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Cambios en la estructura social y productiva en Argentina. Desafíos sindicales. TRABAJO FINAL
VALIDADO POR SINDICATOS CONFEDERADOS EN LA CGT Índice 1Breve Introducción Histórica 2Introducción al proceso de reconversión económica neoliberal argentino 5
Capítulo 1. De discursos y prácticas sobre la reestructuración productiva 11Las mutaciones productivas – tecnológicas de la economía argentina El sector industrial: La persistencia de la incertidumbre y la vulnerabilidad.
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La reprimarización de la economía argentina 22El Sector Servicios y Comercio
‐ El sector del comercio minorista ‐ Los servicios privatizados y la extranjerización del aparato productivo argentino
242529
Conclusiones sobre la heterogeneidad productiva argentina 32
Capítulo 2. Cambios de Gestión Empresarial como dispositivos de control laboral 36Capítulo 3. Caracterización de la estructura social argentina. 42Capítulo 4. Las mutaciones en la estructura sociolaboral argentinaUna aproximación a los cambios normativos laborales. La hiperregulación.
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La segmentación sociolaboral argentina 54La Precarización en el Sector Público. 59La precarización en el Sector Privado 60Descentralización – Subcontratación y Tercerización. 62El Tercer Sector: el caso de las cooperativas. 63El desmantelamiento del trabajador protegido – Algunas aproximaciones a la informalidad laboral argentina 64El vínculo entre la regresividad de la distribución del ingreso y la informalidad 67
La flexibilización como denominador común de las relaciones laborales en la Argentina. 70Capítulo 5. A modo de Conclusiones. Desafíos Sindicales para el Siglo XXI. 731. Estrategias en el ámbito Internacional 742. Las nuevas estrategias en el ámbito nacional Los Convenios Colectivos La inclusión de los “colectivos atípicos” en la estrategia sindical La Promoción de la Igualdad de Oportunidades y Género La Juventud Los Migrantes Educación Obrera y Formación Profesional
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La estrategia sindical por excelencia: Luchar por una justa distribución de la riqueza 85Recomendaciones de los participantes del Diagnóstico sobre Cambios en la estructura social y productiva y de gestión empresarial. Desafíos y estrategias Sindicales para la CGT.
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Bibliografía Utilizada 89Índice de Gráficos 93Índice de Cuadros e Ilustraciones 93ANEXO 1 Compendio Actual de Normativa sobre Subcontratación y Tercerización 94
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Breve Reseña Histórica
Nota: El trabajo de validación del Informe Parcial sobre Cambios en la Estructura Productiva –
Social, de Gestión Empresarial. Desafíos Sindicales, sugirió la necesidad de desarrollar un acápite
sobre la reseña histórica que se agrega a este informe Final1.
El régimen económico argentino (1945‐1975) La política económica aplicada en Argentina después de la crisis y caída definitiva del modelo agro‐exportador, resumida en el concepto “Industrialización sustitutiva de importaciones (ISI)”, se prolongó, en sus aspectos esenciales, hasta la segunda mitad de los años ’70. La característica distintiva de esta política fue el respeto a las exigencias derivadas del llamado “modelo de crecimiento hacia dentro”, consistente en una industrialización basada en el mercado interno, reservado a la producción local mediante la protección arancelaria y con una significativa complementación de la acción del Estado. La intervención del Estado en la economía tuvo lugar en dos planos: a) el de la provisión de recursos humanos adecuados y la acumulación, al encargarse de educación, salud y formación del capital requerido por la infraestructura económica y los bienes estratégicos (transporte, comunicaciones, energía y combustibles); b) el del mantenimiento de las condiciones necesarias para sostener una demanda agregada apta para la continuidad del modelo. Para esto se estructuró una intervención estatal en el sistema de precios y una política fiscal (especialmente del lado del gasto) que facilitaron una distribución de la renta funcional al modelo ISI (Industrialización por Sustitución de Importaciones). En el período 1945‐1975 en Argentina prevaleció una matriz sociopolítica que conjugaba ciudadanía social con la inserción de los individuos en el mercado de trabajo. El Estado de Bienestar, con sus peculiares características en este país, evaluado en términos de nexo entre el sistema político administrativo y las demandas de la población, desplegó un sistema de seguridad social, un mercado de trabajo fuertemente protegido y con niveles altos de formalidad en consonancia con la vigencia temporaria de una sociedad caracterizada como asalariada. Este modelo denominado “sociedad salarial” no solo alude a que la mayor parte de los trabajadores que la compone es asalariada, sino también a la existencia de un supuesto pleno empleo, lo cual responde a una 1 La Breve reseña histórica fue elaborada por el Asistente del Consultor, Arquitecto Mauro Posada y ampliada por la Consultora Principal, Marita González.
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configuración social tendiente a un proceso de progresiva homogeneización y, dentro de la misma, el propio asalariamiento constituiría el fundamento de una posición social dotada de mecanismos protectivos. Los derechos sociales comprendidos en esta matriz fueron: el derecho al trabajo, a la educación, a la cultura, a la salud, a la vivienda, a la jubilación, y a prestaciones varias en situaciones de excepción ‐accidente, incapacidad, pérdida de empleo‐. En este sentido conceptual, los derechos económicos ‐ingreso‐ se combinaba en el derecho social al trabajo. El aparato estatal, en el contexto económico y social descripto, no se encontraba dedicado ‐prima facie‐ al mero aseguramiento, en el orden jurídico‐legal, de las condiciones generales de producción, tal cual era uno de sus roles esenciales durante la vigencia del capitalismo de laissez faire. Debido a ello la política estatal, en tanto esfera de poder institucionalizado ‐e hipotéticamente externa al funcionamiento del mercado laboral‐, pudo dedicarse a atenuar, y aun contrarrestar con cierto grado de eficacia, el desequilibrio de poder global vigente entre la oferta y la demanda, como así también las ventajas y perjuicios resultantes, en términos secundarios, del lado del sector oferente de fuerza de trabajo. Finalmente, las tendencias características del ocaso del Estado “benefactor” se entreligaron con el conjunto de medidas anticíclicas, cuya aplicación potenció la emergencia del capitalismo llamado tardío. El Estado protector, en definitiva, construyó una ingeniería social que derivó en una situación de virtual empate entre los sectores del capital y el trabajo, encubriendo temporalmente la existencia de fuerzas subordinadas. Durante las últimas tres décadas del siglo XX, estos pilares sufrieron una gradual erosión, socavándose las bases de la coyuntural convergencia establecida por el mercado laboral, que garantizaba cierto nivel de estabilidad y protección de los trabajadores, respecto de una estrategia estatal de índole explícitamente "intervencionista" en la esfera económica. Su crisis resulta entonces del desequilibrio operado a favor del capital, que despoja la idea de ciudadanía social y que reduce al individuo al papel de “consumidor”. Los componentes de esta variada y rica historia argentina en dicho período, tuvo como principales ejes:
• El objetivo fundamental de la Inclusión Social.
• El Protagonismo social y político de la clase trabajadora, en particular, de sus organizaciones sindicales.
• La protección social de los asalariados.
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• Fuerte proceso interno de industrialización
• Modelo económico con activo mercado interno
• Estado rector y generador de políticas
• Política de bienestar que incluía la efectiva concreción de nuevos derechos sociales, como períodos de vacaciones y descanso, y sobre todo salarios más dignos. Se inician importantes planes de vivienda, y enormes inversiones en salud y educación.
• El PBI creció casi un 30% desde 1945 a 1948 A partir del golpe de Estado de 1955, este Estado de Bienestar sufrió algunas modificaciones, pero el núcleo básico de derechos sociolaborales fue finalmente desmantelado a partir del primer embate neoliberal en 1976 y finalmente durante el régimen menemista (1989‐1999) y el posterior gobierno de la Alianza (1999‐ 2001)
En resumen, Argentina aplicó en las dos últimas décadas dos respuestas muy distintas a los desafíos sociales de la globalización.
1. La estrategia adoptada en la década de 1990 • Apertura comercial y financiera de la economía
• Desregulación general de los mercados (de trabajo)
• Economía Abierta y mayor volatilidad • Inestabilidad de ingresos y empleo • Inseguridad Social
• Esta volatilidad se vio exacerbada por la Convertibilidad, que cercenó el uso de los instrumentos de política cambiaria y monetaria para apaciguar el impacto de las perturbaciones externas que sufrió la economía.
• Aun dentro la Convertibilidad, la coherencia entre objetivos económicos y sociales habría exigido, un fortalecimiento del sistema de protección social y un aumento considerable del gasto social.
• Esto no ocurrió, y las consecuencias fueron el aumento de la informalidad, la desocupación, la pobreza y la desigualdad.
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2. Segundo Período: 2003‐ 2010
• La nueva estrategia mantuvo la apertura comercial pero introdujo cambios importantes en las políticas macroeconómicas, laborales y sociales.
• La flexibilización del régimen cambiario y ciertas restricciones al movimiento de capitales, permitieron implementar una política de tipo cambio competitivo y estable que impulsó una rápida recuperación y expansión de la economía y los puestos de trabajo.
• Esta política se vio apuntalada por la introducción de impuestos a las exportaciones de productos primarios y la exitosa renegociación de la deuda pública externa con los acreedores privados, que mejoraron sensiblemente la situación fiscal.
• Las políticas laborales: negociación colectiva, elevación del salario mínimo que redujo la pobreza.
• El Plan Jefas y Jefes de Hogares Desocupados, Plan Familias y el Seguro de Empleo y Capacitación, y en el caso de los adultos mayores la elevación real de las jubilaciones y pensiones del sistema contributivo, el Plan Mayores y el Plan de Inclusión Previsional.
• El Plan de Mayor Impacto: Asignación Universal por Hijo • Persistencia de la Informalidad y del Trabajador Pobre
Introducción al proceso de reconversión económica neoliberal argentino
La Argentina expuso en los últimos 30 años cambios productivos y de gestión empresarial
que transformaron profundamente la estructura social tal como se había conformado en el período
de posguerra. En dicho período, los procesos de inclusión social se desarrollaron a través de un
núcleo extendido de relaciones laborales asalariadas protegidas, por la cual la identidad
comunitaria se establecía a través de la afiliación laboral y los derechos inherentes al trabajo. El
modelo de bienestar argentino se asentaba en el marco de la industrialización sustitutiva de bienes
finales, políticas fiscales y tributarias que alentaban la expansión del mercado interno a través del
sostén de la demanda efectiva, tanto por niveles salariales altos, un sistema de salario indirecto que
aseguraba la reproducción de la fuerza de trabajo intergeneracional, como así también con un
mercado altamente protegido en el marco de una economía mixta, con fuertes controles estatales.
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La característica distintiva de esta política fue el respeto a las exigencias derivadas del llamado
“modelo de crecimiento hacia dentro”, consistente en una industrialización basada en el mercado
interno, reservado a la producción local mediante la protección arancelaria y con una significativa
complementación de la acción del Estado.
El desmantelamiento de esta matriz económica – social se remonta a los años de la última
dictadura (1976‐1983), que comenzaron con lo que se denominó “privatización periférica” y
apertura de la economía, y afectó, sobre todo aunque no exclusivamente, a bienes finales e
intermedios. Sin embargo, la integración total de Argentina a los mercados internacionales
transcurre en la década del noventa a través de una apertura comercial indiscriminada y una
transformación del paradigma económico.
La apertura comercial y financiera se encuadró en las políticas de reformas económicas
operadas en toda América Latina, cuyo paradigma se dio en llamar “Consenso de Washington”. Este
nuevo paradigma económico estableció como prioridad la disciplina presupuestaria, una mutación
en las prioridades del gasto público – afectando en particular a los servicios de salud, educación,
infraestructura ‐, una reforma fiscal regresiva que amplió la base imponible, la apertura comercial y
financiera, la liberalización de las tasas de interés, un tipo de cambio fijo –Convertibilidad‐2, una
amplia gama de privatizaciones y entrada de inversiones extranjeras directas, la desregulación de
los mercados de bienes y servicios. La base de la filosofía económica de este modelo se asienta en
la re mercantilización de las relaciones laborales, y por tanto la modificación de la normativa laboral,
tal como este fuera concebida en el período de industrialización por sustitución de importaciones.
2 Los teóricos monetaristas del Consenso de Washington no promovían un tipo de cambio fijo, sino tipos de cambio flexibles competitivos. Argentina, por su historia reciente de procesos de inflación muy alta, aplicó un sistema de ajuste a través de un tipo de cambio fijo expresado en la paridad cambiaria respecto al dólar. Este sistema, ya desechado desde la década del ’70, en las instituciones de Bretton Woods, solo fue exitosos en la Argentina neoliberal a partir de la afluencia de dólares vía procesos de privatizaciones hasta mediados de la década del ’90 y luego a partir del endeudamiento público y privado.
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Los resultados de la aplicación de este tipo de políticas económicas, constituyen la base de
la heterogeneidad estructural productiva y social que hoy se verifica en la Argentina y que no
obstante el cambio de orientación en los últimos años, resulta ser una tendencia muy difícil de
revertir.
La integración al mercado mundial generó que la Argentina quedara sujeta a los vaivenes de
la economía internacional, tal como tal como quedara expresada en la crisis del Tequila y la crisis de
los inicios del presente milenio.
El conjunto de la estructura empresaria fue afectada considerablemente por las reformas de
mercado efectuadas. En primer lugar, se impuso una nueva composición de la cúspide empresarial,
y en dicha mutación se establecieron nuevas redes empresariales nacionales –extranjeras y una
fuerte concentración del capital. El proceso de desindustrialización que comenzó en la década
del ’70 con la apertura económica y las privatizaciones periféricas, se aceleró y condujo a una fuerte
reducción de la participación industrial en la economía nacional.
El modelo neoliberal instituido en la Argentina impuso una profunda crisis del “trabajo”3
que tuvo diversas manifestaciones, entre las que se pueden enumerar: el incremento exponencial
de la desocupación y la informalidad ‐tanto en períodos de crecimiento como de retracción
económica‐, la extensión de la precariedad laboral, la reaparición del trabajo forzoso y la
explotación de mano de obra infantil. La desprotección laboral a la que se vio sometida gran parte
de la población argentina se tradujo en un incremento constante de los niveles de pobreza, cuyo
punto de inflexión se alcanzó en Octubre de 2002, y una concentración de los ingresos en los
deciles más altos de la estructura social.
3 Siguiendo a la OIT que afirma que el trabajo no es una mercancía, se evitará en la medida de lo posible, el uso lingüístico de “mercado de trabajo”, para definir al conjunto de relaciones laborales en el sistema capitalista de producción. Sin embargo, como se observará a lo largo de este ensayo, las mutaciones operadas implicó en gran parte un remercantilización de dichas relaciones entre capital y trabajo.
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Este proceso de desafiliación social, tal como lo describe Robert Castel4, condujo a la
reducción de la incidencia del sindicalismo en la correlación de fuerzas sociales, y la
implementación de una cultura individualista y atomizador de la vida común. Se instituyó de ese
modo una sociedad dual y heterogénea. Los cambios económicos y políticos registrados durante la
década del noventa, articulados con procesos de más largo plazo, modificaron profundamente la
composición de la base social de las representaciones sindicales y empresarias y afectaron sus
vínculos tradicionales con el Estado y el sistema político.
Asimismo, las transformaciones registradas respecto a la estructura y el papel del Estado
fueron muy significativas. Es común afirmar que con la aplicación de las políticas neoliberales, el
Estado fue desmantelado y que la economía se autorreguló sin ninguna intervención; sin embargo,
es más realista afirmar que el Estado fue desmontado en algunas dependencias públicas –por
ejemplo: en su función empresarial de economía mixta, o en la administración del trabajo‐ para ser
fortalecido en otras áreas de intervención – por ejemplo: en las agencias de ingresos fiscales, AFIP,
o como reasignador de recursos al nuevo establishment empresarial.
Las dimensiones descriptas en la década del ’90, eclosionaron hacia finales de 2001. En dicho
contexto de crisis más de la mitad de la población se hundió por debajo de la línea de pobreza, un
amplio sector tradicionalmente de quintiles medios vieron pauperizadas sus condiciones de vida y
se observaron fuertes corrientes de emigración hacia los países desarrollados, fuga de cerebros. La
economía se contrajo sustancialmente; la caótica situación monetaria, con la emergencia de varias
cuasimonedas y la extensión del trueque, caracterizó la crisis más profunda de la Argentina.
La economía argentina en el período 2002‐ 2007 revirtió todos los indicadores productivos y
sociales. La implementación de un modelo económico basado en la creación de empleo restituyó
rápidamente el proceso de crecimiento económico. Dicho modelo fue favorecido por factores
endógenos favorables tales como la protección a las industrias de bienes finales e intermedios, la 4 Castel Robert (1997) La metamorfosis de la cuestión social. Crónica del salariado. Paidos Estado y Sociedad. Buenos Aires.
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existencia de una capacidad ociosa disponible para el rápido acondicionamiento de las industrias
preexistentes, políticas estatales de incentivos, un tipo de cambio flexible y una política salarial a
través del incremento escalonado y constante del salario mínimo y en una segunda instancia la
reactivación de las paritarias en el marco de convenciones colectivas de trabajo. Desde los factores
exógenos que favorecieron un rápido crecimiento es importante señalar el alza espectacular de los
precios de los commodities de especialización productiva del país, la cual comenzó a revertir en el
segundo semestre de 2008.
En Argentina, la expansión económica en el período 2002‐ 2007, que sucedió a la
modificación del esquema cambiario, se explica principalmente por el impulso de la demanda
interna que, habiendo estado contenida por una larga recesión, incentivó a los sectores productivos.
En el mercado interno, el impulso de la demanda se debió a las fuertes expansiones de la inversión
y el consumo. Al mismo tiempo, la demanda externa fue motorizada por la mejora en la
competitividad‐precio y por el aumento de la demanda gran parte de los productos que integran
nuestra canasta exportadora. En ese lapso, la inversión se duplicó en relación con el PBI
conduciendo el crecimiento económico. Sin embargo, en dicho proceso, el incremento del empleo
se dio más aceleradamente en el sector informal que en el sector formal de la economía. El déficit
del trabajo decente sigue siendo entonces una asignatura pendiente para el desarrollo sustentable
de la economía productiva del país. La persistencia y consolidación de un sistema productivo y
social caracterizado por la heterogeneidad estructural constituye una de las fuerzas básicas que
presionan en forma adversa sobre la pobreza, la distribución del ingreso y la dualidad en los
mercados laborales. El concepto de heterogeneidad se asocia a la existencia, por una parte, de un
sector de productividad media del trabajo relativamente próxima a la que permiten las técnicas
disponibles, y por otro lado, a la existencia de una amplia gama de actividades rezagadas, debajo
nivel de productividad donde se manifiestan habitualmente altos niveles de subempleo,
informalidad y diversas estrategias de subsistencia. Esta coexistencia constituye la evidencia visible
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en el mercado de trabajo de dicha heterogeneidad estructural5.
A partir de esta sucinta introducción, se analizará en los acápites subsiguientes: la
reestructuración productiva el marco de la globalización, las transformaciones tecnológicas, las
características de la heterogeneidad productiva; su impacto en la estructura social, para delinear a
continuación las posibles estrategias sindicales preactivas y reactivas al nuevo modelo de relaciones
laborales.
Capítulo 1. De discursos y prácticas sobre la reestructuración productiva
Resulta muy común en estas latitudes, adscribir a la teoría según la cual, la consolidación del
proceso de globalización de los mercados durante las últimas décadas del siglo XX y la emergencia
de un nuevo paradigma tecno‐organizacional basado en un uso intensivo de las nuevas tecnologías
de la información y comunicación (TIC’S) han provocado una fuerte redefinición de los procesos de
interacción tanto a nivel internacional como organizacional e individual, afectando, la estructura
interna y las relaciones externas de las empresas (Mariotti 2000). Este cambio de paradigma viene
acompañado de una revalorización de los procesos de innovación y de cambio tecnológico, claves
para el desempeño de la firma en el nuevo escenario competitivo6. Desde esta perspectiva, Desde
ciertas perspectivas, la introducción de tecnologías "ahorradoras" de mano de obra en los sectores
productivos más dinámicos de la economía, la reorganización de los procesos, y la supresión de
extensas líneas de producción constituyen las variables más importantes de mutación del sistema
productivo. Desde esas escuelas de la sociología del trabajo, el pleno empleo se ha retirado para
5 Salvia, A. y otros (2008) “Cambios en las estructura social del trabajo bajo los regímenes de convertibilidad y posdevaluación. Una mirada desde la perspectiva de la heterogeneidad estructural” en Lindemboim, Javier. Trabajo, Ingresos y Políticas en Argentina. Contribuciones para pensar el Siglo XXI. Editorial Eudeba, Buenos Aires. 6 Mariotti S. (2000), “Nuevos paradigmas tecnológicos”, en Boscherini F. y Poma L. (comp.), Territorio, conocimiento y competitividad de las empresas: El rol de las instituciones en el espacio global, Miño y Dávila editores, Buenos Aires.
