objetos del derecho maquiavello
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Cristian Macchiavello Fischer
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LA TRADICIÓN
Para la adquisición del dominio el C.C. distingue entre contrato
(título) y el modo de adquirir. Del contrato solamente nacen derechos
personales y, aunque sea un título traslaticio de dominio, no permite
adquirir el dominio ni ningún otro derecho real. Si hace nacer el derecho
para exigir la tradición de la cosa.
Concepto:
La tradición es un modo de adquirir el dominio de las cosas u otros
derechos reales, y consiste en la entrega que el dueño hace de ella a otro,
habiendo por una parte facultad e intención de transferir el dominio y por
la otra capacidad e intención de adquirirlo. (Artículo 670)
Características:
1. Es un modo de adquirir derivativo, ya que el derecho viene de otra
persona, que es el tradente;
2. Sirva para adquirir todos los derechos reales y personales, salvo los
personalísimos (artículos 670, inciso 2° y 699);
3. Generalmente es un modo de adquirir a título singular, ya que sólo
sirve para adquirir derechos reales sobre cosas determinadas. La
excepción la constituye la tradición del derecho real de herencia,
caso en el que es a título universal. Hay tradición del derecho de
herencia cuando el heredero cede su derecho;
4. Puede ser a título gratuito o a título oneroso, dependiendo de la
naturaleza jurídica del antecedente. Ejemplo, donación o
compraventa;
5. Es un modo de adquirir que opera entre vivos;
6. La tradición es una convención, ya que es un acuerdo de voluntades
por el cual se extinguen obligaciones.
Cuando el tradente no es dueño de la cosa que entrega, la tradición
no es un modo de adquirir, sino justo título que sirve al adquirente para
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ganar la cosa por prescripción cuando se invoca un título traslaticio de
dominio (artículo 702, inciso 3°).
La entrega, que es el traspaso material de una cosa de una persona a
otra, puede o no constituir tradición. En consecuencia, entre la entrega y la
tradición hay diferencias:
a. En la tradición debe existir en el tradente y adquirente intención de
transferir y adquirir el dominio, intención que no existe en la entrega
propiamente tal;
b. La intención propia de la tradición se manifiesta en la existencia de
un título traslaticio de dominio. En la entrega hay un título de mera
tenencia;
c. La persona a quien se hace tradición pasa a ser dueño o poseedor de
la cosa; en la entrega se constituye como un mero tenedor y nunca
dueño o poseedor.
Pero el legislador confunde ambos términos: en los artículos 1443 y
1874 habla de tradición, cuando debió haber dicho entrega.
Requisitos de la tradición:
1. La presencia de un tradente y un adquirente;
2. Consentimiento de ambos;
3. Título traslaticio de dominio;
4. Entrega de la cosa.
1.- Presencia de un tradente y un adquirente:
Siendo la tradición una convención (acto jurídico bilateral), deben
intervenir dos partes, que el artículo 671 llama “tradente” y “adquirente”.
El tradente es la persona que por la tradición transfiere el dominio de
la cosa entregada por él o a su nombre; y el adquirente es la persona que
por la tradición adquiere el dominio de la cosa recibida por él o a su
nombre.
Requisitos que deben concurrir en el tradente:
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a. debe ser dueño de la cosa que entrega o del derecho que transfiere:
La tradición hecha por quien no es dueño de la cosa es válida, pero
no transfiere el dominio. Nadie puede transferir más derechos que
los que tiene.
En este caso la tradición es válida porque no hay ningún precepto que
establezca como causal de nulidad la circunstancia de que la tradición
sea hecha por una persona que no tiene el dominio de la cosa. Aún
más, los artículos 682 y 683 suponen que la tradición hecha por
persona que no es dueño es válida, produciendo efectos jurídicos
importantes, pero no el contemplado en el artículo 670. Tanto es así
que la tradición hecha por una persona que no es dueño de la cosa,
habilita al adquirente para ganar la propiedad de la cosa por
prescripción, aunque el tradente no haya tenido ese derecho. En este
mismo sentido, la Corte Suprema ha declarado que la inscripción de
una venta de cosa ajena realiza la tradición.
Ahora bien, si el que no es dueño adquiere el dominio del tradente
con posterioridad a la tradición, se reputa que el adquirente es dueño
de la cosa desde el momento de la tradición (artículo 682). Lo
anterior tiene estrecha relación con lo dispuesto en el artículo 1819
respecto de la compraventa.
b. debe tener facultad para transferir el dominio: la expresión
“facultad” se refiere al poder de disposición e implica, entre otros
supuestos, la capacidad de ejercicio. Este requisito se ve corroborado
por el artículo 1575, inciso 2°, que exige, para que el pago en que se
debe transferir la propiedad sea válido, que el que paga tenga
facultad para enajenar.
Requisitos que deben concurrir en el adquirente.
El adquirente debe tener capacidad para adquirir.
Según Alessandri, el adquirente debe tener capacidad debe tener
capacidad de goce, es decir, aquella que lo habilita para adquirir derechos.
