenciado Juan pizarro de Hinojosa, maestrescuela de la catedral que habíasido cura en parita y tenía cumplidos 39 años de servicios; el licenciado Fernandode Campo, presbítero, hijo de Fernando de Campo y doña Ángela arias, quienhabía estudiado latinidad y teología y había servido en Chepo, parita, penonoméy portobelo121.

otro caso destacado es don Juan Melgarejo acosta, que en 1677 era provisory comisario del tribunal de la Inquisición en panamá y colector general del obis-pado. era hijo de don Juan Melgarejo y doña Margarita de acosta y nieto del li-cenciado gaspar de acosta, que fue abogado de la audiencia y de doña Bárbarade trejo, miembros de viejas familias patricias y consideradas «nobles»122. el padreMelgarejo había nacido en la década de 1630 y fallece en 1711 cuando ejercía ladignidad de chantre de la catedral. podrían mencionarse muchos otros casos.

por otra parte, la Iglesia local va saturándose progresivamente de sacerdotesy religiosos nativos. de hecho, son los sacerdotes nacidos en panamá los quevirtualmente dominan las prebendas de la catedral desde principios del sigloXVII. requejo, que llega de españa, como dije, en 1619 y es promovido poco des-pués a maestrescuela (ya lo era en 1626), es reemplazado por un panameño, Juanpizarrro de Hinojosa, que recibe título para esta dignidad el 21 de diciembre de1641; el siguiente titular, es Manuel de Quiñones osorio, quien recibe título el17 de agosto de 1669123. Son solo dos ejemplos tempranos entre muchos. en 1707ya todos los prebendados eran panameños y pertenecían a rancias familias lo-cales. ellos son el doctor Francisco del Molino Zaldívar, deán, don Juan antoniode Medina, arcediano, don Francisco Saavedra y Córdoba, maestrescuela, donJuan Melgarejo, tesorero, don gaspar Milán y peñalosa, canónigo, y el doctordon Juan de Carvajal y grimaldo, canónigo magistral124.

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el prebendado de más alto rango era el deán. el primer panameño docu-mentado que ocupa esta dignidad es Francisco de ribera Bustamante, nombradoa principios del siglo XVII. Como ya mencioné, fue incluso propuesto para lamitra por el presidente rodrigo de Vivero en la década de 1620. Luego le sucedediego de Ballesteros, que ya era deán en1633. a este le sucedió Luis delgadoosorio, que a su vez fue sucedido en 1712 por Francisco Mohedano y Saavedra.Salvo Ballesteros, de quien se sospechaba era mulato, todos ellos eran miembrosde rancias familias patricias.

requejo Salcedo recibió título de arcediano el 14 de octubre de 1641 y fuesucedido por Luis delgado osorio, panameño, nombrado el 14 de octubre de1671. a delgado le sucedió otro miembro de conocida familia local, antonio dealarcón, con título de 20 de febrero de 1672. Sucedieron a requejo como tesore-ros, los panameños Hernando de Herrera en 1633, Luis guerra acuña en 1641,don Juan antonio de Medina y Simón rodríguez, titulado el 14 de septiembrede 1669. Mateo de ribera, como vimos, ya era chantre en 1647 y le sucede donJuan Melgarejo acosta, también panameño.

aunque la mayoría de los panameños que seguían la carrera eclesiásticapertenecía al clero secular, algunos escogían la vida monástica. doy algunosejemplos en el cuadro siguiente.

La nómina del cuadro incluye a una mayoría de panameños. Con la excep-ción de fray adrián de ufeldre, ya difunto, y de fray Salvador de Lajo, proba-blemente los demás eran panameños, como lo sugieren sus apellidos. de laCueva, Quijada, Flores, Silva, Marques, Valencia, Mejorada, acebedo, reyes son,como se sabe, viejos apellidos locales. de hecho, la mayor parte de estos apellidos

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Miembros de la Orden de Santo Domingo en Panamá, año 1653

Nombre Cargo

Fray Blas de la Cueva PriorFray Gerónimo de Quijada Maestro y predicadorFray Adrián de Ufeldre Maestro y predicadorFray Gerónimo Flores PredicadorFray Tristán de Silva Predicador generalFray Francisco Márquez Sacerdote y predicadorFray Martín de Valencia SacerdoteFray Marcos de Mejorada SacerdoteFray Salvador de Lajo SacerdoteFray Ildefonso de Acebedo SacerdoteFray Fulgencio de los Reyes ConversoFray Cristóbal del Rosario Donado

Fuente: Archivium Generale Ordinis Praedicatorum (AGOP), Roma, Series XIII 020025 y 020042, Prov. Perú, Relationes,1611-1664, Acta Capituli Provincialis Lima, 1653, Panamá.

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se repiten insistentemente entre los miembros de la Iglesia local. tal es el casode los Quijada, los tristán, los Flores, los de la Cueva y los Mejorada, comopuede observarse en otras páginas de este libro. en las acta Capituli restantesvolvemos a encontrarnos frecuentemente con nombres de familias de la élitecomo los Calvo, Búcaro, Medina, Bracho, Sosa y otros, pero como antes, el ca-rácter de la documentación no permite sacar conclusiones claras, salvo tal vezque la orden dominica contaba normalmente con un número plural de frailesde origen panameño y que estos solían pertenecer a la élite.

por su parte, La Compañía de Jesús, mucho mejor documentada que lasdemás Órdenes, reclutó pocos panameños para servir en su propia tierra. en1668 se menciona el primer jesuita panameño, el padre Juan romero, de 21 añosentonces. era el maestro de la escuela y fue su primer rector, de hecho fue su«primer rector americano». Sin embargo, ya en 1631 tres panameños hacían elnoviciado, uno de ellos Julián talsiano, hijo del conocido tratante en perlas delmismo nombre. no hay datos entre 1649 y 1667. Hasta ese año, los españolespeninsulares constituyen la mayoría, aunque los «españoles americanos» esta-ban cerca de igualarlos y desde esa fecha serán los americanos los que hacen lamayoría, salvo alguno que otro año. en efecto, entre 1595 y 1693, para los doceaños con datos, el 49.2% era de españa, el 41.8% de américa, el 7.4% de otraspartes de europa, sobre todo portugueses, y el resto lo constituyen el solitariopanameño que he mencionado y otro sin especificar. debía suceder que despuésde iniciar sus estudios en panamá viajaban a otros destinos para completar suformación y, dado el carácter internacional de La Compañía, emigraban para novolver más a su tierra. en 1671, sin embargo, había ya 12 americanos frente asolo cuatro españoles, y en 1691 había cinco frente a uno.

Los panameños vuelven a aparecer con más regularidad desde principiosdel siglo XVIII, conservando dos entre 1707 y 1726, uno desde 1729 a 1756, ynuevamente dos en 1761. durante el primer cuarto del siglo XVIII los americanossiguen dominando, pero desde 1736 la mayoría son europeos, sobre todo de Ita-lia y alemania. en 1712 el rector es un panameño, el padre pedro de Segura, ba-chiller y magister en Filosofía y teología, y en 1756 ocupa ese cargo Juan antoniogaribaldo, nacido en 1705 y diplomado en gramática y teología, aunque consi-derado «mediocre» por la orden.

Hay evidencias, no obstante, de que regularmente había padres jesuitas pa-nameños en otros colegios del continente, como Felipe arosemena, nacido en1720. Ingresa al Colegio de Quito en 1737 y luego pasa al de Cuenca, donde leencuentra la r. C. de extrañamiento de la orden en 1767. además de arosemena,en el reino de Quito había otros tres sacerdotes y un novicio también panameños,pero ninguno había demostrado interés en regresar a panamá.

Las Órdenes religiosas normalmente solo admitían en su seno a los hijosde los sectores sociales más elevados, aunque por supuesto había excepciones.

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La Compañía, lejos de apartarse de la norma fue tal vez la más elitista. al as-pirante se le exigía no solo limpieza de sangre, sino también pruebas de hidal-guía y era raro el hidalgo pobre que era aceptado. en sus inicios y siguiendolas pautas del fundador, la orden se había mostrado relativamente toleranteen sus admisiones, pero con el tiempo sus criterios selectivos se fueron ha-ciendo cada vez más rigurosos, y ya en el siglo XVIII, sino antes, solo los hijosde las familias nobles y más adineradas tenían posibilidades de convertirse enregulares de La Compañía.

en los once casos de jesuitas panameños identificados en las Cartas anuasdel siglo XVIII, todos sin excepción pertenecen a familias elitistas conocidas. elmás antiguo de la serie, el padre pedro Segura, nacido en 1662, era hijo del ca-pitán pedro de Segura tuesta, a quien ya conocemos. Juan garcía, nacido hacia1674, era hijo o en todo caso descendiente de Joseph garcía de albano alonso yMesa, alguacil mayor del Cabildo a mediados del siglo y uno de los hombresmás ricos en su tiempo. en la misma categoría se encontraban esteban Ferriol yMiguel de Medina, miembros de la regla en 1723, y Juan antonio garibaldo, na-cido en 1705 e hijo de un gran propietario de mulas. Medina era rector del Co-legio en 1756. a los jesuitas panameños que se encontraban en la provincia deQuito en 1767 se les da invariablemente el apelativo de «noble» en la «filiación».el padre Silvestre de arechua, era hijo de don Ignacio de arechua y de doñanarcisa Sarmiento, y hermano de nicolás, miembro del Cabildo catedralicio, yde antonio de arechua Sarmiento, destacado miembro foro local y gran propie-tario de casas. pedro Joseph troyano era hijo de don Juan troyano y de doñaMaría de ames. el padre nicolás de acuña era hijo de don Francisco de acuñay de doña petronila Sanz. el novicio rafael Bracho, era hijo de don Juan antonioBracho y doña María Josefa de la Bárcena. el padre Felipe arosemena era elmayor de todos y pertenecía a la conocida familia de ese apellido125.

todos los eclesiásticos eran obviamente varones sustraídos del mercadomatrimonial. aunque no hay estadísticas satisfactorias sobre el número de sa-cerdotes o religiosos criollos, las referencias aisladas sugieren que contempo-ráneamente debía haber una proporción muy alta ocupando posiciones en losdistintos poblados españoles del Interior, en las doctrinas indígenas, en el clerourbano, en los conventos de franciscanos, agustinos, juaninos, jesuitas, merce-darios o dominicos y en el Cabildo catedralicio. al igual que sucedía con elconvento de monjas, la existencia de un número tan elevado de curas y religio-sos representaba una severa punción demográfica para la ya deprimida pobla-ción de la élite. Y aunque, como hemos visto, no faltaron las que lograrontrasgredir las restricciones impuestas por el celibato, su descendencia, cuandola hubo, era de cualquier forma ilegítima, quedando de esa manera descalifi-cada para ingresar a los rangos de la élite. en todo caso se trataba de casos másbien excepcionales.

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Una sociedad tolerante y relajada

Cuando se observan algunos comportamientos de la sociedad panameñadel siglo XVII, resulta difícil pasar por alto las numerosas demostraciones de to-lerancia y de relajamiento en las costumbres, lo que sorprende en una época quela historiografía ha caracterizado precisamente por lo contrario. Hemos vistocon qué facilidad se conmovían los vecinos cuando una muchacha asesina mos-traba arrepentimiento por su crimen. o la tolerancia con que se aceptaba la pre-sencia del joven moro Hamete, al que se le dejaba hacer, y aunque se leconminaba a convertirse, nadie le forzó a hacerlo hasta que de su propia volun-tad decidió bautizarse. abundan las quejas de la Iglesia contra los frecuentesbailes que, como «el arrumbapalo», organizaban los negros en las afueras de laciudad. eran danzas sensuales acompasadas por tambores, que atraían irresis-tiblemente a la gente moza de la élite para alarma de sus familias. tampoco fal-tan los episodios que evidencian una actitud contestataria por parte de losmulatos y del pueblo llano en general.

ni qué decir tiene cuando se trata de costumbres sexuales. La sociedad pana-meña de la Colonia fue hipócritamente pacata. era ciertamente muy celosa de cier-tas reglas formales heredadas de españa que le imprimieron a la cortesía y al tratoun énfasis estirado y solemne. el respeto irrestricto a las formas era un asunto vitaly la violación a las rígidas normas de cortesía y el ritual se consideraba una afrentaal honor, «que es patrimonio del alma», vale decir, un asunto tan fundamentalpara el hombre de la época como la vida misma. Las élites criollas no eran menospuntillosas y altivas que las españolas. es más, en un deseo por salvar ambigüe-dades, defender y afianzar su identidad, llevaron todavía a mayores extremos deintransigencia y rigidez algunos de sus patrones de conducta.

1390 X Iglesia y sociedad

Población eclesiástica de Panamá y su jurisdicción inmediata, años 1607 a 1691

Eclesiásticos 1607 1638 1650 1661 1691

Seculares (ciudad) 35 35 53 40Frailes 39 (+)100 100 125 55-59Legos 6Seculares (provincia) 2 27 8Portobelo 9Monjas y beatas 27 50 50 50 41

Total 187 264 144-148

Fuentes: 1607, «Descripción», página citadas en el texto; 1638, Requejo Salcedo, páginas citadas en el texto; 1650,Diez de la Calle, ya citado; 1661, AGI Contaduría 1485A, ya citado, Gil González Dávila, Teatro Eclesiástico, ya citado, de1654, dato referente a las monjas, aunque probablemente basado en datos de 1650 procedentes de Bernal de Con-treras o Diez de la Calle; 1691, Carta del obispo Ladrón de Guevara, citada en el texto.Nota: (+)=Más de 100.

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Sin embargo, en contraste con estos rigores formales, la vida sexual parecíacarecer de reglas fijas. en todo caso los miembros de las élites se comportabansexualmente como si no las hubiera. el concubinato, las violaciones, el adulterio,eran moneda corriente en los siglos XVI y XVII. esto era particularmente notableen el Interior donde no existía ley ni orden. en la visita que realizó el obispoFrancisco de la Cámara en 1616 encontró solo en el pueblo de Chame «más decien amancebamientos envejecidos en que hay muchos casados y casadas roba-das». en algunas casas de campo encontró «más de 70 amancebamientos». Yagrega: «por ello a estos hatos los conventos». por esos campos, continúa había«hombres tan facinerosos como los bandoleros de Cataluña»126.

el relajamiento de las costumbres sexuales raya a veces en lo improbable,como aquellas mujeres cuyas esclavas que llevaban en grandes bateas sobre suscabezas para que se encontrasen furtivamente con sus amantes. o el caso de lamulata hija del judío que mencionaba el obispo de la Cámara en su carta ya ci-tada de 1626. estaba casada con un piloto francés radicado en panamá que hacíafrecuentes viajes por el pacífico. en sus ausencias era a la vez amante del oidorManso de Contreras y de su amigo íntimo el licenciado robles, quedando em-barazada de uno de ellos. usando de su poder, Manso, con ayuda de su amigo,detuvieron al francés cuando regresó de uno de sus viajes, le siguieron procesopor espía y le desterraron del país para quedarse con su mujer127.

puede presumirse, sin embargo, que debieron causar mayor perturbaciónsocial ciertos escándalos protagonizados por el clero, sobre todo cuando se tra-taba de un prebendado de la catedral. uno de los casos más tempranos y noto-rios fue el chantre Francisco díaz, que era una prenda. el licenciado Zaraza, fiscalde la audiencia, le comunicó al rey el 17 de enero de 1568, que díaz «ha vividotan deshonesta y públicamente mal y con tanta impudicia y mal ejemplo de losvasallos de vuestra majestad, que esta audiencia se movió a hacer informaciónde su vida». Según Zaraza, díaz estaba «amancebado con mujer y negras suyascriándole varios hijos». el oidor doctor andrés de aguirre por su parte escribíaal rey el 10 de febrero siguiente, que díaz había asesinado «una criatura a cocesde una negra que tenía preñada»128. por el proceso que se le siguió en 1570, nosenteramos de que en su calidad de chantre, al morir el obispo había quedadocomo provisor de la ciudad y juez, cometiendo «muchos delitos contra muchaspersonas durante el tiempo» que ejerció el cargo, «y está públicamente amance-bado con una mujer española y con tres o cuatro negras que tienen en su com-pañía dentro en la torre de la iglesia mayor de esta ciudad, donde el dichochantre posa». en su casa «tenía dos de esas negras paridas y con la españolatenía varios hijos». además, «ha tenido en su compañía frailes apóstatas»129. esemismo año el obispo hacía también referencia a ciertos «frailes apóstatas y sinlicencia y viciosos», pero sin entrar en detalles130.

Sin embargo, estos desórdenes del clero catedralicio no eran excepcionalesy más bien se habían convertido en un mal endémico. por uno de esos escándalos

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el obispo Francisco de Ábrego tuvo que desterrar en 1577 al canónigo gabrielde Valladolid. Cuando el obispo Bartolomé Martínez realizó la Visita episcopalen 1590, examinando lo que había sucedido durante la vacante del obispadodesde 1580 hasta su llegada el 20 de diciembre de 1588, tuvo que hacerle 25 car-gos a los prebendados. en los cargos 10 y 11 declaró «que viven los prebendadoscon mujeres españolas y mulatas». agregaba que en sus viviendas dentro de lacatedral «tenían agujeros, ventanas que salen a la capilla mayor y cuerpo de laiglesia y que han tenido gallinas y otros animales que por no haber más que unatabla por medio el ruido de ellos se oía en la iglesia»131.

en la Visita diocesana que realizó en 1600 el obispo antonio Calderón se lehicieron cargos al doctor don antonio de Sierra, canónigo de la catedral, por lle-var armas bajo la sotana, jugar a los naipes, insultar con expresiones como «perromorisco», apalear a una esclava, tener tienda pública donde vendía maíz y tasajo,y ser mercader en Los Santos132. La más grave acusación fue por estupro. Curasmercachifles no fueron raros pero, como sucedió con los dos hijos del oidor ge-rónimo de Herrera, se les disimuló la falta. Sin embargo, las demás ofensas delpadre Sierra resultaban excesivas, sobre todo la de violación carnal, y por su-puesto no se le toleraron. tuvo que ser severamente castigado.

a veces los escándalos eran colectivos, comprendiendo a toda una comunidadreligiosa, como sucedió en 1639 en el convento de Santo domingo. ese año, donpedro rangel, escribano de Cámara de la audiencia, acusaba a los dominicos devivir «escandalosamente inquietando mujeres casadas, robando a los maridos de-jándolos pobres y muchas veces metiéndolas de noche disfrazadas en los conven-tos». Según el escribano, el presidente y los oidores ya estaban informado de estosdesórdenes, aunque «no lo pueden remediar». ninguno era «tan malo» como fraypedro de Córdoba, a quien sus superiores ya le habían llamado la atención en-viándolo a españa, aunque solo para regresar «muy desenvuelto» con el cargo decomisario del Santo oficio y sin la menor intención de practicar la castidad133.

Los desórdenes sexuales del estado eclesiástico penetraron sin cambios elsiglo XVIII, cuando aparecen las primeras estadísticas formales sobre el tema.en la Visita diocesana que realizó en 1758 el obispo Francisco Javier de Luna Vic-toria y Castro descubrió para su turbación y vergüenza, que de los 153 eclesiás-ticos que había en el país, 52 habían tenido o tenían concubinas, blancas, negraso mulatas, lo que hacía el 34% del total. algunos se habían corregido desde suVisita anterior, pero la mayoría eran reincidentes e incluso los había con «vestigioexpuesto», o sea con descendencia «impura», según sus propias palabras. Segúnel obispo, estos eran ocho, es decir el 5.2%; algunos tenían varios hijos y hubouno que incluso llevaba el apellido de su progenitor, un prebendado, que le per-mitía corretear por la catedral134. el archivo de Indias guarda numerosos expe-dientes de eclesiásticos enamoradizos cuyas pasiones por las mujeres objeto desus galanteos parecían irrefrenables, como en el caso del padre Sánchez Iradi,secretario de la Visita pastoral del obispo ríos armengol en la década de 1770.

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Sin embargo, el examen de las relaciones diocesanas revela que los desarre-glos de la vida sexual y otras fallas morales, no eran impedimento para que losaspirantes de las élites ascendieran al capítulo de la catedral y a otras posicionesde alta responsabilidad, ya sea en el ministerio eclesiástico o del siglo. por su-puesto que esto mortificaba a los obispos celosos como Victoria y Castro, y quese aplicaban medidas, dentro del fuero eclesiástico, para someter a obediencia alos curas pecadores, pero estas eran por lo general muy blandas y bastante ine-ficaces. Se les desterraba por un tiempo, a manera de penitencia, en algunos delos pueblos del Interior, lo que surtía el efecto de una degradación cuando elafectado ya había alcanzado una posición en panamá, o se les rebajaba a curateniente si antes se desempeñaban como vicarios en algún pueblo; se les sepa-raba de su mujer e hijos, y a aquellas se las desterraba a lugares distantes, aunquedentro del propio país. pero esto no impedía que las fieles mujeres siguieran asus amantes hasta sus recónditos destinos, ni que los curas volviesen a caer enel mismo pecado con otras mujeres, como lo revela claramente la misma relacióndel obispo Victoria.

Si nos atenemos a la documentación conservada, pareciera como si el pe-ninsular, una vez tocaba pie en el trópico americano, desenfrenaba todos susapetitos y pasiones. Las inhibiciones que se le imponían en la madre patria,donde la vigilancia era más estricta y la ocasión más bien rara, se desvanecíanen el trópico como por encanto, gracias a las tentaciones que ofrecían las indiasy las negras, mucho menos sujetas que las peninsulares o las criollas blancas, alas rigideces de la moralidad judeo-cristiana. pocos escaparon a estas tentacionesy hay suficientes evidencias de que el relajamiento sexual afectó a todos los sec-tores, sin distinción de sexo, color o condición.

La explicación más plausible descansa en los números. Como ya he men-cionado, la población de la capital se caracterizaba por una altísima relación demasculinidad. a lo que debe agregarse que era una población masculina con unelevado porcentaje de solteros. Había muchos más hombres blancos que mujeresblancas, de modo que para el desahogo de su fogosidad sexual, esa masa de va-rones célibes debía ir en busca de mujeres negras, que eran mucho más nume-rosas y accesibles, lo que, si por un lado era un ejercicio casi siempre al margende la ley, por otro fue causa de la temprana y vertiginosa miscegenación racialcaracterística de panamá. Se comprende entonces lo que observara el fraile do-minico thomas gage cuando estuvo en panamá el año 1637: «Los españoles deesta ciudad son muy dados a pecar, al relajamiento y especialmente al sexo, yhacen de las negras (que son muchas, atractivas y galantes) el principal objetode su lujuria»135.

todos estos episodios constituyen una vívida representación de la cotidia-nidad colonial, ya que recogen el espíritu de una época de fervorosa religiosidady de conductas ambivalentes. Hombres y mujeres podían ser a la vez cristianosfervientes, ir a misa, confesarse y comulgar a diario, pero nada impedía que a la

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vez llevaran una conducta moral desarreglada, porque siempre quedaba la op-ción del sincero arrepentimiento. un generoso donativo a la Iglesia podía tam-bién contribuir a aliviar las conciencias. era así como funcionaba el sistemamoral. al escándalo, seguía la amenaza del castigo eterno, y a este la reconcilia-ción y el perdón. era un mecanismo de contraprestaciones ético-religiosas quetodos practicaban a diario con el convencimiento de que era el mejor y, además,lo hacían con la más absoluta sinceridad.

el relajamiento de las costumbres no se limitaba, desde luego, a las activi-dades sexuales. en 1672, cuando ya había tenido tiempo de observar el compor-tamiento de los eclesiásticos, y de los vecinos, el presidente antonio Fernándezde Córdoba dejó una turbadora pintura moralista que merece la pena recordar.de los primeros escribe alarmado al conde de Medellín, presidente del Consejode Indias: «Mucho siento, señor, estar obligado a hablar a vuestra excelencia delos eclesiásticos de las Indias, porque cuantos informes verdaderos puede llegara los oídos de vuestra excelencia son lamentables y lastimosos, porque la mayorparte vive tan ajena de su obligación, que será muy dificultoso dejen sus maloshábitos y costumbres»136.

Luego se refiere a los cuatro dominicos doctrineros que catequizaban a loscunas del darién, y que ya habían perdido totalmente la mística de los tiemposheroicos de fray adrián de Santo tomás. «Me aseguran no dejan de tratar y con-tratar con indecencia de sus personas y dignidad, a quienes por esta causa pier-den el respeto los indios muy frecuentemente y no se consigue el fruto de susconversiones con la eficacia que es justo»137. dedicados al comercio, más que ala prédica cristiana, prepararon el fracaso de estas misiones, como se sabe queocurrió. pero pocos años más tarde, cuando se descubrieron los ubérrimos mi-nerales auríferos del darién, los religiosos de la orden de Santo domingo se ol-vidaron por completo de la evangelización, dedicándose a explotar la mano deobra indígena en la extracción de oro138.

Igualmente desoladora era la conducta de la población civil: «Las costum-bres de esta tierra son tales, que hacen horror, porque como toda ella se componede gente colectiva que baja de españa y del perú a sus tratos y contratos, porqueaquí tienen más libertad que en ninguna parte de las Indias, no oirá vuestra ex-celencia decir jamás que ningún presidente se mete en estancar mercaderías, quees lo que más se usa en las Indias. esta gente, señor, no tiene propios en estereino que los detenga más tiempo que el que el de sus conveniencias, y este des-halimiento [sic] y no haber en todo este reino hombre que se pueda llamar caballero,hace que el modo de vivir sea muy libre y sus acciones muy irregulares, y el jurar enfalso es tan establecido, que no me persuado lo tengan por pecado»139.

es decir, que los presidentes también se convertían en mercaderes y nadielos delataba por eso. daba como prueba de las componendas y compromisosentre gobernantes y vecinos, el reciente caso del presidente depuesto Juan pérez

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de guzmán, quien llegó a acumular una fortuna (como veremos en el siguientecapítulo), de cerca de 30,000 pesos en joyas y dinero, siendo que en los últimosdos años había estado prisionero en Lima. era una fortuna demasiado grandeque difícilmente habría podido explicar con solo su salario. tenía muchos ene-migos y hubo una rebelión contra él, como ya vimos. Y cuando el oidor Mari-chalar le siguió Juicio de residencia por la pérdida de panamá en 1671, diceCórdoba, los mismos que le habían acusado ante el virrey conde de Lemos paraque le depusiera en 1666, lo defendían ahora en el Juicio de residencia. de esamanera, concluye Córdoba: «nunca se puede averiguar la verdad en nada, puessi el presidente condesciende con sus malos procederes, siempre pasará porbueno y santo y si los refrena, le destruirán con mucha facilidad. Yo creyera queeste gran trabajo que les ha sucedido [dice refiriéndose a la destrucción de laciudad] hubiera corregido el modo de vivir, pero no ha sucedido así, con lo queme dicen»140.

era, pues, una sociedad sin remedio. nada de lo que decía Fernández deCórdoba era una novedad. además, los malos hábitos no se curan necesaria-mente porque se ha sufrido una tragedia. panamá renació de sus cenizas y siguiósiendo la misma de antes.

Notas

1 Carta de los prebendados al rey, quejándose del mal uso de estos fondos por parte delobispo Carvajal, Panamá, 27.VII.1613, AGI Panamá 102.

2 Pleito entre el Cabildo catedralicio y el hospital-convento en 1629 sobre que se restituyeradicho hospital al Patronazgo Real y fuese administrado por un mayordomo secular, AGI Pa-namá 104.

3 Ibidem. 4 Carta del obispo de la Cámara referente a su fortuna, Panamá, 18.VII.1621, AGI Panamá 100. 5 Autos del convento de La Concepción sobre la necesidad de reparar su casa, promovido por

la abadesa Beatriz de Isasiga, el 19 de mayo de 1621, AGI Panamá 104.6 Autos incluyendo la solicitud de licencia de este matrimonio para la fundación del con-

vento, con carta del obispo don Diego Morcillo de Rubio y Auñón, Panamá, 23.V.1739, AGIPanamá 223.

7 Pedro de Mercado, op. cit., p. 344.8 Junta de Guerra «para tratar materias de fortificaciones» celebrada el sábado 20.VII.1629,

AGI Panamá 87.9 Sobre la presencia de Andrés Alonso de Valladolid, ARSI, Roma, Catalogi Provincial Triennal

Peruanensi 4i, años 1568-1619.10 AGI Panamá 30.11 El expediente del hermano Gonzalo en AGI Panamá 226.12 Op. cit., p. 208.13 Op. cit., p. 31.14 Ibidem.15 Pleito entre el Cabildo catedralicio y el hospital-convento en 1629, ya citado.

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16 P. Pedro de Mercado S. J., op. cit., pp. 263-265.17 R. C. de 1.XII.1560, AGI Panamá 236. También carta de la Audiencia al rey, Panamá, 31.IV.1568

y Panamá, 31.III.1570, AGI Panamá 13. 18 Para 1607, «Descripción» de ese año, p. 212. Para 1609, «Relación de los hatos de ganado

que hay este reino de Tierra Firme», en AGI Panamá 46.19 «Descripción» de 1607, p. 212.20 Testimonio de Autos sobre la construcción de la catedral, Panamá, 25.X.1619. También, «Tes-

timonio de Autos sobre la necesidad de reedificar el convento de La Compañía», año 1623.Ambos en AGI Panamá 378.

21 P. Pedro de Mercado S. J., op. cit., p. 270.22 Requejo Salcedo, op. cit., p. 16.23 Ibidem. 24 Declaraciones en el Juicio de Residencia que tomó el presidente a.i. Miguel Francisco de

Marichalar a Juan Pérez de Guzmán, AGI Escribanía de Cámara 461B.25 «Informe del obispo de Panamá, Manuel Joaquín González de Acuña», año 1803, BAHM, Co-

lección Mata Linares, tomo 70. 26 Testimonio de Autos sobre la construcción de la catedral, Panamá, 25.X.1619, AGI Panamá

378. También Juan Requejo Salcedo, op. cit., p. 28.27 Pleito entre el Cabildo catedralicio y el hospital-convento en 1629, ya citado.28 «Descripción» de 1607, p. 212.29 Petición del prior Juan Pobre a la Audiencia, para rendir Información sobre el estado del

hospital, Panamá, 12.V.1628, en AGI Panamá 104.30 Carta al rey, del presidente Rodrigo de Vivero, conde del Calle, los oidores licenciado Juan

de Burgos, doctor Miguel de Meñaca y el fiscal doctor Juan de Alvarado Bracamonte, Pa-namá, 3.VII.1628, AGI Panamá 104.

31 Petición del prior Juan Pobre a la Audiencia, para rendir Información, ya citada.32 Carta del presidente Fernández de Córdoba a la reina gobernadora, Panamá, 9.III.1672, AGI

Panamá 93 y 89.33 Op. cit., pp. 322-323.34 Carta al rey, sin fecha, vista en el Consejo de Indias el 2.III.1676, AGI Panamá 104.35 Prov. Quitensi, número 11, años 1690-1756, Catalogi Provincial Anual, Archivio Romano della

Compagni di Gesi (ARSI), Roma. 36 «Sumaria Descripción...», ya citada.37 «Descripción», de 1607, pp. 207ss.38 Súplica al rey del Cabildo catedralicio, Panamá, 30.VIII.1675, AGI Panamá 51.39 La documentación sobre el rescate del naufragio en AGI Panamá 36, ya citada.40 Pleito entre el Cabildo catedralicio y el hospital-convento en 1629, ya citado.41 La nómina con los donativos, con carta del obispo Bernardo de Eyzaguirre de 10.III.1661, ya

citada. 42 El expediente que le siguió el obispo a Gonzalo de la Madre de Dios, de Panamá, agosto de

1675, en AGI Panamá 226.43 Ver probanza de méritos de Ribera de 1643, en solicitud de una prebenda catedralicia, en

AGI Panamá 65.44 Documentación sobre La Perseguida en AGI Panamá 147.45 Informe de Juan Guerrel, capitán y maese de campo de la Conquista de Coclé, Panamá,

22.V.1609, AGI Panamá 83.46 En memorial que trata de la crisis minera en Veragua a partir de 1640, en AGI Panamá 36.

También hay datos sobre Vásquez en AGI Panamá 158.

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47 Consulta del Consejo de Indias, Madrid, 7.XI.1719, sobre pretensiones de varios mineros in-teresados en las minas del Darién, AGI Panamá 106. También, Consulta del Consejo, Madrid,27.VI.1726, sobre instancia de los mineros del Darién para que se les condone el importe dederechos atrasados, AGI Panamá 107.

48 Testimonio de Autos del licenciado Cosme de Navarrete, quien reemplaza de relator de laAudiencia a Clemente Pérez de Tudela por nombramiento real de 19.XII.1600, y Testimoniode Autos de don Diego de Meneses, alguacil mayor de la Audiencia, Panamá 1629, AGI Pa-namá 378.

49 Datos para la actuación de Luzcando en tiempos de Alderete en el Juicio de Residencia deeste en AHNM Consejos 20645 y legajos siguientes. Un memorial de Luzcando solicitandoreconocimiento a sus méritos en 1751, en AGI Panamá 273.

50 Impreso de dos folios fechado en 1743, con la probanza de Roca, AGI Panamá 124.51 «Relación del obispado de Panamá, por el obispo Francisco Javier de Luna Victoria y Castro,

Panamá 1758», AGI Panamá 380.52 Sobre López y Murillo se encuentra abundante documentación en AGI Panamá 380. 53 «Relación del obispado de Panamá...», AGI Panamá 380.54 Carta fechada en Panamá, 15.X.1752, en Archivo de Propaganda Fide, Roma, S.C. America

Cettrale dal Canada all’Istmo di Panama, volumen 1, de 1673 a 1775, folios 20-27.55 El inventario de su herencia, en AGI Panamá 46.56 El inventario de las propiedades incendiadas en AGI Panamá 209. Para un análisis detallado

de estas propiedades y el incendio de 1756, A. Castillero Calvo, La vivienda colonial en Pa-namá, sobre todo el capítulo VIII y apéndice 7.

57 Sobre este donativo, A. Castillero Calvo, Historia de dos casas coloniales y su entorno, ColegioPanameño de Historiadores, Imprenta de la Universidad de Panamá, año 1998, pp. 29ss. YLa ciudad imaginada, capítulo VIII (edición de 1999).

58 Analizo detalladamente esta propiedad en La ciudad imaginada, cap. VIII (edición de 1999).59 «Relación del obispado de Panamá...», AGI Panamá 380.60 Carta de los prebendados al rey, Panamá, 27.VII.1613, AGI Panamá 102.61 La nómina con los donativos, con carta del obispo Bernardo de Eyzaguirre de 10.III.1661, ya

citada.62 «Relación expresa del obispado de Panamá, estado de sus feligresías y parrochias, rentas y

ministros, número y distancias, remitida por el doctor don Diego Ladrón de Guevara, obispode aquella iglesia». Va remitida con carta de Ladrón al rey, de 2.III.1691. La relación lleva lafirma de don Luis Pérez Navarro, secretario de la Visita, AGI Panamá 101.

63 Su informe es de Panamá, 10.XII.1718, AGI Panamá 124.64 Data de la Real Caja de Panamá, año 1746, AGI Contaduría 1485A.65 «Noticias de los eclesiásticos que hay en la diócesis de este reyno, sus vidas y costumbres»,

por Pedro Carbonell, Panamá, diciembre de 1746, AGI Panamá 124.66 «Descripción sucinta del Reyno de Tierra Firme, con algunos breves apuntamientos o noticias

relativas a su situación geográfica y al estado actual de su población, agricultura y comer-cio...», anónimo, fechado en 1794, BPRM, Miscelánea Ayala, tomo 67, signatura 2885.

67 El obispo resume su Visita en una dilatada carta al rey de Panamá, 24.VI.1615, AGI Pana-má 100.

68 «Relación de la visita...», ya citada, BPRM, Miscelánea Ayala, tomo 72, signatura 2891.69 Material sobre este episodio en AGI Panamá 283.70 Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, tomo III, p. 73.71 Página 213.72 «Descripción» de 1607, p. 212.

Nueva historia general de Panamá X 1397

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73 Carta de 10.X.1533, BAHM, Colección Muñoz, tomo 79, folio 307v.74 Esta Probanza en AGI Panamá 103.75 «Descripción» de 1607, p. 213.76 Cartas de la Audiencia de Panamá, 20.I.1568 y 31.IV.1568 firmadas por los doctores Barros

y Aguirre. Y carta también de la Audiencia firmada por el doctor Barros y el licenciado Or-tegón, de 31.III.1570. Todas en AGI Panamá 13.

77 «Descripción» de 1607, p. 213. 78 Ibidem.79 En AGI Panamá 11, ya citada.80 Op. cit., p. 262. Sobre su establecimiento, todo el capítulo II.81 Ibidem, p. 212.82 Ibidem.83 Op. cit., pp. 36-38.84 Carta del obispo Bartolomé Martínez al rey, Panamá, 25.VI.1591, AGI Panamá 100.85 Ver Alfredo Castillero Calvo, Conquista, evangelización y resistencia, apéndice 2, p. 431 y va-

rias páginas del texto. Esta obra ha sido reeditada y actualizada por Editora Novo Art, S.A.,Panamá-Bogotá, 2017. Las citas de esta obra en el presente capítulo corresponden a la pri-mera edición.

86 Ibidem. 87 Op. cit., pp. 37-38.88 «Relación del obispado de Panamá...», AGI Panamá 380.89 «Descripción» de 1607, p. 167. Para Chepo y Taboga, p. 208.90 La nómina con los donativos, con carta del obispo Bernardo de Eyzaguirre de 10.III.1661,

ya citada.91 La documentación para 1661, en Data para ese año en las Cajas Reales de Panamá, AGI

Contaduría 1485A.92 Para todo lo relativo a 1691, «Relación expresa del obispado de Panamá, estado de sus fe-

ligresías y parrochias, rentas y ministros, número y distancias, remitida por el doctor D.Diego Ladrón de Guevara...», ya citada.

93 Sobre los capuchinos, Buenaventura de Carrocera, OFM, La provincia de frailes menores ca-puchinos de Castilla, volumen I, Madrid, 1949. Ver también, A. Castillero Calvo, Conquista,evangelización y resistencia.

94 Para 1718, «Informe del obispo de Panamá a S.M.», Panamá, 10.X.1718, AGI Panamá 124. Para1736, «Relación del obispo Pedro Morcillo y Auñón», Panamá, 15.V.1736, AGI Panamá 222.

95 Para 1718 ver nota anterior. Para 1758, la Relación del obispo ya citada. Para 1746, Data dela Real Caja de Panamá, año 1746, AGI Contaduría 1485A.

96 Requejo Salcedo, op. cit., pp. 19-20.97 Ibidem.98 Op. cit., p. 270.99 Ibidem, p. 277.

100 Ibidem, p. 278.101 «Distrito de la Audiencia que reside en la ciudad de Panamá de la provincia de Tierra Firme,

con lo eclesiástico y secular que hay en él», año 1659, por Juan Diez de la Calle, secretariodel rey y oficial mayor de la Secretaría de Nueva España, BNM, Mss., signaturas 2734 y 3024.

102 Autos del convento de La Concepción sobre la necesidad de reparar su casa, promovidopor la abadesa Beatriz de Isasiga, el 19 de mayo de 1621, AGI Panamá 104.

103 Ibidem, declaraciones de Luis de Ibarra, de Agustín Franco y de Pedro Álvarez de Villamil.104 Los autos relativos a las dotes, se celebraron en diferentes momentos de 1611, en AGI Pa-

namá 30.

1398 X Iglesia y sociedad

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105 Declaraciones de Ibarra y de Álvarez de Villamil en Autos del convento de La Concepciónsobre la necesidad de reparar su casa, ya citado.

106 Sobre este tema hay abundante material en AGI Panamá 100 y 101.107 Carta al rey del obispo Antonio Calderón, Panamá, 3.V.1604, AGI Panamá 104, ya citada.108 Op. cit., p. 30.109 Carta de frey Luis de Villaredo al rey, Panamá, 16.VII.1618, AGI Panamá 104.110 Sobre este tema, varios documentos en AGI Panamá 100 y AGI Panamá 17.111 Autos celebrados en Panamá en enero de 1691, remitidos con carta del obispo Ladrón de

Guevara de 30.III.1691, AGI Panamá 101.112 «Relación de la Visita practicada por el obispo de Panamá...», BPRM, Misc. Ayala, tomo 67,

signatura 2885.113 Página 167.114 Carta del padre Ortega al rey, de Panamá, 26.VI.1628, AGI Panamá 48.115 Archivo de Simancas, Valladolid, Títulos de Indias, legajo 1-9-187v.116 Carta del obispo Eyzaguirre al rey, Panamá, 10.III.1661, con la nómina de los donativos, AGI

Contaduría1485A.117 Testimonio de autos sobre construcción de la catedral, Panamá, 25.X.1619, AGI Pana-

má 378.118 Recusación de don Álvaro Flores de Gamboa, canónigo del Cuzco, hijo del licenciado Zoil

Diez Flores (ya difunto), «Autos hechos por el presidente Rodrigo de Vivero contra el licen-ciado Gerónimo de Herrera, oidor, años 1625-1626», AGI Panamá 18.

119 Para Mateo de Ribera, hay dos probanzas de 1643 y 1647, en AGI Panamá 65. Ver tambiénAntonio Serrano de Haro, op. cit., sobre todo, pp. 86 a 91.

120 Memorial y Autos de Antonio Martínez de Leguízamo, de 1627, AGI Panamá 379.121 Todas estas probanzas en AGI Panamá 65.122 Información de méritos de don Juan de Melgarejo, Panamá, 1677, AGI Panamá 67.123 Ver Títulos de Indias, del Archivo de Simancas, p. 484.124 Cabildo eclesiástico de 15.V.1707, informando al rey sobre los méritos del marqués de Bre-

nes presidente de la Audiencia, AGI Panamá 224.125 Las Cartas Anuas consultadas hasta 1756, en Catalogi Provincial Triennal Peruanensi, Perú,

4i (1568-1619); 4ii (1625-1654); número 3 (1610-1687); número 11 (1690-1756), ARSI, Roma.Para los datos de los jesuitas expulsos, AHNM, Jesuitas 826, expediente 6, folios 39, 52,60, 72.

126 Con carta de remisión de 20.IV.1616, AGI Panamá 100.127 Carta del obispo De la Cámara al rey, Panamá, 4.V.1626, AGI Panamá 100.128 Ambas cartas en AGI Panamá 13.129 La información y proceso contra Díaz la hizo la Audiencia en 1570, AGI Justicia 1051.130 Carta al rey, Panamá, 15.V.1570, AGI Panamá 11.131 Visita del obispo Martínez, fechada el 16.VIII.1590, BNM, Mss. de América, signatura 3043.132 El expediente contra Sierra en AGI Escribanía de Cámara 482C.133 Carta al rey, Panamá 30.VII.1639, AGI Panamá 49.134 La «Relación» lleva fecha de 20.I.1758 y va dirigida al ilustrísimo señor don Manuel Quintana

y Bonifaz, AGI Panamá 380.135 Op. cit., p. 327. Traducción del autor.136 Carta al conde de Medellín, Panamá, 9.III.1672, AGI Panamá 93.137 Ibidem.138 Ver el cap. X, de A. Castillero, Conquista, evangelización..., ya citado.139 Ibidem.140 Ibidem.

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CapítuLo XXIX

Destrucción de Panamá la Viejay fundación de la Nueva Panamá

Alfredo Castillero Calvo

La batalla de Panamá

el ataque de Morgan a la ciudad de panamá el 28 de enero de 1671, causóla muerte de más de 500 defensores, entre blancos, negros, indios, mulatos ymestizos, sin contar los heridos y prisioneros1. en menos de dos horas habíacaído la cuarta parte del ejército del presidente Juan pérez de guzmán. Segúnuna fuente solo 15 o 20 piratas perecieron, aunque exquemeling sugiere quefueron más. Lo que quedaba del ejército de infantes y de la caballería local es-capó en desordenada confusión hacia los montes y sabanas. unos, buscandodonde esconderse del enemigo, guareciéndose en los montes cercanos; el restosiguió a don Juan hasta natá para reagruparse, buscar refuerzos y esperar aque llegara ayuda del perú. La siguiente batalla sería librada en las propias ca-lles de la ciudad.

La fuerza invasora entró a la ciudad en llamas para saquearla sin piedad.Luchando por sus vidas y haciendas, los defensores pelearon hasta el límite.ofrecieron resistencia en el fuerte de la navidad y en las trincheras y barricadasque se colocaron en las calles principales, aunque tenían pocas piezas de artille-ría. para evitar que el enemigo pudiese obtener madera, velas, alimentos, rique-zas o cualesquier otra cosa útil, pérez de guzmán había dado órdenes al capitánde artillería Baltasar de pau y rocaberti de volar el polvorín y colocar barrilesde pólvora en lugares estratégicos de la ciudad para hacerlos detonar si entrabael enemigo2. tras las primeras explosiones, el fuego empezó a abrasarlo todo enmedio de un caos infernal.

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el choque más sangriento se produjo en playa prieta, donde los defensorestrataban de quemar las canoas y bergantines para evitar que las capturasen losatacantes. esperando a los resultados de la batalla, listos para escapar hacia perúal primer aviso, se hallaban anclados en perico, taboga y taboguilla, un pequeñogaleón artillado con solo siete cañones y seis barcos de corto y mediano calado.en La Naval, se encontraban las monjas de La Concepción, con los ornamentoslitúrgicos del convento, oro y plata. Los barcos mercantes San Felipe Neri y Nues-tra Señora del Buen Suceso llevaban niños y mujeres de la élite con sus joyas y cau-dales, y alguno que otro vecino adinerado que prefirió huir antes que quedarsea defender la ciudad. Siguiendo las órdenes del presidente, su secretario antoniode Silva, se había trasladado a perico con sus papeles, observando desde el islotela evolución de los acontecimientos. Mejor era mantenerse a distancia, no fueseque los piratas capturasen las canoas de la playa y les dieran alcance, como enefecto sucedió con algunos barcos. Las fuertes detonaciones de la pólvora, losdisparos de los mosquetes y arcabuces y los cañonazos de la artillería, empeza-ron a oírse desde las islas distantes. Luego se divisaron inmensas llamaradas yuna espesa y negra humareda que se elevaba sobre la desdichada ciudad. eranlas señales ominosas que todos temían. tan pronto como pudieron, levaron an-clas e izaron velas para huir al perú.

Morgan había dado órdenes a uno de sus jefes piratas para que persiguiesea las embarcaciones ancladas en las islas, pero este se entretuvo violando mujeresy emborrachándose, dejando que las tres naves mencionadas escapasen. Los ve-cinos lograron destruir casi todos los botes y piraguas que estaban en la playa,pero al final también este esfuerzo resultó inútil. Los piratas pudieron rescataralgunos botes y una barca recién llegada de darién con carga de maíz, y conestas pequeñas embarcaciones, ya debidamente artilladas, se prepararon paraperseguir las naves de la bahía y saquear las costas e islas cercanas.

Cuando se les preguntó por la causa de la trágica derrota, los testigos de-clararon simplemente que había sido «la voluntad de dios y la superioridad delenemigo». ni a don Juan ni a ningún otro individuo debía culparse por el de-sastre. el propio presidente trató de justificarse en una extensa carta a la reinagobernadora alegando que «ni faltaron diligencias humanas ni militares [...] nimenos se omitieron las espirituales con generales procesiones, limosnas, peni-tencias, plegarias y oraciones»3. en un momento tan grave no podía omitirse, enefecto, la invocación a los poderes celestiales. don Juan gozaba reputación deuna sincera piedad religiosa y para él se trataba de un ineludible protocolo. enun gesto típico de la circunstancia, él mismo repartió entre los conventos e igle-sias de la ciudad toda su fortuna, consistente en joyas y dinero por un valor de28,450 pesos, 9,000 de los cuales serían para las monjas. La mañana de 18 deenero fue a la catedral donde se ofició una misa solemne en la capilla de La Con-cepción, y allí recibió la comunión, junto con los vecinos y soldados que se pre-paraban espiritualmente para enfrentar la prueba suprema. de inmediato se

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dirigió a la plaza Mayor, donde leyó una proclama protestando de su devoción anuestra Señora de La Concepción y exigiendo a todos los vecinos que fuesen a labatalla para defender la pureza de la Santísima Virgen contra el hereje invasor4.

en su carta trata de explicar, aunque de manera confusa, las órdenes queimpartió para hacerle frente a los atacantes. Fue la cobardía de algunos oficialesla causa de la derrota, no su plan de batalla, aseguraba. afirmaba haber peleadocon gallardía, y hasta una bala casi le da en la cara, pegándole al bastón demando cuando lo llevaba alzado5. antes de entrar en combate estaba en cama,con altas fiebres, atacado de erisipela y no obstante se levantó para la batalla.tal vez todo eso era cierto. pero las razones que aduce para justificar sus órdenesde incendiar la ciudad, la huida a natá, y la rápida derrota de su ejército sonpoco convincentes.

una explicación mejor elaborada la ofrece antonio Fernández de Córdoba,el nuevo presidente, gobernador y capitán general que nombró la Corona en re-emplazo de pérez de guzmán. escribió al conde de Medellín, presidente delConsejo de Indias:

La gente española de esta ciudad no llegaba a 300 hombres, esto contandoprocuradores, abogados, escribanos y mercaderes; los demás eran negros ymulatos en quienes no hay nada que esperar en ningún tiempo. esta gente, enllegando a medir la espada en campaña rasa con más de 2,000 hombres solda-dos todos, a vista de una presa tan rica, fácilmente se puede creer cuál sería elsuceso y soy obligado a decir a Vuestra excelencia en abono de estos vecinosque no merecen ser difamados6.

Y agrega en un tono conciliador:

porque gente que en su vida ha tratado más que en sus negocios sin ser sol-dados de profesión, no parece están obligados a más que a lo que hicieron, quefue abandonar sus casas y haciendas e ir donde los llevaron embistiendo conmucho brío al enemigo y de este corto número murieron de la primera cargamás de setenta, con que se desvaneció el combate en un instante7.

no le faltaba razón en lo referente al comportamiento de los vecinos. por lodemás, su evaluación de los hechos es comprensible. el objeto primordial delnuevo presidente no consistía en juzgar ni condenar a nadie. Ya esa tarea habíarecaído en el oidor de la audiencia de Lima don Miguel Francisco de Marichalar,a quien el virrey conde de Lemos envió a panamá como presidente interino paraque residenciara a pérez de guzmán y le exigiera cuentas por la derrota8. Latarea más importante de Fernández de Córdoba consistía en restaurar el orden,devolver la confianza a los vecinos, consolidar las defensas, reedificar el San Lo-renzo y reconstruir la abatida ciudad. era una empresa enorme. ningún presidente

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anterior había tenido una misión de tamaña magnitud. de hecho, se entregó contanta dedicación a esta vasta y complicada tarea, que en ella acabó con su vida.para la evaluación de los hechos, Córdoba debía basarse en la versión de los pro-pios vecinos o de los mismos militares que habían compartido el fracaso de ladefensa. pero encontró a una población desmoralizada, con hambre, sin techodonde cobijarse, desolada por la pérdida de sus propiedades y parientes y enmedio de una gran epidemia que causaría miles de muertes. entre tanta aflic-ción, lo que menos hacía falta era buscar culpables y para él tampoco eso teníatanta prioridad como reparar el desastre.

es cierto que casi ningún vecino tenía experiencia militar y que la mayoríade los combatientes locales eran mulatos, negros, zambos, y mestizos que, segúnindica una fuente, jamás habían escuchado un tiro. pero también la culpa de laderrota recaía sobre la comunidad, que tal vez no demostró el valor necesariopara hacerle frente al enemigo. después de todo luchaban por defender su tierra,su hogar y su fe. ¿no habían jurado defender a la Virgen? podríamos excusarlospero sin exagerar. Hay que advertir, no obstante, que la opinión de Córdoba seconvirtió en la tesis oficial, como lo sugiere el texto de Partes y medidas, cuyoautor anónimo, recapitulando en 1729 las «empresas» librada por los «morado-res» contra los numerosos ataques piratas, decía que «más han obrado con valorque con disciplina militar»9.

por otra parte, cuando se examinan las evidencias acumuladas, resulta di-fícil exonerar a los cabecillas de la defensa. Con una notable excepción: la defensadel fuerte de San Lorenzo. encabezados por su castellano, don pedro de elizaldey ursúa, resistieron hasta el límite del sacrificio. Incluso, antes de ser derrotados,«cantaron cinco veces la victoria»10. rodeado por 70 piratas franceses, el propioelizalde rehusó dar cuartel y luchó hasta caer abatido de un balazo en la cabeza.no quedó un solo oficial con vida. de los 314 hombres que defendían el fuerte,solo sobrevivieron 30 y de ellos 20 malheridos. otros lograron arrojarse por alacantilado, prefiriendo morir ahogados o estrellarse contra las rocas, antes quecaer prisioneros. pelearon con heroísmo y fiereza, como reconoce el propio ex-quemeling. en el asalto murieron más de cien piratas, y de los 70 que quedaronheridos muy pocos sobrevivieron11.

pero a partir de la caída del fuerte, el avance de los invasores por el río Cha-gre fue irrefrenable. apenas se hicieron esfuerzos para detenerlos y estos fuerontan endebles como patéticos. Hubo actos de la más abyecta e inexcusable cobar-día, como los del capitán Luis del Castillo, del sargento mayor de las miliciasurbanas Francisco gonzález Salado y del ayudante Simón gonzález, a quien elpropio presidente acusó de «gallina». en el último momento, cuando ya era in-minente la confrontación en Matasnillos, a Simón gonzález se le escuchó decirque huiría con su caballo, invitando a la tropa para que le siguiera. don Juan or-denó arrestarlo por su cobardía y fue atado en cadenas a la picota de la plazaMayor, donde se encontraba cuando empezó a incendiarse la ciudad12.

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tras la derrota, Francisco gonzález Salado, sin una buena excusa, escapó enuna de las naves que estaban en la bahía, la San Felipe Neri, regresándose con laflota de refuerzo que enviaba desde Lima el virrey Lemos, pero cuando llegó apanamá fue arrestado por su cobardía13. Hombre de confianza y protegido dedon Juan, gonzález Salado fue una de sus mayores decepciones. una extensarelación sobre los acontecimientos informa que en muchas cartas enviadasdesde panamá se describieron los detalles del desastre, coincidiendo todas en«lo vil que anduvo Francisco gonzález Salado, huyéndose y embarcándose alperú»14.

en cuanto al sargento mayor del reino, Juan Ximénez Salvatierra, este eraun viejo septuagenario y enfermo, «que no sale de una cama». Cuando llegó ysupo de su triste y oscuro papel en la campaña, Córdoba recomendó que se lejubilara por «inútil». después de los combates cayó en cama y, aún pasados va-rios meses, aún no se lo habían presentado: «ni yo le he visto aún la cara»15.

tampoco faltaron, por supuesto, excepciones, como el gobernador y tenientegeneral de portobelo, don alonso de alcaudete, un oficial experimentado y ma-duro que estuvo al frente de uno de los escuadrones en los llanos de Matasnillos.Sin embargo, fue un soldado con mala estrella. no obstante su experiencia, nopudo impedir que su tropa corriera desordenadamente en persecución del ene-migo cuando creyó que este huía. al observar este movimiento, los demás es-cuadrones hicieron lo mismo. Fue una embestida completamente fuera decontrol por una masa de hombres mal armados y sin ningún entrenamiento mi-litar. Sin embargo, sería la primera vez, después de la captura del San Lorenzo,que las fuerzas locales le hicieron frente al enemigo, aunque solo para caer aba-tidos a la primera andanada de fuego. Situados ventajosamente en una colinacon armas de mayor alcance, los piratas mataron cien hombres de una sola rá-faga (aunque, como vimos, según el presidente Córdoba fueron «más de se-tenta»). entre las fuerzas locales, 600 hombres iban armados con solo espadas,alabardas, «medias lunas», picas, lanzas, arcos y flechas, y los pocos que teníanarmas de fuego portaban anticuados arcabuces cuya potencia de fuego tenía lamitad del alcance que los mosquetes y escopetas de los piratas. Como dice pérezde guzmán:

Las armas de fuego del enemigo [...] eran escopetas de siete a ocho cuartasque alcanzaban con ventaja de dos distancias de las nuestras, de que se originómatar cien hombres, que fueron los primeros a embestir, de que resultó huirtoda la demás gente, sin ser posible reducirlos16.

Casi toda la caballería, con sus 400 caballos, fue aniquilada. Según exque-meling, murieron en esta batalla un total de 600 defensores. una fuente localafirma que los defensores sumaban 80017. Sin embargo, las cifras de atacantes,defensores, muertos o heridos, son muy problemáticas, ya que no se llevó un

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registro detallado y cada bando trata de exagerarlas, para arriba o para abajo,según su conveniencia. Los ingleses, para destacar que luchaban contra fuerzasconsiderables, los españoles para indicar que eran superados en número.

a partir de ese momento la batalla de Matasnillos cesó y el caos se apoderóde las filas panameñas. ante el espectáculo de tan brutal como sorpresiva mor-tandad, ya no fue posible controlar a la tropa, que huyó presa del pánico. trasun breve descanso, el avance de los 1,200 piratas (2,000, según los españoles) fuearrollador. Según el grabado (al parecer realista) que ilustra las distintas escenasdel combate y que aparece por primera vez en la primera edición española deexquemeling y luego es reproducido varias veces en las ediciones inglesas (unade ellas con mínimas variantes), los atacantes entraron a la ciudad por la reta-guardia, es decir, por el frente norte, donde destacan empalizadas o trincheras.una avanzadilla también ingresó por el puente de el Matadero. el avance haciala ciudad fue impetuoso, encontrando resistencia en el fuerte de la navidad yen las trincheras defendidas con piezas de artillería que, según exquemeling,disparaban «incesantemente» matando a «muchos» atacantes. un «fuerte», dice,

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En el recuadro superior, la ciudad de Panamá en llamas durante el ataque de Morgan en 1671; enprimer plano una escena de batalla en playa Prieta entre piratas y vecinos, al parecer para evitarque los atacantes se apoderaran de los bergantinillos. En la parte inferior, escena del ataque desdeel norte. Grabado de la edición holandesa de Exquemeling, año 1678.

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refiriéndose al de la navidad, tenía ocho grandes cañones de bronce y era de-fendido por 50 hombres18, aunque las fuentes españolas indican que la ciudadcontaba con pocas piezas de artillería y escasos artilleros, ya que los mejores ha-bían sido enviados al San Lorenzo. de hecho, pau y rocaberti, obedeciendo lasórdenes del presidente, había hecho «clavar» algunos cañones, inutilizándolospara evitar que cayeran en manos de Morgan.

tras rendir el bastión de la navidad, algunos escuadrones avanzaron por lacalle real, donde fueron resistidos en las barricadas y trincheras, mientras queotros se dirigieron a playa prieta para rescatar las embarcaciones que trataban dedestruir los vecinos. Según las fuentes, en la orilla de la playa se libró una batallasangrienta. también aquí los defensores fueron vencidos. en tres horas, la plazase había rendido. Siguiendo las instrucciones de don Juan, la ciudad ya había em-pezado a arder tras la explosión de los barriles de pólvora. La atmósfera reinantedebió ser caóticamente dantesca y no es difícil representarse el escenario. por unlado, los piratas asesinando a los vecinos y capturando prisioneros, o buscandoentre las ruinas humeantes alimentos y tesoros; por otro, los vecinos defendién-dose a la vez que tratando de apagar el fuego para que no se quemaran sus casas19.

en la batalla del Matasnillos, alonso de alcaudete recibió el impacto de «dosmosquetazos, de que ha quedado estropeado». Herido como estaba, fue enviadopor pérez de guzmán a portobelo, para que defendiera la plaza, amenazaba,según se decía, por veinte velas enemigas20. Fernández de Córdoba calificó a al-caudete como «un soldado de punto y juicio», comportándose «como tal»,agrega, «en la ocasión del enemigo». en premio lo confirmó como gobernadorde portobelo21. en 1679 alcaudete encontró ocasión nuevamente de probar suvalentía, dirigiendo heroicamente la defensa del fuerte de terable, en Chepo,atacado por piratas que, aliados con los cunas, desembarcaron en el playón yremontaron el río Mandinga22. refiriéndose a este episodio, Juan Francisco depáramo y Cepeda, en el canto duodécimo de las Alteraciones del Darién, le dedicala siguiente estrofa:

Honró el día y su plaza el valerosodon alonso alcaudete, a quien se debeen el lance más arduo y peligrosocuanto dictamen el empeño mueve;a todos pareció galán airosoa pesar de los años y la nieveque ostenta su cabeza, siendo espejode valor, de prudencia y de consejo23

pero en la batalla de panamá, alcaudete y otros buenos oficiales como él,apenas si pudieron hacer nada. el ejército local carecía de verdadera disciplina;la estrategia militar fue inconsistente y errática; los movimientos de la tropa fueron

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torpes y vacilantes y queda la impresión de que no se consideraron alternativaspara la eventualidad de una derrota. para empeorar las cosas, el liderazgo deJuan pérez de guzmán fue decepcionante. Incluso cuando se retiró a natá, yluego a penonomé, sus acciones fueron inseguras; no pudo reorganizar las de-fensas y apenas si consiguió nuevos reclutas. al enterarse del desastre, los po-bladores de natá, Los Santos y otros sitios, abandonaron sus viviendas y, presasdel miedo, se internaron en lo más profundo de los montes. don Juan no encon-tró gente para la leva. Y mientras se distraía inútilmente buscando refuerzos,dejaba abandonados a su propia suerte a los vecinos de panamá, que los piratassaqueaban a placer, violando mujeres y sometiendo a los que capturaban por losmontes a atroces torturas y vejámenes. Sus cartas al virrey conde de Lemos, pi-diéndole auxilio, consistían más en quejas y justificaciones por la derrota, queen propuestas concretas para organizar un verdadero contraataque. no daba ci-fras correctas de atacantes o de pérdidas, ni el armamento o las fuerzas que senecesitarían para expulsar al enemigo24. aturdido por la humillante derrota, pa-recía ser incapaz de ordenar sus ideas. Como comandante del ejército defensorresultó un rotundo fracaso.

debe advertirse, no obstante, que el contenido de estas cartas puede resultarengañoso debido al profundo odio que se tenían estos dos hombres. Las cartasde pérez de guzmán a Lemos son en efecto, escuetas y con muy poca informa-ción militar útil, de manera que al virrey le resultaba difícil calcular la magnitudde las fuerzas que debía enviar a panamá para el contraataque. en una de ellas,comunicándole la caída del San Lorenzo, y refiriéndose a la presencia de 3,000piratas, pérez de guzmán solo le dice, que necesita «municiones y pólvora ycuerdas y balas, porque toda las que tenía se han repartido», y que las Cajas re-ales estaban vacías25. pero, sorprendentemente, no agrega nada más. el virreypor su parte, se quejaba de que la primera noticia de la pérdida de panamá lehabía llegado en una carta de pérez de guzmán el 2 de abril, más de un mes des-pués del desastre. pero este retraso era inevitable en una época en la que un viajede panamá a Lima podía demorar hasta seis meses, y aún más. en cambio, no lefaltaba razón cuando se quejaba de que pérez de guzmán no le explicaba las«causas que concurrieron para semejante desgracia», dándole tan cortas noticias,«que solo me dice la pérdida, sin avisarme las armas y soldados que habrá me-nester, ni el paraje donde pueden entrar los nuestros, ni la gente y armas conque se halla»26. Como resultado echó mano a todo lo que pudo.

Sin embargo, don Juan no era un guerrero bisoño. Caballero de la orden deSantiago y soldado con una larga carrera militar, cuando llega a panamá ya eramaestre de campo, un rango militar de muy alta jerarquía. nacido en Sevilla en1618, prestó servicio militar en Milán y en la real armada, acumulando una in-tensa y variada experiencia como soldado. a fines de la década de 1650 fue nom-brado gobernador de Cartagena y entre 1661 y 1664 ocupó el mismo cargo enpuerto rico. el título de presidente, capitán general y gobernador de tierra

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Firme es de 18 de juniode 1664, pero no tomóposesión hasta enerode 1665. Sin embargo,desde su llegada re-sultó un gobernanteproblemático y, comovimos en el capítuloXVI, se granjeó la ene-mistad de un ampliosector de la élite. perosus peores enemigosfueron el general de laarmada, príncipe deMontesarcho, y el vi-rrey del perú, conde deLemos.

Cuando don Juanllegó a panamá, reciénlos ingleses se habíanapoderado de la isla deSanta Catalina, o provi-dencia, y casi de inme-diato empezó a orquestar un plan para recuperarla. nombró al frente de laexpedición a uno de sus hombres de confianza, José Sánchez Samaniego, enton-ces sargento mayor de portobelo, quien, con un ejército integrado por soldadosde las guarniciones de portobelo y Cartagena, se dirigió a la isla, que capturósin dificultad27. al recibirse en panamá las noticias del triunfo, se celebrarongrandes festividades. Sonaron las campanas, las monjas cantaron el Te deum enlas calles, y la Virgen de La Concepción fue paseada en procesión en agradeci-miento por el primer triunfo español en las Indias después de muchos años desucesivas derrotas y humillaciones28. Sin embargo, esta exitosa iniciativa solo leatrajo envidias y antipatías al presidente.

Sus problemas empezaron en la flota siguiente, de 1666, que comandaba elpríncipe de Montesarcho y en la que venía como virrey del perú el conde deLemos. Montesarcho traía la misión de rescatar la isla Santa Catalina, pero al lle-gar se encontró con la noticia de que ya pérez de guzmán le había arrebatado laoportunidad de llenarse de gloria. Fue inevitable que pérez se ganara su ene-mistad. pero mucho peor le fue con el nuevo virrey.

a su llegada, la atmósfera política se encontraba muy enrarecida. Se habíandeclarado enemigos mortales del presidente, el oidor Bernardo trigo de Figueroa(«el mayor enemigo que se le ha reconocido») y el amigo y compañero de este,

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Henry Morgan, según grabado publicado en 1793 por I.Caulfield, Londres. Cortesía de Luis E. Varela Clement.

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el oidor rodrigo del Corro Carrascal. al parecer, también el obispo era enemigode don Juan. otros enemigos del presidente no menos peligrosos eran los ofi-ciales de Hacienda, contador Sebastián gómez Carrillo y el teniente de tesoreroy veinticuatro Juan de la Vera pizarro. Se habían disgustado con don Juancuando este prohibió hacer ningún gasto de las Cajas reales sin orden suya, aladvertir la poca plata que había llegado en los últimos galeones. por otra parte,según la interpretación que hizo el Consejo de Indias de la acumulación de evi-dencias recibidas, el hecho de haber querido «poner orden en aquel reino» lahabía granjeado el «general odio», del vecindario29.

así las cosas, el 24 de diciembre de 1666 apareció un libelo clavado en «unode los pilares de la plaza Mayor», sin firma, con el título de «aviso al goberna-dor». el libelo afirmaba que en tres ocasiones los oficiales de la real Haciendahabían tratado de envenenarle, amenaza de la que no se libraba su aliado yamigo el fiscal de la audiencia don alonso Cajal y del Campo. Con esta infor-mación, el presidente ordenó levantar una pesquisa, embargó y encarceló agómez Carrillo y a Vera pizarro, nombrando a uno de sus hombres de con-fianza en el puesto de contador, considerado el cargo más importante de Ha-cienda. amargado por este ambiente de oposición, don Juan pidió licencia a laCorona para regresar a españa, anunciando su decisión de renunciar a su cargo.obviamente, con tanto antagonismo, no solo en el seno de la propia audienciay en el de la real Hacienda, sino también entre los vecinos, le resultaba muydifícil gobernar30.

La llegada del virrey conde de Lemos empeoró más las cosas. don Juanhabía escrito el 29 de diciembre de 1666 acusándole de haber extorsionado a loscomerciantes que participaban en la feria en más de 459,000 pesos «para sus em-peños y empleos que llevaba de españa», es decir, para sus propios negocios,consistentes en «más de mil cargas de ropa». Los comerciantes se quejaron conel presidente, quien trató de «poner remedio» a los abusos del virrey, pero nopudo hacer nada. este, en represalia y haciéndose eco de los enemigos de donJuan, le levantó un expediente basado en argumentos especiosos, desautorizósus procedimientos en lo relativo a los jueces de Hacienda, restituyó a gómezCarrillo, y le depuso del cargo, embargándole todos sus bienes y enviándole pri-sionero a Lima. para todo esto, se valió del apoyo de los enemigos del presidente,ya que para encausarle se asesoró con los oidores trigo de Figueroa y Carro Ca-rrascal, además del obispo, es decir, sus peores enemigos. también le asesoróun oidor que iba con el virrey para Lima, Lope antonio de Munibe, que obvia-mente se había plegado a la voluntad de su jefe. era un juicio amañado cuyofallo podía anticiparse de antemano. Maliciosamente, estos jueces escogieronpara declarar en el proceso, a 32 testigos antagonistas de pérez de guzmán, quedepusieron en su contra. para ocupar la presidencia en interinidad, el virreynombró a agustín de Bracamonte, un hombre muy joven, carente de experienciay sin entrenamiento militar31.

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Se trataba de un ultraje sin ninguna justificación que carecía de precedentes,ya que, mal aconsejado por los ministros, el virrey se había extralimitado en susfunciones, pues no tenía autoridad para destituir a los presidentes y muchomenos no habiendo todavía tomado posesión formal de su cargo.

pero la mala suerte continuó persiguiendo a don Juan. embarcó preso paraLima en la Almiranta de la armadilla a principios de agosto de 1667. pero en elcamino padecieron vendavales y un rayo cayó sobre el galeón, matando a unindio y lastimando a otras personas. Ya cerca de su destino, la tripulación seamotinó por la falta de agua, y el presidente, que trató de apaciguarla recibió«dos heridas peligrosas». en el incidente murió un criado del virrey y otros que-daron heridos. para el 26 de febrero de 1668, se tuvieron noticias en panamá, deque la Almiranta ya había llegado al puerto peruano de guanchaco, 18 leguasdistantes de Lima, pero todavía no llegaba a su destino final. Cuando finalmentellegaron a Lima habían transcurrido alrededor de seis meses desde que salieronde panamá32. don Juan fue conducido a un calabozo en Lima, donde permanecióencerrado durante los siguientes dos años.

el notoriamente injustificado atropello del virrey causó gran turbación enel reino y levantó una ola de protestas. el fiscal Cajal y del Campo escribió a lareina defendiendo la inocencia del presidente y denunciando la malicia del pro-ceso, asegurando que había sido enteramente fabricado y hecho con la peor malafe. agregaba que, para hacerle aún más daño, el virrey dejó a cargo del oidortrigo de Figueroa la comisión de averiguar el contrabando de más de dos mi-llones de pesos que no habían pagado el impuesto de la avería, supuestamentecon la anuencia de don Juan. para ello se buscarían testigos falsos en el castillodel Chagre, por donde debía pasar la plata. para reclutar estos testigos, el mi-nistro comisionó al escribano Miguel rodríguez roz, pero este, «movido de suconciencia», se rehusó a hacerlo y lo denunció ante el presidente interino Braca-monte, quien ordenó investigar el caso de oficio33.

Cuando las evidencias fueron vistas en el Consejo de Indias, la reacción fuefulminante, desautorizando todo lo que había hecho el virrey y declarando«nulos todos los actos». ordenó a trigo de Figueroa a presentarse personalmenteen la Corte «donde estarán hasta que se le ordene otra cosa». a gómez Carrillo,que ya había acumulado otras acusaciones en su contra, se le condenó a 4,400pesos de multa y se le depuso del cargo. dictaminó que en la deposición de pérezde guzmán, el virrey había procedido «violentamente, no solo en perjuicio suyosino también de la causa pública, en daño del servicio de vuestra majestad ycontra la autoridad de la Justicia». Según los ministros del Consejo, el presidentehabía sido «ofendido en su reputación y honor por el despojo de su puesto, pri-sión y embargo de sus bienes». no se había percibido «culpa que merezca la sus-pensión del puesto». Como evidencia de la mala fe, se señalaba que el virreyhabía procedido de manera irregular, interviniendo personalmente en el procesosin ser letrado34.

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el Consejo aconsejó a la reina remover a Bracamonte por su inexperienciamilitar, y nombrar en su lugar al maestro de campo don Benito de Figueroa yBarrantes, gobernador de Cartagena. panamá era una plaza militar demasiadosensible para dejarla en manos de un imberbe como Bracamonte. para Cartagenarecomendaron nombrar al protegido de don Juan, Sánchez Samaniego35, aunqueeste fue muerto en una reyerta de soldados en Santa Catalina y no pudo ocuparel cargo.

Se reprendería severamente al virrey, encargándole a un par suyo la tareade aconsejarle para que no volviera a cometer estos errores, el conde de peña-randa. Y se le enviarían órdenes urgentes a él, y a fin de que no hubiera dudasni demoras, también a la audiencia de Lima, para que liberase a pérez de guz-mán y le restituye en el cargo con todos los honores, devolviéndole los bienesque le embargaron. también se le ordenó al virrey que pagara todos los gastosde transporte de don Juan a panamá36.

por desgracia, cuando llegó a panamá la correspondiente r. C. ordenandolo que aconsejaban los ministros, portobelo ya había sido capturado por Morgany continuaba en la presidencia agustín de Bracamonte, lo que demostraba quelas aprehensiones del Consejo no eran infundadas.

es obvio que al Consejo le importaba eminentemente la seguridad militarde las Indias, concretamente de panamá, dada su condición de plaza estratégicay «antemural del perú», mucho más, sin duda, que las veleidades mercantilesdel virrey. en ninguna parte del texto se alude a que se le seguiría pesquisa porhaber abusado de su posición para enriquecerse ilícitamente como lo hizo en laferia de 1666, no obstante que claramente se reconocía su falta. era cuestión deprioridades, sobre todo en una época de gran laxitud fiscal, de venalidad insti-tucionalizada, de pasmosa corrupción administrativa, a la vez que de muy seriaspreocupaciones por la seguridad del Imperio. Como si los ministros prefiriesenhacerse la vista gorda, permitiendo al virrey que se aprovechase de su posiciónpara hacer pingües negocios, como los que en efecto hizo. Se le reprende fuerte-mente por haber usurpado jurisdicción ajena, por haberse extralimitado en susfunciones de gobierno y haber puesto en peligro una estratégica plaza de armas,pero no se toma ninguna acción que amenazase su bolsillo.

no se sabe cómo reaccionaron los vecinos con el retorno de su presidente,ya rehabilitado, con el honor y sus bienes restituidos, pero comprensiblementeturbado por el rencor. Como quiera que sea, aunque él volvía a estar a cargo, losproblemas no cesaron, ya que como ya vimos en un capítulo anterior, en las mis-mas vísperas del ataque de Morgan, todavía eran muchos los vecinos influyentesque lo querían fuera del puesto. Su capacidad de liderazgo para la batalla ya es-taba minada antes de ponerse a prueba.

todos estos antecedentes permiten definir de alguna manera la personali-dad de pérez de guzmán. aparentemente era un hombre dispuesto a obrar conrectitud, aunque esto le granjera enemistades, lo que evidencia que no debía ser

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un buen político. Hay indicios de que era generoso con sus compañeros de armasy subalternos, como lo sugieren las cartas que le envió al sargento mayor Sán-chez Samaniego, felicitándole calurosamente por su hazaña en Santa Catalina.este episodio militar indica, por lo demás, que era capaz de audaces iniciativas.Cuando declaró en su Juicio de residencia, refiriéndose a la pérdida de todo loque tenía en su vivienda, lo que más lamentó fue la destrucción de su queridabiblioteca de más de 500 libros, lo que sugiere que no carecía de inquietudes in-telectuales. de todas las bibliotecas documentadas para el siglo XVII, es la másextensa. Cuando los piratas descubrieron que su casa no se había incendiado,robaron o destruyeron todo lo que encontraron, camas, espejos, arquimesas, es-critorios, bargueños y valiosas pinturas37. en cuanto a su valor en el combate,algunas testigos elogiaron su coraje, aunque en el momento final, obviamentese quebró. Su apresurada huida hacia natá sugiere un ataque de pánico. Final-mente, cuando se analiza la batalla de panamá, este hombre, que ya tenía tantosaños en el ejército y que había gobernado plazas militares tan importantes comoCartagena, puerto rico y panamá, demostró tener poco talento como estrategamilitar y escasas dotes para el liderazgo. La idea de lanzar toros bravos a los pi-ratas, por ejemplo, más que una maniobra astuta, fue un acto de desesperación.de hecho, nada le dio resultado y el final fue catastrófico.

Los refuerzos que destinó para el San Lorenzo resultaron demasiado pocos,sobre todo cuando se considera que desde hacía muchos meses corrían rumoressobre los planes enemigos de enviar varios miles de hombres para ocupar el

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Ataque de Morgan a Panamá en 1671. Primera edición inglesa de Exquemeling de 1684.

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Istmo. para la defensa del río Chagre nombró a su hombre de confianza, el ex-tremeño de 40 años, Francisco gonzález Salado, antiguo castellano del Santiagode la gloria en portobelo, y ahora sargento mayor de milicias. peter earl, erró-neamente lo hace nativo de Cádiz, aunque acierta en lo de su edad. Su misiónera instalar cuatro trincheras para emboscar el enemigo en lugares estratégicossituados a orillas del río –Barbacoas, Barro Colorado, que sería la más fuerte, ydos Brazos– y una en guayabal, en el camino entre Cruces y panamá. Los bancosdel río estaban cubiertos por una enmarañada y espesa selva tropical, con mu-chos recodos desde donde podía espiarse a los enemigos sin ser visto, hacerledaño disparándole con armas de fuego o flechas, y si había suerte, impedir queavanzara. Jamás un ejército tan numeroso había intentado antes navegar el Cha-gre y mucho menos como una fuerza atacante. Las 40 lanchas, piraguas y canoasque traían o que robaron en el río, no eran suficientes para transportar tantoshombres38. en los transportes iban las armas y municiones, y la mayoría de loshombres avanzaba lentamente por la selva que bordeaba el río.

en condiciones normales, si se iba con apuro, el trayecto desde la boca delrío hasta Cruces difícilmente se podía hacer en una menos de una semana. Y unasemana demoraron en llegar hasta Cruces, la última escala del río. La logísticaque debía desarrollarse para llevar con éxito un ejército de 1,200 o más hombres,por un terreno desconocido, constituía una empresa sumamente arriesgada, dehecho temeraria. Morgan, además, ordenó dejar todas las vituallas en la reta-guardia para que sus hombres avanzaran más rápido. una de las pocas ventajasque tenía eran unos guías de color que conocían el terreno y que habían sido en-viados como prisioneros desde panamá a la isla caribeña de Vaca, donde los ha-bían capturado los piratas.

el peor riesgo era el hambre. Los invasores no lograron capturar un soloanimal silvestre. estos abundaban en el río, pero habían desaparecido, asustadospor el ruido que producía la marcha. durante días no probaron más bocado queunos pellejos de vaca, un poco de maíz crudo, yerbas y hojas y unos cuantos pe-rros que no dudaron en poner en barbacoa. en Cruces encontraron una botijasde vino peruano que les causaron diarreas («la más fuerte fluxión de vientre»)39,no se sabe si porque habían sido envenenadas por los defensores, o porque lasbebieron sin mesura con los estómagos vacíos. debilitados por la fatiga y la faltade alimento, con muy poco esfuerzo habrían sido derrotados. pero para eso senecesitaba una fuerza bien organizada y mejor dirigida.

de hecho, hubiera bastado que los hombres de gonzález Salado hostigasenrepetidamente a los invasores, y que don Juan los esperase con todo su ejércitoen Cruces o en guayabal, a 20 kilómetros de panamá y a 16 de Cruces, dondehabrían llegado extenuados por el esfuerzo y debilitados por el hambre y la «flu-xión de vientre», para que la historia fuese distinta. pero no se hizo nada salvo,eso sí, huir y replegarse sin concierto alguno, dejando virtualmente expedito elterreno para que avanzase el enemigo.

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desde que gonzález Salado se enteró en dos Brazos que había caído el SanLorenzo, dominado por el miedo, no hizo otra cosa que retroceder. dejó en Bar-bacoas, para que la defendiera, al capitán Luis del Castillo, pero tan pronto estesintió la proximidad de los piratas, puso distancia en dirección a Cruces. Celebróuna junta de guerra con sus hombres y todos acordaron replegarse. pero Castillodebía obedecer órdenes, no discutir qué hacer con sus soldados, asunto prohi-bido por el reglamento militar. es cierto que los espías que andaban «picando alenemigo», afirmaban que la fuerza invasora superaba a las fuerzas de Castilloen una proporción de diez a uno. pero no se trataba de encararlo frontalmente,sino solamente de dificultarle el paso, matar o herir a los que buenamente se pu-diera, obligándoles a mantenerse alertas y desgastarlos. Huir fue lo único quehizo.

una aislada y solitaria escaramuza se produjo en Cruces, cuando unos in-dios darienitas lanzaron una carga de flechas a los piratas. Fueron estos indioslos que capturaron a un pirata, posiblemente extenuado por el hambre, quehabía quedado rezagado, separándose del grupo para buscar algo de comer.ningún otro pirata cayó prisionero.

por su parte, pérez de guzmán no atinaba a definir su estrategia. primeropensó hacerle frente al enemigo en guayabal, adonde llegó con 800 hombres.pero cuando apareció un agitado capitán de color de apellido prado anunciandoque los atacantes sumaban 2,000, hizo junta y gran parte de los vecinos blancosvotaron huir hacia panamá para proteger sus propiedades. don Juan se quedócon un tercio de su ejército, la mayoría milicianos negros, zambos y mulatos40.Luego decidió que era mejor enfrentar al enemigo en el llano de Matasnillos, alegua y media de panamá, unos 8 kilómetros. tampoco escogió bien el momento.en lugar de atacar tan pronto los piratas salían del río, es decir, en guayabal oen Cruces, sin darles tiempo a que se recuperasen del hambre y las fatigas, setomó su tiempo para replegarse hasta las afueras de panamá. estas críticas va-cilaciones supo aprovecharlas el enemigo. tan pronto salieron a las sabanas y seencontraron con que abundaban en ganado vacuno, se entregaron a un hartazgopantagruélico. Comieron con tal voracidad, según exquemeling, que devorabanla carne cuando aún chorreaba sangre. descansado, bien alimentado, y con unentusiasmo casi delirante, al contemplar desde el cerro del avance (nombradoasí desde entonces, «por esta batalla que se dio»41) el océano pacífico y la torrecatedralicia de su deseada presa, el ejército invasor ya había ganado la batallasin haber disparado un solo tiro.

otro grave error de pérez de guzmán fue la elección del llano de Matasni-llos para librar la gran batalla. Él, no Morgan, era el que conocía el terreno ypodía permitirse escoger el mejor sitio. pero no lo hizo así. Se colocó en la pla-nicie, dejando que el pirata se instalase ventajosamente en el cerro del avance,desde donde podía anticipar las maniobras de los defensores y atacar a voluntad.Cuando los dos ejércitos se encontraban a un tiro de mosquete, empezaron a

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Relación de socorros enviados a Panamá en 1671 tras el ataque de Morgan por el virrey de Perú,conde de Lemos. Archivo Histórico Nacional, Madrid, Diversos de Indias 392.

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tocar sus tambores y trompetas. a exquemeling le fascinó el sonido de la trom-peta que precedía a la caballería panameña. «Sonaba maravillosamente bien»,anotó42. Se desconoce el nombre de este trompetero.

Cada comandante calculó su maniobra, aunque las tropas de don Juan fue-ron las peor libradas. primero, este improvisó una original hueste de 500 torosbravos dirigidos por 50 vaqueros de color, para que embistieran a los piratas yrompieran sus filas. para estos hombres curtidos resultó un juego inofensivo.dispararon sus escopetas, tremolaron sus pendones, y el asustado ejército de as-tados regresó sobre sus pasos, galopando en desorden hacia la caballería local yprovocando una gran confusión. Morgan, por su parte, ideó un ardid de diver-sión, simulando que se retiraba, y los escuadrones españoles tragaron el anzuelo.Fue entonces cuando se produjo la primera carnicería. La batalla se ganó conmuy pocas pérdidas para los invasores. Luego entraron triunfantes a la ciudad,excitados por la confianza y la sed de victoria, y aunque se les hizo una valerosaresistencia, finalmente la plaza se rindió.

en descargo de pérez de guzmán debe señalarse que le tocó cargar con laculpa de todas las vacilaciones y omisiones de sus predecesores y de la propia Co-rona en lo referente al sistema de defensas de la ciudad, tema que ya discutí en elcapítulo VI. Hasta 1671, nada permanente se había hecho para los proyectos defortificar los islotes de perico y Flamenco, el cerrillo de San Cristóbal, al norte dela ciudad, o el ancón. tampoco se habían fortificado las Casas reales. en 1658, altenerse noticias de enemigos en La española, en la punta del ancón, donde mástarde se fundó la nueva ciudad, se había levantado una somera construcción defajina a un costo de 2,650 pesos43. Se trataba de una obra precaria, sin mayor im-portancia y fue prácticamente la última construcción militar que se hizo cerca dela ciudad. panamá la Vieja, como ya vimos, carecía de murallas. Según la termi-nología militar de la época, era «una ciudad abierta». Y prácticamente la única de-fensa que tenía era el diminuto reducto de la navidad, capaz solo de alojar unpuñado de hombres y unas pocas piezas de artillería. era una ciudad indefensa.

de esa manera, a pérez de guzmán no le quedó otro recurso que salir al en-cuentro a campo abierto, donde el enemigo le aventajaba en número, disciplina,experiencia militar y en el mayor alcance de sus armas de fuego. Los defensoresno tenían opciones para seguir resistiendo en las Casas reales o, en un gesto he-roico, apostarse en el San Cristóbal y aguantar hasta que llegaran refuerzos deafuera. Y cuando el enemigo se acercó a perico y Flamenco, tampoco habrían te-nido fuerzas para proteger las embarcaciones que estaban allí. no tuvieron lamenor posibilidad de ofrecer una resistencia épica. al ser derrotados en la sa-bana, la ciudad estaba de antemano condenada a muerte.

panamá la Vieja quedó destruida hasta los cimientos. Según un acuerdo dela audiencia, de 24 de octubre de 1671, solo se salvaron «el convento de las mer-cedes, y el de los descalzos agustinos nombrado San Joseph, las casas de los barriosde Malambo, pierde Vidas, Santa ana, pozo del rey y contornos del convento

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de La Merced, todas de gente pobre y de poca entidad»44. Los piratas usaron elde La Merced como cuartel mientras duró la ocupación. un mes completo per-manecieron los piratas en panamá, hurgando entre las ruinas, los aljibes y lospozos, o torturando a los moradores para arrancarles el secreto de sus tesorosescondidos. La ocupación duró, según exquemeling, hasta el 24 de febrero45.

Los piratas cargaron 175 mulas con los objetos que robaron. Morgan se llevóhasta Cruces a 600 prisioneros, «tanto hombres como mujeres, criaturas y escla-vos», amenazándoles que si no pagaban 150 pesos cada uno por su rescate, selos llevaría para Jamaica como rehenes46. no todos pudieron pagar esa suma,aunque casi todos los blancos ya habían sido liberados antes de llegar al San Lo-renzo. para Jamaica se llevó a los negros y mulatos. entre ellos había esclavos,pero también mulatos libres que igualmente se llevó para venderlos. en unacarta de un grupo de vecinos a la reina gobernadora, se calculaba que los prisio-neros de color incluían «más de 300 negros y negras, muchos de ellos libres, perode todos más de las dos partes esclavos nuestros», es decir unos 200 esclavos,incluyendo 26 esclavas del convento de las monjas. Se calculaba el valor de unesclavo en 500 pesos (y «muchos mucha cantidad más»), por tanto el productode la pérdida de solo los esclavos ascendía a por lo menos100,000 pesos. Lo peorera que de esa manera perdían también una mano de obra indispensable «porser en estos reinos [de Indias] el servicio esencial el de este género de esclavospor no practicarse en ellos que los españoles sirvan unos a otros»47.

Morgan declaró en un informe que el saqueo solo rindió 30,000 libras ester-linas, lo que, si era cierto, representaba la mitad de lo que le había producido elasalto a portobelo en 1668. de esa manera, cuando repartió el botín, sus hombresquedaron sumamente frustrados y descontentos, porque después de tantasmuertes, heridas, riesgos y penurias, solo le tocó a cada uno entre 10 y 18 librasesterlinas, dependiendo del cálculo que se haga sobre el número de piratas entrelos que se dividió, aunque estas cifras coinciden con dos fuentes independientes,según una de las cuales cada hombre recibió 16 libras y según la otra solo 10 li-bras. exquemeling estimaba que una libra equivalía a unos 10 pesos de ocho re-ales, de manera que a cada uno le habría correspondido entre 100 pesos y comomucho180 pesos, una suma realmente ridícula para tanto ruido. exquemelinglo consideró un descarado timo de su comandante. el cirujano Browne, usual-mente un admirador de Morgan, tampoco pudo disculpar su tacañería, pues cal-culaba que el valor del saqueo podía ascender a 70,000 libras, unos 700,000pesos48. esto equivalía a más del doble de lo que Morgan repartió. Sin embargo,la suma de Browne parece una exageración.

La verdad es que, de acuerdo al testimonio de pérez de guzmán, los piratasno pudieron robar gran cosa, ya que se habían tomado muchas precaucionespara poner a buen recaudo todas las cosas de valor: «en cuanto al saco juzgoserá muy poco, porque los vecinos tuvieron lugar de poner todo lo que teníanen cobro»49. de hecho, los más ricos se habían llevado sus joyas y dinero en las

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embarcaciones que lograron escapar, aunque los jesuitas y mercedarios no tu-vieron esa suerte. Como vimos en el capítulo anterior, los primeros perdierontodas sus joyas, alhajas y ornamentos litúrgicos50. Según la «relación» de Fer-nando de Mohedano y Saavedra y otros testigos, los piratas desataron su bruta-lidad con los mercedarios «que los cogió a todos y la plata de la iglesia que eraconsiderable y con un barco que hallaron en la playa fueron al puerto y hallaronotro y con ambos pasaron a la isla del rey donde se presume habrán hallado lamayor parte de toda la hacienda»51.