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siempre de nuestras vidas, y no hay posibilidad de retorno7. Por el contrario, emergen referentes
de diversas disciplinas8 que consideran que no es posible semejante afirmación; para éstos, el
aumento persistente del desempleo se explica no tanto por la disminución de trabajadores
asalariados –ya que estos siguen siendo el sector mayoritario en las actividades remuneradas‐ sino
que la tasa de crecimiento de la PEA es superior a la capacidad del sistema económico de absorción
de mano de obra. Paralelamente a este debate contemporáneo aún no resuelto, es importante
destacar que los hechos empíricos verifican que la globalización ha exacerbado el dilema de la
realización del hombre a través del empleo y que este problema se acentúa en períodos de crisis,
los cuales luego de la liberalización del capital financiero se ha convertido en un fenómeno
recurrente en el mundo del siglo XXI. Pero además, en períodos de estabilidad macroeconómica, el
régimen de acumulación capitalista no experimenta una absorción rápida de mano de obra. Dicho
en otros términos, la globalización genera la expulsión masiva de trabajadores en períodos de crisis,
y expresa una débil y lenta recuperación de los guarismos laborales en períodos de crecimiento
económico, agravado por una población con una vida laboral más extensa que dificulta el recambio
generacional.
Afirmar que América Latina en general y la Argentina en particular, han atravesado un
proceso de reestructuración productiva dispone mucho más que una mera descripción. Constituye
una definición con implicancias políticas‐ sindicales. Es un axioma en cuyo seno establece que la
teoría de la globalización no es abordada como meras fuerzas del mercado, como un hecho natural, 7 Ver OFFE, CLAUS (1991), Contradicciones del Estado del Bienestar; Madrid, Alianza; (1984), La sociedad del trabajo. Problemas estructurales y perspectivas de futuro; Madrid, Alianza Editorial, 1984. RIFKIN Jeremy (1996), El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo; el nacimiento de una nueva era, Barcelona. Paidós; GORZ, ANDRÉ (1997) La metamorfosis del trabajo; Madrid, Sistema. GORZ, ANDRÉ (1994) Salir de la sociedad salarial Bs. As. Paidós. También se puede observar una perspectiva parecida en HABERMAS Jürgen (1989), "The new obscurity", en The New conservatism: cultural criticism and the historian debate, Cambridge, Polity Press. 8 Ver entre otros: CASTEL, Robert (1997) Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del asalariado; Buenos Aires, Paidós. HUSSON Michel (1998), "Fin du travail o réduction de sa durée", Ponencia en el Congrès Marx International, octubre ; ROCCARD Michel (1996), “Préface” en RIFKIN Jeremy, La fin du travail, La Découverte, París.
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tal como lo presenta la economía neoclásica. Comprender los alcances de la reestructuración
productiva mundial a partir de la década del ’70 requiere de incluir en el estudio analítico la
presencia de instituciones, normas y actores que revelan los significantes de los comportamientos
económicos. El universo que abarca la dimensión de la reestructuración productiva instala en el
seno del debate los cambios en el interior de las empresas (tecnología, organización y gestión,
relaciones laborales, cultura laboral, capacidades técnicas y perfiles profesionales), y en el marco
mesoeconómico el desenvolvimiento de las cadenas productivas, la conformación de redes de
empresas y la inserción de las mismas en el marco de una nueva institucionalidad del orden
económico mundial (De la Garza Toledo: 2000). Las teorías que abordan la reestructuración
productiva se distinguen: la escuela regulacionista, los neoschumpeterianos y los estudios sobre
especialización flexible9 . Excede a este análisis el debate disciplinario de estas diferentes
perspectivas, solo basta señalar las hipótesis de abordaje de la reestructuración productiva
argentina de acuerdo a las mismas.
En primer lugar, el regulacionismo explica el nuevo orden económico internacional en clave
de la caída de la productividad media del trabajo en el mundo occidental a partir de la década
del ’70. En el entendido que la caída de la productividad reduce la tasa de ganancia empresarial, la
crisis económica de dicha época es definida como la necesidad de las empresas de retomar el
control de las empresas y reducir las rígidas normativas laborales que ponían freno al incremento
de las utilidades. En dicho sentido, el análisis que realizan los regulacionistas son de utilidad para
comprender el comportamiento de los actores en la denominada reformas laborales, tanto las que
refieren a la gestión de las empresas como a las que refieren a la legislación del trabajo.
En segundo lugar, los neoschumpeterianos colocan el énfasis las fases de innovación
tecnológica. Desde esa lógica, el centro de análisis se encuentra en la emergencia de una Tercera
9 De la Garza Toledo, Enrique (2000) “Las teorías sobre la reestructuración productiva en América Latina”, en De la Garza Toledo (coord), E. Tratado Latinoamericano de Sociología del Trabajo. Fondo de Cultura Económica, México. Pp 716 a 734.
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Revolución Tecnológica asociada a las nuevas tecnologías informáticas y las actuales
nanotecnologías y su vinculación con los perfiles profesionales necesarios para sumarse a dicha
mutación tecnológica.
En tercer lugar, la teoría de la especialización flexible puntualizó el fin de la producción en
masa, considerando que las nuevas condiciones de mercado en una economía global de
compradores que exigen variedad de productos colisionaban con la producción de tipo fordista o
producción en serie. El modelo de especialización establecería una nueva división del trabajo, por
un lado un núcleo productivo de alta especialización, con procesos automatizados, tecnología de
punta y alta calificación de la mano de obra, y por el otro, un núcleo rezagado de producción que
solo importa tecnología y exporta insumos de bienes primarios. En dicho contexto, América Latina
podría a la vez, subdividirse en dos especializaciones productivas: a) el de las industrias
procesadoras de recursos naturales, en los países del Cono Sur de la región, y b) el de la "maquila"
‐electrónica y del vestuario‐ en México y varios países más pequeños de América Central10. Dicho
cambio en el patrón de especialización productiva y competitividad internacional se encuentra
asociado a fenómenos de entrada y salida de firmas de y a los mercados, de absorción y expulsión
ocupacional y de cambios en las "fuentes" de progreso tecnológico.
Partiendo de las posibilidades –y también sus limitaciones para describir los procesos
empíricos‐ que nos brindan estas teorías, se pueden esbozar algunas características de las
transformaciones productivas y tecnológicas en la Argentina y su impacto en el mundo del trabajo.
Las mutaciones productivas – tecnológicas de la economía argentina
El sector industrial: La persistencia de la incertidumbre y la vulnerabilidad.
El proceso de transformación productiva a partir de 1976 constituye uno de los ejes
10 Katz, Jorge y Stumpo Giovanni (2001). Regímenes competitivos sectoriales, productividad y competitividad internacional. Documento Base del Área Temática: Producción tecnológica y competitividad internacional. Jornadas: hacia el Plan Ave Fénix. Facultad de Ciencias Económicas. 6y 7 de septiembre de 2001.
14
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temáticos ampliamente estudiados por los analistas sociales. A partir de mediados de dicha década
el sector industrial argentino perdió la capacidad de dinamismo productivo, de generación de
empleo y de liderazgo del proceso de inversiones, que lo habían caracterizado en el pasado.
Articuladas por los cambios en la frontera tecnológica internacional y la inestabilidad e
incertidumbre macroeconómica local, se fueron gestando modificaciones sustantivas a nivel
institucional, sectorial, microeconómico y de inserción comercial. Gradualmente se iría
profundizando un patrón de especialización de la industria argentina caracterizado por el
predominio de actividades intensivas en recursos naturales y en capital, que tienen un escaso
peso del factor trabajo en sus funciones de producción y en las que los agentes de mayor tamaño
tienen un papel central11. Por el contrario, las actividades intensivas en "conocimientos", de
elevada utilización de trabajo en su función de producción y con un peso importante de Pymes
aparecen con un menor peso relativo (Kosacoff y Ramos, 2001). En el año 2004, sólo a modo de
ejemplo, Argentina generó un valor agregado industrial por habitante un 40% inferior a 1974.
Una de las hipótesis más usuales para fundamentar la remoción de la normativa laboral en
la Argentina estuvo asociada a la ralentización de la economía argentina a partir de la década
del ’70 debido a la caída de la productividad del trabajo. Bajo este diagnóstico, el incremento de la
productividad, asociado al concepto de competitividad debía sostenerse a partir de diversos
mecanismos, entre los cuales se destacan:
a) La remoción de barreras arancelarias para generar competencia entre la industria local y la
industria internacional.
b) La introducción de nuevas tecnologías que colocaran a la industria local en un nivel de
competitividad análogo a los cambios productivos mundiales.
11 Kosacoff, B. y A. Ramos (2001), Cambios contemporáneos en la estructura industrial argentina (1975‐ 2000), Universidad Nacional de Quilmes, Bernal.
15
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c) La reducción del empleo protegido que generaba altos costos para la empresa en un
contexto de caída de la productividad.
La transformación estructural de la economía se rediseño finalmente en la década del ’90.
En el sector industrial, la desaparición del carácter “endo‐dirigido” del modelo productivo y
tecnológico, así como también la dependencia de lo público y el proceso de privatizaciones impactó
sobre la capacidad tecnológica local de manera heterogénea. Las nuevas tecnologías tuvieron un
sesgo importante ahorrador de mano de obra. Asimismo, el sector secundario sufrió las
consecuencias de la competencia indiscriminada con el sector externo, lo cual se reflejó en la caída
de su participación en el PBI que de 26,6% en 1980, se redujo hacia el 2000 al 16,6%.
El aumento de la productividad de la mano de obra, sumado a la disminución de las
remuneraciones trajo aparejado un incremento en la regresividad de la distribución interna del
ingreso industrial e impulsó un creciente proceso de concentración económica y centralización del
capital.
Los resultados fueron la disminución del grado de diversificación de la actividad
manufacturera (con la virtual desaparición de numerosas empresas), la acentuación de la
proporción de personas dedicadas a la producción de servicios de muy baja productividad y la
concentración dentro de algunas ramas de actividad de las empresas que detentan las más altas
proporciones de capital por persona ocupada y el uso de tecnologías relativamente más avanzadas.
El desempleo y el subempleo de la mano de obra fueron la contrapartida de esa transformación así
como la estrechez de la gama de mercancías exportadas y la “naturaleza” de éstas son el reflejo de
esa conformación de las actividades productivas. En síntesis, actualmente se observa un sector
industrial de menor tamaño, con mayor concentración, alta transnacionalización y con un
modelo de organización de la producción de bienes muy distinto al del período de economía
semi‐cerrada. Las actividades metalmecánicas, aquellas de comportamiento más dinámico
durante la industrialización sustitutiva, ahora representan sólo un tercio de lo que fueron tres
16
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décadas atrás. Asimismo, la producción de insumos básicos (acero, aluminio, papel,
petroquímica, entre otros) se consolidó en el nuevo patrón de especialización industrial a partir
de transferencias ingentes de recursos fiscales.
Desde el punto de vista global (Gráfico 1) el sector industrial a lo largo de 33 años ha
descendido en forma constante en el período 1980‐ 2002, para remontar en el lustro
correspondiente al último lustro, pero si haber logrado los valores de 1975. El proceso de
desindustrialización argentino remite a todos los factores descriptos en este apartado, que pueden
sintetizarse en el desarrollo de una base de negocios sujeta a los condicionamientos de un
acelerado proceso de apertura (acentuado por los efectos de una desproporcionada apreciación
cambiaria), a las imperfecciones del mercado de capitales (con tasas de interés real en momentos
inconsistentes con la producción) y un marco de políticas competitivas y de comercio exterior
escasamente evaluado, fondeado y articulado, generó una exposición extrema a la competencia
internacional. Sin embargo, como señala Kosacoff y Ramos (2006), en la transición post
convertibilidad hubo un período en el cual existía alguna percepción generalizada de una
destrucción masiva de capacidades empresariales; no obstante, se verificó, una vez más, una
notable respuesta empresarial para adaptarse a contextos de incertidumbre exagerada y de pérdida
de calidad institucional. Fue así que las firmas industriales y aquellas de actividades de recursos
naturales encontraron un posicionamiento transitorio que les permitió mantener el desarrollo de
los negocios e impedir un fenómeno de cierre masivo de empresas12.
12 Kosacoff, Bernardo; Ramos Adrián (2006) Comportamientos microeconómicos en entornos de alta incertidumbre: la industria argentina. CEPAL, Santiago de Chile.
17
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Gráfico 1: SECTOR INDUSTRIALPBI industrial per cápita (1970-2008)
Fuente: Kosacoff – López
900
1.000
1.100
1.200
1.300
1.400
1.500
1.600
1.700
1.800
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
- en
peso
s c
onst
ante
s de
199
3 -
El modelo de acumulación neoliberal de la década del ’90 mostraba como argumento de
crítica a la industria nacional, la escasa predisposición empresarial a la inversión y al desarrollo
tecnológico. Se partía del supuesto que si se brindaba un régimen de estabilidad en el mediano
plazo, las empresas e inversores adoptarían decisiones de reconversión y de innovación. Sin
embargo, la literatura existente confirma que en el período no hubo una reconversión en dicho
sentido.
En ese sentido, algunas inversiones realizadas a mediados de los años noventa previendo
escenarios más optimistas en términos de retorno económico generaron un crecimiento de la
deuda financiera de las empresas que se tornó difícil de administrar en un contexto de menores
retornos y de mayor carga de intereses producto de la restricción acentuada al financiamiento en
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general. Tasas de interés real en constante crecimiento llevaron a las empresas a niveles de
endeudamiento que en muchos casos solían superar el valor de sus activos. Así, durante el
período 1998/2001 un financiamiento al 25% anual en contexto de deflación de precios resultó en
procesos de convocatoria de acreedores generalizados.
Luego de la salida del sistema de convertibilidad, los empresarios comenzaron utilizando la
capacidad ociosa instalada en un contexto de un retorno a una industria semi‐protegida. A partir
de 2005, la capacidad instalada llegó en algunas industrias (textil, metalúrgica) a su techo, sin
embargo los empresarios optaron por cubrir ese déficit con importación de bienes finales para
suplir la demanda del mercado interno. Los empresarios argentinos, sometidos a continuos
cambios de coyuntura y de reglas de juego, tienden a esperar el mediano plazo para adoptar
decisiones de inversión. De ello deviene la popular frase, que afirma que el sector industrial
argentino, puede girar rápidamente y convertirse, de la noche a la mañana, en sector importador
argentino. El resultado de este comportamiento es el escaso desarrollo de redes productivas,
cadenas de proveedores y la reticencia empresarial a reconvertir o capacitar a los recursos
humanos.
En relación a la orientación de los procesos de innovación se puede señalar que,
motivadas por las señales de precios relativos, las actividades de innovación de las empresas
locales se concentraron particularmente en la adquisición en el exterior de tecnología incorporada
en bienes de capital13. En este sentido, otras fuentes internas y externas de conocimiento y
desarrollo de capacidades como la inversión en IyD, la transferencia de tecnología, los esfuerzos de
ingeniería industrial, de gestión y capacitación o consultorías resultaron relativamente poco
relevantes. E n e s t e sentido, es importante destacar que Argentina exhibe una participación 13 Las adquisiciones de bienes de capital y hardware representaron más del 70% del gasto en actividades de innovación (INDEC‐SECYT‐CEPAL, 2003). Cf. Anlló y Peirano (2005). Una mirada a los sistemas nacionales de innovación en el Mercosur: análisis y reflexiones a partir de los casos de Argentina y Uruguay, Serie Estudios y Perspectivas 22, Oficina de la CEPAL en Buenos Aires.
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exigua del sector privado (entre 20 y 25%) dentro de un gasto en IyD nacional que (con 0,4% del
PBI en 2003) de por sí resulta inferior al promedio de la región y muy bajo en comparación con
el de otros países de desarrollo reciente El desbalance producido puso en riesgo el desarrollo
de capacidades importantes incluso para un aprovechamiento pleno de los equipos introducidos.
En conjunto, la inversión de las empresas manufactureras en las actividades de innovación
(particularmente en IyD) resultó escasa en términos absolutos; pero también como proporción de
la facturación fue inferior incluso a la de otros países de la región. Según la Segunda Encuesta de
Innovación el gasto en actividades de innovación de las firmas industriales argentina osciló entre
2% de la facturación en 1998 y 1.6% en 2001, mientras que el indicador correspondiente al
gasto en IyD se ubicó entre 0,2% en 1998 y 0,3 en 2001.
En otros términos, con gastos exiguos en IyD tanto en términos absolutos como relativos, el
conjunto de empresas industriales tendió a abastecerse crecientemente de distintos acervos
tecnológicos de fuentes externas a la firma principalmente mediante la adquisición de bienes de
capital e informática. Esto se articuló con que la importación se convirtió en el factor más
dinámico de provisión de tecnología, particularmente cuando se trataba de tecnología
incorporada en bienes pero también en el caso del suministro de tecnología
desincorporada14 (Yoguel y Rabetino, 2002).
Chudnovsky et al (2006) demuestra en su estudio que las firmas adquiridas por inversores
extranjeros tenían una mayor probabilidad de introducir nuevos productos o procesos al mercado
vis a vis las firmas locales. Sin embargo, la adquisición de firmas locales por EMN no impactó sobre
el nivel de gastos en I&D ni tampoco se registraron derrames horizontales o verticales hacia las
firmas nacionales. En definitiva, las unidades productivas relocalizadas en la Argentina, se limitaron
a recibir nuevos productos y procesos desde otras filiales y/o las respectivas casas matrices. Sin
14 Yoguel, G. y R. Rabetino (2000), "El Desarrollo de las Capacidades Tecnológicas de los Agentes de la Industria Manufacturera Argentina en los Años Noventa”, en B. Kosacoff (ed.), El Desempeño Industrial Argentino. Más Allá de la Sustitución de Importaciones, CEPAL, Buenos Aires.
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embargo, cabe acotar que la adquisición de una firma local por parte de inversores extranjeros
aumentó la probabilidad de que las firmas proveedoras del sector debieran adaptarse a los cambios
tecnológicos de la casa matriz (derrame vertical) Esto podría indicar que los cambios de manos
hacia propietarios extranjeros indujo a una mayor actividad innovadora en la cadena de valor, en
particular hacia los proveedores15.
Como contrapartida de ausencia de inversión tecnológica, en la industria argentina primó la
incorporación de tecnologías organizacionales, y los cambios de managment organizacional en
donde prevaleció la tercerización, la flexibilización interna y externa, la gestión de calidad, el justo
a tiempo, dimensiones que serán desarrolladas en el siguiente capítulo de este trabajo.
Como afirma Kosacoff y Ramos (2006) la característica central de este período fue el retroceso
productivo en los sectores “intensivos en tecnología”, considerados como “locomotoras” en las
economías de desempeño reciente más exitoso. En efecto, la regresión en la producción local
farmoquímica, de algunos bienes de capital, del complejo electrónico y de telecomunicaciones
privó a la actividad local de los efectos “derrame” que su desarrollo produce sobre el resto de la
economía. Aunque coexisten diversas estrategias empresariales en relación a la
introducción de innovaciones tecnológicas y organizacionales, estudios recientes sugieren que
las estrategias de innovación prevalecientes en la industria argentina no son las que
proporcionan mayor probabilidad de alcanzar mejoras competitivas sólidas y extensivas en
los mercados internacionales. En general, no aparecen estrategias tendientes a conquistar
nuevos mercados en segmentos productivos con mayor contenido de conocimiento. El
esquema económico vigente luego del colapso de la convertibilidad aún no parece
haber promovido cambios significativos en las estrategias de innovación de las empresas. Es así
15 Chudnovsky, D., A. López y G. Rossi (2006), “Derrames de la Inversión Extranjera Directa, políticas públicas y capacidades de absorción de las firmas nacionales del sector manufacturero argentino (1992‐2001)”, en M. Laplane (coord.), El desarrollo industrial del MERCOSUR: ¿qué impacto han tenido las empresas extranjeras?, Siglo XXI Editora Iberoamericana
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que el wait and see resulta dominante16.
Si el argumento primigenio sobre la escasa productividad media del trabajo en la industria
argentina no podía ser resuelto vía la introducción de nuevas tecnologías y mayor inversión en
investigación y desarrollo, el resultado fue una mayor productividad vía mayor intensificación de
la fuerza de trabajo (plusvalía relativa), esto es, vía un mayor control social dentro de las firmas
(supervisión, círculos de calidad, competencia a través de equipos de trabajo y tercerización). El
resultado final fue una elevación de la productividad mayor al capital constante y, por supuesto,
a los salarios medios del sector manufacturero (Gráfico 2).
Gráfico 2: Evolución de precios y salarios ajustados por productividad en la industria
manufacturera(Base 1997=100) Años 1993-2008 Fuente: elaboración propia en base a Kosacoff – Ramos 2009
50
100
150
200
250
300
350
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
Índices de Precios Básicos del Productor Índices de Salario Obrero ajustado por Productividad
16 Kosacoff, Bernardo; Ramos Adrián (2006) Comportamientos microeconómicos en entornos de alta incertidumbre: la industria argentina. CEPAL, Santiago de Chile. Op cit pp 35 y 36.
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La reprimarización de la economía argentina
La apertura de la economía argentina y su inserción en el mercado internacional se nutrió de
la exportación de productos primarios, particularmente en determinados commodities en donde
existían ventajas comparativas. La reestructuración del sector primario se dio a partir de la
aplicación de altas tecnologías, la modificación de las cadenas de comercialización, el aumento de
la productividad media del trabajo, la caída del número de trabajadores y la concentración de la
riqueza agraria desplazando a los pequeños y medianos productores.
Con la instrumentalización de estas transformaciones, las exportaciones primarias se
caracterizan hasta la actualidad de venta de bienes en los que el grado de elaboración de sus
componentes básicos es reducido, es decir con escaso valor agregado. Adicionalmente, luego de
cuatro décadas de estancamiento, los recursos naturales, con el liderazgo agrícola (en
particular, sojero) y energético, volvieron a expandirse y hoy se destacan como el sector más
dinámico, reflejado en la substancial incorporación de innovaciones tecnológicas en los últimos
tiempos. La innovación tecnológica determinó un crecimiento exponencial de la producción, en
particular de los cereales y oleaginosos (Gráfico 3) de acuerdo a una nueva organización de la
producción primaria.
