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Instituto Gatorade de Ciencias del Deporte (GSSI)
XXI Curso Internacional de Ciencias del Deporte GSSI. Caracas, Venezuela 2015.
Hidratación en el fútbol: Aprendizajes desde el campo y nuevas perspectivas M.Sc. Pedro Reinaldo García. Caracas. Venezuela www.pedroreinaldogarcia.com Universidad Central de Venezuela Gatorade Sports Science Institute America Latina (GSSI) [email protected]
Puntos clave
El GSSI realiza evaluaciones a futbolistas profesionales y amateurs para conocer sus
necesidades de hidratación y posteriormente hacer recomendaciones de líquidos y
electrolitos.
La ejecución de estudios de hidratación con equipos profesionales plantea varios retos
interesantes relacionados con la confiabilidad de los datos, metodología de trabajo y
detalles logísticos que afectan las recomendaciones ofrecidas a atletas y técnicos.
Desafortunadamente la mayoría de las evaluaciones realizadas indican que los jugadores
llegan a sus entrenamientos y competencias con evidencias de deshidratación, lo cual es
considerada una oportunidad importante para mejorar sus hábitos de ingesta de líquidos.
La tasa de sudoración, la cantidad de líquidos ingeridos y la pérdida de electrolitos en el
sudor son ampliamente variables entre un atleta y otro, lo que resalta la importancia de
conocer estas diferencias para individualizar las recomendaciones.
Los datos obtenidos en los entrenamientos pueden diferir ampliamente de lo que ocurre en
las competencias por lo cual se recomiendan evaluaciones en condiciones variables de
actividad física y clima.
Debido a las características variables del juego de fútbol es difícil cuantificar con precisión el
impacto real de la deshidratación sobre el rendimiento por lo que se hacen necesarias más
investigaciones con protocolos adecuados.
Evaluaciones de hidratación
XXI CURSO INTERNACIONAL DE CIENCIAS DEL DEPORTE GSSI
CIENCIA Y PRÁCTICA DEL FÚTBOL 23 y 24 de Octubre 2015
Auditorio Centro Empresarial Polar
Los cortijos de Lourdes, Caracas, Venezuela
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Sudar es probablemente uno de los efectos fisiológicos más inmediatos de la realización
de actividad física, especialmente en climas calurosos. En consecuencia, la deshidratación es
una de las condiciones frecuentemente encontrada en muchos atletas de diferentes disciplinas
que no toman suficiente líquido durante el ejercicio para compensar las pérdidas. Debido al
efecto negativo que puede tener una deshidratación significativa sobre el rendimiento físico y el
impacto de una adecuada hidratación para revertirlo, desde el año 2002 el Instituto Gatorade
de Ciencias del Deporte (GSSI) estudia sistemáticamente las necesidades de hidratación de
jugadores de equipos y atletas profesionales, lo cual ha originado varias publicaciones
científicas y una gran cantidad de experiencias interesantes.
En el fútbol la mayoría de estas pruebas se realizan en entrenamientos con una duración
aproximada de 75 a 90 minutos donde las actividades que realizan los atletas están pautadas
por el preparador físico. La intención fundamental de las evaluaciones es observar como los
jugadores se hidratan en condiciones habituales de entrenamiento procurando interferir lo
menos posible en sus hábitos de manera que se puedan hacer recomendaciones más acertadas
para mejorar sus estrategias de hidratación. Algunos de los equipos de futbol evaluados
incluyen a Barcelona FC, Real Madrid, Manchester United, Ajax, Chelsea, Juventus, Boca
Juniors, Sao Paulo FC, Palmeiras y Caracas FC, entre muchos otros.
Observaciones en el campo.
La realización de evaluaciones de hidratación con equipos profesionales plantea varios
retos interesantes. El primero es hasta qué punto los datos recopilados son un reflejo real de lo
que los jugadores hacen en sus entrenamientos cotidianos. Si bien se les indica seguir su patrón
usual de hidratación y entrenamientos, la presencia de los investigadores en el campo que
precisamente están evaluando que tan bien se hidratan (algo novedoso e inusual para ellos),
plantea la inquietud o el compromiso de los atletas por hacerlo mejor. Igualmente, el cuerpo
técnico puede modificar el tipo de bebidas a consumir o aumentar los descansos para
hidratación. Todos estos aspectos pueden influir en que los jugadores se hidraten más que de
costumbre.
