nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar...

105

Upload: dangdan

Post on 26-Sep-2018

216 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales
Page 2: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

Nunca se sabe

(c) Mar Echenique

(c) Edición Digital LITyART 2017

Imagen de portada: Detalle de una obra de la pintora polaca Tamara de Lempicka.

Page 3: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

3

LA BASE

Fue providencial que a mediados de mi octavo bienio,

Smoon, la chica nueva, se incorporara a nuestra cápsula de

producción. Andábamos necesitados de compañerismo,

porque las cosas habían tomado rumbos hostiles en los úl-

timos tiempos, y, para qué engañarnos, ya no nos aguantá-

bamos los unos a los otros. Por eso, cada mañana, ver la

sonrisa de Smoon nos reconfortaba y en cierto modo nos

reconciliaba con nuestra misión. Saber que había una per-

sona dispuesta siempre a colaborar, que todavía gozaba de

Page 4: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

4

la ingenuidad suficiente para creer en la importancia de la

dedicación y el compromiso con la tarea bien hecha, nos

hacía sentirnos a todos un poco mejores. Apenas sin dar-

nos cuenta, empezamos a olvidar nuestras rencillas y a in-

tentar superarnos en nuestro trabajo, porque en el fondo,

casi sin saberlo, todos empezamos a buscar la aprobación

de Smoon. Queríamos que ella se identificara con nosotros

o, quizá, lo que de verdad ansiábamos era reconocernos en

ella, volver a sentir el ímpetu de los viejos tiempos, cuan-

do nos iniciamos en este rutinario oficio, tan lejano de la

vida cotidiana que nunca habíamos vivido y que, sin em-

bargo, añorábamos.

Smoon era una persona delicada, la más joven de no-

sotros y la de apariencia más frágil. Había nacido con una

malformación en la cadera que las múltiples operaciones

de implantación de prótesis no habían conseguido corregir.

Page 5: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

5

Al caminar se veía obligada a arrastrar la pierna izquierda

ayudándose de un bonito bastón con empuñadura de plata.

La prótesis le producía molestias que ella intentaba disi-

mular con su perenne sonrisa y su afán por ayudar a los

demás. Quizá fuese eso, su capacidad de entrega, lo que la

llevaba a olvidarse de sus problemas, a no sentir lástima

de sí misma y a soportar con valentía el dolor lacerante

que a veces se le dibujaba en el gesto: una pequeña con-

tracción de los ojos, una simple mueca que desaparecía ca-

si en el mismo instante de haberse producido y ¡zas!... ya

estaba de nuevo su sonrisa. Era apenas perceptible, pero

en ese momento, si la mirabas fijamente, comprendías lo

mucho que sufría.

Pero a mí, lo que más me admiraba era su paciencia

con aquellos a los que todos rehuíamos, esos que llevaban

ya más de quince o veinte bienios en la misión y se habían

Page 6: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

6

instalado en la queja permanente, en los reproches conti-

nuos. No entendía cómo aquella chica frágil y generosa,

trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar

las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño

grupo de incondicionales le obsequiaban cada poco tiem-

po. Se daba el caso además de que los que más se queja-

ban, los que más incrédulos se mostraban con nuestra mi-

sión, eran quienes con mayor ahínco se deshacían en ama-

bilidades cuando los supervisores internos visitaban la ba-

se. Yo no podía aguantar tanta hipocresía, pero Smoon, sí.

Ella hablaba con todos, con los rezongones, con los pesa-

dos, con los críticos, con los resabiados, con los ariscos y

con los cretinos, y para todos tenía una palabra amable, un

gesto de apoyo y, siempre, su maravillosa sonrisa.

Yo al principio me mantuve a una distancia pruden-

cial. No gozaba de buenas relaciones con ninguno de mis

Page 7: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

7

compañeros, pero tampoco me gustaba sermonearlos o in-

disponerme claramente. Mi instinto me decía que era me-

jor la soledad, apartarme de las zonas comunes siempre

que fuera posible. Y así, en cuanto se interrumpía la jorna-

da, en lugar de ir al comedor, me dirigía al bosque sideral.

Allí, sentada sobre la plataforma de simulación, daba

cuenta de los monótonos y escasos víveres que los demás

comían juntos, lamentándose a coro del sabor plástico y

enlatado de los alimentos, que hacía imposible distinguir

una ensalada de brócoli de una tartaleta de fresas. Pero

peor que la comida era escucharles a ellos: las mismas le-

tanías durante bienios, las mismas bromas que de tan gas-

tadas se quedaban a medias, ¿hay alguien capaz de reírse

de que Alexio, una vez más, y con esta van ya setecientas

treinta y dos, levante las delgadas láminas de embutido pa-

ra demostrar que puede verse a través de ellas?

Page 8: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

8

En el bosque yo me encontraba a gusto, sola con mis

pensamientos. Ese momento de sosiego me daba fuerzas

para continuar la jornada, para sentirme diferente. Necesi-

taba pensar que yo no formaba parte de esa masa homogé-

nea de trabajadores de la base, que vestíamos casi igual,

comíamos lo mismo, hacíamos trabajos idénticos y con-

templábamos un único paisaje.

Un día ella me siguió hasta mi rincón en el bosque.

Reconozco que me disgustó verla pues temí que buscara

algún tipo de intimidad, que imaginara que mi aislamiento

se debía a problemas o roces con los demás y quisiera

brindarme su apoyo.

–Qué bien se está aquí, Silvana, ¿te importa que me

quede a comer contigo?

–No, claro, siéntate.

Page 9: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

9

–Hay veces que una necesita salir y respirar, en el

comedor hay un ruido ensordecedor –dijo, mientras me di-

rigía una de sus características sonrisas.

–Sí, la verdad es que a mí me agobia mucho y suelo

venir siempre aquí –respondí–. Menos cuando llueve, cla-

ro.

–Es una idea estupenda, parece que hasta la fruta me-

jora aquí. Mira qué sabrosa está la sandía...

Y era cierto, la sonrisa de Smoon dejaba escapar un

poco de jugo rosa y brillante que se deslizaba con suavi-

dad hacia su barbilla. De pronto empecé a sentirme bien,

como si fuésemos dos amigas disfrutando de una de esas

meriendas campestres que se veían en las viejas películas

del siglo XX.

Page 10: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

10

A partir de ese día, Smoon empezó a comer en el

bosque conmigo una o dos veces por semana. Yo notaba

que a ella le gustaba y que hubiera preferido hacerlo con

mayor asiduidad. Pero era lógico que no viniera más a

menudo, porque todos en la base disfrutaban con su pre-

sencia y ella era bondadosa y no privaba a nadie de su

compañía.

Con todo, lo mejor de Smoon no era para mí su gene-

rosidad y su permanente alegría, cualidades ambas que yo

admiraba, sino su discreción. Jamás me preguntaba abier-

tamente por algo, sino que, entre ambas, se fue creando

una corriente de camaradería donde las opiniones fluían de

una a otra. Poco a poco me vi esperando, cada vez con

mayor ilusión, los días de la semana en que las dos co-

míamos juntas, y empecé a darme cuenta de que nuestra

Page 11: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

11

relación debía de formar parte de aquello que en el mundo

antiguo se conocía como amistad.

Fue entonces cuando noté también cómo aquel pe-

queño gesto de sufrimiento, casi imperceptible para todos,

duraba unos segundos más cuando estábamos solas. Claro,

conmigo no tenía que disimular, yo era su amiga y si la

prótesis oprimía de golpe algún nervio, yo podía ser cóm-

plice de su dolor, de la misma manera que ella acompaña-

ba a todos los demás en sus problemas reales o, en la ma-

yoría de los casos, imaginarios. Por detalles como este, yo

me daba cuenta de que a mí me consideraba alguien espe-

cial, que conmigo se sentía realmente cómoda, que nuestra

relación era de verdadera amistad y no movida por su

enorme capacidad para cooperar y comprender a los de-

más. Conmigo podía relajarse, porque yo en ningún mo-

Page 12: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

12

mento demandé su ayuda ni la presioné con mis quejas

como hacían la mayoría de los compañeros de la base.

Hablábamos de cualquier cosa y el tiempo pasaba de-

prisa, gozoso. Un día le pregunté por la música:

–Smoon, ¿conoces la vieja escala musical?

Era la víspera del equinoccio de Júpiter y en nuestro

sitio favorito del bosque soplaba una brisa de mediodía

que hacía que nos sintiéramos a gusto, tumbadas las dos

sobre la cálida plataforma y rodeadas de una vegetación

incipiente.

Antes de responder, me dedicó una sonrisa muy espe-

cial. Sentí que hacía tiempo que ella deseaba que le hiciera

esa pregunta y, aunque estábamos completamente solas,

descendió el tono alegre de su voz:

Page 13: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

13

–¿Cuál? ¿la de las siete notas?. Do re mi... La aprendí

de pequeña. Mi madre me enseñó. Soy de Llancia.

–¿De Llancia? Entonces, ¿conociste a tu madre y el

tiempo antiguo?

–Sí –susurró ella-. Por eso es por lo que tengo el pro-

blema en la cadera, porque nací de parto natural.

–¡Oh!. Vaya, es increíble. Nunca había vuelto a co-

nocer a nadie de Llancia desde que Marcos se marchó de

la base. Él fue quien me enseñó la vieja escala musical y

algunas melodías que incluso llevaban letras incorporadas.

–Claro, las viejas canciones —dijo Smoon con año-

ranza—. Mi madre sabía muchas. Pero, un momento —

añadió con una sonrisa de complicidad— ¿quién es ese tal

Marcos?

