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Conversaciones con artistas navarros PEDRO SALABERRI Manuel Hidalgo Alicia Fernández

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Pedro Salaberri Colección Conversaciones con artistas navarros Ed. Gobierno de Navarra

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Conversaciones con artistas navarrosPEDRO SALABERRI

Manuel HidalgoAlicia Fernández

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Conversaciones con artistas navarros

PEDRO SALABERRI

Manuel HidalgoAlicia Fernández

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Conversaciones con artistas navarros

PEDRO SALABERRI

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Conversaciones con artistas navarros

PEDRO SALABERRI

Un lugar seguroManuel HidalgoDiscreta armoníaAlicia Fernández

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TítuloConversaciones con artistas navarros: Pedro Salaberri.ColecciónConversaciones con artistas navarros.Serie major. Número 2.EdiciónGOBIERNO DE NAVARRA. Departamento de Cultura y Turismo - Institución Príncipe de Viana.AutoresManuel Hidalgo y Alicia Fernández. CoordinaciónMaría Rosa Pan Sánchez.Diseño Miguel Pueyo.FotografíasLarrión & Pimoulier.ImpresiónLitografía IPAR S.L.ISBN978-84-235-3014-4Depósito Legal3151 / 2007Promoción y distribuciónFondo de publicaciones del Gobierno de Navarra.C/ Navas de Tolosa, 21.31002 Pamplona. Navarra.Tfno. 848 427 121Fx. 848 427 [email protected]/publicaciones

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AgradecimientosA Camino Paredes, Javier Manzanosy a tantos amigos que me acompañan

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A Mª Carmen, Pablo y Andrés

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Índice

PresentaciónConsejero de Cultura 13

Un lugar seguroManuel Hidalgo 19Discreta armoníaAlicia Fernández 35

Retratos 69

Ciudades 81

Paisajes 95

Interiores 121

Pirineos 135

Pamplona 151Museos

Abstracciones 187

Currículum 211

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La colección Conversaciones con artistas navarros que en sus dos series, major yminor, presenta a artistas actuales reconocidos y emergentes, está afianzándose en elámbito editorial del Departamento de Cultura y Turismo-Institución Príncipe de Viana yen ella se presenta la obra y pensamiento de diferentes creadores plásticos.En 2006 apareció el primer volumen de la serie minor y en el 2007 se inicia la seriemajor con la publicación de dos monografías. La primera sobre Juan José Aquerretarecientemente publicada y ésta sobre Pedro Salaberri en la que se hace un recorridodesde sus primeros cuadros hasta la obra última. Un largo camino que deja claras algu-nas preferencias y que abre a la vez muchos otros, por los que suponemos seguirá cre-ciendo su trabajo.En cada volumen la obra va acompañada de textos de escritores elegidos por el mismoartista. Buscar el protagonismo de los especialistas en arte, es otra de las aspiracionesde esta colección. Las conversaciones entre el artista y los escritores no tienen ningúntema previamente elegido. Cada uno de los autores desde su experiencia y especialidadnos aporta ideas, sin duda útiles, para una posible prospectiva de la realidad artísticanavarra.Pedro Salaberri es una figura ampliamente conocida. Su calidad está avalada por unalarga y fecunda trayectoria refrendada en exposiciones y reconocimientos. Del dominiosobre su obra nos lo dice todo lo minucioso de su evolución, el cuidado de sus pasos yla brillantez con que los impulsa. El propio pintor ha hecho una selección de obrasrepresentativas de su carrera agrupadas en siete bloques temáticos: retratos, ciudades,paisajes, interiores, Pirineos, Pamplona y museos y abstracciones.Además del amplio repertorio de la obra de Salaberri y un breve currículum del mismo,se cuenta en este libro con las valiosas colaboraciones de Manuel Hidalgo y AliciaFernández que sitúan su aportación en la biografía del artista y su producción pictórica,así como en la sociedad en que se desenvuelve. El tono general evocativo, anecdóticoy realista dibuja su evolución, y a lo largo de sus intervenciones Pedro Salaberri, conmaneras suaves y vocación reflexiva, nos cuenta sus motivaciones y objetivos.Quiero dar las gracias a los autores del libro, que no sólo aceptaron esta cita con lacolección Conversaciones con artistas navarros, sino que han logrado con su trabajo,ilustrarnos sobre algunos de los conceptos que atraviesan el acontecer artístico navarrode comienzos del siglo XXI.Espero que el público encuentre en este libro un lugar para el sosiego y la belleza que,me consta, es uno de los más claros deseos que lo animan.

PresentaciónJuan Ramón Corpas MauleónConsejero de Cultura y Turismo - Instutición Príncipe de Viana

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Manuel Hidalgo (Pamplona, 1953)Novelista, guionista, periodista, columnista y crítico de cine. Autor de las novelas “El peca-dor impecable” (1986), “Azucena, que juega al tenis” (1988), “Olé” (1991), “La infantabaila” (1997) y “Días de agosto” (2000). Ha publicado también obras como “El hombremalo estaba allí” (2001) y “Cuentos pendientes” (2003), entre otras. Ha escrito libros sobre Luis G. Berlanga, Fernando Fernán Gómez, Carlos Saura yFrancisco Rabal, así como el argumento de “A mulher do próximo” (José Fonseca eCosta, 1988, Colón de Oro del Festival de Huelva) y los guiones de “Una mujer bajo la llu-via” (Gerardo Vera, 1992), “Grandes ocasiones” (Felipe Vega, 1997), “El portero” (GonzaloSuárez, 2000, Nominado al Goya al Mejor Guión Adaptado), “Nubes de verano” (FelipeVega, 2004) y “Mujeres en el parque” (Felipe Vega, 2007). Su novela “Lo que el airemueve” obtuvo el I Premio Logroño de Novela (2007)

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“Tú eres pintor”. No había cumplido los veinte años, y Salvador Beunza, uno de susprofesores en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona, se lo dijo:”Tú eres pintor”. Elchico que copiaba tebeos durante las horas muertas en las aulas de las EscuelasPúblicas de la calle Compañía dio un respingo. ¿Pintor? El hijo del molinero que cultiva-ba una huerta y del ama de casa que cosía y lavaba, tenía afición a dibujar. Aprendiz dedelineante y maca (recadero) de una farmacia, había terminado sus estudios más ele-mentales y trabajaba, como sus cinco hermanos mayores, desde muy pequeño, apenascon catorce años. A los trece, ganó un concurso con un dibujito, y el padre, a punto demorir de cáncer en un hospital, se puso muy contento. Contentísimo. Nadie se puso tancontento como el padre, que se lo contaba a todos los enfermos del hospital: “mi hijo, elpequeño, ha ganado un concurso con un dibujo”. Fue un empujón, tal vez secreto y des-apercibido, la alegría del padre enfermo. ”Tú eres pintor”, le dijo más tarde SalvadorBeunza. La pintura. Pedro Salaberri empezó a comprender: “La pintura. Ese era elmundo en el que yo quería vivir”.¿DÓNDE ESTÁ EL HOMBRE? Desde el principio fue la montaña. Los primeros cuadrosgeométricos del aprendiz de delineante duraron poco. Los montes le esperaban cuandosalía al campo con sus amigos y sus hermanos. La Naturaleza como religión, tras la cri-sis de las ideas religiosas. La Naturaleza, frente a la Ciudad. Lo Bueno, frente a lo Malo.La ascensión como esfuerzo espiritual. Quería contar eso. Le salían masas planas,manchas planas. Otras veces, un puntillismo uniforme. ¿Y dónde está el Hombre? Lapintura tenía que ser trascendente, intemporal. El tiempo desgasta. Las personas con-cretas son anécdotas. “Yo quería pintar el Ser, algo que sirviera para siempre”. Peroen una obra primeriza, un hombre sentado, silueteado, entrevisto, ocupa el centro delcuadro, mínimo ante lo inmenso del paisaje. El pintor escribe: “En esta atmósfera inex-plicable habita una figura que en medio del paisaje recuerda, vive y espera”. ElHombre, no hay que perder al Hombre. Un peligro.

Un lugar seguroManuel Hidalgo

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LA DESAPARICIÓN DE LAS PERSONAS. En un corro de amigos, la pequeña Rita, ape-nas un bebé, hija de Miguel y Ana, ocupa el centro. ¡Qué bonita es! Los ríos, los mon-tes, los árboles siempre están ahí. Dan permanencia a la pintura. ¿Y Rita? ¡Tan hermo-sa! También es preciso pintar a Rita, no perder a las personas. “Siempre he pintadoqueriendo ofrecer un lugar al que ir a vivir. Vivir en los cuadros. Crear un ámbitode quietud, sosiego y belleza. Protector. Decía que las personas eran los especta-dores del cuadro, los que iban a ir hacia él. Pero me di cuenta de que era un cami-no malo. También tenían que estar las personas dentro de los cuadros. Son muyimportantes. Somos en la medida en que nos reconocemos en los demás. Si no,no somos. ¡Qué sería de nosotros si nadie nos quisiera, si nadie nos llamara pornuestro nombre…”. El pintor se ha mantenido alerta ante el peligro de desaparición delas personas de sus cuadros. A veces veladas, fantasmagóricas, transparentadas, en lasombra, acaban por estar. “Un lugar sin intenciones”. La superioridad de la Naturaleza, el paraíso de los román-ticos. El espacio balsámico, regenerador. El silencio que elimina los ruidos interiores. Elpintor montañero que ama el monte y el campo. “La Naturaleza es un lugar sin inten-ciones. El río y el árbol simplemente están ahí. No hace frío o calor para algo:hace frío o calor sin más. La Ciudad tiene intenciones. Construimos la Ciudad,organizamos la Ciudad para esto o para lo otro”. El pintor ama la Naturaleza, va a suencuentro una y otra vez, pero se sabe urbano. “Al caserío más bello del mundo yono me iría a vivir”. El pintor se da cuenta de que tiene que hablar de la ciudad en laque vive. “Gauguin se va a las islas y nos grita desde allí: venid, es lo mejor. No,déjanos en paz, vívelo tú, y punto. Yo voy al monte, pero sé que, por encima detodo, soy urbano”.

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CONVIVIR. La ciudad nueva sufre embates de desprestigio. Está deshumanizada, essólo para dormir, es el espacio del poder, del dinero, de la tecnología. No es verdad.“Tenemos que querer a la ciudad nueva, pues vivimos en ella. No podemos insta-lar en nuestra casa una ventana estupenda, que se abre y se cierra dándole a unbotón, y luego pintar sólo el campo. O la ciudad vieja. Si vives con lo nuevo, lonuevo tiene que actuar sobre ti, sobre tu pintura. Si no, estás en la nostalgia. Ynostalgia es fervor caído: ya no crees en la vida, que es presente, y lloras por lopasado y lo perdido”. Al principio, el pintor se vuelca en la ciudad nueva. Quiere feste-jar la obra civil, ciudadana. Se rebela contra la mentalidad del turista añejo que sólo visi-ta la arquitectura de la Iglesia, la obra de los prelados, los príncipes y los nobles. “Soyciudadano, quiero hablar de la tarea de los ciudadanos. Quiero reivindicar la ciu-dad nueva. Tenemos que quererla y cuidarla”. Y así lo hace en sus cuadros, perotambién percibe que ama la ciudad vieja, que le nutre, más allá de creencias y nostal-gias, espiritualmente. Y la Pamplona vieja, de la catedral y de las torres, aparece en supintura. “Hay que hacer convivir lo antiguo y lo moderno”.“Estoy del lado de la alegría”. La memoria dicta un recuerdo de un Salaberri apagadoen sus principios. Verdes y azules oscuros. Después, poco a poco, más luz, más color.El pintor reconoce una mayor circunspección al comienzo, un empeño por ser serio ygrave. El prestigio de la seriedad para hacerse valer. Los rasgos oscuros de una épocaoscura y de una juventud desazonada en un mundo en blanco y negro: primeras pelícu-las y televisión en blanco y negro. Una explicación cultural: “Ser colorista me parecíauna frivolidad”. Dicho con distancia e ironía. Una explicación más técnica: “Siemprehe pintado a partir de las fotografías que hago, y durante muchos años esas fotosfueron en blanco y negro”.Lo cierto es que los colores vivos, arriesgados, incluso peligrosos, van ganando terreno.Se extienden. “Los colores aparecen cuando siento que ya decido sobre mi vida.No estoy dispuesto a abandonarme a la melancolía, a la nostalgia. No voy a cola-borar con la tristeza. Estoy del lado de la alegría y de la risa. El amarillo, el rojo oel naranja me alegran la vida. Estoy del lado de la vida”.MISTERIO, LUZ Y COLOR. Un aura de misterio invade sin imponerse la pintura deSalaberri. No es ostensible, no está impuesto para ser visto jugando a que no está. Peroestá. A la larga, está. “Los chinos dicen algo parecido a esto: “La forma hace lovisible, lo invisible le da valor”. Yo no quiero copiar el mundo, quiero ampliarlo. O,como dice Pedro Manterola: “hay que vivir acrecentando la conciencia”. Un paisa-je produce otro paisaje. En ese salto está el misterio”. El pintor capta una luz en elmonte, en el campo, en la calle. ¿El disfrute y el mérito están en reproducir esa luz o encrear otra? “La luz que pones es la buena. El cuadro tiene sus propias leyes.Aquello es el Pirineo –te dice-, y éste soy yo: mírame a mí, dame lo que necesito,lo que tú ahora necesitas. Esa luz que inventas en el estudio, escuchando al cua-dro, es la buena”. El dibujo, la luz, el color, la textura, el motivo. ¿Con qué se diviertemás el pintor? “Con el color, sin duda. El dibujo es muy importante, te va a dar laestructura que va a hacer posible o no la convivencia de los colores. Pero con loque yo disfruto más es con el color. Con los colores mando, muchas o pocas, lasemociones”.

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CONQUISTA DE LA LIBERTAD. En los comienzos, el peso de una formación que empu-ja a ayudar, a intervenir, a mejorar el mundo. “Pensábamos: el mundo nos está espe-rando para que nosotros lo cambiemos”. ¿Cómo habrían de ser los cuadros quecambiaran el mundo? El tiempo va dando la respuesta: buenos, bellos. “He perdido lafaceta de querer convencer a nadie de nada. Como ciudadano, tengo mis ideas ymis obligaciones. Como pintor, no siento más obligaciones que hacer lo mío cadavez mejor. Entonces me relajo, me siento más libre. Me vale con que la gente dis-frute de mis cuadros desde su forma de ser y desde su conocimiento. Tampocoquiero contar mi vida a quienes ven mis cuadros. Quiero, sencillamente, quevayan a ellos”.DESCANSO. Ir hacia el cuadro, dialogar con el cuadro, estar en el cuadro. El pintor hatenido una experiencia de la belleza, y nos invita a compartirla. Estuvo en un lugar her-moso, y ahora el espectador puede viajar hasta él con la pintura. “Pinto cuadros parair a vivir a ellos, digo. Y también quiero que eso mismo esté al alcance de quieneslos contemplan. Pero no de un modo definitivo. Sería pretender demasiado. Entra,mira, quédate un rato. Pero no tienes que quedarte para siempre. No creas quehas llegado a ninguna parte. Después de descansar, sigue tu camino”.POESÍA. El pintor piensa que la pintura, como la vida, sin poesía no es nada. Gil deBiedma, Kavafis, Saint-John Perse, Gil Albert. Otros. Lecturas de poetas nutrientes.Salaberri puede recitar versos de corrido. Versos que se le han quedado muy adentro.Llegó a escribirlos, alguna vez, en la superficie de sus propios óleos. Atisbos de poe-mas, de aforismos, palabras claras y escogidas escritas por él mismo, a lo largo deltiempo, en sus propios catálogos. Aquí o allí, casi un haiku. “Cositas, sí”. Tal vez daríanpara una pequeña recopilación. De Kavafis, unos versos con huella persistente. Versosque hablan de la delicia y el perfume de su vida, de la memoria de esos momentos enlos que el poeta retuvo el placer tal y como lo deseaba para él, que odió los goces y losamores rutinarios. El pintor recela ahora de algunos de esos conceptos. “No sólo elplacer y su recuerdo son la delicia y el perfume de la vida. Yo quiero vivirlo todo.También el dolor. Y el dolor de los otros. Estar con los otros estén como estén”.EL DOLOR. Una pintura tranquila, remansada, pacificadora. Sosiego, plenitud, bálsamo.¿Y la experiencia del dolor? El pintor, interpelado, recuerda la muerte de su gran amigo,el pintor Mariano Royo. Esa fue una intensa experiencia del dolor. Y quiso pintarlo. Unóleo con Mari Carmen (su mujer), Ignacio Aranaz (su amigo) y Mariano. ¿Y Mariano?,se titulaba el cuadro. Porque Mariano aparecía desdibujado, con los rasgos diluidos.Una presencia borrosa en la dolorosa ausencia nítida del amigo. Otro día, en aquellasfechas de sufrimiento, el pintor cogió su coche y fue a buscar un rincón que contuvierala desolación que sentía en aquel momento. Lo encontró, inopinadamente, junto al ríoUrrobi, llegando a Burguete desde Aoiz. De la orilla oscura, tituló el cuadro. Unos tron-cos cortados en la sombra…Cuadros que no ha enseñado, o apenas. “Nunca he queri-do abandonarme al dolor. No voy a colaborar con la desgracia ni con la violencia.Ni a recrearme. No le voy a dar cancha al dolor”.

