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“La noche huele a luz carbonizada”. “La noche huele a luz carbonizada”. La nueva voz del mexicano José Emilio Pacheco La nueva voz del mexicano José Emilio Pacheco Poeta de América Poeta de América Babelia 933 Babelia 933 NÚMERO 933. EL PAÍS, SÁBADO 10 DE OCTUBRE DE 2009

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Page 1: PDF Diario EL PAÍS - · PDF filePrimeras páginas de El Museo de la Inocencia, de Orhan Pamuk, y de El desajuste del mundo. Cuando nuestras civilizaciones se agotan, de Amin Maalouf

“La noche huele a luz carbonizada”.“La noche huele a luz carbonizada”.La nueva voz del mexicano José Emilio PachecoLa nueva voz del mexicano José Emilio Pacheco

Poeta de AméricaPoeta de América

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EN PORTADA Pablo Ordaz / Luis Muñoz 4

José Emilio Pacheco “Mayans, un neoclásico del siglo XVIII, decía: ‘En la poesía, lo que no es excelente esdespreciable’. Y tenía razón”, afirma el poetamexicano, galardonado con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamerica-na 2009, que recibirá el mes que viene. El escritor publica un nuevo libro, La edad de las tinieblas. Foto: César Durione

IDA Y VUELTA Pasados interactivos Antonio Muñoz Molina 7

EL LIBRO DE LA SEMANA El Museo de la Inocencia, de O. Pamuk José María Guelbenzu 8

Alegato de Maalouf para salvar el mundo Josep Ramoneda 10

Vientos del Este Jesús Ferrero 11

INFANTIL Y JUVENIL El juego del conocimiento Elisa Silió / Victoria Fernández 12

Maldita adolescencia Ramón Reboiras 14

SILLÓN DE OREJAS Herralde sube al cielo (en vida) Manuel Rodríguez Rivero 15

ARQUITECTURA Entrevista con Frank O. Gehry Miguel Mora 16

ARTE La marca de los setenta Javier Maderuelo 18

Rojo, negro y blanco Juan Bosco Díaz-Urmeneta 18

LLAMADA EN ESPERA Andy Warhol Estrella de Diego 18

PURO TEATRO Invitado a una decapitación Marcos Ordóñez 19

MÚSICA Buika y Chucho interpretan el dolor de Chavela Carlos Galilea 20

DANZA Ángel Corella imagina la Florencia de Chaikovski Roger Salas 22

RELECTURAS Doctor Finnegans y Monsieur Hire Enrique Vila-Matas 23

Mi lucha

E Lecturas e imágenes El poema ‘Elogio del jabón’, del último libro de José Emilio Pacheco, La edad de lastinieblas. Primeras páginas de El Museo de la Inocencia, de Orhan Pamuk, y de El desajuste del mundo. Cuandonuestras civilizaciones se agotan, de Amin Maalouf. Fotogalería de proyectos arquitectónicos de Frank O. Gehry.

Babelia

+ .com

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Miguel Gallardo (Lleida, 1955) es autor, entre otros li-bros, de Makoki. Fuga en la modelo (con Juan Mediavilla.La Cúpula) y María y yo (Astiberri), sobre el que estárodando un documental. www.miguel-gallardo.com/

Gallardo

Desplegable deM. Taylor en El tesoroperdido en la ciudadsumergida (Combel).

SUMARIO

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“La chispa puede ocurrir en cualquier lado, en cualquier actividad que no tenga que ver con lo musical”, cuenta Ariel Rot. Foto: Claudio Álvarez

ARIEL ROT (Buenos Aires, 1960) ha pasado el último año y medio girando con el que fue suprimer grupo, esos efervescentes Tequila que de manera excepcional han cobrado nuevavida. “He disfrutado mucho en el rol de guitarrista y con el repertorio de Tequila”, comenta.“Reencontré un lugar con la guitarra que difícilmente consigo en mis propios conciertos.Pero lo más fuerte y lo más humanamente destacable de esta gira ha sido mi reencuentrocon Alejo (Stivel, cantante del grupo), éramos amigos desde los 10 años y lo dejamos de serpor tres décadas”. También ha estado dando forma al que será su próximo disco ensolitario, todavía sin título. Un álbum cuya grabación comienza este mes —junto a PeteThomas, batería de Elvis Costello— y que saldrá a la venta a finales de febrero de 2010. “Yaestán todas las canciones definidas, aunque ahora mismo siguen saliendo más, pero tendréque parar en algún momento, que tampoco quiero hacer una grabación eterna”.

El ex integrante de Los Rodríguez, uno de los músicos más trabajadores y constantes delrock español, autor de canciones inolvidables, explica cómo surgen éstas: “Hay un momen-to que es el de la chispa, que suele venir sola y puede ocurrir en cualquier lado, en cualquieractividad que no tenga que ver con lo musical. Claro, eso a veces se aborta y otras la chispa

prende fuego, y es ahí donde me pongo a trabajar, a veces en casa, y otras muchas en lacalle, caminando, y regreso con tres estrofas. En otras ocasiones la chispa no sale sola yvengo aquí y la provoco un poco, empiezo a inspirarme, leo viejas cosas, me siento en elpiano, normalmente en ayunas es un buen momento: que lo primero que haga en el día seacoger un instrumento es como que todavía estoy medio soñando… No tengo una reglaespecífica sobre cómo empezar o cómo terminar una canción, pero siempre paso con ellaen algún momento por esta zona”. Se refiere al espacio de trabajo que tiene en su casamadrileña, rodeado de discos y libros, con un ordenador, guitarras, un piano de pared, fotosfamiliares, recuerdos, algún disco de oro e imágenes de los “otros familiares”: Bob Dylan,The Beatles, Keith Richards… “En este piano compuse muchas canciones. A veces, simple-mente, me pongo a tocar por divertirme, pero también hago trabajo de oficina, yo no tengosecretario, así que muchos días tengo que enchufarme aquí, escribir mails, contestar cartas,pagar multas, por suerte también hacer facturas”. Aquí también es donde elabora sucolaboración semanal, junto a Jaime Urrutia, en el programa La Ventana, de la SER:“Escuchando discos o ahora, ¡buscando en Spotify!”. Juan Puchades O

La chispa y los ‘otros familiares’ de Ariel RotEl músico compone rodeado de fotos de artistas, discos, libros, instrumentos y viejos escritos

EL RINCÓN

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José Emilio Pacheco repasa su proceso creativo, y su exigencia lo lleva a compartirla afirmación: “En la poesía, lo que no es excelente es despreciable”. El escritormexicano publica un nuevo poemario, La edad de las tinieblas. El 17 de noviembrerecibirá en Madrid el XVIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Por Pablo Ordaz

La curiosidad del poeta

HAY UNA VOZ que emocionaa los jóvenes mexicanos.Es la de un hombre de 70años que conoció a Octa-vio Paz, a Luis Cernuda, aVicente Aleixandre, a Max

Aub, a Jorge Luis Borges. Hay un poema de1967 que emociona a todas las generacio-nes de mexicanos. Se llama Alta Traición ydice así: “No amo mi patria. / Su fulgor abs-tracto / es inasible. / Pero (aunque suenemal) / daría la vida / por diez lugares su-yos, / cierta gente, / puertos, bosques de pi-nos, fortalezas, / una ciudad deshecha, gris,monstruosa, / varias figuras de su historia,montañas / —y tres o cuatro ríos”. La voz yel poema pertenecen a José Emilio Pache-co, pero más allá de lo extenso de su obra,de la importancia de los premios recibidos,lo que inspira la vida y la obra del últimopremio Reina Sofía de Poesía Iberoamerica-na se resume en una frase que intercala enla conversación: “Es muy curioso todo”. Yes en la manera gozosa en que lo dice, en eldeseo inagotable de aprender y en su formade transmitir lo que sabe, siempre como unregalo, nunca como una lección, donde es-tá el alma de José Emilio Pacheco, su co-nexión tan íntima con lo mejor de México.

—Qué casa más bonita.—La queremos mucho.La cita es a las nueve de la mañana, en su

casa, para desayunar. José Emilio Pachecoestrecha la mano del periodista y en esemomento, fin del verano, ciudad de México,colonia de La Condesa, dos temores se sien-tan frente a frente. El del poeta a las entrevis-tas. El del periodista ante un sabio que odialas entrevistas. Después de un primer caféde tanteo, y ante las primeras preguntas,José Emilio Pacheco decide confesar:“¿Ves?, encendiste la grabadora y enmude-cí. Hay gente que tiene el talento para hacerentrevistas, pero yo carezco absolutamentede ese talento. Después de cada entrevista,me quedo pensando: ¿por qué no le dijeesto…? Debería haberle dicho aquellootro... Ten en cuenta que yo estoy acostum-brado a escribir, a ver lo que pienso. Y si noveo lo que estoy diciendo, ¿cómo puedopensar?”.

Confesión por confesión, el reportero lecuenta que hasta la noche anterior no lellegó por correo electrónico su último libro,La edad de las tinieblas, que en España pu-blica Visor. Y que fue abrir el archivo, empe-zar a leer los 50 poemas en prosa y sentirternura con Bolotó, “el terror de las hormi-gas”, miedo ante la mirada del insecto, “enla noche del insecto hay un minuto en quese pregunta a qué sabrá sentirse humano”,nostalgia de aquella lejana tarde con aque-lla mujer, “nos llevamos tan bien que sin

decirlo preferimos no volver a vernos…”. Alapagar el ordenador, ya alta la madrugada,el periodista había desaparecido y se habíaconvertido en uno más de sus rendidos ad-miradores. Cuando José Emilio Pachecoacude a alguna celebración literaria enMéxico, los organizadores saben que habrálleno absoluto, y que sus lectores no se con-formarán con la delicia de escucharlo ha-blar, sino que querrán saludar al autor deLas batallas en el desierto, que se retrate conellos, que les dedique un libro… Cuando sepregunta aquí y allá por José Emilio Pache-co, las respuestas coinciden: “¿Lo vas a en-trevistar? ¡Qué suerte! Es una persona en-

cantadora, un sabio como los de antes. Esosí —bajan la voz—, ten en cuenta que JoséEmilio Pacheco odia las entrevistas”. Pache-co se disculpa: “La paradoja es que a mí megusta mucho leer las entrevistas, pero hayveces que me preguntan: ¿y usted qué inten-tó reflejar con este poema…? Ah, pues yo,no sé qué responder… Prefiero que hable-mos tranquilamente y luego tú escribes loque creas más conveniente. ¿Te he ofrecidoya café? ¿Qué poema me decías que te ha-bía gustado?”.

Sin duda, uno de los poemas más sobre-cogedores es precisamente el que da títuloal libro, ‘La edad de las tinieblas’. En uno delos párrafos, José Emilio Pacheco describeasí un quinqué: “Me intriga pensar en loque han dicho mis padres: en el petróleo de

la lámpara flotan reducidos a esencia bos-ques y dinosaurios de la prehistoria. Millo-nes de años se han necesitado para hume-decer la lengüeta de jerga que convertidaen mecha soporta la llama. Una campanade cristal la protege y le permite iluminar-nos. En el quinqué se consumen los restosfósiles de una vida improbable. La nochehuele a luz carbonizada”.

PREGUNTA. ¿Qué se siente cuandouno escribe una frase redonda, una frasedefinitiva como ésa? “La noche huele a luzcarbonizada…”.

RESPUESTA. Uno se siente muy satisfe-cho, sí, eso sí.

P. ¿Y cuando se percata de que un librosuyo publicado en 1981 —Las batallas enel desierto— tiene aún tanta vigencia quesigue siendo traducido, admirado por lec-tores de 16 años…?

R. Una gran satisfacción, sí, pero tam-bién alguna forma de humildad. Uno notiene la intención de provocar ese efecto, esalgo que tiene el texto. Porque uno siemprequisiera escribir bien y que las cosas salie-ran. Pero no salen…

P. ¿Es muy exigente?R. Sí, guardo o destruyo mucho.P. ¿Y cuándo sabe si un texto es bueno

o malo?R. Eso me costaría mucho decirlo. Tal

vez uno sí tiene la intuición de lo que estábien. El problema es que es una intuiciónprovisional, porque después de que sale ellibro sigo corrigiendo… Soy un horror paralos editores.

P. A propósito de los versos, usted cuen-ta en La edad de las tinieblas: “Los veoformarse indefensos y salir en busca dealguien que los resguarde. La inmensa ma-yoría les da la espalda. Cuando ellos seacercan las personas desvían la mirada yhacen como si los versos no existieran”.¿Cuándo decide que sus poemas están lis-tos para subir al metro y vencer “la hostili-dad, el desprecio o cuando menos la indife-rencia de los pasajeros”?

R. No hay ninguna regla. Podemos verpoema por poema, y te diré: “Mira, éste mecostó un trabajo infinito, un trabajo deaños”. Y otros, en cambio, salen práctica-mente de primera intención. Es muy extra-ño…

P. ¿Y ni siquiera la experiencia sirve?R. Para nada, al contrario. Con 20 años

piensas que tal vez un día llegues a escribircon una facilidad, con una certeza y unconocimiento… Y no, nunca. Siempre espor primera vez, siempre. Y, además, la ma-yoría de las cosas salen muy mal. La mayo-ría de los textos que haces son malísimos,para que uno te salga bien necesitas hacer50 muy malos.

P. Tan malos no serán…R. Sí, sí. Mayans, un neoclásico del si-

glo XVIII, decía: “En la poesía, lo que no esexcelente es despreciable”. Y tenía razón.

P. O sea, que hay pocas cosas más es-pantosas que un poeta malo…

R. Sí, sí, y además hay otra cosa: ya na-die admite la crítica. Eso se acabó con loscafés. Hay que acostumbrarse de nuevo aque la gente no esté de acuerdo en todocontigo, que no te diga que todo lo queescribes está bien. Porque si yo ahora ledigo a alguien: oye, no me gustó… No loacepta. Eso es impensable ahora.

P. ¿Cómo agrupa los poemas?R. Se van haciendo y de repente digo:

aquí hay un libro, pero nunca me he pro-puesto escribir un libro de poesía. Ésa esuna cosa muy singular que tenía PabloNeruda. Que Pablo Neruda decía: voy ahacer un libro. Y entonces lo hacía. No ibareuniendo poemas. Por ejemplo, yo digoque Rubén Darío es un poeta de poemas,no de libros de poemas. Rubén Darío hacepoemas, nunca piensa en el libro, y Neru-da sí.

P. Por cierto, ¿es verdad que usted noquiso conocer a Pablo Neruda?

R. Sí, porque yo qué le iba a decir a Neru-da, prefería leerlo. Me dijeron: esta nocheva a estar aquí Neruda (supongo que rodea-do de otras 800 personas). Y qué le iba adecir yo: buenas noches, señor Neruda, megustan muchos sus poemas…

P. Neruda, Cernuda, Aleixandre… Losconoció a todos…

R. Los conocí a todos por cuestiones deedad. Sobre todo a la gente de los sesenta.La influencia de la literatura española enMéxico fue muy grande. Hay que tener encuenta que el exilio fue una catástrofe hu-mana, pero a la vez una bendición culturaly de intercambio. Yo nazco en el 1939, y portanto toda mi vida pasa al lado del exilio.Hay dos escritores que tuvieron mucha im-portancia en México: Max Aub y VicenteAleixandre… Vicente Aleixandre escribíauna carta a cualquier poeta hispanoamerica-no que le mandara un libro. Recibí muchascartas de Aleixandre, pero cuando estuve enMadrid en 1968 no me atreví a ir a Velinto-nia. Jamás lo vi en persona. Y los libros espa-ñoles llegaban a casa de Max y uno podíaleerlos. Él fue realmente un vínculo muyimportante. Me da mucho gusto que ahorase le esté haciendo justicia a Max.

P. Hasta no hace mucho era práctica-mente un desconocido en España.

R. Sí, y aquí también. Es lo que suelepasar con una obra tan vasta y tan variada.De hecho, él tiene una frase muy buena: elhombre orquesta nunca alcanzará la noto-riedad del solista.

P

“Los poemas se vanhaciendo y de repentedigo: aquí hay un libro,pero nunca me hepropuesto escribirun libro de poesía”

“Max Aub fuerealmente un vínculomuy importante.Me da mucho gustoque ahora se leesté haciendo justicia”

EN PORTADA / Entrevista

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del poeta

HP. Da la impresión a veces de que an-

tes, en los tiempos de las cartas y los bar-cos, había más contacto entre las dos ori-llas que ahora, con el correo electrónico yel avión…, que ahora hay más distancia.

R. Sí, pero es precisamente por lo con-trario. Porque hoy todo está más a la mano.¿Cuántas veces voy yo al castillo de Chapul-tepec o al Museo de Antropología? ¡Nunca!Porque me quedan a unos minutos de micasa. Si en vez de vivir aquí viniese a Méxi-co de visita, estaría allí ahora mismo. Es loque pasa también con Internet.

A José Emilio Pacheco le apasiona lariqueza del español. Se puede pasar horashablando —y disfrutando— de las distin-tas maneras que tiene nuestro idioma denombrar la misma cosa. “Yo creo que hayque respetar. ¿Por qué la gente de Santiagode Chile o de Tegucigalpa va a hablar co-mo yo? No tiene ninguna razón. El castella-no es de Castilla, pero en México habla-mos español porque está hecho de todaslas Españas. Camilo José Cela y FranciscoUmbral o Miguel Delibes escriben en caste-llano, pero yo no puedo escribir en castella-no. Yo escribo en español”.

P. ¿Y se puede traducir del uno al otro?R. Claro, no seamos demasiado puristas

en esto. El traductor debe traducir para sucomunidad lingüística inmediata. Sólo hayque fijarse en el teatro. Las obras de teatrose adaptan hasta por regiones. Hay mu-chas palabras que se utilizan en la Ciudadde México que no se dicen en Monterrey oen Mérida. Y se tienen que adaptar. Porejemplo, cosas tan elementales como la res-baladilla… ¿Cómo se dice en España?

P. El tobogán.R. Pues en Nuevo León es el resbalade-

ro. Había cuando era niño un artículo delReader’s Digest que se titulaba ‘El inglésque usted no sabe que sabe’, por todas laspalabras similares, los falsos amigos o cu-ñados… Yo quiero escribir un libro que sellame El español que usted no sabe quesabe…

Y sobre eso hay una anécdota que vienea colación: “Vas a ver. Vino Borges, en1973, nunca había venido. Era muy anti-mexicano Borges, y le dieron el Premio Al-fonso Reyes. Regresa a Buenos Aires, loentrevistan en La Nación y le preguntancómo fue su viaje. Ah, maravilloso, respon-dió, estupendo, me trataron tan bien… ¿Yqué fue lo que le gustó? Todo, las pirámi-des de Teotihuacán… Pero más que nada,yo pensé que a los 74 años yo hablaba caste-llano, y aprendí un verbo mexicano que meencanta, y que ahora uso todo el tiempo,que es platicar. Entonces, la próxima vez

Pasa a la página siguiente Foto: César Durione

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El significado último de una imagen

que vi a Borges, le dije: es inconcebible,porque quién sabe qué pasó en el mundohispánico que hacia 1930 desapareció detodas partes excepto de México platicar. Yle añadí: platicar está en toda la literaturamedieval, está en toda la literatura del Siglode Oro, del siglo XVIII, del siglo XIX y estáen sus libros… Y él me decía, no, es queplaticar es conversar. Y yo le respondía queno. En este momento tú y yo estamos plati-cando, si estuviéramos ante la televisiónestaríamos conversando. Platicar es una co-sa privada. En España es charlar. Pero a mí,para mi habla de la Ciudad de México, char-lar es un cultismo de platicar. O poniendocomo ejemplo otra palabra: en Guanajua-to, aguardar es lo normal y lo culto es espe-rar, para mí no. Para mí suena más raroestoy aguardando. Fíjate, en el mismo país,¿no te parece maravilloso?”.