Page 14: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

14

–Un compañero. Era alguien estupendo. El mejor

compañero que he tenido. Hace dos bienios le destinaron a

Oriol... Es raro, todavía no he tenido noticias suyas y ya

hace tiempo que debería haber contactado conmigo. Pro-

metió avisarme en cuanto se despertara.

–No te preocupes. A lo mejor continúa durmiendo

plácidamente en su cápsula atemporal.

Cogió mi mano entre las suyas y añadió:

–Créeme. Estoy segura de que muy pronto recibirás

un mensaje. Quizá mañana mismo tengas noticias su-

yas...Por favor, Silvana, volvamos a hablar de música. La

echo tanto de menos ¿No tendrás alguna partitura?

Dudé unos instantes al recordar las advertencias de

Marcos: nunca debíamos desvelar nuestro secreto. Corrían

tiempos extraños y cualquier cosa podía ser mal interpre-

Page 15: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

15

tada. Sólo podíamos confiar el uno en el otro. Pero, claro,

eso era porque Marcos no había llegado a conocer a

Smoon. Además, ella también era de Llancia y...

–Sí –respondí–, Marcos me dejó tres partituras antes

de marcharse, y también un instrumento para hacer músi-

ca. Se llama flauta y la hizo él mismo con un palo de haya

que encontró en el bosque. Lo enterré todo al lado de la

nave en ruinas y no he vuelto jamás. No sé si todavía me

acordaré de las notas.

–Seguro que sí, esas cosas no se olvidan, ¿Quieres

que lo busquemos e intentemos tocar alguna melodía?

–Me encantaría. Si quieres, el próximo día que co-

mamos juntas vamos a desenterrarlo. Hoy ya no tenemos

tiempo.

Page 16: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

16

–Es una idea estupenda. Entonces lo haremos mañana

sin falta. No creo que pueda esperar un día más.

Aquella noche me acosté nerviosa. No es que antes

de la llegada de Smoon me sintiera mal. Estaba cómoda

con mi soledad. Pero ahora disfrutaba de verdad. Tenía

una amiga. Compartíamos secretos y mañana mismo íba-

mos a poder sentarnos a tocar juntas las viejas partituras

de Marcos. Seguro que él lo aprobaría. Qué distinta sona-

ba aquella música a los ritmos de la base. Era algo com-

pletamente diferente a lo que se utilizaba ahora: ritmo de

trabajo, ritmo de entretenimiento, ritmo de relajación.

Unas resonancias que, como la comida, parecían enlatadas

y monótonas. Las melodías que Marcos me enseñaba te-

nían un sonido limpio, puro, que te transportaba a otro lu-

gar, y las canciones estaban formadas por palabras muy

Page 17: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

17

bellas que componían rimas para expresar viejos senti-

mientos como el amor o la libertad.

Cuando desperté, me noté descansada y liviana. Du-

rante el desayuno tuve ganas de sonreír a todos mis com-

pañeros. Me sentía feliz. Nada más llegar a mi puesto, vi

que la luz roja de alarma se encendía intermitentemente:

me llamaban de supervisión. No me preocupé en absoluto.

Sabía que, como siempre, había hecho bien mi trabajo.

Seguramente querrían felicitarme o promocionarme a en-

cargada de misión. Era un día perfecto. Quizás hasta era

posible que Smoon hubiese acertado al pensar que hoy

mismo recibiría alguna noticia de Marcos.

Al llegar al final del pasillo, las puertas se deslizaron

para dejarme pasar. Reunidos en la mesa octogonal, los

doce mandos supremos rodeaban al gran supervisor. En el

Page 18: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

18

asiento contiguo se encontraba mi amiga, llevaba puestos

los galones de controladora de recursos humanos y, por

primera vez desde que yo la conocía, no sonreía. Se levan-

tó y se dirigió hacia mí atléticamente, sin cojera alguna,

sin necesidad de apoyarse en su bonito bastón con empu-

ñadura de plata. Su voz sonó dura, metálica, una voz que

nada tenía que ver con el tono alegre que todos conocía-

mos:

–Silvana, querida, agradecemos el esfuerzo y la dedi-

cación que has prestado a esta base durante ocho bienios.

Pero habiendo podido conocer lo inadecuado de tus gustos

y aficiones, consideramos que lo más conveniente para

nuestra misión es prescindir de tus servicios.

Hizo un leve gesto con la mano y una bandeja rotato-

ria depositó a mi lado los tres libros de partituras y la flau-

Page 19: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

19

ta de madera de haya que Marcos me había regalado antes

de marchar a Oriol.

Smoon se giró hacia el gran supervisor, señaló con

desprecio la bandeja y siguió hablando:

–No creo que sirva de nada enviarle a otra base o a

una celda de castigo, porque he comprobado que está ab-

solutamente contaminada por el romanticismo del mundo

antiguo y es peligrosa para nuestra misión. Mi recomenda-

ción es que sea eliminada por el sistema de transformación

en residuos cósmicos.

–Teniente Smoon, ha sido un placer tenerla entre no-

sotros —respondió de inmediato el gran supervisor—. Sus

técnicas de control son cada vez más sofisticadas. En este

breve periodo ha conseguido usted detectar dieciocho su-

jetos subversivos y peligrosos que serán eliminados de

Page 20: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

20

inmediato. Informaremos, como siempre, de que han sido

destinados a la nueva base de Oriol. Le estamos muy

agradecidos.

Page 21: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

21

CAFÉ SOLO, BIEN CARGADO Y CON DOS DE

AZÚCAR

–¿Qué harán ahí metidos? –preguntó ella–. ¿Esperar a

que escampe?

–Nosotros, desde luego, no vamos a esperar –

respondió el chico con una sonrisa, mientras agarraba su

impermeable y salía del coche.

Ella le siguió con su gran paraguas rojo. El AX quedó

incrustado en el pequeño espacio que un anticuado Merce-

Page 22: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

22

des color beige, ocupado por un hombre y dos mujeres,

dejaba disponible en la abrupta playa. Aunque el ambiente

estaba cargado de humedad, el cielo sólo mostraba un pe-

queño cúmulo de nubes pasajeras. Pronto volvería a salir

el sol y podrían disfrutar de sus bocatas en ese lugar per-

dido de la costa cantábrica, que por la mañana habían ele-

gido en el mapa.

Ana y Mario trabajaban juntos en una agencia de pu-

blicidad. Se habían conocido hacía seis meses, cuando tu-

vieron que preparar juntos la campaña de los yogures. El

encargo lo había recibido la agencia con más prisa de la

habitual. Se trataba, por tanto, de una auténtica locura. A

pesar de ello, los jefes aceptaron y pusieron a Mario y Ana

al frente. Apenas se habían cruzado un par de veces en los

pasillos. Pero pronto se vieron abocados a estar juntos día

y noche durante cuatro tensas jornadas. El resultado fue la

Page 23: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

23

presentación de un proyecto que entusiasmó a los dueños

de los yogures. Para entonces Ana y Mario, ya se habían

enamorado.

La situación, sin embargo, no era fácil para ninguno

de los dos. Hacía sólo dos meses que ella vivía con Pedro,

su novio. Por fin habían conseguido, con el aval de sus

padres, ser titulares de una estupenda hipoteca que dentro

de cuarenta años les daría la propiedad absoluta de un pre-

cioso ático de cuarenta metros cuadrados. Un año de traba-

jo y letras por cada metro de la exigua vivienda. Estaban

satisfechos. No disponer de casa propia había sido su pe-

sadilla durante los últimos años. La hipoteca se llevaba

más del cincuenta por ciento de sus sueldos de mileuristas,

pero no les importaba. Se apañarían y, con el tiempo, se

supone que irían mejorando.

Page 24: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

24

Por su parte, Mario y Elena que llevaban cuatro años

viviendo en un piso alquilado, iban a ser padres. El emba-

razo, conseguido gracias a las técnicas de reproducción

asistida, les había costado muchos esfuerzos y demasiado

tiempo. También dinero. Pero ambos estaban convencidos

de que querían tener un hijo. Se sentían satisfechos: por

fin lo habían conseguido.

Llegó la campaña de los yogures y a Ana y a Mario la

vida les dio la vuelta. El proyecto fue un éxito y no cabía

duda de que ellos estaban hechos el uno para el otro.

Coincidían en todo, hasta en la forma de tomar el café: so-

lo, bien cargado y con dos de azúcar. Ana nunca había co-

nocido a nadie tan ambicioso y astuto como ella misma. Y

Mario jamás había imaginado que pudiese existir alguien

que compartiera, no sólo su peculiar sentido del humor,

Page 25: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

25

sino también su manera práctica y expeditiva de afrontar

la vida. Lo tuvieron claro: juntos triunfarían.

–Estupendo, ya sale el sol –exclamó Ana–. Comere-

mos en esas rocas.

Tras media hora de marcha por un sendero sinuoso

que tan pronto les acercaba como les alejaba de la costa,

habían alcanzado por fin una explanada desde la que se

divisaba toda la bahía.

–¿Y los bocatas? –preguntó Mario–.Yo no los llevo,

¿y tú?

–Pues habrá que volver a por ellos –rió Ana–. Con la

que estaba cayendo, se nos ha olvidado cogerlos.

–Todavía está ahí el Mercedes –observó Mario al

darse la vuelta.

Page 26: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

26

–Mira, también hay un barco acercándose a la playa –

señaló Ana–. Nosotros que creíamos que estábamos casi

en el fin del mundo.

......................