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IDEALIZAR. La belleza está en las cosas. Y si no está, se pone. Se busca y se encuen-tra. Si no, se añade. Porque la idea de la belleza está en nuestra mirada y en nuestracabeza. El pintor tiene una idea de la belleza. Con esa idea, idealiza. Con esa idea,destila la experiencia. Completa, mejora. Mejora para mejorar. Mejorarse, mejorarnos.Una merienda en el campo puede ser una experiencia maravillosa. Pero también puedehaber mosquitos. O mal olor. Demasiado frío, demasiado calor. Lluvia molesta e inopor-tuna En el cuadro quedará lo que la voluntad del pintor ha escogido. O ha añadido.“Idealizo voluntariamente. Decido, elijo. No me siento cronista, ni denunciante dela realidad. Si hay basura, yo cojo una escoba y barro. Pero no pinto la basura”.“Mi patria es mi imaginación”. La pintura es, en buena parte, una actividad mental. Sevive una experiencia para trabajar sobre el lienzo con su recuerdo. Se pasa la tarde enuna playa, pero no se pinta exactamente ni la tarde ni la playa. Se pinta su recuerdo, yse agrega no lo que tenían la hora y el lugar cuando estabas en él, sino lo que tú tienescontigo cuando ya no estás allí. “Paso más rato en mi estudio pintando un monteque en el propio monte. No me interesa la inmediatez. No quiero estar sometido ala Naturaleza. En el estudio, pulo, me demoro, acabo sin prisas…”. El pintor nopinta en el exterior sino dentro de su intimidad. La intimidad le revela lo que la cosa era.“En el espacio mental propio es donde aflora, mediante el recuerdo, la esencia deun lugar o de una experiencia. La imaginación es, al fin, el agente decisivo. Mipatria es mi imaginación. Si tengo alguna patria es ésa”.IRREALIDAD Y ABSTRACCIÓN. La obra de Pedro Salaberri ofrece dos caminos: irhacia la realidad que el lienzo evoca o ir hacia la atmósfera irreal que el cuadro sugiere.El espectador opta por completar mentalmente una posibilidad de figuración y de repre-sentación realistas o por indagar lejos de la realidad en un territorio de abstracción. Latensión entre lo real y lo irreal es fuerte en los cuadros del pintor. El aprendiz de deline-ante esconde un latido geométrico que le conduce a las puertas de la abstracción. Laladera o la fachada solicitan el rescate de sus trazos y rugosidades o se abandonan asu condición de plana mancha de color. “Estoy a caballo muchas veces, sí, entre loreal y lo irreal. Transformo, quito y pongo tanto, según me conviene y me apetece,que estoy a punto de llegar a la abstracción”.“Un cuadro es una presencia”. Vivimos tiempos de bombardeo de lo visual. Pero lasimágenes concretas pasan deprisa, son efímeras y fugitivas. No permanecen. Los anun-cios, las imágenes de la televisión o del cine, corren ante nuestros ojos. Las fotografíasde una revista o de un periódico nos aportan la imagen de una realidad, pero no tienenrealidad por sí mismas. Las abandonamos, las desechamos. Sólo podemos recordarlas,en el mejor de los casos, entre miles. El cuadro está ahí con toda su realidad. “El cua-dro es una presencia. La pintura es un balneario para la mirada, y a ello contribu-ye su misma entidad física. Yo construyo el cuadro con sus capas, sus intersti-cios, su grosor, sus sutilezas… El óleo es algo físico, matérico. Cómo aplicar lapintura sobre la tela es algo muy importante. El cuadro es una presencia queactúa sobre ti cada vez que lo miras. No te da mera información. Si sólo te dainformación, es poco lo que te da. Si miras un cuadro y, una vez visto, ya no loves más, eso es un fracaso de la pintura”.

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EL OJO IMPACIENTE. Ritmo rápido de vida, consumo rápido de imágenes. Vida e imá-genes fragmentadas. Lo fragmentario, lo sincopado, lo vertiginoso. Ojos ejercitados parala rapidez. Ojos que no entienden lo que no entienden a la primera. Ojos ávidos, ojosimpacientes. Dime ya lo que me tengas que decir, dicen los ojos. Ojos que ven, pero nomiran. Ni escuchan. Ni se molestan en averiguar. ¿Malos tiempos para la pintura?“Quisiera que mis cuadros fueran una buena compañía. El cuadro está para ti, y tútienes que saber estar para él. El cuadro será una buena compañía para ti si tú leacompañas también a él. Mucha gente va a las exposiciones para entretenerse. Esrespetable, pero el conocimiento es otra cosa. No es entretenerse, ni estar infor-mado. Hay que saber pararse ante las cosas, y disfrutar. No es verdad que cuantomás vemos, más sabemos. No es obligatorio verlo todo. Al revés, empieza a serobligatorio perderse muchas cosas para disfrutar y aprender de las cosas quepodamos ver con calma, aunque sean pocas”. El ojo educado para la información noestá educado para la contemplación, el placer y el conocimiento. El ojo que sólo ansíarecibir cada vez recibe menos, aunque vea más.EMOCIÓN Y RAZÓN. Pedro Salaberri puede parecer, a veces, frío, reservado, introverti-do. Y, otras veces, se le descubre vital, activo, reidor. La armonía impregna su pintura como desenlace, se diría, de un cálculo. O de un com-bate de la contención contra el exceso. “Tengo emociones, claro que sí. Parezcomuy estable, pero he tenido fluctuaciones espirituales muy fuertes y tengo nerviosinteriores importantes. Lo que sé es que no debo abandonarme a las emociones.Abandonarse a las emociones es el camino más corto hacia la destrucción. Ahorabien, la razón a palo seco te marchita, te acartona. La emoción y la razón tienenque convivir. Lo he querido explicar un poco en el cuadro Mark Rothko y PeterHalley (2005). Uno, más espiritual. Otro, más reglado. Todo tiene que convivir. Nodebes ser ni un tipo frío y calculador ni un romántico que no considera sus actosy se deja llevar hasta el extremo”.“Soy un apagafuegos”. La importancia de la convivencia de los contrarios en la obrade Salaberri: la Naturaleza y lo urbano, la Ciudad vieja y la Ciudad Nueva, lo real y loideal, la representación y la abstracción, la razón y la emoción. Y más. ¿Y en la vida?“Tiendo a ser un apafuegos, alguien que intenta que haya concordia. Si estoy enuna reunión, y se da un enfrentamiento, un mal rollo o una situación violenta, pro-curo hacer algo para que eso se acabe, para que todos podamos estar en elmismo espacio sin que nadie zarandee a nadie. Creo que me sale bien mediar,hacer de nexo de unión entre personas diversas. Distender, conciliar. No soportolas situaciones violentas. Si no puedo rebajarlas, eliminarlas, me voy”.

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LA MINIMIZACIÓN DE LA PINCELADA. La pincelada parece contener en la pintura lafuerza y la idiosincrasia de cualquier pintor. Los cuadros de Salaberri, a primera vista, sepresentan huérfanos de pincelada. “La pincelada está, pero no se nota”. No se nota,no. Predominio de la masa plana, del dibujo, del color. “Es que la pincelada es elgesto que delata al yo: aquí estoy, me expreso, me dejo llevar, saco el tormento yla furia. Vivo, padezco, fijaos. ¡Escuchadme! Pero yo no quiero imponerme ni gri-tar. No quiero proclamar que estoy construyendo algo que exija atención. Las pin-celadas están en mis cuadros, pero son sutiles. No quiero que me impongan nique me griten. No quiero imponer ni gritar”.PERO HUBO PINCELADAS. Hubo, ha habido -¿habrá?- momentos y tramos de trazomás acusado, enérgico y energético. ¿Cézanne? “Había llegado a algo demasiadoreduccionista: cielo y monte, dos colores. Callejón sin salida. Demasiado rigor ycontención. Rigidez. La razón me atenazaba. Y me solté. Estuvo bien, pero me fuiaplacando. Si se pinta de un modo, es que se vive de ese modo. Si te haces notaren el cuadro es que te haces notar en la vida. ¿Una copa? ¡Cuatro copas!”.EL RIESGO DE LA PERFECCIÓN. Tampoco hay que pulir demasiado. Sequedad. Hayque saber fallar, dejarse llevar. Pero lo justo. “Hay que dejar que el cuadro se vaya unpoco de ti. No hay que tensar demasiado el afán de perfección. Es como con loshijos o con tu mujer. Hay que saber dejar pinceladas sueltas, alguna vez. No sertan preciso, tan exacto. Hay que saber encontrar vías de fuga, variantes: en vez dediscutir, sirve el café o haz una caricia. La magia está en algo más inaprensible ydesapercibido. No hay que imponer al cuadro todo tu orden como no hay queimponer a las personas con las que convives todas tus leyes. Hay que sabercallar, irte, dejarlo. Ya me has dicho todo lo que me tenías que decir, no me lorepitas, no me dés otra pincelada. Déjalo, déjame, vete. O acércate por otro sitio”.

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EL ANCLAJE. Pedro Salaberri es un pintor de su ciudad, Pamplona. Anclado en la ciu-dad. Volcado en la ciudad. Respirando en la ciudad. La Historia del Arte nos habla deartistas que emigraron de su cuna: en busca del gran lugar cosmopolita o en busca deuna vida errática permanente que se supone enriquecedora. Salaberri se ha quedadoen Pamplona. Ha hecho de su ciudad algo nuclear. “Viajar me produce intranquilidad.No controlo, no domino el territorio. ¿Es obligatorio viajar? ¡No! Mi vida es unhilo, y, si viajo, se rompe. No me importaría poco menos que teletransportarme,aparecer, zás, en Roma, en Chicago, en Tokio. Pero no me gustan los días previosal viaje, los nervios, la inquietud, y si pierdo el avión… He viajado poco, peromucho más de lo que mi naturaleza me permite”. La ciudad, Pamplona, le ha dado losuyo y el pintor ha dado lo suyo a la ciudad. “Cada cual tiene que poder hacer todolo suyo en su ciudad: ser feliz, ser persona, desarrollarse donde ha nacido. Esverdad, también, que mi decisión de quedarme en Pamplona es defensiva. El exte-rior me ataca. Aquí me siento protegido: familia, amigos, casa, las calles que meamparan. Tengo que hacer más hermosa la ciudad en la que nací y en la quevivo”. “Haz tú que pasen cosas”. El pintor escuchó los cantos de sirena: vete, aquí no pasanada. Todo pasa en Nueva York. “¿Todo el mundo tiene que irse a Nueva York? ¿Elque no se va a Nueva York es una mierda?”. Pamplona no es Nueva York, pero todaslas ciudades del mundo que no son Nueva York tampoco son Nueva York. Pongamoscomillas donde proceda. ¿Entonces? “Y si yo me voy, y mis hermanos no se van,¿eso quiere decir que van a tener una vida incompleta?”. La vida tiene que ser com-pleta en el lugar donde vives: tú tienes que completar tu vida, tienes que completar tulugar. Trabajar en él, sí, y por él, también. “Hay gente que dice: aquí no pasa nada.¡Mentira! ¡No pasa nada en tu cabeza!”. El pintor se enfada como nunca. “Pasanmuchas cosas. Hay gente a la que he oído decir que aquí no pasa nada y a la quejamás he visto en un concierto, en una exposición, en un teatro, en un cine. ¡Aquípasan muchas cosas! De todos modos, si no pasaran, ház tú que pasen. ¿Hay queir allá o más allá para ver lo que pasa? ¡Claro que pasan cosas interesantes fuerade Pamplona, y hay que ir a verlas si se puede! Pero hagamos también cosas inte-resantes aquí, y que vengan a verlas los demás. Me acuerdo de Kavafis: “No bus-ques otra ciudad. No la hay. La vida que aquí perdiste, la has destruido en toda latierra”. Más o menos, la cita. “No hay que ser espectador. ¡Actúa! ¿No hay nadaque hacer? ¡Coge una escoba y barre!”. La escoba, barrer, otra vez.

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LA RUTINA. “Mi vida es un hilo”, dice el pintor. El hilo de cada día, el hilo que enhebralos días, los meses y los años. Madrugador. A veces, a las seis de la mañana, en lacocina. Desayunar. Recoger la casa, lo que toque. Hacia las 8, desde Mutilva, con MariCarmen, que trabaja, hacia Pamplona. El estudio, alargado –como era el de Zapatería-,con balcón a la Plaza del Castillo. Cuadros propios, muchos cuadros de otros. Una habi-tación para mostrar la obra a clientes. Pocos fetiches. Piedras en grupos de siete, siacaso. Que todo haya quedado en orden en la casa. Que Mari Carmen y los chicos,Pablo y Andrés, estén bien. Que todo esté en orden en el estudio. La paleta, limpia, sinrastros del día anterior. Empezar de nuevo cada día. Despejado, tranquilo, sin ruidos.Dispuesto a inventar algo. Música de fondo. De todo: clásica, ópera, rock, folk, según.“Ahora puedo ver qué pasa con los cuadros que estoy pintando”. Hacia las diez ypico, un café y un pincho. Trabajo, después, hasta la una y media. A casa, entonces,más o menos. Ayudar en la comida familiar. Siesta de butacón. A las cuatro y media, enel estudio. “A ver qué pasa”, otra vez. ¿Necesidades? Agua, chocolatinas, caramelos.Una manzana, a media tarde. A las siete o siete y media, pasa Mari Carmen. O no. Encualquier caso, un paseo para seguir descubriendo las calles de la ciudad, una exposi-ción, un concierto, una película, un teatro. Algo. A casa. Cenar. Dormir pronto. Poco,seis horas. “La noche me inquieta. Anticipo problemas, le doy vueltas en la cama acosas que luego ya no existen con la luz del día”. Leer, sobre todo, con el despertaranticipado de la mañana. “Necesito esta rutina, el tiempo igual a sí mismo. Comodice Pedro Manterola: ¿acontecimientos?, ¡los mínimos! No quiero que nadaextraordinario, bueno o -¡menos aún!- malo, rompa mi línea mental. Necesito delorden externo e interno para pintar. En el Zen, en el tiro con arco, se dice que eloccidental apunta con la flecha para que impacte en la diana. El zen te dice: haztodo bien previamente, coloca adecuadamente los pies, apóyate, estira el arco,sitúa correctamente los codos…Y cuando todo está bien, ¡la flecha va! Eso es loque yo procuro: hacer todo bien de antemano para que la flecha de la pintura vayahacia la diana”. ¿Cuántos cuadros pintados así a lo largo de los años? “¿Unos dosmil?”. URGENCIA DE PINTAR. “He pintado mucho. Ya no tengo la urgencia de pintar, noestoy ansioso por pintar”. Quizá por ello, en la casa de Mutilva, casi nunca pinta. “Lacasa es ella (Mari Carmen, su mujer). El jardín es ella. Yo soy más urbano, aunqueestoy muy bien en la casa. En el silencio. Si alguien hace una tortilla, se oye elbatir de los huevos”. En la casa con jardín de la periferia no se trabaja. Se está, sevive, se convive. “A veces, hago una acuarelita, un dibujito, nada. No me suele ape-tecer”. Tampoco está pendiente de la pintura cuando está por ahí. Puede llevar un cua-derno, apuntar una idea para que no se olvide. Poca cosa. Distinto es cuando sale almonte o viaja a otra ciudad. Entonces, sí. “Llevo la cámara de fotos como si fuera decaza. Pero las fotos que hago no tienen pretensiones. Son instrumentales, imáge-nes que capturo como mapas para un cuadro que luego pintaré”.

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DISCRECIÓN DE LA FIRMA. La firma de Salaberri apenas se ve en sus cuadros. Está,pero cuesta encontrarla. No destaca, no se impone. “Al principio creo que ni firmaba,por aquello –ideas de entonces- de que mi obra era de todos, ¡del Pueblo! Hoy noemplearía esa palabra, Pueblo, ni muerto. Aquellas ideas tenían un componentemesiánico. Hay muchas sociedades dentro de la sociedad”. Salaberri firma en laparte inferior del cuadro, a la derecha, mayúsculas de fino trazo, cuando la pintura estátodavía fresca, con punta seca. Casi ni se ve. “Entiendo que la firma tiene un valor,que es una exigencia del mercado. Vale. Pero si yo pinto para que el espectadortenga en el cuadro una experiencia de la belleza, me parece una imposición intole-rable que tenga que estar viendo a la vez SALABERRI. Como si yo quisiera decir:¡oye, que esto lo he hecho yo! Lo he hecho yo, sí, pero ahora se trata de que túdisfrutes del cuadro y te olvides de mí. Hay algunas firmas excesivamente prepo-tentes”. Sí, y hay también modestia, discreción, sigilo, en la ostentación de la autoría.El pintor se manifiesta en el cuadro, no en la firma.

ENTIDAD DEL COMPROMISO. El pintor ha vivido en épocas de gran intensidad y trepi-dación políticas. A los artistas se les pedía –pide- tomar partido, se les solicitaba comoinstrumento de acción política. Arte comprometido, el compromiso del arte, arte político.¿Qué hacer? “Todo eso no lo he vivido bien. No me sentía cómodo tanto si dabaun paso como si no lo daba. He estado en cosas, he atendido cosas. Pero no esta-ba seguro. Intuía que los líos y los reclamos eran circunstanciales, pero que mitrabajo no era circunstancial. Lo que yo quería contar con mi pintura no tenía quever con lo que pasaba. Tampoco soy combativo ni tengo la convicción de dispo-ner de verdades útiles y necesarias para los demás. Voy cambiando, tengo opinio-nes, y, si se requiere mi opinión, la doy. Pero ni tengo carnés ni debo pedir carnésa los que ven mi pintura. La luna que pinto, ¿es de derechas o de izquierdas?,¿para quién sale? Siempre pensaba que mi pintura debía tener una naturalezacurativa, que nos salvara de ruidos, padecimientos, de las barbaridades que nosdecimos, de la dificultad de vivir juntos. Ese es mi compromiso. Comprendo queeso puede poner la pintura un poco fuera de la realidad, pero a la realidad le con-viene tener algún lugar al que ir para salirse de sí misma, para descansar de símisma”. El pintor, al fin, ha optado por lo duradero, por lo perenne. Ha terminado pordarnos algo que nos sirve a todos en todo momento. Ha sabido sostener la mirada. Y,por ello, el propio pintor y su pintura permanecen.