P. Yo soy de Sevilla y allí se utiliza mu-cho convidar en vez de invitar, y en elresto de España no tanto…

R. Ah, convidar es muy de México. Tepuedo convidar a un café… O, mira, la pri-mera vez que yo llegué a Bogotá, me dije-ron: ¿no le provoca un tintico? Y yo le res-pondí, no, no bebo antes del almuerzo… Yresulta que un tinto es un café… Pero, ade-más, aquí provocar se perdió. En el hablade mi infancia, provocar es tener ganas devomitar. Qué curioso es todo. ¿Tú entoncescrees que el andaluz es el origen del hablade América…?

P. A tanto no soy capaz de llegar, perosí es verdad que en México se encuentranen perfecto estado de salud palabras queen España ya están muertas y que en Anda-lucía sólo están moribundas…

R. Pues a mí me han dicho ingleses quela misma impresión tienen en Estados Uni-dos. Por ejemplo, a ti qué te sale más natu-ral, ¿estrecho o angosto…?

Sobre la mesa hay una foto que acabade cumplir 50 años. En ella están, sentadosen el suelo y en animada conversación, Jo-sé Emilio Pacheco, Sergio Pitol y CarlosMonsiváis. Los tres escritores, los tres mexi-canos, los tres supervivientes de una épocaque ya sólo queda en la memoria. Dice JoséEmilio Pacheco: “Antes de la inseguridad,

esta ciudad era muy agradable. Por eso sevino a vivir aquí García Márquez, tanta gen-te. Yo conocía a los cineastas, a los pinto-res… Ahora no conozco ni a los escritores.Entonces se podía vivir en la calle. Yo acom-pañaba a Monsiváis a su casa y de regresoél me acompañaba a mí”. Hay en La edadde las tinieblas un poema en prosa, titulado

‘A la extranjera’, en el que Pacheco llora aMéxico perdido: “A usted le duele esta ciu-dad que también ha hecho suya y lamentaver cómo la hemos destruido y la seguimosarrasando. No entiendo sus razones paraamar un sitio desesperante y sin esperan-za. O tal vez existe la esperanza porqueusted se encuentra aquí una vez más y lle-na de luz otra estación sombría.

Nací en un lugar que se llamaba comoéste y ocupaba su espacio. Ahora tambiénen mi suelo natal soy extranjero en tierraextraña. Ya no conozco a nadie ni reconoz-co nada. Usted, en cambio, no es extranje-ra en ningún lado. Usted es de todas partescomo la música.

Por favor, no se vaya. No se lleve al par-tir un fragmento de luz entre el desiertopardo y la barbarie que por codicia y estupi-dez hemos engendrado”.

Han pasado dos horas. José Emilio Pa-checo sale a la puerta de su casa a despediral invitado. Unas muchachas que pasanpor la acera de enfrente lo reconocen ysonríen. A finales de noviembre, en la FeriaInternacional del Libro de Guadalajara, miljóvenes se reunirán con Pacheco para cele-brar su 70º aniversario. Porque su poesía“es de todas partes como la música”. Por-que en México aún se ama a los poetas másque a los futbolistas. Porque aquí “tal vezexiste la esperanza”. O

La edad de las tinieblas. José Emilio Pacheco.Visor. Madrid, 2009. 113 páginas. 18 euros. El poe-ta recibirá el XVIII Premio Reina Sofía de PoesíaIberoamericana el próximo 17 de noviembre en elPalacio Real y con tal motivo la Universidad deSalamanca y Patrimonio Nacional publicarán laantología Contraelegía (edición y prólogo de Fran-cisca Noguerol. Salamanca, 2009. 352 páginas. 20euros). También recibirá un homenaje en la FeriaInternacional del Libro de Guadalajara (México),que se celebrará del 28 de noviembre al 6 dediciembre (www.fil.com.mx/).

Viene de la página anterior

Por Luis Muñoz

EN SU POEMA ‘Manifiesto’, una fulminante pieza de sólodos versos, José Emilio Pacheco escribe: “Todos somos‘poetas de transición’: / la poesía jamás se queda inmó-vil”. El aviso choca, no sé si conscientemente, con la carac-terización que de él hizo Octavio Paz en el prólogo a unode los proyectos más ambiciosos de la poesía mexicana dela segunda mitad del siglo XX, la selección Poesía en movi-miento (1966), preparada por Paz, Alí Chumacero, Home-ro Aridjis y el propio Pacheco, en la que quisieron recogerpoemas y autores que representasen el espíritu innovadorque, desde 1915, prevaleció en ciertos momentos en lapoesía de aquel país. En ese prólogo, en un arrebato deplasticidad simbólica, Paz afirma que la imagen que lecorresponde a Pacheco es la del Lago, porque “contempla,recibe y reflexiona” y “se contiene en una claridad quieta”.Que la poesía jamás se queda inmóvil es algo que la obrade José Emilio Pacheco no ha dejado de demostrar concada uno de sus libros. En ellos, desde Los elementos de lanoche (1963) hasta los cincuenta poemas en prosa delrecentísimo La edad de las tinieblas, publicado por Visor

en estos días, el movimiento, la indagación y el acecho sonconstantes y paralelos a su aguda capacidad reflexiva.También lo es la claridad, a la que Pacheco ha sido siem-pre fiel, probablemente porque nunca ha dudado queescribe dirigiéndose al lector común que somos cada uno.El propio Paz, si pudiera leer la poesía de Pacheco desde laperspectiva y con el número de volúmenes de los quedisponemos hoy, convendría en que la suya no es unaclaridad quieta sino tremendamente inquieta, sobresalta-da tanto por las imágenes, los inventos y los personajes denuestro tiempo (tiene poemas extraordinarios sobre BillGates, Harold Bloom o el libro digital) como por el naci-miento de cada cosa nueva, los episodios de erudiciónliteraria o histórica, el ciclo trepidante de la vida y lamuerte o los irresolubles enigmas cotidianos, por mencio-nar sólo un puñado de las cuestiones que abordan suspoemas. “Minuto, enigma irrepetible”, escribe en el poe-ma titulado ‘Inmemorial’. Para José Emilio Pacheco, lapoesía es una reunión con el pasado y con el futuro. Enesa reunión, con los pies plantados en el presente y una

lucidez implacable y tierna, a menudo matizada y acompa-ñada por un fino sentido del humor, sobre todo irónico, elpoeta habla íntimamente desovillando sus inquietudessin perder de vista la condición transitoria, fugaz, de todolo vivido, incluyendo la poesía. La memoria contribuye ensus poemas, a veces con melancolía, a explorar el significa-do último de una imagen o de una historia, pero nunca lostiñe de nostalgia. El pensamiento poético de José EmilioPacheco es de un material que repele la nostalgia y queinvita a la observación y al extrañamiento, o mejor, a unaespecie de intensa familiaridad con el extrañamiento, enla que el lenguaje se encarna magistralmente. A la lenguaespañola la llama en su último libro —con la esperanza yla audacia de los grandes poetas y de un modo que sinduda puede hacerse extensible al uso personalísimo quehace de ella— jabón “que lava en el poema las heridas delser, las manchas del desamparo y el fracaso”. O

Luis Muñoz es poeta. Su libro más reciente es Querido silencio(Tusquets). www.luismuñoz.com.

Fotografía del libro Juan Rulfo: Letras e imágenes (Editorial RM, 2002).

EN PORTADA / Entrevista

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MI AMIGO EL profesor ThomasMermall busca en el interiorde una bolsa de plástico de su-permercado y saca de ella un

cuaderno que deja encima de la mesa delcafé, junto al ventanal por el que entra elsol de una mañana de principios de otoño.Me lo enseña como un objeto frágil y valio-so que ha de ser manejado con toda clase deprecauciones: es idéntico a los cuadernosde caligrafía y de ejercicios de aritméticaque se usaban antes en las escuelas españo-las; hasta tiene en el reverso la tabla comple-ta de multiplicar. Las hojas, cuadriculadas,están llenas de una escritura muy tupida,que no deja márgenes ni separaciones depárrafos para aprovechar bien todo el espa-cio. Casi todas las páginas están escritascon una tinta que se ha vuelto sepia. Algu-nas están a lápiz. Pero la escritura es siem-pre regular, inclinada, trazada con una ele-gancia que resalta más para mí porque estáen un idioma impenetrable. Durante variosmeses, entre abril y octubre de 1944, el pa-dre del profesor Mermall llenó de anotacio-nes en húngaro este cuaderno que yo tengoahora mismo en las manos, mientras vivíaescondido en un bosque y luego en un pa-jar con su hijo de seis años, huyendo de laspatrullas de soldados alemanes y húngarosque daban caza a los judíos de la comarca.Un campesino conocido suyo se jugó lavida para ayudarles. El padre, un hombrevigoroso y muy hábil con las manos, armóuna choza en lo más profundo del bosque.En su refugio, Gabor Mermelstain, que sellamaría Gabriel Mermall cuando emigraraa los Estados Unidos después de la guerra,no dejaba de anotar en su cuaderno lascosas que muchos años después el hijorecuerda muy fragmentariamente, comoimágenes dispersas en niebla, las que mecuenta sesenta y cinco años después, unamañana de septiembre, en un café de laNovena Avenida.

Fugitivo y acosado, ese hombre que yaha muerto encontraba casi cada día el tiem-po y el ánimo para añadir unas líneas a sudiario. Escribir era una manera de estar vi-vo. El niño de entonces es un hombre enju-to y cordial que no aparenta los setentaaños que ya ha cumplido. Cuando nos des-pedimos lo veo alejarse con la bolsa de plás-

tico en la que ha vuelto a guardar el cuader-no de su padre, con sus páginas cuadricula-das llenas de escritura y la tabla de multipli-car en la contraportada, el tesoro secreto yliviano que es a la vez testimonio y pruebamaterial de un tiempo muy alejado del pre-sente. Murió su padre, murió el campesinoque los salvó a los dos, y también murieronlos verdugos que los perseguían (habíamuerto su madre, en Auschwitz); pero élvive y recuerda y quiere contar, él también,seguir siendo testigo de lo que vio, la cruel-dad y también la compasión, la vileza demuchos y el heroísmo de unos pocos, laperseverancia necesaria para sobrevivir.

Pienso en mi amigo unos días despuéscuando leo en The New York Times la necro-lógica de Marek Edelman, el último coman-dante que quedaba vivo de la sublevacióndel gueto de Varsovia en abril de 1943. Loshéroes de verdad siempre son improba-bles. Marek Edelman era un estudiante demedicina que cuando tomó las armas en1943 junto a otros poco más de doscientossublevados lo hizo sin ninguna esperanzade ganar nada ni de vencer a nadie, tansólo empujado por el deseo de no dejarsematar sin ofrecer resistencia. Tenían unaspocas pistolas, algunas granadas, botellasincendiarias, una metralleta. Aguantarondurante tres semanas, y cuando el guetofue arrasado por los alemanes habían pere-cido casi todos, pero Marek Edelman sepudo salvar, y participó al año siguiente enel levantamiento de Varsovia, y también so-brevivió al apocalipsis de destrucción y ven-ganza que el ejército alemán desató sobrela ciudad.

Igual que Gabriel Mermall guardó du-

rante muchos años su cuaderno sin hablarde él a nadie, Marek Edelman se mantuvoen silencio cuando terminó la guerra. Llegóa convertirse en un eminente cardiólogo.Cuando el antisemitismo del gobierno co-munista forzaba a muchos judíos polacos amarcharse al exilio Edelman se quedó en laciudad en la que estaba tan próximo el re-cuerdo de sus muertos. En 1976 habló porfin, pero las cosas que contaba no eranhalagadoras para nadie. Contó que en elgueto salvar a una persona era también mu-chas veces dejar morir a otra. Primo Levi haescrito sobre el remordimiento intolerablede los que sobreviven y sobre la zona grisen la que la víctima se ve despojada de sudignidad ante la complacencia del verdu-go, que al forzarla a desagradarse obtienesobre ella su victoria más sórdida. MarekEdelman guardó silencio durante tantosaños porque creía que contar era inútil:que alguien que no hubiera vivido en elgueto no podría nunca comprender las de-cisiones terribles que muchas veces hubie-ron de tomar los que estaban dentro. Seacordaba con admiración de una enferme-ra que en el hospital asfixiaba a los reciénnacidos, para ahorrarles el espanto que lesesperaba, a ellos y a sus madres.

La verdad es demasiado amarga; no con-suela casi nunca, desconcierta y asusta, ara-ña como un animal ingobernable. Según sealejan los hechos y mueren los testigos, laverdad, confinada en los libros de historia,deja paso a ficciones sentimentales muchomás llevaderas para la conciencia colectiva.Stalin en Rusia, ahora Mao en China, soncomo padres gigantes y benévolos, som-bras protectoras que ayudan a erigir patrio-

tismos brutales sobre el olvido de los millo-nes de muertos. El Holocausto, en el cine,son parábolas consoladoras de sufrimientoy redención que cada vez intentan menosparecerse a la realidad, sustituyendo su ho-rror por historias edificantes que permitenel halago de despertar sentimientos noblesa cambio de un mal rato y de unas lágri-mas: La vita è bella, El niño con el pijamade rayas.

Ahora Quentin Tarantino se suma a lamoda con una película en la que la II Gue-rra Mundial tiene un vacuo atolondramien-to de videojuego sanguinario y en la que losjudíos se vengan de los nazis reventándoleslas cabezas con bates de béisbol y arrancán-doles las cabelleras después de ejecutarlos.Agradezco las aclaraciones, pero no las ne-cesito: ya sé que Inglorious Basterds es unacomedia. Pero me pregunto qué clase degratificación ofrece a la cantidad crecientede personas que no saben nada o casi nadasobre lo que pasó de verdad en la II GuerraMundial y no tienen el menor interés enaveriguarlo. La Historia, muertos los testi-gos, no es el legado inapelable de las gene-raciones que nos precedieron, sino una va-riedad de relatos maleables que flotan alazar en la amplitud del olvido y que cadauno adapta, interactivamente, a los capri-chos fantasiosos de su narcisismo, perso-nal o colectivo. Hitler era un fantoche quemurió en 1944 en un cine de París ametra-llado por un comando de temerarios ju-díos. Lo que Marek Edelman vio y no quisocontar ya no lo sabrá nadie. Al menos en elcajón de un escritorio de Nueva York miamigo el profesor Mermall custodia un cua-derno escolar con el diario de su padre. O

Pasados interactivosPor Antonio Muñoz Molina

Prisioneros en el gueto de Varsovia en 1943. Foto: Bettmann / Corbis

IDA Y VUELTA

EL PAÍS BABELIA 10.10.09 7

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Señales que precederánal fin del mundoYuri HerreraPeriférica. Cáceres, 2009124 páginas. 14 euros

Por María José Obiol

MICTLÁN ESTÁ en el nivel inferior del espa-cio humano. Es el inframundo y en él habi-tan los señores de la muerte. La mitologíaprecolombina lo sitúa hacia el norte y pa-ra llegar hasta allí hay que recorrer uncamino muy difícil que debe hacerse ennueve etapas. Son los nueve pasos de losmitos. El primero es la Tierra, y el último,

Mictlán o el sitio sin orificio para el humo,y ése es el recorrido que deberá hacer Ma-kina, la protagonista de Señales que prece-derán al fin del mundo, la segunda novelade Yuri Herrera (Actopan, México, 1970).Cuando este autor publicó Trabajos delreino, sorprendió por la fuerza que emana-ba del texto. En sus páginas se narrabauna historia de narcotráfico y convertía alprotagonista en un cantante de corridos.Esta vez, en Señales que precederán al findel mundo, un texto especialmente hermo-so, la protagonista es una muchacha quedeberá ir hacia el norte en busca de suhermano y sortear, como en la mitología,nueve etapas. Nueve capítulos en la nove-la que tomarán el nombre de cada uno de

los pasos de la leyenda precolombina. Ytodo para que lo ancestral enlace con lairreductible realidad. Comenzará el cami-no y estarán lugares y ciudades que no senombran, una frontera que no se señala yun río que se cruza del que no sabemosdónde nace. Un río. En los mitos, el pasa-dero del agua se ha de atravesar acompa-ñado de un perro. En la novela es Chuchoel nombre del hombre que se encargaráde ayudarla a cruzar a la otra orilla. Y es-tán los duros del camino, los jefes de cla-nes y los paquetes que se entregan paraque se lleven hacia el norte y cuyo conteni-do no se pregunta, porque “una no hurgaen las enaguas de las demás”. Tráfico depersonas y sustancias y esa textura de len-guaje fronterizo que asombra a esta lecto-ra por la precisa y persuasiva belleza delas palabras, de las nuevas palabras que secrean o se transforman para contar sobrelo inexorable. El texto es una línea rectacosida a dentelladas por voces, encontro-nazos y algún que otro balazo. Un registro

lingüístico especial que te agarra de mane-ra mágica y del que deseas aprender. Sobe-rana facilidad para decir dónde vas sinnombrar nombre. Ese ¿vas a cruzar? y sermás tarde camisa mojada. Estar en una tie-rra entre tierras donde los habitantes son almismo tiempo paisanos y gabachos “congestos y gustos que revelan una memoriaantiquísima y asombros de gente nueva”,con ese idioma que nace sumando atribu-tos de uno y otro lado. “Si uno dice ‘Damefuego’ cuando ellos dicen ‘Dame una luz’¿qué no se aprende sobre el fuego, la luz ysobre el acto de dar?”. Registro lingüísticoque barrunta sones ásperos y líricos y conel que Makina enamora a quien se acerca aSeñales que precederán al fin del mundo.Ella es heroína de leyenda al atravesar eta-pas, al batallar con las sombras espectralesdel presente con esa ansia de llegar hastasu hermano que tal vez se encuentre en eselugar donde no hay ventanas ni orificiospara el humo. El inframundo de la fábula.Otro acierto de Yuri Herrera. O

La fábula y su belleza

El Museo de la InocenciaOrhan PamukTraducción de Rafael Carpintero OrtegaMondadori. Barcelona, 2009670 páginas. 23,90 euros

Por José María Guelbenzu

KEMAL, JOVEN heredero de unade las fortunas de Turquía ymiembro activo de la buena so-ciedad estambulí, está prometi-do a Sibel según las tradicionesfamiliares. Ambos jóvenes sequieren e incluso han alcanza-do la relación prematrimonialen un país donde la entrega dela virginidad de la esposa es unrequisito social, relación queuna joven sólo acepta si estáconvencida de que la lleva almatrimonio. Un día, Kemal co-noce por casualidad a una mu-chacha de 18 años, Füsün, decondición muy inferior, parien-te lejana suya, y se enamoralocamente de ella. Es un autén-tico amour fou que, poco a po-co, va desgastando la relacióncon Sibel. La obsesión de Ke-mal le lleva a romper con todocuanto se opone a su amor de-senfrenado y finalmente rom-pe su compromiso con Sibel.Sin embargo, Füsün desapare-cerá de su vida y el reencuen-tro será un penar de años enespera de recuperar el amorperdido aunque, como él dice,“el amor consiste en estar cer-ca de la persona amada”. Co-mo símbolo de esta obsesiónconstruye un museo lleno detodos los objetos que de un mo-do u otro han estado presentesen su relación con ella: el Mu-seo de la Inocencia.

La relación entre Kemal yFüsün es, más que una relaciónamorosa, una obsesión sexual,y dura apenas dos meses, al ca-bo de los cuales ella, ofendidapor determinados acontecimientos, desa-parece voluntariamente de su vida; el res-to de la novela cuenta cómo un día Kemalconsigue volver a ver a Füsün (casada conotro hombre) y desde entonces, y duran-te nueve años, acude sumisamente a lacasa de sus padres, donde ella vive, paraestar cerca de su amada, en espera de unreencuentro amoroso. La vigorosa plumade Pamuk cuenta con decisión y eficacia

esta compleja situación, la integra en elnúcleo de la sociedad tradicional turca y,a partir de ella y abriéndose tanto al mun-do de Kemal como al de Füsün, hace unretrato magnífico de la Turquía de losaños setenta y ochenta del pasado siglo;un retrato social que entretendrá al lec-

tor europeo con acierto, pues le permiteadentrarse en un mundo distinto y fas-cinante con las claves en la mano. Es,además, un momento decisivo de la evo-lución de Turquía hasta el momento ac-tual, al borde de una discutida aún, peroprevisible, entrada en la Comunidad Eu-ropea. El proceso de modernización deun país, que comienza con Kemal Ata-türk y se va filtrando y encontrando resis-

tencias de una sociedad de mentalidadfeudal, el encontronazo entre religiosi-dad y laicismo, la adaptación paulatinapor capas sociales, la resistencia numan-tina de los tradicionalistas… todo estámuy bien traído y encajado en la escritu-ra de Pamuk, y creo que éste es el mayor

mérito de la novela y lo que la hace verda-deramente atractiva con la ayuda de unasiempre sugerente historia de amor pormedio.