Si todo esto es cierto, como parece serlo, puede especularse que el haberencontrado mucho menos de lo que esperaban en una ciudad famosa por su ri-queza, los piratas se dedicaron a torturar cruelmente a los vecinos para arran-carles el secreto de sus supuestos tesoros ocultos. Fuentes españolas e inclusoinglesas (como exquemeling), coinciden en que los piratas sometieron a los ve-cinos a muchas tormentos, colgándolos de los testículos, cortándoles las orejasy narices, desmembrándolos, quemando sus rostros y violando a las mujeres.estas se encontraban en una situación particularmente vulnerable porque mu-chos de sus maridos habían sido enviados por el presidente a portobelo o alSan Lorenzo y no tenían quien las protegiera, sea cuando se produjo el ataqueo cuando huyeron por los montes buscando refugio. Cuando se restableció latranquilidad, una de las primeras peticiones que elevó el vecindario a la Coronafue que se prohibiera a los futuros gobernantes separarlos de sus familias paradefender otra plaza distinta a donde vivían52.

Según el presidente antonio Fernández de Córdoba, la iglesia había perdidodos millones de pesos en censos y capellanías impuestos sobre las casas que seincendiaron. esto era solo la «tercia parte de lo que ha tocado a particulares». eltotal de las pérdidas sumaban, dependiendo de quién hacía la estimación, entre11 y 18 millones de pesos. escribió:

Yo he visto cálculos de los curiosos tocante a lo que importó la pérdida y elmás escaso pasa de 10 millones y de ahí van otros hasta 18 millones53.

esta suma no se refería a lo que robaron los piratas, sino a la totalidad de laspérdidas, incluyendo las importantes propiedades inmobiliarias. era, por supuesto,una pérdida inmensa. Mucho mayor, desde luego, que los dos millones que se per-dieron en el incendio de 1644, el más grande que había sufrido la ciudad en el sigloy el que había producido las mayores pérdidas de su historia. Las muertes en com-bate y las causadas por las torturas o el hambre, probablemente ascendieron a unmillar, si no más. Según una carta impresa dirigida al rey por los procuradores dela ciudad, capitanes y regidores Fernando de guzmán e Isidoro Joseph MartínezCarrillo, con una relación de los ataques piráticos entre 1668 y 1686, la invasión de1671 había causado la muerte de 250 vecinos54. era una punción demográfica ca-tastrófica para la élite. Sin embargo, la tragedia solo había comenzado.

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El Imperio contraataca

Cuando las noticias de la caída de panamá llegaron, primero a Cartagena,luego a Lima, y finalmente a Madrid, el Imperio se estremeció de pánico. aca-baba de firmarse un tratado de paz entre españa e Inglaterra y el sorpresivoataque fue percibido por los españoles como el colmo de la perfidia. Se dice quela reina lloró desconsoladamente. también lloró de frustración el conde de pe-ñaranda y probablemente toda la Corte madrileña. estaban perplejos a la vezque indignados. de inmediato, españa inició reclamaciones diplomáticas, exi-giendo al rey inglés que castigara a los piratas y amenazando con enviar una ex-pedición punitiva a Jamaica si no lo hacía. Se le respondió con una disculpa,asegurando que el rey no había tenido nada que ver con la invasión y ofreciendoperseguir a los culpables, pero a la vez con una velada amenaza si los galeonesespañoles osaban acercarse a la isla. Frustrada, pero ya calmada, la reina aceptólas excusas.

pero antes de que se restableciera esta nueva tregua entre las dos potenciasrivales, hubo un período de gran conmoción y preparativos militares. Cuandoaún estaba fresca la tinta del tratado de paz, corrieron rumores de que una granflota inglesa atacaría la fortaleza de Valdivia e invadiría el virreinato del perú.aunque esto resultó una falsa alarma, el virrey conde de Lemos estuvo prepa-rando un gran ejército para defenderse. a panamá envió 200 hombres, 100,000pesos del Situado y cien botijas de pólvora55. Luego llegaron rumores de que seproduciría una invasión en el Caribe. esta vez estaban fundados y se produjo elataque a panamá. La captura del San Lorenzo se supo muy pronto en portobelo,de donde salieron mensajeros para informar a Cartagena y pedir auxilios mili-tares y alimentos. de allí voló un aviso para informar a españa. Las embarca-ciones que lograron escapar de panamá llegaron en quince días a guayaquil conla terrible noticia y se enviaron de inmediato avisos al virrey.

a Madrid llegaron los inquietantes informes de que Morgan se estaba for-tificando en panamá para instalarse definitivamente y desde allí organizar la in-vasión y finalmente la ocupación de todo el continente. panamá sería sutrampolín para la conquista. de hecho, este temor ya existía desde antes del ata-que de Morgan y se encontraba muy extendido en el virreinato. Había que actuarrápido y así lo hizo el virrey, que después de la falsa crisis de Valdivia se preparópara enviar una gran fuerza de reconquista a panamá. a su vez en españa, mien-tras avanzaban las reclamaciones diplomáticas, empezó a organizarse una granexpedición al mando del conde de Medina Celi, que viajaría en lo galeones co-mandados por el príncipe de Montesarcho. nunca antes el Imperio españolhabía sentido tanto temor de perder sus dominios americanos, lo que explica nosolo el pánico que produjo la ocupación de panamá, sino también los enormesrecursos que se movilizaron.

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Sin embargo, pronto llegó a Lima y Sevilla la tranquilizante noticia de queMorgan se había retirado con su botín a Jamaica y que el peligro había desapa-recido. Fue un enorme respiro de alivio. Morgan había abandonado el Istmo el16 de marzo, una semana después de que el virrey recibiese la primera noticiade la pérdida de panamá. La carta de pérez de guzmán con la mala noticia lellegó el 2 de abril. Ya para entonces, y reaccionando a la primera carta de pérezde guzmán sobre la caída del San Lorenzo, fechada el 4 de enero (la Relación delos socorros [...] dice que es de 16 de enero), el conde de Lemos había enviado apanamá una fuerza de reconquista compuesta por «más de 2,500 hombres ar-mados», que transportaron 12 bajeles, «ocho de ellos artillados». La mayoríaeran soldados reclutados en Quito y «la que vino fugitiva de panamá». poco des-pués, el 4 de abril, tras la noticia de la caída de panamá, envió a la Almiranta dela armadilla con 32 piezas de artillería y 400 hombres armados. pero estas fuer-zas llegaron cinco semanas más tarde de la partida de Morgan56. Jamás se habíaproducido antes una movilización militar de tales proporciones, lo que evidenciala gravedad que revestía para el Imperio la ocupación de panamá.

al conocerse en españa que ya Morgan se había retirado, se suspendió lamarcha del conde de Medina Celi y en su lugar se envió como nuevo presidentede panamá al experimentado soldado antonio Fernández de Córdoba y Men-doza, caballero de la orden de Santiago, sargento general de batalla de la ar-mada de Flandes, y hermano del influyente gonzalo Fernández de Córdoba, ala sazón presidente de la Casa de Contratación de Sevilla. Córdoba viajó en tresgaleones con un tercio compuesto por 550 soldados llamados «de la chamberga»,y abundantes pertrechos militares57. La expedición levó anclas para panamá el12 de agosto de 1671.

¿por qué esta denominación «de la chamberga»? el chambergo era un tipode sombrero militar blando, de ala ancha, copa relativamente baja y las dos alasdobladas sujetas a la copa con presillas o broches. Iban tocados con una pluma,usualmente de avestruz. Lo pusieron de moda las tropas al mando del mariscalde Francia Fréderic armand conde y duque de Schomberg (1616-1690). Los ter-cios españoles solían usar plumas de color rojo. en españa la regente Marianade austria (1634-1696), creo una guardia llamada «chamberga», como cuerpoespecial, y que portaba este tipo de sombrero. es posible que fue de este cuerpoque reclutara su tropa Fernández de Córdoba para traerlos a panamá.

La mudanza a la Nueva Panamá

en la expedición que enviaba el conde de Lemos, viajaba el oidor y alcaldedel Crimen de Lima, Miguel Francisco de Marichalar, que se encargaría interi-namente de la presidencia mientras llegaba Fernández de Córdoba, tomandoposesión del cargo el 9 de octubre de 167158. a fines de 1669, el virrey conde de

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Lemos había dado algunas comisiones a Marichalar en panamá, regresando aLima poco antes del ataque de Morgan. Marichalar estaba casado con doña anaBeatriz echeverz y Subiza, hermana de antonio, quien tras enviudar, casa conJustiniano Justiniano, el agente negrero. Conocía bien el país y parecía ser lamejor elección.

el virrey le había ordenado dos misiones fundamentales. La más importanteconsistía en mudar la ciudad «antigua» al sitio del ancón. Los diputados del tri-bunal del Comercio de Lima, habían convocado a una junta solicitándole al vi-rrey esta mudanza, preocupados como estaban por la feria que en pocos meseshabría de celebrarse en portobelo59. destruida panamá, como se encontraba, estaciudad no estaba en condiciones para recibir a comerciantes y mercancías. el vi-rrey acogió su petición, hizo sus propias consultas con el real acuerdo de la au-diencia limeña, y le dio instrucciones a Marichalar para que la ejecutara60. a suvez, escribió al gobernador de Cartagena pedro de ulloa ribadeneyra, ordenán-dole que enviara a panamá al ingeniero militar Juan Betín para que se encargarade la delineación de la nueva ciudad y de sus fortificaciones61.

La petición para la mudanza no debía sorprender a nadie, ya que era untema ampliamente conocido y que desde hacía muchos años se había venidodiscutiendo, tanto en panamá como en la propia Lima62. respaldaba la solici-tud de los mercaderes limeños, el erudito testimonio que le había pedido el vi-rrey al cosmógrafo mayor de Indias y catedrático de prima y Matemáticas enla universidad de Lima, capitán Francisco ruiz Lozano, donde este hacía unabreve historia de la ciudad de panamá, y resumía sus características geográfi-cas, contrastándolas con los ventajas del puerto o sitio del ancón. recordabalos proyectos para mudar la ciudad al ancón, del presidente Iñigo de la Motay Sarmiento y de su sucesor pedro Carrillo de guzmán. Mota y Sarmientohabía sido gobernador de puerto rico y el 4 de marzo de 1640 se le dio títulopara la gobernación y presidencia de panamá. el presidente Carrillo tomó po-sesión en enero de 1653.

enfrentando la oposición de los vecinos, Mota y Sarmiento se propusomudar para el ancón, las Casas reales, el presidio y la Caja real, construyendoen el «puerto del ancón», un «cuerpo de guardia de 50 varas de longitud y 36 delatitud» con alojamientos para la infantería, además, una «capilla aparte»; pre-paró el lugar para alojar las Casas reales y otras obras públicas, y prometió darsolares a todos los vecinos que quisieran mudarse. Sin embargo, le sorprendióla muerte en portobelo el año 1642 y el proyecto quedó abandonado.

Más tarde, en 1657, el presidente Carrillo retomó la idea y fortificó el ancón.esta decisión la tomó luego de que en 1656 una partida de piratas holandeses eingleses asaltara el San Lorenzo, aunque solo para ocuparlo por unos pocos días.tras varias escaramuzas sangrientas fueron expulsados por negros y mulatosmilicianos de panamá63. el incidente sirvió para alertarle sobre el peligro que secernía sobre la capital, que carecía de murallas y que prácticamente no tenía

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defensas. todo lo que hizo en el ancón fue, como ya mencioné en un capítuloanterior, una construcción de tierra y fajina de poca monta. Con todo, constituíaotro antecedente que se agregaría al listado de proyectos para poblar el ancónantes del ataque de Morgan.

aunque Carrillo era un declarado entusiasta de la mudanza de la ciudad alancón, e incluso pensó trasladar a este sitio las Casas reales, no pudo llevar aefecto su plan por haber sido nombrado presidente de la audiencia de Chile,hacia donde partió en 1657 o 165864.

Si bien la idea de la mudanza era casi tan vieja como la misma ciudad, fuea partir de Iñigo de la Mota y de Carrillo de guzmán, cuando se señaló el ancóncomo posible sitio para su nuevo y definitivo emplazamiento. desde entoncesno se mencionó otro lugar, ni en la documentación acumulada después del ata-que de Morgan se habló de otro sitio posible.

a los planes de mudanza se oponían sistemáticamente los vecinos, por con-siderar que les acarrearía la pérdida de sus propiedades inmuebles y que ten-drían que hacer sus casas de nuevo. era una postura comprensible. pero con ladesaparición de la ciudad, sus alegaciones se debilitaban. por otra parte, la si-tuación internacional había cambiado radicalmente el panorama: ya dejaba deser una cuestión de lucha de voluntades (los vecinos frente a los gobernadores),para convertirse en una poderosa razón de estado.

La otra misión que le encargó el virrey a Marichalar fue deponer a pérez deguzmán y someterle a Juicio de residencia. el interrogatorio de la residenciacontenía 50 preguntas, pero la más sensible era la número 21, referente a la pér-dida de panamá y en la que se preguntaba si el presidente había sido negligenteen la defensa. el procurador general de la ciudad, don Francisco del Valle, ene-migo acérrimo de don Juan, le hizo 13 cargos, responsabilizándole por la pérdiday la ruina de la ciudad. el juicio empezó el 17 de noviembre de 1671. treinta tes-tigos declararon en contra de pérez de guzmán. Le acusaron fundamentalmentepor sus errores estratégicos en la campaña del Chagre y en la batalla de Matas-nillos donde, según señalaron, debió usar la artillería, y finalmente por haberdado órdenes de incendiar la ciudad.

Sin embargo, el presidente contó con la defensa del hábil abogado licenciadoFrancisco Jaymes Moreno, presbítero provisor y vicario general del obispado,quien solicitó otra probanza con nuevos interrogatorios, donde declararon tam-bién treinta testigos, varios de los cuales ya habían declarado en el interrogatorioanterior. de estas pruebas surgió una pintura diferente, según la cual el presi-dente no habría podido hacer algo muy distinto con los pocos recursos que teníaen su poder y que gran parte de la derrota debía imputarse a sus propios subal-ternos, que demostraron, como ya sabemos, una vil cobardía. pérez de guzmánfue sobreseído de todos los trece cargos y se retiró a españa, muriendo en Ma-drid tres años después, de 56 o 57 años, acabado moral y físicamente, pero sal-vando su honor65.

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Fernández de Córdoba llegó a Cartagena el 28 de septiembre, después de 48días de navegación. el 12 de octubre salió de Cartagena y el 25 de noviembrellegó a portobelo, tras soportar tres vendavales. en Cartagena enfermó de «ter-cianas sincopales», el mal que poco después le acortó la vida. en Cartagena com-pró 10,000 ladrillos para reconstruir el demolido castillo de San Lorenzo. Compró200 negros de Curazao al asiento de grillo y Lomelín, ya que, según dice, lospocos esclavos que tenían en panamá se los había robado Morgan. desde porto-belo viajó al San Lorenzo, donde ordenó construir dos hornos para fabricar milfanegas de cal por mes con 25 esclavos que dejó allí. delineó la nueva fortaleza,y se dirigió a panamá con los demás esclavos y con 10,000 «bocas de fuego»66.

Cuando llegó a panamá encontró un cuadro desolador, que describió deta-lladamente al conde de Medellín y a su hermano gonzalo. Muy pocas viviendasquedaban en pie. Solo se habían salvado unas caballerizas que servían de cobijoa los sobrevivientes. algunas familias habían abandonado la ciudad, escapandoal extranjero o mudándose al campo donde vivían en bohíos. Muchos vecinossolo habían salvado la ropa que llevaban puesta. Los conventos se habían redu-cido a tres o cuatro frailes y sus iglesias consistían en precarias chozas de paja.en la misma situación se encontraba la catedral, «de modo que en esta cuaresmase predica en la calle y esto a instancias mías, que aun para esto falta ánimos».tras el ataque, sobrevino una gran hambruna y, como consecuencia, una ferozepidemia que causaba centenares de muertes. Sin alimentos, empobrecidos, en-fermos y atormentados por los recuerdos de las torturas y las violaciones, losvecinos se encontraban en la más lamentable condición. el panorama era senci-llamente desgarrador67.

poco antes, Marichalar había descrito a la reina las condiciones en que seencontraba la ciudad, ofreciendo una pintura muy similar a la de Córdoba. peroagregaba un dato estremecedor: se le había asegurado que desde la invasión,más de 3,000 personas habían muerto a consecuencia del hambre y la peste68. enuna Junta de gobierno que se celebró días más tarde, las cifras se repiten, aunqueson más precisas. Según esta junta, recapitulando las muertes ocurridas duranteel ataque y las que sobrevinieron durante «la epidemia grande que hay en ella»:

una parte murió a manos del enemigo el día de la derrota; otra pereció enlas prisiones y tormentos que les dieron para inquirir adonde había dinero yla que se escapó a estos montes y despoblados (donde estuvieron un mes pa-sando todo género de calamidades y sustentándose de frutas silvestres) quedóde modo (con los achaques contraídos de los malos mantenimientos) que haparado en una epidemia declarada, de que han muerto hasta el día de hoy(según consta por los libros de la parroquia) cerca de 2,000 personas, esto sinmás de otras 1,000 que han muerto en el hospital, número que espanta y hacelástima considerada la pequeñez de este lugar. esta se va aumentando cadadía en forma tal, que ha cesado todo género de comercio por falta de gente69.

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Primer proyecto para la nueva Panamá. Trazado preliminar de la ciudad de Panamá en 1672 (corre-gido y colocado sobre el número 2 un 5), casi seguramente por Antonio Fernández de Córdoba.Obsérvese el trazado en cuadrícula, la centralidad de la plaza Mayor y los baluartes bien definidosde San José, Mano de Tigre y Barlovento. AGI MP Panamá 87bis.

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Si estas cifras son correctas, las pérdidas en vidas humanas representabanmás de la mitad de la población de la ciudad. Fue un golpe brutal. demográ-ficamente, el ataque de Morgan había tenido efectos sencillamente devastado-res. peor aún, las muertes continuaron. en septiembre siguiente, ya habíanmuerto varios altos personeros del gobierno: el oidor rodrigo del Corro Ca-rrascal y el fiscal alonso Cajal y del Campo. Córdoba solo contaba con dos oi-dores, andrés Martínez de amileta, «que es ministro que cumple bien con suobligación», y con el problemático Luis de Losada Quiñones. otro oidor,gómez Suárez de Figueroa había sido depuesto y se encontraba bajo investi-gación70. en abril del año siguiente moriría Fernández de Córdoba y algunosmeses más tarde también muere Marichalar, que ya había enfermado en enerode 1672. poco después fallece Martínez de amileta. esta breve lista comprendesolo a figuras conspicuas del gobierno de cuyas muertes queda registro pun-tual. pero se trata de individuos que por su posición podían protegerse mejorque la mayoría contra la epidemia. Sin estas ventajas, la situación debió sermucho peor para el pueblo llano, donde los altos índices de mortalidad posi-blemente continuaron aún después de fundada la nueva ciudad. así fue enefecto. en una carta escrita por Marichalar al conde de Medellín el 2 de juniode 1673 le comunicaba:

Son tantas las muertes que han sucedido después de la invasión, que pasande más de 4,000 personas de todos géneros71.

Si las cifras que ofrecen las fuentes anteriores son fidedignas, estamos enpresencia de una mortandad sin precedentes en la historia de la ciudad. entrediciembre de 1671 y junio de 1673 los muertos habían aumentado a mil y la po-blación de la ciudad habría quedado reducido a tal vez menos de 2,000 habitan-tes. es probable que las fuentes exageren, pero es obvio que se había producidouna mortalidad catastrófica.

el presidente Córdoba había instalado el gobierno en cuatro aposentos delas viejas Casas reales, cuyas paredes malamente se mantenían en pie a conse-cuencia de las explosiones de las «botijas de pólvora». allí acomodó su vivienda,la audiencia y al Cabildo, y empezó a trabajar72. Cuando llegó, el oidor Mari-chalar se encontraba procesando a pérez de guzmán en el Juicio de residencia,asunto en el que no intervino Córdoba, que tenía otras cosas más importantesque hacer. Su gran tarea consistía en reforzar las defensas del Istmo. tenía el pro-pósito de evitar que el enemigo volviera a ocupar por asalto a panamá, ni pu-diera amenazar desde el Istmo al resto del virreinato. Las tantas veces preteridosproyectos de fortificar la ciudad, finalmente iban en serio. el dilema era fortificarla vieja ciudad o mudarla a otro sitio más defendible, protegiéndola con un sis-tema de defensas inexpugnable. a la tarea de estudiar la situación se dedicó sindemora.

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Mientras tanto, alojó a los soldados en los conventos de San José y La Mer-ced, y «en el sitio que llaman taller», donde dejó «capacidad para el embarquey desembarque de mercaderías y géneros». Con la ayuda de indios darienitasmacheteros, ordenó construir un almacén para la pólvora y demás pertrechosde guerra, y unos galpones en «la planchada» para que sirvieran de armería ypara alojar a la infantería73. para cobijar a la población civil, Córdoba ordenó laconstrucción de «barracas de palmas»74. Con tan precario abrigo, tras variosmeses de penurias y privaciones, el vecindario empezó a dar muestras de de-sesperación y comenzó a presionar a Córdoba para que mudara la ciudad al«sitio del ancón». el Cabildo, a su vez, envió varias solicitudes a la reina pi-diendo que les eximiera del pago de tributos por diez años, a lo que ella accediópositivamente, con la excepción del impuesto de papel sellado, el único que si-guió cobrándose. en otra r. C. dio órdenes al virrey para que el comercio pe-ruano ayudara a la reconstrucción, contribuyendo con una gran suma. despuésde todo, como indica la cédula, a ellos también debía interesarles la recuperaciónde una ciudad en la que tenían tantos intereses. también ordenó la creación de«cuatro títulos de Castilla» para que el producto de su venta se enviara para losgastos de la mudanza y la construcción de las nuevas murallas75.

El ave fénix

La acumulación de evidencias sugiere que la Corona tenía el firme propósitode rescatar panamá, alentando a los vecinos para que reemprendiesen su viday, sobre todo, reconstruir la ciudad convirtiéndola en un bastión militar. una deesas medidas fue autorizar la celebración de la feria en portobelo, que se realizaal llegar la flota de diego de Ibarra en 1672. Con esta feria se enviaba una señalinequívoca de la voluntad real para que las cosas retornaran a la normalidad enpanamá, y tenía el propósito de ofrecer a los empobrecidos y angustiados veci-nos la oportunidad de recuperarse económicamente, dedicándose a sus activi-dades tradicionales, el transporte y el comercio. tal como se esperaba, esta feriaconstituyó un gran respiro y los vecinos empezaron a recobrar fuerzas, sobretodo aquellos que «tenían empleos en perú», es decir, con inversiones y dineroque habían enviado a Lima antes de que se produjera la invasión.

Sin embargo, lo más importante era la mudanza. Y es que la mudanza sehabía convertido, obviamente, en un asunto de estado. La Corona, por supuesto,no desconocía los antecedentes en la materia. Y aunque esperaba que Córdobase encargara de encontrar la mejor solución, no podía ordenarle cómo o adóndetrasladar la ciudad. Solo le ordena que estudie la situación y que, debidamenteinformado, tras consultar a los vecinos y explorar la zona, informara a Madridpara que la Corona tomara la decisión final76. de esa manera, cuando llegó Ma-richalar con las órdenes del virrey para mudar la ciudad, teniendo noticias de

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que Córdoba ya se encontraba en Cartagena, prudentemente decidió esperar aque este llegara a panamá para que se ocupara de la materia.

entre los vecinos había dos corrientes. Sorprendentemente, algunos prefe-rían quedarse en la vieja ciudad, alegando que tenían allí sus propiedades y quela mudanza les acarrearía pérdidas y gastos. Los más recalcitrantes pretendíanreconstruir sus casas. pero en un acuerdo de la audiencia, se cuestiona esta po-sibilidad, ya que lo poco que había quedado en pie, estaba

… solo en la superficie y con algunas paredes de piedra y ladrillo que sehallan tan maltratadas que amenazan ruina y cada día se experimentan en mu-chas de ellas, sin que se pueda reedificar cosa ninguna que subsista77.

además, los bienes inmuebles debían pagar intereses tan altos por los cen-sos urbanos, que «muy pocos habrá que quieran gastar en edificios nuevos ysobre suelo tan cargado de tributos que a pocos años les consuman el valor dela fábrica»78. para la Iglesia, y en particular para los conventos, tampoco estabaclaro si convenía mudarse, pues la gran mayoría de sus ingresos provenía debienes inmuebles, de capellanías y censos, todo lo cual se perdía si se mudaban,como en efecto sucedió. Mudarse suponía tener que empezar de cero.

el tema siguió debatiéndose debido a la pretensión de ciertos vecinos deque sus propiedades urbanas eran muy valiosas. pero una Junta de Haciendacelebrada el 15 de enero de 1672 los desmintió:

el decir que las paredes que están en pie en tan miserable ciudad valen mu-chos ducados no es discurso hecho con madura consideración, porque todaera fábrica de madera, excepto tal cual que tenía alguna parte de piedra, y estashan quedado calcinadas del fuego de tal suerte que sobre ellas no se puede fa-bricar cosa alguna79.

tampoco los conventos habían quedado en mejores condiciones:

dos conventos que han quedado, el de redentores [La Merced], lo mismoo poco más, se puede fabricar en el ancón y mejorarse, y el otro, de los religio-sos agustinos, está en medio de una ciénega donde sus frailes están continua-mente enfermos, por cuya causa se debiera mudar de aquel sitio cuando faltaradicha razón, además que su fábrica no es costosa80.

desvanecidos los argumentos de los que se oponían al cambio, finalmenteprevaleció la voluntad de la mayoría, que optó por la mudanza, recomendandoel sitio del ancón, mucho más saludable, situado a la mitad de la distancia delpuerto de perico e ideal para cobijar una ciudad amurallada. Según el Cabildo,este último aspecto era el «más principal»:

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a muy poca costa se puede fortificar la ciudad en el sitio del ancón, porser una legua de tierra que se entra en el mar en forma de península con soloun lado que mira a la tierra, formado de la naturaleza tan cabal y ajustado alintento, que parece lo destinó para este efecto, y más no teniendo padrastroninguno81.

La audiencia celebró numerosas Juntas de gobierno y Hacienda, donde seescucharon las distintas opiniones, y se escribió a la reina82. el Cabildo, a su vez,resolvió que la mudanza era no solo «conveniente, sino precisa e inexcusable».estudiando el caso y escuchando los distintos pareceres, el presidente se formósu propia opinión, fuertemente convencido de que el mejor sitio era el ancón.en su carta al conde de Medellín le escribe:

Yo he reconocido el sitio del ancón y hallándole con todas las circunstanciasde conveniencia que se pueden desear y facilísimo de fortificar a poca costa, ycon entera seguridad, de que he sacado planta que remitiré a vuestra excelen-cia [...]. ahora he hecho limpiar el sitio, que estaba todo cubierto de árboles yesto sin ninguna costa de su majestad, porque me he valido de los negros bo-zales que tienen aquí los asentistas, con que estará limpio y descubierto cuandolleguen los navíos del perú, y espero que viéndole ya en estado de empezar lafábrica se han de alentar a la contribución que deseamos83.

en la Junta de gobierno celebrada en panamá el 22 de enero de 1672, las au-toridades elevaron a la reina un perentorio clamor para que autorizara la mu-danza, que ya no podía posponerse más. recordaban las «urgentísimas razones»que alegaban los comerciantes limeños, el autorizado Memorial del cosmógraforuiz, las peticiones del arcediano de la catedral Luis delgado osorio, el acuerdode la audiencia de Lima, y las órdenes del virrey a Marichalar. Le comunicabanque la junta o acuerdo había votado «que con la mayor brevedad posible se re-partan los sitios y se empiece la nueva población», suplicándole «que sin dilaciónvengan las órdenes necesarias para la fortificación».

La junta proponía reducir el San Lorenzo a un pequeño reducto defendidopor solo 50 hombres, transfiriendo el dinero que se ahorraba en esta obra paralas murallas de panamá. todos los esfuerzos se concentrarían en la nueva ciu-dad. una vez construida la muralla y ya debidamente fortificada, a los enemigosno les apetecería atacarla «que es la razón que los trae a estas costas». de pocoles serviría capturar el San Lorenzo –alegaban–, ya que tendrían que subir porel río «pereciendo de hambre y miseria», para luego caer rendidos a los pies deuna muralla inexpugnable84. tenían razón: nunca más la ciudad fue amenazadapor el Chagre.

después de las deliberaciones de las autoridades panameñas y del entusias-mado apoyo tanto del virrey como de Córdoba en favor del sitio del ancón, el

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Consejo de Indias dictaminó apoyando la mudanza. acogiendo estas recomen-daciones, finalmente, la reina envió el 31 de octubre de 1672 sendas r. C. al virreyconde de Lemos y a Fernández de Córdoba, para que procedieran sin demora arealizar el traslado al sitio propuesto. Se inició entonces la gran empresa. Cór-doba delineó el primer proyecto de muralla y el trazado de la ciudad, más tardemodificado y perfeccionado por los ingenieros Juan Betín, que había venido deCartagena por órdenes del virrey, y Bernardo de Ceballos y arce, nombrado in-geniero mayor del reino de tierra Firme a petición de Córdoba, su amigo y an-tiguo compañero de armas en Flandes. Ceballos y arce arribó a portobelo en losgaleones de diego de Ibarra en 167285.

el lugar escogido tenía muchas ventajas. era mucho más sano, ventilado yseco que panamá la Vieja, que estaba rodeada de manglares, frecuentementeanegadas por las crecidas del río gallinero, y situada en una zona donde abun-daba el venenoso árbol de manzanillo. en sus cercanías, el ancón tenía agua demejor calidad y más abundante que la vieja ciudad. pero eran dos las principalesrazones que aconsejaban el traslado. en primer lugar su mayor cercanía a perico.en segundo lugar, pero lo más importante, es que podía defenderse muchomejor, cercándose con una gruesa e inexpugnable muralla «coronada», según elargot poliorcético. esta ventaja la explica Fernández de Córdoba:

La parte que mira a la tierra que es la menos, se puede cerrar de mar a marcon una obra coronada, que consiste en un baluarte y dos medios labrados, yadelante de sí tiene una llanada muy espaciosa y conforme a todo lo que sepuede desear86.

Fue en esa angosta garganta que unía el ancón a tierra firme, donde se cons-truyó el baluarte de «Mano de tigre», flanqueado por dos medios baluartes quecompletaban esa obra «coronada» que tanto ilusionaba a Córdoba. este frenteapuntaría hacia el arrabal, en dirección a donde se esperaba que volverían a repe-tirse los ataques siguiendo la estrategia de Morgan, es decir, entrando por el Cha-gre. en un lienzo de muralla entre Mano de tigre y el baluarte de Barlovento seabriría la «puerta de tierra» por la que se saldría de intramuros para el arrabal.

el 21 de enero de 1673, a dos años de la destrucción de panamá la Vieja, ycomo queriendo reafirmar con esa fecha la voluntad de renacer, se celebró la áu-lica ceremonia de fundación. para la consagración de la ciudad se levantó unacta de la cual dio fe el escribano real y notario, Juan de aranda grimaldo, tam-bién a cargo a.i. de la escribanía de Cámara de la audiencia. al acto acompaña-ron a Fernández de Córdoba, el obispo antonio de León, el licenciado Sebastián

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«Plano de la ciudad de Panamá según ha de quedar en el sitio donde se está mudando». AGI MP Pa-namá 84. Obsérvese la orientación cardinal de la ciudad, ajustada al modelo tradicional heredado delos castros romanos. La leyenda indica la distribución de los principales edificios cívicos y religiosos.

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alfonso de Velasco, fiscal de la audiencia, fray Martín de prado, predicador dela orden franciscana, el capitán nicolás navarro, el alférez del Cabildo Juan deYsasi, «y otras muchas personas que concurrieron». entre ellas, el deán Luis del-gado osorio, Manuel de Quiñones osorio, chantre, provisor y vicario generaldel obispado. antes de la ceremonia ya los ingenieros Juan Betin y Bernardo deZeballos tenían delineada la retícula urbana con el trazado de las calles y el par-celario con la designación de los solares para los edificios públicos y religiosos.La comitiva se dirigió al centro de la ciudad, donde el obispo bendijo el sitio es-cogido para la plaza Mayor y marcó con cruces los solares donde quedarían lacatedral y el cementerio contiguo. Luego se procedió a repartir los solares paralos conventos y edificios públicos para finalmente distribuir los lotes dondeconstruirían sus casas los vecinos87.

Luego de esto, la construcción de las murallas y las viviendas se inició fre-néticamente. La Corona había prometido costear de los fondos reales la cons-trucción de la catedral y del Cabildo, pero estos proyectos se difirieronindefinidamente. Las Órdenes religiosas se encontraban demasiado depaupera-das para emprender nada digno de consideración, pero también se mudaron,instalándose en precarias edificaciones. Los únicos que demoraron en hacerlofueron los mercedarios, cuyo convento aún estaba en pie.

Con gran entusiasmo, Fernández de Córdoba escribía el 8 de septiembre de1672, que el comercio de perú había «servido con 40,000 pesos para dar principioa la fortificación de panamá». Y continúa diciendo:

en breve tiempo ha de ser de los mejores lugares de las Indias, porque susituación es ventajosa, tanto por lo que mira a la sanidad del terreno y vecindaddel puerto, como por la fortificación, porque el sitio de su naturaleza es unlugar de tierra firme que se entra en la mar en forma de península y por todaslas partes que le baña el agua levanta un recinto natural de peña, que con unsolo parapeto es inexpugnable88.

pero el ocho de abril de 1673, repentinamente, víctima de las fiebres palú-dicas y el agotamiento, Fernández de Córdoba fallece. Solo había ejercido elcargo durante 16 meses. Murió, dice una fuente, «de unas calenturas malignasque le amenazaron de muerte desde la primera». Y agrega,

… enfermó del mucho trabajo, desvelo y asistencia grande en el sitio delancón para la mudanza de esta ciudad y su fortificación habiéndola dejadodelinea da y abiertos los cimientos y foso a dos y tres varas de hondo con sustraveses y algunos materiales con que se va traba jando y también dejó repar-tido todo el terreno de lo que ocupa la ciudad en sus lugares la catedral y con-ventos, calles y solares a los vecinos para sus casas y están muy contentos conla posesión de ellos y su repartimiento procurando cada cual hacerlas dentro

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del término que se les ha puesto para la mudanza, que como tan entendido enesta materia vuestro presidente deja formada la ciu dad que es muy capaz yapacible su habitación sin necesitar de nada para la vida humana89.

tras la muerte de Córdoba, le sucede Marichalar, que a los pocos días tam-bién muere, recayendo el poder mancomunadamente en los viejos y problemá-ticos oidores Losada Quiñones y Martínez de amileta que se odiaban entre sí,que ya habían escenificado varias episodios con insultos mutuos que tenían es-candalizada a la comunidad. escribe Marichalar: «Se gritaron ladrones barateros,y contándose los pecados uno a otro, de que llegaron a las manos»90. Losada, elpeor de los dos, era también el más «sagaz e inteligente», según opinión de Ma-richalar. aunque tenía 80 su vitalidad era de «un mozo de 20» y como amiletaestaba achacoso, viejo y sin bríos, «no puede resistir las furias de su compañero,que lo maltrata»91.

Losada se dedicó a construir un «palacio» a la española, en el solar dondeluego se construyó la Contaduría y hoy queda la presidencia de la república.Según Marichalar, era «una casa de mucha monta, con muchas bodegas y tien-das, con fin de poner en ella una gran renta», para lo cual se apropiaba de todala madera que se llevaba para las obras del rey. de hecho, muchos vecinos deja-ron de enviar maderas para la construcción de sus propias casas por temor a quetambién se las apropiase92.

antes de que llegara Marichalar, estando Losada y amileta al frente del go-bierno, el primero se hizo despachar título de capitán general «cosa que nuncase ha visto en gobierno de esta audiencia, ya sí anda con garnacha y bastón conrisa de todo el pueblo»93.

Finalmente, en 1673, tras la muerte de Marichalar y estando los dos oidoresnuevamente al frente del gobierno, amileta murió y Losada quedó solo en elcargo. durante su gestión, continuó con nuevos bríos en la construcción de supalacio, retrasándose la construcción de las murallas, pero fue pronto depuestopor el Cabildo, bajo el cargo de senilidad. a su vez, el Cabildo le entregó el poderal obispo antonio de León, que ya había sido escogido previamente por el virreymediante el «pliego de mortuoria», un documento sellado donde se guardabael nombre del sucesor en la eventualidad de una acefalía presidencial. tomó po-sesión el 26 de enero de 1674 y ejerció el cargo «seis meses y cuatro días«. Sihemos de creer a alonso Mercado de Villacorta, el nuevo presidente titular, deLeón emprendió su labor edilicia de manera admirable. al parecer, lo hizo conmano de hierro94.

para evitar que se retrasara la mudanza, como todavía quedaban algunosvecinos remisos, ya la audiencia había celebrado autos para dar obedecimientoa las r. C. ordenando la destrucción de todas las viviendas que seguían en pie yobligando a los vecinos a abandonar para siempre la vieja ciudad95. La mudanzano era asunto de elección. no solo porque en la materia existía una antigua

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normativa para que solo se habitara en ciudades autorizadas, sino también por eltemor a que la vieja ciudad cayese nuevamente en manos enemigas, convirtién-dose en plaza fuerte de los invasores. de esa manera, la ciudad empezó a vaciarsedel todo, y muy poco tiempo después, según palabras de alonso de Mercado, elbosque la cubría completamente, habitada solo por fieras y alimañas96.

entre tanto, la nueva panamá empezaba a cobrar forma de ciudad. Ya enabril de 1674, según escribía un obispo de León entusiasmado, se habían cons-truido 113 casas dentro de las murallas, mientras que en el arrabal de Santa anase levantaban 282 bohíos de paja. el convento de Santo domingo había cons-truido una ermita y una casa para cuatro o seis religiosos. Los franciscanos, losagustinos y los jesuitas ya empezaban a fabricar sus iglesias. también empezabaa construirse el hospital de San Juan de dios, que ya tenía abierta su enfermería.Solo La Merced «no se ha movido»97.

Sin embargo, los problemas no faltaban. Cuando Fernández de Córdoba re-partió los solares entre los vecinos, dio órdenes estrictas para que nadie pudieraespecular con ellos, prohibiéndoles que los vendieran. pero cuando murió y serelajaron los controles, o como dice el obispo, se «viciaron» las normas, empe-zaron a venderlos a 700 y 1,000 pesos98. era una sociedad irredimible. esperandoque la tragedia de 1671 les «hubiese corregido el modo de vivir», Córdoba reco-noció con estupor que no «ha sucedido así»99. el ave fénix renacía.

Notas

1 John Exquemeling, op. cit., cap. V, p. 220.2 Juicio de Residencia contra Pérez de Guzmán, ya citado, AGI Escribanía de Cámara 461B,

ramo 10.3 Carta a la reina, Penonomé, 19.II.1671, AGI Panamá 93. La reproduce Juan B. Sosa, op. cit., en

el apéndice, pp. 141ss, aunque con algunos errores de transcripción. 4 Según declaraciones contenidas en el Juicio de Residencia que tomó el presidente a.i. Mi-

guel Francisco de Marichalar a Juan Pérez de Guzmán, AGI Escribanía de Cámara 461B, ramos5 a 11. Este legajo constituye una pieza esencial para conocer los detalles de la invasión y laderrota. Peter Earl, op. cit., sobre todo desde el capítulo XIII, ha sido el primero en usarlo afondo.

5 Carta a la reina, ya citada.6 Carta de Fernández de Córdoba al conde de Medellín, Panamá, 9.III.1672, AGI Panamá 93;

también en AGI Panamá 25. El presidente firmaba Antonio de Córdoba, sin usar el Fernán-dez.

7 Ibidem. 8 Juicio de Residencia contra Pérez de Guzmán, ya citado.9 Op. cit., cap. 40.

10 Así dice el impreso titulado Relación de los socorros que ha remitido a Tierra Firme el excelen-tísimo señor conde de Lemos, virrey,gobernador, y capitán general de los reinos y provincias delPerú, para la restauración del castillo de Chagre y ciudad de Panamá, de que se apoderó el ene-migo inglés, Sevilla, por Juan Francisco de Blas, «impresor mayor de dicha ciudad», 1672,p. 3, copia en AHNM, Diversos de Indias, 392.

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11 Op. cit., cap. IV, p. 202. También «Partes y medidas...», cap. 45.12 Juicio de Residencia contra Pérez de Guzmán, ya citado, AGI Escribanía de Cámara 461B,

ramo 10.13 Peter Earl, op. cit., pp. 224 y 236.14 «Relación de la pérdida de la isla de Santa Catalina, castillo del Chagre y ciudad de Panamá,

según la declaración hecha por D. Fernando Mohedano de Saavedra...», ya citada, reprodu-cida por Juan B. Sosa, op. cit., pp. 152-153.

15 Carta de Fernández de Córdoba al conde de Medellín, ya citada. 16 Carta a la reina, ya citada.17 «Partes y medidas...», cap. 45.18 Exquemeling, op. cit., cap. V, p. 220.19 Ibidem, p. 221.20 Carta de Antonio Fernández de Córdoba al conde de Medellín, Panamá, ya citada; y carta

de Pérez de Guzmán a la reina, Panamá, 19.II.1671, ya citada. 21 Carta de Fernández de Córdoba, Panamá, 9.III.1672, AGI Panamá 93.22 Carta al rey impresa, de los procuradores de la ciudad Fernando de Guzmán e Isidro Joseph

Martínez Carrillo, con una relación de los ataques piráticos al Istmo entre 1668 y 1686, vistapor el fiscal en el Consejo de Indias el 20.V.1689, AGI Panamá 79.

23 Op. cit., p. 420.24 Carta de Pérez de Guzmán al conde de Lemos, 4.I.1671, AGI Panamá 93; otra también de

Pérez para Lemos, de 9.II.1671, AGI Lima 72; carta del conde de Lemos a la reina, Lima,4.IV.1671, AGI Panamá 93.

25 Carta fechada en Panamá, 4.I.1671, AGI Panamá 93.26 Carta del virrey Lemos a la reina, Lima, ya citada.27 Para el episodio de Santa Catalina sigo a Peter Earl, op. cit., cap. II. Ver también el texto inserto

sobre este episodio en la primera edición española de Piratas de la América..., de Exquemeling.28 Ibidem, pp. 37-38.29 Consulta del Consejo de Indias, Madrid, 14.I.1668, AGI Panamá 93.30 Ibidem.31 Ibidem. 32 Carta del fiscal licenciado don Alonso Cajal y del Campo, Panamá, 26.II.1668, AGI Panamá 24.33 Ibidem. 34 Consulta del Consejo, de 14.I.1668, ya citada.35 Ibidem. 36 Ibidem. 37 AGI Escribanía de Cámara 461B, ramo 10, folio 484.38 Sobre el número de embarcaciones, carta de Diego de la Cueva, Portobelo, 31.I.1671, AGI

Panamá 93.39 «Partes y medidas...», cap. 40.40 Declaraciones de Pérez de Guzmán en su Juicio de Residencia, ya citado, pieza 10.41 «Partes y medidas...», cap. 40.42 Op. cit., cap. V, p. 217.43 Certificación de los oficiales reales Juan de la Mata Linares, Antonio de Mohedas Alvarado

y Juan de Chavarría, Panamá, 5.X.1660, en cumplimiento de órdenes del presidente Fer-nando de la Riba Agüero, sobre los gastos que había ordenado el presidente anterior PedroCarrillo de Guzmán, AGI Panamá 87.

44 Participaron en este Acuerdo de la Audiencia, como presidente interino, Miguel Franciscode Marichalar, los oidores Rodrigo del Corro Carrascal y Andrés Martínez de Amileta, y el fis-cal Cajal y del Campo.

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45 Op. cit., cap. VI, p. 234. También «Partes y medidas...», cap. 40.46 Ibidem. 47 Carta firmada en Panamá, 24.XII.1673, por Francisco de Herrera, Miguel de Losada, Cristóbal

Carreño, Juan Ximénez Salvatierra, Antonio del Rosario (por el convento de Santo Domingo),Andrés de Lima y Juan de Isasi, AGI Panamá 31.

48 Peter Earl, op. cit., p. 244.49 Carta a la reina, de 19.II.1671, ya citada.50 Pedro de Mercado, op. cit., p. 322-323.51 Publicada por Juan B. Sosa, op. cit., p. 153. 52 Memorial del Cabildo referentes a la mudanza de Panamá y sus propios y rentas en AGI Pa-

namá 139. 53 Carta a la reina gobernadora, Panamá, 9.III.1672, AGI Panamá 93 y 89.54 Texto impreso en 3 folios, ya citado. 55 Relación de los socorros que ha remitido a Tierra Firme el excelentísimo señor conde de Lemos...,

AHNM, Diversos de Indias, 392, p. 1, ya citado.56 Sobre lo aprestos para la reconquista de Panamá, carta de Lemos a la reina, Lima, 4.IV.1672,

en AGI Panamá 93. En el mismo legajo, la carta de Pérez de Guzmán al virrey, de 4.I.1672.Ver también Relación de los socorros que remitió el virrey a Tierra Firme..., pp. 3 y 4, ya citado,que ofrece datos adicionales.

57 Para los avances diplomáticos y los preparativos militares, sobre todo AGI Panamá 93 yLima 72. También Peter Earl, op. cit., capítulos XIX y XXI. Cartas de ambos hermanos sobreel viaje del presidente a Panamá y las primeras impresiones de este cuando llegó, en AGIPanamá 89.

58 Sobre su llegada a Panamá, carta de Marichalar a Córdoba, Panamá, 26.X.1671, AGI Pa-namá 89.

59 Junta de Comercio, Lima, 18.VIII.1671, AGI Panamá 89. Es legajo es esencial para el estudiode la mudanza de la ciudad.

60 En este Real Acuerdo participó Marichalar. Carta a la reina, Panamá, 22.I.1672, firmada porel presidente Córdoba, Marichalar, Pérez de Guzmán, los oidores Losada y Martínez de Ami-leta, el fiscal Cajal, y los oficiales de Hacienda Romero Parrilla y Juan Matías Pérez, asistiendocomo escribano de Cámara de la Audiencia Gabriel Martínez de Salas.

61 Carta del virrey al gobernador de Cartagena, Lima, 11.IX.1671, AGI Panamá 89.62 Carta del virrey conde Lemos al gobernador de Cartagena, Lima, 11.IX.1671, AGI Pana-

má 89.63 Sobre este episodio, carta de Carrillo al rey, Panamá, 13.VII.1656 y otra también suya, fechada

en Portobelo, 28.XI.1656, AGI Panamá 89.64 El Memorial de Ruiz Lozano es de 15.VIII.1671, AGI Panamá 89.65 Juicio de Residencia contra Pérez de Guzmán, en AGI Escribanía de Cámara 461B y Peter

Earl, op. cit., cap. XXI, pp. 255-256.66 Carta al conde de Medellín, Portobelo, 7.XII.1671, AGI Panamá 89. También carta a la reina,

Panamá 9.III.1672, ya citada. 67 Carta al conde de Medellín ya citada, de 9.III.1672. La carta a su hermano, s. f., AGI Pana-

má 89.68 Carta de 26.X.1671, AGI Panamá 93 y carta de 22.I.1672, AGI Panamá 89.69 Junta de Gobierno, ya citada, de 22.I.1672, AGI Panamá 89.70 Carta de Córdoba a la reina, Panamá, 8.IX.1672, AGI Panamá 89.71 Escrita en Panamá, 2.VII.1673, AGI Panamá 226.72 Carta de Córdoba al conde de Medellín, ya citada, de 9.III.1672.

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73 «Relación de las fábricas que ha mandado hacer y se está haciendo de orden del señor sar-gento general de batalla don Antonio Fernández de Córdoba y Mendoza...», firmada por losoficiales de Hacienda Lucas Romero Parilla y Juan Matías Pérez, Panamá, 3.III.1672, AGI Pa-namá 89.

74 Carta de Córdoba a la reina, Panamá, 9.III.1672, ya citada.75 Estas R. C. se encuentran en AGI Panamá 25, 79, 139 y 230.76 Sobre estas órdenes hay varias consultas del Consejo de Indias en AGI Panamá 89.77 Acuerdo de 24.X.1671, en AGI Panamá 89, ya citado.78 Ibidem. 79 En AGI Panamá 89.80 Ibidem.81 Ibidem.82 Los Autos con el parecer de los vecinos y autoridades, de Panamá, 24.X.1672, AGI Panamá

25. También Autos del Cabildo, sobre sus propios y rentas desde 1672, con varias R. C. sobreel tema, en AGI Panamá 139.

83 Carta al conde de Medellín, ya citada.84 Ya citada, AGI Panamá 89. 85 Carta de Ceballos y Arce, de 9.IX.1672, AGI Panamá 89.86 Carta a la reina, Panamá, 8.IX.1672, AGI Panamá 89.87 El Acta de fundación en AGI, estante 69, cajón 2, legajo 35, según la catalogación antigua.

Fue reproducida por el Consejo Municipal de Panamá con motivo de su 275 aniversario yleída desde el kiosco que entonces existía en la plaza Catedral el 21.I.1948. Reproducidatambién por Bonifacio Pereira, Historia de Panamá, pp. 201-202, Panamá, 1969.

88 AGI Panamá 89.89 Carta de la Audiencia, firmada por los oidores Luis de Losada Quiñones y Andrés Martínez

de Amile ta, Panamá la Vieja, 20.IV.1673, en AGI Panamá 87.90 Carta al conde de Medellín, Panamá, 2.VI.1673, ya citada.91 Ibidem.92 Ibidem.93 Ibidem.94 Carta del presidente Mercado de Villacorta, Panamá, 12.VII.1675, AGI Panamá 25.95 Acuerdo de la Audiencia de 24.X.1672, AGI Panamá 25. Firmaron Antonio de Córdoba, y los

oidores Luis de Losada Quiñones, Andrés Martínez de Amileta, y firmó como escribano deCámara Juan de Aranda Grimaldo.

96 Carta de Mercado de 2.VII.1675, ya citada. 97 Carta del obispo Antonio de León, Panamá, 24.IV.1674, AGI Panamá 101.98 Carta del obispo Antonio de León al rey, 6.V.1676, AGI Panamá 100.99 Carta al conde de Medellín de 9.III.1672, ya citada.

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CapítuLo XXX

Edificios cívicosen la Nueva Panamá

Alfredo Castillero Calvo

en la nueva panamá los dos edificios públicos de carácter cívico más im-portante durante el período colonial fueron la Contaduría y el Cabildo. La pri-mera era conocida también como Casa de gobierno o Casas reales. Sin embargo,pasaron muchos años antes de que estos edificios llegasen a ocupar una sede per-manente. no hubo en la nueva capital nada comparable al modelo edilicio de lasCasas reales de panamá la Vieja. de hecho, las llamadas Casas reales de lanueva panamá llevaron una existencia errática y carecieron de jerar quía urbana;en todo caso, si alguna tuvieron, no se notó mucho, y durante muchos años tantoel presidente y los gobernadores ocuparon inseguros edificios de madera o care-cieron de edificio propio teniendo que acomodarse en casas de alquiler.

La trayectoria del edificio que funcionaba como ayuntamiento no fue mejor.no fue hasta mediados del siglo XVIII para encontrar señales de cambio, aunquelo que sabemos sobre el tema plantea todavía muchos interrogantes y dudas.

entre los edificios cívicos también habría que mencionar el de la fábrica detabacos, pero sobre el mismo ya me he ocupado con detalle en el capítulo sobrelos monopolios estatales.

Las Casas Reales y el Cabildo. Los primeros años

durante la época colonial, el nombre de Casas reales se usaba para identi-ficar el edificio en el que fun cionaban los principales órganos de poder central–como la audiencia, la Contaduría, etc.– era el de Casas reales, o bien palacioreal o Casas de Su Majestad. de hecho, en las Ca sas reales quedaba en principio

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centralizado de tal modo el poder supremo, que en el mismo edificio existíantambién cárceles, se guardaba el tesoro real, y tenían su resi dencia –con sus co-cinas, panaderías, baños y «lugares comunes» o excusados– los más altos fun-cionarios de gobierno, a saber, el virrey, los presidentes de las audiencias, losoidores y los oficiales reales de la Contaduría (tesorero, veedor y contador), sinmencionar por supuesto su nutrida tropa de criados, subalternos y empleados.era casi un microcosmos de la vida urbana colonial.

para la nueva panamá se proye ctó, al parecer, un modelo parecido al de pa-namá la Vieja –al menos desde el punto de vista de su jerarquización urbana, ajuzgar por sus dimensiones y emplazamiento–, situado en lo que entonces sellamaba punta o Cuartel de Chiriquí, es decir, en lo que hoy se conoce por LasBóvedas o plaza de Francia. de acuerdo a ciertos planos de la época, tendríaunas 150 varas de frente –unos 125 metros– y bajo el mismo techo alojaría la«cárcel de Corte», el «cuartel de infantería», la «real audiencia» y la «Sala dearmas»1.

pero no se sabe si este proyecto logró materializar, y las noticias que se tie-nen al respecto, por lo menos hasta fines del XVII, son muy confusas y hastacontradictorias. no ha quedado ningún plano del edificio, cualquiera sea el quese haya hecho o proyecta do, y para esas fechas solo tenemos a la vista un pe-queño perfil que es de poco fiar, y que aparece en el plano de la ciudad de Fer-nando Saavedra de 1688. tampoco la documentación literaria que se haconservado ayuda mucho, ya se trate de las cuentas de gastos del gobierno con-teni das en la «data» de la Contaduría, de algunas reales Cédulas, de ciertas car-tas de las autoridades a la Corona, o de informes como el de diego de la HayaFernández de 1717, que más o menos resume aunque en un tono polémico quea veces oscurece el asunto, lo que se había hecho o tratado de hacer a ese respectohasta esa fecha2.

a esta confusión se agrega la circunstancia de que, tras la mudanza a la nuevaciudad, la audiencia despachó negocios simultáneamente en lugares distintos,debido a las rencillas que tenían los únicos dos oidores que la integraban, Luis deLosada Quiño nes y andrés Martínez de amileta3. en abril de 1673 había fallecidoel titular del cargo, antonio Fernández de Córdoba. de inmediato ocupó la inte-rinidad Miguel de Marichalar, que también murió poco después, de manera queel gobierno quedó nuevamente acéfalo. en estos casos, y no habiendo ningunadisposición en contra, la legislación establecía que el gobierno debía recaer en eloidor decano o más antiguo. pero Losada Quiñones, a quien debía corresponderlela presidencia por su mayor antigüedad, y Martínez de amileta, decidieron com-partir del gobierno y debido a sus rivalidades, cada uno de estos dos ancianos oi-dores acabó despachando en su propia residencia. a poco, sin embargo, fallecióMartínez y Losada quedó solo al frente del gobierno4.

el caso de Losada Quiñones merece destacarse porque fue su casa la quese convirtió con el tiempo en uno de los edificios cívicos de mayor jerarquía

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durante la Colonia y sobre sus bases fue que se levantó la actual presidencia dela repú blica. Cuando se inició el reparto de solares en la nueva capital, Losadase reser vó probablemente el mejor de todos. Quedaba situado frente a la puertade Mar –hoy la Marina– y por donde debían entrar desde el fondeadero de pe-rico los tesoros y las mercancías procedentes de Sudamérica para ser registradasy pagar los derechos de aduana. el sitio era el más privilegiado de la nueva ciu-dad y su elección no dejaba de ser sospechosa debido a su proximidad a lapuerta de Mar, por donde además de mercancía legítima podía filtrarse con fa-cilidad mercancía de contrabando, como se evidenció pocos años después.

en la nueva panamá, fueron varios los presidentes que utilizaron la puertade Mar para contrabandear mercancías con la complicidad de otros funcionarios,sobre todo el guardamayor del puerto, contrabando que a veces hacían con des-caro a la vista del público. un caso típico fue el presidente Manuel de alderete,que no vivía en la antigua casa de Losada Quiñones, pero sí en la misma calle,a una cuadra de distancia, como estudio en un trabajo reciente5. no hay dudade que la vecindad a la puerta de Mar era una tentación irresistible para el con-trabando y esto lo sabían muy bien los vecinos.

el solar de Losada Quiñones era excepcionalmente grande para los patronesurbanos a los que estaba acostumbrada la élite capitalina. tenía un frente muyamplio que superaba en tamaño a cual quier vivienda de las que habían existidoen panamá la Vieja: medía 45 varas de fondo por 25 de frente y, según las fuentes,tenía espacio suficiente para 22 bodegas «para alquiler». además ocu paba todoel frente de la manzana. Las pretensiones simbólicas encubiertas en esta abusivaapropiación del solar, fueron sin demora advertidas por el vecindario que las in-terpretó como un desafío, ya que en aquella época, mucho más que ahora, lagente era muy consciente de los valores emblemáticos y de represent ación de laarquitectura, como lo era por lo demás de cualesquiera expresión simbólica decarácter religioso o de contenido artístico.

por otra parte, no se trataba nada más que de un solar para construir unaofi cina pública, sino para levantar allí una residencia privada, aunque esta fuesela del presidente interino. Las quejas no tardaron en llegar y el Cabildo elevóuna formal protesta al rey para que se expropiara el solar y este fuese restituidoa la comunidad: «Ha conseguido –acusaban los capitulares, todos ellos miem-bros de la élite local, según era típico en los Cabildos coloniales– la mayor fá-brica [es decir construcción] que se conoció en panamá [la Vieja] en su mayoropulencia, pues entonces el vecino más rico se contentaba con una casa de treslumbres que son quin ce varas de frente y otras tantas de fondo»6. Lo que quieredecir que se trataba de un exceso, ya que, según decían los capitulares, no sehabía conocido en la vieja capital un edificio de tales proporciones. pero mentíanporque hay pruebas fehacientes de que en panamá la Vieja hubo varias casascon iguales o parecidas dimensiones a las de Losada7. Sin duda la denuncia ca-pitular ocultaba otras intenciones.

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el hecho es que el puntilloso Cabildo se salió con la suya. Consiguió la ex-propiación del solar y, acusando a Losada de senilidad, de abuso de poder yotros atropellos, lo depuso de la presidencia en noviembre de 1673, en el primer«golpe de estado» de su tipo que se recuerda en panamá. pocas veces un símboloedilicio había concitado tantas pasiones y teje maneje político.

este episodio ilustra, por lo demás, la fuerza del poder local frente a la re-presentación metropolitana en la figura de la audiencia. Como lo evidencia elcaso de Losada Quiñones, ya en 1673 el poder local podía sobreponerse al poderque representaba a la metrópoli. pero estas tensiones políticas ya han sido dis-cutidas en otro capítulo.

por eso no deja de resultar sugerente que haya sido precisamente un con-flicto en torno al potencial simbólico de una propiedad en manos del represen-tante regio, el que haya servido para poner a prueba y evidenciar la capacidadpolítica de la élite local. en una época como aquella, impregnada de simbolismosy en la que, precisamente por ello, podía tener mayor significación la represen-tación simbólica de la cosa que la cosa misma o el hecho tangible, vencer el sím-bolo del poder central era triunfar sobre este. expropiar la casa de Losada ytransferirla a la ciudad, era algo más que adquirir una posesión física: era some-ter a la audiencia al poder local.

La antigua casa de Losada Quiñones, pasó así a poder de la ciudad, y a par-tir de ese momento tomó el nombre de el taller, es decir el mismo que había te-nido aquel otro taller erigido en peña prieta en el siglo XVI y con las mismasfunciones, a sa ber, la de servir como aduana y gran depósito de mercancías dela ciudad, en especial de las mercancías procedentes de Sudamérica o con esedestino. Y como taller o aduana funcionó durante muchos años el edificio queha bía construido Losada Quiñones.

Volviendo al tema de las Casas reales, tenemos que probablemente y demanera provisional, estas funcionaron durante los primeros años de la nuevapanamá (y hasta tal vez 1698, es decir durante unos 25 años) en un caserón demadera situado en el cuartel o ba luarte de Chiriquí. La primera referencia la dael obispo antonio de León en una carta a la reina fechada en panamá el24.V.1674: «Queda formada con decencia y autoridad la Casa de audienciadonde se empieza a dar expediente a los pleitos atrasados»8. probablemente setrataba del edificio dibujado en el área del cuartel de Chiriquí que aparece en elplano de Saavedra de 1688 mencionado antes. Si es así, se trataba de una constru -cción de madera, pues en 1681 la Corona había ordenado su edificación de «caly piedra», con fondos de los derechos del vino y del camaraje del almacén deChagre (situado en la boca de este río, a la sombra del castillo de San Lorenzo).en 1692 mandó además que se asignase a la obra el derecho de sisa. La cons-trucción se haría en un solar situado en la «plaza principal». Sin embargo, laobra no llegó a construirse. Los mate riales reunidos en tiempos del marqués de

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Villarrocha se quemaron y perdieron (en una de las varias ocasiones que ocupóla presidencia y de la que fue otras tantas veces depuesto), y para el primer lustrodel siglo XVIII lo único que se había hecho de «cal y piedra» era la Sala de armas,en el cuartel de Chiriquí, y hacia allá se decidió momentáneamente la mudanzade las Casas reales o Casas de Su Majestad. Villarrocha proyectaba construir lasCasas reales para audiencia y Contaduría «en el solar que para este efecto sehalla situado en la plaza principal»9.

Cuando en 1717 diego de la Haya Fer nández remitía su informe sobre estosasuntos, todavía la ciu dad carecía de Casas reales. en un infor me de 1706 conun recuento de gastos de las Cajas reales desde 1685, se alude a la «ayuda decosta» –una suerte de viáticos– para el presidente y la audiencia a fin de pagarel alquiler de casas tanto para vivienda como oficinas, lo que prueba que paraesas fechas o no habla propiamente Casas reales, o las que existían no bastabanpara las necesidades administrativas de la audiencia. Se afirmaba que al presi-dente se le entregaban 450 pesos «para casa de vivienda en caso de no haberCasas reales como no las hay» frase esta que parece dejar poco lugar a dudas.

en otra parte del mismo documento, se menciona el pago del alquiler «porlas casas que sirven de real audiencia, real acuerdo, real Fragua para fundi-ción de oro, y cárcel», que alcanzaba a 1,250 pesos en tanto que para «la sala quesirve de ayuntamiento y Cabildo» se pagaban 500 pesos. el total, que ascendíaa 1,750 pesos, era pagado con los fondos provenientes del derecho de sisa10. porotra parte a cada uno de los cuatro oidores y al fiscal de la audiencia se les dabanal año 200 ducados de Castilla, unos 268 pesos de a 8 reales, también para «casay vivienda»11.

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Detalle de la isometría de la plaza Mayor por el ingeniero Nicolás Rodríguez, febrero de 1748. Allado derecho, el edificio del Cabildo aún no techado, aunque profusamente engalanado para ce-lebrar la entronización del Fernando VI. Junto al Cabildo se aprecia un toril y al lado izquierdo otraestructura también engalanada. AGI MP Panamá 144.

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es obvio pues que el presidente y los demás miembros de la audiencia de-bían residir en casas de alquiler y que no existían Casas reales para el despachode la audiencia y la Contaduría; tampoco el Municipio tenía edificio propio.¿desde cuándo venía ocurriendo esto? por lo que se refiere al Cabildo, por lomenos desde 1693, y en cuan to a la audiencia y la Contaduría, es decir las Casasreales, con toda certeza desde 1698. diego de la Haya dice que desde los tiemposdel presidente conde de Canillas, quien ejerció entre 1696 y 169912.

en efecto, al hacerse el 14.III.1698 un reconocimiento de las «Casas realesque servían de audiencia, Cárcel de Corte y despacho de la real Contaduría, sehallaron dichas casas de ningún servicio y con manifiesto riesgo de ruina»13. eledificio fue abando nado y todas las oficinas se trasladaron a unas casas de pro-piedad de doña Ángela de Ysa si oyarzabe, donde todavía permanecían en172914, y probablemente hasta el incendio de 1737, o «Fuego grande», que lasconsumió. también allí se alojaban desde 1693 las ofi cinas del «ayuntamiento yCabildo», el Juzgado ordinario, que ocupaba una de las tiendas bajas, y uno delos cuartos que daba a la calle se empleaba para la fundición del oro. el edificioquedaba en la plaza Mayor, frente a la catedral, haciendo esquina con la calle deLas Monjas (hoy avenida Central) y calle de por medio con el actual Hotel Cen-tral. Las casas de Ángela de Ysasi, pues, cobijaban desde 1698 la real audiencia,

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Plano del edificio del Cabildo de la ciudad de Panamá, año 1812. En la parte posterior el patio, loscalabozos y el pozo. Archivo General de la Nación, Bogotá, Guerra y Marina, tomo 110, folio 633.

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la Sala de acuerdo, la «Contaduría del despacho de las oficinas reales», la fun-dición del oro, el Cabildo y el Juzgado ordi nario, pagándose por el alquiler 1,565pesos anuales, suma esta que se siguió pagando hasta 1720, cuando se rebajó a1,440 pesos, aunque en 1729 nuevos avalúos tasaron el alquiler entre 1,704 y1,756 pesos15.

durante la administración de Jerónimo Badillo (1719 a 1723, cuando murióen panamá), se aplicaron varios fondos a la construcción del Cabildo, como pe-queñas multas por exceso de precio en la venta de maíz (25 pesos); así como elproducto de la aduana de Cruces. pero nada de esto tuvo consecuencias y pro-bablemente no se colocó un solo ladrillo16.

La situación parece pues bastante clara hasta 1737, ya que todas las oficinasdel gobierno central, al igual que el Cabildo, funcionaban en las casas de Ángelade Ysasi, que como se dijo se encontraban en la plaza Mayor, mientras que eltaller o aduana quedaban, como desde el comienzo, en la antigua casa de Lo-sada Quiñones; finalmente, los presidentes residían, por lo menos desde 1685,en diversas casas alquiladas a vecinos, algunas de las cuales están claramenteidentificadas, como la de Joseph de arillaga que luego compró Marcelino dearechua Sarmiento, situada en la calle de la Muralla o de la puerta de Mar, yque ocuparon varios presidentes de la audiencia, como se examina en otra partede este libro.

este estado de cosas, sin embargo, cambió bruscamente a partir del fuegode 1737 al incendiarse la casa de Ángela de Ysasi y quedar destruida la mayoríade los me jores edificios con que contaba la ciudad. Hasta donde se sabe, pocodespués del incendio y con toda seguridad durante la década siguiente, el Ca-bildo empezó a construir su propio edi ficio; los presidentes continuaron resi-diendo en la misma casa –ya reconstruida después del fuego– que habíanalquilado sus predecesores en la antigua calle de la Muralla, y la Contaduría semudó al mismo edificio donde antes había estado la aduana o taller, para com-partir el local con este, como lo indica el mapa de la ciudad por nicolás rodrí-guez fechado en 1749. el centro del gobierno se trasladó así a la calle de laMuralla o de la puerta de Mar, que se convierte en la de mayor jerarquía cívicay comercial, quedando la plaza Mayor reservada solo para el Cabildo, sede delgobierno local.

tras el incendio de 1737, pues, las distintas funciones de la audiencia y lareal Contaduría tuvieron que ejercerse en edificios separados. todavía en 1740los ofi ciales reales Francisco antonio peinado y Cristóbal ortiz de avilés, se-guían residiendo, y aparentemente también despachando en el arrabal de Santaana, es decir, extramuros de la ciudad17.

Sin embargo, ya para entonces se había construido el nuevo edificio de laaduana y Contaduría, que se mudó al nuevo edificio y allí compartió funcionescon la aduana o el taller durante la década de 1740. Sin embargo se incendióen el fuego de 1756. de acuerdo con el inventario de las pérdidas, el edificio era

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de «5 lumbres de frente y 4 de fondo, de un al to de paredes de calicanto con lossuelos atajadizos y techo de madera, tablas y tejas». el valor de la albañilería fuetasado en 20,000 pesos y la carpintería en 18,000, lo que daba un total de 38,000pesos, siendo el edificio cívico más costoso de la ciudad18.

La Contaduría de Manuel Hernández: 1764-1783

pocos son, en verdad, los edificios que han tenido la trascendencia históricadel que en 1673 construyera para sí el oidor Losada Quiñones, que poco despuésla comunidad de ve cinos convirtiera en aduana o taller para el servicio colec-tivo, que para la década de 1740 se convierte también en sede de la Contaduría,que ya en el siglo XIX sirve de gobernación y en algún momento también de es-cuela pública (la escuela normal de Va rones, desde el 28.VI.1872 a 1875, cuandose destina a «Casa de gobierno») y que finalmente, se eleva al rango de palaciopresidencial de la república.

Sin embargo, hasta recientemente era muy poco lo que se sabía sobre la his-toria del edificio. no se habían estudiado antes las características arquitectónicasque tuvo durante la Colonia, mientras sirvió de aduana, almacén y luego deContaduría. Lo mejor que se tenía para su estudio eran algunas fotos de finesdel siglo pasado y principios de este, aunque por lo general sin la identidad desus autores, o la fecha en que fueron tomadas, y reproducidas una y otra vezcon una parca identificación por pie de foto, como por ejemplo, «foto de la pre-sidencia de fines del siglo XIX», o bien «cómo era la presidencia en el siglo XIX».de hecho, prácticamente lo único que se conocía era la cronología de los usosdados al edificio a partir de la época de unión a Colombia, y más o menos si -guiendo al pie de la letra la legislación correspondiente.

aquí me limitaré a dos momentos bien documentados –pero también dosmomentos decisivos– de la historia del edificio. porque fue en esos dos momen-tos extremos que el edificio definió su carác ter. el primero resultó del proyectodel ingeniero militar Manuel Hernández, y probablemente fue el más decisivo,porque el edificio adquirió entonces la estruc tura que sirvió de fundamento alas sucesivas remodelaciones que se le hicieron. e l segundo es el más conocidoy fue obra del arquitecto peruano Leonardo Villanueva Meyer, en el siglo XX,cuya intervención, salvo pequeñas modificaciones posteriores, le ha dado al pa-lacio pre sidencial su sello característico tal como todos lo conocemos.

el proyecto de Hernández tiene particular interés porque se trata del edificiocívico mejor documentado del período colonial, y de hecho es uno de los pocoscuya genealogía puede reconstruirse desde sus comienzos hasta nuestros días,salvo las inevitables lagunas. La primera noticia que tuve de este proyecto fuehace más de una década cuando examinaba el Catálogo de mapas de Colombia deVicenta Cortés, donde se menciona la existencia de dos planos de la Contaduría

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por Hernández y se reproduce en blanco y negro en una copia muy reducida ypoco legible la primera versión de este proyecto19. no pude dejar de advertir suextraordinaria importancia y así lo destaqué en un artículo para un suplementocultural del diario La Prensa en 1986, dando a conocer por primera vez este pro-yecto en el medio académico panameño20.

en efecto, la documentación para la nueva construcción de el taller y laContaduría es excepcionalmente rica. estos materiales reposan en su casi totali-dad en el archivo general de la nación, en Bogotá. a mi juicio el expedientemás importante para estudiar la construcción del edificio es el que se encuentraen el Fondo Colonia, real Hacienda, tomo 37, folios 541 a 620, ya que se refierede manera directa a los trámites relativos a su reedificación propiamente. Lapieza fuerte de este expediente es el «plano de la Contaduría de panamá», porel ingeniero Manuel Hernández, fechada en panamá el 30 de noviembre de 1764,verdadera joya irreemplazable para la historia no solo de la propia Contaduríasino también para el estudio de la arquitectura colonial panameña21. Y es com-prensible, ya que son muy raros, casi excepcionales los edificios públicos o pri-vados documentados con planta y fachada y su correspondiente leyenda.

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El Cabildo de la ciudad de Panamá por E. Muybridge, año 1875.

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en abril de 1761, el gobernador y comandante general de panamá, antoniogill y gonzaga, regresaba a panamá, luego de hacer un detenido reconocimientodel camino a portobelo. allí convenció a Hernández de que le acompañara a pa-namá para que examinara las ruinas de la Contaduría y le hiciera un plano parael nuevo edificio. La Contaduría había sido seriamente dañada por el fuego de1756 dejando solo algunas paredes en pie. desde entonces, las oficinas se habíanmudado a una casa particular de madera, ocupando el primer alto, teniendo quecompartir el inmueble con otros vecinos, y donde cada inquilino mantenía supropia cocina. en estas condiciones resultaba inaplazable buscar otro edificiopara mudar el principal despacho de gobierno. a todo ello se agregaban ademáslos costos de arrendamiento22.

aunque el expediente no menciona al propietario de esta casa, ni la ubica-ción de esta, el plano de la ciudad que hizo Manuel Hernández en 1765 colocajunto a la letra M el texto siguiente: «Contaduría que se paga alquiler»23. Se trataprecisamente de la casa situada en la esquina de la calle de puerta de Mar y lacalle de San Miguel cuyo propietario era antonio Marcelino de arechua, la cualsolía servir como residencia de los presidentes según discutimos en otro capítulo.esta casa se incendió en el fuego de 1756 pero fue una de las primeras que se re-construyó, ya que según el expediente, servía de sede a la Contaduría por lomenos desde 1761. así pues, esta casa seguía cobijando a la Contaduría todavíaen 1766 y tal vez hasta 1767 o 1768.

una vez en panamá, Hernández hizo el plano de el taller y la Contaduríacon planta, sección y fachada y se procedió a buscar quien suministrara la ma-dera y la cal. La tasación de los carpinteros arrojaba un total de 10,100 pesos, loque sumado a la albañilería daba un total para la reedificación de la Contaduría,de 25,091 pesos24. aunque se trataba de una suma elevada, de hecho era equiva-lente al de las casas más costosas de la ciudad existentes antes del incendio de1756, como la de Joseph Fernández de Miñano, evaluada entonces en 30,000pesos, la de antonio Marcelino de arechua, tasada en 25,000 pesos, o la de JuanMacías de Sandoval tasada en 26,900 pesos, todas ellas situadas en la mismacalle de puerta del Mar y muy cercanas a la Contaduría.

por los datos de la tasación nos enteramos de que el edificio tendría 8 pilaresde «tercia mayor» de a 5 varas de largo cada uno (4.2 metros) para «el suelo querecibe el piso», a un costo de 200 pesos. probablemente serían colocados en tornoal patio interior principal, donde se ubicaría el aljibe, hoy patio de las garzas. elpiso alto tendría también 8 pilares de 5 varas de largo de «cuarta mayor», comoel de abajo, a un costo de 180 pesos. todos serían de níspero y como se ve, los deabajo más gruesos. Las zapatas que coronaban «los pilares de arriba» serían decuarta mayor de níspero. para las zapatas o canes de los pilares del patio se ne-cesitarían 82 varas de níspero de a tercia mayor. todos los pisos serían de nísperode tercia mayor con un total de 247 varas a 5 pesos vara y un costo total para lospisos de 1,235 pesos25.

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Lo anterior, sumado al hecho de que las paredes principales tendrían 10varas de alto, indica que cada piso tendría 5 varas de alto, o 4.1 metros. el edificiotendría «un patio de las cocinas» con dos pilares de a cuarta mayor y cinco varasde alto. el piso de la azotea necesitaría 224 varas de níspero de cuarta mayor ya un costo de 1,008 pesos, más otros 162 pesos por otras 36 varas de lo mismotambién para la azotea. el balcón «que mira hacia el mar» necesitaría 12 varasde lo mismo a un costo de 54 pesos, de modo que el balcón tendría de largo unos10.08 metros. La «alfardería» es decir la madera para los marcos de las puertasy ventanas sería de caoba y fue calculada en 63.5 varas de a 4 pesos vara y uncosto como se dijo de 3,100 pesos. Los entrepaños se harían de cedro espinoso arazón de 16 pesos la docena de tablas. Se calcularon 62 puertas y ventanas quecon sus cerrojos, cerraduras y demás, costarían 1,550 pesos. todos los costos dela madera fueron calculados «puesta en su lugar»26.

a las tasaciones anteriores se agregó luego la del propio ingeniero Hernán-dez, el 22 de junio de 1765. aunque esta evaluación tiene muchas coincidenciascon las anteriores tasaciones, es más completa, específica y prolija, sobre todoen relación a la albañilería. ofrece también más información sobre la propiaobra. por otra parte, la Contaduría fue finalmente construida siguiendo estatasación.

el 27 de junio siguiente, el gobernador Joseph Blasco de orozco remitiótodas las tasaciones al virrey Mecía de la Cerda para que eligiera «la que sea másde su agrado». dado que esta obra había sido aprobada por la Corona y se con-sideraba de «urgencia y necesidad», se autorizó una partida de 24,185 pesos queexistían en las Cajas reales de panamá procedentes de las recaudaciones demedia anata, Contrata de negros y extracción de Contrata y que carecían «dedestino». Se advertía, no obstante, que antes de iniciarse la obra volviera a pre-gonarse, y que de no encontrarse postor que conviniese a la real Hacienda, setomasen los medios más adecuados y económicos para su ejecución «bajo la in-teligencia de que ha de proporcionarse sujeto con el avalúo hecho por el inge-niero Manuel Hernández sin excederse en cantidad alguna». Sería pues el avalúode Hernández el que serviría de base a la obra.

La obra empezó poco después. Se nombró aparejador de la obra a JosephVidal recién llegado de españa. por su parte Hernández se trasladó al fuerte deSan Lorenzo del Chagre para proseguir con los trabajos de fortificación, que-dando la inspección de la reedificación de la Contaduría a cargo del ingenieroen segundo Francisco Javier de navas27, quien ordenó suspender temporalmentelas obras porque arechua pretendía levantar el edificio aprovechando los murospreexistentes, es decir, los que habían sobrevivido a los incendios. arechua ale-gaba en su defensa que «otros vecinos que han padecido el mismo detrimentodel fuego han fabricado sobre sus muros y que si no fuesen capaces de resistirlono lo hubieran ejecutado». agregaba también que el «maestro mayor de la ciu-dad», consideraba «buenos» los muros calcinados de la vieja Contaduría. todo

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esto parece indicar que la «Casa de los presidentes» que arechua reconstruyódespués del fuego de 1756 fue levantada sobre sus viejos muros, y lo mismohacían los demás vecinos para reconstruir sus casas quemadas.

estos informes llegaron a manos de Hernández, que a la sazón se encontrabasupervisando las obras del San Lorenzo del Chagre, donde resumía la situaciónen carta de 28 de septiembre de 1767 dirigida al virrey Mecía. en ella recordabaque todo esto ya lo había anticipado cuando propuso hacer la obra con esclavosdel rey evitando de esa manera que la obra quedase en manos de «asentistas» o«empresarios». Con esto concluye este expediente, sin enterarnos cómo conti-nuaron las obras28.

este edificio es toda una lección de la arquitectura contemporánea entoncesen boga. de una gran simplicidad en la solución formal y sin los delirios de -corativos del Barroco, la obra proclama a voces su genealogía academicista, pro-pia de la mano de un ingeniero militar como Manuel Hernández. en el primercuerpo, el pórtico se abre en tres arcos, cuya centralidad es resaltada por el dobleorden de pilastras pareadas que flanquean la vía de acceso principal. en los ex-tremos, como enmarcando la fachada, desciende desde el pretil que sobresaleencima del último cuerpo una gruesa moldura en rafa sillar. dos ventanas, unaa cada la do de la arcada, completan el cuerpo bajo. este primer cuerpo acaba enuna gruesa cornisa sobre la que descansa el largo balcón del cuerpo superior yhacia el que asoman cinco grandes puertas. estas son de dintel plano y reforza-das por molduras de piedra. La puerta central, a manera de «ventana de las apa-riciones», es resaltada por un juego de pi lastras pareadas que desde el cuerpobajo se elevan hacia lo más alto de la fachada. este cuerpo termina, como el deabajo, en un cornisamiento que se extiende a todo lo largo de la fachada. Sobreesta cornisa se levanta un antepecho o pretil con decorado de mútulas a los ex-tremos. el centro del pretil muestra una cartela para indicar el año de construc-ción del edificio. La fachada es rematada por un gran medallón con los símbolosreales que terminan en una corona a cuyos pies se observa un par de naves.desde el exterior del edificio podía apreciarse otro elemento adicional digno demención: una amplia bóveda situada sobre el espacio destinado a guardar lostesoros y coronada por una sencilla veleta.

aquí deben destacarse algunas novedades antes desconocidas en panamáy que este edificio introduce por primera vez. por un lado, en lugar del portalcon arquería según el tradicional modelo renacentista atribuido al arquitectoHernán ruiz y que encontramos en el Cabildo, la aduana de portobelo, laCasa arillaga/arechua o la Casa de piedra, del conde de Santa ana, se ingresaal edificio por tres grandes arcos de entrada pero sin el portal con recova. perotal vez la innovación constructiva más interesante es la combinación de la cor-nisa con el pretil que remata la fachada, ambos de piedra labrada y ademásla azotea. Su función parece obvia: de esa manera el techo quedaba escondido

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Elevación y planta del edificio de la Contaduría de Panamá (actual Presidencia de la República), porel ingeniero Manuel Hernandez, Panamá, 30.XI.1764.

A. Entrada o tallerB. PatioC. Grandes almacenesD. Parte de estos almacenes que se comunica por los arcos EF. Puerta y entrada traseraG. Patio de las habitaciones interiores con su pozo . . . HL. CocinasM. Escalera principalN. Otra ídem para comunicación de lo interior de la casa con lo exterior

por medio de la puerta ... OP. Bóveda para depósito de la plata con dobles puertas … RQ. Aljibe y conducto para que las aguas (ilegible) salgan a la calle en CV. Habitaciones para llevar la cuenta de lo que entra y sale en los al-

macenes con las puertas X para comunicarse con ellasa. Superior corredorb. Oficina principal para oficiales

c. Otras dos para cada Oficial Real la suya con puertas Ca sus habitaciones

f. Salas principalesg. Alcobash. Recámarasl. Corredor de lo interior de la casam. Habitaciones interiores para criadosn. Terrado bajos. Escalera para comunicarse lo interior y exterior

de la casa

Panamá, 30.XI.1764

Manuel Hernández

Nota: He modernizado la ortografía.

Leyenda del «Plano de la Contaduría de Panamá»

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por el parapeto o pretil que lo protegería de las llamas de un incendio. parauna ciudad con tanta experiencia en conflagraciones esta solución era unacierto.

el corte longitudinal y las dos plantas descubren sin dificultad el interiordel edificio de la Contaduría. a cada lado del pórtico, sendas habitaciones paraguardia. traspuesta la entrada, se llega al patio principal, cercado por un corre-dor techado que descansa sobre pilares de madera; en su centro hay un aljibepara almacenar agua al fondo, las escaleras que acceden al piso alto. a cada ladodel patio se encuentran grandes cuartos para almacenes. traspuesto el patio delaljibe se llega a la escalera principal y tras esta se encontraba la bóveda para al-macén y depósito de la plata. en la parte posterior del edificio hay otro patiopara servicio, con sus cocinas, una chimenea y un pozo para extraer agua delsuelo.

en la planta alta, al frente, se encuentran las oficinas principales de la Con-taduría. a cada lado, mirando hacia el patio principal del piso bajo, hay otrassalas para oficinas, y detrás de estas, las alcobas para los oficiales de real Ha-cienda, es decir, el contador y el tesorero. Jun to a estas se encontraban sendashabitaciones para criados, cuya contigüidad a las de sus patrones demuestra unnivel de estrecha convivencia muy propio de aquella época, en que la promis-cuidad, por falta de viviendas, era un fenómeno natural, aunque hoy resulte ex-traño para nuestros hábitos burgueses y lo rechacen rabiosos conceptos sobre laprivacidad característicos de nuestros días.

el proyecto de Hernández no podía ser, en efecto, más acorde con los pa-trones del academicismo entonces vigente. toda la composición, en efecto, evocaen su sencilla pureza, y no obstante la modicidad del diseño, que ciertamentecarece de toda pretensión, los esquemas basados en la tradición clásica que laacademia –y el estado– hacen suyos. La composición trivalente, con un bloquecentral construido alrededor del eje de la en trada, y dos simétricos bloques flan-queantes, delatan la genealogía del diseño. Hay allí una evidente búsqueda dejerarquización que interrelaciona cada parte con el todo en torno a un puntofocal; un anhelo de integración mediante la proporcionalidad, en tres dimensio-nes, de cada una de las partes y de cada parte con el todo; y finalmente, un es -fuerzo por armonizar los diseños del exterior y el interior con un énfasis marcadoen el propósito de proporcionalidad. plan axial del diseño, armonía de las partes,jerarquización de los componentes, proporcionalidad en las relaciones y la or-ganización del plan; se trata, pues, de conceptos que habían cobrado personali-dad durante el renacimiento con palladio, alberti, Bernini, Vignola, y otrosgrandes arquitectos, y que el racionalismo del XVIII vuelve a rescatar adaptandoesos principios como base para un gran plan arquitectónico orquestado por elestado a través de sus academias y de sus profesionistas titulados, a saber, in-genieros y arquitectos29.

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Las reformas al palacio por Ramón de Carvajal: 1781-1783

entre 1781 y 1783 el palacio de la Contaduría vivió nuevos momentos deagitación. Muy poco antes, en 1779, don Felipe de Vergara, recién nombradocontador de real Hacienda, presentó un dilatado memorial para justificar lasnuevas obras que debían realizarse en el palacio. Conforme a su cargo y lo esta-blecido en las leyes, como contador que era debía residir en la Contaduría, «paraestar cerca de los papeles y el tesoro». La costumbre era que también el tesorero,y ambos con toda su familia si la tenían, residieran en la Contaduría. pero el te-sorero don Jorge gregorio de Montoya tenía casa propia en la ciudad y no mos-tró interés en vivir allí. Vergara encontró muy deteriorado el edificio y propusohacerle algunas reformas. Le preocupaban en primer lugar las numerosas gote-ras que caían de la azotea y el peligro de que se cayera el techo de la misma.además, según él las ventanas habían sido mal hechas, tenían rendijas por sermás chicas que sus marcos y cuando estaban abiertas la brisa arrojaba los papelesa la calle. para evitarlo propuso colocar vidrieras, primera mención conocidaque se hace a este elemento, todavía muy raro en los trópicos30. pero cualquierintervención de esa magnitud debía ser sometida a la aprobación de la Junta deHacienda de Santa Fe y a los pocos meses su petición fue devuelta con un ro-tundo «no ha lugar».

Más ocurrió que el 26 de abril de 1781 se incendió la ciudad, quemándoseíntegramente la casa donde residía con su familia el gobernador y comandantegeneral ramón de Carvajal. Inmediatamente se mudó a una casa que le ofrecie-ron en el arrabal, donde permaneció cinco meses.

Josef Laso de la Vega, guardamayor del puerto, le brindó al gobernador sucasa de «cal y canto» ofreciendo mudarse con su familia a otra que tenía en Santaana. Sin embargo a Carvajal le pareció mejor instalarse en la Contaduría. el 8 demayo de 1781 Carvajal convocó a Junta de Hacienda para decidir las reformasque se harían a la Contaduría a fin de alojarse cómodamente con su familia. par-ticiparon en ella además de Carvajal, el ingeniero Bea, el asesor fiscal arechuaSarmiento, el contador Vergara, el tesorero Montoya, y el interventor de las obrasde fortificación Félix de Soto. estaría presente como secretario del gobernadorramón díaz del Campo, a quien llevó aquel a panamá como parte de su séquitopersonal.

La Junta de Hacienda resolvió que la reforma del edificio quedara a cargodel ingeniero Bea, aunque de hecho esta tarea recayó en el ingeniero extraordi-nario del detalle, Joseph Caballero. Las obras pendientes para concluir la Casaarechua serían realizadas por el comandante de artilleros teniente coronel Joségalluzo. dicha casa se convertiría en la residencia del contador Vergara y dosde sus bodegas bajas se utilizarían como aduana y almacén en sustitución de lasque había en el taller. este inmueble quedaría de esa manera incorporado a la

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Contaduría. por el uso de sus bodegas como aduana, arechua cobraría al rey elalquiler correspondiente.

Las obras se realizaron con una celeridad desacostumbrada entre mayo de1781 y diciembre de 1782, «gastándose con generosidad». en las interminablesnóminas semanales de trabajadores, donde se incluyen los nombres y salariosde los carpinteros, albañiles, peones, herreros, aserradores y carreteros, se en-cuentran hasta 80 obreros trabajando durante la semana. un testigo que visitólas obras quedó escandalizado cuando encontró más de 40 obreros trabajandoen el edificio, cosa nunca vista antes en panamá. Virtualmente toda la mano deobra disponible en la ciudad se empleó en esta construcción. aunque algunoscríticos calculan que no debió costar arriba de 6,000 u 8,000 pesos, los costos seelevaron a 16,642 pesos: 11,640 pesos para la Contaduría y 5,502 pesos con 1 realy tres cuartillos para la Casa arechua.

Cuando se observa el informe que elaboró el aparejador Marchante, se ad-vierte que la tarea realizada mejoró bastante el edificio que se había construidooriginalmente. Marchante señaló que el proyecto de Manuel Hernández no secompletó satisfactoriamente cuando se construyó y para evidenciar las mejoras,eso sí, siguiendo la propuesta original, copió el plano y perfiles que había hechoel ingeniero en 176631. Siendo obra del rey, debía ser, nos dice, realizada con «pri-mor», y aparentemente así fue como se hizo, perfeccionando lo realizado antes.de hecho, la nueva obra se ajustó mucho más al diseño original. Fue bastanteexplícito: «Siendo dicho edificio el único de esta plaza que representa la magni-ficencia o majestad que debe ostentar la república, carecía de la hermosura yadorno que no se tuvo presente al tiempo de la ejecución de la mapa y obra quesin superarla de la firmeza debemos los facultativos atender dichos adornossegún nos encargan en sus leyes y preceptos todos los autores que tratan de laarquitectura civil». La nueva obra se haría pues, con los necesitados «adornos»,«hermosura» y «magnificencia» ya que se trataba de la mejor obra arquitectónicadel reino y debía representar emblemáticamente la «magnificencia» del monarca.

teniendo a la vista el plano original y la «copia» de Marchante, a la vez quetomando en cuenta las referencias de los tasadores de 1782, se observan enefecto, notables «mejoras». Se advierte en primer lugar el considerable aumentode las ventanas. La cartela primitiva ha sido notablemente ampliada; las acróte-ras originales han sido sustituidas por dos grandes floreros; se ensanchó la cor-nisa que cubría el pretil de la fachada. Se amplió el arco central de la fachadaprincipal. en las plantas de ambos niveles se notan también los cambios en lasescaleras y las subdivisiones de las habitaciones. Señalo solo lo más evidente.