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DESPRENDERSE DEL CUADRO. El músico conserva su composición en la partitura oen el disco. El escritor conserva sus palabras en el manuscrito y en la copia de su libro.La música y la literatura, por ejemplo, pasan a ser de todos, pero su creador no las pier-de. Sin embargo, el cuadro es obra única. Cuando se vende, se aleja del pintor. Se va.“Siempre hay cuadros que te da pena vender. Pero lo normal es que te alegres deque se los quieran llevar. Eso quiere decir que gusta lo que haces. Los cuadroscrean amistades. Quienes aprecian tus cuadros hasta el punto de quererlos tenerconsigo, te aprecian a ti. Eso lo notas, y te quita la pena. Además, cada cuadroque se va es, por el dinero que recibes, el que te permite pintar otro, seguir pin-tando. Entonces estableces una relación amable, agradecida, con el cuadro que seva. Y, si está en buenas manos, en buena compañía, pues estará bien. Hay otroscuadros que te guardas sin saber muy bien el porqué. A veces, separo cuadrospara mis hijos. Tengo la convicción de que moriré, como es normal, antes queellos, y quiero dejarles algo. Si tienen algún valor, será una especie de herencia.¿Qué harán con ellos?, ¿para qué les servirán? Eso ya no es cosa mía”.EL ENCARGO. El artista trabaja para sí mismo y para los otros. Se complace en su pro-pia obra, pero sabe que su obra tiene un destinatario fuera de él. ¿Cómo establecer unequilibrio de intereses? Gustarse, gustar. ¿Es lo mismo? El éxito razonable –gustar- traeel encargo, sin descontar que conocer el gusto del destinatario puede orientar, desaper-cibidamente, el propio gusto. “Al principio, llevaba mal el encargo: perder libertad,sospecha de perseguir el dinero. Un día dices: ¿y Velázquez, no trabajaba porencargo? Nadie te pide nada que no sepas hacer o que no vayas a hacer a tumodo. El encargo me ha parecido muy legítimo, y siempre pongo una condición:si no te gusta, no te lo quedas. Yo no me fuerzo, y el cliente no se fuerza. El encar-go te quita el endiosamiento de decir: déjame en paz, soy el artista, soy yo porencima de todo. Eso tampoco es bueno. Ha habido trabajos de ilustración delibros o de escenografía teatral, por ejemplo, que agradezco mucho. Me han saca-do de mis manías, he aprendido a pensar con otros y para otros. Eso es bueno yformativo. Soy alguien que también quiere ser útil para los demás”.“Tú nunca regalas nada”. Se lo dijo un día Pedro Manterola: “tú nunca regalas nada”.Ahí puede radicar la moral del pintor, el sutil balance entre ser fiel a sí mismo y compla-cer a los demás. La medida, el tono exactos. “Hay cosas que tú sabes que puedenfuncionar mejor, ser más efectivas en un cuadro. Pero yo busco la contención. Noforzar el aprecio, no halagar a toda costa, no gustar cueste lo que cueste. Quierogustar, por supuesto, pero no a cualquier precio. Javier Manzanos me dijo tam-bién: no eres nada complaciente. ¡Pero si he querido gustar! Lo que sucede esque no pongo más de lo justo, de lo necesario para que el cuadro respire paramí”.

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UN RUMIANTE. El pintor escucha siempre con mucha atención. También mira atenta-mente. No es impulsivo en sus gestos, ni brusco en sus reacciones, ni está impacientepor dar sus opiniones. Parece que todo lo sopesa y lo medita con lentitud. El rumiantees el animal que vuelve a masticar por segunda vez el alimento que ya ha ingerido.Salaberri aparece, en presente, como alguien que rumia sus impresiones y sus ideas.Toda su pintura aparece, en la larga horquilla del tiempo transcurrido, como el fruto deuna pausada metabolización, de un aplazamiento en el que las cosas reaparecen, seagregan, se transforman. “¿Rumiante? Puede ser. Una vez me pasó, hacia los 30años, que pasé por un lugar que ya había pintado y me entró un miedo tremendo:¿no se me ocurre nada nuevo? Pinté un cuadro, y resultó totalmente diferente alque había pintado. Yo era el mismo, pero también era otro. Me habían pasadocosas, había pensado sobre las cosas. Yo he dado muchas vueltas en círculo.Pasas por el mismo sitio, pero descubres cosas nuevas. Descubres que las cosasno se agotan. No puede ser que cada día inventemos algo nuevo, otro mundo. Yotengo que seguir encontrando cosas en la vida que vivo, no en otra vida que notengo. A veces he dicho, medio en broma, que, para cambiar de pintura, yo tendríaque cambiar de familia…”.LOS CÍRCULOS CONCÉNTRICOS. Familia, amigos, ciudad. Los círculos concéntricosque han dado estabilidad personal al pintor y a su pintura. Los círculos concéntricos quele han centrado y han dado centralidad a su pintura. “A ciertas horas de la tarde,Pamplona es un talismán”, titula el pintor uno de sus lienzos. Pamplona, cabe pensar,ha sido a la larga, siempre –no sólo a ciertas horas- un talismán para el pintor. Le hadado el necesario prodigio de la estabilidad. Con la familia y los amigos, con los afectospersistentes y las conversaciones que, con unos y con otros, se prolongan desde hacemuchos años. “Necesito el equilibrio. Tengo que aquietar un espíritu más alteradode lo que parece. El equilibrio es fruto de un esfuerzo propio y de la colaboraciónde los otros”.SIN ARREBATOS. El pintor ofrece, diga lo que diga, una imagen apacible, sosegada,acogedora, en paz. “Pues he hecho chandríos y he dado patadas como cualquiera.Es verdad que me cuesta mucho enfadarme, pero, si me enfado, lo mejor es tomardistancia de mí”.¿Toma el pintor distancia de las cosas para preservar su equilibrio? “No. No es cues-tión de distancia. Ni de frialdad. Se trata de que la Razón juegue su papel cuandoes necesario. Sé que no debo gritar ni excitarme. Ni en mi vida ni en mis cuadros.Hay personas arrebatadoras hoy que mañana ya cansan, resultan insufribles. Paradurar no hay que estomagar. Hay quien no conociéndome puede pensar que soyserio. Demasiadas risas locas al lado me cansan. Pero si hay que hacer el tontocon la guitarra, soy el primero. Aunque hay que tener cuidado de que no te adjudi-quen el papel del gracioso. No soy brillante, ni quiero serlo todo el rato. No soy decorrer, yo ando. ¿Voy a llegar a menos sitios? Puede. Pero voy a llegar”.

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LA ETIQUETA. Aquel artículo de José María Moreno Galván, en “Triunfo”, en abril de1970 –Salaberri tenía 23 años y todavía no había expuesto individualmente-, creó ladefinición, la etiqueta, el cliché, el pasaporte: la Escuela de Pamplona. Sigue vigente, escita obligada. Funcionó como credencial. Funciona. “Bueno, eso ahí está. Y es verdadque responde a algo. Tuvimos muchos intereses comunes, éramos pintores mon-tañeros y amantes de la Naturaleza, nos caracterizaba cierta falta de énfasis, untono mesurado, éramos amigos. Juan Manuel Bonet, el comisario, o EnriqueAndrés Pérez, el crítico, lo han visto muy bien con ocasión de la exposición“Silencios” en Baluarte. Ahí estamos, y ahora hay gente nueva detrás que sigue lamisma estela. Al ver esa exposición, un amigo me dijo: ahora más que entoncesme parece que hay una Escuela de Pamplona. Y creo que es verdad. Entre los deantes y los de ahora, hay algo homogéneo y potente”.LA MUERTE Y LA VIDA: LA PINTURA. Conversando con el pintor surge, aquí y allá, laMuerte. La idea de la Muerte, la realidad de la Muerte, la presencia de la Muerte. Perola Muerte lleva enseguida a la Pintura y a la Vida. “No entiendo la Muerte. No lapuedo pintar. Sé que está ahí, y que vamos hacia ella. La pintura me hace vivircon intensidad. La pintura es la Vida. La pintura me hace pensar, querer, mirar. Metiene en funcionamiento. Sé que la Vida se va, que lo que antes era el futuro es yael presente. Pero no quiero dejar que la Vida se pase sin que yo la note. Eso es lapintura: notar la Vida”. Y hacer que permanezca.

Post Scriptum. Quiero ser breve sólo para justificar el título. He intentado hacer un auto-rretrato del pintor y de su obra mediante el espejo de la conversación y las palabras.Parece ser que nuestra primera charla data de 1973. Le hice una entrevista para laradio que no se grabó. Hubo que repetirla. Desde entonces, muchas conversaciones.Todas grabadas en la memoria y en el corazón. En la experiencia de la amistad inte-rrumpida y reanudada por el capricho del tiempo y las circunstancias. En el estudio de lacalle Zapatería, en sus casas, en la calle, en un encuentro en el campo, en un bar, enlas tardes teatrales del verano, en el “hall” de un cine. Pedro Salaberri es un tipo enjuto,breve de volumen. Podría ser el campesino perfecto en una película sobre la EdadMedia, un monje más –con sus rasgos toscos- de la abadía de “El nombre de la rosa”.Puede pasar desapercibido. Ser el perfecto desapercibido. Doméstico, salir en zapatillasa la calle. Tan discreto y carente de ostentación. Pero hay algo muy importante: cuandoaparece, cuando está, uno tiene la sensación de estar en un lugar seguro. Uno puedeconfiarse, acogerse a él. Como a su pintura. M.H.

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Alicia Fernández (Bilbao, 1962) Historiadora, Crítica de arte y Comisaria de Exposiciones independiente. Licenciada enHistoria del Arte por la Universidad de Valladolid y en Bellas Artes por la Universidad delPaís Vasco. Desde 1995 ha desarrollado una amplia trayectoria como crítica de arte cola-borando periódicamente en diversos medios de comunicación escritos, entre otros: ElCorreo, Periódico Bilbao y ABCD las Artes y las Letras. También es colaboradora habitual de revistas especializadas como Arte y Parte yDescubrir el Arte, además de ser autora de numerosos artículos y monografías sobreartistas contemporáneos como la del escultor navarro Angel Garraza (BBK, 2006). Desde su creación en 2001 es comisaría de "GETXOARTE" y dirige desde 1998 el pro-grama de artistas vascos contemporáneos itinerante por Vizcaya "Bosteko". Entre otrasexposiciones ha comisariado "La imagen de la mujer. Una mirada distinta" (Museo deBellas Artes de Alava, 2003), "Paisajes Pintados" (Baluarte. Pamplona, 2004), "Síntesis.15 años de Becas Endesa" (Madrid, 2005), "Claves contemporáneas, en la ColecciónArtium" (Fundación Caja Navarra. Pamplona, 2006).

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Puede que la emoción sea un sentimiento contenido. Sin embargo,cuando una imagen es capaz de motivarla se obtienen sensacionesinfinitamente agradables. Algo parecido sucede al contemplar las pin-turas de Pedro Salaberri, un artista empeñado en la búsqueda de labelleza a través de la emoción. Lleva en ello toda la vida y, a estasalturas, me consta que seguirá fiel a ese compromiso aunque tal vezcon más fuerza, con el impulso ganado año tras año, día tras día for-talecido con el conocimiento acumulado en el taller y lo que ha dadocomo resultado una larga trayectoria pictórica reconocida profesional-mente. Desde luego que seguirá el camino pactado con el arte y conla pintura, pero con la claridad de posiciones que otorga la experien-cia a los corredores de fondo como él. Cuantos le conocen apreciansu fe en la pintura, su voluntad firme y rigurosa en el trabajo, traduci-da en una amplia producción en la que se aprecia un gran afecto porNavarra y en especial por su ciudad natal, Pamplona.El trabajo de Pedro Salaberri es asociado generalmente a la repre-sentación de las manifestaciones esenciales de la naturaleza y suobra está indiscutiblemente ligada a la vida y en particular a las per-sonas queridas. Sus escenas, que desde época temprana determina-ron los temas recurrentes en su pintura, trasladan al espectador apequeñas historias sobre paisajes solitarios, sobre lugares naturalesque tantas veces le sirven para construir sus cuadros. La pintura hasido y es, en palabras de Salaberri, su “camino de conocimiento y laforma de entender el mundo y de entenderme en él”. Este libro reco-ge una selección de obras representativas de su carrera, entre lasque figuran composiciones que son auténticos iconos de su trabajo, yen sus páginas se muestra un extenso recorrido a lo largo de bastan-tes años de permanencia y dedicación al arte, afortunadamente sininterrupciones ni desvaríos. Más bien sucede lo contrario: la visióndel conjunto aporta datos muy válidos acerca del desarrollo de cons-tantes que sobreviven al frenético vaivén de las modas y de los cam-bios habituales en otras trayectorias artísticas. Quienes se acercan asu obra reconocen en ella las virtudes de un buen hacer pictórico conun estilo propio y encuentran como claves fundamentales la belleza,el silencio, la armonía, la quietud, la serenidad... Cualidades de unaintensa sensibilidad que hacen de su pintura un ejercicio intemporalcon marcados acentos personales.

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Cuadrados. 1968. Óleo sobre madera. 100 x 100 cm.

Tríptico. 1968. Óleo sobre madera. 50 x 100 cm.

Discreta armoníaAlicia Fernández

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Entregándose a un mundo habitado y tratando de aprehenderlocon gran voluntad y mucha generosidad en el mirar, inmerso delleno en su trabajo, comprometido y riguroso, Pedro Salaberripuede incluirse entre quienes hacen de la pintura un ejercicio inte-rior, entre los que la practican con un guión pactado que en sucaso está articulado por el equilibrio entre la razón y la emoción.Algo que para el artista se convierte en un reto cargado de obstá-culos, difícil de lograr pero no imposible. Pasados los años se encuentran las razones que revalidan suapuesta. También las opciones que le parecieron interesantes yque, en cada momento, supo aprovechar para construir el anda-miaje de su lenguaje desde la figuración. Pero una figuración utili-zada como herramienta que nos recuerda que la naturaleza estáahí delante para ser descubierta día a día. Y así su obra, intimista,trata de revelarnos el mundo, a sus seres y lugares, en un proyec-to en el que confluyen estrechamente la vida y la obra del artista.Ambos caminos conviven de un modo natural, consiguiendo unacomplicidad que se extiende a través de diferentes ventanas abier-tas al paisaje natural, al ámbito urbano y a la figura o al retrato.Primeros pasosPedro Salaberri nació en Pamplona el 1 de mayo de 1947 en lacalle Tejería, “una de esas calles empedradas, antiguas, que par-ten de La Estafeta para deslizarse en suave pendiente hacia losconfines de la ciudad vieja”, como escribió Ignacio Aranaz1. Es elmenor de seis hijos de Eusebia Zunzarren y Estanislao Salaberri,de profesión molinero. Su padre tenía cierto temperamento artísti-co y entre los recuerdos infantiles de Pedro se encuentra la ale-gría que le daba verle dibujar y su entusiasmo cuando, con tansólo trece años, le concedieron un premio en un concurso dedibujo. El artista siente hoy su pérdida, pues falleció con cincuentay nueve años, cuando Pedro tenía catorce, y no pudo compartircon él sus progresos. Dadas sus aptitudes innatas con el dibujo, en la enseñanza prima-ria se limitaba simplemente a leer las asignaturas para poder salirdel paso y dedicaba el resto del tiempo a copiar tebeos y otrasláminas que agudizaron su sentido de la observación. De estatemprana vocación surgió la necesidad de ampliar sus conoci-mientos y con doce o trece años asistió a clases de dibujo linealen una academia de Pamplona. Fue el profesor de la academiaquien, notando las habilidades dibujísticas del joven, le recomen-dó a un estudio de arquitectura, donde a los catorce años comen-zó a trabajar. A partir de ahí encaminó sus pasos hacia la delinea-ción. Pensando en estudiar materias que le sirvieran en este tra-bajo, estudió álgebra y cuando se aprendió de memoria todas lasoperaciones del libro, se dio cuenta de que le importaba muy pocoesa disciplina pues sus verdaderos intereses le inclinaban hacia lapintura.

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Entre ramas. 1975. Óleo sobre lienzo. 146 x 114 cm.

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Las lecturas y el dibujo eran las dos preferencias del muchachoen esos años en que “todavía lo artístico no formaba parte de mivida cotidiana”, como el propio Pedro Salaberri escribió al comien-zo de su texto sobre el también pintor navarro Jesús Basiano2. Enél repasa los recuerdos de su infancia respecto al oficio de pintory de lo que era la pintura: “o por lo menos, lo que por ella entendí-an prácticamente todas las personas que conocía pues eracomún, donde yo me movía, decir que los artistas eran ‘un pocoraros’ o incluso con amable condescendencia que ‘estaban chala-dos’. Se les consideraba ese tipo de gente que pierde el tiempoen ensoñaciones, atenta a cosas sin fundamento como son elentender y disfrutar de todo lo que nos rodea, del tiempo quepasa y de los sentimientos que nos mueven, sin darse cuenta alparecer de que “de eso no se come”. Así era entonces, los años50 estaban llenos de dificultades y penurias económicas para lagran mayoría de la sociedad. “La verdad [continúa Salaberri] esque cuando era niño los tiempos no eran fáciles en mi casa, ni enlas de mis vecinos, ni en general en la ciudad. Eso abonaba elterreno para que se entendiera que lo útil y bueno era trabajar enalgo que diera dinero seguro. Así, el arte era algo marginal de loque se podía prescindir”.

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Hecho. 1975. Óleo sobre lienzo. 81 x 130 cm.

Gongólaz. 1975. Óleo sobre lienzo. 81 x 130 cm.