Si embargo, hay una objeción de cier-to calado. La historia de Kemal es, ha-blando pronto y mal, la historia de unencoñamiento seguida de la historia deuna empecinada obsesión que, como to-das las obsesiones, resulta ser malsana.

Pero no es una historia deamor, es decir: no desarrolla unterritorio amoroso, sino un te-rritorio obsesivo. Esto no pue-de ser un reproche, pues nadieobliga a nadie a describir unaverdadera relación amorosa; loque sí es reprochable es el he-cho de que la parte de historiaque relata la espera de nueveaños de Kemal para recuperara su amada resulta ser una ex-tensa zona donde la novela seempantana en minucias, en in-sistencias y reiteraciones queni trascienden lo amoroso de laobsesión ni otorgan progresodramático al relato, sino que lodejan en una especie de tonomenor costumbrista y, por par-te del protagonista, lastimero.Si a ello añadimos que la situa-ción planteada (desproporcio-nada en extensión y de difícilsolución) la despacha de un ba-jonazo, estaremos ante una no-vela de gran potencial que seva apagando a lo largo de másde seiscientas páginas por unamorosidad compulsiva que en-tierra su ambición.

El encuentro final de Kemalcon el propio Orhan Pamuk, aquien, como escritor, encargahacer el relato del amour foucon destino a los visitantes delMuseo, no deja de tener un airede cuento de hadas, sobre todoteniendo en cuenta que el Mu-seo contiene los mil cachiva-ches que a Kemal le recuerdansu relación con Füsün. Pamukhabla de “museo” como el de-seo de conservar lo amoroso y

como un regalo para futuras generacio-nes; lo que busca es transmutar una obse-sión sexual en un monumento amoroso,pero los cachivaches del museo sólo tie-nen sentido para Kemal; para el lectorson simplemente una almoneda. O

El Museu de la Inocencia. Traducción de RamonMonton. Bromera. Barcelona, 2009. 520 páginas.23,90 euros.

Las claves de TurquíaOrhan Pamuk retrata con decisión y eficacia el complejo entramado social y el procesode modernización de su país en El Museo de la Inocencia. Pero su nueva novela se empantanaen minucias, insistencias y reiteraciones que no otorgan progreso dramático al relato

Imagen captada en Estambul en 1969. Foto: RIA Novosti / Donskoy Dmitryi

EL LIBRO DE LA SEMANA

8 EL PAÍS BABELIA 10.10.09

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EL PAÍS BABELIA 10.10.09 9

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El desajuste del mundo.Cuando nuestras civilizacionesse agotanAmin MaaloufTraducción de María Teresa GallegoAlianza. Madrid, 2009320 páginas. 19,50 euros

Por Josep Ramoneda

“ES TARDE, PERO no demasiado”. Todavíaestamos a tiempo de inventar un concep-to del mundo que nos permite salir de laprehistoria tribal de conflicto de civiliza-ciones y entrar en la edad adulta. Éstapodría ser la conclusión de El desajustedel mundo de un apocalíptico esperanza-do: Amin Maalouf.

En el presente siglo la humanidad ten-drá que escoger: o se sigue por la vía delconflicto de civilizaciones enfrentadas,que se imitan y se uniformizan, o vamos

hacia una civilización humana única, “pe-ro que florece en una infinita diversidad”.

La reacción que conduce al segundocamino pasa por la aceptación de un prin-cipio básico: “En este siglo no hay foraste-ros, sólo hay compañeros de viaje”. Y, enopinión de Maalouf, la inmigración debe-ría jugar un papel decisivo en esta reconfi-guración del mundo. Para ello hay que en-tender que un inmigrante es en primerlugar un emigrado: es realmente doble,pertenece a dos sociedades diferentes. Nila integración —es de los nuestros si renun-cia al origen— ni el multiculturalismo —elorigen es determinante y nunca será de losnuestros— responden a la verdadera acti-tud de reconocimiento: “Podréis llegar aser uno de los nuestros plenamente, sindejar de ser vosotros mismos”. Y es precisa-mente esta dualidad la que debería permi-tir al emigrante hacer de puente civilizato-rio, capaz de ir zurciendo la humanidaddisgregada.

Ha llegado el momento de clausurar ellargo periodo de la historia tribal. Los moti-vos de desconfianza son muchos. El con-

flicto de civilizaciones ha cundido no sólocomo explicación de la realidad sino comodoctrina. Desde el fin de la guerra fría he-mos pasado de las divisiones ideológicas alas divisiones identitarias. Con la globaliza-ción se ha globalizado el comunitarismo,que es la negación del principio de ciuda-danía. El triunfo del modelo occidental pa-radójicamente ha debilitado Occidente.“La historia no es la virgen dócil y pruden-te con que sueñan los ideólogos”. Las po-tencias occidentales no pueden cometer latentación “de conservar por medio de lasuperioridad militar lo que no pueden con-servar por superioridad económica y auto-ridad moral”. El pecado de Occidente noha sido imponer sus valores al resto delmundo, sino, al contrario, “haber renun-ciado a sus propios valores en la relacióncon los otros”. Y en la memoria de lospueblos nada prescribe.

Amin Maalouf forma parte del cada vezmás importante grupo de intelectuales na-

cidos fuera de Occidente que asu-men la tradición ilustrada. “Ni quédecir tiene que Occidente le dio a lahumanidad mucho más que cual-quier otra civilización”. La tragediade Occidente es que “ha alcanzadoun papel planetario desmedido queno puede seguir asumiendo por com-pleto, pero del que tampoco puededesenredarse”. Vivimos una etapa dela humanidad en que los cambios yla comunicación van al mismo ritmo,extremadamente acelerado. “Mien-tras Estados Unidos no haya conven-cido al resto del mundo de la legitimi-dad moral de su preeminencia, la hu-manidad seguirá en estado de sitio”.

La legitimidad “es lo que permiteque los pueblos y los individuos acep-ten, sin excesiva coerción, la autori-dad de una institución encarnada enhombres y considerada como porta-dora de valores compartidos”. La cri-sis de legitimidad está en el trasfondode los desajustes del mundo. Y haproducido en el mundo musulmángrandes dosis de frustración y de divi-sión: no todo es odio a Occidente,sostiene Maalouf, hay también resen-timiento consigo mismo. Maalouf de-

dica quizás las mejoras páginas del libro aanalizar los problemas de legitimidad en elmundo musulmán, y, en especial las dosfiguras, que más cuota de adhesión alcan-zaron: Kemal Ataturk y Gamal Nasser.

¿Hay que confiar en el instinto de super-vivencia de la humanidad para que unavez en el borde del precipicio haga la elec-ción correcta? “Este instinto, responde Ma-alouf, existe en los individuos, pero es hipo-tético que existe en las especies”. De modoque para el autor libanés todavía todo esposible: este siglo será para el hombre elsiglo del retroceso o el siglo de una meta-morfosis salutífera.

Maalouf despide su alegato con cuatrobuenas razones para la esperanza: el pro-greso científico sigue y se va acelerando;las naciones más pobladas del planeta es-tán saliendo del subdesarrollo; la experien-cia de la Europa contemporánea que de-muestra que se pueden ir dejando atráslos odios acumulados y las rivalidades se-culares; el regreso, de la mano de Obama,de una América olvidada. Dicen que la es-peranza es lo último que se pierde. O

Las relaciones entre EstadosUnidos y España durantela Guerra Civil y el primerfranquismo (1936-1945)Misael Arturo López ZapicoEdiciones Trea. Gijón, 2009349 páginas. 30 euros

ENSAYO. PODRÍA HABER SIDO diferente, perono lo fue. La historia no tiene marcha atrás.El Estados Unidos de Roosevelt —apechu-gando con su Gran Depresión y con unapoblación muy aislacionista— siguió a Fran-cia y al Reino Unido en la política de aban-donar a su suerte a la II República españolaa fin de no irritar a Hitler. Luego, cuando nole quedó más remedio que convertirse enadalid de la lucha contra los fascismos, yainiciada la II Guerra Mundial, trabajó poratraer a la España de Franco a posicionesmás neutrales. Finalmente, y tras tenerla untiempo como apestada, EE UU, con Eisen-hower, adoptó a esa España como un sociode tercera en el pulso con el comunismo dela guerra fría. “Lo paradójico es que los sol-dados estadounidenses van a llegar a la pe-nínsula Ibérica con diez años de retraso, yno lo harán como libertadores, sino que sumisión será la de apuntalar la dictadura”,escribe el historiador López Zapico en Lasrelaciones entre Estados Unidos y Españadurante la Guerra Civil y el primer franquis-mo. Este hecho es capital para comprenderlas relaciones contemporáneas entre am-bos países. La historia, en efecto, no puederehacerse, pero deja cicatrices que tardanen desaparecer. A diferencia de la francesay la italiana, de la alemana y la japonesa, lademocracia española no le debe nada aWashington. En cuanto a Franco, López Za-pico desmonta la idea de que fuera un ge-nio de la escena internacional. Él estabacon el Eje, pero la debilidad de la Españaque acababa de conquistar a sangre y fuegono le convertía en un aliado útil en térmi-nos militares. Conforme avanzó el conflictoy fue comprendiendo que sus amigos ibana perder, Franco adoptó una mayor neutrali-dad y envió guiños a las potencias anglo-sajonas. Pagó sus simpatías por Hitler yMussolini con un periodo de aislamiento, ylos españoles lo pagaron con una larga ydurísima posguerra, con un retraso de déca-das respecto al resto de países de EuropaOccidental. Al final, adoptó una humillanteposición de vasallaje respecto al Washing-ton más conservador y aceptó sus basesmilitares, esa actitud de Bienvenido Mr.Marshall de la que aún no se ha curadocierto sector de la derecha española (véaseal respecto El amigo americano. De Francoa Aznar: una adhesión inquebrantable, deCarlos Elordi, en Temas de Hoy). “Para eldictador”, escribe López Zapico, “todo eracontingente. Todo menos él. Los ministrospodían sustituirse; los acuerdos podíanromperse; las promesas, incumplirse; lasinstituciones, modificarse, etcétera. Todoen el franquismo va a ser mutable menos elpropio Franco”. Personalmente, le salióbien: murió en el poder. Javier Valenzuela

La casa de cristalIsabel García-ZarzaRey Lear. Madrid, 2009216 páginas. 19,95 euros

Los funerales de CastroVicente BotínAriel. Barcelona, 2009464 páginas. 25 euros

ENSAYO. ISABEL GARCÍA-ZARZA FUE correspon-sal de la agencia británica Reuters en Cubaentre 1999 y 2004. Vicente Botín cubrió laisla caribeña para Televisión Española en-tre 2005 y 2008. En un curioso proceso para-

lelo, ambos han volcado su experiencia ensendos libros que tienen mucho de exorcis-mo personal y de inquietud por dar a cono-cer la realidad que no podían contar enunas crónicas calibradas por la autocensu-ra. La casa de cristal, de García-Zarza, y Losfunerales de Castro, de Botín, ofrecen la ver-dadera dimensión del manicomio en el quese ha convertido Cuba después de mediosiglo de castrismo. Y llevan también a unainevitable reflexión sobre el ejercicio del pe-riodismo en una dictadura que ha hecho dela propaganda la tapadera de su fracaso.Ninguno de los dos llegó mal predispuestoa la isla. García-Zarza admiraba la revolu-ción y Botín estaba fascinado por Fidel Cas-tro, al que había entrevistado años antes.Por eso los dos libros son un ejercicio dehonestidad que rompe con la complicidadde no pocos periodistas con el engaño delrégimen. Comparten, también, un estiloimpecable. Y el amor por Cuba. Desde géne-ros distintos (diario personal y crónica), am-bos trabajos se complementan. Por ejem-plo, la descripción que hace el corresponsalde televisión del estado de la sanidad (faltade médicos —exportados a cambio del pe-tróleo venezolano—, listas de espera, sobor-nos, ocultamiento de epidemias) pone encontexto la frase que un especialista le espe-ta a la desesperada reportera de Reuterscuando intenta saber qué enfermedad aque-ja a su marido. “Si se enteran de que leestoy diciendo que es dengue, me llevanpreso. Esto es un tema político”. Los funera-les de Castro es un excelente reportaje sobreel fiasco de la revolución cubana. Botín vaderribando los mitos para mostrar un paísarrasado moral y físicamente. Después de

50 años, el régimen no sólo no ha materiali-zado ninguna de sus promesas, sino que hadestruido los logros de la Cuba prerrevolu-cionaria. Botín entremezcla con maestría lacrónica, la historia y el pulso cotidiano de laisla. Acompañado con canciones, citas lite-rarias y refranes que plasman la idiosincra-sia y el humor negro del cubano, el lectorvisitará las cuarterías con familias haci-nadas y los mercados vacíos, asistirá a ladestrucción progresiva de La Habana, cono-cerá los mecanismos represivos, la corrup-ción y las delirantes estadísticas oficiales,que vuelven el mundo del revés. En esaCuba a la deriva había aterrizado Isabel Gar-cía-Zarza con una ilusión no exenta de inge-nuidad, como apunta Jorge Edwards en elprólogo de su libro. Por eso La casa de cris-tal narra la historia de una decepción. EnCuba, constata, es imperativo violar la leypara sobrevivir. Incluso ella se ve abocada,a su pesar, a “resolver” en el mercado negrola carne, el pescado o los artículos básicos.De repente se sumerge en un mundo irrealde manifestaciones obligadas y bombardeoideológico. “Vivimos en una casa de cris-tal”, le dice al llegar una colega francesa.Pronto entiende el significado. En los pin-chazos telefónicos. En el espionaje por par-te de personas cercanas. En el marcaje as-fixiante del Centro Internacional de Prensa.Isabel no se reconoce. “Qué gusana estoyhoy”, escribe. “Debe ser que me está afec-tando este tiempo tormentoso”. Sabe, enrealidad, que lo que le afecta son las penu-rias de la población frente a los privilegiosde la nomenclatura y los extranjeros, la es-tulticia de un régimen que ha aniquilado elderecho a pensar… Cuanto más le dueleCuba, más se rebela contra la retórica ofi-cial. Y más cuestiona la autocensura, obliga-toria “para no crear problemas”. “Al final loque prima es mantener el chiringuito abier-to”, se lamenta. Es, quizá, un precio dema-siado alto. Pero García-Zarza y Botín lo hancompensado con creces. Maite Rico

Amin Maalouf (Beirut, 1949). Foto: Álvaro García

Alegato de Maaloufpara salvar el mundo

LIBROS / Ensayo

10 EL PAÍS BABELIA 10.10.09

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Por Jesús Ferrero

EL RECURSO AL concepto “exotismo” ha si-do siempre la máscara con la que Españaha pretendido disimular su ignorancia dela cultura china. China era un país exóticoy eso bastaba para no conocerlo y parareducir toda su civilización a tres o cuatroestereotipos de feria. Hasta la llegada de lasorprendente Marcela de Juan, hija de unadama belga y de un mandarín, la mayoríade las traducciones de obras literarias ofilosóficas chinas procedían del inglés y delfrancés. Bien es cierto que por su parte loschinos no iban a la zaga en eso, ya que lasprimeras traducciones del Quijote proce-den del inglés, como proceden del ingléslas primeras traducciones al chino de Azo-rín, Unamuno y Lorca. Pero más sorpren-dente fue el caso de Pío Baroja, que tuvo elprivilegio de ser traducido al chino por elgran escritor Lu Xun, si bien a partir de unatraducción japonesa a la que había accedi-do cuando estudiaba medicina en Tokio.

Muchas cosas han cambiado desdeaquellos tiempos tramposos y heroicos, yel conocimiento mutuo de las dos cultu-ras es mucho mayor que el de hace mediosiglo, lo que no evita constatar que en losveinticinco últimos años las obras chinastraducidas al español, ya sea poesía, nove-la, ensayo o teatro, no han sido más dedoscientas. Hay que señalar, además, quede esas doscientas, más de cincuenta pro-ceden de lenguas que no son el chino,actitud que debiera estar poco menos queprohibida, sobre todo para la poesía. Y esque en poemas muy figurativos, las tra-ducciones que proceden del inglés, el fran-cés o el alemán pueden aún guardar algodel latido original y del mundo visual des-plegado en el texto original, pero en lospoemas abstractos, como pueden serlolos del Tao, la obra sufre una segundaerosión de naturaleza aún más perturba-dora que la primera, por estar ya basada

en una traducción, en una versión y, enmuchos casos, también en una traición.

A pesar de que el número de obras chi-nas vertidas al español sigue siendo escasoy continúa el viejo hábito de condenar alexotismo todo lo que nos es extraño, lascosas están cambiando mucho en los últi-mos años y las relaciones culturales entreEspaña y China van camino de normalizar-se, lo que hace posible que ahora mismo ellector español pueda acceder, en traduc-ción directa del chino, a novelas tan recien-tes como Brothers, de Yu Hua, así como alas obras más emblemáticas de la literatu-ra clásica china. De las cuatro novelas clási-cas fundamentales de la narrativa chinasólo sigue siendo inaccesible A orillas delagua, una novela épica y humorística quehubiera fascinado a Cervantes y que cuen-ta la historia de cien bandidos. Tan sólohabía una traducción poco fiable de lasEdiciones de Pekín que fue desaparecien-do en el mar de la indiferencia hace más deveinte años, y el lector que quiera accedera ella tendrá que leerla en francés o inglés.

En lo que se refiere a nuestras relacio-nes culturales con China, quizá lo mássorprendente es el interés que despierta

su poesía en los jóvenes lectores, quizáporque se trata de una poesía que tiende aser objetiva sin dejar de ser lírica: en lapoesía clásica china el poeta nos informade su estado de ánimo por el modo enque describe lo que está mirando, por laforma en que narra el paisaje que lo en-vuelve. Acostumbrados a una lírica basa-da en las aflicciones del yo, resulta unaliberación penetrar en una poesía basadaen la observación del entorno y del espa-cio objetivo del dolor. Una tendencia quesigue viva en su poesía actual y que esalgo parecido a su cuño de marca.