Marchante da referencias bastante claras sobre las dimensiones, la obra ylos costos de cada componente de la construcción. La bóveda del tesoro medía21 pies de largo y 20 de ancho. Se necesitaron 46 varas y seis pies de ladrillos,que a 8 reales costó 46 pesos con 5 reales. el solado doble del fragmento de co-rredor del segundo patio contra la pared posterior del edificio, tuvo 16 pies de

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largo y cinco de ancho, necesitando 17 varas y 7 pies de ladrillos a un costode 4 reales vara, saliendo a 17 pesos 6 reales. el empedrado del zaguán de la puertade la entrada para dicho segundo patio, con 23 pies de longitud y siete de latitudque componen 17 varas cuadradas y 8 pies, a 4 reales vara, costó 8 pesos 7 reales.

el edificio tenía una profundidad de cerca de 30 metros y una altura de 8.4metros. el costado de poniente (calle Quinta) tenía las mismas dimensiones ytambién once ventanas, pero no puertas, de modo que el costo del medio enlu-cido fue mayor: 88 pesos 6 reales.

el segundo cuerpo o piso de la fachada principal que mira al norte (hacia labahía) medía 84 pies de longitud y 16 de elevación. para el cálculo del medio en-lucido se descontaba el vano de 4 ventanas, quedando «su sólido» en 35 varas y7 pies, a un costo de 42 pesos 3 reales. Las paredes posteriores del alto del se-gundo patio medían 33 pies y medio de largo y 21 de alto, con algo más de 78varas superficiales, a un costo de 2½ reales vara cuadrada, o 24 pesos 3 reales. Semedio enlució también un pequeño zaguán que conducía a este segundo patio.

Las cuatro «líneas» o paredes del salón de la Contaduría medían 171 piesde largo y 19 de alto, haciendo un total de 361 varas cuadradas. tenía siete vanosde puertas y ventanas, quedando su «sólido» en 326 varas cuadradas superfi-ciales y un pie, y a un costo de 112 pesos 6 reales. Si era cuadrado, lo que no in-dica Marchante, tendría 12.8 metros de lado aproximadamente, y si rectangular,con proporciones de 4 a 1 (6.4 por 25.6 metros), y unos 165 metros cuadrados.era el salón más grande de la Contaduría.

Las cuatro paredes de la pieza donde se alojaba el tesoro real, medían 100pies de largo y 18 de alto, con dos vanos de puerta y ventana de 14 varas, que-dando sólidas 186 pies a un costo de 60 pesos 5 reales. tendría unos 56.25 metros²y de ser cuadrada, unos 7.5 metros de lado.

Las cuatro paredes de otra pieza correspondiente a la anterior, situada alotro costado del edificio medían 81 pies de largo y 18 de alto, con un total de162 varas cuadradas, a lo que se restaban 7 varas con 5 pies, de los vanos de unapuerta y una ventana, quedando su sólido en 154 varas y a un costo de 48 pesos2 reales.

Las dos paredes de la pieza «sobre el archivo y oficina real» medían 32 piesde largo y 12 de alto. Carecía de puerta y ventana. Las cuatro líneas o paredesde una pieza pequeña que servía provisionalmente de secretaría, medían 59 piesde largo y 19 de alto. Costó su medio enlucido 38 pesos con 7 reales.

Se retocaron «dos hiladas de peldaños o gradas de cantería moldeadas condoce varas lineales entre las dos». Se usó cal para asentarlas. Se calculó el costoa razón de doce reales vara, en 36 pesos. Según esto, cada grada tendría unos 5metros de largo. del convento de los jesuitas, recién quemado en el incendio de1781, se extrajo una hilada de gradas de cantería que se retocó y se colocó en laContaduría. Hecho este que ilustra un típico caso de depredación arquitectónicadurante la Colonia.

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El edificio del Cabildo o Ayuntamiento

Como hemos visto, pasaron muchos años antes de que el Cabildo pudieratener su propio edificio. tras la mudanza, las primeras sesiones capitulares tu-vieron que celebrarse en las «cocinas» del alcalde de primer voto. «Y así pasamoslos capitulares –el estandarte real al ancón32– el día 21 de noviembre llevándoloa un aposentillo de unas cocinas que por principio de su fábrica ha hecho el al-calde diego Carcelen (de guevara)»33. Fue, pues, en las «cocinas» de una casaen la nueva ciudad, entonces en pleno proceso de construcción, donde reposóel símbolo del poder real, ahora en manos del poder local.

pero la situación no mejoró gran cosa hasta pasado mucho tiempo. durantelas décadas siguientes, el ayuntamiento continuó sin tener casa propia y los ca-pitulares celebraban sus juntas en las casas privadas de los alcaldes ordinariosde turno, o en casas de vecinos que alquilaba. desde 1695, hasta por lo menos elprimer lustro del siglo XVIII, las sesiones se realizaban en unos «cuartos» que elcapitán Manuel gallo de encalada, «marido de doña María de Carvajal», alqui-laba en su casa por 500 pesos anuales. esta suma se pagaba con los fondos de lasisa, concedidos al Cabildo para la construcción de su casa34. Luego, hasta 1737,el ayuntamiento alquilaba para sus reuniones unas habitaciones en una casa deÁngela de Ysasi situada en la plaza Mayor. pero esta casa se incendió, como casitoda la ciudad, en el devastador fuego de 1737. esta fecha ante quem evidenciaque el edificio del ayuntamiento todavía no existía.

pero es evidente que muy poco después del incendio y con toda seguridaden la década siguiente, el edificio que ocuparía de manera permanente ya habíaempezado a construirse. La mejor evidencia es de naturaleza gráfica, y me refieroa la conocida isometría que delineó el ingeniero nicolás rodríguez en 1748donde se observa a vuelo de pájaro la plaza Mayor con los edificios de su en-torno. en ella se indica con la letra o, a lo largo de la actual calle Sexta, la situa-ción de la cárcel real, que ya estaba concluida y techada. era al parecer unestrecho edificio de un alto y entresuelo. el Cabildo propiamente aparece todavíasin techo, pero ya muestra claramente los seis arcos para las galerías baja y alta,que para la ocasión fueron techadas de manera provisional, tal vez con toldas,para que las autoridades contemplasen desde este palco privilegiado las corridasde toros, las comedias y máscaras que se desarrollarían en la plaza Mayor parafestejar la entronización de Fernando VI35. en la parte posterior del piso alto seobservan también los vanos de cinco ventanales, todo al descubierto por faltade techo.

Sin embargo, en el plano de la ciudad que hizo el propio ingeniero rodrí-guez en 1749, aunque la leyenda identifica el solar del Cabildo como «Casa deayuntamiento», este espacio se muestra vacío. así lo sugiere la falta de colora-ción en el solar correspondiente al Cabildo, ya que como consta en la leyenda

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del plano, lo reconstruido después del incendio de 1737, va a «media tinta» y«lo restante es lo que falta por reedificar».

al parecer, el incendio de 1756 no le hizo daño al Cabildo. en el expedientedel incendio aparece solo una referencia al solar –un frente de 6 lumbres por 12de fondo–, aunque es evidente que sobre el mismo ya existía un edificio, o almenos uno en obras, pues se alude expresamente a la «Casa del muy ilustre Ca-bildo». en un informe del Cabildo de 1752 para ilustrar la grave situación queatravesaba la ciudad tres el incendio anterior y la crisis comercial que le siguió,recordaba que en tiempos del presidente Manuel de alderete este consiguió quela Corona ordenase al virrey del perú el envío de 10,700 pesos para concluir elayuntamiento, pero todavía no se había recibido un peso. en consecuencia «lascasas del ayuntamiento están en su principio sin poderse continuar su fábrica».Las obras estaban pues paralizadas36. el hecho es que entre1754 y 1758 se gasta-ban cada año varios miles de pesos para la «fábrica del ayuntamiento», segúnconsta en el Juicio de residencia que se tomó al Cabildo al terminar la adminis-tración del gobernador Manuel de Montiano37. por desgracia estos gastos no sedesglosan y aparecen como parte del total de egresos capitulares, que variabande 3,500 a 6,400 pesos por año.

Sin embargo, cuando el encargado de tomar la residencia de Montiano, elgobernador de Veragua Félix Francisco de Bejarano, se refería a los ingresos ca-pitulares o propios, escribía en carta del 8.XI.1759 que «por el particular cómodo[es decir provecho] de cuatro individuos que disfrutan de esta renta se hallanlas casas del Cabildo ha más de 30 años en lo principal de su fábrica sin con-cluirse y pagando 200 pesos cada año de alquiler, por una que ni tiene mayordecencia, ni las correspondientes proporciones ni comodidad». tampoco, agregaBejarano, con los propios se había realizado obra pública alguna. Luego, los ad-ministradores de propios no aplicaban sus fondos de manera regular para laconstrucción del edificio ni para otras obras públicas y todavía en 1759 los ayun-tamientos se celebraban en casa privada de alquiler. es más, las cuentas de pro-pios hacía muchos años que nadie supervisaba y se manejaban con inquietantedesgreño.

Si lo anterior es cierto, probablemente la obra realizada se hacía muy lenta-mente y sin visibles progresos, y es obvio que para 1759 seguía inconclusa. to-davía en 1761, cuando se celebró la subida al trono del rey Carlos III el edificiono estaba terminado, pues la proclamación se realizó en un tablado de la plazaMayor y los bailes y banquetes que ofreció a la élite local el gobernador antoniogill y gonzaga se realizaron en su «palacio», no en el Cabildo. Como la ciudadmostraba aún los efectos del último incendio, las autoridades prefirieron hacerlas celebraciones populares en Santa ana38.

el plano de la ciudad realizado por el ingeniero Manuel Hernández en 1765parece sugerir que el ayuntamiento ya estaba concluido para esa fecha. en el

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solar del Cabildo se observa un bloque construido en forma rectangular. Segúnesta lectura, ya estaría construido todo el frente que mira a la plaza formandoun bloque rectangular de 6 lumbres de frente y, según sus proporciones, por tresde fondo. Hacia el fondo del solar se alarga un brazo rectangular en direcciónsur siguiendo la línea de la actual calle Sexta, con una lumbre a lumbre y mediade ancho por otras cuatro de largo. a la mitad de este bloque se extiende en di-rección de los jesuitas, un cuadrado de tal vez dos por dos lumbres. el lote de allado, donde actualmente se encuentra el Museo del Canal Interoceánico, estávacío. Sin embargo, tampoco esta prueba es conclusiva, ya que se trata de unsimple bosquejo en un plano general. además Hernández no dice explícitamentelo que nos interesa saber.

por otra parte, no siempre estas referencias cartográficas son muy precisas,pues en el plano de agustín Crame de 1779, solo se recubre con tinta, como loúnico construido, el espacio que en la isometría de rodríguez de 1748 aparececomo «real cárcel», mientras que el edificio del Cabildo propiamente aparece enblanco, como si no se hubiese construido aún.

Lo cierto es que para 1790 el edificio del ayuntamiento ya estaba en pie yera el orgullo de los vecinos. así lo confirma la prolija relación que hicieron an-tonio Chacón, administrador principal de la renta de aguardientes y Josef Igarcide aguirre, contador principal de la de tabacos, de los festejos que se realizaronen panamá para celebrar la coronación de Carlos IV. es decir, que se concluyó laobra entre 1779 (año del plano de Crame), y 1790, o más precisamente, en la dé-cada de 1780 (con lo que rectifico la fecha que había sugerido en La ciudad ima-ginada, retrasándola entre 15 y 20 años). Había tardado en concluirse casi mediosiglo.

para los festejos, el edificio que se revistió de las galas más lujosas fue el Ca-bildo, ya entonces concluido. Lucía esplendoroso. La relación dice así:

… se reparó y blanqueó el magnífico edificio de las Casas de la Ciudad [esdecir el Cabildo], refaccionando y pintando las barandas y balaustrería del bal-cón de dicha galería alta, dando también de color a la fachada de portales baja;y para hermosear más la obra dispuso el señor gobernador [Josef domas yValle] a su costa se pintasen y dorasen al óleo las armas de su majestad y de laciudad, que están grabadas sobre lápidas de piedra en ambas galerías delfrente principal de dicho edificio, que por sí solo lo hace muy vistoso la exqui-sita arquería alta y baja de piedra de sillería y columnas en que están apoyadascon sus respectivas cornisas.

el balcón de la galería principal del Cabildo fue adornado con un doselguarnecido de galones recién hecho. Se hicieron nuevas bancas y sillas tapizadascon terciopelo carmesí. Se compusieron los escudos de armas y mazas de plata,distintivo de los porteros para los días de tabla y tanto a estos como a los reyes

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de armas se les hizo capillazos de damasco y los vestidos acostumbrados «ensemejantes casos».

una nota señera fueron los dos retratos de «sus majestades» que se encar-garon «a un habilísimo pintor de Quito», uno costeado por la ciudad y otro porel gobernador domas. uno sería colocado en la sala capitular del ayuntamiento,y otro en el balcón para que fuese contemplado por la jubilosa población. aso-madas las autoridades al balcón se hizo la proclamación exclamándose en vozalta, primero «Silencio», luego «oíd», luego «atended», «escuchad». Luego seasomó el alférez real del ayuntamiento, Félix de Soto, administrador principalde la renta del tabaco, y colocándose en «uno de los extremos que hacía frentea los reales retratos» proclamó: «Castilla, Castilla, Castilla, las Indias y panamápor el rey nuestro señor don Carlos Cuarto que dios guarde muchos años».dicho esto, mientras el alférez tremolaba el real pendón, los reyes de armasarrojaron al pueblo grandes puñados con monedas de plata. a la vez, repicabanfrenéticamente todas las campanas y la guarnición disparaba salvas que ensor-decían los clamorosos y alborozados vítores del populacho. todo el gobiernomontó en sus cabalgaduras regiamente enjaezadas que acompañaban lacayoscon librea, y se encaminaron a Santa ana seguidos por una nutrida tropa desoldados y una gran multitud, para repetir allá la proclamación39.

no había duda pues, de que para 1790 el edificio del Cabildo podía ya re-presentar su función con toda la pompa y boato que le correspondía. La lecturadel texto sugiere sin embargo, que la obra no se estaba estrenando sino que másbien ya tenía algún tiempo de estar en pie, pues como hemos visto, para los ci-tados festejos se tuvieron que refaccionar y pintar «las barandas y balaustreríadel balcón» y «pintar de color la fachada de portales baja».

un plano del Cabildo procedente del agnC Fondo Colonia, guerra y Ma-rina, tomo 110, folio 633, de 25 por 35 cm con escala de 20 varas castellanas, fe-chado en 1812 sin firma de delineante, y titulado «proyecto que manifiesta elaumento de la real cárcel en el espacio que media entre esta y la Casa Capitular»,parece indicar que la intervención propuesta se hace sobre el mismo edificio queya existía desde hacía muchos lustros. aunque se trata de un «aumento» para lacárcel puede observarse que la orientación y proporciones del plano siguen bas-tante de cerca el plano de Hernández. este plano es el más antiguo que se conocedel edificio. tiene particular interés porque hasta ahora el único material gráficoque hemos podido manejar los historiadores eran los grabados (otis en la décadade 1860, reclús en la década siguiente) y varias fotos del siglo XIX (la de Muy-bridge sobre todo, la más espléndida, de 1875) antes de ser demolido en la dé-cada de 1880. La foto de Muybridge puede servirnos de complemento para elestudio del plano de 1812 que venimos comentando, por lo menos para las fa-chadas que miran a la plaza y al edificio del grand Hotel, en ese momento enconstrucción y algunas de sus características más obvias. esta foto nos muestraun edificio de dos plantas con doble juego de arquería en la fachada principal,

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uno para cada nivel, y techumbre de teja a dos aguas. Cada arco se correspondesimétricamente con cada una de las cinco puertas que salen a los portales. Cadaarco se apoya sobre una columna cilíndrica con capitel en cuadro sin adornos nimayores pretensiones. el fuste rechoncho de las columnas se apoya en una sólidabasa al parecer de piedra. a juzgar por la foto de Muybridge la altura de cadapiso es muy superior a la altura estándar de las casas de panamá. en esta foto seobserva en la parte posterior de la planta alta un tercer juego de ventanas, pro-bablemente para agregar un nivel interior al edificio.

el plano nos muestra en primer lugar, la planta del Cabildo propiamente.el frente tiene cinco vanos para cinco grandes arcadas de piedra con 28½ varasde extensión o cinco lumbres aunque estas son mayores a los estándares. el por-tal tiene 5 varas de ancho. Según el plano, la «casa del Cabildo» propiamente,tenía diez varas de fondo que con las 28½ varas del frente completaban 427½varas cuadradas por planta, o 287.5 metros². en la planta baja se encontraba ungran salón rectangular de 150 varas cuadradas, que incluía lo que podría ser unpasillo cuya puerta daba salida al patio. dos habitaciones cuadradas de 5 varascada una daban salida a la calle lateral izquierda y una de ellas al portal. un ter-cer salón de 5 varas de ancho por 10 de profundidad, completaba la distribuciónde la planta baja. este plano no muestra la ubicación de las escaleras.

el proyecto para cárceles consiste propiamente en un «aumento» de las pre-existentes; nos muestra asimismo un espacio posterior para otras cárceles ydemás usos afines, de unas 25½ varas netas, sin contar las paredes cuyo impre-sionante grosor es evidente a juzgar por la escala. tres habitaciones son para ca-labozos propiamente. una gran habitación es para «cuadra de presidiarios». Hayun «tablado para la tropa» situado a un costado de la amplia entrada a cuyo ex-tremo posterior se encuentra una escalera que conduce al parecer a la enfermería.esta entrada conduce a un gran patio donde se encuentra el «tinglado o cocina»,y un pozo de amplio brocal. La cocina parece ser un simple tendal de 5 varas deancho por 4 de profundidad, cuyo techo a un agua descansa sobre dos pilarescuyas basas muestra el plano. La planta para los calabozos indica que los pri-sioneros se agrupaban en números plurales y no de manera individual. La alturade las cárceles puede apreciarse en la fachada lateral que muestra la foto de Muy-bridge, de 1875, donde se observan dos niveles más bien bajos según los están-dares coloniales.

Notas

1 Ver por ejemplo la «Planta y perspectiva de la ciudad de Panamá y su fortificación», año1688, de Fernando de Saavedra, cuyo original se encuentra en el Museo de Historia de Pa-namá.

2 El original del informe de Haya, en BAHM, Colección Mateos Murillo, Miscelánea Histórica,tomo 5, número 2 E/30 9/5846. Está fechado en Madrid, 16.X.1717.

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3 Sobre Losada y Amileta, AGI Panamá 22 y 254.4 Cf. AGI Panamá 139. 5 Ver «La rebelión contrerista de 1725-1726: Radiografía socioeconómica del Chiriquí colonial».Revista Universidad, Cuarta Época, número 46, Panamá, octubre de 1992.

6 El Cabildo al rey, Panamá 5.IV.1673, AGI Panamá 31.7 Lo estudio en La vivienda colonial, ya citado.8 AGI Panamá 101.9 Ver Informe de Diego de la Haya, ya citado.

10 Este «Ajustamiento y liquidación» de cuentas, va con carta de remisión del presidente Villa-rrocha de 28.IX.1707, AGI Panamá 131.

11 Ibidem.12 Pedro Luis Henríquez de Guzmán, conde de Canillas, llegó a Panamá en la flota del general

Diego de Saldívar, conde de Saucedilla en 1696. Gobernó tres años y pocos meses y murióen Panamá en 1699 cuando se le notificaba su nombramiento como virrey del Perú. Cf. Dio-nisio de Alcedo y Herrera, «Imagen política», ya citado.

13 Testimonio de Autos que sigue doña Ángela de Ysasi, Panamá, 6.IV.1729, AGI Panamá 151.14 Ibidem.15 Ibidem.16 Así consta en su Juicio de Residencia por su sucesor Manuel de Alderete iniciada en julio de

1724. Ver AGI Escribanía de Cámara 465A.17 Cf. Consulta de Cámara de Indias, 14.VII.1740, AGI Panamá 247 y AGI Panamá 107.18 El expediente sobre el incendio de 1756, en AGI Panamá 209.19 Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1967, pp. 283, 284, e ilustraciones 557.20 Alfredo Cartillero Calvo, «La arquitectura civil durante la época hispana: Los edificios de Go-

bierno», en dos partes, Enciclopedia de la Cultura Panameña, La Prensa, enero y febrero de1986.

21 AGNC Mapoteca 4, referencia 317A, procedente del Fondo Colonia, Real Hacienda, tomo 37,folio 594r.

22 AGNC, Fondo Colonia, Real Hacienda, total 37, folios 541ss.23 AGNC, Mapoteca 6, Referencia 102.24 Ibidem.25 Ibidem.26 Ibidem.27 Ver AGI Panamá 256, 263, 358, 359 y 360.28 Ibidem. 29 Sobre los conceptos estéticos de Palladio y su época, ver James S. Ackerman, Palladio, Pen-

guin Books, Westford, Mass., 1978.30 Ver AGNC, Fondo Real Hacienda, tomo 40, folios 678-757.31 Este plano se encontraba en AGNC, Fondo Real Hacienda, tomo 42. Fue trasladado a Mapo-

teca 4, mapa 318A.32 La voz Ancón, no se refiere al cerro de ese nombre, ya que ancón es un fenómeno geográfico

en forma de pequeña península que asoma al mar, como el ancón de la Nueva Panamá.33 La misma carta del Cabildo citada arriba.34 Representación del Cabildo sobre los ingresos del derecho de la sisa para la fábrica de las

casas del Ayuntamiento y otras cosas, Panamá, 31.X.1672, con minuta del Consejo de Indiasde Madrid, 18.VIII.1725, AGI Panamá 139.

35 Para los festejos de la coronación en Panamá, AGI Panamá 299. Analizo este episodio en Lavivienda colonial, ya citado.

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36 La carta es de Panamá, 1.III.1752, firman Juan García Rodríguez, Juan Sánchez Roldán, Nico-lás Justiniano, Diego de Paz Soldán, Juan de Molino Zaldívar, Pedro Miguel de Chavarri, y elescribano público y teniente del Cabildo, Juan Tornero, AGI Panamá 224.

37 Juicio de Residencia de Manuel Montiano, año de1759. AHNM, Consejos, 20644.38 La relación de estos festejos en AGI Panamá 274.39 Esta «Relación de las Fiestas» fue firmada por Antonio Chacón y Josef Igarci de Aguirre el 27

de febrero de 1790. Una copia en AGNC, Fondo Colonia, Policía, tomo 4, folios 162-168. Otracopia en AGI Panamá 257. He modernizado la ortografía y la puntuación. El ritual de los fes-tejos realizados en Panamá para la coronación de Carlos IV sigue virtualmente el mismo pa-trón de las celebraciones para la de su padre Carlos III, salvo las diferencias de circunstancia.

1462 X Edificios cívicos en la Nueva Panamá

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CapítuLo XXXI

Los edificios religiososen la Nueva Panamá

Alfredo Castillero Calvo

La conventualización de la Nueva Panamá

Cuando se fundó la nueva panamá, la concepción urbana de la ciudad y laelaboración de sus planos tuvieron una motivación esencialmente militar. estose observa sobre todo en los gastos que hizo la Corona y el énfasis que se le im-primió a la construcción de sus murallas. Sin embargo, también es cierto queuna vez se desarrolló urbanísticamente, la ciudad volvió a reproducir una de lascaracterísticas fundamentales del urbanismo colonial, a saber su condición de«ciudad convento», rescatando de esa manera el mismo espíritu urbanístico quehabía caracterizado a panamá la Vieja.

es por ello que desde su fundación se reservaron los espacios para nuevasestructuras religiosas: La catedral, el oratorio de San Felipe neri, el convento deLa Concepción, el hospital-convento de San Juan de dios, y las iglesias y con-ventos de los agustinos descalzos (San José), de La Compañía de Jesús, de SanFrancisco, de Santo domingo y de La Merced.

Con la excepción del oratorio de San Felipe, que tenía un área pequeña,las demás ocuparían espacios de entre 1,500 hasta más de 7,500 m², como SanFrancisco. Según mis cálculos, el área superficial agregada que ocupaban su-maba 2.7 hectáreas, lo que representaba el 13.5% de todo intramuros1. esto eraasí porque la dimensión religiosa de la sociedad de entonces, y esto debía ne-cesariamente reflejarse en la realidad urbana, exigía la presencia no solo deabundantes centros de oración y de recogimiento espiritual, sino también denumerosos religiosos para el socorro espiritual de las almas, sin mencionar el

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decisivo papel social que jugaba el convento de monjas, para aliviar las dotesde las familias menesterosas y servir de refugio a las hijas de familia que noencontraban fácil matrimonio.

a un observador de 1717 le parecía que las iglesias y conventos ocupabanla mitad del recinto amurallado de panamá. Y aunque en realidad ocupabanmucho menos, no deja de llamar la atención la enorme impresión que causabanen un observador contemporáneo las áreas ocupadas por la arquitectura reli-giosa. Cuando en 1673 antonio Fernández de Córdoba fundó la nueva panamá,se inició el traslado de las siete Órdenes religiosas existente en panamá la Vieja.no tardaron en tratar de levantar cada una sus imponentes edificios, cuya mag-nitud, contenidos estéticos y simbólicos, le dieron un sello característico a la ciu-dad. Los agustinos, los mercedarios, los dominicos, los juaninos, los franciscanos,los jesuitas y las monjas concepcionistas ya sumaban en conjunto cerca de 60 en1691. pero como era inevitable, los religiosos y sus conventos e iglesias debieroncompartir todas las vicisitudes por las que atravesaron la ciudad y sus ciudada-nos. prosperaron con ella y cuando esta declinó a partir de la segunda mitad delsiglo XVIII, también con ellas declinaron. Sus rentas aumentaron o decrecierona tenor de los auges o caídas de economía local. La mayor parte sufrió las terri-bles estragos del «fuego grande» de 1737 y en el de 1756 padecieron gravementeel de San Francisco, el de las monjas y el de Santo domingo.

La catedral

el día de la ceremonia fundacional de la nueva panamá el 21 de enero de1673, se señaló el lugar donde se edificaría la catedral, siendo obispo fray anto-nio de León, quien bendijo el solar. Quedaría con los «pies» mirando hacia elsur, es decir hacia la plaza Mayor, como correspondía a su jerarquía edilicia. Sinembargo, el primer edificio que se levantó fue de madera y poco impresionante,ya que los fondos asignados por la Corona fueron escasos y gran parte del ve-cindario, que siempre había cargado con los costos de construcción de la iglesiamayor del reino, se encontraba en la ruina después del ataque de Morgan.

La primera piedra de la catedral actual fue colocada en 1688 por el obispoLucas Fernández de piedrahita. dos años más tarde se colocaron sus cimientos.años después empezó a construirse de mampostería, pero por falta de recursostodavía seguía inconclusa en 1706, cuando asumió el obispado Fray Juan de ar-güelles, quien reconstruyó el edificio nuevamente de madera. poco más tardese encargaron al ingeniero jefe de las fortificaciones de panamá, nicolás rodrí-guez, el levantamiento de nuevos planos para una obra de mampostería. en 1722se enviaron al rey los planos, y aparentemente se iniciaron las obras según elproyecto del ingeniero. pero en 1737 se incendió toda la ciudad, quedando to-talmente destruida la catedral.

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Las campanas de la catedral de panamá la Vieja se habían trasladado a lanueva catedral, pero según el obispo pedro Morcillo, con el devastador incendiohasta las «campanas de derritieron [...] y lo que más debo sentir en esta ocasiónes que hallándose ya todas las maderas de cedros hermosísimos labradas, y ha-ciéndose los andamos para subirlas, y techada la obra de cal y canto que estáconcluida en la parte de la capilla mayor, crucero, capillas colaterales, sacristíasde prebendados y clérigos, como estaba tan contigua redujo a cenizas todas lasreferidas maderas y tablazón el incendio, imposibilitándome por ahora prose-guir la obra hasta sacar nuevas maderas que costarán mucha dificultad comolas consumidas, para conseguirlas». tras el incendio, las funciones catedraliciasfueron trasladadas a la iglesia de Santa ana.

Finalmente en los años siguientes se inició la construcción definitiva delnuevo edificio. este nuevo impulso se debió al esfuerzo conjunto del obispopedro Morcillo, el ingeniero militar nicolás rodríguez, quien mejoró el diseñopara hacerla más amplia y luminosa, y el colector del obispado y mayordomode la fábrica Francisco Javier de Luna Victoria y Castro. en 1743 el nuevo obispodoctor Juan de Castañeda Velázquez y Salazar, decidió continuar la obra dejadainconclusa por Morcillo, gracias a las aportaciones que hizo la Corona y a la

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Fotografía de la catedral por autor desconocido, hacia 1883, cuando recién habíasufrido los efectos del terremoto de ese año y perdido parte de la espadaña.

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buena administración de Luna Victoria y Castro, quien más tarde sería elegidoobispo de la catedral. Sin embargo, como se puede observar en la isometría dela plaza Mayor que dibujó en 1748 el ingeniero nicolás rodríguez, el edificio es-taba solo en fase de construcción, con algunas paredes en pie, pero todavía sintecho. este testimonio gráfico es fundamental y complementa la serie de planoscontemporáneos que hizo el propio ingeniero rodríguez para la catedral. Ya estáen pie la estructura de las tres naves con sus paredes apoyadas en columnas. Lasacristía está techada, y la pared del evangelio muestra el vano de una gran ven-tana y de la puerta de ese lado, con su jamba, su capitel y su cornisa. Faltan to-davía las torres y la portada.

al ocupar la diócesis Luna y Victoria, las obras cobraron nuevo ritmo, ycuando fue trasladado a perú como obispo de trujillo, ya se encontraban muyavanzadas, concluyéndose la obra de mampostería el 10 de diciembre de 1762.Sin embargo, la consagración del templo tardó todavía 34 años.

en una fotocopia del acta de consagración de la catedral conservada en ellibro de defunciones de la iglesia de La Merced leemos: «Consagróse esta SantaIglesia Catedral de panamá el año bisiesto de 1796 día 4 de abril en que se celebróla fiesta de la anunciación de nuestra Señora, Feria fecunda pos dominica inalbus, por haber caído el 25 de marzo el Viernes Santo. Fue celebrada dicha con-sagración por el ilustrísimo señor don remigio de la Santa y ortega». Y concluye:«y se intituló dicha Santa Iglesia nuestra Señora de la asunción, y vulgarmentedicen, Nuestra Señora de la Antigua»2.

La consagración se celebró con grandes festejos. Se repicaron campanas, laciudad se adornó con flores y con luminarias. en la plaza Mayor se colocarongrandes antorchas encendidas, candiles, faroles de cristal y de papel, se dispa-raron cohetes, bombas y cachifines y la ciudad quedó cubierta de «mesas deventa de tamales, empanadas, biscochos, roscas y agua de canela»3.

Según el arquitecto restaurador tarcisio Valdés Bosch, para la portada de lacatedral se utilizó lama petrificada o solidificada. este tipo de lama abunda enlas costas que bordean tanto panamá la Vieja como la nueva panamá, y se en-cuentra incluso tierra adentro, por lo que no ha sido difícil encontrarla para lasobras de restauración en curso. este material parece ser el mismo que se empleóen la portada de La Merced, con la que también comparte la catedral otros ele-mentos, como las pareadas columnas estriadas, en cuyos intercolumnios se en-cuentran los nichos para esculturas del santoral. estas similitudes en estiloarquitectónico y material empleado permiten sugerir que también la portada dela catedral fue trasladada piedra a piedra, como la de La Merced, de panamá laVieja a la nueva panamá. a lo que se agrega otro dato no menos sugerente. Segúnuna relación del obispo antonio de León, en 1677 se gastaron 14,000 pesos en el

Antiguo cementerio de la catedral. Actual calle Pedro J. Sosa.Fotografía de Carlos Endara Andrade. Colección R. López Arias.

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trabajo realizado por ochopeones en el desmantela-miento y traslado en bar-cadas de las campanas dela torre de la catedral y dediversos materiales de cons-trucción que se transpor-taron a la nueva panamá4.esta era una suma muygrande para la época, tantocomo para costear la cons-trucción de una viviendade mucha calidad. pero sise desmantela el edificiocatedralicio, lo lógico es quese tratara de aprovecharsobre todo la obra de can-tería, ya que era la máscostosa, laboriosa y difícilde realizar. Y obviamente,la parte del edificio con laobra de cantería más com-pleja y costosa era precisa-mente la propia portada.de hecho, salvo sus elemen-tos decorativos como frisos, cornisas, jambas o columnas, no se desmontaron nisu torre, ni sus paredes, ni sus basas, ni sus pisos, que continuaron allí, no así suportada, de la que, hasta donde se sepa, no se han encontrado restos en panamála Vieja. pareciera pues lógico pensar que buena parte de los 14,000 pesos se gas-taron en el desmantelamiento de la portada y su traslado. Se trata de un temaque por supuesto debe ser más investigado.

El convento de monjas de La Concepción

el convento de las monjas concepcionistas tuvo grandes dificultades en le-vantar su edificio en la nueva panamá porque carecía de ornamentos litúrgicosy había perdido todas las propiedades inmuebles que tenía en panamá la Viejay de cuyas rentas se mantenía. La imagen de su patrona y los ornamentos litúr-gicos que les habían obsequiado los vecinos limeños, se los había apropiado elfalso hermano de la Madre de dios y del rosario y los había vendido, de modoque la situación de las monjas fue desesperada.

Portada del cementerio de la ciudad. Photografie ParisieneFx Blanc & Cie. Canal Interocéanique del Canal, 1880-1886.Álbum de fotografías de Panamá de la Bibliothéque Natio-nale de France, París.

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durante muchos años las monjas, cuyo número se había reducido a menosde la mitad en 1720, tuvieron que alojarse en casas privadas, pero ya en 1737tenían su propia iglesia y convento, como lo evidencian los expedientes del in-cendio de ese año, en el cual volvieron a perderlo todo, salvo la imagen de laVirgen de La Concepción y algunos ornamentos. en el incendio de 1756 volvióa quemarse el convento, y uno de los prebendados tuvo que ofrecerles su ha-cienda de las cercanías de la ciudad para que se alojaran, hasta que el obispoLuna Victoria y Castro las obligó a regresar a panamá, temerosos de las habla-durías y del relajamiento en el que habían caído. Ya en la capital se alojarondurante meses en una de las casas del obispo, que se encontraba en pésimascondiciones.

Finalmente, el mayordomo de fábricas del convento, consiguió nuevos do-nativos, aparte de los que él mismo aportó y volvió a reconstruirse el convento,donde permaneció en pie hasta la expulsión de las Órdenes religiosas por órde-nes del general tomás Cipriano de Mosquera en 1862.

en el archivo de Indias se guarda una planta y un perfil de la iglesia y elconvento que evidencian sus características arquitectónicas. destaca una torre

Perfil de la iglesia y convento de monjas de La Concepción, en el siglo XVIII. Archivo General de In-dias, mapas y planos.

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situada en el ábside de la iglesia. esta torre quedaba contigua al patio interior.el conjunto edilicio quedaba situado hacia el extremo este de la ciudad, colin-dando con la muralla, separada solo por el adarve. La iglesia miraba hacia lacalle de San antonio, cuyo extremo este salía por el postigo llamado «de LasMonjas», por su contigüidad al convento. todo el complejo ocupa la manzanasobre la que actualmente se encuentran el Ministerio de gobierno y Justicia y elteatro nacional.

el atrio de la iglesia coincide con una pequeña parcela de estacionamientosde dicho Ministerio. Las dependencias donde quedaban las oficinas y dormito-rios de las monjas se encontraban situadas hacia el norte y el este. una fotografíade edward Muybridge, de 1875 muestra un edificio en plena decadencia, con elexterior sin elucido. pero es que ya para entonces las monjas habían sido expul-sadas de panamá por las leyes de desamortización de bienes de manos muertes,y el convento se había utilizado para cuartel militar. de hecho, ya en 1862 el an-tiguo convento se convirtió en cuartel y prisión para prisioneros políticos con elnombre de Cuartel de Las Monjas. en la década de 1880, durante la construccióndel canal por los franceses, la nave de la antigua iglesia del convento se convirtióen teatro, donde actuó la célebre diva Sarah Bernhart, conociéndose desde en-tonces como teatro Sarah Bernhart.

El convento de monjas de La Concepción. Fotografía de E. Muybridge, año 1875.

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Hospitales y actividad hospitalaria en la Nueva Panamá

Cuando la ciudad de panamá se mudó a su nuevo emplazamiento en 1673,uno de los primeros solares que se adjudicaron fue el de San Juan de dios. en1675 la Corona hizo merced de 6,000 pesos por una sola vez para que se fabricarael edificio, que se empezó a construir ese mismo año. otra real Cédula, de 1676ordenó al presidente de la audiencia de panamá que «los soldados del presidiode panamá que enfermen y entren a curarse al hospital paguen para este efecto,4 reales al mes»; el 10 de noviembre de 1682 una nueva pragmática otorgó porcuatro años otros 1,000 ducados más, con lo que la edificación quedó asegurada5.es evidente que el edificio fue uno de los primeros que se erigió, como lo evi-dencian dos de los primeros planos de la ciudad que se dibujaron. Me refiero alque remitió la audiencia de panamá al rey en 1673, donde indica «según ha dequedar en el sitio donde se está mudando», conservado en el archivo generalde Indias, y el del ingeniero Fernando Saavedra, de 1688, existente en el Museode Historia de panamá.

En primer plano, edificio del Ministerio de Gobierno y Justicia, al lado derecho, el Teatro Nacional.Ambos ocupan el solar que una vez era el convento de La Concepción. Al fondo, la iglesia de SanFrancisco restaurada por el arquitecto peruano Villanueva Meyer. Fotografía del autor, año 1999.

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en ambos planos el hospital-convento ocupa la manzana donde siempre es-tuvo aquel situado, el noroeste de la ciudad. en el primer plano la leyenda loidentifica como calle Segunda, donde observamos en primer plano una iglesiacon su campanario sobre la fachada principal del edificio, el cual tiene techo detejas, y un conjunto de pequeñas casitas que comparten la manzana. dado queel plano es de 1673 es improbable que ya estuviese concluido el edificio, de modoque se trata más bien de una representación figurativa, o imaginaria, aunque nodeja de llamar la atención la ubicación de la iglesia, pues fue allí donde en efectose construyó. La calle principal que pasaba frente a la iglesia es identificada comode San Vicente, que muy poco después fue cambiada a calle de San Juan de dios.La calle situada al oeste aparece en el plano como de La Merced, que muy prontocambiaría su nombre por el de calle del postigo de San Juan de dios, nombredebido a la vecindad del hospital-convento y al hueco, puerta o postigo abiertoen la muralla, por el que se entraba a la ciudad viniendo de las atarazanas. enmuchos aspectos, sin embargo, el plano se adapta bastante a lo que realmentellegó a construirse en la ciudad, como es el entramado de las calles, la existenciade una única plaza situada en el eje central y la ubicación de los edificios civilesy religiosos, como el taller, las Casas reales, todos los conventos, la catedral, elCabildo, e igualmente, el trazado de las murallas, de modo que en ese sentidoes un plano bastante fiel al proyecto urbano entonces en proceso de ejecución.

el plano de Saavedra nos muestra lo que ya se había realizado para 1688, yel dibujo de las edificaciones es mucho más fiel a la realidad. La calle de San Vi-cente aparece ahora con el nombre de calle de San Juan de dios. en la mitad dela fachada del hospital-convento que da hacia esa calle se observa el principaledificio de la manzana, con una gran bóveda en el centro, coronada por lo quepodría ser una cruz o una espadaña, sugiriendo estos elementos que se trata deledificio para iglesia. el conjunto lo forma una serie de casas de dos lumbres defrente (unos 8 metros) de un alto, que configuran un gran claustro central. aun-que no queda muy claro que el complejo formaba una unidad, pues más bienparece una serie de casitas pegadas unas a otras, Saavedra identifica el conjuntocon el nombre de San Juan de dios, lo que sugiere que en efecto toda la manzanaera ocupada por los juaninos.

en la esquina norte del conjunto se identifica con la letra «o» el postigo dela muralla coronado con una gran bóveda. entre el postigo y el convento se for-maba un ángulo para dar espacio a una pequeña plaza. Se observan claramentedos líneas que parecen representar un muro, probablemente la puerta de accesopara los enfermos que entrarían, precisamente, subiendo por la rampa que desdeextramuros daba acceso al postigo. este detalle podría sugerir que, en efecto, losdistintos elementos del plano en lo referente al complejo arquitectónico de SanJuan de dios pretendían ajustarse a la realidad. en el análisis que he realizadopara el estudio de las casas del Casco Viejo, he comprobado que el realismo esuna de las características que identifican el plano de Saavedra, de modo que bien

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pudiera ser que el complejo de San Juan de dios tuviera las características ar-quitectónicas que allí se observan.

desde un principio quedó establecido que San Juan de dios sería un hospi-tal «de caridad», solo para varones, que prestaría servicios a los pobres y a lossoldados, así como a los esclavos del rey que el gobierno utilizaba para distintosservicios, como construcción de obras públicas y sobre todo militares. Sin em-bargo, las necesidades hospitalarias del país no se constreñían a la capital ni alos varones. una real Cédula de 1685 aprobaba el establecimiento en portobelode otro hospital-convento de San Juan de dios, el cual se construyó junto a laiglesia parroquial y cuya iglesia todavía conserva en pie tres lienzos de muro ysu torre; también era de caridad y para los soldados de la nutrida guarniciónportobeleña6. en el siglo XVIII se establecieron también hospitales de San Juande dios en el Interior: primero en natá y Santiago. poco después se establecieron

Iglesia de San Juan de Dios, cuando aún tenía atrio y su torre. Fotografía de E. Muybridge en 1875,cuando la nave era el almacén de A. Ferrari. Poco después se construiría sobre el atrio el almacénLa Dalia, de Cardoze.

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hospitales en Los Santos, parita y, antes de concluir el período colonial, tambiénen remedios y en «Chiriquí» (alanje). estos cuatro últimos probablemente aten-didos por personal civil. el de natá todavía conserva su pequeña y modesta ca-pilla. el de Santiago se levantó hacia 1760 gracias a la iniciativa y según losplanos (que conserva el agI) del gobernador de la provincia Félix Francisco deBejarano7. La arquitectura del hospital santiagueño era razonablemente buenay sus ruinas estuvieron en pie hasta este siglo, cuando fueron totalmente des-truidas. de los demás hospitales apenas si se sabe nada.

al declararse las leyes de desamortización de bienes de manos muertas, o«leyes de tuición», durante los gobiernos liberales y anticlericales del generaltomás Cipriano de Mosquera y de José Hilario López (entre 1850 y 1862), todoslos conventos fueron clausurados y por tanto fueron cerrados los hospitales deSan Juan de dios, lo que provocó en su momento una seria crisis hospitalaria enel país. una de las situaciones más críticas se vivió en Santiago, cuando a pocode cerrarse San Juan de dios, se produjo una cruenta batalla con armas blancasen San Francisco y no había dónde sanar a los heridos8.

pero también las mujeres pobres necesitaban servicios de hospital. el obispode panamá, fray Juan de arguelles comunicó en 1703 al rey que el día de Santotomás de Villanueva (22 de septiembre), gracias a su iniciativa, se había cons-truido el hospital de Santo tomás para mujeres pobres, y bajo la advocación dedicho santo. Fue el origen del actual Hospital Santo tomás. La Corona quisodarle el nombre de Hospital real, pero el de Santo tomás fue el que prevaleció9.este hospital quedaba a un costado de la iglesia de Santa ana, en el solar situadofrente al actual teatro Variedades. tenía un capellán y su personal estaba com-puesto por mujeres enfermeras y esclavas. desde el principio fue administradopor seglares y esta circunstancia lo libró de correr la suerte de los hospitales deSan Juan de dios con las «leyes de tuición».

a su vez, los religiosos necesitaban su propio hospital. entonces había unanumerosa población eclesiástica en panamá, gracias a la gran cantidad deÓrdenes religiosas y curas. entre fines del siglo XVII y principios del XVIII, secontaban alrededor de 150 personas dedicadas a la vida conventual o al sacer-docio solo en la capital y su jurisdicción inmediata. en todo el país se contabacerca de 210. estas cantidades se mantuvieron a lo largo del siglo XVIII. en 1778había solo en panamá y sus alrededores, 147 eclesiásticos y en todo el país 27010.en portobelo, además del hospital-convento de San Juan de dios, existía el con-vento de La Merced. Y en el Interior había numerosos sacerdotes y religiosos delas distintas Órdenes en los pueblos de indios hispanizados y de españoles, yen las «doctrinas» o poblados indígenas «de misión»11.

de esa manera, el obispo diego Ladrón de guevara fundó el hospital deSan Felipe neri en 1694, el cual estaría dedicado exclusivamente a la atenciónde sacerdotes y religiosos enfermos «que fuesen pobres y sin medios de susten-tación»12. por real Cédula de 9 de junio de 1684 se había aprobado la fundación

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del oratorio de San Felipe neri con ese propósito; sin embargo, por falta de en-fermeros y de recursos, este hospital tuvo que clausurarse, manteniéndoseabierto solo el oratorio13.

una de las enfermedades más comunes en panamá era la «elefantiasis» o«lepra lazarina», de modo que también fue necesario establecer un hospital paraleprosos. también esta iniciativa corrió por cuenta de los vecinos y fue con lasaportaciones de uno de ellos, el rico comerciante Ignacio de arechua y Jáuregui,natural de Vizcaya y casado con panameña, que hacia 1738 se erigió el de San Lá-zaro, en palo Seco, a la salida del río grande, hoy boca occidental del canal de pa-namá14. Más tarde otros vecinos contribuyeron a su manutención, hasta quefinalmente su administración y sostén quedó en manos del Cabildo capitalino.

resumiendo, en la capital había, desde principios del siglo XVIII, tres hos-pitales, todos de caridad, el de San Juan de dios para hombres, el de Santo tomáspara mujeres, y el de San Lázaro para leprosos. en el resto del país todos los hos-pitales eran de caridad y estaban regentados por la orden juanina. en la historiahospitalaria del país fue, por tanto, la orden de San Juan de dios, la más impor-tante, tanto por el número de edificaciones que tuvo (la de la capital, de porto-belo y las seis del Interior), como por la cantidad de años que se mantuvo enejercicio (desde 1620, hasta su desaparición a mediados del siglo XIX).

San Juan de Dios y los incendios del siglo XVIII

uno de los factores decisivos de la historia urbana y arquitectónica de laciudad de panamá fueron sus incendios. Sufrió tres grandes incendios en el sigloXVIII y cinco en el siglo XIX. el primero y mayor de todos ocurrió en 1737, de-vorando virtualmente todo el recinto urbano de intramuros. Solo 20 casas so-brevivieron y, milagrosamente, el hospital de San Juan de dios no se incendió.en 1756 volvió a quemarse la ciudad, destruyendo casi todas las casas que sehabían reconstruido y la mayoría de las mejores edificaciones de la ciudad, in-cluyendo las Casas reales, donde funcionaba el gobierno central, la residenciadel gobernador, la catedral, todos los conventos, menos el de La Merced y, otravez, milagrosamente, el de San Juan de dios. en 1781 nuevamente la ciudad fuepasto de las llamas, quedando destruidas todas las casas en el vecindario de LaMerced y extendiéndose las llamas, por un lado, en dirección a San Juan de dios.el daño que sufrió la iglesia del hospital fue sin embargo menor, aunque el fuegodañó las casas vecinas extendiéndose hacia el norte hasta chamuscar la actual«Casa Morales» y la casa construida en 1743 o «Casa de los Monogramas»15.

Cuando la catedral, que era de madera, se quemó en el «Fuego grande» de1737, sus funciones fueron trasladadas a la iglesia de Santa ana y luego al ora-torio de San Felipe neri. pero San Felipe neri también pereció en el fuego de1756, y nuevamente las funciones catedralicias tuvieron que mudarse, esta vezpara San Juan de dios, que fungió por un tiempo como catedral hasta que este

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rol se trasladó a la iglesia de San José. Las funciones catedralicias no pudieronregresar al edificio de la catedral hasta que esta se concluyó en 1762.

Con los incendios de 1737 y 1756, muchas familias ricas quedaron en la ruinao empobrecidas y en consecuencia, el hospital de San Juan de dios se encontró enserios aprietos económicos. aunque al principio la Corona había asignado algunosfondos para su construcción y mantenimiento, como se mencionó antes, muy pocosaños después, gran parte de los recursos del hospital provenían de los réditos queproducían las propiedades empadronadas que algunos vecinos ricos le habían le-gado. una de las donaciones más cuantiosas la había recibido de la rica propietariaIsabel de echeverz, viuda del empresario pedro gonzález Cordero y fallecida sindejar hijos. dejó un censo a favor de San Juan de dios consistente en varias fincasurbanas de su propiedad cuyo valor agregado se estimaba en 16,000 pesos de ca-pital cuyo censo, a un rédito anual del 5%, producían 800 pesos. Sin embargo, suprimo y albacea, el rico vecino Juan de urriola, que además era patrono del SanJuan de dios, había dejado de pagar los réditos correspondientes y en 1758 la Co-rona tuvo que impartir órdenes para obligarle a hacer los pagos adeudados16. estoseguramente debió acatarse porque un informe de 1761 del obispo Miguel Morenoy ollo, nativo de panamá, indica que el hospital de San Juan de dios tenía un buennúmero de religiosos y a su cuidado alrededor de 70 camas para enfermos17. graciasa las propiedades censadas de Isabel de echeverz, probablemente nunca antes elhospital había conocido mejores condiciones económicas.

Sin embargo, debido a los incendios, muchos vecinos habían clamado a laCorona para que redujese el valor porcentual de los réditos, que hasta entoncesse pagaban a razón del 5% sobre el capital del inmueble censado, a la tasa másbaja del 3%. Muchos inmuebles se encontraban en ruinas y no podían producirréditos, teniendo que cargar con esa obligación unos propietarios empobrecidosno solo por los fuegos sino por la parálisis económica que vivía el país despuésde la eliminación de las ferias portobeleñas y la crisis comercial subsiguiente. LaCorona concedió esta rebaja, con lo que los conventos, que en gran medida de-pendían de lo que pagaban los censos, sufrieron directamente las consecuenciasde la crisis. San Juan de dios por supuesto no se libró de ella, y la Corona tuvonuevamente que ayudar a su sostenimiento.

Las condiciones hospitalarias para fines del período colonial

glosaré a continuación algunos de los mejores textos que describen la si-tuación de los hospitales en panamá para fines del siglo XVIII y los últimos añosdel período colonial. en 1775, el obispo fray Francisco de los ríos y armengolrindió un detallado informe de su diócesis en el que decía lo siguiente:

en esta ciudad hay tres hospitales: San Juan de dios, Santo tomás y SanLázaro. en el de San Juan de dios se curan los soldados de la tropa y toda clase

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de pobres varones. para este efecto y manutención del convento tiene algunoscensos, aunque atenuados por la rebaja de réditos, goza anualmente 200 pesosen Cajas reales [es decir el tesoro gubernamental], y por el seteno y medio dela asignación de diezmos y 280 [pesos] un año con otro. también percibe seispesos de anclaje de las embarcaciones del perú, y por cada soldado enfermodos reales diarios18.

es decir, que San Juan de dios se mantenía de los censos, de 200 pesos delgobierno central, de un porcentaje de las rentas diezmales del obispado, de unaporción del impuesto de anclaje y de lo que pagaban los soldados enfermos. ríosarmengol agregaba sobre el Santo tomás, que «está a cargo del ordinario y laadministración de sacramentos al de los curas de Santa ana». «al presente sehalla en notable decadencia así por la expresada rebaja de réditos en los cortoscensos que goza, como por falta de administrador que hiciese efectivos los cobrosde algunos adeudados y atendiese al reparo de las fincas»19. Igualmente intere-sante es el texto de la «descripción Sucinta del reyno de tierra Firme», fechadaen 1794 y de autor anónimo (aunque probablemente un seglar), donde se indicaque:

el convento hospital de San Juan de dios es Casa grande; pero su comuni-dad sin embargo está reducida hoy a seis o siete individuos y fuera de lo queingresa por razón de la asistencia de la tropa, que en él se cura, solo tiene derenta fija y eventual (ateniéndose en esto a cierta razón que por el año de 1791presentó el reverendo padre prior), 2,778 pesos, de cuya cantidad ha de salirla subsistencia de la comunidad, lo necesario para el culto divino de la iglesia,y finalmente los gastos para curación de pobres enfermos , que no es posibletengan toda la asistencia precisa con unos fondos que siendo en la realidadmuy disminuidos, llegan a serlo mucho más con las repetidas venidas de co-misarios visitadores de españa, cuyos viajes de venida y regreso se costeansiempre para expensas de la religión, contribuyendo a prorrata cada convento,consumiéndose de este modo unas rentas consignadas al alivio y socoro de laclase más necesitada del público.

este autor, agregaba la siguiente nota crítica: «Convendría que los religiososgastasen menos en sí, en novenas y fiestas que no son de su instituto, y más enasistir bien a los enfermos que es la principal obligación y objeto de él»20. encuanto al hospital de mujeres decía nuestro informante:

pero aún es más lamentable la constitución y actual estado del hospital deSanto tomas de Villanueva, fundado el año de 1709 para la curación de pobresmujeres. toda su renta consiste en la nimiedad de 467 pesos anuales y ya secomprenderá fácilmente que una cantidad tan escasa no puede sufragar aunpara el menor número de enfermas que ocurra. así es, que no obstante de no

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pasar de doce, las que cuando más se admiten y curan, a la vez no hay mediosni posibilidad de asistirlas con médico, con remedios, ni con aquellos socorrosque requieren sus graves y complicados males, porque con fondos tan limita-dos, apenas hay para suministrarles diariamente un grosero alimento y algúnmal caldo, y de aquí es también que estas infelices, privadas de humano con-suelo y de todo auxilio son por lo común víctimas de sus dolencias y terminansus amargos días entre el dolor y el desamparo en aquel mismo hospital queellas creyeron fuese el asilo de su salid y que más podría llamarse el domiciliode la muerte porque en efecto todas las más que se acogen a él perecen y sonmuy pocas las que por fortuna logran salir restablecidas. para subvenir a tantaindigencia parece que el gobierno tiene informado al rey sobre la necesidadurgente de que a este hospital (si tal puede llamarse) se aplique el productoque rinda el indulto concedido últimamente por su santidad para poder comercarnes ciertos días de cuaresma, porque a la verdad este es el objeto más des-tituido y piadoso que según sus reales intenciones se le puede proponer yhacer presente. en efecto, se ha informado al rey que podía aplicarse a estehospital la limosna de la bula concedida para comer carnes21.

otro documento contemporáneo de 1790 confirma que el hospital de SanJuan de dios tenía seis o siete religiosos, «en que se asiste a la tropa que en-ferma». Y aclara que «también hay sala para curar pobres», lo que indica puesque tropa y pobres civiles eran atendidos en salas distintas22.

Vale la pena reproducir el texto que sobre el tema escribe el obispo pana-meño Manuel gonzález de acuña en 1803, luego de regresar de su visita pasto-ral. dice así:

Hay en esta ciudad tres hospitales, a saber: San Juan de dios, Santo tomás ySan Lázaro; en el de San Juan de dios se curan los soldados de la tropa y toda lagente de pobres varones para este efecto y manutención el convento tiene algu-nos censos, aunque atenuados por la rebaja de réditos; goza anualmente 200pesos en Cajas reales, y en la masa decimal 400 un año con otro, y por cada sol-dado enfermo se le contribuyen tres y un cuartillo reales diarios, durante su asis-tencia; a más de 100 pesos mensuales para la botica; pero en la aprobación desus cuentas solo se le da conocimiento de ellas al ayuntamiento23.

Y agrega sobre el hospital de mujeres:

el de Santo tomás destinado para curación de mujeres está al cargo del or-dinario y la administración de sacramentos al de un capellán que con una cortarenta en capellanías cuida de sus asistencias espirituales al presente se hallacon regular proporción con respecto a las indigencias, y estrecheces, que antespadecía por los cobros de los cortos censos, que goza, se hacen efectivos por elcelo de un mayordomo encargado de otro hospital, para auxilios en parita,

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Villa, ciudad de los remedios y Chiriquí [alanje], y la piedad de Vuestra Ma-jestad tuvo a bien aplicarles a este Santo tomás, por cuyo medio logran las en-fermas proporcionados socorros en botica y alimentos y por mi parte le hesocorrido varias veces con limosnas que hasta aquí pasan de 900 pesos fuertes24.

Sobre el de leprosos decía:

el de San Lázaro es una casa donde habitan los contagiados de esta lepra,como media legua distante de la ciudad; esta al cargo del Cabildo Secular,quien cada año destina uno de los alcaldes ordinarios para la asistencia de sudiaria manutención, cuyo gasto se hace únicamente de la cantidad que la pie-dad de V.M. le tiene consignada en el ramo de aguardiente y el pasto espiri-tual se le administra por el cura de la parroquia de Santa ana25.

Sobre los demás hospitales del país escribe:

en la ciudad de portobelo hay otro hospital de San Juan de dios en el quese curan los soldados gentes de las fábricas y esclavos de V.M. como tambiéntoda clase de pobres del mismo modo en esta capital sus rentas son los 2,000ducados asignados por la ley 18 titulo 4º libro 1º de estas Indias: un real decada soldado para pan y 5 pesos que en un año le cabe en la asignación dediezmos.

Luego se refiere a los de natá y Santiago, también bajo administración jua-nina, y sostenidos igualmente por censos y fondos aportados por el tesoro real26.

en las últimas décadas del siglo XVIII hubo numerosos esfuerzos del vecin-dario y de la Iglesia para mejorar las miserables condiciones de los hospitalesdel país. en 1785 y 1788 el administrador del Santo tomás, andrés Zamora,había pedido que de cada 160 cigarros de los que producía la recién instaladafábrica de tabacos en panamá, se dieran cuatro para el mantenimiento del hos-pital, y basándose en «el cuantioso consumo de tabaco de aquella administracióngeneral», pero el Consejo de Indias, en Consulta de 28 de julio de 1791 denegóesta petición27. para la misma época, y como reflejo de la penuria crónica de laactividad hospitalaria en panamá, el virrey de Santa Fe (Bogotá) con carta de 10de octubre de 1789 remitió un nuevo reglamento para el hospital de San Juan dedios. La Contaduría de Indias pidió el 16 de agosto de 1790 un aumento de lasrentas y arbitrios para el mantenimiento del Santo tomás y el 13 de agosto de1793 una real orden, aprobó el reglamento para el gobierno económico del hos-pital de San Juan de dios de la capital28.

en uno de los últimos informes del período colonial, Juan domingo de Itu-rralde confirma algunos de los datos que ya he mencionado sobre los recursoseconómicos de que disponía el hospital-convento de San Juan de dios, de la

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capital. dice que entre las «pensiones generales» del tesoro real, había una asig-nación de 200 pesos del fondo de «novenos de diezmos». Y más adelante agrega:«Los gastos de utensilios para la asistencia de la tropa que se cura en el hospitalde San Juan de dios de esta ciudad, como son catres, sábanas, fundas de almo-hadas, petates, jarros, loza y demás según contrata aprobada por su majestad»29.

de la acumulación de evidencias citadas resulta obvio que, no obstante losnuevos reglamentos y nuevas asignaciones económicas al hospital de San Juande dios, sus condiciones apenas si mejoraron si es que no empeoraron para finesdel período colonial. esto lo evidencian dos informes dirigidos al rey en 1807 y1808 por el prior del hospital-convento fray Mariano esquerra. en el primer in-forme, el prior se quejaba de «los crecidos empeños que ha causado a su con-vento la diaria subsistencia de los soldados negros esclavos de su majestad ypresidiarios que allí se curan por ser insuficiente lo que se paga de 3 y cuartilloreales cada estancia, respecto a la notable alteración que seis años a esta partehan tomado los comestibles». Se sabe, en efecto, que a causa de las guerras na-poleónicas, los circuitos regionales de abastos quedaron seriamente afectos, y apanamá dejaron de llegar con regularidad alimentos, tabacos y otros bienes ymercancías de primera necesidad. Hubo escasez y todo encareció, sobre todo losalimentos.

en consecuencia el prior solicitaba al rey que se le pagasen 1,924 pesos quele debían al hospital las Cajas reales y que se aumentase la cuota de los soldadosenfermos a cuatro reales. Se quejaba asimismo «de los ultrajes» de que el con-vento era víctima por parte «de los jefes militares, cadetes, soldados y aun delos negros» de su majestad. La misma queja la sostiene en el informe de 10 dejulio de 1808. entre estos documentos se menciona al médico cirujano licenciadoMiguel Calvo, quien se rehusaba a hacer el inventario de las medicinas y uten-silios del hospital, argumentando que no se rebajaría a realizar una tarea propiade boticario. Sabemos que fue Calvo, quien era además el protomédico de pa-namá, la persona a cuyo cargo recayó la tarea de introducir en panamá la vacunacontra la viruela y la creación del primer cementerio público, el cual quedó si-tuado en los terrenos de la Huerta del rey30.

La más dramática evidencia de la degradación física que sufría el hospitalpara esos años, es la descripción que hace el virrey Benito pérez, quien llega a pa-namá en 1812. una de las primeras cosas que hizo fue por cierto visitar el hospital.

esta mañana –empieza diciendo– he tenido ocasión para ver hasta dóndellega su miseria [...]. empezamos por la cocina cuyas paredes horriblementenegras como sus techos cubiertos de inmundicia que por todas partes vuela, ycae dentro de las vasijas en que se hace la comida. estas se hallan en el suelo,sin hornillas ni fogón. no vi mesa en que preparar alimentos ni vasijas en quelabrarlos, ni nada de lo que constituye una cocina, distinguiéndose solo en sudesaseo interior y exterior, pues a su entrada hallé un cenegal. a la hora de dar

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la comida se puso sobre una mesa tan sucia como lo demás, un numero detazas y platos (todos desiguales mucho muy viejos) que el de los enfermos quehabía existentes de que resulta que muchos tenían que comer en los que deso-cupaban los otros enfermos o esperar a que se lavasen si había en qué y todoconspira a que se mire con horror tal servicio. La división del alimento se hizopor un religioso sin tenedor y cuchillo valiéndose de las manos para desme-nuzar la carne y el plátano.

Carne y plátano eran, al parecer, parte esencial de su dieta diaria. Y agregael virrey que el día que visitó la carnicería, vio como la carne que separaban parael hospital era un «pedazo sin hueso, que no debe permitirse por ser en perjuiciodel pobre». pérez concluye proponiendo la creación de un hospital militaraparte. pero esto era una quimera, en un momento en que españa se encontrabaocupada por las fuerzas napoleónicas y el huracán de las guerras de Indepen-dencia arrasaba a Hispanoamérica31.

una de las últimas referencias que tenemos sobre el San Juan de dios parafines de la Colonia data de 1819. ese año una fuerza expedicionaria inglesa almando de gregor Macgregor tomó por asalto a portobelo, pero el comandanteHore al frente de la tropa que llevó de panamá, rescató el lugar, llevándose portierra a la capital a todos los prisioneros, entre los cuales estaba el médico de laexpedición, W. d. Weatherhead y sus dos asistentes. Los prisioneros que erancatólicos fueron repartidos como sirvientes en las casas de familia de la ciudady al médico con sus asistentes se les asignaron labores de su especialidad en elhospital de San Juan de dios, donde permanecieron muchos meses, hasta quese les liberó. a los demás prisioneros se les destino a trabajos forzados en lasminas de Cana, en darién. Weatherhead dejó un pormenorizado relato de esta

Religiosos juaninos en el hospital-convento de San Juan de Dios

Año Religiosos juaninos Enfermos atendidos

1662 (c) 20 100 (+)1666 101676 80 (capacidad)1691 8 a 9 1710 101790 6 a 7 1794 6 a 7 1806 5 62 a 92 por mes

Fuentes: Para 1662 y 1666, AGI Panamá 271, R. C. Madrid, 5 marzo de 1666. El número de religiosos y de enfermos serefiere a antes de 1662. Para 1676, AGI Panamá 271, R. C. Madrid, 27 de agosto de 1676, Para los religiosos durante1691-1794, Alfredo Castillero, Conquista, evangelización, ya citado, apéndice 12, pp. 455-456. Para 1806, AGI Panamá 271,cuaderno 1, Testimonios del Hospital.

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1482 X Los edificios religiosos en la Nueva Panamá

aventura, describió las condiciones de vida en panamá, el clima ideológico delos vecinos en vísperas de la independencia y, lo más importante para el propó-sito de este capítulo, interesantes referencias sobre el hospital juanino y sobrelas enfermedades locales32.

Enfermedades y sanación en los hospitales

Como ha podido observarse hasta aquí, los hospitales eran concebidos solopara las clases populares, los esclavos y la soldadesca. Las clases acomodadaspreferían permanecer en sus casas y recibir allí todos los cuidados médicos. Lasenfermedades más comunes entonces eran la viruela, que hacía apariciones epi-sódicas en forma de epidemias devastadoras (las de 1766 y 1782 fueron terribles,esta última sobre todo en el Interior). no fue hasta 1803 cuando se introdujo enpanamá la vacuna de Jenner contra la viruela, pero esto no impidió que conti-nuara apareciendo este flagelo, y sus efectos fueron devastadores en 1849, talvez ocasionado por la riada migratoria del Gold Rush. una enfermedad frecuenteera la disentería, debido probablemente a que el agua de beber se obtenía sintratamiento de pozos y aljibes dentro de la propia ciudad o llevada igualmentecruda del manantial de el Chorrillo. eran también comunes los «catarros perni-ciosos que degeneran fácilmente en dolores de costado», «fiebres intermitentes»(o malaria) y la lepra33. en el Interior era común el bocio, sobre todo entre lasmujeres. entre las mujeres las enfermedades más comunes era la tuberculosis,los cólicos, la leucorrea, la amenorrea y las enfermedades cutáneas o «de gra-nos». entre los niños, era común la hidrocefalia y las lombrices. Cuando Wea-therhead estuvo en panamá hubo un brote de fiebre amarilla del que murierontres de sus compatriotas; pocos días antes el propio general alejandro Hore habíamuerto de lo mismo.

en panamá siempre hubo médicos, cirujanos y boticarios, y ya en el sigloXVII existía un protomedicato, especie de gremio de la profesión médica, conunos cuatro o cinco médicos en la capital y por lo menos uno en portobelo. al-gunos médicos fueron famosos, como el célebre Melchor de amusco, a princi-pios del siglo XVII, que luego fue protomédico de Lima y escribió un libro sobrela alfombrilla. pero muchos médicos eran bastante mediocres y torpes y no eranraros los que se dedicaban a toda clase de negocios, como un tal Sanghilhem, deorigen francés (que castellaniza su nombre a Sanguillén), radicado en portobeloa mediados del siglo XVIII y quien hizo fortuna en el abasto de carne de la ciu-dad, el comercio y el contrabando. el propio amusco era dueño de chatas en elChagre.

el practicante del regimiento español que trabajaba en el hospital de SanJuan de dios y sus asistentes le merecieron la peor opinión a Weatherhead. «nosabían nada de la ciencia médica –decía– ni siquiera anatomía». «en su práctica–agrega– prescribían las más inertes medicinas como infusiones de hierbas,

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tisanas, etc., a las que ocasionalmente agregaban un poco de crema de tártaro onitro». Virtualmente la única práctica que observó fue la aplicación de «jeringase inyecciones que se aplicaban a los pacientes ocho o diez veces al día». para lamalaria usaban cocciones de quinina («bark»), y para los sangramientos hacíanunas diminutas cortadoras que solo permitían la salida de dos o tres onzas desangre34.

Como se ve, la medicina era entonces muy rudimentaria y los remedios asazineficaces. no había prácticamente cura segura contra casi nada, ni siquiera paraenfermedades comunes como las hemorroides, las diarreas o los catarros. unaintervención quirúrgica o una herida de guerra era camino seguro a la gangrenay la muerte. Muy a menudo las mujeres morían de fiebres puerperales y lamuerte de infantes era penosamente común. tan común que los recién nacidoso niños muertos de cortos meses, eran colocados en los ataúdes sentados y be-llamente maquillados de colores, y el féretro cubierto de flores, llevándose porlas calles con fanfarria de orquesta, cantos y alegría, queriendo denotar con ellola felicidad colectiva por una muerte ocurrida en plena inocencia. el arraigo deestas manifestaciones de la cultura y de tales representaciones mentales proba-blemente se explica por la frecuencia de estas muertes prematuras. todavía amediados del siglo XIX se seguía practicando esta rara costumbre funeraria.

Los limitados conocimientos de los médicos se evidencia en el cúmulo decertificados de muerte que conservan los archivos históricos. Sorprenden por lavaguedad, o parquedad del diagnóstico de muerte, limitándose a decir, muertopor cancro (cáncer), de «ataque al corazón», «de dolores de costado», «de fiebresintermitentes», de «tos crónica», y así por el estilo. el enfermo quedaba a me-nudo a merced de las propias defensas de su cuerpo, o de la suerte. entrar a unhospital, como lo señala una de las fuentes que cité arriba, era casi seguro pasajea la muerte. Con sus escasos conocimientos médicos, era muy poco lo que po-dían ofrecer a los enfermos los monjes hospitalarios de San Juan de dios, salvoun mínimo de atenciones materiales, apenas las necesarias para que el enfermono muriera de hambre; de hecho lo mejor que podían ofrecerles era consuelo es-piritual. pero allí donde los pacientes esperaban recibir alguna cura a sus males,probablemente lo que les ocurría era que adquirían infecciones por la carenciade mínimas condiciones de higiene –como lo señalaba el virrey Benito pérez– ose contagiaban de los otros enfermos.

Los edificios del hospital-convento de San Juan de Dios

el complejo se componía del hospital-convento propiamente, con su patioy su pozo, la iglesia y el cementerio. el plano del ingeniero rodríguez, encargadopor el presidente alcedo y Herrera en 1749, constituye el primer plano urbanoque nos muestra la distribución y proporciones que tenían los distintos cuerposque integraban San Juan de dios. La manzana que ocupa aparece señalada con

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1484 X Los edificios religiosos en la Nueva Panamá

el número 36. el conjunto tiene claramente diferenciados doce cuerpos llenos ytres vacíos. Los tres vacíos corresponden al: a) cementerio, situado al extremonorte y junto al adarve de la muralla; b) el claustro propiamente; y c) a los espa-cios asignados a los altozanos del convento y de la iglesia. una línea en ángulorecto en forma de esquina, entre el muro oeste del cementerio y lo que sugiereuna de las salas para enfermos, parece representar el muro de acceso al hospitaldesde el postigo (como en el plano de Saavedra de 1688). Los textos hacen refe-rencia a «sala para soldados» y «sala para pobres», pero es probable que los es-clavos tuviesen también su propia sala. un espacio lleno al lado suroeste de laiglesia o del muro del evangelio corresponde a la torre. otros dos espacios inte-riores flanqueando una cruz, en señal de cruz, en la testera de la iglesia podríancorresponder a la sacristía y a una oficina cural. al oeste del cementerio hay otroespacio lleno que podría ser una capilla; un muro exterior rodea cementerio yotro interior crea un pasillo entre el cementerio y las paredes nortes de la iglesiay el convento. Se trata del pasillo que todavía hoy se observa en el lugar y cuyalocación coincide con la del plano. Sobre este espacio y el que ocupaba el cemen-terio se levanta actualmente la finca 1411. Las fincas 519 y 1412 ocupan el espacioque en la Colonia correspondía al adarve de la muralla y fue hasta probable-mente mediados del siglo XIX un lote vacío. en el patio del convento los frailesjuaninos mantenían un gallinero.

en 1803, siguiendo una política higienista establecida por la Corona, se im-plantó en panamá la prohibición de los entierros en el interior de las iglesias yen cementerios religiosos situados dentro de la ciudad. Hasta entonces habíados cementerios al exterior, el de la catedral, situado en el espacio abierto dellado del muro de la epístola, y que hoy ocupa una calle, y el del San Juan dedios. a la actual calle octava se le conocía en la Colonia como «calle de las Ca-laveras», sin duda en alusión a los restos humanos de estos dos cementerios.una vez prohibidos los cementerios religiosos probablemente se procedió a va-ciar de huesos y calaveras el de San Juan de dios, dejando ese espacio vacío ypor tanto disponible para ingresar al mercado inmobiliario. Más tarde, a media-dos del siglo XIX, hubo un movimiento para declarar que la ciudad ya no eraplaza militar y que debían venderse todos aquellos espacios susceptibles deconstrucción que antes ocupaban los adarves y cualesquier edificio militares endesuso. el caso más sonado fue el de el revellín o Las explanadas, situado entrela puerta de tierra (cerca del baluarte de Mano de tigre) y Santa ana, extensoterreno que adquirió por compra la compañía formada por Manuel José Hurtadoy el general tomás Cipriano de Mosquera. tal vez fue entonces cuando se ad-quirieron los terrenos correspondientes a las fincas 519 y 1412, que se sitúandonde antes estuvo el adarve de la muralla. es obvio que los edificios que allíexisten datan cuando menos de la segunda mitad del siglo XIX.

Volviendo al plano del ingeniero rodríguez, los espacios llenos del áreadel convento podrían corresponder a las distintas salas asignadas a soldados

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enfermos y a los pobres; entre estas salas hay un espacio vacío, seguramente unpatio interior. esto correspondería al lote desocupado actualmente propiedadde la familia Clare, parte del cual es utilizado por la escuela como cancha de bas-ketball. Lo más intrigante del trazado es el punteado de nueve marcas redondas,lo que se usaba en la época como representación iconográfica para indicar basasde columnas de apoyo a juegos de arcos de mampostería. al lado sur se observantres puntos y cuatro vanos para dos arcos completos y dos medios arcos en di-rección este-oeste. en dirección al norte, seis puntos y otros tantos vanos paracinco arcos y medio. al lado norte, en dirección este-oeste hay dos puntos paraindicar un arco y medio. por la distancia entre el muro del evangelio y el pun-teado (si lo comparamos con la anchura del pasillo del cementerio) el espaciocreado por esta arquería debía ser de unos dos metros y medio.

esta arquería servía para enmarcar el espacio vacío del claustro conventualcreando un ambiente propio de ese tipo de construcción. especie de gran patioque se abría en el centro del complejo respondía a un añejísimo modelo formalde la arquitectura hispano-romana y que servía para múltiples propósitos prác-ticos. en la actualidad se conserva en buen estado, un juego de siete arcos com-pletos en dirección este-oeste, virtualmente coincidiendo con el punteado quemuestra el plano en el extremo norte. esto podría sugerir que esta arquería sehizo con posterioridad al plano de rodríguez, es decir, después de 1749.

por su nivel de detalle el plano de rodríguez debe servirnos de base tantopara la interpretación del material cartográfico subsiguiente, como para otrasreferencias documentales en cuanto a las medidas y a las estructuras formalesde San Juan de dios. Si bien las medidas de la iglesia no las da este plano, encambio las referencias notariales de mediados del siglo XIX y los planos catas-trales actuales coinciden en las siguientes: «catorce metros de frente y treinta ydos con ochenta centímetros de fondo» indica la primera mención notarial; 11.20metros para los muros de la fallada y la testera; 32.70 metros para los muros la-terales (del evangelio y de la epístola) dan las medidas actuales del plano ca-tastral. La diferencia es de centímetros. Se trata pues de otra «permanencia»formal del conjunto.

el pasillo, callejón o corredor que separa el claustro del cementerio medíay todavía mide 2.65 metros. además, como acabamos de señalar, los puntosque aparecen entre el claustro y el muro del evangelio indican cinco arcos ymedio, los mismos que los protocolos notariales del siglo XIX señalan. Comovimos también, otro arco y medio sugiere la continuación de esta arquería este-oeste, todavía hoy en pie, con siete arcos completos claramente visibles. aunquela estructura formal del claustro conventual ha perdido muchas de sus caracte-rísticas originales, todavía se resiste a desaparecer del todo, como lo evidenciala conservación del espacio vacío actualmente convertido en patio de recreopara los alumnos de la escuela. el vacío original creado por el claustro es otrade las características persistencias de San Juan de dios. asimismo, el espacio

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correspondiente al cementerio siguió conservando sus muros perimetraleshasta el siglo XIX. de hecho, todavía hoy parece claramente discernible el ám-bito que una vez ocupó. todo esto es prueba, pues, unas persistencias formalesque resisten obstinadamente el paso del tiempo.

el plano del ingeniero Hernández, de 1765, es más escueto que el de rodrí-guez aunque el perímetro de la manzana es virtualmente el mismo. Identifica aSan Juan de dios con la letra «Y». no distingue el área correspondiente al ce-menterio y la representación de la iglesia, en forma de gran cruz, se extiendehasta lo que sería el límite norte del cementerio. el gran ángulo en doble líneacoloreada que se extiende a lo largo de la pared del evangelio y la fachada surdel hospital-convento, quiere indicar que todo eso estaba en pie. un espacio enblanco al sur de la iglesia indica el área para el atrio y el altozano.

Los planos del ingeniero agustín Crame, de 1779, y de antonio Caballeroson todavía más escuetos. un recuadro en tinta con el mismo perímetro que enlos dos planos anterior indica el espacio cubierto por el hospital-convento. el al-tozano de la iglesia se señala con un espacio en blanco. nada más. el de talledoy rivera, de 1814, muestra a tres tintas el complejo: una para lo cubierto, otrapara el claustro y el altozano y otra para la iglesia, que se extiende hacia el norte,ahora sí, hasta el límite del cementerio, aunque esto último no se aprecia muybien debido a la mala calidad de la reproducción que tengo a la vista.

así entramos a la época de unión a Colombia, con el magnífico plano detiedeman. Se observan algunos espacios que ya aparecen diferenciados en elplano de rodríguez: la iglesia, que aparece identificada con el número III; suatrio y altozano, y el espacio cubierto situado al oeste del altozano, que parecehaber sido la entrada al convento, el mismo que en el plano de rodríguez da ac-ceso a la arquería del claustro. el hospital-convento propiamente, aparece iden-tificado con el número XI; su dimensiones son muy parecidas a las de la iglesia,solo que en sentido este-oeste. un espacio vacío situado al noroeste, y en direc-ción norte-sur sugiere un callejón de acceso; otro callejón en dirección norte-sur,divide en dos las propiedades situadas en el espacio que antes ocupaban eladarve y el cementerio (tal vez las fincas actuales 519 y 1412). Su lado oeste, co-rrespondiente a la actual finca 519 tiene figura ortogonal, mientras que en la ac-tualidad forma un ángulo agudo, lo que sugiere la adquisición en fechasposteriores, de un pequeño lote de figura triangular. es obvio que ya para en-tonces, el viejo cementerio y el adarve están ya ocupados. en el muro de la epís-tola, hacia la mitad de la fachada de la iglesia que mira hacia calle octava,tiedeman dibuja una saliente, tal vez la escalera de acceso desde la calle.

el 3 de diciembre de 1862 se proclamó la ley de desamortización de bienesde muertas o ley de tuición, que clausuró todos los conventos y declaró propie-dad de la nación todas sus propiedades. Como consecuencia, pocos años mástarde, el 4 de diciembre de 1866, se subastó la iglesia de San Juan de dios, queadquiere la razón social Hue, Merino y Compañía35 por la suma de 21,410 pesos

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en bonos flotantes del 3%. el protocolo del remate indica con precisión las me-didas y líneas colindantes de la propiedad. Limitaba «al norte con un solar cer-cado de pared del señor pedro nolasco Merino; al sur, por el altozano, con unaplazuela llamada de San Juan de dios; al este, con la calle de las Calaveras, y aloeste por el portal de que se ha hecho mérito con el patio de otras fincas demanos muertas conocida por Hotel europa».

Más adelante se describen las características físicas de la iglesia y sus medi-das: «La dicha iglesia es de calicanto, madera y tejas, de un piso, con un coroalto de madera de catorce metros de frente y treinta y dos con ochenta centíme-tros de fondo». Y sigue: «al costado este tiene además un portal con cinco arcosy medio de calicanto, de dos pisos (el segundo en mal estado) de veintiún metrosde largo y tres de ancho y un altozano de diez metros ochenta centímetros delargo y once cincuenta de ancho, con paredillas de calicanto y unas escaleras depiedras de sillería». «también tiene tres puertas grandes y el piso es de ladrillos»(es decir, las del evangelio, de la epístola y la del atrio).

el aspecto exterior de la iglesia está documentado por una rara fotografía defines del siglo XIX. en ella se observa en primer plano el altozano con el atrio, latorre de tres cuerpos de chapitel piramidal, y la iglesia, con techo a dos aguas, yde portada muy sencilla, con su gran puerta de entrada y una ventana rectangular.también se observa la fachada lateral del lado de la calle de las Calaveras, con sugran vano de entrada y sus ventanas. tanto el convento como la iglesia y el patiointerior forman parte actualmente de la escuela república de México; lo que co-rresponde al cementerio y al sector norte del complejo pertenece a un particular.

Iglesia y capilla del convento de Santo Domingo. Fotografía de E. Muybridge, año 1875.

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1488 X Los edificios religiosos en la Nueva Panamá

El convento de Santo Domingo

al fundarse la nueva ciudad, los frailes dominicos construyeron una capillaprovisional en el sitio que les asignó para sede de su orden. en 1678 ya se habíanlevantado la iglesia y el convento en la calle que llevó su nombre. el incendiode 1737 destruyó todo este complejo arquitectónico, pero este no tardó en re-construirse. La iglesia se reedificó a un costo de 88,000 pesos, la sacristía a uncosto de 6,800 pesos y las celdas del claustro a un costo de 7,700 pesos.

Cuando el incendio de 1756 volvió a consumir los edificios de la orden, losmaestros mayores de albañilería y carpintería de la ciudad evaluaron lo que es-taban construidos y destruyó el fuego, incluyendo en su examen informaciónsobre las medidas y las partes de que se componían aquello. La iglesia tenía 20varas de ancho por 48 de largo y 15 de alto. era de una nave con ocho capillas ysus paredes de cal y canto. eran de madera el techo, las tribunas, el coro y unclaustro alto.

para entonces ya existía la vieja capilla que era usada como sacristía. teníaonce varas de ancho por 17 de largo y 8 de alto. Sus paredes eran de cal y cantoy el techo de madera y tejas. disponía tres retablos. Sus altares y un coro pequeñoeran de madera. La celda de los religiosos era de un alto y sus paredes de cal ycanto con techo de madera y tejas. después de este incendio la iglesia no volvióa reedificarse. Sí en cambio las celdas del claustro, o al menos parcialmente, y lacapilla, que se hizo de mayor tamaño que la anterior y fue usada a partir deentonces para el servicio del culto en sustitución de la antigua iglesia.

El «arco chato» de la nave de la iglesia de Santo Domingo. Fotografía de E. Muybridge, año 1875.

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al igual que otras iglesias construidas por la orden dominica en Colombia,la nuestra es de una sola nave con capillas laterales. en la fachada se observa acada lado del vano central dos cuerpos con columna pareadas en el primero ypilastra en el segundo, con tres ventanas de iluminación al coro. Su vano de in-greso muestra una arcaizante solución manierista delimitando su acceso con pi-lastra y un arco de medio punto en el intradós del claro principal. un gran óculo,casi suspendido en el vacío, sirve de coronación al frontis.

Característica de la fachada son sus pilastras de ladrillos y sus estrechas hor-nacinas. particular interés ofrece el arco notablemente rebajado que servía deapoyo al coro. por haber sorteado con éxito la prueba de los siglos y por su sin-gularidad en la arquitectura local, ha dado lugar a pintorescas leyendas. Lla-mado popularmente «arco Chato», ha sido durante siglos reconocido como elelemento más representativo del convento, al punto de habérsele dado el nombrede «arco Chato» a este conjunto arquitectónico36.

pero los días de gloria de los dominicos no tardarían en ser cosa del pasado.La orden decayó notablemente en la segunda mitad del siglo XVIII al compásde la general decadencia de la ciudad, y de la postración comercial característicade ese período.

Hacia 1790 la congregación solo contaba con dos religiosos y el culto se re-alizaba en su pequeña capilla, hoy Museo de arte religioso Colonial. en 1803 lamisma capilla se encontraba muy maltratada y la celda en ruinas. La ordenhabía quedado reducida a un solitario fraile anciano37.

Fotografía del interior de la iglesia de Santo Dominto, por E. Muybridge, año1875.

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1490 X Los edificios religiosos en la Nueva Panamá

La iglesia y convento de San Francisco

pese a las pérdidas que sufrieron a manos de los piratas en 1671, los fran-ciscanos no tardaron en recuperarse. en 1691 el número de frailes se había ele-vado a entre diez y doce. a la razón, en la ciudad de panamá los religiososvarones de las distintas órdenes –agustinos, mercedarios, dominicos, juaninos,franciscanos y jesuitas–, sumaban entre 55 y 59. Los franciscanos eran solo igua-lados por los dominicos y ligeramente superados por los mercedarios. Las mon-jas concepcionistas sumaban 36 de velo negro y cinco de velo blanco o hermanaslegas.

Hacia 1710, la orden dominica parece haber sobrepujado a las demás, al au-mentar el número de frailes a 23. pero a medida que avanzó el siglo la mayoríade las Órdenes fue decayendo, disminuyéndose notablemente el número de frai-les. en 1767 los jesuitas fueron expulsados por decreto de Carlos III. Las monjasde La Concepción, que en 1776 contaban 20 de velo negro y once de velo blanco,habían quedado reducidas en 1794 a 6 y 9, respectivamente, mientras que en1803 eran solo siete de las primeras y cinco de las últimas.

ninguna de las Órdenes restantes alcanzaba en 1794 a diez religiosos, salvola de San Francisco, que parece ser la única que logra sortear con éxito la crisisdel siglo sin duda debido a las funciones misionales que se le asignan según

Iglesia de San Francisco. Fotografíade E. Muybridge, año 1875.

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ahora veremos. en 1794 cuenta con 14 frailes y entre cuatro y cinco legos. alfundarse la nueva panamá en 1673, los franciscanos escogieron un sitio frentea la bahía para edificar su iglesia y monasterio. Limitaba por el norte y el este,con las explanadas del baluarte que llevó su nombre; por el sur con la calle deSan gerónimo y por el oeste con la calle de San Francisco. por lo espaciosa ypor su ventajosa posición, tal vez fue la construcción religiosa más importanteque se erigió en la nueva ciudad. Se incendió como la mayor parte de los edi-ficios urbanos en la célebre conflagración de 1737. pero su reedificación no sehizo esperar.

en un plano de la ciudad, fechado en 1749, se muestra el gran solar de SanFrancisco ocupado por varios cuerpos edilicios: la gran planta de su iglesia detres naves ritmadas por cinco pares de columnas. un amplio claustro por pi-cado y lo que tiene todas las trazas de ser una iglesia menor o capilla, que hurtaespacio al claustro y mira de frente al atrio, el cual parece compartir con la igle-sia principal disposición que evoca con fuerza el modelo de Santo domingosituado a escasas cuadras de distancias. el convento volvió a incendiarse du-rante el «Fuego Chico» que asoló la ciudad en 1756. Sin embargo, hacia 1761,según el testimonio del obispo Manuel Moreno y Hoyo, las ruinas del conventoy de su templo habían sido en parte restauradas y el primero dotado de nuevashabitaciones.

durante los siglos XVI y XVII la labor misionera realizada entre los indíge-nas panameños había sido compartida por los dominicos, los mercedarios, losjesuitas, los agustinos y los franciscanos. pero a partir de 1766, al establecerse lapropaganda Fide, con sede en guatemala, y encargarse a los franciscanos la «re-ducción» de los «indios fieles de la provincia de Chiriquí», toda la región occi-dental del Istmo quedó bajo el cuidado misional de la orden. a partir de esafecha hasta 1775, fueron fundadas cinco reducciones: tres en la jurisdicción dealanje, nombradas San Francisco de dolega, nuestra Señora de los Ángeles degualaca y Santo domingo de Canguina; y dos en la de los remedios, a saber,San antonio del guaymí y San Buena Ventura de las palmas.

en 1783, por real Cédula expedida el 30 de octubre se fundó a cargo de lospadres franciscanos un colegio de propaganda en el convento mismo, que antesocupaba en panamá los padres de la misma observancia dependientes de la pro-vincia. Hasta 1790 y 1796 había ocho misioneros en cinco pueblos de reducción:San Buena Ventura de las palmas, San Josef de tolé, San antonio de guaymí,nuestra Señora de los Ángeles de gualaca y nuestro padre San Francisco dedolega; esto es, que de los cuatro existentes en 1775 había desaparecido Can-guina y creádose otro, tolé.

en 1803, según la visita del obispo Manuel gonzález de acuña, de las reduc-ciones chiricanas solo quedaron 4 pueblos indígenas a cargo de los franciscanos:San Buena Ventura de las palmas, San Josef de tolé y el prado y San antonio.

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1492 X Los edificios religiosos en la Nueva Panamá

Hacia 1821, en víspera de la separación de panamá de españa y en vista deque el Congreso republicano reunido en Cúcuta, Colombia, expidió una ley su-primiendo en la nación con todos los conventos que no contasen como mínimoocho religiosos en misa, los franciscanos que seguramente habían previsto la se-paración istmeña, antes de verse expulsados, optaron por extrañarse volunta-riamente, dejando abandonado el monasterio. de esta manera, al realizarse laindependencia de 28 de noviembre de 1821, y la consecuencia anexión a Colom-bia, el gobierno del Istmo adhirió las disposiciones de Cúcuta expropiando yentrando en posesión del abandonado convento el cual fue de inmediato desti-nado al cuartel para alojar y entrenar el Batallón 1 del Istmo que luego combatiríaen ayacucho. el coronel de origen irlandés Francisco Burdett o’Connor, fue en-viado por Bolívar para formar militarmente a los jóvenes panameños que luegose batirían en los teatros de guerra del sur. o’Connor residió allí desde 1821 a1823. Fue en la sala capitular del convento, donde se celebró el Congreso anfic-tiónico convocado por Simón Bolívar en 1826.

Con posterioridad, el convento franciscano fue dedicado a hospital de ex-tranjeros y por último al funcionamiento de colegios y escuelas. allí estuvieronel Colegio nacional Balboa, la escuela Superior de Varones, la escuela San Fe-lipe, el Colegio La Salle, el Colegio San agustín y el Instituto Bolívar38. actual-mente el antiguo convento, tras su total remodelación, es sede del Ministerio derelaciones exteriores.

El oratorio de San Felipe Neri

el oratorio de San Felipe neri fue construido en 1688. Como se mencionóantes, su claustro sería originalmente hospital de sacerdotes, aunque este durósolo entre 1694 y 1697 tanto por falta de enfermos como de recursos. gozó desdetemprano de mucha devoción popular, y desempeñó varias veces funciones ca-tedralicias. pero el templo y su claustro fueron totalmente destruidos durante elincendio de 1737, que se inició casi enfrente, en su misma calle. el fuego de 1756volvió a causarle estragos irreparables. La iglesia permaneció en ruinas hastaque fue reconstruida en tiempos del obispo Manuel gonzález de acuña en laprimera década del siglo XIX.