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Para Somarriva, la capacidad que requiere el adquirente es de
administración, lo que se vería corroborado por el artículo 1578 n° 1, según
el cual el pago hecho al acreedor es nulo si éste no tiene la libre
administración de sus bienes.
Siendo la tradición un acto jurídico bilateral, lo lógico es que se exija
respecto de ambas partes capacidad de ejercicio.
2.- Consentimiento del tradente y del adquirente.
Como acto jurídico bilateral la tradición exige la concurrencia de las
voluntades de las partes. Por lo demás, está expresamente establecido en el
artículo 670 al referirse a la intención de transferir y de adquirir de las
partes, y corroborado por los artículo 672 y 673.
Estos dos últimos artículos hacen excepción a los principios generales
en cuanto establecen la posibilidad, en caso de faltar este consentimiento,
de ratificarse retroactivamente, ya que el acto jurídico bilateral en el que no
concurre el consentimiento es inexistente, omisión respecto de la cual no
cabe ratificación por tratarse de un vicio de inexistencia o de nulidad
absoluta, según la posición que se adopte.
La tradición puede verificarse por medio de representantes, no sólo
porque la ley no lo prohíbe, sino también porque expresamente lo dice.
Pero el mandatario debe actuar dentro de sus límites.
En las ventas forzadas que se hacen por decreto judicial a petición de
un acreedor, en pública subasta, la persona cuyo dominio se transfiere es el
tradente y el juez su representantes legal (artículo 671, inciso 3°). En
consecuencia, esta regla no tiene aplicación respecto de las ventas en
pública subasta, pero que no sean forzadas.
Algunos rechazan la idea de que en estas ventas forzadas haya
tradición, porque no hay consentimiento. Se contrargumenta a ello que de
acuerdo al artículo 22 de la Ley de Efecto Retroactivo de las Leyes, en todo
contrato se entienden incorporadas las leyes vigentes al tiempo de su
celebración y una de ellas es el artículo 2465, que contempla el derecho de
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prenda general. El que contrata sabe y consiente al hacerlo que si no
cumple podrá el acreedor rematar sus bienes.
En la tradición el consentimiento debe versar:
1. Sobre la cosa objeto de la tradición;
2. Sobre el título que le sirve de causa; y
3. Sobre la persona a quien se efectúa la tradición.
El consentimiento debe estar exento de vicios. A propósito de la
tradición el legislador reglamentó sólo el error, de tal forma que respecto
del dolo y la fuerza se aplican las reglas generales.
El error puede recaer:
1. en la cosa tradida: el error en cuanto a la identidad de la especie
anula la tradición, que no es sino aplicación del principio
contemplado en el artículo 1453;
2. en la persona: el error en la persona anula la tradición, regla que se
aleja de los principios generales en virtud de los cuales el error en la
persona no vicia el consentimiento sino cuando es determinante para
la celebración del acto o contrato. Esto se explica porque la tradición
no es más que el cumplimiento de la obligación que nace del
contrato, que debe ser siempre hecho al acreedor. Pero si el error
recae sobre el nombre, la tradición es válida.
3. en el título: puede revestir dos aspectos, pero en ambos la tradición
es inválida:
a. que ambas partes entiendan que hay un título traslaticio de
dominio y el error consiste en que se equivocaron en cuanto a
la naturaleza del título (venta o donación); y
b. que una de las partes entienda que hay título traslaticio de
dominio y la otra que hay sólo un título de mera tenencia
(venta o comodato).
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3.- Existencia de un título traslaticio de dominio.
De acuerdo al artículo 675, para que valga la tradición se requiere un
título traslaticio de dominio, como por ejemplo, la compraventa, la
permuta, la donación, el aporte en propiedad a la sociedad, el mutuo, la
transacción cuando recae sobre un objeto no disputado, la dación en pago,
etcétera. Aunque para algunos es más propio decir que es el título
traslaticio de dominio es el que requiere de la tradición.
El título debe ser válido. La nulidad del título impide que la tradición
pueda operar.
4.- La entrega de la cosa.
El hecho material de la tradición es la entrega de la cosa. La forma
como se hace esta entrega es distinta, según se trate de bienes inmuebles,
muebles o de derechos personales.
EFECTOS DE LA TRADICIÓN
1.- Efectos de la tradición cuando el tradente es dueño de la cosa que se
entrega.
En este caso, la tradición transfiere el dominio, claro que el dominio
que tenía el tradente pasa al adquirente en las mismas condiciones
(gravámenes reales, condiciones resolutorias, etcétera).
2.- Efectos de la tradición cuando el tradente no es dueño de la cosa que
se entrega.