Todo lo cual para decir que la granmuralla que nos separaba de los chinoshace tan sólo medio siglo, edificada a gol-pes de ignorancia mutua, es cada vez me-nos vasta y ha empezado a dejar grandesespacios por los que se irán colando, ya deforma permanente, obras fundamentalesde ambas culturas. El conocimiento mu-tuo es el único puente que podemos ten-der sobre todo lo que nos separa. O

China es el país invitado en la Feria de Franc-fort, que se celebra entre los próximos días 14 y18. www.frankfurt-book-fair.com/

Vientos del Este

El viaje juntosJudy y Paul KarasikTraducción de Margarita PalmerEdiciones B. Barcelona, 2009200 páginas. 17 euros

NARRATIVA. CURIOSO EXPERIMENTO narrativo,El viaje juntos es una historia a dos manos ycon dos instrumentos (la palabra y el dibujo)de una vida de familia americana entre losaños cincuenta y el inicio de nuestro siglo.Los Karasik tuvieron cuatro hijos, y el prime-ro, David, era autista. Después vinieron Mi-chael, Judy y Paul. El hermano mayor teníaun mundo exclusivo, en el que ocupaba unagran parcela la televisión. Siguiendo esa loa-ble tradición americana de ordenar la expe-riencia vital mediante la escritura para prove-cho de los semejantes, Judy y Paul nos ofre-cen escenas escogidas de la vida de esa fami-lia peculiar. Judy lleva la voz cantante. A tra-vés de su nostalgia por el pasado y su propialucha individual se va abriendo paso el prota-gonista del libro: David, un supermán. Mien-tras sus hermanos cambiaban, él permane-cía fiel a sí mismo, con ligeras variantes.Incorporaba nuevos personajes a sus entre-vistas televisivas y sus programas, que reali-zaba cada día para un público que estaba ensu cabeza; aceptaba el paso del tiempo, peroseguía siendo una persona dependiente, decostumbres fijas e intolerante a los cambios.Cuando le anunciaron que ya no trabajabanlas mismas personas en la peluquería a laque solía ir, David gritó: “¡No quiero cono-cer gente nueva!”. La memoria elaborada yalgo indulgente de Judy, que carece a vecesde la suficiente distancia, se complementacon la simplicidad directa, ingenua, del có-mic de Paul. Los personajes resultan en imá-genes muy visibles y enteros. Judy consigueen los últimos capítulos modular el tono desu memoria transmitiendo el amor y admira-ción por su hermano, de modo que el tán-dem Karasik logra al final la fusión familiarde dos lenguajes para mostrar algo tan inex-plicable como el autismo. Y el lector sigueconmovido por ese viaje fraternal a la casa“donde todo había sucedido”, un lugar deconvivencia y humanidad. José Luis de Juan

Ella, que todo lo tuvoÁngela BecerraPlaneta. Barcelona, 2009422 páginas. 21,50 euros

NARRATIVA. LA COLOMBIANA Ángela Becerraha obtenido cierto renombre con sus nove-las sentimentales con ráfagas de magia y

misterio. La última ha obtenido el PremioCasamérica de este año y se apunta abierta-mente al tema que inunda los escaparates

desde el éxito avasallador de Carlos Ruiz Za-fón y sus muchos seguidores: una especiede metaliteratura que declara los libros vie-jos objetos poseedores de una verdad últi-ma y definitiva que resulta necesario cono-cer para la buena marcha del mundo o lafelicidad de los personajes. Aquí, en un esce-nario cultural tan acreditado como la ciu-dad de Florencia, la protagonista es poseedo-ra de una sola página de un manuscrito yconsecuentemente se ve impulsada a bus-car lo que falta, que desgraciadamente qui-zá fue arrastrado por las aguas durante elAlluvione de 1966 a causa del desbordamien-to del Arno. Cultura, arte, literatura, lugareshistóricos. Elementos buenos en una novelasi están bien llevados y debidamente motiva-

dos. Me temo, sin embargo, que no es éste elcaso. Se nos proponen, además, otras cues-tiones: un enigma en torno a un accidenteen el que desaparecen el marido y la hija,evocaciones de una infancia infeliz a causade una madre cruel y un abuelo abusón o laidea de suicidio incitado por un conflicto dedoble personalidad. El lector no tiene dema-siadas alegrías porque los misterios son arti-ficiosos y amanerados, la retórica ya muysabida sobre el alma y el amor parece salidade libros de autoayuda y el erotismo de algu-nas escenas es de oropel. No quiere decirque el libro no vaya a tener su público, puesse lee con facilidad, pasan muchas cosas,aunque desordenadas, y en algún momentoel texto parece despegar. Lluís Satorras

Vista de la Gran Muralla china tomada en 1988. Foto: Francisco Ontañón

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Por Elisa Silió

UNA LENGUA DE SILICONA larga ypegajosa saluda desde la cubier-ta a los niños que, sorprendidos,cogen en sus manos el libro El

cuerpo humano. El aparato digestivo (SM).Pero esta espectacularidad no está reñidacon la solidez del texto. Lo cuenta su edito-ra, Xohana Bastida: “Siguen existiendo li-bros enciclopédicos con el formato de haceaños, pero hay también un componente lú-dico. Son libros-obje-to, con ilustracionesen relieve, desplega-bles…”. “Antes el te-ma era una excusapara editar un libroespectacular. Hoy ladiversión ha entradoen los libros de divul-gación serios”, asegu-ra. Que los novelis-tas Lorenzo Silva yCarmen Posadas y elpaleontólogo JuanLuis Arsuaga, ade-más del filósofo Fer-nando Savater, sehayan animado a es-cribir libros infanti-les divulgativos daidea de la calidad.“Muchos temas delos libros siguen sien-do los mismos: elcuerpo, los anima-les, el espacio… Y eltop ten continúaigual: los dinosau-rios, Egipto, las na-ves espaciales…”,enumera Bastida. “Pero ahora se toca la psi-cología, la filosofía. De lo que cambia a nues-tro alrededor: el medio ambiente, las gue-rras…”, sostiene la editora. Convencer a losmás pequeños de que vean sus libros notiene mérito: “No distinguen la ficción de lano ficción”. La “edad dorada” de estos títu-los va de los cinco a los diez años. En lospreadolescentes, la narrativa se impone porla lectura escolar. En muchas comunidadesautónomas, ésta debe leerse en todas lasasignaturas. Lo que, en teoría, debía tradu-cirse en un aumento de ventas.

El 70% de los libros de conocimiento deSM son traducciones de libros extranjeros,cifras similares al resto de las editoriales in-fantiles en España. “Son libros carísimos. Seunifica la tirada de distintos países cambian-do el texto. Si no sería imposible”, continúa

Bastida. Del Reino Unido vienen los volúme-nes más espectaculares de dibujo clásico yrealista, y de Francia, las obras más imagina-tivas y sociales.

CIENCIAS. Conocer cómo viven las especiesmás longevas, más altas o rápidas es hoyapasionante con libros llenos de sorpresas.Sin embargo, a veces se echa en falta produc-ción española. ¿De qué sirve que un niñoconozca las flores alemanas si no sabe quées una encina? Larousse no se limita sólo areeditar su famosa enciclopedia universal.

Ahora saca al mercado tres títulos —Insectosy otros bichos, Dinosaurios y Récords delmundo animal— con pop-up y un desplega-ble final dentro de la Enciclopedia increíblepara 8 años. Y pensando en los de 5 años,volúmenes de la Tierra y el cuerpo humano.

En tres dimensiones son también una colec-ción de Combel, Libros para curiosear, yotra de EL PAÍS, Vive una aventura, dieztítulos a la venta hasta el 21 de noviembrecomo El bosque animado o El desierto.

El arca de Noé (Bruño) ofrece solapas,lengüetas, móviles y un arca para construir.Y de la misma editorial es la colección Mirade cerca, álbumes de animales con asombro-sas fotografías y curiosidades, y unos álbu-mes visuales de naturaleza y agua. Blumecompite con Bichitos curiosos, libritos quecuentan lo más básico. Mientras SM, en su

serie Mundo maravi-lloso, se acerca a lamariquita o a un ár-bol en libros con pá-ginas transparentes.En Timunmas, el clá-sico Teo sigue descu-briendo los animalesde la granja y se le haunido el televisivoPocoyó. “Todo loque verás en estas pá-ginas aparece en eltamaño que tiene enrealidad”, se promo-ciona Un libro en ta-maño real (Jorge Do-neiger, Océano). Y eldelicado Nacer. Ani-males extraordina-rios (Xulio Gutiérrezy Nicolás Fernández,Faktoría de Libros)explora los orígenesde la vida. Mientrasel dibujante Max esautor de ¡Todos loscolores! (Anaya).

En el animal másevolucionado, el

hombre, se centra El cuerpo humano (La-rousse). La misma línea sigue Señor y señoraAnatomía (Godeleine de Rosamel y Françoi-se de Guibert, Molino). Y pensando en losadolescentes, El cuerpo humano (Alain Kor-kos y Christine Beigel, Oniro). Fisgoneostambién en El libro de los inventos (RobertCrowther, Molino) como datos sobre el ori-gen de las medias, monopatines, neveras obocadillos. O en Cómo descubrió el hombreque el simio es primo suyo y Cómo descubrióel hombre de dónde vienen los bebés, ambosde Juliette Nouel-Rénier para Océano.

El paleontólogo Juan Luis Arsuaga tieneuna firme convicción: los asombrosos restosque se encuentran en el yacimiento de Ata-puerca deben llegar al gran público. Por esemotivo participa en documentales y escribeobras de divulgación. Entre ellas, Mi primer

libro de prehistoria (Espasa), una obra cientí-fica sobre “cuando el mundo era un niño”,contada casi como una novela de aventuraspara menores a partir de seis años.

Y en el Año Internacional de la Astrono-mía no podían faltar libros infantiles. Alfa-guara Infantil recupera una decena de títu-los de su catálogo y, en La cara oculta de (lallegada del hombre a) la Luna (Lewis York yRoger Olmos, Lumen), “testigos” desvelan

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A PARTIR DE 6 AÑOS. MANEJARSE BIEN con losnúmeros es difícil. Este libro, con pop-upsdel “mago” de la ingeniería del papel Ronvan der Meer, busca facilitar ese aprendizajea través de figuras móviles: un festival deformas y colores que anima, con sus pregun-tas, a mirar, observar, manipular, localizar ycontar objetos y figuras que se esconden yreaparecen como por arte de magia. V. F.Cuenta cuántos. Yvette Lodge, Ron van der Meer yGraham Brown. Traducción de Isabel Hernández.Macmillan. Madrid, 2009. 10 páginas. 22,50 euros.

A PARTIR DE 9 AÑOS. RECOPILACIÓN, ILUSTRADA

por J. Jolivet, de leyendas de los maoríes,primeros pobladores de Nueva Zelanda. Pe-se a la colonización británica, conservaronsus tradiciones y su lengua, y a ello contribu-yó George Grey, el primer gobernador, aquien narraron sus mitos que él luego publi-có a su regreso al Reino Unido. V. F.Cuentos y leyendas de los maoríes. ClaireMerleau-Ponty y Cécile Mozziconacci. Ilustraciones de Joë-lle Jolivet. Traducción de Miguel Ángel Mendo.Kókinos. Madrid, 2009. 70 páginas. 15 euros.

A PARTIR DE 12 AÑOS. CON 19 AÑOS, Isa decidehacer realidad su mayor deseo: conocer alpoeta más importante del momento, cu-yos versos salvaron su vida en la adoles-cencia. Novela intimista en la que Sierra iFabra profundiza en el oficio de escritorcon una fórmula realmente eficaz: un apa-sionante diálogo entre alguien, Isa, que lotiene todo por descubrir, y alguien que yaestá de vuelta de todo. V. F.La isla del poeta. Jordi Sierra i Fabra. Siruela.Madrid, 2009. 184 páginas. 16,90 euros.

HASTA 6 AÑOS. EN UN PUEBLO en el desierto, elseñor G. planta una flor para “poner un pocode música en este lugar”. Todos piensan queestá loco: “las flores no crecen en el desierto”,“las flores no hacen música”. Pero brotó unaflor que atrajo a pájaros con sus cantos. Uncuento sobre el poder de la iniciativa perso-nal y de la actitud proactiva, narrado por Gus-tavo Roldán con un sencillo texto y dibujosligeros, expresivos y cómicos. V. Fernández.El señor G. Gustavo Roldán. A Buen Paso. Barcelo-na, 2009. 36 páginas. 11,90 euros.

El juego del conocimientoLa divulgación para niños y jóvenes combina rigor y diversión. Savater,Arsuaga y Silva, entre los autores españoles que publican nuevos libros

El ‘top ten’ son losdinosaurios, el espacio,Egipto… Pero por finse tocan temassociales y ambientales

Ilustración de Patricia Geis en Valentina en París (Tusquets), de Anatxu Zabalbeascoa.

Desplegable del libro Récords del mundo animal (Larousse), incluido en Enciclopedia increíble para 8 años.

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los enigmas del alunizaje del Apollo. Enseñaa preservar el medio ambiente La Tierra(Molino), con informaciones curiosas sobreel sistema solar, la temperatura de las capasterrestres o los fenómenos naturales. Y en lamisma estela, pero para más pequeños, estáconcebido La Tierra y el cielo (SM).

HUMANIDADES. Igual que El mundo de So-fía (Jostein Gaarder, Siruela) acercó al fin

planteamientos filosóficos a los adolescen-tes, Espasa apuesta fuerte por Historia de lafilosofía sin temor ni temblor, a la venta el 14de octubre. En él, el filósofo vasco FernandoSavater hace, tras un prólogo, un recorridopor el pensamiento desde Sócrates hasta elsiglo XX por boca de dos chicos: Alba y Ne-mo. Otro pensador, el francés Oscar Breni-fier, plantea dudas metafísicas en la colec-ción Superpreguntas de Edebé: ¿de dónde

venimos? ¿quiénes somos? El último en laslibrerías, ¡Pensar es un juego de niños!

Anaya refunda ahora Biblioteca Bási-ca de Historia con nuevos títulos y con laactualización de los anteriores en un nue-vo diseño. “La historia investigada quedafrecuentemente inédita en las universida-des”, se lamenta Joaquín Prats, catedráti-co de Didáctica de la Historia de laUniversidad de Barcelona y director deesta colección. Por eso su objetivo es di-vulgarla entre los alumnos de secundariay bachillerato y entre los interesados enconocer el pasado. “Lectura comprensi-ble por muy buenos especialistas que hu-yen de tecnicismos y no dan por sabidonada”, resume el editor Jesús Navas. “Laidea es sacar de cuatro a seis títulos anua-les. Hemos rescatado los más vendidos,como Así vivieron los romanos”. Lasobras incluyen mapas, textos de época oun glosario de términos. Los últimos vo-lúmenes son La revolución industrial:una nueva era (Antonio Escudero) y Asívivieron en al-Ándalus: la historia ignora-

da (Jesús Graus). Akal cuenta tambiéncon una colección para adolescentes,Historia del mundo, y otra para descu-brir a los clásicos, cuyo último título esBoabdil y el final del reino de Granada(Josefina Careaga).

La apuesta más fuerte de Molino paraeste otoño llega el 22 de octubre: Mi primeraHistoria de España. Láminas dibujadas por15 ilustradores que representan los momen-tos más significativos de nuestro pasadocon el asesoramiento del historiador JoséEnrique Ruiz-Domènec. Además, saca a laventa el 15 de octubre La historia de lascosas. De la Edad de Piedra a la Edad Moder-na en 10 desplegables.

De Planeta Junior llegan las aventurasdel roedor Geronimo Stilton por la Américade Colón, la Roma de Tito o el Antiguo Egip-to, donde se enfrenta a los gatos piratas dela corte del faraón. Y es que la pasión infan-til por las pirámides o los gladiadores esevidente. Incluso para los de cuatro años enMitos griegos para niños (Ubsborne). Mien-tras, SM publica La vida en la Edad Media yLa vida en Roma, juegos de observación ypáginas deslizables.

La biografía es también un género juve-nil. Sorprende que el autor de La flaquezadel bolchevique, Lorenzo Silva, firme Albé-niz, el pianista aventurero y Mi primer librosobre Albéniz, con los que Anaya conmemo-ra el centenario de la muerte del músico. Noes el único libro de memorias. Julio César

(Susanne Robscher, Edelvives) repasa la vi-da del conspirador; El viaje de la evolución.El joven Darwin (Víctor Muñoz Puelles), ladel biólogo, El ocaso del navegante, la deColón, y Mi primer libro sobre Antonio Ma-chado (Carmen Posadas), las tres últimas enAnaya. Y hasta Asia Menor se trasladan Do-minique Joly y Antoine Ronzon en La fabulo-sa historia de Alejandro Magno (Oniro).

A los mapas mudos y los sobrios atlas deantes han tomado el relevo otros más com-pletos, visuales y con una temática más am-plia. Molino publica un nuevo Atlas del Mun-do y un Atlas del Universo con ilustracionesde satélites, naves espaciales o mapas astro-nómicos de las estaciones. El Atlas históricodel siglo XX (Richard Overy, Akal) cubre to-das las áreas geopolíticas en 200 planos ynumerosas cronologías. Y en Cómo aprendígeografía, SM, Uri Shulevitz recuerda su in-fancia durante la II Guerra Mundial y cuen-ta cómo un mapa lo llevó, con la ayuda desu imaginación, muy lejos del sufrimiento.

Adentrar a los más pequeños en la geo-grafía es importante. Con la colección Valen-tina (Anatxu Zabalbeascoa y Patricia Geis,Tusquets) los niños no sólo aprenden sobreuna gran ciudad sino que cuentan con unmapa de la misma y unos recortables.

MATEMÁTICAS. Hay padres que pretendenasí que sus hijos se acerquen a los númerosatragantados de forma divertida. A ello sededican desde hace cinco años en Nivola,una editorial madrileña en la que todos sussocios están relacionados con las ciencias.“Tocamos desde cuentos con números paralos más pequeños o multiplicaciones fácileshasta historias matemáticas o libros de pro-blemas con los que desarrollar el ingeniopara los mayores de 11 años”, repasa sucatálogo el editor Jesús Fernández. “Nohace falta que estos libros los escriban espe-cialistas, no son conceptos complicados. Loimportante es que se entienda bien y seaameno”, explica Fernández. En este iniciode curso Nivola presenta Metacuentos 2 (Joa-quín Collantes Hernáez y Antonio PérezSanz), en el que el protagonista tiene queresolver problemas para salir de los líos; enEl misterio de los mensajes geométricos (Ra-fael Ortega de la Cruz) es un niño fantasmaquien se enfrenta a retos matemáticos y enTursiops y los secretos del mar (Cristina Her-nando Polo), un delfín.

Maeva saca a la venta Mr. Cuadrado (An-na Cerasoli), en el que Filo y su abuelo con-versan sobre esta enigmática figura geomé-trica. Con mimo y exquisitas ilustraciones,Osa Menor envuelve Los números de Balta-sar (Marie-Hélèn Place), un volumen paraprincipiantes. Y de nuevo Teo (Timunmas)aprende las cifras. Tangrams magnéticos (J.Tremaine y C. Barber, Combel) ofrece rom-pecabezas con un apéndice en el que seapuntan las soluciones a las figuras propues-tas. Y SM también dispone de libros-puzlepara desarrollar la visión espacial. De Bruñoes Lobo Rojo, un original proyecto de male-tas con todo tipo de materiales manipula-bles: tablero de formas geométricas con alfa-beto, números, discos insertables…

Al fin conocimiento y diversión se dan lamano. O

coa.

D

Savater ha escrito‘Historia de la Filosofíasin temor ni temblor’,un repaso al pensamientopor boca de dos niños

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Por Ramón Reboiras

NADA RESUME mejor el delicadoequilibrio de la adolescencia quela tabla de skate. Quienes practi-can este desafío saben, como el

náufrago, que la tabla es un salvavidas, quela tabla permite desafiar la gravedad y la ley,que la tabla es el primer mandamiento. EnParanoid Park, Gus van Sant logra una delas mejores incursiones en ese mundo esqui-vo al que vuelve periódicamente para hechi-zarnos con una sabia mezcla entre lo mons-truoso y lo bello que está en la entraña deobras como Mi Idaho privado, Drugstorecowboy o, más recientemente, Elephant yLost days. Van Sant adopta recurrentementeun plano-secuencia que tiene que ver coneste mundo adolescente: la cámara sigue laespalda del protagonista muchos minutos,como diciendo: “Eh muchacho, toma el ca-mino, llega hasta el final del pasillo sin mie-do, tienes toda la vida por delante, mucha-cho”. La vida en esos años es, a menudo,unos padres divorciados, una novia tonta,un sitio de comida rápida, un temor a salirdel armario y sobre todo la tabla y esa cuevadel dragón que, en el centro de cualquierciudad del mundo, en cualquier ParanoidPark, gobierna un grupo de desarraigadosque hacen skate, toman drogas y se suben alos trenes en marcha.

Alex, protagonista de Paranoid Park, tam-bién se subió a un mercancías en una ciu-dad portuaria como Portland y se encontró,como suele ocurrir a esa edad, con el mons-truo en persona. Pero no contemos el secre-to hechicero de esta hermosa fábula quepasó pidiendo permiso por los circuitos dearte y ensayo y que incluye en su ensoña-ción dos músicas que inciden en ese estadode eterna insatisfacción e hipnosis llamadoadolescencia: la magia de Nino Rotta y latierna desesperación de Elliott Smith.