Su portada está flanqueada por una torre situada al lado izquierdo, de trescuerpos, de chapitel piramidal tachonado con conchas de madre perla, y poruna espadaña al lado derecho. La iglesia tiene una sola nave de gran altura, consu púlpito de madera tallada en la pared de la epístola, un elevado arco toral,numerosas columnas de fuste estriado y capitel corintio. en sus gruesos murosse abren huecos profundos con arcos de medio punto para colocar los retablos.por una escalera en forma de caracol, se accede al coro y a un corredor que rodea

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la nave en su parte alta. el atrio de la iglesia se encuentra ocupado por una es-tructura que oculta gran parte de su portada original, aunque una reciente res-tauración ha permitido rescatar parte de la misma39. una conocida fotografíarealizada en 1875 por edward Muybridge mostraba el atrio tal como era en suestado original.

La Merced, San José y La Compañía

La falta de fuentes documentales dificulta mucho el estudio de la arquitec-tura religiosa. Las excavaciones arqueológicas o el estudio arquitectónico de lasruinas, permiten discernir sobre sus estructuras, sus dimensiones, algunas ca-racterísticas constructivas y materiales empleados, así como otros aspectos deeste tenor. Sin embargo, debido al fuego de 1671, a la implacable acción deltiempo y al proceso depredatorio que sufrieron desde el abandono de la ciudaden 1673, cuando las propias comunidades se fueron llevando piedra a piedraquicialeras, jambas, rafas, columnas, y casi cualquier cosa tallada en piedra quemereciera la pena desmantelar, en la actualidad apenas es posible figurarse losvalores arquitectónicos y estéticos que alguna vez tuvieron.

Oratorio de San Felipe Neri, cuando aún conservaba el atrio. Fotografía de E. Muybridge, año 1875.

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una excepción es la iglesia de La Merced, cuya portada fue trasladada com-pleta para colocarla en el templo mercedario de la nueva panamá. también cabemencionar el caso de la escalera de piedra de la catedral, que según la tradiciónfue colocada en la iglesia de Santa ana, en el arrabal de la nueva capital.

Ya mencioné que en 1677, según el obispo antonio de León en 1677, se gas-taron 14,000 pesos en el desmantelamiento de la catedral y de sus campanas,para trasladarlas a la nueva panamá40. Lo mismo había ocurrido con los mate-riales del convento de las concepcionistas41, y seguramente con todo lo que podíaaprovecharse para la construcción. era comprensible que así sucediera, ya quelos materiales de construcción, sobre todo los de cantería, eran sumamente cos-tosos y el transporte resultaba relativamente fácil y barato, pues bastaba con lle-varlo a la cercana orilla en marea alta, y transportarlo en canoas a la nuevapanamá, situada a pocos kilómetros de distancia.

Iglesia de La Merced, año 1881. Colección De Sablá,Autoridad del Canal de Panamá.

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Convento e iglesia de La Compañía de Jesús, cuando aún conservaba la portada del colegio. Foto-grafía de E. Muybridge, año 1875.

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de hecho, según el padre jesuita Bernardo recio, quien fue rector de LaCompañía en panamá de 1750 a 1760, las ruinas de panamá la Vieja llegaron aconvertirse en una suerte de cantera para abastecer de materiales de construc-ción a la nueva panamá, y todavía muy avanzado el siglo XVIII algunos ne-gros y mulatos seguían ganándose la vida arrancando piezas de cantería ydeshaciendo muros42. recio se encontraba en panamá cuando un tal ambrosiomurió aplastado por un «arco de ladrillo de bello calibre, de la iglesia y con-vento de San Francisco», que le cayó encima cuando trataba de deshacerlo apico. también recio visitaba con frecuencia las ruinas «por el fin que iban otrosmuchos vecinos, esto es, a sacar de sus ruinas materiales para las nuevas fá-bricas», ya que a la sazón él se encontraba construyendo la iglesia de La Com-pañía: «en cuya nueva iglesia estaba empeñado», escribe43. todavía entoncesse contemplaban

… unos edificios todavía tan altos y medio enteros; pues fuera de la iglesiamayor, que demostraba grandeza, y las casas de la ciudad, que ostentabanmagnificencia, veíase aquí en la iglesia de Santo domingo algunas pinturas,que adornaban todavía sus paredes; en la iglesia de monjas de La Concepción,un arco hermosísimo, y en unas y otras partes grandes rastros y reliquias de laantigua grandeza44.

en cuanto al mito del retablo mayor de San José –el llamado «altar de oro»–,que el vulgo desea suponer de «oro macizo» (!), y que se cree originario de pa-namá la Vieja, su factura barroca, característica de las primeras décadas del sigloXVIII, evidencia que fue realizado con mucha posterioridad a la destrucción dela ciudad, hipótesis que han sugerido especialistas como el historiador del arteHéctor Schenone45. de hecho, se ha propuesto como fecha de construcción la dé-cada de 1730, es decir, más de medio siglo después del ataque de Morgan. La le-yenda de los monjes josefinos afanándose por pintar de negro su altar doradopara que no lo robase el pirata, carece de fundamento y solo puede aceptarsecon indulgente benevolencia.

este retablo tiene dos cuerpos y tres calles, y está estructurado a base de co-lumnas salomónicas, acentuándose su rica decoración en su calle central. en laparte superior del retablo, destaca una gran corona sobre un angelote, flan-queada por retorcidas volutas, y a los extremos, sendas figuras de ramos dora-dos. Bajo la figura del angelote se observa un tondo o pintura circular con larepresentación del padre eterno en pigmento sobre tabla y que es contemporá-neo al retablo. Bajo este, se encuentra el nicho para el titular de la iglesia, SanJosé, pero su escultura carece de valor patrimonial.

en la isometría de la plaza Mayor por el ingeniero nicolás rodríguez de1748, este identifica la iglesia de San José con la letra «Q», junto a la cual escribe«recolección de San agustín». en lugar de la torre con chapitel piramidal ador-

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nado con madreperlas, como se observa hoy, se advierte allí una espadaña conveleta, lo que permite sugerir que la torre fue construida después de la fecha deeste dibujo.

Notas

1 El área del recinto amurallado no se ha establecido con la necesaria precisión. Omar Jaén,lo estima en 16 hectáreas («La ciudad de Panamá en el siglo XVIII. Propiedad y propietariosde intramuros en 1756», en Anales de Ciencias Humanas, número 2, Editorial Universitaria,Panamá, 1972, p. 8). Sin embargo el cálculo hecho a base de la cartografía de la época y uti-lizando sus correspondientes escalas o pitipiés (en toesas, varas castellanas, lumbres, etc.)puede llevarnos a 20.05 hectáreas (AGI Mapas y Planos, Panamá 84), a 23.6 hectáreas (Planode la ciudad de 1749 durante la administración de Alcedo y Herrera, AHNM, Consejos 20639)y a 22.6 hectáreas (Plano de la ciudad por Antonio de Arévalo, de 1791, Servicio HistóricoMilitar, Madrid, signatura 5,257 K.b-4-60). Desde Puerta de Tierra a Punta de Chiriquí medía125 lumbres o 522 metros y de ancho medía 92 lumbres o 384 metros.

2 «Acta de consagración de la catedral en 1796 por el obispo doctor Remigio de la Santa yOrtega». Cursivas mías. La fotocopia es reproducida por E. Castillero Reyes, en Breve historia,p. 35, y transcrita por Pedro Mega et al., op. cit., p. 215.

3 Para la historia del edificio, ver Mercedes Luisa Vidal Fraitts, La catedral de Panamá, primeraedición, Buenos Aires, 1955. Se han hecho reediciones en 1956 y 1992.

4 Lo cita Juan B. Sosa, op. cit., pp. 55-56, nota 2.5 Varias de estas Reales Cédulas, en AGI Panamá 271. 6 Ver AGI Panamá 101, 106 y 151.7 Sobra las obras arquitectónicas de Bejarano en Veraguas y Chiriquí, Alfredo Castillero Calvo,Conquista, evangelización, ya citado, pp. 388-389 (edición de 1995).

8 Ver Letters of Jenny White del Bal, Boston, Mass., 1866, quien tuvo que improvisar para la oca-sión un hospital en Santiago, en las casas de sus parientas políticas las Arosemena, Fábregay del Bal.

9 AGI Panamá 232.10 Para las estadísticas eclesiásticas, ver A. Castillero Calvo, Conquista..., ya citado, apéndices 8

y 10.11 Sobre esto trata por extenso A. Castillero Calvo, Conquista..., ya citado.12 Sobre la fundación del oratorio, carta del obispo al rey, de 28.I.1682, y otras sobre el tema

del mismo año, del Cabildo secular de Panamá y de los padres de La Compañía, en AGI Pa-namá 101.

13 AGI Panamá 28.14 Alfredo Castillero Calvo, Historia de dos casas coloniales y su entorno, Panamá, 1998, p. 55, yLa ciudad imaginada..., ya citada, p. 251.

15 Alfredo Castillero Calvo, en La ciudad imaginada..., ya citado, dedica un capítulo completo alos incendios que padeció la capital en los siglos XVIII y XIX.

16 Consulta del Consejo de Indias, Madrid, 8.VII.1758, AGI Panamá 107.17 J. A. Susto, op. cit., p. 101.18 «Relación de a visita practicada por el obispo de Panamá», remitida a su majestad el 15 de

febrero de 1775. Biblioteca del Palacio Real, Madrid, Colección M. J. de Ayala, Tomo LXXIII,signatura 2891. Entre corchetes, observación mía.

19 Ibidem.20 BPRM, Colección M. J. de Ayala, Tomo 67, signatura 2885.

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21 Ibidem. Subrayado mío.22 «Noticias relativas a la provincia y ciudad de Panamá», año 1790, autor anónimo, en BMNM,

Manuscritos, signatura 2136.23 «Informe del obispo de Panamá sobre la visita de su obispado y de su provincia de Chiriquí,

30.VII.1803», BAHM, Colección Mata Linares, tomo 70, folios 44-56; también en AGI Panamá,294.

24 Ibidem. Entre corchetes, aclaración mía.25 Ibidem. En 1778 se estableció en Panamá la renta y fábrica de aguardientes, cuya adminis-

tración era monopolizada por el Estado. Al principio se destinaba una pequeña cantidad delos beneficios para sostener el lazareto de Cartagena, pero una Real Cédula de 30 de juniode 1784 estableció que se diera al lazareto de Panamá «un cuartillo de real exigido en cadaazumbre de aguardiente». En 1791 se entregaron 328 pesos 2 reales a Manuel Lamela, parala «manutención de 4 y 5 lazarinos, reparar goteras y recorrer dicho hospital y otros gastos»,en virtud de junta celebrada en Panamá el 30 de enero de 1788. En 1792 se entregaron alhospital 653 pesos 5½ reales. Para las cuentas de la renta de aguardiente, AGI Panamá 343y 344.

26 Ibidem.27 AGI Panamá 248.28 J. A Susto, op. cit. p. 101 y AGI Panamá 271.29 «Noticias del istmo de Panamá», año 1812, BNM, Sección Manuscritos, signatura 2281.30 Estos dos informes en AGI Panamá 271. 31 Para el texto del virrey, carta al comandante general y gobernador de Panamá, Panamá,

9.IV.1812, AGNB, Sección Colonia, Real Hacienda, tomo 53, folios 452v-453.32 An Account of the late expedition against the Isthmus of Darien under the command of Sir GregorMcGregor..., Londres, 1821.

33 «Descripción sucinta....», ya citada, y Weatherhead, op. cit., sobre todo el apéndice.34 Weatherhead, op. cit., p. 134.35 Esta razón social se estableció en Burdeos el 20 de marzo de 1858. Los socios eran Jules Hue,

Thédore Lamarque y Pedro Nolasco Merino, natural de la ciudad de Panamá. 36 Desgraciadamente, semanas después de haber escrito estas líneas, el Arco Chato se vino al

suelo, resultado de la imprevisión, desidia e irresponsabilidad de las instituciones a cuyocargo está la custodia del Patrimonio Nacional.

37 Para la historia del convento dominico, Alfredo Castillero Calvo, El Casco Viejo de Panamá yel convento de Santo Domingo, Impresora de la Nación, Panamá, 1981.

38 Para la historia del convento franciscano, Alfredo Castillero Calvo, La iglesia de San Franciscoy la plaza Bolívar, Impresora de la Nación, Panamá, 1980.

39 Para una historia reciente de San Felipe, Manuelita Núñez Castillero, Apuntes históricos de laiglesia de San Felipe Neri, Panamá, 2003.

40 Lo cita Juan B. Sosa, op. cit., pp. 55-56, nota 2.41 Ibidem, nota 3.42 Compendiosa relación de la cristiandad de Quito, CSIC, Instituto Santo Toribio de Mogrovejo,

Madrid, MCMXLVII (121). 43 Ibidem (120).44 Ibidem.45 Jorge E. Horna, «Retablos barrocos en la ciudad de Panamá: Capilla de Santo Domingo y la

iglesia de San José», en Symposium Internazionale sul Barocco Latino Americano, Roma 21/24,Abril de 1980. Resúmenes, p. 16. Estoy en deuda con Alfredo Morales Martínez por esta in-formación.

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CapítuLo XXXII

Niveles de vida ypatrones alimentarios

Alfredo Castillero Calvo

Recuperación de la ganadería en el siglo XVII

el impacto de la crisis ganadera de 1590, a la que me referí en el capítulo IV,fue brutal. todavía 20 años más tarde, la alcaldía Mayor de natá no llegaba acontar la mitad del rebaño existente en 1590. para entonces, el ganado de panamásolo había recuperado poco más del 50% del nivel en que quedó tras la matanza.Sin embargo, desde la década de 1590 se había abierto un nuevo frente de colo-nización en el país hacia el oeste, luego de las fundaciones de remedios (1589),Montijo (1590) y alanje (1591), despejándole a la ganadería un nuevo espacio deexpansión.

Hacia 1609, la provincia de Veragua –que antes de la crisis de 1590 prácti-camente no contaba en el mercado– tenía en conjunto 23,100 cabezas de vacu-nos, y todo el país un total de 111,600 cabezas1. era comprensible que laganadería del Interior siguiera presionando sobre el mercado de la capital a laespera de una oportunidad para conquistarlo. Sobre este tema no quedan trazasdocumen tales conocidas, aunque me atrevo a sugerir que esta brecha aparecióa partir de 1611 cuando, tras los ataques de los indios cunas a pacora y Chepo(la zona de expansión por excelencia del hinterland capitalino), se inició en esteterritorio el repliegue de la ganadería vacuna. en efecto, a causa de la amenazade los cunas, cada vez más agresivos y que no cesaría a lo largo de todo el pe-ríodo colonial, el frente oriental dejó ser un territorio de expansión agrícola-ganadero y, al desaparecer este, debió ser necesario buscar nuevas áreas paralos cultivos y crianzas.

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una evidencia de esto último parece sugerirlo el hecho de que, según diegoruiz de Campos, el tráfico de ganado en pie del Interior hacia la capital era yarutinario para 1631 –aunque en pequeña escala–, mientras que por mar eran fre-cuentes los embarques de sebo de res y manteca de cerdo, sobre todo desde Chi-riquí2. Como quiera que sea, esto no significa que los ganaderos del Interiorrepresentaran una competencia de cuidado y fueran a arrebatarles a los produc-tores de panamá el mercado capitalino. de hecho, el mercado de la carne de lacapital siguió en manos de los productores de su hinterland próximo: hasta el findel período colonial, y gracias a su influencia en el Cabildo, fueron ellos quienescontrolaron las ventas en las carnicerías y fijaron los precios, lo que era indepen-diente de que esto lo hicieran con ganado propio o con el que introducían porsu cuenta desde el Interior.

La matanza masiva de ganado en 1590 produjo un cambio signifi cativo enla escala de precios, mejorando el atractivo del mercado ganadero. La arroba decarne de vaca puesta en las carnicerías se elevó ese mismo año a 2.5 reales. elmismo precio se mantenía para la carne de vaca en 1607, en tanto que la ternerase pagaba a entre 4 y 6 reales. por otra parte, el ganado en pie se vendía a entre18 y 22 reales. Con ligeras variantes, aun que con una leve tendencia a aumentar,estos precios se mantuvieron hasta la década de 1640, cuando se produjo unanueva crisis en la gana-dería. Los documentosno son muy claros sobreesta crisis, aunque sugie-ren que para esas fechasel ganado de la juris dic-ción de panamá empe-zaba a escasear cada vezmás. en parte, como yahe sugerido, porque lazona de expansión natu-ral de la ganadería –esdecir, hacia el este, a par-tir de Chepo– se habíaconvertido desde 1611en tierra de frontera, añoen el que se produjo elprimer ataque de los in-dios cunas, y a partir deenton- ces los criadoresvivían bajo el temor per-manen-te de nuevos ata-ques indígenas; en parte

1500 X Niveles de vida y patrones alimentarios

Crecimiento demográfico de la poblacióny la ganadería bovina

50

100

18001750170016501600 Años

Índice (100)

Población:1575

Ganado:1590

Habitantes

150

200

300

400

600

800

Ganado

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también debido al agotamiento de los suelos en las zonas más cercanas a la ca-pital. pero también, y tal vez sobre todo, por la falta de brazos tras la suspensiónde la trata negrera, luego de que portugal (el gran abastecedor de esclavos) seseparase de españa en 1640.

Lo cierto es que panamá tuvo que recurrir de manera creciente a los hatosdel Interior, sobre todo en la alcaldía Mayor de natá, que era la zona ganaderamás cercana. Los años de sequías prolongadas agravaban esta situación de de-pendencia. así se puso de manifiesto varias veces a lo largo de la década de 1640.en la primera de estas sequías –la de 1642– las autoridades enviaron por socorroal Interior, y se conservan noticias detalladas de las gestiones que hizo el oidorSandoval y guzmán por obtener ganado de penonomé. pero esta diligencia fra-casó. penonomé era una comunidad indígena fundada a fines del XVI y desdeentonces sus pobladores se habían dedicado a criar ganado, aunque con pocoéxito, pues el ganado con que los dotó el gobierno para la fundación –y quellegó a contar hasta 1,500 cabezas–, no cesó de disminuir, aunque no sabemos sipor falta de experiencia –ya que era la primera vez que los indios se dedicabana este tipo de actividad–, si debido a fenómenos naturales, o si ocurrió sencilla-mente que los indios empe zaron a tomarle gusto a la carne vacuna y consumie-ron sus hatos más rápido de lo que se reprodu cían3.

Como era de esperarse, subieron los precios de la capital, aumentando enmedio real la arroba de carne fresca. Con todo, la posibilidad de obtener ganadosbaratos en natá y Los Santos salvó en parte la situación. de hecho, hay razonespara creer que la crisis se limitó a panamá, sin afectar el resto del país. es más,la caída de la producción ganadera de la zona próxima a la capital, debió servirde estímulo a la ganadería del Interior, sobre todo en la cercana alcaldía Mayorde natá, ya que, según las fuentes, mientras aquella se estancó en esta aumentó,incluso a un ritmo vigoroso, llegando en 1650 a representar el 80% de la gana-dería de todo el país. a su vez, la ganadería chiricana, centrada sobre todo enalanje, se multiplicó por dos entre 1609 y 1650. de modo que, pese al estanca-miento ganadero de la capital, la población ganadera de todo el país siguió cre-ciendo, aumentando en 10,000 cabezas en ocho años, cuando sumó 125,000 resesa mediados de siglo4. así, los panameños pudieron seguir sirviendo, como hastaentonces, abun dante carne en sus mesas y pagando por ella precios irrisorios,aun para el bolsillo de los más pobres.

para mediados del siglo XVII ya el ganado reinaba a todo lo ancho de lascampiñas del país y no tardaría en convertirse, tras la crisis agrícola que se pro-dujo para esas fechas, en el producto dominante –es más, con un dominio abso-luto– de todo el espacio rural de la colonia. un cálculo grosero sugiere que talvez el ganado ocupaba el 97% de la totalidad de las propiedades rústicas bajoexplotación. este cálculo lo hago a base del estimado de una hectárea por vacunoy a razón del rendimiento del maíz por unidad sembrada que, según las fuentescontemporáneas, era de unas 8.3 fanegas por hectárea (o a razón de 100 almudes

Nueva historia general de Panamá X 1501

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por cada almud sembrado –cantidad esta que, como sigue siéndolo hoy, se siem-bra por hectárea cuando se emplean técnicas tradicionales–, siendo cada fanegade 12 almudes).

para esos años, se producían en todo el país unas 20,000 fanegas de maíz, lacosecha agrícola más importante y la única para la que hay datos seriales, aun-que muy esporádicos. Si mis datos son correctos, tendríamos según esto, un cul-tivo de 2,400 hectáreas para todo el Istmo. Lo anterior no incluye la cosechallamada «de postrera» que, según datos de fechas posteriores, rendía a razón de10 por 1, en cuyo caso el área bajo cultivo ocuparía menos de 2,400 hectáreas.pero la diferencia poco afecta mi cálculo, siendo aquella, como era, tan grandeentre las áreas de cultivos y las ganaderas. estas últimas, si aplicamos la medidade una hectárea por cabeza, como todavía se practica en nuestras campiñasdonde la explotación es extensiva, nos darían unas 125,000 hectáreas solo parael ganado existente en1650, lo que representaría el 98% de las áreas bajo explo-tación. en estos cálculos no entran en consideración los cultivos de arroz, frijolesy otros, que por supuesto distaban mucho de tener la importancia del maíz yque probablemente no ocupaban en conjunto 4,000 hectáreas; pero si era así, to-davía al rebaño ganadero le correspondería el 97% del hectareaje. estos cálculos,sobra decir, solo pretenden ofrecer un orden de magnitud, una mera aproxima-ción, pero sirven para figurarnos la enorme importancia que tenía el ganado, enun mundo cuyo paisaje dominaba, abrumadoramente, sobre todo lo demás.

Patrones alimenticios en los siglos XVI y XVII

en 1571, debido a la acumulación de quejas de los vecinos capitalinos porlos altos costos de los mantenimientos, la vivienda, los servicios y prácticamentecualquier cosa necesaria para la vida diaria, en contraste con otras partes del vi-rreinato, como Cuzco, Lima o Charcas, la audiencia ordenó hacer un informe afin de verificar lo que había de cierto en la materia. Se le encargó la tarea al al-calde ordinario Martín Barriga, quien presentó testigos, y el 18 de mayo de 1571rindió finalmente un informe sobre «la carestía de esta tierra». dado que su listadestaca los alimentos de consumo diario, constituye un buen referente para co-nocer la composición de la dieta durante esos años. para facilitar su lectura, re-cojo la información en el siguiente cuadro.

en 1575 se hizo otro informe del mismo tenor, titulado «alphabeto de lasmercaderías que se avalían [evalúan] en panamá venidas del perú y otras artes»,que elaboraron el tesorero tristán de Silva Campofrío y el contador agustín deHaro, y que complementa el listado de productos alimenticios consumidos enpanamá.

Como lo evidencia el cuadro anterior, la composición de la dieta refleja unaclara impronta peninsular. todavía no se menciona al plátano –que es un frutonativo–, el frijol «es comida de negros», la carne de vaca está prácticamente

1502 X Niveles de vida y patrones alimentarios

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Nueva historia general de Panamá X 1503

Alimentos de consumo diario en Panamá, año 1571(en pesos de 8 reales)

Alimento Precio unitario ordinario Precio de escasez yobservaciones

Harina de trigo Arroba: «precio ordinario un peso» A 12 y 15 realesPanecillo Ocho onzas, a medio real «Sale cada libra de pan en

un real»Gallina Una a 10 y 12 realesVino Arroba, «comúnmente a 5 y 6 pesos»Aceite Arroba, a 6 y 7 pesosPalomino Unidad, 5 y 6 realesTocino Uno, a seis y siete pesosQueso de oveja y cabras Uno, a dos pesosPescado Una libra, dos realesUn tollito (pollito) Uno a realHuevos Cuatro a realRes de vaca Unidad a real y medio «Habiendo tantas como hay»Ternera Arrelde (4 libras), a 2 reales un cuartilloMaíz Fanega, «de ordinario a 2 pesos y a 2½ «Y al presente vale 6 y

y a 3» 10 pesos e no se halla»Puerco Arrelde de puerco fresco, 5 y 6 reales «E si lo quisieren comprar en

pie cuesta 12, 15 y 20 pesoscada un puerco»

Mostaza Almud, «cuando se halla, 7 pesos y 8» «Y por menudo en un real demostaza no hay más de parauna vez»

Cabrito Cinco y seis pesosLechuga pequeña Medio realRábanos Cuatro a medio realCol pequeña «Que en una no hay para una olla,

medio real»Berenjenas Cinco a medio realNaranjas Cuatro: «cuando hay muchas un real» «E cuando hay pocas dos a

el real»Melón pequeño Cuatro a 6 reales y si es grande 8 y

10 realesEnsalada Una, tres y 4 realesGranada «Para enfermos, cuando se halla, 8 y

10 reales»Cebolletas Tres a medio real cuando hay muchasAjos «Dos cabezas cuando se halla, medio

real»Membrillo «Cuando vienen del Perú, 4 y 5 reales»Sal «Pedazo como el puño, medio real»Garbanzos Escudilla pequeña, un realFrijoles Una escudilla, un realEspecias «En un real de especias no hay

más de para guisar una vez»

Fuente: «Información hecha sobre la carestía de Tierra Firme», con autos empezados en Panamá el 18.II.1577 y con elinforme de Barriga, AGI Panamá 33.

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1504 X Niveles de vida y patrones alimentarios

Precios de alimentos en Panamá, año 1575(en pesos de 8 reales)

Producto alimenticio Precio unitario y observaciones

Azúcar Arroba a 4, 5, 6, 7, 8 y 9 pesos

Cabras 2 pesos cada una

Cacao Veinte pesos carga que son 24,000 granos

Frisoles «Que es comida de negros, 4 pesos hanega»

Gallinas «3½ reales, 4 y 5 reales cada una, que es el precio que comúnmentese vende cuando llegan los navíos porque vienen muy flacas de lamar y no se pueden comer en mucho tiempo hasta que las engordan»

Garbanzos 3½, 4 y 5 pesos la hanega

Harina 3½, 4 y 5 reales la arroba, «conforme a la falta o abundancia, al tiempoque llegan los navíos, y este es el precio que comúnmente vale decontado y muchos de ella venden a menos precio porque se dañaluego»

Maíz 8, 10 y 12 reales la hanega «la cual vale al presente a 5 reales por serla flota pequeña y hay mucha cantidad»

Miel de abejas «Que se trae de Nicaragua en cantidad, se avalúa a 4 y 5 pesos cadabotija»

Miel de caña Botija a 2 pesos o menos

Manteca de puerco Botijuela a 2 pesos

Maní «Que es fruta seca que se trae del Perú, 15 reales cada hanega»

Pasas «Que se traen de Perú a 6 y 7 y 10 pesos quintal conforme a la cantidad que de ellas hay»

Puercos 3, 4 y 5 pesos conforme al tamaño

Quesos de Guamanga 15 a 18 reales cada uno

Quesos de Quito 4 y 5 reales cada uno

Sardinas 6 pesos el millar

Sal «10, 12 y 15 reales la fanega el más subido precio y el más moderado8 reales»

Tocinos 1½ y 2 pesos cada uno

Tollos (pollos) 2 y 3 reales cada centenar

Bizcocho 5 y 6 pesos el quintal

Jamones 8 reales cada uno

Fuente: AGI Panamá 11.

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regalada, la gallina es un lujo. el maíz estaba barato ese año porque la feria habíasido pobre y la demanda de mulas para el transporte de mercancías fue reducida.Siendo que el principal consumidor del grano eran las mulas, había quedado unamplio excedente para el consumo humano, ya que la oferta del grano excedióa las demandas del mercado. otro ingrediente no peninsular que empieza a con-quistar los paladares panameños es el cacao, producto americano. pero apartedel maíz, el maní y el cacao, los restantes platos de consumo diario son de origenhispano, o pertenecen a las tradiciones gastronómicas peninsulares.

Los productos alimenticios que reseña la «descripción» de la audiencia de1607 nos indica ya el repertorio gastronómico que va imponiéndose en la mesadel panameño, como lo indica el cuadro que sigue.

Nueva historia general de Panamá X 1505

Precios de los alimentos en la ciudad de Panamásegún las «Descripciones», años 1607 y 1610

Productos

I. De PerúHarina

Pan

Frisoles

GarbanzosSalAceitunasAzúcarMiel de cañaConservas

II. De España Vino

III. LocalesMaíz

Arroz

VacaTernera

Precios

10 a 20 reales la arroba,«conforme a los tiempos»

12 onzas ½ real

6 pesos hanega

8 pesos hanega4 reales arroba4 patacones botija4 pesos arroba3 patacones la botija3 reales la libra

8 a 12 pesos la botija

10 a 20 reales hanega

3 pesos botija

2½ reales arroba 2 reales la arroba

Comentarios

«Vienen en abundancia necesaria [...]pero corrómpense muy en breve y sehacen muy dañosas a la salud, y algunasveces faltan del todo, con grande desco-modidad y carestía de la ciudad, porqueno ay pósito ni prevención alguna».«El pan tiene diferentes precios, segúnvale la harina».«Que son mayores y de diferente génerode los que se cogen en la tierra».

«El vino y otras cosas vienen de España».«Al tiempo de esta Relación se vendió álos doce [pesos]».

«Cuando falta pan se sustenta el pueblocon bollos de maíz y plátanos».«Se siembra a orilla de las ciénegas».Acude a más de ciento por uno. Se ex-portan 500 botijas anuales al Perú. Elúnico fruto exportable.«Desde Pascua de Resurrección a San Juan».«Desde Pascua de Resurrección a San Juan».

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La lista que da la audiencia es selectiva (como sin duda lo eran las de 1571y 1575), aunque incluye seguramente los productos de mayor consumo. Los pre-cios se mantienen igual de altos que cuarenta años antes. el abastecimiento deorigen peruano ya es dominante y ha desplazado el de origen español, salvo enel caso del vino, ya que el peruano seguía prohibido. también perú ha despla-zado a nicaragua. La participación de la nueva granada, a través de Cartagenay Buenaventura, todavía es insignificante. La producción local empieza a abrirseespacio, sobre todo con las carnes y diversos frutos de la tierra, aunque todavíael plátano y el maíz eran platos de pobres y se les servía poco en las mesas de laélite. Se observa, de todas formas, una creciente diversidad de opciones gastro-nómicas que en muchas partes de la propia españa no se encontraban o eraninaccesibles para el pobre, como la miel de caña y el azúcar, abundante y baratacarne de res, o las frutas tropicales. de hecho, probablemente el pobre encontrabaen panamá mejores opciones para variar su dieta que los súbditos residentes enla metrópoli.

Sin embargo, nunca faltan excepciones que sugieren otras preferencias mo-tivadas por razones puramente ético-religiosas. tratando de ilustrar la capacidad

1506 X Niveles de vida y patrones alimentarios

Productos Precios Comentarios

VacaTernera

Puerco PlátanosGuayabasAnonesAguacates

MameyesOtras frutas y hortalizas

IV. De CartagenaMameyes

V. De BuenaventuraAzúcar

Conservas

4 reales la arroba8 reales la arroba

10 por real20 por real4 por real2 por real

2 por real

4 reales unidades

«Desde San Juan hasta Carnestolendas».«La Cuaresma se pesa sola ternera a do-blado precio». «Vale más caro [que la carne de res]».

En la «Descripción» de 1607 dice porerror «guayacates».

«Se compran a precios menores, con-forme las posturas de los fieles ejecuto-res». Incluyen papayas, cocos, algarro-bos, ajonjolí, guavas, nísperos, caimitos,guanábanas.

«El azúcar y conservas que vienen de laBuenaventura, no son tales como las delPirú».

Continuación...

Fuente: «Descripción» de 1607, pp. 198-200; «Descripción» de 1610, pp. 96-97.

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de mortificación del padre jesuita Julio pesçe –natural de Benavente, Italia, quienejerce en panamá durante 40 años entre fines del XVI y principios del XVII–, sucorreligionario, el padre Mercado, nos dice que se sometía diariamente a una se-vera abstinencia. Como muestra de su excepcional templanza, se limitaba acomer «un poco de vaca cocida, sin verdura ni otro sainete de gusto y un plátanoasado». Cuando se servían platos opulentos en el refectorio del convento conocasión de alguna fiesta, «los dejaba de comer con disimulo». «Su ordinaria cenaera un plátano asado con un pedazo de pan». Cuando enfermaba y los médicosle aconsejaban comer pollo o gallina, rogaba que solo le diesen «por regalo unpedacillo de ternera». «no solamente aves, pero ni aun los huevos de ellas queríaque le comprasen para dárselos»5.

Se trataba obviamente de abstinencias inspiradas en criterios de valoraciónético-religiosa sobre lo que constituía un lujo o una privación dietética. deben,pues, interpretarse a tenor del ambiente espiritual de la época, pero también dentrodel contexto de la oferta de bienes materiales, según su abundancia y escasez. Laternera, como era abundante y barata, era considerada un plato común que cual-quier pobre podía consumir, de manera que no era un sacrificio privarse de ella.en cambio los pollos, las gallinas y los huevos eran estimados un verdadero lujo.

Nueva historia general de Panamá X 1507

LEYENDA

Cada punto ( ) equivale a mil (1,000) reses.

San Francisco

Santiago

Atalaya

La Mesa

Remedios

BoquerónBugaba

Alanje DavidSan Félix

Mar Caribe

Océano Pací�co

N

Población ganadera en Chiriquí y Veraguas en 1756

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escaseaban y eran caros. en cuanto al plátano, dado que era considerado un platode pobres, tal vez el padre pesçe lo incluía en su dieta cotidiana precisamente poreso, y de esa manera lo consumía como un acto de abstinencia y mortificación.Como se sabe, el plátano asado es la forma más expedita y barata de prepararlo,siempre que esté algo maduro, ya que basta con echarlo a las brasas del fogón, contodo y cáscara, sin necesidad de adobarlo con sal u otro ingrediente. Con el calorde las brasas, en cosa de media hora o poco más, y dependiendo de su grado demadurez, queda listo para comer. el plátano frito, en cambio, sea maduro o verde,ya en forma de tajadas o «patacones» (que entonces no se llamaban así), requierede una olla o una sartén (que no todos los pobres tenían) y de abundante aceiteo manteca, que eran caros y escasos. de manera que el plátano maduro asado erala forma más económica de comerlo, y era más sano.

también los militares debían sufrir grandes privaciones, sobre todo si salíana alta mar en una expedición imprevista. así sucedió en 1616, cuando se apres-taban las fuerzas locales para hacerle frente al pirata holandés Joris von Spiel-bergen. La alimentación de la tropa estuvo reducida a «bizcocho y carne»6. peroesta dieta no debe sorprender. recordemos que el maíz requiere de una arduapreparación y ya elaborado se conserva mal, y que el plátano madura muy rá-pido, mientras que el bizcocho resiste mucho más tiempo y probablemente lacarne a que se refiere el texto es cecina o tasajo, que también resiste bastante sincorromperse. para una tropa o una marinería en movimiento, el bizcocho y lacarne en tasajo, o cecina, era lo mejor.

1508 X Niveles de vida y patrones alimentarios

Mar Caribe

Océano Pací�co

Bahía dePanamá

N

Panamá

Penonomé

RemediosAlanje

Natá

Los Santos

Portobelo

Chagres

Cruces Chepo

Pacora

ArraijánChorrera

Olá

CalobreAntón

SantamaríaParita

OcúLa Mesa

San FranciscoDavid

Cañazas

Las TablasPocrí

Santiago

CapiraChame

San Carlos

LEYENDA

Kilómetros

0 40 80 120

Cada punto ( ) equivale a mil reses

ChepoCruces y Gorgona

San Juan

Panamá Pacora

Ganadería en 1835

Parita

PedasíMacaracas

Las MinasPesé

Ocú Los Santos

Las TablasPocrí

Ganadería en 1817

Distribución de la ganadería en Panamá en 1790

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Hay que esperar a mediados de siglo para encontrar las primeras descrip-ciones documentadas y realmente satisfactorias sobre el consumo efectivo, o almenos previsto, para la soldadesca y para la población civil. La primera consti-tuye una ración para la marinería, los soldados y los forzados de un bergantínde guerra; la otra comprende el repertorio de platos de mesa a que podían aspi-rar los viajeros de la ruta de tránsito.

en 1651 se elaboran las ordenanzas que reglamentarían la ración alimen-ticia que habría de distribuirse entre los tripulantes, soldados, «chusma» y forza-dos del bergantín guardacostas recién construido en Cartagena para vigilar lascostas de portobelo. allí se detalla la ración que recibirían cuando estaban en tierrao cuando salían a navegar. Las ordenanzas incluyen algunas observaciones com-plementarias que explican la verdadera naturaleza de la dieta de entonces.

La ordenanza aclara que la anterior ración «se entiende estando embarcado,que estando en tierra y sea día de carne o de pescado, se le dará por la dicha ra-ción 4 reales cada día para el pan y el vino y 1½ peso por la ración de carne ypescado». es decir, que la dieta básica diaria en tierra era solo de pan y carne opescado. Más adelante aclara que si «faltaba la ración de pan se dará la mismade cazabe». Significativamente no se hace mención al maíz. pero esto debe atri-buirse a las complejidades de su preparación, y sobre todo a la dificultad de con-servarse ya preparado durante una expedición naval. era, sin duda, mucho máspráctico el bizcocho, que podía resistir semanas sin corromperse.

La ordenanza explica que cuando el bergantín salía al mar debía llevar parael «refresco de la infantería y chusma [...] 4 botijas de vino y 8 quesos, y para losenfermos 16 gallinas, 2 arrobas de conservas y la botica». La tripulación consistíaen 16 hombres, incluido su capitán o cabo con sueldo de 50 pesos de 8 al mes;un piloto práctico con 30 pesos mensuales; se pagaban 25 pesos mensuales, a unmaestre, un contramaestre, un condestable de la artillería y un oficial de calafate;para el despensero y el artillero, el sueldo era de 16 pesos mensuales cada uno;

Nueva historia general de Panamá X 1509

Raciones diarias para el personal del bergantín guardacostasde Portobelo, cuando estaba navegando, año 1651

Alimento Ración diaria Observaciones

Carne salada 1½ libra Cada díaBizcocho ½ libra DiarioCarne fresca 1 libraVino 1 botija al mesPescado salado ½ libra «El día de pescado»Pescado fresco 1 libra «El día de pescado»Aceite 2 onzasVinagre 2 onzas

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a cada uno de los 5 marineros se les pagaba 14 pesos mensuales y a los 6 grume-tes 10 pesos mensuales. todos debían alimentarse con la misma ración. para «elmanejo de los remos», el bergantín contaría con 56 «forzados», que consumiríanla misma ración que los demás «excepto la botija de vino al mes». el bergantíntendría también 30 infantes de guarnición. Su ración sería igual que para losotros, y además se les darían 6 botijas de vino al mes «para todos 30 y esto seentienda navegando»7. Sin tener nada de extraordinario, se hace evidente unenorme progreso si comparamos esta ración con la de 1616 que acabamos de ver.

La primera oferta real de platos de mesa para la población civil data de 1650,cuando se estableció un arancel de los alimentos y otros servicios que se ofrecíanen las ventas del camino transístmico. de hecho, el que ha llegado hasta nosotroses el arancel que el Cabildo de portobelo ordenó aplicar a Leonardo de andrada,dueño de la Venta de Boquerón, situada en su jurisdicción, pero puede legíti-mamente pensarse que el mismo arancel fue también aplicado a las otras ventasde la ruta transístmica. tiene el excepcional interés de incluir los platos que nor-malmente consumían los usuarios de la ruta, vale decir, cualquier vecino de laépoca.

La dieta hispana sigue predominando en 1650, pero es obvio que ya empie-zan a ingresar en la mesa otros platos criollos, como los plátanos, o platos mes-tizos, como «el queso de panamá», primera referencia conocida al queso blancode leche de vaca, todavía hoy tan popular. Las gallinas siguen siendo un lujoinalcanzable. el plátano era probablemente preparado para comer y puesto en

1510 X Niveles de vida y patrones alimentarios

La dieta del pasajero en la ruta Panamá-Portobelo, año 1650

Alimento Precio

Maíz Almud a 8 realesMiel Una medida, a realVino Una medida, a realGallina asada Unidad, a 24 realesPollo asado 12 reales«Pan de toda harina que pese ocho onzas» Unidad, un realBollos de maíz Dos, de a 12 onzas cada uno, un realBizcocho blanco Una libra, 4 realesAceitunas Doce, un realAceitunas manzanillas 16 por un real Queso de Panamá Una libra, 4 realesPlátanos Ocho por un realPlato de carne para una persona Un realPlato de pescado pequeño para una persona Un real

Fuente: «Luisa de Torres, dueña de la Venta de Pequení, con los arrieros y dueños de recuas de Panamá sobre que sepaguen a real por cada cabalgadura de las que posaren en dicha venta», AGI Escribanía de Cámara 452b, folio 506 a637. Nótese que el precio del plátano ha descendido en dos reales la decena respecto de 1610, lo que sugiere unamayor producción y consumo.

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la mesa de la venta, pues 30 años antes, cuando todavía no se había populari-zado, se vendía crudo en la capital a diez unidades por un real8. el maíz del cua-dro, vendido por almud, debe entenderse que es para el consumo mular. el deconsumo humano es obviamente el bollo, entonces mucho más grande que elactual, generalmente de unas doce pulgadas de largo y dos de diámetro. to-davía conservaba estas características en los campos de ocú hasta principiosdel siglo XX. de estos bollos gigantes hacían irrisión los santeños en sus «déci-mas», cuando los «manitos» llegaban a los pueblos para las patronales y otrasfiestas. La presencia del vino en medio de las selvas y las sabanas cálidas y hú-medas de la ruta transístmica, evidencia la persistencia de la tradición gastro-nómica heredada de la madre patria. una omisión sorprendente en las ventases el arroz, sobre todo porque se sabe que ya había una producción excedentariay que desde principios del siglo XVII se exportaba a perú.

nuevamente en1669, otra Memoria de alimentos, esta vez para la tropa re-gular del castillo de San Lorenzo del Chagre, nos indica la composición de ladieta básica. Consiste en «los bastimentos que son necesarios para el castillo deChagre para dos meses (noviembre y diciembre de 1669), en que hay 61 días, los51 de carne y los 10 de pescado para 169 plazas, los 65 españoles, 36 pardos,zambos, criollos, que están de socorro, 4 negros cimarrones y 47 naturales». Lasuma anterior resulta en 152 plazas, aunque otros textos reiteran la cifra de 169,que parece ser la correcta.

Se presentaron tres estimados de costos distintos, con variaciones insignifi-cantes en la cantidad de alimentos, pero con diferencias muy marcadas en losprecios. al proveedor y pagador capitán don pedro de Segura tuesta, encargadocomo su título indica, de suministrar los alimentos a la tropa, le salía la cuentaa 6,700 pesos 2 reales, mientras que el presidente Juan pérez de guzmán calculaba

Nueva historia general de Panamá X 1511

Años

1575

/80

1583

1590

1607

/10

1620

1626

1646

/50

1672

1689

/94

1694

/98

1698

/03

1704

/08

1708

/14

1714

/20

1742

1753

1754

1755

1790

Pesos de 8

3,000

2,500

2,000

1,500

1,000

500

0

Impuesto de carnicería en la ciudad de Panamá, años 1575-1790

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el costo en 3,990 pesos: la diferencia era del 40%. Lo que no tardó en señalar en pre-sidente como una flagrante defraudación a la real Hacienda. pero independiente-mente de la diferencia de precios de cada versión, permanece el hecho de que estastres listas incluyen los mismos productos y en casi idénticas cantidades, lo que in-dica un patrón básico para el consumo cotidiano de la población en general.

Como lo evidencia el cuadro anterior, la dieta de origen hispano sigue pre-valeciendo, aunque ahora es el maíz el que reina en la mesa. observemos porun momento las distribuciones. Cada botija de arroz contenía 50 libras, de ma-nera que durante los 51 días contabilizados, a cada soldado tocaba al día 5 onzasde este grano, pero como con la cocción el arroz «crece» hasta casi triplicar suvolumen, a cada uno le tocarían, según mis propias pruebas, alrededor de 14onzas diarias. aún más abundante es la ración de carne: a cada uno le corres-pondía una generosa porción diaria de una libra. La ración de pescado, cuandoera día de guardar, equivalía a 11.8 onzas diarias.

Veamos ahora la ración de maíz. una fanega de maíz pesa unas 300 libras ytiene 12 almudes, siendo estos de 25 libras. en el siglo XVII se calculaba que unalmud producía 26 bollos de dos pulgadas de diámetro y 12 pulgadas de largo,siendo cada bollo de unas 12 onzas. descontado el 2% «del desperdicio», de las218 fanegas quedaban unos 2,564 almudes, que rendirían 66,656 bollos. portanto, la ración diaria de maíz equivaldría a 6.5 bollos o 4.8 libras, o unas 1.6 li-bras por cada una de las tres comidas. La cantidad puede asombrarnos, pero en

1512 X Niveles de vida y patrones alimentarios

Dieta básica para los soldados del castillo del Chagre, año1669(según el estimado del presidente Juan Pérez de Guzmán, en pesos de 8 reales)

Alimento Unidades Precio unitario y observaciones

Maíz 218 fanegas 7 pesos «puesto en el castillo»Carne en cecina 172 arrobas, a 6 reales arroba 8 reales arrobaTasajo 172 arrobas 6 realesSal 51 arrobas 4 realesArroz 64 botijas 5 pesosManteca 53 botijas 7 pesosPescado salado 50 arrobas 5 pesosQuesos 93 de a dos por botija 12½ reales Frijoles 16½ costalillos 16 realesGarbanzos 16½ costalillos 4 realesVinagre 3 botijas 5 pesosAceite de Castilla 11 botijuelas 4 pesosSebo 5 quintales 6 pesosTabaco de Nicaragua 94 manojos 5 pesos 7 reales Tabaco de Cartagena 155 manojos 6 reales

Fuente: AGI Contaduría 1485A.

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aquella época se trataba de algo usual, igual que la ración cárnica. Si mis cálculosson correctos, el maíz y la carne constituían los grandes soportes de la dieta dia-ria, aunque el arroz ya ocupaba una posición importante.

La temprana y frecuente mención a los frijoles y su presencia en la dieta mi-litar, sugiere que el plato típico popular –todavía hoy vigente–, compuesto por«arroz, frijol y carne», ya se encontraba consolidado para aquellas fechas, y pro-bablemente desde mucho antes. Muy de lejos les seguían los demás alimentos.

no debe sorprender la persistencia de la dieta de origen hispano, y es evi-dente que no obstante el creciente progreso de los platos de origen local como elmaíz, los patrones tradicionales se resisten a ceder. resulta en efecto engañosala escasa presencia de la harina de trigo en las listas de alimentos de las raciones,ya que otras fuentes confirman su importancia en la dieta diaria. de hecho, que-dan numerosas certificaciones que evidencian los frecuentes embarques de ha-rinas que llegaban a panamá procedentes de los valles peruanos y aun denicaragua. en 1668, un embarque que arriba a la ciudad procedente de trujillo,perú, en la fragata San Antonio el Chico del capitán Francisco de Vega, transporta1,000 fanegas de harina y 50 fanegas de frijoles y garbanzos. Según la misma do-cumentación una fanega tenía 125 libras, de modo que la carga era, respectiva-mente, de 125,000 libras de harina y de 6,250 libras de frijoles y garbanzos. Setrataba, al parecer, de un cargamento para abastecer de emergencia a la pobla-ción panameña, en una de las frecuentes crisis alimentarias que padecía la ciu-dad durante esos años. La mayoría de la carga se depositó en la alhóndiga de eltaller9.

Se calculaba entonces que una arroba de 25 libras de harina producía 32.75libras de pan y a razón de 1 por 1.31. de esa manera, el cargamento de harinapodía rendir hasta 163,750 libras de pan. Si tomamos en cuenta que la pobla-ción era de unos 5,000 habitantes, la carga de harina suponía una dotación decasi onza y media de pan per cápita anual. Sin embargo, es casi seguro que lagran mayoría de la harina era consumida por las familias blancas, con lo queestas se aseguraban un ingrediente básico para perseverar en su dieta de origenhispano.

Sin embargo, cuando la situación era de crisis extrema se recurría a lo quebuenamente se podía conseguir. así sucedió en 1671 cuando Morgan atacó pa-namá y portobelo se encontraba mal provisto de vituallas. Ya la fortaleza de SanLorenzo del Chagre había caído en manos del pirata, y los portobeleños espera-ban en cualquier momento un ataque directo, como el que habían sufrido en1668. La artillería de sus fuertes estaba lista para ofrecer un fiero combate, y laguarnición junto con los vecinos, se preparaban para resistir, pero se necesitabanalimentos con urgencia. Se envió un navío de aviso a Cartagena pidiendo auxilio,y de inmediato su gobernador, pedro de ulloa, fletó un cargamento de carne sa-lada, pescado en sal, cazabe, arroz y miel, que pudo llegar a su destino sin caeren manos de los invasores10. Lo que ilustra, no solo la endémica dependencia

Nueva historia general de Panamá X 1513

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alimentaria de portobelo respecto de la vecina Cartagena, sino también la per-vivencia de patrones dietéticos donde, no obstante las evidencias de mestizajegastronómico, continúan predominando los ingredientes de origen europeo: lacarne salada de ganado vacuno, el arroz y la miel, que era seguramente de cañade azúcar; solo el cazabe era de origen americano.

durante las graves carestías que se padecieron después del ataque de Mor-gan entre 1671 y 1673, se enviaban de los valles peruanos a panamá sobre todoharinas, garbanzos, frijoles, vino, jabón y lana, como las que llevaba el falso her-mano gonzalo de la Madre de dios en el galeón La Naval, de don Juan de oria-muno guillán, en el mismo viaje que iban de regreso las monjas de LaConcepción, y que en un acto de codicia muy criticado, el hermano guardó enel «lavatorio del convento de La Merced», para luego especular con su venta aprecios subidos. Cuando el mayordomo del convento, alférez Juan Hidalgo Bal-sera, fue a visitarle al sitio del ancón, donde se había instalado, gonzalo le con-vidó a almorzar. Se colocaron en la mesa, para los dos únicos comensales, «dosgallinas con más abundancia de comida, vino y dulces». así lo declaró Hidalgoen la sumaria que se levantó contra el hermano gonzalo, para de esa manerailustrar la buena vida que este llevaba. Hidalgo tenía la misión de reclamarleuna escritura de donación que había hecho una vecina de Lima a favor del con-vento, por lo que gonzalo no lo había sido recibido con agrado. pero al medio-día, mientras negociaban, se desató un torrencial aguacero, teniendo gonzaloque aceptar a Hidalgo en su mesa. Se trataba, pues, de una comida improvisaday rutinaria. Sin embargo, para el declarante aquello constituía un almuerzo opí-paro, aunque a la vez una comida que debía ser habitual en la dieta del hermanogonzalo11.

1514 X Niveles de vida y patrones alimentarios

Miles de calorías

Años

La escala es logarítmica100.0

50.0

20.0

10.0

5.0

2.0

1.0

0.5

0.21600 1650 1700 1750 1800 1850

Plátano

Carne

Arroz

Maíz

Pan

Calorías compradas con un real en la ciudad de Panamá, años 1545-1850Promedios de cada 50 años

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años más tarde, en 1717, la ración de los soldados en el fuerte del San Lo-renzo del Chagre evidencia una vez más la persistencia de la dieta hispánica. elcuadro que sigue, basado en la ingesta diaria del soldado, muestra además otroaspecto de su dieta, a saber, sus valores calóricos. en él se echa de menos el maíz,lo que sorprende. al igual que las demás raciones para soldados conocidas, tam-poco incluye frutas ni plátanos. en cambio, se ha introducido una menestra local,los frijoles. Las raciones de pescado y de arroz son similares a las 1669. La dietacorresponde a los «días de pescado», es decir, de guardar, de modo que para uncálculo de los «días de carne», basta buscar la equivalencia en la ración cárnica,que solía ser de una libra. Si mis cálculos son correctos, y si realmente se le dabaal soldado lo que se tenía previsto, la dotación de calorías diarias era más quesuficiente.

La crisis alimentaria del siglo XVII

durante el período colonial se producían con frecuencia períodos de esca-sez, a veces prolongados, que disparaban los precios de los alimentos hasta ni-veles intolerables, ya que la producción estaba muy expuesta a los caprichos delclima y las redes de abastecimiento eran muy precarias e inseguras, sobre todoen lugares como panamá, que dependía tanto del exterior. pero en ningún otroperíodo se sufrieron los efectos de la carestía como en el siglo XVII, sobre todoentre 1640 y 1673, que en una publicación reciente he calificado como La peor cri-sis del siglo XVII12. Como allí he tratado de explicar, este fenómeno se produjopor la convergencia de varios factores adversos. uno de los más graves fue la

Nueva historia general de Panamá X 1515

Alimentación de los soldados del fuerte de San Lorenzo, año 1717(«días de pescado»)

Alimentos Onzas DC DC DC Total diarias proteínas grasas carbohidratos calorías

Pan 20 257.0 100.0 1,515.6 1,872.6Pescado 12 230.0 21.6 251.6Arroz 4 35.2 7.2 382.4 424.8Queso 4 67.2 381.6 8.8 457.6Garbanzos 4 88.0 68.4 292.8 449.2Frijoles 4 105.6 18.0 291.2 414.8Miel (½ cuartillo) 4 1.6 3.6 203.3 208.4Manteca 2 535.0 535.0Aceite 1 270.0 270.0Vinagre 2 20.0 13.0 33.0Sal 1

Total 58 804.6 1,405.4 2,707.1 4,917.0Porcentaje 16.4 28.6 55.1 100.0

Nota: DC: Distribución de calorías.

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creciente escasez de esclavos (es decir, de mano de obra) tras la ruptura de por-tugal (entonces el abastecedor de esclavos del nuevo Mundo), que no empiezaa normalizarse hasta la trata esclavista de grillo y Lomelín a partir de1663 y1664. en medio de esta situación, ya bastante crítica, el año 1644 se incendió laciudad, perdiéndose virtualmente todas sus reservas de alimentos, lo que pro-dujo una severa escasez a la vez que un creciente encarecimiento de los alimen-tos. La ciudad carecía entonces de alhóndiga para depositar granos, y muyprobablemente fue debido a esta crisis que el gobierno dio los primeros pasospara construir la conocida con el nombre de el taller, a la orilla de playa prietay muy cerca de las Casas reales.

a todo lo anterior se agregó otro factor para empeorar mucho más las cosasy fue la decisión de los virreyes de perú, desde fines de la década de 1640, deprohibir la salida de embarcaciones de los valles peruanos con alimentos o mer-cancías para panamá varios meses antes de que se celebrasen las ferias de por-tobelo, con el pretexto de que de esa manera se evitaría la fuga de plata, entoncesuno de los problemas más serios que enfrentaba el virreinato. pero el resultadode esta medida, cuya eficacia no está probada, fue que panamá, que dependíasobre todo de las vituallas que le llegaban de las costas peruanas, quedaba pri-vada durante meses de alimentos básicos.

en 1650, cuando la crisis alimentaria tacaba fondo, el empresario local JuanVicencio Justiniano firmó un contrato con el presidente de Quito para abrir unaruta desde la costa del actual ecuador hasta esa capital, para bajar alimentoshacia panamá. Quito tenía productos más baratos y quedaba más cerca del Istmoque los valles peruanos. en 1654 Justiniano encontró una ruta que conectaba aQuito con el puerto de gorgonilla, desde donde se llegaba a panamá en solodoce días. pero el virrey Salvatierra también prohibió usar esta ruta. en los años

1516 X Niveles de vida y patrones alimentarios

Calorías diarias

Años

Cerdo

Res

Según el impuesto de carnicería

0

100

200

300

400

500

600

700

1607 1610 1626 1640 1645 1650 1672 1694 1698 1714 1720 1790 1803

Disponibilidad diaria de calorías cárnicas por habitanteen la ciudad de Panamá, años 1607-1803

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siguientes volvió a replantearse el uso de la ruta descubierta por Justiniano, peroesta nunca llegó a utilizarse de manera regular.

esta política restrictiva suponía que durante «siete u ocho meses», segúndicen algunos documentos, ningún barco podía llevar alimentos a panamá desdelas costas neogranadinas, del reino de Quito o de los valles peruanos. era unverdadero embargo que condenaba virtualmente al hambre a los panameños.

para empeorar aún más la situación, a partir de 1654, las ferias perdieronpara siempre su relativa regularidad anual, de modo que las prohibiciones delos virreyes, que se aplicaron de manera implacable y sin concesiones, tuvieronefectos aún más dañinos para la población panameña, que debía pasarse largastemporadas sin provisión de alimentos de su principal centro de abastos. Lasconsecuencias fueron devastadoras: los precios de los alimentos se dispararon,el hambre y la carestía se convirtieron en fenómenos endémicos, y empezaron apresentarse ocasionales episodios de pestes mortíferas que aniquilaron a granparte de la población.

Las peores epidemias de mediados de siglo se produjeron en 1645 y 1651.en este último año la peste arrasó con el 20% de la población urbana. el clérigopedro Burgos de paz dramatizaba en un párrafo la tragedia de ese año:

… era año de peste donde todo eran clamores y llantos por la multitud demuertos [...] gran temor con que todos andaban huyendo unos de otros conque terriblemen te se afligían [...] unos morían y enfermaban...13.

de hecho, uno de los efectos más graves de la crisis fue la dramática sangríaque se produjo en la población de la élite, cuyas familias se redujeron en la décadade 1640 de 500 a 300, y en este nivel se mantenían cuando se fundó la nueva ciudaden 1673, y aún muchos años después. Como efecto colateral, al disminuir los ve-cinos blancos, su peso específico en el proceso de mestizaje también disminuyó.

pero luego sobrevino la peor calamidad del siglo, el ataque de Morgan a pa-namá en 1671. además de las muertes causadas por la invasión y sus efectos co-laterales, durante los dos años siguientes, hasta 1673, cuando finalmente semudó la ciudad, se produjeron varios episodios de epidemias mortales que, enconjunto, ocasionaron la muerte de cerca de la mitad de la población urbana.Los dos cuadros que siguen muestran los precios que habían alcanzado los ali-mentos en dos momentos de la crisis.

angustiado por esta situación, el alférez y veinticuatro del Cabildo, pedro deSegura y tuesta, le describía así la situación al gobernador don diego de orozco:

Y en fin desde lo más necesario a lo menos todo está tan caro que ni el pobrese puede sustentar ni el rico puede suplir el gasto sin notable menoscabo desu caudal y todos los vecinos lo padecen costeando su sustento y de sus fami-lias al doble de lo que solían14.

Nueva historia general de Panamá X 1517

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pero el problema se agravó aún más en los años siguientes. Quejándose delos controles del virrey Salvatierra, el Cabildo capitalino denunciaba que los ve-cinos «perecen y mueren de hambre y todo el año padecen continuas enferme-dades y pestes», y que comían «los bastimentos podridos y dañados con queenferman y mueren muchos». es decir, hambre, enfermedades y muertes porcomer alimentos en estado de descomposición. Como consecuencia, precios su-bidos. en efecto, como era típico en estas crisis, ya que los bastimentos de afueraeran muy caros o no se encontraban, la presión se desvió hacia la producciónlocal, disparándose los precios del mercado interno.

aprovechándose de la situación, entraban en escena en primer lugar los«regatones» que viajaban «al sitio de Chame y las demás partes de donde setraen los géneros de la tierra, como son gallinas, pollos, puercos, cebo, carnesalada, velas que trajina el barco de Chame, y compran a los labradores y cria-dores que les traen». una vez en la ciudad, los regatones vendían sus produc-tos a elevados precios, duplicando o triplicando su valor. Lo mismo hacían los«negros ganadores» que revendían también a altos precios «el pescado, jabón,manteca, huevos, plátanos, garbanzo, frijol y las demás menestras de que or-dinariamente se sustenta esta república» para darle «jornal a sus amos». Comosus amos eran «vecinos ricos», «tiranizan la república», pero nadie se atrevíaa castigar sus abusos15.

aún más escandalosos fueron los abusos del presidente interino de la au-diencia, Luis de Losada Quiñones, quien en medio de la pandemia de 1651, de-tenía los barcos que llegaban al puerto para acaparar la carga y venderla aprecios triplicados, y prohibía que la harina se vendiese a menos que se le pagasea él por una licencia, lo que según fue denunciado, le reportó beneficios por 4,000pesos16. Las mismas malas prácticas ejerció en 1652 el sargento mayor de la plaza,Juan de Vargas Machuca, quien ordenaba a sus soldados retener los barcos conalimentos del Interior con «plátanos, gallinas y maíz y otras cosas», para admi-nistrarlos a voluntad.

1518 X Niveles de vida y patrones alimentarios

Precios de alimentos, años 1644-1646

Producto Precio anterior al incendio Precio en 8.XII.1646

Arroba de harina 6 hasta 10 reales «No baja de 12, siendo mala y no hay»

Vino 3 pesos y 4 «No baja de cinco hasta 7 pesos»

Gallinas 6 reales «valor ordinario» «12 reales y han subido a más los pollos»

Pollos 2½ y 3 reales 6 y 8 reales

Sal 4 reales (había bodegas enteras) «No se cobra menos que 8 reales la más barata y llega hasta 16 reales»

«Azúcar, habas, con- «Tienen precios subidos»servas y miniestras»

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Llama la atención en el cuadro anterior la omisión de la carne, lo que podríasugerir que esta no encareció, ya que la población vacuna y por tanto la provisiónde carne era ajena a la crisis general. por otras fuentes se sabe, sin embargo, quetambién encareció, aunque no mucho. en cambio, los precios del maíz, el arrozy la harina se habían multiplicado por 3 y 5 veces de su precio regular, alcan-zando hasta donde se los niveles más altos de todo el período colonial.

Niveles de vida y dieta cárnica

aparte los largos períodos de crisis, se observa, por otra parte, un procesoevolutivo, muy lento sin embargo, en los patrones dietéticos, que ya empiezana ser perceptibles desde fines del siglo XVII. este proceso se iría acentuando amedida que avanza el siglo siguiente y hará crisis probablemente desde media-dos del mismo. Las evidencias muestran con fuerza que ya para fines del sigloXVII la carne se va tornando más escasa y cara, y que el consumo cárnico se vareduciendo, si bien que todavía a un paso lento. Y es que los suelos de las zonasde vieja ocupación –panamá, natá, es decir, los antiguos graneros del reino– sehan ido agotando a la vez que valorizando, y de ahí el surgimiento de los pri-meros latifundios casi precipitadamente a fines del XVII y de manera progresivaa lo largo del XVIII, y la pugna concomitante por el espacio territorial entre lasélites.

en ese contexto antonio de echeverz y Subiza adquirió uno de los primeroslatifundios conocidos en panamá, y probablemente el más extenso en las cerca-nías de la capital. Según numerosas evidencias, echeverz fue probablemente elhombre más rico, influyente y poderoso que conoció el panamá colonial. Llegóal Istmo procedente del país vasco hacia el último cuarto del siglo XVII. Sus ne-gocios abarcaban la más diversa gama de actividades, aunque su principal

Nueva historia general de Panamá X 1519

Precios de alimentos en Panamá, año 1654(según el Cabildo secular)

Producto Valor «común» Precios de crisis

Arroba de harina 6, 7 y 8 reales «Más de 16, 18 y 20 reales»

Arroba de azúcar 26 y 30 reales «Sube de 56, 74, 80 y 96 reales»

Docena de cordobanes 10 y 12 pesos «Llega a valer 30, 35 y 45 pesos, y el año pasado 56 pesos»

Libra de conserva 2 y 2½ reales «Pasa de 6, 8 y 10 reales»

Hanega de maíz 20 y 24 reales «Sube a 100 y 120 reales»

Botija de arroz 26 a 30 reales «a lo sumo» «Sube de 64 reales»

Fuente: Súplica de la ciudad de Panamá al rey, con documentos de 1654, AGI Panamá 31.

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fuente de ingresos procedía del transporte y el comercio: poseía galeones parala travesía trasatlántica, recuas de mulas, chatas y bongos en el Chagre, casas dealquiler, almacenes y tiendas.

en 1710 ya su fortuna se calculaba en 800,000 pesos y para esos años pudofletar por sí solo la totalidad de la flota de galeones para la feria de portobelo.en el inventario de sus propiedades rurales de 1710, se registraron 4,509 reses,1,051 caballos, 64 ovejas y 189 mulas, distribuidos en 6 hatos y hatillos, al cui-dado de 48 negros, 6 negras y 12 niños, todos esclavos de su propiedad. estos

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Precio de la carneSalarioRelación entre precio y salario

Índice 100 = 1574Salario de un maestro carpintero

Precio de la carne y salario

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hatos quedaban en las cercanías de la capital, hacia el valle de pacora. en el hatode palo grande, en pacora, tenía 447 reses, 245 caballos, 64 ovejas y 115 mulas,que eran servidos por 2 hombres y una mujer. en los hatos de La piñuela y deBermejal tenía 3,081 reses, 791 caballos y 56 mulas, que hacían un total de 3,928bestias y atendían solo 7 hombres, o sea a razón de 561 animales por peón. en elhato de tapia, 3 negros le cuidaban 910 reses y 12 caballos17. La relación peón-ganado sugiere una crianza extensiva y sin grandes complicaciones, donde alganado prácticamente se le dejaba crecer solo.

Ya para mediados del siglo XVII, según mis cálculos, el consumo anual enla capital rondaba las 720,000 libras de carne vacuna en canal, lo que producíaentradas brutas a los ganaderos de unos 15,000 pesos. esta suma se repartía entrelos cuatro o cinco abastecedores u «obligados». no era, en apariencia, gran cosa,sobre todo si pensamos en las fortunas amasadas en otras actividades económi-cas, como el comercio, los transportes, el alquiler de casas, la minería o el buceode perlas, todas estas actividades típicas de las élites, como era también típicade esta clase la actividad ganadera. Sin embargo, los costos y riesgos en la gana-dería eran mínimos. Bastaba un puñado de peones, generalmente esclavos, paracuidar un gran hato de miles de reses y los gastos de mantenimiento eran casiinexistentes, como en el caso de las haciendas de echeverz. de hecho, era un ne-gocio seguro, y si no era el más productivo, dejaba a su propietario suficientesingresos para algo más que un buen vivir.

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Índice 100 = Ganadería 1590 ; precios 1574

Población ganadera en el istmo de Panamá y precios de la carneen la ciudad de Panamá, años 1564-1824

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a consecuencia del agotamiento de los suelos a fines del siglo XVII, parasatisfacer las demandas del mercado de la capital cada vez había que ir a buscarganado a lugares más distantes, al remoto Chiriquí sobre todo. pero este ganadollegaba enflaquecido y había que ponerlo a repastar en los muy desgastados sue-los vecinos a panamá, ya en manos de los poderosos. Lo que convierte el negociode la carne –al menos de cara al mercado de la capital y portobelo, es decir, losdos principales mercados del país– en un verdadero oligopolio, por lo menosdesde fines del siglo XVII, si es que no desde antes. resultado: mediocre abastode ganado, carne mala y sobre todo cara.

Sin embargo, el hábito de comer carne a dos carrillos y en cantidades quehoy nos parecerían excesivas y hasta groseras –una libra diaria era normal paraun adulto– había creado una forma mentis difícil de abandonar, y hasta la medidade una ración típica (que era, precisamente, de una libra al día per cápita) sehabía instalado en la mente popular como parte del bagaje cultural. Y aunquecara, y de hecho crecientemente cara, la carne seguía siendo la base de la alimen-tación del panameño y la dieta cárnica tan magnánima como la del europeo delsiglo XVI y antes.

algunas cifras lo comprueban. entre 1591 y 1642, como vimos, el precio dela arroba de carne de res de 25 libras se pagaba en la capital panameña a 2.5 re-ales, y una res en pie costaba entre 18 y 22 reales. a partir de 1643, luego de unacrisis coyuntural, el ganado en pie sube a 24 reales y la carne en canal a 3 reales

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Precios de la arroba de carne fresca y del ganado en pie enla jurisdicción de Panamá, años 1547-1822 (en reales)

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la arroba. todavía entonces y aun por mucho tiempo, la carne era un bien suma-mente barato y accesible a los sectores populares: para esas fechas, con un real –lasexta parte del jornal de un peón– podían comprarse unas 10,000 calorías cárnicas.Hoy, por la misma proporción salarial, solo se comprarían 0.13 onzas de carne, osea menos de 10 calorías cárnicas: 1,000 veces menos que en el siglo XVII.

La comparación entre las dos épocas resulta grotesca, pero sirve para des-tacar las realidades dietéticas también de dos épocas. de hecho, una libra decarne representaba en el siglo XVII el 0.1% del jornal; actualmente es el 30% delsalario diario de un peón. Se comprende que a un peón o a un soldado raso sele diese como parte de su salario una libra de carne al día, y que el consumo percápita en el siglo XVII fuese de alrededor de 7 a 8 onzas diarias.

Sin embargo, los precios fueron aumentando, lenta pero sostenidamente. afines del XVII ya el ganado en pie había ascendido a 64 reales, triplicando losniveles de comienzos de siglo. en tanto, la carne en canal se pagaba en las car-nicerías a entre 4.5 y 5 reales la arroba. Hacia mediados del siglo XVIII, el ganadoen pie ya se vende a 80 y a 96 reales, y a veces hasta a 112 y 120 reales. o sea,entre un peso de 8 reales y 15 pesos, según la escasez.

desde la década de 1750 la ganadería empezó a acusar claros signos de crisis,y hubo años como el de la gran sequía de 1754, cuando la escasez fue muy pro-longada y se generalizó el malestar popular: hasta hubo una tentativa de motínpara asaltar y robar la ciudad liderado por el joven zambo Casimiro Mena. Losprecios de la carne en canal, por supuesto, se dispararon. de 4.5 y 6 reales laarroba para mediados del siglo, se pasa primero a 8 reales hacia 1781, a 12 realesen 1784, a 12.5 reales en 1790. en 1807, el prior del hospital de San Juan de diosse quejaba de que antes la arroba de carne fresca se compraba a 5 y 6 reales y quepara entonces había subido a 14 reales. entretanto, en portobelo, que se abastecedesde panamá, la carne se paga a entre 14 y 16.5 reales la arroba desde 1766.

Sin embargo, esta escalada de precios no estuvo acompañada de un ascensoen los salarios; por el contrario, estos tendieron a bajar en términos no solo realessino también nominales, gracias a una fatal combinación entre estancamientode las actividades transitistas –base y motor de la economía panameña–, y au-mento de la disponibilidad de mano de obra; es decir, a la infeliz combinaciónde poco trabajo y demasiados brazos. en otras partes lo que ocurría era solo–o especialmente– que había más brazos, lo que abarataba el trabajo. en panamála situación fue peor porque además tampoco había trabajo.

pero dado que la carne era uno de los pilares de la dieta panameña –yo diríaque la base misma de la dieta popular y para comprobarlo bastaría examinar lostextos de los contemporáneos, como por ejemplo el del padre Franco18– pareceobvio tomar como referencia a la carne para el análisis del nivel de vida. (por lamisma razón, ese fue el criterio que siguió e. J. Hobsbwam en sus estudios sobreel nivel de vida británico para los años 1790-185019). pero lo que ocurrió no fueque los panameños dejaron de comer sus pantagruélicas raciones tradicionales,

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sino que cada vez era mayor la proporción de sus ingresos destinados a satisfacersus hábitos cárnicos. el aumento del precio de la carne no llevó al sacrificio delas dotaciones cárnicas, sino al sacrificio de otras cosas, aunque todavía no sa-bemos qué cosas.

pero también hubo otros cambios y cambios en los propios hábitos cárnicos,y es que en algún momento del siglo XVIII y debido al progresivo enrareci-miento del mercado ganadero, cada vez la capital empezó a consumir más carnede cerdo, que hasta entonces había ocupado un papel muy secundario. todavíaen 1717, si nos fiamos de diego de la Haya, prácticamente todo lo que se matabaera ganado mayor: unos 14 sacrificios diarios y una disponibilidad por habitantede 10.4 onzas20.

en 1790 los cambios ya son evidentes. en la capital, los sacrificios diariosde ganado vacuno varían de 6 a 14 unidades para una disponibilidad por habi-tante de unas 4.3 onzas. de ganado porcino se sacrifican entre 14 y 16 animalesal día para una disponibilidad de 3 onzas per cápita. total, 7.3 onzas de ambascarnes por panameño capitalino. Los niveles de consumo cárnico se mantienenpues casi como antaño, pero ya la carne no es la misma, ni los sabores21. Comoquiera que sea hay buenas razones para creer que en realidad fue el crecienteingreso al mercado de la carne porcina, lo que permitió salvar el vacío creadopor la descendente provisión de carne de res, es decir, que fue el cerdo el quepermitió que el panameño de fines de la Colonia pudiera conservar sus altos ín-dices de consumo cárnico.

pero esta solución tenía una seria desventaja: la carne porcina era muchomás cara que la de res. por eso es significativo que, no obstante ello, la poblaciónacepte el cambio, ya que de esa manera el sacrificio por mantener sus hábitoscarnívoros resultaba todavía más oneroso de lo que ya era. obviamente lo aceptaporque era más fácil el sacrificio de otras cosas que el sacrificio de sus irrefrena-bles costumbres alimenticias. porque, si cada vez ganaba menos por su trabajoy su alimento básico le costaba cada vez más caro, ¿no era de esperarse que sa-crificase otras necesidades? no sabemos cuáles, pero es obvio que hubo sacrifi-cios, es decir, que hubo un deterioro de la calidad de vida.

por otro lado hay evidencias, si bien todavía muy débiles, de que la orien-tación de la dieta cárnica hacia la vegetariana apenas empezaba a anunciarse afines de la Colonia. La dieta panameña no marcha al mismo compás históricoque la europea, que ya se ha declarado abiertamente vegetariana, renunciandoa su ancestral afición cárnica. Va rezagada y todavía no se resuelve a «moderni-zarse». Sin mencionar la resistencia al cambio que suelen ofrecer en cualquiersociedad los hábitos alimenticios –ni tener que repetir que la carne de cerdo con-tribuyó a nivelar el creciente déficit de la carne vacuna–, hay varias razones queexplican esta demora, y razones poderosas. pero tal vez la más poderosa era queaún entonces la carne seguía siendo, a igualdad de peso y calorías, el alimentomás barato de la plaza. en 1642, cuando la carne costaba muy poco, vale 13 veces

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menos que el mismo peso en pan de trigo; en 1717, pese a que la primera ha su-bido de precio, vale 6 veces menos que el pan; en 1766 vale 7 veces menos, y to-davía en 1790, cuando 8 onzas de pan valen un real, la carne, aunque nunca hasido tan cara, vale 4 veces menos por el mismo peso. Convertido lo anterior allenguaje de las calorías (82 para la onza de pan, 73 para la de carne), tenemosque en 1642 se compra por el mismo precio doce veces más carne que pan; en1715, 5 veces más; en 1766, seis veces más, y 3.6 veces más en 1790. Se comprendeque en la canasta familiar la carne ocupase la primacía.

pero también la carne aventajaba al maíz, y por la misma moneda rendíamás la primera que el segundo. por el mismo peso, la carne supera en más deldoble los valores calóricos del maíz en forma de bollo y es 6.4 veces más rica enproteínas que este. La mayor desventaja del maíz era la irregularidad del abas-tecimiento debido al erratismo de los precios. en contraste, el abasto de carneera regular y abundante y los precios solían mantenerse estables por largos pe-ríodos, gracias al sistema de las «obligaciones», esos contratos a que se obligabanlos abastecedores en los remates de comienzo de año, comprometiéndose a en-tregar la carne de res en los mataderos a un precio fijo.

todo dependía, por supuesto, de la bondad de las cosechas; es decir, quelos precios del maíz eran impredecibles, y en aquellas épocas la provisión de ali-mentos era mucho más dependiente de los caprichos del clima que ahora. enun año de buenas cosechas, un real de maíz podía representar lo mismo o el

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Precios de la carne en canal en Panamá y Portobelo,años 1564-1790 (en arrobas)

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doble en kilocalorías que lo que ese mismo real compraba por igual peso encarne. pero en los años malos la relación se invertía. en 1607, por ejemplo, lacarne y el maíz están prácticamente equiparados. en un año crítico, debido a lassequías y las malas cosechas, como en 1618, un real de carne supone cinco vecesmás calorías que un real de maíz. Y por una razón fácil de entender: el ganadoresiste mejor las sequías, y aunque tuviera muchas pérdidas a causa de un largoestiaje, resultaba difícil que el suministro de carne se agotara, ya que las reservasdel hato eran enormes (en 1618 tal vez de 7 a 8 reses por habitante), mientrasque una mala cosecha podía significar sencillamente quedarse sin granos quecomer. Solo en años muy buenos, como algunos de la década de 1570, en 1681,1729 o 1744, la ventaja era neta para el maíz, cuando se podían comprar hastacinco veces más kilocalorías por la misma moneda que lo que se lograba com-prando carne.

por otro lado, mientras que la carne vendida en las carnicerías se manteníaa un mismo precio a lo largo del año y era posible llevarla a la mesa práctica-mente sin interrupción cada día, (al menos en los centros poblados), los preciosdel maíz variaban sincopadamente de estación a estación y aun de semana ensemana, según la abundancia o carestía. era típica una diferencia de precios deuno a tres en un mismo año, o de uno a dos, y a veces las diferencias eran aúnmás extremas, si el precio era entre enero a junio, cuando el maíz estaba más es-caso, o si era entre julio y diciembre, es decir, cuando abundaba.

La situación descrita en el párrafo anterior seguía siendo esencialmente lamisma para fines del período colonial, y el dinero continuaba comprando máskilocalorías cárnicas por la misma suma, que kilocalorías de los dos grandes gra-nos de la dieta panameña.

El triunfo del plátano y la incorporacióndel Darién a la economía de abastos

tal vez el único alimento que en este sentido podía hacerle competencia ala carne era el plátano, que prácticamente crecía en cualquier rincón y se encon-traba en todos los patios: de los ricos y de los pobres. de hecho, todos los textoscoinciden en otorgarle una tremenda importancia en la dieta. Y con razón, puestenía todas las ventajas para suplantar a otros platos habituales de mesa cuandoestos faltaban, por ejemplo, los granos básicos. Su rendimiento por espacio ocu-pado es altísimo: de 20 a 50 veces más en porción alimenticia que el arroz o elmaíz: la producción de 8 o 10 matojos de plátano –lo que cabe en cualquier patiopequeño– representa en alimento tanto como una hectárea de cualquiera de losdos granos. pero además, el plátano suele ser más resistente a las adversidadesdel clima y, sobre todo, produce en cualquier tiempo, a lo largo de todo el año;de modo que literalmente desde el patio podía llevarse a diario directamente a

1526 X Niveles de vida y patrones alimentarios

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la mesa, sin faltar una sola vez si se quería. pero precisamente porque crecía pordoquier y porque su rendimiento por espacio ocupado era tan alto, es que suexplotación comercial ofrecía escaso atractivo y tenía pocas posibilidades de con-vertirse en la alternativa agrícola de la dieta.

Sin embargo, ya hemos visto en un cuadro anterior que para la primera dé-cada del siglo XVII era un plato común entre los sectores más populares, aunqueno para las élites, que lo rechazaban precisamente porque era un plato «de po-bres». Se explica este rechazo por razones culturales, ya que el plátano era des-conocido en la dieta tradicional de los españoles, que es la que se impone enpanamá por tratarse del pueblo conquistador. probablemente la élite no sentíala necesidad de producirlo, al menos no hasta muy avanzado el siglo XVII, deallí que fuese todavía muy caro a principios del siglo, cuando se da la primerareferencia conocida a su precio de venta en el mercado: entre 1607 y 1610 el cientovale 10 reales, lo que equivale a decir, en el lenguaje de las calorías, que un realcompraba entonces 5.5 veces más carne que plátano, y unas 19 veces más maíz;aun el arroz es más barato por las mismas calorías y solo el pan de trigo es máscaro que el plátano.

por otra parte, como la ciudad de panamá no tenía desde mediados del XVIotros habitantes que no fueran de origen europeo o africano, o mestizos de blan-cos, negros e indios, y ni los europeos ni los africanos conocían el plátano antesde viajar a américa, el plátano tardó algunos años –tal vez hasta un par de ge-neraciones– antes de que se adoptara como plato básico de la dieta y los colonoslo cultivaran de manera regular como cualquier otro vegetal. pero hay ciertasevidencias que sugieren un incremento de su cultivo a medida que avanza elsiglo XVII. a fines de este siglo, cuando se inicia un plan masivo de privatizaciónde tierras en torno a la capital, los platanares son una constante en los inventariosde las «composiciones». en muchos casos se trata de vecinos de reconocido cau-dal, clara muestra de que para entonces el cultivo del plátano era ya objeto decierto interés comercial, aunque por supuesto no a la escala de los granos básicos,y mucho menos de la ganadería vacuna.

aunque faltan datos fehacientes, hay buenas razones para creer que el plá-tano siguió ganando terreno de manera consistente a medida que avanza el sigloXVIII, y tal vez ya desde principios del siglo su precio iguala al de la carne encalorías compradas por la misma moneda, y debido, por un lado, al abarata-miento del plátano –lento, pero creciente– y por otro, al encarecimiento de lacarne. de cualquier forma, se sabe que ya para fines del período colonial, un realcompraba alrededor de 4 veces más calorías de plátano que calorías cárnicas,cuando el ciento de plátanos se vendía a 5 reales –la mitad del precio que en1607-1610–, y la carne se había encarecido a 12.5 reales la arroba, casi cinco vecesmás cara que en 1607-1610.

Sobre si el origen del plátano era africano, americano, o asiático hay un viejodebate. no creo necesario extenderme aquí en la discusión del asunto. Me limitaré

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a decir que, tras un estudio sistemático de gran cantidad de fuentes coloniales,muchas de ellas impresas, me inclino fuertemente a creer –y en esto compartolas opiniones expresadas desde los tiempos coloniales, como las ya bien conoci-das del inca garcilaso de la Vega, del jesuita Joseph de acosta, del jesuita ecua-toriano del XVIII Juan de Velasco y del propio alejandro de Humboldt, para solocitar a cuatro notables autores22–, que el plátano del que aquí hablo, es decir laMusa paradisiaca, o «plátano artón», es decir, el plátano de cocina, que en el tró-pico se asa o se fríe, es de origen americano, a diferencia del banano o guineo, oMusa sapientium, que es de origen africano.

en las primeras descripciones etnográficas de los indios cunas, es decir, lasde fray adrián de Santo tomás, escritas en la década de 1630, para dar solo unejemplo, ya el plátano es mencionado entre sus ritos ancestrales23. tratándosede un grupo que se mantuvo aislado de la Colonia hasta los primeros años delXVII, parece razonable suponer que si el plátano es parte de su mitología, es por-que ya lo conocían –y habían aprendido a apreciarlo en todo lo que valía– antesde que llegaran los europeos a américa. el inca garcilaso de la Vega, que naceen 1539 en perú, de madre indígena y se cría en los andes, dice explícitamente,tratando de las frutas americanas: «el primer lugar se debe dar al árbol y susfrutos que los españoles llaman plátano»24. refiriéndose a las plantas de origen

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Precios de la carne en América, años 1538-1799(carne en canal, por arrobas)

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americano, el padre acosta escribe: «pasando a plantas mayores, en el linaje deárboles el primero de Indias de quien es razón hablar, es el plátano». tras des-cribir la planta, su forma de cultivo y producción, agrega: «hácense bosques es-pesos de los platanares, y son de mucho provecho, porque es la fruta que másse usa en Indias, y es cuasi en todas ellas universal». recuerda que alonso deercilla había escrito, en el remoto Chile, varias páginas de La Araucana en hojassecas de plátano. Finalmente, distingue el plátano de Indias de «unos plátanospequeños y más delicados y blancos, que en La española llaman dominicos»,refiriéndose al parecer, al «guineo» o banano; también hace referencia de «otrosmás gruesos y recios, y colorados»25. Velasco es igualmente enfático en cuantoal origen americano de esta musácea y Humboldt, con su característica estilo, seexplaya prolijamente en el tema, citando las fuentes conocidas en su época y ela-borando sus propias conclusiones, basadas en las observaciones que hizo direc-tamente en américa.

el cronista Cieza de León, que escribe en la década de 1530, incluye al plá-tano entre los productos nativos, como lo eran las «piñas olorosas y plátanos,muchos y buenos, guayabas, caimitos, aguacates y otras frutas de las que suelehaber de la misma tierra»26. Se trata posiblemente de la referencia más tempranaa la presencia de esta musácea en panamá. en su gran poema épico Las armasantárticas, Juan de Miramontes y Zuázola, que estaba familiarizado con el centroy el este del Istmo por haber participado en las campañas militares que se libra-ron en ese territorio contra los piratas y los cimarrones en la década de 1570, es-cribe, refiriéndose a los frutos naturales de panamá:

despierta y satisface el apetitola piña, el aguacate y el zapote,el plátano, mamey, ovo, caimito,la papaya, la yuca y el camote,el coco, la guayaba y el palmito,la guaba, la ciruela, el ají y mote,frutos de aquesta fértil tierra propia,do esparció su abundancia el cornucopia27.

otra de las tempranas fuentes locales que menciona al plátano de maneraexplícita como fruto nativo es la «descripción de la ciudad de San phelipe deportobelo», de 1606-1607, escrita por pedro de Valencia28. en el apartado dedi-cado a describir las plantas de origen local dice:

Las de la tierra son, plátano, fruta sabrosa y de sustento.Antes de maduro lo comenen lugar de pan la gente de servicio cocido o asado. Maduro lo comen todos comofruta. es frío y ventoso y causa peligrosas enfermedades, mayormente a losnuevos en la tierra porque lo comen con exceso29.

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La aclaración que sigue no es menos relevante: «Hay otro plátano que llamande Guinea por haberse traído de allí a Cartagena, de donde después se trajo aquíhabrá cuatro años. este es fruta olorosa y suave, no se come sino maduro, y noes menos dañoso que el de la tierra, antes más frío y ventoso»30.

este «otro plátano» obviamente es el que llamamos en panamá popular-mente «guineo», es decir el banano, que el texto distingue claramente de «el dela tierra». el texto continúa con la guayaba, la papaya, las piñas, la guanábanalos aguacate, etc. pero hay más. en la «descripción» de la audiencia, de 1607,también en el renglón «de las frutas de la tierra», se lee: «De las frutas de la tierrala más importante y de que hay en abundancia es el plátano; es de mucho sustento;cómese crudo, cocido, asado y guisado»31.

no puede tomarse a la ligera la afirmación anterior de que se trata de «lamás importante y de que hay en abundancia». obviamente, se está refiriendo alplátano de cocina, con el que se hacen «patacones» y «tajaditas fritas», o «plátanoen tentación», en panamá, o «mofongo», «pionono», «tostones», «pastelón», o«serenata», en puerto rico. Inmediatamente después, el texto describe las «frutasde españa», de manera que para los autores no hay confusión. Más adelante, alreferirse a los precios de los alimentos, coloca nuevamente, junto a los «frutosde la tierra», a «los plátanos o plantanos»32. La «descripción corográfica» de 1610afirma prácticamente lo mismo: «La mejor fruta de la tierra es el plantano, de quehay copia. Cómese crudo, asado, cocido y guisado, y se hace bebida dél. es deplanta grande, aunque solo dura un año su árbol»33.

treinta años más tarde, requejo Salcedo insiste en la misma distinción delos dos frutos. Luego de destacar que «hay abundancia de plátanos, general-mente sustento de negros», aclara: «Dánse plátanos de Guinea, racimos hermosí-simos, dulces y sabrosos estando maduros en su sazón, que son pequeños, y losde la tierra suelen ser muy grandes, y asados con vino y azúcar son cordiales y noson dañosos; es la ordinaria cena o postre della (sic) de este lugar»34.

La diferencia entre los dos plátanos es obvia. el «de guinea» es pequeño ydulce, y se come crudo, «estando maduros en su sazón». el otro, el «de la tierra»,es «grande» y se come «asado», es decir, que era un plato de mesa, como le gus-taba al padre pesçe. tal vez esto explique por qué en el Brasil, al plátano se leconoce como «banana da terra».

tengo para mí que la tesis del plátano de origen africano se originó, por unaparte, con el empleo en españa del vocablo «plátano» para referirse al banano;por otro, al relato de oviedo sobre la introducción del «plátano» a américa (enrealidad a Santo domingo) por fray tomás de Berlanga. pero oviedo no diceque Berlanga lo trajo a panamá o lo llevó a otras partes de américa, si lo hizo. Ylo más importante: no distingue entre las dos Musas. Si aceptamos la versión deoviedo, esta debe entenderse como referente solo al banano, no al «plátano decocina».

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tanto la descripción de portobelo que acabo de citar, como la de requejoSalcedo, nos ofrecen una nueva versión: la del plátano de guinea, a juzgar porel texto, obviamente el «guineo» o banano, llevado de aquella región africana aCartagena. La vía de entrada era la obvia, ya que para aquella época Cartagenaera el único puerto autorizado para introducir esclavos de África. podemos fi-gurarnos no uno sino sucesivos y numerosos embarques procedentes de guineacon carga de la Musa sapientium. Sin pretender negar la autenticidad de la infor-mación que da oviedo, esta no debe interpretarse más allá de lo que el cronistaquiso decir. pero si no hay razón para dudar de su veracidad, tampoco la haypara dudar de las descripciones de panamá y portobelo de 1607 y 1606, respec-tivamente. no se trata de informantes ocasionales y de paso, sino de autores es-tablecidos en la región a los cuales la audiencia ha pedido que redacten estosimportantes informes –solicitados como se sabe, por el Consejo de Indias–, pre-cisamente por su conocimiento del país. eran seguramente los autores mejor do-cumentados que podían encontrarse localmente. ¿por qué iban a equivocarse enalgo que para ellos debía ser tan obvio? Creo que debe reabrirse el debate. Loshistoriadores trabajamos con documentos, que son nuestra materia prima, y lasevidencias documentales me inducen a creer que el plátano ya existía en américa(y en panamá) cuando llegaron los europeos. pero por supuesto se trata de soloun punto de partida.