La tradición es válida, pero hay tres situaciones que pueden
presentarse.
a. El tradente es poseedor regular de la cosa entregada: si el adquirente
está de buena fe, también adquiere la posesión regular. En este caso,
la tradición no opera el traspaso del dominio, pero desempeña el
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papel de justo título y sirve al adquirente para iniciar la posesión
regular. Todavía más, como la posesión es un hecho que no se
transfiere ni transmite, el sucesor puede añadir la posesión de su
antecesor con sus calidades y vicios.
b. El tradente es poseedor irregular: Si el adquirente está de buena fe,
mejora el título que tenía su tradente y la tradición servirá, no de
modo de adquirir, pero sí de justo título, pasando el adquirente a
tener la posesión regular.
c. El tradente es un mero tenedor de la cosa entregada por él o a su
nombre: En este caso, el tradente jamás puede llegar a adquirir la
cosa por prescripción, porque la mera tenencia excluya la posesión.
Pero aún en este caso, en que la tradición la hace un tradente mero
tenedor, la tradición sirve de justo título, unido al cual la buena fe,
tendrá el adquirente del mero tenedor la posesión regular que
conduce a la adquisición de la cosa por prescripción ordinaria.
Finalmente, debe señalarse que, por excepción, en estos tres casos, si
el tradente adquiere con posterioridad el dominio de la cosa entregada, se
entiende que la transferencia del dominio ha operado desde el instante en
que se hizo la tradición.
Desde cuándo puede exigirse la tradición.
Lo normal y corriente es que la tradición pueda exigirse
inmediatamente después de celebrado el contrato. Hay tres casos de
excepción: (artículo 681)
a. Cuando el título está sujeto a una condición suspensiva: como esta
condición suspende el nacimiento del derecho, no se podrá exigir la
tradición mientras ella no se cumpla. Pero si ha operado la entrega
antes del cumplimiento de la condición suspensiva, esta entrega no
transfiere la propiedad, sino una vez verificada la condición y de
pleno derecho;
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b. Si hay un plazo suspensivo pendiente: como este plazo suspende la
exigibilidad del derecho, no podrá solicitarse la tradición sino una vez
cumplido; y
c. Cuando ha intervenido decreto judicial que impide efectuar la
tradición. Ejemplo, un embargo.
Si el título está sujeto a una condición resolutoria, ella no impide la
tradición, pero una vez cumplida se extiende o afecta a la tradición, y es
como si ésta misma estuviera sujeta a dicha condición. Pero en realidad la
condición resolutoria existe en el título y la tradición no puede ser bajo
condición resolutoria.
De acuerdo al artículo 680, inciso 2°, podría llegarse a la conclusión
que podría estipularse que no se transferirá el dominio mientras no se
pague el precio o se cumpla una condición. Esta disposición está en abierta
contradicción con el artículo 1874 al señalar que la cláusula de no transferir
sino en virtud del pago del precio, no produce otro efecto que la demanda
alternativa que establece el artículo precedente, o sea, el derecho del
vendedor para exigir el cumplimiento del contrato (pago del precio) o la
resolución del contrato. La entrega efectuada por el vendedor con la
reserva mencionada, produce la tradición, aunque bajo condición
resolutoria.
¿Cómo se resuelve la contradicción? Según Alessandri y Somarriva,
haciendo primar las normas de la compraventa en razón de su especialidad.
DIVERSAS ESPECIES DE TRADICIÓN
Se distingue:
1. Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal mueble;
2. Tradición de frutos o de cosas que forman parte de un predio;
3. Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal inmueble;
4. Tradición de las servidumbres;
5. Tradición del derecho de herencia;
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6. Tradición de las minas y
7. Tradición de los derechos personales.
1.- Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal mueble.
(artículos 684 y 685)
La tradición debe hacerse significando que se transfiere el dominio y
figurando esta transferencia por uno de los modos que enumera el artículo
684, que no es taxativo.
Esta tradición puede ser de dos clases:
1. Real o verdadera: es la que se hace física o naturalmente, sea
entregando la cosa el tradente al adquirente, sea permitiendo el
primero al último la aprehensión material de la cosa, y manifestando
el uno la voluntad de transferir y el otro la de adquirir el dominio.
2. Ficta: son las que se hacen por medio de una ficción. Suelen citarse
cuatro casos:
a. Tradición simbólica: es la que se hace por medio de un símbolo
o señal u otro signo que represente a la cosa tradida y la pone
bajo el poder o acción del adquirente. Hay tradición simbólica
en los casos n° 3 y 4 del artículo 684, y además, por ejemplo,
cuando el comprador, con consentimiento del vendedor, fija su
marca en las mercaderías compradas.
b. Tradición de larga mano: Es aquella en que se finge alargada la
mano hasta tomar posesión de un objeto distante o porque se
supone una mano bastante larga para tomar posesión de toda
la cosa. Se efectúa mostrando ésta y poniéndola a disposición
del adquirente (artículo 684 n° 2)
c. Tradición por breve mano: Es la que se produce cuando el
mero tenedor de una cosa llega a ser adquirente de ella y la
retiene con ánimo de dueño. Consiste en suponer que el dueño
de la cosa al venderla al que la tenía como mero tenedor, la
recibe de éste y se la vuelve a entregar de nuevo por un rápido
cambio de mano (artículo 684 n° 5, primera parte)
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d. Cláusula de constituto: Se produce cuando en virtud del
contrato el dueño de la cosa se constituye en mero tenedor de
ella (artículo 684 n° 5, segunda parte)
2.- Tradición de los frutos pendientes u otras cosas que forman parte de
un predio.