Por ejemplo, en un equipo de fútbol profesional donde se observó el entrenamiento el día
anterior a la evaluación, los atletas sólo disponían de varias botellas de agua de 1,5 L tiradas en
el medio del campo para hidratarse y en otro caso se observó unas pocas botellas sobre una
mesa. Usualmente durante las evaluaciones cada jugador dispone de una botella de agua y
bebida deportiva frías, que en ocasiones un asistente le acerca al borde del campo para que
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tomen. Estas diferencias aumentan la disponibilidad de bebidas lo cual favorece a una mayor
hidratación. A pesar de esto, como se discutirá posteriormente lo más común es que lo
jugadores no beban suficiente para reponer lo que pierden en el sudor, por lo que podría
suponerse que en condiciones habituales la ingesta de líquido puede ser inferior a lo observado
en estas evaluaciones.
Otro reto importante es la necesidad de cuantificar el volumen de bebidas que ingieren
durante el entrenamiento. Esto implica que cada jugador tome de botellas codificadas que serán
pesadas antes y después del trabajo físico. En este caso es muy importante evitar que tomen
de estas botellas y luego escupan o se echen el agua encima, ya que esto sería una fuente de
error en las estimaciones. Así mismo, es necesario precisar la pérdida de fluidos por otras vías
como la orina, lo cual implica estar atento a los atletas que van al baño durante el
entrenamiento, recolectar el volumen de orina producido durante el proceso de pesaje final o
pesar doblemente al atleta. Secar bien el sudor antes del pesaje y evitar que se pesen con ropa
que esté mojada, son detalles que deben cuidarse para obtener datos precisos y procurar hacer
las recomendaciones más acertadas.
Otra limitación de las evaluaciones es que son un reflejo de lo que ocurre en el
entrenamiento. El escenario de pérdida de fluidos a través del sudor en las competencias es
completamente diferente. Algunas evaluaciones en partidos oficiales de fútbol señalan
diferencias importantes que se comentarán posteriormente.
El día de evaluación es otro aspecto clave a considerar. En muchas ocasiones los equipos
han tenido partidos durante la semana o vuelven de un viaje, y por supuesto esto es seguido de
días de trabajos suaves o entrenamientos donde los jugadores titulares no participan. Por lo
tanto, la comunicación entre el equipo de investigadores y el cuerpo técnico es clave para
planificar las evaluaciones en días de entrenamientos importantes con asistencia de los
jugadores principales.
Finalmente, debido a todos los factores que afectan a la tasa de sudoración, estas
mediciones deben hacerse repetidamente en diferentes condiciones climáticas y en
entrenamientos de diferente duración e intensidad con la finalidad de que el jugador tenga una
noción de cómo varían sus necesidades de líquidos en cada condición.
Aprendizajes desde el campo.
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A pesar de que los estudios realizados han sido llevados a cabo en diferentes lugares,
atletas, tipos de entrenamiento y condiciones climáticas, a continuación se señalan algunos de
los aprendizajes claves de estos estudios.
1. Antes del ejercicio la deshidratación es frecuente. Un hallazgo común al evaluar la densidad
de las muestras de orina de los jugadores antes de los entrenamientos es que esta sea superior
a 1.020 mg/dL. Lecturas sobre este valor indican que el atleta presenta evidencias de
deshidratación. Esto potencialmente podría afectar sus desempeños en el entrenamiento,
especialmente en el fútbol donde las oportunidades para hidratarse durante el partido son
escasas o cuando se tiene más de una sesión de actividad al día. La frecuencia de atletas que se
presentan en este estado puede variar entre 40 a 90% en un equipo. En una muestra de 121
futbolistas de varios equipos evaluados por el GSSI, el 76% presentó valores de densidad de la
orina sobre 1.020 y en promedio todo el grupo presentó una densidad de 1.022, con valores
extremos de 1.004 y 1.034. Sin embargo, estos valores iníciales de densidad urinaria no
guardan ninguna relación con el nivel de deshidratación medido a través de la pérdida del peso
corporal observado después del entrenamiento. Lo cual es explicado en parte por las amplias
diferencias en la tasa de sudoración.
