pedalier 30 - stage picos de europa

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8 pedalier STAGES M is primeros objetivos cicloturistas fueron en los Pirineos, luego llegaron Alpes y Dolomitas, pero los Picos de Europa no habían sido una prioridad. Es cierto que había conocido Los Lagos, que el Angliru es una asignatura pendiente, pero quitando esas dos excepciones en tierras asturianas, los Picos de Europa, tan cercanos por otra parte, siempre se quedaban fuera de mis planes. Hasta el número 26 de Pedalier, en el que el reportaje sobre el Valle de Liébana me hizo cambiar mis prioridades. ¡Había que ir allí! Y así, mientras miraba recorridos y fechas, ví que SRevents ofrecía un stage de tres días, precisamente en Potes, en pleno valle de Liébana. Debo de reconocer que disfruté como pocas veces de este stage duran- te los días 1, 2 y 3 de mayo. El primer día amaneció lluvioso (alguno de los compañeros andaluces no se había mojado tanto en lo que va de año) pero se cumplieron las previsiones y ya desde el mediodía, Lorenzo quiso acompañarnos hasta el final de los tres días de stage. Dicen que las montañas alrededor del valle de Liébana frenan a menudo las nubes, y no tengo más remedio que pensar que dicen bien. El plato fuerte de la primera etapa era, sobre el papel, Piedrasluengas, un puerto que se me hizo larguísimo, sin grandes rampas pero con sus 30 km picando para arriba. Los 3 grados en la cima, y la cantidad de nieve al borde de la carretera nos recordaron que este invierno ha sido duro, “como los de antes”. Sin embargo, en la parte final de la etapa, el calor se dejó sentir, sobre todo en la bonita y dura subida a Caloca. Terminamos esta primera etapa con las duras rampas al Monasterio de Santo Toribio de Liébana, famoso monasterio franciscano que alberga un Lignum Crucis (trozo de la cruz donde se supone que murió Jesucristo), y que además es el más grande conocido. Había estado hace años por ahí en coche, y regulé mis fuerzas para darlo todo hasta el parking situa- do junto al monasterio, donde pensaba que me esperarían los machacas del grupo, así como el primer coche de apoyo. Lamentablemente, la carretera seguía aún 500 metros más arriba, y todos sabéis cómo se queda uno cuando cree que ya ha terminado y le dicen que aún no. Vaya manera de pegar chepazos... Pero bueno, de ahí ya casi todo era bajada hasta nuestra base de ope- raciones en el hostal El Caserío en Camaleño, para ducharnos y reponer fuerzas con una merendola campestre. La segunda etapa era la más larga (160 km), y sin duda la etapa reina. Para empezar, los 25 km desde Potes hasta el alto de San Glorio, más de 1200 metros de desnivel a través de unos paisajes espectaculares, con immensas moles de roca caliza que recuerdan mucho a lo que se puede encontrar en Dolomitas, y más con la constante presencia de nieve en las cumbres. Allá arriba, a 1600 metros, dejaríamos Cantabria para adentrarnos en tierras castellano-leonesas. Más de 100 km llaneando, subiendo y ba- jando puertos (Panderuedas, Pandetrave y de nuevo San Glorio) y per- manentemente por encima de los 1000 metros, si exceptuamos un tra- mo de apenas 5 km en el que “descendimos” a 930 metros para llegar al bonito pueblo de Posada de Valdeón, encastrado entre los imponentes macizos occidental y central de los Picos de Europa. Posada de Valdeón es punto de partida de múltiples paseos o ascensio- nes míticas a Picos de Europa, y en nuestro caso, fue también nuestro Oudenaarde ciclista: desde ahí tuvimos que enfrentarnos a nuestro Ko- ppenberg leonés, la auténtica encerrona del stage, con unos rampones imponentes durante un par de kilómetros a través de una carretera es- trecha y descarnada. Cierto que no llevo más de 2000 km en las piernas este año, pero tengo que reconocer que tuve que meter todo (hasta mi “salvavidas” 30x27) para evitar retorcerme demasiado. Suspiré de alivio (y creo que todos lo hicimos) al llegar a Santa María de Valdeón, desde donde además la carretera se vuelve “normal” en piso, anchura y des- nivel. Desde ahí, aún nos quedaba Pandetrave, la vertiente sur de San Glorio y, de premio, la subida desde el alto del puerto al mirador de Liesba. Dura después de 135 km, pero con unas vistas increíbles. La cena de esa noche de sábado estuvo marcada por los comentarios sobre la dureza y espectacularidad del recorrido de la etapa... pero tam- bién por ese Real Madrid - Barcelona (2-6) del que se hablará mucho tiempo. Los que estuvimos ahí recordaremos con facilidad dónde está- bamos ese día. Ya sólo nos quedaba la etapa del domingo, más corta y fácil que las dos primeras. El día ideal para probar algo del material que nos habían traído desde SRevents. Así, en la primera parte de la etapa, cambié mi bici por una Pinarello Prince del Caisse d´Épargne versión 2008, para ascender por esa tranquilísima carretera hasta el bonito pueblo de Cucayo. Cada vez que me ponía de pie notaba la gran rigidez del cuadro, pero, sin embargo, fue en la bajada cuan- do mejor pude comprobar lo que es una “bici de carreras”, como decíamos de niños: ¡vaya manera de entrar en las curvas! A mitad de etapa, tal y como habíamos previsto, cambié la Pinarello por... una Macario con el cambio Dura Ace electrónico, nada menos. Así subí hasta Fuente De, deseando encontrarme con cambios de pendiente para poder tocar los botoncitos, y sobretodo el del plato. Tocar el botón y Rodando por los Picos de Europa Texto: “El expreso de Falzarego” cpedalier30.indd 8 15/6/09 13:05:50