Entre la mediana marejada, Brais, un muchacho re-

suelto y de sonrisa fácil, maneja con destreza el timón de

la lancha motora. En el interior de la cabina viajan dos

hombres, más bien jóvenes, de pelo liso y engominado;

ambos con gafas oscuras y americanas a rayas. Ninguno

lleva corbata. Ninguno sonríe. El más bajo muestra un

semblante blanco, al borde del mareo. El más alto se man-

tiene erguido, con la mirada desafiante sobre el oleaje. Su

Page 27: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

27

mano derecha no deja de palpar una y otra vez el bulto que

esconde bajo su chaqueta:

–Te juro que me los cargo, no me vale ninguna excu-

sa más –dice a su compañero, que asiente a duras penas-.

O traen toda la pasta o los liquido. Bastante nos hemos

arriesgado ya nosotros. ¿O no es así, Tomás?

–Claro, hermano, así es.

Mientras responde, el rostro de Tomás parece desarti-

cularse al reprimir en la garganta una terrible arcada. An-

tes de vaciar su estómago por encima de la borda, consi-

gue el tiempo necesario para balbucear su preocupación:

–¿Por qué habrá dos coches?

El hermano de Tomás vuelve a palparse el bulto bajo

el traje. Su rostro no se inmuta.

Page 28: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

28

–A lo mejor quieren tendernos una trampa. ¡Serán hi-

jos de puta! Yo me los cargo. ¡Me los cargo a todos!

Mientras tanto, el joven Brais, ajeno a la conversa-

ción de sus dos pasajeros, comienza las maniobras de

acercamiento a la playa. Parece llevar toda la vida a bordo

y, desde luego, las olas no tienen secretos para él. Sabe

bien cómo escorarlas. La lancha aparenta hundirse por es-

tribor y un instante después ya está a flote encaramada a

una cresta de espuma y, a continuación, vuelve a ladearse,

esta vez hacia babor. Desde que cumplió los dieciséis años

su vida se reduce al mar y a esa motora que heredó de su

padre. Transporta pasajeros y mercancías huyendo siem-

pre de la vigilancia de los guardacostas y de la curiosidad

de los escasos turistas que de vez en cuando se dejan caer

por allí. Hace bien su trabajo. Navega seguro, rotundo y

suave. Y lo más importante: apenas habla, jamás pregunta,

Page 29: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

29

ni siquiera parece escuchar. Le basta con cobrar. Se saca

una buena tajada con cada entrega y sueña. Sueña con de-

jar un día esa costa abrupta e inhóspita e instalarse tierra

adentro, entre colinas redondeadas y amables; olvidarse

para siempre de ese mar traicionero que al final, invaria-

blemente, termina por cobrar todo aquello que te ofrece; y

construirse una hermosa casa de amplias estancias y larga

galería sobre un soleado jardín orientado al sur, de espal-

das al mar.

Brais da por concluida la maniobra y los dos hombres

descienden a la playa. El rostro de Tomás, pálido y desen-

cajado. El de Nicolás, su hermano, fiero y decidido. Es él

quien habla:

–No nos esperes, chaval, cogeremos el coche que te-

nemos escondido junto a la casa del noruego.

Page 30: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

30

El hombre del Mercedes ha salido a recibir a los dos

hermanos. Su semblante, más blanco que el de Tomás; su

barbilla, bajo los efectos de un temblor que no es capaz de

controlar. Nicolás se lleva la mano al bulto que esconde

bajo el bolsillo de la americana. El hombre, que hace ya

años que dejó de ser joven, empieza a murmurar la prime-

ra excusa. Nicolás desenfunda el arma y apunta. El hom-

bre levanta las manos en actitud suplicante. No tiene tiem-

po de iniciar una segunda disculpa. Nicolás está harto de

patrañas. Un trato es un trato. Dispara. El cuerpo del hom-

bre cae sobre la arena sin apenas emitir sonido alguno.

Tomás, el hermano, mira con incredulidad:

–Pero, ¿qué has hecho, hombre? –y de pronto parece

darse cuenta de lo que va a suceder–. No, a ellas no. Ya

basta. Es suficiente, hermano.

Page 31: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

31

Nicolás no escucha, aligera el paso y se dirige, pistola

en mano, hacia los dos vehículos aparcados. Las mujeres

permanecen en el interior del Mercedes. Nicolás pega un

tiro a la cerradura, que vuela por los aires.

–Lo siento mucho, pero no hay más plazos. Habéis

agotado nuestra paciencia y ya hemos arriesgado demasia-

do. ¿Qué hace aquí ese otro coche? ¿De quién es?

Su arma apunta directamente a la cabeza de una de

ellas. Es la otra quien responde:

–Te juro que vamos a pagar. No nos hagas nada, por

favor. Te juro que mañana mismo pagamos. Todo ha sido

culpa de Toño, era él quien quería engañaros. Por nosotras

no debéis preocuparos. Pagaremos y somos de las que sa-

bemos tener la boca cerrada.

Page 32: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

32

–¿De quién es el coche? –insiste Nicolás y su voz

suena como un terrible rugido.

Su mirada es implacable. Tampoco va a haber un

nuevo plazo para ellas.

–Son sólo unos turistas, salieron a pasear por el acan-

tilado y...

Suena un disparo, después otro. La cara de la primera

mujer se cubre de sangre, mientras la segunda emite un

largo quejido, al tiempo que intenta taponar, poniendo sus

manos sobre el estómago, el principio de una gran hemo-

rragia.

Tomás tira del brazo de su hermano.

–Vámonos, Nicolás. Corre. Vamos, venga. Nadie nos

ha visto.

Page 33: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

33

Los dos hombres se alejan deprisa hacia la casa del

noruego, única edificación visible en muchos kilómetros a

la redonda.

.......................

–¿Has oído eso? –preguntó Mario–. Parecen disparos.

–Habrá alguien cazando –respondió Ana, encogién-

dose de hombros–. Lo que nos faltaba, pues sí que hemos

elegido bien nuestro lugar solitario.

–Creo que, en cuanto giremos ese recodo –dijo Ma-

rio–, estaremos ya en la playa.

Al dar la vuelta al último tramo del camino vieron los

dos coches. Cuando se acercaron, contemplaron también

el cuerpo sin vida del hombre de mediana edad tirado so-

bre la playa y pudieron escuchar con claridad la voz de

una de las mujeres que, desde el Mercedes, solicitaba au-

Page 34: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

34

xilio, mientras intentaba sujetarse el vientre con las manos

rojas de sangre.

Ana y Mario montaron deprisa en su AX. No la soco-

rrerían. No avisarían a nadie. No pedirían ayuda. Desapa-

recerían para siempre de aquella playa siniestra. Tampoco

llamarían a la policía.

Mario miró de reojo a Ana.

–Bastantes preguntas tuvimos que responder…

Ana asintió con la cabeza recordando que, cuando

Pedro, su novio, y Elena, la mujer de Mario, aparecieron

muertos, casi fueron descubiertos en el interrogatorio.

Pararán en la primera fonda que encuentren. Se re-

pondrán tomando un café: solo, bien cargado y con dos de

azúcar. Volverán a mirarse. A partir de ese momento, su

Page 35: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

35

única obligación consistirá en ser felices. Al fin y al cabo,

¿no era cierto que estaban hechos el uno para el otro?

Page 36: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

36

FRAGMENTOS

Me he levantado temprano y me he afeitado con dili-

gencia antes de entrar en la ducha. Voy tan pulcro, que ca-

si no podrías reconocerme. Te encantaría.

Aún es pronto, por eso decido no coger el metro.

Tengo tiempo de sobra para ir a verte dando un paseo.

Como es domingo, la ciudad está prácticamente vacía y en

la plaza sólo me cruzo con la anciana del 6, que bosteza,

mientras tira de la correa de sus dos caniches. El quiosco

Page 37: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

37

de prensa está ya abierto, aunque los paquetes de periódi-

cos esperan todavía a ser desembalados. A estas horas ha-

ce un poco de frío, pero el cielo está azul. Seguro que al

mediodía el sol va a calentar y podré sentarme en la terra-

za del bar a tomar un vermú.

A ti, al principio, te gustaba mucho que tomásemos el

aperitivo los domingos, luego no. Te quejabas de que yo

no sabía parar, de que después de un vermú venía otro y

no había manera de volver a casa, comer la paella y pasar

la tarde tranquilos.

He llegado demasiado pronto. Falta todavía más de

media hora para la visita. Desde mi asiento veo el reloj de

pared y me entretengo con el movimiento circular de las

agujas: un minuto, otro.

Page 38: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

38

Poco a poco, los familiares de los demás pacientes se

han ido congregando a mí alrededor y el vestíbulo se ha

llenado de gente que espera la llamada del enfermero. Ha

pasado un mes y no he fallado un solo día. Los demás

nombres de la lista han ido cambiando. Sólo el tuyo conti-

núa. Me he acostumbrado a la rutina del hospital. Conozco

a los médicos y a los enfermeros de la UCI, y ellos se han

encariñado conmigo.

Me gusta verte, aunque tú no puedas hablarme, aun-

que no abras los ojos, aunque no te muevas. Llevas treinta

días dormida, rodeada de máquinas y con un tubo en la

boca que mantiene tu respiración constante. Nuestro hijo

viene cuando puede: ya sabes, tiene mucho trabajo; así que

sólo me tienes a mí. Pero no te preocupes, yo estoy dis-

puesto a cuidarte, quiero hacerlo, amor mío.

Page 39: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

39

Habías hecho la maleta, ¿te acuerdas? He vuelto a co-

locarlo todo en su sitio. Si te despiertas, no podrás andar,

porque en la caída recibiste un golpe que te seccionó parte

de la médula. Ya no irás a ninguna parte. Estarás muy bien

en casa, te sentaré junto a la ventana y podrás ver la calle.

Viviremos tranquilos, como a ti te gusta.