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De la Escuela al grupoEn 1965 se matricula en la Escuela de Artes y Oficios dePamplona y durante esos años compagina el trabajo con los estu-dios de dibujo y pintura, en horario de tarde. Allí tuvo como profe-sor de dibujo a Salvador Beunza, quien el primer año que le dioclases ya vio en él a un pintor, lo que sorprendió gratamente aljoven aprendiz de artista. Recibió también el magisterio de JoséMaría Ascunce en las clases de pintura y de Isabel Baquedano,una pintora excepcional que para él y para otros muchos se con-virtió en la mejor guía de la modernidad pictórica de aquellosmomentos, abriéndoles el camino hacia lo más novedoso del arteque se hacía fuera de la provincia, frente a las posiciones acadé-micas imperantes. Con su apoyo incluso lograron organizar en laSala Abril de Madrid, en 1971, una exposición de compañeros declase, con Mariano Royo, Luis Garrido, Pello Azketa y el propioSalaberri. Aquellos años fueron muy intensos de experiencias y, comorecuerda Salaberri, en las aulas de la escuela se mezclaban laspersonas: “allí encontré profesores y amigos que entendían que laasignatura era la vida y, desde entonces, la pintura camina conmi-go3”. En la escuela la enseñanza era académica, se dibujabamucho de copias de escayola, no había modelos desnudos, seaprendía a pintar el color y la forma. La información era muyescasa, apenas existían libros de consulta y el aprendizaje trans-curría según los intereses personales de cada alumno. En aqueltiempo el joven concretó al menos una parte de sus inquietudesplásticas, compartidas con un grupo generacional muy interesantede artistas navarros formado por Mariano Royo, Juan JoséAquerreta, Luis Garrido, Pello Azketa, Joaquín Resano, PedroOsés y Xabier Morrás. Todos ellos formaron en 1968 el contextode lo que José María Moreno Galván denominó la Escuela dePamplona en uno de sus artículos, seguidos con gran interés, dela revista “Triunfo”, publicado el 4 de abril de 1970. El crítico de arte madrileño visitó Pamplona en marzo por invita-ción de Mª Angeles Otamendi, que entonces dirigía la Sala deCultura de la Caja de Ahorros de Navarra, y con la que colabora-ba Xavier Morrás organizando exposiciones y actividades en elespacio de la calle Mártires de la Patria (actual Castillo de Maya).Ha sido Ignacio Aranaz4 quien mejor ha descrito este encuentro:“Moreno Galván había estado en Leyre y en Sangüesa con ellos,y había estado en La Servicial Vinícola y otras tabernas saluda-bles de ciudad vieja, había visto la obra de Morrás y los cuadrosde varios de ellos en aquellas remotas buhardillas del casco viejoque daban la idea de la libertad juvenil con mayor precisión quetodas las teorías de Marcuse. Y encontró a Pamplona tan tradicio-nal como otras ciudades viejas, pero menos agobiante que Toledoo Ávila, menos encerrada en sí misma”.

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Transparentes. 1976. Óleo sobre lienzo. 27 x 35 cm.

Transparentes. 1976. Óleo sobre lienzo. 30 x 60 cm.

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Razón no le faltaba porque alguna militancia especial se palpabaen la ciudad que dos años más tarde acogería los memorables“Encuentros de Pamplona”, celebrados en 1972 durante la últimasemana de junio o, lo que es lo mismo, la anterior a San Fermín,con el consiguiente ambiente festivo previo a las famosas fiestas. En Pamplona se vivió una intensa y participativa experienciacolectiva en la que se dieron cita primeras figuras de la vanguar-dia internacional y nacional, como John Cage, liderados por elcompositor Luis de Pablo y el escultor y pintor José Luis Alexancodesde la organización, y con la financiación de la familia Huarte.En estos encuentros Pedro Salaberri participó dentro de la exposi-ción Arte vasco actual, comisariada por el crítico Santiago Amón ycelebrada en el Museo de Navarra.El caso es que Moreno Galván veía como ideólogo de la Escuelade Pamplona a Morrás, recién llegado de su estancia de tres añosen Londres con una beca de la Diputación, y en el citado artículolo mencionaba junto a las obras de Osés y Aquerreta, que habíanpintado juntos los cuadros sobre fotografías de los sucesos deMayo del 68. También se refería a Salaberri, advirtiendo en él lasencillez con la que transcribía “el paso sencillo de la vida por loshombres”, su discurso limpio y algunos de sus paisajes de fondo,“por donde se sospechaba que el pintor huiría en un futuro menosdictatorial y más libre”. Posteriores reflexiones sobre la denominada Escuela dePamplona han concluido en la inexistencia de una “escuela” comotal y con todo lo que el término implica, pues “nunca hubo volun-tad de formar grupo, ni de querer decir las mismas cosas”, comodescribe el propio Salaberri en el catálogo publicado con motivode la exposición que sobre dicho grupo organizó en 1995, en elPlanetario de Pamplona primero y en el Museo Gustavo deMaeztu de Estella después. No obstante, el artista señala que “sedaban unas circunstancias nacionales y locales muy presionantesque intervinieron en nuestra formación y determinaron una actitudparecida en algunos aspectos. Vivíamos en una dictadura y ya nose podía respirar. Era preciso abrir las ventanas... y encontramosen la pintura un espacio donde ejercer una libertad que se nosnegaba”. Además de la vinculación de todos ellos a la ciudad y ala Escuela de Artes y Oficios, estaban unidos por la juventud,pues ninguno sobrepasaba los veintiocho años, por las carenciaseconómicas y por “la sensación de que la pintura podía cambiarlas cosas para mejorarlas y la ausencia en nuestro entorno deuna tradición pictórica de la que nos sintiéramos deudores.Pensábamos que lo artístico no era más que nuestra propia expe-riencia convertida en estética y que la belleza no está en lascosas sino en la consideración que tenemos de ellas. Haymuchas formas de ser pintor y nosotros quisimos serlo haciendoque la pintura sirviera para dignificar nuestra vida cotidiana”.

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Transparente. 1977. Óleo sobre lienzo. 46 x 38 cm.

Montañeros. 1977. Óleo sobre lienzo. 81 x 100 cm.

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No obstante, si eludimos la oportunidad o no del concepto “escue-la” podemos encontrar el acierto que tuvo el crítico madrileñocuando, como muy bien explica Pedro Manterola5, apreció “la apa-rición en la ciudad de Pamplona, tras una década de excepcionalimportancia para su transformación económica y social, de unanueva generación de pintores que proclamaban con sus obras larenovación, igualmente necesaria, de las ideas y los gustos artísti-cos”. Precisamente en esa capacidad para ofrecer imágenesrenovadas a través de nuevos medios reside la verdadera signifi-cación de la denominada escuela.Para Salaberri la persona de referencia en las aulas de Artes yOficios fue Pedro Osés, que colaboraba con la primera revista derock nacional, pero hecha en Navarra, Disco Exprés, llevaba añospintando y había vivido en París los sucesos de Mayo del 68.Como él y otros tantos artistas, frecuentó el ambiente musicalmoderno del “Disco Club 29”, donde llegó a exponer algunos desus primeros cuadros. Salaberri realizó su primera visita al Museodel Prado gracias a un viaje a Madrid organizado por el profesorJosé María Ascunce, que también los llevó a Barcelona. Porentonces trabajaba cercano a los cánones del “pop art”, un len-guaje bastante común en aquellos momentos incipientes quepronto abandonaría hacia una vertiente más realista. “Cuando en1971 realizamos la exposición de la Sala Abril de Madrid, Azketapropuso una frase para el catálogo que decía: ‘Creemos en lanecesidad de una pintura vivida’. ¡Eso era lo que pintábamos! Yopintaba a mi mujer Mari Carmen, a su hermana, a la familia, a losobreros, etc. Vivíamos en una dictadura y pintar era un acto rei-

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El paseante solitario. 1981. Óleo sobre lienzo. 70 x 150 cm.

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vindicativo y había algo de realismo social porque queríamos pin-tar lo que nos pasaba en la vida cotidiana”. Ese mismo año con-trajo matrimonio con Mª Carmen Pueyo, que será la cómplice detoda su carrera y la madre de sus dos hijos: Pablo (1975) yAndrés (1979). Refiriéndose a ella comenta el pintor: “siemprepienso que cuando apareció en mi vida, desapareció la soledad”.A esos momentos corresponden sus retratos familiares y algunasescenas de trabajadores urbanos. “Pero enseguida cambié detemas porque sentía la necesidad de concentrarme en la intimi-dad, en ser menos anecdótico, menos narrativo. Percibía unasensación muy intensa de la existencia y comencé a plantearmepreguntas sobre el papel del hombre en el universo. Yo intuía quequería contar cosas que tuviesen que ver mucho conmigo. Meinteresaba algo que fuese más trascendente, como lo que real-mente le pasaba al ser humano. No me resignaba a ser un simplecronista de la realidad del mundo. Este cruce de intereses semezclaba con que pertenecíamos un poco a la generación hippy yvolvíamos la mirada hacia la naturaleza, en donde creíamos queestaban las respuestas”.Hacia la naturalezaEn poco tiempo comenzó la búsqueda de paisajes en la naturale-za, ayudado por su afición montañera. “Empecé muy joven a ir almonte, con mis hermanos Antonio y Vicente, y luego se convirtióen una estupenda afición. En mi cuadrilla todos éramos montañe-ros y era muy importante subir montes para buscar en la naturale-za la pureza y la belleza. Pedro Manterola lo llamó la naturalezacurativa, la naturaleza que te regenera, que te limpia”. Razóntenía el crítico6 cuando manifestaba que los paisajes de Salaberri“no son para vivir, sino para contemplar desde fuera. Se ofrecencomo remedios contra la enfermedad cotidiana, que no es la ciu-dad misma, sino la desespiritualización, la deshumanización de lacultura contemporánea que la civilización expresa tan precisamen-te. Son paisajes para mirar y curar”.Desde esta posición plantea las obras reunidas en su primeraindividual, en 1973, en la Sala de Cultura de la Caja de Ahorrosde Navarra de la calle Castillo de Maya de Pamplona. Y no escasualidad que en el tríptico de la misma Salaberri declare sudevoción por la naturaleza y por encontrar en ella “una atmósferainexplicable” en la que “habita una figura que en medio del paisajerecuerda, vive y espera7”, una figura que evidentemente es suautorretrato. Con motivo de esta muestra se publicó también laprimera crítica sobre su pintura. “Recuerdo perfectamente que eradomingo por la mañana cuando la leí en el Diario de Navarra. Fuealgo importantísimo para mí y más tarde tuve ocasión de conocer-le en persona”. El autor del artículo, el historiador, crítico y tam-bién pintor Pedro Manterola8, “fue determinante para muchos

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Canal de agua azul. 1976. Óleo sobre madera. 60 x 81 cm.

Piedras rojas, agua blanca. 1976. Óleo / madera. 60 x 81 cm.

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artistas porque era entonces la persona más informada que cono-cíamos y tuvimos la suerte de contar con su amistad”. Otros artis-tas navarros coinciden en destacar ese magisterio voluntario queel profesor, (actual director de la Fundación Museo Jorge Oteizade Alzuza), ha ejercido en favor de la experiencia artística, delconocimiento y la difusión del acontecimiento estético y cuyainfluencia y repercusiones todavía no han sido suficientementevaloradas. Fue sin duda su talento y aventajada intuición la queapreció los valores de la pintura del joven Salaberri y el cuidadocon el que trabajaba cada superficie, “considerando el color y suresonancia en el contexto general del cuadro” y destacando queya entonces elaboraba una “pintura unitaria de concepto y estilo”.Una “pintura respetuosa consigo misma. Virtuosa, desde el puntode vista artesano y desde el moral. Intimista. Misteriosa. Llena deprofundas sugerencias humanas, concretándose en un mundoreal e irreal al mismo tiempo. Un paisaje humanístico. A punto decristalizar. Un mundo silencioso. Soñado”.

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Reloj rojo. 1977. Óleo sobre lienzo. 114 x 146 cm.

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En ese año de 1973 gana el primer premio del Certamen dePintura Ciudad de Pamplona. Unos meses más tarde expone enla Casa Fray Diego de Estella y en la Sala Besaya de Santander,donde escribió la siguiente dedicatoria: “Para los que, como a mí,les gusta oír el ruido de la hierba al crecer”, una declaración deintenciones sobre el espíritu que afloraba en sus paisajes.Retomará aquí también la primera crítica que le había escrito elaño anterior Pedro Manterola, quien acertaba a ver “el artista queva creciendo en él y en cada obra. La aventura del pintor, desve-larnos y desvelarse. Un mundo a veces bellísimo... Y también unapintura que debe plantear grandes problemas en el futuro.Seguramente se trata de una obra que ha de desarrollarse acosta de una gran exigencia personal. La personalidad y el huma-nismo más que el talento”.Al año siguiente celebra su primera individual en la Sala Amadísde Madrid, cuando la dirigía Juan Antonio Aguirre. Conocerá allí aFefa Seiquer, que le invita a participar en una próxima colectivaen su galería madrileña y su galerista en la capital. Por entonces,y cuando expone en 1975 en la galería Atenas de Zaragoza, suobra ya hablaba de silencio y serenidad. “Hay un acercamientomás magicista a la naturaleza [explica el artista], buscaba el con-suelo, la calma que proporciona el poder mágico de la vida y esque siempre me ha interesado que las cosas tengan un poco demagia, de poesía. Es una etapa un poco de extrañezas”.Dos años más tarde expone individualmente en la galería Seiquer,repitiendo la cita en seis ocasiones hasta la última que tuvo lugaren 1995. Esta regularidad dio sus frutos en el reconocimiento críti-co fuera de Pamplona y entre los profesionales del medio artísticomadrileño. Para la ocasión presentó cuadros que estaban organi-zados más desde la geometría, intentando siempre estructurar yequilibrar las formas.“Probablemente esa tendencia al orden com-binado de las partes ha sido una constante y una tendencia natu-ral en todo mi trabajo. Aunque las obras sean diferentes siemprehe querido mantener el equilibrio, los cuadros están muy construi-dos, hay figuras pero todo está ordenado. Es, sin duda, la corrien-te vertebradora más notoria de toda mi obra. En algún momentodespués pinté lienzos más expresionistas pero no llegué a conse-guir resultados satisfactorios. Aunque sean situaciones opuestassiempre pretendo hacer que convivan, que se relacionen entreellas sin nada que las separe bruscamente”.En Bilbao expone en 1977 en la galería Aritza y en Pamplona enla Ciudadela en 1979, cuando de nuevo Pedro Manterola advirtióque sus paisajes resultaban “extrañamente reales o irreales en lamedida en que, aún representando parajes identificables (esta esuna constante en la pintura de Salaberri), parecen estar adorna-dos de una indefinible calidad mágica, de un encanto poético ymilitante a favor de la soledad y el silencio”9.

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Lakarri. 1978. Óleo sobre lienzo. 90 x 10 cm.

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Salaberri comienza con gran fuerza la década de los 80. Exponeen la Sala García Castañón de Pamplona y, con Mariano Royo,pinta los cuadros para lo que sería la guardería del Club de Tenisde Pamplona. Juntos colaboran además con el arquitecto ManuelSagastume en la elección de los colores del edificio. En 1982expone pinturas en Windsor de Bilbao y en Alsasua y dibujos enla Sala Conde Rodezno de Pamplona. Tras pasar en 1983 por sutercera cita en Seiquer de Madrid, Salaberri participa en ARTE-DER en Bilbao con un stand individual. En 1984, casi a la vez queexponía de nuevo en los Pabellones de Arte de la Ciudadela,obtuvo el premio de honor de la VI Bienal de Artes Plásticas deVitoria. San Sebastián, Pamplona y Vitoria se intercalan alternati-vamente en su camino hasta la muestra de 1987 en la galeríadonostiarra Altxerri con una buena serie de paisajes, entre ellosalgunos del Pirineo. De esos momentos Salaberri recuerda “lasensación de pintar demasiado deprisa porque eran unos tiemposbastante movidos, de aceleración, con distintos trabajos a la vez.Lo mismo estaba pintando el cuadro La naturaleza imita al cinepara el hall del cine Golem de Pamplona, junto a los carteles delas puertas de los servicios, que escribía un texto sobre “la repre-sentación de lo masculino y lo femenino” para el Congreso dePsicoanálisis o me embarcaba en el comisariado de la exposiciónAgur Hemingway y en el diseño del catálogo de Hoy (Cinco pinto-res navarros), entre otras cosas. Al año siguiente continuará con esa intensa y frenética actividad ycolaborando en distintas exposiciones colectivas. Lo más destaca-do será la realización del cuadro La orilla clara para el hall delHospital de Navarra. El cuadro representa un tronco bañado porel sol y su reflejo en el agua, y es el contrapunto a un conjunto depinturas producidas tras el fallecimiento de su amigo MarianoRoyo en las que los troncos cortados y el color oscuro predomi-nante, hablan de un tiempo de tribulación. También en 1988 expu-so en Tudela, en la galería de arte María Forcada, mostrando porprimera vez sus pinturas de las Bardenas, territorio que descubrióese año de excursión con unos amigos. Embarcado en mil tareas,en 1989 escribió el texto sobre Basiano, lo que le exigió un granesfuerzo de estudio y revisión de la obra del pintor navarro. Por esos años su trabajo ya es una referencia en la escena nava-rra y su presencia es requerida en colectivas, como la de “ArtistasVascos” que se organiza en la Caja de Ahorros Municipal deBilbao, o la de “Pintores vascos contemporáneos en el Museo deBellas Artes de Álava”, celebrada en la Sala Amárica de Vitoria.En lo individual vuelve a exponer en Pamplona en la Sala GarcíaCastañón.En la década de los noventa, tras participar en la exposición inau-gural del Museo de Navarra y en distintas colectivas de artistasnavarros, Pedro Salaberri muestra a finales de año un grupo de

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Presencias. 1979. Óleo sobre madera. 35 x 50 cm.

La vida. 1979. Óleo sobre madera. 122 x 100 cm.

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pinturas en la Galería Seiquer, en la que es su tercera individualen la sala madrileña. En 1992 lleva sus cuadros a la galería Edertide Bilbao y a la Sala Independencia de Vitoria. Al año siguiente,en 1993, invitado por Manuel Blasco, arquitecto de la Parroquiade San Juan Bautista en el barrio de Lourdes de Tudela, realizanueve cuadros: 7 para el ciclo de la Creación y dos del hombre yla mujer. También se producen sus muestras individuales enTafalla, Tudela y de nuevo en García Castañón.En marzo de 1994 organiza la exposición de homenaje al escultorAlfredo Sada en la Sala García Castañón de Pamplona. Porencargo de Manuel Blasco realiza el mural de la Caja de Ahorrosde Navarra en Torres del Río. Vuelve a exponer en Bilbao, en lagalería Ederti, hasta que en 1995 el Museo Gustavo de Maeztu enEstella “donde siempre me he sentido muy a gusto” le organizauna importante exposición. A ese año también pertenece la reali-zación de la escenografía de Cossi fan tutte, cuyo director deescena fue Ignacio Aranaz.

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Desnudo. 1980. Óleo sobre lienzo. 81 x 122 cm.