Inconscientemente, Paranoid Park noslleva a otro puerto muy distinto, InherentVice, la última novela del reaparecido Tho-mas Pynchon publicada en Estados Uni-dos sobre otra de las grandes artes delequilibrio y la adolescencia: el surf. Aun-que el detective Doc Sporello tiene algomás del Marlowe de Chandler que de unode esos Jonas Brothers de la vida, la mari-huana, California y el rumor del oleajeacentúan esa marca de la eterna juventudcaliforniana que la música de Beach Boysilustró con su resaca psicodélica.

VAMPIROS Y SKATERS. Digamos que hayuna cultura para el consumo adolescente yuna pulsión adolescente que busca la com-plicidad del adulto en la cultura. En el pri-mer caso están aquellos fenómenos que vandesde Stephenie Meyer a Laura Gallego; enel segundo, estos eternos alquimistas comoVan Sant que todavía rastrean los secretosde la rebeldía sin causa. De un lado, losvampiros; del otro, los skaters emocionales.En nuestros días, la derrota de estos últimosllega hasta la videoconsola con Kurt Cobainconvertido en icono del Guitar Hero. Por suparte, que los victoriosos vampiros arrasenlo atestigua la televisión: la nueva perla deHBO, True Blood, está concebida por el ma-go de la nueva ficción Alan Ball (A dos me-tros bajo tierra, basada en la saga Thesouthern vampires, de Charlaine Harris, y a

grandes rasgos se apoya en la siguiente rece-ta: los vampiros del rural de Luisiana son yainofensivos desde que han descubierto ungran invento, los comprimidos de sangre sin-tética inventados por los japoneses, pero al-guno insiste todavía en quebrar las reglas dela comunidad y volver a la antigua usanzadraculina: el mordisco a la yugular. Otra au-tora que cultiva el género del mordisco conuna popularidad asombrosa es la neoyorqui-na Claudia Gray, de la que Montena ha tra-ducido ya en el mercado español dos poten-tes dosis de colmillos: Adicción (nada quever con aquella bizarra película que AbelFerrara hizo con un vampiro que leía aProust encarnado por Christopher Walken)

y Medianoche (la hora en que los vampirossalen de marcha).

Recapitulemos. La última vez que su hijoo su hija le han pedido dinero prestado nopara comprarse un comprimido de sangresintética japonesa sino para el último discode Jonas Brothers, usted probablemente seha quedado in albis. Podemos tranquili-zarle, no se trata de una regresión. La presti-giosa y siempre progresista revista RollingStone aparte de dedicarles una portada algrupo (nada raro, también lo hizo con Backs-treet Boys o Britney Spears en su momento),incluía su disco (y eso sí que es pecado)entre lo más grande del pasado año, en lizacon los trabajos de Dylan, Wilco o TV On theRadio. Airados, muchos lectores de la edadde Willie Nelson cancelaron la suscripción ala publicación, pero otros muchos se subie-ron al carro de estos mocosos, más jóvenestodavía que los Kings of Leon (también her-manitos) cuando empezaron. Total que losJonas son hoy material de culto casi paratodas las edades y Nick Jonas, que ya esembajador mundial contra la diabetes, quie-re ser en un futuro no muy lejano presiden-te de Estados Unidos.

Pero la palma de todo este puñetero re-vuelo sentimental, que asquearía a Holden

Caulfield (El guardián entre el centeno fuepublicado en 1951 cuando estaban de modael swing, la franela y el whisky con soda),pero que hace frotarse las orejas de conten-tos a editores y disqueros de medio mundo,se la lleva un autor romano Federico Moc-cia, que ha conseguido eclipsar a la mismísi-ma Fontana di Trevi con una ferretería senti-mental que está haciendo estragos en elmundo: poner candados en el Ponte Milvio,uno de esos puentes que, con menos gla-mour que Brooklyn o Waterloo, está a puntode ser literalmente cubierto por ese óxidoamoroso con el que muchas parejas adoles-centes sueñan con vencer el tiempo. Nadade juramentos de sangre, ni vampiros, nitablas tuneadas de skate o de surf, un buencandado de ferretería (puedes usar el de lavespino o el de la taquilla del cole) y a cami-nar para siempre unidos hasta el sagradomatrimonio. El caso es recurrente. Federicomandó su primer libro (Tres metros sobre elcielo) y fue estrepitosamente rechazado has-ta que con Perdona si te llamo amor rompiótodas las predicciones y volvió a aquellostiempos en que los románticos italianos(Luigi Tenco, Tony Renis, Jimmy Fontana)debatían estas cuestiones en el Festival deSan Remo. Los amigos del tocino de cielopueden también zamparse Tengo ganas deti, no apto para diabéticos culturales.

CUENTO GÓTICO. Pongámonos un pocomás serios y dejemos en paz a skaters, sur-fers, vampiros y candados. En la mesa denovedades de este otoño hay dos lecturasaltamente recomendables para ese sectordel público que los editores, llevados por sunatural pesimismo, engloban el dicho “paratodas las edades”. De Dave Eggers hemoshablado aquí cuando publicó Qué es el Qué ypodemos añadir que es el intelectual de mo-da en Estados Unidos, con sus revistasMcSweeney’s y The Believer y sus constantesacciones humanitarias en África. Su nuevaincursión que dará que hablar se llama ElMonstruo y es un relato fantástico sobre eluniverso de la infancia que los niños a duraspenas entenderán, pero que incide en lo quelos psicólogos llaman “desarraigo” y Almo-dóvar, “mala educación”. Un niño de familiadisfuncional que sufre la indiferencia de suhermana adolescente, de su padrastro y has-ta de su perro se interna un día en el bosquecercano a su urbanización y va a dar a la Islade los Monstruos, seres que le deparan unafantástica acogida hasta que tanto Max co-mo ellos se dan cuenta de una cosa: ambaspartes esperan demasiado del otro, casi co-mo en el amor. Spike Jonze tiene ya la pelícu-la a punto con guión de Eggers y muchosadolescentes ya empiezan a descolgar el dis-fraz de lobo colgado detrás de la puerta.

También con muchas credenciales de ge-nio-ligeramente-inadaptado se presenta elfrancés Mathias Malzieu, que llega a Españatras el gran éxito en Francia de La mecánicadel corazón, un cuento gótico ambientadoen Edimburgo (uno más) que cuenta las an-danzas del pequeño Jack que viene al mun-do con un corazón estropeado que tendráque reemplazar por ¡un reloj de madera!Una aventura romántica que va de Escociaa Andalucía con un peso en el alma: el prota-gonista nunca deberá enamorarse. Malzieu,como Amenábar, pone también música alas andanzas de su criatura puesto que es lavoz del grupo Dionysos.

La mecánica del corazón recuerda bas-tante a La melancólica muerte del chicoostra, del maestro Tim Burton, al que nosabemos bien si culparle de esta oleadade vampiros y novias cadáver; de adoles-centes románticos subidos a una tablade skate que arrecian sobre nuestro pano-rama editorial mientras él apura la pos-producción del gran espejo en el que serefleja todo esto, Alicia en el País de lasmaravillas, de Lewis Carroll. Yo siemprehe pensado que este hombre fue, en suvida anterior, un conejo. O

Paranoid Park. DVD editado por Avalon. Perdonasi te llamo amor y Tengo ganas de ti, de FedericoMoccia. Planeta. Jonas, de Jonas Brothers. Univer-sal. Monstruos, de Dave Eggers. Mondadori. Lamecánica del corazón, de Mathias Malzieu. Mon-dadori. Canal + emite desde septiembre la segun-da temporada de True Blood (Sangre fresca). Ali-cia, de Tim Burton, se estrenará en España elpróximo mes de marzo.

Mia Wasikowska, en una imagen de Alicia, de Tim Burton.

Maldita adolescenciaSkaters, surfers, vampiros,monstruos y candados—deVan Sant, Burton, Jonas Brothers, FedericoMoccia…— dominan el panorama de libros, películas, series y música para el público juvenil

Tim Burton apurala posproducciónde ‘Alicia’, el granespejo en el quese refleja todo esto

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VOY A HABLAR de Herralde, de ma-nera que me calzo los zapatos deplomo. Mi experiencia me ad-vierte que al editor-propietario

de la Yoknapatawpha anagrámica ningúnelogio le parece suficiente. Igual que lessucede a muchos autores, a don Jorge leagradan las buenas críticas, pero nuncacon el grado y la intensidad con que leenfadan las más pequeñas censuras. Losque lo conocen saben que su ego es tanpoderoso y extenso como ese admirable—y envidiado— catálogo construido conpasión y fervor, y otra vez pasión, a lolargo de cuarenta años. En él lleva impre-sos sus gustos y, en cierto modo, su biogra-fía adulta, igual que el arponero Queequegllevaba tatuada en su cuerpo la cosmolo-gía de su pueblo. De manera que empece-mos señalando la pequeña espinilla en lanariz: la reiteración con que algunos me-dios han resaltado en las últimas semanasuna pretendida excepcionalidad suya enla edición española se me antoja excesiva.Me trae a la memoria aquella ocasión(2001) en la que el habitualmente bieninformado LivresHebdo aseguraba con ro-tundidad francesa que Anagrama era “laúnica editorial literaria independiente enEspaña”. Está bien que en una época enque la edición más exigente parece ame-nazada por quienes le demandan rentabi-lidades imposibles, se homenajee a unode los más obstinados exponentes de la,digamos, resistencia. De acuerdo, Herral-de es grande (aunque mediano). Pero noúnico: de Salinas a Altares, de Pradera yCastellet a De Moura o Tusquets (Esther),por sólo mencionar a seniors vivos, se meocurre a bote pronto otra docena de nom-bres de la edición española del últimotercio del siglo XX que merecen el recuer-do de los medios. Herralde es ejemplo deindependencia y tenacidad (“apostamospor el fracaso”, suele decir) para la com-petente pléyade de juniors, sin duda. Pe-ro, como Napoleón en su Sacre (2 dediciembre de 1804), quizás ha tendido aexhibir su triunfo como el resultado desu esfuerzo casi exclusivo. Y eso que, enlas últimas semanas —tengo que recono-cerlo—, se ha acordado públicamente desu equipo, incluyendo, claro, a la impres-cindible Lali Gubern. Por lo demás, y es-pinillas aparte, en la fiesta del Principal—un nombre adecuado— de Barcelonaestuvo todo perfecto, desde el besama-nos al bailoteo. Allí estaban los poderesdel malabarista: su catálogo, su equipo,sus prestigiosos colegas internacionales ydomésticos, y los medios a quienes siem-pre ha sabido fascinar y que tanto le hanayudado a construir su reputación. Inclu-so algún político importante y algún otroal que le hubiera gustado serlo. Hubo ale-gría, complicidades y homenaje sincero.Todo quedó tan perfecto que, en un mo-mento dado —quizás consecuencia del

exceso de cava— me rondó la fantasía deque de sendas gigantescas tartas traídaspara la ocasión surgirían Marías y Vila-Matas y ofrecerían a la audiencia un elec-trizante y vertiginoso cla-qué. Y, ahora, a por otroscuarenta, uncle George.

Sin futuroTAL COMO ME enseñó mi abue-la, cuento hasta cien antes dedejarme arrebatar por la ira.Hay otros métodos: se decíaque al colérico señor Fraga—me refiero a cuando Fragaera Fraga— le solían colocarsobre la mesa de su despa-cho una docena de delicadasfigurillas de cristal o porcela-na que le obligaban a pensár-selo dos veces antes de darun manotazo al tablero enplena calentura de indigna-ción. Lo de contar hasta cienmientras pierde presión el va-por de mi cabeza lo suelopracticar cada vez que escu-cho o leo alguna de esas sen-tencias apodícticas a las que,bien motu proprio, bien vica-riamente, tan aficionado es elinefable (vicario) MartínezCamino. La última de sus sali-das antiabortistas es de las deantología: “Un pueblo quemata a sus hijos es un pueblosin futuro”. Qué lástima quemonseñor no fume (que yosepa), porque después deuna de esas, lo que a uno ledebe pedir el cuerpo (y el al-ma) es sentarse y dar buenacuenta de un montecristomientras se escucha a un barí-tono (Fischer-Dieskau, porejemplo) interpretando el ter-cer movimiento del Deuts-ches Réquiem. Está claro,monse: no conviene ir matan-do a los compatriotas por-que se puede producir unacatástrofe demográfica quenos oblitere el futuro. Yapuestos, algo parecido —envez de jalearle— le podíanhaber dicho al belicoso Cau-dillo el cardenal Gomá y losdemás (casi todos, por cier-to) jerarcas de la Iglesia espa-ñola en 1937. Calmo mi cóle-ra, finalmente, gracias a lalectura de las diatribas y sar-casmos de Thomas Bern-hard, uno de los mayores cascarrabias lite-rarios del siglo XX, incluidos en Mis pre-mios (Alianza, traducción de MiguelSáenz; en librerías el día 15), una recopila-

ción póstuma de escritos en torno a losgalardones que recibió y a algunas sono-ras dimisiones. No se trata de un granBernhard, pero nos lo recuerda.

CutreríoEN LOS LÍMITES del control (Jim Jarmus-ch), una de esas películas que intentan

establecer una relación adulta con el es-pectador, la Rubia (Tilda Swinton) le di-ce al Solitario (Isaach de Bankolé): “Megustan las películas antiguas. Puedes ver

cómo era el mundo hace30, 50, 100 años”. A mí mepasa lo mismo: me sumerjoen el cine de hace tres o cua-tro décadas y se me quedala retina infectada de pasa-do. A estas alturas de la(otra) película, me importacada vez menos que lo quecuenten esas cintas sean de-formaciones más o menosinteresadas y flagrantes deaquella realidad que investi-gan los historiadores. Tam-poco busco sociología, sinosignificado y atmósfera. Yde eso sabe mucho el ci-neasta, novelista y drama-turgo Álvaro del Amo, queacaba de publicar, corregi-da y aumentada (en Alian-za), una nueva versión desu clásico La comedia cine-matográfica española. Publi-cado por Cuadernos para elDiálogo en 1975, justo cuan-do esa comedia de finalesde la dictadura se encontra-ba en su cenit, el libro trazauna taxonomía del subgéne-ro más popular y taquillerode una época en que—salvo notables excepcio-nes— el cutrerío más lamen-table se apoderó de las pan-tallas españolas. Descen-diente más o menos directodel sainete y la zarzuela (enel mejor de los casos) y deastracanada y el chiste cuar-telero, fascistoide y falócrata(en el peor), aquella come-dia en la que se apelotona-ban la moral y los tópicosideológicos tardofranquistasnos sigue hablando del ladomás hortera e insoportabledel cine nacional. Y, oblicua-mente, del público a quiense dirigía. Del Amo no entraen valoraciones, lo que esmuy de agradecer. Lo que leinteresa es el análisis for-mal, las estructuras, lasconstantes, los temas y losmotivos: el estilo, en defini-tiva, de aquel rentable ma-nierismo de la industria ci-nematográfica española. Lanueva edición prolonga el

análisis hasta 2008, demostrando la vi-gencia de un subgénero que ha encontra-do continuación en las comedias “conyu-gales” de la tele. O

Herralde sube al cielo (en vida)

Ilustración de Max.

SILLÓN DE OREJAS Por Manuel Rodríguez Rivero

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Por Miguel Mora

LLEGA VESTIDO de negro riguroso, ycon una sonrisa irónica, o más pro-bablemente sardónica, se sometedurante 40 minutos a la tortura de

una entrevista con un puñado de periodis-tas. En un momento dado, una valientesuelta la palabra prohibida, starchitect (ar-quitecto-estrella), y Frank O. Gehry (To-ronto, 1929) se irrita desde la atalaya desus ochenta años. “¡Yo no soy un starchi-tect! Sólo soy un arquitecto. ¿Y sabenquién inventó esa jodida palabra?”, bra-ma. “¡Un periodista!”.

Estamos en la Triennale de Milán, mag-nífico edificio fascista de Giovanni Muziorodeado de parques, y Gehry acaba de visi-tar la exposición que reúne la docena deproyectos, casi todos realizados, que hacreado desde que en 1997 terminara la cons-trucción del Guggenheim Bilbao, ese titánde titanio que cambió con su belleza nuevay cambiante no sólo el paisaje y el alma dela ciudad —y quizá del País Vasco—, sino elconcepto mismo de arquitectura civil.

Gehry ha llegado con el comisario de laexposición, su amigo italiano Germano Ce-lant, que enseña el mundo creativo, arqui-tectónico y tecnológico de Gehry recopilan-do dibujos, vídeos, materiales, descartes,cartones, software, planos y maquetas. Elfascinante proceso de experimentación deGehry es un viaje que mezcla arte y arte-sanía, tecnología punta y tradición, adapta-ción metafísica al medio, imaginación, soli-dez y garbo.

“Esa polifonía, esa fusión de universoslingüísticos”, como la define Celant, se pal-pa desde los primeros bocetos a mano—esos burruños llenos de misterio y dehilos que plasman la impresión general—hasta las últimas maquetas de cartón ymadera, siempre menos perfectas que su-gerentes.

Se trata de la primera exposición dedi-cada por la Triennale al arquitecto cana-diense afincado en Los Ángeles, pero sontiempos de recesión y Gehry no parece es-pecialmente alegre. En los últimos meses,la crisis ha truncado algunos proyectos, co-mo el del aeropuerto de Venecia —“estosignifica que nunca haré nada en Italia”—o su plan de urbanismo para Brooklyn, yha tenido que despedir a la mitad de los220 trabajadores que tenía en su estudio.

Lo dice triste, amargado. Como si estanueva época de austeridad forzosa encaja-ra mal con su grandeza sinuosa y a vecesgrandilocuente —véase la intervención fa-raónica en Sentosa, una isla de Singa-pur— y con su ambición de dejar en cadaobra algo definitivo, un icono.

Esa potencia, esa especie de delecta-ción por ser, y saberse, capaz de cualquiercosa, o quizá el mejor, se adivina tambiénen su irónica pose de divo cascarrabias yse respira a cada paso en la exposición. Esun paseo irreal, casi de ciencia-ficción,que deja sensaciones contradictorias. El ta-lento del arquitecto-inventor-artista-cons-tructor es asombroso. Su manera de soñar

la obra desde cero, como un pintor ante ellienzo, es emocionante, con sus homena-jes al cubismo, al arte povera (del que Ce-lant es gran especialista) o al constructivis-mo. Y su compromiso con la innovación seexplica con el nacimiento de Gehry Tech-nologies y la invención del software Catia,que mejora el proceso de creación arqui-tectónica en 3D y le ayuda a calcular lasestructuras más revolucionarias.

Luego están los reparos: algunos han di-cho que ese nuevo estilo nacido en Bilbao(aunque el Disney Hall de Los Ángeles esanterior) regresa por todas partes, se cuelacasi sin querer, y quizá le lleva a concedersealguna imitación aparente, o directamentea copiarse —según señala él mismo—.

Otro pensamiento capcioso: la obra re-ciente del premio Pritzker de 1989, al ver-se junta, define de un solo vistazo una era,la de los disparates financieros, el tiempodel exceso, del nuevo rico y del edificio-marca. Quizá hace falta una segunda mira-

da. ¿El “efecto Bilbao” es solo un golpe deefecto? ¿Una coartada para favorecer laespeculación? ¿La palanca de marketingde un starchitect? El tiempo ha dado surespuesta: no. Y Gehry la subraya con da-tos y sin caer en inmodestias innecesarias:“Doce años después, el museo recibe unmillón de visitantes al año y es una máqui-na de hacer dinero. Costó 97 millones dedólares, y todavía no se ha caído”.

Quizá más importante, el coloso delNervión sigue sugiriendo todo tipo de lec-turas y emociones a sus visitantes. Alguienlo ha comparado con Don Quijote ga-lopando hacia un horizonte incierto. Lasplacas voladoras, los techos curvos, los es-pacios inmensos… Celant explica que losedificios de Gehry, contra lo que se puedapensar, no nacen desde fuera, sino por ydesde dentro y se proyectan hacia fuera,

con la ambición de crear urbanismo y nosólo arquitectura. Ése es el mensaje de laexposición: Gehry es sobre todo un urba-nista, quizá frustrado.

