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RUIDERAe: Revista de Unidades de Información. Número 12 (2º semestre 2017) ISSN 2254-7177
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PATRIMONIO BIBLIOGRÁFICO-DOCUMENTAL Y PRESERVACIÓN DIGITAL:
COMPAÑEROS INSEPARABLES EN ENTORNOS CLOUD
BIBLIOGRAPHIC-DOCUMENTARY HERITAGE AND DIGITAL PRESERVATION:
INSEPARABLE PARTNERS IN CLOUD ENVIRONMENTS
Autor:
Francisco José Valentín Ruiz. Odilo. [email protected]
Resumen:
Uno de los fines de los centros que custodian el patrimonio bibliográfico y documental
es el de su conservación a perpetuidad. Sin embargo, en lo que se refiere a los
soportes convencionales, su degradación y las exigencias de difusión plantean dudas
acerca de que la conservación deba realizarse exclusivamente en los soportes
originales. En este sentido se plantean los medios digitales como una solución que
puede ser duradera si se enmarca dentro de un plan de preservación integral como el
que proporciona el modelo OAIS de la norma UNE-ISO 14721:2015.
Abstract:
Preservation in perpetuity is one of the purposes of the centers that guard the
bibliographical and documentary heritage. However, regarding to conventional media,
its degradation and the diffusion requirements raise doubts about the fact that the
conservation should be carried out exclusively on the original media. In this sense,
digital media are considered as a solution that can be long-lasting if it is part of a
comprehensive preservation plan such as that provided by the OAIS model of the UNE-
ISO 14721: 2015 standard.
Palabras clave:
Preservación digital; patrimonio bibliográfico-documental; cloud computing
Keywords:
Digital preservation; bibliographic-documentary heritage; cloud computing
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1. Introducción: patrimonio físico-patrimonio digital
La obligación que tienen las instituciones culturales como archivos, bibliotecas y
museos de preservar el patrimonio conlleva una idea de perpetuidad (WARD, 1992:9),
podemos decir que es infinita. Una afirmación expresada con esa rotundidad debería
provocarnos, a aquellos que trabajamos en el mundo de la documentación, una cierta
sensación de incomodidad. Efectivamente debemos conservar en las mejores
condiciones el patrimonio bibliográfico y documental (entre otros), pero que podamos
hacerlo a perpetuidad manteniendo todas las características originales y en las
mismas condiciones en las que los documentos fueron concebidos es una cuestión
diferente.
Esta obligación de preservar es fruto de una autoimposición por parte de las
instituciones depositarias de nuestro patrimonio y de los profesionales que trabajan
en ellas, pero también de un consenso derivado de entes supranacionales como la
Unesco que entienden que la «protección del patrimonio universal de libros, obras de
arte y monumentos de interés histórico o científico» es el camino para ayudar a la
«conservación, al progreso y a la difusión del saber» (UNESCO, 2003). De modo que
existe un afán lógico por parte de los centros culturales por proteger el patrimonio
bibliográfico y documental y asegurar su conservación aplicando diferentes conjuntos
de medidas que van desde la definición de acciones preventivas hasta la ejecución de
actuaciones concretas para revertir daños en ejemplares deteriorados.
Desde la llegada de los medios digitales y, especialmente, desde la aparición de las
tecnologías de la información y las comunicaciones, la digitalización del patrimonio
bibliográfico y documental «físico» se ha presentado como la mejor alternativa de
difusión, compatible al mismo tiempo con la conservación de los materiales originales.
Efectivamente, la creación de copias electrónicas de obras y documentos en soportes
físicos tiene por objeto conservar a largo plazo los originales ya que se evita el
contacto directo, de modo que los productos digitales se convierten en un medio de
alcanzar la preservación de los originales físicos. Sin embargo, en muchos casos, los
productos digitales se quedan en eso: un medio para conseguir un fin. No hay excesiva
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preocupación por conservar el producto digitalizado porque el objeto de protección
continúa siendo el bien físico original.
La difusión que hemos mencionado como uno de los fines de la digitalización, se ha
convertido en una auténtica exigencia. Si hablamos de tendencias en lo que a uso de
los contenidos se refiere, todas caminan hacia su consumo, independientemente de
cual sea su soporte original, desde nuestros dispositivos móviles, en cualquier
momento y desde cualquier lugar. Como afirma Chowdhury (20009:208) hay dos
cuestiones destacables sobre el concepto de biblioteca digital: por una parte, los
centros se transforman en sistemas orientados a la persona en lugar de a la colección
y a servicios genéricos; y, por otra, su objetivo también persigue facilitar la
comunicación, la colaboración y las interacciones, en lugar de proporcionar solo
acceso a la información.