Resultados similares de alta densidad urinaria se han encontrado en 2 grupos de futbolistas
antes de partidos oficiales realizados en Brasil y Colombia. En un caso el 50 % de los jugadores
(3/6) presentaba valores de densidad urinaria sobre 1.020 (1.023 en promedio) y en el otro el
67 % de los atletas (4/6) parecía estar deshidratado antes del partido.
El hallazgo de que muchos jugadores comienzan sus entrenamientos o competencias
deshidratados representa una oportunidad para que mejoren sus hábitos de hidratación
consumiendo suficientes líquidos antes del entrenamiento. Las recomendaciones para ingesta
de bebidas antes del ejercicio del Colegio Americano de Medicina del Deporte pueden ser un
buen punto de partida para corregir este hallazgo. Estas señalan que se podrían consumir entre
5 a 7 mL por cada Kg de peso 4 horas antes de la actividad y luego fijarse en el color de la
orina (que tiene una relación directa con la densidad). Si la orina aun es oscura recomiendan
consumir alrededor de 3 a 5 mL adicionales por cada Kg de peso corporal.
2. Durante el ejercicio las tasas de sudoración son diferentes. El Fútbol se caracteriza por el
desarrollo de actividades intermitentes de alta intensidad que incrementan la temperatura del
cuerpo y en consecuencia la sudoración. La producción de sudor es tremendamente individual y
la importancia de conocer este parámetro implica que los jugadores con tasas elevadas de
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producción de sudor requieren estrategias de hidratación más agresivas que les permitan
reponer sus pérdidas.
En el grupo de 120 futbolistas señalado anteriormente el rango de producción de sudor varió
desde 0.5 mL a 3.4 L por cada hora de entrenamiento. Este amplio rango en la cantidad de
sudor producido puede atribuirse a diferentes factores internos (propios del sujeto) y externos
(ambientales), que retan a las glándulas sudoríparas a producir sudor en mayor o menor
medida para compensar el aumento de la temperatura corporal. Sin embargo, dentro de un
mismo equipo entrenando en las mismas condiciones climáticas, haciendo el mismo
entrenamiento y a una intensidad relativa similar se observan variaciones muy amplias en
cuanto a la tasa de sudoración. En los estudios iníciales apoyados por el GSSI que reportaron
este parámetro en jugadores de futbol se señala que la tasa de sudoración fue de 1.1 a 2.1 L en
60 minutos de entrenamiento en un clima cálido (32 ◦C y 20%HR). Mientras que otro estudio
realizado en un clima frío (5◦C y 81%HR), las pérdidas fueron de 0.7 a 1.78 L.
Esta variabilidad en la tasa de producción de sudor no tiene relación directa con el peso del
sujeto. Es decir, un atleta de bajo peso puede presentar una tasa de sudoración elevada y
viceversa. Sin embargo, como es de esperarse, una elevada tasa de sudoración si guarda
relación directa con el porcentaje de deshidratación (pérdida de peso) observada en los
jugadores. Debido a que la tasa de sudoración es muy variable la cuantificación de estas
pérdidas juega un papel importante para individualizar las estrategias de hidratación.