Nueva historia general de Panamá X 1531

1610-30 1640-70 1680-90 1710-30 1780-90 1817-26 1836-39

Maestrode obras

Peón

Períodos

Porcentaje del salario{dieta básica)

0

10

20

30

40

50

5

15

25

35

45

Ración diaria de alimentos de un peón y un maestro de obrasPorcentaje del salario (dieta básica)

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durante varias generaciones, el prodigioso plátano había sido en panamáel complemento básico de la mesa del pobre –y cuando no había pan ni maíz,también el complemento de la mesa del rico–, y así permaneció hasta el fin de laColonia y aún más allá. pero se había mantenido siempre a la sombra de la carne,sin pretensiones, modestamente, como una simple guarnición de mesa, aceptadocon resignación y hasta con desprecio, como «comida de pobres», y así continuósin ninguna posibilidad de suplantar a la carne o de convertirse en una opciónviable para afrontar las crisis de subsistencias. en todo caso, su posibilidad comoopción para sustituir a la carne o compensar su falta, no habría empezado a pro-ducirse hasta el siglo XVIII, tal vez hasta la segunda mitad del siglo; al menosasí parece si nos atenemos a las escasas evidencias con que contamos.

en ese sentido tal vez resultó decisiva la creciente incorporación de la provin-cia del darién (o más bien el llamado darién del Sur) a la economía de abastos delpaís, un tema del que apenas empezamos ahora a saber algo. darién fue por ex-celencia la frontera, ya sea que se tratase de frontera militar, de misión o minera.pero una frontera movediza e inestable que no se decidía a afianzarse sobre lasáreas ocupadas; una frontera que se replegaba sobre sí misma o se abría y mudabaa otros horizontes a tenor de nuevos atractivos (los mineros sobre todo) o ante laspresiones de los enemigos –sobre todo los indios cunas, que jugaron un papel pro-tagónico en el escenario de la frontera, que no dieron tregua a la Colonia y que endefinitiva fueron los principales responsables de esa situación de frontera–; y unafrontera discontinua e interrumpida, cuyas piezas no estaban articuladas o solo

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Consumo diario per capita

Totales: 65 onzas y 3,005 calorías

Bollo demaíz

0Carne en

cecinaPlátanos

(dos)Mantecade cerdo

Miel decaña

Sal(sin calorías)

Calorías Onzas

200

400

600

800

1,000

1,200

0

Onzas Calorías

10

20

30

40

Componenetes básicos de la dieta popular en Panamá, años c. 1590-1848

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lo estaban precariamente, y que más parecían las islas de un archipiélago quelas líneas de avanzada de una ofensiva conquistadora, segura de su empuje einspirada en un plan preconcebido.

un territorio así, difícilmente podía articularse al conjunto del país, contri-buyendo a equilibrar su economía o aportando su cuota a la solución de los pro-blemas de abastos. todavía no se sabe en qué medida la explotación de losubérrimos minerales de Cana afectaron la economía panameña como conjunto;de todas formas, la actividad minera, que se inició hacia fines de la década de1670, tuvo que abandonarse del todo desde 1724 por la destrucción que ocasio-naron los cunas a los socavones de las minas del espíritu Santo de Cana.

pero el darién tenía un extraordinario potencial económico innegable: susvastos territorios selváticos eran prácticamente vírgenes y estaban a un paso depanamá, sobre todo por la vía marítima, ya que quedaban en el golfo cuyasaguas bañaban las playas de la capital y a la misma distancia que los grandescentros agrícolas panameños, como eran los de la alcaldía Mayor de natá, si-tuados al occidente del mismo golfo. Sin embargo, la situación permanente deguerra con los cunas impidió el desarrollo de una actividad agrícola estable ycapaz de integrarse a la economía del resto del país. no obstante, a partir de ladécada de 1760 la situación empezó a cambiar radicalmente.

a principios de la década se construyó el fuerte de Yaviza, pueblo recién fun-dado en una estratégica confluencia de ríos. La importancia de este emplaza-miento (y debido a ello fue que se trasladó allí la capital provincial), estribaba enque cortaba el paso natural que tradicionalmente habían usado los cunas paraasaltar los núcleos coloniales del darién del Sur (el real, Cana, Chapigana y otros).Según todas las evidencias, la eficacia de este fuerte se hizo sentir rápidamente, yhay razones para creer que desde entonces, por fin, la colonia darienita empezó aestabilizarse. Los pueblos que existían para esos años permanecieron para no desa-parecer jamás, a diferencia de lo que había venido ocurriendo hasta entonces.

Como resultado –y así lo prueban las fuentes–, la producción darienita,sobre todo de cacao y plátano, empezó a llegar a la capital de manera creciente.para la década de 1770, el real de Santa María, gracias a su estratégica posiciónen la confluencia de los ríos pirre y tuira, se había convertido en la capital co-mercial del darién y allí se congregaban las canoas y piraguas para el comerciocon panamá. una fuente asegura que de allí salían cada semana de 6 a 8 canoaso piraguas fletadas de alimentos para la capital. también esa fuente nos dice queel consumo de plátanos en la capital acabó por depender esencialmente de laproducción darienita35.

en conclusión, la apertura de este otro frente colonizador creó nuevas pers-pectivas para la economía de los abastos y, sobre todo, la capital pudo disponerde una nueva fuente de aprovisionamiento de plátanos. el darién contribuía deesa manera a asegurar las conquistas que iba logrando el plátano en la dieta delpanameño y probablemente lo hizo de manera decisiva.

Nueva historia general de Panamá X 1533

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La dieta básica a fines de la Colonia

tres citas de fines del período colonial, resumen la situación dietética pana-meña y nos servirán para concluir este apartado. La primera es del ya citadoduchet, que escribe en 1790:

El alimento común de la provincia es el plátano, el arroz, el tasajo y el maíz [...]las gentes acomodadas comen el pan de trigo, aunque sumamente caro, avesy otras carnes, pero el gasto general lo hacen los puercos. el consumo diariode carne de la ciudad está computado en dos reses vacunas frescas, 3 o 4 queentran de las provincias secas al sol de que hacen tasajo y otras muchas saladasque se venden en las carnicerías cuya cantidad es desigual pues llega desdeuna hasta 8 diarias [...]. además se consumen cada día 14 o 16 puercos desde3 a 5 arrobas, cantidad excesiva si se atiende al vecindario [panamá tenía en-tonces poco más de 7,000 habitantes36.

La segunda es del padre Juan Franco, también de 1790:

La cantidad de carne que acostumbran comer es muy excesiva comparada con elpoco pan, y la que en españa regularmente se gasta [...]. El alimento que regu-larmente usan es el maíz, plátanos y carne hecha tasajo [...] y de este mismo se man-tienen los mozos y esclavos de las haciendas, pero con la notable circunstanciaque la ración de carne se reparte por varas [...] y es tal la pasión que tienen poresta comida, que yo he visto sacarle a uno, después de muerto, el bocado quepor su ceguedad y la falta de fuerzas se le quedó atravesado37.

La última cita es de andrés Baleato, que escribe en 1817 y nos dice:

Los alimentos de primera necesidad para aquella plaza son (de los expresados ensu comercio interior) los artículos de arroz,maíz, plátanos y tasajo; y la mayor partede ellos se conducen tanto de la provincia de panamá como de la de Veragua[...] en las canoas proveedoras que los exportan por el río Santa María del golfode parita llevando todas las gallinas, huevos, frutas y manufacturas de antón[...] pero cuando por tiempos contrarios o por la debilidad de dichas embarca-ciones no pueden viajar con la frecuencia y cantidades necesarias al abasto delvecindario, viven sus siete octavas partes en la mayor estrechez y miseria. deaquí es que en llegado las canoas con los bastimentos se arrojan a ellas las gentescon ímpetu y alegría. nada se vende hasta que una de las autoridades de la ciu-dad establece el precio sin excepción de la más pequeña cosa [...] por cuya ope-ración [...] se puede inferir la necesidad de aquellos habitantes38.

pocas descripciones son tan elocuentes, sobre todo las del padre Franco yde andrés Baleato. tenemos, pues, en conclusión, que el pan es un lujo de ricos;

1534 X Niveles de vida y patrones alimentarios

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que la carne es el plato por excelencia y se devora sin mesura (por cierto, la varaque menciona Franco era de a libra, y solía ser la medida para las raciones delos soldados y los peones). La dieta básica la integran, además, los plátanos, elarroz y el maíz. Los demás son solo platos de complemento.

Ciertamente podría hablarse de una «cultura del tasajo» de res para toda laamérica tropical. en Centroamérica, Venezuela, Colombia, por doquier nos en-contramos referencias al consumo del tasajo en grandes cantidades durante laColonia y el siglo XIX. un caso típico era el interior de la nueva granada, comolo describe Medardo rivas en su obra de recuerdos de mediados del decimononoLos trabajadores de tierra caliente: «no se mataba entonces ganado en el lugar [serefiere a la Mesa de Juan díaz]: la carne que se consumía bajaba de la sabana encecina, o venía de neiva en forma de tasajo, en largas tiras muy angostas decarne seca, que se vendía por varas y por varas se distribuía en raciones». esdecir, una situación muy parecida a la de panamá39.

duchet señala, sin embargo, la tendencia dominante de la carne porcina, loque contrasta significativamente con el comentario de diego de la Haya, trescuartos de siglo antes, y según el cual la carne de res era entonces «el alimentomás gastable». también nos enteramos de que las otras dos grandes presenciasdominantes en la dieta son el maíz y el plátano, pero en un plano de sombra, enuna mesa donde el protagonismo lo acapara la carne. el arroz, que es mencio-nado por duchet, ya es un plato importante, pero todavía ocupa un lugar se-cundario al lado de los grandes platos tradicionales. Y entre las bebidas, porsupuesto, el chocolate, como en casi toda la américa, desde perú a México, quedomina plenamente como bebida de mesa y que todavía no cede ante el avanceirresistible del café, cuyos triunfos definitivos no se verán hasta tal vez mediadosdel siglo XIX. pero este es un tema que escapa a nuestra discusión40.

no obstante, también es significativo el mensaje de Baleato. tal vez no eranovedosa la gran inseguridad en las comunicaciones internas y de las que eratan dependiente la capital para su mantenimiento, pues siempre había sido así.Lo novedoso y lo que más llama la atención, es la necesidad de que se ejercierauna estricta vigilancia para que no faltaran el maíz y otros productos de primeranecesidad. pero esta obsesiva vigilancia solo demuestra que los abastos eran de-ficientes y que los alimentos escaseaban, y asimismo que, en las puertas de laindependencia, la tortura del hambre era una amenaza constante para los estó-magos panameños. Lo que, obviamente, no era una situación nueva.

La dieta del pobre

el panorama se aclara más cuando llegamos a la dieta del pobre, concre-tamente la que se administraba a los soldados, esclavos, zambos y menestero-sos que ingresaban como enfermos al hospital capitalino de San Sebastián,manejado por los frailes juaninos. entre 1807 y 1808 los hermanos del hospital

Nueva historia general de Panamá X 1535

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de San Sebastián, o de San Juan de dios, presentaron repetidas quejas por «elespantoso y nunca esperado precio que de seis años a esta parte se le da a todaclase de comestibles». La arroba de carne fresca de res comprada en la carnicería,que antes costaba entre 5 y 6 reales había subido a 14 reales. en sus «cuadernos»de gastos, entre octubre de 1806 y abril de 1807, se emplearon 657 pesos en carnefresca, para distribuir entre los 62 a 92 enfermos que eran atendidos por mes,con una media de 77 enfermos mensuales. Si aceptamos que se pagaba por laarroba 14 reales, con 657 pesos se habrían comprado alrededor de 375 arrobas,que distribuidas en siete meses entre 77 enfermos por mes, le correspondería acada uno 9.2 onzas de carne al día, lo que no estaba tan mal después de todo,pese a las protestas de los juaninos. pero no hay que olvidar que una libra era laración diaria típica de un esclavo, un peón o un soldado sanos. parte de la dietadiaria consistía en mazamorra de maíz nuevo, que los enfermos rechazaban por-que «les producía granos», prefiriendo la de maíz viejo, aunque es sabido quela que se hace con maíz nuevo tiene mejor sabor. La lista de gastos en alimentoscomprendía además de carne y maíz, pan, harina de trigo, huevos, plátanos,vino, arroz, manteca de puerco, gallinas, miel «para las diarias mazamorras»,azúcar, verduras, ajos, garbanzos, sal, rapaduras y leche, estas dos últimas pro-bablemente para las mazamorras. una partida incluye el «chicheme», la cono-cida bebida de maíz41. también se incluyen partidas para comprar «maíz paralas gallinas», lo que sugiere la existencia de un gallinero en el patio del hospital.pero en siete meses se gastaron 76 pesos y medio en huevos, lo que indica queestos debían ser comprados fuera, ya que las gallinas ponedoras no se bastabanpara las demandas del hospital.

Los enfermos no tenían lujos como la carne de cerdo, o el chocolate. La co-mida diaria tampoco contempla frutas. Las partidas correspondientes al vinoprobablemente eran para consumo de los frailes o para los oficios sacramentales.el gasto en arroz era de 60 pesos en seis meses, a razón de 10 pesos por mes.para aquellos años el precio de un quintal variaba entre 3.3 y 2.5 pesos, segúnsu abundancia o escasez, de manera que 10 pesos podían comprar entre unas300 y 400 libras, conforme a los precios del mercado. en el primer caso, el con-sumo per cápita del arroz crudo sería de 2 onzas diarias, o bien 4 onzas 7/8 yacocido, o unas 13 a 14 cucharadas. en el segundo caso, 2.8 onzas del crudo yunas 6.9 onzas cocido, lo que parece ser más realista si se consumía diariamente.otro plato que debía consumirse cotidianamente, aunque sin excesos, era el plá-tano: se gastaba una media de 20 reales por mes, cuando el ciento de plátanoscostaba 4½ reales, lo que hace 444 plátanos al mes. esto representaba un con-sumo diario per cápita de unas dos onzas, es decir, un pequeño trozo, o algunastajadas si era maduro.

por otra parte, el gasto en pan es considerable, con una media de 227 pesospor mes, muy superior incluso a lo gastado en carne. asumiendo que el precio de1807 era el mismo que en 1790, es decir, 8 onzas de pan por un real, con 227 pesos

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de 8 reales se comprarían 14,528 onzas de pan, que repartidas entre 77 enfermosdurante los 30 días del mes corresponderían a cada uno a razón de 6.2 onzasdiarias, o algo menos de una ración típica, ya que un pan pesaba 8 onzas. tododepende por supuesto de las variables que usemos, porque en un mes concreto–octubre de 1806–, cuando sabemos que había 62 enfermos, se gastaron 229½pesos en pan, que comprarían 14,696 onzas, correspondiéndole a cada enfermo8 onzas diarias. de hecho, desde tiempos inmemoriales se consideraba una ra-ción de pan la unidad con un peso de 8 onzas. pero cuando a los obreros ma-nuales, como carpinteros o canteros, se les calculaba la ración de pan como partede su salario, la ración era mayor. en 1790, se le daba a los primeros durante 30días laborales el equivalente a 13.5 onzas diarias de pan, y a los segundos 15.5onzas diarias.

Si nos atenemos a los datos anteriores, una ración diaria típica incluiría algomás de media ración de carne (9.2 onzas), una ración completa de pan, uno odos platos de mazamorra de maíz con miel y leche, un trozo o unas tajadas deplátano, un tazón de arroz, y ocasionalmente gallinas, verduras, garbanzos yhuevos. La carne probablemente era frita, de ahí la «manteca de puerco para lacomida», el plátano probablemente era asado o frito en manteca. para esas fechas100 plátanos costaban 4½ reales, es decir, muy baratos (menos de la mitad quea principios del siglo XVII y era el único producto de la dieta diaria que habíabajado de precio), de modo que podían consumirse con frecuencia. Las gallinascriadas en el patio estarían reservadas para los enfermos. Como únicos condi-mentos se mencionan el ajo y la sal, y para endulzar se empleaba azúcar, miel orapadura (panela). esta última es azúcar mascabado en forma de torta redon-deada de unas 5 pulgadas de diámetro y una a una y media pulgada de gruesoenvueltas en hojas de plátano secas.

Según la versión de personas muy mayores que he consultado, las maza-morras se preparaban antaño de dos maneras distintas. primero, el maíz des-granado y molido en piedras de moler era cocinado aparte. también aparte secocinaban los huesos de res o de cerdo, cuyo caldo se iba echando sobre el maízya cocido hasta conseguir la consistencia que se deseara para la mazamorra, simás espesa o delgada. para darle gusto al caldo, se condimentaba con sal, ajímachacado y culantro. La mazamorra adquiría así un aspecto de sopa espesa.el otro tipo de mazamorra no se hacía con caldo de res o cerdo, y una vez coci-nado el maíz, y ya frío, se le agregaba leche, azúcar, miel o panela, que es la queyo mismo recuerdo. dado que era un tipo de sopa, aunque espesa, se tomabacon cuchara en un plato hondo, seguramente de loza, que eran los que se usabanen el hospital. Se me ha sugerido que este era el primer tipo de mazamorra quese daba a los enfermos, aunque los cuadernos de gastos del hospital mencionanexpresamente la «miel para las diarias mazamorras», como ya vimos. probable-mente se les daba de las dos mazamorras. Se trata del tipo de sopa que en europase conoce como gachas.

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una de las quejas que el prior del hospital, Martín esquerra, le formulabaal gobernador Juan antonio de la Mata era la contumacia de «los pulperos, re-gatonas y logreros» que vendían los productos a precios alzados bajo la protec-ción de los mismos miembros del Cabildo y de ciertos «vecinos principales»interesados: «de aquí es el origen de donde dimanan los crecidos empeños quetengo representados», por lo que acudía a Mata pidiendo auxilio. era una histo-ria vieja.

en el capítulo dedicado a la historia del hospital he mencionado el pano-rama deprimente que encontró Benito pérez en 1812. el virrey observaba «conhorror» cómo, sin ninguna consideración a la higiene, en una cocina ennegrecidapor la mugre y la suciedad, uno de los frailes desmenuzaba la carne y los pláta-nos con sus propias manos sin usar cuchillo ni tenedor, y las comidas se servíana los enfermos sin lavar los platos42.

Según las anteriores referencias, la carne, el maíz, el pan, el plátano y elarroz, en ese orden, eran los ingredientes básicos de la dieta diaria suministradaa los enfermos. esto parece coincidir con otras referencias descriptivas sobre ladieta popular que he citado antes. el consumo diario del hospital juanino epito-mizaría por tanto la dieta de la población menesterosa de fines de la Colonia.nada sorprendente, tratándose precisamente de un hospital de pobres.

de hecho, estos patrones dietéticos se mantenían a principios de la nacienterepública. en 1839, la ración de un soldado era la siguiente:

Se trataba, sin embargo, de raciones mucho más pobres que las que se dabana un soldado en 1717, según ya vimos. La porción de carne y arroz es la mismaque entonces. Sorprende la ausencia del maíz. el pan se ha eliminado de su dieta.en cambio ya el plátano ocupa un espacio fundamental.

Notas

1 Cf. «Memoria de los hatos de ganado que hay en la jurisdicción de esta ciudad [Panamá] yGobernación de Natá, año 1609», AGI Panamá 46.

2 «Relación sobre la costa panameña en el Mar del Sur por el capitán Diego Ruiz de Campos,1631», ya citado.

1538 X Niveles de vida y patrones alimentarios

Ración del soldado en Panamá, año 1839

Alimento Onzas diarias Precios por unidad de medida

Carne fresca o salada 16 7.5 pesos el qq. (15 reales la arroba)Arroz 4 3.3 pesos el qq. (6.6 reales la arroba)Plátano (dos) 14 4 reales el cientoSal 1 4 reales la fanega

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3 Certificación de don Gabriel Martínez de Salas sobre la Visita General al reino de Tierra Firmepor el oidor doctor don Sebastián de Sandoval y Guzmán en lo referente a Penonomé. Lavisita se inició el 6.VIII.1642. Sandoval estuvo en Penonomé desde el 14.VIII.1642 al 1.X.1642,AGI Panamá 19.

4 Cf. «Relación del Obispo de Panamá, fray Fernando Ramírez, año de 1650», BAHM, ColecciónMuñoz, tomo 46, ya citada.

5 Op. cit., p. 341.6 «Proceso criminal hecho contra el contador Juan Pérez de Lezcano sobre desacato a acuerdo

de la Real Audiencia», Panamá, 17.VIII.1615, AGI Panamá 34A. 7 Esta Memoria y Ordenanza viene firmada por el presidente don Juan de Vitrian de Viamonte

y Navarra, trasladada por su orden por Juan de Laya Bolívar, oficial de Hacienda, Panamá,21.II.1651, AGI Panamá 75.

8 Cf. «Descripción» de 1607, p. 199, y «Descripción» de 1610, p. 97.9 Las certificaciones del embarque de salida el 12.IX.1668 del puerto de Guacho en Trujillo y

de llegada a Perico en Panamá, el 19.X.1668, en AGI Contaduría 1485A.10 Peter Earl, The sack of Panama: Sir Henry Morgan’s adventures on the Spanish main, The Viking

Press, Nueva York, 1982, p. 231.11 El expediente contra el hermano Gonzalo, en AGI Panamá 226.12 Con este título pronuncié una conferencia en el acto oficial inaugural del año académico

2002, de la Universidad de Panamá, publicada en 2003 por la Editorial Universitaria CarlosManuel Gasteazoro.

13 AGI Contaduría 1479, Cajas de Panamá del año 1651. Cursivas mías.14 Orozco remite al rey el «papel» de Pedro de Segura, en carta de 8.XII.1646, AGI Panamá 20.15 Ibidem.16 Carta al rey del presidente que le sucedió, también interinamente, Antonio de la Plaza Equi-

luz, Panamá, 25.I.1651, AGI Panamá 147.17 Este inventario se encuentra en AGI Panamá 188. Por desgracia la fuente no indica la exten-

sión de las propiedades.18 Juan Franco,Breve noticia o apuntes de los usos y costumbres de los habitantes del istmo de Pa-namá y sus producciones, 1794. El original en la Bancroft Library, M-M 451, Berkeley Univer-sity, California. Publicado en Panamá por Omar Jaén y el INAC en 1978.

19 «El nivel de vida británico, 1790-1850», publicado por primera vez en Economic History Re-view, Segunda Época, volumen X, número 1, 1957. Más recientemente se ha publicado encastellano en la compilación de A. J. Taylor, El nivel de vida en Gran Bretaña durante la Revo-lución Industrial, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid 1986, pp. 116ss.

20 «Informe sobre gastos de la Real Hacienda de Panamá», firmado en Madrid el 16.X.1717,BAHM, Colección Mateos Murillo, tomo V, E 30 9/5846, folio 70.

21 «Noticias de Panamá», por Duchet, miembro de la expedición Malaspina, Panamá, 3.VII.1790,en BMNM, Mss., signatura 2136.

22 Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales de los incas, prólogo de Aurelio Miró Quesada,tomo II, p. 179, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1976; P. Joseph de Acosta, Historia natural ymoral de las Indias (1590), edición de Edmundo O’Gorman, FCE, primera reimpresión, México,1979, pp. 178-180; P. Juan de Velasco,Historia del reino de Quito en la América meridional, (fe-chada en Faenza, 1789), 3 volúmenes, Quito, 1841-1844; Alejandro de Humboldt, Ensayo po-lítico sobre el Reino de la Nueva España, estudio preliminar y notas de Juan A. Ortega yMedina, Editorial Porrúa, México, 1978, pp. 241-246.

23 La descripción de la cultura cuna en el texto de fray Adrián publicado por fray Juan de Me-léndez, en Tesoros verdaderos de las Yndias, Imprenta de Nicolás Ángel Tinasio, Roma, 1682.

24 Loc. cit.

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25 Op. cit. pp. 178-180.26 Para los precios entre 1580(c) y 1591, Memorial de Pedro de Salinas, procu ra dor de Panamá,

25.X.1591, en AGI Panamá 30. Para los precios en México, François Chevalier, op. cit., p. 139.27 Op. cit., canto V, estrofa 429, p. 90. Cursivas mías.28 El original, hasta ahora inédito, en BNM, Manuscritos 3064.29 Ibidem. Cursivas mías.30 Ibidem.31 Página 147. Cursivas mías.32 Ibidem, p. 199.33 Página 96. Cursivas mías.34 Op. cit., pp. 74-75. Cursiva mía.35 Ver sobre todo, Andrés de Ariza, gobernador del Darién, «Compendiosa Relación...», Darién,

1.VI.1778, en AGI Panamá 284.36 Op. cit., folio 109. Cursivas mías. 37 Op. cit., pp. 21 y 42. Cursivas mías38 Andrés Baleato, Academia Real Náutica, Lima 4.XI.1817, «Ciudad de Panamá, capital de su

distrito y estaciones del año». Cursivas mías. El original en el MNM. Utilizo la versión publi-cada por Antonio B. Cuervo, Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historiade Colombia. Sección primera: Geografía y viajes, tomo II, p. 360, Bogotá, Casa Editorial de J.J. Pérez, 1892.

39 La obra de Rivas ha sido reeditada recientemente por Editorial Incunables, Bogotá, 1983,p. 37.

40 Un tratamiento más amplio de este asunto en A. Castillero Calvo, El café en Panamá:Una his-toria social y económica, siglos XVIII-XX, Ediciones Nari, S.A., Panamá, 1985.

41 Ver varias cartas de fray Mariano Esquerra, prior y vicario provincial del convento, entre 807y 1808, en AGI Panamá 271.

42 Carta del virrey Pérez al comandante general y gobernador de Panamá, Panamá, 9.IV.1812,AGNB, Sección Colonia, Real Hacienda, tomo 53, folios 452v-453.

1540 X Niveles de vida y patrones alimentarios

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CapítuLo XXXIII

El oro y las perlas enla economía colonial

Alfredo Castillero Calvo

Comienzos de la minería aurífera

La minería aurífera fue una de las actividades productivas más importantesdel período colonial panameño. de hecho, uno de los grandes atractivos delIstmo fue, desde el Cuarto Viaje colombino, su riqueza aurífera. La fama de Ve-ragua pronto creció al punto de decirse que «el oro con redes se pescaba». pocodespués, con la conquista del darién, la fama aurífera se extendió a este territo-rio, que la Corona, para atraer más colonos, rebautizó con el sonoro nombre pro-pagandístico de Castilla del oro.

en un capítulo anterior mostramos el cuadro con los ingresos fiscales quese obtuvieron durante la administración de pedrarias entre 1514 y 1526. tres delos principales ingresos quedaban bajo el rubro del oro: el «oro de cabalgadas»,el «oro de rescates y presentes», y el «oro de minas». el primero era el impuestoque se obtenía al pagar el clásico «quinto» del oro arrebatado a los indios por laviolencia. el de «rescates» era el oro que se obtenía mediante truque con los in-dios, casi invariablemente en condiciones desventajosas para este. Bajo esterubro mismo aparece el oro obtenido mediante «presentes», al parecer, oro ob-sequiado por los nativos al conquistador en señal de sometimiento, o tal vez acambio de que este no le hiciera daño; una suerte de tributo espontáneo, si cabe.el oro obtenido mediante estos dos impuestos había sido acumulado por los na-tivos durante generaciones y probablemente cientos de años; a los pocos añosde iniciada la Conquista se agotó. el «oro de minas» es el que se obtiene forzandoa los nativos a trabajar en las arenas auríferas de los ríos; es el oro de «placer».

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Si nos fiamos de los registros del tesorero, para la totalidad del período com-prendido entre 1514 y 1526, el «oro de cabalgadas» representa el 39.2% con94,033,000 maravedíes; el rubro de «rescates y presentes», representa el 17.1%con 41,085,000 maravedíes; el «oro de minas» constituye el 34.0% con 81,737,000maravedíes. Lo demás, en un plano muy secundario, lo ocupan las «perlas decabalgadas», la «venta de indios» y la «extracción de perlas». Hasta 1519 se cobrael clásico «quinto» (o 20% del valor), pero a partir de 1520 se paga sucesivamenteel diezmo, luego el noveno, el octavo, el séptimo y (al parecer) el sexto a partirde 15241.

Con objeto de conocer el valor de estos tres rubros en términos de su pesoen oro, aventuraré algunos cálculos. para ello recordemos que 450 maravedíesequivalían a un peso de oro, o peso ensayado, y que este pesaba 4.31 gramos.Hasta 1519, el oro de cabalgadas recaudado ascendió a 64,344,000 maravedíes,o 142,987 castellanos, lo que representaba una cosecha de alrededor de 3,081kilos de oro, con un promedio de 514 kilos por año. en 1520 el oro de cabalgadas,que paga entonces el diezmo, produce 135 kilos de oro. el quinto de oro de minasrecaudó hasta 1519 un total de 15,555,000 maravedíes o 34,567 castellanos deoro, lo que representaba un valor de 172,835 castellanos y un total de 745 kilosde oro, con un promedio anual de 124 kilos. en 1520 solo el oro de minas, quepaga el diezmo, produce 470 kilos de oro. La suma del oro de minas, del oro decabalgadas y del oro de rescates y presentes hace un total para el año1520, de1,364 kilos de oro. durante este mismo período el oro de «rescates y presentes»es todavía insignificante (poco más de medio kilo de oro), ya que el comercio otruque con los indios solo fue posible cuando el control del territorio estuvo ase-gurado por los conquistadores, lo que no ocurre hasta después de fundada laciudad de panamá; según las cuentas fiscales, más bien a partir de 1521.

Si se tiene en cuenta que entre 1511 y 1520 américa exportó a españa 9,153kilos de oro, con un promedio de 915 kilos anuales, los cálculos anteriores su-gieren que la aportación de Castilla del oro representaba por sí sola la mayoríade las exportaciones de oro que llegaban a la península. de hecho, un autor ase-gura que «los arribos más cuantiosos» se producen entre 1511 y 15202, cuandoprecisamente Castilla del oro juega un papel decisivo.

La importancia del istmo de panamá como proveedor de oro fue aumen-tando a medida que avanzan los años. Según mis cálculos y siguiendo las cuen-tas del tesorero de Castilla del oro, ya citadas, en 1521 la producción de oro deminas fue de 423 kilos; en 1522, de 739 kilos; en 1523, de 1,047 kilos, y entre 1524y 1526, de 1,898, con un promedio anual para esos tres años de 633. total paralos seis años, 4,107 kilos, con un promedio anual de 685 kilos de oro. por su parte,durante estos seis años, el oro de cabalgadas rindió un total de 1,550 kilos conun promedio anual de 258 kilos.

resumiendo, durante estos seis años la suma de oro de minas, oro de ca-balgadas y oro de rescates y presentes, rindió un total de 8,327, con un promedio

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anual de 1,388 kilos. Según los registros de la Casa de Contratación de Sevilla,entre 1521 y 1530, llegaron del nuevo Mundo 4,889 kilos de oro con un promedioanual de 489 kilos, lo que sugiere que, si mis cálculos son correctos, la gran ma-yoría del oro procedente de américa, al menos hasta 1526, procedía del istmode panamá.

tras el abandono del darién y la mudanza de la capitalidad de Santa Maríala antigua para panamá, la actividad minera se desplazó a las cercanías de lanueva capital, pero sobre todo a acla, que se convierte durante los años siguien-tes, hasta 1559, en el principal centro minero del país. durante ese período, lafama de Veragua se había mantenido, pero, como se ha examinado en otro capí-tulo, la explotación de sus minerales no pudo iniciarse hasta 1559. Y cuandoestos empezaron a extraerse, los pocos mineros que trabajaban en acla se mu-daron para Concepción, la ciudad que fundó Francisco Vásquez para que sir-viera como real de minas de la provincia de Veragua. a partir de este momentose inició una nueva etapa de prosperidad para la minería del oro, que se exten-dería sin interrupción hasta 1589.

Los placeres auríferos de Concepción: 1559-1589

Condicionantes ecológicos

La elección del asiento y real de minas de Concepción estuvo determinadaen gran medida por las condiciones ecológicas que sirvieron de escenario a laactividad minera. Y es que la influencia del medio sobre las condiciones de exis-tencia de los contingentes humanos que allí se establecieron resultó decisiva. Laselva, densa e impenetrable, impuso el empleo de las corrientes fluviales comoesenciales y casi únicos medios naturales de comunicación interna; asimismo,la concentración humana a limitados puntos nucleares: la ciudad de Concepción,

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Producción de oro de Castilla del Oro, años 1514-1526(en kilos)

Años Oro de cabalgadas Oro de minas Oro de rescates Total

1514-19 3,081 745 1 3,8271520 887 470 7 1,3641521 859 423 445 1,7271522 111 739 899 1,7491523 26 1,047 547 1,6201524-26 553 1,898 780 3,231

Total 5,517 5,322 2,679 13,518

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Dibujo que representa la explotación de oro en Veraguas, circa 1586. Del manuscrito anónimo L’-Historie naturelle des Indes..., conocido como Drake manuscript. Biblioteca Pierpoint Morgan, NuevaYork, MA 3.900.

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fundada a orillas del río de ese nombre, y su asiento minero Santiago de turlurúo turlurí, al que enlazaba a través del río de ese nombre. Hubo otras tentativas deasentamiento y de explotación aurífera en distintos parajes más o menos próximos,como ocurrió en las riberas del Belén y del Caimito, pero ninguna prosperó.

a ello contribuyeron varios factores. por un lado, la hostilidad de los indioscoclé, de la región cordillerana situada al este, que resultaron ser muy belicosos,y que una vez la minería empezó a invadir su territorio no dieron tregua a loscolonos, atacando incesantemente los lavaderos. por otro, las inevitables vacila-ciones creadas por la naturaleza problemática de los lavaderos. pero tambiénestos fracasos se explican por los factores inhibitorios del paisaje: por una parte,la virtual imposibilidad para autoabastecerse; por otra, las enormes dificultadesimpuestas por la espesura de la selva para las comunicaciones, como no fueraaprovechando alguna corriente ribereña con salida al mar para enlazar con otroscentros poblados.

La importancia de los ríos en la historia de Veragua merece un breve co-mentario. Veragua está profusamente regada por una tupida red hidrográficacuya disposición deriva principalmente de la conjugación de dos factores: uno,la dinámica tectónica terciaria originadora del cañamazo oeste-este de la cordi-llera Central, en cuyas cumbres se encuentra la línea que divide las aguas quevan al Caribe de las que bajan hacia el pacífico; y otro, la angostura de la doblevertiente formada a cada lado de la divisoria de aguas, dimanante de la tectónicaen general. estos factores, unidos a la intensa alimentación pluvial, definen lascaracterísticas hidrográficas de las dos vertientes provinciales.

Los ríos de la vertiente del Caribe, que son muy inferiores en números a los dela vertiente del pacífico y se extienden por una superficie estrecha y accidentada,se caracterizan por tres hechos principales, a saber: la abundancia de su caudal pro-ducida por la gran cantidad de lluvia que cae durante todo el año; la brevedad delcurso debido a la proximidad de las cabeceras, situada en las montañas de la divi-soria de aguas y la desembocadura al mar; y lo abrupto del perfil hidrográfico, conescasos trazos suaves y con algunas rupturas de pendientes, a causa de la irregu-laridad del relieve ortográfico. La conjunción de estos factores produce frecuentesy peligrosas crecidas, que son características de esta vertiente, con el consiguientelavado aluvial y la desmineralización del suelo en las partes altas. todas estas ca-racterísticas han tenido, en diversos tiempos y a desigual intensidad, gran influen-cia en el desenvolvimiento de la actividad humana de esta vertiente.

en los tiempos prehispánicos, la población indígena que habitaba esta ver-tiente se concentró en su casi totalidad en las riberas de estos ríos, especialmenteen sus cursos bajos, cuyas vegas aluviales, cuando las había, aprovechaban parasus cultivos. Sin embargo, es más fácil encontrar en las márgenes de estos ríos sue-los desmineralizados y desprovistos de humus, debido a la fuerte erosión, que to-leran mal los cultivos. Verosímilmente, fue esta circunstancia lo que determinó

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que la principal base nutricia aborigen fuese, en primer lugar la pesca, tanto derío como de mar, tan abundante en aquellas aguas, y solo en segundo término losproductos derivados de cultivos, especialmente el maíz, como se refleja en los másantiguas testimonios conocidos3.

en cambio los ríos cumplieron un papel de primerísima importancia comoelementos de transporte natural y como medio de contacto entre los pueblos. Lasdensas y tupidas selvas indujeron a los aborígenes a preferir para sus comunica-ciones y desplazamientos las corrientes fluviales, virtualmente el único medio re-almente efectivo cuando se trataba de largas distancias. Los primeros españolesque visitaron este litoral encontraron los poblados dispersos por las márgenes delos ríos de mayor caudal: Cativá, Cobravá, Veragua, Yebra. el vínculo de la co-rriente fluvial les había creado una conciencia de solidaridad que a veces se am-pliaba a otros poblados situados en ríos vecinos, con los que se comunicaban através del mar, por medio de canoas, y juntos constituían una unidad política másamplia. en los tiempos de Colón existían varias unidades comarcales, como enCativá, o los pueblos situados a orillas de los ríos Belén y Yebra; otra unidad laformaban los pueblos ribereños de Cobravá, dururí y urirá. La red ribereña de-sempeñaba así una función aglutinadora entre las pequeñas y dispersas comuni-dades indígenas, contribuyendo a su organización en núcleos tribales.

en los tiempos históricos influyó poderosamente como factor colonizadorel atractivo del oro de placer que, arrancado por los efectos erosivos de las co-rrientes en las alturas de la cordillera, era depositado en la superficie arenosade los cursos bajos de ríos como el urirá, el Concepción, el Veragua, el Belén, elCaimito o el palmilla. pero si las riberas auríferas constituyeron un factor aglu-tinante de poblados, le faltó a las márgenes un elemento decisivo para la per-manencia colonial, a saber, condiciones mínimas para el cultivo del suelo, loque determinó la ausencia casi total de agricultores y ganaderos.

La ciudad de Concepción y su asiento no podían escapar a la influencia delpaisaje. de las condiciones del suelo y del tapiz vegetal derívase, en primer tér-mino, la inseguridad y la deficiencia alimentaria, que expuso a los núcleos depoblación a una constante dependencia externa. el estrecho espacio de las riberasera favorecido por la descarga aluvial procedente de las frecuentes crecidas ri-bereñas, pero era poco apropiado para los cultivos o la crianza de ganado, yaque lo cubría una selva muy densa que era preciso deforestar, y la siempre limi-tada fuerza laboral resultaba más útil en la extracción del oro. de esa manera, laescasa producción agrícola nunca alcanzó a cubrir las necesidades locales. a suvez, la producción ganadera fue inexistente y el consumo cárnico de los centrosmineros dependió siempre del ganado en pie que era conducido desde los cen-tros de producción de natá y Los Santos. por otra parte, la zona de los mineralesestaba habitada casi exclusivamente por los mineros y sus esclavos, es decir, unapoblación con poca vocación para la permanencia, lo que explica que cuandoestalló la crisis minera de 1589, todo el asiento se desbandó.

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Dibujo que representa la fundición de oro en Veraguas, circa 1586. Del manuscrito anónimo L’His-torie naturelle des Indes..., conocido como Drake manuscript. Biblioteca Pierpoint Morgan, NuevaYork, MA 3.900.

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La imposibilidad de autoabastecerse determinó que para recibir su alimen-tación diaria los pobladores de los minerales dependiesen de otros lugares, mu-chos de ellos lejanos. Los más próximos, Santa Fe y La Filipina, en la propiaprovincia de Veragua, natá y Los Santos, en la vecina alcaldía Mayor de natá,conducían al asiento carne, sal y maíz. del desaguadero de nicaragua, de tolú,de Cartagena, de Jamaica y de otros puertos del Caribe, se importaba carne entasajos, gallinas, puercos y maíz. de nombre de dios le llegaba harina proce-dente del perú y diversos productos conducidos de españa.

esta situación de dependencia traería como consecuencia frecuentes epide-mias de hambre, y una endémica carestía de alimentos. desde muy temprano,además, Concepción empezó a sufrir ataques de piratas franceses e ingleses.pero tras estas primeras experiencias, el oro dejó de guardarse en Concepción,poniéndose a buen resguardo en lugares más seguros, o en los mismos lavade-ros, de manera que los asaltos piráticos dejaron de rendir fruto. Los piratas re-accionaron con una nueva estrategia que les resultó todavía más ventajosa, asaber, retener las fragatas que viajaban con vituallas de tolú, nombre de dios ode nicaragua, para reclamar «rescate» por la carga, que los vecinos de Concep-ción no podían dejar de pagar o perecerían de hambre. Como era de temerse,esta situación se fue tornando insostenible, ya que estos «rescates» se fueron ha-ciendo más frecuentes, convirtiendo la extracción aurífera en una actividad cadavez más costosa.

al asedio constante de los piratas, se sumaron más tarde los ataques a losreales de minas de los indios coclés, encabezados por el cacique Cocobe. La com-binación de la amenaza pirática, por una parte, y por otra la creciente acechanzaindígena, hizo crisis a partir de 1588, cuando llegaron noticias de que se habíanencontrado nuevos yacimientos de oro en las región de Zaragoza, en la nuevagranada, coincidiendo con una epidemia había devastado la población indígenade esa zona.

todos estos factores contribuyeron a que los mineros de Concepción deci-dieran abandonar el real veragüense y se marcharan en masa a Zaragoza consus esclavos y pudieron continuar en el negocio minero.

Como consecuencia, las minas fueron abandonadas, y no fue hasta princi-pios del siglo XVII, cuando el gobernador López de Sequeira llegó con fuerzasde castigo, que los coclés pudieron ser reducidos, pudiéndose entonces reiniciarla explotación minera en la zona4.

Estructuración social y económica del real de minas

La actividad minera de Concepción atrajo una gran cantidad de esclavos ymineros, hasta contar entre 1574 y 1578 con 2,000 esclavos negros y arriba de 100españoles. Se trata de una cifra relativamente alta si consideramos la época y laposición periférica del asiento respecto a los principales centros coloniales y a

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las grandes rutas de comercio. el hecho es que la producción creció a un ritmocreciente, elevándose, según los datos fiscales, a más de 140,000 pesos de «orofino» algunos años; al cabo de 30 años de explotación el quinto rindió un totalde 2,000,000 de pesos, a razón de unos 65,000 pesos anuales. el cronista JuanLópez de Velasco aseguraba en 1571, que toda Veragua estaba «lastrada de oro»,y que este se encontraba «en cualquier parte de ella que se cave hasta un estado»(1.67 metros). agregaba que «cada negro saca por lo menos un peso cada día, yen todos los ríos y quebradas se hallan buenas minas y nacimientos de ello y eloro llega a la ley». Se trata de pesos de oro de 4.18 gramos, de modo que cadanegro extraería un kilo de oro cada 200 jornadas.

analizando evidencias referentes a los días de trabajo en los centros urba-nos, he calculado que un obrero típico trabajaba realmente 283 días al año, asu-miendo que se respetaran los domingos y días de guardar5. tomando en cuentaesto, más el rendimiento diario por esclavo y el total de la fuerza laboral durantelas épocas de máxima producción, los mejores años alcanzarían la notable cifrade 566,000 pesos (o acaso mucho más, ya que probablemente a los esclavos seles hacía trabajar también en días de fiesta religiosa). Lo que parece coincidircon las afirmaciones del canónigo de la catedral, doctor antonio de Herrera,quien escribió en una «Memoria» de 1603: «notoria cosa fue a toda españa la ri-queza y grosedad de las minas de otro de Veragua pues sin se mudar de unasiento de un río [se refiere al Concepción] que corría espacio solamente de tresleguas a la costa del norte se sacaban cada año setecientos y ochocientos milpesos de oro»6, es decir, de unos 3,000 a 3,500 kilogramos anuales o entre 6,522libras y 7,609 libras (una libra = 460 gramos y una onza 28.75 gramos).

Si comparamos esta producción con el oro que se registró en la Casa de Con-tratación de Sevilla de lo que fue enviado de distintas partes de américa, segúnlas cifras que ofrece earl J. Hamilton para esos mismos años (1571-1580), es decir9,429 kilogramos, o bien menos de 1,000 kilogramos por año7, podría concluirseque al menos para el mismo período a las minas de Veragua le debía correspon-der una parte alícuota mayoritaria. de ser esto cierto, se impone revisar la afir-mación de pierre Vilar de que virtualmente todo el oro que llegaba a la Casa deContratación durante esos años procedía de las minas de Buriticá8, en la actualColombia, supone ignorar otros yacimientos neogranadinos más importantes,o de otras partes del continente, como los del reino de Quito (actual ecuador), opanamá, donde nunca cesó la prospección de yacimientos y no faltaban indivi-duos dedicados a la minería incluso en las cercanías de la capital. en acla se con-centraba hasta 1559, como ya mencioné, una comunidad exclusivamentededicada a la minería aurífera con el auxilio de uno o dos centenares de esclavosnegros, aunque sobre sus niveles de producción apenas se sabe nada. Final-mente, la producción aurífera de Veragua, sobre todo entre 1564 y 1578, lejos deser despreciable, representaba probablemente un alto porcentaje de lo que in-gresó a Sevilla durante esos años.

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para esas fechas aún no se habían empezado a explotar los ricos mineralesde Zaragoza en antioquia, y los centros mineros neogranadinos quedaban en eldistrito de Santa Fe, Cartago y popayán (este último hasta 1570, como ya dije).germán Colmenares ha analizado los registros de las distintas Cajas neograna-dinas, para ofrecernos datos puntuales sobre la producción de oro entre media-dos del XVI y mediados del siglo siguiente, y yo mismo he trabajado las Cajasreales de Veragua para el siglo XVI. Comparando los datos de ambas Cajas seobserva que entre 1565 y 1579 el total de la producción neogranadina fue de850,602 pesos con un promedio anual de 56,707 pesos9. para el mismo período,la producción de Veragua, entonces concentrada en un solo río, el Concepción,y sus afluentes, fue de 103,810 pesos anuales, es decir, casi el doble que el pro-medio neogranadino. a juzgar por las evidencias, por otra parte, también habríaque revisar la afirmación de que las actividades mineras de Veragua fueron «bas-tante efímeras»10 ya que estuvieron bajo explotación ininterrumpida durante 30años, solo en el real de Concepción.

de hecho, el auge y desarrollo de la ciudad y real de minas de Concepción,reeditan una trayectoria que resiste fácilmente una rigurosa comparación conlos centros mineros de la región cordillerana occidental de nueva granada, con-siderada como el área de mayor producción aurífera de todo el continente du-rante el período colonial11.

Se advierten, en efecto, varios paralelismos entre los lavaderos de Concep-ción y los neogranadinos. Se trata de dos actividades que se desarrollan coetá-neamente, y en ambos casos fue la actividad minera lo que propició supoblamiento. Su plataforma laboral guarda también semejanzas. en Concepciónla mano de obra era exclusivamente negra, mientras que en ciertas comunidadesmineras de nueva granada era mixta –negra e indígena–, aunque al paso de losaños, y sobre todo desde principios del siglo XVII, en la mayoría de estos mine-rales la mano de obra predominante cuando exclusiva era de origen africano.esta circunstancia no se produjo en otras partes de Indias, como en Honduras,perú, o México, donde las minas, tanto de plata como de oro, eran trabajadasexclusivamente por indios, que eran allí abundantes, además de que se tratabade poblaciones con disciplinas de trabajo –como la mita– que podían adaptarsemejor a las exigencias laborales europeas.

estas semejanzas volvieron a repetirse en los nuevos centros mineros quesurgieron en Veragua durante los siglos XVII y XVIII. Las minas veragüenses,al igual que las del alto o medio Cauca, el nechí o el Magdalena, estimularon eldesarrollo agropecuario de regiones próximas y distantes, que encontraron enlos centros mineros un nuevo y atractivo mercado, sobre todo natá y Los Santos,así como Santa Fe y La Filipina, aunque menos. a su vez, al fomentar estas acti-vidades agrícolas y ganaderas, contribuyeron de manera decisiva a la formaciónde centros administrativos, muchos de las cuales aún persisten, como Los Santos.también se asemejaban Concepción y los minerales neogranadinos en el hecho

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de que se ubicaban en zonas excéntricas respecto de los principales núcleos ur-banos y de los centros de aprovisionamiento previamente establecidos. e igual-mente, en el carácter transitorio e inestable de su población. otra de sussemejanzas consiste en el bajo nivel de las técnicas de explotación, ya que enambas zonas se usaban herramientas rudimentarias como palas para removerla tierra, almocafres (una especie de azadón), barras, y bateas para separar el orode sus gangas mediante el movimiento por rotación. estos bajos niveles técnicosdaban por resultado que una vez agotados unos lavaderos debido a la ley derendimientos decrecientes, los mineros se mudasen a otros más prometedores,dificultándose de esa manera la formación de asentamientos permanentes.

también se encuentran semejanzas en su estructuración social. Como enotras comunidades mineras neogranadinas, en Concepción, Santiago de turluríy otros centros veragüenses, la sociedad estaba integrada, en su cumbre, porricos propietarios de cuadrillas, que acaparaban las funciones administrativas,judiciales y de gobierno; en su nivel medio, se encontraban los mineros y facto-res; las capas inferiores estaban integradas por unos pocos negros libres –a me-nudo no más de diez–, y los negros «capitanes» de cuadrillas; al nivel más bajose encontraban los esclavos de color. era una sociedad con escasa disposiciónpara el asentamiento permanente. a los primeros y segundos, les faltaban mo-tivaciones para el arraigo, supeditado a la sola existencia de un fuerte incentivoque, como el oro del placer, era inevitablemente transitorio, expuesto como es-taban los lavaderos a un rendimiento decreciente debido a la ausencia de técni-cas avanzadas de explotación, como era el caso. a los últimos –si exceptuamoslos pocos negros libres–, su misma condición de cosa poseída y de meros ins-trumentos de trabajo, les impedía cualquier posibilidad de afincarse, como nofuese a través de un acto de rebeldía, y su derivado social, el cimarronaje, queciertamente en Veragua no fue de gran predicamento.

Mientras que en nueva granada la minería se desarrolló paralelamente alos cultivos, no ocurrió así en Veragua. Los núcleos mineros de la vertiente cari-beña de Veragua, es decir los más ricos, tenían a sus espaldas una cordilleraagreste y selvática con mínimas condiciones para la producción agrícola, peroen compensación tenían una ventaja con la que no contaban los minerales neo-granadinos, su proximidad al mar, de donde podía proveerse para subsistir.

parece pues evidente que Veragua y los núcleos mineros neogranadinoscompartieron una historia común, intercambiándose mano de obra esclava, oconfrontando simultáneamente los mismos problemas laborales y el consecuenteestancamiento de la producción. en más de una ocasión mineros blancos dueñosde cuadrillas se mudaron con sus esclavos de Veragua en panamá, a Zaragoza,en la nueva granada, o viceversa. Los rendimientos decrecientes determinaronen ambas regiones los mismos ciclos de alzas y bajas de la producción.

La producción minera entró en crisis simultáneamente en ambos territoriosen 1640, cuando provisión de esclavos hizo también crisis a partir de ese año,

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tema sobre el que volveré más adelante. Los ciclos cronológicos que se han iden-tificado para la nueva granada –auge entre 1550 y 1640, decadencia a partir deentonces y nuevo despegue a partir de 1680–, coinciden notablemente con losciclos auríferos panameños. Los picos más altos alcanzados en nueva granadaen el siglo XVI coinciden cronológicamente con los momentos de mayor pro-ducción en Veragua. en ambas regiones se confrontaban los mismos problemastecnológicos, y se explotaron tanto minas de filón con sus galerías y socavones,como lavaderos de aluvión o de placer, usándose en los de aluvión el mismotipo de herramientas rudimentarias como las que ya he mencionado. La concen-tración de mano de obra en los minerales era muy parecida en panamá y ennueva granada, con límites máximos de unos 2,000 esclavos por real de minasen explotación. Finalmente, el inicio del segundo ciclo del oro, que empieza en1680 –en el Chocó neogranadino por un lado, y en el darién panameño por otro,ambos en el pacífico y relativamente cercanos– fue posible gracias a la aperturade estos territorios mediante su «pacificación», con el consecuente estableci-miento de núcleos urbanos ocupados por colonos y de asentimientos indígenasbajo control doctrinal, en el caso de panamá a cargo de la orden de Santo do-mingo12. Las semejanzas son tales y ambos territorios comparten tantos proble-mas comunes que sin exageración puede decirse que se trata de una mismahistoria, y como tal los historiadores debiéramos estudiarla, olvidándonos delas fronteras nacionales que nos separan.

La producción aurífera

La producción de los placeres de Concepción durante sus 30 años de explo-tación, quedó detalladamente registrada en los registros de real Hacienda, ensu mayoría conservados. para los años 1559 a 1584 se encuentran en el legado1456 de la Sección de Contaduría del archivo general de Indias. para los añossiguientes, hasta 1588, en el legado 1463 de la misma Sección de Contaduría, nose encuentran pormenores de los rendimientos veragüenses, pero sí en cambiolos detalles del diezmo pagado a las Cajas reales. en esos años, las cuentas deVeragua aparecen refundidas en las de panamá. para 1589, así como para losaños posteriores, no queda ningún registro sobre Veragua en las cuentas cono-cidas de real Hacienda. algunas cifras pueden completarse con las referenciasque ofrecen en su correspondencia las autoridades coetáneas, especialmente losoficiales reales de la Contaduría. resumo a continuación estos registros fiscales.

en el cuadro siguiente, he omitido las referencias que se dan en tomines ygranos. en estas cifras he refundido las cuentas relativas al oro extraído por losesclavos negros perteneciente al rey, que se ordenaban aparte, con las cuentaspertenecientes al oro ingresado, tanto en la fundación de Concepción como enla de Santa Fe, que era donde indistintamente los mineros podían conducir eloro que extraían de los ríos, para ser fundido y marcado con el sello real, previa

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deducción del «quinto». en las Cuentas de real Hacienda no aparecen registra-dos los años 1572, 1573, 1581, y 1582; 1585 y 1586 vienen refundidos en una solacuenta que incluye la última mitad de aquel año y la primera del segundo. Lacifra correspondiente a 1559-1560 que aparece en la columna procede del oro sa-cado desde agosto del primer año a agosto del siguiente.

en cuanto a los porcentajes entregados a la Corona, desde la primeras sacas,en agosto de 1559, hasta agosto de 1563, los mineros solo pagaron el 5% del oroextraído, o lo que es igual, el «veinteno». desde esa fecha, los porcentajes ascien-den al diezmo y aunque existían disposiciones reales en el sentido de que, enun plazo establecido, se empezase a pagar el quinto, mediante diversas prórro-gas otorgadas por las autoridades locales presionadas por los mineros, aquel nose empezó a pagar hasta el 4 de noviembre de 1569 en Concepción y hasta el 5de diciembre en Santa Fe. Sin embargo, los mineros consiguieron que la Coronavolviese a rebajar el impuesto, reiterándole, mediante constante informacionesy pedimentos, los elevados costos de la explotación y los «escasos provechos».de esa manera, a partir de 1571, la participación de la Corona se redujo a solo eldiezmo.

Las cifras de las columnas corresponden a la producción total, sin la deduc-ción de los «quintos» reales. Las distintas variaciones que se observan, así comomúltiples datos recogidos, permiten estimar que el movimiento de la producciónatravesó cuatro etapas bastante claras:

1. de 1559 a 1568, los rendimientos se mantienen a un alto nivel, con ligerasoscilaciones que no afectan la tendencia general, alcanzando en 1567 arribade 137,000 pesos.

2. de 1569 a 1571, la producción se resiente notablemente como consecuenciade la elevación de los derechos fiscales del veinteno al diezmo, lo que pro-voca el momentáneo abandono de algunos de los principales dueños decuadrillas, que se retiran llevándose consigo unos 250 esclavos y reduciendoasí la población laboral a solo 150 negros.

3. de 1574 a 1578, se produce una nueva alza en la producción, superando losniveles que habían sido logrados en los mejores tiempos (140,617 pesos en1576). La causa de este fenómeno se debe a la introducción de una gran can-tidad de esclavos, hasta llegar a 2,000. Si bien durante este período la fuerzalaboral utilizada casi quintuplicada a la existente durante los primeros 10años, los rendimientos, aunque altos, se mantuvieron solo ligeramente porencima de los alcanzados durante los mejores años de aquella década, loque sugiere que los costes de producción habían aumentado, siendo meno-res los beneficios y, asimismo, que el hontanar aurífero empezaba a mostrarlos primeros síntomas de agotamiento.

4. de 1579 a 1588, la producción se precipita por una inclinada pendiente, encuya caída se mezclan, con el empobrecimiento de los lavaderos, diversosfactores, como la incuria de los gobernadores, la amenaza pirática, la creciente

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carestía de la alimentación y, consecuentemente, de los costos de produc-ción, todo lo cual indujo a los mineros a marchar con sus cuadrillas fuerade Veragua, reduciéndose cada año más y más el número de negros dispo-nibles y utilizables hasta quedar prácticamente deshabitado el asiento y realde minas. Lenta, pero inexorablemente, los lavaderos de Concepción habíanexperimentado los clásicos efectos de la ley de rendimientos decrecientespropios de las economías «primarias», de explotación extensiva, a costa delos bienes naturales, sin innovaciones o mejoras técnicas.Como es evidente, la disminución de los rendimientos se había producido

de manera paulatina. paralelamente a esta tendencia de la producción, se pro-dujo una declinación lenta, pero creciente, de vecinos mineros y con ellos, de lafuerza de trabajo, como puede observarse en el siguiente cuadro.

Las cifras hablan por sí solas. en 1589 había bastado que llegasen noticiasde Concepción de que en Zaragoza, en la antioquia neogranadina, se habíandescubierto unos prometedores yacimientos auríferos y que el rey, para estimu-lar su explotación, solo cobraba el veinteno en lugar del diezmo como se hacíaen Veragua, para que los últimos mineros y dueños de cuadrillas que quedaban,se desplazasen hacia el nuevo prometedor hontanar13.

La extensión de la producción aurífera, a costa de unos recursos que pare-cían inagotables, pese al bajo nivel de las técnicas empleadas, pudo asegurar du-rante un tiempo el enriquecimiento de los mineros; pero la incapacidad deintroducir innovaciones técnicas determinó un rápido decrecimiento de los ren-dimientos. de esa manera, los niveles de producción alcanzados compensabancada vez menos los excesivos gastos, teniendo en cuenta sobre todo los costosde alimentación para las numerosas cuadrillas de esclavos y lo costoso que re-sultaban estos. a este hecho se sumaron otros que agravarían más la situación.

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Producción anual del real de minas de Concepción

Años Pesos Años Pesos

1559-1560 127,378 1574 131,6221561 129,993 1575 132,2001562 71,812 1576 140,6171563 80,160 1578 100,0001564 106,169 1579 8,3501565 104,686 1580 78,6101566 114,458 1583 27,0001567 137,142 1584 52,4061568 112,638 1585-86 50,0001569 92,656 1587 14,9701570 49,138 1588 9,9201571 69,399

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Mar Caribe

Valor de las importaciones

Nicaragua14% 81.0%

1.2% NuevaGranada

Islas del Caribe1.3%

Otros: 2.5%

Mar Caribe

Embarcaciones entradas

Nicaragua

Nombrede Dios

Nueva Granada

Islas del Caribe

Otros

50% 20% 1%

Total de embarcaciones(porcentajes)

Puerto minerode Concepción

Importaciones del puerto minero de Concepción, años 1561-1574

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por un lado, los asedios de la piratería hacían cada vez más insegura la explota-ción, sino más costosa, cuando exigía onerosos rescates por las vituallas reteni-das, según ya mencioné. el hostigamiento de los indios coclé contra los minerosque buscaban nuevos placeres al este de la provincia tampoco cesaba. además,la Corona se mostraba cada día más renuente a rebajar los tributos que debíanpagar los mineros por el producto de su trabajo, es decir el impuesto de la cotade oro, pese a sus reiteradas peticiones para que los redujese. La suma de todosestos factores, unida a la insolvencia moral y política de los últimos gobernado-res, al atractivo que ofrecían los recién descubiertos lavaderos de otro de Zara-goza, y la facilidad con que podían desarraigarse los mineros, determinaron queen poco tiempo los lavaderos quedasen por completo abandonados.

este proceso de dispersión se iniciaría, como acabamos de ver, durante ladécada de 1580, señalándose el1589 como año de la clausura definitiva de loslavaderos, después de 30 años de explotación de las arenas metalíferas. así secierra el período más brillante y rico de la minería veragüense, abriéndose almismo tiempo un nuevo proceso histórico en la provincia: las minas se despo-blaron, el centro de gravedad económica se desplaza hacia las sabanas del pací-fico fundándose por este orden Montijo (1589), remedios (1590) y alanje (1591,y la minería cede el paso a la ganadería y los cultivos, que se convierten en losprincipales soportes económicos de Veragua.

Sin embargo, la expectativa de acumular una rápida fortuna con el hallazgode nuevos placeres auríferos o alguna «cangrejera» repleta de pepitas de oro,continuó estimulando el imaginario veragüense, de manera que la búsqueda de

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0

20,000

40,000

60,000

80,000

100,000

120,000

140,000 2,000 Pesos de oro

Esclavos1,500

1,000

500

0

Producción minera de Concepción y mano de obra esclava, años 1559-1588

Fuente: AGI Contaduría 1456.

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nuevos minerales nunca se abandonó. de hecho, en pocos años nuevamente re-apareció la minería como motor de la economía provincial, pero dado que losyacimientos veragüenses ya no resultaban tan ubérrimos como en los años do-rados de Concepción, también empezaron a reconocerse otros territorios detierra Firme.

Reactivación de la minería veragüensea principios del siglo XVII

el abandono de los minerales en 1589 no detuvo la pulsión de los veragüen-ses por seguir buscando nuevos yacimientos. tras la experiencia acumulada du-rante tantos años (incluso mucho antes de que se estableciera el real deConcepción) había sentado las bases para la formación de fuerte tradición me-talífera que perduraría a lo largo del período colonial y aún más allá, pues setenía la certeza de que en muchos ríos y laderas había oro en abundan cia. Laquimera del oro había fraguado firmemente en el imaginario popular, no soloentre los veragüenses sino entre mucha otra gente del reino. de esa manera, yaen 1599, es decir, a una década escasa de proceso de dispersión y poblamientoque se había iniciado en dirección a las sabanas del pacífico, surgió un nuevopolo de atracción aurí fera localizado en la vertiente occidental de la penínsulade azuero, entre los ríos tebario y Quebro y las sierras de guanete. esta activi-dad, que se centró en la comunidad minera de San Juan de Meriato, fue efímera,y ya había terminado hacia 1604. en tres años de explotación, entre el 22 de juniode 1599 y el 21 de mayo de 1604, todo lo que se registró en las rea les Cajas delveinteno del oro en polvo que se había extraído sumaba 1,600 pesos y 6 tominesde oro, cantidad muy pobre si se la compara con las cifras alcanzadas en el realde minas de Concepción duran te la década de 157014.

Casi al mismo tiempo que se abandonaba el real de minas de Meriato, surgíaun segundo polo de atracción aurífera, esta vez, hacia la vertiente del Caribe, apartir de la región cordillerana. este otro polo fue consecuencia de una entrada,célebre en su tiempo, que acaudilló el nuevo gobernador de Veragua Juan Lópezde Sequeira, de origen portugués. reclutó para la campaña a 105 personas de laprovincia. Concentró su objetivo en someter a los indios coclés, al norte de pe-nono mé, donde se cometieron muchos atropellos con los naturales. Como entodas las anterio res campañas, su propósito era capturar indios y descubrirminas auríferas. Fundó la ciudad minera de Lisboa en 1602, a orillas del río SanJuan, en el actual Coclé, a seis leguas de la costa caribeña, que trasladó poco des-pués a orillas del río Belén con el nombre de nueva Lisboa, donde encontróalgún oro de placer; luego la trasladó al curso bajo del río Belén, más cerca delmar, aunque tampoco esta sobrevi vió. Según una probanza que ordenó hacerLópez de Sequeira, entre 1604 a 1607 se registraron en la «fundición real de

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Coclé» 101,212 pesos dos tomines de oro en polvo, es decir 436 kilogramos arazón de 109 por año. al parecer este oro fue extraído de las riberas de los ríosBelén, Caimito, San Juan y Coclé del norte, que desaguaban en el Caribe15.

a la postre, el principal resultado de esta entrada fue la «pacificación» delos indios coclé, que poblaban la cordillera y que habían constituido el terror delos españoles desde el siglo XVI, impidiendo poblar al este de Con cepción y re-alizar de manera continuada prospecciones auríferas por los ríos del litoral, ge-neralmente muy ricos en oro de placer.

al descubrirse en 1608 nuevos lavaderos en el río tabarabá, en la vertientedel pacífico cerca de Montijo, los mineros que se encontraban en los placeres deCoclé se desplazasen hacia el sur, abandonando el proyecto colonizador de Se-queira. a orillas del tabarabá se fundó el pueblo de nuestra Señora de La regla,y 500 esclavos negros empezaron a trabajar en los arenales auríferos. pero tam-poco esta explotación fue muy duradera y a principios de la década siguienteya había sido abandonada16. Con todo, la pacificación de los coclés por Sequeira,dejaría expe dito el camino del litoral Caribe para futuros poblamientos. así,hacia 1619, cuando los lavaderos de tabarabá se habían agotado, pudo el gober-nador Lorenzo del Salto fundar el real de minas de La palma, a orillas del actualrío palmilla, unos pocos kilómetros al este de Concepción, creándose un cuartopolo de atracción aurífera17. durante 20 años, pen dulando de norte-sur, y gene-ralmente hacia las mismas regiones litorales, la actividad aurífera se habíamante nido de manera prácticamente ininterrumpida.

a tenor de estos descubrimientos se desatarían fugaces aun que intensas fie-bres de oro que arrastraban a muchos vecinos y, con ellos, a sus indios de enco-mienda. Los primeros en acudir eran los mineros con experiencia y los dueñosde cuadrilla, algunos de ellos for mados en la desaparecida Concepción. proce-dían de Carta gena y Santa Marta y, sobre todo, de algunas comunidades mine-ras del interior de nueva granada, como por ejemplo Zaragoza. algunosllegaban con cientos de es clavos negros. en tabarabá llegaron a trabajar hasta500 negros, y en La palma, unos 30018.

La falta de experiencia y los pocos brazos indígenas que los colonos empleabanpara beneficiar las arenas metalíferas determinó, empero, que sus beneficios fuesenmás bien escasos, llevándose la principal ganancia los dueños de negros. Con todo,las escasas onzas del metal que lograron extraerse podían asegurar a los encomen-deros cuando menos algún instrumento de cambio, tan escaso siempre en aquellasregiones, lo que les permitía adquirir bienes que allí no se producían.

La minería, sin embargo, no alejó del todo a los colonos de sus actividadesagropecuarias, su principal y más permanente fuente de riqueza. La extraordi-naria facilidad que para el desplazamiento permiten las sabanas hizo posible, almenos por lo que hace a los lavaderos de aquella vertiente, una duplicidad deactividades entre los co lonos, los cuales pudieron alternar, mientras duró lafugaz activi dad aurífera, los cultivos y la crianza de ganado con la minería.

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al parecer, durante esta época, las repercusiones de la actividad minera enla economía veragüense fueron de escasa relevancia. Corrió a cargo esencial-mente de los habituales mineros y señores de cuadrillas de negros, y todo pareceindicar que, si exceptuamos los efímeros placeres de Meriato, Coclé y tabarabá,poca gente procedente de las sabanas se desplazó hacia la minería. Finalmente,la explotación del real de La palma, que nunca llegó a reunir arriba de 11 vecinosy 300 ne gros, fue poco duradera y a mediados de los años 20 se había prác -ticamente acabado del todo.

Mineros y minerales durante los siglos XVII y XVIII

La documentación evidencia que, no obstante los reveses que seguía su-friendo la actividad minera, algunos vecinos recalcitrantes de panamá y Veraguacontinuaron invirtiendo en esclavos y equipos para seguir explorando nuevosyacimientos, aunque no siempre tenían éxito. esto era probablemente así porqueno faltaba quien tuviera un golpe de suerte y que de la noche a la mañana sehacía con una enorme fortuna tras el hallazgo de una «cangrejera» repleta deoro. estos súbitos golpes de fortuna pasaban de inmediato a convertirse en le-yendas populares evocadas muchas décadas más tarde. así sucedió con el al-guacil mayor de la audiencia, capitán y regidor del Cabildo de panamá, Juangarcía Serrano padre, quien a principios del siglo XVII, extrajo de una mina enVeragua «más de 100,000 castellanos de oro»19. La conversión del castellano deoro varió con las épocas. entre 1580 y 1612 el castellano de oro se evaluaba en556 maravedíes, de manera que su hallazgo pudo tener un valor de 204,412 pesosde ocho reales, entonces una inmensa fortuna a garcía Serrano se le recordabavívidamente todavía en la década de 1660, muchos años después de muerto.

otro minero de fortuna fue domingo gonzález quien llegó a las minas deVeragua «muy pobre, con la capa en el hombro y adquirió tanto oro que tuvocon qué comprar y tener sacando oro tantos negros esclavos suyos como díastiene el año»20. Cuando gonzález trabajaba los lavaderos, un esclavo minerosolía costar como mínimo 350 pesos de ocho, y se estimaba que cada semanadebía rendir dos pesos de oro, o pesos ensayados. de esa manera, la inversiónde gonzález superaba los 125,000 pesos y cada año debía obtener rendimientospor un total de 35,000 pesos ensayados o poco más de 71,000 pesos de ocho, elequivalente al 28% de su inversión. en menos de dos años habría recuperado suinversión en mano de obra esclava. para 1660 los esclavos mineros habían enca-recido notablemente debido al retraso de las remesas de África, virtualmenteparalizadas desde 1640, subiendo el precio por pieza a 600 pesos21.

en la gobernación de Veragua y la región de Coclé no existía entre los siglosXVI y XVII ninguna otra actividad más atractiva que la minería. era compren-sible que los funcionarios, casi sin excepción, se interesaran por este negocio,empezando por los propios gobernadores y capitanes generales de Veragua,

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cuya rapacidad fue proverbial y dio origen a innumerables quejas por parte delos mineros, a quienes extorsionaban y perseguían, como lo hizo el gobernadorLorenzo del Salto contra el próspero minero y alcalde ordinario de Montijo, Cris-tóbal de aguilar alfaro. presionado por el gobernador, optó por retirarse de losminerales en la década de 162022.

La minería se extendía por un vasto territorio. Conforme al importante in-forme que elaboró Juan de Valencia, «contador de cuentas y liquidaciones entrepartes de la audiencia y demás juzgados, defensor general de bienes de difuntos,teniente de correos mayor», se explotaban «seis leguas de tierra hacia el parajede los picachos y más de 30 leguas desde el embarcadero que llaman de Coclé[¿río Coclé del norte?] hasta el sitio en que hoy están labrando en Veragua»23.Según esto, los minerales se encontraban dispersos por un área de tal vez másde 5,000 kilómetros cuadrados. de hecho, se extendían desde las cercanías delrío Chagre, pasando por el hinterland de la capital, hasta las jurisdicciones denatá, Los Santos y prácticamente toda la provincia de Veragua.

Valencia menciona también las minas de Chucú, cercano a natá, y el río tur-bez, en la quebrada de Cervantes a cuatro leguas de natá. en una quebrada a18 leguas de San Miguel de toabré se extrajeron 18 quintales de oro. Como losindios estaban familiarizados con el área, sacaban allí 20,000 castellanos por año,mientras que los españoles solo obtenían 6,000 castellanos.

Las minas de tabarabá en Veragua fueron las más ricas. Fue allí donde elcapitán garcía Serrano hizo su fortuna y donde el encomendero de indios y al-calde mayor de natá en 1611, capitán Juan de Montesdoca, tenía «muchos es-clavos y a veces uno solo le sacaba 50 castellanos de jornal». pedro de Villarreal,un santeño, tenía en estas minas más de 150 esclavos. Jugador empedernido, Vi-llarreal apostaba a veces hasta «tres frascos de oro en polvo grandes de doce quetenía para jugar». era tal la actividad en tabarabá que se «jugaba mucho» y habíacarreras de caballos y juegos de cañas. pero todo eso había terminado para 1660y solo quedaba «monte».

también se había encontrado oro en un cerro de Soná, y en río torio. Los«vecinos antiguos» entraban por el camino «que corre desde La Villa y parita»hasta el río Quebro. por allí volvió a entrar Juan Vicencio Justiniano a mediadosdel siglo, aunque solo extrajo 50 castellanos en el sitio al que puso su nombre:charco de Justiniano. en 1638 trabajó las minas de torio el gobernador de Vera-gua, don Martín Miarín de Carranza, cuyos esclavos le entregaban medio pesode jornal «y aún les sobraban dos tomines para tabaco».

otras minas conocidas eran la de aguacate, cerca del pueblo de San Fran-cisco, que rendían a dos pesos de jornal por esclavo; la de cerro Montuoso; lasdel río Santa elena, en Coclé, donde trabajaron varias personas entre 1606 y ladécada de 1630, destacando Cristóbal de aguilar alfaro, minero famoso» quellegó a tener hasta 200 negros. Finalmente, se encontraba oro en las cercanías depanamá, en la quebrada de San Bartolomé, a dos leguas de la ciudad; en el río

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de María prieta y en La puente, a 3 o 4 leguas de distancia. también en cerro deCabra, al oeste del río grande, y «por la parte del camino hay oro en quebradarica». Más lejos, en dirección al Caribe, se encontraban lavaderos en el río pe-quení, en el paraje de Vaca de Monte, cerca del Chagre y de Venta de Cruces.

estimulado por los altos rendimientos de las minas veragüenses, el presi-dente Vega Bazán había llevado de perú al minero don Francisco Zapata. tam-bién atraídos por la fama de estos minerales, llegaron mineros de las minas deZaragoza, situadas en la nueva granada24.

pero la búsqueda de nuevos minerales no cesó. en 1610 dos indios descu-brieron las minas de tabarabá, que se convierten en las más ricas de ese período.para febrero de1611, picados por la fiebre del oro, los mineros ya habían intro-ducido en tabarabá 800 esclavos «y siguen entrando y muchos españoles en-trando y saliendo cada día». Fue en esa época que se establecieron los capitanesJuan garcía Serrano, Cristóbal de aguilar alfaro y Juan de Montesdoca, ya men-cionados. otro minero famoso de esa época fue el encomendero y alcalde ordi-nario de alanje, capitán Juan guerrel.

en ese entonces garcía Serrano solo declaraba tener veinticuatro esclavos,aguilar alfaro seis, Montesdoca cincuenta, la mayor cuadrilla de la provincia,y guerra doce. Se dice que en esta etapa las minas le produjeron tanto a Mon-tesdoca, que uno de sus esclavos «se paseaba con una bolsa de tafetán cargando8,000 pesos de oro». Sin embargo, pocos meses más tarde, pasada la euforia ini-cial, los minerales empezaron a despoblarse quedando solo 300 esclavos25.

después de esta fugaz epifanía aurífera, los mineros se mudaron para lasminas de Quebro y tebario. Luego, hacia 1629, el presidente Álvaro de Quiñonesosorio dio órdenes para repoblar nuevamente la ciudad minera de Concepción,iniciándose al parecer un nuevo período de esplendor. Según el informe del con-tador de Veragua, andrés garcía de Zevallos, llegaron a contarse hasta 3,000 es-clavos. el oro «se pesaba con romana», dando a entender que la producción eraenorme. el capitán Juan de Montesdoca tenía 300 esclavos, y cada esclavo le en-tregaba entre 2 y 3 pesos cada semana, lo que equivale a una producción anualprobablemente superior a 30,000 o 40,000 pesos. para la fecha del informe, en1661, en todos los minerales solo quedaban 64 esclavos viejos o de mediana edadque no rendían más que a peso por semana26.

Juan de Valencia recordaba que en los momentos de mayor prosperidad laexplotación minera Veragua llegó a ser considerada como «el potosí de tierraFirme». Sin embargo, la minería empezó nuevamente a decaer a partir de 1640,por casi idénticas razones a las que habían provocado su abandono en 1589. Segúnun memorial presentado por los mineros a la Corona para que les prorrogara elimpuesto del veinteno en lugar de pagar el quinto, la crisis era imputable a los si-guientes factores: el desabastecimiento de esclavos, y los frecuentes ataques pirá-ticos que interceptaban las embarcaciones con vituallas que les llegaban por mardesde Cartagena, produciendo el encarecimiento de las subsistencias27.

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en la década de 1650 la producción aurífera ya estaba en crisis y muchosmineros abandonaron los yacimientos. para la década siguiente solo permane-cían en los minerales «64 negros de labor, 24 son los de Luis Vásquez, presbítero;otros 24 de ana de Medina, viuda de pedro rasero; ocho de Catalina ramírez;cuatro de ana de torres; cuatro del capitán pedro garcía romero, cuya saca deoro importa al año 1,344 castellanos de oro a dos pesos cada semana cada negrode los que trabajan que no sacan más, que es la mayor miseria»28.

Varias mujeres fueron propietarias de esclavos de minas, como las arribamencionadas. en las décadas de 1640 y 1650, tenían esclavos mineros doña Fran-cisca de peralta, doña Leonor de Saavedra, viuda del capitán Joseph López, ydoña Isabel de peralta, viuda de alonso Sánchez de la Morena. también era mi-nero el presbítero Luis Vásquez de Salazar, quien tenía una cuadrilla de negros;un licenciado en derecho, el capitalino don Sebastián alfonso de Velasco, abo-gado de la real audiencia, con esclavos en las minas de tabarabá, y el veinti-cuatro y capitán Juan de Vera pizarro, escogido por los mineros para que lesrepresentara en la Corte en 165129 y quien fuera conspicuo miembro del Cabildocapitalino entre 1613 y 166830.

para esas fechas la minería aurífera se había convertido una de las activida-des mejor establecidas del reino de tierra Firme, y pocas estaban tan firmementearraigadas en las tradiciones locales, sobre todo en la provincia de Veragua. estafuerte tradición metalífera, que remontaba sus raíces a los mismos orígenes deVeragua, jamás sería abandonada y durante el resto de la Colonia y serían fre-cuentes las partidas de «mazamorreros», o «gurguzeros» que trabajaban por sucuenta lavando arenas auríferas, y cuya existencia se desenvolvía a la intemperiede la ley, eludiendo las obligaciones fiscales del «quinto real», y prácticamenteal margen del sistema monetario.

Según Valencia ya se sabía que había oro en darién: «todos sus ríos y que-bradas tienen oro de 18 a 20 y a 22 quilates». Sin embargo todavía para 1663,fecha de este informe, no se había iniciado allí la explotación minera.

a juzgar por el informe de Valencia pareciera que se estaban haciendograndes esfuerzos por buscar nuevos yacimientos minerales, puesto que entodo el país los que se encontraban entonces en explotación no estaban rin-diendo mucho. el propio Valencia hizo un largo recorrido en dirección aazuero, hacia la zona donde hoy se encuentran Las Minas y Los pozos, paraverificar la existencia de ciertos yacimientos, aunque su visita no tuvo éxito.pareciera además como si el Imperio estuviera sintiendo la necesidad de en-contrar nuevas zonas de explotación minera, probablemente debido a que elmercado metalífero se estaba enrareciendo por la escasez del oro y como con-secuencia este se cotizaba cada vez a mejor precio. Como quiera que sea, esobvio que para esas fechas se intensifican las prospecciones. Y es en ese con-texto que podría explicarse el surgimiento del darién como centro minero, que

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acaba por desplazar completamente a Veragua, al menos hasta principios delsiglo XVIII, convirtiéndose en uno de los principales polos auríferos de todo elcontinente.

La decadencia de la producción aurífera a partir de 1640, ocurrió simultáne-amente en panamá y en la nueva granada, al parecer por una causa común. Hastaesa fecha el aprovisionamiento de esclavos en américa estuvo en manos de losportugueses, gracias a la alianza entre ambas coronas peninsulares. en la nuevagranada, la progresiva disminución de la población indígena en las zonas minerasobligó desde fines del siglo XVI a introducir masivamente esclavos de África, quese convierten en la principal fuerza laboral de la minería. en panamá, la zona mi-nera de Concepción se encontraba totalmente despoblada de indios, de modo quesu explotación recayó desde el mismo comienzo sobre esclavos negros. en el sigloXVII, cuando se reanuda la minería, aparte la mano de obra libre que trabajabapor su cuenta o era asalariada, fueron esclavos los que mayoritariamente se si-guieron explotando en los minerales, sobre todo en los principales yacimientos.

en ambas regiones la mano de obra esclava era pues vital. pero en 1640 por-tugal se rebela contra españa, y el suministro de esclavos súbitamente se detiene,ocasionando un verdadero colapso de las actividades productivas, sobre todoen las colonias españolas donde la mano de obra esclava era insustituible, comoen los centros mineros, en las antillas, en Cartagena, en panamá o en la costaperuana. el impacto de la falta de esclavos castigó los más diversos aspectos dela economía. La crisis demoró varios años ya que, si bien el abastecimiento deesclavos no cesó del todo, esto se hacía en mínima escala, y no empezó a regu-larizarse y volver a la normalidad hasta 1663, cuando españa firmó un contratoen régimen de monopolio con la firma genovesa grillo y Lomelín, que durantelos siguientes diez años se convierte en la única proveedora de esclavos en amé-rica. esta casa estableció una de sus sedes más importantes en panamá, desdedonde se introdujeron alrededor del 60% de los esclavos que se importaron alcontinente durante la vigencia del contrato. pocos años más tarde, gracias a estanueva inyección de mano de obra, pudieron abrirse nuevas fronteras de explo-tación aurífera tanto en panamá como en la nueva granada. no era casual queambos procesos coincidieran cronológicamente. en efecto, para ambas regionesse señala como fecha de arranque el mismo año: 1680.

Las minas de Cana, en Darién

todavía se desconoce la fecha de descubrimiento del principal yacimientodarienita, el del cerro espíritu Santo, y no se sabe bajo qué circunstancias se pro-dujo este hallazgo. pero en una carta fechada el 6 de enero de 1719, don antonioIgnacio de Sossa Flores de Camargo, que se identificaba como «uno de los inte-resados en la mina de Santa Cruz de Cana», nos aclara que había sido su suegro,

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el capitán antonio de Landeche el descubridor, y de quien había sido heredero.Según Sossa, su suegro había invertido más de 7,000 castellanos de oro paraponer a producir la mina, y él mismo había perdido más de un millón de pesosde oro, fuera de otros diez quintales del metal, en los distintos ataques o ame-nazas de ataques que había sufrido el real de minas por parte de los indios o defuerzas extranjeras (en 1702, 1710, 1715 y 1718). Como compensación a sus pér-didas, Sossa pedía licencia para colonizar el darién del norte, por Chepo, concolonos gallegos y canarios, un proyecto que sin embargo no prosperó31.

Las minas darienitas ganaron justificada fama por su riqueza. pero en rea-lidad es muy poca la información que tenemos a mano para fundamentar con elnecesario rigor esa fama. Las minas de oro más ricas jamás descubiertas en te-rritorio panameño y las que por más tiempo estuvieron bajo explotación conti-nua, resultan ser las peor documentadas. en otros capítulos hemos visto que esposible documentar la producción de las minas durante la Conquista, entre 1514y 1526, y se ha podido reconstruir casi sin faltas la producción de las minas y la-vaderos de Concepción en Veragua, entre 1559 y 158932. pero las minas darienitasno tienen esa suerte. todo conspira para dificultar su estudio. Su historia, tanbrillante como trágica, se desarrolla en un período caracterizado por una defi-ciente administración colonial que coincide con el momento de mayor decaden-cia del Imperio español. para ninguno de los años del período en que estuvieronbajo explotación se conservan registros fiscales pormenorizados, de los que solohan llegado hasta nosotros, aunque con lagunas, los sumarios de cargos, es decir,los resúmenes de los ingresos anuales de las Cajas reales, donde el impuesto deminas solo ocupa una línea con la cifra correspondiente a lo recaudado. parahacer más difícil las cosas, ese impuesto nada nos dice sobre la producción. enbase al derecho de la «cota de oro», a razón de cuatro castellanos por obrero,solo podemos conocer, y eso en la medida en que pueda ser confiable este dere-cho, la cantidad de trabajadores de minas ocupados cada año.

debemos contentarnos con algunas cifras groseras y poco seguras, que casisiempre proceden de fuentes de segunda mano o que los informantes han sabidosolo de oídas. unas y otras por lo general animadas de un espíritu propagan-dístico o en todo caso dictadas con ánimo de despertar admiración. porque sialgo caracterizó a esos minerales es que siempre estuvieron rodeados de unnimbo brillante, lo que por cierto no hace las cosas más fáciles.

Según el médico-pirata Lionel Wafer, que estuvo en darién a poco de ini-ciarse las explotaciones, se extraían entre 18,000 y 20,000 libras de oro anuales.Sus cifras reflejan más bien una opinión generalizada, y no pretenden ser preci-sas, pues como el propio Wafer nos dice: «pero, aunque este producto fuesemayor o menor de lo dicho, lo cierto es que se extrae anualmente una cantidadde oro increíble». Sin embargo, Wafer jamás estuvo en el real de minas ni, comoera de esperarse, tuvo acceso a sus libros de cuentas. Su informante, como elpropio Wafer confiesa, era un español prisionero de los piratas. Más confiable

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son los extractos de la Contaduría de panamá, según los cuales entre 1692 y 1716se fundieron en las minas, por concepto de derechos, 663 libras y un tercio deoro, equivalentes a 66,334 castellanos. Se trata de lo ingresado en las Cajas realesde lo correspondiente a la cota de oro, es decir, la capitación pagada por cadatrabajador, que era de cuatro castellanos por cabeza, lo que equivale a un rendi-miento estimado de 1.3 kilogramos por esclavo.

estos datos nos servirán para un rápido ejercicio numérico. en primer lugar,nos indican que una libra valía alrededor de 100 castellanos de oro. asumiendouna producción regular anual, tendríamos durante esos 24 años una recaudaciónpromedio de 2,764 castellanos, lo que representaba una presencia de cerca de691 trabajadores ocupados en forma permanente cada año. Sin embargo habríaque ajustar estas proporciones. en 1702 las extracciones mineras se suspendenbrevemente debido a los ataques de periquillo y pancho Lere. en 1710 se produceotro ataque al real de minas y las extracciones se paralizan por dos años. nue-vamente hay otro ataque en 1712 y en 1715 hay un derrumbe en el mineral. asu-mamos tres años completos de inactividad debido a estos accidentes, lo que nosdejaría con 21 años. en este caso, la recaudación promedio anual sería de 3,159castellanos o bien 790 trabajadores ocupados cada año de manera regular.

otras fuentes nos ofrecen cifras distintas. una serie procedente de la propiaCaja de panamá da para los años comprendidos entre 1691 y 1705 un total de27,953 castellanos provenientes del «quinto y cota de oro». en 1699 no se recaudónada. estas cifras nos darían un promedio anual de 1,864 castellanos y unos 466trabajadores por año33. pero hubo años excepcionales. en 1708 las fuentes ase-guran que la cota de oro produjo solo ese año 82,000 pesos, lo que convertido acastellanos (a razón de 25 por peso, según la cotización de entonces) hacen 26,240castellanos (casi tantos como todo el período 1691-1705), y a razón de 4 castella-nos por jornalero, un total de 6,560 trabajadores. años más tarde el gobernadorandrés de ariza afirmaba que en las minas trabajaban más de 200 hombres quealternaban noche y día en diversas faenas.

también ariza nos aclara que la mano de obra empleada en los minerales,aunque de color, era libre, y que se le pagaba un jornal equivalente a un platon-cito de tierra diario, del que obtenían por lo menos de 120 a 160 pesos por mes,y al año tal vez arriba de 1,700 pesos, y algunos por encima de los 2,000 pesos,es decir más de lo que correspondía al sueldo del gobernador de la provincia.La mayoría ganaba más que los más altos funcionarios de la real Hacienda –elcontador o el tesorero–, y por supuesto más que cualquier oficial graduado, yvarias veces lo que un soldado o un misionero. de hecho, los ingresos de los tra-bajadores de las minas podían ser superiores a los de cualquier empleado de go-bierno, con excepción tal vez del presidente de tierra Firme, si consideramosdesde luego solamente los sueldos nominales. Con razón se decía que «aquellosjornaleros negros cortejaban en los bailes a sus queridas espolvoreándoles en lacabeza el oro que a granel llevaban en los bolsillos».

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debe aclararse que, al parecer, ariza se refiere solo al número de jornalerosque trabajaban en la mina principal, o del espíritu Santo de Cana. de cualquierforma el número de brazos no es un indicador confiable para medir los rendi-mientos reales. de modo que solo nos queda remitirnos a otras fuentes tambiénpoco confiables pero que son las únicas que se refieren al monto de la produc-ción. Manuel de Montiano, gobernador de panamá a mediados del siglo XVIII,escribe en una relación fechada en 1750, que entre 1700 y 1724 la producciónanual de las minas de Cana llegaba a un millón de pesos de oro; otras fuentesmencionan una producción de 100,000 castellanos de oro anuales para el mismoperíodo. andrés Baleato, que escribe ya a fines de la Colonia, dice que entre 1690y 1724, la producción era de 2,613,500 pesos anuales.

parece evidente que los años de mayor producción se encuentran entre 1690y 1724, año en que se inicia el abandono irreversible de los minerales. el picoaparentemente se alcanzó en 1708 que fue un año francamente excepcional comoacabamos de ver. pero veamos más de cerca estas cifras. empecemos por algunasequivalencias. entre 1643 y 1688 el castellano de oro se evaluaba en 680 marave-díes, o bien a 20 reales de plata. entre 1689 y 1712 se pagaban 850 maravedíespor cada castellano, es decir 25 reales de plata. en 1716 el castellano se paga a 21reales; en 1717 a 20.4 reales, y a partir de 1719 hasta por lo menos 1751 se le daun valor de 18 reales. al parecer el castellano sigue bajando, pues entre 1778 y1800 se evalúa a 544 maravedíes o 16 reales de plata, es decir a dos pesos puescada peso tenía 8 reales. todas estas equivalencias se aplican a panamá y proce-den de datos tomados de sus propias Cajas reales.

asumamos un valor de 25 reales por cada castellano de oro: en tal caso laproducción de Cana, calculada para 1700-1724 en 100,000 castellanos, tendríaun valor de 312,500 pesos de plata anuales. una suma equivalente al valor totaldel comercio exterior de panamá y portobelo juntos.

examinemos ahora el volumen físico de la producción. Los contemporáneostenían varias maneras de dar las unidades de medida. Según ciertas fuentes, uncastellano tenía 0.16028 onzas de peso, es decir que una libra, o 460 gramos, valía100 castellanos. otras fuentes equiparan 50 castellanos a un «marco de oro». Sila producción anual era de 100,000 castellanos, tendríamos que la extracciónsería de unos 10 quintales de oro por año, o media tonelada. en otras palabras,si seguimos los estimados para la producción de 1700 a 1724, durante un cuartode siglo se extrajeron solo de Cana 250 quintales de oro o 12.5 toneladas.