Como no podía ser de otro modo, los tiempos actuales han supuesto también una
explosión de la publicación científica y cultural en formatos exclusivamente
electrónicos. Por poner solo algunas cifras de producción en formatos digitales,
existen trabajos que afirman que en 2020 generaremos 44 veces más información
electrónica (unos 35 ZettaBytes o ZB) que en 2009 (GANTZ; REINSEL, 2010:2)
mientras que en otros la cifra sería aún mayor llegando a más de 500 ZB en 2019
(CISCO, 2015).
En cualquier caso, a las tradicionales obligaciones de conservación del patrimonio
bibliográfico y documental en soporte físico se añaden las de protección de las
creaciones digitales. Y aunque aún no existe la misma conciencia para las
publicaciones digitales en comparación con las físicas, pues aún se sigue asimilando
al patrimonio bibliográfico y documental con la idea exclusiva de los soportes
convencionales (LÓPEZ HURTADO, VALENTÍN RUIZ, OLIVERA ZALDUA,
2012:334), cada vez más existen iniciativas que se preocupan por nuestro patrimonio
digital, algunas de las cuales ya cuentan con un recorrido histórico considerable como
el proyecto Patrimonio Digital de Cataluña, Padicat (LLUECA, 2006).
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2. Los retos de la conservación del patrimonio bibliográfico y documental
En este ambiente de producción electrónica, patrimonio digital y los productos de la
digitalización se presentan como elementos tremendamente vulnerables debido a que,
carecen de los caracteres básicos que pueden asegurar su pervivencia y, al mismo
tiempo, están sometidos a un entorno tecnológico en constante cambio. Pero ¿puede
ser que esta percepción de mayores garantías de preservación de los originales
físicos sea simplemente eso, una percepción?
Existen dudas fundadas, casi tan antiguas como la Informática, acerca de la
preservación de los contenidos digitales: la obsolescencia de los formatos de archivo,
la evolución constante del software que se utilizó para crear los objetos y/o que es
necesario para visualizarlos o la degradación de los soportes magnéticos y ópticos (la
pérdida de un bit puede hacer inaccesible un archivo) son algunas de ellas. A esto hay
que sumar que, a diferencia de lo que ocurre en soportes como el papel o el microfilm,
cada vez que se quiere visualizar un contenido digital es imprescindible ejecutar un
proceso tecnológico de reconstrucción los componentes lógicos utilizando un sistema
estándar o propietario para componer un producto final reconocible, el documento
electrónico no tiene existencia (DELGADO GÓMEZ, 2011:409).
A esto hay que sumar que contamos ya con tristes ejemplos de graves pérdidas de
información electrónica en proyectos de investigación en los que se realizaron
importantes inversiones económicas. En las misiones espaciales de la NASA de los
años 60 y 70 del siglo XX, cuyos datos se encontraban almacenados originalmente en
soportes magnéticos, se han producido pérdidas de información irreparables debido a
diferentes motivos: muchos de estos soportes no estaban debidamente descritos; en
ocasiones era o es prácticamente imposible determinar la forma en la que fueron
estructurados (ausencia o pérdida de información de representación); en otros casos
el hardware necesario para reproducir los soportes no se ha conservado; y en las
peores circunstancias los soportes se han dañado por las malas condiciones de
almacenamiento, por accidentes o por la degradación de los medios (BLAKESLEE,
1990). La recuperación de esta información con una ausencia total de medidas de
preservación implica un esfuerzo prácticamente desproporcionado en nuestros días:
en muchos casos está, pero es ininteligible con la tecnología actual. Eso cuando la
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perdida no es ya irreparable: se estima que en torno al 20% de la información de la
misión Viking de 1976 a Marte se encuentra inaccesible (STEPANEK, 1998) y las
grabaciones originales de los vídeos de la misión Apollo 11 han sido oficialmente
consideradas accidentalmente eliminadas (NASA, 2009).
A la vista de estos ejemplos y de que, en muchos casos, las medidas de conservación
que se aplican son claramente insuficientes, parece más obvio que nunca que «el
patrimonio digital del mundo corre el peligro de perderse para la posteridad»
(UNESCO, 2003). De modo que quizá lo digital no nos presente una perspectiva
especialmente halagüeña y sea más conveniente apostar por un sistema de
preservación con copia a microfilm de la información generada en electrónico que se
determine de mayor interés, como hacen instituciones como el Gobierno chino
(LIANGCHENG, 2011). Estas iniciativas, sin embargo, no tienen mucho sentido
porque hoy existen ámbitos de la información digital para los que los soportes físicos
no son válidos pues no permiten establecer el nivel de visualización y relaciones del
digital. Sirvan de ejemplo de esto último los sistemas de información geográfica o el
modelado de información de construcción (BIM), ambos conceptos carecen de sentido
en entornos distintos al digital.