Nadie sabe lo que pasó, quizá ni siquiera tú te acuer-

des, pero aunque así fuera, no podrás contarlo. ¿Qué harías

sola e inválida? Ahora me vas a necesitar a tu lado. Se

acabaron las riñas y las amenazas. Creen que te caíste y

eso es lo mejor para todos, para ti también.

Matilde, estás tan guapa dormida.

Page 40: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

40

AL OTRO LADO DEL MUNDO

Chang condujo a Tamlyn por el sendero más ale-

jado del bosque. Mientras caminaban, los dos jóvenes

se abrazaban y se besaban impacientes. Chang se sen-

tía seguro de sí mismo. Algo había ese día en la forma

de reír de la bella Tamlyn que le sugería que por fin

iba a ceder a sus deseos y que, cuando el sol se pusiera,

harían el amor por primera vez.

Page 41: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

41

Eva se levantó para ir a la ducha. Miró el cuerpo

de Sergio que descansaba sobre la cama y sintió que

ésa había sido la última vez que hacían juntos el amor.

Ella no lo deseaba. No lo deseaba en absoluto. Hacía

mucho tiempo que su relación se había ido deterioran-

do, y ahora ya sólo quedaba entre ellos un cansancio

perenne, una eterna confusión sobre cuál de los dos era

más culpable.

El parto fue difícil porque Tamlyn era primeriza y

sólo tenía 16 años. Se pasó horas aullando con cada

contracción y odiando con toda su alma a su primo

Chang que hacía cuatro meses, justo cuando el emba-

razo se empezó a notar, había desaparecido de la aldea.

Todos pensaban que se había ido a la ciudad para

Page 42: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

42

prosperar, y la familia entera hablaba de él como si se

tratara de un gran héroe, sin tener en cuenta para na-

da los sentimientos de Tamlyn.

–¿Cómo le irá a mi hijo Chang en la ciudad? –

decía la tía Ming cada noche, cuando se acercaban to-

dos a la lumbre.

–Seguro que bien –respondía su hermana Jui,

mientras no dejaba de remover la sopa con una gran

cuchara de palo–. Tu hijo Chang es muy listo y saldrá

adelante. Podéis estar satisfechos. Con él tendréis una

buena vejez y nunca os faltará nada. Habéis tenido

mucha suerte, en cambio yo...

Una mirada lánguida dirigida a su hija acompa-

ñaba siempre su lamentación. Tamlyn bajaba la vista

mientras apretaba con fuerza los párpados. Ella era

Page 43: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

43

orgullosa y no iba a permitir que, a la deshonra de ha-

ber sido abandonada por el primo Chang, se sumase la

humillación de sus propias lágrimas. Con las dos ma-

nos acariciaba su vientre cada vez más abultado y, sin

pronunciar palabra, hablaba con su hijo. Él sería más

inteligente que el primo Chang. Crecería fuerte y sano

y se convertiría para siempre en su protector. Cuando

fuera un poco mayorcito, se irían los dos a la ciudad y

prosperarían, claro que prosperarían. No necesitarían

a nadie.

Eva salió del Instituto agotada. El ajetreo de los

alumnos le cansaba cada día más. Los chavales de aho-

ra eran más difíciles que los de antes. Pero quizás eso

no era lo más importante. El problema seguramente

estaba en ella. No es lo mismo tener treinta años que

cuarenta y con el tiempo es como si la paciencia se te

Page 44: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

44

fuera gastando. Ella siempre había querido ser profe-

sora. Pero todo cansa. Sobre todo, si tu vida va naufra-

gando poco a poco. Ahora hacía nueve meses que, por

fin, tras ocho años de matrimonio, se había separado

de Sergio. En un primer momento fue un alivio, ya que

su relación nunca había sido buena. Por lo menos, no lo

que ella entendía por una buena relación. Pero con el

tiempo hasta había empezado a echarle de menos. Al

fin y al cabo, Sergio había sido lo más parecido a una

familia que ella había tenido.

Tamlyn sentía como si fuera a desgarrarse por

dentro mientras un dolor intenso le recorría todo el

cuerpo. Cuando por fin cesaba la contracción, pensaba

en su niño, en cómo lo amamantaría, en cómo lo cuida-

ría cuando fuera tan sólo un bebé y en cómo le ayuda-

ría él a ella cuando se convirtiera en un muchacho. Se-

Page 45: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

45

ría fuerte como un roble, flexible y ágil como un junco.

Guapo como su padre. Pero él jamás la abandonaría.

Por fin se había decidido. Tras varios meses de

dudas, ya estaba hecho. Eva entregó la solicitud de

adopción y se fue a casa. Ahora sólo quedaba esperar.

Un año, quizás dos. Pero estaba segura de que lo con-

seguiría. Pensó en llamar a Sergio. Quizás deberían in-

tentarlo de nuevo. No, no le llamaría. Esto era cosa de

ella. Decidió preparar la mesa en la terraza. Hacía una

buena noche para cenar fuera. Mientras la lubina ter-

minaba de dorarse en el horno, puso a enfriar una bo-

tella de cava en el congelador.

–Ya se ve la cabeza –dijo la vieja comadrona–.

Empuja Tam, tienes que empujar más fuerte.

Page 46: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

46

Tamlyn hizo un último esfuerzo. Ya. Por fin, todo

había terminado.

–Aquí está –dijo la comadrona, mientras cogía al

bebé entre sus brazos.

–Déjame ver –pidió ansiosa Jui mientras su mira-

da se dirigía al sexo del recién nacido.

–Dadme a mi niño –suplicó Tamlyn con la voz de-

bilitada por el cansancio.

–¿Tu niño?. No es un niño, estúpida ingenua. Tan-

to sufrimiento y tanta deshonra para nada. Mañana

mismo le pediremos al señor Geng que la lleve al orfa-

nato.

Tamlyn lloró; lloró durante horas todas las lagri-

mas que había guardado en su interior desde que supo

que estaba embarazada.

Page 47: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

47

Eva descorchó el cava en la terraza. El sol se aca-

baba de poner y había dejado una estela de colores

anaranjados en el cielo despejado de primeros de ju-

nio. Quedaban muy pocos días para las vacaciones. Pe-

ro no era eso lo que tenía que celebrar. Ya nunca esta-

ría sola. Ahora tendría una familia, su propia familia.

Quién sabe, quizá su hija, a miles de kilómetros de allí,

estuviera a punto de ver amanecer por primera vez.

Page 48: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

48

VESTIDO BLANCO

Ella siempre había dicho que la enterraran de blanco.

Mañana mismo iba a cumplir 85 años y pensaba cele-

brarlo invitando a comer a su hermano Antonio, a su cu-

ñada y a los sobrinos que vivían en la ciudad. Se había

comprado un par de trajes para la ocasión. Elegiría uno de

los dos en el último momento, según el tiempo que hicie-

se. Su cumpleaños era el 30 de abril y ya se sabe lo impre-

visible que es la primavera y lo difícil que es acertar con el

Page 49: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

49

atuendo adecuado. La jornada podía ser fría y desapacible,

o demasiado calurosa. Había preferido no jugar con la

suerte en esa fecha que para ella era tan señalada y que

venía a romper la uniformidad de su vida en la residencia

geriátrica, con sus horarios inflexibles, sus comidas prede-

cibles y sus breves paseos por el parque. Por eso, había

adquirido los dos trajes que, ahora, todavía y ya definiti-

vamente sin estrenar, colgaban en su armario, con esa sutil

elegancia de los objetos inútiles, meramente decorativos.

Antonio estaba furioso. Mañana televisaban una im-

portante carrera del campeonato de fórmula 1 y él no se

había dado cuenta a tiempo de poder cambiar el día previs-

to para la comida del cumpleaños de su hermana. Es cierto

que este año, al ser domingo el 30 de abril, ella tenía la

ilusión de poder celebrarlo ese mismo día, sin necesitar

posponerlo porque su cuñada o sus sobrinos tuviesen que

Page 50: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

50

ir a trabajar. Pero de haber caído en la cuenta de la fatal

coincidencia, él le hubiera obligado a hacerlo. La vieja es-

taba cada día más excéntrica y cargada de ilusiones vanas.

Pero, claro, ya con todo reservado, ¿qué iba a hacer?; al

fin y al cabo llevaban años viviendo del dinero de su her-

mana, a ella le habían sacado el coche nuevo, el máster en

Estados Unidos de Juanito, la boda y la entrada del chalet

de Merche y hasta su maravillosa dentadura postiza. Ade-

más, estaba la herencia. Hacía más de treinta años que él

se venía trabajando este tema, denostando en todo lo posi-

ble a su sobrina, la única hija del otro hermano que ya ha-

bía muerto, e interceptando las cartas y las postales que

ella enviaba desde su ridícula isla mediterránea. No estaba

dispuesto a compartir la herencia de la vieja con nadie, y

aunque ya se había ocupado de gastar gran parte del dinero

Page 51: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

51

en él y su familia, quedaba todavía el asunto más impor-

tante: el de las casas.

En fin; se perdería la carrera, pero tenía la vejez ase-

gurada, además de una vida cómoda para sus dos hijos.

Estaba orgulloso de sí mismo. Había sabido jugar bien sus

cartas. No podía siquiera pensar en que su sobrina se que-

dase con uno de los pisos que habían sido, sin duda, la me-

jor inversión de su anciana hermana.

El sonido del teléfono interrumpió las tribulaciones

de Antonio y le obligó a abandonar la comodidad de su si-

llón. Respondió perezosamente.

La llamada era de la residencia. Mercedes, su herma-

na, no había acudido a la hora de siempre al comedor, y

cuando decidieron subir a la habitación a ver que sucedía,

la encontraron muerta.