(artículo 685)
Se trata de una tradición real de las cosas mencionadas que se realiza
con permiso del dueño, por la separación de esas cosas de la tierra en que
se encontraban.
Problemas:
1. ¿Al referirse el artículo 685 sólo a la tradición real, queda excluida
entonces la tradición simbólica? Alessandri dice que no hay razón
para no admitir la tradición simbólica de los muebles por anticipación
a qu se refiere el artículo 685.
2. Finalmente, el permiso de que habla este artículo no es un simple
permiso gratuito del dueño, sino también a cosas que se deben a
virtud de un título oneroso.
3.- Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal inmueble.
La tradición de los derechos reales, excepto la servidumbre, se
efectúa por la inscripción del título en el Registro del Conservador. (Artículo
686)
Finalidad de los registros territoriales
Para facilitar la circulación de los bienes inmuebles, evitar la
clandestinidad y desarrollar el crédito territorial. (Publicidad)
El Registro es el libro o cuaderno en el que se inscribe un inmueble o
un hecho que le afecta.
Además, en algunos países es una garantía de la propiedad inmueble;
en otros, sólo de la posesión.
Fines de la inscripción en la legislación chilena.
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1. Realización de la tradición: La inscripción es la única manera de
efectuar la tradición de los derechos reales inmuebles, excepto la
servidumbre.
2. Publicidad de la propiedad raíz: Se tiende a ponerla a la vista de
todos, conservando la historia de la propiedad raíz y permitir el
conocimiento de los gravámenes, evitando los engaños.
3. Prueba, requisito y garantía de la posesión: Para la mayoría de los
autores, la inscripción es un requisito para adquirir la posesión de los
inmuebles (artículo 724), es prueba de ella (artículo 924) y garantía
(artículos 728 y 2505).
4. Solemnidad de un acto o contrato: Por regla general la inscripción
constituye tradición, pero en algunos casos cumple la función de
solemnidad, como por ejemplo: en las donaciones irrevocables
(artículo 1400), constitución de usufructo sobre inmuebles (artículo
767), constitución de la hipoteca (artículos 2409 y 2410). Pero en
todos estos casos, se discute la función de la inscripción como
solemnidad del acto.
La inscripción en el Registro del Conservador no es en Chile prueba
del dominio, sólo prueba la posesión. En nuestra legislación, la manera de
probar el dominio es mediante la prescripción.
Principales regímenes territoriales.
1. Sistema prusiano o alemán:
Funciona mediante dos libros o registros, el primero llamado registro
predial o territorial que contiene la inscripción de cada propiedad y en ella
se anotan todos los actos jurídicos relativos a la misma (transferencias,
gravámenes); y el segundo, denominado catastral que contiene la
determinación física y topográfica de cada predio, su naturaleza, forma,
cabida, anotándose todas las modificaciones materiales que experimenta.
La inscripción tiene en este sistema una fuerza probatoria absoluta:
todo derecho real inscrito en el registro se presume respecto de terceros
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que pertenece de una manera indiscutible a la persona que ha obtenido la
inscripción.
2. Sistema Torrens:
Al momento de proceder a la inscripción, si no hubo oposiciones, se
emiten dos certificados que contienen un plano del inmueble y la
identificación de las obligaciones que lo gravan. Uno de estos certificados se
entrega al propietario, a quien sirve de título, y el otro se inserta en el
registro. La inscripción hace inatacable el título del propietario de lo ha
obtenido y ante cualquier error del funcionario, el perjudicado tiene acción
de indemnización en contra del perjudicado. Las personas tienen a su
disposición diversos formularios de los principales actos o contratos,
pudiendo ser llenados los blancos y enviado por el propietario al
Conservador, con su certificado de propiedad.
3. Sistema de transcripción:
Este sistema supone que la transferencia de la propiedad tenga lugar
por el sólo efecto del contrato. En este caso, el requirente de la inscripción
deposita en la oficina del Conservador dos copias auténticas del acto, quien
deja constancia del depósito en un registro especial, restituyendo uno de
los ejemplares con la mención de la transcripción y el otro lo agrega al
registro. La transcripción es facultativa, pues el acto no transcrito es válido,
pero es inoponible a terceros.
Sistema chileno de registro de la propiedad inmueble.
El Registro del Conservador de Bienes Raíces fue creado por el Código
Civil. El artículo 695 dispuso que un reglamento especial determinará los
deberes y funciones del Conservador, y la forma y solemnidades,
reglamento que fue dictado el 24 de junio de 1857. Se trata de un decreto
dictado por autorización de la ley, por lo que es un decreto que tiene rango
de ley, carácter que ha sido reconocido por la jurisprudencia chilena.