Pero analicemos las características del físico. La característica que aparentemente
hace superiores a soportes convencionales es su capacidad de permitir el acceso al
contenido sin necesidad de utilizar más medios que el propio soporte y nuestros
sentidos. Además, la integridad de estos soportes si se utilizan calidades adecuadas
y medidas de conservación óptimas ya ha sido puesta a prueba durante cientos de
años.
Pero, el paso del tiempo es inexorable, las medidas de conservación no siempre han
sido óptimas o los originales se encuentran en unas condiciones de partida que no
nos van a permitir alcanzar ese objetivo de conservación a perpetuidad. En ocasiones
las inversiones que sería necesario realizar para restaurar determinados materiales
se plantean tan costosas que simplemente es inasumible para toda la colección
patrimonial de una institución y se aplica exclusivamente a aquellos ejemplares más
valiosos o que se quieren preservar especialmente por su rareza.
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A esto debemos añadir que los soportes físicos no están exentos del riesgo de sufrir
catástrofes: inundaciones, incendios u otros acontecimientos más graves. Todavía es
reciente el derrumbe del Archivo Histórico de Colonia en 2009. Después del accidente
se logró recuperar en torno al 95% de los materiales del archivo. Ahora bien, el estado
de lo recuperado era irregular: solo el 15% tenía daños leves, la mitad aparecía con
daños moderados y severos y el 35% se encontraba gravemente dañado. El coste de
restauración se ha estimado en 400 millones de euros y el proceso se alargará durante
50 años (SCHÖN, 2011).
De modo que la pregunta que hemos de plantearnos es la siguiente: ¿qué ocurriría si
no pudiéramos preservarlo todo en sus soportes originales porque fuera inviable
técnica o económicamente hablando? ¿Tenemos que renunciar a preservar a
perpetuidad?
3. Medio digital, única solución posible
Analizar este panorama de convivencia de patrimonio físico y digital y de productos
de la digitalización es fundamental para abordar los retos de su conservación. Solo si
se determinan correctamente las necesidades presentes y, en la medida de nuestras
posibilidades, se prevén también las futuras, se logrará la preservación de nuestra
herencia cultural.
De modo que plantear la conservación de los originales físicos de forma aislada a
todos lo demás factores, utilizando la digitalización, en todo caso, como un medio de
evitar el deterioro de los originales al reducir el contacto con los mismos, puede que
no sea la mejor perspectiva. Si simplemente se digitaliza sin aplicar una metodología
y unos criterios adecuados con un objetivo puntual de difusión nos podemos encontrar
ante una pérdida futura completa porque el físico ha sucumbido al paso del tiempo y
la copia electrónica no puede recuperarse.
Es posible que debamos concebir la transformación a digital como el único medio
posible de conservar a muy largo plazo (lo más parecido al infinito) porque debemos
partir del supuesto de que los soportes tangibles se acabarán degradando pasados
miles de años en los mejores casos, algunas decenas o cientos en otros. Otra cuestión
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evidente es que los medios digitales son hoy por hoy los únicos capaces de
proporcionar el acceso y difusión que requiere nuestra sociedad.
De este concepto de conservación a perpetuidad ya podemos extraer que las medidas
aisladas como la digitalización o la utilización de los medios de almacenamiento digital
más modernos no son suficientes por sí solas. Aplicar medidas puntuales sin control
y sin una adecuada planificación para corregir situaciones de riesgo inminente no
proporcionan una solución global a la conservación del patrimonio (CANO ARROYO,
2014) bibliográfico y documental. Necesidad del establecimiento de plantes y de la
definición de políticas y sistemas que aborden la conservación como un todo. Así, en
la investigación espacial surgieron iniciativas como el Open Archival Information
System (OAIS) con el objetivo de evitar que se repitieran situaciones como las de los
citados ejemplos.