Vicente restrepo, historiador colombiano, en su Estudio sobre las minas de oroy plata en Colombia escrito en 1883 calcula en base a los datos para 1700-1724, quela producción era de 15,385 libras por año, o bien 7 siete toneladas34. algunasfuentes mencionan 30 millones de pesos extraídos entre 1690 y 1724. Me inclinoa creer que probablemente la producción llegó a alrededor de 15 toneladas du-rante los 35 años de mayor explotación. tal vez habría sido de hasta 20 toneladassi consideramos toda la historia del mineral. tomando en cuenta el valor actual

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del oro (387.03 dólares en abril de 2004), eso equivaldría a la impresionante sumade 5.4 billones de dólares y unos 153 millones por año.

pero aceptemos como buena la cifra ya mencionada de los 30 millones. estosupondría, a razón de 25 reales de plata el castellano, una producción de 9.6 mi-llones de castellanos en 35 años o bien un promedio anual de unos 274,000 cas-tellanos. Si cien castellanos hacen una libra, tendríamos una producción anualpromedio de 27.4 quintales o 1.4 toneladas –una cantidad muy superior al oroque ingresa a españa de toda américa entre 1630 y 166035–, y para esos 35 añosuna extracción global de unas 48 toneladas de oro. al valor actual del oro, estoequivaldría a cerca de 8 billones de dólares y 229 millones de dólares anuales.para medir la importancia de esta producción baste compararla con el movi-miento de entradas de oro a la Casa de Contratación de Sevilla entre 1611 y 1660.el total para esos 49 años fue de 16,004 kilogramos, con un promedio anual de327 kilogramos de oro anuales. Si todo esto es cierto, las minas de Cana produ-cían al año casi cuatro veces el total del oro contabilizado en la Casa de Contra-tación en este período. Lamentablemente, no se conocen estudios sobre el oroque ingresó a españa durante los años de producción de Cana lo que impide re-alizar comparaciones contemporáneas.

Como quiera que sea, se trata de cantidades alucinantes. totalmente fuera deproporción tomando en cuenta las escalas de tierra Firme, con tal vez menos de50,000 habitantes y un presupuesto anual que para esas fechas no superaba los250,000 pesos de plata, y que en su mayoría le llegaban del Situado que enviaba laCaja de Lima. Cabe mencionar, no obstante, que en los estudios sobre la mineríaamericana de los últimos tiempos nunca se menciona la minería darienita, y parael período de su mayor producción solo se hace referencia a las actividades que serealizaban en la nueva granada, es decir, en las minas de la actual Colombia.

el impacto de la minería darienita debió ser brutal. Según cierta fuente, 25fragatas anuales viajaban al darién solo para atender la demanda de las minas.gracias a la actividad minera, conforme a un dato que da el gobernador de laprovincia andrés de ariza, para 1712 darién llegó a contar hasta 20,000 almas,y probablemente la gran mayoría en torno a los minerales. Si estas cifras sonciertas, en Cana y sus inmediaciones había una actividad bastante más animadaque en torno a la capital y no digamos portobelo. panamá no llegaba a 7,000 ha-bitantes a principios del XVIII, y su movimiento portuario se reducía a tal vezno más de 12 embarcaciones por año, incluyendo los galeones de la armadillacon los tesoros o con el Situado.

todo esto, sin embargo, desapareció casi tan abruptamente como sobrevino,cuando en 1724 el mestizo Luis garcía atacó el mineral volando sus socavones einundando sus galerías, algunas con una profundidad de entre 40 y 60 metros.todo el espejismo de aquella era dorada desapareció para siempre. el mineral sedespobló casi por completo y al poco tiempo no quedaba en el darién colonizadoni tan siquiera la décima parte de los habitantes que existían en 1712. La próspera

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y bullente colonia minera se transformó en colonia fantasma. nadie sabe qué sehicieron los millones que se sacaron ni en qué se gastaron. probablemente mu-chos de esos millones se dilapidaron torpemente, a juzgar por la forma comogastaban su jornal los mineros, según vimos arriba. Y de esas fabulosas minassolo quedó un excitante recuerdo. a fines de la Colonia y todavía más allá, lahistoria de Cana había entrado al mundo de la leyenda.

no se tienen noticias de nuevos proyectos para explotar la mina de Canahasta fines del siglo XIX. en 1883 la denuncia La Compañía Minera del darién,con sede en Bogotá, y en 1887, a cambio de cierto número de acciones, cede susderechos a la darien gold Mining Company, que se organiza en Londres con uncapital de 64,000 libras esterlinas. de acuerdo a Vicente restrepo, esta compañíarealizó trabajos de exploración y laboreo en los sitios donde, según la tradición,se había explotado el famoso filón de espíritu Santo, invirtiendo en maquinariay tecnología moderna, ferrocarriles y plantas eléctricas, pero su capital se agotósin haber logrado descubrir las antiguas vetas de oro.

El oro de Veragua: siglo XVIII y principios del siglo XIX

La actividad minera se concentra entonces en Veragua, donde alternan losempresarios mineros y los «mazamorreros» o «gurguzeros», a que ya aludí. estaúltima era una práctica muy extendida entre la gente llana, al punto de que sehabía convertido en una suerte de segunda naturaleza de los veragüenses. el curaJuan Franco, en su Breve noticia o apuntes de los usos y costumbres de los habitantesde Panamá y sus producciones, que escribió para la expedición Malaspina en 1790,explica que «gurcucero» era «voz provincial que significa el que vive de buscaroro que se encuentra somero en los montes, arroyos y desembocaduras»36.

a lo largo del siglo XVIII continuó extrayéndose oro de aluvión en los ríosSantiago, Concepción, Barrera y Zapaterito, en la vertiente caribeña de la pro-vincia, que eran los más famosos por su alto rendimiento. todavía a mediadosdel siglo XIX se hacía mención a una batea de tierra que había producido unalibra de oro y de muchas que habían rendido hasta cuatro onzas. desde princi-pios del siglo XVIII se extrajo «muchísimo» oro de la mina de guerrero, nom-brada así por quien la descubrió, pero luego fue abandonada por los altos costosde producción. para esos años muchos empresarios dueños de esclavos preferíandedicarse a la pesquería de perlas en el golfo de panamá, donde se obtenían ga-nancias «más seguras».

en la segunda mitad del siglo XVIII, probablemente incentivados por elabandono de los minerales de darién, en Veragua se encontraron nuevos yaci-mientos y volvieron a explotarse otros viejos, que imprimieron nuevos bríos ala minería. a siete leguas de la capital provincial, Santiago, se empezó a explotarla mina del aguacatal o aguacate, que fueron «muy pingües», pero tuvieronque abandonarse hacia 1777 «por la dificultad de trabajarlas». entre los pueblos

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indígenas de Cañazas y San Francisco, y no lejos del viejo asiento de Santa Fe,se descubrió la mina de remance, que fue muy productiva. en 1772 también seencontró oro en las playas del río torio, en el golfo de Montijo, y hacia 1784 seexplotaron otras «minas poderosas» que se encontraban en Cancuas y Lajillas.Como resultado de los yacimientos encontrados entre Cañazas y San Francisco,la Iglesia tuvo la pretensión de asumir el control de la zona estableciendo allíuna misión con la excusa de catequizar a los indios gentiles. pero el gobierno seopuso y el resultado fue el establecimiento de un nuevo poblado, muy cerca delantiguo Santa Fe, que se bautizó con el nombre de La nueva alcudia, en honorel príncipe de la alcudia Manuel godoy, favorito de la reina.

uno de los ríos preferidos por los gurguzeros a fines del período colonialeran el San antonio y el San Bartolomé; en este último «se da el oro en puntashasta del peso de una libra». entre las minas de veta más productivas se encon-traban las de Margaja y La Soledad, que eran limítrofes. La primera fue abando-nada en 1794; La Soledad era propiedad del coronel español radicado en panamáJuan domingo de Iturralde, que la trabajaba en 1812 con diez negros libres37. Máscerca del istmo central, en la vertiente caribeña, se empezaron a explotar desde elúltimo cuarto del siglo XVIII las minas de Santa rita, a orillas del río alejandro.

Los minerales eran de tres tipos: de vetas, hilos y venas; las llamadas hucicas,o aluviones de cerro, y las de aluvión, veneros u oro corrido. Las técnicas de ex-plotación continuaban siendo rudimentarias, los lugares donde se encontrabanlos yacimientos eran distantes y de difícil acceso, y los costos de producción re-sultaban muy altos (se decía que una arroba de carne costaba tanto como sutransporte, que solía hacerse a hombro de indios porteadores), todo lo cual li-mitaba e incluso desalentaba las explotaciones.

es difícil hacer un estimado adecuado de los rendimientos auríferos de esteperíodo, pues el impuesto que se cobraba –la cota de oro– no correspondía alvalor de las extracciones, sino al número de hombres empleados en las labores.pero se sabe que entre 500 y 600 hombres trabajaban en las minas, produciendoal año 30,150 castellanos de oro (130 kilogramos de oro, o tres quintales); en 1793la producción fue de 24,502 castellanos (unos 105 kilogramos de oro, o 245 li-bras). un minero escribía en 1812: «Cuando el mineral estaba en actividad pro-ducía de ocho a diez quintales de oro al año» (de 800 a 1,000 libras). pero entre1808 y 1812 la producción se había reducido a unos dos quintales de oro por año.

el oro que se extraía de los ríos y montañas panameñas se utilizaba sobretodo para hacer los pagos correspondientes a las mercancías precedentes de Car-tagena y Jamaica, y aún en mayor medida a las importadas de españa, reser-vándose aproximadamente unos 2,000 pesos para la fabricación de alhajas. Lasembarcaciones procedentes de españa, Jamaica, La Habana y Cartagena se re-gresaban o bien con productos que tenían su origen en otros territorios del ladopacífico –perú, ecuador, Centroamérica– o con el oro panameño, pues el Istmoprácticamente no enviaba a aquellos destinos mercancías de retorno.

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La explotación perlífera

La seducción por la riqueza perlífera del golfo de panamá se remota a laprimera visita que hicieron los conquistadores a la isla de terarequí, donde en-contraron jabas colmadas de perlas. Fue en esa temprana etapa cuando se des-cubrió La peregrina, aquella perla cermeña de oriente perfecto, tal vez la másfamosa de la historia de occidente, que debió encender la imaginación de loscolonos. por su excepcional rareza, también fue conocida como La Sola, o LaHuérfana38. pesaba casi una onza, o «diez tomines», y tenía el tamaño de una«nuez pequeña», siendo evaluada ente 31 y 35 quilates.

a poco se agregó en 1577 la perla del alguacil mayor de la audiencia, dondiego de tebes y Brito39, aún más hermosa, que los historiadores del arte hanconfundido con La peregrina al contemplarla en los cuadros de Claudio Coelloo de diego Silva de Velázquez, como broche o adorno de los monarcas españoles.

La perla de tebes fue tasada en 55 quilates y descrita como «La mejor [...]que se haya sacado después que las Indias se descubrieron, porque es de buenahechura [...] y la más oriental y mayor que en esta mar se ha rescatado»40. en suobra publicada en 1752, el jesuita pedro Murillo Velarde, escribe: «don diegode temes [sic] llevó de panamá una para Felipe II, año de 1579, del tamaño deun huevo grande de paloma, y por ser tan especial, se llamó peregrina [sic], yhacía 24 quilates de ventaja a quantas se havian hallado. La sacó un negrillo, queno valía 100 reales y la concha era tan pequeña, que por ser tan ruin estuvieronpara arrojarla al mar»41, texto que sugiere cómo era transmitido en el imaginariopopular la memoria de las dos perlas famosas. el Consejo de Indias la comprópara Felipe II en 1579 pagándole a tebes 9,000 ducados, se dice que para obse-quiarla a su tercera esposa, Isabel de Valois. puede admirarse en el célebre cua-dro de Velázquez donde cuelga del sombrero en el retrato ecuestre de Felipe III,o en el retrato de pintor anónimo de doña Isabel de Borbón, primera esposa deFelipe IV, donde luce colgada del pecho42.

pero ni estas dos perlas fueron la más grandes ni las de mejor oriente de lasmiles que se encontraron en panamá. una muy celebrada fue La perseguida, de60 quilates y evaluada entre 50,000 y 70,000 pesos, que se descubrió en 169443.algunas alcanzaron a tener hasta una pulgada de diámetro. de hecho, en el golfose han llegado a sacar algunas de las perlas más grandes que ha conocido elhombre. La perseguida perteneció al sacerdote jesuita Juan Francisco de páramoy Cepeda, aquel inspirado poeta que escribió las inmemoriales Alteraciones delDariel44, y fue una de las perlas más fabulosas que se descubrieron en los maresamericanos. Su fama, al igual que la de La peregrina era comentada por todaeuropa45. Se comprende pues la atracción que concitaba la actividad perlífera.

Los registros fiscales de la administración de pedrarias evidencian queentre 1514 y 1521, el rubro correspondiente a «perlas de cabalgadas», es decir,perlas arrebatadas por la fuerza a los indígenas, solo era superado por el «oro

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de cabalgadas», aunque con poca ventaja. a partir de entonces, ambos rubrosde cabalgadas se desploman, y a partir de 1522 empieza a aparecer el renglónde «perlas de extracción» o, como su nombre lo indica, perlas que se obteníanmediante el buceo que realizaban indígenas, al parecer esclavizados46. el pro-ducto era poco impresionante, lo que sugiere una disminución de la mano deobra, que en todo el golfo se desploma a niveles escalofriantes. de hecho, a partirde la década de 1530 fue necesario introducir indios de nicaragua, perú, nuevagranada y las islas del Caribe, para compensar la terrible sangría demográficaque ocasionó la Conquista en panamá47.

para 1549 quedaban tan pocos indios, que antonio de gibraleón, un comer-ciante y transportista radicado en panamá desde antes de 1547, viaja a Cubagua,cabo de la Vela en Venezuela, donde habían empezado a agotarse los ostiales, ycompra 600 indios buzos que traslada a las islas de las perlas. pero ya para en-tonces empezaba a aplicarse una legislación que protegía a la decreciente pobla-ción aborigen y a gibraleón solo se le permitió emplear a sus buzos venezolanospor un breve período, obligándole luego a liberarlos48. una vez dado ese paso,fue inevitable empezar a introducir esclavos africanos, que fue la mano de obraempleada en el buceo a partir de entonces. para mediados del siglo XVI el cabil-dante Hernando de Luque ya había introducido para la pesquería de perlas entre80 y 100 buzos esclavos, lo que constituía un gran capital49.

Hacia 1570 se produjo la siguiente crisis perlífera, esta vez por agotamientode los ostiales. el contador de real Hacienda, Juan de Vivero, dueño de bergan-tines y de la isla del archipiélago que lleva su nombre, alarmado por la dismi-nución de los rendimientos, ordenó la suspensión del buceo hasta que losyacimientos se recuperasen. gracias a esta primera tregua ecológica, la explota-ción pudo reanudarse en la década siguiente con la misma intensidad que antes.

en un expediente de la primera década del siglo XVII se recordaba quepara la década de 1580 normalmente había entre 26 y 30 bergantines en el buceo.Se decía que para esas fechas pedro López de Baeza era el principal propietariode bergantines de perlas, llegando a tener cinco50. a principios del siglo XVII,López de Baeza era recordado como el más exitoso propietario de bergantinespara el buceo de perlas en el golfo de panamá del pasado reciente. La actividadperlífera suponía muchos gastos, riesgos e importantes inversiones. Sin em-bargo, esto era compensado por la expectativa de rendimientos espectacularesy repentinos, ya que un inesperado golpe de suerte suponía el descubrimientode una perla de gran valor que podía colocarse en el mercado por muchos milesde pesos. esto explica que, no obstante las constantes quejas de los dueños debergantines perlíferos, sea por los supuestos bajos rendimientos, o por la cares-tía de la mano de obra esclava, siempre hubiese en las aguas del pacífico pana-meño en torno a 30 bergantines con un total de cerca de 500 esclavos, incluidoslos agricultores en las islas de las perlas que cultivaban productos para consumode los buzos.

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Se calculaba que un bergantín para el buceo «puesto a la vela» costaba 8,000ducados, es decir 11,029 pesos de ocho reales51. esto incluía el casco del bergantín,«14 buzos, el arráez [o timonel] y una negra que les cocine». total, 16 esclavospor bergantín. el buceo se efectuaba también fuera del golfo de panamá, tan lejoscomo Coiba, al sur de Veragua, y en Manta, ecuador, de modo que se necesitaban«bergantines grandes», cuyo solo casco costaba 1,500 pesos ensayados. Luego de-bían agregarse los gastos de mantenimiento, sobre todo alimentación de losbuzos. un esclavo arráez «tal cual, que sirva de mandador» no costaba menos de1,000 pesos ensayados. Los esclavos restantes y la esclava cocinera costaban cadauno 250 pesos ensayados. además, debía mantenerse personal en las islas paracultivar alimentos52. Se trataba pues de una inversión considerable.

en 1631, el piloto mayor del reino, capitán diego ruiz de Campos, agregaotros datos complementarios sobre la pesquería de perlas. para entonces había«más de 26 bajeles», o bergantines en el buceo. Su longitud solía ser de 14 varasde largo, unos 16 a 17 metros; eran «rasos y tienen el espolón largo porque por élse arrojan los negros al agua para zambullir y son de cuarteles y bogan ochoremos por banda. Cuando es menester navegan con dos velas, mayor y trinquete,y tienen de abertor los dichos barcos doce tercias y son ligeros». Cada bergantín

1572 X El oro y las perlas en la economía colonial

Fragmento de carta de Balboa, con dibujo de la perla «Peregrina», escrita en Santa María la Antigua,15.X.1515. Archivo General de Indias, Patronato 26, ramo 5.

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llevaba de 14 a 16 negros «y el arráez que los gobierna, que también es negro yuna negra que a todos ellos les hace de comer mientras trabajan que es desdelas ocho horas de la mañana hasta las tres de la tarde y no comen bocado hastano acabar de trabajar y en acabando van abriendo las ostras y comen su carne,y maíz, aoyamas, plátanos, y yuca, y sacan las perlas con cuchillos carniceros»53.

para 1619 la fama de las perlas panameñas ya había llegado a China, génovay Venecia. de hecho, comerciantes venecianos habían adquirido asiento «parapescar perlas y plata [sic] y en particular los granos que aquí se sacan, que nolos hay en otra parte, [y] tienen excesivo valor en la China y la mayor granjeríaque tienen los que contratan allá es llevar esto y plata», escribía al rey el sargentomayor de tierra Firme don Francisco de narváez alfaro, al manifestar su preo-cupación por la cantidad de extranjeros residiendo en panamá.

para 1638 los propietarios de bergantines y esclavos para el buceo de perlasse consideraban entre los más acaudalados del país, como decía el prebendadode la catedral Juan requejo Salcedo: «en los que está el dinero y riqueza son losseñores de bergantines que pescan las hostias en que se hallan las perlas...»54.

así, Francisco gonzález Carras co, uno de los hombres más ricos de panamála Vieja, poseía berganti nes para el buceo de perlas, que luego traspasó en dotea su hija doña Mencia gonzález Carrasco, a quién, ya para 1690, uno de susbuzos le encuentra una perla evaluada en 100,000 pesos. el padre la entregó enmatrimonio al gobernador don Juan de oriamuno guillán, caballero de la ordende Santiago, con una cuantiosa dote de «más de 30,000 pesos»55. en unión de suyerno oriamuno, gonzález Carrasco llevó cuadrillas de esclavos mineros al ricomineral del espíritu Santo en darién, donde ambos adquirieron fama de ser «losmás poderosos de panamá»56. de hecho fueron de los primeros mineros en ins-talarse en ese mineral. gracias al negocio de las perlas y la minería, suegro yyerno lograron acumular una considerable fortuna. oriamuno llega a ser pro-pietario de un enorme galeón de 660 toneladas construido a un costo de 135,000pesos que en 1691 le compró el virrey conde de la Moncloa para la armadilla dela Mar del Sur57. Minería y extracción de perlas constituían, obviamente, unafuente segura para acumular enormes fortunas.

Según los registros de real Hacienda, en el rubro correspondiente al «quintode perlas», este se cobraban a razón del número de esclavos negros que buceabanen una canoa. para esas fechas, al parecer, «una canoa» pagaba el equivalente a24 esclavos; «media canoa», pagaba por 12 y «un tercio de canoa», pagaba por 8negros. Sin embargo, el número de buzos por embarcación era muy variable,pues hay registros de solo 12 esclavos en una canoa, lo que sugiere que el quintose pagaba realmente por el número de buzos. Según uno de los registros fiscalesde 1774, uno de los contribuyentes pagaba «a razón de dos pesos un real porcada uno, equivalentes a 25 pesos por cada canoa»58. es decir 17 reales por buzo,ya que se trata de pesos de 8 reales, lo que sugiere que cada canoa «típica» lle-vaba no 24 sino 12 buzos. pero si las prácticas del siglo XVII todavía seguían

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aplicándose, a estos 12 se debían agregar una cocinera y un arráez o timonel,como vimos hace un momento.

Los registros conservados para los años comprendidos entre 1758 y la dé-cada de 1780, sugieren que los vecinos que se dedicaban a la extracción de perlasdebían ser personas de buen pasar e incluso acaudalados. por una parte solíanser dueños de una isla. debían comprar una canoa o bergantín (como mínimo1,000 pesos), y adquirir también por compra los esclavos buzos, que debían serfuertes, jóvenes y bien entrenados, a un costo mínimo por cabeza, de entre 500y 600 pesos o aún más, de manera que para «una canoa» completa la inversiónera de más de 15,000 pesos, sin contar el valor de la isla de su propiedad y otrosesclavos o esclavas adicionales para cultivar la isla y dar de comer a los buzos.

Según los registros de Hacienda, eran cuatro los vecinos de panamá que sededicaban a la extracción perlífera entre 1748 y 1760. uno de ellos era el capitularpablo góngora y Cáceres, dueño de la «Casa góngora», en la nueva panamá,quien al parecer toda su vida la dedicó al buceo. era dueño de la isla agallar,donde tenía una canoa con buzos esclavos, y pagaba cada año 25 pesos por susbuzos. don nicolás del Campo era dueño de la isla San Miguel de pedro gonzá-lez y propietario de «media canoa». don Justo dávila era dueño de isla pacheca,y explotaba el negocio con una canoa. don teodoro Meléndez, «marido y con-junta persona de doña Juana Molina, una de las herederas de doña María Félixde Herrera, difunta dueña de la isla San Joseph del Sacramento», poseía «dos ter-cias de canoa que se le regularon por 8 negros que manifestó con que trabajaba»59.

en 1774 era dueña de isla pacheca, doña ramona ruiz Bazán, donde teníabuzos60. en 1775 aparece como único contribuyente del quinto de perlas pablode góngora y Cáceres61. en 1782, el alcalde de las islas del rey, don Sebastiándel río, «comisionado para la recaudación del derecho de perlas de islas delrey», contribuye con 25 pesos anuales por cada canoa de 12 buzos. tenía portodo 28 buzos y pagaba «a razón de dos pesos un real por cada uno, equivalentesa 25 pesos por cada canoa»62.

Según el quinto, ese mismo año había 129 personas, algunas de ellas libres,aunque otras eran esclavos, que se dedicaban al buceo de perlas. Cada una debíapagar 2 pesos y un real, para un total de 274 pesos 1 real. este dato evidenciaque además de los empresarios de caudal, había gente libre o esclavos, que bu-ceaban de manera independiente. ese año pablo góngora y Cáceres pagaban 29pesos 6 reales por sus siete buzos esclavos «que mantiene en el barco de ellas».Liberata Medianero tenía dos esclavos buzos en la isla Vivero63. Josefa de olivitosposeía cinco esclavos en el buceo en 1784 y otros dos en 1785. Joseph VenturaSoparda tenía este último año un esclavo en el buceo, al que luego agregó otroesclavo más. Liberata Medianero tenía un esclavo buzo64. para entonces ya habíamuerto pablo de góngora y Cáceres. para esas fechas ingresaba al negocio per-lífero el inmigrante santanderino Joseph Manuel de arze Maoño, quien acumulóuna considerable fortuna en esta y otras actividades.

1574 X El oro y las perlas en la economía colonial

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pero como esta actividad era de resultados muy aleatorios, los beneficiosque podía producir dependían mucho de la suerte, o de la oportunidad de com-prar alguna perla de gran valor. Y cuando se trataba de un alto funcionario conjurisdicción sobre las actividades perlíferas, que aprovechaba su posición o abu-saba de ella para comprar las perlas a precios muy reducidos, entonces, la ruedade la fortuna podía depararle extrañas sorpresas. este fue el caso de José HipólitoBernal y Serrano, involucrado en el pleito tal vez más sonado de fines del perí-odo colonial ocasionado por una perla.

el pleito que sostuvo Bernal entre 1800 y 1807 en torno a una perla que com-pró por 250 pesos, ilustra la importancia, así como la secuela de efectos que podíaacarrear el hallazgo de una perla de gran tamaño u oriente. pesaba 56 quilates,tenía figura de «calabaza», y por el dibujo que se adjuntó a la documentación,tenía 1¼ pulgada de alto y 17 milímetros en su base y parte más ancha. Según elgobernador narváez y La torre, era «la major que aquí se ha sacado en muchí-simos años». de acuerdo al avalúo de Juan Soto, diamantista del rey, la perlavaldría 286,566 pesos, es decir, una considerable fortuna. Con esta perla y sietemás pequeñas con las que hizo un collar que ofrecía regalar a la reina, Bernalpretendía que, en retorno, la Corona le concediera el control de la siembra deltabaco en panamá (en ese momento una actividad privilegiada y protegida porel estado, y que Bernal aspiraba a tener «a su cargo»), así como un permiso paracomprar en las «colonias amigas», 30,000 barriles de harina para abastecer «lasciudades y puertos de costa firme, desde panamá, Cartagena, costa de Caracasy demás pueblos intermedios», pagando un peso por cada barril. de habérseleconcedido lo que pedía, se habría convertido de la noche a la mañana en unhombre rico65.

Bernal había nacido en panamá hacia 1744 y era miembro de una familia dela élite que había venido muy a menos a consecuencia de las pérdidas que sufriópor los incendios de 1737 y 1756. Las penurias financieras de la familia le «pre-cisaron a socorrerla», teniendo que abandonar su vocación religiosa (llegó a re-cibir las órdenes menores) para dedicarse al comercio, viajando «por ambasaméricas», aunque radicándose en perú. era hijo de don Francisco antonio Ber-nal y doña Catalina Serrano, «familias tenidas y reputadas por de las más dis-tinguidas de aquella ciudad [panamá], y como tales han obtenido susantepasados los empleos más honoríficos, así políticos y militares como eclesiás-ticos». en 1778 fue nombrado por el virrey Manuel de guirior portaguion deltercer escuadrón del regimiento de dragones del Valle de Caraballa, en perú,ascendiendo en 1780 a alférez del mismo regimiento. en 1774 costeó la impresiónde 500 ejemplares del reglamento y ordenanza para «el ejercicio, evolución ymaniobras de la caballería y dragones montados». Habiendo vacado la vara deveinticuatro de la ciudad de panamá por dimisión de don Juan antonio romeroy Flórez, el gobernador pedro Carbonell y pinto le nombró en dicho cargo, tras-ladándose entonces a su ciudad natal. recibió el título correspondiente el 7 de

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enero de 1776 y tomó posesión el día siguiente. Luego, en 1796, fue elegido porel Cabildo de panamá alcalde ordinario, y en 1798 fue nombrado alguacil mayorde la ciudad por el gobernador antonio de narváez y La torre, cargo que seguíasirviendo en 180466. Lo anterior sugiere que al alcanzar la edad madura, Bernalhabía seguido una carrera ascendente típica de cualquier hombre de su condi-ción social. es decir, una carrera incolora aunque aceptable.

pero la suerte de Bernal cambiaría súbitamente el 24 de diciembre de 1799,cuando se le nombra como juez comisionado en las islas de las perlas para elcobro del quinto real. Su nuevo cargo le brindaba una oportunidad dorada paraadquirir cualquier perla de valor que encontraran los buzos, y que aprovechócasi de inmediato. Según la documentación, fue un negrillo buzo de nombreFrancisco aizpuru quien encontró la perla de 56 quilates (su ama era una tal Se-bastiana de Ávila); este se la vendió a tomás Méndez (al parecer un «negrolibre»), quien a la vez fue obligado por Bernal, «abusando de su autoridad», paraque se la vendiese por un precio ridículamente bajo.

Sin embargo, el gobernador narváez le arrebató la perla a Bernal «para eluso de su madama», argumentando que este no tenía derecho a retenerla, «sinmás fundamento que su antojo». pero como sucede a menudo con la documen-tación de esta naturaleza, el expediente deja la materia inconclusa, sin sabersesi las autoridades aprobaron la operación de compra de Bernal, o la acción denarváez al quitársela a este, o si se le concedió a Bernal lo que pedía a cambiode regalarle a la reina la susodicha perla y el collar. este caso, de cualquier forma,nos revela varios aspectos colaterales relativos a la problemática perlífera (el ex-pediente, por ejemplo, incluye un arancel o avalúo para la tasación de las perlas«redondas, perfectas y de buen oriente y lustre según su peso») y a las oportu-nidades que se le ofrecían a los funcionarios para enriquecerse fraudulentamenteabusando de sus cargos, un fenómeno que fue endémico durante todo el períodocolonial.

1576 X El oro y las perlas en la economía colonial

Arancel o valúo que por tradición antigua se dice regir en esta ciudad para las perlasredondas, blancas, perfectas y de buen oriente y lustre, según su peso

Quilates Valor en pesos Quilates Valor en pesos

1 3 9 7292 8 10 1,0003 27 20 8,0004 64 30 27,0005 125 40 64,0006 216 50 125,0007 343 56 175,6168 512 60 216,600

Nota: En pesos de 8 reales. Firma este documento en Panamá, 10.III.1802, el gobernador Antonio Narváez y La Torre,AGI Estado 51.

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un tema distinto es el que se refiere al monto de la producción perlífera delgolfo, pues esta solo se conoce indirectamente a través del quinto de perlas, queno alude propiamente a su valor sino al número de esclavos o canoas empleadosen el buceo. pero se sabe que en 1790 se extraían perlas por valor de entre 12,000y 14,000 pesos. en 1795 la producción se mantiene igual. en 1804, los rendimien-tos ascendieron a entre 35,000 y 40,000 pesos, cantidad igual a la de 1812. en1817 el rendimiento fue de 50,000 pesos. Según ciertas fuentes, la mayor partede las perlas eran destinadas al pago de las mercancías adquiridas en el perú.oro y perlas constituían, pues, dos renglones de gran importancia en la econo-mía del país.

Notas

1 Apoyo mis cálculos en el cuadro que reproduje en Conquista, evangelización y resistencia,Panamá, 1995, p. 38, a su vez basado en Mario Góngora, «Ingresos de la Real Hacienda enTierra Firme en 1514-1526», Los grupos de conquistadores en Tierra Firme (1509-1530): Fiso-nomía histórico-social de un tipo de conquista, Universidad de Chile, Santiago, 1962, p. 21.

2 Pierre Vilar, Oro y moneda en la historia (1450-1920), Editori8al Ariel, Barcelona, tercera edición,1974, p. 90.

3 Ver por ejemplo Hernando Colón, Vida del almirante don Cristóbal Colón, Editorial del FCE,México, 1947, capítulo XCVI, pp. 297s.

4 Sobre las amenazas a los reales de minas de Veragua en el siglo XVI, Alfredo Castillero Calvo,Estructuras económicas y sociales de Veragua..., cap. II, y Conquista, evangelización y resistencia,capítulo VI.

5 Alfredo Castillero Calvo, La vivienda colonial en Panamá, Bogotá, 1994, p. 115.6 «Memoria del doctor Antonio de Herrera, canónigo de la catedral de Panamá, para que se

renueve la labor de las famosas minas de oro de Veragua», Panamá, 1603, AGI Panamá 379. 7 Hamilton, Earl J., American treasure and the price revolution in Spain, 1501-1650, Octagon

Books, 1970, p. 42 (primera edición, 1934).8 Op. cit., p. 156.9 Germán Colmenares, Historia económica y social de Colombia, 1537-1719, 1973, tablas 20 a 23.

10 Guillermo Céspedes del Castillo, América hispana, volumen VI de la Historia de España dirigidapor M. Tuñón de Lara, Editorial Labor, 1983, p. 127.

11 Cf. Robert C. West, Colonial placer mining in Colombia, Louisiana State University Press, BatonRouge, Ann Arbor, Michigan, 1952, p. 4.

12 Para la minería neogranadina, Robert C. West, op. cit.; Germán Colmenares, op. cit.; José An-tonio Ocampo, Historia económica de Colombia, Bogotá, 1997, con varios artículos sobre eltema de G. Colmenares, J. Jaramillo Uribe y H. Tovar Pinzón.

13 Cf. Memoria del doctor Antonio de Herrera, ya citada. A esta diáspora también alude RobertC. West, op. cit., pp. 25s). Mis fuentes sobre la demografía de Concepción han sido las si-guientes: Para 1561, Carta de Cristóbal de Salinas al rey, Concepción de Veragua, 27.X.1561,AGI Panamá 39. Para 1568 y 1569-1570, Información y autos hechos de pedimento de laprovincia de Veragua en cumplimiento de una cédula de S.M., Panamá, febrero de 1575, AGIPanamá 1. Para 1575, Sumaria descripción del Reyno de Tierra Firme, por el doctor AlonsoCriado de Castilla, Nombre de Dios, 7.V.1575, AGI Panamá 11. Esta Sumaria Descripción la hapublicado M. M. Peralta, op. cit., pp. 42ss). Para 1577, «Información del gobernador de LaConcepción de Veragua», Pedro Godines Osorio, Concepción 15.III.1577, AGI Panamá 32.

Nueva historia general de Panamá X 1577

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Este dato es confirmado por el oidor Salazar en carta al rey fechada en Panamá a 25.XI.1590,AGI Panamá 14. Y asimismo, por el capitán Gonzalo de Piña Ladueña en otra carta al rey, s.f., probablemente de la década de 80, AGI Indiferente General, 1530. Para 1582-1583 y 1587,ver Carta del Cabildo de Concepción al rey, Concepción, 27.IV.1587, AGI Panamá 32. Para1584, ver Carta del Cabildo de Concepción al rey, Concepción, 1.IV.1584, AGI Panamá 32.Para 1585, ver Carta del Cabildo de Concepción al rey, Concepción, 23.I.1585, AGI Panamá32. Para 1586, Súplica del Cabildo de Concepción al rey, vista en el Consejo de Indias en Ma-drid, 3.XI.1586, AGI Panamá 376. Para 1589, ver Carta del gobernador Pedro Coque Riquelmeal rey, Panamá, 26.VI.1589, AGI Panamá 43.

14 Con relación a estas minas hay una nutrida documentación en AGI Panamá 377, en un ex-pediente que está encabezado «La ciudad de Santa Fe de Veragua pide se le prorrogue LaMerced de no pagar del oro que sacan en aquella provincia más que el vein teno por tiempode 20 años, 6 de septiembre de 1599».

15 Sobre la conquista de Coclé por López de Sequeira y la actividad mi nera durante este perí-odo hay una abundante documentación en AGI Panamá, legajos 15, 45, 29, 63 y 68.

16 Cf. «Testimonio de la información hecha en la ciudad de San Pedro del Montijo sobre la des-población de las minas de Veragua y Coclé, tan perjudicial a los adelantamientos de dichasminas, 28.XI.1601», AGI Patronato 238, documento 2, ramo 4. También, «Información sobrela calidad de las minas de oro de Tabarabá en las provincias de Veragua y Coclé», Asiento deNuestra Señora de la Regla, 9.V.1611, AGI Patronato 238, documento 2, ramo 5.

17 Cf. Carta del gobernador de Veragua Lorenzo del Salto al rey, Nuestra Señora de los Reme-dios, 21.VI.1620, AGI Panamá 29.

18 Ibidem.19 Según el «Informe de Juan de Valencia con proposición para beneficiar las minas de Veragua,

año de 1669», AGI Panamá 158.20 Ibidem. 21 Ibidem. 22 «Relación» escrita en la doctrina dominica de Nuestra Señora del Prado, fundada por fray

Adrián de Santo Tomás, con el propósito de denunciar los atropellos y abusos que contralos vecinos, los mineros y los indios cometía el gobernador de Veragua Lorenzo del Salto yMonrroy, AGI Panamá 104.

23 Ibidem. 24 Ibidem. 25 Para esta etapa de la minería, ver documentación en AGI Panamá 15. Para los cargos en Ve-

ragua, de Serrano, Alfaro, Montesdoca y Guerrel, AGI Patronato 238, número 2, ramo 4.26 El informe de García de Zevallos es de 20.III.1661, AGI Panamá 158.27 El memorial que trata de la crisis minera a partir de 1640, en AGI Panamá 36.28 «Informe de Juan de Valencia con proposición para beneficiar las minas de Veragua, año de

1669», AGI Panamá 158. 29 Lo anterior en el memorial de los mineros sobre la crisis de 1640 y años siguientes, en AGI

Panamá 36.30 Cf. Bibiano Torres Ramírez et al, Cartas de Cabildos hispanoamericanos,Audiencia de Panamá,

EEHA, CSIC, Sevilla, 1978.31 Toda esta información en AGI Panamá 149.32 Sobre las minas veragüenses ver mis Estructuras sociales y económicas de Veragua desde susorígenes históricos: Siglos XVI y XVII, Editora Panamá, Panamá, 1967.

33 Esta documentación en AGI Panamá 130.34 Una edición reciente del libro de Restrepo en FAES,Biblioteca Colombiana de Ciencias Sociales,

Medellín, 1979, pp. 147-148.

1578 X El oro y las perlas en la economía colonial

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35 Cf. Hamilton, op. cit., p. 42.36 Edición de Omar Jaén Suarez, INAC, Panamá, 1978, p. 41.37 Vicente Restrepo, op. cit., pp. 132s.38 Balboa incluyó un dibujo de La Peregrina en una célebre carta suya escrita en Santa María

la Antigua el martes 16.X.1515, AGI. Patronato 26, ramo 5. Esta carta ha sido varias publicadapero sin el dibujo de la perla. Según este dibujo, las medidas de la perla son las siguientes.Por la parte más ancha mide 17 mm; el alto desde la baste hasta el pezón es de 23 mm. Estácoronada por una puntita y es redondita por su base, teniendo un notable parecido, enforma y tamaño, con una semilla de almendra. Estas medidas y su descripción en AngelesRamos Baquero, op. cit., cap. III.

39 Su apellido se escribe a veces Teves. Llegó a Panamá hacia 1569 cuando tenía cerca de 22años. Ya era vecino establecido en 1579, cuando declara tener 36 años, de modo que habríanacido hacia 1543.

40 La documentación sobre la perla de Tebes en AGI Panamá 13, donde se menciona que fueenviada a España para la Corona.

41 Geografía histórica. Libro IX de la América y de las islas adyacentes y de las tierras árcticas, y an-tárcticas, e islas de los mares del norte, y sur, Madrid, Imprenta de don Agustín de Gordejuelay Sierra, año XDCCLII, p. 195. Agradezco al doctor Roberto Bruno el haberme facilitado laconsulta de este raro libro.

42 Para un análisis sobre estas dos perlas, Angeles Ramos Baquero, op. cit., cap. III.43 Documentación sobre «La Perseguida» en AGI Panamá 147.44 Escrita en 1697 se mantuvo inédita en la BNM, hasta que la rescató el destacado catedrático

de literatura Héctor H. Orjuela, Alteraciones del Dariel:Poema épico, Edición Príncipe, EditorialKelly, Bogotá, 1994. Sobre esta obra, desde una perspectiva histórica, Alfredo CastilleroCalvo, «Trasfondo histórico de las Alteraciones del Dariel», Suplemento Cultural Talingo, nú-mero 321, La Prensa, 18 de julio de 1999, basado en conferencia dictada en Casa de América,Madrid, 7.VI.1999.

45 Ver Giovani Francesco Careri, A voyage round the World, tradución de su Giro del mondo ypublicado por A. Churchill en su Col. of voyages and travels, Londres, 1752, volumen IV,p. 358.

46 Reproduzco y analizo estos registros fiscales en el capítulo I de Conquista, evangelización yresistencia, pp. 37ss de la edición de 1995.

47 Sobre la crisis demográfica de la Conquista, y repoblamiento con indígenas de otras regionesde América, Ibidem, capítulo II.

48 Carta del gobernador Sancho Clavijo al rey, Nombre de Dios, 22.IV.1549, BAHM, ColecciónMuñoz, tomo 85, folio 158.

49 R. C. para Hernando de Luque, Madrid, 18.IV.1567, AGI Panamá 236.50 Este expediente se encuentra en AGI Panamá 46.51 Un peso ensayado valía 450 maravedíes y un peso de 8 reales, 272 maravedíes.52 Este expediente se encuentra en AGI Panamá 46. Los dueños de bergantines mencionados

son: Agustín Franco, Andrés Suárez de Villamil, Manuel González, Pedro de Gálvez, Diegodel Castillo, Alonso Sánchez (¿de Cuéllar?) y Beatriz Santana.

53 «Relación verdadera y cierta de todo lo que hay en esta Mar del Sur en el distrito del go-bierno de este reino de Tierra Firme, hecha por el capitán Diego Ruiz de Campos, piloto exa-minado y muy práctico de toda esta Mar del Sur, año de 1631», BNM, Manuscritos deAmérica, signatura 9573.

54 Op. cit., pp. 71-72.55 Datos sobre estos vínculos familiares y la dote, en el testamento de Oriamuno, firmado en

Panamá el 5.VII.1697, AGI Panamá 188.

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56 Carta anónima de 5.XII.1691, en Memorial sobre las minas del Darién, AGI Panamá 167.57 «Carta del conde de la Monclova al rey», Lima, 10.IV.1692, en AGI Lima 40, y otra del mismo

virrey al rey de Lima, 31.XII.1691, AGI Lima 88. Ver Manuel Moreyra y Paz Soldán y Gui-llermo Céspedes del Castillo, Virreinato peruano:Documentos para su historia. Colección decartas de virreyes, conde de la Monclova, 3 volúmenes, Lima, 1954-1955, volumen 1, pp.218-219 y 182-183.

58 Quinto de Perlas, AGI Panamá 329. 59 Cargo del quinto de perlas, AGI Contaduría 1487B. 60 Quinto de Perlas en AGI Panamá 327. 61 Ibidem.62 Quinto de Perlas, AGI Panamá 329.63 Quinto de perlas, según los oficiales reales en Panamá, a 2.I.1783, Jorge Gregorio Montoya

y Felipe de Vergara, AGI Panamá 331. 64 Ibidem.65 La documentación sobre este pleito perlífero, en AGI Estado 51.66 Ibidem, donde también se encuentra una Relación de sus Méritos y Servicios impresa. Otra

Relación del mismo tenor e impresa, fechada en 1804, en AGI Panamá 294.

1580 X El oro y las perlas en la economía colonial

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CapítuLo XXXIV

Decadencia de las ferias,crisis comercial y nuevossoportes económicos

Alfredo Castillero Calvo

Los nuevos soportes del sector terciario

La crisis del sistema galeonista se había estado anunciando desde mediadosdel siglo XVII, como ya he destacado en un capítulo anterior. pero esta crisis noimpidió que la economía transístmica continuara caracterizándose por su natu-raleza terciaria. Sucedió así porque surgieron, casi de inmediato, cuatro factoresque permitieron sostener la economía de servicios panameña. por un lado, la Co-rona empezó a subsidiar al Istmo mediante el Situado procedente de Lima a partirde 1663; por otro, casi simultáneamente, el Istmo se convirtió en el principal cen-tro de redistribución de esclavos del continente al establecerse en panamá la em-presa del asiento genovés de los grillo y Lomelín. Finalmente, coincidiendo conel movimiento de los barcos negreros (aunque sin que se sepa si a consecuenciadirecta de ello), empezó a intensificarse por la vía de panamá el trasiego de tabacoy el azúcar de Cuba, de cacao de guayaquil y de lana vicuña del altiplano, a losque se agregaría más adelante la quinina o cascarilla de Loja, de los andes ecua-torianos. también coincidiendo con el incremento de la trata esclavista, y casi se-guramente inducido por esta, el contrabando empezó a alcanzar niveles nuncaantes conocidos, y aunque el comercio ilegal era dañino para el Fisco, era un ne-gocio como cualquier otro, generando beneficios a los que participaban en él.

La combinación de estos cuatro poderosos resortes cambió radicalmente elpanorama, produciendo una secuela de efectos exponenciales que salvaron laeconomía panameña de la postración.

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Impacto económico inicial de la trata de esclavos

Ya mencioné en el capítulo dedicado al tema, que el primer asiento negreroque se estableció en panamá fue el de la Compañía de grillo y Lomelín, queinició operaciones el año 1664. abrió en panamá una factoría y convierte alIstmo en uno de los principales centros de distribución de esclavos para todoel continente. estos asientos llevaban esclavos no solo procedentes de África,sino también criollos y ya aclimatados, directamente desde las antillas no es-pañolas, y junto con los esclavos introducían muchos otros productos, tanto lo-cales como europeos, desde harinas hasta ropas, bebidas y herramientas. esdecir, muchas de las cosas que precisamente para entonces empezaban a esca-sear desde la interrupción de las ferias, que ya no llegan más cada año, comoantes, y que cada vez se realizan más erráticamente. Hay incluso evidencias deque el monto de estos productos rebasaba con creces el valor del negocio escla-vista propiamente dicho, y que de hecho, el verdadero negocio era la introduc-ción de esos productos. Lo cierto es que, gracias a la situación creada por losasientos, el Istmo volvió a ingresar al comercio del gran Caribe y sin duda aunas escalas nunca antes vistas.

por medio del asiento de grillo y Lomelín, panamá empezó a vincularsedirectamente con Barbados, Jamaica y Curazao, y estos vínculos se vieron refor-zados sobre todo con Jamaica, primero a partir del asiento francés de la realCompañía de guinea entre 1703 y 1713, y aún mucho más con el asiento inglésde la South Sea Company entre 1714 y 1739. Fue así como Jamaica acabó porconvertirse en un factor decisivo del comercio regional panameño y el emporioa través del cual no solo el comercio panameño, sino también el regional, se vin-culó directamente al comercio británico.

La ruta transístmica representó para los asientos la posibilidad no solo dellevar al otro lado del Istmo sus esclavos y sus productos, sino también la de ob-tener plata en pago, así como otros productos americanos del lado del pacíficoque para esas fechas gozaban de creciente cotización en los mercados europeos.dadas las restricciones de la legislación española en materia de comercio fueinevitable que muchas de estas actividades se hicieran por vía del contrabando.Lo relevante aquí es que fue justamente en el último cuarto del siglo XVII cuandose dio inicio al gran contrabando que suele asociarse a la historia del períodocolonial, pero cuyos orígenes raras veces se ha relacionado con la aparición delos asientos negreros.

Las cuentas que se conservan revelan la importancia que tenían en este co-mercio sobre todo ciertos productos sudamericanos, producidos desde las costasecuatorianas hasta los andes peruanos: el primer lugar lo ocupaba el cacao deguayaquil, luego, a mucha distancia, le seguían la lana vicuña (muy cotizadapara la confección de sombreros de caballero entonces de moda), y la cascarillao quinina, también de creciente aprecio en la farmacopea de europa.

1582 X Decadencia de las ferias, crisis comercial y nuevos soportes económicos

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el comercio generado por los asientos vinculó pues a panamá a nuevos cir-cuitos de intercambio regional, al margen de los demás circuitos hispánicos y almargen también de las flotas. pero esto a la vez abrió para el Istmo un nuevomarco de posibilidades para su comercio con las demás colonias españolas, yaque a estas les ofrecía el atractivo no solo de adquirir allí esclavos y productosamericanos como cacao, lana vicuña, cascarilla, e incluso plata, sino también decolocar sus propia producción. Y todo parece indicar, que en efecto, a partir deesas fechas las islas antillanas y otras zonas de la vertiente caribeña, trataron deenrolarse a esta corriente comercial generada por los asientos, con lo que se es-tablecieron nuevos vínculos con la ruta panameña.

Fue a partir de esos años que el tabaco trinitario empezó a aparecer cadavez más en los registros fiscales portobeleños, y tras el tabaco, el azúcar y otrosproductos; y fue entonces cuando la ruta transístmica se convirtió en la gran víade salida del cacao guayaquileño.

pese pues a la atonía del sistema de ferias, cada vez más distanciadas a me-dida que pasan los años, la ruta transístmica continuó muy activa y el carácterterciario de la economía panameña logró mantenerse y hasta diríamos que llegóa remozarse. no solo gracias al Situado, a la trata negrera de los asientos, y a losnuevos circuitos de comercio regional que se formaron en torno al istmo (losvinculados a las colonias extranjeras y los de las colonias españolas), sino tam-bién gracias a un creciente contrabando.

Mencionemos a este respecto dos hechos elocuentes. uno, la creación deuna ruta transístmica paralela a la oficial, y que cruzaba el Istmo por natá, to-talmente controlada por los contrabandistas. Ya funcionaba en 1711, sino antes,y no llegó a cerrarse hasta 1747. el otro hecho se refiere a los ingresos fiscalesprocedentes de los decomisos por contrabando y cuyo monto era tan elevadoque según dionisio de alcedo y Herrera, presidente de la audiencia, ayudó asuplir la falta de Situados. no en vano los archivos están repletos de expedientessobre contrabando.

Las primeras noticias de embarques de tabaco trinitario a portobelo datande 1685. Se trata de un barco y una balandra fletados únicamente con tabaco,que hacen escala en Cartagena para dirigir su carga a portobelo1. en 1694 unsolo intermediario panameño, gabriel de urriola, reexporta desde portobelo2,400 cargas de cacao de guayaquil, equivalentes a unos 1,800 quintales con unprecio de venta de 33,600 pesos (casi tanto como el valor agregado del comercioexterior de Cartagena en un año)2. el 18 de septiembre de 1697 uno de los barcosde la compañía portuguesa del asiento lleva de retorno a Cartagena tabaco,cacao, cueros y cordobanes de Caracas. otro de 30 de octubre de 1698 fleta enportobelo 30 zurrones de cacao y en Maracaibo sal y sebo. el 30 de diciembre deaño siguiente otro barco lleva de portobelo a Cartagena 344 zurrones con pro-bablemente más de 51,000 libras de cacao; de Cuba 123 arrobas de azúcar blancay parda; de Caracas 300 cueros, y de La guayra y Maracaibo cacao, cordobanes,

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sal y cueros. en 1700, finalmente, otro embarque del asiento conduce de portobeloa Cartagena 150 zurrones de cacao, velas de trinidad, sebo de Maracaibo y cacaoy cueros de La guayra. en todos estos cargamentos los asentistas llevaban ademásharinas y otros productos que nuestra fuente solo indica fragmentariamente3.

es difícil pues, no relacionar la presencia de los barcos asentistas no solocon la aparición de nuevos circuitos comerciales del Caribe, sino también con lapromoción comercial de ciertos productos americanos claves a ambos lados delcontinente, sobre todo el tabaco y el cacao. parece obvio que estimularon estecomercio, y por ende la producción de estos artículos, ya que les abrían un am-plio mercado en europa y facilitaban su comercialización en la propia américa.no hace falta decir también que obviamente los asientos contribuyeron a esti-mular poderosamente el contrabando.

de hecho, el comercio de mercancías, legal o ilícito, acabó por convertirse,como ya he mencionado, en un negocio mucho más lucrativo para los asentistasque la propia venta de esclavos. esto se fue haciendo cada vez más patente conel tiempo. Ya en 1704 un testigo comentaba sobre los abusos que en ese sentidocometía el asiento francés diciendo que «llevarían en un mes más mercancíasque galeones en un año»4. a lo que comenta Jorge palacios: «el funcionario agre-gaba que el desorden de las introducciones se debía a la libertad de que gozabantales navíos para embarcar los géneros y retazos sobrantes del rescate en las cos-tas africanas»5.

uno de los renglones importantes de los asientos era la venta de harinas.Solo en Cartagena, entre 1709 y 1713 la compañía francesa vendió algo más de1,100 barriles de harina a 8 pesos 6 reales «y entre 1705 y 1713, los agentes yempleados de aquella pagaron por concepto de ventas de mercancías y géne-ros, 7,172,889 maravedíes de derechos a razón de 15% de almojarifazgo y 2%de alcabala»6. Vale decir, mercancías por valor de unos 25,000 pesos de ochoreales.

de esta guisa, las compañías negreras se convierten en los principales abas-tecedores de alimentos y otras mercancías, desalojando a los competidores tra-dicionales e introduciendo nuevos circuitos comerciales. es decir, alterandodecisivamente los esquemas preexistentes y delineando una nueva y un tantoparadójica geografía de las rutas y el comercio. Muchos comerciantes ligados alcomercio con españa se vieron amenazados de quiebra al no poder vender susproductos a los precios altamente competitivos de los asentistas, y hasta es po-sible que ciertas zonas productoras perdieran sus mercados, como parece queocurrió con las harinas del interior neogranadino.

portobelo y Cartagena, por ejemplo, empiezan a abastecerse de carne y ha-rina de los barcos asentistas. Y una gran variedad de mercancías que antes lellegaban a las colonias españolas vía el sistema de ferias y galeones, empiezancada vez más a ser introducidas por los barcos negreros, con lo que quedarondesmantelados muchos de los patrones tradicionales de intercambio. panamá,

1584 X Decadencia de las ferias, crisis comercial y nuevos soportes económicos

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Cartagena –o en todo caso panamá– van a depender más de Jamaica que de es-paña, sobre todo en tiempos del asiento inglés, pues cada vez son más los añosque median entre las ferias y más irregulares y débiles son los contactos directoscon la madre patria.

todos estos hechos se fueron acentuando al entrar en escena la más agresivade las compañías negreras de américa, la South Sea Company inglesa (1714-1739), una de cuyas principales factorías se estableció en portobelo. al igual quelas empresas esclavistas anteriores, mostró renovado interés por la extracciónde productos americanos del pacífico para su venta en europa y el Caribe, a me-nudo como pago por los esclavos. estos productos eran sobre todo, como podíaesperarse, cacao y cascarilla. Solo en un embarque conducido desde portobelocon destino a Jamaica en el paquebote San Felipe, en noviembre de 1737, elasiento conducía 667 cargas de cacao con unas 50,000 libras y un valor de 6,667pesos de 8, así como 203 petacas de cascarilla con 68,005 libras y un valor de4,656 pesos7.

probablemente fue el asiento inglés el que más contribuyó a abrirle los mer-cados europeos al cacao y la cascarilla. Los precios del cacao guayaquileño sehabían desplomado aparatosamente entre 1696 y 1717 y la misma producciónhabía descendido de 34,000 cargas a 18,000. todavía entonces el principal mer-cado del cacao era el americano. pero ya en 1726, en plena vigencia del asiento,los precios vuelven a recuperarse y subir consistentemente. a fines del XVII lacarga habían bajado a un peso, hacia 1719 se cotizaba a dos pesos, pero en 1726sube a 6 y entre 1734 y 1737 se eleva a once pesos y medio. para esas fechas laproducción cacaotera de guayaquil vuelve a colocarse en las 35,000 cargas8.

el interés del asiento por los cacaos americanos se advierte también en Ve-nezuela, entonces el mayor productor. eduardo arcila Farías ha observado unincremento creciente en las ventas al asiento, que se inician con un modesto car-gamento de 26 fanegas de 110 libras en 1715, hasta elevarse a un promedio de4,000 fanegas anuales entre 1729 y 17399.

todavía faltan más estudios para conocer el papel que realmente le tocó alos asientos en la promoción del comercio del tabaco, el azúcar, la lana vicuña,la cascarilla y el cacao, que se convierten en los principales productos de expor-tación del continente, sea para su consumo en américa o en europa. pero es sig-nificativo que en panamá no fue hasta que ingresaron a la arena los asientoscuando esos productos empezaron a transitar en cantidades considerables, loque convierte a la ruta transístmica en gran teatro de operaciones interregionalesa escalas antes desconocidas.

Si bien por el Istmo se transportaban con anterioridad cacao de guayaquily tintes nicaragüenses, esto se hacía en cantidades módicas. es a partir de la dé-cada de 1680 que el Istmo se convierte en verdadero puente de enlace entre lasregiones del pacífico y las antillas para el intercambio del tabaco caribeño ysobre todo del cacao de guayaquil.

Nueva historia general de Panamá X 1585

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Vimos que en 1685 ya viajaban a portobelo embarcaciones fletadas única-mente con tabaco procedente de trinidad, y que en 1694 un solo comerciante re-exportaba por portobelo 2,500 cargas de cacao con unas 180,000 libras y un valorde 33,600 pesos. en 1716, solo a Chagre llegaban de trinidad 5,181 manojos detabaco de a libra; en 1718, de La Habana, una balandra descargaba 46,963 librasde tabaco en polvo y en 1720 otra, procedente de trinidad, llevaba 5,394 mano-jos10. entre 1716 y 1721 también solo de Chagre se exportaban 10,560 cargas decacao de guayaquil con un valor de 31,680 pesos11. Los almojarifazgos de por-tobelo para 1721, que recogen los datos de las salidas tanto del Chagre como deportobelo, dan un total de 5,796 cargas de cacao, de los cuales un 62% se dirigíaa nueva españa, el 37.4% a Cuba y el 0.6% a Cartagena; se trata de proporcionesque eran típicas para la época12.

en la flota comandada en 1723 por Baltasar de guevara se desembarcaronen portobelo, 197 fardos de tabaco procedentes al parecer de Cuba con un pesoaproximado de 25,000 libras13. entre 1728 y 1739 según un cuadro de arcila Fa-rías, viajaban de portobelo a Veracruz cada año como promedio dos embarca-ciones fletadas con cacao14. durante esos doce años arribaron a Veracruz 23barcos de portobelo, de un total de 147 –los restantes, de Caracas y Maracaibo,también con cacao, La Habana, Jamaica, Santo domingo y tabasco–, es decir un15.6% del total de entradas de todo el circuito comercial del Caribe con el prin-cipal puerto de entrada del virreinato de la nueva españa15. agregaré solo queentre 1691 y 1707, según el derecho de escolta cobrado a las embarcaciones quetraficaban entre Chagre y portobelo, se transportaron 87,142 zurrones de cacaoy cascarilla con un promedio anual de 5,489 zurrones (unas 10,000 cargas decacao de 75 libras y tal vez unas 55,000 libras de cascarilla al año); 22,852 fardosde tabaco con un promedio anual de 1,440, y 42,575 fardos y sacas de lana vicuñacon un promedio anual de 2,682. dado que una carga de mula entre Cruces ypanamá solía ser de dos zurrones de 125 libras aproximadas cada uno, o biende dos fardos o sacas de 100 libras cada uno, tenemos que cada año se requeríanunas 2,700 cargas mulares para el cacao y la cascarilla; unas 700 mulas para eltabaco; tal vez 900 a 1,300 cargas mulares para la lana. Solo el flete de estos pro-ductos podía compensar la falta de ferias y se comprende cómo los tránsitostransístmicos continuaron activos no obstante la crisis de las flotas16.

todo hace pensar que estamos pues en presencia de un formidable despeguede la lana, la cascarilla, y sobre todo del tabaco y el cacao, sea que este despeguehaya sido o no promovido por los asientos. de cualquier forma, el fortalecimientode los intercambios regionales contribuyó a crear una nueva estructura de los trá-ficos al usarse la ruta panameña para poner en contacto el pacífico y el Caribe, me-diante el lanzamiento al mercado, en cantidades antes desconocidas, tanto a viejoscomo a nuevos productos. Fue de esa manera que el comercio regional, reactivadopor la trata esclavista, contribuyó, en un momento en que el sistema de las feriasempieza a entrar en franca crisis, a salvar las estructuras terciarias del Istmo.

1586 X Decadencia de las ferias, crisis comercial y nuevos soportes económicos

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Sugerí en el capítulo dedicado a la esclavitud negra, que durante la primeramitad del siglo XVIII, fueron la trata y el contrabando los principales pivotes dela economía panameña de los tránsitos. alcedo y Herrera señalaba como uno delos mayores triunfos de su administración, y no se cansaba de repetirlo, el haberlogrado recaudar por concepto de bienes decomisados al contrabando, entre el8 de julio de 1743 y el 31 de diciembre de 1747, la suma de 324,757 pesos, másotros 122,642 pesos de los derechos de esclavos, lo que totalizaba la enorme sumade 447,399 pesos. Solo estos dos rubros le habían permitido asegurar «la manu-tención y conservación de este reino de tierra Firme en la total falta de los Si-tuados de las Cajas de Lima y a ponerla en el estado regular que consta de losautos de fortificación»17. Canceladas ya del todo las ferias, y siendo las remisio-nes del Situado cada vez menores e infrecuentes debido a la crisis en que se ha-llaba la caja de Lima, son el contrabando (como se refleja de alguna manera enla fiscalidad a través de los derechos de descaminos y decomisos), y la trata ne-grera, los nervios más vitales del comercio, así como los principales sostenes delerario.

La trata esclavista y el comercio regionalen la segunda mitad del siglo XVIII

durante la segunda mitad del siglo XVII, la trata esclavista, como actividadreexportadora, constituyó un renglón de primera importancia en el comercio delIstmo, siendo tal vez el principal soporte económico del tráfico marítimo del pa-cífico y un factor clave en el conjunto de la economía panameña. de hecho, du-rante este período, el negocio esclavista constituye sin comparación el rubroindividual más importante del comercio exterior. así lo evidencian los registrosfiscales, que son los más completos y detallados que se conservan para todo elperíodo colonial. entre 1770 y 1778, el 57.3% del comercio de reexportación delpuerto de panamá correspondía a la salida de esclavos; entre 1779 y 1792, el37.8%. durante esos 23 años, el valor agregado de las mercancías fue de 724,947pesos, mientras que el de los esclavos, fue de 274,274 pesos, correspondiéndolea estos el 38% del total. en años aislados, como 1788, la exportación de esclavosllegó a representar hasta el 90% del total de las exportaciones.

pero hay otras pruebas que ilustran con mayor claridad la importancia re-lativa de la trata negrera. en las series fiscales comprendidas entre 1785 y 1792con el valor agregado de las exportaciones del puerto de panamá, el 32.3% co-rrespondía a los productos locales, el 14% a los de origen español, el 15.6% a losextranjeros, y el 40.7% a los esclavos. es evidente que los esclavos constituían elrenglón individual de exportación más importante del puerto de panamá, auncuando la trata esclavista se encontraba en decadencia. ¿Cabría dudar que es latrata, al menos hasta 1792, el principal soporte del comercio de exportación delpacífico?

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otro tanto ocurre en portobelo. entre 1756 y 1767, el 63% de las importacio-nes corresponde al valor de los esclavos; entre 1768 y 1777, este alcanza el 80%y entre 1778 y 1789, el 24%, lo que evidencia las tendencias declinantes del ne-gocio tras el cese de operaciones de la Compañía de Cádiz. Considerado todo elperíodo, el valor de los esclavos introducidos representa el 53% del total de lasimportaciones18.

El Situado

Como mencioné antes, el Situado fue un factor decisivo en la reactivaciónde la economía, ya que era un circulante que desde afuera llegaba a torrentes alIstmo, cada año, o al menos así se esperaba. Y aunque no siempre llegaba conregularidad anual prevista, la sola expectativa de que así sucediera, constituíaun estímulo para los negocios. entre 1688 y 1700, el Situado remitido a panamádesde las Cajas de Lima tuvo un promedio de 294,614 pesos anuales. durantelos siguientes quince años –sin considerar algunos años para los cuales faltandatos–, el promedio anual bajó a 142,049 pesos. durante este período, sobre todoa partir de 1704 y aún más en los años subsiguientes, las remisiones del Situadose fueron haciendo cada vez más erráticas, debido a la guerra de Sucesión espa-ñola, que no termina hasta la paz de utrecht en 1713, y que inevitablemente ab-sorbería buena parte de las extracciones metalíferas del perú, las que por otrolado seguían disminuyendo. pero al terminar la guerra no mejorarían las remi-siones de Lima. entre1723 y 1745, el promedio anual es de 64,419 pesos. entre1750 y 1755, la asignación anual quedará limitada a 50,000 pesos. en 1756 seelevó a 65,000 pesos. entre 1782 y 1810 se remiten a panamá Situados por valorde 8,120,533 pesos, dando un promedio anual de 290,019 pesos, volviéndose portanto a los niveles de un siglo atrás.

algo que interesa retener de estas cifras es que representaban, sino la granmayoría, una proporción importante –sobre todo por su relativa regularidad apartir de mediados del siglo XVIII–, del circulante que animaba la economía pa-nameña, que va hundiéndose lentamente en el estancamiento. entre 1688 y 1705,el Situado llegó a representar para la totalidad del período, el 65% de los ingresosregistrados en las Cajas reales de panamá. entre 1745 y 1810, sin considerar al-gunos años sin datos, el Situado constituyó para todo el período alrededor deun 40% del total de ingresos de las Cajas reales. de esa manera, el Situado per-mitió equilibrar la balanza de pagos crónicamente deficitaria de panamá, y lu-bricar la rechinante economía cuando faltaba numerario, y, de hecho, fue unode los factores que contribuyó más poderosamente a que la economía terciariasubsistiera.

el Situado fue pues un soporte de primera importancia no solo del Fisco,sino de toda la economía sobre todo por los efectos multiplicadores del circulanteque aportaba y que se repartía virtualmente por todo el país.

1588 X Decadencia de las ferias, crisis comercial y nuevos soportes económicos

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El comercio con el Caribe en el siglo XVIII

dentro del panorama que he venido señalando, empezaré por analizar elcomercio entre portobelo y Cartagena, ya que nos ayudará a poner la situaciónen perspectiva. Con el deterioro de las flotas y la aparición de las nuevas coyun-turas comerciales que he señalado, era de esperarse que los vínculos portobelo-Cartagena se debilitaran, o cuando menos que cambiaran de signo. esto puedeobservarse ya durante la primera mitad del XVIII. Los años para los que haydatos son claros en ese sentido, aun cuando no es hasta la década de 1740 cuandoempiezan a aparecer series continuas. pese a estas lagunas, queda la impresiónde que, al menos entre la segunda década y mediados del siglo, otras regionescaribeñas, concretamente nueva españa y Cuba, empiezan a hacerle cerradacompetencia a Cartagena, e incluso a desplazarla del comercio con panamá. dehecho, las evidencias parecen sugerir que la coyuntura regional inducida porlos asientos, a que ya hemos aludido, no afectó de manera perceptible a Carta-gena, que a diferencia de portobelo pareciera haber quedado al margen de lamisma. pero este es un punto que todavía debe verificarse.

Sin embargo el comercio con esas otras regiones parece limitarse sobre todoa productos como el cacao y el tabaco, reservándose Cartagena –que tambiénadquiere cacao de portobelo, aunque menos– la provisión de alimentos. una es-tadística de 1721 nos muestra que el valor de las transacciones entre portobeloy Cartagena representaba el 26.3% del total de ese año, mientras que los puertosnovohispanos de Veracruz y Campeche absorbían el 24.1% y los puertos cubanosel 39.7%. el resto quedaba para nicaragua con un insignificante 1.8% y otros em-barques de origen desconocido19.

ese año entraron a portobelo 23 embarcaciones y salieron 26 y el valor totalde las transacciones fue de 149,532 pesos. podría estimarse en 870 toneladas elvolumen global de este comercio20.

el movimiento marítimo de Cartagena se compara al de portobelo, aunquelos valores son bastante inferiores. en 1704 se registran 23 embarcaciones entradasy 24 salidas, es decir, más o menos como en portobelo. en cambio el valor del co-mercio exterior es de apenas 44,860 pesos (41,508 para las importaciones y 3,352para las exportaciones) y con un déficit en la balanza de doce a uno. Lo que parecíaun mal crónico porque en 1685 la relación era de nueve a uno. de hecho, los pa-trones del comercio exterior cartagenero se mantuvieron prácticamente idénticosentre 1640 y 1704. Solo las exportaciones ofrecen algunas variantes, aunque por-tobelo sigue constituyendo el principal de los destinos, con el 41.1% del valor total,seguido por españa con el 29% y por Santo domingo con el 20.2%, mientras queVeracruz, Maracaibo y Coro tienen una participación ínfima21.

en once embarques a portobelo, Cartagena exporta tejas, maíz, tablas, man-teca, frijol, pescado doncella, bagres, adrotes de cazabe, queso, loza de tolú,puerco salado, arroz, cal, «loza ordinaria» y «loza vidriada», palo brasil, cueros

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curtidos y al pelo y otros productos llamados genéricamente «frutos de la tierra».Las cantidades y valores eran pequeños, pero hay que tener en cuenta lo redu-cido del mercado portobeleño, con una población que no llegaba a 2,000 habi-tantes, incluyendo los soldados de su guarnición y la tropa del fuerte del SanLorenzo en la boca del Chagre.

por su parte Cartagena debía importar de Cuba sebo, carne salada, brea, tabacoen polvo y en manojos, fierro viejo, jabones, clavazón, azúcar blanca y parda. denicaragua palo brasil. de españa, fierro, rejas de arar, aguardiente, mistelas, aceitey vino. de Coro, cordobanes, queso, sebo, carne salada y sal. de Maracaibo cacao,sebo, queso y cordobanes. de Cumaná sal. de Veracruz, «cajones de santitos», vi-drios, sombreros, lana, bizcocho, jamones, harina, loza y «demás géneros»22.

aunque ya eran muy módicos estos intercambios hay evidencias de quecontinuaron deteriorándose, sobre todo una vez que se cancelaron para siemprelas ferias en la década de 1730. Cartagena perdió atractivo como mercado parala producción caribeña y el enlace Cartagena-portobelo obviamente quedó afec-tado al desaparecer las flotas, que eran una de las razones fundamentales dedicho enlace, aunque como podría esperarse Cartagena seguiría abasteciendo aportobelo de alimentos.

esto lo demuestra el movimiento marítimo de portobelo entre el 3.IX.1740y el 3.I.1743, una serie que comprende 26 meses o 791 días. de Cartagena solohay 7 entradas, casi todo con alimentos (maíz, carne salada, cazabe,, aunquetambién aguardiente, estopa, ollas y loza); de Cuba hay 8 embarques, sobre todocon tabaco, azúcar, diversos alimentos (manteca, carne salada) y velas de sebo;

1590 X Decadencia de las ferias, crisis comercial y nuevos soportes económicos

0%1756-1778 1779-1800 1801-1812 1756-1812

Total del período

Países de origen

25%

50%

75%

100%

Nueva Granada Cuba Otros Inciertos

Importaciones a Portobelo, años 1756-1812.La competencia Cuba-Nueva Granada

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también hay un embarque de las colonias francesas del Caribe que llega en abrilde 1742 y trae un gran cargamento con 140 barriles de harina y muchas otras vi-tuallas, así como tal vez el primer café desembarcado en portobelo, que viaja enun barril. total, 16 embarques, lo que equivale a una embarcación cada 50 días.La decadencia de los tráficos es evidente23.

pero hay más pruebas. para las exportaciones de Cartagena tenemos otra seriede las mismas fechas, que cubre de 6.II.1740 al 31.XII.1743, es decir 38 meses o casicuatro años, y finalmente otra más para 1747. Las evidencian reiteran lo que yasabemos. en el primer grupo solo salen del puerto 27 embarcaciones, o sea, unacada 45 días y casi un tercio viaja a portobelo con carga de manteca, tabaco, puer-cos, arroz, maíz, cazabe, bateas, lo que representa valores irrisorios. pero, comosiempre, el principal enlace es Cuba, con 14 embarcaciones, casi la totalidad paraSantiago y con carga de anís, maderas finas, pita, loza, cordobanes, ladrillos, este-ras y sobre todo cacao, todo por un valor de unos cuantos cientos de pesos. elresto se reduce a intercambios domésticos sin relevancia. el cuadro es similar en1747, cuando viajan a portobelo y Chagre siete embarcaciones de Cartagena car-gadas de tablones de cedro y ceiba, esteras, tabaco, ladrillos, miel y manteca conun valor de unos cientos de pesos. otras siete naves salen para Cuba, siete máspara «las provincias de arriba» con fierro viejo y herramientas, y tres para españasobre todo con cacao. Se trata de cantidades insignificantes. todas son pues evi-dencias de un comercio exangüe y sin señal alguna de vitalidad.

el movimiento marítimo portobeleño entra entonces en franco receso. entre1756 y 1763, el promedio de entradas anuales es también de 16 embarcaciones,como en los años 40. entre el quinquenio 1764-68, es de 14.4; entre 1769 y 1778,otra vez de 16. durante esos años Cartagena se seguirá desempeñando como elprincipal proveedor de alimentos de portobelo y será a través de Cartagena queportobelo podrá adquirir las mercancías españolas ya que, con la cancelación delas ferias, no llegará entre 1756 y 1778 una sola embarcación de españa a porto-belo. a ello contribuirá decisivamente el hecho de que los subsecuentes asientosnegreros con los que el Istmo se abastecerá de esclavos, tendrán su principal fac-toría en Cartagena, gracias a lo cual portobelo podrá abastecerse, además de ne-gros, también de harinas, herramientas, telas y otros productos europeos, y esteesquema se mantendrá hasta la década de 1770, cuando la trata y el comercionegrero vía panamá prácticamente cesa. todas las evidencias apuntan clara-mente a una creciente dependencia a Cartagena, no solo de portobelo, sino detodo el comercio panameño vinculado al atlántico.

durante esos años, sin embargo, algunos comerciantes panameños siguenmedrando, a la sombra de la trata esclavista, de los Situados, y de la reexportacióndel cacao, la lana de vicuña y la cascarilla, que se convierten en los grandes pivo-tes que mueven la actividad comercial. en 1757 por ejemplo, el cacao reexportadotiene un valor de 30,304 pesos y la cascarilla vale 76,625 pesos, mientras que laplata que se reexporta para comprar productos en Cartagena es de 125,093 pesos,

Nueva historia general de Panamá X 1591

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que en su mayoría procede de los dineros del Situado. el monto del comercioexterior portobeleño es ese año de 232,022 pesos, y más de la mitad correspondea la plata, lo que evidencia el peso que tenía el Situado en el comercio exteriorpanameño así como en el conjunto de la economía.

La cascarilla sin embargo muy pronto va a desaparecer del comercio transíst-mico y en la década siguiente ocupa un papel insignificante cuando deja de se-guir la ruta panameña para viajar a europa por el cabo de Hornos. Lo mismo vaa ocurrir con la lana vicuña. de esa manera el gran producto de exportación víapanamá será en lo sucesivo el cacao, que en 1768 ya representa el 93.3% de lassalidas por portobelo y a todo lo largo de la década siguiente su peso relativooscilará alrededor del 80% del valor de las exportaciones portobeleñas.

el principal destino de los cacaos entre 1756 y 1778 serán los puertos deCuba, seguidos muy de cerca por Cartagena; Campeche y Veracruz absorben untercio de lo que Cuba o Cartagena, y a mucha distancia se sitúan los demás puer-tos. Los embarques directos a españa son poco importantes. durante este perí-odo Cartagena está a la cabeza de los destinos de portobelo, al menos desde elpunto de vista de los valores. Le sigue Cuba, que le hace cerrada competencia.en cambio para las entradas la primacía la tiene Cuba y el segundo lugar le tocaa Cartagena. a distancia se sitúan México, las otras islas españolas o extranjeras,Venezuela, nicaragua –que casi ha desaparecido de este comercio– y estadosunidos, que participa módicamente.

el promedio anual del valor de las entradas durante esos años es de 29,922pesos y el de las salidas es de 43,435 pesos, lo que hace un total de 73,351 pesosanuales como media. esto representa una fuerte disminución respecto a, porejemplo, 1721, cuyos valores son el doble. pero por otra parte hay una fuertesangría de metales preciosos que se puede suponer proceden sobre todo del Si-tuado y de la venta de esclavos. en la década comprendida entre 1768 y 1778 sa-lieron por portobelo más de 3 millones de pesos y un promedio anual de másde 300,000 pesos, es decir alrededor de la media anual del Situado24.

ahora bien, a partir de 1778, tras el Reglamento de comercio libre, se va a pro-ducir un cambio coyuntural favorable y aumentarán sensiblemente los contactoscon Cartagena, no solo en el número de embarques sino también en los valores.en el período 1779-1793 la media de entradas a portobelo ascenderá a 25 embar-caciones, con lo que nos situamos al nivel que en 1721, aunque hay años con 34,36 y 37 entradas en la década de los 80. el cacao continuará ocupando un papelpredominante en el valor de las exportaciones como producto individual, almantenerse durante muchos años en alrededor del 90% del total de las exporta-ciones por portobelo, aunque para todo el período el valor de las exportacionesde cacao representa alrededor del 77%.

para esas fechas ya la cascarilla carece de importancia, pero en cambio hanempezado a hacer aparición el cobre y el estaño sudamericanos que van a repre-sentar entre 1799 y 1805 el 35.2% del valor total de las exportaciones de portobelo,

1592 X Decadencia de las ferias, crisis comercial y nuevos soportes económicos

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colocándose inmediatamente después del cacao y muy por encima de cualquierotro producto. entre 1779 y 1800 el valor del comercio exterior por portobelotiene un incremento de más del 30% con un total de 108,689 pesos: las entradasaumentan a 77,120 pesos de promedio anual, lo que equivale a 2.5 veces másque en el período anterior, aunque las salidas bajan a 31,569 pesos. del total deeste comercio, a Cartagena le correspondió el 56.6% y a Cuba el 20.7%, seguidasa distancia primero por La española y españa y luego por otros puertos ameri-canos con participaciones poco importantes.

durante estos años el 52.7% del valor del cacao se destina a Cartagena, el36.6% para Cuba, y el 5.8% para Campeche y Veracruz, quedando un residuopara los demás puertos. La novedad de estos años es el cobre y el estaño, comose dijo antes. Casi todo va para Cartagena y Cuba. La primera absorbe el 44.6%del total; la isla el 53.4%. todavía falta por investigar qué uso se destinaba a estosmetales y la razón de su creciente importancia, que se anuncia desde la décadade 1790.

Con la pujanza que caracterizó a Cuba a fin de siglo, gracias al azúcar, laisla se irá convirtiendo, sin embargo, en el nuevo polo dinámico del Caribe yserá inevitable que su peso se hiciera sentir en el comercio con portobelo. es en-tonces cuando la isla se decide finalmente a sobrepujar a Cartagena y ocupar ellugar preferente en el comercio portobeleño. entre 1801 y 1812, para ocho añoscon datos, la media anual de salidas desde portobelo es de 22, con un valor para

Nueva historia general de Panamá X 1593

60

Portobelo50

40

30

20

10

01750 1755 1760 1765 1770 1775 1780 1785 1790 1795 1800 1805 1810 Años

Embarcaciones

Panamá

Panamá: 1750-1793Portobelo:1756-1812Faltan datos para algunos años

Embarcaciones entradas a Portobelo y Panamá, años 1756-1812

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las exportaciones de 79,214 pesos de media anual y de 47,310 pesos de mediaanual para las importaciones, haciendo un promedio anual de 126,524 pesospara el conjunto de su comercio exterior, lo que representa una mejoría del 14%respecto del período anterior. durante estos años, es Cuba la que lleva la prima-cía en el comercio exterior de portobelo, al absorber el 57.1% del valor agregadodel mismo, mientras que Cartagena queda desplazada al segundo lugar con el30.8% de dicho comercio. Los demás puertos quedaban a mucha distancia.

Sin embargo la crisis de la independencia va a cambiar de arriba a abajotodos estos esquemas. el istmo de panamá va a convertirse durante una décadaen un gran centro de intercambios regionales, gracias a que vuelve a usarse comoruta obligada durante los largos años de guerra, por una parte, por mercancíasprocedentes del Imperio británico por la vía de Jamaica, por otra, por un nuevoflujo de metales preciosos procedentes de las minas de perú y México, cuyosdueños buscaban alejarlas de los riesgos de la revolución, y finalmente de mu-chos pasajeros, unos que le huían a la guerra, otros, la mayoría, soldados queiban o venían de ella.

durante este período, que se inició hacia 1808-1809 y que cesa hacia 1818,para volver a reanimarse, aunque tímidamente, con el trasiego de soldados entre1821 y la batalla de ayacucho en 1825, la ruta panameña volvió a gozar de unanueva epifanía comercial y los mercaderes panameños pudieron amasar jugosasfortunas. panamá y portobelo se llenaron de esclavos de las antillas y la pobla-ción de la capital parece que aumentó hasta tal vez un 25%.

pero la guerra rompió los viejos vínculos del comercio panameño, tanto porel pacífico como el Caribe, y gracias al nuevo carácter de los negocios en torno alIstmo se fueron formando nuevos y vigorosos circuitos regionales de intercambio,aunque circuitos que se enlazaban más estrecha y directamente con Jamaica y elcomercio británico, que con los viejos y tradicionales puertos americanos. uno deestos circuitos se unía con la lejana nueva españa por el pacífico para sacar laplata por el puerto de San Blas. otro se enlazaba con el todavía realista perú, queno podía seguir extrayendo la plata de sus minas por las rutas tradicionales, si-tuadas en territorios ya independientes de españa. Finalmente otro circuito se for-maba de cara al Caribe para atraer desde Jamaica las mercancías que reclamabanlos ávidos mercados sudamericanos. gracias a ello, el Istmo dejó de ser ya unaprolongación de Cartagena, y se convirtió en el istmo de Jamaica.

Una conclusión provisional sobre el comercio del Caribe

del análisis anterior se desprenden varias conclusiones, al menos provisio-nales, que aquí resumo. el eje Cartagena-portobelo ejerce una influencia domi-nante sobre la región, por lo menos hasta mediados del siglo XVII, coincidiendocon el período más activo de las ferias; en realidad, precisamente debido al sis-tema de ferias y flotas. en ese mismo período, sin embargo, hay cambios visibles

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en la dirección del movimiento marítimo, con el cese de ciertos circuitos de in-tercambio, la consolidación de otros o la aparición de nuevos enlaces regionales.el principal vínculo externo regional para Cartagena es Cuba (a través de San-tiago, trinidad y La Habana, principalmente); para portobelo ese papel lo ocupaCartagena. gran parte de los intercambios se orientan al abasto de las flotas,aunque el grueso de los bienes consiste en alimentos, tanto para el consumo delas flotas, como de la población regional. de hecho, la clave de los intercambiosparece girar en torno al abasto alimenticio.

a partir de la segunda mitad del siglo XVII observamos grandes cambios,con la aparición de las empresas esclavistas extranjeras, y el creciente fomento,tanto del contrabando, como del intercambio regional del tabaco y el cacao, a lavez que el aumento de la producción de ciertos productos del lado pacífico deamérica que son reexportados vía istmo de panamá, para su consumo en el Ca-ribe o para remitirlo a los mercados europeos, sobre todo el cacao, la lana vicuñay la cascarilla. de esa manera surge una nueva geografía de los intercambios.Los puertos cubanos reaparecen en el comercio de portobelo con creciente par-ticipación, aunque sin sobrepujar a Cartagena. Jamaica, ahora británica, empiezaa ocupar un papel cada vez más importante.

al mismo tiempo, el movimiento portuario muestra en Cartagena señalesde estancamiento. Sin embargo, la economía panameña encuentra varias vías desalida a su función terciaria y logra superar la crisis: en parte por la creación delSituado, que le asegura una fuerte inyección de liquidez anual (aparte de quecompensa plenamente la disminución de los ingresos fiscales por la decadenciade las ferias); en parte por la trata negrera, ya que panamá se convierte durantealgunos años en el principal centro de redistribución de esclavos de américa;en parte por el despegue del comercio regional vía el istmo, mencionado arriba;y en parte también por el creciente contrabando, obviamente inducido por lapresencia de los barcos negreros. Las evidencias parecen sugerir que fue la trataesclavista la que impulsó la producción de los bienes mencionados antes, y porende uno de los factores del despegue (si es que no el factor decisivo) del co-mercio regional. durante este período, que podría fijarse entre la década de 1660y la década 1740-1750, al triángulo portobelo-Cartagena-trinidad-Santiago, seagrega al Istmo otro foco dinámico, a saber, Jamaica, que tendrá un impacto no-table en el comercio panameño.

entre 1740-1750 y la década de 1770 parece definirse una nueva coyuntura,en la que la relación portobelo-Cartagena, hasta entonces favorable al puerto pa-nameño, se invierte en beneficio de la última, y en gran parte debido al casi totaldesplazamiento de la trata negrera a Cartagena. panamá dependerá más de Car-tagena, que de Jamaica, y por supuesto, más de Cartagena que de españa, cuyosproductos comprará en Cartagena con plata del Situado. panamá, a través deportobelo se convierte en exportadora de plata (del Situado) y su comercio ex-terior quedará dominado por la remisión sobre todo de cacao de guayaquil, con

Nueva historia general de Panamá X 1595

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destino principalmente a nueva españa, La Habana y españa. de manera cre-ciente, los puertos cubanos empiezan a sobrepujar a Cartagena en el comerciocon portobelo, sobre todo hacia fines del XVIII y gracias al despegue económicode la isla.

este proceso da paso a la coyuntura que surge entre 1809 y 1818, gracias ala plata mexicana y peruana que sigue la vía del Istmo para su salida a europa.Jamaica reaparece, tanto para panamá como para Cartagena, como el nuevo granenlace regional y es a través de este enlace con el que ambas se proyectan a laeconomía-mundo-europea.

pese a la claridad que parece acompañar muchas de estas conclusiones, y lafuerza con que las apoyan los documentos manejados, debe reconocerse sin em-bargo, que a este análisis le hace falta el complemento de un estudio similar al quese ha hecho para portobelo y Cartagena, del movimiento marítimo de los puertoscubanos, sobre todo La Habana, trinidad y Santiago. de la documentación estu-diada se desprende que una comprensión cabal de los fenómenos que aquí se re-sumen será siempre deficiente sin ampliar el estudio a los puertos cubanos.

El comercio del Pacífico en la segunda mitad del siglo XVIII

durante la segunda mitad del siglo dieciocho, y tras el cese del sistema ga-leonista, el Istmo sigue siendo utilizado, al igual que antaño, como pasaje parala conducción de dos productos de creciente cotización en los mercados euro-peos: el cacao de guayaquil y la quina o cascarilla para las «tercianas». a estosse suman otros productos americanos, pero todo siempre en mínima escala.

el Istmo ha dejado de ser la ruta esencial de la plata –aunque no dejan deremitirse caudales si bien que en mucho menor medida que antes–, pero siguesiendo la ruta de los esclavos, del cacao, de la cascarilla, y de otros productos,más solo como ruta alterna, pues muchos de esos bienes se encuentran en el cabode Hornos su vía de salida.

Si tuviese que caracterizar la función transístmica durante el siglo XVIII, diríaque desde 1739 hasta 1747, fue la ruta de la plata peruana; durante ese mismo pe-ríodo fue a la vez –pero en segundo lugar después de Buenos aires–, la gran rutade las mercancías de contrabando por lo menos hasta 1747; y hasta 1767 siguiósiendo también una de las grandes rutas de la trata negrera. de allí en adelante–y aún podríamos retroceder la fecha a 1750– la nota dominante del comercio delIstmo será su carácter regional: por el Caribe, mediante el circuito que uniría aChagre y portobelo con Jamaica, La Habana, Cartagena, el desaguadero de nica-ragua y en menor medida otros puertos e islas caribeñas; por el lado pacífico, me-diante el circuito que, teniendo a panamá como centro, irradiaba en dirección a ladiversidad de puertos, caletas, ensenadas, bahías, existentes en Centroamérica,nueva granada, el reino de Quito y el territorio del perú.

1596 X Decadencia de las ferias, crisis comercial y nuevos soportes económicos

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Las cifras procedentes de las Cajas reales de panamá para el período com-prendido entre 1756 y 1794, dan pie para caracterizar la última mitad del siglocon bastante precisión, al menos respecto de los siguientes extremos: valor agre-gado de las mercancías de exportación e importación; circuitos comerciales in-terregionales (puertos de origen y destino); tipos de embarcaciones empleadasen el giro, así como valor y volumen de las distintas mercancías transportadas,amén de otros datos útiles sobre todo para el estudio del tiempo de navegaciónde los circuitos de las épocas del año preferidas para los viajes, y probablementetambién de la expectativa de vida de las embarcaciones.

una primera aproximación a las cifras fiscales del período 1756-1794, su-giere que las importaciones al puerto de panamá superaron ampliamente a lasexportaciones que desde allí se hacían a los puertos de Centro y Sudamérica,siendo la ventaja de las importaciones de aproximadamente dos veces y mediasobre las exportaciones: a las importaciones correspondía el 71.07% de las trans-acciones mientras que a las exportaciones solo el 29.09%.

para dar una idea de los órdenes de magnitud, diré que el valor total de lastransacciones hasta 1793 –el año 1794 solo trae noticias para dos meses–, fue de3,862,761 pesos, lo que da un promedio anual de poco más de 100,000 pesos, du-rante un lapso de 37 años. a esta suma habría que agregar un promedio anualde entre 150,000 y 200,000 pesos –calculado por algunos observadores contem-poráneos–, para el comercio que se realizaba por el lado atlántico, lo que nosda un total de 250,000 a 300,000 pesos anuales para todo el comercio exterior delpaís. estos órdenes de magnitud bastarían por sí solos para testimoniar el amo-dorramiento comercial que caracterizó al Istmo en la segunda mitad del siglo.nada recuerda ya las astronómicas cifras de las ferias: entre 30 y 40 millones depesos por feria. tampoco esas cifras diminutas guardan relación alguna con lastransacciones por el orden de los 8 millones anuales entre 1813 y 1815 que men-cionaremos más adelante, y menos aún con los 50 a 80 millones de los años do-rados del Gold Rush californiano de mediados del XIX.

Si se siguen las evidencias fiscales del período, se observa que el año de 1767cerró claramente un ciclo, el de la trata negrera en gran escala. Sin embargo yase venía observando desde algunos años atrás el declive de la trata. desde 1761se advierte una rápida declinación en el número de esclavos introducidos: solo95 fueron registrados ese año. en 1762 solo se introdujeron 200; en 1763, 180 yen 1764 no entró uno solo. en la única entrada de 1767 solo se registraron 180.La caída es evidente: 4,826 negros en el primer quinquenio contra 1,330 en losúltimos seis años, casi un quinto menos.

a partir de 1760 se nota ya una marcada disminución en el valor de las ex-portaciones del puerto de panamá, descendiendo en un 89.18% respecto del añoanterior. La situación es peor aún en 1761. en 1764 desciende a la cifra increíble-mente baja de solo 560 pesos. en 1765 ya no hay exportaciones ni importacionesen el puerto de panamá. en 1766 tampoco hay exportaciones. en 1767 los valores

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de exportación se reducen a la ridícula suma de 450 pesos, y tampoco hay im-portaciones. en 1768 la actividad del puerto es igualmente nula. Como es natu-ral, esta situación se refleja en las recaudaciones de aduana: en el año extremode 1768, la recaudación de almojarifazgo se redujo a 100 pesos, sin comparación,la más baja de todo el siglo.