La organización de la propiedad territorial en Chile presenta
características del sistema alemán y el francés (transcripción). Tal como el
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primero, la inscripción es necesaria para transferir el dominio, pero, como
el segundo, no lo prueba.
Los Conservadores son ministros de fe encargados de los registros
conservatorios de bienes raíces y son auxiliares de la administración de la
Justicia, cuyo estudio, como tal, corresponde al Derecho Procesal Orgánico.
En términos generales podemos advertir que llevan tres Registros, el
de Propiedad, el de Hipotecas y Gravámenes y el de Interdicciones y
Prohibiciones. Además, deben llevar el Libro de Repertorio, en el que anota
todos los títulos que se le presentan, en orden cronológico, y el Índice
General, por orden alfabético.
En el Registro de Propiedad se inscriben las traslaciones de dominio
(transferencias, transmisiones y adquisiciones por prescripción).
En el Registro de Hipotecas y Gravámenes, las hipotecas, censos,
usufructos, uso y habitación, fideicomisos, servidumbres y otros
gravámenes semejantes.
En el Registro de Interdicciones y Prohibiciones se inscriben las
interdicciones y prohibiciones de enajenar y todo impedimento o
prohibición referentes a inmuebles, sea convencional, legal o judicial que
embarace o limite de cualquier modo el libre ejercicio de enajenar.
El Reglamento hace mención de los títulos que deben inscribirse y de
aquellos que pueden inscribirse, disposiciones que hay que complementar
con otras normas, por ejemplo el artículo 688, que establecen otros casos.
Requerida una inscripción, el Conservador debe efectuar la anotación
en el Repertorio con el objeto de dejar testimonio de la recepción del título.
Esta anotación tiene el carácter de presuntiva y caduca a los dos meses de
su fecha si no se convierten en inscripción, pero convertidas en inscripción,
surte ésta todos sus efectos propios desde la fecha de la anotación.
Se discute la posible preferencia que pudiera otorgar esta anotación
presuntiva en el Repertorio. Mientras existe jurisprudencia que dicha
anotación no otorga preferencia alguna, sino sólo tiene importancia para
determinar la fecha de la inscripción, la doctrina sostiene que debe ser
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preferido en la inscripción el primero que la haya requerido. Lo anterior
tiene importancia, por ejemplo, para determinar los efectos de la anotación
de una prohibición judicial efectuada con posterioridad a la anotación
presuntiva de un título, pero antes que la inscripción se materialice.
Es nula la inscripción que se ha efectuado sin previa anotación en el
Repertorio, como lo es también aquella realizada después de caducada.
Frente a este requerimiento, el Conservador puede dar curso a la
inscripción, caso en el cual procederá a ella en la forma y con las
solemnidades que establece el Reglamento, según la naturaleza del título.
Tanto el requerimiento como la inscripción de un título traslaticio de
dominio deben ser firmadas por las partes, y ello porque la inscripción
constituye la tradición y ésta requiere consentimiento del tradente y del
adquirente. Con el objeto de facilitar aquello, generalmente se introduce en
las escritura una cláusula por la cual se faculta al portador de copia
autorizada de ella para requerir y firmar las inscripciones que sean
procedente en el Conservador respectivo. Esta estipulación importa un
mandato para celebrar un acto jurídico: la tradición del derecho mediante
la inscripción. En la práctica, la firma del requerimiento como de la
inscripción, se ha venido supliendo por la constancia que el Conservador
deja, como ministro de fe, en la propia inscripción, de dicho requerimiento.
Las faltas de algunos títulos de algunas designaciones legales que
debe contener la inscripción sólo pueden llenarse por medio de escritura
pública. Por excepción puede salvarse por medio de minutas suscritas por
las partes, cuando la designación ha sido defectuosa o insuficiente.
Los errores, omisiones o defectos en que se haya incurrido en la
inscripción y que puedan salvarse con arreglo al mismo título inscrito, se
rectifican por medio de subinscripciones.
En caso de negativa del Conservador a inscribir, está obligado a
devolver el título, expresando en éste mismo los fundamentos de la
negativa. La negativa sólo puede fundarse en alguna causal establecida en
el artículo 13 del Reglamento, esto es, cuando la inscripción es en algún
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sentido legalmente inadmisible. La parte perjudicada puede recurrir al juez
para que se ordene judicialmente la inscripción.
Las cancelaciones implican extinguir o dejar sin efecto un asiento del
Registro y se realizan mediante subinscripciones, pero el Conservador no
puede hacerlas de oficio. Sin embargo, en las inscripciones anteriores no
canceladas, está obligado a poner una nota de simple referencia a las
posteriores que versen sobre el mismo inmueble.
Finalmente, las inscripciones, como todo cato jurídico, siguen las
reglas generales de éstos en cuanto a sus vicios y sanciones.
Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal inmueble.
La tradición del dominio de los bienes raíces se efectúa por la
inscripción del título en el Registro del Conservador.