Page 52: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

52

Calculó con frialdad que, si se daba prisa, podía zan-

jar rápidamente todo el pesado asunto de las pompas fúne-

bres. Organizaría el entierro para mañana mismo y el fune-

ral por la tarde. De repente se le dibujó en el rostro una

amplia sonrisa, al darse cuenta de que, entre un acto y

otro, dispondría de tiempo suficiente para ver la carrera.

Ella siempre había dicho que la enterraran de blanco.

El año en que le tocaba hacer la primera comunión, y

soñaba, como cualquier niña de la época, con su precioso

vestido de princesa, el obispo había decidido que los trajes

de organdí de las niñas eran demasiado ostentosos para re-

cibir el cuerpo de Cristo y había lanzado la orden de que

todos los niños y niñas de la provincia vistieran con la más

absoluta sobriedad. Así es como Mercedes y sus compañe-

ras de clase se encontraron un domingo de mayo, engala-

Page 53: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

53

nadas para la ocasión, con el odiado uniforme que a diario

vestían para asistir al colegio. Todas tuvieron que poster-

gar sus ilusiones para más adelante, cuando se convirtieran

en jóvenes y radiantes novias. Pero muchas, como Merce-

des, nunca se casaron y tampoco llegaron a ver cumplido

este nuevo sueño.

Por eso, ella decidió que el día de su entierro iría ves-

tida de blanco. Al principio, se trataba de una tontería, al-

go así como una broma que repetía a familiares y conoci-

dos. Pero conforme la muerte, su propia muerte, fue de-

jando de ser un concepto abstracto, para ir instalándose en

el mundo de lo real, de lo posible, de lo tremendamente

cercano, aquella guasa fue convirtiéndose en convicción.

Una empleada de la funeraria preguntó a Antonio si

quería que vistieran a su hermana de alguna manera espe-

Page 54: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

54

cial. Él recordó al instante su letanía: “a mí que me entie-

rren de blanco”. Pero qué complicación buscar ahora un

vestido blanco. Habría que pedírselo a alguien o comprar-

lo, y las tiendas estarían ya cerradas y lo seguirán estando

mañana domingo. La maldita indumentaria iba a hacer que

todo se retrasase: más tiempo en el depósito y más tiempo

en el tanatorio. El entierro no podría ser hasta el lunes, y

todo por una grotesca manía de una vieja acomplejada.

Total, ella ya estaba muerta y ¿a quién más podía impor-

tarle?

–No, da lo mismo –contestó-, vale con cualquier cosa

Entre los familiares y los amigos de siempre que acu-

dieron al tanatorio, destacó la figura esbelta de una desco-

nocida que, acompañada por dos jóvenes y con aire resuel-

to, se acercó hasta el féretro.

Page 55: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

55

Aunque su mujer y sus hijos restaron importancia a

este suceso, a Antonio, la misteriosa presencia le persiguió

durante semanas, hasta que por fin llegó la fecha prevista

para la lectura del testamento, y entonces las dudas queda-

ron despejadas. Todas las propiedades de la difunta pasa-

rían a ser de Antonio, siempre que éste hubiese cumplido

con la voluntad expresada por su hermana.

Un acta notarial firmada con nombre de mujer y con

las rúbricas de dos testigos daba fe de que su último deseo,

ella siempre había dicho que la enterraran de blanco, no

había sido realizado.

Page 56: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

56

UN BARCO EN EL PUERTO

A mi madre, Concepción González

García, y a sus hermanos, Rafael e Irene,

que, como tantos niños y niñas en España,

sufrieron el horror de una guerra.

Cuando volvíamos del colegio, nos encontramos con

una vecina que se apresuraba hacia nuestro portal y fue

ella la que nos lo comunicó. Subimos las escaleras a sal-

tos. Los tres queríamos ser los portadores de la gran noti-

Page 57: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

57

cia, los tres queríamos ser los primeros en hablar y nos

moríamos de ganas de ver la cara de nuestra madre cuando

se lo contásemos.

–Papá está en el puerto, ha subido a un gran barco.

–Hay que ir corriendo, lo ha dicho Conchi, la vecina.

–Vamos, vístete, mamá, tenemos que darnos prisa.

Mamá parecía no entender nada de nuestro barullo,

pero yo noté que se le iluminaban los ojos y que en sus la-

bios empezaba a dibujarse algo parecido a una sonrisa.

Nos movíamos a su alrededor, quitándonos la palabra el

uno al otro, hasta que ella hizo una llamada a la calma:

–Niños, dejad que me ponga los zapatos.

Volvimos a bajar a la calle corriendo por las escale-

ras, esperándole a ella en los descansillos de cada piso.

Page 58: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

58

Los tres queríamos estar a su lado y, a la vez, los tres que-

ríamos llegar los primeros. Caminamos sonrientes por el

paseo, avanzando y retrocediendo, con un ojo puesto en el

barco y el otro en mamá, que no podía correr tanto como

nosotros.

...............................

El barco saldrá del puerto de Pasajes, desde la cubier-

ta puedo ver los balcones de mi casa y ellos no sabrán que

estoy aquí, tan cerca. Imagino a los niños volviendo de la

escuela, con sus carteras al hombro, y a Vicenta, mi amor,

moviéndose entre los muebles de la cocina, preparándoles

la merienda, y creo que yo también estoy allí, que la pesa-

dilla ha terminado y la vida vuelve a ser lo que era, con los

Page 59: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

59

sueños de ayer y con esa rutina que ahora tanto anhelo y

tan dulce me parece.

Han pasado más de dos años desde que me despedí

en silencio de los niños. Era tan temprano que no quise

que se despertaran, estaba seguro de que esa misma noche

volveríamos a vernos en aquella aldea cercana a Solares,

en Santander. Aunque ya entonces andábamos huyendo y

el presente se tambaleaba entre las bombas, todavía podía

haber un futuro que nos perteneciera. No era posible que

esa barbarie se consumase, que no recibiésemos la ayuda

de los países aliados, que nos abandonasen a nuestra suer-

te, a nuestra mala suerte.

Las cosas salieron mal entonces y ahora todavía son

peores. En este barco nos llevan a todos a cumplir conde-

Page 60: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

60

na, lejos de nuestros hogares, lejos de nuestras familias.

Muchos no volveremos.

Hemos cruzado la frontera francesa en Irún y nos han

apresado sin escrúpulos, pero ¿qué otra cosa podía hacer

yo? Aquí está mi vida, aquí están los míos, y yo sólo pen-

saba en volver. Por eso quise creer en la palabra de los

vencedores, con la vana esperanza de recuperar mi pasado.

Pero nos han engañado otra vez.

Y mientras tanto, mi mujer y mis niños, mis pobres

niños…, ¡cuánto tiempo sin verlos, cuánto tiempo sin po-

der abrazarlos y cuánto más me quedará todavía! Todos

los sueños que tenía para ellos se han esfumado. Ahora

también son unos perdedores, como yo, como todos los

nuestros.

Estoy aquí, tan cerca y ellos sin saberlo.

Page 61: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

61

..................................

La guardia civil nos cierra el paso, no se puede seguir

avanzando. Mi madre les habla, explica, ruega, enseña su

documentación. Los tres nos abrazamos a ella como si fué-

ramos un solo cuerpo, sin atrevernos a hacer ruido, ni a

respirar casi. No nos moveremos de aquí, dice mi madre.

Y los tres asentimos bajito, con la mirada fija en ese barco

donde dicen que está nuestro padre.

..................................

Tengo que contarlo, alguien me ayudará, debería al

menos intentarlo. Me acerco a uno de los soldados que nos

custodian desde la frontera, desde el mismo momento en

que perdimos la condición de exiliados para convertirnos

Page 62: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

62

en presidiarios. Le digo que soy de este pueblo, que mi ca-

sa es esa de los balcones, que ahí viven mi mujer y mis

tres hijos, que hace dos años que no los veo, que quién sa-

be cuándo volveré. Le pido que haga algo, le suplico que

alguien los avise. Aunque parece no escucharme, yo sigo

hablando, no me callaré ni me moveré de su lado. Le repi-

to mi nombre una y otra vez, le digo que seguro que en el

puerto trabaja gente que me conoce.

De pronto, se gira hacia mí:

–Espere un momento.

Le veo que habla con su superior. No les quito la vis-

ta de encima, quiero que sientan que sigo aquí, esperando,

que no renuncio, que no desisto. Los dos caminan juntos

por la pasarela y hablan con el práctico del puerto.

..................................

Page 63: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

63

Empieza a hacer frío y estamos cansados. Llevamos

quietos mucho tiempo y aquí no pasa nada. Nos gustaría

marcharnos a casa y cenar algo caliente, pero mamá sigue

ahí con la mirada fija en el barco. No nos dejarán pasar.

Claro que no. Alguien se acerca. Son soldados, hablan con

la guardia civil. Seguro que vienen a echarnos.

–¿Son ustedes los familiares de Gregorio González?

–Soy su mujer y ellos son nuestros hijos.

–Pasen. Su marido, vuestro padre, está esperando.

Falta todavía una hora para que zarpemos y pueden pasar-

la juntos.

Page 64: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

64

SONATA CÍCLICA EN CUATRO MOVIMIENTOS

Todo lo que no concluye, permanece,

y tiende a suceder una y otra vez,

hasta alcanzar, acaso, el infinito.

ANDANTE

–Buenas tardes, tengo una reserva a nombre

de Daniel Norellana.

Page 65: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

65

–A ver, sí, aquí está, es la habitación 108 –la

joven le entrega el llavero con una amplia sonrisa-

¿puede dejarme su documentación?