OAIS es un estándar de alto nivel materializado en la norma UNE-ISO 14721:2015
que proporciona un marco para la definición de una estrategia de conservación propia
para cada organización y para todo tipo de materiales con independencia de su
soporte, aunque aquí nos centraremos en los digitales. El modelo puede generar
ambigüedad por su falta de concreción, pero al mismo tiempo proporciona gran
flexibilidad para que la utilidad del modelo sea universal. Veamos algunos de los
elementos que subyacen de OAIS:
Identificación de los paquetes de información a preservar. La terminología
empleada por el OAIS de «paquetes de información» parece la más adecuada para
referirse a los «objetos a preservar» (junto con una información descriptiva que los
acompaña), de modo que PIT, PIA y PIC, respectivamente paquetes de información
de transferencia, archivo y consulta, son conceptos lo suficientemente amplios para
aludir a cualquier tipo de elemento susceptible de preservación y a los diferentes
estadios en los que puede encontrarse en el sistema. La identificación de los paquetes
de información susceptibles de preservación es un proceso que debe estar coordinado
con diversos sistemas compatibles con OAIS, verbigracia, los de gestión bibliotecaria
o los de gestión documental que permiten establecer los criterios propios de cada
organización para que un paquete sea preservado. En cualquier caso, los paquetes
que deben ser preservados tienen que estar identificados dentro de un sistema más
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amplio de gestión que recoja la preservación como una etapa dentro del tratamiento
de los objetos digitales.
Información asociada a los paquetes de información. La información descriptiva
no es suficiente por sí sola para asegurar la preservación de los paquetes de
información. Así, OAIS impone la exigencia de contextualizar adecuadamente al
productor de la información como elemento indispensable para la conservación y
comprensión a largo plazo del paquete de información junto con los derechos de uso,
la propiedad intelectual asociada a estos paquetes, etc.
Asegurar que los paquetes responden a los requerimientos preestablecidos. Se
trata de garantizar que los paquetes de información que ingresan en el sistema
cumplan con una serie de requisitos que se definen como parte del plan de
preservación con la finalidad de asegurar la conservación de los objetos digitales:
información descriptiva suficiente; identificación de autores o productores; existencia
de información de representación; o información sobre las comunidades designadas
y sus bases de conocimiento si no hubieran sido ya introducidas previamente en el
sistema. Estos requerimientos, aunque puedan tener características comunes, son
diferentes para cada tipo de institución y dependerán de la información conservada o
de los formatos en los que se encuentre.
Información de representación. Está asociado a uno de los grandes problemas de
la preservación a largo plazo: soportar el acceso a los objetos digitales en el futuro
ante el cambio en el software utilizado para representar los objetos y por la evolución
del hardware. En muchos casos la cuestión puede ser aún más complicada pues los
paquetes de información incluyen una estructuración precisa que también debe ser
preservada (información geográfica, bases de datos, etc.). Evidentemente esta
información de representación no es inmutable, sino que debe actualizarse a medida
que evolucionan los sistemas y de esta modificación constante derivan riesgos y
acciones a desarrollar sobre los objetos que se vean afectados por estos cambios
tecnológicos.
El plan de preservación. Es una de las claves del sistema OAIS pues en él se definen
las medidas que se van a llevar a cabo para asegurar que los paquetes seguirán
siendo accesibles e inteligibles a lo largo del tiempo. No basta con que los objetos
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digitales se puedan reproducir correctamente, sino que la información asociada a los
paquetes debe permitir su comprensión por parte de la comunidad de usuarios futuros.
Puesto que se trata de un plan enfocado a las necesidades de cada institución en
concreto, no se encuentra estandarizado dentro del modelo.
Comunidades designadas y bases de conocimiento. Se trata de otro de los
criterios establecido por el modelo OAIS. Asegurar el acceso a los objetos no es
suficiente, es necesario identificar los usuarios destinatarios de los objetos
preservados y la información indispensable para poder acceder a los mismos y
comprender el contenido de los paquetes (a lo largo del tiempo). Contemplado así, el
concepto de comunidades designadas y bases de conocimiento asociadas no es
inmutable sino susceptible de evolución, como otros de los elementos del modelo de
la ISO 14721.
Sistemas de almacenamiento. No se establecen prohibiciones en cuanto a los
sistemas de almacenamiento a emplear, pero se constata la obsolescencia de algunos
y la ventaja competitiva de otros. Así, los sistemas de preservación que basan el
almacenamiento en discos ópticos podrían proporcionar sistemas de preservación
válidos pero la caducidad de los soportes y las dificultades de acceso (que
prácticamente los inhabilitan en una sociedad completamente digital) los ponen en
cuestión como solución viable. Por otra parte, los sistemas de almacenamiento
basados en cabinas de preservación pueden dar respuesta a los requerimientos de
difusión y acceso, pero muestran las mismas vulnerabilidades ante catástrofes que
otros soportes físicos y el problema de la caducidad de los soportes sigue estando
presente. Por último, los sistemas de preservación digital en la nube ofrecen una
respuesta completa ya que eliminan las dependencias asociadas al hardware y
proporcionan una alternativa robusta ante catástrofes (VALENTÍN RUIZ, GRAMAGE
ROSELLÓ, 2016).