De la misma manera, se efectúa la tradición de los derechos de
usufructo o de uso constituidos en bienes raíces, de los derechos de
habitación o de censo, y del derecho de hipoteca, con la salvedad que en
éste último existe controversia acerca de la función que realiza la
inscripción.
Sin embargo, el artículo 686 menciona los derecho de uso y
habitación, en circunstancias que ellos son intransferibles por tratarse de
derechos personalísimos, respecto de los cuales la tradición no podrá
efectuarse, sino sólo cuando ellos se constituyen.
Inscripciones a que da origen la sucesión por causa de muerte.
La sucesión por causa de muerte es un modo de adquirir distinto de
la tradición, en virtud del cual el heredero adquiere el dominio y la posesión
legal de los bienes hereditarios desde el momento mismo de la muerte del
causante. Por lo tanto, el heredero no necesita de tradición. Sin embargo,
es preciso que el heredero efectúe ciertas inscripciones para poder
disponer de los bienes hereditarios.
Al deferirse la herencia se confiere al heredero la posesión de ella por
el sólo ministerio de la ley, pero esta posesión no habilita al heredero para
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disponer de los efectos hereditarios, sino una vez que se efectúan las
siguientes inscripciones:
1. Inscripción de la resolución que concedió la posesión efectiva, y si la
sucesión es testamentaria, también se exige la inscripción del
testamento;
2. Tratándose de inmuebles, además debe preceder la inscripción
especial de herencia, o sea, la inscripción de los inmuebles a nombre
de los herederos. A virtud de ella pueden todos los herederos
disponer de los inmuebles hereditarios;
3. La inscripción especial del acto de partición.
4. Además, debe haberse pagar el impuesto de herencia que pudo
haber afectado a las asignaciones hereditarias.
Estas inscripciones no tienen por objeto transferir el dominio de los
bienes hereditarios a los herederos, quienes los han adquirido por el modo
de adquirir sucesión por causa de muerte, sólo pretender mantener la
historia continuada de los bienes raíces en el Registro del Conservador.
Inscripciones a que da lugar la prescripción.
La prescripción adquisitiva también es un modo de adquirir distinto
de la tradición, pero, al igual que la sucesión por causa de muerte, también
da lugar a ciertas inscripciones.
La sentencia que declara la prescripción adquisitiva de un bien raíz
debe ser inscrita en el Registro del Conservador. (Artículos 689 y 2513 del
Código Civil y 52 del Reglamento del Conservador de Bienes Raíces)
Esta inscripción no sirve para que se adquiera el dominio, sino que
cumple un triple objeto:
1. Para colocar el inmueble bajo el régimen de la propiedad inscrita;
2. Para mantener la historia de la propiedad; y
3. Para que la sentencia produzca efectos respecto de terceros.
4.- Tradición de las servidumbres.
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La tradición del derecho de servidumbre, por regla general, no se
efectúa por la inscripción del título en el registro del Conservador, sino por
escritura pública en que el tradente exprese constituirlo, y el adquirente
aceptarlo. De allí que el Reglamento del Conservador sólo considere a la
servidumbre entre los títulos que pueden inscribirse y no entre aquellos
que deben inscribirse.
Excepcionalmente se exige la inscripción para efectuar la tradición de
la servidumbre, como ocurre con la constitución y adquisición de la
servidumbre de alcantarillado en predios urbanos.
5.- Tradición del derecho real de herencia.
La situación se refiere a la venta o cesión de los derechos hereditarios
en la universalidad de la sucesión o en una cuota de ella, y no a la venta de
derechos hereditarios que al heredero correspondan en un bien
determinado de la sucesión. En este último caso, la inscripción es la única
forma de hacer la tradición.
Ningún artículo dispone cómo debe puede o debe efectuarse la
tradición del derecho de herencia.
Esto ha llevado a una discusión:
1. Para Leopoldo Urrutia, siendo la herencia una universalidad jurídica,
que no comprende bienes determinados sino un conjunto de bienes
indeterminados o una cuota de ese conjunto, no puede calificarse de
mueble o inmueble. Por lo tanto, aunque la herencia comprenda
bienes inmuebles, no es necesaria la inscripción de que habla el
artículo 686 para la tradición de ella. Como no hay reglas particulares,
corresponde aplicar las generales, en virtud de las cuales, la tradición
puede verificarse por cualquier medio que revele la intención del
tradente de transferir y la del adquirente la de adquirir.
2. Para José Ramón Gutiérrez, el derecho real de herencia es mueble o
inmueble según lo sean las cosas singulares en que ha de ejercerse. Si
sólo comprende bienes muebles, la tradición se efectúa por alguno
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de los medios señalados en el artículo 684. En cambio, si comprende
inmuebles, conforme al artículo 686. La jurisprudencia se ha inclinado
por la primera posición.