La chica que hace las funciones de recepcionista

en el hostal lleva unos vaqueros y un viejo y enor-

me jersey de lana. No va maquillada, ni siquiera

una raya en los ojos o un poco de brillo en los labios

y el pelo lo tiene recogido en una larga cola de ca-

ballo. Su imagen contrasta con el aspecto del clien-

te: un hombre joven y elegante, perfectamente

afeitado, ataviado con una gabardina que al abrirla

para llevarse la mano a la cartera deja entrever un

traje de chaqueta gris marengo que parece sentarle

como un guante.

La joven mira con extrañeza la documentación

que le entrega:

Page 66: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

66

–Ah!, pero ¿es usted francés?, pues su apellido

es muy típico de esta zona.

–Sí, lo sé, mi abuelo era asturiano, nació en

una aldea que está a unos 15 kilómetros de aquí y

después fue maestro en la escuela de Piñera.

–¿Es la primera vez que viene? No le ha pillado

muy buen tiempo, es una pena, pero aquí, ya se

sabe...

–Nunca había estado antes, sin embargo todo

me resulta familiar, mi abuelo me contaba miles de

historias...

–Tome, -la chica le devuelve su documenta-

ción- la habitación está en el primer piso, por esas

escaleras, cualquier cosa que necesite, ya sabe...

El limpiaparabrisas no da de sí para apartar el

agua que como una tromba cae sobre el renault

Page 67: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

67

azul. Las partículas de luz de los faros se difuminan

entre la lluvia torrencial y Daniel conduce despacio,

con la mirada atenta y asustada, deseando estar ya

de vuelta a la confortable austeridad del hostal,

donde hace cosa de media hora se ha registrado

con prisa, con el tiempo justo para dejar su maleta,

sin pegarse una ducha, sin ni siquiera cambiar su

traje de chaqueta por una ropa más cómoda para

viajar por el campo. No se ve un solo destello de

claridad, ningún coche se cruza en su camino, ape-

nas son las siete de la tarde pero parece ya media-

noche.

Esto es lo que vemos: un hombre joven, ele-

gante y asustado, que conduce en medio de la os-

curidad mientras el cielo aparenta desplomarse en

forma de lluvia sobre su automóvil. Pero nosotros

podemos avanzar más deprisa, situarnos ya en la

Page 68: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

68

vieja casona a la que él se dirige y esperar su llega-

da, escondidos entre las sombras de los muebles

ocultos por viejas sábanas desde hace tanto que pa-

recen siglos. Oiremos primero el ronroneo del mo-

tor, veremos las luces largas proyectarse sobre las

ventanas de la galería desprovistas de cortinas y le

veremos salir, subirse el cuello de su gabardina, en-

corvarse hacia sí mismo para protegerse de la lluvia

y a grandes zancadas hundir sus zapatos de ciudad

en el barro del jardín. En la mano lleva una sola lla-

ve, grande, antigua, de hierro, que encaja perfec-

tamente en el gran portón que se abre sin apenas

dificultad.

Ya estás dentro; Daniel, ¿qué vas a hacer aho-

ra?

Page 69: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

69

MINUETO ACCELERANDO

Una vez en el zaguán, el hombre se sacude la

lluvia y del bolsillo de su americana saca un meche-

ro. La llama ilumina la estancia, las cuatro paredes

que le rodean y que se pierden hacia arriba en bus-

ca de un techo tan alto que resulta inalcanzable a la

luz débil del encendedor.

Tiene que haber unas velas, Daniel, búscalas,

seguramente estén en la cocina. Vas bien por ahí. A

la derecha, Daniel, en el segundo cajón del apara-

dor. Ya las tienes.

Pasea por la planta baja. Recorre el comedor, el

gran salón con su gigantesca lámpara de araña, las

paredes descoloridas, los muebles fantasmales. Da-

niel, satisfecho, se afloja el nudo de la corbata e

Page 70: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

70

improvisa unos pasos de baile. Su teléfono móvil

empieza a sonar, rápidamente lo coge:

–Aló, ma cherie

–......

–Sí, sí, ya he llegado, estoy aquí. Esto es fan-

tástico.

–......

–Sí, necesita una gran reforma, pero es increí-

ble que sea nuestra, que hayamos podido comprar-

la. Cómo me gustaría que el abuelo Juan estuviese

aquí.

–......

–No, no hay luz, pero he tenido suerte, como si

alguien me hubiera indicado donde mirar, el primer

Page 71: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

71

cajón que he abierto y zas..., por arte de magia han

aparecido unas velas.

–......

–Voy a dar un vistazo rápido. Todo parece

exacto a como lo contaba el abuelo.

–......

–Sí, enseguida volveré al hostal

–......

–Mañana mismo me reuniré con el encargado

de obra y le dejaré los planos.

–......

–Luego te llamo, au revoir, ma cherie

Page 72: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

72

ALLEGRO MAESTOSO

Vemos a Daniel sonriente que vuelve al vestíbu-

lo y con la luz de la vela ilumina el elevado techo de

artesonado de roble. Al fondo, una doble escalinata

conduce a la planta alta donde están los dormitorios

y la galería.

Los peldaños crujen bajo los zapatos embarra-

dos de Daniel que sonríe como si no estuviera, solo

y empapado, en una casa derruida, en medio de la

oscuridad rural y el abandono. A su paso las habita-

ciones parecen iluminarse, recobrar su antiguo es-

plendor, las fundas abandonan los muebles que ex-

hiben vistosos toda la nobleza de sus maderas, los

colores de las alfombras olvidan su desvaimiento y

vuelven a lucir sus tonos originales. El polvo se es-

fuma, las pelusas se desvanecen y hasta las mons-

Page 73: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

73

truosas goteras se evaporan, como si de manera

prodigiosa, los propios techos consiguieran disipar-

las.

ADAGIO MELANCÓLICO

Y de pronto estamos todos allí. La tía Luisita

sentada al piano. Papá en su gran butaca leyendo.

Mamá ocupada con sus bordados. Y yo, como siem-

pre, asomada a la galería, atenta a tu entrada en el

jardín.

Mis padres te han contratado durante el verano

como tutor de mi hermano menor; como siempre,

llegas a las 11 en punto y nunca, desde que me

descubriste, dejas de levantar la vista hacia el mi-

rador y esbozar una tímida sonrisa. Llevamos así

una semana y me propongo que hoy suceda algo

más. Por eso, antes de que acaben las clases, me

Page 74: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

74

siento en el balancín de la rotonda con un libro, a

sabiendas de que tienes que pasar por ahí para

abandonar la casa:

A la una, Juan Norellana, el

maestro, se despide del muchacho

después de haberle dejado varias ta-

reas para el día siguiente. A conti-

nuación, en el salón saluda también

a la madre y a la tía que le ofrecen

un refresco que él acepta con gusto

porque hace mucho calor. Cuando por

fin franquea la puerta que conduce

al jardín, el corazón le da un pe-

queño vuelco al contemplar a la jo-

ven Clara que sentada en el columpio

parece absorta en la lectura. Está

hermosísima con su vestido blanco y

fruncido y, cuando Juan llega a su

Page 75: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

75

altura, todo el sol de junio parece

resplandecer en su pelo rizado y

castaño recogido con una bonita dia-

dema.

CLARA

(Sonriendo esplendorosa)

Buenos días, Juan

JUAN

(Clavando la mirada en sus ojos)

Buenos días, señorita, ¿no le parece

que hoy tenemos un día magnífico?

CLARA

(Con un leve gesto moviendo los la-

bios con sensualidad)

Sin duda, hace un día para ir de ex-

cursión a la fuente de Pradolargo,

le diré al aya Carmina que paseemos

hasta allí cuando el sol esté más

bajo y no haga tanto calor

Page 76: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

76

JUAN

(Sin perderle la mirada)

Hace usted muy bien. ¿Me permite ver

su libro?

CLARA

(Tendiéndole el tomo abierto con sa-

tisfacción)

Oh, sí, por supuesto, son poemas de

Pedro Salinas, ¿los conoce?

JUAN

(Hojeando el libro)

Sí, pero casi no tengo tiempo para

leer con tantas clases como tengo

que preparar.

CLARA

(Girando su rostro mientras le hace

un guiño)

Trabajas demasiado, Juan. Deberías

divertirte más.

Page 77: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

77

Poco duraron nuestros encuentros vespertinos y

nuestro intercambio de poesías en el tronco viejo

del castaño abandonado junto a la fuente de Prado-

largo, poco duró tu silueta en el jardín a la luz de la

luna haciéndome saber con tu presencia inmóvil que

me querías. ¿Es necesario explicar por qué todo se

acabó tan rápido y por qué continúa repitiéndose

hoy? Poco duró, no es necesario decir por qué, ese

verano de 1936.

Daniel está a punto de terminar el recorrido por

la planta superior cuando encuentra por fin la habi-

tación de la galería de la que tanto hablaba el abue-

lo. Al entrar, escucha un rumor de pasos, como si

alguien se apresurara a esconderse. A Daniel le pa-

rece ver una sombra que se desliza entre los árbo-

les del jardín. Y en ese instante siente que no está

solo. Pero ya se sabe, una vieja casona en el cam-

Page 78: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

78

po, a la luz de las velas, siempre nos hace estreme-

cernos como si fuera posible que pudiera habitar en

ella algún fantasma. Es hora ya de coger el coche y

volver al hostal.

Page 79: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

79

LA PRIMERA SEMANA

–Ojalá sea el último grito, ojalá sea la última contrac-

ción – murmura José, mientras camina inquieto por el es-

trecho pasillo de su casa.