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Gráfico 3: Producción de cereales y oleaginosas
(1900-01 / 2007-08) en toneladasFuente: elaboración propia en base a Kosacoff – Ramos 2009
0
10.000.000
20.000.000
30.000.000
40.000.000
50.000.000
60.000.000
70.000.000
80.000.000
90.000.000
100.000.000
1900
/01
1905
/06
1910
/11
1915
/16
1920
/21
1925
/26
1930
/31
1935
/36
1940
/41
1945
/46
1950
/51
1955
/56
1960
/61
1965
/66
1970
/71
1975
/76
1980
/81
1985
/86
1990
/91
1995
/96
2000
/01
2007
/08
REVOLUCIÓN VERDE EN EL MUNDO
REVOLUCIÓN BIOTECNOLÓGICA
ENTRADA TARDÍA A LA REVOLUCIÓN
VERDE
Dicha organización se basó en la conjunción de transformaciones en la siembra, la aplicación
de fertilizantes y biocida, la introducción de productos biotecnológicos, la compra de equipamiento
de tecnología de punta. A ello se sumó, el desarrollo de una red privada‐ pública de difusión de
innovaciones, la transnacionalización del campo argentino, y la ruptura de las relaciones de
producción existentes a través de una dualización del sistema agrario y una tercerización del
sistema de agroindustria, de comercialización y de exportación de productos primarios17. El
aumento de la productividad conjugó la aplicación simultánea de la genética convencional, la
biotecnología y componentes fitosanitarios complementarios. La difusión de técnicas de cultivo
extensivo (característico de la agricultura argentina) con productividad intensiva mediante recursos
tecnológicos generó que la Argentina volviera a redefinir su inserción al mercado internacional
como un neto exportador de bienes primarios. El crecimiento de la producción, la superficie
destinada a la siembra y los rendimientos de los productos exportables (cereales y soja) se plasman
17 Bisang, Roberto (2003), “Apertura Económica, Innovación y Estructura Productiva: La Aplicación de Biotecnología en la Producción Agrícola Pampeana Argentina", Desarrollo Económico, Vol. 43, 71, Buenos Aires.
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en el Gráfico 4, y definen un perfil exportador reprimarizado y exportador. Lo mismo ocurre con el
sector de carnes cuyas exportaciones se incrementaron en un 40% en la década 1994‐ 2004, pero
no así en el sector lácteo, cuyo crecimiento oscila entre el 1 y el 2%.
Gráfico 4: Evolución de la producción, superficie sembrada y rendimiento de cereales y oleaginosas(en toneladas, hectáreas, kg/ha)
0
10.000.000
20.000.000
30.000.000
40.000.000
50.000.000
60.000.000
70.000.000
80.000.000
90.000.000
100.000.000
1970
/71
1971
/72
1972
/73
1973
/74
1974
/75
1975
/76
1976
/77
1977
/78
1978
/79
1979
/80
1980
/81
1981
/82
1982
/83
1983
/84
1984
/85
1985
/86
1986
/87
1987
/88
1988
/89
1989
/90
1990
/91
1991
/92
1992
/93
1993
/94
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/95
1995
/96
1996
/97
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/98
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2004
/05
2005
/06
2006
/07
2007
/08
0
400
800
1.200
1.600
2.000
2.400
2.800
3.200
3.600
4.000
Producción Superficie sembrada Rendimiento (eje derecho)
Fuente: elaboración propia en base a Kosacoff – Ramos 2009
El Sector Servicios y Comercio
Contrariamente a lo expresado en la producción de bienes, la evolución de las grandes
firmas dedicadas al comercio y a la prestación de servicios aumentó significativamente. La
expansión de los servicios públicos privatizados y la irrupción de nuevos servicios relacionados con
el consumo de sectores de ingresos altos y medio‐altos fueron y son el reflejo de la existencia de
oligopolios no expuestos a la competencia externa que responden a las demandas no satisfechas de
capas muy acotadas de la población, y a los privilegios contractuales concedidos por el Estado a
determinadas empresas prestadoras de servicios, bajo una aparente economía de mercado.
Las cifras sobre la evolución del sector terciario experimentado por la economía argentina
son elocuentes: Mientras en 1980 representa el 53% del PBI, en el 2000 se eleva al 63%. Es
25
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necesario para el análisis pormenorizado de este amplio sector, una subdivisión entre el sector
comercio minorista y el sector de servicios privatizado durante la década del ’90. Ambos sectores
han mutado radicalmente a partir de la inversión extranjera directa (IED), pero también porque han
sido las que más han soportado el cambio tecnológico.
El sector del comercio minorista
El ingreso de grandes firmas internacionales en el comercio y servicios durante la década
del ’90 aceleró un proceso de grandes transformaciones introduciendo nuevas formas de
competencia, y desarrollando nuevas tecnologías y cambios en los procesos de distribución,
marketing, control de inventarios, etc.
La entrada de grandes empresas de la rama minorista – vestimenta, alimentación,
electrodomésticos‐ conjuntamente con los avances tecnológicos integrados al proceso de
producción y de distribución, impulsaron procesos de redefinición de los organigramas de los
comercios, la reestructuración productiva y financiera, la transferencia en la propiedad de las
empresas, a través de compra de activos o fusiones, la modificación de las relaciones con los
proveedores, la inversión en equipamiento, rediseño de los locales de venta, infraestructuras
logísticas e informáticas, entre otras.
Las transformaciones18 operadas implicaron la adopción de prácticas relacionadas con el
desarrollo de capacidades competitivas, destinadas a reducir costos operativos; con especial énfasis
en aquellas dirigidas a integrar los aspectos logísticos y comerciales a lo largo de toda la cadena de
distribución y circulación de bienes, tendientes a lograr una lógica de funcionamiento "just in time"
(producción por demanda). Estas prácticas estuvieron y están orientadas a mejorar las ventajas
competitivas y derivadas con el objeto de ampliar los márgenes de rentabilidad y mantener su
18 Para un análisis más detallado del sector comercio argentino ver: González, Marita (2008) Consecuencias Sociales y Laborales de una mayor utilización de tecnologías avanzadas para comercios minoristas, OIT, Ginebra. Suiza.
26
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posicionamiento en el mercado. Los cambios logísticos cumplieron un papel central dentro de una
nuestra estrategia competitiva, estableciendo un pasaje de control eficaz del stock hacia un sistema
orientado a la cadena de la demanda, a través del flujo y disponibilidad de los productos adecuados
y diferenciados destinados a un consumidor cada vez más diferenciado y segmentado. En de este
contexto, el "reaprovisionamiento eficiente" como estrategia articuladora de los distintos sistemas
logísticos impuso cambios en las relaciones laborales.
Los cambios en los aspectos logísticos y comerciales consistieron en la introducción de ciertas
innovaciones tecnológicas, entre las cuales se destacan:
• La introducción de cajas registradoras automatizadas, los lectores ópticos, escáner de
mostrador y de códigos de barras en los productos;
• La integración entre los sistemas de información de las líneas de caja y los de formación de
inventarios;
• La introducción de redes electrónicas para la fijación de precios
• La integración de los locales, de la administración y de los depósitos a través de redes
informáticas.
• Centros de distribución automatizados.
• Cross – Docking (trasbordo directo sin mediación de almacenamiento)
• Control electrónico de los productos.
• Tecnologías de voz
• Control de vigilancia por video
En lo que refiere al servicio al cliente, los cambios en las estrategias comerciales se orientaron a:
• Soluciones en línea de venta minorista
• Programación de los equipos de servicios de venta
• Redes protegidas de gestión para acelerar las transacciones
• Tarjetas de Fidelidad
27
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• Comercio electrónico al por menor
• Compras desde el hogar
• Asistentes personales para las compras
• Publicidad Digital
• Sistema de Autopagos
La introducción y rápida difusión de las denominadas TIC (Tecnologías de la Información y
Comunicación) en los canales de distribución, especialmente durante las dos últimas décadas ha
permitido alcanzar progresos notables en los distintos estadios que conforman las etapas de la
comercialización. La nueva tendencia en el diseño de planificación logística, denominado
Planificación y Previsión y Reabastecimiento en Colaboración (CPFR, por sus siglas en inglés)
tienden a sustituir el Just in Time de la década pasada. La incorporación de EPC/RFID tiene como
objetivos la mejora en la gestión de procesos y operaciones, la reducción de costos y el incremento
de la eficiencia de cada etapa del proceso de comercialización. Esta tecnología permite lograr una
total trazabilidad desde el proveedor hasta el consumidor final.
Durante la década del ’90, Gráfico 5, Argentina sufrió un aumento sistemático del desempleo,
sin embargo el sector minorista no siguió la pauta de las demás ramas de la economía. Entre 1995 y
1996, según la EPH (Encuesta Permanente de Hogares) el empleo total en Buenos Aires se mantuvo
constante, mientras que en Comercio aumentó algo más del 4%. Este comportamiento del empleo
en el Comercio se dio en un contexto de paulatina concentración en el sector. Debe notarse que la
recuperación observada a partir de 1995 en el empleo en Comercio es la mayor para cada una de
los grupos de actividades, incluida la construcción y el resto de sectores (que son básicamente
servicios), aún cuando el fenómeno de concentración comercial no parece haberse detenido
28
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durante este último año19. Es importante señalar que la inversión realizada por los supermercados
en el la década del ‘90 que fue del orden de los US$ 1350 millones20.
Gráfico 5: Comparación de la evolución de trabajadores asalariados formales e informales en el Sector Comercio Período 1994-2007 (en miles de personas)
200
300
400
500
600
700
800
900
1.000
III 1994 III 1995 III 1996 III 1997 III 1998 III 1999 III 2000 III 2001 III 2002 III 2003 III 2004 III 2005 III 2006 II 2007
Fuente: elaboración propia en base a Ministerio de Trabajo EMpleo y Seguridad Social Nación Argentina
Asalariados Registrados Asalariados Precarios
En lo que refiere a la productividad horaria, tomando como base el año 1993, refleja que el
aumento de la productividad media del trabajo durante la primera década del ’90, es producto de
la consolidación de las grandes cadenas de supermercados y de una estabilidad económica pero
también de una utilización intensiva de la mano de obra, proceso bien marcado a partir de 1997,
con una caída de la productividad, que alcanza un mínimo durante la crisis del 2001 (Gráfico 6).
19 González, Marita (2008) op cit pp 34 a 40. 20 D. Artana, M. Cristini, R. Moya y M. Panadeiros (1997). Modernización del Comercio Minorista en la Argentina. Documento de Trabajo N° 55. Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas. Buenos Aires.
29
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Gráfico 6: Argentina: Productividad Horaria en el Sector Comercio Minorista. Promedio Sector de Trabajo Asalariado protegido y no protegido
100,0
121,2123,3
116,9
129,9
125,0
118,6
111,3
103,1
97,0101,2 101,2
114,9
126,2
80
90
100
110
120
130
140
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007
Fuente:Elaboración propia en base a datos de Dirección Nacional de Cuentas Nacionales - INDECProductividad Horaria
Los servicios privatizados y la extranjerización del aparato productivo argentino
De acuerdo a Andrés López (2009), la IED ha tenido un rol importante en las últimas dos
décadas en la economía argentina, observando una amplia presencia en la mayor parte de los
sectores productivos, tanto de bienes como de servicios21. El masivo ingreso de IED fue facilitado
por un ambiente legal que en general fue proclive al ingreso de empresas extranjeras y que en lo
esencial aseguró igualdad de trato independientemente del origen del capital. Aún cuando luego de
la salida de la convertibilidad se observaron conflictos con algunos inversores extranjeros, ellos
estuvieron básicamente acotados a algunos casos puntuales, y los mismos abarcaron a inversores
locales y extranjeros ya que su ámbito de surgimiento fue sectorial (privatizadas, bancos).
La IED no llegó a la Argentina buscando mano de obra barata tampoco, y el nivel de
calificación de la misma parece haber sido un factor positivo más pero no determinante. Una
excepción a esta regla, sin embargo, es el fuerte ingreso de inversiones para exportar servicios
21 López, Andrés (2009) Ejercicio piloto para evaluar el curso de la Declaración sobre las Empresas Multinacionales de la OIT. OIT Sector de Multinacionales, OIT Ginebra y Oficina de Buenos Aires. Pp 36 y subsiguientes.
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informáticos y habilitados por la tecnología (BPO, call y contact centres, etc.), en donde el costo de
la mano de obra calificada es determinante, al menos para la atracción inicial de inversiones.
En la actualidad, en Argentina existen más de 2300 filiales de EMN, con inversiones
repartidas aproximadamente en tercios entre la industria, los recursos naturales y los servicios. Si
se analiza el origen del capital extranjero (Gráfico 7) El 60% de la IED viene de Europa (España es el
principal inversor en Argentina), el 20% de América del Norte (fundamentalmente de EEUU) y el
resto de América del Sur (con fuerte peso de Brasil y Chile) y los paraísos fiscales de Centroamérica
y el Caribe. En cada caso hay una gran concentración de la inversión en pocos rubros. En recursos
naturales, el sector petróleo concentraba el 78% de la IED (y era la principal rama receptora en
general, con un 27% del stock total). En el campo de la industria, cuatro sectores ‐química, caucho y
plástico, automotriz, metales comunes y alimentos, bebidas y tabaco‐, representaban el 80% del
total de IED. Por su parte, un 60% de la IED en servicios correspondía a comunicaciones, el sector
eléctrico, las entidades financieras y el comercio.
Gráfico 7: Distribución de Multinacionales según procedencia (continental) y período - Convertibilidad - Crisis - post
convertibilidad
62
14
61
20
15
12
10
18
6
6
24
19
2
30
2
0 20 40 60 80 100 120
1992-2001
2002-2004
2005-2007
Fuente: Elaboración Propia en base a datos Lopez Andres (OIT Buenos Aires) Ejercicio piloto para evaluar el curso de la Declaración sobre las Empresas Multinacionales de la OIT
Europa América del NorteAmérica Central y Caribe América del SurOtras Regiones
31
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El fuerte peso de las EMN en la economía argentina se expresa, por ejemplo, en el dato de
que más del 75% de las exportaciones del país es realizada por dichas empresas. En contraste,
generan apenas el 12% del empleo en los sectores de industria, comercio y servicios (excluyendo
construcción y suministro de electricidad, gas y agua), lo cual muestra que, previsiblemente, las
EMN son de mayor tamaño promedio que las firmas locales y usan técnicas intensivas en capital.
Las EMN no contribuyeron ni a crear ni a destruir empleo, ni tampoco parecen pagar
mayores o menores salarios que las firmas locales. Sin embargo, las EMN sí tienen una tendencia a
usar más empleo calificado y en ellas la brecha salarial entre trabajadores calificados y no
calificados es mayor que en las empresas locales. El estudio realizado por Chudnovsky demuestra
que si bien no facilitaron la creación de empleo, si propendieron al crecimiento de la brecha salarial,
ya que fueron netamente absorbentes de mano de obra calificada22. Este trabajo de investigación
demostró que existen evidencias de un diferencial salarial en los trabajadores del sector industrial.
En base a los resultados de las regresiones se desprende que un aumento del 10% en la presencia
extranjera origina un incremento del 1,02% en los salarios de los trabajadores calificados. Por lo
tanto, la IED parece haber contribuido a la expansión de la desigualdad salarial en Argentina
derivado del uso de nuevas tecnologías. Finalmente, un trabajo de Chudnovsky et al (2006) muestra
que la presencia de EMN generó efectos negativos sobre la productividad de las firmas locales. Este
tipo de inversión extranjera directa, sobre todo en áreas que fueron altamente oligopólicas o
monopólicas, generó impactos negativos sobre los competidores locales de las EMN, en tanto los
arrinconó en su economía de escala, y por tanto, perdieron productividad.
En tanto, si bien las EMN han avanzado en general en los últimos años hacia la introducción
de criterios de polivalencia y flexibilidad laboral, la transferencia de nuevas competencias en la
fuerza de trabajo y hacia la descentralización de las negociaciones salariales, ello también parece
22 Chudnovsky et al (2006) op. Cit. Pp 54
32
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haber ocurrido en la mayor parte de las grandes empresas que operan en la Argentina, producto de
las circunstancias del entorno económico y productivo local e internacional.
Conclusiones sobre la heterogeneidad productiva argentina
El concepto de heterogeneidad estructural de la Argentina, alude que la inelasticidad del
producto‐ empleo, los núcleos duros de informalidad y precarización, la limitación del nuevo
modelo económico implementado a partir del 2003 en Argentina, no se explica exclusivamente por
la apertura económica argentina, sino que refiere a factores estructurales del aparato productivo,
donde el cambio de rumbo permite un mejoramiento circunstancial de los indicadores
sociolaborales, en coyunturas macroeconómicas favorables, pero no logra romper con la
segmentación laboral y la dualidad social que define hoy a la Argentina. La heterogeneidad
productiva se define por la existencia de una diversificación intersectorial de la economía basada
en la productividad y su participación en el producto nacional. De acuerdo a los estudios realizados
por Lavopa (2008) en la Argentina se observan dos períodos bien diferenciados, el período de las
reformas económicas –Convertibilidad‐ y el período del 2002‐ 2008. En el cuadro 1, se refleja dicha
clasificación.
Cuadro 1 – Clasificación de las Actividades Productivas de acuerdo a la productividad. Tipo de Actividad Enumeración de actividades Actividades Transables de Productividad Alta
Minería Gráficos – Edición e Impresiones Sector Petroleo y derivados Metalúrgica
Actividades Transables de Productividad Media
Silvicultura y Pesca Fabricación de Alimentos, Bebidas y Tabaco Industria Textil Vestimenta, Cuerpo y Calzado Fabricación de Papel y Productos de Papel Química Caucho y Plásticos Fabricación de maquinarias y equipos
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Fabricación de Instrumentos médicos, ópticos, de precisión y relojería. Fabricación de Material de Transporte Ganadería Agricultura
Actividades Transables de Productividad Baja
Fabricación de Madera y derivados Fabricación de productos minerales no metálicos.
Actividades No Transables de Productividad Alta
Generación y Distribución de energía eléctrica. Fabricación y Distribución de Gas Hotelería Transporte por vía acuática y vía aérea Comunicaciones Intermediación Financiera (excepto seguros) Actividades Inmobiliarias
Actividades No Transables de Productividad Media
Captación, depuración y distribución de agua Transporte por vía Terrestre Seguros Servicios a Terceros y Servicios Profesionales Actividades de servicios sociales Asociaciones Civiles
Actividades No Transables de Productividad Baja
Construcción Comercio Mayorista y Minorista Restaurantes Agencias de Viajes Servicios de Saneamiento Servicios Personales, de reparación, actividades deportivas y culturales. Servicio Doméstico
Sector Público y actividades afines
Administración pública y defensa Enseñanza pública y Privada Salud Pública y Privada.
Fuente: Lavopa Alejandro (2008)23 De acuerdo al modelo de insumo‐ producto (MIP97), durante el período de Convertibilidad,
los sectores de mayor productividad (núcleo hegemónico de la economía) tanto de bienes
transables como de no transables generaron en 1997 el 26% del Producto nacional, mientras que
23 Lavopa Alejandro (2008). “Crecimiento económico y desarrollo en el marco de estructuras productivas heterogéneas. El caso argentino durante el período 1991‐ 2006. En Lindemboim, Javier (2008) Trabajo, Ingresos y Políticas en Argentina. Contribuciones para pensar el siglo XXI. Eudeba, Buenos Aires. Pp 166‐ 167.
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los sectores de baja productividad, solo el 4%. Si se analiza la década del ’90, se podrá observar
que el sector que mayor participación tuvo en el PBI resulta de los bienes no transables de alta
productividad, es decir las empresas privatizadas (Generación y Distribución de energía eléctrica,
gas, transporte, comunicaciones, sistema financiero) y servicios tales como hotelería. Sin embargo
si se observa el Gráfico 8, se podrá visualizar que su participación en el crecimiento de empleo,
asciende a un escueto 3%. En la otra punta, se encuentra representado el sector de bienes no
transables de baja productividad, sector que generó el 44% del empleo. Ello, explicaría, la
polifacética metamorfosis del empleo, que tendió a su precarización e informalidad.
Gráfico 8: Participación en el Producto, Empleo y Productividad de acuerdo a sectores productivos (1997)
5%
21%13% 12%
7%
27%
15%
1% 3%11% 11% 10%
44%
20%
63% 63%
24%18%
14% 12% 15%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
BienesTransables deProductividad
Alta
Bienes NoTransables deProductividad
alta
BienesTransables deProductividad
Media
Bienes NoTransables deProductividad
Media
BienesTransables deProductividad
Baja
Bienes NoTransables deProductividad
Baja
Sector Públicy Afines
Fuente: Elaboración Propia en base a datos Lavopa A (2008) de acuerdo a MIP97
Participación en el PBI Participación en el Empleo Productividad Promedio
Si se analiza comparativamente el período 1991‐ 2001 con el pos devaluación, Gráfico 9, se
expone que los bienes no transables en la primera fase de inestabilidad la participación en el
producto cayó estrepitosamente de 39% al 18%, para luego estabilizarse en un 29%. Por el
contrario, los bienes no transables de baja productividad se duplicaron. En dicho sentido, el sector
35
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de la construcción constituyó uno de los ejes motores de la economía de la posdevaluación y queda
ilustrados en el gráfico de referencia.