3. A las anteriores podríamos agregar la de Alejandro Guzmán, quien
sostiene que hay que distinguir entre el derecho real de herencia y el
objeto sobre el cual ésta recae, esto es, la herencia misma, que es
una universalidad jurídica. Como la herencia, como construcción
jurídica que es, no puede transportarse de un lugar a otro, ello es
suficiente para calificarla de inmueble, de acuerdo al artículo 568 y,
por lo tanto, el derecho real de herencia es inmueble. Consecuencia
inevitable de esta conclusión es que la tradición del derecho real de
herencia ha de efectuarse siempre mediante la inscripción a que se
refiere el artículo 686.
6.- Tradición de las minas.
El artículo 686, inciso final, señala que se estará a lo prevenido en el
Código de Minería.
7.- Tradición de los derechos personales.
En este caso la tradición se verifica por la entrega del título hecha por
el cedente al cesionario (artículo 698).
CESIÓN DE CRÉDITOS
Concepto:
Convención por la cual el acreedor transfiere su crédito a otra
persona, llamada cesionario, que pasa a ocupar la situación jurídica del
cedente en el derecho cedido.
Personas que intervienen:
a. el acreedor: que es el cedente;
b. el adquirente del crédito: que es el cesionario; y
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c. el deudor: aunque puede quedar al margen de la convención, pues su
consentimiento no es indispensable para que se perfeccione la
cesión.
El Código Civil sólo reglamenta la cesión de los créditos nominativos,
sean civiles o comerciales, ya que los créditos al portador y a la orden se
reservan para el Derecho Comercial. (Artículo 1908 del Código Civil)
Los créditos nominativos son aquellos en que se indica la persona del
acreedor y éste es el único que puede exigir el pago.
Los créditos a la orden son aquellos en que se indica la persona del
acreedor, pero el pago es a su orden, es decir, debe hacerse a aquella
persona que indique el acreedor. Su cesión se hace por medio del endoso,
que es el escrito por el cual el tenedor legítimo transfiere el dominio de la
letra (artículo 17, Ley 18.092).
Los créditos al portador son aquellos en que no se menciona la
persona del acreedor o que, no obstante esta mención, pueden ser
válidamente pagados a quien lo presente. La cesión de estos documentos
se hace por la mera tradición manual, o sea, por la entrega del documento.
La cesión de créditos como tradición de los derechos personales.
La cesión de créditos en nuestra legislación, en que el solo contrato
no es suficiente para transferir el dominio, es una forma derivativa de
adquirirlos por traspaso que de ellos hace el acreedor a un tercero, quien
pasa a cobrarlo a su propio nombre y no en el del acreedor original. Como
toda adquisición en nuestro Derecho, requiere de un título traslaticio de
dominio, que será el contrato entre cedente y cesionario, seguido de la
tradición, que se efectúa por la entrega del título.
Los artículos 1901 y 699 sirven para dar fundamento a esta
concepción del Código Civil. Por lo demás, se dice, de acuerdo al artículo
583, sobre las cosas incorporales hay también una especie de propiedad, y
este dominio especial sería el traspasado por la cesión del crédito.
En la cesión de créditos se produce un cambio en la obligación, en
cuanto a su sujeto activo.
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REQUISITOS.
1. Requisitos entre cedente y cesionario:
A. Que el crédito sea cesible:
La regla general es que todo lo sean, pero hay créditos que no puede
cederse por expresa disposición de la ley (derecho de alimentos), o por
decreto judicial (prohibición o embargo). Si por acuerdo del acreedor y el
deudor se ha establecido la prohibición al primero para ceder su derecho,
ello no impide la cesión, sin perjuicio de la responsabilidad del cedente por
la infracción de lo prometido.
No hay duda que los créditos a plazo son cesibles. En los sujetos a
condición suspensiva, lo que se cede es la expectativa del acreedor
condicional, según la jurisprudencia.
B. El título traslaticio:
Si la cesión es la tradición de los derechos personales,
necesariamente debe ir precedida de un título traslaticio de dominio. A
virtud de él el cesionario adquiere el derecho a exigir la tradición, que
deberá efectuársele mediante la entrega del título. En cuanto a los
requisitos del título ellos dependerán del contrato de que se trate.
C. Entrega del título:
De acuerdo al artículo 1901, la cesión no tiene efecto entre cedente y
cesionario sino en virtud de la entrega del título.
De conformidad a la jurisprudencia, no es necesaria la entrega
material, sino basta la entrega simbólica en cualquiera de las formas que
señala el artículo 684. Con lo anterior permite que puedan cederse los
créditos verbales, esto es, aquellos que no constan por escrito. También se
ha exigido la inscripción en el Registro Conservatorio, si el crédito cedido se
refiere a inmuebles.
2. Requisitos respecto del deudor y terceros:
De acuerdo al artículo 1902, la cesión no produce efecto contra el
deudor ni contra terceros mientras no ha sido notificada por el cesionario al
deudor o aceptada por éste.
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El rol jurídico de estas formalidades es, desde luego, de oponibilidad.
También se sostiene que son medidas de publicidad. De no efectuarse, la
cesión será inoponible al deudor y terceros (artículo 1905). Así, el deudor
puede pagar válidamente al cedente, los acreedores del cedente pueden
perseguir el crédito.