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En adelante Salaberri mantiene una activa presencia pública endistintas ciudades, con la presentación de sucesivas citas enPamplona, Estella, Bilbao, Vitoria y San Sebastián, entre otras. En1997 expone en la Sala Juan Bravo de Caja Navarra en Madrid yen 2000 en el Museo Bonnat de Bayona, en 2003 y 2006 en elEspacio Marzana de Bilbao y en 2004 regresa a Madrid para ocu-par el espacio de la galería Muelle 27 con una pintura “serena-mente emocionante”, como la describió Santos Amestoy10, donde“se trata de alcanzar cierta síntesis del pensamiento y la imagina-ción; de producir ciertas determinaciones del espacio y el tiempo ypropiciar un reconocimiento en el espíritu”. La exposición másreciente llenó, en el otoño del 2006, las salas del Pabellón deMixtos de la Ciudadela de Pamplona con la muestra La pintura,desde la emoción. Últimamente ha participado en la colectiva deveintidós pintores navarros titulada Silencios por su comisarioJuan Manuel Bonet11, quien destaca en Salaberri “su capacidadpara conciliar geometría –que nunca frialdad– y poesía, parahacer una pintura extremadamente sintética y limpia de forma,pero también de alma, de espíritu, me recuerda la del “nabi” FélixValloton o la de Alex Katz, dos pintores que me consta él admira”.En paralelo Para Salaberri la pintura es un motivo de reflexión y una forma deinterrogarse sobre su situación en el mundo. También lo es parael desarrollo de una importante actividad creadora en otras disci-plinas, como la ilustración, las escenografías teatrales, las colabo-raciones con arquitectos, la redacción de textos sobre otros artis-tas o el comisariado de exposiciones. “Todas esas actividades hansido ‘afluentes’ del río de la pintura. Porque digamos que nuncame he dedicado con exclusividad a ellas. Cualquier disciplinanecesita de una dedicación absoluta y he trabajado en otros cam-pos siempre en paralelo a la actividad pictórica”. Reconoce sin embargo que estas experiencias “paralelas” le hanaportado un buen número de conocimientos. “Para mí, todo es uncontinuo conocimiento. En la elaboración de las escenografías leola obra y hablo con el director de escena para tratar de conseguirun resultado adecuado al tema. Procuro ser lo más profesionalposible, aunque sé que el teatro pide más tiempo del que le hepodido dedicar”. Ha concebido escenografías para óperas y obras teatrales, cola-borando con la Escuela Navarra de Teatro en diversas ocasiones,como en la puesta en escena de El gabinete del Dr. Caligari(1989). Entre otras, ha intervenido en Los cuernos de Don Friolerade Valle Inclán, dirigida por Valentín Redin, Cosi fan tutte deMozart, Sabina de Chris Dolan, La extraña pareja de Neil Simon y

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Carmen. 1982. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

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El traje nuevo del emperador. “La creación de escenografías meha enseñado mucho, ha sido una gran fuente de experienciaspara aprender. Por ejemplo el ritmo narrativo del teatro te hacever que todo actúa sobre el espectador y el escenógrafo va crean-do una determinada atmósfera, según las escenas, mediante lla-madas de atención. Esta lógica de comportamiento me ha servidopara el montaje de mis exposiciones y de otras muestras colecti-vas que he realizado porque es muy importante saber cómo sedebe exponer un cuadro al público para que pueda ser bien con-templado. Es como un museo: debería decirte cosas casi desde lapuerta de entrada. Es muy interesante que se establezca un ritmonarrativo que indique cómo se cuentan las cosas. He aprendidotambién aspectos muy importantes relacionados con el espacio, laluz, las dimensiones, el ambiente, etc.”.Respecto a las colaboraciones con arquitectos, para el artista son“hermosos retos” a los que se enfrenta con las mismas preocupa-ciones y planteamientos que estructuran su pintura, analizando aldetalle las distintas partes que intervienen: los espacios, el lugar,el color, la luz, las texturas, los materiales, los planos y volúme-nes, etc. Su trabajo como delineante en un estudio de arquitectura le hafacilitado el camino en este tipo de actuaciones. “Mi experienciade muchos años trabajando en la delineación me ha servido paracalcular la superficie, para controlar los espacios y la elección delcolor y de cómo se comporta. En mi pintura hay imágenes que sepueden trasladar con cierta facilidad a otras superficies. Creo quehay que adaptarse a los encargos y conseguir los mejores resulta-dos de la combinación entre la arquitectura y la pintura”.En los primeros Cines Golem de la avenida de Bayona, enPamplona, obra del arquitecto Javier Portillo, “coordiné todos loscolores de las salas, de las paredes, suelos, etc., y esta experien-cia supuso un gran aliciente. Quería que el hall fuese muy lumino-so y trabajé con el color amarillo, dorado, y en cada sala establecídistintas atmósferas, potenciando la pantalla, el escenario, etc.Para mí el color siempre ha sido muy importante. Hace muchosaños, invitado por Fernando Redón di una charla en la Escuela deArquitectura de Pamplona sobre el sentido y el papel del color enla arquitectura”.Además del trabajo en el Club Tenis de Pamplona, ya citado,recientemente ha coordinado el color de las fachadas de unasviviendas adosadas en Mutilva Baja del arquitecto Javier Torrens,una fila de treinta casas iguales en las que plantea una alternan-cia de colores en secuencia rítmica de forma que rompan la uni-formidad.

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Río domesticado. 1980. Óleo sobre madera. 122 x 81 cm.

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En 2003 realizó el bajorrelieve exterior de los muros de hormigóndel Civican de Pamplona. “Siempre intento relacionar lo que hagocon lo que le rodea; en este caso en el encofrado está enclavadoel dibujo representando las siluetas de los montes que circundanel edificio”. Una propuesta que también representa el entorno dela ciudad ha sido la que recorre la Sala de Bodas Civiles de laNueva Audiencia de Pamplona, realizada en 1995 y compuestapor diecisiete cuadros que actúan de modo simbólico. Desde lasala, cuando el espectador se gira puede contemplar la siluetareal del contorno de Pamplona, el día es la ciudad nueva y lanoche es la Pamplona antigua. Otros planteamientos de gran for-mato son los murales de gres para el interior de las piscinas deAnsoain, con tres murales que reflejan la mañana, la tarde y lanoche. La mañana es el paisaje de Ansoain con el sol, la tarde esla zona media y la noche es un paisaje de los Pirineos.Son diversas las exposiciones que Pedro Salaberri ha organizado.Algunas memorables, como Agur Hemingway (1987), otras pen-sadas como revisiones históricas: es el caso de la celebrada en1995 en el Museo Gustavo de Maeztu de Estella y en elPlanetario de Pamplona sobre la Escuela de Pamplona. Tambiénha organizado muestras traducidas en homenajes a artistas nava-rros desaparecidos tempranamente y con los que él estaba muyunido emocionalmente: la del escultor Alfredo Sada y la del pintorMariano Royo. Al primero, y gracias al conocimiento que poseíade su trabajo, le realizó la exposición homenaje celebrada en laSala García Castañón (1994). Al segundo, con quien compartióestudio y muchas horas de trabajo, le dedicó una exposición com-pleta sobre su obra, reuniendo sus mejores cuadros en la SalaGarcía Castañón de Caja Navarra (2004). “En todas las exposicio-nes que he organizado sobre otros artistas hay mucha implicaciónpersonal. Me gusta meterme en líos, me hace pensar en la obrade los demás, en explicármela, en entenderla mejor y en disfrutar-la más. Me gusta y me divierte salirme de la soledad del estudio.Es muy útil, no sólo intentar explicarte lo que haces tú sino com-prender lo que hacen los demás. A mí me interesa mucho el tra-bajo de otros y las exposiciones son retos que me hacen pensar”.Sin descuidar su trabajo pictórico lo mismo ha diseñado la imagengráfica de los Festivales de Navarra (1988) que ilustrado revistascomo Pasajes y libros como, entre otros, Mundinovi. Gazeta depasos perdidos, de Miguel Sánchez-Ostiz, o Pamplonario, deIgnacio Aranaz. También ha colaborado en prensa, y ha escritopoemas elementales y textos sobre su pintura y sobre otros artis-tas, desde Jesús Basiano a pintores muy cercanos a él comoMariano Royo, Luis Garrido, Pello Azketa, Miguel Leache, etc.,con apreciaciones muy valiosas sobre sus obras. “Estoy convenci-do, de que mi pintura ha crecido gracias al esfuerzo que hago porentender la de los demás, lo mismo que cuando das clases debesanalizar la obra de otros para saber más de ellos”.

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Collarada. 1983. Óleo sobre lienzo. 81 X 100 cm.

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Del estudioCuando todavía andaba estudiando en Artes y Oficios, Salaberri,junto con sus compañeros de clase Mariano Royo, JoaquínResano y Luis Garrido, consiguieron un local parroquial en la calleSan Agustín que les duró el tiempo suficiente para ensayar a serartistas. Fue entonces cuando Mariano Royo y Pedro Salaberrialquilaron su primer estudio compartido, en la calle Navarrería,justo enfrente del “Disco Club 29”. Por ese bar (que programabalo más moderno de la música europea) pasaban un buen númerode protagonistas del ambiente local. Los jóvenes, que ya constituíanuna “pandilla artística, se dedicaron a cultivar, como era de prever, laresistencia cultural contra los ídolos de la Academia, contra losdivinos de la vanguardia, contra todo lo que tuviese un discretotufillo a establecido, sacaron el poder de la imaginación, hicieronun cóctel iconoclasta y se dedicaron a pintar furiosamente sinabandonar la postura elemental del movimiento hippie y su

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A cierta hora de la tarde, Pamplona es un talismán. 1982. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

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vuelta a la naturaleza, a la sencillez, a la alegría de las cosaspequeñas que se han perdido en la gran ciudad: a lo auténtico12. Y lo auténtico era lo inmediato, lo carente de mixtificaciones, loque no había sido tratado por las máquinas del progreso que con-vierten la vida en un sucedáneo, y por eso todos ellos subían almonte a respirar y a cansarse y a estar juntos en un esfuerzo, sedejaban la barba, se sentían de izquierdas...”.Más tarde, y durante muchos años, Salaberri, junto con su insepa-rable amigo Mariano Royo, instaló su taller en un segundo piso delnúmero 44 de la calle Zapatería. En dicho estudio por las maña-nas impartía clases de pintura, reservando las tardes para el tra-bajo solitario en el taller. “Este estudio, tan centrado en lo viejo dela ciudad, era el lugar asiduo para muchas almas errantes, avesde paso por una adolescencia mal digerida, para la juventud des-cubierta y para algunos instalados compradores de cuadros toca-dos de la curiosidad por conocer el estudio auténtico de dos pinto-res de una tacada13”. Después de atravesar un largo pasillo, alfondo a la derecha estaba el estudio de Mariano Royo y a laizquierda el de Salaberri, organizado con un orden, pero “no elorden establecido precisamente, el orden impuesto y coercitivo,sino ese otro orden que se ha ido construyendo con delicadeza ycon sosiego desde una facultad del alma, un orden que ha ido cre-ciendo desde dentro, que ha sabido esquivar múltiples llamadas otentaciones que hubiesen desviado la trayectoria del pintor14”. Enese estudio había “un rincón artificialmente esclarecido que sirvepara que en ángulo recto, mirándose de soslayo, se hagan fuerteslos dos cuadros que en ese momento está pintando. En la parteopuesta, un balcón permite controlar el ruido urbano y da unareferencia aproximada del tiempo15”.En la actualidad su estudio mantiene las pautas de los anterioresy ocupa un primer piso de una vivienda con entrada por la callePozoblanco y vistas a la Plaza del Castillo. “Busco y quiero vivir elpálpito de la ciudad. Nací en el Casco Viejo y, aunque recorro apie toda la ciudad, deseo mantener mi estudio en el centro dePamplona para sentir los cambios, para ver a la gente y mezclar-me con ella. Para mí es fundamental. Hay rincones verdadera-mente muy queridos”. En su taller-estudio el pintor recibe congenerosidad a sus visitas, a las que invita a disfrutar de la esenciay la serenidad estética de su pintura. Su carácter afable, dispues-to siempre a la conversación airosa, con notas de humor y leveironía, su voz serena y su mirada apacible hacen que cada citacon él sea un encuentro agradable y sosegado, de esos en losque el paso del tiempo apenas se nota.

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Presencias. 1983. Óleo sobre lienzo. 38 x 55 cm.

La noche, la luna y yo. 1983. Óleo sobre lienzo. 73 x 60 cm.

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Síntesis esencialSalaberri realiza un ejercicio de absorción de ambientes y estruc-turas que luego recrea en los cuadros. “De cualquier lugar meinteresa una atmósfera determinada, un espacio concreto y surecepción. Cómo me acoge en él, cómo me siento ante él. Meinteresa la sensación del ambiente y la poética del momento peroquiero expresarlo con lo mínimo, con lo más concreto. Quierocrear una atmósfera en la que el espectador se sienta bien, peroesa atmósfera no debe llevar ningún tipo de adornos, de datosque distraigan la atención”. Javier Manzanos16, con motivo de supresentación en 2004 en Madrid, en la galería Muelle 27, describelas obras de Salaberri como “haikus”, pues “sus cuadros son poe-mas precisos que nos trasladan, con muy pocas palabras, a unmomento de emoción”. En efecto, el pintor siente la necesidad de lograr una concepciónsintética y esencial de la realidad, hasta conseguir una síntesisperfecta que parece simple pero que está llena de pequeñas com-plejidades. “Intento que mis composiciones sean aparentementesencillas, pero a la vez hay en ellas mucha complejidad en la con-cepción. Entre dos manchas de color apenas existe una fina líneaque las separa, hay muchas sutilezas en todas las imágenes ysucesivas capas de color hasta que encuentro el tono deseado.Algo que parece sencillo pero que lleva un gran esfuerzo detrás”. Con el tiempo la obra se hace cada vez más esencial pero tam-bién más compleja. “Quiero que sea más elemental, pero a la vezel proceso depurador que sigo tiene que ser más complejo, mássabio, más rico, sugeridor, evocador y emocionante... El modo deaplicar la materia pictórica, los tonos... Todo tiene que ser muypreciso. Por una parte mi trabajo parece sencillo y, por otra, quie-ro que sea algo que no se pueda agarrar del todo, que no sepueda ver de un vistazo, sino que aguante segundas lecturas”.El mensaje de sus cuadros es absolutamente esencial, básico ydirecto. “Se trata de activar las cosas. No trato de buscar la per-fección y no descarto ninguna opción pero mi propuesta siempreha sido: que en el cuadro todo tenga un lugar y que todo puedaconvivir”. En esa convivencia siempre existe un intercambio y undiálogo, controlado por el artista, entre las partes presentes en elcuadro. “Siento la necesidad de exigirme la máxima precisión encómo cuento las cosas. Sé que puedo decirlo bien, trabajar sinninguna prisa y que la materia sea la precisa, la necesaria encada espacio de la obra”.

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Gongólaz (presencias). 1984. Óleo sobre lienzo. 162 x 130 cm.

Belabarce - Esculturas. 1984. Óleo sobre lienzo. 81 x 100 cm.

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Para que Salaberri alcance la forma deseada han de sucederselargas sesiones de concentración y de estudio en las que nosiempre se obtienen resultados satisfactorios. “Suelo detenermemucho, observar durante largo tiempo y trabajar hasta que el cua-dro y yo estamos pacificados, nos acompañamos bien y no tene-mos conflictos. Entonces ya está la obra resuelta”. En procesoLa solución de esas distancias entre la obra y el artista es lo queconforma una pintura. “Hasta que acabas un cuadro pasa muchotiempo, hay veces que un cuadro lo guardo durante un largoperiodo porque creo que tiene algo pero no lo tiene todo, no lorompo porque creo que tiene alguna cualidad. Son cuadros conlos que no estás contento. Con el paso del tiempo vuelvo a traba-jar sobre él hasta conseguir lo deseado. En el caso de los retratosson difíciles de conseguir. Un retrato no puedes hacerlo todos losdías. Como no salga en el primer intento hay que empezarlo denuevo y desde el principio. Depende del talento que tengas paraconseguir el gesto, la mirada...”. En el proceso hay muchas idas y vueltas, se activan mecanismosy recursos que un artista debe conocer. “Mi funcionamiento esintuitivo. La experiencia aporta muchas estrategias y soluciones.Con las personas y las situaciones de la vida pasa igual. Conalgunas no es posible un acercamiento, y ante determinadas cir-cunstancias no sabes muy bien cómo continuar pero algo te incitaa seguir hacia delante”.Lógicamente, cada paso está apoyado en un proceso en el quese conjuga de una parte lo racional y lo mental y de otra lo poéti-co y lo emocional. “Cuando me pongo a pintar comienzo desdecero, porque quiero que cada día sea el primero de todos. Porsupuesto que hay un gran poso que dan la experiencia y el cono-cimiento, pero intento mantener una sensación de inocencia antela obra”. Entre la intuición y el concepto “‘Si dibujar es pensar’, estamosante una pintura organizada racionalmente, regida desde el planomental, constituida por un sistema de síntesis en el cual se super-ponen sutilmente franjas y, sobre todo, perfiles y volúmenes silue-teados. Se establece un diálogo entre lo ideativo y lo sensual querecuerda a la pintura extremo-oriental, por su emoción y por suexquisitez17”.

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Cactus negro. 1983. Óleo sobre lienzo. 114 x 146 cm.

Cactus azul. 1983. Óleo sobre lienzo. 61 x 46 cm.