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Publicado en junio 2009

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Page 1: Pedalier 30 - Stage Picos de Europa

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STAGES

Mis primeros objetivos cicloturistas fueron en los Pirineos, luego llegaron Alpes y Dolomitas, pero los Picos de Europa no habían sido una prioridad.

Es cierto que había conocido Los Lagos, que el Angliru es una asignatura pendiente, pero quitando esas dos excepciones en tierras asturianas, los Picos de Europa, tan cercanos por otra parte, siempre se quedaban fuera de mis planes.

Hasta el número 26 de Pedalier, en el que el reportaje sobre el Valle de Liébana me hizo cambiar mis prioridades. ¡Había que ir allí!

Y así, mientras miraba recorridos y fechas, ví que SRevents ofrecía un stage de tres días, precisamente en Potes, en pleno valle de Liébana.Debo de reconocer que disfruté como pocas veces de este stage duran-te los días 1, 2 y 3 de mayo.

El primer día amaneció lluvioso (alguno de los compañeros andaluces no se había mojado tanto en lo que va de año) pero se cumplieron las previsiones y ya desde el mediodía, Lorenzo quiso acompañarnos hasta el final de los tres días de stage. Dicen que las montañas alrededor del valle de Liébana frenan a menudo las nubes, y no tengo más remedio que pensar que dicen bien.El plato fuerte de la primera etapa era, sobre el papel, Piedrasluengas, un puerto que se me hizo larguísimo, sin grandes rampas pero con sus 30 km picando para arriba. Los 3 grados en la cima, y la cantidad de nieve al borde de la carretera nos recordaron que este invierno ha sido duro, “como los de antes”. Sin embargo, en la parte final de la etapa, el calor se dejó sentir, sobre todo en la bonita y dura subida a Caloca. Terminamos esta primera etapa con las duras rampas al Monasterio de Santo Toribio de Liébana, famoso monasterio franciscano que alberga un Lignum Crucis (trozo de la cruz donde se supone que murió Jesucristo), y que además es el más grande conocido. Había estado hace años por ahí en coche, y regulé mis fuerzas para darlo todo hasta el parking situa-do junto al monasterio, donde pensaba que me esperarían los machacas del grupo, así como el primer coche de apoyo. Lamentablemente, la carretera seguía aún 500 metros más arriba, y todos sabéis cómo se queda uno cuando cree que ya ha terminado y le dicen que aún no. Vaya manera de pegar chepazos...Pero bueno, de ahí ya casi todo era bajada hasta nuestra base de ope-raciones en el hostal El Caserío en Camaleño, para ducharnos y reponer fuerzas con una merendola campestre.