3. Durante el entrenamiento los jugadores toman menos de lo que necesitan. En la mayoría de
los estudios se encuentra que los atletas pierden peso, es decir, que terminan el entrenamiento
deshidratados a pesar de tener acceso libre a botellas de bebida deportiva y agua. Este
fenómeno también se aprecia en diferentes condiciones ambientales. Para nuestras
evaluaciones utilizamos el índice WBGT, que es un indicador del stress climático (radiación,
humedad y temperatura). Los valores extremos observados con diferentes equipos han sido de
12 °C (estrés bajo) hasta 25.6 °C (estrés alto). En estos extremos de stress climático y en
situaciones intermedias, la ingesta de líquidos varió desde 0 (no beber nada) hasta consumir el
100%. Inclusive hubo algunos casos de atletas que ingirieron más de lo que perdieron en el
sudor. En promedio la muestra señalada de 120 atletas repuso el 50% de las pérdidas,
observándose una ligera relación entre el volumen de ingesta de líquidos y la tasa de
sudoración, lo cual parece razonable ya que la mayor sudoración estimularía la ingesta de
líquidos. Estas diferencias en cuanto a los volúmenes de ingesta resaltan la importancia de que
los atletas sean conscientes de sus necesidades de hidratación.
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El hecho de que estos atletas en promedio sólo repongan el 50% de su pérdida de líquidos
podría marcar un impacto en su rendimiento físico si la pérdida de peso excede el 2% de su
peso corporal inicial (ACSM 2007). Sin embargo, hay evidencias de que con pérdida de peso
cercanas al 1% también podría afectar a los atletas. En todo caso el efecto de la deshidratación
sobre diferentes aspectos del rendimiento físico está lejos de ser claro a niveles bajos de
deshidratación, bien sea por la sensibilidad de los métodos de evaluación empleados o el
aspecto del rendimiento que se esté evaluando.
En la muestra estudiada el promedio de pérdida de peso fue de 1,1 %. Sin embargo, se
observó a un atleta con una pérdida de peso de 5,3% durante un entrenamiento de 90 minutos.
Está claro que una hidratación adecuada podría ayudar a mantener el rendimiento en estos
casos extremos de deshidratación. Pero a pesar de no se vea o espere un efecto positivo sobre
el rendimiento en quienes se deshidratan menos, el consumo de bebidas durante el ejercicio no
afecta el rendimiento a menos que su composición no se adecuada o se consuma una cantidad
excesiva. Adicionalmente, varios estudios realizados en deportes de equipo que guardan
patrones de movimiento intermitentes como en el baloncesto y el fútbol, han señalado la
ingesta de bebidas con carbohidratos puede reducir la percepción del esfuerzo y mejorar el
rendimiento físico y mental.
4. Los jugadores pierden diferentes cantidades de sodio en el sudor. Así como sucede con las
variaciones en el volumen producido y el líquido ingerido, la cantidad de electrolitos que se
pierde en el sudor varía de un atleta a otro. En líneas generales el electrolito que más se pierde
y el cual guarda mayor importancia desde el punto de vista nutricional es el sodio. Su
concentración en el sudor puede variar desde 10 a 80 mmol/L. A pesar de las limitaciones que
puede tener la técnica de uso de parches para obtener sudor debido a las pequeñas diferencias
regionales del lugar donde se toma la muestra (frente, espalda, pecho, antebrazo o muslo) y
otros detalles de estimación, identificar a los atletas que pierden cantidades elevadas de sodio
en el sudor, así como a aquellos que pierden poco pero sudan grandes volúmenes, permite
hacer recomendaciones especificas en cuanto a sus necesidades de reposición de electrolitos.
La pérdida total de sal en el sudor puede estar entre 20.000 a 30.000 mg al día en
atletas que sudan mucho, lo que implica que podrían beneficiarse de consumir bebidas
deportivas con sodio en lugar de agua (450 mg/L en Gatorade vs ≈10 mg/L en el agua
mineral). Pero adicionalmente deben incluir en su alimentación alimentos salados para reponer
completamente estas pérdidas. Hallazgos en jugadores de futbol americano, señalan que en
aquellos que perdían grandes volúmenes de sudor y su concentración de sodio era elevada eran
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más propensos a padecer calambres. Lo cual suma importancia adicional a las evaluaciones
individuales de los atletas para evitar o tratar los calambres producidos por esta causa.