De modo que queda claro que la digitalización, el almacenamiento o la restauración
son solo partes de un sistema más complejo que es la preservación y que cada
institución debe aplicar en función de sus características propias. Por lo tanto, toda la
responsabilidad de puesta en marcha e implantación del plan de preservación
correspondía a la institución encargada de la custodia del patrimonio bibliográfico-
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documental. Este hecho supone una dificultad añadida especialmente para
instituciones u organismos de reducido tamaño (SPENCE, 2006) sin políticas de
gestión establecidas o con dotaciones de recursos limitadas, algo que les imposibilita
dedicar el tiempo y medios suficientes a actividades con un alto grado de
especialización como son las que tienen que ver con la conservación de fondos físicos
de carácter histórico o las derivadas de la preservación digital.
Como se ha mostrado, aunque se realice el esfuerzo de definir un plan de
preservación sobre la base del modelo OAIS, este se encuentre adaptado a las
necesidades de la institución y a las características de los contenidos digitales que
gestiona, se implante todo el sistema utilizando herramientas tecnológicas adecuadas
y se empleen medios de almacenamiento que ofrezcan una seguridad adecuada para
la conservación a largo plazo, hay toda una batería de acciones que deben
desarrollarse periódicamente de forma manual: comprobaciones de formatos,
actualizaciones en los medios de representación, vigencia de las comunidades
específicas y sus bases de conocimiento, etc.
La preservación digital ha adquirido una tremenda complejidad, de modo que, como
en otros ámbitos, se plantean como necesarios servicios especializados que permitan
externalizar determinadas actividades. Como respuesta a estos retos ha surgido el
concepto de «preservación digital como servicio en la nube» (PRESERVACIÓN, 2015)
que puede ser la solución para aquellas instituciones que carezcan de capacidad de
implantar sistemas completos de preservación. En esta modalidad de prestación, la
implantación del sistema de conservación, el almacenamiento y la gestión del servicio
de preservación corresponden a un tercero. Como puede verse en la siguiente figura,
el servicio se compone de tres elementos básicos: la definición de la preservación, el
propio servicio externalizado en la figura del prestador y las herramientas de gestión
de que dispone el centro de custodia para controlar la preservación externalizada en
el proveedor.
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4. Conclusiones
Mientras que en el ámbito impreso los soportes convencionales, estándares y
procesos de conservación y gestión han sido ampliamente consensuados y probados,
en el entorno tecnológico, por su limitado recorrido, los sistemas aún no han podido
acreditar su resistencia al paso del tiempo. En ambos casos, tanto el patrimonio en
soportes convencionales y como en digitales, se enfrenta a crisis que ponen en peligro
su conservación debido a la aplicación de medidas de preservación incorrectas o
insuficientes o por el desencadenamiento de hechos catastróficos imprevisibles.
Figura 1. Preservación digital en la nube como servicio. Puede apreciarse que, en esta modalidad de prestación del servicio, las responsabilidades en la preservación del centro de custodia se
comparten con el proveedor encargado de implantar, almacenar y ejecutar el plan de preservación definido. Fuente: elaboración propia
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Por estas razones se plantea la transformación a digital como el único medio posible
de conservar a muy largo plazo teniendo en cuenta la degradación futura de los
soportes convencionales y atendiendo a las exigencias acceso y difusión que requiere
una sociedad cada vez más digital.
La tecnología es capaz de dar respuesta a muchos de los retos relacionados con la
conservación del patrimonio bibliográfico-documental digital: sistemas de
almacenamiento cloud que proporcionan mejores cualidades que otros sistemas de
almacenamiento o software de preservación. Pero en ningún caso una solución
tecnológica es por sí sola suficiente si no se encuentra enmarcada dentro de un
sistema de preservación adaptado a las características de cada organización como el
que proporciona OAIS de la norma UNE-ISO 14721:2015.
Por último, debido a la complejidad que supone el diseño y mantenimiento de los
sistemas de preservación digital, se plantea el concepto de «preservación digital como
servicio en la nube» una modalidad de prestación donde la implantación del sistema
de conservación, el almacenamiento y la gestión del servicio de preservación
corresponden a un tercero, mientras que el control de las acciones corresponde al
centro titular del patrimonio bibliográfico-documental.
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