Pero esa espectacularidad nunca olvi-da el plano interior, explica Carmen Gimé-nez, que ha venido a Milán para ver laexposición y ha montado en Bilbao expo-siciones de artistas como Calder, Juan Mu-ñoz o Cy Twombly. Giménez destaca quetrabajar en los espacios interiores de Ge-hry es un verdadero placer: “Cuando es-tán bien por fuera, los edificios tienenque estar bien también por dentro. Y Bil-bao es fantástico. Todos los espacios sonbellos, muy inspiradores, y los artistas,incluso los más difíciles, adoran exponerallí. Twombly odiaba a Gehry y odiabaBilbao, y cuando llegó y vio su obra seemocionó. Richard Serra quería ese espa-cio maravilloso donde su obra se puedever desde arriba, como una maqueta, esoes único en el mundo. El Guggenheim deNueva York, el edificio de Frank LloydWright, es mejor para los clásicos. Bilbaoes una joya para el contemporáneo”.

¿Quizá es que su poética del exceso esen el fondo una crítica de ese exceso?“Se acabaron los tiempos del exceso”,responde Gehry sin ocultar su tristeza.“Se acabó el derroche, y toca respondera ese reto. No sé si es bueno o malo,pero es lo que hay. Hay que ahorrar ener-gía y dinero. Hacer arquitectura verde.Ahora todo tiene que ser verde. Y es real,porque si no estamos muertos”.

Y continúa, embalado y presumiendo:“En fin, yo ya he pasado por eso: en losaños sesenta hice arquitectura verde, eco-lógica. Mis clientes no tenían apenas re-cursos, y hacía oficinas y casas baratas,para la clase media. Adapté mi arquitectu-ra a sus recursos. Para mí todo cambio esexcitante, me gusta el reto… Habrá cole-gas que pensarán distinto, claro. Será in-teresante ver lo que hacen. La cosa verdese ha convertido en la coartada de muchagente sin talento. Pero no serán los arqui-tectos sin talento los que resuelvan elproblema. Yo ya hablaba de ahorrar ener-gía en los años sesenta, cuando llevabafular y melena. Ahora dicen que la arqui-tectura es menos importante que lo ver-de. Pero el mundo es para la gente. Y lagente necesita arte, música… Si el arte esmenos importante que lo verde, mejorabandonar el mundo. Yo no quiero viviren un mundo donde no se pueda escu-char a Stravinski”.

PREGUNTA. El peligro es que la ecolo-gía se ha convertido en un asunto políti-co.

RESPUESTA. Quizá la solución es legis-lar mejor para ahorrar energía. Pero cadaindividuo puede hacerlo por sí solo conexactitud. Ed Begley junior, el actor, vivecompletamente verde. Recicla orines y he-ces, come de la huerta, va siempre en bici,no tiene coche, es un tipo puro, un mode-lo. Todos deberían copiarle. Y el Gobiernode Brasil debería deja de talar la Amazo-nia, y alguien debería inventar un sistemabarato para convertir el agua del mar en

agua potable, y todos debemos aprender avivir más modestamente, gastando menosy olvidándonos de tener dos coches… Pe-ro sólo si las sociedades se comprometenmás obligaremos a los Gobiernos a hacerpolíticas más sostenibles.

P. ¿Diría que sus museos y salas deconciertos son verdes?

R. Eso depende del cliente y del lugar.Vuitton, por ejemplo, quería que el edificiofuera de cristal necesariamente. Y la ciu-dad no aceptaba el edificio a no ser quefuera verde. Es difícil hacer un museo decristal verde. Sólo es posible en París. EnBilbao, por ejemplo, teníamos el río cercade una ciudad del siglo XIX, un puentegigante, y una capital deprimida por la cri-sis de la industria del acero y los astilleros.Así que usamos el acero para ayudar a laeconomía local, y buscamos esa aleaciónde titanio porque en Bilbao llueve mucho yel titanio con el agua se vuelve de colororo, es un milagro. Pero no todo dependedel arquitecto. Las galerías de exposiciónen Bilbao se hicieron bajo la supervisiónde Tom Krens, y a mí siempre me pareciódemasiado grande la sala de abajo. Yo laquería dividir, y tenía un sistema ideadopara hacerlo, pero él se empeñó y yo medisgusté mucho. Luego, para demostrarmeque él tenía razón, encargó las piezas gigan-tes a Serra. Lo hizo sólo por eso, jajajá.

P. ¿Cómo cree que ha funcionado elmuseo?

R. Carmen Giménez, que es extraordi-naria, ha hecho exposiciones maravillosascomo la de Twombly. Al principio dijeronque no funcionaría. Pero los artistas que

e

Frank O. Gehry“Se acabóel derroche”“¡Yo no soy un starchitect! Sólo soy un arquitecto”, afirma el autorde edificios emblemáticos en todo el mundo, entre ellos, el MuseoGuggenheim Bilbao. La Triennale de Milán recorre su obra desde 1997

F

“No sé si es bueno omalo, pero es lo que hay.Hay que ahorrar energíay dinero. Hacerarquitectura verde. Ahoratodo tiene que ser verde”

“El urbanismo está enmanos de los constructores,las grandes firmas delladrillo y el paisaje, lospolíticos. Nosotrosservimos a los clientes”

ARQUITECTURA / Entrevista

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exponen allí lo adoran. En Toronto lo hici-mos muy diferente. Hicimos las salas blan-cas, minimalistas, pero con corazón…

P. ¿Y el Guggenheim de Abu Dhabi se-rá verde?

R. Bueno, están tratando de crear unacultura nueva, de entrar en el mundo. Hasido un pueblo aislado, nómada, manda-ron a sus jóvenes a las mejores universida-des del mundo y ahora quieren estar en elmismo circuito que París y Nueva York.Tienen los recursos, dicen que se los haenviado Dios, y han llevado ya algunospicassos bastante salvajes y no ha pasadonada. Tom Krens está trabajando en ello, yva a hacer una colección muy internacio-nal, han ido ya conservadores de todo elmundo, algunos judíos y otros declaradosantisemitas, y no ha habido problemas.Habrá artistas maravillosos, algunos africa-nos, por ejemplo. Allí no sólo viven en eldesierto. Acceden a Europa, a Asia, a Occi-dente. Y funcionan. Es un proyecto un po-co volátil, pero quizá marche bien.

P. ¿La globalización le gusta?R. Es inevitable e interesante. Lo más

interesante que está pasando ahora es elmatrimonio interracial. Es muy excitantever cómo se fusionan las culturas en lasnuevas familias. Los arquitectos llegare-mos también a eso. Cuando intentas pararalgo en marcha, es imposible. Una amigamía está muy preocupada porque unacompañía médica usa ratones. Debería ir-se a vivir a otro planeta.

P. ¿Cree que será recordado como unradical?

R. ¿Acaso Foster es un radical? Kool-

haas sí lo es, pero no sé si eso es importan-te. Algunos tienen la capacidad de experi-mentar, otros no, y tampoco les podemosculpar por eso.

P. ¿Se considera un starchitect?R. Siempre habrá arquitectos caros y ma-

los técnica y financieramente. Pero yo cons-truí el Guggenheim Bilbao con un coste de300 dólares el pie cuadrado. Presupuesté100 millones de dólares, y lo acabé por 97.Doce años después sigue allí, y el manteni-miento no es difícil. En el Disney Hall (lasala de conciertos de Los Ángeles) gasta-mos 215 millones de dólares, y el presupues-to inicial era de 207. Y tampoco se cae. Y ala gente le gusta. Cinco años después, siguefuncionando. Mucha gente identifica Bil-bao y Los Ángeles con esos edificios.

P. ¿No cree que los arquitectos pien-san demasiado en sus edificios y se olvi-dan de las ciudades?

R. El urbanismo está en manos de lascorporaciones de constructores, las gran-des firmas del ladrillo y el paisaje, lospolíticos. Nosotros somos arquitectos yservimos a los clientes. Ellos nos invitan,nosotros no podemos llegar e imponer-nos. Las grandes firmas no llaman a losarquitectos, tienen los suyos. Yo lo inten-té en Brooklyn, pero fracasé. Habrá queseguir intentándolo. Quería hacer unplan de ciudad escolar, y no salió. Loretrasaron varias veces, llegó la crisis yfue imposible. En Estados Unidos, el ur-banismo está muerto. Y los arquitectosno contamos nada. Hay que meterse de-masiado en política. Y a veces ni eso sir-ve. Foster va a hacer urbanismo en Abu

Dhabi. Cuando lo haya acabado, estare-mos en silla de ruedas. Está teniendo pro-blemas. Su sueño era diez veces mejorque lo que hay en los planos.

P. ¿Se puede ser arquitecto y artista ala vez?

R. Adoro a Cervantes y a Lewis Carroll,mis mejores amigos son los artistas. Raus-chenberg, por ejemplo. (Entra Renzo Pianoen la sala). Y Renzo Piano es el mejor arqui-tecto del mundo. Jajajá. Los edificios públi-

cos son también una forma de urbanismo.Las ciudades tienen que tener iconos. Bi-bliotecas, hospitales, museos. Dentro de100 años, la gente los verá y dirá: “¿Qué eseso?”. Y pensará: es arte. O

Frank O. Gehry dal 1997. Triennale de Milán.Hasta el 10 de enero. www.triennale.it

Frank O. Gehry, fotografiado en 2006 en Elciego (Ála-va). Foto: Pradip J. Phanse

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Donald JuddGalería Elvira GonzálezGeneral Castaños, 3. MadridHasta el 10 de octubre

Por Javier Maderuelo

EL ARTISTA Donald Judd (Misuri,1928-Nueva York, 1994) comenzó sucarrera como pintor en un momen-to en el que los críticos que apoya-ban la abstracción pospictórica ha-bían reducido la pintura literalmen-te a la nada. Está situación obligó aljoven Judd a tomar dos decisiones:primera, defender personalmentesus posiciones estéticas, escribien-do como crítico en las revistas dearte, y segunda, desbordar las posibi-lidades bidimensionales de la pintu-ra, reclamando las tres dimensionesdel espacio, de manera que su obracobra volumen, entrando así en con-flicto con el arte escultórico que, amediados de los años sesenta, esta-ba siendo redefinido y reformuladopor sus propios compañeros de ge-neración, contribuyendo él mismocon sus escritos teóricos y críticos aesa redefinición.

La obra de Donald Judd, por tan-to, es un producto altamente intelec-tualizado que responde, además, auna doble voluntad, por un lado elartista realiza un trabajo metódico,riguroso y objetivo, sin dejarse influirpor los sentimientos o caprichos per-sonales y negando la posibilidad deexpresividad en la obra artística, porotro lado, Judd pretendía hacer unarte que respondiera a los idealesnetamente norteamericanos o, me-jor, que se aleje de la tradición de lahistoria que, para él atenazaba alarte europeo, librándose de caer encomposiciones relacionales, queeran deudoras de la simetría del cla-sicismo. Judd resuelve este doblepropósito introduciendo la idea me-canicista de ordenar “una cosa tras

de otra” para lo cual se sirve de pro-cedimientos de repetición, seria-ción y progresión.

Precisamente, la exposición quese puede ver en Madrid muestra nue-ve obras que proceden de este tipode trabajo sistemático (y mecánico)sobre las progresiones. Son obras eje-cutadas en metales lacados o dora-dos que se cuelgan en la pared, co-mo los cuadros, pero que poseen unvolumen cerrado y opaco, con la ma-terialidad propia de la escultura, pe-ro que ofrecen un acabado cromáti-co, como lo hace la pintura. Cadauna de estas obras ha surgido de unalarga serie de debates sobre el arte ylas artes, sobre la inexpresividad, laausencia de emotividad, así como so-bre la racionalidad del arte, ya que, apesar de la distancia que el rigor crea-tivo de Judd impuso a sus obras, és-tas, en su frío corazón metálico y ensu presencia técnica, no dejan de pro-vocar en el espectador una fruiciónestética muy profunda.

¿Qué hay en ellas que las hacentan atractivas? En primer lugar, unapresencia física adecuada. A pesar deser de pequeño tamaño, en compara-ción con las piezas más carismáticasdel artista, estas obras mantienenuna proporción justa, suficiente paraafianzar su presencia en el muro,mientras que las relaciones de pro-gresión (no muy evidentes a la vista)permiten establecer una tensión en-tre las partes que se acentúa con lafalta de simetría. Otro tema impor-tante es que la sencillez de las for-mas de que hacen gala estas obrasresponde no sólo a fórmulas compo-sitivas y estructurales sino a una cla-ridad de propósitos y a una convic-ción en las ideas que dieron origen alminimal art. Pero, por encima de lasteorías y las alambicadas explicacio-nes que se puedan ofrecer sobre es-tas u otras obras de Donald Judd, sutrabajo ha marcado claramente unaépoca, la de los años setenta. O

LLAMADA EN ESPERA Andy Warhol

Gustav KlucisEn el frente del arte constructivistaCajasol, VimcorsaSala de exposiciones VimcorsaÁngel de Saavedra, 9. CórdobaHasta el 15 de noviembre

Por Juan Bosco Díaz-Urmeneta

LA BIOGRAFÍA artística de Gustav Klucis correpareja con los avatares de la revolución soviéti-ca. A los primeros años de experimentación ybúsqueda de lenguaje sigue un periodo de com-promiso militante que pronto desemboca enentusiasmo ideológico por la construcción delsocialismo en un solo país, bruscamentecortado por el terror estalinista. Revolu-cionario de primera hora, Klucis se incor-pora a una unidad militar de élite. Allí,en 1918, realiza sus primeras obras enun lenguaje futurista con ciertos tonosheroicos. Pero enseguida se interesa porun arte formal, que aborde de modomás analítico problemas espaciales, y en1920 indaga las posibilidades del supre-matismo, quizá bajo la influencia deSen’kin que había trabajado con Malevit-ch. En 1922 empieza a proyectar tribu-nas de oradores y muebles expositores,de clara inspiración constructivista, y aejercitarse en el diseño gráfico. Mediadala década, sus carteles muestran ya lasclaves de su comprensión del fotomonta-je sobre el que teorizará en 1931.

Pese a su rápida sucesión, cada etapaconserva su sello personal. Asalto, fusile-ros letones, un dibujo futurista, ya incor-pora la fotografía y se ejercita en unaocupación del espacio atenta a la fuerzade las diagonales. Las mismas caracterís-ticas pesan en Ciudad dinámica, unalimpia obra formal a la que, sin embar-go, añade fragmentos de papel fotográfi-co, una alusión a los materiales industria-les del constructivismo. La potencia deesa forma le permite construir sobre suestructura un conocido fotomontaje, Por laelectrificación de todo el país. Pero su obra demadurez empieza, sin duda, en los diseños detribunas: en ellas incluye proyectores o ampli-ficadores del sonido, pero es mucho más inte-resante el modo en que tales artilugios, de ma-teriales sencillos y baratos, crean eficazmenteespacio propio. Tal capacidad arquitectónicase advierte en la ambiciosa instalación urbanaque celebró la construcción de la presa delDnieper.

Dada la escasez de medios y la funcionali-dad de las tribunas, Klucis limitó su gama decolor a blanco, rojo y negro. Esa misma emplea-ría en sus fotomontajes. Quiere distanciarlosde los que hacen autores alemanes: frente a lacarga crítica de los diseños de Heartfield, los deKlucis son sobre todo ideológicos y aun doctri-

narios. Heartfield frecuenta un terreno icónicodonde puede jugar con la alteración de contex-tos; Klucis prefiere las estrictas construccionesgeométricas (formadas a veces con la tipogra-fía) en las que inscribe imágenes encontradas,subrayando con el movimiento de los cuerposel dinamismo de un espacio basado en el vigorde las diagonales. Las tarjetas y carteles de laEspartaquiada (nombre soviético de la olimpia-da) de 1928 son muy claras en este sentido.Después, el movimiento se serena y los gestosse condensan, como ocurre en Saldemos con elpaís la deuda del carbón, uno de sus mejorescarteles.

Los bocetos expuestos y los que puedenverse en la filmación del Álbum rojo (Klucis

guardó en él bocetos, recortes de prensa y foto-grafías de sus obras) muestran un cuidadosotrabajo de selección de imágenes y un minucio-so ensayo de estructura gráfica, atendiendo almejor potencial de comunicación, sin conce-siones al naturalismo que podía distraer delcontenido ideológico.

Pero la orientación estalinista marcaba otradirección: la retórica del realismo sustituía lasideas por emociones fáciles y, sobre todo, evita-ba la enojosa intromisión del arte en la política.Los documentos cinematográficos en la exposi-ción dan cuenta de esta deriva que también sellevó la vida de Klucis. Fusilado en 1938, sesilencia su nombre, y su obra se destruye. Fuerehabilitado en 1959. En 1970 se exponen sustrabajos que celosamente guardó su viuda, Va-lentina Kulagina. O

La marca de los setenta

Rojo, negro y blanco

Por Estrella de Diego

2-5-75, Bernstein (1975), de Donald Judd.

“ANDY MURIÓ AYER: nunca dejará de sorprendernos”. De estemodo se expresaba un amigo tras la muerte absurda deWarhol después de una operación rutinaria. Han pasadomuchos años desde aquel 1987 y el artista americano siguedando sorpresas. Se las va a dar a todo Buenos Aires dentrode un mes escaso cuando se presente en el Malba AndyWarhol, Mister América, una muestra que recogerá, ademásde sus obras clásicas y sus películas, material fotográficomenos obvio —desde polaroids hasta fotos cosidas—.

Y se las dará al público madrileño que se pase en estosdías por la galería Pepe Cobo y Cía —que, como Andy, nopara de darnos sorpresas con las exposiciones estupendasque propone—, en la cual se pueden ver medio centenar defotos en blanco y negro, inesperadas y exquisitas, resumende la pasión urbana de Warhol, esos ojos ávidos por captu-rar las cosas corrientes de la vida de todos los días —desderetretes hasta platos, pasando por vistas de ciudades omercadillos—; ojos que luego, ante los ojos mismos, logra-ban que los objetos banales se convirtieran en ese aconteci-miento modernísimo, sorpresas contemporáneas por exce-lencia, las que ocurren sin sobresaltos, absurdas y adictivas.

Hay en la selección de Pepe Cobo y Cía momentos de

diez —seguro que a Warhol le hubiera divertido exponer enese espacio de delicioso malentendido—, incluso por loantiwarholiano del asunto: desde la tienda de los nativosamericanos hasta una señora rodeada de palomas a puntode tener regusto a Weegee. No hace falta mencionar loactual del ojo certero de Warhol que nada tiene que envidiaral trabajo de Zoe Leonard, aquí un poco de moda en losúltimos tiempos, a destiempo. Warhol es como Picasso:hace todo lo que hacen los otros y a veces hasta mejor.

Como soy una clásica, personalmente me quedo con lasfotos de los escaparates: estupendas. Aunque son genialeslas de los mercadillos, raras en su producción con esasgentes corrientes que rebuscan entre lo acumulado —quépoco glamour, caramba—. El conjunto merece la pena: co-rran a verlo. Les sorprenderá.

Mientras miraba estas fotos, a veces “tan poco” NuevaYork, incluso “tan poco” Warhol —qué maravilla—, pensa-ba en la muestra que acaba de clausurarse en Bogotá—antes de ir a Buenos Aires— auspiciada por el Banco de laRepública y la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, en cu-ya sede podían verse las películas y los screen tests. El catálo-go va a ser un volumen fundamental para las relecturas

sobre el artista, me parece, a partir de textos como el deBeatriz González o las entrevistas a jóvenes artistas latino-americanos, hasta cierto punto “warholitas”, como Kuitka oIran do Spirito Santo.