Si el crecimiento se dio en los sectores de baja productividad, el incremento del empleo
estuvo acompañado por una persistente informalidad y precariedad del trabajo. El problema se
explicita en forma elocuente, el crecimiento económico pos devaluación no vino acompañado de
un crecimiento del empleo de calidad. Efectivamente la desocupación cayó en 13 puntos
porcentuales, sin embargo, la informalidad sigue siendo un mecanismo de segmentación laboral y
constituye un factor inescindible de la inelasticidad que muestra la distribución del ingreso.
Gráfico 9: Participación al crecimiento del Producto de acuerdo intersectorial Período 1991 - 2006
7%
3%1%
39%
18%
29%
13%11%
9% 8%5% 4%
20%
41%38%
12%
6% 6%
18%
5%6%
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
45%
1991- 2001 2002-2004 2004-2006
Fuente: Elaboración Propia en base a Dirección de Cuentas Nacionales Ministerio de Economía
Bienes Transables de Productividad Alta 7% 3% 1%
Bienes No Transables de Productividad alta 39% 18% 29%
Bienes Transables de Productividad Media 5% 18% 13%
Bienes No Transables de Productividad Media 11% 9% 8%
Bienes Transables de Productividad Baja 6% 5% 4%
Bienes No Transables de Productividad Baja 20% 41% 38%
Sector Públic y Afines 12% 6% 6%
1991- 2001 2002-2004 2004-2006
36
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Capítulo 2. Cambios de Gestión Empresarial como dispositivos de control laboral
Los procesos de reforma del Estado y apertura económica descriptos en los capítulos
anteriores interpelan aún a las disciplinas sociales, económicas y culturales en la Argentina. Las
profundas transformaciones en la gestión del trabajo requieren poner de manifiesto no sólo los
variados mecanismos de desafiliación social de los y las trabajadores/as, sino también las formas
más sutiles desarrolladas para lograr un consentimiento implícito para aquellos que lograron
mantenerse en el interior del sistema productivo.
Es un lugar común afirmar que la fuerza del movimiento obrero argentino exigió por parte
del paradigma de la doctrina de seguridad nacional en la década del ’70 y del paradigma del
Consenso de Washington en la década del ’90 estrategias empresariales para retomar el control
social a través del disciplinamiento de los trabajadores/as en las unidades productivas modernas y,
mecanismos de precarización extrema en las unidades productivas marginales.
En la Argentina, así como en otros países que sufrieron los ajustes estructurales, emergió
una nueva doctrina gerencial empresaria (managment) que abrevó por el “trabajador flexible” y
comprometido con la elevación de la productividad del trabajo, la eficacia y la eficiencia. El impacto
en las relaciones laborales se plasmó no sólo en cambios normativos destinados a la “flexibilización
y precarización”, sino también en las prácticas cotidianas de los/as trabajadores/as.
Simultáneamente se desplegaron estrategias de deslegitimación y exclusión de las voces de
resistencia. El objetivo principal consistió en sustituir la colaboración entre compañeros/as por la
competencia entre sí, en un proceso histórico signado por la desocupación creciente, e implantar la
cooperación unilateral hacia la empresa.
Habida cuenta que el régimen laboral anterior se sustentaba en un modelo de fijación del
empleo, mediante una relación contractual estabilizada, una alta sindicalización y una movilidad
37
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casi asegurada de la fuerza de trabajo, con negociación colectiva centralizada24 (Mournier, 2001),
los cambios en la gestión empresarial conformaron un conjunto de nuevas prácticas que definieran
un nuevo perfil cultural del trabajo. La siguiente enumeración no constituye un listado concluido de
mecanismos de managment empresarial, sólo algunos elementos prevalecientes de las nuevas
formas laborales.
1. Despolitización de las relaciones laborales. Conformó el primer elemento de
disciplinamiento social, en primer lugar a través de la existencia cada vez mayor de
desempleados que presionaron al interior de los incluidos como amenaza de exclusión
próxima futura. La finalidad buscada fue la “desestabilización de los estables”, con diversas
modalidades de actuación. La despolitización se logró a partir de la primacía de los
convenios por empresa y, en forma simultánea, la casi desaparición del convenio colectivo
por rama de actividad. Los conflictos laborales se tornaron órbita del derecho privado,
escindiéndolo del impacto en el espacio público y por tanto, de índole meramente individual.
La mercantilización de las relaciones laborales implica colocar al trabajo en un marco
normativo propio del derecho comercial, y excluirlo de la tutela laboral específica que
define la OIT y en la cual la Argentina poseía una amplia historia del derecho laboral. Si el
trabajo volvió a ser considerado una mercancía, eso se debió también a la existencia de
regimenes diferenciados y en particular de una extensión de las contrataciones por locación
de obra y de servicios, que se redefinió en la normativa argentina como Monotributo.
2. El vaciamiento del saber hacer acumulado por trabajadores/as con importantes trayectorias
profesionales en las empresas. La formación profesional, que poseía una amplia historia que
conjugaba la participación sindical en los procesos de recalificación laboral, se escindió de
todo control obrero, emergiendo la gestión por competencias, la profesionalización de los
mandos y las evaluaciones por desempeño. A diferencia de lo que ocurre en los países
24 Mournier, A. (2001) The Three logics of skill. Acing working paper number 66. University of Sidney.
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desarrollados donde la experiencia ocupa un rol relevante en el proceso de producción, en
la Argentina, sobre todo en el núcleo hegemónico de la economía (empresas privatizadas,
multinacionales, grandes firmas) se tendió a sustituir mano de obra calificada por
antigüedad con modalidades precarizadas de pasantías juveniles, portadores de títulos
habilitantes, pero con una gran brecha entre la formación técnica formal y la práctica
concreta en el lugar del trabajo. Dicha estrategia empresarial fue posible a partir de la Ley
de Empleo 24.013 (1991) que permitió forma de contratos promovidos en modalidades
especiales –pasantías, aprendizaje y regímenes particulares. La nueva cultura corporativa,
entonces, coloco a los un nuevo colectivo “los jóvenes profesionales” la función de evaluar
los ajustes hacia el interior de las empresas, generando tensiones entre aquellos que
poseían la experiencia acumulada de trabajo y que a partir de este nuevo mangament
fueron excluidos. Sin embargo, en la práctica, ante la necesidad de esos “antiguos
trabajadores/as”, la estrategia empresarial fue la tercerización y la externalización.
Externalizar o tercerizar a estos trabajadores “viejos” constituyó a la vez excluirlos de las
carreras profesionales dentro de las firmas y en general, se degradaron sus condiciones
laborales.
3. Los círculos de calidad concedieron a los mandos altos y de supervisión una relación de
copresencia con los/as trabajadores/as, donde la finalidad fue recrear una cultura de
colaboración con las empresas a través de la solución pactada, pero solo de aquello que
tuviera que ver con las insatisfacciones cotidianas de menor cuantía. Para ello se segmentó
a las plantillas de trabajadores, creando un vínculo directo con los sectores no conflictivos,
soslayando o incluso excluyendo a los/as trabajadores/as que tuvieran actuación sindical. El
propósito es “medir los comportamientos”, que construye un entramado complejo de
relaciones subjetivas, donde el componente colectivo de la producción social se diluye,
emergiendo culturas individualistas que cercena los posibles lazos sociales.
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4. La competencia entre trabajadores/as se realizó a partir de diferentes singularidades: la
segmentación entre trabajadores con contrato por tiempo indeterminado y los contratados
a término, los terciarizados, los subcontratados, el trabajo en equipo a través de dispositivos
de competencia entre sí, las recompensas y los beneficios heterogéneos que construyeron
rivalidades, el trabajo por células.
5. La nueva gestión del trabajo se tradujo en segmentaciones de ingresos, movilidades y
carreras profesionales basados en la cooperación y adhesión a la firma, y la
reprofesionalización de los mandos intermedios y altos, a través de las agencias de
“recursos humanos”.
En las empresas privatizadas y las multinacionales se impuso la dirección por objetivos que
buscó fortalecer la organización de todo el personal en la consecución de los fines de la empresa y
debía ser demostrada no solo en la aptitud profesional sino también en las “actitudes”. Esta
subjetivación de las relaciones laborales, imprimió una ruptura más con el sistema de solidaridades
preexistente. Definió escalas salariales diferenciadas, premios por productividad, responsabilización
de los propios/as trabajadores/as y un relajamiento de las medidas de seguridad y salud, de
prevención de riesgos del trabajo, de la extensión de la jornada laboral no paga, de la primacía de
los saberes corporativos en detrimento de los saberes técnicos25. En dicho sentido, el resultado de
ese cambio, replicó en una depreciación continua de los saberes productivos y una alta valorización
de los procedimientos. Esta nueva cultura empresarial, impregnada de las escuelas gerenciales
norteamericanas, buscó en forma inmediata quebrar la solidaridad entre los/as trabajadores/as y
eliminar las conquistas laborales, en particular el convenio colectivo de trabajo, y redefinir la
disciplina en los puestos de trabajo.
6. Paralelamente a la estrategia enmarcada a la Definición por Objetivos (DXO) se instrumentó
la denominada Gestión por Compromisos (GxC). Siguiendo a (Figari: 2007), este mecanismos 25 Figari, Claudia; Palermo Hernán (2009). “Prácticas hegemónicas empresariales, dispositivos de control laboral y valorización de la experiencia”, en Revista THEOMAI. Estudios sobre Sociedad y Desarrollo. Pp 59 a 75. Primer Semestre.
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gerencial se define como un “programa que “gestiona el capital humano”, de forma
individualizada, apelando ala autonomía y la iniciativa, comprometiendo más al “empleado”
con su trabajo y redefiniendo el rol de las jefaturas. Al mismo tiempo se apela a la
“colaboración” para cumplir con los objetivos del equipo. La forma de gestionar a la vez lo
individual y lo colectivo señala un importante desafío para los mandos, quienes deben
demostrar y gestionar en forma cotidiana su profesionalidad y compromiso para administrar
y gestionar la conflictividad derivada de las normalizaciones y diferenciaciones. De todos se
espera la colaboración, pero de todos se requiere la competencia para la “mejora continua”.
El individualismo y la meritocracia se acompañan con fuerza con un discurso corporativo
que aboga la paz social y los objetivos compartidos”26.
Resumiendo, se puede afirmar que la necesidad de aumento de la productividad de los
capitales en nuestro país se debió a la reorganización socio ‐ técnica de la producción, la reducción
del número de trabajadores, de la intensificación de la jornada de trabajo de los empleados, el
surgimiento de los CCQ’s (Círculos de Control de Calidad) y de los sistemas de producción just‐in‐
time y kanban, entre otros. Si la innovación tecnológica fue segmentada y limitada a pocas
empresas, tal como se verificó a lo largo de este trabajo, ello no hizo que se desestimara técnicas
toyotistas de producción, que se desarrollaron a través de la implantación de los recetarios
oriundos de la acumulación flexible y del ideario japonés y otros similares, de la intensificación de la
lean production, de las formas de subcontratación y de la tercerización de la fuerza de trabajo, de la
transferencia de plantas y unidades productivas. Incluso, las empresas tradicionales, como la
industria textil, sobre la imposición de la competencia internacional, pasaron a buscar, más allá de
incentivos fiscales combinados con una fuerza de trabajo sobrante, niveles más bajos de
26 Figari, Claudia (2007) “Competencias, mejora continua y pedagogía empresaria: crítica al patrón normalizados/evaluador en el orden laboral y profesional”. En V Congreso Latinoamericano de Sociología del Trabajo: “Hacia una nueva civilización del trabajo”. ALAST, Montevideo, 18 al 20 de abril.
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remuneración de la fuerza de trabajo, sin experiencia sindical y política, poco o nada taylorizada y
fordizada, carente de cualquier ocupación laboral27.
Los cambios en las estrategias de gestión empresarial se asentaron muy especialmente en
los procesos de tercerización y externalización productiva, generando una heterogeneidad en el
aparato productivo y social argentino, proceso que se estudiará a continuación.
27 Antunes, Ricardo (2005) Los Sentidos del Trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación del Trabajo.
Coedición Herramientas y Taller de Estudios Laborales. Buenos Aires. Pp 234 y siguientes.
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Capítulo 3. Caracterización de la estructura social argentina.
En Argentina, el fenómeno de la desafiliación social se vincula a las importantes
transformaciones en el régimen económico reseñadas en los acápites anteriores, cuyo mayor
efecto fue la pérdida del empleo para gran parte de una población que había vivido,
medio siglo antes, un sistema de integración social asociado al mercado de trabajo. En
consecuencia, los altos índices de desocupación se vieron acompañados de una pérdida del
sentido de realización personal del trabajador, con efectos disruptivos de las relaciones sociales
y familiares, y la pérdida del derecho a acceder a un sistema de protección social.
Este proceso de “desafiliación” tiene amplios impactos para la dinámica social, con
importantes repercusiones en la vida familiar y la imposibilidad de construir identidades
colectivas, que implican el reconocimiento de la diversidad en espacios comunes que son
necesarios para enriquecer la individualidad, incorporando valores y normas que favorecen la
producción y reproducción de los individuos. En este sentido, la exclusión social no sólo se
expresa en la pérdida del trabajo formal, sino que también implica la pérdida paulatina de las
capacidades de las personas para disfrutar de la libertad y construir su identidad. La exclusión es
entonces una pérdida cualitativa de ciudadanía, que se produce a partir de un debilitamiento de
los derechos sociales y que comprende en su forma extrema los derechos civiles y políticos.
Las consecuencias de esta reconversión económica y social se plasmaron en la precarización de las
condiciones de trabajo y la primacía de nuevas formas de contratación tendientes a mercantilizar las
relaciones laborales, y en un incremento en los niveles de desempleo y subempleo. Los índices de
desempleo (Gráfico 10) ascendieron a niveles desconocidos en Argentina. Y si bien ya se habían
acentuado en el período hiperinflacionario (1989‐1990) y luego se habían reducido entre 1991 y 1993
como efecto a corto plazo de la “convertibilidad”, el desempleo se transformó en un problema
estructural y ascendente, alcanzando un primer pico de 17,5% durante la “crisis del tequila” (México,
1995) y un segundo pico durante la crisis económico‐institucional de fines del 2001/2002 (19,7%). El ciclo
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pos‐devaluación logró reducir el desempleo en dos puntos porcentuales por año, pero esta evolución
positiva se detuvo en el primer trimestre de 2008, con la crisis interna, o “crisis del campo”, y se
acentuó con la crisis internacional.
Gráfico 10: Tasa de Desocupación en Porcentajes de PEA Fuente: EPH - INDEC
3,70%4,80%
3,30%3,30%2,50%2,60%
4,80%5,30%4,70%4,60%
6,10%5,60%5,90%6,30%7,60%7,50%
6,50%7,00%
9,60%10,70%
11,50%
17,50%17,20%
14,90%
12,90%14,30%
15,10%
17,40%
19,70%
17,30%
13,60%
11,60%10,20%
8,50%7,90%
0%
5%
10%
15%
20%
25%
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Uno de los ejes sustantivos de análisis es la relación existente entre PBI (Producto Bruto Interno) y la oscilación en la tasa de empleo. De acuerdo a la premisa neoliberal, el crecimiento del producto redundaría en un crecimiento del empleo. Sin embargo, de acuerdo a los datos empíricos expresados en el Gráfico 11, a partir del cambio del sistema productivo, la desocupación fue inflexible a la tasa de crecimiento del producto, y por el contrario, durante las crisis, tales como la de Tequila y la crisis asiática, la desocupación trepó rápidamente.
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Gráfico 11: Tasa de Variación del PBI y Evolución de Tasa de Desempleo 1980-2006
-5,42 -5,49
7,152,53
-7,01-5,86
10,50
5,808,11
3,90-0,79
-4,41
-10,89
8,73 9,30
4,45,9 7,1
13,3
19,815,513,815,617,2
22,018,1
14,710,6
1,5
-3,39-2,85
4,62,3
-15
-10
-5
0
5
10
15
20
25
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
Fuente: Elabor ación Pr opia en base a datos INDEC y Minister io Economía
PBI PM Variación % Desempleo Tasa %
Las tasas de desocupación no afectan por igual a hombres y mujeres, Tal como se observa en el gráfico 12, el desempleo femenino duplica al de varones.
Gráfico 12: Tasas de Desocupación Hombres, Mujeres y Total. 1990 - 2007.Fuente: Elaboración propia a partir de EPH-Base Usuaria, INDEC. Mayo 1990 - 1er
Trimestre 2007
7,20%6,00%6,50%
8,30%10,10%
15,60%15,80%
13,00%11,80%
13,30%14,10%
17,50%
11,90%10,00%
8,40%7,60% 7,10% 7,70%
11,70%13,60%
20,30%19,40%17,90%
14,60%15,60%16,40%18,90%
15,80%13,60%
12,50%
7,40%
20,20%
15,50%15,00%
17,20%19,50%
0%
5%
10%
15%
20%
25%
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007
Desocupación Hombres Desocupación Mujeres
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Las altas tasas de desempleo evidenciadas a fines del milenio pasado se asocian directamente con una caída sostenida de la participación de los asalariados en la distribución del ingreso, que precedió a los procesos de reforma económica, pero que se profundizó en el período de la convertibilidad. Si se analiza el período 2002‐2007, se puede observar que las mejoras en la distribución del ingreso no han sido sustanciales (Gráfico 13).
Gráfico 13: Participación de los asalariados en la renta total (PBI)
1954 55%
1960 37%
1974 50%
1970 42%
1978 30%
1982 37%
1985 32%
1989 25%
1995 23%
1998 26%
2002 21%
2007 26%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
Fuente: Datos del Ministerio de Economía y del Centro Interdisciplinario de Políticas Públicas (CIEPP)
Si se analiza la distribución del ingreso per cápita familiar el período 1997‐2006, demuestra que el mejoramiento de la distribución de la riqueza derramó sobre los estratos medios de la sociedad (Quintil 3 y 4) pero sólo en un punto porcentual, en detrimento del sector más alto de la estructura social (Quintil 5) – Cuadro 2‐.
Cuadro 2: Distribución del Ingreso según ingreso per cápita familiar. EPH – Octubre 1997 – 2° Semestre 2006
N° de Quintil Escala de Ingresos 1997
% del Ingreso 1997
Escala de Ingresos 2006
% del Ingreso 2006
Desde Hasta Desde Hasta
1° 0 86 4% 0 167 4%
2° 87 150 8% 168 296 8%
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3° 151 226 13% 297 474 14%
4° 227 397 21% 475 793 22%
5° 399 20000 54% 795 50480 52%
Total 0 20000 100% 0 50480 100%
Fuente: Datos extraídos de Lavopa Alejandro (2008)
Un elemento adicional lo constituye la brecha de género en materia de ingresos. El Cuadro 3
refiere a la brecha de ingresos por género de acuerdo a la composición por rama de actividad. En
ella, se puede observar que el promedio de la brecha de ingresos asciende 32,87%.
Cuadro 3: Composición del Empleo por rama de Actividad. 2007
Rama Actividad
Ingreso Promedio Ocupados Distribución de los
Ocupados Tasa Feminidad
Brecha de
IngresoHombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres
Textiles y Confecciones 947.49 542.37 131,207 160,548 2.24 3.83 55.03 42.76Industria Manufacturera 1421.90 793.27 874,913 232,560 14.93 5.55 21.00 44.21Construcción* 813.60 939.33 914,726 28,767 15.61 0.69 3.05 ‐15.45Comercio y Restau. y Hot. 995.82 633.31 1,411,941 919,138 24.10 21.92 39.43 36.40Transporte, Ser de Correo y Tele 1357.74 1549.23 564,318 106,685 9.63 2.54 15.90 ‐14.10Ser Empre, Interm Fin y Ser Inmobiliarios 1397.04 1405.10 645,237 372,067 11.01 8.87 36.57 ‐0.58Enseñanza 1199.84 946.88 168,080 510,112 2.87 12.17 75.22 21.08Admin Pub, Ser Soc y Salud, Otros S. Soc 1532.57 1070.26 976,615 1,014,487 16.67 24.20 50.95 30.17Servicio Doméstico* 357.68 315.99 22,295 810,468 0.38 19.33 97.32 11.66Otras Ramas 1721.38 1028.45 137,993 34,432 2.36 0.82 19.97 40.25
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Sin especificar 1324.00 1084.27 11,898 3,395 0.20 0.08 22.20 18.11Total General 1219.60 818.75 5,859,223 4,192,659 100.00 100.00 41.71 32.87Fuente: Elaboración propia a partir de EPH‐Base Usuaria, INDEC. 1er Trimestre 2007. En ramas como Construcción y Servicio domestico la escasa participación de alguno de los sexos dificulta el análisis del ingreso, ya que puede haber problemas de captación del mismo en la muestra de la EPH.
Si se mide en forma individual la evolución del salario medio real (Gráfico 14) se podrá
verificar que sus ingresos superan los de 1993 en solamente un 16%, y esto ha ocurrido en el
último bienio.
