orientaciones manias y obsesiones

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1 ORIENTACIONES PARA ABORDAR LAS MANÍAS Y LAS OBSESIONES EN NIÑOS Y NIÑAS Todos tenemos alguna manía aprendida que nos procede de la infancia o adolescencia. No es raro encontrarse con personas adultas que se tocan el pelo compulsivamente o que repiten una coletilla al hablar. En las primeras edades, los niños/as pueden llevar a cabo determinadas manías pero que para ellos constituyen o son simplemente rituales o juegos placenteros y atractivos, los repiten una y otra vez porque les gustan. A veces, estas manías son reforzadas por los mismos familiares, por ejemplo, al prestar demasiado atención a los mismos. En otras ocasiones, estas manías son debidas a un deseo del niño/a de llamar la atención, por ejemplo, al presentar celos cuando llega un nuevo hermano/a. Las manías infantiles también pueden presentarse como respuesta a una situación de nerviosismo o preocupación por algo concreto por parte del niño/a. También se asocian a una forma de expresar o canalizar determinadas emociones sobre todo en niños/as que presentan dificultades para expresar lo que piensan, lo que siente. A veces, el niño las utiliza como un instrumento para controlar acontecimientos externos que le superan, por ejemplo, pueden aparecen como respuesta ante situaciones que le son desagradables o aversivas y a las que a veces se les obliga a permanecer en ellas (por ejemplo en niños/as con dificultades para relacionarse y que se les obliga a ello, con niños/as para los que hacer las tareas escolares supone un suplicio y se les fuerza durante mucho tiempo a que permanezcan sentados realizándolas). También suele aparecer en niños/as con síntomas hiperactivo y/o impulsivos a los que se les reprime o se les obliga a permanecer quietos durante un tiempo determinado. En definitiva, las manías infantiles son hábitos adquiridos hace un tiempo determinado, que se repiten con frecuencia, que a veces son complicadas de erradicar y que son utilizadas por el niño/a como un instrumento que le ayuda a canalizar su ansiedad en ese momento, a encontrarse más tranquilo en una determinada situación, a cubrir alguna necesidad… ¿Cómo diferenciar las manías infantiles de las Conductas Obsesivo-Compulsivas? Casi todos los niños/as realizan una serie de rituales en diferentes momentos y ocasiones. Uno de los más corrientes es el de las diferentes conductas repetitivas que el niño/a realiza a la hora de acostarse, o a la hora de vestirse, o a su exigencia de que se le vuelvan a contar las historias y los cuentos… La principal diferencia entre las manías infantiles y las conductas obsesivo-compulsivas es que las primeras desaparecen con el tiempo, mientras que las segundas permanecen en el tiempo, aumentan su intensidad o se sustituyen por otras de parecidas características. Como se puede comprobar en el cuadro siguiente, a diferencia de las conductas obsesivo-compulsivas, las manías infantiles son totalmente normales:

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manias y obsesiones en niños y niñas

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ORIENTACIONES PARA ABORDAR LAS MANÍAS Y LAS OBSESIONES

EN NIÑOS Y NIÑAS

Todos tenemos alguna manía aprendida que nos procede de la infancia o adolescencia. No es raro encontrarse con personas adultas que se tocan el pelo compulsivamente o que repiten una coletilla al hablar.

En las primeras edades, los niños/as pueden llevar a cabo determinadas manías pero que para ellos constituyen o son simplemente rituales o juegos placenteros y atractivos, los repiten una y otra vez porque les gustan. A veces, estas manías son reforzadas por los mismos familiares, por ejemplo, al prestar demasiado atención a los mismos.

En otras ocasiones, estas manías son debidas a un deseo del niño/a de llamar la atención, por ejemplo, al presentar celos cuando llega un nuevo hermano/a.

Las manías infantiles también pueden presentarse como respuesta a una situación de nerviosismo o preocupación por algo concreto por parte del niño/a.

También se asocian a una forma de expresar o canalizar determinadas

emociones sobre todo en niños/as que presentan dificultades para expresar lo que piensan, lo que siente.

A veces, el niño las utiliza como un instrumento para controlar acontecimientos

externos que le superan, por ejemplo, pueden aparecen como respuesta ante situaciones que le son desagradables o aversivas y a las que a veces se les obliga a permanecer en ellas (por ejemplo en niños/as con dificultades para relacionarse y que se les obliga a ello, con niños/as para los que hacer las tareas escolares supone un suplicio y se les fuerza durante mucho tiempo a que permanezcan sentados realizándolas). También suele aparecer en niños/as con síntomas hiperactivo y/o impulsivos a los que se les reprime o se les obliga a permanecer quietos durante un tiempo determinado.

En definitiva, las manías infantiles son hábitos adquiridos hace un tiempo

determinado, que se repiten con frecuencia, que a veces son complicadas de erradicar y que son utilizadas por el niño/a como un instrumento que le ayuda a canalizar su ansiedad en ese momento, a encontrarse más tranquilo en una determinada situación, a cubrir alguna necesidad…

¿Cómo diferenciar las manías infantiles de las Conductas Obsesivo-Compulsivas?