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El dibujo primeroSi como dice Henri Focillon “la obra de arte es configuración delespacio, es forma”, en la pintura de Salaberri esa forma está defi-nida por el dibujo y el color. El primero como estructura y elsegundo como sentimiento. “Siempre digo que el color trasmitelas emociones y el dibujo es la parte racional, el color es la emo-ción y el dibujo la razón. Para mí el color es fundamental, comien-zo un cuadro y si el dibujo no está bien, lo voy modificando.Otras, en cambio, trabajo el dibujo mucho hasta crear la estructu-ra y luego pinto sobre ella. No me pongo ninguna obligación, soymás intuitivo en los comienzos, no tengo prisa por terminar y pasomucho tiempo contemplando un cuadro durante su proceso.Siempre digo que la verdad es el ojo sin párpado, el ojo debeestar siempre abierto. Cuando el cuadro está listo para irme a vivira él, entonces lo doy por finalizado”.Siendo un adolescente en la escuela, dibujaba sobre modelos deesculturas de escayola y ya demostraba tener una habilidad natu-ral en el manejo de la línea y del dibujo. “Con trece años iba a laacademia de dibujo lineal y uno de los ejercicios era hacerlos amano alzada. Cuando lo presenté, el profesor se enfadó muchoconmigo porque pensaba que había utilizado reglas y compases”. No es de extrañar que el dibujo haya sido y siga siendo unos delos pilares más sólidos de su pintura. “Mis primeros pasos estánligados al dibujo como delineante. Hacía cuadros geométricos y lalínea era fundamental en todo mi trabajo. Y de hecho el arquitectopara quien trabajaba entendía perfectamente mis cuadros. Luegoempecé a pintar más figurativo aunque tenía una idea imprecisade lo que quería pintar. Yo me imaginaba los cuadros durantemucho tiempo antes de pintarlos, deseaba pintar la naturalezapero no sabía muy bien cómo realizarlos hasta que empezaron asurgir cuadros de manchas planas, de volúmenes, cuadros conformas muy construidas que ya salían de mi intimidad, ya no res-pondían a voces externas sino que tenían que ver conmigo. Unade ellas era un cuadro de una claraboya que estaba en la exposi-ción de los Encuentros. Fue la primera vez que me di cuenta deque estaba metiéndome por el camino que quería seguir. Luegorealicé cuadros de masas planas que, contra mi creencia, en unaexposición que hice junto a Mariano, Pello y Luis en la Sala deCultura de Castillo de Maya tuvieron una interesante repercusión”.Las pautas más delicadas pueden describir momentos de gransensibilidad en el empleo de la línea. “Casi siempre he pasadopor el dibujo ocasionalmente, unas veces como bocetos de cua-dros, otras para ilustrar un libro y sólo en muy escasas ocasioneshe dibujado sin color y sin intenciones de ponerlo. Lo cierto esque tanto pasar a su lado he acabado encontrando alguno de susnumerosos atractivos y empiezo a disfrutar quedándome en él18”.

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Cahirn. 1989. Óleo sobre lienzo. 162 x 130 cm.

Pirineos. 1989. Óleo sobre lienzo. 114 X 195 cm.

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Intención socialTal vez en los primeros momentos, en las obras de mediados delos años 70, había alguna voluntad política o ciertas intencionessociales. “Más que política mi intención era de tipo social. Sentíala necesidad de hablar de la gente, de las personas como nos-otros, de la vida cotidiana, quería hablar de lo que somos, de loque vivimos, de lo que tenemos más cerca. En aquellos años pin-taba a mi madre, a mi hermana, a los amigos, a los trabajadores”.Pero ese discurso de juventud, de que las cosas se pueden cam-biar, se fue agotando poco a poco, “hasta que llegué a compren-der que no quería ser un cronista de nada y que deseaba plantearcuestiones más intemporales, no estar sometido a la situaciónpolítica y que la pintura fuese más protagonista y tuviese muchoque ver con la esencia de la vida”. A estos años corresponden lasimágenes con figuras insinuadas, transparentes. “De una parte enesos momentos no quería hacer retratos y, por otra, quería sertrascendente. Por ello hacía figuras sin rostro y transparentes,para representar la fugacidad de la vida. Además se establece uncierto carácter de fusión con la naturaleza y con el paisaje en elque estas figuras se sitúan. Plásticamente también es un recursomuy hermoso porque aparece una silueta que no tapa lo que haydetrás sino que lo deja entrever. Esas transparencias enriquecenel cuadro, lo hacen más complejo y le aportan otro tipo de regis-tros, sugerencias que no se aprecian en un primer momento”. A lo largo de los años se aprecia primero ciertos recursos del Pop,después la lírica con un sentido más sintético y analítico quenarrativo. “Yo no me empeño en que exista ninguna línea fija niuna evolución clara en mi trabajo. Es mucho más el desarrollopaulatino de unas vivencias y a lo mejor Malevich no me interesa-ba hace unos años y ahora me siento más próximo a él, lo mismome ha ocurrido con Mondrian. Al principio, cuando comencé a pin-tar me interesaban mucho Van Gogh y Gauguin y ahora me fijomucho en Imi Knoebel, Josef Albers o Peter Halley”.En ordenPor inclinación natural tiende a la armonía y al equilibrio, pero elorden es uno de los valores propios más sobresalientes deSalaberri. Su taller, su vida, su pintura, todo lo que le rodea debemantener un orden preciso, establecido de antemano. A propósitodel taller “asombra y conforta llegar allí y encontrar las fotografías,los catálogos, las músicas, los pinceles, los libros, los lienzos y lastazas del té en un orden preciso”. Con todo ello trabaja “un hom-bre que ejerce su oficio de pintor con la concentración, el interés yla dedicación del que pone en su trabajo la vida19”. Es tanto uncomportamiento innato como una actitud vital que le aporta lanecesaria concentración para su trabajo.

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Nubes de guerra. 1989. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

Refinamiento del campo. 1988. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

Pirineos. 1986. Óleo sobre lienzo. 114 x 195 cm.

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“El orden me parece imprescindible en la vida y en la obra.Para mí el dibujo es la razón y el color la emoción. Procuroponer la base, que es el dibujo, y luego pongo los sentimien-tos, que son los colores y que así pueden manifestarse concierta libertad”. La serenidad y la calma acompañan cada unade sus entregas, pues para nada le sirven las cuestiones quedestruyen la estructura establecida. “Encontrar el equilibrioentre la razón y la emoción es el verdadero reto de la vida y esdifícil lograrlo. De un lado está la razón pero de otra la emo-ción, que, cuanto más fuerte sea, mejor. Hay momentos enque la pasión te puede llevar al abismo, si la pasión se mani-fiesta sin la razón también te liquida”.Durantes algunos momentos, en imágenes de los años ochen-ta, se percibe cierta apertura en la obra de Salaberri haciacomportamientos más expresivos de la pintura. “Esa etapa esun poco la más expresionista en mi carrera. Fue un momentopuntual, aunque hay una estructura, las diagonales tienen sucontrapeso, las masas se equilibran siempre y, de hecho, loque hay por debajo del trabajo, lo que perdura y me apeteceque permanezca es un deseo de equilibrio y un orden que per-mita que las emociones se muestren con un mínimo de liber-tad. No existe desenfreno ni pasión desbocada porque eso esalgo que destruye”.

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Bardenas. 1989. Óleo sobre lienzo. 89 x 130 cm.

Bardenas. 1989. Óleo sobre lienzo. 89 x 130 cm.

Bardenas. 1989. Óleo sobre lienzo. 114 x 195 cm.

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Es clara su postura: entre el rigor ordenado de las formas de susimágenes y el pulso del sentimiento, de la emoción contenida quelas habita. Entre ambos se instala un tono cálido de gestos suti-les, de juegos y ritmos leves protagonizados por los toques delpincel que dinamizan las superficies. En este sentido le interesanlas obras de Diebenkorn, Knoebel o Ben Nicholson, “porque estánmuy ordenadas pero están reverberando, vibrando, cociéndose, ydespiden un calor volcánico con momentos muy emocionantes.Es una pasión contenida y un orden sensible que no es rígido nifrío. Tiene que ser cálido, agradable, para que se pueda convivircon él. Es el orden necesario para volar, no para estar sujeto a latierra. Es un orden ligero, aéreo, que dignifica la obra”.Paisaje habitadoDesde una postura esencial Pedro Salaberri plantea unas imáge-nes en las que “El hombre es el centro de todo”. “Tengo muchacuriosidad por conocer cómo somos los seres humanos y es cier-to que evito muchas cosas incómodas. Porque, en parte, la reali-dad la hacemos nosotros mismos. Yo quiero crear mi entorno y nopuedo ser responsable de todo lo que ocurra en el mundo. Noaprecio el dolor, no lo quiero alimentar. Para mí es más útil quererser feliz”. En conseguirlo se implica de lleno buscando la bellezaen los lugares. “Porque quiero proponer, convivir y conectar conlos demás en base a lo mejor. Y los paisajes hermosos me ayu-dan a conseguirlo, aunque también hay que poner la voluntadpara verlos y aventurarse en recrearlos según los sentimientosmás íntimos”. “Yo quiero estar un poco en suspenso, flotando,pero sujeto a la tierra. En algunas de mis obras de la exposicióndel Planetario hay un paisaje que anuncia los que estoy haciendoahora. Son paisajes con un cuadradito en el centro exactamenteque es el espectador, soy yo dentro del paisaje. En el cuadrointroduzco la razón representada por la persona. Esto es, en lanaturaleza pongo la razón que contempla la emoción”. Tenían razón el historiador y crítico Pedro Manterola cuando decíaque sus cuadros están habitados. “Y es verdad, porque en miscuadros siempre hay un espectador, son imágenes habitadas porel que los mira. Entonces, en la senda de que la naturaleza no esnada sin el hombre y que somos nosotros los que la usamos y lavivimos plenamente, yo introduzco la razón representada por lapersona. Sólo el paisaje no me interesa, quiero habitarlo.Todas las imágenes ofrecen esa visión. Al introducir, de una formatan gráfica, un pequeño cuadrado, ése soy yo frente al paisaje.Casi imperativamente el cuadro me pedía la presencia de algo,conceptual y compositivamente me pedía algo. Es un recurso esti-lístico para activar una zona de la obra, pero también es algo ana-lítico”.

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Calle Tafalla. 1990. Óleo sobre lienzo. 50 x 65 cm.

Avda. Baja Navarra. 1990. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

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Lo naturalLa dificultad de encontrar esos paisajes es un reto que el artistaresuelve a diario entre las paredes del taller. Juan Zapater20 apre-ciaba esa necesidad permanente en su pintura de captar paisajes.“Los paisajes del campo, la naturaleza que siempre me atrae”,como dice el pintor. “Tengo que irme a pasear por los montes, arecuperar el sonido del agua, los aromas y ese crecimiento orgá-nico que se manifiesta en la vegetación, en el bosque, el existirsin intenciones útiles o inútiles, el puro estar en el universo21”.“Recojo los colores del campo para pintar con ellos la casa enque os espero22”.Su comunión con lo natural nace de los largos paseos por elmonte en los que siente el “eterno fluir de la naturaleza23”, tantasveces declarado por el pintor a través de esa “miradacaminante24” que busca la inspiración en el entorno cotidiano máspróximo, en el cual, como él mismo explica, “a menudo la formadel cuadro se me hace patente mientras paseo”. Porque necesita“experimentar, vivir el paisaje de sus cuadros, necesita hacer suyoel tema, verlo desde dentro, componerlo, padecerlo, disfrutarlo,compartirlo, para luego llevarlo al lienzo25”.Concentrado en la pintura, lo próximo es su máximo objetivo.“Deseo que la gente que tengo cerca me quiera. No me interesaformar parte de un grupo de “elegidos” que no tienen contacto conel entorno. Lo mío es vivencial y estar próximo a los lugares, revi-sitar las cosas y volver a los montes. Porque para hablar bien dealgo tienes que conocerlo bien, tienes que amarlo a fondo. Nonecesito un movimiento ansioso. Para saber lo que es Belaguadebes visitarlo varias veces, y el Baztán y todos los demás luga-res pintados. Quiero que todo eso tenga su tiempo y que deje suposo en las imágenes. Cuando profundizas más y más en tu dis-curso se consigue mayor conocimiento de lo que sucede”. Lacalma hace que su pintura “pida ser mirada despacio porque esola rescata de la prisa y la puede librar de crear imágenes que sólopretenden seducir26”.

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El recuerdo suave. 1990. Óleo sobre lienzo. 81 x 100 cm.

1 cuadro, 35 cuadros. 1991. Óleo sobre lienzo. 81 x 100 cm.

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Belleza curativaCon el tiempo ha madurado esa actitud, teniendo muy presentetanto la formulación de las imágenes como el funcionamientointerno y plástico de la pintura. “Siempre busco la belleza.Mariano me solía decir: ‘la vida se compone de ratos buenos yratos malos, tú siempre pintas los buenos’. Y es verdad. Yo quierola vida e intento hacer todo lo posible por evitar lo malo. PedroManterola hablaba al respecto de las propiedades de la “naturale-za curativa”, como algo que te relaja y te limpia. En un catálogode 1978 con motivo de mi exposición en la galería Gaztelu, deZarautz, lo describí con estos versos: “Periódicamente voy al río /hasta cerca de donde nace, / sumerjo allí los ojos en el agua / ydejo que arrastre / la costra que les va dejando la civilización”.“Vivir y buscar la vida en los cuadros” es una de sus máximaspreferidas. “Uno necesita hacer cosas y la pintura te permite man-tenerte más vivo. El arte nos ayuda a comunicarnos con losdemás, por eso para mí pintar es vivir y sentirme vivo27”. En otraocasión escribió: “Hablo de la naturaleza porque es todo lo quetenemos o quizá porque me noto ser parte de ella”.

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Arquitectura. 1991. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

Mirador a Elcano. 1991. Óleo sobre lienzo. 89 x 130 cm.

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Lo urbanoLa ciudad es otro de los grandes temas de la pintura de PedroSalaberri. Aparece a mediados de los años 70 y ha continuadohasta actualidad en amplias series, como las dedicadas a la ciu-dad de Pamplona: “El espacio en que vivo, donde están los seresqueridos, los amigos, donde sabes que existes porque otros teconocen, y el espacio además contrapuesto a lo natural28”. Al año1982 pertenece la obra A cierta hora Pamplona es un talismán.Dos años después escribía: “noto que Pamplona se ha convertidoen un talismán y me pongo a recoger algunos colores que tiene lavida para disponer de ellos cuan sea preciso29”. No en vano lacapital navarra ejerce una fuerte atracción sobre el pintor, porqueestamos ante alguien “que lleva treinta años pintando su ciudad yque todavía no se ha cansado de mirarla y encontrarla hermosa,tan hermosa como para pintarla30”. Los cuadros de Salaberri“huyen de la anécdota, de la literatura, de lo ocasional, para mos-trar lo que en la ciudad, en el paisaje urbano, hay de más esen-cial, para desvelar su lado poético, para hacer sonar su cuerdamás lírica”. En ese estado latente, la ciudad de Pamplona apareceen silencio, ajena a los ruidos y a las prisas diarias.Para Sánchez-Ostiz “La ciudad en los cuadros de Salaberri31 sehace elemental... La ciudad, deshabitada, sin nada que sugiera elruido, los pasos apresurados; esa ciudad, sus insólitas perspecti-vas, producto de mirar las cosas de otra forma, como un poeta,pierde sus perfiles más agresivos, su lado menos amable. Y asíesas calles vulgares se convierten en un espacio acogedor, en unespacio mental en el que poder vivir, en el que poder soñar. Es lasuya una verdadera invención de la ciudad”. Precisamente Ciudades fue el título de su muestra individual de2001 en la galería pamplonesa de Moisés Pérez de Albeniz32.Entonces confesaba “una enorme fascinación por las ciudades” yafirmaba su interés por “pasear por cada calle, cada plaza, notarsu alegría, su intimidad o su abandono; ver cómo están hechas,cómo es la arquitectura que las ha ido conformando es un enormeplacer y una forma de intimar con ellas”. Son las ciudades ligadasemocionalmente a su biografía: Pamplona primero, luego Madrid,San Sebastián y Bilbao; o bien están unidas a viajes particulares:Chicago, Sevilla, Valencia y París. Todas estas ciudades, “a pesarde su disparidad geográfica tienen algo en común: la conexión delartista con ellas. Y es que en estas obras Salaberri parece querertransmitir al espectador su interés por alcanzar la calma, unacalma no forzada, ajena a cualquier atisbo de retórica33”.La ciudad es para el artista un territorio sugerente. “Pasear tantopor la ciudad como fuera de ella resulta una fuente inagotable desugerencias y soluciones plásticas. Noto vivir a las personas conlas que me cruzo y puedo ver los infinitos paisajes que crean una

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Candanchú. 1992. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

Caminos de agua. 1991. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

Arrozales. 1992. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

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farola, un portal, una tienda34”. La ciudad es, para el pintor “unespacio cambiante en el que suceden cosas todos los días. Nopodemos vivir más que en el presente, porque también me rebelocontra esa frase de Cernuda que dice: “siempre padecí el senti-miento de estar donde la vida no se producía”. Yo reivindico elencontrar el sentido a tu vida en el lugar donde tú vives, en tupueblo o en tu ciudad. Porque la ciudad la hacemos nosotros ytenemos responsabilidad sobre el sitio en el que estamos. Yoquiero estar aquí y disfrutarlo plenamente”.Del paisajePuede decirse que la pintura de paisaje ha contribuido de maneradecisiva a formular la imagen de la naturaleza en el mundo con-temporáneo. No se trata ya de una representación objetiva de larealidad observada sino de que la pintura está determinada por laelección de unos fragmentos de esa realidad que luego son trans-formados sobre el lienzo. El artista es quien elige, quien toma lasdecisiones, y de alguna manera traduce en la imagen sus senti-mientos y emociones. “No cabe duda de que en mi obra existeuna elección personal de los paisajes que pinto porque son paisa-jes en los que me siento bien”. Al margen de la idealización de los lugares, de la parte irreal ymágica, en su pintura existen estrechas relaciones con la reali-dad, aunque sea con una realidad filtrada por su mirada. “Es unarealidad que tiene que ver con los ámbitos en los que vivimos yno tiene ninguna relación con las realidades políticas. Y es unarealidad filtrada porque yo decido, elijo, transformo y modificohasta donde quiero. Además cuando vemos un paisaje está conti-nuamente en transformación. Mi actitud hacia la naturaleza es derespeto y amor. Siempre me ha gustado mucho la noción de quelos montes estaban ya ahí antes de que yo naciese y que segui-rán estando cuando me vaya. Esa es un poco la idea de la per-manencia de las cosas y de la necesidad de hacerlas perdurar”.Pero también es la idea de transformar las cosas porque la per-manencia es relativa. “El cuadro es un hecho en sí y el cómo estáhecho es muy importante porque eso es lo que le va a dar reali-dad, calidad o capacidad de emoción. Hay cantidad de imágenesque están realizadas y dictadas por la urgencia de la actualidad ydentro de un año habrán perdido interés. Porque se trataba deresponder a una realidad presente y a mí eso me interesa muypoco. Si yo quisiera incidir en la realidad debería tener otra profe-sión, tendría que ser periodista, político, escritor..., porque creoque la pintura no vale para eso. La pintura vale para capturar laesencia de las cosas”.La intensidad con la que vive las experiencias hace que este pin-tor camine “con paso decidido, recorriendo lugares ya conocidos,paisajes ya pintados, con la firme convicción de que la mirada,

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Duna de Pyla. 1993. Óleo sobre lienzo. 89 x 130 cm.