Gráfico 14: Gran Buenos Aires: evolución del Salario Medio Real 1981-2001 Año Base 1993
221
109
162
177
109118
103
8272 76
8596 100
94 91 90 94 91 91 8977,5776,21
83,7590,1190,03
97,92
116,08100
0
50
100
150
200
250
1981
1982
1983
1994
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
Fuente: Dirección Nacional de Coordinación de Políticas Macroeconómicas, Ministerio de Economía. -EPH -Los datos de 1981y 2001 corresponden a las ondas de abril. Los datos de 1982 a 2000 corresponden a las ondas de octubre. Los datos 2003- 2008 corresponde a EPH Continua - Los valores monetarios corresponden en 1993 a: Pesos 771,60
Año base
El escaso mejoramiento del poder adquisitivo real, hunde sus raíces en la persistencia y
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aumento de la informalidad. El nuevo escenario socio‐laboral provocó un severo
estrechamiento de los márgenes participativos de los trabajadores como integrantes plenos
de la sociedad, a través de un cercenamiento de los derechos anteriormente adquiridos, el
desmantelamiento de gran parte del sistema de protección social asociado al trabajo y
como derecho colectivo y la emergencia de inserciones laborales atípicas, informales,
precarias, que construyeron un enjambre de segmentación laboral y social. El proceso de
segmentación de la fuerza laboral produjo no sólo una migración masiva a actividades
terciarias y de baja productividad, sino también una extrema heterogeneización ocupacional,
cristalizada en el subempleo, la destrucción de puestos de trabajo en el sector formal de la
economía, y el cuentapropismo como actividad de “refugio”28 En comparación con un pasado
relativamente reciente de asalariados protegidos, la vulnerabilidad social actual se observa en la
incertidumbre de la vida cotidiana de la población. La informalidad laboral evolucionó en forma
más abrupta que el propio desempleo y actualmente alcanza al 40% de la población
económicamente activa, tal como lo muestra el gráfico 15.
28 En períodos anteriores, el cuentapropismo no funcionó en Argentina como actividad de refugio, a diferencia de otros países de América Latina. Según el clásico trabajo de Gino Germani Estructura social de Argentina (Editorial Raigal, Buenos Aires, 1954), la categoría del “trabajador autónomo” agrupaba en la población económicamente activa (PEA) a trabajadores preferentemente calificados. Citado en Vinocur, Pablo, Halperin, Leopoldo, (investigación realizada por González Marita, Gurzi Laura) (2004) Pobreza y Políticas sociales en Argentina de los años '90. Comisión Económica para América Latina y el Caribe. (CEPAL). Santiago de Chile. Chile. Serie 85 Políticas Sociales. Abril. Pp 16.
49
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Gráfico 15 Evolución de la informalidad 1989- 2007
48,5
37,635,2
31,9
44,2
41,3
38,6
36,5
36,3
36,2
36
34,1
31,2
29,7
30,5
29,3
28,7
2626
0
10
20
30
40
50
60
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
Fuente: Elaboración Propia en base a datos del Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social
La
observación de los índices de subempleo (Gráfico 16) deja entrever que el pico de desocupación
se registró en 2001‐2002, cuando el índice correspondiente femenino trepó al 27% y el de los
varones al 21%; con posterioridad la crisis de inicios del presente siglo, decreció la tasa señalada
aunque, la distancia inter‐géneros de la misma comenzó a manifestar un incremento
considerable. Debido a ello, es el desempleo de las mujeres el que incide de manera decisiva
sobre la tasa media de aquél29.
29 Halperin Weisburd Leopoldo, Juan Antonio Labiaguerre, Angélica de Sena, Marita González (otros) (2009) Cuestiones de Género, mercado laboral y Políticas Sociales en América Latina. El caso argentino. Cuadernos del CEPED N° 13 (Centro de Estudios Población, Empleo y Desarrollo) CEPED, FCE‐UBA, (Septiembre)
50
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Finalmente, es sumamente importante tomar en cuenta a uno de los grupos más
abandonados por parte de esta sociedad excluyente: los jóvenes. En la Argentina, la mayoría de los
jóvenes son pobres, con insuficiente escolaridad y pocas oportunidades laborales. La precarización
del empleo, fundamentalmente las condiciones de contratación y su temporalidad (inestabilidad y
estacionalidad) hace que la línea que separa el empleo del desempleo se fragilice y desdibuje.
Según la Encuesta Permanente de Hogares, en el tercer trimestre de 2006 la tasa de desocupación
de los jóvenes de 15 a 24 años ascendió a 25.1%. Esto significa que el desempleo juvenil es 2.9
veces mayor que el del total de la población y 3.6 veces mayor que el de los adultos de 25 a 59 años.
0.00
5.00
10.00
15.00
20.00
25.00
May
-95
Oct
-95
May
-96
Oct
-96
May
-97
Oct
-97
May
-98
Oct
-98
May
-99
Oct
-99
May
-00
Oct
-00
May
-01
Oct
-01
May
-02
Oct
-02
May
-03
3T03 4T 0
31T
04
2T 0
4
3T 0
44T
04
1T 0
5
2T 0
5 3T 0
5
4T 0
51T
06
2T 0
6
3T 0
6
4T 0
6
1T 0
7
Hombres Mujeres Total
* Ocupados que trabajan menos de 35 horas semanales por causas involuntarias y desean trabajar más horas. Fuente: Elaboración propia a partir de EPH-Base Usuaria, INDEC. Mayo 1995 - 1er Trimestre 2007.
Gráfico 16: Tasas de Subocupación* Hombres, Mujeres y Total. 1995 - 2007.
51
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La participación de los jóvenes en el desempleo global alcanza el 44%, aunque éstos solo
constituyen el 19.8% de la Población Económicamente Activa (PEA).
Asimismo, el segmento más joven es el más vulnerable al desempleo, al igual que las
mujeres jóvenes y aquellos con menores niveles educativos.
El análisis de la evolución de las tasas de desocupación de los jóvenes, durante el actual
período de crecimiento del empleo, muestra una tendencia similar al comportamiento del
desempleo general. Sin embargo el grupo de jóvenes que no estudian, no trabajan y no buscan
trabajo, que se contrajo solo un 2.9% en el mismo período, muestra la persistencia de condiciones
de vulnerabilidad laboral, que demanda intervenciones específicas por parte del Estado. La
cantidad de individuos que integran este grupo es aproximadamente 750.000. En la actualidad 4 de
cada 10 desocupados son jóvenes de entre los 14 y los 25 años.
No menos importante, son las pautas culturales de estos jóvenes, muchos de ellos, ya son
tercera generación sin haber conocido el pleno empleo, con padres, e incluso abuelos, en situación
de trabajos precarios y esporádicos, lo que conlleva a un cambio en la cultura del trabajo. En el
extremo más rico, nos encontramos con la denominada Generación Y, la que se caracteriza por
obtener tempranamente certificaciones educativas de alta calificación, pero con muy poca
experiencia laboral. En este grupo, se observa que la identidad ya no está asociada al trabajo. El
trabajo solo es un instrumento que no crea identidades, como antaño. Del otro extremo, los más
pobres, que en la Argentina alcanzan a dos millones y medio de jóvenes, la condena a trayectorias
educativas de baja calidad, fragmentarias e interrumpidas. Muchos de ellos, no estudian ni trabajan.
Y lo que está en riesgo es la propia reproducción de sistema y la profundización de una sociedad
dual, donde los excluidos solo son observados como elementos peligrosos. En el sector de jóvenes
trabajadores, la individuación de las relaciones laborales, el exiguo conocimiento de sus derechos,
remite a una muy baja tasa de sindicalización entre ese grupo generacional, lo que repercute a su
vez, en el corto plazo, a la escasa rotación de dirigentes gremiales, a la renovación de cuadros.
52
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Capítulo 4. Las mutaciones en la estructura sociolaboral argentina
Una aproximación a los cambios normativos laborales. La hiperregulación.
En las antípodas de lo que puede sugerir este título, que expresaría desde un punto de vista
neoliberal la visión de la profusa reglamentación protectora del trabajo, se utilizará este término
para la gran cantidad de cambios normativos laborales que sufrió el corpus jurídico del mundo del
trabajo en la Argentina.
El modelo de inserción laboral que promueve la LCT puede ser descrito sintéticamente
como un empleo asalariado estable o de duración indefinida, articulado con servicios de salud,
institutos previsionales, derecho a la indemnización por despido y otros. En otras palabras, el
ámbito actual de aplicación de la LCT, que sus gestores concibieron como pieza central del derecho
del trabajo en Argentina en la época de su promulgación, un cuarto de siglo atrás, se encuentra
fuertemente recortado, aunque no toda la restricción de su cobertura puede ser atribuida a los
cambios de la década del noventa.
En efecto, las leyes que regularon las relaciones laborales durante un cuarto de siglo fueron
producto de un acuerdo social entre Estado, patrones y asalariados, pero a partir de 1976 la política
de disciplinamiento sobre el movimiento obrero y la fragmentación en las modalidades de
negociación desbalancearon las relaciones laborales a favor de los intereses patronales.
A partir de 1991, con la promulgación de la Ley de Empleo30, se establecieron numerosas
modificaciones al sistema de relaciones laborales: reglamentación del derecho a huelga, la revisión
30 Ley Nacional de Empleo de 1991, en el Título III – De la promoción y defensa del empleo, el Capítulo 1 – Medidas e incentivos para la generación de empleo en los Artículos 21 a 26, se establece que el Poder Ejecutivo deberá diseñar políticas en este sentido, que tengan incidencia en el nivel y composición del empleo. Como así también, deberá llevar a cabo acciones referidas a la elevación de los niveles de utilización de la capacidad instalada, promoción del crédito y la inversión para facilitar el cambio técnico y, la recalificación de los trabajadores para adecuarlos a las nuevas formas de organización del trabajo. De este modo, la promoción del empleo vino de la mano de nuevas formas de contratación las denominadas «Modalidades Promovidas»: Contrato como medida de Fomento de Empleo, Contrato por Lanzamiento de Nueva Actividad, Contrato de Práctica Laboral, y Contrato de Trabajo ‐Formación, de duración determinada con régimen de promoción de empleo.
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de los convenios colectivos en el área estatal, la obligación de negociar aumentos de salarios por
productividad y la autorización para negociar por empresa. En 1994, en un contexto de creciente
desempleo, se sancionaron nuevas leyes tendientes a reducir los costos del trabajo, en particular,
en materia de indemnizaciones por accidentes, enfermedades y despidos, en el entendimiento de
que estas medidas al eliminar rigideces reducirían el desempleo. Su implementación otorgó ciertos
beneficios a las pequeñas y medianas empresas, para las que se redujeron los costos del despido, y
flexibilizó el uso del tiempo de trabajo, posibilitando que las convenciones colectivas definan
jornadas diarias máximas superiores a las tradicionales sin que se supere el máximo anual. Cabe
recordar que en este período son casi excluyente las negociaciones por empresa antes que por
rama de actividad, (Beccaria y Galín, 2002).
En 1995 se introdujo el período de prueba que permitió a los empleadores despedir
trabajadores durante los tres primeros meses de contrato sin tener que pagar indemnizaciones ni
preaviso. Durante ese lapso de prueba, tampoco se efectuaban aportes patronales excepto los
correspondientes al seguro de salud. Además, se privatizó el sistema de jubilaciones por lo que se
pasó del régimen público de reparto al sistema privado de capitalizaciones. Posteriormente, se
estableció la obligatoriedad del aseguramiento de los riesgos derivados de los accidentes y
enfermedades por trabajo en empresas privadas creadas con esta finalidad.
En 1998 y luego de arduos debates se aprobó la Ley de Reforma Laboral 25.013, la cual
permitió revisar el período de prueba y la descentralización de la negociación Bajo este régimen de
precarización y aumento creciente de la informalidad los sindicatos se vieron seriamente
debilitados.
En el 2000, con la Ley 25. 250 se produjo otra reforma. Esta nueva ley profundizó el sentido
de los cambios ya que estableció la descentralización de la negociación colectiva; la derogación de
la ultractividad legal y consolidó un extenso período de prueba. Con ello la agenda flexibilizadora,
54
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base de las recomendaciones de los organismos internacionales, buscó perpetuar un modelo que
con la crisis del 2001 terminó por resquebrajarse. Por Ley 25877, esta ley fue derogada en el 2004.
La etapa que se inicia en el 2002 buscó un punto de ruptura con el pasado reciente y
restableció nuevos equilibrios. A partir de entonces, y hasta el 2007, la relación contexto
económico relaciones laborales comienzan a transformarse en la medida en que se asienta el nuevo
patrón de crecimiento.
Dos elementos claves para la consolidación de un modelo más ecuánime de relaciones
laborales fueron, por un lado la sanción de la Ley de Ordenamiento Laboral 25.877/2004 que,
incorpora en el texto la inclusión del concepto Trabajo Decente como eje de las políticas laborales a
todo nivel. Por otro, el hecho de que el sindicato recobra su función de catalizador de las
inquietudes de los trabajadores y aunque persisten, en las negociaciones las cláusulas referidas a la
flexibilización interna (polivalencia) y externa (formas de contratación) tienen menor peso que en el
período neoliberal.
La segmentación sociolaboral argentina
En diversos trabajos de sociología del trabajo31 se esgrime la necesidad de analizar dos
fenómenos de la estructura sociolaboral, por un lado, la inserción sectorial‐ocupacional de la fuerza
de trabajo en tanto expresión de la heterogeneidad estructural a nivel sectorial y ocupacional
(empleo asalariado y no asalariado en sectores formal, informal y público) y la forma de
participación y la calidad de los puestos (empleo estable, precario y marginal, subempleo y
desempleo en sus distintas formas)‐ como reflejo de la heterogeneidad de los mercados de trabajo
urbanos y su funcionamiento segmentado‐. Siguiendo a Salvia, Comas, Gutiérrez Ageitos, Quartuli,
31 Ver Salvia, Agustín(2005); “Segregación y nueva marginalidad en tiempos de cambio social en la Argentina”, ponencia presentada en el 7° Congreso Nacional de Estudios del Trabajo, ASET, Buenos Aires; ver también Salvia, Fraguglia y Metlika (2006) “¿Disipación del desempleo o espejismos de la Argentina posdevaluación? En Revista Laboratorio. Estudios sobre el cambio estructural y desigualdad social, año 8, N° 19.
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Stefani32 (2008) ambas dimensiones permiten componer una matriz económico‐ocupacional capaz
de describir las características, composición, dinámica de la estructura social del trabajo en la
Argentina. En dicho sentido, la segmentación laboral es una consecuencia directa del tipo de
organización productiva, pero los mercados y las actividades que conforman estos segmentos se
mueven e interactúan acompañando las fluctuaciones macroeconómicas.
En dicho contexto, podemos encontrar los siguientes segmentos laborales, sin perjuicio que
cada segmento a su vez pueda ser estudiado analíticamente y encontrar nuevos subconjuntos que
fragmentan aún más a la clase trabajadora. En primer lugar, un segmento de empleo protegido
caracterizado por empleos a tiempo completo o parcial pero con estabilidad laboral, inscripción en
la seguridad social e ingreso mínimo garantizado; este constituiría un núcleo hegemónico de la
economía; en segundo lugar un segmento laboral secundario (empleos a tiempo completo o parcial
sin estabilidad laboral o cobertura social pero con ingresos por sobre los mínimos de subsistencia)
caracterizado por la vulnerabilidad, y finalmente un tercer segmento o núcleo, caracterizado por la
marginal (trabajos generalmente a tiempo parcial, sin protección laboral ni cobertura social y con
ingresos por debajo de los mínimos de subsistencia).
Según el estudio realizado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Argentina,
hacia el 2005, estos segmentos se distribuían tal como se muestra en el Cuadro 4.
Cuadro 4: Porcentaje de Trabajadores ocupados según formalidad y unidad productiva Unidades
Formales Unidades Informales
Hogares Sin Especificar
Totales
Ocupados Formales
52,1% 0,3% 0,9% 53,3%
Ocupados Informales
13,7% 19,9% 7,9% 3,6% 45,1%
32 Salvia, A. Comas, Gutiérrez Ageitos, Quartulli, Stefani (2008) “Cambios en las estructura social del trabajo bajo los regímenes de convertibilidad y posdevaluación. Una mirada desde la perspectiva de la heterogeneidad estructural” en Lindemboim, Javier. Trabajo, Ingresos y Políticas en Argentina. Contribuciones para pensar el Siglo XXI. Editorial Eudeba, Buenos Aires. Pp 124 y subsiguientes.
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Sin Especificar
‐‐‐‐ ‐‐‐‐‐ ‐‐‐‐ 1,6% 1,6%
65,8% 19,9% 8,2% 6,1% 100 Fuente: MTEySS en base a datos EPH 2005 – Módulo de Informalidad. Nota: es necesario tener en cuenta que luego del 2006 por cambios metodológicos del INDEC, los datos no son considerados fiables por las bases estadísticas independientes. No obstante, si se puede afirmar que en el área de trabajadores en hogares, particularmente en servicio doméstico, el plan de regularización laboral ha incrementado en un porcentaje escaso el trabajador/a formal en dicha actividad.
El ilustración 1 expresa una de las formas más desarrolladas de precarización del trabajo, tal es, la
informalidad en las unidades productivas; no obstante, es necesario realizar un subclasificación
más para dar cuenta de la complejidad del fenómeno. Para intentar ilustrar las diversas
modalidades de precarización laboral, se tomó la clasificación de Palomino y Díaz33 (2000), para
luego diversificarla, de tal forma que contenga casi todas las formas difusas de relaciones laborales,
tal como se muestra en la Ilustración 1. En dicho dibujo, por un lado se distribuye el sector privado
basado en relaciones de mercado, tanto en unidades productivas tradicionales, como en unidades
domésticas; por otro lado, se analiza el sector público, el cual también ha sufrido mutaciones de
depreciación de la relación laboral asalariada plena, y por último se describe al tercer sector, que
también adquiere sus particularidades.
33 Palomino, Héctor y Díaz, Aloy (2000) “Sobre las fronteras jurídicas y sociales del trabajo asalariado en Argentina. Análisis realizado sobre una selección de fallos de la jurisprudencia laboral en Argentina entre 1993 y 1997” en Revista Sociologías, Rio Grande Do Sul, Brasil, Nº 2.
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ECONOMÍA DOMÉSTICA
TRABAJADORAS DEL HOGAR
AYUDAFAMILAR
ECONOMÍA SUBTERRÁNEA
DOMÉSTICA
TERCER SECTOR
COOPERATIVAS
FUNDACIONES - ONGS
ESTADO
SIN REMUNERACIÓN MONETARIA
TRABAJADORES PERMANENTES
TRABAJADORES POR PRESTACIÓN DE SERVICIOS
SECTOR PRIVADO
ORGANIZACIONES CON VOLUNTARIADO
REMUNERACIÓN MONETARIA
SUBORDINACIÓN AUTONOMÍAPR
EC
AR
IZAC
IÓN
QU
E INV
AD
E TOD
AS
LAS Á
RE
AS
PLENOS
TERCIARIZACIÓN
SUBCONTRATACIÓNDESCENTRALIZACIÓN
TRABAJADORES POR PRESTACIÓN DE SERVICIOS
TELETRABAJO
NEW MANAGMENT
Dibujo 1: Las modalidades de precarización del trabajo
El segundo eje de coordenada se refiere al grado de autonomía o subordinación que los/as
trabajadores/as poseen respecto a su empleador. Un tercer eje de relación se identifica por la
existencia o no de remuneración monetaria u otras formas. Siendo así, se demuestra que el
fenómeno de la heterogeneidad laboral en el marco de una estructura productiva segmentada,
constituye un problema de difícil abordaje, ya que es posible encontrar en cada segmento,
trayectorias individuales laborales de diversas características, con protecciones y tutelas laborales
disímiles y sobre todo, con diferentes estrategias de precarización por parte del sector empresarial,
pero también con la anuencia de reformas normativas jurídicas que facilitaron el proceso de
segmentación. Con las consideraciones necesarias, se intentará sintetizar las características de
precarización de cada uno de estos segmentos.
La Precarización en el Sector Público.
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Históricamente, el sector público constituía un colectivo de trabajadores estables,
conformado por la administración nacional, las provinciales y las municipales y los diversos servicios
estatales (como educación y salud). Sin embargo, la Ley de Reforma del Estado dictada en 1991
congeló la carrera profesional burocrática del Estado e impidió nuevos ingresos al sector público en
relación de dependencia. De tal forma que fue impedido aumentar la planta de trabajadores
dependientes del Estado, el cual alcanzaba en 1989, el 17% de los trabajadores/as. Sin embargo,
este impedimento no se pudo sostener a corto plazo y fue así que se extendieron la contratación
de servicios. Esto es, una forma de mercantilización de la relación laboral, a través de contratos por
tiempo determinado, o simplemente como trabajadores eventuales. Estas modalidades de
precarización alcanzaron cifras exorbitantes, hasta tal punto que a finales de dicha década, el 20%
de los trabajadores del Estado, se hallaban en una situación de precariedad laboral similar a la del
sector privado.
Con el argumento de profesionalizar sus tareas y a favor de la multiplicación de créditos
externos de organismos multilaterales, el Estado estimuló la multiplicación de personal contratado
bajo la figura de la prestación de servicios. La obligación de los trabajadores (sean o no
profesionales) sujetos a este status de prestadores de servicios independientes es la de proveerse
por sí mismos un servicio médico y aportar individualmente a la seguridad social, lo que releva de
esas responsabilidades a los empleadores y constituye un caso límite de individualización del
trabajo34. Estos trabajadores, llamados “los Monotributistas” han logrado en los últimos años una
incorporación “temporaria” o a “planta permanente” en el Estado. Sin embargo, aún constituyen
un amplio conjunto de relaciones de trabajo encubiertas en figuras mercantiles individuales. El
Sector privado, muestra el mismo fenómeno pero agravado por su extensión y por la propia lógica
de atomización de políticas públicas, que por un lado desde el Ministerio de Trabajo se expresa la
necesidad de regularizar este tipo de relación de dependencia encubierta, y por el otro, la
34 Palomino, Héctor y Díaz, Aloy 2000 op cit. Pp 160.
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Administración Fiscal de Ingresos Públicos (AFIP) cuya filosofía consiste en la recaudación
impositiva y coloca el acento de responsabilidad fiscal en los Monotributistas que no realizan en
tiempo y forma los aportes impositivos correspondientes.