Casi todos los niños/as realizan una serie de rituales en diferentes momentos y ocasiones. Uno de los más corrientes es el de las diferentes conductas repetitivas que el niño/a realiza a la hora de acostarse, o a la hora de vestirse, o a su exigencia de que se le vuelvan a contar las historias y los cuentos…

La principal diferencia entre las manías infantiles y las conductas obsesivo-compulsivas es que las primeras desaparecen con el tiempo, mientras que las segundas permanecen en el tiempo, aumentan su intensidad o se sustituyen por otras de parecidas características.

Como se puede comprobar en el cuadro siguiente, a diferencia de las conductas obsesivo-compulsivas, las manías infantiles son totalmente normales:

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MANÍAS INFANTILES

- Se hacen a modo de juego - El niño/a disfruta con la actividad - Si se interrumpen, el niño/a no se altera de manera significativa - No afectan a la vida cotidiana del niño/a

CONDUCTAS OBSESIVO-COMPULSIVAS

- Se hacen para calmar la ansiedad - El niño/a siente angustia cuando las lleva a cabo - Si se interrumpen, el niño/a se muestra agresivo/a e irritable - Afecta negativamente a su vida cotidiana

Orientaciones para profesorado y familia

� Si el niño/a realiza estas manías como un intento de llamar nuestra atención, si le prestamos más atención de la necesaria estamos reforzando estas conductas, es decir, estamos haciendo lo que el niño/a quería, que le prestáramos atención, y como consecuencia las repetirá una y otra vez ya que le funcionan. � La mejor actitud desde un principio es no darle importancia. Se deben considerar estas manías como algo normal de la edad de su hijo/a y no prestarle demasiada atención, así el niño/a tampoco lo hará y desaparecerá con el tiempo. � A veces, estas manías pueden resultar graciosas a los familiares, los cuáles pedirán al niño/a que las realice. De esta forma estamos también reforzando estas manías, es decir, estamos facilitando que se repitan. � Es importante hablar y dialogar con el niño/a, sobre todo si las manías se deben a que el alumno/a se encuentra preocupado por algo, para intentar conocer que le preocupa y así poder ayudarlo. Si no quiere contar cuál es el problema, tenemos que intentarlo unos días más tarde o preguntar a sus profesores. � Es importante fomentar desde pequeños/as que el niño/a exprese lo que siente, lo que piensa, lo que le preocupa…De esta forma, evitaremos situaciones extremas en las que el niño/a reprime sus ideas, emociones y sentimientos y que desembocan en determinadas manías que son formas de expresión de estas ideas y emociones reprimidas. � Cuando las manías aparecen porque se obliga al niño/a a enfrentarse a situaciones aversivas o desagradables par él/ella, es importante que se utilice la aproximación, es decir, que el niño/a se acostumbre a estas situaciones gradualmente (por ejemplo, cada día un tiempo determinado que se aumenta progresivamente). � Si las manías son debidas a un exceso de energía, hiperactividad o impulsividad es recomendable que el alumno/a gaste estas energías (por ejemplo, la práctica de ejercicio o deporte diario es muy recomendable) o que las canalice para realizar otras conductas provechosas. � Si la manía del niño/a se convierte en un estímulo aversivo estaremos perdidos, si reñimos al niño cada vez que lo hace, y le damos importancia intentando disuadirle de que no lo haga y haciéndole sentir mal, conseguiremos que para él sea un defecto y que se considere alguien anormal, de esta forma la ansiedad aumentará y la manía probablemente también.

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� El niño/a no lo hace intencionadamente, así que es mejor no regañarle continuamente ni castigarle por ello, especialmente en público y mucho menos delante de sus amigos/as, ya que podría avergonzarse por algo que no puede controlar y crearle así mayor ansiedad. � Animar al niño/a en sus actitudes positivas y no regañarlo con dureza cuando caiga nuevamente en su manía, hay que recordad que es un acto cometido de forma inconciente. � Alabar sus progresos. � Cuando notemos que está leyendo o haciendo un dibujo para el cole sin recurrir a su manía, darle un abrazo, y dejarle ver que nos hemos dado cuenta. No hay que olvidar que es un proceso que requiere paciencia, tiempo y refuerzo continuo. � Es importante establecer horario y rutinas de trabajo y estudio en clase y en casa, así como de otras actividades. Esto le ayudará a controlar su mundo, hacerlo más predecible, disminuyendo así su ansiedad y nerviosismo. � Es necesario enseñar al niño/a otras conductas alternativas a las manías. Estas conductas han de tener un carácter positivo y se ha de entrenar al niño/a para que las lleve a cabo cuando sienta la necesidad de realizar las manías. El niño/a tiene que aprender poco a poco otras habilidades y conductas para cubrir estas necesidades o para controlar la ansiedad; desde luego sus manías y sus obsesiones no son la solución. Se puede utilizar una técnica consistente en que cuando el niño/a sienta la necesidad de llevar a cabo la manía vaya a un lugar determinado, recoja un dibujo para colorear (previamente preparado) y lo coloree, consiguiendo de estas forma tranquilizarse y suprimir esta manía. � Mostrar al niño/a otras opciones para volcar sus energías y en este caso su ansiedad. Por ejemplo en actividades lúdicas o juguetes entretenidos. � Acordar una señal secreta con él/ella, de modo que cuando esté haciéndolo en público sólo vosotros dos sepáis a qué os referís y deje de hacerlo (un guiño, rascarte la nariz, sacarle la lengua…) � A nivel psicológico, las técnicas más eficaces son:

- Técnicas Cognitivas, Consisten principalmente en hacer que el niño/a cambie sus pensamientos. Es necesario hablar y dialogar con él/ella para que comprenda qué es lo qué le pasa y como debe afrontarlo para superarlo. - Entrenamiento en autocontrol mediante autoinstrucciones. Consiste en entrenar al niño/a para que sepa detectar cuando la situación le está provocando ansiedad y cuando le puede sobrevenir la manía y para que se dé a si mismo una serie de instrucciones para controlarlo o llevar a cabo una conducta alternativa. Si lo detecta a tiempo podrá controlarlo dándose una orden negativa para no llevarlo a cabo. - Técnicas de relajación. Consiste en entrenar al niño/a para poner en práctica determinadas técnicas de relajación cuando el aborda la ansiedad y siente la necesidad de llevar a cabo estas manías. Se puede utilizar técnicas basadas en la contracción y relajación muscular de forma alternativa, por ejemplo, apretar fuertemente los puños y a continuación relajarnos de forma continuada. También se puede utilizar esta técnica pero apretando fuertemente los pies contra el suelo y relajarlos. También podemos utilizar pelotas antiestrés o bolas de plastilina. Otras técnicas de relajación son las basadas en la respiración, por ejemplo, cerrar los ojos y respirar profundamente, practicar la respiración diafragmática o abdominal…Lo más apropiado sería combinar las técnicas de relajación muscular con las de respiración.

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- Técnicas de modificación de conducta. Las más adecuadas en este caso son la extinción (es decir, no prestar atención a la conducta o prestar solo la necesaria) y el reforzamiento positivo, es decir, reforzar, alabar, reconocer y/o premiar (no de forma material) las conductas positivas del niño/a y sus avances.

� Es importante que estas orientaciones se lleven a cabo de igual forma y en la misma dirección por parte de todos los familiares que diariamente se relacionan con el niño/a, así como por parte de los profesores/as. � Hay que tener en cuenta que normalmente, cuando se obliga al niño/a a que reprima dichas conductas o hábitos, la ansiedad y nerviosismo puede aumentar en unos primeros momentos. No hay que desanimarse y seguir trabajando con el niño/a. Hay que tener en cuenta que cualquier cambio de conducta requiere de tiempo y paciencia. � Habitualmente, estas manías infantiles suelen desaparecer a medida que el niño/a va creciendo y es mucho mejor no darles ninguna importancia. Si el tiempo o la frecuencia de las mismas nos preocupa podremos acudir a un profesional que nos ayude, aunque para el niño/a esto debe ser tratado desde la más absoluta normalidad. � Es importante consultar el caso con el pediatra si: - La conducta de tu niños/a afecta a su salud. Por ejemplo si se hurga constantemente la nariz o se arranca costras o se muerde las uñas en exceso podrían causarle una infección. - La manía o conducta parece compulsiva. Si un niño/a necesita lavarse las manos cada vez que palpa algo o tocar la puerta cinco veces antes de entrar en su habitación, puede tratarse de un trastorno obsesivo compulsivo. - Aparecen tics incontrolables. Un guiño exagerado y constate de ojos, un trastorno alimenticio o patrones de conducta tales como movimientos y sonidos vocales involuntarios y repetidos (tose o se aclara la voz antes de hablar, repite palabras o frases inapropiadas…). El pediatra valorará su posible derivación al especialista oportuno para estudiar la posible existencia de conductas o trastorno obsesivo-compulsivo. � Trataremos de que no se sienta diferente para así no provocarle presión, ya que es uno de sus principales enemigos. Acudir al médico o al terapeuta tiene que ser como un juego para él. � Si se opta por la medicación, debemos tener en cuenta que al ser estas manías u obsesiones, en la mayoría de las veces, un problema de ansiedad, los ansiolíticos y los relajantes funcionan en un primer momento, pero al no controlar la conducta (el niño/a no ha aprendido a controlarla), al dejar la medicación aparecen recaídas. Bibliografía consultada: DUNN, J. (1999): "Inquietud y bienestar infantil". Ediciones Morata. Madrid. ECHEBURÚA, ENRIQUE (1993): "Trastornos de ansiedad en la infancia". Editorial Pirámide. Madrid. GAVINO ÁZARO, AURORA (2006): “Mi hijo tiene manías”. Editorial Pirámide. Madrid.