La segunda etapa era la más larga (160 km), y sin duda la etapa reina. Para empezar, los 25 km desde Potes hasta el alto de San Glorio, más de

1200 metros de desnivel a través de unos paisajes espectaculares, con immensas moles de roca caliza que recuerdan mucho a lo que se puede encontrar en Dolomitas, y más con la constante presencia de nieve en las cumbres. Allá arriba, a 1600 metros, dejaríamos Cantabria para adentrarnos en tierras castellano-leonesas. Más de 100 km llaneando, subiendo y ba-jando puertos (Panderuedas, Pandetrave y de nuevo San Glorio) y per-manentemente por encima de los 1000 metros, si exceptuamos un tra-

mo de apenas 5 km en el que “descendimos” a 930 metros para llegar al bonito pueblo de Posada de Valdeón, encastrado entre los imponentes macizos occidental y central de los Picos de Europa.Posada de Valdeón es punto de partida de múltiples paseos o ascensio-nes míticas a Picos de Europa, y en nuestro caso, fue también nuestro Oudenaarde ciclista: desde ahí tuvimos que enfrentarnos a nuestro Ko-ppenberg leonés, la auténtica encerrona del stage, con unos rampones imponentes durante un par de kilómetros a través de una carretera es-trecha y descarnada. Cierto que no llevo más de 2000 km en las piernas este año, pero tengo que reconocer que tuve que meter todo (hasta mi “salvavidas” 30x27) para evitar retorcerme demasiado. Suspiré de alivio (y creo que todos lo hicimos) al llegar a Santa María de Valdeón, desde donde además la carretera se vuelve “normal” en piso, anchura y des-nivel.Desde ahí, aún nos quedaba Pandetrave, la vertiente sur de San Glorio y, de premio, la subida desde el alto del puerto al mirador de Liesba. Dura después de 135 km, pero con unas vistas increíbles.La cena de esa noche de sábado estuvo marcada por los comentarios sobre la dureza y espectacularidad del recorrido de la etapa... pero tam-bién por ese Real Madrid - Barcelona (2-6) del que se hablará mucho tiempo. Los que estuvimos ahí recordaremos con facilidad dónde está-bamos ese día.

Ya sólo nos quedaba la etapa del domingo, más corta y fácil que las dos primeras. El día ideal para probar algo del material que nos habían traído desde SRevents.

Así, en la primera parte de la etapa, cambié mi bici por una Pinarello Prince del Caisse d´Épargne versión 2008, para ascender por esa tranquilísima carretera hasta el bonito pueblo de Cucayo. Cada vez que me ponía de pie notaba la gran rigidez del cuadro, pero, sin embargo, fue en la bajada cuan-do mejor pude comprobar lo que es una “bici de carreras”, como decíamos de niños: ¡vaya manera de entrar en las curvas! A mitad de etapa, tal y como habíamos previsto, cambié la Pinarello por... una Macario con el cambio Dura Ace electrónico, nada menos. Así subí hasta Fuente De, deseando encontrarme con cambios de pendiente para poder tocar los botoncitos, y sobretodo el del plato. Tocar el botón y

Rodando por los Picos de Europa

Texto: “El expreso de Falzarego”

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¡tziiiiiiiiiii! ¡Magia! ¿Cuántas veces cambié de plato pequeño a plato gran-de en esos 20 km de subida? Ni lo sé, pero es que no lo podía evitar.Tras la correspondiente ducha y la comida en Potes, las inevitables des-pedidas entre gente que apenas se conocía 3 días antes, unos de aquí , otros de allá, unos muy entrenados, otros menos (snif), pero tras sólo 60 horas de convivencia, todos amigos gracias a la bici.

En resumen, una gran experiencia que espero poder repetir en el 2010.

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