Lago de Soustons. 1993. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

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que nunca es la misma, es la que hace que cada momento seaúnico, cada paisaje irrepetible y cada sensación imposible decopiar35”. En el paisaje encuentra la atmósfera espiritual y una escenaseleccionada del entorno se convierte para él en el soporte emo-cional, en el vehículo de expresión que canaliza las ideas y lossentimientos. Porque lo emotivo es una de las claves fundamenta-les de su propuesta visual. “Me paso la vida pintando el silen-cio36”. De eso se trata, de la mágica sensación que producen lasimágenes al transmitir la calma de los lugares, la atmósfera desilencio y el vacío que tanto recuerdan a la impronta metafísica delas escenas urbanas de De Chirico, también silenciosas, vacías ycon un tiempo detenido. “Hay artistas a los que el paso del tiem-po, de las estaciones, de las horas en el día no les importa por-que su proceso de trabajo es más mental, más analítico, sobreformas, sobre colores o sobre ideas. Sin embargo a mí me impor-ta el tiempo porque quiero que actúe sobre mí, porque me pareceque el tiempo es lo que nos regenera, lo que nos renueva. El díaempieza, tiene un desarrollo y muere, los años también tienenciclos y estaciones de primavera, verano, otoño e invierno queempiezan y acaban. Ese ciclo de inicio, renovación y muerte estasiempre ahí”. El pulso del tiempoSignificativamente la vida está ligada al ciclo de la naturaleza.“Hablamos de tiempo psicológico, que es el tiempo de cada uno,el tiempo que vive el ser humano. Para mí el tiempo es mi vida, eltiempo que yo vivo. Ese es el tiempo que yo entiendo. El tiempoes un discurrir de las cosas y un tratar de ser feliz, ser correcto yvivir en armonía. ¿Qué es lo que explica el vivir en armonía?Pues los momentos buenos que la vida tiene. Vivimos queriendovivir momentos felices y todo el otro tiempo, el que los hace posi-bles o los recuerda, es justificado por ellos”. El método de trabajo de Salaberri se renueva en cada pintura,aportando nuevas experiencias y visiones surgidas de una profun-da reflexión. “Tengo una conciencia muy clara de que nos renova-mos día a día y de que se renueva el día y la luz y la lluvia y elfrío y el calor. Y también vivo en una tierra en la que los ciclos dela naturaleza son bastante acentuados; es decir, nieva y hace frío,luego llueve y hace calor y vuelve a hacer frío, y a mí me gustaque sea así. Y todo ello tiene que ver con el ciclo de la vida, lajuventud, la vejez y la muerte”.“Hace tiempo escribí el poema que decía: ‘Esa luz de la tarde,incendio sin calor, hoguera que prepara la noche en su umbralcon todo lo que la vida ha conseguido reunir’. “No sé si se puedenhacer tantos paralelismos pero yo pienso mucho en esas coinci-dencias. El mediodía es cuando hace calor y el sol aplasta las for-

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Barcas. 1993. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Barca. 1993. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Barcas. 1993. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

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mas de las cosas; por la mañana, cuando el día comienza, la luzde salida del sol es un poquito más ácida, es un carmín un pocomás ácido: la vida empieza. La juventud, como sabemos, es algoalborotada y la primavera también lo es, es una estación hermosí-sima pero alborotada: sale el verde, sale el sol, llueve mucho, hayunos cambios muy bruscos. Luego el verano es la etapa demadurez del año y puede ser de mucho calor y hasta de un exce-sivo calor. El otoño es la plenitud de la vida y es espléndido decolores, es muy matizado y es la antesala de la muerte, que es elinvierno”. Ante sus pinturas se tiene la sensación de estar ante una realidadentreverada, conducida por los recuerdos y las sensaciones perci-bidas. “Vas viviendo el día y cuando se acaba el día llega lanoche. Es decir, cuando se va la luz, cuando se va el día, cuandose va la vida y llega la noche yo me retiro a mi intimidad, a micasa, y en ella me imagino la vida que he vivido, recuerdo losmontes y la gente con la que he estado. Es como que hago capí-tulo de todo lo que he vivido durante el día. Un día es la vidamisma, un día empieza y acaba, igual que un año y que una vida,tiene también un principio y un final”.La afirmación de ese pulso temporal, casi espiritual, con sus dis-tintos acontecimientos cíclicos, se percibe en los cuadros median-te distintas señales. “Cuando pinto la mañana quiero expresar laexistencia de un camino que va hacia la vida, hacia la luz, haciael mediodía y entonces la luz de los cuadros es un poco másácida, más intempestiva, porque digamos que vas hacia la aven-tura, hacia lo que va a ser y eso siempre es un poco intranquiliza-dor, aunque más excitante a la vez. Cuando ya has vivido la luzes más caliente, ya ha pasado todo, hay un montón de cosas quehan sucedido y eso puede dar calor, te puede haber destruido,pero ¡bueno! Esto son analogías. Te da más calor cuando hasvivido muchas cosas y te recoges en ti mismo con todo lo queeres”. Del color a la luz “En sus cuadros está el color, que es tanto como la luz y que vacambiando en cada estación del año, en cada día, en cada hora;la luz que ilumina en un instante la visión de un lugar que hastaese momento no se había revelado, la luz que va guiando al pin-tor, que le va diciendo dónde ha de detener la mirada37”. Comouna guía sensible actúa la luz. De ella extrae los matices tonales,las atmósferas y los ambientes leves que reflejan la sintonía delpintor con el paisaje sereno que “recoge la luz del día y tiene unperfecto entendimiento con el sol y la nube, como un convenio aperpetuidad que le sirve para dar un poco de humedad y calor alas hierbas que le van creciendo38”. La luz está presente en susimágenes con un protagonismo siempre matizado, atemperadopor una expresividad que surge a partir de la emoción sentida en

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Rías bajas. 1998. Óleo sobre lienzo. 81 x 130 cm.

Rías bajas. 1998. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

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los momentos creativos. Salaberri “es un mago de la luz, retratistasólo de la luz. Por encima de las formas, que son siempre aboce-tadas, simplificadas, despojadas de detalles, está la luz. Las for-mas, los paisajes, parecen meros soportes para esa luz, siemprediferente en cada uno de sus cuadros39”.En Salaberri la luz posee un carácter simbólico y mágico quemodela las formas y las impregna de serenidad. En el fondo esaluz habita los lugares con tal intensidad que el pintor aspira lasesencias y atmósferas que luego traslada a los lienzos. “Estoymirando cómo se va la luz, hasta que llegue la noche no quieroperderme ni uno solo de sus matices40”. Llama la atención la exi-gencia de su mirada que es capaz de absorber el instante fugazde una puesta de sol, el amanecer, la bruma o la plenitud lumínicadel mediodía. Sobre la tela del lienzo se escuchan luego los ecosde esos recuerdos y con trazos sueltos, trabajando áreas super-puestas, consigue el pintor la profundidad del campo que acabaen un horizonte feliz. Los días transcurren sin pausa describiendo un apasionado cami-no poético por la pintura, salpicado de momentos felices. “A veceshe tenido la sensación de días malgastados porque quizás en esedía no ha existido algún momento, especial o no, que lo haya jus-tificado. Es decir, vives para esos momentos, para las ilusiones.Porque las ilusiones son las que pueden facilitar la felicidad. Lasilusiones son las que te hacen seguir viviendo, las cosas realiza-das ya están hechas y son las ilusiones las que te tienen activo yen marcha”.Los cuadros de Pedro Salaberri ofrecen una visión del tiempodetenido, aunque sea, como él dice, “una batalla que siempre sepierde. Porque, como todos los demás, soy consciente de que eltiempo pasa. Aunque quiero detenerlo y fijar un momento debelleza -al menos es mi caso-, supongo que es el miedo a la des-aparición o el deseo de quedarte. Una forma de permanecer en elmundo es fijar un momento, detener el tiempo y pintar es formade fijar una sensación, dejarlo ahí quieto. Yo quiero parar el tiem-po. Cuando digo ‘quiero pintar un cuadro para irme a vivir a él’estoy diciendo eso”.Trabajar bien“Hacer bien las cosas es una buena actitud ante la vida. Estoyseguro de que hay muchas personas que tienen esta misma acti-tud y sienten esa sensación de querer hacer las cosas bien. Hayque filtrar la información que recibimos, discriminar las noticiasque recibimos y elegir lo verdaderamente interesante”.Respetando el punto de distancia que mantiene frente a los deta-lles de la realidad, sus obras poseen un mundo propio regido porla consigna de ‘quiero hacerlo bien’. “En estos momentos soyconsciente de que ya no voy hacia ninguna parte. Cuando era

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El campo de las siete mujeres. 1998 - 2007. Óleo sobre lienzo. 100 x 100 cm.

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joven creía que iba hacia el futuro, porque te esperaba abierto amil posibilidades, el mundo se puede cambiar y va a ser mejorgracias a ti y a tus compañeros. Cuando eres mayor te das cuen-ta de que la vida se repite, que las sociedades tienen los mismosproblemas cambiándoles de nombre según los años, entoncesves que has llegado al futuro y que va a seguir habiendo proble-mas. Sabes que lo que viene por delante es la desaparición, lanada”. Hay en ello una actitud firme y decidida. “Soy muy volunta-rista, creo que las cosas hay que hacerlas bien, con buena volun-tad. Soy muy consciente del tiempo, de lo que pasa y de lo quehago. Voluntariamente uno puede ayudar a que algo salga bien.Hay que ser honesto y positivo”. Es notorio su interés por extraerel sentido positivo de las cosas, de lo más próximo y cercano, a loque hay que dedicarle el tiempo que sea necesario.También existe el afán de captar lo bello de un instante y hacerlopermanecer en el lienzo. “De una parte quisiera fijar un momentode belleza y, de otra, para que ese momento sea bello, puestengo que hacerlo bien. ¿Para qué lo hago? Pues para pelearcontra la desaparición y que la nada no se ría de nosotros. Hayamigos que escriben, que hacen música, con los que me conecto.Ellos me ayudan a vivir y quiero corresponderles con mi trabajo. Ylo hago, en suma, para vivir con intensidad y para ser conscientede que vives y hacerlo bien, porque pintar y vivir es lo mismo”. Paisaje interiorCuando Pedro Salaberri expone en la Casa de Cultura de Tafalla,en 1993, recupera una frase del pintor Max Ernst: “Siempre tratéde tener un ojo abierto a mi mundo interior mientras mantenía elotro abierto al mundo exterior”. En efecto, así es, porque “contem-plar sus paisajes es tener la certeza de que se trata del reflejo deunos paisajes interiores”. De “una forma de reflejar algo que estámás allá o más acá de un determinado lugar, del escenario oca-sional de un momento pleno, intenso: la forma de percibirlo, deverlo, de habitarlo, de vivir con él, con su recuerdo. Así, los paisa-jes son otros tantos puntos de referencia para unos determinadosestados del alma, para una forma muy personal, muy libre tam-bién, de mirar las cosas del mundo, las cosas de todos los días,las cosas que nos aguardan41.”Cuando pinta ventanales es porque él mismo se imagina instaladoen lugares interiores que miran hacia algún paraje. “Es un proce-so de interiorización, uno se recoge en sí mismo e intenta mirar elmundo desde su casa. De este modo he pintado una habitacióncon vistas hacia la Plaza Príncipe de Viana, otra con vistas alMediterráneo o Pamplona en mi cuarto de estar. Son los lugaresdesde los que yo me imagino el mundo y en ellos introduzco elpaso del tiempo entre el día y la noche a través de los diferentespaños de las ventanas”.

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Cantábrico. 2005. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

San Sebastián. 1998. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Menorca. 2005. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

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De hoy y de mañana“Ahora estoy en un momento muy tranquilo, atravieso un momen-to dulce de estabilidad y plenitud. El tiempo ahora mismo es fun-damental vivirlo en armonía. En estos momentos la parte racionalse está imponiendo a la parte expresiva, analizo mucho las obras,lo cuido mucho todo. A lo orgánico, lo amable, lo sensual de lascurvas de los árboles, campos y montañas, contrapongo el carác-ter geométrico y racional de un elemento cuadrado”. Transcurridos muchos años de una larga trayectoria, muy poco apoco se ha producido el reconocimiento público de su obra. “Esmuy positivo porque sientes que formas parte del mundo en quevives. Me llena de satisfacción que mi obra sea conocida. Es muyimportante conseguir el respaldo popular. Es verdad que no mesiento abandonado y el prestigio viene dado por sectores implica-dos en el arte, y también por el apoyo del público. En mi ciudadme siento querido y apreciado, a Pamplona la llevo muy dentro,en ella está toda mi vida”.

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Desde la chantrea. 2005. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

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1 Aranaz, Ignacio. “El pintor y su ciudad”. Catálogo de la Exposición en el Museo Gustavo de Maeztu de Estella y en el Pabellón de Mixtos de La Ciudadela de Pamplona, 2000

2 Salaberri, Pedro. “La claridad de una mirada”. Revista “Panorama” nº 14. Gobierno de Navarra. Departamento de Educación y Cultura. Dirección General de Cultura-Institución Príncipe de Viana, 1990

3 Huici, Vicente. Op. Cit, Pamplona, 19764 Ignacio Aranaz. “Pamplona 1970”. Catálogo de la Exposición Escuela de Pamplona en

el Planetario de Pamplona. Caja de Ahorros de Navarra, Pamplona, 19955 Pedro Manterola. “La Escuela de Pamplona”. Catálogo de la Exposición Escuela de

Pamplona en el Planetario de Pamplona. Caja de Ahorros de Navarra, Pamplona, 1995

6 Manterola, Pedro. Catalogo de la Exposición en los Pabellones de Arte de La Ciudadela, Pamplona, 1979

7 Salaberri, Pedro. Tríptico de la Exposición en la Sala de Cultura de la Caja de Ahorros de Navarra, Pamplona, 1973

8 Manterola, Pedro. “Un joven y gran pintor”, en “Diario de Navarra”, 14-1-19739 Manterola, Pedro. Catalogo de la Exposición en los Pabellones de Arte de La

Ciudadela, Pamplona, 197910 Amestoy, Santos. Pedro Salaberri, en “Abc suplemento Blanco y Negro Cultural”,

Madrid, 3-1-200411 Bonet, Juan Manuel. “Silencios”. Catálogo de la Exposición “Silencios. 22 pintores

navarros” en la Sala Muralla. Baluarte, Pamplona, 2007 12 Aranaz, Ignacio. Mariano Royo pintor. Ayuntamiento de Pamplona, 198613 Aranaz, Ignacio. Mariano Royo pintor. Op. Cit.14 Aranaz, Ignacio. Tríptico de la Exposición en la galería Seiquer, Madrid, 199315 Zapater, Juan. “La voluntad de vivir”, en “Navarra hoy”, 22-3-198616 Manzanos, Javier. Catalogo de la Exposición en la galería Muelle 27, Madrid, 200417 Marín-Medina, José. “El paisaje de Salaberri, ¿un estado del alma?”, en Abc de las

Artes, Madrid, 12-3-199318 Salaberri, Pedro. Tarjeta de la Exposición en Caja de Ahorros Municipal, Pamplona,

198219 Aranaz, Ignacio. Tríptico de la Exposición en la galería Seiquer, Madrid, 199320 Zapater, Juan. “La voluntad de vivir”, en “Navarra hoy”, 22-3-198621 Salaberri, Pedro. Tríptico de la Exposición en la Sala de Cultura de Caja Laboral,

Alsasua, 198222 Salaberri, Pedro. Catálogo de la Exposición en la Sala García Castañón, Pamplona,

199323 Salaberri, Pedro. Díptico de la Exposición en la galería Amadis, Madrid, 197424 Fernández, Alicia. “El color de las ciudades”, en Abc Cultural, Madrid, 27-10-200125 Aranaz, Ignacio. “El pintor y su ciudad”. Catálogo de la Exposición en el Museo

Gustavo de Maeztu de Estella y en el Pabellón de Mixtos de La Ciudadela de Pamplona, 2000

26 Salaberri, Pedro. Catálogo de la Exposición en el Pabellón de Mixtos de La Ciudadela, Pamplona, 1996

27 Ezker, Alicia. “Los paisajes tranquilos de Salaberri”, en “Diario de Noticias”, Pamplona, 6-12-1996

28 Salaberri, Pedro. Op. Cit. Alsasua, 198229 Salaberri, Pedro. Díptico de la Exposición en la Caja de Ahorros Municipal de

Pamplona, 198430 Aranaz, Ignacio. Op. Cit. Estella-Pamplona, 200031 Sánchez-Ostiz, Miguel. Op. Cit. Pamplona, 198932 Salaberri, Pedro. Catálogo de la Exposición “Ciudades”. Galería Moisés Pérez de

Albéniz, Pamplona, 200133 Díaz de Ereño, Gregorio. “Arquitectura pictórica”, en “Diario de Navarra”, 21-10-200134 Huici, Vicente. Op. Cit, Pamplona, 197635 Ezker, Alicia. “El círculo de la pintura”. Catálogo de la Exposición en el Museo Gustavode Maeztu de Estella y en el Pabellón de Mixtos de La Ciudadela de Pamplona, 200036 Salaberri, Pedro. Díptico de la Exposición en la galería Eder Arte, Vitoria, 197637 Aranaz, Ignacio. Op. Cit. Estella-Pamplona, 200038 Salaberri, Pedro. Catálogo de la Exposición en la Sala de Arte Castel-Ruiz, Tudela,

1979 39 Rubio Nomblot, Javier. “El paisaje encantado de Pedro Salaberri”, en “El Punto de las

Artes”, Madrid, 30-9-199040 Salaberri, Pedro. 1996. Op. Cit.41 Miguel Sánchez-Ostiz. “El paisaje interior de Pedro Salaberri”. Catálogo de la

Exposición en la Sala García Castañón, Pamplona, 1989

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Retratos

Page 72: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

72Pablo. 1993. Óleo sobre lienzo. 38 x 46 cm.