Era raro y emocionante ver esas obras tan lejos de sulugar de origen o de sitios como Londres o París, igual quees raro ver a Warhol en una galería comercial de Madrid—cosas de las llamadas periferias y de sus finales, claro—. Y,pese a todo, cuánto le hubiera gustado a Warhol Bogotá,pienso de pronto. Cómo le habría fascinado lo actual de estaciudad y las aglomeraciones de sus tienditas, los colmadosdel centro, donde, como en las fotos de Andy Warhol, seacumula de todo. Cómo le hubiera gustado leer el libro delteórico Armando Silva, Bogotá imaginada (Taurus, 2003), enel cual cada imagen estereotipada de la ciudad se resquebra-ja y se multiplica como ocurre con las obras del artista pop.Warhol en Bogotá —o en Madrid— tiene un sabor diferentea Warhol en Nueva York. Tiene un sabor más radical, máscombativo, como si ese quiebro a Norteamérica que desdo-bla su producción se hiciera más claro, patente, punzantedesde la terraza mítica que se abre a la ciudad latinoamerica-na. Su Bogotá soñada —y la mía—. O

Saldemos con el país la deuda del carbón (1930), de Klucis.

ARTE / Exposiciones

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RECUERDO CUANDO descubrí 1984:una edición de la biblioteca RTV,primeros años setenta. Un inven-to franquista, o fraguista: cultura

popular, libros a cinco duros. “Bueno,pues no me parece nada mal”, decía yo.“Es que no te fijas, no piensas”, me contes-taban mis amigos engagés. “Es una manio-bra del régimen, chato. Orwell, sin ir máslejos. ¿Por qué crees que lo han sacadoahí?”. “No sé. ¿Qué pasa con Orwell?”. DeOrwell hablaban pestes los padres de misamigos engagés, casi todos del PSUC. “Unreaccionario, hombre. Un anticomunistafuribundo”. Orwell estaba en el podio mal-dito de la izquierda, junto con London(La confesión, que acababa de estrenarCosta-Gavras) y Koestler (El cero y el infi-nito, que hasta se hizo en Estudio Uno).Luego lo leías y sacabas tus propias con-clusiones: ese partido que lo controla to-do, ese rostro con bigote que está en to-das partes, en todas las monedas…Humm. Poco más tarde apareció en Desti-no, creo, Sin blanca en París y Londres,otra joya. Pre-Henry Miller, pre-genera-ción beat. Orwell me caía de coña. Untipo esencialmente decente, con un par.“Libertad de expresión es decir lo que na-die quiere oír”. Como, por ejemplo, queHitler y Stalin eran primos hermanos. Oque un crimen de izquierdas sigue siendoun crimen por muy temprano que te le-vantes. Hablaba del asesinato de AndreuNin, claro. Y de la persecución y masacredel POUM. Denunciar esas cosas comotestigo principal y sin dejar de apoyar alos laboristas le valió la condena de (casi)toda la intelectualidad europea de posgue-rra: traidor, vendido a la derecha, espía,incluso. Cuanto más sabía de él mejor mecaía. Un hombre de fiar, que nunca sacótajada. Y la lección de sus últimos años,viviendo con cuatro perras, tuberculoso,escribiendo, escribiendo, escribiendo…

A finales de septiembre, 1984 se pre-sentó en el María Guerrero, y este finde ladan en Vitoria. La semana pasada llegó alPoliorama barcelonés. Un retorno a casaen toda regla: desde su terraza, en mayode 1937, Orwell protegió, a tiro limpio, loslocales de la ejecutiva del POUM, junto alcafé Moka. Tim Robbins estrenó la fun-ción en Los Ángeles, en 2006, con su ban-da, The Actor’s Gang, y desde entonces hagirado con ella por medio mundo. Ya erahora, porque la adaptación al cine, peseal tándem Hurt-Burton, era un pestiñoretórico y solemne. La mejor versión (in-confesa) de 1984 sigue siendo, para migusto, Brasil, de Terry Gillian, pero ésta,firmada por Michael Gene Sullivan, y enuna tonalidad absolutamente opuesta (se-ca, concisa) también me ha gustado mu-chísimo. A juzgar por los comentarios del

intermedio, no era la mía una opiniónmayoritaria. La que más veces escuché:“Muy pobre ¿no?”. Desde luego: un direc-tor “europeo” hubiera convertido el mon-

taje en una apoteosis high-tech, con cien-tos de cámaras y el rostro del Gran Herma-no multiplicado en cien pantallas. Rob-bins las sustituye por cuatro ventanucos(creo que el término correcto es “aspille-ras”) en la sala de interrogatorios dondetienen encerrado al pobre Winston Smith.Esquiva lo previsible, esquiva el dispen-dio (las subvenciones al teatro públicoamericano caen con cuentagotas) y esqui-va lo que más me temía yo, los mensajesinequívocos: que W llevara el mono naran-ja de Guantánamo, que apareciera unafoto gigante de Bush o imágenes de lastorturas de Abu Ghraib. Se concentra enel trabajo de los extraordinarios actores,del mismo modo que Gene Sullivan va

directo al hueso: la tercera y última partede la novela. Antes he mencionado Laconfesión y El cero y el infinito, y la verdades que esta adaptación sigue sus pasos: lamecánica de un juicio totalitario. Comoen la novela de Nabokov, W está invitadoa una decapitación: al acabar le ofreceránsu cabeza en bandeja, lavadita y recom-puesta para que vuelva a pensar como esdebido. El esquema inquisitorial podíaaburrir, pero el ritmo (rápido, enérgico)nunca decae. W, interpretado por el por-tentoso Cameron Dye, está encadenadoen el centro de la sala, casi inmóvil, agota-do pero exhalando intensidad, sacudidopor descargas eléctricas reales e imagina-rias: terribles calambrazos y no menos la-cerantes flashes de su pasado. Los actoresse desdoblan: ahora son interrogadoresdel Partido, ahora Julia, la amante (queKaili Hollister interpreta como si fuera unpersonaje de D. H. Lawrence, de sensuali-dad libérrima), ahora sus amigos traido-res, ahora (Nathan Kornelis) el propio Wantes de caer en el cepo. Hay humor, ne-grísimo: las reflexiones de Syme (V. J. Fos-ter) sobre la Neolengua como velo de larealidad: “Dentro de unos años, cuandoesté acabado nuestro diccionario, nadielogrará entender esta conversación”.

Y lirismo: Robbins/Sullivan rescatanla fugaz figura del anticuario (Steven M.Porter) que sirve la hermosa metáforadel pisapapeles con un minúsculo coralrojo, emblema de un tiempo perdido,aprisionado en vidrio. En el último ter-cio, el temible O’Brien (Keythe Farley),maestro torturador, abandona los ven-tanucos (o aspilleras) y comparece enescena, tan modoso y terrible como elCrystalsen de Barra siniestra (otro Nabo-kov orwelliano, megaorwelliano) para re-doblar “personalizadamente” el acoso yplantar ante W su terror más profundo.Farley es otro actorazo de primerísimafila y, por cierto, el coautor del musicalBat Boy, una de las sorpresas del off-Broadway de los últimos años: estos ame-ricanos son talentos tentaculares. Ha-blando de actores, de talentos y de perso-najes aprisionados, voy a barrer un pocopara casa, porque esta semana he vistootra interpretación de campanillas. Encine, no en teatro, pero se la recomiendoigualmente porque está a punto de estre-narse: Celda 211, de Daniel Monzón. Unpeliculazo americanísimo en esa mismaonda (sobriedad, talento narrativo, conel toque magistral de Jorge Guerricaeche-varría, entre Siegel y José Giovanni), y unplantel de actores en estado de gracia,entre los que destaca, y cómo, el trabajode Luis Tosar como Malamadre, otrohombre de fiar. Ahí teníamos un Oscarcantado, señores/as académicos/as. O

V. J. Foster, Cameron Dye y Brian T. Finney, de The Actor’s Gang, en 1984. Foto: Jean-Louis Darville

Un director“europeo” hubieraconvertido el montajede ‘1984’ en unaapoteosis ‘high-tech’

Invitado a una decapitaciónEl director Tim Robbins aborda la versión teatral de 1984, de Orwell, yendo directo a la médula de la novela. La daforma a través de un juicio totalitario, deja de lado lo superfluo y se concentra en el trabajo de unos excelentes actores

PURO TEATRO Por Marcos Ordóñez

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Por Carlos Galilea

FUI A CANTAR a México”, cuenta Con-cha Buika, “y Chavela entró en elcamerino llorando y me dijo: ‘Túeres mi hija la negra”. Aunque no

fue amor a primera vista. Se habían conoci-do en Madrid. “De todos es sabida la malaleche de Chavela. Mariana, mi representan-te, me llevó a la Residencia de Estudiantes.La idea era que Martirio y yo la acompañára-mos en un concierto. Empezamos a hablar yme dice: ‘Cántame, niña’. Y a mí me temblóun poco la voz. Antes de que terminara medijo: ‘Para, para, necesitas mucho todavíapara poder cantarme’. Me quedé de piedra.Nos marchamos a casa y me llamó Marianay me dijo: ‘Dice Chavela que no te quiere enel escenario, ni a ti ni a la otra”, recuerdacon una carcajada. “Un día estaba yo muysola, me sentía muy mal, y Chavela me echóla bronca”, dice riendo. “Me dijo que yo erauna de esas bobas que tenía la soledad co-mo enemiga. Que la soledad era la mayor delas libertades y que tenía que aprender aaliarme con ella. Chavela sabe decirle: ‘Nosestamos aburriendo, pero nos aburrimos lasdos, no te confundas”.

Ahora la mallorquina con sangre guinea-na ha grabado para El último trago cancio-nes que Chavela Vargas hizo suyas. “Mu-chas pertenecen a mi infancia. A mi mamála educaron mucho. La enseñaron a solem-nizar el dolor, que es algo que nos negamosa hacer. El desamor es otra faceta del amorque necesita un poco de publicidad a favor.

Necesitamos más ayuda que en el amor por-que el amor es una fuerza que a veces hastate cuesta frenar. El desamor hay que empu-jarlo si se quiere salir de él”, afirma en laoficina de su agencia.

Concha Buika atribuye la idea del disco a“una conjura entre Javier Limón, Pedro Al-modóvar y Mariana”. Lo ha grabado con elcubano Chucho Valdés, uno de los grandespianistas actuales: “Es uno de esos maestros

que deja espacio”. “Tiene la capacidad dedestrozar el piano en millones de astillas,pero es cada vez más como Picasso, va consi-guiendo la síntesis, que es lo que busca todoartista, y logra con menos notas el mismo omás efecto”, comenta el productor del discoen su guarida de Casa Limón.

Grabaron en abril en los estudios Abdala,de La Habana. Sólo 11 horas para 13 temas.“Estábamos muy bien compenetrados, yella puso la voz en directo, cosa que hoy díano se atreve casi nadie. Quiero que se sepa

la fuerza que tiene grabar todo en directo”,pide Chucho Valdés por teléfono desde LaHabana. “En mi opinión, acompañar a uncantante es más difícil que ser solista. Escomo un sastre que tiene que tomar las me-didas para que al final la persona diga:‘Estoy cantando cómoda”. El pianista haacompañado a Charles Aznavour, Ivan Lins,Pablo Milanés, Omara Portuondo... “En nin-gún caso he podido utilizar la misma fórmu-la. Concha es muy efusiva, temperamental.Está muy segura de lo que hace. Y es muybuena improvisadora. Se te puede ir porcualquier camino, y eso a mí me gusta mu-chísimo”. “El disco se grabó muy rápido por-que Chucho es un animal”, dice Limón.“Concha y yo empaquetamos las cancionesaquí en Madrid a guitarra, se las mandamosy él estuvo haciendo los arreglos. Sabes có-mo son los Valdés, obsesos del arreglo.Cuando llegamos estaba todo clavado. Alterminar el primer ensayo en casa de Chu-cho me dijo Buika: ‘¿Qué buen bolo, no?”.

El primer encuentro de cantante y pianis-ta tuvo lugar en el Festival de Vitoria de2008, cuando ella salió a cantar con Bebo ehijo. Con Chucho y Concha, y Limón, quetambién produjo el exitoso disco de Bebo yEl Cigala, en la partida, es inevitable mencio-nar Lágrimas negras. “La forma de afrontarlas canciones que tienen Buika y El Cigala escompletamente distinta. Buika lo hace des-de la palabra, casi hablando, y Diego jugabaun poquito más con las melodías origina-les”, explica Javier Limón.

Buika es consciente del riesgo de acercar-se al repertorio de Chavela Vargas. “Hoy ya

no se compone igual, ya no se vive igual, yano se le da la mano a los poetas para cami-nar en la música. Versionar esos temas, res-petando la veracidad que hay en el sonidode José Alfredo y de Chavela, es muy difícilcon 37 años. Pero como tengo mi propiaherida abierta y siempre sangramos del mis-mo lado... Reconocerme en ese dolor me haayudado mucho”, afirma. “Yo necesito queel cante duela. Tienes que estar peleándotecon tus fantasmas, y acojonada, ésa es lalucha”. ¿Por qué cantaba de niña? “Para nopensar. Después descubrí que canto parano odiar y compongo para no volverme lo-ca. Cantaba para no escucharme. Ahora mecojo de la mano. Antes era una huida de mímisma, lo reconozco. Cantar es una manerade hablar. No queremos hablar porque nosdamos miedo a nosotros mismos. Recuerdoque cuando mi abuela no se atrevía a decirlealgo a mi madre, lo cantaba”.

En su sabiduría al acompañar en cancio-nes como Sombras —“habla de ese mo-mento en el que sabes que la otra personase va a marchar”, dice ella—, Cruz de olvi-do —“de adulto, frente a la obsesión porotra persona, hay puertas por las que ya nopasas”— o El andariego —“me divierte eltrapicheo de los sentimientos y esa incohe-rencia que nos aleja de los animales, tanracionales ellos”— se nota el reencuentrode Chucho con Bebo. Valdés hijo puedetocar con su cuarteto cubano, en trío dejazz, con big band, a dos pianos con HerbieHancock... “Pensé mucho en Bebo porqueél me enseñó todas estas cosas del acompa-ñamiento desde que yo era un muchacho.

I

Chucho Valdés y Concha Buika grabaron El último trago el pasado mes de abril en once horas. “Estábamos muy bien compenetrados, y ella puso la voz en directo, cosa que hoy día no se atreve casi nadie”, recuerda el pianista.

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Buika y Chucho interpretan el dolor de ChavelaEl último trago, un disco con canciones que la mexicana de adopción ha llevado a los mejores escenarios, es unhomenaje a la cantante en sus 90 años, en la voz de una española “que canta para no odiar y no volverse loca”. Lomás difícil para el pianista cubano fue arreglar las rancheras, “porque si cambias la base armónica, dejan de serlo”

Buika: “Cantar es unamanera de hablar.No queremos hablarporque nos damos miedoa nosotros mismos”

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MÚSICA / Reportaje

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EL COLECTIVO británico Oi Va Voi siem-pre ha reflejado el melting pot sonorolondinense. La dispar procedencia desus miembros, del rock a la world mu-sic, pasando por el jazz o la electrónica,

ya lo auguraba en el nacimiento de labanda hace diez años. En este tercerdisco, pese a los vaivenes sufridos porla formación (cantante, violinista ytrompeta recién llegados), se recuperael esplendor de su primer largo sin va-riar los planteamientos. Siguen bebien-do de la música klezmer y de la tradi-ción judía en general, a las que añadenelementos actuales de dance music yotros del Mediterráneo y la Europa delEste. El conjunto desborda delicadezae incluye un cameo de Dick Rivers, unode los introductores del rock and rollen Francia. Ramón Fernández Escobar

COMO EL protagonista de la canción, lavida te da sorpresas / sorpresas te da lavida o en su lugar, discos como éste. Enese gran magma sonoro y global llama-do la World Music, la voz de este indíge-na australiano ha emergido con fuerzay desde hace más de un año no hadejado de sonar y, de paso, cautivar atodos los corazones que se han cruza-do en su camino. Este disco es su pre-sentación musical y desde su apariciónha recibido todo tipo de honores y, loque es mejor, de buenas ventas, enunos tiempos que el horno está parapocos bollos. Les diré que Geoffrey Gu-rrumul posee una de esas voces que, ariesgo de pecar de cursi, sólo le faltanun par de alas para volar bien alto porlos mares del Sur, del Norte y del restode puntos cardinales. Ciego de naci-miento, Gurrumul canta en algunas delas lenguas de los pueblos aborígenesaustralianos y hace suyo de paso aque-llo de que, para llegar a ser un granartista internacional, nada mejor quecomenzar siendo un buen artista local.Las canciones, todas ellas escritas porél, nos aparecen envueltas y arregladascon exquisitez y tacto por el músico—y acompañante— y aquí ejerciendode productor Michael Hohner, que entodo momento ha sabido preservar lavoz suprema de arreglos edulcorados osofisticados, dejándonos la esenciali-dad del canto y su belleza majestuosa.Puro soul oceánico. Carles Gámez

Antonio CamposEn directo Corraldel CarbónTrimeca

VariosComfusöes 1. FromAngola To BrasilMianga Discos /Resistencia

Oi Va VoiTravelling the faceof the globeOi Va VoiRecordings / GreenUfos

Guillermo Cano5 versosy un corazón…Pasarela

P

Inclusive me fui un poco hacia el estilosuyo aunque a mi manera”, cuenta Chu-cho. “Al volver a trabajar con Bebo despuésde tantos años es cuando realmente entien-do lo que me estaba enseñando. He apren-dido lo mismo, pero mejor”.

Lo más difícil para Chucho fue arreglarlas rancheras, “porque si le cambias la basearmónica, deja de ser una ranchera. Y hacer-las a piano cuando se suelen hacer con guita-rra”. Las escuchó una y otra vez buscandolos acordes uno a uno. “Me demoro en pen-sar lo que voy a hacer y en llegar a un con-senso sobre qué hay que hacer. Una veztengo la idea, soy muy rápido. Y escribo losarreglos y las copias a mano con lápiz”.

Curioso: en la gira de presentación noestará el pianista. Se aceptan todo tipo decábalas. Lo único seguro es que el cubanono va a tocar con la española. Chucho Val-dés, que trabaja como investigador para el

Smithsonian de Washington, está muy ilu-sionado con el disco que grabará en noviem-bre con el cuarteto con el que lleva diezaños: Lázaro Rivero (contrabajo), YaroldiAbreu (congas) y Juan Carlos Rojas (bate-ría). “Después del último disco para BlueNote, en 2002, pensé en otro camino. Estuvi-mos siete años analizando cómo modificarla clave. Un concepto totalmente libre de larítmica cubana. Improvisaciones colectivas,diferentes polirritmias, algo que no se haoído nunca”.

En cuanto a Javier Limón, anda involu-crado en un proyecto de cuatro discos. Estáirreconocible: perdió 42 kilos en dos años.“Soy alumno de Paco de Lucía en todo me-nos en adelgazar, que ahí le estoy reventan-do”, dice riendo. Limón resume El últimotrago con la palabra emoción: “A los amigosa los que he mandado el disco se lo enviécon un paquete de pañuelos. Yo no he podi-do hacer una escucha fría, técnica, porquete agarra”. Cree que lo mejor de Concha estápor venir. “Hay muchas cosas suyas queaún no se han visto. Canta muy bien eninglés clásicos del jazz y maneja muy bien lamúsica experimental y la electrónica. Cadavez compone mejor y tiene muchas ideasaudiovisuales. Lo único que yo hago es po-ner un poco de orden para que no salgatodo de golpe y la gente se agobie”.