¿Qué pudo determinar la crisis de la trata vía istmo de panamá? probable-mente la proliferación de licencias en todo el continente, merced a la nueva po-lítica liberal de los Borbón: perú, ecuador, antiguos mercados, cubrirían susdemandas con otras fuentes de abastecimiento, probablemente vía el cabo deHornos, tal vez a través del continente, desde Buenos aires. La recuperación, yasin la trata, empieza muy tímidamente a partir de 1769, pero manteniéndose porlo menos hasta 1772 dentro de los niveles de la década anterior. Hacia 1776 elcambio ya es más notorio; sin embargo el panorama sigue siendo desalentador:el nivel de las exportaciones no llega en ninguna ocasión –salvo en 1786, 1787 y1788, cuando la actividad negrera en el Istmo vuelve a reactivarse– a igualar lascantidades de 1757 a 1759.

el reglamento de Comercio Libre de 1778, produjo grandes cambios en elcomercio americano. Sin embargo, a juzgar por los registros fiscales conservados,la nueva política comercial del estado español no tuvo un impacto perceptibleen el comercio panameño del pacífico. Solo en el comercio Cartagena-portobelo,como ya mencioné, se observa algún incremento en el movimiento marítimo.

dado que históricamente asociaba su prosperidad a la actividad comercial,la élite panameña había recibido la promulgación del reglamento de ComercioLibre de 1778, como una oportunidad para escapar a la postración. Medianteesta política económica, españa pretendía –presionada por las nuevas doctrinaseconómicas y por el resultado de las guerras que mantenía con gran Bretaña–,modificar radicalmente su estructura tradicional. La antigua reglamentaciónexclusivista y restrictiva del comercio colonial fue poco a poco suplantada porun nuevo sistema más liberal en su contenido. Se organizaron compañías mer-cantiles y autorizaron distintos puertos del norte de españa a los que se conce-dieron privilegios para dedicarse al comercio con las colonias americanas. Seestablecieron en 1764 correos marítimos mensuales entre españa y sus posesio-nes de ultramar. por decreto de 16 de octubre de 1765 se habilitaron otros nuevepuertos peninsulares para el tráfico con las antillas, Margarita y trinidad. Sepermitió el comercio intercontinental americano, en 1774, entre perú, nuevaespaña, nueva granada y guatemala. Se autorizó igualmente, en 1776, el co-mercio entre Buenos aires y Chile y las colonias del interior. por último, en1778, se promulgó el Reglamento de comercio libre y aranceles reales para el comer-cio de españa y las Indias, que amplió las facultades del puerto de Buenos airesy abrió luego veinticuatro puertos más, lo que hizo del atlántico otra vía co-mercial directa.

1598 X Decadencia de las ferias, crisis comercial y nuevos soportes económicos

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Los resultados de esta política liberal, comentaba en 1836 el mexicano JoséMaría Luis Mora, fueron tan rápidos y visibles,

… que cuando en 1778 la exportación en mercancías españolas y extranjerasapenas ascendía a 3,745,292 pesos, dejando de derechos 18,858 pesos, en 1784la exportación total fue de 81,520,490 pesos y la de solo el puerto de Cádiz en1792 ascendió a 13,600,000 pesos. en 1778 españa toda no tenía quinientos bu-ques mercantes, y sin conocerse otra causa que la libertad dada al tráfico, en1792 solo en las costas de Cataluña había más de mil, y en Cádiz pasaban decien los propietarios de buques mercante25.

por otra parte, afirma Clearence H. Haring:

… el comercio de Cuba, que en 1760 requería cinco o seis barcos por año,en 1778 empleaba más de doscientos. La exportación de cueros desde Buenosaires alcanzó de ciento cincuenta mil a ochocientos mil por año. Y, en la décadaentre 1778 y 1788, el valor del comercio total de Hispanoamérica se dice queaumentó alrededor del setecientos por ciento26.

a lo que agrega José María ots Capdequi:

al final del período colonial, las provincias españolas de américa gozabande mayor prosperidad y bienestar que nunca. Las colonias españolas poseíanriquezas mucho mayores que las colonias inglesas del norte de américa y ad-quirieron todos los símbolos exteriores de la opulencia, como importantes edi-ficios públicos, universidades, catedrales y hospitales, en ciudades bienpobladas que eran centros de lujo, de enseñanza y de cultura27.

Sin embargo, esta nueva política comercial fue al principio radicalmentecontraria a los intereses del Istmo, cuya prosperidad había dependido precisa-mente de la política anterior, es decir, del régimen tradicional basado en el mo-nopolio del sistema galeonista. en contraste con otras colonias tradicionalmentepobres, cuyas manifestaciones arquitectónicas reflejan los progresos materialesde este período, el paisaje urbano de panamá evidenciaba una lamentable deca-dencia, con cerca de la mitad de su área residencial despoblada. es cierto queesta situación se debía en gran parte a los devastadores incendios de 1737 y 1756.pero el hecho es que todavía para fines del siglo XVIII la endeble economía ca-pitalina no había permitido que la ciudad se recuperase urbanísticamente deestos estragos, agravados además por el fuego de 1781 que consumió un grannúmero de casas importantes..

Mientras que en otras partes de américa se introducía con ímpetu el neo-clasicismo en la arquitectura, renovándose gran parte de su paisaje urbano, en

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todo el Istmo, con la excepción de las fortificaciones en Chagre, panamá y por-tobelo, apenas se hicieron obras de importancia. de hecho, como ya he señaladoen un capítulo anterior, el sistema de fortalezas se renovó radicalmente a partirde mediados del siglo. Fue en la década de 1760 que se remodeló totalmente lapunta de Chiriquí al construirse Las Bóvedas28. Sin embargo, en la década de1760, las únicas obras arquitectónicas importantes de carácter cívico o religiosoque se construyeron fueron el edificio de la Contaduría, diseñado por el inge-niero militar Manuel Hernández, la catedral, la iglesia de Santa ana, y el edificiodel Cabildo29. en las décadas siguientes se remodeló ligeramente la Contaduría,y después del incendio de 1781 que destruyó la casa de alquiler donde funcio-naba la fábrica de tabacos, se proyectó un edificio propio, pero que no llegó ahacerse. prácticamente no se hizo o proyectó nada más.

La Contaduría y las fortificaciones eran íntegramente costeadas con los fon-dos públicos, y el Cabildo con las rentas capitulares, que eran tan pobres que suconstrucción demoró muchos lustros, como ya examiné en otro capítulo. Lasgrandes excepciones fueron la catedral y la iglesia de Santa ana, costeadas engran parte con aportaciones de vecinos ricos. Las obras de la catedral llevabandécadas y su construcción fue parcialmente costeada por la Corona, pero sin lasaportaciones que hizo el obispo Francisco Javier de Luna Victoria y Castro, hom-bre rico y dueño de casas costosas, nativo de panamá, la obra no se habría con-cluido. Santa ana fue en gran parte costeada por Mateo de Izaguirre, conde deSanta ana, riquísimo vecino cuya fortuna se estimaba en 600,000 pesos. el condeera armador, agente de la trata esclavista y comerciante en grueso. el resto delos vecinos no hicieron contribuciones de importancia, si hicieron alguna. Conraras excepciones, nadie tenía plata para hacer gastos en obras pías como aque-llas que hacían los vecinos a principios del siglo XVII y cuya magnanimidad hoynos pasman. el resultado es que para fines del siglo XVIII la ciudad mostrabaun aspecto de desolación y ruina, poblada de edificios desvencijados, con callesy solares vacíos cubiertos de maleza y suciedad. Los observadores contemporá-neos no dejaban de advertir que en el curso del siglo numerosos mercaderes ha-bían abandonado el país, emigrando a horizontes más prometedores. el númerode los consumidores se restringió. el empobrecimiento era general y la vida ur-bana parecía apagarse.

para la década de 1790, sin embargo, empezaron a asomar algunas señalesde cambio. Como resultado de otra guerra con gran Bretaña en 1796, se habíannuevamente interrumpido los circuitos comerciales, quedando desprovistos demercancías los mercados hispanoamericanos, de modo que la Corona se vio enla necesidad de expedir la r. o de 18 de noviembre de 1797 que autorizaba elcomercio con las colonias neutrales, lo que incluía las excolonias británicas denorteamérica. Hay claras evidencias de que panamá se benefició de esta nuevaapertura, como lo sugieren los registros fiscales y las crecientes referencias enlos manifiestos de embarques a naves procedentes de Filadelfia, Baltimore,

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nueva orleans o Boston. La fuga de metales preciosos que ocasionó esta aper-tura comercial alarmó a la Corona española, por lo que revocó la citada r. o.mediante r. C. de 29 de abril de 1799. Sin embargo, ya la brecha se había produ-cido y los vínculos comerciales que se establecieron durante la coyuntura no seabandonarían, continuando sobre todo por la vía del contrabando. el 9 de juniode 1799, el virrey Mendinueta dio órdenes estrictas al gobernador de panamápara que desautorizara cualquier actividad amparada por la r. o. de 18 de no-viembre de 179730, pero es evidente que los comerciantes le hicieron poco caso,pues es precisamente a partir de 1799 cuando empiezan a observarse indiciosde despegue del comercio panameño.

Producción local y comercio exterior en el siglo XVIII,según las descripciones contemporáneas

nos ayudará a completar esta visión panorámica dos testimonios que des-criben las características y composición del comercio del Istmo para fines delsiglo XVIII. el primero tiene por título «noticias relativas a la provincia y ciudadde panamá», y forma parte del material acopiado por la expedición Malaspinaa su paso por el Istmo en 1790. Según estas «noticias», «el comercio de panamáes muy limitado y pasivo; está reducido precisamente a solo el necesario con-sumo de la misma provincia; no hay extracción de géneros para surtir otros des-tinos pues aunque anteriormente se enviaban a guayaquil, al Chocó y a otrosparajes algunas remesas de efectos, hace muchos años que casi enteramente hacesado esto, porque guayaquil se surte hoy con mejor proporción de Lima, y elChocó se provee del mismo guayaquil»31.

«por otro lado –continúa– no hay en Panamá, frutos, ni artículos de permuta, ysolo se extraen algún oro, algunas perlas,maderas y otros renglones de menor entidad».Los «efectos y frutos» europeos eran introducidos al Istmo por la vía de Carta-gena por valor de 200,000 pesos, aun cuando de ellos 50,000 pesos correspondíana los enviados de Cádiz directamente para panamá. Los pagos los hacían los co-merciantes panameños que debían dirigirse a Cartagena para comprarlos en«pesos fuertes y en algún oro en barras de poco que se recoge en la provincia,por no haber otros artículos ni frutos que dar en cambio». Los productos euro-peos eran «lencería, tafetanes, dobletes, cintería, rasos lisos y otros tejidos ligerosde seda, algún aguardiente, papel, mercerías y varias otras menudencias». el co-mercio con las islas del Caribe y otros puertos «del lado norte», se reducían a 5o 6 «pequeños buques, procedentes de trinidad, Habana y [Santiago de] Cuba,que al mismo tiempo que algunos de ellos conducen tabacos, por cuenta de sumajestad, introducen cortas porciones de cera en pasta, azúcar, dulces, sombre-ros finos de paja y otras menudencias, y de retorno transportan algunas partidasde cacao de guayaquil que han llegado de escala a esta para seguir destinados

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a Veracruz, Habana o Campeche, y a esta nimiedad está hoy contraído sustancial-mente todo el comercio por la extensión y costas del norte»32.

el tráfico por el lado pacífico era más activo, particularmente con los puertosdel perú «pues siendo notorio que faltan a esta provincia de panamá muchosartículos de primera necesidad para su propia subsistencia, es indispensableproveerse de afuera, aun de aquellos víveres y alimentos más comunes, y en esteconcepto bajan de paita en cada un año cuatro o cinco pequeños barcos y deLima dos o tres, en los que además del dinero del Situado y algunas partidas deaguardientes que por cuenta de su majestad conducen, vienen también carga-zones de harinas en costales, azúcares, garbanzos, lentejas y toda especie de se-millas, botijas de vino del perú, aceite, cordobanes, dulces, sal en piedras,pellones, pabilo de algodón, aceitunas, orégano, ponchos, jergas, bayetas azulesordinarias de la tierra y otros varios frutos y efectos del país, que todos impor-tarán un año con otro sobre 80,000 pesos, de cuyo monto retornan los 40,000 endinero, y los 40,000 restantes invertidos en algunos esclavos, perlas, madera,pita, aceite canime, escobas, bateas y otras cortísimas producciones de este país,regresando por lo demás en lastre, y casi vacías estas embarcaciones por no haberen este puerto ni tener esta provincia otros artículos ni frutos que permutar»33.

a guayaquil «poco o nada se remite, y de aquel puerto solo vienen en elaño dos o tres barquitos con algunos cacaos, destinados la mayor parte para es-paña, Cartagena, La Habana y Veracruz».

Finalmente, «para la provincia de Costa rica suele despacharse de año enaño, desde el puerto de panamá o desde el de Montijo en la costa del sur de Ve-ragua, alguna gran canoa o pequeño barco que conducirá por valor de 5 a 6,000pesos en efectos y en el hilo de algodón que se tiñe de morado con el humor ojugo de ciertos caracoles marinos que se encuentran en la misma provincia deVeragua». «todos estos efectos –concluyen las ‘noticias’– se dirigen por puntade arenas a la ciudad de Cartago, de donde se retorna su producto parte en di-nero y parte en pequeñas partidas de mulas»34.

el otro testimonio es la anónima «descripción sucinta del reyno de tierraFirme», fechada en 1794. dice que el comercio «ha quedado puramente pasivo,tan débil, y limitado, que está reducido substancialmente a la internación deaquellos precisos artículos que necesita únicamente para su interior y escasoconsumo». «en efecto –continúa–, ninguna otra plaza ni distrito de estas amé-ricas se provee ya, ni surte aquí de renglón alguno, ni este país mantiene rela-ciones mercantiles, ni vigorosas con los demás de estos dominios; pues algunosmercaderes, que aún no hacen muchos años solían bajar a esta ciudad de las pro-vincias de guayaquil, del Chocó, y Costa rica a emprender sus negociaciones,ya enteramente se han separado, y cortado casi toda correspondencia con estaplaza, surtiéndose más cómodamente de Lima y de otros parajes». de guayaquil«muy de tarde en tarde, se aparece uno u otro pequeño barco, con tal cual por-ción de cacao, la mayor parte de tránsito para La Habana, y otros destinos de

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Costa rica». del Chocó «aún es mucho más rara la llegada de algún barqui-chuelo, o canoa». «de modo que como aquí no se encuentran artículos ni frutos deentidad que retornar, todos se han ido retirando de una concurrencia, y tráfico queciertamente no les debía ofrecer ventaja alguna». del reino del perú «casi se ve-rifica lo mismo, pues apenas llegan al año, tres o cuatro embarcaciones de me-diano buque procedentes de paita y del Callao, cuyo principal cargamento sereduce a harina, sal, azúcar, menestras, cajetas de dulce, aceitunas, pasas, higos,al vino, y toda clase de víveres, con algunas bayetas, y yergas de la tierra, cor-dobanes, loza ordinaria, y otras menudencias de poquísima consideración queson los precisos renglones a que este giro ha quedado contraído, y podrán im-portar anualmente de 40,000 a 50,000 pesos, que llevándose como una unidadde ellos en peso, la otra mitad va invertida en los artículos, y cortos renglonesque produce el país»35.

Los productos panameños exportados al Callao, paita y otros puertos pe-ruanos eran, según la misma fuente, «perlas, estaquería o varas de mangles dea 6 o 7 varas de largo, tablones de caoba de dos y media varas de largo, escobasen tercio, pita torcida, bateas pequeñas, aceite maría, aceite cabima, caraña quees cierta resina, jarros en canastos grandes, cacao del darién en zurrones y baúlesde caoba». en cuanto al comercio con españa, «no hay en todo el reino un solorenglón importándose anualmente unos 100,000 pesos en géneros europeos pro-cedentes principalmente de Cádiz, como lencería, seda, caldos y demás efectos,su pago es preciso hacerlo en pesos y en barras de oro quintado, sin haber el ali-vio de algún retorno con que poder adelantar y compensar en parte los fletes, ycrecidos gastos, que se experimentan». estas mercancías sin embargo, no eranremitidas directamente al Istmo sino que eran conducidas primero a Cartagenapara de allí reembarcarlas a portobelo pues a causa de la «poco numerosa po-blación del reino, no se verifica jamás que ni un pequeño paquebot pueda habi-litarse ni venir en derechura cargado enteramente para estos puertos de Chagrey portobelo, y mucho menos cuando saben que a su regreso tendrían que mar-charse vacíos por no tener nada que conducir, ni extraer»36.

el comercio y las relaciones que antes había con Cartagena, «se ha ido mi-norando», «y cada día serán menores, a medida que estos comerciantes [los car-tageneros] puedan ir estableciendo directamente su corto giro con españa; perosin embargo, aún persiste algún lento comercio, y de aquel puerto vienen a por-tobelo y Chagre, una u otra balandrita y goleta con géneros, caldos y varios efec-tos que muy bien podrán ascender al año de 50 a 60,000 pesos».

Con el resto del área caribeña «y demás puertos del norte, se puede decirmuy bien que no hay comercio alguno, y solo de la Cuba llega tal cual barquitocon alguna cera y azúcar, pero en cantidad muy poco considerable».

La «descripción sucinta» concluye este poco halagüeño cuadro diciendo queél solo bastaría «para concebir una idea de la languidez y lenta marcha de este co-mercio», insinuando que solo con una «población numerosa» y «una agricultura

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floreciente» podría levantarse de su estancamiento pues con la legislación liberaldel reglamente de Libre Comercio, de 1778 –que no había producido el menorefecto favorable en el Istmo– era innecesario «pedir ni más que desear de la realbeneficencia de nuestro soberano».

Como es natural, ambas descripciones solo son válidas propiamente paralos años próximos a las fechas en que fueron escritas –1790 y 1794, respectiva-mente–, aunque la situación que describen podría aplicarse a la existente desdemediados del siglo. por alguna razón no mencionan al comercio con Jamaica;dejan de lado el importante negocio negrero anterior a 1767 y, como es lógico,no se refieren a fenómenos ocurridos con posterioridad y que en gran medidamejoraron el desolador cuadro que describen. Se trata en cualquier caso de ver-siones confiables que coinciden, en términos generales, con las referencias fisca-les conservadas.

Balanza de pagos deficitaria y por quéno fue Panamá un país exportador

ambos documentos, hacen referencia –aunque no de manera explícita– aldesbalance entre las importaciones y las exportaciones: según las evidencias es-tadísticas de real Hacienda, este es el caso para la totalidad de los años de la se-gunda mitad del siglo XVIII, a excepción de cinco. para compensar esta crónicadesbalance de pagos, el Istmo disponía de una compleja red de mecanismos–y no solamente el oro, las perlas y los demás recursos que mencionan la «des-cripción» y las «noticias»–, como paso a explicar de inmediato.

en primer lugar y sobre todo, debe tenerse presente que muchos bienes in-troducidos al Istmo venían destinados a la reexportación y aunque aparecen re-gistrados en las aduanas, no eran absorbidos por el mercado interno, debiendopor tanto excluirse del rubro de las importaciones. este había sido siempre, ysigue siéndolo, un fenómeno característico del sistema comercial panameño. por-tobelo y Chagre en el Caribe y panamá en el pacífico, habían sido tradicional-mente centros de distribución de mercancías: en gran escala mientras duró elrégimen de monopolio de las ferias, y en proporciones bastante modestas cuandoeste desapareció. aunque el volumen de las reexportaciones había disminuidobrutalmente desde la desaparición de las ferias, el Istmo continuó desempeñando,si bien que en escala bastante modesta, su viejo papel de reexportador.

durante la segunda mitad del siglo XVIII, las reexportaciones seguían di-versas vías, como ya he mencionado. de europa, vía Jamaica o Cartagena, en-traban al Istmo para ser redistribuidos desde portobelo y Chagre o para serconducidos hasta panamá y de allí remitirlos a los puertos del pacífico próximo,productos como ropa hecha, agua de lavanda, textiles, hierro, plomo, vino, mu-nición, lozas, armaras de fuego, aceite, vidrio, botellas, acero, jamones, bacalao,

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harina, mantequilla, cerveza. de Jamaica –de manera al parecer exclusiva–, eranremitidos esclavos negros para su venta o reventa en Centro y Sudamérica. a lavez, desde estos territorios eran enviados al Istmo para su remisión a europa,cacao, quina, productos tintóreos y desde luego caudales en barras y doblones.por otro lado, productos centroamericanos –tintes sobre todo– eran revendidosen panamá a los comerciantes que hacían el giro en el sur, y hacia Centroaméricaeran redistribuidos productos sudamericanos, como brea, bayetas, pellones, jer-gas, tocuyos.

el papel que desempeñó el Istmo como redistribuidor de mercancías ase-guraba al Fisco, además de los ingresos por concepto de almojarifazgo, uniónde armas y avería, entre otros, los de piso –pagado por el acarreo entre Cruces ogorgona y panamá y entre panamá y portobelo– y los de convoyage, que se pa-gaba por el transporte fluvial vía Chagre. por otra parte, mantenía activos losservicios de las recuas de mulas y de los bongos, chatas y piraguas del célebrerío, cuyos fletes, siempre altos, representaban una fuente de ingreso no despre-ciable para sus propietarios.

por otra parte, una pléyade de «mazamorreros» y «gurguzeros» un tanto almargen de la ley, vivía del oro que extraían de los numerosos placeres que seencontraban en distintas partes del país, sobre todo en Veragua. además, oca-sionalmente se explotaba formalmente alguna mina de más o menos considera-ción. es difícil hacer un estimado adecuado de los rendimientos pues el impuestoque se cobraba –la cota de oro– no correspondía al valor de las extracciones, sinoal número de hombres empleados en las labores. Se sabe, sin embargo, que entre500 y 600 hombres trabajaban el mineral dando una producción de 30,150 caste-llanos de oro y en 1793, en 24,502 castellanos. este oro se utilizaba para hacerlos pagos correspondientes a las mercancías precedentes de Cartagena y Jamaica,y aún en mayor medida a las traídas de españa, reservándose aproximadamenteunos 2,000 pesos para la fabricación de alhajas. Las embarcaciones procedentesde españa, Jamaica, La Habana y Cartagena se regresaban o bien con productosque tenían su origen en otros territorios del lado pacífico –perú, ecuador, Cen-troamérica– o con el oro panameño, pues el Istmo prácticamente no enviaba esosdestinos mercancías de retorno.

Con las perlas ocurría otro tanto. Hubo varias grandes fortunas, la de JosefManuel de arze Maoño, o la de pablo góngora, que se sustentaron en el negocioperlífero del golfo de panamá. Se puede determinar con precisión el monto dela producción perlífera pues los registros fiscales –en los que apoyo mi informa-ción– se basan en el número de canoas empleadas en el buceo. Se sabe, con todo,que en 1790 se extraían perlas por valor de entre 12,000 y 14,000 pesos. en 1795la producción se mantiene igual. en 1804, los rendimientos ascendieron a entre35,000 y 40,000 pesos, cantidad igual a la que se produce en 1812. en 1817 el ren-dimiento era de 50,000 pesos. Según ciertas fuentes, la mayor parte de las perlaseran destinadas al pago de las mercancías adquiridas en el perú.

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Suponiendo que la producción aurífera se hubiese mantenido estable enunos 40,000 pesos anuales, y que la perlífera alcanzase un promedio de digamos33,500 pesos anuales, tendríamos que entre esos dos rubros el Istmo sumabacada año unos 73,500 pesos, cantidad que por sí sola representaba cerca de latercera parte del valor total del comercio exterior. Se sabe que entre 1756 y 1794el promedio anual de las exportaciones hechas desde el puerto de panamá as-cendió a 29,820 pesos, mientras que a las importaciones correspondió un pro-medio de 72,441 pesos, lo que nos da un déficit promedio de 42,621 pesosanuales. Con la sola producción perlífera y aurífera se habría podido balancearcómodamente esta desventaja, quedando el sobrante –digamos unos 30,000pesos– para los pagos al comercio con Cartagena, La Habana y Jamaica.

todo parece indicar que era precisamente en el comercio atlántico dondeel desequilibrio entre importaciones y exportaciones era mayor. Y esta desventajano podía ser suplida por el oro y las perlas. pero quedaba todavía el importanterenglón de los servicios, sobre todo para el acarreo de mercancías que debíanatravesar el Istmo para ser reexportadas, en mulas por el camino de Cruces apanamá o de portobelo a panamá y viceversa, y en bongos, chatas y piraguasde la ruta del Chagre. Habría que agregar el renglón servicios, además, el trans-porte de pasajeros.

no ignoro que todas estas estimaciones son bastante groseras, pero me basoen lo que sugieren las evidencias conocidas. por lo que se refiere a los servicios,la situación es aún más compleja. aquí me limitaré a recordar que la principalactividad terciaria –transporte transístmico por chatas, piraguas, bongos, mulasy aun porteadores humanos– se distinguió siempre, como ya lo he dicho, porsus altos fletes. en 1790 se pagaban 4 pesos por una carga de mula de 116 librasde panamá a Cruces, unos 30 kilómetros. Con cinco viajes de ida y vuelta que-daba redimido el valor de la mula: cuyo costo oscilaba entre los 25 y los 35 pesossegún donde se hubiese comprado, si en el occidente del Istmo o en Centroamé-rica. estos fletes por supuesto variaban de conformidad a la demanda, comoocurrió durante el gran despegue de la época independentista, ascendiendo latarifa hasta 25 pesos por carga.

Finalmente, no debemos olvidar que el Istmo era regularmente inyectadocon un flujo de numerario procedente del Situado el cual tenía una relativamenteamplia distribución entre la población, pues con él se pagaban los salarios delos religiosos destinados a las doctrinas de indios en lugares remotos, del perso-nal administrativo y de los militares, amén de otros pagos para las fortificacionesy gastos menores. a partir de 1757 el subsidio asciende, como hemos visto, a100,000 pesos. Y durante el resto del período comentado, sumó entre 259,600pesos y 291,000 pesos anuales. esta suma equivalía prácticamente al valor totaldel comercio externo. es muy probable que una buena parte del circulante apor-tado por el Situado era desviado hacia el consumo de bienes provenientes delcomercio exterior. Considerada la magnitud relativa del Situado –y teniendo

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presente los bajos rendimientos de bienes para la exportación, así como la dis-minución del contrabando y del negocio negrero–, no puede uno menos queconcluir que al Situado le correspondió, sobre todo a partir de 1768, el papel deverdadero motor de la economía, esto es, el de un subsidio en el sentido másinequívoco de la palabra.

La documentación revela que, así como existía una balanza de pagos defi-citaria, así también se observa un desequilibrio en el número de entradas y sali-das de embarcaciones –407 contra 343, según los datos que computados para elcomercio del pacífico–, siendo las entradas superiores en la mayoría de los años.aunque la desproporción no es tan grande como en el valor agregado de lasmercancías importadas, así y todo representaba un apreciable 15% de diferencia.¿Cómo explicar esta aparente anomalía? La explicación no es difícil. para ellome baso en los registros fiscales del almojarifazgo, impuesto aplicado a las mer-cancías del comercio exterior, esto es, tanto a las que se introducían como a lasque salían. para entonces no existían los impuestos de tonelaje o de anclaje, queeran aplicados en otros lugares a las embarcaciones. por tanto las embarcacionescomo tales no estaban sujetas a impuesto. Las «noticias» citadas atrás, señalanclaramente que con frecuencia las embarcaciones que salían del puerto de pa-namá iban en lastre, por carecerse de mercancías de retorno. por esa razón noaparecen registradas en las cuentas de real Hacienda, lo que explica la diferenciaentre entradas y salidas. podríamos inferir entonces que la diferencia del 15%observada durante el período, corresponde al de las naves que salían de panamáen lastre.

este asunto sugiere otra reflexión. es bien sabido que durante la Colonia, aexcepción de los tiempos de la Conquista –cuando natá abastecía de víveres lasexpediciones centro y sudamericanas y sobre todo las embarcaciones que hastamediados del siglo XVI hacían el trasiego peruano– el Istmo jamás se caracterizócomo país exportador. Fue, es cierto, productor de oro, perlas, tablones, y aunembarcaciones. pero su producción de víveres –excepción hecha de la sobrepro-ducción ganadera– fue más bien deficitaria, dependiendo para el consumo in-terno de los cargamentos procedentes sobre todo de Cartagena y de los diversospuertos de perú y el reino de Quito. esta circunstancia de ningún modo puedeser atribuida a la falta de buenas tierras, pues en el Istmo no faltan: muchas, ade-más estaban ubicadas en las proximidades de los centros de mayor población.

Queda constancia de que en siglo XVI existieron prósperas plantaciones decaña de azúcar y durante el siglo XVIII pudo comprobarse que el cacao pana-meño era de muy buena calidad. Según ciertas fuentes, el cacao gozó incluso derenombrado prestigio. Ya me he referido en un capítulo anterior a la tempranaproliferación del ganado desde el siglo XVI, que desde entonces dominó la cam-piña panameña y fue el gran motor de la economía rural. aun la producción degranos –maíz y arroz, sobre todo– si exceptuamos algunos años de malas cose-chas, fue suficiente para el consumo doméstico; el arroz incluso era exportado a

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Sudamérica al menos durante los siglos XVI y XVII. ¿Qué pudo entonces deter-minar esta incapacidad del Istmo para convertirse en exportador?

en primer lugar el factor demográfico: a excepción de la capital, sus restantespocas decenas de miles de habitantes –20,000 al finalizar el siglo XVII; 60,000 a70,000 durante el período que aquí se estudia– se encontraban dispersas, mal dis-tribuidas y prácticamente aisladas, lo que literalmente imposibilitaba cualquierproyecto de producción excedentaria. al finalizar el período colonial y aún mu-chos años más tarde, el Istmo era literalmente un desierto humano. tampoco debeolvidarse el carácter estructural de la economía, predominantemente consagradaa la actividad terciaria. este carácter estructural no fue desde luego espontáneo:fue impuesto por el peso abrumador de las exigencias económicas del sistemacolonial, cuando la metrópoli le asignó al Istmo la función específica de servir depasaje para el trasiego de metales preciosos y de centro de redistribución de mer-cancías caras europeas. Los altos rendimientos del comercio y los servicios de-terminaron la especialización del aparato productivo, dejándose en un planosubalterno cualquier otra actividad que en comparación fuese menos rentable. Yaunque la élite se dedicó a cualquier actividad que ofreciese oportunidades denegocios, es obvio que siempre fueron las actividades vinculadas a los servicioslas que ofrecieron mayores atractivos. Las excepciones ya las conocemos.

el oro y las perlas podían producir verdaderos golpes de fortuna de la nochea la mañana. para la actividad perlífera se necesitaba mucho capital para adquiriresclavos y bergantines, pero una buena perla de gran oriente podía encontrarseen cualquier momento y enriquecer al propietario. Los gurguceros eran indivi-duos que vivían al día, pero su actividad puede explicarse por la ilusión de pe-garse una lotería con algún hallazgo sorprendente, o porque se trataba de unaactividad que formaba parte de las tradiciones locales y constituía una formamental muy arraigada. además, si muchos se dedicaban a esta actividad eraporque no dejaban de encontrar, aunque fuese ocasionalmente, algunas pepitasque les aseguraban lo mínimo para su supervivencia. La explotación madererase explica porque los arboles maderables abundaban en las cercanías de la capitaly podían transportarse por agua, primero desde los ríos y luego por mar tras re-correr una distancia relativamente corta. además, era mucho más práctico y eco-nómico construir barcos y casas con madera de las cercanías que importarla,digamos, del lejano guayaquil, otro gran centro maderero.

La actividad ganadera se explica por otras razones. por una parte requeríade un mínimo de cuidado; su transporte era barato, pues el ganado se traslada-ban al mercado caminando; se producía prodigiosamente; se trataba de un ali-mento que se implanta desde temprano como un elemento básico de la dieta y,finalmente, la carne fresca solo podía adquirirse localmente, no importada. encambio la agricultura enfrentaba grandes obstáculos: escasez de mano de obra,dificultad de los transportes, salvo aquello que se producía cerca de las costas olos ríos con salida al mar, y un mercado diminuto.

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La escasez de población y las estructuras económicas constituyeron puesauténticos corsé para la producción excedentaria. aunque esos factores basta-rían para explicar el fenómeno que aquí discuto, no quisiera dejar pasar poralto otros dos y que también debieron contribuir a que el Istmo no fuese un paísexportador. en primer lugar –y por lo que se refiere al comercio atlántico– labarrera de los fletes, una barrera infranqueable para la casi totalidad de losbienes producidos en el Istmo, que como es sabido, se concentraban en la ver-tiente del pacífico. Las «noticias» de la expedición Malaspina se refieren clara-mente a la ausencia de productos panameños de retorno en el circuito comercialdel Caribe; la solitaria excepción la hace el oro, un bien de alto valor unitario yescaso volumen. no debe sorprender que prácticamente el único producto deexportación atlántica sea el cacao producido en portobelo, que no tenía que so-meterse a la onerosa servidumbre del pasaje transístmico. Los pesados tablones,la voluminosa pita, no hubieran podido soportar el costo del transporte a travésdel Istmo. el caso del cacao de guayaquil tiene una explicación: la seguridaddel mercado, pero sobre todo los bajísimos costos de la producción, los másbajos del continente.

en cuanto a la salida de los productos por el pacífico, panamá tenía en sucontra la gran desventaja del transporte marítimo, ya que viajar por mar hacialos mercados del pacífico tardaba entre 4 y 6 veces más que el viaje de retorno.de esa manera, el transporte a partir de panamá era mucho más costoso, no soloporque había que pagar más a los tripulantes, sino sobre todo porque gran partedel espacio que debían ocupar las mercancías era ocupado por agua y alimentospara la tripulación y los pasajeros, ya que el viaje era mucho más largo. Comoresultado, los barcos llegaban cargados de mercancías a panamá, pero regresa-ban vacíos, o solo con lastre de piedras labradas o tablones, y desde fines delsiglo XVIII, con escobas, es decir, productos de muy escaso valor monetario. Lagran mercancía salvadora del transporte por el pacífico en el siglo XVIII fueronlos esclavos, que con mucha frecuencia constituían lo único que se cargaba. Losarmadores solo gastaban en esta carga humana agua y comida, y a veces medi-cinas, pero su valor unitario era alto, lo que compensaba con creces el costo dellevarlos por mar hasta su destino.

¿Ruralización de la economía o solobúsqueda de nuevas alternativas?

Hemos visto hasta aquí, que desde mediados del siglo XVIII, al cancelarseel régimen de las ferias, hasta finales del siglo, fueron evidentes los efectos letalesde la marginalidad del Istmo respecto de los principales circuitos de intercambio.La situación fue parcialmente sorteada gracias a los Situados y a la trata escla-vista, pero también esta dejó de desempeñar un papel clave en la economía a

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partir de la década de 1770, de manera que el Situado permanece durante elresto del siglo virtualmente como su único sostén. era una economía artificial,extremadamente precaria, que dependía de un subsidio que le llegaba de afuera.

para sortear la mala racha, los habitantes del Istmo se lanzan persistente-mente a la explotación de viejos y nuevos productos. algunos empresarios devisual y varios funcionarios del go bierno habían estado insistiendo a lo largode la segunda mi tad del XVIII en la necesidad de fomentar las actividades agrí-colas en panamá; sin embargo, muy poco o nada se avan zó en ese sentido. elgobierno incluso mantuvo una política errática y hasta se convirtió en un obs-táculo para el cultivo del tabaco. Los pocos esfuerzos que llegaron a cristalizar,aunque siempre a una escala mínima, quedaron en manos de la iniciativa pri-vada, como en el caso de ayarza, con sus cacaotales y cafetos en portobelo. otrocaso digno de mención fue el de un anónimo agricultor «natural de Cer deña»que ya en 1804 tenía en las cercanías de panamá «más de cien pies de árboles decanela, 300 frutales de mango y más de 800 de cacao». originario de la India, ypor primera vez cultivado en el país, el mango había sido introducido desde Ja-maica, «a donde se trasladaron del asia por los ingleses»37. pero se trataba demeras iniciativas experimentales, y aunque algunas, como en el caso del mango,tuvieron a la larga profundas repercusiones, sus efectos no se sintieron durantela Colonia.

para el abasto de los estancos o monopolios estatales del tabaco y el aguar-diente se intensificaron los cultivos de la hoja (al menos durante los primerosaños) y de la caña de azúcar. también se experimentó con el algodón. Las acti-vidades perlífera y aurífera nunca cesaron. también continuaron exportándosecomo desde hacía mucho tiempo, maderas y cueros. Se exploraron las posibili-dades de cultivar el índigo para producir añil, y en las costas de Veragua se ex-traía el múrice con el que se teñían hilos que se exportaban a buen precio. perotodo se hacía en mínima escala.

también durante la segunda mitad del siglo XVIII se agregaron a la produc-ción panameña diversos productos que nunca se habían explotado antes local-mente, pero que ya eran cotizados en el mercado exterior, como el cacao y elcafé. Su producción y exportación fue de muy escaso volumen, pero no dejande ser significativos. el cacao que se consumía en panamá era el de guayaquil,que era considerado de los mejores del continente, siendo muy cotizado inclusoen zonas donde se producía en gran abundancia, como México, al que ingresabapor la ruta del Istmo saliendo de portobelo con destino a Campeche. entre prin-cipios del siglo XVIII y mediados del siglo, los expiratas franceses hugonotesque se habían establecido en San Blas, donde convivían pacíficamente con losindios cunas, cultivaron el grano en áreas cercanas a la costa. Contaban con laventaja de que no pagaban impuestos a la Corona española, ya que legalmentevivían al margen del sistema colonial, y de que el cacao era cultivado muy cercadel mar, desde donde podían embarcarlo ahorrándose los costosos fletes de la

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ruta transístmica, sacándolo prácticamente desde los sitios de producción a lasnaves que los conducían a los mercados del Caribe o de europa. pero esta pro-ducción cesó al ser aniquilados por los cunas, que los masacraron a mediadosdel siglo inducidos por los ingleses, sus nuevos aliados. Ya en la segunda mitaddel siglo empezó a producirse cacao en darién, al parecer de muy buena calidad,ingresando a la corriente comercial junto al de guayaquil. también empezó aproducirse cacao cerca de portobelo y aun en la capital, en las faldas del cerroancón.

todo este esfuerzo iba dirigido a incorporar al Istmo a las corrientes del co-mercio exterior. Incluso se iniciaron algunas industrias menores como el hiladode la pita para hacer hilo de coser y redes de pescar, la elaboración de lienzoscomo el tocuyo, paños de mano, servilletas, medias y calcetas, hamacas, bateas,productos de alfarería en La Villa de los Santos. otro producto de exportacióninesperado fueron las escobas, con las que se fletaban balandras enteras durantela segunda mitad del siglo XVIII para los mercados sudamericanos.

era evidente que los colonos panameños trataban de aplicar el patrón quetradicionalmente habían seguido las colonias periféricas como Chile o Centroa-mérica, Venezuela, el interior de nueva granada o el río de la plata, a saber, labúsqueda de un producto motor38 para insertarse en las corrientes de intercambiodel comercio exterior. pero panamá no encontró su producto salvador. de hecho,el Istmo no producía nada que atrajese las nuevas corrientes de intercambio,sino en una mínima escala, de manera que continuó rezagado y marginado. dehecho, incluso durante el largo marasmo de la segunda mitad del siglo XVIII, elpeso de la tradición mercantil siguió imponiendo una fatal servidumbre a la fun-ción de tránsito y, consecuentemente, la especialización terciaria continuó do-minando la economía.

Conviene que nos detengamos en este proceso, hasta ahora tan mal cono-cido por la historiografía.

Los primeros cultivos de un producto diagnóstico, el café

unas breves consideraciones sobre el cultivo de un producto nuevo comoel café nos ayudará a situar en perspectiva las posibilidades que tenía la activi-dad agrícola en panamá para fines del período colonial39. el caso es pertinenteporque las fuentes sugieren que los colonos trataron de fomentar la agriculturacomo una alternativa para escapar a la postración en que se encontraba el país.

el cultivo del café en el Istmo es más bien tardío y de muy escaso volumen,pero no obstante tiene el interés de anunciar la llegada de nuevos cambios en elmercado, así como en los gustos por las bebidas de mesa. La bebida típica demesa, no solo en panamá, sino de todo el mundo hispano, era el chocolate, quehasta bien entrado el siglo XVII había sido una bebida de lujo, pero que muypronto se hizo popular y cualquiera podía consumirla. en cambio, el consumo

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de café en panamá era muy poco frecuente aun en el siglo XVIII. Y la razón con-siste en que el chocolate, que se hace con el grano del cacao, era uno de los gran-des productos motores de la economía colonial y a españa le convenía prote-gerlo, mientras que el café era un producto de origen arábigo que entró a europaen 1615 por Venecia, desde donde se extiende por el interior de Italia, luego pe-netra a Francia por Marsella y Lyon en 1644, bebiéndose ese mismo año en parís.en 1650 ya se encontraba establecido en Londres y pronto se populariza por todaeuropa gracias a los coffehouses, que se convierten en los centros donde se reúnenlos intelectuales y los políticos. en españa probablemente no llegó a populari-zarse hasta comienzos del siglo XVIII.

Sin embargo, quedan evidencias de que en las primeras décadas del sigloXVIII el café había empezado a conquistar el paladar de las élites y, como ya hemencionado, en 1742 aparece en panamá el primer registro conocido del grano,en un embarque que se introduce desde Haití (colonia francesa), aunque se tratade apenas un quintal para el consumo de los oficiales de un batallón que se tras-ladaba a perú. Más tarde empieza a llegar en cantidades igualmente pequeñaspara consumo de las tropas que llegan también con destino a las guarnicionesde Sudamérica.

gracias a la creciente demanda del café, que solo podía cultivarse en paísesde clima cálido, ya en las primeras décadas del siglo XVIII había empezado asembrarse en Surinam, en la guayana Holandesa, en Martinica, en Haití y Ja-maica. pero no fue hasta mediados del siglo que empezó a cultivarse en las co-lonias hispanoamericanas. en Cuba en 1748, en puerto rico en 1755, enVenezuela desde 1784 y en México y Colombia para 1790. La introducción delcultivo en américa hispana fue pues relativamente tardía y es probable que supropio consumo permaneció desconocido para la gran masa de la población quevivía en el lado pacífico del continente, tanto por los altos fletes como por lasnumerosas prohibiciones que interponían las autoridades para su cultivo, la mo-lienda y el consumo, porque el café sufrió tal vez más persecuciones que otrosproductos. de hecho, muchos cafetos se propagaron por Sudamérica en formasilvestre, no bajo cultivo, siguiendo caminos ignotos. pese a todas estas trabas,ya en Lima, capital virreinal, se abría el primer café público en 1771, que rápi-damente encontró imitadores y en 1788 ya había seis en la ciudad.

Sin embargo, los manifiestos de embarque con carga de café para panamáno empiezan a aparecer de manera regular hasta la década de 1780, aunque nose sabe si esta carga respondía a la creciente demanda del café en Lima, o a lapropia demanda local. La razón de que panamá permaneciera al margen delmercado cafetalero hasta 1780, pese a que su po sición geográfica la colocaba alalcance de los centros produc tores del Caribe –ya para entonces en proceso deexpansión–, es que su economía se encontraba totalmente estancada des de me-diados del siglo y ofrecía muy pocos atractivos, si algu no, al comercio regional.prácticamente sus únicos contactos caribeños se limitaban a Cuba y Cartagena

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y el volumen de sus transacciones con la región era muy reducido: unos 200,000pesos aproximadamente hacia 1790. además Carta gena no producía café, yCuba no empieza a despegar como país cafetalero hasta después de esa fecha,gracias a la revolu ción de Haití, cuyos cafetales y cañaverales también quedaronabandonados, provocando un vacío en el mercado que Cuba y otros países, sobretodo Brasil, se apresuraron a cubrir.

Se desconoce de dónde procedían los primeros granos llevados a panamá,porque los registros de los años 80 solo señalan a Cartagena como lugar de em-barque, no de produc ción. Sin embargo, casi inmediatamente, el café empezó acul tivarse en panamá, aunque en forma todavía muy limitada, lo que podría su-gerir que gran parte de los primeros embarques consistían en semillas. Variostextos contemporáneos respaldan lo anterior. el primero de ellos, que data de1790, fue escrito por uno de los miembros de la expe dición Malaspina. nos dice,refiriéndose a los cultivos locales, que «el café se da también; pero no lo cultivany solo el di cho [pedro antonio de] ayarza coge algún poco en porto belo»40.ayarza tenía además una pequeña hacienda de cacao que le producía al año 150cargas (unos 113 quin tales), era dueño de barcos, tiendas y casas y tal vez el em-pre sario y comerciante más poderoso de portobelo, por lo que posiblemente losprimeros embarques de café ya mencionados iban consignados a su nombre. detodas formas, el lugar no reunía las mejores condiciones naturales para el cultivodel café, y aunque tal vez se trataba de una prueba experimental, ayarza tieneel mérito –si nos atenemos a las fuentes– de ser el primero en haberlo intentadoen el país.

otro documento de 1794 reafirma lo anterior. «el cul tivo del café –nos dice–es muy adaptable a este terreno, pues se ha visto en varias partes que lo producede muy bue na calidad»41. el texto anterior sugiere que el cultivo se había estadoproban do en otras partes, y tal vez ya no era portobelo el único lugar donde po-dían verse crecer los cafetos. para 1804 es evidente que el cultivo se había exten-dido por varias áreas del país, aunque con los mismos módicos resultados, engran parte porque se trataba de una planta poco conocida. «es muy bueno –nosdice el gobernador Juan de urbina– el que se coge en cualesquiera parte delIstmo, y producen con abundan cia los árboles, pero por falta de brazos, por faltade inteligen cia en su cultivo, y por la inactividad en que han permane cido hastaahora los habitantes de esta región no ha hecho progresos»42.

para 1812, según el testimonio de Juan domingo de Iturralde, la propaga-ción del cafeto se había extendido a casi todo el país, aunque seguía siendo pocomás que una curio sidad botánica. «Se produce –escribe– en toda la goberna ción,pero no conocen el cultivo, y solamente hay algunos árboles sueltos en diversospuntos». en portobelo continua ba produciéndose, «pero no se han establecidohaciendas por falta de brazos»43.

pero la verdad es que existían muchos factores importan tes que conspirabancontra la expansión del café en panamá, al menos como cultivo comercial. Y hace

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falta mencionarlos rápidamente para comprender cómo, habiéndose empezadoa difundir geográficamente por el país desde la dé cada de 1780 (según se des-prende de los textos), todavía para los años de la independencia, y aún más ade-lante, su cultivo sigue virtualmente estancado y su valor comercial permanecenulo. estos factores eran básicamente cuatro: uno, el carácter del mercado inter-nacional de la época; dos, las propias estruc turas agrarias del país; tres, las con-diciones ecológicas necesa rias para el cultivo del café; y, finalmente, el predo-minio de la orientación terciaria de la economía panameña. Solo el pri mero teníaun origen exógeno. empezaré por este.

después de la caída de Haití, que deja a Francia desprovista de su principalabastecedor, los grandes productores mundia les del grano quedaron bajo el do-minio de Inglaterra y Ho landa. La primera, controlando en mayor o menorgrado la producción de las islas del Caribe y la segunda, las colonias neerlande-sas del sudeste de asia, sobre todo Java y Sumatra. pero dada la vinculación ydependencia de Ámsterdam a Londres, era realmente este el que controlaba elcomercio mundial del café. entre fines del XVIII y principios del XIX este equi-librio de fuerzas siente la influencia de una nueva y vigorosa corriente comercial:la que unirá al Brasil, que apenas empieza a convertirse en gran productor cafe-talero, y los estados unidos, gran consumidor de la bebida y, a partir de 1776,con una política comercial independiente de Inglaterra. Sin embargo, en el trán-sito de un siglo al otro, el co mercio mundial del café era todavía reducido y, alparecer, no es hasta la segunda y tercera décadas del XIX cuando la produccióny el consumo empiezan a crecer con gran rapi dez y continuará aumentando enlas décadas siguientes.

por ejemplo, entre 1789 y 1808, toda Inglaterra importaba entre 8,000 y 9,700quintales de café al año y no es hasta la déca da siguiente cuando su consumo seeleva por encima de los 50,000 y 70,000 quintales anuales. Ya en 1820, los estadosunidos importan más de 212,000 quintales44. Brasil, que se convertirá en el siglosiguiente en el principal productor mundial de café (casi el 60% al promediar elXIX), to davía en 1796 solo exportaba unos 2,100 quintales, pero ya en 1806 llegaa unos 20,500 quintales, y esta cifra la dupli cará en los años de la década de 182045.

en todo este período la producción cafetalera del pacífi co norteamericanocarece de participación en el mercado mundial del café y no es hasta las décadasde 1830 y 1840 cuando Costa rica se suma a este comercio y, tras ella, aun quemás tarde, otros países centroamericanos, sobre todo el Salvador y guatemala.pero hasta entonces, los principales abastecedores de café en américa habían se-guido siendo las grandes antillas, Venezuela y Brasil (todavía entonces el caféocupaba una expresión mínima en el balance de la eco nomía colombiana). pa-namá se encontraba muy al margen de esta corriente. pero cuando el mercadose abrió a los países centroamericanos desde 1830-1840, pa namá tampoco pudoaprovechar la oportunidad, como sí lo hizo su vecina Costa rica, debido a quelas condiciones prevalecientes en estos dos países eran muy distintas.

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Y así entramos en la consideración de los factores endó genos que frenabanla expansión cafetalera en panamá. apar te de que la agricultura en general des-pertaba poco interés (a diferencia de las actividades vinculadas a lo terciario,cuyas muy superiores ventajas económicas explican que se las pre firiera), y deque la posibilidad de competir, o siquiera de participar, con alguna esperanzade éxito en el mercado inter nacional del café era bastante remota, lo cierto esque las circunstancias internas existentes constituían más bien obstá culos parael desarrollo del café. el país tenía pocos brazos, y no había experiencia en elcultivo de un producto que apenas empezaba a conocerse.

otro obstáculo importante era la leja nía de los núcleos humanos a los luga-res donde existían con diciones ecológicas verdaderamente adecuadas para elcafeto. La mayor parte de la población se concentraba en las tierras bajas cercanasa la costa y donde el café tenía pocas posibili dades de prosperar, al contrario queCosta rica, donde el ecúmene se encuentra en las elevaciones de la cordilleraCen tral y donde el café puede cultivarse mejor. Las áreas subtropicales aptaspara el cultivo del grano estaban prácticamente despobladas o eran ocupadaspor comunidades de indios o mestizos marginados del comercio; es decir, queaún no habían sido colonizadas, por no mencionar la ausencia casi total de víasde comunicación. en otras palabras, que las zonas de mayor potencial cafetaleroquedaban todavía muy aisladas.

además, tradicionalmente las actividades rurales habían estado orientadasmás que nada a la ganadería y los cultivos de subsistencia, como los tubérculos,el maíz, el arroz y otros granos, para no hablar de la caña de azúcar, cuyo cultivoprecisamente había empezado a estimularse entre fines del siglo XVIII y princi-pios del XIX. gran parte de esta producción se destinaba al consumo de la capitaly, pese a la modicidad de este mercado, se trataba de una actividad comercial-mente establecida con firmes raíces tradicionales y con la que hab ría tenido quecompetir el café en condiciones desventajosas, no solo porque no había muchosbrazos disponibles y la actividad agrícola se encontraba localizada en tierrasbajas tropicales donde no crecía bien el café, sino también porque el mercado deconsumidores de la capital –el único posible entonces– no estaba aún desarro-llado (de hecho, no surge hasta las vísperas de la independencia) y por tanto elvalor comercial del café era virtualmente nulo.

en pocas palabras, eran muy grandes los obstáculos que se interponían alcafé, sin mencionar la inexistencia de ca fetales en el Interior y la orientación tí-picamente terciaria de empresarios de panamá, que sí disponían de capitales yque, precisamente para las vísperas de la independencia, empezaban a acumulargrandes fortunas en sus negocios mer cantiles, transportistas y otros igualmenteproductivos, todos ellos vinculados a las actividades del tránsito. Habría sidoun contrasentido económico invitar a estos hombres a renunciar a las gananciasque le deparaba la coyuntura comercial, para orientar sus capitales hacia las in-ciertas y escasamente atractivas actividades agrícolas, cualesquiera que estas

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fuesen. Y lo cierto es que –cuando menos entre 1808 y 1825– las únicas activida-des que atrajeron a la clase económica fueron el capital rentista, los negocios deltransporte y el comercio, pero muy poco, si algo, la agricultura.

de hecho, cualquier otra actividad agrícola se habría enfrentado en panamáa las mismas dificultades que el café, sobre todo por la falta de brazos, la ausen-cia de un sistema de caminos eficiente, el atraso o desconocimiento de adecuadastécnicas de cultivo, la escasez de capitales, un mercado local diminuto, y unoexterno donde se competía por los mismos productos en condiciones desventa-josas. el resultado es que el país quedó estancado en sus mismas produccionesagrícolas tradicionales, como fueron los cultivos de subsistencias y sobre todoen la ganadería, y sin que el volumen de la producción aumentase.

Como hemos visto, no dejaron de hacerse esfuerzos para impulsar la agri-cultura y experimentar con productos nuevos. no debe olvidarse, además, queaquella era una época impregnada por la doctrina fisiocrática, que privilegiabala agricultura sobre cualquier otra actividad económica, y que estaba de modaabogar por el retorno a la naturaleza. La vuelta a la tierra era considerada en-tonces como la gran panacea. por eso, no faltaron autores que se lamentaban delestancamiento de la agricultura, situación que atribuían sobre todo a tres facto-res: en primer lugar y sobre todo, la falta de brazos; seguido por la carencia decapitales y los deficientes medios de transporte.

Según Francisco Silvestre46, en las regiones de Veragua y alanje hacia 1789solo había 411 esclavos negros, de los cuales solo 199 eran varones. Ya que erantan escasos, se explica que para los contemporáneos la falta de brazos solo se re-solvería introduciendo esclavos. algunos proponían que se consiguieran a cré-dito o bajo ventajosas exoneraciones. el gobernador Juan de dios de Mataurbina (o solo Juan de urbina), proponía introducir provisionalmente «siquiera200 o 300»47. pero no había en el Istmo, confiesa, «grandes capitalistas que [pu-dieran] hacer compras numerosas»48. por tanto, según él, nada se hizo. para lafecha en que escribe, los criollos estaban descapitalizados, como él mismo reco-noce, y el horizonte no prometía una mejoría a la situación de estancamiento.Cabe por tanto preguntarse, ¿para qué invertir en esclavos?

La idea de que importando esclavos habría sido la solución al estancamientodel siglo XVIII la repite a mediados del siglo XIX, Berthold Seeman49. Según Se-eman faltaban negros bozales y eran muy necesarios para el transporte de lasmercancías procedentes de españa y de las colonias del sur. era evidente, opi-naba, que no se había hecho el menor esfuerzo por mejorar el precario sistemade transporte tradicional –marítimo, fluvial y mulero–, y que las rentas, en plenacrisis desde hacía medio siglo, permanecieron como habían estado hasta enton-ces. Seeman ignoraba que la importación de esclavos ya había sido propuestadesde hacía mucho tiempo para resolver la situación, aunque sin resultados. porotra parte, todavía a fines del siglo XVIII no se habían desarrollado los modernos

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transportes a vapor (locomotoras y vapores) que en su época ya se habían po-pularizado, y cuya introducción requería fuertes capitales. pero estos capitalesno existían entonces y, de haberlos, habría sido muy arriesgado invertirlos enla modernización de transportes y caminos, siendo que nadie podía anticiparsi esta inversión realmente habría atraído hacia panamá las nuevas corrientesmercantiles.

de hecho, ya en 1785, el Cabildo capitalino había elevado una petición al vi-rrey de nueva granada para que se autorizara la introducción de esclavos sin li-mitación de número por diez años, proveyendo a los hacendados de 1,500 a 2,000a un precio cómodo, «para aliviar esta escaseada provincia y animar a sus vecinosal cultivo de sus tierras incultas por carencia de trabajadores». en la misma peti-ción solicitaba fondos para costear un «camino firme y sólido de competente an-chura», desde panamá hasta el puerto fluvial de gorgona, a orillas del ríoChagre50. La respuesta se retrasó hasta 1794, cuando el Consejo de Indias otorgópermiso para abrir el puerto de portobelo a la introducción de esclavos por unadécada con algunas exoneraciones en las ventas y reventas. también exonerabaa las maquinarias y equipos para labores agrícolas, minería y extracción de perlas.además, aprobó la construcción del camino, pero declaró no tener fondos paracostearlo y la situación del transporte continuó como estaba51. de hecho, estepliego de peticiones no era nuevo y se remontaba al primer tercio del siglo XVIII,concretamente a partir de 1737, cuando se produjo la crisis ocasionada por el in-cendio de ese año. de manera recurrente los capitulares solicitaban a la Coronalas mismas cosas, con algunas variantes, y con la misma recurrencia recibían res-puestas dilatorias o negativas. pero esto seguramente lo desconocía Seeman.

Como el país estaba casi despoblado, era cierto lo que afirmaban los con-temporáneos de que hacían falta esclavos para las faenas del campo o los servi-cios, pero es que también faltaba mano de obra asalariada. el trabajador libre,según comentaba un testigo de la época, no se conseguía cuando se necesitaba,o bien su rendimiento no era de provecho porque, dice, los jornaleros «se absor-ben todos los productos en sus gajes y mantenimiento»52.

Como resultado de todas estas desventajas, las actividades agrícolas no pu-dieron prosperar. en el último cuarto del siglo XVIII se hicieron esfuerzos pordesarrollar el cultivo de tabaco para abastecer el estanco, pero la producción fuepequeña, precisamente por falta de brazos. La cosecha de la hoja era insuficientepara cubrir el mercado local y la fábrica de cigarros dependía de la importación.además, los consumidores, sobre todo de la capital, despreciaban el tabaco localy preferían el de Cuba. por otra parte, como he analizado en el capítulo sobrelos monopolios estatales, el cultivo del tabaco fue poco tiempo después prohi-bido en el Istmo para favorecer el tabaco de Cuba, aunque no tanto porque estefuera mejor, y ciertamente lo era, sino porque le traía más ventajas al Fisco, razónúltima para la creación de los estancos.

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otro tanto sucedió con la caña de azúcar. Su producción fue muy limitada,al decir de un testigo de entonces, sea «por falta de inteligencia en los cultivos yde dirección de ingenieros», sea por la escasez de brazos, o porque la misma ela-boración de la caña, como no fuera la producción de la miel, para la «provisiónde la administración de aguardiente y el público», no reportase grandes ganan-cias, lo cierto es que, ya a principios del siglo XIX, su producción resultaba in-suficiente para el consumo local y debía importarse de los valles del perú53. entales circunstancias, vastas extensiones territoriales permanecieron ociosas y su-butilizadas, produciendo a sus propietarios una renta insignificante.

de esa manera, en las campiñas siguió dominando la ganadería. textos defines del período colonial, tratando de situar en perspectiva estas preferencias,criticaban la falta de interés de los panameños por el agro como posible fuentede riqueza. «Solo se dedicaron –dice el gobernador Juan de urbina– a crear ha-ciendas de ganado»54. Mariano arosemena escribía también que la producciónagrícola y ganadera había estado limitada a la provisión de los viajeros y que suutilidad había sido cada vez menor a medida que cesaba la actividad comercial55.Hacia 1804 Juan de urbina refiere que el número de bestias que había en el Istmoapenas resultaba suficiente para alimentar la población «porque todos se ali-mentan de carne cuando pueden; y es muy poco lo que se extrae desde Chiriquíal Chocó y no pasará de 400 reses»56. Según urbina, esto explicaba que el paísfuese incapaz de aprovecharse de la nueva política comercial del régimen Bor-bón, pues el país carecía de «grandes capitalistas», de los necesarios medios detransporte para el tránsito interoceánico, y su producción pecuaria se encontrabareducida a la sola satisfacción de las demandas del mercado local.

La falsa hipótesis de la ruralización

Las evidencias textuales que he citado sugieren por tanto, que el proyectoagrícola de los criollos del siglo XVIII, si realmente hubo alguno, quedó en solobuenas intenciones. Son evidencias que desmienten el mito de la «ruralización»del siglo XVIII y del «país profundo», defendidos por Hernán porras57 y CarlosManuel gasteazoro, e incluso por mí mismo, cuando era mucho más joven, es-taba mal documentado y aún dependía de los maestros.

Leyendo a cualquier contemporáneo, como Francisco Silvestre, las «noti-cias» de 1790, la «descripción sucinta» de 1794, Juan Franco, Juan de urbina,Juan domingo de Iturralde, así como al propio Mariano arosemena y las nomenos rotundas evidencias fiscales, se percibe claramente que no hubo tal rura-lización o interiorización. La ganadería continuó explotándose como venía ha-ciéndose desde el siglo XVI. desde entonces los vecinos de la capital habían sidolos principales ganaderos del país y no era ninguna novedad dedicarse a unaactividad tan rural como esta en el siglo XVIII. La vida urbana, sobre todo de lacapital, siguió siendo preferida por la élite. además esta seguía reforzándose

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como tal, al recibir constantes inyecciones de sangre nueva con los nuevos fun-cionarios y militares que llegaban de la madre patria, se establecían en panamáo en el Interior, y contraían matrimonio con las damas criollas de la élite. porotra parte, los renglones de producción de bienes provenientes de la explotacióndel campo no acusaron un mejoramiento digno de seria consideración; perosobre todo, durante este período, el comercio y la prestación de servicios seguíanconstituyendo –como siempre había ocurrido–, la actividad económica de mayorpredicamento y la principal fuente de beneficios para los grupos de poder eco-nómico, criollos y peninsulares. el hecho de que panamá no encontrara su pro-ducto motor evidencia, por otra parte, el fracaso de la supuesta «ruralización».

Los proyectos por realizar cultivos novedosos como el cazabe o la caña deazúcar, también se remontan al siglo XVI. nada de eso era nuevo. en la segundamitad del siglo XVII hay signos que sugieren un creciente interés por ciertos cul-tivos, sobre todo el plátano, a raíz de las endémicas carestías que padecía el país,aunque es el darién (no el clásico Interior) el gran proveedor de plátanos de lacapital, como ya he destacado en otro capítulo de esta Nueva historia general.

en la segunda mitad del siglo XVIII, los estancos estatales abrieron nuevasposibilidades para el cultivo de la caña de azúcar y el tabaco. en un capítulo an-terior señalé que estos cultivos tropezaron con muchas dificultades para expan-dirse, como la falta de brazos y de capitales, y sobre todo por los obstáculos quepresentaba el propio sistema estatal, menos interesado en fomentar la produc-ción que en la recaudación de ingresos fiscales. Lo cierto es que la oportunidadpara expandir los cultivos para la producción de caña y tabaco no fue aprove-chada. de hecho, el llamado del Interior, del «país profundo», fue sobre todo ga-nadero, es decir, un llamado que formaba parte de arcaicas tradiciones y denuevo no tenía nada. Ya he mencionado que hubo otras tentativas, como el cul-tivo del cacao en darién y del café en portobelo, e incluso de mangos (aunqueesto último ya muy tarde, a principios del siglo XIX), pero todo esto se redujo ameras experimentaciones que en su época apenas si modificaron el paisaje rural,el cual continuó, como desde hacía tres siglos, dominado por la ganadería.

La tesis de la ruralización se ha querido reforzar destacando la supuesta for-mación de una «oligarquía agraria» que tendría su origen en la segunda mitaddel siglo XVIII58. pero esta propuesta descansa en fuentes limitadas al mismosiglo XVIII y mucho me temo que desconoce lo que sucedía con anterioridad.es cierto que en penonomé y Santiago, sobre todo, surgieron algunas familiaspoderosas e influyentes, como los guardia y ayala penonomeños, o los Fábregaen Veragua. Sin embargo, miembros de las familias urbanas de la élite, desdehacía varias generaciones se habían establecido en el Interior, sea como funcio-narios o como militares, o más a menudo, buscando oportunidades de negocios,sobre todo en la ganadería y en la minería.

Como ya he documentado en otros trabajos y en varios capítulos anterioresde esta Nueva historia general, no se trataba de un fenómeno reciente o desconocido,

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surgido al impulso de un apremio por buscar nuevas alternativas de supervi-vencia social o económica, sino de algo que se venía haciendo históricamente, ycuyas raíces podemos remontar a por lo menos principios del siglo XVII, si esque no antes. no hubo, pues, ni ruralización de la economía, ni ruralización dela élite. La élite que siguió dominando continuó siendo, aún en los peores mo-mentos de la contracción económica del siglo XVIII, la élite capitalina, y fueronel comercio y los servicios, no la agricultura o la ganadería, los sectores produc-tivos que sostuvieron la economía del país.

Cuando se supone que se estaba produciendo el proceso de ruralización denuestra sociedad, en el último tercio del siglo XVIII, las grandes fortunas se con-centraban en la capital, no en el Interior. estas eran las de Mateo de Izaguirre,conde de Santa ana, Josef Manuel de arze Maoño, José Ventura Soparda y pabloarosemena. Izaguirre y Soparda acumularon fortuna en la trata de esclavos, elcomercio y los transportes. Soparda era yerno de arze, que era un próspero co-merciante y propietario de bienes raíces, y ambos se dedicaron también a la mi-nería. pablo arosemena era comerciante. Izaguirre, Soparda y arosemena, cadauno en su tiempo, fueron coroneles de las milicias, la más alta jerarquía honorí-fica del ejército civil. Izaguirre se hizo conde con la fortuna acumulada en pa-namá y Soparda aspiró al marquesado del darién, que se le otorgó pero se ignorasi lo llegó a ejercer. arosemena adquirió la orden de Carlos III, un título hono-rífico que ningún otro panameño alcanzó en su generación. Izaguirre salvó deapuros a la administración en una insurrección de soldados por la falta de Si-tuado, cubriendo el déficit con sus propios medios. el apoyo económico de So-parda resultó decisivo durante las campañas del darién contra los cunas en 1785y 1786, a las que abasteció con vituallas y pertrechos a crédito. nadie en el Inte-rior, durante ese período accedió ni a la fortuna, ni a la influencia o el prestigiode estos cuatro hombres, tal vez los más representativos de la élite en su época.

Cuando se produjo la independencia de 1821, la única que tenía capacidadpara impulsar el movimiento con éxito, con planteamientos prácticos, ideológi-cos, racionales y coherentes, fue la élite de la capital. La oligarquía rural se mos-tró incongruente, y como lo evidencian sus respectivas actas separatistas, lohicieron con propuestas inacabadas y más emotivas que racionales, o, como enel caso de Veragua, invocando principios religiosos más que políticos o econó-micos. es más, fue desde la capital, no del Interior, que la conspiración separa-tista se empezó a gestar y coordinar tal vez desde 1818, y fue la élite capitalinala que en todo momento mantuvo el liderazgo, mientras que sus contactos en elInterior, desde penonomé a david, adoptaron un rol subalterno, como en loscasos de eduardo de la guardia y Lorenzo gallegos, dos de los más conspicuosrepresentantes de las élites rurales.

de hecho, las propuestas teóricas originales sobre la «ruralización» de laeconomía y el «país profundo» no son más que especulaciones sin ningún res-paldo en la documentación. Se inspiraban en la muy escasa información que sus

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autores tenían a mano cuando las propusieron, pero ninguno de ellos estaba encapacidad de sustentarlas en investigaciones de archivo. eran ideas sugerentes yestimulantes, pero nada más, y como no son ciertas, han contribuido, como otrosmitos historiográficos, a distorsionar nuestra comprensión del pasado colonial.

Notas

1 AGNB, Sala Colonia, Fondo de Real Hacienda, tomo 1173, Libro de Cargos de la Real Caja deCartagena 18.VIII a 31.XII.1685, Derechos de Almojarifazgo de entrada.

2 AGI Panamá 178.3 Jorge Palacios Preciado, La trata de negros por Cartagena de Indias, Universidad Pedagógica

y Tecnológica de Colombia, Tunja, 1973, pp. 108-109.4 AGI Indiferente General 2782, Carta del gobernador de Cartagena de 7.I.1704, citado por

Jorge Palacios P., op. cit., p. 145.5 Ibidem. 6 Ibidem.7 AGI Panamá 364. El valor ha sido calculado por el autor a base de las tasas impositivas y los

precios contemporáneos.8 Cf. Szászdi Dora y Adam, «El comercio del cacao de Guayaquil», Revista Historia de América,

números 57-58, enero-diciembre de 1964 pp. 1-50; AGI Panamá 178, Testimonio de Autosdel Cabildo de Panamá, Panamá, 20.II.1717; Biblioteca del Palacio Real, Madrid, Misceláneade Ayala, signatura 3058, Jacobo Sánchez Samaniego, «Representación al rey [...] sobre elaugmento, estado y recaudación de las rentas del reyno de Panamá...», Sevilla 23.V.1741.

9 Comercio entre México y Venezuela en los siglos XVII y XVIII, México 1950, p. 75. 10 AGI Panamá 129, Certificación de Domingo Boniche Luna, contador de Resultas, Panamá,

20.VIII.1722, con carta del gobernador de Panamá Jerónimo Badillo, del 31 siguiente.11 AGI Panamá 149, Certificación del escribano público del número Juan Joseph Matamoros,

teniente mayor de Real Hacienda Minas y Registros, Portobelo, 23.II.1721. De estas cargas,534 iban para Cartagena, 3,108 para Cuba y 6,918 para Veracruz.

12 AGN Lima, Sección Histórica, Real Hacienda de Panamá y Portobelo, años 1719-1722, sinclasificar, derecho de almojarifazgo de Portobelo para 1721.

13 Cada dos fardos hacían una carga de mula de las que realizaban el transporte de Cruces aPanamá y una carga era de cerca de 250 libras. También se llevaron 1,173 marquetas de cera,probablemente embarcadas primero de Cuba a Cartagena y de allí llevadas por la flota aPortobelo. AHNM, Consejos 20643, pieza 2, folios 10-15.

14 Op. cit., p. 62.15 Ibidem.16 AGI Panamá 149, Memorial de don Juan de Aizpuru y otros comerciantes de Panamá, visto

en el Consejo, Madrid, 13.I.1718. Las cuentas comprenden desde el 14.XII.1691 al 27.X.1707.17 «Testimonio de autos...», AHNM Consejos 20635.18 Para las cuentas fiscales, «Cuentas de Real Hacienda de las Cajas Reales de Panamá», desde

AGI Panamá 324 a 334, y «Cuentas de la Real Hacienda de las Cajas de Portobelo», AGI Pa-namá 346 a 351.

19 Según los almojarifazgos de la Caja de Portobelo de 1721, en AGN, Lima, Sección Histórica,Real Hacienda de Panamá y Portobelo, años 1719-21.

20 Ibidem. La media de las embarcaciones era de 17.7 toneladas y en su mayoría eran balandras,un tipo de nave que empezó a proliferar en las aguas caribeñas desde fines del XVII. Como seve, era un comercio en pequeña escala y virtualmente reducido a los intercambios regionales.

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21 AGNB Sala Colonia, Fondo de Real Hacienda, tomo 985, Libro de Cargos de la Real Haciendade Cartagena de 1704.

22 Ibidem.23 AHNM, Consejos 20659.24 Cf. AHNM, Consejos 20650. Se trata de dinero de particulares y la gran mayoría tenía por

destino Cartagena.25 José María Luis Mora, México y sus revoluciones, Editorial Porrúa, México, 1950, tomo I, p. 205.26 C. H. Haring, El Imperio hispánico en América, Buenos Aires, 1958, pp. 403s. Primera edición

bajo el título The Spanish Empire in America, Nueva York, Oxford University Press, 1947.27 José María Ots Capdequi, El Estado español en las Indias, tercera edición, Fondo de Cultura

Económica, México, 1957, p. 46.28 Ibidem, cap. II, «Las fortificaciones».29 Para la historia de la Contaduría y el Cabildo, Alfredo Castillero Clavo, La ciudad imaginada…,

1999, capítulo V.30 «Disposición general del virrey de Santa Fe, al señor gobernador y comandante general de

Panamá en virtud de la cual ordena poner en vigencia la R. C. de 20.IV.1799, derogando lade 18.XI.1797», AGNB, Negros y Esclavos, tomo II., folio 255.

31 «Noticias relativas a la provincia y ciudad de Panamá», 1790, en Antonio B. Cuervo, Colecciónde documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia, sección primera, tomo II,Bogotá, 1892, p. 372.

32 Ibidem. Cursivas mías.33 Ibidem.34 Ibidem.35 «Descripción sucinta del Reyno de Tierra Firme...», año 1794, BPRM, Miscelánea Ayala, tomo 67,

folio 328. 36 Ibidem.37 Andrés Baleato, «Ciudad de Panamá, capital de su distrito y estaciones del año», Academia

Real de Lima, 14.XI.1817, en Antonio B. Cuervo, op. cit., p. 362. Esta fruta debió reproducirseprodigiosamente en poco tiempo, pues ya en 1875 se exportaba a Estados Unidos, comodestaca Pantaleón García en su capítulo para esta Nueva historia general.

38 El término ha sido acuñado por Pierre Chaunu,39 Baso este subtítulo en mi pequeño libro El café en Panamá: Una historia social y económica,

Ediciones Nari, S.A., Editora Renovación, Panamá, 1985.40 «Noticias relativas a la provincia y ciudad de Panamá», op. cit., p. 372. 41 «Descripción Sucinta del Reyno de Tierra Firme...», ya citada, p. 328. 42 «Observaciones sobre la importancia del istmo de Panamá y sus riquezas naturales y situa-

ción», Panamá, 30.XII.1894, AGNB, Sección Milicias y Marina, tomo 44.43 Juan Domingo de Iturralde, «Noticias del istmo de Panamá», BNM, Manuscritos de América,

signatura 2281.44 Cf. Salvador Camacho Roldán, el estudio dedicado al café, en Escritos varios, estudios sociales,intereses americanos, agricultura colombiana, Bogotá, 1892, p. 549.

45 Caio Prado Junior, Historia económica del Brasil, Editorial Futuro, Buenos Aires, 1960, p. 181.46 Francisco Silvestre, Descripción del Reyno de Santa Fe de Bogotá, edición de J. A. Susto, Im-

prenta Nacional, Panamá, 1927, p. 36.47 Juan de Urbina, op. cit.48 Ibidem. 49 Berthold Seeman, «Historia del istmo de Panamá», Revista Lotería, número 43, Segunda

Época, Panamá, junio de 1959, p. 83.

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50 Este expediente fue firmado en Panamá el 17.VIII.1787, por los alcaldes ordinarios Juan Ducery José Ventura Soparda, y los regidores Félix de Soto, José María Urriola y Zárate, AntonioChacón, Luis de la Barrera y Dávila, Juan Andrés de Gaviria, doctor Miguel Bermúdez, JuanFrancisco Justiniano, Clemente Pérez Granados, Ciriaco Hipólito Correoso, escribano del Ca-bildo, AGI Panamá 290.

51 R. O. del Ministerio de Hacienda, 21.VI.1794, AGNB, Negros y Esclavos, Panamá, tomo II,folios 912-914v.

52 Ibidem.53 Juan de Urbina, op. cit.54 Ibidem. 55 Mariano Arosemena, Apuntamientos históricos (1801-1840), Imprenta Nacional, Panamá,

1949, reimpreso por la Biblioteca de la Nacionalidad, Panamá, 1999, p. 10.56 Ibidem.57 Ver Hernán Porras, «Papel histórico de los grupos humanos de Panamá», En Panamá, 50 añosde República. Edición de la Junta Nacional del Cincuentenario, Imprenta Nacional, Panamá,1953. Se han hecho varias reimpresiones, incluso en separata.

58 Ver por ejemplo Omar Jaén Suárez, La población del istmo de Panamá:Desde el siglo XVI hastael siglo XX. Estudio de geohistoria, Agencia Española de Cooperación Internacional, Madrid,1998 (edición original, Panamá, 1978), y A. Figueroa Navarro, op. cit.

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CapítuLo XXXV

El reformismo borbónico y la creación delos monopolios estatales: 1760-1821

eL eStanCo de taBaCo: produCCIÓn,CoMerCIo, ConSuMo Y traBaJo

Alfredo Castillero Calvo

durante el siglo XVIII el Imperio español realizó ingentes esfuerzos por de-sarrollar un conjunto coherente de reformas para fomentar su economía –enton-ces muy decaída–, fortalecer su aparato militar, aumentar su flota mercante ymilitar, y de esa manera recuperar la pérdida de su poder político a fin de colo-carse a la altura de las demás potencias europeas, es decir, restituir su prestigioe influencia en occidente y sobreponerse a su decadencia interna cuyo origense remontaba al reinado de Carlos II a fines del siglo XVII. en el centro de esteplan maestro se encontraba el propósito de fortalecer su autoridad mediante laformulación de un sistema administrativo y burocrático que posibilitara una fis-calidad más eficiente.

para implementar su proyecto, la Corona diseñó un programa de cambiosfundamentales en el gobierno de sus colonias. Sustituyó sistemáticamente a loscriollos que ocupaban plazas en la administración colonial con funcionarios en-viados desde españa, con objeto de rescatar el control político de las colonias,donde las veleidades de poder de los grupos criollos minaban desde hacíamucho tiempo el poder metropolitano. Creó nuevas instituciones de gobierno,como las Intendencias, nuevos virreinatos, y suprimió la audiencia de panamáen 1751; desarrolló un vasto programa de nuevas fortificaciones, siguiendo losmás avanzados principios de la ingeniería militar; estableció las milicias disci-plinadas e introdujo cambios fundamentales en el aparato militar. para poder

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costear todos estos cambios radicales, la Corona inició un programa de controlfiscal cuya eficacia no tenía precedentes en la historia colonial.

este programa de reformas empieza a aplicarse a partir de la segunda mitaddel siglo XVIII, aunque algunas ya venían introduciéndose desde mucho antes,pero su culminación se alcanzó durante la administración de Carlos III (1759-1788).todavía sigue discutiéndose si las reformas borbónicas fueron exitosas en américa.algunos autores sugieren que estas tuvieron resultados mediocres y que inclusoresultaron un fracaso. en panamá no se ha estudiado este tema a fondo, aunquese sabe que fue durante este período que por primera vez empezaron a cobrarsede manera eficiente los tributos indígenas, como he mencionado en Conquista,evangelización y resistencia, donde sugerí que el eficiente cobro de los tributos a losindios pudo haber provocado las sangrientas rebeliones de los indios guaimíesque tuvieron lugar durante la segunda mitad del XVIII, ocasionando las muertesviolentas y sacrílegas de varios misioneros franciscanos de propaganda Fide. enotros capítulos de esta Nueva historia general discuto las innovaciones que se intro-dujeron en el campo militar con la creciente militarización de la sociedad y la cre-ación de las milicias disciplinadas, al igual que la total renovación del sistema dedefensas a partir de mediados del siglo. nunca se habían llevado con tanto rigorlos registros de la real Hacienda, como lo evidencia la acumulación de testimoniosconservados a partir de la década de 1760. Finalmente, fue durante este períodoque se crearon en panamá, al igual que se hizo en el resto de américa, los mono-polios estatales del tabaco y el aguardiente, que se convirtieron en una formidablefuente de ingreso fiscal. de hecho, el control de la producción, comercialización yfabricación de la hoja para convertirla en cigarros, convirtió al monopolio del ta-baco en la más importante fuente individual de ingresos fiscales del Istmo, con laúnica excepción del Situado que, como explico en otro capítulo, no era un ingresofiscal resultado de actividades económicas.

dado que ya he tratado en otros trabajos, e incluso en otros capítulos de estaobra, el impacto que produjeron en panamá las reformas borbónicas en materiade tributos indígenas, la fiscalidad, la organización militar y las fortificaciones,me concentraré en este capítulo en el monopolio del tabaco, un tema que hastaahora ha sido soslayado por nuestros historiadores.

El establecimiento del monopolioestatal del tabaco en Panamá

el monopolio estatal del tabaco fue establecido en las colonias hispanoame-ricanas mediante ordenanza real dictada en 1764. una institución tan complicadacomo esta necesitaba tiempo para ser organizada y funcionar adecuadamente, yen el Virreinato de nueva granada (que comprendía las hoy repúblicas de Co-lombia, Venezuela, ecuador y panamá) no se implementó sino hasta 1769. durantesu primera década, la administración del tabaco en nueva granada fue rentada

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a empresarios privados. en una subasta pública, en la cual se establecía el períodode tiempo y la anualidad mínima a pagar, se otorgaba la concesión para adminis-trar la renta del tabaco al mayor postor. después de 1779 el sistema para concederla administración del monopolio cambió, cuando la Corona crea el estanco realdel tabaco, con lo cual el estado asumió la administración directa de esta actividadbajo estrictas reglas. Sin embargo, el interés del gobierno español en controlar yrecibir algún beneficio del consumo del tabaco en las colonias se remonta a cuandomenos un siglo y medio antes.

es difícil reconstruir la evolución del consumo del tabaco en panamá, sobretodo en las fases tempranas de la Colonia. en un capítulo anterior de esta Nuevahistoria general mencionaba que ya en 1584 se señaló al tabaco junto al vino co-cido, como causales de una grave epidemia, lo que evidencia que ya el consumode la hoja era común. desde inicios del siglo XVII, el consumo de tabaco se en-contraba muy extendido en panamá, al menos entre los esclavos de origen afri-cano. La primera referencia se remonta a 1606 en la que se responde a uncuestionario oficial, lo que demuestra el interés del gobierno español por esteasunto. el consumo local creció gradualmente a lo largo del siglo XVII, al igualque en el resto de américa, así como en europa occidental. Y muy poco después,este se extendió a todas las clases sociales, con la posible excepción de las mujeresde la élite. Las escasas referencias descriptivas y fiscales disponibles sugierenque durante el siglo XVII la principal fuente del tabaco que se consumía en pa-namá era nicaragua, seguida por Cartagena. La importancia de nicaragua sesustenta en el hecho de que aparentemente en las «ventas», esos rudimentarioshospedajes que se encontraban a lo largo de la ruta de las mulas que atravesabael Istmo, solo se vendía tabaco procedente de nicaragua. en 1650 el gobiernoforzó a los propietarios de las ventas a colocar en lugares visibles el precio deltabaco nicaragüense, como si el tabaco no tuviese para entonces otro origen1. Sinembargo para 1669, el gobierno asignaba a la tropa del San Lorenzo del Chagreuna ración anual de tabaco de Cartagena mayor a la del nicaragüense (155 ma-nojos para el primero contra 94 para el segundo)2. no es hasta muy entrado elsiglo XVIII que encontraremos referencias a la producción local de la hoja.

esta situación cambió drásticamente a fines del siglo XVII, cuando el tabacocubano comenzó a dominar el mercado local, a la vez que los consumidores ist-meños desarrollaban el gusto por él. todas las otras fuentes de tabaco externas olocales se convirtieron en secundarias. en 1715 un grueso expediente fue abiertoen panamá para indagar a numerosos traficantes de tabaco que usaban el caminode mulas a través del Istmo. Había docenas de mulas cargando tabaco y todoprovenía de Cuba. en 1721, el 51.56% del tabaco procedía de la nueva granada,mientras que el 48.44% era cubano. pero el gusto por el tabaco cubano fue au-mentando a medida que avanzaba el siglo, hasta llegar a imponerse totalmentesobre todos los demás. entre 1740 y 1743 (un período de 26 meses y 9 días) enportobelo las importaciones de tabaco provenientes de los puertos del Caribe

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para el consumo local alcanzaron las 5,500 libras de tabaco en polvo y los 91,025«manojos» (bultos de hojas de tabaco). Casi todo venía de Cuba: 98.81%. Si con-sideramos que cada «manojo» podía producir 40 cigarros, entonces de este tabacose podrían haber obtenido más de 3.5 millones de cigarros, una cantidad muysignificativa para una población de apenas 40 a 50,000 habitantes en todo el Istmo.

1628 X El reformismo borbónico y la creación de los monopolios estatales: 1760-1821

Procedencia del tabaco introducido a Portobelo, según el almojarifazgo, año 1721(en pesos de 8 reales)

Origen 5% ad valorem almojarifazgo Valor en pesos Porcentajede 8 reales

CUBA

Trinidad 765 pesos 4 reales 15,310 25.77Santiago de Cuba 399 pesos 2 reales 7,985 13.42Habana 274 pesos 5,480 9.22Total Cuba 1,438 pesos 6 reales 28,775 48.44

NUEVA GRANADA

Cartagena 1,531 pesos 4 reales 30,630 51.56Total Nueva Granada 1,531 pesos 4 reales 30,630 51.56

Gran total 2,970 pesos 2 reales 59,405 100.00

Nota: Arribaron 26 barcos y salieron 24. Esta documentación no da detalles de productos. Fuente: Archivo Generalde la Nación, Lima.

Importaciones de tabaco a Portobelo, años 1740 a 1743(26 meses y 9 días)

Origen de los barcos Clase de tabaco Manojos

CUBA

Trinidad Ordinario corto 12,000Trinidad Corto y de tripa 12,000Trinidad Corto y de tripa 6,000Trinidad Ordinario corto 12,000Santiago Largo, corto y de desecho 28,681Santiago De varias calidades 3,124Santiago De varias calidades 11,940Sancti Spíritu Ordinario corto 4,000Total Cuba 89,745

NUEVA GRANADA

Cartagena De desecho 1,280Total Nueva Granada 1,280

Gran total 91,025

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La preferencia por el tabaco cubano se mantenía en 1770, cuando recién sehabía establecido el estanco de panamá. en portobelo la totalidad del tabacovendido tenía origen en la isla3. entre 1776 y 1779, del total de compras de laadministración general de la renta del tabaco en panamá, al tabaco de origencubano correspondió entre el 82 y el 91%, mientras que el de Chiriquí tuvo unaparticipación en cada año, del 18, el 14.1 y el 8.8%. una mínima porción corres-pondió al tabaco del Chocó, de la cercana nueva granada4.

al aumentar la demanda de la hoja para la fábrica de tabacos de panamá, seincorporaron al mercado tabacos de ambalema (en el alto río Magdalena), de gua-yaquil y nuevamente de nicaragua, que había perdido importancia desde hacíamucho tiempo, aunque todavía entre 1783 y 1788 la participación del de amba-lema y de guayaquil era mínima, mientras que el de nicaragua era de solo 17.2%.el tabaco de La Habana ocupaba durante el sexenio el 80.7% del total5. Fue a partirde la crisis de los abastecimientos que se inicia en 1809 y que más adelante anali-zaré, cuando la aportación del tabaco cubano empezó a declinar. ese año, el por-centaje del tabaco cubano había descendido al 52%, mientras que el de Chiriquí yel de ambalema se repartían el resto a partes casi iguales. pero como ahora vere-mos esto se debió a factores muy ajenos al gusto de los consumidores.

a pesar de que desde muy temprano el consumo de tabaco atrajo la atenciónde la Corona, la intervención gubernamental estuvo limitada a colocar impues-tos a las importaciones y exportaciones de tabaco, ya fuese de una colonia a otra,o de las colonias a españa. al incrementarse rápidamente la importancia del ne-gocio a inicios del siglo XVIII, las autoridades reales establecieron en Sevilla laprimera fábrica de tabaco para producir cigarros con hojas enviadas desde lascolonias.

Si bien las colonias hispanas fueron las primeras en exportar tabaco haciaeuropa, españa no fue la única nación europea en establecer un monopolio es-tatal del tabaco. en un principio, el rey James I había prohibido el consumo de

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RESUMEN

Procedencia Manojos % del total

Trinidad 42,000 46.14

Santiago 43,745 48.06

Sancti Spíritu 4,000 4.39

Total Cuba 47,745 52.45

Cartagena 1,280 1.41

Gran total 91,025 100.00

Fuente: AHNM, Consejos suprimidos, legajo 20659.

Continuación...

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tabaco en Inglaterra, considerándolo un hábito pernicioso para la salud humana,una opinión que era compartida por muchos médicos de la época, como el doc-tor Leiva, de Córdoba, muy famoso entonces. James I llegó incluso a escribir unlibro para difundir su opinión y justificar sus medidas: A counter-blaste of tobacco,publicando en 1604 en Londres. para 1615 y 1616, casi todo el tabaco consumidoen las islas británicas provenía de las colonias españolas y las importaciones lle-gaban hasta las 50,000 libras esterlinas. Sin embargo, la ola pronto cambió luegoque comenzó el cultivo de las plantas de tabaco en la colonia de Virginia, en nor-teamérica. una vez se produjo este hecho, James I no solo modificó su opinióninicial, sino que también estableció el monopolio estatal del tabaco en Inglaterra.prohibió el tabaco español, pero no el proveniente de las colonias inglesas, queya no le parecía tan dañino para la salud porque resultaba muy saludable parael tesoro real. Francia estableció el monopolio por esos mismos años.

Fue durante el siglo XVIII que una nueva política hispana cambió total-mente el negocio del tabaco en las colonias hispanoamericanas. el gobierno es-pañol decidió tener el completo control de la producción y consumo de la hojade tabaco, estableciendo el famoso monopolio o estanco real en sus colonias.La misma política se aplicó a los naipes (juegos de cartas), la pólvora, el mercurioy el aguardiente o ron. el monopolio del tabaco fue, por mucho, el más impor-tante de todos ellos, al menos en términos fiscales.