La precarización en el Sector Privado
Durante la década del noventa se promulgaron varias normas que modificaron las
regulaciones laborales vigentes hasta la década anterior. Dado que esas modificaciones se
realizaron sin sustituir las principales leyes laborales, esto introdujo cierta confusión normativa.
Incluso, algunas modificaciones se realizaron a través de la jurisprudencia, es decir, mediante
nuevas interpretaciones judiciales de antiguas normas. De este modo, en el curso de sólo cuatro
años, se promulgaron normas que restringían la estabilidad laboral de los empleados públicos,
restringían el derecho constitucional de huelga en los servicios públicos, habilitaban nuevas formas
de contratación “flexibles” que afectaron el modelo predominante del contrato de trabajo por
tiempo indeterminado y, finalmente, habilitaban la negociación colectiva en el ámbito de las
empresas, lo cual afectaba el modelo de negociación centralizada en el nivel de la rama de
actividad.
Ya se ha hablado, en los párrafos precedentes sobre la situación de precariedad de los
“Monotributistas”, donde el trabajo se ha mercantilizado, se ha tornado una relación contractual
escapando de cualquier margen de relación asalariada. En algunos casos extremos esta nueva
modalidad adquirió la forma de nuevos “microempresarios”, tal como ocurre en caso de los peones
de taxi. La difusión de esta modalidad de trabajo erosionó la capacidad de representación y de
afiliación sindical, en la medida que los prestadores de servicios están obligados a moverse de un
contrato al siguiente porque carecen de estabilidad. Asimismo afectó la propia identidad de los
trabajadores, que fue sustituida en parte por una nueva identidad profesional, pero que en la
cotidianeidad no cuaja con la capacidad adquisitiva individual ni con la cultura laboral preexistente.
La autonomía es solo una ilusión que oculta relaciones de subordinación y de precarización.
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Descentralización – Subcontratación y Tercerización.
La descentralización productiva, introdujo al marco normativo elementos de externalización
o tercerización. Los primeros pasos, fueron la tercerización de labores de carácter secundario, tales
como el mantenimiento, sistema de transporte, limpieza, comedor, portería, vigilancia, entre otros.
Ello tuvo consecuencias en la representación sindical, en la medida que muchos de los trabajadores
afectados a esas tareas, dejaron de pertenecer al gremio de actividad del núcleo de la planta,
empresa o fábrica. Siguiendo a Ermida Uriarte y Colotuzzo (2009), la tercerización se produce
cuando la empresa contrata con terceros confiándoles el cumplimiento de actividades de apoyo o
periféricas o simplemente descentralizadas en relación a la organización originaria. En el ámbito de
la OIT, el Informe V35 describe las “relaciones triangulares” y hace referencia a la ejecución de obras
y prestación de servicios, y al suministro de personal mediante contratos comerciales, como las dos
categorías que constituyen el origen de las relaciones triangulares.
La descentralización y/o tercerización es una realidad de carácter social y económica que
emerge con diversas figuras jurídicas, tales como la subcontratación, la intermediación, y el
suministro de mano de obra36. Como afirman los autores citados, el intento de establecer un
Convenio en OIT para obstaculizar o evitar que estas modalidades contractuales negaran los
derechos laborales, se vio dificultada por la negativa de los empleadores y de algunos gobiernos37.
En la Argentina (ver ANEXO 1), existe regulación sobre los servicios que pueden
externalizarse, y en lo que refiere a la contratación de trabajadores eventuales, se promulgó el
Decreto 1694/2006 que enuncia las tareas plausibles de contratación. Asimismo, se intenta regular
las actividades de las empresas de trabajadores eventuales, un viejo anhelo de los
35 OIT Informe V (2005). La relación del trabajo. 95° reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, Ginebra, página 44. 36 Ermida Uriarte, Oscar; Colotuzzo, Natalia (2009) Descentralización, Tercerización, Subcontratación. Oficina Internacional del Trabajo, Uruguay. Pp 21 y siguientes. 37 Ermida Uriarte, Oscar; Colotuzzo, Natalia (2009) Op. Cit pagina 35
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constitucionalistas y laboralistas argentinos, que datan del primer proyecto de Ley del Trabajo de
1907, nunca sancionado38. Las empresas proveedoras de mano de obra permanente se encuentra
prohibida dando lugar a que el vínculo laboral se tenga por establecido directamente con la
empresa usuaria, sin perjuicio de la responsabilidad solidaria del proveedor39. En la práctica, las
relaciones triangulares que afectan a personas físicas, concluyen en el sistema de locación de
servicios o de obra descriptos como el conjunto de monotributistas. Sin embargo, el sistema más
conflictivo está relacionado con la externalización a través de un contratista o subcontratista que
contrata trabajadores/as bajo su propia dependencia, a los que organiza y, bajo su dirección, afecta
al cumplimiento de la obra, trabajos o de los servicios que se comprometiera a ejecutar, sirviéndose
de equipos, herramientas, y otros medios de producción. Al no existir una definición jurídica, el
contrato que vincula al contratista o subcontratista es de naturaleza estrictamente comercial40.
Cabe mencionar que a partir de la vigencia de la Ley 25013 de 1998, el empresario principal será
solidariamente responsable por las obligaciones de sus contratistas o subcontratistas respecto del
personal, en materia de seguridad social, en caso que incurrieren en incumplimientos en esta
materia.
En la Argentina la descentralización o externalización cumplió y sigue cumpliendo, sin perjuicio de
las nuevas regulaciones, un rol disciplinador de la mano de obra, un vaciamiento de las
organizaciones sindicales al verse disminuidos sus afiliados, y en general es utilizado para
precarizar al conjunto de trabajadores externalizados a partir de peores condiciones de empleo y
remuneración, inestabilidad laboral, prácticas antisindicales, flexibilidad en materia de condiciones
de salud, seguridad e higienes, y desprotección social. El caso más extremo son los monotributistas,
tal como fuera enunciado en diversos capítulos de este trabajo. Los trabajadores informales se
38 Joaquín V. González – constitucionalista argentino‐ presentó en 1904 el Primer Proyecto de Ley del Trabajo, que ya en su capítulo 4 regulaba las agencias eventuales. No fue sancionado por la negativa del sector empleador que impulsó un cabildeo con diversos actores políticos e incluso con el movimiento obrero para que ni siquiera fuera tratado. 39 Goldí, Adrián y Feldman Silvio citado por Ermida Uriarte, Oscar; Colotuzzo, Natalia (2009) pagina 65. 40 Ermida Uriarte, Oscar; Colotuzzo, Natalia (2009) op. Cit PP 51 y 52
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localizan en actividades donde prevalece la subcontratación. En muchas ramas de actividad,
como la rural, la estacionalidad genera cortes pronunciados en el personal del tipo centro
(estable)/ periferia (inestable), que son estimulados a través de estrategias de gestión empresarial.
Cuadro 5: La CSA ha sistematizado las ventajas desde el punto de vista empresarial sobre la tercerización41,
a saber:
‐ Aumenta el acceso a mejores y más eficientes procesos de gestión. ‐ Permite realizar actividades que no han alcanzado la escala de producción adecuada. ‐ Aumenta el acceso a mayores conocimientos y habilidades. ‐ Reduce costos de equipamiento, materias primas e inmuebles. ‐ Aumenta la rapidez de llegada a los mercados. ‐ Reduce el ciclo de desarrollo del producto. ‐ Aumenta el acceso a tecnología de vanguardia. ‐ Ahorra conocimientos y talento, al incluir Investigación y desarrollo. ‐ Facilita la innovación constante. ‐ Asegura que el desempeño y el valor agregado se mantenga por encima de los competidores. ‐ Facilita el liderazgo. ‐ Permite el acceso a grupos de expertos interdisciplinarios. ‐ Permite el acceso a estándares de calidad internacionales. ‐ Aumenta la diferenciación y competitividad de las empresas. ‐ Permite la utilización más eficiente de los insumos. ‐ Ajusta mejor la plantilla a las necesidades de producción. ‐ Reduce de forma sostenida los costos. ‐ Permite alcanzar el volumen ideal de producción para cada fase del proceso productivo. ‐ Adecua la relación entre volumen producido y retorno, en cada fase del proceso productivo. ‐ Facilita la gestión empresarial, pues tiende a disminuir la diversidad de las formas de organización de la producción y del trabajo. ‐ Permite alcanzar el volumen de producción ideal de cada proceso. ‐ Reduce costos y mejora el control de desempeño y calidad al realizar un número menor de procesos. ‐ Dota a las empresas de la flexibilidad necesaria en mercados muy cambiantes y caracterizados porque los productos tienen cada vez ciclos de vida más cortos. ‐ Permite alcanzar y mantener posiciones competitivas y rentables en el mercado, mediante la reducción sostenida de costos a través del reajuste de procesos. ‐ Permite a la empresa identificar las funciones críticas en las cuales debe desarrollar competencias. ‐ Permite alcanzar los objetivos de negocio y lograr mayor rentabilidad brindando, al mismo tiempo, servicios de alta calidad.
41 CSA. Primera Reunión Técnica de Autoreforma Sindical Oficina Regional de la OIT. Lima, 27‐28 abril 2009. Con el apoyo del Proyecto FSAL. PP 41 Y 42
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‐ Alimenta la confianza de los recursos internos y principalmente de los clientes externos. ‐ Permite obtener, al mismo tiempo, mayor calidad y productividad. ‐ Permite mayor control de calidad. ‐ Permite una agilización de decisiones. ‐ Permite una mayor creatividad. ‐ Lleva a que mejore el nivel de vida del país en su conjunto, dado que ello es resultado de una mejora de la productividad, y ésta se obtiene mediante el Outsourcing.
Más allá de la normativa, en la vida cotidiana de los/as trabajadores/as argentinos, dentro
de los establecimientos, coexisten en un mismo espacio físico actividades laborales desarrolladas
por diversas empresas, entretejidas en redes de contratación y subcontratación en el seno de las
cuales no resulta fácil trazar los vectores de dependencia laboral. Al mismo tiempo, los límites de
las empresas coinciden cada vez menos con los ámbitos físicos de las firmas, extendiéndose por
diversas ramificaciones, sea hacia el espacio económico de los mercados a través de redes de
comercialización y distribución singulares, o bien hacia el espacio doméstico a través del trabajo a
distancia, teletrabajo, trabajo a domicilio u otras modalidades.
El Tercer Sector: el caso de las cooperativas.
Por su naturaleza, las cooperativas son empresas creadas por un grupo de personas asociadas,
con necesidades comunes, que están dispuestas a satisfacerlas por una acción concertada y en un
ámbito de ayuda mutua y de funcionamiento democrático. Estas organizaciones, en cuyo núcleo se
encuentran los miembros ‐propietarios‐usuarios asociados a una empresa‐, se distinguen por
ofrecer servicios para el beneficio de su membresía y no por la búsqueda de beneficios para sí
mismas. Por esta razón resulta necesario considerar el carácter específico de sus procesos de
gestión para distinguirlos de los propios de las empresas privadas con fines lucrativos42 .
Sin embargo, a partir del aumento continuo de la desocupación, fue periódico el plantearse la
opción del cooperativismo como vía para combatir la exclusión, el desempleo y diversas
42 Malo Marie – Claire (2001). "La gestion stratégique de la coopérative et de l'association d' économie sociale". Publicado en Revue Internationale de l’Économie Sociale (RECMA), nº 281 y 282, nov.
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formas de la informalidad, tal como lo expresa la OIT43. El mismo empresariado, ha sido proclive a
la creación de cooperativas. Pero en algunos casos, la situación se torna ambigua e imprecisa, en
particular cuando los empleadores fomentan la constitución de cooperativas con el objetivo de
individualizar y sacar de la esfera laboral la relación con los trabajadores, lo que conlleva a
excluirlos de toda protección social asociada al trabajo44. El propio movimiento sindical se ha
visto en relaciones complejas con el cooperativismo, en la medida que por un lado, debe
fortalecerlo, por tratarse de una esfera del Tercer Sector con principios democráticos, y a la vez
observa como en muchas de las cooperativas se promueve situaciones de fraude y simulación de
relaciones laborales. En el 2009, el Gobierno Argentino promulgó un Plan de Fomento de
Cooperativas, colocando nuevamente al sector sindical en la disyuntiva de adherir a una política
social destinada a la inclusión, pero a la vez con amplios riesgos de precarización de las
condiciones de trabajo de trabajadores del ámbito formal (Novick, 2001).
El desmantelamiento del trabajador protegido – Algunas aproximaciones a la informalidad laboral
argentina
Nos interesa ahora, colocar el acento en los núcleos El trabajo informal definido como una
actividad laboral desarrollada por fuera del marco jurídico legal, sin los derechos y beneficios que el
mismo provee, constituye una de las problemáticas más graves que afectan al mercado laboral
argentino. Ante la actual heterogeneidad productiva, la misma noción de informalidad se aplica a
conceptos diferenciados. La informalidad hasta la década del ’80 se atribuía a la persona, no a la
economía, era una característica que calificaba la precariedad laboral. Luego de la aplicación de las
políticas neoliberales en todo el mundo, la teoría social ha colocado la lupa a la identificación del
43 OIT (2001) promoción de las Cooperativas. Informe Ginebra. 44 Lucena, H; Hernández A, Herrea, J (2005) “Movimientos de los Trabajadores: Tronco Común entre sindicalismo y cooperativismo”. Compendium, Julio volumen 8, Numero 14. Universidad Centro – Occidental, Lisandro Alvarado Barquisimeto, Venezuela pp 51 ‐ 71
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llamado “sector informal”, que define la heterogeneidad estructural en torno a las actividades
productivas y las unidades económicas.
Durante la década de los noventa y gran parte de los ochenta, el trabajo informal o bien no
era reconocido como un problema que requiriera la aplicación de acciones específicas, o era
entendido como un fenómeno que surgía como efecto derivado de un exceso en las regulaciones
fiscales y laborales sobre el sector empresarial.
Las consecuencias de esta interpretación fue que la única política que tuvo entre sus
objetivos explícitos o implícitos enfrentar la informalidad consistió en la flexibilización de las
normas, en particular, la reducción de los costos de contratación de mano de obra.
Contrariamente al mito neoliberal según el cual el sector de alta productividad derramaría
sus beneficios a las modalidades de producción más retrasadas, la Argentina, al igual que otros
países, demuestran que los sectores informales conviven, a veces con alto grado de funcionalidad,
con el núcleo hegemónico de la economía local y regional. En dicho sentido, se podría afirmar, que
habría una parte de la sociedad que se encontraría integrada estable o “regularmente estable” a la
economía y otra que se desenvolvería en sus márgenes. La noción de marginalidad se asocia así, a
los núcleos periféricos de reproducción social que tienden a desestabilizar a los estables. Una lucha
de pobres contra pobres que ha sometido al sindicalismo a la frecuente crítica de adoptar una
defensa corporativa y exclusiva de los “estables”.
La informalidad alcanza en el 2007 un 37,6 % de los/as trabajadores, y en tanto fenómenos
heterogéneo, por las diversas modalidades de actuación, parcialmente desarrolladas en este
capítulo, requiere de estrategias diversificadas para su reducción y eliminación. De igual forma,
exige novedosas estrategias sindicales para poder involucrar a este colectivo en acciones colectivas.
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Gráfico 17: Distribución de los Trabajadores/as Informales según categoría profesional y unidad productiva
Fuente: Módulo de Informalidad EPH 2005
Trabajadores por cuenta propia26%
Asalariados en unidades productivas formales
30%
Trabajadores Familiares sin remuneración
2%
Asalariados en Hogares18%
Asalariados en unidades informales
17%
Asalariados con unidad productiva dudosa
6%
Patrones 1%
Si se observa analíticamente, el Gráfico 17, se podrá confirmar que el 26% de los
trabajadores informales son cuenta propia, en ella se incluye desde las actividades de oficio que
realizan servicios personales, como los monotributistas, donde como se ha afirmado, en una gran
mayoría oculta una relación de subordinación y continuidad en la contratación; por su parte, el 30%
son trabajadores/as informales en unidades productivas formales, eso definiría un ámbito de
actuación, que refiere a la administración del trabajo, específicamente a un fortalecimiento de la
inspección. Pero también a un cambio cultura, luego de muchos años de individuación y
mercantilización del trabajo, no llama la atención que desde el propio Estado se realicen campañas
de regularización cuyo énfasis está puesto en la agencia de impuestos y tributos y no en los
derechos del trabajo45. Aún más llamativo, lo constituye el 17% de unidades productivas, y los
asalariados en hogares, donde gran parte está constituido por mujeres que realizan cuidados y
45 Nos referimos a la denominada campaña de “Don Carlos”, quien aparece como un pequeño empresario, que decide “blanquear” a “sus” trabajadores, y no lo hizo antes “porque la cosa estaba difícil”. Y los trabajadores, que claramente no están sindicalizados, festejan que “Don Carlos” obtenga beneficios extraordinarios en el período difícil, y no se expresa que ha incurrido en fraude laboral.
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servicios de limpieza, pero también se incluye a los trabajadores domésticos, al estilo de la
protindustrial previa a la revolución industrial del siglo XVIII.
El vínculo entre la regresividad de la distribución del ingreso y la informalidad
La distribución funcional, también se la suele denominar apropiación factorial) del ingreso
define que los ingresos de los hogares dependen de su inserción en el proceso productivo, tanto en
lo que refiere al ingreso directo como a los ingresos indirectos. Sobre este último punto, la
Argentina muestra una cultura de subsidiaridad a los sectores asalariados que durante el siglo XX
benefició a un conjunto importantes de la población. En efecto, en la medida que el trabajo formal
se encontraba ampliamente generalizado, las modalidades de salario indirecto beneficiaban a la
mayoría de la población.
Este tipo de distribución económica secundaria, puede clasificarse en tres niveles,
representados en el cuadro 6:
Cuadro 6. Distribución Secundaria del Ingreso y Colectivos de Trabajadores/as Tipo de
Distribución Secundaria
Sumario de Asignaciones Universo beneficiario
Negociación Colectiva
Asignaciones Familiares Asignaciones por hijo
Asignaciones por Maternidad Asignación Escolar
Sistema Previsional Jubilatorio Sueldo Anual Complementario
Accidente de Trabajo Enfermedad
Salud Seguro de desempleo
Indemnización por despido
Trabajadores Asalariados Plenos
Pública Educación Básica Pública Educación Universitaria Pública
Universal
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Salud Pública Seguridad Pública
Estatal Tributaria Subsidios de servicios Públicos (transporte, electricidad, gas, servicio de agua potable)
Sectores Medios con acceso a dichos servicios
En el período de industrialización por sustitución de importaciones, Argentina mostraba un
mapa productivo homogéneo, con un sector de cuentapropismo cercano al 12%, y por tanto la
redistribución secundaria por negociación colectiva cercana al 75% de la PEA, un sector marginal
inferior al 3% no perceptor de distribución secundaria y un sector alto cercano al 10% que aún con
retribuciones del primer quintil, se beneficiaba de la redistribución Estatal y tributaria. Si bien,
dicho modelo pudiera instar a un cierto sesgo de exceso de gasto público, en la práctica permitía la
relegitimación política de todos los actores intervinientes. De esa forma, el sector político podría
legitimarse a partir de un alto grado de cohesión social. El sector sindical, por su parte, ampliaba su
base de actuación y de sustento de la paz social, mientras que los sectores perceptores de altos
ingresos dependían en gran parte del sistema tributario y eran usuarios asiduos del sistema público
de salud y en particular de la educación universitaria pública.
Luego del proceso de Reforma del Estado, en particular el efecto económico, pero no en
menor medida su impacto cultural fue la atomización de la sociedad en pequeños núcleos que no
son beneficiaros de la redistribución indirecta. Los primeros dos deciles (los sectores más ricos)
recluidos en el abastecimiento de bienes y servicios a través de mecanismos de mercado (salud
prepaga, educación universitaria privada, seguridad privada) pero siguieron siendo beneficiarios de
subsidios al consumo de determinados servicios públicos.
Sin embargo, el cambio más importante la fragmentación del sector asalariado, donde
categoría de trabajador pleno se redujo al 52%, y simultáneamente el sector informal en sí mismo
está conformado por varios subconjuntos que oscilan entre el trabajador no registrado en unidades
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formales hasta el teletrabajo, pasando por diversas modalidades de contratación. Ello explica en
gran medida, la lógica argumental reclamativa sobre los denominados “intereses corporativos” del
sector sindicalizado. Lo que oculta este testimonio es el fundamento jurídico del alcance de la
negociación colectiva en la Argentina y los alcances de las acciones llevadas a cabo por los
sindicatos, en particular, que:
- El sistema de obras sociales de salud sindical en Argentina es independiente de la afiliación
sindical.
- Los alcances de la negociación colectiva por rama abarca a todos/as trabajadores/as del
sector formal.