Todo había empezado la tarde anterior: los primeros

dolores, las aguas rotas, la habitación con su gran cama de

matrimonio, donde Gabriela se removía y se quejaba, pri-

mero en silencio, luego cada vez más alto, el ajetreo de las

Page 80: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

80

mujeres, sus idas y venidas a la cocina, calentando puche-

ros, acarreando toallas.

A él, en cuanto empezó el jaleo, lo habían echado del

cuarto, qué cosa tan rara que los hombres no puedan estar

cerca de sus esposas en el momento en que van a nacer sus

hijos, pensaba José; pero la vida era así y él no iba a pro-

testar, buenas se pondrían las mujeres, sobre todo la Inesa,

la hija del farmacéutico, que era más tiesa que una vela y

se las daba siempre de entendida en asuntos sanitarios; por

eso, aunque ya empezaba a clarear el día y su primer hijo

estaba a punto de ver la luz, él continuaba desterrado en el

pasillo, muerto de curiosidad y de miedo.

José prefiere que sea un niño, la vida parece más fácil

para los hombres con los tiempos que corren; bueno, la

verdad, aunque no pueda decirse, es que estos tiempos no

Page 81: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

81

son favorables para nadie. Pero no hay por qué amargarse

ahora, no es momento de pensar en desgracias, pronto va a

terminar ese calvario de gritos y susurros entrecortados y

entonces tendrá a su hijo, niño o niña, qué más da, entre

los brazos, y apretará la mano de Gabriela y le dará las

gracias por tantas y tantas cosas.

Ya ha hablado con su hermano para que la semana

próxima le ayude a encargarse del comercio. Él quiere es-

tar al lado de Gabriela el mayor tiempo posible durante la

primera semana, quiere ayudarle a bañar al bebé, quiere

ver cómo lo amamanta, quiere que lo acunen juntos para

que duerma tranquilo. A su hermano le parece raro, le

aconseja que no lo haga, al contrario, que cuanto más

tiempo pueda estar fuera de casa mejor, porque las muje-

res se ponen muy raras cuándo paren. Pero José no le es-

cucha. Él es el padre.

Page 82: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

82

De pronto, un silencio inmenso se apodera de la casa,

ya no hay gritos, ni carreras, ni murmullos, durante un

breve instante el tiempo parece haberse detenido en el

pueblo de Martos. José siente un ligero estremecimiento,

pero casi no tiene tiempo de pensar y de sacar sus propias

conjeturas, porque un llanto agudo, asombrosamente in-

fantil, rompe la calma, y ahora es el propio José el que co-

rre, el que se abalanza sobre la puerta del dormitorio, el

que desatiende las protestas de las mujeres y entra precipi-

tadamente en la habitación. Ya ninguna se atreve a pedirle

que tenga más paciencia y José puede por fin acercarse a

la cama dónde Gabriela, con el pequeño junto a su pecho,

intenta esbozar una débil sonrisa.

–Es un niño, José, ¡un niño!, se llamará como tú.

Page 83: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

83

–¿Cómo te encuentras, Gabriela? Estaba tan preocu-

pado...

Todos los hombres de Martos han acudido a las 10 en

punto de la mañana a la cita en el cuartel a preparar el des-

file; ahí está Emilio, el farmacéutico, y también Antonio,

el hermano de José, están todos: el médico, el maestro, el

alcalde, los comerciantes, los agricultores, los peones, los

campesinos; todos, menos José.

Muchos de ellos sonríen satisfechos en esa mañana

calurosa del mes de julio, visten sus uniformes con orgu-

llo, el pecho henchido, la cabeza erguida; a otros, las ropas

militares parecen quedarles grandes, de reojo se escudri-

ñan entre ellos, pero apartan enseguida la mirada, se nota

que no disfrutan con los preparativos, aunque todos salu-

dan y cantan cuando izan la bandera.

Page 84: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

84

En casa de Gabriela y José, las mujeres van despi-

diéndose, tienen que arreglarse y ponerse sus mejores ves-

tidos para acudir al desfile. La Inesa, antes de marcharse,

increpa a José.

–Se te hace tarde, José, todos los hombres estarán ya

en el cuartel

–Pero, ¿qué dices? No puedo dejar sola a Gabriela

–Vamos, no digas eso, serán sólo un par de horas y

además estas cosas son de mujeres, ella no necesita a un

hombre que esté metiendo sus narices donde nadie le lla-

ma.

Gabriela se dirige a José, su voz está ronca, pero él

sabe que habla con dulzura:

–Inesa tiene razón, debes ir, por mí no te preocupes,

estoy bien, no pasará nada

Page 85: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

85

–¿Lo ves? -dice Inesa- no hace ninguna falta que te

quedes

José levanta la mirada hacia la mujer:

–No insistas, he dicho que no voy a ir, yo no dejo so-

la a Gabriela después de todo lo que ha sufrido

–Tú verás lo que haces, José.

La Inesa le lanza una mirada de desaprobación y se

apresura a abandonar la casa.

José canturrea mientras trajina en la cocina siguiendo

las instrucciones precisas que le ha dado su suegra para

preparar un caldo. Afuera el calor es sofocante, pero en la

casa todavía no da el sol y se está a gusto. Gabriela y el

bebé se han dormido, no se oye un alma, sólo el débil cre-

pitar del fogón y el ronroneo de algunos gatos aburridos.

Ya ha pasado todo el estruendo de cañonazos, salvas y

Page 86: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

86

tambores. José se siente a salvo, nadie puede reprocharle

no haber acudido al desfile conmemorativo del alzamiento

nacional justo el día en que su hijo acaba de nacer.

Suenan unos golpes violentos, José corre a abrir,

quién llamará así, parece que van a echar la puerta abajo:

cuatro hombres vestidos de azul y con boinas rojas ocupan

todo el quicio de la puerta:

–Hombre, si está aquí, en casita con su mujercita

–¿Le vas a decir a ella que te defienda ahora, cobar-

de?

José, con voz entrecortada, se justifica balbuceante:

“mi hijo acaba de nacer esta misma mañana”

–Tu hijo, vergüenza sentirá tu hijo de tener un padre

como tú

Page 87: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

87

–La patria es lo único que le debe importar a un hom-

bre

A empujones lo sacan de la casa y de camino al cuar-

tel, lo patean y se mofan.

José vuelve a casa, va desaseado, la ropa arrugada,

quizá rota, lleva el pelo cortado al cero y arrastra una pier-

na al andar; sobre sus espaldas el peso de la derrota y de la

vergüenza, parece haber envejecido, pero en realidad su

primer hijo sólo acaba de cumplir su primera semana.

Page 88: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

88

NUNCA SE SABE

El vagón está medio vacío y en silencio. El chico de

la camiseta negra lee uno de esos periódicos que se entre-

gan gratuitamente a la entrada del metro y mastica sin pa-

rar un trozo de chicle con el que, de vez en cuando, infla

un pequeño globo de fresa. La joven que se sienta a su la-

do lleva los auriculares puestos y echa ojeadas por encima

del periódico de su vecino de asiento. Nadie habla. Unos

dormitan, otros tienen la mirada perdida y la señora del

fondo está totalmente enfrascada en su novela.

Page 89: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

89

El tren se detiene en la estación de Cuatro Caminos y

dos chicas entran conversando en el vagón y pasan a ocu-

par los asientos situados frente al de la camiseta negra y la

joven de los auriculares.

–Te lo dije, ya sabía yo que hoy no iba a querer que-

darse, ese tío tiene un morro que se lo pisa.

–Habrá quedado con su novia, con la oficial.

–¿La conoces?

–No, pero me ha dicho Elena que ella sí. Se llama

Emma y es de su barrio, estudia Biológicas en la Complu-

tense y llevan desde los quince saliendo juntos.

–¿Y qué vas a hacer?

–Pues nada, yo de momento como si no me importa-

ra. A mí Miguel me gusta un montón y no voy a montarle

Page 90: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

90

un pollo. Estoy deseando que llegue el fin de semana, nos

vamos a ir los dos solos a la casa que tienen sus padres en

la sierra.

–Tía, qué guay, ¿y que le contará a su novia?

–Me ha dicho Elena que lo ha preparado todo con su

hermano para contarle que se va con él a una concentra-

ción de motos.

–Qué fuerte, así que todo el mundo lo sabe.

–Pues sí, todos menos ella.

–Debe de ser un poco tonta, porque esas cosas se no-

tan.

–Será la típica, ya sabes, una ingenua.

Page 91: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

91

–De todas maneras Miguel se tira mucho el rollo,

porque tampoco es normal que vaya largando por ahí có-

mo le pone los cuernos a su novia.

–Sí, desde luego la discreción no es lo suyo... ¿has

visto la chupa roja que llevaba hoy? Me encanta...

El chico de la camiseta negra ha doblado su periódico

y parece prestar atención a la conversación de las chicas

de enfrente. La joven de los auriculares sigue con los pies

el ritmo de la música. Justo antes de que el tren se detenga

en la estación de Moncloa, se levanta para salir. Lleva una

carpeta de estudiante en la mano.

Un chico aparca la moto justo al lado de la boca del

metro, se quita el casco y, mirándose en uno de los espejos

retrovisores, se remueve el pelo. Saca un paquete de taba-

co del bolsillo de su cazadora roja. Enciende un cigarrillo,

Page 92: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

92

camina a un lado y a otro de la salida, se apoya en la ba-

randilla, vuelve a caminar, mira el reloj y luego se dirige

hacia las escaleras interiores, baja un par de peldaños e

inmediatamente vuelve a subirlos, se mira otra vez en los

espejos de la moto. Apaga el cigarrillo, lo pisa. Retrocede

unos pasos y se sitúa en uno de los laterales de la barandi-

lla. Desde ahí, medio escondido, mira alternativamente al

reloj y a las escaleras del metro.