Andrés. 1993. Óleo sobre lienzo. 38 x 46 cm.

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73Mari Carmen. 1993. Óleo sobre lienzo. 38 x 46 cm.

Page 74: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

74 Mª José Aranguren. 1993. Óleo sobre lienzo. 50 x 61 cm.

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75Mari Carmen. 1999. Óleo sobre lienzo. 60 cm. diámetro

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76 Miguel Leache. 1993. Óleo sobre lienzo. 50 x 61 cm.

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77Ana Isabel López. 1993. Óleo sobre lienzo. 50 x 61 cm.

Page 78: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

78 Sagrario San Martín. 1999. Óleo sobre lienzo. 55 x 46 cm.

Page 79: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

79Javier Manzanos. 2007. Óleo sobre lienzo. 40 x 40 cm.

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80 Ricardo Pita. 2007. Óleo sobre lienzo. 40 x 40 cm.

Page 81: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

81Pedro Manterola. 2007. Óleo sobre lienzo. 60 x 60 cm.

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Ciudades

Page 84: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

84 Vieux-Boucau. 1993. Óleo sobre lienzo. 55 x 38 cm.

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85París. 2001. Óleo sobre lienzo. 27 x 41 cm.

Page 86: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

86 El ascensor (Bilbao). 1993. Óleo sobre lienzo. 65 x 46 cm.

Page 87: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

87Kursaal. 2001. Óleo sobre lienzo. 33 x 55 cm.

Page 88: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

88 Chicago. 2001. Óleo sobre lienzo. 38 x 61 cm.

Page 89: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

89Lago Míchigan. 2001 - 2003. Óleo sobre lienzo. 33 x 55 cm.

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90 Sears. 2001. Óleo sobre lienzo. 65 x 50 cm.

Page 91: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

91Chicago. 2001. Óleo sobre lienzo. 38 x 61 cm.

Page 92: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

92 Correos. 2003. Óleo sobre lienzo. 73 x 116 cm.

Page 93: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

93Calle Alcalá. 2003. Óleo sobre lienzo. 81 x 54 cm.

Page 94: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

94 La ciudad museo (Roma). 2007. Óleo sobre madera. 63 x 53 cm.

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95La ciudad museo (Roma). 2007. Óleo sobre madera. 70 x 81 cm.

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Paisajes

Page 98: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

98 Sin título. 1998. Óleo sobre lienzo. 116 x 81 cm.

Page 99: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

99San Donato. 1999. Óleo sobre lienzo. 81 x 100 cm.

Page 100: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

100 Valle de Aranguren. 1999. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Page 101: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

101Yoar. 2000. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Page 102: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

102 Línea rosa. 2003. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Page 103: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

103Primavera. 2001. Óleo sobre lienzo. 130 x 162 cm.

Page 104: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

104 Sin título. 2002. Óleo sobre lienzo. 46 x 55 cm.

Page 105: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

105Oskía. 2002. Óleo sobre lienzo. 46 x 55 cm.

Page 106: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

106 Canal de Navarra. 2005. Óleo sobre lienzo. 50 x 65 cm.

Page 107: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

107Sierra del Perdón. 2005. Óleo sobre lienzo. 65 x 92. cm.

Page 108: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

108 Lo que fuimos, lo que somos. 2003. Óleo sobre lienzo. 81 x 130 cm.

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109Valle de Yerri. 2002. Óleo sobre lienzo. 114 x 162 cm.

Page 110: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

110 Cuenca de Pamplona. 2005. Óleo sobre lienzo. 81 x 130 cm.

Page 111: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

111Baztán. 2005. Óleo sobre lienzo. 89 x 130 cm.

Page 112: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

112 San Pedro de Olite. 2003. Óleo sobre lienzo. 73 x 116 cm.

Page 113: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

113Castillo de Olite. 2003. Óleo sobre lienzo. 73 x 116 cm.

Page 114: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

114 Sin título. 2006. Óleo sobre lienzo. 89 x 116 cm.

Page 115: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

115Valdizarbe. 2005. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

Page 116: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

116 Baztán. 2006. Óleo sobre lienzo. 81 x 130 cm.

Page 117: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

117Baztán. 2007. Óleo sobre lienzo. 89 x 130 cm.

Page 118: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

118 Campos de Ujué. 2005. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Page 119: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

119Mallos de Riglos. 2007. Óleo sobre lienzo. 89 x 130 cm.

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120 Loiti. 2005. Óleo sobre lienzo. 70 x 140 cm.

Page 121: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

121Lizasoáin. 2007. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

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Interiores

Page 124: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

124 Museo de Pau (Balcón de los Pirineos). 1994. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

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125Desde Mutilva Alta. 1992. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

Page 126: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

126 Mirador a Montejurra. 1994. Óleo sobre lienzo. 100 x 81 cm.

Page 127: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

127Flores para un embalse. 1994. Óleo sobre lienzo. 65 x 100 cm.

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128 Mirador al Mediterráneo. 1996. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

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129Mirador al Mediterráneo. 1996. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

Page 130: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

130 Comida en casa. 1996. Óleo sobre lienzo. 100 x 100 cm.

Page 131: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

131Interior con escultura de Alfredo Sada. 1996. Óleo sobre lienzo. 73 x 54 cm.

Page 132: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

132 El jardín. 1999. Óleo sobre lienzo. 130 x 89 cm.

Page 133: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

133Cuarto de estar en Mutilnova. 1996. Óleo sobre lienzo. 89 x 130 cm.

Page 134: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

134 Jardín de invierno. 2004. Óleo sobre lienzo. 60 x 180 cm.

Page 135: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

135Escenario para las horas felices (jardín de primavera). 2006. Óleo sobre lienzo. 114 x 195 cm.

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Pirineos

Page 138: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

138 Ibón de Estanés. 2000. Óleo sobre lienzo. 73 x 100 cm.

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139Ibón de Anayet. 1999. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

Page 140: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

140 Anayet. 2001. Óleo sobre lienzo. 114 x 162 cm.

Page 141: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

141Midi d´Ossau. 2002. Óleo sobre lienzo. 162 x 114 cm.

Page 142: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

142 Telera. 2002. Óleo sobre lienzo. 81 x 130 cm.

Page 143: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

143Monte Perdido. 2002. Óleo sobre lienzo. 89 x 130 cm.

Page 144: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

144 Pirineos. 2003. Óleo sobre lienzo. 60 x 92 cm.

Page 145: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

145Pirineos. 2003. Óleo sobre lienzo. 81 x 130 cm.

Page 146: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

146 Pirineos. 2005. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Page 147: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

147Pirineos. 2005. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Page 148: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

148 Pirineos. 2005. Óleo sobre lienzo. 73 x 54 cm.

Page 149: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

149Pirineos. 2006. Óleo sobre lienzo. 81 x 130 cm.

Page 150: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

150 Pirineos. 2006. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

Page 151: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

151Ordesa. 2006. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

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Pamplona

Page 154: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

154 Pamplona en mi cuarto de estar. 1994. Óleo sobre lienzo. 97 x 130 cm.

Page 155: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

155Yamaguchi. 1998. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

Page 156: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

156 San Cernin. 2000. Óleo sobre lienzo. 46 x 33 cm.

Page 157: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

157Torre de San Nicolás. 2000. Óleo sobre lienzo. 81 x 100 cm.

Page 158: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

158 Rincón de la Aduana. 2000. Óleo sobre lienzo. 54 x 73 cm.

Page 159: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

159Museo de Navarra y Departamento de Educación. 2000. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

Page 160: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

160 Avda. de Roncesvalles y C/ Bergamín. 2000. Óleo sobre lienzo. 100 x 100 cm.

Page 161: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

161Duque de Ahumada. 2000. Óleo sobre lienzo. 100 x 81 cm.

Page 162: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

162 Audiencia. 2000. Óleo sobre lienzo. 38 x 61 cm.

Page 163: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

163Universidad Pública. 2000. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Page 164: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

164 Río Arga. 2005. Óleo sobre lienzo. 100 x 81 cm.

Page 165: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

165Plaza Merindades. 2003. Óleo sobre lienzo. 92 x 65 cm.

Page 166: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

166 Desde mi estudio I. 2004. Óleo sobre lienzo. 114 x 146 cm.

Page 167: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

167Desde mi estudio II. 2005. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

Page 168: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

168 Desde mi estudio IV. 2006. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

Page 169: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

169Gayarre. 2005. Óleo sobre lienzo. 146 x 114 cm.

Page 170: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

170 Catedral. 2006. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Page 171: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

171Desde la Rochapea. 2004. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

Page 172: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

172 Museo de Navarra (esperando a Moneo). 2000. Óleo sobre lienzo. 97 x 146 cm.

Page 173: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

173Noche y Día (llegó Moneo). 2003. Óleo sobre lienzo. 89 x 130 cm.

Page 174: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

174 Flores minerales y Plaza de los Fueros. 1998. Óleo sobre lienzo. 89 x 146 cm.

Page 175: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

175Diapositiva (desde el Maisonnave). 2003. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

Page 176: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

176 Baluarte. 2004. Óleo sobre lienzo. 114 x 146 cm.

Page 177: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

177Edificio Singular. 2001. Óleo sobre lienzo. 114 x 162 cm.

Page 178: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

178 Torres. 2006. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

Page 179: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

179Lo viejo y lo nuevo. 2006. Óleo sobre lienzo. 81 x 116 cm.

Page 180: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

180 C/ San Fermín. 2006. Óleo sobre lienzo. 54 x 73 cm.

Page 181: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

181Desde Mutilva. 2006. Óleo sobre lienzo. 89 x 146 cm.

Page 182: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

182 Siete. 2006. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Page 183: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

183Avda. Baja Navarra. 2006. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Page 184: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

184 C/ Bergamín. 2007. Óleo sobre lienzo. 89 x 130 cm.

Page 185: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

185Avda. de Bayona de noche. 2007. Óleo sobre lienzo. 114 x 146 cm.

Page 186: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

186 Arquitectura. 2006. Óleo sobre lienzo. 100 x 150 cm.

Page 187: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

187¡Oh, Pamplona! (El pintor y el arlequín). 2006. Óleo sobre lienzo. 114 x 195 cm.

Page 188: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros
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MuseosAbstracciones

Page 190: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

190 Flor en la Fundación Serralves. 2006. Óleo sobre lienzo. 35 x 27 cm.

Page 191: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

191Flor. 2002. Óleo sobre lienzo. 30 x 30 cm.

Page 192: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

192 Pirita y cuadro del Pirineo. 2006. Óleo sobre lienzo. 46 x 38 cm.

Page 193: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

193Caseta con luz. 2003. Óleo sobre lienzo. 24 x 33 cm.

Page 194: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

194 Paisaje con rectángulo. 2003. Óleo sobre lienzo. 54 x 73 cm.

Page 195: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

195Baztán. 2007. Óleo sobre lienzo. 80 x 160 cm.

Page 196: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

196 Sin título. 2004. Óleo sobre lienzo. 27 X 41 cm.

Page 197: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

197Sin título. 2004. Óleo sobre lienzo. 50 x 65 cm.

Page 198: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

198 Siete cuadrados. 2006. Óleo sobre lienzo. 38 x 46 cm.

Page 199: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

199Sin título. 2005. Óleo sobre lienzo. 27 x 35 cm.

Page 200: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

200 Sin título. 2007. Óleo sobre lienzo. 38 x 61 cm.

Page 201: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

201Sin título. 2005. Óleo sobre lienzo. 46 x 61 cm.

Page 202: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

202 Mark Rothko y Peter Halley. 2005. Óleo sobre lienzo. 50 x 61 cm.

Page 203: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

203Sin título. 2004. Óleo sobre lienzo. 65 x 92 cm.

Page 204: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

204 Ernst en el Pompidou. 2001. Óleo sobre lienzo. 33 x 41 cm.

Page 205: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

205Brancusi. 2001. Óleo sobre lienzo. 61 x 50 cm.

Page 206: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

206 Lucio Fontana en Caixa Forum. 2007. Óleo sobre lienzo. 50 x 100 cm.

Page 207: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

207Museo Oteiza. 2007. Óleo sobre lienzo. 50 x 100 cm.

Page 208: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

208 Mariano Royo en el Museo de Navarra. 2007. Óleo sobre lienzo. 50 x 100 cm.

Page 209: Pedro Salaberri. Conversaciones con artistas navarros

209Homenaje a Alfredo Sada. 2000 - 2006. Óleo sobre tabla. 67 x 105 cm.

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Currículum

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Club de Tenis de Pamplona

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2006 Pabellón de Mixtos, Ciudadela,Ayuntamiento de Pamplona.Espacio Marzana, Bilbao.Gentes del Teatro, Teatro Gayarre. Pamplona

2004 Planetario de Pamplona.2003 Galería Muelle 27, Madrid.

Espacio Marzana, Bilbao.2002 Casa de Cultura, Cizur Mayor.2001 Galería Moisés Pérez de Albéniz, Pamplona.2000 Pabellón de Mixtos, Ciudadela, Ayuntamiento de

Pamplona.Museo Gustavo de Maeztu, Estella.Sala Le Carré, Museo Bonnat, Bayona, Francia.

1999 Casa de Cultura del Valle de Aranguren, Mutilva Alta, Navarra.

1997 Sala de Cultura Juan Bravo, Caja de Ahorros de Navarra, Madrid.

1996 Pabellón de Mixtos, Ciudadela, Ayuntamiento de Pamplona.Lourdes Ugarabe, Arte Galería, Vitoria.

1995 Galería Seiquer, Madrid.Museo Gustavo de Maeztu, Estella.

1994 Galería Ederti, Bilbao.1993 Sala Castel Ruiz, Tudela.

Casa de Cultura, Tafalla.Sala García Castañón, CAM, Pamplona.Galería Seiquer, Madrid.Casa de Cultura, Cizur Mayor.

1992 Sala Independencia, Vitoria.Galería Ederti, Bilbao.

1990 Galería Seiquer, Madrid.1989 Sala García Castañón, CAM, Pamplona.1988 Galería María Forcada, Tudela.1987 Galería Altxerri, San Sebastián.1986 Sala García Castañón, CAM, Pamplona.

Sala San Prudencia, Vitoria.1985 Sala CAP de Guipúzcoa, San Sebastián.1984 Pabellones de Arte, Ciudadela, CAM, Pamplona.1983 Galería Seiquer, Madrid.

ARTEDER, Bilbao.1982 Sala de Cultura Caja Laboral, Alsasua, Navarra.

Dibujos, Sala Conde de Rodezno, CAM, Pamplona.Galería Windsor, Bilbao.

1980 Sala García Castañón, CAM, Pamplona.1979 Sala de Arte Caja de Ahorros Vizcaína, Bilbao.

Pabellones de Arte, Ciudadela, CAM, Pamplona.1978 Galería Gaztelu, Zarauz.1977 Galería Aritza, Bilbao.

Galería Seiquer, Madrid.1976 Galería Eder Arte, Vitoria.

Sala Castel Ruiz, Tudela.Galería Seiquer, Madrid.Sala de Cultura CAN, Pamplona.

1975 Galería Atenas, Zaragoza1974 Galería Arte5´, Pamplona.

Galería Amadís, Madrid.1973 Sala Besaya, Santander.

Casa de Cultura Fray Diego, Estella.Sala de Cultura CAN, Pamplona.

Pedro Salaberri (Pamplona 1947)Exposiciones Individuales

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Audiencia de PamplonaArquitectos: Manuel Sagastume y Angel Farinós

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Exposiciones Colectivas (selección)Silencios. 22 pintores navarros. 2007. Baluarte. Pamplona.Atrio. 2006. Parlamento de Navarra. Pamplona.Desde un lugar. 2004. Galería Moisés Pérez de Albéniz. Pamplona.Bosteko. 2003. Amorebieta, Munguia, Getxo, Basauri, Arrigorriaga.La ciudad recreada. 2003. Pamplona.ARCO. 2000. Madrid.Paisajes de un siglo. 1997. Pamplona, Burgos, Murcia y Vitoria.Colección Juan Antonio Aguirre. 1996. IVAM. Valencia.Aquellos 80. 1996. Ciudadela. Pamplona.ARCO. 1995. Madrid.Escuela de Pamplona. 1995. Museo Gustavo de Maeztu. Estella.Escuela de Pamplona. 1995. Planetario. Pamplona. La trama del arte vasco. 1980. Museo de Bellas Artes. Bilbao.7 Pintores españoles. 1980. Bárbara Walter Gallery Inc. Nueva York.Panorama. 1978. Museo de Arte Moderno. Madrid.Artexpo. 1976. Barcelona.Encuentros. 1972. Pamplona.

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CIVICANArquitectos: Manuel Blasco, Francisco Javier Garraus, Luis Felipe Gaztelu y Francisco Javier Tellechea

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Piscinas de AnsoáinArquitectos: Pedro Burguera, Mª Jesús Vilas y José Javier Herrera

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Museos y ColeccionesAyuntamiento de PamplonaAyuntamiento de VitoriaCaja de Ahorros de NavarraCaja Vital KutxaMuseo de NavarraGobierno de NavarraGobierno VascoIVAMArtium. VitoriaParlamento de NavarraUniversidad Pública de NavarraFundación Coca-Cola

PremiosPrimer Premio Ciudad de Pamplona. 1973Tercer Premio Gure Artea. Gobierno Vasco. 1984Primer Premio Bienal de Vitoria. 1984

En enero de 2006, recibe el premio 4D creadoeste mismo año con carácter bianual, por laDelegación Navarra del Colegio Oficial deArquitectos Vasco-Navarro, para reconocer lalabor de personas e instituciones en pro de unaarquitectura de calidad.

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BerlysIngenieros: Iturralde y Sagüés

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Este libro se terminó de imprimir

en los talleres de Litografía IPAR S.L.

el mes de diciembre de 2007

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