Ya para 1642, el arzobispo palafox propuso la introducción del estanco enel Virreinato de nueva españa. entre 1717 y 1723 en Cuba la administración deltabaco se arrendó a empresarios particulares. en la madre patria, en 1702, el sis-tema fue cambiado a uno que establecía el control directo del gobierno central.tan temprano como 1712, el presidente de la audiencia de panamá, Joseph Hur-tado de amezaga propuso a la Corona el establecimiento del estanco en panamábasado en su conocimiento del alto nivel de consumo local de la hoja. Como elpresidente señaló, los mayores consumidores eran los negros esclavos y mulatoslibres, quienes «pasan todo el día ya sea con las pipas o cigarros en sus bocas».es interesante observar que la Corona rechazó este plan para evitar el resenti-miento que tal medida podría ocasionar entre esclavos y mulatos. Cómo ya men-cioné, en el Virreinato de nueva españa el estanco no fue establecido sino hastabien entrada la década de 1760. el istmo de panamá fue originalmente parte delVirreinato del perú, pero a partir de 1739 pertenece al recién creado Virreinatode nueva granada. desde entonces, la historia colonial de panamá y, como con-secuencia, la historia de la administración del tabaco, estuvo muy relacionadacon la historia general del nuevo virreinato.

desde 1769 a 1774 el Monopolio del tabaco fue rentado a un comerciantelocal establecido en panamá llamado don Félix Fernández de Soto. Hubo variasordenes reales demandando el establecimiento del monopolio en panamá en1765, pero en un informe oficial Soto declaró que la institución fue establecidapor él el 1 de febrero de 1769. La posición del administrador general de la renta

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del tabaco se creó en 1775. Soto se convirtió en el primer administrador generaly conservó el cargo hasta su muerte en marzo de 1794. poco después fue reem-plazado por Josef Ygarci de aguirre.

Los registros fiscales relativos al consumo de tabaco en panamá desde 1769hasta 1774, y que se conservan en el archivo de Indias, en Sevilla, están limitadosa las cantidades de dinero pagadas por Soto casi mensualmente al tesoro realen panamá, y el monto total por año. no hay en estos registros referencias al ori-gen del tabaco, al precio, etc. La documentación fiscal cambia drásticamente apartir de 1775 y continuó siendo muy completa hasta 1788, cuando nuevamentela fuente se torna muy parca. en realidad, los datos se limitan a la producciónanual del estanco real hasta 1802.

aun así, hay ciertas dificultades al procesar la documentación fiscal entre1775 y 1788. de 1775 a 1779, Soto proporcionó una descripción detallada de lasventas de tabaco en la capital y en el resto de las provincias en «estanquillos»oficiales. también indicó la cantidad total de tabaco vendido durante el año,pero no señaló el «producto líquido de la renta» o producción neta del monopo-lio. el método de registro cambió después de 1779-1780 como una consecuenciadirecta de las reformas introducidas por el visitador general del virreinato, JuanFrancisco gutiérrez de piñeres.

en 1788 el visitador general arribó a nueva granada, enviado por el rey al Vi-rreinato de nueva granada con plenos poderes para revisar y reorganizar el sis-tema fiscal bajo nuevos estándares y métodos. Su misión era parte de una profundareforma general para todas las colonias, que trascendía las cuestiones fiscales.

Las reformas fiscales introducidas por gutiérrez en la nueva granada, fue-ron responsables directas de la gran revuelta de 1781 en Socorro, una de las pe-ores rebeliones que estallaron en el período colonial contra del gobierno español.uno de los objetivos de la revuelta fue la abolición del monopolio estatal del ta-baco. el descontento se extendió por toda la región, sin distingo de clase social,y en su momento más álgido unas 20,000 personas estuvieron a punto de invadirBogotá, la capital del virreinato. el gobierno tuvo que aceptar sus demandas. elestanco permaneció, pero bajo condiciones menos onerosas, y un desacreditadogutiérrez quedó incapacitado para implementar nuevas reformas.

Cuando gutiérrez aún estaba en control y ejerciendo todos sus poderes, es-tableció varias Instrucciones generales para la administración de los diferentes es-tancos, especialmente para el manejo del monopolio del tabaco, con normasespecíficas para su administración en panamá.

Las tres principales instrucciones para panamá referentes al Monopolio realdel tabaco fueron las siguientes. primero, abolir la producción de tabaco en laprovincia de Chiriquí. Cuando el estanco se estableció inicialmente, los campe-sinos del partido comenzaron a desarrollar la producción de tabaco que hastaentonces había sido muy limitada. de hecho, en 1756, el gobernador de panamá,Manuel Montiano aseguraba en un informe que los comerciantes de Chiriquí

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iban a la capital a comprar tabaco, a cambio de las cosechas de la provincia, loque sugiere con claridad que Chiriquí no producía tabaco. pero después de queel estanco fue establecido la producción creció rápido. Hacia 1777 había un mi-llón de plantas de tabaco o aproximadamente cien hectáreas dedicadas al cultivodel tabaco a lo largo del río Chiriquí, localizado en la provincia (llamada enton-ces «partido») del mismo nombre. este era un gran incremento si consideramoslo reducido de la población provincial.

Según las referencias fiscales, en este período Chiriquí era la segunda fuentede hoja de tabaco en panamá, ocupando el primer lugar, de lejos, el tabaco pro-veniente de Cuba. para 1775 el tabaco chiricano comprado por la administraciónCentral alcanzó la cifra de 50,850 manojos y para 1776, 40,716 manojos. del totalde tabaco manejado por el estanco, en 1776, 1777 y 1779, el tabaco de Chiriquírepresentó respectivamente el 18, el 17.1 y el 8.8%, mientras que el de Cuba,como ya vimos, alcanzó el 82, el 85.9 y el 91.2%, respectivamente. durante estosaños, como ya señalé, el Chocó y nicaragua eran los otros centros abastecedorespero con cantidades insignificantes.

podemos asumir con certeza que el creciente mercado local de tabaco, in-ducido por el establecimiento del estanco, incentivó a los productores chiricanos.Sin embargo, gutiérrez de piñeres decidió terminar con esta producción, basadoen que las autoridades panameñas le informaron que el tabaco local era de pobrecalidad y que se prefería el tabaco de las isla. por lo tanto, el cultivo y cosechade tabaco en Chiriquí, o en cualquier otro lugar del territorio istmeño, se prohi-bió. esta medida causó un gran malestar en el territorio. Si no hubiese sido porla escasa población, y la flexibilidad con que se aplicó la medida, la reacciónpudo haber tenido mayores consecuencias. Si algo de mayor magnitud tuvolugar, no se reflejó en la documentación conocida.

La prohibición de cosechar tabaco en el mismo territorio en el cual era con-sumido para así permitir que el tabaco que provenía de lugares distantes (eneste caso Cuba) abasteciera el mercado, no era algo extraño a las prácticas delgobierno español. el cultivo de tabaco en Chile también fue proscrito para forzara los chilenos a comprar tabaco del perú. para nuestra mentalidad moderna,mucho más pragmática que la de aquella época, estas regulaciones comercialesnos resultan a veces absurdas y hasta antieconómicas, pero era así como actuabael Imperio español, cuya lógica económica estaba más bien orientada a la recau-dación fiscal que a fomentar la prosperidad de las colonias.

el hecho es que el tabaco de Cuba tenía que ser cargado y descargado variasveces antes de arribar a la ciudad de panamá, donde la administración del es-tanco debía recibirlo y distribuirlo. Los gastos incluían el transporte marítimo,la descarga de las hojas de tabaco en portobelo y su costoso acarreo a través delIstmo, que solía ser once veces más costoso que el de cualquier otra ruta del con-tinente. a partir de portobelo, el transporte se hacía en pequeñas embarcacionesllamadas chatas y bongos, a lo largo de la costa hasta la boca del Chagre, para

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de allí navegar río arriba hasta el puerto fluvial de Cruces, donde el tabaco teníaque ser cargado en mulas hasta la ciudad de panamá, siguiendo un accidentadotrayecto de más de 30 kilómetros.

el tabaco de Chiriquí seguía un camino más corto. el primer recorrido ibadesde las vegas del río Chiriquí al cercano puerto de pedregal, y de allí por mar(sin perder de vista la costa) a la administración y fábrica de tabacos en la ciudadde panamá. La distancia era mucho más corta, demoraba mucho menos (3 a 4días), era mucho menos costosa, y no tenía los riesgos de accidentes y naufragiosa que estaba expuesta la ruta por mar de Cuba a portobelo. además, el tabacode Chiriquí era un producto local, por lo que no debía pagar impuestos de in-troducción, como el oneroso almojarifazgo.

por todas estas razones, la hoja del tabaco de Cuba debía resultar muchomás cara y, por lo tanto, los cigarros se vendían al público a un precio muchomás alto. el resultado era un mayor ingreso al tesoro real, pero también un en-démico y creciente descontento entre la población, cuya afición a fumar cigarrosiba en aumento. aunque difícil, no era imposible controlar el contrabando en lacapital o en otros centros mayores de población. La cuestión era cómo evitar elconsumo del tabaco de contrabando, que era mucho más barato, en lugares apar-tados y distantes como las minas de Veragua, rodeadas de espesas selvas, o enlos caseríos rurales esparcidos por la campiña, en donde había pocas oportuni-dades de obtener tabaco extranjero y la autoridad raras veces estaba presentes,y el contrabando de la hoja se convirtió en una de las pesadillas del estanco.

La segunda medida de importancia tomada por gutiérrez de piñeres fue es-tablecer una fábrica de tabaco en panamá para producir cigarros. antes del esta-blecimiento de las fábricas estatales de tabaco en la Hispanoamérica colonial loscigarros eran producidos por casas privadas. Los negocios dedicados a esta activi-dad eran pequeños, con unos pocos trabajadores y solo se encontraban en las ciu-dades más grandes. Según una referencia, hacia 1712 en panamá no existía nadade esto. La hoja era vendida en «pulperías» locales (pequeñas y rudimentarias tien-das con limitada oferta de productos para el consumo diario), la manufactura decigarros era muy cruda y, aparentemente, esta era hecha por el mismo consumidordoblando la hoja con poca atención al proceso de secado o curación. Como sus prin-cipales consumidores eran negros esclavos y mulatos libres, gente con escasos me-dios y menos efectivo, el mercado no justificaba un negocio más desarrollado. estaproducción no pagaba impuestos, y los impuestos al tabaco se habían limitadohasta entonces al almojarifazgo (5% sobre el valor del que se introducía de afuera,cobrándose el 2.5% al que salía), el 4% de alcabala para las ventas y reventas en elmercado local, o la sisa, que pagaba una tasa fija por manojo. La propuesta del pre-sidente Hurtado en 1712, mencionada antes, tenían precisamente la intención decolocar una carga impositiva sobre la producción que, hasta entonces, estaba librede impuestos. Como él explicó, en lugar de un negocio en varias manos, este que-daría en solo una, con lo cual el estado o la administración lograría su objetivo.

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en 1773, siendo el administrador general de la renta del tabaco don Félixde Soto, para la fábrica de tabacos que se instaló por instrucciones de gutiérrezde piñeres, se alquiló una casa de doña María Marcelina de arechua Sarmientoen la calle de La Merced, que se incendió en el fuego de la ciudad de panamáde 1781 y que se originó probablemente en este mismo edificio6. Siendo nece-sario construir un nuevo edificio para la administración y la fábrica, se encargóal ingeniero militar Juan Bautista de Bea que diseñara el proyecto. el plano quehizo lleva su firma y está fechado en panamá el 15 de diciembre de 1783. Cons-tituye uno de los mejores testimonios gráficos para el estudio de la construcciónurbana de la Colonia. el edificio quedaría en Santa ana, en un solar de nicolásdel Campo y Herrera. Sería de dos altos con techo a dos aguas y balcón corridoen el segundo alto. el frente sería de 6 lumbres y el fondo de tres. tendría patio,traspatio, «lugar común» (para las necesidades fisiológicas de los empleados),pozo, aljibe, almacenes para el tabaco y gran salón rectangular muy alongadopara el labrado de las hojas. pero este proyecto resultó demasiado caro y fueengavetado7.

en 1791 el gobierno optó por comprar otra casa para la fábrica o alquilaruna mejor que la que se estaba usando por ser esta demasiado incómoda, hú-meda y estrecha. Varios vecinos ofrecieron sus casas. uno de ellos fue el natura-lista panameño Sebastián Joseph López ruiz. Su casa era «alta con varias tiendasen los bajos, frontera de la Contaduría y con mucho fondo». tenía piso de ladrilloy estaba construida con «maderas incorruptibles». estaba evaluada en 13,000pesos. Compartía la propiedad con su hermano el doctor Santiago López ruiz,cura del arzobispado de Lima (autor de un extravagante alegato contra la rebe-lión de tupac amaru que hizo publicar en octavo)8. también los herederos deldoctor Isidro de albear y artunduaga, ofrecieron su casa de la «calle que va parapuerta de Mar» y cuyo fondo llegaba al «caño de ayala». era de 4 lumbres defrente, de mampostería; tenía azotea, pozo, zaguán empedrado y 8,000 tejas. elalarife mayor Ignacio ramos y el maestro mayor de carpintería antonio Fernán-dez de agüero la tasaron en 12,640 pesos con 2 reales. Se consideró también unacasa de Margarita Bracho pero ella prefirió venderla para cuartel de la guarniciónen 1793. el tesorero ramón díaz del Campo también ofreció su casa evaluadaen 14,000 pesos. Sin embargo el ingeniero de la plaza, Luis rico, recomendó lade antonio Chacón por considerar que tenía «mejor fábrica»9.

Sin embargo la casa de Chacón tampoco resultó adecuada. este la habíaconstruido para vivienda de alquiler después del incendio de 1781, de maneraque tuvo que adaptarse para la fábrica. Cobraba por el alquiler a la fábrica,1,500 pesos anuales. pero pronto se evidenció que era demasiado húmeda yestrecha, teniéndose que sacar las hojas del tabaco a la calle, exponiéndolas alpaso de la gente, los carruajes, los cerdos, perros, gallinas y otros animales.Como era muy húmeda y el techo bajo, las hojas de tabaco se deterioraban ycorrompían, y los empleados contraían «enfermedades graves principalmente

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de estitiquez y de echar sangre por la boca que han conducido a la sepulturaa muchos infelices que por buscar medios de mantener la vida han halladouna muerte anticipada»10.

así las cosas, en 1798, nuevamente se planteó la mudanza de la fábrica detabacos a una nueva casa, alquilándola o comprándola. Fue entonces cuando elobispo saliente remigio de la Santa trató de vender la suya. era de cal y canto,de un alto, con 5½ lumbres de frente por 5 de fondo. Hacía frente a la plaza o«plazuela» de armas, es decir, que la fachada principal miraba hacia las callesde San pablo (o taller) y de el pozo, y su espalda a la plaza Mayor. Colindabacon casa de estefana romero. La tasó Vicente Solanilla, Maestro Mayor de ala-rife, quien calculaba, según la costumbre, el valor del solar por las lumbres delfrente, asignándole a este un valor de 3,850 pesos a razón de 700 pesos la lumbre.tenía pozo y alberca, enladrillados los balcones y corredores, empedrados dechina en los «resumideros», zaguán y corredor bajo. La solería de la sala era«fina», de «ladrillo por tabla», primera referencia textual conocida a esta técnicaconstructiva. Calculó 20,000 tejas a 30 pesos el millar. tasó en 26,634 pesos solola albañilería. pedro de roa, maestro mayor de carpintería, la tasó en 9,228 pesoscon 2 reales, haciendo un total para todo el edificio de 35,862 pesos. Se usó abun-dante madera de níspero para las soleras y los pilares; para las alfardas se usócaoba, para los pisos madroño. también se usó amarillo carbonero. otra tasaciónposterior dio un valor para el inmueble de 38,178 pesos. pero como cinco añosmás tarde, en 1803, el sucesor de remigio de la Santa en el obispado panameño,Manuel Joaquín gonzález de acuña Sanz Merino, compró la propiedad para es-tablecer el nuevo Colegio Seminario probablemente no fue este edificio el quese utilizó para sede de la renta del tabaco.

Mientras se buscó un edificio adecuado, se ofrecieron pues, las mejores casasde que disponía la élite en panamá, y como esos años se caracterizaron por unaprofunda atonía económica, la competencia por conquistar a un inquilino tanimportante debió ser muy reñida. otras evidencias sugieren que, en efecto, elalquiler de casas constituyó para la élite una verdadera tabla de salvación du-rante aquellos largos años de economía estancada.

La tercera medida que ordenó implantar gutiérrez de piñeres fue prohibirla introducción de tabaco de guayaquil, que era una fuente de abastecimientode tercer rango, y que se consideraba de baja calidad. otras medidas incluidasen las Instrucciones se referían al precio del tabaco, a los salarios y al personal dela administración de tabaco, a la medidas de policía para perseguir y castigarel contrabando o el cultivo ilegal, etc.

a pesar de las prohibiciones relativas a la fuente de la hoja de tabaco, esobvio que, según la documentación fiscal, las hojas de tabaco de Chiriquí y gua-yaquil se siguieron consumiendo en panamá y fueron compradas por la admi-nistración de tabaco para producir cigarros. parece ser que, en lo concernienteal tabaco de Chiriquí, las autoridades locales concedieron cierto plazo para ayudar

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a los productores a encontrar otra alternativa agrícola. en realidad, la adminis-tración de tabaco continuó comprando tabaco de Chiriquí hasta el período 1779-1780, como se muestra en las cuentas fiscales. durante la década de 1780 eltabaco chiricano desaparece de los registros fiscales, pero vuelve a reaparecermás tarde, como ahora veremos, sobre todo hacia 1809, coincidiendo con la crisisde abastecimientos del tabaco cubano.

por otra parte, a raíz y como consecuencia del gran incendio de 1781 quedestruyó tanto la fábrica como la administración general de tabaco y numero-sas casas de la élite, esta solicitó a la Corona una serie de mercedes para promo-ver la economía local, golpeada todavía más por las pérdidas que ocasionó elfuego. entre otras cosas, solicitó la exoneración de ciertos impuestos, la aperturade caminos a través del Istmo y la autorización para reestablecer el cultivo localde tabaco. La Corona aceptó autorizar algunas de estas peticiones, incluyendola relativa al tabaco. La nueva concesión de tabaco fue tan solo parcial y con al-gunas restricciones que, de acuerdo a una fuente de 1812 (el funcionario de realHacienda Juan domingo de Iturralde), hizo muy poco para incentivar el renaci-miento de las actividades tabacaleras en el Istmo. a pesar de ello, poco despuéssurgieron nuevos cultivos de tabaco en lugares como pacora, no muy lejos de lacapital, y en las orillas del río Chagre. Y, por supuesto, en Chiriquí, en donde elcultivo aparentemente nunca había sido interrumpido del todo. el hecho es quepara la década de 1790 la mayor parte, sino todo el tabaco consumido (legal-mente o por contrabando) en las minas del interior de Veragua provenía del ve-cino Chiriquí.

en cuanto a la historia fiscal del estanco de tabaco, el hecho es que despuésde las Instrucciones generales de gutiérrez piñeres, el método seguido por el admi-nistrador general en panamá cambió. no hay registros fiscales conservados parael año de 1778, quizás debido a que la reforma cambió por completo el sistemaanterior, y todo tenía que partir de cero. después de 1780, comienza una nuevaserie que presenta los datos fiscales de manera diferente. en lugar de dar referen-cias detalladas sobre el consumo de cada provincia, la principal preocupación seríapresentar: a) la cantidad total de hoja de tabaco, o de polvo de tabaco comprada ovendida por la administración; b) la producción de cigarros hechos con hojas detabaco, medidas en «atajos» de 40 cigarros cada uno, mes por mes; y c) el ingresobruto y neto producido por la venta de tabaco. Los datos también ofrecen infor-mación detallada sobre los gastos hechos por la administración durante el año:transporte; salarios; renta de las casas alquiladas por la fábrica y la administracióngeneral en la capital y en las subadministraciones y «estanquillos» en el interiordel país; «tercenas» o depósitos donde los cigarros eran vendidos; las sumas pa-gadas en La Habana por las hojas de tabaco traídas de la isla, etc.

desde la introducción del monopolio estatal, es claro que los ingresos pro-ducidos por el estanco del tabaco tuvieron un rol significativo en el presupuestopanameño. Si dejamos a un lado el Situado (una gran suma de dinero en efectivo

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enviada cada año desde el perú para sostener a la burocracia, la Iglesia, al ejér-cito y a las fortificaciones en el Istmo) y algunos gastos extraordinarios para ladefensa (para ser usados en las fortificaciones del Chagre, portobelo, la ciudadde panamá y darién), el estanco del tabaco representaba, con mucho, la fuentede ingresos fiscales más importante del presupuesto gubernamental.

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Producto anual del monopolio del tabaco en Panamáy total de ingresos fiscales, años 1772-1810

Año Total (pesos de 8 reales) Porcentaje del ingreso total

1771 71,919 N/I1772 74,893 67.71773 48,620 56.01774 11,564 31.51777 50,000 64.91778 19,189 36.91779 31,454 44.61780 87,605 71.11781 37,900 37.41782 37,650 33.31783 38,392 33.91784 15,181 19.01785 57,591 39.21786 -98,9631787 -72,1891788 -129,4521789 41,412 44.41790 92,588 35.91791 15,296 7.11792 N/I1793 N/I1794 N/I1795-98 N/I1799 44,982 17.41800 88,777 24.51801 48,772 14.61802 89,621 21.71807 30,3501808 43,1321809 115,1501810 38,2401812 98,6411815 68,0241819 203,069

Fuentes: AGI Panamá 341, Informe anual de Félix Fernández de Soto, administrador general del Estanco del Tabaco.El resto en «Sumarios de Cargos de Real Hacienda de Panamá», AGI Panamá 324 al 338. El producto anual es el ingresoneto luego de los gastos. Para 1807 a 1810, Informes Anuales de Josef Lasso de la Vega, AGNB, Sección Colonia, RealHacienda, tomo 191. Para 1812, Libro Mayor de la Administración de Tabacos de Panamá, AGNB, Archivo Anexo, RealHacienda, año 1815, AGNB, Sección Archivo Anexo, Fondo Real Hacienda, tomo 60 C.Nota: N/I=Sin información.

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entre 1772 y 1790 el ingreso por el monopolio del tabaco representó un por-centaje anual de aproximadamente 45% del total de ingreso fiscales (excluyendoel dinero enviado de Lima para el Situado y las fortificaciones que no eran pro-ducto de la producción o de impuestos locales). para la década de 1790 hay variasreferencias que describen el gran consumo de tabaco en panamá. Si consideramosel aumento de la producción de cigarro y la población total de país, el consumoper cápita era realmente asombroso. en 1782, por ejemplo, la producción alcanzólos 396,449 «atajos» de 40 cigarros cada uno, lo que representa un total de cercade 16 millones de cigarros. teniendo entonces el istmo de panamá una poblaciónde 60,000 habitantes, el consumo per cápita era de 226 cigarros. en 1784 la mediafue de 257.4 cigarros per cápita. en la década de 1779-1788 el promedio anual fuede 190.3 cigarros por persona. pero como, además, había mucho contrabando, elconsumo per cápita debía ser todavía mucho mayor.

esta tendencia continuó hasta 1800, pero luego comenzó a declinar haciafines del período colonial, cuando la producción anual de la administración detabaco llegó a representar menos del 20% del total de ingresos fiscales. esto sedebió principalmente a las guerras napoleónicas (1790-1815) y la interrupciónde los circuitos comerciales regulares en el Caribe. de hecho, entre 1800 y 1815,el tabaco cubano llegó en menores cantidades y con creciente irregularidad, mo-tivando una propuesta de cerrar la fábrica de tabacos en panamá. para 1805 elabastecimiento de tabaco de Cuba cesó por completo. al carecer de otros productos

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Consumo per cápita de cigarros producidos en la fábricade Panamá, años 1779-1788 y 1809

Año «Atados» de 40 cigarros cada uno Consumo per cápita

1779 269,209 1,7951780 165,568 1,1041781 100,675 6711782 396,449 2,6431783 290,152 1,9341784 385,609 2,5741785 335,328 2,2391786 316,603 2,1141787 325,940 2,1761788 269,311 1,798Total 2,854,844 1,903

1809 312,165 143

Fuente: De acuerdo a la «Descripción del Reyno de Santa Fe», 1789, de Francisco Silvestre, el istmo de Panamá teníaen 1788 una población de 59,914 habitantes (21,061 en Veragua y Alanje, 35,924 en Panamá, 1,663 en Portobelo y1,266 en Darién). La población del Istmo en 1803, según el obispo M. J. González de Acuña (AGI Panamá, 292), era de87,312 habitantes.

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motores para el mercado de la capital, los productores de Chiriquí fueron nue-vamente incentivados a producir las hojas. La fábrica tuvo entonces que producircigarros utilizando hojas adquiridas en Chiriquí y ambalema, ambas inferioresen calidad al tabaco cubano y con limitada producción. Los consumidores pro-testaron argumentando que debido a la mala calidad de los cigarros y al escasoabastecimiento por ambas fuentes, no había razón para mantener la fábricaabierta. por lo tanto, la orden de cerrar la fábrica se recibió en 1810.

Sin embargo, para 1812 las autoridades locales, respaldadas por los comer-ciantes locales, solicitaron a la Corona abrir nuevamente la fábrica, entusiasmadoscomo estaban por las perspectivas de nuevos negocios que ocasionaba la guerray por el desarrollo de nuevos circuitos comerciales con panamá y su centro. Y esque el Istmo se convirtió en el eje de una intensa actividad comercial durante esosaños, cuando se convirtió en el enlace entre Jamaica, que abastecía a panamá demanufactura británica, y el puerto de San Blas, en guadalajara, abierto al comer-cio por el pacífico tras el bloqueo que le impuso la revolución de Morelos a lospuertos tradicionales de Veracruz y acapulco. Comerciantes panameños comolos olazagarre y Ventura Martínez se hincharon de plata. La documentación re-ferente a esta materia revela que los trabajadores en la fábrica de tabacos eranprincipalmente jóvenes esclavos del sexo masculino, mujeres y niñas.

parece ser que la petición de 1812 fracasó. para 1818, en el último reportede su administración, el Virrey Francisco Montalvo mencionó solo cuatro fábri-cas en el virreinato de nueva granada, ninguna de las cuales estaba en el Istmo,dejando pocas dudas de que la fábrica de panamá continuó cerrada.

después de la independencia de españa, en 1821, la economía panameñaentró en un período de profundo estancamiento por más de un cuarto de siglo.Los nuevos circuitos comerciales que se fueron estableciendo en la región exclu-yeron al Istmo. Las relaciones comerciales con Cuba, que continuó siendo unacolonia española, fueron totalmente interrumpidas, ocasionando, por lo tanto,significativos perjuicios a la administración de tabaco en panamá, como vimosantes. en 1812, en medio del torbellino causado por las guerras de Independencia,el tabaco produjo solo 2,000 pesos, o sea, 0.27% de los ingresos fiscales. entre 1824y1833, el promedio de la contribución aportada por la administración de tabacofue de solo 8.4% del presupuesto total. Las cosas aparentemente cambiaron des-pués de 1834, debido quizás a nuevas fuentes de hoja de tabaco (como las hojasde tabaco que fueron introducidas de ambalema desde la década de1780). peroeste capítulo necesita mayor investigación. La nueva tendencia continuó hasta1850, cuando el gobierno colombiano abolió el monopolio del tabaco.

Hay algunas preguntas relacionadas con el rol del gobierno español en lacuestión del tabaco. ¿Sabía el gobierno que el tabaco era perjudicial para lasalud? este asunto fue objeto de discusiones en algunos libros publicados en lapenínsula desde el siglo XVII por reconocidas autoridades como el antes men-cionado doctor Leiva. pero, ¿tuvieron estos libros la necesaria difusión entre los

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funcionarios y el público en general?, ¿tenían los consumidores de tabaco ideadel daño causado a su salud al fumar pipas o cigarros o aspirar rapé (tabaco enpolvo)? una fuente oficial panameña de 1712 menciona el «vicio del tabaco», locual sugiere que la gente de aquella época sabía de los efectos adictivos delfumar tabaco. Hasta hace poco (quizás hasta la década de 1960) la gente comúnsabía acerca de la adicción al tabaco (todos sabían que el fumar era un «vicio»).Y, al mismo tiempo, los fumadores no le prestaban mucha atención a las noticiasacerca de los perjuicios del tabaco a la salud humana. tomando esto en cuenta,no es de sorprenderse que las personas en la época colonial tuvieran una actitudsimilar hacia el tabaco. es decir, no había mucha preocupación, ni entre las au-toridades gubernamentales ni entre la gente común, por las consecuencias del«vicio» del tabaco.

Hay pruebas claras sobre la actitud del gobierno español hacia estos pro-blemas. Simplemente, el daño que el tabaco pudiera causar a la salud humanano fue tomado en consideración por la política estatal hacia el tabaco. en unareferencia muy temprana, fechada en 1610, parte del dinero que el gobierno cen-tral de panamá dio para la construcción de la iglesia de portobelo fue el pago alos esclavos trabajadores con tabaco. Los caciques indígenas que ocasionalmenteviajaban del Interior para visitar la capital para presentar sus respetos a las au-toridades reales y confirmar su lealtad a la Corona, solían solicitar o recibían dis-tintos obsequios de las autoridades que a menudo incluían el tabaco (yespecialmente tabaco). además, se sabe que el pago a los soldados incluía muyfrecuentemente tabaco como parte de su ración diaria, especialmente en puestosalejados de los centros de población, donde era difícil adquirir tabaco. en elIstmo esto era común en las expediciones militares navales y en alejados puestosfronterizos establecidos en darién y en el castillo de San Lorenzo, en la boca delrío Chagre.

La documentación concerniente al monopolio del tabaco revela, sin lugar ala más ligera duda, la participación del estado en el control de su producción yconsumo. La principal preocupación del estado era más de carácter fiscal que denaturaleza económica. el estado tenía que autorizar el cultivo y cosecha del ta-baco, dónde las hojas serían compradas, qué puertos tenían permitido enviar yrecibir el producto, dónde establecer las fábricas para producir cigarros, qué mé-todos utilizar para administrar y controlar casi cualquier detalle relacionado coneste asunto, y nombrar a todo el personal que trabajaba en el estanco del tabaco.el control del estado sobre todo lo que tenía que ver con el tabaco era total.

el gobierno español no estaba interesado ni en el desarrollo económico delos territorios en los cuales el tabaco era producido, ni en los beneficios económicosde las ciudades o lugares donde la administración fue establecida. Lo que le pre-ocupaba era producir ingresos para satisfacer las infinitas necesidades pecuniariasde la Corona real con objeto de poder mantener la posición de españa entre lasgrandes potencias europeas y tomar parte en el difícil equilibrio de poderes.

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esta política se impuso en toda Hispanoamérica, aunque la historia asumiórasgos diferentes en cada país, tal y como demuestra el caso panameño. el ejem-plo de panamá fue, en muchos sentidos, paradigmático. una historia que ha sidotan descuidada por los historiadores y completamente ignorada aun por los es-pecialistas en el tema.

a pesar del exclusivo interés fiscal del gobierno español, el impacto del es-tanco del tabaco en las economías coloniales tuvo indiscutiblemente consecuen-cias significativas. para panamá, como para muchos otros lugares, hubo almenos dos impactos principales. en primer término, el hecho de que Chiriquí,hasta entonces un área muy subdesarrollada, conoció por vez primera (aunquefuese por un corto período de tiempo, es decir, de 1764 a 1780) un mercado se-guro y creciente para su producción de tabaco. en segundo lugar, el hecho deque por primera vez, junto a la fábrica de aguardiente, el país tuvo alguna ex-periencia industrial moderna, a pesar de que la fábrica de tabacos tuvo muchosempleados. no había existido una experiencia semejante anterior al estanco. enrealidad, fue gracias a la fábrica de tabaco que las mujeres panameñas tuvieronempleo por primera vez en una actividad industrial.

uno de los claros ejemplos que muestran la participación del gobierno enel estanco y su profunda preocupación por su administración, lo encontramosen la forma como el gobierno trató a las autoridades locales que se opusieron alestanco o tuvieron problemas con la administración del mismo. en panamá haydos casos conocidos. uno de ellos envuelve al gobernador de Veragua, el másimportante territorio occidental de panamá en la Colonia. el gobernador, FélixFrancisco de Bejarano, había chocado frecuentemente con el subadministradorde tabaco en Veragua y rehusó aceptar las pretensiones del administrador gene-ral en panamá de manejar el estanco con independencia del gobierno provincial.en cierta ocasión, Bejarano encarceló a los funcionarios del estanco y trató derecoger la producción con sus propios empleados.

Las noticias de este conflicto fueron enviadas a la consideración del virreyen Bogotá y poco después a llegaron a manos del visitador general gutiérrez depiñeres. este último, pasando por encima de la autoridad del virrey, tomó la de-cisión de destituir a Bejarano, enviándolo a un nuevo cargo en Margarita, Vene-zuela, donde no pudiera interferir más con el estanco panameño. Bejarano habíatenido una destacada actuación durante su estancia en Veragua y tenía la repu-tación de ser un eficiente gobernador. Su gran error fue oponerse al estanco, ex-poniendo su futuro en peligro. tuvo que abandonar su puesto secretamente,para evitar su encarcelamiento.

Lo mismo le ocurrió al gobernador de panamá, pedro Carbonell y pinto. alprincipio este respaldó al administrador general Félix Fernández de Soto, en susdiferencias con Bejarano, aunque por razones no relacionadas directamente conel estanco. de hecho Carbonell y Bejarano mantenían un viejo litigio por cuestio-nes de jurisdicción provincial. pero pronto Carbonell tuvo sus propios problemas

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con Soto, a quien acusó de contrabandear tabaco desde perú. parece que la acu-sación era infundada. gutiérrez de piñeres intervino nuevamente en favor deSoto, y Carbonell fue destituido, acusado de catorce cargos diferentes. tuvo queviajar a Bogotá para defenderse y tras sufrir una amarga experiencia, se la ab-solvió de todas las acusaciones; sin embargo, ya había quedado desacreditado.después de este incidente fue enviado de regreso a españa y la Corona le denegósu petición de ser promovido a un cargo militar más alto. el incidente habíaarruinado su carrera.

no obstante ser Bejarano y Carbonell las principales autoridades civiles ymilitares de sus respectivos territorios, fueron considerados por el representantereal en una posición inferior a la del administrador de tabaco en los asuntos re-lativos al tabaco. obviamente, para el visitador general, el estanco y su adminis-tración, tenían prioridad y eran más importantes. Comparado al administradorgeneral de tabacos, los gobernadores eran empleados desechables y subalternos,como lo demostraron las medidas que aplicó gutiérrez de pineres en panamá.

Hubo otros altos funcionario que se opusieron a ambos estancos (tabaco yaguardiente), y cada uno de ellos padeció los efectos del largo y fuerte brazo degutiérrez de piñeres.

Crisis del Estanco del Tabacode Panamá, años 1805-1812

el tabaco de Cuba había sido siempre el de mejor calidad, el más preciadopor el consumidor y el que absorbía la mayor parte del mercado panameño.prácticamente desde que en la década de 1770 se crearon los estancos del tabacoen américa (incluyendo a Cuba), los vegueros cubanos se encontraron en situa-ción de desigualdad con respecto a otros sectores agroproductivos de la isla,como el azúcar y el café, entonces de creciente demanda internacional y que noestaban sometidos a los rigores del monopolio estatal. Mientras que, como con-secuencia de la política del estanco, los precios del tabaco se mantenían fijos, losdel azúcar y el café crecían sin parar. por otro lado, debido a las exigencias decalidad del tabaco reclamadas por el superintendente de la renta, muchas vecesla producción era parcialmente destruida por el fuego, ocasionando frustracióny graves pérdidas entre los cultivadores11.

Sin embargo, el número de vegueros creció sin cesar entre 1783 y 1791 al-canzando las ventas de la cosecha tope de 1788, a 340,000 arrobas o 13,600 quin-tales. pese a este despegue, las opciones se decantaron claramente en favor delazúcar al dispararse los precios de este producto en 1791, quedando el tabacoen franca desventaja. Como resultado, gran cantidad de vegueros comenzarona abandonar sus cultivos y mucha tierra fértil dedicada antes al tabaco, se em-pezó a dedicar al cultivo de la caña de azúcar o del café. el número de vegueros

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se redujo a un tercio, en su casi totalidad trabajadores humildes. La producción,por supuesto, empezó a disminuir progresivamente, pero la situación no hizoverdadera crisis hasta 180512.

no se ha estudiado la magnitud del impacto que tuvo esta crisis en las co-lonias americanas cuyo principal abastecedor de tabaco era la isla de Cuba, comopanamá, o Cartagena, e incluso lugares tan distantes como Lima, donde la élitesolo consumía tabaco cubano. el tema merece estudiarse a fondo, no solo porlas diversidad de efectos que acarrearía el desabastecimiento de un producto deconsumo tan generalizado durante la dilatada coyuntura de las guerras de In-dependencia, sino también por la incidencia que tendría esta situación en la opi-nión pública sobre la misma validez de los estancos del tabaco, un asunto queno podía quedar libre de implicaciones políticas y que se debió ver agravadopor las azarosas circunstancias en que estaba envuelta Hispanoamérica.

el hecho es que en diciembre de 1804 españa, como aliada de Francia, le de-claró la guerra a Inglaterra, y Cuba quedó sometida a un riguroso bloqueo, loque impidió la salida de sus productos. Los precios de los artículos de importa-ción se triplicaron; alrededor de 50 ingenios de azúcar quedaron arruinados yfueron demolidos13, y el tabaco tuvo grandes dificultades en llegar a sus merca-dos tradicionales del Caribe, como panamá y Cartagena.

de hecho ya para 1805 Cartagena se encontraba totalmente desabastecidade tabaco de Cuba. en panamá la situación no era al parecer tan grave, pero tam-bién allí el tabaco cubano empezó a faltar. para 1809 solo se encontraba tabacode ambalema y de Chiriquí. Ya en 1811, y en vista de la falta de tabaco, se im-portaría incluso de Virginia, aunque al parecer en pocas cantidades. ¿Cómo en-tonces mantener abiertas las fábricas de tabaco de Cartagena y panamá si elprincipal abastecedor dejaba de enviar la materia prima? La respuesta a la crisisla dio el 14 de agosto de 1805 la Junta Superior de tribunales, con la firma delvirrey de Santa Fe, ordenando la clausura de las fábricas de tabacos de Cartagenay panamá, y fijando los precios de venta del tabaco en rama de ambalema y deChiriquí, a 4 reales la libra en manojo, para de esa manera, supuestamente, con-ciliar los intereses del rey con los del público.

en 1809 y luego de pasados cuatro años, todavía estas medidas no se habíanaplicado en panamá. entonces, el síndico procurador de panamá, Vicente robles,miembro del Cabildo y en representación «del público», solicitó al administradorde la renta del tabaco en Cartagena que le enviase copia certificada de la ordende extinción de las fábricas. Cuando este documento llegó a panamá, el Cabildoen pleno lo entregó jubiloso al gobernador y comandante general del Istmo, Juanantonio de la Mata, para que lo hiciese cumplir.

es importante destacar que los documentos presentados por el síndico pro-curador y por el Cabildo evidencian una abierta oposición a la existencia de lafábrica de tabacos, a la vez que una más velada –pero no menos clara– contra elpropio estanco del tabaco. para esas fechas eran cada vez más frecuentes los

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pronunciamientos de las autoridades locales en contra del estanco. en 1809, endecir en medio de la crisis provocada por el desabastecimiento del tabaco cubanoy la confrontación entre la administración del estanco y el Cabildo, el tesorerode real Hacienda Salvador Bernabeu de reguart redactó un largo informe sobrela agencia a su cargo y expuso su punto de vista en contra de los estancos, tantodel tabaco como del aguardiente, a los que consideraba «dos enemigos capitalesde la prosperidad»14. Meses después, en 1810, el síndico procurador de panamá,Blas arosemena Quesada, escribió un encendido alegato en contra del estanco,que le valió la acusación de sedicioso y una severa reprimenda de las autorida-des de Bogotá15. era una idea que flotaba pesadamente en la atmósfera ideoló-gica panameña (y de otras colonias españolas) durante los años anteriores a laindependencia de 1821. en 1805, el cubano Francisco arango y parreño ya habíaexpuesto en su famoso «discurso sobre la agricultura de La Habana y los mediosde fomentarla» los abusos de que habían sido víctimas los vegueros cubanos, yproponía explícitamente la supresión definitiva de la fábrica y del estanco en laisla. a su vez, en 1812, el propio contador de ultramar, en Cádiz, José Limonta,evaluando los expedientes relativos al cierre de las fábricas de panamá y Carta-gena, le manifestaba al secretario de Hacienda de ultramar los muchos aspectosnegativos que para la economía y la sociedad coloniales tenían los estancos, «enparticular el del tabaco».

uno de los casos más significativos fue el de Blas arosemena Quesada,miembro de una influyente familia tradicional, quien fue junto con su hermanoMariano uno de los líderes más activos del movimiento independentista de 1821.Cuando escribió su alegato contra el estanco del tabaco, la falta de la hoja sehabía agravado y el administrador Lasso de la Vega había aumentado exagera-damente los precios. Blas proponía simple y llanamente que se cerrara el estancoy que cada quien se abasteciese como buenamente pudiera. Su tesis se basabaen una idea liberal muy de boga entonces pero considerada políticamente peli-grosa: el principio de aceptación pública del estanco se basaba en que el estadoasumía la responsabilidad de abastecer el tabaco con regularidad y a precios ase-quibles; pero una vez el estado mostrase incapacidad para cumplir este com-promiso con sus súbditos, estos podían reclamar la libertad de autoabastecerse.esta era en esencia su planteamiento.

uno de los postulados básicos del movimiento liberal antimonárquico enespaña, y esgrimido una y otra vez por los revolucionarios americanos, era quela soberanía residía en el pueblo, y que este se la entregaba al monarca para quela ejerciera, pero que en faltando este la soberanía revertía al pueblo. en esosmomentos, el rey Fernando VII estaba preso en Bayona por las tropas de napo-león, de modo que era el momento de poner en práctica la teoría. este principioideológico era demasiado parecido al de arosemena para dejarlo pasar inadver-tido. Fue inevitable que de Santa Fe bajara una fuerte admonición, se le calificarade sedicioso y se le suspendiera la licencia de abogado.

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tras esta humillación, en 1816 arosemena solicitó a la Corona, restablecida yaen el trono, que se le rehabilitara para poder seguir su carrera pública, pero nuncalo consiguió. no debiera sorprender que este ingrediente atizara su vocación sepa-ratista en 182116. Consecuente con su vieja campaña, es interesante señalar que uncuarto de siglo más tarde, en 1835, siendo presidente del Senado colombiano, fueBlas arosemena quien firmase el decreto (seguramente promovido por él mismo)en el cual se aboliría el estanco del tabaco una vez se hubiese abierto la ruta tran-sístmica panameña mediante un camino de macadam, ferrocarril o un canal.

La administración de la renta o estanco del tabaco monopolizaba la co-mercialización de la hoja y su producción en forma de cigarros. en la propia fá-brica, ubicada en la capital, elaboraban los cigarros algo más de un centenar deoperarios o «tabaqueros», todos hombres y algunos de ellos esclavos. Sin em-bargo, en las «tercenas» (especie de almacenes o tiendas) de la renta, se vendíaal público el tabaco en rama (o en hojas). Muchas mujeres y niñas de las clasespopulares se ganaban la vida haciendo cigarros en sus casas. una de las primerasconsecuencias de la clausura de las fábricas de tabaco fue que en lo sucesivo eltabaco vendido en rama sería convertido en cigarros por estos tabaqueros y ta-baqueras independientes.

Luego de escuchar las opiniones del Cabildo, del abogado fiscal de la realHacienda y del asesor general del gobierno, el gobernador y comandante gene-ral de panamá, Juan antonio de la Mata, le pasó copia de las órdenes de clausurade la fábrica al administrador principal y al contador de la fábrica de tabacos,ordenándoles que fijasen la venta al público del tabaco de la siguiente manera.La libra del tabaco cubano de primera clase se vendería a 5 reales y a 4 reales lade desecho largo, dejando el averiado para la tasación y avalúo de los peritos,«como se ha practicado anteriormente»; el de ambalema a 2 reales el «tango»17

o «manojo» (con peso de ½ libra), y a 4 reales la libra en manojos, mientras queel de Chiriquí, muy inferior en calidad, se vendería solo el de primera clase a3½ reales libra; los tabacos chiricanos de segunda y tercera clase eran demasiadomalos para el consumo y quedarían almacenados hasta que el virrey resolviera.

el administrador principal de la renta del tabaco era a la sazón don JoséLasso de la Vega, miembro de una familia capitalina tradicional con fuertes vín-culos en el Consejo de Indias18. el segundo puesto en importancia del estancoera el de contador e interventor de la renta, a cargo de Manuel José de arze yoriñón, rico criollo de primera generación19. ambos eran hombres adineradosy bien entroncados en la élite; además ambos habían sido miembros del Cabildo,una institución tradicionalmente plutocrática. Cuando el gobernador y coman-dante general de panamá Juan antonio de la Mata les pasó copia de las órdenesde clausura de la fábrica y la nueva lista de precios, inmediatamente Lasso yarze protestaron, pretendiendo que la orden del cierre de las fábricas no eraaplicable a panamá y que los tabacos de Chiriquí y ambalema se vendieran almismo precio que los de Cuba, siendo, como sabemos, que aquellos eran muy

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inferiores, sobre todo el de Chiriquí, considerado por el público como de «per-versa» y «nociva calidad». alegaron que era imposible establecer precios fijospara el tabaco, puesto que los costos de unos y otros variaban y que a los preciosestablecidos por el gobernador y comandante general, la renta tendría pérdidaspor el orden del 88% anual. Basaron su cálculo en las ventas de los últimos 35días a los precios fijados por el gobierno, resultando de su extrapolación paraun año pérdidas por 36,428 pesos. Según ellos, en los últimos estados generalesque habían presentado, los beneficios de la renta alcanzaban 41,215 pesos 2 re-ales y a los nuevos precios solo se alcanzarían 4,789 pesos 2½ reales20.

además su alegato no dejó de lanzar una andanada de envenenado conte-nido político. acusaron de traición y deslealtad al rey a los miembros del Ca-bildo, señalando la sospechosa felicidad con que anunciaban el cierre de lafábrica. este júbilo solo podía interpretarse, decían, como el deseo del Cabildode aniquilar el propio estanco. Los administradores del estanco acusaban a loscapitulares de ser todos ellos comerciantes y que, como a tales, les convenía ani-quilar el estanco para apropiarse del negocio del tabaco. acusaron al Cabildode tener mal abastecida a la ciudad de carne fresca, pan y demás víveres, y deotras faltas que muy poco tenían que ver con el asunto que se discutía.

Los representantes del ayuntamiento, por su parte, argumentaban en favordel cierre de la fábrica, afirmando que solo en pago por el tabaco cubano salíandel país más de 50,000 pesos anuales, una suma realmente considerable; que lafábrica retenía a más de un centenar de brazos de varones jóvenes y fuertes queharían mejor servicio en la atrasada agricultura donde eran más necesitados; yfinalmente, que cerrada la fábrica se abría la posibilidad de que muchas mujeresy niñas «pobres vergonzantes» se pudiesen dedicar a la confección de cigarros,asegurándose de esa manera una forma decorosa de existencia.

el Cabildo hacía además otras denuncias aún más graves que eran de natu-raleza política y moral, al acusar a Lasso y a arze de infidelidad a la Corona y develar por su exclusivo beneficio personal. Señalaba que Lasso y arze se escuda-ban con el argumento de que el dinero del estanco lo necesitaba el rey para suguerra contra Francia, cuando su verdadero interés para que no se cerrase la fá-brica era el temor de perder los múltiples negociados que allí mantenían a costade los propios trabajadores. por la forma que Lasso y arze expoliaban a sus em-pleados, el Cabildo los calificaba insidiosamente como «sus tributarios». Final-mente, por considerar humillantes, calumniosas y ofensivas, las imputacionesque les hacían Lasso y arze, el Cabildo capitalino exigió públicas satisfacciones.

pocas veces en la escena política panameña se habían intercambiado acusa-ciones de calibre tal. Y es que el tema del tabaco no era de poca monta. La aficiónpor el tabaco estaba tan extendida en toda la población, que su falta o deficienteabastecimiento podían amenazar la estabilidad social. por ello, dadas las cir-cunstancias, esta crisis se elevó a niveles altamente explosivos hasta derivar enplanteamientos ideológicos y políticos temerarios.

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tampoco debe pasarse por alto la coyuntura política local. ¿por qué, si losabusos de Lasso y arze eran públicamente conocidos, no es hasta 1809 cuandose denuncian? Hay pruebas sólidas de que Lasso debió su puesto a la influenciade su tío carnal Manuel Josef de ayala, consejero de capa y espada del SupremoConsejo de Indias. Conociendo como se conoce el poder e influencia que podíaejercer un contacto de esta importancia en el más alto organismo rector de losasuntos americanos, probablemente nadie habría osado encararse antes a Lasso.pero el consejero ayala murió en 1805, dejando al sobrino librado a su propiasuerte21. desaparecida la influencia del tío, era cosa de tiempo para que el Lassoperdiese predicamento en el ámbito local, siendo obvio que ya para 1809 nadiele temía. de hecho, los miembros de la élite con los que tenía problemas teníanahora una oportunidad dorada para ensañarse en el funcionario privado depoder. eso fue lo que sucedió.

para sortear la crisis con una resolución ponderada, el gobernador Matarequería del parecer del abogado fiscal y defensor de real Hacienda, y de suasesor general del gobierno, a los que hizo entregar toda la documentación acu-mulada. el primero era rafael Macías de Sandoval22 y el segundo José Maríagarcía de la guardia (quien sustituía en ínterin al titular Joaquín Cabrejo, re-cusado por el Cabildo), miembros ambos de viejas familias criollas. Macías dejócaer también su implacable crítica a los procederes de la administración del es-tanco, usando tan parecidos argumentos a los del procurador síndico del Ca-bildo que parecen un calco. garcía de la guardia mantuvo el mismo tono ysustentó su parecer sobre la misma argumentación, como si todos tres se hu-biesen puesto de acuerdo.

para respaldar sus acusaciones contra la administración de la renta del ta-baco, el Cabildo solicitó al gobernador que autorizara la comparecencia de tes-tigos, lo que se hizo interrogándose a ocho tabaqueros. esta pesquisa tiene elmérito particular de que constituye uno de los pocos testimonios conocidos quedescriben las condiciones laborales del trabajador panameño del período colo-nial. Vale la pena resumirla aquí, porque nos revela aspectos de su vida cotidianaque es muy raro encontrar en otras fuentes.

Salvo algunas diferencias menores, todos los deponentes coincidieron enlo esencial de las diez preguntas del interrogatorio. Las declaraciones se hicie-ron bajo juramento, de modo que sus respuestas pueden considerarse razona-blemente verídicas. Los testigos probablemente fueron escogidos por su largaexperiencia en el oficio, ya que todos, salvo uno, habían sido tabaqueros prác-ticamente desde que se abrió la fábrica 30 años antes. La mayoría eran hombresmaduros. Seis de los ocho sabían escribir lo suficiente como para poder estam-par su firma al pie de la declaración. uno era miliciano y otro lo había sido du-rante nueve años. el hecho de que todos ellos habían recibido de los Lassomercancías fiadas para su venta, y que a su vez señalaran esta práctica comoalgo usual, revela que existía una economía informal muy extendida. Lo que

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confirmaba el administrador de la renta cuando decía que «este es lugar queno tiene otra industria que el comprar y revender», refiriéndose a que todo elmundo compraba tabaco en la tercena para venderlo más adelante.

Las deposiciones al interrogatorio sugieren que el oficio de tabaquero erael que por sí solo empleaba la mayor cantidad de mano de obra en la capital. nosolo había más de cien tabaqueros (tal vez unos 120) trabajando en la fábricacuando este se cerró; los hombres, mujeres y niñas que no estaban empleadosen la fábrica y hacían cigarros por su cuenta, debían ser todavía más.

uno de los deponentes declaró que un tabaquero podía labrar 4½ libras detabaco por día. un cuadro mandado elaborar por el marqués de Villarrocha en1709 mostraba que en panamá había al año 103 días festivos y 262 laborales23.entonces se trabajan diez horas al día. en los detallados registros del Libro deCuentas del estanco del año 1809 (es decir, el año de la crisis y del interrogatorio)consta que se labraron 5,080 arrobas de tabaco produciéndose 312,168 atados de40 cigarros cada uno, o sea 12,486,600 cigarros24. Si en 1809 había unos 120 hom-bres trabajaban en la fábrica de tabacos, durante 262 días laborales de diez horas,¿cuántos cigarros producía cada uno al año, al día y a la hora? Según estos datos,cada hombre produciría al año 104,055 cigarros y 2,601.4 atados. Si trabajaba 10horas al día durante 262 días, producía al día 9.9 atados con un total de 397 ci-garros, a razón de 39.7 cigarros por hora y 0.66 cigarros por minuto. Si por otrolado, como vimos, 5,080 arrobas hacen 127,000 libras que rendían 12,486,600 ci-garros, cada libra de tabaco rendía 98.31cigarros.

en 1791, andrés Zamora, administrador y «mayordomo» del hospital de ca-ridad de mujeres de Santo tomás, en panamá, afirmaba que una libra de tabacorendía 160 cigarros25, (la diferencia con el Libro de Cuentas de 1809 es de 61.68cigarros por libra). en ese caso, utilizando las mismas referencias fiscales de 1809,la producción de tabaco labrado con las 5,080 arrobas netas, habría sido de20,320,000 cigarros y a razón de 169,333 cigarros por cada uno de los 120 taba-queros. Cada tabaquero habría producido 646 cigarros al día de los 262 días há-biles del año o 16.2 atados. Si esto era cierto, por cada día de diez horas laboralesun tabaquero diestro podía labrar 64.6 cigarros por hora y un cigarro por minuto.

Se trata, ciertamente, de un cálculo con variables muy aleatorias. de hecho,ninguna fuente colonial conocida para panamá habla de la producción per cápitade los tabaqueros. Sin embargo, en los diarios panameños de 1880, con ocasiónde una huelga de cigarreros, se dan cifras que parecen confirmar la verosimilitudde nuestro cálculo. allí se nos dice que «trabajando muchas horas», estos solían«hacer de 400 a 500 cigarros gruesos diarios». entre enero y abril, trabajando 87días, se dice que tres operarios produjeron, respectivamente, 39,984 cigarros,40,616 cigarros y 46,129 cigarros, con una media para los tres, de 486 cigarrosdiarios26. probablemente eran los mejores. Como quiera que sea, todavía hoy, enlas fábricas donde se labra la hoja manualmente, producir un cigarro por minutono es excepcional.

1648 X El reformismo borbónico y la creación de los monopolios estatales: 1760-1821

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de las declaraciones de los ocho testigos se puede discernir un perfil apro-ximado del tabaquero panameño, según se desprende del siguiente cuadro, aun-que por supuesto todavía es muy poco para reconstruir una prosopografía deloficio.

Los deponentes pusieron al descubierto los increíbles abusos que se come-tían en el estanco con los tabaqueros así como con el público. todos coincidieronen que Lasso de la Vega obligaba a los tabaqueros a comprar telas, cacao y hierrodel comercio de su hijo Luis, a precios más caros que los del mercado para des-contarles una suma proporcionada cada semana el día de pago. aunque estabaprohibido vender fuera del país tabaco labrado (es decir, cigarros) en la fábricade panamá, denunciaron que Lasso envió varios cargamentos para el perú, al-gunos con su hijo Luis, que era comerciante. un testigo declaró que eran «taba-cos chicos pegados de cinco en libra». dado que el tabaco usado en estasoperaciones era el de Cuba, gracias a estas maniobras la comunidad panameñaquedaba desprovista del mejor tabaco del mercado. el tabaco local se producíaen Chiriquí, pero el público lo consideraba de ínfima categoría: «lastimaba laboca y expone la salud». un tabaco de esa calidad debía ser desechado por larenta pero la administración lo aprovechaba usándolo como «tripa», es decir,para rellenar el interior de los cigarros. Sin tabaco cubano (generalmente cono-cido como «trinitario» por producirse en la zona de la ciudad de trinidad, en lamitad sur de la isla), el público panameño se veía obligado a consumir los taba-cos inferiores de Chiriquí y de ambalema.

el tabaco podrido e inservible que le devolvían a Lasso de la Vega los es-tanquillos y las subdelegaciones (o agencias) del resto del país, volvía a entre-garlo en la fábrica a los tabaqueros para que lo usaran como tripa, en el interior

Nueva historia general de Panamá X 1649

Perfil sociolaboral de los tabaqueros que declararon enel interrogatorio pedido por el Cabildo, año 1809

Testigo Edad Año de Años como Estado ¿Sabía Castanacimiento tabaquero civil firmar?

Silverio Baruco 47 1762 30 Casado Sí N/IManuel de Jesús Bernal 40 1769 28 Soltero Sí Pardo libreJosé María Velásquez 28 1781 13 Casado Sí N/IEstanislao López 48 1761 30 Soltero Sí N/IPatricio Serna 45 1764 30 Soltero Sí PardoRafael Masa 45 1764 30 Casado Sí PardoGregorio Carvajal 50 1759 30 Viudo Sí N/IManuel Bernal 45 1764 28 Casado No N/I

Notas: Serna era cabo segundo de la Tercera Compañía del Batallón de Pardos. Rafael Masa perteneció durante nueveaños al Batallón Fijo.Nota: N/I=Sin información.

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de los cigarros y donde no se apreciaba a simple vista. en las anteriores admi-nistraciones (la de Félix Fernández de Soto y de Josef Igarci de aguirre)27 cuandoel tabaco era rechazado sencillamente se quemaba a la vista del público. además,en sus tiempos, el engrudo para pegar las hojas de los cigarros era de harina detrigo fresca, por lo que nunca hubo motivo de quejas. en cambio, durante la ad-ministración de Lasso, a causa del desabastecimiento general provocado por laguerra internacional, también escaseó la harina de trigo y empezó a usarse en-grudo de harina de plátano, de arroz o de harina de trigo «muy prieta y po-drida», con el resultado de que el engrudo no pegaba bien y era fétido,provocando el rechazo de los consumidores. Con hojas de pésima calidad y en-grudo malo, el público se sentía burlado y era cada vez más general el descon-tento. una de las obligaciones del estanco, según lo establecían sus propiasordenanzas, era mantener debidamente abastecida la plaza con tabacos de ca-lidad y a precios razonables, pero como esto no se cumplía durante la adminis-tración de Lasso las protestas de la comunidad se hacían sentir cada vez con másfuerza. «todo el público se lamentaba con deprecaciones y maldiciones públi-cas», señalaba el Cabildo. para esas fechas aparecieron pasquines contra la rentaque se fijaron en lugares públicos, dato que consignó el Cabildo como evidenciadel malestar generalizado.

dado que el mal engrudo dificultaba la confección de los cigarros y bajabael rendimiento (y la paga), los propios obreros tenían que comprar la harina detrigo o de «pan mollete» de su propio dinero, para así poder hacer engrudo decalidad. Lasso les obligaba a pagar hasta el agua para beber y para la limpiezade la fábrica, y el agua en panamá era cara y escasa. también los operarios te-nían que pagar por las toldas para proteger del sol el tabaco en rama dentro dela fábrica. Si los tabaqueros llegaban después de las 6 de la mañana, hora a laque empezaban las labores en la fábrica, o si se ausentaban durante el día poralguna razón, la administración de la renta les descontaba 2, 4 o más reales desu salario, lo que hacía de manera arbitraria y sin que valieran excusas. Losobreros no trabajaban a jornal, sino por tareas. Y cuando el tabaco escaseaba,para no quedarse desocupados, se compraban entre sí las tareas para partirentre dos el producto de su trabajo. todos los obreros se quejaban de que su sa-lario apenas les alcanzaba para subsistir. Los trabajadores libres se quejaron in-cluso de que la administración daba trato preferente a sus esclavos. enresumidas cuentas, los ocho deponentes coincidieron en denunciar con pelos yseñales los abusos, malos tratos, opresión y «tiranía» de que eran víctimas bajola administración de Lasso.

existía pues un profundo malestar tanto entre los consumidores como entrelos obreros. de manera que cuando el gobernador ordenó cerrar la fábrica todoel mundo se alegró. Menos Lasso y arze que fueron acusados por el Cabildo (enrepresentación de la comunidad) de velar solo por sus intereses particulares yno por los del rey ni mucho menos de la ciudadanía.

1650 X El reformismo borbónico y la creación de los monopolios estatales: 1760-1821

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en el interrogatorio oficial que se hizo a petición del Cabildo, todos los ta-baqueros que declararon afirmaron estar felices con el cierre de la fábrica porquedesde entonces trabajaban la hoja en sus casas, a la hora que querían y sin pre-siones, amenazas ni extorsiones del administrador y el contador de la renta. Yganaban más dinero.

Sin embargo, aún después de cerrada la fábrica los problemas no cesaron,pues Lasso decidía a quién venderle la hoja, de qué calidad y en qué cantida-des. Como resultado, los más ricos siempre estaban bien abastecidos, dejandoa los pobres con el peor tabaco y con muy poco para comprar. algunos ricosacaparaban el tabaco comprando a la vez hasta 10 y 14 arrobas de tabaco. elpropio Lasso se reservaba el mejor tabaco para que se lo labrasen sus esclavos,convirtiéndolo en cigarros para la venta. el grupo más afectado por esta dis-criminación eran las mujeres y niñas que se ganaban el pan como tabaquerastrabajando en sus casas, y a quienes les resultaba a veces muy difícil conseguiruna sola hoja. Y como su situación se tornaba desesperada, don antonio naza,capitán del puerto y alcalde de barrio en Santa ana, lo resumía diciendo: «todoes un clamor de estas infelices pobres, y todo lo expuesto lo gritan pública-mente por calles y plazas». Lo que confirmó el sargento mayor de la plaza in-terino don Josef Bandembroucke en una declaración jurada que le exigió elgobernador.

por todas las irregularidades denunciadas contra la administración de larenta del tabaco, el gobernador Mata ordenó recoger los expedientes acumula-dos para enviarlos al virrey de la nueva granada en Santa Fe (actual Bogotá)con objeto de que si se comprobaban las acusaciones se aplicara el condigno cas-tigo a los responsables. de allí, el virrey envió los papeles a españa, donde unareal orden del Consejo de regencia (el rey Fernando VII estaba prisionero denapoleón) autorizó al Virrey confirmar la clausura de la fábrica de tabacos depanamá y a fijar los precios de los tabacos de Cuba, Chiriquí y ambalema.

Cuando esta real orden llegó a la nueva granada, ya Santa Fe había sidoocupada por los revolucionarios, pero habiéndola recibido el Cabildo de panamáeste la pasó con oficio al gobernador Juan antonio de la Mata el 7 de febrero de1811, quien la hizo cumplir fijando además los precios del tabaco en rama talcomo lo pedían los capitulares. Más tarde, el 12 de octubre de 1812, se expidióotra resolución por el contador general de ultramar confirmando la extinciónde la fábrica y lo relativo a los precios de la hoja de tabaco.

Las pruebas contenidas en este expediente evidencian no solo la enormeimportancia que tenía tanto el consumo del tabaco, como sus implicaciones eco-nómicas, sociales, laborales y hasta políticas e ideológicas en la comunidad pa-nameña colonial. también revela el altísimo grado de interés e involucramientodel estado español en lo concerniente al tabaco. en uno de los textos de este ex-pediente llega incluso a afirmarse que «el común uso de este artículo [el tabaco]lo hacía de primera necesidad». el consumo, la producción y comercialización

Nueva historia general de Panamá X 1651

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del tabaco lo invadía todo, y el estado era claramente consciente de su impor-tancia, como lo evidencian las acciones de virtualmente todas las autoridadesde poder: el Cabildo de panamá, el abogado fiscal de real Hacienda, el asesorpolítico, el gobernador y comandante, la Junta Superior de tribunales de nuevagranada, el virrey, el contador general de ultramar, en Cádiz, el secretario deHacienda de ultramar, en españa, y finalmente el mismo rey (o en su lugar elConsejo de regencia).

Los problemas del estanco, sin embargo, continuaron. Cuando Blas arose-mena, en su calidad de procurador del Cabildo hizo en 1809 su ya mencionadopronunciamiento, se expresaba no solo como vocero del ayuntamiento, o de laélite, sino de todo el vecindario ya que, al parecer, recogía el sentir mayoritariode la comunidad. de hecho, su posición debe considerarse representativa de laopinión prevaleciente en ese momento en panamá por lo que respecta al estanco,una opinión que no tendría ningún motivo para variar en los años siguientes.esto lo sugiere el hecho de que en septiembre de 1813, cuando vuelve a repetirsela misma situación que se había presentado en 1809 –a saber, carestía y encare-cimiento del tabaco–, el ayuntamiento capitalino se vio en la necesidad de con-vocar a Cabildo abierto para discutir la situación, solicitando al capitán generalde la nueva granada, Francisco Montalvo, la supresión del estanco del tabaco.en su petición el Cabildo señaló que en el establecimiento del estanco hubo «ar-bitrariedad» y «despotismo». Como los principales afectados eran los sectorespopulares, se atrevió a manifestarle a Montalvo, en los términos más fuertes losiguiente:

Quién puede asegurar que la ínfima plebe que en todas partes es la másnumerosa, naturalmente voluble, y aquí la más interesada en la equidad delprecio del tabaco, como que mucha parte de ella vive, la una de su labor yla otra de su compra y venta [...] no lleguen a abrir la voz y causar escánda-los, tanto más de temer aunque parezcan remotos, cuanto más a la vista sehallan perniciosos ejemplares cuya imitación debe precaverse a toda costa,y en todo caso evitarse s disgusto, que tarde o temprano pueden producirfatales consecuencias28.

teniendo en cuenta la atmósfera que se vivía entonces en las colonias, estaspalabras debieron sonarle a Montalvo más a velada amenaza que a sana adver-tencia. Sugerían, por decir lo menos, que el malestar colectivo podía degeneraren manifestaciones multitudinarias que en los países vecinos habían resultadoen la ruptura con españa. el administrador del estanco, José Bráximo, le pidiósu traslado para perú ya que no podía soportar continuar en un cargo, «con tan-tas amarguras y sobresaltos». Montalvo desoyó los clamores del ayuntamientopanameño y más tarde, en 1816, en reacción a sus enérgicos pronunciamientos,

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le impuso a los capitulares fuertes multas por «las expresiones subversivas, faltasde todo respeto y atrahidoras (sic) del desorden y pretexto del beneficio públicoy porque no habiéndose puesto remedio en tiempo en otros lugares se han ex-perimentado funestas consecuencias»29.

no debe sorprender el malestar que esta penalización ocasionó entre los ca-pitulares, ni descartarse la posibilidad de que el tratamiento que recibieron con-tribuyera a exacerbar su deseo de romper los vínculos de subordinación aespaña. después de todo, el estanco había creado un ambiente de mucha tensiónen todos los sectores de la población, creando un descontento que se había pro-longado durante muchos años. de hecho, según Mariano arosemena ya desde1813 habían empezado a sentirse en panamá las primeras manifestaciones enfavor de la independencia, pero habría que investigar más el papel que jugó elincidente del estanco del tabacos en la maduración de esa tendencia.

La administración o renta del tabaco, como hemos visto, tenía su sede enpanamá, en cuyo casco había siete «estancos», además de cinco «estancos forá-neos dentro de su jurisdicción, y 6 estancos en la administración de Veragua».La renta tenía varias tercenas o puestos de venta. Los cuadros siguientes recogenla actividad de la renta en el Istmo a partir del año 1809, año de la crisis.

Nueva historia general de Panamá X 1653

Administradores de la Renta del Tabaco en Panamá

Nombre Fecha de Fecha de Fecha de Tiempo ennombramiento posesión terminación el cargo

Félix Fernández de Soto 1781 ? 1781 1794 13 años

Josef Igarci de Aguirre 1794 5.IX.1804 10 años

Manuel Josef de Arze yOriñón (a.i.) IX.1804 II.1805 1 año 5 meses

Josef Lasso de la Vega 1805 ? IX.1812 ? 7 años

Manuel Josef de Arze (a.i.) X.1812 ? 14.VI.1813 9 meses

Francisco (sic, por Juan)de Paula Ducer 1812? 1812

Josef Bráximo de Heredia 25.II.1813 15.VI.1813 1816 3 años

Nota: Soto era de Málaga. Ya estaba en Panamá en tiempos del gobernador Ramón de Carvajal y era el interventor defábricas de fortificaciones. Bráximo era de Castilla la Vieja. El panameño Arze y Oriñón aplicó al cargo de Bráximo en1816, cuando esperaba que este se jubilase.

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1654 X El reformismo borbónico y la creación de los monopolios estatales: 1760-1821

Tabaco introducido a la Administración General de Panamá, año 1809

A. TABACO COMPRADO, POR ORIGEN, VOLUMEN Y PESO

Origen Arrobas Libras Petacas Promedio @ Porcentaje(de 25 libras) por petaca del pesoen «rama»

Habana 2,965 3 580 5.11 51.95Ambalema 1,315 18 246 5.35 23.05Chiriquí 1,426 22 273 5.23 25.00Total 5,706 43 1,099 5.20 100.00

(promedio del total)

B. «SUMARIO GENERAL DE LOS RAMOS DE QUE SE COMPONE EL TOTAL

DE TABACOS DE LA ADMINISTRACIÓN DE PANAMÁ EN 1809»

Descripción Arrobas Libras Atados de Tabaco en polvo(de 25 libras) 40 cigarrillos de Habana

en libras

Tabaco de Habana, Ambalema y Chiriquí 5,709 18 312,165Tabaco en polvo de Habana («polvo sutil») 220«Rapé» de Habana 221Total 5,709 18 312,165 441Tabaco vendido en 1809 311,565 231 ?

C. «SUMARIO GENERAL DE LOS RAMOS DE QUE SE COMPONE EL TOTAL CARGO DE TABACOS QUE RESULTA A LAS CINCO ADMI-NISTRACIONES DEL DEPARTAMENTO EN TODO EL AÑO DE 1809» (VENTAS DE TABACO POR DESTINO)

Administración «Atados» Hoja de tabaco Libras de tabaco de 40 cigarros («en rama») en @ y libras en polvo de Habana

De Panamá 239,611 958@ 10½ lbs 441De Portobelo 1,980 Del Darién 8,480 8@ De Veragua 39,914 De la Villa 20,746 Total 310,731 966@ 10½ lbs 441

D. VENTAS DE TABACO POR ADMINISTRACIÓN

Administración Valor en pesos de 8 reales Porcentaje

Panamá 88,612 76.95Portobelo 1,980 1.72Darién 3,071 2.67Veragua 14,079 12.23La Villa de Los Santos 7,408 6.43Total 115,150 100.00

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Nueva historia general de Panamá X 1655

E. PRECIOS DEL TABACO, AÑO 1809

Descripción Valor

Tabaco en «rama» (o en hoja) de Chiriquí 5, 5½ y 6 reales cada arroba de 25 libras

«Tabaco en polvo», de Habana a 4 pesos 2 reales 4 pesos 2 reales la libra

Tabaco en «rama» u hoja de Ambalema 4 y 5 reales cada «arroba» de 25 libras

«Rapé» 20 reales la libra

Atados of 40 cigarros 2-6/7 reales cada «atado»

Fuente: AGNB, Sección Colonia, Real Hacienda, tomo 191, «Cargo general de tabacos de la Administración principalde Panamá», por don José Lasso de la Vega, administrador principal, y doctor don Manuel Josef de Arze, contador einterventor de la Renta.Nota: de acuerdo a las cifras fiscales de 1809, el promedio per cápita del consumo de tabaco en Panamá era de 143cigarros o cerca de 3.6 «atados» y un gasto per cápita de 10 reales al año.

Administración del Tabaco en Panamá, año 1811

A. TABACO COMPRADO EN LA ADMINISTRACIÓN GENERAL DE PANAMÁ, AÑO 1811

Origen Tabaco, En rama, Atados de Polvo sutil yen arrobas libras 40 cigarros rapé, en libras

Habana 4,429 6½Ambalema 166 5½Chiriquí 463 16½Virginia 139 17½Mermas 2 5Taras 1,097 19Atados inútiles de cigarros 1,072Polvo sutil de HabanaÍdem, rapé 241Total 6,296 20 1,072 241

B. TABACO VENDIDO EN DIFERENTES ADMINISTRACIONES Y ESTANCOS EN EL ISTMO DE PANAMÁ, AÑO 1811(CIFRAS REDONDAS, SE ELIMINAN LIBRAS)

Administración Polvo Tabaco Tabaco de Tabaco Tabacoen libras habano @ Ambalema @ chiricano @ virginio @

Capital 241 3,231 33 266 139Portobelo 60Darién 78 17 36Veragua 253 88Villa de Los Santos 361 3 131Total 241 3,983 141 433 139

Continuación...

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1656 X El reformismo borbónico y la creación de los monopolios estatales: 1760-1821

Administración de tabaco en Panamá, año 1812

A. TABACO VENDIDO EN DIFERENTES ADMINISTRACIONES EN EL ISTMO DE PANAMÁ, AÑO 1812 (CIFRAS REDONDEADAS)

Administración Tabaco Tabaco Tabaco Tabaco Polvo sutilhabano, Ambalema, de Chiriquí, virginio, y rape,

en arrobas en arrobas en arrobas en arrobas en libras

Capital 3,231 33 266 139Portobelo 60Darién 78 17 36Veragua 253 88Villa de Los Santos 361 3 131Total 3,984 142 434 139 2

B. ENTRADAS DE TABACO A LA ADMINISTRACIÓN DE PANAMÁ, AÑO 1812

Descripción Cajones, Tabaco Tabaco En polvotercios, habano, chiricano, sutil y rape,petacas en arrobas en arrobas en libras

Cajones, tercios y petacas deHabana, Cuba, Trinidad y Chiriquí 1,229

Cargo de entrada en almacenes de los de Habana 6,074

Ídem de Chiriquí 157

Ídem, polvo, sutil y rape

Total 1,229 6,074 157 148

Resumen: 1,229 petacas cerradas de tabaco en rama «de Habana, isla de Cuba, Trinidad, y provincia de Chiriquí»;6,074 arrobas con 12 y media libras de las mismas clases de la Habana; 157 arrobas y 14 libras; 148 libras netas enpolvo sutil y rapé de Habana. Panamá, 31.XII.1812, Juan (sic) de Paula Ducer, administrador principal de la Renta.

C. TABACO INTRODUCIDO EN LA ADMINISTRACIÓN GENERAL DE PANAMÁ, AÑO 1811

Origen

Atados de cigarros 1,072En rama Habana 5.460@ 21½ lbsEn rama de Ambalema 166@ 5½lbsTabaco en rama chiricano 511@ 6½lbsTabaco en rama de Virginia 159@ 8lbsTabaco en polvo sutily rape de Habana 241 lbs

Totales 1,072 5,460@ 166@ 511@ 159@ 241 lbs21½ lbs 5½lbs 6½lbs 8lbs

Fuente: Libro Mayor de Cargo y Data de Caudales de la Administración Principal de Tabacos de Panamá, AGNB, ArchivoAnexo, Real Hacienda, Cuentas, firmado por el administrador principal Josef Lasso de la Vega, y el contador general,doctor Manuel Josef de Arze.

Atados decigarros

Tabacohabano en@ y lbs

Tabaco deAmbalemaen @ y lbs

Tabaco deChiriquí en@ y lbs

Tabaco deVirginia en@ y lbs

Tabaco enpolvo sutily rape deHabana

Continuación...

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Nueva historia general de Panamá X 1657

C. DISTRIBUCIÓN DE VENTAS DE TABACO EN LAS ADMINISTRACIONES DEL ISTMO, AÑO 1812

Administración Habana y Cuba, Tabaco de desecho Polvo sutil, librascorto, en arrobas de Habana, en arrobas

Capital 1,490 860 148

Portobelo 27 44

Darién 34 56

Veragua 223 225

La Villa 272 211

Total 2,746 1,396 148

Nota: De tabaco de Chiriquí, se registraron 65@ 15 libras netas de tabaco de Chiriquí de primera y 22@ 11 libras desegunda. Debido a la guerra debió interrumpirse abastecimiento de tabaco de Ambalema.

D. INGRESOS DE LA ADMINISTRACIÓN DE TABACOS DE PANAMÁ, AÑO 1812

Descripción Pesos

Existencia en 31 de diciembre de 1811 8,182

Producto de la Administración de la capital 32,982

Producto de la Administración de Portobelo 1,232

Producto de la Administración de la provincia del Darién 1,215

Producto de la Administración de Santiago de Veragua 3,283

Producto de la Villa de los Santos 4,009

Debido cobrar en la Administración de Santa Marta 23

Alcance contra el administrador (ilegible)

Alcance en favor de la Dirección General Ibidem

Caudal remitido por la Dirección General en 1812 1

Suplementos hechos a esta renta 160

Valor del tabaco vendido para el Perú 2,258

Cargo de lo extraído por cuenta del depósito 4

Cargo de aprovechamientos 359

Valor del tabaco en rama comisado 17

Total (valor del cargo general de caudales) 98,641

Fuente: Libro Mayor de Cargo y Data de Caudales de la Administración Principal de Tabacos de Panamá, AGNB, ArchivoAnexo, Real Hacienda, firmado por el administrador principal Francisco de Paula Ducer y el doctor Manuel Josef deArze, contador.

Continuación...

después de la independencia, la nueva república decidió continuar con elestanco del tabaco. Luego de largos años de destructivas guerras, la nueva re-pública estaba económicamente exhausta. entonces, a pesar de que era tan im-popular y de constituir un símbolo de la opresión colonial, como el gobierno de

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1658 X El reformismo borbónico y la creación de los monopolios estatales: 1760-1821

Sumario general del cargo para 1819

Descripción Pesos

Existencia en 31.XII.1819 31,576

Cargo de alcance de cuenta 13,271

Producto de la venta de la tercena 55,553

Ídem de la Administración de Portobelo 618

Ídem de la del Darién 986

Ídem de la de Veragua 2,131

Ídem de la de la Villa de Los Santos 7,085

Ídem del Estanco de Chagre 1,748

Exacción extraordinaria 22,431

Impuesto temporal 14,601

Cargo de productos de comiso 638

Derechos de regalía 37

Cargo de aprovechamientos 981

Debido cobrar a cajas ajenas 82,989

Total 234,645

Fuente: AGNB, Sección Archivo Anexo, Fondo Real Hacienda, tomo 2897C.Nota: Las cifras están redondeadas. I. Año 1783. Cuenta general de la administración de tabaco en la ciudad de Pa-namá, de enero 1 a diciembre 31 de 1783) 1. Cargo de cigarros en «atados» de 40 cigarros cada y libras de tabacoen polvo.

nueva granada tenía una gran necesidad de dinero, tuvo que mantener al es-tanco del tabaco como una forma muy segura de obtener los ingresos tannecesarios. así que el monopolio colonial continuó operando sin cambios sig-nificativos, ni en la administración ni en el sistema de producción. Casi idénticapolítica fue seguida por los otros estados vecinos. en ecuador, el monopoliofue establecido en 1831, en Venezuela en 1832 y en México en 1843.

panamá alcanzó su independencia por sí misma, pero inmediatamente seunió a la república de nueva granada por razones oportunistas, de las cualeslos panameños se arrepintieron muy pronto. a pesar de ello, la misma Consti-tución y leyes fueron aplicadas tanto en nueva granada como en el Istmo, in-cluyendo el estanco del tabaco.

el estanco estuvo vigente hasta 1850, cuando una nueva corriente políticae ideológica causó su abolición. no sería sino hasta fines de 1880, con el adveni-miento del presidente rafael núñez, representante de una poderosa política con-servadora, que el estanco fue reestablecido nuevamente. Cuando panamá seconvirtió en una nación independiente de Colombia en 1903, el viejo estancoaún estaba funcionando, para pronto ser abolido para siempre.

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Nueva historia general de Panamá X 1659

Tabaco e ingreso fiscal total del istmo de Panamá, años 1800-1846

Años Pesos Reales % del ingreso total Fuente

1800 88,766 6½ 24.5 AGI1801 48,772 14.6 AGI1802 89,621 2½ 21.7 AGI1812 20,000 (?) 2.7 AGI/Lloyd1823 60,402 Gaceta Oficial1824 24,639 2 10.4 Gaceta Oficial1826 15,820 6.7 Méndez/Lloyd1827 15,820 6.5 Méndez/Lloyd1832 9,695 7.5 US Congress/Soc.

Amigos del País1833 13,777 10.9 Vargas Ugarte, p. 461834 29,024 28.3 US Consular Reports1835 19,738 21.0 Idem.1836-37 24,144 19.8 Idem.1837-38 26,481 24.8 Idem.1838-39 30,999 21.4 Idem.1839-40 27,799 38.1 Idem.1840-41 405 3.0 Idem.1841-42 21,446 19.4 Idem.1842-43 16,154 18.1 Idem.1843-44 31,735 25.3 Idem./Memorias

de Hacienda1844-45 27,114 22.5 Idem.1845-46 22,519 20.0 Idem./Méndez

Notas

1 «Luisa de Torres dueña de la Venta de Pequení, con los arrieros y dueños de recuas de Pa-namá sobre que se pague a real por cada cabalgadura de las que posaren en dicha venta»,1643-1663, AGI Escribanía de Cámara, 452B, folios 506 a 637.

2 Estimado del gobernador y presidente de la Audiencia Juan Pérez de Guzmán, AGI Conta-duría 1485A.

3 Informe fiscal de don Miguel Antonio de Herrera, administrador particular en Portobelo, yde Félix Fernández de Soto, administrador general de la Renta del Tabaco, Panamá, 22.I.1770,AGNB, Sección Colonia, Fondo Tabacos, tomo 13, folio 169.

4 Para 1776, AGI Santa Fe 817; para el resto, AGI Panamá 341.5 Cf. Cuentas de la Renta en AGI Panamá 341.6 Sobre el alquiler de la casa de doña María Marcelina, en AGNC, Fondo Colonia, Tabacos,

tomo 27, folio 113-121. Ella se quejaba de que el administrador dejaba desocupada unapieza que nadie quería alquilar, lo que perjudicaba sus intereses. Para el fuego, «Relaciónpuntual e individual del importe total y líquido que ha resultado del incendio acaecido enesta ciudad la noche de 26 de abril del año próximo pasado (1781)…», AGI Panamá 260.

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7 AGNC, Mapoteca, número 322-A. Con textos de remisión en Fondo Colonia, Tabacos,tomo 24.

8 AGNC, Fondo Colonia, Tabacos, tomo 27, folios 818-851.9 AGNC, Fondo Colonia, Tabacos, diferentes folios del tomo 27.

10 Ibidem, folios 3-43.11 Ver sobre la situación económica de Cuba, Ramiro Guerra,Manual de historia de Cuba:Desdesu descubrimiento hasta 1868, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1971, libro IV, cap. XI.

12 Ibidem, sobre todo, pp. 205 a 207 y pp. 214 a 215.13 Ibidem, p. 214.14 «Plan de Economía y Buena Administración o Prospecto al Gobierno Político Militar y Eco-

nómico para el istmo de Panamá», Panamá, 30.XII.1809, con carta de remisión de Bernabeude la misma fecha al rey. Al Margen: «Se dio cuenta en la sesión secreta del día 3 de junio de1811 y no se admitió a discusión», Archivo de las Cortes Españolas, signatura Mss de Américay las Filipinas, legajo 6, número 39.

15 Estos documentos en AGI Panamá 296B.16 AGNB, Fondo Colonia, Solicitudes, tomo 7, «El doctor don Blas de Arosemena, de Panamá,

abogado de esta Real Audiencia, solicita se le alce la suspensión que se le había hecho yque se le amplíe el ejercicio de su facultad», año 1816.

17 «Tango» era el nombre que solía darse en Cartagena al manojo, el cual pesaba media libra.18 Lasso nació hacia 1752, en Santiago de Veragua. Era hijo del capitán don Nicolás Feliciano

Lasso de la Vega, guarda mayor del puerto y bahía de Panamá, y de doña Estéfana Josefade la Rosa Lombardo «personas de la primera distinción». Tras la muerte de su padre lesucedió a este en la plaza de guarda mayor, nombrado por el gobernador Ramón de Car-vajal. Tío de Josef Lasso era Josef Nicolás Liberato Lasso de la Vega, quien falleció siendochantre de la catedral de Panamá. Pero su mayor influencia la tenía de otro tío, ManuelJosef de Ayala, consejero de capa y espada del Supremo Consejo de Indias, y a quien debiósu cargo de administrador del Estanco. Cf. «Relación de los Méritos y Servicios de donJosef Laso de la Vega...», Madrid, 1.IV.1796, impreso, AGI Panamá 292. Su petición para elcargo de administrador de la Renta en Panamá, mediante apoderado en Madrid, 2.III.1805,AGI Panamá 302.

19 Su padre era Josef Manuel de Arze Maoño, de Santander, y su madre Josefa de Oriñón Ledea.Su padre llegó a Panamá en 1742 y pronto acumuló una gran fortuna en bienes raíces y elcomercio. Su hermana Manuela María casó con Ramón Díaz del Campo, contador de RealHacienda, y otra hermana casó con el rico comerciante Josef Ventura Soparda, aspirante almarquesado del Darién. Manuel Josef nació en 1761 y casó con Tomasa Delgado. Ver A. Cas-tillero Calvo, La ciudad imaginada, pp. 158 y 287. En AGI Panamá 301 y 302 se encuentranRelaciones de Méritos y abundante información sobre ejecutorias de Manuel Josef de Arzeentre 1797 y 1812. Extenso expediente suyo solicitando varios cargos en 1816, en AGNB,Fondo Colonia, Solicitudes, tomo 5.

20 Para los precios y estado general de la Renta en 1809, ver AGNB, Fondo Colonia, Real Ha-cienda, tomo 191, «Cargo general de tabacos de la administración principal de Panamá»,por don José Lasso de la Vega, Administrador Principal, y doctor don Manuel Josef de Arze,contador e interventor de la Renta.

21 Referencia explícita al nombramiento de Lasso por influencia del ministro Ayala, en solicitudde ascenso a nuevos cargos por Manuel José de Arze en 1815, AGNB, Fondo Colonia, Solici-tudes, tomo 5, folio 553. Ayala murió en Madrid el 8.III.1805. Sobre la vida y obra de este im-portante jurisconsulto panameño, ver Jorge Fábrega P., Manuel Joseph de Ayala, el másdestacado jurista indiano, sin fecha, Panamá, década de 1970.

1660 X El reformismo borbónico y la creación de los monopolios estatales: 1760-1821

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22 Rafael Macías era nieto de Juan Macías de Sandoval, quien fue contador de Real Hacienda,radicado en Panamá desde principios del siglo XVIII. Era hijo de Jerónimo Macías de Sando-val, quien fue teniente de gobernador y auditor de guerra, y de María Josefa Suárez Patiño,ambos panameños. Ver «Relación de Méritos y grados de don Jerónimo Macías de Sando-val», impreso en Madrid, 24.VI.1750, AGI Panamá 128. Rafael fue nombrado en propiedadcomo defensor de Real Hacienda en 1797. Ver AGI Panamá 302.

23 Este documento en AGI Panamá 131.24 «Cargo general de tabacos de la administración principal de Panamá» AGNB, Sección Colo-

nia, Real Hacienda, tomo 191, por don José Lasso de la Vega, administrador principal, y doc-tor don Manuel Josef de Arze, contador e interventor de la Renta.

25 AGI Panamá 248.26 La Estrella de Panamá, 22 de abril de 1880, número 396.27 Soto fue el primer administrador general de la Renta del Tabaco y conservó el puesto hasta

su muerte en marzo de 1794. Muy poco después fue sucedido por Josef Ygarci de Aguirre,quien muere en el cargo en 1804, siendo reemplazado por Josef Lasso de la Vega. Tras lamuerte de Lasso en 1813, el cargo es ocupado por José Bráximo de Heredia el 15.VI.1813.Sobre esto último, «Hoja de Servicios» de Bráximo, en AGI Panamá 296A. Este nombramientose debió a sus contactos en Madrid, con Pedro Aparicio y Fermín de Vega, de la Secretaríade Hacienda. Ver solicitud de Manuel José de Arze en 1815, AGNB, Fondo Colonia, Solicitu-des, tomo 5, folio 553.

28 «Expediente creado por la reunión del Cabildo de Panamá para tratar sobre el remedio quese debe poner a la carestía de tabaco de La Habana», AGNB, Gobierno, tomo XXIV, folio 1.Citado por Celestino Araúz, La independencia de Panamá en 1821: Antecedentes, balance yproyecciones, Panamá, 1979, p. 75.

29 Ibidem.

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arCHIVoS ConSuLtadoSY SIgLaS uSadaS

R. C. real CédulaR. O. real ordenACP autoridad del Canal de panamá (Biblioteca roberto F. Chiari)AGEM archivo general del ejército (antes SHeM)AGI archivo general de Indias, SevillaAGNB archivo general de la nación, Bogotá (antes anB)AGS archivo general de Simancas, ValladolidAGNL archivo general de la nación, LimaAHNM archivo Histórico nacional, MadridANP archivo nacional, panamáARSI archivo romano Societate Iesu, romaBMNM Biblioteca del Museo naval, MadridBNM Biblioteca nacional, MadridBPRM Biblioteca del palacio real, MadridBRAHM Biblioteca de la real academia de la HistoriaCGEM Centro geográfico del ejército, Madrid (antes SgeM)CMAFACM archivo de las Cortes, MadridIHCMM Instituto de Historia y Cultura Militar, MadridINAC Instituto nacional de Cultura, panamáMAM Museo de américa, MadridMHP Museo de Historia de panamáMNCNM Museo nacional de Ciencias naturales, MadridMNM Museo naval, MadridMUCI Museo del Canal Interoceánico, panamáNAUSA national archives, College park, uSa, rg 185

(«registros del Canal de panamá, 1848-1999»)PRO FO public record office, Foreign office, InglaterraRPP registro público, panamáSGEM Servicio geográfico del ejército, Madrid (hoy CgeM)SHEM Servicio Histórico del ejército (actual ageM)SHMM Servicio Histórico Militar, MadridSUMCA Stanford university Museum of art, palo alto, California

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VOLUMEN I

TOMO 1Primera parte

Las sociedades originarias Segunda parte

El orden colonial

TOMO 2El orden colonial

TOMO 3El orden colonial

VOLUMEN II

El siglo XIX

VOLUMEN III

TOMO 1Los siglos XX y XXI

TOMO 2Los siglos XX y XXI

UE A DE DE P

ISA HISTVA HISTNUEVVA HIST

ANAMÁ ER L

ANAMÁO A EN

P PANAMÁORIA GENERALA HIST

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Las ocie Pri

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Las socieda Prim

TOMO T

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ades orig ariaera arte

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ades originariasmera parteOM 11OMO

ILUMEN

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Las ocie

El orde TOMO 3

El orden colonial TO

El ord Segunda parte

Las socieda

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El orden colonial OMO 2

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IIINUMEN

siglo XIX

IIOLUMEN

en colonial

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Los sigl TOMO 2

Los sigl TO

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los XX y XXITOMO 2

los XX y XXIOMO 1