orar en semana 28 del tiempo ordinario 2011
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Orar en semana 28 del tiempo ordinario 2011TRANSCRIPT
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En esta semana 28 del Tiempo Ordinario, la Liturgia sigue proponiendo que avancemos hacia una mayor madurez como personas y como creyentes, capaces de invitar a muchos a la mesa de la vida
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El evangelio de Mateo (22, 1-14), quiere hacernos caer en cuenta que somos invitados a la vida, y que no podemos estar en ella como los dueños, porque no nos pertenece. Nos la dan en calidad de préstamo.La vida, toda la vida y toda vida, pertenece exclusivamente a Dios.
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La parábola del “banquete de bodas del hijo”, revela a un Dios amigo que se complace invitándonos a lo que le es más íntimo, su mesa, para que comamos y celebremos juntos. Dios dice: tengo preparado el banquete, he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos, todo está listo. Vengan todos.
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Pero la Parábola nos advierte también sobre el posible rechazo a la invitación de Dios. Puede que las ocupaciones agoten nuestro tiempo y ya no tengamos lugar para nada ni para nadie; o que nos desentendamos de las personas porque nos basta lo nuestro, los propios intereses y que no necesitamos de nadie, ni siquiera de Dios. Peor aún, puede que no nos guste la invitación de Diosporque es una invitación multitudinaria, como a iguales, y sólo queremos invitaciones exclusivas.
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De todos modos la fiesta de Dios está lista. Él quiere que todos participemos y nos alegremos con su alegría. Si hay quienes no asisten, de todos modos habrá fiesta. Y en tal caso, habrá que buscar e invitar en los cruces de caminos, en las fronteras y orillas, a quienes quieran participar. Habrá que buscar a los que nadie ha invitado nunca a nada. Ellos sí podrán disfrutar la invitación, porque no se sienten con derecho a nada, y mucho menos a ser invitados a un banquete de bodas. La actitud de estos convidados puede enseñarnos el modo de abrirnos a la esperanza.
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Esta parábola sigue vigente. Nos plantea que seamos capaces de anticipar la fiesta de Dios aquí en la tierra. Nos propone que dediquemos tiempo a celebrar con los que amamos: la familia, los amigos. También nos invita a celebrar con los que no conocemos y con los distintos y extraños pero que trabajan a brazo partido a favor de la vida. Especialmente nos invita a atrevernos a preparar la mesa de Dios para todos, y especialmente para quienes nadie ha invitado nunca.
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Jesús en persona es quien invita a todos a su mesa, a su comida, incluso se sienta con pecadores y con los que el mundo considera indeseables. Él se convirtió en la gran invitación a la fe a la alegría y a la esperanza. Así también los que quieran ser amigos de Jesús, han de dedicarse a invitar a todos a la mesa de la vida. Los amigos de Dios no pueden querer otra mesa que no sea aquella en la que todos puedan sentarse sin distinción ni prejuicios a celebrar la vida.
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Señor,que me deje invitar
por Dios Padre a la Vida.
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Somos invitados a la Fiesta de Dios: la mesa de la vida. No podemos estar en ella como los dueños sino como amigos. Sólo nos basta humildad para descubrirnos invitados y libertad para sumarnos junto a otros a la alegría de Dios.
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La fiesta de Dios sigue lista. Podemos estar cerrándonos a esta invitación a la vida, porque las ocupaciones copan todo nuestro tiempo, o no necesitamos de nada ni nadie, o queremos ser exclusivos. Sólo hace falta que nos abramos a la esperanza.
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Jesús es la gran invitación de Dios. Él se sentó en la mesa con buenos y malos, con santos y con pecadores. Que nuestra invitación sea también como la de Dios, para que nos sentemos juntos en la mesa sin distinción ni prejuicios a celebrar la vida.
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VOLVER A LA VIDA
Quiero sentir que mis alas se encuentren en pleno vigor para regresar al mundo, libre, diestro y sin temor.
Quiero alas que me lleven de regreso a la verdad. Volver a la vida vivo … con su belleza sin más.
Volver de regreso a la vida con sus luchas sin igual, viviendo el día a día sin pensar en qué dirán.
Con mis firmes convicciones, con mis ideas y amores con mis deseos intensos con mis logros y mis errores.
Quiero volver a la vida y celebrar junto a tantos con amor, con alegría, y la esperanza en mi canto.
(Cf. Macin Roel)[ ]