“Desde que conozco a Javier le he descri-to como mi amante”, confiesa Buika, “por-que leí de Miller que el arte era sexo, unquiero salir de mí para entrar en ti a travésde tus sentidos. En vez de bajarse los panta-lones y yo también, él coge la guitarra, yo micante, y hacemos el amor”. La web de Con-cha se abre con una frase: “Artista no es elque canta o pinta, sino el que hace de suvida un arte”. “No te confundas porque elprotagonista eres tú. No le dejes el papel aotro. Uno no tiene que ponerse a buscarpretendiendo encontrar lo que busca, sinolo que encuentre”, explica. Hace un mes es-tuvo en México y le llevó la grabación a Cha-vela. “Al día siguiente, cuando volví a sucasa, me había dedicado un poema muybonito. Decía que iba a cambiar mi nombrey ponerme Pasión. No puedo desvelar másporque es un secreto nuestro. Me dijo queconmigo era capaz de cualquier cosa”. O

El último trago lo publica Casa Limón/WarnerMu-sic el 20 de octubre. Concha Buika actuará el día 28en Santiago de Compostela (salaMultiusos), el 29 enZaragoza (sala Mozart), los días 30 y 31 en Madrid(teatro Coliseum), el 5 de noviembre en Barcelona(Palau), el 7 en Cartagena (Nuevo Teatro Circo) y el12 en San Sebastián (Kursaal). www.buika.net/.

Geoffrey GurrmulYunupinguGurrumulSkinny fish / Naïve

UN CANTAOR CON ganado prestigio en elcante de atrás que firma su primeragrabación. Para ella, el granadino, aun-que nacido en Barcelona, Antonio Cam-pos ha elegido la verdad del directo, elde un recital en el Corral del Carbóndentro de su programación del veranode 2007. Cante sin ambages ni artifi-cios, con el solo acompañamiento de labrillante guitarra de Dani Méndez y laspalmas de Carlos Grilo y Luis Cantarote.Atmósfera de festival para un reperto-rio amplio que da cuenta de la larguezade un cantaor que luce eco y poderío.Romance, malagueña de El Mellizo re-matada con aires de Lucena y del Albai-cín, cantiñas, soleares —que remitenmayormente a Triana y se cierran consu soleá apolá clásica—, unas seguiri-yas con recuerdo a Molina y a Torre,más una tanda de tientos que concluyecon tangos de sabor granadino. La gra-bación concluye con unas bulerías quefirma el propio cantaor junto con ElPulga. Fermín Lobatón

COMFUSÖES. O sea, confusiones, pero tam-bién con fusiones; es decir: conexiones,colisiones, encuentros y revolcones. Loque oferta, en definitiva, este disco esplén-dido es un puñado de canciones del uni-verso sonoro angoleño pasadas por la bati-dora de músicos y productores brasileños.Las primeras fueron grabadas en los añossesenta y setenta por artistas de tronío co-mo Teta Lando, Carlos Lamartine, Bonga,Luis Visconde, Paulinho Pinheiro, Kissan-guela y Artur Nunes, entre otros, y confor-maron la rabiosa y excitante modernidadde un país que no fue independiente hasta1975 y que más tarde se enzarzó en unacruel guerra civil; los segundos juegan enese pujante equipo de creadores que re-crean la tradición con herramientas con-temporáneas: Rica Amabis, DJ Dolores,Moreno Veloso, Mario Caldato y MauricioPacheco son algunos de ellos. Pacheco,por cierto, es quien ideó el proyecto, selec-cionó las piezas y eligió a los remezclado-res. Nuevos bríos, pues, para meneos co-mo el kilapanda, el merengue y el semba.Angola, territorio musical que agitó el sigloXX con grandes canciones en las que seenredaron con pasión las influencias por-tuguesas y los ritmos africanos, merece unpaseo por los nuevos tiempos, y ahí estánpara demostrarlo proyectos como el de Ko-duro. Comfusöes 1 se inscribe en esa líneade reinvención de lo popular. Angola, An-gola, Oi qu’povo sabe… Javier Losilla

EL NÚMERO DE versos que componen elfandango y el corazón que late en cadauno de ellos sirven no sólo para titularel segundo disco de este cantaor onu-bense. Pues es ese estilo, tan propio desu tierra, el único presente en esta gra-bación. Catorce fandangos que, en par-te, repasan la herencia del género (NiñoGloria, Vallejo, Antonio Rengel o NiñoLeón), pero que mayormente remiten alos denominados personales, y que vie-nen firmados por el poeta y letrista Ja-raqueño, otro artista paisano, y por elmismo cantaor. El estilo huelvano cons-tituye así el vehículo poético y musicalpara la expresión del universo de sen-timientos y pensamientos que se sirvencon todo el carácter sentencioso que lees propio. Una grabación, pues, de ca-rácter conceptual en la que el cantaorse ha rodeado de un círculo reducido decolaboradores —el propio Jaraqueño ylos guitarristas Paco Cruzado, José LuisRodríguez, Antonio Deteley y RicardoRivera— para firmar una obra tan per-sonal como intimista. Fermín Lobatón

Discos de la semana

Valdés: “Concha es muyefusiva, temperamental.Está muy segurade lo que hace. Y es muybuena improvisadora”

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Por Roger Salas

UNA GALA PODÍA ser solamente unpretexto para lucir virtuosismode bravura y estrenar unos nue-vos ballets. En el caso que nos

ocupa hay algunas razones poderosas y sin-gulares que la distinguen. Se trata de unagala benéfica para recoger fondos para Uni-cef con ocasión del 20º aniversario de laConvención sobre los Derechos del Niño, y,por otra parte, es la oportunidad para quela compañía de ballet de Castilla y Leóndemuestre su continuidad, su voluntad derigor y su promesa de al menos estrenardos programas nuevos por año, algo queparecía quimérico y que, hasta ahora, hacumplido a rajatabla. En los tiempos quecorren, en la cruda realidad del ballet espa-ñol, es mucho; tras rozar la utopía, en elReal Sitio de la Granja de San Ildefonso sefunden y modelan algo más que vidrios ycristales.

Bailarín carismático y en apariencia in-cansable, Ángel Corella se enfrentó la sema-na pasada a una lesión de tobillo mientrasensayaba en el mismo Real para otro espec-táculo donde hacía una recurrente sustitu-ción de última hora; con muletas, salió aescena la noche del pasado sábado 3 paraexcusarse y, de paso, convocar al públicopara su gala del día 15. Todo coraje, a pesarde la aparatosa escayola, con su sonrisa, un“defecto de fábrica” que marca su personali-dad y dinamismo, manifestó enseguida queeste proyecto de estrenos seguía adelante.

La apuesta de Ángel Corella al fundaruna compañía de ballet clásico ha sido mi-rada con escepticismo por instituciones, pú-blico y crítica. La empresa en sí misma te-nía —acaso tiene aún— todos los riesgosque se pueden imaginar en el género, y enel estadio de cosas local, todavía más. Perosi algo ha mostrado ya el bailarín madrileñoes su tesón y capacidad de nadar a contraco-rriente, además de alternar su carrera perso-nal de estrella del American Ballet Theatre(ABT) de Nueva York con sus otros compro-misos y con la dirección de su compañíaespañola; no tiene el don de la ubicuidad,pero esta vez hasta le ha dado tiempo paraarmar una coreografía, y se ha atrevido con

una obra musical mayor, especialmente sub-yugante y tenida como una de las cumbresde la música romántica: Souvenir de Floren-cia, el tardío sexteto para cuerdas de Chai-kovski. “Esta obra me persigue desde hacemucho, siempre la oigo, y recientementeestuve en Florencia intentando imaginar aChaikovski paseando por esos mismos si-tios y monumentos”, comenta el bailarín, yaen la asunción del papel de coreógrafo (algoque reconoce como ocasional, pues insisteen concentrarse en bailar y dirigir), en unode los inenarrables salones del Real, que,para algunos, debía ser su casa natural, y almenos por mor de las circunstancias, lo vasiendo en su parada anual. Un ciclo que nodebía interrumpirse.

Tras La Bayadera, que se estrenó exitosa-mente en este Teatro Real (uno de los po-cos de Europa que no cuentan con su pro-pia compañía de danza como ente lírico)

en la temporada pasada, y después de unprograma concierto con repertorio extraí-do del ABT, Corella escoge ahora dos pie-zas además de “su chaikovski”: el FancyFree (1944) de Jerome Robbins (un clási-co protonorteamericano con música deLeonard Berstein), y VIII, de ChristopherWheeldon (Somerset, 1973), que es proba-blemente la figura más relevante de la co-reografía actual en el terreno específico delballet, su promesa más firme en muchosaspectos. Prolífico, extrañamente culto enel terreno musical, posee una gran inventi-va en lo coreográfico que le ha llevado aléxito desde Nueva York hasta Moscú. Suobra VIII, estrenada en 2001 por el Ballet deHamburgo, evoca la relación de EnriqueVIII con sus dos primeras esposas, Catalinade Aragón y Ana Bolena. Como soporte mu-sical Wheeldon escogió las Variaciones so-bre un tema de Frank Bridge, de Benjamin

Britten. La obra de Britten de 1937 es tam-bién para una formación orquestal de ar-co, lo mismo que la de Chaikovski escogidapor Corella, consciente de que pisa un te-rreno ya señalado por otros notables y con-sagrados coreógrafos. James Kudelka creópara ABT Cruel world sobre esta mismaobsesiva partitura chaikovskiana de temasevocadores, justo cuando Ángel desembar-caba en Nueva York: “Nunca la bailé. Lle-gué a ABT cuando se estrenaba, pero yaentonces yo tenía mi CD con Souvenir deFlorencia y la oía sin cesar”, comenta Co-rella. También el coreógrafo ruso BorísEifman en su obra Ana Karenina usó elsexteto de marras para los momentos másdramáticos, y es que Souvenir de Florenciapuede sugerir a la vez el drama y la fiesta:“A mí me sugiere algo alegre no exento deesa carga de tristeza que acompaña a todolo romántico”, dice Ángel, que sabe que lagala del Real es una prueba de fuego entodos los órdenes: se trata de reflejar conti-nuidad y organicidad en el trabajo de lacompañía, además de ser su debut comocoreógrafo de su propio conjunto.

Sin mucho esfuerzo se llega a la conclu-sión de que el avatar cotidiano de Corella ysu tropa es el reflejo vivo de la realidad delballet español. Lamentos y cuitas aparte, laverdad es que nadie ha ido tan lejos. Ya seha embarcado en una nueva producción deEl lago de los cisnes, que no por ser el clási-co más popular deja de ser uno de los máscomplejos para su montaje: “Haré una ver-sión convencional, en cuanto a respetar lacoreografía tradicional, pero claro que ledaré mis toques personales y de actualiza-ción en las cosas que considere (entre ellas,en la visión que se tiene del brujo), pues ésees el secreto para que los clásicos sigan gus-tando y se sigan viendo en escena todavía”.Corella habla del clásico entre los clásicos,sin dejar de sonreír y sin mostrar un atisbode duda, aún sin saber si su príncipe seahogará en el lago o saldrá victorioso de sulucha con el mal. O

Gala Unicef. Corella Ballet. Teatro Real de Madrid.Corella Ballet Castilla y León. Obras de Robbins,Wheeldon y Corella. Día 15 de octubre, a las 20.00.Entradas, de 20 a 110 euros (www.generaltickets.com/). www.teatro-real.es/. www.angelcorella.org/.

Ángel Corella, fotografiado el pasado sábado en el Teatro Real de Madrid. Foto: Cristóbal Manuel

Ángel Corella imagina la Florencia de ChaikovskiUna función benéfica en el Teatro Real de Madrid da soporte a uno de los más destacados bailarines de la escenainternacional para estrenarse como coreógrafo. También muestra un nuevo y variado programa en el que convivenpiezas del repertorio norteamericano, representado por Jerome Robbins, y del británico, por Christopher Wheeldon

Una escena de la coreografía Fancy Free (1944), de J. Robbins, del Corella Ballet. Foto: Manuel de los Galanes

DANZA

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ES MEDIANOCHE y suena de fondo Be-la Lugosi’s Dead y ni siquiera la mú-sica me impide pensar en esa rea-lidad “bárbara, brutal, muda, sin

significado, de las cosas” de la que hablabaOrtega. Miro por la ventana y veo la vidainerte y me parece que ese tipo de realidadbárbara y muda es especialmente percibidahoy por quienes piensan que enel mundo ya no existe la simplici-dad inherente al orden narrativo,ese simple orden que consiste enpoder decir a veces: “Cuando hu-bo pasado aquello, pasó esto, yluego pasó lo otro, etcétera”.

Nos tranquiliza la simple se-cuencia, la ilusoria sucesión dehechos. Sin embargo, hay unagran divergencia entre una con-fortable narración y la realidadbrutal del mundo. “Todo se havuelto ahora no narrativo”, decíaMusil, frecuentador de un univer-so multidimensional, fragmenta-rio, de un mundo sin posibilida-des reales de acceder a un ordencomo el que acaso pudo algunavez existir y que Rilke creyó entre-ver en Apuntes de Malte LauridsBrigge: “Que se narrara, lo que sedice narrar, esto debió hacerseen otros días. Yo nunca he oídonarrar a nadie”.

Soy consciente de que a lo su-mo —hijo de mi tiempo— no healcanzado a oír más que simplesbalbuceos pretendidamente ca-bales, y quizás por eso siempreme pareció sumamente cínico oirónico oír hablar, por ejemplo,de “nueva narrativa” o de pende-jadas por el estilo. Sin embargo,estoy tan convencido del divor-cio entre la confortable narra-ción de algo y esa realidad nonarrativa del mundo actual co-mo del progresivo resurgimientode la narración en la escena cen-tral de la cultura. Es decir, quedel mismo modo que creo quela no narratividad (al menos des-de el punto de vista convencio-nal) de Finnegans Wake de Joycees puro arte, también considerosumamente artístico, por ejem-plo, un libro con tanto ingenionarrativo como Monsieur Hire de Simenon.

¿Me contradigo? ¿Acaso Joyce y Simenonson tan compatibles? Que Finnegans Wakees puro arte me parece una evidencia. Hevivido en variadas ocasiones, en mis obsti-nadas relecturas parciales de este libro, lasensación inenarrable (y nunca mejor di-cho) de percibir que estaba ante el tipo deescritura que mejor se relaciona con la ver-dad de la vida incomprensible. Y aquí ahorasólo recordaré que Beckett decía que losescritores realistas engendran obras discur-sivas porque se centran en hablar sobre lascosas, sobre un asunto, mientras que el arteauténtico no hace eso: el arte auténtico es lacosa y no algo sobre las cosas: “FinnegansWake no es arte sobre algo, es el arte en sí”.

¿Y Monsieur Hire? Quizás se aleje ligera-mente del “arte en sí” y sea una obra discur-siva, sí, pero en ella todo es narrado conuna enigmática sencillez fácil (valga la re-dundancia), precisamente con la simplici-dad inherente al orden que echamos tan enfalta en la realidad de hoy, tan poco solida-ria con aquellas antiguas estructuras narrati-vas que Rilke sospechó que alguna vez exis-tieron.

Siempre me he forzado a la contradic-ción para evitar conformarme con mi pro-pio gusto. Y por eso no puedo más queadmirar a John Banville que siempre ha de-fendido el estilo por encima de la trama,pero permite que a Benjamin Black, el seu-dónimo con el que se desdobla, le preocu-

pen cosas como argumento, personajes, diá-logo. A veces Banville se refiere a Black, quees admirador de Simenon, como mi “geme-lo idiota”, pero cuando le preguntan cómocree que Black califica a Banville, responde:“Sé que le llama el pretencioso”.

En cierto sentido, los libros esencialmen-te narrativos puede que sean los gemelos

idiotas de los pretenciosos libros que tratande acercarse al arte verdadero. Pero está enel fondo todo entrelazado y no tiene porqué haber una división radical, tan sólo unalábil frontera. Por esa frontera se paseanprecisamente dos de los muchos “dos mun-dos” que aparecen en Mis dos mundos, lanovela de Sergio Chejfec que despertó pode-rosamente mi atención hace unos meses yque acabo de releer.

Alguien ha insinuado con malicia quealgún día lo que quede de Banville seantan sólo las novelas que publicó con elseudónimo de Black. A nadie, en cambio,se le ha ocurrido sugerir lo contrario, loque demuestra que todo el mundo sospe-cha que la vía Finnegans —por llamarla dealgún modo— tiene menos posibilidadesde subsistir en el tiempo que la vía Hire. Y,sin embargo, eso no evita que para algunos

la ruta Finnegans sea la más noble y la másafín al lenguaje caótico de la realidad y aese vago flotar de nuestras vidas del quehablaba Kafka; es decir, la más afín a larealidad bárbara y muda, sin significado,de las cosas.

Chejfec está más cerca de la ruta Finne-gans, pero aborda la historia de su novela

mediante un hilo Hire, es decir, que se atie-ne a las convenciones de lo narrativo, aun-que al mismo tiempo pone en marchadesde dentro —como dinamita pura— unmecanismo narrativo que, por su lecturaimplacable de la realidad, nos acerca a laverdad muda del vago flotar kafkiano. Lee-

mos la trama al mismo tiempo que ésta seva creando. Los mismos pensamientos pa-recen surgir condicionados por la prisiónde sentido que crean las propias palabras,tal como ha explicado el propio Chejfec aldecir que en su libro las frases están empu-jadas hacia la expansión, porque existe unmensaje, pero está constreñido por la fór-

mula, por la ecuación de la pro-pia frase.

Recuerdo que hoy, hacia el fi-nal de mi relectura, hacia el finalde mi nuevo paseo meditativopor los mundos variables del par-que brasileño en el que se escon-de una decepción —éste seríaun resumen aceptable del argu-mento del libro de Chejfec—, hevisto reaparecer de golpe la diso-ciación entre una confortable na-rración y la realidad bárbara, y lahe vuelto a ver justo cuando elnarrador dice que, al contrariodel pasado, está seguro ahora deque si se pusiera a escribir en elCafé do Lago nada temblaría nicambiaría a su alrededor y que alo mejor esa sería la prueba deque “la realidad ya no es solida-ria con su actividad”. Ahí estánlos dos mundos de Chejfec, queno son sólo —como tanto se hadicho— el mundo interior y elexterior, sino también el mundode esa realidad muda e inenarra-ble que hoy en día tan disociadaestá ya de la actividad de la escri-tura. Y también el mundo delmomento, asociado al del pasa-do: un mundo narrativo que pa-rece comentar el tono lento de laluz en las sombras de ese parqueo laberinto brasileño, ese tonoapagado que parece pertenecera un misterio en realidad inútil,inenarrable; un misterio tangrande como la propia novela,que avanza como subrayando es-tas palabras de Edmond Jabès:“Mirad, no tengo rostro, lo queexhibo es la cara del instante”.

Chejfec se decanta más por ellado Finnegans que por el Hire,aunque adopta la actitud de há-bil cómplice de las dos tenden-cias. Ha tenido que divertirse

mucho simulando narratividad para emitirun discurso que, a diferencia de otros auto-res con los que se le relaciona (Sebald, Saer,Aira, Handke), no pretende transmitir nadaque no sea una temeraria trama que, aligual que nuestras vidas, se construye ins-tante a instante, siempre perseguida por elpasado. Es desde luego admirable su corajede escritor, ya que, al situarse con Mis dosmundos tan cerca del arte en sí y tan cercade la verdad descarnada de la vida sin senti-do, se arriesga una vez más a no disfrutar dela inmediata aceptación de la que gozan elresto de sus colegas más contemporizado-res. Mis dos mundos es Finnegans con elrostro de Hire, lo que abre un espacio muyinteresante para la novela del futuro. O

Mis dos mundos. Sergio Chejfec. Candaya, Canetde Mar, 2008. 128 páginas. 14 euros.

Ilustración de Fernando Vicente.

Doctor Finnegans y Monsieur HireEl argentino Sergio Chejfec se debate entre las estrategias novelísticas presumiblemente antagónicas de Joyce yde Simenon. Entre la narración como arte y como discurso. El mundo interior y el exterior. En su novela Mis dosmundos se muestra cómplice de ambas tendencias y las combina abriéndose a prometedores territorios literarios

En el fondo todoestá entrelazado y notiene por qué haberuna división radical,tan sólo una lábil frontera

RELECTURAS Por Enrique Vila-Matas

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Page 24: PDF Diario EL PAÍS - · PDF filePrimeras páginas de El Museo de la Inocencia, de Orhan Pamuk, y de El desajuste del mundo. Cuando nuestras civilizaciones se agotan, de Amin Maalouf

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