Empieza a salir gente, entre ellos sube la joven de los

auriculares con su carpeta en la mano. Cuando sale a la ca-

lle, se topa con el joven de la moto. Rápidamente se quita

uno de los auriculares.

–Miguel, ¿qué haces aquí?

–Pues...ya ves...

–Ya veo ¿qué?

Page 93: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

93

–Emma... necesitaba verte.

–Miguel, déjame en paz, hace un mes que te lo dije,

no quiero seguir contigo, estoy enamorada de otra persona,

no sigas fingiendo que tú y yo estamos juntos, asúmelo tío,

cuéntaselo a tu gente de una vez. Olvídate de mí y vive tu

vida.

Vuelve a ponerse el auricular y camina decidida por

la calle sin mirar una sola vez atrás.

Page 94: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

94

JÚBILO

A las nueve en punto de la mañana, Esther subió la

persiana del mostrador de atención al público. Dos hom-

bres y una mujer se encontraban ya aguardando. Siempre

pasaba lo mismo, había personas que, bien porque tuvieran

prisa por acudir después a su trabajo o a cualquier otro si-

tio, o bien por ser madrugadores y gustarles terminar pron-

to con las obligaciones del día, se presentaban antes de la

hora y, precisamente por eso, se veían obligadas a esperar

Page 95: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

95

unos cuantos minutos. Durante el resto del día apenas se

llegaban a juntar más de dos o tres porque el trabajo se ha-

cía rápido y además tampoco eran muchos los documentos

que se registraban a diario. Sólo de vez en cuando, los úl-

timos días que se daban de plazo para ciertos concursos

públicos, se llegaban a formar verdaderas colas, pero eso

sucedía con poquísima frecuencia.

Esther despachó con rapidez a los primeros clientes

de la mañana y archivó cuidadosamente los documentos

originales en las carpetas correspondientes. Después se

preparó para el goteo diario, porque su trabajo era así, co-

mo una lluvia fina que parece que no moja pero que, a

fuerza de no cesar nunca, termina por empaparlo todo. No

se producían grandes aglomeraciones, pero tampoco que-

daba tiempo para leer más de un párrafo seguido de una

novela o para mantener una conversación telefónica, lo

Page 96: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

96

único que podía hacer entre uno y otro era ensimismarse,

la mayoría de las veces para pensar en las compras que

tendría que hacer por la tarde, en lo que prepararía de cena

y en si debería poner o no esa misma noche la lavadora;

pero había ocasiones en las que su imaginación era capaz

de volar más allá de la rutina diaria de la oficina de regis-

tro y de las tareas del hogar, que su mente parecía poder

traspasar las cuatros paredes del lúgubre garito donde

permanecía encerrada casi ocho horas diarias y situarse en

otra vida en donde, en vez de papeles, sus dedos acaricia-

ban las hojas de las plantas más diversas, los pequeños pé-

talos de las flores y los robustos troncos de los castaños de

indias y los árboles frutales, un lugar habitado por rostros

expresivos que sustituían a la retahíla de semblantes des-

conocidos y anodinos que a lo largo de la jornada se pre-

Page 97: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

97

sentaban ante su mostrador con la más absoluta indiferen-

cia.

A las diez le dio tiempo a hojear una revista después

de atender a la persona número 15 y antes de que llegara la

número 16. Le llamó la atención el anuncio de la reconci-

liación entre dos famosos que recientemente habían ven-

dido la exclusiva de su divorcio.

A las once avisó a su compañera Teresa para que la

sustituyera mientras ella iba a desayunar. Ese era el mejor

momento de la mañana, subir desde el oscuro semisótano

donde estaba situada su oficina y salir a la calle, sentir la

luz del sol o el aire o la lluvia durante el breve paseo hasta

la cafetería y sentarse allí, en una mesa al lado de la ven-

tana, a disfrutar de un café y una crujiente tostada con

mantequilla y mermelada. A la vuelta, se detuvo unos ins-

Page 98: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

98

tantes en una confitería cercana y compró una caja de

bombones para ofrecer a sus compañeros como hacía

siempre para celebrar su cumpleaños.

A las doce decidió dar una vuelta por la planta. Hizo

la ronda habitual por los pasillos y se entretuvo más tiem-

po en el despacho que ocupaban Rita y Pilar, las compañe-

ras por las que sentía mayor aprecio.

A la una y diez recibió una llamada telefónica de su

hermana, pero tuvo que colgar enseguida porque al otro

lado del mostrador apareció el cliente número 43.

Cuando faltaban pocos minutos para las dos, Esther

asomó medio cuerpo por fuera del mostrador para mirar a

un lado y otro del pasillo. No le cabía la más mínima duda

de que al menos una persona faltaba por llegar antes de

que fuera la hora de cerrar. Siempre sucedía así. Y en

Page 99: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

99

efecto, ahí estaba, desde lejos se le veía avanzar a paso

apresurado.

Después de estamparle el sello, observó detenidamen-

te el documento antes de devolver la copia al joven que

con cierta desgana había dejado sobre el mostrador el cas-

co de su motocicleta. Venía chorreando y Esther supuso

que la mañana habría sido dura para él, atravesando de un

lado a otro la ciudad en medio del tráfico y de la lluvia.

Volvió a mirar el escrito y después sus ojos se dirigieron

golosos hacia la caja de bombones que reposaba, ya medio

vacía, encima de una de las estanterías; le ofrecería uno al

chico, estaba segura de que se lo agradecería, seguramente

habían pasado muchas horas desde el desayuno y quizá es-

te no fuese su último encargo antes de poder parar a co-

mer. Todavía con el papel en una mano, le sonrió abierta-

mente mientras con la otra le señalaba la caja.

Page 100: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

100

–¿Quieres uno?

–No, no, muchas gracias.

–Venga, seguro que te gustan, están riquísimos.

Mientras hablaban, ella ya había alcanzado la caja y

se la había plantado encima de la repisa que les separaba.

–Vamos, coge los que quieras, si no se van a quedar

ahí hasta que se pongan rancios, ahora están buenísimos,

ya lo verás.

Esther continuaba con el papel de registro en la mano

y no lo soltó hasta que el chico se hubo llevado a la boca

uno de los bombones. Después todavía insistió

–Tómate otro, venga.

Cuando el chico estaba ya masticando el segundo

bombón, Esther le entregó por fin el documento mientras

Page 101: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

101

le deseaba que tuviese un buen día. Después se quedó ob-

servando cómo el joven tomaba el casco y se alejaba por

el largo pasillo ministerial embutido en su anorak empa-

pado; cuando le perdió de vista volvió a coger entre sus

manos el original, se trataba de la solicitud de una empresa

constructora que se presentaba al concurso para la conce-

sión de unas obras públicas de considerable importancia.

Por sus manos habían pasado a lo largo de los años solici-

tudes, instancias, reclamaciones, miles de papeles de orga-

nizaciones y empresas o de anónimos ciudadanos; los pri-

meros los solían traer jóvenes mensajeros que llegaban in-

variablemente con el casco de la motocicleta en la mano y

con sus amplias cazadoras de colores chillones; los otros,

los de los ciudadanos vulgares y corrientes, los traían ellos

mismos resguardados en carpetas o dossieres de plástico

para que no se doblaran o mancharan antes de ser registra-

Page 102: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

102

dos. Millares de rostros y de papeles habían pasado ante

los ojos de Esther y se habían perdido después para siem-

pre en su rutina diaria, incapaz de retener tantas caras, tan-

tos membretes, tantas fechas; junto a ellos también se ha-

bían ido esfumando los años que de pronto empezaron a

parecerse tanto unos a otros que no había forma de dife-

renciarlos, de separarlos, de recordar los días y las horas;

el tiempo se había mezclado formando una masa compacta

y gris de la que apenas ya nada sobresalía, las últimas dé-

cadas se veían ahora como un continuo, carente por com-

pleto de aristas y contornos.

Sin embargo, esta entrega era diferente. Acababan de

dar las dos y Esther bajó cuidadosamente la persiana que

cerraba la oficina de registro. Se sentó en su mesa vacía y

empezó a leer muy despacio el documento, mientras sabo-

reaba uno a uno los bombones que aún quedaban en la ca-

Page 103: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

103

ja. Después de cada línea, se detenía unos instantes y, tra-

tando de memorizarla, repetía la frase en un susurro.

Cuando faltaba apenas un minuto para que dieran las

tres, archivó por fin el último expediente en el lugar que le

correspondía y se llevó a la boca con infinito placer el úni-

co bombón que todavía quedaba en la caja. Después, cogió

su paraguas y su gabardina y, con una sonrisa triunfante,

miró por una sola vez la estancia que quedaba vacía. Tenía

mucho que celebrar, mañana no volvería.

Page 104: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

104

ÍNDICE

La base…………………………….…….………. pg. 3

Café solo, bien cargado y con dos de azúcar……. pg. 21

Fragmentos…………………….……………...…. pg. 36

Al otro lado del mundo…………………………... pg. 40

Vestido blanco…………………..……………….. pg. 48

Un barco en el puerto…………………………….. pg. 56

Sonata cíclica en cuatro movimientos………,.…... pg. 64

La primera semana…………………………….…. pg. 79

Nunca se sabe………………………………..…… pg. 88

Júbilo………………………………………..……. pg. 94

Page 105: Nunca se sabe - literaturayarte.com · trabajadora incansable, sincera y optimista, podía soportar las retahílas de amargura con las que Alexio y su pequeño grupo de incondicionales

105

Edición Digital LITyART

www.literaturayarte.com

Madrid, diciembre de 2017