- El sindicalismo argentino provee formación profesional universal de carácter mixto o
unilateral, independientemente del lugar que ocupa en sistema productivo. Actualmente, la
mayor parte de los que acceden a este servicio son desocupados o del sector informal.
- El sindicalismo recreo sistemas de ayuda social a los desocupados y sectores en condiciones
de indigencia (en especial mujeres y niños)
- El sistema de obras sociales atiende a los “trabajadores autónomos” (monotributistas) a un
costo prestacional inferior a los trabajadores plenos.
- El subsistema de recreación, cultural, habitacional, y de gestión de plantas fabriles
recuperadas constituyen tópicos centrales en los sindicatos.
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La flexibilización como denominador común de las relaciones laborales en la Argentina.
Desde hace tres décadas importantes transformaciones en el régimen económico mundial
conllevaron a una reorganización más flexible de la producción en masa. La producción flexible
refiere en general a mecanismos diferenciados pero concomitantes y cuya aplicación en las
economías nacionales no se dieron de igual forma.
La primera dificultad conceptual sobre la flexibilidad laboral refiere a la óptica de análisis y sus
implicancias para los actores involucrados. Un ángulo de análisis describe a la flexibilidad
empresarial como una estrategia surgida ante la necesidad de las empresas en las nuevas
condiciones de competencia de lograr mayor eficiencia económica (Abramo; 1998). Partiendo
desde esa proposición, el sector trabajador ha enfrentado la flexibilidad a partir de posiciones muy
defensivas, y en menor grado una actitud propositiva y de negociación46.
Para la discusión conceptual es ciertamente importante considerar que la flexibilidad del trabajo es
una construcción social, por lo cual sus contenidos y su futuro no están predeterminados. Las
formas y los efectos socioeconómicos de la flexibilidad, las nuevas formas de trabajo y de las
relaciones laborales, están sujetas a cómo los diversos actores laborales y sociales se desempeñan
en el sistema de las relaciones industriales y en el sistema político. (De la Garza Toledo 1998). En
general, se describe la flexibilización productiva como un mecanismo de gestión organizacional de
las empresas basado en la reducción de la fijación de los y las trabajadoras al puesto laboral, con un
régimen más participativo y transversal en las actividades cotidianas de los individuos. Desde esa
perspectiva, la polivalencia laboral es observada como un mecanismo de achatamiento de la
pirámide organizacional, donde el conocimiento y aptitud laboral se democratiza para una mejor
interacción de los trabajadores/as de las empresas. Sin embargo, también la flexibilización adopta
la acepción de “flexibilidad externa”, es decir la relajación de las normativas laborales que
obstaculizan o impiden a los empleadores/as a la expulsión de mano de obra cuando así lo requiera. 46 Abramo, L. (1998): “Mercado de trabajo, flexibilización y nuevas formas de regulación”, borrador para la discusión, Santiago, julio de 1998.
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En dicho sentido, la flexibilidad laboral se asemeja a la pérdida de derechos al trabajo y la
posibilidad de ser excluidos de la empresa en cualquier momento. Es bien conocido, que mientras
en los países desarrollados prevaleció la flexibilidad interna, en América Latina, y en particular, la
flexibilidad estuvo directamente involucrada en las prácticas de exclusión, ya sea a través de las
normas, del disciplinamiento laboral, de existencia de un ejército de reserva cada vez más amplio, y
de prácticas económicas, sociales y culturales que desvalorizaron al trabajo decente. Ante esta
vulnerabilidad, primó la estrategia individual de supervivencia, la cual, como era previsible, resultó
numerosas pérdidas para los/as trabajadores/as y el movimiento obrero. Como afirma Robert
Castel (2004)47 La condición de vulnerabilidad hoy se plantea en relación a un trasfondo de
protecciones anteriores y aún paralela a la estabilidad y la conservación de algunas regulaciones y
conquistas laborales de un importante núcleo de trabajadores. En otras palabras la vulnerabilidad
en la actualidad es definida y vivida sobre un fondo de garantías construidas por cerca de siglo y
medio a raíz de las luchas del movimiento obrero, durante los cuales éste fue uno de los principales
motores de la construcción de ciudadanía. Es entonces una vulnerabilidad que produce una
incertidumbre muy distinta frente al futuro a la que durante siglos acompañó a los que en aquellos
tiempos se les denominó el pueblo. La solución a la inseguridad social en el período del Estado de
Bienestar, no pasó por la supresión o por el reparto de la propiedad privada. Por lo tanto, no realizó
la estricta igualdad de las condiciones sociales. El modelo de sociedad así realizado no es una
sociedad de iguales sino el de una “sociedad de semejantes”, es una sociedad diferenciada, por lo
tanto jerarquizada, pero en la cual todos los miembros pueden mantener relaciones de
interdependencia porque disponen de un fondo de recursos comunes y de derechos comunes. La
idea de semejanza es lo que hoy resulta un extrañamiento que profundiza la vulnerabilidad. Como
dice este pensador, no nos equivoquemos con creer que los excluidos son “colectivos” de
47 Castel, Robert (2004) La inseguridad social. ¿Qué es estar protegidos? Editorial Manantial, Buenos Aires.
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trabajadores, a lo sumo son “colecciones” de individuos, que no tienen nada en común más que
compartir una carencia.
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Capítulo 5. A modo de Conclusiones. Desafíos Sindicales para el Siglo XXI.
Los desafíos del movimiento obrero, ante los cambios aquí descritos, y otros que exceden a
este informe, reconfiguran la figura del delegado o representante obrero, su labor, su
profesionalismo y vocación, su militancia y su conocimiento, pero por sobre toda las cosas, pone en
un compromiso al sindicalismo en su conjunto para una comprensión de los procesos novedosos de
producción y de managment empresarial.
El trabajador asalariado no es una vía en extinción, como predijeron los apologéticos del
“Consenso de Washington”, el trabajador en relación de dependencia sigue siendo la modalidad
mayoritaria donde se desarrolla el proceso productivo argentino. Lo que sí ha cambiado, y se ha
precarizado, es la modalidad de contratación y las condiciones de trabajo. En dicho sentido,
coincidiendo con casi todos los expertos en la materia, el trabajo ha dejado de ser el único
horizonte de realización del hombre. Sigue siendo el principal, pero es importante tener en cuenta
que los procesos culturales han tenido consecuencias importantes en los imaginarios sociales de las
nuevas generaciones, y por tanto, el nuevo trabajador, los jóvenes, muestras diferencias
sustanciales en la construcción de identidad respecto a sus predecesores.
La transformación de los paradigmas productivos que orientan la economía global, así como
las mutaciones en materia de gestión empresarial, han provocado una disociación entre la
configuración jurídica de las empresas que hoy excede las fronteras nacionales estatales y la
articulación económica que aún continúa respondiendo a un proyecto empresarial unitario. La
consecuencia más importante, al decir de Ermida Uriarte y Colotuzzo, es el desdibujamiento de la
figura del empleador, por un lado, y la figura del trabajador que aparece multifacética, incluso en
una misma unidad productiva, sobre todo si se tiene en cuenta la globalización real, la cual
determina que los niveles de negociación refieren en gran parte a desarrollar estrategias sindicales
regionales, continentales y mundiales, a través de las federaciones internacionales, o a través de las
coordinadoras subregionales.
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1. Estrategias en el ámbito Internacional
Hoy gran parte de las relaciones laborales se encuentran fuera de los márgenes nacionales.
Por ello, el ámbito internacional y la solidaridad sindical mundial se tornan un imperativo para todo
el movimiento obrero. En gran parte, los países en desarrollo requieren de la cooperación sindical
internacional, pero dicha colaboración debe ser en base a las necesidades y características de los
países de menores recursos. Es inocuo o, en algunos casos contraproducentes, intentar traspolar
modelos de acción y estrategias a países con organizaciones e historia sindical muy diferente a los
países desarrollados. Por ello, se sugiere que la cooperación sindical internacional se desarrolle en
base a la creación de sinergias de proyectos de acuerdo a las necesidades mutuas, evitando
imponer agendas por parte de los países desarrollados o los cooperantes.
Debido a que en los actuales escenarios la estrategia internacional adquiere una relevancia
primordial, el sindicalismo argentino debe fortalecer su participación en:
‐ En lo sectorial, a través de las Sindicatos Globales (Global Unions) porque permite una
sinergia de acción sindical y campañas globales ante las multinacionales.
‐ En la Organización Internacional del Trabajo – a través de ACTRAV – porque permite un
fortalecimiento del sector sindical en las normativas internacionales
‐ En la Organización Mundial del Comercio, a través de una participación activa desarrollada
por ITUC‐ CSI.
‐ En el G 20, a través del Grupo Sindical que permite una incidencia real en la toma de
decisiones sobre la nueva arquitectura financiera global.
‐ En los Acuerdos Marco Globales, que permiten alianzas estrategicas y compromisos por
parte del sector empresarial.
‐ En la ISO, porque está definiendo una guía de responsabilidad social que involucra tanto a la
OIT como a la CSI, y abre un escenario por lo menos dudoso de solapamiento de normativa
laboral a escala mundial.
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‐ En la CSI y la CSA. En ambos, la CGT posee una amplia trayectoria y participación en el
sindicalismo mundial.
‐ En la CCSCS, donde la CGT es fundadora, y ha actuado en pro de la democracia en la región y
ha generado acciones político‐ sindicales para la dimensión sociolaboral del MERCOSUR.
Las nuevas estrategias en el ámbito nacional
Los problemas acuciantes de la Argentina son más estructurales que la actual crisis económica
– financiera. Por ello, resulta necesario refundar una ciudadanía plena para todos los
argentinos/as48. La CGT debe incluir como prioridades estratégicas, para la conformación de una
nueva ciudadanía que incluya a todos y todas, un conjunto de acciones en diferentes ámbitos, a
saber:
Los convenios Colectivos Los colectivos Atípicos La promoción de la mujeres y la igualdad de oportunidades La promoción de los jóvenes La educación obrera y la formación profesional
Los Convenios Colectivos
El diálogo social es una de las garantías de estabilidad y contribución a la consolidación del sistema
democrático. Por tanto el diálogo social es un medio y fin en sí mismo, el cual contiene los derechos
humanos fundamentales y los principios que fortalecen a la democracia, la cual contempla el
objetivo de conseguir una mejora material y espiritual de la sociedad en su conjunto.
El diálogo social, cuyas raíces son esencialmente la libertad sindical o de asociación y el
derecho a la negociación colectiva esta, además, ligado a la voluntad política de todas las partes de
alcanzar el objetivo primordial de promover el Trabajo Decente.
48 Es importante tener en cuenta, que por historia, filosofía política y por la Constitución Nacional, para el término argentinos/as no refiere a los nativos, sino a los residentes, cualquiera sea su origen, raza y nacionalidad.
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Si analizamos los datos de los últimos años, observamos que los 172 convenios y acuerdos
homologados en el primer trimestre de 2007 muestran un incremento de 16% con respecto al
mismo período de 2006. A pesar de tratarse de un período de negociación estacionalmente
reducida, la magnitud de convenios y acuerdos del trimestre es similar al promedio anual de la
década del noventa.
Sin embargo, estos convenios, se definen mejor bajo el término de paritarias, ya que gran
parte de ellos, solo remiten a cuestiones salariales. Por eso, la CGT debe profundizar la estrategia
de negociación a partir de:
‐ La Creación de ámbitos permanentes e Institucionales de Diálogo Social, desarrollar la
promoción de la Libertad Sindical y la Negociación Colectiva.
‐ La adopción de consensos precisa fortalecimiento de los actores dentro del sistema de
relaciones laborales. Para que el Diálogo Social llegue a buen puerto, es imprescindible
dotarlo de “Institucionalidad”, debe haber un marco normativo en el cual se desarrolle,
basado en relaciones de confianza, compromiso y respeto entre las partes.
‐ La CGTRA debe elaborar e implementar programas de acción con actividades dirigidas a
fortalecer las capacidades de desarrollar y aplicar planes estratégicos y operativos que
impliquen a su vez, crecer en la capacidad por parte de los/as trabajadores/as, lo que
supone mejorar los resultados y logros de toda la acción sindical. A fin de buscar respuestas
que apunten a soluciones integrales y amplias, se hace necesario poder discernir las
relaciones que se establecen entre los procesos económicos, sociales y políticos, y sus
incidencias en los/as trabajadores/as.
‐ Contribuir con responsabilidad y participación, la promoción de la libertad sindical y la
negociación colectiva, como principio fundamental para la expansión del trabajo decente.
La estrategia sindical debe incluir la determinación de “colectivos atípicos”, incluyendo la
asignación de prioridades políticas y la ubicación de potencialidades y dificultades
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La inclusión de los “colectivos atípicos” en la estrategia sindical
La segmentación laboral, desarrollada a lo largo del presente informe, ha generado una
fragmentación de los colectivos laborales que antes estaban representados en el marco del empleo
formal. En primer lugar, se torna indispensable generar espacios de inclusión a los trabajadores/as
informales. Es necesario explicitar que la informalidad laboral en el marco de relaciones laborales
asalariadas, constituye un fraude y delito laboral y como tal, las políticas deben contribuir a la
sanción y corrección de este tipo de contratación. La informalidad como fenómeno heterogéneo,
requiere de acciones diferenciadas con la participación de los actores sindicales. La estrategia
sindical debe estar orientada a la incorporación sistemática49 de los/as trabajadores/as informales,
así como la generación de acuerdos bipartitos y tripartitos tendientes a la formalización laboral.
Siguiendo a la CSA50, es necesario la identificación y sindicalización de los siguientes colectivos
expresados en el Cuadro 7.
Cuadro 7: Identificación de Colectivos de Trabajadores Atípicos
TRABAJADORES DEPENDIENTES PRINCIPALES
1. Trabajadores/as temporales
o trabajadores con contratos a tiempo parcial. o trabajadores con contratos por tiempo determinado. o trabajadores jóvenes con contratos‐aprendizaje, o
trabajo‐ formación. • trabajadores a domicilio.
49 Se expresa el calificativo sistemático, debido a que muchos sindicatos, en forma aislada, poseen políticas específicas de inclusión de los trabajadores informales. La CGT además, posee un sindicato de trabajadores informales: SIVARA. 50 CSA. Primera Reunión Técnica de Autoreforma Sindical Oficina Regional de la OIT. Lima, 27‐28 abril 2009. Con el apoyo del Proyecto FSAL. PP 21 A 24.
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2. Trabajadores/as tercerizados
Incluye situaciones simuladas bajo formas legales desvirtuadas: “cooperativas de trabajo asociado”, “empresas unipersonales”, “personas jurídicas”, “services”. Incluye a profesionales falsamente autónomos. Incluye al caso específico de los “teletrabajadores” jóvenes, en “centros de llamada” (call centers) o en su domicilio (“telework).
3. Trabajadores/as en zonas francas
Donde se desestimula o impide la organización de estos trabajadores, mediante acciones antisindicales de las empresas o normas legales internas al área, como factor promocional.
OTROS TRABAJADORES DEPENDIENTES
1. Trabajadores/as de microempresas
En empresas muy pequeñas, la no sindicalización deriva de: 1. costumbres, dada la relación horizontal con el empleador; 2. abusos del titular, aprovechando la escasa visibilidad exterior de la unidad; 3. criterios legales para autorizar la creación de un sindicato de empresa.
2. Trabajadores/as voluntarios en Ongs y fundaciones
Algunos pueden ser trabajadores dependientes disimulados fraudulentamente.
3. Trabajadores/as paraestatales
Se refiere a beneficiarios de programas de ingreso universal, o programas de trabajo socialmente útil, como las “madres comunitarias”.
4. Trabajadores/as estatales a quienes no se les permite la sindicalización
Trabajadores de las fuerzas armadas y de seguridad.
5. Trabajadores/as del hogar
Son trabajadores/as generalmente normados a través de regímenes especiales, que establecen condiciones en términos de duración de la jornada, que llevan a derechos subestándar. Plantea dificultades derivadas del régimen “cama adentro” y la falta de contacto con otros trabajadores. También denominado Trabajo o Servicio Doméstico o en Casas Particulares.
6. Trabajadores/as no considerados dependientes
Es el caso del trabajo de promoción de productos mediante “venta directa” o “casa a casa”.
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TRABAJADORES AUTÓNOMOS
1. Trabajadores en la pequeña producción urbana y rural
1.1 cuentapropistas unipersonales o titulares de unidades familiares urbanas. 1.2 artesanos urbanos y rurales. 1.3 campesinos.
2. Profesionales Incluye semiautónomos, en el sentido de que sus actividades se dirigen de forma muy concentrada a uno o dos demandantes.
3. Trabajadores en situaciones ambiguas desde el punto de vista contravencional de su actividad.
3.1 trabajadores sexuales 3.2 recicladores de basura 3.3 trabajadores de juegos de azar Se excluye situaciones directamente delictivas.
EX‐TRABAJADORES Y NUEVOS TRABAJADORES
1. Jubilados y pensionados que ya no trabajan
“Trabajadores jubilados” o “Trabajadores pasivos”.
2. Jóvenes que aún no trabajan
Jóvenes estudiantes en busca de su primer trabajo.
La Promoción de la Igualdad de Oportunidades y Género
En la Argentina, en los últimos veinte años, ha habido un constante incremento de la
participación económica de las mujeres. Sin embargo, este proceso se ha producido en el contexto
de un significativo aumento de la desocupación para ambos sexos y de precarización de los
puestos de trabajo, lo que supone una importante participación de hombres y mujeres en trabajos no
registrados, en los cuales no existe ningún tipo de protección de los derechos sociales y laborales. Por
otra parte, uno de los temas centrales sobre la tasa de actividad femenina en Argentina, es que
resulta bastante inferior comparado con el resto de los países de América Latina y en particular con
los demás países del Mercosur, tal como se puede observar en el gráfico 18
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73,8
48,0
16,35,4
65,9
48,4
92,8
67,0
96,6
66,7
94,4
63,1
82,0
45,326,8
9,3
0
20
40
60
80
100
Total 15-17 18-24 25-34 35-44 45-54 55-64 65 y más
Gráfico 18 Tasa de Actividad en Argentina según género y edad- Año 2007.
Fuente: elaboración propia en base a datos INDEC Sistema estadístico armonizado Mercosur
Tasa Actividad Masculina Tasa de Actividad Femenina
Al revisar alguno de los aspectos vinculados con la promoción del trabajo decente, se
observa que de los casi 4 millones de trabajadores informales de la Argentina, el 52% son mujeres.
Siendo que el número total de las trabajadoras mujeres es bastante menor que el de los
trabajadores varones, esta evidencia indica que la probabilidad de participar en trabajos informales
es (menos productivos, más precarios y con menor cobertura de protección social) sustantivamente
más elevada en el caso de las mujeres. En el gráfico 19 queda expresado que la desigualdad de
género se verifica en todas las categorías profesionales.
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Un aspecto vinculado con el logro de la equidad de género, y que es ineludible para las
organizaciones sindicales es reconocer, respaldar y potenciar las acciones de las mujeres que las
habitan y que de modo infatigable realizan trabajos no siempre valorados pero que resultan
indispensables para aportar al logro de políticas activas orientadas a mejorar la calidad de vida de
las trabajadoras y los trabajadores.
Es imperativo aportar a la concreción de estrategias sindicales tendientes a instalar la
equidad, fomentar una mayor conciencia colectiva sindical acerca de la importancia de promover la
participación de las mujeres y la visibilización de sus acciones en el mundo sindical para, a partir de
ello, avanzar en la promoción de la equidad en todos los lugares de trabajo.
55,9
44,1
74,5
25,5
67,1
32,9
29,7
70,3
0%
20%
40%
60%
80%
100%
Asalariados Patrón Cuenta Propia Familiares noremunerados
Gráfico 19 Distribución por género por Categoría Ocupacional. 2008. Fuente: elaboración propia en base a datos armonizados Mercosur 2008
Hombres Mujeres
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Las organizaciones sindicales participantes deben contribuir a la conformación de
mecanismos que permitan abrir, desarrollar y fortalecer espacios de equidad, dando lugar para el
intercambio y el consenso de cara a la necesidad de desarrollar políticas activas y constructivas
destinadas a mejorar la calidad de vida de las trabajadoras y los trabajadores.
La Juventud
Siguiendo los lineamientos estratégicos de la CSA, la CGT debe comprometerse en dotar de
poder a la Juventud Trabajadora como sujeto social y sindical, que tenga pleno ejercicio de sus
derechos políticos, laborales y sociales. Ante la baja afiliación juvenil y la escasa participación en los
diferentes niveles de las estructuras, es fundamental que las dirigencias nacionales se sensibilicen
sobre el valor real y urgente de la participación juvenil, adecuar el lenguaje y generar mecanismos
que no solamente atraigan a la juventud, sino que la hagan permanecer activamente en las
organizaciones y potenciarse dentro de ellas, teniendo pleno ejercicio de sus derechos políticos,
laborales, sociales y culturales. Un tema muy relevante para la juventud es el de la formación
profesional, ya que las oportunidades de trabajo son escasas y cada vez más exigentes en torno a la
capacitación. Es indispensable que la CGT fortalezca las políticas en esta dirección.
Ante este escenario, las tareas de la CGT, tal como lo ha definido la CSA, incluyen promover
la transformación de las estructuras para que sean más flexibles para afiliar, representar y
reivindicar los intereses y derechos de sectores laborales estratégicos ‐y a la vez vulnerables‐ como
son las/os jóvenes, mujeres, trabajadores/as de la economía informal, migrantes y todo tipo de
trabajadores/as, sin ninguna discriminación.