5. La competencia es un escenario muy diferente al entrenamiento. En términos de hidratación,
especialmente en deportes como el futbol, las oportunidades para tener acceso a las bebidas
está limitado casi exclusivamente al medio tiempo. Adicionalmente, en muchos casos las
exigencias físicas pueden ser aun más demandantes en el partido que en el entrenamiento. Por
ejemplo, en una de nuestras observaciones en partidos oficiales el promedio de tasa de
sudoración fue de 1,76 L.h-1, lo cual comparado a lo observado en el entrenamiento para ese
mismo grupo de atletas equivale a un 47 % adicional.
Una tasa de sudoración baja durante el entrenamiento permitió consumir una cantidad
de líquidos suficientes para hidratarse completamente. Sin embargo, en el partido debido a que
la tasa de sudoración fue muy superior, la cantidad de líquidos ingeridos alcanzó un nada
despreciable 67 %. Sin embargo, esta ingesta corresponde a la toma realizada en el camerino
antes de ir al campo, en la banca antes del comienzo del partido y en el intermedio. No se
observó el consumo de líquidos durante los 90 minutos de juego, con excepción de un jugador
tomo líquidos durante el 2do tiempo.
En otro partido oficial el promedio de sudoración fue de 2,2L h-1 con valores extremos de
1,7 y 2,7 L h-1, pero en este caso el consumo de líquidos sólo alcanzó el 20% de las pérdidas por
sudor y los jugadores tampoco bebieron durante los 90 minutos de juego. En consecuencia, el
porcentaje de pérdida de peso (deshidratación) fue importante (2,2 % en promedio), pero
¿Puede afectar esto su rendimiento en el partido?
Al menos tres estudios han tratado de responder esta pregunta. En un estudio
(McGregor y col. 1999) encontraron que la percepción del esfuerzo fue mayor al final de una
prueba de circuito de carreras de 90 min que simula las condiciones de juego (LIST) cuando los
jugadores no consumieron líquidos durante la prueba. Igualmente se redujo la velocidad del
sprint y la capacidad de driblar cuando se encontraban en 2,5% de deshidratación comparado
con cuando estaban en 1,4 %. Sin embargo, la deshidratación de 2.5% no afectó sobre los
puntajes de una prueba de concentración mental. En otra investigación (Edwards y col. 2007),
donde se aplico la prueba de Yo-Yo una reducción del rendimiento (distancia total de carrera) y
un aumento de la percepción del esfuerzo cuando no se dio líquido a los jugadores. En este caso
se deshidrataron hasta un 2,4%.
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No todos los estudios con jugadores deshidratados han mostrado efectos adversos. Por
ejemplo, Owen y col. (2013) usaron protocolo LIST y además examinaron algunas habilidades
de fútbol (pases y disparos al arco), pero estas no se vieron afectadas cuando los jugadores
estaban a diferentes niveles de deshidratación (2.5%, 1.1% y 0.3%).
Debido a las características variables del juego de fútbol es difícil cuantificar con
precisión el impacto real de la deshidratación sobre el rendimiento, especialmente cuando el
éxito de los partidos se determina por los goles anotados y no por cuanta distancia o numero de
pases se hacen durante el juego, por lo que se hacen necesarias mas investigaciones con
protocolos adecuados.
Conclusiones
A pesar de que las oportunidades de ingesta son reducidas en los partidos de fútbol, es
necesario que los atletas y su cuerpo técnico hagan un esfuerzo racional y constante para
reponer lo que pierden a través del sudor para y así aprovechar las ventajas de estar bien
hidratados durante el juego. Esto es especialmente importante ya que como se señalo en la
primera sección, muchos de estos jugadores llegan al partido o entrenamiento con evidencias
de hipohidratación. Por estas razones se recomienda hacer evaluaciones de la tasa de
sudoración en diferentes condiciones para que las estrategias de hidratación puedan ajustarse
adecuadamente, haciendo énfasis en las variables individuales basadas en necesidades y
tolerancia a la ingesta de líquidos durante el ejercicio. Si bien el efecto de la deshidratación
sobre el rendimiento en el juego es difícil de cuantificar, se conocen ampliamente sus efectos
sobre muchas variables fisiológicas que afectan la resistencia especialmente en el calor
condiciones donde se desarrollan muchos de los partidos de fútbol.
Lecturas Sugeridas:
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