No hay plazo para efectuar la notificación, ni para obtener la
aceptación del deudor, pero mientras no se efectúe cualquiera de estas
formalidades, la cesión no producirá efectos en contra del deudor ni de
terceros.
La aceptación puede ser expresa o tácita (artículo 1904).
El deudor no puede oponerse a la cesión, porque carece de interés
jurídico para hacerlo y su situación jurídica no varía con la cesión. Por lo
demás, si pudiera hacerlo, el acreedor quedaría limitado en su disposición
del crédito. Sin embargo, la notificación al deudor es una gestión no
contenciosa que admite oposición por legítimo contradictor, haciéndose la
cuestión contenciosa, pero su oposición no impide que se cumpla la
formalidad de la notificación.
Condiciones que debe cumplir la notificación.
1. Debe ser judicial (artículo 47 del Código de Procedimiento Civil, según el
cual la forma de notificación de que tratan los artículos precedentes se
empleará siempre que la ley disponga que se notifique a alguna persona
para la validez de ciertos actos)
La notificación será personal, por ser la primera gestión.
2. La notificación debe hacerla el cesionario
Así lo exige el artículo 1902.
3. Debe exhibirse el título al deudor (artículo 1903)
El título es aquél en que consta el crédito, objeto de la cesión, en el
que se haya anotación el traspaso, con la designación del cesionario y bajo
la firma del cedente.
EFECTOS DE LA CESIÓN
1. Efectos entre cedente y cesionario:
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A. El cesionario reemplaza jurídicamente al cedente: (artículo 1906)
a. El cesionario adquiere la calidad de acreedor del crédito cedido
y tiene los mismos derechos de éste.
b. Se traspasan los privilegios del crédito.
c. Se traspasa la fianza.
d. La solidaridad y la cláusula penal se traspasan con la cesión.
e. Se traspasan la hipoteca y la prenda. Respecto de la hipoteca se
presenta el mismo problema que en el pago con subrogación,
es decir, si se requiere inscripción del traspaso de la hipoteca.
Para el grueso de la doctrina y jurisprudencia no es exigencia ni
la inscripción ni la anotación del traspaso al margen de la
inscripción primitiva.
f. Se traspasa la naturaleza de título ejecutivo.
g. Entre cedente y cesionario existe identidad de persona para los
efectos de la cosa juzgada.
B. No se traspasan las acciones y excepciones personales del cedente
(artículo 1906, parte final) (Ej. Beneficio de competencia que el deudor
podría invocarle al cedente, el fuero para la competencia, la suspensión de
la prescripción.
Contraexcepciones:
- la posibilidad que tiene el cesionario para invocar la acción de nulidad
relativa, que corresponde a la persona en cuyo beneficio se ha
establecido, sus herederos y cesionarios.
C. El crédito no sufre alteraciones.
Sólo cambia la persona del acreedor.
D. En la cesión de un crédito proveniente de un contrato bilateral, se
traspasa el derecho, pero no la deuda que a su turno tiene el cedente en
cuanto a deudor en el contrato bilateral.
E. En cuanto a la responsabilidad del cedente con el cesionario, hay que
distinguir:
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a. Cesiones a título gratuito, el cedente no adquiere responsabilidad
alguna en la cesión.
b. Cesiones a título oneroso, el cedente sólo responde de la existencia
del crédito y de que éste le pertenece, pero no de la solvencia del
deudor, salvo que se pacte lo contrario, caso en el cual la cesión toma
el nombre de “pro solvendo”. En todo caso, la garantía del cedente
se refiere a la solvencia presente al tiempo de la cesión, pero no a la
futura, a menos que así se convenga expresamente. Esta
responsabilidad abarca sólo hasta la concurrencia del precio que
hubiere recibido por la cesión, salvo que se estipule otra cosa.
F. La cesión puede tener lugar en pago de una deuda del cedente, y si con
motivo de ella éste queda liberado de su obligación y extinguida ésta, se
denomina “cessio in solutum”. Pero también puede cederse un crédito para
extinguir una deuda, en la que el cedente responde del pago del crédito
cedido, caso en el cual la cesión toma el nombre de “cessio pro solvendo”.
2. Efectos entre cesionario y deudor.
El cesionario puede ejercer contra el deudor las mismas acciones y
derechos del cedente, con las limitaciones señaladas, es decir, aquellas que
no se traspasan.
Por su parte, el deudor puede actuar contra el cesionario en los
mismos términos que podría hacerlo contra el cedente. Requerido para el
pago, podrá oponer al cesionario las mismas excepciones que tenía contra
el cedente, con la salvedad de la compensación, en la que se distingue:
- si el deudor aceptó la cesión sin hacer reserva de la compensación,
no puede oponerle por ésta vía al cesionario los créditos que tenía
contra el cedente.
- en toda otra situación, haya mediado aceptación o notificación, el
cesionario deberá soportar que el deudor le oponga las mismas
excepciones que tenía contra el cedente, incluso la compensación.