Los Migrantes
Argentina es históricamente un país receptor de inmigrantes. Antaño de países europeos, y
actualmente de países limítrofes; sin embargo, sigue siendo una asignatura pendiente en lo que
refiere a la integración identitaria del trabajador/a migrante, fortaleciendo los lazos entre las
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organizaciones de las comunidades de origen y las organizaciones sindicales; así como la promoción
de los Convenios internacionales en materia de migrantes y los derechos fundamentales.
El orden internacional contemporáneo sustentado en la idea de acceso a mercados en
materia de bienes y servicios, se opone categóricamente, a la libertad de circulación de personas.
La preocupación de los países desarrollados por los índices de desplazamientos de población por
cuestiones laborales suele estar escindida de la preocupación por los movimientos del capital.
Hombres y mujeres toman la decisión dramática de abandonar su hábitat, su lugar, sus familias, sus
raíces, en última instancia en forma individual, pero en un marco de condicionantes sociales
coactivos. La emigración tiene su raíz en la falta de horizonte, la pobreza, la marginalidad y el
padecimiento en su lugar de origen. El capital no busca a su generador de riquezas –el hombre‐, su
localización tiene otros fundamentos. Por reiterada que fuera esta premisa, sigue siendo necesaria
remarcarla: el hombre seguirá migrando hacia los espacios donde se garantice su subsistencia.
En primer lugar, resulta necesario describir que las migraciones son en general, analizadas
bajo una perspectiva legalista, a través de la óptica de la regularización de migrantes, y casi nunca
se estudia desde una óptica integral, de los procesos complejos que implica la desafiliación
primigenia que sufre el migrante al abandonar su lugar de origen y del entramado que nuclea los
derechos civiles, políticos, sociales, y culturales de los cuales son privados. El proceso de
“desafiliación” tiene amplios impactos para la dinámica social, con enormes repercusiones en la
vida familiar y debilitamiento del lazo social. El migrante ve imposibilitada su capacidad de
construir identidades colectivas, que implican el reconocimiento de los otros, de lo diverso, en
espacios comunes necesarios para enriquecer la individualidad, incorporando valores y normas que
favorecen la producción y reproducción de los individuos. Un abordaje integral de dicha
problemática implica comprender y evitar la pérdida paulatina de las capacidades de las personas
de construir su identidad. Los inmigrantes sufren una pérdida cualitativa de ciudadanía a partir del
no acceso a los derechos civiles y políticos y la cancelación de los derechos sociales. La centralidad
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que adquiere la problemática de la ilegalidad pone de relieve los obstáculos de las fronteras –aún
en términos de Estado –Nación‐ y deja en una segunda instancia el verdadero vejamen que sufre el
inmigrante en términos de pérdida de identidad, ciudadanía y su carácter de trabajador, en
definitiva un individuo portador de derechos.
El movimiento sindical argentino, en consonancia con la legislación nacional, no diferencia
entre trabajadores nativos y extranjeros, sin embargo, muchas veces las comunidades de migrantes
suelen replicar la forma de organización de sus culturas, recreando colectivos laborales a través de
sus comunidades, y no en torno al sindicato. Incluirlos a partir de la identidad trabajadora y sindical,
constituye el máximo desafío para la CGT.
Educación Obrera y Formación Profesional
La Formación Profesional es un derecho fundamental en cada uno de los/as trabajadores/as
para el desarrollo humano con calidad y dignidad y necesaria para toda sociedad que esta en
período de transformación.
La estrategia para enfrentar e incidir en la evolución de la colectividad sólo será posible
impulsando la participación de todos los actores del mundo del trabajo, promoviendo el trabajo
decente y apostando a un desarrollo justo e igualitario que permita desterrar el flagelo de la
exclusión social. Se han observado algunos avances en el fortalecimiento y la jerarquización de la
Formación Profesional, pero no se ha logrado aun materializar acciones conjuntas que permitan la
homologación de calificaciones o que garanticen la acreditación de saberes de los/as trabajadores
con validez real y tangible. Esta falencia impacta sobre los/as trabajadores/as en una doble
dimensión, por un lado, no es posible la validez de sus credenciales ni que las mismas articulen para
la certificación de saberes de otras modalidades, por otra parte, el sistema de formación
profesional no articulado con el sistema educativo formal, segmenta aún más las cualificaciones
profesionales.
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Si nos referimos a Formación Obrera / Sindical no existe un reconocimiento de ésta como tal.
Esto acarrea la escasa intervención de los Estados para el soporte técnico y financiero a acciones en
este sentido. Esto resulta en un importante perjuicio en términos de diálogo social y participación
de los trabajadores/as, dado que las instituciones sindicales, salvo algunos casos, no poseen el
poder económico ni la infraestructura para organizar, desarrollar y solventar procesos de
calificación de sus integrantes, lo cual los pone en sustancial desventaja con los otros actores
sociales.
La estrategia sindical por excelencia: Luchar por una justa distribución de la riqueza
El desafío sindical no pasa por una metamorfosis que adapte sus estructuras a las formas
que ha impuesto el capital a través de la fragilización y precarización laboral. La estrategia pasa por
generar una propuesta concreta, que sea la reivindicación del movimiento obrero para un sistema
de protección social integral. La fragilización multiforme del trabajo asalariado modificó y modifica
en profundidad a nuestra sociedad. Así, es en su centro (precariedad y flexibilidad laboral), y no
únicamente en sus márgenes donde hay que considerar la cuestión social. No debemos olvidar
mirar por encima de los fenómenos o situaciones que analizamos (indigencia, pobreza,
vulnerabilidad) la verdadera causa de estas situaciones: la degradación de las condiciones laborales.
Es la fragilización de la masa central de trabajadores lo que termina por alimentar el crecimiento
del número de excluidos, en un largo proceso de deterioro social51.
51 EMTD‐ CGT (2009). Equipo Multidisciplinarlo de Trabajo Decente. Propuesta del Subgrupo de Distribución Justa del Ingreso.
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El sistema de protección social, más abarcativo que en la crisis de 2001, sigue siendo
incompleto, fragmentario y desarticulado, lo cual refleja la segmentación del mercado de trabajo, la
persistencia de la informalidad y la gran desigualdad remanente. Tenemos un sistema contributivo
más protector y abarcativo yuxtapuesto a programas no contributivos que no alcanzan a resguardar
al conjunto de los sectores más vulnerables, especialmente, los niños y los desocupados.
Rescatar a los hogares más vulnerables de la exclusión exige al menos una nueva modalidad de
gestión pública de políticas integradas y tres medidas específicas. La propuesta prevé además
dispositivos de control y seguimiento:
La creación de una RED de Gestión Interagencial de Políticas Públicas Sociales. Para ello se
propone la articulación de las áreas implicadas en el diseño y desarrollo de políticas y
programas que atienden la problemática infantil y juvenil.
La extensión de las asignaciones familiares por hijo, es decir, su extensión a los trabajadores no
incluidos en el sistema contributivo, es decir no registrados y desocupados.
La extensión del seguro de empleo y capacitación para los nuevos desocupados.
La creación de dispositivos de inclusión social, en particular para los jóvenes en vulnerabilidad y
riesgo social.
En el taller de validación, los participantes resaltaron que la distribución del ingreso en Argentina
resulta muy injusta, en la medida que quienes más tienen constituyen el 5% de la población y se
apropia del 50% de la riqueza, y que en esa dimensión es la tarea y desafío fundamental de la CGT
es lograr una distribución de la riqueza más justa. (gráfico 20)
87
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Recomendaciones de los participantes del Diagnóstico sobre Cambios en la estructura social y productiva y de gestión empresarial. Desafíos y estrategias Sindicales para la CGT. Los participantes han evaluado los siguientes elementos comunes
• Los cambios tecnológicos son producto de las transformaciones de la globalización,
Argentina no es un caso atípico
• Los cambios en la gestión empresarial han llevado a una segmentación
fragmentación de la clase trabajadora.
• Los trabajadores tercerizados, subcontratados, y el trabajo domiciliario es el efecto
más visible de estas transformaciones
13%
37%
50%
52%
43%
5%
0%10%20%30%40%50%60%70%80%90%
100%
Distribución de laRiqueza por quintiles
Proporción de laPoblación según
deciles Fuente: Elaboración Propia en base a INDEC. Datos Armonizados para
Mercosur 2008
¿Cómo se distribuye la riqueza en Argentina?
Decil 1 al 4 Decil 5 al 8 Decil 9 y 10
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• Los contratos de trabajo precarizados son más hegemonicos en las medianas
empresas y en el sector comercio y servicios.
• El modelo económico argentino ha logrado importantes mejoras en materia de
crecimiento económico y la reducción del desempleo.
• Sin embargo, persisten problemas de “distribución de la riqueza” y de precarización
laboral.
• La CGT debe fortalecer las políticas de formación sobre todo en materia de
derechos laborales.
• La CGT debe fortalecer la identidad de los trabajadores para recrear una solidaridad.
• Es necesario fortalecer la relación entre educación (particularmente técnica) y el
trabajo.
• La CGT debe intervenir en cuestiones estratégicas, tales como la integración
energética.
• Es necesario una política nacional sobre cooperativas que no distorsione las
relaciones asalariadas y la protección social.
• Es necesario fortalecer al movimiento obrero en negociación colectiva.
• La CGT debe promover la igualdad de género, la cual se ha analizado como una de
las asignaturas pendientes.
• La CGT debe promover la sindicalización de los jóvenes.
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Índice de Gráficos
Gráfico 1: PBI Industrial per cápita (en pesos a valores constantes. Base: 1993) 17Grafico 2: Evolución de Precios y Salarios ajustados por productividad en la industria (Base 1997) 21Gráfico 3: Producción de Cereales y Oleaginosas (1901 ‐2008) 23Gráfico 4: Evolución de la Producción, superficie sembrada, rendimiento de cereales y oleaginosa (en toneladas)
24
Gráfico 5: Comparación de la evolución de trabajadores asalariados formales e informales en el sector comercio minorista Período 1994‐2007
28
Gráfico 6: Productividad horaria en el sector comercio minorista. Promedio Sector asalariados protegidos y no protegidos
29
Gráfico 7: Distribución de Multinacionales según procedencia (continental) y período ‐ Convertibilidad ‐ Crisis ‐ post convertibilidad
30
Gráfico 8: Participación en el Producto, Empleo y Productividad de acuerdo a sectores productivos (1997)
34
Gráfico 9: Participación al crecimiento del Producto de acuerdo intersectorial Período 1991 ‐ 2006 35Gráfico 10: Tasa de Desocupación en Porcentajes de PEA 43Gráfico 11: Tasa de Variación del PBI y Evolución de Tasa de Desempleo 1980‐2006 44Gráfico 12: Tasas de Desocupación Hombres, Mujeres y Total. 1990 ‐ 2007. 44Gráfico 13: Participación de los asalariados en la renta total (PBI) 45Gráfico 14: Gran Buenos Aires: evolución del Salario Medio Real 1981‐2001 Año Base 1993 47Gráfico 15 Evolución de la informalidad 1989‐ 2007 49Gráfico 16: Tasas de Subocupación* Hombres, Mujeres y Total. 1995 ‐ 2007. 50Gráfico 17: Distribución de los Trabajadores/as Informales según categoría profesional y unidad
productiva 66
Gráfico 18 Tasa de Actividad según Género 2007 80Gráfico 19 Distribución por Género por Categoría Profesional 81Gráfico 20 ¿Cómo se distribuye la riqueza en la Argentina? 87 Índice de Cuadros e Ilustraciones Cuadro 1 – Clasificación de las Actividades Productivas de acuerdo a la productividad. 32 ‐ 33
Cuadro 2: Distribución del Ingreso según ingreso per cápita familiar. EPH – Octubre 1997 – 2° Semestre 2006
45
Cuadro 3: Composición del Empleo por rama de Actividad. 2007 46
Cuadro 4: Porcentaje de Trabajadores ocupados según formalidad y unidad productiva 55
Cuadro 5: CSA ventajas desde el punto de vista empresarial de la externalización 62
Cuadro 6. Distribución Secundaria del Ingreso y Colectivos de Trabajadores/as 67‐ 68
Cuadro 7: Identificación de Colectivos de Trabajadores Atípicos 77‐78‐79
Ilustración 1 55
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ANEXO 1 Compendio Actual de Normativa sobre Subcontratación y Tercerización en el Ámbito de las Relaciones Laborales de Argentina52 I) Artículo 30 de la Ley de Contrato de Trabajo y artículo 32 de la Ley 22.250 El artículo 14 bis de la Constitución Nacional, incorporado por la reforma de 1957, establece que “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes…”. Siguiendo esos lineamientos la Ley de Contrato de Trabajo y la Ley 22.250, estableció las normas legales que recogen ciertas reglas y principios jurídicos que caracterizan al Derecho del Trabajo en protección de los trabajadores. Así es que con el norte puesto en el principio in dubio pro operario, irrenunciabilidad de derechos, conservación del contrato de trabajo, presunción de relación de dependencia, primacía de la realidad, onerosidad del trabajo (arts. 9, 10, 12, 22, 23 y c.c. de la Ley de Contrato de Trabajo). El evidente sentido de las normas antes citadas y su correlación sistémica con las que ponemos como base del presente análisis en materia de contratación y subcontratación laboral, han sido elaborados en base a un conocimiento muy real y claro del legislador, esto es, el frecuente fraude que existe en las relaciones de trabajo. De esta forma se intenta – con dicha normativa analizada y con los alcances interpretativos de las restantes enunciadas – lograr que el verdadero empleador no evada su responsabilidad utilizando un “hombre de paja” insolvente, o una externalización de su producción o servicios, que le sirva no sólo como baja de costos estructurales, sino como una forma de deslindar sus obligaciones directas o indirectas sobre las relaciones laborales de los trabajadores propios o ajenos de los que se vale en la cadena de valor de sus servicios, tareas, que hacen a la actividad principal. Siguiendo esos lineamientos, y velando por un sistema antifraude, la Ley de Contrato, al igual que la Ley 22.250, establece distintos supuestos de solidaridad donde un tercero ajeno a la relación sustancial de la relación de trabajo ‐que originalmente sólo está constituida por el trabajador y el empleador‐ debe responder por las obligaciones emergentes del contrato. Así tenemos además de los artículos detallados bajo análisis, también los artículos 27 (supuesto de socio empleado), 28 (supuesto de auxiliares del trabajador), 29 (supuestos de interposición o intermediación de persona), 99 (trabajo eventual), 30 (solidaridad del contratista y/o subcontratista), 31 (conjunto económico), 225 a 228 transferencia o cesión de personal y/o establecimiento) son ejemplos paradigmáticos de ello.
52 Este compendio se ha incluido gracias a la colaboración y sistematización realizada por Marta Pujadas y el Equipo de Legales de UOCRA. Mi agradecimiento por su ayuda, desligándolo de toda responsabilidad de omisión u error, que es exclusiva de la autora de este trabajo.
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Una de las normas con mayor aplicación práctica y conceptualmente bastante discutida es la prevista en el artículo 30 de la LCT y su homónima prevista en el artículo 32 de la Ley 22.250, que regulan la contratación o subcontratación de “trabajos o servicios correspondientes a la actividad normal y específica propia del establecimiento”. Este concepto ‐ que he marcado con letra itálico y en negritas ‐ es la que delimita el sentido y alcance de la responsabilidad solidaria en los casos de contratación o subcontratación ínter empresaria dentro del ámbito del Derecho del Trabajo. Cuando un trabajador es contratado por una empresa (A) que, a su vez, fue contratada por otra empresa (B) a fin de que realice “tareas o servicios propios y específicos de su actividad”, concurre el supuesto de la norma mencionada. Ambas empresas (A y B) son solidariamente responsables frente a las obligaciones emergentes del contrato de trabajo del trabajador, sin perjuicio de los derechos que entre ellas luego puedan ejercerse. Como es sabido, esta explicación que aquí se esboza tan simple, siempre ha sido materia de debate ya que no existe un criterio uniforme acerca de lo que debe entenderse por “actividad normal y específica propia del establecimiento” y este concepto es el que delimita si una empresa debe responder por las obligaciones laborales contraídas por otra a quién contrató para realizar determinadas funciones. Cuando un banco contrata el servicio de vigilancia, ¿es la vigilancia un servicio normal y específico del banco? O cuando el supermercado contrata el servicio de limpieza ¿Qué papel jurídico juega la empresa de limpieza en el supermercado? El supermercado debe responder por los trabajadores que limpian en su establecimiento bajo la dirección de la subcontratista? O, dicho de otro modo, ¿puede funcionar un banco sin vigilancia? o ¿un supermercado sin limpieza? Estos interrogantes son los que se debaten diariamente en nuestros tribunales para interpretar el sentido y alcance de la norma en cuestión. Existen dos tendencias interpretativas acerca del sentido y alcance de la solidaridad pasiva prevista en el artículo 30 de la LCT. Las primeras, que responden a una interpretación exegética‐gramatical del texto y entiende que esta solidaridad se activa cuando la tarea (función o servicio) transferido hace al objeto de la explotación económica. Es decir, si una empresa de seguridad (A) contrata a otra empresa de seguridad (B) para que preste dichos servicios ‐tareas de vigilancia‐ las obligaciones laborales que (B) genera contratando personal para cumplir con el contrato acordado, obliga solidariamente a la primera (A). Pero, para esta corriente, esta solidaridad no se daría si la empresa A ‐que es de vigilancia‐ contrata a una empresa (B) para prestar servicios que no son de su incumbencia ‐ en cambio de seguridad subcontrata una empresa de servicios de limpieza‐; ya que no está contratando tareas específicas que hacen a su objeto empresario. De allí, que no debería responder en el marco del artículo 30 de la LCT – según esta doctrina restrictiva y fuera del marco protectorio del derecho del trabajo que detallan los artículos 9, 10, 11, 12 y c.c. de la L.C.T. que resultan de aplicación también en el marco de las relaciones laborales de los trabajadores alcanzados por la Ley 22.250 ‐, ya que no contrató o subcontrató tareas propias de su establecimiento o giro empresarial (vigilancia).
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Para esta corriente, los trabajadores contratados por la empresa (B) ‐de limpieza‐ para cumplir el contrato celebrado con la empresa (A) queda fuera de la aprehensión de la norma. De allí que se considere no solidaria la actividad de un banco –cuyo objeto es la concertación de operaciones financieras‐ con una empresa contratada para limpiar o vigilar el lugar, ya que no es esta la función principal bancaria. La segunda corriente tiene una interpretación más funcional y más acorde a los modelos de producción actual que generalmente se hayan concatenados por diversos sistemas de producción, logística, distribución, ventas, marketing. Es decir, con el fenómeno de la tercerización y/o delegación empresaria, donde intervienen varias empresas con funciones específicas que hacen a todo el proceso productivo, que se hayan tan vinculadas que no es posible separar las funciones de unas y otras sin romper con la cadena de comercialización. De manera tal que todas forman en conjunto el juego de la oferta y la demanda pública del producto. El producto o servicio sin la intervención de alguna de estas empresas no puede llegar al público, ya que el fraccionamiento es sólo un método de producción, del que no se puede prescindir en la cadena de comercialización. De allí, que se considere que la solidaridad del artículo 30 de la LCT opera también respecto las labores coadyuvantes o necesarias para el cumplimiento de la función principal de la empresa aunque estas sean calificadas como “secundarias”, “auxiliares” o de simple apoyo” ya que la función de la empresa principal no podría llevarse a cabo sin la prestación de estas últimas que funcionalmente, e independientemente del diferente objeto social para las que fueron constituidas, son imprescindibles para el cumplimiento del giro empresario‐comercial de las primeras. II) Artículo 4 de la Ley 12.713 de trabajo a domicilio. El mentado cuerpo normativo, es considerado por la pacífica y uniforme doctrina y jurisprudencia, como un derecho de policía de trabajo, y que sus normas en nada enervan a las regladas por la Ley de Contrato de Trabajo que también resultan plenamente aplicables. Pero sin perjuicio de ello, la Ley 12.713 además de regular el trabajo a domicilio con los alcances antes dichos, generó una obligación de solidaridad legal que regula el artículo 4 que dice: Art. 4.‐ Los empresarios, los intermediarios y los talleristas que contraten un trabajo a domicilio, son responsables solidariamente: a) Del pago de los salarios fijados por las comisiones respectivas. Esta responsabilidad para el empresario, cuando el trabajo se ha remuneración contratado por un intermediario o talleristas, sólo alcanza hasta el importe de dos meses de, o hasta el valor de un trabajo determinado, cuando su ejecución ocupe un plazo mayor; b) De los accidentes del trabajo, y de las condiciones en que éste se realice, excepto cuando el trabajo se ejecuta o cuando el accidente ocurra en el domicilio privado del obrero; c) De las obligaciones establecidas en el artículo 32 de esta ley. Los intermediarios y talleristas son considerados como obreros a domicilio con relación a los dadores del trabajo y como patronos sujetos a las obligaciones que les impone esta ley y las reglamentaciones que se dicten a quienes encarguen la ejecución del trabajo.‐
Así las cosas, queda más que claro que además de los alcances y determinaciones que se detallaron en punto anterior, en lo que resulta materia de trabajo a domicilio se le agrega, la solidaridad entre intermediarios,
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talleristas y dadores de trabajo como patrones finales de la cadena de producción, como solidarios y mancomunadamente responsables de las relaciones laborales de sus dependientes inmediatos, como los mediatos o remotos que presten algún tipo de servicio en la producción de sus servicios o productos finales.